¡Concurso Señorita Lagarto! [Libre][Cerrado]
Página 1 de 2. • Comparte
Página 1 de 2. • 1, 2
¡Concurso Señorita Lagarto! [Libre][Cerrado]
- Cartel:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Había tenido la idea de hacer el concurso la noche anterior, y de inmediato había mandado a hacer los carteles y luego a que los repartieran. Ahora estaban cerca del mediodía y el Virrey caminaba por las calles de la ciudad con una sonrisa de oreja a oreja, mientras andaba iba observando las publicidades pegadas en las paredes y a las personas que se detenían a leerlos. En líneas generales el público parecía aceptar de buen grado la propuesta, Matthew estaba seguro que sería todo un éxito.
Detrás de él iba caminando su fiel asistente Brenda, siempre con una carpeta llena de papeles en los brazos. Owens estaba tan emocionado que caminaba rápido, y la enana tenía que ir casi corriendo para poder seguirle el paso.
- Brenda:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
-No la he visto desde la última vez que te hizo una de sus “escenas” - Respondió Brenda y se encogió de hombros.
-Oh, bueno, da lo mismo. Debe haber alguien que sepa hacer malabares ¿No? Me gustaría que cuando las participantes se suban al escenario tengan que hacer algún tipo de presentación o gracia ¿Entiendes lo que quiero decir? -
-Hace ya varias horas que no tengo idea de lo que hablas, Matt - Dijo entre suspiros la enana.
-Es que no tienes visión, Querida. Eres corta de imaginación - La miró de reojo a ver si le decía algo por el chiste, pero Brenda ya no prestaba atención a sus provocaciones - Bueno, en todo caso, tienes que ir a la plaza para empezar a tomar los datos de los candidatos -
-Sí, sí, lo sé - Dobló en la siguiente esquina y se perdió rápidamente de vista.
El moreno siguió caminando, antes de poder acomodarse en el sitio que había preparado para ejercer como juez en el concurso, tenía que buscar a alguien más. Bajando por una de las calles principales, algo apartado del ruido de las calles, estaban los primeros baños públicos de la ciudad, regentado por una de las damas más crueles pero también más inteligentes que Matthew había conocido: Morgan.
Owens entró con mucha tranquilidad al establecimiento, y como siempre, la dueña lo recibió de muy mala gana, solía mirar al humano como sí fuera la rata más asquerosa que se hubiese cruzado en toda su vida. Y Matt... Matt simplemente le sonreía, la llenaba de elogios e intentaba congraciarse con ella porque sabía que eso era mucho más irritante que el responderle con la misma moneda.
Una vez superado el desafío Morgan, se dirigió a la parte de los baños, se quitó la ropa y se ató una toalla alrededor de la cintura. Luego abrió las puertas de par en par, y le sonrió a su Querida Asesina Personal de una forma por demás encantadora.
-¡Helena Cariño! ¡Buenos días! ¿Has visto los carteles? - Se acercó a la bañera, dispuesto a meterse junto con ella - Terminemos rápido con esto, tenemos que ir a la plaza ¡El concurso comenzará en cualquier momento! - No parecía importarle en lo más mínimo el estar invadiendo el espacio privado de otra persona, se quitó la toalla y acercó la mano al agua para ver cómo estaba la temperatura.
Quince minutos más tarde, un Matt vestido y algo golpeado se dirigía junto a Helena hacía el escenario donde el gran concurso se llevaría a cabo.
Última edición por Matthew Owens el Miér Abr 03 2019, 17:59, editado 1 vez
Matthew Owens
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 875
Nivel de PJ : : 6
Re: ¡Concurso Señorita Lagarto! [Libre][Cerrado]
Relajada y a gusto, así se podría definir el estado en ese momento de Helena. Se encontraba en los baños públicos de Ciudad Lagarto, le había pillado el gusto de al menos una vez por semana ir a relajarse y limpiar no solo su cuerpo, sino su mente, que falta le hacía, pero esa no es una historia para contar ahora, demasiado larga, demasiado drama, demasiada... Relajación. La rubia cerró sus ojos y metió aún más su cuerpo en el agua hasta llegarle a la barbilla.
Cuando pasó un rato, sacó medio torso del agua y empezó a enjabonarse los brazos con una especie de gel para la piel que Morgan, la dueña del establecimiento, le había dado. Cuando terminó con los brazos empezó a enjabonarse suavemente el torso hasta acabar en los pechos. Acto seguido, se metió de nuevo en remojo, esta vez solo hasta las clavículas y ahí se mantuvo durante varios minutos más.
No había nadie, lo que hacía que la bruja estuviera aún más relajada. Había tenido suerte ese día... O no tanta. escuchó voces en la sala contigua que daba al recibidor, de pronto, la puerta corredera se abrió y entró Matthew Owens, el virrey en persona medio desnudo en la sala. En ese momento, Helena se ruborizó y alertó, escondiéndose hasta la parte inferior de la nariz en el agua, no sin antes pegar un pequeño grito.
La situación no se hizo más que poner incómoda cuando el moreno se desnudo del todo y se acercó a donde estaba la Rhodes con intención de hacerle compañía.
-¡Aléjate, IDIOTA!-La histeria se apoderó de ella y empezó a lanzarle todo lo que tenía a su alcance, barreños, jabones y todo objeto arrojadizo. Cuando se dio cuenta de que había sacado el torso demasiado del agua y los pechos quedaron a la vista del virrey, no hizo más que avergonzarse y entrar en furia, su rostro era un auténtico tomate-¡FUERA!-Se tapó los pechos con los brazos
Suspiraba mientras se ajustaba la última prenda de sus ropajes, ya en el recibidor. Acto seguido, también inspeccionó sus guanteletes y sacó la daga oculta que llevaba en ellos, mirando de reojo a Matt con desdén.
-...Debería de haberte apuñalado
Se encontraba sentada en una gran y larga mesa de madera, demasiado ostentosa y... GRANDE. Desde luego, el virrey no escatimaba en gastos. Por el camino, este le contó su plan. Le parecía muy absurdo, muy inútil, muy... IRRITANTE. Aún seguía molesta por la escena que le había montado en los baños, pero no podía decirle que no, era su jefe después de todo. Mientras cobrase y le diese cobijo, haría cumplir todos sus caprichos.
Se encontraba aburrida, mirando al escenario. Parecía un teatro, con unas telas bordadas sacadas del mismisimo Teatro Real de Lunargenta... ¿Serían robadas de allí? Conociendo a la calaña que allí abundaba, apostaría a que sí. El escenario en sí también era exageradamente grande, no se iba a representar ninguna obra majestuosa para abarcar tanto terreno, era ridículo. Se sentía ridícula. Dirigió su mirada a la fila de posibles candidatos para el concurso que aún estaban inscribiéndose; "Señorita Lagarto", un nombre tan ridículo como toda la parafernalia montada a su alrededor. Parecía que toda la ciudad estaba enterada de ello, se había convertido en un "evento nacional" casi.
La bruja apoyó un codo sobre la mesa y se llevó la palma de la mano a su frente mientras soltaba un largo suspiro.
-...¿Voy a tener que estar aquí todo el día?-Pensó en voz alta
A su espalda había un abundante público que empezaba a llenar todas las localidades de las que se disponían. Podrían declararla fiesta de la ciudad al fin y al cabo... Aunque no es que se trabajase mucho allí, más allá de la supervivencia diaria y los hurtos, robos o asesinatos. Gente de su misma índole, pero todos obviamente inferiores a ella, paletos y palurdos, todos.
Cuando pasó un rato, sacó medio torso del agua y empezó a enjabonarse los brazos con una especie de gel para la piel que Morgan, la dueña del establecimiento, le había dado. Cuando terminó con los brazos empezó a enjabonarse suavemente el torso hasta acabar en los pechos. Acto seguido, se metió de nuevo en remojo, esta vez solo hasta las clavículas y ahí se mantuvo durante varios minutos más.
No había nadie, lo que hacía que la bruja estuviera aún más relajada. Había tenido suerte ese día... O no tanta. escuchó voces en la sala contigua que daba al recibidor, de pronto, la puerta corredera se abrió y entró Matthew Owens, el virrey en persona medio desnudo en la sala. En ese momento, Helena se ruborizó y alertó, escondiéndose hasta la parte inferior de la nariz en el agua, no sin antes pegar un pequeño grito.
La situación no se hizo más que poner incómoda cuando el moreno se desnudo del todo y se acercó a donde estaba la Rhodes con intención de hacerle compañía.
-¡Aléjate, IDIOTA!-La histeria se apoderó de ella y empezó a lanzarle todo lo que tenía a su alcance, barreños, jabones y todo objeto arrojadizo. Cuando se dio cuenta de que había sacado el torso demasiado del agua y los pechos quedaron a la vista del virrey, no hizo más que avergonzarse y entrar en furia, su rostro era un auténtico tomate-¡FUERA!-Se tapó los pechos con los brazos
___________________________________________________
Suspiraba mientras se ajustaba la última prenda de sus ropajes, ya en el recibidor. Acto seguido, también inspeccionó sus guanteletes y sacó la daga oculta que llevaba en ellos, mirando de reojo a Matt con desdén.
-...Debería de haberte apuñalado
___________________________________________________
Se encontraba sentada en una gran y larga mesa de madera, demasiado ostentosa y... GRANDE. Desde luego, el virrey no escatimaba en gastos. Por el camino, este le contó su plan. Le parecía muy absurdo, muy inútil, muy... IRRITANTE. Aún seguía molesta por la escena que le había montado en los baños, pero no podía decirle que no, era su jefe después de todo. Mientras cobrase y le diese cobijo, haría cumplir todos sus caprichos.
Se encontraba aburrida, mirando al escenario. Parecía un teatro, con unas telas bordadas sacadas del mismisimo Teatro Real de Lunargenta... ¿Serían robadas de allí? Conociendo a la calaña que allí abundaba, apostaría a que sí. El escenario en sí también era exageradamente grande, no se iba a representar ninguna obra majestuosa para abarcar tanto terreno, era ridículo. Se sentía ridícula. Dirigió su mirada a la fila de posibles candidatos para el concurso que aún estaban inscribiéndose; "Señorita Lagarto", un nombre tan ridículo como toda la parafernalia montada a su alrededor. Parecía que toda la ciudad estaba enterada de ello, se había convertido en un "evento nacional" casi.
La bruja apoyó un codo sobre la mesa y se llevó la palma de la mano a su frente mientras soltaba un largo suspiro.
-...¿Voy a tener que estar aquí todo el día?-Pensó en voz alta
A su espalda había un abundante público que empezaba a llenar todas las localidades de las que se disponían. Podrían declararla fiesta de la ciudad al fin y al cabo... Aunque no es que se trabajase mucho allí, más allá de la supervivencia diaria y los hurtos, robos o asesinatos. Gente de su misma índole, pero todos obviamente inferiores a ella, paletos y palurdos, todos.
Helena Rhodes
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 349
Nivel de PJ : : 2
Re: ¡Concurso Señorita Lagarto! [Libre][Cerrado]
- Bien... - Dijo Ulmer. - Ahora deberíamos tomar el sendero de la derecha...
- Tu estas tonto. - Sentenció Uma, su hermana que había nacido con la misma cantidad de fervores que su fraternal compañero. - Es el de la izquierda.
Llevabamos dos horas de reloj discutiendo lo mismo. Estaba que ya no podía con esos dos zopencos a los que había conseguido engañar para que me llevaran en el carro. Desde la parte de atrás de este, estaba sentado sobre un barril mientras ellos discutían delante de la diligencia tratando de quitarse el mapa mutuamente.
De pronto, una idea:
- Eh... - Dije yo. - ¿Porque no bajáis y comprobáis si hay marcas de carro en el camino? Así sabréis quien tenía razón.
Se miraron entre ellos. De perfil eran todavía más feos.
- Pues el vendedor de flautas tiene razón. Veras que tenía yo la razón.
- Veras tú como la tenía yo.
Y ambos bajaron del carro. "Gracias, dioses." Dije para mis adentros cuando ambos, al estar ya a una distancia prudencial, se ponían a mirar el suelo en busca de señales. Demasiado concentrados en esa tarea, no se dieron cuenta de como salte a la parte delantera de la diligencia y, sin aviso alguno, espoleé a los caballos con un poderoso grito de - ¡ARRE!
Y tras el susto que se llevaron al ver como casi eran atropellados a toda potencia por el carro, saltaron a ambos lados mientras yo me metía por el camino de la derecha, con el viento aullando tan fuerte en mis orejas que no fui capaz que tipo de insulto me propinaban esos dos hermanos retrasados. Entre risas, deje atrás a esos dos y levante una fuerte polvoreda tras de mi. Había podido ojear el mapa y, por una vez, Ulmer tenia algo de razón cuando decía que el camino era el de la derecha.
Si no me equivocaba, había visto algunas señalizaciones de algún tipo de ciudad ahí. Con suerte, lo suficientemente grande como para poder entrar, timar y robar a alguien lo suficientemente importante.
Tras cabalgar durante un buen rato, llegue por fin a la susodicha ciudad. Y par ami sorpresa, no había guardias en la entrada. En su lugar, solamente, pegado prácticamente en cada recoveco del tablón de entrada, un cartel que anunciaba una especie de evento.
Lo cierto era que me interesaba poco... Hasta que leí cierta parte: Una bolsa de dinero y un premio sorpresa.
Para ser justos, en esta vida, un hombre sabio debe saber a no fiarse de todo aquello que sea demasiado bueno... Pero para mi desgracia, nunca fui un hombre sabio.
- Arre, caballo... Tenemos un concurso que amañar.
- Tu estas tonto. - Sentenció Uma, su hermana que había nacido con la misma cantidad de fervores que su fraternal compañero. - Es el de la izquierda.
Llevabamos dos horas de reloj discutiendo lo mismo. Estaba que ya no podía con esos dos zopencos a los que había conseguido engañar para que me llevaran en el carro. Desde la parte de atrás de este, estaba sentado sobre un barril mientras ellos discutían delante de la diligencia tratando de quitarse el mapa mutuamente.
De pronto, una idea:
- Eh... - Dije yo. - ¿Porque no bajáis y comprobáis si hay marcas de carro en el camino? Así sabréis quien tenía razón.
Se miraron entre ellos. De perfil eran todavía más feos.
- Pues el vendedor de flautas tiene razón. Veras que tenía yo la razón.
- Veras tú como la tenía yo.
Y ambos bajaron del carro. "Gracias, dioses." Dije para mis adentros cuando ambos, al estar ya a una distancia prudencial, se ponían a mirar el suelo en busca de señales. Demasiado concentrados en esa tarea, no se dieron cuenta de como salte a la parte delantera de la diligencia y, sin aviso alguno, espoleé a los caballos con un poderoso grito de - ¡ARRE!
Y tras el susto que se llevaron al ver como casi eran atropellados a toda potencia por el carro, saltaron a ambos lados mientras yo me metía por el camino de la derecha, con el viento aullando tan fuerte en mis orejas que no fui capaz que tipo de insulto me propinaban esos dos hermanos retrasados. Entre risas, deje atrás a esos dos y levante una fuerte polvoreda tras de mi. Había podido ojear el mapa y, por una vez, Ulmer tenia algo de razón cuando decía que el camino era el de la derecha.
Si no me equivocaba, había visto algunas señalizaciones de algún tipo de ciudad ahí. Con suerte, lo suficientemente grande como para poder entrar, timar y robar a alguien lo suficientemente importante.
* * * * *
Tras cabalgar durante un buen rato, llegue por fin a la susodicha ciudad. Y par ami sorpresa, no había guardias en la entrada. En su lugar, solamente, pegado prácticamente en cada recoveco del tablón de entrada, un cartel que anunciaba una especie de evento.
Lo cierto era que me interesaba poco... Hasta que leí cierta parte: Una bolsa de dinero y un premio sorpresa.
Para ser justos, en esta vida, un hombre sabio debe saber a no fiarse de todo aquello que sea demasiado bueno... Pero para mi desgracia, nunca fui un hombre sabio.
- Arre, caballo... Tenemos un concurso que amañar.
Kaladar
Experto
Experto
Cantidad de envíos : : 109
Nivel de PJ : : 0
Re: ¡Concurso Señorita Lagarto! [Libre][Cerrado]
Para llegar a la ciudad había tardado menos horas de las que esperaba. Denis, un mercante que vendía chucherías de todo tipo —y de dudosa procedencia— accedió a llevarlo en su carromato gracias a la influencia de su maestro. Brigham era un viejo conocido del comerciante de baratijas y convenció al dragón comerciante de llevar a Ralgarin.
Denis tenía negocios pendientes en Ciudad Lagarto y, desde que le habían arrebatado a Norte, el brujo también los tenía. Pocos días atrás su espada había caído en manos de un ladrón mientras paseaba por el mercado de Lunargenta. El herrero que la forjó la bautizó Norte, y le fue entregada en su cumpleaños número dieciséis.
No era más que una espada común y corriente. Probablemente podría conseguir una de igual calidad a un precio menor del al que su familia la había adquirido en primer lugar. Sin embargo, el cariño que guardaba a la hoja por ser, según su propio padre, «la espada con la que se convertiría en un hombre» era lo que lo forzaba a no dejar ir tan preciado obsequio.
Caminaba por las calles observando los anuncios que plagaban el lugar. El suelo era una mezcla de barro e inmundicia. Las edificaciones eran difíciles de divisar; en vez de edificios había tiendas por doquier, y parecía que en lugar de planear detalladamente la ciudad, cada ciudadano simplemente se había asentado en el primer lugar que hubiera encontrado.
Ralgarin lo detestaba. Todo. El olor, la sensación de caminar en fango, el desorden.
Pasó a varios metros de una fogata frente a la que tres hombres conversaban y compartían un trago. Detrás de ellos se alzaba una tienda de forma irregular.
— Oigan — dijo un hombre-bestia. Mitad hombre mitad sapo. —. Miren a ese.
Codeó al que tenía al lado y ambos compartieron una sonrisa cómplice. El hombre-sapo se puso de pie y se acercó al brujo, acompañado por sus dos compañeros.
— ¡Forastero! — Voz grave, rasposa, como si estuviese constantemente atragantándose con su propia saliva. — ¡Bienvenido a Ciudad Lagarto! — Extendió ambos brazos e hizo una reverencia con la cabeza.
Ralgarin se giró e intentó disimular su repentino desagrado. El hombre-sapo tenía dos ojos enormes que parecían estar a punto de reventar, cada ojo en un extremo opuesto de la cara. Verrugas de un verde más oscuro que el del resto de la piel le poblaban el rostro, las manos y las rodillas. Varios pliegues en la garganta formaban una papada que cada algunos segundos se inflaba —más de lo que ya estaba— y volvía a desinflar. La panza se le asomaba entre los pliegues de la camisa abierta y el hecho de que su cabeza sobrepasara apenas por un poco la cintura de Ralgarin añadía a la impresión de que quizás estaba embarazado.
— Gracias, buen hombre. — El brujo sonrió, a pesar de que el hedor de alguno de esos tres le empezaba a causar náuseas.
«Buen hombre» repitió por lo bajo uno de los acompañantes del sapo. Era un hombre muy alto y peludo. Cada uno de sus brazos era más grueso que la cabeza de Ralgarin. Sin embargo, su rostro ponía en evidencia que no era exactamente el habitante más brillante de Ciudad Lagarto. El otro, el tercero, era muy delgado y de la misma altura que Ralg. Las vestiduras negras sumadas a lo exageradamente encorvada que era su espalda le brindaban un aspecto de lo más inusual.
— Diga, ¿cómo podemos ser de servicio a un hombre tan bien parecido como usted? — preguntó el sapo.
— Oh. Agradezco su ayuda. Pues, vengo a esta ciudad en busca de mi espada Norte. Verá, es un regalo familiar de mucho valor afectivo. Me la han robado en un comercio de Lunargenta y he podido seguir el camino de la espada hasta aquí — El sapo y sus acompañantes asentían cada vez que Ralgarin terminaba una frase, y el hombre-bestia ocasionalmente soltaba algunas palabras como «ya veo» o «por supuesto». — Es imperativo que la recupere.
«Impratibio» repitió por lo bajo, confundido, el cuasi gigante.
— ¡«Imperativo»! ¡Oh! Oh, qué fina es usted, princesa. — El sapo sonrió e hizo un ademán burlesco con la mano.
— Aprecio el cumplido — rió, un tanto incómodo. —, pero no soy una princesa. Mi familia ni siquiera es noble. Soy de la casa Erdarad de Vulwulfar y...
Antes de que pudiera continuar la voz profunda del anfibio interrumpió: — Qué dientes tan limpios, princesa. ¡Son como perlas!
— No soy princesa. — Soltó una risa completamente falsa. — Y eso se lo debo a mi maestro. Somos alquimistas. Me enseñó la receta de un ungüento que se frota en los dientes. Aunque machacar hoja del rey y mezclarla con…
Otra vez la interrupción. — ¿Y eso lo haces antes o después de llevarte pollas a la boca?
Se quedó atónito. ¿Era su oído el que lo engañaba o realmente acababa de escuchar tal descaro? Frunció el ceño.
— ¿Disculpe?
— Si se lleva las ampollas a la boca. — Los otros dos hombres largaron una carcajada que fracasaron en disimular. — Ya sabe. Por la alquimia.
— Oh. — Claramente era su imaginación. Los bandidos no le parecían tan desagradables como su mentor había advertido que podían ser. — Rara vez bebo los productos alquímicos con los que trabajo, yo en realidad soy…
— Un come pollas. ¿A que sí? ¡Eres de esos! Sé que sí, princesa. — Los tres rieron al unísono. La cara de Ralgarin cambió de un semblante amable a uno completamente serio. Apretó los dientes y cerró los puños.
— ¡Qué insolencia! Jamás… ¡Jamás me había hablado nadie así! — No desde que había dejado de convivir con sus siete hermanos, al menos. — ¿Cómo se atreven?
Con la ira colmando su mente, se llevó la mano derecha a la cintura, allí donde normalmente estaba enfundada su espada. Pero no estaba en su vaina, sino en la tienda de algún ladrón de la ciudad. Sabía que si intentase defender su honor en un combate, sin armas y ampliamente superado en número, probablemente terminaría muerto.
— ¿Qué harás, princesa? ¿Llamar a tu esposo? — Las risas del grupete eran tan sonoras como insoportables. Carcajeaban con las bocas bien abiertas y de vez en cuando se llevaban una mano al estómago. Cada vez que el hombre-bestia reía, Ralg creía que sus ojos se saldrían de las cuencas al fin.
— Suficiente.
Ralgarin exhaló, dio media vuelta y retomó su caminata. Los tres callaron e intercambiaron miradas de sorpresa. Cuando el brujo estuvo a varios metros escuchó al sapo hablar a sus espaldas.
— Oye, prince… err… muchacho. Sólo estábamos bromeando. — El tono de voz se tornó apacible. — Además te has olvidado…
Volvió su rostro hacia el hombre-bestia con mirada inquisitiva.
— ¡...te has olvidado de tu espada! — El sapo agitaba su miembro vigorosamente, sus pantalones estando en el suelo. Los tres estallaron en carcajadas. El hombre delgado, el que vestía todo de negro, se echó al suelo entre risas.
— Malditas inmundicias — dijo el brujo para sí. Siguió caminando e hizo todo lo posible por ignorar a los bandidos.
El sapo suspiró, secándose una lágrima, con una sonrisa satisfecha todavía dibujada en el rostro. — Ah. Mucha risa por hoy. Ya agárrenlo.
Ralgarin oyó pasos acercarse rápidamente desde sus espaldas, y una voz gutural que en acento extraño le decía «oye, princesa». Levantó la vista por sobre su hombro, la mano del hombre de brazos enormes le golpeó la espalda. Antes de entender lo que sucedía, la cara del brujo ya estaba estampada contra la horrorosa mezcla de porquería y fango.
Varias manos empezaron a hurgar entre sus ropas. Al intentar levantarse recibió numerosos puñetazos y alguna patada en las costillas. Desabrocharon el broche de plata, le arrancaron la capa de terciopelo, tomaron sus aeros y su comida.
— Oh, quiero sus botas. — Y sus botas.
Escuchó por última vez la risa de aquel trío de abominables bandidos e intentó incorporarse, cubierto en excremento y quién sabe qué más. Ralgarin supo entonces que el maestro Brigham, como siempre, tenía razón.
Denis tenía negocios pendientes en Ciudad Lagarto y, desde que le habían arrebatado a Norte, el brujo también los tenía. Pocos días atrás su espada había caído en manos de un ladrón mientras paseaba por el mercado de Lunargenta. El herrero que la forjó la bautizó Norte, y le fue entregada en su cumpleaños número dieciséis.
No era más que una espada común y corriente. Probablemente podría conseguir una de igual calidad a un precio menor del al que su familia la había adquirido en primer lugar. Sin embargo, el cariño que guardaba a la hoja por ser, según su propio padre, «la espada con la que se convertiría en un hombre» era lo que lo forzaba a no dejar ir tan preciado obsequio.
Caminaba por las calles observando los anuncios que plagaban el lugar. El suelo era una mezcla de barro e inmundicia. Las edificaciones eran difíciles de divisar; en vez de edificios había tiendas por doquier, y parecía que en lugar de planear detalladamente la ciudad, cada ciudadano simplemente se había asentado en el primer lugar que hubiera encontrado.
Ralgarin lo detestaba. Todo. El olor, la sensación de caminar en fango, el desorden.
Pasó a varios metros de una fogata frente a la que tres hombres conversaban y compartían un trago. Detrás de ellos se alzaba una tienda de forma irregular.
— Oigan — dijo un hombre-bestia. Mitad hombre mitad sapo. —. Miren a ese.
Codeó al que tenía al lado y ambos compartieron una sonrisa cómplice. El hombre-sapo se puso de pie y se acercó al brujo, acompañado por sus dos compañeros.
— ¡Forastero! — Voz grave, rasposa, como si estuviese constantemente atragantándose con su propia saliva. — ¡Bienvenido a Ciudad Lagarto! — Extendió ambos brazos e hizo una reverencia con la cabeza.
Ralgarin se giró e intentó disimular su repentino desagrado. El hombre-sapo tenía dos ojos enormes que parecían estar a punto de reventar, cada ojo en un extremo opuesto de la cara. Verrugas de un verde más oscuro que el del resto de la piel le poblaban el rostro, las manos y las rodillas. Varios pliegues en la garganta formaban una papada que cada algunos segundos se inflaba —más de lo que ya estaba— y volvía a desinflar. La panza se le asomaba entre los pliegues de la camisa abierta y el hecho de que su cabeza sobrepasara apenas por un poco la cintura de Ralgarin añadía a la impresión de que quizás estaba embarazado.
— Gracias, buen hombre. — El brujo sonrió, a pesar de que el hedor de alguno de esos tres le empezaba a causar náuseas.
«Buen hombre» repitió por lo bajo uno de los acompañantes del sapo. Era un hombre muy alto y peludo. Cada uno de sus brazos era más grueso que la cabeza de Ralgarin. Sin embargo, su rostro ponía en evidencia que no era exactamente el habitante más brillante de Ciudad Lagarto. El otro, el tercero, era muy delgado y de la misma altura que Ralg. Las vestiduras negras sumadas a lo exageradamente encorvada que era su espalda le brindaban un aspecto de lo más inusual.
— Diga, ¿cómo podemos ser de servicio a un hombre tan bien parecido como usted? — preguntó el sapo.
— Oh. Agradezco su ayuda. Pues, vengo a esta ciudad en busca de mi espada Norte. Verá, es un regalo familiar de mucho valor afectivo. Me la han robado en un comercio de Lunargenta y he podido seguir el camino de la espada hasta aquí — El sapo y sus acompañantes asentían cada vez que Ralgarin terminaba una frase, y el hombre-bestia ocasionalmente soltaba algunas palabras como «ya veo» o «por supuesto». — Es imperativo que la recupere.
«Impratibio» repitió por lo bajo, confundido, el cuasi gigante.
— ¡«Imperativo»! ¡Oh! Oh, qué fina es usted, princesa. — El sapo sonrió e hizo un ademán burlesco con la mano.
— Aprecio el cumplido — rió, un tanto incómodo. —, pero no soy una princesa. Mi familia ni siquiera es noble. Soy de la casa Erdarad de Vulwulfar y...
Antes de que pudiera continuar la voz profunda del anfibio interrumpió: — Qué dientes tan limpios, princesa. ¡Son como perlas!
— No soy princesa. — Soltó una risa completamente falsa. — Y eso se lo debo a mi maestro. Somos alquimistas. Me enseñó la receta de un ungüento que se frota en los dientes. Aunque machacar hoja del rey y mezclarla con…
Otra vez la interrupción. — ¿Y eso lo haces antes o después de llevarte pollas a la boca?
Se quedó atónito. ¿Era su oído el que lo engañaba o realmente acababa de escuchar tal descaro? Frunció el ceño.
— ¿Disculpe?
— Si se lleva las ampollas a la boca. — Los otros dos hombres largaron una carcajada que fracasaron en disimular. — Ya sabe. Por la alquimia.
— Oh. — Claramente era su imaginación. Los bandidos no le parecían tan desagradables como su mentor había advertido que podían ser. — Rara vez bebo los productos alquímicos con los que trabajo, yo en realidad soy…
— Un come pollas. ¿A que sí? ¡Eres de esos! Sé que sí, princesa. — Los tres rieron al unísono. La cara de Ralgarin cambió de un semblante amable a uno completamente serio. Apretó los dientes y cerró los puños.
— ¡Qué insolencia! Jamás… ¡Jamás me había hablado nadie así! — No desde que había dejado de convivir con sus siete hermanos, al menos. — ¿Cómo se atreven?
Con la ira colmando su mente, se llevó la mano derecha a la cintura, allí donde normalmente estaba enfundada su espada. Pero no estaba en su vaina, sino en la tienda de algún ladrón de la ciudad. Sabía que si intentase defender su honor en un combate, sin armas y ampliamente superado en número, probablemente terminaría muerto.
— ¿Qué harás, princesa? ¿Llamar a tu esposo? — Las risas del grupete eran tan sonoras como insoportables. Carcajeaban con las bocas bien abiertas y de vez en cuando se llevaban una mano al estómago. Cada vez que el hombre-bestia reía, Ralg creía que sus ojos se saldrían de las cuencas al fin.
— Suficiente.
Ralgarin exhaló, dio media vuelta y retomó su caminata. Los tres callaron e intercambiaron miradas de sorpresa. Cuando el brujo estuvo a varios metros escuchó al sapo hablar a sus espaldas.
— Oye, prince… err… muchacho. Sólo estábamos bromeando. — El tono de voz se tornó apacible. — Además te has olvidado…
Volvió su rostro hacia el hombre-bestia con mirada inquisitiva.
— ¡...te has olvidado de tu espada! — El sapo agitaba su miembro vigorosamente, sus pantalones estando en el suelo. Los tres estallaron en carcajadas. El hombre delgado, el que vestía todo de negro, se echó al suelo entre risas.
— Malditas inmundicias — dijo el brujo para sí. Siguió caminando e hizo todo lo posible por ignorar a los bandidos.
El sapo suspiró, secándose una lágrima, con una sonrisa satisfecha todavía dibujada en el rostro. — Ah. Mucha risa por hoy. Ya agárrenlo.
Ralgarin oyó pasos acercarse rápidamente desde sus espaldas, y una voz gutural que en acento extraño le decía «oye, princesa». Levantó la vista por sobre su hombro, la mano del hombre de brazos enormes le golpeó la espalda. Antes de entender lo que sucedía, la cara del brujo ya estaba estampada contra la horrorosa mezcla de porquería y fango.
Varias manos empezaron a hurgar entre sus ropas. Al intentar levantarse recibió numerosos puñetazos y alguna patada en las costillas. Desabrocharon el broche de plata, le arrancaron la capa de terciopelo, tomaron sus aeros y su comida.
— Oh, quiero sus botas. — Y sus botas.
Escuchó por última vez la risa de aquel trío de abominables bandidos e intentó incorporarse, cubierto en excremento y quién sabe qué más. Ralgarin supo entonces que el maestro Brigham, como siempre, tenía razón.
Última edición por Ralgarin el Dom Feb 10 2019, 16:58, editado 2 veces (Razón : Formateo y ortografía)
Ralgarin
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 24
Nivel de PJ : : 0
Re: ¡Concurso Señorita Lagarto! [Libre][Cerrado]
Si dijera que no se lo esperaba estaría mintiendo, los motivos que tenía Matthew para comportarse de esa manera eran un misterio, aunque dada la situación, probablemente pensó que era el modo más rápido y eficaz para hacer que Helena saliera de los baños. Mientras la hechicera le arrojaba todo los objetos que tenía a mano, el moreno se cubría la cabeza y sobre todo el rostro, podían golpearlo donde sea, pero no arruinar su imagen.
Cuando Helena se quedó sin nada para arrojar, Owens se atrevió a mirar un poco.
-Bonito par – Dijo antes de salir huyendo del lugar, si se quedaba corría riesgo de que la mujer arrancara la bañera del piso y se la arrojara también.
Un punto a favor que tenía la Hechicera, desde la visión de Matt, era que sin importar qué tan estúpida fuera la propuesta (Y Owens sabía perfectamente que lo era) ella le seguía la corriente. El moreno notaba perfectamente como la paciencia de la mujer se agotaba lentamente, sus gestos de fastidio, la manera en que apretaba la mandíbula para no responderle. Todo eso solo hacía más divertida la experiencia…
Pasó un brazo por arriba de los hombros de Helena, en un gesto amistoso.
-Sí, estaremos aquí toooodo el día, viendo a cada participante – Llegaron a la Mesa de los Jueces, en ella había dos jarras con vino y copas a juego, Matthew sabía que a la hechicera le gustaba más eso que la cerveza – Anímate ¿No te gusta la idea de pasar todo el día con tu Jefe? – El estafador se imaginaba que la respuesta interna sería que “no”, pero por fuera diría que “si”.
Tenía que aprovechar estos momentos, con el tiempo Helena se iría acostumbrando a las tonterías de Matt y comenzaría a responderle, tal como hacían todos los demás, el Humano siempre lograba arrastrar a las personas a su ritmo. Sirvió vino para ambos y le sonrió de modo encantador.
-En la noche elegiremos al mejor candidato y le daremos un premio especial ¿No es emocionante? Creo que este tipo de actividades nos unen como pueblo, que yo sepa cada ciudad tiene sus propias festividades, además de las que son compartidos por todos, creo que va siendo hora de que nosotros tengamos las nuestras – Y claramente no podía ser una celebración seria y digna, claro que no ¡Esto era Ciudad Lagarto! -¿Qué es lo que siempre te digo? Relájate. Si de todos modos no hay mucho para hacer durante el día – Miro a Helena e hizo una sonrisa burlona – Las cosas divertidas suceden de noche ¿Verdad? –
Según los informantes de Matthew, la hechicera se había mantenido muy tranquila y profesional en esas semanas, para algunos incluso era demasiado seria. Por lo mismo, el moreno comenzaba a pensar que la chica tenía algún serio problema con eso del contacto físico, resultaba muy curioso, pero cada vez que Owens quería abordar el tema la mujer se cerraba por completo.
Brenda aún no terminaba de anotar los nombres de todos los participantes, así que Matthew se relajó en su silla mientras esperaba a que el concurso comenzara. Considerando que había organizado todo en una noche, había quedado bastante bien, con las cortinas robadas, el gran escenario para que los participantes desfilaran, y el cartel torcido que decía “Concurso Señorita Lagarto”, adornado con algunas flores silvestres que habían encontrado por ahí.
-¿En base a qué crees que deberíamos evaluarlos? Es decir, la apariencia es fundamental, pero quizás deberían tener alguna otra característica…. Oh, deberían ser “Buenas personas”, ya sabes del tipo que cuando le preguntas “¿Qué deseas para Aerandir?” te responden “Que se pudra en el maldito quinto infierno”, ya sabes… - Hizo un gesto con la mano como para decir “etc” – O quizás deberían hacer alguna gracia –
Si había algo que pudiera volver aún más interesante un concurso así es que un ebrio intentara hacer malabares con antorchas ¡Eso sin duda! La gente comenzaba a juntarse alrededor del escenario, y los participantes ya estaban haciendo fila para ir subiendo al escenario.
Cuando Helena se quedó sin nada para arrojar, Owens se atrevió a mirar un poco.
-Bonito par – Dijo antes de salir huyendo del lugar, si se quedaba corría riesgo de que la mujer arrancara la bañera del piso y se la arrojara también.
---------------------------------------------------
Un punto a favor que tenía la Hechicera, desde la visión de Matt, era que sin importar qué tan estúpida fuera la propuesta (Y Owens sabía perfectamente que lo era) ella le seguía la corriente. El moreno notaba perfectamente como la paciencia de la mujer se agotaba lentamente, sus gestos de fastidio, la manera en que apretaba la mandíbula para no responderle. Todo eso solo hacía más divertida la experiencia…
Pasó un brazo por arriba de los hombros de Helena, en un gesto amistoso.
-Sí, estaremos aquí toooodo el día, viendo a cada participante – Llegaron a la Mesa de los Jueces, en ella había dos jarras con vino y copas a juego, Matthew sabía que a la hechicera le gustaba más eso que la cerveza – Anímate ¿No te gusta la idea de pasar todo el día con tu Jefe? – El estafador se imaginaba que la respuesta interna sería que “no”, pero por fuera diría que “si”.
Tenía que aprovechar estos momentos, con el tiempo Helena se iría acostumbrando a las tonterías de Matt y comenzaría a responderle, tal como hacían todos los demás, el Humano siempre lograba arrastrar a las personas a su ritmo. Sirvió vino para ambos y le sonrió de modo encantador.
-En la noche elegiremos al mejor candidato y le daremos un premio especial ¿No es emocionante? Creo que este tipo de actividades nos unen como pueblo, que yo sepa cada ciudad tiene sus propias festividades, además de las que son compartidos por todos, creo que va siendo hora de que nosotros tengamos las nuestras – Y claramente no podía ser una celebración seria y digna, claro que no ¡Esto era Ciudad Lagarto! -¿Qué es lo que siempre te digo? Relájate. Si de todos modos no hay mucho para hacer durante el día – Miro a Helena e hizo una sonrisa burlona – Las cosas divertidas suceden de noche ¿Verdad? –
Según los informantes de Matthew, la hechicera se había mantenido muy tranquila y profesional en esas semanas, para algunos incluso era demasiado seria. Por lo mismo, el moreno comenzaba a pensar que la chica tenía algún serio problema con eso del contacto físico, resultaba muy curioso, pero cada vez que Owens quería abordar el tema la mujer se cerraba por completo.
Brenda aún no terminaba de anotar los nombres de todos los participantes, así que Matthew se relajó en su silla mientras esperaba a que el concurso comenzara. Considerando que había organizado todo en una noche, había quedado bastante bien, con las cortinas robadas, el gran escenario para que los participantes desfilaran, y el cartel torcido que decía “Concurso Señorita Lagarto”, adornado con algunas flores silvestres que habían encontrado por ahí.
-¿En base a qué crees que deberíamos evaluarlos? Es decir, la apariencia es fundamental, pero quizás deberían tener alguna otra característica…. Oh, deberían ser “Buenas personas”, ya sabes del tipo que cuando le preguntas “¿Qué deseas para Aerandir?” te responden “Que se pudra en el maldito quinto infierno”, ya sabes… - Hizo un gesto con la mano como para decir “etc” – O quizás deberían hacer alguna gracia –
Si había algo que pudiera volver aún más interesante un concurso así es que un ebrio intentara hacer malabares con antorchas ¡Eso sin duda! La gente comenzaba a juntarse alrededor del escenario, y los participantes ya estaban haciendo fila para ir subiendo al escenario.
Matthew Owens
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 875
Nivel de PJ : : 6
Re: ¡Concurso Señorita Lagarto! [Libre][Cerrado]
-¡Claro que sí!-Estaba con la cabeza apoyada sobre las dos palmas de su mano, a la vez que estas apoyaban los codos sobre la mesa. Ladeó un poco su cabeza mientras miraba al virrey-¿A quién no le gusta pasar toooodo el día con su jefe?-Respondió a modo de pregunta con un sarcasmo que se notó a kilómetros de distancia en Ciudad Lagarto. La rubia sonreía, pero se notaba que en el fondo quería irse de allí y estaba molesta, y no hacía mucho ademán por esconderlo con su exagerado sarcasmo.
Miró a la cola de participantes, parecía que Brenda iba acabando de anotar sus nombres y todos estaban dispuestos para empezar. Lo mejor sería acabar eso cuanto antes para poder quitarse de encima el tener que estar allí. "Mientras me dé de comer, no es un drama hacer este tipo de trabajos", pensó la bruja al mismo tiempo que suspiraba resignada.
-Lo que tú digas, Matt-Respondió sin mirar directamente al virrey y con un tono monótono. Su atención se centraba en mirar a cada detalle que tuviera enfrente, en parte para familiarizarse con el entorno del concurso y en parte para hacer denotar al virrey que le tenía cierto resquemor por lo que hizo en los baños.
Tampoco le importaba ciertamente la ciudad ni su gente ni su unión. El que pensara que realmente Ciudad Lagarto podría unirse por una fiesta, una causa o siquiera algo mundano, es que era un iluso. Sabía de sobra que Matthew no se preocupaba por eso, simplemente lo haría por su propia diversión. Ya se lo dijo bastantes veces: "No quiero que mis días sean monótonos y aburridos, ese es mi objetivo en el día a día".
-Este concurso es absurdo mires donde por donde lo mires-Miró de reojo al moreno-Usarás criterios igual de absurdos para elegir a los participantes-Devolvió la vista hacia el escenario-Así que...-Se quedó pensando por unos segundos y se encogió de hombros, ebozando una media sonrisa, divertida. Parecía que le había pillado el sentido a todo ese montaje y parafernalia. Los que verdaderamente iban a disfrutar de aquello serían ellos dos, no los participantes, público o ganadores, sino el virrey y su asesina-Usaré mis propios criterios absurdos
Cuando vio que Brenda miraba hacia la mesa, dando el visto bueno para que todo aquel espectáculo comenzase, la rubia se levantó de su silla bruscamente y dio una palmada en la mesa con las dos manos a la vez, al mismo tiempo que alzaba la voz.
-¡QUE EMPIECE ESTO!
Al ver que todo el mundo se le quedaba mirando y un silencio incómodo se genero en el lugar, la rubia echó un vistazo general a su alrededor, cientos de ojos estaban posados en ella en ese momento. Miró de reojo al virrey y, avergonzada y roja como un tomate, se sentó en su silla y se cruzó de brazos, enojada con el mundo, como casi siempre, pero esta vez tenía motivo para ello.
-...Creo que esperan a que tú des la señal-Apretó los dientes y bajó la mirada, con el mismo gesto de enojo en todo momento-¡Hazlo ya!
Miró a la cola de participantes, parecía que Brenda iba acabando de anotar sus nombres y todos estaban dispuestos para empezar. Lo mejor sería acabar eso cuanto antes para poder quitarse de encima el tener que estar allí. "Mientras me dé de comer, no es un drama hacer este tipo de trabajos", pensó la bruja al mismo tiempo que suspiraba resignada.
-Lo que tú digas, Matt-Respondió sin mirar directamente al virrey y con un tono monótono. Su atención se centraba en mirar a cada detalle que tuviera enfrente, en parte para familiarizarse con el entorno del concurso y en parte para hacer denotar al virrey que le tenía cierto resquemor por lo que hizo en los baños.
Tampoco le importaba ciertamente la ciudad ni su gente ni su unión. El que pensara que realmente Ciudad Lagarto podría unirse por una fiesta, una causa o siquiera algo mundano, es que era un iluso. Sabía de sobra que Matthew no se preocupaba por eso, simplemente lo haría por su propia diversión. Ya se lo dijo bastantes veces: "No quiero que mis días sean monótonos y aburridos, ese es mi objetivo en el día a día".
-Este concurso es absurdo mires donde por donde lo mires-Miró de reojo al moreno-Usarás criterios igual de absurdos para elegir a los participantes-Devolvió la vista hacia el escenario-Así que...-Se quedó pensando por unos segundos y se encogió de hombros, ebozando una media sonrisa, divertida. Parecía que le había pillado el sentido a todo ese montaje y parafernalia. Los que verdaderamente iban a disfrutar de aquello serían ellos dos, no los participantes, público o ganadores, sino el virrey y su asesina-Usaré mis propios criterios absurdos
Cuando vio que Brenda miraba hacia la mesa, dando el visto bueno para que todo aquel espectáculo comenzase, la rubia se levantó de su silla bruscamente y dio una palmada en la mesa con las dos manos a la vez, al mismo tiempo que alzaba la voz.
-¡QUE EMPIECE ESTO!
Al ver que todo el mundo se le quedaba mirando y un silencio incómodo se genero en el lugar, la rubia echó un vistazo general a su alrededor, cientos de ojos estaban posados en ella en ese momento. Miró de reojo al virrey y, avergonzada y roja como un tomate, se sentó en su silla y se cruzó de brazos, enojada con el mundo, como casi siempre, pero esta vez tenía motivo para ello.
-...Creo que esperan a que tú des la señal-Apretó los dientes y bajó la mirada, con el mismo gesto de enojo en todo momento-¡Hazlo ya!
Helena Rhodes
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 349
Nivel de PJ : : 2
Re: ¡Concurso Señorita Lagarto! [Libre][Cerrado]
Mientras el carro tiraba, aproveche para echarle un vistazo a la parte interna del carro. Había harina, algo de sal, agua... Parecía que esos dos hermanos subnormales eran una especie de mercaderes de materias primas, aunque tampoco es como si hubiera mucho para un negocio grande. Una panadería pequeña, lo más probable.
Me llamo entonces la atención un pequeño grupo arremolinado alrededor de un cuerpo en el suelo.
"Pobre desgraciado". Me dije sin ninguna pena.
Hasta que vi en ese chaval del suelo unos brillos en sus cabellos que me llamaron la atención. centre un poco la vista hasta verlos en la distancia con algo más de detalles. Uno de los hombres bestia me miro desde la distancia mientras aun hurgaba al chico. Aviso a sus dos compañeros que me miraron algo asustados, algo amenazantes, mientras trataban de sugetar como podian al joven, quien, tras acercar un poco el carro, por fin reconocí. Di un suspiro.
- ¡Eh! ¡No se te ha perdido nada! ¡Largate! - Dijo uno de ellos.
Yo los ignoré, sacando un saco de harina de dentro.
- Eh, brujo... - Dije sin mirarlos demasiado. - Si te saco de esta, me harás un favor, ¿vale?
Y entonces le pegué una fuerte nalgada al caballo mientras me ponía de pie en el asiento del carro, cargando a todo trapo contra el brujo y sus agresores. Luego, en mitad de la carrera, lancé el saco al aire, frente a la calle, entre ellos y el carro que ahora avanzaba a toda castaña en su dirección.
La harina salió por los aires y, con la humedad del aire, hizo una espesa cantidad de polvo en el aire que se filtro por todo el espacio, dificultando la vista. Maldije entonces mientras yo también trataba de ver algo entre la niebla. En el ultimo momento, cuando pude vislumbrar como los Hombres-Bestia se apartaban aterrados de morir arrollados, empuje hacia un lado las riendas del caballo, mientras me tiraba para agarrar del brazo a Ralgarin y tirarlo dentro del carro, donde aterrizó sobre un montón de sal. Lo mire de reojo mientras seguía moviendo el carro y oía de fondo maldecir a los hombres.
Entonces me vino un olor.
- Por todos los malditos... - Me gire un segundo a mirarle. - ¿Se puede saber desde cuando no te lavas, pedazo de brujo cerdo? Dioses benditos... ¡Pretendía vender esa sal! JODER... - No era del todo cierto, pero dudaba que tampoco me sirviera de mucho ahora. - Ahora si que si, me vas a hacer un favor...
Saque entonces de uno de mis bolsillos el papel que había tomado de la entrada de la ciudad, mientras movía el caballo hacia donde venia el sonido. Que hacia un rato que había conseguido identificar.
- Vamos a participar como pareja aquí. Suena a dinero. Dinero que podrás usar después para lavarte. Obviamente, tras salvarte, yo me quedare una mayor parte, pero como soy generoso y te debo una por lo de la ultima vez en Lunargenta... - Añadí al recordar que la ultima vez que vi al joven le robé una especie de bomba inestable. - Podemos quedarnos la mitad respectivamente, ademas, te he salvado. Eso siempre hace que me debes una. Lo dicen las reglas de... De Ciudad lagarto. - Añadí tratando de sonar convencido.
Aun si el brujo no hubiera querido participar, yo llevaba el carro. Pasado un rato encontramos por fin el lugar donde parecía que se desarrollaba el evento. Apartamos el carro un poco y nos metimos a la cola de participantes, donde ambos nos echamos miradas de medio lado, procurando no hablar mucho, pues no había nada que comentar salvo el echo que Ralg olía a mierda.
- Pues... Se ha quedado bien el día... - Dije para tranquilizar un poco el ambiente mientras la cola avanzaba. - Y eso que parecía que llovería, eh?
Pude ver a lo lejos, sobre una especie de tarima, un par de personas sentadas mirando con aires de superioridad el espectáculo. Me centre, como no, en la chica, más que en el chico, pero por la forma en que se movía, quedaba claro que quien dirigía el cotarro en ese lugar era él. Me rasqué la barba pensaroso mientras trataba, con la otra mano, de apartar las moscas que rondaban a mi compañero brujo.
Pues si... Iba a ser una tarde incomoda, pero estaba esperanzado en que también iba a ser fructífera.
Me llamo entonces la atención un pequeño grupo arremolinado alrededor de un cuerpo en el suelo.
"Pobre desgraciado". Me dije sin ninguna pena.
Hasta que vi en ese chaval del suelo unos brillos en sus cabellos que me llamaron la atención. centre un poco la vista hasta verlos en la distancia con algo más de detalles. Uno de los hombres bestia me miro desde la distancia mientras aun hurgaba al chico. Aviso a sus dos compañeros que me miraron algo asustados, algo amenazantes, mientras trataban de sugetar como podian al joven, quien, tras acercar un poco el carro, por fin reconocí. Di un suspiro.
- ¡Eh! ¡No se te ha perdido nada! ¡Largate! - Dijo uno de ellos.
Yo los ignoré, sacando un saco de harina de dentro.
- Eh, brujo... - Dije sin mirarlos demasiado. - Si te saco de esta, me harás un favor, ¿vale?
Y entonces le pegué una fuerte nalgada al caballo mientras me ponía de pie en el asiento del carro, cargando a todo trapo contra el brujo y sus agresores. Luego, en mitad de la carrera, lancé el saco al aire, frente a la calle, entre ellos y el carro que ahora avanzaba a toda castaña en su dirección.
La harina salió por los aires y, con la humedad del aire, hizo una espesa cantidad de polvo en el aire que se filtro por todo el espacio, dificultando la vista. Maldije entonces mientras yo también trataba de ver algo entre la niebla. En el ultimo momento, cuando pude vislumbrar como los Hombres-Bestia se apartaban aterrados de morir arrollados, empuje hacia un lado las riendas del caballo, mientras me tiraba para agarrar del brazo a Ralgarin y tirarlo dentro del carro, donde aterrizó sobre un montón de sal. Lo mire de reojo mientras seguía moviendo el carro y oía de fondo maldecir a los hombres.
Entonces me vino un olor.
- Por todos los malditos... - Me gire un segundo a mirarle. - ¿Se puede saber desde cuando no te lavas, pedazo de brujo cerdo? Dioses benditos... ¡Pretendía vender esa sal! JODER... - No era del todo cierto, pero dudaba que tampoco me sirviera de mucho ahora. - Ahora si que si, me vas a hacer un favor...
Saque entonces de uno de mis bolsillos el papel que había tomado de la entrada de la ciudad, mientras movía el caballo hacia donde venia el sonido. Que hacia un rato que había conseguido identificar.
- Vamos a participar como pareja aquí. Suena a dinero. Dinero que podrás usar después para lavarte. Obviamente, tras salvarte, yo me quedare una mayor parte, pero como soy generoso y te debo una por lo de la ultima vez en Lunargenta... - Añadí al recordar que la ultima vez que vi al joven le robé una especie de bomba inestable. - Podemos quedarnos la mitad respectivamente, ademas, te he salvado. Eso siempre hace que me debes una. Lo dicen las reglas de... De Ciudad lagarto. - Añadí tratando de sonar convencido.
Aun si el brujo no hubiera querido participar, yo llevaba el carro. Pasado un rato encontramos por fin el lugar donde parecía que se desarrollaba el evento. Apartamos el carro un poco y nos metimos a la cola de participantes, donde ambos nos echamos miradas de medio lado, procurando no hablar mucho, pues no había nada que comentar salvo el echo que Ralg olía a mierda.
- Pues... Se ha quedado bien el día... - Dije para tranquilizar un poco el ambiente mientras la cola avanzaba. - Y eso que parecía que llovería, eh?
Pude ver a lo lejos, sobre una especie de tarima, un par de personas sentadas mirando con aires de superioridad el espectáculo. Me centre, como no, en la chica, más que en el chico, pero por la forma en que se movía, quedaba claro que quien dirigía el cotarro en ese lugar era él. Me rasqué la barba pensaroso mientras trataba, con la otra mano, de apartar las moscas que rondaban a mi compañero brujo.
Pues si... Iba a ser una tarde incomoda, pero estaba esperanzado en que también iba a ser fructífera.
Kaladar
Experto
Experto
Cantidad de envíos : : 109
Nivel de PJ : : 0
Re: ¡Concurso Señorita Lagarto! [Libre][Cerrado]
— Eh, brujo... Si te saco de esta, me harás un favor, ¿vale?
Los golpes cesaron. A pesar de las bajas temperaturas sentía el cuerpo caliente. El mejunje de mierda y fango que tenía ya esparcido por todo el cuerpo —y sobre el cual aún estaba echado— le había helado la piel. Él no lo notó ni por un momento, probablemente porque la inflamación de las moraduras que empezaban a surgir a lo largo de todo el torso, brazos y piernas disfrazaba el frío invernal con un inusual y cálido cosquilleo.
El eco de la voz resonó en su cabeza y encendió algo en su memoria. Creía haberla escuchado antes. ¿En Vulwulfar? No, claro que no. Lunargenta. ¿Se trataba de un cliente regular? ¿O de un comerciante con el que conversaba cada vez que caminaba por el mercado? O… quizás… se trataba de un hombre al que había conocido algunos días atrás; el mismo que había tomado la polvareda midgariana.
«Kaladar», pensó. Tan pronto como supo de quién se trataba, Ralgarin entendió lo que estaba por suceder. Estiró el brazo en dirección al carro al tiempo que una nube de polvillo blanco se alzaba frente a su rostro. El sonido de cascos trotando, ruedas moviéndose y, segundos más tarde, el brujo se encontró echado en un montículo de sal.
Miró hacia atrás y vio al hombre sapo agitando el puño alzado, mientras regurgitaba improperios a todo pulmón. El pecho del brujo subía y bajaba notoriamente. Una lágrima se deslizó por la mejilla derecha, atravesando un pómulo morado y un pequeño corte del que la sangre brotaba sutilmente. Pasó los dedos sucios por ambos ojos para esconder su lamento antes de dirigir la vista a Kaladar.
— ¡Oye! Me lavé antes de viajar hasta aquí. Es esta ciudad de puercos la que huele a mugre en todas partes. — Suspiró. Si no hubiese sido por esas alimañas aún tendría su abrigo, comida, aeros e higiene. — Incluso en el maldito suelo. Además, no es como si hubiese pedido a esos ladrones que me golpeen y me revuelquen en la porquería.
Ralgarin recibió el panfleto y lo ojeó detenidamente. Era el mismo que decoraba cada rincón del poblado. «Primer concurso oficial Señorita Lagarto». Se preguntó si los locales siquiera sabían leer. Probablemente no.
Ignorando por completo en qué consistía el dichoso concurso decidió aceptar la propuesta. Después de todo, Kaladar tenía un buen punto: necesitaba esos aeros. Sumado a que, para honrar el rescate que acababa de suceder, lo menos que podía hacer era acompañar al licántropo en sus planes.
Finalmente en la plaza central de la ciudad. Se unieron a la fila junto al escenario, donde el panfleto indicaba que debían inscribirse. Algunas miradas de disgusto se dirigieron a Ralgarin por la estela invisible de aroma fétido que dejaba tras de sí.
— Pues... Se ha quedado bien el día… Y eso que parecía que llovería, eh?
— ¿Bien? — El cielo estaba totalmente despejado, el ambiente era festivo y, además, tendrían comida y bebida gratis. — Este día es un… una… ¡es una maldita mierda!
Al levantar la voz y contraer los músculos sintió un dolor punzante en las costillas, que lo forzó a llevarse ambas manos al tórax en un quejido. Debía conseguir ayuda de un curandero antes de que el atardecer cayera en el horizonte.
Juntó las manos formando un cuenco. Cerró los ojos y suspiró, relajando la respiración. El éter fluyó por sus venas y conjuró entre los dedos un pequeño frasco con agua. Se empapó la cara. La telekinesis le resultó útil para que el líquido fluyera por su piel y limpiase al menos un poco de la mugre. En breves minutos tanto el frasco como el agua se desvanecieron, aunque el rostro del brujo había ya retomado una porción de su usual aspecto aseado.
Se preguntó en qué consistía el concurso exactamente. El panfleto no lo aclaraba y no supo de ningún reglamento. Debe ser algún evento cultural de la ciudad, pensó. Eso explicaría que todos supieran cómo funcionaba sin que tuviese que ser explicado.
La cola avanzó una vez más. Ralgarin se encontró entonces frente a una enana de cabellos castaños y mirada seria. Además de su aspecto físico el brujo intuyó que había algo en ella que la diferenciaba del resto de los ciudadanos.
Abrió la boca para hablar a Brenda, más una voz frenó las palabras antes de que salieran de su garganta.
— ¡QUE EMPIECE ESTO! — exclamó.
Ralgarin
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 24
Nivel de PJ : : 0
Re: ¡Concurso Señorita Lagarto! [Libre][Cerrado]
Como su compañera de juego no se mostraba muy animada con la situación, Matthew obligatoriamente tenía que estar emocionado por los dos. Así que se mantenía con la cabeza en alto, una sonrisa encantadora en los labios y muy buena predisposición para relacionarse con las personas que iban llegando. Algunos de los del público lo saludaban, y Owens respondía a todos y cada uno ¿Cuántas ciudades podían decir que tenían ese tipo de trato con sus gobernantes? Solo en Ciudad Lagarto pasaban esas cosas, y solo el estafador de Matthew Owens sostenía ese tipo de vínculo que hacía sentir a quienes lo rodeaban que eran especiales.
-La existencia misma es un absurdo, Querida Helena. Piénsalo con detenimiento y te darás cuenta que no hay un solo asunto en la vida que tengas que tomarte con seriedad. Familia, dinero, trabajo, hijos, amantes, todo es un disparate - Pasó un brazo por arriba de los hombros de la rubia y se acercó un poco más - No puedes culparme entonces sí me tomo la vida como si fuera un chiste ¿Cierto? Intento mostrarles algo con todo esto, pero las personas están ciegas - Vio que Helena se sonreía, y Owens consideró conveniente el apartar el brazo antes de que lo perdiera - ¡Bien dicho! Comienzas a entender de qué va todo esto -
El estafador se apoyó en el respaldo de la silla y se hamaco hacía atrás para poder apoyar los pies sobre la mesa. Miró con apenas un poco de curiosidad a los participantes que se iban formando junto al escenario ¡Eran completo desastre! y eso a Matt le parecía encantador. Habían mujeres desde edades peligrosamente jóvenes, hasta señoras que podrían ser las madres de de Owens. También habían hombres de todas las edades, Hombres-Bestia y licántropos. Los vampiros no podían participar porque había demasiada luz para ellos.
Cuando la hechicera se levantó y gritó para que comenzara el Evento, hasta Matt dio un respingo. Luego la aplaudió aunque sus palmas fueron las únicas que se escucharon en todo el lugar.
-Sí Señorita, a la orden - Respondió el estafador, llevando una mano a su frente como si estuviera haciendo un saludo militar.
Se puso en pie, se arregló la ropa y miró sonriente a todas las personas que se habían reunido.
-Queridos y bellos ciudadanos de Ciudad Lagarto, es hora de dar comienzo a lo que será un Evento que recordarán por el resto de sus vidas ¡Está es una fecha histórica, amigos míos! ¡Podrán contarle con orgullo a sus hijos o a sus esclavos de turno que ustedes presenciaron el Primer Concurso de Señorita Lagarto! - Las palabras del estafador comenzaban a cobrar vida, podía notarse en las miradas y el ánimo en general de las personas que hasta entonces eran simples espectadores, pero que ahora se sentían parte de algo, de algo muy importante y único - Comencemos pues ¡Suban todos los participantes al escenario! -
Lo primero era ver a todos los que se habían anotado juntos, mujeres y hombres, grandes y chicos, todos debían pararse y dar su mejor versión ante el público y los dos jurados que los evaluarían. Luego debían caminar en fila a todo lo largo del decorado, para finalmente bajarse por uno de los lados.
Luego de eso, era momento de las presentaciones individuales.
La primera en subir fue una mujer de unos sesenta años que no tenía un solo diente, el vestido que llevaba puesto era muy bonito, pero el cuerpo que lo llevaba había conocido mejores épocas. Camino con toda la sensualidad que era capaz (considerando que se había roto la cadera dos veces a lo largo de su vida) y hasta les guiño un ojo a los jueces cuando llegó a la punta del escenario. Luego se despidió y bajó de la tarima.
Después de tan increíble espectáculo subió un hombre con un vestido, este lo llevaba mucho mejor, era joven, seguramente estaba en sus treinta, aunque por la cantidad de pelo que tenía en el cuerpo Matthew sospechaba que se trataba de un hombre mitad oso. Camino por el escenario como si fuera una reina, y al llegar a la punta le lanzó a los jueces un pañuelo que parecía que lo habían bañado en perfume.
En ningún momento Owens hizo algún gesto de desagrado o sorpresa, miraba a todos los participantes con absoluta seriedad e incluso por momentos emocionado, como si estuviera viendo a las mujeres más hermosas de todo Aerandir. El concurso recién empezaba y ya resultaba todo un éxito.
-------------------------------------------------------------------------
-La existencia misma es un absurdo, Querida Helena. Piénsalo con detenimiento y te darás cuenta que no hay un solo asunto en la vida que tengas que tomarte con seriedad. Familia, dinero, trabajo, hijos, amantes, todo es un disparate - Pasó un brazo por arriba de los hombros de la rubia y se acercó un poco más - No puedes culparme entonces sí me tomo la vida como si fuera un chiste ¿Cierto? Intento mostrarles algo con todo esto, pero las personas están ciegas - Vio que Helena se sonreía, y Owens consideró conveniente el apartar el brazo antes de que lo perdiera - ¡Bien dicho! Comienzas a entender de qué va todo esto -
El estafador se apoyó en el respaldo de la silla y se hamaco hacía atrás para poder apoyar los pies sobre la mesa. Miró con apenas un poco de curiosidad a los participantes que se iban formando junto al escenario ¡Eran completo desastre! y eso a Matt le parecía encantador. Habían mujeres desde edades peligrosamente jóvenes, hasta señoras que podrían ser las madres de de Owens. También habían hombres de todas las edades, Hombres-Bestia y licántropos. Los vampiros no podían participar porque había demasiada luz para ellos.
Cuando la hechicera se levantó y gritó para que comenzara el Evento, hasta Matt dio un respingo. Luego la aplaudió aunque sus palmas fueron las únicas que se escucharon en todo el lugar.
-Sí Señorita, a la orden - Respondió el estafador, llevando una mano a su frente como si estuviera haciendo un saludo militar.
Se puso en pie, se arregló la ropa y miró sonriente a todas las personas que se habían reunido.
-Queridos y bellos ciudadanos de Ciudad Lagarto, es hora de dar comienzo a lo que será un Evento que recordarán por el resto de sus vidas ¡Está es una fecha histórica, amigos míos! ¡Podrán contarle con orgullo a sus hijos o a sus esclavos de turno que ustedes presenciaron el Primer Concurso de Señorita Lagarto! - Las palabras del estafador comenzaban a cobrar vida, podía notarse en las miradas y el ánimo en general de las personas que hasta entonces eran simples espectadores, pero que ahora se sentían parte de algo, de algo muy importante y único - Comencemos pues ¡Suban todos los participantes al escenario! -
Lo primero era ver a todos los que se habían anotado juntos, mujeres y hombres, grandes y chicos, todos debían pararse y dar su mejor versión ante el público y los dos jurados que los evaluarían. Luego debían caminar en fila a todo lo largo del decorado, para finalmente bajarse por uno de los lados.
Luego de eso, era momento de las presentaciones individuales.
La primera en subir fue una mujer de unos sesenta años que no tenía un solo diente, el vestido que llevaba puesto era muy bonito, pero el cuerpo que lo llevaba había conocido mejores épocas. Camino con toda la sensualidad que era capaz (considerando que se había roto la cadera dos veces a lo largo de su vida) y hasta les guiño un ojo a los jueces cuando llegó a la punta del escenario. Luego se despidió y bajó de la tarima.
Después de tan increíble espectáculo subió un hombre con un vestido, este lo llevaba mucho mejor, era joven, seguramente estaba en sus treinta, aunque por la cantidad de pelo que tenía en el cuerpo Matthew sospechaba que se trataba de un hombre mitad oso. Camino por el escenario como si fuera una reina, y al llegar a la punta le lanzó a los jueces un pañuelo que parecía que lo habían bañado en perfume.
En ningún momento Owens hizo algún gesto de desagrado o sorpresa, miraba a todos los participantes con absoluta seriedad e incluso por momentos emocionado, como si estuviera viendo a las mujeres más hermosas de todo Aerandir. El concurso recién empezaba y ya resultaba todo un éxito.
-------------------------------------------------------------------------
- Spoiler:
- ¡Siéntanse libres de inventar a tantos participantes como quieran!
Matthew Owens
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 875
Nivel de PJ : : 6
Re: ¡Concurso Señorita Lagarto! [Libre][Cerrado]
El virrey hizo una especie de gesto de militar que solo hizo aumentar aún más la vergüenza de Helena en aquel momento. Si estuvieran a solas o al menos nadie estuviese mirándoles con tanta atención, seguramente le habría proporcionado un codazo flojo de un modo amistoso en el estómago, pero quería mantener la compostura y que nadie notase nada raro.
-Inaugura el maldito concurso ya, o me piro de aquí-Dijo en voz baja y entre dientes, aún con los colores subidos en sus mejillas
Cuando el humano se puso en pie, Helena imitó la posición que este tenía tomada antes de alzar su voz, recostándose sobre la silla y hamacándose hacia atrás, poniendo los pies cruzados sobre la mesa, pero en vez de adoptar una postura relajada, se encontraba tensa y de brazos cruzados mirando de reojo el discurso que el moreno se estaba marcando.
El discurso de Matt fue bueno y casi inspirador. Quien lo conociese bien diría que de verdad se preocupa por la ciudad y que incluso su gente son importante para él. Pero Helena sabía que no. Sabía que eso sólo lo hacía por su propia diversión. Sonrió de medio lado, no pudo evitar cruzar una mirada cómplice, esa charla sobre lo que era importante para cada uno ya la habían tenido.
-Buen discurso, virrey-Susurró para que solo él pudiera enterarse.
Cuando los participantes empezaron a subir al escenario, Helena pronto notó la variedad de estos en cuanto a raza, estilo y... ¿Género? Esto la dejó un poco descolocada.
-...Matt-Llamó con discreción la atención del virrey-¿Por qué participan también hombres? Creí que solo serían mujeres, ya sabes... Por el propio nombre-Arqueó las cejas, esperando una respuesta
Los dos primeros participantes no la impresionaron para nada, más bien le dieron suma repulsa e incluso vergüenza ajena; una mujer creyéndose joven y hermosa, que parecía sacada de un pantano y criada por una manada de lobos, y un hombre vestido de mujer que parecía más oso que hombre, mostrando sensualidad y lanzando un pañuelo como modo de coqueteo hacia los jueces... Repugnante y estúpido, ¿Qué esperaban lograr con eso? Solo se pasearon como si estuvieran borrachos y no hicieron nada especial.
Los siguientes dos participantes no mostraron nada especial, pero sí lograron una carcajada en la rubia. No eran buenos, quizás serían los peores de todo, pero al menos a ella le hicieron pasar un buen momento.
El primero era un hombre calvo y bajito, con claro sobrepeso y muchas verrugas por toda su cabeza. Casi había más verrugas que hombre. Este se plantó con un tono simplón y mecánico en el escenario e hizo una reverencia a los jueces, una exagerada, artificial y horrible reverencia. Casi parecía que le había dado dolor de espalda.
Llevaba unos cuatro platos en cada mano, y empezó a lanzarlos al aire, intentando hacer unos malabares que ni siquiera llegaron. Fue un número tan lamentable que fue hasta gracioso. Con una maldad insultante, Helena empezó a reír. Al principio quiso esconderla, tapando sutilmente su boca, pero luego miro a Matt y no pudo contenerse. Cuando la bruja explotó, el público la siguió, abochornando por completo al pobre individuo que tan solo quería una oportunidad para brillar en aquel escenario en el que ahora había un total de ocho platos rotos en pedazos... Lamentable, pero cómico. Viendo el nivel, quizás parte de los votos de Helena irían para este.
El segundo fue también otro hombre, esta vez con una altura más normal a la media, aunque con facciones alargadas y una larga melena, sucia y grasosa. Bastante barba cubría su rostro, y no debía de oler muy bien, ya que llevaba las ropas con un tono marrón en algunas partes, y se supone que eran blancas. Una mueca de gesto torcido se hizo presente en Helena.
-...¿De dónde sale esta gente?
Se supone que iba a hacer una actuación humorística. Empezó a contar chistes, uno tras otro, ninguno bueno. Quizás una risa se oía desde el público, pero nada más. Tenía un humor demasiado extraño y obvio, nada sorprendente ni especial. Chistes secos de taberna y super viejos, que más que gracia daban repulsa.
-¡Y para concluir!-Levantó los brazos con expectación para mantener la atención del público-¿Sabéis cómo se llaman los habitantes de Ciudad Lagarto?-Dejó unos segundos de silencio para que la pregunta calase en los presentes. Acto seguido se encogió de hombros-¡Pues no lo sé, no los conozco a todos!-Hizo un amago de risa, esperando que con ese cierre, la gente empezara a soltar carcajadas sonoras que le ensordecieran... Pero eso no ocurrió. Todos se le quedaron mirando con cierta decepción a la vez que se espantaban por tan sufridos minutos de verborrea sin sentido ni coherencia, y mucho menos cómica. Los abucheos y los tomates no tardaron en esperar para ser lanzados con violencia y transgresión.
Helena se llevó una mano, tapándose el rostro con vergüenza ajena.
-Madre mía...-Resopló, se quitó la mano y volvió a centrar su atención en el escenario-¿De dónde sale esta gente?-Volvió a preguntar, con cierta desesperación.
-Inaugura el maldito concurso ya, o me piro de aquí-Dijo en voz baja y entre dientes, aún con los colores subidos en sus mejillas
Cuando el humano se puso en pie, Helena imitó la posición que este tenía tomada antes de alzar su voz, recostándose sobre la silla y hamacándose hacia atrás, poniendo los pies cruzados sobre la mesa, pero en vez de adoptar una postura relajada, se encontraba tensa y de brazos cruzados mirando de reojo el discurso que el moreno se estaba marcando.
El discurso de Matt fue bueno y casi inspirador. Quien lo conociese bien diría que de verdad se preocupa por la ciudad y que incluso su gente son importante para él. Pero Helena sabía que no. Sabía que eso sólo lo hacía por su propia diversión. Sonrió de medio lado, no pudo evitar cruzar una mirada cómplice, esa charla sobre lo que era importante para cada uno ya la habían tenido.
-Buen discurso, virrey-Susurró para que solo él pudiera enterarse.
Cuando los participantes empezaron a subir al escenario, Helena pronto notó la variedad de estos en cuanto a raza, estilo y... ¿Género? Esto la dejó un poco descolocada.
-...Matt-Llamó con discreción la atención del virrey-¿Por qué participan también hombres? Creí que solo serían mujeres, ya sabes... Por el propio nombre-Arqueó las cejas, esperando una respuesta
Los dos primeros participantes no la impresionaron para nada, más bien le dieron suma repulsa e incluso vergüenza ajena; una mujer creyéndose joven y hermosa, que parecía sacada de un pantano y criada por una manada de lobos, y un hombre vestido de mujer que parecía más oso que hombre, mostrando sensualidad y lanzando un pañuelo como modo de coqueteo hacia los jueces... Repugnante y estúpido, ¿Qué esperaban lograr con eso? Solo se pasearon como si estuvieran borrachos y no hicieron nada especial.
Los siguientes dos participantes no mostraron nada especial, pero sí lograron una carcajada en la rubia. No eran buenos, quizás serían los peores de todo, pero al menos a ella le hicieron pasar un buen momento.
El primero era un hombre calvo y bajito, con claro sobrepeso y muchas verrugas por toda su cabeza. Casi había más verrugas que hombre. Este se plantó con un tono simplón y mecánico en el escenario e hizo una reverencia a los jueces, una exagerada, artificial y horrible reverencia. Casi parecía que le había dado dolor de espalda.
Llevaba unos cuatro platos en cada mano, y empezó a lanzarlos al aire, intentando hacer unos malabares que ni siquiera llegaron. Fue un número tan lamentable que fue hasta gracioso. Con una maldad insultante, Helena empezó a reír. Al principio quiso esconderla, tapando sutilmente su boca, pero luego miro a Matt y no pudo contenerse. Cuando la bruja explotó, el público la siguió, abochornando por completo al pobre individuo que tan solo quería una oportunidad para brillar en aquel escenario en el que ahora había un total de ocho platos rotos en pedazos... Lamentable, pero cómico. Viendo el nivel, quizás parte de los votos de Helena irían para este.
El segundo fue también otro hombre, esta vez con una altura más normal a la media, aunque con facciones alargadas y una larga melena, sucia y grasosa. Bastante barba cubría su rostro, y no debía de oler muy bien, ya que llevaba las ropas con un tono marrón en algunas partes, y se supone que eran blancas. Una mueca de gesto torcido se hizo presente en Helena.
-...¿De dónde sale esta gente?
Se supone que iba a hacer una actuación humorística. Empezó a contar chistes, uno tras otro, ninguno bueno. Quizás una risa se oía desde el público, pero nada más. Tenía un humor demasiado extraño y obvio, nada sorprendente ni especial. Chistes secos de taberna y super viejos, que más que gracia daban repulsa.
-¡Y para concluir!-Levantó los brazos con expectación para mantener la atención del público-¿Sabéis cómo se llaman los habitantes de Ciudad Lagarto?-Dejó unos segundos de silencio para que la pregunta calase en los presentes. Acto seguido se encogió de hombros-¡Pues no lo sé, no los conozco a todos!-Hizo un amago de risa, esperando que con ese cierre, la gente empezara a soltar carcajadas sonoras que le ensordecieran... Pero eso no ocurrió. Todos se le quedaron mirando con cierta decepción a la vez que se espantaban por tan sufridos minutos de verborrea sin sentido ni coherencia, y mucho menos cómica. Los abucheos y los tomates no tardaron en esperar para ser lanzados con violencia y transgresión.
Helena se llevó una mano, tapándose el rostro con vergüenza ajena.
-Madre mía...-Resopló, se quitó la mano y volvió a centrar su atención en el escenario-¿De dónde sale esta gente?-Volvió a preguntar, con cierta desesperación.
Helena Rhodes
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 349
Nivel de PJ : : 2
Re: ¡Concurso Señorita Lagarto! [Libre][Cerrado]
Estaba mirando el escenario con Ralgarin al lado desde un lateral. Había pasado un rato trayendo cajas del carro hasta dejarlas al lado del escenario para tenerlas a mano, y ahora ambos estábamos mirando la escena del supuesto "comediante" que había salido a escena. Yo miraba la situación con ambas manos frente a la boca, planteándome como podía existir semejante muestra de falta de sentido cómico y gracia.
- ... Horrible, simplemente horrible... - Susurré para cuando acabo la actuación.
- Si, ¿verdad? - Dijo un hombrecillo a mi lado, calvo, que estaba al lado de una gran pila de sillas. - Cuando vi que iba a hacer un numero cómico, le dije que se estuviera, pero no me hizo ni caso. ¿Que haréis vosotros?
- Aun esta por decidir... - Dije con una media sonrisa enigmática. - Pero me gusta improvisar. ¿Tú?
- Equilibrios con las sillas. Nada tan vistoso como unos fuegos artificiales de un mago... Pero te aseguro que voy a hacer que parezcáis una panda de monos!
- Eso lo veremos... - Dije con una sonrisa mientras se alejaba un poco para llevarse parte de las sillas, puesto que tenia que llevarlas de dos en dos. Me acerque y clave mi sable justo en la madera de uno de los travesaños que juntaba ambas patas, haciendo que este se requebrara. Luego, tomé la silla y se la lleve cerca al hombrecillo. De paso, justo al estar frente a el, se la arroje con ligereza y tome una bolsa que colgaba de su cinturón cuando el no miraba. - ¡Suerte!
Y con esa ultima sonrisa, vi como el hombre se metía de lleno a presentarse. Sus sillas se apilaban y subían, una tras otra, arrojándolas hacia el cielo y subiendo por ellas como si escalara una montaña pequeña. Cuando decidió tomar la mía, se la llevo a la parte más alta, de donde salto con ella en brazos, tratando de sentarse justo sobre ella. Fue una mala decisión si tenemos en cuenta que, al caer la silla, esta se rompió y una de las patas, astillada, le atravesó limpiamente el muslo, haciendo que gritara y se retorciera en mitad del escenario.
Tras una rápida intervención de un equipo de matasanos y un breve pero intenso aplauso que se le dio al equilibrista, se subió a la tarima otro participante. En este caso, no me había dado tiempo a ver ni que haría ni como fastidiar su numero de ninguna forma... Pero acabo pareciendo que no hacia falta, pues el participante resulto ser un hombre que, por confusión (espero) al nombre, había decidido ponerse un traje de mujer en el lado derecho del cuerpo, y unas decoraciones de hombre en el lado izquierdo, manteniendo así una conversación consigo mientras se giraba a lado y a lado, interpretando así los dos personajes en una extraña representación de un cuento infantil con una versión erótica al final.
Tras un pequeño escalofrió que me sacudió la espalda, una pequeña mujercita vino para darme un golpe en el costado, en forma de aviso.
- Tras el siguiente grupo os toca a vosotros. - Luego, se perdió de nuevo entre los participantes.
Yo me acerqué a Ralg, mire las cajas y decidí entonces una cosa:
No sabia que hacer, pero si algo sabia en esta vida es que nunca he sabido bien nada.
Cuando el publico aplaudió (mayormente por lastima) la actuación de ese hombre de genero confuso, puse las manos sobre varios sacos de harina y camine decididamente hacia el escenario. Pude oír como Ralg me seguía con algunas cajas, donde debía haber algo de agua y sal. Veríamos que hacer con eso...
Esperamos al lado del escenario a que entrara el grupo que iba a actuar antes que nosotros, y para mi sorpresa, fue un grupo de jóvenes mujeres en bikini que habían decidido sorprender al publico con piromancias.
¿A quien iba a mentir? Desde luego a mi me hipnotizaron incluso antes de saber que eran brujas.
Tras un par de trucos más que consistieron en arrojar bolas de fuego y algo de fuentes de colores sobre el escenario mientras ellas bailaban contoneándose, el truco finalizo. En este caso, bastante parte del publico aplaudió con fervor.
- Tu espera aquí... Yo me encargo.
Nada más pisar el escenario, mire a los jueces a los ojos y luego al publico, dándoles mi mejor sonrisa.
- ¡Damas y caballeros! - Dije - ... ¡Sobretodo damas! Espero que os hayáis puesto cómodos, impacientes, ansiosos y listos para la siguiente actuación, pues os aseguro, que jamas, de los jamases se hubiera visto tal cosa. Yo, el maestro de ceremonias Kaldrimor, he sido mencionado hoy mismo y sin previo aviso de que nuestro amable Señor Owens- dije señalando al que parecía ser el juez y quien había dado comienzo al evento, recordando el cartel que había encontrado en la entrada. - había organizado tal evento en tal esplendida ciudad! No podía, sino, traer aquí mi mayor descubrimiento!
Me giré entonces hacia Ralgarin, desde el exterior del escenario, sin ser visto, que me miraba con ojos como platos.
- ¡Os presento mi autentico ser! ¡Os presento al mago de lo imposible! ¡El tejedor de sueños! ¡Terror de maridos y sueño de casadas! ... EL GRAN MAGO MAESTRO DE LAS REALIDADES; KALDRIMOR EL GRANDE!
Varios individuos del publico me miraron con curiosidad y susurros entre ellos. Casi me pareció ver que entre los jueces también miraban expectantes.
- Muchos de vosotros quizá no hayáis oído hablar de mi, maestro de lo arcano... Pues poseo una magia tan secreta que no ha sido revelada hasta el momento hacia nadie. ¡Y solamente hoy! Aquí y ahora, en este maravilloso concurso de esta maravillosa ciudad, que ha sido ideado ni más ni menos por nuestro grandisimo Señor Owens, haremos una demostración de como yo, hago lo imposible... Pues convertiré a uno de ustedes, por un momento, en alguien capaz de transformar la realidad... Convertirá a uno de ustedes... En un brujo.
La gente del publico ya no susurraba, sino que miraban expectantes, soñadores de conocer esa magia. Empezaron a alabar la posibilidad de ser ellos los afortunados, momento que aproveche para irme para atrás y me acerque a una de las cajas que había traído con la harina, procurando tomar conmigo también una piedra que había tomado antes del equilibrista.
Y me volví a girar al publico, que esta vez me miraba a mi, expectante de ser ellos los elegidos, yo me acerque al final de la grada, donde pude mirar a los ojos de la gente.
- ¿Podrías ser tu...? ¿O que tal tu? Oh! - Dije de pronto viendo a una joven. - A usted si que la elegiría, pero con fines algo más de interés propio... ¿Le gustaría ayudarme con la demostración, señorita?
Ella, sonriente, asintió. Le faltaba algún que otro de los delanteros, pero su rostro era bello y agraciado. Mucha gente del publico la aplaudió cuando subió al escenario.
- ¡Que de comienzo, pues... LA MAGIA!
- ... Horrible, simplemente horrible... - Susurré para cuando acabo la actuación.
- Si, ¿verdad? - Dijo un hombrecillo a mi lado, calvo, que estaba al lado de una gran pila de sillas. - Cuando vi que iba a hacer un numero cómico, le dije que se estuviera, pero no me hizo ni caso. ¿Que haréis vosotros?
- Aun esta por decidir... - Dije con una media sonrisa enigmática. - Pero me gusta improvisar. ¿Tú?
- Equilibrios con las sillas. Nada tan vistoso como unos fuegos artificiales de un mago... Pero te aseguro que voy a hacer que parezcáis una panda de monos!
- Eso lo veremos... - Dije con una sonrisa mientras se alejaba un poco para llevarse parte de las sillas, puesto que tenia que llevarlas de dos en dos. Me acerque y clave mi sable justo en la madera de uno de los travesaños que juntaba ambas patas, haciendo que este se requebrara. Luego, tomé la silla y se la lleve cerca al hombrecillo. De paso, justo al estar frente a el, se la arroje con ligereza y tome una bolsa que colgaba de su cinturón cuando el no miraba. - ¡Suerte!
Y con esa ultima sonrisa, vi como el hombre se metía de lleno a presentarse. Sus sillas se apilaban y subían, una tras otra, arrojándolas hacia el cielo y subiendo por ellas como si escalara una montaña pequeña. Cuando decidió tomar la mía, se la llevo a la parte más alta, de donde salto con ella en brazos, tratando de sentarse justo sobre ella. Fue una mala decisión si tenemos en cuenta que, al caer la silla, esta se rompió y una de las patas, astillada, le atravesó limpiamente el muslo, haciendo que gritara y se retorciera en mitad del escenario.
Tras una rápida intervención de un equipo de matasanos y un breve pero intenso aplauso que se le dio al equilibrista, se subió a la tarima otro participante. En este caso, no me había dado tiempo a ver ni que haría ni como fastidiar su numero de ninguna forma... Pero acabo pareciendo que no hacia falta, pues el participante resulto ser un hombre que, por confusión (espero) al nombre, había decidido ponerse un traje de mujer en el lado derecho del cuerpo, y unas decoraciones de hombre en el lado izquierdo, manteniendo así una conversación consigo mientras se giraba a lado y a lado, interpretando así los dos personajes en una extraña representación de un cuento infantil con una versión erótica al final.
Tras un pequeño escalofrió que me sacudió la espalda, una pequeña mujercita vino para darme un golpe en el costado, en forma de aviso.
- Tras el siguiente grupo os toca a vosotros. - Luego, se perdió de nuevo entre los participantes.
Yo me acerqué a Ralg, mire las cajas y decidí entonces una cosa:
No sabia que hacer, pero si algo sabia en esta vida es que nunca he sabido bien nada.
Cuando el publico aplaudió (mayormente por lastima) la actuación de ese hombre de genero confuso, puse las manos sobre varios sacos de harina y camine decididamente hacia el escenario. Pude oír como Ralg me seguía con algunas cajas, donde debía haber algo de agua y sal. Veríamos que hacer con eso...
Esperamos al lado del escenario a que entrara el grupo que iba a actuar antes que nosotros, y para mi sorpresa, fue un grupo de jóvenes mujeres en bikini que habían decidido sorprender al publico con piromancias.
¿A quien iba a mentir? Desde luego a mi me hipnotizaron incluso antes de saber que eran brujas.
Tras un par de trucos más que consistieron en arrojar bolas de fuego y algo de fuentes de colores sobre el escenario mientras ellas bailaban contoneándose, el truco finalizo. En este caso, bastante parte del publico aplaudió con fervor.
- Tu espera aquí... Yo me encargo.
Nada más pisar el escenario, mire a los jueces a los ojos y luego al publico, dándoles mi mejor sonrisa.
- ¡Damas y caballeros! - Dije - ... ¡Sobretodo damas! Espero que os hayáis puesto cómodos, impacientes, ansiosos y listos para la siguiente actuación, pues os aseguro, que jamas, de los jamases se hubiera visto tal cosa. Yo, el maestro de ceremonias Kaldrimor, he sido mencionado hoy mismo y sin previo aviso de que nuestro amable Señor Owens- dije señalando al que parecía ser el juez y quien había dado comienzo al evento, recordando el cartel que había encontrado en la entrada. - había organizado tal evento en tal esplendida ciudad! No podía, sino, traer aquí mi mayor descubrimiento!
Me giré entonces hacia Ralgarin, desde el exterior del escenario, sin ser visto, que me miraba con ojos como platos.
- ¡Os presento mi autentico ser! ¡Os presento al mago de lo imposible! ¡El tejedor de sueños! ¡Terror de maridos y sueño de casadas! ... EL GRAN MAGO MAESTRO DE LAS REALIDADES; KALDRIMOR EL GRANDE!
Varios individuos del publico me miraron con curiosidad y susurros entre ellos. Casi me pareció ver que entre los jueces también miraban expectantes.
- Muchos de vosotros quizá no hayáis oído hablar de mi, maestro de lo arcano... Pues poseo una magia tan secreta que no ha sido revelada hasta el momento hacia nadie. ¡Y solamente hoy! Aquí y ahora, en este maravilloso concurso de esta maravillosa ciudad, que ha sido ideado ni más ni menos por nuestro grandisimo Señor Owens, haremos una demostración de como yo, hago lo imposible... Pues convertiré a uno de ustedes, por un momento, en alguien capaz de transformar la realidad... Convertirá a uno de ustedes... En un brujo.
La gente del publico ya no susurraba, sino que miraban expectantes, soñadores de conocer esa magia. Empezaron a alabar la posibilidad de ser ellos los afortunados, momento que aproveche para irme para atrás y me acerque a una de las cajas que había traído con la harina, procurando tomar conmigo también una piedra que había tomado antes del equilibrista.
Y me volví a girar al publico, que esta vez me miraba a mi, expectante de ser ellos los elegidos, yo me acerque al final de la grada, donde pude mirar a los ojos de la gente.
- ¿Podrías ser tu...? ¿O que tal tu? Oh! - Dije de pronto viendo a una joven. - A usted si que la elegiría, pero con fines algo más de interés propio... ¿Le gustaría ayudarme con la demostración, señorita?
Ella, sonriente, asintió. Le faltaba algún que otro de los delanteros, pero su rostro era bello y agraciado. Mucha gente del publico la aplaudió cuando subió al escenario.
- ¡Que de comienzo, pues... LA MAGIA!
Kaladar
Experto
Experto
Cantidad de envíos : : 109
Nivel de PJ : : 0
Re: ¡Concurso Señorita Lagarto! [Libre][Cerrado]
Ante el comentario de Helena, el Virrey solo hizo una venia. Sabía que su discurso había sido muy bueno, esa era su verdadera vocación, decir cosas que la gente quería oír pero que no necesariamente eran ciertas. Matthew jamás consideró que estaba haciendo algo malo, mentir no estaba mal, lo que era una infamia es el decirle a la gente todo el tiempo lo que no quería escuchar, y además de eso decirles que era por su bien ¿Que se ganaba con eso? Simplemente que todos fueran más infelices.
-Mmmm - Owens se quedó pensando en la pregunta de la asesina, era como si recién hubiese notado la cuestión de los géneros y el nombre del concurso. Al final hizo un gesto como de idea y con mucha alegría aclaró - Escuché que hay lagartos que pueden ir cambiando de macho a hembra dependiendo de lo que necesitan. Probablemente sea por eso - Y lo dijo con absoluta convicción.
Matt no hacía esfuerzo alguno por disimular, se reía con ganas mientras los participantes iban pasando, y poco a poco se asentaba la certeza de que todo ese teatro sólo había sido organizado para que el Virrey se divierta... Otra vez. De cualquier manera, el moreno aplaudía con ganas a todos y cada uno de los participantes, así fueran un desastre o no.
-¡De nuestra hermosa ciudad! ¿De donde más? - Respondió orgulloso Matthew - En ninguna otra ciudad vas a encontrar seres tan maravillosos como aquí, te lo aseguro - Y lo decía convencido, este lugar había resultado ser el remedio perfecto para su aburrimiento.
Owens hizo un gesto como si en verdad estuviera pensando cuál podía ser la respuesta a “¿Sabéis como se llaman los habitantes de Ciudad Lagarto?”, incluso abrió la boca como si fuera a responder, pero el hombre hizo el remate del chiste antes, y Matt se empezó a reír, probablemente la única risa que se escuchó mientras la gente comenzaba a preparar la fruta para tirarle.
-Y todavía faltan muchos, Cariño -Le dijo a Helena mientras seguía aplaudiendo - Sí así empezamos imagina lo que tenemos por delante - El espectáculo de sillas fue bastante inesperado, el público parecía estar cautivado.
E incluso tenía un final inesperado, cuando el ladrón cayó y la madera atravesó su pierna se hizo el silencio. Owens puso un gesto de sorpresa y de inmediato se puso de pie y empezó a aplaudir con efusividad.
-¡¡Bravo!! ¿Te esperabas ese final? - Le preguntó a la asesina en un tono sumamente emocionado - ¡No me lo esperaba para nada! ¡Bravo! Por ahora tienes todos mis puntos, amigo - Le dijo al hombre, aunque probablemente no lo escuchaba ya que estaba muy ocupado gritando de dolor mientras dos ayudantes fortachones que Brenda había contratado lo bajaban del escenario.
Los dos siguientes participantes no llamaron especialmente la atención de Matt, aunque al público le encantó lo de mujeres con poca ropa, pero el Virrey parecía aburrido. El último competidor era en realidad una pareja, Owens se cruzó de brazos y al menos le dio la oportunidad de la duda, hablaba mejor que el resto de los competidores.
-¿En un brujo? - Miró a Helena como para corroborar que algo así fuera posible - Veremos qué se trae entre manos - El moreno hizo una media sonrisa, ese tal Kaldrimor se lo había pensado muy bien.
-Mmmm - Owens se quedó pensando en la pregunta de la asesina, era como si recién hubiese notado la cuestión de los géneros y el nombre del concurso. Al final hizo un gesto como de idea y con mucha alegría aclaró - Escuché que hay lagartos que pueden ir cambiando de macho a hembra dependiendo de lo que necesitan. Probablemente sea por eso - Y lo dijo con absoluta convicción.
Matt no hacía esfuerzo alguno por disimular, se reía con ganas mientras los participantes iban pasando, y poco a poco se asentaba la certeza de que todo ese teatro sólo había sido organizado para que el Virrey se divierta... Otra vez. De cualquier manera, el moreno aplaudía con ganas a todos y cada uno de los participantes, así fueran un desastre o no.
-¡De nuestra hermosa ciudad! ¿De donde más? - Respondió orgulloso Matthew - En ninguna otra ciudad vas a encontrar seres tan maravillosos como aquí, te lo aseguro - Y lo decía convencido, este lugar había resultado ser el remedio perfecto para su aburrimiento.
Owens hizo un gesto como si en verdad estuviera pensando cuál podía ser la respuesta a “¿Sabéis como se llaman los habitantes de Ciudad Lagarto?”, incluso abrió la boca como si fuera a responder, pero el hombre hizo el remate del chiste antes, y Matt se empezó a reír, probablemente la única risa que se escuchó mientras la gente comenzaba a preparar la fruta para tirarle.
-Y todavía faltan muchos, Cariño -Le dijo a Helena mientras seguía aplaudiendo - Sí así empezamos imagina lo que tenemos por delante - El espectáculo de sillas fue bastante inesperado, el público parecía estar cautivado.
E incluso tenía un final inesperado, cuando el ladrón cayó y la madera atravesó su pierna se hizo el silencio. Owens puso un gesto de sorpresa y de inmediato se puso de pie y empezó a aplaudir con efusividad.
-¡¡Bravo!! ¿Te esperabas ese final? - Le preguntó a la asesina en un tono sumamente emocionado - ¡No me lo esperaba para nada! ¡Bravo! Por ahora tienes todos mis puntos, amigo - Le dijo al hombre, aunque probablemente no lo escuchaba ya que estaba muy ocupado gritando de dolor mientras dos ayudantes fortachones que Brenda había contratado lo bajaban del escenario.
Los dos siguientes participantes no llamaron especialmente la atención de Matt, aunque al público le encantó lo de mujeres con poca ropa, pero el Virrey parecía aburrido. El último competidor era en realidad una pareja, Owens se cruzó de brazos y al menos le dio la oportunidad de la duda, hablaba mejor que el resto de los competidores.
-¿En un brujo? - Miró a Helena como para corroborar que algo así fuera posible - Veremos qué se trae entre manos - El moreno hizo una media sonrisa, ese tal Kaldrimor se lo había pensado muy bien.
Matthew Owens
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 875
Nivel de PJ : : 6
Re: ¡Concurso Señorita Lagarto! [Libre][Cerrado]
Matt verdaderamente parecía disfrutar con todo aquello, pero para Helena, todas y cada una de las personas que habían subido al escenario no eran más que seres sin talento alguno y que hacían gracia no por méritos propios y de buena manera, sino de una forma lamentable y vergonzosa incluso para el que era ajeno al espectáculo como podía ser el espectador medio.
-Eso lo tengo claro-Le contestó con ironía al virrey cuando este le dijo que no encontraría en ningún sitio gente tan maravillosa como en aquel lugar
Luego vino el espectáculo de sillas, o mejor dicho el DESASTROSO espectáculo de sillas, el cual acabó con una de las maderas atravesando una pierna al participante. Una mueca de desagrado por tal acción y el dolor que esta causaba incluso a la gente de fuera se hizo notable en el rostro de la bruja, que a diferencia del virrey, calificó en su interior aquella escena como horrenda.
Desvió la mirada hacia Matt en silencio, mientras veía como aplaudía incluso emocionado. No entendía muy bien el placer que había en todo aquello, pero se quedó observando al humano varios segundos con una mirada calculadora.
-...No creo que los puntos sea lo que más le importe ahora-Dijo devolviendo la mirada al escenario
Tras un número de chicas desnudas de poco interés para la rubia, llegó una pareja que poco a poco se ganaba la atención y expectación de los asistentes e incluso de los jueces. Helena apoyó uno de sus codos en la mesa y la cabeza en dicha mano mientras miraba con cautela a dichos participantes para ver qué se traían entre manos. Era Ciudad Lagarto, las expectativas estaban bajas, pero esas palabras despertaban interés, y sobre todo para una bruja como ella.
-Nadie puede "transformarse" en un brujo, Matt-Contestó al virrey mirándole por el rabillo del ojo sin mover mucho su cabeza. Suspiró.-Seguramente sea un charlatán que busca ganar algo de fama-Depositó de nuevo los ojos en el escenario-Apuesto a que si, a cambio de un poco de tu fama, le ofreces una noche de pasión en tu cama, aceptaría sin dudarlo.-Rió con malicia mientras esperaba en qué desembocaba toda aquella palabrería.
-Eso lo tengo claro-Le contestó con ironía al virrey cuando este le dijo que no encontraría en ningún sitio gente tan maravillosa como en aquel lugar
Luego vino el espectáculo de sillas, o mejor dicho el DESASTROSO espectáculo de sillas, el cual acabó con una de las maderas atravesando una pierna al participante. Una mueca de desagrado por tal acción y el dolor que esta causaba incluso a la gente de fuera se hizo notable en el rostro de la bruja, que a diferencia del virrey, calificó en su interior aquella escena como horrenda.
Desvió la mirada hacia Matt en silencio, mientras veía como aplaudía incluso emocionado. No entendía muy bien el placer que había en todo aquello, pero se quedó observando al humano varios segundos con una mirada calculadora.
-...No creo que los puntos sea lo que más le importe ahora-Dijo devolviendo la mirada al escenario
Tras un número de chicas desnudas de poco interés para la rubia, llegó una pareja que poco a poco se ganaba la atención y expectación de los asistentes e incluso de los jueces. Helena apoyó uno de sus codos en la mesa y la cabeza en dicha mano mientras miraba con cautela a dichos participantes para ver qué se traían entre manos. Era Ciudad Lagarto, las expectativas estaban bajas, pero esas palabras despertaban interés, y sobre todo para una bruja como ella.
-Nadie puede "transformarse" en un brujo, Matt-Contestó al virrey mirándole por el rabillo del ojo sin mover mucho su cabeza. Suspiró.-Seguramente sea un charlatán que busca ganar algo de fama-Depositó de nuevo los ojos en el escenario-Apuesto a que si, a cambio de un poco de tu fama, le ofreces una noche de pasión en tu cama, aceptaría sin dudarlo.-Rió con malicia mientras esperaba en qué desembocaba toda aquella palabrería.
Helena Rhodes
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 349
Nivel de PJ : : 2
Re: ¡Concurso Señorita Lagarto! [Libre][Cerrado]
Miré al público mientras esté aplaudía a la chica, que había acabado por subir con una ligera rojez en sus mejillas. Al fondo, en la tarima, pude ver cómo al menos uno de los jueces parecía estar interesado mientras que la chica no parecía estar demasiado sorprendida.
Yo le dedique una sonrisa especialmente dedicada a ella, con algo más de carácter altivo.
Yo coloqué una de las cajas de harina frente a la chica. Todo el público miraba a la caja como si ahí estuviera el secreto de tan ansiado poder. Aproveche pues esa creencia.
- Cómo muchos de ustedes ya parecen saber, en esta caja se esconde uno de mis mayores secretos. Yo lo llamo el polvo de Fleming, y será lo que enseñe hoy como hacer magia a esta joven.
Mientras destapaba la caja, los murmullos llenaban el ambiente. Incluso pude ver de reojo como la chica tragaba saliba y miraba la harina cómo si fuera un tesoro. Por suerte para mí, comprobé entonces por primera vez que la calidad de la harina era buena, muy molida. Asentí con la cabeza y me puse serio.
- Ahora viene el momento en el que, por seguridad del público, he de rogarles que se alejen unos pasos todos los que estén cerca del escenario.
Todos se miraron entre sí, pero hicieron caso y se retiraron un par de metros hacia atrás. Yo asentí. Lo cierto era que su integridad física me importaba poco, pero así tendría algo de margen para poder actuar.
Yo me acerqué a la chica y le indique que se sentará en el suelo, de rodillas. Había leído esa postura sumisa en algún libro hacia poco, algo muy erótico. Solo que esta vez, íbamos a usarlo de forma teatral.
Tomando un puñado de harina, me puse a dibujar círculos mágicos que había visto en algún libro de Ralgarin. Cuando estuvo acabado, había que hacer algo de teatro. Me coloque tras la chica y empecé a tocarle las orejas mientras hacía ruidos guturales con la boca. No sabía si el brujo me estaba mirando aún, pero de haberlo estado probablemente estaría tratando de taparse la cara para no ver ese espectaculo.
Tras un momento que finalicé con un grito (más de una persona se asustó entre el público) di un traspié, interpretando estar agotado.
- Ya... Ya esta.
La chica se miro las manos, tratando de notar algo nuevo. Yo la coloque frente a la caja y me diriji a ella.
- ¡Toma ahora un puñado de este polvo, y haz que se convierta en puro fuego!
Todos la miraban expectantes, yo esperaba con atención. La chica miraba su mano mientras está se cubría de harina. Tras tragar saliva, cerró los ojos, como centrándose. Yo tuve que esforzarme por no reírme.
Abriendo los ojos de golpe, arrojo la harina hacia el público, que hizo una nube de polvo que dejó ese espacio totalmente opaco.
Era hora de convertir el engaño en verdad.
Tomando la piedra que había robado anteriormente, la coloqué justo en el final de la vaina de mí sable, sacándolo de golpe y generando chispa. Dejé el sable a un lado mientras, de repente, la nube de polvo se convertía en una potente y muy llamativa explosión que reventaba en el aire, asustando a los pueblerinos y a la misma "maga" que había creado la supuesta magia.
Yo me puse en posición de brazos extendidos con una sonrisa. Había oído durante el viaje hacia la ciudad de las explosiones de polvo, generadas por la gran cantidad de polvo en el aire si se ve expuesta a una llama, y tenía que probarlo de alguna forma.
El público aplaudía sorprendido mientras yo recogía mis cosas y hacia que la chica, aún algo asustada y sorprendida a partes iguales, volvía con sus amigas mientras yo, con una sonrisa, le dedicaba mi mejor reverencia a los jueces. Luego, me fui a la parte posterior. La enana me miró algo sorprendida.
- Ha estado bien, ¿eh?
Yo le dedique una sonrisa especialmente dedicada a ella, con algo más de carácter altivo.
Yo coloqué una de las cajas de harina frente a la chica. Todo el público miraba a la caja como si ahí estuviera el secreto de tan ansiado poder. Aproveche pues esa creencia.
- Cómo muchos de ustedes ya parecen saber, en esta caja se esconde uno de mis mayores secretos. Yo lo llamo el polvo de Fleming, y será lo que enseñe hoy como hacer magia a esta joven.
Mientras destapaba la caja, los murmullos llenaban el ambiente. Incluso pude ver de reojo como la chica tragaba saliba y miraba la harina cómo si fuera un tesoro. Por suerte para mí, comprobé entonces por primera vez que la calidad de la harina era buena, muy molida. Asentí con la cabeza y me puse serio.
- Ahora viene el momento en el que, por seguridad del público, he de rogarles que se alejen unos pasos todos los que estén cerca del escenario.
Todos se miraron entre sí, pero hicieron caso y se retiraron un par de metros hacia atrás. Yo asentí. Lo cierto era que su integridad física me importaba poco, pero así tendría algo de margen para poder actuar.
Yo me acerqué a la chica y le indique que se sentará en el suelo, de rodillas. Había leído esa postura sumisa en algún libro hacia poco, algo muy erótico. Solo que esta vez, íbamos a usarlo de forma teatral.
Tomando un puñado de harina, me puse a dibujar círculos mágicos que había visto en algún libro de Ralgarin. Cuando estuvo acabado, había que hacer algo de teatro. Me coloque tras la chica y empecé a tocarle las orejas mientras hacía ruidos guturales con la boca. No sabía si el brujo me estaba mirando aún, pero de haberlo estado probablemente estaría tratando de taparse la cara para no ver ese espectaculo.
Tras un momento que finalicé con un grito (más de una persona se asustó entre el público) di un traspié, interpretando estar agotado.
- Ya... Ya esta.
La chica se miro las manos, tratando de notar algo nuevo. Yo la coloque frente a la caja y me diriji a ella.
- ¡Toma ahora un puñado de este polvo, y haz que se convierta en puro fuego!
Todos la miraban expectantes, yo esperaba con atención. La chica miraba su mano mientras está se cubría de harina. Tras tragar saliva, cerró los ojos, como centrándose. Yo tuve que esforzarme por no reírme.
Abriendo los ojos de golpe, arrojo la harina hacia el público, que hizo una nube de polvo que dejó ese espacio totalmente opaco.
Era hora de convertir el engaño en verdad.
Tomando la piedra que había robado anteriormente, la coloqué justo en el final de la vaina de mí sable, sacándolo de golpe y generando chispa. Dejé el sable a un lado mientras, de repente, la nube de polvo se convertía en una potente y muy llamativa explosión que reventaba en el aire, asustando a los pueblerinos y a la misma "maga" que había creado la supuesta magia.
Yo me puse en posición de brazos extendidos con una sonrisa. Había oído durante el viaje hacia la ciudad de las explosiones de polvo, generadas por la gran cantidad de polvo en el aire si se ve expuesta a una llama, y tenía que probarlo de alguna forma.
El público aplaudía sorprendido mientras yo recogía mis cosas y hacia que la chica, aún algo asustada y sorprendida a partes iguales, volvía con sus amigas mientras yo, con una sonrisa, le dedicaba mi mejor reverencia a los jueces. Luego, me fui a la parte posterior. La enana me miró algo sorprendida.
- Ha estado bien, ¿eh?
Kaladar
Experto
Experto
Cantidad de envíos : : 109
Nivel de PJ : : 0
Re: ¡Concurso Señorita Lagarto! [Libre][Cerrado]
La asesina confirmó lo que Matt ya suponía, era imposible cambiar de raza a menos que sea a Vampiro o a Bio-cibernético. Por lo tanto, lo que estaba a punto de presentar ese extraño sujeto era una estafa, y cuando se trataba de embaucadores Owens se lo tomaba como algo personal, ya que esa era en realidad su profesión.
Apoyó los codos en la mesa y entrelazó los dedos, mirando fijamente al hombre que con tanta confianza aseguraba que podría volver bruja a esa mujer.
-Qué pena, mi agenda está muy ocupada últimamente. Tengo las noches de lujuria reservadas para ti durante todo lo que queda del mes – Le sonrió a Helena y, como siempre, no dejó en claro de si hablaba en serio o si era broma.
Matthew le sumo puntos por los detalles en la actuación, se veía que ese hombre estaba acostumbrado a decir mentiras, se metía en el personaje y sus gestos eran los adecuados como para que un público ingenuo y bien predispuesto se dejara engañar. Las supuestas palabras mágicas y el circulo con polvos misteriosos fue un buen toque, Owens se preguntó cuánto tiempo le habría llevado planear todo eso.
Cuando el momento del polvo y el fuego llegó, el moreno le hizo un gesto a Helena para que se encargara de que a ellos no les afectara. Matt no tenía ganas de estar el resto de la jornada cubierto con harina.
-Interesante, supongo que el polvo tenía algo que podía encenderse, y en algún momento hizo una chispa… - Murmuraba el Virrey, interesado en averiguar en qué consistía el truco. Claro que entre tanto ademán no había logrado ver en qué momento había hecho la chispa, pero no tenía la menor duda de que el truco debía consistir en algo así – Hay que admitir que fue ingenioso – Le comentó a la asesina, mientras regresaba a su anterior postura despreocupada.
Los siguientes actos, incluso algunos que incluían malabares con sables afilados, danzas exóticas, un hipnotizador de serpientes y a muchos de los especímenes más atractivos de la ciudad, no resultaron tan atrayentes como el del estafador. Cuando todos los participantes habían terminado de pasar, Brenda le hizo una señal a Matt y este se puso de pie.
-Bien, damas y caballeros, hemos terminado con la primer parte del concurso. Espero que se hayan divertido tanto como yo, los participantes son tantos y tan maravillosos que aun no puedo elegir a uno – En realidad ya estaban a media tarde, y Matt tenía ganas de merendar algo antes de continuar – Tomémonos todos un descanso. En una hora los participantes deben estar nuevamente junto al escenario, los entrevistaremos para saber un poco más sobre ellos – Dio dos palmadas como para dar por concluido el asunto.
La gente comenzó a dispersarse, Owens no era el único que tenía hambre. El moreno estiro primero el cuerpo y luego le ofreció una mano a Helena para que lo acompañe.
-¿Quieres un poco de vino? Tengo un queso con especias que llegó ayer desde Lunargenta también -
Apoyó los codos en la mesa y entrelazó los dedos, mirando fijamente al hombre que con tanta confianza aseguraba que podría volver bruja a esa mujer.
-Qué pena, mi agenda está muy ocupada últimamente. Tengo las noches de lujuria reservadas para ti durante todo lo que queda del mes – Le sonrió a Helena y, como siempre, no dejó en claro de si hablaba en serio o si era broma.
Matthew le sumo puntos por los detalles en la actuación, se veía que ese hombre estaba acostumbrado a decir mentiras, se metía en el personaje y sus gestos eran los adecuados como para que un público ingenuo y bien predispuesto se dejara engañar. Las supuestas palabras mágicas y el circulo con polvos misteriosos fue un buen toque, Owens se preguntó cuánto tiempo le habría llevado planear todo eso.
Cuando el momento del polvo y el fuego llegó, el moreno le hizo un gesto a Helena para que se encargara de que a ellos no les afectara. Matt no tenía ganas de estar el resto de la jornada cubierto con harina.
-Interesante, supongo que el polvo tenía algo que podía encenderse, y en algún momento hizo una chispa… - Murmuraba el Virrey, interesado en averiguar en qué consistía el truco. Claro que entre tanto ademán no había logrado ver en qué momento había hecho la chispa, pero no tenía la menor duda de que el truco debía consistir en algo así – Hay que admitir que fue ingenioso – Le comentó a la asesina, mientras regresaba a su anterior postura despreocupada.
Los siguientes actos, incluso algunos que incluían malabares con sables afilados, danzas exóticas, un hipnotizador de serpientes y a muchos de los especímenes más atractivos de la ciudad, no resultaron tan atrayentes como el del estafador. Cuando todos los participantes habían terminado de pasar, Brenda le hizo una señal a Matt y este se puso de pie.
-Bien, damas y caballeros, hemos terminado con la primer parte del concurso. Espero que se hayan divertido tanto como yo, los participantes son tantos y tan maravillosos que aun no puedo elegir a uno – En realidad ya estaban a media tarde, y Matt tenía ganas de merendar algo antes de continuar – Tomémonos todos un descanso. En una hora los participantes deben estar nuevamente junto al escenario, los entrevistaremos para saber un poco más sobre ellos – Dio dos palmadas como para dar por concluido el asunto.
La gente comenzó a dispersarse, Owens no era el único que tenía hambre. El moreno estiro primero el cuerpo y luego le ofreció una mano a Helena para que lo acompañe.
-¿Quieres un poco de vino? Tengo un queso con especias que llegó ayer desde Lunargenta también -
Matthew Owens
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 875
Nivel de PJ : : 6
Re: ¡Concurso Señorita Lagarto! [Libre][Cerrado]
Helena miraba con condescendencia la escena, odiaba a aquellos que se creían prepotentes o con un carisma que ciertamente en muchas ocasiones no tenían y el cual era una mera ilusión. Cuando aquel tipo la miró con aquella sonrisa, la bruja le respondió con la más fría y cortante de sus miradas. Acto seguido, se cruzó de brazos y se apoyó en el respaldar de la silla.
A eso, se le sumó el comentario de Matt, el cual le pilló de imprevisto, pero como sabía de qué tipo de calaña era el moreno, le siguió la corriente, aunque ciertamente no sabía distinguir entre su mentira y su verdad.
-Para tener una sola noche de lujuria conmigo vas a tener que sudar sangre, querido Matt-Le miró por el rabillo del ojo aún cruzada de brazos y con cierto tono pícaro-Aunque no puedo negar que me gustaría-Levantó las cejas devolviendo la pelota al tejado del virrey.
Aunque se veía a leguas que todo ese número era pura fachada y palabrería, ciertamente el modo de hablar y cómo se expresaba aquel hombre llamaban la atención de la Rhodes, la cual lo observaba con atención y cautela.
En el momento de la verdad, notó que Matt le indicó que hiciera lo necesario para que a ellos no les llegase una sola llamarada, ¿En tan poco tiempo? Siquiera podía pensar con claridad un solo segundo, por suerte, el ambiente estaba húmedo debido a que había llovido días atrás, así sería más fácil controlar su elemento; el agua. Como una exhalación, se puso en pie, llegando a tirar la silla hacia atrás y alzó sus brazos hacia adelante, con las palmas apuntando en la dirección de la llamarada. De la nada, creó una especie de pantalla protectora de agua que evitaría cualquier tipo de complicación.
Cuando el fuego cesó, Helena suspiró y rompió la barrera, haciendo que toda esa agua cayera al suelo en forma de charco. Estaba claro que necesitaba pulir sus habilidades, se sintió un poco avergonzada por ello, pero al menos había logrado hacer lo que Matt le dijo.
-¡Maldito imbécil!-Golpeó la mesa con un puñetazo-¡Podrías habernos matado!-Gritó. Tal vez exageraba, o tal vez no, pero más bien lo decía debido a que ella sabía que no había estado todo lo lúcida y hábil que una bruja debería estar. El yugo de la perfección siempre recaía sobre los de su raza, era algo innato en ellos, y que de alguna forma u otra había quedado como "herencia" en la rubia. En esa situación, el hechizo le había salido bien debido a que las condiciones del ambiente eran propicias, pero de ser otras, quizás no habría tenido tanta suerte y habría hecho el ridículo, y eso de verdad esperaba que nadie lo hubiera notado.
Colocó la silla de nuevo en pie y se sentó de golpe, con un gesto de frustración en su rostro. De nuevo, se cruzó de brazos y siguió viendo el resto del concurso junto al virrey.
Cuando todos los participantes terminaron, el virrey se puso en pie y dio otro de sus discursos halagadores y magnéticos al público. Tras sus dos palmadas, Helena destensó sus músculos y se estiró, realmente no tenía muchas más ganas de seguir allí, desde el incidente de las llamas había estado bastante incómoda.
El moreno le invitó a comer, la Rhodes recorrió con su mirada su mano, todo su brazo hasta llegar a los ojos de este.
-Claro...-En otra ocasión, al ofrecerle vino y algo con qué acompañarlo habría aceptado más animada, pero este no era el caso.
Ambos llegaron a una tienda que estaba en el mismo recinto del escenario donde se desarrollaba el concurso. Dicho lugar estaba única y exclusivamente reservado para el virrey y para los que este a dedo escogiera y diera el privilegio de entrar.
Nada más entrar, una de las chicas de Matthew les atendió para ver qué querían tanto el virrey como la bruja, pero Helena la detuvo alzando la palma de una de sus manos a media altura.
-Me serviré yo misma-Miró a Matt-Iré a la trastienda a por vino, ¿Te lo traigo yo?
Tras la respuesta del humano, la Rhodes fue directa a dicho lugar, una pequeña tienda conectada a esta que ejercía como almacén. Había bastante comida y un par de barriles llenos de vino y cerveza respectivamente, por si al virrey se le apetecía una u otra cosa. Helena agarró primero un vaso y se sirvió a sí misma una primera copa de vino, la cual se bebió de un solo tirón.
-Malditos Rhodes, maldita Beltrexus, maldita Hekshold...-Se sirvió otra copa mientras seguía murmurando-...malditas Islas y malditos los brujos y su prepotencia...-Tras decir eso, bebió de otro tirón la copa que se acababa de servir-...Maldita vida-Concluyó. Toda su frustración se mezclaba con rabia y cierta tristeza.
A eso, se le sumó el comentario de Matt, el cual le pilló de imprevisto, pero como sabía de qué tipo de calaña era el moreno, le siguió la corriente, aunque ciertamente no sabía distinguir entre su mentira y su verdad.
-Para tener una sola noche de lujuria conmigo vas a tener que sudar sangre, querido Matt-Le miró por el rabillo del ojo aún cruzada de brazos y con cierto tono pícaro-Aunque no puedo negar que me gustaría-Levantó las cejas devolviendo la pelota al tejado del virrey.
Aunque se veía a leguas que todo ese número era pura fachada y palabrería, ciertamente el modo de hablar y cómo se expresaba aquel hombre llamaban la atención de la Rhodes, la cual lo observaba con atención y cautela.
En el momento de la verdad, notó que Matt le indicó que hiciera lo necesario para que a ellos no les llegase una sola llamarada, ¿En tan poco tiempo? Siquiera podía pensar con claridad un solo segundo, por suerte, el ambiente estaba húmedo debido a que había llovido días atrás, así sería más fácil controlar su elemento; el agua. Como una exhalación, se puso en pie, llegando a tirar la silla hacia atrás y alzó sus brazos hacia adelante, con las palmas apuntando en la dirección de la llamarada. De la nada, creó una especie de pantalla protectora de agua que evitaría cualquier tipo de complicación.
Cuando el fuego cesó, Helena suspiró y rompió la barrera, haciendo que toda esa agua cayera al suelo en forma de charco. Estaba claro que necesitaba pulir sus habilidades, se sintió un poco avergonzada por ello, pero al menos había logrado hacer lo que Matt le dijo.
-¡Maldito imbécil!-Golpeó la mesa con un puñetazo-¡Podrías habernos matado!-Gritó. Tal vez exageraba, o tal vez no, pero más bien lo decía debido a que ella sabía que no había estado todo lo lúcida y hábil que una bruja debería estar. El yugo de la perfección siempre recaía sobre los de su raza, era algo innato en ellos, y que de alguna forma u otra había quedado como "herencia" en la rubia. En esa situación, el hechizo le había salido bien debido a que las condiciones del ambiente eran propicias, pero de ser otras, quizás no habría tenido tanta suerte y habría hecho el ridículo, y eso de verdad esperaba que nadie lo hubiera notado.
Colocó la silla de nuevo en pie y se sentó de golpe, con un gesto de frustración en su rostro. De nuevo, se cruzó de brazos y siguió viendo el resto del concurso junto al virrey.
Cuando todos los participantes terminaron, el virrey se puso en pie y dio otro de sus discursos halagadores y magnéticos al público. Tras sus dos palmadas, Helena destensó sus músculos y se estiró, realmente no tenía muchas más ganas de seguir allí, desde el incidente de las llamas había estado bastante incómoda.
El moreno le invitó a comer, la Rhodes recorrió con su mirada su mano, todo su brazo hasta llegar a los ojos de este.
-Claro...-En otra ocasión, al ofrecerle vino y algo con qué acompañarlo habría aceptado más animada, pero este no era el caso.
Ambos llegaron a una tienda que estaba en el mismo recinto del escenario donde se desarrollaba el concurso. Dicho lugar estaba única y exclusivamente reservado para el virrey y para los que este a dedo escogiera y diera el privilegio de entrar.
Nada más entrar, una de las chicas de Matthew les atendió para ver qué querían tanto el virrey como la bruja, pero Helena la detuvo alzando la palma de una de sus manos a media altura.
-Me serviré yo misma-Miró a Matt-Iré a la trastienda a por vino, ¿Te lo traigo yo?
Tras la respuesta del humano, la Rhodes fue directa a dicho lugar, una pequeña tienda conectada a esta que ejercía como almacén. Había bastante comida y un par de barriles llenos de vino y cerveza respectivamente, por si al virrey se le apetecía una u otra cosa. Helena agarró primero un vaso y se sirvió a sí misma una primera copa de vino, la cual se bebió de un solo tirón.
-Malditos Rhodes, maldita Beltrexus, maldita Hekshold...-Se sirvió otra copa mientras seguía murmurando-...malditas Islas y malditos los brujos y su prepotencia...-Tras decir eso, bebió de otro tirón la copa que se acababa de servir-...Maldita vida-Concluyó. Toda su frustración se mezclaba con rabia y cierta tristeza.
Helena Rhodes
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 349
Nivel de PJ : : 2
Re: ¡Concurso Señorita Lagarto! [Libre][Cerrado]
Parte de los participantes miraban mi "polvo mágico" con interés, pero procuraba que nadie se acercará demasiado. Había acabado por separarme del mago ya que de nada me servía. Había tenido fe en que sus aptitudes mágicas iban a ser de ayuda, cuando en realidad apenas aporto compañía.
Obté por guardar las cajas en el carro, procurando que quedara escondido, y tome parte de la harina y la puse en una pequeña bolsa de cuero curtido, que me até al cinturón. Ya que la gente (o los tontos) se habían tragado lo del polvo mágico, quizás podía usarlo como timo de paso.
Vi como la gente empezaba a reunirse y comía la fabulosa comida que el susodicho virrey. Mientras avanzaba y le guiñaba el ojo a las jovencitas, me percate que la pareja de jueces se movía por ahí entre la gente. La chica, con aspecto algo molesto con unas chicas, se fue con las cejas algo arqueadas por lo que parecían un enojo.
Yo esperé pacientemente mientras tomaba una copa de un camarero que pasaba por ahí y le pegaba un sorbo a lo que parecía ser vino. Cuando estuvo ella lo bastante lejos, me diriji hacia el juez, que sin duda, era quien tenía las de ganar y mandar en ese lugar.
- Una maravillosa oportunidad de brillar, sin duda... - Dije en alto mientras miraba mi copa. - Todo gracias a usted, Sr. Owens.
Levanté entonces la vista para mirarle a el directamente.
- Espero que el espectáculo haya sido de su agrado. Desde luego, ha sido un disfrute para mi poder actuar sobre el escenario.
Levanté la copa en su dirección, aún con una sonrisa.
- Por su salud, por la ciudad y por este maravilloso concurso.
Y vacíe mi copa.
Obté por guardar las cajas en el carro, procurando que quedara escondido, y tome parte de la harina y la puse en una pequeña bolsa de cuero curtido, que me até al cinturón. Ya que la gente (o los tontos) se habían tragado lo del polvo mágico, quizás podía usarlo como timo de paso.
Vi como la gente empezaba a reunirse y comía la fabulosa comida que el susodicho virrey. Mientras avanzaba y le guiñaba el ojo a las jovencitas, me percate que la pareja de jueces se movía por ahí entre la gente. La chica, con aspecto algo molesto con unas chicas, se fue con las cejas algo arqueadas por lo que parecían un enojo.
Yo esperé pacientemente mientras tomaba una copa de un camarero que pasaba por ahí y le pegaba un sorbo a lo que parecía ser vino. Cuando estuvo ella lo bastante lejos, me diriji hacia el juez, que sin duda, era quien tenía las de ganar y mandar en ese lugar.
- Una maravillosa oportunidad de brillar, sin duda... - Dije en alto mientras miraba mi copa. - Todo gracias a usted, Sr. Owens.
Levanté entonces la vista para mirarle a el directamente.
- Espero que el espectáculo haya sido de su agrado. Desde luego, ha sido un disfrute para mi poder actuar sobre el escenario.
Levanté la copa en su dirección, aún con una sonrisa.
- Por su salud, por la ciudad y por este maravilloso concurso.
Y vacíe mi copa.
Kaladar
Experto
Experto
Cantidad de envíos : : 109
Nivel de PJ : : 0
Re: ¡Concurso Señorita Lagarto! [Libre][Cerrado]
Para los cánones de Matt, Helena se tomaba el asunto de protegerlo demasiado en serio, no es que fuera mal agradecido, pero el humano consideraba que un poco de riesgo en el día a día era lo que le daba sabor a la vida. Se la quedó viendo mirando mientras le gritaba al hombre en el escenario, con una media sonrisa divertida “Que bonita se ve cuando está preocupada por algo” pensaba el estafador.
Fueron hasta la carpa que tenían asignada, no era nada lujoso, simplemente un sitio donde resguardarse del viento mientras bebían y comían algo. De todos modos Matt agradeció el detalle, y una vez más supo que había hecho bien en contratar a Brenda, a la enana no se le escapaba nada.
-Claro cielo, como gustes – Algo estaba mal con Helena, aunque Owens no estaba muy seguro de cuál podía ser el motivo, supuso que sería mejor dejarla sola hasta que se calmara – Tomate tu tiempo – Era su modo de decir “Sé que lo necesitas, ve tranquila”.
Matthew se cruzó de piernas con mucha delicadeza y se recostó contra el respaldo de la silla, le gustaba el ambiente que se había generado, las personas estaban alegres y comentaban con entusiasmo todas las presentaciones que acababan de ver. A medida que el alcohol circulara seguramente las risas y algunos posibles focos de conflicto le agregarían al Evento el toque que le faltaba.
Distraído como estaba en sus cavilaciones, no notó al hombre que se acercaba hasta que lo tuvo al lado hablando.
-Oh, vaya, me halagas – Respondió Matt haciendo una risa corta – Pero yo solo les facilite los recursos, las personas de Ciudad Lagarto brillan por si solas – Hizo un gesto con la mano abarcando a todos los ladrones, asesinos y prostitutas que disfrutaban de la fiesta.
Como el sujeto lo miraba fijamente, el moreno correspondió con la misma seriedad, lo observó de arriba abajo, evaluando su modo de vestir, la forma en que se movía, las palabras que elegía.
-Fue una actuación interesante, sin duda – Sonrió de modo encantador – Entenderás que no pueda darte muchos más detalles sobre mi opinión, sino te estaría dando ventaja por sobre el resto de los participantes – Hizo una ligera inclinación de cabeza ante el brindis del estafador – Estaremos esperando mucho de ti en la siguiente parte del Evento – Varios de los participantes ya no podrían regresar, dado que tenían heridas con distintos grados de complejidad. Con menos concursantes, la competencia comenzaba a ser más reñida – Me parece horrible que sepas mi nombre y yo no conozca el tuyo, Cariño ¿Cómo te llamas? – Sonrió y agregó – A menos que quieras que crea que tu nombre es “Maestro de Ceremonia Kaldrimor”-
La mirada de Matt no coincidía con su tono, sus gestos eran los de un depredador, aunque sus palabras sonaban dulces y zalameras.
Fueron hasta la carpa que tenían asignada, no era nada lujoso, simplemente un sitio donde resguardarse del viento mientras bebían y comían algo. De todos modos Matt agradeció el detalle, y una vez más supo que había hecho bien en contratar a Brenda, a la enana no se le escapaba nada.
-Claro cielo, como gustes – Algo estaba mal con Helena, aunque Owens no estaba muy seguro de cuál podía ser el motivo, supuso que sería mejor dejarla sola hasta que se calmara – Tomate tu tiempo – Era su modo de decir “Sé que lo necesitas, ve tranquila”.
Matthew se cruzó de piernas con mucha delicadeza y se recostó contra el respaldo de la silla, le gustaba el ambiente que se había generado, las personas estaban alegres y comentaban con entusiasmo todas las presentaciones que acababan de ver. A medida que el alcohol circulara seguramente las risas y algunos posibles focos de conflicto le agregarían al Evento el toque que le faltaba.
Distraído como estaba en sus cavilaciones, no notó al hombre que se acercaba hasta que lo tuvo al lado hablando.
-Oh, vaya, me halagas – Respondió Matt haciendo una risa corta – Pero yo solo les facilite los recursos, las personas de Ciudad Lagarto brillan por si solas – Hizo un gesto con la mano abarcando a todos los ladrones, asesinos y prostitutas que disfrutaban de la fiesta.
Como el sujeto lo miraba fijamente, el moreno correspondió con la misma seriedad, lo observó de arriba abajo, evaluando su modo de vestir, la forma en que se movía, las palabras que elegía.
-Fue una actuación interesante, sin duda – Sonrió de modo encantador – Entenderás que no pueda darte muchos más detalles sobre mi opinión, sino te estaría dando ventaja por sobre el resto de los participantes – Hizo una ligera inclinación de cabeza ante el brindis del estafador – Estaremos esperando mucho de ti en la siguiente parte del Evento – Varios de los participantes ya no podrían regresar, dado que tenían heridas con distintos grados de complejidad. Con menos concursantes, la competencia comenzaba a ser más reñida – Me parece horrible que sepas mi nombre y yo no conozca el tuyo, Cariño ¿Cómo te llamas? – Sonrió y agregó – A menos que quieras que crea que tu nombre es “Maestro de Ceremonia Kaldrimor”-
La mirada de Matt no coincidía con su tono, sus gestos eran los de un depredador, aunque sus palabras sonaban dulces y zalameras.
Matthew Owens
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 875
Nivel de PJ : : 6
Re: ¡Concurso Señorita Lagarto! [Libre][Cerrado]
Había perdido la cuenta de los minutos que había estado allí y de las copas de vino que se había servido a sí misma, sin ni siquiera llegar a llenar una sola vez la que supuestamente le iba a dar a Matt.
La bruja estaba sentada en el suelo frente al barril de vino en el que estaba sacando dicha bebida, apoyando su espalda en uno de los tantos barriles que habían en aquel pequeño almacén los cuales estaban cerrados.
Tenía la mirada perdida y, por un lapso de bastantes segundos, dejó de beber y apoyó la copa en el suelo, aunque sin dejar de agarrarla. De pronto, pudo escuchar susurros de una conversación que tenía lugar en el mismo almacén pero unos barriles más allá de donde estaba. Quizás debido a la oscuridad e intimidad que ofrecía dicho lugar, no habían visto a la Rhodes.
Llamada por la curiosidad, se puso de cuclillas, pero se desestabilizó fácilmente debido a su estado de embriaguez, se había sobrepasado bebiendo mucho en poco tiempo, y aunque estuviera más que acostumbrada, le iba a pasar factura. Tras intentarlo un par de veces más, finalmente logró que el mundo a su alrededor dejase de girar y su cuerpo mantuviera el equilibrio.
Con sumo cuidado y agachada, se acercó hacia donde provenían aquellas voces. Cuando dio con ellas, se escondió detrás de unos barriles que estaban tapando el camino y poco a poco levantó su cabeza hasta quedar tan solo al descubierto la parte superior de su rostro, desde la nariz hacia arriba. Fijó la mirada, pero estaba demasiado oscuro como para discernir caras, así que intentó agudizar su oído.
-¡Es fácil, solo tienes que acercarte a él, clavarle la daga y escabullirte! Mientras, yo incendiaré este sitio y alertaré de ello para que reine el descontrol y podamos salir de aquí pitando, ¿Entendido?
-S-sí, pero sigo estando nervioso...
-¡Es normal!-Alzó un poco la voz, pero en cuanto se percató, volvió a bajar el tono-Pero quitarnos de en medio a Matthew Owens es necesario
-Lo sé, lo sé...-Suspiró
-¡Todo saldrá bien, ahora ve, antes de que el virrey se pire!
Helena, mientras los escuchaba, enarcaba las cejas, ¿De qué estaban hablando? Parecía que querían hacerle algo a Matt, pero su estado de embriaguez no la dejaba pensar con claridad.
Uno de los tipos se marchó y el otro se quedó esperando allí en el almacén, por lo que Helena trató de seguir a aquel que se fue.
La bruja logró salir del almacén, mientras seguía intentando comprender qué es lo que estaba pasando y qué había escuchado. De tanto pensar, le empezaba a doler la cabeza y su estabilidad corría peligro, por lo que se apoyó en una de las mesas que tenía cerca mientras levantaba la vista para localizar a Matt. De pronto, durante su ausencia, multitud de gente había entrado en la pequeña carpa para comer y beber junto al virrey, algunos incluso se habían colado.
-...¿Por qué hay tanta gente aquí...?
Acto seguido, la bruja se apartó de la mesa y siguió caminando hacia adelante, intentando de nuevo localizar al humano. Apartó a gente de en medio y trató de volver al sitio del que había venido antes de entrar en la tienda, donde por última vez vio a Matt. Cada persona que era apartada por la bruja le regalaba una mirada de desdén y desaprobación, aquello no era una fiesta de alto postín como las que celebraban los nobles de Verisar, pero a la gente no le gustaba que alguien las empujara tan de pronto y sin recibir una mera disculpa, aunque fuesen habitantes de Ciudad Lagarto.
De pronto, localizó entre toda esa gente a Matt. Todo le daba vuelta y el alboroto que formaban los presentes no ayudaba a que sus ideas se aclarasen, pero sí pudo notar como un tipo encapuchado de color marrón se acercaba al virrey con una daga escondida entre sus ropajes, estaba en el ángulo perfecto para verlo, y cómo trataba de esconder, luego de haberla sacado, el arma entre su capa del mismo color que la capucha.
Los ojos se le abrieron como platos y entonces entendió... ¡TRATABAN DE ASESINAR A MATT!
La bruja entonces caminó rápido sin llamar demasiado la atención, para que el atacante no supiese que lo había descubierto. El sospechoso se acercó hasta Matthew y a su acompañante, el cual resultaba ser aquel tipo del número del fuego y la falsa bruja, sacó su daga a relucir y antes de hacer el movimiento del único y final golpe de gracia sobre el pecho del humano, Helena levantó su palma derecha y lanzó un proyectil de hielo que acabó impactando en la frente de dicho sujeto, atravesando por completo su cráneo y haciendo que cayera hacia atrás de la inercia. [1]
Los gritos y expresiones de sorpresa no tardaron en aparecer. La rubia se tambaleó hasta llegar a donde estaban el virrey y el tal "Kaldrimor". A este último le dio un toque en el hombre con cierto tono despectivo, mientras una sonrisa juguetona se le dibujaba.
-Esto es magia de verdad, querido-Y, tras decir eso, con un tono claramente de embriaguez, se tambaleó de nuevo y cayó encima de las piernas del virrey, al cual lo miró divertida, le rodeó el cuello con su brazo izquierdo a modo de medio abrazo y le tocó sutilmente la punta de su nariz-¿Estás bien, cariño?
De pronto, un olor a quemado se notó en el ambiente, y alguien gritaba desde la trastienda lo que se hacía evidente.
-¡FUEGO, FUEGO!
______________________________________________________________
Off: Habilidad usada: Estaca de Hielo [1]
La bruja estaba sentada en el suelo frente al barril de vino en el que estaba sacando dicha bebida, apoyando su espalda en uno de los tantos barriles que habían en aquel pequeño almacén los cuales estaban cerrados.
Tenía la mirada perdida y, por un lapso de bastantes segundos, dejó de beber y apoyó la copa en el suelo, aunque sin dejar de agarrarla. De pronto, pudo escuchar susurros de una conversación que tenía lugar en el mismo almacén pero unos barriles más allá de donde estaba. Quizás debido a la oscuridad e intimidad que ofrecía dicho lugar, no habían visto a la Rhodes.
Llamada por la curiosidad, se puso de cuclillas, pero se desestabilizó fácilmente debido a su estado de embriaguez, se había sobrepasado bebiendo mucho en poco tiempo, y aunque estuviera más que acostumbrada, le iba a pasar factura. Tras intentarlo un par de veces más, finalmente logró que el mundo a su alrededor dejase de girar y su cuerpo mantuviera el equilibrio.
Con sumo cuidado y agachada, se acercó hacia donde provenían aquellas voces. Cuando dio con ellas, se escondió detrás de unos barriles que estaban tapando el camino y poco a poco levantó su cabeza hasta quedar tan solo al descubierto la parte superior de su rostro, desde la nariz hacia arriba. Fijó la mirada, pero estaba demasiado oscuro como para discernir caras, así que intentó agudizar su oído.
-¡Es fácil, solo tienes que acercarte a él, clavarle la daga y escabullirte! Mientras, yo incendiaré este sitio y alertaré de ello para que reine el descontrol y podamos salir de aquí pitando, ¿Entendido?
-S-sí, pero sigo estando nervioso...
-¡Es normal!-Alzó un poco la voz, pero en cuanto se percató, volvió a bajar el tono-Pero quitarnos de en medio a Matthew Owens es necesario
-Lo sé, lo sé...-Suspiró
-¡Todo saldrá bien, ahora ve, antes de que el virrey se pire!
Helena, mientras los escuchaba, enarcaba las cejas, ¿De qué estaban hablando? Parecía que querían hacerle algo a Matt, pero su estado de embriaguez no la dejaba pensar con claridad.
Uno de los tipos se marchó y el otro se quedó esperando allí en el almacén, por lo que Helena trató de seguir a aquel que se fue.
La bruja logró salir del almacén, mientras seguía intentando comprender qué es lo que estaba pasando y qué había escuchado. De tanto pensar, le empezaba a doler la cabeza y su estabilidad corría peligro, por lo que se apoyó en una de las mesas que tenía cerca mientras levantaba la vista para localizar a Matt. De pronto, durante su ausencia, multitud de gente había entrado en la pequeña carpa para comer y beber junto al virrey, algunos incluso se habían colado.
-...¿Por qué hay tanta gente aquí...?
Acto seguido, la bruja se apartó de la mesa y siguió caminando hacia adelante, intentando de nuevo localizar al humano. Apartó a gente de en medio y trató de volver al sitio del que había venido antes de entrar en la tienda, donde por última vez vio a Matt. Cada persona que era apartada por la bruja le regalaba una mirada de desdén y desaprobación, aquello no era una fiesta de alto postín como las que celebraban los nobles de Verisar, pero a la gente no le gustaba que alguien las empujara tan de pronto y sin recibir una mera disculpa, aunque fuesen habitantes de Ciudad Lagarto.
De pronto, localizó entre toda esa gente a Matt. Todo le daba vuelta y el alboroto que formaban los presentes no ayudaba a que sus ideas se aclarasen, pero sí pudo notar como un tipo encapuchado de color marrón se acercaba al virrey con una daga escondida entre sus ropajes, estaba en el ángulo perfecto para verlo, y cómo trataba de esconder, luego de haberla sacado, el arma entre su capa del mismo color que la capucha.
Los ojos se le abrieron como platos y entonces entendió... ¡TRATABAN DE ASESINAR A MATT!
La bruja entonces caminó rápido sin llamar demasiado la atención, para que el atacante no supiese que lo había descubierto. El sospechoso se acercó hasta Matthew y a su acompañante, el cual resultaba ser aquel tipo del número del fuego y la falsa bruja, sacó su daga a relucir y antes de hacer el movimiento del único y final golpe de gracia sobre el pecho del humano, Helena levantó su palma derecha y lanzó un proyectil de hielo que acabó impactando en la frente de dicho sujeto, atravesando por completo su cráneo y haciendo que cayera hacia atrás de la inercia. [1]
Los gritos y expresiones de sorpresa no tardaron en aparecer. La rubia se tambaleó hasta llegar a donde estaban el virrey y el tal "Kaldrimor". A este último le dio un toque en el hombre con cierto tono despectivo, mientras una sonrisa juguetona se le dibujaba.
-Esto es magia de verdad, querido-Y, tras decir eso, con un tono claramente de embriaguez, se tambaleó de nuevo y cayó encima de las piernas del virrey, al cual lo miró divertida, le rodeó el cuello con su brazo izquierdo a modo de medio abrazo y le tocó sutilmente la punta de su nariz-¿Estás bien, cariño?
De pronto, un olor a quemado se notó en el ambiente, y alguien gritaba desde la trastienda lo que se hacía evidente.
-¡FUEGO, FUEGO!
______________________________________________________________
Off: Habilidad usada: Estaca de Hielo [1]
Helena Rhodes
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 349
Nivel de PJ : : 2
Re: ¡Concurso Señorita Lagarto! [Libre][Cerrado]
Noté, mejor que nadie, que esa era la mirada de un lobo a punto de arrancar la tráquea a alguien de un mordisco. El virrey era, sin duda y con solo verlo, el más meticuloso, complejo y metódico hablador que había conocido nunca. Estaba claro que el era quien iba a ganar ese juego de continuar jugándolo. Quizá por años de experiencia, quizá por el mismo terreno de juego donde nos jugábamos ese juego de miradas.
Le sonreí. Aún sabiendo que iba a perder, tanto él como yo sabíamos que un charlatán no dejaba una conversación a la mitad.
- Podéis llamarme...
Y antes de poder añadir nada más, vi el reflejo de una hoja en la espalda del virrey, al tiempo también que vi como un proyectil le atravesaba la frente y parte de un ojo (seguramente por el ángulo) y caía para atrás. De la nada, la otra jueza, que apestaba a alcohol, apareció en escena cholpeandome, mirando a Owens preocupada. Me dedico una sonrisa algo burlona.
- Esto es magia de verdad, querido. - Me dirigió - ¿Estas bien, cariño?
Esta última parte fue dirigida al virrey. Yo por mi lado simplemente observé la escena. Era bueno conocer más a ese interesante personaje. De la recién descubierta bruja, tenía preguntas... Pero sabía que el mayor peligro era él.
El cadáver pronto llamo la atención, además de por tener una enorme estaca helada en la frente, porque una camarera hizo un escándalo al resbalarse con la sangre del suelo.
Y entre todo el caos, de pronto... Un olor y un grito.
- ¡FUEGO, FUEGO!
Me giré rápidamente, dejando completamente la conversación con esos dos. Trate de localizar sin éxito de donde provenía el humo, pero a juzgar por la dirección en la que corría la gente, estaba en una zona cercana a lo que era una taberna.
Cerca de donde había dejado el carro con la harina
- Mierda... - Dije antes de salir disparado en esa dirección.
No había tanto peligro cómo podía parecer en que explotará, pues se necesitaba una dispersión muy grande del polvo de la harina para generar un mínimo de reacción, pero eran mis ganancias.
Y si bien las iba a necesitar en la segunda ronda del concurso, no iba a poder permitirme el lujo de perderlas en ese momento.
Le sonreí. Aún sabiendo que iba a perder, tanto él como yo sabíamos que un charlatán no dejaba una conversación a la mitad.
- Podéis llamarme...
Y antes de poder añadir nada más, vi el reflejo de una hoja en la espalda del virrey, al tiempo también que vi como un proyectil le atravesaba la frente y parte de un ojo (seguramente por el ángulo) y caía para atrás. De la nada, la otra jueza, que apestaba a alcohol, apareció en escena cholpeandome, mirando a Owens preocupada. Me dedico una sonrisa algo burlona.
- Esto es magia de verdad, querido. - Me dirigió - ¿Estas bien, cariño?
Esta última parte fue dirigida al virrey. Yo por mi lado simplemente observé la escena. Era bueno conocer más a ese interesante personaje. De la recién descubierta bruja, tenía preguntas... Pero sabía que el mayor peligro era él.
El cadáver pronto llamo la atención, además de por tener una enorme estaca helada en la frente, porque una camarera hizo un escándalo al resbalarse con la sangre del suelo.
Y entre todo el caos, de pronto... Un olor y un grito.
- ¡FUEGO, FUEGO!
Me giré rápidamente, dejando completamente la conversación con esos dos. Trate de localizar sin éxito de donde provenía el humo, pero a juzgar por la dirección en la que corría la gente, estaba en una zona cercana a lo que era una taberna.
Cerca de donde había dejado el carro con la harina
- Mierda... - Dije antes de salir disparado en esa dirección.
No había tanto peligro cómo podía parecer en que explotará, pues se necesitaba una dispersión muy grande del polvo de la harina para generar un mínimo de reacción, pero eran mis ganancias.
Y si bien las iba a necesitar en la segunda ronda del concurso, no iba a poder permitirme el lujo de perderlas en ese momento.
Kaladar
Experto
Experto
Cantidad de envíos : : 109
Nivel de PJ : : 0
Re: ¡Concurso Señorita Lagarto! [Libre][Cerrado]
Habían muchos tipos de amenazas rondando por Ciudad Lagarto, una de las más comunes eran las enfermedades por comida y agua en mal estado, además de las infecciones en las heridas y, como no podía ser de otra manera, el asesinato simple y directo. Entre tantas posibilidades, Matthew consideraba que era una pérdida de tiempo el preocuparse “Nunca pensé que llegaría tan lejos tampoco” solía pensar el humano. Quizás por eso se encontraba tan distraído mirando al tal "Kaldrimor" y no se fijo que una figura se ponía peligrosamente cerca de él.
El duelo de miradas entre los dos estafadores pareció durar una eternidad, pero en realidad no fueron más que unos pocos segundos. Ambos podían evaluarse en igualdad de condiciones, aunque las circunstancias que los rodeaban le dieran cierta ventaja a Matt. En un instante el ambiente cambió por completo, el atacante inesperado sacó su arma, y aunque Owens llevó las manos a sus dagas no haría a tiempo de defenderse.
Por suerte Helena estaba allí.
Pero lo que más le sorprendió a Matthew era que la asesina se mostrara tan coqueta y desinhibida. Claro, hasta que sintió la fragancia a alcohol que salía de su boca.
-¿Cómo no estar bien con semejante belleza en mis brazos? – Miró los restos del atacante, no lo reconoció de nada, pero tampoco le llamaba la atención que así fuera, mucha gente quería matarlo – No sé como sobreviví tanto tiempo sin ti – A Owens no le gustaba aprovechar los estados alterados de las personas cuando se trataba del juego de la seducción, no tenía mérito alguno conseguir avances de esa manera.
Justo entonces comenzaron a alertar sobre el comienzo de un incendio “Que oportuno” pensó. Se levantó con cuidado para no tirar a Helena, y le ofreció su silla para que se sentara.
-Deja que yo me encargue de esto, luego de lo que pasó la última vez me he vuelto experto en apagar incendios en la ciudad – Cuando habían pasado los acontecimientos con Oromë la ciudad entera había estado en llamas, con la cantidad de tiendas, maderas gastadas y alcohol que había dando vueltas no era nada raro que ese tipo de cosas ocurrieran.
Era curioso el modo de actuar de las personas, estaban asustados y alarmados, pero aún así iban en la dirección en la que estaba el fuego, ya que todos querían estar en primera fila para ver lo que pasaba. No solo eso, la mayoría continuaba bebiendo y comiendo mientras observaba, en lugar de intentar hacer algo al respecto.
Matthew suspiró, en verdad no le sorprendía.
-Queridos míos, sé que es muy interesante ver como varias carpas y unos carros se prenden fuego, pero necesitamos hacer algo – Levantó la voz para que el público le prestara atención, pero no sonaba desesperado, sino que daba instrucciones con absoluta calma – Ustedes traigan baldes con agua, ustedes alejen las cosas de alrededor que podrían incendiarse y ustedes traigan mantas para apagar las partes más pequeñas ¡Vamos, vamos! ¡Andando! – Recién entonces las personas comenzaron a moverse para extinguir el fuego.
Ahora tenía que encargarse de algo más importante: ¿Quiénes habían planeado eso?
El duelo de miradas entre los dos estafadores pareció durar una eternidad, pero en realidad no fueron más que unos pocos segundos. Ambos podían evaluarse en igualdad de condiciones, aunque las circunstancias que los rodeaban le dieran cierta ventaja a Matt. En un instante el ambiente cambió por completo, el atacante inesperado sacó su arma, y aunque Owens llevó las manos a sus dagas no haría a tiempo de defenderse.
Por suerte Helena estaba allí.
Pero lo que más le sorprendió a Matthew era que la asesina se mostrara tan coqueta y desinhibida. Claro, hasta que sintió la fragancia a alcohol que salía de su boca.
-¿Cómo no estar bien con semejante belleza en mis brazos? – Miró los restos del atacante, no lo reconoció de nada, pero tampoco le llamaba la atención que así fuera, mucha gente quería matarlo – No sé como sobreviví tanto tiempo sin ti – A Owens no le gustaba aprovechar los estados alterados de las personas cuando se trataba del juego de la seducción, no tenía mérito alguno conseguir avances de esa manera.
Justo entonces comenzaron a alertar sobre el comienzo de un incendio “Que oportuno” pensó. Se levantó con cuidado para no tirar a Helena, y le ofreció su silla para que se sentara.
-Deja que yo me encargue de esto, luego de lo que pasó la última vez me he vuelto experto en apagar incendios en la ciudad – Cuando habían pasado los acontecimientos con Oromë la ciudad entera había estado en llamas, con la cantidad de tiendas, maderas gastadas y alcohol que había dando vueltas no era nada raro que ese tipo de cosas ocurrieran.
Era curioso el modo de actuar de las personas, estaban asustados y alarmados, pero aún así iban en la dirección en la que estaba el fuego, ya que todos querían estar en primera fila para ver lo que pasaba. No solo eso, la mayoría continuaba bebiendo y comiendo mientras observaba, en lugar de intentar hacer algo al respecto.
Matthew suspiró, en verdad no le sorprendía.
-Queridos míos, sé que es muy interesante ver como varias carpas y unos carros se prenden fuego, pero necesitamos hacer algo – Levantó la voz para que el público le prestara atención, pero no sonaba desesperado, sino que daba instrucciones con absoluta calma – Ustedes traigan baldes con agua, ustedes alejen las cosas de alrededor que podrían incendiarse y ustedes traigan mantas para apagar las partes más pequeñas ¡Vamos, vamos! ¡Andando! – Recién entonces las personas comenzaron a moverse para extinguir el fuego.
Ahora tenía que encargarse de algo más importante: ¿Quiénes habían planeado eso?
Matthew Owens
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 875
Nivel de PJ : : 6
Re: ¡Concurso Señorita Lagarto! [Libre][Cerrado]
-Claro, adiós, mi virrey-Dijo aún manteniendo su tono coqueto cuando Matt decidió salir a apagar el fuego. Por algún motivo, algo de lo que había dicho el moreno antes de marcharse le hizo realmente gracia y se quedó varios segundos riéndose, sola, ya que el tipo con el que charlaba el virrey también se había marchado, cosa que no le gustó a Helena, la cual pasó de la risa absoluta al gesto de desprecio y desagrado más notable en su rostro-¡Hombres!-Exclamó-Siempre desaparecen en los momentos importantes-Farfulló sin mucho sentido.
-Yo soy un hombre, y aquí sigo-Se oyó esa voz, ronca, juvenil y oscura desde el lado izquierdo de Helena, como si de un simple susurro se tratara
La bruja, desvió la mirada hacia la procedencia de aquel sonido y se encontró a un hombre sentado al lado suya, un tipo todo vestido de rojo, no podía distinguirle muy bien la cara, quizás por el alcohol, aunque también la llevaba algo tapada por una bandana enorme. En su brazo izquierdo, algo peculiar le llamó la atención; un recubrimiento entero de oro, desde el codo hasta los dedos, ¿Sería parte de una armadura?
-¿Quién eres tú?
-Mi nombre es irrelevante en realidad-Levantó su brazo dorado y movió los dedos de una forma pausada mientras se los observaba-...Pero-Paró y bajó la extremidad-Puedes llamarme Lucian
-¿A qué viene tanto secretismo?-Apoyó su codo diestro en una mesa que tenía en esa dirección y a su vez la cabeza en su mejilla mientras miraba con desaire a aquel sujeto misterioso
-Un profesional debe de guardar sus "secretos" cuando es necesario-Giró su cabeza hacia la Rhodes-¿No crees?-Acto seguido, volvió a poner atención al alboroto que había por toda la tienda y los alrededores. La gente iba y venía desesperada y asustada, algunos intentando ayudar y otros en verdadero pánico. Tan solo ellos dos estaban en absoluta calma y en un mundo aparte, con sus propias reglas de espacio y tiempo. Helena tan solo soltó un esbozo de risa y miró, ahora sí, con curiosidad al extraño-De todas formas, bien visto-Asintió con un gesto sincero, Helena entonces frunció el ceño, no entendiendo a qué venía eso-Has salvado al virrey, eres competente, aunque no discreta. No diré que estar borracho sería mi método ideal para defender a mi protegido, pero a ti te ha salido bien-Helena entonces rió, con una risa tonta e infantil
-Eres un tío muuyy raro-Dejó de apoyarse y se tambaleó hacia el lado izquierdo, aunque, por suerte, pudo mantener la compostura para no caerse, mientras que, el llamado "Lucian", la miraba de reojo
-...-Suspiró y se puso en pie, con la atención puesta en todo el alboroto-...Volveremos a vernos, bruja.
Tras eso, Helena se puso en pie e intentó seguir hablando con aquel sujeto, pero tras perderlo tan solo un segundo de su vista, ya no estaba allí, fue algo... Extraño, casi como una experiencia paranormal. La bruja se quedó consternada, aunque en seguida volvió en sí al darse cuenta de toda la gente corriendo de acá para allá; llevando barreños de agua y demás utensilios para intentar apagar el fuego.
-¡De esto se encarga una servidora!-Se golpeó el pecho un par de veces, toda feliz, y corrió hacia donde había más acumulación de gente
Allí pudo encontrarse con Matt, al que sorprendió por detrás con un abrazo desde atrás, rodeándole el cuello
-¡Matty, cariño!-Se reía desinhibida y estúpida-¿Para qué quieres a tanta gente apagando un fuego si tienes a una sexy bruja de agua aquí?-Dijo susurrándole al oído casi con un tono sensual. Acto seguido, la Rhodes se mordió el labio, entre risas y se despegó del virrey.
Entonces, alguien la golpeó sin querer en el hombro al pasar y se tambaleó de tal forma que casi perdía el equilibrio y caía de bruces contra el suelo. Para su suerte y la de su orgullo, nada ocurrió, pero entonces una furia salvaje vino a ella. Su gesto cambió por completo y, por lo que se veía, su personalidad también.
-¡¡Eh, tú, saco de mierda!!-Agarró al que le había empujado y lo volteó con fuerza-¡Toma esta!-Dijo mientras un puñetazo con todas las ganas y fuerzas del mundo iba dirigido hacia el rostro de la pobre alma que había tenido la mala suerte de toparse con la Rhodes ebria.
-Yo soy un hombre, y aquí sigo-Se oyó esa voz, ronca, juvenil y oscura desde el lado izquierdo de Helena, como si de un simple susurro se tratara
La bruja, desvió la mirada hacia la procedencia de aquel sonido y se encontró a un hombre sentado al lado suya, un tipo todo vestido de rojo, no podía distinguirle muy bien la cara, quizás por el alcohol, aunque también la llevaba algo tapada por una bandana enorme. En su brazo izquierdo, algo peculiar le llamó la atención; un recubrimiento entero de oro, desde el codo hasta los dedos, ¿Sería parte de una armadura?
-¿Quién eres tú?
-Mi nombre es irrelevante en realidad-Levantó su brazo dorado y movió los dedos de una forma pausada mientras se los observaba-...Pero-Paró y bajó la extremidad-Puedes llamarme Lucian
-¿A qué viene tanto secretismo?-Apoyó su codo diestro en una mesa que tenía en esa dirección y a su vez la cabeza en su mejilla mientras miraba con desaire a aquel sujeto misterioso
-Un profesional debe de guardar sus "secretos" cuando es necesario-Giró su cabeza hacia la Rhodes-¿No crees?-Acto seguido, volvió a poner atención al alboroto que había por toda la tienda y los alrededores. La gente iba y venía desesperada y asustada, algunos intentando ayudar y otros en verdadero pánico. Tan solo ellos dos estaban en absoluta calma y en un mundo aparte, con sus propias reglas de espacio y tiempo. Helena tan solo soltó un esbozo de risa y miró, ahora sí, con curiosidad al extraño-De todas formas, bien visto-Asintió con un gesto sincero, Helena entonces frunció el ceño, no entendiendo a qué venía eso-Has salvado al virrey, eres competente, aunque no discreta. No diré que estar borracho sería mi método ideal para defender a mi protegido, pero a ti te ha salido bien-Helena entonces rió, con una risa tonta e infantil
-Eres un tío muuyy raro-Dejó de apoyarse y se tambaleó hacia el lado izquierdo, aunque, por suerte, pudo mantener la compostura para no caerse, mientras que, el llamado "Lucian", la miraba de reojo
-...-Suspiró y se puso en pie, con la atención puesta en todo el alboroto-...Volveremos a vernos, bruja.
Tras eso, Helena se puso en pie e intentó seguir hablando con aquel sujeto, pero tras perderlo tan solo un segundo de su vista, ya no estaba allí, fue algo... Extraño, casi como una experiencia paranormal. La bruja se quedó consternada, aunque en seguida volvió en sí al darse cuenta de toda la gente corriendo de acá para allá; llevando barreños de agua y demás utensilios para intentar apagar el fuego.
-¡De esto se encarga una servidora!-Se golpeó el pecho un par de veces, toda feliz, y corrió hacia donde había más acumulación de gente
Allí pudo encontrarse con Matt, al que sorprendió por detrás con un abrazo desde atrás, rodeándole el cuello
-¡Matty, cariño!-Se reía desinhibida y estúpida-¿Para qué quieres a tanta gente apagando un fuego si tienes a una sexy bruja de agua aquí?-Dijo susurrándole al oído casi con un tono sensual. Acto seguido, la Rhodes se mordió el labio, entre risas y se despegó del virrey.
Entonces, alguien la golpeó sin querer en el hombro al pasar y se tambaleó de tal forma que casi perdía el equilibrio y caía de bruces contra el suelo. Para su suerte y la de su orgullo, nada ocurrió, pero entonces una furia salvaje vino a ella. Su gesto cambió por completo y, por lo que se veía, su personalidad también.
-¡¡Eh, tú, saco de mierda!!-Agarró al que le había empujado y lo volteó con fuerza-¡Toma esta!-Dijo mientras un puñetazo con todas las ganas y fuerzas del mundo iba dirigido hacia el rostro de la pobre alma que había tenido la mala suerte de toparse con la Rhodes ebria.
Helena Rhodes
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 349
Nivel de PJ : : 2
Re: ¡Concurso Señorita Lagarto! [Libre][Cerrado]
Llegué algo más tarde de lo que esperaba, pero al menos pude apreciar que el carro pasaba desapercibido gracias a la atención del fuego. Di un suspiro de alivio mientras me acercaba. La carga, tras revisarla, parecía estar todo correcto. Tome otro puñado, solo por si acaso y lo guarde en una bolsa de cuero.
Solo por si acaso, mientras aun había algo de jaleo, procure mover algo el carro para asegurarme que nadie lo viera. El caballo lo había soltado. Era mejor que nadie se percatara tampoco del animal.
Cuando estuve satisfecho con el camuflaje, miré la situación y asentí.
Tras eso, empecé a escabullirme entre la gente. No quería molestar al virrey. Al menos, no todavía. Esta era su ciudad y enfrentarlo aquí, abiertamente, podía ser algo... problemático. Claro estaba que, teniendo en cuenta el reciente intento de asesinato, quizás la actitud de su gente dependía del punto de vista... Como en el resto de lugares.
- Bueno, por mi parte esta claro que no se ha de preocupar... - Dije para mi en voz baja. Tenia claro que, por el momento, cometer regicidio no estaba aun dentro de mis planes. Claro que, toda opción u opinión podía cambiar a cambio de la cantidad suficiente de dinero.
Perdido en mis pensamientos, me pareció ver un pequeño circulo de gente que rodeaba a alguien en el centro. Sin duda, a juzgar por la falta de clase de la gente, ese debía ser el virrey. Me acerqué convencido mientras, sin procurar ser demasiado duro ni descortés, empujaba a la gente para abrirme camino. Sin querer, golpeé a una chica por el hombro.
- Disculpe... - Murmuré sin mirarla.
-¡¡Eh, tú, saco de mierda!!- Dijo la golpeada mientras me agarraba del brazo -¡Toma esta!
Me giré justo en el momento en que un fuerte puñetazo alcanzaba mi nariz. Sobra decir que el golpe fue totalmente inesperado, ademas de algo doloroso, di dos pasos atrás mientras me agarraba la cara con la mayor nobleza posible, mientras me tambaleaba. Esperaba que al menos no hubiera quedado clara la dureza de mis huesos. No quería que nadie supiera nada. Me quite la mano para mirar como la sangre resbalaba por mi nariz. A juzgar por el dolor, sin duda estaba rota. Rece para que no dejara una cicatriz demasiado fea.
Levante la vista con algo de molestia en la expresión. Estaba acostumbrado a recibir golpes. Era uno de mis mayores pasatiempos. Pero la mayor parte de las veces, eran algunos que sin duda merecía y esperaba.
- Ay. - Dije simplemente mirando a la chica, que resulto ser una versión ebria de la juez de antes. También pude descubrir, como evidentemente, detrás suyo estaba el virrey.
Solo por si acaso, mientras aun había algo de jaleo, procure mover algo el carro para asegurarme que nadie lo viera. El caballo lo había soltado. Era mejor que nadie se percatara tampoco del animal.
Cuando estuve satisfecho con el camuflaje, miré la situación y asentí.
Tras eso, empecé a escabullirme entre la gente. No quería molestar al virrey. Al menos, no todavía. Esta era su ciudad y enfrentarlo aquí, abiertamente, podía ser algo... problemático. Claro estaba que, teniendo en cuenta el reciente intento de asesinato, quizás la actitud de su gente dependía del punto de vista... Como en el resto de lugares.
- Bueno, por mi parte esta claro que no se ha de preocupar... - Dije para mi en voz baja. Tenia claro que, por el momento, cometer regicidio no estaba aun dentro de mis planes. Claro que, toda opción u opinión podía cambiar a cambio de la cantidad suficiente de dinero.
Perdido en mis pensamientos, me pareció ver un pequeño circulo de gente que rodeaba a alguien en el centro. Sin duda, a juzgar por la falta de clase de la gente, ese debía ser el virrey. Me acerqué convencido mientras, sin procurar ser demasiado duro ni descortés, empujaba a la gente para abrirme camino. Sin querer, golpeé a una chica por el hombro.
- Disculpe... - Murmuré sin mirarla.
-¡¡Eh, tú, saco de mierda!!- Dijo la golpeada mientras me agarraba del brazo -¡Toma esta!
Me giré justo en el momento en que un fuerte puñetazo alcanzaba mi nariz. Sobra decir que el golpe fue totalmente inesperado, ademas de algo doloroso, di dos pasos atrás mientras me agarraba la cara con la mayor nobleza posible, mientras me tambaleaba. Esperaba que al menos no hubiera quedado clara la dureza de mis huesos. No quería que nadie supiera nada. Me quite la mano para mirar como la sangre resbalaba por mi nariz. A juzgar por el dolor, sin duda estaba rota. Rece para que no dejara una cicatriz demasiado fea.
Levante la vista con algo de molestia en la expresión. Estaba acostumbrado a recibir golpes. Era uno de mis mayores pasatiempos. Pero la mayor parte de las veces, eran algunos que sin duda merecía y esperaba.
- Ay. - Dije simplemente mirando a la chica, que resulto ser una versión ebria de la juez de antes. También pude descubrir, como evidentemente, detrás suyo estaba el virrey.
Kaladar
Experto
Experto
Cantidad de envíos : : 109
Nivel de PJ : : 0
Re: ¡Concurso Señorita Lagarto! [Libre][Cerrado]
El estafador se encontraba en medio de sus cavilaciones cuando sintió como alguien le saltaba desde atrás. Considerando que acababan de intentar matarlo no parecía buena idea aparecer por sorpresa, Matthew sacó ambas dagas de sus fundas antes de ver que se trataba de Helena, por suerte sus armas eran invisibles, y la hechicera estaba tan ebria que no se daba cuenta de absolutamente nada.
-Hola de nuevo corazón – Respondió el Humano, agarrando los brazos de la mujer para que le soltara el cuello, pero solo porque tenía la intención de reubicarlos alrededor de su torso – Tienes toda la razón ¡Eres tan inteligente! – Correspondió al abrazo de Helena y le dejo un cariñoso pellizco en el trasero – Ve y demuéstrales lo que puedes hacer, Cariño –
Lo cierto es que Owens no tenía muchas esperanzas de que la hechicera pudiera dar más de dos pasos sin caerse al piso, pero sabía que llevarle la contra a un ebrio era una pésima idea. Se quedó parado mirando cómo se iba, mientras las personas alrededor acercaban baldes con agua y los arrojaban, algunos sin mucha puntería, a las llamas que tenían más cerca.
“Ah ¿Y a donde se fue ese curioso sujeto?” pensó el Virrey, recordando al hombre con el que había estado hablando antes de que pasaron todos esos sucesos. Tardó un poco en localizarlo, estaba justo en el camino de Helena “Vaya, que mala suerte tiene” si la hechicera no se caracterizaba por tener buen humor estando sobria, ni que hablar en el estado que se encontraba en ese momento.
Y sucedió lo esperable, el moreno hizo un gesto de dolor cuando escuchó como golpeaban al Maestro de Ceremonia Kaldrimor en medio de la nariz.
-Cielos, cuanta violencia – Murmuró Matt, pero siguió de brazos cruzados viendo como se peleaban. Alrededor de ellos la situación se complicaba, el público se había aburrido de mirar el fuego y ahora tenían toda su atención en los dos contrincantes, pero por lo mismo, se olvidaban de apagar el fuego… - Ains, estoy rodeado de imbéciles – Se lamentó el Virrey.
Solo para reducir los focos de distracción, el moreno se acercó a Helena y le agarró la mano antes de que continuara.
-Cariño, Cariño, tranquila mi cielo, no podemos matar a los participantes ¿De acuerdo? Y está por comenzar la siguiente fase del concurso, así que mejor regresemos a la mesa del jurado – Paso una mano por su cintura y le dejo un beso en la frente – ¿Pero antes me harías el favor de terminar de apagar el fuego? – Pidió con amabilidad y le dedico una sonrisa encantadora.
Luego dirigió la mirada al Maestro de Ceremonia Kaldrimor. Era sumamente sospechoso que semejante sujeto apareciera y lo distrajera en el mismo instante en que un asesino intentaba matarlo, pero por el momento no tenía prueba alguna de su participación.
-Será mejor que te prepares ¿Necesitas algún medicamento para detener el sangrado? Puedo decirle a alguna de mis muchachas que te lo traiga – Le sonrió con amabilidad – No queremos que estés en desventaja con el resto de los participantes, esta es una competencia justa –
Una vez que el alboroto se calmó, el fuego fue controlado y la gente regresó a sus lugares: Era momento de continuar con el concurso.
Matthew se dirigió de nuevo a su lugar como jurado, no sin antes irse a buscar el trago que Helena jamás le había traído. Y se sentó cómodamente en su silla, preparado para que se presentaran en el escenario todo tipo de historias personales de lo más graciosas. Para esa segunda parte Brenda estaría en el escenario, y se encargaría de hacerle preguntas a las/los participantes.
-Hola de nuevo corazón – Respondió el Humano, agarrando los brazos de la mujer para que le soltara el cuello, pero solo porque tenía la intención de reubicarlos alrededor de su torso – Tienes toda la razón ¡Eres tan inteligente! – Correspondió al abrazo de Helena y le dejo un cariñoso pellizco en el trasero – Ve y demuéstrales lo que puedes hacer, Cariño –
Lo cierto es que Owens no tenía muchas esperanzas de que la hechicera pudiera dar más de dos pasos sin caerse al piso, pero sabía que llevarle la contra a un ebrio era una pésima idea. Se quedó parado mirando cómo se iba, mientras las personas alrededor acercaban baldes con agua y los arrojaban, algunos sin mucha puntería, a las llamas que tenían más cerca.
“Ah ¿Y a donde se fue ese curioso sujeto?” pensó el Virrey, recordando al hombre con el que había estado hablando antes de que pasaron todos esos sucesos. Tardó un poco en localizarlo, estaba justo en el camino de Helena “Vaya, que mala suerte tiene” si la hechicera no se caracterizaba por tener buen humor estando sobria, ni que hablar en el estado que se encontraba en ese momento.
Y sucedió lo esperable, el moreno hizo un gesto de dolor cuando escuchó como golpeaban al Maestro de Ceremonia Kaldrimor en medio de la nariz.
-Cielos, cuanta violencia – Murmuró Matt, pero siguió de brazos cruzados viendo como se peleaban. Alrededor de ellos la situación se complicaba, el público se había aburrido de mirar el fuego y ahora tenían toda su atención en los dos contrincantes, pero por lo mismo, se olvidaban de apagar el fuego… - Ains, estoy rodeado de imbéciles – Se lamentó el Virrey.
Solo para reducir los focos de distracción, el moreno se acercó a Helena y le agarró la mano antes de que continuara.
-Cariño, Cariño, tranquila mi cielo, no podemos matar a los participantes ¿De acuerdo? Y está por comenzar la siguiente fase del concurso, así que mejor regresemos a la mesa del jurado – Paso una mano por su cintura y le dejo un beso en la frente – ¿Pero antes me harías el favor de terminar de apagar el fuego? – Pidió con amabilidad y le dedico una sonrisa encantadora.
Luego dirigió la mirada al Maestro de Ceremonia Kaldrimor. Era sumamente sospechoso que semejante sujeto apareciera y lo distrajera en el mismo instante en que un asesino intentaba matarlo, pero por el momento no tenía prueba alguna de su participación.
-Será mejor que te prepares ¿Necesitas algún medicamento para detener el sangrado? Puedo decirle a alguna de mis muchachas que te lo traiga – Le sonrió con amabilidad – No queremos que estés en desventaja con el resto de los participantes, esta es una competencia justa –
Una vez que el alboroto se calmó, el fuego fue controlado y la gente regresó a sus lugares: Era momento de continuar con el concurso.
Matthew se dirigió de nuevo a su lugar como jurado, no sin antes irse a buscar el trago que Helena jamás le había traído. Y se sentó cómodamente en su silla, preparado para que se presentaran en el escenario todo tipo de historias personales de lo más graciosas. Para esa segunda parte Brenda estaría en el escenario, y se encargaría de hacerle preguntas a las/los participantes.
Matthew Owens
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 875
Nivel de PJ : : 6
Re: ¡Concurso Señorita Lagarto! [Libre][Cerrado]
Helena adoptó una postura tensa mientras colocaba sus puños listos para seguir con su personal y particular pelea. Al ver que su oponente no reaccionaba, se relajó un poco, pero aún seguía en guardia.
-...¿No te defiendes?-Comentó. Lo miró de arriba a abajo y se percató de que era el tipo de antes, el que había lanzado una llamarada de fuego a la mesa en la que ella estaba-Bien-Una media sonrisa pícara se le dibujo en el rostro, totalmente convencida iba a dar otro golpe, pero en ese momento, en cual alzó el puño, alguien la detuvo.
Miró hacia atrás y era Matthew quien había parado su ofensiva. Frunció el ceño y se revolvió para zafarse del virrey. Oyó lo que este tuvo que decir, y como si de una niña buena y obediente se tratase, bajó la mirada y asintió. Sintió una de las manos del virrey en su cintura y acto seguido cómo le dejaba un cálido y dulce beso en su frente. Alzó la mirada para contactar directamente con los ojos del moreno, y este le dedicó una de sus características sonrisas encantadoras, la bruja ante esto se ruborizó y quedó solo por un instante vulnerable y paralizada, no era normal en ella, nada de lo que estaba haciendo era normal en ella, al menos no cómo se exteriorizaba para los demás. Suspiró y se encogió de hombros, volviendo a adoptar su característica personalidad con aires de superioridad.
-A eso iba-Se volteó y caminó hacia el fuego, tambaleándose un poco, y no sin antes pasar por al lado del desafortunado Kaldrimor, el cual se había llevado aquella tarascada, a medida que le sobrepasaba, le dedicó una mirada pícara, seguida de un guiño de ojo y una sonrisa del mismo tono.
La gente, al ver la reacción que esta había tenido por tan solo haber tenido un encuentro fortuito con aquel hombre, decidió que era mejor apartarse del camino de la bruja, mientras la miraban con cierta desconfianza. En uno de los pasos, Helena estuvo a punto de dar un traspié, pero se rehizo bien y se irguió, manteniendo la compostura como si nada hubiese pasado.
Una vez frente al fuego, había poca gente que se preocupaba por apagarlo, pero los pocos que lo hacían traían barreños llenos de agua, lo que le facilitaría el trabajo a Helena. Cualquier brujo que se precie frente a su elemento tendría bastante ventaja, y manejarlo de forma tangible era mucho más fácil que "invocarlo", por así decirlo.
Extendió las palmas de sus dos manos y alzó a media altura los brazos. Acto seguido, se concentró, o lo intentó lo más que podía. Quería lanzar toda aquella agua contra las feroces llamas. Y eso hizo, a medias. El agua salió con tanta presión de aquellos barreños que incluso lo destrozaron, haciendo que decenas de tablas de madera saliesen volando por los aires y la gente tuviera que ponerse a cubierto para que no le cayese una encima. También, como efecto de la presión de todos esos barreños, el agua se salpicó y mojó a todos los presentes como si de una lluvia se tratase. Al menos, la mayor parte sí que fue a parar hasta el fuego, que poco a poco lo palió. Tras eso, vinieron más gente con más barreños a acabar el trabajo y extinguirlo por completo.
Helena entonces, tras ver el resultado de su esfuerzo, se volteó hacia el "público" y, con una sonrisa socarrona en sus labios, hizo una reverencia, como si de una participante del propio concurso se tratase. Mal momento para hacer ese movimiento de agacharse repentinamente, ya que un fuerte de dolor de cabeza le vino a la mente, seguido de un mareo que acabó por dejar inconsciente a la bruja, haciendo que esta cayese de bruces al suelo.
No tardaron en llegar las chicas del virrey para socorrerla y llevársela de allí, decidiendo que era mejor que descansara en la carpa de este y se recuperara. Helena tardaría en volver a beber tanto, quizás había aprendido la lección... O no. Lo que era seguro, es que cuando despertase tendría que dar bastantes explicaciones sobre su comportamiento, aparte del dolor de cabeza que le causaría la resaca.
-...¿No te defiendes?-Comentó. Lo miró de arriba a abajo y se percató de que era el tipo de antes, el que había lanzado una llamarada de fuego a la mesa en la que ella estaba-Bien-Una media sonrisa pícara se le dibujo en el rostro, totalmente convencida iba a dar otro golpe, pero en ese momento, en cual alzó el puño, alguien la detuvo.
Miró hacia atrás y era Matthew quien había parado su ofensiva. Frunció el ceño y se revolvió para zafarse del virrey. Oyó lo que este tuvo que decir, y como si de una niña buena y obediente se tratase, bajó la mirada y asintió. Sintió una de las manos del virrey en su cintura y acto seguido cómo le dejaba un cálido y dulce beso en su frente. Alzó la mirada para contactar directamente con los ojos del moreno, y este le dedicó una de sus características sonrisas encantadoras, la bruja ante esto se ruborizó y quedó solo por un instante vulnerable y paralizada, no era normal en ella, nada de lo que estaba haciendo era normal en ella, al menos no cómo se exteriorizaba para los demás. Suspiró y se encogió de hombros, volviendo a adoptar su característica personalidad con aires de superioridad.
-A eso iba-Se volteó y caminó hacia el fuego, tambaleándose un poco, y no sin antes pasar por al lado del desafortunado Kaldrimor, el cual se había llevado aquella tarascada, a medida que le sobrepasaba, le dedicó una mirada pícara, seguida de un guiño de ojo y una sonrisa del mismo tono.
La gente, al ver la reacción que esta había tenido por tan solo haber tenido un encuentro fortuito con aquel hombre, decidió que era mejor apartarse del camino de la bruja, mientras la miraban con cierta desconfianza. En uno de los pasos, Helena estuvo a punto de dar un traspié, pero se rehizo bien y se irguió, manteniendo la compostura como si nada hubiese pasado.
Una vez frente al fuego, había poca gente que se preocupaba por apagarlo, pero los pocos que lo hacían traían barreños llenos de agua, lo que le facilitaría el trabajo a Helena. Cualquier brujo que se precie frente a su elemento tendría bastante ventaja, y manejarlo de forma tangible era mucho más fácil que "invocarlo", por así decirlo.
Extendió las palmas de sus dos manos y alzó a media altura los brazos. Acto seguido, se concentró, o lo intentó lo más que podía. Quería lanzar toda aquella agua contra las feroces llamas. Y eso hizo, a medias. El agua salió con tanta presión de aquellos barreños que incluso lo destrozaron, haciendo que decenas de tablas de madera saliesen volando por los aires y la gente tuviera que ponerse a cubierto para que no le cayese una encima. También, como efecto de la presión de todos esos barreños, el agua se salpicó y mojó a todos los presentes como si de una lluvia se tratase. Al menos, la mayor parte sí que fue a parar hasta el fuego, que poco a poco lo palió. Tras eso, vinieron más gente con más barreños a acabar el trabajo y extinguirlo por completo.
Helena entonces, tras ver el resultado de su esfuerzo, se volteó hacia el "público" y, con una sonrisa socarrona en sus labios, hizo una reverencia, como si de una participante del propio concurso se tratase. Mal momento para hacer ese movimiento de agacharse repentinamente, ya que un fuerte de dolor de cabeza le vino a la mente, seguido de un mareo que acabó por dejar inconsciente a la bruja, haciendo que esta cayese de bruces al suelo.
No tardaron en llegar las chicas del virrey para socorrerla y llevársela de allí, decidiendo que era mejor que descansara en la carpa de este y se recuperara. Helena tardaría en volver a beber tanto, quizás había aprendido la lección... O no. Lo que era seguro, es que cuando despertase tendría que dar bastantes explicaciones sobre su comportamiento, aparte del dolor de cabeza que le causaría la resaca.
Helena Rhodes
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 349
Nivel de PJ : : 2
Página 1 de 2. • 1, 2
Temas similares
» Segundo Concurso de Señorita Lagarto [Libre]
» Fundación de ciudad Lagarto [2º Parte] [Trama canon] [Libre 4/4] [Noche] [Cerrado]
» Heridas en la Ciudad Lagarto [Privado] [Cerrado]
» Fundación de Ciudad Lagarto [3º Parte] [Trama canon][Cerrado]
» Fundación de Ciudad Lagarto [1° Parte] [Trama canon][Cerrado]
» Fundación de ciudad Lagarto [2º Parte] [Trama canon] [Libre 4/4] [Noche] [Cerrado]
» Heridas en la Ciudad Lagarto [Privado] [Cerrado]
» Fundación de Ciudad Lagarto [3º Parte] [Trama canon][Cerrado]
» Fundación de Ciudad Lagarto [1° Parte] [Trama canon][Cerrado]
Página 1 de 2.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Hoy a las 02:19 por Vincent Calhoun
» Propaganda Peligrosa - Priv. Zagreus - (Trabajo / Noche)
Ayer a las 18:40 por Lukas
» Derecho Aerandiano [Libre]
Ayer a las 02:17 por Tyr
» Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Ayer a las 01:19 por Tyr
» 89. Una compañía hacia el caos [Privado]
Jue Nov 07 2024, 20:51 por Aylizz Wendell
» El retorno del vampiro [Evento Sacrestic]
Jue Nov 07 2024, 18:38 por Merié Stiffen
» Clementina Chonkffuz [SOLITARIO]
Jue Nov 07 2024, 16:48 por Mina Harker
» El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]
Jue Nov 07 2024, 13:24 por Tyr
» [Zona de Culto]Santuario del dragón de Mjulnr
Mar Nov 05 2024, 21:21 por Tyr
» Pócimas y Tragos: La Guerra de la Calle Burbuja [Interpretativo] [Libre]
Mar Nov 05 2024, 17:01 por Seraphine Valaryon
» [Zona de culto] Iglesia del único Dios
Mar Nov 05 2024, 14:32 por Tyr
» [Zona de Culto] Oráculo de Fenrir
Mar Nov 05 2024, 03:02 por Tyr
» Solas, corazón del pueblo [Evento Sacrestic] [Noche] [Libre]
Dom Nov 03 2024, 17:02 por Zagreus
» Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
Sáb Nov 02 2024, 23:21 por Sein Isånd
» De héroes olvidados y Rubíes Azules [Interpretativo] [Libre] [4/4] [Noche]
Miér Oct 30 2024, 21:54 por Eltrant Tale