[Trama: Nombramiento de Níniel como alta encantadora.] [Cerrado]
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[Trama: Nombramiento de Níniel como alta encantadora.] [Cerrado]
Níniel no esperaba un recibimiento así por parte de las gentes de Dundarak a su regreso de Lunargenta. Después de tantas penurias, hambre, enfermedades, disturbios y muerte, cualquiera esperaría un recibimiento mucho menos afectuoso. Prácticamente un anhelante deseo de encontrar entre los miembros de aquel ejército un rostro familiar o conocido para poder al fin dejar de contener el aliento...No podía haber estado más equivocada. Había subestimado la necesidad del norte de tener por fin algo que celebrar.
-¡Viva el rey Rigobert!- Gritaban los ciudadanos de las primeras filas, gritos que eran rápidamente coreados por la muchedumbre. -¡Por el norte!- Se escuchaba en otra dirección mientras una lluvia de confeti caía sobre los orgullosos y victoriosos guerreros, algunos de los cuales apenas podían evitar romper la perfecta formación para devolver todo aquel afecto.
-¡Son las hechiceras de la Logia!- Llegó a sentir la peliblanca mientras avanzaba junto a las altas encantadoras a lomos de su distintivo upelero blanco. Aquellos gritos no eran ni mucho menos los imperantes, aunque cuando ambas encantadoras, sin duda populares por su buen hacer y belleza, comenzaron a saludar con la mano, los vítores ganaron en intensidad. Llegando a su culmen cuando añadieron su magia a la celebración, creando dragones de hielo y fuego que sobrevolaron las calles. Níniel no sabía ni dónde meterse. Ojalá la hubiesen dejado avanzar unos metros por detrás, con el resto de miembros de la Logia.
-Vamos Nín, es una fiesta.- Buscó animarla Lucy Fireheart al verla tan cohibida. -Solo tienes que saludar un poco. No es habitual poder hacer feliz a tanta gente con tan poco esfuerzo.- Añadió.
-Os aclaman a vosotras. A mi nisiquiera me conocen.- Respondió la peliblanca, cruzando en esos momentos su mirada con la de Abbey Frost y notando como la fulminaba, logrando causarle un escalofrío por la espalda. -Y creo que algunos lo hacen por vuestra belleza, no por vuestros muchos méritos.- Puntualizó la elfa.
-Jajaja, sí. Toda la gloria para Rigobert, aunque no pueden obviar que fuimos nosotros quienes asaltamos los muros. Aunque sea a la sombra del rey, la Logia ha ganado en reputación. Una moneda que no debe ser infravalorada...Así que, saluda. Considéralo la última orden directa que te doy, alta encantadora.- Aleccionó la pelirroja con una de esas sonrisas suyas que decían, "hazme caso o atente a las consecuencias". Por lo que Níniel comenzó a saludar tímidamente, tratando de imitar a las brujas. Notando la gélida mirada de Abbey sobre ella sin necesidad de girarse a verla.
-Mucho mejor. ¿Ves? Creo que eres popular entre los niños. Mira todas esas sonrisas. No siempre es necesario tener que derrotar a un ejército de las tinieblas para lograr algo bueno.- Señaló. Aunque lo cierto es que había sido necesario vencer a uno para que aquellos pequeños gestos lograran hacer felices a los ciudadanos de Dundarak. Aunque era mejor no llevarle la contraria a la tensai de fuego.
-Solo tenemos que aguantar esto un poco más. Tan pronto como lleguemos a palacio nos separaremos del ejército y pondremos rumbo a la torre. Puede que hayamos ganado una batalla, pero el trabajo de la Logia no ha terminado.- Expresó Abbey en un arrebato de helada sinceridad. Ciertamente a ella nunca le había hecho mucha gracia aquella clase de cosas, ni la pompa que se daba el rey Rigobert. Pero desde que el Inquisidor les había notificado que haría oficial el nombramiento de Níniel, su carácter había empeorado, especialmente cuando trataba a la elfa, o a su grupo más cercano.
-¡Viva el rey Rigobert!- Gritaban los ciudadanos de las primeras filas, gritos que eran rápidamente coreados por la muchedumbre. -¡Por el norte!- Se escuchaba en otra dirección mientras una lluvia de confeti caía sobre los orgullosos y victoriosos guerreros, algunos de los cuales apenas podían evitar romper la perfecta formación para devolver todo aquel afecto.
-¡Son las hechiceras de la Logia!- Llegó a sentir la peliblanca mientras avanzaba junto a las altas encantadoras a lomos de su distintivo upelero blanco. Aquellos gritos no eran ni mucho menos los imperantes, aunque cuando ambas encantadoras, sin duda populares por su buen hacer y belleza, comenzaron a saludar con la mano, los vítores ganaron en intensidad. Llegando a su culmen cuando añadieron su magia a la celebración, creando dragones de hielo y fuego que sobrevolaron las calles. Níniel no sabía ni dónde meterse. Ojalá la hubiesen dejado avanzar unos metros por detrás, con el resto de miembros de la Logia.
-Vamos Nín, es una fiesta.- Buscó animarla Lucy Fireheart al verla tan cohibida. -Solo tienes que saludar un poco. No es habitual poder hacer feliz a tanta gente con tan poco esfuerzo.- Añadió.
-Os aclaman a vosotras. A mi nisiquiera me conocen.- Respondió la peliblanca, cruzando en esos momentos su mirada con la de Abbey Frost y notando como la fulminaba, logrando causarle un escalofrío por la espalda. -Y creo que algunos lo hacen por vuestra belleza, no por vuestros muchos méritos.- Puntualizó la elfa.
-Jajaja, sí. Toda la gloria para Rigobert, aunque no pueden obviar que fuimos nosotros quienes asaltamos los muros. Aunque sea a la sombra del rey, la Logia ha ganado en reputación. Una moneda que no debe ser infravalorada...Así que, saluda. Considéralo la última orden directa que te doy, alta encantadora.- Aleccionó la pelirroja con una de esas sonrisas suyas que decían, "hazme caso o atente a las consecuencias". Por lo que Níniel comenzó a saludar tímidamente, tratando de imitar a las brujas. Notando la gélida mirada de Abbey sobre ella sin necesidad de girarse a verla.
-Mucho mejor. ¿Ves? Creo que eres popular entre los niños. Mira todas esas sonrisas. No siempre es necesario tener que derrotar a un ejército de las tinieblas para lograr algo bueno.- Señaló. Aunque lo cierto es que había sido necesario vencer a uno para que aquellos pequeños gestos lograran hacer felices a los ciudadanos de Dundarak. Aunque era mejor no llevarle la contraria a la tensai de fuego.
-Solo tenemos que aguantar esto un poco más. Tan pronto como lleguemos a palacio nos separaremos del ejército y pondremos rumbo a la torre. Puede que hayamos ganado una batalla, pero el trabajo de la Logia no ha terminado.- Expresó Abbey en un arrebato de helada sinceridad. Ciertamente a ella nunca le había hecho mucha gracia aquella clase de cosas, ni la pompa que se daba el rey Rigobert. Pero desde que el Inquisidor les había notificado que haría oficial el nombramiento de Níniel, su carácter había empeorado, especialmente cuando trataba a la elfa, o a su grupo más cercano.
Última edición por Níniel Thenidiel el Miér Dic 19 2018, 18:21, editado 1 vez
Níniel Thenidiel
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Re: [Trama: Nombramiento de Níniel como alta encantadora.] [Cerrado]
La guerra había terminado, y ahora Dundarak se encontraba celebrando. Al'theas había decidido hospedarse allí unos días en una humilde pero acogedora taberna tras finalizar el conflicto, el caballero había tenido sus peripecias en el mismo, siendo la de mayor importancia aquella en la que había ayudado a su amiga la joven sacerdotisa Níniel en su misión de búsqueda del clan Filo Invernal con la esperanza de que se unieran al ejercito del joven rey Rigobert, la cual fue un éxito tras luchar a muerte contra una manada de tigres Laza y su líder de manada, de cuya emboscada casi no lo cuentan.
-¡Ahí vienen! ¡Ya llegan!- Dijo uno de los ciudadanos, que se asomo por la puerta de la taberna para avisar a los que al igual que el elfo, habían decidido esperar en su interior de la proximidad del desfile militar que haría gala por la ciudad en lugar de esperar de pie entre la multitud que se encontraba abarrotando las calles.
La música de la marcha militar se escuchaba cada vez mas fuerte a medida que se iban acercando, siendo acompañada por los vítores de la gente que saludaban a los soldados y aliados que habían sobrevivido como héroes de guerra.
Al'theas fue el ultimo que saldría de la taberna, tomándose su tiempo para terminarse su té de hiervas para luego levantarse relajadamente para salir, observando como cabía esperar, que la gran cantidad de gente aglomerada le taparía prácticamente la totalidad de su visión, pero no estaba preocupado por ello, pues aquel tipo de espectáculos no eran muy de su interés, sin embargo había contado con la posibilidad de que su amiga Níniel se hubiese visto arrastrada a dar su presencia durante el desfile, pues la Logia había participado de forma activa en la guerra como uno de sus tantos aliados durante el conflicto. No obstante también existía la posibilidad de que la sacerdotisa hubiera preferido no asistir, conocía lo suficiente a la elfa como para saber que todo este ajetreo no iba como guante a su mano precisamente.
En cualquier caso, Al'theas no perdía nada por estar ahí unos instantes y comprobar por si mismo si por casualidad la veía, si no era así, nada le impediría marcharse sin mas de la ciudad y seguir su propio camino, pues en aquella celebración nada se le había perdido.
Entre los muchos estandartes que ondeaban al paso, el caballero pudo divisar los de la Logia, agudizo la vista como pudo entre las cabezas y manos que se alzaban... y entonces... la vio...
-Anda... mírala...- Expreso para si el elfo mientras observaba a una tímida elfa que avanzaba sobre su peculiar montura saludando de forma errática a las gentes de la ciudad, momento en el que Al'theas sonrió al darse cuenta por su rostro que ella no estaba nada cómoda con aquella situación.
Se habría animado a saludarla si no fuera por la certeza de que era prácticamente imposible que ella pudiera verle u oírle entre todo aquel gentío, por lo que se limito a seguir el desfile a sabiendas de que probablemente se celebrara algún tipo de ceremonia publica, y quizás fuese interesante asistir después de todo, incluyendo la posibilidad de charlar y despedirse de la joven sacerdotisa antes de reanudar su viaje hacia destino incierto.
-¡Ahí vienen! ¡Ya llegan!- Dijo uno de los ciudadanos, que se asomo por la puerta de la taberna para avisar a los que al igual que el elfo, habían decidido esperar en su interior de la proximidad del desfile militar que haría gala por la ciudad en lugar de esperar de pie entre la multitud que se encontraba abarrotando las calles.
La música de la marcha militar se escuchaba cada vez mas fuerte a medida que se iban acercando, siendo acompañada por los vítores de la gente que saludaban a los soldados y aliados que habían sobrevivido como héroes de guerra.
Al'theas fue el ultimo que saldría de la taberna, tomándose su tiempo para terminarse su té de hiervas para luego levantarse relajadamente para salir, observando como cabía esperar, que la gran cantidad de gente aglomerada le taparía prácticamente la totalidad de su visión, pero no estaba preocupado por ello, pues aquel tipo de espectáculos no eran muy de su interés, sin embargo había contado con la posibilidad de que su amiga Níniel se hubiese visto arrastrada a dar su presencia durante el desfile, pues la Logia había participado de forma activa en la guerra como uno de sus tantos aliados durante el conflicto. No obstante también existía la posibilidad de que la sacerdotisa hubiera preferido no asistir, conocía lo suficiente a la elfa como para saber que todo este ajetreo no iba como guante a su mano precisamente.
En cualquier caso, Al'theas no perdía nada por estar ahí unos instantes y comprobar por si mismo si por casualidad la veía, si no era así, nada le impediría marcharse sin mas de la ciudad y seguir su propio camino, pues en aquella celebración nada se le había perdido.
Entre los muchos estandartes que ondeaban al paso, el caballero pudo divisar los de la Logia, agudizo la vista como pudo entre las cabezas y manos que se alzaban... y entonces... la vio...
-Anda... mírala...- Expreso para si el elfo mientras observaba a una tímida elfa que avanzaba sobre su peculiar montura saludando de forma errática a las gentes de la ciudad, momento en el que Al'theas sonrió al darse cuenta por su rostro que ella no estaba nada cómoda con aquella situación.
Se habría animado a saludarla si no fuera por la certeza de que era prácticamente imposible que ella pudiera verle u oírle entre todo aquel gentío, por lo que se limito a seguir el desfile a sabiendas de que probablemente se celebrara algún tipo de ceremonia publica, y quizás fuese interesante asistir después de todo, incluyendo la posibilidad de charlar y despedirse de la joven sacerdotisa antes de reanudar su viaje hacia destino incierto.
Al'theas Tinarandel
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Re: [Trama: Nombramiento de Níniel como alta encantadora.] [Cerrado]
Después de la calma, la tormenta llegaba, y después de esta, la calma retornaba. Era una máxima de aquel mundo, una ley universal que no había forma de burlar, ni de saltarse.
En aquel frío día en las tierras del norte, la norma que regía el universo seguía su curso.
Atrás quedaba el miedo y el horror, los gritos de odio, dolor y pavor, el complicado asalto al torreón del portón de la ciudad, y la no menos complicada batalla por cada calle de la capital de los humanos, por cada palmo de terreno. Atrás quedaba la guerra, la enfermedad que había asolado el continente, e incluso Roilkat y Terpoli.
Sí, atrás quedaban muchas cosas que ojalá nunca volvieran. Más sabía por esa inquebrantable ley, que su deseo sólo era una vana ilusión. El mal siempre regresaba de un modo u otro, y lo único que podía hacer es estar preparado para la siguiente ocasión que sus servicios fueran necesarios. Sólo podía prepararse y esperar que esta vez la calma durase más que la última vez.
Vincent no podía evitar pensar en el futuro, mientras sentía el calor de un pueblo necesitado de buenas noticias, luchar intensamente contra el frío clima que los acompañaba. Desde que percibiera el griterío de los habitantes de Dundarak, ya avisados de la llegada del rey por sus emisarios, tenía la sensación de que la temperatura era más agradable.
Seguramente era un engaño al sentirse reconfortado por haber traído felicidad a unas gentes que tanto lo necesitaban. Con la enfermedad y la guerra, parecía que no había tiempo para la felicidad en los corazones de los mortales, sobre todo en aquella tierra donde la pandemia comenzó a propagarse, y donde había golpeado con tanta fuerza. Eso o el simple abrigo de la ciudad hacían que hiciera menos frío allí que en la estepa y la subida a la montaña.
Después de todo, se había pasado media vida de viaje en viaje, pero aún así había tres lugares que podía considerar su hogar. Las islas que le vieron nacer, la ciudad humana donde decidió vivir y montar, a posteriori, su negocio, y la capital de los dragones, urbe donde se encontraba la sede de la Logia. En esos tres lugares tenía buenos amigos, que era lo que verdaderamente daba sentido a la palabra hogar, y esperaba que con el tiempo también pudiera considerar el territorio de los Thenidiel como otro hogar.
Pensar en el clan de Níniel hizo que el brujo centrara la vista en la sacerdotisa, y no pudo evitar sonreír al contemplar la escena. Sin duda la dulce Nín se sentía más cómoda sin ser el centro de atención. Más no podía culparla, a él tampoco le gustaba demasiado atraer las miradas de los demás. Por supuesto no le desagradaba la celebración de bienvenida que había organizado la ciudad, se sentía bien siendo partícipe de ella, y le agradaba que las gentes del norte por fin tuvieran algo que celebrar, pero él no luchaba para que nadie lo aclamara o le premiara.
Él luchaba porque creía que era lo correcto, y lo hacía sin pensar en fiestas de la victoria ni retornos de héroe. Sólo lo hacía porque era bueno haciendo su trabajo, y creía que era la mejor forma de ayudar a las demás.
En cualquier caso, no pensaba desaprovechar la oportunidad, y estaba decidido a pasarlo bien. Sería un bonito día para recordar.
Aunque el brujo no estaba seguro de si debía recordar todo, porque el codazo que le había propinado Sargas era de proporciones… Sargas. Ese hombre hacía todo a otro nivel de fuerza.
- Qué demonios-, contestó Vinc, al tiempo que se acariciaba el costado izquierdo, lugar donde había recibido la “carantoña” del guerrero.
Su mirada no tardó en posarse en el hombretón, pero el fútil intento de Silver por menguar su risa, le daba una idea clara de lo bien que se lo estaba pasando por la acción de Sargas, pese a no estar observándola.
- Qué flojito estás, brujo. Debes estar haciéndote viejo-, bromeó el guerrero. - El público te reclama, y andas embobado, mirando a la elfa-, dijo, justo antes de carcajearse.
Vinc enarcó una ceja sin dejar de mirarle.
- ¿Viejo? Creo que te confundes de brujo-, se lo tomó con humor.
Por su parte, el dragón contuvo un instante su risotada, para hacer un movimiento de cabeza hacia atrás y señalar un lugar.
El rubio miró en la dirección indicada, y no tardó en comprender. Con una sonrisa, tan ancha como la distancia entre los hombros de Sargas, Vinc cambió el movimiento de Alphonse, e hizo que saliera de la formación entre los dragones para acercarse al sitio donde se desarrollaba la escena que le había advertido el guerrero.
- ¡Jack! - gritó, yendo en dirección contraria que la comitiva del rey, y acercándose al campechano posadero de la taberna “Donde descansa el viento” . - ¡Jack! ¡Jenn! - gritó al reconocer a la camarera a su lado. - Me alegra ver que estáis bien-, comentó, colocándose a su lado y desmontando de Alphonse.
Nada más hacerlo no perdió el tiempo, y se fundió en un abrazo con el amable posadero, para nada más darlo por terminado, darle su ración de abrazo a la muchacha.
- Vaya, desde el día en el que te conocí supe que eras un tipo que no paraba de meterse en problemas, pero nunca pensé que irías a luchar con el ejército del dragón-, dijo Jack, antes de reír.
- Ja, bueno. Si sirve de consuelo, yo tampoco nunca llegué a imaginarlo-, contestó al mesero con su propias ración de risas.
- Hace tiempo que no vienes a vernos-, comentó en esta ocasión la camarera. - Y sí, te estoy regañando-, terminó por decir, aunque no había molestia ni enfado en su tono de voz.
- Digamos que los últimos meses han sido turbulentos-, respondió, haciendo un ademán hacia el ejército norteño. Mientras hablaba se puso al paso de sus amigos, y llevó a Alphonse de sus riendas mientras caminaba junto a ellos, una vez más en la misma dirección que las tropas. - Estuve un tiempo en el sur, ya sabes, viendo con mis propios ojos el desastre en el que se había convertido Lunargenta, y después de regresar al norte, comenzó el movimiento de tropas del rey dragón, así que… Lo siento. No volverá a pasar-, cambió el discurso al ver el rostro de “no cuela señorito brujo”, aunque no pudo evitar reír al pedir perdón.
- Disculpas aceptadas-, contestó divertida. - Me alegra que estés bien-, dijo más seria. - Imagino que no la conquista no fue un paseo.
- No, no lo fue. Pero será mejor centrarse en cosas más alegres-, buscó cambiar de tema, pues los horrores de la guerra no eran un bonito tema.
- Bien dicho, vente con nosotros. Te daremos un banquete digno de un héroe.
Vincent rió al escucharlo.
- No soy ningún héroe, Jack. Bien lo sabes-, respondió, recordándose de ese modo que no se consideraba como uno.
No se consideró como tal ni cuando ayudó a salvar a las mujeres esclavas del circo que había actuado en la posada de Jack, en la época que se habían conocido, y no lo haría ni ahora, después de la guerra, ni nunca.
- Tú siempre tan humilde-, bromeó, pues lo cierto es que el brujo era muy dado a exagerar y a fardar, aunque siempre en broma y nunca en serio. - De todos modos vente con nosotros.
- Oh, ya puedes ver, para una vez que podría tener sentido exagerar mis hazañas, y no lo hago-, comentó socarrón, sin perder ocasión para volver a reír. - Iré, pero más tarde. Ahora debo ir a la sede de la Logia. Debo asistir al nombramiento de gran encantadora de una persona importante para mí, y…-, se lo pensó un momento. - Lo mejor sería que vinierais conmigo. Así podéis asistir también.
- ¿Podemos ir? - comentó Jenn, de un modo que daba a entender que quizás fuera un sacrilegio que entraran en la torre de la Logia.
- Claro, por qué no. Venís conmigo y soy miembro de la Logia. No hay problema. Salvo que robéis algo-, bromeó.
- Intentaré llevarme algo no demasiado caro-, contestó el posadero, al mismo tiempo que pasaba un brazo por encima del hombro del brujo. Luego lo miró y le guiñó un ojo.
Vinc por su parte, negó divertido con la cabeza.
- Tú sabrás lo que haces. Las defensas mágicas de esos objetos no son baladí, si acabas convertido en ratón, no digas que no te advertí-, comentó divertido, siguiéndole el juego y la broma, y clavando la mirada en un hombre que caminaba cerca de ellos.
Era pálido y esbelto, pero no pudo observar bien sus rasgos. De todos modos estaba centrado en la conversación con sus amigos, y tampoco le prestó demasiada atención, pues el chico no estaba haciendo nada extraño. Sólo avanzaba detrás de la comitiva del rey, como hacía él y sus amigos, y como hacían otras tantas personas de la ciudad de Dundarak.
En aquel frío día en las tierras del norte, la norma que regía el universo seguía su curso.
Atrás quedaba el miedo y el horror, los gritos de odio, dolor y pavor, el complicado asalto al torreón del portón de la ciudad, y la no menos complicada batalla por cada calle de la capital de los humanos, por cada palmo de terreno. Atrás quedaba la guerra, la enfermedad que había asolado el continente, e incluso Roilkat y Terpoli.
Sí, atrás quedaban muchas cosas que ojalá nunca volvieran. Más sabía por esa inquebrantable ley, que su deseo sólo era una vana ilusión. El mal siempre regresaba de un modo u otro, y lo único que podía hacer es estar preparado para la siguiente ocasión que sus servicios fueran necesarios. Sólo podía prepararse y esperar que esta vez la calma durase más que la última vez.
Vincent no podía evitar pensar en el futuro, mientras sentía el calor de un pueblo necesitado de buenas noticias, luchar intensamente contra el frío clima que los acompañaba. Desde que percibiera el griterío de los habitantes de Dundarak, ya avisados de la llegada del rey por sus emisarios, tenía la sensación de que la temperatura era más agradable.
Seguramente era un engaño al sentirse reconfortado por haber traído felicidad a unas gentes que tanto lo necesitaban. Con la enfermedad y la guerra, parecía que no había tiempo para la felicidad en los corazones de los mortales, sobre todo en aquella tierra donde la pandemia comenzó a propagarse, y donde había golpeado con tanta fuerza. Eso o el simple abrigo de la ciudad hacían que hiciera menos frío allí que en la estepa y la subida a la montaña.
Después de todo, se había pasado media vida de viaje en viaje, pero aún así había tres lugares que podía considerar su hogar. Las islas que le vieron nacer, la ciudad humana donde decidió vivir y montar, a posteriori, su negocio, y la capital de los dragones, urbe donde se encontraba la sede de la Logia. En esos tres lugares tenía buenos amigos, que era lo que verdaderamente daba sentido a la palabra hogar, y esperaba que con el tiempo también pudiera considerar el territorio de los Thenidiel como otro hogar.
Pensar en el clan de Níniel hizo que el brujo centrara la vista en la sacerdotisa, y no pudo evitar sonreír al contemplar la escena. Sin duda la dulce Nín se sentía más cómoda sin ser el centro de atención. Más no podía culparla, a él tampoco le gustaba demasiado atraer las miradas de los demás. Por supuesto no le desagradaba la celebración de bienvenida que había organizado la ciudad, se sentía bien siendo partícipe de ella, y le agradaba que las gentes del norte por fin tuvieran algo que celebrar, pero él no luchaba para que nadie lo aclamara o le premiara.
Él luchaba porque creía que era lo correcto, y lo hacía sin pensar en fiestas de la victoria ni retornos de héroe. Sólo lo hacía porque era bueno haciendo su trabajo, y creía que era la mejor forma de ayudar a las demás.
En cualquier caso, no pensaba desaprovechar la oportunidad, y estaba decidido a pasarlo bien. Sería un bonito día para recordar.
Aunque el brujo no estaba seguro de si debía recordar todo, porque el codazo que le había propinado Sargas era de proporciones… Sargas. Ese hombre hacía todo a otro nivel de fuerza.
- Qué demonios-, contestó Vinc, al tiempo que se acariciaba el costado izquierdo, lugar donde había recibido la “carantoña” del guerrero.
Su mirada no tardó en posarse en el hombretón, pero el fútil intento de Silver por menguar su risa, le daba una idea clara de lo bien que se lo estaba pasando por la acción de Sargas, pese a no estar observándola.
- Qué flojito estás, brujo. Debes estar haciéndote viejo-, bromeó el guerrero. - El público te reclama, y andas embobado, mirando a la elfa-, dijo, justo antes de carcajearse.
Vinc enarcó una ceja sin dejar de mirarle.
- ¿Viejo? Creo que te confundes de brujo-, se lo tomó con humor.
Por su parte, el dragón contuvo un instante su risotada, para hacer un movimiento de cabeza hacia atrás y señalar un lugar.
El rubio miró en la dirección indicada, y no tardó en comprender. Con una sonrisa, tan ancha como la distancia entre los hombros de Sargas, Vinc cambió el movimiento de Alphonse, e hizo que saliera de la formación entre los dragones para acercarse al sitio donde se desarrollaba la escena que le había advertido el guerrero.
- ¡Jack! - gritó, yendo en dirección contraria que la comitiva del rey, y acercándose al campechano posadero de la taberna “Donde descansa el viento” . - ¡Jack! ¡Jenn! - gritó al reconocer a la camarera a su lado. - Me alegra ver que estáis bien-, comentó, colocándose a su lado y desmontando de Alphonse.
Nada más hacerlo no perdió el tiempo, y se fundió en un abrazo con el amable posadero, para nada más darlo por terminado, darle su ración de abrazo a la muchacha.
- Vaya, desde el día en el que te conocí supe que eras un tipo que no paraba de meterse en problemas, pero nunca pensé que irías a luchar con el ejército del dragón-, dijo Jack, antes de reír.
- Ja, bueno. Si sirve de consuelo, yo tampoco nunca llegué a imaginarlo-, contestó al mesero con su propias ración de risas.
- Hace tiempo que no vienes a vernos-, comentó en esta ocasión la camarera. - Y sí, te estoy regañando-, terminó por decir, aunque no había molestia ni enfado en su tono de voz.
- Digamos que los últimos meses han sido turbulentos-, respondió, haciendo un ademán hacia el ejército norteño. Mientras hablaba se puso al paso de sus amigos, y llevó a Alphonse de sus riendas mientras caminaba junto a ellos, una vez más en la misma dirección que las tropas. - Estuve un tiempo en el sur, ya sabes, viendo con mis propios ojos el desastre en el que se había convertido Lunargenta, y después de regresar al norte, comenzó el movimiento de tropas del rey dragón, así que… Lo siento. No volverá a pasar-, cambió el discurso al ver el rostro de “no cuela señorito brujo”, aunque no pudo evitar reír al pedir perdón.
- Disculpas aceptadas-, contestó divertida. - Me alegra que estés bien-, dijo más seria. - Imagino que no la conquista no fue un paseo.
- No, no lo fue. Pero será mejor centrarse en cosas más alegres-, buscó cambiar de tema, pues los horrores de la guerra no eran un bonito tema.
- Bien dicho, vente con nosotros. Te daremos un banquete digno de un héroe.
Vincent rió al escucharlo.
- No soy ningún héroe, Jack. Bien lo sabes-, respondió, recordándose de ese modo que no se consideraba como uno.
No se consideró como tal ni cuando ayudó a salvar a las mujeres esclavas del circo que había actuado en la posada de Jack, en la época que se habían conocido, y no lo haría ni ahora, después de la guerra, ni nunca.
- Tú siempre tan humilde-, bromeó, pues lo cierto es que el brujo era muy dado a exagerar y a fardar, aunque siempre en broma y nunca en serio. - De todos modos vente con nosotros.
- Oh, ya puedes ver, para una vez que podría tener sentido exagerar mis hazañas, y no lo hago-, comentó socarrón, sin perder ocasión para volver a reír. - Iré, pero más tarde. Ahora debo ir a la sede de la Logia. Debo asistir al nombramiento de gran encantadora de una persona importante para mí, y…-, se lo pensó un momento. - Lo mejor sería que vinierais conmigo. Así podéis asistir también.
- ¿Podemos ir? - comentó Jenn, de un modo que daba a entender que quizás fuera un sacrilegio que entraran en la torre de la Logia.
- Claro, por qué no. Venís conmigo y soy miembro de la Logia. No hay problema. Salvo que robéis algo-, bromeó.
- Intentaré llevarme algo no demasiado caro-, contestó el posadero, al mismo tiempo que pasaba un brazo por encima del hombro del brujo. Luego lo miró y le guiñó un ojo.
Vinc por su parte, negó divertido con la cabeza.
- Tú sabrás lo que haces. Las defensas mágicas de esos objetos no son baladí, si acabas convertido en ratón, no digas que no te advertí-, comentó divertido, siguiéndole el juego y la broma, y clavando la mirada en un hombre que caminaba cerca de ellos.
Era pálido y esbelto, pero no pudo observar bien sus rasgos. De todos modos estaba centrado en la conversación con sus amigos, y tampoco le prestó demasiada atención, pues el chico no estaba haciendo nada extraño. Sólo avanzaba detrás de la comitiva del rey, como hacía él y sus amigos, y como hacían otras tantas personas de la ciudad de Dundarak.
Vincent Calhoun
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Re: [Trama: Nombramiento de Níniel como alta encantadora.] [Cerrado]
El desfile terminó, como no podía ser de otra forma, en el patio del gran palacio de la ciudad, donde el rey dio un gran discurso de la victoria mientras enarbolaba aquella espada encantada de la que nunca se separaba. Prometió un sin fin de gloria para el norte de manera críptica. Que se alzarían más fuertes que nunca tras sobreponerse a la oscuridad que había azotado sus tierras. Y...bueno, en realidad fue un discurso bastante largo centrado en aquellos puntos y en lo gran rey que era, por lo que no hubo nada más destacable en sus palabras. Podría decirse que fue una oratoria muy en la línea de Rigobert y que no se salió para nada de lo esperado por los que ya lo conocían, como la propia Níniel.
-Estoy agotada...- No pudo evitar comentar la peliblanca mientras que los miembros de la Logia avanzaban hasta su torre tras disolverse el ejército. -No me había sentido tan cansada ni siquiera tras el asalto a las murallas...- Añadió dando un largo suspiro y abrazándose al cuello de Trickster, frotando su rostro entre su suave y cálido plumaje. Hasta ese punto estaba fatigada tras haber tenido que aguantar tanto tiempo las ansias de Rigobert por jugar a los soldaditos. Aunque seguramente buena parte de la culpa la tenían las altas encantadoras. Una por insistir en hacerla pasar vergüenza, y la otra por hacerla sentir culpable por ello a base de miradas gélidas.
-Ha sido divertido. Yo me lo hubiese pasado bomba saludando a la plebe a lomos de mi blanco corcel...Pero supongo que estas cosas no están hechas para ti, Nín.- Respondió Catherine mientras avanzaba a su lado a lomos de su también blanca montura. -Lo más importante ahora es...¿Cuánto vas a cobrar por tu nuevo cargo? Espero que compense el hecho de que cada vez pasamos más tiempo aquí, pasando un frío mortal cada vez que salgo a la calle o que abro una ventana.- Se interesó. Lo raro era que no lo hubiese preguntado antes.
-Tendrás que preguntárselo al inquisidor, o quizá a una de las altas encantadoras. Abbey seguro que estará encantada de responderte.- Bromeó la joven. Catherine fingió una muy creíble cara de espanto.
-Creo que seguiré tu consejo sobre eso de respetar al viejo. En cuanto a Abbey...Creo que era plenamente consciente de que el té que nos sirvió el otro día era un cubito de hielo...- Alegó la felina denotando que no había hecho muy buenas migas con ella, al contrario que con Lucy.
-Estoy segura de que sí...Espero que esto se le pase pronto. Justo cuando comenzábamos a intimar surgió todo esto del ascenso y...- Se lamentó la elfa. De hecho durante el asalto a las murallas habían congeniado mejor que nunca, pero tras la batalla todo avance en ese campo desapareció.
-Oh, así que intimando...En cuanto no estoy aprovechas para...- Comentó pícara la gata haciendo que Níniel se sonrojara.
-No sé si me gusta que tú y lucy hagáis tan buenas migas. Sinceramente, con una de vosotras a la vez tenía más que suficiente.- Respondió la joven. Desmontando en ese momento de su upelero y dejándolo al cuidado de los mozos de la torre. No sin antes despedirse de él cariñosamente.
-Solo bromeaba.- Señaló la felina ampliando su sonrisa. Señalando con la mirada a Abbey, que con su constante fría elegancia se dirigía ya al interior de la torre, seguida de Lucy y de otros miembros del gremio. -Démonos prisa. Querrás estar presente cuando el viejo haga oficial tu nuevo cargo durante sus palabras al gremio. Aunque sinceramente espero que no se enrolle tanto como el rey...Empiezo a tener hambre.-
-Sí, ahora mismo entro. Solo voy a esperar a que Vincent nos alcance y deje a Alphonse en los establos.- Planeó la joven haciéndole un gesto con la mano al brujo, que llegaba ya por el camino a la torre, a pié y acompañado por dos personas que la peliblanca no conocía...Y avanzando cerca de una que sí. -¿Al´theas?- Comentó sin alzar la voz, extrañada por verle allí. Por supuesto desde aquella distancia el elfo no la oiría.
-Ah sí. Me topé con él en el patio de palacio. Le comenté un poco por encima lo de Lunargenta y tu ascenso. Parecía interesado por la Logia así que...-
-Estoy agotada...- No pudo evitar comentar la peliblanca mientras que los miembros de la Logia avanzaban hasta su torre tras disolverse el ejército. -No me había sentido tan cansada ni siquiera tras el asalto a las murallas...- Añadió dando un largo suspiro y abrazándose al cuello de Trickster, frotando su rostro entre su suave y cálido plumaje. Hasta ese punto estaba fatigada tras haber tenido que aguantar tanto tiempo las ansias de Rigobert por jugar a los soldaditos. Aunque seguramente buena parte de la culpa la tenían las altas encantadoras. Una por insistir en hacerla pasar vergüenza, y la otra por hacerla sentir culpable por ello a base de miradas gélidas.
-Ha sido divertido. Yo me lo hubiese pasado bomba saludando a la plebe a lomos de mi blanco corcel...Pero supongo que estas cosas no están hechas para ti, Nín.- Respondió Catherine mientras avanzaba a su lado a lomos de su también blanca montura. -Lo más importante ahora es...¿Cuánto vas a cobrar por tu nuevo cargo? Espero que compense el hecho de que cada vez pasamos más tiempo aquí, pasando un frío mortal cada vez que salgo a la calle o que abro una ventana.- Se interesó. Lo raro era que no lo hubiese preguntado antes.
-Tendrás que preguntárselo al inquisidor, o quizá a una de las altas encantadoras. Abbey seguro que estará encantada de responderte.- Bromeó la joven. Catherine fingió una muy creíble cara de espanto.
-Creo que seguiré tu consejo sobre eso de respetar al viejo. En cuanto a Abbey...Creo que era plenamente consciente de que el té que nos sirvió el otro día era un cubito de hielo...- Alegó la felina denotando que no había hecho muy buenas migas con ella, al contrario que con Lucy.
-Estoy segura de que sí...Espero que esto se le pase pronto. Justo cuando comenzábamos a intimar surgió todo esto del ascenso y...- Se lamentó la elfa. De hecho durante el asalto a las murallas habían congeniado mejor que nunca, pero tras la batalla todo avance en ese campo desapareció.
-Oh, así que intimando...En cuanto no estoy aprovechas para...- Comentó pícara la gata haciendo que Níniel se sonrojara.
-No sé si me gusta que tú y lucy hagáis tan buenas migas. Sinceramente, con una de vosotras a la vez tenía más que suficiente.- Respondió la joven. Desmontando en ese momento de su upelero y dejándolo al cuidado de los mozos de la torre. No sin antes despedirse de él cariñosamente.
-Solo bromeaba.- Señaló la felina ampliando su sonrisa. Señalando con la mirada a Abbey, que con su constante fría elegancia se dirigía ya al interior de la torre, seguida de Lucy y de otros miembros del gremio. -Démonos prisa. Querrás estar presente cuando el viejo haga oficial tu nuevo cargo durante sus palabras al gremio. Aunque sinceramente espero que no se enrolle tanto como el rey...Empiezo a tener hambre.-
-Sí, ahora mismo entro. Solo voy a esperar a que Vincent nos alcance y deje a Alphonse en los establos.- Planeó la joven haciéndole un gesto con la mano al brujo, que llegaba ya por el camino a la torre, a pié y acompañado por dos personas que la peliblanca no conocía...Y avanzando cerca de una que sí. -¿Al´theas?- Comentó sin alzar la voz, extrañada por verle allí. Por supuesto desde aquella distancia el elfo no la oiría.
-Ah sí. Me topé con él en el patio de palacio. Le comenté un poco por encima lo de Lunargenta y tu ascenso. Parecía interesado por la Logia así que...-
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: [Trama: Nombramiento de Níniel como alta encantadora.] [Cerrado]
El desfile había llegado a una gran plaza, donde los representantes de cada sección que conformaban los ejércitos se agruparon encabezados por el joven rey Rigobert, el cual comenzaba a recitar un discurso frente a las masas, su joven voz desentonaba con su actual papel, pero el pueblo entero y sus soldados le prestaban atención como ya hicieran con su fallecido padre.
El caballero esmeralda observo desde la muchedumbre, acercándose lo mas que pudo para tener una mejor visión, pues a pesar de que no estaba interesado en el discurso ni la carga politco-belica que contenía, obviamente escrito por alguien de la corte... encontraba belleza en la imagen que tenia ante sus ojos, un pueblo y unos lideres unidos siendo cobijados por la hermosa arquitectura artística de los edificios de la ciudad, una ilustración ante sus ojos en vivo, que seguramente pasara a decorar libros de historia que recuerden este día.
Justo en ese momento escucho una voz conocida quejándose sobre lo largo y aburrido que resultaba el discurso del rey. Se trataba de Catherine, la amiga felina de Níniel, se saludaron y hablaron sobre la sacerdotisa, la cual por lo visto seria ascendida en la Logia por sus hazañas en la guerra de Lunargenta. Al'theas se intereso por esta historia y Catherine no dudo en contarle como Níniel y la Logia ganaron batallas importantes sin ocultar lo orgullosa que se sentía de su "hermana" elfica.
Al'theas solo había venido con intención de saludar a Níniel, pero también le resulto interesante el grupo en el que ella cooperaba. Después de que el rey hubiese acabado su discurso... y los representantes de cada facción aliada comenzaron a dispersarse así como la muchedumbre a su alrededor... Catherine decidió que era hora de marcharse, y desapareció entre las masas de la misma forma que apareció mientras Al'theas se daba unos momentos para pensar.
La historia Catherine habían dado en que pensar al elfo, ¿que habría hecho su fallecida hermana? ¿en que momento comenzó a trabajar en grupo para eventualmente morir en un altercado semejante a lo ocurrido en Lunargenta? ¿era la hora de enfocar su crecimiento como caballero esmeralda desde otra perspectiva? ¿era buena idea mezclar el deber con los sentimientos de amistad que le inspiraban Nínel o Catherine y abandonar la comodidad de no tener nada que lamentar a la hora de trabajar solo?.. Todas esas dudas asaltaban al elfo a medida que caminaba a paso lento, recorriendo el recinto del lugar hasta que una ultima pregunta le paro en seco... ¿todavía estaba a tiempo de retirarse y marcharse de allí y dejar las cosas tal y como están?...
-¡Al'theas!- Grito una voz conocida, sacando al caballero de sus pensamientos.
El elfo puso vista al frente, observando a la persona que llamo su atención aproximándose, al principio le costo reconocerla, pero en seguida reconoció a la caballero dragón que tenia delante -Lernaean... que sorpresa ¿como estas?-
-Oí que habría un banquete donde encontraría caras conocidas, y por lo visto era cierto- Dijo extendiendo una mano señalando a Al'theas -Haz venido por lo mismo ¿cierto? seria un gusto para mi que entráramos juntos, la hazaña que hicimos contra aquellos Tigres Laza... fue inolvidable-
Como si de una broma del destino se tratara, aquí estaba, frente a una invitación directa, tentándole a seguir el camino que había pausado, haciéndole recordar la vez que casi pierde la vida dos veces en un solo día empujado por la inconmensurable necesidad de proteger a las que consideraba sus amistades mas intimas, alimentado por su a veces peligrosa temeridad. A caso... ¿tenia mas en común con su propia hermana de lo que creía? y entonces... por alguna extraña razón... aquella pregunta sin respuesta le trajo cierta paz a su mente.
-Sera... un honor para mi, Lernaean- Dijo finalmente, acompañando a la dragona al interior de las estancias donde la Logia celebraba su reunión.
El caballero esmeralda observo desde la muchedumbre, acercándose lo mas que pudo para tener una mejor visión, pues a pesar de que no estaba interesado en el discurso ni la carga politco-belica que contenía, obviamente escrito por alguien de la corte... encontraba belleza en la imagen que tenia ante sus ojos, un pueblo y unos lideres unidos siendo cobijados por la hermosa arquitectura artística de los edificios de la ciudad, una ilustración ante sus ojos en vivo, que seguramente pasara a decorar libros de historia que recuerden este día.
Justo en ese momento escucho una voz conocida quejándose sobre lo largo y aburrido que resultaba el discurso del rey. Se trataba de Catherine, la amiga felina de Níniel, se saludaron y hablaron sobre la sacerdotisa, la cual por lo visto seria ascendida en la Logia por sus hazañas en la guerra de Lunargenta. Al'theas se intereso por esta historia y Catherine no dudo en contarle como Níniel y la Logia ganaron batallas importantes sin ocultar lo orgullosa que se sentía de su "hermana" elfica.
Al'theas solo había venido con intención de saludar a Níniel, pero también le resulto interesante el grupo en el que ella cooperaba. Después de que el rey hubiese acabado su discurso... y los representantes de cada facción aliada comenzaron a dispersarse así como la muchedumbre a su alrededor... Catherine decidió que era hora de marcharse, y desapareció entre las masas de la misma forma que apareció mientras Al'theas se daba unos momentos para pensar.
La historia Catherine habían dado en que pensar al elfo, ¿que habría hecho su fallecida hermana? ¿en que momento comenzó a trabajar en grupo para eventualmente morir en un altercado semejante a lo ocurrido en Lunargenta? ¿era la hora de enfocar su crecimiento como caballero esmeralda desde otra perspectiva? ¿era buena idea mezclar el deber con los sentimientos de amistad que le inspiraban Nínel o Catherine y abandonar la comodidad de no tener nada que lamentar a la hora de trabajar solo?.. Todas esas dudas asaltaban al elfo a medida que caminaba a paso lento, recorriendo el recinto del lugar hasta que una ultima pregunta le paro en seco... ¿todavía estaba a tiempo de retirarse y marcharse de allí y dejar las cosas tal y como están?...
-¡Al'theas!- Grito una voz conocida, sacando al caballero de sus pensamientos.
El elfo puso vista al frente, observando a la persona que llamo su atención aproximándose, al principio le costo reconocerla, pero en seguida reconoció a la caballero dragón que tenia delante -Lernaean... que sorpresa ¿como estas?-
-Oí que habría un banquete donde encontraría caras conocidas, y por lo visto era cierto- Dijo extendiendo una mano señalando a Al'theas -Haz venido por lo mismo ¿cierto? seria un gusto para mi que entráramos juntos, la hazaña que hicimos contra aquellos Tigres Laza... fue inolvidable-
Como si de una broma del destino se tratara, aquí estaba, frente a una invitación directa, tentándole a seguir el camino que había pausado, haciéndole recordar la vez que casi pierde la vida dos veces en un solo día empujado por la inconmensurable necesidad de proteger a las que consideraba sus amistades mas intimas, alimentado por su a veces peligrosa temeridad. A caso... ¿tenia mas en común con su propia hermana de lo que creía? y entonces... por alguna extraña razón... aquella pregunta sin respuesta le trajo cierta paz a su mente.
-Sera... un honor para mi, Lernaean- Dijo finalmente, acompañando a la dragona al interior de las estancias donde la Logia celebraba su reunión.
Al'theas Tinarandel
Experto
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Re: [Trama: Nombramiento de Níniel como alta encantadora.] [Cerrado]
Aunque no se considerara un héroe, no podía negar que a las fiestas y a los halagos se podría acostumbrar. Se sentía bien mientras escuchaba las palabras que les dedicaban los habitantes de Dundarak, y la verdad, quien en su sano juicio no lo haría.
Por lo general no acostumbraba a captar la atención de los demás, y era feliz viviendo de ese modo, pero sin duda, la situación que estaba viviendo en esos momentos era agradable. Y vaya, por irónico que pudiera parecer, para lograr tal despliegue de alabanzas sólo tuvo que hacer su trabajo.
Irónico. Muy Irónico. Ojalá todos sus trabajos acabaran así, aunque la realidad es que no lo pensaba por el detalle de la celebración y los agasajos. Esa parte era divertida, más prefería que su vida siguiera como hasta ahora, ya que no necesitaba que nadie lo considerara un adalid de su pueblo, con seguir siendo un humilde mercenario le bastaba. Era la vida que había elegido.
No obstante, por otra parte sí que era satisfactorio que te reconocieran el trabajo realizado. Esa cuestión era una rareza en Aerandir, donde en más de una ocasión su forma de actuar había sido criticada, menospreciada, o aún peor. Y todo, por supuesto, para ahorrarse unos aeros del contrato pactado. No faltaban los contratistas que en cuanto la tarea era finiquitada, encontraban más de una excusa para recortar la paga acordara. Por no decir, que más de uno desaparecía del mapa cuando tocaba pagar. Se suponía que debían estar en algún lugar para concretar el pago, pero… evidentemente nunca aparecían.
Claro, también estaba esa otra parte de gente que era honrada, y asumía el pago en su totalidad sin poner trabas. Sin contar que muchas veces ayudaba gratis cuando creía que la persona lo merecía. Era la parte bonita de su trabajo, poder ayudar a personas que no estaban cualificadas para realizar su trabajo, y colocar su granito de arena para hacer del mundo un lugar un poquito mejor.
Pero, maldita sea, cuánto canalla había suelto. Daba un poco de rabia que tanto malnacido se aprovechara de las personas, sobre todo, cuando él no solía poner pegas a realizar trabajos gratis, o a rebajar su cuota normal, cuando veía que la persona lo merecía. Vamos, que toda esa gente que lo estafaba no tenía necesidad de hacerlo, más eran demasiado malvadas para considerar que otra persona pudiera tener un buen gesto con ellas. Y por evidentes razones, no era lo mismo que alguien necesitara ayuda y no pudiera pagarle lo suficiente, que pactar un pago y luego ser ninguneado. Nunca era lo mismo ser solidario que ser estafado.
- Vincent, el discurso del rey no ha estado nada mal, ¿no crees? - comentó Jenn, aún observando la figura del rey dragón. - ¿Vincent? - preguntó, clavando esta vez la vista sobre el brujo. - Vinc, deja de pensar en las musarañas-, dijo divertida, dándole un suave empujón.
- Eh, qué pasa-, respondió confuso. - Ah, el discurso. Sí, ha estado muy bien. Y no le ha faltado épica, aunque yo personalmente hubiera usado un discurso más suave y dedicado al futuro de su pueblo-, dijo, y asintió con la cabeza. - De todos modos, supongo que la ocasión lo merecía.
- Sí, ha estado tan bien que no te has enterado de la mitad-, bromeó Silver.
- Pero si no estabas entre los mortales, Vinc, a quien pretendes engañar-, continuó la broma Sargas, antes echarse a reír.
- No, no. Ehm, yo lo he escuchado. Lo juro-, carraspeó y se aclaró la garganta, pues lo cierto es que no había captado parte del discurso, pues se había ensimismado en el interior de sus pensamientos. - Sólo andaba pensando en algunas cosas. Nada más-, intentó justificarse.
- Ya, pensar se te da bien-, contestó la dragona, que estaba en el lado contrario de Jenn, y aprovechó para darle un codazo en el costado del rubio que tenía más cerca. - Estar en la tierra de los mortales no tanto-, volvió a bromear.
Todos rieron, incluidos el posadero y su camarera.
- Eh, no-, suspiró resignado. - Exageráis-, terminó por responder. - Menudo trato le dais en el norte a los héroes-, dijo, en su ahora turno para bromear.
Estaba claro que no los iba a convencer, y sólo podía sumarse al ambiente alegre.
- El que te mereces-, comentó Jack, en esta ocasión. - Sólo el que te mereces-, dijo entre risas.
Vincent sólo podía responder negando con la cabeza. Resignado a ser la diana de las bromas del grupo. La verdad es que se lo merecía, por despistado y mentirosillo. Sus excusas no se las había creído ni él mismo.
- Bueno, “héroe”, Sargas y yo debemos partir. Debemos hacer inventario de armas y todas esas cosas de las que los “héroes” están exentos-, cada vez que usaba la palabra referida al heroísmo, su tono adquiría el retintín típico del sarcasmo exagerado y que buscaba ser notado.
- Oh, pensaba que vendrías al nombramiento de Níniel-, respondió serio, pues le hubiera gustado que asistieran junto a él y sus amigos.
- Iremos, pero más adelante. La realidad es que sólo debemos presentarnos ante el oficial. Puro formulismo.
- Eso es. Nos vemos brujo, no te desmadres demasiado-, se despidió la dragona, al mismo tiempo que se aupaba sobre su montura. - Hasta pronto-, le guiñó el ojo.
Sargas se subió a su caballo, y le dedicó una despedida con un momento de la cabeza, para luego poner su animal al paso del de Silver. Y de este modo, ambos partieron a sus quehaceres.
- Bueno, tocó ir nosotros solos. Vamos, es hora de ir a la torre de la Logia, o para cuando lleguemos la amiga gata de Níniel se habrá comido todo, y en fin, tengo hambre-, bromeó, a la vez que se ponía en marcha.
En cuánto los guerreros del norte se alejaron, Vincent y sus amigos comenzaron su andadura hacia la torre. Paseaba a pie, llevando a Alphonse de las riendas en vez de ir montado sobre este, pues no le parecía adecuado que él pudiera ir subido y sus amigos no. Además, así podía charlar con ellos sin que ellos tuvieran que alzar el rostro para verle. Andando junto a ellos era lo más justo para todos.
El caso, es que en cierto momento, cuando ya estaban cercas de las figuras de Níniel y su amiga gatuna junto a la torre, Jenn decidió volver a sacar a colación el tema del permiso. Momento en el que además la bella se había percatado de su presencia, y dedicándole un gesto con la mano le devolvió el saludo que ella le dedicara instantes antes.
- Claro que puedes. Mira, ves esa mujer bestia de ahí, si Catherine no se ha llevado hasta los floreros baratos es que nadie va a robar nada en esta torre-, bromeó, de modo que la gata pudiera escucharlo perfectamente. - Oh vamos Cath, ya sabes que son bromas-, le guiñó un ojo, y después se dispuso a desatar los morrales de viaje que llevaba su caballo encima.
- Entiéndeme, es que no queremos ser una molestia-, respondió ella.
- No te preocupes. Estás entre amigos-, dijo, colocándose uno de los paquetes sobre uno de los hombros. - La sacerdotisa élfica es Níniel, la mujer más bella del mundo, y la que me ha robado el corazón. Además será la que próxima gran encantadora de Logia-, presentó a su amada Nín. - Y la simpática y atlética gata, como ya habrán podido imaginar, es la señorita Catherine-, presentó a la poderosa y ágil luchadora.
- Ya lo has escuchado Jenn, no hay problema. Relájate, lo pasaremos bien. Por cierto, yo soy Jack, dueño de la posada “Donde descansa el viento”, y ella es mi amiga y camarera Jenn.
- Mucho gusto-, dijo la joven, aún con cierta timidez.
En esos instantes un mozo llegó, y tomó las riendas de Alphonse para llevarlo al establo de la Logia. También fue un lapsus de tiempo para ver como se acercaba una cara recientemente vista hacia ellos.
- Cuida bien de él, es un buen amigo mío. Hemos pasado mucho juntos-, le comentó al mozo, mientras este se marchaba con Alphonse y los seguía con la mirada. - ¿Lo conocéis? Lo he visto durante el desfile-, dijo, mirando esta vez hacia sus compañeras de armas, para luego posar su vista sobre los hombres que se aproximaban. - Si es amigo vuestro será un gusto conocerle, entraré a dejar mis cosas en el dormitorio, no tardaré-, se excusó. - Jack, Jenn, venid conmigo, dejo esto y nos vamos directos al salón-, los animó a seguirle, aunque no se paró a escuchar sus respuestas, y se puso en camino hacia el interior.
Llegados a este punto, tenía bastante claro que sus amigos no se irían de allí sin entrar a la torre. No aceptaría un no por respuesta.
Por lo general no acostumbraba a captar la atención de los demás, y era feliz viviendo de ese modo, pero sin duda, la situación que estaba viviendo en esos momentos era agradable. Y vaya, por irónico que pudiera parecer, para lograr tal despliegue de alabanzas sólo tuvo que hacer su trabajo.
Irónico. Muy Irónico. Ojalá todos sus trabajos acabaran así, aunque la realidad es que no lo pensaba por el detalle de la celebración y los agasajos. Esa parte era divertida, más prefería que su vida siguiera como hasta ahora, ya que no necesitaba que nadie lo considerara un adalid de su pueblo, con seguir siendo un humilde mercenario le bastaba. Era la vida que había elegido.
No obstante, por otra parte sí que era satisfactorio que te reconocieran el trabajo realizado. Esa cuestión era una rareza en Aerandir, donde en más de una ocasión su forma de actuar había sido criticada, menospreciada, o aún peor. Y todo, por supuesto, para ahorrarse unos aeros del contrato pactado. No faltaban los contratistas que en cuanto la tarea era finiquitada, encontraban más de una excusa para recortar la paga acordara. Por no decir, que más de uno desaparecía del mapa cuando tocaba pagar. Se suponía que debían estar en algún lugar para concretar el pago, pero… evidentemente nunca aparecían.
Claro, también estaba esa otra parte de gente que era honrada, y asumía el pago en su totalidad sin poner trabas. Sin contar que muchas veces ayudaba gratis cuando creía que la persona lo merecía. Era la parte bonita de su trabajo, poder ayudar a personas que no estaban cualificadas para realizar su trabajo, y colocar su granito de arena para hacer del mundo un lugar un poquito mejor.
Pero, maldita sea, cuánto canalla había suelto. Daba un poco de rabia que tanto malnacido se aprovechara de las personas, sobre todo, cuando él no solía poner pegas a realizar trabajos gratis, o a rebajar su cuota normal, cuando veía que la persona lo merecía. Vamos, que toda esa gente que lo estafaba no tenía necesidad de hacerlo, más eran demasiado malvadas para considerar que otra persona pudiera tener un buen gesto con ellas. Y por evidentes razones, no era lo mismo que alguien necesitara ayuda y no pudiera pagarle lo suficiente, que pactar un pago y luego ser ninguneado. Nunca era lo mismo ser solidario que ser estafado.
- Vincent, el discurso del rey no ha estado nada mal, ¿no crees? - comentó Jenn, aún observando la figura del rey dragón. - ¿Vincent? - preguntó, clavando esta vez la vista sobre el brujo. - Vinc, deja de pensar en las musarañas-, dijo divertida, dándole un suave empujón.
- Eh, qué pasa-, respondió confuso. - Ah, el discurso. Sí, ha estado muy bien. Y no le ha faltado épica, aunque yo personalmente hubiera usado un discurso más suave y dedicado al futuro de su pueblo-, dijo, y asintió con la cabeza. - De todos modos, supongo que la ocasión lo merecía.
- Sí, ha estado tan bien que no te has enterado de la mitad-, bromeó Silver.
- Pero si no estabas entre los mortales, Vinc, a quien pretendes engañar-, continuó la broma Sargas, antes echarse a reír.
- No, no. Ehm, yo lo he escuchado. Lo juro-, carraspeó y se aclaró la garganta, pues lo cierto es que no había captado parte del discurso, pues se había ensimismado en el interior de sus pensamientos. - Sólo andaba pensando en algunas cosas. Nada más-, intentó justificarse.
- Ya, pensar se te da bien-, contestó la dragona, que estaba en el lado contrario de Jenn, y aprovechó para darle un codazo en el costado del rubio que tenía más cerca. - Estar en la tierra de los mortales no tanto-, volvió a bromear.
Todos rieron, incluidos el posadero y su camarera.
- Eh, no-, suspiró resignado. - Exageráis-, terminó por responder. - Menudo trato le dais en el norte a los héroes-, dijo, en su ahora turno para bromear.
Estaba claro que no los iba a convencer, y sólo podía sumarse al ambiente alegre.
- El que te mereces-, comentó Jack, en esta ocasión. - Sólo el que te mereces-, dijo entre risas.
Vincent sólo podía responder negando con la cabeza. Resignado a ser la diana de las bromas del grupo. La verdad es que se lo merecía, por despistado y mentirosillo. Sus excusas no se las había creído ni él mismo.
- Bueno, “héroe”, Sargas y yo debemos partir. Debemos hacer inventario de armas y todas esas cosas de las que los “héroes” están exentos-, cada vez que usaba la palabra referida al heroísmo, su tono adquiría el retintín típico del sarcasmo exagerado y que buscaba ser notado.
- Oh, pensaba que vendrías al nombramiento de Níniel-, respondió serio, pues le hubiera gustado que asistieran junto a él y sus amigos.
- Iremos, pero más adelante. La realidad es que sólo debemos presentarnos ante el oficial. Puro formulismo.
- Eso es. Nos vemos brujo, no te desmadres demasiado-, se despidió la dragona, al mismo tiempo que se aupaba sobre su montura. - Hasta pronto-, le guiñó el ojo.
Sargas se subió a su caballo, y le dedicó una despedida con un momento de la cabeza, para luego poner su animal al paso del de Silver. Y de este modo, ambos partieron a sus quehaceres.
- Bueno, tocó ir nosotros solos. Vamos, es hora de ir a la torre de la Logia, o para cuando lleguemos la amiga gata de Níniel se habrá comido todo, y en fin, tengo hambre-, bromeó, a la vez que se ponía en marcha.
En cuánto los guerreros del norte se alejaron, Vincent y sus amigos comenzaron su andadura hacia la torre. Paseaba a pie, llevando a Alphonse de las riendas en vez de ir montado sobre este, pues no le parecía adecuado que él pudiera ir subido y sus amigos no. Además, así podía charlar con ellos sin que ellos tuvieran que alzar el rostro para verle. Andando junto a ellos era lo más justo para todos.
El caso, es que en cierto momento, cuando ya estaban cercas de las figuras de Níniel y su amiga gatuna junto a la torre, Jenn decidió volver a sacar a colación el tema del permiso. Momento en el que además la bella se había percatado de su presencia, y dedicándole un gesto con la mano le devolvió el saludo que ella le dedicara instantes antes.
- Claro que puedes. Mira, ves esa mujer bestia de ahí, si Catherine no se ha llevado hasta los floreros baratos es que nadie va a robar nada en esta torre-, bromeó, de modo que la gata pudiera escucharlo perfectamente. - Oh vamos Cath, ya sabes que son bromas-, le guiñó un ojo, y después se dispuso a desatar los morrales de viaje que llevaba su caballo encima.
- Entiéndeme, es que no queremos ser una molestia-, respondió ella.
- No te preocupes. Estás entre amigos-, dijo, colocándose uno de los paquetes sobre uno de los hombros. - La sacerdotisa élfica es Níniel, la mujer más bella del mundo, y la que me ha robado el corazón. Además será la que próxima gran encantadora de Logia-, presentó a su amada Nín. - Y la simpática y atlética gata, como ya habrán podido imaginar, es la señorita Catherine-, presentó a la poderosa y ágil luchadora.
- Ya lo has escuchado Jenn, no hay problema. Relájate, lo pasaremos bien. Por cierto, yo soy Jack, dueño de la posada “Donde descansa el viento”, y ella es mi amiga y camarera Jenn.
- Mucho gusto-, dijo la joven, aún con cierta timidez.
En esos instantes un mozo llegó, y tomó las riendas de Alphonse para llevarlo al establo de la Logia. También fue un lapsus de tiempo para ver como se acercaba una cara recientemente vista hacia ellos.
- Cuida bien de él, es un buen amigo mío. Hemos pasado mucho juntos-, le comentó al mozo, mientras este se marchaba con Alphonse y los seguía con la mirada. - ¿Lo conocéis? Lo he visto durante el desfile-, dijo, mirando esta vez hacia sus compañeras de armas, para luego posar su vista sobre los hombres que se aproximaban. - Si es amigo vuestro será un gusto conocerle, entraré a dejar mis cosas en el dormitorio, no tardaré-, se excusó. - Jack, Jenn, venid conmigo, dejo esto y nos vamos directos al salón-, los animó a seguirle, aunque no se paró a escuchar sus respuestas, y se puso en camino hacia el interior.
Llegados a este punto, tenía bastante claro que sus amigos no se irían de allí sin entrar a la torre. No aceptaría un no por respuesta.
Vincent Calhoun
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Re: [Trama: Nombramiento de Níniel como alta encantadora.] [Cerrado]
Catherine, con su característico y agudo oído, por supuesto que escuchó las acusaciones de Vincent referentes a su anterior vida como amiga de lo ajeno, ofendiéndose y arrugando el gesto. No dudando en sacarle el dedo a modo de saludo cuando el brujo estuvo lo suficientemente cerca como para ver el gesto en toda su magnitud.
No es que se avergonzara precisamente de su pasado, de hecho estaba convencida de haber hecho lo que debía para sobrevivir, pero no por ello iba a encajar las pullas amistosamente. El día que hiciera eso sería el día en el que al fin Níniel habría logrado convertirla en una dama. Y ese día estaba aún muy lejos.
-Tus bromas no tienen gracia, brujo.- Dijo sin aceptar sus disculpas. -Además, Níniel me contó que una de las armaduras del almacén te noqueó a pesar de que eres miembro de la Logia. Y que uno de los cuadros era un portal oculto a un barco de piratas raros. Paso de llevarme nada de este sitio. Parece que cualquier cosa pueda ser una trampa mortal.- Puntualizó de manera más que lógica.
-¿Qué te he dicho sobre ese gesto?- La riñó no obstante la peliblanca por sacar su dedo corazón a pasear. -Un placer.- Dijo a continuación respondiendo sonrojada a la presentación de Vincent. -Dice la verdad en algunas cosas, y exagera en otras.- Añadió con modestia.
-Esa soy yo.- Respondió a su vez la pelirroja de manera casual. -No ha exagerado en nada. De hecho se ha quedado corto a la hora de enumerar mis muchas virtudes.- Aclaró señalándose con el pulgar, orgullosa.
-¿Al caballero esmeralda? Sí, es un amigo. Es una sorpresa verle aquí. Y también conozco a la dragona a su lado.- Adelantó la peliblanca a la mención por parte del brujo ante la aproximación de aquellos rostros que parecían resultarle familiares a él también. -Vale. Yo entraré enseguida. Nos vemos en la sala principal.- Acordó entonces. Despidiéndose por el momento del brujo y sus acompañantes. Pasando entonces a saludar a Al´theas y a Lernaean.
-Pensaba que a estas alturas estarías ya seduciendo a jóvenes humanas en el sur.- Expresó la peliblanca tan pronto como tuvo al elfo a su altura. Denotando que se alegraba de verlo a pesar de saludarlo con un chascarrillo relacionado con su don para que las humanas cayeran a sus pies. Como pasó con la joven cuidadora del orfanato de Lunargenta. Por su puesto solo era una broma, pues tal cosa no era intención del caballero esmeralda. Era simplemente que las brillantes armaduras y la amabilidad en los guerreros que las portaban solían ser bastante efectivas con las orejas redondas.
-Yo daba por hecho que su manía de lanzarse al peligro habría acabado ya con él.- Espetó Catherine. -Pero se ve que es más resistente de lo que creía. No sabía si al final ibas a venir.- Añadió.
Níniel saludó a la dragona y, estaban a punto de ponerse al día cuando uno de los miembros más recientes del gremio salió apresuradamente a buscarla. Haciendo unas innecesarias reverencias de respeto ante ella e instándola atropelladamente a entrar.
-El Inquisidor va a comenzar ya su discurso de la victoria. Por favor alta encantadora, se solicita su presencia en la mesa principal.- Pidió casi como si temiera que por sus palabras fuese a ser castigado. Sin duda la fama de la personalidad única de sus, hasta ese momento, superioras había sentado unos precedentes de cuidado. No eran malas, solo un tanto peculiares.
-Claro. Ummm, lo siento pero debo acudir. Pasad, sois bienvenidos. Cuando la ceremonia termine podremos seguir hablando.- Les invitó a entrar. Guiándoles por la torre de la Logia hasta las grandes escaleras de caracol, y desde allí hasta la sala principal. Despidiéndose allí de ellos tras ofrecerles un asiento entre los miembros e invitados. -¿Hablamos luego?- Dijo antes de separarse y yendo hasta la mencionada mesa principal.
El lugar era una sala amplia y circular. Varios fuegos mágicos azulados flotaban sobre sus cabezas iluminando el lugar y creando un ambiente cálido y bastante mágico. Varios tapices con los símbolos del gremio adornaban las paredes de piedra y en el techo, en el centro de la sala, un gran artefacto mágico que representaba los movimientos de los astros se movía muy lentamente. Un buen número de mesas se hallaban colocadas por todo el lugar, dejando cierto espacio entre ellas, y una de ellas se hallaba en el lugar de honor presidiéndolo todo.
En el centro de aquella mesa un hombre mayor y de aspecto sabio, con larga barba y pelos blancos como la nieve y unos ojos celestes que no habían perdido ni un ápice de su brillo ocupaba el puesto principal. Su mera presencia resultaba imponente incluso sin hacer gesto alguno. De hecho parecía sencillamente interesado en algunos de los allí presentes. A su derecha estaba Lucy Fireheart, y a su izquierda Abbey Frost. Una cuarta silla a la derecha de la de Lucy fue ocupada por una claramente cohibida Níniel a petición de la tensai de fuego.
-Ejem.- Carraspeó el anciano y poderoso inquisidor, logrando que todo el mundo quedara en silencio y atento a su persona. - Hoy, la Logia está de celebración. Por primera vez en mucho tiempo tenemos motivos para ello. Y son dos grandes motivos.- Su voz era la de un maestro. -El primero ya lo sabéis. Y el segundo me parece que tampoco es ya un secreto para nadie.- Sonrió antes de tomar aire. Más antes de empezar su discurso propiamente dicho, Abbey se levantó y, colocando uno de los volúmenes de los estatutos del gremio sobre la mesa habló.
-Quizá solo uno gran inquisidor.- Soltó para sorpresa de todos. Llenando la sala de murmullos y dudas.
No es que se avergonzara precisamente de su pasado, de hecho estaba convencida de haber hecho lo que debía para sobrevivir, pero no por ello iba a encajar las pullas amistosamente. El día que hiciera eso sería el día en el que al fin Níniel habría logrado convertirla en una dama. Y ese día estaba aún muy lejos.
-Tus bromas no tienen gracia, brujo.- Dijo sin aceptar sus disculpas. -Además, Níniel me contó que una de las armaduras del almacén te noqueó a pesar de que eres miembro de la Logia. Y que uno de los cuadros era un portal oculto a un barco de piratas raros. Paso de llevarme nada de este sitio. Parece que cualquier cosa pueda ser una trampa mortal.- Puntualizó de manera más que lógica.
-¿Qué te he dicho sobre ese gesto?- La riñó no obstante la peliblanca por sacar su dedo corazón a pasear. -Un placer.- Dijo a continuación respondiendo sonrojada a la presentación de Vincent. -Dice la verdad en algunas cosas, y exagera en otras.- Añadió con modestia.
-Esa soy yo.- Respondió a su vez la pelirroja de manera casual. -No ha exagerado en nada. De hecho se ha quedado corto a la hora de enumerar mis muchas virtudes.- Aclaró señalándose con el pulgar, orgullosa.
-¿Al caballero esmeralda? Sí, es un amigo. Es una sorpresa verle aquí. Y también conozco a la dragona a su lado.- Adelantó la peliblanca a la mención por parte del brujo ante la aproximación de aquellos rostros que parecían resultarle familiares a él también. -Vale. Yo entraré enseguida. Nos vemos en la sala principal.- Acordó entonces. Despidiéndose por el momento del brujo y sus acompañantes. Pasando entonces a saludar a Al´theas y a Lernaean.
-Pensaba que a estas alturas estarías ya seduciendo a jóvenes humanas en el sur.- Expresó la peliblanca tan pronto como tuvo al elfo a su altura. Denotando que se alegraba de verlo a pesar de saludarlo con un chascarrillo relacionado con su don para que las humanas cayeran a sus pies. Como pasó con la joven cuidadora del orfanato de Lunargenta. Por su puesto solo era una broma, pues tal cosa no era intención del caballero esmeralda. Era simplemente que las brillantes armaduras y la amabilidad en los guerreros que las portaban solían ser bastante efectivas con las orejas redondas.
-Yo daba por hecho que su manía de lanzarse al peligro habría acabado ya con él.- Espetó Catherine. -Pero se ve que es más resistente de lo que creía. No sabía si al final ibas a venir.- Añadió.
Níniel saludó a la dragona y, estaban a punto de ponerse al día cuando uno de los miembros más recientes del gremio salió apresuradamente a buscarla. Haciendo unas innecesarias reverencias de respeto ante ella e instándola atropelladamente a entrar.
-El Inquisidor va a comenzar ya su discurso de la victoria. Por favor alta encantadora, se solicita su presencia en la mesa principal.- Pidió casi como si temiera que por sus palabras fuese a ser castigado. Sin duda la fama de la personalidad única de sus, hasta ese momento, superioras había sentado unos precedentes de cuidado. No eran malas, solo un tanto peculiares.
-Claro. Ummm, lo siento pero debo acudir. Pasad, sois bienvenidos. Cuando la ceremonia termine podremos seguir hablando.- Les invitó a entrar. Guiándoles por la torre de la Logia hasta las grandes escaleras de caracol, y desde allí hasta la sala principal. Despidiéndose allí de ellos tras ofrecerles un asiento entre los miembros e invitados. -¿Hablamos luego?- Dijo antes de separarse y yendo hasta la mencionada mesa principal.
El lugar era una sala amplia y circular. Varios fuegos mágicos azulados flotaban sobre sus cabezas iluminando el lugar y creando un ambiente cálido y bastante mágico. Varios tapices con los símbolos del gremio adornaban las paredes de piedra y en el techo, en el centro de la sala, un gran artefacto mágico que representaba los movimientos de los astros se movía muy lentamente. Un buen número de mesas se hallaban colocadas por todo el lugar, dejando cierto espacio entre ellas, y una de ellas se hallaba en el lugar de honor presidiéndolo todo.
En el centro de aquella mesa un hombre mayor y de aspecto sabio, con larga barba y pelos blancos como la nieve y unos ojos celestes que no habían perdido ni un ápice de su brillo ocupaba el puesto principal. Su mera presencia resultaba imponente incluso sin hacer gesto alguno. De hecho parecía sencillamente interesado en algunos de los allí presentes. A su derecha estaba Lucy Fireheart, y a su izquierda Abbey Frost. Una cuarta silla a la derecha de la de Lucy fue ocupada por una claramente cohibida Níniel a petición de la tensai de fuego.
-Ejem.- Carraspeó el anciano y poderoso inquisidor, logrando que todo el mundo quedara en silencio y atento a su persona. - Hoy, la Logia está de celebración. Por primera vez en mucho tiempo tenemos motivos para ello. Y son dos grandes motivos.- Su voz era la de un maestro. -El primero ya lo sabéis. Y el segundo me parece que tampoco es ya un secreto para nadie.- Sonrió antes de tomar aire. Más antes de empezar su discurso propiamente dicho, Abbey se levantó y, colocando uno de los volúmenes de los estatutos del gremio sobre la mesa habló.
-Quizá solo uno gran inquisidor.- Soltó para sorpresa de todos. Llenando la sala de murmullos y dudas.
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: [Trama: Nombramiento de Níniel como alta encantadora.] [Cerrado]
Al'theas y su acompañante habían llegado juntos hasta la entrada de la torre, donde la gente se encontraba reuniéndose o haciendo los últimos preparativos para el evento que estaba a punto de comenzar. Había mucha gente reunida, pero entre tantas caras el caballero solo reconoció a la joven sacerdotisa Níniel, cuyas miradas se cruzaron en ese momento.
El caballero esmeralda pudo ver en ese momento que la sacerdotisa se encontraba atendiendo a otros visitantes, conocidos suyos probablemente, por lo que educadamente hizo una leve reverencia asintiendo con la cabeza hacia Níniel y sus acompañantes a modo de saludo cordial, queriendo no ser intrusivo ante los desconocidos, gesto que su acompañante dragona intento imitar también para no ser menos.
Níniel no tardo mucho en despedirse momentáneamente de aquel grupo para luego acercarse al dúo junto con una pequeña broma de sus labios que al caballero le cogió por sorpresa.
-Umm... Lernaean...aunque del norte... es una dama con encanto propio... ¿eso cuenta?...- Dijo con una sonrisa, siguiéndole la broma a la sacerdotisa.
-¿mmm? Oh... jajaja... me temo que estoy fuera de vuestro alcance caballero...- Dijo la dragona entre risas.
-Tienes razón.. eso de volar no es algo que se me dé bien...- Dijo en respuesta encogiendo los hombros junto a una sonrisa irónica.
-Yo no estoy tan seguro de estar tan a salvo... sigues siendo lo mas peligroso de toda la ciudad Catherine...- Respondió el elfo en un tono que mezclaba la broma y la admiración al comentario de la felina.
-Me alegro de veros a las dos, Catherine me había contado que hoy se celebraba el ascenso de la aquí presente sacerdotisa de la Logia- Dijo señalando a Níniel con la mirada.
-¿Oh en serio? Eso hay que verlo entonces- Añadió la dragona entusiasmada.
-Eso mismo pensé yo... y por eso aquí me hallo. Tenia pensado haceros una visita de cortesía de todos modos antes de partir... y ahora que sé que este es un día tan importante... no podía perdérmelo, ademas... tengo curiosidad por contemplar las instalaciones de la Logia y sus costumbres - Era cierto que su verdadera intención era visitar a su amiga y marcharse, y también era cierto que sentía curiosidad cultural por la Logia, pero la idea de unirse a ella... era algo que aun no tenia decidido. Le preocupaba demasiado que una decisión así fuera demasiado importante como para asimilarlo a la larga ¿miedo al cambio? quizás. Hasta ahora Al'theas había sido un caballero andante, resolviendo los problemas de la gente tal y como se le enseño, como un lobo solitario, sin responder ante nadie y sin tener que contemplar la posibilidad de que gente cercana como Níniel pudiera correr peligro, pues no es lo mismo meterse en la boca del lobo a solas... que hacerlo preocupado por la seguridad de amigos y seres queridos. Aun así, el caballero asumió que no tenia porque pasar nada por una simple visita.
Justo en ese momento... alguien que parecía pertenecer al gremio por las ropas que llevaba, busco e instigo a Níniel a presentarse apresuradamente ante la mesa principal, haciendo que la conversación terminara abruptamente.
La sacerdotisa guió al dúo hacia la torre, y allí se despidió de ellos esperando retomar la conversación después. -Ve tranquila, hablaremos luego- Respondió amablemente el Caballero a la elfa.
-Vaya... fíjate en todo esto...- Dijo Lernaean, como si no pudiera aguantarse el asombro que le provocaba aquel lugar arcano.
Al'theas comenzó a mirar a su alrededor, no tardando mucho en cautivarse con la decoración mágica que era total protagonista de la estancia -Ciertamente... si...- Dijo el caballero, como si ya supiera lo que estaba pensando la dragona, coincidiendo con ella, prestandole especial atención a la estructura que se encontraba decorando el techo imitando el movimiento de los astros.
-Quizás deberíamos tomar asiento...- Convino la dragona al percatarse que la gente allí presente había comenzado a tomar asiento con la llegada de alguien de gran importancia a la mesa principal, a lo que el caballero asintió como respuesta.
Aquel hombre mayor de gran presencia había comenzado lo que parecía que iba a ser un discurso, hasta que otro hombre hablo interrumpiendo el momento, colocando un libro sobre la mesa... provocando la confusión entre los presentes... ¿que había ocurrido?...
El caballero esmeralda pudo ver en ese momento que la sacerdotisa se encontraba atendiendo a otros visitantes, conocidos suyos probablemente, por lo que educadamente hizo una leve reverencia asintiendo con la cabeza hacia Níniel y sus acompañantes a modo de saludo cordial, queriendo no ser intrusivo ante los desconocidos, gesto que su acompañante dragona intento imitar también para no ser menos.
Níniel no tardo mucho en despedirse momentáneamente de aquel grupo para luego acercarse al dúo junto con una pequeña broma de sus labios que al caballero le cogió por sorpresa.
-Umm... Lernaean...aunque del norte... es una dama con encanto propio... ¿eso cuenta?...- Dijo con una sonrisa, siguiéndole la broma a la sacerdotisa.
-¿mmm? Oh... jajaja... me temo que estoy fuera de vuestro alcance caballero...- Dijo la dragona entre risas.
-Tienes razón.. eso de volar no es algo que se me dé bien...- Dijo en respuesta encogiendo los hombros junto a una sonrisa irónica.
-Yo no estoy tan seguro de estar tan a salvo... sigues siendo lo mas peligroso de toda la ciudad Catherine...- Respondió el elfo en un tono que mezclaba la broma y la admiración al comentario de la felina.
-Me alegro de veros a las dos, Catherine me había contado que hoy se celebraba el ascenso de la aquí presente sacerdotisa de la Logia- Dijo señalando a Níniel con la mirada.
-¿Oh en serio? Eso hay que verlo entonces- Añadió la dragona entusiasmada.
-Eso mismo pensé yo... y por eso aquí me hallo. Tenia pensado haceros una visita de cortesía de todos modos antes de partir... y ahora que sé que este es un día tan importante... no podía perdérmelo, ademas... tengo curiosidad por contemplar las instalaciones de la Logia y sus costumbres - Era cierto que su verdadera intención era visitar a su amiga y marcharse, y también era cierto que sentía curiosidad cultural por la Logia, pero la idea de unirse a ella... era algo que aun no tenia decidido. Le preocupaba demasiado que una decisión así fuera demasiado importante como para asimilarlo a la larga ¿miedo al cambio? quizás. Hasta ahora Al'theas había sido un caballero andante, resolviendo los problemas de la gente tal y como se le enseño, como un lobo solitario, sin responder ante nadie y sin tener que contemplar la posibilidad de que gente cercana como Níniel pudiera correr peligro, pues no es lo mismo meterse en la boca del lobo a solas... que hacerlo preocupado por la seguridad de amigos y seres queridos. Aun así, el caballero asumió que no tenia porque pasar nada por una simple visita.
Justo en ese momento... alguien que parecía pertenecer al gremio por las ropas que llevaba, busco e instigo a Níniel a presentarse apresuradamente ante la mesa principal, haciendo que la conversación terminara abruptamente.
La sacerdotisa guió al dúo hacia la torre, y allí se despidió de ellos esperando retomar la conversación después. -Ve tranquila, hablaremos luego- Respondió amablemente el Caballero a la elfa.
-Vaya... fíjate en todo esto...- Dijo Lernaean, como si no pudiera aguantarse el asombro que le provocaba aquel lugar arcano.
Al'theas comenzó a mirar a su alrededor, no tardando mucho en cautivarse con la decoración mágica que era total protagonista de la estancia -Ciertamente... si...- Dijo el caballero, como si ya supiera lo que estaba pensando la dragona, coincidiendo con ella, prestandole especial atención a la estructura que se encontraba decorando el techo imitando el movimiento de los astros.
-Quizás deberíamos tomar asiento...- Convino la dragona al percatarse que la gente allí presente había comenzado a tomar asiento con la llegada de alguien de gran importancia a la mesa principal, a lo que el caballero asintió como respuesta.
Aquel hombre mayor de gran presencia había comenzado lo que parecía que iba a ser un discurso, hasta que otro hombre hablo interrumpiendo el momento, colocando un libro sobre la mesa... provocando la confusión entre los presentes... ¿que había ocurrido?...
Al'theas Tinarandel
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Re: [Trama: Nombramiento de Níniel como alta encantadora.] [Cerrado]
La reacción de Cath no le sorprendió en lo más mínimo. La había presentado como una joven simpática, más lo cierto es que la mujer bestia debía pulir su encanto. Distaba mucho de ser una chica con dicho atributo cuando no sabía encajar las pullas, no obstante, tenía el don de la gracia cuando no sufría el impacto directo de las bromas, y por esa razón la había descrito como tal a sus amigos.
Además, teniendo en cuenta, que la primera vez que se vieron y se conocieron, fue durante un robo de la gata en la biblioteca de Lunargenta, no había que ser muy avispado para saber que la joven ahora no robaba porque había decidido dejar atrás esa vida delictiva, y no por miedo a las represalias. Aquel día, a cualquier persona que le hubiera dicho que esa mujer dejaría de robar, lo hubiese mirado con escepticismo y lo hubiera considerado un iluso, sin embargo el tiempo había demostrado que todo era posible en esta vida.
Cath podía ser muchas cosas, pero en el fondo no era mala persona, y en la actualidad podía romper una lanza por ella. Nín confiaba en ella, y él, a su modo, también, aunque eso sí, su talento para soportar las bromas dejaba bastante que desear. Aunque vistiera una broma con el disfraz de un ratón, a la gata aún le costaría pillarla, pero en fin, quién sabe, quizás algún día mejorase en aquella faceta. Todo era posible. Si había sido capaz de dejar su antiguo oficio y cambiar de vida… Sí, en la vida todo era posible, incluso aquellas cosas que parecían no serlo.
- ¿De verdad te noqueó una armadura mágica en esta torre?
- Ehm, ah, pues no-, respondió, al escuchar una voz que lo sacó de sus pensamientos.
Lo cierto es que había dicho lo primero que se le había pasado por la cabeza, pero no tardó en encontrarse con las miradas de sus amigos, incrédulas, pues sus palabras habían salido con precipitación de sus labios, y con una dosis de confusión suficiente para no sonar creíble.
- Bueno-, la ceja de Jenn se alzó, mostrando en su rostro más suspicacia, si ello era posible. - Vale, vale. Sí, una armadura me noqueó-, se escucharon las risas de sus amigos. - Pero porque yo me dejé. Fue un sacrifico. Había una vida en peligro.
- Venga ya, Vinc, cuéntale ese cuento a otro. Con lo que te gusta leer libros, seguro que agarraste el libro que no debías y las defensas de la torre te dieron tu merecido. Por curioso-, se mofó Jack.
- A eso a lo que te refieres, se le llama culturizarse-, respondió altivo, estaba orgulloso de su curiosidad cuasi felina, y su avidez por adquirir nuevos conocimientos. - Pero no, esta vez te equivocas. La realidad es que un ladrón entró en la torre y activó sin querer una armadura…-, los miró. - Una armadura que me zurró a mí en vez de a él-, dijo con la boca pequeña, casi en un susurro inaudible, al tiempo que desviaba la mirada de ellos para no ver sus esperadas reacciones.
Jack y Jenn volvieron a carcajearse a mandíbula abierta. Esa historia era más de lo que podrían haber imaginado.
- Y por qué demonios nos has dicho que había una vida en peligro-, respondió Jack, entre risas.
- ¿La mía no te parece suficiente? -, bromeó el brujo, al tiempo que se sumaba a las risotadas. - Hombre, pues porque ese ladrón tampoco merecía cómo castigo la muerte. Mucho me temo que un autómata defectuoso no mide bien su fuerza y sus ataques-, comentó más serio.
Cuando Vincent miró de nuevo hacia sus amigos, volvió a encontrarse sus rostros marcados por la incredulidad.
- Coño, ya sabéis como soy. Soy complicado, no le deis más vueltas. Lo importante es que nadie salió mal parado-, se mostró optimista, a la vez que abría la puerta de las habitaciones, y se internaba en ella.
Con la conversación había perdido la noción del tiempo, y para cuando quiso darse cuenta estaba en el piso de los cuartos.
- Lo cierto, es que ahora tengo más respeto por esta torre-, comentó Jenn, asomándose por el marco de la puerta, y mirando hacia todas partes, como si el peligro pudiera estar en cualquier parte u objeto. - Si una armadura atacó a uno de sus miembros, qué no podría hacer con nosotros.
El brujo no pudo evitar reír por unos instantes, mientras dejaba su equipaje y zurrones sobre una de las camas.
- No temas Jenn. Eso fue hace mucho, la Logia ha recuperado fuerza desde entonces, y está más activa. Digamos que la torre es más transitada que en mis inicios aquí-, le explicó. - Es normal que una cosa así ocurriera por antaño, cuando estaba casi abandonada, pero ahora no tienes nada que temer. Además-, empezó a decir, girándose después de terminar de colocando su equipaje sobre la cama, y quitándose su capa de viaje para dejarla caer sobre sus bolsas, - en la sala de reuniones no hay nada peligroso. Allí no hay ningún cachivache mágico que pueda explotarnos en la cara-, dijo como consuelo.
Aunque lo cierto es que no sonaba muy convincente, casi que esas últimas palabras podrían causar más inseguridad en sus amigos. Eso de cachivaches explosivos no sobaba bien.
- Tranquilos, tranquilos-, se adelantó a las posibles respuestas de sus amigos, que ya tenían cara de cierto pavor en el rostro. - No corréis ningún peligro. En serio-, comentó sonriente, y cerrando la puerta tras de sí. - Bueno, es hora de asistir al nombramiento de Níniel. Seguidme-, terminó por decir, encaminándose escaleras abajo.
Bajar un puso no le llevó mucho tiempo al trío de amigos, no obstante, ir a los dormitorios y luego bajar fue tiempo más que suficiente para que el evento comenzara. De todos modos, no se había perdido nada, por las primeras palabras que había podido escuchar del Inquisidor, sin duda estaban comenzando.
- No nos hemos perdido nada-, comentó Jack, más para sí mismo que para el resto.
- Eso parece. No quisiera haberme perdido nada en un día tan importante para Níniel-, contestó de todas formas, pese a que el tabernero no se hubiera dirigido a él.
Con la mirada encontró esa cara familiar que lo era desde hacía tan poco. Esa cara que había visto de pasada durante el tránsito hacia el palacio para escuchar el discurso del rey, y que no se hubiera grabado a su memoria, si luego no lo hubiera visto acercarse a la torre y Níniel lo hubiera mencionado como un amigo.
Supuso que en un día como aquel, si un amigo había venido para ver a Nín, no era una mala idea presentarse ante él.
- Dadme un momento, chicos, debo saludar a alguien. Tomad asiento y disfrutad de las viandas, no tardaré-, les dijo a sus amigos.
- Nos colocaremos por aquí-, le señaló Jenn.
Vinc asintió, y encaminó sus pasos hasta la mesa donde se encontraban los amigos de Níniel.
- ¿Habéis venido por el nombramiento de Níniel? - preguntó.
La cuestión del nombramiento era bastante reciente, así que lo dudaba, pero siempre cabía la posibilidad de que vivieran por allí y la sacerdotisa les escribiese. En cualquier caso, pensó que era la mejor forma de romper el hielo, cómo solía decirse.
- Perdón, dónde estarán mis modales-, hizo una ligera reverencia. - Un extraño haciendo preguntas sin presentarse primero. Vincent Calhoun, miembro de la Logia. Níniel me había comentado que eran amigos, y he creído oportuno saludarles, espero no haberles molestado por ello-, comentó con educación.
Esperaba no haberlo hecho, y entablar una conversación ligera y rápida con ellos, en lo que daba comienzo el evento. Entonces se sentaría con sus amigos, escucharía el nombramiento, lo celebraría, y luego podría volver a conversar con las personalidades reunidas en el salón.
Al menos esa era la idea. Pronto Abbey hizo que sus planes e ideas se fueran al garete.
- Me disculpáis un momento-, se apresuró a decir como despedida inicial de los amigos de Níniel. - No sé que habrá pasado, pero debo acercarme a la mesa principal. Espero que luego podamos conversar mucho más tiempo que en esta ocasión. Me temo que ha sido una corta conversación-, se disculpó, por tener que irse tan pronto. - Y no deseo importunarles por ello, más debo marchar por ahora. Hasta pronto-, terminó de decir, y les dedicó un ligero cabeceo como despedida.
Intentó ser lo más cortés posible, pero también debía ir con rapidez hacia la mesa donde Abbey estaba haciendo de las suyas, así que por esa razón no pudo permanecer más tiempo con los amigos de Nín.
Por otro lado, la situación que estaba contemplando era del todo inesperada, pero por sorpresiva que fuese, sentía que debía ser partícipe en ella. Habiendo un problema con el nombramiento de su querida elfa, no deseaba quedarse en un segundo plano.
- Gran encantadora, ¿hay algún problema? -, dirigió sus palabras hacia Abbey, mientras caminaba y ya se encontraba a un paso de la mesa.
Necesitaba saber que pasaba, pues no llegaba a comprender lo que estaba ocurriendo, y que le pasaba por la mente a la encantadora. De todos los escenarios posibles para aquella tarde y el nombramiento de Níniel, este, sin duda, nunca lo habría imaginado.
Además, teniendo en cuenta, que la primera vez que se vieron y se conocieron, fue durante un robo de la gata en la biblioteca de Lunargenta, no había que ser muy avispado para saber que la joven ahora no robaba porque había decidido dejar atrás esa vida delictiva, y no por miedo a las represalias. Aquel día, a cualquier persona que le hubiera dicho que esa mujer dejaría de robar, lo hubiese mirado con escepticismo y lo hubiera considerado un iluso, sin embargo el tiempo había demostrado que todo era posible en esta vida.
Cath podía ser muchas cosas, pero en el fondo no era mala persona, y en la actualidad podía romper una lanza por ella. Nín confiaba en ella, y él, a su modo, también, aunque eso sí, su talento para soportar las bromas dejaba bastante que desear. Aunque vistiera una broma con el disfraz de un ratón, a la gata aún le costaría pillarla, pero en fin, quién sabe, quizás algún día mejorase en aquella faceta. Todo era posible. Si había sido capaz de dejar su antiguo oficio y cambiar de vida… Sí, en la vida todo era posible, incluso aquellas cosas que parecían no serlo.
- ¿De verdad te noqueó una armadura mágica en esta torre?
- Ehm, ah, pues no-, respondió, al escuchar una voz que lo sacó de sus pensamientos.
Lo cierto es que había dicho lo primero que se le había pasado por la cabeza, pero no tardó en encontrarse con las miradas de sus amigos, incrédulas, pues sus palabras habían salido con precipitación de sus labios, y con una dosis de confusión suficiente para no sonar creíble.
- Bueno-, la ceja de Jenn se alzó, mostrando en su rostro más suspicacia, si ello era posible. - Vale, vale. Sí, una armadura me noqueó-, se escucharon las risas de sus amigos. - Pero porque yo me dejé. Fue un sacrifico. Había una vida en peligro.
- Venga ya, Vinc, cuéntale ese cuento a otro. Con lo que te gusta leer libros, seguro que agarraste el libro que no debías y las defensas de la torre te dieron tu merecido. Por curioso-, se mofó Jack.
- A eso a lo que te refieres, se le llama culturizarse-, respondió altivo, estaba orgulloso de su curiosidad cuasi felina, y su avidez por adquirir nuevos conocimientos. - Pero no, esta vez te equivocas. La realidad es que un ladrón entró en la torre y activó sin querer una armadura…-, los miró. - Una armadura que me zurró a mí en vez de a él-, dijo con la boca pequeña, casi en un susurro inaudible, al tiempo que desviaba la mirada de ellos para no ver sus esperadas reacciones.
Jack y Jenn volvieron a carcajearse a mandíbula abierta. Esa historia era más de lo que podrían haber imaginado.
- Y por qué demonios nos has dicho que había una vida en peligro-, respondió Jack, entre risas.
- ¿La mía no te parece suficiente? -, bromeó el brujo, al tiempo que se sumaba a las risotadas. - Hombre, pues porque ese ladrón tampoco merecía cómo castigo la muerte. Mucho me temo que un autómata defectuoso no mide bien su fuerza y sus ataques-, comentó más serio.
Cuando Vincent miró de nuevo hacia sus amigos, volvió a encontrarse sus rostros marcados por la incredulidad.
- Coño, ya sabéis como soy. Soy complicado, no le deis más vueltas. Lo importante es que nadie salió mal parado-, se mostró optimista, a la vez que abría la puerta de las habitaciones, y se internaba en ella.
Con la conversación había perdido la noción del tiempo, y para cuando quiso darse cuenta estaba en el piso de los cuartos.
- Lo cierto, es que ahora tengo más respeto por esta torre-, comentó Jenn, asomándose por el marco de la puerta, y mirando hacia todas partes, como si el peligro pudiera estar en cualquier parte u objeto. - Si una armadura atacó a uno de sus miembros, qué no podría hacer con nosotros.
El brujo no pudo evitar reír por unos instantes, mientras dejaba su equipaje y zurrones sobre una de las camas.
- No temas Jenn. Eso fue hace mucho, la Logia ha recuperado fuerza desde entonces, y está más activa. Digamos que la torre es más transitada que en mis inicios aquí-, le explicó. - Es normal que una cosa así ocurriera por antaño, cuando estaba casi abandonada, pero ahora no tienes nada que temer. Además-, empezó a decir, girándose después de terminar de colocando su equipaje sobre la cama, y quitándose su capa de viaje para dejarla caer sobre sus bolsas, - en la sala de reuniones no hay nada peligroso. Allí no hay ningún cachivache mágico que pueda explotarnos en la cara-, dijo como consuelo.
Aunque lo cierto es que no sonaba muy convincente, casi que esas últimas palabras podrían causar más inseguridad en sus amigos. Eso de cachivaches explosivos no sobaba bien.
- Tranquilos, tranquilos-, se adelantó a las posibles respuestas de sus amigos, que ya tenían cara de cierto pavor en el rostro. - No corréis ningún peligro. En serio-, comentó sonriente, y cerrando la puerta tras de sí. - Bueno, es hora de asistir al nombramiento de Níniel. Seguidme-, terminó por decir, encaminándose escaleras abajo.
Bajar un puso no le llevó mucho tiempo al trío de amigos, no obstante, ir a los dormitorios y luego bajar fue tiempo más que suficiente para que el evento comenzara. De todos modos, no se había perdido nada, por las primeras palabras que había podido escuchar del Inquisidor, sin duda estaban comenzando.
- No nos hemos perdido nada-, comentó Jack, más para sí mismo que para el resto.
- Eso parece. No quisiera haberme perdido nada en un día tan importante para Níniel-, contestó de todas formas, pese a que el tabernero no se hubiera dirigido a él.
Con la mirada encontró esa cara familiar que lo era desde hacía tan poco. Esa cara que había visto de pasada durante el tránsito hacia el palacio para escuchar el discurso del rey, y que no se hubiera grabado a su memoria, si luego no lo hubiera visto acercarse a la torre y Níniel lo hubiera mencionado como un amigo.
Supuso que en un día como aquel, si un amigo había venido para ver a Nín, no era una mala idea presentarse ante él.
- Dadme un momento, chicos, debo saludar a alguien. Tomad asiento y disfrutad de las viandas, no tardaré-, les dijo a sus amigos.
- Nos colocaremos por aquí-, le señaló Jenn.
Vinc asintió, y encaminó sus pasos hasta la mesa donde se encontraban los amigos de Níniel.
- ¿Habéis venido por el nombramiento de Níniel? - preguntó.
La cuestión del nombramiento era bastante reciente, así que lo dudaba, pero siempre cabía la posibilidad de que vivieran por allí y la sacerdotisa les escribiese. En cualquier caso, pensó que era la mejor forma de romper el hielo, cómo solía decirse.
- Perdón, dónde estarán mis modales-, hizo una ligera reverencia. - Un extraño haciendo preguntas sin presentarse primero. Vincent Calhoun, miembro de la Logia. Níniel me había comentado que eran amigos, y he creído oportuno saludarles, espero no haberles molestado por ello-, comentó con educación.
Esperaba no haberlo hecho, y entablar una conversación ligera y rápida con ellos, en lo que daba comienzo el evento. Entonces se sentaría con sus amigos, escucharía el nombramiento, lo celebraría, y luego podría volver a conversar con las personalidades reunidas en el salón.
Al menos esa era la idea. Pronto Abbey hizo que sus planes e ideas se fueran al garete.
- Me disculpáis un momento-, se apresuró a decir como despedida inicial de los amigos de Níniel. - No sé que habrá pasado, pero debo acercarme a la mesa principal. Espero que luego podamos conversar mucho más tiempo que en esta ocasión. Me temo que ha sido una corta conversación-, se disculpó, por tener que irse tan pronto. - Y no deseo importunarles por ello, más debo marchar por ahora. Hasta pronto-, terminó de decir, y les dedicó un ligero cabeceo como despedida.
Intentó ser lo más cortés posible, pero también debía ir con rapidez hacia la mesa donde Abbey estaba haciendo de las suyas, así que por esa razón no pudo permanecer más tiempo con los amigos de Nín.
Por otro lado, la situación que estaba contemplando era del todo inesperada, pero por sorpresiva que fuese, sentía que debía ser partícipe en ella. Habiendo un problema con el nombramiento de su querida elfa, no deseaba quedarse en un segundo plano.
- Gran encantadora, ¿hay algún problema? -, dirigió sus palabras hacia Abbey, mientras caminaba y ya se encontraba a un paso de la mesa.
Necesitaba saber que pasaba, pues no llegaba a comprender lo que estaba ocurriendo, y que le pasaba por la mente a la encantadora. De todos los escenarios posibles para aquella tarde y el nombramiento de Níniel, este, sin duda, nunca lo habría imaginado.
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Re: [Trama: Nombramiento de Níniel como alta encantadora.] [Cerrado]
Nadie parecía atreverse a elevar la pregunta que todos tenían en mente e intercambiaban entre murmullos con sus compañeros de mesa y sus conocidos más cercanos, y Abbey se tomó su tiempo antes de continuar, sin duda disfrutando el momento. A su lado, el inquisidor la miraba mientras mesaba su blanca barba, interesado por la naturaleza de aquella interrupción por parte de una de sus jóvenes promesas. Sin un ápice de hostilidad pero a la espera. Un poco más allá Lucy había adoptado una posición involuntariamente protectora ante Níniel, que no tenía ni idea de lo que estaba pasando, pero comenzaba a hacerse una idea de que no era nada bueno para su persona.
-¿Problema? Ninguno. Salvo que para defender a Níniel quieras violar nuestros estatutos, hechicero.- Interceptó de palabra la tensai de agua la intervención de Vincent. Una con la que sin duda contaba, pues sabía de sobra la relación entre el brujo y la sacerdotisa, relación que no contravenía los estatutos en los que ahora parecía apoyarse, o ya lo habría usado a su favor.
-Cuando se extendió la noticia del nombramiento de la hechicera Níniel como gran encantadora, sin duda todos nos alegramos.- Mintió. -Pero en esa alegría faltamos a nuestro juramento para con esta noble institución...- De nuevo rumores y cuchicheos, nadie parecía saber a qué se refería. La bruja de hielo sonrió levemente. -Libro de estatutos, página cinco, párrafo dos: "La intención de ascender de uno de los miembros debe ser notificado al superior inmediato de dicho miembro. Este deberá realizar un informe que apoyé o no dicho ascenso."- Citó. Y Níniel entendió a dónde quería llegar, aunque no pudo hacer otra cosa más que enarcar una ceja al comprender que planeaba oponerse a su nombramiento usando un mero formalismo. -Dicha superior soy yo, y no se me notificó, por lo que no pude rellenar el informe adecuado sobre sus logros y aptitudes necesario para el nombramiento.-Sentenció. La selfa no daba crédito. Habían tenido sus tiranteces, pero habían empezado a llevarse bien y nunca la había considerado como una persona tan...mala.
-Si solo es eso no hay problema alguno.- Tomó la palabra Lucy con un gesto que pretendía quitarle hierro al asunto. -Yo misma informé al Inquisidor mostrándome muy favorable a su ascenso. Todos los trámites están en orden.- Expresó con toda la intención de que aquello quedara allí y hablar luego con su compañera sobre el circo que pretendía montar por su carácter competitivo. Y por el gesto de Abbey por poco lo logra, más la tensai de agua parecía tener aún algo con lo que oponerse.
-El puesto de gran encantadora requiere de ciertas aptitudes de las que por desgracia Níniel carece. Aunque sea una hechicera importante para nosotros, es nuestro deber actuar por el bien de la Logia. Me veo obligada a señalar que el informe de la gran encantadora Fireheart no contempla que la hechicera Thenidiel carece de aptitudes de combate. Aptitudes necesarias para el cargo.- Argumentó, y quedó más que claro que aquella era su carta de triunfo, pues por lo que ella sabía, Níniel no poseía habilidades de combate, ni mágicas ni físicas. Era una sanadora, su función siempre había consistido en apoyar a otros. Sin duda era una acusación más sólida que la anterior, aunque seguía siendo un mero formulismo.
-Eso es absurdo. Sabes perfectamente que como maga hace tiempo que nos ha superado. ¿Qué importa que no pueda lanzar una bola de fuego o una estaca de hielo?- Se quejó Lucy, mirando al Inquisidor, aunque este pareció querer permitir que aquello se resolviera sin su intervención. -Es más que capaz de luchar incluso sin esas artes destructivas y estoy dispuesta a hacer cuantos informes hagan falta al respecto.- Sentenció. Sin darse cuenta había caído en la trampa de la princesa de hielo.
-Basta solo uno. Una comprobación que puede hacerse aquí y ahora. Para confirmar el ascenso de nuestra amiga y no retrasarlo más por culpa de formalidades a las que nos debemos...Solicito la comprobación de sus habilidades mediante combate de práctica. ¿Y quién mejor que yo para ser su oponente?- Expresó ocultando una sonrisa triunfal.
La sala entera se llenó de voces que ya no eran murmullos. Para la mayoría aquello era estúpido e innecesario. Para algunos la gran encantadora había perdido el juicio. Otros no estaban de acuerdo pero consideraban que sería un buen espectáculo ya que en los combates de práctica muy pocas veces había heridos graves. Para una minoría, especialmente de brujos, aquello era legítimo y en aras de asegurarse que su nueva comandante fuese capaz de liderarlos...Y por qué no, de evitar que una elfa estuviera por encima suyo. El silencio solo volvió cuando el Inquisidor alzó una de sus manos dispuesto a pronunciarse sobre si aceptaba dicho combate o no.
-Dudar de Níniel es dudar de mí. ¿Acaso alguien aquí cree que nombro cargos a dedo? Creo que me confundis con otros...Níniel es la adecuada para el cargo... Y solo por ello consentiré por esta vez vuestros juegos.- Dijo dando su beneplácito e instando a todos a convertir aquel lugar en una arena de práctica.
Lucy negaba con la cabeza. Níniel por su parte no podía sino pensar que con la Logia, las cosas nunca eran sencillas.
-¿Problema? Ninguno. Salvo que para defender a Níniel quieras violar nuestros estatutos, hechicero.- Interceptó de palabra la tensai de agua la intervención de Vincent. Una con la que sin duda contaba, pues sabía de sobra la relación entre el brujo y la sacerdotisa, relación que no contravenía los estatutos en los que ahora parecía apoyarse, o ya lo habría usado a su favor.
-Cuando se extendió la noticia del nombramiento de la hechicera Níniel como gran encantadora, sin duda todos nos alegramos.- Mintió. -Pero en esa alegría faltamos a nuestro juramento para con esta noble institución...- De nuevo rumores y cuchicheos, nadie parecía saber a qué se refería. La bruja de hielo sonrió levemente. -Libro de estatutos, página cinco, párrafo dos: "La intención de ascender de uno de los miembros debe ser notificado al superior inmediato de dicho miembro. Este deberá realizar un informe que apoyé o no dicho ascenso."- Citó. Y Níniel entendió a dónde quería llegar, aunque no pudo hacer otra cosa más que enarcar una ceja al comprender que planeaba oponerse a su nombramiento usando un mero formalismo. -Dicha superior soy yo, y no se me notificó, por lo que no pude rellenar el informe adecuado sobre sus logros y aptitudes necesario para el nombramiento.-Sentenció. La selfa no daba crédito. Habían tenido sus tiranteces, pero habían empezado a llevarse bien y nunca la había considerado como una persona tan...mala.
-Si solo es eso no hay problema alguno.- Tomó la palabra Lucy con un gesto que pretendía quitarle hierro al asunto. -Yo misma informé al Inquisidor mostrándome muy favorable a su ascenso. Todos los trámites están en orden.- Expresó con toda la intención de que aquello quedara allí y hablar luego con su compañera sobre el circo que pretendía montar por su carácter competitivo. Y por el gesto de Abbey por poco lo logra, más la tensai de agua parecía tener aún algo con lo que oponerse.
-El puesto de gran encantadora requiere de ciertas aptitudes de las que por desgracia Níniel carece. Aunque sea una hechicera importante para nosotros, es nuestro deber actuar por el bien de la Logia. Me veo obligada a señalar que el informe de la gran encantadora Fireheart no contempla que la hechicera Thenidiel carece de aptitudes de combate. Aptitudes necesarias para el cargo.- Argumentó, y quedó más que claro que aquella era su carta de triunfo, pues por lo que ella sabía, Níniel no poseía habilidades de combate, ni mágicas ni físicas. Era una sanadora, su función siempre había consistido en apoyar a otros. Sin duda era una acusación más sólida que la anterior, aunque seguía siendo un mero formulismo.
-Eso es absurdo. Sabes perfectamente que como maga hace tiempo que nos ha superado. ¿Qué importa que no pueda lanzar una bola de fuego o una estaca de hielo?- Se quejó Lucy, mirando al Inquisidor, aunque este pareció querer permitir que aquello se resolviera sin su intervención. -Es más que capaz de luchar incluso sin esas artes destructivas y estoy dispuesta a hacer cuantos informes hagan falta al respecto.- Sentenció. Sin darse cuenta había caído en la trampa de la princesa de hielo.
-Basta solo uno. Una comprobación que puede hacerse aquí y ahora. Para confirmar el ascenso de nuestra amiga y no retrasarlo más por culpa de formalidades a las que nos debemos...Solicito la comprobación de sus habilidades mediante combate de práctica. ¿Y quién mejor que yo para ser su oponente?- Expresó ocultando una sonrisa triunfal.
La sala entera se llenó de voces que ya no eran murmullos. Para la mayoría aquello era estúpido e innecesario. Para algunos la gran encantadora había perdido el juicio. Otros no estaban de acuerdo pero consideraban que sería un buen espectáculo ya que en los combates de práctica muy pocas veces había heridos graves. Para una minoría, especialmente de brujos, aquello era legítimo y en aras de asegurarse que su nueva comandante fuese capaz de liderarlos...Y por qué no, de evitar que una elfa estuviera por encima suyo. El silencio solo volvió cuando el Inquisidor alzó una de sus manos dispuesto a pronunciarse sobre si aceptaba dicho combate o no.
-Dudar de Níniel es dudar de mí. ¿Acaso alguien aquí cree que nombro cargos a dedo? Creo que me confundis con otros...Níniel es la adecuada para el cargo... Y solo por ello consentiré por esta vez vuestros juegos.- Dijo dando su beneplácito e instando a todos a convertir aquel lugar en una arena de práctica.
Lucy negaba con la cabeza. Níniel por su parte no podía sino pensar que con la Logia, las cosas nunca eran sencillas.
Níniel Thenidiel
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Re: [Trama: Nombramiento de Níniel como alta encantadora.] [Cerrado]
El caballero esmeralda se encontraba absorto en sus pensamientos, hasta que la voz de alguien le llamo la atención, preguntando si el motivo de su presencia se debía a la joven sacerdotisa, dirigiendo su mirada a este a la par que la dragona Lernaean también respondía al toque de atención con un gesto de sorpresa, permitiendo a Al'theas que respondiera por los dos.
-Así es... caballero esmeralda Al'theas Tinarandel ...- Respondió con una leve inclinación de la cabeza a modo de reverencia.
-Caballero Lernaean- Añadió la dragona.
-¿Y usted es?...- Pregunto el elfo al desconocido.
A lo que este contesto cortésmente con una disculpa por no presentarse en primer lugar como Vincent Calhoun, correspondiendo a la reverencia a la vez que se revelaba así mismo como miembro de la Logia.
-Oh... descuide, y si, tanto la señorita que me acompaña como yo mismo... hemos venido en visita cordial para asistir al ascenso de la sacerdotisa Níniel, amiga en común por lo que veo- Dijo en un tono desenfadado pero educado.
-Huy... Al'theas... ¿señorita?... te recuerdo que ambos hemos sangrado en el campo de batalla, no es necesario que te tomes tantas formalidades conmigo, caballero- Dijo con una sonrisa con la que no podía evitar sentirse aludida por la consideración.
-Disculpadme el gesto Lernaean, tengo por costumbre expresarme con ciertos protocolos ante las presentaciones- Dijo con una sonrisa ante la dragona.
-Aaaah... tampoco hace falta que te disculpes hombre...- Contesto de brazos cruzados.
-Perdón por pedir perdón...- Dijo con una sonrisa que ya no podía disimular, mientras Lernaean negaba en silencio con una sonrisa en el rostro.
Aquella breve presentación había tenido lugar justo momentos antes de que Abbey diera la nota, provocando confusión entre los presentes y haciendo que Vincent tuviera cortar aquella reunión con los dos caballeros de forma abrupta.
-¿Que esta pasando?...- Pregunto confundida la dragona.
-Humm... según parece... hay un desacuerdo dentro de la Logia con respecto al ascenso de Níniel... y... parece que van a resolverlo con un duelo...- Respondió el elfo a medica que aquel debate tenia lugar ante ellos.
-¿Que? ¿aquí dentro de la torre?... ¿con tanta gente? ¿eso... no es peligroso?...- Dijo con clara preocupación ante la posibilidad de que las destructivas energías mágicas se salieran de control durante el duelo.
-Bueno... en caso de que pudiera ocurrir algo... por suerte tienen aquí a dos caballeros curtidos en batalla... ¿verdad?...- Respondió mirando a Lernaean con una sonrisa, buscando restarle peso a su preocupación.
-Ya... bueno... pero... ¿Y que ocurrirá si Níniel no...?- Aquella pregunta por parte de la dragona no termino de formularse, cuando el alto inquisidor dio finalmente la orden de convertir el lugar en una arena improvisada.
-Ahora vuelvo...- Dijo Al'theas sin dar mayores explicaciones, siendo seguido por la extrañada mirada de Lernaean, que no tardo en comprender sus intenciones cuando le veía acercarse a la sacerdotisa.
Desde que comenzó la discusión, Al'theas no le quito ojo a la joven elfa, pudiendo sentir su aflicción e impotencia ante aquella situación, decidiendo acercarse a ella, permitiéndole verle llegar hasta estar junto a ella aunque solo fueran unos instantes para dedicarle unas palabras de animo antes de que su prueba final tuviera comienzo.
-Lernaean y yo te estaremos apoyando desde lejos, enséñale a tu oponente lo que sabes hacer, gran encantadora Níniel Thenidiel- Le dijo a la sacerdotisa en idioma elfico. Níniel aun no era gran encantadora, pero esperaba que reconocerla con aquel titulo ademas de demostrarle la plena confianza que tenia en ella... también esperaba subir su confianza en si misma. Había luchado junto a ella en situaciones limite, sabia que no podía lanzar hechizos ofensivos como su rival, pero a veces...
-Una buena defensa puede ser el mejor ataque...- Añadió, pues Al'theas tenia experiencia en eso. Dicho aquello el caballero se retiro con una leve reverencia antes de que diera comienzo el duelo.
-Así es... caballero esmeralda Al'theas Tinarandel ...- Respondió con una leve inclinación de la cabeza a modo de reverencia.
-Caballero Lernaean- Añadió la dragona.
-¿Y usted es?...- Pregunto el elfo al desconocido.
A lo que este contesto cortésmente con una disculpa por no presentarse en primer lugar como Vincent Calhoun, correspondiendo a la reverencia a la vez que se revelaba así mismo como miembro de la Logia.
-Oh... descuide, y si, tanto la señorita que me acompaña como yo mismo... hemos venido en visita cordial para asistir al ascenso de la sacerdotisa Níniel, amiga en común por lo que veo- Dijo en un tono desenfadado pero educado.
-Huy... Al'theas... ¿señorita?... te recuerdo que ambos hemos sangrado en el campo de batalla, no es necesario que te tomes tantas formalidades conmigo, caballero- Dijo con una sonrisa con la que no podía evitar sentirse aludida por la consideración.
-Disculpadme el gesto Lernaean, tengo por costumbre expresarme con ciertos protocolos ante las presentaciones- Dijo con una sonrisa ante la dragona.
-Aaaah... tampoco hace falta que te disculpes hombre...- Contesto de brazos cruzados.
-Perdón por pedir perdón...- Dijo con una sonrisa que ya no podía disimular, mientras Lernaean negaba en silencio con una sonrisa en el rostro.
Aquella breve presentación había tenido lugar justo momentos antes de que Abbey diera la nota, provocando confusión entre los presentes y haciendo que Vincent tuviera cortar aquella reunión con los dos caballeros de forma abrupta.
-¿Que esta pasando?...- Pregunto confundida la dragona.
-Humm... según parece... hay un desacuerdo dentro de la Logia con respecto al ascenso de Níniel... y... parece que van a resolverlo con un duelo...- Respondió el elfo a medica que aquel debate tenia lugar ante ellos.
-¿Que? ¿aquí dentro de la torre?... ¿con tanta gente? ¿eso... no es peligroso?...- Dijo con clara preocupación ante la posibilidad de que las destructivas energías mágicas se salieran de control durante el duelo.
-Bueno... en caso de que pudiera ocurrir algo... por suerte tienen aquí a dos caballeros curtidos en batalla... ¿verdad?...- Respondió mirando a Lernaean con una sonrisa, buscando restarle peso a su preocupación.
-Ya... bueno... pero... ¿Y que ocurrirá si Níniel no...?- Aquella pregunta por parte de la dragona no termino de formularse, cuando el alto inquisidor dio finalmente la orden de convertir el lugar en una arena improvisada.
-Ahora vuelvo...- Dijo Al'theas sin dar mayores explicaciones, siendo seguido por la extrañada mirada de Lernaean, que no tardo en comprender sus intenciones cuando le veía acercarse a la sacerdotisa.
Desde que comenzó la discusión, Al'theas no le quito ojo a la joven elfa, pudiendo sentir su aflicción e impotencia ante aquella situación, decidiendo acercarse a ella, permitiéndole verle llegar hasta estar junto a ella aunque solo fueran unos instantes para dedicarle unas palabras de animo antes de que su prueba final tuviera comienzo.
-Lernaean y yo te estaremos apoyando desde lejos, enséñale a tu oponente lo que sabes hacer, gran encantadora Níniel Thenidiel- Le dijo a la sacerdotisa en idioma elfico. Níniel aun no era gran encantadora, pero esperaba que reconocerla con aquel titulo ademas de demostrarle la plena confianza que tenia en ella... también esperaba subir su confianza en si misma. Había luchado junto a ella en situaciones limite, sabia que no podía lanzar hechizos ofensivos como su rival, pero a veces...
-Una buena defensa puede ser el mejor ataque...- Añadió, pues Al'theas tenia experiencia en eso. Dicho aquello el caballero se retiro con una leve reverencia antes de que diera comienzo el duelo.
Al'theas Tinarandel
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Re: [Trama: Nombramiento de Níniel como alta encantadora.] [Cerrado]
La situación que el brujo contemplaba ante sus ojos era tan esperpéntica como inesperada.
No sabía qué endemoniadas ideas surcaban las olas del interior de la mente de la tensai de agua, pero era evidente que la mujer había decidido poner trabas en el ascenso de Níniel. Ese era un detalle que a nadie en aquella sala se le escapaba, más lo que realmente hacía inesperada la acción de Abbey era su motivación.
¿Por qué? ¿Por qué había decidido interponerse en el nombramiento de Níniel?
Esa era la pregunta importante. La que para él tenía desconocida respuesta, y la que había convertido un festejo tranquilo y previsible en uno tan impensable como tenso e inapropiado.
- ¿Violar nuestros estatutos? - respondió, deteniendo su andar a un paso de la mesa de las más ilustres personalidades de la Logia, y enarcando una ceja como muestra patente de su actual confusión.
Una confusión, que por otro lado, no duró demasiado. Abbey no tardó mucho en continuar su alegato, y en sugerir el motivo por el cual Níniel no debía ser Gran Encantadora.
Increíble fue la primera palabra que atravesó la mente de Vincent, pero que tuvo el cuidadoso recato de mantener dentro de esta. Estaba acostumbrado a la política de sus islas natales, y no le suponía ningún esfuerzo ocultar los verdaderos pensamientos que le producían las maniobras interesadas del resto de las personas a su alrededor, más la exposición de la tensai no hacía más que aumentar la sorpresa que ya de por sí albergaba.
Si ya había sido inesperada la oposición de Abbey, las razones para ello no podía serlo menos. Estaba acostumbrado a la política y los intereses velados tras las bonitas palabras, sin embargo, encontrarse dicha situación tan lejos del sur no era algo que pareciera posible dentro su imaginario. Quizás en la corte del palacio de Dundarak, pero ¿dentro de la Logia? No. en absoluto habría podido suponer que algo así pudiera suceder en el gremio. Sobre todo porque eran un conjunto de personas con distinta personalidad, como era del todo normal, pero que tenían una misma meta y compromiso. Eran un grupo cohesionado, y no entendía como la Gran Encantadora podía haber llegado a ese extremo.
- ¿Todo por un asunto burocrático? - expresó, aunque sabía que era una mera excusa. Y que este no era el verdadero motivo quedó evidente cuando la tensai de agua contestó a su homónima de fuego. - Pero Gran Encantadora Abbey, sabe perfectamente que Níniel es una gran maga, y que no lo digo porque tengamos una relación cercana. Usted misma pudo comprobarlo durante la batalla de Lunargenta, luchó a su lado-, apoyó la intervención de Lucy. - La magia de apoyo es tan importante como la de ataque directo. Cualquiera de nuestros poderes se multiplica exponencialmente con la magia élfica-, argumentó, sabedor que ningún brujo, sin importar el odio que tuviera por los elfos, o lo superior que se sintiera respecto al resto de magos, podría negar esto, salvo mintiendo. - En un combate puede marcar la diferencia y convertirnos en el bando vencedor.
De todos modos, aunque sabía que sus palabras eran irrefutables, también sabía que la decisión estaba tomada. El duelo se permitiría y con él se demostraría la validez de Níniel para el cargo. Pero aún así había querido exponer sus ideas antes de que este se celebrase. Estaba seguro de que Níniel era apta sin necesidad de duelo, y había querido que se supiera de antemano. Además, por esa misma razón sabía que lo acabaría demostrando en el mentado combate amistoso.
- Llegados a este punto solo puedo desearos suerte-, comentó, dirigiendo sus palabras hacia ambas. - Pues aunque creo que Níniel merece el cargo, no sería justo que deseara suerte solo a una de las dos. Ambas sois compañeras de armas, ambas sois compañeras de la Logia y aliadas, que gane la mejor-, dijo con sinceridad.
Terminadas sus palabras de educación y respeto hacia sus camaradas, se acercó a Níniel para dedicarles unas últimas palabras con privacidad.
- Ahora sal ahí y demuéstrales a todos que eres la mejor candidata para el puesto de Gran Encantadora, y que nadie lo merece más que tú-, le susurró al oído, y le guiño un ojo. - Te volvería a desear suerte, pero sé que no la necesitas-, dijo al final, marcando una sonrisa en sus labios nada más hacerlo.
En cuanto le expresó la seguridad que sentía por el futuro desenlace de su duelo, el mercenario asintió con la cabeza para mostrar aún más la confianza que albergaba por ella y sus opciones. Quería que notase y estuviera segura de que no tenía dudas respecto a ella, y de este modo, eliminar cualquier posible duda que manchara el alma de Níniel.
Con el tiempo que llevaba con la sacerdotisa, dudaba que la incertidumbre copara su espíritu. Era una mujer muy segura de sí misma. Pero viéndose relegado a la simple posición de espectador, lo único que podía hacer por ella era mostrarle la confianza que sentía por sus habilidades de combate.
El caso es que ya no podía hacer más, solo retirarse a un lado y esperar los futuros acontecimientos, así pues, fue lo que hizo. Y mientras recorría la estancia con la mirada encontró las figuras de los amigos de Níniel, aquellos con los que había podido entrelazar exiguas palabras.
Ellos se habían acercado a saludarla antes que él, y con toda probabilidad le habían deseado buena fortuna a la sacerdotisa del pueblo élfico. Al'theas Tinarandel, del pueblo elfo, caballero esmeralda, así se había nombrado al presentarse, y la dragona Lernaean, que se también se había presentado con el rango de caballero. Interesante pareja, tenía curiosidad por saber más de ellos, Creía recordar alguna mención de Níniel por los Caballeros Esmeralda, y quería saber más de ellos. Más, por mucho que quisiera conversar con ellos, era momento de esperar y ver el duelo de Níniel contra Abbey.
- Estoy segura de que tu amiga vencerá-, se escuchó una voz detrás del brujo.
Al poco de escucharla la joven Jenn se colocó a su lado, acompañada por Jack, que le asintió con la cabeza. Vincent le devolvió el asentimiento de testa.
- Sí, vencerá-, respondió con total seguridad, mirando al frente, hacia donde ambas mujeres tomaban posición. En cuánto sus ojos se encontraron con las perlas aguamarina de Níniel sonrió con afecto. - No te quepa ninguna duda-, dijo aún sonriente.
No sabía qué endemoniadas ideas surcaban las olas del interior de la mente de la tensai de agua, pero era evidente que la mujer había decidido poner trabas en el ascenso de Níniel. Ese era un detalle que a nadie en aquella sala se le escapaba, más lo que realmente hacía inesperada la acción de Abbey era su motivación.
¿Por qué? ¿Por qué había decidido interponerse en el nombramiento de Níniel?
Esa era la pregunta importante. La que para él tenía desconocida respuesta, y la que había convertido un festejo tranquilo y previsible en uno tan impensable como tenso e inapropiado.
- ¿Violar nuestros estatutos? - respondió, deteniendo su andar a un paso de la mesa de las más ilustres personalidades de la Logia, y enarcando una ceja como muestra patente de su actual confusión.
Una confusión, que por otro lado, no duró demasiado. Abbey no tardó mucho en continuar su alegato, y en sugerir el motivo por el cual Níniel no debía ser Gran Encantadora.
Increíble fue la primera palabra que atravesó la mente de Vincent, pero que tuvo el cuidadoso recato de mantener dentro de esta. Estaba acostumbrado a la política de sus islas natales, y no le suponía ningún esfuerzo ocultar los verdaderos pensamientos que le producían las maniobras interesadas del resto de las personas a su alrededor, más la exposición de la tensai no hacía más que aumentar la sorpresa que ya de por sí albergaba.
Si ya había sido inesperada la oposición de Abbey, las razones para ello no podía serlo menos. Estaba acostumbrado a la política y los intereses velados tras las bonitas palabras, sin embargo, encontrarse dicha situación tan lejos del sur no era algo que pareciera posible dentro su imaginario. Quizás en la corte del palacio de Dundarak, pero ¿dentro de la Logia? No. en absoluto habría podido suponer que algo así pudiera suceder en el gremio. Sobre todo porque eran un conjunto de personas con distinta personalidad, como era del todo normal, pero que tenían una misma meta y compromiso. Eran un grupo cohesionado, y no entendía como la Gran Encantadora podía haber llegado a ese extremo.
- ¿Todo por un asunto burocrático? - expresó, aunque sabía que era una mera excusa. Y que este no era el verdadero motivo quedó evidente cuando la tensai de agua contestó a su homónima de fuego. - Pero Gran Encantadora Abbey, sabe perfectamente que Níniel es una gran maga, y que no lo digo porque tengamos una relación cercana. Usted misma pudo comprobarlo durante la batalla de Lunargenta, luchó a su lado-, apoyó la intervención de Lucy. - La magia de apoyo es tan importante como la de ataque directo. Cualquiera de nuestros poderes se multiplica exponencialmente con la magia élfica-, argumentó, sabedor que ningún brujo, sin importar el odio que tuviera por los elfos, o lo superior que se sintiera respecto al resto de magos, podría negar esto, salvo mintiendo. - En un combate puede marcar la diferencia y convertirnos en el bando vencedor.
De todos modos, aunque sabía que sus palabras eran irrefutables, también sabía que la decisión estaba tomada. El duelo se permitiría y con él se demostraría la validez de Níniel para el cargo. Pero aún así había querido exponer sus ideas antes de que este se celebrase. Estaba seguro de que Níniel era apta sin necesidad de duelo, y había querido que se supiera de antemano. Además, por esa misma razón sabía que lo acabaría demostrando en el mentado combate amistoso.
- Llegados a este punto solo puedo desearos suerte-, comentó, dirigiendo sus palabras hacia ambas. - Pues aunque creo que Níniel merece el cargo, no sería justo que deseara suerte solo a una de las dos. Ambas sois compañeras de armas, ambas sois compañeras de la Logia y aliadas, que gane la mejor-, dijo con sinceridad.
Terminadas sus palabras de educación y respeto hacia sus camaradas, se acercó a Níniel para dedicarles unas últimas palabras con privacidad.
- Ahora sal ahí y demuéstrales a todos que eres la mejor candidata para el puesto de Gran Encantadora, y que nadie lo merece más que tú-, le susurró al oído, y le guiño un ojo. - Te volvería a desear suerte, pero sé que no la necesitas-, dijo al final, marcando una sonrisa en sus labios nada más hacerlo.
En cuanto le expresó la seguridad que sentía por el futuro desenlace de su duelo, el mercenario asintió con la cabeza para mostrar aún más la confianza que albergaba por ella y sus opciones. Quería que notase y estuviera segura de que no tenía dudas respecto a ella, y de este modo, eliminar cualquier posible duda que manchara el alma de Níniel.
Con el tiempo que llevaba con la sacerdotisa, dudaba que la incertidumbre copara su espíritu. Era una mujer muy segura de sí misma. Pero viéndose relegado a la simple posición de espectador, lo único que podía hacer por ella era mostrarle la confianza que sentía por sus habilidades de combate.
El caso es que ya no podía hacer más, solo retirarse a un lado y esperar los futuros acontecimientos, así pues, fue lo que hizo. Y mientras recorría la estancia con la mirada encontró las figuras de los amigos de Níniel, aquellos con los que había podido entrelazar exiguas palabras.
Ellos se habían acercado a saludarla antes que él, y con toda probabilidad le habían deseado buena fortuna a la sacerdotisa del pueblo élfico. Al'theas Tinarandel, del pueblo elfo, caballero esmeralda, así se había nombrado al presentarse, y la dragona Lernaean, que se también se había presentado con el rango de caballero. Interesante pareja, tenía curiosidad por saber más de ellos, Creía recordar alguna mención de Níniel por los Caballeros Esmeralda, y quería saber más de ellos. Más, por mucho que quisiera conversar con ellos, era momento de esperar y ver el duelo de Níniel contra Abbey.
- Estoy segura de que tu amiga vencerá-, se escuchó una voz detrás del brujo.
Al poco de escucharla la joven Jenn se colocó a su lado, acompañada por Jack, que le asintió con la cabeza. Vincent le devolvió el asentimiento de testa.
- Sí, vencerá-, respondió con total seguridad, mirando al frente, hacia donde ambas mujeres tomaban posición. En cuánto sus ojos se encontraron con las perlas aguamarina de Níniel sonrió con afecto. - No te quepa ninguna duda-, dijo aún sonriente.
Vincent Calhoun
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Re: [Trama: Nombramiento de Níniel como alta encantadora.] [Cerrado]
Con tantos brujos, dragones, algún que otro elfo y demás miembros de la Logia igual de capaces a pesar de no poder usar la magia allí presentes, pronto la gran sala circular quedó despejada de mesas y sillas, creando un amplio espacio en el centro de la misma para celebrar aquella absurda práctica de la que ahora dependía su merecida promoción. En los límites de la improvisada arena todos los asistentes a la fiesta de la victoria comentaban en uno y otro sentido los acontecimientos y realizaban sus pronósticos sobre su desenlace, la mayoría decantándose por el triunfo de la princesa de hielo. A su vez, algunos de los antimagos comenzaban a posicionarse a intervalos regulares para levantar, llegado el momento, una barrera protectora en torno a la superficie delimitada para el combate.
-Pídemelo y la degüello ahora mismo.- Propuso Catherine a su hermana mientras esta esperaba el momento de empezar. Se la veía tranquila, aunque para nada tan contenta ni satisfecha consigo misma como parecía estar Abbey. -Debe de ser la única idiota que no te quiera al mando. Solo te tiene envidia por es una cría lisa como una tabla.- Añadió, olvidándose por lo visto de que tenían la misma edad y también solía meterse con ella por esa misma razón. Si aquel fuera motivo, lo raro es que no se hubiesen conjurado en su contra.
-Pase lo que pase no intervengas. Solo empeoraría las cosas, créeme.-Le pidió a su vez la joven elfa, mirando en esos momentos hacia la bruja de hielo, tratando de averiguar si no tendría un plan "b" si aquel no salía como esperaba. Desde luego parecía haberle dado bastantes vueltas al asunto, teniendo en cuenta que había recurrido a partes de los estatutoss gremiales a los que nadie debía de haber hecho caso en los últimos cien años. -Estaré bien, no te preocupes. Es solo que, ojalá esto no hubiese tenido que ser así...Pero sé cuidarme sola. Ya lo sabes.- La tranquilizó esbozando un intento de sonrisa.
-Agradezco tu apoyo, hermano.- Respondería poco después a los ánimos por parte de Al´theas y Lernaean, respondiendo primero en élfico y luego en común a las palabras de la caballero dragón. -Soy muy buena defendiendo.- Aseguró a continuación. Sin poder evitar pensar que ninguno de ellos tendría los mismos problemas que ella en esos momentos. Pensado así casi daban ganas de haber seguido los pasos de su prima Chandra, conocida en Sandorai como "Chandra del filo celestial". Ella tampoco tendría aquellos problemas, claro que por su carácter "poco diligente" seguro que tendría bastantes más de otro tipo.
-Supongo que sí...Tenemos muy buenos aliados aquí. Tú mismo podrías ocupar el puesto. Pero creo que puedo hacer un buen trabajo junto a Lucy y Abbey...Por eso no voy a contenerme.- Declaró en respuesta a los ánimos de Vincent. -Es solo que, esto es absurdo. Si no fuera una gran encantadora de quien hablamos diría que solo es una pataleta. En serio. Abbey es muy respetada tanto aquí como en todas partes...no necesitaba hacer esto. Además nos estábamos empezando a llevar mucho mejor... Ya no trataba de matarme de frío cada vez que entraba a su despacho...En fin.- Dijo denotando que lo que la mantenía seria y confusa era la situación en sí, no tener que vérselas con la tensai de hielo.
-Encantadoras, al centro.- Ordenó el inquisidor llegado el momento. Teniendo Níniel que acercarse hasta el centro de la sala. Momento en el que los antimagos levantaron la barrera protectora, aislando a las combatientes del resto de los asistentes. -Salúdense y....Comiencen.- Ordenó a continuación el gran dragón blanco. Haciendo que ambas se saludasen presentando sus armas e iniciaran el enfrentamiento, empezando, como era habitual entre magos, por distanciarse entre ellas.
-No necesito comprobar tus defensas, Nín, así que puedes empezar a atacar cuando quieras.- Expresó la bruja, y aquello parecía casi una chanza, como si quisiera recalcar ante todo el mundo que la elfa no podía hacer tal cosa...Aunque se equivocaba.
-Lo haré, gracias por la oportunidad.- Respondió la peliblanca bendiciéndose a sí misma con una gran aumento de sus capacidades mágicas, lo que causó que sus ojos comenzaran a fulgurar de manera amenazante. Acto seguido un par de esferas comenzarían a flotar a su alrededor, algo que no parecía representar una gran amenaza. El público comenzó a murmurar y a comentar más alto.
-¿Eso es todo? ¿Ni siquiera vas a intentar cegarme? ¿Por eso mismo no puedes ser gran encantadora...No es nada personal...-Se jactó la bruja comenzando a crear una gran estaca de hielo sobre su cabeza, y luego otra y otra...-Defiéndete de esto entonces. O puedes rendirte ya.- Añadió.
Más, antes de poder lanzar su ataque, aquellas estacas de hielo comenzaron a menguar en tamaño cada vez más, pasando de un par de metros a menos de la mitad, y de inmediato a comenzar a derretirse sin que los esfuerzos de la bruja parecieran lograr volver a formarlas. Las esferas en torno a Níniel habían desaparecido, pero su ojos fulguraban con mayor intensidad aún. Su aura mágica también se había aumentado notablemente.
-¿Que está pasando? ¿Por qué no ataca? Casi parece como si se estuviera quedando sin fuerzas...- Preguntó uno de los brujos presentes. Ciertamente la duda se extendió entre el público, aunque los que la conocían sabían qué era lo que estaba pasando. Níniel había decido drenar el poder mágico de Abbey. Por lo que mientras que ella estaba cada vez más débil, la elfa era cada vez más fuerte.
-Sí...ahora acaba con ella...Demuestra qué pasa a los que se meten con nosotras...-Jaleó la pelirroja desde el otro lado de la barrera. Su preocupación inicial ahora era euforia desatada. No podía ocultar el orgullo que sentía por su hermana.
-Como veis, gran encantadora, sí puedo atacar. Creo que con esto podemos dar por terminada la práctica. Ha quedado claro el punto que debía ser zanjado.- Expresó la peliblanca, y su voz sonaba alterada por culpa del éter que manejaba en esos momentos.
-No es un ataque...solo...Algo así no...- Se resistió la bruja. Aquello no era nada bueno. ¿Qué ganaría la Logia viendo a una de sus oficiales totalmente vencida? Hasta ella debía de darse cuenta de que aquello debía acabar ya. ¿Tan orgullosa era? La sacerdotisa no quería seguir, pero si tenía que hacerlo lo haría. Sencillamente no quería tener que llegar a esos extremos.
-Sin duda sois muy fuerte. Tendré que darlo todo para pasar vuestra prueba.- Dijo. Esperaba que aquellas palabras bastaran para preservar el honor de Abbey tras su siguiente acción. Pues pensaba literalmente usar su propia barrera para aplastarla contra la de los antimagos. En su estado Abbey no podría evitarlo.
-Suficiente.- Interrumpió no obstante el Inquisidor con su poderosa voz de mando. -Como Líder de la Logia considero probadas, gracias a la intervención de Abbey Frost, las aptitudes de Níniel Thenidiel para el puesto. La práctica se da por concluida. Agradezcamos todos los esfuerzos de nuestras grandes encantadoras por asegurar la excelencia entre nuestras filas...Y demos la enhorabuena a Níniel por su nuevo cargo...Desde este momento es oficialmente Gran encantadora de la Logia.- Bramó comenzando a aplaudir. Aplauso que fue rápidamente secundado, incluso por los brujos del gremio, algunos con más entusiasmo que otros.
-Y ahora, que siga la celebración.- Ordenó el gran dragón, instando a devolver las mesas y las viandas a su sitio. Proponiendo un brindis por Níniel, por Abbey, por Lucy y por la Logia antes de que la fiesta se reanudara como era debido, llenándose el ambiente de jolgorio. Aunque Níniel, tras el brindis no dudó en acercarse antes a una agotada y derrotada Abbey, que tras ocupar su asiento de nuevo denotaba mantenerse solo allí por etiqueta.
-¿Vienes a regodearte?- Fue cuanto dijo la tensai. -Supongo que es tu derecho.-
-Para nada, gran encantadora. Todo lo contrario.- Dijo Níniel ofreciéndole una poción. -Pensaba en el buen trabajo que hicimos juntas en las murallas de Lunargenta. Y todo lo que nos tocó correr para recuperar aquellas lágrimas de hielo en la ciudad...- Respondió la peliblanca.
-Tú corriste, yo...Realicé una retirada estratégica calculada...A toda prisa.- Dijo tomando la poción tras dudar unos instantes.
-Me gustaría seguir trabajando juntas. Ha sido una gran mentora durante este tiempo. Durante el asalto a las murallas incluso llegué a notar que...-
-¿Congeniamos?- Espetó la bruja con un tono de burla. Aunque antes de proseguir se detuvo y cambió su tono. -Sí, hicimos un buen trabajo, aunque ese Rigobert lo despreciara...-
-Me gustaría hablar de lo que ha pasado hoy aquí...Y después, demostrarle juntas a ese rey, y a todo el mundo, de que pasta estamos hechas las grandes encantadoras de la Logia.- Propuso la joven elfa en aras de enterrar el hacha de guerra.
-En realidad preferiría no hacerlo...Al menos la parte de hablar de ello...-Negoció la gran encantadora.
-Me parece que tenemos un trato.- Aceptó Níniel, tendiéndole su mano. Abbey la aceptó e imitó el gesto. Aunque Lucy no tardó en interrumpir su acto de reconciliación, abrazándolas a ambas con fuerza y ofreciéndoles más bebida. Parecía ya algo achispada, y eso que la fiesta acababa solo de empezar. Además...¿No tenía aún menos ropa que instantes antes?
-Pídemelo y la degüello ahora mismo.- Propuso Catherine a su hermana mientras esta esperaba el momento de empezar. Se la veía tranquila, aunque para nada tan contenta ni satisfecha consigo misma como parecía estar Abbey. -Debe de ser la única idiota que no te quiera al mando. Solo te tiene envidia por es una cría lisa como una tabla.- Añadió, olvidándose por lo visto de que tenían la misma edad y también solía meterse con ella por esa misma razón. Si aquel fuera motivo, lo raro es que no se hubiesen conjurado en su contra.
-Pase lo que pase no intervengas. Solo empeoraría las cosas, créeme.-Le pidió a su vez la joven elfa, mirando en esos momentos hacia la bruja de hielo, tratando de averiguar si no tendría un plan "b" si aquel no salía como esperaba. Desde luego parecía haberle dado bastantes vueltas al asunto, teniendo en cuenta que había recurrido a partes de los estatutoss gremiales a los que nadie debía de haber hecho caso en los últimos cien años. -Estaré bien, no te preocupes. Es solo que, ojalá esto no hubiese tenido que ser así...Pero sé cuidarme sola. Ya lo sabes.- La tranquilizó esbozando un intento de sonrisa.
-Agradezco tu apoyo, hermano.- Respondería poco después a los ánimos por parte de Al´theas y Lernaean, respondiendo primero en élfico y luego en común a las palabras de la caballero dragón. -Soy muy buena defendiendo.- Aseguró a continuación. Sin poder evitar pensar que ninguno de ellos tendría los mismos problemas que ella en esos momentos. Pensado así casi daban ganas de haber seguido los pasos de su prima Chandra, conocida en Sandorai como "Chandra del filo celestial". Ella tampoco tendría aquellos problemas, claro que por su carácter "poco diligente" seguro que tendría bastantes más de otro tipo.
-Supongo que sí...Tenemos muy buenos aliados aquí. Tú mismo podrías ocupar el puesto. Pero creo que puedo hacer un buen trabajo junto a Lucy y Abbey...Por eso no voy a contenerme.- Declaró en respuesta a los ánimos de Vincent. -Es solo que, esto es absurdo. Si no fuera una gran encantadora de quien hablamos diría que solo es una pataleta. En serio. Abbey es muy respetada tanto aquí como en todas partes...no necesitaba hacer esto. Además nos estábamos empezando a llevar mucho mejor... Ya no trataba de matarme de frío cada vez que entraba a su despacho...En fin.- Dijo denotando que lo que la mantenía seria y confusa era la situación en sí, no tener que vérselas con la tensai de hielo.
-Encantadoras, al centro.- Ordenó el inquisidor llegado el momento. Teniendo Níniel que acercarse hasta el centro de la sala. Momento en el que los antimagos levantaron la barrera protectora, aislando a las combatientes del resto de los asistentes. -Salúdense y....Comiencen.- Ordenó a continuación el gran dragón blanco. Haciendo que ambas se saludasen presentando sus armas e iniciaran el enfrentamiento, empezando, como era habitual entre magos, por distanciarse entre ellas.
-No necesito comprobar tus defensas, Nín, así que puedes empezar a atacar cuando quieras.- Expresó la bruja, y aquello parecía casi una chanza, como si quisiera recalcar ante todo el mundo que la elfa no podía hacer tal cosa...Aunque se equivocaba.
-Lo haré, gracias por la oportunidad.- Respondió la peliblanca bendiciéndose a sí misma con una gran aumento de sus capacidades mágicas, lo que causó que sus ojos comenzaran a fulgurar de manera amenazante. Acto seguido un par de esferas comenzarían a flotar a su alrededor, algo que no parecía representar una gran amenaza. El público comenzó a murmurar y a comentar más alto.
-¿Eso es todo? ¿Ni siquiera vas a intentar cegarme? ¿Por eso mismo no puedes ser gran encantadora...No es nada personal...-Se jactó la bruja comenzando a crear una gran estaca de hielo sobre su cabeza, y luego otra y otra...-Defiéndete de esto entonces. O puedes rendirte ya.- Añadió.
Más, antes de poder lanzar su ataque, aquellas estacas de hielo comenzaron a menguar en tamaño cada vez más, pasando de un par de metros a menos de la mitad, y de inmediato a comenzar a derretirse sin que los esfuerzos de la bruja parecieran lograr volver a formarlas. Las esferas en torno a Níniel habían desaparecido, pero su ojos fulguraban con mayor intensidad aún. Su aura mágica también se había aumentado notablemente.
-¿Que está pasando? ¿Por qué no ataca? Casi parece como si se estuviera quedando sin fuerzas...- Preguntó uno de los brujos presentes. Ciertamente la duda se extendió entre el público, aunque los que la conocían sabían qué era lo que estaba pasando. Níniel había decido drenar el poder mágico de Abbey. Por lo que mientras que ella estaba cada vez más débil, la elfa era cada vez más fuerte.
-Sí...ahora acaba con ella...Demuestra qué pasa a los que se meten con nosotras...-Jaleó la pelirroja desde el otro lado de la barrera. Su preocupación inicial ahora era euforia desatada. No podía ocultar el orgullo que sentía por su hermana.
-Como veis, gran encantadora, sí puedo atacar. Creo que con esto podemos dar por terminada la práctica. Ha quedado claro el punto que debía ser zanjado.- Expresó la peliblanca, y su voz sonaba alterada por culpa del éter que manejaba en esos momentos.
-No es un ataque...solo...Algo así no...- Se resistió la bruja. Aquello no era nada bueno. ¿Qué ganaría la Logia viendo a una de sus oficiales totalmente vencida? Hasta ella debía de darse cuenta de que aquello debía acabar ya. ¿Tan orgullosa era? La sacerdotisa no quería seguir, pero si tenía que hacerlo lo haría. Sencillamente no quería tener que llegar a esos extremos.
-Sin duda sois muy fuerte. Tendré que darlo todo para pasar vuestra prueba.- Dijo. Esperaba que aquellas palabras bastaran para preservar el honor de Abbey tras su siguiente acción. Pues pensaba literalmente usar su propia barrera para aplastarla contra la de los antimagos. En su estado Abbey no podría evitarlo.
-Suficiente.- Interrumpió no obstante el Inquisidor con su poderosa voz de mando. -Como Líder de la Logia considero probadas, gracias a la intervención de Abbey Frost, las aptitudes de Níniel Thenidiel para el puesto. La práctica se da por concluida. Agradezcamos todos los esfuerzos de nuestras grandes encantadoras por asegurar la excelencia entre nuestras filas...Y demos la enhorabuena a Níniel por su nuevo cargo...Desde este momento es oficialmente Gran encantadora de la Logia.- Bramó comenzando a aplaudir. Aplauso que fue rápidamente secundado, incluso por los brujos del gremio, algunos con más entusiasmo que otros.
-Y ahora, que siga la celebración.- Ordenó el gran dragón, instando a devolver las mesas y las viandas a su sitio. Proponiendo un brindis por Níniel, por Abbey, por Lucy y por la Logia antes de que la fiesta se reanudara como era debido, llenándose el ambiente de jolgorio. Aunque Níniel, tras el brindis no dudó en acercarse antes a una agotada y derrotada Abbey, que tras ocupar su asiento de nuevo denotaba mantenerse solo allí por etiqueta.
-¿Vienes a regodearte?- Fue cuanto dijo la tensai. -Supongo que es tu derecho.-
-Para nada, gran encantadora. Todo lo contrario.- Dijo Níniel ofreciéndole una poción. -Pensaba en el buen trabajo que hicimos juntas en las murallas de Lunargenta. Y todo lo que nos tocó correr para recuperar aquellas lágrimas de hielo en la ciudad...- Respondió la peliblanca.
-Tú corriste, yo...Realicé una retirada estratégica calculada...A toda prisa.- Dijo tomando la poción tras dudar unos instantes.
-Me gustaría seguir trabajando juntas. Ha sido una gran mentora durante este tiempo. Durante el asalto a las murallas incluso llegué a notar que...-
-¿Congeniamos?- Espetó la bruja con un tono de burla. Aunque antes de proseguir se detuvo y cambió su tono. -Sí, hicimos un buen trabajo, aunque ese Rigobert lo despreciara...-
-Me gustaría hablar de lo que ha pasado hoy aquí...Y después, demostrarle juntas a ese rey, y a todo el mundo, de que pasta estamos hechas las grandes encantadoras de la Logia.- Propuso la joven elfa en aras de enterrar el hacha de guerra.
-En realidad preferiría no hacerlo...Al menos la parte de hablar de ello...-Negoció la gran encantadora.
-Me parece que tenemos un trato.- Aceptó Níniel, tendiéndole su mano. Abbey la aceptó e imitó el gesto. Aunque Lucy no tardó en interrumpir su acto de reconciliación, abrazándolas a ambas con fuerza y ofreciéndoles más bebida. Parecía ya algo achispada, y eso que la fiesta acababa solo de empezar. Además...¿No tenía aún menos ropa que instantes antes?
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Níniel usa este turno Inteligencia Arcana, Furia de Anar y Aspir. Tambien le da su poción de Int a Abbey.Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: [Trama: Nombramiento de Níniel como alta encantadora.] [Cerrado]
El duelo estaba a punto de empezar, Al'theas había vuelto junto a Lernaean tras animar a la sacerdotisa y pronto se alzo una barrera que protegería a los asistentes de cualquier riesgo.
-Parece que esto nos ahorrara trabajo- Dijo la dragona en vista de que la barrera levantada era ideal para la ocasión -¿porque crees que esa... maga... haya retado a la sacerdotisa?- Añadió.
-Quien sabe... no la conozco, aunque por la cara de Níniel... se podría decir que la conocía lo suficiente como para sentirse tan contrariada ante la situación... - Dijo mientras se cruzaba de brazos.
-Parece que nadie se lo esperaba de hecho...- Menciono, a sabiendas de las reacciones de todos los allí presentes.
Aquella reflexión le había dado en que pensar al caballero, le hizo recordar ese tiempo cuando apenas era un niño, durante los entrenamientos con su padre... en aquel entonces... la imagen que tenia de su padre era mucho mas severa y autoritaria, sobre todo tras la muerte de la hermana de Al'theas... y mas aun cuando este sufrió el accidente en el bosque.
Durante los entrenamientos, su padre no tenia piedad, incluso lograba hacerle sentirse humillado cuando cometía un error que llevado a la realidad podría ser fatal.
Tras meses de entrenamiento, hubo un día en especial... en el que su padre logro llevarlo al limite, le hizo sentir... ira... cuando le decía que jamas seria un caballero como lo fue su hermana... y eso junto a todo lo aprendido... hizo que consiguiera derribar a su propio padre, cosa que a ambos les cogió por sorpresa, y en ese entonces el joven Al'theas estaba seguro de que su padre se iba a enfadar... pero no fue asi, fue todo lo contrario, su padre cambio su cara a una mas amable, le sonrió y le felicito.
En aquel entonces el joven no lo entendía, hasta que su madre se lo aclaro, su padre estaba feliz de ver que su propio hijo era capaz de derribar a un adulto, y que aquello era el comienzo de un avance importante en su entrenamiento. Durante meses Al'theas había pensado que su padre no quería que fuera caballero, y por ello lo humillaba para obligarlo a abandonar esa idea... pero al final resulto ser todo lo contrario... quería asegurarse simplemente de que su hijo tuviera lo necesario para sobrevivir a un mundo cruel y hostil... donde su hermana también había caído.
Aquel duelo entre ambas personalidades de la Logia... ¿pudiera ser una repetición de lo mismo? ¿o tan solo lo movía el orgullo? era difícil de saber, pero desde luego habría sido irónico...
Sobre todo por el mero hecho de que Niníel nada mas empezar, había demostrado con creces estar a la altura de las expectativas, con su poder, había logrado fundir los proyectiles de su oponente, y amenazaba con tener el poder de aplastarla con su propia defensa... hasta que el cabecilla de la Logia ordeno que era suficiente, y proclamo a Níniel vencedora del corto duelo.
-¡Lo hizo! ¡ha ganado!- Grito la dragona emocionada.
-Humm... tal y como cabía esperar...- Dijo el caballero con una sonrisa.
Pronto las mesas se volvieron a colocar en su sitio, esta vez para celebrar tal y como se tenia planeado, y la gente así lo hizo emocionada tras el momento del duelo donde muchos parecían que se lo habían tomado como una introducción previa al banquete.
-¿Deberíamos... acercarnos a saludar... y felicitar a la sacerdotisa?...- Pregunto la dragona un poco cortada.
El elfo alzo la vista, divisando a Níniel, la cual se encontraba aparentemente celebrando junto a las dos miembros de la Logia mas importantes, una de ellas era la que había tenido el duelo con ella, en lo que parecía una reconciliación.
-No... creo que por ahora es mejor dejarla a su aire, tendremos tiempo de charlar con ella- Sentencio, mientras degustaba con curiosidad una copa de vino, no era aficionado a las bebidas alcohólicas, pero si curioso a los sabores de otras tierras.
-Parece que esto nos ahorrara trabajo- Dijo la dragona en vista de que la barrera levantada era ideal para la ocasión -¿porque crees que esa... maga... haya retado a la sacerdotisa?- Añadió.
-Quien sabe... no la conozco, aunque por la cara de Níniel... se podría decir que la conocía lo suficiente como para sentirse tan contrariada ante la situación... - Dijo mientras se cruzaba de brazos.
-Parece que nadie se lo esperaba de hecho...- Menciono, a sabiendas de las reacciones de todos los allí presentes.
Aquella reflexión le había dado en que pensar al caballero, le hizo recordar ese tiempo cuando apenas era un niño, durante los entrenamientos con su padre... en aquel entonces... la imagen que tenia de su padre era mucho mas severa y autoritaria, sobre todo tras la muerte de la hermana de Al'theas... y mas aun cuando este sufrió el accidente en el bosque.
Durante los entrenamientos, su padre no tenia piedad, incluso lograba hacerle sentirse humillado cuando cometía un error que llevado a la realidad podría ser fatal.
Tras meses de entrenamiento, hubo un día en especial... en el que su padre logro llevarlo al limite, le hizo sentir... ira... cuando le decía que jamas seria un caballero como lo fue su hermana... y eso junto a todo lo aprendido... hizo que consiguiera derribar a su propio padre, cosa que a ambos les cogió por sorpresa, y en ese entonces el joven Al'theas estaba seguro de que su padre se iba a enfadar... pero no fue asi, fue todo lo contrario, su padre cambio su cara a una mas amable, le sonrió y le felicito.
En aquel entonces el joven no lo entendía, hasta que su madre se lo aclaro, su padre estaba feliz de ver que su propio hijo era capaz de derribar a un adulto, y que aquello era el comienzo de un avance importante en su entrenamiento. Durante meses Al'theas había pensado que su padre no quería que fuera caballero, y por ello lo humillaba para obligarlo a abandonar esa idea... pero al final resulto ser todo lo contrario... quería asegurarse simplemente de que su hijo tuviera lo necesario para sobrevivir a un mundo cruel y hostil... donde su hermana también había caído.
Aquel duelo entre ambas personalidades de la Logia... ¿pudiera ser una repetición de lo mismo? ¿o tan solo lo movía el orgullo? era difícil de saber, pero desde luego habría sido irónico...
Sobre todo por el mero hecho de que Niníel nada mas empezar, había demostrado con creces estar a la altura de las expectativas, con su poder, había logrado fundir los proyectiles de su oponente, y amenazaba con tener el poder de aplastarla con su propia defensa... hasta que el cabecilla de la Logia ordeno que era suficiente, y proclamo a Níniel vencedora del corto duelo.
-¡Lo hizo! ¡ha ganado!- Grito la dragona emocionada.
-Humm... tal y como cabía esperar...- Dijo el caballero con una sonrisa.
Pronto las mesas se volvieron a colocar en su sitio, esta vez para celebrar tal y como se tenia planeado, y la gente así lo hizo emocionada tras el momento del duelo donde muchos parecían que se lo habían tomado como una introducción previa al banquete.
-¿Deberíamos... acercarnos a saludar... y felicitar a la sacerdotisa?...- Pregunto la dragona un poco cortada.
El elfo alzo la vista, divisando a Níniel, la cual se encontraba aparentemente celebrando junto a las dos miembros de la Logia mas importantes, una de ellas era la que había tenido el duelo con ella, en lo que parecía una reconciliación.
-No... creo que por ahora es mejor dejarla a su aire, tendremos tiempo de charlar con ella- Sentencio, mientras degustaba con curiosidad una copa de vino, no era aficionado a las bebidas alcohólicas, pero si curioso a los sabores de otras tierras.
Al'theas Tinarandel
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Re: [Trama: Nombramiento de Níniel como alta encantadora.] [Cerrado]
Todas las personas tenían varias certezas en la vida. Esos detalles de los que se podía estar seguro, y en los que no había espacio para la duda, pues la confianza y experiencia habían hecho que tales circunstancias fuesen obvias para esas personas.
En el caso de Vincent esto no era distinto, y como todo individuo, tenía total seguridad en varios puntos de su vida.
El amor que sentía su familia por él, el amor que sentía por la elfa que iba a demostrar sus habilidades dentro de unos instantes, y esta a su vez por él, o sus capacidades para el combate, eran algunas de esas cosas de las que podía estar del todo seguro. Del mismo modo que podía estarlo de la destreza de Níniel para manejar la magia.
El rubio sabía de lo que era capaz su querida sacerdotisa, y por ende, no sentía nervios o preocupación ante el duelo de demostración al que la dama de los bosques había terminado abocado. Lo cierto es que estaba muy tranquilo y relajado, y lo único que deseaba es que todo terminara pronto y de la mejor manera. Pues, llegados a este punto, lo que realmente le preocupaba no es que cómo terminaría el duelo, sino en qué situación quedaría la relación entre sus compañeras de armas.
Estaba completamente seguro de las habilidades de Níniel, y sabía que hacía mucho tiempo que había superado con creces a Abbey, Lucy, e incluso a él mismo. No obstante, también podía estar seguro del poder de Abbey, y de que era una experta luchadora. No lo pondría fácil, menos aún cuando se había mostrado como la principal oposición para el ascenso de Nín, y por tanto, podía acabar todo de un modo muy doloroso para ella.
El resultado del duelo, del combate propiamente dicho, no era una incógnita para él, sin embargo no podía decir lo mismo del otro resultado, del día después al duelo. Más que esperar que todo terminara bien, deseaba que así fuera, y por supuesto, acabar bien no se trataba de únicamente el ascenso de Níniel, un hecho que ya daba por sentado, sino de que todo dentro de la Logia siguiera en orden. Que el ambiente no se deteriorara.
En cualquier caso, con estas circunstancias poco podía hacer. Igual que con el duelo, ante este hecho sólo podía esperar y dejar que todo sucediera, y confiar en que fuese de la mejor manera.
Por esa razón no dijo nada al respecto, ni a Níniel, ni a Lucy. ni tan siquiera a sus amigos, a esas alturas comentarlo no serviría de nada, salvo quizás para echar más leña al fuego. Y eso era todo lo contrario a lo que deseaba.
Por tanto, Vinc sólo se apoyó en la pared, acompañado por Jack y Jenn, y contempló la prueba de Níniel.
Abbey dejó la iniciativa a la sacerdotisa, y con ese detalle el mercenario ya supo que estaba perdida. La Gran Encantadora había subestimado las capacidades ofensivas de la que sin duda sería futura Gran Encantadora. En los tiempos que corrían, y con el talento de la elfa para la magia, la única posibilidad de Abbey era hostigarla sin descanso, para evitar que pudiera usar sus poderes contra ella de forma sencilla. Sin embargo, la morena había hecho todo lo contrario pensando que Nín no podría atacarla, para cuando creó su estacas de hielo y decidió iniciar el combate, al suponer que la elfa no había podido hacerle daño, el duelo había terminado.
Muy al contrario de lo que Abbey había pensado, Níniel sí había aprovechado la oportunidad que le había brindado, y el combate, propiamente dicho, se había iniciado justo en ese momento, y no cuando la morena había generado sus proyectiles de hielo. Poco a poco las esferas de su querida elfa fueron absorbiendo las energías de su compañera, y para cuando Abbey fue consciente de ello…
Demasiado tarde. Ya era demasiado tarde para ella, y por eso, aunque los demás no lo eran conscientes del todo, él ya sabía que el combate estaba terminado. No obstante. Abbey poco tardó en mostrar su innata voluntad, tan férrea y dura como el hielo que dominaba. Ese era el punto que más temía. El punto donde el orgullo de Abbey podía pasarle factura, y donde podría hacerse tanto daño, como daño dejaría en la relación entre ella y Níniel si no desistía del intento.
Por fortuna, hacía tiempo que había un líder por encima de las Grandes Encantadoras, uno bastante sabio y sensato, que dio por concluida la prueba en el momento más oportuno.
Vincent no pudo evitar suspirar de alivio al escuchar la voz del Inquisidor. Poco había faltado, y sin una figura superior en rango a Abbey, todo aquello podría haber acabado muy mal.
- Tu amiga ha ganado-, comentó Jack, dándole una palmada al mercenario en el hombro que no tenía apoyado contra la pared.
- ¿Acaso lo dudabas? - respondió con una broma.
- Ja, maldito brujo, yo no conozco a la joven tan bien como tú. No sabía que pasaría, aunque parece que tú sí que lo sabías bien.
- Sí, ni te has puesto nervioso-, terminó la frase Jenn.
- Bueno, conozco el potencial de Níniel. Por eso estaba seguro del desenlace del combate, y de que será una buena Gran Encantadora-, se separó de la pared. - La gente a veces no me cree, y piensa que lo digo porque somos pareja, pero realmente considero que es la mejor preparada para el puesto-, se encogió de hombros.
La verdad, le daba igual lo que pensara la gente al respecto, tanto le daba que pensaran que alababa a Níniel por sus capacidades, que por amor y cariño. Lo realmente importante es que Níniel de verdad merecía el puesto, y ahora había quedado bien demostrado. Ya nadie dentro de la Logia dudaría de ello.
Aunque con respecto a los nervios… bien que su amiga Jenn se equivocaba. El combate en sí no le causaba desasosiego, pero como quedaría el ambiente dentro de la Logia sí.
Pero en fin, todo había terminado de la mejor manera posible, y aunque Jenn se equivocaba en su afirmación, tampoco le llevó la contraria. Si se había mostrado con rostro impasible era por algo, y no iba a tirar por tierra su esfuerzo gestual con torpeza dialéctica.
- Será mejor que tomemos asiento y tomemos algo. La ocasión la merece-, se mostró alegre y amistoso.
- Bien dicho, es la hora del alcohol. Por una vez no será yo quien sirva a los demás-, bromeó el tabernero.
- Hey, soy yo quien debería decir eso-, le reprochó Jenn.
- ¿Y quién atiende la barra? - soltó como reto Jack, con una burlona sonrisa dibujada en los labios.
Por unos instantes bien pareció que Jenn se iba a remangar los puños de su camisa, y ese era un detalle que todos lo que la conocían sabían que significaba.
- Venga, venga. Haya paz. Ya hemos tenido duelos suficientes por una celebración-, bromeó Vinc, quitándole hierro a la situación.
Lo cierto es que los dos sólo estaban bromeando, pero dadas las circunstancias, era mejor prevenir que curar. No quería más combates y preocupaciones por lo que restaba del día.
- Ambos sois unos magníficos servidores de comidas, viandas y bebidas-, siguió con su tono alegre y divertido.
Ambos le miraron con una ceja enarcada.
- Vamos, era broma-, miró al techo. - Lo importante es que hay comida gratis ¿no?
- Eso es cierto-, manifestó Jack.
- Claro que lo es, id a tomar algo. Yo iré a ver…-, miró hacia donde se encontraba sentadas Nín y Abbey, junto al resto de autoridades de la Logia. - que tal está el panorama-, dijo justo después de volver a posar la vista sobre sus amigos.
- Diablos, suerte con eso muchacho. Si mueres en el intento, me comeré tu parte en tu memoria-, bromeó el tabernero, poniendo sus pies en camino hacia una de las mesas pobladas con comida.
Jenn, por su parte, siguió a Jack tapándose la risa con una de sus manos.
- Ya…-, respondió, lo suficientemente alto para que sus amigos lo escucharan, y mirando cómo se marchaban. - Yo también os quiero-, siguió el hilo cómico de su amigo, antes de negar con la cabeza y encaminarse hacia la mesa de líderes de la Logia.
No fue hasta cuando estuvo a un palmo de la mesa cuando volvió a abrir el pico para hablar, y por supuesto, esta vez para conversar con sus superiores.
- Bueno, bueno. Está siendo una celebración un tanto movidita, pero qué demonios, así nuestros invitados no se aburren-, dijo antes de tomar un sorbo de vino de una copa que había tomado por el camino. - Pero lo importante y el motivo por el cual me he acercado, no es otro que comentarle algo, querido Inquisidor. No puedo negarle que sabe elegir a sus mandos intermedios. Todo un elenco de bellas y poderosas mujeres-, comentó amistoso y socarrón.
Era mejor dejar atrás toda la polémica, y no volver a ponerla sobre la mesa. Era mejor centrarse en asuntos más divertidos y convertir la fiesta en una verdadera fiesta. Lo que había querido comprobar era la relación entre Níniel y Abbey después del duelo, y por lo que podía apreciar, parecía estar en el mismo punto anterior a la oposición de la morena.
La broma en el fondo no era más que una prueba personal para comprobar el ambiente. El chiste no tuvo efectos secundarios, y nadie se lo tomó a mal. Todo lo contrario, el Inquisidor se rió ante la ocurrencia del mercenario de dorados cabellos.
- Sumar años sirve para algo, joven Vincent. La sabiduría es un gran don-, respondió risueño. - Algún día podrás comprobarlo en tus propias carnes.
- Oh, por los dioses. Golpe bajo, Inquisidor-, contestó a su líder, antes de reír. - No se lo tendré en cuenta. Porque es mi jefe, y porque me salvó de morir hecho puré contra la base de una montaña-, siguió diciendo en tono alegre. - Gran día ese, en el que Níniel y Lucy le ayudaron a salir de su letargo y yo, pues eso, me caí de una montaña-, dijo divertido, antes de apurar su copa y encogerse de hombros.
Le agradaba el Inquisidor. Era un tipo serio, por lo general, pero honrado, bondadoso, inteligente y que sabía lo que se traía entre manos. No podía imaginar mejor líder para la Logia. Y bueno, aunque solía ser serio, no es que tampoco fuera una piedra, tenía su particular sentido del humor, y tenía que reconocer que le había devuelto la broma con estilo.
- No te infravalores, Vinc. Ese día estuviste genial. En aquel sitio-, comentó repentinamente Lucy, que abrazaba a Abbey y Níniel, y parecía no querer soltarlas ni por todo el oro del mundo. - Sí, aquel sitio subterráneo. Con el tipo aquel, raro.
Sí, Lucy era la que mejor estaba llevando el detalle de que estaban en una celebración. Alcohol no le faltaba en las venas. Pero qué carajo, era un día para celebrar, no para andar amargados, ¿no?
- Muy cierto Lucy, pero en la montaña hice poco más que caer al abismo-, bromeó, y le guiñó un ojo.
La pelirroja se partió de risa, sin, por supuesto, soltar a las féminas que abrazaba como si de un oso se tratara.
- En fin, no quiero molestarles más. En realidad venía a felicitar a Níniel. Mis felicitaciones, Gran Encantadora-, comentó más serio, pero manteniendo el tono alegre, a la par que le dedicaba una ligera reverencia. Una señal de respeto ante su nuevo cargo. - Bueno, para eso y para comentarte que he saludado a Al'theas y a Lernaean. Fugazmente, eso sí-, tuvo que reconocer. - Y bueno, me preguntaba si te apetecería ir conmigo y saludarles, la verdad es que me gustaría conocerles mejor. Y seguro que contigo a mi lado se sentirán más cómodos-, terminó por decir, sonriente.
Iba a hacerlo de todos modos, saludarles, pues anteriormente su conversación con ellos había quedado a medias por culpa de la situación y el despropósito de Abbey. Más si Níniel iba con él, podrían hacerlo juntos y crear un momento más relajado y distendido. O eso creía.
En el caso de Vincent esto no era distinto, y como todo individuo, tenía total seguridad en varios puntos de su vida.
El amor que sentía su familia por él, el amor que sentía por la elfa que iba a demostrar sus habilidades dentro de unos instantes, y esta a su vez por él, o sus capacidades para el combate, eran algunas de esas cosas de las que podía estar del todo seguro. Del mismo modo que podía estarlo de la destreza de Níniel para manejar la magia.
El rubio sabía de lo que era capaz su querida sacerdotisa, y por ende, no sentía nervios o preocupación ante el duelo de demostración al que la dama de los bosques había terminado abocado. Lo cierto es que estaba muy tranquilo y relajado, y lo único que deseaba es que todo terminara pronto y de la mejor manera. Pues, llegados a este punto, lo que realmente le preocupaba no es que cómo terminaría el duelo, sino en qué situación quedaría la relación entre sus compañeras de armas.
Estaba completamente seguro de las habilidades de Níniel, y sabía que hacía mucho tiempo que había superado con creces a Abbey, Lucy, e incluso a él mismo. No obstante, también podía estar seguro del poder de Abbey, y de que era una experta luchadora. No lo pondría fácil, menos aún cuando se había mostrado como la principal oposición para el ascenso de Nín, y por tanto, podía acabar todo de un modo muy doloroso para ella.
El resultado del duelo, del combate propiamente dicho, no era una incógnita para él, sin embargo no podía decir lo mismo del otro resultado, del día después al duelo. Más que esperar que todo terminara bien, deseaba que así fuera, y por supuesto, acabar bien no se trataba de únicamente el ascenso de Níniel, un hecho que ya daba por sentado, sino de que todo dentro de la Logia siguiera en orden. Que el ambiente no se deteriorara.
En cualquier caso, con estas circunstancias poco podía hacer. Igual que con el duelo, ante este hecho sólo podía esperar y dejar que todo sucediera, y confiar en que fuese de la mejor manera.
Por esa razón no dijo nada al respecto, ni a Níniel, ni a Lucy. ni tan siquiera a sus amigos, a esas alturas comentarlo no serviría de nada, salvo quizás para echar más leña al fuego. Y eso era todo lo contrario a lo que deseaba.
Por tanto, Vinc sólo se apoyó en la pared, acompañado por Jack y Jenn, y contempló la prueba de Níniel.
Abbey dejó la iniciativa a la sacerdotisa, y con ese detalle el mercenario ya supo que estaba perdida. La Gran Encantadora había subestimado las capacidades ofensivas de la que sin duda sería futura Gran Encantadora. En los tiempos que corrían, y con el talento de la elfa para la magia, la única posibilidad de Abbey era hostigarla sin descanso, para evitar que pudiera usar sus poderes contra ella de forma sencilla. Sin embargo, la morena había hecho todo lo contrario pensando que Nín no podría atacarla, para cuando creó su estacas de hielo y decidió iniciar el combate, al suponer que la elfa no había podido hacerle daño, el duelo había terminado.
Muy al contrario de lo que Abbey había pensado, Níniel sí había aprovechado la oportunidad que le había brindado, y el combate, propiamente dicho, se había iniciado justo en ese momento, y no cuando la morena había generado sus proyectiles de hielo. Poco a poco las esferas de su querida elfa fueron absorbiendo las energías de su compañera, y para cuando Abbey fue consciente de ello…
Demasiado tarde. Ya era demasiado tarde para ella, y por eso, aunque los demás no lo eran conscientes del todo, él ya sabía que el combate estaba terminado. No obstante. Abbey poco tardó en mostrar su innata voluntad, tan férrea y dura como el hielo que dominaba. Ese era el punto que más temía. El punto donde el orgullo de Abbey podía pasarle factura, y donde podría hacerse tanto daño, como daño dejaría en la relación entre ella y Níniel si no desistía del intento.
Por fortuna, hacía tiempo que había un líder por encima de las Grandes Encantadoras, uno bastante sabio y sensato, que dio por concluida la prueba en el momento más oportuno.
Vincent no pudo evitar suspirar de alivio al escuchar la voz del Inquisidor. Poco había faltado, y sin una figura superior en rango a Abbey, todo aquello podría haber acabado muy mal.
- Tu amiga ha ganado-, comentó Jack, dándole una palmada al mercenario en el hombro que no tenía apoyado contra la pared.
- ¿Acaso lo dudabas? - respondió con una broma.
- Ja, maldito brujo, yo no conozco a la joven tan bien como tú. No sabía que pasaría, aunque parece que tú sí que lo sabías bien.
- Sí, ni te has puesto nervioso-, terminó la frase Jenn.
- Bueno, conozco el potencial de Níniel. Por eso estaba seguro del desenlace del combate, y de que será una buena Gran Encantadora-, se separó de la pared. - La gente a veces no me cree, y piensa que lo digo porque somos pareja, pero realmente considero que es la mejor preparada para el puesto-, se encogió de hombros.
La verdad, le daba igual lo que pensara la gente al respecto, tanto le daba que pensaran que alababa a Níniel por sus capacidades, que por amor y cariño. Lo realmente importante es que Níniel de verdad merecía el puesto, y ahora había quedado bien demostrado. Ya nadie dentro de la Logia dudaría de ello.
Aunque con respecto a los nervios… bien que su amiga Jenn se equivocaba. El combate en sí no le causaba desasosiego, pero como quedaría el ambiente dentro de la Logia sí.
Pero en fin, todo había terminado de la mejor manera posible, y aunque Jenn se equivocaba en su afirmación, tampoco le llevó la contraria. Si se había mostrado con rostro impasible era por algo, y no iba a tirar por tierra su esfuerzo gestual con torpeza dialéctica.
- Será mejor que tomemos asiento y tomemos algo. La ocasión la merece-, se mostró alegre y amistoso.
- Bien dicho, es la hora del alcohol. Por una vez no será yo quien sirva a los demás-, bromeó el tabernero.
- Hey, soy yo quien debería decir eso-, le reprochó Jenn.
- ¿Y quién atiende la barra? - soltó como reto Jack, con una burlona sonrisa dibujada en los labios.
Por unos instantes bien pareció que Jenn se iba a remangar los puños de su camisa, y ese era un detalle que todos lo que la conocían sabían que significaba.
- Venga, venga. Haya paz. Ya hemos tenido duelos suficientes por una celebración-, bromeó Vinc, quitándole hierro a la situación.
Lo cierto es que los dos sólo estaban bromeando, pero dadas las circunstancias, era mejor prevenir que curar. No quería más combates y preocupaciones por lo que restaba del día.
- Ambos sois unos magníficos servidores de comidas, viandas y bebidas-, siguió con su tono alegre y divertido.
Ambos le miraron con una ceja enarcada.
- Vamos, era broma-, miró al techo. - Lo importante es que hay comida gratis ¿no?
- Eso es cierto-, manifestó Jack.
- Claro que lo es, id a tomar algo. Yo iré a ver…-, miró hacia donde se encontraba sentadas Nín y Abbey, junto al resto de autoridades de la Logia. - que tal está el panorama-, dijo justo después de volver a posar la vista sobre sus amigos.
- Diablos, suerte con eso muchacho. Si mueres en el intento, me comeré tu parte en tu memoria-, bromeó el tabernero, poniendo sus pies en camino hacia una de las mesas pobladas con comida.
Jenn, por su parte, siguió a Jack tapándose la risa con una de sus manos.
- Ya…-, respondió, lo suficientemente alto para que sus amigos lo escucharan, y mirando cómo se marchaban. - Yo también os quiero-, siguió el hilo cómico de su amigo, antes de negar con la cabeza y encaminarse hacia la mesa de líderes de la Logia.
No fue hasta cuando estuvo a un palmo de la mesa cuando volvió a abrir el pico para hablar, y por supuesto, esta vez para conversar con sus superiores.
- Bueno, bueno. Está siendo una celebración un tanto movidita, pero qué demonios, así nuestros invitados no se aburren-, dijo antes de tomar un sorbo de vino de una copa que había tomado por el camino. - Pero lo importante y el motivo por el cual me he acercado, no es otro que comentarle algo, querido Inquisidor. No puedo negarle que sabe elegir a sus mandos intermedios. Todo un elenco de bellas y poderosas mujeres-, comentó amistoso y socarrón.
Era mejor dejar atrás toda la polémica, y no volver a ponerla sobre la mesa. Era mejor centrarse en asuntos más divertidos y convertir la fiesta en una verdadera fiesta. Lo que había querido comprobar era la relación entre Níniel y Abbey después del duelo, y por lo que podía apreciar, parecía estar en el mismo punto anterior a la oposición de la morena.
La broma en el fondo no era más que una prueba personal para comprobar el ambiente. El chiste no tuvo efectos secundarios, y nadie se lo tomó a mal. Todo lo contrario, el Inquisidor se rió ante la ocurrencia del mercenario de dorados cabellos.
- Sumar años sirve para algo, joven Vincent. La sabiduría es un gran don-, respondió risueño. - Algún día podrás comprobarlo en tus propias carnes.
- Oh, por los dioses. Golpe bajo, Inquisidor-, contestó a su líder, antes de reír. - No se lo tendré en cuenta. Porque es mi jefe, y porque me salvó de morir hecho puré contra la base de una montaña-, siguió diciendo en tono alegre. - Gran día ese, en el que Níniel y Lucy le ayudaron a salir de su letargo y yo, pues eso, me caí de una montaña-, dijo divertido, antes de apurar su copa y encogerse de hombros.
Le agradaba el Inquisidor. Era un tipo serio, por lo general, pero honrado, bondadoso, inteligente y que sabía lo que se traía entre manos. No podía imaginar mejor líder para la Logia. Y bueno, aunque solía ser serio, no es que tampoco fuera una piedra, tenía su particular sentido del humor, y tenía que reconocer que le había devuelto la broma con estilo.
- No te infravalores, Vinc. Ese día estuviste genial. En aquel sitio-, comentó repentinamente Lucy, que abrazaba a Abbey y Níniel, y parecía no querer soltarlas ni por todo el oro del mundo. - Sí, aquel sitio subterráneo. Con el tipo aquel, raro.
Sí, Lucy era la que mejor estaba llevando el detalle de que estaban en una celebración. Alcohol no le faltaba en las venas. Pero qué carajo, era un día para celebrar, no para andar amargados, ¿no?
- Muy cierto Lucy, pero en la montaña hice poco más que caer al abismo-, bromeó, y le guiñó un ojo.
La pelirroja se partió de risa, sin, por supuesto, soltar a las féminas que abrazaba como si de un oso se tratara.
- En fin, no quiero molestarles más. En realidad venía a felicitar a Níniel. Mis felicitaciones, Gran Encantadora-, comentó más serio, pero manteniendo el tono alegre, a la par que le dedicaba una ligera reverencia. Una señal de respeto ante su nuevo cargo. - Bueno, para eso y para comentarte que he saludado a Al'theas y a Lernaean. Fugazmente, eso sí-, tuvo que reconocer. - Y bueno, me preguntaba si te apetecería ir conmigo y saludarles, la verdad es que me gustaría conocerles mejor. Y seguro que contigo a mi lado se sentirán más cómodos-, terminó por decir, sonriente.
Iba a hacerlo de todos modos, saludarles, pues anteriormente su conversación con ellos había quedado a medias por culpa de la situación y el despropósito de Abbey. Más si Níniel iba con él, podrían hacerlo juntos y crear un momento más relajado y distendido. O eso creía.
Vincent Calhoun
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Re: [Trama: Nombramiento de Níniel como alta encantadora.] [Cerrado]
-No...puedo...respirar...- Se quejó Níniel en vano ante la formidable presa con la que Lucy tenía sometidas a sus iguales. No es que fuese muy fuerte, de hecho como solía ser habitual en las brujas, la tensai de fuego solía preferir un enfoque "ardiente" a la hora de resolver problemas, pero con su abrazó había dejado a las otras dos encantadoras tan pegadas a su generoso busto que resultaba asfixiante.
-Oh vamos, con una gran encantadora de hielo tenemos suficiente, déjate llevar...Aunque si lo prefieres podemos ir a un lugar más tranquilo...-Bromeó como solía hacerlo. Si Abbey la había mandado a misiones lejanas y peligrosas, así como intentado congelarla, Lucy parecía disfrutar sacándole los colores. Por supuesto siempre en broma. Tentadora como el fuego, y tan intocable como las llamas abrasadoras del averno.
-En realidad lo que nos sobra es una tensai de fuego. No deberías arrimarte tanto al alcohol o podrías matarnos a todos...-Expresó Abbey tras lograr zafarse del abrazo, tan roja por la falta de aire como la propia Níniel. -Y deberías ponerte algo más de ropa.- Añadió. Abbey también solía llevar ropa propia de climas más templados a pesar de vivir en Dundarak gracias a su dominio del hielo, pero ciertamente Lucy mostraba mucha más piel. Y aquella ocasión no era una excepción.
-¿Una broma sobre tensáis de fuego y bebidas?.- La gran encantadora se rió y volvió a abrazarlas. -Me alegra ver que habéis hecho las paces y que estás de buen humor Abbey.
-No estoy de... buen humor. Estoy...como siempre. Aunque he llegado a un buen acuerdo con Níniel. Quizá todo esto del duelo no era necesario...-Expresó la joven bruja hablando como buenamente podía. Y parecía que no se refería a la habilidad de la elfa, sino al auténtico motivo de fondo que la había llevado a plantear toda aquella pantomima. Níniel no pudo evitar sonreír también.
En ese momento Vincent se acercó hasta la mesa principal. Sus palabras fueron bien recibidas por el Inquisidor, así como por el resto de las grandes encantadoras, lo que demostraba que la tensión, al menos por el momento, se había disipado. De hecho que ninguna de las brujas dijera alfo fuera de lugar era una muy buena señal. Incluso sin todo aquello del ascenso, Abbey no solía mostrar sentido del humor, y menos dejarse abrazar por su compañera...Lucy por su parte solía tener afiladas, y tentadoras, respuestas para todo.
-Oh vamos, no es necesario...- Se sonrojó la peliblanca ante el trato respetuoso del brujo por su nuevo cargo. Puede que fuese a tardar un tiempo en que otros miembros de la Logia la trataran como a una superiora, pero definitivamente nunca se acostumbraría a esa clase de trato de parte de alguien tan cercano. Resultaba vergonzoso.
-En realidad, sí que lo es. Al menos en público. Da buena impresión, y recuerda la cadena de mando para que no haya problemas con ello dado el caso...- Se metió Abbey, que había logrado nuevamente soltarse del la opresiva cercanía de Lucy. Sus palabras tenían sentido, aunque no es que fuesen hacer que Níniel se sintiera más cómoda.
-Sí. Con todo el jaleo apenas pude hablar con ellos. Deben de pensar que soy una anfitriona terrible. Si me disculpan, Inquisidor, grandes encantadoras...- Pidió permiso, consiguiendo que Abbey se mostrara satisfecha por su pulcro respeto por la etiqueta, así como seguramente por continuar tratándola así a pesar de tener el mismo rango. Lucy por su parte parecía no querer soltarla. Aunque tuvo que hacerlo cuando el gran dragón blanco la interpeló, distrayéndola. Al hablar con su superior se mostraba mucho más comedida, lo cual denotaba que no estaba borracha, solo estaba disfrutando y divirtiéndose achuchando a sus compañeras...Muy propio de ella.
-Conocí a Al´theas en Lunargenta. En la biblioteca. Lernaean es una caballero dragón que se unió cuando ambos volvimos a coincidir aquí en el norte. Juntos nos las apañamos para reclutar a una tribu de dragones algo aislacionista y...- Níniel dejó de hablar al notar de repente como su sensibilidad al éter disminuía y desaparecía de repente. Aquello era casi como asfixiarse, al menos como sensación, pues sus pulmones funcionaban con normalidad.
Reconoció de inmediato la sensación y enseguida buscó a su hermana con la mirada, alarmada, aunque solo logró ver su rojo cabello en la distancia mientras esta saqueaba una de las mesas donde se servía la carne. -Cath, tenemos qué...-No terminó la frase pues el cambio estaba comenzando a suceder. Notaba como sus uñas se convertían en garras y una cola brotando de donde la espalda pierde su casto nombre.
-Creo que, algo de la comida me ha sentado un poco mal...Ahora mismo vuelvo.- Se disculpó con Vincent antes de salir a toda prisa, rumbo a las escaleras de la torre. Acercándose a Catherine y tomandola por la mano para arrastrarla fuera también, lejos de miradas indiscretas.
-Ohhh, ¿qué pasa? Estaba a punto de hacer mía a la mejor brocheta de carne de todo el norte...- Se quejó la felina, que parecía que aún no había notado el comienzo de los cambios.
-Está volviendo a pasar...Lo mismo que en aquel bunker en la nieve...- Fue cuanto le dijo la peliblanca tras salir de allí.
-¿Otra vez? Pensaba que no volvería, que solo fue algo relacionado con el gas rojo...- Comprendió mirándose la cola y viendo como comenzaba a menguar. -Mierda...mi hermosa cola...Pero eh, volveré a tener las tetas que me merezco...- Bromeó, quizá recordando que la última vez aquello apenas había durado.
-Oh vamos, con una gran encantadora de hielo tenemos suficiente, déjate llevar...Aunque si lo prefieres podemos ir a un lugar más tranquilo...-Bromeó como solía hacerlo. Si Abbey la había mandado a misiones lejanas y peligrosas, así como intentado congelarla, Lucy parecía disfrutar sacándole los colores. Por supuesto siempre en broma. Tentadora como el fuego, y tan intocable como las llamas abrasadoras del averno.
-En realidad lo que nos sobra es una tensai de fuego. No deberías arrimarte tanto al alcohol o podrías matarnos a todos...-Expresó Abbey tras lograr zafarse del abrazo, tan roja por la falta de aire como la propia Níniel. -Y deberías ponerte algo más de ropa.- Añadió. Abbey también solía llevar ropa propia de climas más templados a pesar de vivir en Dundarak gracias a su dominio del hielo, pero ciertamente Lucy mostraba mucha más piel. Y aquella ocasión no era una excepción.
-¿Una broma sobre tensáis de fuego y bebidas?.- La gran encantadora se rió y volvió a abrazarlas. -Me alegra ver que habéis hecho las paces y que estás de buen humor Abbey.
-No estoy de... buen humor. Estoy...como siempre. Aunque he llegado a un buen acuerdo con Níniel. Quizá todo esto del duelo no era necesario...-Expresó la joven bruja hablando como buenamente podía. Y parecía que no se refería a la habilidad de la elfa, sino al auténtico motivo de fondo que la había llevado a plantear toda aquella pantomima. Níniel no pudo evitar sonreír también.
En ese momento Vincent se acercó hasta la mesa principal. Sus palabras fueron bien recibidas por el Inquisidor, así como por el resto de las grandes encantadoras, lo que demostraba que la tensión, al menos por el momento, se había disipado. De hecho que ninguna de las brujas dijera alfo fuera de lugar era una muy buena señal. Incluso sin todo aquello del ascenso, Abbey no solía mostrar sentido del humor, y menos dejarse abrazar por su compañera...Lucy por su parte solía tener afiladas, y tentadoras, respuestas para todo.
-Oh vamos, no es necesario...- Se sonrojó la peliblanca ante el trato respetuoso del brujo por su nuevo cargo. Puede que fuese a tardar un tiempo en que otros miembros de la Logia la trataran como a una superiora, pero definitivamente nunca se acostumbraría a esa clase de trato de parte de alguien tan cercano. Resultaba vergonzoso.
-En realidad, sí que lo es. Al menos en público. Da buena impresión, y recuerda la cadena de mando para que no haya problemas con ello dado el caso...- Se metió Abbey, que había logrado nuevamente soltarse del la opresiva cercanía de Lucy. Sus palabras tenían sentido, aunque no es que fuesen hacer que Níniel se sintiera más cómoda.
-Sí. Con todo el jaleo apenas pude hablar con ellos. Deben de pensar que soy una anfitriona terrible. Si me disculpan, Inquisidor, grandes encantadoras...- Pidió permiso, consiguiendo que Abbey se mostrara satisfecha por su pulcro respeto por la etiqueta, así como seguramente por continuar tratándola así a pesar de tener el mismo rango. Lucy por su parte parecía no querer soltarla. Aunque tuvo que hacerlo cuando el gran dragón blanco la interpeló, distrayéndola. Al hablar con su superior se mostraba mucho más comedida, lo cual denotaba que no estaba borracha, solo estaba disfrutando y divirtiéndose achuchando a sus compañeras...Muy propio de ella.
-Conocí a Al´theas en Lunargenta. En la biblioteca. Lernaean es una caballero dragón que se unió cuando ambos volvimos a coincidir aquí en el norte. Juntos nos las apañamos para reclutar a una tribu de dragones algo aislacionista y...- Níniel dejó de hablar al notar de repente como su sensibilidad al éter disminuía y desaparecía de repente. Aquello era casi como asfixiarse, al menos como sensación, pues sus pulmones funcionaban con normalidad.
Reconoció de inmediato la sensación y enseguida buscó a su hermana con la mirada, alarmada, aunque solo logró ver su rojo cabello en la distancia mientras esta saqueaba una de las mesas donde se servía la carne. -Cath, tenemos qué...-No terminó la frase pues el cambio estaba comenzando a suceder. Notaba como sus uñas se convertían en garras y una cola brotando de donde la espalda pierde su casto nombre.
-Creo que, algo de la comida me ha sentado un poco mal...Ahora mismo vuelvo.- Se disculpó con Vincent antes de salir a toda prisa, rumbo a las escaleras de la torre. Acercándose a Catherine y tomandola por la mano para arrastrarla fuera también, lejos de miradas indiscretas.
-Ohhh, ¿qué pasa? Estaba a punto de hacer mía a la mejor brocheta de carne de todo el norte...- Se quejó la felina, que parecía que aún no había notado el comienzo de los cambios.
-Está volviendo a pasar...Lo mismo que en aquel bunker en la nieve...- Fue cuanto le dijo la peliblanca tras salir de allí.
-¿Otra vez? Pensaba que no volvería, que solo fue algo relacionado con el gas rojo...- Comprendió mirándose la cola y viendo como comenzaba a menguar. -Mierda...mi hermosa cola...Pero eh, volveré a tener las tetas que me merezco...- Bromeó, quizá recordando que la última vez aquello apenas había durado.
Níniel Thenidiel
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Re: [Trama: Nombramiento de Níniel como alta encantadora.] [Cerrado]
El banquete estaba celebrándose sin mayores problemas, la gente hablaba y celebraba disfrutando de los manjares y compañía, aunque no del mismo modo tan cálido como lo hacían las ahora tres encantadoras de la Logia, arrastrando y dejando atrás cualquier roce desagradable en el pasado.
-Que buena esta la carne... ¿la has probado?...- Dijo Lernaean, a la cual le costaba disimular su apetito de dragona por mucho que intentara ser refinada en la mesa.
-Perdiz... - Dijo el elfo mientras degustaba con curiosidad su copa.
-Amm... ¿ya lo has probado entonces?- Decía justo antes de dar otro bocado.
-Si... hace tiempo... pero no estaba tan delicadamente preparado... ni aliñado... y mucho menos tan bien servido... - Dijo el caballero, recordando que pocas veces había tenido la oportunidad de degustar un banquete así, porno decir ninguna... desde que decidió abandonar su hogar en favor de su profesión como caballero esmeralda errante hace ya tantos años.
Lernaean se quedo mirando al elfo durante un momento justo antes de dar otro bocado, bajando esa mano con intención de decir algo -Yo siempre he estado en el ejercito desde que me uní a él... por lo que de un modo u otro... siempre he estado acompañada de compañeros... que iban... y venían... debe de ser duro estar solo como en tu profesión...- Dijo la dragona en un tono de empatía hacia el elfo que le cogió por sorpresa.
-La vida en el ejercito no debe de ser fácil tampoco, obedecer ordenes que pueden no gustarte... ver amigos desaparecer en la guerra... y...- El elfo prefirió no seguir, pues iba a tocar temas que quizás no fueran del agrado de la dragona, como por ejemplo pertenecer a un ejercito de un reino, cuyas intenciones para declarar una guerra a otro país no siempre pueden ser justas, creer que luchas por la justicia de tu reino a cambio de traer la miseria a otro donde al final los únicos que pierden son las familias rotas de ambos bandos y los únicos que se benefician de la guerra es la nobleza y la realeza que firmo la declaración de guerra con la sangre de los hijos nacidos de sus propias tierras...
No, definitivamente no envidiaba el estilo de vida de Lernaean, pero también tenia razón en que la suya propia tampoco era fácil, sobre todo los primeros años... cazar tu propia comida, sobrevivir al inclemente tiempo... a la fauna hostil y al constante peligro de ser atracado por demasiados bandidos... y todo ello mientras aceptaba trabajos donde pudiera afrontar peligros con su espada a cambio de oro suficiente como para poder resguardarse en cualquier taberna de mala muerte como si fuera un palacio, y una simple comida comida como una sopa aguada como un manjar...
Pero aquel duro estilo de vida tenia un propósito mas allá de despertar con una nueva cicatriz cada pocos días, fortalecer el espíritu a la vez que se condimentaba la humildad. Ese era el credo de los caballeros esmeralda y el camino que Al'theas había elegido.
Esa noche el elfo tenia las manos al descubierto para comer, se las miro, comprobando alguna que otra pequeña cicatriz mientras agarraba aquella copa de cristal delicadamente decorada, una perfecta obra artesanal con el único fin de ofrecer bebida que distaba mucho de los cuencos de madera burdamente tallados de los que comió en ciertos poblados pobres a los que una vez ayudo a cambio de librarles de algún monstruo que los acosaba.
Luego dirigió su mirada a los guanteletes de tu armadura que tenia a su lado cerca de los cubiertos restantes que tenían la misma artesanía delicada de la copa que sostenía... y se percato entonces de algo que había pasado desapercibido hasta ahora...
El verde esmeralda... hacia mucho que había abandonado su armadura... ahora tenia mas bien un color desteñido, gastado, semejante al color verde de una aceituna... Su armadura había estado siempre con él, protegiéndole como pudo de todos ataques que pudo, rompiéndose y siendo reparada una y otra vez durante años por las humildes manos de herreros que pudiera permitirse... ¿en que momento perdió su lustre? lo ignoraba por completo.
-¿Te unirás a la Logia entonces?- Dijo la dragona, sacando de ipso facto a Al'theas de sus pensamientos.
El elfo sacudió la cabeza sutilmente antes de responder -Aun... no he decidido nada...- respondió indeciso.
Lernaean observo al elfo durante unos instantes, entendido que no lo tenia muy claro antes de hablar -En el ejercito... como tu mismo has dicho... hay días alegres... en los que compartes una jarra de cerveza acompañada de risas... se crea un vinculo con las personas que compartes una noche así... y poco tiempo después... estas llorando sobre sus tumbas... - Tras decir eso, mantuvo el silencio durante un instante, y luego agarro su copa, que presentaba la misma decoración delicada que la de Al'theas, y bebió de ella sin ningún tipo de delicadeza, como si se tratara de una jarra de cerveza cualquiera, y tras beberla entera, golpear la mesa con ella y soltar una bocanada de aire volvió a hablar -Ellos... fueron unos capullos... por dejarse matar y dejarme tirada... pero... me siento dichosa de haberles conocido... si no hubiera sido por ellos... yo no seria quien soy ahora...- Se mordió el labio, sintiendo el regusto de la bebida y luego miro a Al'theas de nuevo -No pretendo decirte lo que tienes que hacer con tu vida pero... sencillamente... hay cosas que no se deberían hacer en soledad...- Tras decir eso, la dragona alzo su copa frente al elfo.
El caballero sonrió conmovido por sus palabras, y alzo su copa del mismo modo, chocándola suavemente con la suya, correspondiendo el brindis y bebieron por lo dicho.
Justo después, Al'theas comenzó a sentirse extraño, era un sensación incomoda pero sobre todo... familiar... ya había sentido esto antes hace no mucho y se vio en la necesidad de levantarse de la mesa -Discúlpame un momento... no tardo- Dijo con una sonrisa forzada a una extrañada Dragona a la que apenas dio tiempo a responder.
-Cuando hay necesidad hay necesidad...- Menciono mientras el elfo se alejaba, riéndose consigo misma.
A medida que caminaba, Al'theas comenzó a notar que le dolían las orejas, y cuando se las toco, fue entonces cuando se percato de que estaban menguando, por lo que decide colocarse la capucha de la capa para ocultarlas para no perturbar a nadie los cambios que estaba sufriendo y sin saber donde meterse, decide tomar la primera entrada que ve, la cual parece llevar escaleras arriba y decide ocultarse allí temporalmente mientras siente su cuerpo estremecerse.
Cuando por fin parece que había acabado se relaja, y cerca de allí había colgado de la pared una especie de espejo, el cual aprovecho para ver de primera mano lo que había pasado... su pelo claro seguía ahí, pero su rostro, aunque aun reconocible, parecía mas tosco... humano... al igual que sus ahora orejas redondas... ahora entendía con razón porque se perturbo aquella criatura que le ataco justo cuando estaba sufriendo el mismo cambio... si no fuera por la armadura y sus ojos, no diría que es él mismo.
Antes de poder preguntarse a que se debía aquella extraña maldición o cuanto duraría... nueva mente su aspecto volvió a cambiar frente a sus ojos, volviendo a tener su aspecto de siempre y sintiéndose aliviado de recuperar sus orejas elficas... justo en ese momento... escucho voces que le resultaban familiares escaleras mas arriba, pudo reconocerlas perfectamente y parecían apuradas por algún motivo, por lo que decide asomarse esperando poder ayudarlas en lo que pudiera.
-¿Níniel?... ¿Catherine?...- Dijo en voz alta con la intención de que le oyeran acercarse antes de asomarse en un gesto cortés, ya que quizás pudieran no querer ser molestadas en ese instante.
-Que buena esta la carne... ¿la has probado?...- Dijo Lernaean, a la cual le costaba disimular su apetito de dragona por mucho que intentara ser refinada en la mesa.
-Perdiz... - Dijo el elfo mientras degustaba con curiosidad su copa.
-Amm... ¿ya lo has probado entonces?- Decía justo antes de dar otro bocado.
-Si... hace tiempo... pero no estaba tan delicadamente preparado... ni aliñado... y mucho menos tan bien servido... - Dijo el caballero, recordando que pocas veces había tenido la oportunidad de degustar un banquete así, porno decir ninguna... desde que decidió abandonar su hogar en favor de su profesión como caballero esmeralda errante hace ya tantos años.
Lernaean se quedo mirando al elfo durante un momento justo antes de dar otro bocado, bajando esa mano con intención de decir algo -Yo siempre he estado en el ejercito desde que me uní a él... por lo que de un modo u otro... siempre he estado acompañada de compañeros... que iban... y venían... debe de ser duro estar solo como en tu profesión...- Dijo la dragona en un tono de empatía hacia el elfo que le cogió por sorpresa.
-La vida en el ejercito no debe de ser fácil tampoco, obedecer ordenes que pueden no gustarte... ver amigos desaparecer en la guerra... y...- El elfo prefirió no seguir, pues iba a tocar temas que quizás no fueran del agrado de la dragona, como por ejemplo pertenecer a un ejercito de un reino, cuyas intenciones para declarar una guerra a otro país no siempre pueden ser justas, creer que luchas por la justicia de tu reino a cambio de traer la miseria a otro donde al final los únicos que pierden son las familias rotas de ambos bandos y los únicos que se benefician de la guerra es la nobleza y la realeza que firmo la declaración de guerra con la sangre de los hijos nacidos de sus propias tierras...
No, definitivamente no envidiaba el estilo de vida de Lernaean, pero también tenia razón en que la suya propia tampoco era fácil, sobre todo los primeros años... cazar tu propia comida, sobrevivir al inclemente tiempo... a la fauna hostil y al constante peligro de ser atracado por demasiados bandidos... y todo ello mientras aceptaba trabajos donde pudiera afrontar peligros con su espada a cambio de oro suficiente como para poder resguardarse en cualquier taberna de mala muerte como si fuera un palacio, y una simple comida comida como una sopa aguada como un manjar...
Pero aquel duro estilo de vida tenia un propósito mas allá de despertar con una nueva cicatriz cada pocos días, fortalecer el espíritu a la vez que se condimentaba la humildad. Ese era el credo de los caballeros esmeralda y el camino que Al'theas había elegido.
Esa noche el elfo tenia las manos al descubierto para comer, se las miro, comprobando alguna que otra pequeña cicatriz mientras agarraba aquella copa de cristal delicadamente decorada, una perfecta obra artesanal con el único fin de ofrecer bebida que distaba mucho de los cuencos de madera burdamente tallados de los que comió en ciertos poblados pobres a los que una vez ayudo a cambio de librarles de algún monstruo que los acosaba.
Luego dirigió su mirada a los guanteletes de tu armadura que tenia a su lado cerca de los cubiertos restantes que tenían la misma artesanía delicada de la copa que sostenía... y se percato entonces de algo que había pasado desapercibido hasta ahora...
El verde esmeralda... hacia mucho que había abandonado su armadura... ahora tenia mas bien un color desteñido, gastado, semejante al color verde de una aceituna... Su armadura había estado siempre con él, protegiéndole como pudo de todos ataques que pudo, rompiéndose y siendo reparada una y otra vez durante años por las humildes manos de herreros que pudiera permitirse... ¿en que momento perdió su lustre? lo ignoraba por completo.
-¿Te unirás a la Logia entonces?- Dijo la dragona, sacando de ipso facto a Al'theas de sus pensamientos.
El elfo sacudió la cabeza sutilmente antes de responder -Aun... no he decidido nada...- respondió indeciso.
Lernaean observo al elfo durante unos instantes, entendido que no lo tenia muy claro antes de hablar -En el ejercito... como tu mismo has dicho... hay días alegres... en los que compartes una jarra de cerveza acompañada de risas... se crea un vinculo con las personas que compartes una noche así... y poco tiempo después... estas llorando sobre sus tumbas... - Tras decir eso, mantuvo el silencio durante un instante, y luego agarro su copa, que presentaba la misma decoración delicada que la de Al'theas, y bebió de ella sin ningún tipo de delicadeza, como si se tratara de una jarra de cerveza cualquiera, y tras beberla entera, golpear la mesa con ella y soltar una bocanada de aire volvió a hablar -Ellos... fueron unos capullos... por dejarse matar y dejarme tirada... pero... me siento dichosa de haberles conocido... si no hubiera sido por ellos... yo no seria quien soy ahora...- Se mordió el labio, sintiendo el regusto de la bebida y luego miro a Al'theas de nuevo -No pretendo decirte lo que tienes que hacer con tu vida pero... sencillamente... hay cosas que no se deberían hacer en soledad...- Tras decir eso, la dragona alzo su copa frente al elfo.
El caballero sonrió conmovido por sus palabras, y alzo su copa del mismo modo, chocándola suavemente con la suya, correspondiendo el brindis y bebieron por lo dicho.
Justo después, Al'theas comenzó a sentirse extraño, era un sensación incomoda pero sobre todo... familiar... ya había sentido esto antes hace no mucho y se vio en la necesidad de levantarse de la mesa -Discúlpame un momento... no tardo- Dijo con una sonrisa forzada a una extrañada Dragona a la que apenas dio tiempo a responder.
-Cuando hay necesidad hay necesidad...- Menciono mientras el elfo se alejaba, riéndose consigo misma.
A medida que caminaba, Al'theas comenzó a notar que le dolían las orejas, y cuando se las toco, fue entonces cuando se percato de que estaban menguando, por lo que decide colocarse la capucha de la capa para ocultarlas para no perturbar a nadie los cambios que estaba sufriendo y sin saber donde meterse, decide tomar la primera entrada que ve, la cual parece llevar escaleras arriba y decide ocultarse allí temporalmente mientras siente su cuerpo estremecerse.
Cuando por fin parece que había acabado se relaja, y cerca de allí había colgado de la pared una especie de espejo, el cual aprovecho para ver de primera mano lo que había pasado... su pelo claro seguía ahí, pero su rostro, aunque aun reconocible, parecía mas tosco... humano... al igual que sus ahora orejas redondas... ahora entendía con razón porque se perturbo aquella criatura que le ataco justo cuando estaba sufriendo el mismo cambio... si no fuera por la armadura y sus ojos, no diría que es él mismo.
Antes de poder preguntarse a que se debía aquella extraña maldición o cuanto duraría... nueva mente su aspecto volvió a cambiar frente a sus ojos, volviendo a tener su aspecto de siempre y sintiéndose aliviado de recuperar sus orejas elficas... justo en ese momento... escucho voces que le resultaban familiares escaleras mas arriba, pudo reconocerlas perfectamente y parecían apuradas por algún motivo, por lo que decide asomarse esperando poder ayudarlas en lo que pudiera.
-¿Níniel?... ¿Catherine?...- Dijo en voz alta con la intención de que le oyeran acercarse antes de asomarse en un gesto cortés, ya que quizás pudieran no querer ser molestadas en ese instante.
Al'theas Tinarandel
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Re: [Trama: Nombramiento de Níniel como alta encantadora.] [Cerrado]
La celebración iba tomando forma y se iba convirtiendo en aquello que pretendía ser desde un principio. Poco a poco se iba transformando en la amistosa reunión para festejar el ascenso de Níniel, que debería haber sido en todo momento, y atrás iba quedando la inapropiada situación que acababan de vivir ante la insistencia de Abbey.
Todos los allí presentes habían venido a festejar y a ser partícipe de las buenas nuevas. No era el momento para un examen final, uno que además era del todo innecesario, o al menos eso era lo que pensaba el brujo mercenario.
Para él, Níniel ya había demostrado su valía para el puesto con creces, y el duelo que acababan de presenciar lo consideraba una pérdida de tiempo. Más era evidente que para Abbey, la elfa no había hecho suficientes logros como para merecer el ascenso. Por suerte, cualquier duda que la Gran Encantadora hubiera tenido, quedó sepultada bajo el magistral dominio de la magia que su querida Níniel poseía. Y aún con mayor fortuna, cualquier problema que pudiera emerger entre bruja y elfa, quedó igualmente sepultado tras el duelo de prueba.
Níniel no se tomó mal la oposición y dudas de Abbey sobre su ascenso, y al mismo tiempo, Abbey no dejó que la derrota le afectara y la aceptó de buen grado y con nobleza.
En definitiva, los peores pronósticos para el futuro ambiente entre las mujeres no se habían producido. No había más que ver la buena sintonía que ahora existía entre ellas para darse cuenta de ello. Además, si a esta situación le sumábamos la siempre coqueta y jovial Lucy, no podía temerse un supuesto donde la relación entre ambas acabara enrarecida. La pelirroja siempre conseguía sacar una sonrisa y la parte más socarrona y divertida del resto de los mortales. Con ella por medio, era imposible pensar que dicha relación pudiera empeorar o acabar mal.
- ¿Y cuándo he olvidado la cadena de mando? - bromeó, pues aunque era leal a la Logia, a nadie de los presentes en la mesa se les escapaba que su principal oficio era el de mercenario. Y quizás por ese mismo motivo, sus compañeras y su líder lo miraron con suspicacia y chispeante diversión brillando en sus ojos. - Vamos, en serio. Ya lo sabéis, no hay nada como un verdadero profesional. Son los que respetan mejor que nadie la cadena de mando-, siguió diciendo con buen humor. - Por un módico precio, claro está-, bromeó, mostrando su más pícara sonrisa.
- Anda, vete con Níniel a saludar a sus amigos, antes de que sea yo la que te lance esta vez de lo alto de una torre-, respondió Abbey, en su tono habitual, lo cual ya era significativo de que todo iba como debería ir.
Todo estaba en su sitio, en su magnífico y tranquilizador lugar, aunque Lucy no pudo evitar partirse de risa y meter baza en la conversación.
- Oh vamos Abbey, no te cargues a nuestro Vinc. No nos dejes sin asalariado tan pronto, a día de hoy es difícil encontrarlos tan eficientes-, comentó la pelirroja, con la alegría propia de ella.
- Ni tan barato, ¿no? Creo que esa era la parte que más os importaba cuando llegué por primera vez a esta torre-, bromeó, antes de guiñarles un ojo a las chicas, y dar un paso atrás.
En cuánto el brujo terminó su movimiento hacia atrás, le dedicó un formal y respetuoso asentimiento al Líder de la Logia, y se giró para acompañar a Níniel.
- Serás tonto-, dijo Lucy, antes de volver a reír. - Sabes que te apreciamos más allá de lo barato que seas, aunque eso nunca está de más-, bromeó esta vez la pelirroja, hablando a la espalda del rubio. - Y recuerda volver más tarde, no gastes toda la festividad con amigotes y guarda algo de tiempo para tus jefes. No nos dejes solos por mucho tiempo-, terminó de bromear.
Vincent sonrió ante las ocurrencias de Lucy, y giró el cuello para mirar hacia atrás por última vez.
- Eso está hecho-, contestó, al tiempo que alzaba un pulgar, y observaba como Abbey negaba con la cabeza, algo avergonzada por las maneras tan poco formales de su homóloga de fuego.
Luego centró su vista en el camino que le quedaba hasta llegar junto a los amigos de Níniel, mientras escuchaba un breve resumen sobre la procedencia de ambos, así como de las circunstancias en las que se habían conocido.
- Una tribu de dragones algo aislacionista…-, dejó la frase en el aire, del mismo modo que hubiera hecho la dulce elfa. - ¿Ocurre algo? - preguntó.
Más no obtuvo respuesta. Fuera lo que fuese, había hecho reaccionar a Níniel de forma precipitada, y había hecho que cambiara sus planes sobre la marcha. Si en un principio la sacerdotisa del clan Thenidiel se había mostrado interesada en la idea de saludar a Al´theas y a Lernaean, en cuestión de un instante había decido más adecuado acercarse a Cath y alejarse con ella.
El rubio por un momento pensó en seguirlas, pero teniendo en cuenta el ambiente en el que se encontraban, y que lo más grave y problemático había quedado atrás, supuso que no era nada importante y cambió de parecer. Quizás la gata había hecho algo inapropiado y Nín había decidido corregirla en privado. Era lo más lógico. No sería la primera vez que la sacerdotisa enseñaba modales a la mujer bestia, tan dada a la poca formalidad, y dados que se encontraban inmersos en toda una celebración por su ascenso…
Sí, era lo más probable. Por ello, el brujo decidió seguir con el plan inicial, y acercarse a los amigos de Níniel para saludarlos. La esperaría junto a ellos.
O debería decir junto a ella, pues en lo que observaba la escena de Níniel con Cath había perdido la perspectiva de la mesa del elfo y la dragona, y para cuando volvió a posarla mirada sobre dicha mesa, sólo quedaba sentada en ella la caballero dragón.
- Parece que nos han dejado solos-, fue el informal saludo que le dedicó a la guerrera. - Supongo que hoy mi oratoria espanta al personal-, bromeó, a la vez que se sentaba en una de las sillas y apoyaba el codo sobre la madera. - Siento haberos dado antes tan escueto saludo, más mucho me temo…-, dijo más serio, dejando unos instantes la frase en el aire. - Bueno, pues ya pudo verlo con sus propios ojos. La situación se complicó un poco, por decirlo de alguna manera-, rió con suavidad. - Le prometo que no todos los días hay tantas discrepancias en el seno de la Logia. Otras veces estamos mucho más compenetrados y unidos-, comentó y asintió con la cabeza, para reforzar su afirmación.
Vinc imaginaba que el amigo de la dragona y Nín no tardaría en regresar, del mismo modo que tampoco lo haría la sacerdotisa. Más habiéndose quedado solo, y habiendo pasado la mayor parte del tiempo con sus propios amigos, creía que lo más acertado era acercarse a la dragona y darle conversación, así como disculparse por su precipitada despedida.
- Llegados a este punto, creo que ha llegado el momento de la indiscreción y las preguntas curiosas-, comentó en broma, marcando una media sonrisa en los labios.- Si no es demasiado descarado, me gustaría saber cuándo conociste a Níniel - preguntó. - Curiosidad, más que nada. Por supuesto, sólo si no me meto donde no me llaman. No quisiera ser una molestia-, sonrió e hizo un gesto con la mano del brazo apoyado sobre la mesa, quitándole hierro a la situación y dando a entender que no había problema en que no contestara si no lo deseaba.
Todos los allí presentes habían venido a festejar y a ser partícipe de las buenas nuevas. No era el momento para un examen final, uno que además era del todo innecesario, o al menos eso era lo que pensaba el brujo mercenario.
Para él, Níniel ya había demostrado su valía para el puesto con creces, y el duelo que acababan de presenciar lo consideraba una pérdida de tiempo. Más era evidente que para Abbey, la elfa no había hecho suficientes logros como para merecer el ascenso. Por suerte, cualquier duda que la Gran Encantadora hubiera tenido, quedó sepultada bajo el magistral dominio de la magia que su querida Níniel poseía. Y aún con mayor fortuna, cualquier problema que pudiera emerger entre bruja y elfa, quedó igualmente sepultado tras el duelo de prueba.
Níniel no se tomó mal la oposición y dudas de Abbey sobre su ascenso, y al mismo tiempo, Abbey no dejó que la derrota le afectara y la aceptó de buen grado y con nobleza.
En definitiva, los peores pronósticos para el futuro ambiente entre las mujeres no se habían producido. No había más que ver la buena sintonía que ahora existía entre ellas para darse cuenta de ello. Además, si a esta situación le sumábamos la siempre coqueta y jovial Lucy, no podía temerse un supuesto donde la relación entre ambas acabara enrarecida. La pelirroja siempre conseguía sacar una sonrisa y la parte más socarrona y divertida del resto de los mortales. Con ella por medio, era imposible pensar que dicha relación pudiera empeorar o acabar mal.
- ¿Y cuándo he olvidado la cadena de mando? - bromeó, pues aunque era leal a la Logia, a nadie de los presentes en la mesa se les escapaba que su principal oficio era el de mercenario. Y quizás por ese mismo motivo, sus compañeras y su líder lo miraron con suspicacia y chispeante diversión brillando en sus ojos. - Vamos, en serio. Ya lo sabéis, no hay nada como un verdadero profesional. Son los que respetan mejor que nadie la cadena de mando-, siguió diciendo con buen humor. - Por un módico precio, claro está-, bromeó, mostrando su más pícara sonrisa.
- Anda, vete con Níniel a saludar a sus amigos, antes de que sea yo la que te lance esta vez de lo alto de una torre-, respondió Abbey, en su tono habitual, lo cual ya era significativo de que todo iba como debería ir.
Todo estaba en su sitio, en su magnífico y tranquilizador lugar, aunque Lucy no pudo evitar partirse de risa y meter baza en la conversación.
- Oh vamos Abbey, no te cargues a nuestro Vinc. No nos dejes sin asalariado tan pronto, a día de hoy es difícil encontrarlos tan eficientes-, comentó la pelirroja, con la alegría propia de ella.
- Ni tan barato, ¿no? Creo que esa era la parte que más os importaba cuando llegué por primera vez a esta torre-, bromeó, antes de guiñarles un ojo a las chicas, y dar un paso atrás.
En cuánto el brujo terminó su movimiento hacia atrás, le dedicó un formal y respetuoso asentimiento al Líder de la Logia, y se giró para acompañar a Níniel.
- Serás tonto-, dijo Lucy, antes de volver a reír. - Sabes que te apreciamos más allá de lo barato que seas, aunque eso nunca está de más-, bromeó esta vez la pelirroja, hablando a la espalda del rubio. - Y recuerda volver más tarde, no gastes toda la festividad con amigotes y guarda algo de tiempo para tus jefes. No nos dejes solos por mucho tiempo-, terminó de bromear.
Vincent sonrió ante las ocurrencias de Lucy, y giró el cuello para mirar hacia atrás por última vez.
- Eso está hecho-, contestó, al tiempo que alzaba un pulgar, y observaba como Abbey negaba con la cabeza, algo avergonzada por las maneras tan poco formales de su homóloga de fuego.
Luego centró su vista en el camino que le quedaba hasta llegar junto a los amigos de Níniel, mientras escuchaba un breve resumen sobre la procedencia de ambos, así como de las circunstancias en las que se habían conocido.
- Una tribu de dragones algo aislacionista…-, dejó la frase en el aire, del mismo modo que hubiera hecho la dulce elfa. - ¿Ocurre algo? - preguntó.
Más no obtuvo respuesta. Fuera lo que fuese, había hecho reaccionar a Níniel de forma precipitada, y había hecho que cambiara sus planes sobre la marcha. Si en un principio la sacerdotisa del clan Thenidiel se había mostrado interesada en la idea de saludar a Al´theas y a Lernaean, en cuestión de un instante había decido más adecuado acercarse a Cath y alejarse con ella.
El rubio por un momento pensó en seguirlas, pero teniendo en cuenta el ambiente en el que se encontraban, y que lo más grave y problemático había quedado atrás, supuso que no era nada importante y cambió de parecer. Quizás la gata había hecho algo inapropiado y Nín había decidido corregirla en privado. Era lo más lógico. No sería la primera vez que la sacerdotisa enseñaba modales a la mujer bestia, tan dada a la poca formalidad, y dados que se encontraban inmersos en toda una celebración por su ascenso…
Sí, era lo más probable. Por ello, el brujo decidió seguir con el plan inicial, y acercarse a los amigos de Níniel para saludarlos. La esperaría junto a ellos.
O debería decir junto a ella, pues en lo que observaba la escena de Níniel con Cath había perdido la perspectiva de la mesa del elfo y la dragona, y para cuando volvió a posarla mirada sobre dicha mesa, sólo quedaba sentada en ella la caballero dragón.
- Parece que nos han dejado solos-, fue el informal saludo que le dedicó a la guerrera. - Supongo que hoy mi oratoria espanta al personal-, bromeó, a la vez que se sentaba en una de las sillas y apoyaba el codo sobre la madera. - Siento haberos dado antes tan escueto saludo, más mucho me temo…-, dijo más serio, dejando unos instantes la frase en el aire. - Bueno, pues ya pudo verlo con sus propios ojos. La situación se complicó un poco, por decirlo de alguna manera-, rió con suavidad. - Le prometo que no todos los días hay tantas discrepancias en el seno de la Logia. Otras veces estamos mucho más compenetrados y unidos-, comentó y asintió con la cabeza, para reforzar su afirmación.
Vinc imaginaba que el amigo de la dragona y Nín no tardaría en regresar, del mismo modo que tampoco lo haría la sacerdotisa. Más habiéndose quedado solo, y habiendo pasado la mayor parte del tiempo con sus propios amigos, creía que lo más acertado era acercarse a la dragona y darle conversación, así como disculparse por su precipitada despedida.
- Llegados a este punto, creo que ha llegado el momento de la indiscreción y las preguntas curiosas-, comentó en broma, marcando una media sonrisa en los labios.- Si no es demasiado descarado, me gustaría saber cuándo conociste a Níniel - preguntó. - Curiosidad, más que nada. Por supuesto, sólo si no me meto donde no me llaman. No quisiera ser una molestia-, sonrió e hizo un gesto con la mano del brazo apoyado sobre la mesa, quitándole hierro a la situación y dando a entender que no había problema en que no contestara si no lo deseaba.
Vincent Calhoun
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Re: [Trama: Nombramiento de Níniel como alta encantadora.] [Cerrado]
-Ojalá pudiera conservar este tamaño permanentemente...Claro que necesitaría hacerle unos arreglos a la armadura...- Comentó con tono apenado la felina al verse de nuevo con su crecido aspecto de hija del bosque, aunque al igual que la última vez parecía algo desorientada y con dificultades para mantener sus felinos movimientos, sin duda culpa de la falta de su cola y de los poco acostumbrada que estaba a sentir el éter. -Lo ideal sería esto...-Dijo llevando sus manos a sus pechos. - Y conservar mi hermoso pelaje, mi cola, mis garras...Y en general ser yo pero con más de esto...- Alegó.
-Sí, ya lo dejaste claro la primera vez...- Respondió la peliblanca mientras redoblaba sus esfuerzos por respirar, intentando compensar de manera inconsciente su imposibilidad para sentir el éter a base de llenar de aire sus pulmones. Le había llevado unos minutos comenzar a acostumbrarse de nuevo a aquella desagradable sensación, haciendo que el resto de los cambios fueran nimiedades en comparación. De hecho no podía negarse que aquel cuerpo tenía sus ventajas; con él se sentía físicamente pletórica, capaz de moverse como el viento y fuerte como una poderosa guerrera. Tal y como debía sentirse Catherine siempre.
-Creo que ya...está desapareciendo...- Añadió cuando poco después notó que volvían a la normalidad, un proceso mucho más cómodo y natural, aunque tan extraño como el primero. Lo peor de todo es que no sabía a qué se debía, o cuándo dejaría de ocurrir. Cuando ocurrió durante la expedición a la ciudad roja había dado las gracias a los dioses por que hubiera pasado. Ahora que se había repetido...
-Vas a tener que hacer algo al respecto, Nín...Ni que fuéramos mujeres lobo. Y ya sabes, si puedes hacer lo que dije antes ya que te pones...- La gata, de nuevo en su forma felina insistió en aquello, aparte de mirar si al menos había retenido una parte. Parecía querer convencerse a si misma de que sí.
-Me hago cargo. Pero ahora debemos volver. Nos fuimos sin decir nada y...No quiero que Abbey vuelva a a la carga.- Instó la elfa arreglándose la ropa, y reprimiendo un impulso repentino por acicalarse el pelo como lo haría una gata.
Tras descender de nuevo hasta la planta donde tenía lugar la fiesta, ambas jóvenes no tardaron en encontrarse con Al´theas, que también parecía que había salido a "tomar el aire". O eso esperaba la elfa. Cabía la posibilidad de que hubiese salido tras ellas al verlas tan apuradas, pero aunque así hubiese sido no se había alejado mucho, por lo que aquellas extrañas transformaciones momentáneas seguirían siendo un secreto. Así como el hecho de no ser las únicas allí que sufrían de aquel extraño mal para el que Níniel no tenía aún explicación ni solución.
-¿Te has aburrido ya de la fiesta?- Preguntó Catherine al caballero esmeralda una vez que llegaron hasta él. -¿O acaso querías ir tras nosotras con la esperanza de que hubiésemos ido a ponernos algo más cómodo?- Se burló la felina, como solía hacer. Una aptitud que por una vez Níniel no reprendió, y por la que ni siquiera se ruborizó, pues sin duda alejaba la conversación del verdadero motivo por el que habían tenido que salir a toda prisa.
-Puede ser peligroso vagar por la torre sin permiso y sin la compañía de un miembro. Si buscabas el excusado hay uno por allí.- Dijo a su vez la peliblanca, pues tenía claro que no era ningún ladrón y le pareció la causa más probable.
-Y con permiso y al lado de una alta encantadora también...- Se rió la pelirroja, haciendo referencia nuevamente a ciertas historias que la sacerdotisa le había contado. -Entremos, aún no le hincado el diente a al carne y, estoy hambrienta.- Añadió abriendo las puertas, decidida a volver y a divertirse.
Níniel mostró un gesto de duda e invitación para con el elfo para ir con ellas y también se adentró en el lugar de la fiesta, siendo inmediatamente interceptada por algunos de los miembros del gremio que la felicitaron por su nombramiento. Los hijos del bosque de la Logia se contaban entre los que más efusivamente brindaban por ella. Quizá aquello llegara a oídos de su madre incluso antes de que ella pudiera escribir a su casa.
-Ya estamos de vuelta. Lamento la ausencia. Tuve que ocuparme de un asunto urgente.- Saludó y se disculpó de nuevo la joven una vez que logró volver junto a la mesa donde Vincent y Lernaean hablaban. Catherine apareció tras ella, con una brocheta tamaño inquisidor en las manos.
-Sí, ya lo dejaste claro la primera vez...- Respondió la peliblanca mientras redoblaba sus esfuerzos por respirar, intentando compensar de manera inconsciente su imposibilidad para sentir el éter a base de llenar de aire sus pulmones. Le había llevado unos minutos comenzar a acostumbrarse de nuevo a aquella desagradable sensación, haciendo que el resto de los cambios fueran nimiedades en comparación. De hecho no podía negarse que aquel cuerpo tenía sus ventajas; con él se sentía físicamente pletórica, capaz de moverse como el viento y fuerte como una poderosa guerrera. Tal y como debía sentirse Catherine siempre.
-Creo que ya...está desapareciendo...- Añadió cuando poco después notó que volvían a la normalidad, un proceso mucho más cómodo y natural, aunque tan extraño como el primero. Lo peor de todo es que no sabía a qué se debía, o cuándo dejaría de ocurrir. Cuando ocurrió durante la expedición a la ciudad roja había dado las gracias a los dioses por que hubiera pasado. Ahora que se había repetido...
-Vas a tener que hacer algo al respecto, Nín...Ni que fuéramos mujeres lobo. Y ya sabes, si puedes hacer lo que dije antes ya que te pones...- La gata, de nuevo en su forma felina insistió en aquello, aparte de mirar si al menos había retenido una parte. Parecía querer convencerse a si misma de que sí.
-Me hago cargo. Pero ahora debemos volver. Nos fuimos sin decir nada y...No quiero que Abbey vuelva a a la carga.- Instó la elfa arreglándose la ropa, y reprimiendo un impulso repentino por acicalarse el pelo como lo haría una gata.
Tras descender de nuevo hasta la planta donde tenía lugar la fiesta, ambas jóvenes no tardaron en encontrarse con Al´theas, que también parecía que había salido a "tomar el aire". O eso esperaba la elfa. Cabía la posibilidad de que hubiese salido tras ellas al verlas tan apuradas, pero aunque así hubiese sido no se había alejado mucho, por lo que aquellas extrañas transformaciones momentáneas seguirían siendo un secreto. Así como el hecho de no ser las únicas allí que sufrían de aquel extraño mal para el que Níniel no tenía aún explicación ni solución.
-¿Te has aburrido ya de la fiesta?- Preguntó Catherine al caballero esmeralda una vez que llegaron hasta él. -¿O acaso querías ir tras nosotras con la esperanza de que hubiésemos ido a ponernos algo más cómodo?- Se burló la felina, como solía hacer. Una aptitud que por una vez Níniel no reprendió, y por la que ni siquiera se ruborizó, pues sin duda alejaba la conversación del verdadero motivo por el que habían tenido que salir a toda prisa.
-Puede ser peligroso vagar por la torre sin permiso y sin la compañía de un miembro. Si buscabas el excusado hay uno por allí.- Dijo a su vez la peliblanca, pues tenía claro que no era ningún ladrón y le pareció la causa más probable.
-Y con permiso y al lado de una alta encantadora también...- Se rió la pelirroja, haciendo referencia nuevamente a ciertas historias que la sacerdotisa le había contado. -Entremos, aún no le hincado el diente a al carne y, estoy hambrienta.- Añadió abriendo las puertas, decidida a volver y a divertirse.
Níniel mostró un gesto de duda e invitación para con el elfo para ir con ellas y también se adentró en el lugar de la fiesta, siendo inmediatamente interceptada por algunos de los miembros del gremio que la felicitaron por su nombramiento. Los hijos del bosque de la Logia se contaban entre los que más efusivamente brindaban por ella. Quizá aquello llegara a oídos de su madre incluso antes de que ella pudiera escribir a su casa.
-Ya estamos de vuelta. Lamento la ausencia. Tuve que ocuparme de un asunto urgente.- Saludó y se disculpó de nuevo la joven una vez que logró volver junto a la mesa donde Vincent y Lernaean hablaban. Catherine apareció tras ella, con una brocheta tamaño inquisidor en las manos.
Níniel Thenidiel
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Re: [Trama: Nombramiento de Níniel como alta encantadora.] [Cerrado]
La celebración seguía su curso sin mayores contratiempos, a excepción de la repentina huida del caballero esmeralda, todo seguía su curso, la caballero dragón Lernaean se encontraba sola en ese momento degustando la comida, a la espera del elfo, hasta que el joven brujo que conoció anteriormente como Vincent se acerco a la mesa a saludarla y acompañarla.
-Eso parece... - Dijo la dragona a través de una risa por su comentario -Mi compañero A'ltheas no tardara en unirse a nosotros, ojala que la sacerdotisa pueda hacerlo pronto también- Dijo de forma cortes a la vez que arrimaba una copa hacia el brujo llena de cerveza.
-No te disculpes, a nosotros también nos ha caído por sorpresa todo esto... pero por suerte todo ha salido bien, y Niníel salio triunfante- Respondió mientras bebía de su copa.
-¿mmm? oh... para nada es molestia, al contrario, me enorgullece decir que conocí a la sacerdotisa Níniel y al caballero Al'theas el mismo día que nos encargaron una misión en la que debíamos unir una tribu dragón de cazadores, el clan Filo invernal al ejercito de Rigobert, fue toda una aventura... tuvimos que combatir todos juntos contra una manada de tigres laza encabezados por un tigre gigante... fue... glorioso, cuando todo estaba perdido... Al'theas se lanzo a por la bestia... y Niníel con su... magia... hizo el resto y en un abrir y cerrar de ojos... ¡habíamos ganado!- Y antes de seguir, volvió a beber de su copa hasta dejarla vacía, dejando que el efecto de la bebida elevara el color de su rostro -Ahhh... ¡que día ese!-
Mientras el brujo y la dragona se contaban batallitas, Al'theas se había topado de casualidad con la joven sacerdotisa y con su acompañante felina, haciendo gala de su característico humor.
-A pesar de que no soy muy de fiestas... la verdad es que no me aburro, pero me sentía un poco agobiado... y decidí darme un respiro- Dijo con una sonrisa a Catherine como si le riera la ocurrencia en silencio -Tiene razón... Alta encantadora... no debería haberme aventurado a solas, he oído que las instalaciones podrían ser peligrosas incluso para un caballero esmeralda... me disculpo por ello- Dijo haciendo una reverencia hacia Níniel junto a una sonrisa que delataba que era consciente de que su innecesaria cortesía rayaba lo ridículo, pues era una forma de complementar los comentarios de ambas -No esperaba encontrarme con vosotras aquí, pero me alegro de veros- Dijo esta vez con sinceridad, comprobando que aparentemente no le habían visto sufrir aquella transformación, y que tampoco le habían notado nada raro que pudiera haber quedado, lo cual le alivio, aunque el ultimo comentario de la felina logro hacerle arquear la cabeza al no saber que se refería mientras ella reía.
De nuevo, en la sala del banquete, Al'theas observo lo popular que resultaba la sacerdotisa entre las gentes que se paraban a felicitarla a medida que se acercaban a la mesa, permitiendo a Níniel saludar primero.
-Saludos de nuevo, disculpad que no estuviera presente- Dijo al brujo que aparentemente se había molestado en venir para saludarlo tanto a él como a la dragona.
-Ya pensaba que te habías perdido... estaba a nada de ir a buscarte- Dijo la dragona en tono burlón.
-He estado en situaciones peligrosas, quien sabe que retos puede entrañar un lugar arcano como este... es encantador que os preocupéis así por mi- Dijo con una sonrisa mientras tomaba asiento junto a Lernaean.
-No seas tan intrépido caballero... e oído de gente morir en busca de un tesoro en un castillo abandonado... pero nunca de alguien que muriera buscando el excusado- Dijo dándole un suave codazo al elfo, riendo junto a este.
-jaja... en realidad... necesitaba... pensar un poco...- Dijo a medida que su tono de voz se tornaba mas serio ante los presentes -Mi hermana... que Anar la tenga en su gloria... tras largos años en solitario de aventuras... decidió que era hora de poner su espada al servicio de una hermandad... y honrarla hasta el día de su muerte... - Hizo una pequeña pausa ante la gravedad de aquella ultima frase antes de seguir -Creo... que ha llegado la hora... de que mi hoja sirva a tal propósito... si la Logia... me aceptara- Alzo la mirada con determinación hacia los presentes tras lograr decidirse a ofrecerse en lo que consideraba una nueva causa ademas de un paso importante en su camino como caballero esmeralda.
-Eso parece... - Dijo la dragona a través de una risa por su comentario -Mi compañero A'ltheas no tardara en unirse a nosotros, ojala que la sacerdotisa pueda hacerlo pronto también- Dijo de forma cortes a la vez que arrimaba una copa hacia el brujo llena de cerveza.
-No te disculpes, a nosotros también nos ha caído por sorpresa todo esto... pero por suerte todo ha salido bien, y Niníel salio triunfante- Respondió mientras bebía de su copa.
-¿mmm? oh... para nada es molestia, al contrario, me enorgullece decir que conocí a la sacerdotisa Níniel y al caballero Al'theas el mismo día que nos encargaron una misión en la que debíamos unir una tribu dragón de cazadores, el clan Filo invernal al ejercito de Rigobert, fue toda una aventura... tuvimos que combatir todos juntos contra una manada de tigres laza encabezados por un tigre gigante... fue... glorioso, cuando todo estaba perdido... Al'theas se lanzo a por la bestia... y Niníel con su... magia... hizo el resto y en un abrir y cerrar de ojos... ¡habíamos ganado!- Y antes de seguir, volvió a beber de su copa hasta dejarla vacía, dejando que el efecto de la bebida elevara el color de su rostro -Ahhh... ¡que día ese!-
Mientras el brujo y la dragona se contaban batallitas, Al'theas se había topado de casualidad con la joven sacerdotisa y con su acompañante felina, haciendo gala de su característico humor.
-A pesar de que no soy muy de fiestas... la verdad es que no me aburro, pero me sentía un poco agobiado... y decidí darme un respiro- Dijo con una sonrisa a Catherine como si le riera la ocurrencia en silencio -Tiene razón... Alta encantadora... no debería haberme aventurado a solas, he oído que las instalaciones podrían ser peligrosas incluso para un caballero esmeralda... me disculpo por ello- Dijo haciendo una reverencia hacia Níniel junto a una sonrisa que delataba que era consciente de que su innecesaria cortesía rayaba lo ridículo, pues era una forma de complementar los comentarios de ambas -No esperaba encontrarme con vosotras aquí, pero me alegro de veros- Dijo esta vez con sinceridad, comprobando que aparentemente no le habían visto sufrir aquella transformación, y que tampoco le habían notado nada raro que pudiera haber quedado, lo cual le alivio, aunque el ultimo comentario de la felina logro hacerle arquear la cabeza al no saber que se refería mientras ella reía.
De nuevo, en la sala del banquete, Al'theas observo lo popular que resultaba la sacerdotisa entre las gentes que se paraban a felicitarla a medida que se acercaban a la mesa, permitiendo a Níniel saludar primero.
-Saludos de nuevo, disculpad que no estuviera presente- Dijo al brujo que aparentemente se había molestado en venir para saludarlo tanto a él como a la dragona.
-Ya pensaba que te habías perdido... estaba a nada de ir a buscarte- Dijo la dragona en tono burlón.
-He estado en situaciones peligrosas, quien sabe que retos puede entrañar un lugar arcano como este... es encantador que os preocupéis así por mi- Dijo con una sonrisa mientras tomaba asiento junto a Lernaean.
-No seas tan intrépido caballero... e oído de gente morir en busca de un tesoro en un castillo abandonado... pero nunca de alguien que muriera buscando el excusado- Dijo dándole un suave codazo al elfo, riendo junto a este.
-jaja... en realidad... necesitaba... pensar un poco...- Dijo a medida que su tono de voz se tornaba mas serio ante los presentes -Mi hermana... que Anar la tenga en su gloria... tras largos años en solitario de aventuras... decidió que era hora de poner su espada al servicio de una hermandad... y honrarla hasta el día de su muerte... - Hizo una pequeña pausa ante la gravedad de aquella ultima frase antes de seguir -Creo... que ha llegado la hora... de que mi hoja sirva a tal propósito... si la Logia... me aceptara- Alzo la mirada con determinación hacia los presentes tras lograr decidirse a ofrecerse en lo que consideraba una nueva causa ademas de un paso importante en su camino como caballero esmeralda.
Al'theas Tinarandel
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Re: [Trama: Nombramiento de Níniel como alta encantadora.] [Cerrado]
La fiesta no había ido por los derroteros más esperados, pero qué demonios, no podía decirse que no había sido divertido. Una vez superada la tensión del conflicto, y las posibles consecuencias de ello, uno podía tomarse una copa, tranquilo, sabiendo que lo peor ya había pasado, y el duelo ahora sólo quedaba como un ameno y pasajero entretenimiento.
Y es que para ser sinceros, ahora, mientras Vincent conversaba con la dragona, y la celebración continuaba por los derroteros esperados, el mercenario podía rememorar el combate con alegría. No en vano, para todos los presentes había sido una demostración del merecimiento del cargo por parte de su amada elfa, y ello ayudaría a que hubiera menos opiniones contrarias a dicho ascenso. Además, de que era gratificante poder observar con sus propios ojos, una vez más, el poder y el manejo que tenía la sacerdotisa de la magia.
Para cualquier arcanista como él, en cierta forma, era excitante y sumamente entretenido, observar las capacidades y dominio de otras personas en tal arte; más si cabe, cuando dicho manejo era protagonizado por amigos y familiares, o como en este caso, la mujer que amaba. Siempre era interesante captar los detalles del arte arcano, aunque fuera en un tipo de magia que él, en particular, no dominase ni pudiera usar.
Más, por divertido y entretenido que fuera pensar en ello, la mente del brujo no se alejaba en absoluto de su presente actual.
Lernaean, la dragona con la que conversaba, era justo cómo le había parecido al rubio, en el ligero contacto que tuvieran instantes antes, aquel exiguo saludo que precedió a la tensa situación. Era bastante agrade y simpática, sin tapujos y medias tintas a la hora de conversar, lo cual facilitaba la labor de alimentar su innata curiosidad.
- Sí, no creo que Níniel tarde en sumarse a nosotros. En realidad, venía conmigo hacia aquí, para saludarles, pero digamos que la fiesta la ha absorbido y se la ha llevado hacia otros menesteres-, bromeó y sonrió.
Aunque para ser del todo sinceros, Vinc no sabía si se podría considerar otros menesteres festivos reprender los modales de una gata… de exigua educación social, por decirlo de alguna forma delicada.
En cualquier caso, tampoco sabía con exactitud los motivos que albergó Nín para ausentarse, y de todos modos, igualmente no eran relevantes.
- En serio, prometo que en la Logia no suelen pasar tales desavenencias. Por lo general somos un grupo cohesionado-, respondió con humor, pero al mismo tiempo dejando patente esa idea. Un intento de evitar una posible mala impresión de la orden en los recuerdos de la dragona. - Por supuesto, nadie merece el cargo más que Níniel-, dijo, tomando una copa de la mesa y alzándola en respuesta a la afirmación de la guerrera, para después saborear el vino como ella misma hiciera. –Es una sacerdotisa muy poderosa, y más importante aún, sensata e inteligente. Estoy seguro de que ayudará al Inquisidor y a las Grandes Encantadoras en su toma de decisiones. Será una buena consejera para nuestro líder-, manifestó con cierto orgullo.
Estaba feliz de los logros de su compañera sentimental, más sabiendo que se los merecía y se los había ganado a pulso.
- Ahora que lo mencionas, creo que me suena ese clan Filo Invernal. Si no me falla la memoria, recuerdo haber visto sus estandartes, y alguien mencionarme que se trataba de dicho clan cuando pregunté quienes eran-, comentó, intentando rememorar mejor dicha escena, pero no ocupó demasiado tiempo en pensar sobre ello, y con rapidez retomó el hilo de la conversación. - En cualquier caso, es evidente que ayudasteis a poner fin al terror en Lunargenta, y por si esto fuera poco, sin duda vivisteis una historia fascinante, algún día tendréis que contármela con todo lujo de detalles. ¡Por las grandes gestas! - gritó al final, alzando una vez más su copa, en señal de respeto ante las hazañas de la guerrera al otro lado de la mesa.
Y la verdad, recordar alguna que otra batalla siempre era una delicia para los supervivientes de ella, o al menos lo era para el bueno de Vinc, ya pues, eran momentos perfectos para rememorar a camaradas caídos, y mantenerlos vivos en los cuentos y leyendas, en las palabras. Momentos propicios para dejarse llevar por la nostalgia, y darle su lugar de honor a todos esos hombres y mujeres, a esos camaradas, que lucharon codo con codo junto a él.
- Oh, no tienes por qué disculparte-, respondió a Níniel, nada más escuchar su comentario. - Eres la reina de la fiesta, es normal que todos los presentes quieran robarte algo de tiempo para felicitarte y desearte un futuro próspero-, comentó, tan animado cómo alegre, posando una cariñosa mano sobre la suya. - Me alegra veros de nuevo, caballero Al'theas. Como le comentaba a vuestra amiga, siento haberos dejado tan pronto, y con tan escueto saludo, pero ya visteis con vuestros propios ojos, que la situación se complicó un poco-, saludó al joven, con el mismo entusiasmo con el que recibiera a la sacerdotisa. - Yo por mi parte, solo aburría a Lernaean con preguntas de cómo y cuándo se conocieron-, rió nada más decirlo.
Ya los cuatro juntos, al fin podrían tener una conversación amena, sin más interrupciones. O al menos eso es lo que el rubio mercenario esperaba. Deseaba conocer mejor a los amigo de Níniel, y liberados al fin del drama, las pruebas de ascenso, y las ausencias por motivos dispares, estaba seguro de que lo lograría. Se veía que era gente agradable, más nunca hubiera esperado el comentario del Caballero Esmeralda.
- Vaya, Altheas, no puedo decir que no me hayas sorprendido. No esperaba que este día nadie se decidiera por unirse a nuestro gremio-, se sinceró.
Aunque no era extraño, que en celebraciones llegaran personas para unirse a una afiliación o guardia urbana, aprovechando el momento, la realidad es que Vinc no se había planteado esa posibilidad. Estaba demasiado centrado en Níniel, pues era un día para celebrar su ascenso, y no se había puesto en demás supuestos o posibilidades salvo el de acompañarla y felicitarla.
No obstante, al menos esta sorpresa era una buena noticia, y no una situación tensa como la que acabaran de vivir.
- Una sorpresa agradable, eso sí-, se apresuró a añadir. - Nunca estamos faltos de buenos hombres y mujeres. El trabajo de la Logia es tan importante como amplio, y siempre estamos felices de contar con más ayuda-, dijo, en tono amable. - Además, cómo sois amigos de Níniel, no puedo encontrar mejores referencias-, comentó animado, antes de dibujar una sonrisa en sus labios. - Y decidme, Lernaean, ¿vos también os uniréis a la Logia? - preguntó, mirando hacia la dragona. - Sumar a dos amigos de Nín, creo que es la mejor noticia que podríamos tener, y la mejor forma de celebrar tu ascenso, Níniel-, dijo esto último posando la mirada sobre la sacerdotisa, y sin perder la sonrisa.
Y es que para ser sinceros, ahora, mientras Vincent conversaba con la dragona, y la celebración continuaba por los derroteros esperados, el mercenario podía rememorar el combate con alegría. No en vano, para todos los presentes había sido una demostración del merecimiento del cargo por parte de su amada elfa, y ello ayudaría a que hubiera menos opiniones contrarias a dicho ascenso. Además, de que era gratificante poder observar con sus propios ojos, una vez más, el poder y el manejo que tenía la sacerdotisa de la magia.
Para cualquier arcanista como él, en cierta forma, era excitante y sumamente entretenido, observar las capacidades y dominio de otras personas en tal arte; más si cabe, cuando dicho manejo era protagonizado por amigos y familiares, o como en este caso, la mujer que amaba. Siempre era interesante captar los detalles del arte arcano, aunque fuera en un tipo de magia que él, en particular, no dominase ni pudiera usar.
Más, por divertido y entretenido que fuera pensar en ello, la mente del brujo no se alejaba en absoluto de su presente actual.
Lernaean, la dragona con la que conversaba, era justo cómo le había parecido al rubio, en el ligero contacto que tuvieran instantes antes, aquel exiguo saludo que precedió a la tensa situación. Era bastante agrade y simpática, sin tapujos y medias tintas a la hora de conversar, lo cual facilitaba la labor de alimentar su innata curiosidad.
- Sí, no creo que Níniel tarde en sumarse a nosotros. En realidad, venía conmigo hacia aquí, para saludarles, pero digamos que la fiesta la ha absorbido y se la ha llevado hacia otros menesteres-, bromeó y sonrió.
Aunque para ser del todo sinceros, Vinc no sabía si se podría considerar otros menesteres festivos reprender los modales de una gata… de exigua educación social, por decirlo de alguna forma delicada.
En cualquier caso, tampoco sabía con exactitud los motivos que albergó Nín para ausentarse, y de todos modos, igualmente no eran relevantes.
- En serio, prometo que en la Logia no suelen pasar tales desavenencias. Por lo general somos un grupo cohesionado-, respondió con humor, pero al mismo tiempo dejando patente esa idea. Un intento de evitar una posible mala impresión de la orden en los recuerdos de la dragona. - Por supuesto, nadie merece el cargo más que Níniel-, dijo, tomando una copa de la mesa y alzándola en respuesta a la afirmación de la guerrera, para después saborear el vino como ella misma hiciera. –Es una sacerdotisa muy poderosa, y más importante aún, sensata e inteligente. Estoy seguro de que ayudará al Inquisidor y a las Grandes Encantadoras en su toma de decisiones. Será una buena consejera para nuestro líder-, manifestó con cierto orgullo.
Estaba feliz de los logros de su compañera sentimental, más sabiendo que se los merecía y se los había ganado a pulso.
- Ahora que lo mencionas, creo que me suena ese clan Filo Invernal. Si no me falla la memoria, recuerdo haber visto sus estandartes, y alguien mencionarme que se trataba de dicho clan cuando pregunté quienes eran-, comentó, intentando rememorar mejor dicha escena, pero no ocupó demasiado tiempo en pensar sobre ello, y con rapidez retomó el hilo de la conversación. - En cualquier caso, es evidente que ayudasteis a poner fin al terror en Lunargenta, y por si esto fuera poco, sin duda vivisteis una historia fascinante, algún día tendréis que contármela con todo lujo de detalles. ¡Por las grandes gestas! - gritó al final, alzando una vez más su copa, en señal de respeto ante las hazañas de la guerrera al otro lado de la mesa.
Y la verdad, recordar alguna que otra batalla siempre era una delicia para los supervivientes de ella, o al menos lo era para el bueno de Vinc, ya pues, eran momentos perfectos para rememorar a camaradas caídos, y mantenerlos vivos en los cuentos y leyendas, en las palabras. Momentos propicios para dejarse llevar por la nostalgia, y darle su lugar de honor a todos esos hombres y mujeres, a esos camaradas, que lucharon codo con codo junto a él.
- Oh, no tienes por qué disculparte-, respondió a Níniel, nada más escuchar su comentario. - Eres la reina de la fiesta, es normal que todos los presentes quieran robarte algo de tiempo para felicitarte y desearte un futuro próspero-, comentó, tan animado cómo alegre, posando una cariñosa mano sobre la suya. - Me alegra veros de nuevo, caballero Al'theas. Como le comentaba a vuestra amiga, siento haberos dejado tan pronto, y con tan escueto saludo, pero ya visteis con vuestros propios ojos, que la situación se complicó un poco-, saludó al joven, con el mismo entusiasmo con el que recibiera a la sacerdotisa. - Yo por mi parte, solo aburría a Lernaean con preguntas de cómo y cuándo se conocieron-, rió nada más decirlo.
Ya los cuatro juntos, al fin podrían tener una conversación amena, sin más interrupciones. O al menos eso es lo que el rubio mercenario esperaba. Deseaba conocer mejor a los amigo de Níniel, y liberados al fin del drama, las pruebas de ascenso, y las ausencias por motivos dispares, estaba seguro de que lo lograría. Se veía que era gente agradable, más nunca hubiera esperado el comentario del Caballero Esmeralda.
- Vaya, Altheas, no puedo decir que no me hayas sorprendido. No esperaba que este día nadie se decidiera por unirse a nuestro gremio-, se sinceró.
Aunque no era extraño, que en celebraciones llegaran personas para unirse a una afiliación o guardia urbana, aprovechando el momento, la realidad es que Vinc no se había planteado esa posibilidad. Estaba demasiado centrado en Níniel, pues era un día para celebrar su ascenso, y no se había puesto en demás supuestos o posibilidades salvo el de acompañarla y felicitarla.
No obstante, al menos esta sorpresa era una buena noticia, y no una situación tensa como la que acabaran de vivir.
- Una sorpresa agradable, eso sí-, se apresuró a añadir. - Nunca estamos faltos de buenos hombres y mujeres. El trabajo de la Logia es tan importante como amplio, y siempre estamos felices de contar con más ayuda-, dijo, en tono amable. - Además, cómo sois amigos de Níniel, no puedo encontrar mejores referencias-, comentó animado, antes de dibujar una sonrisa en sus labios. - Y decidme, Lernaean, ¿vos también os uniréis a la Logia? - preguntó, mirando hacia la dragona. - Sumar a dos amigos de Nín, creo que es la mejor noticia que podríamos tener, y la mejor forma de celebrar tu ascenso, Níniel-, dijo esto último posando la mirada sobre la sacerdotisa, y sin perder la sonrisa.
Vincent Calhoun
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Re: [Trama: Nombramiento de Níniel como alta encantadora.] [Cerrado]
Níniel no podía negar que había contemplado aquella posibilidad desde que Catherine le dijera que había visto al caballero esmeralda en la plaza de palacio. De hecho esperaba poder hablar con Al´theas una vez que la fiesta terminara para hablarle de manera más "oficial" sobre la Logia y sus funciones, con la clara intención de aumentar su interés en unirse. Parecía que no iba a hacer falta. Nada mejor que una demostración de fuerza por parte de dos encantadoras para convencer a cualquiera del poder del gremio y sus posibilidades...Supuso la peliblanca.
-Desde luego que toda la ayuda es poca. Corren tiempos oscuros y en momentos así proliferan los magos tenebrosos, dispuestos a usar su poder o el de objetos aún más peligrosos para sus maliciosos propósitos.- Asintió la joven, expresando el cometido principal de la Logia. Y es que no siempre iba a haber una amurallada ciudad que asaltar en aras de liberarla de una fuerza mágica maligna, como en el más reciente caso de Lunargenta. La mayoría de las veces sus misiones tratarían sobre asegurar artefactos mágicos y ocuparse de los apóstatas, al menos de aquellos que la Logia considerara objetivos, ya fuera por decisión propia o por la petición de ayuda de guardias locales u otras autoridades.
-Además no hay mejor lugar que este para estudiar y ahondar en los usos de la magia. Ser miembro tiene sus ventajas más allá de tener compañeros y un lecho caliente por las noches.- Añadió. -Nuestra biblioteca está llena de volúmenes sobre todo tipo de magia y antimagia, sobre alquimia y arcanos...Hay salas de prácticas, y grandes maestros como el propio Inquisidor y las altas encantadoras.- Se notaba que consideraba un gran acierto personal formar parte de aquella organización, incluso a pesar de su más reciente confrontación con Abbey Frost. -Incluso los miembros sin capacidades mágicas aprenden aquí a combatir contra la magia negra.- Terminó de decir, señalando y dejando claro que no todos los miembros eran o tenían que pertenecer a las razas mágicas de Aerandir. Incluso contaban con biocibernéticos y hasta vampiros entre sus filas.
-Ahora que lo pienso, con todo el asunto de la guerra en el sur los reclutamientos han estado algo desatendidos. Pero seguro que ahora podemos volver a la normalidad. Hablaré con Lucy y Abbey al respecto. ¿Te quedarás unos días más en la ciudad?- Preguntó entonces al elfo. Con un par de días debería bastar para poner todo en orden tras su regreso al norte y comenzar a poner de nuevo en marcha las pruebas para los nuevos miembros.
-Supongo que esto significa que nos vamos a ver más a menudo.- Intervino Catherine que ya casi había liquidado su brocheta de carne. -Estoy que no quepo en mí de gozo.- Se burló, no queriendo desaprovechar aquella nueva ocasión. Aunque ella no era formalmente miembro de la Logia, se podía decir que su estatus era en cierto modo una extensión del de la propia Níniel. Por lo que cuando la elfa estaba en la torre o realizando una misión, lo normal es que ella no estuviera muy lejos. Y dado que la mayor parte del tiempo la peliblanca estaba estudiando o investigando...la felina tenía mucho tiempo para dedicarles al resto de los miembros...mucho tiempo.
-Desde luego que toda la ayuda es poca. Corren tiempos oscuros y en momentos así proliferan los magos tenebrosos, dispuestos a usar su poder o el de objetos aún más peligrosos para sus maliciosos propósitos.- Asintió la joven, expresando el cometido principal de la Logia. Y es que no siempre iba a haber una amurallada ciudad que asaltar en aras de liberarla de una fuerza mágica maligna, como en el más reciente caso de Lunargenta. La mayoría de las veces sus misiones tratarían sobre asegurar artefactos mágicos y ocuparse de los apóstatas, al menos de aquellos que la Logia considerara objetivos, ya fuera por decisión propia o por la petición de ayuda de guardias locales u otras autoridades.
-Además no hay mejor lugar que este para estudiar y ahondar en los usos de la magia. Ser miembro tiene sus ventajas más allá de tener compañeros y un lecho caliente por las noches.- Añadió. -Nuestra biblioteca está llena de volúmenes sobre todo tipo de magia y antimagia, sobre alquimia y arcanos...Hay salas de prácticas, y grandes maestros como el propio Inquisidor y las altas encantadoras.- Se notaba que consideraba un gran acierto personal formar parte de aquella organización, incluso a pesar de su más reciente confrontación con Abbey Frost. -Incluso los miembros sin capacidades mágicas aprenden aquí a combatir contra la magia negra.- Terminó de decir, señalando y dejando claro que no todos los miembros eran o tenían que pertenecer a las razas mágicas de Aerandir. Incluso contaban con biocibernéticos y hasta vampiros entre sus filas.
-Ahora que lo pienso, con todo el asunto de la guerra en el sur los reclutamientos han estado algo desatendidos. Pero seguro que ahora podemos volver a la normalidad. Hablaré con Lucy y Abbey al respecto. ¿Te quedarás unos días más en la ciudad?- Preguntó entonces al elfo. Con un par de días debería bastar para poner todo en orden tras su regreso al norte y comenzar a poner de nuevo en marcha las pruebas para los nuevos miembros.
-Supongo que esto significa que nos vamos a ver más a menudo.- Intervino Catherine que ya casi había liquidado su brocheta de carne. -Estoy que no quepo en mí de gozo.- Se burló, no queriendo desaprovechar aquella nueva ocasión. Aunque ella no era formalmente miembro de la Logia, se podía decir que su estatus era en cierto modo una extensión del de la propia Níniel. Por lo que cuando la elfa estaba en la torre o realizando una misión, lo normal es que ella no estuviera muy lejos. Y dado que la mayor parte del tiempo la peliblanca estaba estudiando o investigando...la felina tenía mucho tiempo para dedicarles al resto de los miembros...mucho tiempo.
Níniel Thenidiel
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Re: [Trama: Nombramiento de Níniel como alta encantadora.] [Cerrado]
Tras el pequeño discurso de Al'theas, los presentes parecían haber quedado sorprendidos a la par que alegres ante la decisión de entrega del elfo, parecía ademas que no iba a resultarle difícil ocupar plaza, pues aparentemente la guerra parece haber causado muchas bajas y ninguna de las alianzas del ejercito se había librado de ello.
-Me temo que estoy demasiado comprometida con el ejercito del norte...- Dijo Lernaean en respuesta al joven brujo ante la proposición de unirse a la Logia -Pero de todos modos a lo mejor os hago una visita alguna vez- Añadio con una sonrisa.
La joven dragona hacia mucho que se dedicaba de lleno al ejercito como caballero, cuya vida tampoco era fácil y a pesar de que la guerra había acabado, tendría mucho trabajo por delante asegurándose de que el orden y la paz se mantenían allí donde fuera destinada, contrario a Al'theas que era mas bien un caballero andante hasta el día de hoy.
-Gracias... agradezco la oportunidad- Dijo el elfo de manera formal dirigiendo su mirada de forma general a los que ahora mismo eran integrantes oficiales de la Logia, prestando especial atención a sus palabras sobre los tiempos oscuros que se cernían, lo cual contrastaba con las palabras de Lernaean, de la cual ya imaginaba que tendría mucho que hacer ahora que la guerra a terminado, pues el final de una guerra siempre es el comienzo de las secuelas de esta... las cuales eventualmente tomaran formas predecibles tales como la sacerdotisa señalaba.
-No soy mago... ni tengo practica alguna en la hechicería, pero estoy seguro que mi curiosidad innata... encontrara interesante toda la información de este lugar... sobre todo para combatir cualquier amenaza mágica o usuario de esta- Dijo con determinación, pues a pesar de que no tuviera practica en la magia... siempre venia bien conocer las armas de posibles enemigos.
-Si... tenia pensado viajar al pueblo mas cercano para proseguir con mi rutina de siempre... pero... esta oportunidad le da un nuevo giro a mis planes, puedo permitirme posponer mis viajes por ahora- Dijo en respuesta a la sacerdotisa, la propuesta de tener su propio lecho le ahorraba tener que viajar hacia alguna taberna de cualquiera de los pueblos cercanos donde el precio por habitación era mucho mas barato que en la ciudad capital.
El caballero esmeralda sonrió al comentario de Catherine, el cual no estaba seguro de como interpretarlo correctamente dado que ella se encontraba gozando ahora mismo devorando aquella carne, por lo que no estaba seguro si realmente se alegraba de que ahora estuviera dentro de la Logia o si estaba siendo sarcástica, pero supuso que aquello era parte de su encanto al cual seria mejor acostumbrarse.
-Bueno...- Expreso la dragona mientras se levantaba de la mesa -Ha sido una velada muy agradable y me lo he pasado muy bien... pero el deber me llama, y debo hacer patrulla antes de que sea mas tarde, os dejo aquí a este caballero... portate bien ¿eh?- Le dijo a Al'theas en un tono evidente de broma, para a continuación hacer una leve reverencia a los tres presentes restantes.
-Gracias Lernaean... cuídate- Dijo en un evidente tono de agradecimiento antes de que se marchara, pues ella había estado a su lado desde que entro a aquel lugar, y de alguna forma no podía evitar sentir que le había dado apoyo con todo aquello desde el principio.
Ante Al'theas se había abierto una nueva frontera desconocida que le resultaba misteriosa y extraña, pero contrario a unas horas atrás... ahora había tomado el camino con decisión.
-Me temo que estoy demasiado comprometida con el ejercito del norte...- Dijo Lernaean en respuesta al joven brujo ante la proposición de unirse a la Logia -Pero de todos modos a lo mejor os hago una visita alguna vez- Añadio con una sonrisa.
La joven dragona hacia mucho que se dedicaba de lleno al ejercito como caballero, cuya vida tampoco era fácil y a pesar de que la guerra había acabado, tendría mucho trabajo por delante asegurándose de que el orden y la paz se mantenían allí donde fuera destinada, contrario a Al'theas que era mas bien un caballero andante hasta el día de hoy.
-Gracias... agradezco la oportunidad- Dijo el elfo de manera formal dirigiendo su mirada de forma general a los que ahora mismo eran integrantes oficiales de la Logia, prestando especial atención a sus palabras sobre los tiempos oscuros que se cernían, lo cual contrastaba con las palabras de Lernaean, de la cual ya imaginaba que tendría mucho que hacer ahora que la guerra a terminado, pues el final de una guerra siempre es el comienzo de las secuelas de esta... las cuales eventualmente tomaran formas predecibles tales como la sacerdotisa señalaba.
-No soy mago... ni tengo practica alguna en la hechicería, pero estoy seguro que mi curiosidad innata... encontrara interesante toda la información de este lugar... sobre todo para combatir cualquier amenaza mágica o usuario de esta- Dijo con determinación, pues a pesar de que no tuviera practica en la magia... siempre venia bien conocer las armas de posibles enemigos.
-Si... tenia pensado viajar al pueblo mas cercano para proseguir con mi rutina de siempre... pero... esta oportunidad le da un nuevo giro a mis planes, puedo permitirme posponer mis viajes por ahora- Dijo en respuesta a la sacerdotisa, la propuesta de tener su propio lecho le ahorraba tener que viajar hacia alguna taberna de cualquiera de los pueblos cercanos donde el precio por habitación era mucho mas barato que en la ciudad capital.
El caballero esmeralda sonrió al comentario de Catherine, el cual no estaba seguro de como interpretarlo correctamente dado que ella se encontraba gozando ahora mismo devorando aquella carne, por lo que no estaba seguro si realmente se alegraba de que ahora estuviera dentro de la Logia o si estaba siendo sarcástica, pero supuso que aquello era parte de su encanto al cual seria mejor acostumbrarse.
-Bueno...- Expreso la dragona mientras se levantaba de la mesa -Ha sido una velada muy agradable y me lo he pasado muy bien... pero el deber me llama, y debo hacer patrulla antes de que sea mas tarde, os dejo aquí a este caballero... portate bien ¿eh?- Le dijo a Al'theas en un tono evidente de broma, para a continuación hacer una leve reverencia a los tres presentes restantes.
-Gracias Lernaean... cuídate- Dijo en un evidente tono de agradecimiento antes de que se marchara, pues ella había estado a su lado desde que entro a aquel lugar, y de alguna forma no podía evitar sentir que le había dado apoyo con todo aquello desde el principio.
Ante Al'theas se había abierto una nueva frontera desconocida que le resultaba misteriosa y extraña, pero contrario a unas horas atrás... ahora había tomado el camino con decisión.
Al'theas Tinarandel
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Re: [Trama: Nombramiento de Níniel como alta encantadora.] [Cerrado]
La respuesta de la dragona no sorprendió al brujo de aire y fuego. A simple vista se notaba que la mujer tenía un cuerpo atlético, así pues se debía dedicar a un trabajo que requería de esfuerzo físico, o en el que, como el caso de los guerreros, se debía estar en forma. Por si ello no fuera pista suficiente, las palabras cruzadas entre Al'theas y Lernaean que había podido escuchar, mostraban claramente la jerga y la camaradería del oficio militar. Y por si esto fuera poco, para todas aquellas personas con menos perspicacia que una piedra, la mujer se había presentado en su momento con el título de caballero.
Por esa razón a Vinc no le sorprendía que la chica estuviera atada a un compromiso. En ese caso con los ejércitos del dragón. Sólo los desacreditados mercenarios tenían la libertad de ir a donde quisieran, motivo por el cual él había escogido ese oficio entre todos los que estaban relacionados con la guerra. E incluso en ese caso, sólo los mercenarios como él, que iban por libre y en solitario, eran los realmente libres, y claro estaba, sólo mientras no tuviera un encargo que terminar. Los demás soldados de fortuna, los que pertenecían a compañías mercenarias, estaban sujetos al contrato firmado por el capitán o líder de la compañía. Porque sí, inclusive entre los mercenarios había un código de honor y respeto, una reputación que mantener si en el futuro se quería volver a tener un contrato.
- Lo entiendo-, respondió, asintiendo con la cabeza. - Es una verdadera pena. Estoy seguro de que es una gran guerrera y nos hubiera venido sumar dos buenos luchadores al gremio-, dijo, tan amable como sincero.
El potencial de Al'theas estaba más que asegurado con la confianza que Níniel depositaba en él, así pues, a su vez lo estaba el potencial de Lernaean al ser de la confianza del caballero Esmeralda. No todos los días llegaban reclutas con tan buenas credenciales, y por eso era una pena que la dragona no hubiera podido unirse a ellos.
- Bien dicho-, comentó después de que la sacerdotisa explicara por encima las funciones de La Logia, así como todo el volumen de conocimiento que albergaba la torre que ejercía de sede de la organización. - No tienes que agradecerlo. Como dije antes, toda ayuda es poca. Sean cuales sean tus habilidades nos servirán de un modo u otro-, se mostró animado. - Estoy seguro de que eres un buen guerrero, y defenderás bien los objetos que guardamos a buen recaudo. Además, no te puedes imaginar las veces que intentan matarnos cada vez que tenemos que recuperar un artefacto mágico que está perdido por ahí-, dijo en tono de broma, antes de reír con suavidad.
Lo cierto es que era bastante cierto y una situación muy común, más prefería mantener el tono alegre que requería una celebración y una nueva incorporación a La Logia.
- La información es poder, como suele decirse-, se mostró de acuerdo con sus interlocutores. - Hay muchos tomos que hablan sobre criaturas y bestias que pueblan nuestro mundo, así como el mejor modo de combatirlas. Te aconsejo leerlos, pues también te aseguro que aprenderás mucho de ellos, y marcarán la diferencia entre la vida o la muerte si algún día te topas con ellas-, comentó amable, aunque en un tono más serio y más acorde a la información que le daba.
Dicho esto el rubio se preparó para despedirse del caballero Esmeralda y de la dragona, al menos por ahora, ya que tenía a dos amigos abandonados en una mesa, y tocaba comer y beber con ellos mientras se contaban viejos cuentos de abuelos. Se lo había pasado bien junto a Al'theas y Lernaean, y había podido conocerlos un poco mejor, más debía ser buen anfitrión para Jack y Jenn.
- Felicidades Al'theas-, dijo, obviando la burla de Cath, y dándole la contraparte amable al futuro integrante del gremio. - Cómo ya he dicho, estoy seguro de que nos serás de gran ayuda-, comentó, levantándose de su asiento y alargando el brazo para estrecharle la mano. - Espero que puedas venir a visitarnos alguna vez, Lernaean. Ha sido una grata conversación-, se despidió de la guerrera.
Nada más hacerlo, el brujo colocó su silla bien puesta, pegada a la mesa, y se acercó a Níniel. En cuanto estuvo a su lado le acarició el hombro de forma cómplice.
- Yo por mi parte, también debo dejarles momentáneamente. Debo atender a mis propios invitados-, rió. - Y seguro que queréis estar un rato a solas para contaros algunas historias nostálgicas sin el pesado de Vincent al lado-, dijo en broma, antes de volver a reír. - Venid en cuánto queráis. Donde caben tres caben cinco. Lo pasaremos bien-, se despidió de la sacerdotisa y de su amigo. - Níniel-, dijo por último, con voz dulce, como despedida particular para su querida elfa antes de marcharse, no sin antes dedicarle otra cariñosa caricia en el hombro.
El mercenario de dorados cabellos no podía estar más feliz, mientras sus pasos le acercaban a la mesa de sus amigos.
Níniel había conseguido el cargo, con más problemas y tensión de lo que cabría esperarse al inicio de la fiesta, pero aún así lo había logrado. La mujer que tanto quería, ayudaría, con su gran poder y sensatez, a proteger los artefactos mágicos que salvaguardaban en la torre, y a consolidar las ideas y futuros proyectos de La Logia. Y por si esto fuera poco, una nueva incorporación se avecinaba. Una incorporación que además venía acreditada por la mismísima Níniel, lo cual garantizaba la confianza que podían depositar en el muchacho.
Sí, sin lugar a dudas ese mañana tenían buenas razones para celebrar y festejar.
Por esa razón a Vinc no le sorprendía que la chica estuviera atada a un compromiso. En ese caso con los ejércitos del dragón. Sólo los desacreditados mercenarios tenían la libertad de ir a donde quisieran, motivo por el cual él había escogido ese oficio entre todos los que estaban relacionados con la guerra. E incluso en ese caso, sólo los mercenarios como él, que iban por libre y en solitario, eran los realmente libres, y claro estaba, sólo mientras no tuviera un encargo que terminar. Los demás soldados de fortuna, los que pertenecían a compañías mercenarias, estaban sujetos al contrato firmado por el capitán o líder de la compañía. Porque sí, inclusive entre los mercenarios había un código de honor y respeto, una reputación que mantener si en el futuro se quería volver a tener un contrato.
- Lo entiendo-, respondió, asintiendo con la cabeza. - Es una verdadera pena. Estoy seguro de que es una gran guerrera y nos hubiera venido sumar dos buenos luchadores al gremio-, dijo, tan amable como sincero.
El potencial de Al'theas estaba más que asegurado con la confianza que Níniel depositaba en él, así pues, a su vez lo estaba el potencial de Lernaean al ser de la confianza del caballero Esmeralda. No todos los días llegaban reclutas con tan buenas credenciales, y por eso era una pena que la dragona no hubiera podido unirse a ellos.
- Bien dicho-, comentó después de que la sacerdotisa explicara por encima las funciones de La Logia, así como todo el volumen de conocimiento que albergaba la torre que ejercía de sede de la organización. - No tienes que agradecerlo. Como dije antes, toda ayuda es poca. Sean cuales sean tus habilidades nos servirán de un modo u otro-, se mostró animado. - Estoy seguro de que eres un buen guerrero, y defenderás bien los objetos que guardamos a buen recaudo. Además, no te puedes imaginar las veces que intentan matarnos cada vez que tenemos que recuperar un artefacto mágico que está perdido por ahí-, dijo en tono de broma, antes de reír con suavidad.
Lo cierto es que era bastante cierto y una situación muy común, más prefería mantener el tono alegre que requería una celebración y una nueva incorporación a La Logia.
- La información es poder, como suele decirse-, se mostró de acuerdo con sus interlocutores. - Hay muchos tomos que hablan sobre criaturas y bestias que pueblan nuestro mundo, así como el mejor modo de combatirlas. Te aconsejo leerlos, pues también te aseguro que aprenderás mucho de ellos, y marcarán la diferencia entre la vida o la muerte si algún día te topas con ellas-, comentó amable, aunque en un tono más serio y más acorde a la información que le daba.
Dicho esto el rubio se preparó para despedirse del caballero Esmeralda y de la dragona, al menos por ahora, ya que tenía a dos amigos abandonados en una mesa, y tocaba comer y beber con ellos mientras se contaban viejos cuentos de abuelos. Se lo había pasado bien junto a Al'theas y Lernaean, y había podido conocerlos un poco mejor, más debía ser buen anfitrión para Jack y Jenn.
- Felicidades Al'theas-, dijo, obviando la burla de Cath, y dándole la contraparte amable al futuro integrante del gremio. - Cómo ya he dicho, estoy seguro de que nos serás de gran ayuda-, comentó, levantándose de su asiento y alargando el brazo para estrecharle la mano. - Espero que puedas venir a visitarnos alguna vez, Lernaean. Ha sido una grata conversación-, se despidió de la guerrera.
Nada más hacerlo, el brujo colocó su silla bien puesta, pegada a la mesa, y se acercó a Níniel. En cuanto estuvo a su lado le acarició el hombro de forma cómplice.
- Yo por mi parte, también debo dejarles momentáneamente. Debo atender a mis propios invitados-, rió. - Y seguro que queréis estar un rato a solas para contaros algunas historias nostálgicas sin el pesado de Vincent al lado-, dijo en broma, antes de volver a reír. - Venid en cuánto queráis. Donde caben tres caben cinco. Lo pasaremos bien-, se despidió de la sacerdotisa y de su amigo. - Níniel-, dijo por último, con voz dulce, como despedida particular para su querida elfa antes de marcharse, no sin antes dedicarle otra cariñosa caricia en el hombro.
El mercenario de dorados cabellos no podía estar más feliz, mientras sus pasos le acercaban a la mesa de sus amigos.
Níniel había conseguido el cargo, con más problemas y tensión de lo que cabría esperarse al inicio de la fiesta, pero aún así lo había logrado. La mujer que tanto quería, ayudaría, con su gran poder y sensatez, a proteger los artefactos mágicos que salvaguardaban en la torre, y a consolidar las ideas y futuros proyectos de La Logia. Y por si esto fuera poco, una nueva incorporación se avecinaba. Una incorporación que además venía acreditada por la mismísima Níniel, lo cual garantizaba la confianza que podían depositar en el muchacho.
Sí, sin lugar a dudas ese mañana tenían buenas razones para celebrar y festejar.
Vincent Calhoun
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