Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
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Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Cuando los párpados de Helena se alzaron con la lentitud de quien emerge de las profundidades de un sueño inquietante, la carga de sus ojos parecía exceder lo habitual. Cada mirada era como un esfuerzo contra el peso de la realidad, y el frío intenso que se filtraba entre sus huesos evocaba una sensación incómoda y desoladora. Aunque el reloj interno de la bruja no ofrecía pista alguna sobre la hora exacta, la densa niebla que la envolvía sugería que el día estaba en sus primeras horas.
El bosque se revelaba ante ella como un misterio, sus contornos ocultos entre velos de vapor. La atmósfera estaba saturada de un silencio que parecía absorber incluso el sonido de su propia respiración, pesada y rítmica. Descansaba contra la firmeza de un árbol, una mano descansando sobre sus costillas, intentando remediar un dolor agudo que no sabía a qué se debía. Notó que esa zona estaba excesivamente caliente, y para cuando se miró la mano se percató que un líquido carmesí la impregnaba a ella y a toda esa zona de su cuerpo.
El aire, denso y etéreo, transportaba consigo una mezcla de fragancias boscosas y misterios indescifrables. Helena, por un momento, se sintió suspendida en el umbral entre la vigilia y el sueño, atrapada en una transición de la que no tenía memoria clara.
Sus pensamientos, normalmente orquestados con la precisión de un maestro de marionetas, ahora flotaban en la bruma de la confusión. Como fragmentos de sueños disipándose al despertar, las imágenes de la noche anterior se resistían a tomar forma definida. La neblina que abrazaba el bosque parecía una metáfora visual de la confusión que se enredaba en su mente.
El bosque se revelaba ante ella como un misterio, sus contornos ocultos entre velos de vapor. La atmósfera estaba saturada de un silencio que parecía absorber incluso el sonido de su propia respiración, pesada y rítmica. Descansaba contra la firmeza de un árbol, una mano descansando sobre sus costillas, intentando remediar un dolor agudo que no sabía a qué se debía. Notó que esa zona estaba excesivamente caliente, y para cuando se miró la mano se percató que un líquido carmesí la impregnaba a ella y a toda esa zona de su cuerpo.
El aire, denso y etéreo, transportaba consigo una mezcla de fragancias boscosas y misterios indescifrables. Helena, por un momento, se sintió suspendida en el umbral entre la vigilia y el sueño, atrapada en una transición de la que no tenía memoria clara.
Sus pensamientos, normalmente orquestados con la precisión de un maestro de marionetas, ahora flotaban en la bruma de la confusión. Como fragmentos de sueños disipándose al despertar, las imágenes de la noche anterior se resistían a tomar forma definida. La neblina que abrazaba el bosque parecía una metáfora visual de la confusión que se enredaba en su mente.
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Aquel rincón élfico conocido como Lith'riel tenía una esencia tribal y primitiva, como era común en las zonas que colindaban las Runas de los Baldíos, donde el chamanismo y la comunión con los espíritus estaban muy presentes. Todo aquel paisaje tanto natural como artificial dictaba de la sofisticación que caracterizaba a los elfos del corazón del bosque.
Las construcciones, en su mayoría, eran de madera y paja, exhibiendo una arquitectura que se integraba con la naturaleza circundante. Cabañas bajas, de techos puntiagudos y paredes entrelazadas con enredaderas y lianas, se alineaban de manera aparentemente casual, como si hubieran crecido orgánicamente del suelo. Algunas estaban decoradas con pinturas rituales y símbolos élficos, mientras que otras lucían un aspecto más austero, destinadas quizás a propósitos más funcionales.
Aunque la aldea se hallaba en reposo, la energía vibrante de la comunidad aún se percibía en el aire. Plazas abiertas se formaban entre las cabañas, marcadas por piedras talladas y hogares comunitarios donde, en noches animadas, la danza y la música elfa resonaban bajo la bóveda de las estrellas. Sin embargo, en el escenario actual, esa vitalidad había sido reemplazada por un silencio pesado, como un velo de luto que se extendía sobre la aldea.
Cuerpos de elfos yacían esparcidos por las calles, como marionetas abandonadas. Jóvenes, adultos, niños, ancianos... la crudeza de la masacre quedaba impresa en cada rincón, tejiendo una narrativa de horror en las callejuelas que alguna vez albergaron la vida de la comunidad.
La sangre fluía como una corriente silenciosa entre las piedras del pavimento. Pintaba un cuadro macabro en cada giro, sus manchas mezclándose con la tierra, creando una paleta sombría que contrastaba violentamente con la belleza natural del entorno.
Algunos yacían en posturas retorcidas, como si hubieran caído en medio de una danza macabra interrumpida por la muerte. Otros, más afortunados en su inconsciencia final, parecían dormir en el abrazo frío de la noche, congelados en un sueño del cual no despertarían. La belleza élfica que alguna vez adornó sus rasgos ahora estaba distorsionada por la muerte. Ojos que alguna vez brillaron con la luz de la vida ahora se apagaban en una eternidad sin esperanza. Los cuerpos, marcados por la palidez de la muerte, llevaban las secuelas de un frenesí descontrolado: cortes, heridas profundas y signos de una lucha desigual contra el terror que se desató en su propio hogar.
Un grupo de cazadores, enviados por aldeas vecinas y liderados por un anciano curtido en las artes de la caza, emergió de entre los árboles que rodeaban la aldea élfica. Sus ojos se abrieron ampliamente ante la escena desgarradora que se presentaba ante ellos. Susurros de incredulidad se deslizaron entre los miembros del grupo, tejiendo una red de consternación en el aire enrarecido.
El líder, con una larga melena plateada que caía sobre sus hombros encorvados, se adelantó para examinar más de cerca los cadáveres que tapizaban las calles. Los cazadores, con arcos desenfundados y cuchillos afilados, se dispersaron con cautela, intentando comprender el misterio siniestro que yacía frente a ellos.
-Es más crudo en la realidad que en los mensajes de los exploradores.-Comentó el anciano líder.
-¿Cómo demonios ha sucedido esto?-Preguntó casi exclamando uno de los cazadores más jóvenes, observando con horror las huellas de la masacre.
-Algo atroz ha dejado su huella en esta aldea. Nunca he visto tal reguero de sangre en mis dos siglos de vida. Ni siquiera la masacre de Sandorai dejó tal cantidad de cadáveres tan de pronto y, lo más intrigante, sin explicación.-Murmuró el anciano líder, su voz resonando con una mezcla de preocupación y determinación.
Los cazadores se comunicaban en susurros, intentando descifrar los indicios que la escena les ofrecía. Examinaron las heridas en los cuerpos, observaron la disposición de los cadáveres y siguiendo la línea del rastro de sangre fresca que serpenteadaba por las calles.
-No es obra de lobos o de alguna bestia salvaje. Esto es...-Comenzó uno de los cazadores, pero sus palabras quedaron suspendidas en el aire mientras sus ojos se encontraban con las miradas de los elfos muertos.
-Una maldición. Algo oscuro ha descendido sobre esta aldea-Declaró el anciano líder, su voz resonando con conocimiento antiguo.
El grupo se tensó ante la palabra "maldición", y los cazadores intercambiaron miradas cargadas de preocupación. Estaban en terreno desconocido, enfrentándose a un enigma que iba más allá de su experiencia en la caza cotidiana.
Ellos provenían de un clan más adentrado en el bosque y alejado de las Runas de los Baldíos, por lo que tan solo la estancia en ese sitio les infundía en un enorme respeto y casi escalofrío temeroso.
-Tenemos que encontrar a exploradores o cazadores de los clanes vecinos. Vamos a ayudarles a dar con el culpable de esta masacre.-Concluyó el anciano, echándole un último vistazo al paisaje deprimente.
Las construcciones, en su mayoría, eran de madera y paja, exhibiendo una arquitectura que se integraba con la naturaleza circundante. Cabañas bajas, de techos puntiagudos y paredes entrelazadas con enredaderas y lianas, se alineaban de manera aparentemente casual, como si hubieran crecido orgánicamente del suelo. Algunas estaban decoradas con pinturas rituales y símbolos élficos, mientras que otras lucían un aspecto más austero, destinadas quizás a propósitos más funcionales.
Aunque la aldea se hallaba en reposo, la energía vibrante de la comunidad aún se percibía en el aire. Plazas abiertas se formaban entre las cabañas, marcadas por piedras talladas y hogares comunitarios donde, en noches animadas, la danza y la música elfa resonaban bajo la bóveda de las estrellas. Sin embargo, en el escenario actual, esa vitalidad había sido reemplazada por un silencio pesado, como un velo de luto que se extendía sobre la aldea.
Cuerpos de elfos yacían esparcidos por las calles, como marionetas abandonadas. Jóvenes, adultos, niños, ancianos... la crudeza de la masacre quedaba impresa en cada rincón, tejiendo una narrativa de horror en las callejuelas que alguna vez albergaron la vida de la comunidad.
La sangre fluía como una corriente silenciosa entre las piedras del pavimento. Pintaba un cuadro macabro en cada giro, sus manchas mezclándose con la tierra, creando una paleta sombría que contrastaba violentamente con la belleza natural del entorno.
Algunos yacían en posturas retorcidas, como si hubieran caído en medio de una danza macabra interrumpida por la muerte. Otros, más afortunados en su inconsciencia final, parecían dormir en el abrazo frío de la noche, congelados en un sueño del cual no despertarían. La belleza élfica que alguna vez adornó sus rasgos ahora estaba distorsionada por la muerte. Ojos que alguna vez brillaron con la luz de la vida ahora se apagaban en una eternidad sin esperanza. Los cuerpos, marcados por la palidez de la muerte, llevaban las secuelas de un frenesí descontrolado: cortes, heridas profundas y signos de una lucha desigual contra el terror que se desató en su propio hogar.
Un grupo de cazadores, enviados por aldeas vecinas y liderados por un anciano curtido en las artes de la caza, emergió de entre los árboles que rodeaban la aldea élfica. Sus ojos se abrieron ampliamente ante la escena desgarradora que se presentaba ante ellos. Susurros de incredulidad se deslizaron entre los miembros del grupo, tejiendo una red de consternación en el aire enrarecido.
El líder, con una larga melena plateada que caía sobre sus hombros encorvados, se adelantó para examinar más de cerca los cadáveres que tapizaban las calles. Los cazadores, con arcos desenfundados y cuchillos afilados, se dispersaron con cautela, intentando comprender el misterio siniestro que yacía frente a ellos.
-Es más crudo en la realidad que en los mensajes de los exploradores.-Comentó el anciano líder.
-¿Cómo demonios ha sucedido esto?-Preguntó casi exclamando uno de los cazadores más jóvenes, observando con horror las huellas de la masacre.
-Algo atroz ha dejado su huella en esta aldea. Nunca he visto tal reguero de sangre en mis dos siglos de vida. Ni siquiera la masacre de Sandorai dejó tal cantidad de cadáveres tan de pronto y, lo más intrigante, sin explicación.-Murmuró el anciano líder, su voz resonando con una mezcla de preocupación y determinación.
Los cazadores se comunicaban en susurros, intentando descifrar los indicios que la escena les ofrecía. Examinaron las heridas en los cuerpos, observaron la disposición de los cadáveres y siguiendo la línea del rastro de sangre fresca que serpenteadaba por las calles.
-No es obra de lobos o de alguna bestia salvaje. Esto es...-Comenzó uno de los cazadores, pero sus palabras quedaron suspendidas en el aire mientras sus ojos se encontraban con las miradas de los elfos muertos.
-Una maldición. Algo oscuro ha descendido sobre esta aldea-Declaró el anciano líder, su voz resonando con conocimiento antiguo.
El grupo se tensó ante la palabra "maldición", y los cazadores intercambiaron miradas cargadas de preocupación. Estaban en terreno desconocido, enfrentándose a un enigma que iba más allá de su experiencia en la caza cotidiana.
Ellos provenían de un clan más adentrado en el bosque y alejado de las Runas de los Baldíos, por lo que tan solo la estancia en ese sitio les infundía en un enorme respeto y casi escalofrío temeroso.
-Tenemos que encontrar a exploradores o cazadores de los clanes vecinos. Vamos a ayudarles a dar con el culpable de esta masacre.-Concluyó el anciano, echándole un último vistazo al paisaje deprimente.
Helena Rhodes
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Re: Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Una silueta se dibujaba en la niebla que suele darse en las mañanas. Redstone no tenía ninguna dirección fija. El era el tipo de persona que esas trivialidades son una carga para los pensamientos. Después de todo, ese estilo de vida es lo que le había dado resultado en estos últimos años. Y si algo no está roto ¿para qué arreglarlo? Quizá esa misma determinación era la que le dotaba a Raven la cualidad de estar en el momento justo, en el lugar indicado en cada momento de su vida.
Pero ¿Por qué se dirigía hacia Lith'riel? Pues bueno. Para eso tendría que remontarse a la noche anterior. Cuando Raven cruzaba por otra aldea élfica. Allí escuchó que allí parecían estar pasando por dificultades. Por lo que fue el motivo suficiente para que el hombre que lidera la legión de los condenados tuviese la curiosidad de saber qué acontecía en ese lugar.
Sea como fuese. Al llegar a esa aldea, Raven pudo apreciar con claridad que los cuentos que había escuchado eran solo la punta de la verdadera desolación que había azotado Lith'riel. La cantidad de cuerpos tirados superaba expectativas que se había ideado. La tierra estaba impregnada por el carmesí, del mismo color que sus ojos. - Es peor de lo que imaginé. - Dijo en un comentario al aire sin que la cruel escena dejara que le cambiara aquel semblante sereno.
Tras sus palabras continuó con su andar. Después de todo, ya estaba allí. Lo mejor que podía hacer era analizar todo lo que pudiese. ¿Quién sabe? Con un poco de suerte podría encontrar algo que pudiese servirle. Cualquier persona habría huido de esa escena tan espeluznante. Pero no Redstone. Alguien con la valentía y el coraje que lo caracteriza. - Espero no encontrarme con el autor de esta matanza. Si no, podría ser uno más de estos cadáveres. - Eran unos pensamientos que podrían pasar por simples secundarios y miedosos. No Raven, quien seguía con su mirada impasible en su andar por esa zona.
Cada paso que daba, empapaba la suela del calzado de Raven con más y más sangre de aquellas víctimas de Lith'riel, las cuales aumentaban en cantidad conforme el brujo seguía su paso. En una situación así, cualquiera ya hubiese desenvainado su arma y estaría listo por si aparecía algún sospechoso. Pero claro que ese no era el caso del líder de la legión de los condenados. Su sola presencia era capaz de imponer respeto y temor. Sus capacidades lo respaldaban y sabía que podía salir airoso de cualquier adversario que se le cruzara.
Pero ¿Por qué se dirigía hacia Lith'riel? Pues bueno. Para eso tendría que remontarse a la noche anterior. Cuando Raven cruzaba por otra aldea élfica. Allí escuchó que allí parecían estar pasando por dificultades. Por lo que fue el motivo suficiente para que el hombre que lidera la legión de los condenados tuviese la curiosidad de saber qué acontecía en ese lugar.
Sea como fuese. Al llegar a esa aldea, Raven pudo apreciar con claridad que los cuentos que había escuchado eran solo la punta de la verdadera desolación que había azotado Lith'riel. La cantidad de cuerpos tirados superaba expectativas que se había ideado. La tierra estaba impregnada por el carmesí, del mismo color que sus ojos. - Es peor de lo que imaginé. - Dijo en un comentario al aire sin que la cruel escena dejara que le cambiara aquel semblante sereno.
Tras sus palabras continuó con su andar. Después de todo, ya estaba allí. Lo mejor que podía hacer era analizar todo lo que pudiese. ¿Quién sabe? Con un poco de suerte podría encontrar algo que pudiese servirle. Cualquier persona habría huido de esa escena tan espeluznante. Pero no Redstone. Alguien con la valentía y el coraje que lo caracteriza. - Espero no encontrarme con el autor de esta matanza. Si no, podría ser uno más de estos cadáveres. - Eran unos pensamientos que podrían pasar por simples secundarios y miedosos. No Raven, quien seguía con su mirada impasible en su andar por esa zona.
Cada paso que daba, empapaba la suela del calzado de Raven con más y más sangre de aquellas víctimas de Lith'riel, las cuales aumentaban en cantidad conforme el brujo seguía su paso. En una situación así, cualquiera ya hubiese desenvainado su arma y estaría listo por si aparecía algún sospechoso. Pero claro que ese no era el caso del líder de la legión de los condenados. Su sola presencia era capaz de imponer respeto y temor. Sus capacidades lo respaldaban y sabía que podía salir airoso de cualquier adversario que se le cruzara.
Raven
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Sandorai - Bosque -Aldea de Lith'riel
Invierno
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Meleis
Desesperado, Meleis sobrevolaba por el bosque en una búsqueda sin frutos, la niebla le impedía ver más allá de unos pocos metros pero su forma draconica era un mejor recurso que intentar hacerlo a pie con sus escasas habilidades como humano. Llevaba días siguiendo el rastro de su hermana y las pistas lo habían llevado a las tierras élficas. Sabía la razón por la que ella permanecía tan alejado de él como le era posible, estaba enferma, la maldición que que la había contagiado en el norte seguía latente en su interior, además días antes le había dejado una nota.
Aquellas palabras no dejaban de resonar en la cabeza del dragón que no lo pensó dos veces antes de tomar todas sus cosas e ir tras de ella, era algo que no debía afrontar sola.
Decidió así descender un poco más, la luz del alba comenzaba a iluminar el lugar y con ello todo era más claro ante sus ojos. Aterrizó en una zona un poco más amplia, por el momento tocaba caminar y mantenerse así lo protegería de posibles depredadores del lugar. Alrededor de no más de dos horas a lo lejos logró divisar un cabello rubio platinado, y el olor a sangre también impregnó sus fosas nasales. No lo pensó dos veces y salió corriendo hacia la dirección de la chica en la medida que su cuerpo en un abrir y cerrar de ojos cambiaba a su forma humana. - ¡Meraxes! - Gritó sin saber si realmente se trataba de ella.
No había querido irme de ese modo, pero sabía lo contagioso que esto podía llegar a ser y francamente no quería lastimar a los míos, últimamente todo se había vuelto un caos, cada cosa que hacía parecía empeorar con la mínima intervención con o sin intención de hacerlo.
Aquel dolor me recorría de cabo a rabo, sentía como me pudría por dentro. Mi primer instinto fue ir al norte a intentar buscar la fuente de aquello, pero, bien podría desviarme, cosa que hice, a la tierra de los elfos, tal vez ellos tuvieran alguna respuesta a mi predicamento o bien decirme que era un caso perdido.
Francamente no sabía cómo había logrado llegar tan lejos, seguramente era obra de los dioses que intentaban prolongar mi sufrimiento o que diera con la respuesta que necesitaba, lo que fuera allí estaba, en medio de una aldea de muerte. De todas las aldeas posibles había llegado a una que estaba tan mal como me sentía por dentro. - Tch.. mierda. - Tosí ante la exaltación que ese escenario me produjo, era todo un ataque de tos que me hizo caer de rodillas y escupir sangre de mi boca.
Me limpié con la capa - una que había hecho con el único fin de pasar desapercibida en caso de que Meleis tuviera intención de seguirme. - Respiraba jadeante, necesitaba descansar.
Cuida a Bomull y a los demás. No me sigas, intentaré hallar la cura de esto o morir en el intento...Te dejé algo para el invierno.Con cariño, Mera.
Aquellas palabras no dejaban de resonar en la cabeza del dragón que no lo pensó dos veces antes de tomar todas sus cosas e ir tras de ella, era algo que no debía afrontar sola.
Decidió así descender un poco más, la luz del alba comenzaba a iluminar el lugar y con ello todo era más claro ante sus ojos. Aterrizó en una zona un poco más amplia, por el momento tocaba caminar y mantenerse así lo protegería de posibles depredadores del lugar. Alrededor de no más de dos horas a lo lejos logró divisar un cabello rubio platinado, y el olor a sangre también impregnó sus fosas nasales. No lo pensó dos veces y salió corriendo hacia la dirección de la chica en la medida que su cuerpo en un abrir y cerrar de ojos cambiaba a su forma humana. - ¡Meraxes! - Gritó sin saber si realmente se trataba de ella.
Meraxes
No había querido irme de ese modo, pero sabía lo contagioso que esto podía llegar a ser y francamente no quería lastimar a los míos, últimamente todo se había vuelto un caos, cada cosa que hacía parecía empeorar con la mínima intervención con o sin intención de hacerlo.
Aquel dolor me recorría de cabo a rabo, sentía como me pudría por dentro. Mi primer instinto fue ir al norte a intentar buscar la fuente de aquello, pero, bien podría desviarme, cosa que hice, a la tierra de los elfos, tal vez ellos tuvieran alguna respuesta a mi predicamento o bien decirme que era un caso perdido.
Francamente no sabía cómo había logrado llegar tan lejos, seguramente era obra de los dioses que intentaban prolongar mi sufrimiento o que diera con la respuesta que necesitaba, lo que fuera allí estaba, en medio de una aldea de muerte. De todas las aldeas posibles había llegado a una que estaba tan mal como me sentía por dentro. - Tch.. mierda. - Tosí ante la exaltación que ese escenario me produjo, era todo un ataque de tos que me hizo caer de rodillas y escupir sangre de mi boca.
Me limpié con la capa - una que había hecho con el único fin de pasar desapercibida en caso de que Meleis tuviera intención de seguirme. - Respiraba jadeante, necesitaba descansar.
- Off:
- - Helena, te envío a Meleis, tiene con qué curarte. Ya lo conociste en el domo de los espejos.
- Raven, Merax está en la aldea, puedes interactuar con ella si gustas.Cosas activasMeraxes:
En vuestros próximos dos temas vuestros pensamientos sobre otros pjs o pnjs que tengan que ver incluso mínimamente con algo de índole sexual derivarán a imaginar a éstos monstruos, llevándoos a experimentar algo que al resto asemejará los efectos de un ataque epiléptico durante unos segundos.Meraxes:
Halo venenoso [Maldición Contagiosa]
Al estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, han sido contagiados con una terrible plaga. Se trata de un terrible veneno maldito capaz de derretir los órganos internos de su portador causando una espantosa muerte. Lo bueno es que podrán librarse de este veneno sacrificando a otros dos personajes en dos temas o menos. El veneno será transferido a los dos primeros personajes sanos con los que tengan contacto, los cuales serán los nuevos portadores.
En cuanto hayan contagiado a dos personajes, quedarán sanos de este mal (a menos que sean contagiados de nuevo), pero sus dos víctimas tendrán que contagiar a otros dos para poder sanarse.
Para efectos de este tema, equipo adicional: (Disponibles en mi taller. Si alguno pide algo en este tema cobraré solo el costo creación.)Meraxes:
Capa de la Noche: [Capa] Especialmente diseñada para la oscuridad, permite que te sea casi imposible verte a más de dos metros de distancia si estás bajo sombras profundas e intentas ser sigiloso, incluso si la otra persona posee visión nocturna.
Botas Silenciosas: [Botas] Hechas de cuero, están especialmente diseñadas para no producir ruido al caminar, fortaleciendo las habilidades de sigilo del usuario.Meleis:
Ropas Comunes Superiores: No están pensadas para protección en batalla, sino para abrigar y vestir. Al ser de calidad Superior, poseen diseños elegantes que favorecen la interacción social. (Para el frío)[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Meleis escribió:Don Ancestral: [Mágica, 2 usos] Puedo convertirme en un dragón de hasta 4 metros (nariz a punta de la cola), lo que aumenta considerablemente mi resistencia. Puedo volver a forma humana a voluntad.(uso 1/2)
Habitante de los Cielos: Puedo volar en forma de dragón.
- Inventario:
- Collar de Zafiro [Encantamiento Pudor] - Cuello
- Medalla del exterminador [1 CARGA] - Pecho lado derecho.
- Pieza Metalica - Pecho lado izquierdo.
- Armadura Ligera Normal [Encantamiento Armadura Engañosa]
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Kit de Arcanos Regular. - Dentro de Bolso de Viajero. [L1]
- Látigo [Arma Flexible Superior - Encantamiento Castigo de Piedra] - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] [Armas Flexible Superior. Metal. Unidades: 2]
- Tónico del Jerbo - Bolso
- Llave Onírica - Bolso
- Ocarina - Bolso
- Kit de Curtiduría Inferior - Bolso [L2]
- Bomull (Cría de Gomejo)
- Caramelo de Jade. [Dentro de bolsa de viajero]
- Hongos de Lithe. [Cant. 1]] [Dentro de bolsa de viajero]
- Collar de Moneda Maliciosa de Elian [Cuello- Encantamiento Fuente de Luz]
-Trampa de Red [Dentro de bolsa de viajero] [L3]
- Peluche de bégimo. [Sin cargas]
- Brocheta de yak
-Huevo sorpresa. [Unidades: 1]
- Galleta de Humo.
- Néctar Kimil.
- Bolita de pétalos biusificados.
- Bomba Luminosa. [L4]
- Tatuaje de Niggu.
- Espejo Brújula.
- Bolitas Resbaladizas. [Dentro del Bolso] [L5]
- Voluntad de Terric.
- Poción de Recuperación (2)
- Trineo.
- Disfraz de Gomejo [Guardado]
- Garras Superiores.
- Ropas Comunes Superiores [Equipada]
- Escama de dragón marino [Unidades: 2]Outfit
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo][Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Separador:[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- Inventario Meleis:
- Garras Superiores
- Bolso del Explorador.
- Armadura de Fieras Normal. [A. Ligera / Encantamiento Pudor]
- Poción de Salud Concentrada. [Dentro del Bolso] [L6]
- Medicina multipropósito. [Dentro del Bolso]
- Disfraz de Gomejo [Guardado]
Meraxes
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Re: Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
El sonido de pasos, insidioso como el susurro de la magia prohibida, se filtró a través del manto de quietud. Un presentimiento lúgubre envolvía a Helena, un eco sutil pero persistente que le advertía de un peligro inminente. Sus sentidos, normalmente afilados como las cuchillas de un asesino silencioso, ahora estaban nublados por la herida y la confusión.
Aceptando su vulnerabilidad, Helena se resignó a la posibilidad de un final inminente. El bosque, testigo silencioso de innumerables tragedias, observaba mientras la bruja herida se convertía en parte de su tejido eterno.
Helena, con la cabeza dando vueltas y la claridad mental aún fuera de alcance, aguardaba la llegada de lo inevitable.
Sin embargo, en lugar de encontrarse con una entidad sedienta de venganza o con aparentes intenciones de impartir justicia sobre la bruja de cabellos dorados, cuyo brillo quedaba opacado por la misteriosa neblina, lo que se materializó ante los ojos de Helena Rhodes fue un hombre. No mucho más joven que ella, este individuo exhibía una actitud que distaba mucho de ser hostil.
Un suspiro escapó de los labios de Helena, llevando consigo una mezcla de alivio al ver que su final no estaba a punto de desencadenarse por manos desconocidas, y de mitigación del dolor que afligía su abdomen cada vez que tomaba una bocanada profunda. La bruja no se apartó en ningún momento la mano de la herida, consciente de que el tiempo apremiaba y que cada instante podía significar una pérdida irrecuperable de sangre.
Con la mirada emborronada, Helena no pudo distinguir en detalle las facciones del rostro ajeno, pero sí que le miró a los ojos, que destacaban por ser tan azules como los suyos. La mirada de la bruja proyectaba desesperación y resentimiento por encontrarse a merced de lo que el desconocido decidiese hacer con ella. Si no la mataba y la dejaba allí, igualmente moriría en una agonía larga.
Aceptando su vulnerabilidad, Helena se resignó a la posibilidad de un final inminente. El bosque, testigo silencioso de innumerables tragedias, observaba mientras la bruja herida se convertía en parte de su tejido eterno.
Helena, con la cabeza dando vueltas y la claridad mental aún fuera de alcance, aguardaba la llegada de lo inevitable.
Sin embargo, en lugar de encontrarse con una entidad sedienta de venganza o con aparentes intenciones de impartir justicia sobre la bruja de cabellos dorados, cuyo brillo quedaba opacado por la misteriosa neblina, lo que se materializó ante los ojos de Helena Rhodes fue un hombre. No mucho más joven que ella, este individuo exhibía una actitud que distaba mucho de ser hostil.
Un suspiro escapó de los labios de Helena, llevando consigo una mezcla de alivio al ver que su final no estaba a punto de desencadenarse por manos desconocidas, y de mitigación del dolor que afligía su abdomen cada vez que tomaba una bocanada profunda. La bruja no se apartó en ningún momento la mano de la herida, consciente de que el tiempo apremiaba y que cada instante podía significar una pérdida irrecuperable de sangre.
Con la mirada emborronada, Helena no pudo distinguir en detalle las facciones del rostro ajeno, pero sí que le miró a los ojos, que destacaban por ser tan azules como los suyos. La mirada de la bruja proyectaba desesperación y resentimiento por encontrarse a merced de lo que el desconocido decidiese hacer con ella. Si no la mataba y la dejaba allí, igualmente moriría en una agonía larga.
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-¡He encontrado a alguien!-Gritó el cazador más joven para alertar a sus compañeros. Tras eso, fue en ayuda de una mujer que parecía estar en un estado necesitado.
Dicha mujer se encontraba de rodillas en el suelo, y con restos de su propia sangre por parte de su ropa y la propia tierra que pisaba. El cazador se aseguró de cuál era en realidad su estado y acto seguido la ayudó a levantarse, cerciorándose de que ello era viable primeramente.
-¿Una superviviente?-Preguntó examinando sus orejas.-No eres de por aquí, ¿Verdad?-Arrugó el gesto, algo confundido.
No tardaron en aparecer sus compañeros. El grupo se componía en su totalidad por seis integrantes, y de entre ellos, el más anciano era el líder.
-¿Quién es?-Preguntó al cazador joven. También se fijó en las orejas redondeadas de la mujer.-No es de por aquí. ¿Qué hacías aquí?-Le preguntó directamente a la mujer.
-La he encontrado tirada, y parece enferma.-Ese último dato hizo que todos los elfos del grupo, a excepción del anciano, dieran un paso atrás.
Maldiciones y enfermedades, cada vez la situación se volvía más extraña para aquel grupo de cazadores. No se habían encontrado más elfos vivos por los alrededores, ni siquiera con las partidas de caza provenientes de otras aldeas de la zona, por lo que de momento toda la información que pudieran sacar de quien fuese o de lo que fuese sería importante.
-Si lo necesitas, podemos buscar un sitio más seguro y más "agradable".-Le dijo el anciano a la mujer mirando a su alrededor por si veía un lugar que encajara con esa descripción. Desde luego, la aldea no sería un buen sitio para descansar, ya fuese por superstición o por simple comodidad visual.
Dicha mujer se encontraba de rodillas en el suelo, y con restos de su propia sangre por parte de su ropa y la propia tierra que pisaba. El cazador se aseguró de cuál era en realidad su estado y acto seguido la ayudó a levantarse, cerciorándose de que ello era viable primeramente.
-¿Una superviviente?-Preguntó examinando sus orejas.-No eres de por aquí, ¿Verdad?-Arrugó el gesto, algo confundido.
No tardaron en aparecer sus compañeros. El grupo se componía en su totalidad por seis integrantes, y de entre ellos, el más anciano era el líder.
-¿Quién es?-Preguntó al cazador joven. También se fijó en las orejas redondeadas de la mujer.-No es de por aquí. ¿Qué hacías aquí?-Le preguntó directamente a la mujer.
-La he encontrado tirada, y parece enferma.-Ese último dato hizo que todos los elfos del grupo, a excepción del anciano, dieran un paso atrás.
Maldiciones y enfermedades, cada vez la situación se volvía más extraña para aquel grupo de cazadores. No se habían encontrado más elfos vivos por los alrededores, ni siquiera con las partidas de caza provenientes de otras aldeas de la zona, por lo que de momento toda la información que pudieran sacar de quien fuese o de lo que fuese sería importante.
-Si lo necesitas, podemos buscar un sitio más seguro y más "agradable".-Le dijo el anciano a la mujer mirando a su alrededor por si veía un lugar que encajara con esa descripción. Desde luego, la aldea no sería un buen sitio para descansar, ya fuese por superstición o por simple comodidad visual.
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Re: Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
El pelinegro se detuvo un momento para lograr escuchar algunas voces. Parecía ser que en este alrededor tan desolado había señales de vida. Un agradecimiento a quien sea porque esta no sería una travesía solitaria. El brujo decidió andar con más cuidado. Buscando lograr entender lo que aquellas voces hablaban entre ellos. Logró acercarse lo suficiente para alcanzar a ver a unos cuantos elfos acercarse a una mujer de rubios cabellos.
No había que ser muy inteligente para saber que el brazo de la muerte había tocado a aquella mujer. Seguramente esa mujer, la cual, por la charla previa de los elfos supo que no era parte de su raza, había decidido venir hasta esta región en la búsqueda de obtener la sabiduría de la magia curativa de los elfos. Una decisión bien pensada, pero que se había topado con el infortunio de encontrarse con este ambiente tan lamentable. La suerte no parecía sonreírle, aunque bueno, tal vez los elfos tengan alguna solución.
Fue en ese momento cuando Redstone decidió hacer acto de presencia. - Parece que ustedes tienen noción de los hechos de esta aldea. - Dijo sin ningún reparo el brujo, sin cambiar su semblante neutro y su estoico andar. - Aunque, en vista de los acontecimientos que acontecen a la mujer. El interrogatorio tendrá que esperar un poco. Así que ¿Les molestaría que me uniese a su grupo? - Preguntó el brujo mirando atentamente a los elfos.
Raven sabía de antemano que los elfos suelen ser ariscos con los de su estirpe, pero dadas las emergencias que apremiaban con la mujer enferma, el confiaba que los elfos cedieran un poco a lado amable y caritativo y que fuesen más flexibles. Después de todo, no estaba dispuesto a dejar de lado sus propias averiguaciones, las cuales tenían un fin que ni el mismísimo Raven tenía en su cabeza, por lo que solo esperaba escuchar el veredicto del grupo de elfos. Pero para el, la situación estaba más clara que el agua.
No había que ser muy inteligente para saber que el brazo de la muerte había tocado a aquella mujer. Seguramente esa mujer, la cual, por la charla previa de los elfos supo que no era parte de su raza, había decidido venir hasta esta región en la búsqueda de obtener la sabiduría de la magia curativa de los elfos. Una decisión bien pensada, pero que se había topado con el infortunio de encontrarse con este ambiente tan lamentable. La suerte no parecía sonreírle, aunque bueno, tal vez los elfos tengan alguna solución.
Fue en ese momento cuando Redstone decidió hacer acto de presencia. - Parece que ustedes tienen noción de los hechos de esta aldea. - Dijo sin ningún reparo el brujo, sin cambiar su semblante neutro y su estoico andar. - Aunque, en vista de los acontecimientos que acontecen a la mujer. El interrogatorio tendrá que esperar un poco. Así que ¿Les molestaría que me uniese a su grupo? - Preguntó el brujo mirando atentamente a los elfos.
Raven sabía de antemano que los elfos suelen ser ariscos con los de su estirpe, pero dadas las emergencias que apremiaban con la mujer enferma, el confiaba que los elfos cedieran un poco a lado amable y caritativo y que fuesen más flexibles. Después de todo, no estaba dispuesto a dejar de lado sus propias averiguaciones, las cuales tenían un fin que ni el mismísimo Raven tenía en su cabeza, por lo que solo esperaba escuchar el veredicto del grupo de elfos. Pero para el, la situación estaba más clara que el agua.
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Re: Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
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Fue un alivio y una preocupación al mismo tiempo saber que la persona herida no se trataba de Meraxes, sin embargo el rostro de la chica se le hacía notablemente familiar.
- Tch... Mierda. - Se agachó rápidamente, tirando las garras a un lado. - Descuide, puedo ayudarla. - Sacó un par de botellitas de su bolsa y rasgo parte de su capa. - Discúlpeme, señorita pero debo...- entre disculpas y actuando tan rápido como podía rasgo la tela con una de las garras y vertió el liquido sobre el pedazo de tela. No lo pensó dos veces para colocarlo sobre la herida esperando que no ardiera demasiado.
- ¿Puede tragar? Esto puede ayudarla. - Le mostró la otra botella con la mano libre, ahora que la miraba fijamente esperando alguna afirmación de su parte. - La conozco....¿cierto? - Agregó al detallar un poco mejor su rostro. Era un recuerdo algo borroso en aquel domo de espejos, como si hubiera sido un sueño o una eterna pesadilla.
No entendía muy lo que estaba sucediendo, de pronto escuché demasiadas voces a lo lejos, no sabía si estaba comenzando a delirar o efectivamente había mas gente allí. De pronto sentí cómo me ayudaban. - n..no deberías...- Estaba demasiado débil como para hablar y mucho menos explicar qué me sucedía. Mi peso muerto se recargaba en aquel sujeto.
¿Superviviente? ¿Qué clase de masacre había pasado allí? - S..soy Merax... - Logré articular mi nombre. Negaba ante las preguntas sobre si era o no de ese lugar. Y sí, efectivamente necesitaba un sitio en donde descansar. - D...dundarak... - Fue la segunda palabra que logré articular.
Una nueva voz se unió a aquel grupo que parecía tratarse de elfos. Volví a vomitar tiñendo el suelo con un ligero color escarlata.
- Tch... Mierda. - Se agachó rápidamente, tirando las garras a un lado. - Descuide, puedo ayudarla. - Sacó un par de botellitas de su bolsa y rasgo parte de su capa. - Discúlpeme, señorita pero debo...- entre disculpas y actuando tan rápido como podía rasgo la tela con una de las garras y vertió el liquido sobre el pedazo de tela. No lo pensó dos veces para colocarlo sobre la herida esperando que no ardiera demasiado.
- ¿Puede tragar? Esto puede ayudarla. - Le mostró la otra botella con la mano libre, ahora que la miraba fijamente esperando alguna afirmación de su parte. - La conozco....¿cierto? - Agregó al detallar un poco mejor su rostro. Era un recuerdo algo borroso en aquel domo de espejos, como si hubiera sido un sueño o una eterna pesadilla.
Meraxes
No entendía muy lo que estaba sucediendo, de pronto escuché demasiadas voces a lo lejos, no sabía si estaba comenzando a delirar o efectivamente había mas gente allí. De pronto sentí cómo me ayudaban. - n..no deberías...- Estaba demasiado débil como para hablar y mucho menos explicar qué me sucedía. Mi peso muerto se recargaba en aquel sujeto.
¿Superviviente? ¿Qué clase de masacre había pasado allí? - S..soy Merax... - Logré articular mi nombre. Negaba ante las preguntas sobre si era o no de ese lugar. Y sí, efectivamente necesitaba un sitio en donde descansar. - D...dundarak... - Fue la segunda palabra que logré articular.
Una nueva voz se unió a aquel grupo que parecía tratarse de elfos. Volví a vomitar tiñendo el suelo con un ligero color escarlata.
- Off:
- - [Meleis]Utilizo Medicina Multipropósito para curar desinfectar la herida de Helena. Puedes manejar a Meleis si gustas en la siguiente ronda para que te de la poción de salud concentrada.
- Fui a preguntar a los dioses y resulta que la maldición es transferible a otros personajes no usuarios, por tanto ahora pasa a los dos elfos que ayudaron a Meraxes. (F por ellos)Cosas activasMeraxes:
En vuestros próximos dos temas vuestros pensamientos sobre otros pjs o pnjs que tengan que ver incluso mínimamente con algo de índole sexual derivarán a imaginar a éstos monstruos, llevándoos a experimentar algo que al resto asemejará los efectos de un ataque epiléptico durante unos segundos.Meraxes:
Halo venenoso [Maldición Contagiosa]
Al estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, han sido contagiados con una terrible plaga. Se trata de un terrible veneno maldito capaz de derretir los órganos internos de su portador causando una espantosa muerte. Lo bueno es que podrán librarse de este veneno sacrificando a otros dos personajes en dos temas o menos. El veneno será transferido a los dos primeros personajes sanos con los que tengan contacto, los cuales serán los nuevos portadores.
En cuanto hayan contagiado a dos personajes, quedarán sanos de este mal (a menos que sean contagiados de nuevo), pero sus dos víctimas tendrán que contagiar a otros dos para poder sanarse.
Para efectos de este tema, equipo adicional: (Disponibles en mi taller. Si alguno pide algo en este tema cobraré solo el costo creación.)Meraxes:
Capa de la Noche: [Capa] Especialmente diseñada para la oscuridad, permite que te sea casi imposible verte a más de dos metros de distancia si estás bajo sombras profundas e intentas ser sigiloso, incluso si la otra persona posee visión nocturna.
Botas Silenciosas: [Botas] Hechas de cuero, están especialmente diseñadas para no producir ruido al caminar, fortaleciendo las habilidades de sigilo del usuario.Meleis:
Ropas Comunes Superiores: No están pensadas para protección en batalla, sino para abrigar y vestir. Al ser de calidad Superior, poseen diseños elegantes que favorecen la interacción social. (Para el frío)[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Meleis escribió:Don Ancestral: [Mágica, 2 usos] Puedo convertirme en un dragón de hasta 4 metros (nariz a punta de la cola), lo que aumenta considerablemente mi resistencia. Puedo volver a forma humana a voluntad.(uso 1/2)
Habitante de los Cielos: Puedo volar en forma de dragón.
- Inventario:
- Collar de Zafiro [Encantamiento Pudor] - Cuello
- Medalla del exterminador [1 CARGA] - Pecho lado derecho.
- Pieza Metalica - Pecho lado izquierdo.
- Armadura Ligera Normal [Encantamiento Armadura Engañosa]
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Kit de Arcanos Regular. - Dentro de Bolso de Viajero. [L1]
- Látigo [Arma Flexible Superior - Encantamiento Castigo de Piedra] - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] [Armas Flexible Superior. Metal. Unidades: 2]
- Tónico del Jerbo - Bolso
- Llave Onírica - Bolso
- Ocarina - Bolso
- Kit de Curtiduría Inferior - Bolso [L2]
- Bomull (Cría de Gomejo)
- Caramelo de Jade. [Dentro de bolsa de viajero]
- Hongos de Lithe. [Cant. 1]] [Dentro de bolsa de viajero]
- Collar de Moneda Maliciosa de Elian [Cuello- Encantamiento Fuente de Luz]
-Trampa de Red [Dentro de bolsa de viajero] [L3]
- Peluche de bégimo. [Sin cargas]
- Brocheta de yak
-Huevo sorpresa. [Unidades: 1]
- Galleta de Humo.
- Néctar Kimil.
- Bolita de pétalos biusificados.
- Bomba Luminosa. [L4]
- Tatuaje de Niggu.
- Espejo Brújula.
- Bolitas Resbaladizas. [Dentro del Bolso] [L5]
- Voluntad de Terric.
- Poción de Recuperación (2)
- Trineo.
- Disfraz de Gomejo [Guardado]
- Garras Superiores.
- Ropas Comunes Superiores [Equipada]
- Escama de dragón marino [Unidades: 2]Outfit
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo][Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Separador:[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- Inventario Meleis:
- Garras Superiores
- Bolso del Explorador.
- Armadura de Fieras Normal. [A. Ligera / Encantamiento Pudor]
- Poción de Salud Concentrada. [Dentro del Bolso] [L6]
- Medicina multipropósito. [Dentro del Bolso]
- Disfraz de Gomejo [Guardado]
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Re: Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Aquella figura borrosa acudió en su ayuda. Pronunció preguntas y comentarios a los que Helena, con la mirada perdida y luchando por cada aliento, solo pudo responder con gemidos, cuyo sentido quedaba difuminado entre la conciencia y la agonía.
El misterioso individuo vertió un líquido en la profunda herida abdominal de Helena. La bruja percibió sus movimientos con una especie de letargo inducido por el dolor. El sujeto, después, maniobró con telas y vendajes, y Helena se dejó llevar pasivamente. Acto seguido, la obligó a ingerir un líquido cuyo sabor apenas pudo discernir. No hubo más intervención por parte del extraño; simplemente, la observó fijamente y lanzó una pregunta al aire. Helena le devolvió la mirada, sus ojos perdidos, notando cómo sus párpados se volvían cada vez más pesados. Algo dentro de ella se apagaba, y en ese momento, sus fuerzas la abandonaron por completo, dejándola rendida contra el tronco del árbol.
El misterioso individuo vertió un líquido en la profunda herida abdominal de Helena. La bruja percibió sus movimientos con una especie de letargo inducido por el dolor. El sujeto, después, maniobró con telas y vendajes, y Helena se dejó llevar pasivamente. Acto seguido, la obligó a ingerir un líquido cuyo sabor apenas pudo discernir. No hubo más intervención por parte del extraño; simplemente, la observó fijamente y lanzó una pregunta al aire. Helena le devolvió la mirada, sus ojos perdidos, notando cómo sus párpados se volvían cada vez más pesados. Algo dentro de ella se apagaba, y en ese momento, sus fuerzas la abandonaron por completo, dejándola rendida contra el tronco del árbol.
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Un sujeto extraño apareció en la aldea. Los cazadores, cautelosos, no le quitaron el ojo de encima mientras le veían acercarse. Sus palabras no eran hostiles, pero su presencia, su tono de voz y la forma de moverse tenía algo que ponía tensos a los elfos. Sin embargo, el cazador anciano seguía atendiendo a Meraxes.
-Fey'san, atiende a la mujer.-Dijo el anciano mientras se ponía en pie. Su pupilo acató la orden.-No sabemos con certeza lo que ha pasado aquí, todo en lo que podemos basarnos es en el informe de otro exploradores.-Comentó.-Dicen que, hace una o dos noches, un espectro con forma de mujer hizo presencia en esta aldea, y desató su furia sobre todos sus habitantes. Como puedes ver a tu alrededor, este ha sido el resultado.
-¡Es una maldición!-Comentó Fey'san, uno de los cazadores más jóvenes.
-Este lugar está impregnado de éter. Las Runas de los Baldíos es un sitio donde el velo entre el mundo de los vivos y de los muertos es muy fino, y los dioses tienden a estar más cercanos a quienes se atreven a contactar con ellos aquí, pero es igualmente peligroso. Si esto es un castigo divino, es que algo enfadó a un dios. Si es una maldición, es que algo hicieron para provocarla...-Volvió a tomar la palabra el anciano mientras hablaba con el recién llegado.
-Descartamos que sea un ataque de alguna bestia. Tampoco es un ataque de otra aldea o un grupo armado, ya que no se ha saqueado nada.-Intervino otro de los elfos.
Cuando el recién llegado se ofreció a ayudar, los elfos actuaron recelosos, pero en vista de la situación y tras valorar las palabras del pelinegro, el anciano tomó de nuevo la palabra.
-Los de tu especie no son bienvenidos aquí.-Puntualizó, percatándose que la esencia que impregnaba al sujeto estaba demasiado cargada de éter como para no tratarse de otra raza que no fuese la bruja. Era un veterano con mucha experiencia, y durante su vida no le habían sido ajenas las guerras y las batallas.-Da tu palabra de que no has tenido nada que ver con esto, y te creeré.-Sentenció.
-Fey'san, atiende a la mujer.-Dijo el anciano mientras se ponía en pie. Su pupilo acató la orden.-No sabemos con certeza lo que ha pasado aquí, todo en lo que podemos basarnos es en el informe de otro exploradores.-Comentó.-Dicen que, hace una o dos noches, un espectro con forma de mujer hizo presencia en esta aldea, y desató su furia sobre todos sus habitantes. Como puedes ver a tu alrededor, este ha sido el resultado.
-¡Es una maldición!-Comentó Fey'san, uno de los cazadores más jóvenes.
-Este lugar está impregnado de éter. Las Runas de los Baldíos es un sitio donde el velo entre el mundo de los vivos y de los muertos es muy fino, y los dioses tienden a estar más cercanos a quienes se atreven a contactar con ellos aquí, pero es igualmente peligroso. Si esto es un castigo divino, es que algo enfadó a un dios. Si es una maldición, es que algo hicieron para provocarla...-Volvió a tomar la palabra el anciano mientras hablaba con el recién llegado.
-Descartamos que sea un ataque de alguna bestia. Tampoco es un ataque de otra aldea o un grupo armado, ya que no se ha saqueado nada.-Intervino otro de los elfos.
Cuando el recién llegado se ofreció a ayudar, los elfos actuaron recelosos, pero en vista de la situación y tras valorar las palabras del pelinegro, el anciano tomó de nuevo la palabra.
-Los de tu especie no son bienvenidos aquí.-Puntualizó, percatándose que la esencia que impregnaba al sujeto estaba demasiado cargada de éter como para no tratarse de otra raza que no fuese la bruja. Era un veterano con mucha experiencia, y durante su vida no le habían sido ajenas las guerras y las batallas.-Da tu palabra de que no has tenido nada que ver con esto, y te creeré.-Sentenció.
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Aún le palpitaban el dolor en la cabeza, en el vientre, y sentía magulladuras y golpes por todo su cuerpo, pero al menos podía empezar a hilvanar pensamientos con claridad. Helena abrió los ojos con precaución. No estaba sola; alguien había permanecido a su lado mientras su mente yacía sumida en la inconsciencia.
La figura borrosa, ahora más nítida, se reveló como un hombre de cabellos rubios y ojos azules. Su piel tenía un tono blanquecino, y su estatura imponente le confería una presencia notoria. La nariz perfilada y el rostro marcado por una bondad palpable erizaron el vello de la nuca de Helena.
El individuo estaba envuelto en ropas cálidas, una elección sabia para recorrer los bosques en esa estación del año. Aunque se encontraran en el límite entre el bosque y las Runas de los Baldíos, el viento helado que surcaba ese paraje arremetía con violencia incluso en la protección del arbolado.
-...¿Quién eres?-Le costó decir esas palabras. Helena se llevó con cuidado una mano a la herida del vientre. Estaba vendada. Se miró los brazos y las piernas, le dolían, pero parecía que las fuerzas habían vuelto a ella.-¿Por qué me has ayudado?-Su voz sonaba débil, pero parecía que su carácter había vuelto también.-¿Acaso... eres un héroe?-Rió con desgana y soberbia.-Ya has... cumplido tu papel, "héroe"-Dijo con cierto retintín la palabra "héroe", casi como una burla.-Ahora vete antes de que te maten por ayudarme.
La figura borrosa, ahora más nítida, se reveló como un hombre de cabellos rubios y ojos azules. Su piel tenía un tono blanquecino, y su estatura imponente le confería una presencia notoria. La nariz perfilada y el rostro marcado por una bondad palpable erizaron el vello de la nuca de Helena.
El individuo estaba envuelto en ropas cálidas, una elección sabia para recorrer los bosques en esa estación del año. Aunque se encontraran en el límite entre el bosque y las Runas de los Baldíos, el viento helado que surcaba ese paraje arremetía con violencia incluso en la protección del arbolado.
-...¿Quién eres?-Le costó decir esas palabras. Helena se llevó con cuidado una mano a la herida del vientre. Estaba vendada. Se miró los brazos y las piernas, le dolían, pero parecía que las fuerzas habían vuelto a ella.-¿Por qué me has ayudado?-Su voz sonaba débil, pero parecía que su carácter había vuelto también.-¿Acaso... eres un héroe?-Rió con desgana y soberbia.-Ya has... cumplido tu papel, "héroe"-Dijo con cierto retintín la palabra "héroe", casi como una burla.-Ahora vete antes de que te maten por ayudarme.
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Los cazadores se vieron obligados a dividirse, ya que llevar a Meraxes con ellos habría supuesto una carga tanto para la propia mujer como para el grupo en su conjunto. Optaron por dejar a Fey'san junto a Meraxes en un cobertizo que fungía como almacén de alimentos, recursos que podrían necesitar en caso de que la situación empeorara. Lamentablemente, esos víveres solo serían consumidos por ellos, ya que dudaban que otros llegaran a aprovechar aquellos manjares entre carnes, frutas y verduras.
El resto del grupo, liderado por el anciano y en el cual habían aceptado a Raven, se embarcó en la tarea de explorar los alrededores para arrojar luz sobre las sombras que envolvían el misterio que se cernía sobre aquel poblado.
-Descansa e intenta no moverte demasiado. Si tienes hambre, puedo hacerte de comer lo que encuentre por aquí.-Dijo en referencia al almacén.-Por desgracia, no tenemos medicinas para tratar tu enfermedad, y parece que lo que padeces es algo más serio que una simple dolencia...
Fey'san se sentó en el suelo de tierra, apoyando su espalda en una de las cajas del almacén. No sabía si sería producto del cansancio o de la acumulación de haber visto tantas cosas horribles aquel día, pero se encontraba un poco mareado.
El resto del grupo, liderado por el anciano y en el cual habían aceptado a Raven, se embarcó en la tarea de explorar los alrededores para arrojar luz sobre las sombras que envolvían el misterio que se cernía sobre aquel poblado.
-Descansa e intenta no moverte demasiado. Si tienes hambre, puedo hacerte de comer lo que encuentre por aquí.-Dijo en referencia al almacén.-Por desgracia, no tenemos medicinas para tratar tu enfermedad, y parece que lo que padeces es algo más serio que una simple dolencia...
Fey'san se sentó en el suelo de tierra, apoyando su espalda en una de las cajas del almacén. No sabía si sería producto del cansancio o de la acumulación de haber visto tantas cosas horribles aquel día, pero se encontraba un poco mareado.
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Off: La maldición de Merax afectará tanto al anciano como a Fey'san.
Helena Rhodes
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Re: Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Una vez que la imponente presencia del brujo se hizo presente, el grupo de elfos se puso a la defensiva. No era para menos, Redstone siempre imponía pese a su estatura... No, realmente ese detalle no importaba. Ningún detalle, Raven siempre imponía precaución para los demás desafortunados que no fuesen sus aliados.
A fin de cuentas, el anciano empezó a dar la información. Así que, un espectro con forma de mujer. Aquellas entidades pueden ser siempre complicadas de combatir dado a que los guerreros físicos no pueden tocarlos. Se necesita concentrar el éter para hacerles daño a nivel espiritual. Pero no era tan sencillo como se escuchaba. Su capacidad para poder atravesar los objetos los volvía un blanco difícil de golpear si se encontraban en un espacio donde pudiesen ocultarse.
La conclusión a la que llegaron los elfos era que se trataba de una maldición. Y mientras comenzaban a atender a la mujer tocada por la muerte, el pelinegro asintió. - Es muy probable. Si alguien buscó hacer contacto con el mundo de los muertos, y no tenía la capacidad necesaria. Pueden entrar a nuestro mundo espíritus muy violentos. ¿Quién sabe? Aquí podría ser el ejemplo perfecto de que la curiosidad mató al gato. - Formuló el brujo, con la hipótesis de que esa maldición que cayó en este lugar, pudo ser producto de un contacto con poco tacto al mundo de los muertos.
Y fue cuando el anciano le manifestó a Raven que los de su raza no eran bienvenidos a las tierras élficas, lo cual provocó una leve sonrisa ladina. Cuando terminó de hablar el anciano sonrió. - Despreocúpese... Le aseguro que no he sido yo el causante de esta tragedia. Además, de haber sido yo, no tendría la necesidad de negarlo. Yo solo he venido aquí por curiosidad de la entidad que causó esta desgracia. - Agregó el brujo con un cinismo mucho mayor que su tamaño. Pero bueno, hablar de estaturas es irrelevante.
Pese a todo pronóstico que pudiese esperar el brujo. El anciano terminó por aceptarlo, lo más probable es que, pese a las diferencias que puedan surgir entre los elfos y los brujos. El peligro que asolaba a esta región ameritaba olvidarse un poco de esas diferencias.- Es una pena que no haya quedado algún sobreviviente. De ser así se tendría más información. Pero qué se le va a hacer. Todo este enigma está muy bien guardado por los alcances de la muerte. - Comentó el pelinegro mientras andaba a paso lento y sin demasiada prisa.
OFF: Lamento muchísimo la tardanza
A fin de cuentas, el anciano empezó a dar la información. Así que, un espectro con forma de mujer. Aquellas entidades pueden ser siempre complicadas de combatir dado a que los guerreros físicos no pueden tocarlos. Se necesita concentrar el éter para hacerles daño a nivel espiritual. Pero no era tan sencillo como se escuchaba. Su capacidad para poder atravesar los objetos los volvía un blanco difícil de golpear si se encontraban en un espacio donde pudiesen ocultarse.
La conclusión a la que llegaron los elfos era que se trataba de una maldición. Y mientras comenzaban a atender a la mujer tocada por la muerte, el pelinegro asintió. - Es muy probable. Si alguien buscó hacer contacto con el mundo de los muertos, y no tenía la capacidad necesaria. Pueden entrar a nuestro mundo espíritus muy violentos. ¿Quién sabe? Aquí podría ser el ejemplo perfecto de que la curiosidad mató al gato. - Formuló el brujo, con la hipótesis de que esa maldición que cayó en este lugar, pudo ser producto de un contacto con poco tacto al mundo de los muertos.
Y fue cuando el anciano le manifestó a Raven que los de su raza no eran bienvenidos a las tierras élficas, lo cual provocó una leve sonrisa ladina. Cuando terminó de hablar el anciano sonrió. - Despreocúpese... Le aseguro que no he sido yo el causante de esta tragedia. Además, de haber sido yo, no tendría la necesidad de negarlo. Yo solo he venido aquí por curiosidad de la entidad que causó esta desgracia. - Agregó el brujo con un cinismo mucho mayor que su tamaño. Pero bueno, hablar de estaturas es irrelevante.
Pese a todo pronóstico que pudiese esperar el brujo. El anciano terminó por aceptarlo, lo más probable es que, pese a las diferencias que puedan surgir entre los elfos y los brujos. El peligro que asolaba a esta región ameritaba olvidarse un poco de esas diferencias.- Es una pena que no haya quedado algún sobreviviente. De ser así se tendría más información. Pero qué se le va a hacer. Todo este enigma está muy bien guardado por los alcances de la muerte. - Comentó el pelinegro mientras andaba a paso lento y sin demasiada prisa.
OFF: Lamento muchísimo la tardanza
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Meleis
Durante todo ese rato se veló el sueño de la chica al tiempo de que se encargaba de mirar a su alrededor de vez en cuando ante alguna señal de peligro. Se quitó la capa para abrigarla y solo quedo a la espera. Aquel rato contemplando su rostro finalmente lo hizo caer en cuenta de que si la conocía, no sabía su nombre pero sin duda la ubicaba.
Sus ojos se abrieron más ante el alivio de ver que comenzaba a reaccionar. No dijo nada, solo la miraba, sonrió con calidez al ver que ya comenzaba articular palabras. - Aún está débil, no puedo dejarla a su suerte en este lugar. - Se acomodo un poco en el suelo duro. - Soy Meleis, nos vimos una vez en un domo, o eso creo. ¿Controla el agua, cierto? - Se atrevió a preguntar.
Como si no le importara sus advertencias sobre marcharse y que podría morir, se mantuvo allí, mientras sacaba algunas raciones de comida de su bolso y algo de aguardiente, a fin de entrar en calor, se los extendió a la chica. - Podría decir lo mismo, me buscan en el norte, así que es usted la que está con un prófugo. - aclaró, no le importaba a estas alturas que se supiera o no.
- Busco a mi hermana, su rastro me trajo a este lugar. - Dijo finalmente tras darle una mordida a un trozo de carne seca. - ¿Puedo preguntarle que ha sucedido aquí? - Sus orbes aguamarina miraron fijamente a los zafiros de la chica.
Lo último que recordaba era haber vomitado sangre en sobe la nieve, luego de eso todo fue sombras y voces lejanas.
Desperté en un sitio cerrado, estaba un poco perdida pero de cierta manera me sentía ¿mejor?
No sentía que quisiera morirme, si bien aún había cierta debilidad, las nauseas parecían haberse calmado. Me senté con lentitud para finalmente notar que a mi lado se hallaba un anciano.
Su voz suave, carrasposa, ese sonido me hizo recordar a Diaval, mi antiguo maestro, quizás me sentía sentimental por estar entre un velo y otro. - Fueron muy amables por brindarme su ayuda. ¿Cuál es su nombre, señor? - Hablé finalmente con cierta dificultad, necesitaba beber algo.
- ¿Puede decirme dónde estamos? Perdí el sentido de la orientación hace un buen trecho. - Aclaré antes de prestarle un poco más de atención. - ¿Se siente bien? - Lo miré con preocupación.
Sus ojos se abrieron más ante el alivio de ver que comenzaba a reaccionar. No dijo nada, solo la miraba, sonrió con calidez al ver que ya comenzaba articular palabras. - Aún está débil, no puedo dejarla a su suerte en este lugar. - Se acomodo un poco en el suelo duro. - Soy Meleis, nos vimos una vez en un domo, o eso creo. ¿Controla el agua, cierto? - Se atrevió a preguntar.
Como si no le importara sus advertencias sobre marcharse y que podría morir, se mantuvo allí, mientras sacaba algunas raciones de comida de su bolso y algo de aguardiente, a fin de entrar en calor, se los extendió a la chica. - Podría decir lo mismo, me buscan en el norte, así que es usted la que está con un prófugo. - aclaró, no le importaba a estas alturas que se supiera o no.
- Busco a mi hermana, su rastro me trajo a este lugar. - Dijo finalmente tras darle una mordida a un trozo de carne seca. - ¿Puedo preguntarle que ha sucedido aquí? - Sus orbes aguamarina miraron fijamente a los zafiros de la chica.
Meraxes
Lo último que recordaba era haber vomitado sangre en sobe la nieve, luego de eso todo fue sombras y voces lejanas.
Desperté en un sitio cerrado, estaba un poco perdida pero de cierta manera me sentía ¿mejor?
No sentía que quisiera morirme, si bien aún había cierta debilidad, las nauseas parecían haberse calmado. Me senté con lentitud para finalmente notar que a mi lado se hallaba un anciano.
Su voz suave, carrasposa, ese sonido me hizo recordar a Diaval, mi antiguo maestro, quizás me sentía sentimental por estar entre un velo y otro. - Fueron muy amables por brindarme su ayuda. ¿Cuál es su nombre, señor? - Hablé finalmente con cierta dificultad, necesitaba beber algo.
- ¿Puede decirme dónde estamos? Perdí el sentido de la orientación hace un buen trecho. - Aclaré antes de prestarle un poco más de atención. - ¿Se siente bien? - Lo miré con preocupación.
- Off:
- - [Meleis] Le da de comer a Helena. Uso del contenido del bolso de Explorador.
- Menciones de Diaval : [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]Cosas activasMeraxes:
En vuestros próximos dos temas vuestros pensamientos sobre otros pjs o pnjs que tengan que ver incluso mínimamente con algo de índole sexual derivarán a imaginar a éstos monstruos, llevándoos a experimentar algo que al resto asemejará los efectos de un ataque epiléptico durante unos segundos.Meraxes:
Halo venenoso [Maldición Contagiosa]
Al estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, han sido contagiados con una terrible plaga. Se trata de un terrible veneno maldito capaz de derretir los órganos internos de su portador causando una espantosa muerte. Lo bueno es que podrán librarse de este veneno sacrificando a otros dos personajes en dos temas o menos. El veneno será transferido a los dos primeros personajes sanos con los que tengan contacto, los cuales serán los nuevos portadores.
En cuanto hayan contagiado a dos personajes, quedarán sanos de este mal (a menos que sean contagiados de nuevo), pero sus dos víctimas tendrán que contagiar a otros dos para poder sanarse.
Para efectos de este tema, equipo adicional: (Disponibles en mi taller. Si alguno pide algo en este tema cobraré solo el costo creación.)Meraxes:
Capa de la Noche: [Capa] Especialmente diseñada para la oscuridad, permite que te sea casi imposible verte a más de dos metros de distancia si estás bajo sombras profundas e intentas ser sigiloso, incluso si la otra persona posee visión nocturna.
Botas Silenciosas: [Botas] Hechas de cuero, están especialmente diseñadas para no producir ruido al caminar, fortaleciendo las habilidades de sigilo del usuario.Meleis:
Ropas Comunes Superiores: No están pensadas para protección en batalla, sino para abrigar y vestir. Al ser de calidad Superior, poseen diseños elegantes que favorecen la interacción social. (Para el frío)[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Meleis escribió:Don Ancestral: [Mágica, 2 usos] Puedo convertirme en un dragón de hasta 4 metros (nariz a punta de la cola), lo que aumenta considerablemente mi resistencia. Puedo volver a forma humana a voluntad.(uso 1/2)
Habitante de los Cielos: Puedo volar en forma de dragón.
- Inventario:
- Collar de Zafiro [Encantamiento Pudor] - Cuello
- Medalla del exterminador [1 CARGA] - Pecho lado derecho.
- Pieza Metalica - Pecho lado izquierdo.
- Armadura Ligera Normal [Encantamiento Armadura Engañosa]
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Kit de Arcanos Regular. - Dentro de Bolso de Viajero. [L1]
- Látigo [Arma Flexible Superior - Encantamiento Castigo de Piedra] - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] [Armas Flexible Superior. Metal. Unidades: 2]
- Tónico del Jerbo - Bolso
- Llave Onírica - Bolso
- Ocarina - Bolso
- Kit de Curtiduría Inferior - Bolso [L2]
- Bomull (Cría de Gomejo)
- Caramelo de Jade. [Dentro de bolsa de viajero]
- Hongos de Lithe. [Cant. 1]] [Dentro de bolsa de viajero]
- Collar de Moneda Maliciosa de Elian [Cuello- Encantamiento Fuente de Luz]
-Trampa de Red [Dentro de bolsa de viajero] [L3]
- Peluche de bégimo. [Sin cargas]
- Brocheta de yak
-Huevo sorpresa. [Unidades: 1]
- Galleta de Humo.
- Néctar Kimil.
- Bolita de pétalos biusificados.
- Bomba Luminosa. [L4]
- Tatuaje de Niggu.
- Espejo Brújula.
- Bolitas Resbaladizas. [Dentro del Bolso] [L5]
- Voluntad de Terric.
- Poción de Recuperación (2)
- Trineo.
- Disfraz de Gomejo [Guardado]
- Garras Superiores.
- Ropas Comunes Superiores [Equipada]
- Escama de dragón marino [Unidades: 2]Outfit
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo][Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Separador:[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- Inventario Meleis:
- Garras Superiores
- Bolso del Explorador.
- Armadura de Fieras Normal. [A. Ligera / Encantamiento Pudor]
- Poción de Salud Concentrada. [Dentro del Bolso] [L6]
-Medicina multipropósito. [Dentro del Bolso]
- Disfraz de Gomejo [Guardado]
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Re: Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
-Vi a mucha gente en el domo.-Respondió la bruja al joven rubio-Pero había un grupo en especial que dieron ciertos problemas...-Esbozó una sonrisa ladina.-Sí, puede que tú estuvieras entre ellos.-Dijo, recordando casi por completo.
Ante la siguiente pregunta del joven, Helena miró al frente sin responder en primera instancia.
-Controlo el agua.-Admitió-Y el agua me controla a mí.-Esbozó otra sonrisa, entremezclando el sarcasmo con una realidad de la que no podía escapar. Y vaya si estaba harta de esa realidad.
La atmósfera del bosque se sumía en un silencio que solo era interrumpido por el susurro del viento entre los árboles. Un rayo de luz se filtraba tímidamente entre las hojas, iluminando el rostro de Helena y destacando el brillo en sus ojos cansados.
Un suspiro escapó de los labios de Helena, llevando consigo el peso de sus palabras no pronunciadas. Tantas historias ocultas entre líneas, tantos secretos que el bosque había presenciado pero nunca revelado. En ese momento, ambos compartían un instante de vulnerabilidad, un vínculo silencioso entre dos almas que habían conocido el peso de sus propias cargas.
-También estás con una prófuga, joven.-Le lanzó mirada y sonrisa cómplice.-Buscada en las Islas Illidenses y por toda Verisar.-Un dolor agudo apareció en su herida abdominal, y la bruja no pudo disimular el dolor. Aún así, continuó hablando.-No debería volver a pisar las tierras de sur, pero a veces me salen ciertos trabajos y una no vive del aire ni de sus investigaciones, por desgracia.-La incomodidad por la herida se reflejaba en su semblante, pero su determinación seguía firme.-Cosa que estaría bastante bien, sobretodo lo segundo.-Musitó. Eso alimentaría su ego de erudita, y no había cosa que la hiciera sentir más plena.
Ante la última pregunta de Meleis, Helena rechinó sus dientes y se mordió el labio inferior. Sabía perfectamente lo que había pasado, o al menos tenía trazos de visiones vívidas en sus recuerdos; sangre, matanza, gritos, agonía y gente desconocida muerta en el suelo. Su maldición había hecho acto de presencia la noche anterior, de lo que no se acordaba era de por qué. Tampoco es que hubiese un motivo fijo para ello, pero sí que habían elementos que condicionaban su aparición. Por ejemplo, uno de ellos era la luna llena. Otro elemento residía en su ánimo; mucho estrés o una ira incontrolable hacía que su corazón se congelase, literalmente.
Todo ello a causa de una vampiresa señora de la voz que la maldijo. La malnacida era poderosa, suerte que Helena acabara con ella, aunque como consecuencia se llevara la maldición...
Hay veces que Helena piensa que hubiese sido mejor ponerse de su lado o simplemente evitarla.
Volver a esos recuerdos la ponía tensa, y no ayudaba a que se calmara. Era mejor por el momento evitar pensar en ello y centrarse en cómo salir de allí con vida y sin que nadie buscase represalias por lo ocurrido la noche anterior.
-A una criminal no hay que preguntarle por lo que hizo la noche anterior, querido.-Miró a Meleis con cierta sorna.-¿Sabes qué aldea hay cercana? Pues bien, a ese lugar es donde NO debo ir. Tengo que ir en dirección contraria.-Dijo entre gestos de molestia tratando de levantarse apoyándose siempre en el tronco del árbol que le había servido en todo momento como respaldar.
Ante la siguiente pregunta del joven, Helena miró al frente sin responder en primera instancia.
-Controlo el agua.-Admitió-Y el agua me controla a mí.-Esbozó otra sonrisa, entremezclando el sarcasmo con una realidad de la que no podía escapar. Y vaya si estaba harta de esa realidad.
La atmósfera del bosque se sumía en un silencio que solo era interrumpido por el susurro del viento entre los árboles. Un rayo de luz se filtraba tímidamente entre las hojas, iluminando el rostro de Helena y destacando el brillo en sus ojos cansados.
Un suspiro escapó de los labios de Helena, llevando consigo el peso de sus palabras no pronunciadas. Tantas historias ocultas entre líneas, tantos secretos que el bosque había presenciado pero nunca revelado. En ese momento, ambos compartían un instante de vulnerabilidad, un vínculo silencioso entre dos almas que habían conocido el peso de sus propias cargas.
-También estás con una prófuga, joven.-Le lanzó mirada y sonrisa cómplice.-Buscada en las Islas Illidenses y por toda Verisar.-Un dolor agudo apareció en su herida abdominal, y la bruja no pudo disimular el dolor. Aún así, continuó hablando.-No debería volver a pisar las tierras de sur, pero a veces me salen ciertos trabajos y una no vive del aire ni de sus investigaciones, por desgracia.-La incomodidad por la herida se reflejaba en su semblante, pero su determinación seguía firme.-Cosa que estaría bastante bien, sobretodo lo segundo.-Musitó. Eso alimentaría su ego de erudita, y no había cosa que la hiciera sentir más plena.
Ante la última pregunta de Meleis, Helena rechinó sus dientes y se mordió el labio inferior. Sabía perfectamente lo que había pasado, o al menos tenía trazos de visiones vívidas en sus recuerdos; sangre, matanza, gritos, agonía y gente desconocida muerta en el suelo. Su maldición había hecho acto de presencia la noche anterior, de lo que no se acordaba era de por qué. Tampoco es que hubiese un motivo fijo para ello, pero sí que habían elementos que condicionaban su aparición. Por ejemplo, uno de ellos era la luna llena. Otro elemento residía en su ánimo; mucho estrés o una ira incontrolable hacía que su corazón se congelase, literalmente.
Todo ello a causa de una vampiresa señora de la voz que la maldijo. La malnacida era poderosa, suerte que Helena acabara con ella, aunque como consecuencia se llevara la maldición...
Hay veces que Helena piensa que hubiese sido mejor ponerse de su lado o simplemente evitarla.
Volver a esos recuerdos la ponía tensa, y no ayudaba a que se calmara. Era mejor por el momento evitar pensar en ello y centrarse en cómo salir de allí con vida y sin que nadie buscase represalias por lo ocurrido la noche anterior.
-A una criminal no hay que preguntarle por lo que hizo la noche anterior, querido.-Miró a Meleis con cierta sorna.-¿Sabes qué aldea hay cercana? Pues bien, a ese lugar es donde NO debo ir. Tengo que ir en dirección contraria.-Dijo entre gestos de molestia tratando de levantarse apoyándose siempre en el tronco del árbol que le había servido en todo momento como respaldar.
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El elfo anciano se quedó mirando al brujo con detenimiento, valorando la veracidad de sus palabras. A un elfo de su edad no era fácil mentirle, y era bien sabido por todos, al menos en las comunidades élficas, que nunca se debía mentir a un anciano. En primer lugar por el respeto hacia los mayores, y en segundo lugar porque había vivido tantos años, y más de uno o dos siglos en algunos casos, como para saber la veracidad de las cosas tan solo mirándolas de frente. En especial los ojos eran buenos relatores del alma de una persona.
El anciano elfo tenía una presencia imponente, con su figura esbelta pero llena de dignidad. Sus cabellos plateados caían en ondas hasta sus hombros, y sus ojos, de un azul claro y penetrante, brillaban con la sabiduría acumulada a lo largo de los siglos. Observó al brujo en silencio durante unos instantes, sopesando sus palabras y tratando de discernir la verdad detrás de su expresión.
Finalmente, el anciano elfo asintió lentamente, como si hubiera llegado a una conclusión.
-Tus palabras son sinceras, joven.-Dijo con voz serena pero firme.-Espero que me disculpes, pero los tiempos son difíciles y la confianza es un bien preciado que no podemos darnos el lujo de desperdiciar.
Ante las últimas palabras del brujo, el anciano intervino nuevamente.
-Tenemos un rastro.-Confirmó.-Hay sangre por los alrededores de la aldea que se pierden más allá del bosque. Quizás sea un superviviente, o quizás la monstruosidad que hizo todo esto...-
El anciano elfo tenía una presencia imponente, con su figura esbelta pero llena de dignidad. Sus cabellos plateados caían en ondas hasta sus hombros, y sus ojos, de un azul claro y penetrante, brillaban con la sabiduría acumulada a lo largo de los siglos. Observó al brujo en silencio durante unos instantes, sopesando sus palabras y tratando de discernir la verdad detrás de su expresión.
Finalmente, el anciano elfo asintió lentamente, como si hubiera llegado a una conclusión.
-Tus palabras son sinceras, joven.-Dijo con voz serena pero firme.-Espero que me disculpes, pero los tiempos son difíciles y la confianza es un bien preciado que no podemos darnos el lujo de desperdiciar.
Ante las últimas palabras del brujo, el anciano intervino nuevamente.
-Tenemos un rastro.-Confirmó.-Hay sangre por los alrededores de la aldea que se pierden más allá del bosque. Quizás sea un superviviente, o quizás la monstruosidad que hizo todo esto...-
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-Fey'san-Contestó el joven cazador ante la pregunta de la mujer de cabellos níveos.
Fey'san era un joven de aspecto fiero, con cabellos oscuros como la noche y ojos penetrantes que parecían escrutar el alma de cualquiera que se cruzara en su camino. Su complexión era atlética, marcada por años de entrenamiento y vida en los bosques. Vestía ropajes de cuero gastados por el tiempo y la acción, adornados con insignias de su clan y símbolos de su oficio como cazador.
A pesar de su juventud, Fey'san irradiaba una calma serena y una determinación implacable. Había visto batallas y luchado contra criaturas de pesadilla, y cada experiencia había forjado su carácter hasta convertirlo en un guerrero temible y respetado a pesar de su juventud.
-No fue nada.-Respondió el elfo al agradecimiento de la mujer de la cual aún no sabía quién era, por lo que se la quedó mirando sin acabar todavía la frase, esperando a que esta diese su nombre.
El rostro de Fey'san empezó a cobrar un tono pálido y sudoroso. Un pequeño malestar iba creciendo en él, pero no sabía identificar muy bien por qué.
Ante la pregunta de la mujer, el elfo torció el gesto y negó con la cabeza.
-No creo que sea nada, simplemente necesito descansar un momento.-Concluyó ese tema.-Estamos en Lith'riel, una pequeña aldea situada en las Runas de los Baldíos. En realidad no está en dicho lugar, pero estamos tan cerca que prácticamente nos separan un par de caminos de ese territorio.-Se acomodó un poco en su posición, intentando que ese malestar remitiese de algún modo.-Esta aldea era bastante tranquila. Me extraña todo lo que ha pasado.-Un gesto de preocupación se apoderó de su rostro.-Tú... Usted.-Se corrigió.-¿Qué hacía aquí? ¿Vio algo extraño al llegar?-Preguntó, interesado en cualquier respuesta que la mujer de cabellos níveos pudiera dar.-Nosotros al llegar sentimos frío. Pero no el frío matutino que envuelve al bosque cada día, si no algo más sobrenatural... o artificial. No sé cómo describirlo. Se dice que ciertos espíritus de mujeres que han sufrido dolorosas tragedias vagan por los bosques en busca de venganza... pero, eso es solo una invención humana, ¿Verdad? Ni Imbar, ni Anar, ni Isil, ni O'nir permitirían eso... Creo.-Torció de nuevo el gesto y soltó un suspiro.-Supongo que es culpa nuestra. Matamos a todo el que entra en nuestro territorio, entonces es normal que luego vengan reclamando venganza...-Concluyó con un tono cargado de agonía.
Fey'san era un joven de aspecto fiero, con cabellos oscuros como la noche y ojos penetrantes que parecían escrutar el alma de cualquiera que se cruzara en su camino. Su complexión era atlética, marcada por años de entrenamiento y vida en los bosques. Vestía ropajes de cuero gastados por el tiempo y la acción, adornados con insignias de su clan y símbolos de su oficio como cazador.
A pesar de su juventud, Fey'san irradiaba una calma serena y una determinación implacable. Había visto batallas y luchado contra criaturas de pesadilla, y cada experiencia había forjado su carácter hasta convertirlo en un guerrero temible y respetado a pesar de su juventud.
-No fue nada.-Respondió el elfo al agradecimiento de la mujer de la cual aún no sabía quién era, por lo que se la quedó mirando sin acabar todavía la frase, esperando a que esta diese su nombre.
El rostro de Fey'san empezó a cobrar un tono pálido y sudoroso. Un pequeño malestar iba creciendo en él, pero no sabía identificar muy bien por qué.
Ante la pregunta de la mujer, el elfo torció el gesto y negó con la cabeza.
-No creo que sea nada, simplemente necesito descansar un momento.-Concluyó ese tema.-Estamos en Lith'riel, una pequeña aldea situada en las Runas de los Baldíos. En realidad no está en dicho lugar, pero estamos tan cerca que prácticamente nos separan un par de caminos de ese territorio.-Se acomodó un poco en su posición, intentando que ese malestar remitiese de algún modo.-Esta aldea era bastante tranquila. Me extraña todo lo que ha pasado.-Un gesto de preocupación se apoderó de su rostro.-Tú... Usted.-Se corrigió.-¿Qué hacía aquí? ¿Vio algo extraño al llegar?-Preguntó, interesado en cualquier respuesta que la mujer de cabellos níveos pudiera dar.-Nosotros al llegar sentimos frío. Pero no el frío matutino que envuelve al bosque cada día, si no algo más sobrenatural... o artificial. No sé cómo describirlo. Se dice que ciertos espíritus de mujeres que han sufrido dolorosas tragedias vagan por los bosques en busca de venganza... pero, eso es solo una invención humana, ¿Verdad? Ni Imbar, ni Anar, ni Isil, ni O'nir permitirían eso... Creo.-Torció de nuevo el gesto y soltó un suspiro.-Supongo que es culpa nuestra. Matamos a todo el que entra en nuestro territorio, entonces es normal que luego vengan reclamando venganza...-Concluyó con un tono cargado de agonía.
_____________________________________________________________
Off:
Raven, mi idea es que los cazadores den con Helena y Meleis tan rápido que no les de tiempo a escapar, así que en tu siguiente post puedes rolear que ya los encuentras si quieres. Si no, no te preocupes, puedes tirar a donde dé tu imaginación. Lo primero que quiero es la libertad de cada cual para desarrollar el tema.
Merax, igualmente, tienes libertad total para desarrollar el tema por donde plazcas.
Helena Rhodes
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Re: Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Meleis
Aquella chica podría decirse que había tenido la suerte de encontrarse a alguien tan empático como lo era Meleis. Él tan amable, sabía cómo conectar con las personas.
La escuchó en silencio y con paciencia, después de todo estaba herida y necesitaba tiempo para poder reponerse. Soltó una muy leve risa al escuchar sobre el grupo problemático, no tenía pruebas pero tampoco dudas que se trataba de sus compañeros y su hermana, solían ser bastante alborotados. Siguió así prestando atención a cada palabra. Llegó al punto en que que también ella confesaba ser una fugitiva. - Todos tenemos nuestros propios demonios, señorita. No soy quien para juzgar a alguien, cometer errores es nuestro día a día. - Reflexionó el chico al verla algo tensa.
Meleis, no tenía ni la menor idea de dónde se encontraba y mucho menos si había o no una aldea cercana allí, la mujer no parecía querer responder aquella pregunta tras su último comentario. Al verla intentar levantarse fue hacia ella en afán de querer ayudarla. Se agachó de espaldas a ella en señal de que subiera. - Puedo ayudarla, la poción tardará en hacer efecto. Sólo dígame hacia donde y la llevaré, con algo de suerte mi hermana estará en el camino. - La miró de reojo esperando que aceptara su petición y no se sintiera ofendida.
Fey'san, era el nombre de aquel elfo joven que emanaba sabiduría, la verdad no estaba acostumbrada a lidiar con ese tipo de elfos, la mayoría de los que conocía eran tan impredecibles como yo. - Me gustaría decir que es un placer conocerlo pero ante las condiciones actuales es algo complicado. Soy Meraxes Balerion, señor. - Respondí al notar que su cara me decía muchas cosas y era mejor no faltarle el respeto a la persona que me había salvado.
El elfo no tardó en contar la historia de lo que había sucedido en aquel lugar, me limité a negar con la cabeza ante su pregunta de si había visto algo. La verdad no podía ayudarlo, la enfermedad, cuyos efectos parecían haber mermado, me carcomía cada centímetro de mi ser al punto de perder todo sentido de la orientación y el tiempo. - Los dioses a veces suelen ponernos retos complicados, no sé si para enseñarnos cosas o solo por mero placer. Tal vez un poco de ambos. - Me coré al ver que el estado del elfo comenzaba a empeorar. - No estás bien... - Me acerqué rasgando un poco la tela de mi capa con las garras a fin de secar su frente. - Creo que esto es mi culpa.
- ¿A qué se refiere...? - Por un momento pareció ser presa de cierto terror ante la posibilidad de que yo fuera parte de semejante desastre del que me hablaba.
- No hablo del desastre de allá afuera solo para aclarar, pero seguro sabrá de la historia, el mal norte... pues algo parecido o tal vez lo mismo está trayendo consigo esta desgracia. - Seguí secando su frente. - Ahora lo recuerdo, vine a las tierras élficas a buscar ayuda para esto, no pensé que lo contagiaría tan rápido. ¡Mierda! - Apreté los dientes, sentía una gran frustración, no quería cargar con el peso de muertes inocentes por un descuido.
Ni siquiera tenía punto de partida para lidia con aquel problema, volver al norte no era una opción, si buscaban a Meleis seguramente a mí también, me matarían antes de siquiera cruzar las puertas de la ciudad. Y por si fuera poco él había hablado de frío y espectros. ¿Oniría había vuelto?
- Necesitamos un sacerdote... ¿Dónde puedo encontrar uno? ¿No puedes usar tus manos mágicas contigo? - Pregunté ya comenzando a desesperarme. -
La escuchó en silencio y con paciencia, después de todo estaba herida y necesitaba tiempo para poder reponerse. Soltó una muy leve risa al escuchar sobre el grupo problemático, no tenía pruebas pero tampoco dudas que se trataba de sus compañeros y su hermana, solían ser bastante alborotados. Siguió así prestando atención a cada palabra. Llegó al punto en que que también ella confesaba ser una fugitiva. - Todos tenemos nuestros propios demonios, señorita. No soy quien para juzgar a alguien, cometer errores es nuestro día a día. - Reflexionó el chico al verla algo tensa.
Meleis, no tenía ni la menor idea de dónde se encontraba y mucho menos si había o no una aldea cercana allí, la mujer no parecía querer responder aquella pregunta tras su último comentario. Al verla intentar levantarse fue hacia ella en afán de querer ayudarla. Se agachó de espaldas a ella en señal de que subiera. - Puedo ayudarla, la poción tardará en hacer efecto. Sólo dígame hacia donde y la llevaré, con algo de suerte mi hermana estará en el camino. - La miró de reojo esperando que aceptara su petición y no se sintiera ofendida.
Meraxes
Fey'san, era el nombre de aquel elfo joven que emanaba sabiduría, la verdad no estaba acostumbrada a lidiar con ese tipo de elfos, la mayoría de los que conocía eran tan impredecibles como yo. - Me gustaría decir que es un placer conocerlo pero ante las condiciones actuales es algo complicado. Soy Meraxes Balerion, señor. - Respondí al notar que su cara me decía muchas cosas y era mejor no faltarle el respeto a la persona que me había salvado.
El elfo no tardó en contar la historia de lo que había sucedido en aquel lugar, me limité a negar con la cabeza ante su pregunta de si había visto algo. La verdad no podía ayudarlo, la enfermedad, cuyos efectos parecían haber mermado, me carcomía cada centímetro de mi ser al punto de perder todo sentido de la orientación y el tiempo. - Los dioses a veces suelen ponernos retos complicados, no sé si para enseñarnos cosas o solo por mero placer. Tal vez un poco de ambos. - Me coré al ver que el estado del elfo comenzaba a empeorar. - No estás bien... - Me acerqué rasgando un poco la tela de mi capa con las garras a fin de secar su frente. - Creo que esto es mi culpa.
- ¿A qué se refiere...? - Por un momento pareció ser presa de cierto terror ante la posibilidad de que yo fuera parte de semejante desastre del que me hablaba.
- No hablo del desastre de allá afuera solo para aclarar, pero seguro sabrá de la historia, el mal norte... pues algo parecido o tal vez lo mismo está trayendo consigo esta desgracia. - Seguí secando su frente. - Ahora lo recuerdo, vine a las tierras élficas a buscar ayuda para esto, no pensé que lo contagiaría tan rápido. ¡Mierda! - Apreté los dientes, sentía una gran frustración, no quería cargar con el peso de muertes inocentes por un descuido.
Ni siquiera tenía punto de partida para lidia con aquel problema, volver al norte no era una opción, si buscaban a Meleis seguramente a mí también, me matarían antes de siquiera cruzar las puertas de la ciudad. Y por si fuera poco él había hablado de frío y espectros. ¿Oniría había vuelto?
- Necesitamos un sacerdote... ¿Dónde puedo encontrar uno? ¿No puedes usar tus manos mágicas contigo? - Pregunté ya comenzando a desesperarme. -
- Off:
- - [Meleis] Le da de comer a Helena. Uso del contenido del bolso de Explorador.
- Menciones de Diaval : [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]Cosas activasMeraxes:
En vuestros próximos dos temas vuestros pensamientos sobre otros pjs o pnjs que tengan que ver incluso mínimamente con algo de índole sexual derivarán a imaginar a éstos monstruos, llevándoos a experimentar algo que al resto asemejará los efectos de un ataque epiléptico durante unos segundos.Meraxes:
Halo venenoso [Maldición Contagiosa]
Al estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, han sido contagiados con una terrible plaga. Se trata de un terrible veneno maldito capaz de derretir los órganos internos de su portador causando una espantosa muerte. Lo bueno es que podrán librarse de este veneno sacrificando a otros dos personajes en dos temas o menos. El veneno será transferido a los dos primeros personajes sanos con los que tengan contacto, los cuales serán los nuevos portadores.
En cuanto hayan contagiado a dos personajes, quedarán sanos de este mal (a menos que sean contagiados de nuevo), pero sus dos víctimas tendrán que contagiar a otros dos para poder sanarse.
Para efectos de este tema, equipo adicional: (Disponibles en mi taller. Si alguno pide algo en este tema cobraré solo el costo creación.)Meraxes:
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Ropas Comunes Superiores: No están pensadas para protección en batalla, sino para abrigar y vestir. Al ser de calidad Superior, poseen diseños elegantes que favorecen la interacción social. (Para el frío)[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Meleis escribió:Don Ancestral: [Mágica, 2 usos] Puedo convertirme en un dragón de hasta 4 metros (nariz a punta de la cola), lo que aumenta considerablemente mi resistencia. Puedo volver a forma humana a voluntad.(uso 1/2)
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- Inventario:
- Collar de Zafiro [Encantamiento Pudor] - Cuello
- Medalla del exterminador [1 CARGA] - Pecho lado derecho.
- Pieza Metalica - Pecho lado izquierdo.
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- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Kit de Arcanos Regular. - Dentro de Bolso de Viajero. [L1]
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- Caramelo de Jade. [Dentro de bolsa de viajero]
- Hongos de Lithe. [Cant. 1]] [Dentro de bolsa de viajero]
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-Trampa de Red [Dentro de bolsa de viajero] [L3]
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-Huevo sorpresa. [Unidades: 1]
- Galleta de Humo.
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- Bolita de pétalos biusificados.
- Bomba Luminosa. [L4]
- Tatuaje de Niggu.
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- Voluntad de Terric.
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Re: Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Claro que lo son... Y comprendo que sea desconfiado de alguien de mi raza. - El brujo miró al frente. - Los conflictos entre mi raza y los elfos son de hace mucho tiempo. Soy alguien con un pensamiento moderno en el que hay que ver el actuar de alguien antes de criticar su raza. Pero ese es un tema que quizá luego podamos discutir con una taza de café. - Dijo mirando al frente.
Los pasos de aquel grupo los llevaron a un rastro de sangre, el cual el elfo anciano acotó que podía ser de algún superviviente, o incluso del causante de esta tragedia. - Así es. - El pelinegro se agachó y tentó aquel rastro un momento. El no era el mejor rastreador, para eso tenía seguidores mucho más eficaces. - Continuemos. No queremos perder esta pista. - Hecho esto el brujo comenzó a apresurar un poco su paso. Incluso adelantando por algunos pasos al grupo del anciano elfo.
Una vez que adentraron un poco en el bosque. Sus ojos divisaron a lo lejos a alguien. En un inicio parecía que llevaba consigo equipaje pesado. - Veo a alguien. - Dijo volviendo a aumentar el ritmo de sus pasos. Pero al acercarse a aquella sombra, pudo apreciar que se trataba de alguien cargando a alguien más. Podría ser que el destino fuese caprichoso, pero al estar más cerca, pudo percibir un éter, notablemente debilitado, pero familiar en ese par.
Cuando les dio alcance decidió alzar un poco la voz. - ¡Alto ahí caminantes! - Dijo mirando a un joven de gran estatura y cabellos de color rubio cenizo, cargando a una mujer de cabellos rubios, pero más dorados que los del muchacho. - Se que llevas a alguien herido pero. Podríamos ayudar ¿Sabes? - Mencionó el brujo al joven, mientras que el grupo de elfos terminó dándoles alcance. No alcanzaba a ver el rostro de la mujer. Pero sabía perfectamente de quien se trataba. ¿Ella podría reconocer a Raven? Por supuesto que sí ¿Quién podría olvidar al gran brujo Raven Redstone? - ¿O acaso cultan algo? - Preguntó con una sonrisa ladina, mirando a la mujer. - ¿Será posible que ella...? - La mente del brujo comenzaba a maquinar muchas cosas, y el deseaba respuestas.
Los pasos de aquel grupo los llevaron a un rastro de sangre, el cual el elfo anciano acotó que podía ser de algún superviviente, o incluso del causante de esta tragedia. - Así es. - El pelinegro se agachó y tentó aquel rastro un momento. El no era el mejor rastreador, para eso tenía seguidores mucho más eficaces. - Continuemos. No queremos perder esta pista. - Hecho esto el brujo comenzó a apresurar un poco su paso. Incluso adelantando por algunos pasos al grupo del anciano elfo.
Una vez que adentraron un poco en el bosque. Sus ojos divisaron a lo lejos a alguien. En un inicio parecía que llevaba consigo equipaje pesado. - Veo a alguien. - Dijo volviendo a aumentar el ritmo de sus pasos. Pero al acercarse a aquella sombra, pudo apreciar que se trataba de alguien cargando a alguien más. Podría ser que el destino fuese caprichoso, pero al estar más cerca, pudo percibir un éter, notablemente debilitado, pero familiar en ese par.
Cuando les dio alcance decidió alzar un poco la voz. - ¡Alto ahí caminantes! - Dijo mirando a un joven de gran estatura y cabellos de color rubio cenizo, cargando a una mujer de cabellos rubios, pero más dorados que los del muchacho. - Se que llevas a alguien herido pero. Podríamos ayudar ¿Sabes? - Mencionó el brujo al joven, mientras que el grupo de elfos terminó dándoles alcance. No alcanzaba a ver el rostro de la mujer. Pero sabía perfectamente de quien se trataba. ¿Ella podría reconocer a Raven? Por supuesto que sí ¿Quién podría olvidar al gran brujo Raven Redstone? - ¿O acaso cultan algo? - Preguntó con una sonrisa ladina, mirando a la mujer. - ¿Será posible que ella...? - La mente del brujo comenzaba a maquinar muchas cosas, y el deseaba respuestas.
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Re: Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Fey'san se sentía débil, y mientras Meraxes explicaba la situación de forma rápida y concisa, el elfo se miraba las manos, buscando algún indicio de su enfermedad en su tonalidad. Aunque no encontró nada fuera de lo común en su piel, sí percibía un malestar creciente en su interior.
-¿Usted está enferma, señorita?-preguntó, su voz tintineaba con un toque de temor. La rapidez con la que la enfermedad se había propagado lo dejaba perplejo.-¿Cómo es posible que el contagio haya sido tan rápido?-Se sentía hasta los músculos con dolor, y los huesos parecían que iban a desintegrarse. Por no hablar de su estómago y garganta, que más pronto que tarde serían protagonistas.
Los síntomas lo abrumaban: dolores musculares, una sensación de desintegración en los huesos, y un malestar creciente en el estómago y la garganta, aunque las manos curativas de los elfos eran un don común que quizás paliaría su dolencia. La luz mágica que irradiaba de sus manos lo envolvió con una calidez reconfortante, deteniendo temporalmente los síntomas, pero una inquietud persistente seguía acechándolo. Quizás tenía que ver con la maldición que había caído sobre aquel lugar la noche anterior.
-Estamos algo lejos de la próxima aldea élfica.-Negó con la cabeza ante la pregunta de Meraxes sobre si había un sacerdote cerca.-Si se adentra en el bosque, no tardará en encontrar una.-Señaló hacia una dirección concreta; el noroeste.-¿Podrá llegar en su estado?
Había algo que Fey'san no dijo en voz alta pero sí que se le pasó por su mente, haciéndose una pregunta a sí mismo; "¿Podré llegar yo?". Estar de pie en ese momento sería una tarea imposible.
Curiosamente, en cuanto Fey'san empeoró, Meraxes pareció mejorar.
-¿Usted está enferma, señorita?-preguntó, su voz tintineaba con un toque de temor. La rapidez con la que la enfermedad se había propagado lo dejaba perplejo.-¿Cómo es posible que el contagio haya sido tan rápido?-Se sentía hasta los músculos con dolor, y los huesos parecían que iban a desintegrarse. Por no hablar de su estómago y garganta, que más pronto que tarde serían protagonistas.
Los síntomas lo abrumaban: dolores musculares, una sensación de desintegración en los huesos, y un malestar creciente en el estómago y la garganta, aunque las manos curativas de los elfos eran un don común que quizás paliaría su dolencia. La luz mágica que irradiaba de sus manos lo envolvió con una calidez reconfortante, deteniendo temporalmente los síntomas, pero una inquietud persistente seguía acechándolo. Quizás tenía que ver con la maldición que había caído sobre aquel lugar la noche anterior.
-Estamos algo lejos de la próxima aldea élfica.-Negó con la cabeza ante la pregunta de Meraxes sobre si había un sacerdote cerca.-Si se adentra en el bosque, no tardará en encontrar una.-Señaló hacia una dirección concreta; el noroeste.-¿Podrá llegar en su estado?
Había algo que Fey'san no dijo en voz alta pero sí que se le pasó por su mente, haciéndose una pregunta a sí mismo; "¿Podré llegar yo?". Estar de pie en ese momento sería una tarea imposible.
Curiosamente, en cuanto Fey'san empeoró, Meraxes pareció mejorar.
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[justify]Helena observó a Meleis con cierta reticencia ante su oferta de cargarla. Normalmente, rechazaba cualquier ayuda externa y prefería mantener sus asuntos personales al margen de los demás. Sin embargo, los vendajes ajustados en su abdomen le dificultaban la respiración, y la persistente punzada de la herida bajo ellos no daba tregua. A pesar de la poción que Meleis le había dado, el alivio no llegaba tan rápido como esperaba, y temía desfallecer en cualquier momento, ya fuera por el agotamiento o el dolor.
Finalmente, con un gesto de resignación, la bruja asintió y permitió que el joven rubio la cargara en brazos. Aunque su orgullo se resistía a ceder, reconocía que en ese momento necesitaba ayuda más de lo que estaba dispuesta a admitir.
-¿Y dónde está tu hermana?-La pregunta de Helena fue directa, sin rodeos, mientras se dejaba llevar en brazos por Meleis. Observó al joven con detenimiento, escudriñando sus rasgos para asegurarse de que no era elfo.-No eres elfo. Y todo el que no sea elfo no suele ser bien recibido en estos bosques.-Comentó con cierto interés.
Esperó a que respondiese, y tras eso, decidió hablar de temas más intrascendentes para no perpetuar un silencio incómodo y pensar en demasía que estaba siendo ayudada por un extraño visiblemente más joven que ella. Si Meleis decidía preguntar por algún tema personal o relacionado con lo ocurrido debido a su estado, ella simplemente negaría con la cabeza y omitiría su respuesta.
De repente, una presencia más se hizo notar en el lugar, proveniente del camino opuesto al que ellos seguían. La voz de un hombre, extrañamente familiar para Helena, resonó en el aire. Cuando ella dirigió su mirada hacia él, sus ojos se abrieron de par en par. Una oleada de reconocimiento la invadió, y su corazón dio un brinco en su pecho, latiendo con una fuerza desbordante que parecía querer escapar. Helena sintió un cosquilleo eléctrico recorrer todas sus extremidades, y un impulso antinatural de huir del lugar la invadió.
Con nerviosismo y premura, Helena se apartó de Meleis y se puso de pie, intentando mantener una postura lo más erguida posible frente al recién llegado. Lo conocía demasiado bien: Raven Redstone, su antiguo maestro. Él le había enseñado todo lo que necesitaba saber sobre el arte del parkour, la lucha callejera y el manejo de las dagas. Fue él quien la instruyó en el arte de moverse con la gracia de un felino en la oscuridad, y quien la entrenó en el oscuro oficio del asesinato, un conocimiento que le permitió sobrevivir en un mundo implacable. Raven Redstone fue todo eso para ella, además de su primer amor.
-De todos los bosques, caminos, rincones, y lugares de este maldito mundo...-comenzó, tensa.-¿¡Has tenido que aparecer aquí!?-El dolor de su herida se hizo presente, obligándola a encorvarse ligeramente, pero su orgullo era más fuerte, incluso más que ella misma, y la impulsó a enderezarse.
Más hombres, elfos, vinieron tras Raven. Se quedaron mirando tanto a ella como a Meleis, extrañados.
-¿Quiénes son?-Preguntó el anciano.-¿También necesitáis ayuda?
El hecho de que fueran elfos complicaba las cosas para Helena. Podía engañar a cualquier persona que se cruzara en su camino, pero si empezaban a investigar o si su maldición se activaba por cualquier motivo, estaría perdida, y dudaba que esta vez, en su estado, sobreviviera. Y más con Raven presente.
Otro latido de su corazón saltó, y Helena sintió como si el órgano fuera a salirse por su boca.
-¡No necesito ayuda de nadie!-Exclamó, casi en un grito.-¡Marchaos!
-El rastro de sangre...-Comentó el anciano, fijándose en las vendas de Helena.-¿Eres tú? ¿Has sobrevivido a...?-Entonces, el anciano, veterano y curtido en mil experiencias en la vida miró a sus ojos. Los ojos de Raven no mentían, pero los de Helena sí que ocultaban algo.-¿Has sido tú?-Preguntó en un tono más calmado y serio.
El cuerpo de Helena se tensó aún más. El anciano se aproximó a ella, y, a pesar de que ella retrocedió un paso, no pudo evitar que el elfo veterano la alcanzara y le agarrara del brazo, mirándola una vez más a los ojos.
-¿Has matado a toda esa gente en la aldea?
Otro latido más que se saltó. La mirada de Raven incrustada en ella. Meleis en su espalda. Los demás elfos preparándose para capturarla en cuanto el anciano diera una orden. Y ese agarre del brazo era demasiado tenaz, tanto que sintió como si el propio brazo, tras los constantes y fuertes bombeos de su corazón, fuese a explotar. Entonces, sus venas se empezaron a marcar, su piel se volvió más pálida de lo normal, un frío sobrenatural invadió el lugar, el cabello cambió su tonalidad a un azul profundo como el océano, y sus ojos se volvieron completamente blancos [1].
Su gesto asustado y tenso pasó a constreñirse, mostrando una furia irracional. El agarre del anciano se volvió más débil, producto de que él mismo quiso soltar a la mujer ante la impresión que le causó presenciar aquella transformación. Pero antes de que pudiera liberar su brazo, Helena llevó la mano que guardaba la daga oculta en el antebrazo al cuello del elfo veterano y activó su mecanismo con un simple movimiento de muñeca. La hoja penetró rápida y de forma limpia en el cuello del hombre, dejándolo caer entre borbotones de sangre mientras él se llevaba las manos al cuello, intentando arreglar algo que era imposible.
Y entonces Helena gritó. Gritó un profundo lamento lleno de ira con su corazón congelado. Su mirada ahora se fijó en Raven, iracunda.
_________________________________________________________________
Off;
-Maldición activada [1] --> Corazón de Hielo: Debido a que llevó sus habilidades al límite, sumado a los encantamientos de la vampiresa de nombre Karina Ragnhild, una señora de la voz, Helena sufrirá la maldición Corazón de Hielo.
Las situaciones de estrés ponen a prueba su cordura. Sentirá la furia incontrolable e incapaz de saciar que caracteriza las víctimas de Karina. Al mismo tiempo, y como señal de estrés, su corazón se congelará, enfriando todo su cuerpo y ofreciéndole un aspecto helado.
Raven, ¿Un intercambio de golpes, o tienes algo mejor pensado en mente? Eres libre de proceder como gustes.
Helena Rhodes
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Re: Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Meleis
Por un momento pensó en que no accedería al apoyo, pero por suerte se terminó colgando en la espalda de chico mientras este la sostenía bien de las piernas y comenzaban a avanzar. No quiso decir nada, le respetó el hecho de que no quisiera conversar, aunque para cuando ella rompió el silencio, negó levemente con la cabeza. - No lo sé, pero no debe estar lejos, antes de cruzar la frontera unos aldeanos dijeron haberla visto, al menos alguien con si descripción. - Explicó con cierto aire de tristeza. - No tengo problemas con los elfos, y no quisiera tenerlos, espero que entiendan que solo busco a mi hermana. Además está enferma... - agregó a la información que le proporcionaba. -
- ¿Cómo te sientes? Lamento no haber tenido algo más potente. No sabía que iba a encontrarme con alguien tan herido como tu. - reía mientras acomodaba un poco Helena las veces en que sus pies se hundían en la tierra húmeda. - ¿Tienes familia?
No sabía si iba a responder esas preguntas pero ya que ella había decidió conversar esperaba no ser muy intrusivo. No obstante, las cosas no tardaron en complicarse, un grupo de elfos los había interceptado. Helena, no tardó en apartarse de él. Ella parecía bastante afectada por encontrarse con ellos y en especial con aquel hombre de cabello oscuro.
Antes e que pudiera intervenir para mediar entre ambos, las cosas solo empeoraron aún más. Y justo a un lado de él una mujer de hielo se hacía presente. - ¿Señorita...? - No sabía cómo llamarla, nunca le había dicho su nombre.
Su primer instinto fue colocarse entre ambos. - ¡Alto! ¡Podemos evitar una lucha innecesaria! - No sabía qué estaba haciendo y porque pensó que podía, pero tampoco estaba indefenso siempre podía optar por el plab B si las cosas se ponían feas, el asunto era que no podía darle la espalda a la chica luego de haberla sanado.
Me sentía bastante mal por él, no había sido mi intención que se contagiara por mi causa. No sabía cómo explicarle eso, ni yo misma entendía el por qué nos habíamos contagiado o cómo, más allá de saber que fue Dundarak. Solo había escuchado leyendas de aquella enfermedad, ni en mis sueños más locos pensé en padecerla, después de todo no había ninguna cura conocida.
- En verdad lo siento mucho. - Volví a repetir con notable arrepentimiento. ¿Cómo podría ayudarlo ahora? Tal vez algún elfo con grandes habilidades sanadoras, o un milagro, aunque eso estaba más difícil. Además por lo que decía estaba bastante lejos de la aldea más cercana, las cosas se complicaban, no era tan veloz en el hielo.
- ¿Mi estado? Es el suyo el que me preocupa. - Respondí de inmediato. De pronto había tenido una idea. - En seguida vuelvo. - Fueron las siguientes palabras antes de salir al exterior. Algo debía servir para usar como vehículo, algo que soportara el terreno, y de preferencia con ruedas.
- ¡Ahí está! - Era pequeño, pero servía para trasladar a una persona. Lo arrastré hasta la entrada. - Nos vamos. Iremos a esa aldea juntos. -
- ¿Qué? - El elfo parecía confundido además de su notable estado caótico de salud.
Lo ayudé a reincorporarse y con pasos lentos tratar de llegar a la carretilla que había hallad, seguramente era para transportar rocas, o vegetales, o una persona hecha bolita como lo que tenía pensado hacer. Tras acostarlo, o por lo menos acomodarlo lo bastante bien para que no estuviera colgando de aquí para allá, saqué de mi bolsa el saco de dormir, me quité la capa y saqué la cuerda para amarrarlo firme y que alguna roca, raíz, insecto o entidad de dudosa procedencia lo tumbara. . - ¿Hacia dónde está la aldea? - Pregunté con urgencia al terminar de asegurarlo a él en el trineo.
Por... allá. - Señaló tembloroso hacia donde debíamos ir. No perdí el tiempo y comencé a empujar con toda mi fuerza, esperaba llegar a tiempo.
- ¿Cómo te sientes? Lamento no haber tenido algo más potente. No sabía que iba a encontrarme con alguien tan herido como tu. - reía mientras acomodaba un poco Helena las veces en que sus pies se hundían en la tierra húmeda. - ¿Tienes familia?
No sabía si iba a responder esas preguntas pero ya que ella había decidió conversar esperaba no ser muy intrusivo. No obstante, las cosas no tardaron en complicarse, un grupo de elfos los había interceptado. Helena, no tardó en apartarse de él. Ella parecía bastante afectada por encontrarse con ellos y en especial con aquel hombre de cabello oscuro.
Antes e que pudiera intervenir para mediar entre ambos, las cosas solo empeoraron aún más. Y justo a un lado de él una mujer de hielo se hacía presente. - ¿Señorita...? - No sabía cómo llamarla, nunca le había dicho su nombre.
Su primer instinto fue colocarse entre ambos. - ¡Alto! ¡Podemos evitar una lucha innecesaria! - No sabía qué estaba haciendo y porque pensó que podía, pero tampoco estaba indefenso siempre podía optar por el plab B si las cosas se ponían feas, el asunto era que no podía darle la espalda a la chica luego de haberla sanado.
Meraxes
Me sentía bastante mal por él, no había sido mi intención que se contagiara por mi causa. No sabía cómo explicarle eso, ni yo misma entendía el por qué nos habíamos contagiado o cómo, más allá de saber que fue Dundarak. Solo había escuchado leyendas de aquella enfermedad, ni en mis sueños más locos pensé en padecerla, después de todo no había ninguna cura conocida.
- En verdad lo siento mucho. - Volví a repetir con notable arrepentimiento. ¿Cómo podría ayudarlo ahora? Tal vez algún elfo con grandes habilidades sanadoras, o un milagro, aunque eso estaba más difícil. Además por lo que decía estaba bastante lejos de la aldea más cercana, las cosas se complicaban, no era tan veloz en el hielo.
- ¿Mi estado? Es el suyo el que me preocupa. - Respondí de inmediato. De pronto había tenido una idea. - En seguida vuelvo. - Fueron las siguientes palabras antes de salir al exterior. Algo debía servir para usar como vehículo, algo que soportara el terreno, y de preferencia con ruedas.
- ¡Ahí está! - Era pequeño, pero servía para trasladar a una persona. Lo arrastré hasta la entrada. - Nos vamos. Iremos a esa aldea juntos. -
- ¿Qué? - El elfo parecía confundido además de su notable estado caótico de salud.
Lo ayudé a reincorporarse y con pasos lentos tratar de llegar a la carretilla que había hallad, seguramente era para transportar rocas, o vegetales, o una persona hecha bolita como lo que tenía pensado hacer. Tras acostarlo, o por lo menos acomodarlo lo bastante bien para que no estuviera colgando de aquí para allá, saqué de mi bolsa el saco de dormir, me quité la capa y saqué la cuerda para amarrarlo firme y que alguna roca, raíz, insecto o entidad de dudosa procedencia lo tumbara. . - ¿Hacia dónde está la aldea? - Pregunté con urgencia al terminar de asegurarlo a él en el trineo.
Por... allá. - Señaló tembloroso hacia donde debíamos ir. No perdí el tiempo y comencé a empujar con toda mi fuerza, esperaba llegar a tiempo.
- Off:
- - [Meleis] Pos lo pongo en medio por el drama (?)
- [Meraxes] Hago uso de Trineo y Bolso de Explorador.Meraxes:
En vuestros próximos dos temas vuestros pensamientos sobre otros pjs o pnjs que tengan que ver incluso mínimamente con algo de índole sexual derivarán a imaginar a éstos monstruos, llevándoos a experimentar algo que al resto asemejará los efectos de un ataque epiléptico durante unos segundos.Meraxes:
Halo venenoso [Maldición Contagiosa]
Al estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, han sido contagiados con una terrible plaga. Se trata de un terrible veneno maldito capaz de derretir los órganos internos de su portador causando una espantosa muerte. Lo bueno es que podrán librarse de este veneno sacrificando a otros dos personajes en dos temas o menos. El veneno será transferido a los dos primeros personajes sanos con los que tengan contacto, los cuales serán los nuevos portadores.
En cuanto hayan contagiado a dos personajes, quedarán sanos de este mal (a menos que sean contagiados de nuevo), pero sus dos víctimas tendrán que contagiar a otros dos para poder sanarse.
Para efectos de este tema, equipo adicional: (Disponibles en mi taller. Si alguno pide algo en este tema cobraré solo el costo creación.)Meraxes:
Capa de la Noche: [Capa] Especialmente diseñada para la oscuridad, permite que te sea casi imposible verte a más de dos metros de distancia si estás bajo sombras profundas e intentas ser sigiloso, incluso si la otra persona posee visión nocturna.
Botas Silenciosas: [Botas] Hechas de cuero, están especialmente diseñadas para no producir ruido al caminar, fortaleciendo las habilidades de sigilo del usuario.Meleis:
Ropas Comunes Superiores: No están pensadas para protección en batalla, sino para abrigar y vestir. Al ser de calidad Superior, poseen diseños elegantes que favorecen la interacción social. (Para el frío)[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Meleis escribió:Don Ancestral: [Mágica, 2 usos] Puedo convertirme en un dragón de hasta 4 metros (nariz a punta de la cola), lo que aumenta considerablemente mi resistencia. Puedo volver a forma humana a voluntad.(uso 1/2)
Habitante de los Cielos: Puedo volar en forma de dragón.
- Inventario:
- Collar de Zafiro [Encantamiento Pudor] - Cuello
- Medalla del exterminador [1 CARGA] - Pecho lado derecho.
- Pieza Metalica - Pecho lado izquierdo.
- Armadura Ligera Normal [Encantamiento Armadura Engañosa]
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Kit de Arcanos Regular. - Dentro de Bolso de Viajero. [L1]
- Látigo [Arma Flexible Superior - Encantamiento Castigo de Piedra] - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] [Armas Flexible Superior. Metal. Unidades: 2]
- Tónico del Jerbo - Bolso
- Llave Onírica - Bolso
- Ocarina - Bolso
- Kit de Curtiduría Inferior - Bolso [L2]
- Bomull (Cría de Gomejo)
- Caramelo de Jade. [Dentro de bolsa de viajero]
- Hongos de Lithe. [Cant. 1]] [Dentro de bolsa de viajero]
- Collar de Moneda Maliciosa de Elian [Cuello- Encantamiento Fuente de Luz]
-Trampa de Red [Dentro de bolsa de viajero] [L3]
- Peluche de bégimo. [Sin cargas]
- Brocheta de yak
-Huevo sorpresa. [Unidades: 1]
- Galleta de Humo.
- Néctar Kimil.
- Bolita de pétalos biusificados.
- Bomba Luminosa. [L4]
- Tatuaje de Niggu.
- Bolitas Resbaladizas. [Dentro del Bolso] [L5]
- Voluntad de Terric.
- Poción de Recuperación (2)
- Trineo.
- Disfraz de Gomejo [Guardado]
- Garras Superiores.
- Ropas Comunes Superiores [Equipada]
- Escama de dragón marino [Unidades: 2]Outfit
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo][Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Separador:[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- Inventario Meleis:
- Garras Superiores
- Bolso del Explorador.
- Armadura de Fieras Normal. [A. Ligera / Encantamiento Pudor]
- Poción de Salud Concentrada. [Dentro del Bolso] [L6]
-Medicina multipropósito. [Dentro del Bolso]
- Disfraz de Gomejo [Guardado]
Última edición por Meraxes el Jue 23 Mayo - 1:10, editado 2 veces (Razón : Corrección porque la geografía no es mío (?))
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Re: Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Tras la intervención del brujo, el resto del grupo de elfos alcanzaron a Raven. Fue en ese momento donde aquellas miradas se cruzaron. El corazón del brujo, al comprobar que efectivamente se trataba de quien sospechaba tuvo una mezcla de sentimientos los cuales eran difíciles de describir. Redstone sin lugar a dudas era una personalidad más compleja de lo que muchas otras personas suelen ser. ¿Era alegría? ¿O era odio?... ¿Se sentía preocupado por verla en ese estado tan deplorable, o hubiese preferido verla muerta? Nadie podía dar respuesta ante las interrogativas que la mente de Raven maquinaba.
La mujer decidió dejar la ayuda de su acompañante un momento. El brujo se paraba estoico, escuchando el comentario de Helena Rhodes. - El destino es caprichoso, querida. - Dijo el pelinegro con cierta altanería. Pero en ese momento los elfos buscaron ayudar a la mujer, cosa que la alteró. Lo cual hizo que Raven mirara con desconfianza a Helena ¿Sus sospechas eran ciertas?
El anciano se acercó a la bruja, comenzando a interrogarla sobre si era una superviviente de la tragedia. Pero el sabio elfo, con solo mirarla obtuvo una respuesta. Helena comenzó a cambiar de aspecto, lo cual le hizo que abriera sus ojos con sorpresa. Tras aquel tajo al cuello del elfo. Rápidamente llevó su mano a su daga y se puso en posición de combate. Podía percibir en el cuerpo de la bruja una gran cantidad de éter descontrolado. Eso sin duda no era una buena señal.
Fue en ese momento cuando el joven de cabellos cenizos se colocó Helena y Raven. Lo cual le hizo negar con la cabeza al brujo. - Muchacho, no dejes que sus encantos te cieguen y hazte a un lado. No tienes idea del peligro que corres al protegerla en este momento. .- Dijo Raven mientras desenfundaba su daga curvada. - Desde que te vi tenía la corazonada de que todo este caos lo había traído tu mano. ¿Qué te pasó, querida? Es evidente que no estás en tus cabales. Tu sueles primero atacarme a mi que a los demás. Es evidente, el alumno siempre termina por respetar a su maestro. - Su vista volvió a posarse en en el joven. - Muchacho, no te lo voy a repetir dos veces. muévete. Hay que detenerla en este momento. - Dijo dando unos pasos hacia el acortando su distancia con él.
La mujer decidió dejar la ayuda de su acompañante un momento. El brujo se paraba estoico, escuchando el comentario de Helena Rhodes. - El destino es caprichoso, querida. - Dijo el pelinegro con cierta altanería. Pero en ese momento los elfos buscaron ayudar a la mujer, cosa que la alteró. Lo cual hizo que Raven mirara con desconfianza a Helena ¿Sus sospechas eran ciertas?
El anciano se acercó a la bruja, comenzando a interrogarla sobre si era una superviviente de la tragedia. Pero el sabio elfo, con solo mirarla obtuvo una respuesta. Helena comenzó a cambiar de aspecto, lo cual le hizo que abriera sus ojos con sorpresa. Tras aquel tajo al cuello del elfo. Rápidamente llevó su mano a su daga y se puso en posición de combate. Podía percibir en el cuerpo de la bruja una gran cantidad de éter descontrolado. Eso sin duda no era una buena señal.
Fue en ese momento cuando el joven de cabellos cenizos se colocó Helena y Raven. Lo cual le hizo negar con la cabeza al brujo. - Muchacho, no dejes que sus encantos te cieguen y hazte a un lado. No tienes idea del peligro que corres al protegerla en este momento. .- Dijo Raven mientras desenfundaba su daga curvada. - Desde que te vi tenía la corazonada de que todo este caos lo había traído tu mano. ¿Qué te pasó, querida? Es evidente que no estás en tus cabales. Tu sueles primero atacarme a mi que a los demás. Es evidente, el alumno siempre termina por respetar a su maestro. - Su vista volvió a posarse en en el joven. - Muchacho, no te lo voy a repetir dos veces. muévete. Hay que detenerla en este momento. - Dijo dando unos pasos hacia el acortando su distancia con él.
Raven
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Re: Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Antes de que Meleis pudiera apartarse, Helena lo agarró con fuerza, y en un movimiento veloz, le dio un rodillazo en el estómago para dejarlo aturdido. Helena, sin perder un segundo, levantó su mano, lista para clavar su daga oculta en la sien del rubio. Pero, en el último instante, las palabras y, sobre todo, la mirada soberbia de Raven la hicieron detenerse a pocos centímetros de su objetivo.
La bruja desvió su atención hacia su antiguo mentor, una mezcla de rabia y dolor nublando sus sentidos. Con un grito de furia, apartó a Meleis con un empujón y se abalanzó hacia Raven en una sucesión de golpes rápidos y precisos. El suelo estaba cubierto de hojas y ramas caídas, crujientes bajo sus pies en cada movimiento.
Raven, conocedor de las habilidades de Helena, seguramente usaría movimientos fluidos y calculados. Por lo que Helena intentó anticiparse a esto sin detenerse. Con un movimiento rápido, sacó de la faja de su cinto su daga helada, Luna Invernal. La runa en la empuñadura de la daga brilló con un resplandor gélido al ser activada, cubriendo la hoja en una capa de escarcha [1].
La temperatura a su alrededor descendió abruptamente, y el aire se llenó de vapor helado. Helena atacó de nuevo, esta vez con una furia renovada y una precisión letal, cada golpe buscando encontrar una apertura en la defensa de Raven. El enfrentamiento era una danza mortal, dos antiguos amantes ahora convertidos en enemigos.
Los dos elfos, que reaccionaron tarde ante la muerte de su líder, se unieron a la refriega apoyando a Raven. Sus ojos reflejaban una mezcla de horror y determinación al ver la apariencia fantasmal de Helena, su piel pálida y sus ojos completamente blancos brillando con una furia sobrenatural.
-No es una mujer... ¡Es un fantasma!-Exclamó uno de los elfos, retrocediendo ligeramente al presenciar uno de los gritos de Helena desde tan cerca.
-¡Pagará por lo que ha hecho, y su espíritu será juzgado en la verdadera muerte!-Añadió el otro elfo, su voz firme aunque teñida de miedo.
Ambos elfos, armados con lanzas cortas, perfectas para cazar, avanzaron con cautela. Las lanzas relucían bajo la tenue luz filtrada a través del dosel de hojas del bosque. Sus movimientos eran precisos y entrenados, pero la velocidad y el frenesí de Helena los mantenían a raya. Los elfos también llevaban arcos a sus espaldas, pero en esa distancia tan corta y con tanto movimiento, usar las flechas era demasiado arriesgado.
La batalla se convirtió en un torbellino de movimientos rápidos y decisivos. Helena, con la furia de una tormenta, giraba y se desplazaba entre los atacantes, esquivando y contraatacando con una gracia letal. Su daga Luna Invernal dejaba estelas de escarcha en el aire con cada golpe.
El calmado y silencioso bosque se había transformado en un conjunto de caos de gritos, crujidos de ramas y el choque de armas, un escenario donde antiguos lazos y rivalidades se desmoronaban en medio de la violencia y la desesperación.
La bruja desvió su atención hacia su antiguo mentor, una mezcla de rabia y dolor nublando sus sentidos. Con un grito de furia, apartó a Meleis con un empujón y se abalanzó hacia Raven en una sucesión de golpes rápidos y precisos. El suelo estaba cubierto de hojas y ramas caídas, crujientes bajo sus pies en cada movimiento.
Raven, conocedor de las habilidades de Helena, seguramente usaría movimientos fluidos y calculados. Por lo que Helena intentó anticiparse a esto sin detenerse. Con un movimiento rápido, sacó de la faja de su cinto su daga helada, Luna Invernal. La runa en la empuñadura de la daga brilló con un resplandor gélido al ser activada, cubriendo la hoja en una capa de escarcha [1].
La temperatura a su alrededor descendió abruptamente, y el aire se llenó de vapor helado. Helena atacó de nuevo, esta vez con una furia renovada y una precisión letal, cada golpe buscando encontrar una apertura en la defensa de Raven. El enfrentamiento era una danza mortal, dos antiguos amantes ahora convertidos en enemigos.
Los dos elfos, que reaccionaron tarde ante la muerte de su líder, se unieron a la refriega apoyando a Raven. Sus ojos reflejaban una mezcla de horror y determinación al ver la apariencia fantasmal de Helena, su piel pálida y sus ojos completamente blancos brillando con una furia sobrenatural.
-No es una mujer... ¡Es un fantasma!-Exclamó uno de los elfos, retrocediendo ligeramente al presenciar uno de los gritos de Helena desde tan cerca.
-¡Pagará por lo que ha hecho, y su espíritu será juzgado en la verdadera muerte!-Añadió el otro elfo, su voz firme aunque teñida de miedo.
Ambos elfos, armados con lanzas cortas, perfectas para cazar, avanzaron con cautela. Las lanzas relucían bajo la tenue luz filtrada a través del dosel de hojas del bosque. Sus movimientos eran precisos y entrenados, pero la velocidad y el frenesí de Helena los mantenían a raya. Los elfos también llevaban arcos a sus espaldas, pero en esa distancia tan corta y con tanto movimiento, usar las flechas era demasiado arriesgado.
La batalla se convirtió en un torbellino de movimientos rápidos y decisivos. Helena, con la furia de una tormenta, giraba y se desplazaba entre los atacantes, esquivando y contraatacando con una gracia letal. Su daga Luna Invernal dejaba estelas de escarcha en el aire con cada golpe.
El calmado y silencioso bosque se había transformado en un conjunto de caos de gritos, crujidos de ramas y el choque de armas, un escenario donde antiguos lazos y rivalidades se desmoronaban en medio de la violencia y la desesperación.
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Off;
Runa de arma activada [1] --> Daga de Luna Invernal [Encantamiento Helado]: El arma se rodeará de una capa del elemento elegido, el que aplicará un leve daño extra al impactar. Este efecto se activa o desactiva cuando el dueño toca la runa.
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Re: Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Meleis
De pronto las cosas se habían salido de control, demasiado. Meleis, intentó mediar pero aquello fue en vano, antes de darse aquel espectro que alguna vez fue la joven lo lanzó al frío suelo de un empujón. Pudo ver cómo se abalanzaba hacia pelinegro, necesitaba actuar.
Él sabía que no era un luchador, y sus principios tampoco le permitirían atacar así como así a alguien a quien anteriormente había brindado auxilio. Tampoco podía ignorar el hecho que ellos eran más y que a diferencia de él no dudarían en arremeter contra ella, demasiadas cosas pasaban en su cabeza pero debía tomar una decisión lo más pronto posible.
- ¡No la lastimen! - Gritó, en la medida que se reincorporaba. - Tal vez haya una forma de resolver esto. Podemos ...trabajar juntos sin necesidad de... que haya más muerte. - Los elfos no parecían dispuestos a escuchar a un muchachito demasiado altruista o debilucho. Hizo lo que consideró correcto y su piel comenzó a tornarse azul y escamosa, tal vez podría lograr noquearla en aquella forma, al menos así dejaría de ser aquella cosa que infundía miedo. 1
Era como si el bosque nos dijera quelas cosas iban mal, de pronto el ambiente se sentía pesado. No sabía si se trataba por el enfermo que llevaba en carretilla o alguna catástrofe en proceso.
El estado del elfo parecía empeorar, podía escuchar como se esforzaba al respirar. - ¿Es por aquí? - Sin respuesta, seguramente estaba dormido o inconsciente. No se escuchaba nada en el bosque salvo las ruedas chirriantes, era como si la naturaleza misma se hubiese silenciado, no me gustaba ese augurio, además, tampoco no sabía si estaba siguiendo el sendero correcto o estaba caminando en círculos.
Para mi mala suerte, luego de un buen rato, creo que era lo segundo. El eco lejano de un rugido me hizo estremecer. - No, no puede ser él. - Pensé en voz alta. Estaba tan alterada que ahora creía escuchar rugidos de dragones.
Él sabía que no era un luchador, y sus principios tampoco le permitirían atacar así como así a alguien a quien anteriormente había brindado auxilio. Tampoco podía ignorar el hecho que ellos eran más y que a diferencia de él no dudarían en arremeter contra ella, demasiadas cosas pasaban en su cabeza pero debía tomar una decisión lo más pronto posible.
- ¡No la lastimen! - Gritó, en la medida que se reincorporaba. - Tal vez haya una forma de resolver esto. Podemos ...trabajar juntos sin necesidad de... que haya más muerte. - Los elfos no parecían dispuestos a escuchar a un muchachito demasiado altruista o debilucho. Hizo lo que consideró correcto y su piel comenzó a tornarse azul y escamosa, tal vez podría lograr noquearla en aquella forma, al menos así dejaría de ser aquella cosa que infundía miedo. 1
Meraxes
Era como si el bosque nos dijera quelas cosas iban mal, de pronto el ambiente se sentía pesado. No sabía si se trataba por el enfermo que llevaba en carretilla o alguna catástrofe en proceso.
El estado del elfo parecía empeorar, podía escuchar como se esforzaba al respirar. - ¿Es por aquí? - Sin respuesta, seguramente estaba dormido o inconsciente. No se escuchaba nada en el bosque salvo las ruedas chirriantes, era como si la naturaleza misma se hubiese silenciado, no me gustaba ese augurio, además, tampoco no sabía si estaba siguiendo el sendero correcto o estaba caminando en círculos.
Para mi mala suerte, luego de un buen rato, creo que era lo segundo. El eco lejano de un rugido me hizo estremecer. - No, no puede ser él. - Pensé en voz alta. Estaba tan alterada que ahora creía escuchar rugidos de dragones.
- Off:
- -1[Meleis]Meleis escribió:Don Ancestral: [Mágica, 2 usos] Puedo convertirme en un dragón de hasta 4 metros (nariz a punta de la cola), lo que aumenta considerablemente mi resistencia. Puedo volver a forma humana a voluntad.(uso 2/2)
Durito y fuertecito [Nivel 2] [Pasiva] Mi armadura natural de escamas se encuentra mejor potenciada para resistir ataques físicos y proporcionar con más potencia embestidas o coletazos en mi forma bestial.
- Pues uno a Meleis a la lucha para noquear a Helena por el bien de la trama.
- Le echo la perdida de su vida a Merax y el enfermo y poco a poco los acerco a donde está el pedo. (?)Meraxes:
En vuestros próximos dos temas vuestros pensamientos sobre otros pjs o pnjs que tengan que ver incluso mínimamente con algo de índole sexual derivarán a imaginar a éstos monstruos, llevándoos a experimentar algo que al resto asemejará los efectos de un ataque epiléptico durante unos segundos.Meraxes:
Halo venenoso [Maldición Contagiosa]
Al estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, han sido contagiados con una terrible plaga. Se trata de un terrible veneno maldito capaz de derretir los órganos internos de su portador causando una espantosa muerte. Lo bueno es que podrán librarse de este veneno sacrificando a otros dos personajes en dos temas o menos. El veneno será transferido a los dos primeros personajes sanos con los que tengan contacto, los cuales serán los nuevos portadores.
En cuanto hayan contagiado a dos personajes, quedarán sanos de este mal (a menos que sean contagiados de nuevo), pero sus dos víctimas tendrán que contagiar a otros dos para poder sanarse.
Para efectos de este tema, equipo adicional: (Disponibles en mi taller. Si alguno pide algo en este tema cobraré solo el costo creación.)Meraxes:
Capa de la Noche: [Capa] Especialmente diseñada para la oscuridad, permite que te sea casi imposible verte a más de dos metros de distancia si estás bajo sombras profundas e intentas ser sigiloso, incluso si la otra persona posee visión nocturna.
Botas Silenciosas: [Botas] Hechas de cuero, están especialmente diseñadas para no producir ruido al caminar, fortaleciendo las habilidades de sigilo del usuario.Meleis:
Ropas Comunes Superiores: No están pensadas para protección en batalla, sino para abrigar y vestir. Al ser de calidad Superior, poseen diseños elegantes que favorecen la interacción social. (Para el frío)[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- Inventario:
- Collar de Zafiro [Encantamiento Pudor] - Cuello
- Medalla del exterminador [1 CARGA] - Pecho lado derecho.
- Pieza Metalica - Pecho lado izquierdo.
- Armadura Ligera Normal [Encantamiento Armadura Engañosa]
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Kit de Arcanos Regular. - Dentro de Bolso de Viajero. [L1]
- Látigo [Arma Flexible Superior - Encantamiento Castigo de Piedra] - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] [Armas Flexible Superior. Metal. Unidades: 2]
- Tónico del Jerbo - Bolso
- Llave Onírica - Bolso
- Ocarina - Bolso
- Kit de Curtiduría Inferior - Bolso [L2]
- Bomull (Cría de Gomejo)
- Caramelo de Jade. [Dentro de bolsa de viajero]
- Hongos de Lithe. [Cant. 1]] [Dentro de bolsa de viajero]
- Collar de Moneda Maliciosa de Elian [Cuello- Encantamiento Fuente de Luz]
-Trampa de Red [Dentro de bolsa de viajero] [L3]
- Peluche de bégimo. [Sin cargas]
- Brocheta de yak
-Huevo sorpresa. [Unidades: 1]
- Galleta de Humo.
- Néctar Kimil.
- Bolita de pétalos biusificados.
- Bomba Luminosa. [L4]
- Tatuaje de Niggu.
- Bolitas Resbaladizas. [Dentro del Bolso] [L5]
- Voluntad de Terric.
- Poción de Recuperación (2)
- Trineo.
- Disfraz de Gomejo [Guardado]
- Garras Superiores.
- Ropas Comunes Superiores [Equipada]
- Escama de dragón marino [Unidades: 2]Outfit
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo][Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Separador:[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- Inventario Meleis:
- Garras Superiores
- Bolso del Explorador.
- Armadura de Fieras Normal. [A. Ligera / Encantamiento Pudor]
- Poción de Salud Concentrada. [Dentro del Bolso] [L6]
-Medicina multipropósito. [Dentro del Bolso]
- Disfraz de Gomejo [Guardado]
Meraxes
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Re: Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Al parecer, las palabras del gran Raven dieron en el punto que deseaba, el cual era hacer que Helena lo tomara como objetivo principal. Por lo que comenzó a esquivar los ataques. Si bien ella estaba fuera de control, dentro de su frenesí el lograba conocer los pequeños patrones de sus movimientos, los cuales le ayudaban a esquivar "por los pelos" el arma de Helena.
Consciente de que su alumna tenía aquella ventaja táctica, decidió utilizar otro recurso en sus manos, el cual fue darle un efecto helado su daga. El cual realmente le ayudó significativamente. El frío que provocaba en ese lugar de inmediato hizo que se llenara de aquel vapor helado, el cual comenzó a jugar en su contra, haciendo que alcanzara a rozarlo. - Tsk... - El brujo dio un salto para mantener algo de distancia entre ellos, la cual le sirvió para que su propia daga se envolviera en un aura oscura con ciertos matices púrpura (1).
Hecho esto volvió a acercarse a ella, dejando de lado la defensa para ahora buscar atacarla en aquella peligrosa danza de la muerte en la que se habían enfrascado, y que ahora con la intervención de los elfos, parecía estar más controlada. Pero no cabe duda que Helena estaba fuera de sí. Se denotaba lo frenética que estaba. - Parece que quieres tomar este enfrentamiento muy enserio ¿No es así, querida? Es más emocionante cuando peleas con aquel temple de antes. - Le dijo el pelinegro a la rubia.
De un momento a otro, el cambio en el ambiente se hizo notar con el rugido de un dragón, lo cual distrajo un momento al brujo. Allí estaba. Entonces el muchacho rubio se trataba de un dragón. Aquello hizo que sonriese con discreción.
Había algo que no había externado a ninguno de los presentes. En ese momento, Raven era el aliado de todos, pero a la vez el enemigo de todos. Estaba del lado de los elfos en su intención de detener a Helena, pero eso no quería decir que les daría la cabeza de su alumna solo porque sí. Sin duda Redstone tenía el papel más difícil de todos en este momento. ¿Pero eso que importa? Raven siempre apuesta por la opción menos viable. Así trabajaba siempre... Así siempre era más emocionante e inspirador para el.
1.- Habilidad de nivel 0: Inmolacion maligna [2 Usos]: El usuario es capaz de rodear su arma o alguna de sus extremidades de energía, la cual aportará con daño mágico a los ataques del usuario durante 2 turnos
Consciente de que su alumna tenía aquella ventaja táctica, decidió utilizar otro recurso en sus manos, el cual fue darle un efecto helado su daga. El cual realmente le ayudó significativamente. El frío que provocaba en ese lugar de inmediato hizo que se llenara de aquel vapor helado, el cual comenzó a jugar en su contra, haciendo que alcanzara a rozarlo. - Tsk... - El brujo dio un salto para mantener algo de distancia entre ellos, la cual le sirvió para que su propia daga se envolviera en un aura oscura con ciertos matices púrpura (1).
Hecho esto volvió a acercarse a ella, dejando de lado la defensa para ahora buscar atacarla en aquella peligrosa danza de la muerte en la que se habían enfrascado, y que ahora con la intervención de los elfos, parecía estar más controlada. Pero no cabe duda que Helena estaba fuera de sí. Se denotaba lo frenética que estaba. - Parece que quieres tomar este enfrentamiento muy enserio ¿No es así, querida? Es más emocionante cuando peleas con aquel temple de antes. - Le dijo el pelinegro a la rubia.
De un momento a otro, el cambio en el ambiente se hizo notar con el rugido de un dragón, lo cual distrajo un momento al brujo. Allí estaba. Entonces el muchacho rubio se trataba de un dragón. Aquello hizo que sonriese con discreción.
Había algo que no había externado a ninguno de los presentes. En ese momento, Raven era el aliado de todos, pero a la vez el enemigo de todos. Estaba del lado de los elfos en su intención de detener a Helena, pero eso no quería decir que les daría la cabeza de su alumna solo porque sí. Sin duda Redstone tenía el papel más difícil de todos en este momento. ¿Pero eso que importa? Raven siempre apuesta por la opción menos viable. Así trabajaba siempre... Así siempre era más emocionante e inspirador para el.
1.- Habilidad de nivel 0: Inmolacion maligna [2 Usos]: El usuario es capaz de rodear su arma o alguna de sus extremidades de energía, la cual aportará con daño mágico a los ataques del usuario durante 2 turnos
Raven
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Re: Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Los elfos apenas habían retrocedido tras el furioso ataque de Helena cuando sus ojos se posaron sobre Meleis, quien, en su intento de mediar la situación y transformarse, había atraído ahora la atención de los cazadores. El rugido del dragón resonó por todo el bosque, pero la determinación de los elfos permanecía centrada en su objetivo: venganza por la aldea que Helena había masacrado.
-¿Qué estás haciendo, muchacho?-dijo uno de los elfos, su voz teñida de furia. Sus ojos de color esmeralda brillaban con una mezcla de odio y resentimiento. Su lanza se elevó, apuntando directamente al pecho de Meleis.
El otro elfo, aún más agresivo, avanzó un paso, con su lanza también alzada en una postura de ataque.
-No permitiré que defiendas a esa monstruosidad. Si eres aliado de esa asesina, entonces compartirás su destino.-Su voz se elevó con firmeza, su semblante endurecido por la ira que en un primer momento se había mostrado con dudas por el miedo.
Mientras tanto, Helena y Raven continuaban su peligroso juego de muerte. La bruja, con el rostro desencajado y los ojos completamente blancos, parecía en ese momento no reconocer a su antiguo mentor. Sus movimientos eran impulsados por una mezcla de furia y la influencia de la maldición de Corazón Congelado, que había congelado no solo su alma, sino también su juicio.
Helena gruñía, cada vez más frenética. Su mano derecha, en la que sostenía la daga encantada, dejó un rastro de escarcha en el aire. Con un movimiento rápido, lanzó Assager [1] hacia Raven, buscando su pecho.
Era probable que su antiguo mentor esquivara ese ataque, por lo que Helena no le dio respiro. Descubrió la daga oculta [2] de su brazalete derecho con un movimiento rápido, y se lanzó hacia Raven con una serie de estocadas, dándole igual si su anterior ataque tuvo éxito o no. Buscaba una precisión de sus ataques letal, y el frenesí con el que se movía hacía que cada golpe pareciera más impredecible que el anterior.
Helena se guardó entonces la daga helada y arrastró a Assager hacia sí con el poder de su encantamiento para, esta vez, atacar tanto con Assager como con la daga oculta a Raven.
-¿Qué estás haciendo, muchacho?-dijo uno de los elfos, su voz teñida de furia. Sus ojos de color esmeralda brillaban con una mezcla de odio y resentimiento. Su lanza se elevó, apuntando directamente al pecho de Meleis.
El otro elfo, aún más agresivo, avanzó un paso, con su lanza también alzada en una postura de ataque.
-No permitiré que defiendas a esa monstruosidad. Si eres aliado de esa asesina, entonces compartirás su destino.-Su voz se elevó con firmeza, su semblante endurecido por la ira que en un primer momento se había mostrado con dudas por el miedo.
Mientras tanto, Helena y Raven continuaban su peligroso juego de muerte. La bruja, con el rostro desencajado y los ojos completamente blancos, parecía en ese momento no reconocer a su antiguo mentor. Sus movimientos eran impulsados por una mezcla de furia y la influencia de la maldición de Corazón Congelado, que había congelado no solo su alma, sino también su juicio.
Helena gruñía, cada vez más frenética. Su mano derecha, en la que sostenía la daga encantada, dejó un rastro de escarcha en el aire. Con un movimiento rápido, lanzó Assager [1] hacia Raven, buscando su pecho.
Era probable que su antiguo mentor esquivara ese ataque, por lo que Helena no le dio respiro. Descubrió la daga oculta [2] de su brazalete derecho con un movimiento rápido, y se lanzó hacia Raven con una serie de estocadas, dándole igual si su anterior ataque tuvo éxito o no. Buscaba una precisión de sus ataques letal, y el frenesí con el que se movía hacía que cada golpe pareciera más impredecible que el anterior.
Helena se guardó entonces la daga helada y arrastró a Assager hacia sí con el poder de su encantamiento para, esta vez, atacar tanto con Assager como con la daga oculta a Raven.
__________________________________________________
OFF;
-Arma usada [1] --> Assager (calidad superior): [Encantamiento: Bendición de Thor]: El objeto encantado, que no puede pesar más de 10 kilogramos, adquiere la propiedad de volver levitando hacia su portador a voluntad de éste. La velocidad a la que lo hace la convierte en un potencial ataque.
-Arma usada [2] --> Daga oculta (calidad común): Descripción: Como su propio nombre indica, es una hoja alargada similar al tamaño que puede tener una daga común. La peculiaridad de este arma es que está escondida en los recovecos de un guantelete especializado para ello. Se usa directamente para matar y asesinar al instante, pero en ocasiones especiales se puede usar en combate.
Se activa con una rápida y contundente sacudida de muñeca. Tiene además una placa protectora que refuerza el guantelete y hace que sirva como protección contra determinados golpes.
Encantamiento:[Encantamiento de Arma] Las heridas realizadas por esta arma o sus proyectiles se sanan a la mitad de efectividad por efectos mágicos o alquímicos (se requieren 2 pociones, por ejemplo).
Helena Rhodes
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Re: Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Meleis
Transformarse lo había puesto más en peligro de lo que pudiera admitir, sin embargo, una parte de él se negaba de dejar a su suerte a la chica, la había ayudado y seguía pensando ¿Qué clase de persona era si se ponía en su contra?
Además también había suma curiosidad, aquel espectro helado no se parecía en nada a la persona con quien había hablado, o los vagos y borrosos recuerdos de la que había visto en Roilkat, se sacudió la cabeza, siempre que trataba de recordar aquello, todo era muy surreal.
Ambos elfos apuntaban contra él, atacar a lo bruto, por más que su armadura natural fuera dura, podría ser fatal. Rugió1, y su onda resonó en aquel bosque. Aquello serviría de distracción.
- ¿Qué está pasando? - Dijo uno de ellos, notando cómo el entorno cambiaba.
Al principio, los chirridos de las aves que se escondían en los árboles se hizo notar, algo los había alterado y parecía atraerlos hasta el ligar de la batalla. Lo siguiente para oídos y vistas más prominentes, aleteos negros y marrones, murciélagos, acompañados también de los gritos de los primates alterados que respondían al llamado. Como si eso fuera poco, por tierra la cosa también pareció cambiar, pisadas, rápidas de criaturas tan normales como peculiares: liebres comunes, conejos cornudos, kiwis, aunque estas más motivadas que a luchar simplemente fueron atraídas al tiempo que solo huían a nueva cuenta. No muy lejos de allí, el llamado de Meleis, fue respondido por el rugir de los felinos, jaguares se acercaban velozmente.
El otro elfo no se hizo esperar, aquel rugido había sido más que eso y arremetió contra el dragón. Claramente él había la causa. Podría lidiar con uno, mostró sus fauces y se abalanzó contra este con la furia de un berserker. El roce de la lanza rasgó medianamente su piel, cosa que no hizo que enfurecerlo más, sin embargo su objetivo no era matarlo, sino tomar la lanza, cosa en la que ahora tenía ventaja. Para cuando el compañero del elfo quiso también apoyar, era tarde, primero recibieron a la bandada de voladores, seguidos de la confusión generada por los animales pequeños que corrían entre los pies de los presentes.
Por último, la pareja de jaguares llegaba dispuestas a unirse a la batalla.
En aquella confusión, Meleis, luego de inhabilitar una de las lanzas, buscó impactarlos con su aliento acuático a modo de mantenerlos a raya, aunque esperaba que sus nuevos aliados se encargaran el tiempo suficiente para poder huir de allí.
Volvió a rugir, esta vez con la intención de llamar la atención de la chica, si aún había un ápice de consciencia en ella, esperaba que pudiera entender. Agitó las alas, debían salir de allí.
Fue aquel rugido lo que me hizo caer en cuenta que no estaba delirando, era el rugido de una bestia, pero no por ello debía tratarse de Meleis ¿o sí? Sabía que me estaba siguiendo los pasos, pero era un absurdo pensar que se había acercado tanto.
El elfo tosía y aquello me hizo espabilar, no era momento de detenerse, además, el eco era lejano. Seguí en mi andar desesperado y por suerte, o no, había recuperado el camino del sendero.
- Descuida, ya llegaremos. Solo resiste y no te mueras. - expresé con notable urgencia. ¿Podría llegar a tiempo o había tomado el camino equivocado otra vez?
Además también había suma curiosidad, aquel espectro helado no se parecía en nada a la persona con quien había hablado, o los vagos y borrosos recuerdos de la que había visto en Roilkat, se sacudió la cabeza, siempre que trataba de recordar aquello, todo era muy surreal.
Ambos elfos apuntaban contra él, atacar a lo bruto, por más que su armadura natural fuera dura, podría ser fatal. Rugió1, y su onda resonó en aquel bosque. Aquello serviría de distracción.
- ¿Qué está pasando? - Dijo uno de ellos, notando cómo el entorno cambiaba.
Al principio, los chirridos de las aves que se escondían en los árboles se hizo notar, algo los había alterado y parecía atraerlos hasta el ligar de la batalla. Lo siguiente para oídos y vistas más prominentes, aleteos negros y marrones, murciélagos, acompañados también de los gritos de los primates alterados que respondían al llamado. Como si eso fuera poco, por tierra la cosa también pareció cambiar, pisadas, rápidas de criaturas tan normales como peculiares: liebres comunes, conejos cornudos, kiwis, aunque estas más motivadas que a luchar simplemente fueron atraídas al tiempo que solo huían a nueva cuenta. No muy lejos de allí, el llamado de Meleis, fue respondido por el rugir de los felinos, jaguares se acercaban velozmente.
El otro elfo no se hizo esperar, aquel rugido había sido más que eso y arremetió contra el dragón. Claramente él había la causa. Podría lidiar con uno, mostró sus fauces y se abalanzó contra este con la furia de un berserker. El roce de la lanza rasgó medianamente su piel, cosa que no hizo que enfurecerlo más, sin embargo su objetivo no era matarlo, sino tomar la lanza, cosa en la que ahora tenía ventaja. Para cuando el compañero del elfo quiso también apoyar, era tarde, primero recibieron a la bandada de voladores, seguidos de la confusión generada por los animales pequeños que corrían entre los pies de los presentes.
Por último, la pareja de jaguares llegaba dispuestas a unirse a la batalla.
En aquella confusión, Meleis, luego de inhabilitar una de las lanzas, buscó impactarlos con su aliento acuático a modo de mantenerlos a raya, aunque esperaba que sus nuevos aliados se encargaran el tiempo suficiente para poder huir de allí.
Volvió a rugir, esta vez con la intención de llamar la atención de la chica, si aún había un ápice de consciencia en ella, esperaba que pudiera entender. Agitó las alas, debían salir de allí.
Meraxes
Fue aquel rugido lo que me hizo caer en cuenta que no estaba delirando, era el rugido de una bestia, pero no por ello debía tratarse de Meleis ¿o sí? Sabía que me estaba siguiendo los pasos, pero era un absurdo pensar que se había acercado tanto.
El elfo tosía y aquello me hizo espabilar, no era momento de detenerse, además, el eco era lejano. Seguí en mi andar desesperado y por suerte, o no, había recuperado el camino del sendero.
- Descuida, ya llegaremos. Solo resiste y no te mueras. - expresé con notable urgencia. ¿Podría llegar a tiempo o había tomado el camino equivocado otra vez?
- Off:
- -1[Meleis]Meleis escribió:Llamado del Alpha [Nivel 3]: [1 uso] Como dragón proyecto un potente rugido que me permite llamar a la lucha a animales tan osados como yo.Meleis escribió:Don Ancestral: [Mágica, 2 usos] Puedo convertirme en un dragón de hasta 4 metros (nariz a punta de la cola), lo que aumenta considerablemente mi resistencia. Puedo volver a forma humana a voluntad.(uso 2/2)
Durito y fuertecito [Nivel 2] [Pasiva] Mi armadura natural de escamas se encuentra mejor potenciada para resistir ataques físicos y proporcionar con más potencia embestidas o coletazos en mi forma bestial.
- Dejaré que las runas decidan el destino del elfo que lleva Meraxes:
- Muy mala o mala: Se pierde y el elfo muere.
- Neutra: Llega a la dichosa aldea con el elfo frío. (?)
- Buena o muy buena: Llega aún con el elfo vivo.Meraxes:
En vuestros próximos dos temas vuestros pensamientos sobre otros pjs o pnjs que tengan que ver incluso mínimamente con algo de índole sexual derivarán a imaginar a éstos monstruos, llevándoos a experimentar algo que al resto asemejará los efectos de un ataque epiléptico durante unos segundos.Meraxes:
Halo venenoso [Maldición Contagiosa]
Al estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, han sido contagiados con una terrible plaga. Se trata de un terrible veneno maldito capaz de derretir los órganos internos de su portador causando una espantosa muerte. Lo bueno es que podrán librarse de este veneno sacrificando a otros dos personajes en dos temas o menos. El veneno será transferido a los dos primeros personajes sanos con los que tengan contacto, los cuales serán los nuevos portadores.
En cuanto hayan contagiado a dos personajes, quedarán sanos de este mal (a menos que sean contagiados de nuevo), pero sus dos víctimas tendrán que contagiar a otros dos para poder sanarse.
Para efectos de este tema, equipo adicional: (Disponibles en mi taller. Si alguno pide algo en este tema cobraré solo el costo creación.)Meraxes:
Capa de la Noche: [Capa] Especialmente diseñada para la oscuridad, permite que te sea casi imposible verte a más de dos metros de distancia si estás bajo sombras profundas e intentas ser sigiloso, incluso si la otra persona posee visión nocturna.
Botas Silenciosas: [Botas] Hechas de cuero, están especialmente diseñadas para no producir ruido al caminar, fortaleciendo las habilidades de sigilo del usuario.Meleis:
Ropas Comunes Superiores: No están pensadas para protección en batalla, sino para abrigar y vestir. Al ser de calidad Superior, poseen diseños elegantes que favorecen la interacción social. (Para el frío)[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- Inventario:
- Collar de Zafiro [Encantamiento Pudor] - Cuello
- Medalla del exterminador [1 CARGA] - Pecho lado derecho.
- Pieza Metalica - Pecho lado izquierdo.
- Armadura Ligera Normal [Encantamiento Armadura Engañosa]
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Kit de Arcanos Regular. - Dentro de Bolso de Viajero. [L1]
- Látigo [Arma Flexible Superior - Encantamiento Castigo de Piedra] - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
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- Tónico del Jerbo - Bolso
- Llave Onírica - Bolso
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- Caramelo de Jade. [Dentro de bolsa de viajero]
- Hongos de Lithe. [Cant. 1]] [Dentro de bolsa de viajero]
- Collar de Moneda Maliciosa de Elian [Cuello- Encantamiento Fuente de Luz]
-Trampa de Red [Dentro de bolsa de viajero] [L3]
- Peluche de bégimo. [Sin cargas]
- Brocheta de yak
-Huevo sorpresa. [Unidades: 1]
- Galleta de Humo.
- Néctar Kimil.
- Bolita de pétalos biusificados.
- Bomba Luminosa. [L4]
- Tatuaje de Niggu.
- Bolitas Resbaladizas. [Dentro del Bolso] [L5]
- Voluntad de Terric.
- Poción de Recuperación (2)
- Trineo.
- Disfraz de Gomejo [Guardado]
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Re: Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
El miembro 'Meraxes' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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