[Trama de Sandorái] Veo fuego en Anar
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[Trama de Sandorái] Veo fuego en Anar
TEMPLO DE ANAR - BOSQUE DE SANDORÁI.
18:40 p.m. – Faltan 5 horas y 20 minutos para salvar Árbol Madre.
Los primeros rituales fueron detenidos por los héroes. Eso nos dará un tiempo... Pero aún no todo está dicho.
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El derruido Templo de Anar. Ahora también helado tras la desintegración de Abbey Frost.
La nieve cae sobre el templo de Anar, en el bosque de Sandorái. La encantadora, Abbey Frost, se ha sacrificado para detener al jinete oscuro, Celebrimbor. En el centro de las ruinas, yace el jinete. Justo cara con cara con Zöe. Con la muerte tan cerca suya, pero a la vez, tan lejos.
El ejército de Dundarak, tras ser avisados por Mefisto, llega al destruido templo congelado. Las catapultas y balistas, así como más de cien caballeros dragón ampliamente armados, le secundan. El rey Rigobert siempre está protegido por la Guardia del Dragón, la guardia de élite liderada por el veterano Sir Sammuel, ya recuperado. - ¡Alto! – Ordena el rey al encontrarse al jinete oscuro. Su ejército responde con un silencio sepulcral. Filo metálico. El rey desenvaina su espada y se acerca a Zöe, que está más cerca. Después, se encuentra a Celebrimbor. Él es el verdaderamente interesado.
En ese momento, por la otra parte del templo llegaba la batida de caza a la bruja Ellarraíz, liderada por Lucy Fireheart con Eleatril Nemaniel a lomos de su tigre de las nieves, Ash’alá. No había ido excesivamente mal el combate. Pero todos podían sentir la pesadumbre en el rostro de la Encantadora Fireheart. El Rey de Dundarak no tardó en apreciarlo. El pesar de su armadura metálica era lo único que sonaba en la plaza en ese momento. Eso y la respiración nerviosa de Ash’alá.
-¡Vaya! ¡Mirad a quién tenemos aquí! ¡A las Altisísimas encantadoras Fireheart y Thenidiel! – celebra Rigobert cruzándose de manera irónica ante sus encantadoras. - ¿Cómo fue la recolección de moras silvestres? ¿O habréis traído algo para mí? – Lucy traía pocos humos y no tardaría en fulminar con su mirada a un niñato al que ya le tenía ganas de antes, por su trato a la logia como si fueran una unidad más del ejército. En aquel momento no estaba demasiado lejos de cometer un regicidio.
-Ah… - Se contuvo la respiración para no decir nada fuera del protocolo. – Nosotros también. - replicó. – Hemos derrotado a Ellarraíz, una peligrosa bruja del Aquelarre, y parte del bosque ha quedado recuperado de su corrupción.
A su lado aparecía saliendo entre la ventisca, aparecía Eleatril Nemaniel, junto con a su tigre de las nieves, Ash’alá. Ésta llevaba un pañuelo rojo para taparse el rostro. Y sin saberlo se acercó más de lo necesario al rey, ignorando la figura de éste, al que reconocía como “alguien superior”. Algo que hizo que los veinte caballeros dragón que componían la guardia real se pusieran en guardia y alzaran sus armas contra ella. Ash’alá saltó hacia atrás y rugió a los presentes. Lucy levantó su mano para detener a los hombres del rey.
-Es Eleatril, del clan Nemaniel. Algo oscuro está corrompiendo el bosque y facilitando el acceso de los jinetes oscuros. Van a atacar Árbol Madre, y ella puede guiarnos a todos al interior, para ayudar. Tenemos que salvar Árbol Madre. - se encogió un poco de hombros, ligeramente emocionada. - No podemos permitir… Que el sacrificio de Abbey haya sido en vano.
El Rey Rigobert escuchó a la interlocutora sin mirarla, pasando a su lado y dirigiéndose a lo que verdaderamente le llamaba la atención. La “estatua” del Jinete Oscuro congelado. Se encontraba ligeramente agrietada. Parecía que no pero, probablemente, en el tiempo que llevaban charlando alguien con buena visión podría ver perfectamente el pequeño charquito de hielo que se estaba formando a los pies. Algo similar al que se generaba a los pies de Zöe. Pero Rigobert parecía no darse cuenta del detalle.
-¿Salvar Árbol Madre? ¿Por Frost? – preguntó el rey casi soltando una carcajada, acariciando con su guante al jinete oscuro, con curiosidad. - Estoy al corriente de su fatal destino, Fireheart. – comentó Rigobert con su tan pesada ironía y desprecio más absoluto. – Pero ella es sólo una más. Ya es fruto del pasado. No voy a decidir las acciones de un ejército para que tú puedas vengas a una muerta. Espero que lo puedas entender.
Lucy miró al suelo. El desprecio con el que el rey hablaba de su hermana le dolía demasiado. Pero aún así la encantadora de fuego era mucho más temperamental que su homóloga. Pensó en Abbey. Ella probablemente ya lo habría convertido en un cubo de hielo como el jinete y lo habría
-Sí. Lo entiendo, aunque no lo comparto. Abbey dio mucho a este ejército y al menos su memoria merece algo de respeto. – opinó. – Entonces solicito permiso para abandonar la expedición temporalmente para ir a Árbol Madre.
Rigobert se dio la vuelta furioso. ¿Desde cuándo una encantadora le decía lo que tenía que hacer o dejar de hacer? Ella estaba allí para ayudarles en la búsqueda del objeto mágico que le ayudaría en sus ansias conquistadoras. Y Lucy y Níniel, como líderes de la expedición en ausencia de Abbey, no iban a ir a ninguna parte. Por encima suya.
-¡Ni hablar, Fireheart! – le dijo acercándose a ella. – Estás aquí para ayudarnos a encontrar un poderoso objeto que nos ayudará en nuestra expansión. ¿Y qué has hecho? ¡Nada! Ni me has traído una reliquia de centinela, ni tengo el dichoso objeto mágico. – la señaló. A ella y después a Níniel. – Es vuestro deber servir a vuestro rey, encantadoras. Para eso estáis aquí. - Sentenció, olvidándose por completo del verdadero sentido de la logia.
El furioso Rigobert sacó su imponente espada brillante, de material mitril. Y cuando todo el mundo pensó que iba a atacar a Lucy, lejos de ello descargó su rabia contra el jinete oscuro congelado. El cual comenzó a golpear entre mandoblazos con ambas manos y gritos de adolescente enfadado por la “rebelión” de su subordinada. Mostrando una vez más su carácter infantil. Eleatril se acercó a él, a distancia suficiente para no ser atacada.
-Majestad, no hay cosa que más me avergüence que pedir ayuda a un extranjero. Pero vuestra armada sería de gran ayuda para nuestro pueblo. - Comentó Eleatril mientras observaba como Rigobert golpeaba. - Esta amenaza no es algo que incumba únicamente a los elfos, sino a todo el mundo. La mayor parte del oxígeno del mundo, o el éter que sorben las plantas, salen de este bosque mágico. Los centinelas no podrán solos a ayudar a salvar esta empresa.
El hablar de "centinelas" otorgó a Rigobert un impulso extra en su determinación. Para sorpresa de todos, el chico, con su espada mágica que durante generaciones había pertenecido a los reyes dragón, consiguió destruir en un golpe definitivo romper en mil trozos al jinete oscuro, que quedó convertido a cientos de miles de cristales a sus pies. El joven rey levantó los brazos al cielo y su espada
-¿Centinelas, eh? ¿Lo veis? ¿Quién necesita a esos centinelas? ¡Yo, Rey de los Reinos del Norte, he resuelto esta crisis sin ayuda de ningún centinela! ¡Lo habéis visto con vuestros propios ojos! Estas criaturas son mortales y las aplastaremos si vienen - se giró hacia Eleatril, Lucy y el resto de su ejército. Ahora más calmado. - Pero no creo que sea hoy. Hasta entonces, debemos centrarnos en los objetivos de la campaña. Así que no perdáis el tiempo y volved a vuestros quehaceres.
Mientras daba su discurso, de lo que no se dio cuenta era que a su espalda, tras romper en mil cachitos al jinete oscuro, los cristalitos del suelo comenzaron a vibrar. A moverse. ¿Sería la brisa que hacía?
¿O quizás el rugido ensordecedor de un dragón aproximándose en la lejanía?
Quién sabe. Por ahora, todo parecía centrado en el Rey de Dundarak, y en la Alta Encantadora de la Logia.
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Se ha hecho de rogar. Pero este es por fin el primer tema perteneciente a la fase 2 del Evento de Sandorái.
---- El número límite de usuarios en este Evento de Trama Mastereado es de 10.
---- Se otorgará una recompensa de 10 puntos de experiencia a los participantes. 15 a los que hayan participado en la primera fase. Todos podréis optar a la consecución de objetos de calidad superior, épica o incluso uno legendario.
---- En este tema tiene plaza fija 7 usuarios: Zöe, Mefisto, Vincent Calhoun, Níniel Thenidiel, Altheas Tinarandel, Chimar y Rauko.
---- Los que hayáis participado en la primera fase del evento y no estéis en la lista superior, no podéis participar aquí. Algunos es posible que entréis más adelante. Lo veréis.
---- Los que no hayáis participado en la primera fase del evento, os podéis unir a esta fase del evento en un tema que abriré para ello. Para no influenciar los horarios de usuarios, por ahora está cerrado. Hoy sobre las 22:00 (Hora España GMT+1) abriré la veda. Los 3 más rápidos tienen plaza fija, los demás quedarán de suplentes, pudiendo entrar dependiendo del número de usuarios de la lista que finalmente entren. No se permiten segundas cuentas. Se requiere un mínimo de 10 posts on rol para poder participar.
---- No hay un número mínimo de posts. Podéis interactuar al estilo de los eventos que tan bien están funcionando en el foro. Podéis postear tantas veces como queráis y guardando cierta lógica. E indicando a quien os dirigís. Vosotros rolead, que ya os iré teniendo problemas a más tardar cada semana.
Sinopsis: Llegáis al Templo de Anar (nevado, algo insólito en Sandorái) desde el lugar en el que lo dejasteis por última vez. Y algunos os encontráis con el conflicto de primera mano. Podéis uniros por afinidad a un personaje u otro, preguntar qué sucede si no lo sabéis, o simplemente poneros a un lado u otro, sin entrar en temas “políticos”. No toda la acción se centra en el conflicto entre Rigobert y Lucy. ¡Hay más de 100 personas en el templo de Anar! Podéis centraros en lo que más os apetezca: Pasear a las afueras, sabotear las armas de guerra (si sois pacifistas), ayudar a Zöe, explorar el templo abandonado y sus secretos, poneros en guardia por los cristales, o lo que se os ocurra. Se trata de un mundo “relativamente” abierto y todo tendrá su recompensa (o castigo). El número de interacciones que hagáis y el rolear solos o no también tendrá sus beneficios/inconvenientes.
NPCs en la plaza que podéis usar/interactuar todos presentes:
Celebrimbor (💀 Jinete Oscuro. ¿Muerto?)
Rey Rigobert III de Dundarak (10. Rey de de los Reinos del Norte. Caballero dragón).
Alta Encantadora Lucy Fireheart ( 8. Tensái de fuego).
Eleatril Nemaniel (5. Ranger).
Ash'alá (3. Tigre de las Nieves. Bestia).
Sir Sammuel (6. Caballero dragón con maestría en espada Herido)
4 Miembros de la Guardia del Dragón (4.Podéis crearlos vosotros)
NPCs "piratas" de la logia, que llegan con Vincent Calhoun: Wilhem Dutch van Gottirberg (4. Tensái de agua. Pirata) Bárbara "Barb" Bockenhurst (3. Bruja de viento. Pirata). Vincent os dará permiso o no para usarlos.
Virgo (5. Elfo inventor), llega con Rauko. Al igual que Vincent, él os marcará el permiso para usarlo.
Al final, tendréis que uniros al #TeamLucy o al #TeamRigobert explicando las motivaciones que os hacen uniros al bando de los que quieren salvar Sandorái, o de los que priorizan la búsqueda de objetos mágicos y la expansión territorial. Podéis apuntaros los 10 al mismo bando, pero finalmente terminará habiendo 5 usuarios por bando. Por supuesto, al ser un evento mastereado, esta decisión tendrá sus consecuencias y recompensas
Ger
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Re: [Trama de Sandorái] Veo fuego en Anar
La situación en el bosque se resuelve y de qué manera, Canel prácticamente salva el día a la primera con su suerte divina. Sin entrar en detalles, el mocoso parece que tiene a más de un dios velando por su pequeña persona.
Luego de situaciones extrañas y muchos pasos adicionales, los chicos buenos vuelven con el grueso del ejército. Según parece, fueron los únicos en lograr un desenlace favorable para el bosque elfico.
Quién lo diría…
Claro que hay otras cosas para sorprender en la fortaleza temporal del ejército dragón, nada más y nada menos que nieve. La escena hace que Maquiavelo arquee su ceja derecha pues es algo inédito en la zona.
Es la segunda vez que pasa en la historia conocida… pero creo que la primera no cuenta.
Debes contarme esa historia alguna vez, enanito.
“Canel sonríe de forma tonta”.
Es claro que algunos personajes se sorprenden más ante el escenario, para los elfos debe ser toda una visión distópica. Chim por su parte pues… no es la primera vez que ve nieve y Lunargenta puede experimentar el fenómeno de tanto en tanto.
Llegan a presentar su informe ante el niño rey, toda una figura sin duda. Basta con decir que si fuera un gorrión… Chim le hubiera pateado el trasero para enseñarle algo de humildad hace tiempo. Algunos personajes no toman bien la infancia.
Pronto avanzan al momento del reporte en sí, los elementos con peso del grupo hablan entonces. Tanto el genio como su hermanito se mantienen cerca pero al margen de la conversación, mejor dejarle la tarea a alguien con experiencia en diplomacia.
Cuando el niñato estalla en ira y se pone a golpear la figura congelada que tiene delante pues… le recuerda algunas cosas al propio inventor. Las mentes inteligentes no son conocidas por su paciencia.
Es claro que al pequeño monarca no le agradan los centinelas, no es un tema que conozca mucho Maquiavelo ciertamente. Al final la forma congelada del jinete infernal “sea lo que sea” termina estallando a punta de golpes de espada.
Pues… no son tan duros.
No ha terminado “mira los trozos de hielo aunque se reserva cualquier comentario importante”.
Todo se divide en dos caminos, al menos entre las figuras de peso. El líder dragón compacto quiere jugar a la conquista, su homóloga hechicera desea centrar esfuerzos en salvar el bosque. Llegan a un punto discordante aunque Maquiavelo tiene una solución personal para el problema.
Vamos con usted, señorita Nin “dice mientras le sujeta la mano con nerviosismo por algunos segundos”.
Luego de situaciones extrañas y muchos pasos adicionales, los chicos buenos vuelven con el grueso del ejército. Según parece, fueron los únicos en lograr un desenlace favorable para el bosque elfico.
Quién lo diría…
Claro que hay otras cosas para sorprender en la fortaleza temporal del ejército dragón, nada más y nada menos que nieve. La escena hace que Maquiavelo arquee su ceja derecha pues es algo inédito en la zona.
Es la segunda vez que pasa en la historia conocida… pero creo que la primera no cuenta.
Debes contarme esa historia alguna vez, enanito.
“Canel sonríe de forma tonta”.
Es claro que algunos personajes se sorprenden más ante el escenario, para los elfos debe ser toda una visión distópica. Chim por su parte pues… no es la primera vez que ve nieve y Lunargenta puede experimentar el fenómeno de tanto en tanto.
Llegan a presentar su informe ante el niño rey, toda una figura sin duda. Basta con decir que si fuera un gorrión… Chim le hubiera pateado el trasero para enseñarle algo de humildad hace tiempo. Algunos personajes no toman bien la infancia.
Pronto avanzan al momento del reporte en sí, los elementos con peso del grupo hablan entonces. Tanto el genio como su hermanito se mantienen cerca pero al margen de la conversación, mejor dejarle la tarea a alguien con experiencia en diplomacia.
Cuando el niñato estalla en ira y se pone a golpear la figura congelada que tiene delante pues… le recuerda algunas cosas al propio inventor. Las mentes inteligentes no son conocidas por su paciencia.
Es claro que al pequeño monarca no le agradan los centinelas, no es un tema que conozca mucho Maquiavelo ciertamente. Al final la forma congelada del jinete infernal “sea lo que sea” termina estallando a punta de golpes de espada.
Pues… no son tan duros.
No ha terminado “mira los trozos de hielo aunque se reserva cualquier comentario importante”.
Todo se divide en dos caminos, al menos entre las figuras de peso. El líder dragón compacto quiere jugar a la conquista, su homóloga hechicera desea centrar esfuerzos en salvar el bosque. Llegan a un punto discordante aunque Maquiavelo tiene una solución personal para el problema.
Vamos con usted, señorita Nin “dice mientras le sujeta la mano con nerviosismo por algunos segundos”.
Invitado
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Re: [Trama de Sandorái] Veo fuego en Anar
[MODO AHORRO DE ENERGÍA ACTIVADO]
[ANALIZANDO] ... [ANALIZANDO]
[ACTIVANDO VENTILACIÓN] ... [ESPERE]
Sophitia estaba fuera de sí, no podía entender cómo su madre había logrado que una simple misión para buscar plantas de pronto se había vuelto una batalla a muerte con... Con alguna especie de monstruo mitológico o algo así. La Vampiro no había entendido muy bien lo que Mefisto les había contado, lo único que le había quedado claro era que habían salido juntos y por algún motivo el elfo estaba de vuelta en el campamento y Zöe no.
El primer impulso de Sophi había sido agarrar a ese elfo y destrozarle la cara a golpes, no porque con eso fuera a lograr algo, pero al menos podría descargar un poco de la furia que sentía. Luego pensó que sí lo mataba no podría saber dónde había quedado la Bio, así que se contuvo y dejó que Mefisto siguiera viviendo.
Eso sí, no se salvaría de su desagradable presencia. En cuanto terminó de hablar y se decidió levantar el campamento para ir al sitio donde habían ocurrido los hechos, Sophitia se puso junto al Elfo y apoyando una mano en su hombro le dijo:
-Vas a mostrarme el sitio exacto en donde viste por última vez a Zöe ¿No es así? - Y apretó el agarre para dejar en claro que no era una propuesta, sino una orden.
De esa manera se dirigieron hasta el templo, o más bien lo que quedaba de él. El sitio era básicamente una ruina congelada, las plantas habían muerto, los animales que no habían logrado escapar a tiempo estaban hechos hielo, los copos de nieve caían en un sitio y una temporada que no correspondía.
Cuando se acercaron Rigobert y Lucy ya estaban discutiendo, a la Vampiro no podía importarle menos sus asuntos, algo sobre el bosque de los elfos y otra cosa sobre un objeto mágico. Sophitia estaba allí solo por un motivo: Rescatar a su madre. Cuando vio cómo el Berrinchudo Rey trataba a la estatua de hielo que estaba justo en frente de Zöe, los ojos de la Vampiro se abrieron grandes, corrió hasta donde estaba la Bio congelada y se puso en medio, temiendo que quisiera hacer lo mismo con la otra figura de hielo.
-¡Zöe! ¡Zöe! ¿Puedes escucharme? - No había movimiento alguno, quien no la conociera de antes podría pensar que se trataba de una estatua sin vida - ¡Mefisto piensa en algo maldita sea! - Claramente el elfo no tenía la culpa de nada, pero Sophitia no estaba en un estado emocional que le permitiera pensar con claridad.
Con pesar en la mirada se acercó Sir Sammuel, gracias a la Bio y a Mefisto se había podido recuperar de su enfermedad, estaba en deuda con ambos.
-¿Cómo podríamos descongelarla? - La idea más razonable parecía ser el hacer fuego, pero estaban hablando de hielo mágico, Sophi no sabía si se aplicaban las mismas reglas.
[ANALIZANDO] [TIEMPO RESTANTE: 00:04:16]
[ANALIZANDO] ... [ANALIZANDO]
[ACTIVANDO VENTILACIÓN] ... [ESPERE]
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Sophitia estaba fuera de sí, no podía entender cómo su madre había logrado que una simple misión para buscar plantas de pronto se había vuelto una batalla a muerte con... Con alguna especie de monstruo mitológico o algo así. La Vampiro no había entendido muy bien lo que Mefisto les había contado, lo único que le había quedado claro era que habían salido juntos y por algún motivo el elfo estaba de vuelta en el campamento y Zöe no.
El primer impulso de Sophi había sido agarrar a ese elfo y destrozarle la cara a golpes, no porque con eso fuera a lograr algo, pero al menos podría descargar un poco de la furia que sentía. Luego pensó que sí lo mataba no podría saber dónde había quedado la Bio, así que se contuvo y dejó que Mefisto siguiera viviendo.
Eso sí, no se salvaría de su desagradable presencia. En cuanto terminó de hablar y se decidió levantar el campamento para ir al sitio donde habían ocurrido los hechos, Sophitia se puso junto al Elfo y apoyando una mano en su hombro le dijo:
-Vas a mostrarme el sitio exacto en donde viste por última vez a Zöe ¿No es así? - Y apretó el agarre para dejar en claro que no era una propuesta, sino una orden.
De esa manera se dirigieron hasta el templo, o más bien lo que quedaba de él. El sitio era básicamente una ruina congelada, las plantas habían muerto, los animales que no habían logrado escapar a tiempo estaban hechos hielo, los copos de nieve caían en un sitio y una temporada que no correspondía.
Cuando se acercaron Rigobert y Lucy ya estaban discutiendo, a la Vampiro no podía importarle menos sus asuntos, algo sobre el bosque de los elfos y otra cosa sobre un objeto mágico. Sophitia estaba allí solo por un motivo: Rescatar a su madre. Cuando vio cómo el Berrinchudo Rey trataba a la estatua de hielo que estaba justo en frente de Zöe, los ojos de la Vampiro se abrieron grandes, corrió hasta donde estaba la Bio congelada y se puso en medio, temiendo que quisiera hacer lo mismo con la otra figura de hielo.
-¡Zöe! ¡Zöe! ¿Puedes escucharme? - No había movimiento alguno, quien no la conociera de antes podría pensar que se trataba de una estatua sin vida - ¡Mefisto piensa en algo maldita sea! - Claramente el elfo no tenía la culpa de nada, pero Sophitia no estaba en un estado emocional que le permitiera pensar con claridad.
Con pesar en la mirada se acercó Sir Sammuel, gracias a la Bio y a Mefisto se había podido recuperar de su enfermedad, estaba en deuda con ambos.
-¿Cómo podríamos descongelarla? - La idea más razonable parecía ser el hacer fuego, pero estaban hablando de hielo mágico, Sophi no sabía si se aplicaban las mismas reglas.
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Zöe
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Re: [Trama de Sandorái] Veo fuego en Anar
La ola de frío me alcanzó mientras corría. Ya los pulmones me ardían por la carrera, respirar aquello fue como ser ahogado en un millar de cuchillos diminutos. Me abracé a mí mismo, agachando el cuerpo, recuperándome. Tranquilizándome:
Tenía un mal presentimiento respecto a ese evento. Y la fatídica idea caló más hondo, y me heló los huesos como no lo podría hacer aquél invierno imposible. Sin más que hacer al respecto, me levanté y seguí caminando.
Las tropas de Dundarak ya se habían movilizado, el rey... El rey podía esperar. Seguro hubo un cambio de planes, y si aquél bicho seguía pateando después de recibir ese ataque de Frost, daba igual morir entonces o tras un poco más de tiempo. No habría forma de detenerlo. El Árbol Madre, los Centinelas. Debía cumplir mi propósito. Puede que la última voluntad de Frost. Qué más daba perder a los dispuestos a morir por un niñato como ese.
Conté, de forma apresurada y alta, lo que había visto en las ruinas. Lo que sonaría normalmente como los disparates de un desconocido, ahora estaban respaldados por el bosque de cristal.
Entonces se acercó una mujer de cabello rojizo y actitud tosca. Mis instintos me gritaban que me alejara, pero mis piernas no reaccionaban. Estaba demasiado agotado física y mentalmente. Tropecé, pero no me dio oportunidad de caerme, sujetándome la camisa con rabia. Así aguantó mi peso, con una sola mano. Era fuerte. Mucho más de lo que aparentaba.
—¿Dónde está Zöe? —preguntó hostilmente. La preocupación teñía su rostro y su voz. Zöe debía ser importante para ella.
Respondería con una sonrisa y un comentario insolente e ingenioso, normalmente. No tenía fuerzas para hacerlo ese momento, ni ganas o motivo. Yo también estaba preocupado por Zöe.
—No lo sé —confesé derrotado, desviando la mirada. Temía lo peor— Estaba con Frost, quizás—
Me interrumpió con un puñetazo en el rostro. No hice amago de protegerme. Un puñado de personas observaban la escena. Inteligentemente, ninguno se atrevió a entrometerse. La mujer reajustó su agarre, y me propinó otro golpe. Y otro. Y otro.
Sentía su feroz angustia como la mía propia, en otro lugar, en otro momento. Era como un animal aterrado, aferrándose a una frágil rama. Se rehusaba a aceptar el destino, a separarse de aquellos que quería.
¿...Yo también hice esa expresión, Aurora?
No, yo simplemente hice trago amargo...
¿Pude haber hecho algo? ¿Un Vampiro, quizás?
No, no. Me habrías matado tú de haber sugerido algo así.
Viviste bien. Sólo debo intentar hacer lo mismo.
El dolor en el rostro, el calor de los golpes, el sabor a sangre en la boca... Si bien no era masoquista y no los disfrutaba, en ese preciso momento tampobo los repudiaba. Gracias a esas sonseaciones dejé de sentirme entumecido por el frío, y por Frost y por Zöe, y lo que sea que fuese aquella terrible criatura, y cualquiera que fuese nuestro destino y el de Sandorai.
Finalmente me soltó, y aún aturdido, caí al suelo. Así como el ardor en mi boca, sentí la escarcha morder mis manos. Me quedé ahí tirado, pensativo.
Sólo debo intentarlo. Tú lo habrías querrido, ¿verdad?
Me llevé las manos a la cabeza, cubriendo mi rostro lastimado. Sentí un cosquilleo recorrer mis manos, y disipar el frío. Pronto lo mismo en mi cara, hasta que sólo quedaron marcas leves y el sabor a hierro. [1]
Me levanté, sin reaccionar de mala manera a la agresividad de la mujer.
— Vamos. No habrá cedido tan fácil. —sonreí débilmente. Compartiendo con ella la esperanza que conservaba.
Fuimos de vuelta a las ruinas. Ahí, a la vez, comprobé mi funesto presentimiento y alivié dos grandes pesares.
Zöe seguía viva. Creo. Estaba encerrada en hielo, inmóvil. En otro punto del claro, estaba aquél monstruo. El Jinete Oscuro. Sufrió el mismo destino que Zöe.
Frost no estaba en ningún lugar. No, quizás ahora estaba en todas partes.
Estaban, además del resto de la Avanzada, el rey, y una mujer —que de alguna forma me recordaba a Frost—, discutiendo algo que no debía discutirse. Se planteaba, como si hubiese acaso alguna duda, si defender la integridad de Sandorai, y con ello puede que el mismo Aerandir, o los caprichos de un niño. A lo mucho, de un pueblo. Apreté los dientes, incapaz de disimular el asco que me provocaba que tal riña diera lugar donde gente valiente había caído, donde Zöe yacía inmóvil por arriesgar su vida en contra de algo que entendía apenas poco más que yo.
El niño empezó a lanzarle golpes al Jinete congelado. Retrocedí sorprendido, tomando a la conocida de Zöe por la muñeca, dispuesto a arrastrarla lejos de aquella cosa, sin importar que la mujer tuviese mucha más fuerza que yo. Si aquello quedaba libre, debía, como mínimo, proteger a aquellos importantes para la bio. La mujer se sacudió mi mano con un tirón, y se paró entre Zöe y el rey.
Afortunadamente, y de forma inesperada, el Jinete se resquebrajó en un centar de trozos.
La mujer no tardó en seguir maltratándome, esta vez verbalmente. Por suerte había otra persona cuerda en ese lugar, el hombre que había salvado con las raíces de Atrio. Sir Sammuel participó, intentando ayudar a quien antes le había ayudado a él.
—Podemos probar con fuego. Quizás tarde, pero si ese pudo destruir la otra con una espada, no debe ser algo especialmente único. De todas formas no perderemos nada por intentarlo.
Coloqué mi palma en el hielo, observando a la inmóvil Zöe.
Yo debo cargar con mi pérdida, es el orden natural de las cosas. Pero esta aún podemos evitarla.
*[1] Uso la habilidad racial Imposición de manos.
Tenía un mal presentimiento respecto a ese evento. Y la fatídica idea caló más hondo, y me heló los huesos como no lo podría hacer aquél invierno imposible. Sin más que hacer al respecto, me levanté y seguí caminando.
Las tropas de Dundarak ya se habían movilizado, el rey... El rey podía esperar. Seguro hubo un cambio de planes, y si aquél bicho seguía pateando después de recibir ese ataque de Frost, daba igual morir entonces o tras un poco más de tiempo. No habría forma de detenerlo. El Árbol Madre, los Centinelas. Debía cumplir mi propósito. Puede que la última voluntad de Frost. Qué más daba perder a los dispuestos a morir por un niñato como ese.
Conté, de forma apresurada y alta, lo que había visto en las ruinas. Lo que sonaría normalmente como los disparates de un desconocido, ahora estaban respaldados por el bosque de cristal.
Entonces se acercó una mujer de cabello rojizo y actitud tosca. Mis instintos me gritaban que me alejara, pero mis piernas no reaccionaban. Estaba demasiado agotado física y mentalmente. Tropecé, pero no me dio oportunidad de caerme, sujetándome la camisa con rabia. Así aguantó mi peso, con una sola mano. Era fuerte. Mucho más de lo que aparentaba.
—¿Dónde está Zöe? —preguntó hostilmente. La preocupación teñía su rostro y su voz. Zöe debía ser importante para ella.
Respondería con una sonrisa y un comentario insolente e ingenioso, normalmente. No tenía fuerzas para hacerlo ese momento, ni ganas o motivo. Yo también estaba preocupado por Zöe.
—No lo sé —confesé derrotado, desviando la mirada. Temía lo peor— Estaba con Frost, quizás—
Me interrumpió con un puñetazo en el rostro. No hice amago de protegerme. Un puñado de personas observaban la escena. Inteligentemente, ninguno se atrevió a entrometerse. La mujer reajustó su agarre, y me propinó otro golpe. Y otro. Y otro.
Sentía su feroz angustia como la mía propia, en otro lugar, en otro momento. Era como un animal aterrado, aferrándose a una frágil rama. Se rehusaba a aceptar el destino, a separarse de aquellos que quería.
¿...Yo también hice esa expresión, Aurora?
No, yo simplemente hice trago amargo...
¿Pude haber hecho algo? ¿Un Vampiro, quizás?
No, no. Me habrías matado tú de haber sugerido algo así.
Viviste bien. Sólo debo intentar hacer lo mismo.
El dolor en el rostro, el calor de los golpes, el sabor a sangre en la boca... Si bien no era masoquista y no los disfrutaba, en ese preciso momento tampobo los repudiaba. Gracias a esas sonseaciones dejé de sentirme entumecido por el frío, y por Frost y por Zöe, y lo que sea que fuese aquella terrible criatura, y cualquiera que fuese nuestro destino y el de Sandorai.
Finalmente me soltó, y aún aturdido, caí al suelo. Así como el ardor en mi boca, sentí la escarcha morder mis manos. Me quedé ahí tirado, pensativo.
Sólo debo intentarlo. Tú lo habrías querrido, ¿verdad?
Me llevé las manos a la cabeza, cubriendo mi rostro lastimado. Sentí un cosquilleo recorrer mis manos, y disipar el frío. Pronto lo mismo en mi cara, hasta que sólo quedaron marcas leves y el sabor a hierro. [1]
Me levanté, sin reaccionar de mala manera a la agresividad de la mujer.
— Vamos. No habrá cedido tan fácil. —sonreí débilmente. Compartiendo con ella la esperanza que conservaba.
Fuimos de vuelta a las ruinas. Ahí, a la vez, comprobé mi funesto presentimiento y alivié dos grandes pesares.
Zöe seguía viva. Creo. Estaba encerrada en hielo, inmóvil. En otro punto del claro, estaba aquél monstruo. El Jinete Oscuro. Sufrió el mismo destino que Zöe.
Frost no estaba en ningún lugar. No, quizás ahora estaba en todas partes.
Estaban, además del resto de la Avanzada, el rey, y una mujer —que de alguna forma me recordaba a Frost—, discutiendo algo que no debía discutirse. Se planteaba, como si hubiese acaso alguna duda, si defender la integridad de Sandorai, y con ello puede que el mismo Aerandir, o los caprichos de un niño. A lo mucho, de un pueblo. Apreté los dientes, incapaz de disimular el asco que me provocaba que tal riña diera lugar donde gente valiente había caído, donde Zöe yacía inmóvil por arriesgar su vida en contra de algo que entendía apenas poco más que yo.
El niño empezó a lanzarle golpes al Jinete congelado. Retrocedí sorprendido, tomando a la conocida de Zöe por la muñeca, dispuesto a arrastrarla lejos de aquella cosa, sin importar que la mujer tuviese mucha más fuerza que yo. Si aquello quedaba libre, debía, como mínimo, proteger a aquellos importantes para la bio. La mujer se sacudió mi mano con un tirón, y se paró entre Zöe y el rey.
Afortunadamente, y de forma inesperada, el Jinete se resquebrajó en un centar de trozos.
La mujer no tardó en seguir maltratándome, esta vez verbalmente. Por suerte había otra persona cuerda en ese lugar, el hombre que había salvado con las raíces de Atrio. Sir Sammuel participó, intentando ayudar a quien antes le había ayudado a él.
—Podemos probar con fuego. Quizás tarde, pero si ese pudo destruir la otra con una espada, no debe ser algo especialmente único. De todas formas no perderemos nada por intentarlo.
Coloqué mi palma en el hielo, observando a la inmóvil Zöe.
Yo debo cargar con mi pérdida, es el orden natural de las cosas. Pero esta aún podemos evitarla.
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*[1] Uso la habilidad racial Imposición de manos.
Mefisto
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Re: [Trama de Sandorái] Veo fuego en Anar
Habían pasado varios años, y una colección de retazos donde se mezclaban viajes, conocidos y pequeños cometidos, a lo largo de cuales habían terminado por ayudar a más criaturas de la que él mismo hubiese tal vez deseado. Casi sorprendido, había decidido que era un momento adecuado para volver a ver a los suyos. Habían sido muchos pasos y sendas por el norte y el este del continente, y demasiadas decepciones. Su meta seguía tan lejana como tratar de arrancarse el corazón sin abrirse el pecho.
Los días previos a alcanzar la linde de los bosques de la hermosa raza, el olor de su tierra natal comenzó a dejarse notar en el viento, surcando el aire rumores de los arroyos que su patria albergaba, sueños que habían acariciado madera, hoja y fruto, antes de permitirse llevar cálidamente todo ello al hijo de Sandorai.
Una sonrisa auténtica cruzó su rostro, sintiendo un leve cosquilleo de emoción al internarse en la foresta, por caminos tiempo atrás recorridos, sintiéndose purificado tras tanto tiempo caminando entre criaturas inferiores. La elegancia de los auténticamente suyos le reconfortó con una cálida bebida en una fría noche, la cadencia de su habla, la sabiduría tras unas miradas que le hacían entender que allí, en efecto, era comprendido.
Si primera parada no había tenido discusión en el océano de sus pensamientos. Y volvió a sentirse un chiquillo protegido y amado, al traspasar con varios años de retraso las puertas de Folnaien, hogar ancentral del clan Índirel. Pronto se sintió sucio y desmadejado, al hallarse ante el anonadado semblante de tantos y tantos compañeros de juegos infantiles, de familiares, y de gentes con las que habían compartido las largas décadas de su vida bajo las hayas y los robles cuyas copas habían visto transcurrir la historia de su pueblo.
La noticia de su regreso corrió como una buena nueva, y no pudo sino sentirse en extremo feliz al ver a sus queridos padres esperarle en el dintel de la puerta de su hogar. Sonrientes, lágrimas de ternura relucían en los ojos de su madre, mientras su padre le abrazaba demostrando así un eterno e inmutable cariño. Nousis fue embargado por un sentimiento de gratitud hacia los dioses verdaderos por mantener sana y feliz a su familia, y haber podido vivir para verlos una vez más.
Nuevas vestimentas, espada pulida y bolsa de viaje conformaron la última escena de dos días de sosiego y descanso. Un baño perfecto y la comida con la que había crecido. Sólo las noticias que le transmitieron consiguieron turbar su ánimo.
-¿Problemas en el corazón el reino? – repitió Nousis asombrado.
-Extrañas criaturas pueblan los bosques éstos días, con permiso de los grandes clanes, según las noticias que los Altos Elfos de los Neril han hecho llegar a quienes seguimos sus estandartes.
-¿Los Ojosverdes aceptan extranjeros en la tierra sagrada?- ironizó el más joven de los presentes. Él mismo sentía hervir su odio ante la profanación de criaturas corruptas y blasfemas dentro de su sacrosanta patria. Tenía el interés de acudir al Templo de Anar a presentar sus respetos. Ahora poseía un mayor motivo para descubrir qué demonios estaba ocurriendo- Seguro que es culpa de los Humanos o los Brujos- dedujo- Debo irme.
Su madre suspiró.
-Ten cuidado, existen cosas en el mundo para las que ni siquiera tú estás aún preparado hijo- Nousis apretó los dientes, pero abrazó a la mujer, aceptando el consejo. Bien sabía él cuan grande era la enorme falta de poder que sentía mostrar.
-Volveré pronto- prometió- Sólo quiero conocer qué está ocurriendo.
-Ve con los dioses y vuelve sano y salvo- dijo su padre como despedida. Su hijo bajó la cabeza en señal de respeto antes de abandonar nuevamente el hogar familiar.
Mientras continuaba hacia lo más recóndito de la foresta, Nousis se decía que apenas recordaba la última vez que había acudido al árbol madre, o al templo. Sus estudios, entrenamientos y posteriores viajes fuera de la tierra que le vio nacer le habían negado durante mucho tiempo la paz y la tranquilidad que debía de albergar el sagrado lugar. Mas cuanto más avanzaba, más claro eran los indicios de que algo terrible había ocurrido en su tierra, mientras él deambulaba por el mundo.
Pero nada le habría preparado para el golpe interno que supuso para el Elfo observar cuanto sus ojos le revelaban. ¡HUMANOS EN LA TIERRA SAGRADA! Jamás había visto el lugar tan concurrido, y por supuesto, repleto de seres ajenos a la raza élfica. Sintió unos acuciantes deseos de gritar e inconscientemente, llevó una mano a la espada, sabiendo sobradamente que de nada le iba a servir ante tal multitud. Armas relucían por todas partes, como vanguardia de un ejército, mas las pequeñas escenas que conformaban el gran cuadro que tenía ante sí eran aún piezas desperdigadas de un rompecabezas que en nada comprendía. Necesita información de forma urgente, por lo que trató de respirar, calmarse, volver a su ser natural.
Imposible. Sus dientes casi chirriaron de puro odio, sintiendo la humillación de sus ancestros al ver a tal cantidad de basura contaminando su patria. Sus ojos se entrecerraron. No era todo, pues bien sabía que los humanos en nada de distinguían de los brujos. ¿¡Podía haber brujos en Sandorai?! No. Todo esto tenía por fuerza que ser un sueño. No podía estar pasando.
No obstante allí estaban. ¿Acaso habían muerto los defensores de los bosques? ¿Dónde se hallaban los líderes de los grandes clanes? Cuando logró contenerse lo suficiente para apreciar un poco mejor la situación, caminó entre la gente reunida, culebreando debatiéndose entre el asco y el desdén, advirtió que un muchacho portaba una evidente corona. ¿Un joven rey de los humanos allí? La curiosidad le llevó a acercarse lo suficiente para escuchar algunos gritos, a buena distancia de los fuertemente armados soldados que le despedazarían sin miramientos por dos pasos de más, sin duda alguna. Sólo las palabras reinos del norte le hizo comprender al estudioso elfo que aquellas criaturas no eran humanos, ni mucho menos. ¿Por qué demonios tropas del norte….? Una pregunta más a añadir a la lista.
Los rostros de los presentes no expresaban la alegría propia de las victorias, tan sólo mostraban cautela, temor, hastío, cansancio, dolor. Necesitaba saber qué había ocurrido en el bosque en su ausencia, pero eran demasiadas personas reunidas en el templo y todo parecía precisar el interés del Elfo.
Sólo la palabra encantadoras sacó a Nousis de su ensimismamiento, para centrar su odio en la dirección correcta. Un rey extranjero, ayudado por odiosas brujas, sucesoras de quienes habían masacrado a su pueblo y expulsado de sus hogares ancestrales. La sorpresa de ver a una elfa a su lado empañó sus deseos por un instante. Debía tratarse de alguien importante, aunque no atinaba a reconocerla. Su clan era vasallo de los Neril, y había visto a sus líderes en contadas ocasiones. Y ella no parecía uno de ellos. Sólo los Nemaniel serían capaces de colocarse tan cerca de un forastero, se dijo, taladrando a la mujer con la mirada. Tan sólo era la conjetura más lógica.
Decidió que era hora de conocer los pormenores ocurridos durante sus viajes. Paseó la vista en derredor, hasta dar con un elfo que parecía sereno y alerta. Saludándole a la manera de su pueblo, se dirigió a él con cortesía.
-Nai Ilúvatar varyuva le- saludó, continuando en su idioma materno. Tras todo lo visto, ni siquiera pudo utilizar el bárbaro lenguaje exterior - ¿Qué ha ocurrido aquí?
Nousis Indirel
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Re: [Trama de Sandorái] Veo fuego en Anar
Si alguna vez os preocupa un poco, aunque fuese el mínimo necesario para actuar sobre ello, el futuro de todo lo que os ha hecho daño en vuestra existencia, os pido encarecidamente que evitéis la ruta de caminos de Aerandir. Debe haber algo mágico en las rocas de los toscos caminos de piedra que el rey se había esforzado de manera tormentosamente fallida en mantener seguros. Eilydh a menudo se preguntaba si el éter de los pasajeros de las caravanas, de los brujos que lo usaban sin condiciones o de los forajidos que compraban armas impregnadas con él había filtrado parte de su esencia en aquellas sendas, haciendo que las noticias una vez embaucadas en su transito, fuesen seguras de llegar a cualquier oreja.
Mucho más si tus orejas, como las de Eilydh eran lo suficientemente alargadas como para no poder evitar prestar atención ante palabras sagradas como Imbar o Anar en bocas herejes como la de los bandidos del camino. Era como dejar un trozo de pan a medio comer frente a un mendigo en huelga de hambre: Puede que dispusiese de la fiereza de sus valores. Pero hasta los valores más acunados se derrumban en tiempos de hambruna.
Y aquello mismo le pasó a Eilydh.
La elfa era un prófuga de sus cimientos. La lucha interna entre aquello con lo que había crecido y sabía que estaba bien y aquello que había decidido y pensaba que era bueno. El exilio no la había tratado bien:
Había helado aún más su mirada y enfurecido su gesto.Le había hecho dudar de todo aquello a lo que había estado expuesta y abandonar prejuicios acerca de las demás razas que la rodeaban. Cada gota de lluvia en los caminos y fuera de ellos en un intento de huir de aquellos que la buscaban para matarla le había empapado los ropajes, pero había dejado sus huesos secos.
Por ello mismo, las palabras de aquel hereje hablando del templo de Anar no fueron exactamente lo que hizo que su interés se volviese a su conversación. Fue la livianez de sus palabras y la certitud del ladronzuelo al bromear con que lo que acababa de pasar en el templo de Anar, unido con la cruzada del rey Dragó era sin duda el fin de los elfos.
-Sin duda alguna están acabados. No creo que cientos de flechas trenzadas sean suficientes para acabar con el rey- bromeaba el bárbaro- Al menos tras esto los orejas largas dejarán de creerse superiores al resto- le dio un codazo a su compañero, que emitió una sonora carcajada.
¿Lo era? Algo cálido apareció de la nada en el estómago de Eilydh quien se apresuró a ajustarse su capucha ocultando sus orejas como solía hacerlo cada vez que se unía a una caravana de ladronzuelos para mantenerse segura en los caminos. Y si lo era... ¿Qué hacía ella allí? Compartiendo el vino y el pan con aquellos que apoyaban la destrucción del arbol madre. Su árbol madre. Ocultándose de las sombras de los de su propia raza y a la vez ensombreciendose entre todos aquellos que no compartían sus costumbres.
Nunca supo exactamente lo que le hizo dejar la seguridad efímera de aquella caravana y poner rumbo a sandorai tras más de 7 meses en el exilio. Aún hoy Eilydh culpa de manera desproporcionada al efecto de Isil sobre su clan Skye. A las estrellas de aquella noche que le recordaban a cada una de las ofrendas en el día del árbol madre. A las orejas simples y huesudas de todos aquellos que la habían rodeado.
Fuera lo que fuese que la hizo regresar, lo hizo, tan solo le tomó 5 minutos robar uno de los caballos de aquella caravana una vez el vino hizo efecto en aquellos holgazanes, Y 4 horas en llegar a su destino.
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Se alegró del bullicio en el templo de Anar. O lo que quedaba de él. Por varias razones en general, pero en particular por el hecho de que la presencia de distintas razas en un lugar sagrado, aunque bastante irritante para personas afines al clan Neril, como su propio padre, era la excusa perfecta para que nadie se fijase en ella. Al fin y al cabo no podía olvidar que su cabeza tenía precio entre personas de su clan. Y estaba segura que muchos de los negocios de su padre entre distintos clanes había abierto la puerta al conocimiento de la chica y de su estado de poco honorable en cada ocasión que el consejo lo hubiese creido conveniente. A Eilydh no le extrañó incluso la posibilidad de encontrarse con uno de sus 5 hermanos, aunque aquello hizo que se ajustase un poco más su capa de viaje blanca como la nieve que pisaba en un intento de ocultarse, o al menos pasar desapercibida.
Reconoció a varias personas del clan Nemaniel. De entre los conocidos de su padre ellos eran los que siempre entendieron sus reproches como algo más que tonterías pasajeras de adolescente. Eilydh recordaba incluso acudir a cierta mujer del clan Nemaniel cuando... bueno. No fue muy eficaz, pero sabía que quizás pudiese encontrarse algo más a salvo de ser reconocida entre ellos. Jugueteó con un poco de hilo suelto en el cuero de su pesada armadura que sobresalía de su capa blanca de viaje. Había descabalgado al entrar en lugar sagrado y dejado al caballo que había robado atado a uno de los postes antes de entrar al templo, pastando en tierra de Anar, justo como recordaba hacer a su padre.
Paseó la vista por aquel lugar de paz y armonía en otros tiempos. La nieve no era lo único que llamaba la atención de todo aquel que hubiese conocido al templo en su esplendor. Los destrozos de aquel lugar sagrado dolían a la elfa en unos cimientos que ni siquera ella sabía que tenía en sus valores. Se llevó las manos a un mechón de su cabello, nerviosa y pensativa mientras recorría las ruinas en busca de algo que aún siguiese tal y como lo recordaba.
Escuchó una frase en un idioma que creía olvidado en su mente, y casi se alegró al reconocer algunas palabras, no era su dialecto, pero entendió el significado, se acercó de manera sutil al elfo que acababa de preguntar sobre lo acontecido allí. No quería ser entrometida, y no estaba segura de si quería siquiera participar en la conversación pero necesitaba un poco de entendimiento sobre aquello que la había hecho romper su exilio.
-Algo que me asegure que he hecho lo correcto en dejarlo todo y venir...- se llevó la mano a su cicatriz de media luna en la muñeca- Algo que contar al resto del clan Skye cuando fuese una con las raíces de su árbol-
Mucho más si tus orejas, como las de Eilydh eran lo suficientemente alargadas como para no poder evitar prestar atención ante palabras sagradas como Imbar o Anar en bocas herejes como la de los bandidos del camino. Era como dejar un trozo de pan a medio comer frente a un mendigo en huelga de hambre: Puede que dispusiese de la fiereza de sus valores. Pero hasta los valores más acunados se derrumban en tiempos de hambruna.
Y aquello mismo le pasó a Eilydh.
La elfa era un prófuga de sus cimientos. La lucha interna entre aquello con lo que había crecido y sabía que estaba bien y aquello que había decidido y pensaba que era bueno. El exilio no la había tratado bien:
Había helado aún más su mirada y enfurecido su gesto.Le había hecho dudar de todo aquello a lo que había estado expuesta y abandonar prejuicios acerca de las demás razas que la rodeaban. Cada gota de lluvia en los caminos y fuera de ellos en un intento de huir de aquellos que la buscaban para matarla le había empapado los ropajes, pero había dejado sus huesos secos.
Por ello mismo, las palabras de aquel hereje hablando del templo de Anar no fueron exactamente lo que hizo que su interés se volviese a su conversación. Fue la livianez de sus palabras y la certitud del ladronzuelo al bromear con que lo que acababa de pasar en el templo de Anar, unido con la cruzada del rey Dragó era sin duda el fin de los elfos.
-Sin duda alguna están acabados. No creo que cientos de flechas trenzadas sean suficientes para acabar con el rey- bromeaba el bárbaro- Al menos tras esto los orejas largas dejarán de creerse superiores al resto- le dio un codazo a su compañero, que emitió una sonora carcajada.
¿Lo era? Algo cálido apareció de la nada en el estómago de Eilydh quien se apresuró a ajustarse su capucha ocultando sus orejas como solía hacerlo cada vez que se unía a una caravana de ladronzuelos para mantenerse segura en los caminos. Y si lo era... ¿Qué hacía ella allí? Compartiendo el vino y el pan con aquellos que apoyaban la destrucción del arbol madre. Su árbol madre. Ocultándose de las sombras de los de su propia raza y a la vez ensombreciendose entre todos aquellos que no compartían sus costumbres.
Nunca supo exactamente lo que le hizo dejar la seguridad efímera de aquella caravana y poner rumbo a sandorai tras más de 7 meses en el exilio. Aún hoy Eilydh culpa de manera desproporcionada al efecto de Isil sobre su clan Skye. A las estrellas de aquella noche que le recordaban a cada una de las ofrendas en el día del árbol madre. A las orejas simples y huesudas de todos aquellos que la habían rodeado.
Fuera lo que fuese que la hizo regresar, lo hizo, tan solo le tomó 5 minutos robar uno de los caballos de aquella caravana una vez el vino hizo efecto en aquellos holgazanes, Y 4 horas en llegar a su destino.
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Se alegró del bullicio en el templo de Anar. O lo que quedaba de él. Por varias razones en general, pero en particular por el hecho de que la presencia de distintas razas en un lugar sagrado, aunque bastante irritante para personas afines al clan Neril, como su propio padre, era la excusa perfecta para que nadie se fijase en ella. Al fin y al cabo no podía olvidar que su cabeza tenía precio entre personas de su clan. Y estaba segura que muchos de los negocios de su padre entre distintos clanes había abierto la puerta al conocimiento de la chica y de su estado de poco honorable en cada ocasión que el consejo lo hubiese creido conveniente. A Eilydh no le extrañó incluso la posibilidad de encontrarse con uno de sus 5 hermanos, aunque aquello hizo que se ajustase un poco más su capa de viaje blanca como la nieve que pisaba en un intento de ocultarse, o al menos pasar desapercibida.
Reconoció a varias personas del clan Nemaniel. De entre los conocidos de su padre ellos eran los que siempre entendieron sus reproches como algo más que tonterías pasajeras de adolescente. Eilydh recordaba incluso acudir a cierta mujer del clan Nemaniel cuando... bueno. No fue muy eficaz, pero sabía que quizás pudiese encontrarse algo más a salvo de ser reconocida entre ellos. Jugueteó con un poco de hilo suelto en el cuero de su pesada armadura que sobresalía de su capa blanca de viaje. Había descabalgado al entrar en lugar sagrado y dejado al caballo que había robado atado a uno de los postes antes de entrar al templo, pastando en tierra de Anar, justo como recordaba hacer a su padre.
Paseó la vista por aquel lugar de paz y armonía en otros tiempos. La nieve no era lo único que llamaba la atención de todo aquel que hubiese conocido al templo en su esplendor. Los destrozos de aquel lugar sagrado dolían a la elfa en unos cimientos que ni siquera ella sabía que tenía en sus valores. Se llevó las manos a un mechón de su cabello, nerviosa y pensativa mientras recorría las ruinas en busca de algo que aún siguiese tal y como lo recordaba.
Escuchó una frase en un idioma que creía olvidado en su mente, y casi se alegró al reconocer algunas palabras, no era su dialecto, pero entendió el significado, se acercó de manera sutil al elfo que acababa de preguntar sobre lo acontecido allí. No quería ser entrometida, y no estaba segura de si quería siquiera participar en la conversación pero necesitaba un poco de entendimiento sobre aquello que la había hecho romper su exilio.
-Algo que me asegure que he hecho lo correcto en dejarlo todo y venir...- se llevó la mano a su cicatriz de media luna en la muñeca- Algo que contar al resto del clan Skye cuando fuese una con las raíces de su árbol-
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Re: [Trama de Sandorái] Veo fuego en Anar
–Pero nos habría aniquilado si yo no lo hubiera detenido –repliqué, dubitativo.
–Había otras maneras de lidiar con él –respondió Xana, todavía de mal humor–. No era necesario destruir el cuerno del pobre unicornio que únicamente quería proteger a las elfas.
–Pero…
–¡Pero nada! –me cortó–. Fuiste un salvaje y ya es demasiado tarde para arreglarlo.
Y no se dijo nada más durante un rato. Mientras tanto, intentando dejar de sentirme culpable, decidí perderme en una larga línea de pensamientos aleatorios. Gracias a ello encontré una repuesta que ansiaba tener.
–¡Lo tengo! –exclamé, rompiendo el prologando silencio. Tanto Xana como Virgo me miraron expectantes–. Ya sé por qué las elfas exhibicionistas usaban ropa transparente en vez de ir directamente desnudas. –Ambos cruzaron miradas por un segundo–. ¡Por los mosquitos! –revelé, alzando los brazos y esbozando una enorme sonrisa.
–Lamento que tengas que soportar estas bromas sin gracia –se disculpó Xana con Virgo–. Rauko se ha estado volviendo más estúpido cada día y no se ha podido hacer nada para evitarlo.
–Pero… yo no estaba bromeando –me atreví a decir en un tímido murmuro.
–Descuida, me estáis ayudando sin esperar nada a cambio –respondió Virgo–. Lo menos que puedo hacer es soportar todas vuestras bromas, ¿no? –Nos mostró una leve sonrisa antes de volver a mirar el sello del Clan Neril; a pesar del evidente cansancio, había un brillo en sus ojos. Esperanza, tal vez.
–La princesa… ¿Cómo la conociste? –preguntó Xana, recordando el objetivo de Virgo.
Pero nadie le respondería. Todos nos detuvimos al notar la escarcha cubriendo la vegetación. Intercambiamos miradas antes de avanzar con cautela.
Unos cuantos pasos y salimos del bosque. Todo lo que veíamos, lo que debía ser el Templo de Anar, ahora era ruinas cubiertas de hielo.
–¿Níniel? –susurró Virgo, de pronto, llamando mi atención. Seguí la dirección de su mirada y pude confirmarlo.
Entre los presentes en el templo estaba Níniel, Chimar y Canel, junto con muchos otros personajes que no conocía.
–¿Conoces a Níniel? –le pregunté a Virgo.
–¿También la conocéis? –dijo con sorpresa.
–Pues… sí.
–Níniel es una exnovia de Rauko, de hecho –añadió Xana.
–¡¿Qué?! –exclamamos Virgo y yo, igual de perplejos. Xana nos miró extrañada.
–¿Por qué tanta sorpresa?
–¿Quién te dijo tal mentira? –exigí saber.
–Pues… Hyro –musitó, sintiéndose estúpida al haber confiado en aquel brujo. ¡Obviamente él le había mentido!
–¡Ya quisiera él que Níniel fuera mi exnovia!
Virgo nos observó con el ceño fruncido, tratando de comprender. Negó con la cabeza y dijo:
–Como sea, creo que será bueno ver qué está pasando.
Asentimos y procedimos a seguirlo. Al acercarnos pudimos escuchar parte de la discusión que tenía un niño mimado con la compañía de Níniel.
El desagrado que me causaba el «Rey de los reinos del norte» fue mermado por el miedo al escuchar sobre los Jinetes Oscuros. Pensé en abandonar a Virgo para ayudar en lo que sea para derrotar a esa amenaza, pero la insensatez del niño mimado me hizo reconsiderarlo. Xana y yo no haríamos una diferencia si luchábamos, pero sí podríamos cambiar el curso de Dundarak si lográbamos despertar a la princesa Henrietta.
Además, el éxito de nuestra misión garantizaba tener de vuelta sana y salva a Uri.
–Sigamos avanzando –insté a mis compañeros–. Despertemos a la princesa para callar a ese niño mimado.
Virgo contuvo una carcajada.
–Será mejor que Rigobert no te escuche decir eso –comentó–. Os aseguro que él tiene muy mala hostia.
Me encogí de hombros despreocupadamente.
–Yo sugiero que aprovechemos este momento para descansar un poco –dijo Xana–. No sabemos qué nos encontraremos más adelante, y puede que sea importante estar al tanto de la conclusión de esta reunión.
–Ah… sí, está bien –asintió Virgo, no muy convencido, y miró una vez más el sello del Clan Neril.
–Descuida, salvaremos a la princesa, sin lugar a dudas –aseguré–. Pero primero a comer. –Sonreí de oreja a oreja–. ¿Qué dulces te gustan?
Nos sentamos en unas piedras excesivamente frías, un poco apartados de la multitud, y compartí mis dulces con mis compañeros. Excepto los chocolates: esos eran solo míos.
–Había otras maneras de lidiar con él –respondió Xana, todavía de mal humor–. No era necesario destruir el cuerno del pobre unicornio que únicamente quería proteger a las elfas.
–Pero…
–¡Pero nada! –me cortó–. Fuiste un salvaje y ya es demasiado tarde para arreglarlo.
Y no se dijo nada más durante un rato. Mientras tanto, intentando dejar de sentirme culpable, decidí perderme en una larga línea de pensamientos aleatorios. Gracias a ello encontré una repuesta que ansiaba tener.
–¡Lo tengo! –exclamé, rompiendo el prologando silencio. Tanto Xana como Virgo me miraron expectantes–. Ya sé por qué las elfas exhibicionistas usaban ropa transparente en vez de ir directamente desnudas. –Ambos cruzaron miradas por un segundo–. ¡Por los mosquitos! –revelé, alzando los brazos y esbozando una enorme sonrisa.
–Lamento que tengas que soportar estas bromas sin gracia –se disculpó Xana con Virgo–. Rauko se ha estado volviendo más estúpido cada día y no se ha podido hacer nada para evitarlo.
–Pero… yo no estaba bromeando –me atreví a decir en un tímido murmuro.
–Descuida, me estáis ayudando sin esperar nada a cambio –respondió Virgo–. Lo menos que puedo hacer es soportar todas vuestras bromas, ¿no? –Nos mostró una leve sonrisa antes de volver a mirar el sello del Clan Neril; a pesar del evidente cansancio, había un brillo en sus ojos. Esperanza, tal vez.
–La princesa… ¿Cómo la conociste? –preguntó Xana, recordando el objetivo de Virgo.
Pero nadie le respondería. Todos nos detuvimos al notar la escarcha cubriendo la vegetación. Intercambiamos miradas antes de avanzar con cautela.
Unos cuantos pasos y salimos del bosque. Todo lo que veíamos, lo que debía ser el Templo de Anar, ahora era ruinas cubiertas de hielo.
–¿Níniel? –susurró Virgo, de pronto, llamando mi atención. Seguí la dirección de su mirada y pude confirmarlo.
Entre los presentes en el templo estaba Níniel, Chimar y Canel, junto con muchos otros personajes que no conocía.
–¿Conoces a Níniel? –le pregunté a Virgo.
–¿También la conocéis? –dijo con sorpresa.
–Pues… sí.
–Níniel es una exnovia de Rauko, de hecho –añadió Xana.
–¡¿Qué?! –exclamamos Virgo y yo, igual de perplejos. Xana nos miró extrañada.
–¿Por qué tanta sorpresa?
–¿Quién te dijo tal mentira? –exigí saber.
–Pues… Hyro –musitó, sintiéndose estúpida al haber confiado en aquel brujo. ¡Obviamente él le había mentido!
–¡Ya quisiera él que Níniel fuera mi exnovia!
Virgo nos observó con el ceño fruncido, tratando de comprender. Negó con la cabeza y dijo:
–Como sea, creo que será bueno ver qué está pasando.
Asentimos y procedimos a seguirlo. Al acercarnos pudimos escuchar parte de la discusión que tenía un niño mimado con la compañía de Níniel.
El desagrado que me causaba el «Rey de los reinos del norte» fue mermado por el miedo al escuchar sobre los Jinetes Oscuros. Pensé en abandonar a Virgo para ayudar en lo que sea para derrotar a esa amenaza, pero la insensatez del niño mimado me hizo reconsiderarlo. Xana y yo no haríamos una diferencia si luchábamos, pero sí podríamos cambiar el curso de Dundarak si lográbamos despertar a la princesa Henrietta.
Además, el éxito de nuestra misión garantizaba tener de vuelta sana y salva a Uri.
–Sigamos avanzando –insté a mis compañeros–. Despertemos a la princesa para callar a ese niño mimado.
Virgo contuvo una carcajada.
–Será mejor que Rigobert no te escuche decir eso –comentó–. Os aseguro que él tiene muy mala hostia.
Me encogí de hombros despreocupadamente.
–Yo sugiero que aprovechemos este momento para descansar un poco –dijo Xana–. No sabemos qué nos encontraremos más adelante, y puede que sea importante estar al tanto de la conclusión de esta reunión.
–Ah… sí, está bien –asintió Virgo, no muy convencido, y miró una vez más el sello del Clan Neril.
–Descuida, salvaremos a la princesa, sin lugar a dudas –aseguré–. Pero primero a comer. –Sonreí de oreja a oreja–. ¿Qué dulces te gustan?
Nos sentamos en unas piedras excesivamente frías, un poco apartados de la multitud, y compartí mis dulces con mis compañeros. Excepto los chocolates: esos eran solo míos.
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Re: [Trama de Sandorái] Veo fuego en Anar
Nousis y Eilydh no parecían saber dónde se habían metido. Un elfo, cansado de la dispura, se acercó a su grupo, se apoyó en la roca y les explicó todo lo sucedido. – Por lo que he escuchado, estos orejas redondas habían colocado un campamento militar en el lago. Pero un jinete oscuro, unas criatura que viene de otro mundo, apareció. Estaba conjurando un portal para traer a sus amigos, y la tal bruja Frost se autodestruyó para detenerlo, congelando toda esta parte del bosque. – resumió. Miró al frente. - El resto ya lo habéis visto. - y escupiendo al suelo.
Tras la pequeña discusión entre rey y encantadora, todo pareció volver a la normalidad. Lucy seguía abatida, sí. Y Sir Sammuel se había acercado a ayudar a Zöe, se lo debía como favor. Pero poco podía aportar. Aún así, el viejo zorro jamás quitaba ojo de su joven rey, al cual le debía lealtad. Y un nuevo suceso atrajo especialmente su atención.
-¡Cuidado, majestad! – Exclamó el siempre leal Sir Sammuel, a la espalda de su rey. Algo había visto el viejo caballero dragón.
Los trozos de hielo en los que se había descompuesto el jinete oscuro se convirtieron en una sustancia líquida. Circulaba por las juntas, entre las losas que conforman el suelo del templo. Dirigiéndose estratégicamente a un agujero en el suelo que daba lugar a un plano inferior, donde se encontraba el santuario del templo.
Rigobert y los que estaban cerca lo vieron penetrar. Los sentimientos entre los presentes no podían ser peores. El jinete no había perecido con el mandoblazo de la espada mágica del rey. - ¿A dónde ha ido? – preguntó. Como si no resultara evidente que había escapado hacia un piso del templo soterrado. Rigobert se acerca al agujero. Debajo, una estatua de madera reluce por los del atardecer incidiendo sobre la nieve que se ha colado por los diferentes vacíos. Un dios elfo aguarda. Es Anar.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
La cámara de Anar. El lugar en el que jinete se escondió. Si os asomáis veréis una estatua en un lugar húmedo y parcialmente nevado, lleno de cantos rodados. El acceso es bastante más estrecho
Pero a Rigobert no parecía importarle. Si el jinete no quería salir, lo sacarían ellos mismos. Desenvainó la espada. Le gustaba el sonido metalizado. La alzó a los cielos. - ¡Caballeros Dragón! ¡Preparad las máquinas de asedio! ¡Destruid el suelo! ¡Vamos a enterrar a ese hijo de puta de ahí abajo!
-¡Majestad! ¡El hielo ha encasquillado las máquinas de guerra! - exclamó Sir Sammuel.
-¡Pues que alguien las arregle! ¿Dónde diablos están los ingenieros? - Rigobert estaba nuevamente fuera de sus casillas.
-En la avanzada, señor. Podría llevar a alguien a buscarlos, pero tardará bastante. Aún así, ¿Estáis seguro de que queréis hacer esto? - informó el veterano soldado.
-¡Pues claro!
Aquella determinación escandalizó a los elfos de los diferentes clanes presentes. ¡Atacar uno de los tres santuarios sagrados! Por muy ruina que fuera aquel lugar, seguía siendo el Templo del dios Anar.
-¡Está en sagrado! Ningún impuro puede entrar al interior del templo. – dijo Eleatril, acercándose a Rigobert y tomándole de la muñeca. Éste la miró un gesto de desaprobación. – Además, cuentan las leyendas que los primeros elfos que poblaron Sandorái crearon una magia que protege este templo. Dicen que todo aquel que no sea hijo de los bosques y acceda, sufrirá la furia de Anar. – aclaró la hija de la legendaria Tyrande.
Fuera como fuera, su respuesta no parecía alegrar a Rigobert de ninguna manera.
-¡Tonterías! ¿Te crees que me voy a preocupar por lo que digan tus cuentos? – pidió el rey.
-Quizás tengáis razón, rey. Bajad entonces y comprobadlo vosotros mismo. – dijo Eleatril, mirándolo a los ojos. Pese a no creer, Rigobert no tuvo valor a afirmar que bajaría. Si bien Eleatril no tenía fundamento científico para argumentar tal leyenda. Eleatril tomó del lomo de Ash’Alá su arco, su carcaj y una cuerda de aventurera que siempre llevaba con ella. La ató a una columna, asegurándose bien, se aproximó al agujero y como si no temiera al jinete que podía aguardar abajo, se colocó en disposición a bajar. – Creo que para mí y otros tres podrá aguantar. Sería buena idea ver qué ha pasado con el jinete.
-O una pésima, Eleatril. - opinó Lucy Fireheart, asegurándose de que el rey no la escuchaba. – No quisiera estar ahí abajo con el jinete, o con el rey esperando para iniciar un asedio. Ve con cuidado. – A continuación miró a sus acompañantes. Sir Sammuel estaba haciéndole un gesto. – Aguardad unos instantes, voy a ayudar a Sir Sammuel con el asunto de la biocibernética congelada. – comentó aproximándose a Mefisto. – Si te ayudo, irá más rápido. – Le dijo al elfo con gratitud y confianza. Abatida para la tristeza, la prioridad de Lucy era que no hubiese más muertes aquel fatídico día.
Entonces, el sonido gutural de un dragón sonó cada vez más cerca. Haciendo que todos los presentes giraran la cabeza hacia el lugar durante unos instantes. ¿Qué diablos estaba pasando en el bosque?
Definitivamente, hoy estaba siendo un día muy extraño.
* * * * * * * * *
Tras unos días, sólo vengo a interactuar con lo que habéis ido haciendo y la evolución de la historia. Llegaré en cualquier momento a repartir bendiciones, maldiciones o problemas. Esta vez vengo en son de paz. Seguid roleando con normalidad.Nueva consecuencia: Con la habilidad de Mefisto y la ayuda de Lucy Fireheart habéis conseguido descongelar a Zöe.
- Zöe ahora puedes moverte y hablar, pero sufres una maldición: Cuerpo de Cristal. Tanto tiempo congelada te hace perder un 50% de la velocidad de movimiento. Además, cualquier ligero golpe que lleves te hará perder una extremidad (Primero un brazo, después el otro, después las piernas, para acabar ¡incluso con la cabeza!). mientras haya un carpintero cerca podrá repararte gastando un turno. Además, deberás seguir reaccionando a tu filosofía y a tus instintos maduros de biocibernética. Sin embargo, tanto tiempo próxima al jinete oscuro te ha otorgado inmunidad a un posible efecto que descubrirás más adelante. El detener al jinete tuvo un pequeño precio.
- Mefisto, por tu buen gesto samaritano y haber llamado al ejército, obtienes la habilidad máster Martillo de Anar: Mediante un rezo, podrás invocar al dios del sol, Anar, en cualquier momento durante el día. Un rayo solar caerá desde el sol hasta el suelo y quemará a los enemigos. Este ataque sólo puede utilizarse durante el día. Disuelve vampiros. Sólo 3 usos, después, pierdes la habilidad.
- Aproximación:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Nueva tarea disponible: Los que tengáis habilidades de ingeniería/carpintería podéis poner a punto las máquinas de guerra de Dundarak. Por el frío, no funcionarán bien. Están justo fuera del templo. Rigobert irá hacia allí. Podrá usarlas para bien o para mal. Así que pensáoslo bien.
Nueva tarea disponible: Los 3 que decidáis acompañar a Eleatril Nemaniel al fondo del templo tendréis que tirar runa. Si obtenéis al menos una runa media: Obtendréis la Protección de Anar. La estatua de Anar bajo el templo emitirá rayos de visión calorífica que os protegerán una vez, en el extrañísimo caso de que al bajar os surja cualquier contratiempo. La protección es individual. Tranquilos, la mala runa no influye en nada (salvo en que no tendréis la protección). No sabréis qué os espera abajo.
Nueva tarea disponible: Convencer a Rigobert para que ataque o disuadirle de que lo haga. Aunque podéis hablar todos, tiene mejor trato con los miembros de la Logia. La elfa Helyare terminó su historia en la prisión del Cadalso por algo así.
NOTA INFORMATIVA: Para evitar problemas con el posteo, en el próximo turno esperaré a que todos al menos hayáis escrito 1 vez. Aunque no quiere decir que los que tengáis más tiempo, posteéis de nuevo. Alternativamente, daré de plazo 1 semana para postear. Avanzaré cuando al menos 1 condición se haya cumplido.[.
Ger
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Re: [Trama de Sandorái] Veo fuego en Anar
Ellaraiz pensaba que el oscuro poder que había obtenido a cambio de su traición al bosque y a los dioses la protegía. Pensaba que era un poder absoluto, que con él podría poner de rodillas a todos los demás guardianes de Sandorai y tal vez proclamarse dueña y señora de toda una gran extensión del mismo y hacer y deshacer a su voluntad. Tal vez incluso pensaba que podía ser el germen de un nuevo y oscuro árbol madre, venerado por quienes habitasen aquel bosque negro de aquel momento en adelante.
Como Níniel había amenazado, estaba muy equivocada.
Sus redivivos, por muy grotescas que fueran sus apariencias y su mera existencia, caían ante la luz tan pronto se acercaban, y volvían purificados a la tierra. Las llamas se veían extentintas antes de poder propagarse, especialmente una vez que Lucy pudo controlar su rabia y no empeorar las cosas. Y en cuanto al escondite del verdadero rostro de la hada corrompida...Bueno, era evidente que no podría permanecer oculta de las extrañas capacidades sensitivas de Canel por mucho tiempo. Tan pronto como el ilusionista señaló dónde estaba, oculta entre las altas ramas de uno de los árboles cercanos, su destino estuvo sellado. Tratar de moverse por aquel árbol y otros cercanos a través de sus raíces no le serviría de nada.
-Cath.- Dijo simplemente Níniel antes de bendecir a su hermana con un gran incremento de su velocidad y destreza. Recibiendo un feroz asentimiento por parte de la felina, que no tardó en encogerse como un resorte siguiendo los movimientos de Ellaraiz por entre los árboles y las indicaciones de Canel para no perderla.
-Soy una con el bosque...Soy el bosque.- Gritaban los rostros falsos de la corrupta criatura, aunque no era más que un intento por negar lo evidente. Ni siquiera podía ocultar el miedo en su chillón tono de voz cuando hablaba a través de alguno de aquellos grotescos rostros.
-No puedes huír. No puedes esconderte.- Respondió la peliblanca haciendo rabiar aún más a Ellaraiz, haciendo que todas las caras gritaran de forma estridente.
Justo en ese momento, Catherine se lanzó como una flecha contra uno de los árboles cercanos y clavó sus fuertes garras sobre su corteza. Todas las voces se detuvieron de golpe, mientras que del árbol comenzó a brotar una savia negra como el carbón a borbotones. Cuando la felina extrajo sus armas, del tronco mismo brotó el cuerpo moribundo de la envilecida hada, tratando de taponar la herida mortal en su corazón en vano antes de caer al suelo, sufrir unos espasmos y morir. Transformándose en un tronco caído más de aquel bosque emponzoñado...pero uno del que brotó una hermosa y fuerte flor, pura como no había crecido ninguna allí desde antes de la llegada de Querostraza.
Níniel se acercó y acarició con cuidado los pétalos de aquella flor, sonriendo levemente por primera vez desde que supo que Abbey había muerto. No obstante su sonrisa no duró mucho más. Al volver a levantarse del suelo su rostro volvía a estar serio, decidido. Aín quedaba mucho por hacer.
-Sigamos. Sandorai aún necesita mucha más ayuda.- Instó la joven clavando su mirada en Eleatril, la cual asintió igual de decidida. Pronto su siguiente destino estuvo claro. Avanzarían hacia el templo de Anar.
Cuando llegaron, lo primero que Níniel sintió fue el poder que aquel lugar emanaba. No era la primera vez que lo visitaba claro, pero siempre resultaba abrumador. Evidentemente los elfos no construían sus lugares sagrados en el primer lugar que veían, incluso los humanos orejas redondas tenían cierta sensibilidad a la hora de escoger tales ubicaciones, aunque lo hicieran de manera casi inconsciente. El templo de Anar era uno de los mayores ejemplos de ello, como lugar sagrado entre lugares sagrados.
-Vaya, parece que mientras nos jugábamos el pellejo el niño rey terminó de gritarle al lago.- Se burló Catherine al ver como por otro extremo de aquella ubicación el rey Rigobert también acababa de llegar hasta allí. Sus soldados parecían tan firmes y orgullosos como de costumbre, aunque por alguna razón había llevado material de asedio a través del bosque y este no había soportado el viaje demasiado bien. Y es que solo a aquel tipo se le ocurriría pasearse con tal equipo por el bosque más denso de Aerandir. Solo le faltaba intentar lanzar cargas de caballería pesada entre los árboles.
Como era de esperar, no porque el grupo de Lucy hubiese hecho algo mal si no porque el chico siempre era igual de insufrible, Rigobert les recibió de malas maneras. No dudando en tratar de menospreciar todo cuanto hacían, y como de costumbre pensando que la Logia era su divisón mágica particular que podía manejar a su antojo y debía siempre obedecerles. Nada nuevo desde luego, pero una gota podía bastar para rebasar una taza ya llena. Y la de Lucy, y la de Níniel, estaba a rebosar ya. Además, ¿era ese el momento para algo así? ¿Con lo grave de la situación, en aquel lugar, y en presencia de dos personas congeladas allí mismo, una de ellas uno de los jinetes?
Sin embargo la conversación se tornó mucho más tensa al faltar el niño el respeto a Abbey y su sacrificio, que ahora sabían había servido para detener a aquel jinete, un logro al alcance de muy pocos y que podía haber salvado la vida de miles de personas, así como la del propio Sandorai. Las cosas iban tan mal que incluso por un momento pareció que Rigobert osaría atacar a Lucy con su arma, lo cual hubiese significado su muerte por incineración inmediata y a saber qué más desgracias para todos. Hasta ese punto escaló la tensión, que se había convertido en el centro de atención de todas las fuerzas que se congregaban en el templo, y a las que se sumaron rostros conocidos para Níniel, como Rauko y Virgo. Ver a este último no hizo si no recordarle a Níniel que la princesa Henrietta sin duda habría sido mucho mejor reina que aquel chiquillo que jugaba a los soldaditos.
Ver al chico descargar su rabia contra el jinete congelado hasta hacerlo pedazos, denotando que era incapaz de controlarse, no hizo si no hacer que la peliblanca se reafirmara en aquel pensamiento. Ese niño rey requería un guantazo de madre bien dado desde hacía mucho tiempo. A falta de uno, acabaría por recibir uno mucho más letal y menos disciplinante el día menos pensado. Como de hecho casi le ocurrió durante la batalla por Lunargenta, donde casi acaba asaetado por su prepotencia, destino del que le salvó Abbey Frost, a la que ahora despreciaba.
-No se ha resuelto ninguna crisis, majestad. Como decís hay muchos más jinetes, más poderosos, y hay cosas peores que ellos. Además, por muy impresionante que resulte vuestra reciente acción...sigo percibiendo vida en los restos de este.- Intervino Níniel, que percibía aún el éter del jinete. Débil pero claramente. -No podría desear otra cosa más que no necesitar a los centinelas y sus objetos para esta tarea. Yo misma considero que son un grupo de eficacia cuestionable, con toda esa historia suya de centinelas renegados, traidores y criminales...Pero los necesitamos nos guste o no.- Dijo usando al menos aquel pequeño punto en común para comenzar su interpelación al monarca y armándose de toda la paciencia que le quedaba para no acabar diciendo algo que iniciara una guerra. O bueno, una guerra dentro de una guerra.
-En cuanto a los objetivos de la campaña...Salvar Sandorai debe ser uno de ellos en mi opinión y no por ser una acción en honor a Abbey, si no una continuación de su gran servicio a todos los presentes. Todo lo que conlleve a debilitar a un enemigo, o a evitar que se fortalezca, es un objetivo de campaña prioritario. Así como ganar cuanto aliados sea posible en el proceso. Conseguir ese artefacto sin duda es importante, evitar que lo obtenga el enemigo, o que gane fuerza o territorio también. Realmente todo lo que está ocurriendo aquí, es vital para la campaña. Fallar en alguno de estos objetivos, podría ponernos en una situación peor.- Alegó tan vehementemente como pudo. Sabiendo que responder a un berrinche con otro solo serviría a sus enemigos, y en nada favorecería a Sandorai o a Aerandir. Si los objetivos de la Logia además coincidían con los del rey, podrían "obedecerlo", de momento. Y al menos la joven sabía que Lucy, Chimar, Canel, Eleatril y seguramente más estaban en el mismo barco.
En ese momento Níniel señaló a los restos del jinete que tal y como había advertido antes no estaba muerto. Prefirió ahorrarse un "os lo dije". Sería contraproducente. -No van a ponérnoslo tan fácil.- Dijo no obstante. Y siendo una de las pocas personas que realmente había contribuido a matar a uno de ellos, desde luego que era una voz autorizada para decirlo.
Aún así aquel crío parecía incapaz de escuchar cuando se le aconsejaba. Si antes hubiese mencionado Níniel la estrategia de hacer aliados, antes hubiese amenazado Rigobert con atacar el templo. ¿Acaso quería que sus tropas no tuvieran un solo lugar en el que sentirse a salvo en Sandorai? ¿Pretendía comprobar lo que se siente al temer cualquier ruido, movimiento o sombra entre los omnipresentes árboles? A la sacerdotisa le costó reprimir un bufido de disgusto y agotamiento. Era como volver a tratar con los Leónicos de Melenablanca.
-Cuentos e historias a parte, magias poderosas protegen nuestros lugares sagrados. Sería poco prudente aventurarse sin cuidado, incluso sin un jinete tratando de recobrarse acechando.- Convino con el rey antes de que este se alejara de los demás en aras de intentar hacer que su rabia arreglara su material de asedio. Como si su nuevo berrinche fuese a deshacer el hielo y reparar las piezas dañadas. Níniel le siguió, ya que parecía al menos tolerar sus palabras hasta el momento. Tal vez en algún momento hasta las meditaría y todo.
-Creo que dejárselo a Ereatril sería lo óptimo. Atacar con estas armas un lugar sagrado solo pondrá a Sandorai en contra de los norteños, y ni siquiera sería efectivo. Las profundidades del templo de Anar se extienden bajo tierra a gran distancia. Sus túneles son como las raíces de un gran árbol milenario. Golpear su tronco no servirá de nada.- Trató de convencerle. Esperaba que Eleatril tuviera éxito, y que por una vez no fuese tan suya con lo de "la pureza". Había un maldito jinete oscuro en uno de sus sagrarios...Cualquiera con el valor y la habilidad para ir tras él merecía la bendición de los dioses.
En ese momento un poderoso rugido llegó hasta ellos llamando la atención de todo el mundo. Níniel volvió a mirar a rigobert en un intento por descifrar en su rostro si era uno de los suyos, a pesar de que ningún semi dragón común podría proferir tal sonido. Solo conocía a dos seres a los que podría ubicar tras haber escuchado aquello...Uno implicaría buenas noticias, la otra...muy malas.
Como Níniel había amenazado, estaba muy equivocada.
Sus redivivos, por muy grotescas que fueran sus apariencias y su mera existencia, caían ante la luz tan pronto se acercaban, y volvían purificados a la tierra. Las llamas se veían extentintas antes de poder propagarse, especialmente una vez que Lucy pudo controlar su rabia y no empeorar las cosas. Y en cuanto al escondite del verdadero rostro de la hada corrompida...Bueno, era evidente que no podría permanecer oculta de las extrañas capacidades sensitivas de Canel por mucho tiempo. Tan pronto como el ilusionista señaló dónde estaba, oculta entre las altas ramas de uno de los árboles cercanos, su destino estuvo sellado. Tratar de moverse por aquel árbol y otros cercanos a través de sus raíces no le serviría de nada.
-Cath.- Dijo simplemente Níniel antes de bendecir a su hermana con un gran incremento de su velocidad y destreza. Recibiendo un feroz asentimiento por parte de la felina, que no tardó en encogerse como un resorte siguiendo los movimientos de Ellaraiz por entre los árboles y las indicaciones de Canel para no perderla.
-Soy una con el bosque...Soy el bosque.- Gritaban los rostros falsos de la corrupta criatura, aunque no era más que un intento por negar lo evidente. Ni siquiera podía ocultar el miedo en su chillón tono de voz cuando hablaba a través de alguno de aquellos grotescos rostros.
-No puedes huír. No puedes esconderte.- Respondió la peliblanca haciendo rabiar aún más a Ellaraiz, haciendo que todas las caras gritaran de forma estridente.
Justo en ese momento, Catherine se lanzó como una flecha contra uno de los árboles cercanos y clavó sus fuertes garras sobre su corteza. Todas las voces se detuvieron de golpe, mientras que del árbol comenzó a brotar una savia negra como el carbón a borbotones. Cuando la felina extrajo sus armas, del tronco mismo brotó el cuerpo moribundo de la envilecida hada, tratando de taponar la herida mortal en su corazón en vano antes de caer al suelo, sufrir unos espasmos y morir. Transformándose en un tronco caído más de aquel bosque emponzoñado...pero uno del que brotó una hermosa y fuerte flor, pura como no había crecido ninguna allí desde antes de la llegada de Querostraza.
Níniel se acercó y acarició con cuidado los pétalos de aquella flor, sonriendo levemente por primera vez desde que supo que Abbey había muerto. No obstante su sonrisa no duró mucho más. Al volver a levantarse del suelo su rostro volvía a estar serio, decidido. Aín quedaba mucho por hacer.
-Sigamos. Sandorai aún necesita mucha más ayuda.- Instó la joven clavando su mirada en Eleatril, la cual asintió igual de decidida. Pronto su siguiente destino estuvo claro. Avanzarían hacia el templo de Anar.
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Cuando llegaron, lo primero que Níniel sintió fue el poder que aquel lugar emanaba. No era la primera vez que lo visitaba claro, pero siempre resultaba abrumador. Evidentemente los elfos no construían sus lugares sagrados en el primer lugar que veían, incluso los humanos orejas redondas tenían cierta sensibilidad a la hora de escoger tales ubicaciones, aunque lo hicieran de manera casi inconsciente. El templo de Anar era uno de los mayores ejemplos de ello, como lugar sagrado entre lugares sagrados.
-Vaya, parece que mientras nos jugábamos el pellejo el niño rey terminó de gritarle al lago.- Se burló Catherine al ver como por otro extremo de aquella ubicación el rey Rigobert también acababa de llegar hasta allí. Sus soldados parecían tan firmes y orgullosos como de costumbre, aunque por alguna razón había llevado material de asedio a través del bosque y este no había soportado el viaje demasiado bien. Y es que solo a aquel tipo se le ocurriría pasearse con tal equipo por el bosque más denso de Aerandir. Solo le faltaba intentar lanzar cargas de caballería pesada entre los árboles.
Como era de esperar, no porque el grupo de Lucy hubiese hecho algo mal si no porque el chico siempre era igual de insufrible, Rigobert les recibió de malas maneras. No dudando en tratar de menospreciar todo cuanto hacían, y como de costumbre pensando que la Logia era su divisón mágica particular que podía manejar a su antojo y debía siempre obedecerles. Nada nuevo desde luego, pero una gota podía bastar para rebasar una taza ya llena. Y la de Lucy, y la de Níniel, estaba a rebosar ya. Además, ¿era ese el momento para algo así? ¿Con lo grave de la situación, en aquel lugar, y en presencia de dos personas congeladas allí mismo, una de ellas uno de los jinetes?
Sin embargo la conversación se tornó mucho más tensa al faltar el niño el respeto a Abbey y su sacrificio, que ahora sabían había servido para detener a aquel jinete, un logro al alcance de muy pocos y que podía haber salvado la vida de miles de personas, así como la del propio Sandorai. Las cosas iban tan mal que incluso por un momento pareció que Rigobert osaría atacar a Lucy con su arma, lo cual hubiese significado su muerte por incineración inmediata y a saber qué más desgracias para todos. Hasta ese punto escaló la tensión, que se había convertido en el centro de atención de todas las fuerzas que se congregaban en el templo, y a las que se sumaron rostros conocidos para Níniel, como Rauko y Virgo. Ver a este último no hizo si no recordarle a Níniel que la princesa Henrietta sin duda habría sido mucho mejor reina que aquel chiquillo que jugaba a los soldaditos.
Ver al chico descargar su rabia contra el jinete congelado hasta hacerlo pedazos, denotando que era incapaz de controlarse, no hizo si no hacer que la peliblanca se reafirmara en aquel pensamiento. Ese niño rey requería un guantazo de madre bien dado desde hacía mucho tiempo. A falta de uno, acabaría por recibir uno mucho más letal y menos disciplinante el día menos pensado. Como de hecho casi le ocurrió durante la batalla por Lunargenta, donde casi acaba asaetado por su prepotencia, destino del que le salvó Abbey Frost, a la que ahora despreciaba.
-No se ha resuelto ninguna crisis, majestad. Como decís hay muchos más jinetes, más poderosos, y hay cosas peores que ellos. Además, por muy impresionante que resulte vuestra reciente acción...sigo percibiendo vida en los restos de este.- Intervino Níniel, que percibía aún el éter del jinete. Débil pero claramente. -No podría desear otra cosa más que no necesitar a los centinelas y sus objetos para esta tarea. Yo misma considero que son un grupo de eficacia cuestionable, con toda esa historia suya de centinelas renegados, traidores y criminales...Pero los necesitamos nos guste o no.- Dijo usando al menos aquel pequeño punto en común para comenzar su interpelación al monarca y armándose de toda la paciencia que le quedaba para no acabar diciendo algo que iniciara una guerra. O bueno, una guerra dentro de una guerra.
-En cuanto a los objetivos de la campaña...Salvar Sandorai debe ser uno de ellos en mi opinión y no por ser una acción en honor a Abbey, si no una continuación de su gran servicio a todos los presentes. Todo lo que conlleve a debilitar a un enemigo, o a evitar que se fortalezca, es un objetivo de campaña prioritario. Así como ganar cuanto aliados sea posible en el proceso. Conseguir ese artefacto sin duda es importante, evitar que lo obtenga el enemigo, o que gane fuerza o territorio también. Realmente todo lo que está ocurriendo aquí, es vital para la campaña. Fallar en alguno de estos objetivos, podría ponernos en una situación peor.- Alegó tan vehementemente como pudo. Sabiendo que responder a un berrinche con otro solo serviría a sus enemigos, y en nada favorecería a Sandorai o a Aerandir. Si los objetivos de la Logia además coincidían con los del rey, podrían "obedecerlo", de momento. Y al menos la joven sabía que Lucy, Chimar, Canel, Eleatril y seguramente más estaban en el mismo barco.
En ese momento Níniel señaló a los restos del jinete que tal y como había advertido antes no estaba muerto. Prefirió ahorrarse un "os lo dije". Sería contraproducente. -No van a ponérnoslo tan fácil.- Dijo no obstante. Y siendo una de las pocas personas que realmente había contribuido a matar a uno de ellos, desde luego que era una voz autorizada para decirlo.
Aún así aquel crío parecía incapaz de escuchar cuando se le aconsejaba. Si antes hubiese mencionado Níniel la estrategia de hacer aliados, antes hubiese amenazado Rigobert con atacar el templo. ¿Acaso quería que sus tropas no tuvieran un solo lugar en el que sentirse a salvo en Sandorai? ¿Pretendía comprobar lo que se siente al temer cualquier ruido, movimiento o sombra entre los omnipresentes árboles? A la sacerdotisa le costó reprimir un bufido de disgusto y agotamiento. Era como volver a tratar con los Leónicos de Melenablanca.
-Cuentos e historias a parte, magias poderosas protegen nuestros lugares sagrados. Sería poco prudente aventurarse sin cuidado, incluso sin un jinete tratando de recobrarse acechando.- Convino con el rey antes de que este se alejara de los demás en aras de intentar hacer que su rabia arreglara su material de asedio. Como si su nuevo berrinche fuese a deshacer el hielo y reparar las piezas dañadas. Níniel le siguió, ya que parecía al menos tolerar sus palabras hasta el momento. Tal vez en algún momento hasta las meditaría y todo.
-Creo que dejárselo a Ereatril sería lo óptimo. Atacar con estas armas un lugar sagrado solo pondrá a Sandorai en contra de los norteños, y ni siquiera sería efectivo. Las profundidades del templo de Anar se extienden bajo tierra a gran distancia. Sus túneles son como las raíces de un gran árbol milenario. Golpear su tronco no servirá de nada.- Trató de convencerle. Esperaba que Eleatril tuviera éxito, y que por una vez no fuese tan suya con lo de "la pureza". Había un maldito jinete oscuro en uno de sus sagrarios...Cualquiera con el valor y la habilidad para ir tras él merecía la bendición de los dioses.
En ese momento un poderoso rugido llegó hasta ellos llamando la atención de todo el mundo. Níniel volvió a mirar a rigobert en un intento por descifrar en su rostro si era uno de los suyos, a pesar de que ningún semi dragón común podría proferir tal sonido. Solo conocía a dos seres a los que podría ubicar tras haber escuchado aquello...Uno implicaría buenas noticias, la otra...muy malas.
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: [Trama de Sandorái] Veo fuego en Anar
Hubo un bullicio un tanto esporádico no muy lejos de donde la elfa guerrera se encontraba. Las palabras del elfo que acaba de unírseles casi parecieron quedar silenciadas por el gentío y los suspiros de asombro en una de las esquinas, cercana a la entrada del templo. Aún así, la chica hizo un esfuerzo para escuchar al recien llegado. Había obviado demasiado las habladurías del camino y ahora que estaba en Sandorai no podía permitirse ignorar nada de lo que pasase allí.
Entendió entonces la urgencia de las palabras de Eleatril. Cualquiera que apreciase su vida como tal se pensaría dos veces el aventurarse a las profundidades del templo si no quería sufrir la ira de Anar. Ella misma estaba temblando entre rabia y desconcierto. La mancillación de sus raíces era incluso tangible para alguien del clan Nemaniel. Ella, por muy enfadada que estuviese con todo, no iba ser una excepción.
No esperó demasiado para reaccionar, sin embargo. La elfa podía tener muchos defectos pero la cobardía sin duda no era uno de ellos, al fin y al cabo aquello era para lo que había venido aquí.
-Que la tierra de Ímbar se mantenga bajo tus pies, y Isil me proteja a mi en las oscuridades- dijo simplemente la elfa, rompiendo su silencio a modo de agradecimiento al elfo que acababa de explicarles la situación. Se llevó dos dedos al mentón, como solía hacer su padre al acabar cualquier negocio importante y dejó al otro chico elfo también en aquel lugar.
Se apresuró a unirse al pequeño grupo con Eleatril a la cabeza que se disponían a entra al templo. Las puertas derrumbadas daban incluso más solemnidad al lugar. Eilydh tan solo había entrado dos veces a aquel lugar. Una de ellas en la consagración de su nombre y la segunda... la segunda tenía menos importancia.
En otra situación se desharía sus trenzas y dedicaría una oración a Anar antes de tocar tierra sagrada, pero en aquel momento y dada la situación pensó que lo mejor era apresurarse y no perder al grupo que se aventuraba a las profundidades del templo de vista. Se ajustó su capa de viaje y cercioró de que su sable y daga estaban cerca de sus manos por si los necesitaba, luego siguió a la Nemaniel
-Espero que haya sitio para una más.- dijo- Soy Ellie- añadió tendiendo una mano a modo de saludo. Si Eleatril tenía buena memoria la recordaría con otro nombre, pero aquello no le preocupaba mucho en aquel momento. Al menos por ahora.
--
off: Me uno al grupo de Eleatril para bajar al templo.
Entendió entonces la urgencia de las palabras de Eleatril. Cualquiera que apreciase su vida como tal se pensaría dos veces el aventurarse a las profundidades del templo si no quería sufrir la ira de Anar. Ella misma estaba temblando entre rabia y desconcierto. La mancillación de sus raíces era incluso tangible para alguien del clan Nemaniel. Ella, por muy enfadada que estuviese con todo, no iba ser una excepción.
No esperó demasiado para reaccionar, sin embargo. La elfa podía tener muchos defectos pero la cobardía sin duda no era uno de ellos, al fin y al cabo aquello era para lo que había venido aquí.
-Que la tierra de Ímbar se mantenga bajo tus pies, y Isil me proteja a mi en las oscuridades- dijo simplemente la elfa, rompiendo su silencio a modo de agradecimiento al elfo que acababa de explicarles la situación. Se llevó dos dedos al mentón, como solía hacer su padre al acabar cualquier negocio importante y dejó al otro chico elfo también en aquel lugar.
Se apresuró a unirse al pequeño grupo con Eleatril a la cabeza que se disponían a entra al templo. Las puertas derrumbadas daban incluso más solemnidad al lugar. Eilydh tan solo había entrado dos veces a aquel lugar. Una de ellas en la consagración de su nombre y la segunda... la segunda tenía menos importancia.
En otra situación se desharía sus trenzas y dedicaría una oración a Anar antes de tocar tierra sagrada, pero en aquel momento y dada la situación pensó que lo mejor era apresurarse y no perder al grupo que se aventuraba a las profundidades del templo de vista. Se ajustó su capa de viaje y cercioró de que su sable y daga estaban cerca de sus manos por si los necesitaba, luego siguió a la Nemaniel
-Espero que haya sitio para una más.- dijo- Soy Ellie- añadió tendiendo una mano a modo de saludo. Si Eleatril tenía buena memoria la recordaría con otro nombre, pero aquello no le preocupaba mucho en aquel momento. Al menos por ahora.
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off: Me uno al grupo de Eleatril para bajar al templo.
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Re: [Trama de Sandorái] Veo fuego en Anar
El miembro 'Eilydh' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: [Trama de Sandorái] Veo fuego en Anar
El campamento sin duda es una locura de actividad, una a la que llegan elementos conocidos. Chim no puede evitar notar la presencia de dos personajes con los que tiene historia previa, ambos pertenecientes a la especie elfa vale destacar.
En primera posición se encuentra Eilydh, una de las integrantes frijoles de los gorriones. Maquiavelo le dedica un saludo discreto y es que por el momento anda enfrascada en otra conversación.
Por otro lado se encuentra Mefisto, alguien con quien el genio tuvo una aventura extraña hace varios meses. Sin duda un curioso individuo… aunque no tanto como el espadachín de ojos rasgados.
Mucha gente significa muchas acciones diferentes, hay un mundo de posibilidades en el campamento. Algunos se dedican a intercambiar palabras, otros a pegar miradas de superioridad e incluso hay quienes tratan de derretir un tempano de hielo.
No se puede negar que los elfos aventureros están a la orden del día, al menos en este escenario particular. Ciertamente Niniel no puede quejarse de que sus orejas desentonen esta vez, después de todo está en casa.
Mientras la elfa sanadora utiliza sus dotes diplomáticos para evitar más incidentes con el regente enano, las palabras de Canel vuelven a hacerse realidad cuando los restos del jinete se retiran a un lugar menos concurrido.
Debe ser un chiste…
“El brujito se encoje de hombros”.
La cosa infernal no está muerta, solo de parranda… con su retirada a las entrañas del templo, da paso a una serie de eventos entrelazados. Todo el ejército está en medio de un enemigo peligrosamente viable ahora.
Ciertamente al inventor no le interesa mucho meterse en unas ruinas a jugar con el bicho raro, Canel no comparte su desanimo pero sabe bien que es el pequeño y pues… a conceptos sencillos debe obedecer aunque no le guste.
Por algunos instantes el chiquillo intelectual se propone apoyar la idea de su contemporáneo real, claro que la postura del grupo elfo termina por hacerle desistir a los pocos segundos… jodidos sitios de interés patrimonial.
Jamás ira en contra de los deseos de Niniel, es su mejor amiga después de todo y le tiene mucho aprecio. Decide entonces postularse para reparar las máquinas de asedio dañadas por el entorno, tiene los conocimientos necesarios.
No le toma mucho convencer al guardia dragón de su utilidad, solo tiene que enseñar algunos inventos para lograr el puesto. Antes de separarse de Nin, le dedica una mirada cargada de confianza.
Una vez tanto el cómo su pequeño hermano llegan al sitio, estudia con cuidado la maquinaria. Es claro que el ambiente gélido ha cobrado factura en cada mecanismo, deben ser restablecidos y luego adaptados.
Con voz de mando solicita ayudantes, paletos que solo sirvan para golpear un martillo. Termina por recibir toda una cuadrilla y aunque se muestran poco dispuestos a obedecer en un principio, un sermón de su comandante termina por darles el empujón extra.
Bien frijoles, hagan lo mismo que yo.
Teniendo en cuenta que el nivel intelectual de los adultos es casi nulo, Maquiavelo recurre al viejo truco del ejemplo directo. Realiza las tareas sencillas por algunos minutos para que sus subordinados logren una plantilla mental, luego los acomoda como piezas en un tablero de ajedrez.
Todo surte efecto con sorprendente eficiencia vale destacar, después de todo las labores que llevan a cabo los adultos son de limpieza. Chim se encarga de adaptar las piezas sensibles al frió utilizando sus conocimientos y el material del campamento.
Vale destacar que sabe bien el posible impacto de sus acciones en el futuro próximo y por eso precisamente colabora tanto, cerca de las maquinas puede sabotearlas en cualquier momento para evitar un incidente internacional si Niniel no logra hacer entrar en razón al niño con corona.
En primera posición se encuentra Eilydh, una de las integrantes frijoles de los gorriones. Maquiavelo le dedica un saludo discreto y es que por el momento anda enfrascada en otra conversación.
Por otro lado se encuentra Mefisto, alguien con quien el genio tuvo una aventura extraña hace varios meses. Sin duda un curioso individuo… aunque no tanto como el espadachín de ojos rasgados.
Mucha gente significa muchas acciones diferentes, hay un mundo de posibilidades en el campamento. Algunos se dedican a intercambiar palabras, otros a pegar miradas de superioridad e incluso hay quienes tratan de derretir un tempano de hielo.
No se puede negar que los elfos aventureros están a la orden del día, al menos en este escenario particular. Ciertamente Niniel no puede quejarse de que sus orejas desentonen esta vez, después de todo está en casa.
Mientras la elfa sanadora utiliza sus dotes diplomáticos para evitar más incidentes con el regente enano, las palabras de Canel vuelven a hacerse realidad cuando los restos del jinete se retiran a un lugar menos concurrido.
Debe ser un chiste…
“El brujito se encoje de hombros”.
La cosa infernal no está muerta, solo de parranda… con su retirada a las entrañas del templo, da paso a una serie de eventos entrelazados. Todo el ejército está en medio de un enemigo peligrosamente viable ahora.
Ciertamente al inventor no le interesa mucho meterse en unas ruinas a jugar con el bicho raro, Canel no comparte su desanimo pero sabe bien que es el pequeño y pues… a conceptos sencillos debe obedecer aunque no le guste.
Por algunos instantes el chiquillo intelectual se propone apoyar la idea de su contemporáneo real, claro que la postura del grupo elfo termina por hacerle desistir a los pocos segundos… jodidos sitios de interés patrimonial.
Jamás ira en contra de los deseos de Niniel, es su mejor amiga después de todo y le tiene mucho aprecio. Decide entonces postularse para reparar las máquinas de asedio dañadas por el entorno, tiene los conocimientos necesarios.
No le toma mucho convencer al guardia dragón de su utilidad, solo tiene que enseñar algunos inventos para lograr el puesto. Antes de separarse de Nin, le dedica una mirada cargada de confianza.
Una vez tanto el cómo su pequeño hermano llegan al sitio, estudia con cuidado la maquinaria. Es claro que el ambiente gélido ha cobrado factura en cada mecanismo, deben ser restablecidos y luego adaptados.
Con voz de mando solicita ayudantes, paletos que solo sirvan para golpear un martillo. Termina por recibir toda una cuadrilla y aunque se muestran poco dispuestos a obedecer en un principio, un sermón de su comandante termina por darles el empujón extra.
Bien frijoles, hagan lo mismo que yo.
Teniendo en cuenta que el nivel intelectual de los adultos es casi nulo, Maquiavelo recurre al viejo truco del ejemplo directo. Realiza las tareas sencillas por algunos minutos para que sus subordinados logren una plantilla mental, luego los acomoda como piezas en un tablero de ajedrez.
Todo surte efecto con sorprendente eficiencia vale destacar, después de todo las labores que llevan a cabo los adultos son de limpieza. Chim se encarga de adaptar las piezas sensibles al frió utilizando sus conocimientos y el material del campamento.
Vale destacar que sabe bien el posible impacto de sus acciones en el futuro próximo y por eso precisamente colabora tanto, cerca de las maquinas puede sabotearlas en cualquier momento para evitar un incidente internacional si Niniel no logra hacer entrar en razón al niño con corona.
- Off:
- Chimar se pone a reparar las máquinas de asedio, después de todo tiene carpintería, herrería y es inventor jeje.
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Re: [Trama de Sandorái] Veo fuego en Anar
No soy capaz de juzgar si se trata de una sensación agradable o desagradable, mis extremidades se sienten frías, no así mi cuerpo que gracias a las modificaciones que le habían hecho podían conservar el calor. Dag lo había llamado maldición, pero en está oportunidad podría ser considerado una bendición o quizás un milagro [Suceso inexplicable, extraordinario o maravilloso que se atribuye a intervención divina] Sí, eso era.
[PROCESO COMPLETADO, ABRIENDO CANALES DE VENTILACIÓN]
[ERROR]
Mi sistema estaba haciendo un buen trabajo, pero sin una ayuda externa no lograría romper la gruesa capa de hielo que me cubría. [...] Podía escuchar unas voces que venían de muy cerca, pero la inteligibilidad del mensaje se perdía, mi visión estaba completamente anulada, [...] intenté mover los dedos, pero sentí que sí continuaba se romperían y caerían [...] Algo pasaba afuera, cada vez más sombras se juntaban a mi alrededor. [...]
Una luz afuera, una luz saliendo de mi cuerpo también, las escamas de mi armadura se abrían y con su magia derretían el hielo. Al mismo tiempo, podía sentir un calor viniendo desde el exterior, los pedazos de escarcha se aflojaban y caían.
-Está hecho - Escuché la voz de alguien que no conocía, y casi de inmediato sentí el cuerpo de Sophi pegado al mio.
-¡¡Estas bien!! - [ANALIZANDO] ¿Eran lágrimas? Había sido solo un segundo, cuando la Vampiro se separó de mi ya no había rastro alguno de angustia - ¡Eres una idiota! ¿Cómo se te ocurre meterte en algo tan peligroso? -
-Fue... Algo inesperado - Junto a Sophi estaba Mefisto, y Sir Sammuel, los saludé a ambos con una inclinación de cabeza - ¿Ustedes me ayudaron? Se los agradezco ¿Sí? -
-No pudimos hacer mucho, fue la Señorita Fireheart quien se encargó de todo -
Las exclamaciones de asombro y los gritos de desesperación llamaron nuestra atención, me acerqué al agujero por donde aparentemente había escapado el Jinete Oscuro. Sí yo no había muerto, era poco probable que a ese extraño ser le afectara [ANALIZANDO] podía ver una especie de estatua y un piso de canto rodado.
-Hay que... -
-No lo digas -
-Ir tras él -
-Me lo temía -
-Es un peligro para los orgánicos que siga con vida, mi sistema exige que vaya en su búsqueda - Les expliqué.
No éramos los únicos, varias personas más se unirían a la misión, eso solo aumentaba la necesidad de mi programa para que interviniera.
-El asunto de los dioses y que Anar se enoje no te tiene muy preocupada ¿No? - La Vampiro sonreía de medio lado mientras me hablaba.
-No creo en dioses, y si existieran, no estaremos haciendo nada que les falte al respeto -
Sin más para decir, agradecí nuevamente a Sir Sammuel, Mefisto y a la Señorita Fireheart por haberme ayudado y me dirigí hacía el agujero que servía de entrada al templo.
-... - [ANALIZANDO] Me resultaba muy difícil moverme - Creo que el proceso de descongelamiento le hizo algo a mi cuerpo -
-Solo faltaría que te tenga que llevar sobre mi espalda - El hueco en el que teníamos que entrar era muy estrecho, así que no tuve más remedio que acercarme muy lentamente y descender por mis propios medios.
______________________
*Subrayado: Armadura de Fibras: Habilidad: al verte en peligro, los filamentos se abren dejando libre a las modificaciones que el Hombre Muerto hizo en tu cuerpo: provoca un destello de luz quemadiza a quienes se encuentre cerca de ti.
*Me sumo a la Expedición de Eleatril
[PROCESO COMPLETADO, ABRIENDO CANALES DE VENTILACIÓN]
[ERROR]
Mi sistema estaba haciendo un buen trabajo, pero sin una ayuda externa no lograría romper la gruesa capa de hielo que me cubría. [...] Podía escuchar unas voces que venían de muy cerca, pero la inteligibilidad del mensaje se perdía, mi visión estaba completamente anulada, [...] intenté mover los dedos, pero sentí que sí continuaba se romperían y caerían [...] Algo pasaba afuera, cada vez más sombras se juntaban a mi alrededor. [...]
Una luz afuera, una luz saliendo de mi cuerpo también, las escamas de mi armadura se abrían y con su magia derretían el hielo. Al mismo tiempo, podía sentir un calor viniendo desde el exterior, los pedazos de escarcha se aflojaban y caían.
-Está hecho - Escuché la voz de alguien que no conocía, y casi de inmediato sentí el cuerpo de Sophi pegado al mio.
-¡¡Estas bien!! - [ANALIZANDO] ¿Eran lágrimas? Había sido solo un segundo, cuando la Vampiro se separó de mi ya no había rastro alguno de angustia - ¡Eres una idiota! ¿Cómo se te ocurre meterte en algo tan peligroso? -
-Fue... Algo inesperado - Junto a Sophi estaba Mefisto, y Sir Sammuel, los saludé a ambos con una inclinación de cabeza - ¿Ustedes me ayudaron? Se los agradezco ¿Sí? -
-No pudimos hacer mucho, fue la Señorita Fireheart quien se encargó de todo -
Las exclamaciones de asombro y los gritos de desesperación llamaron nuestra atención, me acerqué al agujero por donde aparentemente había escapado el Jinete Oscuro. Sí yo no había muerto, era poco probable que a ese extraño ser le afectara [ANALIZANDO] podía ver una especie de estatua y un piso de canto rodado.
-Hay que... -
-No lo digas -
-Ir tras él -
-Me lo temía -
-Es un peligro para los orgánicos que siga con vida, mi sistema exige que vaya en su búsqueda - Les expliqué.
No éramos los únicos, varias personas más se unirían a la misión, eso solo aumentaba la necesidad de mi programa para que interviniera.
-El asunto de los dioses y que Anar se enoje no te tiene muy preocupada ¿No? - La Vampiro sonreía de medio lado mientras me hablaba.
-No creo en dioses, y si existieran, no estaremos haciendo nada que les falte al respeto -
Sin más para decir, agradecí nuevamente a Sir Sammuel, Mefisto y a la Señorita Fireheart por haberme ayudado y me dirigí hacía el agujero que servía de entrada al templo.
-... - [ANALIZANDO] Me resultaba muy difícil moverme - Creo que el proceso de descongelamiento le hizo algo a mi cuerpo -
-Solo faltaría que te tenga que llevar sobre mi espalda - El hueco en el que teníamos que entrar era muy estrecho, así que no tuve más remedio que acercarme muy lentamente y descender por mis propios medios.
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*Subrayado: Armadura de Fibras: Habilidad: al verte en peligro, los filamentos se abren dejando libre a las modificaciones que el Hombre Muerto hizo en tu cuerpo: provoca un destello de luz quemadiza a quienes se encuentre cerca de ti.
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Zöe
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Re: [Trama de Sandorái] Veo fuego en Anar
El miembro 'Zöe' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: [Trama de Sandorái] Veo fuego en Anar
–Entonces no creo que las Encantadoras te tengan mucho aprecio –opiné tras escuchar una breve historia de Virgo–. Y se me hace muy difícil creer que Fireheart te haya besado cuando momentos atrás la habías bombardeado con agua.
Y un grito repentino nos hizo voltear a la misma dirección. Xana fue la primera en acercarse lo suficiente al caballero para distinguir lo que se desplazaba por el suelo.
–¿Qué sucede? –pregunté al alcanzarla, y fruncí el ceño al verlo también.
Aquello era malo. Muy malo.
Observamos en silencio las reacciones de los demás. Al final todo apuntaba a que unos estúpidos entrarían al interior del templo, como si a alguno de los presentes le fuera posible dañar a un Jinete Oscuro, y morirían cuando el niño mimado ordenara a su ejército disparar todo lo que tuvieran.
–Bajaré con Eleatril –informé a Xana. Ella me miró perpleja–. Puede que me sea imposible matar a un Jinete Oscuro, pero, tal vez, sí sea posible hacer algo al respecto mientras él sea… líquido. –O podría darles a los otros el tiempo suficiente para escapar, en el peor de los casos.
–Entonces yo te acompañaré –sentenció Xana, mirándome a los ojos.
–No –musité con una leve sonrisa. Le di una palmadita en la cabeza–. Quédate con Virgo y…
Repentinamente resonó el rugido de un dragón. De inmediato miré las armas de asedio.
–¿Y eso… –empezó Virgo, nervioso, mirando hacia donde provino aquel espeluznante ruido– fue…?
–Una bestia común con una voz potente… o una bestia enorme –respondí serio–, tan grande como el dragón que atacó Lunargenta. –Tanto Xana como Virgo me miraron atónitos–. De ser lo segundo, será mejor que esas armas del niño mimado estén listas.
La mirada de Virgo recorrió los alrededores, deteniéndose en cada persona conocida, y terminó en el sello del Clan Neril.
–Entiendo –dijo finalmente–. Les daré una mano con las máquinas.
Miré a Xana y ella, tras suspirar, asintió.
–Vamos, Virgo. Momento de lucirte. –dijo antes de marchar con el elfo.
Caminé de inmediato hacia donde Eleatril. Examiné qué objetos tenía en mi bolsa, esperando algo útil, y asentí para mí mismo al terminar. Cuando por fin alcancé al grupo de suicidas, dije:
–He venido a ayudar. –Mostré brevemente una media sonrisa. Habría alzado una mano como saludo, como de costumbre, pero preferí hacer una reverencia rápida.
Paralelamente Virgo, haciendo uso de sus extraños artilugios tecnológicos y asistido por Xana, ayudaron en las reparaciones de las armas de asedio. La elfa, de pronto, notó la presencia de un par de niños conocidos.
–Hola, Chimar, Canel. –Esbozó una sonrisa afable para ambos.
Y un grito repentino nos hizo voltear a la misma dirección. Xana fue la primera en acercarse lo suficiente al caballero para distinguir lo que se desplazaba por el suelo.
–¿Qué sucede? –pregunté al alcanzarla, y fruncí el ceño al verlo también.
Aquello era malo. Muy malo.
Observamos en silencio las reacciones de los demás. Al final todo apuntaba a que unos estúpidos entrarían al interior del templo, como si a alguno de los presentes le fuera posible dañar a un Jinete Oscuro, y morirían cuando el niño mimado ordenara a su ejército disparar todo lo que tuvieran.
–Bajaré con Eleatril –informé a Xana. Ella me miró perpleja–. Puede que me sea imposible matar a un Jinete Oscuro, pero, tal vez, sí sea posible hacer algo al respecto mientras él sea… líquido. –O podría darles a los otros el tiempo suficiente para escapar, en el peor de los casos.
–Entonces yo te acompañaré –sentenció Xana, mirándome a los ojos.
–No –musité con una leve sonrisa. Le di una palmadita en la cabeza–. Quédate con Virgo y…
Repentinamente resonó el rugido de un dragón. De inmediato miré las armas de asedio.
–¿Y eso… –empezó Virgo, nervioso, mirando hacia donde provino aquel espeluznante ruido– fue…?
–Una bestia común con una voz potente… o una bestia enorme –respondí serio–, tan grande como el dragón que atacó Lunargenta. –Tanto Xana como Virgo me miraron atónitos–. De ser lo segundo, será mejor que esas armas del niño mimado estén listas.
La mirada de Virgo recorrió los alrededores, deteniéndose en cada persona conocida, y terminó en el sello del Clan Neril.
–Entiendo –dijo finalmente–. Les daré una mano con las máquinas.
Miré a Xana y ella, tras suspirar, asintió.
–Vamos, Virgo. Momento de lucirte. –dijo antes de marchar con el elfo.
Caminé de inmediato hacia donde Eleatril. Examiné qué objetos tenía en mi bolsa, esperando algo útil, y asentí para mí mismo al terminar. Cuando por fin alcancé al grupo de suicidas, dije:
–He venido a ayudar. –Mostré brevemente una media sonrisa. Habría alzado una mano como saludo, como de costumbre, pero preferí hacer una reverencia rápida.
Paralelamente Virgo, haciendo uso de sus extraños artilugios tecnológicos y asistido por Xana, ayudaron en las reparaciones de las armas de asedio. La elfa, de pronto, notó la presencia de un par de niños conocidos.
–Hola, Chimar, Canel. –Esbozó una sonrisa afable para ambos.
(☞゚∀゚)☞ OFFROL ☜(゚∀゚☜)
Me uno al grupo suicida de Eleatril ='DChimar tiene permiso para jugar con Virgo y Xana.
Rauko
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Re: [Trama de Sandorái] Veo fuego en Anar
El miembro 'Rauko' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: [Trama de Sandorái] Veo fuego en Anar
Las máquinas de guerra están reparadas y tres valientes héroes han decidido acompañar a Eleatril Nemaniel a la parte inferior... ¿Qué les deparará? No tardaréis en averiguarlo.
Los de fuera notáis que el rugido de un dragón cada vez está más cerca...
... Yo no es por asustar, pero igual es buen momento para ponerse alerta e ir suministrando vaselina, si podéis o queréis.
Este post no avanza nada. Aprovecho para informar que a petición de los usuarios, durante el resto del hilo no avanzaré la historia hasta que todos lo hayáis hecho al menos 1 vez o llegue el próximo viernes. Así que hacedlo tranquilos.
Ger
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Re: [Trama de Sandorái] Veo fuego en Anar
Al'theas se encontraba forcejeando en aquel momento con uno de los no-muertos elficos levantados por la maligna influencia de la corrompida Ellaraiz, hasta que por sorpresa... aquel cadáver reanimado desistió en sus intentos por morder el cuello del caballero y desplomarse como el cuerpo reanimado que debía ser.
-Parece que los pequeños genios lo han vuelto a hacer...- Dijo el elfo entre jadeos. De algún modo Chimar y Canel habían logrado encontrar la raiz... literalmente hablando... del poder de Ellaraiz, despojándola de su poder sobre el bosque y con ello siendo vulnerable al ataque directo de Catherine.
Para cuando Al'theas pudo reunirse con los demás, Níniel se encontraba contemplativa ante una flor, que representaba posiblemente la reencarnación purificada del hada del bosque al que acababan de derrotar.
"Sigamos. Sandorai aún necesita mucha más ayuda." Dijo la joven sacerdotisa, a lo cual el caballero esmeralda asintió.
El grupo acompañado por una afligida Lucy y una escéptica Eleatril, llegaron al templo de Anar, cubierto de nieve... reflejo del sacrificio que hace poco hizo la fallecida Abbey y cuya marca se había extendido por aquella zona de Sandorái, y allí... se encontraba una multitud encabezados por el joven rey de Dundarak, que lejos de darles una bienvenida y felicitarles por su labor con Ellaraiz... les recibió con arrogancia y desprecio, lo cual encendió peligrosamente a la alta encantadora Lucy provocando una fuerte discusión ante la que los presentes solo se podían limitar a observar.
Justo cuando parecía que la acalorada charla iba a terminar en batalla... el rey desenvaino su espada y pago su frustración con una de las dos figuras congeladas, concretamente contra la que resultaba ser un jinete oscuro... el mismo al que la alta encantadora Abbey había derrotado a costa de su vida...
El rey no se detuvo hasta que hizo añicos aquella estatua congelada, dándose aires de grandeza ante la prueba de que aquellos seres no eran tan difíciles de matar... suerte tuvo la otra figura congelada... que resultaba ser una desafortunada Biocibernética... de que el rey no la tomara con ella...
-Alabado sea el rey... el enemigo no tuvo oportunidad...- Susurro en tono burlón lo suficientemente bajo como para que solo la sacerdotisa Níniel le oyera.
Y cuando parecía que la discusión estaba bajando de tono... y para sorpresa de los ali presentes... los fragmentos de hielo derretido que encerraban al jinete oscuro cobraron vida, recorriendo a gran velocidad los huecos de las baldosas del suelo ante los ojos sorprendidos de los asistentes sin darles tiempo a reaccionar... y aquel extraño fenómeno busco refugio en las profundidades del templo de Anar...
Aquello abrió un nuevo debate, en el que el rey quería destruir el sagrado templo con objetivo de sepultar al escurridizo enemigo... idea que fue descartada rapidamente por lo elfos presentes, entre ellos Al'theas por el valor cultural y religioso que obviamente tenían para su raza, por no hablar de su vital importancia para el bienestar de toda Sandorái.
Chimar, bajo petición del rey había sido instado a reparar sus armas de asedio, y Níniel, trataba de disuadir la idea de destruir el templo por obvias razones.
En cuanto Eleatril, ella había decidido dar caza a lo que quedara del jinete oscuro en el templo, instando a quien se atreviera a seguirla para dicha caza.
El caballero esmeralda Al'theas tenia en alta estima el templo de Anar, él y su pueblo lo tenían como su primera de sus deidades y en su interior ardía la necesidad de asegurarse de que aquel lugar no fuera profanado, sin embargo.. un intimidante rugido se escucho en los cielos... haciendo que Al'theas mantuviera su mano agarrando la empuñadura de su espada mientras observaba los cielos con expectación... decidiendo quedarse para ayudar a proteger a los demás de cualquiera que fuese el peligro...
-Parece que los pequeños genios lo han vuelto a hacer...- Dijo el elfo entre jadeos. De algún modo Chimar y Canel habían logrado encontrar la raiz... literalmente hablando... del poder de Ellaraiz, despojándola de su poder sobre el bosque y con ello siendo vulnerable al ataque directo de Catherine.
Para cuando Al'theas pudo reunirse con los demás, Níniel se encontraba contemplativa ante una flor, que representaba posiblemente la reencarnación purificada del hada del bosque al que acababan de derrotar.
"Sigamos. Sandorai aún necesita mucha más ayuda." Dijo la joven sacerdotisa, a lo cual el caballero esmeralda asintió.
El grupo acompañado por una afligida Lucy y una escéptica Eleatril, llegaron al templo de Anar, cubierto de nieve... reflejo del sacrificio que hace poco hizo la fallecida Abbey y cuya marca se había extendido por aquella zona de Sandorái, y allí... se encontraba una multitud encabezados por el joven rey de Dundarak, que lejos de darles una bienvenida y felicitarles por su labor con Ellaraiz... les recibió con arrogancia y desprecio, lo cual encendió peligrosamente a la alta encantadora Lucy provocando una fuerte discusión ante la que los presentes solo se podían limitar a observar.
Justo cuando parecía que la acalorada charla iba a terminar en batalla... el rey desenvaino su espada y pago su frustración con una de las dos figuras congeladas, concretamente contra la que resultaba ser un jinete oscuro... el mismo al que la alta encantadora Abbey había derrotado a costa de su vida...
El rey no se detuvo hasta que hizo añicos aquella estatua congelada, dándose aires de grandeza ante la prueba de que aquellos seres no eran tan difíciles de matar... suerte tuvo la otra figura congelada... que resultaba ser una desafortunada Biocibernética... de que el rey no la tomara con ella...
-Alabado sea el rey... el enemigo no tuvo oportunidad...- Susurro en tono burlón lo suficientemente bajo como para que solo la sacerdotisa Níniel le oyera.
Y cuando parecía que la discusión estaba bajando de tono... y para sorpresa de los ali presentes... los fragmentos de hielo derretido que encerraban al jinete oscuro cobraron vida, recorriendo a gran velocidad los huecos de las baldosas del suelo ante los ojos sorprendidos de los asistentes sin darles tiempo a reaccionar... y aquel extraño fenómeno busco refugio en las profundidades del templo de Anar...
Aquello abrió un nuevo debate, en el que el rey quería destruir el sagrado templo con objetivo de sepultar al escurridizo enemigo... idea que fue descartada rapidamente por lo elfos presentes, entre ellos Al'theas por el valor cultural y religioso que obviamente tenían para su raza, por no hablar de su vital importancia para el bienestar de toda Sandorái.
Chimar, bajo petición del rey había sido instado a reparar sus armas de asedio, y Níniel, trataba de disuadir la idea de destruir el templo por obvias razones.
En cuanto Eleatril, ella había decidido dar caza a lo que quedara del jinete oscuro en el templo, instando a quien se atreviera a seguirla para dicha caza.
El caballero esmeralda Al'theas tenia en alta estima el templo de Anar, él y su pueblo lo tenían como su primera de sus deidades y en su interior ardía la necesidad de asegurarse de que aquel lugar no fuera profanado, sin embargo.. un intimidante rugido se escucho en los cielos... haciendo que Al'theas mantuviera su mano agarrando la empuñadura de su espada mientras observaba los cielos con expectación... decidiendo quedarse para ayudar a proteger a los demás de cualquiera que fuese el peligro...
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Re: [Trama de Sandorái] Veo fuego en Anar
No me digan por qué, pero incluso cuando el entrante era un vampiro de lo más majo y simpático y tú eras el segundo plato, algo en el ambiente olía a mal día. Y no, no era por ser segundo plato de nadie, en esta ocasión cualquiera hubiera preferido ser el segundo elegido, o mejor aún, el tercero o cuarto de la lista.
En fin, probablemente esa sensación se debía a que nunca auguraba nada bueno ser la cena de un monstruo marino. O al menos, en este caso, casi serlo.
Vinc nunca había sentido temor por el agua y por sumergirse en tan noble líquido que daba la vida, más no era menos cierto que por un tiempo había tenido más que suficiente contacto con ríos, lagos y mares. Dadas las circunstancias, el brujo no sintió pena alguna por irse del barco de Ronaldo, menos aún cuando sabía que tanto el capitán como su tripulación y el bueno de Bio y aquella misteriosa dragona estaban capacitados para enfrentar los peligros que sin duda les acecharían.
Además, seamos sinceros, que tenía de complicado estar a punto de morir con lo que los dioses hubieran decidido colocar en esa maldita cascada. Ya podrían haber cuatro o cinco monstruos marinos y siete dragones antiguos, bien daría igual, cuando tu misión era convencer a un rey henchido de ambición y pronta gloria mal encaminada no había misión más difícil en el mundo.
¿Cómo esperaba Ronaldo que convenciera a Rigobert de que se retirara del bosque?
Era una pregunta que rondaba la mente del mercenario de dorados cabellos, una y otra vez, y a la que en cada ocasión que nuestro Vincent lo razonaba, solo encontraba respuestas con sonido de explosiones mágicas.
Ese niño había vivido en su propio mundo y cada victoria obtenida por su ejército había ayudado a que se creyera aún más su propia mentira. Que era rey del mundo conocido.
Ni la persona más encantadora podría convencer a un megalómano de esas dimensiones, menos aún un simple mercenario, por buena consideración tuviera el capitán del Lunargentés de él. La realidad es que sólo podía destruirlo llegado el momento, y con todo su ejército a su alrededor no era el momento. Eso lo sabía Vinc, y también Ronaldo antes de decirle que lo intentara. Pero ambos también sabían que debían intentarlo de todos modos. No hacerlo ya era una derrota.
La cuestión es que cuando el trío de brujos por fin alcanzó la zona donde se encontraba el ejército del dragón, la situación no podría ser más desalentadora.
- Casi se podría decir que he fracasado nada más llegar.
- Ja, vamos. ¿Acaso pensabas que era llegar, decirle deje de hacer el imbécil y volvernos a casa?
- Deberías conocer mejor a tu rey-, añadió Dutch al comentario de Bárbara, dándole un tonito burlón al determinante posesivo.
- No es mi rey-, respondió, sin llegar a tomárselo mal, pero tampoco pudiendo dejarlo correr.
- No, básicamente es lo que él cree. Ya es dueño de la Logia, al parecer.
- Ah, ya-, comentó, sin poder refutarle tal obviedad. - Pero eso también lo convierte en tu rey-, dijo, dándole al tu el mimos tonillo burlón que usara Dutch anteriormente.
El marinero se partió de risa antes de volver a hablar.
- Me lo merecía. Ahí me has pillado.
Sí, Vinc le había pillado, pero las bromas no cambiaban la situación. La conversación que se podía escuchar a esa distancia por la voz chillona del rey dejaba bien claro que se creía amo y señor de la Logia. No le extrañaba, después de todo, Rigobert se creía rey de todo lo que existía, y eso indefectiblemente incluía a la propia Logia de Hechiceros.
En cualquier caso, lo importante es que el mercenario no había errado al pensar que tenía una ardua tarea por delante. Ver como el niño rey se cargaba al jinete, y realmente lo que hacía era liberarlo sólo empeoraba aún más las cosas.
- Y ahí va el sacrificio de Frost-, comentó con notable enfado en el tono de voz. - Vamos, primero debo recabar algo de información-, dijo seguido, encaminándose hacia una figura conocida.
Unos metros bastaron para alcanzar al chico que se acababa de poner a reparar las armas de asedio del ejército del dragón. Unos metros que le dieron un precioso tiempo que aprovechó para contar hasta diez y relajarse un poco.
- Vaya, pequeño ballestero. Tienes bastante trabajo por delante, estas armas de asedio han visto mejores días-, saludó a Chimar de manera informal. - Veo que has sobrevivido a la excursión con Níniel, aunque seguro que no ha sido un simple paseo. Hoy está la cosa bastante tensa por estos bosques-, dijo con obviedad, sabiendo que seguramente algo habría pasado, pero era un mero comentario para sonsacar una historia a Chim y saber de primera mano que había pasado por su zona.
Hubiera seguido conversando con el ballestero, pero se escuchó lo que parecía ser el alarido de un dragón, y justo después llegaron más amigos de Chimar junto a ellos.
- Genial, esto mejora por momentos-, se lamentó. - En fin, os dejaré trabajar, chicos, necesitamos esas armas antes de lo que quisiéramos. Buena suerte-, les deseó tanto a Chim como a Canel, y los otros recién llegados que no conocía.
- Quizás convencer al rey no sea lo más complicado al final.
- Sí, eso parece. Pero no significa que no deba hacerlo de todos modos. Mientras ayudad a los chicos con las armas. Necesitaremos toda la artillería que podamos salvar-, comentó antes de mirar directamente hacia los marineros. - Deseadme suerte, la voy a necesitar-, dijo con sorna, guiñándoles un ojo.
Después, el brujo se encaminó hacia donde se encontraba el rey conversando con Níniel. Aunque lo más correcto era decir que era al contrario. Rigobert seguía en sus trece y era la sacerdotisa quien intentaba convencer al joven rey.
- Se avecina tormenta-, dijo como saludo, aún acercándose al lugar donde elfa y rey dragón conversaban. No sin antes depositar su mirada sobre Al'theas y dedicarle un saludo con el brazo, luego volvió a depositar su vista sobre el rey del Norte y le dedicó la mejor de sus sonrisas y una ligera reverencia. - Alteza, olvidemos el templo por ahora. De poco servirá perseguir al jinete si un dragón destruye vuestro ejército. Sin vuestras tropas perderéis todo lo que os proponéis conseguir-, le dijo al rey.
Otro rugido de dragón se escuchó en lontananza, más estaba claro que se acercaba, pues se había escuchado mucho más cerca.
Ese nuevo rugido quizás ayudaría a “convencer” al rey, o cómo debería decirse, a distraerlo. Vinc no creía que el ejército del dragón debería entrar por la fuerza en el templo de los elfos, ni tampoco en sus bosques. No había venido allí a ayudar a ningún niño en sus locuras de grandeza, sin embargo, si quería convencer al rey debía darle a Rigobert argumentos que le importaran al susodicho.
En ese punto, lo que pensara o dejara de pensar el mercenario sobre la forma correcta de actuar poco importaba, lo único que realmente importaba era evitar una guerra que no le convenía a nadie.
- Aunque debería decir una dragona. No sé, pero seguro que es la misma que asoló Lunargenta y casi nos mata en el Pico más Alto-, dijo, mirando hacia Níniel cuando finalizaba su frase. - Siempre aparece en el lugar indicado cuando su amo suelta la correa.
Podría ser ella o no, pero la lógica y los acontecimientos de los últimos meses le decían que sí lo era.
El brujo no pudo evitar acariciar el pomo de la espada que obtuviera en su último encuentro con Querostraza. Si de verdad era ella iba a ser un combate muy complicado, por no decir casi imposible.
- No conozco bien su historia, pero creo que es una traidora del norte-, intentó picar al rey, recordándole que una traidora del norte era una traidora hacia él por ser su máximo representante. - No lo sé bien. En cualquier caso aconsejaría preparar las armas de asedio para atacar el cielo, no el suelo. Sobrevivir para ver otro día es lo más importante en estos momentos-, terminó de decir, antes de echar una mirada hacia donde se encontraba Sir Sammuel.
El veterano caballero era alguien a quien admirar por su tesón y lealtad, y al mismo tiempo el vivo ejemplo del motivo por el cual Vincent se hizo mercenario y no guardia ni soldado. El Calhoun no podía evitar preguntarse cuando llegaría el inevitable día, en el que aquel buen hombre dragón debería elegir si le debía más lealtad a su rey, o a su país.
Aprovecho que hay muchas personas en la zona para no hablar y reaccionar a todos los personajes de los usuarios y de este modo evitar hacer un post de cinco kilómetros porque me conozco (?)
En el post básicamente llego desde el Lunargentés junto a Bárbara y Dutch, hablo con Chimar para enterarme que pasó en su aventura con Nín y Al'theas, le dejo a los marineros trabajando con él, porque los marineros suelen ser buenos carpinteros por aquello de que los barcos son de madera (?), y luego intento convencer al rey del Norte de que es mejor prepararse contra el dragón que destruir el suelo del templo.
En fin, probablemente esa sensación se debía a que nunca auguraba nada bueno ser la cena de un monstruo marino. O al menos, en este caso, casi serlo.
Vinc nunca había sentido temor por el agua y por sumergirse en tan noble líquido que daba la vida, más no era menos cierto que por un tiempo había tenido más que suficiente contacto con ríos, lagos y mares. Dadas las circunstancias, el brujo no sintió pena alguna por irse del barco de Ronaldo, menos aún cuando sabía que tanto el capitán como su tripulación y el bueno de Bio y aquella misteriosa dragona estaban capacitados para enfrentar los peligros que sin duda les acecharían.
Además, seamos sinceros, que tenía de complicado estar a punto de morir con lo que los dioses hubieran decidido colocar en esa maldita cascada. Ya podrían haber cuatro o cinco monstruos marinos y siete dragones antiguos, bien daría igual, cuando tu misión era convencer a un rey henchido de ambición y pronta gloria mal encaminada no había misión más difícil en el mundo.
¿Cómo esperaba Ronaldo que convenciera a Rigobert de que se retirara del bosque?
Era una pregunta que rondaba la mente del mercenario de dorados cabellos, una y otra vez, y a la que en cada ocasión que nuestro Vincent lo razonaba, solo encontraba respuestas con sonido de explosiones mágicas.
Ese niño había vivido en su propio mundo y cada victoria obtenida por su ejército había ayudado a que se creyera aún más su propia mentira. Que era rey del mundo conocido.
Ni la persona más encantadora podría convencer a un megalómano de esas dimensiones, menos aún un simple mercenario, por buena consideración tuviera el capitán del Lunargentés de él. La realidad es que sólo podía destruirlo llegado el momento, y con todo su ejército a su alrededor no era el momento. Eso lo sabía Vinc, y también Ronaldo antes de decirle que lo intentara. Pero ambos también sabían que debían intentarlo de todos modos. No hacerlo ya era una derrota.
La cuestión es que cuando el trío de brujos por fin alcanzó la zona donde se encontraba el ejército del dragón, la situación no podría ser más desalentadora.
- Casi se podría decir que he fracasado nada más llegar.
- Ja, vamos. ¿Acaso pensabas que era llegar, decirle deje de hacer el imbécil y volvernos a casa?
- Deberías conocer mejor a tu rey-, añadió Dutch al comentario de Bárbara, dándole un tonito burlón al determinante posesivo.
- No es mi rey-, respondió, sin llegar a tomárselo mal, pero tampoco pudiendo dejarlo correr.
- No, básicamente es lo que él cree. Ya es dueño de la Logia, al parecer.
- Ah, ya-, comentó, sin poder refutarle tal obviedad. - Pero eso también lo convierte en tu rey-, dijo, dándole al tu el mimos tonillo burlón que usara Dutch anteriormente.
El marinero se partió de risa antes de volver a hablar.
- Me lo merecía. Ahí me has pillado.
Sí, Vinc le había pillado, pero las bromas no cambiaban la situación. La conversación que se podía escuchar a esa distancia por la voz chillona del rey dejaba bien claro que se creía amo y señor de la Logia. No le extrañaba, después de todo, Rigobert se creía rey de todo lo que existía, y eso indefectiblemente incluía a la propia Logia de Hechiceros.
En cualquier caso, lo importante es que el mercenario no había errado al pensar que tenía una ardua tarea por delante. Ver como el niño rey se cargaba al jinete, y realmente lo que hacía era liberarlo sólo empeoraba aún más las cosas.
- Y ahí va el sacrificio de Frost-, comentó con notable enfado en el tono de voz. - Vamos, primero debo recabar algo de información-, dijo seguido, encaminándose hacia una figura conocida.
Unos metros bastaron para alcanzar al chico que se acababa de poner a reparar las armas de asedio del ejército del dragón. Unos metros que le dieron un precioso tiempo que aprovechó para contar hasta diez y relajarse un poco.
- Vaya, pequeño ballestero. Tienes bastante trabajo por delante, estas armas de asedio han visto mejores días-, saludó a Chimar de manera informal. - Veo que has sobrevivido a la excursión con Níniel, aunque seguro que no ha sido un simple paseo. Hoy está la cosa bastante tensa por estos bosques-, dijo con obviedad, sabiendo que seguramente algo habría pasado, pero era un mero comentario para sonsacar una historia a Chim y saber de primera mano que había pasado por su zona.
Hubiera seguido conversando con el ballestero, pero se escuchó lo que parecía ser el alarido de un dragón, y justo después llegaron más amigos de Chimar junto a ellos.
- Genial, esto mejora por momentos-, se lamentó. - En fin, os dejaré trabajar, chicos, necesitamos esas armas antes de lo que quisiéramos. Buena suerte-, les deseó tanto a Chim como a Canel, y los otros recién llegados que no conocía.
- Quizás convencer al rey no sea lo más complicado al final.
- Sí, eso parece. Pero no significa que no deba hacerlo de todos modos. Mientras ayudad a los chicos con las armas. Necesitaremos toda la artillería que podamos salvar-, comentó antes de mirar directamente hacia los marineros. - Deseadme suerte, la voy a necesitar-, dijo con sorna, guiñándoles un ojo.
Después, el brujo se encaminó hacia donde se encontraba el rey conversando con Níniel. Aunque lo más correcto era decir que era al contrario. Rigobert seguía en sus trece y era la sacerdotisa quien intentaba convencer al joven rey.
- Se avecina tormenta-, dijo como saludo, aún acercándose al lugar donde elfa y rey dragón conversaban. No sin antes depositar su mirada sobre Al'theas y dedicarle un saludo con el brazo, luego volvió a depositar su vista sobre el rey del Norte y le dedicó la mejor de sus sonrisas y una ligera reverencia. - Alteza, olvidemos el templo por ahora. De poco servirá perseguir al jinete si un dragón destruye vuestro ejército. Sin vuestras tropas perderéis todo lo que os proponéis conseguir-, le dijo al rey.
Otro rugido de dragón se escuchó en lontananza, más estaba claro que se acercaba, pues se había escuchado mucho más cerca.
Ese nuevo rugido quizás ayudaría a “convencer” al rey, o cómo debería decirse, a distraerlo. Vinc no creía que el ejército del dragón debería entrar por la fuerza en el templo de los elfos, ni tampoco en sus bosques. No había venido allí a ayudar a ningún niño en sus locuras de grandeza, sin embargo, si quería convencer al rey debía darle a Rigobert argumentos que le importaran al susodicho.
En ese punto, lo que pensara o dejara de pensar el mercenario sobre la forma correcta de actuar poco importaba, lo único que realmente importaba era evitar una guerra que no le convenía a nadie.
- Aunque debería decir una dragona. No sé, pero seguro que es la misma que asoló Lunargenta y casi nos mata en el Pico más Alto-, dijo, mirando hacia Níniel cuando finalizaba su frase. - Siempre aparece en el lugar indicado cuando su amo suelta la correa.
Podría ser ella o no, pero la lógica y los acontecimientos de los últimos meses le decían que sí lo era.
El brujo no pudo evitar acariciar el pomo de la espada que obtuviera en su último encuentro con Querostraza. Si de verdad era ella iba a ser un combate muy complicado, por no decir casi imposible.
- No conozco bien su historia, pero creo que es una traidora del norte-, intentó picar al rey, recordándole que una traidora del norte era una traidora hacia él por ser su máximo representante. - No lo sé bien. En cualquier caso aconsejaría preparar las armas de asedio para atacar el cielo, no el suelo. Sobrevivir para ver otro día es lo más importante en estos momentos-, terminó de decir, antes de echar una mirada hacia donde se encontraba Sir Sammuel.
El veterano caballero era alguien a quien admirar por su tesón y lealtad, y al mismo tiempo el vivo ejemplo del motivo por el cual Vincent se hizo mercenario y no guardia ni soldado. El Calhoun no podía evitar preguntarse cuando llegaría el inevitable día, en el que aquel buen hombre dragón debería elegir si le debía más lealtad a su rey, o a su país.
Offrol
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Aprovecho que hay muchas personas en la zona para no hablar y reaccionar a todos los personajes de los usuarios y de este modo evitar hacer un post de cinco kilómetros porque me conozco (?)
En el post básicamente llego desde el Lunargentés junto a Bárbara y Dutch, hablo con Chimar para enterarme que pasó en su aventura con Nín y Al'theas, le dejo a los marineros trabajando con él, porque los marineros suelen ser buenos carpinteros por aquello de que los barcos son de madera (?), y luego intento convencer al rey del Norte de que es mejor prepararse contra el dragón que destruir el suelo del templo.
- Dutch:
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- Bárbara:
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Vincent Calhoun
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Re: [Trama de Sandorái] Veo fuego en Anar
Los trozos del Jinete Oscuro se empezaron a mover, cosa que realmente no me impresionó. Siempre consideraba todas las alternativas, y esto estaba en mis posibilidades planteadas.
Lo que no esperaba era que, en vez de rearmarse y asesinarnos a todos los idiotas que estábamos ahí, se hizo camino hacia una cámara inferior de la ruina. El rey parecía querer volar todo el sitio, y por primera vez, no estaba en contra de sus intenciones. Pero sólo sus intenciones, porque sabía que eso no haría sino ganarse de enemigos a los de mi raza, y ya habíamos visto el impacto que tuvieron en el Jinete una archibruja de hielo y el poderosísimo rey.
Estaba demasiado agotado por toda la situación. Un peso muy grande para alguien que sólo estaba ahí porque quería entretenerse un rato. Había metido la pata muy hasta el fondo... Pero ya que estaba ahí, quería ser de alguna utilidad. ¿Un arco de redención, quizás, en el que el protagonista resuelve sus problemas personales, y de paso ayuda a salvar el mundo?
...Veo que aún tengo fuerzas para divagar en tonterías.
Para mi suerte, una elfa se adelantó. Sabía decentemente cómo intentar convencer al rey, por lo que tuve ganas de felicitarla. Sólo ganas, pues me quedé junto a Zöe, intentando hacer una fogata.
Y se nos acercó la mujer que discutía con el rey. "Si te ayudo, irá más rápido." dijo. Y azotó el hielo con intensas llamaradas, como quien se rasca un piquete, y retrocedí en respuesta, mis ojos reflejando el fuego y la sorpresa que sentía.
Aquella era una bruja, como Frost, con capacidades tremendas, lo que me hizo pensar en algo.
¿...Hermanas? ¿De fuego y hielo?
Rechacé la idea a los dos latidos de tenerla. Era simplemente demasiado. Como una historia épica, o una fábula antigua.
El hielo se deshizo poco a poco, y podía sentir cómo la conocida de Zöe estaba a punto de estallar por las expectativas.
Un latido. Dos latidos. Tres latidos.
"Está hecho" dijo, cesando las llamas. Zöe aún estaba viva, y ahora estaba libre.
Respondí al saludo de Zöe con una sonrisa, y agradecí por mi parte a la señorita Fireheart. Tenía las mismas intenciones que la difunta bruja, y un puesto de influencia mucho mayor que yo. Era mi mejor baza para convocar a los Centinelas.
—Frost nos salvó la vida —le comenté, pensativo— No sólo a mí y a Zöe, quién sabe a cuánta gente.Debo cumplir su última voluntad. Debo ir a Árbol Madre, debo convocar a los Cent—
Un rugido dominó el cielo, y la tierra, y mi corazón y el del resto de personas en ese lugar. Era algo como nunca había oído, y cada vez más cerca. Retrocedí, incrédulo por la cantidad de contratiempos que había encontrado en mi corta misión. Lo único que me impedía salir corriendo en ese momento, era lo mismo que me había mantenido caminando desde hace mucho tiempo: La voluntad de un muerto.
Y por Anar, Isil, Imbar y las ratas de la Pulgantina, juraría que esa iba a ser la segunda peor experiencia que iba a vivir en mis cien años de vida.
Lo que no esperaba era que, en vez de rearmarse y asesinarnos a todos los idiotas que estábamos ahí, se hizo camino hacia una cámara inferior de la ruina. El rey parecía querer volar todo el sitio, y por primera vez, no estaba en contra de sus intenciones. Pero sólo sus intenciones, porque sabía que eso no haría sino ganarse de enemigos a los de mi raza, y ya habíamos visto el impacto que tuvieron en el Jinete una archibruja de hielo y el poderosísimo rey.
Estaba demasiado agotado por toda la situación. Un peso muy grande para alguien que sólo estaba ahí porque quería entretenerse un rato. Había metido la pata muy hasta el fondo... Pero ya que estaba ahí, quería ser de alguna utilidad. ¿Un arco de redención, quizás, en el que el protagonista resuelve sus problemas personales, y de paso ayuda a salvar el mundo?
...Veo que aún tengo fuerzas para divagar en tonterías.
Para mi suerte, una elfa se adelantó. Sabía decentemente cómo intentar convencer al rey, por lo que tuve ganas de felicitarla. Sólo ganas, pues me quedé junto a Zöe, intentando hacer una fogata.
Y se nos acercó la mujer que discutía con el rey. "Si te ayudo, irá más rápido." dijo. Y azotó el hielo con intensas llamaradas, como quien se rasca un piquete, y retrocedí en respuesta, mis ojos reflejando el fuego y la sorpresa que sentía.
Aquella era una bruja, como Frost, con capacidades tremendas, lo que me hizo pensar en algo.
¿...Hermanas? ¿De fuego y hielo?
Rechacé la idea a los dos latidos de tenerla. Era simplemente demasiado. Como una historia épica, o una fábula antigua.
El hielo se deshizo poco a poco, y podía sentir cómo la conocida de Zöe estaba a punto de estallar por las expectativas.
Un latido. Dos latidos. Tres latidos.
"Está hecho" dijo, cesando las llamas. Zöe aún estaba viva, y ahora estaba libre.
Respondí al saludo de Zöe con una sonrisa, y agradecí por mi parte a la señorita Fireheart. Tenía las mismas intenciones que la difunta bruja, y un puesto de influencia mucho mayor que yo. Era mi mejor baza para convocar a los Centinelas.
—Frost nos salvó la vida —le comenté, pensativo— No sólo a mí y a Zöe, quién sabe a cuánta gente.Debo cumplir su última voluntad. Debo ir a Árbol Madre, debo convocar a los Cent—
Un rugido dominó el cielo, y la tierra, y mi corazón y el del resto de personas en ese lugar. Era algo como nunca había oído, y cada vez más cerca. Retrocedí, incrédulo por la cantidad de contratiempos que había encontrado en mi corta misión. Lo único que me impedía salir corriendo en ese momento, era lo mismo que me había mantenido caminando desde hace mucho tiempo: La voluntad de un muerto.
Y por Anar, Isil, Imbar y las ratas de la Pulgantina, juraría que esa iba a ser la segunda peor experiencia que iba a vivir en mis cien años de vida.
Última edición por Mefisto el Sáb 28 Sep - 23:59, editado 1 vez
Mefisto
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Re: [Trama de Sandorái] Veo fuego en Anar
El lugar que la vio nacer, crecer, y tomar cantidad ingente de decisiones que ahora marcaban sus pasos, respiro hondo cuando toco el primer árbol, como si fuera sagrado, hacía meses que había estado lejos, y las historias vividas parecían una obra de teatro, amaba su bosque, su familia todo lo que ello significaba, por eso al oír los rumores de un desastre de proporciones inimaginables no pudo menos que ir corriendo a sus raíces.
El viaje había sido pesado, pero por fin miraba el….-Ruinas- Del templo sagrado, ya la nieve era un mal presagio de lo que vería, pero la magnitud, era digna de los rumores, el gentío que ahí se arremolinaba no le causaba lio, hasta que vio todo un enjambre de orejas redondas, entre ellos algo que parecía su Líder, le vio con mala gana como si apestara el lugar al ver ese comportamiento caprichoso, ah, el rey oyó entre el barullo mientras se sobaba los brazos por el frio que sentía; aun tenia algunos temblores de su viaje tras separarse de Nousis y lamentaba profundamente haber usado vestido y no un pantalón; entonces todo se puso en alerta miro la escena y parecía que algo negro y liquido se colaba por el suelo hacia el interior del templo.- ¿Es broma?- y mientras unos orejas redondas iban lado al otro, vio entre la multitud a Nousis, bajo la vista apenada, pero se tragó la pena, la culpa y todo lo que pudiera cargar cuando se acercó a él, una elfa se alejaba, la siguió con la mirada, y parecía que hacia conjunta con otra elfa de gran belleza. ¿Por qué la mayoría de las elfas eran rubias? Se preguntó mirando sus cabellos obscuros… ¡¡No divagues Ari!! Se dijo a si misma por enésima vez.
Se quedó pasmada en su sitio y parecía que todo se paró un momento cuando un rugido atronó el lugar y personalmente a Aradia le había cimbrado el alma, miro el cielo como si fuera inminente que algo cayera sobre ellos. Dejo caer los hombros y sintió que el frío la dejaba de lado, se acerco al grupo que se encargaba del que había estado congelado.-¿Qué pasó aquí?
El viaje había sido pesado, pero por fin miraba el….-Ruinas- Del templo sagrado, ya la nieve era un mal presagio de lo que vería, pero la magnitud, era digna de los rumores, el gentío que ahí se arremolinaba no le causaba lio, hasta que vio todo un enjambre de orejas redondas, entre ellos algo que parecía su Líder, le vio con mala gana como si apestara el lugar al ver ese comportamiento caprichoso, ah, el rey oyó entre el barullo mientras se sobaba los brazos por el frio que sentía; aun tenia algunos temblores de su viaje tras separarse de Nousis y lamentaba profundamente haber usado vestido y no un pantalón; entonces todo se puso en alerta miro la escena y parecía que algo negro y liquido se colaba por el suelo hacia el interior del templo.- ¿Es broma?- y mientras unos orejas redondas iban lado al otro, vio entre la multitud a Nousis, bajo la vista apenada, pero se tragó la pena, la culpa y todo lo que pudiera cargar cuando se acercó a él, una elfa se alejaba, la siguió con la mirada, y parecía que hacia conjunta con otra elfa de gran belleza. ¿Por qué la mayoría de las elfas eran rubias? Se preguntó mirando sus cabellos obscuros… ¡¡No divagues Ari!! Se dijo a si misma por enésima vez.
Se quedó pasmada en su sitio y parecía que todo se paró un momento cuando un rugido atronó el lugar y personalmente a Aradia le había cimbrado el alma, miro el cielo como si fuera inminente que algo cayera sobre ellos. Dejo caer los hombros y sintió que el frío la dejaba de lado, se acerco al grupo que se encargaba del que había estado congelado.-¿Qué pasó aquí?
Aradia Hazelmere
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Re: [Trama de Sandorái] Veo fuego en Anar
¿Jinetes oscuros de otro mundo? ¿Un portal mágico de tal poder? El Elfo sintió deseos de reír ante el sinsentido del que ahora formaba parte. ¿Y qué hacía allí un ejército extranjero? ¿Por qué se le había permitido el paso a través de los bosques sin presentar batalla, dejando que esos pies infectos emponzoñasen la pureza de Sandorai? Sólo cuando escuchó los nuevos gritos del niño que parecía dirigirles confirmó lo extraño de la situación. Tropas de Dundarak, el nórdico reino de los semidragón. Mucho había leído sobre los reinos del mundo, y jamás habría pensado que tales criaturas llegasen nunca tan al sur. La distancia que les separaba del reino élfico hacía improbable su llegada como ayuda manifiesta y del mismo modo, no tendrían motivos para hacerlo. El norte tenía sin duda sus propios problemas. Y sin embargo, allí estaba el joven rey junto a sus huestes.
Apenas reparó en dos elfas que se habían acercado cuando entabló conversación con su compatriota. Les dirigió no obstante la sonrisa que reservaba para todo aquel que perteneciese a su raza, donde su habitual desdén y frialdad mutaba en calidez y amabilidad. Los hijos de Anar e Isil. Los seres a quienes debía proteger.
Sólo cuando terminó de escuchar a su interlocutor su rostro compuso una mueca de sorpresa al reconocer a la jovencísima Aradia Hazelmere. Se habían separado un tiempo atrás, tras las aventuras de Alreiven y Ciudad Lagarto. ¿Qué la habría traído de vuelta al hogar? Tal vez lo mismo que a él, la pura necesidad de sentir la tibieza del bosque, los olores y sonidos del lugar donde se había criado. Ahora en peligro.
Pero antes de dirigirle la palabra, varios asuntos requirieron su atención. Como el inicio de una interesante lección colegial, casi todos los ojos siguieron unos extraños trozos de hielo que descongelaron, moviéndose con tenebrosa y absoluta autonomía, bajando al subsuelo. Nousis carecía de datos para relacionar o comprender lo que acababa de ocurrir. Pero varios desconocidos no dudaron en unirse para descender al Templo. Su vista pasó del grupo que había decidido hacerlo, llenándole de satisfacción al ver que estaba casi totalmente compuesto de Elfos, a las palabras del rey de los dracónidos que llenaron sus oídos de espanto y su corazón de furia. Ahí ya no pudo evitar desenvainar la espada y que sus ojos relampagueasen de puro odio. ¡Nadie fuera de su raza iba a profanar un templo sagrado, salvo por encima de su cadáver!
“Relájate” le dijo una voz en lo más recóndito de su mente, la cual le ayudaba a relajarse en sus largas horas de estudio como en sus entrenamientos marciales. “Morirás para nada, no es el momento ni el lugar” “Siempre hay un momento y opción mejor, déjaselo al futuro, puede deparar grandes oportunidades”
Deseaba matar a ese muchacho, lo necesitaba como respirar en ese instante. Mas sin envainar, quitó la vista del soberano, inhalando con profundidad, decidió dejar de prestar atención a lo que rodeaba al muchacho, o él mismo perdería la vida intentando aquel magnicidio. También podría resultar un desastre para loe Elfos si el rey de Dundarak moría a manos de alguien de la hermosa raza. Entrecerró los ojos.
Y el rugido se reprodujo, con una intensidad mayor, obligándole a tomarlo en total consideración. Fuera lo que fuera lo que en realidad había pasado en Sandorái en los últimos tiempos, tal vez lo peor no había aún llegado. Las máquinas de guerra, esos grandes artefactos foráneos habían sido puestos a reparar, y si Nousis no estaba dispuesto a que fueran utilizados contra el legado de su pueblo, bienvenidos serían si lograban enfrentarse a la criatura de la que emanaba tal sonido. Quizá se matasen todos entre sí. Sería toda una bendición.
-¿Qué haces aquí?- inquirió con cierta autoridad pero cortesía, dirigiéndose a Aradia. Y tras escucharla, comprobó que no era la única persona que había visto con anterioridad, dirigiendo sus pasos hacia otro de los suyos que había compartido sus andanzas en Alreiven. Era posible que él supiese más al respecto de cuanto había ocurrido en el tiempo que habían estado separados.
Presuroso, se dirigió a él, interpelándolo a medio camino entre la urgencia de encajar las piezas de todo aquello y la educación que pensaba, debía mostrar en cualquier situación, incluida la boca del infierno. Las emociones debían ser controladas lo mejor posible.
-Ha pasado tiempo- le dijo a Mefisto, quien instantes antes había estado con una desconocida que había tomado rumbo al templo, y otra extraña que se había dirigido al rey de Dundarak. Parecía cansado, como si hubiera pasado por algo lo demasiado duro- ¿Qué está pasando, que es todo eso de Jinetes oscuros, y que una bruja ha tratado de salvar nuestra tierra?
No era ni de lejos el mejor momento para una conversación tranquila, pero Nousis precisaba saber de forma perentoria. Ni la cercanía de una probable muerte era preferible al desconocimiento. El hecho de no saber le hacía sentirse completamente a oscuras, y era una situación que no soportaba.
Nousis Indirel
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Re: [Trama de Sandorái] Veo fuego en Anar
Las labores de trabajo avanzan como la seda, en parte gracias a la nueva ayuda prestada. Varios elementos pertenecientes a conocidos previos del inventor terminan por colaborar.
Chimar no tarda en darle un reporte a su aliado, el brujo Vincent. Si bien no han vivido demasiadas aventuras juntos, tienen una extraña buena empatía entre ambos. Básicamente se caen bien y eso ya es decir demasiado con el niño genio.
No escatima detalles y en ciertos puntos altera la realidad para que se vea más fantástica como todo mocoso, claro que no deja de ser un informe veraz sobre lo acontecido en el bosque con la manifestación vegetal parlante.
Es mucho más interesante que decir “oye, Canel pillo una raíz en el suelo y todos nos salvamos por los pelos”, podrá ser pequeño pero tiene ego… uno bastante grande si se compara con infantes más normales.
Con esa conversación finalizada, entran en escena más personajes que hace tiempo no veía. Nada más y nada menos que los acompañantes del elfo Rauko, es imposible para Maquiavelo olvidar a Xana o a sus curiosas habilidades.
Es un placer verla de nuevo, señorita Xana.
“Canel agita su mano derecha muy animado a modo de saludo”.
A los marineros cedidos por el brujo frijol “detalle que más adelante tendrá que ser investigado por mero ocio” se les unen Xana y Virgo, este último bastante diestro en la materia de equipamientos estilizados por lo que se puede ver de entrada.
Una vez las tareas de limpieza se cumplen, Chim junto con su nueva contraparte adulta realizan las labores de reparación y adaptación para entornos fríos... discuten bastante entre sí pero consiguen su objetivo rápido, después de todo ambos conocen la mecánica.
Nada mal para ser un frijol.
El pequeño genio se gana una despeinada que si bien lo hace refunfuñar un poco al principio, acaba por animarle. Aunque suene raro, los mocosos tienden a apreciar el gesto una vez superan la aversión inicial.
Por desgracia no hay tiempo para juegos, un rugido descomunal hace que todo el campamento pose sus ojos en el horizonte. El dueño de tal atentado sonoro sin duda es peligroso por los cuatro costados.
¿Eso es…?
Si, y muy grande.
Las palabras de Canel confirman el temor de su hermano mayor, tiene toda la pinta de ser un dragón enorme, al menos sus sonidos guturales. Aunque Chim no tiene la potestad para ordenar que las máquinas de asedio apunten a una dirección, si puede preparar los mecanismos para un movimiento rápido. Decide seguir ese camino con ayuda de Virgo… discretamente hablando claro.
Solo por si acaso, enanito.
“El brujito asiente”.
Chimar no tarda en darle un reporte a su aliado, el brujo Vincent. Si bien no han vivido demasiadas aventuras juntos, tienen una extraña buena empatía entre ambos. Básicamente se caen bien y eso ya es decir demasiado con el niño genio.
No escatima detalles y en ciertos puntos altera la realidad para que se vea más fantástica como todo mocoso, claro que no deja de ser un informe veraz sobre lo acontecido en el bosque con la manifestación vegetal parlante.
Es mucho más interesante que decir “oye, Canel pillo una raíz en el suelo y todos nos salvamos por los pelos”, podrá ser pequeño pero tiene ego… uno bastante grande si se compara con infantes más normales.
Con esa conversación finalizada, entran en escena más personajes que hace tiempo no veía. Nada más y nada menos que los acompañantes del elfo Rauko, es imposible para Maquiavelo olvidar a Xana o a sus curiosas habilidades.
Es un placer verla de nuevo, señorita Xana.
“Canel agita su mano derecha muy animado a modo de saludo”.
A los marineros cedidos por el brujo frijol “detalle que más adelante tendrá que ser investigado por mero ocio” se les unen Xana y Virgo, este último bastante diestro en la materia de equipamientos estilizados por lo que se puede ver de entrada.
Una vez las tareas de limpieza se cumplen, Chim junto con su nueva contraparte adulta realizan las labores de reparación y adaptación para entornos fríos... discuten bastante entre sí pero consiguen su objetivo rápido, después de todo ambos conocen la mecánica.
Nada mal para ser un frijol.
El pequeño genio se gana una despeinada que si bien lo hace refunfuñar un poco al principio, acaba por animarle. Aunque suene raro, los mocosos tienden a apreciar el gesto una vez superan la aversión inicial.
Por desgracia no hay tiempo para juegos, un rugido descomunal hace que todo el campamento pose sus ojos en el horizonte. El dueño de tal atentado sonoro sin duda es peligroso por los cuatro costados.
¿Eso es…?
Si, y muy grande.
Las palabras de Canel confirman el temor de su hermano mayor, tiene toda la pinta de ser un dragón enorme, al menos sus sonidos guturales. Aunque Chim no tiene la potestad para ordenar que las máquinas de asedio apunten a una dirección, si puede preparar los mecanismos para un movimiento rápido. Decide seguir ese camino con ayuda de Virgo… discretamente hablando claro.
Solo por si acaso, enanito.
“El brujito asiente”.
- Off:
- Interactuó con Vincent y con los NPCs de Rauko
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Re: [Trama de Sandorái] Veo fuego en Anar
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Los peores presagios no se hicieron esperar a los que aún aguardaban sobre el templo. Un dragón colosal, negro y rojo, con una enorme capa blanca aparecía en el horizonte. Y Lucy, junto a Sir Sammuel y Mefisto, no tardaron en evidenciar de quién se trataba.
- ¿Querías convocar a los centinelas, Mefisto? – le preguntó con ironía. – Ahí tienes a una. – Clamó la encantadora con evidente signo de preocupación. Ella la conocía muy bien. No en vano casi acaba devorada tiempo atrás. Inmediatamente buscó la mirada cómplice con Vincent y Níniel. Ellos también recordarían ese día. Fireheart retrocedió a la carrera hacia sus conocidos, buscando explicaciones. - ¿Qué hace Querostraza aquí? ¿Viene a por el jinete?
-¡No! ¡Viene a por nosotros! - dijo Sir Sammuel. Querostraza tenía los ojos clavados en él. - ¡Poneos en guardia, todos!
-Parece que por fin coincidimos en algo, Fireheart. – comentó el rey, mirando al dragón que se aproximaba. Miró a las máquinas de guerra. Dos balistas, dos catapultas y un ariete. - ¿Están listas las máquinas? – preguntó.
-¡Calibrada y lista para disparar, jefe! – aseveró Virgo saltando de la balista al suelo y jugando con una llave. Entre él, Chimar y Canel habían resuelto el problema.
Aunque eran conscientes de que tenía la capa blanca, ¿cómo es que venía tan decidida a por los jinetes? ¿Significaría eso que Melena Blanca había…? Mejor no pensarlo. No tenían demasiado tiempo. Era difícil pensar que Querostraza venía en busca de diálogo. No al menos mientras fuera tan superada en número. Primero se desharía de todos esas hormigas molestas, y cuando sus cuerpos estuviesen arrastrándose por el campo de batalla, bajaría y absorbería el poder de un nuevo jinete oscuro. Sólo así podría ser tan poderosa e invencible como ansiaba.
El joven Demian venía agarrado su lomo. Por el camino había perdido a Irinnil Fawkes, que se había caído del dragón. Bajar ahora mismo era un suicidio. Pero permanecer allí, con las balistas y el ejército apuntando a su montura, también lo era.
El barrido de Querostraza había golpeado bien. La dragona barrió con sus llamas parte del templo, pero intensificó su área sobre la zona del Rey Rigobert. Matar al rey era una buena opción. Y no le fue mal. Consiguió herir al rey, a su fiel escudero e incluso quemó entre llamas a uno de sus miembros de la Guardia del Dragón. El rey habría corrido la misma suerte de no ser por esa preciosa armadura de Mitril que llevaba, que ahora estaba incluso quemada por el fuego.
-¡El rey y Sir Sammuel están en problemas! - Clamó Lucy. Que al estar lejos del mismo se había librado del fuego.
Grupo Eleatril
Eleatril, Eilydh, Zöe y Rauko, por este orden descendieron los valientes por la cuerda. Hubo un momento de tensión con el bamboleo de la cuerda consecuencia del envite de Querostraza. Se escucharon gritos arriba, e incluso se veía. - ¿Qué pasa allí arriba? – preguntó Eleatril a los que estaban sobre ella. Quizás tuvieran una mejor perspectiva. Justo en ese momento, una roca impactaba contra el suelo, haciendo tambalear la estructura, pero que había aguantado. – Será mejor que nos demos prisa. – Sí. El dragón había llegado y, para colmo, y la propia elfa fue la primera que observó cómo la estatua de Anar comenzaba a girar la cabeza y a mirar hacia ellos. Los ojos de la estatua se activaron. Y Eleatril enseguida supo por qué era. Buscaban a Zöe. En cuanto ella puso su cuerpo en su zona de control. - ¡No! ¡No! ¡Agarraos! – pidió a los chicos.
La estatua disparó contra Zöe y la destruyó en piezas. La cuerda se partió por la mitad, y Eilydh y Eleatril cayeron, la hija de Tyrande tomó a su homóloga de la mano para evitar que se despeñara. Y en un ágil movimiento se llevó la mano a su faltriquera y logró soltar un gancho, enrollarlo al brazo de la enorme estatua y lograr para ambas un aterrizaje “más suave” contra la nieve. Por su parte, Rauko, justo encima de Zöe, quedó colgando de un trozo de cuerda.
Eleatril estaba furiosa. - ¿Estás bien, Ellie? ¡Mira que lo dije! ¡Nadie que no sea elfo puede entrar en este templo a menos que desactivemos la estatua de Anar! – protestó una dolorida Eleatril mientras veía “llover” las manos, piernas e incluso orejas de Zöe y ayudaba a Eilydh a levantarse. Luego miró a Rauko suspendido. - ¡Trata de bajar como puedas, vamos a necesitar tu ayuda! - Si bien ese tambaleó del suelo le hizo dudar sobre si el dragón verdaderamente había dañado la estructura del suelo, y podrían tener un problema mayor.
Y no mentía Eleatril, ya que en el frío templo esperaban amenazante una jinete oscuro: Lisandris Tarmúnil. La hechicera tenía piel oscura y cabellos níveos, como todos sus hermanos, pero su armadura era poco menos que inexistente. Tampoco la necesitaba, ya que ningún mortal podía hacerle daño. Con su magia oscura intentaba revivir a Celebrimbor. Pronunciando unas palabras en un idioma ininteligible. Estaba protegida por una esfera mágica y permanecía cerca de un portal que conectaba con el Oblivion.
-Lisandris Tarmúnil... – identificó Eleatril. – Mi madre me habló de ella. Es una hechicera peligrosísima. No tendríamos que haber venido solas aquí. Ten mucho cuidado. Si te alcanza con ese báculo, absorberá tu voluntad. No podremos derrotarla. Pero al menos deberíamos de tratar de evitar que vuelva a levantar a su hermano. Yo la distraeré. – Con su magia de luz, más débil que el de su madre, lanzó un rayo para desconcentrar a Lisandris. Éste impactó con la esfera, no hizo nada, pero cumplió su cometido. La hechicera pronto la vio y sonrió al ver su inútil ataque. Ni Eleatril, ni mucho menos Eilydh, podían hacer frente solas a un jinete oscuro. Níniel o Vincent habrían sido mucho más efectivos ahí abajo. Pero ni siquiera ellos eran centinelas. Ahora Eleatril comenzaría a ser atacada por la magia del báculo de Lisandris, aunque pudo escapar del primer golpe.
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* * * * * * * * * * *
Grupo Sir Sammuel
Algunos comentarios específicos:
Balistas: Un usuario puede tomar la balista. Cualquier usuario que busque su minuto de gloria la puede coger. Pero un buen dominio de ingeniería os dará una bonificación de runa. ¡Cuidado! ¡Podéis herir a Demian!
Demian: Estás en la parte trasera del lomo del dragón. En esta fase no puedes ayudar. Y en este primer turno tampoco puedes saltar por la altura. Este turno tienes que ser defensivo, aguantar y defenderte a ti mismo, o confiar en que no disparen al dragón o tengan mala suerte. Si tocan a Querostraza y no te has podido defender, te hieren también a ti. En la próxima batida ya podrás bajar (si tienes habilidades).
Supports: podríais tratar de evitar el daño. O rejuvenecer a los caídos. Tened cuidado no gastar todas vuestras cartas para más adelante.
Combate cuerpo a cuerpo en esta fase poco podéis hacer. Sólo tenéis una tarea: Sobrevivir como podáis escondiéndoos en las estructuras o a campo abierto. Escondiéndoos estaréis a salvo de la llamarada, pero si los meteoritos alcanzan los edificios tendréis un problema, a menos que alguien tenga objetos o habilidades para protegerlos.
A los que hayáis tenido mala suerte y el fuego haya dejado KO a la primera (hay demasiado nivel bajo en esta misión. Pero aún no ha caído nadie), podéis ser “resucitados” (no estáis muertos, tranquilos) por el brazalete de Anar de Níniel sin penalizaciones. Aunque sólo tiene un uso, dejémoslo por tema y hay más fases de combate.
Seguís pudiendo usar a todos los NPCs a placer. Tenéis algunos con habilidades útiles (ej: Tensáis de agua/piratas son útiles para el fuego). Como siempre, daremos una semana para el posteo.
Grupo Eleatril:
Vosotros tranquilos. Mientras estéis bajo tierra todo va bien. No tendréis que véroslas con Querostraza. Si bien la mala suerte os ha perjudicado y en el próximo turno tendréis que véroslas con la caída del suelo, a menos que los de arriba lo protejan de alguna manera con magia o habilidades (no, Chimar, esta vez no vale la ingeniería).
Zöe: Este es el fin de tu participación en el evento como Zöe. Pero debes seguir usando a Sophitia. Eleatril Nemaniel lo dejó bien claro: “Todo aquel que no sea hijo de los bosques y acceda, sufrirá la furia de Anar”. Vi que como lo usuaria lo has entendido, pero tu programación no te permitió evitar tus ganas de salvar al mundo. Una pena. De valientes está el cementerio lleno. Debo decir que has dejado mucha huella en este evento, ya que con tus acciones has evitado un mal mayor para el árbol, a base de sacrificar a Abbey y congelar el bosque, y prácticamente también comprometiendo el éxito de esta aventura. Mi mejor aliada, te echaré de menos.
Consecuencias: Sin saber cómo, al acabar el evento aparecerás en un desgüace en la base de los biocibernéticos, donde un chatarrero te reconstruirá aunque con otro cuerpo diferente para venderte como esclava. Pierdes 600 aeros (ya restado) y dos objetos máster a tu elección. Serás libre para buscar tu nuevo cuerpo o reiniciar cómo desees. Con este reinicio, pierdes cualquier maldición que tengas hasta ahora, incluida las de Sigel.
Rauko: Suspendido en la cuerda, puedes gastar el turno para bajar al templo, o dar la vuelta y subir a ayudar al grupo de Sir Sammuel o de Rigobert. Ten en cuenta el asunto de las piedras. Valora dónde haces más falta o si priorizas salvar tu pellejo. La mala suerte no te sonrió y no obtuviste la Protección de Anar.
Eilydh: No era el plan que llegaras tu sola al suelo, ya que había tres tareas disponibles. Pero Zöe os ha hundido y la realidad es que sólo puedes completar una. Al menos tuviste suerte y cuentas con la bendición: Protección de Anar. Ahora mismo eres la más importante de la partida y mucho depende de ti: Elige con cabeza.
- Ayudar a Eleatril y enfrentaros juntas al Jinete Oscuro. Con la protección de Anar aguantarás un turno antes de acabar como Zöe. Quizás el tiempo suficiente para que Eleatril viva y Querostraza salve el día (si la dejan arriba).
- No ayudar a Eleatril y entrar en la esfera del Oblivion (te intentará dañar, pero acabarás ilesa por la protección de Anar) y tratar de explorar el portal (runa media o conocimiento elevado de arcanos). Si obtienes al menos media traerás a uno (otro) de los cuatro centinelas por el portal, concretamente la que acabó cerca de un portal el anterior evento. Opción necesaria para el final “happy” de la partida. Aunque poco práctica. Cuidado, si obtienes mala eres consumida y acabarás en otro evento y se complican aún más las cosas en este.
- Explorar la estatua de Anar para evitar que ésta ataque a no elfos que entren (runa media o sabiduría alta).?
Ger
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Re: [Trama de Sandorái] Veo fuego en Anar
La ingenuidad de los inexpertos. El sonido sordo de la cuerda rompiéndose sobre su cabeza y el estruendo causado por sus propios pies al caer al suelo que afortunadamente los amparó en vez del vacío.
Había tenido suerte, al menos por ahora.
No pudo decir lo mismo de su compañera bio, Zöe. Apenas agarró la mano de Eleatril para volver a alcanzar el equilibirio cuando vio caer al suelo pedazos del amasijo de hierro metal y partes en apariencia humana que componian a la chica. Ahogó una exclamación y miró con desesperanza a Sophitia, temiendo que la chica se lanzase al aire y corriese la suerte de su madre. Pero no podía culpar a Anar. Tanto ella misma como Eleatril sabían bien el futuro de los infieles que pusiesen pies en aquel templo. Las historias de luz y vacío, oscuridad y maldición y por supuesto, la ira de Anar.
Pero aquel no era el propio Anar, no. Y su ahora compañera de batallas Eleatril se había encargado de explicarle a quien pertenecía el rostro que ahora los retaba. Eilydh se ciñó la armadura y empuñó su daga, que casi parecía una chincheta comparada con la grandiosidad de su enemigo.
Rauko no les iba a ser de mucha ayuda en aquel momento, y aunque su alma guerrera le nublaba la vista y casi escuchaba los cánticos elfos en sus orejas alargadas a ritmo de tambores y flautas invitándola a la batalla por el honor de su pueblo, respiró hondo varias veces.
Aún sabía reconocer una batalla perdida. Y ella no era la ayuda perfecta a una Eleatril poderosa, tan solo había que ver su armadura raida y su sable corroído por el paso del tiempo. No... aquella batalla estaba perdida antes incluso de haber puesto un pie en ella. Antes siquiera de haberse aventurado a las profundidades de aquel templo. La propia Ímbar había bromeado con la minucia de dos elfas ante aquel jinete.
Pero sus dioses no eran injustos. Y Eilydh pensó que quizás su fuerza y destreza no le ayudasen en aquel momento, pero aún tenía la suficiente cabeza como para buscar una alternativa.
¿La tenía?
-No voy a ayudar a nadie si me quedo aquí a morir contigo- le dijo a Eleatril. Esperó que lo entendiese. ¿Los estaba abandonando? Esperó que la mente fría de la elfa no estuviese lo suficientemente corrompida por los tambores de la batalla como para apreciar que aquello no era buena idea, y que viese la partida de Eilydh como una posibilidad a al menos no perder todo lo que ambas habían amado y tenido durante su vida.- Tan sólo... aguanta lo que puedas. No mueras... Necesitamos ayuda...- dijo simplemente, guardando su puñal de nuevo en su muslo. Con poca fe a que Eleatril tuviese algo o nada que ver en la decisión de morir o no.Lo cierto era que ni ella misma estaba segura de qué iba a pasar tras su propio movimiento.
Los caminos hasta y desde Sandoraí son siempre inexplicables. Ella estaba hecha de luz, o al menos eso se dijo mientras atravesaba las defensas de aquel portal al oblivion sin daño. Y aún así y hasta ahora veneraba a las sombras que eran a menudo la cara oculta.
Se perdió en el oblivion en busca de alguien que pudiese ayudar.
-Isil, ilumina mi noche- se acarició distraída su cicatriz de media luna mientras se sumergía en la nada.
-----------
off:
Decido adentrarme en el oblivion y con suerte, traer a Huracán de vuelta, que si no lei mal era la que estaba más cerca del portal.
Había tenido suerte, al menos por ahora.
No pudo decir lo mismo de su compañera bio, Zöe. Apenas agarró la mano de Eleatril para volver a alcanzar el equilibirio cuando vio caer al suelo pedazos del amasijo de hierro metal y partes en apariencia humana que componian a la chica. Ahogó una exclamación y miró con desesperanza a Sophitia, temiendo que la chica se lanzase al aire y corriese la suerte de su madre. Pero no podía culpar a Anar. Tanto ella misma como Eleatril sabían bien el futuro de los infieles que pusiesen pies en aquel templo. Las historias de luz y vacío, oscuridad y maldición y por supuesto, la ira de Anar.
Pero aquel no era el propio Anar, no. Y su ahora compañera de batallas Eleatril se había encargado de explicarle a quien pertenecía el rostro que ahora los retaba. Eilydh se ciñó la armadura y empuñó su daga, que casi parecía una chincheta comparada con la grandiosidad de su enemigo.
Rauko no les iba a ser de mucha ayuda en aquel momento, y aunque su alma guerrera le nublaba la vista y casi escuchaba los cánticos elfos en sus orejas alargadas a ritmo de tambores y flautas invitándola a la batalla por el honor de su pueblo, respiró hondo varias veces.
Aún sabía reconocer una batalla perdida. Y ella no era la ayuda perfecta a una Eleatril poderosa, tan solo había que ver su armadura raida y su sable corroído por el paso del tiempo. No... aquella batalla estaba perdida antes incluso de haber puesto un pie en ella. Antes siquiera de haberse aventurado a las profundidades de aquel templo. La propia Ímbar había bromeado con la minucia de dos elfas ante aquel jinete.
Pero sus dioses no eran injustos. Y Eilydh pensó que quizás su fuerza y destreza no le ayudasen en aquel momento, pero aún tenía la suficiente cabeza como para buscar una alternativa.
¿La tenía?
-No voy a ayudar a nadie si me quedo aquí a morir contigo- le dijo a Eleatril. Esperó que lo entendiese. ¿Los estaba abandonando? Esperó que la mente fría de la elfa no estuviese lo suficientemente corrompida por los tambores de la batalla como para apreciar que aquello no era buena idea, y que viese la partida de Eilydh como una posibilidad a al menos no perder todo lo que ambas habían amado y tenido durante su vida.- Tan sólo... aguanta lo que puedas. No mueras... Necesitamos ayuda...- dijo simplemente, guardando su puñal de nuevo en su muslo. Con poca fe a que Eleatril tuviese algo o nada que ver en la decisión de morir o no.Lo cierto era que ni ella misma estaba segura de qué iba a pasar tras su propio movimiento.
Los caminos hasta y desde Sandoraí son siempre inexplicables. Ella estaba hecha de luz, o al menos eso se dijo mientras atravesaba las defensas de aquel portal al oblivion sin daño. Y aún así y hasta ahora veneraba a las sombras que eran a menudo la cara oculta.
Se perdió en el oblivion en busca de alguien que pudiese ayudar.
-Isil, ilumina mi noche- se acarició distraída su cicatriz de media luna mientras se sumergía en la nada.
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off:
Decido adentrarme en el oblivion y con suerte, traer a Huracán de vuelta, que si no lei mal era la que estaba más cerca del portal.
Eilydh
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