Éxodo forzoso {Arean, Kaladar, Nami} [Noche] [CERRADO]

Kaladar se acercaba lentamente a nuestro lugar que creíamos ser seguro. Byron agarró mi mano. Sabía que él tenia miedo, yo también lo tenía, pero trataba de hacerme la fuerte para que Byron no se preocupara. Cuando el licántropo se pausó bajo nuestros pies, Byron me abrazó completamente. Podía notar sus latidos, bastante acelerados. En ese instante me sentí bien, porque sabía que estaba protegiendo a alguien.

Kaladar, ahí parado, empezó a olfatear para ver si nos encontraba. Mi apuesta fue a todo o nada, y gané. Kaladar no nos encontró y siguió adelante. Byron me dejo lentamente, con la cabeza agachada. Le miré y mientras le frotaba la cabeza le dije:

- Tranquilo pequeño zorro, todo irá bien. Yo te protegeré.- acabando con una sonrisa tranquilizadora.

Tras unos minutos descansando en aquel lugar que por momento era seguro, escuchamos un grito de alguien. Claramente era un grito de dolor. Miré a Byron preguntando que demonios era ese ruido.

- Iré a ver que es eso, tal vez le haya pasado algo a Kaladar. Tengo la obligación moral de ayudar a cualquiera.

Pese a tener todo el cuerpo dolorido, bajé de un brinco y seguí las pisadas de Kaladar. Me costaba andar por el fango, pero conseguí llegar a mi ritmo. Al final de las pisadas, estaba Kaladar. Estar, estaba... pero desnudo. Me fui acercando poco a poco

- ¿Estas bien Kaladar? - pregunte con precaución.- ¡ BYRON, KALADAR VUELVE A SER EL MISMO!

La vergüenza se había apoderado de mi, pero me sorprendió la calmada respuesta de Nami, frotándome la cabeza:
-Tranquilo pequeño zorro, todo irá bien. Yo te protegeré- dijo, sonriendo.

Me sentí realmente bien, como si tuviese a alguien en el mundo, una verdadera amistad. Entonces me preocupé por Kaladar. ¿Qué sería de él? Mis pensamientos se vieron interrumpidos por un horrible grito de dolor. Nami me miró y yo le miré a ella.
"¿Qué diablos?" pensé, preocupado.

Nami bajó del saliente ágilmente en búsqueda de la fuente del grito y yo la esperé.
Entonces oí la voz de Nami, gritando que era Kaladar, que estaba vivo.
Mi pulso se aceleró, y una oleada de esperanza me invadió. Bajé con cuidado del saliente, sujetándome la herida. Dolía.
Caminé lo más rápido que pude a la fuente del sonido, y vi a Kaladar, tendido en el suelo. Estaba desnudo. No parecía estar muy herido, y su corazón latía lentamente, pero latía. Entonces me acordé de que todo este tiempo había llevado mis pantalones en el carcaj. Miré a Nami de soslayo, y mientras le ponía los pantalones a Kal, intentando no tocar nada comprometido, le dije:

-Creo que deberíamos llevarlo al campamento, ¿crees que podremos cargar con él entre los dos?- pensé que Kal pesaría bastante y estando heridos no podríamos cargar con él sólo uno de nosotros.

-Yo le cojo de los brazos y tu de las piernas, ¿vale?- dije, mientras me agachaba para tomar a Kal de debajo de las axilas.

Mientras con una mano tapaba las partes nobles de kaladar de mi visión, esperé a que llegara Byron. A ratos, miraba alrededor por si acaso nos atacaba otra amenaza. El sol empezaba a asomarse tímido por  el horizonte. Parecía un cuento el cual llega a su fin, y este final parecía feliz, por el momento.
Finalmente llegó Byron sujetándose la herida. De su carcaj sacó unos pantalones que poco a poco le ponía a Kaladar. Me miro y dijo:

-Creo que deberíamos llevarlo al campamento, ¿crees que podremos cargar con él entre los dos? - y después de una pausa añadió - Yo le cojo de los brazos y tu de las piernas, ¿vale?

Justo cuando esas palabras entraron por mis orejas, con la cola y las orejas caídas  con una cara de "porque a mi" pensé: "Tenia que tocarme las piernas ... ". Finalmente, cogí sus piernas y lo arrastramos dirección al campamento de los bandidos.
A mitad de camino, empezó a oírse una voz.

- Espero... Que hayáis disfrutado de la visión de mi bello cuerpo. Pero si no os importa demasiado, prefiero andar.

Era Kaladar, que por fin había recuperado la conciencia. Lo dejamos lentamente en el suelo para no causarle más daño, y seguidamente se levantó solo. Hizo unos cuantos estiramientos para recomponerse, haciendo crujir sus huesos. Luego nos advirtió de que no quería hablar del tema y empezó a caminar. Creo que quería ir hacia el campamento, pero claramente se estaba equivocando de rumbo, pero eso daba igual. Kaladar, nuestro Kaladar volvía a ser el mismo. Contenta, corrí hacia Kaladar y de un salto me agarré, con todo el cuerpo, a la cabeza de Kaladar, como si fuera un Koala.

- KALADAAAAR!! Que contenta estoy de que vuelvas a ser el mismo. - Mi rostro estaba lleno de felicidad, pero de repente empecé a llorar. - He pasado mucho miedo. No nos vuelvas a dar estos sustos. - dije mientras le daba golpes en la cabeza.

Kaladar no se quejaba, era muy raro, pero de repente empece a notar como movía la cabeza restregando la cara por mi pecho. Más veloz que el viento, me despegué de Kaladar y con los brazos cruzados haciendo como si me tapase, dije:

- Si Kaladar... sigues siendo el mismo... - si las miradas matasen, Kaladar estaría muerto.

Tras los momentos felices, seguimos el camino por el cuál huimos. Tardamos un buen rato, pues antes habíamos ido corriendo y ahora caminando, a parte de que estábamos heridos. Pero con buena compañía todo pasa rápido. En cuanto llegamos al campamento, cada uno  hizo sus tareas. Por mi parte, fui en busca del el pan que había sobrado. El saco estaba en el árbol, así que me subí y empecé a comer viendo un nuevo amanecer.

Nami y yo habíamos empezado a cargar con nuestro amigo en dirección al campamento hasta que... se despertó. Lo soltamos, pues parecía estar bien, y comenzó a caminar, mientras nos advertía de que no sacásemos el tema de su licantropía.
Me pregunté qué habría ocurrido en su vida para que no quisiese hablar de ello, pero me mantuve en silencio. Fuese lo que fuese, tenía derecho a guardarlo en secreto.

Nami se alegró bastante de que Kaladar estuviese bien,y le abrazó. Yo, por mi parte, sonreía.
También le habría abrazado, pero mi herida dolía y no me convenía moverme demasiado.

Fuimos charlando por el camino, de cosas bastante triviales, como del pútrido olor de la zona muerta en el bosque, o de el dolor de nuestras heridas.
Nada más llegar al campamento, miré socarronamente a Kaladar y le dije:
-He visto unas cajas y baúles allí detrás. Creo que deberías acercarte a ver qué contienen mientras me curo la herida-

Acto seguido me acerqué a un barreño de agua y lo arrastré hasta la zona donde habían restos de una hoguera. Me quité lo que quedaba de la camisa del bandido, quedándome con el torso descubierto, y usé las ropas de esponja para limpiar de mi cuerpo aquella porquería que ocultaba nuestro olor.

Una vez limpio, me dí cuenta de que seguía sangrando.
-Diablos...- maldije, en voz baja.
Cogí un palo de madera que calenté en las brasas en la punta hasta que se puso rojo cereza por el calor, y otro palo para ponerlo en mi boca... y entonces lo apliqué en la herida, para cauterizarla.
QUEMA.
Apreté los dientes muy fuerte contra el palo, pero no pude evitar soltar un alarido por el dolor. Me saltaban las lágrimas.

Una vez quemada la herida, solté el palo en la hoguera, que se avivó levemente.
Allí mismo, me dejé caer boca arriba, en la húmeda hierba del suelo, y vi como el cielo nocturno comenzaba a dejar paso a la aurora, despuntando rayos de sol que parecían tan afilados como el dolor que me recorría el torso.
Descansé después un rato, pensando en aquella noche de locos.

Tras acabarme el pan sobrante y recuperar parte de mis fuerzas, bajé con el resto para ver la situación. Byron se estaba sanando la herida, y Kaladar comprobando los carros. Me senté al lado de la hoguera, me puse comoda y coloqué mi cola entre mis manos para acariciarla. Esa sensación de suavidad me tranquilizaba mucho. Kaladar, propuso que cada uno se llevase un carro, ya que habían tres, nos dividiríamos el botín.

- Por el momento yo recomendaria descansar esta noche. No vendra nadie aqui. El olor a lobo les asustara. Ni depredadores ni hombres vendran. Asi que limpiemos un poco los cadaveres y durmamos. Mañana cada uno puede seguir su camino, y solo para aclarar... - dijo kal mientras se estiraba, con lo que luego añadió - Como digáis algo de esta noche os destripare. Como humano o como lobo. Devorare vuestras entrañas como si fueran estofado. Os arrancare la traquea de un zarpazo y no habrá cueva, rió, o abismo que os separe lo suficiente de mi..

Mientras Kaladar limpiaba el lugar, yo me quedé unos segundos pensando. Hasta que llegué a la conclusión de irme lo antes posible, ahora que me encontraba mejor.

- Bueno chicos - dije mientras me levantaba - Ha sido un placer pasar una gran aventura con vosotros, pero creo que no voy a dormir cerca de Kaladar, no esta noche. No te lo tomes a mal, pero si vuelve a ... ya sabes, no estoy recuperada del todo para plantarte cara.

Caminé hasta el carro, me subí a la parte delantera, cogí las riendas y empecé a moverme.

- Espero que nos volvamos a encontrar algún día - Dije con una sonrisa mientras pasaba por su lado.

Tras alejarme bastante del campamento, escondí el carro fuera del camino, me estiré en la parte de atrás, y me dormí.

Cuando acabé de curarme las heridas, Kaladar me miró y dijo:
-¿Sabes que, de haber preguntado, tenía unas cuantas vendas que quizá hubieran servido para eso?-

Le miré de soslayo, como agradeciéndoselo, pese a todo. Era un gran compañero. Sonreí.
Sabía que nuestra aventura tocaba su fin, inexorablemente.

Me levanté, pues me encontraba un poco mejor, pese a la quemadura, ahora que había dejado de sangrar. Seguí a Kaladar mientras rebuscábamos por el campamento si había algo útil. Pude encontrar algo de fruta y pan, una botella de vino rosado y un buen saco de dormir, así como botas nuevas, que harían las delicias de mis pies en cuanto terminasen de gastarse las que llevaba.
Nos acercamos a los carros, que Kaladar revisó con gran interés, y luego volvimos a la hoguera.

Kaladar dijo que podríamos coger un carro cada uno a la mañana siguiente, y marchar solos a nuestro siguiente destino en nuestro nuevo transporte. Me pareció buena idea, pues así podría viajar al mercado y comprarme un nuevo instrumento de cuerda para tocar en algún pueblo del camino.
Después, comentó que debíamos limpiar los cadáveres y pasar la noche allí, partiendo al amanecer. También me pareció buena idea, pues conducir un carro con sueño podría ocasionar algún accidente, estaba herido y necesitaba descansar de aquél día de locos.

Nami dijo que ella partiría antes, pues no podía arriesgarse a que Kaladar volviese a perder el control.
- Espero que nos volvamos a encontrar algún día - dijo, sonriendo.
-Ha sido un placer, Nami, espero que nos veamos de nuevo, en circunstancias meno hostiles- dije, haciendo una reverencia.
-Lleva cuidado ahí fuera, por favor- dije, señalando el carro. Después, la joven partió, y casi puedo jurar que me dolió verla marchar.

Nos quedamos Kaladar y yo, que en ese momento habíamos reavivado la hoguera. Descorché la botella de vino, bebí y se la ofrecí a mi nuevo amigo.
-Por nosotros- dije, en tono de brindis.

Acabamos bastante borrachos... pero eso es algo que éste bardo no contará jamás.
A la mañana siguiente, antes de que Kaladar partiera en su carro, me acerqué a él, con una sonrisa llena de admiración.
-Que volvamos a vernos- le dije, lleno de esperanzas.

Kaladar partió, y al rato llegó mi hora de irme. Había sido una aventura formidable, pero mirando el horizonte, supiré pensando que no sería la última de las aventuras... si no tan sólo el comienzo.

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OFF ROL

Ha sido un verdadero placer conoceros en ésta, mi primera aventura.
¡Hasta la próxima, amigos!^^