Midsummarblót, Solsticio de Verano [Evento]
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Midsummarblót, Solsticio de Verano [Evento]
Midsummarblót, Solsticio de Verano
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Las gotas de la lluvia eran finas y caían lentamente como si fueran las lágrimas de los Dioses. Varios de los presentes dirigieron sus cabezas al cielo esperando ver un rostro enrojecido por el llanto entre las nubes. Nadie vio nada, pero eso no fue un impedimento para que dejasen de pensar que los Dioses estaban con ellos, escuchando sus plegarías y asistiéndoles en el ritual. Una prueba de que la lluvia era producto del llanto de los Dioses, según los creyentes, era que ésta no apagaba el fuego del Midsummarblót.
Las personas se ordenaban en pequeños grupos entorno a la orilla del mar; algunos se habían reunido porque eran familia y otros porque el azar así lo hubo querido. Cada grupo había construido un modesto drakkar sin preocuparse porque los ornamentos fueran preciosos y precisos. Había que tener en cuenta que dentro de unos minutos el drakkar se perdería entre fuego y en el mar. De nada servía esmerarse en esculpir una cabeza de dragón perfecta o decorar los laterales del barco con adornos que semejasen las escamas de un dragón. El fuego acabaría con todo el trabajo.
Los drakkares se llenaban de jarras de aceite y brea, servirían para expandir el fuego por el navío. El centro del drakkar se reservaba para depositar, sobre una cama de pieles de animal, los objetos que representaban los males que las personas deseaban dejar atrás.
-Este escudo perteneció a mi marido. Falleció hace dos semanas defendiendo las murallas de Lunargenta. –las lágrimas de la mujer se confundía con las gotas de lluvia- Mis señores, cuiden de él, era un buen hombre-.
-Esta es la ropa que llevaba nuestra hija hace tres años, ha crecida y ya no le viene. –dijo un padre que cogía a su esposa y a su hija cada una de una mano. –Pedimos que nuestra pequeña siga creciendo sana y fuerte como lo ha hecho hasta ahora. Damos gracias que las enfermedades de los años pasados no afectaron a nuestra familia-.
Una vez terminadas las ofrendas, empujaban el drakkar hacia el mar. Dejaban que se alejasen unos muertos de la costa. Los arqueros, desde una posición elevada de la playa, disparaban flechas de fuego contra las jarras de aceite.
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Jason Bosne, acompañado por los hombres bestias de La Factoría, prepararon dos drakkares. El primero en honor a los primeros hombres bestias que fueron creados por el egoísmo de los humanos y murieron bajo sus órdenes. Lo llenó de los objetos científicos que encontró en el laboratorio 8B. El segundo lo dedicó a los hombres bestias que fallecieron en La Gran Caza a costa de la sed de sangre y la cobardía de Nate Halliman. En éste puso un objeto que representaba a cada uno de los cazadores: una piedra tallada como un cuerno de rinoceronte para Abena, una pluma blanca para Hibou, una escama azul para Agatha…. Todos los caídos, amigos o enemigos, tuvieron su reconocimiento.
Valeska Medea estaba con su madre y su tía. Por insistencia de éstas dos últimas, Valeska depositó en su drakkar el cadáver de un caballo que había sacrificado aquella misma mañana. El trabajo en el establo había finalizado, también por insistencia de su madre y su tía. El caballo representaba el fin de una vida y el comienzo de otra. Cuando su tía disparó una flecha de fuego al drakkar, Valeska no pudo evitar acariciarse el vientre.
Lise Meitner y Heck Hartem, dos de los cuatro catedráticos del Hekshold, se vistieron de largas túnicas para que nadie pudiera reconocerlos. Adie, cibernético exmensajero y muchas otras funciones, quería participar en el Midsummarblót, pero, por seguridad, los catedráticos no le permitieron abandonar su estancia en el Hekshold; fueron ellos en su lugar. En el drakkar depositaron aquello que Adie les había dado: el zurrón marrón que le acompañó en sus muchos viajes como mensajero de Aerandir.
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Han llegado muchos usuarios nuevos y creo que es necesario hacer un paréntesis y explicar de qué tratan estos eventos globales. Quienes ya sabéis cómo funcionan, podéis saltaros este párrafo. Estos temas los hacemos en relación a una festividad de la mitología vikinga, intentamos, en la medida de lo posible que concuerde con una festividad real de nuestros países. El Midsummarblót coincide con “La noche de San Juan” (mitología cristiana) y con el solsticio de verano. Desde el staff creemos que estas fiestas son la excusa perfecta para alimentar el rol social. Cualquiera puede participar en estos temas y cumplir los objetivos que se piden. Puede que aquí conozcáis a personajes que, de otro modo, no podríais conocer. Un capricho que tengo es que, luego de describir la escena del evento, me gusta decir, a modo de ejemplo, qué hacen algunos los personajes que solo usar en desafíos y misiones. Sus historias no son importantes para el evento.
Información:
* Libre partición. Todos los usuarios con la ficha de personaje aprobada pueden participar.
* El Midsummarblót finalizará el 1 de julio de 2018. Puedo dejar una prologa de 3 días si alguno desea participar y no le va a dar tiempo.
* Como objetivo principal deberéis disfrutar de la temática del Midsummarblót. Deberéis construir un drakkar, solos o en grupos, depositar en su interior los objetos que deseáis dejar atrás y quemad el drakkar en el mar.
* Aunque el objetivo se puede completar con un único post, si creéis que el ambiente de festividad y la ocasión puede veniros bien para generar una pequeña trama entre vosotros, está permitido postear más de una vez.
* Tenéis total libertad de turnos. No tendréis que esperar a otro usuario para postear. Aun así, os pido, que postéis con lógica.
* Si has conocido a cualquiera de mis personajes y crees que puede resultar divertido interactuar con ellos, puedes hacerlo. Lo único que te pido es que lo hagas con lógica. Es decir, si ves que un usuario se ha adelantado y ha cogido a Hont (por ejemplo) y se lo ha llevado a bailar, no se lo arrebates y digas que Hont está haciendo otra cosa totalmente diferente. De hacerlo, lo consideraré metarol y será penalizado.
*Para saber más acerca de la temática del Evento, se recomienda leer el evento que se realizó el año pasado con la misma temática: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Recompensas:
* +5 ptos de experiencia
* 50 aeros
* Objeto recordatorio del evento.
* Aquellos que creen una pequeña trama dentro del tema serán recompensados con un obsequio adicional.
* Dependiendo de vuestras acciones, también podréis sufrir una maldición. Hay usuarios que toman las maldiciones como recompensas.
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Re: Midsummarblót, Solsticio de Verano [Evento]
Cerré los ojos y suspiré. Aquello era un riesgo. Pero por eso estaba allí.
Pese a la guerra, una sorprendente cantidad de gente se había empeñado en continuar con sus tradiciones. En este caso, Midsummarblót. Según lo veía yo, era peligroso. Mucha gente de distintos sitios se congregaría en aquella playa. Era un buen momento para que alguien atacase. Habría más víctimas y poca resistencia.
Pero era la voluntad de algunos Nómadas. De los Nórgedos. De ciudadanos de Roilkat. No iba a negarles el derecho a hacer lo que quisieran, pero me encargaría de vigilarlos. Solo para asegurarme de que mi familia no salía herida.
Así que, allí estaba. Como un guardian. No tenía intención de participar, solo observaría. Si pasaba algo inesperado, le pondría fin.
-Elfos por la izquierda. A ciento veinte metros.- indicó Sylas. El hombre león parecía algo inquieto. -Están lejos del resto.-
-No causes problemas. Ve al otro lado.- dije, señalando los grupos de humanos. No sabía que había elfos a los que les interesase aquellas festividades. Debían ser de los grupos que comerciaban con Vulwulfar, más influidos por los humanos. Me apoyé contra el árbol, mirando la playa desde lejos. Algunos de los drakars ya estaban en llamas.
"Deberían probar a usar drakars voladores. Eso sí sería un espectáculo." pensé, riendo ligeramente ante la memoria. Debería haber traido a Kothán conmigo.
La lluvia era agradable. Era un alivio contra el calor que solía pasar por esas fechas. La cantidad de pelo que perdía era irritante, pero tras varios días de extensos cepillados y productos alquímicos repulsivos, estaba seguro de haber perdido mi capa de invierno.
Noté algo tirando de mi pantalón. Miré al suelo.
-Asher. ¿Puedo acercarme?- preguntó Hont. El héroe había venido conmigo desde Roilkat. No esperaba que hiciese mucho de guardaespaldas, pero sería útil tenerlo por si ocurría algo. Además, había pedido ir. -He traido algunas cosas... por la gente que nos ha dejado.- dijo, bajando un poco la mirada.
Era un concepto extraño para mi. Honrar a los muertos, como si sirviese de algo. Cuando alguien moría... moría. Quemar cosas no iba a cambiar aquello, ni iba a hacerles feliz. Lo mejor que podía hacer era aceptarlo y dejarse de penas. Si perdías a un ser querido, iría contra su voluntad el estar triste por ellos.
-Mi hermana, Hanna... ella era buena. Y mi papá... él no. Pero ninguno se merecía acabar así.- explicó, solemne. -No quiero olvidarlos.-
Me quedé pensativo unos segundos. Sin decir nada, empecé a avanzar hacia la playa. El hombre zarigüeya caminó junto a mi, adelantándome. A pesar de la melancolía del ambiente, parecía más centrado. No alegre, pero sí... determinado. Quería hacer aquello. Tal vez podía aprender de él.
Nos acercamos al grupo de los Nórgedos. Una gran pila de materiales yacía al lado, a partir de la cual los grupos construían cada uno de los barcos. Algunos de mi familia estaban ayudando con una. Omar y Sonia terminaban de pulir algunas cosas para que nada se desprendiese al navegar.
Incluso entre la lluvia, fui capaz de oler algo dificil de olvidar.
-Ve con ellos.- le dije a Hont, señalando a mis compañeros. Cambié de rumbo y aceleré el paso, dejando mis huellas sobre la arena húmeda a medida que avanzaba. El hedor de aquel líquido de laboratorio era inconfundible. Y junto a él, un grupo de hombres bestia distintos.
Estaban lejos de los demás. No querían acercarse a los humanos, seguramente.
-Bosne.- gruñí entre dientes. Ninguno de los que trabajaban reuniendo objetos me prestó demasiada atención. Algunos me miraron. Los reconocía a casi todos, pero solo conocía el nombre de unos pocos. El hombre chacal sujetó su arma, casi como advertencia, pero no dijo nada.
Jason Bosne me miró unos segundos. Finalmente, se acercó, irguiendose por completo frente a mi.
-Nos encontramos de nuevo.- observó. Su actitud no era defensiva. Respiré hondo, obligándome a calmarme. -¿Supongo que no has cambiado de opinión?- preguntó. El frasco de su colgante se meció ligeramente. El no-nato que vivía en él aún me resultaba inquietante.
-No va a pasar.- respondí, mirándole a los ojos.
-Lástima. Aun así, eres bienvenido. Uno de los barcos honra a los caídos en la Caza. El otro... tiene cosas de la Factoría.- explicó, señalándolos con un gesto. Fruncí el ceño. -No me mires así. Sabes quien es el verdadero culpable.-
-Todos somos culpables de lo que pasó. Yo, al menos, hice lo que pude para detenerlo.- repliqué. La lluvia me ayudó a enfriar mi cabeza y mis pensamientos. No había ido allí a pelear. -...No importa. Ya es tarde para ellos.-
-Lo es.- asintió el hombre híbrido. A pesar de su frialdad... había un deje de lástima. O tal vez fuese, de nuevo, la tristeza que traía esa noche.
-Hibou, Bo Cheng, Abena, Nar y Agatha. No conocí el nombre del resto. Pero había más. El Rey Ragueto...- Había más objetos. No tuve oportunidad para conocerlos, y nunca la tendría. Tragué saliva. -No hay que olvidarlos tampoco, -
Hubo varios latidos de silencio. Me quedé junto al grupo hasta que los dos barcos estaban preparados.
-Voy a cuidar de los mios. Cuida tú de los tuyos.-
Pese a la guerra, una sorprendente cantidad de gente se había empeñado en continuar con sus tradiciones. En este caso, Midsummarblót. Según lo veía yo, era peligroso. Mucha gente de distintos sitios se congregaría en aquella playa. Era un buen momento para que alguien atacase. Habría más víctimas y poca resistencia.
Pero era la voluntad de algunos Nómadas. De los Nórgedos. De ciudadanos de Roilkat. No iba a negarles el derecho a hacer lo que quisieran, pero me encargaría de vigilarlos. Solo para asegurarme de que mi familia no salía herida.
Así que, allí estaba. Como un guardian. No tenía intención de participar, solo observaría. Si pasaba algo inesperado, le pondría fin.
-Elfos por la izquierda. A ciento veinte metros.- indicó Sylas. El hombre león parecía algo inquieto. -Están lejos del resto.-
-No causes problemas. Ve al otro lado.- dije, señalando los grupos de humanos. No sabía que había elfos a los que les interesase aquellas festividades. Debían ser de los grupos que comerciaban con Vulwulfar, más influidos por los humanos. Me apoyé contra el árbol, mirando la playa desde lejos. Algunos de los drakars ya estaban en llamas.
"Deberían probar a usar drakars voladores. Eso sí sería un espectáculo." pensé, riendo ligeramente ante la memoria. Debería haber traido a Kothán conmigo.
La lluvia era agradable. Era un alivio contra el calor que solía pasar por esas fechas. La cantidad de pelo que perdía era irritante, pero tras varios días de extensos cepillados y productos alquímicos repulsivos, estaba seguro de haber perdido mi capa de invierno.
Noté algo tirando de mi pantalón. Miré al suelo.
-Asher. ¿Puedo acercarme?- preguntó Hont. El héroe había venido conmigo desde Roilkat. No esperaba que hiciese mucho de guardaespaldas, pero sería útil tenerlo por si ocurría algo. Además, había pedido ir. -He traido algunas cosas... por la gente que nos ha dejado.- dijo, bajando un poco la mirada.
Era un concepto extraño para mi. Honrar a los muertos, como si sirviese de algo. Cuando alguien moría... moría. Quemar cosas no iba a cambiar aquello, ni iba a hacerles feliz. Lo mejor que podía hacer era aceptarlo y dejarse de penas. Si perdías a un ser querido, iría contra su voluntad el estar triste por ellos.
-Mi hermana, Hanna... ella era buena. Y mi papá... él no. Pero ninguno se merecía acabar así.- explicó, solemne. -No quiero olvidarlos.-
Me quedé pensativo unos segundos. Sin decir nada, empecé a avanzar hacia la playa. El hombre zarigüeya caminó junto a mi, adelantándome. A pesar de la melancolía del ambiente, parecía más centrado. No alegre, pero sí... determinado. Quería hacer aquello. Tal vez podía aprender de él.
Nos acercamos al grupo de los Nórgedos. Una gran pila de materiales yacía al lado, a partir de la cual los grupos construían cada uno de los barcos. Algunos de mi familia estaban ayudando con una. Omar y Sonia terminaban de pulir algunas cosas para que nada se desprendiese al navegar.
Incluso entre la lluvia, fui capaz de oler algo dificil de olvidar.
-Ve con ellos.- le dije a Hont, señalando a mis compañeros. Cambié de rumbo y aceleré el paso, dejando mis huellas sobre la arena húmeda a medida que avanzaba. El hedor de aquel líquido de laboratorio era inconfundible. Y junto a él, un grupo de hombres bestia distintos.
Estaban lejos de los demás. No querían acercarse a los humanos, seguramente.
-Bosne.- gruñí entre dientes. Ninguno de los que trabajaban reuniendo objetos me prestó demasiada atención. Algunos me miraron. Los reconocía a casi todos, pero solo conocía el nombre de unos pocos. El hombre chacal sujetó su arma, casi como advertencia, pero no dijo nada.
Jason Bosne me miró unos segundos. Finalmente, se acercó, irguiendose por completo frente a mi.
-Nos encontramos de nuevo.- observó. Su actitud no era defensiva. Respiré hondo, obligándome a calmarme. -¿Supongo que no has cambiado de opinión?- preguntó. El frasco de su colgante se meció ligeramente. El no-nato que vivía en él aún me resultaba inquietante.
-No va a pasar.- respondí, mirándole a los ojos.
-Lástima. Aun así, eres bienvenido. Uno de los barcos honra a los caídos en la Caza. El otro... tiene cosas de la Factoría.- explicó, señalándolos con un gesto. Fruncí el ceño. -No me mires así. Sabes quien es el verdadero culpable.-
-Todos somos culpables de lo que pasó. Yo, al menos, hice lo que pude para detenerlo.- repliqué. La lluvia me ayudó a enfriar mi cabeza y mis pensamientos. No había ido allí a pelear. -...No importa. Ya es tarde para ellos.-
-Lo es.- asintió el hombre híbrido. A pesar de su frialdad... había un deje de lástima. O tal vez fuese, de nuevo, la tristeza que traía esa noche.
-Hibou, Bo Cheng, Abena, Nar y Agatha. No conocí el nombre del resto. Pero había más. El Rey Ragueto...- Había más objetos. No tuve oportunidad para conocerlos, y nunca la tendría. Tragué saliva. -No hay que olvidarlos tampoco, -
Hubo varios latidos de silencio. Me quedé junto al grupo hasta que los dos barcos estaban preparados.
-Voy a cuidar de los mios. Cuida tú de los tuyos.-
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Cualquiera es libre para acercarse a mi o a alguno de los NPCs mencionados (Sylas, Omar, Sonia, Hont). Sus descripciones (salvo la de Hont) están [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
Si alguien causa problemas durante la noche, me acercaré yo mismo a interactuar. (Si, voy a hacer de guardia por si alguien se desmadra. Te estoy mirando a ti, Gerrit)
Asher Daregan
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Re: Midsummarblót, Solsticio de Verano [Evento]
-Menudo desperdicio...Toda esa madera podría usarse para alimentar las hogueras de los campamentos militares o para construir armas y material de asedio. Luego tendrán que talar más árboles y los elfos os molestaréis. Si os molestais no ayudaréis con vuestra magia y...En fin, que es un desperdicio total.- Comentó Catherine mientras observaba como diversos grupos de diferentes razas participan en aquella tradición. Níniel no podía sino pensar que la felina tenía algo de razón, aunque como siempre se quedaba en el valor material de las cosas, y no en que a cambio de un poco de madera u objetos viejos se podía recibir algo a cambio de otra índole. Paz interior, paz con el pasado...Los dioses no siquiera tenían que intervenir para algo así.
-Tal vez, teniendo en cuenta lo que está por llegar, sea especialmente importante celebrar esta noche. Algunos hacen ofrendas a los dioses pidiendo sus bendiciones, otros buscan pasar página o no hacerlo en absoluto. No me dirás que ante tantas opciones no se te ocurre nada que colocar en la barca.- Respondió la peliblanca, protegiendo a ambas de la lluvia bajo una esfera de luz. Ninguna estaba ayudando a construir la barca de los elfos, no podrían dado que ninguna tenía conocimiento alguno de carpintería. Solo lograrían estorbar a los hijos e hijas del bosque encargados de aquella tarea, que en aquellos momentos le daban los últimos retoques a su construcción antes de permitir que el resto comenzara a colocar sus objetos elegidos en la misma.
-Ummm, desde luego nada de valor. Mira a aquella humana...Ese escudo es bueno. Vale, puede que a su marido no le sirviera de mucho por lo que se ve pero...Podría serle útil a algún soldado, tal vez salvarle la vida. En el fondo del mar no le servirá de nada ni a los peces.-Argumentó la pelirroja. Sin duda preferiría que algunas de las cosas que iban a acabar en el fondo del mar aquella noche acabaran en sus manos.
-No debes fijarte en su valor económico, sino sentimental. Es fácil sustituir un escudo, pero no los sentimientos hacia un esposo fallecido que residen en aquel en concreto. Según sus creencias gracias a este gesto los dioses podrían velar por él en el otro lado. Puede que incluso el escudo podría llegar hasta el difunto y servirle en la otra vida.- Explicaría la peliblanca sin perder detalle en cómo los distintos grupos también ultimaban sus preparativos y algunos incluso empujaban sus embarcaciones hacia el agua.
-Bueno, si lo dices así...es como un pago, o un tributo. Aunque una vez tuve que desenterrar a un fulano y, te aseguro que las cosas con las que se fué a la tumba allí seguían. No se las llevó a ninguna parte, y él tampoco parecía que fuese a moverse de allí.- Replicó.
-Es algo espiritual y los gestos van también en esa dirección. Cuenta el hecho de que estés dispuesta a deshacerte de ello.-Sentenció la peliblanca, apartando la mirada de los primeros barcos ya en llamas para mirar a su hermana y acariciarle cariñosamente el pelo. -Parece que nuestro barco ya está listo. Vamos.- Instó la elfa deshaciendo su esfera protectora y comenzando a caminar la escasa distancia que las separaba del lugar de construcción de los elfos. Acababa de formarse una pequeña y organizada cola que garantizaba a cada uno de los participantes un poco de espacio para sus ruegos personales, por lo que avanzaba despacio.
-Tal vez la lluvia sea una señal de los dioses para que dejemos de hacer el tonto...- Se quejó la felina echándose la capucha de su capa por encima de la cabeza. Realmente odiaba mojarse. Casi tanto como el frío. No obstante Níniel la instó con la mirada a guardar silencio en aquellos momentos y mostrar respeto mientras estuviesen allí, luego podrían seguir hablando tanto cuanto quisiese. Unos minutos después llegaría su turno.
Níniel colocaría sobre la barca los fragmentos restantes de su fiel bastón. Durante largo tiempo la sirvió bien y daría su último golpe contra un temible enemigo. Gracias a la alquimia, una parte de él formaba ya parte de su nueva arma. Con aquello la peliblanca quería agradecerles a los dioses que la hubiesen cuidado y guiado en su camino hasta aquel día. También colocaría aquel tomo de alquimia avanzada que obtuviera de aquella extraña familia de nobles de altaciudad. Había aprendido todo cuanto podía de él y ahora escribía sus propias fórmulas e investigaciones. Un agradecimiento por ayudarla a crecer y mejorar.
-Seguid cuidando de mí.- Murmuró tras una plegaria silenciosa. Entonces ambas saldrían de la fila y esperarían junto a los demás el momento de empujar todo aquello al agua. Catherine no tardaría mucho en romper el silencio.
-La mala noticia es que ese libro ya no ayudará a ningún nuevo alquimista y todas tus notas en él se perderán. La buena es que los dioses han escuchado tu petición y me han mandado a mí. Yo cuidaré de tí.- Dijo arrugando el hocico segura de sí misma. Níniel se pegó a ella y la achuchó cariñosamente como agradecimiento. Puede que en aquello, también tuviera algo de razón.
-Tal vez, teniendo en cuenta lo que está por llegar, sea especialmente importante celebrar esta noche. Algunos hacen ofrendas a los dioses pidiendo sus bendiciones, otros buscan pasar página o no hacerlo en absoluto. No me dirás que ante tantas opciones no se te ocurre nada que colocar en la barca.- Respondió la peliblanca, protegiendo a ambas de la lluvia bajo una esfera de luz. Ninguna estaba ayudando a construir la barca de los elfos, no podrían dado que ninguna tenía conocimiento alguno de carpintería. Solo lograrían estorbar a los hijos e hijas del bosque encargados de aquella tarea, que en aquellos momentos le daban los últimos retoques a su construcción antes de permitir que el resto comenzara a colocar sus objetos elegidos en la misma.
-Ummm, desde luego nada de valor. Mira a aquella humana...Ese escudo es bueno. Vale, puede que a su marido no le sirviera de mucho por lo que se ve pero...Podría serle útil a algún soldado, tal vez salvarle la vida. En el fondo del mar no le servirá de nada ni a los peces.-Argumentó la pelirroja. Sin duda preferiría que algunas de las cosas que iban a acabar en el fondo del mar aquella noche acabaran en sus manos.
-No debes fijarte en su valor económico, sino sentimental. Es fácil sustituir un escudo, pero no los sentimientos hacia un esposo fallecido que residen en aquel en concreto. Según sus creencias gracias a este gesto los dioses podrían velar por él en el otro lado. Puede que incluso el escudo podría llegar hasta el difunto y servirle en la otra vida.- Explicaría la peliblanca sin perder detalle en cómo los distintos grupos también ultimaban sus preparativos y algunos incluso empujaban sus embarcaciones hacia el agua.
-Bueno, si lo dices así...es como un pago, o un tributo. Aunque una vez tuve que desenterrar a un fulano y, te aseguro que las cosas con las que se fué a la tumba allí seguían. No se las llevó a ninguna parte, y él tampoco parecía que fuese a moverse de allí.- Replicó.
-Es algo espiritual y los gestos van también en esa dirección. Cuenta el hecho de que estés dispuesta a deshacerte de ello.-Sentenció la peliblanca, apartando la mirada de los primeros barcos ya en llamas para mirar a su hermana y acariciarle cariñosamente el pelo. -Parece que nuestro barco ya está listo. Vamos.- Instó la elfa deshaciendo su esfera protectora y comenzando a caminar la escasa distancia que las separaba del lugar de construcción de los elfos. Acababa de formarse una pequeña y organizada cola que garantizaba a cada uno de los participantes un poco de espacio para sus ruegos personales, por lo que avanzaba despacio.
-Tal vez la lluvia sea una señal de los dioses para que dejemos de hacer el tonto...- Se quejó la felina echándose la capucha de su capa por encima de la cabeza. Realmente odiaba mojarse. Casi tanto como el frío. No obstante Níniel la instó con la mirada a guardar silencio en aquellos momentos y mostrar respeto mientras estuviesen allí, luego podrían seguir hablando tanto cuanto quisiese. Unos minutos después llegaría su turno.
Níniel colocaría sobre la barca los fragmentos restantes de su fiel bastón. Durante largo tiempo la sirvió bien y daría su último golpe contra un temible enemigo. Gracias a la alquimia, una parte de él formaba ya parte de su nueva arma. Con aquello la peliblanca quería agradecerles a los dioses que la hubiesen cuidado y guiado en su camino hasta aquel día. También colocaría aquel tomo de alquimia avanzada que obtuviera de aquella extraña familia de nobles de altaciudad. Había aprendido todo cuanto podía de él y ahora escribía sus propias fórmulas e investigaciones. Un agradecimiento por ayudarla a crecer y mejorar.
-Seguid cuidando de mí.- Murmuró tras una plegaria silenciosa. Entonces ambas saldrían de la fila y esperarían junto a los demás el momento de empujar todo aquello al agua. Catherine no tardaría mucho en romper el silencio.
-La mala noticia es que ese libro ya no ayudará a ningún nuevo alquimista y todas tus notas en él se perderán. La buena es que los dioses han escuchado tu petición y me han mandado a mí. Yo cuidaré de tí.- Dijo arrugando el hocico segura de sí misma. Níniel se pegó a ella y la achuchó cariñosamente como agradecimiento. Puede que en aquello, también tuviera algo de razón.
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: Midsummarblót, Solsticio de Verano [Evento]
Nuevamente Chimar se encuentra en uno de los tantos eventos que tienden a llenar Aerandir con su gracia, más por curiosidad que otra cosa. Como todo hijo de científico no suele creer en tendencias culturales aunque ese no es motivo para quedarse de lado.
Increíble…
Suelta para sí mismo al tener en cuenta los acontecimientos que se gestan en la capital, cierto llamado de atención que corre en ambos sentidos pues él también se encuentra nutriendo la multitud asistente.
Al final el ser inteligente se vuelca a sus creencias en momentos de necesidad, Maquiavelo sabe algo de esos temas aunque la peor de las ciencias “psicología” no sea una de sus especialidades… ser un genio implica conocimiento de todo.
Las tradiciones se vuelven más pintorescas al salir de los caminos civilizados, en Lunargenta pocos asisten a tales manifestaciones por fe. La civilización es un dios más benigno para todos, especialmente si se tienen riquezas.
Desde la orilla el pequeño genio detalla como una a una las embarcaciones se incendian cuando pasan cierto punto, no tiene mucha lógica construir un navío para luego quemarlo aunque pocas cosas simbólicas poseen un sentido real.
Por otro lado Chimar agradece la distracción, un alto en la guerra sin fin que compone su vida aventurera. Algo le dice que tendrá un papel destacado en la batalla de Lunargenta pero sabe bien que tales cosas nunca vienen sin un precio.
Es extraño como el fuego tiene un papel protagónico en las tradiciones humanas.
Allí estas… es algo evolutivo, el fuego cambio a la humanidad para mejor.
Canel se manifiesta junto a él como ha hecho numerosas veces, tiene un don para ocultar su presencia a voluntad. Chico curioso como mínimo pero los gorriones son eso, un grupito de niños peculiares.
Los barcos están vacíos, deberían llevar cuerpos y tesoros.
Esa es una tradición más funeraria… aunque no me preguntes su nombre.
Ambos chicos miran los barcos siendo devorados por las llamas con cierta melancolía, Chimar siempre se pone dramático ante tales escenarios y Canel… bueno, es un gorrión de pies a cabeza con todo lo que eso implica.
Algunos rostros conocidos comienzan a gestarse entre la multitud pero se dedican a sus asuntos, Maquiavelo sonríe a modo de saludo a cualquier amigo e ignora otros elementos. Aerandir es un pañuelo pero siempre aparece gente nueva.
No dejara de llover “baja la mirada”
Increíble…
Suelta para sí mismo al tener en cuenta los acontecimientos que se gestan en la capital, cierto llamado de atención que corre en ambos sentidos pues él también se encuentra nutriendo la multitud asistente.
Al final el ser inteligente se vuelca a sus creencias en momentos de necesidad, Maquiavelo sabe algo de esos temas aunque la peor de las ciencias “psicología” no sea una de sus especialidades… ser un genio implica conocimiento de todo.
Las tradiciones se vuelven más pintorescas al salir de los caminos civilizados, en Lunargenta pocos asisten a tales manifestaciones por fe. La civilización es un dios más benigno para todos, especialmente si se tienen riquezas.
Desde la orilla el pequeño genio detalla como una a una las embarcaciones se incendian cuando pasan cierto punto, no tiene mucha lógica construir un navío para luego quemarlo aunque pocas cosas simbólicas poseen un sentido real.
Por otro lado Chimar agradece la distracción, un alto en la guerra sin fin que compone su vida aventurera. Algo le dice que tendrá un papel destacado en la batalla de Lunargenta pero sabe bien que tales cosas nunca vienen sin un precio.
Es extraño como el fuego tiene un papel protagónico en las tradiciones humanas.
Allí estas… es algo evolutivo, el fuego cambio a la humanidad para mejor.
Canel se manifiesta junto a él como ha hecho numerosas veces, tiene un don para ocultar su presencia a voluntad. Chico curioso como mínimo pero los gorriones son eso, un grupito de niños peculiares.
Los barcos están vacíos, deberían llevar cuerpos y tesoros.
Esa es una tradición más funeraria… aunque no me preguntes su nombre.
Ambos chicos miran los barcos siendo devorados por las llamas con cierta melancolía, Chimar siempre se pone dramático ante tales escenarios y Canel… bueno, es un gorrión de pies a cabeza con todo lo que eso implica.
Algunos rostros conocidos comienzan a gestarse entre la multitud pero se dedican a sus asuntos, Maquiavelo sonríe a modo de saludo a cualquier amigo e ignora otros elementos. Aerandir es un pañuelo pero siempre aparece gente nueva.
No dejara de llover “baja la mirada”
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Re: Midsummarblót, Solsticio de Verano [Evento]
La taberna estaba casi a rebosar, con la llegada del mediodía y el parón en las jornadas de trabajo muchos se habían acercado hasta El Cuervo de Plata para llenar el estómago y refrescarse la garganta con algo de cerveza antes de volver a sus tareas, lo que estaba dando bastante trabajo al propietario y a su esposa, que iba de la barra a las mesas sin parar. - ¿Quiere algo más? - preguntó el hombre, tras entregar dos platos de sopa de verduras a su parienta para que las sirviese. - No, gracias. - le respondió el dragón, que ocupaba una de las esquinas de la barra y terminaba las chuletas de cordero por las que se había decantado tras escuchar el menú del día. El tabernero pasó a atender a otros de sus clientes más cercanos, que sí le aceptaron algo más de comida y no dudaron en pedir dos jarras de cerveza por cabeza, lo que teniendo en cuenta las rondas que llevaban ya encima les pasaría factura antes de salir del local.
Aquel grupito hablaba alegremente, por el alcohol sin duda, acerca de la llegada del Midsummarblót, que tendría lugar unos días más tarde y se celebraría en la playa de los ancestros. - El solsticio… con todo el jaleo de las últimas semanas casi lo había olvidado. - pensó el cazador, que había escuchado disimuladamente la conversación desde su asiento. Ignorando ya a los extraños, que habían empezado a divagar sobre cuán fácil sería encontrar compañía femenina durante el festival, aprovechándose de las muchachas que hacían ofrendas para cazar marido antes de que se las tildase de solteronas, el alado acabó su comida e hizo un gesto al propietario para que se acercase a cobrarle. Una vez entregados los aeros acordados y una pequeña propina por el buen trato que les daba a él y a su compañera, se levantó del taburete y se dirigió a las escaleras, dejando atrás el bullicio de la sala para reunirse con la de cabellos cenicientos.
Sin saber si la encontraría dormida o no decidió entrar con cuidado, sin hacer ruido, pero pronto se dio cuenta de que era innecesario, la vampira no estaba en la cama sino sentada delante del tocador, con la barbilla apoyada en una de sus manos y la mirada perdida en su propio reflejo. La palidez de su rostro hacía resaltar el negro carboncillo con que solía maquillarse alrededor de los intensos ojos verdes, y aunque le daba un aspecto más imponente a ella no le gustaba, extrañaba el color de sus mejillas, y también el calor que desprendía antes. Decía que la imagen que le devolvía el espejo era la de una joven a la que podrían confundir con una muerta, fría y de nívea piel, opinión que por supuesto, no compartía.
- He oído algo interesante en la taberna. - anunció el cazador, cerrando la puerta tras de sí y avanzando hacia la cama para sentarse al borde de la misma. Las cortinas no dejaban entrar la luz del exterior, por lo que apenas podía distinguir su silueta, pero se había acostumbrado a aquella penumbra en la que vivían durante el día. - ¿De qué se trata? - inquirió la señora de sombras, girando el cuerpo para quedar sentada de lado, con uno de sus costados contra el respaldo de la silla, sobre el que apoyó uno de los brazos para colocar su barbilla encima de éste. - En la playa han empezado los preparativos para celebrar el solsticio de verano. - dijo, pero la noticia no causó la reacción que esperaba. - Con la difícil situación por la que está pasando Lunargenta no entiendo cómo pueden tener ganas de celebrar nada… tientan a la suerte, esa fiesta podría acabar muy mal. - replicó la benjamina de los Calhoun, tras poner los ojos en blanco.
- Necesitan aferrarse a algo, creer que los dioses intervendrán para que la guerra acabe de una vez y les devuelva a sus antiguas vidas. - prosiguió el alado, defendiendo la idea. - Deberíamos hacer un sacrificio para ganarnos su favor. - añadió, consiguiendo que su compañera lo mirase con cierta curiosidad. - ¿Me estás diciendo que quieres meterte entre toda esa gente? ¿Quién eres tú y dónde está mi Alister, el dragón al que no le agradan nada las multitudes? - preguntó, con voz suave. - Que puedo decir, tu influencia ha conseguido que tolere estos eventos así que en parte… eres la culpable del cambio. - contestó él, con una sonrisa en los labios. - Desde que llegamos a la ciudad no hemos hecho más que pelear contra vampiros y miembros del aquelarre, una noche tranquila no estaría mal para variar. - propuso, con una expresión algo desanimada que solo ella, con sus agudos ojos, podría ver.
La de cabellos cenicientos se levantó de la silla y se sentó a su lado en la cama, tomando una de sus manos y acariciando el dorso de la misma con el pulgar. - No puedo prometerte que no haya peleas, solo que yo no las empezaré. - susurró, consciente de que al juntarse tanta gente existía el riesgo de que algún desalmado aprovechase la situación para iniciar un conflicto. - Es suficiente. - cedió, girándose hacia ella para alcanzar sus labios. Por unos instantes la habitación dejó de existir para ambos, todo cuanto los rodeaba quedó en un olvidado segundo plano mientras se fundían en aquel beso, que como siempre, alargaron tanto como les fue posible.
- Tengo que ir al mercado, descansa, volveré antes de que te des cuenta. - musitó en cuanto se separaron, clavando sus ojos en los de la joven durante unos segundos, para acto seguido levantarse y abandonar de nuevo la estancia. Elen lo siguió con la mirada hasta perderlo de vista, luego se dejó caer sobre el camastro y se quedó mirando el techo durante un rato, su condición la limitaba mucho durante el día, dándole pocas opciones, así que finalmente optó por seguir el consejo del cazador y tumbarse bajo las sábanas, dejando que el sopor hiciese el resto. Para cuando volvió a despertar Alister ya estaba allí, sentado junto a la ventana y examinando unos largos tablones de madera que no tenían antes. - ¿Para qué quieres eso? - preguntó, al tiempo que se incorporaba hasta quedar sentada.
- Necesitaremos un drakkar para el sacrificio, fabricaré uno. - indicó, bastante convencido. - Creía que habías sido aprendiz de herrero, no de carpintero. - soltó la benjamina de los Calhoun, acercándose al borde de la cama para levantarse y caminar hacia el alado. - Y tienes razón, pero también aprendí algo del oficio… de todos modos va a terminar quemándose, no tiene que salir perfecto. - repuso, alzando el rostro para mirarla y liberando uno de los brazos, con el que la rodeo por la cintura nada más tenerla a su alcance. Dejando de lado sus planes para aquellos tablones, tiró de ella suavemente hasta sentarla sobre su regazo, pronto anochecería y podrían salir para que se alimentase, pero aún tenían un rato para ellos antes de eso, y no lo desperdiciarían.
Durante los días siguientes el dragón hizo todo lo que pudo para crear un barco que flotase y aguantase el peso que tenían en mente ponerle, se equivocó y volvió a empezar de cero más de una vez, pero terminó consiguiendo lo que quería, un modesto drakkar de dos metros y medio de largo por uno de ancho en el centro, lo bastante sólido para que pudiese soportar el cuerpo de una cabra joven, a la que compró y sacrificó la misma mañana del solsticio. Elen también colaboró, echando mano de lo que le habían enseñado en Midgar años atrás para tallar los detalles del casco y la proa, tras lo cual solo les quedo reunir la brea y esperar a que anocheciese.
La pareja abandonó el local cuando el sol estaba a punto de ponerse, y con paso ligero se dirigieron hacia la playa, donde ya se congregaba la gente que a pesar de la lluvia, se despedía de sus barcos antes de que las flechas volasen para quemarlos. De lejos pudieron reconocer algunos rostros, pero no fueron directamente hacia la multitud, en vez de eso buscaron un rincón más tranquilo y solitario, donde su embarcación no quedase en evidencia en comparación con las que habían traído otros. El drakkar flotó cuando lo pusieron sobre la superficie del agua, y siguió haciéndolo después, cuando le añadieron el peso de un par de pieles, la cabra muerta y el recipiente en que se había recogido su sangre. - Que esta ofrenda que humildemente os hacemos sirva para que nos protejáis de lo que está por venir. - dijo el cazador, colocando un brazalete de plata con piedras engarzadas junto al resto de cosas, aquella joya había pertenecido a su madre, pero si con su entrega lograba que los dioses les sonriesen, su pérdida habría valido la pena.
La vampira extrajo de su bolsa un colgante de su infancia que le había comprado su padre, solo un año antes de que se marchase hacia el norte, se lo llevó a los labios para darle un beso y luego lo depositó en el barco. ¿Sería aquello suficiente para quienes los observaban desde el Valhalla? Puede que no, quizá fuese demasiado modesto, pero era lo que podían ofrecer sin unirse al gentío que abarrotaba la playa. Cuando todo estuvo listo empujaron el drakkar hacia el agua y esperaron a que se alejase un poco, momento en que Alister cambió de forma para disparar un pequeño proyectil, que acertó y prendió la brea de inmediato. Las llamas consumieron con rapidez la embarcación, dándoles la oportunidad de aproximarse a la zona en que el resto de navíos aguardaban a ser quemados.
De nuevo en su forma humana, el cazador tomó la mano de la de cabellos cenicientos y pasearon por entre la multitud, con la esperanza de que aquella noche nada les aguase la fiesta, ni siquiera las gotas que empapaban poco a poco sus ropas.
Aquel grupito hablaba alegremente, por el alcohol sin duda, acerca de la llegada del Midsummarblót, que tendría lugar unos días más tarde y se celebraría en la playa de los ancestros. - El solsticio… con todo el jaleo de las últimas semanas casi lo había olvidado. - pensó el cazador, que había escuchado disimuladamente la conversación desde su asiento. Ignorando ya a los extraños, que habían empezado a divagar sobre cuán fácil sería encontrar compañía femenina durante el festival, aprovechándose de las muchachas que hacían ofrendas para cazar marido antes de que se las tildase de solteronas, el alado acabó su comida e hizo un gesto al propietario para que se acercase a cobrarle. Una vez entregados los aeros acordados y una pequeña propina por el buen trato que les daba a él y a su compañera, se levantó del taburete y se dirigió a las escaleras, dejando atrás el bullicio de la sala para reunirse con la de cabellos cenicientos.
Sin saber si la encontraría dormida o no decidió entrar con cuidado, sin hacer ruido, pero pronto se dio cuenta de que era innecesario, la vampira no estaba en la cama sino sentada delante del tocador, con la barbilla apoyada en una de sus manos y la mirada perdida en su propio reflejo. La palidez de su rostro hacía resaltar el negro carboncillo con que solía maquillarse alrededor de los intensos ojos verdes, y aunque le daba un aspecto más imponente a ella no le gustaba, extrañaba el color de sus mejillas, y también el calor que desprendía antes. Decía que la imagen que le devolvía el espejo era la de una joven a la que podrían confundir con una muerta, fría y de nívea piel, opinión que por supuesto, no compartía.
- He oído algo interesante en la taberna. - anunció el cazador, cerrando la puerta tras de sí y avanzando hacia la cama para sentarse al borde de la misma. Las cortinas no dejaban entrar la luz del exterior, por lo que apenas podía distinguir su silueta, pero se había acostumbrado a aquella penumbra en la que vivían durante el día. - ¿De qué se trata? - inquirió la señora de sombras, girando el cuerpo para quedar sentada de lado, con uno de sus costados contra el respaldo de la silla, sobre el que apoyó uno de los brazos para colocar su barbilla encima de éste. - En la playa han empezado los preparativos para celebrar el solsticio de verano. - dijo, pero la noticia no causó la reacción que esperaba. - Con la difícil situación por la que está pasando Lunargenta no entiendo cómo pueden tener ganas de celebrar nada… tientan a la suerte, esa fiesta podría acabar muy mal. - replicó la benjamina de los Calhoun, tras poner los ojos en blanco.
- Necesitan aferrarse a algo, creer que los dioses intervendrán para que la guerra acabe de una vez y les devuelva a sus antiguas vidas. - prosiguió el alado, defendiendo la idea. - Deberíamos hacer un sacrificio para ganarnos su favor. - añadió, consiguiendo que su compañera lo mirase con cierta curiosidad. - ¿Me estás diciendo que quieres meterte entre toda esa gente? ¿Quién eres tú y dónde está mi Alister, el dragón al que no le agradan nada las multitudes? - preguntó, con voz suave. - Que puedo decir, tu influencia ha conseguido que tolere estos eventos así que en parte… eres la culpable del cambio. - contestó él, con una sonrisa en los labios. - Desde que llegamos a la ciudad no hemos hecho más que pelear contra vampiros y miembros del aquelarre, una noche tranquila no estaría mal para variar. - propuso, con una expresión algo desanimada que solo ella, con sus agudos ojos, podría ver.
La de cabellos cenicientos se levantó de la silla y se sentó a su lado en la cama, tomando una de sus manos y acariciando el dorso de la misma con el pulgar. - No puedo prometerte que no haya peleas, solo que yo no las empezaré. - susurró, consciente de que al juntarse tanta gente existía el riesgo de que algún desalmado aprovechase la situación para iniciar un conflicto. - Es suficiente. - cedió, girándose hacia ella para alcanzar sus labios. Por unos instantes la habitación dejó de existir para ambos, todo cuanto los rodeaba quedó en un olvidado segundo plano mientras se fundían en aquel beso, que como siempre, alargaron tanto como les fue posible.
- Tengo que ir al mercado, descansa, volveré antes de que te des cuenta. - musitó en cuanto se separaron, clavando sus ojos en los de la joven durante unos segundos, para acto seguido levantarse y abandonar de nuevo la estancia. Elen lo siguió con la mirada hasta perderlo de vista, luego se dejó caer sobre el camastro y se quedó mirando el techo durante un rato, su condición la limitaba mucho durante el día, dándole pocas opciones, así que finalmente optó por seguir el consejo del cazador y tumbarse bajo las sábanas, dejando que el sopor hiciese el resto. Para cuando volvió a despertar Alister ya estaba allí, sentado junto a la ventana y examinando unos largos tablones de madera que no tenían antes. - ¿Para qué quieres eso? - preguntó, al tiempo que se incorporaba hasta quedar sentada.
- Necesitaremos un drakkar para el sacrificio, fabricaré uno. - indicó, bastante convencido. - Creía que habías sido aprendiz de herrero, no de carpintero. - soltó la benjamina de los Calhoun, acercándose al borde de la cama para levantarse y caminar hacia el alado. - Y tienes razón, pero también aprendí algo del oficio… de todos modos va a terminar quemándose, no tiene que salir perfecto. - repuso, alzando el rostro para mirarla y liberando uno de los brazos, con el que la rodeo por la cintura nada más tenerla a su alcance. Dejando de lado sus planes para aquellos tablones, tiró de ella suavemente hasta sentarla sobre su regazo, pronto anochecería y podrían salir para que se alimentase, pero aún tenían un rato para ellos antes de eso, y no lo desperdiciarían.
Durante los días siguientes el dragón hizo todo lo que pudo para crear un barco que flotase y aguantase el peso que tenían en mente ponerle, se equivocó y volvió a empezar de cero más de una vez, pero terminó consiguiendo lo que quería, un modesto drakkar de dos metros y medio de largo por uno de ancho en el centro, lo bastante sólido para que pudiese soportar el cuerpo de una cabra joven, a la que compró y sacrificó la misma mañana del solsticio. Elen también colaboró, echando mano de lo que le habían enseñado en Midgar años atrás para tallar los detalles del casco y la proa, tras lo cual solo les quedo reunir la brea y esperar a que anocheciese.
La pareja abandonó el local cuando el sol estaba a punto de ponerse, y con paso ligero se dirigieron hacia la playa, donde ya se congregaba la gente que a pesar de la lluvia, se despedía de sus barcos antes de que las flechas volasen para quemarlos. De lejos pudieron reconocer algunos rostros, pero no fueron directamente hacia la multitud, en vez de eso buscaron un rincón más tranquilo y solitario, donde su embarcación no quedase en evidencia en comparación con las que habían traído otros. El drakkar flotó cuando lo pusieron sobre la superficie del agua, y siguió haciéndolo después, cuando le añadieron el peso de un par de pieles, la cabra muerta y el recipiente en que se había recogido su sangre. - Que esta ofrenda que humildemente os hacemos sirva para que nos protejáis de lo que está por venir. - dijo el cazador, colocando un brazalete de plata con piedras engarzadas junto al resto de cosas, aquella joya había pertenecido a su madre, pero si con su entrega lograba que los dioses les sonriesen, su pérdida habría valido la pena.
La vampira extrajo de su bolsa un colgante de su infancia que le había comprado su padre, solo un año antes de que se marchase hacia el norte, se lo llevó a los labios para darle un beso y luego lo depositó en el barco. ¿Sería aquello suficiente para quienes los observaban desde el Valhalla? Puede que no, quizá fuese demasiado modesto, pero era lo que podían ofrecer sin unirse al gentío que abarrotaba la playa. Cuando todo estuvo listo empujaron el drakkar hacia el agua y esperaron a que se alejase un poco, momento en que Alister cambió de forma para disparar un pequeño proyectil, que acertó y prendió la brea de inmediato. Las llamas consumieron con rapidez la embarcación, dándoles la oportunidad de aproximarse a la zona en que el resto de navíos aguardaban a ser quemados.
De nuevo en su forma humana, el cazador tomó la mano de la de cabellos cenicientos y pasearon por entre la multitud, con la esperanza de que aquella noche nada les aguase la fiesta, ni siquiera las gotas que empapaban poco a poco sus ropas.
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
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Re: Midsummarblót, Solsticio de Verano [Evento]
Loth y Matthew habían tenido una larga discusión antes de decidirse por fin a ir, y es que la elfa y el humano tenían distintas perspectivas de lo que era participar del solsticio de verano. Para el estafador no era más que otra fecha como cualquier otra, los muertos estaban muertos y no podían tener el más mínimo interés en un montón de locos que quemaban barcos con chucherías.
En su opinión era el momento ideal para vender alguna tontería sin valor diciendo que permitía a los espíritus de los difuntos descansar en paz. Pero la elfa lo contemplo como si fuera un monstruo cuando le propuso participar del negocio.
-Matthew Owens, es un día para recordar, reflexionar y despedir a nuestros seres queridos. Deberías sentirte avergonzado de pensar en hacer algo así – Loth se cruzó de brazos y lo miro con el ceño fruncido.
-Me tomaría más en serio tus palabras si no estuvieras desnuda – Le pellizco uno de los pechos a lo que la elfa respondió dándole un golpe en la mano – No tengo la culpa de que la gente sea idiota ¿O sí? Solo soy un simple oportunista.
-Nada de estafas por hoy – Se sentó en las piernas del humano y le dio un abrazo, intentando convencerlo.
-De acuerdo, pero ya me gaste todo lo que tenía. Ayer tomamos mucho- El estafador se recostó en la cama de la posada, llevándose con él a Loth – ¿Podrías encargarte del pago, Cielo?
Afuera había comenzado a llover, eso daba más motivos para quedarse en la cama hasta tarde. Para cuando llegaron ya muchos drakkar habían sido liberados, se acercaron a la costa hasta que el agua tocara sus botas, no había parado de llover ni un instante y las capas que usaban para cubrirse ya estaban completamente empapadas.
Loth se mostraba acongojada, mientras que Matthew bostezaba, ganándose miradas de reproche por parte de todos los que lo rodeaban. Al estafador poco le importaba, si no iba a venderles nada no tenía porque fingir que era una buena persona, la elfa le pego algunos codazos para que se comportara.
-Pórtate bien, hay mucha gente dolida despidiendo a sus seres queridos – Owens suspiro y se cruzo de brazos – No seas infantil – Susurro irritada.
-¿Quieres que finja interés? –Respondió en tono condescendiente el humano.
-Si, por favor –
Matthew se encogió de hombros, y se quedó mirando como partían los barcos, aunque su mente rápidamente se desvió hacía cosas que le interesaban más “Si todos los años hacen esto en estas mismas costas ¿Cuántos tesoros habrá en el fondo del mar?” Comenzó a trazar planes en su mente, pensando en las distintas posibilidades que le permitirían llegar hasta esos objetos de valor.
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FDI: Dejo aquí a Matt y a Loth por si alguien quiere hablar con ellos ^^ Tengo una segunda parte pensada para este post pero siéntanse libres de interactuar como prefieran.
En su opinión era el momento ideal para vender alguna tontería sin valor diciendo que permitía a los espíritus de los difuntos descansar en paz. Pero la elfa lo contemplo como si fuera un monstruo cuando le propuso participar del negocio.
-Matthew Owens, es un día para recordar, reflexionar y despedir a nuestros seres queridos. Deberías sentirte avergonzado de pensar en hacer algo así – Loth se cruzó de brazos y lo miro con el ceño fruncido.
-Me tomaría más en serio tus palabras si no estuvieras desnuda – Le pellizco uno de los pechos a lo que la elfa respondió dándole un golpe en la mano – No tengo la culpa de que la gente sea idiota ¿O sí? Solo soy un simple oportunista.
-Nada de estafas por hoy – Se sentó en las piernas del humano y le dio un abrazo, intentando convencerlo.
-De acuerdo, pero ya me gaste todo lo que tenía. Ayer tomamos mucho- El estafador se recostó en la cama de la posada, llevándose con él a Loth – ¿Podrías encargarte del pago, Cielo?
Afuera había comenzado a llover, eso daba más motivos para quedarse en la cama hasta tarde. Para cuando llegaron ya muchos drakkar habían sido liberados, se acercaron a la costa hasta que el agua tocara sus botas, no había parado de llover ni un instante y las capas que usaban para cubrirse ya estaban completamente empapadas.
Loth se mostraba acongojada, mientras que Matthew bostezaba, ganándose miradas de reproche por parte de todos los que lo rodeaban. Al estafador poco le importaba, si no iba a venderles nada no tenía porque fingir que era una buena persona, la elfa le pego algunos codazos para que se comportara.
-Pórtate bien, hay mucha gente dolida despidiendo a sus seres queridos – Owens suspiro y se cruzo de brazos – No seas infantil – Susurro irritada.
-¿Quieres que finja interés? –Respondió en tono condescendiente el humano.
-Si, por favor –
Matthew se encogió de hombros, y se quedó mirando como partían los barcos, aunque su mente rápidamente se desvió hacía cosas que le interesaban más “Si todos los años hacen esto en estas mismas costas ¿Cuántos tesoros habrá en el fondo del mar?” Comenzó a trazar planes en su mente, pensando en las distintas posibilidades que le permitirían llegar hasta esos objetos de valor.
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FDI: Dejo aquí a Matt y a Loth por si alguien quiere hablar con ellos ^^ Tengo una segunda parte pensada para este post pero siéntanse libres de interactuar como prefieran.
- Loth:
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Última edición por Matthew Owens el Dom Jun 24 2018, 00:22, editado 1 vez
Matthew Owens
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Re: Midsummarblót, Solsticio de Verano [Evento]
"La calma antes de la tormenta". Así se podía definir aquella fiesta. Estaban en plena guerra, pero eso no era razón para dejar de celebrar sus fiestas. La ciudad pendía de un simple hilo de cordura, el último que quedaba. El ambiente era extraño, como si todos esperasen a que algo ocurriese esa noche o los días venideros. En cualquier momento la gran batalla podría dar comienzo; el gran combate que quede marcado durante siglos en la historia humana.
Rischer, Emmanuel y Alward se encontraban sentados alrededor de una hoguera en la playa. Era de noche y empezó a llover, mojando poco a poco sus rostros y humedeciendo la fogata. No iba a durar mucho.
-Oh, mierda-Miró al cielo-¡Qué oportuno!
-¿No te asustarás por unas gotas, no?
-El arquero se encapuchó y centró su mirada en el elfo-No es eso. Es que me gusta estar aquí, alrededor de la fogata, mientras todos se apostan en las orillas admirando los drakkar-Echó su vista hacia la orilla. La gente empezaba a amontonarse por allí, aunque también habían algunos como ellos que preferían sentarse alrededor de una fogata, o simplemente de pie, acompañado o a solas, para admirar el espectáculo desde lejos. Emmanuel volvió a centrar su atención en sus amigos-¿Se apagará?-Dijo refiriéndose a la hoguera
-Depende-Alzó su mirada al cielo. No se veían las estrellas, todo estaba rodeado de nubes. Acto seguido desvió su atención hacia Alward-¿Te ha comido la lengua el gato?
El joven Sevna estaba con un palo azuzando el fuego, jugando con él y aislándose de la conversación, hasta que se percató de que Rischer llamó su atención
-¿Eh...?-Miró tanto al elfo como al arquero-Estaba distraído-Apartó el palo del fuego-Este tipo de fiestas me dan qué pensar
-¿En qué piensas?
-No sé... ¿En todo? ¿En nada?-Se encogió de hombros-La tensión que se vive en la ciudad estos últimos días me está poniendo de los nervios, y no consigo aclarar mis ideas
-Se viven días cruciales para el futuro de Lunargenta, y de vuestra raza
-¿Y si todo se acaba? ¿Y si nunca ganamos?
-¡Claro que ganaremos!-Soltó convencido
-Todo lo que hemos vivido... El recorrido de una raza con todo lo que ha sufrido. Siempre hemos permanecido unidos.-Se pausó tan solo unos instantes-Hemos nacido en la sombra de lo que fue nuestra época de oro, cuando nos ayudábamos codo con codo... Ahora solo hay corrupción, traiciones... Cada uno mira por su propio interés antes que en hacer el bien común.-Se tiró hacia atrás posando su espalda en la arena y con sus brazos detrás de la cabeza. Levantó la mirada y la dejó fija en el cielo oscuro-¿Los dioses nos ven? ¿Están siquiera ahí? Dicen que antaño iluminaron nuestro destino, el de toda las razas. Iluminaron la energía que se aferra a nuestra vida y le dieron sentido... Pero, ¿Se han cansado de nosotros?-Soltó un suspiro ante la atenta mirada de sus dos amigos.
-Vaya...-Dijo sorprendido-Creía que aquí el filósofo era Rischer
-Se me habrá pegado-Esbozó una sonrisa, la cual se convirtió en una corta risa, contagiando a los otros dos.
Pasó un tiempo y decidieron reunirse con los demás; Gertrude, Moses, Eiko e Ivens les esperaban en la orilla de la playa, donde un drakkar, el cual había sido construido por estos, aguardaba el momento de ser enviado mar adentro.
No era nada en especial; un drakkar pobremente decorado, algo pequeño con respecto al resto que inundaban la orilla y se metían hacia adentro de las aguas, pero lo que contaba era la dedicación, el esfuerzo y las ofrendas que se pusieran en este para luego quemarlas.
-Aún me cuesta entender el por qué de tantos sacrificios-Se encogió de hombros-Los humanos y brujos tenéis un problema con esto de sacrificar-Esbozó una sonrisa
-¿Y los elfos no?-Replicó Ivens mirando con desdén a Rischer
-No lo sé, nunca he vivido con elfos
Gertrude entonces le dio una palmada notable en la espalda a su marido
-¡Deja de ser tan puntilloso, "filósofo"!-Se cruzó de brazos-¡Muéstranos tu ofrenda!
-El elfo suspiró y enseñó varias joyas de diversos tamaños y colores-Eran de mi madre. A ella si le gustaban este tipo de fiestas, por eso en su nombre las ofreceré
Emmanuel entonces sacó de un saco un viejo laúd con la madera medio podrida y bastante viejo.
-No sé si lo he contado alguna vez, pero sé tocar el laúd, o al menos sabía en mi adolescencia...-Se quedó mirando fijamente al instrumento-Me recuerda a los buenos tiempos, donde no tenía ningún tipo de preocupación. Creo que será mi mejor ofrenda para este año
-Yo y Moses sacrificamos siete cabras esta mañana-Miró hacia el drakkar-Ya están dentro. Traerán buena suerte-Dibujó una corta sonrisa en sus labios
-Una por cada uno de nosotros. A los dioses les agradará-Sonrió enseñando los dientes y alzando el pulgar de su mano derecha
-Yo...-Intervino Eiko con un tono de voz tímido y entrecortado-Ofreceré varios barriles de vino de la taberna. A los dioses les gusta el alcohol, sabrán apreciarlo-Sonrió de forma inocente
-¿¡QUÉ!?-Soltaron los tres al unísono, mientras Rischer, Alward y Moses estallaron en una sonora risotada
-¡Os vendrá bien beber menos!-Dijo sin desdibujar su inocente sonrisa llevándose las manos hacia atrás y entrelazándolas
Tras ese momentáneo momento cómico, donde Ivens, Gertrude y Emmanuel quedaron bastante tocados con la noticia, Alward es el último que quedaba para mostrar qué sacrificaría. Aparte de sus dos espadas colgadas en la espalda, llevaba una tercera en la cintura. Se la quitó y la desenvainó un poco, mostrando su filo. Era un arma bastante oxidada, pobre y hasta llena de mellas.
-¡Eso no sirve ni para cortar queso!
-Hmmm, me suena
-Fue mi primera espada. La que me regaló Rischer cuando me metí en esto de ser mercenario. No es una espada muy buena, ni muy efectiva. Tampoco lo era cuando estaba en buen estado, pero es la primera... Siempre será la primera, y como tal, se merece un respeto como ofrenda
-Te salvó bastante el culo-Dijo mientras asentía
-¡Es una historia preciosa, Al!
Tras las presentaciones de las ofrenda de cada Stelliazo, se dispusieron a dejar las nombradas en el drakkar.
Emmanuel pasó un arco a Alward. Eran los dos únicos en el grupo que sabían manejar dicha arma, aunque el joven Sevna no practicaba mucho últimamente. Los demás se encargarían de empujar la embarcación hacia dentro.
Ambos encendieron las puntas de las flechas con fuego y tensaron la cuerda de sus respectivos arcos, acto seguido apuntaron hacia el drakkar, esperando a que se adentrase mar adentro.
-No le des a nadie, ¿Eh?-Soltó mirando de reojo a Alward
-No te prometo nada-Esbozó una sonrisa sin apartar la vista de hacia donde apuntaba
Cuando vieron que el drakkar estaba en su punto de mira y en la posición exacta, dispararon. Las flechas trazaron una hermosa línea anaranjada hasta impactar en la embarcación. Habían recubierto esta de paja para ayudar a que el fuego se propagase.
Ambos habían tenido un disparo certero. El fuego tardó unos minutos en propagarse, pero pronto toda la embarcación quedó consumida por las llamas.
-¿Los mejores arqueros de la creación?-Le ofreció su mano para hacer un choque amistoso
-Más que eso-Sonrió y aceptó el choque.
Cuando el saludo terminó, Alward localizó a alguien, su vista se desvió del arquero y se centró en aquella persona. No estaba seguro... Pero algo le llamaba a acercarse. Le dio su arco a Emmanuel y se separó de él
-¿Dónde vas?
El arquero no obtuvo respuesta por parte de su amigo, quien siguió su camino. Apartó a unos cuantos ciudadanos por el camino, entre disculpas.
Finalmente lo vio claro, ¡Era Loth!
...
¿Loth? ¡Estaba allí! ¡Hacía un par de meses que no la veía! Su corazón dio un vuelco y su rostro se tornó totalmente a uno más alegre y vivaz.
Se abrió paso con más brío entre la multitud, hasta que algo lo hizo parar en seco, pero era demasiado tarde, estaba ya demasiado cerca y había cruzado la mirada con la elfa. Aquello que le hizo detenerse fue la presencia de Matthew... ¿MATTHEW? ¿Qué estaba pasando? ¿Sus ojos le engañaban? No se lo podía creer... Un poco de decepción inundó su alma
-L-Loth...-Fue lo único que soltó mientras apretaba la mandíbula y sus puños con rabia. Quería aparentar normalidad, no podía perder los estribos.
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Off: Si me pones a Loth, no puedo resistirme a no interactuar contigo, Matt ^^
Rischer, Emmanuel y Alward se encontraban sentados alrededor de una hoguera en la playa. Era de noche y empezó a llover, mojando poco a poco sus rostros y humedeciendo la fogata. No iba a durar mucho.
-Oh, mierda-Miró al cielo-¡Qué oportuno!
-¿No te asustarás por unas gotas, no?
-El arquero se encapuchó y centró su mirada en el elfo-No es eso. Es que me gusta estar aquí, alrededor de la fogata, mientras todos se apostan en las orillas admirando los drakkar-Echó su vista hacia la orilla. La gente empezaba a amontonarse por allí, aunque también habían algunos como ellos que preferían sentarse alrededor de una fogata, o simplemente de pie, acompañado o a solas, para admirar el espectáculo desde lejos. Emmanuel volvió a centrar su atención en sus amigos-¿Se apagará?-Dijo refiriéndose a la hoguera
-Depende-Alzó su mirada al cielo. No se veían las estrellas, todo estaba rodeado de nubes. Acto seguido desvió su atención hacia Alward-¿Te ha comido la lengua el gato?
El joven Sevna estaba con un palo azuzando el fuego, jugando con él y aislándose de la conversación, hasta que se percató de que Rischer llamó su atención
-¿Eh...?-Miró tanto al elfo como al arquero-Estaba distraído-Apartó el palo del fuego-Este tipo de fiestas me dan qué pensar
-¿En qué piensas?
-No sé... ¿En todo? ¿En nada?-Se encogió de hombros-La tensión que se vive en la ciudad estos últimos días me está poniendo de los nervios, y no consigo aclarar mis ideas
-Se viven días cruciales para el futuro de Lunargenta, y de vuestra raza
-¿Y si todo se acaba? ¿Y si nunca ganamos?
-¡Claro que ganaremos!-Soltó convencido
-Todo lo que hemos vivido... El recorrido de una raza con todo lo que ha sufrido. Siempre hemos permanecido unidos.-Se pausó tan solo unos instantes-Hemos nacido en la sombra de lo que fue nuestra época de oro, cuando nos ayudábamos codo con codo... Ahora solo hay corrupción, traiciones... Cada uno mira por su propio interés antes que en hacer el bien común.-Se tiró hacia atrás posando su espalda en la arena y con sus brazos detrás de la cabeza. Levantó la mirada y la dejó fija en el cielo oscuro-¿Los dioses nos ven? ¿Están siquiera ahí? Dicen que antaño iluminaron nuestro destino, el de toda las razas. Iluminaron la energía que se aferra a nuestra vida y le dieron sentido... Pero, ¿Se han cansado de nosotros?-Soltó un suspiro ante la atenta mirada de sus dos amigos.
-Vaya...-Dijo sorprendido-Creía que aquí el filósofo era Rischer
-Se me habrá pegado-Esbozó una sonrisa, la cual se convirtió en una corta risa, contagiando a los otros dos.
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Pasó un tiempo y decidieron reunirse con los demás; Gertrude, Moses, Eiko e Ivens les esperaban en la orilla de la playa, donde un drakkar, el cual había sido construido por estos, aguardaba el momento de ser enviado mar adentro.
No era nada en especial; un drakkar pobremente decorado, algo pequeño con respecto al resto que inundaban la orilla y se metían hacia adentro de las aguas, pero lo que contaba era la dedicación, el esfuerzo y las ofrendas que se pusieran en este para luego quemarlas.
-Aún me cuesta entender el por qué de tantos sacrificios-Se encogió de hombros-Los humanos y brujos tenéis un problema con esto de sacrificar-Esbozó una sonrisa
-¿Y los elfos no?-Replicó Ivens mirando con desdén a Rischer
-No lo sé, nunca he vivido con elfos
Gertrude entonces le dio una palmada notable en la espalda a su marido
-¡Deja de ser tan puntilloso, "filósofo"!-Se cruzó de brazos-¡Muéstranos tu ofrenda!
-El elfo suspiró y enseñó varias joyas de diversos tamaños y colores-Eran de mi madre. A ella si le gustaban este tipo de fiestas, por eso en su nombre las ofreceré
Emmanuel entonces sacó de un saco un viejo laúd con la madera medio podrida y bastante viejo.
-No sé si lo he contado alguna vez, pero sé tocar el laúd, o al menos sabía en mi adolescencia...-Se quedó mirando fijamente al instrumento-Me recuerda a los buenos tiempos, donde no tenía ningún tipo de preocupación. Creo que será mi mejor ofrenda para este año
-Yo y Moses sacrificamos siete cabras esta mañana-Miró hacia el drakkar-Ya están dentro. Traerán buena suerte-Dibujó una corta sonrisa en sus labios
-Una por cada uno de nosotros. A los dioses les agradará-Sonrió enseñando los dientes y alzando el pulgar de su mano derecha
-Yo...-Intervino Eiko con un tono de voz tímido y entrecortado-Ofreceré varios barriles de vino de la taberna. A los dioses les gusta el alcohol, sabrán apreciarlo-Sonrió de forma inocente
-¿¡QUÉ!?-Soltaron los tres al unísono, mientras Rischer, Alward y Moses estallaron en una sonora risotada
-¡Os vendrá bien beber menos!-Dijo sin desdibujar su inocente sonrisa llevándose las manos hacia atrás y entrelazándolas
Tras ese momentáneo momento cómico, donde Ivens, Gertrude y Emmanuel quedaron bastante tocados con la noticia, Alward es el último que quedaba para mostrar qué sacrificaría. Aparte de sus dos espadas colgadas en la espalda, llevaba una tercera en la cintura. Se la quitó y la desenvainó un poco, mostrando su filo. Era un arma bastante oxidada, pobre y hasta llena de mellas.
-¡Eso no sirve ni para cortar queso!
-Hmmm, me suena
-Fue mi primera espada. La que me regaló Rischer cuando me metí en esto de ser mercenario. No es una espada muy buena, ni muy efectiva. Tampoco lo era cuando estaba en buen estado, pero es la primera... Siempre será la primera, y como tal, se merece un respeto como ofrenda
-Te salvó bastante el culo-Dijo mientras asentía
-¡Es una historia preciosa, Al!
Tras las presentaciones de las ofrenda de cada Stelliazo, se dispusieron a dejar las nombradas en el drakkar.
Emmanuel pasó un arco a Alward. Eran los dos únicos en el grupo que sabían manejar dicha arma, aunque el joven Sevna no practicaba mucho últimamente. Los demás se encargarían de empujar la embarcación hacia dentro.
Ambos encendieron las puntas de las flechas con fuego y tensaron la cuerda de sus respectivos arcos, acto seguido apuntaron hacia el drakkar, esperando a que se adentrase mar adentro.
-No le des a nadie, ¿Eh?-Soltó mirando de reojo a Alward
-No te prometo nada-Esbozó una sonrisa sin apartar la vista de hacia donde apuntaba
Cuando vieron que el drakkar estaba en su punto de mira y en la posición exacta, dispararon. Las flechas trazaron una hermosa línea anaranjada hasta impactar en la embarcación. Habían recubierto esta de paja para ayudar a que el fuego se propagase.
Ambos habían tenido un disparo certero. El fuego tardó unos minutos en propagarse, pero pronto toda la embarcación quedó consumida por las llamas.
-¿Los mejores arqueros de la creación?-Le ofreció su mano para hacer un choque amistoso
-Más que eso-Sonrió y aceptó el choque.
Cuando el saludo terminó, Alward localizó a alguien, su vista se desvió del arquero y se centró en aquella persona. No estaba seguro... Pero algo le llamaba a acercarse. Le dio su arco a Emmanuel y se separó de él
-¿Dónde vas?
El arquero no obtuvo respuesta por parte de su amigo, quien siguió su camino. Apartó a unos cuantos ciudadanos por el camino, entre disculpas.
Finalmente lo vio claro, ¡Era Loth!
...
¿Loth? ¡Estaba allí! ¡Hacía un par de meses que no la veía! Su corazón dio un vuelco y su rostro se tornó totalmente a uno más alegre y vivaz.
Se abrió paso con más brío entre la multitud, hasta que algo lo hizo parar en seco, pero era demasiado tarde, estaba ya demasiado cerca y había cruzado la mirada con la elfa. Aquello que le hizo detenerse fue la presencia de Matthew... ¿MATTHEW? ¿Qué estaba pasando? ¿Sus ojos le engañaban? No se lo podía creer... Un poco de decepción inundó su alma
-L-Loth...-Fue lo único que soltó mientras apretaba la mandíbula y sus puños con rabia. Quería aparentar normalidad, no podía perder los estribos.
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Off: Si me pones a Loth, no puedo resistirme a no interactuar contigo, Matt ^^
Alward Sevna
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Re: Midsummarblót, Solsticio de Verano [Evento]
La mano de Ratita pareció apenas deslizarse por el aire, como si ni siquiera se hubiera acercado al bolsillo del hombre que acababa de chocar con él. El sujeto siguió su camino, sin apenas mirar al niño de aspecto desaliñado que ahora bajaba la mirada, aceptando su posición de inferioridad social... o su sonrisa pícara.
–Como en los viejos tiempos... –comentó Demian.
–No –respondió Ratita con la comisura derecha elevándose notoriamente en señal de orgullo–, mejor.
Demian rió. En efecto, las técnicas de robo del pequeño habían mejorado, al punto que el brujo ni siquiera estaba seguro de en qué momento había sacado esa cartera que ahora abría con alegría.
–Nada mal.
Artyhom se asomó desde la espalda, contemplando el extraño ir y venir de las personas y procesando la imagen de embarcaciones en llamas. No parecía ser algo que el mecánico entendiera con facilidad.
–¿Es que esos barcos están muy viejos? –preguntó finalmente.
Demian se encogió de hombros. No recordaba haber participado antes de aquel ritual y no dejaba de ser extraño quemar cosas en botes. Sabía que eso también se practicaba en sus tierras, pero al haber crecido en un templo de asesinos no había demasiado tiempo para esas cosas.
Estiró su mano. Un saquito con monedas flotó desde el cinturón de un transeúnte despistado, yendo a caer delicadamente en las manos del niño.
–Las mías también han mejorado.
–¡Es trampa usar tu magia! –la voz de Ratita sonaba a queja, pero su rostro mostraba una amplia sonrisa. Demian no estaba seguro de a cuál considerar como la verdadera.
–¿Ahora hay l-leyes para robar?
El chico apodado Ratita rió. Demian hizo lo propio. Artyhom los imitó, aunque no estaba muy seguro de cuál era el chiste. Una mujer pasada de sus cuarenta les miró con gesto severo. El asunto tenía un aire de solemnidad.
Los chicos callaron y se acercaron a la orilla.
–Se supone que la gente construye un drakkar y pone cosas viejas, cosas que quiere dejar atrás. Luego se quema –explicó Ratita.
–Pero no tenemos eso, al final es sólo una tonta costumbre.
Artyhom pidió bajar y, tan pronto como tuvo los pies en el suelo, emprendió una caminata en rumbo desconocido. Demian dejó escapar aire por su nariz en un extraño sonido, mezcla de risa y suspiro. De algún modo sospechaba lo que el mecánico tenía en mente.
Los chicos llegaron donde un puesto en que vendían unos dulces fritos de forma redondeada, cubiertos en azúcar molida. Pidieron media docena de ellos. El aroma estimulaba sus sentidos, dulzor caliente y fritura, perfectos señuelos para atraer niños.
Se sentaron luego junto a la playa y se relajaron comiendo. Bromearon durante un rato, tratando de no levantar demasiado la voz, para que los adultos concentrados en quemar barcos no les echaran a patadas, rieron un buen tanto (aunque a menudo Demian no lograba comprender por completo los chistes) y terminaron finalmente los dulces. Ninguno lo confesó en voz alta, pero de buena gana hubieran comprado otra media docena.
Los chicos estaban por volver a sus andanzas (para ser exactos, volver a robar algún que otro bolsillo) cuando el pequeño Artyhom apareció nuevamente. En sus manos mecánicas traía un barco de madera a escala. No medía más de treinta centímetros, pero estaba hecho con bastante cuidado, con mucha atención a los detalles. Lo ofreció con entusiasmo.
–Parece que t-tendremos que quemar algo, ¿no?
Ratita asintió, metiendo las manos a sus bolsillos.
Demian
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Re: Midsummarblót, Solsticio de Verano [Evento]
A medida que avanza la celebración más individuos se acercan y el número de embarcaciones quemadas crece con ellos, es claro que muchas personas sienten aprecio por la incendiaria tradición.
Técnicamente es una costumbre humana pero con todo el intercambio cultural aerandiano no es extraño ver otras razas involucradas, como el curioso grupo de hombres bestia que campa en una de las orillas.
Al final todos son bienvenidos, es el número lo que hace estas celebraciones grandes. Nadie recuerda una festividad con cinco asistentes por muy importantes que sean dichas personas o sus obras.
Mientras ambos niños miran como se consume la nueva tanda de navíos cierto acontecimiento termina por llamar la atención directa del genio, un personaje vocifera con algo de resignación que ha perdido su bolsa.
No creo que…
Es muy posible, sin duda, debe ser.
Mira con un rostro impreciso a su interlocutor, los gorriones no se atreverían a desobedecer una orden directa. Maquiavelo mantiene su reino bajo control, como líder ha logrado mantener el orden más que….
¡Mil rayos!
Sale corriendo dejando a un intrigado Canel atrás, este último permanece en la misma posición hasta que usa sus habilidades ilusorias para desaparecer. El inventor se encontró con su buen amigo y segundo líder Demian hace poco, sin duda debe estar detrás.
Corre de un lado a otro evitando tropiezos, siempre siguiendo las exclamaciones iracundas de sorpresa. Existen pocas imágenes más expresivas que los gestos generados por una víctima recién desplumada.
En una de las orillas más discretas encuentra a los causantes de tal conmoción… llenándose hasta el tope de azúcar. Chimar arquea su ceja derecha de una forma tan pronunciada que se manifiesta cierto tic, menudos personajes.
¿¡Pero que rayos en el nombre de la ciencia!?
Su exclamación se gana la mirada furiosa de varios frijoles por lo que debe bajar la intensidad, de todas formas su rostro es un poema en este momento. Típico, llega el enano y todo se vuelve una anarquía.
Ratita, ¿que dijimos sobre salir en tiempos de guerra?
Pero…
Pero nada, espero que hayas disfrutado el aperitivo pues esta noche te iras a la cama sin cenar “se cruza de brazos”
¡Eyyy!
El gorrión al mando responde la última replica con una mirada fulminante, debe ser severo esta vez. Cancelo todas las exploraciones por el bien de sus hermanos, Lunargenta es un polvorín y no quiere perder a ninguno.
Esa es una bonita obra artesanal “dice apareciendo sorpresivamente”
Canel “se señala a sí mismo” estoy en medio de algo importante, enfócate.
O… lo siento “intenta formar una cara seria pero le sale rarita”
Técnicamente es una costumbre humana pero con todo el intercambio cultural aerandiano no es extraño ver otras razas involucradas, como el curioso grupo de hombres bestia que campa en una de las orillas.
Al final todos son bienvenidos, es el número lo que hace estas celebraciones grandes. Nadie recuerda una festividad con cinco asistentes por muy importantes que sean dichas personas o sus obras.
Mientras ambos niños miran como se consume la nueva tanda de navíos cierto acontecimiento termina por llamar la atención directa del genio, un personaje vocifera con algo de resignación que ha perdido su bolsa.
No creo que…
Es muy posible, sin duda, debe ser.
Mira con un rostro impreciso a su interlocutor, los gorriones no se atreverían a desobedecer una orden directa. Maquiavelo mantiene su reino bajo control, como líder ha logrado mantener el orden más que….
¡Mil rayos!
Sale corriendo dejando a un intrigado Canel atrás, este último permanece en la misma posición hasta que usa sus habilidades ilusorias para desaparecer. El inventor se encontró con su buen amigo y segundo líder Demian hace poco, sin duda debe estar detrás.
Corre de un lado a otro evitando tropiezos, siempre siguiendo las exclamaciones iracundas de sorpresa. Existen pocas imágenes más expresivas que los gestos generados por una víctima recién desplumada.
En una de las orillas más discretas encuentra a los causantes de tal conmoción… llenándose hasta el tope de azúcar. Chimar arquea su ceja derecha de una forma tan pronunciada que se manifiesta cierto tic, menudos personajes.
¿¡Pero que rayos en el nombre de la ciencia!?
Su exclamación se gana la mirada furiosa de varios frijoles por lo que debe bajar la intensidad, de todas formas su rostro es un poema en este momento. Típico, llega el enano y todo se vuelve una anarquía.
Ratita, ¿que dijimos sobre salir en tiempos de guerra?
Pero…
Pero nada, espero que hayas disfrutado el aperitivo pues esta noche te iras a la cama sin cenar “se cruza de brazos”
¡Eyyy!
El gorrión al mando responde la última replica con una mirada fulminante, debe ser severo esta vez. Cancelo todas las exploraciones por el bien de sus hermanos, Lunargenta es un polvorín y no quiere perder a ninguno.
Esa es una bonita obra artesanal “dice apareciendo sorpresivamente”
Canel “se señala a sí mismo” estoy en medio de algo importante, enfócate.
O… lo siento “intenta formar una cara seria pero le sale rarita”
- Off:
- Interactuó con Demian
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Re: Midsummarblót, Solsticio de Verano [Evento]
–¿Se celebrará midsummarblót? –preguntaba uno de aldeanos que estaba asentado en uno de los bosques de Verisar, a otros dos que estaban con él. Uno de ellos, un hombre de barba frondosa y fosca, se encogió de hombros, sin saber qué decirle a su compañero. Con todo lo que estaba pasando, ¿aún les quedaban ganas de fiesta? Veían cada dos por tres a los ejércitos pasar por los caminos, oían noticias que contaban los pueblerinos, que se iban transmitiendo de boca en boca. Veían llegar a sus antiguos vecinos con heridas, o no llegaban muchos de ellos. La situación era demasiado cruenta como para pensar en fiestas. Y aún así, lo hacían. Parecía que los habitantes de la península necesitaban agarrarse a algo, pedir a los dioses su protección, rezar a sus muertos o agradecerles que un día más pudieran despertar.
El tercero de ellos habló –he escuchado que pretenden hacer navegar los drakkars. No sé si habrá hogueras, como el año pasado, creo que llamarían demasiado la atención. Pero creo que quieren hacer algo con los barcos –comentó, no muy seguro. Lo había escuchado en la aldea cercana, unas lavanderas lo iban comentando.
–Podríamos pasarnos a pedir algo también nosotros –comentó el primero.
–¿Y qué pintamos nosotros allí? No somos guerreros. Sólo humildes mercaderes que tuvieron que escapar de Lunargenta porque sus negocios fueron arrasados.
–¡Precisamente, Olaf! Podemos pedir que se termine la guerra. Los dioses nos escucharán…
–Tal vez esta guerra sea un castigo de los dioses por nuestros actos… o sea, los de todo el mundo –interrumpió el barbudo –. Últimamente están aflorando demasiadas religiones. ¿Sabéis que hay algunas donde sólo rezan a un Dios y lo llenan de oro? ¿Para qué necesita oro un dios? –preguntó con incredulidad.
–Pero son benevolentes, nos escucharán si les pedimos el fin de la guerra –replicó el primero, de nuevo.
–Las lavanderas comentaron que será en la Playa de los Ancestros, no nos pilla lejos, a un día de camino –informó el tercero de ellos, señalando la dirección –cogemos madera y hacemos unos drakkars. Yo me encargo de las flechas –sonrió animado. Al menos, parecía que la fiesta les iba a servir para contactar con sus dioses –, pero tenemos que montar un funeral, aunque sin cuerpo. Sólo con las cosas de las que nos queramos deshacer. ¡Es el festejo del dios Balar, tenemos que deshacernos de todo lo malo! –y empezaron a buscar objetos que poner en su barco-altar.
En su camino sin rumbo, Helyare escuchó a esos hombres hablar y, pese a que le era indiferente la fiesta, pues era de esas estúpidas creencias humanas, sí le llamó la atención el lugar: frente al bosque de Sandorai. Y habría mucha gente, por lo que había podido escuchar. Siguiendo el camino de esos hombres (y de muchas otras personas que se unieron), al cabo de un día llegaron al los pueblos y posadas más cercanos a la Playa de los Ancestros. Muchos pasaban la noche anterior en Vulwulfar, donde la elfa la pasó. Realmente no sabía qué hacía ahí o qué pretendía hacer. ¿Para qué iba a una celebración humana? Ella no creía en sus dioses, se había informado y ese tal “Balar” era el dios “Anar” para los humanos, aunque las fiestas no coincidían exactamente, pues ahí celebraban la caída del dios y Anar jamás caería en una batalla.
–Estúpidos humanos… –musitó tras escuchar cómo unos pueblerinos le explicaban a unos pequeños en qué consistía la fiesta. Se acordaba vagamente de haber estado el año pasado, el lugar donde se encontró a Sona, aunque no tenía más recuerdos aparte de su huída por el bosque. Justo un año había pasado desde su condena a muerte. Inspiró lentamente. En ese momento se preguntaba mucho más el porqué de su vuelta. En ese momento, precisamente.
Sentada en la cama de su posada de Vulwulfar, miraba las hojas que había descolgado de un tablón de información. La fiesta coincidía con lo que habían dicho los hombres del camino y con lo que hablaban en las calles y tabernas. Los asistentes tendrían que construir drakkars, barcos a modo de altar, para dejar ahí cosas que no les hicieran falta, que no quisieran o les trajeran malos recuerdos y, después de que el barco empezase a navegar, debían quemarlo. Ya había visto ese ritual anteriormente, en la misma playa.
Por la mañana del día siguiente emprendió su caminata por la playa, siguiendo a las multitudes que iban para hacer su barco, cargados de madera de diversas longitudes. Había un halo de solemnidad y festejo. Realmente, esa gente creía en lo que iba a hacer. La que no creía era Helyare, que le daba igual ese tal “Balar”. Sólo iba… ni ella sabía para qué. Necesitaba estar cerca de casa, tal vez. O librarse de algunas de sus cargas. O, simplemente, recorrer la playa sin peligro, al estar tan rodeada de gente, así pasaba desapercibida. O, en su interior, tenía la esperanza de ver a alguien, una esperanza que a pesar de estar enterrada nunca había abandonado.
Bastante alejada del resto de gente, se sentó en una roca. No llevaba gran cosa, ni madera, siquiera, como el resto de personas, que iban muy preparadas para el evento. Había cogido una rama de gran tamaño que estaba caída en la arena, durante su caminata, y suficiente. La había arrastrado hasta las rocas y poco más, eso serviría como su barco. Lo que sí llevaba eran flores y hojas que había cogido de la linde del bosque.
Con la daga empezó a intentar hacer un hueco en la madera y darle alguna forma más o menos decente. No era carpintera, pero sí que había dado forma a madera anteriormente. La forma del barco, en sí, no estaba muy bien. No parecía un barco, más bien un cuenco, y era tan pequeño que parecía un juguete. Pero no tenía que meter mucho ahí dentro. Lo que sí tenía eran decoraciones talladas con la daga brillante, algo que le llevó horas y, por fin, cuando llegó la noche, acabó. Muchos ya habían echado sus barcos al mar. Algunos enormes, unos altares flotantes inmensos. Otros, menos bonitos, pero útiles a fin de cuentas.
La elfa contempló el suyo, no más grande que su antebrazo. Se mojó los labios, sonriendo levemente mientras buscaba ponerle algún detalle más, aunque era suficiente para la misión del pequeño barco. ¿Serviría? Las olas sonaban al entrar en la orilla y el fuego de los drakkars iluminaba la playa. Extrañaba el calor y su antiguo hogar. El norte era un lugar demasiado helado para ella, pese a que la familia de Ingela había sido muy acogedora. Cerró los ojos y dejó que la humedad del sur se sintiera por todo su cuerpo. Ya no necesitaba las pesadas capas que había llevado meses atrás.
Tras un rato ensimismada, dejando que sus sentimientos encontrados fluyeran, observó su barco. Estaba bien, pero no sabía qué meter ahí. O sí, pero no sabía si estaba preparada para dejar sus objetos. Vivía muy apegada a su vida anterior y a sus recuerdos, tanto, que le era imposible deshacerse de nada. Pero, a la vez, le parecía buena idea. Sobre el pequeño drakkar puso un montón de flores de varios colores, cuidando que estuvieran en armonía, que quedasen bonitos. Rodeándolas colocó hojas, haciendo un mural natural hermoso. Y su obra le gustaba. Pero faltaba lo importante, el motivo por el que estaban ahí esas personas. Con cierta duda empezó a buscar en su bolso y sacó un brazalete cobrizo y con forma de varias hojas que sobresalían del mismo, rodeado de cintas de color verde. Ese brazalete no era el suyo, realmente. Ella ya hacía mucho que no lo tenía. Pero Aran le había dado el suyo. ¿Para qué? Ya no le serviría. Ni siquiera sabía para qué lo había guardado tanto tiempo… Claro, los recuerdos.
No tenía muchas más cosas. De su bolsito sacó unas runas, un saco con algunos aeros, paños y una tiara plateada. Se mordió el labio al verla. Aún la guardaba. Al igual que el brazalete, era un recuerdo. La había comprado en la ciudad para regalársela a su hermana, pero ésta había rechazado el regalo. O habían hecho que lo rechazase, ya no lo recordaba. Sólo sabía que Luinil había rehusado a aceptar lo que su hermana quería darle. También la colocó en el barquito. Nillë contempló ambas joyas, mientras revoloteaba en torno al barco para colocar bien las hojitas y los pétalos. Pasó la vista por su compañera y volvió a contemplar lo que había puesto. Le parecían cosas con valor, si las vendía, tal vez le dieran unos pocos aeros, aunque su compañera no solía gastar aeros más que para comer y algo de ropa. Pero no les daba importancia. Aparte, esas joyas le parecían hermosas, brillaban, sobre todo la tiara. Posó su azulada mano en ella y sonrió.
–Era para mi hermana, Nillë –le comentó Helyare al hada, qué rápido volvió a posar su vista en ella –, pero no la quiso, así que dejaré que se la quede el mar. Tal vez le guste a alguna sirena –soltó una risita nerviosa y continuó mirando a ver qué más quería regalarle a la diosa Nís. Envuelto en un pequeño paño había un trocito de madera. Se mordió el labio y también lo depositó sobre el drakkar. Suficiente, parecía estar todo.
Con los pies descalzos avanzó hacia la orilla, ante la atenta mirada de su hada. Sin pensarlo, como si siguiera caminando sobre tierra firme, se adentró en el agua, hasta que le cubría por los muslos. La capa flotaba sobre el agua, meciéndose al ritmo de los movimientos del mar. Aún dudosa, dejó el barquito sobre el agua, antes de carraspear para comenzar a hablar en su lengua natal en un tono bajo, casi en susurros. Pero los dioses oían cualquier cosa, la estarían escuchando, o eso deseaba. –Diosa Nís, sé... sé que ya no soy merecedora de dirigirme a ti, pero escucha mis palabras: los humanos dicen que esta noche Anar será vencido en la batalla. Pero ambas sabemos que no, que eso es imposible, pues su hermana, Isil –miró hacia el cielo, clavando la mirada en la luna –, le guía durante la noche. Y tú, Nís, también le cuidas. No permitiríais que un hijo de Imbar muriera. Ellos... –miró hacia donde estaba el tumulto de gente con las hogueras y sus barcos, a bastante distancia de la elfa –, creen cosas falsas. Anar no muere en la batalla. No necesita de hogueras artificiales. Celebran su caída, sin saber que el dios Anar resurge cada día. No tienen razón en lo que creen. Pero... intentan deshacerse de cosas que les hacen daño. Y yo... quiero entregarte esto, Nís. Sé que he cometido errores imperdonables, que vosotros, los dioses, no merecéis que os moleste con mis palabras. Pero... entiendo que todo esto ya no me pertenece, pues no formo parte del pueblo. Hace un año me lo hicisteis saber, y estas cosas yo no las puedo tener, por eso aprovecho esta noche para devolverlo –y le dio un sutil empujón al barquito, dejando que flotase al compás de las pequeñas olas. Estuvo tentada a detenerlo, pero era una ofrenda a la diosa Nís y algo que tenía que dejar atrás.
Tras sus palabras a la diosa del agua, se quedó contemplando cómo el barco flotaba. Ahora sólo faltaba el fuego, aunque aun dudaba si realizar el ritual entero o dejar a Nís hacer lo que quisiera con su ofrenda.
El tercero de ellos habló –he escuchado que pretenden hacer navegar los drakkars. No sé si habrá hogueras, como el año pasado, creo que llamarían demasiado la atención. Pero creo que quieren hacer algo con los barcos –comentó, no muy seguro. Lo había escuchado en la aldea cercana, unas lavanderas lo iban comentando.
–Podríamos pasarnos a pedir algo también nosotros –comentó el primero.
–¿Y qué pintamos nosotros allí? No somos guerreros. Sólo humildes mercaderes que tuvieron que escapar de Lunargenta porque sus negocios fueron arrasados.
–¡Precisamente, Olaf! Podemos pedir que se termine la guerra. Los dioses nos escucharán…
–Tal vez esta guerra sea un castigo de los dioses por nuestros actos… o sea, los de todo el mundo –interrumpió el barbudo –. Últimamente están aflorando demasiadas religiones. ¿Sabéis que hay algunas donde sólo rezan a un Dios y lo llenan de oro? ¿Para qué necesita oro un dios? –preguntó con incredulidad.
–Pero son benevolentes, nos escucharán si les pedimos el fin de la guerra –replicó el primero, de nuevo.
–Las lavanderas comentaron que será en la Playa de los Ancestros, no nos pilla lejos, a un día de camino –informó el tercero de ellos, señalando la dirección –cogemos madera y hacemos unos drakkars. Yo me encargo de las flechas –sonrió animado. Al menos, parecía que la fiesta les iba a servir para contactar con sus dioses –, pero tenemos que montar un funeral, aunque sin cuerpo. Sólo con las cosas de las que nos queramos deshacer. ¡Es el festejo del dios Balar, tenemos que deshacernos de todo lo malo! –y empezaron a buscar objetos que poner en su barco-altar.
En su camino sin rumbo, Helyare escuchó a esos hombres hablar y, pese a que le era indiferente la fiesta, pues era de esas estúpidas creencias humanas, sí le llamó la atención el lugar: frente al bosque de Sandorai. Y habría mucha gente, por lo que había podido escuchar. Siguiendo el camino de esos hombres (y de muchas otras personas que se unieron), al cabo de un día llegaron al los pueblos y posadas más cercanos a la Playa de los Ancestros. Muchos pasaban la noche anterior en Vulwulfar, donde la elfa la pasó. Realmente no sabía qué hacía ahí o qué pretendía hacer. ¿Para qué iba a una celebración humana? Ella no creía en sus dioses, se había informado y ese tal “Balar” era el dios “Anar” para los humanos, aunque las fiestas no coincidían exactamente, pues ahí celebraban la caída del dios y Anar jamás caería en una batalla.
–Estúpidos humanos… –musitó tras escuchar cómo unos pueblerinos le explicaban a unos pequeños en qué consistía la fiesta. Se acordaba vagamente de haber estado el año pasado, el lugar donde se encontró a Sona, aunque no tenía más recuerdos aparte de su huída por el bosque. Justo un año había pasado desde su condena a muerte. Inspiró lentamente. En ese momento se preguntaba mucho más el porqué de su vuelta. En ese momento, precisamente.
Sentada en la cama de su posada de Vulwulfar, miraba las hojas que había descolgado de un tablón de información. La fiesta coincidía con lo que habían dicho los hombres del camino y con lo que hablaban en las calles y tabernas. Los asistentes tendrían que construir drakkars, barcos a modo de altar, para dejar ahí cosas que no les hicieran falta, que no quisieran o les trajeran malos recuerdos y, después de que el barco empezase a navegar, debían quemarlo. Ya había visto ese ritual anteriormente, en la misma playa.
Por la mañana del día siguiente emprendió su caminata por la playa, siguiendo a las multitudes que iban para hacer su barco, cargados de madera de diversas longitudes. Había un halo de solemnidad y festejo. Realmente, esa gente creía en lo que iba a hacer. La que no creía era Helyare, que le daba igual ese tal “Balar”. Sólo iba… ni ella sabía para qué. Necesitaba estar cerca de casa, tal vez. O librarse de algunas de sus cargas. O, simplemente, recorrer la playa sin peligro, al estar tan rodeada de gente, así pasaba desapercibida. O, en su interior, tenía la esperanza de ver a alguien, una esperanza que a pesar de estar enterrada nunca había abandonado.
Bastante alejada del resto de gente, se sentó en una roca. No llevaba gran cosa, ni madera, siquiera, como el resto de personas, que iban muy preparadas para el evento. Había cogido una rama de gran tamaño que estaba caída en la arena, durante su caminata, y suficiente. La había arrastrado hasta las rocas y poco más, eso serviría como su barco. Lo que sí llevaba eran flores y hojas que había cogido de la linde del bosque.
Con la daga empezó a intentar hacer un hueco en la madera y darle alguna forma más o menos decente. No era carpintera, pero sí que había dado forma a madera anteriormente. La forma del barco, en sí, no estaba muy bien. No parecía un barco, más bien un cuenco, y era tan pequeño que parecía un juguete. Pero no tenía que meter mucho ahí dentro. Lo que sí tenía eran decoraciones talladas con la daga brillante, algo que le llevó horas y, por fin, cuando llegó la noche, acabó. Muchos ya habían echado sus barcos al mar. Algunos enormes, unos altares flotantes inmensos. Otros, menos bonitos, pero útiles a fin de cuentas.
La elfa contempló el suyo, no más grande que su antebrazo. Se mojó los labios, sonriendo levemente mientras buscaba ponerle algún detalle más, aunque era suficiente para la misión del pequeño barco. ¿Serviría? Las olas sonaban al entrar en la orilla y el fuego de los drakkars iluminaba la playa. Extrañaba el calor y su antiguo hogar. El norte era un lugar demasiado helado para ella, pese a que la familia de Ingela había sido muy acogedora. Cerró los ojos y dejó que la humedad del sur se sintiera por todo su cuerpo. Ya no necesitaba las pesadas capas que había llevado meses atrás.
Tras un rato ensimismada, dejando que sus sentimientos encontrados fluyeran, observó su barco. Estaba bien, pero no sabía qué meter ahí. O sí, pero no sabía si estaba preparada para dejar sus objetos. Vivía muy apegada a su vida anterior y a sus recuerdos, tanto, que le era imposible deshacerse de nada. Pero, a la vez, le parecía buena idea. Sobre el pequeño drakkar puso un montón de flores de varios colores, cuidando que estuvieran en armonía, que quedasen bonitos. Rodeándolas colocó hojas, haciendo un mural natural hermoso. Y su obra le gustaba. Pero faltaba lo importante, el motivo por el que estaban ahí esas personas. Con cierta duda empezó a buscar en su bolso y sacó un brazalete cobrizo y con forma de varias hojas que sobresalían del mismo, rodeado de cintas de color verde. Ese brazalete no era el suyo, realmente. Ella ya hacía mucho que no lo tenía. Pero Aran le había dado el suyo. ¿Para qué? Ya no le serviría. Ni siquiera sabía para qué lo había guardado tanto tiempo… Claro, los recuerdos.
No tenía muchas más cosas. De su bolsito sacó unas runas, un saco con algunos aeros, paños y una tiara plateada. Se mordió el labio al verla. Aún la guardaba. Al igual que el brazalete, era un recuerdo. La había comprado en la ciudad para regalársela a su hermana, pero ésta había rechazado el regalo. O habían hecho que lo rechazase, ya no lo recordaba. Sólo sabía que Luinil había rehusado a aceptar lo que su hermana quería darle. También la colocó en el barquito. Nillë contempló ambas joyas, mientras revoloteaba en torno al barco para colocar bien las hojitas y los pétalos. Pasó la vista por su compañera y volvió a contemplar lo que había puesto. Le parecían cosas con valor, si las vendía, tal vez le dieran unos pocos aeros, aunque su compañera no solía gastar aeros más que para comer y algo de ropa. Pero no les daba importancia. Aparte, esas joyas le parecían hermosas, brillaban, sobre todo la tiara. Posó su azulada mano en ella y sonrió.
–Era para mi hermana, Nillë –le comentó Helyare al hada, qué rápido volvió a posar su vista en ella –, pero no la quiso, así que dejaré que se la quede el mar. Tal vez le guste a alguna sirena –soltó una risita nerviosa y continuó mirando a ver qué más quería regalarle a la diosa Nís. Envuelto en un pequeño paño había un trocito de madera. Se mordió el labio y también lo depositó sobre el drakkar. Suficiente, parecía estar todo.
Con los pies descalzos avanzó hacia la orilla, ante la atenta mirada de su hada. Sin pensarlo, como si siguiera caminando sobre tierra firme, se adentró en el agua, hasta que le cubría por los muslos. La capa flotaba sobre el agua, meciéndose al ritmo de los movimientos del mar. Aún dudosa, dejó el barquito sobre el agua, antes de carraspear para comenzar a hablar en su lengua natal en un tono bajo, casi en susurros. Pero los dioses oían cualquier cosa, la estarían escuchando, o eso deseaba. –Diosa Nís, sé... sé que ya no soy merecedora de dirigirme a ti, pero escucha mis palabras: los humanos dicen que esta noche Anar será vencido en la batalla. Pero ambas sabemos que no, que eso es imposible, pues su hermana, Isil –miró hacia el cielo, clavando la mirada en la luna –, le guía durante la noche. Y tú, Nís, también le cuidas. No permitiríais que un hijo de Imbar muriera. Ellos... –miró hacia donde estaba el tumulto de gente con las hogueras y sus barcos, a bastante distancia de la elfa –, creen cosas falsas. Anar no muere en la batalla. No necesita de hogueras artificiales. Celebran su caída, sin saber que el dios Anar resurge cada día. No tienen razón en lo que creen. Pero... intentan deshacerse de cosas que les hacen daño. Y yo... quiero entregarte esto, Nís. Sé que he cometido errores imperdonables, que vosotros, los dioses, no merecéis que os moleste con mis palabras. Pero... entiendo que todo esto ya no me pertenece, pues no formo parte del pueblo. Hace un año me lo hicisteis saber, y estas cosas yo no las puedo tener, por eso aprovecho esta noche para devolverlo –y le dio un sutil empujón al barquito, dejando que flotase al compás de las pequeñas olas. Estuvo tentada a detenerlo, pero era una ofrenda a la diosa Nís y algo que tenía que dejar atrás.
Tras sus palabras a la diosa del agua, se quedó contemplando cómo el barco flotaba. Ahora sólo faltaba el fuego, aunque aun dudaba si realizar el ritual entero o dejar a Nís hacer lo que quisiera con su ofrenda.
Helyare
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Re: Midsummarblót, Solsticio de Verano [Evento]
Demian se giró para saludar a su amigo, aunque éste no parecía estar muy contento de verlos allí o, al menos, de ver allí a Ratita, a juzgar por la reprimenda que se llevó el último. Demian esperó, mirando con cuidado el barquito elaborado por Artyhom.
–¿Qué le parece? –quiso saber el mecánico.
Demian sonrió. Era casi increíble que en tan poco tiempo Arty hubiera elaborado algo tan detallado. La madera había sido tallada de tal modo que incluso simulaba estar hecha de troncos mayores, con todo y sus anillos, pero era evidente que todo había sido construido sobre una sola pieza.
–Es el barco más genial que he visto –dijo sin realmente exagerar.
Ratita, a su lado, no estaba tan contento, aún recibiendo una reprimenda que incluía la amenaza de irse a la cama sin cenar. ¿Aquello era realmente una amenaza? la verdad es que Demian no tenía problemas para obtener su alimento y tal cosa no sonaba realmente amenazante, pero supuso que para alguien como Ratita quizás lo era.
–Los gorriones no nacen para estar en jaulas –dijo el brujo con algo de solemnidad.
Chispa trinó en algún lugar cercano, probablemente asintiendo ante tal afirmación. Por un momento cruzó la duda en la cabeza de Demian de por qué ese pajarillo aún estaba despierto. Pronto la olvidó.
–Ent-tiendo que quieras protegerles, pero no creamos a los Gorriones p-para ser una jaula más. Los chicos que se nos han unido vienen de conocer lo malos que pueden ser los ad-d-dultos. No seas otro viejo.
Ratita soltó una leve risita y se sintió más relajado. Tenía al menos el apoyo de Demian. El brujo, a su vez, se sintió alegre de que por fin el más ladrón del grupo (y sí, eso era un halago) desarrollara algo de personalidad.
–Vamos, que yo conocía estas calles antes que ustedes, chicos –dijo con orgullo.
Era cierto. El más joven del grupo había nacido en la pobreza y se había acostumbrado a lo duro de las calles desde antes que supiera siquiera usar el dinero. Si alguien merecía mejor que nadie el título de gorrión era él, un avecilla insignificante, ignorado por el resto del mundo, uno más de un montón, pero que había aprendido a valerse por sí mismo. Demian incluso le había enseñado una buena dosis de habilidades de combate, aunque el chico prefería siempre el sigilo.
–De acuerdo a las fuentes que he encontrado en mi investigación, las personas ponen algo en el drakkar que simbolice lo que quieren dejar atrás –interrumpió Arty.
Demian se giró hacia el autómata y asintió, para luego llevarse una mano al mentón. Dejar algo atrás... la verdad es que el chico no solía renovarse muy a menudo, al contrario, aún se guiaba por muchos de los preceptos aprendidos de su maestro (el mismo al que había asesinado, pero eso no significaba que despreciara sus enseñanzas) y su estilo de combate era construido sobre el anterior. Incluso sus dagas eran siempre las mismas, esas diseñadas en un metal negro que habían sido regalo de su maestro. No quería dejar nada de eso atrás.
Revisó entre sus bolsillos.
Para andar siempre tan ligero, el pequeño asesino siempre portaba una buena colección de herramientas y objetos, principalmente diseñados para matar. Nada de eso quería dejar atrás, todo eso le podía servir en el momento deseado.
Ratita se adelantó, dejando una cadenita en el barco. Demian le miró con duda en su rostro.
–Es un recuerdo de mi madre.
Se hizo el silencio por un instante, o al menos eso le pareció a Demian. Ese objeto que dejaba el chico seguro era algo preciado, algo muy valioso en el sentido emocional, algo que lo ligaba a sus orígenes.
–¿Est-tás seguro?
Ratita asintió con convicción.
–Con ustedes he aprendido muchas cosas y ahora ustedes son mi familia, aunque Chimar me regañe o Demian se desaparezca sin avisar. Arty prepara la mejor comida del mundo, aunque sea con carne misteriosa, y ya considero a los otros chicos como hermanos.
Demian no supo qué decir ante eso. Muchas veces tenía sentimientos fuertes, ya sea de alegría intensa, de tristeza, incluso de rabia, que no sabía realmente cómo expresar y terminaba con un rostro impasivo. Este era uno de esos momentos. De alguna manera sospechó que Ratita conocía eso y que entendía que se encontraba agradecido del comentario, incluso aunque su rostro bien pudiera expresar que iba a matar a alguien como que la comida estaba buena.
El brujo dejó una piedra en el bote, una marcada con una runa casi brillante.
–No es algo tan importante como lo de R-r-ratita...
–¡Dem, no tartamudees en mi nombre!
Finalmente Demian cambió su rostro y formó una sonrisa, luego ambos rieron.
–Vale, vale –dijo pronunciando con calma–. Como iba diciendo antes que la rata me interrumpiera, no es algo tan importante, pero bueno. Hace un tiempo intenté aprender sobre los arcanos, el art-te de manipular el éter con las runas, pero nunca tuve mucho tiempo de practicar y, ya saben, tengo mi magia que es mucho mejor que estos trucos tan básicos. Creo que me olvidaré de eso.
Artyhom tomó nota.
Los chicos miraron luego a Chimar sin decir palabra alguna, claramente esperando a qué es lo que el gorrión de peor genio iba a poner en el drakkar que había confeccionado Artyhom. Los ojos del robot parecieron brillar, aún cuando eso era técnicamente imposible.
Demian
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Re: Midsummarblót, Solsticio de Verano [Evento]
Loth contemplaba el mar con seriedad, en realidad no había venido a la celebración por pura curiosidad, había algo que quería ofrecerles a los dioses, pero aún no estaba completamente decidida. Mientras la elfa se debatía entre la posibilidad de participar o no del objetivo de la celebración, Matt noto que alguien se acercaba, al tenerlo más cerca se percató de quien era, por lo que llamo la atención de su compañera para que levante la vista.
-Creo que te buscan- Es todo lo que dijo el estafador, Loth tardó menos de un segundo en darse cuenta que se trataba de Alward, abrió mucho la boca por la sorpresa y luego sonrió ampliamente.
-¡¡Alward!! – Corrió para achicar el poco espacio que los separaba y salto a sus brazos, feliz de ver nuevamente al mercenario – ¡Que gusto me da verte! ¿Dónde has estado? ¿Qué estuviste haciendo? ¿Viniste solo?
Como la situación no era como para estar con objetos llamativos, Loth se había conformado con llevar ropas normales y cubrirse con una capa que le tapaba la parte de su rostro que no deseaba que vieran. Mientras los amigos se saludaban Owens se mantuvo dos pasos atrás, cuando su mirada se cruzó con la de Sevna solo levanto una mano a modo de saludo y le sonrió.
La elfa pareció recordar entonces que Matt estaba detrás de ella, aún seguía colgada de Alward y no pudo evitar sonrojarse hasta las orejas. Aun así no soltó al mercenario, y Owens se sonrió, entendiendo en líneas generales como estaba la cosa.
-¿Vienes a hacer una ofrenda, Joven Alward? – Dijo el estafador con mucha educación, como si no se percatara de que la elfa seguía junto a él – Estaba pensando en poner algo también en algún drakkar.
-Pero si hasta hace solo un segundo estabas…-
-Cambie de opinión, de pronto empiezo a entender de qué trata todo esto de la celebración de Midsummarblót-
Matthew miro alrededor en busca de algún drakkar que pudiera utilizar, si bien la mayoría tallaba su propio barco, el humano no tenía tiempo de ponerse a hacer uno de la nada.
-Tomense su tiempo – Les guiño un ojo y sonrió de medio lado – Buscare algo que nos sirva de bote- Y dicho eso, el estafador se alejó de ambos, perdiéndose entre la multitud.
Loth estaba dolida, era evidente que Matt no la tomaba en serio, y sin embargo ella siempre caía en los mismos trucos sucios. Suspiró y negó varias veces con la cabeza, luego miro a Alward y volvió a sonreír con sincera alegría.
-No te imaginas lo mucho que te extrañe, jajaja – Se soltó finalmente del cuello del hombre, pero aun así se quedó muy cerca – Supe de la situación en Lunargenta No estuviste metiéndote en problemas ¿Cierto? Tienes que tener mucho cuidado –
-Creo que te buscan- Es todo lo que dijo el estafador, Loth tardó menos de un segundo en darse cuenta que se trataba de Alward, abrió mucho la boca por la sorpresa y luego sonrió ampliamente.
-¡¡Alward!! – Corrió para achicar el poco espacio que los separaba y salto a sus brazos, feliz de ver nuevamente al mercenario – ¡Que gusto me da verte! ¿Dónde has estado? ¿Qué estuviste haciendo? ¿Viniste solo?
Como la situación no era como para estar con objetos llamativos, Loth se había conformado con llevar ropas normales y cubrirse con una capa que le tapaba la parte de su rostro que no deseaba que vieran. Mientras los amigos se saludaban Owens se mantuvo dos pasos atrás, cuando su mirada se cruzó con la de Sevna solo levanto una mano a modo de saludo y le sonrió.
La elfa pareció recordar entonces que Matt estaba detrás de ella, aún seguía colgada de Alward y no pudo evitar sonrojarse hasta las orejas. Aun así no soltó al mercenario, y Owens se sonrió, entendiendo en líneas generales como estaba la cosa.
-¿Vienes a hacer una ofrenda, Joven Alward? – Dijo el estafador con mucha educación, como si no se percatara de que la elfa seguía junto a él – Estaba pensando en poner algo también en algún drakkar.
-Pero si hasta hace solo un segundo estabas…-
-Cambie de opinión, de pronto empiezo a entender de qué trata todo esto de la celebración de Midsummarblót-
Matthew miro alrededor en busca de algún drakkar que pudiera utilizar, si bien la mayoría tallaba su propio barco, el humano no tenía tiempo de ponerse a hacer uno de la nada.
-Tomense su tiempo – Les guiño un ojo y sonrió de medio lado – Buscare algo que nos sirva de bote- Y dicho eso, el estafador se alejó de ambos, perdiéndose entre la multitud.
Loth estaba dolida, era evidente que Matt no la tomaba en serio, y sin embargo ella siempre caía en los mismos trucos sucios. Suspiró y negó varias veces con la cabeza, luego miro a Alward y volvió a sonreír con sincera alegría.
-No te imaginas lo mucho que te extrañe, jajaja – Se soltó finalmente del cuello del hombre, pero aun así se quedó muy cerca – Supe de la situación en Lunargenta No estuviste metiéndote en problemas ¿Cierto? Tienes que tener mucho cuidado –
Matthew Owens
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Re: Midsummarblót, Solsticio de Verano [Evento]
Chimar no es de celebrar logros ajenos pero tiene que admitir que el diminuto barquito es genial… claro que lo hará discreta y calladamente en su mente. Las maquinas pueden hacer cosas hermosas si se lo proponen.
Por supuesto que no enano, pero tampoco deben volar muy cerca del sol.
Como siempre el genio termina siendo la voz de la razón, algo que se ha repetido tantas veces que ya solo puede ser tomado como patrón absoluto. Los niños tienden a ignorar la realidad y cometer locuras… Maquiavelo no nació ese día.
Entrecierra los ojos mientras asimila el argumento de Demian, básicamente le acusa de aburrido y de ser un adulto prematuro. El pequeño intelectual bufa aun con los brazos cruzados, no puede creer lo que escucha.
No soy un frijol aunque quiero que todos lleguemos a ese estado vivos…
Suspira, luego niega con la cabeza más para sí mismo que como una señal compartida. Ciertamente es mejor desistir, ratita está a salvo y ahora volverá a la esfera con mejor ánimo que antes, tenía un humor horrendo últimamente.
Vale, etapa superada... pero antes “sonríe maliciosamente”
Sujeta a ratita repentinamente y le restriega su nudillo diestro en la cabeza, segundos después y cuando da por satisfecha la lección lo suelta. El gorrión fundador pasa a frotarse el área afectada mientras suelta algunos quejidos, luego sonríe pues fue más un juego que otra cosa.
La próxima pide permiso.
Está bien hermano…
Canel mira la escena con su característica cara de estudio, esa que pone cuando trata de entender algo. No emite palabra y es que el chico se reserva muchas cosas, es un personaje bastante metódico que de no ser brujo podría dedicarse a la ciencia.
Con todo más calmado Arty regresa la atención de todos al barquito, expone los detalles de la tradición humana en curso. Chimar afirma con la cabeza varias veces a modo de aprobación, recuerda las viejas tradiciones aunque sean irracionales.
Ratita pasa a dejar un artículo para la pira acuática, cierto recuerdo de su madre. El rostro de Chimar toma un semblante más serio aunque se relaja cuando escucha las palabras del propio personaje, acto seguido le coloca su mano derecha en el hombro a modo de apoyo mientras sonríe cariñosamente.
Intenta soltar alguna frase pero nada le viene a su mente, es uno de esos momentos donde las palabras están de más. Es suficiente con saber que siente lo mismo y le agrada haber construido una familia en orfandad.
El siguiente en desprenderse de algo es Dem, suelta una pequeña runa a la vez que expone todo detalle relacionado. Su artículo simboliza la superación de una etapa, el descarte de algo innecesario para dar paso a lo nuevo. Un bonito mensaje que hubiera calado mejor en su hermano intelectual de no ser por las miradas siguientes.
No tengo nada para…
En tu bolsillo utilitario derecho guardas algo importante, sueles acariciarlo cuando viene a tu mente “baja la mirada” duele pero vale la pena.
Involuntariamente el chico listo mete su mano en el bolsillo sacando un engranaje, es la cosa más imperfecta que existe pues no solo tiene varios colores por el número de aleaciones fallidas sino que además esta torcido y quemado.
Esta es una pieza de mi primera creación “forma rostro melancólico” fue un fracaso rotundo pero mi padre lo celebro como si hubiera descubierto la inmortalidad… me dijo que lo importante de crear no es buscar la perfección, “debe ser tan terrible que resulte fantástico”… es la mejor lección de todas “impulsa el fragmento con el pulgar ocasionando que termine en el diminuto bote” que este trozo del pasado se lleve la tristeza y deje solo las cosas buenas, preludio a un mejor futuro "sonríe con sinceridad"
Por supuesto que no enano, pero tampoco deben volar muy cerca del sol.
Como siempre el genio termina siendo la voz de la razón, algo que se ha repetido tantas veces que ya solo puede ser tomado como patrón absoluto. Los niños tienden a ignorar la realidad y cometer locuras… Maquiavelo no nació ese día.
Entrecierra los ojos mientras asimila el argumento de Demian, básicamente le acusa de aburrido y de ser un adulto prematuro. El pequeño intelectual bufa aun con los brazos cruzados, no puede creer lo que escucha.
No soy un frijol aunque quiero que todos lleguemos a ese estado vivos…
Suspira, luego niega con la cabeza más para sí mismo que como una señal compartida. Ciertamente es mejor desistir, ratita está a salvo y ahora volverá a la esfera con mejor ánimo que antes, tenía un humor horrendo últimamente.
Vale, etapa superada... pero antes “sonríe maliciosamente”
Sujeta a ratita repentinamente y le restriega su nudillo diestro en la cabeza, segundos después y cuando da por satisfecha la lección lo suelta. El gorrión fundador pasa a frotarse el área afectada mientras suelta algunos quejidos, luego sonríe pues fue más un juego que otra cosa.
La próxima pide permiso.
Está bien hermano…
Canel mira la escena con su característica cara de estudio, esa que pone cuando trata de entender algo. No emite palabra y es que el chico se reserva muchas cosas, es un personaje bastante metódico que de no ser brujo podría dedicarse a la ciencia.
Con todo más calmado Arty regresa la atención de todos al barquito, expone los detalles de la tradición humana en curso. Chimar afirma con la cabeza varias veces a modo de aprobación, recuerda las viejas tradiciones aunque sean irracionales.
Ratita pasa a dejar un artículo para la pira acuática, cierto recuerdo de su madre. El rostro de Chimar toma un semblante más serio aunque se relaja cuando escucha las palabras del propio personaje, acto seguido le coloca su mano derecha en el hombro a modo de apoyo mientras sonríe cariñosamente.
Intenta soltar alguna frase pero nada le viene a su mente, es uno de esos momentos donde las palabras están de más. Es suficiente con saber que siente lo mismo y le agrada haber construido una familia en orfandad.
El siguiente en desprenderse de algo es Dem, suelta una pequeña runa a la vez que expone todo detalle relacionado. Su artículo simboliza la superación de una etapa, el descarte de algo innecesario para dar paso a lo nuevo. Un bonito mensaje que hubiera calado mejor en su hermano intelectual de no ser por las miradas siguientes.
No tengo nada para…
En tu bolsillo utilitario derecho guardas algo importante, sueles acariciarlo cuando viene a tu mente “baja la mirada” duele pero vale la pena.
Involuntariamente el chico listo mete su mano en el bolsillo sacando un engranaje, es la cosa más imperfecta que existe pues no solo tiene varios colores por el número de aleaciones fallidas sino que además esta torcido y quemado.
Esta es una pieza de mi primera creación “forma rostro melancólico” fue un fracaso rotundo pero mi padre lo celebro como si hubiera descubierto la inmortalidad… me dijo que lo importante de crear no es buscar la perfección, “debe ser tan terrible que resulte fantástico”… es la mejor lección de todas “impulsa el fragmento con el pulgar ocasionando que termine en el diminuto bote” que este trozo del pasado se lleve la tristeza y deje solo las cosas buenas, preludio a un mejor futuro "sonríe con sinceridad"
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Re: Midsummarblót, Solsticio de Verano [Evento]
El viaje al oeste le iba a venir bien a Niel. Mi pobre hijo ya ha vivido demasiado tiempo en ese ambiente tan convulso y peligroso de la guerra. Había conseguido huir con él antes de que los ejércitos hicieran imposible cualquier huida.
Los brujos no eran apreciados en las tierras de los elfos, y la cercanía de aquella costa no dejaba de ser un elemento de riesgo, pero... ¿Acaso importaba? En medio de una guerra había riesgos en todas partes, además nadie tiene porque saberlo ¿no?
Nuestros pasos nos llevan a un pequeño poblado en la costa de los Ancestros que al parecer se preparaba para celebrar algo.
Cada vez me sorprendo más de los actos de las criaturas a las que denominamos como inteligentes... avanzo junto a Niel hasta la entrada de la aldea mientras que mi primogénito se muestra entusiasmado. Gastar el tiempo en celebraciones teniendo la guerra al lado... ¿No sería más inteligente gastar los esfuerzos en reunir recursos o construir defensas, aunque sean precarias?
-¡Padre! ¿Qué celebrará esa gente? - Niel tira insistente de mi manga para sacarme de mis pensamientos.
Alguna estúpida fiesta religiosa para paliar a los dioses y que no les traigan desgracias... -No lo sé hijo, seguramente será algún rito con el cual piden la ayuda de los dioses en estos tiempos tan aciagos... - le sonrío amablemente y le revuelvo el pelo. -¿Qué te parece si preguntamos?
Llegamos a la aldea, y no podemos parar a ninguno de los aldeanos; todos están demasiado ocupados en los preparativos entre los que destacan los grandes montones de madera. En mi mente se refleja una tentadora idea relacionada con la posibilidad de una hoguera... una hoguera que cubra el pueblo entero... Comienzo a salivar. Pero no... no puedo hacerlo... no delante de Niel...
-¡Perdone! - intercepto a uno de los aldeanos tomándolo por el brazo. Un hombre de avanzada edad se gira con una mirada tan amable que casi hace que me arrepienta del macabro pensamiento anterior... casi... - ¿Qué celebran?
-¡El Midsummarblót por supuesto! - el hombro alza los brazos como si fuera un pregonero anunciando la fiesta. -Ya sabe, construimos un drakkar, colocamos un sacrificio en él, normalmente algo malo o algo del pasado, lo lanzamos al mar y lo quemamos ahí como ofrenda a los dioses para que a cambio de lo sufrido nos den un nuevo comienzo, como una purificación.
-Eso de la purificación nos interesa.. - a fin de cuentas el fuego siempre purificaba y puede que no hubiera una festividad del vulgo que más cuadrara conmigo, por lo menos a la hora de querer quemar cosas. -Aunque lo de construir un drakkar...
-Bueno no tiene que quedar perfecto... Es sólo para dar un recipiente a la ofrenda a los dioses y que vean un esfuerzo para que seamos recompensados. - el hombre se encoge de hombros.
-¡Si! ¡Construyamos un barco padre! - Niel salta añadiendo metros a la largura de mi manga.
-¡Ese es el espíritu chico!
-Bueno... sea pues...
Mis habilidades como carpintero son nulas más allá de la teoría, pero no puedo decirle que no a Niel, debo pagarle de alguna forma mi larga ausencia en estos meses pasados.
Los brujos no eran apreciados en las tierras de los elfos, y la cercanía de aquella costa no dejaba de ser un elemento de riesgo, pero... ¿Acaso importaba? En medio de una guerra había riesgos en todas partes, además nadie tiene porque saberlo ¿no?
Nuestros pasos nos llevan a un pequeño poblado en la costa de los Ancestros que al parecer se preparaba para celebrar algo.
Cada vez me sorprendo más de los actos de las criaturas a las que denominamos como inteligentes... avanzo junto a Niel hasta la entrada de la aldea mientras que mi primogénito se muestra entusiasmado. Gastar el tiempo en celebraciones teniendo la guerra al lado... ¿No sería más inteligente gastar los esfuerzos en reunir recursos o construir defensas, aunque sean precarias?
-¡Padre! ¿Qué celebrará esa gente? - Niel tira insistente de mi manga para sacarme de mis pensamientos.
Alguna estúpida fiesta religiosa para paliar a los dioses y que no les traigan desgracias... -No lo sé hijo, seguramente será algún rito con el cual piden la ayuda de los dioses en estos tiempos tan aciagos... - le sonrío amablemente y le revuelvo el pelo. -¿Qué te parece si preguntamos?
Llegamos a la aldea, y no podemos parar a ninguno de los aldeanos; todos están demasiado ocupados en los preparativos entre los que destacan los grandes montones de madera. En mi mente se refleja una tentadora idea relacionada con la posibilidad de una hoguera... una hoguera que cubra el pueblo entero... Comienzo a salivar. Pero no... no puedo hacerlo... no delante de Niel...
-¡Perdone! - intercepto a uno de los aldeanos tomándolo por el brazo. Un hombre de avanzada edad se gira con una mirada tan amable que casi hace que me arrepienta del macabro pensamiento anterior... casi... - ¿Qué celebran?
-¡El Midsummarblót por supuesto! - el hombro alza los brazos como si fuera un pregonero anunciando la fiesta. -Ya sabe, construimos un drakkar, colocamos un sacrificio en él, normalmente algo malo o algo del pasado, lo lanzamos al mar y lo quemamos ahí como ofrenda a los dioses para que a cambio de lo sufrido nos den un nuevo comienzo, como una purificación.
-Eso de la purificación nos interesa.. - a fin de cuentas el fuego siempre purificaba y puede que no hubiera una festividad del vulgo que más cuadrara conmigo, por lo menos a la hora de querer quemar cosas. -Aunque lo de construir un drakkar...
-Bueno no tiene que quedar perfecto... Es sólo para dar un recipiente a la ofrenda a los dioses y que vean un esfuerzo para que seamos recompensados. - el hombre se encoge de hombros.
-¡Si! ¡Construyamos un barco padre! - Niel salta añadiendo metros a la largura de mi manga.
-¡Ese es el espíritu chico!
-Bueno... sea pues...
Mis habilidades como carpintero son nulas más allá de la teoría, pero no puedo decirle que no a Niel, debo pagarle de alguna forma mi larga ausencia en estos meses pasados.
- Off rol:
- Bueno si alguien quiere hacer un drakkar, aunque sea cutre, con Rumpel y su hijo es libre de interactuar conmigo ^^, sólo mandenme un mp o díganmelo por cb Saludos.
Rumpel
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Re: Midsummarblót, Solsticio de Verano [Evento]
Se forma un silencio luego de que todos han puesto su ofrenda, el que se torna un poco incómodo. Ninguno de los gorriones es muy dado a expresar sus sentimientos y en apenas unos instantes han sido muchos los intercambios. Por suerte es Artyhom el que pone las cosas en movimiento.
–De acuerdo a mi investigación, ahora debemos reunir material combustible.
Demian afirma con la cabeza. Por triste que suene, deberán quemar el lindo drakkar que ha construido Arty. Mira a su alrededor.
Se encuentran en una playa y muchas personas han traído sus propias embarcaciones, algunas tan grandes como para navegar de verdad, otras más modestas. Con todo el ajetreo hay una cosa que abunda: basura.
–Vamos Ratita, busquemos algo de paja.
Los chicos se separan del grupo y comienzan a caminar por la playa. Demian coge un par de palitos delgados, además de algo de material inflamable que se encuentran junto a un lujoso drakkar que es cargado por lo que parecen sirvientes de un hombre con túnica brillante. Una especie de guardaespaldas del de la túnica le hace un ademán molesto de que se retire y el chico decide evitar problemas.
Recorriendo la arena encuentra otros restos de paja, hasta hacer una pelota como la cabeza de una persona. También encuentra unos retazos de cáñamo. Satisfecho, vuelve al grupo.
En el drakkar ya se ha reunido otro tanto de material inflamable y, al final, ya tienen suficiente, hasta sobra, como para iniciar la combustión. Demian mira a las otras personas llevando a cabo el ritual. Líneas de arqueros ofrecen sus servicios por una buena paga, o bien los más influyentes traen sus propios soldados, para lanzar flechas ardientes a sus ofrendas en la distancia. Algunos hacen el trabajo ellos mismos, guerreros orgullosos que portan sus arcos de guerra.
–Tú deberías tener el honor, Ratita.
De alguna manera parece obvio. El chico es quien ha creado el momento más emocional, ya que todos conocen lo duro de su pasado y lo significativo de las palabras que ha dicho.
Lanzar una flecha parece, sin embargo, inapropiado. Son gorriones, no soldados ni personas influyentes. Si bien pueden considerarse guerreros de pleno derecho, dadas sus hazañas, su esencia no es esa. Incluso si Chimar porta su propia ballesta, una flecha no parece encajar con el momento.
Artyhom comienza a empujar el drakkar hacia el agua, aprovechando un momento en que las olas se recogen. Demian se apresura y coge al mecánico antes de que el agua vuelva, levantándolo.
–No se qué tan resistente al agua eres, p-pero prefiero no averiguarlo.
El agua llega a cobrar su ofrenda, cogiendo el barquito y arrastrándolo al interior. Lentamente la corriente acepta el objeto, que se tambalea y amenaza con inundarse, pero sorprendentemente no lo hace.
–Tu barco es genial, Arty –comenta Ratita con una sonrisa.
Demian recolecta, en tanto, una piedra de entre las rocas, además de un puñado de paja. Con unos trozos de cáñamo asegura la paja a la piedra, hasta formar una bola. Sonríe satisfecho.
El éter es capaz de asumir distintas formas, manipular la esencia de las cosas para cambiar los elementos. Todo chico brujo sensible a la magia aprende las técnicas básicas a temprana edad, antes de especializarse en una escuela en particular. Esto sirve también para ver las potencialidades.
Demian sostiene la bola y se concentra, dejando que el éter fluya a través suyo hasta envolver el objeto.
–El secreto del fuego no está en el comb-bustible –afirma–, sino en el aire.
Cuidadosamente separa el oxígeno del resto de los elementos del aire, juntándolo en un punto y cargándolo de energía. No está acostumbrado a realizar ese proceso, así que le toma tiempo, momentos en los cuales simplemente parece mirar con atención el objeto en su mano.
De pronto, una llama emerge de la paja. Una llama pequeña, pero que comienza a expandirse.
–Rápido, arrójala antes que ya no puedas tomarla –dice con premura a Ratita, ofreciendo el objeto que empieza a arder.
El chico obedece, tomando la piedra y mirando al drakkar que se aleja. Aún está a buena distancia y Ratita, a pesar de que evita los combates, es bastante hábil con las piedras. Demian está seguro de que podría sacarle un ojo a alguien a cincuenta metros de distancia si quisiera.
La piedra sale despedida con un movimiento bien elaborado, describiendo un arco luminoso antes de caer medio a medio en el pequeño drakkar. Artyhom aplaude.
El aire desprendió paja y forzó el fuego en el trayecto, por lo que de pronto se forma un silencio. El grupo no está seguro si la llama sobrevivió al lanzamiento y por ahora no se emiten señales de combustión. Pasan los segundos como si fueran minutos.
Finalmente una luz aparece. El fuego ha tomado el material inflamable y la ofrenda ha sido aceptada por los dioses.
Demian se sienta a mirar y Ratita hace lo mismo. Arty le da la mano al más pequeño, felicitándolo nuevamente, para luego sentarse a su lado. Los Gorriones han cumplido con el ritual del solsticio.
Demian
Aerandiano de honor
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Re: Midsummarblót, Solsticio de Verano [Evento]
- ¡Pero está lloviendo! - se quejó Irina, tan reacia como siempre a acudir a festividades religiosas.
Taliesin suspiró profundamente. ¿Qué había hecho mal con aquella niña? ¿Cómo era posible que no le hubiera conseguido transmitir el sentido de lo místico, el respeto a los dioses y a las tradiciones? Había hecho todo lo posible, pero su hija se negaba a doblegarse a lo que ella decía que eran patrañas y excusas de humanos débiles. Aquella irrevenrencia debía haberla heredado de quien fuera que había heredado su magia.
¿Quizás del padre de mi padre?
- Llueve porque ha sido un año muy duro en Midgard. Los dioses lloran - Irina ignoró ese comentario, con lo que Taliesin continuó: - ¿No hay nada que quieras ofrendar? ¿Algo malo que quieras dejar atrás, o pedirle a los dioses?
- No - respondió la niña, tajante.
Casi accedió a dejarla en casa, pero ya había llegado a un acuerdo con Zöe para ir juntos. La biocibernética se acompañaría de los huerfanos de Lunargenta, y aunque Irina se hacía la difícil, su padre sabía que quería conocer a los otros niños.
Seguía lloviendo cuando llegaron al lugar. El impacto de la guerra y de la invasión vampírica se veía en la falta de alegría de la fiesta: donde otros años había hombres compitiendo, saltando hogueras y bailando con jóvenes doncellas, este año se asentaba una sobriedad compungida. Aún había algunos grupos bebiendo y festejando, pero la mayoría de los asistentes se concentraban en construir los drakkares y depositar ofrendas en su interior.
No le importó aquella atmósfera. Se acomodaba a su propio estado anímico.
- ¿Dónde están los huérfanos? - a Irina sólo le interesaba una cosa.
Habían llegado un poco pronto, así que mientras esperaban Taliesin fue a reunir la madera necesaria para iniciar la construcción del drakkar. Encontró un espacio vacío frente al agua y se asentó alli, dejándolo todo lo más listo posible para cuando la biocibernética llegara.
Irina pasó cinco minutos observando los barcos alejándose de la orilla, pero al poco tiempo se aburrió de aquello. Si quería ver troncos arder no tenía más que volver a casa y encender la chimenea. Su atención se desplazó entonces a los grupos que estaban construyedo los drakkares. Al pasear junto a la orilla fue mirando qué iban a colocar como ofrenda, y la mayoría le parecieron desprovistas de valor: juguetes viejos, ropa, armas melladas, algunos utensilios. Muchas mujeres lloraban. ¿Por qué siempre lloraban las mujeres? Y en público; si ella llorara en público le daría mucha verguenza.
De todos los grupos que vio le llamó la atención uno compuesto por hombres bestia. Estaban alejados del resto de humanos, como si quisieran dejar claro que eran diferentes. Yo también soy diferente, pensó Irina y se quedó mirándolos. Parecían muy afectados por algo, lo cual a la niña le llamó muchísimo la atención. Siempre había imaginado que unos hombres como aquellos, tan intimidantes en su aspecto, no tendrían momentos de debilidad y dolor. Ni en público ni en privado.
Taliesin suspiró profundamente. ¿Qué había hecho mal con aquella niña? ¿Cómo era posible que no le hubiera conseguido transmitir el sentido de lo místico, el respeto a los dioses y a las tradiciones? Había hecho todo lo posible, pero su hija se negaba a doblegarse a lo que ella decía que eran patrañas y excusas de humanos débiles. Aquella irrevenrencia debía haberla heredado de quien fuera que había heredado su magia.
¿Quizás del padre de mi padre?
- Llueve porque ha sido un año muy duro en Midgard. Los dioses lloran - Irina ignoró ese comentario, con lo que Taliesin continuó: - ¿No hay nada que quieras ofrendar? ¿Algo malo que quieras dejar atrás, o pedirle a los dioses?
- No - respondió la niña, tajante.
Casi accedió a dejarla en casa, pero ya había llegado a un acuerdo con Zöe para ir juntos. La biocibernética se acompañaría de los huerfanos de Lunargenta, y aunque Irina se hacía la difícil, su padre sabía que quería conocer a los otros niños.
Seguía lloviendo cuando llegaron al lugar. El impacto de la guerra y de la invasión vampírica se veía en la falta de alegría de la fiesta: donde otros años había hombres compitiendo, saltando hogueras y bailando con jóvenes doncellas, este año se asentaba una sobriedad compungida. Aún había algunos grupos bebiendo y festejando, pero la mayoría de los asistentes se concentraban en construir los drakkares y depositar ofrendas en su interior.
No le importó aquella atmósfera. Se acomodaba a su propio estado anímico.
- ¿Dónde están los huérfanos? - a Irina sólo le interesaba una cosa.
Habían llegado un poco pronto, así que mientras esperaban Taliesin fue a reunir la madera necesaria para iniciar la construcción del drakkar. Encontró un espacio vacío frente al agua y se asentó alli, dejándolo todo lo más listo posible para cuando la biocibernética llegara.
Irina pasó cinco minutos observando los barcos alejándose de la orilla, pero al poco tiempo se aburrió de aquello. Si quería ver troncos arder no tenía más que volver a casa y encender la chimenea. Su atención se desplazó entonces a los grupos que estaban construyedo los drakkares. Al pasear junto a la orilla fue mirando qué iban a colocar como ofrenda, y la mayoría le parecieron desprovistas de valor: juguetes viejos, ropa, armas melladas, algunos utensilios. Muchas mujeres lloraban. ¿Por qué siempre lloraban las mujeres? Y en público; si ella llorara en público le daría mucha verguenza.
De todos los grupos que vio le llamó la atención uno compuesto por hombres bestia. Estaban alejados del resto de humanos, como si quisieran dejar claro que eran diferentes. Yo también soy diferente, pensó Irina y se quedó mirándolos. Parecían muy afectados por algo, lo cual a la niña le llamó muchísimo la atención. Siempre había imaginado que unos hombres como aquellos, tan intimidantes en su aspecto, no tendrían momentos de debilidad y dolor. Ni en público ni en privado.
- Interaccion:
- Taliesin e Irina van a interactuar con Zöe, pero si alguien más quiere unirse es bienvenido. Irina además se ha quedado mirando a Asher/Jason Bosne y su grupo.
Taliesin Skatha
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Re: Midsummarblót, Solsticio de Verano [Evento]
Su artificial amigo es quien retoma el cauce original, permitiendo a los chicos superar sus momentos emocionales. No existe nada mejor que una nueva idea para suplantar cualquier instante complicado.
Es acertado decir que Chimar es un especialista en cosas incendiarias, sabe manipular muchos elementos para conseguir el pirómano final deseado. Tristemente sus hermanos se adelantan en busca de materiales, siempre tan suertudos.
Volverán rápido… al menos esta vez.
Ese juego de palabras hace que Maquiavelo vuelva a arquear su ceja derecha, casi nunca logra pillar las referencias de Canel y algo le dice que es bastante afortunado por eso… algunas veces la ignorancia trae felicidad.
Como si se tratara de una predicción el par de gorriones vuelve con su objetivo completado, traen suficiente yesca para iniciar una bonita pira acuática. Es un poco triste tener que destruir una obra de arte pero todo lo religioso implica siempre un sacrificio.
Arty deposita su nave y es rescatado oportunamente por Dem cuando el agua reclama la orilla, por tensos instantes la embarcación parece tambalearse pero sigue su curso sin naufragar, simplemente le gusta el suspenso como todo elemento gorrión.
El enano tiene razón, ya vendrán más cosas a las que prenderles fuego jeje.
Expresa con buena disposición cuando el segundo líder da los honores incendiarios a ratita, su hermano pequeño se encargara de iniciar el fuego. No lo hubiera querido de otra forma luego de escuchar su conmovedor punto.
Luego tiene lugar algo que Chimar nunca se hubiera imaginado ni en un millón de años, Demian haciendo fuego. Le toma bastante vale destacar aunque consigue encender una bola de material combustible.
Sería justo aclarar… ¿¡porque no lanzas fuego en situaciones importantes!?
Más de una vez el fuego hubiera sido la respuesta apropiada, en la mente del joven intelectual era imposible para su buen amigo generar llamas aunque su vida dependiera de eso… solo falta que Motas sea un elfo.
Ratita hace gala de sus habilidades y logra conectar un lanzamiento perfecto, por unos instantes los personajes en la orilla se mantienen en vilo pero cuando la diminuta barcaza empieza a arder dan sus peticiones por escuchadas. Eventualmente el niño genio se une a sus compañeros en la orilla para disfrutar del momento mientras un reflexivo Canel permanece de pie a poca distancia.
Los quiero hermanos “se da cuenta de lo que acaba de soltar”… profesionalmente claro “toz nerviosa” mejor olviden lo que dije…
Es acertado decir que Chimar es un especialista en cosas incendiarias, sabe manipular muchos elementos para conseguir el pirómano final deseado. Tristemente sus hermanos se adelantan en busca de materiales, siempre tan suertudos.
Volverán rápido… al menos esta vez.
Ese juego de palabras hace que Maquiavelo vuelva a arquear su ceja derecha, casi nunca logra pillar las referencias de Canel y algo le dice que es bastante afortunado por eso… algunas veces la ignorancia trae felicidad.
Como si se tratara de una predicción el par de gorriones vuelve con su objetivo completado, traen suficiente yesca para iniciar una bonita pira acuática. Es un poco triste tener que destruir una obra de arte pero todo lo religioso implica siempre un sacrificio.
Arty deposita su nave y es rescatado oportunamente por Dem cuando el agua reclama la orilla, por tensos instantes la embarcación parece tambalearse pero sigue su curso sin naufragar, simplemente le gusta el suspenso como todo elemento gorrión.
El enano tiene razón, ya vendrán más cosas a las que prenderles fuego jeje.
Expresa con buena disposición cuando el segundo líder da los honores incendiarios a ratita, su hermano pequeño se encargara de iniciar el fuego. No lo hubiera querido de otra forma luego de escuchar su conmovedor punto.
Luego tiene lugar algo que Chimar nunca se hubiera imaginado ni en un millón de años, Demian haciendo fuego. Le toma bastante vale destacar aunque consigue encender una bola de material combustible.
Sería justo aclarar… ¿¡porque no lanzas fuego en situaciones importantes!?
Más de una vez el fuego hubiera sido la respuesta apropiada, en la mente del joven intelectual era imposible para su buen amigo generar llamas aunque su vida dependiera de eso… solo falta que Motas sea un elfo.
Ratita hace gala de sus habilidades y logra conectar un lanzamiento perfecto, por unos instantes los personajes en la orilla se mantienen en vilo pero cuando la diminuta barcaza empieza a arder dan sus peticiones por escuchadas. Eventualmente el niño genio se une a sus compañeros en la orilla para disfrutar del momento mientras un reflexivo Canel permanece de pie a poca distancia.
Los quiero hermanos “se da cuenta de lo que acaba de soltar”… profesionalmente claro “toz nerviosa” mejor olviden lo que dije…
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Re: Midsummarblót, Solsticio de Verano [Evento]
Una nueva festividad de los orgánicos había llegado, según me habían explicado los niños, en esta oportunidad se trataba de despedir a los que habían fallecido, dejar atrás ciertas situaciones significativas para ellos, agradecer o pedir a los dioses por algún anhelo que quisieran que se cumpliera. Yo no necesitaba ninguna de esas cosas, ni creía en los dioses, pero los Gorriones parecían muy ilusionados de ir.
Por motivo de la guerra, Chimar les tenía expresamente prohibido el salir de la esfera, las calles de Lunargenta eran muy peligrosas incluso para unos niños que sabían perfectamente cuidarse solos. Tantos días recluidos los ponía inquietos, y de mal humor, eran chicos acostumbrados a estar libres por las calles, no a estar encerrados en un centro científico.
Con Skatha habíamos estado de acuerdo en encontrarnos en las playas de los ancestros, sabía que Chimar y Demian también estarían allí, por lo que parecía lógico que el resto de los niños pudieran acercarse.
-Yo ya estuve una vez en la playa de los ancestros – Comentó Mili mientras nos acercábamos a nuestro destino. Al final, de todos los Gorriones solo siete habían querido venir, iban todos con capuchas de un color gris oscuro, apenas se los podía distinguir en la oscuridad del anochecer.
-Mentira, nunca has salido de la ciudad – Gerd iba sentado en mis hombros, y parecía creer que era quien guiaba al grupo.
-Sí que estuve, con mis padres, cuando los despedimos – No parecía ser un hecho discutible, muchos de los niños habían quedado huérfanos luego de la reciente epidemia que había asolado Aerandir. Ya no lloraban a sus padres, pero era probable que muchos de ellos los recordaran cuando estuvieran frente al drakkar.
Cuando finalmente llegamos había ya mucha gente en la orilla, algunos aún no habían comenzado con la construcción de su barco, otros ya habían terminado y estaban levantando sus cosas para irse. Pase mi mirada por toda la orilla hasta que encontré a Taliesin y a su hija.
-Buenas noches, Irina – Le sonreí con toda la naturalidad de la que era capaz mi rostro, alrededor mío estaban los siete niños, quienes miraban a la nueva como si fuera una intrusa – Ellos son: Mili, Gerd, Hans, Lard, Eyra, Kaira y Bjorn. Espero puedan llevarse bien-
Baje a Gerd de mis hombros y me aleje unos pasos del grupo.
-No se alejen demasiado o iré a buscarlos – Les advertí, y los Gorriones sabían por experiencias pasadas que no podían esconderse de mi – Estaré con Taliesin construyendo el drakkar, les avisare cuando esté listo-
Me acerqué entonces al vampiro, noté que se había encargado de juntar algunas maderas que podrían servirnos para la construcción.
-Buenas noches, Skatha – Volví a sonreír con casi naturalidad - ¿Cómo has estado? – Me agache junto a él y tome una de las tablas – Traje a ATAC, supuse que podría sernos útil su habilidad- Dicho eso, abrí las hebillas de mi morral y lo deje salir.
Cuando se trataba de usar sus clavos, ATAC siempre se mostraba contento, por lo que rápidamente se acercó a las maderas y comenzó a arrojar una cantidad exagerada de ellos.
-No, no es así como se hace – Aparte al pequeño robot y evalué los daños – Solo vas a dispararlos cuando yo te diga y donde yo te diga ¿Correcto? – Esa perspectiva no le parecía tan emocionante, pero no tenía más opción que aceptar.
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Por motivo de la guerra, Chimar les tenía expresamente prohibido el salir de la esfera, las calles de Lunargenta eran muy peligrosas incluso para unos niños que sabían perfectamente cuidarse solos. Tantos días recluidos los ponía inquietos, y de mal humor, eran chicos acostumbrados a estar libres por las calles, no a estar encerrados en un centro científico.
Con Skatha habíamos estado de acuerdo en encontrarnos en las playas de los ancestros, sabía que Chimar y Demian también estarían allí, por lo que parecía lógico que el resto de los niños pudieran acercarse.
-Yo ya estuve una vez en la playa de los ancestros – Comentó Mili mientras nos acercábamos a nuestro destino. Al final, de todos los Gorriones solo siete habían querido venir, iban todos con capuchas de un color gris oscuro, apenas se los podía distinguir en la oscuridad del anochecer.
-Mentira, nunca has salido de la ciudad – Gerd iba sentado en mis hombros, y parecía creer que era quien guiaba al grupo.
-Sí que estuve, con mis padres, cuando los despedimos – No parecía ser un hecho discutible, muchos de los niños habían quedado huérfanos luego de la reciente epidemia que había asolado Aerandir. Ya no lloraban a sus padres, pero era probable que muchos de ellos los recordaran cuando estuvieran frente al drakkar.
Cuando finalmente llegamos había ya mucha gente en la orilla, algunos aún no habían comenzado con la construcción de su barco, otros ya habían terminado y estaban levantando sus cosas para irse. Pase mi mirada por toda la orilla hasta que encontré a Taliesin y a su hija.
-Buenas noches, Irina – Le sonreí con toda la naturalidad de la que era capaz mi rostro, alrededor mío estaban los siete niños, quienes miraban a la nueva como si fuera una intrusa – Ellos son: Mili, Gerd, Hans, Lard, Eyra, Kaira y Bjorn. Espero puedan llevarse bien-
Baje a Gerd de mis hombros y me aleje unos pasos del grupo.
-No se alejen demasiado o iré a buscarlos – Les advertí, y los Gorriones sabían por experiencias pasadas que no podían esconderse de mi – Estaré con Taliesin construyendo el drakkar, les avisare cuando esté listo-
Me acerqué entonces al vampiro, noté que se había encargado de juntar algunas maderas que podrían servirnos para la construcción.
-Buenas noches, Skatha – Volví a sonreír con casi naturalidad - ¿Cómo has estado? – Me agache junto a él y tome una de las tablas – Traje a ATAC, supuse que podría sernos útil su habilidad- Dicho eso, abrí las hebillas de mi morral y lo deje salir.
Cuando se trataba de usar sus clavos, ATAC siempre se mostraba contento, por lo que rápidamente se acercó a las maderas y comenzó a arrojar una cantidad exagerada de ellos.
-No, no es así como se hace – Aparte al pequeño robot y evalué los daños – Solo vas a dispararlos cuando yo te diga y donde yo te diga ¿Correcto? – Esa perspectiva no le parecía tan emocionante, pero no tenía más opción que aceptar.
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- Hablo con:
- Taliesin Skatha
Zöe
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Re: Midsummarblót, Solsticio de Verano [Evento]
Como una estocada directa al pecho. Así sintió Alward el abrazo de la elfa, el cual no le devolvió dicho gesto. Estaba bastante impresionado a la par que... ¿Decepcionado? ¿Esa era realmente la palabra? No tenía por qué estarlo, él lo sabía, pues la dejó marchar, y no tenía ningún derecho para quejarse de nada.
Cruzó mirada con Matthew, a cambio de lo gentil y cortés que se mostró este, el joven Sevna optó por fulminarle con una mirada fría y penetrante. Por educación, contestó.
-Ya hice mi ofrenda-Contestó seco
Parecía que Matthew estaba interesado en realizar alguna ofrenda, por lo que se marchó del lugar. Realmente poco o nada le importaba al mercenario qué haría o dejaría de hacer aquel sujeto. Su mirada y comportamiento no cambió en ningún momento con respecto a él, aunque parecía que aquel tipo se lo tomaba todo como una broma, un humor totalmente enrevesado.
Desvió y centró su mirada en Loth cuando esta le soltó.
-...Ya, claro-Soltó con desgana y sarcasmo. Claramente no la tomaba en serio.
No era así. No le gustaba ser así, pero no tenía más remedio. Tenía un orgullo que mantener, y no se podía amilanar ante nadie. No se esperaba para nada que la elfa volviese con aquel hombre ruin, rastrero y mentiroso. Su crédito hacia Loth había disminuido de una forma drástica, y no era para menos. La miraba distante, frío y con desconfianza.
Por otra parte, no quería hacerle daño, no podía ser mala persona, por lo que intentó sacar una sonrisa. Una sonrisa que le costó encontrarla, enterrada en ese momento en lo más profundo de su alma.
-Bueno, ya me conoces-Se colocó ambos brazos en la cintura, con una pose relajada, intentando aparentar normalidad-Los problemas me atraen, y no siempre acabo cobrando lo que debería-Soltó una corta risa
En ese momento el mercenario notó como alguien le llamaba por la espalda; era Emmanuel, el cual se colocó a su derecha un paso atrás suya.
-Al, debemos de regresar con los demás-Miró de arriba a abajo a la elfa, con cierta desconfianza tras sus extrañas vestimentas. No era el más indicado para hablar, pero sabía que si alguien usaba una capucha, era para esconderse de algo o de alguien-¿Quién es?-Desvió su mirada hacia el humano
El mercenario se ruborizó un poco, ¿Cómo lo explicaría? ¿Cómo la presentaría?
Aclaró su garganta y procedió a dicha presentación.
-Ella es Loth, una amiga que conocí hace unos meses-Miró a la elfa-Él es Emmanuel. El segundo mejor mercenario del mundo
-¿Cómo que el segundo?-
-El primero lo tienes aquí-Dijo señalándose mientras soltaba una sonrisa pícara
Era algo increíble. La mera presencia de, por excelencia, su mejor amigo, había cambiado la actitud de Alward por completo. Ya no le costaba mostrarse como era y actuar con normalidad. Estaba más cómodo e incluso había obviado un poco la presencia de Loth por un instante, luego volvió a mirarla con una sonrisa, esta vez sincera.
-Yo...-Se lo pensó, pero tenía que soltarlo-También me alegro de verte, Loth
Cruzó mirada con Matthew, a cambio de lo gentil y cortés que se mostró este, el joven Sevna optó por fulminarle con una mirada fría y penetrante. Por educación, contestó.
-Ya hice mi ofrenda-Contestó seco
Parecía que Matthew estaba interesado en realizar alguna ofrenda, por lo que se marchó del lugar. Realmente poco o nada le importaba al mercenario qué haría o dejaría de hacer aquel sujeto. Su mirada y comportamiento no cambió en ningún momento con respecto a él, aunque parecía que aquel tipo se lo tomaba todo como una broma, un humor totalmente enrevesado.
Desvió y centró su mirada en Loth cuando esta le soltó.
-...Ya, claro-Soltó con desgana y sarcasmo. Claramente no la tomaba en serio.
No era así. No le gustaba ser así, pero no tenía más remedio. Tenía un orgullo que mantener, y no se podía amilanar ante nadie. No se esperaba para nada que la elfa volviese con aquel hombre ruin, rastrero y mentiroso. Su crédito hacia Loth había disminuido de una forma drástica, y no era para menos. La miraba distante, frío y con desconfianza.
Por otra parte, no quería hacerle daño, no podía ser mala persona, por lo que intentó sacar una sonrisa. Una sonrisa que le costó encontrarla, enterrada en ese momento en lo más profundo de su alma.
-Bueno, ya me conoces-Se colocó ambos brazos en la cintura, con una pose relajada, intentando aparentar normalidad-Los problemas me atraen, y no siempre acabo cobrando lo que debería-Soltó una corta risa
En ese momento el mercenario notó como alguien le llamaba por la espalda; era Emmanuel, el cual se colocó a su derecha un paso atrás suya.
-Al, debemos de regresar con los demás-Miró de arriba a abajo a la elfa, con cierta desconfianza tras sus extrañas vestimentas. No era el más indicado para hablar, pero sabía que si alguien usaba una capucha, era para esconderse de algo o de alguien-¿Quién es?-Desvió su mirada hacia el humano
El mercenario se ruborizó un poco, ¿Cómo lo explicaría? ¿Cómo la presentaría?
Aclaró su garganta y procedió a dicha presentación.
-Ella es Loth, una amiga que conocí hace unos meses-Miró a la elfa-Él es Emmanuel. El segundo mejor mercenario del mundo
-¿Cómo que el segundo?-
-El primero lo tienes aquí-Dijo señalándose mientras soltaba una sonrisa pícara
Era algo increíble. La mera presencia de, por excelencia, su mejor amigo, había cambiado la actitud de Alward por completo. Ya no le costaba mostrarse como era y actuar con normalidad. Estaba más cómodo e incluso había obviado un poco la presencia de Loth por un instante, luego volvió a mirarla con una sonrisa, esta vez sincera.
-Yo...-Se lo pensó, pero tenía que soltarlo-También me alegro de verte, Loth
Alward Sevna
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Re: Midsummarblót, Solsticio de Verano [Evento]
Contempló cómo los drakares ardían en la distancia, cómo las llamas que consumían las embarcaciones se alzaban sobre los asistentes al evento, hacía el oscuro y frío firmamento.
Eltrant se acomodó sobre la arena y tomó aire. Se relajó, algo que sentía no haber hecho en años, se permitió disfrutar del ambiente, de las voces de los niños, de la paz generalizada que parecía reinar en el lugar.
Lo primero que notó al cerrar los ojos fue el olor al salitre del mar fundido con el espeso humo que brotaba de los navíos que servían de alimento para el fuego. No pudo evitar pensar, durante apenas un instante, en que el olor posiblemente era prácticamente idéntico al puerto del Lunargenta siendo consumido por las llamas.
Suspiró y sacudió la cabeza. Necesitaba aquel respiro más de lo que creía.
Volvió a abrir los ojos y analizó la playa sin moverse de dónde estaba. No tardó en comprobar la gran cantidad de niños que correteaban de aquí para allá, algunos riendo, trabajando en sus propios drakares con sus padres, otros sin nadie que les supervisase.
Entre los últimos le pareció ver a Demian.
- ¿No vas a quemar nada? – Eltrant dejó de espiar a los asistentes al evento y se giró hacia su compañera, la cual se había dejado caer a su lado sin que este se percatase de que estaba allí.
El castaño bostezó como toda respuesta y se encogió de hombros.
- Mucho trabajo. – dijo con sencillez, viendo como los demás trabajaban. – Si hoy no llevo armadura es para descansar. – Afirmó sonriendo a Lyn, la cual comenzó a juguetear con las correas de sus botas.
Los minutos pasaron, uno tras otro, de forma lenta pero inexorable. A pesar de que estuviesen en mitad de una guerra, de que la plaga aun no hubiese desaparecido por completo del continente, numerosos drakares se unieron a los que estaban ya ardiendo.
- Además. – Añadió levantándose, sacudiendo el polvo de sus pantalones. - ¿Te crees que puedo permitirme quemar mis cosas? – Preguntó con una sonrisa. Para la mayoría de las personas que había allí, el quemar algo tenía un significado especial, era un símbolo.
- Puedes quemar la ropa, le harías un favor al mundo. – Indicó Lyn con una sonrisa, sin levantarse, estirándose aún más sobre la arena. – Pero avísame, para irme y todo eso antes de que ese olor a ajo tan raro que tienes se una al humo. – Eltrant sonrió a la respuesta y, cruzándose de brazos, volvió a otear los navíos.
Había quienes cargaban los drakares con objetos que representaban algo que querían olvidar, otros que lo hacían rogando a los dioses que les proporcionasen salud y riquezas, muchos de los presentes pedían protección, sobrevivir a la guerra.
Eltrant se arrepentía de muchas cosas y, como todos los presentes, deseaba muchas otras. En sí, estaba bastante seguro que no tendría que esforzarse demasiado para encontrar varios objetos de su equipo que quemar allí.
Pero sabía que no era así.
Cada vida que había arrebatado con sus manos, cada bandido que había caído bajo su espada era su responsabilidad, algo que tenía que llevar el mismo, sin ayuda. Era egoísta tratar de olvidarlos, tratar de deshacerse de sus vivencias y pedirles a los dioses que solucionasen todos sus problemas.
Él era quien decidía como actuar, para bien o para mal. Incluso si los dioses habían sido los que le habían salvado la vida un centenar de veces, él había sido quien había decidido jugársela en un principio.
Lo mínimo que alguien como él, alguien que básicamente se dedicaba a pelear para vivir era lidiar con los muertos él solo. Ya había pasado el tiempo suficiente haciéndolo como para saber que los dioses tenían cosas más importantes de las que preocuparse.
Y, por lo que estaba acostumbrado a presenciar allá dónde iba, esto era, muy probablemente, juegos de azar y alcohol.
- Estas asustando a la chica de delante, deja de mirarla. – Eltrant recibió un par de codazos en el costado por parte de su amiga, parpadeó repetidamente y se giró hacia la vampiresa. – ¿En qué pensabas? ¿En lo de la ropa? – Preguntó. – Vale, lo siento. – Negó con la cabeza. – No hueles tanto a ajo. – Atestiguó.
- ¿Tanto? – Inquirió Eltrant de vuelta, la vampiresa amplió la sonrisa.
- Bueno, ya he visto suficiente, me voy a la posada. Te dejo que mires de forma indecente a las lugareñas, Mortal. – dijo estirando los brazos por encima de su cabeza. Eltrant enarcó una ceja. - ¿Qué? Si quisiera ver cosas quemadas te pediría que me cocinases algo. – dijo sin perder la sonrisa, antes de perderse entre el gentío.
- Pero que rarita que eres… -
- ¡Te he oído! –
Atravesó la multitud, sin rumbo fijo.
No podía negar que aquella fiesta había atraído a un enorme número de personas, más de lo que esperaba. Todas las razas de Aerandir parecían haberse congregado en aquella playa: Hombres-bestia, elfos, incluso, por la forma en la que incendiaban sus drakares, algún brujo que otro.
Vio a algunos Nómadas rondando el lugar, todos armados, a algunos no los reconoció, solo el símbolo que estos portaban consigo. Sí que se percató de que Sylas estaba allí también y, al parecer, por su indumentaria, se había decidido a unirse al grupo de Asher.
Tras saludarle desde la distancia, asegurándose de que este le hubiese visto, le dedicó una sonrisa para despues continuar caminando. Se preguntó si Asher estaría también por allí, todos los Nómadas parecían ir armados. ¿Esperaban problemas? ¿Y si iba a por su armadura? No tardaría demasiado en hacerse con ella de necesitarla.
Suspirando trató de apartar aquellos pensamientos de su cabeza, pasase lo que pasase, el lobo lo tendría controlado y, además, por ahora parecía estar todo bastante tranquilo. Cabía la posibilidad de que solo estuviesen de paso, por lo que Eltrant sabía, los Nómadas se dividían en varios grupos internos, Asher no tenía ni por qué estar ahí.
Continuó deslizándose entre la multitud hasta que acabó en un lugar relativamente apartado entre varias rocas. Prácticamente escondido. Le sorprendió ver que no era la única persona que había acabado allí, también lo hizo que esta otra estuviese realizando el ritual y que, además, se tratase de Helyare, la… curiosa elfa que había conocido en el norte.
- Estás muy lejos de Dundarak – dijo acercándose a ella lentamente, colocándose justo detrás y mirando lo que parecía ser un drakar deslizarse sobre las aguas. - ¿Qué vas a quemar? - Tras esperar a que la mujer respondiese, esbozó una sonrisa y, suspirando, echó mano de la joya que pendía todavía de su muñeca.
Hacía semanas que las voces se habían esfumado y estaba bastante seguro que había sido, en parte, gracias al regalo de la mujer.
- Creo... que me he quedado con esto demasiado tiempo – dijo ofreciéndoselo de vuelta. – Muchas gracias. – dijo seguidamente, sin perder la sonrisa.
Interactuo con Helyare. :'D
Eltrant se acomodó sobre la arena y tomó aire. Se relajó, algo que sentía no haber hecho en años, se permitió disfrutar del ambiente, de las voces de los niños, de la paz generalizada que parecía reinar en el lugar.
Lo primero que notó al cerrar los ojos fue el olor al salitre del mar fundido con el espeso humo que brotaba de los navíos que servían de alimento para el fuego. No pudo evitar pensar, durante apenas un instante, en que el olor posiblemente era prácticamente idéntico al puerto del Lunargenta siendo consumido por las llamas.
Suspiró y sacudió la cabeza. Necesitaba aquel respiro más de lo que creía.
Volvió a abrir los ojos y analizó la playa sin moverse de dónde estaba. No tardó en comprobar la gran cantidad de niños que correteaban de aquí para allá, algunos riendo, trabajando en sus propios drakares con sus padres, otros sin nadie que les supervisase.
Entre los últimos le pareció ver a Demian.
- ¿No vas a quemar nada? – Eltrant dejó de espiar a los asistentes al evento y se giró hacia su compañera, la cual se había dejado caer a su lado sin que este se percatase de que estaba allí.
El castaño bostezó como toda respuesta y se encogió de hombros.
- Mucho trabajo. – dijo con sencillez, viendo como los demás trabajaban. – Si hoy no llevo armadura es para descansar. – Afirmó sonriendo a Lyn, la cual comenzó a juguetear con las correas de sus botas.
Los minutos pasaron, uno tras otro, de forma lenta pero inexorable. A pesar de que estuviesen en mitad de una guerra, de que la plaga aun no hubiese desaparecido por completo del continente, numerosos drakares se unieron a los que estaban ya ardiendo.
- Además. – Añadió levantándose, sacudiendo el polvo de sus pantalones. - ¿Te crees que puedo permitirme quemar mis cosas? – Preguntó con una sonrisa. Para la mayoría de las personas que había allí, el quemar algo tenía un significado especial, era un símbolo.
- Puedes quemar la ropa, le harías un favor al mundo. – Indicó Lyn con una sonrisa, sin levantarse, estirándose aún más sobre la arena. – Pero avísame, para irme y todo eso antes de que ese olor a ajo tan raro que tienes se una al humo. – Eltrant sonrió a la respuesta y, cruzándose de brazos, volvió a otear los navíos.
Había quienes cargaban los drakares con objetos que representaban algo que querían olvidar, otros que lo hacían rogando a los dioses que les proporcionasen salud y riquezas, muchos de los presentes pedían protección, sobrevivir a la guerra.
Eltrant se arrepentía de muchas cosas y, como todos los presentes, deseaba muchas otras. En sí, estaba bastante seguro que no tendría que esforzarse demasiado para encontrar varios objetos de su equipo que quemar allí.
Pero sabía que no era así.
Cada vida que había arrebatado con sus manos, cada bandido que había caído bajo su espada era su responsabilidad, algo que tenía que llevar el mismo, sin ayuda. Era egoísta tratar de olvidarlos, tratar de deshacerse de sus vivencias y pedirles a los dioses que solucionasen todos sus problemas.
Él era quien decidía como actuar, para bien o para mal. Incluso si los dioses habían sido los que le habían salvado la vida un centenar de veces, él había sido quien había decidido jugársela en un principio.
Lo mínimo que alguien como él, alguien que básicamente se dedicaba a pelear para vivir era lidiar con los muertos él solo. Ya había pasado el tiempo suficiente haciéndolo como para saber que los dioses tenían cosas más importantes de las que preocuparse.
Y, por lo que estaba acostumbrado a presenciar allá dónde iba, esto era, muy probablemente, juegos de azar y alcohol.
- Estas asustando a la chica de delante, deja de mirarla. – Eltrant recibió un par de codazos en el costado por parte de su amiga, parpadeó repetidamente y se giró hacia la vampiresa. – ¿En qué pensabas? ¿En lo de la ropa? – Preguntó. – Vale, lo siento. – Negó con la cabeza. – No hueles tanto a ajo. – Atestiguó.
- ¿Tanto? – Inquirió Eltrant de vuelta, la vampiresa amplió la sonrisa.
- Bueno, ya he visto suficiente, me voy a la posada. Te dejo que mires de forma indecente a las lugareñas, Mortal. – dijo estirando los brazos por encima de su cabeza. Eltrant enarcó una ceja. - ¿Qué? Si quisiera ver cosas quemadas te pediría que me cocinases algo. – dijo sin perder la sonrisa, antes de perderse entre el gentío.
- Pero que rarita que eres… -
- ¡Te he oído! –
[…]
Atravesó la multitud, sin rumbo fijo.
No podía negar que aquella fiesta había atraído a un enorme número de personas, más de lo que esperaba. Todas las razas de Aerandir parecían haberse congregado en aquella playa: Hombres-bestia, elfos, incluso, por la forma en la que incendiaban sus drakares, algún brujo que otro.
Vio a algunos Nómadas rondando el lugar, todos armados, a algunos no los reconoció, solo el símbolo que estos portaban consigo. Sí que se percató de que Sylas estaba allí también y, al parecer, por su indumentaria, se había decidido a unirse al grupo de Asher.
Tras saludarle desde la distancia, asegurándose de que este le hubiese visto, le dedicó una sonrisa para despues continuar caminando. Se preguntó si Asher estaría también por allí, todos los Nómadas parecían ir armados. ¿Esperaban problemas? ¿Y si iba a por su armadura? No tardaría demasiado en hacerse con ella de necesitarla.
Suspirando trató de apartar aquellos pensamientos de su cabeza, pasase lo que pasase, el lobo lo tendría controlado y, además, por ahora parecía estar todo bastante tranquilo. Cabía la posibilidad de que solo estuviesen de paso, por lo que Eltrant sabía, los Nómadas se dividían en varios grupos internos, Asher no tenía ni por qué estar ahí.
Continuó deslizándose entre la multitud hasta que acabó en un lugar relativamente apartado entre varias rocas. Prácticamente escondido. Le sorprendió ver que no era la única persona que había acabado allí, también lo hizo que esta otra estuviese realizando el ritual y que, además, se tratase de Helyare, la… curiosa elfa que había conocido en el norte.
- Estás muy lejos de Dundarak – dijo acercándose a ella lentamente, colocándose justo detrás y mirando lo que parecía ser un drakar deslizarse sobre las aguas. - ¿Qué vas a quemar? - Tras esperar a que la mujer respondiese, esbozó una sonrisa y, suspirando, echó mano de la joya que pendía todavía de su muñeca.
Hacía semanas que las voces se habían esfumado y estaba bastante seguro que había sido, en parte, gracias al regalo de la mujer.
- Creo... que me he quedado con esto demasiado tiempo – dijo ofreciéndoselo de vuelta. – Muchas gracias. – dijo seguidamente, sin perder la sonrisa.
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Interactuo con Helyare. :'D
Eltrant Tale
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Re: Midsummarblót, Solsticio de Verano [Evento]
Una horrible sensación recorrió mi cuerpo. Miré alrededor. No había mucha gente cerca: los hombres bestia de la Factoría detrás de mi, los grupos humanos por delante. Pero la mirada de una niña se cruzó con la mía. Un grupo de niños se había formado a su alrededor, todos con capuchas grises. Difíciles de ver... y de identificar.
Sólo había dos adultos cerca. No tanto como para mantenerlos bajo control constante, pero sí lo suficiente como para suponer que eran los que estaban a su cargo. Gruñí entre dientes y comencé a caminar. No sería la primera vez que me cruzaba con gente que secuestraba y vendía críos. Recordé amargamente la situación en aquel barco, años atrás. No permitiría que pasase de nuevo.
A medida que andaba, me obligué a mi mismo a calmarme. No había motivos para asustar al resto. Podía encargarme de esa situación sin que nadie se alarmase, y ni siquiera estaba seguro de si mis sospechas estaban acertadas. Me aproximé a los dos adultos que trabajaban en el drakar de madera. Dos olores muy característicos me llegaron al instante, quedando por encima de la sal en el aire. Uno era evidente: la mujer era una biocibernética. Metal mezclado con carne. El otro...
Olfateé el aire y fruncí el ceño. Un vampiro. Aquello lo empeoraba todo.
-Tú.- dije de forma tosca. -Esos no son tus hijos. ¿Que haces con ellos?- pregunté, sin apartar mis ojos de los suyos. No tenía sentido preguntarles a ellos. Seguramente, los jóvenes eran más fácil de manipular mentalmente.
-Espero que tengas una muy buena explicación respecto a quienes son y por qué están aquí.- dije. Resistí el impulso de llevar la mano a mi espada. Le escucharía primero. -Si te estás alimentando de ellos...- añadí entre dientes, dejando la amenaza en el aire. Tendría que llevarlo a un lugar alejado o bien dejarle huir, en el peor de los casos.
Si bien era extraño que estuviesen llevando a cabo algo como aquello, no podía ignorarlo solo porque estuviesen construyendo un maldito drakar. Por lo que sabía, podían intentar transportarlos con ellos o quemar cualquier cosa que les implique.
Miré a la mujer de metal. Los de su raza no solían ser fiables. Obedecían a ciegas. Como esclavos. Sin embargo, había algunos que no podían mentir, y probablemente tampoco sería posible controlarlos mentalmente.
-Tú. Responde a las mismas preguntas que le he hecho.- ordené. Si las respuestas no coincidían, estaba claro que íbamos a tener un problema.
Sólo había dos adultos cerca. No tanto como para mantenerlos bajo control constante, pero sí lo suficiente como para suponer que eran los que estaban a su cargo. Gruñí entre dientes y comencé a caminar. No sería la primera vez que me cruzaba con gente que secuestraba y vendía críos. Recordé amargamente la situación en aquel barco, años atrás. No permitiría que pasase de nuevo.
A medida que andaba, me obligué a mi mismo a calmarme. No había motivos para asustar al resto. Podía encargarme de esa situación sin que nadie se alarmase, y ni siquiera estaba seguro de si mis sospechas estaban acertadas. Me aproximé a los dos adultos que trabajaban en el drakar de madera. Dos olores muy característicos me llegaron al instante, quedando por encima de la sal en el aire. Uno era evidente: la mujer era una biocibernética. Metal mezclado con carne. El otro...
Olfateé el aire y fruncí el ceño. Un vampiro. Aquello lo empeoraba todo.
-Tú.- dije de forma tosca. -Esos no son tus hijos. ¿Que haces con ellos?- pregunté, sin apartar mis ojos de los suyos. No tenía sentido preguntarles a ellos. Seguramente, los jóvenes eran más fácil de manipular mentalmente.
-Espero que tengas una muy buena explicación respecto a quienes son y por qué están aquí.- dije. Resistí el impulso de llevar la mano a mi espada. Le escucharía primero. -Si te estás alimentando de ellos...- añadí entre dientes, dejando la amenaza en el aire. Tendría que llevarlo a un lugar alejado o bien dejarle huir, en el peor de los casos.
Si bien era extraño que estuviesen llevando a cabo algo como aquello, no podía ignorarlo solo porque estuviesen construyendo un maldito drakar. Por lo que sabía, podían intentar transportarlos con ellos o quemar cualquier cosa que les implique.
Miré a la mujer de metal. Los de su raza no solían ser fiables. Obedecían a ciegas. Como esclavos. Sin embargo, había algunos que no podían mentir, y probablemente tampoco sería posible controlarlos mentalmente.
-Tú. Responde a las mismas preguntas que le he hecho.- ordené. Si las respuestas no coincidían, estaba claro que íbamos a tener un problema.
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Interactuo con Zöe y Skatha. E indirectamente con los gorriones que lleva Zöe.
Asher Daregan
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Re: Midsummarblót, Solsticio de Verano [Evento]
Frío.
Eso es lo que sintió Loth cuando abrazo al mercenario, no era necesario ser demasiado intuitivo para darse cuenta que el humano estaba indiferente ante la presencia de la muchacha. Eso tuvo como efecto inmediato que la elfa se sintiera avergonzada, ella se había mostrado tan cariñosa y del otro lado… Frío.
Se separo de él, dando un paso hacia atrás y se tapo lo más que pudo con la capucha, en un gesto protector para que no viera su cicatriz, pero también porque se sentía abochornada, sus mejillas parecían fuego. “Claro ¿Qué esperabas que sucediera?” Loth bajo la mirada, concentrada en la punta de sus pies.
Levantó apenas la vista cuando escuchó que otra voz se sumaba a la conversación, notó la duda en el tono de Alward al momento de presentarla, la elfa abrió la boca con la intención de adelantarse “No soy nadie, solo una conocida”, suponía que el humano tenía vergüenza de presentarla ante sus amigos.
-Mucho gusto Emmanuel – Sonrió con timidez, intentando recuperar un poco el ánimo, aún así evitaba la mirada de Alward – En verdad es una hermosa casualidad – Titubeo pero finalmente levanto la vista y le dedico una hermosa y radiante sonrisa al mercenario – Espero que podamos vernos de nuevo, quizás cuando las cosas se hayan calmado un poco en Lunargenta.
Hizo una reverencia algo torpe y salió rápidamente de allí, se sentía tan tonta, por un segundo la elfa había creído que las cosas serían diferentes. Se movía entre la gente sin mirar muy bien por donde iba, hasta que un brazo conocido la detuvo.
-¿Estas lista, Cariño? – El estafador sabía de antemano que la muchacha estaría afectada, no había sido muy difícil para él anticiparse. Le dio un abrazo y permitió que se desahogara contra su pecho, mientras sonreía de medio lado – Oh, vamos, vamos, tu sabias que las cosas resultarían así. El muchacho quería una aventura de una noche, seguro nunca imagino que volvería a encontrarte – Matt podía sentir como el pequeño cuerpo de la elfa se agitaba con cada una de sus palabras.
-Pe-pero Alward fue tan dulce… - Respondió Loth mientras se refregaba los ojos.
-Todos los son cuando quieren llevarte a la cama, me sorprende que sigas cayendo en ese tipo de trucos, Cielo – Agarró el mentón de la elfa e hizo que lo mirara a los ojos – Arriba el ánimo ¿Qué tal si te despides de ese desagradable sentimiento poniendo una ofrenda en el drakkar?
La muchacha asintió, las palabras de Matthew tenían mucho sentido, para una joven elfa que solo había conocido a hombres malos a lo largo de su vida, lo más lógico es que Alward repitiera el mismo patrón que todos los demás. Loth se acercó al rudimentario bote pensando en qué podría ofrecer, pronto tuvo una idea, busco en su mochila y allí estaba, el objeto que le había arrojado al humano aquella tarde que lo conoció.
-¿Tu qué vas a poner, Matt? – Pregunto curiosa.
-Lo mío es algo más bien… Simbólico -
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Eso es lo que sintió Loth cuando abrazo al mercenario, no era necesario ser demasiado intuitivo para darse cuenta que el humano estaba indiferente ante la presencia de la muchacha. Eso tuvo como efecto inmediato que la elfa se sintiera avergonzada, ella se había mostrado tan cariñosa y del otro lado… Frío.
Se separo de él, dando un paso hacia atrás y se tapo lo más que pudo con la capucha, en un gesto protector para que no viera su cicatriz, pero también porque se sentía abochornada, sus mejillas parecían fuego. “Claro ¿Qué esperabas que sucediera?” Loth bajo la mirada, concentrada en la punta de sus pies.
Levantó apenas la vista cuando escuchó que otra voz se sumaba a la conversación, notó la duda en el tono de Alward al momento de presentarla, la elfa abrió la boca con la intención de adelantarse “No soy nadie, solo una conocida”, suponía que el humano tenía vergüenza de presentarla ante sus amigos.
-Mucho gusto Emmanuel – Sonrió con timidez, intentando recuperar un poco el ánimo, aún así evitaba la mirada de Alward – En verdad es una hermosa casualidad – Titubeo pero finalmente levanto la vista y le dedico una hermosa y radiante sonrisa al mercenario – Espero que podamos vernos de nuevo, quizás cuando las cosas se hayan calmado un poco en Lunargenta.
Hizo una reverencia algo torpe y salió rápidamente de allí, se sentía tan tonta, por un segundo la elfa había creído que las cosas serían diferentes. Se movía entre la gente sin mirar muy bien por donde iba, hasta que un brazo conocido la detuvo.
-¿Estas lista, Cariño? – El estafador sabía de antemano que la muchacha estaría afectada, no había sido muy difícil para él anticiparse. Le dio un abrazo y permitió que se desahogara contra su pecho, mientras sonreía de medio lado – Oh, vamos, vamos, tu sabias que las cosas resultarían así. El muchacho quería una aventura de una noche, seguro nunca imagino que volvería a encontrarte – Matt podía sentir como el pequeño cuerpo de la elfa se agitaba con cada una de sus palabras.
-Pe-pero Alward fue tan dulce… - Respondió Loth mientras se refregaba los ojos.
-Todos los son cuando quieren llevarte a la cama, me sorprende que sigas cayendo en ese tipo de trucos, Cielo – Agarró el mentón de la elfa e hizo que lo mirara a los ojos – Arriba el ánimo ¿Qué tal si te despides de ese desagradable sentimiento poniendo una ofrenda en el drakkar?
La muchacha asintió, las palabras de Matthew tenían mucho sentido, para una joven elfa que solo había conocido a hombres malos a lo largo de su vida, lo más lógico es que Alward repitiera el mismo patrón que todos los demás. Loth se acercó al rudimentario bote pensando en qué podría ofrecer, pronto tuvo una idea, busco en su mochila y allí estaba, el objeto que le había arrojado al humano aquella tarde que lo conoció.
-¿Tu qué vas a poner, Matt? – Pregunto curiosa.
-Lo mío es algo más bien… Simbólico -
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- Hablo con:
- Alward y su Pnj
Matthew Owens
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Re: Midsummarblót, Solsticio de Verano [Evento]
El pequeño barquito seguía navegando lentamente sobre las diminutas olas, tras algunos ligeros empujones por parte de su dueña. No era muy grande. Algunos de los presentes habían construido completas embarcaciones, y ella… un barquito que parecía de juguete, pero suficiente para ofrecerle a la diosa lo que tenía para ella. Miró el barquito con expectación, sintiendo como, también, una parte de ella se iba sobre las olas. Se envolvió entre sus propios brazos, esperando verlo desaparecer en la oscuridad del mar. Pero no estaba sola, como esperaba. Rápidamente se giró, en cuanto escuchó la voz de un hombre detrás de ella. Una voz que le resultaba familiar. “Estás muy lejos de Dundarak”. ¿La conocía?
Sí, a los pocos segundos pudo ver quién era. Estaba todo a oscuras y no esperaba encontrarse con nadie. Era el chico ese de la taberna de Dundarak. Por la voz le conocía, pues no le había visto la cara en ningún momento. Y rápido se giró para que siguiera siendo así. Era el que acompañaba a aquella elfa tan… guapa. Se pasó la mano por la frente, rascándosela, y centrando su atención en el barco.
–¿Quemar? ¿Para qué voy a quemar nada? Es una ofrenda… si la quemo no la recibirá la diosa Nís –trató de explicarle –, aunque, imagino, que los humanos no la conocéis –“no merecéis conocerla”, pensó. Dudó un momento antes de hablar –. Lo que quemáis desaparece, ¿vuestros dioses reciben cenizas? –no entendía esa tradición. Y sí había pensado en quemar su pequeño barco porque, realmente, ni la diosa merecía recibir sus ofrendas, pero tenía la esperanza de que las aceptase.
"El fuego es para destruir. Para acabar con lo que no merece vivir...", se mordió el labio ante ese pensamiento y resopló durante un instante, volviendo a centrarse en el ritual de esa noche.
No entendía las costumbres humanas. Eran todos tan extraños… que honraban a figuras talladas en madera. ¿Cuántos árboles habían talado para hacer esas estúpidas caras? Y peores eran los que creían en un dios invisible. Pero, bueno, no todos tenían dioses reales que velaran por ellos.
Un sonido metálico se camufló con el del mar. Tras ella, Eltrant le ofreció el medallón que le había dado hacía ya unos meses. La joven clavó sus ojos verdes en la joya y la recogió, casi ansiosa por volver a tenerla con ella. Se la había dado pensando que jamás volvería a pisar los bosques de Sandorai. Instintivamente se perdió entre los árboles, negros por tan cerrada oscuridad, que se vislumbraban cerca de la orilla. Entre esos árboles todavía podía ver la guerra y la sangre derramada de los suyos. Ese medallón frenaba todo eso.
–No hay de qué –se colocó el collar y lo puso dentro de su camisa, ocultándolo de la vista. Era su protección ante la guerra, ante los gritos de los que dieron su vida luchando contra los hechiceros. Pero, realmente, no pensaba recuperarlo. Sus visiones no eran efectivas en aquellas tierras, creía no volver a necesitarlo –. Espero que fuera útil para acallar las voces. A veces… a veces son algo molestas –Nillë empezó a revolotear en torno a Eltrant, bastante contenta.
Le alegraba que alguien hubiera ido con ellas. Su compañera solía estar sola, ¡incluso en las fiestas! Había lamentado que no se hubiera acercado más a donde estaban las hogueras. Se escuchaban las voces de los niños y las risas de los adultos pasando un buen rato, recordando a sus familiares y disfrutando del ritual a sus dioses. Y, sin embargo, su compañera estaba sola en medio de la oscuridad, tan solo alumbrada por el resplandor azulado de la hadita. Y solía estar así. Así que Nillë se había alegrado de que alguien se hubiera dignado a, simplemente, saludar. Y más se alegraba de que la elfa no hubiese optado por ahogar al hombre. Era bastante temperamental, pero parecía estar siendo “simpática” … al menos, no le había insultado aún.
–Y tú, emm… –no se acordaba del nombre del chico y dudó unos segundos; luego desistió –, ¿has quemado algo? –preguntó con cierto desagrado en la voz, aunque muy sutil.
Lo lógico en ella es que le hubiese dicho que se largase de allí, o haberlo echado de malas formas, directamente. Tenía el arco a la espalda, no era difícil haberlo echado. Pero viendo el barquito alejarse estaba sintiéndose más sola que nunca, viendo cómo se iba en ese trozo de madera lo único que ya podía vincularla con su familia. En ese momento casi agradeció que ese miserable humano hubiera aparecido. En circunstancias normales no estaría ahí. Ahogado, tal vez. Pero no le hablaría de esas formas tan…. ¿buenas? Era una situación complicada para ella. Seguía atenta al recorrido del barco, aunque en una de las pequeñas olas, se volcó y todo el contenido quedó flotando, disperso en el mar –. He escuchado que vuestro dios muere y un día vi cómo ponían el cuerpo de alguien en un barco y lo quemaban. ¿Creéis que vuestro dios está en estos barcos? –preguntó con cierta curiosidad, pero a la vez, incredulidad. Era una tontería de tradición sin sentido.
Nillë voló hacia su barco e intentó coger una de las flores para volver a colocarlas en el altar, aunque con mucho cuidado de no mojar sus alas, o no podría volar y se ahogaría. La elfa se acercó a ella y la atrapó entre sus manos, negando –es voluntad de Nís que quede así –era su ofrenda y podía hacer con ella lo que quisiera. A lo mejor no la aceptaba por venir de quien venía, o a lo mejor se había ofendido porque estaba hablando con un humano que no creía en ella. Internamente le entristeció, pero volvió a su sitio, al lado del humano, como si nada y le miró de reojo con una leve mueca –puede que no le gustes a la diosa. Eres humano, y no sois muy –buscó la palabra adecuada –… “queridos” por nuestros dioses –, aunque ella tampoco lo era. Pero lo interpretó a su modo frente al humano. Nillë puso los ojos en blanco. Sí, su amiga estaba siendo amable, pero le costaba demasiado no referirse de forma despectiva a la gente.
Off: Interactúo con Eltrant Tale
Sí, a los pocos segundos pudo ver quién era. Estaba todo a oscuras y no esperaba encontrarse con nadie. Era el chico ese de la taberna de Dundarak. Por la voz le conocía, pues no le había visto la cara en ningún momento. Y rápido se giró para que siguiera siendo así. Era el que acompañaba a aquella elfa tan… guapa. Se pasó la mano por la frente, rascándosela, y centrando su atención en el barco.
–¿Quemar? ¿Para qué voy a quemar nada? Es una ofrenda… si la quemo no la recibirá la diosa Nís –trató de explicarle –, aunque, imagino, que los humanos no la conocéis –“no merecéis conocerla”, pensó. Dudó un momento antes de hablar –. Lo que quemáis desaparece, ¿vuestros dioses reciben cenizas? –no entendía esa tradición. Y sí había pensado en quemar su pequeño barco porque, realmente, ni la diosa merecía recibir sus ofrendas, pero tenía la esperanza de que las aceptase.
"El fuego es para destruir. Para acabar con lo que no merece vivir...", se mordió el labio ante ese pensamiento y resopló durante un instante, volviendo a centrarse en el ritual de esa noche.
No entendía las costumbres humanas. Eran todos tan extraños… que honraban a figuras talladas en madera. ¿Cuántos árboles habían talado para hacer esas estúpidas caras? Y peores eran los que creían en un dios invisible. Pero, bueno, no todos tenían dioses reales que velaran por ellos.
Un sonido metálico se camufló con el del mar. Tras ella, Eltrant le ofreció el medallón que le había dado hacía ya unos meses. La joven clavó sus ojos verdes en la joya y la recogió, casi ansiosa por volver a tenerla con ella. Se la había dado pensando que jamás volvería a pisar los bosques de Sandorai. Instintivamente se perdió entre los árboles, negros por tan cerrada oscuridad, que se vislumbraban cerca de la orilla. Entre esos árboles todavía podía ver la guerra y la sangre derramada de los suyos. Ese medallón frenaba todo eso.
–No hay de qué –se colocó el collar y lo puso dentro de su camisa, ocultándolo de la vista. Era su protección ante la guerra, ante los gritos de los que dieron su vida luchando contra los hechiceros. Pero, realmente, no pensaba recuperarlo. Sus visiones no eran efectivas en aquellas tierras, creía no volver a necesitarlo –. Espero que fuera útil para acallar las voces. A veces… a veces son algo molestas –Nillë empezó a revolotear en torno a Eltrant, bastante contenta.
Le alegraba que alguien hubiera ido con ellas. Su compañera solía estar sola, ¡incluso en las fiestas! Había lamentado que no se hubiera acercado más a donde estaban las hogueras. Se escuchaban las voces de los niños y las risas de los adultos pasando un buen rato, recordando a sus familiares y disfrutando del ritual a sus dioses. Y, sin embargo, su compañera estaba sola en medio de la oscuridad, tan solo alumbrada por el resplandor azulado de la hadita. Y solía estar así. Así que Nillë se había alegrado de que alguien se hubiera dignado a, simplemente, saludar. Y más se alegraba de que la elfa no hubiese optado por ahogar al hombre. Era bastante temperamental, pero parecía estar siendo “simpática” … al menos, no le había insultado aún.
–Y tú, emm… –no se acordaba del nombre del chico y dudó unos segundos; luego desistió –, ¿has quemado algo? –preguntó con cierto desagrado en la voz, aunque muy sutil.
Lo lógico en ella es que le hubiese dicho que se largase de allí, o haberlo echado de malas formas, directamente. Tenía el arco a la espalda, no era difícil haberlo echado. Pero viendo el barquito alejarse estaba sintiéndose más sola que nunca, viendo cómo se iba en ese trozo de madera lo único que ya podía vincularla con su familia. En ese momento casi agradeció que ese miserable humano hubiera aparecido. En circunstancias normales no estaría ahí. Ahogado, tal vez. Pero no le hablaría de esas formas tan…. ¿buenas? Era una situación complicada para ella. Seguía atenta al recorrido del barco, aunque en una de las pequeñas olas, se volcó y todo el contenido quedó flotando, disperso en el mar –. He escuchado que vuestro dios muere y un día vi cómo ponían el cuerpo de alguien en un barco y lo quemaban. ¿Creéis que vuestro dios está en estos barcos? –preguntó con cierta curiosidad, pero a la vez, incredulidad. Era una tontería de tradición sin sentido.
Nillë voló hacia su barco e intentó coger una de las flores para volver a colocarlas en el altar, aunque con mucho cuidado de no mojar sus alas, o no podría volar y se ahogaría. La elfa se acercó a ella y la atrapó entre sus manos, negando –es voluntad de Nís que quede así –era su ofrenda y podía hacer con ella lo que quisiera. A lo mejor no la aceptaba por venir de quien venía, o a lo mejor se había ofendido porque estaba hablando con un humano que no creía en ella. Internamente le entristeció, pero volvió a su sitio, al lado del humano, como si nada y le miró de reojo con una leve mueca –puede que no le gustes a la diosa. Eres humano, y no sois muy –buscó la palabra adecuada –… “queridos” por nuestros dioses –, aunque ella tampoco lo era. Pero lo interpretó a su modo frente al humano. Nillë puso los ojos en blanco. Sí, su amiga estaba siendo amable, pero le costaba demasiado no referirse de forma despectiva a la gente.
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Helyare
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Re: Midsummarblót, Solsticio de Verano [Evento]
Introdujo las manos en los bolsillos del pantalón y, paciente, esperó a que la muchacha se colocase de nuevo el colgante en torno a su cuello, no pasaron demasiados segundos hasta que este acabó oculto bajo las prendas que vestía la elfa.
- Me ha… - Se distrajo un momento, incapaz de evitar girarse sobre sí mismo para contemplar a la extraña personita con alas que acompañaba a la elfa revolotear en torno a él. Todavía seguía sin estar totalmente seguro de lo que era, pero parecía agradable. – Me ha ayudado mucho. – dijo como conclusión, se señaló a la cabeza. – Ya no escucho nada. – Respiró profundamente, miró como el barquito de Helyare se alejaba cada vez más de la orilla.
La elfa, como la mayoría las personas que había conocido en sus viajes, era mucho más de lo que aparentaba ser a simple vista; O eso esperaba Eltrant, el primer encontronazo que habían tenido no había sido precisamente agradable, con todo eso de manosear a Níniel mientras acariciaba de forma siniestra una daga.
Pero, por lo general, no parecía ser mala persona, quizás algo ofensiva con la forma con la que hablaba con él. ¿Pero quién no lo era? Si Eltrant sabía algo era que el fin de los días llegaría cuando Huracán le sonriese sin sufrir horribles espamos faciales en el proceso.
La cuestión era que le había ayudado ¿Por qué si no le habría entregado aquel colgante para empezar? Eso era lo importante.
- No. – dijo encogiéndose levemente de hombros, ligeramente sorprendido por el repentino interés que Helyare había dedicado entonces. – No he quemado nada. – Añadió enseguida.
No pudo aclarar mucho más que aquello, la elfa se interesó entonces por las creencias de Eltrant, concretamente por la vida y la muerte de sus dioses y por si estos estaban en los barcos en los que depositaban a los muertos antes de incinerarlos.
Eltrant, al oír esto, esbozó una sonrisa y señaló a una de las tantas piedras del lugar, una que estaba justo al lado de la elfa.
- ¿Puedo? – Preguntó instantes antes de sentarse en ese lugar, mirando, entonces, las olas que tenían frente a ellos, que oscilaban con suavidad. – La verdad es que no sé de ningún dios que haya muerto… - respondió en primer lugar, atusándose la barba, rememorando todo lo que sabía de sus dioses.
¿Quizás era ese en el que el tipo al que había salvado de ser ejecutado creía?
– Y no. – dijo después ampliando la sonrisa, acomodándose sobre la piedra. – No creemos que los dioses estén en las barcas cuando las quemamos. Aunque... sería más interesante así. – Sonrió, se detuvo un momento, tratando de encontrar la mejor forma de expresar lo que su propia madre le había enseñado años atrás. – Es… - Se llevó la mano hasta la cara. – Es una especie de rito de paso… - dijo – Para dar paz al muerto en… la otra vida. Si no se hace correctamente puede que nos perdamos antes de llegar al Valhalla, es un modo de consolarnos. – Se encogió de hombros, suspiró con suavidad. – De asegurarnos de que todo va bien incluso cuando… no podemos controlar lo que pasa. - Hacía muchos años que no hablaba de aquello con nadie, había tenido algún intercambio que otro con Syl, pero estos se habían enfocado más en la religión de felino, en los guías y como estos funcionaban.
Después se quedó en silencio, aguardó a que Helyare se hiciese con su pequeña amiga, la cual parcia reacia a dejar que todas las flores de la ofrenda se perdiesen en alta mar, pues el barquito había volcado, desperdigando todo su contenido por el lugar.
Dejó escapar una carcajada corta cuando esta hizo mención, justo al volver a su lado, al hecho de que Nís, la diosa en la que creía ella, no tenía mucha simpatía con él por ser humano.
- No te preocupes. – Le dijo quitándole importancia con un rápido movimiento de muñeca. – Tampoco les gusto a mis propios dioses. – dijo alzando la mirada hacía el cielo, amplió la sonrisa. – Tengo una relación extraña con ellos. – afirmó. – Supongo que nos… ¿Soportamos? – Volvió a reírse y respiró profundamente. – Ellos no me molestan y yo no les molesto. – dijo – …por ahora funciona. Sí, me llevo muchas puñaladas. – Se señaló al pecho con el pulgar. – Pero ninguna de ellas me ha matado. – Amplió la sonrisa, los restos del barquito comenzaron a desaparecer, fundiéndose con la noche, hundiéndose en el océano.
La fiesta continuaba tras ellos, los drakares en llamas se sucedían, uno tras otro, todos cargados con alguna ofrenda. Pero estar allí era como estar en un lugar a parte, Helyare parecía triste, lo había notado desde el momento en el que la saludó, no le había costado demasiado mucho verlo, aun cuando está prácticamente se negaba a mirarle a la cara.
Que su ofrenda se hubiese volcado parecía haber empeorado su estado de ánimo.
- ¿Sabes qué? – Dio una palmada con fuerza, sobre sus rodillas, a la vez que se levantaba. – Háblame de Nís, quiero saber más de ella. – dijo, tratando de animar a la muchacha - ¿Qué tipo de diosa es? ¿Qué ofrendas le gustan? – Estiró su brazo izquierdo por encima de su cabeza y analizó el lugar mientras escuchaba a Helyare hablar de fondo. – Te estoy escuchado, aunque parezca que no. – explicó adentrándose en el agua, apretando los dientes al sentir el líquido empapar sus ropajes, no se podía creer que estuviese haciendo aquello. - ¡Está más fría de lo que esperaba! – Exclamó tras dejar escapar un par de insultos en voz alta. - ¡Es verano! – Siguió quejándose. - ¿¡Cómo puede estar tan fría?! - Se impulsó con ambos brazos, asegurándose siempre de que caminaba por dónde hacía pie, sería muy desagradable morir allí ahogado , aunque si lo hacía, al menos, no tendrían que llevarle muy lejos para el entierro.
Se abrió paso muy lentamente hasta un grupo de piedras cercanas al lugar en el que se había hundido la ofrenda de Helyare. Allí pudo distinguir la silueta de algo que le podía ser de utilidad en aquel momento.
Agarró el amplio tablón con ambas manos y tiró de él varias veces, estaba encajado entre las piedras, parecían ser los restos de algún bote, o de algún otro drakar. Pero daba igual, parecía robusto. Una vez se hizo con él se encaminó al lugar en el que estaba la elfa.
- Ya he vuelto. – Depositó el tablón junto a la orilla, dio un par de saltitos y escurrió los pantalones los cuales ahora parecían pesar una tonelada. - ¿Qué te parece? – Se agachó junto a la madera, comprobando que estaba en buen estado.
No parecía ser de la misma calidad que los demás drakares, y tampoco contaban con las mismas herramientas que el resto de personas, pero estaba que podían improvisar algo competente si lo intentaban. Peores cosas había conseguido construir.
- ¿Preparamos otra ofrenda para Nís? Esta mejor que la anterior. – Se cruzó de brazos. – A los dioses les gustan las ofrendas y la perserverancia, normalmente en ese orden. – Expuso con una sonrisa, partiendo la madera en dos, con las rodillas, para sacar los trozos necesarios con los que construir un nuevo drakar, uno ligeramente más grande que el anterior, pero tampoco demasiado. – Un navío tan estable que podrá llegar hasta la misma diosa con las ofrendas ¿Qué te parece? – dijo al final, entregándole un trozo de madera a la elfa.
- Me ha… - Se distrajo un momento, incapaz de evitar girarse sobre sí mismo para contemplar a la extraña personita con alas que acompañaba a la elfa revolotear en torno a él. Todavía seguía sin estar totalmente seguro de lo que era, pero parecía agradable. – Me ha ayudado mucho. – dijo como conclusión, se señaló a la cabeza. – Ya no escucho nada. – Respiró profundamente, miró como el barquito de Helyare se alejaba cada vez más de la orilla.
La elfa, como la mayoría las personas que había conocido en sus viajes, era mucho más de lo que aparentaba ser a simple vista; O eso esperaba Eltrant, el primer encontronazo que habían tenido no había sido precisamente agradable, con todo eso de manosear a Níniel mientras acariciaba de forma siniestra una daga.
Pero, por lo general, no parecía ser mala persona, quizás algo ofensiva con la forma con la que hablaba con él. ¿Pero quién no lo era? Si Eltrant sabía algo era que el fin de los días llegaría cuando Huracán le sonriese sin sufrir horribles espamos faciales en el proceso.
La cuestión era que le había ayudado ¿Por qué si no le habría entregado aquel colgante para empezar? Eso era lo importante.
- No. – dijo encogiéndose levemente de hombros, ligeramente sorprendido por el repentino interés que Helyare había dedicado entonces. – No he quemado nada. – Añadió enseguida.
No pudo aclarar mucho más que aquello, la elfa se interesó entonces por las creencias de Eltrant, concretamente por la vida y la muerte de sus dioses y por si estos estaban en los barcos en los que depositaban a los muertos antes de incinerarlos.
Eltrant, al oír esto, esbozó una sonrisa y señaló a una de las tantas piedras del lugar, una que estaba justo al lado de la elfa.
- ¿Puedo? – Preguntó instantes antes de sentarse en ese lugar, mirando, entonces, las olas que tenían frente a ellos, que oscilaban con suavidad. – La verdad es que no sé de ningún dios que haya muerto… - respondió en primer lugar, atusándose la barba, rememorando todo lo que sabía de sus dioses.
¿Quizás era ese en el que el tipo al que había salvado de ser ejecutado creía?
– Y no. – dijo después ampliando la sonrisa, acomodándose sobre la piedra. – No creemos que los dioses estén en las barcas cuando las quemamos. Aunque... sería más interesante así. – Sonrió, se detuvo un momento, tratando de encontrar la mejor forma de expresar lo que su propia madre le había enseñado años atrás. – Es… - Se llevó la mano hasta la cara. – Es una especie de rito de paso… - dijo – Para dar paz al muerto en… la otra vida. Si no se hace correctamente puede que nos perdamos antes de llegar al Valhalla, es un modo de consolarnos. – Se encogió de hombros, suspiró con suavidad. – De asegurarnos de que todo va bien incluso cuando… no podemos controlar lo que pasa. - Hacía muchos años que no hablaba de aquello con nadie, había tenido algún intercambio que otro con Syl, pero estos se habían enfocado más en la religión de felino, en los guías y como estos funcionaban.
Después se quedó en silencio, aguardó a que Helyare se hiciese con su pequeña amiga, la cual parcia reacia a dejar que todas las flores de la ofrenda se perdiesen en alta mar, pues el barquito había volcado, desperdigando todo su contenido por el lugar.
Dejó escapar una carcajada corta cuando esta hizo mención, justo al volver a su lado, al hecho de que Nís, la diosa en la que creía ella, no tenía mucha simpatía con él por ser humano.
- No te preocupes. – Le dijo quitándole importancia con un rápido movimiento de muñeca. – Tampoco les gusto a mis propios dioses. – dijo alzando la mirada hacía el cielo, amplió la sonrisa. – Tengo una relación extraña con ellos. – afirmó. – Supongo que nos… ¿Soportamos? – Volvió a reírse y respiró profundamente. – Ellos no me molestan y yo no les molesto. – dijo – …por ahora funciona. Sí, me llevo muchas puñaladas. – Se señaló al pecho con el pulgar. – Pero ninguna de ellas me ha matado. – Amplió la sonrisa, los restos del barquito comenzaron a desaparecer, fundiéndose con la noche, hundiéndose en el océano.
La fiesta continuaba tras ellos, los drakares en llamas se sucedían, uno tras otro, todos cargados con alguna ofrenda. Pero estar allí era como estar en un lugar a parte, Helyare parecía triste, lo había notado desde el momento en el que la saludó, no le había costado demasiado mucho verlo, aun cuando está prácticamente se negaba a mirarle a la cara.
Que su ofrenda se hubiese volcado parecía haber empeorado su estado de ánimo.
- ¿Sabes qué? – Dio una palmada con fuerza, sobre sus rodillas, a la vez que se levantaba. – Háblame de Nís, quiero saber más de ella. – dijo, tratando de animar a la muchacha - ¿Qué tipo de diosa es? ¿Qué ofrendas le gustan? – Estiró su brazo izquierdo por encima de su cabeza y analizó el lugar mientras escuchaba a Helyare hablar de fondo. – Te estoy escuchado, aunque parezca que no. – explicó adentrándose en el agua, apretando los dientes al sentir el líquido empapar sus ropajes, no se podía creer que estuviese haciendo aquello. - ¡Está más fría de lo que esperaba! – Exclamó tras dejar escapar un par de insultos en voz alta. - ¡Es verano! – Siguió quejándose. - ¿¡Cómo puede estar tan fría?! - Se impulsó con ambos brazos, asegurándose siempre de que caminaba por dónde hacía pie, sería muy desagradable morir allí ahogado , aunque si lo hacía, al menos, no tendrían que llevarle muy lejos para el entierro.
Se abrió paso muy lentamente hasta un grupo de piedras cercanas al lugar en el que se había hundido la ofrenda de Helyare. Allí pudo distinguir la silueta de algo que le podía ser de utilidad en aquel momento.
Agarró el amplio tablón con ambas manos y tiró de él varias veces, estaba encajado entre las piedras, parecían ser los restos de algún bote, o de algún otro drakar. Pero daba igual, parecía robusto. Una vez se hizo con él se encaminó al lugar en el que estaba la elfa.
- Ya he vuelto. – Depositó el tablón junto a la orilla, dio un par de saltitos y escurrió los pantalones los cuales ahora parecían pesar una tonelada. - ¿Qué te parece? – Se agachó junto a la madera, comprobando que estaba en buen estado.
No parecía ser de la misma calidad que los demás drakares, y tampoco contaban con las mismas herramientas que el resto de personas, pero estaba que podían improvisar algo competente si lo intentaban. Peores cosas había conseguido construir.
- ¿Preparamos otra ofrenda para Nís? Esta mejor que la anterior. – Se cruzó de brazos. – A los dioses les gustan las ofrendas y la perserverancia, normalmente en ese orden. – Expuso con una sonrisa, partiendo la madera en dos, con las rodillas, para sacar los trozos necesarios con los que construir un nuevo drakar, uno ligeramente más grande que el anterior, pero tampoco demasiado. – Un navío tan estable que podrá llegar hasta la misma diosa con las ofrendas ¿Qué te parece? – dijo al final, entregándole un trozo de madera a la elfa.
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Off: Vuelvo a interactuar con Helyare.Eltrant Tale
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Re: Midsummarblót, Solsticio de Verano [Evento]
Entre sus manos aferraba un recuerdo de uno de sus muchos viajes por el continente. Se trataba de una talla de madera de un dragón era muy rudimentaria aunque si se observaba durante un buen rato en la cabeza aquella talla empezaba a cobrar vida. Se la había regalado un hombre al que había ayudado a limpiar una antigua casa que quería rehabilitar para entrar a vivir.
- Son malos tiempos para vagar por el mundo- le decía- y más aún sólo. Que los Dioses te guíen y que nunca te hagan salirte de tu camino, hijo.- Le dijo después de entregarle la talla. Sango se limitó a cogerla. Era el único que pago que había obtenido, y la gratitud de aquel hombre que entraba en el ocaso de su vida.
Ben se encontraba en mitad de la playa, había tenido unos día ajetreados al norte, cerca de las runas. Sus heridas se habían curado bien y cuando estuvo mejor se alejó de aquel brujo que se hacía pasar por predicador. "Los hechiceros son gente peligrosa", se repetía muchas veces en la soledad del camino. Miró entonces la talla durante bastante tiempo y pensó en la soledad. Había sido su compañera durante muchos años de viaje y nunca había echado de menos a nadie pero en los últimos tiempos había conocido a gente interesante y con algunos de ellos había sangrado en combate. Aquello significaba algo para él y así se lo hizo saber. Todos mostraron el mismo sentimiento, con más o menos énfasis pero todos estaban de acuerdo en ello. Pero Sango lo había sentido de manera más especial y si bien era algo extraño echar de menos a alguien que apenas conoces salvo por haber combatido, juntos, contra una bestia de los bosques, no lo era para Ben, porque Sango, como bien entendió en aquel momento, estaba solo. Cuando aquella clase de cosas afectan de una manera desproporcionada a una persona, es que tiene un verdadero problema. Lo que era una relación cordial con la soledad, pasó a ser, cada vez con más frecuencia, una lucha contra la desesperación y la locura y esta última engendra el caos y era el caos el que gobernaba el universo. Todo sentimiento que aleja a una persona de la felicidad engendra caos y no había nada más destructivo que el caos.
Ben se sorprendió mirando la talla de madera. Sacudió la cabeza y miró a su alrededor. Había gente y había drakares a los que echar los objetos. Se acercó a uno de ellos y miró por última vez la talla antes de tirarla al barco. Cuando la arrojó un sentimiento familiar se apoderó de él. Arrojar la talla provocó tal vacío en su interior que le provocó una angustia terrible. Se alejó del drakar y se sentó en la arena de la playa. Se calmó respirando llenando su cuerpo con aire, manteniéndolo y expulsándolo lentamente. Fijó la vista en el horizonte, en el mar. El agua iba y venía; iba y venía. El mar le invitaba a compararse con él. La soledad iba y venía y siempre estaba allí, como el agua en un mar. Ben se quedó hipnotizado con el ir y venir del agua. No se dio cuenta de que la talla había empezado a arder. Pero algo en su interior lo supo y en su cabeza se escuchó:
- Hasta siempre amigo.-
- Son malos tiempos para vagar por el mundo- le decía- y más aún sólo. Que los Dioses te guíen y que nunca te hagan salirte de tu camino, hijo.- Le dijo después de entregarle la talla. Sango se limitó a cogerla. Era el único que pago que había obtenido, y la gratitud de aquel hombre que entraba en el ocaso de su vida.
Ben se encontraba en mitad de la playa, había tenido unos día ajetreados al norte, cerca de las runas. Sus heridas se habían curado bien y cuando estuvo mejor se alejó de aquel brujo que se hacía pasar por predicador. "Los hechiceros son gente peligrosa", se repetía muchas veces en la soledad del camino. Miró entonces la talla durante bastante tiempo y pensó en la soledad. Había sido su compañera durante muchos años de viaje y nunca había echado de menos a nadie pero en los últimos tiempos había conocido a gente interesante y con algunos de ellos había sangrado en combate. Aquello significaba algo para él y así se lo hizo saber. Todos mostraron el mismo sentimiento, con más o menos énfasis pero todos estaban de acuerdo en ello. Pero Sango lo había sentido de manera más especial y si bien era algo extraño echar de menos a alguien que apenas conoces salvo por haber combatido, juntos, contra una bestia de los bosques, no lo era para Ben, porque Sango, como bien entendió en aquel momento, estaba solo. Cuando aquella clase de cosas afectan de una manera desproporcionada a una persona, es que tiene un verdadero problema. Lo que era una relación cordial con la soledad, pasó a ser, cada vez con más frecuencia, una lucha contra la desesperación y la locura y esta última engendra el caos y era el caos el que gobernaba el universo. Todo sentimiento que aleja a una persona de la felicidad engendra caos y no había nada más destructivo que el caos.
Ben se sorprendió mirando la talla de madera. Sacudió la cabeza y miró a su alrededor. Había gente y había drakares a los que echar los objetos. Se acercó a uno de ellos y miró por última vez la talla antes de tirarla al barco. Cuando la arrojó un sentimiento familiar se apoderó de él. Arrojar la talla provocó tal vacío en su interior que le provocó una angustia terrible. Se alejó del drakar y se sentó en la arena de la playa. Se calmó respirando llenando su cuerpo con aire, manteniéndolo y expulsándolo lentamente. Fijó la vista en el horizonte, en el mar. El agua iba y venía; iba y venía. El mar le invitaba a compararse con él. La soledad iba y venía y siempre estaba allí, como el agua en un mar. Ben se quedó hipnotizado con el ir y venir del agua. No se dio cuenta de que la talla había empezado a arder. Pero algo en su interior lo supo y en su cabeza se escuchó:
- Hasta siempre amigo.-
Sango
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