El significado de la lealtad [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
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Re: El significado de la lealtad [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
Cuando al fin volvió al exterior las cosas no pintaban nada bien, no solo tenían que vérselas con aquellos monstruitos alados que crecían y se volvían más fuertes con cada minuto que pasaba, el biocibernético y otro ser también estaban dispuestos a darles problemas. La vampira gruñó, si las cosas no cambiaban perdería la poca paciencia que le quedaba y tendría que hacer algo drástico para que su bando saliese adelante, sin importar lo que le ocurriese a ella en el proceso.
- ¡Eliminad a esas cosas! - ordenó a viva voz, señalando a las criaturas que sobrevolaban sus cabezas. Las sombras del medallón no necesitaron nada más para actuar, rugieron y se lanzaron contra las desdichadas bestias, desmembrándolas brutalmente. Sin embargo, eran demasiadas, habría necesitado más apoyo para encargarse de todas ellas, y para colmo de males los Buscones estaban heridos en su mayoría, Valeska incluida. Ese detalle hizo que frunciese el ceño y su aura se volviese más oscura, no había llegado tan lejos para que ahora matasen a la dragona y a su hijo frente a sus ojos, mucho menos para que el maldito cáliz terminase en manos del Hombre Muerto, había llegado la hora de poner fin a todo aquello.
Con Gardian y sus aliadas ocupándose de las gárgolas, la benjamina de los Calhoun centró su atención sobre el extraño que se desplazaba velozmente por la escena, cambiando de forma para convertirse en un charco de sangre y evadir a quienes no le interesaban. - Tiene que ser uno de los nuestros. - susurró, convencida de que aquellas habilidades solo podían provenir de un congénere, teoría que Lyn pronto apoyó, dando incluso nombre al supuesto individuo, Taliesin.
Para la centinela poco importaba cómo se llamase o quién fuese, los estaba atacando y tenía que pararlo, pero antes de que pudiese intervenir, Eltrant tomó las riendas del asunto. Con la amenaza neutralizada, de momento, el mercenario lo vio claro, no podían seguir como hasta entonces, era su cabeza la que tenía precio y si quería que los demás se salvasen debía dejar su suerte en manos de la joven.
Pero antes de irse y llevarse consigo a todas aquellas bestias, el castaño utilizó su espada para sanar las heridas más graves del grupo, instante que aprovechó para indicar a la peliblanca el lugar en que debía buscar a Ohm y Toriel, para luego pedirle que cuidase de todos ellos.
- ¡Tened cuidado! - gritó Elen al ver partir tanto al guerrero como a su compañera, que incapaz de dejarlo solo salió rápidamente tras él. - Reducid su número, ¡rápido! - instó a las almas del colgante, para que destrozasen a tantas criaturas como les fuese posible y así dar algo de apoyo a sus amigos. - Menelwie termina de curarlos, no tenemos tiempo que perder. - pidió a continuación, clavando sus verdes ojos en la elfa, que se puso manos a la obra de inmediato.
Ahora su única preocupación era el tal Taliesin, debían mantenerlo vigilado al menos hasta que pudiesen marcharse de allí, lo cual les llevaría unos minutos… que no iban a ser nada tranquilos. Lentamente la sombra de Flagg empezó a apoderarse del cuerpo de la vampira, modificando su figura y estirándose hasta adoptar la forma delgada y larguirucha que solía tener. - ¿Qué es eso? - preguntó Valeska, sujetándose el vientre mientras su antigua compañera se encargaba de curarla.
- No, ahora no. - fue la respuesta de Alister, quien se apresuró a situarse entre el oscuro ente y los Buscones, extendiendo las alas y sacando a la superficie su ígneo elemento, que en cuestión de segundos recubrió todas las escamas de su cuerpo. - Elen escúchame, no dejes que esa cosa te domine, regresa, te necesitamos. - dijo con seriedad, tratando de llegar a la centinela, pero su intento fue en vano, una vez la sombra de odio tomaba el control solo el fuego conseguía que se desvaneciese.
Las vacías cuencas de la creación del Hombre Muerto observaron al dragón y luego al extraño, pero éste no le pareció lo suficientemente interesante, por lo que se decantó por abalanzarse sobre el alado y todos aquellos que se escondían tras él. La tristeza inundó los ojos del reptil, ¿hasta cuándo seguirían así? El tiempo les había dado oportunidad de acostumbrarse a la transformación de la otrora hechicera pero aquello no podían predecirlo ni aceptarlo, necesitaban una solución y la única que se le ocurría pasaba por encontrar a Flagg, vencerlo y obligarlo a revertir el mal que había hecho… luego lo mataría con sus propias manos.
Sin esperar ni un segundo, el norteño concentró su elemento y lo liberó contra el monstruo, pero no para hacerle daño sino para atraparlo dentro de una ardiente prisión que empezó a encogerse de inmediato, hasta que la sombra solo pudo gruñir desde el suelo, ovillada y terriblemente frustrada.
Las brillantes llamas pronto hicieron el resto, obligando al ente a desvanecerse y trayendo de vuelta a la de cabellos cenicientos, que poco a poco se puso en pie y con gesto cansado, buscó las alargadas pupilas del dragón. - Ya pasó, estoy bien… quita la barrera. - pidió, y una vez libre ignoró la sorpresa y el terror con que los demás la miraban. - He… he terminado. - indicó Menelwie, señalando al grupo, que ya se encontraba en mucho mejor estado. Kano y Gol’then habían recuperado la consciencia y estaban en pie, listos para proteger al resto de lo que se les pusiese por delante, mientras Hont y Valeska ya no tenían heridas de las que preocuparse.
- Bien, en marcha. - soltó Elen, dirigiendo sus pasos hacia la tercera torre, donde aguardaban Ohm y Toriel.
- ¡Eliminad a esas cosas! - ordenó a viva voz, señalando a las criaturas que sobrevolaban sus cabezas. Las sombras del medallón no necesitaron nada más para actuar, rugieron y se lanzaron contra las desdichadas bestias, desmembrándolas brutalmente. Sin embargo, eran demasiadas, habría necesitado más apoyo para encargarse de todas ellas, y para colmo de males los Buscones estaban heridos en su mayoría, Valeska incluida. Ese detalle hizo que frunciese el ceño y su aura se volviese más oscura, no había llegado tan lejos para que ahora matasen a la dragona y a su hijo frente a sus ojos, mucho menos para que el maldito cáliz terminase en manos del Hombre Muerto, había llegado la hora de poner fin a todo aquello.
Con Gardian y sus aliadas ocupándose de las gárgolas, la benjamina de los Calhoun centró su atención sobre el extraño que se desplazaba velozmente por la escena, cambiando de forma para convertirse en un charco de sangre y evadir a quienes no le interesaban. - Tiene que ser uno de los nuestros. - susurró, convencida de que aquellas habilidades solo podían provenir de un congénere, teoría que Lyn pronto apoyó, dando incluso nombre al supuesto individuo, Taliesin.
Para la centinela poco importaba cómo se llamase o quién fuese, los estaba atacando y tenía que pararlo, pero antes de que pudiese intervenir, Eltrant tomó las riendas del asunto. Con la amenaza neutralizada, de momento, el mercenario lo vio claro, no podían seguir como hasta entonces, era su cabeza la que tenía precio y si quería que los demás se salvasen debía dejar su suerte en manos de la joven.
Pero antes de irse y llevarse consigo a todas aquellas bestias, el castaño utilizó su espada para sanar las heridas más graves del grupo, instante que aprovechó para indicar a la peliblanca el lugar en que debía buscar a Ohm y Toriel, para luego pedirle que cuidase de todos ellos.
- ¡Tened cuidado! - gritó Elen al ver partir tanto al guerrero como a su compañera, que incapaz de dejarlo solo salió rápidamente tras él. - Reducid su número, ¡rápido! - instó a las almas del colgante, para que destrozasen a tantas criaturas como les fuese posible y así dar algo de apoyo a sus amigos. - Menelwie termina de curarlos, no tenemos tiempo que perder. - pidió a continuación, clavando sus verdes ojos en la elfa, que se puso manos a la obra de inmediato.
Ahora su única preocupación era el tal Taliesin, debían mantenerlo vigilado al menos hasta que pudiesen marcharse de allí, lo cual les llevaría unos minutos… que no iban a ser nada tranquilos. Lentamente la sombra de Flagg empezó a apoderarse del cuerpo de la vampira, modificando su figura y estirándose hasta adoptar la forma delgada y larguirucha que solía tener. - ¿Qué es eso? - preguntó Valeska, sujetándose el vientre mientras su antigua compañera se encargaba de curarla.
- No, ahora no. - fue la respuesta de Alister, quien se apresuró a situarse entre el oscuro ente y los Buscones, extendiendo las alas y sacando a la superficie su ígneo elemento, que en cuestión de segundos recubrió todas las escamas de su cuerpo. - Elen escúchame, no dejes que esa cosa te domine, regresa, te necesitamos. - dijo con seriedad, tratando de llegar a la centinela, pero su intento fue en vano, una vez la sombra de odio tomaba el control solo el fuego conseguía que se desvaneciese.
Las vacías cuencas de la creación del Hombre Muerto observaron al dragón y luego al extraño, pero éste no le pareció lo suficientemente interesante, por lo que se decantó por abalanzarse sobre el alado y todos aquellos que se escondían tras él. La tristeza inundó los ojos del reptil, ¿hasta cuándo seguirían así? El tiempo les había dado oportunidad de acostumbrarse a la transformación de la otrora hechicera pero aquello no podían predecirlo ni aceptarlo, necesitaban una solución y la única que se le ocurría pasaba por encontrar a Flagg, vencerlo y obligarlo a revertir el mal que había hecho… luego lo mataría con sus propias manos.
Sin esperar ni un segundo, el norteño concentró su elemento y lo liberó contra el monstruo, pero no para hacerle daño sino para atraparlo dentro de una ardiente prisión que empezó a encogerse de inmediato, hasta que la sombra solo pudo gruñir desde el suelo, ovillada y terriblemente frustrada.
Las brillantes llamas pronto hicieron el resto, obligando al ente a desvanecerse y trayendo de vuelta a la de cabellos cenicientos, que poco a poco se puso en pie y con gesto cansado, buscó las alargadas pupilas del dragón. - Ya pasó, estoy bien… quita la barrera. - pidió, y una vez libre ignoró la sorpresa y el terror con que los demás la miraban. - He… he terminado. - indicó Menelwie, señalando al grupo, que ya se encontraba en mucho mejor estado. Kano y Gol’then habían recuperado la consciencia y estaban en pie, listos para proteger al resto de lo que se les pusiese por delante, mientras Hont y Valeska ya no tenían heridas de las que preocuparse.
- Bien, en marcha. - soltó Elen, dirigiendo sus pasos hacia la tercera torre, donde aguardaban Ohm y Toriel.
***
El trayecto hasta su destino no les llevó mucho, y gracias a su número pudieron despachar sin problemas a los escasos enemigos que salieron a su encuentro, pero asaltar la torre sería harina de otro costal, no tenían idea de lo que iban a encontrar dentro. - Alister, Hont, quedaos aquí y proteged al resto, yo me llevaré a Kano y a Gol’then, las sombras nos cubrirán. - explicó nada más situarse contra uno de los muros de la estructura. - Vosotros dos por la entrada principal, yo me colaré por una de las ventanas y atraeré la atención hacia mí para que podáis entrar sin problemas, buscad a Ohm y a Toriel y sacadlos de aquí, yo me ocuparé de los guardias. - añadió al poco.
Ignorando las caras de reproche que ponían tanto el dragón como la zarigüeya, la de ojos verdes cubrió todo su cuerpo con su elemento y se fragmentó hasta convertirse en una bandada de murciélagos, que perfectamente coordinada ascendió por la pared de piedra y se introdujo en la torre por la primera ventana que encontró a su paso. Las almas del medallón no tardaron en seguir a su señora, reptando por el muro y perdiéndose de la vista en cuestión de segundos, mientras el bio y el hombre bestia rodeaban el edificio para llegar a la parte frontal.
Algunas gárgolas merodeaban por los alrededores, pero parecían estar buscando a otra persona, o quizá simplemente no hubiesen reparado en ellos todavía.
Sin apenas hacer ruido, la vampira aterrizó en un pasillo y volvió a recuperar su forma original, aguzando el oído para determinar hacia dónde debía ir, o más concretamente dónde se encontraba el enemigo. - Acabemos con la resistencia para que Kano y Gol’then puedan hacer su parte. - ordenó mentalmente a sus aliadas, que al instante empezaron a revisar cada palmo de aquella maldita prisión.
Varios dragones infectados les salieron al paso poco después de llegar, pero no tenían nada que hacer, y mientras la criatura de la noche y sus seguidoras se encargaban de ellos, los Buscones aprovecharon para adentrarse en la estructura sin ser vistos.
Off
Resumen: Elen se transforma en sombra de odio y ataca a Alister, sin éxito.
Utiliza su habilidad de Transformación y guía a las sombras a través de la torre para eliminar a los guardias enfermos de Nirana que se enfrentan a ella.
Alister utiliza Escamas ígneas y Proyección elemental para detener a la creación de Flagg.
Kano y Gol'then entran en la torre en busca de sus compañeros, primer turno rescatando a Ohm y Toriel.
Ignorando las caras de reproche que ponían tanto el dragón como la zarigüeya, la de ojos verdes cubrió todo su cuerpo con su elemento y se fragmentó hasta convertirse en una bandada de murciélagos, que perfectamente coordinada ascendió por la pared de piedra y se introdujo en la torre por la primera ventana que encontró a su paso. Las almas del medallón no tardaron en seguir a su señora, reptando por el muro y perdiéndose de la vista en cuestión de segundos, mientras el bio y el hombre bestia rodeaban el edificio para llegar a la parte frontal.
Algunas gárgolas merodeaban por los alrededores, pero parecían estar buscando a otra persona, o quizá simplemente no hubiesen reparado en ellos todavía.
Sin apenas hacer ruido, la vampira aterrizó en un pasillo y volvió a recuperar su forma original, aguzando el oído para determinar hacia dónde debía ir, o más concretamente dónde se encontraba el enemigo. - Acabemos con la resistencia para que Kano y Gol’then puedan hacer su parte. - ordenó mentalmente a sus aliadas, que al instante empezaron a revisar cada palmo de aquella maldita prisión.
Varios dragones infectados les salieron al paso poco después de llegar, pero no tenían nada que hacer, y mientras la criatura de la noche y sus seguidoras se encargaban de ellos, los Buscones aprovecharon para adentrarse en la estructura sin ser vistos.
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Resumen: Elen se transforma en sombra de odio y ataca a Alister, sin éxito.
Utiliza su habilidad de Transformación y guía a las sombras a través de la torre para eliminar a los guardias enfermos de Nirana que se enfrentan a ella.
Alister utiliza Escamas ígneas y Proyección elemental para detener a la creación de Flagg.
Kano y Gol'then entran en la torre en busca de sus compañeros, primer turno rescatando a Ohm y Toriel.
Última edición por Elen Calhoun el Lun Feb 25 2019, 13:27, editado 1 vez (Razón : Código)
Elen Calhoun
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Re: El significado de la lealtad [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
A mí también se me ha vuelto a olvidar tirar la runa >.<
Elen Calhoun
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Re: El significado de la lealtad [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
El miembro 'Elen Calhoun' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: El significado de la lealtad [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
El ser estaba furioso. Convertido en sangre, se lanzaba de lado a lado en el interior de aquella esfera, intentando romperla sin entender a qué se enfrentaba. La continuidad de su tiempo se rompía, y no estaba seguro de cómo había acabado allí dentro; se convencía, en cambio, de que era cuestión de fuerza el salir, y gastaba todas sus energías en conseguirlo. Atisbó a Eltrant Tale al otro lado de la barrera, y otra vez intentó llegar hasta él sin conseguirlo. Sentía cómo la frustración lo enloquecía.
El charco de sangre sólo se detuvo cuando el humano se alejó de la vista, y entonces volvió a tomar la forma alada. Se agarró la cabeza e intentó recomponer lo que había ocurrido. Con mucho esfuerzo lograba hilar algunas imágenes de su combate contra Eltrant. Se recordaba atacando una y otra vez para quitar aquella molesta armadura de en medio. Los ojos que veía tras aquel yelmo eran una provocación, y había querido llegar a ellos para sacarlos. ¿Lo había conseguido? ¿Había, al menos, cumplido su objetivo de herir a Eltrant Tale? Creía recordar cómo, bajo la forma de charco de sangre, se había lanzado a él para empapar alguna de sus heridas. Creía revivir cómo una de sus garras había causado un desgarre en su piel al arrancar un pedazo de coraza. ¿Se lo imaginaba? Un solo arañazo bastaría... un solo descuido...
Pero no lograba estar seguro. Ver a aquel hombre lo había cegado de ira, y no había podido controlar bien sus acciones aunque cada una de ellas hubiera estado destinada única y exclusivamente en llegar hasta Tale.
Cuando quiso darse cuenta estaba solo en su encierro, y allí se mantuvo. La noche estaba repleta de gritos que pronto lo acunaron y distrajeron de lo que acababa de ocurrir. Las gárgolas se habían ido, persiguiendo a otros.
De esta manera transcurrió el tiempo hasta que alguien volvió a acercarse. Al sentirlo, el ser se puso en guardia inmediatamente, preparado para hacerse con aquella nueva víctima, y con esta idea se lanzó contra las paredes de viento sólo para volver a ser retenido por ellas. Con el paso del tiempo había olvidado que estaba encerrado, y constatarlo fue una nueva frustración.
- Otra vez ese bicho - advirtió la más bajita de las dos figuras -. Parece que alguien lo ha dejado encerrado. ¿Ves? No hacía falta que nos encargáramos nosotros. No hemos venido a eso.
- Eltrant.
- No todo lo que pasa en esta ciudad es Eltrant Tale. Y te lo voy a repetir, hemos venido aquí a que Friddel nos dé trabajo. Aquí no hay Friddel y no hay dragones, así que sigamos.
Pero el más grande de las dos figuras no se veía convencido. No le quitaba el ojo al ser encerrado en la cúpula de aire, y mantenía una mano sobre la empuñadora de su espada como si estuviera a punto de desenvainarla. En absoluto intimidado, el vampiro intentaba atacarlo. Si tan solo aquella barrera no estuviera en medio.
----
Resumen:
Mientras dure la ascension de Dundarak (este turno), Taliesin esta encerrado en una cúpula de aire.
Ya que nadie los ha mencionado aún, utilizo a Gwido y Lian-Chu, quienes dan con Taliesin mientras está encerrado.
El charco de sangre sólo se detuvo cuando el humano se alejó de la vista, y entonces volvió a tomar la forma alada. Se agarró la cabeza e intentó recomponer lo que había ocurrido. Con mucho esfuerzo lograba hilar algunas imágenes de su combate contra Eltrant. Se recordaba atacando una y otra vez para quitar aquella molesta armadura de en medio. Los ojos que veía tras aquel yelmo eran una provocación, y había querido llegar a ellos para sacarlos. ¿Lo había conseguido? ¿Había, al menos, cumplido su objetivo de herir a Eltrant Tale? Creía recordar cómo, bajo la forma de charco de sangre, se había lanzado a él para empapar alguna de sus heridas. Creía revivir cómo una de sus garras había causado un desgarre en su piel al arrancar un pedazo de coraza. ¿Se lo imaginaba? Un solo arañazo bastaría... un solo descuido...
Pero no lograba estar seguro. Ver a aquel hombre lo había cegado de ira, y no había podido controlar bien sus acciones aunque cada una de ellas hubiera estado destinada única y exclusivamente en llegar hasta Tale.
Cuando quiso darse cuenta estaba solo en su encierro, y allí se mantuvo. La noche estaba repleta de gritos que pronto lo acunaron y distrajeron de lo que acababa de ocurrir. Las gárgolas se habían ido, persiguiendo a otros.
De esta manera transcurrió el tiempo hasta que alguien volvió a acercarse. Al sentirlo, el ser se puso en guardia inmediatamente, preparado para hacerse con aquella nueva víctima, y con esta idea se lanzó contra las paredes de viento sólo para volver a ser retenido por ellas. Con el paso del tiempo había olvidado que estaba encerrado, y constatarlo fue una nueva frustración.
- Otra vez ese bicho - advirtió la más bajita de las dos figuras -. Parece que alguien lo ha dejado encerrado. ¿Ves? No hacía falta que nos encargáramos nosotros. No hemos venido a eso.
- Eltrant.
- No todo lo que pasa en esta ciudad es Eltrant Tale. Y te lo voy a repetir, hemos venido aquí a que Friddel nos dé trabajo. Aquí no hay Friddel y no hay dragones, así que sigamos.
Pero el más grande de las dos figuras no se veía convencido. No le quitaba el ojo al ser encerrado en la cúpula de aire, y mantenía una mano sobre la empuñadora de su espada como si estuviera a punto de desenvainarla. En absoluto intimidado, el vampiro intentaba atacarlo. Si tan solo aquella barrera no estuviera en medio.
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Resumen:
Mientras dure la ascension de Dundarak (este turno), Taliesin esta encerrado en una cúpula de aire.
Ya que nadie los ha mencionado aún, utilizo a Gwido y Lian-Chu, quienes dan con Taliesin mientras está encerrado.
Taliesin Skatha
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Re: El significado de la lealtad [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
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Re: El significado de la lealtad [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
Había aguantado las fauces de aquellas bestias aladas, los brutales ataques de un Taliesin totalmente enloquecido, las espadas del centenar de matones del Hombre-Muerto y la candente cadena de la mujer que comandaba las fuerzas del orden en Dundarak.
Y había sido Bracknell quien, tras una serie de rápidos movimientos con su espada, terminó de hacer estallar su coraza. Apenas pudo ver que había hecho exactamente.
Cayó de rodillas, usando a Recuerdo a modo de bastón.
Gritó, gritó de frustración al ver la sonrisa arrogante de Bracknell, gritó de dolor cuando se intentó alejarse de este de forma instintiva y se percató de que no podía huir de aquello: la espada de Bracknell estaba firmemente clavada en su vientre.
¿Cómo? ¿Cómo era posible?
Lo había hecho parecer incluso fácil.
Respiró agitado, separándose un poco más, retrocedió sin apartar sus ojos de los del lacayo del Hombre-Muerto; observó atentamente como este desenvainaba la espada que pendía del lado derecho de su cintura.
- ¿Me devuelves la espada, Tale? – Bracknell, ignorando el campo de batalla que reinaba a su alrededor se adelantó el mismo número de pasos que Eltrant acababa de descorrer - Es un juego de dos. ¿Sabes? – Alzó la hoja que tenía de nuevo entre sus manos, mostrándosela a la herida.
- ¡VOY A MATARTE! – Eltrant se levantó, gritando, ignorando la espada que seguía clavada en su cuerpo.
¿Había sido por qué estaba herido? ¿Por qué se había enfrentado a toda una ciudad antes de encararle? ¿Por eso había tomado Bracknell la delantera con tanta facilidad? No, no había sido eso.
- ¡Eltrant! -
Se tambaleó, bajó la mano izquierda hacía la hoja que tenía alojada en su vientre al mismo tiempo que Lyn entraba en escena. No, las heridas no habrían cambiado nada; el mundo comenzó a nublarse.
Bracknell tenía años de experiencia a sus espaldas. ¿Cuántos soldados acorazados habría matado en todos aquellos años? ¿Cuántos mercenarios? ¿Cuántas personas como él?
Virgo, que acababa de aplastar a uno de los matones de Bracknell, acalló después los gruñidos de uno de los diablillos, los cuales ahora median casi el doble que la primera vez que los habían visto, con sus cadenas antes de que alcanzase a Eltrant.
Este ni lo notó.
- ¡Nos tenemos que ir, Elt! –
Todo era demasiado confuso, demasiado caótico.
- ¡BRACKNELL! – Se tambaleó hacia adelante, sin soltar la espada de su herida, lanzando estocadas al aire sin ton ni son.
- ¡Eltrant! -
La voz de Lyn era distante, difusa; Se fundía con los gritos de dolor y los aullidos de auxilio de la ciudad. Eltrant sentía una mezcla de sensaciones entremezcladas: ira, remordimiento, frustración… todas las voces de su cabeza que había estado acallando durante toda la noche, esas que le decían en su interior que estaba perdiendo, que no podía ganar.
- ¡Sombra! –
La sombra de Eltrant, el imponente ser que había convocado Lyn y que se movía por el lugar como si la veintena de espadas que tenía clavadas por todas partes no le doliesen, dejó caer al pobre desgraciado que tenía sujeto por el cuello a un lado y se giró hacía Bracknell.
- ¡Ataca! –
Una explosión lanzó a Bracknell hacía atrás, una sin fuego, una que solo desplegó sombras. [1] Eltrant no supo que acababa de pasar, pero sonrió al ver como Bracknell retrocedía con el ceño fruncido.
Después vomitó sangre.
Un tirón volvió a hacerle trastabillar, alzó la espada durante un instante, pero se detuvo al ver que era Inga la que tiraba de él.
¿Estaba mejor? ¿Herida? Tensó los músculos, cuando se cercioró de su estado buscó a Bracknell con la mirada.
Pero no se lo permitieron, otro fuerte tirón.
¿Se iban? No, tenía que… ¿O sí?
- ¡Distráelos! – La figura oscura que no sentía dolor asintió a la petición de su ama y desenvainó la otra espada de oscuridad que pendía de su cintura. Con una espada en cada mano se posicionó entre el grupo y Bracknell. [2] - ¡Virgo! – Ordenes, Lyn estaba tomando la iniciativa, podía oírla con más claridad.
¿Por qué…?
La dama de hierro, obedeciendo a su señora, hizo retroceder las cadenas bañadas en sangre que estaban fijas a sus muñecas y tomó el relevo de Inga, sujetó a Eltrant por uno de los brazos y pronunció unas palabras que este no llegó a entender.
El mundo se despejaba, poco a poco, sus sentidos volvían, pero el dolor se hacía cada vez más y más real.
- ¡No ha sido un placer, caballeros! – Lyn extendió sus brazos y, tan pronto lo hizo, una cúpula de sombras cubrió toda la plazoleta. [3]
La luz se apagó y ahí fue cuando sintió el tirón, le arrastraban, le sacaban de la pelea. Su cabeza comenzaba a aclararse. ¿Por qué…? Corrieron, cada paso que daba se le hacía eterno, cada callejón, cada esquina se repetía en su cabeza.
Una parte de él sentía que estaba atrapado en una especie de limbo del que se veía incapaz de salir, parecía estar flotando sobre su propio cuerpo, parecía estar viéndolo todo desde las alturas.
Trataron de pararse varias veces, pero los seres alados podían ver a través de las sombras de Lyn, o seguir el rastro de sangre que iban dejando. Fuese lo que fuese, Virgo mató a todos los demonios que salieron al encuentro del grupo, los cuales eran prácticamente indestructibles llegados a aquel momento, incluso un espíritu astral como ella tuvo que esforzarse.
Todo le parecía un sueño, nada tenía sentido, solo veía imágenes estáticas de forma intermitentes seguidas de breves periodos de oscuridad: el castillo de Lunargenta, el Monte de San Pedro, una media luna, Alanna, Asher, el templo del Olvido, Elen, su taller, Anastasia, el barco del Capitan Werner, Isla Tortuga, llamas verdes quemando lentamente el muro de Térpoli.
La luz volvió repentinamente cuando alguien le dejó caer sobre una pared húmeda.
- ¿…dónde? –
El suave resplandor de Virgo al desvanecerse fue lo primero que vislumbró, después el acuciante dolor de la hoja que había olvidado tener clavada en su vientre y, por último, los brillantes ojos celestes de Lyn.
Parecía preocupada.
- ¿Cómo… me ves? – La boca le sabía a sangre, el cuerpo el ardía.
La vampiresa dejó escapar un suspiro, quizás aliviado porque había oído hablar a su amigo, quizás cansada de verle en aquel estado, lo único que sabía es que, justo cuando vislumbró a Inga entrar en la habitación en la que se encontraban, el mundo comenzó a difuminarse de nuevo.
- ¿Qué…? – Recordaba lo que le había pasado, pero eso no era… propio de él.
¿Cómo había pasado? ¿Cómo había acabado así?
Todo había ido bien hasta que…
Entrecerró los ojos.
– No toques… la espada. – Sentenció severamente, tosiendo algo más de sangre justo en el momento en el que Inga se acercó a él.
- ¿Por qué siempre eres más hablador cuando estas… así? - Lyn apartó los últimos trozos de su armadura, descubrió completamente el brazo izquierdo de Eltrant y lo examinó. – Ya nos hemos dado cuenta, genio, sobre todo cuando has empezado a alucinar antes. - El tatuaje brillaba con fuerza, se aseguraba de que todas las heridas que tenían sanaban.
No parecía ser suficiente.
- El vejestorio ha cubierto la hoja de su espada con… el líquido de la flor esa. – Le habría gustado decir que había sido cuidadoso, pero aun si lo hubiese sido el resultado hubiese sido muy parecido. ¿Cómo se había movido tan rápido? – Menos mal que eres… bueno…- Lyn se mordió el labio inferior, continuó apartando trozos de metal rotos o doblados. – …que eres tú, supongo. – dijo. – El tatuaje también ha ayudado a controlar la droga esa. – Mencionó sacudiendo la cabeza. – No sé cómo podríamos haberte traído hasta aquí si hubieses perdido el control por completo. – Eltrant trató de incorporarse, las sombras de Lyn se lo impidieron. – Quieto, todavía tenemos que sacarte esa cosa. – Señaló la espada de Bracknell. – Tienes mucha sangre. – dijo Lyn – Pero no tanta -
- Inga… - Tragó saliva. – Busca… algo con fuego… una lámpara o algo – Lyn enarcó una ceja y, leyendo quizás la idea que el exmercenario tenía en la cabeza indicó a la licántropa que hiciese lo que le había pedido el herido.
Dolor, si recordaba bien como había sacado a Gol’then del trance había sido con mucho, mucho dolor. No estaba tan mal como lo había estado el toro, pero tenía que asegurarse de que volvía a estar despejado. Las heridas eran lo de menos, podía seguir adelante siempre y cuanto el tatuaje continuase activo.
Tenía que ayudar a Elen y al resto de los Buscones.
Se forzó a pensar que todo pasó muy rápido, pero realmente fue inusualmente lento. Para cuando Inga volvió con un candelabro y lo usó para prender una especie de antorcha, el aceite de la espada de Bracknell volvía a hacer efecto en la mente de Eltrant.
Más imagenes volvieron a su mente.
Puede que gracias al tatuaje no estuviese perdiendo la cordura como el resto, pero sí que perdía, muy lentamente, la conciencia.
- Prepárate. – Las sombras de Lyn rodearon el pomo de la hoja de Bracknell.
Eltrant asintió, o pensó que lo hacía; no estaba totalmente seguro.
Un fuerte tirón, eso fue lo único que bastó para que todos sus sentidos volviesen a responderle al mismo tiempo, algo que incrementó instantes después, cuando el dolor de la espada en la herida abierta fue rápidamente sustituido por el de esa misma herida siendo cauterizada.
Fueron, en cierto modo, los segundos más largos de su vida.
Pero solo fueron segundos.
Tras lanzar la espada de Bracknell al otro lado del almacén abandonado en el que se habían escondido, Lyn e Inga se agacharon junto al herido esperando alguna respuesta coherente, algo que no fuese una alucinación o un grito de dolor.
- ¿Elt…? –
- Creo… - Abrió levemente los ojos, se concentró en las caras que tenía frente a él. - …creo que voy a necesitar una armadura nueva… - dijo pasando a mirar los pedazos de metal ensangrentados que yacían por todo el lugar. – Acércame… acércame a Olvido. – Pidió, Lyn respondió a su petición inmediatamente.
Se centró en la familiar calidez que manaba de su brazo izquierdo, en la brisa que despedia su espada. Se permitió volver a descansar un rato ya que, por muy poco que le gustase, sabía que aquel era otro pequeño momento de tranquilidad en una noche que estaba muy lejos de acabar.
Tenía que volver que salir ahí afuera.
[1] Sombra de Eltrant usa: Habilidad Nivel 9: Seísmo.
[2] Sombra de Eltrant usa: Habilidad Nivel 6: Muro de Acero.
[3] Habilidad Lyn nivel 6: Campo de Sombras.
Resumen de mi turno :'D
- Segundo turno rescantando a Inga. Huyo con ella. :'D
- Bracknell me da una paliza.
- Los diablillos (ahora culturistas) me dan una paliza.
- Pero consigo dejarlos atrás con las sombras de Lyn.
- La vida me da una paliza.
- Me escondo en un almacén abandonado con Inga y Lyn espero a curar mis heridas con el tatuaje rúnico.
Y había sido Bracknell quien, tras una serie de rápidos movimientos con su espada, terminó de hacer estallar su coraza. Apenas pudo ver que había hecho exactamente.
Cayó de rodillas, usando a Recuerdo a modo de bastón.
Gritó, gritó de frustración al ver la sonrisa arrogante de Bracknell, gritó de dolor cuando se intentó alejarse de este de forma instintiva y se percató de que no podía huir de aquello: la espada de Bracknell estaba firmemente clavada en su vientre.
¿Cómo? ¿Cómo era posible?
Lo había hecho parecer incluso fácil.
Respiró agitado, separándose un poco más, retrocedió sin apartar sus ojos de los del lacayo del Hombre-Muerto; observó atentamente como este desenvainaba la espada que pendía del lado derecho de su cintura.
- ¿Me devuelves la espada, Tale? – Bracknell, ignorando el campo de batalla que reinaba a su alrededor se adelantó el mismo número de pasos que Eltrant acababa de descorrer - Es un juego de dos. ¿Sabes? – Alzó la hoja que tenía de nuevo entre sus manos, mostrándosela a la herida.
- ¡VOY A MATARTE! – Eltrant se levantó, gritando, ignorando la espada que seguía clavada en su cuerpo.
¿Había sido por qué estaba herido? ¿Por qué se había enfrentado a toda una ciudad antes de encararle? ¿Por eso había tomado Bracknell la delantera con tanta facilidad? No, no había sido eso.
- ¡Eltrant! -
Se tambaleó, bajó la mano izquierda hacía la hoja que tenía alojada en su vientre al mismo tiempo que Lyn entraba en escena. No, las heridas no habrían cambiado nada; el mundo comenzó a nublarse.
Bracknell tenía años de experiencia a sus espaldas. ¿Cuántos soldados acorazados habría matado en todos aquellos años? ¿Cuántos mercenarios? ¿Cuántas personas como él?
Virgo, que acababa de aplastar a uno de los matones de Bracknell, acalló después los gruñidos de uno de los diablillos, los cuales ahora median casi el doble que la primera vez que los habían visto, con sus cadenas antes de que alcanzase a Eltrant.
Este ni lo notó.
- ¡Nos tenemos que ir, Elt! –
Todo era demasiado confuso, demasiado caótico.
- ¡BRACKNELL! – Se tambaleó hacia adelante, sin soltar la espada de su herida, lanzando estocadas al aire sin ton ni son.
- ¡Eltrant! -
La voz de Lyn era distante, difusa; Se fundía con los gritos de dolor y los aullidos de auxilio de la ciudad. Eltrant sentía una mezcla de sensaciones entremezcladas: ira, remordimiento, frustración… todas las voces de su cabeza que había estado acallando durante toda la noche, esas que le decían en su interior que estaba perdiendo, que no podía ganar.
- ¡Sombra! –
La sombra de Eltrant, el imponente ser que había convocado Lyn y que se movía por el lugar como si la veintena de espadas que tenía clavadas por todas partes no le doliesen, dejó caer al pobre desgraciado que tenía sujeto por el cuello a un lado y se giró hacía Bracknell.
- ¡Ataca! –
Una explosión lanzó a Bracknell hacía atrás, una sin fuego, una que solo desplegó sombras. [1] Eltrant no supo que acababa de pasar, pero sonrió al ver como Bracknell retrocedía con el ceño fruncido.
Después vomitó sangre.
Un tirón volvió a hacerle trastabillar, alzó la espada durante un instante, pero se detuvo al ver que era Inga la que tiraba de él.
¿Estaba mejor? ¿Herida? Tensó los músculos, cuando se cercioró de su estado buscó a Bracknell con la mirada.
Pero no se lo permitieron, otro fuerte tirón.
¿Se iban? No, tenía que… ¿O sí?
- ¡Distráelos! – La figura oscura que no sentía dolor asintió a la petición de su ama y desenvainó la otra espada de oscuridad que pendía de su cintura. Con una espada en cada mano se posicionó entre el grupo y Bracknell. [2] - ¡Virgo! – Ordenes, Lyn estaba tomando la iniciativa, podía oírla con más claridad.
¿Por qué…?
La dama de hierro, obedeciendo a su señora, hizo retroceder las cadenas bañadas en sangre que estaban fijas a sus muñecas y tomó el relevo de Inga, sujetó a Eltrant por uno de los brazos y pronunció unas palabras que este no llegó a entender.
El mundo se despejaba, poco a poco, sus sentidos volvían, pero el dolor se hacía cada vez más y más real.
- ¡No ha sido un placer, caballeros! – Lyn extendió sus brazos y, tan pronto lo hizo, una cúpula de sombras cubrió toda la plazoleta. [3]
La luz se apagó y ahí fue cuando sintió el tirón, le arrastraban, le sacaban de la pelea. Su cabeza comenzaba a aclararse. ¿Por qué…? Corrieron, cada paso que daba se le hacía eterno, cada callejón, cada esquina se repetía en su cabeza.
Una parte de él sentía que estaba atrapado en una especie de limbo del que se veía incapaz de salir, parecía estar flotando sobre su propio cuerpo, parecía estar viéndolo todo desde las alturas.
Trataron de pararse varias veces, pero los seres alados podían ver a través de las sombras de Lyn, o seguir el rastro de sangre que iban dejando. Fuese lo que fuese, Virgo mató a todos los demonios que salieron al encuentro del grupo, los cuales eran prácticamente indestructibles llegados a aquel momento, incluso un espíritu astral como ella tuvo que esforzarse.
Todo le parecía un sueño, nada tenía sentido, solo veía imágenes estáticas de forma intermitentes seguidas de breves periodos de oscuridad: el castillo de Lunargenta, el Monte de San Pedro, una media luna, Alanna, Asher, el templo del Olvido, Elen, su taller, Anastasia, el barco del Capitan Werner, Isla Tortuga, llamas verdes quemando lentamente el muro de Térpoli.
La luz volvió repentinamente cuando alguien le dejó caer sobre una pared húmeda.
- ¿…dónde? –
El suave resplandor de Virgo al desvanecerse fue lo primero que vislumbró, después el acuciante dolor de la hoja que había olvidado tener clavada en su vientre y, por último, los brillantes ojos celestes de Lyn.
Parecía preocupada.
- ¿Cómo… me ves? – La boca le sabía a sangre, el cuerpo el ardía.
La vampiresa dejó escapar un suspiro, quizás aliviado porque había oído hablar a su amigo, quizás cansada de verle en aquel estado, lo único que sabía es que, justo cuando vislumbró a Inga entrar en la habitación en la que se encontraban, el mundo comenzó a difuminarse de nuevo.
- ¿Qué…? – Recordaba lo que le había pasado, pero eso no era… propio de él.
¿Cómo había pasado? ¿Cómo había acabado así?
Todo había ido bien hasta que…
Entrecerró los ojos.
– No toques… la espada. – Sentenció severamente, tosiendo algo más de sangre justo en el momento en el que Inga se acercó a él.
- ¿Por qué siempre eres más hablador cuando estas… así? - Lyn apartó los últimos trozos de su armadura, descubrió completamente el brazo izquierdo de Eltrant y lo examinó. – Ya nos hemos dado cuenta, genio, sobre todo cuando has empezado a alucinar antes. - El tatuaje brillaba con fuerza, se aseguraba de que todas las heridas que tenían sanaban.
No parecía ser suficiente.
- El vejestorio ha cubierto la hoja de su espada con… el líquido de la flor esa. – Le habría gustado decir que había sido cuidadoso, pero aun si lo hubiese sido el resultado hubiese sido muy parecido. ¿Cómo se había movido tan rápido? – Menos mal que eres… bueno…- Lyn se mordió el labio inferior, continuó apartando trozos de metal rotos o doblados. – …que eres tú, supongo. – dijo. – El tatuaje también ha ayudado a controlar la droga esa. – Mencionó sacudiendo la cabeza. – No sé cómo podríamos haberte traído hasta aquí si hubieses perdido el control por completo. – Eltrant trató de incorporarse, las sombras de Lyn se lo impidieron. – Quieto, todavía tenemos que sacarte esa cosa. – Señaló la espada de Bracknell. – Tienes mucha sangre. – dijo Lyn – Pero no tanta -
- Inga… - Tragó saliva. – Busca… algo con fuego… una lámpara o algo – Lyn enarcó una ceja y, leyendo quizás la idea que el exmercenario tenía en la cabeza indicó a la licántropa que hiciese lo que le había pedido el herido.
Dolor, si recordaba bien como había sacado a Gol’then del trance había sido con mucho, mucho dolor. No estaba tan mal como lo había estado el toro, pero tenía que asegurarse de que volvía a estar despejado. Las heridas eran lo de menos, podía seguir adelante siempre y cuanto el tatuaje continuase activo.
Tenía que ayudar a Elen y al resto de los Buscones.
Se forzó a pensar que todo pasó muy rápido, pero realmente fue inusualmente lento. Para cuando Inga volvió con un candelabro y lo usó para prender una especie de antorcha, el aceite de la espada de Bracknell volvía a hacer efecto en la mente de Eltrant.
Más imagenes volvieron a su mente.
Puede que gracias al tatuaje no estuviese perdiendo la cordura como el resto, pero sí que perdía, muy lentamente, la conciencia.
- Prepárate. – Las sombras de Lyn rodearon el pomo de la hoja de Bracknell.
Eltrant asintió, o pensó que lo hacía; no estaba totalmente seguro.
Un fuerte tirón, eso fue lo único que bastó para que todos sus sentidos volviesen a responderle al mismo tiempo, algo que incrementó instantes después, cuando el dolor de la espada en la herida abierta fue rápidamente sustituido por el de esa misma herida siendo cauterizada.
Fueron, en cierto modo, los segundos más largos de su vida.
Pero solo fueron segundos.
Tras lanzar la espada de Bracknell al otro lado del almacén abandonado en el que se habían escondido, Lyn e Inga se agacharon junto al herido esperando alguna respuesta coherente, algo que no fuese una alucinación o un grito de dolor.
- ¿Elt…? –
- Creo… - Abrió levemente los ojos, se concentró en las caras que tenía frente a él. - …creo que voy a necesitar una armadura nueva… - dijo pasando a mirar los pedazos de metal ensangrentados que yacían por todo el lugar. – Acércame… acércame a Olvido. – Pidió, Lyn respondió a su petición inmediatamente.
Se centró en la familiar calidez que manaba de su brazo izquierdo, en la brisa que despedia su espada. Se permitió volver a descansar un rato ya que, por muy poco que le gustase, sabía que aquel era otro pequeño momento de tranquilidad en una noche que estaba muy lejos de acabar.
Tenía que volver que salir ahí afuera.
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[1] Sombra de Eltrant usa: Habilidad Nivel 9: Seísmo.
[2] Sombra de Eltrant usa: Habilidad Nivel 6: Muro de Acero.
[3] Habilidad Lyn nivel 6: Campo de Sombras.
Resumen de mi turno :'D
- Segundo turno rescantando a Inga. Huyo con ella. :'D
- Bracknell me da una paliza.
- Los diablillos (ahora culturistas) me dan una paliza.
- Pero consigo dejarlos atrás con las sombras de Lyn.
- La vida me da una paliza.
- Me escondo en un almacén abandonado con Inga y Lyn espero a curar mis heridas con el tatuaje rúnico.
Eltrant Tale
Aerandiano de honor
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Re: El significado de la lealtad [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
Ya solo quedaba que mi compañera terminara de aplicar los ungüentos en los últimos dragones de la celda. Obviamente no todos estarían en disposición de luchar como seguramente mi mejor amiga Friddel esperaba de ellos. Pero no había mucho más que pudiéramos hacer allí.
- Clarice... -Llamé mientras miraba por la ventanita de la celda. - Creo que tenemos compañía, y no parecen cosas amigables.
La caballero dragón se acerca despacio con una expresión de extrañeza en la cara.
- El hecho de que tú entre todas digas que algo no parece amigable es lo que más miedo me da. -Le cedo el sitio en la ventanita. -Te he visto la cara cuando llegaron esos monstruos alados, y tu primer instinto era abrazarlos, ¿verdad?
Me sonrojo y doy una patada a una piedrecita con los brazos en la espalda. -Bueno, puede ser... ¡Pero esta vez son cosas terroríficas!
Clarice se asoma al pequeño agujero con barrotes de la puerta. Tras unos segundos se da la vuelta y se encoge de hombros. - Pues yo no veo nada, querida, tal vez te esté afectando el cansancio.
La mujer se va a terminar de aplicar el ungüento mientras yo me volvía a asomar. Y allí volvían a estar, aquellas terroríficas sombras que hacían que se me helara la sangre. Me volví, respirando entrecortadamente. Cálmate Jeannie, es solo tu imaginación, como dice Clarice.
- Bueno, esto ya está, deberíamos seguir a la próxima torre antes de que vuelvan esas cosas voladoras. -Los monstruos debían de haber encontrado alguna presa más interesante, abandonando la torre. -Salgamos y volvamos al carro.
- ¿Qué?¿Por ahí? -Señalé a la puerta. -No, no. Por ahí no vamos.
- Entonces explícame cómo vamos a llegar a la calle y continuar con nuestra misión. -La dragona se cruza de brazos.
Me quedé pensativa. Tras unos instantes suspiré y tras abrir un poco la puerta me asomé por la rendija. En ese momento no había nada en el pasillo. Clarice vino, se asomó también y tras soltar un largo suspiro y negar con la cabeza en silencio se aventuró por las escaleras hacia la puerta principal.
- Ay... Pero no vayas tan rápido... Jolines. -Me quedé unos momentos pensativa en el marco de la puerta, hasta que me di cuenta que estaba hablando sola y decidí salir rápidamente y bajar las escaleras los más rápido posible. Salté para salir de la estancia y tomar velocidad cuando un golpe sordo me hizo caer de espaldas al suelo. Tras mover la cabeza de un lado a otro para despejarme me levanté de nuevo.
- ¡Eh tú! Mira por dónde vas, la gente suele usar las puertas para salir, ¿sabes? ... -Miré a la mujer con la que había chocado, pelo blanco, espada y un aura de poder. "Oh." -E-e-esto... Olvídelo señora seguramente poseedora de un poder monstruoso. Ha sido mi culpa. -Me limpié el polvo y estaba a punto de seguir los pasos de Clarice cuando me fijé en las sombras terroríficas tras la mujer. Un escalofrío me recorrió la espalda. Me acerqué a la peliblanca y le susurré poniendo una mano entre mi boca y las sombras de detrás. -Yo que tú, venía muy rápido conmigo escaleras abajo, esas cosas no parecen amistosas y parecen querer hacerte cosas feas.
Me quedé tan solo un par de segundos más, tras ese lapso de tiempo corrí escaleras abajo en busca de Clarice. No aguantaba mucho tiempo la presencia de aquellas cosas, aunque sentía tener que abandonar a una mujer tan hermosa a su propia suerte con unos seres sobrenaturales detrás. Me prometí a mi misma que a la próxima persona atractiva que encontrase en apuros la intentaría salvar. Pero... Otro día, ya si eso.
Bajé rápidamente las escaleras en pos de Clarice, que había dejado un pequeño rastro de destrucción de guardias dragón que le salieron al paso. O tal vez habían sido las sombras o la chica del pelo blanco. Bueno, tampoco es que me preocupara mucho en ese momento, tan solo quería dejar atrás aquella torre lo más rápido posible.
Mi amiga me esperaba ya subida en el carro, con las riendas en la mano.
- ¿Has terminado de jugar a cazar fantasmas? -Me dice mientras me siento a su lado.
- Tú riete. -Me cruzo de brazos mientras nos empezamos a mover entre las calles. -Pero la próxima vez que te ataque un fantasma no pienso ayudarte.
- Oh, no, será terrible, no sé qué haré sin tu ayuda. Por favor, ayúdame a luchar contra esas bestias malignas.
Me crucé de brazos y puse morritos, lo que hizo reír todavía más a mi compañera. En el fondo adoraba verla sonreír, su ciudad estaba en llamas, asolada por un veneno horrible que diezmaba la población a pasos agigantados. El pequeño grupo que había conseguido reunir para ayudarla se había separado. Todos sus planes iniciales se habían roto. Pero aún así, conseguía sonreír, a pesar de todo tenía esperanza. Lo único que quería en ese momento era mantener aquella luz que le iluminaba el rostro con cada pequeño paso, con cada persona que curábamos. Si conseguía salvar de la oscuridad a Clarice, sería suficiente. Solo quedaba una torre...
- ¡Clarice!
- ¿Qué pasa ahora? ¿Nos persiguen de nuevo esos monos asquerosos? -Se asoma por uno de los laterales para mirar atrás.
- No, es solo que... Yo...
- Si no es urgente, puede esperar, hemos llegado. Cuéntamelo cuando terminemos esto.
- Será lo mejor.
Llegamos finalmente a la última de las torres. La tarea encomendada por Friddel, mi mejor amiga del mundo entero y mentora personal se había hecho un poco más tediosa de lo que había pensado en un principio. Clarice, como es su costumbre, decidió que la mejor forma de abrir la puerta era partirla en dos de una patada. Creo que es una costumbre reciente, adquirida después del susto con el guardia en la anterior torre.
Subimos de nuevo las archiconocidas escaleras de caracol. Ella delante apuñalando y cortando con furia, yo detrás robando flechas y empleándolas como fuego de apoyo disparando desde los flancos de la mujer. La ascensión estaba siendo complicada había bastante más resistencia que en las anteriores. Clarice incluso se llevó un par de cortes. Y bueno, obviaré contar el momento en el que mi acompañante decidió que era buena idea tirarme a un guardia dragón con armadura pesada encima. De los momentos más horribles que he pasado en la vida.
Atravesamos la puerta de la celda, como siempre las llaves se encontraban enganchadas en el cinturón de uno de los guardias, según Clarice los matábamos por eso, no para saciar su ira y destensar los músculos. He de admitir que las dos primeras veces me lo creí. Pero es que esta vez el guardia con las llaves estaba en la planta baja y habíamos dejado un río de sangre escaleras arriba. Suspiré, tampoco importaba mucho. Le entregué a ella dos paquetitos con medicina y me llevé yo los restantes.
Tras terminar nuestras tareas nos sentamos en el centro de la sala, espalda contra espalda. Había sido agotador, pero por fin habíamos terminado. Friddel estaría orgullosa y me dejé llevar por la ilusión de que me esperase con los brazos abiertos, un agradecimiento y una bolsa de galletas.
- Oye Jeannie. -La voz de Clarice interrumpe mi ensoñación. -¿Qué era lo que me querías decir antes? -La mujer dragón tenía los ojos cerrados, apoyada contra mi espalda y disfrutando de la tranquilidad de aquellos breves momentos.
- Oh, que te amo y cuando esto termine nos casemos.
- Ah, vale, me encantarí... ¡Espera! ¿¡Qué!?
--- - Clarice... -Llamé mientras miraba por la ventanita de la celda. - Creo que tenemos compañía, y no parecen cosas amigables.
La caballero dragón se acerca despacio con una expresión de extrañeza en la cara.
- El hecho de que tú entre todas digas que algo no parece amigable es lo que más miedo me da. -Le cedo el sitio en la ventanita. -Te he visto la cara cuando llegaron esos monstruos alados, y tu primer instinto era abrazarlos, ¿verdad?
Me sonrojo y doy una patada a una piedrecita con los brazos en la espalda. -Bueno, puede ser... ¡Pero esta vez son cosas terroríficas!
Clarice se asoma al pequeño agujero con barrotes de la puerta. Tras unos segundos se da la vuelta y se encoge de hombros. - Pues yo no veo nada, querida, tal vez te esté afectando el cansancio.
La mujer se va a terminar de aplicar el ungüento mientras yo me volvía a asomar. Y allí volvían a estar, aquellas terroríficas sombras que hacían que se me helara la sangre. Me volví, respirando entrecortadamente. Cálmate Jeannie, es solo tu imaginación, como dice Clarice.
- Bueno, esto ya está, deberíamos seguir a la próxima torre antes de que vuelvan esas cosas voladoras. -Los monstruos debían de haber encontrado alguna presa más interesante, abandonando la torre. -Salgamos y volvamos al carro.
- ¿Qué?¿Por ahí? -Señalé a la puerta. -No, no. Por ahí no vamos.
- Entonces explícame cómo vamos a llegar a la calle y continuar con nuestra misión. -La dragona se cruza de brazos.
Me quedé pensativa. Tras unos instantes suspiré y tras abrir un poco la puerta me asomé por la rendija. En ese momento no había nada en el pasillo. Clarice vino, se asomó también y tras soltar un largo suspiro y negar con la cabeza en silencio se aventuró por las escaleras hacia la puerta principal.
- Ay... Pero no vayas tan rápido... Jolines. -Me quedé unos momentos pensativa en el marco de la puerta, hasta que me di cuenta que estaba hablando sola y decidí salir rápidamente y bajar las escaleras los más rápido posible. Salté para salir de la estancia y tomar velocidad cuando un golpe sordo me hizo caer de espaldas al suelo. Tras mover la cabeza de un lado a otro para despejarme me levanté de nuevo.
- ¡Eh tú! Mira por dónde vas, la gente suele usar las puertas para salir, ¿sabes? ... -Miré a la mujer con la que había chocado, pelo blanco, espada y un aura de poder. "Oh." -E-e-esto... Olvídelo señora seguramente poseedora de un poder monstruoso. Ha sido mi culpa. -Me limpié el polvo y estaba a punto de seguir los pasos de Clarice cuando me fijé en las sombras terroríficas tras la mujer. Un escalofrío me recorrió la espalda. Me acerqué a la peliblanca y le susurré poniendo una mano entre mi boca y las sombras de detrás. -Yo que tú, venía muy rápido conmigo escaleras abajo, esas cosas no parecen amistosas y parecen querer hacerte cosas feas.
Me quedé tan solo un par de segundos más, tras ese lapso de tiempo corrí escaleras abajo en busca de Clarice. No aguantaba mucho tiempo la presencia de aquellas cosas, aunque sentía tener que abandonar a una mujer tan hermosa a su propia suerte con unos seres sobrenaturales detrás. Me prometí a mi misma que a la próxima persona atractiva que encontrase en apuros la intentaría salvar. Pero... Otro día, ya si eso.
Bajé rápidamente las escaleras en pos de Clarice, que había dejado un pequeño rastro de destrucción de guardias dragón que le salieron al paso. O tal vez habían sido las sombras o la chica del pelo blanco. Bueno, tampoco es que me preocupara mucho en ese momento, tan solo quería dejar atrás aquella torre lo más rápido posible.
Mi amiga me esperaba ya subida en el carro, con las riendas en la mano.
- ¿Has terminado de jugar a cazar fantasmas? -Me dice mientras me siento a su lado.
- Tú riete. -Me cruzo de brazos mientras nos empezamos a mover entre las calles. -Pero la próxima vez que te ataque un fantasma no pienso ayudarte.
- Oh, no, será terrible, no sé qué haré sin tu ayuda. Por favor, ayúdame a luchar contra esas bestias malignas.
Me crucé de brazos y puse morritos, lo que hizo reír todavía más a mi compañera. En el fondo adoraba verla sonreír, su ciudad estaba en llamas, asolada por un veneno horrible que diezmaba la población a pasos agigantados. El pequeño grupo que había conseguido reunir para ayudarla se había separado. Todos sus planes iniciales se habían roto. Pero aún así, conseguía sonreír, a pesar de todo tenía esperanza. Lo único que quería en ese momento era mantener aquella luz que le iluminaba el rostro con cada pequeño paso, con cada persona que curábamos. Si conseguía salvar de la oscuridad a Clarice, sería suficiente. Solo quedaba una torre...
- ¡Clarice!
- ¿Qué pasa ahora? ¿Nos persiguen de nuevo esos monos asquerosos? -Se asoma por uno de los laterales para mirar atrás.
- No, es solo que... Yo...
- Si no es urgente, puede esperar, hemos llegado. Cuéntamelo cuando terminemos esto.
- Será lo mejor.
Llegamos finalmente a la última de las torres. La tarea encomendada por Friddel, mi mejor amiga del mundo entero y mentora personal se había hecho un poco más tediosa de lo que había pensado en un principio. Clarice, como es su costumbre, decidió que la mejor forma de abrir la puerta era partirla en dos de una patada. Creo que es una costumbre reciente, adquirida después del susto con el guardia en la anterior torre.
Subimos de nuevo las archiconocidas escaleras de caracol. Ella delante apuñalando y cortando con furia, yo detrás robando flechas y empleándolas como fuego de apoyo disparando desde los flancos de la mujer. La ascensión estaba siendo complicada había bastante más resistencia que en las anteriores. Clarice incluso se llevó un par de cortes. Y bueno, obviaré contar el momento en el que mi acompañante decidió que era buena idea tirarme a un guardia dragón con armadura pesada encima. De los momentos más horribles que he pasado en la vida.
Atravesamos la puerta de la celda, como siempre las llaves se encontraban enganchadas en el cinturón de uno de los guardias, según Clarice los matábamos por eso, no para saciar su ira y destensar los músculos. He de admitir que las dos primeras veces me lo creí. Pero es que esta vez el guardia con las llaves estaba en la planta baja y habíamos dejado un río de sangre escaleras arriba. Suspiré, tampoco importaba mucho. Le entregué a ella dos paquetitos con medicina y me llevé yo los restantes.
Tras terminar nuestras tareas nos sentamos en el centro de la sala, espalda contra espalda. Había sido agotador, pero por fin habíamos terminado. Friddel estaría orgullosa y me dejé llevar por la ilusión de que me esperase con los brazos abiertos, un agradecimiento y una bolsa de galletas.
- Oye Jeannie. -La voz de Clarice interrumpe mi ensoñación. -¿Qué era lo que me querías decir antes? -La mujer dragón tenía los ojos cerrados, apoyada contra mi espalda y disfrutando de la tranquilidad de aquellos breves momentos.
- Oh, que te amo y cuando esto termine nos casemos.
- Ah, vale, me encantarí... ¡Espera! ¿¡Qué!?
Resumen:
- Salimos de la tercera torre tras encontrarnos con Elen.
- Llegamos a la cuarta torre y curamos gente.
- Jeannie pide matrimonio a Clarice.
Irinnil Fawkes
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Re: El significado de la lealtad [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
Para sorpresa tanto de la vampira como de sus oscuras acompañantes no encontraron gran resistencia en el interior de la torre, muchos de los dragones infectados yacían inconscientes dentro de las celdas de la prisión y los pocos que les plantaron cara no supusieron ninguna dificultad, se podría decir que su visita al edificio estaba resultando cuanto menos, aburrida. - Deberíamos matarlos de todas formas. - opinó una de las sombras, comunicándose mentalmente con su señora. - No nos desviaremos del plan original para que podáis desfogaros. - respondió la de ojos verdes con seriedad, girándose hacia sus aliadas para dedicarles una mirada severa.
Cuanto antes encontrasen a la pareja antes podrían poner a salvo a los Buscones y a Valeska para ir tras Eltrant y Lyn, cuya suerte preocupaba bastante a la centinela, sobre todo por el estado en que el castaño se había marchado. Con esa idea en mente, la criatura de la noche fue avanzando a través de los diferentes pasillos, escrutando cuanto la rodeaba con su aguda visión y atenta a cualquier sonido que pudiese delatar la posición de aliados y enemigos, fue así como empezó a escuchar un par de voces femeninas no muy lejos de donde se encontraba.
Sin embargo, lejos de ponerse en guardia continuó su camino sin dar demasiada importancia a las extrañas, ya que el diálogo que mantenían no parecía situarlas en el bando de los enfermos de Nirana. No, tenían la capacidad como para mantener una conversación normal sin perder los nervios, cosa que para los infectados era imposible ya que solo se movían por el ansia de combatir, y además de eso también huían de las gárgolas que sobrevolaban la ciudad, detalle que terminó de convencerla de que no eran una amenaza para ella, aunque ¿de verdad encontraría alguna que pudiese serlo?
Flanqueada por sus creaciones y con todas las ventajas que su transformación le había otorgado en ocasiones se creía imparable, pero una vocecilla en su cabeza le decía que no podía confiarse, aunque a veces… la ignoraba. Nuevamente centrada en su objetivo, la benjamina de los Calhoun terminó de registrar la planta en que estaba para luego ir a la siguiente, donde se topó repentinamente con las dueñas de aquellas voces que había escuchado anteriormente.
Para ser más exactos, una de ella chocó contra su cuerpo y terminó en el suelo, mientras la de cabellos cenicientos hacía lo posible para mantenerse en pie después del impacto y recobrar la compostura, cosa que no le llevó más que unos instantes. Su negra aura se intensificó mientras clavaba los intensos ojos verdes en la recién llegada, quien tras un segundo vistazo más detallado optó por disculparse y acercársele para advertirla de las terroríficas siluetas que aguardaban tras ella. - ¿No se da cuenta de que van conmigo? - pensó, esbozando una macabra sonrisa ante la inocencia de la muchacha, de los seres presentes ella era la que más oscuridad albergaba, solo que no la sacaba a la superficie.
En silencio, Elen observó como la desconocida se rendía a su instinto de supervivencia y terminaba huyendo escaleras abajo, dejando la torre nuevamente para ellos. Tras el encontronazo con el par de mujeres las cosas se tranquilizaron considerablemente, ya no quedaban dragones enloquecidos en el edificio así que solo era cuestión de tiempo que diesen con Ohm y Toriel, razón por la cual la vampira hizo regresar a sus aliadas al medallón solar, que empezaba a reclamarlas, recordándoles que su tiempo en aquel plano era limitado.
- ¡Elen! ¡Los tenemos! - escuchó gritar a Kano desde abajo, de forma poco apropiada para la situación en que se encontraban, a pesar de que tuviesen cubierto tanto el exterior como el interior de la torre. - ¿Quieres que se entere toda la ciudad? Baja la voz. - le reprochó la centinela, asomándose por encima de la barandilla antes de descender para reunirse con los Buscones. Ohm y Toriel se hallaban en una de las celdas, y para cuando los vio su estado de ánimo había cambiado del completo desánimo a la alegría, ver que sus compañeros habían llegado para rescatarlos era todo un alivio.
Sin tiempo ni paciencia para buscar la llave de la cerradura, Gol’then destrozó la puerta a base de fuerza bruta y ayudó a la pareja a salir de la estancia en que los habían retenido. - Hemos terminado aquí, vayamos con el resto. - instó la vampira, permitiendo que el bio y su bestial amigo pusiesen al día a los liberados sobre todo lo ocurrido. Los Buscones aún no estaban fuera de peligro pero su suerte había cambiado considerablemente gracias a la aparición de refuerzos, ahora tocaba ponerlos a salvo, y la mejor opción para ello era sacarlos de la ciudad.
- ¡Ohm! ¡Toriel! ¡Estais vivos! - exclamó Menelwie nada más verlos llegar, apresurándose a examinar a sus compañeros por si necesitaban de sus cuidados. - Tenemos que movernos. - intervino Elen, alzando la vista al captar la silueta de una imponente ave sobrevolando el lugar. Alguien los observaba, y no le costó descubrir dónde se encontraba, pronto vio la figura de una mujer en uno de los tejados cercanos, pero la individua no parecía tener intención de enfrentarse a todo el grupo, sería un suicidio y eso era lo que la criatura de la noche trató de resaltar, clavando su mirada en ella y extendiendo las sombras que la rodeaban para terminar de disuadirla de cualquier estupidez.
- Sí, en marcha. - la apoyó Alister, guiando a los demás a través de aquellas calles que conocía como la palma de su mano.
- Debería avisar a Egdecomb, le interesará saber que los Buscones han escapado. - susurró Elsa, alzando un brazo para que su halcón regresase.
Off: Resumen del post: Segundo turno rescatando a Ohm y Toriel, los sacamos de la torre y Elen se topa con Jeannie. Como ella y su acompañante han sanado a los dragones infectados no hay más combate en este turno.
Una vez en el exterior Elen alcanza a ver a Elsa Wenceslaus en uno de los tejados cercanos pero ante su inferioridad numérica la paladina evita el enfrentamiento y opta por acudir a Egdecomb para avisarle.
Cuanto antes encontrasen a la pareja antes podrían poner a salvo a los Buscones y a Valeska para ir tras Eltrant y Lyn, cuya suerte preocupaba bastante a la centinela, sobre todo por el estado en que el castaño se había marchado. Con esa idea en mente, la criatura de la noche fue avanzando a través de los diferentes pasillos, escrutando cuanto la rodeaba con su aguda visión y atenta a cualquier sonido que pudiese delatar la posición de aliados y enemigos, fue así como empezó a escuchar un par de voces femeninas no muy lejos de donde se encontraba.
Sin embargo, lejos de ponerse en guardia continuó su camino sin dar demasiada importancia a las extrañas, ya que el diálogo que mantenían no parecía situarlas en el bando de los enfermos de Nirana. No, tenían la capacidad como para mantener una conversación normal sin perder los nervios, cosa que para los infectados era imposible ya que solo se movían por el ansia de combatir, y además de eso también huían de las gárgolas que sobrevolaban la ciudad, detalle que terminó de convencerla de que no eran una amenaza para ella, aunque ¿de verdad encontraría alguna que pudiese serlo?
Flanqueada por sus creaciones y con todas las ventajas que su transformación le había otorgado en ocasiones se creía imparable, pero una vocecilla en su cabeza le decía que no podía confiarse, aunque a veces… la ignoraba. Nuevamente centrada en su objetivo, la benjamina de los Calhoun terminó de registrar la planta en que estaba para luego ir a la siguiente, donde se topó repentinamente con las dueñas de aquellas voces que había escuchado anteriormente.
Para ser más exactos, una de ella chocó contra su cuerpo y terminó en el suelo, mientras la de cabellos cenicientos hacía lo posible para mantenerse en pie después del impacto y recobrar la compostura, cosa que no le llevó más que unos instantes. Su negra aura se intensificó mientras clavaba los intensos ojos verdes en la recién llegada, quien tras un segundo vistazo más detallado optó por disculparse y acercársele para advertirla de las terroríficas siluetas que aguardaban tras ella. - ¿No se da cuenta de que van conmigo? - pensó, esbozando una macabra sonrisa ante la inocencia de la muchacha, de los seres presentes ella era la que más oscuridad albergaba, solo que no la sacaba a la superficie.
En silencio, Elen observó como la desconocida se rendía a su instinto de supervivencia y terminaba huyendo escaleras abajo, dejando la torre nuevamente para ellos. Tras el encontronazo con el par de mujeres las cosas se tranquilizaron considerablemente, ya no quedaban dragones enloquecidos en el edificio así que solo era cuestión de tiempo que diesen con Ohm y Toriel, razón por la cual la vampira hizo regresar a sus aliadas al medallón solar, que empezaba a reclamarlas, recordándoles que su tiempo en aquel plano era limitado.
- ¡Elen! ¡Los tenemos! - escuchó gritar a Kano desde abajo, de forma poco apropiada para la situación en que se encontraban, a pesar de que tuviesen cubierto tanto el exterior como el interior de la torre. - ¿Quieres que se entere toda la ciudad? Baja la voz. - le reprochó la centinela, asomándose por encima de la barandilla antes de descender para reunirse con los Buscones. Ohm y Toriel se hallaban en una de las celdas, y para cuando los vio su estado de ánimo había cambiado del completo desánimo a la alegría, ver que sus compañeros habían llegado para rescatarlos era todo un alivio.
Sin tiempo ni paciencia para buscar la llave de la cerradura, Gol’then destrozó la puerta a base de fuerza bruta y ayudó a la pareja a salir de la estancia en que los habían retenido. - Hemos terminado aquí, vayamos con el resto. - instó la vampira, permitiendo que el bio y su bestial amigo pusiesen al día a los liberados sobre todo lo ocurrido. Los Buscones aún no estaban fuera de peligro pero su suerte había cambiado considerablemente gracias a la aparición de refuerzos, ahora tocaba ponerlos a salvo, y la mejor opción para ello era sacarlos de la ciudad.
- ¡Ohm! ¡Toriel! ¡Estais vivos! - exclamó Menelwie nada más verlos llegar, apresurándose a examinar a sus compañeros por si necesitaban de sus cuidados. - Tenemos que movernos. - intervino Elen, alzando la vista al captar la silueta de una imponente ave sobrevolando el lugar. Alguien los observaba, y no le costó descubrir dónde se encontraba, pronto vio la figura de una mujer en uno de los tejados cercanos, pero la individua no parecía tener intención de enfrentarse a todo el grupo, sería un suicidio y eso era lo que la criatura de la noche trató de resaltar, clavando su mirada en ella y extendiendo las sombras que la rodeaban para terminar de disuadirla de cualquier estupidez.
- Sí, en marcha. - la apoyó Alister, guiando a los demás a través de aquellas calles que conocía como la palma de su mano.
- Debería avisar a Egdecomb, le interesará saber que los Buscones han escapado. - susurró Elsa, alzando un brazo para que su halcón regresase.
Off: Resumen del post: Segundo turno rescatando a Ohm y Toriel, los sacamos de la torre y Elen se topa con Jeannie. Como ella y su acompañante han sanado a los dragones infectados no hay más combate en este turno.
Una vez en el exterior Elen alcanza a ver a Elsa Wenceslaus en uno de los tejados cercanos pero ante su inferioridad numérica la paladina evita el enfrentamiento y opta por acudir a Egdecomb para avisarle.
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
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Re: El significado de la lealtad [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
-Cada día me cuesta más hacerte entender las cosas - se desesperaba el hombrecillo al ver que su amigo no se movía del sitio.
Lian-Chu, mientras tanto, apoyaba una mano en la empuñadura de su mandoble, como considerando si debía desenfundarlo. Algo había comenzado a ocurrirle al ser encerrado, y él no se perdía un detalle por si resultaba peligroso. El vampiro se convulsionaba y debatía consigo mismo, tambaleándose dentro de la esfera. La sangre que lo cubría parecía resecarse como si hiciera costra a gran velocidad. En menos de un minuto esta nueva capa endurecida comenzó a agrietarse, y grandes pedazos de su cuerpo se resquebrajaron y acumularon en el suelo. Bajo toda aquella capa de sangre se adivinaba una forma mucho más humana.
Cuando al fin se despredió toda esta masa de sangre, el ser se dejó caer al suelo, agotado. Lian-Chu se acercó más a la esfera de aire, extendió la mano y empujó. Comprobó que no podía atravesarla: la presión del aire lo repelía con fuerza. Y parecía que iba en ambos sentidos: dentro, el ser de Nirana se arrastró al borde y golpeó la pared, intentando llegar a él sin conseguirlo.
Quizás Gwido tuviera razón. Alguien ya se había ocupado y parecía que el ser no podría hacer daño a nadie.
- ¿Ya has acabado? - insitió su amigo.
Lian-Chu seguía sin estar seguro de que dejar a aquel peligro solo fuera buena idea. Pero no podía acceder a él, así que no servía de nada contrariar a Gwido. Asintió sin decir nada y le dio la espalda a aquel ser encerrado.
- ¡Así es, Lian-Chu! Nada gratis. Le hablaremos a Friddel de este peligro público y si quiere que lo cacemos tendrá que pagarnos por ello.
Ambos comenzaron a alejarse. El vampiro los siguió con la mirada, frustrado al perderlos de vista, y pronto volvió a quedarse solo. Pasaron unos minutos y al fin la barrera de aire desapareció de golpe, dejándolo en libertad.
El ser se alzó. La niebla roja volvió a surgir de su cuerpo, y volvió a sentirse un poco más fuerte. Echaba en falta el poder abrumador e intoxicante que había sentido tan sólo minutos atrás, y ansiaba volver a aquel estado de éxtasis. Para ello necesitaría más sangre.
Y sabía dónde encontrarla; había dejado la plaza hacía pocos minutos.
Saltó al tejado más cercano e inició una búsqueda frenética. Cada vez que se obsesionaba con una persona, obtenía lo que quería. Esta vez no sería menos. Lo habían visto en un momento de debilidad, y les demostraría que había sido un error pensar que era un ser indefenso.
No fue muy difícil dar con ellos. Desde las alturas observó; el grande parecía fuerte, y no estaba seguro de poder con él en su estado actual. El pequeño, en cambio... Pero siempre iban juntos, y el grande estaba muy atento. Tuvo que vigilar con cuidado hasta que finalmente vio una oportunidad, un breve momento de inatención en el que el ser saltó y agarró al hombre delgado por la espalda.
- ¡¡Lian-Chu!! - llamó inmediatamente, tosiendo debido a la niebla roja.
El otro hombre se giró al instante y corrió hacia Gwido. El ser lo tenía agarrado por el cuello, y volvió a saltar al tejado más cercano para darse en retirada. Su presa no era muy poderosa, pero se debatía, y el ser tuvo que pararse a agarrarlo con más fuerza, apretándolo del cuello para reducirlo.
- ¡¡Lian-Chu!! - volvió a gritar Gwido, esta vez con la voz ronca y entrecortada, mientras agarraba el brazo del vampiro para intentar quitárselo de encima.
El ser lo placó contra el suelo, lo agarró del cabello y golpeó su cabeza para aturdirlo. Ya lo tenía, y al ver a su presa indefensa no pudo evitar distraerse un instance, en el que mordió a Gwido y comenzó a beber su sangre...
Un grito enfadado lo previno de la llegaba de Lian-Chu. En un acto reflejo, se apartó de un salto y esquivo por pocos centímetros el mandoble del hombre. ¡Había llegado mucho antes de lo esperado! El ser se había visto obligado a soltar a Gwido, y Lian-Chu se posicionó delante del cuerpo aturdido de su amigo. No había forma de volver a acceder a él, y el cazador de dragones cortó el aire con su mandoble para dejarle claro al ser lo que le pasaría si se acercaba. Tras varios intentos por aproximarse, el vampiro gruñó con frustración y se dio en retirada.
Lian-Chu se arrodilló junto a Gwido en cuanto estuvo seguro de que el ser se había alejado. Lo llamó por su nombre y sacudió suavemente. Su amigo respiraba, y eso lo dejó más tranquilo, pero no se calmó del todo hasta que Gwido tosió y abrió los ojos.
- ¿Lo has matado? - fue lo primero que preguntó. Lian-Chu sacudió la cabeza -. Menos mal que estabas cerca. No tienes muchas luces, pero a veces sí tienes razón. Hoy podría haber sido la comida de esa cosa. Te debo una, Lian-Chu.
Lian-Chu, mientras tanto, apoyaba una mano en la empuñadura de su mandoble, como considerando si debía desenfundarlo. Algo había comenzado a ocurrirle al ser encerrado, y él no se perdía un detalle por si resultaba peligroso. El vampiro se convulsionaba y debatía consigo mismo, tambaleándose dentro de la esfera. La sangre que lo cubría parecía resecarse como si hiciera costra a gran velocidad. En menos de un minuto esta nueva capa endurecida comenzó a agrietarse, y grandes pedazos de su cuerpo se resquebrajaron y acumularon en el suelo. Bajo toda aquella capa de sangre se adivinaba una forma mucho más humana.
Cuando al fin se despredió toda esta masa de sangre, el ser se dejó caer al suelo, agotado. Lian-Chu se acercó más a la esfera de aire, extendió la mano y empujó. Comprobó que no podía atravesarla: la presión del aire lo repelía con fuerza. Y parecía que iba en ambos sentidos: dentro, el ser de Nirana se arrastró al borde y golpeó la pared, intentando llegar a él sin conseguirlo.
Quizás Gwido tuviera razón. Alguien ya se había ocupado y parecía que el ser no podría hacer daño a nadie.
- ¿Ya has acabado? - insitió su amigo.
Lian-Chu seguía sin estar seguro de que dejar a aquel peligro solo fuera buena idea. Pero no podía acceder a él, así que no servía de nada contrariar a Gwido. Asintió sin decir nada y le dio la espalda a aquel ser encerrado.
- ¡Así es, Lian-Chu! Nada gratis. Le hablaremos a Friddel de este peligro público y si quiere que lo cacemos tendrá que pagarnos por ello.
Ambos comenzaron a alejarse. El vampiro los siguió con la mirada, frustrado al perderlos de vista, y pronto volvió a quedarse solo. Pasaron unos minutos y al fin la barrera de aire desapareció de golpe, dejándolo en libertad.
El ser se alzó. La niebla roja volvió a surgir de su cuerpo, y volvió a sentirse un poco más fuerte. Echaba en falta el poder abrumador e intoxicante que había sentido tan sólo minutos atrás, y ansiaba volver a aquel estado de éxtasis. Para ello necesitaría más sangre.
Y sabía dónde encontrarla; había dejado la plaza hacía pocos minutos.
Saltó al tejado más cercano e inició una búsqueda frenética. Cada vez que se obsesionaba con una persona, obtenía lo que quería. Esta vez no sería menos. Lo habían visto en un momento de debilidad, y les demostraría que había sido un error pensar que era un ser indefenso.
No fue muy difícil dar con ellos. Desde las alturas observó; el grande parecía fuerte, y no estaba seguro de poder con él en su estado actual. El pequeño, en cambio... Pero siempre iban juntos, y el grande estaba muy atento. Tuvo que vigilar con cuidado hasta que finalmente vio una oportunidad, un breve momento de inatención en el que el ser saltó y agarró al hombre delgado por la espalda.
- ¡¡Lian-Chu!! - llamó inmediatamente, tosiendo debido a la niebla roja.
El otro hombre se giró al instante y corrió hacia Gwido. El ser lo tenía agarrado por el cuello, y volvió a saltar al tejado más cercano para darse en retirada. Su presa no era muy poderosa, pero se debatía, y el ser tuvo que pararse a agarrarlo con más fuerza, apretándolo del cuello para reducirlo.
- ¡¡Lian-Chu!! - volvió a gritar Gwido, esta vez con la voz ronca y entrecortada, mientras agarraba el brazo del vampiro para intentar quitárselo de encima.
El ser lo placó contra el suelo, lo agarró del cabello y golpeó su cabeza para aturdirlo. Ya lo tenía, y al ver a su presa indefensa no pudo evitar distraerse un instance, en el que mordió a Gwido y comenzó a beber su sangre...
Un grito enfadado lo previno de la llegaba de Lian-Chu. En un acto reflejo, se apartó de un salto y esquivo por pocos centímetros el mandoble del hombre. ¡Había llegado mucho antes de lo esperado! El ser se había visto obligado a soltar a Gwido, y Lian-Chu se posicionó delante del cuerpo aturdido de su amigo. No había forma de volver a acceder a él, y el cazador de dragones cortó el aire con su mandoble para dejarle claro al ser lo que le pasaría si se acercaba. Tras varios intentos por aproximarse, el vampiro gruñó con frustración y se dio en retirada.
Lian-Chu se arrodilló junto a Gwido en cuanto estuvo seguro de que el ser se había alejado. Lo llamó por su nombre y sacudió suavemente. Su amigo respiraba, y eso lo dejó más tranquilo, pero no se calmó del todo hasta que Gwido tosió y abrió los ojos.
- ¿Lo has matado? - fue lo primero que preguntó. Lian-Chu sacudió la cabeza -. Menos mal que estabas cerca. No tienes muchas luces, pero a veces sí tienes razón. Hoy podría haber sido la comida de esa cosa. Te debo una, Lian-Chu.
Taliesin Skatha
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Re: El significado de la lealtad [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
Friddel recogía a los dragones que la pequeña elfa y su amiga curaban de las torres. Los guiaba hacia la plaza mayor, allí los brujos del Hekshold se encargaban de suministrarles pesadas mantas, caldo caliente y medicinas. Friddel era una dragona fiel a las viejas costumbres: el dragón al salón y el brujo al paredón. Sentía vergüenza al ver a la gente del Hekshold someter la enfermedad que a los dragones se le escapó de las manos. Para colmo, los estudiantes más jóvenes le preguntaban, constantemente, si se sentía mareada o cansada. Pensaba que Friddel se había acercado demasiado a los enfermos y se había contagiado. No, no estaba enferma de euforia, solo molesta. Aunque, la molestia de una dragona equivalía a la ira iracunda de un brujo.
— Por favor, insisto — dijo mocoso del Hekshold — tome asiento y relájese. Haré llamar a mi compañera para que le haga unos exámenes. Ya sabe lo que dicen: más vale prevenir que curar.
La dragona obedeció a regañadientes. Se sentó en un banco de madera y se quitó el yelmo. Perlas de sudor corrían por su frente. Arrancó un trozo de cuero de su peto y lo utilizó para limpiarse la frente. Friddel no se había dado de lo cansada que el mocoso del Hekshold le aconsejó (le ordenó con educación) que tomase asiento.
Levantó la vista al cielo. Apenas veía a un dragón perdido y envenenado de euforia dando tumbos por las nubes. Los brujos utilizaban sus habilidades para controlarlo. Buen trabajo. Le costó reconocerlo. Muy buen trabajo, pero Eltrant Tale sigue libre. Friddel suspiró pesadamente. A esas alturas de la noche, creía que jamás conseguirían atrapar al humano.
Cambió de opinión cuando ellos legaron desde el norte. Tres dragones, los más grandes que Friddel había visto en su vida, volaban hacia su dirección. El del centro, pese a encontrarse en la forma dragón, habló en la lengua común.
— ELTRANT TALE. JUICIO.
— Ancestrales — ni siquiera Friddel se creía lo que estaba diciendo.
— JUICIO.
Toriel y Ohm fueron los últimos en llegar. Ohm abrazó a Gardian y se disculpó por lo que le había dicho. Menelwie hacía un recuento mental de las personas que había conocido a lo largo del día, de quienes los había ayudado y de quienes los había apuntado con una espada. ¿La gente del Hekshold eran amigos o enemigos? ¿Los dragones que ahora combatían con las criaturas de El Hombre Muerto, eran entonces aliados de los Buscones? No lo tenía nada claro. Se sentía mareada y confusa. Hont aplaudía despacio, como si tuviera miedo que el ruido despertase a los muertos. Kano manipulaba las piezas de su vientre y cabeza. Go’Then bufaba como el toro exhausto que era. Inga, en forma lobina, se lamía las heridas que había sufrido durante la batalla. Por último, Toriel tomó a Valeska de ambas manos y le pidió, por favor, que le dijera que no había utilizado la copa de la clarividencia.
Valeska rompió a llorar.
—Lo siento. Yo… quería saber… mi bebé….
Toriel le besó en las manos y la abrazó como lo solía hacer su padre. Si la maldición del objeto hizo meya en ella, buscarían la manera de curarla.
—Lian-Chu tienes cara de garrapata. ¿Estás seguro que te encuentras bien? Me parece que te has levantando con el pie torcido. — la risa no de Gwizdo no pudo ocultar su preocupación. — Agáchate grandullón y deja que vea esa cara de garrapata que llevas.
Sacó un pañuelo de lino del bolsillo de su chaleco y lo mojó con la punta de la lengua. Limpió la cara de Lian-Chu: las mejillas, las ojeras y la nariz mocosa. ¿Estás seguro que estás bien, viejo amigo? No, no lo estaba. Tenía cara de garrapata y se comportaba como una de ellas. En un descuido, mordió el brazo de Gwizdo. Las encías de Lian-Chu supuraban la misma sangre pegajosa que formaba el cuerpo del vampiro.
“Eltrant Tale”. La voz resonó en la cabeza de Bracknell como si fuera un pensamiento propio. “¿Dónde está?”.
—Muerto, maestro. Sobrestimaste sus habilidades. El chico no me duró un suspiro.
“Su cuerpo”. Parecía una pregunta, pero no sonaba como tal.
—Lo recogió la vampiresa que le sigue; seguramente para servírselo de cena. Los vampiros son de espíritu traicionero.
“Lo viste”.
—No.
“No lo viste”. Hubo un momento de silencio. “La copa.”
—Creemos que la esconde Elen Calhoun. Es el nuevo problema al que nos enfrentamos. No pudimos imaginar que nos enfrentaríamos a un enemigo tan poderoso como ella. Mató a todas las criaturas de Egdecomb como si…
No terminó la frase. Bracknell se quitó el guante de la mano izquierda, la sentía arder debajo del guante. La piel cobró un color gris enfermo. Los huesos se deformaron hasta adquirir la forma de las garras de un cuervo; no podía cerrar el puño ni abrirlo por completo. Poco a poco, la piel se fue derritiendo. Por un momento, solo quedaron los huesos deformes y quebradizos. Bracknell pidió disculpas a su maestro. La mano regresó a su estado original de un soplido.
Bracknell fue a disculparse de nuevo, pero Randall Flagg, El Hombre Muerto, le cortó la disculpas.
“Déjalo. Iré yo mismo”.
* General: Esta es la calma antes de la tormenta final. Disfrutadla.
1. Eltran Tale: Has conseguido reunir a Los Buscones sin ninguna víctima más por el camino; con la gran ayuda de nuestra centinela favorita. Mis congratulaciones. Pese que a no has logrado cumplir con los 3 turnos requeridos para debilitar a Bracknell, desbloquearemos su posible muerte para el siguiente turno. Has hecho un muy buen trabajo en este evento y hoy me siento, especialmente, de buen humor.
2. Jeannie: No está mal para ser una elfa. Las cuatro torres limpias de Nirana; ganas 4 npcs para el grupo de los dragones en el siguiente turno.
3. Elen Calhoun: Buscones a salvo, Valeska sigue viva y la copa de la clarividencia en un lugar seguro donde la puedes vigilar. ¡Misión cumplida! Además de ello, consigues llamar la atención de El Hombre Muerto. ¿Se puede pedir más?
4. Taliesin: Eras la última fuente de contagio en este tema. Has conseguido propagar la enfermedad a unos niveles que los dragones ni el Hekshold se imaginan. Después de contagiar a Lian-Chu, decides esconderte en un torreón abierto. Pronto amanecerá y es mejor que el sol no te dañe la piel.
Personajes que han fallecido en este primer tema. He de decir que la vida o la muerte de los personajes no dependen de la suerte que os haya salido resultado, sino de vuestras acciones en el rol. La suerte es un adicional en caso de duda. Recuerdo que si no se menciona un personaje de los principales que corren peligro, asumiré que han muerto; es el caso de Tino.
Boudicca , Guardia 3.22, Arvid, Tarina
Personajes infectados de Nirana por Taliesin:
Kristen Vahid (a quien, además, convierte en vampiro) , Hont, Menelwie, Lian-Chu, Gwizdo, Eltrant Tale, Valeska
En el siguiente tema, daré instrucciones claras de cómo tratar a los siguientes personajes.
En breves se abrirá el tema 3 de este evento (me gustaría subirlo dentro de tres días). Ya sabéis como funciona este Evento. Es un mastereado a gran escala que, en lugar de estar controlado por "turnos" está controlado por temas.
— Por favor, insisto — dijo mocoso del Hekshold — tome asiento y relájese. Haré llamar a mi compañera para que le haga unos exámenes. Ya sabe lo que dicen: más vale prevenir que curar.
La dragona obedeció a regañadientes. Se sentó en un banco de madera y se quitó el yelmo. Perlas de sudor corrían por su frente. Arrancó un trozo de cuero de su peto y lo utilizó para limpiarse la frente. Friddel no se había dado de lo cansada que el mocoso del Hekshold le aconsejó (le ordenó con educación) que tomase asiento.
Levantó la vista al cielo. Apenas veía a un dragón perdido y envenenado de euforia dando tumbos por las nubes. Los brujos utilizaban sus habilidades para controlarlo. Buen trabajo. Le costó reconocerlo. Muy buen trabajo, pero Eltrant Tale sigue libre. Friddel suspiró pesadamente. A esas alturas de la noche, creía que jamás conseguirían atrapar al humano.
Cambió de opinión cuando ellos legaron desde el norte. Tres dragones, los más grandes que Friddel había visto en su vida, volaban hacia su dirección. El del centro, pese a encontrarse en la forma dragón, habló en la lengua común.
— ELTRANT TALE. JUICIO.
— Ancestrales — ni siquiera Friddel se creía lo que estaba diciendo.
— JUICIO.
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Toriel y Ohm fueron los últimos en llegar. Ohm abrazó a Gardian y se disculpó por lo que le había dicho. Menelwie hacía un recuento mental de las personas que había conocido a lo largo del día, de quienes los había ayudado y de quienes los había apuntado con una espada. ¿La gente del Hekshold eran amigos o enemigos? ¿Los dragones que ahora combatían con las criaturas de El Hombre Muerto, eran entonces aliados de los Buscones? No lo tenía nada claro. Se sentía mareada y confusa. Hont aplaudía despacio, como si tuviera miedo que el ruido despertase a los muertos. Kano manipulaba las piezas de su vientre y cabeza. Go’Then bufaba como el toro exhausto que era. Inga, en forma lobina, se lamía las heridas que había sufrido durante la batalla. Por último, Toriel tomó a Valeska de ambas manos y le pidió, por favor, que le dijera que no había utilizado la copa de la clarividencia.
Valeska rompió a llorar.
—Lo siento. Yo… quería saber… mi bebé….
Toriel le besó en las manos y la abrazó como lo solía hacer su padre. Si la maldición del objeto hizo meya en ella, buscarían la manera de curarla.
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—Lian-Chu tienes cara de garrapata. ¿Estás seguro que te encuentras bien? Me parece que te has levantando con el pie torcido. — la risa no de Gwizdo no pudo ocultar su preocupación. — Agáchate grandullón y deja que vea esa cara de garrapata que llevas.
Sacó un pañuelo de lino del bolsillo de su chaleco y lo mojó con la punta de la lengua. Limpió la cara de Lian-Chu: las mejillas, las ojeras y la nariz mocosa. ¿Estás seguro que estás bien, viejo amigo? No, no lo estaba. Tenía cara de garrapata y se comportaba como una de ellas. En un descuido, mordió el brazo de Gwizdo. Las encías de Lian-Chu supuraban la misma sangre pegajosa que formaba el cuerpo del vampiro.
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“Eltrant Tale”. La voz resonó en la cabeza de Bracknell como si fuera un pensamiento propio. “¿Dónde está?”.
—Muerto, maestro. Sobrestimaste sus habilidades. El chico no me duró un suspiro.
“Su cuerpo”. Parecía una pregunta, pero no sonaba como tal.
—Lo recogió la vampiresa que le sigue; seguramente para servírselo de cena. Los vampiros son de espíritu traicionero.
“Lo viste”.
—No.
“No lo viste”. Hubo un momento de silencio. “La copa.”
—Creemos que la esconde Elen Calhoun. Es el nuevo problema al que nos enfrentamos. No pudimos imaginar que nos enfrentaríamos a un enemigo tan poderoso como ella. Mató a todas las criaturas de Egdecomb como si…
No terminó la frase. Bracknell se quitó el guante de la mano izquierda, la sentía arder debajo del guante. La piel cobró un color gris enfermo. Los huesos se deformaron hasta adquirir la forma de las garras de un cuervo; no podía cerrar el puño ni abrirlo por completo. Poco a poco, la piel se fue derritiendo. Por un momento, solo quedaron los huesos deformes y quebradizos. Bracknell pidió disculpas a su maestro. La mano regresó a su estado original de un soplido.
Bracknell fue a disculparse de nuevo, pero Randall Flagg, El Hombre Muerto, le cortó la disculpas.
“Déjalo. Iré yo mismo”.
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* General: Esta es la calma antes de la tormenta final. Disfrutadla.
1. Eltran Tale: Has conseguido reunir a Los Buscones sin ninguna víctima más por el camino; con la gran ayuda de nuestra centinela favorita. Mis congratulaciones. Pese que a no has logrado cumplir con los 3 turnos requeridos para debilitar a Bracknell, desbloquearemos su posible muerte para el siguiente turno. Has hecho un muy buen trabajo en este evento y hoy me siento, especialmente, de buen humor.
2. Jeannie: No está mal para ser una elfa. Las cuatro torres limpias de Nirana; ganas 4 npcs para el grupo de los dragones en el siguiente turno.
3. Elen Calhoun: Buscones a salvo, Valeska sigue viva y la copa de la clarividencia en un lugar seguro donde la puedes vigilar. ¡Misión cumplida! Además de ello, consigues llamar la atención de El Hombre Muerto. ¿Se puede pedir más?
4. Taliesin: Eras la última fuente de contagio en este tema. Has conseguido propagar la enfermedad a unos niveles que los dragones ni el Hekshold se imaginan. Después de contagiar a Lian-Chu, decides esconderte en un torreón abierto. Pronto amanecerá y es mejor que el sol no te dañe la piel.
Personajes que han fallecido en este primer tema. He de decir que la vida o la muerte de los personajes no dependen de la suerte que os haya salido resultado, sino de vuestras acciones en el rol. La suerte es un adicional en caso de duda. Recuerdo que si no se menciona un personaje de los principales que corren peligro, asumiré que han muerto; es el caso de Tino.
Boudicca , Guardia 3.22, Arvid, Tarina
Personajes infectados de Nirana por Taliesin:
Kristen Vahid (a quien, además, convierte en vampiro) , Hont, Menelwie, Lian-Chu, Gwizdo, Eltrant Tale, Valeska
En el siguiente tema, daré instrucciones claras de cómo tratar a los siguientes personajes.
En breves se abrirá el tema 3 de este evento (me gustaría subirlo dentro de tres días). Ya sabéis como funciona este Evento. Es un mastereado a gran escala que, en lugar de estar controlado por "turnos" está controlado por temas.
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