¿Una futura amistad? (Pasado- Privado Freya-Nayelis) [CERRADO]

Ya era casi medianoche en Lunargenta, la ciudad que de día resplandecía con brillo y destellos de luz, ahora con el manto de la noche, dejaba relucir toda su podredumbre. Los negocios ilegales salían a las calles, los vendedores del mercado negro intenaba atraer clientes a los callejones donde hacían sus intercambios con otra gente de igual rango. Yo me encontraba caminando por la plaza, ahora vacía salvo por las esquinas donde había desde borrachos, prostitutas y algún que otro mercader cerrando su negocio buscando a alguna persona que pudiera ayudarme para desarrollar mis habilidades mágicas.

Llevaba años fugada de la escuela de magia tras el asesinato de un alumno y el robo de varios documentos "ilegales, y la verdad, es que no me arrepentía de nada de lo sucedido. La luna llena ya ondeaba en lo alto del firmamento y debía darme prisa, pues la noche es oscura y siempre alberga horrores...y todavía no era lo demasiado poderosa como para hacer frente a grandes amenazas...ni siquiera en una ciudad como Lunargenta. Así que entré en una taberna de la plaza, casi vacía a decir verdad de gente festejando en una esquina, mientras que el resto de mesas parecían estar vacías. Era lógico, ya era tarde y solo quedaban rezagados en la taberna bebiendo la última copa. Yo tomé asiento en una de las mesas de la entrada junto a una ventana que daba a la plaza. Mantuve mi capucha puesta en todo momento, pues no deseaba que me reconocieran. En el momento que el tabernero se acercó me dijo:

-¿Que le pongo señorita?- Dijo con tono amable pero ronco.

- Una copa de vino por favor, del mejor que tenga- dije quitándome unos guantes negros que puse sobre la mesa, dejando ver unas uñas largas y pintadas de negro.

El tabernero asintió y se dirigió a los toneles de la barra a preparar mi copa. Mientras esperaba,  saqué de un pequeño zurrón que llevaba atado a mi cintura unas monedas para pagar el vino y unos papeles. Tras eso me puse a leer el contenido de las notas mientras, de vez en cuando, alzaba la vista para ver el local...pues nunca me fiaba de nadie.

Alcé la mirada, mirando a aquella mujer que se había sentado enfrente de mi, no sin antes, servirme una copa de vino y entregármela. Arqueé la ceja izquierda en señal de incredulidad y de pesadez...parecía que no iba a tomar el vino tranquila, a pesar de que las palabras de la muchacha iban con las mejores intenciones del mundo, pero era amabilidad era un lujo que no podía permitirme, y menos con la historia que arrastraba. Cogí la copa que me ofreció sin embargo, y alzando la vista hacia ella, mis labios comenzaron a pronunciar palabras, pues era lo único que se veía claramente ante la capucha.

-Puede que sea un buen vino, no lo discuto, pero...no recuerdo haberte invitado a mi mesa querida -dije con tono amable pero incisivo- Por lo menos estás haciendo el trabajo del tabernero- Finalicé cogiendo la copa y dando un pequeño sorbo.

Tras eso la volví a posar en la mesa, para de este modo, responder a la segunda parte.

-Cierto, es peligroso y más en esta ciudad...pero temo decirte que yo no soy la samaritana en esta fábula, sino que soy la malintencionada....así que puedes estar tranquila por ello -dije bebiendo otro poco de la copa-  Puedes, pues ya te has sentado... -dije con una sonrisa ciertamente maliciosa- ¿Freya? Bonito nombre...dime Freya ¿porque has venido hasta una desconocida a compartir una copa de vino? No sabes quién soy ni que aspecto tengo...¿debo deducir que solo te has acercado por la curiosidad? Si es así solo hay dos posibilidades...o quieres algo o eres nueva en la ciudad, dime en que me equivoco

Guardé los papeles nuevamente en mi pequeño zurrón  atado al cinturón y volví a sujetar la copa mientras me acomodaba en la silla de madera a la espera de respuestas.

-¿Quien eres?

Más clientes comenzaron a llegar, y estos venían armados. Eran guardias del turno nocturno de la ciudad, que cansados de hacer su trabajo decidieron entrar a la taberna a tomar una "copa" para llevar su trabajo con mayor ánimo. Eran unos 6, y se sentaron al fondo del local. Yo por un instante ignoré a mi compañera y en un acto-reflejo agarré el lateral de mi capucha para taparme un poco más la cara.

Las palabras de la muchacha no hicieron mella alguna en mi, pues mi atención estaba puesta en aquellos guardias. Si bien debía preocuparme por la desconocida que tenía delante mía, también debía hacerlo por esos seis idiotas.Para intentar mantener la normalidad no tuve más opción que responderle a aquella chica, pues siempre era preferible que fuéramos dos amigas bebiendo en una noche, que dos conspiradoras. Volví a posar mis ojos sobre ella para responderle.

-Vaya, has acertado, pero dime..¿porqué iba a contarle sobre mis intenciones a alguien que acabo de conocer?. Se que tu intención no es mala, pero no puedo garantizarlo ahora mismo- dije mientras uno de los hombres se acercaba al tabernero para comenzar una charla, a lo lejos podía ver como dos de los guardias sentados habían dejado sus ballestas apoyadas contra su asiento.

-Así que eres ¿una asesina?. Es la típica descripción que suelen dar de si mismos, y no os equivoquéis, todos tenemos algo que esconder...y de algo que huir.- dije con tono tranquilo en respuesta- Creo que nuestra conversación ha finalizado por ahora, un placer- Dije levantándome de mi sitio con intención de salir por la puerta, pero, en ese momento, el soldado que estaba hablando con el tabernero se dirigió a mi señalándome.

-¡Eh usted! -dijo parándose a pocos metros de mi espalda.

Me detuve, me di la vuelta para verle y ver que tenía que decirme.

- El caballero aquí presente (el tabernero) me ha dicho que le ha pagado con monedas propias de Hekshold...y solo hay brujos en ese lugar. Le tengo que pedir que me acompañe ahora mismo, no ha anotado su nombre al entrar en la ciudad..y es premisa de que todos los que cruzan la muralla, estén registrados

En ese momento, extendí mi mano con sumo cuidado por detrás de mi espalda mientras el soldado me hablaba, agarrando una copa que había quedado medio vacía de otro cliente. En un rápido gesto se la lancé  la cara al soldado, para después, salir corriendo del local rumbo a la plaza. Para mi desgracia, había otros seis soldados haciendo un gran semicírculo  con sus espadas apuntando hacia mi, mientras que a mi espalda salieron raudos los de la taberna para evitar que volviera a entrar al local. El soldado al que le había tirado la copa en la cara salió a recriminarme.

-Vaya con la mendiga...tiene garras. Eso no será un problema, te arrancaremos una a una por haberle hecho esto a una autoridad. ¡Descúbrete de inmediato! -dijo amenazante.

Miré para él mientras mantenía la capucha sobre mi cabeza, pero a su vez puse mis ojos sobre la ventana de la taberna, donde podía ver a la muchacha con la que estaba hablando. No pude decir nada, pero mis ojos claramente decían que ahora era una buena oportunidad para ayudarme si así lo deseaba. No esperaba que me ayudara, pero quién sabe.

Cogí con mi mano izquierda la capucha, con la derecha solté el cordel que ataba mi capa mugrienta, y con un tirón dejé caerla a mis pies, dejando ver, a una mujer bella, rubia, que portaba un vestido gris y dorado, aparentemente muy caro, portaba una corona de obsidiana negra, picuda. Dos largos pendientes en sus orejas y su vista clavada en el soldado, con ira. El soldado por su parte abrió los ojos como platos al reconocer que aquella mujer era la fugitiva Nayelis, una bruja que había sido expulsada de la escuela de magia y cuya cabeza tenía un precio considerable puesto por los propios magos a los que había traicionado.

-Asi que la criminal conocida como Nayelis, ha decidido dejarse caer por Lunargenta... quién lo diría....las zorras siempre vienen a las zonas más podridas. ¡Matadla!

Los 6 soldados que estaban de cara a la plaza cargaron con sus espadas contra mi, yo mientras tanto solo miraba hacia la facha de la taberna al soldado y a mi "compañera" si esta decidía actuar. En ese momento giré mi vista hacia atrás y con una leve sonrisa mientras extendía mi mano y dije.

-¿De verdad creeis que podéis?¡Idiotas!- Dije mientras unas espigas de color negro, similar a tentáculos salían de mi espalda clavándose en el pecho de cada uno de esos 6 soldados, ensartándolos y lanzándolos a una distancia considerable en la plaza. Acto seguido, extendí mis manos hacia adelante, hacia los dos hombres que tenía el soldado a su lado, lanzando estas espigas a modo de proyectiles, matando a otros dos en el acto, sin embargo, quedaban 4 soldados. Dos me apuntaron con las ballestas y otros dos cargaron. Solo pude gritar hacia la taberna.

ATAQUE.:

-VEAMOS SI DECÍAS LA VERDAD- dije refiriéndome a la chica con la que había hablado para que me echara una mano. Mientras miraba al soldado y a los que cargaban contra mi mientras preparaba nuevamente más espigas.

No pude evitar sonreír ante el comentario de la chica a que solo tenía dos ojos .Cierto, así era, pero se sorprendería de todo lo que podía ver más allá de mi simple vista, y ahora lo que veía era una futura aliada. Preparé mi mano nuevamente para generar dos espigas más, pero mientras se hacían dejé hacer a la muchacha, que se enfrentó a los guardias restantes por mi con una rapidez asombrosa fue segando vida tras vida con una espada un tanto peculiar..hasta me gustaba para mi. Debo admitir que pensaba que solo quedaban esos cuatro soldados que ahora estaban siendo eliminados por ella, pero mi compañera gritó, no sin antes encargarse de otros dos:

Creo que aun quieren jugar contigo, cubre tu izquierda!

-Controlado...-dije sin quitarle la vista a ella mientras mis  espigas salían disparadas contra  los restantes como si fueran  flechas matándolos en el momento a todos salvo al ultimo, cuya espiga estaba clavada en el hombro y no en el corazón como el resto. Mientras los gemidos y la sangre brotaba en la calle, y el silencio acompañaba, miré para el que estaba moribundo, intentando vanamente quitarse la espiga.

-Estoy perdiendo puntería- Dije mientras otro tentáculo salía de mi espalda, y como una viuda negra, se clavaba en el otro lado del hombro del hombre, dejándolo vivo e inmovilizado mientras me acercaba a él.

-¿Como sabíais que era yo? No me trago que solo fuera por unas monedas.

-Vete al cuerno furcia- dijo intentando escupirme, pero tenía tan pocas fuerzas que apenas quedó en un colgajo en su mentón.

- Ohh,...no tengo tiempo para esto- dije sacando rápidamamente el tentáculo de su hombro para clavárselo en la frente. Tras eso, los tentáculos desaparecieron, y me giré para ver a mi compañera.

-Gracias- Dije con tono serio y asintiendo levemente con la cabeza en señal de aprobación-  No contaba con que fueran tantos, pero veo que tu espada es igual de rápida que mi magia.- Creo que debemos largarnos de aqui cuanto antes..te has ganado el derecho a una copa y una conversación- Dije antes de darme la vuelta y comenzar a caminar calla abajo- ¿Vienes?

Sin duda alguna aquella mujer no podía ser humana, su destreza marcial, su espada, sus movimientos evocaban a otra criatura...o eso o es que simplemente luchaba muy bien. Si decidía acompañarme le preguntaría sin detenerme en mi caminata.

-Dime ¿cual es tu historia?-Dije sin quitar vista de las calles por las que iba caminando, alejándome de la taberna y de la sangría.

-No te mentiría si te dijera que no lo he disfrutado- dije sin detenerme de caminar. La verdad es que aquella chica me levantaba cierta curiosidad, es más, podría decirse que era bastante enigmática, y sin embargo accedió a acompañarme y responder a mis preguntas...que decorosa, me gusta. Todo iba bien hasta que dijo que mis poderes le parecían excepcionales a diferencia de otros brujos...tan solo pude esbozar una leve sonrisa de lado sin dejar de caminar.

-Son más idiotas, decadentes...inútiles y apegados a la tradición del uso de elementos. La verdad es que yo he decidido dar un paso más y centrarme en otra rama menos convencional querida. Yo...mejoro mi propia raza a costa de los que no..y ahora no te pares y continúa caminando, ya estamos cerca de un lugar más seguro, así que no será necesario ir a la posada pero gracias

Cuando a lo lejos del callejón divisé una pequeña casa, respiré aliviada, pues no había guardias en su entrada tras lo acontecido hace apenas unos minutos en aquella taberna. Me acerqué a la puerta, sin dejar de escuchar a mi compañera, cuando me disponía a abrir la puerta de la casa le respondí.

-¿Una vampiresa eh? Ahora entiendo tu buen manejo con la espada y la velocidad en plena noche- mi sonrisa se esfumó al ver que aquella muchacha era una paria del mundo al igual que yo.- Vaya, lo siento por tu situación..yo  al igual que tu también fui perseguida hasta el punto de que casi me exterminan.

Abrí la puerta e invité a la muchacha a entrar en la casa. No era gran cosa, puesto que estaba como abandonada desde fuera, pero desde dentro parecía la guarida de una bruja en toda regla. La estancia tenía una pequeña mesa con dos sillas, sobre la mesa había todo tipo de pócimas y ungüentos. Al fondo una chimenea encendida con un caldero echando humo y  a los lados de la estancia había estanterías con libros...vamos un pequeño hogar de hechicera...pero sin lugar a dudas lo más curioso era un pequeño armario que estaba cerrado con cadenas.

-Si soy fugitiva, pero no por esos cargos que me dices.Mi historia es más compleja a decir verdad querida - dije dejando mi capa sobre una de las sillas mientras me dirigía a coger una jarra y dos copas- Toma asiento por favor. ¿Vino gusta?.-dije sirviéndome una copa.

-Digamos que me llevé material prohibido de la escuela de magia..no sin antes matar a un alumno y a mi padre por el camino...así a grosso modo.-dije con toda la calma del mundo- Pero puedes estar tranquila, no soy una asesina realmente, tan solo que...las circusntancias me obligaron a tomar decisiones duras...estoy segura de que sabes de que hablo ¿no?


Bebí un poco de mi copa mientras finalizaba.

-Ahora bien, no creo que te acercaras a mi solo por curiosidad ¿Me conoces de antes?