Camino a Baslodia y otras mentiras. { Libre 3/3 }
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Re: Camino a Baslodia y otras mentiras. { Libre 3/3 }
-¡Idiota!-Dijo alzando un poco más la voz para llamar la atención del médico pero lo suficientemente baja para no alertar a la pelirosa.-¡Siempre intentas buscarle la puntilla a todo!-Dijo tras las palabras del médico sobre la seguridad de la propia bruja-¡Si digo que aquí estoy mejor, pues lo estoy y punto!
La rubia levantó solo su rodilla derecha, aún sentada en el suelo, para apoyar todo su peso ahí con ambos brazos. Miró de reojo a Merié y se le dibujó una mueca de risa en sus labios, al mismo tiempo que observaba cómo el rubiales no aguantaba dichas manifestaciones de una bebida feliz
-Ese es el sonido más armónico del mundo, justo lo que pasa tras una buena noche de taberna-Bromeó
Todos los vasos que había tomado Helena no eran nada para sus memorables "noches de taberna". El alcohol le había subido un poco hasta el punto de ponerla "feliz" y "alegre", pero para nada estaba fuera de sí o siquiera borracha. Tenía los colores subidos debido a la calefacción, el alcohol y el contraste con el frío de afuera, pero poco más. De vez en cuando, los párpados le vencían, pero no dejaba de mirar a Go'el y cómo rebuscaba algo entre sus cosas.
-¿Qué estás buscando?-No obtuvo respuesta, el galeno siguió a lo suyo. Sacó unas hierbas y empezó a partirles las hojas, de pronto, un olor a menta inundó la habitación, ¿Por qué haría eso? ¿Acaso le olían los pies... O a Merié?
La bruja no dijo palabra, sino que quedó encandilada y observante ante el empeño que el dragón le ponía a esa tarea. Ahora mezclaba algunas de esas hojas partidas con algo, no sabía muy bien qué era, ¿Le ayudará a dormir hace todo eso? Un poco extraño, pero así era Go'el... "Extraño". No era un mal tipo, aunque iba bastante a su rollo.
Acto seguido, se dirigió a la cama donde dormía la pelirosa.
-...¿Qué pretendes?-Dijo de nuevo sin la suerte de obtener ninguna respuesta.
Como sorpresa y acción que pilló totalmente desprevenida a Helena, el rubio metió las manos en la sábanas y empezó a toquetear a Merié. Como reacción, la Rhodes se puso de rodillas al instante y los colores empezaron le empezaron a subir, a la vez que se alteraró un poco
-¡N-no la manosees, pervertido!
Tras unos segundos, el galeno acabó su tarea y volvió a su posición, lugar que ahora ocupaba parcialmente la rubia, que se echó unos centímetros atrás para que el dragón quedase frente a frente con ella. Helena seguía de rodillas, intercambiando su mirada entre Go'el y la cama de Merié.
-N-no sé que has hecho... ¡Y no quiero saberlo!
Finalmente, el sueño pudo vencer a la bruja del todo. Una vez sus parpados se cerraron, no se abrieron hasta los primeros rayos de luz matinales y el cantar de las aves del lugar. La Rhodes abrió los ojos y vio cómo Go'el y Merié seguían dormidos. Con mucho cuidado, se acercó a la puerta y la abrió para poder salir al exterior, necesitaba estirar las piernas y articulaciones después de haber pasado varias horas en una postura tan incómoda.
El paisaje exterior se había convertido en un hermoso manto blanco que todo lo cubría. Hacía bastante frío, por lo que la bruja tuvo que pegar un par de respingos y frotar sus brazos con las manos. Con cada espiración, un vaho intenso le salía por sus fosas respiratorias. Fue hasta lo que anoche era una fogata y donde se habían reunido, puso sus brazos en jarras y observó su alrededor para asegurarse de que no había nadie, en efecto; nada. Calma, tranquilidad, paz... Un paisaje invernal y apacible, sin duda todo lo contrario a lo que seguramente le esperaba en Ciudad Lagarto.
Se cruzó de brazos y centró su atención en los dos caballos que Go'el y Gali traían consigo, entonces, una idea se le vino a la mente. Miró a los carros de la caravana, asegurándose de nuevo de que nadie la observaba, tras eso, volvió a mirar a los equinos y se acercó a ellos con una media sonrisa en el rostro. Justo cuando los tenía enfrente, se detuvo y acarició a uno de ellos para que este se calmara.
Tras eso, se subió encima de la montura y puso rumbo hacia Ciudad Lagarto, prefería ir sola, llegaría más rápida. Esperaba que el rubiales no se lo tomara como algo personal, después de todo, lo vería en la ciudad cuando llegase.
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Off: Y hasta aquí mi participación en el tema ^^ (No me tengas en cuenta el hurto, rubiote =P)
La rubia levantó solo su rodilla derecha, aún sentada en el suelo, para apoyar todo su peso ahí con ambos brazos. Miró de reojo a Merié y se le dibujó una mueca de risa en sus labios, al mismo tiempo que observaba cómo el rubiales no aguantaba dichas manifestaciones de una bebida feliz
-Ese es el sonido más armónico del mundo, justo lo que pasa tras una buena noche de taberna-Bromeó
Todos los vasos que había tomado Helena no eran nada para sus memorables "noches de taberna". El alcohol le había subido un poco hasta el punto de ponerla "feliz" y "alegre", pero para nada estaba fuera de sí o siquiera borracha. Tenía los colores subidos debido a la calefacción, el alcohol y el contraste con el frío de afuera, pero poco más. De vez en cuando, los párpados le vencían, pero no dejaba de mirar a Go'el y cómo rebuscaba algo entre sus cosas.
-¿Qué estás buscando?-No obtuvo respuesta, el galeno siguió a lo suyo. Sacó unas hierbas y empezó a partirles las hojas, de pronto, un olor a menta inundó la habitación, ¿Por qué haría eso? ¿Acaso le olían los pies... O a Merié?
La bruja no dijo palabra, sino que quedó encandilada y observante ante el empeño que el dragón le ponía a esa tarea. Ahora mezclaba algunas de esas hojas partidas con algo, no sabía muy bien qué era, ¿Le ayudará a dormir hace todo eso? Un poco extraño, pero así era Go'el... "Extraño". No era un mal tipo, aunque iba bastante a su rollo.
Acto seguido, se dirigió a la cama donde dormía la pelirosa.
-...¿Qué pretendes?-Dijo de nuevo sin la suerte de obtener ninguna respuesta.
Como sorpresa y acción que pilló totalmente desprevenida a Helena, el rubio metió las manos en la sábanas y empezó a toquetear a Merié. Como reacción, la Rhodes se puso de rodillas al instante y los colores empezaron le empezaron a subir, a la vez que se alteraró un poco
-¡N-no la manosees, pervertido!
Tras unos segundos, el galeno acabó su tarea y volvió a su posición, lugar que ahora ocupaba parcialmente la rubia, que se echó unos centímetros atrás para que el dragón quedase frente a frente con ella. Helena seguía de rodillas, intercambiando su mirada entre Go'el y la cama de Merié.
-N-no sé que has hecho... ¡Y no quiero saberlo!
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Finalmente, el sueño pudo vencer a la bruja del todo. Una vez sus parpados se cerraron, no se abrieron hasta los primeros rayos de luz matinales y el cantar de las aves del lugar. La Rhodes abrió los ojos y vio cómo Go'el y Merié seguían dormidos. Con mucho cuidado, se acercó a la puerta y la abrió para poder salir al exterior, necesitaba estirar las piernas y articulaciones después de haber pasado varias horas en una postura tan incómoda.
El paisaje exterior se había convertido en un hermoso manto blanco que todo lo cubría. Hacía bastante frío, por lo que la bruja tuvo que pegar un par de respingos y frotar sus brazos con las manos. Con cada espiración, un vaho intenso le salía por sus fosas respiratorias. Fue hasta lo que anoche era una fogata y donde se habían reunido, puso sus brazos en jarras y observó su alrededor para asegurarse de que no había nadie, en efecto; nada. Calma, tranquilidad, paz... Un paisaje invernal y apacible, sin duda todo lo contrario a lo que seguramente le esperaba en Ciudad Lagarto.
Se cruzó de brazos y centró su atención en los dos caballos que Go'el y Gali traían consigo, entonces, una idea se le vino a la mente. Miró a los carros de la caravana, asegurándose de nuevo de que nadie la observaba, tras eso, volvió a mirar a los equinos y se acercó a ellos con una media sonrisa en el rostro. Justo cuando los tenía enfrente, se detuvo y acarició a uno de ellos para que este se calmara.
Tras eso, se subió encima de la montura y puso rumbo hacia Ciudad Lagarto, prefería ir sola, llegaría más rápida. Esperaba que el rubiales no se lo tomara como algo personal, después de todo, lo vería en la ciudad cuando llegase.
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Off: Y hasta aquí mi participación en el tema ^^ (No me tengas en cuenta el hurto, rubiote =P)
Helena Rhodes
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Re: Camino a Baslodia y otras mentiras. { Libre 3/3 }
Frío, y después calor, y luego otra vez frío. Eso es lo que sentí aquella noche. Respiraciones profundas pero ni un ronquido más. En mis sueños, Go’el era un compañero de la universidad con el que había quedado para tomar café. Qué raro el mundo de lo sueños, que tiende a mezclar tu vida indiferentemente del mundo, realidad o universo en el que te encuentres. Total, que no sé por qué, acabábamos en la cama desnudos; Sí, desnudos, pero muy alejado de lo que pensáis, queridos lectores, me tocó los pechos pero no en un sentido erótico, sino que… A ver cómo lo explico. Me aplicaba vicksk vaporub, un bote perfectamente verde con aquel mejunje blanco, y me lo untaba por el pecho como si fuera una tostada.
Joder, un sueño tan real que casi podía oler la menta.
Me desperté con esa sensación, oliendo a mentol fresco como en un anuncio de champú. Tardaron lo que me parecieron años en despegarse las pestañas unas de otras, con la boca como un zapato a causa de la deshidratación por el alcohol. Chasqué la lengua un par de veces antes de girarme sobre mi misma y advertir la figura de Helena saliendo de la caravana.
¿Ya estaría el desayuno hecho?
Mis ojos rodaron por el habitáculo hasta encontrar al rubio hecho un ovillo junto a la estufa ya casi apagada. ¿Qué hacía ahí? Fruncí el ceño exageradamente y me llevé una mano a la cabeza, la resaca acechaba. El frío atizó con agresividad mis brazos desnudos, lo que me hizo darme cuenta de que… ¿Y mi ropa?
Demasiadas preguntas en muy poco tiempo. Mis manos palparon las enaguas de mi camisola, que seguían ahí, y suspiré aliviada, como si aquel hombre me fuese a tocar, a mi, sí, claro, como en el sueño. Ay Merié… Negué con la cabeza un par de veces y bajé los pies al suelo, literal y metafóricamente. Mis dedos bailaron suavemente sobre la madera antes de obligar a mi cuerpo a erguirme con pesadumbre sobre mis piernas. Me miré el vendaje de la mano, ¿Qué había pasado esa noche?
Intenté no hacer ruido al ponerme de nuevo la ropa que estaba perfectamente ordenada, primero la falda, luego el refajo, el jersey de lana color mostaza y luego la manta a modo de poncho cruzada en el pecho y atado a la cintura por una pequeña cartera con cinturón. De espaldas a la puerta, pero sin quitarle la vista de vez en cuando al rubio, terminé de vestirme y me calcé los botines. Cogí una de las mantas de mi cama, que aún estaba calentita y curiosamente olía exageradamente a menta, y la tendí sobre Go’el antes de pasar por encima de él remangándome las enaguas.
Fuera, Drae fue el primero en despertarse, seguramente por su sobriedad aquella misma noche. Había roto la placa de hielo que cubría el cubo del agua de los caballos y se sentó frente a la hoguera apagada por la nieve. El manto que cubría el suelo no era muy grueso, a penas cubría la hierba del suelo, pero el cielo estaba totalmente encapotado por nubes negras. Tras un resoplido se dispuso a seleccionar aquellos troncos que no estaban demasiado húmedos, despuésse adentró en uno de los matorrales más cercanos en busca de ramitas. El relinche de un caballo en la lejanía lo alertó, con los brazos llenos de ramas y hojas para prender el fuego para el desayuno, corrió hundiendo los pies en la nieve. Cuando llegó ya era demasiado tarde. Contó una, dos veces, pero los números eran claros. Faltaba un caballo, por suerte, no uno de los suyos.
Suspiró aliviado en cierta manera, y ante la imposibilidad de hacer nada, se dispuso a prender una pequeña hoguera al lado de la anterior.
Cuando yo salí de la caravana, mis ojos tardaron en acomodarse al blanco impoluto de la nieve, y todos mis males parecieron disiparse al ver aquel manto blanco. Drae ya estaba sirviendo los huevos encima de una apetecible cuna de salchichas y puré de patata. ¡Dios salve a la reina! Pensé al ver tal desayuno continental, y salivé.
-Hmm….Qué buena pinta tiene.
Drae alzó la vista de la parrilla para mirarme y dedicarme una sonrisa. Conté los cuencos encima de la mesa, cinco. Fruncí el ceño, sentándome en la silla frente a él al otro lado de la mesa.
-¿Cómo te encuentras?
Me preguntó alcanzándome uno de los cuencos.
-Después de comerme esto estaré mucho mejor. Y agua, necesitaré mucha…
Antes de poder terminar la frase, llenó el vaso que había colocado frente a mi. Qué servicial…. Qué raro. Entrecerré los ojos, sospechosa.
-¿Por qué hay solo cinco cuencos? ¿Ya has desayunado?
Negó con la cabeza volviéndose a sentar en la silla y tomando uno de los cuencos con ambas manos.
-Helena, se fue con uno de los caballos de Go’el y Gali.
Me encogí de hombros, algo dolida, porque podría haberse despedido, no le hubiera costado nada y hubiera sido un gesto muy bonito de su parte. Pero irse, y encima robar.
-¿Por qué hueles a menta?
Me olí la ropa instintivamente, y sí, olía a menta fresca. Mi cara se tornó en todo un gesto de incomprensión. Pero Trae me sacó rápidamente de mi ensimismamiento cuando sigiloso como un gato me tocó un hombro por detrás.
-Me gusta el nuevo perfume que te has comprado. Hueles a bruja, eso nos dará credibilidad.
Obvié su comentario y arranqué un chusco de pan de la hogaza que había encima de la mesa para empezar a comer. Pero qué bien me estaba sentando.
-Uf, necesitaba B12 en el cuerpo ya. -Comenté en voz alta sin darme cuenta de que nadie entendería nada.
Joder, un sueño tan real que casi podía oler la menta.
Me desperté con esa sensación, oliendo a mentol fresco como en un anuncio de champú. Tardaron lo que me parecieron años en despegarse las pestañas unas de otras, con la boca como un zapato a causa de la deshidratación por el alcohol. Chasqué la lengua un par de veces antes de girarme sobre mi misma y advertir la figura de Helena saliendo de la caravana.
¿Ya estaría el desayuno hecho?
Mis ojos rodaron por el habitáculo hasta encontrar al rubio hecho un ovillo junto a la estufa ya casi apagada. ¿Qué hacía ahí? Fruncí el ceño exageradamente y me llevé una mano a la cabeza, la resaca acechaba. El frío atizó con agresividad mis brazos desnudos, lo que me hizo darme cuenta de que… ¿Y mi ropa?
Demasiadas preguntas en muy poco tiempo. Mis manos palparon las enaguas de mi camisola, que seguían ahí, y suspiré aliviada, como si aquel hombre me fuese a tocar, a mi, sí, claro, como en el sueño. Ay Merié… Negué con la cabeza un par de veces y bajé los pies al suelo, literal y metafóricamente. Mis dedos bailaron suavemente sobre la madera antes de obligar a mi cuerpo a erguirme con pesadumbre sobre mis piernas. Me miré el vendaje de la mano, ¿Qué había pasado esa noche?
Intenté no hacer ruido al ponerme de nuevo la ropa que estaba perfectamente ordenada, primero la falda, luego el refajo, el jersey de lana color mostaza y luego la manta a modo de poncho cruzada en el pecho y atado a la cintura por una pequeña cartera con cinturón. De espaldas a la puerta, pero sin quitarle la vista de vez en cuando al rubio, terminé de vestirme y me calcé los botines. Cogí una de las mantas de mi cama, que aún estaba calentita y curiosamente olía exageradamente a menta, y la tendí sobre Go’el antes de pasar por encima de él remangándome las enaguas.
Fuera, Drae fue el primero en despertarse, seguramente por su sobriedad aquella misma noche. Había roto la placa de hielo que cubría el cubo del agua de los caballos y se sentó frente a la hoguera apagada por la nieve. El manto que cubría el suelo no era muy grueso, a penas cubría la hierba del suelo, pero el cielo estaba totalmente encapotado por nubes negras. Tras un resoplido se dispuso a seleccionar aquellos troncos que no estaban demasiado húmedos, despuésse adentró en uno de los matorrales más cercanos en busca de ramitas. El relinche de un caballo en la lejanía lo alertó, con los brazos llenos de ramas y hojas para prender el fuego para el desayuno, corrió hundiendo los pies en la nieve. Cuando llegó ya era demasiado tarde. Contó una, dos veces, pero los números eran claros. Faltaba un caballo, por suerte, no uno de los suyos.
Suspiró aliviado en cierta manera, y ante la imposibilidad de hacer nada, se dispuso a prender una pequeña hoguera al lado de la anterior.
Cuando yo salí de la caravana, mis ojos tardaron en acomodarse al blanco impoluto de la nieve, y todos mis males parecieron disiparse al ver aquel manto blanco. Drae ya estaba sirviendo los huevos encima de una apetecible cuna de salchichas y puré de patata. ¡Dios salve a la reina! Pensé al ver tal desayuno continental, y salivé.
-Hmm….Qué buena pinta tiene.
Drae alzó la vista de la parrilla para mirarme y dedicarme una sonrisa. Conté los cuencos encima de la mesa, cinco. Fruncí el ceño, sentándome en la silla frente a él al otro lado de la mesa.
-¿Cómo te encuentras?
Me preguntó alcanzándome uno de los cuencos.
-Después de comerme esto estaré mucho mejor. Y agua, necesitaré mucha…
Antes de poder terminar la frase, llenó el vaso que había colocado frente a mi. Qué servicial…. Qué raro. Entrecerré los ojos, sospechosa.
-¿Por qué hay solo cinco cuencos? ¿Ya has desayunado?
Negó con la cabeza volviéndose a sentar en la silla y tomando uno de los cuencos con ambas manos.
-Helena, se fue con uno de los caballos de Go’el y Gali.
Me encogí de hombros, algo dolida, porque podría haberse despedido, no le hubiera costado nada y hubiera sido un gesto muy bonito de su parte. Pero irse, y encima robar.
-¿Por qué hueles a menta?
Me olí la ropa instintivamente, y sí, olía a menta fresca. Mi cara se tornó en todo un gesto de incomprensión. Pero Trae me sacó rápidamente de mi ensimismamiento cuando sigiloso como un gato me tocó un hombro por detrás.
-Me gusta el nuevo perfume que te has comprado. Hueles a bruja, eso nos dará credibilidad.
Obvié su comentario y arranqué un chusco de pan de la hogaza que había encima de la mesa para empezar a comer. Pero qué bien me estaba sentando.
-Uf, necesitaba B12 en el cuerpo ya. -Comenté en voz alta sin darme cuenta de que nadie entendería nada.
Merié Stiffen
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Re: Camino a Baslodia y otras mentiras. { Libre 3/3 }
En cuanto el dragón humanoide pasaba a la fase de sueño profundo no había dios que lo despertara. No sintió el cambio de temperatura cuando Helena salio de la casa rodante, tampoco se percató del peso de la manta sobre su cuerpo o de los delicados pies de Merié pasando por encima de su cuerpo.
En contraposición estaba Gali el cual se despertaba a la mínima, pero contrario a lo que muchos esperarían este no movió ni un solo musculo dentro del lecho, simplemente respiro hondo cuando escuchó un caballo alejarse y se dio la vuelta dentro de las sabanas cuando el primero de los hermanos salio de la caravana.
Al salir el segundo y notar el olor del desayuno el monje se puso en pie, se frotó los ojos y con mucha parsimonia se fue anudando el turbante, seguidamente se calzo las botas y el chaleco y se dispuso a salir.
El frío golpeó la cara del moreno y unos copos de nieve mojaron sus brazos, en respuesta, Gali caminó hacia su caballo y sacó una bufanda que se anudo al cuello dejando caer el sobrante sobre el pecho desnudo, rápidamente comprobó que todas las compras seguían en su sitio y suspiro con resignación al saber lo que vendría después.
Saludo rápidamente, pero con cortesía a los anfitriones y entró a la caravana donde dormía su compañero.
-Go´el. -Pronuncio agachándose a su lado y moviendolo por los hombros. -Ya es de día, levanta. -En respuesta el rubio solo refunfuño. -Uno de los hermanos se disloco un brazo cortando leña.
Como si de un resorte se tratara el galeno abrió los ojos y se incorporo hasta quedar sentado, en respuesta Gali suspiro y se puso de pie para abandonar la casa. El rubio parecía un relámpago, en menos de dos minutos estaba vestido y fuera del habitáculo con los ojos muy abiertos y mirando a las personas que desayunaban.
-¿Donde esta?...
Tardó unos momentos en darse cuenta de lo que pasaba, el doctor ya no sabia las veces que su amigo había usado el mismo truco para levantarlo de la cama. Miró a Gali frunciendo el ceño y suspiro molesto.
-Buenos días. -Dijo secamente quitando la nieve de una silla y acercándola al lado de Merié. -¿Como tienes la mano? ¿Te duele? -El galeno busco la mano vendada de la mujer mientras esperaba a que le sirvieran. -Antes de salir volveré a curarte.
Gali se sentó frente al medico y comió en silencio esperando a que su tocayo descubriera el robo. Ninguno de los dos dio conversación durante la comida, de normal eran hombres de pocas palabras, pero durante las primeras horas de la mañana apenas gesticulaban un par de vocablos.
Cuando el rubio masticaba su segunda salchicha cayo en la cuenta de que la mujer bebía mucha agua y recordó su diagnostico nocturno. Tenia una raíz en su bolsa de viaje que ayudaría a la rosada hembra a mitigar los dolores, fue entonces y por eso que alzo la cabeza de la comida buscando con la mirada su caballo, al no encontrarlo se puso de pie dando un manotazo a la mesa usando las dos palmas.
-¡Mis cosas! La bruja se llevo mis cosas.
Deducio el galeno al no ver a la mujer rubia en la mesa. Poco le importaba el caballo, a fin de cuentas nunca fue suyo, lo que si le importaba era lo que este llevaba encima.
-Tenemos que irnos ya, necesito mis cosas.
Go´el miro preocupado al monje y después pasó sus ojos por todos los presentes hasta que quedaron clavados en Merié. Helena era una bruja asesina así que se hacia una idea de a quién buscaría en ciudad lagarto. Podría encontrar a la mujer con facilidad, pero no estaba seguro de si sus cosas acompañarían a la rubia cuando la encontrara, nada le impedía a la ladrona venderlas al mejor postor y ganarse unas monedas extras.
Ante todo aquel melodrama histérico Gali se levanto de la silla y suspiro poniendo los ojos en blanco.
En contraposición estaba Gali el cual se despertaba a la mínima, pero contrario a lo que muchos esperarían este no movió ni un solo musculo dentro del lecho, simplemente respiro hondo cuando escuchó un caballo alejarse y se dio la vuelta dentro de las sabanas cuando el primero de los hermanos salio de la caravana.
Al salir el segundo y notar el olor del desayuno el monje se puso en pie, se frotó los ojos y con mucha parsimonia se fue anudando el turbante, seguidamente se calzo las botas y el chaleco y se dispuso a salir.
El frío golpeó la cara del moreno y unos copos de nieve mojaron sus brazos, en respuesta, Gali caminó hacia su caballo y sacó una bufanda que se anudo al cuello dejando caer el sobrante sobre el pecho desnudo, rápidamente comprobó que todas las compras seguían en su sitio y suspiro con resignación al saber lo que vendría después.
Saludo rápidamente, pero con cortesía a los anfitriones y entró a la caravana donde dormía su compañero.
-Go´el. -Pronuncio agachándose a su lado y moviendolo por los hombros. -Ya es de día, levanta. -En respuesta el rubio solo refunfuño. -Uno de los hermanos se disloco un brazo cortando leña.
Como si de un resorte se tratara el galeno abrió los ojos y se incorporo hasta quedar sentado, en respuesta Gali suspiro y se puso de pie para abandonar la casa. El rubio parecía un relámpago, en menos de dos minutos estaba vestido y fuera del habitáculo con los ojos muy abiertos y mirando a las personas que desayunaban.
-¿Donde esta?...
Tardó unos momentos en darse cuenta de lo que pasaba, el doctor ya no sabia las veces que su amigo había usado el mismo truco para levantarlo de la cama. Miró a Gali frunciendo el ceño y suspiro molesto.
-Buenos días. -Dijo secamente quitando la nieve de una silla y acercándola al lado de Merié. -¿Como tienes la mano? ¿Te duele? -El galeno busco la mano vendada de la mujer mientras esperaba a que le sirvieran. -Antes de salir volveré a curarte.
Gali se sentó frente al medico y comió en silencio esperando a que su tocayo descubriera el robo. Ninguno de los dos dio conversación durante la comida, de normal eran hombres de pocas palabras, pero durante las primeras horas de la mañana apenas gesticulaban un par de vocablos.
Cuando el rubio masticaba su segunda salchicha cayo en la cuenta de que la mujer bebía mucha agua y recordó su diagnostico nocturno. Tenia una raíz en su bolsa de viaje que ayudaría a la rosada hembra a mitigar los dolores, fue entonces y por eso que alzo la cabeza de la comida buscando con la mirada su caballo, al no encontrarlo se puso de pie dando un manotazo a la mesa usando las dos palmas.
-¡Mis cosas! La bruja se llevo mis cosas.
Deducio el galeno al no ver a la mujer rubia en la mesa. Poco le importaba el caballo, a fin de cuentas nunca fue suyo, lo que si le importaba era lo que este llevaba encima.
-Tenemos que irnos ya, necesito mis cosas.
Go´el miro preocupado al monje y después pasó sus ojos por todos los presentes hasta que quedaron clavados en Merié. Helena era una bruja asesina así que se hacia una idea de a quién buscaría en ciudad lagarto. Podría encontrar a la mujer con facilidad, pero no estaba seguro de si sus cosas acompañarían a la rubia cuando la encontrara, nada le impedía a la ladrona venderlas al mejor postor y ganarse unas monedas extras.
Ante todo aquel melodrama histérico Gali se levanto de la silla y suspiro poniendo los ojos en blanco.
Go'el
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Re: Camino a Baslodia y otras mentiras. { Libre 3/3 }
Allí estaba, mi querubín. Igual de bien peinado como lo había dejado la noche anterior, como si en vez de en un el suelo de una caravana de gitanos hubiera dormido en el más mullido de los colchones de plumas. Y como una rosa. La nieve hasta le sentaba bien a sus ojos. Acomplejada, dejé el cuenco del desayuno ya vacío sobre la mesa y me retoqué el moño, o al menos lo intenté, porque no tardó en tomarme la mano herida para observarla. Hice un pequeño ademán de apartarla por el dolor, pero bastó una pequeña mueca para soltarme.
-Está mucho mejor, gracias.
Giré el rostro para ocultar la vergüenza que ocultaban los rubores de mis mejillas. Todo lo que le había dicho la noche anterior… Y todo lo que no recordaba.
-¿Qué te ha pasado en la mano?
Drae tomó el cuenco vacío y lo metió en un cubo de madera con algo de agua y jabón, sin perder de vista la mano vendada.
-Nada, me quemé anoche encendiendo la estufa.
-Qué torpe eres.
El comentario de Trae siempre dando donde más dolía. Intenté no mirarle mientras comían, pero es algo hipnótico mirar a la gente cuando tú ya has acabado de comer, porque la cara de la gente cambia totalmente, ¿Quién no es feliz comiendo? Disimulaba de vez en cuando intentando tomarme mi tercer vaso de agua para la resaca. El grito de Go’el hizo tambalear el vaso en mi mano. ¿No estaban liados? ¿Qué más daría que se llevase su caballo? ¿Era bruja o era un apelativo cariñoso con algunas connotaciones negativas? La mirada del rubio me incomodó ligeramente, no sabía exactamente qué hacer así que asentí rotunda, como cuando un profesor de la universidad te mira en clase, expectante, pidiendo a gritos tu atención.
Drae, quien aún estaba de pie y había recogido los cuencos vacíos y echado a la pileta improvisada, me miró y me hizo un ademán hacia el cubo de agua.
-Limpia eso mientras nosotros recogemos el tinglado.
Aclaró Trae cogiendo la salchicha que le quedaba con la mano y lanzando al cubo su cuenco. Merié la chacha, en acción. Pero entonces algo se iluminó en Drae, quizá la única neurona que quedaba viva en la cabeza de los dos dragones, y me apartó la mano antes de que las sumergiera en el agua.
-Déjalo, ya lo haré yo durante el camino.
Cogió con ambas manos el barreño y lo echó dentro de su caravana sin demasiados miramientos.
Recogimos el campamento sin más dilación, desatrancamos las ruedas de las carretas y recogimos las sillas, todas en la parte trasera de la caravana de los gemelos.
-Engancharemos el caballo que os queda en la caravana de Meriyé, así iremos más rápido.
Explicó Drae poniéndole las riendas al caballo y enganchándolo a la carreta. Yo ya estaba subida en el banco delantero, me había puesto una mantita por las piernas y esperaba pacientemente que Drae me preparase los caballos.
-]Go’el, ¿Sabes manejar las riendas? Lo digo porque no sé si podré conducir con la mano así… Quizá tú o Gali podáis echarme la mano que me falta.
Le dije desde lo alto de la camioneta con las riendas cogidas con la mano buena, desconocía si aquella expresión era conocida por los habitantes de Aerandir, pero la traduje lo mejor que pude. Drae dio un par de palmadas en el lomo del caballo y le acarició el morro antes de entrar en la caravana y ponerse a fregar mientras su gemelo nos esperaba pacientemente para partir.
-Está mucho mejor, gracias.
Giré el rostro para ocultar la vergüenza que ocultaban los rubores de mis mejillas. Todo lo que le había dicho la noche anterior… Y todo lo que no recordaba.
-¿Qué te ha pasado en la mano?
Drae tomó el cuenco vacío y lo metió en un cubo de madera con algo de agua y jabón, sin perder de vista la mano vendada.
-Nada, me quemé anoche encendiendo la estufa.
-Qué torpe eres.
El comentario de Trae siempre dando donde más dolía. Intenté no mirarle mientras comían, pero es algo hipnótico mirar a la gente cuando tú ya has acabado de comer, porque la cara de la gente cambia totalmente, ¿Quién no es feliz comiendo? Disimulaba de vez en cuando intentando tomarme mi tercer vaso de agua para la resaca. El grito de Go’el hizo tambalear el vaso en mi mano. ¿No estaban liados? ¿Qué más daría que se llevase su caballo? ¿Era bruja o era un apelativo cariñoso con algunas connotaciones negativas? La mirada del rubio me incomodó ligeramente, no sabía exactamente qué hacer así que asentí rotunda, como cuando un profesor de la universidad te mira en clase, expectante, pidiendo a gritos tu atención.
Drae, quien aún estaba de pie y había recogido los cuencos vacíos y echado a la pileta improvisada, me miró y me hizo un ademán hacia el cubo de agua.
-Limpia eso mientras nosotros recogemos el tinglado.
Aclaró Trae cogiendo la salchicha que le quedaba con la mano y lanzando al cubo su cuenco. Merié la chacha, en acción. Pero entonces algo se iluminó en Drae, quizá la única neurona que quedaba viva en la cabeza de los dos dragones, y me apartó la mano antes de que las sumergiera en el agua.
-Déjalo, ya lo haré yo durante el camino.
Cogió con ambas manos el barreño y lo echó dentro de su caravana sin demasiados miramientos.
Recogimos el campamento sin más dilación, desatrancamos las ruedas de las carretas y recogimos las sillas, todas en la parte trasera de la caravana de los gemelos.
-Engancharemos el caballo que os queda en la caravana de Meriyé, así iremos más rápido.
Explicó Drae poniéndole las riendas al caballo y enganchándolo a la carreta. Yo ya estaba subida en el banco delantero, me había puesto una mantita por las piernas y esperaba pacientemente que Drae me preparase los caballos.
-]Go’el, ¿Sabes manejar las riendas? Lo digo porque no sé si podré conducir con la mano así… Quizá tú o Gali podáis echarme la mano que me falta.
Le dije desde lo alto de la camioneta con las riendas cogidas con la mano buena, desconocía si aquella expresión era conocida por los habitantes de Aerandir, pero la traduje lo mejor que pude. Drae dio un par de palmadas en el lomo del caballo y le acarició el morro antes de entrar en la caravana y ponerse a fregar mientras su gemelo nos esperaba pacientemente para partir.
Merié Stiffen
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Re: Camino a Baslodia y otras mentiras. { Libre 3/3 }
¿Porque tardaban tanto en recoger? ¿Porque llevaban todas sus cosas a cuestas como un cangrejo ermitaño? ¿Porque no dejaban el caballo suelto para que corriera hasta la ciudad y avisara a la "guardia"?
Go´el se cogía de la cabeza al tiempo que daba vueltas al rededor la hoguera. Su investigación, sus insectos y plantas exóticas, sus pequeños mamíferos listos para la disección... todo su material de trabajo estaba en aquel dichoso caballo.
Pocas cosas le hacían perder la calma al dragón científico, incluso se podría decir que se pueden contar con los dedos de una mano y Helena sin saberlo acababa de encontrar uno de esos dedos.
-Espera Drae. -Gali levanto la mano hacia el hermano gemelo cuando este cogió las riendas del caballo. -Creo que iría más...
-Tu te callas. -Cortó tajante el galeno, exasperado y con los nervios crispados. -Cambias de forma y te vas. A ver si la alcanzas antes de que llegue a la ciudad.
El dragón de tierra frunció el ceño y se cruzo de brazos, de nada servia enfadarse con el rubio ya que ni siquiera se daría cuenta del sentimiento ajeno. Hashim suspiró y se alejo unos pasos de la caravana, cambio de forma desganado y alzó el vuelo en busca de Helena.
En el fondo se alegraba de alejarse de su compañero, el estado actual del rubio podía llegar a ser muy insoportable (más de lo habitual).
-Dos equinos, un vehículo a cuatro ruedas de peso elevado con ejes centrales, tracción animal... -Go´el se puso a balbucear sobre la estructura de la caravana mientras recogía las riendas. -Puedo. Tch, tch, arre.
El rubio fustigo con las cinchas a los animales y estos comenzaron a caminar para luego trotar. El sonido de la nieve virgen al ser pisada era opacado por el traqueteo de la madera, los refuerzos metálicos de las ruedas amenazaban con patinar sobre la nevada, pero esta al ser una fina capa se deshacía o compactaba con facilidad.
Cuando la carretera se hizo recta y sin peligros aparentes el doctor aseguro las riendas bajo su bota y busco la mano herida de Merié.
-Deja que te revise Merié.
Su voz sonaba tranquila aunque no tanto como anoche, los caballos no podían ir más deprisa y él no podía correr más que ellos, así que solo le quedaba esperar y ante todo el dragón era un medico dedicado por entero a su profesión. Con cuidado sacó la venda y retiró los restos del ungüento.
-Parece estar bien, la ampolla no explotó durante la noche. -Con más delicadeza paso el dedo por el dibujo que había formado el asa de la estufa. -Esta muy blando, sera mejor que le de el aire para que se seque.
Igual que hizo en la noche, el galeno sacó el tarro medicinal y le aplico una fina capa a la herida.
-Con esto debería bastar. -Mientras guardaba la pasta en el morral la mente de Zorven rescato un fragmento de la frenética recogida.
-Te aconsejo encarecidamente que no uses esa mano hasta que este recuperada. Nada de cocinar, ni de fregar, ni de limpiar, mucho menos transportar cosas.
Go´el se cogía de la cabeza al tiempo que daba vueltas al rededor la hoguera. Su investigación, sus insectos y plantas exóticas, sus pequeños mamíferos listos para la disección... todo su material de trabajo estaba en aquel dichoso caballo.
Pocas cosas le hacían perder la calma al dragón científico, incluso se podría decir que se pueden contar con los dedos de una mano y Helena sin saberlo acababa de encontrar uno de esos dedos.
-Espera Drae. -Gali levanto la mano hacia el hermano gemelo cuando este cogió las riendas del caballo. -Creo que iría más...
-Tu te callas. -Cortó tajante el galeno, exasperado y con los nervios crispados. -Cambias de forma y te vas. A ver si la alcanzas antes de que llegue a la ciudad.
El dragón de tierra frunció el ceño y se cruzo de brazos, de nada servia enfadarse con el rubio ya que ni siquiera se daría cuenta del sentimiento ajeno. Hashim suspiró y se alejo unos pasos de la caravana, cambio de forma desganado y alzó el vuelo en busca de Helena.
En el fondo se alegraba de alejarse de su compañero, el estado actual del rubio podía llegar a ser muy insoportable (más de lo habitual).
-Dos equinos, un vehículo a cuatro ruedas de peso elevado con ejes centrales, tracción animal... -Go´el se puso a balbucear sobre la estructura de la caravana mientras recogía las riendas. -Puedo. Tch, tch, arre.
El rubio fustigo con las cinchas a los animales y estos comenzaron a caminar para luego trotar. El sonido de la nieve virgen al ser pisada era opacado por el traqueteo de la madera, los refuerzos metálicos de las ruedas amenazaban con patinar sobre la nevada, pero esta al ser una fina capa se deshacía o compactaba con facilidad.
Cuando la carretera se hizo recta y sin peligros aparentes el doctor aseguro las riendas bajo su bota y busco la mano herida de Merié.
-Deja que te revise Merié.
Su voz sonaba tranquila aunque no tanto como anoche, los caballos no podían ir más deprisa y él no podía correr más que ellos, así que solo le quedaba esperar y ante todo el dragón era un medico dedicado por entero a su profesión. Con cuidado sacó la venda y retiró los restos del ungüento.
-Parece estar bien, la ampolla no explotó durante la noche. -Con más delicadeza paso el dedo por el dibujo que había formado el asa de la estufa. -Esta muy blando, sera mejor que le de el aire para que se seque.
Igual que hizo en la noche, el galeno sacó el tarro medicinal y le aplico una fina capa a la herida.
-Con esto debería bastar. -Mientras guardaba la pasta en el morral la mente de Zorven rescato un fragmento de la frenética recogida.
-Te aconsejo encarecidamente que no uses esa mano hasta que este recuperada. Nada de cocinar, ni de fregar, ni de limpiar, mucho menos transportar cosas.
Go'el
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Re: Camino a Baslodia y otras mentiras. { Libre 3/3 }
Trae hizo andar a los caballos una vez Go’el tomó las riendas de los nuestros. Estaba realmente tensa, no sabía qué hacer ni qué decir en aquel momento. ¿No te preocupes, encontraremos a tu novia con el caballo? No parecía ser una buena idea.
Después de varios minutos de silencio incómodo, me tomó la mano con delicadeza. Cómo iba a negarme, con la mala leche que gastaba el rubio después del hurto, como para resistirse. Siquiera intenté apartar la mano cuando despegaba la venda de la piel, que se había quedado pegada a la herida. Apreté suavemente los labios y los dedos de la otra mano, intentando por todos los medios no quejarme. Ciertamente las ampollas seguían intactas, pero dolían a rabiar cada vez que las rozaba.
-Muchas gracias.
Agradecí tomando con mi mano buena el reverso de la mano herida. Ardía incluso más que la noche anterior.
-Mi abuela cuando era pequeña me echaba aloe vera con el jugo de una cebolla cruda cuando me quemaba con el horno haciendo galletas.
Recordé con la mirada perdida entre mis largos dedos. Bajé rápidamente de mi ensimismamiento, girando la cabeza hacia Go’el, ladeando ligeramente la cabeza hacia un lado, curiosa.
-Yo pensaba que Helena y tú erais… Amigos, o algo así. No me imaginé que fuera una… Ya sabes…- Busqué desesperadamente en mi vocabulario de aerandiano básico la palabra-… lamodra.
Se conocían, eso estaba claro, ¿Pero de qué? Mi mano buena inconscientemente se posó sobre la suya que llevaba las riendas, en un acto apaciguador.
-No te preocupes, Go’el, seguro que la encontramos con tus cosas.
Le dediqué una pequeña sonrisa sincera, sin resignarme a mantener aquel silencio incómodo con el que habíamos estado viajando hasta ahora.
Después de varios minutos de silencio incómodo, me tomó la mano con delicadeza. Cómo iba a negarme, con la mala leche que gastaba el rubio después del hurto, como para resistirse. Siquiera intenté apartar la mano cuando despegaba la venda de la piel, que se había quedado pegada a la herida. Apreté suavemente los labios y los dedos de la otra mano, intentando por todos los medios no quejarme. Ciertamente las ampollas seguían intactas, pero dolían a rabiar cada vez que las rozaba.
-Muchas gracias.
Agradecí tomando con mi mano buena el reverso de la mano herida. Ardía incluso más que la noche anterior.
-Mi abuela cuando era pequeña me echaba aloe vera con el jugo de una cebolla cruda cuando me quemaba con el horno haciendo galletas.
Recordé con la mirada perdida entre mis largos dedos. Bajé rápidamente de mi ensimismamiento, girando la cabeza hacia Go’el, ladeando ligeramente la cabeza hacia un lado, curiosa.
-Yo pensaba que Helena y tú erais… Amigos, o algo así. No me imaginé que fuera una… Ya sabes…- Busqué desesperadamente en mi vocabulario de aerandiano básico la palabra-… lamodra.
Se conocían, eso estaba claro, ¿Pero de qué? Mi mano buena inconscientemente se posó sobre la suya que llevaba las riendas, en un acto apaciguador.
-No te preocupes, Go’el, seguro que la encontramos con tus cosas.
Le dediqué una pequeña sonrisa sincera, sin resignarme a mantener aquel silencio incómodo con el que habíamos estado viajando hasta ahora.
Merié Stiffen
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Re: Camino a Baslodia y otras mentiras. { Libre 3/3 }
El galeno recuperó las riendas y siguió mirando el camino, no le pasó desapercibida la calentura que sufría la mujer en la mano, lo mejor seria aplicar frío, pero no tenia tiempo para parase en el camino a recoger nieve. Por un instante el rubio dedicó una mirada a Merié.
-Tu abuela era una mujer sabia.
Cualquiera en su lugar continuaría con una frase de cortesía, preguntando por el fallecimiento de la anciana o si aun seguía con vida, pero él no, para Go´el estaba claro que la señora hacia tiempo que estaba criando malvas. A fin de cuentas la pelirosa había hablado en pasado y eso era motivo suficiente para que el rubio supusiera que su pariente no vivía.
-Seguro que tuvo una vida plena. ¿Amigos? -El medico levanto una ceja y miro al cielo como si allí se encontrara la respuesta. -Creo que Gali es el único al que puedo llamar amigo. ¿Lamodra?
Aquella palabra era nueva para el hombre, desconocía su significado y la forma en que la contrabandista la pronunció no coincidía con la fonética de aquel extraño idioma que uso la noche anterior.
-Helena es una asesina y por lo visto también una ladrona de caballos.
Poco le importaba al dragón que la rubia fuera asesina o ladrona para empezar ni el caballo era suyo. Si Gali se encontrara ahora en la caravana se abría encargado de apuntillar ese hecho y después le hubiera llamado la atención sobre la razón de la mano de Merié, pero la falta del monje dejó la frase y la reacción de Go´el seca y escueta. Para él no había necesidad de decir nada más, sin embargo dejó que aquella pequeña mano se quedara sobre la suya.
Durante la siguiente hora el dragón humanoide no dio muestras de comenzar o seguir alguna conversación, pero entonces recordó la misteriosa lengua que se hablaba en la isla de su acompañante.
-Merié ¿Que significaba lo que dijiste anoche? -El investigador rebuscó entre su ropa sacó el cuaderno y leyó sus apuntes. -"But ao ansom anyu. Mai granmada wut lof fomi to brin a boifriend laqui jom. Wou biutifol blon children hui hue goin tujaf."
El rubio trato por todos los medios leer sus notas con la misma pronunciación que tuvo la mujer, pronunciaba con lentitud por tratar de hablar al tiempo que recordaba como sonaban las palabras.
Al final del camino ya se veía una empalizada de madera y una precaria puerta que estaba abierta al transito, a través de la apertura se podían distinguir manchas blancas diseminadas por todos lados.
_________
Off: Me cague de la risa escribiendo como suena las frases que dijo Merié en ingles. Imagino que no se entiende nada así como esta puesto, pero Go´el repite la frase de que es un chico guapo y que ellos dos juntos tendrían hijos hermosos xD
-Tu abuela era una mujer sabia.
Cualquiera en su lugar continuaría con una frase de cortesía, preguntando por el fallecimiento de la anciana o si aun seguía con vida, pero él no, para Go´el estaba claro que la señora hacia tiempo que estaba criando malvas. A fin de cuentas la pelirosa había hablado en pasado y eso era motivo suficiente para que el rubio supusiera que su pariente no vivía.
-Seguro que tuvo una vida plena. ¿Amigos? -El medico levanto una ceja y miro al cielo como si allí se encontrara la respuesta. -Creo que Gali es el único al que puedo llamar amigo. ¿Lamodra?
Aquella palabra era nueva para el hombre, desconocía su significado y la forma en que la contrabandista la pronunció no coincidía con la fonética de aquel extraño idioma que uso la noche anterior.
-Helena es una asesina y por lo visto también una ladrona de caballos.
Poco le importaba al dragón que la rubia fuera asesina o ladrona para empezar ni el caballo era suyo. Si Gali se encontrara ahora en la caravana se abría encargado de apuntillar ese hecho y después le hubiera llamado la atención sobre la razón de la mano de Merié, pero la falta del monje dejó la frase y la reacción de Go´el seca y escueta. Para él no había necesidad de decir nada más, sin embargo dejó que aquella pequeña mano se quedara sobre la suya.
Durante la siguiente hora el dragón humanoide no dio muestras de comenzar o seguir alguna conversación, pero entonces recordó la misteriosa lengua que se hablaba en la isla de su acompañante.
-Merié ¿Que significaba lo que dijiste anoche? -El investigador rebuscó entre su ropa sacó el cuaderno y leyó sus apuntes. -"But ao ansom anyu. Mai granmada wut lof fomi to brin a boifriend laqui jom. Wou biutifol blon children hui hue goin tujaf."
El rubio trato por todos los medios leer sus notas con la misma pronunciación que tuvo la mujer, pronunciaba con lentitud por tratar de hablar al tiempo que recordaba como sonaban las palabras.
Al final del camino ya se veía una empalizada de madera y una precaria puerta que estaba abierta al transito, a través de la apertura se podían distinguir manchas blancas diseminadas por todos lados.
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Off: Me cague de la risa escribiendo como suena las frases que dijo Merié en ingles. Imagino que no se entiende nada así como esta puesto, pero Go´el repite la frase de que es un chico guapo y que ellos dos juntos tendrían hijos hermosos xD
Go'el
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Re: Camino a Baslodia y otras mentiras. { Libre 3/3 }
-Ladrona… -Repetí en voz baja al escuchar la frase con la palabra bien dicha. -Quería decir ladrona.
Silencio, una maldita hora en la que tan solo se escuchaban los cascos de los caballos chocar con las piedras del camino y el chirriar de las ruedas de los carros por la nieve virgen. Aproveché para pegar alguna cabezadita, pero enseguida que mi barbilla tocaba mi pecho y mi cuello no daba más de sí, me despertaba como si no hubiera pasado nada, girándome para mirar al rubio, con el que no parecía ir la cosa.
Pero, el rostro se de me desencajó totalmente al escuchar aquella frase, en mi inglés natal. Fruncí el ceño exageradamente, sin entender exactamente lo que estaba pasando en ese momento. Dios, cómo se podía acordar de eso, no, peor, ¿Cómo lo había conseguido apuntar?
Mi primer impulso fue llevar mi mano buena a su boca para tapársela, que no siguiera diciendo aquellas vergonzosas palabras. Se me iluminaron los colores de las mejillas y pese al frío, me sudaban hasta las cejas, o al menos así lo sentía yo.
-¡No vuelvas a repetir eso!
Imperé apartando mi mano de él. Ahora, la vergüenza era doble.
-Son… Palabras de mi tierra que no debería de decir un extraño.
Bueno, comenzaba la inventada de mi vida.
-… No puedes decirle eso a una mujer, podrías llegar a hechizarla…
Venga, Meri, a ver cómo sales de esta.
-… Incluso de dejarla embarazada con tan solo pronunciar esas palabras.
La pata hasta el fondo.
-… Son palabras aleatorias, no tienen sentido, es como un juego de niños pero que tienen un poder muy grande para mi gente.
Drae se asomó a la ventana trasera de su caravana y saludó con la mano apoyando ambos brazos sobre el alfeizar.
-¡Estamos llegando!
Gritó poniéndose ambas manos alrededor de la boca para amplificar el sonido. Asentí a su aviso y me acomodé el recogido con dignidad, toda la que acababa de perder.
-Por cierto “Grandma” es abuela, es lo único que tienes que saber.
Expliqué señalando con el índice en su cuaderno aquel escrito tras buscar la palabra en cuestión. Ojalá por dios que jamás aprendiese a hablar inglés, sino, estaría perdida.
Silencio, una maldita hora en la que tan solo se escuchaban los cascos de los caballos chocar con las piedras del camino y el chirriar de las ruedas de los carros por la nieve virgen. Aproveché para pegar alguna cabezadita, pero enseguida que mi barbilla tocaba mi pecho y mi cuello no daba más de sí, me despertaba como si no hubiera pasado nada, girándome para mirar al rubio, con el que no parecía ir la cosa.
Pero, el rostro se de me desencajó totalmente al escuchar aquella frase, en mi inglés natal. Fruncí el ceño exageradamente, sin entender exactamente lo que estaba pasando en ese momento. Dios, cómo se podía acordar de eso, no, peor, ¿Cómo lo había conseguido apuntar?
Mi primer impulso fue llevar mi mano buena a su boca para tapársela, que no siguiera diciendo aquellas vergonzosas palabras. Se me iluminaron los colores de las mejillas y pese al frío, me sudaban hasta las cejas, o al menos así lo sentía yo.
-¡No vuelvas a repetir eso!
Imperé apartando mi mano de él. Ahora, la vergüenza era doble.
-Son… Palabras de mi tierra que no debería de decir un extraño.
Bueno, comenzaba la inventada de mi vida.
-… No puedes decirle eso a una mujer, podrías llegar a hechizarla…
Venga, Meri, a ver cómo sales de esta.
-… Incluso de dejarla embarazada con tan solo pronunciar esas palabras.
La pata hasta el fondo.
-… Son palabras aleatorias, no tienen sentido, es como un juego de niños pero que tienen un poder muy grande para mi gente.
Drae se asomó a la ventana trasera de su caravana y saludó con la mano apoyando ambos brazos sobre el alfeizar.
-¡Estamos llegando!
Gritó poniéndose ambas manos alrededor de la boca para amplificar el sonido. Asentí a su aviso y me acomodé el recogido con dignidad, toda la que acababa de perder.
-Por cierto “Grandma” es abuela, es lo único que tienes que saber.
Expliqué señalando con el índice en su cuaderno aquel escrito tras buscar la palabra en cuestión. Ojalá por dios que jamás aprendiese a hablar inglés, sino, estaría perdida.
Merié Stiffen
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Re: Camino a Baslodia y otras mentiras. { Libre 3/3 }
Go´el se sorprendió ante aquella reacción inesperada. Las palabras tenían que ser realmente serias dado que el impulso de la mujer había logrado empujar la cabeza del galeno hasta chocar contra la madera de la caravana.
El dragón escuchó con atención todas las explicaciones mientras sacaba sus propias conclusiones. Un conjuro de una tierra extraña que no puede ser dicho por extranjeros, pero que al mismo tiempo puede surgir efecto y embarazar a las personas... Al mismo tiempo son palabras al azar y una de ellas es abuela. Nada de esto tiene sentido. Go´el apuntó en un recuadro el significado de la única palabra que se le permitía saber.
-Merié eso no tiene sentido. No pueden ser palabras aleatorias y al mismo tiempo tener poderes importantes hasta al punto de preñar a la gente sin someterse al coito. -El hombre hablaba con la mano de la isleña todavía en la cara. -¿Como se sabe que estas embarazada? -El rubio aparto la mano con un cuidado impropio en él. -Tu me las dijiste primero ¿Estoy embarazado? ¿Voy a desarrollar un útero y segregare leche en el periodo de lactancia?
Go´el dudaba seriamente que algo así pudiera pasar, pero la magia era algo que había quedado comprobado en muchas e incontables ocasiones y si habían hechizos que levantaban a los muertos ¿Porque no tendrían que haber conjuros que dejaran en cinta a la gente?
En la entrada de la ciudad había un caballo atado con unas bolsas sobre el lomo, era el caballo de Go´el. El dragón freno la caravana y se bajo corriendo a comprobar que todo estuviera en su sitio. -¡Mis cosas! -Exclamó mirando a Merié con una leve sonrisa placida. el rubio no tardo más de cinco minutos en coger sus pertenencias y subir de nuevo a la caravana.
-¿Y a que parte de la ciudad queréis ir?
Pensareis que preguntó por curiosidad, pero en realidad solo quería estar más tiempo con la mujer y averiguar cosas sobre aquel extraño lenguaje y sus conjuros de fertilidad.
-¿Vais a vender o estáis aquí para instalaros y producir más licor? Si buscáis drogas yo soy el que las fabrica y distribuye. Podéis pasaros por mi tienda y os doy una lista de lo que tengo.
El medico dudaba que estas personas tuvieran en su poder nuevas recetas para alguna clase de droga experimental, pero los números no engañan, era improbable pero no imposible. Si los contrabandistas tenían algo innovador Go´el lo quería. La carreta volvió a detenerse.
-Es esta de aquí.
Go´el señalo una carpa a un lado del camino. De Gali no había ni rastro, pero el medico no se preocupaba, sabia que tarde o temprano aparecería y ahora tenia cosas más interesantes por delante como para preocuparse por su amigo.
El dragón escuchó con atención todas las explicaciones mientras sacaba sus propias conclusiones. Un conjuro de una tierra extraña que no puede ser dicho por extranjeros, pero que al mismo tiempo puede surgir efecto y embarazar a las personas... Al mismo tiempo son palabras al azar y una de ellas es abuela. Nada de esto tiene sentido. Go´el apuntó en un recuadro el significado de la única palabra que se le permitía saber.
-Merié eso no tiene sentido. No pueden ser palabras aleatorias y al mismo tiempo tener poderes importantes hasta al punto de preñar a la gente sin someterse al coito. -El hombre hablaba con la mano de la isleña todavía en la cara. -¿Como se sabe que estas embarazada? -El rubio aparto la mano con un cuidado impropio en él. -Tu me las dijiste primero ¿Estoy embarazado? ¿Voy a desarrollar un útero y segregare leche en el periodo de lactancia?
Go´el dudaba seriamente que algo así pudiera pasar, pero la magia era algo que había quedado comprobado en muchas e incontables ocasiones y si habían hechizos que levantaban a los muertos ¿Porque no tendrían que haber conjuros que dejaran en cinta a la gente?
En la entrada de la ciudad había un caballo atado con unas bolsas sobre el lomo, era el caballo de Go´el. El dragón freno la caravana y se bajo corriendo a comprobar que todo estuviera en su sitio. -¡Mis cosas! -Exclamó mirando a Merié con una leve sonrisa placida. el rubio no tardo más de cinco minutos en coger sus pertenencias y subir de nuevo a la caravana.
-¿Y a que parte de la ciudad queréis ir?
Pensareis que preguntó por curiosidad, pero en realidad solo quería estar más tiempo con la mujer y averiguar cosas sobre aquel extraño lenguaje y sus conjuros de fertilidad.
-¿Vais a vender o estáis aquí para instalaros y producir más licor? Si buscáis drogas yo soy el que las fabrica y distribuye. Podéis pasaros por mi tienda y os doy una lista de lo que tengo.
El medico dudaba que estas personas tuvieran en su poder nuevas recetas para alguna clase de droga experimental, pero los números no engañan, era improbable pero no imposible. Si los contrabandistas tenían algo innovador Go´el lo quería. La carreta volvió a detenerse.
-Es esta de aquí.
Go´el señalo una carpa a un lado del camino. De Gali no había ni rastro, pero el medico no se preocupaba, sabia que tarde o temprano aparecería y ahora tenia cosas más interesantes por delante como para preocuparse por su amigo.
Go'el
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