Por un puñado de monedas [Libre] [3/3] [Cerrado]
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Re: Por un puñado de monedas [Libre] [3/3] [Cerrado]
Sabia que Siria era especialmente sensible con todo lo referente a sus dioses y las reglas que eso llevaba aparejado, podía entenderlo en un sentido lógico, pero no podía comprender lo que sentía. Vi como se marchaba en busca de sus cosas, no sin antes pedir disculpas nuevamente por sus actos [ANALIZANDO] suponía que lo correcto era hablar con ella, pero no estaba segura de qué se decía en situaciones como esas.
[EXTRAYENDO ARCHIVO] En el pasado, cuando Siria estaba con un humor similar eran Leveru y Samantha las que se encargaban de hablar con ella. No tenía datos en relación a qué era lo que hacían para que se animara [ANALIZANDO] a falta de una solución mejor, tendría que continuar con lo aconsejado por el sistema.
-Creo que tus conclusiones son correctas, Siria tiene creencias muy rigurosas – Le dije al humano mientras continuaba mirando en la dirección en la que la dragona se había ido – Es probable que esté tomando este asunto de forma mucho más seria de lo que sería aconsejable para mantener un estado de ánimo optimo – Mis acompañantes se acercaron, me agache para recogerlos y ponerlos en el morral, no tendría tiempo de prestarles atención por el camino.
El humano tomo la iniciativa de ir tras Siria, eso era lo mejor, entre orgánicos probablemente llegarían a un entendimiento. El hombre-perro seguía a mi lado, mantenía su palabra de cuidarme, pero ahora el peligro parecía haber pasado.
-¿Qué es lo que harás? – Le pregunte sin rodeos.
-Seguiré un poco mas con ustedes, pero luego tomare mi propio camino – Movió las orejas hacia atrás, como si hubiese captado un sonido – Algo que no este relacionado con esto, creo que… creo que no es para mi – Volvió a fijar su vista en mi.
-Parece lo correcto, o al menos es la decisión más acorde a los códigos de ética humanos actuales – La mayoría de los pueblos estaban de acuerdo en que la esclavitud estaba mal, salvo algunas excepciones como los vampiros, y hasta cierto punto los hechiceros. Pero por lo demás, mantenían una sociedad en la que no todos tenían la misma posibilidades, pero que eran libres de hacerlo o no dependiendo de su parecer.
Nos acercamos hasta donde estaban Siria y el humano.
-El hombre dice conocer el camino hacia el pueblo, deberíamos seguirlo ¿Correcto? – [BAJANDO ACTUALIZACIÓN DE LOS MAPAS] – Es cierto, no está tan lejos, y es más grande que el lugar donde estaban – De esa manera los heridos podrían descansar adecuadamente.
Caminamos veinticinco minutos hasta llegar al camino, y luego cuarenta y cinco más hasta ver que el mismo se dividía en dos. Fue allí donde el hombre-perro decidió seguir otro rumbo, nos observamos casi con el mismo grado de inexpresividad, al final se dio la vuelta primero y levanto la mano como única señal de despedida.
Dos horas y quince minutos más tarde, estábamos en las puertas de un nuevo pueblo. Conseguir donde dormir no fue tan sencillo, si bien era más grande que los pueblos de los alrededores, no lo era tanto como para tener una posada adecuada para tres visitantes. Luego de preguntar en varios lugares uno de los residentes acepto prestarnos una de las habitaciones de su casa por una módica suma.
-Yo no requiero de funciones tales como las de dormir. Ustedes en cambio deben descansar, así que acomódense en las camas, yo vigilare sus signos vitales mientras duermen ¿Si? – La habitación era muy sencilla, dos camas, piso de tierra, ningún mueble extra, colchones de paja, solo una sábanas. Me senté en el medio de los dos lechos, eso sería lo más cómodo pensando en que tendría que revisar a los dos heridos a la vez.
[EXTRAYENDO ARCHIVO] En el pasado, cuando Siria estaba con un humor similar eran Leveru y Samantha las que se encargaban de hablar con ella. No tenía datos en relación a qué era lo que hacían para que se animara [ANALIZANDO] a falta de una solución mejor, tendría que continuar con lo aconsejado por el sistema.
-Creo que tus conclusiones son correctas, Siria tiene creencias muy rigurosas – Le dije al humano mientras continuaba mirando en la dirección en la que la dragona se había ido – Es probable que esté tomando este asunto de forma mucho más seria de lo que sería aconsejable para mantener un estado de ánimo optimo – Mis acompañantes se acercaron, me agache para recogerlos y ponerlos en el morral, no tendría tiempo de prestarles atención por el camino.
El humano tomo la iniciativa de ir tras Siria, eso era lo mejor, entre orgánicos probablemente llegarían a un entendimiento. El hombre-perro seguía a mi lado, mantenía su palabra de cuidarme, pero ahora el peligro parecía haber pasado.
-¿Qué es lo que harás? – Le pregunte sin rodeos.
-Seguiré un poco mas con ustedes, pero luego tomare mi propio camino – Movió las orejas hacia atrás, como si hubiese captado un sonido – Algo que no este relacionado con esto, creo que… creo que no es para mi – Volvió a fijar su vista en mi.
-Parece lo correcto, o al menos es la decisión más acorde a los códigos de ética humanos actuales – La mayoría de los pueblos estaban de acuerdo en que la esclavitud estaba mal, salvo algunas excepciones como los vampiros, y hasta cierto punto los hechiceros. Pero por lo demás, mantenían una sociedad en la que no todos tenían la misma posibilidades, pero que eran libres de hacerlo o no dependiendo de su parecer.
Nos acercamos hasta donde estaban Siria y el humano.
-El hombre dice conocer el camino hacia el pueblo, deberíamos seguirlo ¿Correcto? – [BAJANDO ACTUALIZACIÓN DE LOS MAPAS] – Es cierto, no está tan lejos, y es más grande que el lugar donde estaban – De esa manera los heridos podrían descansar adecuadamente.
Caminamos veinticinco minutos hasta llegar al camino, y luego cuarenta y cinco más hasta ver que el mismo se dividía en dos. Fue allí donde el hombre-perro decidió seguir otro rumbo, nos observamos casi con el mismo grado de inexpresividad, al final se dio la vuelta primero y levanto la mano como única señal de despedida.
Dos horas y quince minutos más tarde, estábamos en las puertas de un nuevo pueblo. Conseguir donde dormir no fue tan sencillo, si bien era más grande que los pueblos de los alrededores, no lo era tanto como para tener una posada adecuada para tres visitantes. Luego de preguntar en varios lugares uno de los residentes acepto prestarnos una de las habitaciones de su casa por una módica suma.
-Yo no requiero de funciones tales como las de dormir. Ustedes en cambio deben descansar, así que acomódense en las camas, yo vigilare sus signos vitales mientras duermen ¿Si? – La habitación era muy sencilla, dos camas, piso de tierra, ningún mueble extra, colchones de paja, solo una sábanas. Me senté en el medio de los dos lechos, eso sería lo más cómodo pensando en que tendría que revisar a los dos heridos a la vez.
Zöe
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Re: Por un puñado de monedas [Libre] [3/3] [Cerrado]
Fue difícil el continuar el trayecto a aquel pueblo que encontró Zöe, aquel hombre-bestia que la acompañaba y el viajero cuyo nombre nunca le pregunté. Hubo mucho silencio, pues Zöe no era de aquellas quienes realizaba conversaciones muy frecuentes. Creo que podía pasar todo un día sin hablar si no consideraba que había la necesidad. Yo, pues… era realmente difícil explicar mis sentimientos. Y creo que, en todo momento que compartimos camino con nuestro otro acompañante, más se veía algo preocupado por Zöe, puesto que la veía cuando a veces miraba hacia mi lado.
Cuando recogí mis cosas, no parecía hacerlo con una motivación en especial. De haberme visto en ese momento, pensaría que era alguien con demasiadas cosas en la cabeza, lo suficiente como para no importarle de si recogía las cosas realmente o no. También podía parecer alguien que no le preocuparía que sus ropas fueran muy sueltas, cosa que normalmente me pasa cuando no me cubro con mis ropas del norte. A veces lo hacía incluso cuando el calor era insoportable, lo que hacía pensar al resto que me faltaran “palos para el puente” como decían.
En un momento, el viajero me sacó de mi trance, y me comentó sobre lo del pueblo. No le contesté mucho, pues todavía tenía cosas en la cabeza. Pero asentí a que debíamos marcharnos, y que aquel lugar era el más ideal para pasar la noche. Después de toda esta conmoción, no necesitábamos amanecer al día siguiente todos atados a los árboles gracias a otros esclavistas.
Mi mente se encontraba en otro lugar. En uno donde intentaba pensar, ordenar ideas, retomar creencias, estar yo sola. A veces Wood lo indicaba como “te desconectaste como una Bio”, lo que realmente no lo entendía, pues no sabía como funcionaban sus cabezas, aun cuando conocía a Zöe desde hace tiempo. En ese momento, entre todas las cosas, pensé que si se referían a esto. Y era algo… no sé como explicarlo. Durante todo ese trayecto, no pensé en si habían pasado minutos u horas.
Nuestra forma Dragón es una que nos fue heredada por los Dioses Dragones. Como tal, era muy seguido ver que habían dragones que solo la usaban como último recurso, o habían facciones que decidieron vivir con ella el mayor tiempo posible que les permitía la mente y el cuerpo. Pero todos coincidíamos en que aquella forma era sagrada para nosotros. Habían incluso algunos que podían morir sin usarla, por no mancillarla. Era algo que pocos podían entender, pues era algo tan propio de la gente del norte que los dragones que la usaban a diestra y siniestra eran, justamente, aquellos que no habían sido criados por las enseñanzas antiguas.
Es difícil de explicar, por ello, a quienes no sabían que se sentía. Era como si algo muy interno tuyo estuviera abrazándote cuando le dabas el espacio para envolverte. Cuando meditabas, podías sentir como si algo abrazara tu cuerpo de manera maternal, envolviéndote en una sensación de tranquilidad. Podías sentir cómo te hacías uno con tu alrededor, sentir cómo tu elemento con el que naciste se manifestaba dentro de ti, cómo podías sentirlo a tu alrededor, como tu alma se expandía y se hacía una con los Dioses. Se sentía en ese momento aquel regalo de un padre cuyo hijo no volverá a ver hasta que el destino de la muerte vuelva a cruzar caminos con ellos, pero que aun así se siente como si nunca te ha abandonado realmente. Y si te transformabas, si colocabas tus manos juntas, podías sentir cómo todo eso emanaba de un pequeño corazón invisible y transparente al mundo material, pero que estaba ahí, cuidándote.
Y yo había mancillado eso.
A veces pensaba en si ello fue la razón de por qué no había funcionado la canción que tranquilizaba las almas de las personas cuando la escuchaban. O por lo menos, así lo sentí, aunque la realidad fuera otra. Pensé en si los Dioses se habían enojado al haber usado incorrectamente la forma que nos habían entregado.
A veces pensaba, si no lo hubiera hecho, ¿Zöe o el viajero hubieran continuado en este mundo con nosotros? No podía imaginarme un “que hubiera pasado si”, pues mi abuelo una vez me dijo algo que se me quedó grabado en la mente: no servía de nada preguntarnos lo que hubiera ocurrido si es que algo hubiera sido distinto a lo que hubieramos hecho, pues eso al final nunca ocurrió. Y si hubiera ocurrido, este no sería el mismo mundo, nosotros no seríamos las mismas personas, y las preguntas serían otras.
Si hubiera estado a mi lado en estos momentos, quizás me hubiera preguntado algo como “¿Te arrepientes de haber hecho lo que hiciste?”
Arrepentirse…
En eso, sacudí mi cabeza, pues algo me distrajo de mis pensamientos. Cuando me di cuenta, estábamos en una habitación con dos camas, y Zöe hablaba de que ella “dormiría” en el suelo. No creo que su raza fuera especialmente amiga de dormir, pero la verdad es que no hice protesta alguna. Me senté en el borde de la cama después de dejar mis pertenencias a los pies de esta, y me acomodaba hasta que mis pies dejaban de tocar el piso. En ello, pude sentir que tres pequeños objetos caían a mi lado.
Eran los tres ayudantes de Zöe. ¿Sebastián se llamaba uno? Los otros dos no recordaba los nombres, pero ahí se encontraban, uno de ellos intentando abrazarme con sus cortos brazos y el otro como que… ¿intentaba dispararle a las lechuzas del árbol cercano a la ventana? Algo hacía con sus manos, pero era un gesto distinto a como se tomaba el arco y la flecha. Quizás la razón de por qué no le podía apuntar a nada era porque quizás necesitaba hacer la misma pose que él. Pensé en imitarla más adelante. Y como lo conocí, Seba estaba bailando animadamente.
- No sé que estás aprendiendo por ahí, pero te enseñaré algo – me acomodé en la cama para mirarlos más detenidamente. Tomé a la pequeña criatura que me abrazaba, y la coloqué en mi hombro sano, para que se apoyara y se sintiera como una ayudante.
- Esto es algo que me enseñó mi abuelo cuando tenía… quizás 12 años. Me dijo una vez que si me gustaba un chico, y coincidiamos en un baile, que había que actuar como un caballero. Así que si un día te gusta una chica… - no sé si eso era posible. ¿Acaso siquiera los Bios podían enamorarse? ¿Acaso sus creaciones podían? - … te recomiendo este baile para que puedas salir bien parado.
En ese entonces, coloqué mi mano derecha usando el dedo índice y medio para apoyarlo en la cama, y el pulgar extendido.
- Ahora, imaginemos que mi mano es tu novia - …. esperen, ¿de verdad dije eso? Por los Dioses Dragones… - Mejor imaginemos que es una chica robot que le gustaría bailar contigo.
Apenas dijo esas palabras, el pequeño comenzó a bailar tribalmente delante de mi mano, sin tomarla mucho en cuenta, aunque parecía contento que tuviera a una pareja de baile. No pude evitar reír un poco.
- No, no, mira, mira mi mano e intenta imitarla – cuando dije eso, su brazo se extendió en el mismo sentido de mi pulgar, y moviéndolo, lo coloqué al lado de su brazo, y comenzamos a parecer como si fuéramos una pareja de baile – Ahora, lo importante es que tu, como chico, debes ser el que lidere el baile. La chica seguirá tus pasos, por lo que tienes una tarea importante: debes bailar lentamente, intentando liderarla en movimientos lentos pero pegados a tu cuerpo
Aunque demoró en entender mis palabras, entremedio intentando imitar el baile de siempre pero mucho más lento, al poco tiempo comenzó a bailar pegado a mi mano. A veces pasaba a llevar mi mano, pero lentamente entendía de sus errores, y comenzaba a tomar el liderazgo cuando se sentía seguro. La pequeña en mi hombro aplaudía al ver el progreso de Sebastián, mientras que el otro pequeño hacía gestos de que todo esto era aburrido.
Arrepentirse…
- Creo que no le dije mi nombre, aunque creo que Zöe lo habrá soltado en algún momento anterior… - le dije al viajero que me había encontrado en aquel pueblo. Supuse que, si nos había seguido hasta acá y había accedido a pasar la noche con nosotros, no me odiaba por haberle mentido - … pero mi nombre es Siria. Siria Reinhardt. Y soy de las estepas del reino del norte.
No sabía que agregar, pues todo había sido vertiginoso y alocado, por falta de mejores sinónimos. Intenté, por primera vez en el día, tener una conversación algo más honesta con el viajero, para intercambiar algo más que nuestros nombres.
Apenas terminado eso, dirigí mi conversación hacia Zöe, quién estaba definitivamente decidida a dormir en el suelo. Bueno, “dormir”.
- Zöe… no me arrepiento de lo que hice – sé que aquella conversación no tendría un sentido para ella, pero sentía esa necesidad de decirselo – Sé que… a lo mejor no es mucha la interacción que hemos tenido, ni muy profunda, pero… pues, no sé como decirlo sin sonar una ridícula, pero lo que quiero decir es que eres mi amiga. Te estimo mucho, y yo… volvería a hacer todo lo que hice por rescatarte de cualquier esclavista si fuera necesario.
No sabía cuánto me estimaba Zöe, pues no era alguien que mostrara sus sentimientos, y no creo que me viera como algo más que alguien a quién proteger por su programación. Aquello no significaba que era alguien que iba a tratarla como un objeto, o aprovecharme de su programación para sacar provecho. Quizás simplemente habíamos sido “víctimas de las circunstancias”, y nuestro paso por este mundo solo estaba enhebrado por el destino. Pero si ibamos a coincidir, y si ibamos a vivir juntas en el mismo tiempo, espacio y mundo, me gustaría al menos hacerle saber que no estaría sola, que podía contar con alguien aun cuando no había nadie más con quien contar.
- Sé que no eres de dormir. Aun así, puedes acostarte y relajarte en mi cama, pues yo ocupo menos espacio del que piensas – a veces más mis almohadas ocupaban más la cama que yo – y siento que ambos, digo él y yo – le dije apuntando al aventurero – estaríamos mucho más tranquilos si pudieras apagar brevemente tus sistemas con nosotros. Tu cuerpo, aun siendo de metal, todavía tiene partes orgánicas que estoy segura que te agradecerán el descanso, y si tus heridas descansan, mejor podrás cuidar a quienes quieres cuidar. Y no estaríamos preocupados intentando conciliar el sueño sin éxito sabiendo que estás ahí en el suelo – apunté a una de sus muñecas – Mira… las cuerdas te dejó marcas que todavía no se borran. No podremos descansar tranquilos a sabiendas que estás como un objeto ahí botado. Pues, no lo eres – Y no pensabamos como esos esclavistas, quienes si la veían como un objeto.
Suspiré brevemente, puesto que todo lo que había pasado en el día había sido demasiado para mi corta vida de aventurera.
- Mañana proseguiré mi viaje hacia el norte, pues algo más grande que mi me necesita en aquel lugar. Por ello, siento que esta noche será la última que tendremos por mucho tiempo. Por ello, me gustaría que al menos estuvieras descansada antes de separar caminos.
Aunque la verdad, me gustaría que Zöe me acompañara, todo dependía de ella. Era ella quien tenía el libre albedrío de seguir su propio destino. Y si ello implicaba continuar juntas, estaría muy contenta de ello. Pero no lo haría si ello implicaba ordenarle que me siguiera.
Cuando recogí mis cosas, no parecía hacerlo con una motivación en especial. De haberme visto en ese momento, pensaría que era alguien con demasiadas cosas en la cabeza, lo suficiente como para no importarle de si recogía las cosas realmente o no. También podía parecer alguien que no le preocuparía que sus ropas fueran muy sueltas, cosa que normalmente me pasa cuando no me cubro con mis ropas del norte. A veces lo hacía incluso cuando el calor era insoportable, lo que hacía pensar al resto que me faltaran “palos para el puente” como decían.
En un momento, el viajero me sacó de mi trance, y me comentó sobre lo del pueblo. No le contesté mucho, pues todavía tenía cosas en la cabeza. Pero asentí a que debíamos marcharnos, y que aquel lugar era el más ideal para pasar la noche. Después de toda esta conmoción, no necesitábamos amanecer al día siguiente todos atados a los árboles gracias a otros esclavistas.
Mi mente se encontraba en otro lugar. En uno donde intentaba pensar, ordenar ideas, retomar creencias, estar yo sola. A veces Wood lo indicaba como “te desconectaste como una Bio”, lo que realmente no lo entendía, pues no sabía como funcionaban sus cabezas, aun cuando conocía a Zöe desde hace tiempo. En ese momento, entre todas las cosas, pensé que si se referían a esto. Y era algo… no sé como explicarlo. Durante todo ese trayecto, no pensé en si habían pasado minutos u horas.
Nuestra forma Dragón es una que nos fue heredada por los Dioses Dragones. Como tal, era muy seguido ver que habían dragones que solo la usaban como último recurso, o habían facciones que decidieron vivir con ella el mayor tiempo posible que les permitía la mente y el cuerpo. Pero todos coincidíamos en que aquella forma era sagrada para nosotros. Habían incluso algunos que podían morir sin usarla, por no mancillarla. Era algo que pocos podían entender, pues era algo tan propio de la gente del norte que los dragones que la usaban a diestra y siniestra eran, justamente, aquellos que no habían sido criados por las enseñanzas antiguas.
Es difícil de explicar, por ello, a quienes no sabían que se sentía. Era como si algo muy interno tuyo estuviera abrazándote cuando le dabas el espacio para envolverte. Cuando meditabas, podías sentir como si algo abrazara tu cuerpo de manera maternal, envolviéndote en una sensación de tranquilidad. Podías sentir cómo te hacías uno con tu alrededor, sentir cómo tu elemento con el que naciste se manifestaba dentro de ti, cómo podías sentirlo a tu alrededor, como tu alma se expandía y se hacía una con los Dioses. Se sentía en ese momento aquel regalo de un padre cuyo hijo no volverá a ver hasta que el destino de la muerte vuelva a cruzar caminos con ellos, pero que aun así se siente como si nunca te ha abandonado realmente. Y si te transformabas, si colocabas tus manos juntas, podías sentir cómo todo eso emanaba de un pequeño corazón invisible y transparente al mundo material, pero que estaba ahí, cuidándote.
Y yo había mancillado eso.
A veces pensaba en si ello fue la razón de por qué no había funcionado la canción que tranquilizaba las almas de las personas cuando la escuchaban. O por lo menos, así lo sentí, aunque la realidad fuera otra. Pensé en si los Dioses se habían enojado al haber usado incorrectamente la forma que nos habían entregado.
A veces pensaba, si no lo hubiera hecho, ¿Zöe o el viajero hubieran continuado en este mundo con nosotros? No podía imaginarme un “que hubiera pasado si”, pues mi abuelo una vez me dijo algo que se me quedó grabado en la mente: no servía de nada preguntarnos lo que hubiera ocurrido si es que algo hubiera sido distinto a lo que hubieramos hecho, pues eso al final nunca ocurrió. Y si hubiera ocurrido, este no sería el mismo mundo, nosotros no seríamos las mismas personas, y las preguntas serían otras.
Si hubiera estado a mi lado en estos momentos, quizás me hubiera preguntado algo como “¿Te arrepientes de haber hecho lo que hiciste?”
Arrepentirse…
En eso, sacudí mi cabeza, pues algo me distrajo de mis pensamientos. Cuando me di cuenta, estábamos en una habitación con dos camas, y Zöe hablaba de que ella “dormiría” en el suelo. No creo que su raza fuera especialmente amiga de dormir, pero la verdad es que no hice protesta alguna. Me senté en el borde de la cama después de dejar mis pertenencias a los pies de esta, y me acomodaba hasta que mis pies dejaban de tocar el piso. En ello, pude sentir que tres pequeños objetos caían a mi lado.
Eran los tres ayudantes de Zöe. ¿Sebastián se llamaba uno? Los otros dos no recordaba los nombres, pero ahí se encontraban, uno de ellos intentando abrazarme con sus cortos brazos y el otro como que… ¿intentaba dispararle a las lechuzas del árbol cercano a la ventana? Algo hacía con sus manos, pero era un gesto distinto a como se tomaba el arco y la flecha. Quizás la razón de por qué no le podía apuntar a nada era porque quizás necesitaba hacer la misma pose que él. Pensé en imitarla más adelante. Y como lo conocí, Seba estaba bailando animadamente.
- No sé que estás aprendiendo por ahí, pero te enseñaré algo – me acomodé en la cama para mirarlos más detenidamente. Tomé a la pequeña criatura que me abrazaba, y la coloqué en mi hombro sano, para que se apoyara y se sintiera como una ayudante.
- Esto es algo que me enseñó mi abuelo cuando tenía… quizás 12 años. Me dijo una vez que si me gustaba un chico, y coincidiamos en un baile, que había que actuar como un caballero. Así que si un día te gusta una chica… - no sé si eso era posible. ¿Acaso siquiera los Bios podían enamorarse? ¿Acaso sus creaciones podían? - … te recomiendo este baile para que puedas salir bien parado.
En ese entonces, coloqué mi mano derecha usando el dedo índice y medio para apoyarlo en la cama, y el pulgar extendido.
- Ahora, imaginemos que mi mano es tu novia - …. esperen, ¿de verdad dije eso? Por los Dioses Dragones… - Mejor imaginemos que es una chica robot que le gustaría bailar contigo.
Apenas dijo esas palabras, el pequeño comenzó a bailar tribalmente delante de mi mano, sin tomarla mucho en cuenta, aunque parecía contento que tuviera a una pareja de baile. No pude evitar reír un poco.
- No, no, mira, mira mi mano e intenta imitarla – cuando dije eso, su brazo se extendió en el mismo sentido de mi pulgar, y moviéndolo, lo coloqué al lado de su brazo, y comenzamos a parecer como si fuéramos una pareja de baile – Ahora, lo importante es que tu, como chico, debes ser el que lidere el baile. La chica seguirá tus pasos, por lo que tienes una tarea importante: debes bailar lentamente, intentando liderarla en movimientos lentos pero pegados a tu cuerpo
Aunque demoró en entender mis palabras, entremedio intentando imitar el baile de siempre pero mucho más lento, al poco tiempo comenzó a bailar pegado a mi mano. A veces pasaba a llevar mi mano, pero lentamente entendía de sus errores, y comenzaba a tomar el liderazgo cuando se sentía seguro. La pequeña en mi hombro aplaudía al ver el progreso de Sebastián, mientras que el otro pequeño hacía gestos de que todo esto era aburrido.
Arrepentirse…
- Creo que no le dije mi nombre, aunque creo que Zöe lo habrá soltado en algún momento anterior… - le dije al viajero que me había encontrado en aquel pueblo. Supuse que, si nos había seguido hasta acá y había accedido a pasar la noche con nosotros, no me odiaba por haberle mentido - … pero mi nombre es Siria. Siria Reinhardt. Y soy de las estepas del reino del norte.
No sabía que agregar, pues todo había sido vertiginoso y alocado, por falta de mejores sinónimos. Intenté, por primera vez en el día, tener una conversación algo más honesta con el viajero, para intercambiar algo más que nuestros nombres.
Apenas terminado eso, dirigí mi conversación hacia Zöe, quién estaba definitivamente decidida a dormir en el suelo. Bueno, “dormir”.
- Zöe… no me arrepiento de lo que hice – sé que aquella conversación no tendría un sentido para ella, pero sentía esa necesidad de decirselo – Sé que… a lo mejor no es mucha la interacción que hemos tenido, ni muy profunda, pero… pues, no sé como decirlo sin sonar una ridícula, pero lo que quiero decir es que eres mi amiga. Te estimo mucho, y yo… volvería a hacer todo lo que hice por rescatarte de cualquier esclavista si fuera necesario.
No sabía cuánto me estimaba Zöe, pues no era alguien que mostrara sus sentimientos, y no creo que me viera como algo más que alguien a quién proteger por su programación. Aquello no significaba que era alguien que iba a tratarla como un objeto, o aprovecharme de su programación para sacar provecho. Quizás simplemente habíamos sido “víctimas de las circunstancias”, y nuestro paso por este mundo solo estaba enhebrado por el destino. Pero si ibamos a coincidir, y si ibamos a vivir juntas en el mismo tiempo, espacio y mundo, me gustaría al menos hacerle saber que no estaría sola, que podía contar con alguien aun cuando no había nadie más con quien contar.
- Sé que no eres de dormir. Aun así, puedes acostarte y relajarte en mi cama, pues yo ocupo menos espacio del que piensas – a veces más mis almohadas ocupaban más la cama que yo – y siento que ambos, digo él y yo – le dije apuntando al aventurero – estaríamos mucho más tranquilos si pudieras apagar brevemente tus sistemas con nosotros. Tu cuerpo, aun siendo de metal, todavía tiene partes orgánicas que estoy segura que te agradecerán el descanso, y si tus heridas descansan, mejor podrás cuidar a quienes quieres cuidar. Y no estaríamos preocupados intentando conciliar el sueño sin éxito sabiendo que estás ahí en el suelo – apunté a una de sus muñecas – Mira… las cuerdas te dejó marcas que todavía no se borran. No podremos descansar tranquilos a sabiendas que estás como un objeto ahí botado. Pues, no lo eres – Y no pensabamos como esos esclavistas, quienes si la veían como un objeto.
Suspiré brevemente, puesto que todo lo que había pasado en el día había sido demasiado para mi corta vida de aventurera.
- Mañana proseguiré mi viaje hacia el norte, pues algo más grande que mi me necesita en aquel lugar. Por ello, siento que esta noche será la última que tendremos por mucho tiempo. Por ello, me gustaría que al menos estuvieras descansada antes de separar caminos.
Aunque la verdad, me gustaría que Zöe me acompañara, todo dependía de ella. Era ella quien tenía el libre albedrío de seguir su propio destino. Y si ello implicaba continuar juntas, estaría muy contenta de ello. Pero no lo haría si ello implicaba ordenarle que me siguiera.
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Re: Por un puñado de monedas [Libre] [3/3] [Cerrado]
La estancia no era muy grande y tampoco es que importara mucho. Habían conseguido un techo bajo el que cobijarse y protegerse de los peligros que acechaban en el bosque, que no eran pocos. Sango ni se molestó en despedirse del hombre perro pues estaba más pendiente de ver dónde podía tumbarse que de cualquier otra cosa. En circunstancias normales, es decir, en aquellas en las que Sango no sufría golpes, cortes o contusiones, habría detenido a aquella bestia y le habría agradecido todo lo que había hecho por él, pero como era evidente, aquella no era una situación normal.
Aún entraba luz por el único ventanuco que poseía la habitación y Sango observaba a sus dos acompañantes. Primero se fijó en la mujer que le había acompañado desde aquella mañana y que se había convertido en dragón, "Espera, Ben, no te has parado a pensar ni un instante en que esa mujer se ha convertido en un dragón. UN DRAGÓN" se dijo mientras se daba cuenta de que aquella mujer poseía un poder digno de los Dioses. Había escuchado historias sobre hombres y mujeres que se convertían, que se transformaban. Pero nunca en su vida había visto uno y... había sido toda una experiencia que tardaría algún tiempo en asimilar.
Observar como jugaba con uno de aquellos artefactos le había dibujado una sonrisa en el rostro, cansada pero sincera y además, la imagen enternecía su corazón. Podía ver bondad en aquella mujer, simplemente por cómo jugaba, por como miraba y por como sonreía. Y al final llegó su risa, como música para sus oídos, como un bálsamo capaz de curar cualquier mal, capaz de tocar el corazón de una persona y arrancar de él todos los pesares, capaz de conmover y de emocionar. Y pese a todo lo ocurrido aquel día, Ben, cuando la miraba sólo podía ver belleza, desde su pálida piel y sus ojos marrones hasta todos y cada uno de los sonidos que de ella salían. Un ser creado para eso: belleza, pero no sólo física sino también espiritual. Y aún sabiendo que ella ahora le miraba, él no podía apartar la mirada de ella y sólo lo hizo cuando ella le habló para decirle su nombre y su procedencia y en aquellas palabras se intuía dolor y a Sango aquello le afectó aún más. Tardó unos instantes en reaccionar y todo ello sin dejar de observarla.
- Y... yo soy Ben Nelad, pero me conocen como Sango.- Hizo una pausa.- Gracias por tu ayuda hoy ahí fuera.- Sonrió un poco más.- Nací en Lunargenta y allí me crié. Si os preguntáis qué hago aquí, bueno, sigo una tradición familiar, que a decir verdad, no tengo ni idea de cómo empezó.- Sango pensó añadir algo más a aquella conversación, de verdad quería seguir escuchando a Siria quería saber más cosas de ella pero no se atrevió y además el cansancio empezaba a hacer mella en él. Pero entonces, como si los Dioses hubieran escuchado todos aquellos pensamientos, Siria Reindhart del Reino del Norte, habló con la otra chica, Zöe. Y aunque hubieran estado discutiendo, Ben no se habría enterado porque no prestaba atención a lo que decía sólo se disfrutaba con el sonido de su voz, "¿qué me pasa? La he escuchado durante todo el día y no he sentido nada parecido a esto... ¿brujería?", Ben pensó que era muy posible que le hubieran lanzado algún hechizo para tranquilizarle para que pudiera dormir tranquilo y descansar sin sobresaltos, pero nada de aquello le importó demasiado pasados unos instantes.
Ben se tumbó a la larga, mirando al techo y ajeno al mundo que le rodeaba mientras hacía un repaso mental de todo lo vivido aquel día. Lo hizo una vez. A la segunda se recreó aún más con los últimos momentos vividos, después de que casi le asaetearan una docena de ballestas. La tercera omitió la mayor parte hasta llegar al momento en el que pudo observar detenidamente a esa mujer, a Zöe, un nombre que había escuchado alguna vez a lo largo de aquel día. Zöe, la mujer de pelo blanco con una cicatriz que recorría parte de su rostro pero que sin embargo no era obstáculo alguno para mostrar una hermosura sin igual. Antes, lo había oído, pero no escuchado, y aun así le vino a la cabeza aquellas palabras de Siria: "tu cuerpo, aun siendo de metal...", con seguridad era una Bio, pero, ¿quiénes eran los Bio? ¿Qué eran los Bios? ¿Qué clase de ser pudo crear seres tan maravillosamente perfectos? "¿Y si se lo pregunto?" se dijo sin dejar de estudiarla mentalmente, tal y como la recordaba de aquella misma tarde. Se humedeció los labios para hablar.
- Zöe.- Murmuró.
Antes de seguir volvió a acomodarse de tal manera que quedó sentado y esta vez mirando a la mujer de cabello blanco, tan hermosa ella como la primera, pero en la que había descubierto algo que encontraba terriblemente atractivo, algo que la norteña no poseía y que quizá sólo él viera. Podía haber un millón de motivos: quizá fueran sus movimientos, en los que se podía intuir algo distinto; o tal vez su mirada, siempre atenta; o tal vez fuera simplemente su hermosura. Que era guapa. Que no poseía imperfección alguna en su rostro, pese a la cicatriz y a sus insertos, estaban bien. La consideraba perfecta. Y por si fuera poco para Ben, con cada instante que que seguía mirándola su corazón se aceleraba un poco más. Con Siria no había ocurrido, pese a su belleza, no había captado su atención tanto como lo había hecho Zöe y casi se sentía mal por ello.
- Zöe...- Dijo su nombre y cuando sus miradas se cruzaron el pánico se apoderó de él. Sus constantes se aceleraron aún más y la boca se le secó de repente.- Gracias por los cuidados.- Dijo antes de apartar la mirada. Cerró los ojos y se maldijo en silencio unas quinientas veces antes de volver a tumbarse mientras un aluvión de preguntas inundaba su cabeza. No entendía qué le había pasado, sería algún efecto de las heridas o el cansancio, pero al hablar con Zöe se había sentido mucho más nervioso que con Siria y eso, concluyó, sólo lo había experimentado una vez. Y aquella vez era joven, acababa de ingresar en la academia militar de Lunargenta y no pasaron dos meses de su ingreso cuando la conoció.
Y mientras Sango recordaba cómo había sido su primer romance, la luz de día daba paso a la oscuridad de la noche y esta al silencio de los sueños.
Aún entraba luz por el único ventanuco que poseía la habitación y Sango observaba a sus dos acompañantes. Primero se fijó en la mujer que le había acompañado desde aquella mañana y que se había convertido en dragón, "Espera, Ben, no te has parado a pensar ni un instante en que esa mujer se ha convertido en un dragón. UN DRAGÓN" se dijo mientras se daba cuenta de que aquella mujer poseía un poder digno de los Dioses. Había escuchado historias sobre hombres y mujeres que se convertían, que se transformaban. Pero nunca en su vida había visto uno y... había sido toda una experiencia que tardaría algún tiempo en asimilar.
Observar como jugaba con uno de aquellos artefactos le había dibujado una sonrisa en el rostro, cansada pero sincera y además, la imagen enternecía su corazón. Podía ver bondad en aquella mujer, simplemente por cómo jugaba, por como miraba y por como sonreía. Y al final llegó su risa, como música para sus oídos, como un bálsamo capaz de curar cualquier mal, capaz de tocar el corazón de una persona y arrancar de él todos los pesares, capaz de conmover y de emocionar. Y pese a todo lo ocurrido aquel día, Ben, cuando la miraba sólo podía ver belleza, desde su pálida piel y sus ojos marrones hasta todos y cada uno de los sonidos que de ella salían. Un ser creado para eso: belleza, pero no sólo física sino también espiritual. Y aún sabiendo que ella ahora le miraba, él no podía apartar la mirada de ella y sólo lo hizo cuando ella le habló para decirle su nombre y su procedencia y en aquellas palabras se intuía dolor y a Sango aquello le afectó aún más. Tardó unos instantes en reaccionar y todo ello sin dejar de observarla.
- Y... yo soy Ben Nelad, pero me conocen como Sango.- Hizo una pausa.- Gracias por tu ayuda hoy ahí fuera.- Sonrió un poco más.- Nací en Lunargenta y allí me crié. Si os preguntáis qué hago aquí, bueno, sigo una tradición familiar, que a decir verdad, no tengo ni idea de cómo empezó.- Sango pensó añadir algo más a aquella conversación, de verdad quería seguir escuchando a Siria quería saber más cosas de ella pero no se atrevió y además el cansancio empezaba a hacer mella en él. Pero entonces, como si los Dioses hubieran escuchado todos aquellos pensamientos, Siria Reindhart del Reino del Norte, habló con la otra chica, Zöe. Y aunque hubieran estado discutiendo, Ben no se habría enterado porque no prestaba atención a lo que decía sólo se disfrutaba con el sonido de su voz, "¿qué me pasa? La he escuchado durante todo el día y no he sentido nada parecido a esto... ¿brujería?", Ben pensó que era muy posible que le hubieran lanzado algún hechizo para tranquilizarle para que pudiera dormir tranquilo y descansar sin sobresaltos, pero nada de aquello le importó demasiado pasados unos instantes.
Ben se tumbó a la larga, mirando al techo y ajeno al mundo que le rodeaba mientras hacía un repaso mental de todo lo vivido aquel día. Lo hizo una vez. A la segunda se recreó aún más con los últimos momentos vividos, después de que casi le asaetearan una docena de ballestas. La tercera omitió la mayor parte hasta llegar al momento en el que pudo observar detenidamente a esa mujer, a Zöe, un nombre que había escuchado alguna vez a lo largo de aquel día. Zöe, la mujer de pelo blanco con una cicatriz que recorría parte de su rostro pero que sin embargo no era obstáculo alguno para mostrar una hermosura sin igual. Antes, lo había oído, pero no escuchado, y aun así le vino a la cabeza aquellas palabras de Siria: "tu cuerpo, aun siendo de metal...", con seguridad era una Bio, pero, ¿quiénes eran los Bio? ¿Qué eran los Bios? ¿Qué clase de ser pudo crear seres tan maravillosamente perfectos? "¿Y si se lo pregunto?" se dijo sin dejar de estudiarla mentalmente, tal y como la recordaba de aquella misma tarde. Se humedeció los labios para hablar.
- Zöe.- Murmuró.
Antes de seguir volvió a acomodarse de tal manera que quedó sentado y esta vez mirando a la mujer de cabello blanco, tan hermosa ella como la primera, pero en la que había descubierto algo que encontraba terriblemente atractivo, algo que la norteña no poseía y que quizá sólo él viera. Podía haber un millón de motivos: quizá fueran sus movimientos, en los que se podía intuir algo distinto; o tal vez su mirada, siempre atenta; o tal vez fuera simplemente su hermosura. Que era guapa. Que no poseía imperfección alguna en su rostro, pese a la cicatriz y a sus insertos, estaban bien. La consideraba perfecta. Y por si fuera poco para Ben, con cada instante que que seguía mirándola su corazón se aceleraba un poco más. Con Siria no había ocurrido, pese a su belleza, no había captado su atención tanto como lo había hecho Zöe y casi se sentía mal por ello.
- Zöe...- Dijo su nombre y cuando sus miradas se cruzaron el pánico se apoderó de él. Sus constantes se aceleraron aún más y la boca se le secó de repente.- Gracias por los cuidados.- Dijo antes de apartar la mirada. Cerró los ojos y se maldijo en silencio unas quinientas veces antes de volver a tumbarse mientras un aluvión de preguntas inundaba su cabeza. No entendía qué le había pasado, sería algún efecto de las heridas o el cansancio, pero al hablar con Zöe se había sentido mucho más nervioso que con Siria y eso, concluyó, sólo lo había experimentado una vez. Y aquella vez era joven, acababa de ingresar en la academia militar de Lunargenta y no pasaron dos meses de su ingreso cuando la conoció.
Y mientras Sango recordaba cómo había sido su primer romance, la luz de día daba paso a la oscuridad de la noche y esta al silencio de los sueños.
Sango
Héroe de Aerandir
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Re: Por un puñado de monedas [Libre] [3/3] [Cerrado]
Fui en busca de ATAC, si algún orgánico llegaba a notar que podía disparar con el pequeño artilugio que tenía en su brazo probablemente armaría un escándalo y corríamos el riesgo de que nos echaran. Continuaba apuntando a todo lo que viera que tuviera movimiento, aves, insectos, perros, gallinas, cualquiera estaba bien, dudaba que tuviera la capacidad para reconocer las diferencias.
Regrese junto a los demás con ATAC en mis manos [ANALIZANDO] el razonamiento de Siria era incorrecto en muchos sentidos. No habían chicas robots, tampoco chicos, la división por géneros solo tenía sentido si el ser tenía alguna finalidad reproductiva, los robots no necesitaban reproducirse, por lo tanto, tampoco se diferenciaban en su sexo.
Ya que la dragona no me lo había preguntado, no parecía necesario el aclarar todas estas cuestiones. Volví a sentarme en medio de las dos camas y espere a que la clase de baile para SEPA-IV y las presentaciones concluyera.
-…- Mire fijamente a Siria mientras me hablaba, incline ligeramente la cabeza [ANALIZANDO] no lograba comprender a qué se refería. Pero parecía ser necesaria alguna respuesta por mi parte, así que sonreí – Agradezco profundamente tu preocupación, y el que decidieras salvarme. Ambos fueron muy amables conmigo – Dije y mire al humano también para incluirlo en el agradecimiento – De no ser por ustedes probablemente habría sido vendida en el mercado de la ciudad ¿Correcto? Espero poder devolverles el favor en el futuro.
[ADVERTENCÍA] Ese no era un mensaje que mi sistema mostrara seguido, dirigí mi atención hacia el sitio dañado… Mi pierna. [ERROR] Había olvidado que tenía una herida en la pierna, mi pantalón estaba mojado producto de la pérdida de liquido refrigerante. Tenía que atender eso o mi sistema se apagaría de emergencia.
-Corrección, no se trata de una cuestión de dormir o no dormir, es un hecho indiscutible que no duermo. Además – Señale mi pierna y con mi habitual tono neutro agregué – Mientras descansan dedicare mi tiempo a cerrar esta herida y a vigilar que sus heridas no empeoren ¿Si? – Mire mis muñecas, ya que Siria las había señalado – Es cierto, los hematomas durarán varios días – [ANALIZANDO] – Si descansaran más tranquilos, puedo cerrar mis ojos y fingir que duermo.
Aún sentada entre medio de las dos camas, corte el pantalón para dejar a la vista la herida, con la ventaja de poder manipularla como sea que necesitara ya que no sentía dolor, me fue mucho más sencillo el verificar qué tanto daño había. Levante la vista cuando Ben Nelad dijo mi nombre, aunque el humano pronto regreso a su posición de reposo.
-No fue nada, descansa – Mire a Siria – Descansen, los estaré cuidando –
Continué cerrando la herida mientras los orgánicos descansaban, cuando estuve conforme con los resultados guarde mis herramientas. Me acerque a Siria para evaluar su temperatura, estaba unos pocos grados por arriba de lo aconsejable, pero no tendría porque haber problema. Noté que SEPA-IV y AMA se habían dormido junto a ella, eso estaba bien.
Me acerqué luego a Ben Nelad, su estado era mas grave, temperatura alta, algunas manchas de sangre en la sábana. De cualquier manera estaba todo dentro de lo esperable, era mejor dejar que descansara.
Me senté nuevamente en mi lugar y simplemente espere hasta que el sol saliera. La actividad en la casa comenzaba desde temprano, como era de esperarse, y la estadía no incluía un desayuno ya que eso no era una taberna ni mucho menos, por lo que sería necesario que nos retiráramos dentro de relativamente poco.
-Siria – Dije mientras agarraba a la dragona por el hombro sano y la movía con suavidad para no asustarla – Debemos irnos – Fui con Sango y lo agarre también con cuidado de no tocar ninguna de sus heridas – Seria buena idea partir desde temprano ¿Correcto?
Me puse en pie y verifique que mi pierna estaba funcionando correctamente, abrí la cortina que servía como separación entre el cuarto y el comedor. Allí las mujeres estaban preparando el desayuno para la familia.
-Saldremos ya… - [ANALIZANDO] – Hacía el norte ¿No es así, Siria? – O al menos eso había dicho la dragona la noche anterior.
Regrese junto a los demás con ATAC en mis manos [ANALIZANDO] el razonamiento de Siria era incorrecto en muchos sentidos. No habían chicas robots, tampoco chicos, la división por géneros solo tenía sentido si el ser tenía alguna finalidad reproductiva, los robots no necesitaban reproducirse, por lo tanto, tampoco se diferenciaban en su sexo.
Ya que la dragona no me lo había preguntado, no parecía necesario el aclarar todas estas cuestiones. Volví a sentarme en medio de las dos camas y espere a que la clase de baile para SEPA-IV y las presentaciones concluyera.
-…- Mire fijamente a Siria mientras me hablaba, incline ligeramente la cabeza [ANALIZANDO] no lograba comprender a qué se refería. Pero parecía ser necesaria alguna respuesta por mi parte, así que sonreí – Agradezco profundamente tu preocupación, y el que decidieras salvarme. Ambos fueron muy amables conmigo – Dije y mire al humano también para incluirlo en el agradecimiento – De no ser por ustedes probablemente habría sido vendida en el mercado de la ciudad ¿Correcto? Espero poder devolverles el favor en el futuro.
[ADVERTENCÍA] Ese no era un mensaje que mi sistema mostrara seguido, dirigí mi atención hacia el sitio dañado… Mi pierna. [ERROR] Había olvidado que tenía una herida en la pierna, mi pantalón estaba mojado producto de la pérdida de liquido refrigerante. Tenía que atender eso o mi sistema se apagaría de emergencia.
-Corrección, no se trata de una cuestión de dormir o no dormir, es un hecho indiscutible que no duermo. Además – Señale mi pierna y con mi habitual tono neutro agregué – Mientras descansan dedicare mi tiempo a cerrar esta herida y a vigilar que sus heridas no empeoren ¿Si? – Mire mis muñecas, ya que Siria las había señalado – Es cierto, los hematomas durarán varios días – [ANALIZANDO] – Si descansaran más tranquilos, puedo cerrar mis ojos y fingir que duermo.
Aún sentada entre medio de las dos camas, corte el pantalón para dejar a la vista la herida, con la ventaja de poder manipularla como sea que necesitara ya que no sentía dolor, me fue mucho más sencillo el verificar qué tanto daño había. Levante la vista cuando Ben Nelad dijo mi nombre, aunque el humano pronto regreso a su posición de reposo.
-No fue nada, descansa – Mire a Siria – Descansen, los estaré cuidando –
Continué cerrando la herida mientras los orgánicos descansaban, cuando estuve conforme con los resultados guarde mis herramientas. Me acerque a Siria para evaluar su temperatura, estaba unos pocos grados por arriba de lo aconsejable, pero no tendría porque haber problema. Noté que SEPA-IV y AMA se habían dormido junto a ella, eso estaba bien.
Me acerqué luego a Ben Nelad, su estado era mas grave, temperatura alta, algunas manchas de sangre en la sábana. De cualquier manera estaba todo dentro de lo esperable, era mejor dejar que descansara.
Me senté nuevamente en mi lugar y simplemente espere hasta que el sol saliera. La actividad en la casa comenzaba desde temprano, como era de esperarse, y la estadía no incluía un desayuno ya que eso no era una taberna ni mucho menos, por lo que sería necesario que nos retiráramos dentro de relativamente poco.
-Siria – Dije mientras agarraba a la dragona por el hombro sano y la movía con suavidad para no asustarla – Debemos irnos – Fui con Sango y lo agarre también con cuidado de no tocar ninguna de sus heridas – Seria buena idea partir desde temprano ¿Correcto?
Me puse en pie y verifique que mi pierna estaba funcionando correctamente, abrí la cortina que servía como separación entre el cuarto y el comedor. Allí las mujeres estaban preparando el desayuno para la familia.
-Saldremos ya… - [ANALIZANDO] – Hacía el norte ¿No es así, Siria? – O al menos eso había dicho la dragona la noche anterior.
Zöe
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Re: Por un puñado de monedas [Libre] [3/3] [Cerrado]
El sol se elevó desde las montañas lejanas que habían en el horizonte, golpeando la ventana más próxima de aquel pequeño hostal en donde estábamos. No era coincidencia que fuera la que estaba al lado de mi cama, y aunque algunas cortinas lograban evitar que se colara por completo toda la luz del exterior, un pequeño hijo se colaba por el espacio, logrando que iluminara tenuemente la habitación. Quizás fue porque toda la vida trabajé en el campo, pero como que mi cuerpo se sentía listo para despertar a tales horas, por lo que cuando sentí la mano de Zöe mover mi hombro no herido, ya me había encontrado abriendo los primeros ojos.
En el campo, teníamos un dicho: “El pájaro que madruga consigue el gusano”, que se puede entender como “El que madruga, los Dioses Dragones lo ayudan”. Era un reflejo de la vida de campo, que debía comenzar temprano para poder tener sus recompensas. Aunque también existía el dicho “No por mucho madrugar se amanece más temprano”, pero… bueno, entienden mi punto.
La noche anterior Zöe no parecía muy dispuesta a dormir, y es que siempre explicaba de cierta forma el que no requería dormir. Pero eso era raro, pues a veces la pillabamos “durmiendo” cuando su… cabeza le decía que tenía que… actualizarse, o algo así. Creo que no muchos de nosotros podíamos entender a Zöe, al igual que ella no podía entender mucho de nosotros. Solo podía entender que ella dormía, pero era distinto y pasaba cuando ella no lo pedía en si. Por eso no insistí mucho, y dejé que atendiera su herida.
Por otro lado, el muchacho Sango… al fin conocía su nombre, al menos. Nunca supe como referirme a él, y cuando conversabamos, le dio un nuevo contexto a nuestra historia desde que nos conocimos el día anterior. De pronto, no se sintió una aventura entre dos absolutos desconocidos. Más bien, se sentía como una serie de malinterpretaciones entre dos personas que apenas se conocieron, y que por circunstancias del destino, fueron a parar en un rescate de alguien muy cercano.
Aunque era curioso. Llamenlo instinto de mujer, pero Sango…
… no, olvidenlo. Es muy alocado para ser cierto.
El caso es que había dormido con algunos trapos que envolvían mi cuerpo, pues mis ropas se encontraban arruinadas a un lado, y las ropas que me había pasado eran muy incómodas para dormir con ellas. Por ello, preferí envolverme completamente en la cama, y saqué las ropas cercanas sin dejar que me vieran con esos trapos. A medida que me colocaba algunas prendas, mi mano salía para buscar otras, y así fue hasta que estaba lista para salir. Bueno, dentro de todo lo que se podía, pues estas ropas eran muy anchas.
Y ahora que lo pensaba, ¿por qué Zöe tenía estas ropas en su poder? No es que fuera preocupada por cómo se vestía, no parecía alguien preocupada de su apariencia. Y creo que si dependiera de ella, iría desnuda por ahí, y lo único que evitaba eso era quizás alguna orden para mantener el orden. ¿Eran para alguien más?
… eso hacía que hubiera más preguntas que respuestas.
Pero ya habría tiempo para eso. Por el momento, como dijo anteriormente, debíamos salir pronto, pues el movimiento de la casa ya comenzaba a notarse.
- Si… el norte ha llamado a todos los Dragones – les comenté, mientras cargaba mis cosas al hombro sano – No es muy buena idea hablar en detalles sobre ello – sobre todo porque estabamos en la casa de extraños, por lo que también procuré de no hablar muy alto – pero pronto se avecina un conflicto, uno muy grande, lo suficiente como para que la gente lo considere como una guerra. Y necesito marchar hacia allá, pues… es parte de lo que necesito hacer.
El Rey había llamado a todos los Dragones a participar en la guerra, pero también era cierto que solo quienes podían tener una utilidad para el conflicto serían bienvenidos. Muchas esposas, hijos e hijas se quedarían mientras los hombres, mujeres y jóvenes aptos para pelear acudían. No cabía en aquella categoría, pero había algo dentro de mi que me hacía entender que necesitaba viajar. Había sido inicialmente por un capricho bobo, como comúnmente me ocurría, pero estos eventos recientes me habían hecho pensar mucho durante la noche, incluso a momentos durante las horas en donde se suponía que debía dormir.
¿Cuál era mi lugar dentro de este mundo? ¿Había algo que me habían dado los Dioses Dragones que nadie más podía hacer? ¿Era capaz de entregarles algo a aquellas personas que irían a la guerra?
Habían muchas preguntas que tenía en el corazón. Incluso algunas que nacieron cuando era muy pequeña, cuando escuchaba las heroicas aventuras de mi abuela. A veces, me preguntaba si los Dioses Dragones me habían transmitido una “esperanza heredada”, algo que esperaron de mi abuela, y que ahora esperaban de mi.
No lo sabía. Y solo yendo al norte podría encontrar la respuesta. Era lo único que podía sentir con seguridad.
Con cuidado, el exterior de la casa se hacía visible ante nosotros. El camino que nos habían apuntado era para viajar al noreste, en donde cruzaría algunos bosques más para comenzar a adentrarme en las tierras heladas del norte. Antes de llegar, eso si, debía encontrar el cómo arreglar mis ropas, pues no aguantaría mucho tiempo con ropas tan delgadas en las estepas.
- Supongo que esta es la separación de nuestros caminos… Sango – era raro llamarlo por su nombre, pues no lo había hecho antes, pero al menos se sentía como si por fin podíamos darle contexto a todo – Conociendo a Zöe, no creo que pueda evitar que vaya hacia el norte, pues ahí tiene gente conocida, y creo que ella siempre va donde hay gente en peligro. Bueno, siempre y cuando no la tengan para la venta – bromeé un poco.
Curiosamente, sentí que mi humor estaba mejorando, sin saber por qué. ¿Será que todo ese tiempo que tuve para pensar se iban dirigidos hacia el norte, en donde sentí que estaba mi llamado?
En el campo, teníamos un dicho: “El pájaro que madruga consigue el gusano”, que se puede entender como “El que madruga, los Dioses Dragones lo ayudan”. Era un reflejo de la vida de campo, que debía comenzar temprano para poder tener sus recompensas. Aunque también existía el dicho “No por mucho madrugar se amanece más temprano”, pero… bueno, entienden mi punto.
La noche anterior Zöe no parecía muy dispuesta a dormir, y es que siempre explicaba de cierta forma el que no requería dormir. Pero eso era raro, pues a veces la pillabamos “durmiendo” cuando su… cabeza le decía que tenía que… actualizarse, o algo así. Creo que no muchos de nosotros podíamos entender a Zöe, al igual que ella no podía entender mucho de nosotros. Solo podía entender que ella dormía, pero era distinto y pasaba cuando ella no lo pedía en si. Por eso no insistí mucho, y dejé que atendiera su herida.
Por otro lado, el muchacho Sango… al fin conocía su nombre, al menos. Nunca supe como referirme a él, y cuando conversabamos, le dio un nuevo contexto a nuestra historia desde que nos conocimos el día anterior. De pronto, no se sintió una aventura entre dos absolutos desconocidos. Más bien, se sentía como una serie de malinterpretaciones entre dos personas que apenas se conocieron, y que por circunstancias del destino, fueron a parar en un rescate de alguien muy cercano.
Aunque era curioso. Llamenlo instinto de mujer, pero Sango…
… no, olvidenlo. Es muy alocado para ser cierto.
El caso es que había dormido con algunos trapos que envolvían mi cuerpo, pues mis ropas se encontraban arruinadas a un lado, y las ropas que me había pasado eran muy incómodas para dormir con ellas. Por ello, preferí envolverme completamente en la cama, y saqué las ropas cercanas sin dejar que me vieran con esos trapos. A medida que me colocaba algunas prendas, mi mano salía para buscar otras, y así fue hasta que estaba lista para salir. Bueno, dentro de todo lo que se podía, pues estas ropas eran muy anchas.
Y ahora que lo pensaba, ¿por qué Zöe tenía estas ropas en su poder? No es que fuera preocupada por cómo se vestía, no parecía alguien preocupada de su apariencia. Y creo que si dependiera de ella, iría desnuda por ahí, y lo único que evitaba eso era quizás alguna orden para mantener el orden. ¿Eran para alguien más?
… eso hacía que hubiera más preguntas que respuestas.
Pero ya habría tiempo para eso. Por el momento, como dijo anteriormente, debíamos salir pronto, pues el movimiento de la casa ya comenzaba a notarse.
- Si… el norte ha llamado a todos los Dragones – les comenté, mientras cargaba mis cosas al hombro sano – No es muy buena idea hablar en detalles sobre ello – sobre todo porque estabamos en la casa de extraños, por lo que también procuré de no hablar muy alto – pero pronto se avecina un conflicto, uno muy grande, lo suficiente como para que la gente lo considere como una guerra. Y necesito marchar hacia allá, pues… es parte de lo que necesito hacer.
El Rey había llamado a todos los Dragones a participar en la guerra, pero también era cierto que solo quienes podían tener una utilidad para el conflicto serían bienvenidos. Muchas esposas, hijos e hijas se quedarían mientras los hombres, mujeres y jóvenes aptos para pelear acudían. No cabía en aquella categoría, pero había algo dentro de mi que me hacía entender que necesitaba viajar. Había sido inicialmente por un capricho bobo, como comúnmente me ocurría, pero estos eventos recientes me habían hecho pensar mucho durante la noche, incluso a momentos durante las horas en donde se suponía que debía dormir.
¿Cuál era mi lugar dentro de este mundo? ¿Había algo que me habían dado los Dioses Dragones que nadie más podía hacer? ¿Era capaz de entregarles algo a aquellas personas que irían a la guerra?
Habían muchas preguntas que tenía en el corazón. Incluso algunas que nacieron cuando era muy pequeña, cuando escuchaba las heroicas aventuras de mi abuela. A veces, me preguntaba si los Dioses Dragones me habían transmitido una “esperanza heredada”, algo que esperaron de mi abuela, y que ahora esperaban de mi.
No lo sabía. Y solo yendo al norte podría encontrar la respuesta. Era lo único que podía sentir con seguridad.
Con cuidado, el exterior de la casa se hacía visible ante nosotros. El camino que nos habían apuntado era para viajar al noreste, en donde cruzaría algunos bosques más para comenzar a adentrarme en las tierras heladas del norte. Antes de llegar, eso si, debía encontrar el cómo arreglar mis ropas, pues no aguantaría mucho tiempo con ropas tan delgadas en las estepas.
- Supongo que esta es la separación de nuestros caminos… Sango – era raro llamarlo por su nombre, pues no lo había hecho antes, pero al menos se sentía como si por fin podíamos darle contexto a todo – Conociendo a Zöe, no creo que pueda evitar que vaya hacia el norte, pues ahí tiene gente conocida, y creo que ella siempre va donde hay gente en peligro. Bueno, siempre y cuando no la tengan para la venta – bromeé un poco.
Curiosamente, sentí que mi humor estaba mejorando, sin saber por qué. ¿Será que todo ese tiempo que tuve para pensar se iban dirigidos hacia el norte, en donde sentí que estaba mi llamado?
Siria
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Re: Por un puñado de monedas [Libre] [3/3] [Cerrado]
No había pasado muy buena noche, de eso estaba seguro. Sus sueños habían sido agitados y en más de una ocasión le faltó el aire lo que provocó que se despertara en más de una ocasión y en cada una de esas ocasiones unas manos le habían tranquilizado en la medida de lo posible. Sus sueños estaban plagados de sinsentidos y cosas aterradoras, entre ellas una grandísima sensación de opresión debido a unas cadenas de metal que se aferraban a su piel y trataban de mantenerlo fijo al suelo mientras intentaba gritar y moverse y en el que nunca había conseguido salir victorioso. No. Siempre acababa despertando y descubriendo que esas cadenas sólo estaban en su mente y aquello era mucho más preocupante. El dolor físico era más llevadero, pero el mental... Con suerte, pudo dormir plácidamente un par de horas seguidas y sin sueños que perturbaran el descanso del sureño Ben Nelad.
Los primeros rayos de sol que se colaron por la habitación habían pasado completamente desapercibidos para él pues seguía durmiendo y sólo se despertó al intuir movimiento y ruido. Alguien le había tocado y le habían preguntando algo, pero Sango no hizo caso y aún se demoró unos instantes hasta que al final decidió levantarse. Gimió al incorporarse y quedar sentado en la cama, mientras, Siria, le habló.
- Supongo que esta es la separación de nuestros caminos… Sango.- La mujer dragón hizo una pausa.- Conociendo a Zöe, no creo que pueda evitar que vaya hacia el norte, pues ahí tiene gente conocida, y creo que ella siempre va donde hay gente en peligro. Bueno, siempre y cuando no la tengan para la venta.- Dijo ella y acto seguido Sango soltó una carcajada acompañada por una punzada de dolor en la espalda que disimuló lo mejor que pudo. Ben supo que él también debería salir hacia el sur, hacia Roilkat. A emprender el camino de regreso sin Uruz, sin preso y lo peor de todo, volver a hacerlo solo. Hizo una mueca y se levantó de la cama para estirarse un poco. Se giró para mirar a las dos mujeres, que ya estaban de pie como él y listas para partir. Antes de hablar las contempló por unos instantes. El recuerdo de los pensamientos de la noche anterior seguían allí y era consciente de ello con lo que procuró no mirar demasiado.
- Sí, salgamos y desde ahí ya...- Sango dejó la frase a medias. Aún se encontraba un poco aturdido pero con el paso de las horas, suponía, aquel efecto desaparecería. Se puso la camisa y los demás accesorios que portaba. El último paso fue colocarse el cinturón del que colgaría el hacha. Cuando estuvo listo abrió la puerta y cedió el paso a las dos mujeres. El olor a comida del exterior hechizó a Ben que se quedó quieto mirando el fuego. La mirada de una de las mujeres le bastó para saber que aquello no era para ellos. Le dedicó una sonrisa a la señora y salió de la casa donde sus dos acompañantes le esperaban. Miró al cielo y parecía que estaba despejado, tendrían buen tiempo para viajar.
- Bueno... hora de partir.- Sango miró a Siria primero y a Zöe después.- Yo marcho hacia el sur, al frente. Si no he entendido mal, andan buscando gente en Roilkat y bueno, es mejor que estar en este maldito bosque.- Lo último lo dijo con desprecio y con razón, sus dos últimas "grandes aventuras" allí, había acabado herido.- Sí, creo que los Dioses no me quieren en este bosque.- Les dedicó una sonrisa.- Ha sido todo un placer conoceros y espero que la próxima vez sea en algún lugar y en condiciones más agradables.- Acto seguido inclinó la cabeza a modo de saludo.- Que los Dioses os guarden en el camino.-
Hechas las despedidas, Sango giró rumbo al sur y se alejó de sus dos compañeras, Siria y Zöe. Tendría mucho en lo que pensar de camino al sur como por ejemplo en aquel regalo que los Dioses hacían a alguna personas, "o maldición...", como ocurría con Siria. Otro tema sería averiguar más cosas de esos bios, había un sinfín de preguntas y otro sinfin de respuestas y Ben había desaprovechado una oportunidad muy buena, "Oh, pero antes necesito reflexionar y aclarar las ideas, asimilar toda esta experiencia y después, sobre esa base..." pensaba en aquello mientras caminaba, ya lejos del pueblo y de aquellas dos mujeres. Lo que Ben no había pensado aún era en cómo comunicar el resultado de la misión. A lo lejos, en el camino, reconoció una figura encapuchada que parecía esperarle.
- Y yo que pensaba que ya estarías a un día de distancia de aquí... Huyendo del problema, como siempre.- Le dijo Sango desde lejos. Caminaba a su ritmo, a lo máximo que podía. Se acercó y le tendió la mano mientras esbozaba una sonrisa.- Me alegro de volver a verte.- Dijo feliz.
- Meh... no podía dejar que la mala noticia, por decir algo, la dieras tú solo... Al fin y al cabo, si me hubiera ceñido al plan nada de esto habría pasado...- dijo la figura encapuchada que tendió la mano negra y estrechó la de Sango.- Si la chica mecánica no hubiera estado... ¿sabes? Yo vi algo en ella... algo que... no sé explicarlo...- el hombre perro se lamentó.
- Sé de lo que hablas... Te entiendo.- dijo Sango con la mirada perdida. Sacudió la cabeza y vio como el hombre perro se quitaba la capucha, le sonreía y emprendieron el camino al sur, a Roilkat.
Las cosas que hacemos por un puñado de monedas... pensó.
Los primeros rayos de sol que se colaron por la habitación habían pasado completamente desapercibidos para él pues seguía durmiendo y sólo se despertó al intuir movimiento y ruido. Alguien le había tocado y le habían preguntando algo, pero Sango no hizo caso y aún se demoró unos instantes hasta que al final decidió levantarse. Gimió al incorporarse y quedar sentado en la cama, mientras, Siria, le habló.
- Supongo que esta es la separación de nuestros caminos… Sango.- La mujer dragón hizo una pausa.- Conociendo a Zöe, no creo que pueda evitar que vaya hacia el norte, pues ahí tiene gente conocida, y creo que ella siempre va donde hay gente en peligro. Bueno, siempre y cuando no la tengan para la venta.- Dijo ella y acto seguido Sango soltó una carcajada acompañada por una punzada de dolor en la espalda que disimuló lo mejor que pudo. Ben supo que él también debería salir hacia el sur, hacia Roilkat. A emprender el camino de regreso sin Uruz, sin preso y lo peor de todo, volver a hacerlo solo. Hizo una mueca y se levantó de la cama para estirarse un poco. Se giró para mirar a las dos mujeres, que ya estaban de pie como él y listas para partir. Antes de hablar las contempló por unos instantes. El recuerdo de los pensamientos de la noche anterior seguían allí y era consciente de ello con lo que procuró no mirar demasiado.
- Sí, salgamos y desde ahí ya...- Sango dejó la frase a medias. Aún se encontraba un poco aturdido pero con el paso de las horas, suponía, aquel efecto desaparecería. Se puso la camisa y los demás accesorios que portaba. El último paso fue colocarse el cinturón del que colgaría el hacha. Cuando estuvo listo abrió la puerta y cedió el paso a las dos mujeres. El olor a comida del exterior hechizó a Ben que se quedó quieto mirando el fuego. La mirada de una de las mujeres le bastó para saber que aquello no era para ellos. Le dedicó una sonrisa a la señora y salió de la casa donde sus dos acompañantes le esperaban. Miró al cielo y parecía que estaba despejado, tendrían buen tiempo para viajar.
- Bueno... hora de partir.- Sango miró a Siria primero y a Zöe después.- Yo marcho hacia el sur, al frente. Si no he entendido mal, andan buscando gente en Roilkat y bueno, es mejor que estar en este maldito bosque.- Lo último lo dijo con desprecio y con razón, sus dos últimas "grandes aventuras" allí, había acabado herido.- Sí, creo que los Dioses no me quieren en este bosque.- Les dedicó una sonrisa.- Ha sido todo un placer conoceros y espero que la próxima vez sea en algún lugar y en condiciones más agradables.- Acto seguido inclinó la cabeza a modo de saludo.- Que los Dioses os guarden en el camino.-
Hechas las despedidas, Sango giró rumbo al sur y se alejó de sus dos compañeras, Siria y Zöe. Tendría mucho en lo que pensar de camino al sur como por ejemplo en aquel regalo que los Dioses hacían a alguna personas, "o maldición...", como ocurría con Siria. Otro tema sería averiguar más cosas de esos bios, había un sinfín de preguntas y otro sinfin de respuestas y Ben había desaprovechado una oportunidad muy buena, "Oh, pero antes necesito reflexionar y aclarar las ideas, asimilar toda esta experiencia y después, sobre esa base..." pensaba en aquello mientras caminaba, ya lejos del pueblo y de aquellas dos mujeres. Lo que Ben no había pensado aún era en cómo comunicar el resultado de la misión. A lo lejos, en el camino, reconoció una figura encapuchada que parecía esperarle.
- Y yo que pensaba que ya estarías a un día de distancia de aquí... Huyendo del problema, como siempre.- Le dijo Sango desde lejos. Caminaba a su ritmo, a lo máximo que podía. Se acercó y le tendió la mano mientras esbozaba una sonrisa.- Me alegro de volver a verte.- Dijo feliz.
- Meh... no podía dejar que la mala noticia, por decir algo, la dieras tú solo... Al fin y al cabo, si me hubiera ceñido al plan nada de esto habría pasado...- dijo la figura encapuchada que tendió la mano negra y estrechó la de Sango.- Si la chica mecánica no hubiera estado... ¿sabes? Yo vi algo en ella... algo que... no sé explicarlo...- el hombre perro se lamentó.
- Sé de lo que hablas... Te entiendo.- dijo Sango con la mirada perdida. Sacudió la cabeza y vio como el hombre perro se quitaba la capucha, le sonreía y emprendieron el camino al sur, a Roilkat.
Las cosas que hacemos por un puñado de monedas... pensó.
Sango
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