Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Oromë]
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Re: Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Oromë]
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Tyr
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Re: Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Oromë]
-¿Estas mejor? -Pregunte al aire sin mirar hacia atrás al notar que la mujer recuperaba la consciencia. -Yo no... -Entonces sentí que todo daba vuelta. -¡Ay, mi pelo, idiota!-El tirón de pelo hizo que yo tirara hacia atrás del pelaje de Lavey y esta comenzó a dar vueltas sin control por el aire. -¿Quieres estarte quieta loca? Nos vas a matar. ¡Suéltame estúpida! -A dura penas podía mover un brazo para tratar de sacarme de encima aquella mujer. Lavey callo en picado tratando de tirar a la desconocida que me atacaba. -Cálmate mujer. Tenemos un punto de encuentro con ella.
Espolee al grifo y volvimos a ascender, pero Lavey quería sacarse de encima a la morena y en el ascenso hizo giro de 360 grados. -Vey, cálmate. No puedo manejar a dos taradas al mismo tiempo. -En el final del giro, justo cuando el grifo volvía a desplegar las alas un proyectil del tamaño de una jabalina corría por el aire hacia nosotras, apenas tuve tiempo para hacer un quiebro a la izquierda. Aun así fue demasiado tarde, el arma rozó con el filo una de las patas de Lavey y esta alarmada grito de dolor al tiempo que perdía el control.
A poco más de cincuenta metros podía ver la encrucijada, a Alward, a Oröme y una dragón hecho de puras llamas agitando las alas y lanzado una lengua de fuego al cielo. La herida no había sido grave, pero por alguna razón la rapaz leonada comenzó a perder fuerza, no podía remontar el vuelo y la caída era inminente.
Cerré los ojos y apreté mi cuerpo al lomo del animal, el impacto lo llenó todo de polvo, Sena estaba liberada de las garras de Lavey por el choque y se levantaba del suelo llena de rasguños. A mi me dolía todo el cuerpo, la herida en mi hombro volvió a sangrar y ahora sentía que apenas podía mover el brazo izquierdo. A Lavey le costaba respirar, era como si de repente se le hubieran agotado las energías.
-Mi niña, ¿Que te pasa? -Di varios pasos hasta alcanzar su rostro y la acaricie tratando de confortarla. Ella alternaba su mirada entre Oröme y mi figura. -Si, lo conseguimos. -Le respondía con una sonrisa amarga. -Sacamos a la tía del atolladero. -Entonces mire al resto de los presentes. Sena se estaba reuniendo con la dragona plateada y Alward... volvía a tener la mano en su sitio. -Alward, tu mano... ¿Como?
Me hubiera gustado correr hacia mi amiga, abrazarla y decirle que nos fuéramos de aquel infierno, pero entonces un grupo de hombres-bestia apareció por el camino principal. ¿Como diantres había conseguido llegar aquel perro hasta ahí?
La Torre no se lo podía creer aquella bestia había desaparecido ante sus ojos y no aparecía, el muy cobarde había huido a por una presa mas sencilla. Y La Torre sabia donde se encontraba, se llevo los labios a un silbato que colgaba de su cuello y soplo produciendo un sonido que no era perceptible al oído humano. Al momento por uno de los laterales comenzaron a escucharse gritos y los soldados salían volando hacia sus camaradas. A la posición del elfo llegaba un venado de impresionante cornamenta, blanco y rallado en negro, sin un segundo que perder el jinete se subió a su lomo.
-Vamonos de aquí. -Espoleo al herbívoro, se coloco el escudo en el brazo apoyándolo en el estribo y cabalgo con un brazo extendido hacia su nuevo compañero. -¡Humano! Nos largamos, esta pelea no es la nuestra. -El Asesino con una finta y un baile de dagas se deshizo de los ataques de su enemigo y de un salto subió a la montura del elfo, él jinete dio un silbido y el venado salio corriendo con la testa agachada embistiendo a todo lo que se le pusiera por delante. Una vez fuera del tumulto y la niebla La Torre hizo galopar al animal hasta llegar a la encrucijada.
Espolee al grifo y volvimos a ascender, pero Lavey quería sacarse de encima a la morena y en el ascenso hizo giro de 360 grados. -Vey, cálmate. No puedo manejar a dos taradas al mismo tiempo. -En el final del giro, justo cuando el grifo volvía a desplegar las alas un proyectil del tamaño de una jabalina corría por el aire hacia nosotras, apenas tuve tiempo para hacer un quiebro a la izquierda. Aun así fue demasiado tarde, el arma rozó con el filo una de las patas de Lavey y esta alarmada grito de dolor al tiempo que perdía el control.
A poco más de cincuenta metros podía ver la encrucijada, a Alward, a Oröme y una dragón hecho de puras llamas agitando las alas y lanzado una lengua de fuego al cielo. La herida no había sido grave, pero por alguna razón la rapaz leonada comenzó a perder fuerza, no podía remontar el vuelo y la caída era inminente.
Cerré los ojos y apreté mi cuerpo al lomo del animal, el impacto lo llenó todo de polvo, Sena estaba liberada de las garras de Lavey por el choque y se levantaba del suelo llena de rasguños. A mi me dolía todo el cuerpo, la herida en mi hombro volvió a sangrar y ahora sentía que apenas podía mover el brazo izquierdo. A Lavey le costaba respirar, era como si de repente se le hubieran agotado las energías.
-Mi niña, ¿Que te pasa? -Di varios pasos hasta alcanzar su rostro y la acaricie tratando de confortarla. Ella alternaba su mirada entre Oröme y mi figura. -Si, lo conseguimos. -Le respondía con una sonrisa amarga. -Sacamos a la tía del atolladero. -Entonces mire al resto de los presentes. Sena se estaba reuniendo con la dragona plateada y Alward... volvía a tener la mano en su sitio. -Alward, tu mano... ¿Como?
Me hubiera gustado correr hacia mi amiga, abrazarla y decirle que nos fuéramos de aquel infierno, pero entonces un grupo de hombres-bestia apareció por el camino principal. ¿Como diantres había conseguido llegar aquel perro hasta ahí?
La Torre no se lo podía creer aquella bestia había desaparecido ante sus ojos y no aparecía, el muy cobarde había huido a por una presa mas sencilla. Y La Torre sabia donde se encontraba, se llevo los labios a un silbato que colgaba de su cuello y soplo produciendo un sonido que no era perceptible al oído humano. Al momento por uno de los laterales comenzaron a escucharse gritos y los soldados salían volando hacia sus camaradas. A la posición del elfo llegaba un venado de impresionante cornamenta, blanco y rallado en negro, sin un segundo que perder el jinete se subió a su lomo.
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-Vamonos de aquí. -Espoleo al herbívoro, se coloco el escudo en el brazo apoyándolo en el estribo y cabalgo con un brazo extendido hacia su nuevo compañero. -¡Humano! Nos largamos, esta pelea no es la nuestra. -El Asesino con una finta y un baile de dagas se deshizo de los ataques de su enemigo y de un salto subió a la montura del elfo, él jinete dio un silbido y el venado salio corriendo con la testa agachada embistiendo a todo lo que se le pusiera por delante. Una vez fuera del tumulto y la niebla La Torre hizo galopar al animal hasta llegar a la encrucijada.
Reivy Abadder
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Re: Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Oromë]
Epons llegó lo más rauda y veloz que pudo al punto de encuentro que acordó con Reivy. Estaba agitada, cuando detuvo su marcha se podía notar lo cansada que estaba, había tenido una jornada casi tan intensa como el propio Alward. El humano empezó a acariciar su crin y apoyó su cabeza en esta con delicadeza
-...Lo has hecho bien, compañera...
El humano logró bajarse con cierta dificultad de su montura, al mismo tiempo que Oromë parecía hablarle. "Estás vivo", son las dos palabras que le dirigió al mercenario. Acto seguido se quitó la capucha y la tiró al suelo, mostrando sus heridas al completo.
-...Por poco tiempo-Su voz empezaba a ser pesada, al igual que su respiración. Su tono de piel empezó a cobrar un solo pálido, el de un enfermo. Se sentó en el suelo, a los pies de su yegua mientras luchaba por cada suspiro y bocanada de aire-...Supongo... que este es mi final...
Sintió la pena de la dragona desde su posición, ella estaba también herida; llena de barro y de sangre. Escuchó un sollozo, el Sevna no pudo hacer otra cosa que compadecerse sin siquiera soltar una sola palabra, tal vez ni siquiera le quedasen las suficientes fuerzas para volver a ponerse en pie o para hablar. Levantó una de sus rodillas para apoyar su brazo derecho mientras se miraba su cercenada extremidad.
Epons, en un acto por intentar consolar a su amigo, empezó a retozar su cabeza en el hombro izquierdo de este. El humano esbozó media sonrisa, casi con lágrimas en los ojos, y la acarició con su única mano.
Volvió a mirar a Oromë, parecía que seguía ensimismada en lograr montar una... ¿Hoguera? ¿En ese momento? Era extraño. Se puso de espaldas al mercenario y ya este no pudo ver nada más de lo que estaba haciendo.
De pronto, como por arte de magia y cosa divina, la llama se avivó de tal forma y con un fulgor tan resplandeciente que llegó a cegar un par de segundos al mercenario. Pudo ver una especie de figura femenina delante de Oromë. originaria del fuego... ¿Qué ocurría? ¿Qué estaba haciendo? Alward, ante tanto resplandor, se tapó un poco de aquella luz con su brazo herido.
Tras eso, como si de una ensoñación o deseo imposible de conseguir, tan solo en fantasías y fábulas contadas para niños, un resplandor empezó a cubrir su mano, por un momento, el mercenario se asustó, pensaba que era fuego, pegó un respingo hacia atrás, chocándose así con las patas delanteras de su compañera equina, la cual también cayó presa de ese susto y empezó a relinchar al mismo tiempo que se apartaba del humano. Otra luz, esta vez más cegadora aún ya que se originó en su propio rostro, empezó a "quemar" al Sevna. No notaba dolor, al contrario, sus fuerzas parecían volver a él. Cerró los ojos, aún más asustado y nervioso.
Cuando todo eso pasó y las llamas luminosas se "apagaron" en su cuerpo, volvió a abrir sus ojos poco a poco. El resplandor le había dejado un poco aturdida la vista, por lo que no consiguió enfocar bien ni apreciar los colores hasta pasados varios segundos. Le picaba la nariz, así que con su mano derecha intentó rascársela. Sintió un placer absoluto cuando calmó ese picor, era como si llevara años con esa molestia y jamás hubiera tenido oportunidad para calmarla... Un momento...
¡TENÍA NARIZ! ... ¡Y MANO DERECHA!
-¡¡AAHHH!!-Pegó un bote aún sentado. Se miraba con incredulidad su mano a la vez que con la otra se tocaba la nariz. Los ojos los tenía abiertos como platos.
Se puso de rodillas, mirando a Oromë. Esta le dijo que se marchase, pero aún el humano no salía de su total asombro.
-...¿Q-qué...? ¿C-cómo?-No podía articular preguntas, ni siquiera una simple palabra
La mujer de cabellos plateados insistía en que el mercenario la dejara, que se marchase. Alguien iba a venir a por ella; "La Factoría", sonó en la cabeza del humano. Mientras la dragona no dejaba de hablar y repetirle una y otra vez que se marchara, el Sevna se puso de nuevo en pie. Era cierto que su vitalidad había vuelto por completo, se sentía pleno. Se acercó a la mujer de ojos ambarinos y le mantuvo la mirada fija a la vez que la agarraba con cuidado de los hombros, para así no hacerle daño en ninguna herida.
-¡No te dejaré!-Juntó con cuidado su frente con la de la mujer y cerró los ojos-Lo que has hecho por mí... Es algo que jamás podré agradecerte lo suficiente
De pronto, un impacto de grandes consecuencias se hizo notar cerca, el enorme animal en el que se había convertido la hija de Reivy se había precipitado contra el suelo. Entre toda la polvareda levantada, pudo distinguir a la susodicha, que se dirigía hacia él y Oromë.
-¡No lo sé!-Respondió ante la pregunta de la morena sobre la restauración de sus heridas.
Después, otra sorpresa más, esta vez bastante inesperada... Al menos para el humano, ya que la dragona de cabellos cenicientos lo esperaba. Hombres-Bestia empezaron a rodearlos. Alward apretó los dientes y desenvainó ambas armas. Pudo verlo, Zafar estaba entre ellos, eso no hizo más que aumentar la rabia del mercenario. Una de aquellas bestias se rodeó en una especie de fulgor. Estaba dispuesto a atacarles, habría que ir a por él. El mercenario entonces puso detrás suya a Oromë para intentar protegerla, no estaba en condiciones ni de defenderse decentemente en su estado actual.
En un abrir y cerrar de ojos, el Sevna posicionó su cuerpo hacia adelante y se abalanzó hacia aquel enemigo. Pegó un salto, para que su ataque tuviera más efecto debido a la propia inercia, pero algo frenó sus planes en seco, una especie de piedra impacto en su pecho y lo que ocurrió después lo pilló completamente por sorpresa. Una especie de explosión eléctrica surgió del proyectil y puso a Alward de rodillas, pegando consigo un grito de dolor bastante notable.
Dolor, eso fue lo único que sintió, su vista se nubló, las espadas cayeron de sus manos y los músculos se les volvieron rígidos hasta el punto de no poder siquiera responder a los estímulos que la cabeza de Alward les mandaba.
Pudo escuchar la vos del hombre-bestia más cercano. Bajó la mirada, mientras impotente intentaba tirar de su propio cuerpo para poder levantarse en un esfuerzo inútil, seguía de rodillas. Finalmente, la gravedad le venció y cayó hacia adelante, pudo controlar sus brazos al menos un par de segundos para parar el estrepitoso encuentro de su rostro con el suelo.
-¿...Asher?-Levantó con dificultad la cabeza para mirar desde su posición cómo aquel hombre-bestia que antaño había resultado ser un aliado se alzaba imponente delante de él-...Estás... Con la Factoría-Apretó los dientes-Debí imaginarlo-¿Decepción? Quizás era eso lo que sentía al ver a Asher de parte de aquellos tipejos, pero... Después de todo, era una de esas bestias, era lo más lógico. Esbozó media sonrisa, al ver cómo el hombre bestia le daba un pequeño y breve sermón. El Sevna agachó la cabeza y con ella, la mirada-¿...Te atreves a juzgarme a mí...?-Miró en un gesto espasmódico a los ojos de Asher, juzgándolo, decepcionado, devolviéndole de alguna forma el sermón-Tú... Que te juntas con estos tipos... ¡¿ME DICES A MÍ LO QUE TENGO QUE HACER?!
Zafar intervino, Alward no hizo otra cosa que mostrar un gesto de total desprecio y enfado hacia él. Ni siquiera le respondió, en vez de eso, tiró de coraje e intentó volver a ponerse en pie. Por más que le costara y por más que sus músculos se resistieran a moverse, el humano con un impulso sacado de su misma alma, logró ponerse de nuevo de rodillas. Suspiró. Agarró sus armas y, con más esfuerzo aún, logró poner un pie firme, levantando así la rodilla, y con otro enorme esfuerzo, lograr levantarse del todo, sacar pecho y con una respiración pesada, mirar fijamente a los ojos a Asher, su mirada transmitía seguridad, reto y entereza [1].
-...No me voy a rendir...-Tomó aire-No eres mejor que yo, Asher...-Señaló a Zafar, retándole también-¡Acabaré contigo y con toda tu estúpida Factoría!
Esa última frase no gustó nada a los hombres-bestia, que no hicieron otra cosa que gruñir y ponerse furiosos con el humano
-¡Os creéis mejores que los que os crearon, pero solo sois la misma escoria intentando seguir los pasos de aquellos locos!-Hizo un par de florituras con sus espadas y se preparó para combatir de nuevo, con el ceño fruncido y mirada llena de rabia-¡PANDA DE HIPÓCRITAS!
Dos de los hombres-bestia que tenían un aspecto felino se abalanzaron hacia el humano. Este último dio un paso hacia atrás para esquivar el ataque que venía por dos flancos distintos. Uno de ellos se rehizo en el momento y se encaró con Alward al instante, el mercenario bloqueó todos sus ataques y los esquivó, era difícil ya que llevaba dos armas bastante contundentes y con pinchos en ambas manos, casi como una especie de guantes con forma de bola. Los puñetazos de este contrincante volaban, pero el Sevna no se amedrentó y los encaró como pudo. En un momento de despiste, el humano pudo dar una fuerte patada en el estómago a la bestia y acto seguido un rodillazo en el rostro que la dejó por segundos incapacitada, tiempo suficiente para dejarla atrás y encararse con el segundo felino que le había hecho frente, un felino de color negro azabache y con dos dagas por armas. Dicho enemigo intentó apuñalar con ambas armas el torso del mercenario, pero este hizo una inteligente finta para esquivarlo y colocarse a un lado de este, sin tiempo para reaccionar, el Sevna giró por completo el sentido de una de sus armas, haciendo que el filo quedase hacia atrás, y en un abrir y cerrar de ojos, imprimió un ataque con fuerza para clavar el arma en la espalda de aquel contrincante.
Se había librado de los dos hombres bestia que se cruzaron en su camino, ahora iba a por Asher. Sus ojos desbordaban rabia, iba a encararse con el hombre-bestia a paso acelerado y apretando tanto sus armas que incluso iba a doblar el mango de estas. Pero, de pronto, Asher hizo un movimiento que desencadenó una fuerte explosión, la cual llegó hasta el Sevna. En un instante, toda esa ira, toda esa rabia, todo ese aceleramiento de sus pulsaciones quedó un vacío negro para el mercenario, que cayó al suelo inconsciente.
Zafar se acercó a Alward. Le tomó el pulso, su corazón seguía latiendo; seguía vivo. Agarró al humano por la cabellera, y con la otra mano sacó el mismo cuchillo con el que le había cortado la mano
-Tu promesa no se podrá cumplir-Susurró al oído del humano con cierta sonrisilla sádica, como si aún siguiera consciente-Pondré fin a tu miserable existencia de una vez por todas. Rechazaste el don que te quise dar, ya no tendrás otra oportunidad de redimirte.
-¡ALTO!-Se escuchó una voz que se alzó imponente en la encrucijada, proveniente de dónde antes habían llegado Alward y Oromë. Eran Emmanuel y Moses, ambos habían regresado para sacar de ahí a su amigo, sea como sea.-Venimos en paz-Ambos tiraron sus armas al suelo y levantaron las manos al mismo tiempo que se acercaban a los hombres-bestia. Emmanuel se bajó la capucha, como un gesto que demostraba plena confianza.
-Nosotros no tenemos nada que ver con esto-Miró a Zafar y después a Asher-Dejad vivir a nuestro amigo y nos iremos sin más. Somos simples mercenarios. Podéis hacer lo que queráis con las chicas y coger aquello que andáis buscando, no opondremos resistencia y nos iremos, haremos como que jamás hemos estado aquí y nunca vimos nada.
El arquero miró a Oromë y a Reivy, torció el gesto y negó con la cabeza, avergonzado y casi sin mantener el contacto visual
-L-lo siento, Cinan, pero la vida de nuestro amigo es más importante
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Off:
Habilidad Usada: Ultimátum [1]
-...Lo has hecho bien, compañera...
El humano logró bajarse con cierta dificultad de su montura, al mismo tiempo que Oromë parecía hablarle. "Estás vivo", son las dos palabras que le dirigió al mercenario. Acto seguido se quitó la capucha y la tiró al suelo, mostrando sus heridas al completo.
-...Por poco tiempo-Su voz empezaba a ser pesada, al igual que su respiración. Su tono de piel empezó a cobrar un solo pálido, el de un enfermo. Se sentó en el suelo, a los pies de su yegua mientras luchaba por cada suspiro y bocanada de aire-...Supongo... que este es mi final...
Sintió la pena de la dragona desde su posición, ella estaba también herida; llena de barro y de sangre. Escuchó un sollozo, el Sevna no pudo hacer otra cosa que compadecerse sin siquiera soltar una sola palabra, tal vez ni siquiera le quedasen las suficientes fuerzas para volver a ponerse en pie o para hablar. Levantó una de sus rodillas para apoyar su brazo derecho mientras se miraba su cercenada extremidad.
Epons, en un acto por intentar consolar a su amigo, empezó a retozar su cabeza en el hombro izquierdo de este. El humano esbozó media sonrisa, casi con lágrimas en los ojos, y la acarició con su única mano.
Volvió a mirar a Oromë, parecía que seguía ensimismada en lograr montar una... ¿Hoguera? ¿En ese momento? Era extraño. Se puso de espaldas al mercenario y ya este no pudo ver nada más de lo que estaba haciendo.
De pronto, como por arte de magia y cosa divina, la llama se avivó de tal forma y con un fulgor tan resplandeciente que llegó a cegar un par de segundos al mercenario. Pudo ver una especie de figura femenina delante de Oromë. originaria del fuego... ¿Qué ocurría? ¿Qué estaba haciendo? Alward, ante tanto resplandor, se tapó un poco de aquella luz con su brazo herido.
Tras eso, como si de una ensoñación o deseo imposible de conseguir, tan solo en fantasías y fábulas contadas para niños, un resplandor empezó a cubrir su mano, por un momento, el mercenario se asustó, pensaba que era fuego, pegó un respingo hacia atrás, chocándose así con las patas delanteras de su compañera equina, la cual también cayó presa de ese susto y empezó a relinchar al mismo tiempo que se apartaba del humano. Otra luz, esta vez más cegadora aún ya que se originó en su propio rostro, empezó a "quemar" al Sevna. No notaba dolor, al contrario, sus fuerzas parecían volver a él. Cerró los ojos, aún más asustado y nervioso.
Cuando todo eso pasó y las llamas luminosas se "apagaron" en su cuerpo, volvió a abrir sus ojos poco a poco. El resplandor le había dejado un poco aturdida la vista, por lo que no consiguió enfocar bien ni apreciar los colores hasta pasados varios segundos. Le picaba la nariz, así que con su mano derecha intentó rascársela. Sintió un placer absoluto cuando calmó ese picor, era como si llevara años con esa molestia y jamás hubiera tenido oportunidad para calmarla... Un momento...
¡TENÍA NARIZ! ... ¡Y MANO DERECHA!
-¡¡AAHHH!!-Pegó un bote aún sentado. Se miraba con incredulidad su mano a la vez que con la otra se tocaba la nariz. Los ojos los tenía abiertos como platos.
Se puso de rodillas, mirando a Oromë. Esta le dijo que se marchase, pero aún el humano no salía de su total asombro.
-...¿Q-qué...? ¿C-cómo?-No podía articular preguntas, ni siquiera una simple palabra
La mujer de cabellos plateados insistía en que el mercenario la dejara, que se marchase. Alguien iba a venir a por ella; "La Factoría", sonó en la cabeza del humano. Mientras la dragona no dejaba de hablar y repetirle una y otra vez que se marchara, el Sevna se puso de nuevo en pie. Era cierto que su vitalidad había vuelto por completo, se sentía pleno. Se acercó a la mujer de ojos ambarinos y le mantuvo la mirada fija a la vez que la agarraba con cuidado de los hombros, para así no hacerle daño en ninguna herida.
-¡No te dejaré!-Juntó con cuidado su frente con la de la mujer y cerró los ojos-Lo que has hecho por mí... Es algo que jamás podré agradecerte lo suficiente
De pronto, un impacto de grandes consecuencias se hizo notar cerca, el enorme animal en el que se había convertido la hija de Reivy se había precipitado contra el suelo. Entre toda la polvareda levantada, pudo distinguir a la susodicha, que se dirigía hacia él y Oromë.
-¡No lo sé!-Respondió ante la pregunta de la morena sobre la restauración de sus heridas.
Después, otra sorpresa más, esta vez bastante inesperada... Al menos para el humano, ya que la dragona de cabellos cenicientos lo esperaba. Hombres-Bestia empezaron a rodearlos. Alward apretó los dientes y desenvainó ambas armas. Pudo verlo, Zafar estaba entre ellos, eso no hizo más que aumentar la rabia del mercenario. Una de aquellas bestias se rodeó en una especie de fulgor. Estaba dispuesto a atacarles, habría que ir a por él. El mercenario entonces puso detrás suya a Oromë para intentar protegerla, no estaba en condiciones ni de defenderse decentemente en su estado actual.
En un abrir y cerrar de ojos, el Sevna posicionó su cuerpo hacia adelante y se abalanzó hacia aquel enemigo. Pegó un salto, para que su ataque tuviera más efecto debido a la propia inercia, pero algo frenó sus planes en seco, una especie de piedra impacto en su pecho y lo que ocurrió después lo pilló completamente por sorpresa. Una especie de explosión eléctrica surgió del proyectil y puso a Alward de rodillas, pegando consigo un grito de dolor bastante notable.
Dolor, eso fue lo único que sintió, su vista se nubló, las espadas cayeron de sus manos y los músculos se les volvieron rígidos hasta el punto de no poder siquiera responder a los estímulos que la cabeza de Alward les mandaba.
Pudo escuchar la vos del hombre-bestia más cercano. Bajó la mirada, mientras impotente intentaba tirar de su propio cuerpo para poder levantarse en un esfuerzo inútil, seguía de rodillas. Finalmente, la gravedad le venció y cayó hacia adelante, pudo controlar sus brazos al menos un par de segundos para parar el estrepitoso encuentro de su rostro con el suelo.
-¿...Asher?-Levantó con dificultad la cabeza para mirar desde su posición cómo aquel hombre-bestia que antaño había resultado ser un aliado se alzaba imponente delante de él-...Estás... Con la Factoría-Apretó los dientes-Debí imaginarlo-¿Decepción? Quizás era eso lo que sentía al ver a Asher de parte de aquellos tipejos, pero... Después de todo, era una de esas bestias, era lo más lógico. Esbozó media sonrisa, al ver cómo el hombre bestia le daba un pequeño y breve sermón. El Sevna agachó la cabeza y con ella, la mirada-¿...Te atreves a juzgarme a mí...?-Miró en un gesto espasmódico a los ojos de Asher, juzgándolo, decepcionado, devolviéndole de alguna forma el sermón-Tú... Que te juntas con estos tipos... ¡¿ME DICES A MÍ LO QUE TENGO QUE HACER?!
Zafar intervino, Alward no hizo otra cosa que mostrar un gesto de total desprecio y enfado hacia él. Ni siquiera le respondió, en vez de eso, tiró de coraje e intentó volver a ponerse en pie. Por más que le costara y por más que sus músculos se resistieran a moverse, el humano con un impulso sacado de su misma alma, logró ponerse de nuevo de rodillas. Suspiró. Agarró sus armas y, con más esfuerzo aún, logró poner un pie firme, levantando así la rodilla, y con otro enorme esfuerzo, lograr levantarse del todo, sacar pecho y con una respiración pesada, mirar fijamente a los ojos a Asher, su mirada transmitía seguridad, reto y entereza [1].
-...No me voy a rendir...-Tomó aire-No eres mejor que yo, Asher...-Señaló a Zafar, retándole también-¡Acabaré contigo y con toda tu estúpida Factoría!
Esa última frase no gustó nada a los hombres-bestia, que no hicieron otra cosa que gruñir y ponerse furiosos con el humano
-¡Os creéis mejores que los que os crearon, pero solo sois la misma escoria intentando seguir los pasos de aquellos locos!-Hizo un par de florituras con sus espadas y se preparó para combatir de nuevo, con el ceño fruncido y mirada llena de rabia-¡PANDA DE HIPÓCRITAS!
Dos de los hombres-bestia que tenían un aspecto felino se abalanzaron hacia el humano. Este último dio un paso hacia atrás para esquivar el ataque que venía por dos flancos distintos. Uno de ellos se rehizo en el momento y se encaró con Alward al instante, el mercenario bloqueó todos sus ataques y los esquivó, era difícil ya que llevaba dos armas bastante contundentes y con pinchos en ambas manos, casi como una especie de guantes con forma de bola. Los puñetazos de este contrincante volaban, pero el Sevna no se amedrentó y los encaró como pudo. En un momento de despiste, el humano pudo dar una fuerte patada en el estómago a la bestia y acto seguido un rodillazo en el rostro que la dejó por segundos incapacitada, tiempo suficiente para dejarla atrás y encararse con el segundo felino que le había hecho frente, un felino de color negro azabache y con dos dagas por armas. Dicho enemigo intentó apuñalar con ambas armas el torso del mercenario, pero este hizo una inteligente finta para esquivarlo y colocarse a un lado de este, sin tiempo para reaccionar, el Sevna giró por completo el sentido de una de sus armas, haciendo que el filo quedase hacia atrás, y en un abrir y cerrar de ojos, imprimió un ataque con fuerza para clavar el arma en la espalda de aquel contrincante.
Se había librado de los dos hombres bestia que se cruzaron en su camino, ahora iba a por Asher. Sus ojos desbordaban rabia, iba a encararse con el hombre-bestia a paso acelerado y apretando tanto sus armas que incluso iba a doblar el mango de estas. Pero, de pronto, Asher hizo un movimiento que desencadenó una fuerte explosión, la cual llegó hasta el Sevna. En un instante, toda esa ira, toda esa rabia, todo ese aceleramiento de sus pulsaciones quedó un vacío negro para el mercenario, que cayó al suelo inconsciente.
Zafar se acercó a Alward. Le tomó el pulso, su corazón seguía latiendo; seguía vivo. Agarró al humano por la cabellera, y con la otra mano sacó el mismo cuchillo con el que le había cortado la mano
-Tu promesa no se podrá cumplir-Susurró al oído del humano con cierta sonrisilla sádica, como si aún siguiera consciente-Pondré fin a tu miserable existencia de una vez por todas. Rechazaste el don que te quise dar, ya no tendrás otra oportunidad de redimirte.
-¡ALTO!-Se escuchó una voz que se alzó imponente en la encrucijada, proveniente de dónde antes habían llegado Alward y Oromë. Eran Emmanuel y Moses, ambos habían regresado para sacar de ahí a su amigo, sea como sea.-Venimos en paz-Ambos tiraron sus armas al suelo y levantaron las manos al mismo tiempo que se acercaban a los hombres-bestia. Emmanuel se bajó la capucha, como un gesto que demostraba plena confianza.
-Nosotros no tenemos nada que ver con esto-Miró a Zafar y después a Asher-Dejad vivir a nuestro amigo y nos iremos sin más. Somos simples mercenarios. Podéis hacer lo que queráis con las chicas y coger aquello que andáis buscando, no opondremos resistencia y nos iremos, haremos como que jamás hemos estado aquí y nunca vimos nada.
El arquero miró a Oromë y a Reivy, torció el gesto y negó con la cabeza, avergonzado y casi sin mantener el contacto visual
-L-lo siento, Cinan, pero la vida de nuestro amigo es más importante
___________________________________________
...
...
¿Qué ha pasado?
...No lo sé
¿Otra derrota?
Creo que sí
No te culpes, quizás eran demasiado fuertes para ti
...¿Estoy muerto?
Para nada, solo estás descansando
¿Quién eres? ¿Eres el Sistema? ¿Me voy a convertir de nuevo?
No. Eso solo fue un capricho temporal de algún dios
¿Dónde estoy?
En ningún lugar concreto
...Odio los misterios
Oye, ¿Qué piensas de esa chica? Le hiciste dos promesas el mismo día y las dos has roto
...No lo sé...
¿Crees que sobrevivirá? ¿La volverás a ver?
...No lo sé...
No entraste a en La Guardia, vives como un mero mercenario, al menor contratiempo acabas derrotado, no pudiste estar siquiera cerca de ayudar a Oromë... Eres débil
...Tal vez...
Quizás lo mejor sea dejarlo todo, colgar las armas y volver a la granja. Allí la vida es segura y plácida
Entonces no cumplirá nunca su sueño
¿Sueño? ¿Qué sueño? La Guardia está corrupta. Asher tenía razón, no merece la pena. Debes alejarte de este mundo y volver por tu bien
No puedo volver, esa vida no es para mí
¿Prefieres acabar muerto un día de estos?
...
...
...
...
¿Qué ha pasado?
...No lo sé
¿Otra derrota?
Creo que sí
No te culpes, quizás eran demasiado fuertes para ti
...¿Estoy muerto?
Para nada, solo estás descansando
¿Quién eres? ¿Eres el Sistema? ¿Me voy a convertir de nuevo?
No. Eso solo fue un capricho temporal de algún dios
¿Dónde estoy?
En ningún lugar concreto
...Odio los misterios
Oye, ¿Qué piensas de esa chica? Le hiciste dos promesas el mismo día y las dos has roto
...No lo sé...
¿Crees que sobrevivirá? ¿La volverás a ver?
...No lo sé...
No entraste a en La Guardia, vives como un mero mercenario, al menor contratiempo acabas derrotado, no pudiste estar siquiera cerca de ayudar a Oromë... Eres débil
...Tal vez...
Quizás lo mejor sea dejarlo todo, colgar las armas y volver a la granja. Allí la vida es segura y plácida
Entonces no cumplirá nunca su sueño
¿Sueño? ¿Qué sueño? La Guardia está corrupta. Asher tenía razón, no merece la pena. Debes alejarte de este mundo y volver por tu bien
No puedo volver, esa vida no es para mí
¿Prefieres acabar muerto un día de estos?
...
...
...
_________________________________________________________
Off:
Habilidad Usada: Ultimátum [1]
Alward Sevna
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Re: Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Oromë]
[size=17]Además de la pelea campal que llevaba en su lomo, el grifo tuvo que esquivar un ataque. Mina no vio bien qué era, ella estaba más preocupada de aferrarse a la cintura de su secuestradora que de ver qué pasaba -¡YO NO ME QUIERO MORIIIIIIR!- chilló cuando la bestia hizo un giro de 360 grados en el aire.
Escuchó al grifo gritar también, e inmediatamente comenzaron a descender en picada. La jinete se veía angustiada. Mina daba gritos aterrorizada. Hacía unas horas había enfrentado y ganado a un hombre serpiente y ahora iba a morir hecha plasta en un accidente aéreo. Ay, las cosas de la vida. ¿Por qué había tomado las decisiones que tomó? ¿Por qué le llevó la contraria a sus padres? ¿No era mejor la vida aburrida de la burguesía a morir sola en tierras lejanas? ¿Acaso le importaba tan poco el legado de su familia? Una lágrima rodó por su mejilla mientras se cuestionaba sus elecciones de vida y recordaba el rostro amoroso de sus padres.
Y así como la mejilla, ella rodó por el suelo cuando cayeron al piso. La bestia logró planear lo suficiente como para hacer de aquel aterrizaje lo menos traumático posible, pero aún así, el revolcón fue tremendo. Mina dio a parar unos metros más adelante, toda magullada. Gruñía de rabia y frustración. ¿Dónde estaba? Se levantó, quejándose de dolor, mirando a todos lados confundida. Alcanzó a divisar a Oröme, acompañada de un muy maltrecho hombre. Con que para él eran las partes corporales- comentó para si, jocosa, acercándose dando traspies a la peliblanca. Pero le confundió que en vez de pedirle una mano completa, pidiera dedos y en lugar de nariz, ojos. ¡Cómo se le notaba lo bruta! Cero en anatomía.
Pero algo hizo la chica, que antes de llegar junto a ella, el fuego que avivaba creció. El poder de la magia que emanaba esa llama era extraño y para una bruja como Mina era claro que no era magia blanca. Era de la que revuelve las tripas y huele mal. Las llamas adquirieron una figura femenina y... las partes del cuerpo del hombre se regeneraron. Entonces, los dedos y los ojos no eran para él, sin embargo, su instinto le dijo que tenía que echarlas allí. Así que apresuró el paso para ayudarla. Pero la abrupta llegada de una manada de hombres bestia se interpuso en su camino.
Mina estaba confundida, no entendía bien quién era ese perro que lideraba al grupo, ni cuál era su asunto con Cinan y el hombre que la acompañaba. De hecho, no conocía a nadie más que a la peliblanca. Dedujo que la jinete era amiga de ella, ya que la había llevado a su encuentro. Bien, ya había identificado a una no enemiga. Y estaba Manitas, que si lo había ayudado era porque tampoco era enemigo. Y la niñita vampiro... esa era nueva. -Ya, déjate de adivinanzas y más bien tira los dedos al fuego- se reprendió y corrió hacia ella.
Estaba por llegar, pero una explosión y Mina cayó de nuevo al piso. El perro maldito ese, ¡estaba cubierto de runas! -¿Pero qué te crees? ¡Eh, perro sarnoso! ¡A otro lado con tus pulgas!- gritó y comenzó a lanzarle cuanta piedra y objeto había en su rango de visión, usando su telekinesis. Se veía como un fiero guerrero, pero ni toda la magia del mundo podía evitarle recibir un peñón en la cabeza, ¿cierto?
No estaba tan lejos del fuego mágico de Cinan, así que agarró la bolsita con las partes y las lanzó, confiando en su fuerza y buena puntería.
____________
Voy a lanzar 2 runas. La primera es para ver mi puntería con los objetos de Oromë y la segunda, para ver si una piedra le da en la cara a Asher xD
Escuchó al grifo gritar también, e inmediatamente comenzaron a descender en picada. La jinete se veía angustiada. Mina daba gritos aterrorizada. Hacía unas horas había enfrentado y ganado a un hombre serpiente y ahora iba a morir hecha plasta en un accidente aéreo. Ay, las cosas de la vida. ¿Por qué había tomado las decisiones que tomó? ¿Por qué le llevó la contraria a sus padres? ¿No era mejor la vida aburrida de la burguesía a morir sola en tierras lejanas? ¿Acaso le importaba tan poco el legado de su familia? Una lágrima rodó por su mejilla mientras se cuestionaba sus elecciones de vida y recordaba el rostro amoroso de sus padres.
Y así como la mejilla, ella rodó por el suelo cuando cayeron al piso. La bestia logró planear lo suficiente como para hacer de aquel aterrizaje lo menos traumático posible, pero aún así, el revolcón fue tremendo. Mina dio a parar unos metros más adelante, toda magullada. Gruñía de rabia y frustración. ¿Dónde estaba? Se levantó, quejándose de dolor, mirando a todos lados confundida. Alcanzó a divisar a Oröme, acompañada de un muy maltrecho hombre. Con que para él eran las partes corporales- comentó para si, jocosa, acercándose dando traspies a la peliblanca. Pero le confundió que en vez de pedirle una mano completa, pidiera dedos y en lugar de nariz, ojos. ¡Cómo se le notaba lo bruta! Cero en anatomía.
Pero algo hizo la chica, que antes de llegar junto a ella, el fuego que avivaba creció. El poder de la magia que emanaba esa llama era extraño y para una bruja como Mina era claro que no era magia blanca. Era de la que revuelve las tripas y huele mal. Las llamas adquirieron una figura femenina y... las partes del cuerpo del hombre se regeneraron. Entonces, los dedos y los ojos no eran para él, sin embargo, su instinto le dijo que tenía que echarlas allí. Así que apresuró el paso para ayudarla. Pero la abrupta llegada de una manada de hombres bestia se interpuso en su camino.
Mina estaba confundida, no entendía bien quién era ese perro que lideraba al grupo, ni cuál era su asunto con Cinan y el hombre que la acompañaba. De hecho, no conocía a nadie más que a la peliblanca. Dedujo que la jinete era amiga de ella, ya que la había llevado a su encuentro. Bien, ya había identificado a una no enemiga. Y estaba Manitas, que si lo había ayudado era porque tampoco era enemigo. Y la niñita vampiro... esa era nueva. -Ya, déjate de adivinanzas y más bien tira los dedos al fuego- se reprendió y corrió hacia ella.
Estaba por llegar, pero una explosión y Mina cayó de nuevo al piso. El perro maldito ese, ¡estaba cubierto de runas! -¿Pero qué te crees? ¡Eh, perro sarnoso! ¡A otro lado con tus pulgas!- gritó y comenzó a lanzarle cuanta piedra y objeto había en su rango de visión, usando su telekinesis. Se veía como un fiero guerrero, pero ni toda la magia del mundo podía evitarle recibir un peñón en la cabeza, ¿cierto?
No estaba tan lejos del fuego mágico de Cinan, así que agarró la bolsita con las partes y las lanzó, confiando en su fuerza y buena puntería.
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Mina Harker
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Re: Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Oromë]
El miembro 'Mina Harker' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: Cenizas en la Ciudad Lagarto [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Oromë]
El cibernético estaba sorprendido de la belleza del lugar. El fuego y la noche eran aliados por naturaleza. La luna se regocijaba sobre el incendio del campamento, parecía estar riendo. Lo mismo se podrían decir de los cadáveres. APP-Bel no se encontró con ningún muerto que no tuviera una sonrisa dibujada en la cara. Debían sentirse orgullosos por morir en una noche como ésta. Cada uno de ellos, por su causa perdida. El hombre felino cayó al suelo. Su llanto inicial fue callado por una amplia mueca de satisfacción. Murió pensando en lo que sus líderes de La Factoría, esa extraña organización de bestias que se había levantado en el norte del bosque del Este, harían al reunir los 19 objetos malditos de Egdecomb. Los humanos gritaban sus oraciones de honor y fidelidad ante Verisar y el Rey de los humanos. ¡Por La Guardia! ¡Por Lunargenta! Pensaban que los bardos cantarían poemas que conmemorasen la gesta.
APP-Bel no sentía defraudarles. La victoria el resultado de la batalla fue dado mucho antes que los hombres y las bestias de diferentes facciones empuñasen sus armas. Los objetos malditos de Egdecomb pertenecían a El Hombre Muerto. Al fin de cuentas, El hado los hizo para él (para matarle).
Pasó por encima del cadáver del elfo que llegó junto el enorme hombre perro. Pisó su esternón. Las costillas sonaron bajo los pies de metal como astillas al romperse. Unos metros adelante, un humano delgado suplicaba que quitasen el animal que se había caído muerto encima de sus piernas. APP-Bel tuvo piedad de él: le lanzó una ráfaga eléctrica. Acabó con su vida y le concedió la sonrisa que los cadáveres tenían en esta bella velada.
—¿Quién será el siguiente? — preguntó con sorna.
APP-Bel miraba a Asher. Conoció al hombre perro en el templo de monos. Fue una ligera molestia, un contratiempo indeseado que retrasó sus avances; no un impedimento para llevar a cabo su plan. Su papel en La Ciudad Lagarto no fue muy diferente. Mató a Jannis, el chivato que viajaba con la única persona que se conocía que había tenido relación la mujer amante. Causó un contratiempo y un retraso. Los planes de APP-Bel, sin embargo, seguían en marcha. Concentró la energía primigenia en su mano derecha (la cual brillaba con una luz pálida) y disparó contra la armadura del hombre perro en señal de advertencia. Si hubiera querido matarle, habría apuntado a la cabeza. Ambos eran conscientes del hecho.
—Retírate o acabarás como tú amigo Tale: muerto en una cuneta de Dundarak.
Zafar sacó sus dos espadas y se plantó entre Asher y APP-Bel. Sonreía como los cadáveres. Creía estar peleando por la causa justa y tener posibilidades de ganar. ¿Es que todavía no se había dado cuenta? La única causa justa y vencedora es la de Randall Flagg, El Hombre Muerto.
Se levantó de golpe pensando que había tenido una horrible pesadilla. Pasó sus manos por sus brazos y piernas para asegurarse de que era real. No encontró ninguna herida ni cicatriz, vieja o nueva. Por pura curiosidad y porque sentía algo raro en su cuerpo, se quitó el guante derecho. Buscó una cicatriz que tenía en el dedo corazón: una quemadura en forma de nube que se hizo jugando con la hoguera cuando tenía seis años. No la encontró. Simplemente, había desaparecido con las demás heridas.
Tami Dankworth miró en derredor. Se hizo una idea de lo que podría haber pasado en el rato que había estado inconsciente. Lo resumió, mentalmente, con un nombre: Rhea de Coss. No, ella no tenía nada que ver con este desastre. La bruja murió hacía años. Tami negó con la cabeza y se corrigió a sí misma: Oromë Vanadóttir.
Distinguió a Dan no muy lejos de donde ella se encontraba. Luchaba como podía contra una bestia. Sena estaba al lado de la mujer de cabellos cenizos que le había atendido al llegar al campamento, parecían llevarse bien. ¿Dónde estaban Den y Jannis? Se puso una mano en la cabeza, de repente sintió que le pesaba de manera horrible. ¿Dónde estaba Den? Solo Den. Jannis dejó de importarle. Poco a poco, fue recordando lo que pasó minutos antes de caer inconsciente. ¡Qué le jodan a Jannis! Dio una patada a una piedra. ¡Qué le jodan dos veces y luego venga un dragón a joderle por una tercera vez! La traición no le dolía tanto como el desamor. Hubo un momento en el que Tami pensó que estaba enamorada de Jannis.
Lo primero era buscar un arma con la que poder defenderse. Corrió de cuclillas por el suelo a la altura de los cadáveres. Los arcos que encontró tenían las cuerdas quebradas y las espadas rotas. Examinó los cinturones de los muertos, tal vez habría una daga oculta; no hubo suerte. Tenía dos opciones: quedarse quieta esperando a que la matasen o seguir buscando, moverse, a la espera que ninguno de sus enemigos se diera cuenta que había vuelto a la vida.
Puso las manos en la empuñadura de una espada que había visto a lo lejos. Estuvo a punto de cogerla, pero lo pensó antes de llegar a levantarla. La espada era de un humano que, a diferencia del resto, respiraba. Estaba inconsciente, igual que Tami hacía unos instantes. Tami le acarició el cabello y le dio un beso en la frente.
—Descansa. Te llevaré a un lugar seguro — cogió de sus hombros y se lo llevó arrastras — Me tendrás que dejar tu espada. Puedo entender lo que estás sintiendo. Duele, ¿verdad? A mí también me dolía. — miro su estómago, el lugar donde debería haber un corte —… me dolía. — no quiso añadir más sobre el tema. A Tami le resultaba complicado aceptar que estaba viva gracias a la magia que Rhea utilizó para condenar el pueblo de Coss; peor, gracias a la magia que ahora le pertenecía a Oromë.
La bandada de Vardagen era amplia y se extendía por toda Aerandir. Había escuchado a sus pájaros cantar las historias de un paria de La Guardia que hubo envenenado a su ciudad con flor de Nirana y que se había huido a Dundarak para escapar de la ley de Lunargenta. Vardagen jamás supo cómo se llamaba el humano. Había algunos nombres que los pájaros eran incapaces de pronunciar. “Elian Alé” era lo que Vardagen entendía en voz de las aves. APP-Bel, el cibernético, completó el puzle de voces: Eltrant Tale. Un círculo de pájaros repitieron al unísono, con su mala pronunciación, el nombre del humano a cuatros metros por encima de la cabeza del hombre búho. Elian Ale. Elian Ale.
Vardagen se arrancó una pluma de su ala y la encantó con sus runas. La puso en la holgura que hacía el cuello de la armadura de Asher. La punta de pluma tocó el pelaje del hombre cánido y él pudo entender lo que cantaban las aves. Elian Ale. Elian Ale. Las canciones venían de Dundarak, APP-Bel no mentía.
—Entenderé que desees marchar al norte. — lo siguiente lo dijo al compás de los pájaros del cielo, como si se hubiera unido a su cantinela — Las amistades son nuestros bienes más preciados.
Una flecha de Sandorai alcanzó a uno de los pájaros cantores. Vardagen planteó la opción de viajar junto con Asher. Cualquier sitio sería mejor que La Ciudad Lagarto.
* General: Ha habido muchas muertes y lo mejor todavía no ha llegado. Faltan por derrotar a los tres grandes bosses del tema.
1. Oromë Vanadóttir: Junto con Mina conseguiste curar a Tami, Reivy y Alward. ¡Buen trabajo! Mucho me temo que tú sigues herida. Necesitarás del sustento de las habilidades vampíricas de Sena para que renueve continuamente tu sangre. Por otra parte, Tami pasará a ser una importante liada para el próximo tema. Le cuesta recordar lo que pasó antes de perder la conciencia. Es decir, todavía no sabe que tú eres la misma Oromë que posee el objeto maldito.
2. Asher: ¡cambio de última hora! Siento que tu mano puede ser de mayor ayuda en el tercer tema de Lealtad que en el siguiente de Cenizas. Espero que no te importe, además es algo que hemos comentado por mp. Decir que tus combates han tenido severas consecuencias. Tienes una herida en el brazo izquierdo fruto de tus múltiples combates. Por ahora no es nada grave, se podrá tratar con atención médica. Sin embargo, hay altas posibilidades que, en el futuro (en el tema de lealtad 3), pueda llegar a infectarse. Syl e Irigo tienen heridas mínimas. Balyamel falleció tras su combate con La Torre y el asesino silencioso.
3. Reivy Abbader: faltó poco para que Asher terminase contigo. Justo en ese momento, Mina lanzó sus objetos. Todas tus heridas se sanan al completo en el último momento. Entiendes que podrías haber muerto. Tu suerte no es gratuita. En el siguiente tema sentirás parte de la maldición de la mujer amante. Pronto daré más instrucciones. De los npcs que creaste: La Torre está gravemente herido y el asesino misterioso fue asesinado por Balyamel. Lavey queda gravemente herida por sus múltiples enfrentamientos. La herida más grave se la ha producido Syl con un disparo a la altura del pecho. No tocas la flecha clavada por miedo a lo que pueda pasar.
4. Alward Sevna muy mal herido, sano y otra vez inconsciente. No hay manera de curarte. Tami siente compasión de ti. Te ve echado en el suelo, pero vivo. Has luchado bien. Te roba la espada no sin antes llevarte a un lugar seguro. Descansa.
5. Mina Harker igual que Oromë, has conseguido curar a muchos de tus aliados pero has puesto tu vida en juego. Tienes quemaduras de segundo grado en el torso y brazos. Pasa algo similar con el caso de Reivy: al haber utilizado la llama de la mujer amante, sentirás cierta afinidad por ella. Más adelante, entenderéis a qué conlleva este asunto.
Asesino silencioso, Alward Sevna , leónicos, Balyamel, Jannis, Lanaro, Romer, Áddila, Hamri, U9-42, T6-D5, Bina Monseur, y Varian Ulthamo .
En el caso de Alward y los leónicos no quiere decir que hayan muerto, literalmente, sino quedan fuera del escenario. Alward por sus heridas y los leonicos porque se van con Asher.
APP-Bel no sentía defraudarles. La victoria el resultado de la batalla fue dado mucho antes que los hombres y las bestias de diferentes facciones empuñasen sus armas. Los objetos malditos de Egdecomb pertenecían a El Hombre Muerto. Al fin de cuentas, El hado los hizo para él (para matarle).
Pasó por encima del cadáver del elfo que llegó junto el enorme hombre perro. Pisó su esternón. Las costillas sonaron bajo los pies de metal como astillas al romperse. Unos metros adelante, un humano delgado suplicaba que quitasen el animal que se había caído muerto encima de sus piernas. APP-Bel tuvo piedad de él: le lanzó una ráfaga eléctrica. Acabó con su vida y le concedió la sonrisa que los cadáveres tenían en esta bella velada.
—¿Quién será el siguiente? — preguntó con sorna.
APP-Bel miraba a Asher. Conoció al hombre perro en el templo de monos. Fue una ligera molestia, un contratiempo indeseado que retrasó sus avances; no un impedimento para llevar a cabo su plan. Su papel en La Ciudad Lagarto no fue muy diferente. Mató a Jannis, el chivato que viajaba con la única persona que se conocía que había tenido relación la mujer amante. Causó un contratiempo y un retraso. Los planes de APP-Bel, sin embargo, seguían en marcha. Concentró la energía primigenia en su mano derecha (la cual brillaba con una luz pálida) y disparó contra la armadura del hombre perro en señal de advertencia. Si hubiera querido matarle, habría apuntado a la cabeza. Ambos eran conscientes del hecho.
—Retírate o acabarás como tú amigo Tale: muerto en una cuneta de Dundarak.
Zafar sacó sus dos espadas y se plantó entre Asher y APP-Bel. Sonreía como los cadáveres. Creía estar peleando por la causa justa y tener posibilidades de ganar. ¿Es que todavía no se había dado cuenta? La única causa justa y vencedora es la de Randall Flagg, El Hombre Muerto.
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Se levantó de golpe pensando que había tenido una horrible pesadilla. Pasó sus manos por sus brazos y piernas para asegurarse de que era real. No encontró ninguna herida ni cicatriz, vieja o nueva. Por pura curiosidad y porque sentía algo raro en su cuerpo, se quitó el guante derecho. Buscó una cicatriz que tenía en el dedo corazón: una quemadura en forma de nube que se hizo jugando con la hoguera cuando tenía seis años. No la encontró. Simplemente, había desaparecido con las demás heridas.
Tami Dankworth miró en derredor. Se hizo una idea de lo que podría haber pasado en el rato que había estado inconsciente. Lo resumió, mentalmente, con un nombre: Rhea de Coss. No, ella no tenía nada que ver con este desastre. La bruja murió hacía años. Tami negó con la cabeza y se corrigió a sí misma: Oromë Vanadóttir.
Distinguió a Dan no muy lejos de donde ella se encontraba. Luchaba como podía contra una bestia. Sena estaba al lado de la mujer de cabellos cenizos que le había atendido al llegar al campamento, parecían llevarse bien. ¿Dónde estaban Den y Jannis? Se puso una mano en la cabeza, de repente sintió que le pesaba de manera horrible. ¿Dónde estaba Den? Solo Den. Jannis dejó de importarle. Poco a poco, fue recordando lo que pasó minutos antes de caer inconsciente. ¡Qué le jodan a Jannis! Dio una patada a una piedra. ¡Qué le jodan dos veces y luego venga un dragón a joderle por una tercera vez! La traición no le dolía tanto como el desamor. Hubo un momento en el que Tami pensó que estaba enamorada de Jannis.
Lo primero era buscar un arma con la que poder defenderse. Corrió de cuclillas por el suelo a la altura de los cadáveres. Los arcos que encontró tenían las cuerdas quebradas y las espadas rotas. Examinó los cinturones de los muertos, tal vez habría una daga oculta; no hubo suerte. Tenía dos opciones: quedarse quieta esperando a que la matasen o seguir buscando, moverse, a la espera que ninguno de sus enemigos se diera cuenta que había vuelto a la vida.
Puso las manos en la empuñadura de una espada que había visto a lo lejos. Estuvo a punto de cogerla, pero lo pensó antes de llegar a levantarla. La espada era de un humano que, a diferencia del resto, respiraba. Estaba inconsciente, igual que Tami hacía unos instantes. Tami le acarició el cabello y le dio un beso en la frente.
—Descansa. Te llevaré a un lugar seguro — cogió de sus hombros y se lo llevó arrastras — Me tendrás que dejar tu espada. Puedo entender lo que estás sintiendo. Duele, ¿verdad? A mí también me dolía. — miro su estómago, el lugar donde debería haber un corte —… me dolía. — no quiso añadir más sobre el tema. A Tami le resultaba complicado aceptar que estaba viva gracias a la magia que Rhea utilizó para condenar el pueblo de Coss; peor, gracias a la magia que ahora le pertenecía a Oromë.
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La bandada de Vardagen era amplia y se extendía por toda Aerandir. Había escuchado a sus pájaros cantar las historias de un paria de La Guardia que hubo envenenado a su ciudad con flor de Nirana y que se había huido a Dundarak para escapar de la ley de Lunargenta. Vardagen jamás supo cómo se llamaba el humano. Había algunos nombres que los pájaros eran incapaces de pronunciar. “Elian Alé” era lo que Vardagen entendía en voz de las aves. APP-Bel, el cibernético, completó el puzle de voces: Eltrant Tale. Un círculo de pájaros repitieron al unísono, con su mala pronunciación, el nombre del humano a cuatros metros por encima de la cabeza del hombre búho. Elian Ale. Elian Ale.
Vardagen se arrancó una pluma de su ala y la encantó con sus runas. La puso en la holgura que hacía el cuello de la armadura de Asher. La punta de pluma tocó el pelaje del hombre cánido y él pudo entender lo que cantaban las aves. Elian Ale. Elian Ale. Las canciones venían de Dundarak, APP-Bel no mentía.
—Entenderé que desees marchar al norte. — lo siguiente lo dijo al compás de los pájaros del cielo, como si se hubiera unido a su cantinela — Las amistades son nuestros bienes más preciados.
Una flecha de Sandorai alcanzó a uno de los pájaros cantores. Vardagen planteó la opción de viajar junto con Asher. Cualquier sitio sería mejor que La Ciudad Lagarto.
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* General: Ha habido muchas muertes y lo mejor todavía no ha llegado. Faltan por derrotar a los tres grandes bosses del tema.
1. Oromë Vanadóttir: Junto con Mina conseguiste curar a Tami, Reivy y Alward. ¡Buen trabajo! Mucho me temo que tú sigues herida. Necesitarás del sustento de las habilidades vampíricas de Sena para que renueve continuamente tu sangre. Por otra parte, Tami pasará a ser una importante liada para el próximo tema. Le cuesta recordar lo que pasó antes de perder la conciencia. Es decir, todavía no sabe que tú eres la misma Oromë que posee el objeto maldito.
2. Asher: ¡cambio de última hora! Siento que tu mano puede ser de mayor ayuda en el tercer tema de Lealtad que en el siguiente de Cenizas. Espero que no te importe, además es algo que hemos comentado por mp. Decir que tus combates han tenido severas consecuencias. Tienes una herida en el brazo izquierdo fruto de tus múltiples combates. Por ahora no es nada grave, se podrá tratar con atención médica. Sin embargo, hay altas posibilidades que, en el futuro (en el tema de lealtad 3), pueda llegar a infectarse. Syl e Irigo tienen heridas mínimas. Balyamel falleció tras su combate con La Torre y el asesino silencioso.
3. Reivy Abbader: faltó poco para que Asher terminase contigo. Justo en ese momento, Mina lanzó sus objetos. Todas tus heridas se sanan al completo en el último momento. Entiendes que podrías haber muerto. Tu suerte no es gratuita. En el siguiente tema sentirás parte de la maldición de la mujer amante. Pronto daré más instrucciones. De los npcs que creaste: La Torre está gravemente herido y el asesino misterioso fue asesinado por Balyamel. Lavey queda gravemente herida por sus múltiples enfrentamientos. La herida más grave se la ha producido Syl con un disparo a la altura del pecho. No tocas la flecha clavada por miedo a lo que pueda pasar.
4. Alward Sevna muy mal herido, sano y otra vez inconsciente. No hay manera de curarte. Tami siente compasión de ti. Te ve echado en el suelo, pero vivo. Has luchado bien. Te roba la espada no sin antes llevarte a un lugar seguro. Descansa.
5. Mina Harker igual que Oromë, has conseguido curar a muchos de tus aliados pero has puesto tu vida en juego. Tienes quemaduras de segundo grado en el torso y brazos. Pasa algo similar con el caso de Reivy: al haber utilizado la llama de la mujer amante, sentirás cierta afinidad por ella. Más adelante, entenderéis a qué conlleva este asunto.
Asesino silencioso, Alward Sevna , leónicos, Balyamel, Jannis, Lanaro, Romer, Áddila, Hamri, U9-42, T6-D5, Bina Monseur, y Varian Ulthamo .
En el caso de Alward y los leónicos no quiere decir que hayan muerto, literalmente, sino quedan fuera del escenario. Alward por sus heridas y los leonicos porque se van con Asher.
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