Dead Money [Libre] (4/4) [Cerrado]
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-Sierra Madre...- Pronunció con pompa Catherine al pasar a través de las grandes puertas de metal que delimitaban los terrenos de aquel lugar. La pelirroja acababa de leer aquellas dos palabras forjadas en metal adornando la entrada, sin duda que le habían resultado impactantes, o curiosas como poco. -Menudo sitio...Es de esa clase de lugares en los que sabes que no deberías entrar sin haber sido invitada.- Comentó mirando a su alrededor, prestando especial atención a los guardias armados que vigilaban el sitio con cara de muy pocos amigos, contándolos y ubicándolos como parte de una rutina de la que no podía librarse.
-Por suerte nosotras sí hemos sido invitadas. Es trabajo. Aunque lo de por suerte quizá sea mucho decir.- Respondió Níniel, recordándole a su hermana que tenían permiso y razones para estar allí a la vez que mostraba a los guardias un trozo de pergamino con el sello de la familia Santangelo, al que estos dieron el visto bueno. La verdad era que el ambiente distaba mucho de lo que cualquiera esperaría de la mansión en la ciudad de una de las personas más ricas de la provincia, puede que incluso de todo Aerandir.
Los terrenos estaban ocupados por decenas de personas con aspecto peligroso que parecían estar esperando algo frente a la casa principal, y además había incluso tiendas de campamento montadas entre lo que en otro momento debió de ser un cuidado jardín. Varios carros esperaban en otro de los extremos con grandes cantidades de cajas y barriles apilados cerca de ellos, como si el trabajo allí hubiese quedado a medias pero a nadie le importara. Los animales de tiro habían destrozado por completo el césped en aquella parte, aunque la buena noticia es que estaría muy bien abonado para la siguiente estación...
-No te separes de mi.- Instó la peliblanca a la felina mientras avanzaban y se unían al resto, aunque permaneciendo en la última fila, algo por detrás de los demás, justo tras un grupo de caballeros mercenarios equipados con armaduras pesadas. El tipo de espadas a sueldo que solo unos pocos podían permitirse.
-Eh, vosotras. ¿Quién os envía?- Buscó llamar su atención una voz cercana. - Vaya, vaya, y yo que pensaba que no íbamos a tener a nadie para calentarnos los catres en esta ocasión...Debéis de ser chicas de lujo, como se las gastan los ricachones. Me pido el primer turno.- Las increpó el dueño de aquella molesta voz, se trataba de uno de los mercenarios de otro grupo, sin duda por debajo de la posición de los caballeros que tenían delante pero aún así bien pertrechados. Aquella situación era como pasearse por baja ciudad en Lunargenta, aunque en aquella ocasión parecía que sencillamente ignorarlos no iba a ser suficiente, por desgracia.
Por desgracia para ellos.
-Por esto no me gusta mezclarme en asuntos de este tipo, Cath.- Comentó la elfa sin dignarse siquiera a mirar a aquel de lo mercenarios que se había dirigido hacia ellas. Algo que molestó bastante al tipo, lo cual era de esperar. La mayoría de los hombres de esa clase parecían cortados con el mismo patrón. No tardarían en intentar violentarlas físicamente, buscando agarrarla a Níniel del brazo. Algo que Catherine no pensaba permitir.
-Ni se te ocurra. Yo me encargo, Nín.- No dudó en avisar, encarándose con todo el grupo de espadas a sueldo y poniéndose delante de la sacerdotisa. Eran un total de cuatro, humanos todos ellos. Ni siquiera ante esa inferioridad numérica se achantó lo más mínimo. Se ajustó los guantes y apuntó con uno de ellos en dirección del que parecía ser el líder de entre aquel grupo, como queriendo indicarle que iba a por él.
-Ummm, yo hubiese preferido a la elfa pero...Vamos gatita, nos vamos a...- Antes de terminar la frase un puñetazo directo, fuerte y preciso impactó en su cara enviándolo al suelo sin darle siquiera tiempo a reaccionar. No se levantaría de allí, al menos sin ayuda, durante un buen rato. Los otros tres, anonadados por la velocidad del golpe se quedaron ojipláticos mirando a su camarada derribado sin esfuerzo y a la pequeña mujer bestia que lo había dejado en ese estado.
-Maldita perr...- Otro golpe, otra frase inacabada, otro humano besando el suelo.
-Soy una gata, idiota...Si los ojos no os sirven para nada, os los tendré que sacar.- Amenazó la pelirroja esbozando una sonrisa y desplegando las garras de una de sus zarpas, cada una del tamaño de un puñal y afiladas como la cuchilla de un barbero. Un corrillo de espectadores rápidamente se giró y reunió en torno a ellos para interesarse por lo que estaba ocurriendo.
-¡YA BASTA!- Interrumpiría la pelea antes de que llegara a más una mujer enfundada en una femenina armadura pesada. -Nada de peleas entre nosotros o quedáis fuera. ¿Estamos?- Catherine guardó sus garras y asintió con cierta desgana mientras veía como los humanos que aún quedaban en pié se llevaban a sus compañeros derribados. -No olvidéis para quién trabajáis o me obligaréis a recordaroslo.- Advirtió la mujer, la cual parecía ser algún tipo de mando de toda aquella tropa, desde luego nadie parecía dispuesto a discutir sus palabras. -Bien. Buen golpe por cierto.- Felicitó en voz baja a la pelirroja antes de alejarse de allí y dirigir sus pasos hacia la estructura principal de la mansión. El resto de los mercenarios no dudaban en dejarle el paso libre.
-Es la dama de acero...-Podía escucharse cuchichear entre la tropa a su paso. -No pensé que fuese real...-
Enseguida comenzaría a pedir silencio a todo el mundo dejando claro que pronto iba a pasar algo. El silencio fue absoluto poco después. Esa mujer inspiraba obediencia.
-Por suerte nosotras sí hemos sido invitadas. Es trabajo. Aunque lo de por suerte quizá sea mucho decir.- Respondió Níniel, recordándole a su hermana que tenían permiso y razones para estar allí a la vez que mostraba a los guardias un trozo de pergamino con el sello de la familia Santangelo, al que estos dieron el visto bueno. La verdad era que el ambiente distaba mucho de lo que cualquiera esperaría de la mansión en la ciudad de una de las personas más ricas de la provincia, puede que incluso de todo Aerandir.
Los terrenos estaban ocupados por decenas de personas con aspecto peligroso que parecían estar esperando algo frente a la casa principal, y además había incluso tiendas de campamento montadas entre lo que en otro momento debió de ser un cuidado jardín. Varios carros esperaban en otro de los extremos con grandes cantidades de cajas y barriles apilados cerca de ellos, como si el trabajo allí hubiese quedado a medias pero a nadie le importara. Los animales de tiro habían destrozado por completo el césped en aquella parte, aunque la buena noticia es que estaría muy bien abonado para la siguiente estación...
-No te separes de mi.- Instó la peliblanca a la felina mientras avanzaban y se unían al resto, aunque permaneciendo en la última fila, algo por detrás de los demás, justo tras un grupo de caballeros mercenarios equipados con armaduras pesadas. El tipo de espadas a sueldo que solo unos pocos podían permitirse.
-Eh, vosotras. ¿Quién os envía?- Buscó llamar su atención una voz cercana. - Vaya, vaya, y yo que pensaba que no íbamos a tener a nadie para calentarnos los catres en esta ocasión...Debéis de ser chicas de lujo, como se las gastan los ricachones. Me pido el primer turno.- Las increpó el dueño de aquella molesta voz, se trataba de uno de los mercenarios de otro grupo, sin duda por debajo de la posición de los caballeros que tenían delante pero aún así bien pertrechados. Aquella situación era como pasearse por baja ciudad en Lunargenta, aunque en aquella ocasión parecía que sencillamente ignorarlos no iba a ser suficiente, por desgracia.
Por desgracia para ellos.
-Por esto no me gusta mezclarme en asuntos de este tipo, Cath.- Comentó la elfa sin dignarse siquiera a mirar a aquel de lo mercenarios que se había dirigido hacia ellas. Algo que molestó bastante al tipo, lo cual era de esperar. La mayoría de los hombres de esa clase parecían cortados con el mismo patrón. No tardarían en intentar violentarlas físicamente, buscando agarrarla a Níniel del brazo. Algo que Catherine no pensaba permitir.
-Ni se te ocurra. Yo me encargo, Nín.- No dudó en avisar, encarándose con todo el grupo de espadas a sueldo y poniéndose delante de la sacerdotisa. Eran un total de cuatro, humanos todos ellos. Ni siquiera ante esa inferioridad numérica se achantó lo más mínimo. Se ajustó los guantes y apuntó con uno de ellos en dirección del que parecía ser el líder de entre aquel grupo, como queriendo indicarle que iba a por él.
-Ummm, yo hubiese preferido a la elfa pero...Vamos gatita, nos vamos a...- Antes de terminar la frase un puñetazo directo, fuerte y preciso impactó en su cara enviándolo al suelo sin darle siquiera tiempo a reaccionar. No se levantaría de allí, al menos sin ayuda, durante un buen rato. Los otros tres, anonadados por la velocidad del golpe se quedaron ojipláticos mirando a su camarada derribado sin esfuerzo y a la pequeña mujer bestia que lo había dejado en ese estado.
-Maldita perr...- Otro golpe, otra frase inacabada, otro humano besando el suelo.
-Soy una gata, idiota...Si los ojos no os sirven para nada, os los tendré que sacar.- Amenazó la pelirroja esbozando una sonrisa y desplegando las garras de una de sus zarpas, cada una del tamaño de un puñal y afiladas como la cuchilla de un barbero. Un corrillo de espectadores rápidamente se giró y reunió en torno a ellos para interesarse por lo que estaba ocurriendo.
-¡YA BASTA!- Interrumpiría la pelea antes de que llegara a más una mujer enfundada en una femenina armadura pesada. -Nada de peleas entre nosotros o quedáis fuera. ¿Estamos?- Catherine guardó sus garras y asintió con cierta desgana mientras veía como los humanos que aún quedaban en pié se llevaban a sus compañeros derribados. -No olvidéis para quién trabajáis o me obligaréis a recordaroslo.- Advirtió la mujer, la cual parecía ser algún tipo de mando de toda aquella tropa, desde luego nadie parecía dispuesto a discutir sus palabras. -Bien. Buen golpe por cierto.- Felicitó en voz baja a la pelirroja antes de alejarse de allí y dirigir sus pasos hacia la estructura principal de la mansión. El resto de los mercenarios no dudaban en dejarle el paso libre.
-Es la dama de acero...-Podía escucharse cuchichear entre la tropa a su paso. -No pensé que fuese real...-
Enseguida comenzaría a pedir silencio a todo el mundo dejando claro que pronto iba a pasar algo. El silencio fue absoluto poco después. Esa mujer inspiraba obediencia.
- La dama de acero:
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Última edición por Níniel Thenidiel el Sáb Feb 09 2019, 00:11, editado 2 veces
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: Dead Money [Libre] (4/4) [Cerrado]
Hace un día, el caballero esmeralda Al'theas había tenido un pequeño encuentro con lo que parecía ser un reclutador para una misteriosa expedición hacia un lugar llamado "La ciudad roja", pagada y organizada por un excéntrico coleccionista de reliquias.
Sin mucha mas información, el elfo decidió aceptar el trabajo, viéndolo como una interesante oportunidad de explorar un lugar del que solo se sabían leyendas, y eso le motivo a dirigirse hacia "Sierra Madre", una villa en Dundarak donde se suponía que al igual que muchos otros candidatos, recibirían mas información.
La hora elegida seria por la noche, el cielo ya estaba oscureciendo para cuando Al'theas se aproximaba al lugar, con un cielo oscuro cuyas nubes aun guardaban un tenue resplandor rojo que ademas de apagarse poco a poco a medida que pasaban los minutos, hacia dudar al elfo sobre si era buena idea emprender una exploración de noche en lugar de hacerlo de día, pero supuso que sus motivos tendrían y le darían mas información llegado el momento.
A medida que avanzaba por el terreno, Al'theas observaba con curiosidad a los allí presentes, mercenarios y tiendas de campaña, casi parecía algún tipo de barracón prendiéndose para una guerra mas que para una simple misión de exploración. Y mientras sus ojos estaban distraídos estudiando el lugar, pudo escuchar jaleo desde lo que parecía ser la casa principal.
Allí pudo divisar que algo estaba pasando, una mujer bestia felina, que se encontraba encarando a un grupo de aquellos mercenarios, en un intento de proteger a una persona que se encontraba justo detrás, cuya figura y vestidos le resultaban familiar.
-No puede ser...- Susurro el elfo para si a medida que aumentaba la velocidad de sus pasos a la vez que colocaba su mano sobre la empuñadura de su espada, preparado para entrar en acción.
Sin embargo, no tardo en comprobar que su intervención no seria necesaria, pues la chica felina había logrado derribar de un solo golpe a uno de los mercenarios, seguidamente de un segundo que no supo callar a tiempo.
Con un gesto de sorpresa en su rostro, el elfo aflojo el paso, acercándose poco a poco hasta colocarse al lado izquierdo de la elfa a la cual había reconocido como la joven sacerdotisa Níniel, guardando una distancia de respeto hacia ella, a medida que observaba a una misteriosa caballero interrumpir el enfrentamiento y poniendo orden antes de alejarse.
-Parece que vas dando la nota allí donde vayas...- Dijo en un tono de alivio que solo ella pudiera escuchar -Me alegro de volver a verte- añadió mientras apartaba la mano de su empuñadura.
Sin mucha mas información, el elfo decidió aceptar el trabajo, viéndolo como una interesante oportunidad de explorar un lugar del que solo se sabían leyendas, y eso le motivo a dirigirse hacia "Sierra Madre", una villa en Dundarak donde se suponía que al igual que muchos otros candidatos, recibirían mas información.
La hora elegida seria por la noche, el cielo ya estaba oscureciendo para cuando Al'theas se aproximaba al lugar, con un cielo oscuro cuyas nubes aun guardaban un tenue resplandor rojo que ademas de apagarse poco a poco a medida que pasaban los minutos, hacia dudar al elfo sobre si era buena idea emprender una exploración de noche en lugar de hacerlo de día, pero supuso que sus motivos tendrían y le darían mas información llegado el momento.
A medida que avanzaba por el terreno, Al'theas observaba con curiosidad a los allí presentes, mercenarios y tiendas de campaña, casi parecía algún tipo de barracón prendiéndose para una guerra mas que para una simple misión de exploración. Y mientras sus ojos estaban distraídos estudiando el lugar, pudo escuchar jaleo desde lo que parecía ser la casa principal.
Allí pudo divisar que algo estaba pasando, una mujer bestia felina, que se encontraba encarando a un grupo de aquellos mercenarios, en un intento de proteger a una persona que se encontraba justo detrás, cuya figura y vestidos le resultaban familiar.
-No puede ser...- Susurro el elfo para si a medida que aumentaba la velocidad de sus pasos a la vez que colocaba su mano sobre la empuñadura de su espada, preparado para entrar en acción.
Sin embargo, no tardo en comprobar que su intervención no seria necesaria, pues la chica felina había logrado derribar de un solo golpe a uno de los mercenarios, seguidamente de un segundo que no supo callar a tiempo.
Con un gesto de sorpresa en su rostro, el elfo aflojo el paso, acercándose poco a poco hasta colocarse al lado izquierdo de la elfa a la cual había reconocido como la joven sacerdotisa Níniel, guardando una distancia de respeto hacia ella, a medida que observaba a una misteriosa caballero interrumpir el enfrentamiento y poniendo orden antes de alejarse.
-Parece que vas dando la nota allí donde vayas...- Dijo en un tono de alivio que solo ella pudiera escuchar -Me alegro de volver a verte- añadió mientras apartaba la mano de su empuñadura.
Al'theas Tinarandel
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Re: Dead Money [Libre] (4/4) [Cerrado]
Infiltración no era la manera correcta de llamar aquella misión, para nada, la manera correcta de llamarla era suicidio, pues mi imagen no era la favorita de los habitantes de Dundarak, pese a que ya no había una recompensa por mi cabeza en ese lugar, aún quedaban algunos vestigios de viejos temores y resentimientos, así que lo mejor había sido no ir gritando mi nombre a los cuatro vientos sino hacerme pasar por alguien más. Las fuentes de los informantes me habían dicho que el encuentro se llevaría a cabo en una villa llamada Sierra Madre, un lugar bastante particular y de acceso no muy fácil, a medida que me acercaba había notado diversos puestos de discreta vigilancia por lo que aún no podía acercarme demasiado.
También sabía de primera mano que un costoso asesino de nombre Wilfo había sido invitado a formar parte de una misteriosa expedición en busca de artefactos de la gran guerra, algo que sin duda no podía pasar por alto, mi plan era interceptar al verdadero Wilfo, neutralizarlo y tomar su lugar en la expedición, cosa que de hecho no había sido sencilla, pero finalmente tras convencer económicamente a una de las mujeres de la taberna donde lo había encontrado, conseguimos llevarlo a una habitación y darle una buena dosis de alcohol, sedantes y algunos golpes como para que pasara al menos un par de días inconsciente en la posada donde lo dejé tirado, al menos debía agradecer que dejé pagado su hospedaje durante esos días.
De ahí en adelante todo había sido más sencillo, tomé su arco y su caraj con 8 flechas pues, el hombre era conocido como un hábil arquero y sería sospechoso que llegara sin su arma principal; avancé hasta llegar al lugar indicado, un par de hombres con lanzas me detuvieron en la entrada -Declara tu nombre y tus intenciones, misterioso viajero- Dijo uno de ellos pero luego el otro le dio un codazo y le dijo algo al oído -Oh, disculpe, señor Wilfo, no era mi intención, yo, yo solo- Rápidamente su compañero se apresuró a tomar la palabra -Pase adelante señor, pronto comenzarán a dar las instrucciones, por allá- Señaló el camino que debía seguir y avancé luego de hacer un gesto de saludo inclinando levemente la cabeza.
A medida que avanzaba podía notar que el tal Wilfo no era el único agente costoso al que habían llamado, sino que varios de los mercenarios más conocidos del norte se encontraban presentes, solo me restaba esperar que ninguno de ellos fuera íntimo amigo de Wilfito y me arruinaran el plan, por suerte conseguí pasar desapercibido hasta sentarme en un rincón desde donde podía observar a los presentes y vaya que había que ver, un par de chicas estaban atrayendo a los hombres del lugar, menuda sorpresa me di al reconocer rostros parecidos -Niniel- Murmuré para mí mismo -Y la gata... ¿Qué rayos hacen aquí?- Comenté seguido con menos interés, no entendía cómo dos personas tan diferentes podían llevarse tan bien.
Me acerqué lentamente hasta colocarme detrás de la elfa en caso que necesitara ayuda, aunque bien podía defenderla la gata, no era buena idea que una chica hiciera quedar en ridículo a los hombres fuertes del lugar, alguno con el orgullo herido podría querer tomar venganza; afortunadamente alguien más detuvo la escena, una mujer enlatada con voz de mando se hizo presente, me alegré que fuera una mujer y no otro hombre que se sintiera amenazado por la ferocidad de la gata y tratara de darle una lección, también noté que no fui el único en acercarse, otro elfo salido a saber de dónde, se acercó y saludó a la elfa, lo que me hizo retroceder un poco y permanecer de brazos cruzados recostado a una pared cercana.
Aquella misteriosa mujer, si es que realmente era mujer, resultaba bastante imponente no solo en su físico sino también en su actitud, pues los presentes no dudaban un instante en apartarse para dejarla pasar, embelesados como si fuera un personaje de fantasía -Dama de hierro- Murmuré sin saber aún de quién se trataba, pero ante el respeto que imponía debía ser alguien importante en aquella zona, soportando el frío acomodé mi bufanda para asegurarme que se sostenía cubriendo mi boca y esperé a escuchar lo que aquella mujer tenía que decir.
También sabía de primera mano que un costoso asesino de nombre Wilfo había sido invitado a formar parte de una misteriosa expedición en busca de artefactos de la gran guerra, algo que sin duda no podía pasar por alto, mi plan era interceptar al verdadero Wilfo, neutralizarlo y tomar su lugar en la expedición, cosa que de hecho no había sido sencilla, pero finalmente tras convencer económicamente a una de las mujeres de la taberna donde lo había encontrado, conseguimos llevarlo a una habitación y darle una buena dosis de alcohol, sedantes y algunos golpes como para que pasara al menos un par de días inconsciente en la posada donde lo dejé tirado, al menos debía agradecer que dejé pagado su hospedaje durante esos días.
De ahí en adelante todo había sido más sencillo, tomé su arco y su caraj con 8 flechas pues, el hombre era conocido como un hábil arquero y sería sospechoso que llegara sin su arma principal; avancé hasta llegar al lugar indicado, un par de hombres con lanzas me detuvieron en la entrada -Declara tu nombre y tus intenciones, misterioso viajero- Dijo uno de ellos pero luego el otro le dio un codazo y le dijo algo al oído -Oh, disculpe, señor Wilfo, no era mi intención, yo, yo solo- Rápidamente su compañero se apresuró a tomar la palabra -Pase adelante señor, pronto comenzarán a dar las instrucciones, por allá- Señaló el camino que debía seguir y avancé luego de hacer un gesto de saludo inclinando levemente la cabeza.
A medida que avanzaba podía notar que el tal Wilfo no era el único agente costoso al que habían llamado, sino que varios de los mercenarios más conocidos del norte se encontraban presentes, solo me restaba esperar que ninguno de ellos fuera íntimo amigo de Wilfito y me arruinaran el plan, por suerte conseguí pasar desapercibido hasta sentarme en un rincón desde donde podía observar a los presentes y vaya que había que ver, un par de chicas estaban atrayendo a los hombres del lugar, menuda sorpresa me di al reconocer rostros parecidos -Niniel- Murmuré para mí mismo -Y la gata... ¿Qué rayos hacen aquí?- Comenté seguido con menos interés, no entendía cómo dos personas tan diferentes podían llevarse tan bien.
Me acerqué lentamente hasta colocarme detrás de la elfa en caso que necesitara ayuda, aunque bien podía defenderla la gata, no era buena idea que una chica hiciera quedar en ridículo a los hombres fuertes del lugar, alguno con el orgullo herido podría querer tomar venganza; afortunadamente alguien más detuvo la escena, una mujer enlatada con voz de mando se hizo presente, me alegré que fuera una mujer y no otro hombre que se sintiera amenazado por la ferocidad de la gata y tratara de darle una lección, también noté que no fui el único en acercarse, otro elfo salido a saber de dónde, se acercó y saludó a la elfa, lo que me hizo retroceder un poco y permanecer de brazos cruzados recostado a una pared cercana.
Aquella misteriosa mujer, si es que realmente era mujer, resultaba bastante imponente no solo en su físico sino también en su actitud, pues los presentes no dudaban un instante en apartarse para dejarla pasar, embelesados como si fuera un personaje de fantasía -Dama de hierro- Murmuré sin saber aún de quién se trataba, pero ante el respeto que imponía debía ser alguien importante en aquella zona, soportando el frío acomodé mi bufanda para asegurarme que se sostenía cubriendo mi boca y esperé a escuchar lo que aquella mujer tenía que decir.
- Atuendo de Bio en este tema:
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Bio
Aerandiano de honor
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Re: Dead Money [Libre] (4/4) [Cerrado]
Donde haya artefactos de la gran guerra allí estará Chimar, es una realidad matemática. Por eso cuando el gremio de ladrones se puso a hablar sobre la expedición de un coleccionista rarito el niño se encamino al norte.
No es el sitio que más le guste con tanto frio y gente reservada pero viene a la capital dragona por negocios, al final nada que un buen abrigo tamaño compacto con algo de conocimiento científico no arreglen.
Canel viene cerca de su hermano como se ha vuelto costumbre, es difícil despegarse del chiquillo aunque tenerlo cerca facilita muchas cosas. Es un brujo talentoso con una conversación intrínseca extraña pero nada aburrida… el mejor compañero de viaje.
Ciertamente llegar a la mansión no fue problema, lo complicado termino siendo demostrar el derecho a entrar en la selecta expedición. Afortunadamente un par de ilusiones por parte del brujito raro les granjearon entrada prioritaria.
Me da miedo preguntar pero… ¿qué le mostraste?
Le tiene miedo a las arañas, es lo único que puedo decir sin entrar en detalles.
Sin vacilar Maquiavelo niega con la cabeza y abandona el tema, es mejor no preguntarle datos adicionales al enano con síndrome de niño espeluznante… ya aprendió la lección primero con Demian y ahora con su doble espiritual.
Llegan a tiempo para detallar una situación violenta, cuando el niño genio descubre quien está involucrada no puede sino recostarse de una pared muy convencido del resultado final poco realista.
Como si fuera un déjà vu las chicas se hacen con la victoria, en el sentido más literal posible. Niniel y su amiga felina no son la clase de personas que quieres tener de enemigas, mucho poder concentrado en tan bonito envase.
Cuando todo se calma gracias a la intervención de otra señorita “esta vez pertrechada en una armadura gigante” el pequeño se acerca, pronto se da cuenta que es otro conocido en la larga lista de su amiga sanadora.
¡Hola Nin!
Expresa eufóricamente mientras más atrás un discreto Canel saluda con la mano, ahora el intelectual sabe que la aventura será memorable… y además con buenas posibilidades de sufrir daño físico, mental y emocional.
¿Gran día para una aventura no lo creen? “dice a la vez que mira de reojo otro personaje pues le parece conocido”
Si lo conoces…
No es el sitio que más le guste con tanto frio y gente reservada pero viene a la capital dragona por negocios, al final nada que un buen abrigo tamaño compacto con algo de conocimiento científico no arreglen.
Canel viene cerca de su hermano como se ha vuelto costumbre, es difícil despegarse del chiquillo aunque tenerlo cerca facilita muchas cosas. Es un brujo talentoso con una conversación intrínseca extraña pero nada aburrida… el mejor compañero de viaje.
Ciertamente llegar a la mansión no fue problema, lo complicado termino siendo demostrar el derecho a entrar en la selecta expedición. Afortunadamente un par de ilusiones por parte del brujito raro les granjearon entrada prioritaria.
Me da miedo preguntar pero… ¿qué le mostraste?
Le tiene miedo a las arañas, es lo único que puedo decir sin entrar en detalles.
Sin vacilar Maquiavelo niega con la cabeza y abandona el tema, es mejor no preguntarle datos adicionales al enano con síndrome de niño espeluznante… ya aprendió la lección primero con Demian y ahora con su doble espiritual.
Llegan a tiempo para detallar una situación violenta, cuando el niño genio descubre quien está involucrada no puede sino recostarse de una pared muy convencido del resultado final poco realista.
Como si fuera un déjà vu las chicas se hacen con la victoria, en el sentido más literal posible. Niniel y su amiga felina no son la clase de personas que quieres tener de enemigas, mucho poder concentrado en tan bonito envase.
Cuando todo se calma gracias a la intervención de otra señorita “esta vez pertrechada en una armadura gigante” el pequeño se acerca, pronto se da cuenta que es otro conocido en la larga lista de su amiga sanadora.
¡Hola Nin!
Expresa eufóricamente mientras más atrás un discreto Canel saluda con la mano, ahora el intelectual sabe que la aventura será memorable… y además con buenas posibilidades de sufrir daño físico, mental y emocional.
¿Gran día para una aventura no lo creen? “dice a la vez que mira de reojo otro personaje pues le parece conocido”
Si lo conoces…
Invitado
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Re: Dead Money [Libre] (4/4) [Cerrado]
Aunque todo aquel asunto de la expedición fuese perfectamente legítimo y legal, y por ende ninguno de los allí presentes estuviera haciendo nada malo, Níniel no pudo evitar dar un respingo al reconocer la voz de Al'theas a su izquierda, como si no fuese más que una novicia atrapada por una superiora saltándose alguna de las clases o estudiando uno de los libros prohibidos de la biblioteca. En verdad un lugar como ese en unas circunstancias como aquellas no era el más adecuado para una sacerdotisa, incluso para una con permiso de su clan para viajar por Aerandir.
-Al'theas...¿Qué haces aquí? Quiero decir...Yo solo...La expedición necesitaba sanadores y...- Se sobrepuso enseguida, recuperando la compostura. -Yo no doy la nota, pero algunas de estas personas necesitan aprender modales. Han sido de lo más soeces con quien no debían.- Respondió girándose un poco para mirar por el rabillo del ojo al caballero esmeralda, preguntándose qué haría él allí. Aunque antes de poder verbalizar aquella cuestión Catherine no dudó en intervenir.
-¿Un elfo? ¿Lo conoces, Nín?- Se interesó acercándose a él y observándolo de manera evaluativa. Girándose solo para recibir la respuesta de la peliblanca en forma de un asentimiento afirmativo. -No me digas más, cuando saliste de Sandorai dejaste atrás a tu prometido, que es este, y ha venido a buscarte porque no puede estar sin ti.- Dedujo, o más bien se inventó, la pelirroja mientras esbozaba una amplia sonrisa cómplice. Níniel no pudo evitar sonrojarse, aunque con el frío del norte su rubor sería difícilmente perceptible, gracias a los dioses.
-Deja de decir esas cosas...- Pidió la elfa haciendo que la felina se riera, poniendo punto final a la broma, devolviendo su atención al elfo.
-Solo bromeaba.- Aclaró. -De todas maneras no te hubiese dejado acercarte a ella.- Añadió dejando de reír por un segundo y clavando sus ojos rojos en los del caballero antes de volver a esbozar una sonrisa que dejaba entrever sus colmillos. -Así que os conocéis...Un momento, no será aquel elfo del que me hablaste...-
La conversación no pudo seguir avanzando en aquella dirección, pues por lo que se veía el rostro de Al'theas no sería el único conocido que Níniel iba a encontrarse aquella noche. Si toparse allí con el caballero esmeralda era raro, encontrarse además con Chimar y Canel no hacía más que demostrar que los dioses movían los hilos de los mortales con alguna clase de intención planificada. Eso y que Aerandir era un pañuelo.
-¡Chimar!- No puede evitar expresar la peliblanca sin ocultar su sorpresa, permitiéndose un gesto cercano y cariñoso con el joven al darle un abrazo. -Canel.- Saludó también al brujo ilusionista, acariciando levemente su mejilla. -Veo que seguís viajando juntos a todas partes.-
-A las aventuras pueden ir dándoles un rato por donde la espalda pierde su casto nombre, enano.- Respondió la pelirroja al joven inventor. Parecía que su anterior encuentro la hacía más receptiva y tolerante con aquellos dos chicos, aunque pensaba seguir tratándolos como los niños que eran, seguramente para reafirmar su propia posición. -Estoy aquí por el oro. Esta gente paga bien y además dicen que en esa ciudad que buscamos hay mucho más.- Dejó claro la gata mientras sus ojos brillaban por la ilusión de verse ya nadando en aeros. -Sí...una piscina de oro sin duda hará que mi pelo esté más suave y brillante aún...-
-Como veis, fue Catherine la más interesada en participar. Necesitaban una sanadora y...- A Níniel nunca la había movido el dinero, aunque como cualquier otra persona lo necesitaba en el día a día. Para ella aquello era otro trabajo más. Poco o nada la llamaban los mitos sobre las grandes riquezas que los humanos de la tierra habían dejado atrás al ser expulsados de Aerandir. De hecho no creía que fuesen a encontrar nada, pero ella haría su parte y atendería cualquier herida que pudiera producirse durante la búsqueda.
-Todo el mundo, silencio.- Pidió en esos momentos la dama de acero tras dirigir sus pasos justo ante la puerta de la gran mansión. Un par de hombres, sirvientes por su modo de vestir, salieron al balcón principal abriendo las puertas del mismo de par en par y arrastrando algún tipo de cubo de metal hasta el centro del mismo, atrayendo la atención de la gente que no se atrevía ni a cuchichear. -Os hablará nuestro señor, lord Santangelo. Adelante, mi señor.- Indicó la misteriosa mujer de la armadura, bajando la cabeza y deslizando su mano por la empuñadura de su espada justo antes de que una extraña luz brotara de la parte superior de aquel cubo de metal en el balcón, formando un cono que iluminaba el cielo y en el que apareció la gran cabeza parlante de un anciano de aspecto descuidado. Algo que asustó a muchos de los allí presentes por mucho que fueran mercenarios curtidos. Hubo miedo, sorpresa, cuchicheos y gritos, pero en aquella ocasión la dama de acero no hizo nada por evitarlos o acallarlos, de hecho ni se movió de su posición.
-Jajaja. Veo que os he asustado. No temáis, esto no es más que un artefacto del viejo mundo. Recoge mi imagen aquí, en mi habitación, y me permite proyectarla con este tamaño allí, en el balcón. Una pequeña muestra de lo que la magia de la tierra, la tecnología, puede hacer. Una prueba de que años de investigaciones y expediciones no han sido en vano. Que yo tengo razón y no he dilapidado mi fortuna en una fantasía ridícula, como todos dicen. Prueba suficiente de que debéis creerme si os digo que la "ciudad roja" tampoco es una fantasía.- Pronunció aquella voz. Níniel a duras penas podía entender lo que estaba diciendo sobre qué era aquella luz y aquella enorme cabeza, aunque más o menos entendía el concepto gracias a haber visto algo parecido; los dragones de visión remota de Virgo, el elfo.
-Cuando un ejército invade unas tierras que no son suyas ¿por qué lo hace?- Retomó su discurso la imagen. -Porque quiere algo. Las propias tierras, riquezas, recursos...Los humanos de la tierra no eran diferentes, y no perdieron el tiempo. Almacenaron montañas de riquezas y recursos del norte en el lugar que nosotros llamamos la "ciudad roja", preparados para llevárselo todo. Pero entonces fueron derrotados y esas riquezas quedaron allí, olvidadas. Hasta ahora.-Sentenció la voz, ni siquiera el sobrecogimiento de los presentes pudo evitar que comenzara a elevarse una discusión entre varios de los mercenarios comentando aquello. Sin duda casi todos estarían al tanto de las leyendas pero de repente poder considerarlo como algo real...Seguramente la mayor parte de ellos, como la propia Níniel, solo esperaban darse un paseo más o menos largo o peligroso en la nieve, volver y cobrar. Aquello no eran más que los desvaríos de un viejo...con magia de la tierra.
-Sé dónde está. Sé cómo llegar y estoy dispuesta...dispuesto a compartir ese gran tesoro con todos vosotros, mis elegidos. Solo imaginad qué haréis cuando seáis más ricos de lo que podéis imaginar, alzad vuestras manos hacia el cielo y gritar mi nombre. Os prometo que la ciudad es real o de lo contrario os pagaré con mi propia fortuna por mi error.- Arengó la imagen con una voz potente como un trueno. En ese momento la dama de acero volvió a deslizar uno de sus dedos por la empuñadura de su arma y se irguió, mirando a los allí reunidos. Elevó su mano por encima de su cabeza y fue la primera en gritar. -¡SANTANGELO!-
No fue unánime al principio, y de hecho tardó unos segundos en extenderse por todo el lugar, pero al poco tiempo la mayor parte de aquellos jardines coreaban el nombre de su empleador dispuestos a seguirle la corriente. Ganarían una fortuna fuesen o no desvaríos, acababa de tocarles el premio gordo. Entre las que lo coreban con más ganas estaba Catherine, aunque por su sonrisa solo estaba haciendo el tonto. Seguramente si en lugar de un apellido pudiera decidir lo que decía estaría gritando: "dinero, dinero".
-Que raro...- No pudo evitar pensar en voz alta la peliblanca, mucho menos efusiva ante todo aquello. Pero su reflexión se perdió entre los gritos de los mercenarios.
-Bien.- Comenzó a decir la dama de acero tras tranquilizar los ánimos con varios gestos de silencio. -Partiremos en breve. Iré nombrando los nombres de los grupos y sus miembros, si pronuncio vuestro nombre acercaros hasta mí para ser informados.- Instó autoritaria.
-Grupo médico: Ashford, Amelia. Thenidiel, Níniel. Stevens, Catherine Brie. Grupo de avanzada: Wilfo. Gustav, Armand. Tinarandel, Al'theas. Ingenieros: Bigote, Ashley. Caraperro, Bronson.- Comenzó a enumerar.
-Al'theas...¿Qué haces aquí? Quiero decir...Yo solo...La expedición necesitaba sanadores y...- Se sobrepuso enseguida, recuperando la compostura. -Yo no doy la nota, pero algunas de estas personas necesitan aprender modales. Han sido de lo más soeces con quien no debían.- Respondió girándose un poco para mirar por el rabillo del ojo al caballero esmeralda, preguntándose qué haría él allí. Aunque antes de poder verbalizar aquella cuestión Catherine no dudó en intervenir.
-¿Un elfo? ¿Lo conoces, Nín?- Se interesó acercándose a él y observándolo de manera evaluativa. Girándose solo para recibir la respuesta de la peliblanca en forma de un asentimiento afirmativo. -No me digas más, cuando saliste de Sandorai dejaste atrás a tu prometido, que es este, y ha venido a buscarte porque no puede estar sin ti.- Dedujo, o más bien se inventó, la pelirroja mientras esbozaba una amplia sonrisa cómplice. Níniel no pudo evitar sonrojarse, aunque con el frío del norte su rubor sería difícilmente perceptible, gracias a los dioses.
-Deja de decir esas cosas...- Pidió la elfa haciendo que la felina se riera, poniendo punto final a la broma, devolviendo su atención al elfo.
-Solo bromeaba.- Aclaró. -De todas maneras no te hubiese dejado acercarte a ella.- Añadió dejando de reír por un segundo y clavando sus ojos rojos en los del caballero antes de volver a esbozar una sonrisa que dejaba entrever sus colmillos. -Así que os conocéis...Un momento, no será aquel elfo del que me hablaste...-
La conversación no pudo seguir avanzando en aquella dirección, pues por lo que se veía el rostro de Al'theas no sería el único conocido que Níniel iba a encontrarse aquella noche. Si toparse allí con el caballero esmeralda era raro, encontrarse además con Chimar y Canel no hacía más que demostrar que los dioses movían los hilos de los mortales con alguna clase de intención planificada. Eso y que Aerandir era un pañuelo.
-¡Chimar!- No puede evitar expresar la peliblanca sin ocultar su sorpresa, permitiéndose un gesto cercano y cariñoso con el joven al darle un abrazo. -Canel.- Saludó también al brujo ilusionista, acariciando levemente su mejilla. -Veo que seguís viajando juntos a todas partes.-
-A las aventuras pueden ir dándoles un rato por donde la espalda pierde su casto nombre, enano.- Respondió la pelirroja al joven inventor. Parecía que su anterior encuentro la hacía más receptiva y tolerante con aquellos dos chicos, aunque pensaba seguir tratándolos como los niños que eran, seguramente para reafirmar su propia posición. -Estoy aquí por el oro. Esta gente paga bien y además dicen que en esa ciudad que buscamos hay mucho más.- Dejó claro la gata mientras sus ojos brillaban por la ilusión de verse ya nadando en aeros. -Sí...una piscina de oro sin duda hará que mi pelo esté más suave y brillante aún...-
-Como veis, fue Catherine la más interesada en participar. Necesitaban una sanadora y...- A Níniel nunca la había movido el dinero, aunque como cualquier otra persona lo necesitaba en el día a día. Para ella aquello era otro trabajo más. Poco o nada la llamaban los mitos sobre las grandes riquezas que los humanos de la tierra habían dejado atrás al ser expulsados de Aerandir. De hecho no creía que fuesen a encontrar nada, pero ella haría su parte y atendería cualquier herida que pudiera producirse durante la búsqueda.
-Todo el mundo, silencio.- Pidió en esos momentos la dama de acero tras dirigir sus pasos justo ante la puerta de la gran mansión. Un par de hombres, sirvientes por su modo de vestir, salieron al balcón principal abriendo las puertas del mismo de par en par y arrastrando algún tipo de cubo de metal hasta el centro del mismo, atrayendo la atención de la gente que no se atrevía ni a cuchichear. -Os hablará nuestro señor, lord Santangelo. Adelante, mi señor.- Indicó la misteriosa mujer de la armadura, bajando la cabeza y deslizando su mano por la empuñadura de su espada justo antes de que una extraña luz brotara de la parte superior de aquel cubo de metal en el balcón, formando un cono que iluminaba el cielo y en el que apareció la gran cabeza parlante de un anciano de aspecto descuidado. Algo que asustó a muchos de los allí presentes por mucho que fueran mercenarios curtidos. Hubo miedo, sorpresa, cuchicheos y gritos, pero en aquella ocasión la dama de acero no hizo nada por evitarlos o acallarlos, de hecho ni se movió de su posición.
- Santangelo:
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-Jajaja. Veo que os he asustado. No temáis, esto no es más que un artefacto del viejo mundo. Recoge mi imagen aquí, en mi habitación, y me permite proyectarla con este tamaño allí, en el balcón. Una pequeña muestra de lo que la magia de la tierra, la tecnología, puede hacer. Una prueba de que años de investigaciones y expediciones no han sido en vano. Que yo tengo razón y no he dilapidado mi fortuna en una fantasía ridícula, como todos dicen. Prueba suficiente de que debéis creerme si os digo que la "ciudad roja" tampoco es una fantasía.- Pronunció aquella voz. Níniel a duras penas podía entender lo que estaba diciendo sobre qué era aquella luz y aquella enorme cabeza, aunque más o menos entendía el concepto gracias a haber visto algo parecido; los dragones de visión remota de Virgo, el elfo.
-Cuando un ejército invade unas tierras que no son suyas ¿por qué lo hace?- Retomó su discurso la imagen. -Porque quiere algo. Las propias tierras, riquezas, recursos...Los humanos de la tierra no eran diferentes, y no perdieron el tiempo. Almacenaron montañas de riquezas y recursos del norte en el lugar que nosotros llamamos la "ciudad roja", preparados para llevárselo todo. Pero entonces fueron derrotados y esas riquezas quedaron allí, olvidadas. Hasta ahora.-Sentenció la voz, ni siquiera el sobrecogimiento de los presentes pudo evitar que comenzara a elevarse una discusión entre varios de los mercenarios comentando aquello. Sin duda casi todos estarían al tanto de las leyendas pero de repente poder considerarlo como algo real...Seguramente la mayor parte de ellos, como la propia Níniel, solo esperaban darse un paseo más o menos largo o peligroso en la nieve, volver y cobrar. Aquello no eran más que los desvaríos de un viejo...con magia de la tierra.
-Sé dónde está. Sé cómo llegar y estoy dispuesta...dispuesto a compartir ese gran tesoro con todos vosotros, mis elegidos. Solo imaginad qué haréis cuando seáis más ricos de lo que podéis imaginar, alzad vuestras manos hacia el cielo y gritar mi nombre. Os prometo que la ciudad es real o de lo contrario os pagaré con mi propia fortuna por mi error.- Arengó la imagen con una voz potente como un trueno. En ese momento la dama de acero volvió a deslizar uno de sus dedos por la empuñadura de su arma y se irguió, mirando a los allí reunidos. Elevó su mano por encima de su cabeza y fue la primera en gritar. -¡SANTANGELO!-
No fue unánime al principio, y de hecho tardó unos segundos en extenderse por todo el lugar, pero al poco tiempo la mayor parte de aquellos jardines coreaban el nombre de su empleador dispuestos a seguirle la corriente. Ganarían una fortuna fuesen o no desvaríos, acababa de tocarles el premio gordo. Entre las que lo coreban con más ganas estaba Catherine, aunque por su sonrisa solo estaba haciendo el tonto. Seguramente si en lugar de un apellido pudiera decidir lo que decía estaría gritando: "dinero, dinero".
-Que raro...- No pudo evitar pensar en voz alta la peliblanca, mucho menos efusiva ante todo aquello. Pero su reflexión se perdió entre los gritos de los mercenarios.
-Bien.- Comenzó a decir la dama de acero tras tranquilizar los ánimos con varios gestos de silencio. -Partiremos en breve. Iré nombrando los nombres de los grupos y sus miembros, si pronuncio vuestro nombre acercaros hasta mí para ser informados.- Instó autoritaria.
-Grupo médico: Ashford, Amelia. Thenidiel, Níniel. Stevens, Catherine Brie. Grupo de avanzada: Wilfo. Gustav, Armand. Tinarandel, Al'theas. Ingenieros: Bigote, Ashley. Caraperro, Bronson.- Comenzó a enumerar.
Última edición por Níniel Thenidiel el Lun Oct 08 2018, 18:01, editado 1 vez
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: Dead Money [Libre] (4/4) [Cerrado]
-Y por lo que veo... el método de impartir disciplina elegido es muy efectivo...- Dijo el caballero no pudiendo evitar sonreír ante la reacción de la sacerdotisa, decidiendo adoptar un tono mas acorde al saber que se encontraba acompañada de aquella aquella chica bestia que parecía ser su amiga.
-Oí que se estaba preparando una expedición hacia un lugar desconocido llamado "La Ciudad Roja" de la cual solo se sabe meras leyendas. Yo no sé nada sobre esta, y naturaleza curiosa me ha dicho que esta seria una emocionante oportunidad de ver y descubrir algo que pocos o nadie conoce, algo que me ha resultado mucho mas motivador que la propia recompensa que ofrecen por los servicios prestados... ¿Puede que estáis aquí junto a vuestra acompañante por lo mismo quizás?- Respondió a la sacerdotisa, dejando caer aquella pregunta retorica para ayudarla a justificar su presencia en un lugar lleno de mercenarios a sueldo que obviamente desentonaba con los deberes de un miembro de la logia, momento en el que la acompañante de la sacerdotisa decidió acercarse al caballeo con preguntas dirigidas a Níniel.
Al'theas no pudo evitar reírse aunque lo hiciera con la boca cerrada ante aquel cuento que la felina pelirroja se acababa de inventar sobre todo por la cara de circunstancia que la elfa peliblanca mostraba en ese momento, para luego ver los ojos de la felina clavados en los suyos junto a una sonrisa -Supongo que mi reacción fue exagerada cuando pensé que corríais peligro... pero con una acompañante tan hábil a su lado veo que no tenia nada por lo que preocuparme- Respondió a la felina dándole méritos, apenas la conocía de nada pero con solo ver lo protectora que era con la sacerdotisa ya le empezaba a caer bien demostrando ser alguien de fiar.
Curiosamente, la peliroja mentó a un elfo del que la sacerdotisa ya le había hablado a ella y tuvo dudas de si se trataba de Al'theas o no, el cual arqueo la cabeza un poco extrañado ante el comentario, ¿se refería realmente a Al'theas o le estaba confundiendo con otro elfo? probablemente seria lo segundo, ya que resultaría un poco inusual que aquella felina conociera a Al'theas de boca de Niníel pero no supiera de su amiga, aunque en cierto modo lo encontraría halagador viniendo de una persona tan reservada como Níniel, no obstante aquel comentario quedaría sin respuesta cuando por sorpresa aparecieron dos jóvenes que la sacerdotisa conocía como Chimar y Canel.
A pesar de que le sorprendía la corta edad que aparentaba el nuevo dúo, Al'theas les trato como a iguales inclinando la cabeza a modo de saludo mientras Níniel les daba una afectiva bienvenida y esta explicaba que sus motivaciones para venir a este lugar estaban motivados por la tentación del oro de su amiga felina Catherine.
Mientras los demás hablaban, la mirada de Al'theas divisaba los alrededores, como era de costumbre para evaluar posibles peligros, sobre todo por el hecho de que hace nada Níniel y su compañera fueron atacadas. A su alrededor cualquiera podría representar una amenaza hasta que se demostrara lo contrario, ya fuese aquel par que arrastraba a los dos sujetos abatidos por Catherine, cualquiera de los que seguían expectantes al palco, o incluso aquel sujeto encapuchado posado contra la pared del que por un momento había tenido la sensación de que les estaba observando, pero probablemente solo fueran imaginaciones, y justo en ese momento, la voz de la que llaman la Dama de acero se alzo exigiendo la atención de los presentes.
Haciendo gala de lo que parecía tecnología del mundo conocido como La Tierra, una imagen de lord Santangelo apareció, inquietando a los presentes a medida que se presentaba y daba las instrucciones de la misión de exploración -Fascinante...- murmuro Al'theas con atención.
Tras la explicación, muchos de los presentes comenzaron a vitorear el nombre de su nuevo patrón a sabiendas de que encontraran lo que buscaba o no, recibirían una generosa recompensa, no obstante Al'theas quedo impasible mirando, había algo en todo esto que no le cuadraba del todo, ¿quien a día de hoy se tomaría tantas molestias para que un grupo de patanes se apoderara de lo que parecía ser unos recursos de valor incalculable... y de no existir tal ciudad... compensarlo de todos modos prometiendo una fortuna... a cambio de nada? a Al'theas le parecía demasiado generoso como para tratarse de una mera misión de exploración.
-¿Humm?...- Expreso Al'theas mirando a Níniel cuando le pareció escucharla, pero si dijo algo o se lo callo no podría saberlo con el escándalo de los presentes. En ese momento la Dama de acero acallo a las masas y comenzó a emparejar los presentes en distintos grupos.
A Al'theas no le hacia mucha gracia tener que dejar a Níniel junto a individuos de dudosa confianza, pero al menos se quedaba tranquilo sabiendo que Catherine estaría con ella, ahora la duda seria que harían los jóvenes Chimar y Canel, pues sus nombres no habían sido mencionados -Dejad que lo adivine... ¿os habéis colado verdad?... ¿que pensáis hacer ahora?- Pregunto en voz baja de forma cómplice, el elfo no conocía las capacidades de aquellos dos, y a pesar de que les trataba con respeto, para él seguían siendo niños, sobre todo ahora que aparentemente la excursión podía tornarse peligrosa, en el fondo esperaba que ambos niños fueran sensatos y decidieran volver a casa con sus padres... pero si ni siquiera Níniel les había reprendido por estar en lugar como aquel... sus motivos tendría, y no seria él quien lo hiciera, de hecho sentía cierta curiosidad.
-Oí que se estaba preparando una expedición hacia un lugar desconocido llamado "La Ciudad Roja" de la cual solo se sabe meras leyendas. Yo no sé nada sobre esta, y naturaleza curiosa me ha dicho que esta seria una emocionante oportunidad de ver y descubrir algo que pocos o nadie conoce, algo que me ha resultado mucho mas motivador que la propia recompensa que ofrecen por los servicios prestados... ¿Puede que estáis aquí junto a vuestra acompañante por lo mismo quizás?- Respondió a la sacerdotisa, dejando caer aquella pregunta retorica para ayudarla a justificar su presencia en un lugar lleno de mercenarios a sueldo que obviamente desentonaba con los deberes de un miembro de la logia, momento en el que la acompañante de la sacerdotisa decidió acercarse al caballeo con preguntas dirigidas a Níniel.
Al'theas no pudo evitar reírse aunque lo hiciera con la boca cerrada ante aquel cuento que la felina pelirroja se acababa de inventar sobre todo por la cara de circunstancia que la elfa peliblanca mostraba en ese momento, para luego ver los ojos de la felina clavados en los suyos junto a una sonrisa -Supongo que mi reacción fue exagerada cuando pensé que corríais peligro... pero con una acompañante tan hábil a su lado veo que no tenia nada por lo que preocuparme- Respondió a la felina dándole méritos, apenas la conocía de nada pero con solo ver lo protectora que era con la sacerdotisa ya le empezaba a caer bien demostrando ser alguien de fiar.
Curiosamente, la peliroja mentó a un elfo del que la sacerdotisa ya le había hablado a ella y tuvo dudas de si se trataba de Al'theas o no, el cual arqueo la cabeza un poco extrañado ante el comentario, ¿se refería realmente a Al'theas o le estaba confundiendo con otro elfo? probablemente seria lo segundo, ya que resultaría un poco inusual que aquella felina conociera a Al'theas de boca de Niníel pero no supiera de su amiga, aunque en cierto modo lo encontraría halagador viniendo de una persona tan reservada como Níniel, no obstante aquel comentario quedaría sin respuesta cuando por sorpresa aparecieron dos jóvenes que la sacerdotisa conocía como Chimar y Canel.
A pesar de que le sorprendía la corta edad que aparentaba el nuevo dúo, Al'theas les trato como a iguales inclinando la cabeza a modo de saludo mientras Níniel les daba una afectiva bienvenida y esta explicaba que sus motivaciones para venir a este lugar estaban motivados por la tentación del oro de su amiga felina Catherine.
Mientras los demás hablaban, la mirada de Al'theas divisaba los alrededores, como era de costumbre para evaluar posibles peligros, sobre todo por el hecho de que hace nada Níniel y su compañera fueron atacadas. A su alrededor cualquiera podría representar una amenaza hasta que se demostrara lo contrario, ya fuese aquel par que arrastraba a los dos sujetos abatidos por Catherine, cualquiera de los que seguían expectantes al palco, o incluso aquel sujeto encapuchado posado contra la pared del que por un momento había tenido la sensación de que les estaba observando, pero probablemente solo fueran imaginaciones, y justo en ese momento, la voz de la que llaman la Dama de acero se alzo exigiendo la atención de los presentes.
Haciendo gala de lo que parecía tecnología del mundo conocido como La Tierra, una imagen de lord Santangelo apareció, inquietando a los presentes a medida que se presentaba y daba las instrucciones de la misión de exploración -Fascinante...- murmuro Al'theas con atención.
Tras la explicación, muchos de los presentes comenzaron a vitorear el nombre de su nuevo patrón a sabiendas de que encontraran lo que buscaba o no, recibirían una generosa recompensa, no obstante Al'theas quedo impasible mirando, había algo en todo esto que no le cuadraba del todo, ¿quien a día de hoy se tomaría tantas molestias para que un grupo de patanes se apoderara de lo que parecía ser unos recursos de valor incalculable... y de no existir tal ciudad... compensarlo de todos modos prometiendo una fortuna... a cambio de nada? a Al'theas le parecía demasiado generoso como para tratarse de una mera misión de exploración.
-¿Humm?...- Expreso Al'theas mirando a Níniel cuando le pareció escucharla, pero si dijo algo o se lo callo no podría saberlo con el escándalo de los presentes. En ese momento la Dama de acero acallo a las masas y comenzó a emparejar los presentes en distintos grupos.
A Al'theas no le hacia mucha gracia tener que dejar a Níniel junto a individuos de dudosa confianza, pero al menos se quedaba tranquilo sabiendo que Catherine estaría con ella, ahora la duda seria que harían los jóvenes Chimar y Canel, pues sus nombres no habían sido mencionados -Dejad que lo adivine... ¿os habéis colado verdad?... ¿que pensáis hacer ahora?- Pregunto en voz baja de forma cómplice, el elfo no conocía las capacidades de aquellos dos, y a pesar de que les trataba con respeto, para él seguían siendo niños, sobre todo ahora que aparentemente la excursión podía tornarse peligrosa, en el fondo esperaba que ambos niños fueran sensatos y decidieran volver a casa con sus padres... pero si ni siquiera Níniel les había reprendido por estar en lugar como aquel... sus motivos tendría, y no seria él quien lo hiciera, de hecho sentía cierta curiosidad.
Al'theas Tinarandel
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Re: Dead Money [Libre] (4/4) [Cerrado]
Por si mi compañera de clan y su peluda amiga no fueran suficientes, pronto apareció también mi herrero favorito, el pequeño niño con el que ya había vivido un par de historias y sabía de primera mano que podía cuidarse solo pero también estaba claro que su astucia podría poner en riesgo mi fachada y mi identidad. Apreté de nuevo la tela que cubría mi boca y sujeté con fuerza el arco que era ahora mi arma, una que francamente esperaba no tener que usar o quedaría claro que Wilfo había perdido la puntería y destreza con el arco que lo habían hecho famoso como cazador infalible.
Observaba la situación esperando pasar desapercibido ante todos, incluyendo a la conocida elfa, no porque no quisiera ir a saludarla, sino porque debía guardar las apariencias y cualquier error podría delatarme y dejar en evidencia que no era realmente el fulano Wilfo; mientras tanto detallaba a los presentes para asegurarme que nadie me estuviera vigilando o sospechara algo hasta que algo muy inusual sucedió, tras el anuncio de la Dama de Hierro, esperaba que un viejo y aburrido ricachón con tos de perro y una colección de arrugas hiciera presencia elevando forzadamente la voz pero tal sería mi sorpresa al ver que era una entrada completamente inesperada -Magia, es magia- Murmuraban algunos de los mercenarios cercanos entre ellos hasta que el mismo personaje que proyectaba su figura en lo alto y cuya voz parecía venir de otro lado, explicó que se trataba de tecnología del otro mundo.
Había dudado de esa fulana Ciudad Roja pero ahora comenzaba a reconsiderarlo, la historia que contaba ciertamente tenía mucho sentido, era bastante lógico e incluso en algunos escritos había leído que incluso en su propio mundo los otros humanos solían almacenar tesoros; despegué mi vista del cielo unos instantes tan solo para encontrarme con una manada de hombres que más parecían niños atontados por un ostentoso juguete, estaban muy impresionados por tal demostración y no era para menos, yo mismo intentaba contener la sorpresa que significaba tal despliegue; aunque bastantes dudas me causaba que este sujeto tan obsesionado con tales artefactos estuviera dispuesto a compartirlos con nosotros, algo debería tener planeado para el final de la expedición con el fin de asegurarse que regresara la menor cantidad posible de nosotros o tal vez… ninguno.
No obstante, como borregos los mercenarios comenzaron a corear el nombre de aquel enigmático personaje, algunos claramente impresionados y otros, cegados por la ambición hasta que fueron silenciados por la misteriosa Dama Enlatada; en cuanto dijeron “Grupo Médico” supe que estaría separado de Niniel, algo que me dificultaría estar pendiente de ella en caso de problemas, incluso contaba con que su amigo el elfo fuera asignado al mismo grupo pero no fue así, sino que lo enviaron el mismo grupo que yo, avanzada, al menos tenía la oportunidad de limpiar el camino para que Niniel y el pequeño Chimar no tuvieran problemas.
Bigote y Caraperro- Repetí conteniendo el ataque de risa, debía mantener la imagen de hombre rudo y serio, y aunque me ganaba la curiosidad por ver si sus nombres concordaban con su aspecto, los mismos no aparecieron al primer llamado, ni al segundo, miré a los lados buscándolos con la vista pues aunque no sabía quiénes eran, al que corriera en dirección a ella tenía que ser alguno de los dos; el rápido vistazo me sirvió para notar que mi grupo, o más bien el grupo de Wilfo ya se estaba reuniendo, así que emprendí mi corto viaje hacia ellos -Espero que tu amiga la elfa pueda mantenerse a salvo- Dije al caballero nombrado Tinarandel solo para asegurarme que estaría pendiente de ella también, lo gracioso es que en la mayoría de ocasiones, era la elfa quien había terminado salvándome el trasero en vez de yo a ella.
Observaba la situación esperando pasar desapercibido ante todos, incluyendo a la conocida elfa, no porque no quisiera ir a saludarla, sino porque debía guardar las apariencias y cualquier error podría delatarme y dejar en evidencia que no era realmente el fulano Wilfo; mientras tanto detallaba a los presentes para asegurarme que nadie me estuviera vigilando o sospechara algo hasta que algo muy inusual sucedió, tras el anuncio de la Dama de Hierro, esperaba que un viejo y aburrido ricachón con tos de perro y una colección de arrugas hiciera presencia elevando forzadamente la voz pero tal sería mi sorpresa al ver que era una entrada completamente inesperada -Magia, es magia- Murmuraban algunos de los mercenarios cercanos entre ellos hasta que el mismo personaje que proyectaba su figura en lo alto y cuya voz parecía venir de otro lado, explicó que se trataba de tecnología del otro mundo.
Había dudado de esa fulana Ciudad Roja pero ahora comenzaba a reconsiderarlo, la historia que contaba ciertamente tenía mucho sentido, era bastante lógico e incluso en algunos escritos había leído que incluso en su propio mundo los otros humanos solían almacenar tesoros; despegué mi vista del cielo unos instantes tan solo para encontrarme con una manada de hombres que más parecían niños atontados por un ostentoso juguete, estaban muy impresionados por tal demostración y no era para menos, yo mismo intentaba contener la sorpresa que significaba tal despliegue; aunque bastantes dudas me causaba que este sujeto tan obsesionado con tales artefactos estuviera dispuesto a compartirlos con nosotros, algo debería tener planeado para el final de la expedición con el fin de asegurarse que regresara la menor cantidad posible de nosotros o tal vez… ninguno.
No obstante, como borregos los mercenarios comenzaron a corear el nombre de aquel enigmático personaje, algunos claramente impresionados y otros, cegados por la ambición hasta que fueron silenciados por la misteriosa Dama Enlatada; en cuanto dijeron “Grupo Médico” supe que estaría separado de Niniel, algo que me dificultaría estar pendiente de ella en caso de problemas, incluso contaba con que su amigo el elfo fuera asignado al mismo grupo pero no fue así, sino que lo enviaron el mismo grupo que yo, avanzada, al menos tenía la oportunidad de limpiar el camino para que Niniel y el pequeño Chimar no tuvieran problemas.
Bigote y Caraperro- Repetí conteniendo el ataque de risa, debía mantener la imagen de hombre rudo y serio, y aunque me ganaba la curiosidad por ver si sus nombres concordaban con su aspecto, los mismos no aparecieron al primer llamado, ni al segundo, miré a los lados buscándolos con la vista pues aunque no sabía quiénes eran, al que corriera en dirección a ella tenía que ser alguno de los dos; el rápido vistazo me sirvió para notar que mi grupo, o más bien el grupo de Wilfo ya se estaba reuniendo, así que emprendí mi corto viaje hacia ellos -Espero que tu amiga la elfa pueda mantenerse a salvo- Dije al caballero nombrado Tinarandel solo para asegurarme que estaría pendiente de ella también, lo gracioso es que en la mayoría de ocasiones, era la elfa quien había terminado salvándome el trasero en vez de yo a ella.
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Re: Dead Money [Libre] (4/4) [Cerrado]
Chimar no hace más que un leve gesto para superar las intrigas de Canel, lo cierto es que el único arquero que conoce es Candau y la persona que su amigo señala tiene una pinta mucho más experimentada.
No es nadie enano, relájate.
Su hermano baja la mirada con cierto aire de regañado pero se le pasa enseguida, una de sus cualidades es superar los estados mentales rápido… detalle que suele asustar en situaciones muy específicas.
El pequeño inventor corresponde un abrazo de su amiga mientras que el chico bajo su cargo sonríe cierto gesto predilecto, Niniel es una de las pocas personas que puede acercarse al genio sin repercusiones variadas.
Todo en pares es mejor jeje.
Algo le dice a Maquiavelo que tendrá al enano hechicero pegado como una deuda grande mucho tiempo, es una relación de mutuo beneficio. Internamente agradece la situación, siempre quiso sacar a sus hermanos de paseo extendido pero por obvias razones no se desempeñan bien en aventuras peligrosas.
No vine por el dinero pero… es un buen incentivo adicional.
Dice ante los comentarios de la gata acompañante que su amiga elfa continua llevando a todos lados, en cierto modo ambos aventureros acogieron a un personaje bajo su tutela como en cuentos viejos de caballeros.
La pequeña escena de frivolidad termina siendo desplazada por la dama acorazada, trae consigo un dispositivo que toma la completa atención del niño intelectual y tal estado se acrecienta cuando empieza a funcionar.
Es una reliquia de la guerra.
Ecos del pasado…
No necesita escuchar la explicación del sujeto para saber que es un artefacto terrestre, es difícil encontrarlos funcionando y eso indica su valor. Santangelo debe ser un hombre con muchos contactos o una bolsa de monedas enorme… quizás ambas cosas.
Las palabras que salen del anciano hombre tienen sentido corroborando sospechas mentales que forma el pilluelo con asombrosa velocidad, un refugio lleno de riquezas tanto tecnológicas como monetarias despierta cualquier interés.
Todo el espectáculo de ciencia termina rápido, con una ovación general de los recién contratados. Es muy posible que solo hayan entendido la parte del dinero pero las herramientas vienen de muchos tamaños y colores.
Con una gran sonrisa el niño mira la nada, algo que parece sacado de Canel. Se imagina las cosas valiosas e interesantes que podrá tomar del vault… si la mitad de la historia es cierta hay suficiente para todas las partes involucradas.
El repaso de los nombres participantes devuelve al genio de su viaje astral, sabe que no aparecerá registrado. Por otro lado cierto comentario de su vecino elfo despierta un rostro de ironía magistral que complementa con palabras.
Mira y aprende.
En toda lista siempre existen personas faltantes, como los mercenarios rara vez se conocen entre sí nadie notara la diferencia. Cuando dos nombres resultan estar vacantes el chico ataca llevando a su amiguito consigo.
¡Bigote y Caraperro presentes!
Su iniciativa despierta algunas risas burlonas y la clara desconfianza de su nueva jefa, el niño solo sonríe inocentemente intentando ganar con encanto la batalla pero al final se decanta por disparar un virote que roba el aperitivo del miembro glotón lateral.
Hay más de donde vino eso… son apodos de la infancia que nos gusta mantener.
Los motes reflejan el espíritu “sonríe amistosamente mientras Chimar traga saliva intentando no saltar ante el comentario”
No es nadie enano, relájate.
Su hermano baja la mirada con cierto aire de regañado pero se le pasa enseguida, una de sus cualidades es superar los estados mentales rápido… detalle que suele asustar en situaciones muy específicas.
El pequeño inventor corresponde un abrazo de su amiga mientras que el chico bajo su cargo sonríe cierto gesto predilecto, Niniel es una de las pocas personas que puede acercarse al genio sin repercusiones variadas.
Todo en pares es mejor jeje.
Algo le dice a Maquiavelo que tendrá al enano hechicero pegado como una deuda grande mucho tiempo, es una relación de mutuo beneficio. Internamente agradece la situación, siempre quiso sacar a sus hermanos de paseo extendido pero por obvias razones no se desempeñan bien en aventuras peligrosas.
No vine por el dinero pero… es un buen incentivo adicional.
Dice ante los comentarios de la gata acompañante que su amiga elfa continua llevando a todos lados, en cierto modo ambos aventureros acogieron a un personaje bajo su tutela como en cuentos viejos de caballeros.
La pequeña escena de frivolidad termina siendo desplazada por la dama acorazada, trae consigo un dispositivo que toma la completa atención del niño intelectual y tal estado se acrecienta cuando empieza a funcionar.
Es una reliquia de la guerra.
Ecos del pasado…
No necesita escuchar la explicación del sujeto para saber que es un artefacto terrestre, es difícil encontrarlos funcionando y eso indica su valor. Santangelo debe ser un hombre con muchos contactos o una bolsa de monedas enorme… quizás ambas cosas.
Las palabras que salen del anciano hombre tienen sentido corroborando sospechas mentales que forma el pilluelo con asombrosa velocidad, un refugio lleno de riquezas tanto tecnológicas como monetarias despierta cualquier interés.
Todo el espectáculo de ciencia termina rápido, con una ovación general de los recién contratados. Es muy posible que solo hayan entendido la parte del dinero pero las herramientas vienen de muchos tamaños y colores.
Con una gran sonrisa el niño mira la nada, algo que parece sacado de Canel. Se imagina las cosas valiosas e interesantes que podrá tomar del vault… si la mitad de la historia es cierta hay suficiente para todas las partes involucradas.
El repaso de los nombres participantes devuelve al genio de su viaje astral, sabe que no aparecerá registrado. Por otro lado cierto comentario de su vecino elfo despierta un rostro de ironía magistral que complementa con palabras.
Mira y aprende.
En toda lista siempre existen personas faltantes, como los mercenarios rara vez se conocen entre sí nadie notara la diferencia. Cuando dos nombres resultan estar vacantes el chico ataca llevando a su amiguito consigo.
¡Bigote y Caraperro presentes!
Su iniciativa despierta algunas risas burlonas y la clara desconfianza de su nueva jefa, el niño solo sonríe inocentemente intentando ganar con encanto la batalla pero al final se decanta por disparar un virote que roba el aperitivo del miembro glotón lateral.
Hay más de donde vino eso… son apodos de la infancia que nos gusta mantener.
Los motes reflejan el espíritu “sonríe amistosamente mientras Chimar traga saliva intentando no saltar ante el comentario”
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Re: Dead Money [Libre] (4/4) [Cerrado]
Por un momento pareció que Níniel no era la única en aquel amplio grupo de mercenarios poco o nada dispuesta a dejarse llevar por la euforia; Al'theas tampoco se mostró muy convencido del contenido del discurso del señor Santangelo, o de su "proyección mediante magia de la tierra" mejor dicho. Por desgracia las circunstancias en aquel momento no eran las adecuadas para poner en común los motivos de cada uno para no mostrarse tan contentos y optimistas como la mayoría de los allí presentes, sencillamente los gritos y el jaleo formado por la reanudación a toda prisa de los preparativos para partir lo hacían casi imposible. Tendrían que esperar a que la cosa se calmara para ello.
-Nada, es solo que...Ya hablaremos luego, seguramente tengamos varias horas de viaje por delante.- Respondió a su gesto interrogante la peliblanca, realizando un gesto de disculpa hacia el elfo y los dos jóvenes cuando la dama de acero pronunció su nombre y el de Catherine, reclamando su presencia. No parecía de la clase de personas a las que se les podía hacer esperar, por lo que ambas no tardaron en adelantarse al resto, presentándose justo a la vez que una tercera figura llegaba a su altura. Debía de tratarse de la otra sanadora mencionada.
-Una sacerdotisa elfa acompañada de una felina. Vale, todo correcto, aunque, ¿no preferirías estar en el grupo de vanguardia...Catherine? Por la manera en la que derribaste a ese par no creo que lo tuyo sea remendar heridas.-Propuso la mujer sin quitarse su extraño yelmo en ningún momento. Era curioso que aún siguiera con él incluso ocupándose de las listas de contratados.
-Soy su ayudante en la clínica que tiene en Lunargenta. Y además la ayudo con los pacientes menos...colaboradores.- Respondió la pelirroja esbozando una amplia sonrisa, la cual mantuvo hasta que la líder de la expedición aceptó sus palabras.
-Bien. Y tú eres...Amelia. Vale la elfa estará al cargo del grupo. El carro médico es el último de la fila. Podéis ir cargando lo que falta y familiarizándoos con el equipo. No hemos reparado en gastos.- Instruyó la mujer tras escribir algunas notas y marcas en los papeles que manejaba y señalando al grupo de carros. Despechándolas para ocuparse de los siguientes de la lista.
-Hola. Soy Amelia, trabajo...bueno, trabajaba en el hospital de la ciudad como enfermera. Es un placer poder trabajar con una sacerdotisa de Sandorai. He oído cosas asombrosas sobre vuestra magia.- Se presentó casi de inmediato la que sería su nueva compañera, sin ni siquiera esperar a que el grupo hubiese llegado hasta los carros. Era joven, de pelo moreno y corto y parecía bastante agradable y simpática. No muchos humanos apreciaban tanto la magia y a los elfos. La mayoría solo les toleraba y ya.
-Yo soy Níniel, y ella es mi hermana, Catherine. El placer es nuestro.- Respondió la peliblanca con cordialidad, aunque la felina se limitó a guiñar un ojo como toda presentación.
-¿Hermana? Pero no es una...osea es...- Se estaba tomando lo de "hermana" demasiado literalmente.
-No de ese modo, pero casi.- Respondió la gata sin entrar en más detalles. Llegando en esos momentos hasta el mencionado carro médico y saltando a su interior para echar un vistazo por curiosidad. -Vaya, aquí hay casi más cosas que en casa, Nín. Como se nota cuando hay dinero de por medio.- No tardó en proclamar, asomando su cabeza por entre la lona de la parte trasera del transporte.
Pronto las tres comenzarían a trabajar juntas, ultimando los preparativos y comprobándolo todo. Para cuando toda la compañía estuviese lista para ponerse en marcha, ellas también lo estarían. Podrían usar el tiempo sobrante para conocerse mejor.
Tal y como Bio esperaba, la dama de acero o el resto de mercenarios no conocían, en la mayoría de los casos, el aspecto de los mercenarios contratados por toda Aerandir. Solo unas señas básicas. Para todos allí a Wilfo solo le precedía su fama como arquero de élite y algunos de los trabajos que hubiese realizado con anterioridad, por lo que pudo incorporarse a la tropa sin mayores problemas, igual que el caballero esmeralda.
El tercer miembro de su unidad de vanguardia, la cual como les explicó la dama de acero tenía la misión de adelantarse a la columna principal para prever posibles riesgos y amenazas, así como para ayudarles a escoger el mejor camino posible, resultaría ser un vampiro. Algo que explicaba en parte el por qué de reunirse y marchar de noche. Muy posiblemente no fuera el único de la raza de los malditos allí. Los efectos que la maldición del dragón de tierra tenía sobre ellos eran de sobra conocidos, su contratación podía ser una pista clara de lo que debían esperar de su expedición.
-Ya habéis oído a la jefa, yo estaré al mando. Tranquilos como soy un vampiro puedo ver perfectamente en la oscuridad, simplemente quedaros cerca de mi y echadme una mano, o las dos mientras no sea al cuello.- Bromeó Armand con ellos. Si se había percatado de la naturaleza real de Bio no lo expresó, aunque si que que hubo un corto cruce de miradas en las que el vampiro de tez pálida y largo cabello negro no apartó la suya. -Tranquilos, solo me alimento de animales, salvo en la cama...- Se rió por su propia broma soez antes de percatarse de que sus dos nuevos compañeros hablaban de la elfa destinada al grupo médico. -Ah, esa...Tiene pinta de saber cuidarse sola...además no es mi tipo...- Comentó tomando las riendas de su caballo, un bonito corcel de pelaje negro y calcetines blancos.
Las risas fueron abundantes cuando se mencionó en voz alta a Bigote y Caraperro. De hecho el mero acto de pronunciar tales apodos ridículos pareció avergonzar a la dama de acero, por lo que no dudó en acallar las risas con su ya conocida aura de mando. Por supuesto las risas cesaron en cuanto ella así lo ordenó, pero cuando para sorpresa de todos resultó que Bigote y Caraperro eran dos niños, uno de ellos aparentando incluso menos de diez años, las carcajadas no pudieron ser contenidas ni siquiera por la imponente presencia de la líder de la expedición, la cual incluso a pesar de su extraño casco evidenciaba no saber si aquello era alguna clase de broma o qué. ¿Cómo habían llegado hasta allí dos niños? ¿Cómo tenían las santas narices de presentarse ante ella y convertir aquello en un circo?
-Vamos a ver, mocosos. ¿Cuál de los dos es Bigote y cuál es Caraperro?- Dijo molesta. Craso error, pues aunque estaba intentando recuperar la seriedad anterior, su comentario solo logró que más mercenarios pasaran a desternillarse de la risa. Incluso uno de aspecto fuerte y orondo, el cual estaba comiendo su aperitivo favorito en lo que era asignado a una unidad, estuvo a punto de atragantarse por culpa de querer comer y reír a la vez. Claro que sus risas, como las del resto, cesaron cuando el genio inventor hizo una demostración fuera del alcande de un niño común.
-¿Esa ballesta la has fabricado tú? Recuerdo haber oído rumores de un niño inventor de Lunargenta que ha hecho varios trabajos aquí y allá...Aunque no sabía que respondiera al nombre de Bigote o Caraperro...¿Podrías reparar los carros y demás equipo si llega el caso? ¿Tienes experiencia con mecanismos?.- Les miró intentando darles miedo y esperó su respuesta. -Ya veo. Uno de los carros, el segundo de allí, tiene una rueda rota. Cambiadla y estáis dentro...- Era una prueba y estaba claro que no estaba nada convencida de ello, pero al menos tenían una oportunidad...Y nuevos apodos.
Así, la lista siguió avanzando y los hombres fueron repartidos y ubicados. Cuando todo estuvo listo la caravana expedicionaria, formada por un total de siete carros cubiertos, se pondría en marcha adentrándose en la noche, hacia lo desconocido. Solo los dioses sabían qué les esperaba en aquel camino o al final del mismo. Los dioses...y Santangelo.
-Nada, es solo que...Ya hablaremos luego, seguramente tengamos varias horas de viaje por delante.- Respondió a su gesto interrogante la peliblanca, realizando un gesto de disculpa hacia el elfo y los dos jóvenes cuando la dama de acero pronunció su nombre y el de Catherine, reclamando su presencia. No parecía de la clase de personas a las que se les podía hacer esperar, por lo que ambas no tardaron en adelantarse al resto, presentándose justo a la vez que una tercera figura llegaba a su altura. Debía de tratarse de la otra sanadora mencionada.
-Una sacerdotisa elfa acompañada de una felina. Vale, todo correcto, aunque, ¿no preferirías estar en el grupo de vanguardia...Catherine? Por la manera en la que derribaste a ese par no creo que lo tuyo sea remendar heridas.-Propuso la mujer sin quitarse su extraño yelmo en ningún momento. Era curioso que aún siguiera con él incluso ocupándose de las listas de contratados.
-Soy su ayudante en la clínica que tiene en Lunargenta. Y además la ayudo con los pacientes menos...colaboradores.- Respondió la pelirroja esbozando una amplia sonrisa, la cual mantuvo hasta que la líder de la expedición aceptó sus palabras.
-Bien. Y tú eres...Amelia. Vale la elfa estará al cargo del grupo. El carro médico es el último de la fila. Podéis ir cargando lo que falta y familiarizándoos con el equipo. No hemos reparado en gastos.- Instruyó la mujer tras escribir algunas notas y marcas en los papeles que manejaba y señalando al grupo de carros. Despechándolas para ocuparse de los siguientes de la lista.
-Hola. Soy Amelia, trabajo...bueno, trabajaba en el hospital de la ciudad como enfermera. Es un placer poder trabajar con una sacerdotisa de Sandorai. He oído cosas asombrosas sobre vuestra magia.- Se presentó casi de inmediato la que sería su nueva compañera, sin ni siquiera esperar a que el grupo hubiese llegado hasta los carros. Era joven, de pelo moreno y corto y parecía bastante agradable y simpática. No muchos humanos apreciaban tanto la magia y a los elfos. La mayoría solo les toleraba y ya.
-Yo soy Níniel, y ella es mi hermana, Catherine. El placer es nuestro.- Respondió la peliblanca con cordialidad, aunque la felina se limitó a guiñar un ojo como toda presentación.
-¿Hermana? Pero no es una...osea es...- Se estaba tomando lo de "hermana" demasiado literalmente.
-No de ese modo, pero casi.- Respondió la gata sin entrar en más detalles. Llegando en esos momentos hasta el mencionado carro médico y saltando a su interior para echar un vistazo por curiosidad. -Vaya, aquí hay casi más cosas que en casa, Nín. Como se nota cuando hay dinero de por medio.- No tardó en proclamar, asomando su cabeza por entre la lona de la parte trasera del transporte.
Pronto las tres comenzarían a trabajar juntas, ultimando los preparativos y comprobándolo todo. Para cuando toda la compañía estuviese lista para ponerse en marcha, ellas también lo estarían. Podrían usar el tiempo sobrante para conocerse mejor.
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Tal y como Bio esperaba, la dama de acero o el resto de mercenarios no conocían, en la mayoría de los casos, el aspecto de los mercenarios contratados por toda Aerandir. Solo unas señas básicas. Para todos allí a Wilfo solo le precedía su fama como arquero de élite y algunos de los trabajos que hubiese realizado con anterioridad, por lo que pudo incorporarse a la tropa sin mayores problemas, igual que el caballero esmeralda.
El tercer miembro de su unidad de vanguardia, la cual como les explicó la dama de acero tenía la misión de adelantarse a la columna principal para prever posibles riesgos y amenazas, así como para ayudarles a escoger el mejor camino posible, resultaría ser un vampiro. Algo que explicaba en parte el por qué de reunirse y marchar de noche. Muy posiblemente no fuera el único de la raza de los malditos allí. Los efectos que la maldición del dragón de tierra tenía sobre ellos eran de sobra conocidos, su contratación podía ser una pista clara de lo que debían esperar de su expedición.
-Ya habéis oído a la jefa, yo estaré al mando. Tranquilos como soy un vampiro puedo ver perfectamente en la oscuridad, simplemente quedaros cerca de mi y echadme una mano, o las dos mientras no sea al cuello.- Bromeó Armand con ellos. Si se había percatado de la naturaleza real de Bio no lo expresó, aunque si que que hubo un corto cruce de miradas en las que el vampiro de tez pálida y largo cabello negro no apartó la suya. -Tranquilos, solo me alimento de animales, salvo en la cama...- Se rió por su propia broma soez antes de percatarse de que sus dos nuevos compañeros hablaban de la elfa destinada al grupo médico. -Ah, esa...Tiene pinta de saber cuidarse sola...además no es mi tipo...- Comentó tomando las riendas de su caballo, un bonito corcel de pelaje negro y calcetines blancos.
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Las risas fueron abundantes cuando se mencionó en voz alta a Bigote y Caraperro. De hecho el mero acto de pronunciar tales apodos ridículos pareció avergonzar a la dama de acero, por lo que no dudó en acallar las risas con su ya conocida aura de mando. Por supuesto las risas cesaron en cuanto ella así lo ordenó, pero cuando para sorpresa de todos resultó que Bigote y Caraperro eran dos niños, uno de ellos aparentando incluso menos de diez años, las carcajadas no pudieron ser contenidas ni siquiera por la imponente presencia de la líder de la expedición, la cual incluso a pesar de su extraño casco evidenciaba no saber si aquello era alguna clase de broma o qué. ¿Cómo habían llegado hasta allí dos niños? ¿Cómo tenían las santas narices de presentarse ante ella y convertir aquello en un circo?
-Vamos a ver, mocosos. ¿Cuál de los dos es Bigote y cuál es Caraperro?- Dijo molesta. Craso error, pues aunque estaba intentando recuperar la seriedad anterior, su comentario solo logró que más mercenarios pasaran a desternillarse de la risa. Incluso uno de aspecto fuerte y orondo, el cual estaba comiendo su aperitivo favorito en lo que era asignado a una unidad, estuvo a punto de atragantarse por culpa de querer comer y reír a la vez. Claro que sus risas, como las del resto, cesaron cuando el genio inventor hizo una demostración fuera del alcande de un niño común.
-¿Esa ballesta la has fabricado tú? Recuerdo haber oído rumores de un niño inventor de Lunargenta que ha hecho varios trabajos aquí y allá...Aunque no sabía que respondiera al nombre de Bigote o Caraperro...¿Podrías reparar los carros y demás equipo si llega el caso? ¿Tienes experiencia con mecanismos?.- Les miró intentando darles miedo y esperó su respuesta. -Ya veo. Uno de los carros, el segundo de allí, tiene una rueda rota. Cambiadla y estáis dentro...- Era una prueba y estaba claro que no estaba nada convencida de ello, pero al menos tenían una oportunidad...Y nuevos apodos.
Así, la lista siguió avanzando y los hombres fueron repartidos y ubicados. Cuando todo estuvo listo la caravana expedicionaria, formada por un total de siete carros cubiertos, se pondría en marcha adentrándose en la noche, hacia lo desconocido. Solo los dioses sabían qué les esperaba en aquel camino o al final del mismo. Los dioses...y Santangelo.
Níniel Thenidiel
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Re: Dead Money [Libre] (4/4) [Cerrado]
Al'theas asintió a la sacerdotisa su respuesta, esperando tener la misma esperanza de poder compartir ideas después mientras la veía alejarse junto con Catherine, para luego, dirigir su mirada hacia Chimar, cuando este con seguridad se dirige a acudir a la llamada de lo que había elegido que seria su nuevo y excéntrico mote. Todo eran risas hasta que el joven saco una ballesta con la que disparar un virote con sorprendente precisión, sorprendiendo a todos por igual a la par que se hacia respetar, demostrando ademas de tener astucia también tenia mano con las armas.
-Asombroso... ahora entiendo porque Níniel no intento mandarlos a casa en primer lugar...- Susurraba para si a la vez que asentía ante aquella demostración de que no se debía juzgar por las apariencias.
Tras aquella anécdota, el caballero esmeralda decidió que ya era de moverse junto al grupo de avanzada al que le habían asignado. Justo cuando se encontraba evaluando a los que serian sus compañeros de armas, aquel sujeto encapuchado que parecía responder al nombre de Wilfo... y que hasta ahora se había mantenido separado... había decidido acercarse y dirigirse a Al'theas con un comentario que el elfo no estuvo seguro de interpretar... ¿Acaso conocía de algo a Níniel?... ¿era aquello una demostración de sincera preocupación? o ¿quizás algún tipo de amenaza?... El caballero sabia que podía esperarse cualquier cosa de una panda de mercenarios como aquella, sobre todo después del espectáculo que presencio nada mas llegar... Si, a pesar de que sabia que la joven sacerdotisa era muy capaz y se encontraba bien acompañada por Catherine... su preocupación por Níniel era latente desde entonces, aquel no era lugar para una sacerdotisa de la logia lleno de indeseables que podrían meterte una daga... u otra cosa... mientras duermes, era consciente de que cualquiera de estos rufianes mataría para ponerle la mano encima. Le resultaba sospechoso que un desconocido mencionara a su compañera habiendo tenido tiempo para presentarse a esta desde que llego.
De Wilfo solo conocía su nombre, pero automáticamente se había convertido en el primer sospechoso posible de hacerle algo a la sacerdotisa con aquel comentario aparentemente inocente, al menos... hasta que se demostrara lo contrario, pues ya había tenido malas experiencias con personas de amables palabras que luego resultaron ser bandidos con asombrosa habilidad para el engaño, pero como ya había aprendido de su padre... a veces es mejor no alertar al posible enemigo... -Algo me dice... que su compañera felina la mantendrá bien protegida... incluso de mi- Dijo finalmente en un tono desenfadado a Wilfo, acompañado de una sonrisa irónica ante la verdad de aquello.
Justo en ese momento, un vampiro que parecería ser el guía del grupo, a parte de mencionar su función gracias a su vista nocturna... dejo caer un comentario sobre la sacerdotisa que Al'theas no supo tomarse con desconfianza o alivio, pero prefirió no decir nada al respecto y confiar en que si sucediese algo... Anar le colocase en el lugar y momento justo para poder interceptar cualquier problema a tiempo.
Los hombres y los carros estaban listos para partir, parece que Chimar y Canel se habían ganado su puesto después de todo. El caballero esmeralda miro hacia atrás por encima de su hombro, sabiendo que Níniel se encontraba en el ultimo carro de la fila asignado para menesteres médicos... y luego miro al frente con determinación... hacia la oscuridad...
-Asombroso... ahora entiendo porque Níniel no intento mandarlos a casa en primer lugar...- Susurraba para si a la vez que asentía ante aquella demostración de que no se debía juzgar por las apariencias.
Tras aquella anécdota, el caballero esmeralda decidió que ya era de moverse junto al grupo de avanzada al que le habían asignado. Justo cuando se encontraba evaluando a los que serian sus compañeros de armas, aquel sujeto encapuchado que parecía responder al nombre de Wilfo... y que hasta ahora se había mantenido separado... había decidido acercarse y dirigirse a Al'theas con un comentario que el elfo no estuvo seguro de interpretar... ¿Acaso conocía de algo a Níniel?... ¿era aquello una demostración de sincera preocupación? o ¿quizás algún tipo de amenaza?... El caballero sabia que podía esperarse cualquier cosa de una panda de mercenarios como aquella, sobre todo después del espectáculo que presencio nada mas llegar... Si, a pesar de que sabia que la joven sacerdotisa era muy capaz y se encontraba bien acompañada por Catherine... su preocupación por Níniel era latente desde entonces, aquel no era lugar para una sacerdotisa de la logia lleno de indeseables que podrían meterte una daga... u otra cosa... mientras duermes, era consciente de que cualquiera de estos rufianes mataría para ponerle la mano encima. Le resultaba sospechoso que un desconocido mencionara a su compañera habiendo tenido tiempo para presentarse a esta desde que llego.
De Wilfo solo conocía su nombre, pero automáticamente se había convertido en el primer sospechoso posible de hacerle algo a la sacerdotisa con aquel comentario aparentemente inocente, al menos... hasta que se demostrara lo contrario, pues ya había tenido malas experiencias con personas de amables palabras que luego resultaron ser bandidos con asombrosa habilidad para el engaño, pero como ya había aprendido de su padre... a veces es mejor no alertar al posible enemigo... -Algo me dice... que su compañera felina la mantendrá bien protegida... incluso de mi- Dijo finalmente en un tono desenfadado a Wilfo, acompañado de una sonrisa irónica ante la verdad de aquello.
Justo en ese momento, un vampiro que parecería ser el guía del grupo, a parte de mencionar su función gracias a su vista nocturna... dejo caer un comentario sobre la sacerdotisa que Al'theas no supo tomarse con desconfianza o alivio, pero prefirió no decir nada al respecto y confiar en que si sucediese algo... Anar le colocase en el lugar y momento justo para poder interceptar cualquier problema a tiempo.
Los hombres y los carros estaban listos para partir, parece que Chimar y Canel se habían ganado su puesto después de todo. El caballero esmeralda miro hacia atrás por encima de su hombro, sabiendo que Níniel se encontraba en el ultimo carro de la fila asignado para menesteres médicos... y luego miro al frente con determinación... hacia la oscuridad...
Al'theas Tinarandel
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Re: Dead Money [Libre] (4/4) [Cerrado]
Finalmente era momento de ponernos en marcha, aseguré de nuevo la bufanda que cubría la mitad de mi rostro como una máscara y que había venido acomodando repetidamente tal vez por mi paranoia de que me reconocieran y terminara mi infiltración antes de empezar siquiera, para ello, hablar con el conocido de Niniel no parecía ser ni remotamente una buena idea, pues ciertamente me había mirado con mucha desconfianza y no era para menos, es decir ¿De dónde podría conocer el tal Wilfo a la sacerdotisa como para preocuparse por ella? -Espero que realmente puedan cuidarse solas- Dije con un tono ahora más serio y rudo para despistar, a fin de cuentas no estaba allí para simpatizar con todos -Cuidarse de lo que haya al frente… o de quienes viajan entre nosotros- Le señalé discretamente al sujeto que antes había sido víctima de la gata y que no parecía que fuera a quedarse con esa, murmuraba junto a otros y miraba discretamente en dirección a la gata.
Nuestra amena charla fue interrumpida por el nombrado líder del grupo de avanzada, uno cuya mirada se detuvo al encontrarse con la mía, puse mi mejor cara de malote y comencé a caminar al frente -Genial, un vampiro, ahora tendremos el tiempo contado- Murmuré por lo bajo como si yo mismo no tuviera el mismo problema con el sol, todo se intensificó con el comentario del otro vampiro acerca de Niniel, preferí no decir nada más, bien sabía que los vampiros podíamos ser caprichosos y cuando una mujer parecía más difícil e inalcanzable nos podíamos poner… creativos, y era lo que menos íbamos a necesitar esa noche.
La organización de aquella expedición dejaba en evidencia algunas cosas, entre ellas, el hecho de llevar personal médico indicaba una clara certeza de peligro, tal vez bandidos o un asentamiento que resguardara tales artefactos, el llevar mercenarios dejaba claro que lo que íbamos a tomar, tendríamos que hacerlo tal vez por la fuerza y sobre todo, la disposición de las tropas, la división en base a funciones, hacían pensar que ese fulano Santangelo sabía perfectamente lo que íbamos a encontrar en nuestro camino hacia su anhelado tesoro, definitivamente había demasiados cabos sueltos, solo esperaba poder resolverlos antes que las damiselas salieran lastimadas.
El camino se veía bastante largo y aunque me preparaba para caminar a un lado del primer carro, mis instrucciones fueron diferentes -Necesitamos un par de arqueros sobre el carro, vigilen el camino y duden de cualquier cosa que se mueva- Fueron las instrucciones del vampiro que ciertamente, tenía una buena manera de distribuir a sus efectivos, tristemente para él, yo no tenía la puntería que seguro esperaría de Wilfo, por lo que deseaba que nada me pusiera a prueba todavía o mi identidad se vería comprometida -Como ordene, intrépido líder- Respondí serio, salté sobre una rueda y de ahí me impulsé hasta sostenerme del techo del carruaje, no parecía la madera más resistente del mundo pero estaba seguro que si no había mucho movimiento soportaría mi peso y el de alguien más, ahora solo quedaba mirar al frente y esperar que no hubiera peligros hasta llegar al punto.
Nuestra amena charla fue interrumpida por el nombrado líder del grupo de avanzada, uno cuya mirada se detuvo al encontrarse con la mía, puse mi mejor cara de malote y comencé a caminar al frente -Genial, un vampiro, ahora tendremos el tiempo contado- Murmuré por lo bajo como si yo mismo no tuviera el mismo problema con el sol, todo se intensificó con el comentario del otro vampiro acerca de Niniel, preferí no decir nada más, bien sabía que los vampiros podíamos ser caprichosos y cuando una mujer parecía más difícil e inalcanzable nos podíamos poner… creativos, y era lo que menos íbamos a necesitar esa noche.
La organización de aquella expedición dejaba en evidencia algunas cosas, entre ellas, el hecho de llevar personal médico indicaba una clara certeza de peligro, tal vez bandidos o un asentamiento que resguardara tales artefactos, el llevar mercenarios dejaba claro que lo que íbamos a tomar, tendríamos que hacerlo tal vez por la fuerza y sobre todo, la disposición de las tropas, la división en base a funciones, hacían pensar que ese fulano Santangelo sabía perfectamente lo que íbamos a encontrar en nuestro camino hacia su anhelado tesoro, definitivamente había demasiados cabos sueltos, solo esperaba poder resolverlos antes que las damiselas salieran lastimadas.
El camino se veía bastante largo y aunque me preparaba para caminar a un lado del primer carro, mis instrucciones fueron diferentes -Necesitamos un par de arqueros sobre el carro, vigilen el camino y duden de cualquier cosa que se mueva- Fueron las instrucciones del vampiro que ciertamente, tenía una buena manera de distribuir a sus efectivos, tristemente para él, yo no tenía la puntería que seguro esperaría de Wilfo, por lo que deseaba que nada me pusiera a prueba todavía o mi identidad se vería comprometida -Como ordene, intrépido líder- Respondí serio, salté sobre una rueda y de ahí me impulsé hasta sostenerme del techo del carruaje, no parecía la madera más resistente del mundo pero estaba seguro que si no había mucho movimiento soportaría mi peso y el de alguien más, ahora solo quedaba mirar al frente y esperar que no hubiera peligros hasta llegar al punto.
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Re: Dead Money [Libre] (4/4) [Cerrado]
Es claro que el alegato de los niños despierta curiosidad en aquella líder, cuando las risas se calman todos comparten el mismo sentimiento… no es natural ver a niños disparando con ballestas avanzadas.
Una sonrisa de superioridad se forma en el chico inventor al ver que su leyenda se extiende, no existe nada mejor para el ego personal que escuchar tu nombre de labios ajenos en una situación levemente referencial.
Mi repu… nuestra reputación nos precede “le alborota el cabello a Canel”
Todo termina obrando a favor del par infantil, se les pone una prueba sencilla para ganarse la entrada. Reparar la rueda de un carro es ciertamente una tarea casi denigrante pero con el premio mayor tan encaminado cualquiera puede hacer caso omiso.
¡Enseguida!
Con velocidad el chiquillo avanza hasta la carreta objetivo, cuando llega se da cuenta del problema y medita un buen curso de acción. No daría buena imagen pedir ayuda para cambiarla a pesar de las claras limitantes físicas, para eso existe la ciencia.
Saca un artefacto extraño y compacto que ajusta en la zona inferior del vehículo, luego encaja una palanca y comienza a levantar aquel carro con un mínimo de esfuerzo bruto. Parece magia pero nada más alejado de la realidad, es mera hidráulica básica.
Una vez la carreta está levantada Chimar cambia la rueda con suma rapidez. Canel quien es una patata para cosas técnicas se queda mirando con cierto rostro cómico todo el espectáculo… hermanos menores.
Ya quedo, ¿cuál es la siguiente? Jeje.
Libera la palanca dejando caer un medio de transporte perfectamente funcional, luego guarda su aparatico pero no sin antes volverlo a compactar. Es claro que la situación despertó miradas extrañas pero al genio solo le importa un argumento y decide buscarlo en el acto.
Están dentro.
Una frase seca para una severa mujer pero que trae consigo intenciones útiles para los niños, se puede decir que ya pertenecen a la expedición… solo resta esperar que los terribles motes se pierdan en los anales del tiempo.
El líder de los ingenieros resulta ser un sujeto robusto con cierto peto de cuero lleno de herramientas, tiene una voz de lo más gruesa pero mira con nobleza al par enano despertando cierta confianza.
¿Porque no se aseguran de que nada se mueva en nuestra carreta durante el viaje?, son los ideales para el trabajo con tan poco peso.
Sonríe antes de volver a sus otras labores, Maquiavelo corresponde al entender que no caminara durante el trayecto inicial. Los frijoles amables son un fenómeno extraño pero bien recibido cuando deciden aparecer y muestran utilidad.
Le recuerdas a un hermano pequeño… no sobrevivió el último invierno.
Eso es… “Baja la mirada para luego negar con la cabeza un tiempo después” vamos, hagamos nuestro trabajo mocosin aterrador.
Una sonrisa de superioridad se forma en el chico inventor al ver que su leyenda se extiende, no existe nada mejor para el ego personal que escuchar tu nombre de labios ajenos en una situación levemente referencial.
Mi repu… nuestra reputación nos precede “le alborota el cabello a Canel”
Todo termina obrando a favor del par infantil, se les pone una prueba sencilla para ganarse la entrada. Reparar la rueda de un carro es ciertamente una tarea casi denigrante pero con el premio mayor tan encaminado cualquiera puede hacer caso omiso.
¡Enseguida!
Con velocidad el chiquillo avanza hasta la carreta objetivo, cuando llega se da cuenta del problema y medita un buen curso de acción. No daría buena imagen pedir ayuda para cambiarla a pesar de las claras limitantes físicas, para eso existe la ciencia.
Saca un artefacto extraño y compacto que ajusta en la zona inferior del vehículo, luego encaja una palanca y comienza a levantar aquel carro con un mínimo de esfuerzo bruto. Parece magia pero nada más alejado de la realidad, es mera hidráulica básica.
Una vez la carreta está levantada Chimar cambia la rueda con suma rapidez. Canel quien es una patata para cosas técnicas se queda mirando con cierto rostro cómico todo el espectáculo… hermanos menores.
Ya quedo, ¿cuál es la siguiente? Jeje.
Libera la palanca dejando caer un medio de transporte perfectamente funcional, luego guarda su aparatico pero no sin antes volverlo a compactar. Es claro que la situación despertó miradas extrañas pero al genio solo le importa un argumento y decide buscarlo en el acto.
Están dentro.
Una frase seca para una severa mujer pero que trae consigo intenciones útiles para los niños, se puede decir que ya pertenecen a la expedición… solo resta esperar que los terribles motes se pierdan en los anales del tiempo.
El líder de los ingenieros resulta ser un sujeto robusto con cierto peto de cuero lleno de herramientas, tiene una voz de lo más gruesa pero mira con nobleza al par enano despertando cierta confianza.
¿Porque no se aseguran de que nada se mueva en nuestra carreta durante el viaje?, son los ideales para el trabajo con tan poco peso.
Sonríe antes de volver a sus otras labores, Maquiavelo corresponde al entender que no caminara durante el trayecto inicial. Los frijoles amables son un fenómeno extraño pero bien recibido cuando deciden aparecer y muestran utilidad.
Le recuerdas a un hermano pequeño… no sobrevivió el último invierno.
Eso es… “Baja la mirada para luego negar con la cabeza un tiempo después” vamos, hagamos nuestro trabajo mocosin aterrador.
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Re: Dead Money [Libre] (4/4) [Cerrado]
Obviando algunas tiranteces que habían ido surgiendo entre los integrantes de aquella expedición; como el grupo de mercenarios humillados por Catherine, o el orondo guerrero que se había convertido en el blanco de todas las burlas tras ser elegido por Chimar para demostrar sus capacidades, Santangelo podía estar orgulloso del capaz grupo que había formado y la pseudo disciplina que mostraba al alejarse de Sierra madre. Incluso aunque esta última fuese meramente por interés y por el respeto que todo el mundo parecía tenerle a la dama de acero. Al fin y al cabo, tampoco es que pudiera pedirles auténtica lealtad sin fisuras a unos sujetos como aquellos... y tampoco importaba. Solo tenían que hacer su trabajo, y si fracasaban, siempre habría más como ellos dispuestos a acudir a su llamada y volverlo a intentar.
Sí, nunca faltaban candidatos para cubrir las vacantes que la ciudad roja causaba.
-Vamos, no me digáis que un poco de frío y viento basta para frenaros.- Aleccionó la dama de acero a lomos de su caballo, gesticulando ampliamente con los brazos para animar a la compañía a avanzar más rápido y con más ganas. Su espíritu parecía inquebrantable, y realmente solo le faltaba bajarse de su montura y ponerse a tirar ella misma de los carros para demostrarle a los hombres lo que debían hacer. No obstante, y aunque sin duda sus arengas tenían efecto en sus subordinados, era evidente que tras varias horas de marcha sin descanso y luchando contra las inclemencias de la noche del norte la tropa estaba ya al límite.
-Necesitamos descansar. No hemos parado desde que salimos de Dundarak.- Se atrevió a protestar uno de los mercenarios, uno de los que horas antes acabase besando el suelo por hablar de manera inapropiada a Catherine y a Níniel. Y aunque aquel sujeto fuera ruín y despreciable, no le faltaba razón. Los expedicionarios parecían haber consumido las energías que les quedaban en su última hazaña, cuando tuvieron que tirar de un par de los carros ellos mismos al ser las bestias de tiro incapaces de subir colina arriba con todo aquel peso por ellas mismas.
-No me gustan los retrasos...Está bien, descansaremos un rato, aunque solo con la promesa de esforzarnos el doble después...- Terminó cediendo la dama, espoleando a su caballo para alcanzar la cabeza de la caravana, hasta la unidad de vanguardia.
-Descansaremos un momento. Armand ve con un par de exploradores para averiguar qué tenemos delante y si hay alguna señal de peligro o de alguno de los puntos de ruta.- Ordenó la mujer al líder de la vanguardia, dirigiéndose entonces al resto de unidades para dirigirlas en aquella parada no programada, instruyendo a los conductores de los carros para que formaran un círculo que protegería a los hombres en cierta medida del frío y de cualquier posible amenaza. Muchos de ellos no dudaron en dejarse caer sobre la primera roca que vieron, suspirando aliviados mientras que otros sacaban algunas provisiones de los carros y comenzaban a preparar unas sin duda bien recibidas sopas calientes.
-Ya habéis oído, a ver, tú y tú, venid conmigo. Wilfo, Altheas, descansad y guardarnos un buen sitio para cuando volvamos.- Instruyó el líder de la vanguardia dividiendo a su grupo.
-¿Ya hemos llegado? Pues si esto es la ciudad roja...menuda mierda.- Preguntó Catherine tras bajarse del carro y estirarse perezosamente. La división médica podía agradecer el haber podido permanecer calientes y relativamente cómodas en la parte trasera de su carro mientras el resto hacían el trabajo duro, pero no era bueno ir recordándoselo a los demás y restregándoselo en la cara, por lo que Níniel reprendió a su hermana con la mirada.
-Iré a ayudar con la comida caliente, Níniel, y veré si alguien necesita nuestra ayuda.- Tomó la iniciativa Amelia, movimiento que la sacerdotisa aceptó de buen grado. Aquella sí era una buena actitud. Aunque en principio no debería haber ningún herido, era buena idea controlar que nadie estuviera haciéndose el duro, a la larga sería peor para todos.
-Me gusta esa chica, cuanto más haga ella menos tendré que hacer yo.- Se burló la pelirroja abrigándose bien con su capa y siguiendo a Níniel hasta el centro del improvisado campamento. Aquel sería un momento ideal para cumplir su palabra y compartir con el caballero esmeralda sus dudas sobre todo aquello, o al menos las cosas que le habían dado mala espina. Chimar seguro que también prestaría oídos a lo que tenía que decir.
-¿Buscas a ese caballero esmeralda? Te entiendo, al fin y al cabo sois los dos únicos elfos aquí...hace frío y...- La peliblanca trató de agarrarla para que se callara y dejara de decir esas cosas, pues al final iba a meterla en un lío como con aquel frutero de la ciudad, pero la felina era demasiado rápida y la esquivó sin problema alguno, comenzando a convertir aquello en un juego, evitando ser atrapada con una facilidad pasmosa que dejaba a la elfa en muy mal lugar.
-No me obligues a ponerme seria...- La riñó sin éxito. Más en ese momento, un grito de alarma rápidamente secundado por más voces, interrumpiría toda la actividad del campamento conforme la incertidumbre comenzaría a extenderse.
-¿Qué pasa? ¿Cuál es la alarma?- Preguntó con su potente voz la dama de acero mientras se abría paso hasta el lugar originario del primer grito de advertencia. Pero nadie supo responder. -¿Quién ha dado la voz de alarma?.- Volvió a bramar la formidable guerrera sin que nadie respondiera. ¿Acaso aquel grito no lo había producido ninguno de ellos, o es que esa persona no estaba ya con ellos?
-Mastersson no está...- Se percató uno de los mercenarios advirtiendo de tal anomalía a la líder y a los demás, causando que varios de los más veteranos guerreros alistaran sus armas, reacción que hizo que la propia Níniel les imitara, a pesar de no saber contra qué o quién estaban luchando, si es que estaban luchando contra alguien.
-Arqueros a los carros, rápido.-Ordenó la dama en un tono que no permitía cuestión alguna. Mas tales medidas demostrarían llegar demasiado tarde.
Apenas aquella orden fue dada Níniel pudo ver la primera de varias bolas rojizas volar por encima de la barrera que formaban sus transportes en círculo y romperse al golpear el suelo, liberando una nube de un gas rojizo que si bien al principio cubría solo una pequeña zona fácilmente evitable, pronto vería su área aumentada al caer sobre ellos toda una lluvia de más de aquellos proyectiles.
Tan pronto como los mercenarios comenzaron a respirar aquel gas empezaron las toses. Aquellos más cerca de las extrañas nubes rojizas fueron los más rápidamente afectados, empezando a vomitar, a perder el equilibrio y poco después a toser sangre y a desplomarse mientras su piel se tornaba del color del óxido. Ante aquello, rápidamente todo se volvió un caos. ¿Cómo podían luchar unos guerreros contra algo que sus aceros no podían cortar?
Muchos trataban de huír de las nubes tóxicas solo para percatarse de que sus propios carros les impedían salir de allí con facilidad. De que sus defensas se habían convertido en una trampa mortal. Con el desorden y el miedo, los caballos no obedecían órdenes, siendo imposible volver a engancharlos a los transportes, por lo que varios intentaron moverlos con su propia fuerza para crear una salida de aquella desesperada situación. Todo ello mientras más compañeros caían víctimas de aquel veneno capaz de matar a un humano adulto en cuestión de pocos segundos.
-Níniel, no respires ese humo rojo.- Pidió la felina claramente nerviosa y con todo su cuerpo tenso mientras miraba en todas direcciones. -Voy a sacarte de aquí.- Dijo casi de inmediato, tomándola en brazos y usando su gran agilidad para saltar por encima de uno de los transportes poniéndolas a ambas a salvo, o al menos lejos de la influencia de la nube roja. -Esto no pinta nada bien...Será mejor que nos alejemos ahora que podemos.- Sentenció la felina, que en esas circunstancias solo podía pensar en proteger a su hermana. Aquella era su prioridad, la única de hecho.
-No. Chimar y los demás están ahí, vamos a ayudarles.- Respondió la peliblanca, tratando de trazar algún plan en su cabeza. Catherine la miró como si se hubiese vuelto loca.
-Es demasiado peligroso...ese gas no es...-
-Precisamente por eso tenemos que hacer algo...Ya sé. Vamos, Cath.- Pidió a su amiga, la cual obedeció a regañadientes y parecía más a punto de llevársela de allí a rastras que a ayudarla. La elfa comenzó a correr hacia uno de los carros hasta que pudo apoyar sus manos sobre la madera del lateral de uno de ellos y canalizó una cantidad de éter cada vez mayor, aunque sin decir exactamente cuáles eran sus intenciones, para desesperación de la felina. Aquel era uno de los transportes de suministros, pero, ¿qué más podía hacer? Tenía que abrir aquella jaula para salvar a todos cuantos pudiera.
-!Ma sheshield¡-Pronunció, conjurando una barrera esférica de pura luz que al expandirse desde su posición impactó contra aquel carro, destrozándolo en gran medida y desplazando sus restos varios metros, creando al fin una apertura por la que los supervivientes podrían escapar y que no tardaron en aprovechar.
-Buen trabajo elfa.- La felicitó la dama de acero, una de las primeras en lograr salir y comenzar a dirigir la desorganiza huida. -Vamos todos, por aquí.- Vociferó tratando de guiar a sus hombres. Aunque el número de los que conseguían salir era alarmantemente bajo.
-Amelia, por aquí.- Se unió Níniel al ver a su compañera de unidad avanzar temblorosa en su dirección. No debía de haber sido capaz de evitar del todo aquel veneno, pero a pesar de ello no se había rendido y lograba dejar atrás la nube tóxica. Sería la última en lograrlo, o eso parecía.
Estaba a punto de conseguirlo cuando unas cuchillas deformadas que salieron de la propia nube rojiza atraparon una de sus piernas y comenzaron a tirar de ella hacia la nube con fuerza y sin piedad. La joven pataleó, se resistió y peleó cuanto pudo movida por la desesperación. Pero finalmente, con un último grito, fue arrastrada perdiéndose en la nube sin que nadie pudiera acercarse para ayudarla. No si no quería acabar compartiendo su destino.
-Amelia...- Se lamentó la peliblanca, ignorando por unos instantes los intentos de Catherine por alejarla de allí.
-¿Qué era eso? Hay algo entre la niebla roja.- Inquirió alarmado uno de los mercenarios mientras podía escucharse el sonido de la carne desgarrada y los huesos rompiéndose, así como una serie de gruñidos guturales.
-Eso trataba de decirte, Nín. Ese veneno no es el único problema. hay algo ahí.-
Por desgracia para ellos la respuesta a aquella pregunta iba a llegar mucho antes de lo que esperaban. Pues las criaturas de la niebla roja eran voraces, y aún no habían saciado su apetito. Pronto la primera de ellas se mostraría ante los supervivientes, con sus letales fauces goteando sangre fresca y sus ojos rojos clavados en aquellos que pensaba convertir en su segundo plato. Del tamaño de un perro grande pero como salidas de la pesadilla de un demente. Con tres pares de extremidades, dos de ellas acabadas en peligrosas guadañas naturales, y su lomo y cola cubiertos de escamas y púas, su mera aparición hizo retroceder a muchos de los supervivientes...Y si tan solo estuviera sola.
Sí, nunca faltaban candidatos para cubrir las vacantes que la ciudad roja causaba.
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-Vamos, no me digáis que un poco de frío y viento basta para frenaros.- Aleccionó la dama de acero a lomos de su caballo, gesticulando ampliamente con los brazos para animar a la compañía a avanzar más rápido y con más ganas. Su espíritu parecía inquebrantable, y realmente solo le faltaba bajarse de su montura y ponerse a tirar ella misma de los carros para demostrarle a los hombres lo que debían hacer. No obstante, y aunque sin duda sus arengas tenían efecto en sus subordinados, era evidente que tras varias horas de marcha sin descanso y luchando contra las inclemencias de la noche del norte la tropa estaba ya al límite.
-Necesitamos descansar. No hemos parado desde que salimos de Dundarak.- Se atrevió a protestar uno de los mercenarios, uno de los que horas antes acabase besando el suelo por hablar de manera inapropiada a Catherine y a Níniel. Y aunque aquel sujeto fuera ruín y despreciable, no le faltaba razón. Los expedicionarios parecían haber consumido las energías que les quedaban en su última hazaña, cuando tuvieron que tirar de un par de los carros ellos mismos al ser las bestias de tiro incapaces de subir colina arriba con todo aquel peso por ellas mismas.
-No me gustan los retrasos...Está bien, descansaremos un rato, aunque solo con la promesa de esforzarnos el doble después...- Terminó cediendo la dama, espoleando a su caballo para alcanzar la cabeza de la caravana, hasta la unidad de vanguardia.
-Descansaremos un momento. Armand ve con un par de exploradores para averiguar qué tenemos delante y si hay alguna señal de peligro o de alguno de los puntos de ruta.- Ordenó la mujer al líder de la vanguardia, dirigiéndose entonces al resto de unidades para dirigirlas en aquella parada no programada, instruyendo a los conductores de los carros para que formaran un círculo que protegería a los hombres en cierta medida del frío y de cualquier posible amenaza. Muchos de ellos no dudaron en dejarse caer sobre la primera roca que vieron, suspirando aliviados mientras que otros sacaban algunas provisiones de los carros y comenzaban a preparar unas sin duda bien recibidas sopas calientes.
-Ya habéis oído, a ver, tú y tú, venid conmigo. Wilfo, Altheas, descansad y guardarnos un buen sitio para cuando volvamos.- Instruyó el líder de la vanguardia dividiendo a su grupo.
-¿Ya hemos llegado? Pues si esto es la ciudad roja...menuda mierda.- Preguntó Catherine tras bajarse del carro y estirarse perezosamente. La división médica podía agradecer el haber podido permanecer calientes y relativamente cómodas en la parte trasera de su carro mientras el resto hacían el trabajo duro, pero no era bueno ir recordándoselo a los demás y restregándoselo en la cara, por lo que Níniel reprendió a su hermana con la mirada.
-Iré a ayudar con la comida caliente, Níniel, y veré si alguien necesita nuestra ayuda.- Tomó la iniciativa Amelia, movimiento que la sacerdotisa aceptó de buen grado. Aquella sí era una buena actitud. Aunque en principio no debería haber ningún herido, era buena idea controlar que nadie estuviera haciéndose el duro, a la larga sería peor para todos.
-Me gusta esa chica, cuanto más haga ella menos tendré que hacer yo.- Se burló la pelirroja abrigándose bien con su capa y siguiendo a Níniel hasta el centro del improvisado campamento. Aquel sería un momento ideal para cumplir su palabra y compartir con el caballero esmeralda sus dudas sobre todo aquello, o al menos las cosas que le habían dado mala espina. Chimar seguro que también prestaría oídos a lo que tenía que decir.
-¿Buscas a ese caballero esmeralda? Te entiendo, al fin y al cabo sois los dos únicos elfos aquí...hace frío y...- La peliblanca trató de agarrarla para que se callara y dejara de decir esas cosas, pues al final iba a meterla en un lío como con aquel frutero de la ciudad, pero la felina era demasiado rápida y la esquivó sin problema alguno, comenzando a convertir aquello en un juego, evitando ser atrapada con una facilidad pasmosa que dejaba a la elfa en muy mal lugar.
-No me obligues a ponerme seria...- La riñó sin éxito. Más en ese momento, un grito de alarma rápidamente secundado por más voces, interrumpiría toda la actividad del campamento conforme la incertidumbre comenzaría a extenderse.
-¿Qué pasa? ¿Cuál es la alarma?- Preguntó con su potente voz la dama de acero mientras se abría paso hasta el lugar originario del primer grito de advertencia. Pero nadie supo responder. -¿Quién ha dado la voz de alarma?.- Volvió a bramar la formidable guerrera sin que nadie respondiera. ¿Acaso aquel grito no lo había producido ninguno de ellos, o es que esa persona no estaba ya con ellos?
-Mastersson no está...- Se percató uno de los mercenarios advirtiendo de tal anomalía a la líder y a los demás, causando que varios de los más veteranos guerreros alistaran sus armas, reacción que hizo que la propia Níniel les imitara, a pesar de no saber contra qué o quién estaban luchando, si es que estaban luchando contra alguien.
-Arqueros a los carros, rápido.-Ordenó la dama en un tono que no permitía cuestión alguna. Mas tales medidas demostrarían llegar demasiado tarde.
Apenas aquella orden fue dada Níniel pudo ver la primera de varias bolas rojizas volar por encima de la barrera que formaban sus transportes en círculo y romperse al golpear el suelo, liberando una nube de un gas rojizo que si bien al principio cubría solo una pequeña zona fácilmente evitable, pronto vería su área aumentada al caer sobre ellos toda una lluvia de más de aquellos proyectiles.
Tan pronto como los mercenarios comenzaron a respirar aquel gas empezaron las toses. Aquellos más cerca de las extrañas nubes rojizas fueron los más rápidamente afectados, empezando a vomitar, a perder el equilibrio y poco después a toser sangre y a desplomarse mientras su piel se tornaba del color del óxido. Ante aquello, rápidamente todo se volvió un caos. ¿Cómo podían luchar unos guerreros contra algo que sus aceros no podían cortar?
Muchos trataban de huír de las nubes tóxicas solo para percatarse de que sus propios carros les impedían salir de allí con facilidad. De que sus defensas se habían convertido en una trampa mortal. Con el desorden y el miedo, los caballos no obedecían órdenes, siendo imposible volver a engancharlos a los transportes, por lo que varios intentaron moverlos con su propia fuerza para crear una salida de aquella desesperada situación. Todo ello mientras más compañeros caían víctimas de aquel veneno capaz de matar a un humano adulto en cuestión de pocos segundos.
-Níniel, no respires ese humo rojo.- Pidió la felina claramente nerviosa y con todo su cuerpo tenso mientras miraba en todas direcciones. -Voy a sacarte de aquí.- Dijo casi de inmediato, tomándola en brazos y usando su gran agilidad para saltar por encima de uno de los transportes poniéndolas a ambas a salvo, o al menos lejos de la influencia de la nube roja. -Esto no pinta nada bien...Será mejor que nos alejemos ahora que podemos.- Sentenció la felina, que en esas circunstancias solo podía pensar en proteger a su hermana. Aquella era su prioridad, la única de hecho.
-No. Chimar y los demás están ahí, vamos a ayudarles.- Respondió la peliblanca, tratando de trazar algún plan en su cabeza. Catherine la miró como si se hubiese vuelto loca.
-Es demasiado peligroso...ese gas no es...-
-Precisamente por eso tenemos que hacer algo...Ya sé. Vamos, Cath.- Pidió a su amiga, la cual obedeció a regañadientes y parecía más a punto de llevársela de allí a rastras que a ayudarla. La elfa comenzó a correr hacia uno de los carros hasta que pudo apoyar sus manos sobre la madera del lateral de uno de ellos y canalizó una cantidad de éter cada vez mayor, aunque sin decir exactamente cuáles eran sus intenciones, para desesperación de la felina. Aquel era uno de los transportes de suministros, pero, ¿qué más podía hacer? Tenía que abrir aquella jaula para salvar a todos cuantos pudiera.
-!Ma sheshield¡-Pronunció, conjurando una barrera esférica de pura luz que al expandirse desde su posición impactó contra aquel carro, destrozándolo en gran medida y desplazando sus restos varios metros, creando al fin una apertura por la que los supervivientes podrían escapar y que no tardaron en aprovechar.
-Buen trabajo elfa.- La felicitó la dama de acero, una de las primeras en lograr salir y comenzar a dirigir la desorganiza huida. -Vamos todos, por aquí.- Vociferó tratando de guiar a sus hombres. Aunque el número de los que conseguían salir era alarmantemente bajo.
-Amelia, por aquí.- Se unió Níniel al ver a su compañera de unidad avanzar temblorosa en su dirección. No debía de haber sido capaz de evitar del todo aquel veneno, pero a pesar de ello no se había rendido y lograba dejar atrás la nube tóxica. Sería la última en lograrlo, o eso parecía.
Estaba a punto de conseguirlo cuando unas cuchillas deformadas que salieron de la propia nube rojiza atraparon una de sus piernas y comenzaron a tirar de ella hacia la nube con fuerza y sin piedad. La joven pataleó, se resistió y peleó cuanto pudo movida por la desesperación. Pero finalmente, con un último grito, fue arrastrada perdiéndose en la nube sin que nadie pudiera acercarse para ayudarla. No si no quería acabar compartiendo su destino.
-Amelia...- Se lamentó la peliblanca, ignorando por unos instantes los intentos de Catherine por alejarla de allí.
-¿Qué era eso? Hay algo entre la niebla roja.- Inquirió alarmado uno de los mercenarios mientras podía escucharse el sonido de la carne desgarrada y los huesos rompiéndose, así como una serie de gruñidos guturales.
-Eso trataba de decirte, Nín. Ese veneno no es el único problema. hay algo ahí.-
Por desgracia para ellos la respuesta a aquella pregunta iba a llegar mucho antes de lo que esperaban. Pues las criaturas de la niebla roja eran voraces, y aún no habían saciado su apetito. Pronto la primera de ellas se mostraría ante los supervivientes, con sus letales fauces goteando sangre fresca y sus ojos rojos clavados en aquellos que pensaba convertir en su segundo plato. Del tamaño de un perro grande pero como salidas de la pesadilla de un demente. Con tres pares de extremidades, dos de ellas acabadas en peligrosas guadañas naturales, y su lomo y cola cubiertos de escamas y púas, su mera aparición hizo retroceder a muchos de los supervivientes...Y si tan solo estuviera sola.
- Las criaturas:
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Última edición por Níniel Thenidiel el Lun Oct 08 2018, 18:02, editado 1 vez
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: Dead Money [Libre] (4/4) [Cerrado]
El viaje estaba siendo largo a medida que Al'theas caminaba al frente de la linea de caravanas, había sido colocado allí por aquel vampiro que lideraba a su grupo, con intención de que si algo les atacaba... el escudo del caballero esmeralda seria lo primero que golpearan para que el resto tuviera tiempo a responder, por suerte no habían ocurrido altercados ninguno por ahora, pero la fatiga del elfo y de los demás comenzaba a lastrarles a pesar de que la dama de acero parecía incansable, y eso no seria bueno en caso de un ataque sorpresa.
Por fortuna la dama de acero había decidido que era el momento de un descanso, al igual que aquel vampiro líder decidió marcharse junto a otros pidiéndoles a Al'theas y a Wilfo que les guardaran un sitio, a lo cual el elfo asintió algo extrañado, pues no dijo a donde o para que iban, pero prefirió no preguntar puesto que quizás fuera para echar una meada a un árbol o algo así ¿pero acaso necesitaría a la ayuda de aquellos dos para sujetársela y sacudírsela después?...
En cualquier caso, Al'theas aprovecho para reposar, momento en el que una joven... que por cuyas ropas parecía algún tipo de enfermera... se acerco a ambos con un par de cuencos de sopa caliente y algo de pan para el caballero esmeralda y el prodigo arquero que le acompañaba.
-Gracias...- Dijo el elfo con una sonrisa, y se le ocurrió preguntar... -Perdonad pero... ¿por casualidad viajáis en el carro medico? ¿va con vos una sacerdotisa Sandorai de la Logia?-
-¡Oh si! ¿os conocéis? es un gran honor para mi trabajar junto a una sacerdotisa de su calibre, y muy amable- Dijo ella con simpatía en sus palabras.
-Por lo que veo esta muy bien acompañada, me alegro por ello- Dijo en respuesta.
-¿Por casualidad tu y ella?...- Pregunto la joven con cierto rubor en el rostro.
-¿Eh?...- Fue todo lo que expreso al oír esa pregunta tardando en comprender a que se refería.
-¡Ah no! perdonadme... no sé porque me meto donde no me llaman... jaja...- Dijo ruborizada de vergüenza ante el atrevimiento.
-Ella y yo somos amigos, y dadas las circunstancias... y al hecho de que antes de comenzar esta expedición... sufrió un ataque, he ahí mi preocupación- Termino de decir finalmente, algo colorado, pues era ya la segunda vez que alguien lo emparejaba con la sacerdotisa por el mero hecho de pertenecer a la misma raza.
-Comprendo- Dijo con una sonrisa al caballero -Os dejo comer tranquilos, hasta otra- Dijo ella mientras se alejaba de Al'theas y de Wilfo, mirando discretamente al caballero.
Mientras comía y bebía algo, procurando no tardar demasiado pero dando algo de tiempo sabiendo que los demás también harían lo mismo, entre ellos Níniel, a la cual tenia pensado visitar para saber que tal estaba y hablar sobre aquel asunto que quedo pendiente... después de echarle un ojo Chimar y a su compañero para asegurarse de que estaban bien, los cuales parecían bastante espabilados pero no olvidaba e hecho de que seguían siendo niños.
Pero justo en ese momento... un grito de alarma al que por lo visto solo le dio tiempo a dar un primer aviso... alerto a todos los presentes, que al igual que el caballero esmeralda tomaron las armas y se atrincheraron tras los carros a modo de murallas improvisadas a la espera de cualquier cosa ¿que podían ser? ¿bandidos? ¿ladrones? ¿trasgos?...
Y entonces cayeron del cielo extraños proyectiles que comenzaron a emana un extraño gas de color rojo, que comenzó a afectar de forma letal a los mas próximos a este, haciendo que Al'theas instintivamente cubriera su boca y su nariz con la parte de la capa que adornaba su cuello a modo de bufanda, procurando mantener las distancias con el escudo en alto mientras los supervivientes de aglomeraban contra uno de los carros, intentando apartarlo al resultar que nuestro refugio improvisado iba a ser su tumba.
A medida que miraba a su alrededor, Al'theas podía comprobar los cadáveres de los caídos...pero entonces advirtió algo mas, sobre los muertos había algo... dándose un festín con los cuerpos, y justo entonces una explosión saco al elfo de sus pensamientos, alguien había destruido uno de los carros para que los demás pudieran escapar y el caballero esmeralda procuraría salir el ultimo para que nada pudiera impedir la huida de los demás -Wilfo, escolta a los demás a salir... yo cubro la retaguardia- Dijo el elfo con decisión.
Unos extraños siseos comenzaron a acosar al caballero a medida que retrocedía, y entonces por sorpresa algo alargado golpeo su escudo con fuerza, parandolo en seco, pero entonces otra de esas cosas se engancho en su pierna y le hizo caer de espaldas, arrastrándolo y obligando al caballero a usar su hoja para cortarlo, pudiendo escuchar un extraño chillido al fondo de aquella niebla roja.
Justo en ese momento, algo paso adentrándose en la niebla, era aquella joven con la que Al'theas hablo hace pocos momentos... había sido atrapada y paso demasiado rápido como para que el caballero pudiera hacer nada por ella, deseaba entrar e intentar salvarla, pero ya había visto los horribles efectos de aquella niebla y sabia con certeza que seria un suicidio.
Al'theas se levanto del suelo con frustración del suelo ante aquella perdida, y al darse la vuelta vio a Níniel, aparentemente en shock junto a Catherine observando lo que la niebla acababa de tragarse, y de nuevo... aquel siseo... que alerto al caballero haciéndole correr hasta Níniel justo cuando una de aquella cosas emergió de la niebla, saltando sobre la sacerdotisa para encontrarse con el escudo de Al'theas, quedando enganchado sobre su escudo hasta que el elfo dio uso de su hoja y lo atravesó con ella, haciéndolo gritar de forma horrible hasta que se resbalo entre espasmos de su escudo.
-¡Níniel!... ¡¿estas bien?!... ¡Catherine! ¡llévatela de aquí!- Advirtió el elfo, alarmado al saber que la niebla roja ya no era lo único a temer, procurando retroceder junto a ellas mientras escuchaba mas de aquellas cosas aproximándose en gran numero...
Por fortuna la dama de acero había decidido que era el momento de un descanso, al igual que aquel vampiro líder decidió marcharse junto a otros pidiéndoles a Al'theas y a Wilfo que les guardaran un sitio, a lo cual el elfo asintió algo extrañado, pues no dijo a donde o para que iban, pero prefirió no preguntar puesto que quizás fuera para echar una meada a un árbol o algo así ¿pero acaso necesitaría a la ayuda de aquellos dos para sujetársela y sacudírsela después?...
En cualquier caso, Al'theas aprovecho para reposar, momento en el que una joven... que por cuyas ropas parecía algún tipo de enfermera... se acerco a ambos con un par de cuencos de sopa caliente y algo de pan para el caballero esmeralda y el prodigo arquero que le acompañaba.
-Gracias...- Dijo el elfo con una sonrisa, y se le ocurrió preguntar... -Perdonad pero... ¿por casualidad viajáis en el carro medico? ¿va con vos una sacerdotisa Sandorai de la Logia?-
-¡Oh si! ¿os conocéis? es un gran honor para mi trabajar junto a una sacerdotisa de su calibre, y muy amable- Dijo ella con simpatía en sus palabras.
-Por lo que veo esta muy bien acompañada, me alegro por ello- Dijo en respuesta.
-¿Por casualidad tu y ella?...- Pregunto la joven con cierto rubor en el rostro.
-¿Eh?...- Fue todo lo que expreso al oír esa pregunta tardando en comprender a que se refería.
-¡Ah no! perdonadme... no sé porque me meto donde no me llaman... jaja...- Dijo ruborizada de vergüenza ante el atrevimiento.
-Ella y yo somos amigos, y dadas las circunstancias... y al hecho de que antes de comenzar esta expedición... sufrió un ataque, he ahí mi preocupación- Termino de decir finalmente, algo colorado, pues era ya la segunda vez que alguien lo emparejaba con la sacerdotisa por el mero hecho de pertenecer a la misma raza.
-Comprendo- Dijo con una sonrisa al caballero -Os dejo comer tranquilos, hasta otra- Dijo ella mientras se alejaba de Al'theas y de Wilfo, mirando discretamente al caballero.
Mientras comía y bebía algo, procurando no tardar demasiado pero dando algo de tiempo sabiendo que los demás también harían lo mismo, entre ellos Níniel, a la cual tenia pensado visitar para saber que tal estaba y hablar sobre aquel asunto que quedo pendiente... después de echarle un ojo Chimar y a su compañero para asegurarse de que estaban bien, los cuales parecían bastante espabilados pero no olvidaba e hecho de que seguían siendo niños.
Pero justo en ese momento... un grito de alarma al que por lo visto solo le dio tiempo a dar un primer aviso... alerto a todos los presentes, que al igual que el caballero esmeralda tomaron las armas y se atrincheraron tras los carros a modo de murallas improvisadas a la espera de cualquier cosa ¿que podían ser? ¿bandidos? ¿ladrones? ¿trasgos?...
Y entonces cayeron del cielo extraños proyectiles que comenzaron a emana un extraño gas de color rojo, que comenzó a afectar de forma letal a los mas próximos a este, haciendo que Al'theas instintivamente cubriera su boca y su nariz con la parte de la capa que adornaba su cuello a modo de bufanda, procurando mantener las distancias con el escudo en alto mientras los supervivientes de aglomeraban contra uno de los carros, intentando apartarlo al resultar que nuestro refugio improvisado iba a ser su tumba.
A medida que miraba a su alrededor, Al'theas podía comprobar los cadáveres de los caídos...pero entonces advirtió algo mas, sobre los muertos había algo... dándose un festín con los cuerpos, y justo entonces una explosión saco al elfo de sus pensamientos, alguien había destruido uno de los carros para que los demás pudieran escapar y el caballero esmeralda procuraría salir el ultimo para que nada pudiera impedir la huida de los demás -Wilfo, escolta a los demás a salir... yo cubro la retaguardia- Dijo el elfo con decisión.
Unos extraños siseos comenzaron a acosar al caballero a medida que retrocedía, y entonces por sorpresa algo alargado golpeo su escudo con fuerza, parandolo en seco, pero entonces otra de esas cosas se engancho en su pierna y le hizo caer de espaldas, arrastrándolo y obligando al caballero a usar su hoja para cortarlo, pudiendo escuchar un extraño chillido al fondo de aquella niebla roja.
Justo en ese momento, algo paso adentrándose en la niebla, era aquella joven con la que Al'theas hablo hace pocos momentos... había sido atrapada y paso demasiado rápido como para que el caballero pudiera hacer nada por ella, deseaba entrar e intentar salvarla, pero ya había visto los horribles efectos de aquella niebla y sabia con certeza que seria un suicidio.
Al'theas se levanto del suelo con frustración del suelo ante aquella perdida, y al darse la vuelta vio a Níniel, aparentemente en shock junto a Catherine observando lo que la niebla acababa de tragarse, y de nuevo... aquel siseo... que alerto al caballero haciéndole correr hasta Níniel justo cuando una de aquella cosas emergió de la niebla, saltando sobre la sacerdotisa para encontrarse con el escudo de Al'theas, quedando enganchado sobre su escudo hasta que el elfo dio uso de su hoja y lo atravesó con ella, haciéndolo gritar de forma horrible hasta que se resbalo entre espasmos de su escudo.
-¡Níniel!... ¡¿estas bien?!... ¡Catherine! ¡llévatela de aquí!- Advirtió el elfo, alarmado al saber que la niebla roja ya no era lo único a temer, procurando retroceder junto a ellas mientras escuchaba mas de aquellas cosas aproximándose en gran numero...
Al'theas Tinarandel
Experto
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Re: Dead Money [Libre] (4/4) [Cerrado]
Avanzábamos en una agotadora caminata que nos tenía a todos muy agotados, bueno, en realidad a mí no, al ir sobre uno de los carruajes solo me restaba mirar como los menos afortunados terminaban con algún desgarre muscular tarde o temprano, algo que nuestra intrépida líder debería notar o en vez de llevarnos como guerreros y guardianes serviríamos más bien de ofrendas y sacrificios, sonreí y negué con la cabeza, nadie podía ser tan enfermo -Estás loco, Bi… Wilf… Wilfo- Murmuré para mí mismo esperando que nadie me hubiera escuchado; mis suposiciones fueron anuladas cuando se dio la orden de descansar, aunque esta implacable mujer enlatada no parecía estar muy de acuerdo con la idea.
Afirmé con la cabeza sin decir una palabra ante la orden del vampiro quien se alejó discretamente para recorrer el luger y hacer… lo que sea que fuese a hacer, yo por mi parte bajé del carro de un salto y me acerqué al elfo que parecía destinado por la providencia a ser pareja de Niniel, todos en el lugar murmuraban y los señalaban como si de alguna manera ser de la misma raza ya los juntara automáticamente, de hecho, estaba a punto de preguntarle solo por seguir el juego pero alguien se me adelantó, la compañera de Niniel parecía también interesada en saberlo, aunque tal vez solo quería saber si nuestro galán jovencito estaba disponible.
Negué con la cabeza cuando me ofrecieron algo de comer, tampoco es que pudieran saciarme si tuviera hambre, pero no podía quitarme la tela de la cara bajo ninguna circunstancia; apenas me estaba preguntando por qué tardaba tanto en volver cuando un leve silbido se escuchó venir desde lo alto, me levanté despacio con la vista hacia el cielo y un pequeño proyectil como un arcaico dardo se clavó en el piso y comenzó a desprender un gas rojizo -Bandidos, maldita sea- Murmuré suponiendo que se trataba de algunos ladronzuelos pero no podía estar más lejos de la verdad.
El primer objeto vino luego acompañado de otros hasta que una nube se comenzó a formar en el centro de la atrincherada caravana que ahora nos impedía salir -¿De quién fue la genial idea?- Murmuré de nuevo mientras miraba al cielo para evitar cualquier nuevo ataque -Niniel- Dije de pronto mirando a todos lados y sin encontrar rastros de ella, aunque el caos comenzaba a adueñarse de los presentes; caminé un poco acercándome imprudentemente hasta la nube de humo hasta que un violento golpe me despertó del trance, habían abierto un escape por donde escapar.
¿Qué los escolte a qué?- Protesté de mala gana esperando mejor mantenerme alerta ante la posible amenaza de los bandidos pero apenas ver a aquellos hombres tosiendo y tropezándose entre ellos mismos me mató de remordimiento -Ya, ya, está bien, vamos, de prisa, por aquí- Alcé la voz para llamar la atención de los presentes, todo parecía marchar “bien” hasta que un bulto pasó junto a mis pies arrastrado hacia el centro de la espesa nube -¡Rayos!- Reaccioné lanzándome al piso para tratar de sujetar a la persona cautiva pero no fui lo suficientemente rápido y la perdí, teniendo apenas tiempo para ver de quién se trataba… y se ponía peor.
Repentinamente unas criaturas comenzaron a salir de la espesa niebla; un par de sujetos cayeron como primeras víctimas cuando uno de estos seres les saltó encima y un tercer hombre intentó defenderse con su espada pero esta rebotó contra una de las pinzas de aquella cosa, y por si fuera poco el momento que más temía llegó, la mujer lata había dado la orden a los arqueros de estar alerta, tomé mi arco y una flecha y avancé lentamente apuntando a una de las criaturas pero no llegué a dispararle hasta que estuve lo suficientemente cerca como para asegurarme de impactarle, la flecha le atravesó el pecho y salió por el otro lado pero aún se movía -Las flechas son mala idea, hay que atacarlos de otra forma- Rápidamente encontré la excusa para dejar de disparar; coloqué el arco en mi espalda y tomé mis dagas para enfrentarlos de uno en uno.
Claro que el “de uno en uno” era mi plan, no el de ellos, pues tres de ellos salieron a perseguirme -Ay no... Definitivamente no son bandidos- Murmuré antes que me saltaran encima apoyando sus patotas en mi pecho para mandarme al piso, al primero lo empujé a un lado con las manos y en el mismo impulso le incrusté las dagas al segundo en el cráneo; al tercero me lo quité a patadas apenas con tiempo de apuñalar al primero en la cabeza mientras volvía pero la tenaza del tercero me hizo una cortada en la pierna izquierda, tras darle varias patadas y perder una bota conseguí sacarlo rodando hacia atrás, pero no tardaría en reponerse para atacar de nuevo -¡Suban a los carros, hay que moverse!- Les dije mientras comenzaba a notar que todo se me ponía oscuro.
Sufrí una cortada en el brazo al bloquear a una de las criaturas y la lancé de nuevo a su nube, pero eso me hizo recordar una propiedad común de los gases, muchos solían ser combustibles naturales -Fuego, quemen el gas- Tosí ligeramente mareado, el fuego no era mi elemento favorito pero de momento no tenía mejor plan, retrocedí ligeramente mareado y finalmente quité la máscara de mi rostro pues me costaba respirar, tal vez una mala idea considerando que mi errático caminar me había llevado cerca de mi compañera elfa.
Afirmé con la cabeza sin decir una palabra ante la orden del vampiro quien se alejó discretamente para recorrer el luger y hacer… lo que sea que fuese a hacer, yo por mi parte bajé del carro de un salto y me acerqué al elfo que parecía destinado por la providencia a ser pareja de Niniel, todos en el lugar murmuraban y los señalaban como si de alguna manera ser de la misma raza ya los juntara automáticamente, de hecho, estaba a punto de preguntarle solo por seguir el juego pero alguien se me adelantó, la compañera de Niniel parecía también interesada en saberlo, aunque tal vez solo quería saber si nuestro galán jovencito estaba disponible.
Negué con la cabeza cuando me ofrecieron algo de comer, tampoco es que pudieran saciarme si tuviera hambre, pero no podía quitarme la tela de la cara bajo ninguna circunstancia; apenas me estaba preguntando por qué tardaba tanto en volver cuando un leve silbido se escuchó venir desde lo alto, me levanté despacio con la vista hacia el cielo y un pequeño proyectil como un arcaico dardo se clavó en el piso y comenzó a desprender un gas rojizo -Bandidos, maldita sea- Murmuré suponiendo que se trataba de algunos ladronzuelos pero no podía estar más lejos de la verdad.
El primer objeto vino luego acompañado de otros hasta que una nube se comenzó a formar en el centro de la atrincherada caravana que ahora nos impedía salir -¿De quién fue la genial idea?- Murmuré de nuevo mientras miraba al cielo para evitar cualquier nuevo ataque -Niniel- Dije de pronto mirando a todos lados y sin encontrar rastros de ella, aunque el caos comenzaba a adueñarse de los presentes; caminé un poco acercándome imprudentemente hasta la nube de humo hasta que un violento golpe me despertó del trance, habían abierto un escape por donde escapar.
¿Qué los escolte a qué?- Protesté de mala gana esperando mejor mantenerme alerta ante la posible amenaza de los bandidos pero apenas ver a aquellos hombres tosiendo y tropezándose entre ellos mismos me mató de remordimiento -Ya, ya, está bien, vamos, de prisa, por aquí- Alcé la voz para llamar la atención de los presentes, todo parecía marchar “bien” hasta que un bulto pasó junto a mis pies arrastrado hacia el centro de la espesa nube -¡Rayos!- Reaccioné lanzándome al piso para tratar de sujetar a la persona cautiva pero no fui lo suficientemente rápido y la perdí, teniendo apenas tiempo para ver de quién se trataba… y se ponía peor.
Repentinamente unas criaturas comenzaron a salir de la espesa niebla; un par de sujetos cayeron como primeras víctimas cuando uno de estos seres les saltó encima y un tercer hombre intentó defenderse con su espada pero esta rebotó contra una de las pinzas de aquella cosa, y por si fuera poco el momento que más temía llegó, la mujer lata había dado la orden a los arqueros de estar alerta, tomé mi arco y una flecha y avancé lentamente apuntando a una de las criaturas pero no llegué a dispararle hasta que estuve lo suficientemente cerca como para asegurarme de impactarle, la flecha le atravesó el pecho y salió por el otro lado pero aún se movía -Las flechas son mala idea, hay que atacarlos de otra forma- Rápidamente encontré la excusa para dejar de disparar; coloqué el arco en mi espalda y tomé mis dagas para enfrentarlos de uno en uno.
Claro que el “de uno en uno” era mi plan, no el de ellos, pues tres de ellos salieron a perseguirme -Ay no... Definitivamente no son bandidos- Murmuré antes que me saltaran encima apoyando sus patotas en mi pecho para mandarme al piso, al primero lo empujé a un lado con las manos y en el mismo impulso le incrusté las dagas al segundo en el cráneo; al tercero me lo quité a patadas apenas con tiempo de apuñalar al primero en la cabeza mientras volvía pero la tenaza del tercero me hizo una cortada en la pierna izquierda, tras darle varias patadas y perder una bota conseguí sacarlo rodando hacia atrás, pero no tardaría en reponerse para atacar de nuevo -¡Suban a los carros, hay que moverse!- Les dije mientras comenzaba a notar que todo se me ponía oscuro.
Sufrí una cortada en el brazo al bloquear a una de las criaturas y la lancé de nuevo a su nube, pero eso me hizo recordar una propiedad común de los gases, muchos solían ser combustibles naturales -Fuego, quemen el gas- Tosí ligeramente mareado, el fuego no era mi elemento favorito pero de momento no tenía mejor plan, retrocedí ligeramente mareado y finalmente quité la máscara de mi rostro pues me costaba respirar, tal vez una mala idea considerando que mi errático caminar me había llevado cerca de mi compañera elfa.
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Re: Dead Money [Libre] (4/4) [Cerrado]
A veces se tiene suerte en la vida, Chimar no puede quejarse de esta ventura… al menos su inicio. Logra avanzar todo el trayecto encima de la carreta intercambiando detalles con Canel mientras se asegura de que no salga volando un martillo.
Esto es vida jeje.
Lo cierto es que todos los demás tienen que hacer la marcha caminando y horas después de abandonar Dundarak queda bastante claro la lejanía de su objetivo, el primer punto es para los mocosos.
Eventualmente y después de una infernal caminata “para los demás” la dama de hierro ordena un descanso, sin duda una posibilidad creciente de rebelión influye bastante en su juicio de líder severa.
Pese a los resoplidos molestos de aquella mujer todos se toman el respiro con optimismo, muchos terminan en el suelo aunque varios personajes iluminados tienen la brillante idea de preparar comida.
Un olor agradable despierta al chiquillo genio quien había dejado a su hermano como cuidador mientras tomaba cierta siesta discreta, el hambre suele manifestarse igual en laboriosos y perezosos.
Se forma un pequeño fortín de carretas como seguro ante posibles ataques y empiezan a repartir platos de sopa caliente, los chicos reciben su ración de parte del jefe quien logra recordar las masivas necesidades alimentarias que tiene un enano.
¡Gracias!
Maquiavelo debe admitirlo, es un buen sujeto. Todos se reúnen en el centro de la fogata pero los dos niños permanecen recostados de su carreta predilecta, ya se adentraran a buscar compañeros cuando tengan la barriga llena.
Perros de la oscuridad.
¿Qué?... ¿Otra vez diciendo cosas raras Canel?, ya te he dicho que…
No puede terminar su sermón diario, ocurre una conmoción en el campamento. Inicialmente el intelectual lo toma como la coincidencia más oportuna del mundo pero una vez el gas se manifiesta queda patente la amenaza real.
Todos comienzan a correr como gallinas sin cabeza ignorando que están atrapados por sus propias previsiones. Gracias a la buena suerte ambos chicos quedan lejos de las primeras nubes toxicas pero aun así escapar rápido está a la orden del día.
Gas corrosivo, no respires Canel.
Pero si no respiro me muero…
¡Hablo de que no respires el gas!
En ese instante una explosión cercana aturde al chico inventor, este cae al suelo con un zumbido bastante molesto en su oído derecho. Le toma varios segundos darse cuenta de que tienen la nueva salida al lado.
Sujeta de la mano a su hermanito y sale corriendo, adelantándose a la estampida que se forma después. Aunque muchos salen en bandada quedan claras las masivas pérdidas sufridas por el grupito expedicionario.
Una vez están a salvo Chimar se pone a buscar a su amiga localizándola al instante por un lateral, parece estar bien aunque algo sorprendida. Cuando revisa el blanco de su mirada no puede evitar sobresaltarse también… las nubes rojas no son su único problema.
¿Perros de la oscuridad?
“Canel asiente”.
El arquero extraño que llamo la atención del diminuto hechicero durante las presentaciones suelta una idea en primera línea, el concepto hace que Maquiavelo sonría maliciosamente. Como no existe error en su lógica ya que muchos tóxicos son inflamables… digamos que se envían los perros a casa.
Esto es vida jeje.
Lo cierto es que todos los demás tienen que hacer la marcha caminando y horas después de abandonar Dundarak queda bastante claro la lejanía de su objetivo, el primer punto es para los mocosos.
Eventualmente y después de una infernal caminata “para los demás” la dama de hierro ordena un descanso, sin duda una posibilidad creciente de rebelión influye bastante en su juicio de líder severa.
Pese a los resoplidos molestos de aquella mujer todos se toman el respiro con optimismo, muchos terminan en el suelo aunque varios personajes iluminados tienen la brillante idea de preparar comida.
Un olor agradable despierta al chiquillo genio quien había dejado a su hermano como cuidador mientras tomaba cierta siesta discreta, el hambre suele manifestarse igual en laboriosos y perezosos.
Se forma un pequeño fortín de carretas como seguro ante posibles ataques y empiezan a repartir platos de sopa caliente, los chicos reciben su ración de parte del jefe quien logra recordar las masivas necesidades alimentarias que tiene un enano.
¡Gracias!
Maquiavelo debe admitirlo, es un buen sujeto. Todos se reúnen en el centro de la fogata pero los dos niños permanecen recostados de su carreta predilecta, ya se adentraran a buscar compañeros cuando tengan la barriga llena.
Perros de la oscuridad.
¿Qué?... ¿Otra vez diciendo cosas raras Canel?, ya te he dicho que…
No puede terminar su sermón diario, ocurre una conmoción en el campamento. Inicialmente el intelectual lo toma como la coincidencia más oportuna del mundo pero una vez el gas se manifiesta queda patente la amenaza real.
Todos comienzan a correr como gallinas sin cabeza ignorando que están atrapados por sus propias previsiones. Gracias a la buena suerte ambos chicos quedan lejos de las primeras nubes toxicas pero aun así escapar rápido está a la orden del día.
Gas corrosivo, no respires Canel.
Pero si no respiro me muero…
¡Hablo de que no respires el gas!
En ese instante una explosión cercana aturde al chico inventor, este cae al suelo con un zumbido bastante molesto en su oído derecho. Le toma varios segundos darse cuenta de que tienen la nueva salida al lado.
Sujeta de la mano a su hermanito y sale corriendo, adelantándose a la estampida que se forma después. Aunque muchos salen en bandada quedan claras las masivas pérdidas sufridas por el grupito expedicionario.
Una vez están a salvo Chimar se pone a buscar a su amiga localizándola al instante por un lateral, parece estar bien aunque algo sorprendida. Cuando revisa el blanco de su mirada no puede evitar sobresaltarse también… las nubes rojas no son su único problema.
¿Perros de la oscuridad?
“Canel asiente”.
El arquero extraño que llamo la atención del diminuto hechicero durante las presentaciones suelta una idea en primera línea, el concepto hace que Maquiavelo sonría maliciosamente. Como no existe error en su lógica ya que muchos tóxicos son inflamables… digamos que se envían los perros a casa.
- Off:
- Chimar usa su habilidad de Lvl 2 (Virotes inferno)
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Re: Dead Money [Libre] (4/4) [Cerrado]
-¿Qué crees que llevo intentando hacer desde hace un rato?- Increpó la felina a Al'theas. Dejando meridianamente claro que no necesitaba que nadie le dijera cómo cuidar de su hermana, y menos un elfo al que apenas conocía y al que más le valía no tomarse tantas libertades con la elfa. Una cosa era que ella pudiera picar a su hermana emparejándola con él, otra muy distinta que se lo creyera. -Ella no quiere, siempre tiene que preocuparse por los demás.- Añadió, denotando que aquel era el motivo por el que ella también estaba allí, tan cerca del peligro, y que si por ella fuera ya se la habría llevado lejos sin importar nada ni nadie más.
-Ya me conoces, Cath. No soy de ese tipo de religiosas que se limitan a esperar que los dioses lo arreglen todo.- Intervino al fin la peliblanca, reaccionando tras la pérdida de Amelia y acariciando cariñosamente la mejilla de la pelirroja. Nunca podría culparla por preocuparse tanto por ella, al contrario, solo podía agradecer que siempre se quedara a su lado. -Gracias, Al'theas. Por un momento...no esperaba que algo así pasase.-Se disculpó volviendo a centrarse en el problema que les asediaba.
-Eres una mala influencia...- Se burló la gata, formando al lado del elfo una barrera y bloqueando el golpe de una de aquellas extremidades punzantes con sus guanteletes reforzados, contraatacando con un golpe que quebró aquella arma biológica y haciendo chillar a la criatura. Al menos hasta que con otro certero golpe atravesó su cráneo con sus afiladas garras.
-Mantened la línea. No dejéis que pasen.- Instó la dama de acero a sus restantes hombres, dando ejemplo al cortar por la mitad a una de aquellas criaturas del averno con su mandoble, el cual parecía arder como si estuviera imbuido por el elemento de un caballero dragón...Aunque no parecía la misma técnica y definitivamente Níniel no sentía éter en torno a aquella hoja. -Pensad en el botín. ¿No merece una montaña de riquezas un esfuerzo más?- Allí estaba de nuevo la promesa de oro para garantizar la obediencia de los mercenarios, cuestionable pero efectiva.
Lo que quedaba de la maltrecha expedición luchaba con fiereza por sus vidas. Santangelo no había escatimado en gastos y a pesar de la desventaja numérica, de las pérdidas y de lo atroz de los enemigos, los guerreros lograban contenerlos y mantener la oposición, tiñendo la nieve y la tierra helada con la sangre de aquella criaturas una tras otra. Por cada mercenario que caía al menos tres de aquellas cosas morían...Pero no paraban de llegar...Y pronto se verían obligados a comenzar a retroceder y más y más huecos comenzarían a abrirse. Fue solo cuestión de tiempo que algunos comenzaran a intentar huír.
-Volved cobardes...- Maldijo la dama, no dudando incluso en descargar un tajo sobre uno de los desertores en un fútil intento por evitar la huída general. La situación era cada vez más extrema, y ni siquiera los intentos de Níniel por curar a los heridos con sus plegarías eran suficientes. De un momentoa otros serían barridos y sería el "sálvese quién pueda", si es que alguien podía.
Fue en ese momento cuando uno de los mercenarios. Aquel tal Wilfo si Níniel no recordaba mal, un arquero al que no se le daban mal las armas cortas por lo que se veía, sugirió una idea tal vez demasiado extrema, o tal vez demasiado estúpida, dependiendo de su éxito o fracaso. De dónde había sacado la idea de que aquel gas era inflamable y podía ser quemado la elfa no podía saberlo, pero antes de que nadie pudiera refutar sus instrucciones o siquiera plantearse sus posibles consecuencias, Chimar, alias Caraperro, usaría uno de sus artefactos incendiarios para darle cumplimiento.
No se les podía culpar, tal y como estaban las cosas no es que tuvieran precisamente muchas opciones entre las que elegir.
El virote explosivo surcó el aire helado del norte silbando, atravesando las líneas enemigas y evitando ser atajado de un mordisco por una de aquellas cosas, cuyo bocado en pleno salto atrapó solo aire, aunque por muy poco. Su vuelo le llevó a impactar contra los restos parcialmente destrozados del carromato que Níniel apartase momentos antes, estallando con el impacto y causando que la mayoría de las criaturas se girasen interesadas...Más cuando el fuego se extendió en una gran llamarada consumiendo aquel gas vorazmente su curiosidad se convirtió en terror, iniciando una estampida en busca de la salvación.
La deflagración fue colosal e incineró a decenas de las criaturas en cuestión de un parpadeo, aunque también alcanzó a los carros de suministros y transporte, incendiándolos y haciendo que uno de ellos, cargado con runas de explosión explotara a su vez en una gran bola de fuego que sacudió todo el lugar como si Imbar misma se estremeciera. Todos los mercenarios serían enviados al suelo por la explosión, algunos incluso saldrían volando varios metros, yendo a caer colina abajo donde solo la intervención de los dioses les permitiría sobrevivir. Con ellos también se despeñarían más de las infernales abominaciones a las que se habían enfrentado, ya solo centradas en su supervivencia y no en su apetito.
-Nooooo, los suministros...- Se lamentó la dama de acero aturdida mientras la tierra aún temblaba. -¿Quién..?- No pudo terminar la pregunta, pues en ese momento, entre gritos de dolor y espanto, entre gruñidos y chillidos, entre el estallido de explosiones secundarias en los carros de los suministros, un alud de nieve cayó sobre ellos, arrastrandolos a todos y a todo a un futuro incierto ladera abajo.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]-Ya me conoces, Cath. No soy de ese tipo de religiosas que se limitan a esperar que los dioses lo arreglen todo.- Intervino al fin la peliblanca, reaccionando tras la pérdida de Amelia y acariciando cariñosamente la mejilla de la pelirroja. Nunca podría culparla por preocuparse tanto por ella, al contrario, solo podía agradecer que siempre se quedara a su lado. -Gracias, Al'theas. Por un momento...no esperaba que algo así pasase.-Se disculpó volviendo a centrarse en el problema que les asediaba.
-Eres una mala influencia...- Se burló la gata, formando al lado del elfo una barrera y bloqueando el golpe de una de aquellas extremidades punzantes con sus guanteletes reforzados, contraatacando con un golpe que quebró aquella arma biológica y haciendo chillar a la criatura. Al menos hasta que con otro certero golpe atravesó su cráneo con sus afiladas garras.
-Mantened la línea. No dejéis que pasen.- Instó la dama de acero a sus restantes hombres, dando ejemplo al cortar por la mitad a una de aquellas criaturas del averno con su mandoble, el cual parecía arder como si estuviera imbuido por el elemento de un caballero dragón...Aunque no parecía la misma técnica y definitivamente Níniel no sentía éter en torno a aquella hoja. -Pensad en el botín. ¿No merece una montaña de riquezas un esfuerzo más?- Allí estaba de nuevo la promesa de oro para garantizar la obediencia de los mercenarios, cuestionable pero efectiva.
Lo que quedaba de la maltrecha expedición luchaba con fiereza por sus vidas. Santangelo no había escatimado en gastos y a pesar de la desventaja numérica, de las pérdidas y de lo atroz de los enemigos, los guerreros lograban contenerlos y mantener la oposición, tiñendo la nieve y la tierra helada con la sangre de aquella criaturas una tras otra. Por cada mercenario que caía al menos tres de aquellas cosas morían...Pero no paraban de llegar...Y pronto se verían obligados a comenzar a retroceder y más y más huecos comenzarían a abrirse. Fue solo cuestión de tiempo que algunos comenzaran a intentar huír.
-Volved cobardes...- Maldijo la dama, no dudando incluso en descargar un tajo sobre uno de los desertores en un fútil intento por evitar la huída general. La situación era cada vez más extrema, y ni siquiera los intentos de Níniel por curar a los heridos con sus plegarías eran suficientes. De un momentoa otros serían barridos y sería el "sálvese quién pueda", si es que alguien podía.
Fue en ese momento cuando uno de los mercenarios. Aquel tal Wilfo si Níniel no recordaba mal, un arquero al que no se le daban mal las armas cortas por lo que se veía, sugirió una idea tal vez demasiado extrema, o tal vez demasiado estúpida, dependiendo de su éxito o fracaso. De dónde había sacado la idea de que aquel gas era inflamable y podía ser quemado la elfa no podía saberlo, pero antes de que nadie pudiera refutar sus instrucciones o siquiera plantearse sus posibles consecuencias, Chimar, alias Caraperro, usaría uno de sus artefactos incendiarios para darle cumplimiento.
No se les podía culpar, tal y como estaban las cosas no es que tuvieran precisamente muchas opciones entre las que elegir.
El virote explosivo surcó el aire helado del norte silbando, atravesando las líneas enemigas y evitando ser atajado de un mordisco por una de aquellas cosas, cuyo bocado en pleno salto atrapó solo aire, aunque por muy poco. Su vuelo le llevó a impactar contra los restos parcialmente destrozados del carromato que Níniel apartase momentos antes, estallando con el impacto y causando que la mayoría de las criaturas se girasen interesadas...Más cuando el fuego se extendió en una gran llamarada consumiendo aquel gas vorazmente su curiosidad se convirtió en terror, iniciando una estampida en busca de la salvación.
La deflagración fue colosal e incineró a decenas de las criaturas en cuestión de un parpadeo, aunque también alcanzó a los carros de suministros y transporte, incendiándolos y haciendo que uno de ellos, cargado con runas de explosión explotara a su vez en una gran bola de fuego que sacudió todo el lugar como si Imbar misma se estremeciera. Todos los mercenarios serían enviados al suelo por la explosión, algunos incluso saldrían volando varios metros, yendo a caer colina abajo donde solo la intervención de los dioses les permitiría sobrevivir. Con ellos también se despeñarían más de las infernales abominaciones a las que se habían enfrentado, ya solo centradas en su supervivencia y no en su apetito.
-Nooooo, los suministros...- Se lamentó la dama de acero aturdida mientras la tierra aún temblaba. -¿Quién..?- No pudo terminar la pregunta, pues en ese momento, entre gritos de dolor y espanto, entre gruñidos y chillidos, entre el estallido de explosiones secundarias en los carros de los suministros, un alud de nieve cayó sobre ellos, arrastrandolos a todos y a todo a un futuro incierto ladera abajo.
Última edición por Níniel Thenidiel el Lun Oct 08 2018, 18:02, editado 1 vez
Níniel Thenidiel
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Re: Dead Money [Libre] (4/4) [Cerrado]
La batalla no tardo en recrudecerse a medida que mas de aquellas bestias teñían la nieve con su sangre, sin el mas mínimo miedo, se lanzaba como suicidas contra cualquiera de los presentes, daba igual que murieran dos o tres de aquellos bichos si con ello lograban matar a cualquiera de la expedición... y lo estaban consiguiendo... ya fuera por el agotamiento o la diferencia numérica contra un solo adversario, al final lograban matar a los que luchaban por su supervivencia uno a uno con voracidad.
A pesar de lo bravucona que podía ser Catherine a veces... Al'theas se encontraba a gusto luchando a su lado, demostrando que sabia usar sus garras con cada bicho que mataba, pero ni siquiera eso parecía ser suficiente para hacer retroceder al enjambre de criaturas que por el contrario estaban logrando obligar a retroceder a los que aun quedaban en pie luchando.
-Esto se esta poniendo feo...- Dijo el elfo en voz baja, momento en el que la dama de acero intento motivar al grupo con las mismas promesas de riquezas... sin éxito, pues algunos habían intentado huir para luego morir a manos de nuestra líder por intentar desertar, cosa que a Al'theas inquieto, pues ahora resultaba que si aquellos bichos no les mataban, lo haría ella -Si... muy fea pinta la cosa...- Se confirmaba así mismo mientras su hoja rebanaba a otra de esas criaturas cuya sangre teñía su armadura.
Justo en ese momento, pudo oírse un agotado Wilfo sugiriendo a gritos el uso de fuego sobre aquel extraño gas, y antes de que Al'theas pudiera reaccionar... un virote de fuego disparado por Chimar les sobrevoló por encima hasta que cayo sobre el carromato medico destrozado, haciendo explosión y enseguida reacciono haciendo arder el gas, confirmando que era inflamable chamuscando a todas aquellas criaturas. El plan había funcionado, el enjambre se mostraba confundido a la par que perecía en llamas.
Sin embargo una ligera explosión en los restos de los carros alerto a Al'theas, el cual clavo presto su escudo en el suelo con firmeza para cubrir parcialmente a Níniel y a Wilfo que se encontraban justo detrás, y a su lado Catherine, a la cual agarro del brazo con prisa para refugiarla tras su escudo, justo a tiempo cuando se origino una gran explosión, cuya honda expansiva casi vuelca su escudo ademas de traer consigo restos de los carros y de aquellas criaturas disiminandolas por todas partes, sintiendo los impactos sobre su escudo.
La dama de acero se lamento de las perdidas materiales que había costado aquella estrategia... pero aun no había acabado todo. Una gran avalancha de nieve se precipitaba hacia ellos como respuesta a las explosiones, todo fue tan rápido que Al'theas no tuvo tiempo de decir o hacer nada, solo una mirada hacia su grupo fue todo lo que le dio tiempo a hacer antes de que de pronto lo viera todo negro.
Enterrado en la nieve, Altheas despertó, estirando su brazo como si de un acto reflejo se tratara, logrando sacar medio brazo fuera de la nieve. Aquello era buena señal, la nieve no le había sepultado lo suficiente como para impedirle salir por si solo de la nieve escarbando con las manos, no obstante... en cuanto pudo apoyar su pierna izquierda... un agudo dolor le recorrió el cuerpo entero, su pierna se había fracturado de algún modo que todavía no había llegado a evaluar.
-¡Níniel!... ¡Catherine!... ¡Chimar!... ¡¿alguien?!...- Grito Al'theas, pero solo el sonido del frió viento fue lo que respondió.
Observo a su alrededor, aquel lugar ya no era el mismo que el que se encontraba momentos antes de perder el conocimiento y aparentemente se encontraba solo, y entre la nieve, podía verse manos inertes de otros mercenarios muertos, con su mirada busco entre los cadáveres a cualquiera que pudiera ser alguien conocido, pero por suerte no fue el caso, solo esperaba que Níniel y los demás hubiesen tenido mas suerte que él, al menos entre los restos había logrado encontrar su espada y su escudo, momento en el que decidió arrodillarse adolorido rodeado de muertos.
Al'theas dedico una pequeña oración elfica a los difuntos presentes, pero justo entonces una de aquellas criaturas que había sobrevivido milagrosamente... salio de la nieve y ataco sin dudar al elfo, el cual se encontraba de rodillas y apenas tuvo tiempo de sacar su hoja que le salvo de recibir una dentellada en su cara, su espada estaba siendo mordida ahora en su lugar, forcejeando con el animal mientras este le babeaba encima, momento en el que Al'thea se percato de que aquellos aguijones de su espalda intentaban alcanzarle, soltando un ataque que con un movimiento de cuello el elfo pudo evitar, sintiendo la nieve salpicándole en la cara.
Justo en ese momento, Al'theas comenzó a sentir los extraños efectos de "Don interracial", una pequeña maldición sin mucha importancia contraída por todos los asistentes del evento de Midgar, comenzando su cara a transformarse en humano ante aquel bicho que se quedo mirando con una mirada perturbadora, dejando de forcejear por un instante, momento en el que Al'theas aprovecho para coger su espada con fuerza de sus fauces y atravesarle la boca hasta la muerte, atragantándose con su propia sangre hasta que la criatura queda muerta sobre el cuerpo de Al'theas, el cual vuelve a recuperar su apariencia elfica en pocos momentos.
-Eso... ha sido raro... e inesperado...- Dijo mientras se veía así mismo atrapado ahora sobre el cadáver de aquel bicho.
A pesar de lo bravucona que podía ser Catherine a veces... Al'theas se encontraba a gusto luchando a su lado, demostrando que sabia usar sus garras con cada bicho que mataba, pero ni siquiera eso parecía ser suficiente para hacer retroceder al enjambre de criaturas que por el contrario estaban logrando obligar a retroceder a los que aun quedaban en pie luchando.
-Esto se esta poniendo feo...- Dijo el elfo en voz baja, momento en el que la dama de acero intento motivar al grupo con las mismas promesas de riquezas... sin éxito, pues algunos habían intentado huir para luego morir a manos de nuestra líder por intentar desertar, cosa que a Al'theas inquieto, pues ahora resultaba que si aquellos bichos no les mataban, lo haría ella -Si... muy fea pinta la cosa...- Se confirmaba así mismo mientras su hoja rebanaba a otra de esas criaturas cuya sangre teñía su armadura.
Justo en ese momento, pudo oírse un agotado Wilfo sugiriendo a gritos el uso de fuego sobre aquel extraño gas, y antes de que Al'theas pudiera reaccionar... un virote de fuego disparado por Chimar les sobrevoló por encima hasta que cayo sobre el carromato medico destrozado, haciendo explosión y enseguida reacciono haciendo arder el gas, confirmando que era inflamable chamuscando a todas aquellas criaturas. El plan había funcionado, el enjambre se mostraba confundido a la par que perecía en llamas.
Sin embargo una ligera explosión en los restos de los carros alerto a Al'theas, el cual clavo presto su escudo en el suelo con firmeza para cubrir parcialmente a Níniel y a Wilfo que se encontraban justo detrás, y a su lado Catherine, a la cual agarro del brazo con prisa para refugiarla tras su escudo, justo a tiempo cuando se origino una gran explosión, cuya honda expansiva casi vuelca su escudo ademas de traer consigo restos de los carros y de aquellas criaturas disiminandolas por todas partes, sintiendo los impactos sobre su escudo.
La dama de acero se lamento de las perdidas materiales que había costado aquella estrategia... pero aun no había acabado todo. Una gran avalancha de nieve se precipitaba hacia ellos como respuesta a las explosiones, todo fue tan rápido que Al'theas no tuvo tiempo de decir o hacer nada, solo una mirada hacia su grupo fue todo lo que le dio tiempo a hacer antes de que de pronto lo viera todo negro.
Enterrado en la nieve, Altheas despertó, estirando su brazo como si de un acto reflejo se tratara, logrando sacar medio brazo fuera de la nieve. Aquello era buena señal, la nieve no le había sepultado lo suficiente como para impedirle salir por si solo de la nieve escarbando con las manos, no obstante... en cuanto pudo apoyar su pierna izquierda... un agudo dolor le recorrió el cuerpo entero, su pierna se había fracturado de algún modo que todavía no había llegado a evaluar.
-¡Níniel!... ¡Catherine!... ¡Chimar!... ¡¿alguien?!...- Grito Al'theas, pero solo el sonido del frió viento fue lo que respondió.
Observo a su alrededor, aquel lugar ya no era el mismo que el que se encontraba momentos antes de perder el conocimiento y aparentemente se encontraba solo, y entre la nieve, podía verse manos inertes de otros mercenarios muertos, con su mirada busco entre los cadáveres a cualquiera que pudiera ser alguien conocido, pero por suerte no fue el caso, solo esperaba que Níniel y los demás hubiesen tenido mas suerte que él, al menos entre los restos había logrado encontrar su espada y su escudo, momento en el que decidió arrodillarse adolorido rodeado de muertos.
Al'theas dedico una pequeña oración elfica a los difuntos presentes, pero justo entonces una de aquellas criaturas que había sobrevivido milagrosamente... salio de la nieve y ataco sin dudar al elfo, el cual se encontraba de rodillas y apenas tuvo tiempo de sacar su hoja que le salvo de recibir una dentellada en su cara, su espada estaba siendo mordida ahora en su lugar, forcejeando con el animal mientras este le babeaba encima, momento en el que Al'thea se percato de que aquellos aguijones de su espalda intentaban alcanzarle, soltando un ataque que con un movimiento de cuello el elfo pudo evitar, sintiendo la nieve salpicándole en la cara.
Justo en ese momento, Al'theas comenzó a sentir los extraños efectos de "Don interracial", una pequeña maldición sin mucha importancia contraída por todos los asistentes del evento de Midgar, comenzando su cara a transformarse en humano ante aquel bicho que se quedo mirando con una mirada perturbadora, dejando de forcejear por un instante, momento en el que Al'theas aprovecho para coger su espada con fuerza de sus fauces y atravesarle la boca hasta la muerte, atragantándose con su propia sangre hasta que la criatura queda muerta sobre el cuerpo de Al'theas, el cual vuelve a recuperar su apariencia elfica en pocos momentos.
-Eso... ha sido raro... e inesperado...- Dijo mientras se veía así mismo atrapado ahora sobre el cadáver de aquel bicho.
Al'theas Tinarandel
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Casi ni había tenido tiempo de explicar la idea cuando un virote atravesó el espacio en dirección al gas, tristemente pasó de largo, pero luego se encendió haciendo arder a las criaturas que intentaban alejarse espantadas como insectos huyendo del… bueno, de lo que sea que huyan, sonreí victorioso hasta que una serie de pequeñas explosiones me dieron un mal presentimiento -Mala idea, sabía que era una mala idea- mi vista se venía nublando poco a poco, por lo que el destello de la explosión me hizo cubrir mis ojos con ambas manos al tiempo que la onda expansiva me enviaba al piso donde caí sentado y de no ser porque alguien usó un escudo al frente, estaba seguro que habría terminado con algún pedazo de madera recorriéndome las entrañas.
Volví a levantarme ahora mareado y adolorido, sentía como si me hubiesen halado la cara hacía atrás violentamente y se pondría peor, apreté fuerte mis dagas al escuchar el estruendo de lo que se nos venía encima -Sabía que era una mala idea- Alcancé a decir antes de mirar a los lados en busca de algún refugio, con dificultad logré ver una pequeña cueva entre las rocas y corrí hacia ella a toda la velocidad que pude aunque mi poca visibilidad no me permitió llegar a tiempo y antes de poder ponerme a salvo fui embestido de medio lado por la nieve que me golpeó un costado y me arrastró hacia donde quiso.
Lo que siguió a continuación fue un severo maratón de golpes, costados, pecho, espalda, un brazo que parecía estar colocado al revés, ya ni quería ver, solo me importaba dejar de rebotar como pelota, tal vez afirmarme a la tierra habría servido para detener el viaje pero en mi afán de no ser aplastado, daba un salto cada vez que mis pies tomaban el piso, lo que hacía el viaje más interminable, para mi desgracia la masa de nieve me estaba llevando a un precipicio, así que me alarmé, tomé mi arco para lanzar una flecha que unida a una cuerda me permitiría mantenerme, tristemente el arco estaba partido en dos.
Arroje a un lado el arma destruida y busqué tomar mis viejas y confiables dagas pero mi brazo derecho no respondió como esperaba, parecía desencajado así que sólo pude usar mi brazo izquierdo, con una mano clave mi daga al piso para que me sirviera de ancla pero no funcionó, hicieron falta otros 3 intentos para por fin sujetarme de algo; mi cuerpo se siguió deslizando hasta que las piernas quedaron suspendidas al borde del precipicio; suspiré aliviado hasta que mi daga comenzó a aflojarse, la afirmé con más fuerza pero de nuevo bajé otro tramo -Ay no- Murmuré sin querer abrir los ojos pero finalmente el hielo cedió y terminé cayendo por el abismo de casi un metro de altura.
Afortunadamente la altura no era problema pero al caer, mi cabeza golpeó contra una piedra y por si fuera poco otro cúmulo de nieve cayó sobre mí cubriendo casi todo mi cuerpo y dejando fuera tan solo una mano; flotaba en el espacio silencioso y negro de la muerte misma cuando un par de manos se aferraron a la mía, podía escuchar sonidos de voces pero no entenderlas, al menos hasta que consiguieron sacarme de la nieve -¿Estás bien? Hay que encontrar a los otros, creo que hay algunos vivos, tiene que haberlos- Escuchaba la voz de quien fuera que me estaba hablando, pero no podía ver nada, mi vista se había ido completamente, no sabía si por efecto del gas o por el golpe en mi cabeza pero de momento no me quedaba más que sufrir el terror de quedar ciego.
No… puedo…- Me detuve mientras mi acompañante intentaba halarme por una mano -No puedo ver- Susurré como si no quisiera que nadie me oyera, por si eso fuera poco también me acompañaba un brazo dislocado y aunque no se notaba por la capucha, el golpe en la parte posterior de mi cabeza sangraba -Creo que es el elfo, tal vez pueda sanarte- Dijo mi acompañante al escuchar a alguien gritando nombres conocidos, solté su mano y caí de rodillas apartando mi capucha para ver la gravedad de la herida -Rayos- Murmuré cuando sentí el dolor al tocarme, eso no pintaba nada bien y no parecía que fuera a mejorar.
Volví a levantarme ahora mareado y adolorido, sentía como si me hubiesen halado la cara hacía atrás violentamente y se pondría peor, apreté fuerte mis dagas al escuchar el estruendo de lo que se nos venía encima -Sabía que era una mala idea- Alcancé a decir antes de mirar a los lados en busca de algún refugio, con dificultad logré ver una pequeña cueva entre las rocas y corrí hacia ella a toda la velocidad que pude aunque mi poca visibilidad no me permitió llegar a tiempo y antes de poder ponerme a salvo fui embestido de medio lado por la nieve que me golpeó un costado y me arrastró hacia donde quiso.
Lo que siguió a continuación fue un severo maratón de golpes, costados, pecho, espalda, un brazo que parecía estar colocado al revés, ya ni quería ver, solo me importaba dejar de rebotar como pelota, tal vez afirmarme a la tierra habría servido para detener el viaje pero en mi afán de no ser aplastado, daba un salto cada vez que mis pies tomaban el piso, lo que hacía el viaje más interminable, para mi desgracia la masa de nieve me estaba llevando a un precipicio, así que me alarmé, tomé mi arco para lanzar una flecha que unida a una cuerda me permitiría mantenerme, tristemente el arco estaba partido en dos.
Arroje a un lado el arma destruida y busqué tomar mis viejas y confiables dagas pero mi brazo derecho no respondió como esperaba, parecía desencajado así que sólo pude usar mi brazo izquierdo, con una mano clave mi daga al piso para que me sirviera de ancla pero no funcionó, hicieron falta otros 3 intentos para por fin sujetarme de algo; mi cuerpo se siguió deslizando hasta que las piernas quedaron suspendidas al borde del precipicio; suspiré aliviado hasta que mi daga comenzó a aflojarse, la afirmé con más fuerza pero de nuevo bajé otro tramo -Ay no- Murmuré sin querer abrir los ojos pero finalmente el hielo cedió y terminé cayendo por el abismo de casi un metro de altura.
Afortunadamente la altura no era problema pero al caer, mi cabeza golpeó contra una piedra y por si fuera poco otro cúmulo de nieve cayó sobre mí cubriendo casi todo mi cuerpo y dejando fuera tan solo una mano; flotaba en el espacio silencioso y negro de la muerte misma cuando un par de manos se aferraron a la mía, podía escuchar sonidos de voces pero no entenderlas, al menos hasta que consiguieron sacarme de la nieve -¿Estás bien? Hay que encontrar a los otros, creo que hay algunos vivos, tiene que haberlos- Escuchaba la voz de quien fuera que me estaba hablando, pero no podía ver nada, mi vista se había ido completamente, no sabía si por efecto del gas o por el golpe en mi cabeza pero de momento no me quedaba más que sufrir el terror de quedar ciego.
No… puedo…- Me detuve mientras mi acompañante intentaba halarme por una mano -No puedo ver- Susurré como si no quisiera que nadie me oyera, por si eso fuera poco también me acompañaba un brazo dislocado y aunque no se notaba por la capucha, el golpe en la parte posterior de mi cabeza sangraba -Creo que es el elfo, tal vez pueda sanarte- Dijo mi acompañante al escuchar a alguien gritando nombres conocidos, solté su mano y caí de rodillas apartando mi capucha para ver la gravedad de la herida -Rayos- Murmuré cuando sentí el dolor al tocarme, eso no pintaba nada bien y no parecía que fuera a mejorar.
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Re: Dead Money [Libre] (4/4) [Cerrado]
La explosión que tiene lugar es magistral, diez de diez en la escala destructiva que Chimar usa para medir sus invenciones violentas. Se queda admirando tanto su obra que casi olvida cubrirse para evitar daños residuales.
¡Mil rayos!
Sujeta a Canel y se tira con él al suelo, no hay mejor estrategia para evitar proyectiles que limitar la figura vertical. Ambos niños esperan cubriéndose con premura mientras muchas cosas raras pasan encima de ellos, todo un festival de locura.
Cuando las cosas se calman el joven Maquiavelo levanta la cabeza, parece que su obra daño algunos carros de más. Es difícil poner limitantes a una fuerza destructiva pero al menos están vivos y bien… ¿verdad?
La montaña está molesta.
Ese no es el tipo de cosas que se desean escuchar luego de explotar algo, Canel debe aprender tacto pero al ver la masiva avalancha corriendo cuesta abajo el niño inventor decide saltarse un bien merecido sermón.
No puede emitir palabra ni moverse y para cuando la masa de nieve lo embiste ya es demasiado tarde. Instintivamente pone su cuerpo en posición fetal para evitar mayores daños, a pesar de la violenta bajada no puede evitar pensar en Canel hasta que el trauma físico lo hace desmayarse.
Tiene un despertar privilegiado sin duda, se encuentra boca arriba sin ninguna capa de nieve encima. Siente dolores por todo el cuerpo pero nada que le obligue a aguantar la respiración… eso siempre es bueno.
Creo que me comí un bicho…
Voltea y ve a Canel a su lado mirándole con un rostro vacío, a medida que el niño genio se levanta descubre que su hermanito lo desenterró y procuro darle un buen despertar. Ante tal gesto Maquiavelo le sonríe para luego despeinarle.
Viajar contigo tiene sus ventajas enano “se estira un poco” ¿algún otro afortunado?
El diminuto brujo mira al cielo confuso como meditando algo, tal concentración se rompe al instante cuando varias voces suenan a lo lejos. Es claro que su atención estaba destinada a solo una persona.
Adelante peque “le da unas palmaditas en la espalda”.
Chimar suspira aliviado ante el descubrimiento de más personajes vivos, tiene una amiga que desea seguir viendo en situaciones inverosímiles cada cierto tiempo... el humano es un animal de costumbres.
¡Mil rayos!
Sujeta a Canel y se tira con él al suelo, no hay mejor estrategia para evitar proyectiles que limitar la figura vertical. Ambos niños esperan cubriéndose con premura mientras muchas cosas raras pasan encima de ellos, todo un festival de locura.
Cuando las cosas se calman el joven Maquiavelo levanta la cabeza, parece que su obra daño algunos carros de más. Es difícil poner limitantes a una fuerza destructiva pero al menos están vivos y bien… ¿verdad?
La montaña está molesta.
Ese no es el tipo de cosas que se desean escuchar luego de explotar algo, Canel debe aprender tacto pero al ver la masiva avalancha corriendo cuesta abajo el niño inventor decide saltarse un bien merecido sermón.
No puede emitir palabra ni moverse y para cuando la masa de nieve lo embiste ya es demasiado tarde. Instintivamente pone su cuerpo en posición fetal para evitar mayores daños, a pesar de la violenta bajada no puede evitar pensar en Canel hasta que el trauma físico lo hace desmayarse.
Tiene un despertar privilegiado sin duda, se encuentra boca arriba sin ninguna capa de nieve encima. Siente dolores por todo el cuerpo pero nada que le obligue a aguantar la respiración… eso siempre es bueno.
Creo que me comí un bicho…
Voltea y ve a Canel a su lado mirándole con un rostro vacío, a medida que el niño genio se levanta descubre que su hermanito lo desenterró y procuro darle un buen despertar. Ante tal gesto Maquiavelo le sonríe para luego despeinarle.
Viajar contigo tiene sus ventajas enano “se estira un poco” ¿algún otro afortunado?
El diminuto brujo mira al cielo confuso como meditando algo, tal concentración se rompe al instante cuando varias voces suenan a lo lejos. Es claro que su atención estaba destinada a solo una persona.
Adelante peque “le da unas palmaditas en la espalda”.
Chimar suspira aliviado ante el descubrimiento de más personajes vivos, tiene una amiga que desea seguir viendo en situaciones inverosímiles cada cierto tiempo... el humano es un animal de costumbres.
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El desprendido manto blanco de la montaña tardó unos interminables segundos en alcanzar al convoy. Demasiado como para no sentir el miedo y la desesperación apoderándose de una, demasiado poco como para hacer algo al respecto. Con una fuerza aplastante en posesión únicamente de la gran madre naturaleza, un poder por el que los mortales solo podían soñar, todo sin distinción fue barrido sin contemplaciones ni distinciones. Amigos o enemigos, vivos o muertos, personas o cosas. Todo fue arrastrado a la oscuridad como si fuese obra de una mano gigantesca para cuyo dueño eran tan insignificantes como para un humano una simple mosca.
-¡¡¡Nín!!!- Fue lo último que la peliblanca escuchó con claridad. El grito asustado de su hermana tratando de tomar su mano para, en el peor de los casos, terminar sus aventuras juntas. ¿Llegó a alcanzarla? No podía recordarlo, pero una cosa sí sabía, cuando despertó, por mucho que apretara y tratara de mover sus manos, la de la pelirroja no estaba entre ellas. Ya fuese por que no llegó a aferrarse a ella o porque a pesar de ello habían acabado separándose, Cath no estaba allí. Allí solo había frío y oscuridad.
-Cath...- Murmuró la elfa intententando hablar, sintiendo su cuerpo algo dolorido y logrando únicamente que al abrir la boca algo de nieve se colara entre sus labios. Aquello puso en marcha su cerebro y su instinto de supervivencia, comprendiendo la situación y tanteando a su alrededor, comenzando inmediatamente a escarbar. La cuestión era...¿Qué dirección era arriba y cual abajo? Saliva, la saliva siempre iría hacia abajo, aunque semejante gesto no fuera propio de una señorita.
-"Vamos, vamos"- Pensaba mientras ascendía tan rápido como podía. Su cuerpo se sentía extraño, más fuerte que nunca, como si apenas le costara realizar aquel titánico esfuerzo. Sin duda la cercanía de la muerte estaba otorgándole un extra de energía, una energía que necesitaba desesperadamente. Casi parecía que aquella nieve era blanda, como si en vez de uñas tuviera garras. -"Ya debo de estar cerca"- Se motivó al sentir que la nieve era cada vez menos compacta, saliendo por fin a la superficie y tomando una larga bocanada de aire y comenzando a jadear.
Era extraño, pero aunque el aire fresco la había aliviado no se sentía como siempre, era como si le faltara un pulmón. ¿Podría estar herida? No, no lo estaba...Era el éter...No podía sentirlo. -¿Pero qué? Mi, mi magia...- Descubrió alarmada al sentir que no podía canalizar ni un ápice, ni siquiera podía auto diagnosticar si estaba herida...Al menos no mediante magia. -No entiendo...- Dijo palpándose sobre la ropa de abrigo y finalmente mirándose las manos, quedando atónita.
-Esto no...- En lugar de manos tenía patas, patas felinas como las de Catherine y terminadas en una filosas garras que parecía poder sacar o esconder a voluntad, de un modo extraño. -He debido golpearme la cabeza.- Añadió confusa, llevándose las manos a ella y comprobando que tenía unas largas orejas de gata. -Deliro...Necesito ayuda...- Convino consigo misma, comenzando a gritar.
En un principio nadie respondió, pero tras unos minutos, una mujer joven, solo un poco más baja que ella misma y con una preciosa y larga melena pelirroja ondeándose al viento del norte apareció. Llevaba una ropa que no dejaba de resultarle familiar, de hecho toda ella le parecía conocida, pero definitivamente no la había visto nunca. Tampoco formaba parte de la expedición. ¿Una dragona de alguna aldea cercana? ¿Era eso posible?
-Ayuda por favor...-Pidió al tenerla ya más cerca. Poniéndose en pie, aunque viendo como la familiar desconocida pareció tropezarse y caer de bruces contra la nieve. Caminando como si estuviera bebida y con los ojos abiertos como platos cuando logró levantarse.
-¿Ayuda? Sí, a mi tampoco me vendría mal...Creo que me he dado un golpe en la cabeza...- Dijo la pelirroja ya a su lado. -Veo...cosas raras...colores en el aire...No tengo pelo, mi precioso pelo se ha convertido en piel...Y mira...- Espetó llevándose ambas manos a su pecho -Son grandes, me molestan bajo la armadura. Es como si me hubiese metido en el cuerpo de mi hermana Níniel...-
-¿Cath?- Preguntó entonces la peliblanca cayendo en la cuenta. -Eres una elfa y yo...-
-¿Nín? Vaya, tu pelaje es precioso...Nunca me había fijado...Un momento...¿Hemos intercambiado raza?- Dilucidó la ahora elfa, llevando sus manos a las orejas de la sacerdotisa, causando que esta se estremeciera. -¿Cómo?-Dijo no todo lo alarmada que debería estar.
-No lo sé pero...Necesitamos ayuda. ¿Has visto a alguién más? ¿Somos las únicas?- Quizá hubiese visto a alguién más, aunque no parecía ser el caso.
-Eres la primera...Nos cayó encima media montaña y...-Recordó.
-Sí, acabé enterrada bajo la nieve, pero gracias a este cambio pude salir.- Explicó la peliblanca desplegando las garras y logrando que su hermana asintiera, mostrándole las suyas, unas manos delicadas y suaves con una manicura impecable, parecía decepcionada. -¿Puedes andar bien sola? Tenemos que movernos.-
-Sí, sí, es solo que...Veo las cosas como aquella vez que se me derramó encima esa poción para calmar el dolor que preparabas para el viejo señor Gunter...Además mi cuerpo se mueve raro...Pero puedo sola.- Respondió. Comenzando ambas a buscar a algún superviviente.
Avanzaron solas unos minutos por la nieve, tratando de mantener la esperanza a pesar de encontrar solo cuerpo sin vida y restos de lo que fue su convoy. ¿Realmente eran las únicas supervivientes?. Chimar, Al´theas...Hacía mucho frío y para más inri sus ropas no estaban todo lo secas que deberían. Si al menos pudiesen encontrar algún lugar donde resguardarse y tratar de cambiarse de ropa, o algo de utilidad entre los restos destrozados de la caravana...Catherine era la que peor lo llevaba. Siempre había sido friolera, y en esos momentos, desprovista de su abrigo natural, más aún.
-Estoy...cansada y helada, Nín...No creo que pueda...caminar mucho más.- Declaró la pelirroja, siendo asistida por Níniel los sientes metros, cuyo nuevo cuerpo resultaba mucho más fuerte que el anterior, pudiendo ayudarla fácilmente. Aunque incluso así necesitaban encontrar refugio pronto o la hipotermia acabaría con ellas.
-Tal vez allí...Al menos podremos descansar un momento...-Señaló la peliblanca a una extraña formación semienterrada de color oscuro y con una forma circular perfecta. Dirigiéndose hasta allí pesadamente con la esperanza de que fuese su salvación de morir congeladas. Realmente a parte de aquello no había más que nieve y rocas por doquier, era su única opción.
Aquella estructura, de un material que Níniel no conocía, tenía una puerta metálica parcialmente rota en uno de sus laterales. Dentro la temperatura seguía siendo baja, pero al menos no estaban en la intemperie. Parte del suelo, especialmente la parte cercana a la entrada, estaba cubierto de nieve, pero el resto, aunque frío, estaba seco. Era un buen refugio, aunque ni de cerca resolvía todos sus problemas.
Estaban solas, solo con lo puesto y poco más, perdidas en alguna parte del helado norte y por si aquello fuese poco afectadas por algún tipo de magia de transfiguración. ¿Acaso podía ser peor?
-No llevo encima gran cosa...Pero menos es nada.- Expresó la peliblanca revisando en su bolsa y sacando unas escasas raciones de comida. -Tenemos que quitarnos la ropa y secarla. Tengo una idea.- Instó entonces. Comenzando a desprenderse de las prendas húmedas y colocándolas cerca con cuidado, estirando su capa en el suelo.
-Oh...Así que fallé al decirte esas cosas sobre el elfo...te van más las elfas...No diré que no pero, sé gentil, es mi primera vez.- Bromeó la pelirroja como buenamente pudo, con sus dientes castañeteando por el frío e imitando a su hermana, a la que había dejado totalmente avergonzada, aunque con mayor dificultad al estar más entumecida. Pronto ambas estarían desnudas y abrazadas la una a la otra, tapadas únicamente por sus prendas más secas y tiritando, tratando de darse calor. Entonces, la ahora felina Níniel, tomó uno de los frascos que llevaba y bebió su contenido de color rojo. Puede que no pudiera sentir el maná, pero aún podía contar con la alquimia.
Con un gesto de su mano una llama constante e intensa comenzó a brotar de su palma, ayudándolas a entrar en calor y a secar sus ropas. Catherine sonrió y se abrazó más fuerte al felino cuerpo de su hermana, olvidándose de que en aquella forma su cuerpo ya no era el de siempre sino que estaba más "crecidito". O tal vez lo estuviera haciendo totalmente a posta...Conociéndola era bastante probable.
-¿Realmente todos los demás han muerto?- Preguntó la peliblanca meditabunda y apenada al cabo de unos minutos. Catherine levantó la vista y enseguida volvió a bajarla, pegándose más a ella.
-Espero que no. Pero aunque así sea, nosotras lo lograremos. Ni siquiera el norte puede detenernos cuando estamos juntas. La montaña ya lo ha intentado y no ha podido. Además seguro que pronto averiguas por qué hemos cambiado y nos devuelves a la normalidad. No es que me queje de ser elfa, tiene sus "ventajas", pero prefiero mi cuerpo. Con este no te soy útil.- Expresó la elfa pelirroja, frotándose cariñosamente contra la felina peliblanca.
-¡¡¡Nín!!!- Fue lo último que la peliblanca escuchó con claridad. El grito asustado de su hermana tratando de tomar su mano para, en el peor de los casos, terminar sus aventuras juntas. ¿Llegó a alcanzarla? No podía recordarlo, pero una cosa sí sabía, cuando despertó, por mucho que apretara y tratara de mover sus manos, la de la pelirroja no estaba entre ellas. Ya fuese por que no llegó a aferrarse a ella o porque a pesar de ello habían acabado separándose, Cath no estaba allí. Allí solo había frío y oscuridad.
-Cath...- Murmuró la elfa intententando hablar, sintiendo su cuerpo algo dolorido y logrando únicamente que al abrir la boca algo de nieve se colara entre sus labios. Aquello puso en marcha su cerebro y su instinto de supervivencia, comprendiendo la situación y tanteando a su alrededor, comenzando inmediatamente a escarbar. La cuestión era...¿Qué dirección era arriba y cual abajo? Saliva, la saliva siempre iría hacia abajo, aunque semejante gesto no fuera propio de una señorita.
-"Vamos, vamos"- Pensaba mientras ascendía tan rápido como podía. Su cuerpo se sentía extraño, más fuerte que nunca, como si apenas le costara realizar aquel titánico esfuerzo. Sin duda la cercanía de la muerte estaba otorgándole un extra de energía, una energía que necesitaba desesperadamente. Casi parecía que aquella nieve era blanda, como si en vez de uñas tuviera garras. -"Ya debo de estar cerca"- Se motivó al sentir que la nieve era cada vez menos compacta, saliendo por fin a la superficie y tomando una larga bocanada de aire y comenzando a jadear.
Era extraño, pero aunque el aire fresco la había aliviado no se sentía como siempre, era como si le faltara un pulmón. ¿Podría estar herida? No, no lo estaba...Era el éter...No podía sentirlo. -¿Pero qué? Mi, mi magia...- Descubrió alarmada al sentir que no podía canalizar ni un ápice, ni siquiera podía auto diagnosticar si estaba herida...Al menos no mediante magia. -No entiendo...- Dijo palpándose sobre la ropa de abrigo y finalmente mirándose las manos, quedando atónita.
-Esto no...- En lugar de manos tenía patas, patas felinas como las de Catherine y terminadas en una filosas garras que parecía poder sacar o esconder a voluntad, de un modo extraño. -He debido golpearme la cabeza.- Añadió confusa, llevándose las manos a ella y comprobando que tenía unas largas orejas de gata. -Deliro...Necesito ayuda...- Convino consigo misma, comenzando a gritar.
En un principio nadie respondió, pero tras unos minutos, una mujer joven, solo un poco más baja que ella misma y con una preciosa y larga melena pelirroja ondeándose al viento del norte apareció. Llevaba una ropa que no dejaba de resultarle familiar, de hecho toda ella le parecía conocida, pero definitivamente no la había visto nunca. Tampoco formaba parte de la expedición. ¿Una dragona de alguna aldea cercana? ¿Era eso posible?
-Ayuda por favor...-Pidió al tenerla ya más cerca. Poniéndose en pie, aunque viendo como la familiar desconocida pareció tropezarse y caer de bruces contra la nieve. Caminando como si estuviera bebida y con los ojos abiertos como platos cuando logró levantarse.
-¿Ayuda? Sí, a mi tampoco me vendría mal...Creo que me he dado un golpe en la cabeza...- Dijo la pelirroja ya a su lado. -Veo...cosas raras...colores en el aire...No tengo pelo, mi precioso pelo se ha convertido en piel...Y mira...- Espetó llevándose ambas manos a su pecho -Son grandes, me molestan bajo la armadura. Es como si me hubiese metido en el cuerpo de mi hermana Níniel...-
-¿Cath?- Preguntó entonces la peliblanca cayendo en la cuenta. -Eres una elfa y yo...-
-¿Nín? Vaya, tu pelaje es precioso...Nunca me había fijado...Un momento...¿Hemos intercambiado raza?- Dilucidó la ahora elfa, llevando sus manos a las orejas de la sacerdotisa, causando que esta se estremeciera. -¿Cómo?-Dijo no todo lo alarmada que debería estar.
-No lo sé pero...Necesitamos ayuda. ¿Has visto a alguién más? ¿Somos las únicas?- Quizá hubiese visto a alguién más, aunque no parecía ser el caso.
-Eres la primera...Nos cayó encima media montaña y...-Recordó.
-Sí, acabé enterrada bajo la nieve, pero gracias a este cambio pude salir.- Explicó la peliblanca desplegando las garras y logrando que su hermana asintiera, mostrándole las suyas, unas manos delicadas y suaves con una manicura impecable, parecía decepcionada. -¿Puedes andar bien sola? Tenemos que movernos.-
-Sí, sí, es solo que...Veo las cosas como aquella vez que se me derramó encima esa poción para calmar el dolor que preparabas para el viejo señor Gunter...Además mi cuerpo se mueve raro...Pero puedo sola.- Respondió. Comenzando ambas a buscar a algún superviviente.
Avanzaron solas unos minutos por la nieve, tratando de mantener la esperanza a pesar de encontrar solo cuerpo sin vida y restos de lo que fue su convoy. ¿Realmente eran las únicas supervivientes?. Chimar, Al´theas...Hacía mucho frío y para más inri sus ropas no estaban todo lo secas que deberían. Si al menos pudiesen encontrar algún lugar donde resguardarse y tratar de cambiarse de ropa, o algo de utilidad entre los restos destrozados de la caravana...Catherine era la que peor lo llevaba. Siempre había sido friolera, y en esos momentos, desprovista de su abrigo natural, más aún.
-Estoy...cansada y helada, Nín...No creo que pueda...caminar mucho más.- Declaró la pelirroja, siendo asistida por Níniel los sientes metros, cuyo nuevo cuerpo resultaba mucho más fuerte que el anterior, pudiendo ayudarla fácilmente. Aunque incluso así necesitaban encontrar refugio pronto o la hipotermia acabaría con ellas.
-Tal vez allí...Al menos podremos descansar un momento...-Señaló la peliblanca a una extraña formación semienterrada de color oscuro y con una forma circular perfecta. Dirigiéndose hasta allí pesadamente con la esperanza de que fuese su salvación de morir congeladas. Realmente a parte de aquello no había más que nieve y rocas por doquier, era su única opción.
Aquella estructura, de un material que Níniel no conocía, tenía una puerta metálica parcialmente rota en uno de sus laterales. Dentro la temperatura seguía siendo baja, pero al menos no estaban en la intemperie. Parte del suelo, especialmente la parte cercana a la entrada, estaba cubierto de nieve, pero el resto, aunque frío, estaba seco. Era un buen refugio, aunque ni de cerca resolvía todos sus problemas.
Estaban solas, solo con lo puesto y poco más, perdidas en alguna parte del helado norte y por si aquello fuese poco afectadas por algún tipo de magia de transfiguración. ¿Acaso podía ser peor?
-No llevo encima gran cosa...Pero menos es nada.- Expresó la peliblanca revisando en su bolsa y sacando unas escasas raciones de comida. -Tenemos que quitarnos la ropa y secarla. Tengo una idea.- Instó entonces. Comenzando a desprenderse de las prendas húmedas y colocándolas cerca con cuidado, estirando su capa en el suelo.
-Oh...Así que fallé al decirte esas cosas sobre el elfo...te van más las elfas...No diré que no pero, sé gentil, es mi primera vez.- Bromeó la pelirroja como buenamente pudo, con sus dientes castañeteando por el frío e imitando a su hermana, a la que había dejado totalmente avergonzada, aunque con mayor dificultad al estar más entumecida. Pronto ambas estarían desnudas y abrazadas la una a la otra, tapadas únicamente por sus prendas más secas y tiritando, tratando de darse calor. Entonces, la ahora felina Níniel, tomó uno de los frascos que llevaba y bebió su contenido de color rojo. Puede que no pudiera sentir el maná, pero aún podía contar con la alquimia.
Con un gesto de su mano una llama constante e intensa comenzó a brotar de su palma, ayudándolas a entrar en calor y a secar sus ropas. Catherine sonrió y se abrazó más fuerte al felino cuerpo de su hermana, olvidándose de que en aquella forma su cuerpo ya no era el de siempre sino que estaba más "crecidito". O tal vez lo estuviera haciendo totalmente a posta...Conociéndola era bastante probable.
-¿Realmente todos los demás han muerto?- Preguntó la peliblanca meditabunda y apenada al cabo de unos minutos. Catherine levantó la vista y enseguida volvió a bajarla, pegándose más a ella.
-Espero que no. Pero aunque así sea, nosotras lo lograremos. Ni siquiera el norte puede detenernos cuando estamos juntas. La montaña ya lo ha intentado y no ha podido. Además seguro que pronto averiguas por qué hemos cambiado y nos devuelves a la normalidad. No es que me queje de ser elfa, tiene sus "ventajas", pero prefiero mi cuerpo. Con este no te soy útil.- Expresó la elfa pelirroja, frotándose cariñosamente contra la felina peliblanca.
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Última edición por Níniel Thenidiel el Lun Oct 08 2018, 18:03, editado 1 vez
Níniel Thenidiel
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Re: Dead Money [Libre] (4/4) [Cerrado]
Agotado y herido, Al'theas comenzaba a acostumbrarse al hedor del cadáver que descansaba sobre su armadura, sin muchas fuerzas tras haber sido arrastrado por una avalancha que le dejo herida una pierna.
Justo cuando se encontraba entre dormido y despierto, comenzó a escuchar voces y pasos aproximándose, ninguna que le resultara familiar al oído, giro su rostro para tratar de divisar quienes eran, bandidos u otra cosa... pero no, por fortuna para el elfo se trataba de mas supervivientes del fatídico convoy por las vestimentas que llevaban.
-He... ¿estas bien elfo?- Dijo uno de ellos mientras le quitaban de encima aquel cadáver que comenzaba a escarcharse sobre él.
-La... la pierna...- Llego a decir cuando el dolor le hizo recordar.
-Has tenido suerte, casi te pasamos desapercibido con ese bicho encima tuya...- Y con algo de brusquedad debido al peso de su armadura, levantaron al elfo del suelo, provocando que se resintiera de dolor hasta tal punto de casi tiritar, ahogando un quejido que paso a ser un jadeo.
-Creo que muy pocos han tenido suerte de hecho... apenas hemos encontrado a unos pocos vivos... - Decía mientras ayudaba a apoyarse al elfo.
-Níniel... la... sacerdotisa de la logia... ¿esta entre ustedes?...- Pregunto entre jadeos.
-Pues no... no la hemos encontrado, ojala... nos vendría bien para curar a todos los demás heridos... - Dijo con frustración.
No tardarían demasiado en llegar a lo que parecía un pequeño campamento improvisado, donde habían recolectado provisiones a duras penas, faltando sobre todo lo mas esencial, alimentos y medios curativos para todos. También había un par de burdas tiendas de campaña donde intentaban resguardar del frió a los que no podían caminar por si solos, y donde Al'theas fue arrastrado con la ayuda de aquel par de mercenarios.
-Tu eres un elfo como la sacerdotisa... ¿también sabes curar? cuando te recuperes... ¿podrías echarnos una mano? hay uno que se ha quedado medio ciego en la tienda de al lado...- Dijo sin estar del todo seguro.
-Hare... lo que pueda...- Dijo en respuesta mientras se quitaba la armadura de la pierna herida -¿Que ha sido de la dama de hierro? ¿hay noticias del líder del grupo de avanzada?...-
-Aun nada... la mayoría del grupo o ha muerto durante el ataque o habrá huido después sin importarles nada mas... para acabar muertos en soledad de todos modos...- Se dio una pausa para rascarse la cabeza -Antes eramos una banda llena de cabrones que venderían a su madre por dinero... pero me gustaría pensar que han sobrevivido los mejores... que ahora nos necesitamos mutuamente para sobrevivir en este puto páramo helado... Ojala los demás también lo vean así si no quieren morir congelados y unirse al resto de cadáveres... ¿me explico?...- Dijo eso ultimo mirando fijamente al elfo mientras aguantaba el trapo rasgado que actuaba como entrada antes de salir.
Al'theas se limito a asentir, momento en el que aquel mercenario salio de la tienda para marchar con el otro en busca de mas supervivientes, momento en el que el elfo por fin pudo concentrarse en la herida de su pierna.
Estaba muy hinchada, pero a pesar de que dolía como si se la hubiera partido... no había fractura, se quito uno de los guanteletes y poso su mano en la herida para comenzar su proceso de curación. Tardaría un poco, no era Níniel, la cual podía curar casi cualquier herida con la mirada... y ese pensamiento le recordó que debía buscarla, deseaba abandonar aquel lugar en cuanto estuviera listo para empezar a buscar a las dos chicas perdidas antes de que otra cosa lo hiciera... y tampoco sabia nada sobre aquel par de niños...¿pero donde buscar? ¿como localizarles? y que hacer después... si logra encontrarlos... sobrevivir en aquellas tierras sin medios iba a ser complicado.
Su pierna volvía a estar en mejores condiciones, y tras prepararse, salio de su tienda para meterse en la otra, con la sorpresa de que el herido medio ciego del que le habían hablado no era otro que Wilfo.
-Vaya... así que habéis sobrevivido... vais a disculparme el chiste... pero parece que habéis visto días mejores...- Dijo el elfo para romper el hielo mientras le incorporaba e inspeccionaba la vista, a la par que se percataba se su brazo dislocado y la herida de su cabeza que humedecía con sangre su capucha. -No os preocupéis... lo de la vista es algo temporal... debido al fuerte golpe en la cabeza... no obstante lo del brazo...- Antes de decir nada mas, se rasgo así mismo un trozo de su ya de por si maltrecha capa y lo enrollo en un grosor de dos dedos, acercándoselo a la boca -Morded esto y cuando cuente tres... vuestro brazo estará como nuevo...Uno... Dos... - Y antes de llegar a tres, tiro de su brazo en un movimiento con el que pudo volver a dejarlo en su sitio, en un parpadeo de intenso dolor que luego se convirtió en alivio al instante siguiente -¿Mejor?...- Pregunto antes de soltarle el brazo.
-Voy a tener que apartaros la capucha para trataros la herida de la cabeza...¿de acuerdo?... es necesario...- Le dijo a ese sujeto que apenas conocía de nada, pero del que no podo evitar fijarse en como se aferraba a su capucha desde empezaron aquel viaje, apartándola con cuidado sin notar nada extraño mas allá de su herida.
-Vuestra idea de quemar aquel gas con fuego casi nos mata a todos... pero supongo que si no lo hubiera hecho eso... lo habrían hecho aquellas criaturas...- Comento de forma anecdótica una vez apartada la capucha, posando su mano en la herida para comenzar el proceso de curación.
Al'theas dejaba ver su buena voluntad, pero aun tenia sus reservas con respecto a aquel sujeto, ¿seria alguien de fiar? o ¿por el contrario seguía siendo alguien a quien debía vigilar con escepticismo?...
Justo cuando se encontraba entre dormido y despierto, comenzó a escuchar voces y pasos aproximándose, ninguna que le resultara familiar al oído, giro su rostro para tratar de divisar quienes eran, bandidos u otra cosa... pero no, por fortuna para el elfo se trataba de mas supervivientes del fatídico convoy por las vestimentas que llevaban.
-He... ¿estas bien elfo?- Dijo uno de ellos mientras le quitaban de encima aquel cadáver que comenzaba a escarcharse sobre él.
-La... la pierna...- Llego a decir cuando el dolor le hizo recordar.
-Has tenido suerte, casi te pasamos desapercibido con ese bicho encima tuya...- Y con algo de brusquedad debido al peso de su armadura, levantaron al elfo del suelo, provocando que se resintiera de dolor hasta tal punto de casi tiritar, ahogando un quejido que paso a ser un jadeo.
-Creo que muy pocos han tenido suerte de hecho... apenas hemos encontrado a unos pocos vivos... - Decía mientras ayudaba a apoyarse al elfo.
-Níniel... la... sacerdotisa de la logia... ¿esta entre ustedes?...- Pregunto entre jadeos.
-Pues no... no la hemos encontrado, ojala... nos vendría bien para curar a todos los demás heridos... - Dijo con frustración.
No tardarían demasiado en llegar a lo que parecía un pequeño campamento improvisado, donde habían recolectado provisiones a duras penas, faltando sobre todo lo mas esencial, alimentos y medios curativos para todos. También había un par de burdas tiendas de campaña donde intentaban resguardar del frió a los que no podían caminar por si solos, y donde Al'theas fue arrastrado con la ayuda de aquel par de mercenarios.
-Tu eres un elfo como la sacerdotisa... ¿también sabes curar? cuando te recuperes... ¿podrías echarnos una mano? hay uno que se ha quedado medio ciego en la tienda de al lado...- Dijo sin estar del todo seguro.
-Hare... lo que pueda...- Dijo en respuesta mientras se quitaba la armadura de la pierna herida -¿Que ha sido de la dama de hierro? ¿hay noticias del líder del grupo de avanzada?...-
-Aun nada... la mayoría del grupo o ha muerto durante el ataque o habrá huido después sin importarles nada mas... para acabar muertos en soledad de todos modos...- Se dio una pausa para rascarse la cabeza -Antes eramos una banda llena de cabrones que venderían a su madre por dinero... pero me gustaría pensar que han sobrevivido los mejores... que ahora nos necesitamos mutuamente para sobrevivir en este puto páramo helado... Ojala los demás también lo vean así si no quieren morir congelados y unirse al resto de cadáveres... ¿me explico?...- Dijo eso ultimo mirando fijamente al elfo mientras aguantaba el trapo rasgado que actuaba como entrada antes de salir.
Al'theas se limito a asentir, momento en el que aquel mercenario salio de la tienda para marchar con el otro en busca de mas supervivientes, momento en el que el elfo por fin pudo concentrarse en la herida de su pierna.
Estaba muy hinchada, pero a pesar de que dolía como si se la hubiera partido... no había fractura, se quito uno de los guanteletes y poso su mano en la herida para comenzar su proceso de curación. Tardaría un poco, no era Níniel, la cual podía curar casi cualquier herida con la mirada... y ese pensamiento le recordó que debía buscarla, deseaba abandonar aquel lugar en cuanto estuviera listo para empezar a buscar a las dos chicas perdidas antes de que otra cosa lo hiciera... y tampoco sabia nada sobre aquel par de niños...¿pero donde buscar? ¿como localizarles? y que hacer después... si logra encontrarlos... sobrevivir en aquellas tierras sin medios iba a ser complicado.
Su pierna volvía a estar en mejores condiciones, y tras prepararse, salio de su tienda para meterse en la otra, con la sorpresa de que el herido medio ciego del que le habían hablado no era otro que Wilfo.
-Vaya... así que habéis sobrevivido... vais a disculparme el chiste... pero parece que habéis visto días mejores...- Dijo el elfo para romper el hielo mientras le incorporaba e inspeccionaba la vista, a la par que se percataba se su brazo dislocado y la herida de su cabeza que humedecía con sangre su capucha. -No os preocupéis... lo de la vista es algo temporal... debido al fuerte golpe en la cabeza... no obstante lo del brazo...- Antes de decir nada mas, se rasgo así mismo un trozo de su ya de por si maltrecha capa y lo enrollo en un grosor de dos dedos, acercándoselo a la boca -Morded esto y cuando cuente tres... vuestro brazo estará como nuevo...Uno... Dos... - Y antes de llegar a tres, tiro de su brazo en un movimiento con el que pudo volver a dejarlo en su sitio, en un parpadeo de intenso dolor que luego se convirtió en alivio al instante siguiente -¿Mejor?...- Pregunto antes de soltarle el brazo.
-Voy a tener que apartaros la capucha para trataros la herida de la cabeza...¿de acuerdo?... es necesario...- Le dijo a ese sujeto que apenas conocía de nada, pero del que no podo evitar fijarse en como se aferraba a su capucha desde empezaron aquel viaje, apartándola con cuidado sin notar nada extraño mas allá de su herida.
-Vuestra idea de quemar aquel gas con fuego casi nos mata a todos... pero supongo que si no lo hubiera hecho eso... lo habrían hecho aquellas criaturas...- Comento de forma anecdótica una vez apartada la capucha, posando su mano en la herida para comenzar el proceso de curación.
Al'theas dejaba ver su buena voluntad, pero aun tenia sus reservas con respecto a aquel sujeto, ¿seria alguien de fiar? o ¿por el contrario seguía siendo alguien a quien debía vigilar con escepticismo?...
Al'theas Tinarandel
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Re: Dead Money [Libre] (4/4) [Cerrado]
Me dejé caer en el piso unos instantes con los ojos cerrados, o abiertos, igual no veía nada, tomé un poco de nieve y la froté sobre mi cara, sí, como si no hubiese tenido ya suficiente nieve sobre la cara, escuchaba las voces, lentamente iban apareciendo algunos sobrevivientes pero entre ellos, ninguna era la voz cantarina de mi amiga elfa o su mascota roñosa -Bien, el show debe continuar- Me levanté, relajé el cuerpo y respiré profundo, concentrado en los sonidos caminé siguiendo el sonido de las voces, a ratos mis pies se hundían en la nieve y reaccionaba llevando las manos al frente para detener una posible caída, afortunadamente llegué con otros antes de hacer el ridículo y me metieron a una tienda donde pude descansar otro poco.
Al cabo de unos instantes escuché al fin una voz conocida, la recordaba, el elfo que antes había hablado con Niniel, quien curiosamente hizo un chiste sobre mi vista -No me hace gracia- Respondí serio aunque luego reí levemente -Bueno, tal vez un poco- Aunque intentaba mantener el tono serio que caracterizaba a Wilfo, aquello había sido ingenioso en el contexto, aprovechándose de mi distracción me cerró la boca con un trapo y tomó mi brazo, apenas logré reaccionar escupiendo el trapo a un lado pero aunque esperaba el tres, jamás llegó, en su lugar sentí que me arrancaba el brazo cuando apenas contaba dos y solté un grito que movió levemente el piso -Te voy a arrancar el coraz… oye, sí, mejor- Aunque había protestado en principio, ciertamente ahora podía mover mejor el brazo.
Incapaz de evitarlo dejé apartar mi capucha, a fin de cuentas, tras lo del brazo, parecía saber lo que hacía, al igual que cuando lo había hecho Niniel antes, la magia de luz, contraria a mi propia naturaleza oscura, aunque me sanaba, el proceso podía en ocasiones ser algo doloroso, como si me quemaran y me sanaran al mismo tiempo, en poco tiempo mi cabeza ya no dolía y mi vista aunque no era la mejor del mundo, ya no era oscuridad, lentamente comenzaba a percibir luces y sombras, siluetas y figuras -Gracias- Dije un poco apenado por mi comportamiento anterior.
Curiosamente, su comentario acerca de las criaturas me da qué pensar -Jamás había visto cosas como esas, que hayan aparecido de pronto, por sorpresa, y nos atacaran de esa forma, me resulta ligeramente sospechoso- Evité alzar mucho la voz -Si deseas mi opinión, creo que alguien nos vendió- Y es que la forma de atacar hacía parecer que deseaban algo de la caravana, o a alguien -¿Dónde está Niniel?- Pregunté alarmado -¡Estabas con ella! ¿Dónde está?- Me levanté con evidente preocupación aunque luego intenté disimularlo -Necesitaremos el personal médico para ayudar a los otros.
Sin mucho cuidado comencé a avanzar pero apenas dar un par de pasos acabé mareado y casi voy a dar al piso, llevé mis manos a mi cabeza y me tambaleé hasta casi caer, cuando me recompuse froté mis ojos -Niniel, hay que encontrarla, tiene que estar viva- Avancé ignorando todo y a todos, mi vista se aclaraba poco a poco pero aún no distinguía rostro, encontré en mi camino a dos enanos y los interrogué de inmediato -¡La elfa! ¿Han visto a la elfa?- Tomé por los hombros a uno de ellos y lo sacudí pero sin esperar mucho una respuesta continué avanzando, hundiéndome a ratos en la nieve.
Había caminado varios minutos sin éxito cuando llevé mis manos a la boca para llamarla a gritos pero recordé lo que había sucedido con el grito del brazo, la montaña seguía sensible, si gritaba podría terminar de matar a todos, tenía que usar otros métodos, [1] entrecerré los ojos y miré al horizonte haciendo que mi voz sonara desde diferentes puntos en el horizonte, tan lejos como pudiera llegar repitiendo el nombre de Niniel, si estaba cerca, tendría que escucharme.
[1] Habilidad de Nivel 6: El que acecha en el Umbral Al cabo de unos instantes escuché al fin una voz conocida, la recordaba, el elfo que antes había hablado con Niniel, quien curiosamente hizo un chiste sobre mi vista -No me hace gracia- Respondí serio aunque luego reí levemente -Bueno, tal vez un poco- Aunque intentaba mantener el tono serio que caracterizaba a Wilfo, aquello había sido ingenioso en el contexto, aprovechándose de mi distracción me cerró la boca con un trapo y tomó mi brazo, apenas logré reaccionar escupiendo el trapo a un lado pero aunque esperaba el tres, jamás llegó, en su lugar sentí que me arrancaba el brazo cuando apenas contaba dos y solté un grito que movió levemente el piso -Te voy a arrancar el coraz… oye, sí, mejor- Aunque había protestado en principio, ciertamente ahora podía mover mejor el brazo.
Incapaz de evitarlo dejé apartar mi capucha, a fin de cuentas, tras lo del brazo, parecía saber lo que hacía, al igual que cuando lo había hecho Niniel antes, la magia de luz, contraria a mi propia naturaleza oscura, aunque me sanaba, el proceso podía en ocasiones ser algo doloroso, como si me quemaran y me sanaran al mismo tiempo, en poco tiempo mi cabeza ya no dolía y mi vista aunque no era la mejor del mundo, ya no era oscuridad, lentamente comenzaba a percibir luces y sombras, siluetas y figuras -Gracias- Dije un poco apenado por mi comportamiento anterior.
Curiosamente, su comentario acerca de las criaturas me da qué pensar -Jamás había visto cosas como esas, que hayan aparecido de pronto, por sorpresa, y nos atacaran de esa forma, me resulta ligeramente sospechoso- Evité alzar mucho la voz -Si deseas mi opinión, creo que alguien nos vendió- Y es que la forma de atacar hacía parecer que deseaban algo de la caravana, o a alguien -¿Dónde está Niniel?- Pregunté alarmado -¡Estabas con ella! ¿Dónde está?- Me levanté con evidente preocupación aunque luego intenté disimularlo -Necesitaremos el personal médico para ayudar a los otros.
Sin mucho cuidado comencé a avanzar pero apenas dar un par de pasos acabé mareado y casi voy a dar al piso, llevé mis manos a mi cabeza y me tambaleé hasta casi caer, cuando me recompuse froté mis ojos -Niniel, hay que encontrarla, tiene que estar viva- Avancé ignorando todo y a todos, mi vista se aclaraba poco a poco pero aún no distinguía rostro, encontré en mi camino a dos enanos y los interrogué de inmediato -¡La elfa! ¿Han visto a la elfa?- Tomé por los hombros a uno de ellos y lo sacudí pero sin esperar mucho una respuesta continué avanzando, hundiéndome a ratos en la nieve.
Había caminado varios minutos sin éxito cuando llevé mis manos a la boca para llamarla a gritos pero recordé lo que había sucedido con el grito del brazo, la montaña seguía sensible, si gritaba podría terminar de matar a todos, tenía que usar otros métodos, [1] entrecerré los ojos y miré al horizonte haciendo que mi voz sonara desde diferentes puntos en el horizonte, tan lejos como pudiera llegar repitiendo el nombre de Niniel, si estaba cerca, tendría que escucharme.
[-] No dejen que Bio se vaya solo o se va a desnalgar por algún barranco xD
[-] Creo que nadie lo nota, pero si colocan el cursor sobre estas letritas azules, se muestra más información
Bio
Aerandiano de honor
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Re: Dead Money [Libre] (4/4) [Cerrado]
Es extraño pero lo que en un principio parecía tolerable se vuelve bastante molesto, el frio cobra fuerza a medida que ambos chicos recorren el páramo… no se puede decir que el ambiente de la montaña sea muy hospitalario.
Frio congelante… ¿algo más?
Dice mientras junta sus manos para conservar calor, sabe por lógica que un cuerpo pequeño se congela bastante rápido y no tiene intenciones de dejar el mundo ahora que es dueño de un hogar con baño incorporado.
¿¡Que rayos haces enano!?
Pues… Tengo frio “pone rostro inocente”.
No está muy acostumbrado a recibir abrazos de gente con tamaño similar o menor por obvias razones, los mocosos suelen ser bastante cuidadosos al momento de mostrar una debilidad a sus semejantes.
Vale, pero si le dices a alguien te mueres.
Dice a medida que corresponde el gesto por motivos de supervivencia, el calor puede compartirse y volverse más fuerte de esta forma. Su velocidad disminuye pero al menos ya no se sienten tan mal.
De entre la ventisca sale un personaje conocido que ha visto mejores días, el arquero misterioso sin duda bajo de mala manera la montaña. Pese a sus limitantes se las arregla para intentar interrogar a los mocosos acerca de Niniel y como no consigue información sigue de largo.
Maquiavelo se encoje de hombros, camina dos pasos y luego siente cierto remordimiento por el sujeto. De continuar así terminara cayéndose por el otro lado de la montaña o decorando la cueva invernal de algo feo.
A por el Canel.
El niño brujo acata la orden y sale como un rayo, eventualmente se encarama de una forma bastante hábil hasta la cabeza del tonto frijol. La escena se asemeja a la de cualquier padre cargando a su hijo para que vea algo entre una multitud.
Tus ojos están mal pero yo puedo ser tu guía, soy bueno haciéndolo “sonríe con todos los dientes”.
Maquiavelo suspira, era más fácil tomarle de la mano aunque es culpa suya por no especificar. En ese momento de pausa otro elemento se revela por entre la cortina de nieve, cierta estructura cubierta.
Chico del tambor, por aquí.
Desiste de seguir las voces del grupo grande y avanza hasta el refugio techado, solo necesita una fogata y será como cualquier mansión noble de campo. La piedra se enfría rápido pero retiene buen calor si hay llamas de por medio.
Antes de tocar puerto enciende una de sus bolsitas explosivas, retira cierto ingrediente por lo que en vez de explotar ahora solo destella colores brillantes en la oscuridad sirviendo de guía para todos los sobrevivientes.
Llega primero que el dúo… gracias a los dioses pues adentro se encuentra una escena no apta para Canel. Asoma la cabeza viendo de inmediato como dos chicas desnudas superan el límite social del pudor.
Aquel genio termina pegado de la entrada con los ojos como platos y una expresión imprecisa en su rostro, no sabe bien lo que vio aunque está completamente seguro de que lo recordara muuucho tiempo.
Saca su esferita metálica y golpea de manera sonora la piedra para que el par de mujeres sepan que otros elementos están por llegar, algunas cosas deben quedarse… “a puerta cerrada” por obvias razones.
O miren… una cueva “finge sorpresa de manera pésima” CREO QUE VOY A ENTRAR PARA REFUGIARME.
Frio congelante… ¿algo más?
Dice mientras junta sus manos para conservar calor, sabe por lógica que un cuerpo pequeño se congela bastante rápido y no tiene intenciones de dejar el mundo ahora que es dueño de un hogar con baño incorporado.
¿¡Que rayos haces enano!?
Pues… Tengo frio “pone rostro inocente”.
No está muy acostumbrado a recibir abrazos de gente con tamaño similar o menor por obvias razones, los mocosos suelen ser bastante cuidadosos al momento de mostrar una debilidad a sus semejantes.
Vale, pero si le dices a alguien te mueres.
Dice a medida que corresponde el gesto por motivos de supervivencia, el calor puede compartirse y volverse más fuerte de esta forma. Su velocidad disminuye pero al menos ya no se sienten tan mal.
De entre la ventisca sale un personaje conocido que ha visto mejores días, el arquero misterioso sin duda bajo de mala manera la montaña. Pese a sus limitantes se las arregla para intentar interrogar a los mocosos acerca de Niniel y como no consigue información sigue de largo.
Maquiavelo se encoje de hombros, camina dos pasos y luego siente cierto remordimiento por el sujeto. De continuar así terminara cayéndose por el otro lado de la montaña o decorando la cueva invernal de algo feo.
A por el Canel.
El niño brujo acata la orden y sale como un rayo, eventualmente se encarama de una forma bastante hábil hasta la cabeza del tonto frijol. La escena se asemeja a la de cualquier padre cargando a su hijo para que vea algo entre una multitud.
Tus ojos están mal pero yo puedo ser tu guía, soy bueno haciéndolo “sonríe con todos los dientes”.
Maquiavelo suspira, era más fácil tomarle de la mano aunque es culpa suya por no especificar. En ese momento de pausa otro elemento se revela por entre la cortina de nieve, cierta estructura cubierta.
Chico del tambor, por aquí.
Desiste de seguir las voces del grupo grande y avanza hasta el refugio techado, solo necesita una fogata y será como cualquier mansión noble de campo. La piedra se enfría rápido pero retiene buen calor si hay llamas de por medio.
Antes de tocar puerto enciende una de sus bolsitas explosivas, retira cierto ingrediente por lo que en vez de explotar ahora solo destella colores brillantes en la oscuridad sirviendo de guía para todos los sobrevivientes.
Llega primero que el dúo… gracias a los dioses pues adentro se encuentra una escena no apta para Canel. Asoma la cabeza viendo de inmediato como dos chicas desnudas superan el límite social del pudor.
Aquel genio termina pegado de la entrada con los ojos como platos y una expresión imprecisa en su rostro, no sabe bien lo que vio aunque está completamente seguro de que lo recordara muuucho tiempo.
Saca su esferita metálica y golpea de manera sonora la piedra para que el par de mujeres sepan que otros elementos están por llegar, algunas cosas deben quedarse… “a puerta cerrada” por obvias razones.
O miren… una cueva “finge sorpresa de manera pésima” CREO QUE VOY A ENTRAR PARA REFUGIARME.
- Off:
- Chimar usa su habilidad de Lvl 8 (Polvos explosivos avanzados)
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Re: Dead Money [Libre] (4/4) [Cerrado]
En el interior de aquella extraña estructura, momentáneamente a salvo del frío y de la oscuridad casi total del exterior; solo rota por los reflejos tenues de Isil sobre la blanca nieve, ambas jóvenes lograron por fin tener un reparador momento de alivio. Sus ropas no tardaron en secarse al fuego y sus cuerpos recuperaron pronto toda la sensibilidad perdida durante su pequeña odisea norteña, logrando incluso que ambas compartiesen escuetas sonrisas cómplices al comenzar a ver como sus opciones de sobrevivir aumentaban. Un atisbo de esperanza al que aferrarse en medio de tanta pérdida y desolación.
-Si no nos alejamos mucho de este refugio podría ser nuestro punto de referencia para intentar recuperar algo de los restos del convoy. Quizá incluso encontremos a alguien vivo.- Comentó la peliblanca comenzando a moverse bajo las escasa ropas que las cubrían, dispuesta a comenzar a vestirse. Algo que no gustó a una muy cómoda Catherine, que trato de evitar que su hermana se moviera.
-Aquí estamos bien, si hay alguién más seguro que nos encuentra. Al fin y al cabo no creo que haya muchas de estas cosas por aquí.- Respondió refiriéndose a aquel improvisado refugio que tan buen servicio les había prestado. -Si te mueves volveré a tener frío. Esta piel es muy fina y sensible...-Añadió en tono de protesta.
-No podemos quedarnos aquí indefinidamente. La poción de fuego no durará mucho más, ni tampoco las raciones. Tenemos que actuar mientras aún podamos.- Convino la ahora felina Níniel, separándose de la pelirroja y comenzando a vestirse, apagando a intervalos sus llamas. Por suerte su "yo" peluda usaba la misma talla que su "yo" elfa. No le gustaría enfrentarse al desafío de tener que embutirse en las ajustadas ropas de Catherine, y menos casi totalmente a oscuras.
-Tener cola es...complicado...¿Cómo voy a estar cómoda con algo así ahí? Me molesta.-Aquella parte de su nueva anatomía era la que peor llevaba.
-Por eso toda mi ropa es por encargo...Aunque siendo elfa solo me sirve para tener un agujero por el que entra el aire...Deberíamos cambiar la ropa...Pero dudo que quepas en la mía si yo ya voy como si llevara uno de tus vestidos...Incluso como mujer-bestia tienes que ir presumiendo de delantera. Que injusto.- Níniel volvió a agradecer no poder sonrojarse en aquel cuerpo.
-Deja de decir esas cosas. Son normales y...¿Bio?- Interrumpió su propia frase al sentir un escalofrío recorrer su cuerpo y la familiar voz del pelinegro. A su lado Catherine parecía haberlo sentido también, y dado que no estaba nada acostumbrada a sentir magia el efecto fue aún mayor que en ella. -¿Lo has oído? No más aún, lo he sentido...Vuelvo a sentir el éter...-
-Sí...ha sido como si me acariciaran el lomo con papel de lija...¿Que demonios...? Un momento ¿Bio? Ese vampiro tarado?-Hizo una mueca.-Uh, creo que, he comido algo en mal estado. No, me siento...bien.-
Mientras hablaba la magia que las había hecho cambiar comenzó a revertirse. No podía describirse como algo agradable que tus garras se conviertan en manos y que partes de ti desaparezcan, y sin duda que el proceso inverso tampoco debía de ser plato de buen gusto. No es que doliera sino que era...muy raro. Al menos cuando el proceso terminó ambas volvían a ser las de siempre. Una nunca echaba de menos su cuerpo hasta que éste cambiaba drásticamente.
-Vuelvo a ser yo...Parece que lo que sea que ha pasado solo era temporal...Que alivio.- Suspiró la elfa creando un orbe de luz que iluminaba y calentaba el lugar, aprovechando para colocarse bien su ropa interior ya sin las molestias de una larga cola. -Mucho mejor...-Añadió, sin ganas de ahondar en aquel misterio en aquel momento; bastantes problemas tenían ya. Claro que con su magia de vuelta sus posibilidades acababan de aumentar exponencialmente.
Tan exultantes estaban por haber vuelto a la normalidad, comprobando ambas que todo estuviera en su sitio, que por un momento olvidaron haber sentido la voz de Bio proyectada con esa magia suya que le producía escalofríos a la sacerdotisa. Poca o ninguna prisa mostraron por terminar de vestirse ante lo que era una evidente señal de la cercanía de, al menos, una persona hasta allí. Algo que enseguida demostró ser un olvido y un error garrafal. La emoción del momento iba a pasarles factura.
-Mi pelaje, mi cálido, brillante y suave pelaje...cuanto te he echado de menos. Y mis orejas...- Pronunciaba la pelirroja cuando su agudo oído la permitió captar a Chimar en la entrada, siendo consciente de que, si bién a Níniel solo la habría visto de refilón y al menos con algo de ropa, a ella sí la había visto al completo. -Chimar...Ese enano pervertido...- Masculló acercándose como una exhalación a la puerta y asegurándose de cerrarla todo lo posible.
-Nín, ya no estamos solas, vístete.- Instó a su hermana, que entendiendo la situación se apresuró a vestirse, roja hasta la punta misma de sus largas orejas. Y es que por mucho que se alegrara de que Chimar estuviese vivo, no era la primera vez que la veía en circunstancias comprometidas. El inventor tenía una especie de don para estar presente cada vez que la peliblanca requería un cambio de ropa de emergencia. Menos mal que solo era un niño.
-No has visto nada...¿estamos?.- Convino la felina con evidente tono de amenaza a través de la puerta metálica. -Sí, eso mismo...acabas de llegar.-Aceptó a pesar de la pésima actuación del genio, el cual no parecía estar solo. -¿Quién más viene contigo?- Quiso saber por si tenía que silenciar a alguien más. Podía escuchar pasos pesados sobre la nieve, alguien cargando a otro niño a espaldas. -Canel y...-
-Ya estoy Cath. Rápido, es tu turno.- Interrumpió la elfa tomando su lugar en la puerta para que la felina pudiera vestirse. No es que no confiara en Chimar pero...Era un chico demasiado curioso.
-Yo...Me alegro mucho que estés bien, Chim. ¿Hay más supervivientes? ¿Dónde está Bio? Pensábamos que éramos las únicas.- Habló a través de la puerta cerrada y tratando evidentemente de no mencionar nada sobre lo que había presenciado, intentando ocultar la vergüenza que sentía. -Ahora mismo os dejo pasar...- Hizo saber. Abriendo la puerta cuando su hermana estuvo ya presentable. Aunque la mirada asesina que le lanzó al inventor helaba la sangre casi tanto como los vientos de fuera.
Gracias a la magia de luz y a la de fuego el interior se mantenía a una temperatura fresca pero agradable en comparación con la del exterior. El lugar no era excesivamente amplio, aunque había sitio de sobra para que al menos una decena de personas pudieran refugiarse allí sin estar más apretados de lo que hubiesen estado en los carros. Por desgracia el lugar estaba totalmente desprovisto de mobiliario u objetos de utilidad, por lo que solo podrían contar con lo que llevasen encima o lo que transportaran hasta allí.
-Así que Wilfo siempre fue Bio...Podrías habérmelo dicho. Podrías haber muerto y ni siquiera hubiese sabido que había perdido a un amigo en el alud.- Riñó al vampiro pelinegro tras las aclaraciones iniciales pertinentes, aunque se notaba que se alegraba de contar con otra cara amiga en aquella situación extrema. -De hecho podrías haber usado tus habilidades contra esas cosas...¿A qué viene tanto misterio?- Quiso saber.
A espaldas de Níniel, cerca de donde ambas jóvenes se habían dado calor la una a la otra. Una pequeña barra verde situada en un pequeño panel luminoso casi totalmente oculto por una capa de hielo y suciedad se había estado llenando. Si alguien lograba percatarse de su existencia notaría que dos de sus barras estabas llenas para cuando Chimar y los demás llegaron. Con la entrada del inventor una tercera barra se llenó, y con la de Bio y Canel el total era de cinco llenas, restando sólo una sexta aún en rojo. Barra que se llenaría cuando Al´theas hizo acto de presencia.
Cuando los seis estuvieron dentro, el suelo de aquel refugio comenzaría a sacudirse y a chirriar mecánicamente, algo que duró unos segundos. Tras aquello todo temblor y ruido cesó, y, cuando parecía que nada más iba a pasar, los expedicionarios verían cómo el techo se alejaba a la par que ellos descendían junto al suelo, como si estuvieran sobre la plataforma de un montacargas.
Durante un par de minutos aquella plataforma no se detuvo, bajando más y más solo acompañados por una serie de mortecinas luces anaranjadas que parecían dispuestas cada ciertos metros. ¿Cuánto habían descendido para cuando lo hizo? Resultaba difícil de saber aunque la elfa había contado trece luces. Finalmente ante ellos tenían un gran puerta metálica cerrada con seis paneles, tres a cada lado, en sus pantallas en la lengua de la tierra indicaba "A la espera de operario autorizado". Sobre la puerta podía leerse "B-1 Generador principal" también en la lengua de la tierra. Justo al lado contrario a la puerta había un túnel, con paredes del mismo material que el refugió superior así como de metal. Paralelo a él avanzaban varios tubos de diferentes diámetros y colores. Dicho túnel daba, andadas unas decenas de metros, a una especie de plaza circular de la que salían a su vez seis posibles rutas, marcadas como: B1-A Almacén de suministros; B1-B Generadores auxiliares; B1-C Barracones; B1-D Zona común; B1-E Arsenal; B1-F Control ambiental. Cada una de las rutas se hallaba tras una puerta. Aunque parecía que los mecanismos de todas ellas no funcionaban, salvo la de de B1-B.
No obstante, tras esa puerta, una nube de ese venenoso gas rojizo les impediría avanzar. ¿O no?
-Si no nos alejamos mucho de este refugio podría ser nuestro punto de referencia para intentar recuperar algo de los restos del convoy. Quizá incluso encontremos a alguien vivo.- Comentó la peliblanca comenzando a moverse bajo las escasa ropas que las cubrían, dispuesta a comenzar a vestirse. Algo que no gustó a una muy cómoda Catherine, que trato de evitar que su hermana se moviera.
-Aquí estamos bien, si hay alguién más seguro que nos encuentra. Al fin y al cabo no creo que haya muchas de estas cosas por aquí.- Respondió refiriéndose a aquel improvisado refugio que tan buen servicio les había prestado. -Si te mueves volveré a tener frío. Esta piel es muy fina y sensible...-Añadió en tono de protesta.
-No podemos quedarnos aquí indefinidamente. La poción de fuego no durará mucho más, ni tampoco las raciones. Tenemos que actuar mientras aún podamos.- Convino la ahora felina Níniel, separándose de la pelirroja y comenzando a vestirse, apagando a intervalos sus llamas. Por suerte su "yo" peluda usaba la misma talla que su "yo" elfa. No le gustaría enfrentarse al desafío de tener que embutirse en las ajustadas ropas de Catherine, y menos casi totalmente a oscuras.
-Tener cola es...complicado...¿Cómo voy a estar cómoda con algo así ahí? Me molesta.-Aquella parte de su nueva anatomía era la que peor llevaba.
-Por eso toda mi ropa es por encargo...Aunque siendo elfa solo me sirve para tener un agujero por el que entra el aire...Deberíamos cambiar la ropa...Pero dudo que quepas en la mía si yo ya voy como si llevara uno de tus vestidos...Incluso como mujer-bestia tienes que ir presumiendo de delantera. Que injusto.- Níniel volvió a agradecer no poder sonrojarse en aquel cuerpo.
-Deja de decir esas cosas. Son normales y...¿Bio?- Interrumpió su propia frase al sentir un escalofrío recorrer su cuerpo y la familiar voz del pelinegro. A su lado Catherine parecía haberlo sentido también, y dado que no estaba nada acostumbrada a sentir magia el efecto fue aún mayor que en ella. -¿Lo has oído? No más aún, lo he sentido...Vuelvo a sentir el éter...-
-Sí...ha sido como si me acariciaran el lomo con papel de lija...¿Que demonios...? Un momento ¿Bio? Ese vampiro tarado?-Hizo una mueca.-Uh, creo que, he comido algo en mal estado. No, me siento...bien.-
Mientras hablaba la magia que las había hecho cambiar comenzó a revertirse. No podía describirse como algo agradable que tus garras se conviertan en manos y que partes de ti desaparezcan, y sin duda que el proceso inverso tampoco debía de ser plato de buen gusto. No es que doliera sino que era...muy raro. Al menos cuando el proceso terminó ambas volvían a ser las de siempre. Una nunca echaba de menos su cuerpo hasta que éste cambiaba drásticamente.
-Vuelvo a ser yo...Parece que lo que sea que ha pasado solo era temporal...Que alivio.- Suspiró la elfa creando un orbe de luz que iluminaba y calentaba el lugar, aprovechando para colocarse bien su ropa interior ya sin las molestias de una larga cola. -Mucho mejor...-Añadió, sin ganas de ahondar en aquel misterio en aquel momento; bastantes problemas tenían ya. Claro que con su magia de vuelta sus posibilidades acababan de aumentar exponencialmente.
Tan exultantes estaban por haber vuelto a la normalidad, comprobando ambas que todo estuviera en su sitio, que por un momento olvidaron haber sentido la voz de Bio proyectada con esa magia suya que le producía escalofríos a la sacerdotisa. Poca o ninguna prisa mostraron por terminar de vestirse ante lo que era una evidente señal de la cercanía de, al menos, una persona hasta allí. Algo que enseguida demostró ser un olvido y un error garrafal. La emoción del momento iba a pasarles factura.
-Mi pelaje, mi cálido, brillante y suave pelaje...cuanto te he echado de menos. Y mis orejas...- Pronunciaba la pelirroja cuando su agudo oído la permitió captar a Chimar en la entrada, siendo consciente de que, si bién a Níniel solo la habría visto de refilón y al menos con algo de ropa, a ella sí la había visto al completo. -Chimar...Ese enano pervertido...- Masculló acercándose como una exhalación a la puerta y asegurándose de cerrarla todo lo posible.
-Nín, ya no estamos solas, vístete.- Instó a su hermana, que entendiendo la situación se apresuró a vestirse, roja hasta la punta misma de sus largas orejas. Y es que por mucho que se alegrara de que Chimar estuviese vivo, no era la primera vez que la veía en circunstancias comprometidas. El inventor tenía una especie de don para estar presente cada vez que la peliblanca requería un cambio de ropa de emergencia. Menos mal que solo era un niño.
-No has visto nada...¿estamos?.- Convino la felina con evidente tono de amenaza a través de la puerta metálica. -Sí, eso mismo...acabas de llegar.-Aceptó a pesar de la pésima actuación del genio, el cual no parecía estar solo. -¿Quién más viene contigo?- Quiso saber por si tenía que silenciar a alguien más. Podía escuchar pasos pesados sobre la nieve, alguien cargando a otro niño a espaldas. -Canel y...-
-Ya estoy Cath. Rápido, es tu turno.- Interrumpió la elfa tomando su lugar en la puerta para que la felina pudiera vestirse. No es que no confiara en Chimar pero...Era un chico demasiado curioso.
-Yo...Me alegro mucho que estés bien, Chim. ¿Hay más supervivientes? ¿Dónde está Bio? Pensábamos que éramos las únicas.- Habló a través de la puerta cerrada y tratando evidentemente de no mencionar nada sobre lo que había presenciado, intentando ocultar la vergüenza que sentía. -Ahora mismo os dejo pasar...- Hizo saber. Abriendo la puerta cuando su hermana estuvo ya presentable. Aunque la mirada asesina que le lanzó al inventor helaba la sangre casi tanto como los vientos de fuera.
Gracias a la magia de luz y a la de fuego el interior se mantenía a una temperatura fresca pero agradable en comparación con la del exterior. El lugar no era excesivamente amplio, aunque había sitio de sobra para que al menos una decena de personas pudieran refugiarse allí sin estar más apretados de lo que hubiesen estado en los carros. Por desgracia el lugar estaba totalmente desprovisto de mobiliario u objetos de utilidad, por lo que solo podrían contar con lo que llevasen encima o lo que transportaran hasta allí.
-Así que Wilfo siempre fue Bio...Podrías habérmelo dicho. Podrías haber muerto y ni siquiera hubiese sabido que había perdido a un amigo en el alud.- Riñó al vampiro pelinegro tras las aclaraciones iniciales pertinentes, aunque se notaba que se alegraba de contar con otra cara amiga en aquella situación extrema. -De hecho podrías haber usado tus habilidades contra esas cosas...¿A qué viene tanto misterio?- Quiso saber.
A espaldas de Níniel, cerca de donde ambas jóvenes se habían dado calor la una a la otra. Una pequeña barra verde situada en un pequeño panel luminoso casi totalmente oculto por una capa de hielo y suciedad se había estado llenando. Si alguien lograba percatarse de su existencia notaría que dos de sus barras estabas llenas para cuando Chimar y los demás llegaron. Con la entrada del inventor una tercera barra se llenó, y con la de Bio y Canel el total era de cinco llenas, restando sólo una sexta aún en rojo. Barra que se llenaría cuando Al´theas hizo acto de presencia.
Cuando los seis estuvieron dentro, el suelo de aquel refugio comenzaría a sacudirse y a chirriar mecánicamente, algo que duró unos segundos. Tras aquello todo temblor y ruido cesó, y, cuando parecía que nada más iba a pasar, los expedicionarios verían cómo el techo se alejaba a la par que ellos descendían junto al suelo, como si estuvieran sobre la plataforma de un montacargas.
Durante un par de minutos aquella plataforma no se detuvo, bajando más y más solo acompañados por una serie de mortecinas luces anaranjadas que parecían dispuestas cada ciertos metros. ¿Cuánto habían descendido para cuando lo hizo? Resultaba difícil de saber aunque la elfa había contado trece luces. Finalmente ante ellos tenían un gran puerta metálica cerrada con seis paneles, tres a cada lado, en sus pantallas en la lengua de la tierra indicaba "A la espera de operario autorizado". Sobre la puerta podía leerse "B-1 Generador principal" también en la lengua de la tierra. Justo al lado contrario a la puerta había un túnel, con paredes del mismo material que el refugió superior así como de metal. Paralelo a él avanzaban varios tubos de diferentes diámetros y colores. Dicho túnel daba, andadas unas decenas de metros, a una especie de plaza circular de la que salían a su vez seis posibles rutas, marcadas como: B1-A Almacén de suministros; B1-B Generadores auxiliares; B1-C Barracones; B1-D Zona común; B1-E Arsenal; B1-F Control ambiental. Cada una de las rutas se hallaba tras una puerta. Aunque parecía que los mecanismos de todas ellas no funcionaban, salvo la de de B1-B.
No obstante, tras esa puerta, una nube de ese venenoso gas rojizo les impediría avanzar. ¿O no?
Última edición por Níniel Thenidiel el Lun Oct 08 2018, 18:04, editado 1 vez
Níniel Thenidiel
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