Sangre conocida. [PAUSADO][Interpretativo- Libre][Ebano-?-?]
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Sangre conocida. [PAUSADO][Interpretativo- Libre][Ebano-?-?]
La noche esta tranquila, los arboles altos y delgados bailan lentamente al son del aire. Los animales nocturnos pasean entre las hojas caídas, siempre con cautela. Los cazadores se despiertan bajo la luna, levemente tapada por las nubes de tormenta.
No se oye grito alguno, palabra, nada. El caminar agil de una criatura rompe el silencio, altera a los ciervos. Estos tienen el instinto de salir huyendo pero no esta vez. Una mano calida acaricia el lomo del ciervo, este se deja buscando su calor. La mano acaricia las astas y se retira. El ciervo sigue al extraño, sin miedo.
-Ara seranna-ma(1)...es peligroso que me sigas noble criatura....-susurra el extraño mirando al ciervo. El animal lo entiende y sigue su paso juntándose con la manada. El extraño sonríe levemente y sigue su camino hasta la orilla del Lago de la Luna.
El agua esta fría y cristalina. La pequeña esfera brillante de refleja cansada en la superficie. El extraño observa el reflejo con mirada ausente. Sabe que no esta solo, alguien le sigue pero no puede sentir quien. El extraño se quita la capucha, sus orejas afiladas se revelan. El elfo se sienta cerca del agua dejando sus cosas a un lado. Sus ojos verdosos se cierran, su respiración de ralentiza.
Vuelve a tener el mismo sueño de cada noche desde hace tiempo. Un ciervo blanco, un cuervo de plata y sangre. No sabe que significa, sus conocimientos sobre los sueños son muchos pero este se le escapa. Suspira resignado y abre los ojos. Un cuervo de plata...Ha odio hablar de eso, un animal, un signo. También ha odio que hay gente que se hace llamar así, cuervos de plata. Que extraño...
(1)- Disculpame
No se oye grito alguno, palabra, nada. El caminar agil de una criatura rompe el silencio, altera a los ciervos. Estos tienen el instinto de salir huyendo pero no esta vez. Una mano calida acaricia el lomo del ciervo, este se deja buscando su calor. La mano acaricia las astas y se retira. El ciervo sigue al extraño, sin miedo.
-Ara seranna-ma(1)...es peligroso que me sigas noble criatura....-susurra el extraño mirando al ciervo. El animal lo entiende y sigue su paso juntándose con la manada. El extraño sonríe levemente y sigue su camino hasta la orilla del Lago de la Luna.
El agua esta fría y cristalina. La pequeña esfera brillante de refleja cansada en la superficie. El extraño observa el reflejo con mirada ausente. Sabe que no esta solo, alguien le sigue pero no puede sentir quien. El extraño se quita la capucha, sus orejas afiladas se revelan. El elfo se sienta cerca del agua dejando sus cosas a un lado. Sus ojos verdosos se cierran, su respiración de ralentiza.
Vuelve a tener el mismo sueño de cada noche desde hace tiempo. Un ciervo blanco, un cuervo de plata y sangre. No sabe que significa, sus conocimientos sobre los sueños son muchos pero este se le escapa. Suspira resignado y abre los ojos. Un cuervo de plata...Ha odio hablar de eso, un animal, un signo. También ha odio que hay gente que se hace llamar así, cuervos de plata. Que extraño...
(1)- Disculpame
Seth McGregor
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Re: Sangre conocida. [PAUSADO][Interpretativo- Libre][Ebano-?-?]
Después de ponerlo todo en orden en el castillo con Arathon, decidí revisar toda la biblioteca, y los fondos personales de mi bolsa. No era tonta, y si viajaba mucho, había algunas plantas, algunos componentes y utensilios que necesitaba conmigo, y precisamente… Lo que más escaseaba en ms bolsillos eran las plantas y los hongos de los territorios que antaño habité, cuando me convertí en Vampiro.
Había frecuentado las zonas frías, y ahora llevaba un tiempo en la zona de la ciudad humana, las aldeas de alrededor… Así que pensé que de nuevo un cambio de aires me vendría bien y por qué no, escoger un destino como las zonas del oeste de Aerandir.
No sé si en aquel momento era consciente o no de que lo hacía para no pasar demasiado tiempo en un sitio, por el miedo a quedarme a solas con mis pensamientos, mis necesidades… Mis recuerdos… Su melena. No. Yo no encajaba ahí.
Al atardecer dejé una nota en la biblioteca que frecuentaba Arathon y bajé a los establos, ensillé a mi yegua, de color pardo y oscuro, grisácea. En la bolsa de piel llevaba como de costumbre un par de botellas, frutas, y algo de cecina. En cuanto el último rayo de sol cruzó el horizonte, eché la capucha sobre mis hombros y salí al trote, hasta internarme en los senderos de los bosques y coger poco a poco un ritmo más veloz, pero no fatigoso para el animal.
Pasaron dos días hasta que llegué; había bordeado los bosques de los elfos sin ánimo alguno de ser reconocida como persona non grata, entre su zona y el pantano y había parado antes de cruzar el río. Pagué una habitación, dormí unas pocas horas. O más bien, di vueltas en duermevela con la mente inquieta, descansando de mala manera. Con muchas nubes a mi favor, el segundo día cogí a mi yegua de nuevo en el ocaso, y crucé el río hasta llegar a los territorios que me interesaban…
No había tenido muy buenas experiencias en la zona boscosa, además era más probable encontrarme con gente y de buenas a primeras solo quería explorar el terreno, ver qué cambios habían moldeado el lugar, y buscar alguna que otra planta interesante, así que me desvié por el camino hasta lo que se conocía como el Lago de la Luna. Hacía tiempo que no lo frecuentaba. Bajé el ritmo a la yegua y me detuve muy inquieta en cuanto divisé la orilla a unos veinte metros. Desmonté, con el ceño fruncido y los sentidos alerta.
Después del tiempo cabalgando, sabía a qué olía el camino, el bosque, y allí había un olor distinto. Un ser que ya había olido antes y que además, se me hacía terriblemente familiar.
Aquello me había descuadrado, porque lo supiese o no en ese momento lo que yo buscaba era alejarme de la gente, del mundo, tampoco quería reflexionar…. Solo verme en tesitura de soledad, encontrarme y ver de nuevo a la Ébano que había perdido y con mi ser en orden, tal vez buscar algún trabajo en alguna aldea cercana a Sacrestic. Solo tal vez. Porque aquel olor me había descuadrado todos los esquemas. Aquel olor que me había hecho sangrar, chillar, pelear, amar y jadear. Casi, casi todo a la vez.
Pero era imposible y no quería ni pensarlo. Oteé la orilla desde unos matorrales. Solo arbustos, rocas… No vi a nadie, ninguna señal, ningún… Ningún movimiento ni sonido extraño. O eso había creído. Solo animales, el agua, la brisa y el cielo observando. Suspiré, enfadada por haber permitido a mi personalidad ser tan vulnerable y convencida de que no era sino una jugarreta de mi mente obsesionada y mi ser apenado.
Necesitaba despejarme. Me quité las telas de cuero y retales oscuros que me ceñían la camisa a la cintura bajo el pecho, solté las botas, los pantalones de piel parda y me dejé la camisa de lino holgada. Me sumergí en el agua… Cerré los ojos. Vagué por mi mente y dejé escapar la tensión por las extremidades junto con un sonoro suspiro y cuando me sumergía, del todo…
…Un graznido. Me agité, me incorporé en el agua salpicando y haciendo más ruido del que creía, mirando frenética alrededor.
Había frecuentado las zonas frías, y ahora llevaba un tiempo en la zona de la ciudad humana, las aldeas de alrededor… Así que pensé que de nuevo un cambio de aires me vendría bien y por qué no, escoger un destino como las zonas del oeste de Aerandir.
No sé si en aquel momento era consciente o no de que lo hacía para no pasar demasiado tiempo en un sitio, por el miedo a quedarme a solas con mis pensamientos, mis necesidades… Mis recuerdos… Su melena. No. Yo no encajaba ahí.
Al atardecer dejé una nota en la biblioteca que frecuentaba Arathon y bajé a los establos, ensillé a mi yegua, de color pardo y oscuro, grisácea. En la bolsa de piel llevaba como de costumbre un par de botellas, frutas, y algo de cecina. En cuanto el último rayo de sol cruzó el horizonte, eché la capucha sobre mis hombros y salí al trote, hasta internarme en los senderos de los bosques y coger poco a poco un ritmo más veloz, pero no fatigoso para el animal.
Pasaron dos días hasta que llegué; había bordeado los bosques de los elfos sin ánimo alguno de ser reconocida como persona non grata, entre su zona y el pantano y había parado antes de cruzar el río. Pagué una habitación, dormí unas pocas horas. O más bien, di vueltas en duermevela con la mente inquieta, descansando de mala manera. Con muchas nubes a mi favor, el segundo día cogí a mi yegua de nuevo en el ocaso, y crucé el río hasta llegar a los territorios que me interesaban…
No había tenido muy buenas experiencias en la zona boscosa, además era más probable encontrarme con gente y de buenas a primeras solo quería explorar el terreno, ver qué cambios habían moldeado el lugar, y buscar alguna que otra planta interesante, así que me desvié por el camino hasta lo que se conocía como el Lago de la Luna. Hacía tiempo que no lo frecuentaba. Bajé el ritmo a la yegua y me detuve muy inquieta en cuanto divisé la orilla a unos veinte metros. Desmonté, con el ceño fruncido y los sentidos alerta.
Después del tiempo cabalgando, sabía a qué olía el camino, el bosque, y allí había un olor distinto. Un ser que ya había olido antes y que además, se me hacía terriblemente familiar.
Aquello me había descuadrado, porque lo supiese o no en ese momento lo que yo buscaba era alejarme de la gente, del mundo, tampoco quería reflexionar…. Solo verme en tesitura de soledad, encontrarme y ver de nuevo a la Ébano que había perdido y con mi ser en orden, tal vez buscar algún trabajo en alguna aldea cercana a Sacrestic. Solo tal vez. Porque aquel olor me había descuadrado todos los esquemas. Aquel olor que me había hecho sangrar, chillar, pelear, amar y jadear. Casi, casi todo a la vez.
Pero era imposible y no quería ni pensarlo. Oteé la orilla desde unos matorrales. Solo arbustos, rocas… No vi a nadie, ninguna señal, ningún… Ningún movimiento ni sonido extraño. O eso había creído. Solo animales, el agua, la brisa y el cielo observando. Suspiré, enfadada por haber permitido a mi personalidad ser tan vulnerable y convencida de que no era sino una jugarreta de mi mente obsesionada y mi ser apenado.
Necesitaba despejarme. Me quité las telas de cuero y retales oscuros que me ceñían la camisa a la cintura bajo el pecho, solté las botas, los pantalones de piel parda y me dejé la camisa de lino holgada. Me sumergí en el agua… Cerré los ojos. Vagué por mi mente y dejé escapar la tensión por las extremidades junto con un sonoro suspiro y cuando me sumergía, del todo…
…Un graznido. Me agité, me incorporé en el agua salpicando y haciendo más ruido del que creía, mirando frenética alrededor.
Ébano
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Re: Sangre conocida. [PAUSADO][Interpretativo- Libre][Ebano-?-?]
A pesar de que el elfo haba visto a muchas mujeres desnudas, la presencia de la joven rubia lo perturba. Ella no se ha dado cuenta de su presencia, algo que pasa muy a menudo y que Seth no duda en usarlo como vía de escape de situaciones peligrosas. Seth se la queda mirando mientras esta se hunde en el agua. Piensa en un huir y hacer como que no ha estado allí pero algo lo empuja a quedarse. Sentado aun en la orilla, en posición de meditación, el joven y atractivo elfo observa inquisidoramente la superficie del agua.
El gaznido del ciervo no altera el estado del elfo quien simplemente inclina la cabeza levemente hacia el animal. Ella sale del agua, mirando al rededor y por fin clava su vista en el. Seth la mira, a los ojos, intensamente. Que es esa extraña sensación? No es deseo ni odio, curiosidad tal vez, esa mujer le provoca algo extraño. El elfo se levanta del suelo y se acerca a las cosas de ella sabiendo que quizás se lo tomaría como una provocación peligrosa. Sin dejar de mirarla, coge la capa de ella y se la tiende.
-Ir abelas, asha(1)... no quería perturbar su baño...-susurra apartando la mirada por respeto. No puede evitar ojear disimuladamente. Es joven y hermosa, desprende un aire de sensualidad y juego peligroso. El elfo se fija mas en su piel, pálida, sus ojos...la joven hermosa es una criatura de la noche, una vampiresa pero no hay miedo dentro de Seth, no teme a los vampiros. Sabe que se encontraría con alguno en estos bosques incluso tener algún enfrentamiento, pero un encuentro tan...extraño, eso no se lo esperaba.
(1)- Lo siento, mujer
El gaznido del ciervo no altera el estado del elfo quien simplemente inclina la cabeza levemente hacia el animal. Ella sale del agua, mirando al rededor y por fin clava su vista en el. Seth la mira, a los ojos, intensamente. Que es esa extraña sensación? No es deseo ni odio, curiosidad tal vez, esa mujer le provoca algo extraño. El elfo se levanta del suelo y se acerca a las cosas de ella sabiendo que quizás se lo tomaría como una provocación peligrosa. Sin dejar de mirarla, coge la capa de ella y se la tiende.
-Ir abelas, asha(1)... no quería perturbar su baño...-susurra apartando la mirada por respeto. No puede evitar ojear disimuladamente. Es joven y hermosa, desprende un aire de sensualidad y juego peligroso. El elfo se fija mas en su piel, pálida, sus ojos...la joven hermosa es una criatura de la noche, una vampiresa pero no hay miedo dentro de Seth, no teme a los vampiros. Sabe que se encontraría con alguno en estos bosques incluso tener algún enfrentamiento, pero un encuentro tan...extraño, eso no se lo esperaba.
(1)- Lo siento, mujer
Seth McGregor
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Re: Sangre conocida. [PAUSADO][Interpretativo- Libre][Ebano-?-?]
Lo localicé. En la orilla a la que había llegado yo. Lo que había creído un montón de matojos y rocas, era una persona. Respiraba entre cortada, fruncí el ceño y encaré al individuo. Me sumergí y salí a pocos metros de él.
Me movía como una autómata, avanzando hasta la orilla. No por ser de noche, ni por ser un lago, ni por ser desconfiada o no con extraños, tampoco por ver su raza, no por miedo, ni tampoco por valentía.
Por su olor. Su olor era el de... El de Wallace. Suspiré, expulsando el aire con cierta dificultad. Miré al muchacho a la cara. Y fue como si me golpease una piedra enorme, de las que marcan los caminos. Era.. Eran sus formas. Su boca... Pero no era él. Estaba en una especie de trance.
Debería parecer algo siniestro: pálida, con aquel vestido fino blanco empapado pegado al cuerpo, y el pelo esparcido por toda la espalda; la mirada seria, y a pesar de mi juventud, una cierta apariencia de desolación. Pero aunque pueda parecer un topicazo, tenía esa apariencia un tiempo; no era una buena etapa para mi, sabía qué quería hacer, pero me movía como una medusa: sabía que tenía que seguir, pero lo hacía, por hacer. No quería, no me importaba y me sentía peor cada día desde que me había ido del Nido. A veces pensaba que había sido estúpida, otras veces simplemente me daba la razón y me veía totalmente desubicada del ambiente de.. de Wallace.
En resumen, debía tener una apariencia entre desesperada e inquietante, y lo sentía realmente por aquel muchacho aunque entonces yo ni siquiera pensaba en aquello, no pensaba en nada.
Ir abelas, asha... no quería perturbar su baño... - Se había levantado, y examinaba mis cosas. Poco me importaba. La yegua estaba a salvo unos metros atrás. Lo examiné, de cuerpo entero. Esbelto, mucho más alto que yo, fuerte. Rastas oscuras de lado y mirada capaz de mirar muy dentro, como pozos sin fondo. Clavé la mirada en la suya, rodeándolo, giré para observarlo. Me estaba comportando tal como hacía antaño, cirada con la hermandad atenta a olores y formas, objetiva. Los dientes me habían crecido... Olfateé su cuerpo, sin acercarme demasiado, adelanté una mano sin que me viese pero, volví a bajarla.
Tragué y sacudí la cabeza, volviendo a la realidad al escuchar un ruido en un árbol, hacia donde miré frenética. Volví frente a él y me crucé de brazos, reprimiendo el impulso de tocarlo, de saber cómo era. De saber por qué era condenadamente una copia de mi h.... De Wallace. - No has perturbado mi baño.- Ha sido ese estúpido cuervo... Cuervos, por todas partes. ¿Qué hacían aquí?- Los pájaros. ¿Han venido contigo? Sé que eres un hombre de los bosques, sé que sois muy cercanos a los animales. Necesito saberlo.
Callé de golpe. Me separé dos pasos. Me había acercado mucho... Estaba mostrándome débil. Estaba débil, ciertamente, y me jodía estarlo, yo era independiente y me encontraba, ¿así? ¿Ansiosa por un brujo? - Lo siento. Es que.. Tu olor. Lo conozco. Lo he sentido antes. Soy yo quien siente haber perturbado tu descanso.
Notaba sus ojos recorrerme, leer en mí más de lo que me gustaría. Por algún motivo eso, sumado a mi cuerpo translúcido y mojado a través de la tela y las formas atractivas del elfo, me encontré de repente más.. "interesada" de lo que querría estar.
Sólo quería hablar con él, saber.. Por qué.. sentía al brujo en su piel. O no, no quería. ¿Por qué si no lo sería? ¿Otra mujer? Dioses.. Ébano. Aquel encuentro había supuesto un golpe bajo para mi ser, un derribo para Ébano y una mano para Ireth.
Me movía como una autómata, avanzando hasta la orilla. No por ser de noche, ni por ser un lago, ni por ser desconfiada o no con extraños, tampoco por ver su raza, no por miedo, ni tampoco por valentía.
Por su olor. Su olor era el de... El de Wallace. Suspiré, expulsando el aire con cierta dificultad. Miré al muchacho a la cara. Y fue como si me golpease una piedra enorme, de las que marcan los caminos. Era.. Eran sus formas. Su boca... Pero no era él. Estaba en una especie de trance.
Debería parecer algo siniestro: pálida, con aquel vestido fino blanco empapado pegado al cuerpo, y el pelo esparcido por toda la espalda; la mirada seria, y a pesar de mi juventud, una cierta apariencia de desolación. Pero aunque pueda parecer un topicazo, tenía esa apariencia un tiempo; no era una buena etapa para mi, sabía qué quería hacer, pero me movía como una medusa: sabía que tenía que seguir, pero lo hacía, por hacer. No quería, no me importaba y me sentía peor cada día desde que me había ido del Nido. A veces pensaba que había sido estúpida, otras veces simplemente me daba la razón y me veía totalmente desubicada del ambiente de.. de Wallace.
En resumen, debía tener una apariencia entre desesperada e inquietante, y lo sentía realmente por aquel muchacho aunque entonces yo ni siquiera pensaba en aquello, no pensaba en nada.
Ir abelas, asha... no quería perturbar su baño... - Se había levantado, y examinaba mis cosas. Poco me importaba. La yegua estaba a salvo unos metros atrás. Lo examiné, de cuerpo entero. Esbelto, mucho más alto que yo, fuerte. Rastas oscuras de lado y mirada capaz de mirar muy dentro, como pozos sin fondo. Clavé la mirada en la suya, rodeándolo, giré para observarlo. Me estaba comportando tal como hacía antaño, cirada con la hermandad atenta a olores y formas, objetiva. Los dientes me habían crecido... Olfateé su cuerpo, sin acercarme demasiado, adelanté una mano sin que me viese pero, volví a bajarla.
Tragué y sacudí la cabeza, volviendo a la realidad al escuchar un ruido en un árbol, hacia donde miré frenética. Volví frente a él y me crucé de brazos, reprimiendo el impulso de tocarlo, de saber cómo era. De saber por qué era condenadamente una copia de mi h.... De Wallace. - No has perturbado mi baño.- Ha sido ese estúpido cuervo... Cuervos, por todas partes. ¿Qué hacían aquí?- Los pájaros. ¿Han venido contigo? Sé que eres un hombre de los bosques, sé que sois muy cercanos a los animales. Necesito saberlo.
Callé de golpe. Me separé dos pasos. Me había acercado mucho... Estaba mostrándome débil. Estaba débil, ciertamente, y me jodía estarlo, yo era independiente y me encontraba, ¿así? ¿Ansiosa por un brujo? - Lo siento. Es que.. Tu olor. Lo conozco. Lo he sentido antes. Soy yo quien siente haber perturbado tu descanso.
Notaba sus ojos recorrerme, leer en mí más de lo que me gustaría. Por algún motivo eso, sumado a mi cuerpo translúcido y mojado a través de la tela y las formas atractivas del elfo, me encontré de repente más.. "interesada" de lo que querría estar.
Sólo quería hablar con él, saber.. Por qué.. sentía al brujo en su piel. O no, no quería. ¿Por qué si no lo sería? ¿Otra mujer? Dioses.. Ébano. Aquel encuentro había supuesto un golpe bajo para mi ser, un derribo para Ébano y una mano para Ireth.
Ébano
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Re: Sangre conocida. [PAUSADO][Interpretativo- Libre][Ebano-?-?]
Seth no sabe como tomar a esa mujer. Parece nerviosa, alterada por su presencia. El elfo intenta adivinar si ese comportamiento es normal en un vampiro o solo de ella. Intenta seducirle? Matarlo? no...ya lo habría hecho. Seth la observa atentamente, memorizando cada rasgo, cada curva cada cm de ella. Le...fascina. La curiosidad del elfo le empuja a cogerla de las manos para que parase quieta, frente a el, tan pequeña y frágil pero con un aura de fortaleza de mil guerreros que seguramente ni ella nota. La joven ha estado hablando nerviosa, sobre pájaros, sobre el. Olor? Afirma conocer el olor de Seth. No era tonto, empieza a pensar que quizás esa mujer conoce a su padre pero no va a decir nada al respecto.
Con ella sujeta, sin apretar, con gentileza, acaricia sus antebrazos hasta llegar a sus manos que estrecha y coge cual caballero a una dama.
- Cálmese señorita...-le susurra con su sensual acento exótico. Primero, el asunto de los pájaros. Si que era cierto que los elfos mas conectados a la naturaleza eran imán para animales y Seth no es distinto. Los pájaros, esos cuervos, han estado siguiendo a Seth desde que partió de Sandorai.- Me observan desde hace millas...son una buena compañía...-le explica dejando le un poco de espacio. Ha visto los ojos y los colmillos, puede que tenga hambre. Seth sabe que si un vampiro esta sediento es mas peligroso.- Solo estaba meditando así que no debe disculparse...-Pone las manos detrás de la espalda, en una pose bastante interesante. La mira a los ojos y le sonríe. Esa sonrisa tan bien heredada y tan poco utilizada.
-Me llamo Seth y es un placer conocerla...-el elfo se presenta aun con esa sonrisa en los labios y besa levemente su mano en señal de respeto y cordialidad. Que le pasa? El no hace eso, contacto mínimo con la gente y mas si son hembras. Pero por que ella le empuja hacer eso? Es parte de la magia de su sangre? Lo esta realmente seduciendo? Seth se siente raro, confuso por su propia manera de actuar. se aclara la garganta y se aparta.-...dejare que se vista señorita...no soy quien para mirarla en este estado...-susurra dándole la espalda.
Quería saber quien era esa mujer y el por que le hacia desear no pensar en los dioses esa noche.
Con ella sujeta, sin apretar, con gentileza, acaricia sus antebrazos hasta llegar a sus manos que estrecha y coge cual caballero a una dama.
- Cálmese señorita...-le susurra con su sensual acento exótico. Primero, el asunto de los pájaros. Si que era cierto que los elfos mas conectados a la naturaleza eran imán para animales y Seth no es distinto. Los pájaros, esos cuervos, han estado siguiendo a Seth desde que partió de Sandorai.- Me observan desde hace millas...son una buena compañía...-le explica dejando le un poco de espacio. Ha visto los ojos y los colmillos, puede que tenga hambre. Seth sabe que si un vampiro esta sediento es mas peligroso.- Solo estaba meditando así que no debe disculparse...-Pone las manos detrás de la espalda, en una pose bastante interesante. La mira a los ojos y le sonríe. Esa sonrisa tan bien heredada y tan poco utilizada.
-Me llamo Seth y es un placer conocerla...-el elfo se presenta aun con esa sonrisa en los labios y besa levemente su mano en señal de respeto y cordialidad. Que le pasa? El no hace eso, contacto mínimo con la gente y mas si son hembras. Pero por que ella le empuja hacer eso? Es parte de la magia de su sangre? Lo esta realmente seduciendo? Seth se siente raro, confuso por su propia manera de actuar. se aclara la garganta y se aparta.-...dejare que se vista señorita...no soy quien para mirarla en este estado...-susurra dándole la espalda.
Quería saber quien era esa mujer y el por que le hacia desear no pensar en los dioses esa noche.
Seth McGregor
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Re: Sangre conocida. [PAUSADO][Interpretativo- Libre][Ebano-?-?]
Me cogió de las manos, me acariciaba los antebrazos y mis ojos eran pozos de desesperación, era como un río que sale desbocado: su tacto en mi piel no hacía más que desencadenar recuerdos físicos, sensaciones que mi cuerpo recibía como algo bello y placentero, ajeno a mi cabeza: mi mente sabía que no era real. Que la sensación no siempre conlleva verdad. Y aquella era una mentira paradójica que deseaba con todas mis fuerzas convertir en verdad.
Me estaba echando a mí misma el trabajo por tierra. Allí, en ese ahora yo sabía que debía dejar atrás a Wallace porque yo era un ser distinto y extraño, y no podría jamás ser lo que él quería ni… envejecer… con él… Ni podría ser como las otras personas en su círculo… Lo sabía, en ese momento; sabía eso y aun así me empeñaba en echarme toda esa construcción por la borda, porque cada vez que lo pensaba creía que me equivocaba, y entonces volvía a no estar segura de nada, a necesitar de nuevo su presencia conmigo.
Era un empuje de dos bandos continuo en mi cabeza que estaba minando toda mi fuerza, mi voluntad y mi poder de pensamiento, de ejecución. Era un vampiro, nacida como tal y entrenada con unos valores que había tirado mis sueños de toda la vida por tierra; con Wallace había creído que era posible convivir con Ébano y con Ireth, y ahora que me había ido también de su lado, por temor, empezaba a destruirme a mí misma con esa guerra interna, a destruir toda la fuerza de mi mente.
Las caricias de aquel elfo fueron la gota culminante, al menos aquella noche. Me quedé paralizada, él debió notar algo raro porque se separó, cogió mi mano y la besó de forma caballerosa. Yo abrí la boca en una mueca de dolor interior mudo, viendo esa sonrisa ahí delante de mí, sin ser real y a la vez tan palpable como que era suya. Era como tener sed, beber agua y no sentir nada en la boca. Iba a volverme loca. Retiré la mano con cierta brusquedad y tapé mi cara, tratando de hacer un esfuerzo con mi voluntad, tenía que salir de aquello para entender e indagar en un resquicio de luz, porque en mi cabeza se formaba la idea de que tal vez aquello no era sino una señal de… ¿Mi error? Él era mi tabla, el elfo era mi salvación.
Pasé a su lado desnuda, con el lino, y mojada; no notaba nada del clima en mi cuerpo. A aquellas alturas todo eso eran sartas de tonterías.
– No somos tan distintos, ¿sabes..? – le rodeé, notando con los pies desnudos las hojas húmedas y me senté en una roca detrás. Era consciente de que estaría preguntándose por qué era tan rara, por qué estaba teniendo aquella crisis y qué demonios pretendía; realmente me habría gustado contestarle, pero ni yo misma lo sabía – No… No tienes que tener miedo. Puedo ver tu inseguridad, tengo hambre, pero no soy ninguna salvaje. – me reí de mi propio comentario – no al menos como te habrán contado. Los elfos vivís en el bosque… Muchos no tenéis contacto con el mundo, la noche os da paz, la madre naturaleza se manifiesta más libre en la noche. No somos tan distintos, como te decía. La única diferencia es que nosotros somos más parecidos a monstruos que a bellas criaturas, y estamos relegados por fuerza mayor a estar aquí, encerrados en la oscuridad, con la Luna al frente. Es como un eterno recordatorio de lo que fuimos y de lo que nunca más será.
Sonreí levemente y descorché la botella que me quedaba de las dos con las que había partido. Ladeé la sonrisa mirándole: muy a mi pesar necesitaba beber un poco (otra cosa más de la que preocuparme…) e intuía que solo así podría actuar con cierta normalidad. Estaba muy alterada por aquel extraño encuentro.
– Siento mucho que tengas que verme así. – En otro tiempo lo habría matado, o habría pasado de él, pero jamás me habría disculpado, yo tenía mi propia moralidad. – Supondrás que algo ocurre, pero no me pidas que lo desenrede, no estaría así si pudiese. ¿Deseas un poco?
Le ofrecí de mi botella, pensando que hablar con un desconocido me vendría bien, y además, por algún motivo sentía cierto apego o confianza hacia él, supuse entonces que sería por los recuerdos, aunque todas aquellas sensaciones a flor de piel… Estaban despertando el deseo dormido desde los tiempos del pelirrojo. Sonreí, enseñándole los colmillos– Una charla tranquila no hace daño a nadie.
Me estaba echando a mí misma el trabajo por tierra. Allí, en ese ahora yo sabía que debía dejar atrás a Wallace porque yo era un ser distinto y extraño, y no podría jamás ser lo que él quería ni… envejecer… con él… Ni podría ser como las otras personas en su círculo… Lo sabía, en ese momento; sabía eso y aun así me empeñaba en echarme toda esa construcción por la borda, porque cada vez que lo pensaba creía que me equivocaba, y entonces volvía a no estar segura de nada, a necesitar de nuevo su presencia conmigo.
Era un empuje de dos bandos continuo en mi cabeza que estaba minando toda mi fuerza, mi voluntad y mi poder de pensamiento, de ejecución. Era un vampiro, nacida como tal y entrenada con unos valores que había tirado mis sueños de toda la vida por tierra; con Wallace había creído que era posible convivir con Ébano y con Ireth, y ahora que me había ido también de su lado, por temor, empezaba a destruirme a mí misma con esa guerra interna, a destruir toda la fuerza de mi mente.
Las caricias de aquel elfo fueron la gota culminante, al menos aquella noche. Me quedé paralizada, él debió notar algo raro porque se separó, cogió mi mano y la besó de forma caballerosa. Yo abrí la boca en una mueca de dolor interior mudo, viendo esa sonrisa ahí delante de mí, sin ser real y a la vez tan palpable como que era suya. Era como tener sed, beber agua y no sentir nada en la boca. Iba a volverme loca. Retiré la mano con cierta brusquedad y tapé mi cara, tratando de hacer un esfuerzo con mi voluntad, tenía que salir de aquello para entender e indagar en un resquicio de luz, porque en mi cabeza se formaba la idea de que tal vez aquello no era sino una señal de… ¿Mi error? Él era mi tabla, el elfo era mi salvación.
Pasé a su lado desnuda, con el lino, y mojada; no notaba nada del clima en mi cuerpo. A aquellas alturas todo eso eran sartas de tonterías.
– No somos tan distintos, ¿sabes..? – le rodeé, notando con los pies desnudos las hojas húmedas y me senté en una roca detrás. Era consciente de que estaría preguntándose por qué era tan rara, por qué estaba teniendo aquella crisis y qué demonios pretendía; realmente me habría gustado contestarle, pero ni yo misma lo sabía – No… No tienes que tener miedo. Puedo ver tu inseguridad, tengo hambre, pero no soy ninguna salvaje. – me reí de mi propio comentario – no al menos como te habrán contado. Los elfos vivís en el bosque… Muchos no tenéis contacto con el mundo, la noche os da paz, la madre naturaleza se manifiesta más libre en la noche. No somos tan distintos, como te decía. La única diferencia es que nosotros somos más parecidos a monstruos que a bellas criaturas, y estamos relegados por fuerza mayor a estar aquí, encerrados en la oscuridad, con la Luna al frente. Es como un eterno recordatorio de lo que fuimos y de lo que nunca más será.
Sonreí levemente y descorché la botella que me quedaba de las dos con las que había partido. Ladeé la sonrisa mirándole: muy a mi pesar necesitaba beber un poco (otra cosa más de la que preocuparme…) e intuía que solo así podría actuar con cierta normalidad. Estaba muy alterada por aquel extraño encuentro.
– Siento mucho que tengas que verme así. – En otro tiempo lo habría matado, o habría pasado de él, pero jamás me habría disculpado, yo tenía mi propia moralidad. – Supondrás que algo ocurre, pero no me pidas que lo desenrede, no estaría así si pudiese. ¿Deseas un poco?
Le ofrecí de mi botella, pensando que hablar con un desconocido me vendría bien, y además, por algún motivo sentía cierto apego o confianza hacia él, supuse entonces que sería por los recuerdos, aunque todas aquellas sensaciones a flor de piel… Estaban despertando el deseo dormido desde los tiempos del pelirrojo. Sonreí, enseñándole los colmillos– Una charla tranquila no hace daño a nadie.
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