Fundación de Ciudad Lagarto [1° Parte] [Trama canon][Cerrado]
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Fundación de Ciudad Lagarto [1° Parte] [Trama canon][Cerrado]
“Querido Zatch. ¿Cómo te encuentras? Espero que goces de muy buena salud ¿A dónde te llevaron tus pasos luego de los maravillosos días que pasamos en Lunargenta? Y no nos olvidemos de las noches… Recuerdo todo lo sucedido y un gran regocijo hace que mi corazón se acelere…”
Un hombre cayó encima de Matthew con lo cual sus hojas, la pluma y la tinta salieron volando y se desparramaron por el asqueroso piso de barro. El estafador miro con gesto serio al ladrón inconsciente que le había caído encima, el olor a alcohol que emanaba de su cuerpo delataba el estado en el que se encontraba. Con mucho asco se lo quito de arriba, y miro a otro grupo de bandidos que se reían a carcajadas por lo que había pasado.
-¿No ven que intento escribir una carta, muchachos? – La única respuesta que recibió fueron más carcajadas, Owens suspiro “Estoy rodeado de idiotas”, sacó una de sus dagas invisibles y la arrojo contra uno de los ladrones que se reía, atravesando con precisión su nuez de Adán, el silencio se hizo durante algunos segundos y luego estallaron de nuevo las risas y hasta algunos vítores a Matt y su puntería – Si, si, alguien alcánceme mi daga – Uno de los hombres se la acercó, aún chorreaba sangre, era un efecto muy interesante dado que el arma en si no era visible – Limpia, por favor – El bandido la limpio contra su ropa y se la devolvió – Muchas gracias, Querido –
Desde que habían llegado, y durante todo el camino también, el Gremio de ladrones y demás bandidos se habían mostrado muy animados, pero también caóticos… Extremadamente caóticos. Ya habían perdido la cuenta de la cantidad de muertos, durante los primeros días como consecuencia de las quemaduras y heridas que habían recibido durante el escape. Pero pasado el tiempo las peleas internas, producidas por múltiples motivos o por ninguno, empezaron a generar aún más pérdidas.
A Matthew no le preocupaba demasiado, por cada pueblo que pasaban no solo robaban todo lo que podían, sino que se les sumaban nuevos adeptos. El estafador se encargaba de dar un hermoso discurso en cada sitio, predicaba sobre lo bello que sería Ciudad Lagarto, con un listado detallado de todos los placeres que podrían disfrutar si seguían a la caravana.
Habían instalado el campamento en las fronteras con la ciudad Bio, a un lado tenían el rio, y del otro un enorme descampado, era perfecto para que pudieran comenzar con el asentamiento. Lazid había coordinado a los distintos grupos para que instalaran las pocas cosas que llevaban, en un intento por mantener cierto orden. Pero un día más tarde era evidente que mantener la disciplina en un grupo de bandidos era prácticamente imposible.
-¿Creen que es sencillo el programar todo esto? – Dijo el hombre-lagarto muy enojado – A ver tu ¡Pásame el inventario que hicieron! ¡Y tú tráeme algo para beber! Mi garganta está seca ¡Y por tu bien más vale que la jarra no esté llena de orines! – “No es como si hubiese pasado ya ¿Cierto?” pensó Matthew y se empezó a reír.
Atrás de Lazid estaban los carros con oro, con muy buen tino el hombre-lagarto no se separaba de ellos ni por un segundo, incluso cuando dormía lo hacía sobre el oro, en una imagen similar a un dragón descansando sobre su tesoro.
Owens suspiró, agarró el papel de la carta, había quedado lleno de barro, la sacudió un poco, se encogió de hombros y se volvió a sentar.
“Sé que debes preguntarte a diario como estoy, o si habré logrado escapar a tiempo de la ciudad antes de que se desatara la guerra. Así que por eso te envío esta carta, con la esperanza de calmar tus inquietudes y también para invitarte formalmente a que vengas a Ciudad Lagarto (Yo no elegí el nombre) Probablemente no entiendas de qué estoy hablando”
Dos ladrones habían comenzado a pelear porque ambos aseguraban que era su turno de estar con la prostituta, la mujer gritaba una serie de insultos que harían sonrojar a un marinero y cerraba las puertas de la carpa negándose a atenderlos a ninguno de los dos. Matthew contemplaba la escena ensimismado mientras meditaba como continuar con la carta “Tendré que regular dentro de poco el trabajo de las mujerzuelas, o tendremos un problema serio” Owens se hizo una nota mental y dejo el asunto para mas tarde.
“No hay manera de que te lo explique, es algo demasiado importante como para plasmarlo en simples palabras. Ven conmigo lo más pronto posible, te estaré esperando. Tuyo por siempre. Matthew Owens”
Termino de escribir, puso su firma y agregó un mapa que señalaba donde estaban instalados. En otro momento hubiese sido más precavido, pero lo cierto era que con el final de la guerra, el regreso de los ejércitos y la reorganización de Lunargenta lo más probable es que nadie les prestara demasiada atención.
-Toma, envía esto con un águila – Le dijo Matt al primer ladrón que encontró cerca.
-Se nos acabaron las águilas – Respondió el muchacho que no debía pasar de los quince años.
-Bueno, usa palomas, gorriones o lo que sea, pero asegurate de que llegue. No quieres hacer enojar al Virrey ¿Cierto? – Le sonrió de modo encantador, Lazid era el de los gritos, Matthew el de las amenazas encubiertas.
-¡En seguida!-
El estafador se relajo entonces, acercó los pies a la enorme fogata que habían hecho en el centro de las carpas, si bien estaban en verano nadie quería estar a oscuras cerca de la base de los Bio- cibernéticos, era un sitio escalofriante.
Una idea fugaz cruzo su mente "¿Y si Zatch no sabe leer?" apretó los labios pero en seguida se encogió de hombros "Oh bueno, alguien se lo leerá, supongo"
Última edición por Matthew Owens el Jue Feb 14 2019, 14:06, editado 1 vez
Matthew Owens
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Re: Fundación de Ciudad Lagarto [1° Parte] [Trama canon][Cerrado]
Este lugar era horrible. No, mas que eso, daba asco y no lo decía por la tierra húmeda o por la concurrencia de personas gritando, vomitando y aquellos pocos que estaban trabajando. Era nuestro alrededor, daba escalofríos y aunque lograra distraer mi mente por unos pocos minutos luego me daba cuenta que tenía la piel erizada o despertaba en mi otra forma, completamente en guardia y lista para saltar sobre la yugular de alguien. Si me ponía a pensarlo bien, mejor estar siempre preparada; tantos ladrones y asesinos juntos era problemático en mas de un sentido y ya era agotador el nombrar cada uno.
No es que fuera alguien como para que todos estuvieran observándome la espalda, imaginando cuchillo tras cuchillo clavado entre mis omóplatos sino al contrario, el primer día que comenzaron a ser cada vez más y pasamos de ser un pequeño grupo a ser algo más considerable no había ojo que me dejara tranquila y era bastante molesto. Podía oler el deseo en el aire y no necesitaba hacerme una idea demasiado clara de sus intenciones pero para mi suerte -o la de ellos- habían mantenido la distancias luego de que uno de ellos se creyó lo suficientemente valiente como para acercarse e intentar manosearme. No hace falta decir lo que pasó con él solo que lo dejamos cerca de Roilkat, o lo que quedo de él al menos.
Ahora los escuchaba murmurar demonio cada vez que pasaba, nada que no hubiera escuchado antes ni que lograra ofenderme... Me gustaba, les hacía entender que conmigo nadie jugaba y que por ser mujer no significaba que los dejaría hacer lo que quisieran. Hombres y ladrones, se creen el centro del mundo cuando no son mas que escoria y si mi nuevo trabajo dado por Lazid, alias la garrapata escamosa, no los colocaba en su sitio entonces los golpes lo harían y de ser necesario recurriría a algo más extremista como el desmembramiento. Serían una gran perdida para todo lo que debía hacerse pero si no eran capaces de mantener sus manos donde no les da la luz por unos pocos minutos entonces no servían para fundar esta ciudad ignorada por los Dioses.
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...Era imposible, no importaba cuanto hiciera para distraerme, este lugar me alteraba y tal vez fuera porque ahora la noche había caído. Las criaturas oscuras odiaban la luz y vaya uno a saber lo que se escondía entre las sombras. Podían decirme creyente o loca pero mejor no tentar a la mala suerte y menos estado tan pegados a la base de los Bio.
Un cuerpo completamente humano es fácil de detener, las áreas frágiles y cada punto débil lo conocía de memoria, pero había escuchado de algunos ladrones en el camino que con los ciberneticos no era tan fácil como clavarles una daga en el pecho... Antes se tenía que considerar si esta lograba atravesar la coraza.
Así que en momentos desesperados, medidas desesperadas ¿no? Encontrar a alguien lo suficientemente decente era una ardua tarea. Esta gente no era conocida por su belleza o su uso constante del jabón y el agua, y podría jurar que a la mayoría de ellos les faltaban la mitad de los dientes.
Con tan mal pronostico uno de ellos destacaba: alto, no demasiado fornido o delgado como si pasara hambre y sus ojos eran del color gris mas frío que había visto jamas. Y tal vez fue eso lo que me hizo guiarlo hasta mi carpa, lo gélido de su mirada que un poco me recordaba al crudo invierno en Dundarak.
Tanto dentro como fuera el calor era sofocante, pero a la suave luz de las velas podía ver la nieve en sus ojos y el contraste entre ambas sensaciones era enloquecedor.
Lamentablemente no todo dura del modo en que quisiéramos, y ciertamente llegado a cierto punto la locura de afuera logró filtrarse en mi pequeña burbuja de descaro y placer, siéndome imposible que regresara a mi calma habitual por lo que me dejé ver como lo que realmente era: una bestia salvaje.
-¡Cállense ya, maldita sea!- Un poco más y tiro la carpa abajo al salir hecha una furia. No llevaba nada más puesto que una larga camisa proveniente de mi compañero momentáneo. En comparación a mi pequeña figura era como si llevara una sabana encima, mal abotonada y casi deslizándose por mi hombro.
Algunos se tragaron un jadeo, mezcla de la sorpresa y el miedo mientras veían salir al hombre de detrás mio con solo su pantalón y una muy clara marca de mis dientes en su hombro. Él prácticamente huyó de allí, de nuevo a sus labores aunque se podía ver un brillo casi tan salvaje como el mio en su cara, salvo que por una razón completamente diferente. -Esto es simple caballeros, o mantienen el orden o arrojaré sus inútiles cuerpos al río y los demás se pasaran los próximos días bebiendo su sangre- Mi sonrisa era de miedo y no porque mi cara pudiera verse terrorífica pero mis dientes eran colmillos afilados, hilera tras hilera de pequeñas agujas cortantes, bastante fuertes como para triturar huesos si lo deseara.
Regresé a la carpa al son de las voces susurrando Demonio blanco y me coloqué un pantalón y unas botas, pero me dejé la camisa holgada. Tanto aire cálido solo conseguía que sudara y odiaba sentirme sucia y pegajosa.
Cuando salí de nuevo al centro de la fogata, los ruidos seguían a pesar de mis palabras y pasé por al lado de un hombre que primero se atragantaba en su propia risa y luego boqueaba tratando de quitarse una daga del cuello. Mala idea, de todas formas moriría lentamente. -Alguien sáquelo del camino, tírenlo al río en la zona más alejada al campamento. No queremos que su sangre atraiga más animales de los que ya hay aquí- Miré al resto, resaltando mis palabras en un claro insulto.
Del otro lado de donde me encontraba, Lazid vociferaba sus ordenes, logrando básicamente lo mismo que yo: poco a nada.
Me lancé en el primer asiento que encontré cerca de la fogata. -Virrey- Mi vos no era más que pura socarronería. -Dime, ¿Qué se siente ser un diana viviente para casi cada maldita alma en este lugar?- Que Lazid lo nombrara a él por sobre el resto tal cosa, era un verdadero alivio. Una parte de mi creía que no era más que un modo de desviar las miradas codiciosas hacía alguien más prescindible... Todos aquí eramos prescindibles.
No es que fuera alguien como para que todos estuvieran observándome la espalda, imaginando cuchillo tras cuchillo clavado entre mis omóplatos sino al contrario, el primer día que comenzaron a ser cada vez más y pasamos de ser un pequeño grupo a ser algo más considerable no había ojo que me dejara tranquila y era bastante molesto. Podía oler el deseo en el aire y no necesitaba hacerme una idea demasiado clara de sus intenciones pero para mi suerte -o la de ellos- habían mantenido la distancias luego de que uno de ellos se creyó lo suficientemente valiente como para acercarse e intentar manosearme. No hace falta decir lo que pasó con él solo que lo dejamos cerca de Roilkat, o lo que quedo de él al menos.
Ahora los escuchaba murmurar demonio cada vez que pasaba, nada que no hubiera escuchado antes ni que lograra ofenderme... Me gustaba, les hacía entender que conmigo nadie jugaba y que por ser mujer no significaba que los dejaría hacer lo que quisieran. Hombres y ladrones, se creen el centro del mundo cuando no son mas que escoria y si mi nuevo trabajo dado por Lazid, alias la garrapata escamosa, no los colocaba en su sitio entonces los golpes lo harían y de ser necesario recurriría a algo más extremista como el desmembramiento. Serían una gran perdida para todo lo que debía hacerse pero si no eran capaces de mantener sus manos donde no les da la luz por unos pocos minutos entonces no servían para fundar esta ciudad ignorada por los Dioses.
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...Era imposible, no importaba cuanto hiciera para distraerme, este lugar me alteraba y tal vez fuera porque ahora la noche había caído. Las criaturas oscuras odiaban la luz y vaya uno a saber lo que se escondía entre las sombras. Podían decirme creyente o loca pero mejor no tentar a la mala suerte y menos estado tan pegados a la base de los Bio.
Un cuerpo completamente humano es fácil de detener, las áreas frágiles y cada punto débil lo conocía de memoria, pero había escuchado de algunos ladrones en el camino que con los ciberneticos no era tan fácil como clavarles una daga en el pecho... Antes se tenía que considerar si esta lograba atravesar la coraza.
Así que en momentos desesperados, medidas desesperadas ¿no? Encontrar a alguien lo suficientemente decente era una ardua tarea. Esta gente no era conocida por su belleza o su uso constante del jabón y el agua, y podría jurar que a la mayoría de ellos les faltaban la mitad de los dientes.
Con tan mal pronostico uno de ellos destacaba: alto, no demasiado fornido o delgado como si pasara hambre y sus ojos eran del color gris mas frío que había visto jamas. Y tal vez fue eso lo que me hizo guiarlo hasta mi carpa, lo gélido de su mirada que un poco me recordaba al crudo invierno en Dundarak.
Tanto dentro como fuera el calor era sofocante, pero a la suave luz de las velas podía ver la nieve en sus ojos y el contraste entre ambas sensaciones era enloquecedor.
Lamentablemente no todo dura del modo en que quisiéramos, y ciertamente llegado a cierto punto la locura de afuera logró filtrarse en mi pequeña burbuja de descaro y placer, siéndome imposible que regresara a mi calma habitual por lo que me dejé ver como lo que realmente era: una bestia salvaje.
-¡Cállense ya, maldita sea!- Un poco más y tiro la carpa abajo al salir hecha una furia. No llevaba nada más puesto que una larga camisa proveniente de mi compañero momentáneo. En comparación a mi pequeña figura era como si llevara una sabana encima, mal abotonada y casi deslizándose por mi hombro.
Algunos se tragaron un jadeo, mezcla de la sorpresa y el miedo mientras veían salir al hombre de detrás mio con solo su pantalón y una muy clara marca de mis dientes en su hombro. Él prácticamente huyó de allí, de nuevo a sus labores aunque se podía ver un brillo casi tan salvaje como el mio en su cara, salvo que por una razón completamente diferente. -Esto es simple caballeros, o mantienen el orden o arrojaré sus inútiles cuerpos al río y los demás se pasaran los próximos días bebiendo su sangre- Mi sonrisa era de miedo y no porque mi cara pudiera verse terrorífica pero mis dientes eran colmillos afilados, hilera tras hilera de pequeñas agujas cortantes, bastante fuertes como para triturar huesos si lo deseara.
Regresé a la carpa al son de las voces susurrando Demonio blanco y me coloqué un pantalón y unas botas, pero me dejé la camisa holgada. Tanto aire cálido solo conseguía que sudara y odiaba sentirme sucia y pegajosa.
Cuando salí de nuevo al centro de la fogata, los ruidos seguían a pesar de mis palabras y pasé por al lado de un hombre que primero se atragantaba en su propia risa y luego boqueaba tratando de quitarse una daga del cuello. Mala idea, de todas formas moriría lentamente. -Alguien sáquelo del camino, tírenlo al río en la zona más alejada al campamento. No queremos que su sangre atraiga más animales de los que ya hay aquí- Miré al resto, resaltando mis palabras en un claro insulto.
Del otro lado de donde me encontraba, Lazid vociferaba sus ordenes, logrando básicamente lo mismo que yo: poco a nada.
Me lancé en el primer asiento que encontré cerca de la fogata. -Virrey- Mi vos no era más que pura socarronería. -Dime, ¿Qué se siente ser un diana viviente para casi cada maldita alma en este lugar?- Que Lazid lo nombrara a él por sobre el resto tal cosa, era un verdadero alivio. Una parte de mi creía que no era más que un modo de desviar las miradas codiciosas hacía alguien más prescindible... Todos aquí eramos prescindibles.
- Por si os interesa, así va vestida Oromë:
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Oromë Vánadóttir
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Re: Fundación de Ciudad Lagarto [1° Parte] [Trama canon][Cerrado]
El viaje no había sido más desagradable porque era físicamente imposible.Ya estaba hastiada de tener que compartir espacio con gentes como... las que se dirigían a ese lugar del que escuchó. Estaba cansada de tener que usar esas botas incómodas, sin tacón, que revelaban su baja estatura, de la capa pesada, grande y gruesa de cuero común que llevaba encima, de la rompa sencilla que tenía que usar. Había sido un desastre colosal para ella el tener que mandar todo su ajuar de vuelta a Beltrexus porque ya no podía seguir llevándolo a todas partes. ¡Nadie le había dicho que su empresa iba a ser tan poco glamorosa!
Y sucia, muy sucia. La vida del ladrón era harapienta y desaliñada, apresurada y vertiginosa. Por lo menos en el continente, tenía que ser así. A mala hora había decidido lanzarse a la aventura, primero la maldita enfermedad y luego la guerra. Pésima su suerte, e incluso peor, ahora que terminaba adentrándose en el territorio de los biocibernéticos. Y ni siquiera sabía si lo que buscaba era real, pero tenía que correr el riesgo si al fin y al cabo, de no existir el tal Matthew Owens, cualquiera en su posición iba a escuchar atento la propuesta de la ilusionista.
Afortunadamente, llegó a aquel lugar, ese destino exótico del que le hablaron, donde encontraría a ese hombre. Aunque dudaba de la veracidad de la información recibida, ella se creía tan genial que, de no encontrar al Owens allí, podría salir tan o más fácilmente que como había entrado. Para ella, en su vasta imaginación, no había límites. Vamos, se había enfrentado a vampiros muy poderosos y peligrosos y había librado bien, por lo que una horda de paletos analfabetas liderados por gentes sin honor serían tarta de crema de limón. Eso sí, en el carromato en que viajaba tuvo que cubrirse con un hechizo de camuflaje para que no la molestaran, curiosamente, además de ella iba solo otra mujer, demasiado fea como para ser prostituta. Aunque luego de ver la fauna y flora que abundaba en ese lugar, ese adefesio con tetas seguro tenía un público cautivo.
Su presencia atrajo miradas, demasiadas para su gusto. Pero avanzó orgullosa, preciosa y altanera por la mitad de aquel hediondo campamento, buscando la carpa más grande, esa sería la del jefe. -Busco a Matthew Owens- dijo con firmeza al enorme hipopótamo que, de alguna manera, intentaba mantenerse de pie junto a la entrada. -¿Estás muy ebrio como para entender aerandiano común, pequeñín? He dicho que busco a Matthew Owens, tráelo acá.- repitió, lento lento, como para que cualquier impedido entendiera.
Y sucia, muy sucia. La vida del ladrón era harapienta y desaliñada, apresurada y vertiginosa. Por lo menos en el continente, tenía que ser así. A mala hora había decidido lanzarse a la aventura, primero la maldita enfermedad y luego la guerra. Pésima su suerte, e incluso peor, ahora que terminaba adentrándose en el territorio de los biocibernéticos. Y ni siquiera sabía si lo que buscaba era real, pero tenía que correr el riesgo si al fin y al cabo, de no existir el tal Matthew Owens, cualquiera en su posición iba a escuchar atento la propuesta de la ilusionista.
Afortunadamente, llegó a aquel lugar, ese destino exótico del que le hablaron, donde encontraría a ese hombre. Aunque dudaba de la veracidad de la información recibida, ella se creía tan genial que, de no encontrar al Owens allí, podría salir tan o más fácilmente que como había entrado. Para ella, en su vasta imaginación, no había límites. Vamos, se había enfrentado a vampiros muy poderosos y peligrosos y había librado bien, por lo que una horda de paletos analfabetas liderados por gentes sin honor serían tarta de crema de limón. Eso sí, en el carromato en que viajaba tuvo que cubrirse con un hechizo de camuflaje para que no la molestaran, curiosamente, además de ella iba solo otra mujer, demasiado fea como para ser prostituta. Aunque luego de ver la fauna y flora que abundaba en ese lugar, ese adefesio con tetas seguro tenía un público cautivo.
Su presencia atrajo miradas, demasiadas para su gusto. Pero avanzó orgullosa, preciosa y altanera por la mitad de aquel hediondo campamento, buscando la carpa más grande, esa sería la del jefe. -Busco a Matthew Owens- dijo con firmeza al enorme hipopótamo que, de alguna manera, intentaba mantenerse de pie junto a la entrada. -¿Estás muy ebrio como para entender aerandiano común, pequeñín? He dicho que busco a Matthew Owens, tráelo acá.- repitió, lento lento, como para que cualquier impedido entendiera.
Mina Harker
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Re: Fundación de Ciudad Lagarto [1° Parte] [Trama canon][Cerrado]
El estafador escuchó la voz de Oromë mientras se acercaba, no hizo ningún gesto por llamarla o atraerla, pero la mujer termino sentada al lado suyo de todos modos. Desde que lograran escapar de la ciudad habían entablado una buena amistad de negocios, por llamarlo de alguna manera. Matthew respetaba lo dura y firme que era la dragona, y consideraba que sería de gran ayuda para la fundación de Ciudad Lagarto, Lazid había hecho bien en elegirla para que tuviera un cargo importante.
-Buenas noches Jefa de Salud Pública – Le respondió con el mismo tono irónico – En líneas generales se siente bien, aunque no me vendría mal el poder dormir en una cama de verdad, tomar un baño con agua caliente y no en el rio, y comer algo que no este hecho con animales muertos hace demasiados días – Se encogió de hombros – No sé a ti, pero a mí me habían dicho que la vida de Virrey era muy diferente – Sonrió de modo socarrón e hizo un gesto con la mano como para quitarle importancia.
Un ladrón paso gateando frente a ellos, probablemente estaba tan ebrio que siquiera podía levantarse, finalmente se rindió y se quedó tirado en el piso, roncando sin ninguna vergüenza. Matthew aprovecho para usarlo de apoya pies y reclinarse hacia atrás ligeramente hasta descargar la espalda sobre un tronco.
-Hay muchos problemas por solucionar, y Lazid se pasa la mayor parte del tiempo enviando mensajes a sus contactos – Matt levanto una mano y comenzó a contar – Tenemos que encontrar viviendas de verdad donde asentarnos, o construir unas. Poner algún tipo de reglamento. Buscar algún ingreso de dinero y de comida, sobre todo de esto último, no podremos sobrevivir mucho más tiempo a base de ratas azadas y patatas viejas - Una chispa saltó desde la fogata al pelo del sujeto que estaba tirado durmiendo en el piso, pronto comenzó a salir humo pero el ladrón estaba tan ebrio que siquiera se dio cuenta. Matthew apago el comienzo de incendio pisándolo con la bota y continuó hablando – Y no me digas “No es mi problema”, si los Jefes no nos hacemos cargo terminaremos siendo comida para los cuervos… O peor, cadáveres para que los Bio- cibernéticos experimenten – Un escalofrío le recorrió la espalda de tan solo pensarlo.
Sammy era un buen hombre, algo torpe, si, tal vez con algunos (muchos) kilos de más, pero nunca había hecho nada demasiado terrible, simplemente estaba aburrido de su vida de campesino y cuando escuchó el efusivo discurso de Matt pensó que la vida de bandido era lo suyo. Y había tenido razón, desde que se unió al grupo la vida había sido solo peleas, alcohol y prostitutas, Sammy era un hombre muy feliz y por eso el Virrey le había dado un puesto muy importante, el de cuidar que nadie entrara a su carpa.
Le había dicho que absolutamente nadie podía pasar sin su consentimiento, pero ahora que esta pequeña mujer con tonada extraña exigía con tanto ímpetu el verlo Sammy dudaba de qué tendría que responder. Owens le había dicho que vigilara esa carpa como si en verdad él estuviera allí adentro, no lograba entender cuál era la lógica de todo eso, pero Sammy no cuestionaba las órdenes del Virrey.
-Emmm… Yooo… Emmm… - La mujer hablaba muy rápido, el muchachote no entendía porque no se callaba y lo dejaba explicarle las cosas – Matthew no está aquí – Dijo finalmente cuando la mujer pequeña se digno a callar, parecía estar muy enojada – Matthew nunca está aquí, él está por…. Emmmm – Se había olvidado donde se suponía que si iba a estar – ¡Ah! ¡Es ese! – Dijo Sammy mientras señalaba a Owens sentado frente a la fogata hablando con Oromë - ¡Sí! ¡Ese es Matthew!
Al escuchar su nombre el estafador giro la cabeza, pudo ver a su guardia personal Sammy indicando su posición a una dama muy hermosa “Nota mental: Asesinar a Sammy y conseguirse un nuevo guardia” el Virrey volvió nuevamente la vista al fuego, creía haber reconocido a la mujer, aunque no estaba del todo seguro.
-Creo que tendré problemas más urgentes en pocos segundos – No podía acordarse del cómo ni el cuándo, pero creía que las cosas con esa dama no habían terminado bien “Nunca terminan bien” - ¿Cuántas posibilidades hay de que una ex-algo aparezca en medio de un campamento de bandidos? – Le pregunto a Oromë – Espero equivocarme -
-Buenas noches Jefa de Salud Pública – Le respondió con el mismo tono irónico – En líneas generales se siente bien, aunque no me vendría mal el poder dormir en una cama de verdad, tomar un baño con agua caliente y no en el rio, y comer algo que no este hecho con animales muertos hace demasiados días – Se encogió de hombros – No sé a ti, pero a mí me habían dicho que la vida de Virrey era muy diferente – Sonrió de modo socarrón e hizo un gesto con la mano como para quitarle importancia.
Un ladrón paso gateando frente a ellos, probablemente estaba tan ebrio que siquiera podía levantarse, finalmente se rindió y se quedó tirado en el piso, roncando sin ninguna vergüenza. Matthew aprovecho para usarlo de apoya pies y reclinarse hacia atrás ligeramente hasta descargar la espalda sobre un tronco.
-Hay muchos problemas por solucionar, y Lazid se pasa la mayor parte del tiempo enviando mensajes a sus contactos – Matt levanto una mano y comenzó a contar – Tenemos que encontrar viviendas de verdad donde asentarnos, o construir unas. Poner algún tipo de reglamento. Buscar algún ingreso de dinero y de comida, sobre todo de esto último, no podremos sobrevivir mucho más tiempo a base de ratas azadas y patatas viejas - Una chispa saltó desde la fogata al pelo del sujeto que estaba tirado durmiendo en el piso, pronto comenzó a salir humo pero el ladrón estaba tan ebrio que siquiera se dio cuenta. Matthew apago el comienzo de incendio pisándolo con la bota y continuó hablando – Y no me digas “No es mi problema”, si los Jefes no nos hacemos cargo terminaremos siendo comida para los cuervos… O peor, cadáveres para que los Bio- cibernéticos experimenten – Un escalofrío le recorrió la espalda de tan solo pensarlo.
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Sammy era un buen hombre, algo torpe, si, tal vez con algunos (muchos) kilos de más, pero nunca había hecho nada demasiado terrible, simplemente estaba aburrido de su vida de campesino y cuando escuchó el efusivo discurso de Matt pensó que la vida de bandido era lo suyo. Y había tenido razón, desde que se unió al grupo la vida había sido solo peleas, alcohol y prostitutas, Sammy era un hombre muy feliz y por eso el Virrey le había dado un puesto muy importante, el de cuidar que nadie entrara a su carpa.
Le había dicho que absolutamente nadie podía pasar sin su consentimiento, pero ahora que esta pequeña mujer con tonada extraña exigía con tanto ímpetu el verlo Sammy dudaba de qué tendría que responder. Owens le había dicho que vigilara esa carpa como si en verdad él estuviera allí adentro, no lograba entender cuál era la lógica de todo eso, pero Sammy no cuestionaba las órdenes del Virrey.
-Emmm… Yooo… Emmm… - La mujer hablaba muy rápido, el muchachote no entendía porque no se callaba y lo dejaba explicarle las cosas – Matthew no está aquí – Dijo finalmente cuando la mujer pequeña se digno a callar, parecía estar muy enojada – Matthew nunca está aquí, él está por…. Emmmm – Se había olvidado donde se suponía que si iba a estar – ¡Ah! ¡Es ese! – Dijo Sammy mientras señalaba a Owens sentado frente a la fogata hablando con Oromë - ¡Sí! ¡Ese es Matthew!
Al escuchar su nombre el estafador giro la cabeza, pudo ver a su guardia personal Sammy indicando su posición a una dama muy hermosa “Nota mental: Asesinar a Sammy y conseguirse un nuevo guardia” el Virrey volvió nuevamente la vista al fuego, creía haber reconocido a la mujer, aunque no estaba del todo seguro.
-Creo que tendré problemas más urgentes en pocos segundos – No podía acordarse del cómo ni el cuándo, pero creía que las cosas con esa dama no habían terminado bien “Nunca terminan bien” - ¿Cuántas posibilidades hay de que una ex-algo aparezca en medio de un campamento de bandidos? – Le pregunto a Oromë – Espero equivocarme -
Matthew Owens
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Re: Fundación de Ciudad Lagarto [1° Parte] [Trama canon][Cerrado]
No llevábamos mucho tiempo conociendonos con Matthew pero debía admitir que me agradaba dentro lo que cabía. Las circunstancias nos habían llevado a mantener un dialogo estable, sincero y que rozaba lo amigable. No, no eramos amigos pero me agradaba y... Bueno, eso es todo, no sabría decir porque me gustaba -como compañia claro- pero considerando que yo solía ahuyentar a la gente normal por costumbre, salir un poco de la rutina era algo bueno.
Mi sonrisa se volvió jovial por unos segundos pero mis ojos eran como dos dagas encendidas fuego, siempre alerta, preparada. Un recordatorio para cualquiera de que yo no solo era una mujer o un dragón. Yo realmente era un demonio y me encantaba.
-¿Tan así? Al parecer no haces tanto uso de tu puesto cariño. Yo los obligo a calentar el agua y llenarme una tina. Es pequeña pero cumple su función- Mientras hablaba no dejaba de inspeccionar una de mis uñas -garras mejor dicho; habia mantenido este pequeño cambio en todo momento a proposito-. Una vez terminada la revisión mi vista fue a ver las llamas danzantes a mis pies, como si estas me llamaran y me dijeran "yo te conozco"a pesar de no poder manejarlas.
-Lamentablemente hay que ensuciarse las manos antes, pero si estas muy estresado puedo ir a buscar a una de las mujerzuelas para que te de un masaje. Prometo que traeré la mas bonita- Lo cual sería un trabajo de casi cien años porque las de aquí tenían una boca y una cara que bien podría ser su maldito tras...
Sonreí con una dulzura fingida que luego se convirtió en una risa autentica al ver al pobre diablo prendiendose fuego y luego ser pisoteado. Tenía barro en toda la cara o al menos eso esperaba que fuera.
-Lazid solo le importa su dinero aunque no nos viene mal que la pequeña lagartija cuide del oro. Estoy a nada de comenzar a cortar manos si vuelvo a ver a alguno mirando para aquel lado con demasiado cariño- Suspiré suavemente para tomar aire. -Rumpel y un par de guardaespaldas han ido hoy temprano en busqueda de un lugar donde podamos estar. Por lo que se los bio no atacan humanos sin razones y él es demasiado bueno para convencer a cualquiera así que no creo que los ciberneticos sean una excepción a esa regla.- Me estiré un poco, la postura encorvada que llevaba estaba matandome. -Vi a dos kags siguiendolos mientras se iban. ¿Sabes algo de eso? Si son entrenados entonces ni hace falta preocuparnos de que vuelvan con un par de partes menos. Seguro que hasta trae recuerdos si la cosa sale mal.- Mas allá de que los ladrones y asesinos eran peor que los kags en cuanto a incontrolables, las cosas dentro de lo que cabía esperar estaban yendo bien aunque solo fuera el comienzo.
Lo miré como si me hubiera leido la mente y me excuse con una sonrisa. -No negaré que lo he pensado, es la costumbre. Pero si no hago mi trabajo Lazid seguramente te manda a despellejarme viva, aunque probablemente buscaras a cualquier idiota para que se ensucie las manos por ti- Y ademas me gustaría verte intentarlo. Mantuve la calma y mi rostro se volvió serio y calculador. -El mayor problema no es lo que debemos hacer para que la ciudad se vuelva realidad, sino la actitud de los que la compondran. Ninguno aquí está acostumbrado a las reglas ni a las ordenes, si somos demasiado buenos querran aprovecharse y si somos demasiado duros intentaran matarnos. Identificar a los mas habiles y fuertes es un buen comienzo pero darles el trabajo correcto no sera tan sencillo- Ya comenzaba a dolerme la cabeza de tanto que hacer. -Dioses, siento que he vuelto al ejercito y ahora comprendo lo que mis superiores debieron de pasar conmigo. En fin si usamos a los mejores de centinelas para que intervengan cuando hay problemas y castiguen a quienes lo cometen por lo menos les dariamos la libertad suficiente para que se sientan a gusto. Claro que yo me encargaré de regular la severidad de estos, como "jefa de salud" no puedo seguir dejando que mas ineptos mueran pues a futuro seran muy utiles. Ese será el costo, los mas predispuestos seran recompensados y los que no serán marcados y puestos en una cuasi esclavitud hasta que paguen sus deudas que no seran eternas para no bajarles la moral. ¿Que opinas? Demasiado ¿No es asi?- Trataba de no ser tan dura, la equidad era necesaria pero sin distinciones todos querrían subirse al caballo y ser mandamases. Si queriamos que esto sobreviviera tenía que separar ladrones y asesinos y convertirlos en "mercaderes" que trajeran los recursos para los futuros locales de placer y juego... Mi puesto era una basura, tendría que cambiarme de nombre aquí pues la sola idea de que me identificaran solo me llevaría a la carcel y adios a volver a ver a mi familia.
A pesar de tanto ruido y desorden fue extraordinaria la claridad con la que el nombre de Owens se escuchó por todo el campamento. Su cabeza parecía moverse con la fuerza de un resorte y como quien no quiere la cosa yo también me giré a ver de donde provenía. Un gordinflon frente a su carpa y una chica exageradamente bonita pero con una mala cara miraban en nuestra dirección. -Aww pobre de ti, ya quisiera yo que alguien tan bonita viniera a visitarme. Ahh, ya estoy aburrida de nuevo- Puse mi mejor puchero pero estiré mi mano haciendo una señal para que la dejaran acercarse. -Eso depende de la gravedad del problema. ¿Fue del tipo "me vio acostandome con otra" o de la clase "la dejé embarazada y hui como un condenado"?- La seriedad en mi voz contrastaba con mi enorme sonrisa. -Debo recalcar que como jefa de salud prometo que no dejaré que te sacuda hasta el punto en que escupas tus entrañas en el lodo.- Me levanté y sacudí el polvo de mi ropa mientras adoptaba mi postura mas sería y de pocos amigos. -Mi nombre es Cinan y soy la segunda lider. ¿Quien eres y que hace una joven tan bella en medio de la noche y de cientos de maleantes?- Segunda, tercera o ni siquiera primera pero sonaba mejor que Maldito Jefe de Salud Publica. Le dediqué una ojeada a Matt para que no se le ocurriera contrariarme en mis palabras o intentara decir que ese no era mi nombre, no al menos hasta estar segura de que sucedia aquí y que se podía confiar un poco en ella.
Mi sonrisa se volvió jovial por unos segundos pero mis ojos eran como dos dagas encendidas fuego, siempre alerta, preparada. Un recordatorio para cualquiera de que yo no solo era una mujer o un dragón. Yo realmente era un demonio y me encantaba.
-¿Tan así? Al parecer no haces tanto uso de tu puesto cariño. Yo los obligo a calentar el agua y llenarme una tina. Es pequeña pero cumple su función- Mientras hablaba no dejaba de inspeccionar una de mis uñas -garras mejor dicho; habia mantenido este pequeño cambio en todo momento a proposito-. Una vez terminada la revisión mi vista fue a ver las llamas danzantes a mis pies, como si estas me llamaran y me dijeran "yo te conozco"a pesar de no poder manejarlas.
-Lamentablemente hay que ensuciarse las manos antes, pero si estas muy estresado puedo ir a buscar a una de las mujerzuelas para que te de un masaje. Prometo que traeré la mas bonita- Lo cual sería un trabajo de casi cien años porque las de aquí tenían una boca y una cara que bien podría ser su maldito tras...
Sonreí con una dulzura fingida que luego se convirtió en una risa autentica al ver al pobre diablo prendiendose fuego y luego ser pisoteado. Tenía barro en toda la cara o al menos eso esperaba que fuera.
-Lazid solo le importa su dinero aunque no nos viene mal que la pequeña lagartija cuide del oro. Estoy a nada de comenzar a cortar manos si vuelvo a ver a alguno mirando para aquel lado con demasiado cariño- Suspiré suavemente para tomar aire. -Rumpel y un par de guardaespaldas han ido hoy temprano en busqueda de un lugar donde podamos estar. Por lo que se los bio no atacan humanos sin razones y él es demasiado bueno para convencer a cualquiera así que no creo que los ciberneticos sean una excepción a esa regla.- Me estiré un poco, la postura encorvada que llevaba estaba matandome. -Vi a dos kags siguiendolos mientras se iban. ¿Sabes algo de eso? Si son entrenados entonces ni hace falta preocuparnos de que vuelvan con un par de partes menos. Seguro que hasta trae recuerdos si la cosa sale mal.- Mas allá de que los ladrones y asesinos eran peor que los kags en cuanto a incontrolables, las cosas dentro de lo que cabía esperar estaban yendo bien aunque solo fuera el comienzo.
Lo miré como si me hubiera leido la mente y me excuse con una sonrisa. -No negaré que lo he pensado, es la costumbre. Pero si no hago mi trabajo Lazid seguramente te manda a despellejarme viva, aunque probablemente buscaras a cualquier idiota para que se ensucie las manos por ti- Y ademas me gustaría verte intentarlo. Mantuve la calma y mi rostro se volvió serio y calculador. -El mayor problema no es lo que debemos hacer para que la ciudad se vuelva realidad, sino la actitud de los que la compondran. Ninguno aquí está acostumbrado a las reglas ni a las ordenes, si somos demasiado buenos querran aprovecharse y si somos demasiado duros intentaran matarnos. Identificar a los mas habiles y fuertes es un buen comienzo pero darles el trabajo correcto no sera tan sencillo- Ya comenzaba a dolerme la cabeza de tanto que hacer. -Dioses, siento que he vuelto al ejercito y ahora comprendo lo que mis superiores debieron de pasar conmigo. En fin si usamos a los mejores de centinelas para que intervengan cuando hay problemas y castiguen a quienes lo cometen por lo menos les dariamos la libertad suficiente para que se sientan a gusto. Claro que yo me encargaré de regular la severidad de estos, como "jefa de salud" no puedo seguir dejando que mas ineptos mueran pues a futuro seran muy utiles. Ese será el costo, los mas predispuestos seran recompensados y los que no serán marcados y puestos en una cuasi esclavitud hasta que paguen sus deudas que no seran eternas para no bajarles la moral. ¿Que opinas? Demasiado ¿No es asi?- Trataba de no ser tan dura, la equidad era necesaria pero sin distinciones todos querrían subirse al caballo y ser mandamases. Si queriamos que esto sobreviviera tenía que separar ladrones y asesinos y convertirlos en "mercaderes" que trajeran los recursos para los futuros locales de placer y juego... Mi puesto era una basura, tendría que cambiarme de nombre aquí pues la sola idea de que me identificaran solo me llevaría a la carcel y adios a volver a ver a mi familia.
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A pesar de tanto ruido y desorden fue extraordinaria la claridad con la que el nombre de Owens se escuchó por todo el campamento. Su cabeza parecía moverse con la fuerza de un resorte y como quien no quiere la cosa yo también me giré a ver de donde provenía. Un gordinflon frente a su carpa y una chica exageradamente bonita pero con una mala cara miraban en nuestra dirección. -Aww pobre de ti, ya quisiera yo que alguien tan bonita viniera a visitarme. Ahh, ya estoy aburrida de nuevo- Puse mi mejor puchero pero estiré mi mano haciendo una señal para que la dejaran acercarse. -Eso depende de la gravedad del problema. ¿Fue del tipo "me vio acostandome con otra" o de la clase "la dejé embarazada y hui como un condenado"?- La seriedad en mi voz contrastaba con mi enorme sonrisa. -Debo recalcar que como jefa de salud prometo que no dejaré que te sacuda hasta el punto en que escupas tus entrañas en el lodo.- Me levanté y sacudí el polvo de mi ropa mientras adoptaba mi postura mas sería y de pocos amigos. -Mi nombre es Cinan y soy la segunda lider. ¿Quien eres y que hace una joven tan bella en medio de la noche y de cientos de maleantes?- Segunda, tercera o ni siquiera primera pero sonaba mejor que Maldito Jefe de Salud Publica. Le dediqué una ojeada a Matt para que no se le ocurriera contrariarme en mis palabras o intentara decir que ese no era mi nombre, no al menos hasta estar segura de que sucedia aquí y que se podía confiar un poco en ella.
Oromë Vánadóttir
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Re: Fundación de Ciudad Lagarto [1° Parte] [Trama canon][Cerrado]
Como por arte de magia, todos en aquel lugar quedaron en silencio justo cuando la ilusionista exigía la presencia de Matthew Owens, así que la dulce voz de la bruja se escuchó por todo el campamento. Asustado, el bebé hipopótamo que custodiaba la entrada de la carpa señaló a un grupo que se agolpaba junto en torno a una hoguera. -Pues muchas gracias, querido- agradeció esbozando una sonrisa y dulcificando la expresión de su rostro.
Giró sobre sus talones y se encaminó hacia la fogata, con su contoneo felino, en medio de improperios que pretendían ser piropos, chiflidos y gemidos extraños que le gritaban los elegantes y sofisticados machos que abundaban en aquel lugar. Ella se limitó a mirarlos con desprecio y a generarles horrorosas ilusiones que hicieron a todos orinarse de miedo. Ahora los gritos eran de pánico por todo el campamento. Los hombres corrían de un lado a otro, huyendo de sus pesadillas que ahora los perseguían.
Sonreía con autosuficiencia, burlándose de esas pobres almas que gritaban como dementes poseídos. Con el rabillo del reojo vio a uno que se arrastraba llorando, pidiéndo por su mami, prometiendo que sería bueno y que por favor, por favor lo protegiera de las ánimas. Ese había sido uno de los vulgares que le gritó lo que le haría por el ojete chiquito. Había descubierto que esos que gritaban más fuerte y obscenidades más groseras, eran los primeros cobardes que se hacían bolita y lloraban llamando a su mamita cuando sus la ilusionista hacía que sus peores pesadillas los atormentaran.
Cuando llegó frente al tipo que le habían señalado de ser Matthew, detrás de Mina había un caos mayor que el que había encontrado. El hombre estaba acompañado de una chica, una muy altanera. La muchacha se levantó y le habló, pero la bruja ni siquiera se dignó a escuchar lo que decía. La miró de pies a cabeza con ceño fruncido -Ehm... sí... amorosa... no vengo buscándote a ti- le dijo -Busco a Matthew Owens- replicó con arrogancia. -No me sirve "la segunda al mando", si no eres él, pues no te necesito ahora.- añadió con prepotencia.
Se quedó mirando a la chica, la que se hacía llamar Cinan, a la cara. Qué nombre más feo tenía la pobre muchacha y qué cara de amargada. Con lo bonita que era, bien podría andar por la vida esbozando una amplia sonrisa en vez de poner esa cara de piedra y enojo. Pero bueno, ella no era quién para juzgar. Luego reparó en el hombre que permanecía sentado, sin voltear -¿Eres tú Matthew Owens?- preguntó. Ante el silencio del tipo, resopló y volteó los -Lo estoy buscando para un negocio- indicó -No tengo deudas pendientes con él, si eso es lo que te preocupa- aclaró, pasando su peso a una pierna y apoyando una mano en la cadera, con expresión de hastío.
Giró sobre sus talones y se encaminó hacia la fogata, con su contoneo felino, en medio de improperios que pretendían ser piropos, chiflidos y gemidos extraños que le gritaban los elegantes y sofisticados machos que abundaban en aquel lugar. Ella se limitó a mirarlos con desprecio y a generarles horrorosas ilusiones que hicieron a todos orinarse de miedo. Ahora los gritos eran de pánico por todo el campamento. Los hombres corrían de un lado a otro, huyendo de sus pesadillas que ahora los perseguían.
Sonreía con autosuficiencia, burlándose de esas pobres almas que gritaban como dementes poseídos. Con el rabillo del reojo vio a uno que se arrastraba llorando, pidiéndo por su mami, prometiendo que sería bueno y que por favor, por favor lo protegiera de las ánimas. Ese había sido uno de los vulgares que le gritó lo que le haría por el ojete chiquito. Había descubierto que esos que gritaban más fuerte y obscenidades más groseras, eran los primeros cobardes que se hacían bolita y lloraban llamando a su mamita cuando sus la ilusionista hacía que sus peores pesadillas los atormentaran.
Cuando llegó frente al tipo que le habían señalado de ser Matthew, detrás de Mina había un caos mayor que el que había encontrado. El hombre estaba acompañado de una chica, una muy altanera. La muchacha se levantó y le habló, pero la bruja ni siquiera se dignó a escuchar lo que decía. La miró de pies a cabeza con ceño fruncido -Ehm... sí... amorosa... no vengo buscándote a ti- le dijo -Busco a Matthew Owens- replicó con arrogancia. -No me sirve "la segunda al mando", si no eres él, pues no te necesito ahora.- añadió con prepotencia.
Se quedó mirando a la chica, la que se hacía llamar Cinan, a la cara. Qué nombre más feo tenía la pobre muchacha y qué cara de amargada. Con lo bonita que era, bien podría andar por la vida esbozando una amplia sonrisa en vez de poner esa cara de piedra y enojo. Pero bueno, ella no era quién para juzgar. Luego reparó en el hombre que permanecía sentado, sin voltear -¿Eres tú Matthew Owens?- preguntó. Ante el silencio del tipo, resopló y volteó los -Lo estoy buscando para un negocio- indicó -No tengo deudas pendientes con él, si eso es lo que te preocupa- aclaró, pasando su peso a una pierna y apoyando una mano en la cadera, con expresión de hastío.
Mina Harker
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Re: Fundación de Ciudad Lagarto [1° Parte] [Trama canon][Cerrado]
Oromë era de risa fácil, sobre todo cuando se trataba de actos crueles, Matt lo había captado de inmediato y no tenía problema alguno en darle entretenimiento gratuito si eso la mantenía de buen humor “Las personas que están contentas piensan mejor que las que están tristes o aburridas” El pobre desgraciado que dormía bajo los pies de Matt apenas se daba cuenta de nada, se giró y se puso boca arriba, lo que incremento el sonido de sus ronquidos.
-Pues no soy ningún experto en kags, pero las pequeñas bestias los siguieron hasta aquí, y por lo que sé solo mataron a algún que otro ladrón que se pasó de listo y quiso molestarlos – El estafador se encogió de hombros – Diría que están bastante entrenados – Dejo escapar una risa ante el comentario de “despellejar” y sonrió de modo encantador, todo lo contrario al amenazante gesto de la mujer - ¿Me crees capaz de una cosa semejante? Que terrible, no sé qué tipo de fama me estuve ganando en estos días –
Luego cerró la boca y escucho con atención la propuesta de Oromë, contrario a lo que se pensaría, Matthew era un “líder” bastante respetuoso, no creía tener la verdad de todo y aceptaba que otros lo corrigieran. Pasar casi toda su vida siendo un lacayo le había enseñado que los Jefes que no sabían escuchar eran los primeros en amanecer con una daga clavada en la espalda.
-¿Así que pasaste algo de tiempo en el ejército? Eso podría resultar bastante útil – Owens se peinaba la prolija barba, porque incluso estando en medio de un campamento lleno de bandidos, con hambre, suciedad y demás pestes, incluso así el estafador lograba mantener su aspecto prolijo y bien cuidado – Deben haber varios exsoldados entre el grupo, quizás ellos podrían ser ligeramente más receptivos a recibir órdenes – Rumpel también se había rodeado de un grupo de personas de confianza, pero Matthew sentía que estaban enfocando mal el problema. Si llenaban la ciudad de guardias ¿En que se diferenciaría Ciudad Lagarto del resto? – Estoy de acuerdo con que podrían pagar sus faltas con trabajo, eso me parece mejor que encerrarlos, si los tenemos prisioneros hay que gastar dinero y comida que no tenemos. Mejor que hagan algo productivo – En cierto modo a Matt le emocionaba todo eso de poder hacer algo desde cero, tener tanto poder de decisión era una experiencia nueva para él – Pero pensemos esto un poco más ¿Es realmente malo que se peleen y se maten entre sí? Siempre tendremos más ladrones para remplazarlos, creo que lo verdaderamente molesto es que lo hagan de forma demasiado evidente. Eso nos da más trabajo porque tenemos que buscar al culpable, darle una sentencia, y todas esas cuestiones burocráticas que nadie va a querer hacer – Hizo un gesto con la mano como para decir “etc” – Ahora, si nadie se entera y el cuerpo desaparece, entonces es más sencillo dejarlo así ¿Entiendes? – El estafador sonrió.
La llegada de la hermosa mujer interrumpió sus cavilaciones, era un espectáculo en verdad impresionante, no solo porque era mucho más bella que el promedio, sino porque además lograba mantener un porte y una elegancia indiscutible en medio de un reguero de porquería humana. A medida que avanzaba podía ver a los hombres caer ante ella, Owens trago saliva y miro a Oromë de reojo.
-Del tipo “le propuse un trío con otro hombre y me cruzo la cara de un golpe” – Aunque viendo lo que podía hacer era evidente que esa vez la hechicera estaba de muy buen humor – Muchas gracias Jefa de Salud, cuando veas que escupo sangre detenla ¿Si? Te recompensare adecuadamente – Sonrió de medio lado y volvió a su posición mirando el fuego.
Escuchó las primeras palabras de la mujer e hizo un gesto de dolor que quedó oculto ya que estaba de espaldas, los hombres que habían sido afectados por el hechizo de la chica comenzaron a recuperarse y se alejaron del lugar, por lo que quedaron algo más solos. Finalmente a Matthew no le quedó más opción que ponerse en pie y enfrentar a la tenebrosa mujer, puso su mejor sonrisa e hizo una reverencia.
-Matthew Owens para servirle, aunque creo recordar que ya nos habíamos visto antes ¿Cierto? Quizás en alguna celebración – Ya que era evidente que terminarían en ese tema era mejor hacerlo rápido – Mencionó usted un negocio, por favor tome asiento y cuéntenos de qué se trata, Ciudad Lagarto necesita comenzar con todo tipo de negocios – Se hizo a un lado y le ofreció a la mujer el asiento en el que él estaba hasta hace un segundo, miro a Oromë y le hizo un gesto para que se calmara – En verdad el Rey es nuestro Queridísimo Hombre-Dragón Lazid, pero actualmente está muy ocupado con unos asuntos muy importantes, así que, espero sea suficiente con mi presencia y la de mi compañera Cinan -
-Pues no soy ningún experto en kags, pero las pequeñas bestias los siguieron hasta aquí, y por lo que sé solo mataron a algún que otro ladrón que se pasó de listo y quiso molestarlos – El estafador se encogió de hombros – Diría que están bastante entrenados – Dejo escapar una risa ante el comentario de “despellejar” y sonrió de modo encantador, todo lo contrario al amenazante gesto de la mujer - ¿Me crees capaz de una cosa semejante? Que terrible, no sé qué tipo de fama me estuve ganando en estos días –
Luego cerró la boca y escucho con atención la propuesta de Oromë, contrario a lo que se pensaría, Matthew era un “líder” bastante respetuoso, no creía tener la verdad de todo y aceptaba que otros lo corrigieran. Pasar casi toda su vida siendo un lacayo le había enseñado que los Jefes que no sabían escuchar eran los primeros en amanecer con una daga clavada en la espalda.
-¿Así que pasaste algo de tiempo en el ejército? Eso podría resultar bastante útil – Owens se peinaba la prolija barba, porque incluso estando en medio de un campamento lleno de bandidos, con hambre, suciedad y demás pestes, incluso así el estafador lograba mantener su aspecto prolijo y bien cuidado – Deben haber varios exsoldados entre el grupo, quizás ellos podrían ser ligeramente más receptivos a recibir órdenes – Rumpel también se había rodeado de un grupo de personas de confianza, pero Matthew sentía que estaban enfocando mal el problema. Si llenaban la ciudad de guardias ¿En que se diferenciaría Ciudad Lagarto del resto? – Estoy de acuerdo con que podrían pagar sus faltas con trabajo, eso me parece mejor que encerrarlos, si los tenemos prisioneros hay que gastar dinero y comida que no tenemos. Mejor que hagan algo productivo – En cierto modo a Matt le emocionaba todo eso de poder hacer algo desde cero, tener tanto poder de decisión era una experiencia nueva para él – Pero pensemos esto un poco más ¿Es realmente malo que se peleen y se maten entre sí? Siempre tendremos más ladrones para remplazarlos, creo que lo verdaderamente molesto es que lo hagan de forma demasiado evidente. Eso nos da más trabajo porque tenemos que buscar al culpable, darle una sentencia, y todas esas cuestiones burocráticas que nadie va a querer hacer – Hizo un gesto con la mano como para decir “etc” – Ahora, si nadie se entera y el cuerpo desaparece, entonces es más sencillo dejarlo así ¿Entiendes? – El estafador sonrió.
La llegada de la hermosa mujer interrumpió sus cavilaciones, era un espectáculo en verdad impresionante, no solo porque era mucho más bella que el promedio, sino porque además lograba mantener un porte y una elegancia indiscutible en medio de un reguero de porquería humana. A medida que avanzaba podía ver a los hombres caer ante ella, Owens trago saliva y miro a Oromë de reojo.
-Del tipo “le propuse un trío con otro hombre y me cruzo la cara de un golpe” – Aunque viendo lo que podía hacer era evidente que esa vez la hechicera estaba de muy buen humor – Muchas gracias Jefa de Salud, cuando veas que escupo sangre detenla ¿Si? Te recompensare adecuadamente – Sonrió de medio lado y volvió a su posición mirando el fuego.
Escuchó las primeras palabras de la mujer e hizo un gesto de dolor que quedó oculto ya que estaba de espaldas, los hombres que habían sido afectados por el hechizo de la chica comenzaron a recuperarse y se alejaron del lugar, por lo que quedaron algo más solos. Finalmente a Matthew no le quedó más opción que ponerse en pie y enfrentar a la tenebrosa mujer, puso su mejor sonrisa e hizo una reverencia.
-Matthew Owens para servirle, aunque creo recordar que ya nos habíamos visto antes ¿Cierto? Quizás en alguna celebración – Ya que era evidente que terminarían en ese tema era mejor hacerlo rápido – Mencionó usted un negocio, por favor tome asiento y cuéntenos de qué se trata, Ciudad Lagarto necesita comenzar con todo tipo de negocios – Se hizo a un lado y le ofreció a la mujer el asiento en el que él estaba hasta hace un segundo, miro a Oromë y le hizo un gesto para que se calmara – En verdad el Rey es nuestro Queridísimo Hombre-Dragón Lazid, pero actualmente está muy ocupado con unos asuntos muy importantes, así que, espero sea suficiente con mi presencia y la de mi compañera Cinan -
Matthew Owens
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Re: Fundación de Ciudad Lagarto [1° Parte] [Trama canon][Cerrado]
-Mmm, son mi clase de mascota. Tendría que haberme conseguido uno, irian a juego con estos- Levanté mis manos a la altura de mi mandibula con mis dedos estirados hacia Matt y los sacudí lentamente al compas del "tac tac" que hacían mis dientes mientras pasaban de perfectos y relucientes a puntiagudos y peligrosos. No estaba tratando de sonar como una ferviente asesina con tendencias a morder todo lo que pasa frente a mi como un perro, si quisiera no habría hecho tal estupidez con una sonrisa tan alegre en mi cara.
-¿Realmente me estas preguntando si lo creo? En todo caso miralo como un cumplido, ahora que eres tan importante te haces fama de que eres intocable y que tienes asesinos trabajando para ti. Si no me crees observa, los rumores se mueven a la velocidad de un rayo aquí y si a mi al verme me dicen demonio, imagina lo que dicen de ti- Señalé a nuestro alrededor con un leve movimiento de mis manos para demostrar mi punto. Borrachos o medio muertos aún así tenían la suficiente fuerza como para cuchichear de todo lo que oían.
Me sorprendió que Matthew escuchara tan atentamente a las ideas a medio pensar en mi cabeza. Realmente esperaba que apreciara mi esfuerzo teniendo en cuenta que yo era alguien de golpear primero y preguntar despues. Pocas veces consideraba las consecuencias de mis actos, salvo cuando era notorio que las cosas se ponían bastante feas que era imposible arruinarlas aún mas .
-Los ejercitos del norte no enseñan las mismas formas de batalla que en el de los humanos pero creeme cuando te digo que se toman muy enserio su trabajo a la hora de ser estrictos- Si no lo sabré yo... Es sorprendente como una raza conocida por su honor y blablabla de los dragones ancestrales, sean tan buenos a la hora de inventarse un castigo. Lo peor que podía pasar era ser repudiado o desertar y yo de pura suerte no había hecho ninguna, me echaron mucho antes de que lo considerara. -Ligeramente es una palabra muy grande si ahora estan aquí- Mi tono de voz se volvió algo dubitativo. -No será facil pero puede funcionar-
A pesar de que las cuestiones charladas eran verdaderamente tediosas para mi, creía que era un avance que se pudiera charlar y no que estuvieramos gritandonos a la cara como dos energúmenos. O mejor dicho yo gritandole y amenazandole de muerte.
-Comprendo lo que dices y es un buen punto pero no es algo a lo que debamos hacer la vista gorda. Ademas hay que considerar que esto es demasiado nuevo y no podemos permitirnos que baje la mano de obra, los contactos de Lazid serán utiles si todavia hay gente de pie que forme al pueblo; los guardias puede que sea exagerado, no lo niego. Debemos encontrar una forma que al menos reduzca la cantidad de cadaveres antes de que nos acabemos a nosotros mismos y todo se vaya por el drenaje.-
Benditos sean los malditos dioses. Esa mujer a cada paso que daba dejaba a un hombre mas gritando a todo pulmon. Lo que sea que les estuviera haciendo los tenía aterrorizados al punto que los nervios se filtraron suavemente en mi y me pusieron la piel de gallina. Se acercaba con tanta tranquilidad y una mueca de superioridad que la sola idea de enfrentarme a lo que fuera que pensara hacer luego me desesperaba. Esperaba que la mascara que había levantado sobre mi rostro fuera lo suficientemente creible.
"Bruja" pensé y en mas de un sentido pero incluso así de terrorifica no se aplacaba ni un poco su belleza y por todo lo sagrado, no recordaba cuando fue la ultima vez que alguien despertaba en mi el deseo de golpearla y de llevarla a mi cama al mismo tiempo. Ella era mi tipo.
Miré de soslayo a Matt y chasqué mi lengua. -Vaya estupidez, si fuera ella no dudaría en decir que sí... Considerate afortunado que solo te diera un golpe- Claro que sí, Matt no estaría aquí si ella hubiera hecho lo mismo que hacía ahora. Lamentablemente, mejor ni pronunciar que me atraía o correría un destino mucho peor que de unos cuantos moretones. -Cuidado Owens, mis servicios son caros- Su sonrisa ladeada se volvió un reflejo de la mía, la cual se esfumó en un santiamén.
¿Cuanto tardaría en arrancarle dientito por dientito de esa boquita tan linda? Y ¿Negocio dijo? ¡Acaba de dejar a nuestros hombres como si fueran muñecas de trapo viejas! Buena forma de comenzar un trato.
Un gruñido salió de lo profundo de mi garganta, mis manos estaban en puños, mis garras clavandose en mis palmas y una letanía rezonando en mi cabeza conformada por una sola palabra: Controlate. De no ser porque necesitabamos toda la ayuda posible -tres cabezas sin experiencia en fundar un pueblo no eran muy utiles que digamos- ya estaría arremetiendo contra ella por su descaro y por ignorarme... Ya no me parecía tan encantadora y eso me dolía un poco más que el que tratara de rebajarme.
Como un niño haciendo un berrinche al ver la cara de Matthew, me moví a un lado para dejarle el paso... -Mas vale que tenga algo bueno que proponer o no respondo por lo que pase luego- Susurré mientras cambiabamos de sitios de forma que estuvieramos los tres cara a cara. -Ya que sabes nuestros nombres agradecería conocer el de la persona que logró que esos insufribles al fin hicieran algo de silencio- Despues de que destruyeran sus cuerdas vocales en el proceso... Ciertamente había que darle el credito por su eficaz control de masas.
-¿Realmente me estas preguntando si lo creo? En todo caso miralo como un cumplido, ahora que eres tan importante te haces fama de que eres intocable y que tienes asesinos trabajando para ti. Si no me crees observa, los rumores se mueven a la velocidad de un rayo aquí y si a mi al verme me dicen demonio, imagina lo que dicen de ti- Señalé a nuestro alrededor con un leve movimiento de mis manos para demostrar mi punto. Borrachos o medio muertos aún así tenían la suficiente fuerza como para cuchichear de todo lo que oían.
Me sorprendió que Matthew escuchara tan atentamente a las ideas a medio pensar en mi cabeza. Realmente esperaba que apreciara mi esfuerzo teniendo en cuenta que yo era alguien de golpear primero y preguntar despues. Pocas veces consideraba las consecuencias de mis actos, salvo cuando era notorio que las cosas se ponían bastante feas que era imposible arruinarlas aún mas .
-Los ejercitos del norte no enseñan las mismas formas de batalla que en el de los humanos pero creeme cuando te digo que se toman muy enserio su trabajo a la hora de ser estrictos- Si no lo sabré yo... Es sorprendente como una raza conocida por su honor y blablabla de los dragones ancestrales, sean tan buenos a la hora de inventarse un castigo. Lo peor que podía pasar era ser repudiado o desertar y yo de pura suerte no había hecho ninguna, me echaron mucho antes de que lo considerara. -Ligeramente es una palabra muy grande si ahora estan aquí- Mi tono de voz se volvió algo dubitativo. -No será facil pero puede funcionar-
A pesar de que las cuestiones charladas eran verdaderamente tediosas para mi, creía que era un avance que se pudiera charlar y no que estuvieramos gritandonos a la cara como dos energúmenos. O mejor dicho yo gritandole y amenazandole de muerte.
-Comprendo lo que dices y es un buen punto pero no es algo a lo que debamos hacer la vista gorda. Ademas hay que considerar que esto es demasiado nuevo y no podemos permitirnos que baje la mano de obra, los contactos de Lazid serán utiles si todavia hay gente de pie que forme al pueblo; los guardias puede que sea exagerado, no lo niego. Debemos encontrar una forma que al menos reduzca la cantidad de cadaveres antes de que nos acabemos a nosotros mismos y todo se vaya por el drenaje.-
Benditos sean los malditos dioses. Esa mujer a cada paso que daba dejaba a un hombre mas gritando a todo pulmon. Lo que sea que les estuviera haciendo los tenía aterrorizados al punto que los nervios se filtraron suavemente en mi y me pusieron la piel de gallina. Se acercaba con tanta tranquilidad y una mueca de superioridad que la sola idea de enfrentarme a lo que fuera que pensara hacer luego me desesperaba. Esperaba que la mascara que había levantado sobre mi rostro fuera lo suficientemente creible.
"Bruja" pensé y en mas de un sentido pero incluso así de terrorifica no se aplacaba ni un poco su belleza y por todo lo sagrado, no recordaba cuando fue la ultima vez que alguien despertaba en mi el deseo de golpearla y de llevarla a mi cama al mismo tiempo. Ella era mi tipo.
Miré de soslayo a Matt y chasqué mi lengua. -Vaya estupidez, si fuera ella no dudaría en decir que sí... Considerate afortunado que solo te diera un golpe- Claro que sí, Matt no estaría aquí si ella hubiera hecho lo mismo que hacía ahora. Lamentablemente, mejor ni pronunciar que me atraía o correría un destino mucho peor que de unos cuantos moretones. -Cuidado Owens, mis servicios son caros- Su sonrisa ladeada se volvió un reflejo de la mía, la cual se esfumó en un santiamén.
¿Cuanto tardaría en arrancarle dientito por dientito de esa boquita tan linda? Y ¿Negocio dijo? ¡Acaba de dejar a nuestros hombres como si fueran muñecas de trapo viejas! Buena forma de comenzar un trato.
Un gruñido salió de lo profundo de mi garganta, mis manos estaban en puños, mis garras clavandose en mis palmas y una letanía rezonando en mi cabeza conformada por una sola palabra: Controlate. De no ser porque necesitabamos toda la ayuda posible -tres cabezas sin experiencia en fundar un pueblo no eran muy utiles que digamos- ya estaría arremetiendo contra ella por su descaro y por ignorarme... Ya no me parecía tan encantadora y eso me dolía un poco más que el que tratara de rebajarme.
Como un niño haciendo un berrinche al ver la cara de Matthew, me moví a un lado para dejarle el paso... -Mas vale que tenga algo bueno que proponer o no respondo por lo que pase luego- Susurré mientras cambiabamos de sitios de forma que estuvieramos los tres cara a cara. -Ya que sabes nuestros nombres agradecería conocer el de la persona que logró que esos insufribles al fin hicieran algo de silencio- Despues de que destruyeran sus cuerdas vocales en el proceso... Ciertamente había que darle el credito por su eficaz control de masas.
Oromë Vánadóttir
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Re: Fundación de Ciudad Lagarto [1° Parte] [Trama canon][Cerrado]
La elegancia y carisma de Matthew contrastaban fuertemente con la tosquedad de la chica. -¿Nos conocemos de antes?- preguntó al hombre frunciendo el ceño. Entrecerró los ojos y miró hacia el cielo de costado, arrugando la nariz -Sí... podría ser...- pensó en voz alta. -Ciertamente tu rostro se me hace muy familiar, pero...- dijo. Calló un instante y lo miró de pies a cabeza, lamentando el no tener un recuerdo claro del hombre, era evidentemente guapo. Sin embargo, había algo raro y torció la boca -...no sé por qué me dan ganas de cruzarte una bofetada... ¿Por qué será?- confesó. Bueno, pensó que quizás más adelante se le aclararía la memoria, así que asintió y prefirió continuar con lo que la había llevado allí. -En todo caso, eso no es lo que me trae aquí- aclaró antes de que la cara de troll le saltara al cuello, que de paso sea dicho, sería un grave error de su parte. Mina no soportaba a las mujeres que actuaban agresivamente, como si tuvieran que demostrar algo, dejando en el camino su femineidad.
-Oh... cuanta gentileza- dijo mientras veía cómo le cedían el asiento. Con delicadeza y un poco de asco, se sentó, acomodó su cabello detrás de sus orejas y, adquiriendo una postura erguida, cruzó una pierna por sobre la otra y apoyo sus manos con dedos entrelazados sobre su rodilla. -¿Rey Lazid?- preguntó, levantando las cejas con sorpresa. -Ése es nuevo- comentó para si, en voz baja. -Oh bueno, no pedí una audiencia con el Rey... no me gustaría importunarlo con estas cosas tan mundanas y la verdad es que el hombre que me recomendaron fue a usted, Matthew- explicó. Luego miró a su alrededor, observando las carpas y fogatas que se esparcían por el lugar -¿Estos son los cimientos de una nueva ciudad? ¿Lagarto?- preguntó -Vaya, qué impresionante... tal vez me podrían explicar mejor de qué se trata esto... pero antes, al grano- puntualizó.
-Verán, me ha llegado una información acerca de quién posee una joya que deseo mucho. Bueno... son dos joyas que van juntas y esta persona tiene en su poder una de ellas- contó. -La joya está fuertemente resguardada y creo que un enfoque más frontal sería el apropiado para poder obtenerla, mis métodos son insuficientes para este objetivo- explicó, mirando a ambos mientras acompañaba sus palabras con gestos de las manos. -Sé- continuó -Que junto a la joya hay más tesoros, y como a mí solo me interesa esa en específico, podrían quedarse con el resto del botín- aclaró, para transparentar cuál sería la paga para ellos. -Efectivamente, sería un gran aporte para esta incipiente ciudad- añadió.
Luego miró a Cinan y le sonrió -Mi identidad... pues preferiría mantenerla en reserva, pero pueden llamarme Mimilú.- finalizó, volviendo a apoyar las manos sobre la rodilla.
-Oh... cuanta gentileza- dijo mientras veía cómo le cedían el asiento. Con delicadeza y un poco de asco, se sentó, acomodó su cabello detrás de sus orejas y, adquiriendo una postura erguida, cruzó una pierna por sobre la otra y apoyo sus manos con dedos entrelazados sobre su rodilla. -¿Rey Lazid?- preguntó, levantando las cejas con sorpresa. -Ése es nuevo- comentó para si, en voz baja. -Oh bueno, no pedí una audiencia con el Rey... no me gustaría importunarlo con estas cosas tan mundanas y la verdad es que el hombre que me recomendaron fue a usted, Matthew- explicó. Luego miró a su alrededor, observando las carpas y fogatas que se esparcían por el lugar -¿Estos son los cimientos de una nueva ciudad? ¿Lagarto?- preguntó -Vaya, qué impresionante... tal vez me podrían explicar mejor de qué se trata esto... pero antes, al grano- puntualizó.
-Verán, me ha llegado una información acerca de quién posee una joya que deseo mucho. Bueno... son dos joyas que van juntas y esta persona tiene en su poder una de ellas- contó. -La joya está fuertemente resguardada y creo que un enfoque más frontal sería el apropiado para poder obtenerla, mis métodos son insuficientes para este objetivo- explicó, mirando a ambos mientras acompañaba sus palabras con gestos de las manos. -Sé- continuó -Que junto a la joya hay más tesoros, y como a mí solo me interesa esa en específico, podrían quedarse con el resto del botín- aclaró, para transparentar cuál sería la paga para ellos. -Efectivamente, sería un gran aporte para esta incipiente ciudad- añadió.
Luego miró a Cinan y le sonrió -Mi identidad... pues preferiría mantenerla en reserva, pero pueden llamarme Mimilú.- finalizó, volviendo a apoyar las manos sobre la rodilla.
Mina Harker
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Re: Fundación de Ciudad Lagarto [1° Parte] [Trama canon][Cerrado]
Todos los rumores que corrían por el campamento de los bandidos habían sido generados por el mismo Matthew, en su mayoría eran exageraciones o invenciones totales que el estafador había creado mientras hacía esfuerzos por no reír. El humano sabía que no importaba tanto lo que una persona en verdad fuera, sino lo que todos los demás creían de él “Y si no mira al Rey de Lunargenta”.
Cuando Oromë dijo que había tenido suerte de solo haber recibido un golpe el humano no pudo más que asentir. El menosprecio que demostraba Mimilú hacía todos los seres de ese campamento era prácticamente palpable, la mujer dragón había sido solo una víctima más de la filosa lengua de la bruja. Si bien una pelea de damas siempre era algo interesante de ver, Matt sabía que no era momento de pensar en ese tipo de cosas.
-Suelo generar ese tipo de sentimientos – Dijo Matthew en respuesta del “Me dan ganas de cruzarte una bofetada” – Son gajes del oficio – La Dama había repetido ya varias veces que Matt había sido recomendado, eso capto la atención del estafador, mucho más que las bonitas piernas cruzadas de la mujer – Seré curioso ¿Quién fue la persona que me recomendó? – Owens podía ser bastante paranoico a veces.
Mientras la mujer hablaba y miraba el campamento, Matthew volteó dos tocones con el pie y los hizo rodar hasta que estuvieron uno cerca de Oromë y otro cerca de Mina. Luego puso de pie el suyo y se sentó, esperando a que la dragona hiciera lo mismo, ya acomodados podían hablar de negocios con mucha mayor soltura.
-Así es, llegamos hace pocos días, me disculpo en nombre de todos por la falta de comodidades. Un grupo conformado por nuestros mejores hombres está ahora en la base de los Bio- cibernéticos intentando negociar para que nos permitan crear la ciudad en una pequeña parte de su territorio – Matthew se cruzo de piernas también – Pero nos tomara algo de tiempo el poder poner en orden todo esto –
Aún estaban muy desordenados, los campamentos en general tenían cierto nivel de caos, pero cuando los que organizaban todo eran un grupo de bandidos ebrios la situación se potenciaba. Así y todo a Owens se lo veía bastante tranquilo, y es que hacía años que no se divertía tanto, más allá de la burocracia con la que tenía que cumplir a veces por el cargo que le habían asignado, el resto del tiempo se la pasaba muy bien.
-Sin duda es una propuesta interesante, tenemos una buena cantidad de oro, pero no durará por siempre – Matt se peino la barba mientras pensaba – Me gusta la idea, Mimilú – Dijo el estafador y sonrió de modo encantador – Pero supongo que entenderás que no podamos prestarte nuestra ayuda en este momento, todos nuestros hombres están destinados a solucionar nuestros problemas diarios, los cuales son bastantes por cierto – Extendió una mano para estrechar la de la bruja – Pero si estás dispuesta a esperar hasta que nos instalemos seguramente podremos ayudarnos mutuamente – Le guiño un ojo y entonces sintió una mano escamosa en el hombro.
-¿Con que cerrando tratos a mis espaldas?- Dijo Lazid, acercándose a Matthew - ¿Qué significa esto, Virrey? – Hizo especial énfasis en la palabra “Virrey”.
-Jamás se me ocurriría hacer algo como eso, estaba a punto de ir a comentarte – Respondió el estafador de inmediato.
Varios bandidos comenzaron a pelear peligrosamente cerca del fuego, uno de ellos tropezó y fue a parar a las llamas, con parte del cuerpo prendido fuego salió corriendo mientras el resto reía a carcajadas y le tiraban cerveza para “apagarlo”. Matthew suspiró, ya había perdido la cuenta de la cantidad de veces que había pasado eso.
-Tendríamos que pensar cómo vamos a acomodar a toda esta gente, donde encontraremos cosas para que coman y como reducir la cantidad de alcohol – Dijo Owens mientras revoleaba los ojos.
-Si les quitas el alcohol nos comerán vivos – Puntualizo el hombre-lagarto – Piensa en otra cosa –
-Estoy abierto a propuestas -
Cuando Oromë dijo que había tenido suerte de solo haber recibido un golpe el humano no pudo más que asentir. El menosprecio que demostraba Mimilú hacía todos los seres de ese campamento era prácticamente palpable, la mujer dragón había sido solo una víctima más de la filosa lengua de la bruja. Si bien una pelea de damas siempre era algo interesante de ver, Matt sabía que no era momento de pensar en ese tipo de cosas.
-Suelo generar ese tipo de sentimientos – Dijo Matthew en respuesta del “Me dan ganas de cruzarte una bofetada” – Son gajes del oficio – La Dama había repetido ya varias veces que Matt había sido recomendado, eso capto la atención del estafador, mucho más que las bonitas piernas cruzadas de la mujer – Seré curioso ¿Quién fue la persona que me recomendó? – Owens podía ser bastante paranoico a veces.
Mientras la mujer hablaba y miraba el campamento, Matthew volteó dos tocones con el pie y los hizo rodar hasta que estuvieron uno cerca de Oromë y otro cerca de Mina. Luego puso de pie el suyo y se sentó, esperando a que la dragona hiciera lo mismo, ya acomodados podían hablar de negocios con mucha mayor soltura.
-Así es, llegamos hace pocos días, me disculpo en nombre de todos por la falta de comodidades. Un grupo conformado por nuestros mejores hombres está ahora en la base de los Bio- cibernéticos intentando negociar para que nos permitan crear la ciudad en una pequeña parte de su territorio – Matthew se cruzo de piernas también – Pero nos tomara algo de tiempo el poder poner en orden todo esto –
Aún estaban muy desordenados, los campamentos en general tenían cierto nivel de caos, pero cuando los que organizaban todo eran un grupo de bandidos ebrios la situación se potenciaba. Así y todo a Owens se lo veía bastante tranquilo, y es que hacía años que no se divertía tanto, más allá de la burocracia con la que tenía que cumplir a veces por el cargo que le habían asignado, el resto del tiempo se la pasaba muy bien.
-Sin duda es una propuesta interesante, tenemos una buena cantidad de oro, pero no durará por siempre – Matt se peino la barba mientras pensaba – Me gusta la idea, Mimilú – Dijo el estafador y sonrió de modo encantador – Pero supongo que entenderás que no podamos prestarte nuestra ayuda en este momento, todos nuestros hombres están destinados a solucionar nuestros problemas diarios, los cuales son bastantes por cierto – Extendió una mano para estrechar la de la bruja – Pero si estás dispuesta a esperar hasta que nos instalemos seguramente podremos ayudarnos mutuamente – Le guiño un ojo y entonces sintió una mano escamosa en el hombro.
-¿Con que cerrando tratos a mis espaldas?- Dijo Lazid, acercándose a Matthew - ¿Qué significa esto, Virrey? – Hizo especial énfasis en la palabra “Virrey”.
-Jamás se me ocurriría hacer algo como eso, estaba a punto de ir a comentarte – Respondió el estafador de inmediato.
Varios bandidos comenzaron a pelear peligrosamente cerca del fuego, uno de ellos tropezó y fue a parar a las llamas, con parte del cuerpo prendido fuego salió corriendo mientras el resto reía a carcajadas y le tiraban cerveza para “apagarlo”. Matthew suspiró, ya había perdido la cuenta de la cantidad de veces que había pasado eso.
-Tendríamos que pensar cómo vamos a acomodar a toda esta gente, donde encontraremos cosas para que coman y como reducir la cantidad de alcohol – Dijo Owens mientras revoleaba los ojos.
-Si les quitas el alcohol nos comerán vivos – Puntualizo el hombre-lagarto – Piensa en otra cosa –
-Estoy abierto a propuestas -
Matthew Owens
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Re: Fundación de Ciudad Lagarto [1° Parte] [Trama canon][Cerrado]
Ahg, ya me estaba sacando de quicio y tenía muchísimas ganas de patear lo primero que tuviera al alcance los cuales eran pocas opciones. O la pateaba a ella, a Matthew o al borracho medio muerto por el alcohol en el suelo. La idea de enterrar mi pie en el trasero de ambos era tentadora pero si quería mi orgullo intacto y seguir luciendo todo lo contrario a alguien en medio de un berrinche mejor ni intentar patear al borracho tampoco...
Ella era tan delicada, su caminar era suave y ni era necesario hablar de su postura cuando se sentó con cara de asco. Era como una flor que crece en medio del fango, demasiado bella y exquisita pero dudaba que alguien así perteneciera a un lugar como este; no me inspiraba confianza -nadie aquí lo inspiraba si iba al caso- pero, no lo sé. Tal vez me sentía intimidada por como llamaba la atención de todos incluyendo la de Matt. ¿Celos es como le llaman? ¿Por qué era más bonita que yo? Ni siquiera recuerdo cuando es que me empezó a importar demasiado ser la más agradable a ver... Algo malo tendría que tener la comida de aquí para que mi personalidad se vea tan alterada por ella. "¿Sera por su poder? Yo no tendría la más mínima posibilidad de tocarle un pelo si Mimilú puede parar mi corazón con solo mirarme." ¡Ah! eso era. Sobrecogimiento de que esta mujer era capaz de destruir todo lo que planeábamos en un abrir y cerrar de ojos, y que no había nadie aquí que pudiese frenarla si se le antojaba hacerlo.
Los dejé hablar tranquilamente un rato, sinceramente no estaba muy atenta al comienzo y tampoco quería arriesgarme de que en mis ojos se viera cuan perturbada estaba; los ladrones que estaban justo al alcance de mi vista eran mucho más entretenidos de ver. No dejaban de darse golpe tras golpe y juraría que vi un par de dientes salir volando y a alguien rebuscando uno que era de un brillo demasiado dorado como para ser de suciedad... Creo que luego iría a conseguir ese diente.
Quizá fue un cambio en el aire o una pequeña simpatía por Matt lo que me hizo redirigir mi atención a nuestra invitada no tan deseada. Se lo debía pues no quería imaginar que sería de mi ahora si hubiera saltado a la yugular de Mimilú... Y no me gustó lo que escuché, al menos no del todo.
Acá había gato encerrado y no esperaría menos de ella, ¿pero de Matthew a punto de aceptar un trato tan escueto y mal hablado? ¡Ahg!. -Muz, nust koraav aan brit vahdin ahrk aar fun geh- Susurré mientras ponía mis ojos en blanco. Mi mano fue directo hasta el hombro de Matt para luego regresarla sobre mi regazo en una copia barata de las de la hechicera. -Estoy completamente de acuerdo con mi compañero de que lo que propones es llamativo y puedo asegurarte que este trabajo será satisfactorio para ambas partes por haberte tomado las molestias de venir hasta aquí y ofrecérnoslo.- Mi voz no era lo que imaginaba que sonaría. Tan seria y de negocios sin una gota de sentimiento negativo en ellas. -Pero como él ha dicho, estamos un poco atados de manos en estos momentos e incluso aunque haya tesoros esperándonos si conseguimos aquella joya, son solo palabras tuyas. Podemos ayudarte pero espero puedas ayudarnos con algo más tangible- Probablemente no haya sido mi mejor discurso, el humano a mi lado era el de la verborragia pero esperaba que no le molestara el que quisiera cobrar aunque fuera algo por adelantado... Yo no daba caridad, si lo hiciera sería un monje en las montañas y no una carroñera.
La voz de Lazid, la pelea y de nuevo el griterío sin control a nuestro alrededor todo amontonándose tan rápido que no sabría por donde comenzar a "ordenar". No, no teníamos las manos atadas, estábamos hasta el cuello de atados en nuestro intento por mantener a los muy malditos un poco más estables. -La señorita ha venido desde muy lejos y hubiera sido de mala educación no escuchar su petición primero, ademas no deseábamos interrumpirle- Sí, lo aderecé un poco. Lazid estaba más enfocado en Owens que en mi y eso era un alivio. Ya estaba un poco agotada de las ganas fervientes de asesinarlo que surgían en mi cada vez que le oía dirigirme la palabra. -¿Que tal drogas? Sería muy útil algo que los deje lo bastante activos como para trabajar y lo suficientemente dóciles para acatar ordenes o preferirla más que matarse entre si, aunque lo ultimo es algo excluyente.- Me encogí de hombros mientras me estiraba como un gato.
Ella era tan delicada, su caminar era suave y ni era necesario hablar de su postura cuando se sentó con cara de asco. Era como una flor que crece en medio del fango, demasiado bella y exquisita pero dudaba que alguien así perteneciera a un lugar como este; no me inspiraba confianza -nadie aquí lo inspiraba si iba al caso- pero, no lo sé. Tal vez me sentía intimidada por como llamaba la atención de todos incluyendo la de Matt. ¿Celos es como le llaman? ¿Por qué era más bonita que yo? Ni siquiera recuerdo cuando es que me empezó a importar demasiado ser la más agradable a ver... Algo malo tendría que tener la comida de aquí para que mi personalidad se vea tan alterada por ella. "¿Sera por su poder? Yo no tendría la más mínima posibilidad de tocarle un pelo si Mimilú puede parar mi corazón con solo mirarme." ¡Ah! eso era. Sobrecogimiento de que esta mujer era capaz de destruir todo lo que planeábamos en un abrir y cerrar de ojos, y que no había nadie aquí que pudiese frenarla si se le antojaba hacerlo.
Los dejé hablar tranquilamente un rato, sinceramente no estaba muy atenta al comienzo y tampoco quería arriesgarme de que en mis ojos se viera cuan perturbada estaba; los ladrones que estaban justo al alcance de mi vista eran mucho más entretenidos de ver. No dejaban de darse golpe tras golpe y juraría que vi un par de dientes salir volando y a alguien rebuscando uno que era de un brillo demasiado dorado como para ser de suciedad... Creo que luego iría a conseguir ese diente.
Quizá fue un cambio en el aire o una pequeña simpatía por Matt lo que me hizo redirigir mi atención a nuestra invitada no tan deseada. Se lo debía pues no quería imaginar que sería de mi ahora si hubiera saltado a la yugular de Mimilú... Y no me gustó lo que escuché, al menos no del todo.
Acá había gato encerrado y no esperaría menos de ella, ¿pero de Matthew a punto de aceptar un trato tan escueto y mal hablado? ¡Ahg!. -Muz, nust koraav aan brit vahdin ahrk aar fun geh- Susurré mientras ponía mis ojos en blanco. Mi mano fue directo hasta el hombro de Matt para luego regresarla sobre mi regazo en una copia barata de las de la hechicera. -Estoy completamente de acuerdo con mi compañero de que lo que propones es llamativo y puedo asegurarte que este trabajo será satisfactorio para ambas partes por haberte tomado las molestias de venir hasta aquí y ofrecérnoslo.- Mi voz no era lo que imaginaba que sonaría. Tan seria y de negocios sin una gota de sentimiento negativo en ellas. -Pero como él ha dicho, estamos un poco atados de manos en estos momentos e incluso aunque haya tesoros esperándonos si conseguimos aquella joya, son solo palabras tuyas. Podemos ayudarte pero espero puedas ayudarnos con algo más tangible- Probablemente no haya sido mi mejor discurso, el humano a mi lado era el de la verborragia pero esperaba que no le molestara el que quisiera cobrar aunque fuera algo por adelantado... Yo no daba caridad, si lo hiciera sería un monje en las montañas y no una carroñera.
La voz de Lazid, la pelea y de nuevo el griterío sin control a nuestro alrededor todo amontonándose tan rápido que no sabría por donde comenzar a "ordenar". No, no teníamos las manos atadas, estábamos hasta el cuello de atados en nuestro intento por mantener a los muy malditos un poco más estables. -La señorita ha venido desde muy lejos y hubiera sido de mala educación no escuchar su petición primero, ademas no deseábamos interrumpirle- Sí, lo aderecé un poco. Lazid estaba más enfocado en Owens que en mi y eso era un alivio. Ya estaba un poco agotada de las ganas fervientes de asesinarlo que surgían en mi cada vez que le oía dirigirme la palabra. -¿Que tal drogas? Sería muy útil algo que los deje lo bastante activos como para trabajar y lo suficientemente dóciles para acatar ordenes o preferirla más que matarse entre si, aunque lo ultimo es algo excluyente.- Me encogí de hombros mientras me estiraba como un gato.
- Spoiler:
- Muz, nust koraav aan brit vahdin ahrk aar fun geh: Básicamente y si lo hice bien ahí tendría que decir algo como "Hombres, ven a una mujer hermosa y dicen que si a todo." (creo xD)
Oromë Vánadóttir
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Re: Fundación de Ciudad Lagarto [1° Parte] [Trama canon][Cerrado]
La dulce calma que logró el hechizo de terror de Mina, terminó por completo cuando los borrachos comenzaron a pelear. La bruja, aprovechando al paleto en llamas, evitó que Matthew le tomara la mano llevándola a su pecho y abriendo los ojos con gesto de desagradable sorpresa, siguiendo con la mirada el recorrido de la barbacoa con patas hasta que se tiró de cabeza en un charco que nadie podría decir a ciencia cierta de qué líquido era. -Pero es que aquí ustedes no tienen ningún tipo de orden... ¡esto es un jardín infantil!- comentó, sin cambiar la expresión de su rostro ni dejar de mirar el espectáculo de bestias y humanos que aquel campamento le ofrecía. -Pues no van a lograr nada con esta parranda de desadaptados... a este paso jamás van a poder llevar a cabo algún golpe, ni siquiera el mío que es tan pequeñito y sencillo- reflexionó y suspiró, viendo cómo ahora una prostituta le pegaba con un cucharón de palo al que antes estaba quemándose, por haberle echado abajo el tendedero de la ropa.
Aquella escena causó gracia a Mina, quien llevó unos dedos a sus labios en un gesto que pretendía ocultar la risa que disimulaba con una sonrisa. Movió un poco la cabeza para acomodar su preciosa melena en su espalda y escuchó a la chica, observándola con una alegre mirada. Notó cómo la muchacha enderezó su postura y adoptó gestos ligeramente más elegantes, que no dejaban de ser toscos, pero era un buen primer intento. Si seguía imitándola, seguro afinaría un poco. -Oh, pero yo no les pido que confíen solo en mi palabra... bien ejecutado el robo, verán con sus propios ojos el tesoro que les estaré entregando a cambio de su ayuda. Claro, esta empresa tiene sus riesgos, como todas las que van a emprender en el futuro, ningún botín está totalmente asegurado antes de tomarlo- y de aquello la ilusionista sabía bastante.
Resopló con desilusión, pero pronto compuso su postura, sobre todo cuando llegó el hombre lagarto. Por la forma en que Matthew trató al hombre, debía ser su superior, el Rey de aquella manada de perros. -Su Majestad...- saludó Mina poniéndose de pie y haciendo una elegante reverencia, de esas que se ven en la corte del Rey Siegfrid. Es que por supuesto, ella conocía bien el protocolo. -Qué honor tan grande que nos honre con su presencia- comentó -Por supuesto que no, vuestros siervos jamás osarían en hacer tratos a vuestras espaldas... es que una simple plebeya como yo no merece aparecer ante vos si lo que trae para proponer no es digno, ellos están evaluando, nada más- dijo, esbozando una enorme sonrisa, dedicada al Rey.
-Pero...- añadió, -...me han dejado en claro que nada pueden hacer por mí hasta que se ponga orden en este pequeño remanso que gobernáis y, si no os parece mucha indiscreción de mi parte, podría ayudarlos, si me dejáis, Majestad- pidió, con su dulce e inocente rostro. -Puedo haceros una demostración si gustáis- ofreció, y ahora su sonrisa y mirada eran de malicia.
Aquella escena causó gracia a Mina, quien llevó unos dedos a sus labios en un gesto que pretendía ocultar la risa que disimulaba con una sonrisa. Movió un poco la cabeza para acomodar su preciosa melena en su espalda y escuchó a la chica, observándola con una alegre mirada. Notó cómo la muchacha enderezó su postura y adoptó gestos ligeramente más elegantes, que no dejaban de ser toscos, pero era un buen primer intento. Si seguía imitándola, seguro afinaría un poco. -Oh, pero yo no les pido que confíen solo en mi palabra... bien ejecutado el robo, verán con sus propios ojos el tesoro que les estaré entregando a cambio de su ayuda. Claro, esta empresa tiene sus riesgos, como todas las que van a emprender en el futuro, ningún botín está totalmente asegurado antes de tomarlo- y de aquello la ilusionista sabía bastante.
Resopló con desilusión, pero pronto compuso su postura, sobre todo cuando llegó el hombre lagarto. Por la forma en que Matthew trató al hombre, debía ser su superior, el Rey de aquella manada de perros. -Su Majestad...- saludó Mina poniéndose de pie y haciendo una elegante reverencia, de esas que se ven en la corte del Rey Siegfrid. Es que por supuesto, ella conocía bien el protocolo. -Qué honor tan grande que nos honre con su presencia- comentó -Por supuesto que no, vuestros siervos jamás osarían en hacer tratos a vuestras espaldas... es que una simple plebeya como yo no merece aparecer ante vos si lo que trae para proponer no es digno, ellos están evaluando, nada más- dijo, esbozando una enorme sonrisa, dedicada al Rey.
-Pero...- añadió, -...me han dejado en claro que nada pueden hacer por mí hasta que se ponga orden en este pequeño remanso que gobernáis y, si no os parece mucha indiscreción de mi parte, podría ayudarlos, si me dejáis, Majestad- pidió, con su dulce e inocente rostro. -Puedo haceros una demostración si gustáis- ofreció, y ahora su sonrisa y mirada eran de malicia.
Mina Harker
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Re: Fundación de Ciudad Lagarto [1° Parte] [Trama canon][Cerrado]
Era notorio, al menos para Matthew, que Oromë no estaba conforme con la situación. Sintió su mano en el hombro y por un segundo el estafador pensó que iba a recibir un apretón “amistoso”, pero por suerte para él, la mujer estaba demostrando tener una gran paciencia. Asintió al escuchar las palabras de la dragona, pedir por pruebas más concretas parecía justo.
-Son un montón de bestias sin un objetivo preciso, es cierto – El hombre lo dijo bien claro y sin temor de que los aludidos lo escucharan – Es cierto que ahora no podrían hacer nada, y muy lejos de mi intención está el querer defenderlos, pero hay que ser sinceros, llegamos hace muy poco y este no será nuestro asentamiento definitivo – Se suponía que si las negociaciones salían bien, su nuevo hogar estaría del otro lado del muro de los Bios.
Lazid miró a Matthew de esa manera que le hacía entender claramente que estaba sentado donde no correspondía, el estafador hizo una de sus sonrisas encantadoras y se puso en pie, dejándole su tocón al hombre-lagarto para que se siente frente a Mimilú. El Virrey se quedó parado con la espalda bien derecha junto al Rey, nada en su actitud demostraba que estuviera molesto o irritado en lo más mínimo.
-Me gusta lo que dices, Joven Dragona – Ya que Lazid se consideraba a si mismo como un dragón, solía tratar a Oromë como a un igual - ¿Qué tipo de drogas tienes en mente? ¿Cómo vamos a conseguirlas? –
-Al contrario que con el alcohol, debería ser algo bien administrado o estaremos en otro tipo de problema – Aportó Matthew su opinión – Pero estoy seguro que nuestra Jefa de Salud Pública tiene habilidades de sobra para manejar la situación – El estafador sinceramente lo creía, además, era muy bueno delegando responsabilidades.
-Sin duda tengo muchos deseos de saber qué clase de cosas puedes hacer – Dijo Lazid mirando a Mimilú – Debes tener más habilidades que las que se ven a simple vista ¿Cómo sino llega una jovencita como tu al centro de un campamento de bandidos sin recibir siquiera un rasguño? Claramente espero una explicación –
El Hombre-Lagarto se mostraba curioso ante la presencia de la bruja, Matthew en cambio mantenía cierta prudencia, había tenido muchas experiencias con hechiceros, y la mayoría de ellas habían sido desagradables. Mientras Lazid y Mimilú hablaban, el estafador miraba de modo distraído el campamento, era un verdadero caos, un agradable cosquilleo le recorría el cuerpo al estar en presencia de tal nivel de anarquía.
-Tendrán que disculparme, pero hay algo que requiere de mi atención- Hizo una reverencia frente a la bruja – Señorita Mimilú, es un verdadero placer el tenerla entre nosotros, espero que podamos seguir hablando más tarde. Estoy seguro que encontraremos más de un tema en común - Al darse la vuelta sonrió y le guiño un ojo a Oromë.
Luego con paso decidido comenzó a caminar por el campamento, una idea comenzaba a surgir en su mente y tenía que tomarla antes de que fuera demasiado tarde. Buscó entre las carpas, también cerca de las fogatas y en cualquier otro sitio donde hubiese varias personas reunidas. Buscaba algo en concreto: A las prostitutas.
-Se los digo y espero que no me tomen por un vil mentiroso. En verdad creo que ustedes serán el centro de esta ciudad, las que le pondrán empuje a esta odisea – Les repetía Matthew cada vez que encontraba a varias – Pero no será sencillo, y más de uno intentará hacerlas a un lado ¡Deben organizarse, Queridas Mías! Y yo sé cómo pueden lograrlo – En la mente de Owens se veía muy claro, no sería un simple lupanar, eso lo tenía cualquier pueblucho, claro que no, sería algo mucho más grande.
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Subrayado: Matthew Usar su Habilidad de lvl 0 "Charlatán"
-Son un montón de bestias sin un objetivo preciso, es cierto – El hombre lo dijo bien claro y sin temor de que los aludidos lo escucharan – Es cierto que ahora no podrían hacer nada, y muy lejos de mi intención está el querer defenderlos, pero hay que ser sinceros, llegamos hace muy poco y este no será nuestro asentamiento definitivo – Se suponía que si las negociaciones salían bien, su nuevo hogar estaría del otro lado del muro de los Bios.
Lazid miró a Matthew de esa manera que le hacía entender claramente que estaba sentado donde no correspondía, el estafador hizo una de sus sonrisas encantadoras y se puso en pie, dejándole su tocón al hombre-lagarto para que se siente frente a Mimilú. El Virrey se quedó parado con la espalda bien derecha junto al Rey, nada en su actitud demostraba que estuviera molesto o irritado en lo más mínimo.
-Me gusta lo que dices, Joven Dragona – Ya que Lazid se consideraba a si mismo como un dragón, solía tratar a Oromë como a un igual - ¿Qué tipo de drogas tienes en mente? ¿Cómo vamos a conseguirlas? –
-Al contrario que con el alcohol, debería ser algo bien administrado o estaremos en otro tipo de problema – Aportó Matthew su opinión – Pero estoy seguro que nuestra Jefa de Salud Pública tiene habilidades de sobra para manejar la situación – El estafador sinceramente lo creía, además, era muy bueno delegando responsabilidades.
-Sin duda tengo muchos deseos de saber qué clase de cosas puedes hacer – Dijo Lazid mirando a Mimilú – Debes tener más habilidades que las que se ven a simple vista ¿Cómo sino llega una jovencita como tu al centro de un campamento de bandidos sin recibir siquiera un rasguño? Claramente espero una explicación –
El Hombre-Lagarto se mostraba curioso ante la presencia de la bruja, Matthew en cambio mantenía cierta prudencia, había tenido muchas experiencias con hechiceros, y la mayoría de ellas habían sido desagradables. Mientras Lazid y Mimilú hablaban, el estafador miraba de modo distraído el campamento, era un verdadero caos, un agradable cosquilleo le recorría el cuerpo al estar en presencia de tal nivel de anarquía.
-Tendrán que disculparme, pero hay algo que requiere de mi atención- Hizo una reverencia frente a la bruja – Señorita Mimilú, es un verdadero placer el tenerla entre nosotros, espero que podamos seguir hablando más tarde. Estoy seguro que encontraremos más de un tema en común - Al darse la vuelta sonrió y le guiño un ojo a Oromë.
Luego con paso decidido comenzó a caminar por el campamento, una idea comenzaba a surgir en su mente y tenía que tomarla antes de que fuera demasiado tarde. Buscó entre las carpas, también cerca de las fogatas y en cualquier otro sitio donde hubiese varias personas reunidas. Buscaba algo en concreto: A las prostitutas.
-Se los digo y espero que no me tomen por un vil mentiroso. En verdad creo que ustedes serán el centro de esta ciudad, las que le pondrán empuje a esta odisea – Les repetía Matthew cada vez que encontraba a varias – Pero no será sencillo, y más de uno intentará hacerlas a un lado ¡Deben organizarse, Queridas Mías! Y yo sé cómo pueden lograrlo – En la mente de Owens se veía muy claro, no sería un simple lupanar, eso lo tenía cualquier pueblucho, claro que no, sería algo mucho más grande.
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Subrayado: Matthew Usar su Habilidad de lvl 0 "Charlatán"
Matthew Owens
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Re: Fundación de Ciudad Lagarto [1° Parte] [Trama canon][Cerrado]
Pobre muchacha, mi forma de ver el mundo tal vez fuera algo corta pero la de ella era cerrada como la caja fuerte más segura del mundo. ¿Acaso creía que aquí todos estaríamos con nuestras mejores galas y le serviríamos té en una taza de porcelana? Esto era un lugar de mala muerte en el lugar más peligroso de todo Aerandir y si no tenías una actitud fuerte te convertías en el blanco de cualquier idiota que se cruzara contigo.
Sí, ella tendría esa cosa rara de volver estúpidos e inútiles a quien la mirara y eso bien podría ser una razón de más para que no necesitara cambiar su personalidad pedante pero la costumbre aquí era resolver las cosas mucho antes de que empezaran y luego no había nada más.
Yo podría odiar mi trabajo y el titulo que venía con este pero como mujer tenía que lucirme de algún modo y esta era la única forma que conocía.
-La gente que esta aquí ahora no es ni una cuarta parte de la cantidad con la que logramos adquirir el dinero que poseemos. No menosprecies lo que vez. Todos aquí tienen una única motivación y es el oro, si lo tienes ellos serán tuyos para conseguir lo que quieras- Tenía la intención de decirle que si su trabajo era tan simple y sencillo, ¿como era que ella con su demostración anterior no había logrado tal propósito?
Tal vez la ultima palabra la llevara Lazid si el aceptaba que valía la pena el riesgo de terminar prisioneros o muertos en lo que parecía ser la cueva del lobo pero incluso así, detrás de él estábamos Owens, Rumpel y yo; y por mi parte era un no hasta que todo esto estuviera asegurado. No tenía dudas de que el lagarto aceptaría más pronto que tarde y viendo que mis compañeros estaban ocupados en otros asuntos, recaía en mi el empezar a planear una manera de no arruinar este trabajo antes de que empezara.
"Y ahí está de nuevo, su obsesión por ser un dragón. Qué necio" Y encima me decía joven, seguramente era más vieja que él -No será barato pero lo mejor sería hacerlas nosotros mismos para evitarnos eso. Tengo a alguien en mente pero me tomará tiempo encontrarlo- En mi cabeza ya comenzaba a formarse la idea.
Mentiría si dijera que no estaba para nada tensa cuando Lazid preguntó como ella había llegado sin problemas. Que Mimilú lo hiciera sufrir un poco era como música para mis oídos pero... -La dama aquí presente tiene un método muy efectivo para tranquilizar a los más problemáticos. Sería muy eficaz para aflojarle la lengua a cualquiera, incluso más que yo- No esperaba un gracias por tratarla tan amablemente; esperaba cobrármelo algún día.
Hice un gesto a uno de los ladrones que merodeaba, exactamente el mismo que había tomado el diente de oro del suelo un rato antes y en un movimiento lo senté en mi lugar y me quedé detrás de él, sujetándolo por los hombros mientras mis garras crecían y se clavaban en la carne. -Mimilú, si deseas hacer tu demostración es todo tuyo. A la vez, Matthew abandonaba el barco a hacer los dioses sabrán qué. Iba a meterle ese guiño de un puñetazo en su maldito tra... Olvídalo.
-Dinos Mimilú, ahora que mi Rey está aquí presente, un poco sobre tus ideas para ayudarnos a fundar la ciudad ademas del trabajo que propones, por supuesto. Claramente se te pagará por tus servicios una vez que estemos bien establecidos.- ¿Tal vez? Yo no era tesorera. Y ¿debería dejar en claro que las palabras "mi rey" saben a ácido en mi boca?.
Sí, ella tendría esa cosa rara de volver estúpidos e inútiles a quien la mirara y eso bien podría ser una razón de más para que no necesitara cambiar su personalidad pedante pero la costumbre aquí era resolver las cosas mucho antes de que empezaran y luego no había nada más.
Yo podría odiar mi trabajo y el titulo que venía con este pero como mujer tenía que lucirme de algún modo y esta era la única forma que conocía.
-La gente que esta aquí ahora no es ni una cuarta parte de la cantidad con la que logramos adquirir el dinero que poseemos. No menosprecies lo que vez. Todos aquí tienen una única motivación y es el oro, si lo tienes ellos serán tuyos para conseguir lo que quieras- Tenía la intención de decirle que si su trabajo era tan simple y sencillo, ¿como era que ella con su demostración anterior no había logrado tal propósito?
Tal vez la ultima palabra la llevara Lazid si el aceptaba que valía la pena el riesgo de terminar prisioneros o muertos en lo que parecía ser la cueva del lobo pero incluso así, detrás de él estábamos Owens, Rumpel y yo; y por mi parte era un no hasta que todo esto estuviera asegurado. No tenía dudas de que el lagarto aceptaría más pronto que tarde y viendo que mis compañeros estaban ocupados en otros asuntos, recaía en mi el empezar a planear una manera de no arruinar este trabajo antes de que empezara.
"Y ahí está de nuevo, su obsesión por ser un dragón. Qué necio" Y encima me decía joven, seguramente era más vieja que él -No será barato pero lo mejor sería hacerlas nosotros mismos para evitarnos eso. Tengo a alguien en mente pero me tomará tiempo encontrarlo- En mi cabeza ya comenzaba a formarse la idea.
Mentiría si dijera que no estaba para nada tensa cuando Lazid preguntó como ella había llegado sin problemas. Que Mimilú lo hiciera sufrir un poco era como música para mis oídos pero... -La dama aquí presente tiene un método muy efectivo para tranquilizar a los más problemáticos. Sería muy eficaz para aflojarle la lengua a cualquiera, incluso más que yo- No esperaba un gracias por tratarla tan amablemente; esperaba cobrármelo algún día.
Hice un gesto a uno de los ladrones que merodeaba, exactamente el mismo que había tomado el diente de oro del suelo un rato antes y en un movimiento lo senté en mi lugar y me quedé detrás de él, sujetándolo por los hombros mientras mis garras crecían y se clavaban en la carne. -Mimilú, si deseas hacer tu demostración es todo tuyo. A la vez, Matthew abandonaba el barco a hacer los dioses sabrán qué. Iba a meterle ese guiño de un puñetazo en su maldito tra... Olvídalo.
-Dinos Mimilú, ahora que mi Rey está aquí presente, un poco sobre tus ideas para ayudarnos a fundar la ciudad ademas del trabajo que propones, por supuesto. Claramente se te pagará por tus servicios una vez que estemos bien establecidos.- ¿Tal vez? Yo no era tesorera. Y ¿debería dejar en claro que las palabras "mi rey" saben a ácido en mi boca?.
Oromë Vánadóttir
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Re: Fundación de Ciudad Lagarto [1° Parte] [Trama canon][Cerrado]
Una nueva idea estaba revoloteando por la cabeza de la ilusionista: partirle su mandarina en gajos a esa mujer. Pero, ¿por qué? ¿Sería que detestaba la forma condescendiente en que la trababa? ¿O más bien porque cada vez que abría la boca era para desafiarla? ¿O sería porque parecía no haberse peinado en días? Ay sí, seguro era eso último. Es que cómo es posible tanto descuido...
Sonrió y miró a la chica con sus ojitos vivarachos -Un solo hombre no es demostración suficiente para un rey- dijo, poniéndose de pie -Si Su Majestad quiere imponer orden en su ciudad, no se puede ir uno por uno, ¿cierto?- comentó, haciendo una leve reverencia a Lazid antes de darle la espalda él y a la chica. -Todos tienen que saber de primera mano de lo que su Rey es capaz si no obedecen...- dijo, pero esta vez más para si misma que para ellos. Su voz sonó grave y rasposa, tétrica, para aquel cuerpecito esbelto y esa carita preciosa.
Inhaló y exhaló fuerte por la nariz, levantó el rostro y extendió los brazos, para darle dramatismo a la cosa. Los hombres se voltearon a verla, curiosos de lo que haría ahora esa mujer. Y aquel que no la miraba con curiosidad, lo hacía con pánico, pues habían sido víctimas ya de sus juegos mentales.
Y entonces, de la nada, sombras. Sombras rodearon el cuerpo de la mujer, atrapándola como lenguas que se envolvían a su alrededor, tiñéndola de negro. Solo sus ojos de serpiente se veían, brillando dorados entre tanta oscuridad. Y los hombres quedaron quietos, callados, ahogados en aquella oscuridad absoluta en la que sus mentes ahora se perdían. Mina solo estaba imitando a su amiga entrañable, Lyn, a quien alguna vez vio envuelta en sombras y generando un dolor inmenso en los hombres contra quienes luchaba. Esa Lyn era de temer.
Pero como ella no entendía bien cómo funcionaba esa magia de los vampiros, ella solo podía echar mano de lo que como ilusionista conocía, y eso era, ,jugar tretas a las mentes de los hombres, sobre todo la de los hombres básicos y simplones como los que en ese lugar abundaban. Lo más fácil era hacerlos ver sus propios miedos, ¡y ella ni siquiera tenía que conocerlos! Ellos solos los proyectaban en esa oscuridad que ella los hacía ver.
Al tenerlos todos quietos de pánico, bajo sus brazos -No teman...- dijo, con una voz dulce, tan dulce y conmovida como su expresión de lástima -Yo os puedo proteger de eso que tanto teméis... lo sacaré de vuestras mentes- aseguró -...solo si juráis por vuestras vidas que obedeceréis- exclamó, quitando la oscuridad de las mentes de todos los afectados -Pues si no...- amenazó, acercándose al primer desgraciado que había en su camino, tomando su rostro con una mano y mirándolo con sus temibles ojos de serpiente.
Brillaban dorados y eran aterradores, tanto como su desencajada sonrisa al ver cómo se retorcía el tipejo, a quien había sumido de nuevo en la oscuridad, con unos gritos ahogados que erizaban la piel de quien lo escuchara. Levantó la mirada y soltó al hombre, quien había caído lentamente al suelo. Ella, que estaba agachada junto a él, se levantó y quitó el velo de oscuridad de la mente del infortunado, dejándolo hecho un ovillo tembloroso con espuma en la boca. Todos los presentes vieron aterrorizados
La hermosa ilusionista se giró para mirar a Lazid y a la muchacha -Así, Mi Señor, es como se controlan las masas... bueno... a su masa...- y el silencio tras de ella así lo confirmaba. Solo se sintió el trajín de la gente que súbitamente comenzó a buscar qué hacer, para no quedarse allí, cerca de la bruja.
Mina volvió a sentarse en su tocón, con las piernas cruzadas elegantemente -Y bueno, Su Majestad, entonces si yo os ayudo con el control de vuestra gente, ¿vosotros me ayudaréis con mi pequeño proyecto?- preguntó, como si nada, luego de hacer tamaño espectáculo.
Sonrió y miró a la chica con sus ojitos vivarachos -Un solo hombre no es demostración suficiente para un rey- dijo, poniéndose de pie -Si Su Majestad quiere imponer orden en su ciudad, no se puede ir uno por uno, ¿cierto?- comentó, haciendo una leve reverencia a Lazid antes de darle la espalda él y a la chica. -Todos tienen que saber de primera mano de lo que su Rey es capaz si no obedecen...- dijo, pero esta vez más para si misma que para ellos. Su voz sonó grave y rasposa, tétrica, para aquel cuerpecito esbelto y esa carita preciosa.
Inhaló y exhaló fuerte por la nariz, levantó el rostro y extendió los brazos, para darle dramatismo a la cosa. Los hombres se voltearon a verla, curiosos de lo que haría ahora esa mujer. Y aquel que no la miraba con curiosidad, lo hacía con pánico, pues habían sido víctimas ya de sus juegos mentales.
Y entonces, de la nada, sombras. Sombras rodearon el cuerpo de la mujer, atrapándola como lenguas que se envolvían a su alrededor, tiñéndola de negro. Solo sus ojos de serpiente se veían, brillando dorados entre tanta oscuridad. Y los hombres quedaron quietos, callados, ahogados en aquella oscuridad absoluta en la que sus mentes ahora se perdían. Mina solo estaba imitando a su amiga entrañable, Lyn, a quien alguna vez vio envuelta en sombras y generando un dolor inmenso en los hombres contra quienes luchaba. Esa Lyn era de temer.
Pero como ella no entendía bien cómo funcionaba esa magia de los vampiros, ella solo podía echar mano de lo que como ilusionista conocía, y eso era, ,jugar tretas a las mentes de los hombres, sobre todo la de los hombres básicos y simplones como los que en ese lugar abundaban. Lo más fácil era hacerlos ver sus propios miedos, ¡y ella ni siquiera tenía que conocerlos! Ellos solos los proyectaban en esa oscuridad que ella los hacía ver.
Al tenerlos todos quietos de pánico, bajo sus brazos -No teman...- dijo, con una voz dulce, tan dulce y conmovida como su expresión de lástima -Yo os puedo proteger de eso que tanto teméis... lo sacaré de vuestras mentes- aseguró -...solo si juráis por vuestras vidas que obedeceréis- exclamó, quitando la oscuridad de las mentes de todos los afectados -Pues si no...- amenazó, acercándose al primer desgraciado que había en su camino, tomando su rostro con una mano y mirándolo con sus temibles ojos de serpiente.
Brillaban dorados y eran aterradores, tanto como su desencajada sonrisa al ver cómo se retorcía el tipejo, a quien había sumido de nuevo en la oscuridad, con unos gritos ahogados que erizaban la piel de quien lo escuchara. Levantó la mirada y soltó al hombre, quien había caído lentamente al suelo. Ella, que estaba agachada junto a él, se levantó y quitó el velo de oscuridad de la mente del infortunado, dejándolo hecho un ovillo tembloroso con espuma en la boca. Todos los presentes vieron aterrorizados
La hermosa ilusionista se giró para mirar a Lazid y a la muchacha -Así, Mi Señor, es como se controlan las masas... bueno... a su masa...- y el silencio tras de ella así lo confirmaba. Solo se sintió el trajín de la gente que súbitamente comenzó a buscar qué hacer, para no quedarse allí, cerca de la bruja.
Mina volvió a sentarse en su tocón, con las piernas cruzadas elegantemente -Y bueno, Su Majestad, entonces si yo os ayudo con el control de vuestra gente, ¿vosotros me ayudaréis con mi pequeño proyecto?- preguntó, como si nada, luego de hacer tamaño espectáculo.
Mina Harker
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Re: Fundación de Ciudad Lagarto [1° Parte] [Trama canon][Cerrado]
Se había formado un círculo alrededor del estafador, damas de todas las edades, etnias y clases lo escuchaban con atención mientras endulzaba las palabras. Les describía con lujo de detalle cómo sería la ciudad una vez que estuviera terminada, y en ella, en lo que sería el corazón mismo de la caótica urbe, estarían todas ellas.
Las mujeres se sonreían con picardía, Matthew estaba sentado en el piso, hablándoles con una mano en el corazón y las piernas cruzadas, en su tono se podía sentir la sinceridad y el compromiso que compartía con ellas ante semejante causa. Una de las prostitutas que estaba sentada en un banco atrás de Owens, entre risas, lo rodeó con sus piernas y comenzó a jugar con su pelo. El estafador se dejó hacer, sonriendo complacido.
-¿Cuál es el momento en el que el hombre se encuentra más desprotegido? ¿Ante quién se atreve a mostrar sus flaquezas? A contar sus más oscuros secretos... Hasta el caballero más valiente y más fuerte se relaja y baja la guardia ante sus embrujos, Mis Encantadoras Damas – Estiró la cabeza hacia atrás mientras la mujer pasaba los dedos por su cabello.
-Todo eso suena muy bien, Niño Bonito – Le dijo mientras continuaba acariciando, la dama en cuestión parecía superar en edad incluso a Matthew, por lo mismo le sonreía con complacencia – He vivido lo suficiente como para saber que ningún hombre nos dará nada sin pedir algo a cambio –
-Simplemente estoy señalando algo que es obvio ¿No lo creen así? – Respondió el estafador sonriendo de modo encantador.
Se escuchó una carcajada entre el público, era un tipo de risa que ninguna dama de bien dejaría que se escuche, de esas que muestra todos los dientes sin preocupación alguna del “qué dirán”. Owens acompaño con una carcajada más discreta, intentando mantener los ánimos altos.
-Créanme cuando les digo, lo único que necesitan es organizarse, una vez que lleguen a un acuerdo entre ustedes, no hay fuerza alguna que pueda detenerlas – Otra mujer se sentó a la derecha y acercó su escote de modo provocativo.
-Me gusta tu modo de pensar – La mano de la mujer fue directo a la entrepierna de Matthew, el hombre se mantuvo impávido, sabía que estos eran momentos cruciales de la conversación.
-Y a mí me encanta tu modo de negociar – Le respondió sin apartar la mirada de sus ojos – Intentemos concentrarnos en esto… -
-¿Qué es lo que nuestro Querido Virrey vino a buscar en realidad? –
-Su ayuda, eso es lo que necesito – Dijo en un tono serio y sincero.
-¿De nosotras? ¿Por qué no vas con los guerreros o los asesinos? Es lo que abunda en este agujero infernal –
-Que poco me conocen, estoy exactamente en el sitio que deseo estar – Agarró la mano de otra de las muchachas que estaba alrededor y la beso como si se tratara del ser más hermoso de la tierra – Si ustedes me prestan su fuerza, juro que ya no tendrán que sufrir maltrato alguno – La chica a la que se dirigía tenía un horrible moretón en el ojo y había perdido algunos dientes producto de una golpiza – Nadie se atreverá a faltarles el respeto – Agregó levantando la vista hacía la mujer mayor que aún tenía sus dedos entrelazados con el pelo de Matt – En su terreno serán ustedes quienes manden, y no ellos – Paso un brazo alrededor de la cintura de la dama que había apoyado sus pechos en el brazo de Owens.
-Entonces ¿Tendremos el apoyo del Virrey? –
-Y mi total y absoluta devoción – Dejó asomar una sonrisa traviesa.
Un murmullo se extendió por todo el lugar, los bandidos pasaban por atrás y miraban con curiosidad lo que estaba pasando, sin entenderlo del todo. Pero rápidamente eran espantados por las miradas iracundas de las damas, habían comenzado a caer en el discurso del estafador.
Las mujeres se sonreían con picardía, Matthew estaba sentado en el piso, hablándoles con una mano en el corazón y las piernas cruzadas, en su tono se podía sentir la sinceridad y el compromiso que compartía con ellas ante semejante causa. Una de las prostitutas que estaba sentada en un banco atrás de Owens, entre risas, lo rodeó con sus piernas y comenzó a jugar con su pelo. El estafador se dejó hacer, sonriendo complacido.
-¿Cuál es el momento en el que el hombre se encuentra más desprotegido? ¿Ante quién se atreve a mostrar sus flaquezas? A contar sus más oscuros secretos... Hasta el caballero más valiente y más fuerte se relaja y baja la guardia ante sus embrujos, Mis Encantadoras Damas – Estiró la cabeza hacia atrás mientras la mujer pasaba los dedos por su cabello.
-Todo eso suena muy bien, Niño Bonito – Le dijo mientras continuaba acariciando, la dama en cuestión parecía superar en edad incluso a Matthew, por lo mismo le sonreía con complacencia – He vivido lo suficiente como para saber que ningún hombre nos dará nada sin pedir algo a cambio –
-Simplemente estoy señalando algo que es obvio ¿No lo creen así? – Respondió el estafador sonriendo de modo encantador.
Se escuchó una carcajada entre el público, era un tipo de risa que ninguna dama de bien dejaría que se escuche, de esas que muestra todos los dientes sin preocupación alguna del “qué dirán”. Owens acompaño con una carcajada más discreta, intentando mantener los ánimos altos.
-Créanme cuando les digo, lo único que necesitan es organizarse, una vez que lleguen a un acuerdo entre ustedes, no hay fuerza alguna que pueda detenerlas – Otra mujer se sentó a la derecha y acercó su escote de modo provocativo.
-Me gusta tu modo de pensar – La mano de la mujer fue directo a la entrepierna de Matthew, el hombre se mantuvo impávido, sabía que estos eran momentos cruciales de la conversación.
-Y a mí me encanta tu modo de negociar – Le respondió sin apartar la mirada de sus ojos – Intentemos concentrarnos en esto… -
-¿Qué es lo que nuestro Querido Virrey vino a buscar en realidad? –
-Su ayuda, eso es lo que necesito – Dijo en un tono serio y sincero.
-¿De nosotras? ¿Por qué no vas con los guerreros o los asesinos? Es lo que abunda en este agujero infernal –
-Que poco me conocen, estoy exactamente en el sitio que deseo estar – Agarró la mano de otra de las muchachas que estaba alrededor y la beso como si se tratara del ser más hermoso de la tierra – Si ustedes me prestan su fuerza, juro que ya no tendrán que sufrir maltrato alguno – La chica a la que se dirigía tenía un horrible moretón en el ojo y había perdido algunos dientes producto de una golpiza – Nadie se atreverá a faltarles el respeto – Agregó levantando la vista hacía la mujer mayor que aún tenía sus dedos entrelazados con el pelo de Matt – En su terreno serán ustedes quienes manden, y no ellos – Paso un brazo alrededor de la cintura de la dama que había apoyado sus pechos en el brazo de Owens.
-Entonces ¿Tendremos el apoyo del Virrey? –
-Y mi total y absoluta devoción – Dejó asomar una sonrisa traviesa.
Un murmullo se extendió por todo el lugar, los bandidos pasaban por atrás y miraban con curiosidad lo que estaba pasando, sin entenderlo del todo. Pero rápidamente eran espantados por las miradas iracundas de las damas, habían comenzado a caer en el discurso del estafador.
Matthew Owens
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Re: Fundación de Ciudad Lagarto [1° Parte] [Trama canon][Cerrado]
Sería cuestión de tiempo hasta que me hartara y la asesinara en su cama, el único problema era Lazid, estaba fascinado con lo que la bruja podía hacer sin considerar que Mimilú no estaría siempre disponible para controlar a la muchedumbre y que seguramente yo no seria la única esperando a que se durmiera.
Lo primero que haría sería arrancarle los ojos con mis garras así me evitaría, o al menos eso esperaba, sus hechizos y luego se los lanzaría a los kags no sin antes matarlos de hambre por una semana. Con esto esperaba que el sabor los tentara tanto como para hacer una masacre con ella... Toda una obra de arte.
Lo que me alegraba era que tal vez ella no supiera de donde provenía pero por los dioses yo si sabia la clase de mujer vacía que era ella, con su elegancia y pulcritud en medio de un campamento de la peor calaña en la historia. "Se habrá cansado de recibirlo todo en bandeja de plata... O alguien de dárselo".
-Realmente señorita, eso a sido una demostración digna.- Las manos escamosas de Lazid aplaudían con emoción mientras que yo, ya había visto sus trucos, no me sorprendería una segunda vez. -Encantador, pero somos asesinos y ladrones no una maldita guardería. Tarde o temprano tendrá una sonrisa roja en su garganta- No agregué que podría llegar a ser yo quien se la regalara, pero Lazid mantuvo una mirada sería sopesando mis palabras. -Es verdad, tampoco podemos dejar que se desquicien o dejen de trabajar. ¿Tiene algo mas que proponer?- Un pequeño tic en mi ceja derecha, señal de mis estribos yéndose a la deriva. -No señor, sí usted cree que será útil.- Hice una leve reverencia y me acerqué a Mimilú. Pocos centímetros evitaban que nuestras narices se tocaran. -Reconozco que eres buena, no soy estúpida como para no notarlo... Pero, las pesadillas acaban al despertar y yo prefiero cuando se vuelven realidad- Y como quien no quiere la cosa le sonreí para mostrarle mis afilados dientes a la vez que mis ojos cambiaban para asemejarse a los de una serpiente.
No me quedé a ver su reacción, me di media vuelta alejándome con un leve movimiento de mi mano a modo de saludo. -Hablaremos luego de tu trabajo, haré que alguien consiga un lugar para que duermas si es que te quedas.- Ya no había amabilidad en mi voz. A lo lejos Tauro se acercaba con un ciervo colgando en sus hombros y una flecha sobresalía del ojo del animal; de todas las personas con las que debía lidiar, él era uno de los pocos que no me molestaba.
D'Leh, uno de los más jóvenes que ayudaba en toda clase de tareas se acercó a mi a la espera. Creo que el veía en mi la molestia sin que tuviera que abrir la boca. -Prepara una tienda para la bruja, lo más lejos posible de las nuestras y quiero que la vigilen en todo momento cuando este con Lazid. Dile a Tauro que asigne a alguien más para la cocina y se quede cerca de nuestro "Querido Rey"- Puse los ojos en blanco mientras me dirigía a un grupo de hombres afilando armas. -Hola muchachos, tengo un trabajo para ustedes- Aún seguía con la apariencia que le había mostrado a Mimilú pero ninguno de ellos demostró alguna seña de perturbación. "Perfecto" pensé.
Lo primero que haría sería arrancarle los ojos con mis garras así me evitaría, o al menos eso esperaba, sus hechizos y luego se los lanzaría a los kags no sin antes matarlos de hambre por una semana. Con esto esperaba que el sabor los tentara tanto como para hacer una masacre con ella... Toda una obra de arte.
Lo que me alegraba era que tal vez ella no supiera de donde provenía pero por los dioses yo si sabia la clase de mujer vacía que era ella, con su elegancia y pulcritud en medio de un campamento de la peor calaña en la historia. "Se habrá cansado de recibirlo todo en bandeja de plata... O alguien de dárselo".
-Realmente señorita, eso a sido una demostración digna.- Las manos escamosas de Lazid aplaudían con emoción mientras que yo, ya había visto sus trucos, no me sorprendería una segunda vez. -Encantador, pero somos asesinos y ladrones no una maldita guardería. Tarde o temprano tendrá una sonrisa roja en su garganta- No agregué que podría llegar a ser yo quien se la regalara, pero Lazid mantuvo una mirada sería sopesando mis palabras. -Es verdad, tampoco podemos dejar que se desquicien o dejen de trabajar. ¿Tiene algo mas que proponer?- Un pequeño tic en mi ceja derecha, señal de mis estribos yéndose a la deriva. -No señor, sí usted cree que será útil.- Hice una leve reverencia y me acerqué a Mimilú. Pocos centímetros evitaban que nuestras narices se tocaran. -Reconozco que eres buena, no soy estúpida como para no notarlo... Pero, las pesadillas acaban al despertar y yo prefiero cuando se vuelven realidad- Y como quien no quiere la cosa le sonreí para mostrarle mis afilados dientes a la vez que mis ojos cambiaban para asemejarse a los de una serpiente.
No me quedé a ver su reacción, me di media vuelta alejándome con un leve movimiento de mi mano a modo de saludo. -Hablaremos luego de tu trabajo, haré que alguien consiga un lugar para que duermas si es que te quedas.- Ya no había amabilidad en mi voz. A lo lejos Tauro se acercaba con un ciervo colgando en sus hombros y una flecha sobresalía del ojo del animal; de todas las personas con las que debía lidiar, él era uno de los pocos que no me molestaba.
D'Leh, uno de los más jóvenes que ayudaba en toda clase de tareas se acercó a mi a la espera. Creo que el veía en mi la molestia sin que tuviera que abrir la boca. -Prepara una tienda para la bruja, lo más lejos posible de las nuestras y quiero que la vigilen en todo momento cuando este con Lazid. Dile a Tauro que asigne a alguien más para la cocina y se quede cerca de nuestro "Querido Rey"- Puse los ojos en blanco mientras me dirigía a un grupo de hombres afilando armas. -Hola muchachos, tengo un trabajo para ustedes- Aún seguía con la apariencia que le había mostrado a Mimilú pero ninguno de ellos demostró alguna seña de perturbación. "Perfecto" pensé.
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Re: Fundación de Ciudad Lagarto [1° Parte] [Trama canon][Cerrado]
El Rey del campamento de los bandidos estaba sorprendido con las habilidades de la ilusionista. La chica, no tanto. Ante la actitud desafiante y violenta que le mostró, Mina mantuvo la calma y una sonrisa complacida que no mostraba los dientes, mirándola a los ojos. Cabe añadir que la reacción de la criatura excitó un poco a la bruja -Esto se pone cada vez más interesante- pensó, mirando las como rebotaban las nalgas de la muchacha mientras se alejaba, con paso firme y enojado.
Mina disfrutaba de provocar a la gente así, corta de paciencia, malhumorada y sin sentido del humor. Se notaba que la chica era tal cual aquello y además, falta de modales. Era fácil jugar con ella y llevarla a perder los estribos. No dejaba de ser peligroso, claro, pues la chica era un dragón, un ser que de un zarpazo podía arrancarle la tráquea a la ilusionista. Quería ver hasta dónde podía llevar a la muchacha. Cuando ya no la vio, sonrió ampliamente y se acercó a Lazid.
Llegó junto a él con paso despreocupado y de la misma manera le habló -Mi señor, yo no me voy a preocupar por la sonrisa roja en mi garganta, no lo haga usted... al fin y al cabo, sus hombres le deben obediencia, así sean ladrones y asesinos.- comentó -Estoy segura que ninguno es peor que vos... seguro es el truhan más temible de todos, más incluso que las pesadillas que pueda causar... y eso, mi señor, persuade a cualquiera- añadió, coqueta y picarona. El lagarto asentía -Tienes razón, Mimilú... tienes razón...-.
Lagarto y bruja se quedaron en silencio un rato, hasta que ella habló -Mi Señor, sabe que su compañía me es grata y un honor, pero sé que es un hombre ocupado y no quiero distraerlo más, si me dispensa, me gustaría recorrer un poco el campamento y empaparme de la cultura local- pidió, a lo que Lazid asintió -Tienes razón... tienes razón... tengo que encargarme de unas cosas por allá- dijo, levantándose y sacudiéndose las posaderas. Mina hizo una leve reverencia y se dio vuelta, perdiéndose entre las carpas -Me gustan las reverencias- se dijo el hombre lagarto -Todos deberían hacerme más reverencias- refunfuñó.
Caminaba con calma por entre las carpas, mirando de lado a lado. Sí, era todo un desorden, un ente acéfalo. Y es que nadie en realidad tenía muchas ganas de imponer orden. Miró cómo un tipo le sacaba los dientes a golpes a otro y pensaba en Cinan y en el potencial que tiene esa chica para liderar a esa manada de bestias. Pues, claramente, gente así solo obedece al miedo. No al respeto, no a la bondad, no a la piedad. No. Con las virtudes se limpian la mierda del culo. Gente así solo se domina con miedo, haciéndolos temer por sus vidas, haciéndolos ver que de fallar, de traicionar, de desertar, la suerte que les espera es peor que el infierno. Y Cinan tiene todas las herramientas, pero aún no sabe, no se da cuenta de que ese lugar le puede pertenecer si tan solo lo deseara.
Caminó un buen rato y se encontró con una escena de lo más peculiar, Matthew estaba sentado, rodeado de mujeres. De putas, sí, pero todas muy dignas mujeres. Se acercó a ellos, conversaban distendidamente, las carcajadas se escuchaban fuertes. Mina puso su mejor sonrisa -Qué tal, chicas, ¿me puedo sentar con ustedes?- pidió permiso a unas las que estaban en el borde. Sí, porque aquel lugar les pertenecía y les debía respeto. Ella consideraba muchísimo a las prostitutas, cumplen una labor muy importante en la sociedad. -¿De qué están conversando?- les preguntó. La más joven de ellas, jovial, le respondió -El virrey nos dice que nos organicemos- le contó, muy tranquilamente. Pobre criatura, aún era confiada, se le notaba que llevaba poco tiempo en el negocio.
Mina alzó las cejas -Pues es un buen consejo- dijo -Las mujeres somos poderosas individualmente, ahora imagina si nos unimos- añadió. La chica la miró extrañada, igual que las otras dos que escucharon a la sofisticada mujer -Se nota que no eres de por aquí, niña bonita, ¿tú qué sabes?- dijo otra, a la que se le notaban los años en el rubro. Mina se encogió de hombros -Cierto, mi vida no ha sido dura como las suyas, pero aún así he tenido que luchar para que los hombres no me vean como una cosa bonita, un objeto de decoración, como algo que pueden dominar...- hablaba y su mirada se tornaba tenebrosa -Yo no voy a permitir que ningún imbécil me use sin yo sacarle algo a cambio, algo más grande de lo que yo le pueda dar... así que sí, pienso que deberían hacer caso a su virrey y organizarse- indicó -Gobernarán esta ciudad y a estos hombres si lo hacen- finalizó y sonrió, mirándolas con complicidad.
Mina disfrutaba de provocar a la gente así, corta de paciencia, malhumorada y sin sentido del humor. Se notaba que la chica era tal cual aquello y además, falta de modales. Era fácil jugar con ella y llevarla a perder los estribos. No dejaba de ser peligroso, claro, pues la chica era un dragón, un ser que de un zarpazo podía arrancarle la tráquea a la ilusionista. Quería ver hasta dónde podía llevar a la muchacha. Cuando ya no la vio, sonrió ampliamente y se acercó a Lazid.
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Llegó junto a él con paso despreocupado y de la misma manera le habló -Mi señor, yo no me voy a preocupar por la sonrisa roja en mi garganta, no lo haga usted... al fin y al cabo, sus hombres le deben obediencia, así sean ladrones y asesinos.- comentó -Estoy segura que ninguno es peor que vos... seguro es el truhan más temible de todos, más incluso que las pesadillas que pueda causar... y eso, mi señor, persuade a cualquiera- añadió, coqueta y picarona. El lagarto asentía -Tienes razón, Mimilú... tienes razón...-.
Lagarto y bruja se quedaron en silencio un rato, hasta que ella habló -Mi Señor, sabe que su compañía me es grata y un honor, pero sé que es un hombre ocupado y no quiero distraerlo más, si me dispensa, me gustaría recorrer un poco el campamento y empaparme de la cultura local- pidió, a lo que Lazid asintió -Tienes razón... tienes razón... tengo que encargarme de unas cosas por allá- dijo, levantándose y sacudiéndose las posaderas. Mina hizo una leve reverencia y se dio vuelta, perdiéndose entre las carpas -Me gustan las reverencias- se dijo el hombre lagarto -Todos deberían hacerme más reverencias- refunfuñó.
Caminaba con calma por entre las carpas, mirando de lado a lado. Sí, era todo un desorden, un ente acéfalo. Y es que nadie en realidad tenía muchas ganas de imponer orden. Miró cómo un tipo le sacaba los dientes a golpes a otro y pensaba en Cinan y en el potencial que tiene esa chica para liderar a esa manada de bestias. Pues, claramente, gente así solo obedece al miedo. No al respeto, no a la bondad, no a la piedad. No. Con las virtudes se limpian la mierda del culo. Gente así solo se domina con miedo, haciéndolos temer por sus vidas, haciéndolos ver que de fallar, de traicionar, de desertar, la suerte que les espera es peor que el infierno. Y Cinan tiene todas las herramientas, pero aún no sabe, no se da cuenta de que ese lugar le puede pertenecer si tan solo lo deseara.
Caminó un buen rato y se encontró con una escena de lo más peculiar, Matthew estaba sentado, rodeado de mujeres. De putas, sí, pero todas muy dignas mujeres. Se acercó a ellos, conversaban distendidamente, las carcajadas se escuchaban fuertes. Mina puso su mejor sonrisa -Qué tal, chicas, ¿me puedo sentar con ustedes?- pidió permiso a unas las que estaban en el borde. Sí, porque aquel lugar les pertenecía y les debía respeto. Ella consideraba muchísimo a las prostitutas, cumplen una labor muy importante en la sociedad. -¿De qué están conversando?- les preguntó. La más joven de ellas, jovial, le respondió -El virrey nos dice que nos organicemos- le contó, muy tranquilamente. Pobre criatura, aún era confiada, se le notaba que llevaba poco tiempo en el negocio.
Mina alzó las cejas -Pues es un buen consejo- dijo -Las mujeres somos poderosas individualmente, ahora imagina si nos unimos- añadió. La chica la miró extrañada, igual que las otras dos que escucharon a la sofisticada mujer -Se nota que no eres de por aquí, niña bonita, ¿tú qué sabes?- dijo otra, a la que se le notaban los años en el rubro. Mina se encogió de hombros -Cierto, mi vida no ha sido dura como las suyas, pero aún así he tenido que luchar para que los hombres no me vean como una cosa bonita, un objeto de decoración, como algo que pueden dominar...- hablaba y su mirada se tornaba tenebrosa -Yo no voy a permitir que ningún imbécil me use sin yo sacarle algo a cambio, algo más grande de lo que yo le pueda dar... así que sí, pienso que deberían hacer caso a su virrey y organizarse- indicó -Gobernarán esta ciudad y a estos hombres si lo hacen- finalizó y sonrió, mirándolas con complicidad.
Última edición por Mina Harker el Lun Nov 26 2018, 19:17, editado 1 vez
Mina Harker
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Re: Fundación de Ciudad Lagarto [1° Parte] [Trama canon][Cerrado]
El estafador entrelazaba los dedos con los de una de las muchachas, ella sonrió contenta y algo tímida, era una de las más jóvenes, y no estaba acostumbrada a recibir contacto masculino sin una doble intención. Matthew correspondió a la sonrisa y le guiñó un ojo, haciendo reír a la joven.
-Como yo lo veo, tenemos mucho potencial aquí - El estafador levantó las manos, en un intento por atajar las críticas de las mujeres antes de que se produjeran - Claro que prometerles un futuro perfecto sería subestimar su inteligencia, créanme que lo tengo perfectamente claro - Se sonrió y agregó - También sé que están cansadas de escuchar juramentos que jamás se cumplen. Así que mi propuesta es la siguiente: No confíen en mí, simplemente esperen y vean. Mis acciones van a hablar por sí solas -
Entonces Owens pudo ver a lo lejos como se acercaba una figura conocida, mientras se dejaba mimar por alguna de las damas evaluó si la bruja venía con intenciones de discutir, sí quería hablar o sí había llegado hasta allí por simple casualidad. La vio sonreír, por lo que el Humano supuso que no pretendía hacer ningún daño, no por el momento al menos.
-Claro que lo es - Dijo Matt esbozando una de sus encantadoras sonrisas - Es algo que estoy pensando desde que instalamos el campamento, luego de ver los múltiples maltratos por los que pasaban estas encantadoras damas. Me resulta absolutamente injusto, y creo que lo mínimo que puedo hacer es proporcionarles un sitio seguro donde puedan realizar su trabajo -
Se quedó en silencio, escuchando el discurso de Mina “Una mujer de armas tomadas” pensó Matthew mientras notaba cómo cambiaba su mirada al hablar sobre los hombres. Owens no hizo caso, como si él no perteneciera a ese género, dejó caer la cabeza en el hombro de una de las damas, permitiendo que lo mimen un poco, mostrándose indefenso aunque por dentro sus pensamientos eran cada vez más oscuros.
-¿Saben donde está mi carpa? -
-Claro, eso lo sabe cualquiera -
-Maravilloso - Con amabilidad se soltó del agarre de las damas, no sin antes dejar un beso en cada una de sus manos, y se puso en pie - Entonces podríamos hacer esto. A todas aquellas que les interese mi propuesta, pueden venir a verme y les haré un lugar junto a mi vivienda, de esa manera los bandidos sabrán que están bajo mi protección - No las obligaría, no se impondría por la fuerza, esa no era la manera de actuar de Matthew, él siempre prefería que las personas vinieran a él por propia voluntad.
Las mujeres se miraban entre sí, susurraban, algunas asentían, otras se encogían de hombros y otras daban la media vuelta y se iban. El estafador no parecía sentirse afectado, internamente estaba absolutamente seguro que sus palabras no habían caído en saco roto.
Mientras algunas mujeres se dispersaban, Matthew se acercó a la bruja, arrodillándose para que queden a la misma altura.
-¿Pudiste entenderte bien con nuestro querido Rey? Supongo que sí, eres una mujer que tiene el don de la palabra- No se acercó de más, tampoco hizo movimiento alguno para tocarla, mantuvo la vista firme en sus ojos “Sí cree que la subestimo me arrancara la cabeza” pensó el estafador - ¿Qué decidieron? ¿Cuál será tu puesto en Ciudad Lagarto?-
-Como yo lo veo, tenemos mucho potencial aquí - El estafador levantó las manos, en un intento por atajar las críticas de las mujeres antes de que se produjeran - Claro que prometerles un futuro perfecto sería subestimar su inteligencia, créanme que lo tengo perfectamente claro - Se sonrió y agregó - También sé que están cansadas de escuchar juramentos que jamás se cumplen. Así que mi propuesta es la siguiente: No confíen en mí, simplemente esperen y vean. Mis acciones van a hablar por sí solas -
Entonces Owens pudo ver a lo lejos como se acercaba una figura conocida, mientras se dejaba mimar por alguna de las damas evaluó si la bruja venía con intenciones de discutir, sí quería hablar o sí había llegado hasta allí por simple casualidad. La vio sonreír, por lo que el Humano supuso que no pretendía hacer ningún daño, no por el momento al menos.
-Claro que lo es - Dijo Matt esbozando una de sus encantadoras sonrisas - Es algo que estoy pensando desde que instalamos el campamento, luego de ver los múltiples maltratos por los que pasaban estas encantadoras damas. Me resulta absolutamente injusto, y creo que lo mínimo que puedo hacer es proporcionarles un sitio seguro donde puedan realizar su trabajo -
Se quedó en silencio, escuchando el discurso de Mina “Una mujer de armas tomadas” pensó Matthew mientras notaba cómo cambiaba su mirada al hablar sobre los hombres. Owens no hizo caso, como si él no perteneciera a ese género, dejó caer la cabeza en el hombro de una de las damas, permitiendo que lo mimen un poco, mostrándose indefenso aunque por dentro sus pensamientos eran cada vez más oscuros.
-¿Saben donde está mi carpa? -
-Claro, eso lo sabe cualquiera -
-Maravilloso - Con amabilidad se soltó del agarre de las damas, no sin antes dejar un beso en cada una de sus manos, y se puso en pie - Entonces podríamos hacer esto. A todas aquellas que les interese mi propuesta, pueden venir a verme y les haré un lugar junto a mi vivienda, de esa manera los bandidos sabrán que están bajo mi protección - No las obligaría, no se impondría por la fuerza, esa no era la manera de actuar de Matthew, él siempre prefería que las personas vinieran a él por propia voluntad.
Las mujeres se miraban entre sí, susurraban, algunas asentían, otras se encogían de hombros y otras daban la media vuelta y se iban. El estafador no parecía sentirse afectado, internamente estaba absolutamente seguro que sus palabras no habían caído en saco roto.
Mientras algunas mujeres se dispersaban, Matthew se acercó a la bruja, arrodillándose para que queden a la misma altura.
-¿Pudiste entenderte bien con nuestro querido Rey? Supongo que sí, eres una mujer que tiene el don de la palabra- No se acercó de más, tampoco hizo movimiento alguno para tocarla, mantuvo la vista firme en sus ojos “Sí cree que la subestimo me arrancara la cabeza” pensó el estafador - ¿Qué decidieron? ¿Cuál será tu puesto en Ciudad Lagarto?-
Matthew Owens
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Re: Fundación de Ciudad Lagarto [1° Parte] [Trama canon][Cerrado]
La paz que tenía ahora dentro de mi era inexplicable mientras iba de grupo en grupo, era mil veces mejor lo que ahora hacia que tener que soportar otra reunión con aquella bruja. No tenía nada para anotar encima mio pero mi memoria era buena mientras le preguntaba a cada persona que me cruzaba de donde venían y que era lo que sabían hacer. La mayoría venia de lugares muy pobres donde la única forma de sobrevivir era el hurto, hasta que lentamente se deslizaban por el asesinato gracias a que lo único que tenían que saber era como sostener un cuchillo.
Había otro grupo aún mayor que destacaba y eran los que no tenían nada, ni la capacidad para arrebatar vidas ni la fuerza de voluntad para tratar de salir adelante de otra forma. Los vagabundos, los pobres que vivían en las calles y de la poca bondad de cualquier otro que se detuviera a sentir algo de lastima. Mujeres con muchas bocas que alimentar, ancianos que ya no tenían el vigor de su juventud para el trabajo forzado o que habían sido abandonados por sus familiares para pudrirse en cualquier callejón oscuro.
-Me han dejado tirado para morir señorita, y si sigo caminando es porque mis piernas aun no se han doblado tanto como mi espalda- Era lamentable pero esta gente era la que se volvería útil, solo tenía que encontrar la forma de que lo fueran. -No tengo nada para darle de comer a mi bebé pero tampoco quiero trabajar como una mujer del placer. Solo tiene que mirarme, no soy bonita siquiera para intentarlo- La cabeza iba a estallarme en cualquier momento pero no podía ignorar esto. -La ciudad apenas esta comenzando pero hay planes para ustedes. No será fácil pero tendrán donde vivir y si todo sale como está planeado os aseguro que no pasaran hambre ni tendrán que dejarse morir en el olvido- Yo no era buena con los discursos, pero si conseguía encontrar a alguien lo suficientemente bueno para hacerse cargo de las drogas, está gente que no tenía nada serían quienes la venderían. Eran iguales en cualquier ciudad o reino al que fueran, ignorados por aquellos que lo poseían todo y eran perfectos para pasar desapercibidos sin importar a donde fueran.
-Necesito un trago- No había nadie que escuchara esa petición mientras pasaba una tienda tras otra, todas repletas de hombres en diferentes grados de borrachera y a lo lejos estaban Matt rodeado de mujeres junto con Mimilú. Me habría acercado a decirle los planes que tenía, un poco más para mi propia tranquilidad, sabiendo que él era el de las buenas ideas y llenaría los huecos que yo no sabría como, pero la bruja era como un repelente, y tampoco pensaba hablar tan abiertamente de como gestionábamos esta ciudad en pleno avance frente a alguien que no se había ganado mi confianza.
Había otro grupo aún mayor que destacaba y eran los que no tenían nada, ni la capacidad para arrebatar vidas ni la fuerza de voluntad para tratar de salir adelante de otra forma. Los vagabundos, los pobres que vivían en las calles y de la poca bondad de cualquier otro que se detuviera a sentir algo de lastima. Mujeres con muchas bocas que alimentar, ancianos que ya no tenían el vigor de su juventud para el trabajo forzado o que habían sido abandonados por sus familiares para pudrirse en cualquier callejón oscuro.
-Me han dejado tirado para morir señorita, y si sigo caminando es porque mis piernas aun no se han doblado tanto como mi espalda- Era lamentable pero esta gente era la que se volvería útil, solo tenía que encontrar la forma de que lo fueran. -No tengo nada para darle de comer a mi bebé pero tampoco quiero trabajar como una mujer del placer. Solo tiene que mirarme, no soy bonita siquiera para intentarlo- La cabeza iba a estallarme en cualquier momento pero no podía ignorar esto. -La ciudad apenas esta comenzando pero hay planes para ustedes. No será fácil pero tendrán donde vivir y si todo sale como está planeado os aseguro que no pasaran hambre ni tendrán que dejarse morir en el olvido- Yo no era buena con los discursos, pero si conseguía encontrar a alguien lo suficientemente bueno para hacerse cargo de las drogas, está gente que no tenía nada serían quienes la venderían. Eran iguales en cualquier ciudad o reino al que fueran, ignorados por aquellos que lo poseían todo y eran perfectos para pasar desapercibidos sin importar a donde fueran.
-Necesito un trago- No había nadie que escuchara esa petición mientras pasaba una tienda tras otra, todas repletas de hombres en diferentes grados de borrachera y a lo lejos estaban Matt rodeado de mujeres junto con Mimilú. Me habría acercado a decirle los planes que tenía, un poco más para mi propia tranquilidad, sabiendo que él era el de las buenas ideas y llenaría los huecos que yo no sabría como, pero la bruja era como un repelente, y tampoco pensaba hablar tan abiertamente de como gestionábamos esta ciudad en pleno avance frente a alguien que no se había ganado mi confianza.
- Spoiler:
- Pd: Lo sé, lo siento me tarde mucho D: y es cortito también, lo siento por eso >_<
Oromë Vánadóttir
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Re: Fundación de Ciudad Lagarto [1° Parte] [Trama canon][Cerrado]
El humanito era encantador. Su fija mirada había sacado una pícara sonrisa en la bruja. -No, aún no tengo un cargo en la Ciudad Lagarto..- respondió, melosa. -Seguro va a pensarlo bien, se nota que Lazid es un hombre concienzudo que no decide sobre la marcha- continuó, poniendo un poco de sarcasmo a su comentario.
Mantuvo aquella tensión casi sexual por un instante, acercando su rostro al de él. Cuando ya estuvo a pocos centímetros del de él, se puso de pie, sacudiendo sus redondas posaderas, las cuales había dejado, casualmente, por supuesto, cerca del campo visual del sensual hombre. Se acomodó el cabello y estiró la chaqueta jalándola por el borde -Cuéntame de esta ciudad, cuál es su razón de ser, qué le hace falta... quizás podamos encontrar alguna utilidad para mí aquí, una bruja de variadas habilidades. Soy mucho más que una creadora de pesadillas, ¿sabes? También me manejo en el arte de los placeres y la alquimia- añadió, con sus aires de superioridad.
Realmente desentonaba aquella mujer en ese lugar. Tan fina, elegante y bien vestida. Su empatía era del tamaño de un piojo y en realidad, poco le interesaba ayudar a esa gente. Lazid era un lagarto feo y hediondo, tan brillante como un sapo, que por alguna extraña razón se había convertido en el líder de tantos hombres y fundador de una ciudad completa. Bueno, por ahora era solo un campamento desordenado, pero con hombres como Matthew y Cinan, seguro convertirían aquel montón de tiendas, en edificios ordenados.
-¿Cuál es el objetivo de esta ciudad? ¿Qué es lo que quieren lograr aquí con esta gente? ¿O es solo un refugio para marginados?- indagó, curiosa de la existencia de Ciudad Lagarto. Tal vez, al final del día, a ella también le podría servir estar en ese lugar.
Mantuvo aquella tensión casi sexual por un instante, acercando su rostro al de él. Cuando ya estuvo a pocos centímetros del de él, se puso de pie, sacudiendo sus redondas posaderas, las cuales había dejado, casualmente, por supuesto, cerca del campo visual del sensual hombre. Se acomodó el cabello y estiró la chaqueta jalándola por el borde -Cuéntame de esta ciudad, cuál es su razón de ser, qué le hace falta... quizás podamos encontrar alguna utilidad para mí aquí, una bruja de variadas habilidades. Soy mucho más que una creadora de pesadillas, ¿sabes? También me manejo en el arte de los placeres y la alquimia- añadió, con sus aires de superioridad.
Realmente desentonaba aquella mujer en ese lugar. Tan fina, elegante y bien vestida. Su empatía era del tamaño de un piojo y en realidad, poco le interesaba ayudar a esa gente. Lazid era un lagarto feo y hediondo, tan brillante como un sapo, que por alguna extraña razón se había convertido en el líder de tantos hombres y fundador de una ciudad completa. Bueno, por ahora era solo un campamento desordenado, pero con hombres como Matthew y Cinan, seguro convertirían aquel montón de tiendas, en edificios ordenados.
-¿Cuál es el objetivo de esta ciudad? ¿Qué es lo que quieren lograr aquí con esta gente? ¿O es solo un refugio para marginados?- indagó, curiosa de la existencia de Ciudad Lagarto. Tal vez, al final del día, a ella también le podría servir estar en ese lugar.
Mina Harker
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Re: Fundación de Ciudad Lagarto [1° Parte] [Trama canon][Cerrado]
Matthew sentía que lentamente cada pieza se ubicaba donde debía estar, aún estaban a años luz de que ese sitio pudiera ser llamado “Ciudad”, siquiera sabían si los Bio-ciberneticos iban en verdad a dejarlos quedarse. Pero así estaba bien, el moreno disfrutaba de ese tipo de apuestas al “todo o nada”, eran el tipo de riesgos que le daban sabor a la vida.
-Por supuesto, es evidente que todos nosotros sabemos lo que hacemos, nada de esto es improvisado – Le siguió la broma a la hechicera – Pero tus habilidades son innegables, estoy seguro que Lazid no dejara pasar una oportunidad como esta, sería un tonto si lo hiciera –
A medida que hablaban los rostros de ambos se habían acercado hasta que pudieron sentir la respiración del otro, Owens lo tomó como una competencia, era ver quien aguantaba durante más tiempo las insinuaciones del otro. Mimilú fue la primera en levantarse, por lo que Matt se sonrió, suspirando para no dejar escapar una risita divertida que pudiera ser malinterpretada.
-Mmm ¿Su razón de ser? Solo teníamos una idea en mente cuando nos decidimos a venir aquí – “Salir corriendo con el dinero antes de que alguien se diera cuenta” pensó el estafador - ¡La libertad! Simple y llanamente, el que todo aquel que tenga un estilo de vida diferente al del promedio tenga un sitio al cual llamar hogar – Se puso en pie y dio un paso para acercarse a Mimilú, apoyó las manos en sus hombros desde atrás – Sé cuál será la tarea perfecta para ti –
Giró a la mujer para que quedaran cara a cara, agarró su mano izquierda, mientras que apoyó la derecha en la cadera de la hechicera. Le sonrió con picardía, ahora parecía que estaban bailando… Solo que rodeados de bandidos, barro y tiendas. Pero Matt hacía como si nada de eso estuviera allí, concentrando la mirada en los ojos de Mimilú.
-Es evidente que vienes de una buena familia, tu modo de andar, la manera en que hablas, tus modales, hasta el más obtuso se daría cuenta que no eres igual a todo el resto de los que están aquí – Le sonrió de modo encantador y agregó – Por eso me gustaría encargarte algo que nadie más puede hacer. Toda gran ciudad necesita algo fundamental: Alianzas. Y creo que eres la más adecuada para llevar adelante tan importante tarea, Querida – Hizo que girara sobre si misma y la detuvo para que quedaran nuevamente cara a cara – Jajaja, claro que puedes negarte si quieres, pero creo que con tu encanto y capacidad de diplomacia en muy poco tiempo lograrías grandes cosas. Obtendrías el reconocimiento de todos aquí, y yo te estaría especialmente agradecido, ya que de no hacerlo, nuestros recursos pronto se agotarían y el sueño de Ciudad Lagarto habrá concluido antes siquiera de empezar –
De esa manera los puestos básicos quedaban ocupados. Matthew estaría a cargo de las tareas como Virrey y del prostíbulo, Oromë podría estar a cargo de los guardias y de ordenar a los trabajadores. Mientras tanto, Mimilú se encargaría de las relaciones con otras ciudades.
-Por supuesto, es evidente que todos nosotros sabemos lo que hacemos, nada de esto es improvisado – Le siguió la broma a la hechicera – Pero tus habilidades son innegables, estoy seguro que Lazid no dejara pasar una oportunidad como esta, sería un tonto si lo hiciera –
A medida que hablaban los rostros de ambos se habían acercado hasta que pudieron sentir la respiración del otro, Owens lo tomó como una competencia, era ver quien aguantaba durante más tiempo las insinuaciones del otro. Mimilú fue la primera en levantarse, por lo que Matt se sonrió, suspirando para no dejar escapar una risita divertida que pudiera ser malinterpretada.
-Mmm ¿Su razón de ser? Solo teníamos una idea en mente cuando nos decidimos a venir aquí – “Salir corriendo con el dinero antes de que alguien se diera cuenta” pensó el estafador - ¡La libertad! Simple y llanamente, el que todo aquel que tenga un estilo de vida diferente al del promedio tenga un sitio al cual llamar hogar – Se puso en pie y dio un paso para acercarse a Mimilú, apoyó las manos en sus hombros desde atrás – Sé cuál será la tarea perfecta para ti –
Giró a la mujer para que quedaran cara a cara, agarró su mano izquierda, mientras que apoyó la derecha en la cadera de la hechicera. Le sonrió con picardía, ahora parecía que estaban bailando… Solo que rodeados de bandidos, barro y tiendas. Pero Matt hacía como si nada de eso estuviera allí, concentrando la mirada en los ojos de Mimilú.
-Es evidente que vienes de una buena familia, tu modo de andar, la manera en que hablas, tus modales, hasta el más obtuso se daría cuenta que no eres igual a todo el resto de los que están aquí – Le sonrió de modo encantador y agregó – Por eso me gustaría encargarte algo que nadie más puede hacer. Toda gran ciudad necesita algo fundamental: Alianzas. Y creo que eres la más adecuada para llevar adelante tan importante tarea, Querida – Hizo que girara sobre si misma y la detuvo para que quedaran nuevamente cara a cara – Jajaja, claro que puedes negarte si quieres, pero creo que con tu encanto y capacidad de diplomacia en muy poco tiempo lograrías grandes cosas. Obtendrías el reconocimiento de todos aquí, y yo te estaría especialmente agradecido, ya que de no hacerlo, nuestros recursos pronto se agotarían y el sueño de Ciudad Lagarto habrá concluido antes siquiera de empezar –
De esa manera los puestos básicos quedaban ocupados. Matthew estaría a cargo de las tareas como Virrey y del prostíbulo, Oromë podría estar a cargo de los guardias y de ordenar a los trabajadores. Mientras tanto, Mimilú se encargaría de las relaciones con otras ciudades.
Matthew Owens
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Re: Fundación de Ciudad Lagarto [1° Parte] [Trama canon][Cerrado]
Honestamente, si lograban sacar esta ciudad adelante sería un milagro. Que Matthew fuera virrey y que "nuestro rey" fuera Lazid era mas que suficiente para decir que no era otra cosa más que una receta para el desastre.
Ella no tenía una mínima idea de como manejar una ciudad y poco había aprendido de ello en Dundarak - no había prestado atención a aquella parte en sus estudios, solo le interesaba luchar y aprender a cambiar de forma- ¿Como rayos lo harían tres energúmenos? Las opciones era pocas y bastante simples: tragarse el orgullo, hacer acopio de fuerza y rogar a los dioses de no arruinarlo en el proceso. Una vez todo estuviera bien asentado, no me importaba demasiado si el orden duraba poco y nada, es mas si deseaban dejar todo de cabeza pues bien para mi.
Mientras me cercioraba de los últimos detalles no dejaba de beber de una botella que le había quitado a alguien medio muerto en el suelo. Era alegría en una botella lo que estaba bebiendo y no había nada mejor, tenía que compartirlo con alguien. Así de feliz estaba.
Me acerqué trotando donde Matt y la bruja se encontraban y estiré el brazo con la botella hacía ambos. -Ya que el tiempo que pasaremos juntos será indudablemente una mierda, mejor empezarlo bien o borrachos y yo opto por la segunda opción... Así la primera será más sencilla- Así de rápido mi paciencia había muerto para terminar eligiendo el perder la conciencia.
-Por cierto, me han dicho que alguien nos dejó sin aves mensajeras y yo pensaba mandarle una carta a mi primo para que nos ayudara con las drogas- Fruncí el ceño a la vez que remarcaba la palabra alguien y fulminaba a Owens con la mirada.
¿Podría apostar a que lo lograríamos o sería mejor hacerlo a que fracasaríamos como nadie jamas? Al menos podía asegurar de que estaríamos en la historia de todo Aerandir, de algún modo u otro. Que yo recordara no había oído antes de una ciudad como la que planeábamos edificar y mentiría si dijera que no tenía algo de miedo en mi interior, todos los que estaban aquí esperaban que los guiáramos y daba por hecho que no nos lo dejarían fácil a fin de cuentas eramos la mancha de la sociedad reunida en un solo lugar. Creo que me estaba preocupando de más y antes de tiempo; el mantener esto sería el verdadero caos.
Ella no tenía una mínima idea de como manejar una ciudad y poco había aprendido de ello en Dundarak - no había prestado atención a aquella parte en sus estudios, solo le interesaba luchar y aprender a cambiar de forma- ¿Como rayos lo harían tres energúmenos? Las opciones era pocas y bastante simples: tragarse el orgullo, hacer acopio de fuerza y rogar a los dioses de no arruinarlo en el proceso. Una vez todo estuviera bien asentado, no me importaba demasiado si el orden duraba poco y nada, es mas si deseaban dejar todo de cabeza pues bien para mi.
Mientras me cercioraba de los últimos detalles no dejaba de beber de una botella que le había quitado a alguien medio muerto en el suelo. Era alegría en una botella lo que estaba bebiendo y no había nada mejor, tenía que compartirlo con alguien. Así de feliz estaba.
Me acerqué trotando donde Matt y la bruja se encontraban y estiré el brazo con la botella hacía ambos. -Ya que el tiempo que pasaremos juntos será indudablemente una mierda, mejor empezarlo bien o borrachos y yo opto por la segunda opción... Así la primera será más sencilla- Así de rápido mi paciencia había muerto para terminar eligiendo el perder la conciencia.
-Por cierto, me han dicho que alguien nos dejó sin aves mensajeras y yo pensaba mandarle una carta a mi primo para que nos ayudara con las drogas- Fruncí el ceño a la vez que remarcaba la palabra alguien y fulminaba a Owens con la mirada.
¿Podría apostar a que lo lograríamos o sería mejor hacerlo a que fracasaríamos como nadie jamas? Al menos podía asegurar de que estaríamos en la historia de todo Aerandir, de algún modo u otro. Que yo recordara no había oído antes de una ciudad como la que planeábamos edificar y mentiría si dijera que no tenía algo de miedo en mi interior, todos los que estaban aquí esperaban que los guiáramos y daba por hecho que no nos lo dejarían fácil a fin de cuentas eramos la mancha de la sociedad reunida en un solo lugar. Creo que me estaba preocupando de más y antes de tiempo; el mantener esto sería el verdadero caos.
Oromë Vánadóttir
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Re: Fundación de Ciudad Lagarto [1° Parte] [Trama canon][Cerrado]
Mina sonreía complacida al escuchar las melosas palabras de Matthew, le gustaba la adulación aunque fuese evidente que su interlocutor tenía aquellas frases trilladas de tanto repetirlas, no con ella, pero seguramente con muchas más personas.
Ciertamente, el humano sabía cómo engatusar, su encanto era innegable y prácticamente irresistible, sin necesidad de magia, él lograba hechizar con sus palabras. Seguramente desde muy pequeño tuvo que aprender a manipular a la gente para poder sobrevivir, a estafar y engañar para salirse con la suya. Tenía un gran poder de convencimiento y escurría inteligencia y astucia por cada poro de su piel. Era carismático y eso causaba un efecto hipnotizador a los brutos, quienes rápidamente se convertían en seguidores fieles.
Qué hombre tan peligroso.
Por eso, lo más sabio era congraciarse y aliarse con él. Incluso más que con Lazid o la chica impetuosa que decía llamarse Cinan. Ella era solo un soldado y Lazid era un inescrupuloso vivaz con suerte. Owens, en cambio, era un estratega. -Ser la vocera de un montón de ladrones y estafadores... el grupo más confiable de todos- bromeó. Mantuvo la sonrisa burlona, mirando al moreno hablar, mientras pensaba en aquella propuesta.
Vender los servicios de mercenarios, era, básicamente, la labor que tendría, en caso de concretarse la idea de Matt. ¿Qué pensarían sus padres de aquello? Bueno, por mucho que fuese una mercancía despreciable, seguía siendo eso, mercancía. Y ella descendía de una larga estirpe de mercaderes y negociantes exitosos. Sí, papá aprobaría esa labor. Tendría su negocio propio, uno bastante lucrativo y muy productivo.
-Me parece una idea fabulosa, querido Owens- sonrió, coqueta, pegando un poco más su cuerpo al de él. Otra virtud notable del hombre, era su apariencia. Sin ser el hombre más guapo que ella hubiese visto en su vida, era varonil y sensual, y mucho más limpio que el promedio. Además, sabía agarrar.
O sea, hay hombres que te toman la mano y no saben apretar, te agarran como si no tuvieran fuerza, o como con miedo. Otros que parece que estuvieran exprimiendo pomelos, que te arrean como a bestia. Owens sabía dónde poner las manos, cómo, calibraba a la perfección la firmeza de su agarre y soltaba en el tiempo justo.
La que no tenía idea de tiempos apropiados era la dragona, que llegó a interrumpir el pequeño momento íntimo que estaban teniendo la bruja y el humano. No le bastaba con ser una despeinada sin remedio, además era una ebria. La miró de pies a cabeza con desdén, viendo que ofrecía una petaca con vaga a saber Freija qué líquido. Por su nariz y mejillas rosadas, obviamente era alguna suerte de licor.
Con un poco de recelo, tomó la botella y la olió para darse a una idea de qué era. Menos mal que lo hizo, porque aquello podía dejar ciego a cualquiera que lo tomara. Vaya resistencia la de Cinan -Estoy segura que en la carpa de Lazid hay cosas mejores, deberíamos sacar de allí algo de su alijo- comentó, pasando la botella a Owens -Si hay que darse ánimos, que sea con una exquisitez- añadió, esbozando una sonrisa a la chica. -Y quizás encontremos un cepillo para ver qué hacemos con esas greñas tuyas- pensó, mirándola con una bien fingida ternura.
Ciertamente, el humano sabía cómo engatusar, su encanto era innegable y prácticamente irresistible, sin necesidad de magia, él lograba hechizar con sus palabras. Seguramente desde muy pequeño tuvo que aprender a manipular a la gente para poder sobrevivir, a estafar y engañar para salirse con la suya. Tenía un gran poder de convencimiento y escurría inteligencia y astucia por cada poro de su piel. Era carismático y eso causaba un efecto hipnotizador a los brutos, quienes rápidamente se convertían en seguidores fieles.
Qué hombre tan peligroso.
Por eso, lo más sabio era congraciarse y aliarse con él. Incluso más que con Lazid o la chica impetuosa que decía llamarse Cinan. Ella era solo un soldado y Lazid era un inescrupuloso vivaz con suerte. Owens, en cambio, era un estratega. -Ser la vocera de un montón de ladrones y estafadores... el grupo más confiable de todos- bromeó. Mantuvo la sonrisa burlona, mirando al moreno hablar, mientras pensaba en aquella propuesta.
Vender los servicios de mercenarios, era, básicamente, la labor que tendría, en caso de concretarse la idea de Matt. ¿Qué pensarían sus padres de aquello? Bueno, por mucho que fuese una mercancía despreciable, seguía siendo eso, mercancía. Y ella descendía de una larga estirpe de mercaderes y negociantes exitosos. Sí, papá aprobaría esa labor. Tendría su negocio propio, uno bastante lucrativo y muy productivo.
-Me parece una idea fabulosa, querido Owens- sonrió, coqueta, pegando un poco más su cuerpo al de él. Otra virtud notable del hombre, era su apariencia. Sin ser el hombre más guapo que ella hubiese visto en su vida, era varonil y sensual, y mucho más limpio que el promedio. Además, sabía agarrar.
O sea, hay hombres que te toman la mano y no saben apretar, te agarran como si no tuvieran fuerza, o como con miedo. Otros que parece que estuvieran exprimiendo pomelos, que te arrean como a bestia. Owens sabía dónde poner las manos, cómo, calibraba a la perfección la firmeza de su agarre y soltaba en el tiempo justo.
La que no tenía idea de tiempos apropiados era la dragona, que llegó a interrumpir el pequeño momento íntimo que estaban teniendo la bruja y el humano. No le bastaba con ser una despeinada sin remedio, además era una ebria. La miró de pies a cabeza con desdén, viendo que ofrecía una petaca con vaga a saber Freija qué líquido. Por su nariz y mejillas rosadas, obviamente era alguna suerte de licor.
Con un poco de recelo, tomó la botella y la olió para darse a una idea de qué era. Menos mal que lo hizo, porque aquello podía dejar ciego a cualquiera que lo tomara. Vaya resistencia la de Cinan -Estoy segura que en la carpa de Lazid hay cosas mejores, deberíamos sacar de allí algo de su alijo- comentó, pasando la botella a Owens -Si hay que darse ánimos, que sea con una exquisitez- añadió, esbozando una sonrisa a la chica. -Y quizás encontremos un cepillo para ver qué hacemos con esas greñas tuyas- pensó, mirándola con una bien fingida ternura.
Mina Harker
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