La Estrella de la Alianza [10 años de Aerandir]
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La Estrella de la Alianza [10 años de Aerandir]
Hace 5 semanas...
Gustav avanzó como pudo hasta la mesa donde reposaba aquel enorme libro. Su pierna le dolía más que de costumbre desde que se había dedicado a estudiar esa estrella.
"Definitivamente ha cambiado su posición respecto a la constelación del Dragón del Agua, pero se mantiene con un desplazamiento constante respecto al Fuego del Alba" escribió con exquisita caligrafía en la página abierta.
Se llevó una mano al pecho. El dolor había crecido y le hizo toser. "Cuando uno es viejo hasta respirar duele" le había dicho a su aprendiz aquella mañana.
Sacó entonces una de las hojas sueltas que se encontraban dispersas sobre la mesa. La letra en ellas no era tan precisa, ni siquiera se respetaban líneas. Eran más bien un conjunto disperso de datos, líneas, diagramas y dibujos que a cualquiera le parecían sin sentido alguno, pero no a Gustav, el sabía exactamente dónde tenía que ir cada cosa.
Escribió unos números lentamente, a ratos sacando sus dedos para contar. Si bien se le llamaba un genio, los cálculos nunca habían sido realmente su fuerte. Mientras lo hacía repetía para si mismo en susurros una y otra vez lo mismo que ponía en el papel.
–No, no, no –exclamó arrugando el papel y lanzándolo a la esquina, junto a los otros desechados–, esto no es correcto.
Se llevó una mano a la cara, decepcionado consigo mismo. No lograba encontrar la respuesta, a pesar de su experiencia y de cuántas veces lo intentara.
–¿Se encuentra bien, maestro? –dijo el joven con voz fuerte, mientras entraba a la habitación con el té de hierbas que Gustav siempre pedía cuando le venían los dolores.
–Sí, sí –dijo aquel con un gesto vago–, sólo déjalo ahí, ya me lo tomaré cuando acabe con esto.
–Quizás pueda ayudarle –ofreció el joven, asegurándose de usar el volumen suficiente para que aquellos viejos oídos le oyeran.
A sus dieciséis años, Marcus no podía siquiera soñar con entender todo lo que su maestro ponía en esos pesados libros, pero no se podía negar que aprendía rápido.
El anciano no se molestó en contestar. Estimaba a su aprendiz tanto como sabía que no podía simplemente decirle algo como lo que estaba calculando. No iba a propagar una noticia como aquella sin estar seguro y, hasta ahora, las matemáticas parecían eludirle.
Marcus asintió en silencio, pero no se rindió. Avanzó con paso suave hasta la esquina de la habitación y cogió el papel descartado. Como era de costumbre, el maestro se encontraba con su cabeza sumergida en sus cosas como para siquiera mirarle y bien sabía que su audición había dejado de ser aguda hacía mucho.
Con delicadeza, lo abrió y contempló los números. Le costó un par de minutos siquiera comprender qué cosa representaba qué en aquellos cálculos y otros tantos en comenzar a reproducirlos en su cabeza, todo en silencio y sin poder usar tinta. Finalmente llegó a una conclusión.
–Maestro, esto no está errado –dijo, o más bien gritó–. Los números están bien, el resultado es siempre el mismo, la fecha es...
Sólo entonces se percató de que Gustav tenía una mano en el pecho y se doblaba sobre sí mismo.
–¿Maestro? –preguntó ahora consternado. Aquello superaba sus dolores comunes.
Lo intentó ayudar para sentarse correctamente, pero en cambio el anciano le cogió a él de la túnica, acercándolo a sí mismo casi como si fuera a golpearle. El muchacho debía reconocer que aquel hombre, a pesar de su edad y enfermedades, aún tenía fuerza.
–Se... a...cerca –dijo el anciano con ojos temblorosos.
En ese momento su boca se llenó de espuma.
Los funerales fueron realizados al segundo día.
. . .
Hace 3 semanas...
Griselda llevaba una vida tranquila. De mucho trabajo, sí, pero tranquila. Su día se resumía en levantarse al primer canto del gallo, preparar el desayuno a su señor, recolectar los alimentos para el almuerzo, cocinar, comer ella misma, tomar una pequeña siesta, preparar la merienda, cocinar la cena y finalmente disponer de unas horas para realizar su actividad preferida, juntarse con su amiga Anna para permitirse una copita de licor, sólo una, muy pequeña, mientras comentaban de cuanto rumor rondaba en el castillo.
Hoy las cosas habían sido distintas.
Para empezar, el sol ya se había escondido buen rato atrás y la cena aún no terminaba. Los comensales ya estaban satisfechos y bien podían haber ido a la sala a terminar su conversación, pero todo parecía tan serio que parecían empeñados en desquitarse con ella alargando eternamente aquella comida.
¿Por qué no iban con sus cosas a otra parte y la de dejaban a ella por fin ir a tomarse su compita (sólo una) con Anna?
Frustrada, se acercó al comedor con discreción. Sus piernas regordetas podían ser como tan ágiles como las de un gato cuando se empeñaba en ello.
–¿estás seguro que será ese día? ¿Completamente seguro? –sonó la voz de su señor.
Griselda se apoyó contra la muralla. Quizás si escuchaba aquello podía tener una idea de cuándo iban a finalmente dar por terminada la cena.
–Completamente seguro, mi maestro repitió el cálculo al menos veinte veces, mi señor –sonó la voz del joven que había llegado al castillo esa mañana.
–Ya, ya, pero a veces la gente comete errores, estas cosas son muy complejas.
Griselda se movió un poco más cerca de la puerta para escuchar mejor.
–De algo podemos estar seguros –agregó la voz de la mujer, aquella dama de aspecto severo y ropas lujosas. Griselda estaba segura que no era alguien de fiar, aún cuando no podría explicar por qué–, esto debe ser un designio de los dioses, algo extraño va a pasar ese día. Creo que lo más prudente será no crear alarma, no sabemos qué puede significar esa estrella.
La estrella. Griselda la había visto, se podía notar cada día por unos minutos luego de que el sol se escondiera. Pero ¿era realmente una estrella? Ella no había visto antes estrellas que tuvieran una cola.
–Pero la Plaza de la Alianza está en mis tierras, si esto se sabe, mucha gente vendrá para las celebraciones, puede ser una excelente oportunidad para los agricultores y artesanos de vender sus productos –dijo su señor.
–Reginaldo, esto se puede salir de control. Imagina que comienzan a correr rumores de que algo grande pasará justo el Día de la Alianza, imagina el desorden en las calles, los ladrones y bandidos que querrán asaltar las caravanas. Este lugar no está listo para algo así.
–Roxanne, eso no es nada que un pequeño impuesto no pueda solucionar
–Espera, ¿estás considerando obtener ganancias de esto? –la voz de la mujer sonaba no sólo sorprendida, sino con un dejo de repulsión.
–No lo llamaría obtener ganancias, considéralo un prudente manejo responsable de un evento público.
–Deja al menos que el muchacho llegue a Lunargenta a contarle al rey, esto es algo que debe saber. Prométeme que le darás una semana, con eso un dragón como él puede llegar fácilmente a la capital.
Se hizo un momento de silencio en que la cocinera notó lo tenso que estaba su cuerpo. Una gota de sudor le corría por el cuello, dándose cuenta que había escuchado cosas a escondidas de su señor, cosas que no debería haber escuchado.
–Está bien, está bien, una semana. No diré nada por una semana –contestó el hombre con pesadez.
Griselda dio un paso en falso y el piso de madera sonó. Los siguientes segundos fueron largos, eternos, mientras su corazón se aceleraba.
Entró al comedor y sonrió. Con disimulo, procedió a retirar los recipientes del postre y ofrecer algo más a los comensales.
Una hora más tarde disfrutaría al fin de su copa con Anna, pero esta vez no fue sólo una. Esta vez acabaron la botella.
Al día siguiente todo el castillo ya estaba enterado. Los dioses iban a manifestar su voluntad el Día de la Alianza, a través de la estrella con cola. Gente de todo el continente iba a estar presente.
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Estimados Aernadianos.
Como bien saben, está por comenzar septiembre y en ese mes se celebra un acontecimiento muy importante para nuestro querido foro.
Un 4 de septiembre de 2009, hace casi 10 años, una joven Nana abría un foro con una idea en mente. Aerandir daba sus primeros pasos.
En ese entonces muchas cosas eran distintas, claro, pero el corazón del proyecto ya estaba allí y maduraría hasta convertirse en el sólido foro de rol que hoy día tenemos. Podemos decir con orgullo que Aerandir se mantiene firme y que juntos hemos hecho de esto un lugar en donde la creatividad y la fantasía tienen un espacio.
En el texto de más arriba pueden ver una pequeña introducción de algunas cosas que van a estar ocurriendo este mes. A lo largo de este periodo (y quizás extendiéndonos más allá) iremos haciendo anuncios. Habrá diversas actividades y, quién sabe, quizás hasta noticias grandes.
On-rol, a partir de este momento en el cielo se verá un cometa. Se considerará que ha sido visible en el horizonte desde hace unas 3 semanas, pero entonces se requería poner atención a horas específicas, justo luego del atardecer. Ahora mismo la mayoría de los PJs debería poder verlo con facilidad.
Se comienzan a extender rumores y uno de ellos dice que el llamado "Día de la Alianza" (daremos más detalles de esto en algunos días) ocurrirá algo grande, que la voluntad de los dioses se manifestará.
Como pequeña aclaración, la gente de Aerandir no entiende realmente qué es un cometa, para ellos es una señal en el cielo, un fenómeno extraño. Ningún PJ se considerará con conocimientos de astronomía (ni siquiera Bio-cibernéticos) como para entenderlo tampoco.
Demian
Aerandiano de honor
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