Noche provechosa. (Priv. Shophie D.Nova) [Noche/Amanecer.] [Interpretativo.] [+18]

En silencio se levantó de la cama que había compartido con un chico ciervo, era un hombre bestia al igual que él, de una edad aproximada aunque tampoco le había preguntado. Ciertamente no le importaba quien era aquel ciervo, había servido para su propósito, encontrar un sitio en la ciudad donde poder ocultarse y pasar inadvertido, lejos de las miradas indiscretas de los curiosos que pululaban en las calles o en las posadas. Una de las primeras lecciones que había aprendido en su entrenamiento era fundirse con el entorno, parecer un ciudadano o aldeano más del lugar en cuestión. Normalmente conseguía algún disfraz discreto, pero en aquella ocasión su contacto le había fallado y había tenido que improvisar, lo que acabó en un encuentro fortuito con el ciervo mercader que yacía en la cama durmiendo tras horas de pasión. Ciertamente lo había encontrado extraño y desconcertante, era la primera vez que tenía que pasarse por un apasionado aventurero que se dejaba llevar por su instinto y su "deseo" carnal. Tenía que reconocer que hubo una o dos veces en que sintió placer, pero su mente siempre estaba en su objetivo.

Se apoyó en el quicio de la ventana y vio como la luz de la luna se reflejaba en los tejados y las calles, y poco más allá en el bosque. Elegir aquel ciervo no fue producto del azar, en raras ocasiones dejaba holgura al destino. Había oído atentamente conversaciones, informándose dónde tenía su vivienda y su negocio, aquello los llevó a conversaciones más personales y habían acabado en el dormitorio. A Ryon le habían enseñado de todo, pero la seducción era quizás la asignatura en la que más cojeaba, pues un grupo de asesinos no tenía cuenta cosas como orientación sexual o el amor. El conejo fue educado para atraer y tener relación física con ambos sexos, no hubo prácticas, pero sí mucha teoría, parte de la cual había puesto en práctica y al parecer había funcionado, pues el ciervo no había dejado de gemir su nombre apasionadamente hasta que cayó rendido de agotamiento. Al menos con aquella experiencia estaba casi seguro que le gustaba el sexo con machos, o al menos no le había resultado tan desagradable como hubo pensado en un principio.

Alzó la vista a las estrellas e hizo una mueca, aún faltaba más de una hora para que tuviera lugar el encuentro clandestino, donde su objetivo iba a hacer acto de presencia. La luz nocturna se reflejaba en su pelaje corto y suave, escuchó movimiento a su espalda, no reaccionó de ningún modo pues sabía que era el ciervo quien se acercaba. Se limitó a agitar un poco la cola y mover una de sus largas orejas en su dirección para hacerle saber que lo había escuchado.

-¿No puedes dormir? -Preguntó el ciervo, rodeándole el cuerpo con los brazos, pegando su cuerpo al suyo y besándole el cuello.

-Extraño la cama. -Mintió, pues era capaz de dormir de pie, pero era la respuesta que cabría esperar de una persona normal y estaba seguro que era socialmente aceptable.  

-Ya veo... -Comentó acariciándole el viente, liso como una tabla. -Tienes un cuerpo muy atlético y cuidado, como el de un espadachín, y antes he notado alguna que otra cicatriz... -Dijo rozándole con la nariz el cuello, conde un anillo casi perfecto de pelaje blanco, indicaba el lugar de unas viejas quemaduras, al igual que en las muñecas.

En el momento en que empezaron a desnudarse, trató de quedarse las pulseras y el collar, pero el ciervo insistió en quitárselas para poder "disfrutar" mejor de él.

-La vida no siempre es fácil. -Respondió encogiendo los hombros, dando a entender que no iba a facilitar más información.

El ciervo suspiró, sabía tan bien como él que su encuentro iba a ser de una sola noche. Encogió los hombros y empezó a besarle de nuevo el cuello, empezando a bajar las manos hacia su entre pierna, donde se perfilaba perfectamente la forma de los testículos y una funda de piel donde se ocultaba el pene del conejo. Al igual que el resto de su cuerpo, la zona estaba cubierta de pelaje, pero en aquel lugar era más suave y pomposo. Se dejó acariciar y echó la cabeza atrás, dejando escapar un quedo suspiro fingido, realmente no tenía más ganas de sexo, estaba pensando en su objetivo, pero sabía que si lo rechazaba con frialdad, podría molestarse y aún no quería abandonar su escondite. Notó como el otro movía las caderas hacia su trasero, haciéndole notar su erección.

-¿Tienes ganas de más? -Preguntó, fingiendo sorpresa e inocencia.

-¿Tu no? -Replicó con una risita  jadeante. -Solo estaba descansando, ahora empieza el segundo asalto...  -Y con aquellas últimas palabras, ambos volvieron a la cama y se perdieron de nuevo en las delicias del sexo.

No le costó mucho a Ryon hacer que su anfitrión quedara K.O tras hacerle llegar al clímax dos o tres veces más, lo dejó inconsciente presionando en un punto clave de su cuello. Al despertar simplemente pensaría que se habría quedado dormido de cansancio. Se levantó de encima del ciervo y se limpió un poco antes de ponerse su ropa, ya casi era la hora y prefería ponerse en marcha. Cogió una pequeña mochila de cuero y tras echar un último vistazo por encima del hombro para asegurarse de que el ciervo dormía profundamente saltó por la ventana. Cayó varios metros y aterrizó sobre un tejado, haciendo una voltereta y poniéndose en pie con un fluido movimiento. Corrió por los tejados y se dirigió hacia las murallas, encontrando un lugar donde esconderse al amparo de la sombra de una chimenea de ladrillo. Allí se acuclilló y se embadurnó las manos, la cara y las orejas con un producto que llevaba en su mochila y que oscurecía su claro pelaje y cabello. Permaneció inmóvil, como una sombra más, durante una hora más, cuando los primeros vestigios del amanecer empezaron a manifestarse, se presentó su objetivo tal como le habían asegurado. Surgió entre una niebla baja y densa que parecía alzarse de las húmedas calles de la ciudad. Iba acompañado por dos individuos más, todos iban con amplias capaz y por las formas que se podía ver bajo ellas, sin dudas iban armados con espadas, como mínimo. Se detuvieron bajo la tenue luz de una farola de aceite y esperaron. A los pocos minutos, otro grupo de cinco tipos, aquellos con capaz más harapientas, también hicieron su aparición. Ambos grupos se miraron durante unos minutos, antes de que quienes parecían los líderes, dieran un paso al frente y empezaran a conferenciar.

Escuchó atentamente la conversación para confirmar sus datos, y una vez lo hubo hecho se puso en acción. Metió una mano en su mochila y dejó caer casi por descuido una especie de canicas en uno y otro lado de la calle, en pocos segundos se alzó una densa niebla, casi como una cortina de humo. Sus víctimas no supieron que ocurría hasta que fue demasiado tarde, cuando uno de los hombres dio un grito para poner sobre aviso del extraño fenómeno, Ryon se dejó caer desde el tejado y cayó con tal suavidad tras el líder del primer grupo que ni siquiera se percató de su presencia hasta que sus manos cogieron su cabeza. Para cuando quiso gritar o moverse, ya le había roto el cuello. El crujido húmedo de la columna al ceder por el brusco giro, fue el detonante que provocó que los hombres desenvainaran sus armas y empezaran a gritar, atacando prácticamente a ciegas. Sintió el movimiento de una espada al moverse en su dirección, cortando la niebla mágica de las canicas y se giró lo suficiente para que el arma pasara sin tocarlo, cogiendo la muñeca del tipo y girándole rápidamente el brazo y haciendo que la espada saliera lanzada con mortal precisión contra el pecho del jefe del segundo grupo de los hombre que habían llegado. Al segundo siguiente, el tipo al que le había agarrado la muñeca estaba arrodillado, con la tráquea rota y ahogándose en su propia sangre. El resto de hombres tampoco supo que era los que lo había atacado, todos murieron de manera rápida y eficaz, a mano o con sus propias armas. La niebla mágica solo duraba unos minutos, por lo que sin perder tiempo Ryon se dirigió al punto acordado y tal como le habían dicho, encontró una alcantarilla al pie de la muralla, no le costó trabajo abrir la oxidada verja de hierro que impedía el paso o la entrada de indeseables. La cerró tras él y salió al exterior, alejándose con paso tranquilo en la bruma nocturna.

El amanecer lo pilló ya lejos de la ciudad, en un bosquecillo cercano. Caminó hasta un árbol hueco y allí encontró otra mochila de cuero donde tenía ropa limpia, jabón y su recompensa. Abrió el saquillo y las contó por encima antes de cerrarlo y dejar la otra mochila en el mismo hueco, con paso tranquilo, se dirigió hacia un manantial cercano, donde una pequeña cascada rompía la superficie. Aunque aún hacía fresco y la noche anterior había resultado desapacible, comenzó a desnudarse dispuesto a bañarse, tenía algunas salpicaduras de sangre en el pelaje y la ropa, y aún llevaba la cara y las manos untadas de verde oscuro. Tras quitarse la camisa, se acercó a la orilla para primero lavarse las manos y así no ensuciar la ropa limpia que le habían dejado.

Había pasado ya varias semanas desde que la joven dragona abandono su hogar en busca de aventuras y conocimientos del mundo, la muchacha se encontraba viajando bajo la apariencia de una humana de cabellos rojizos tan claros que bajo la luz del sol o la luna pareciera que estuvieran vivos que llegaba hasta la altura de sus hombros, la joven era alta aunque para ser honestos ella era la mas pequeña de su familia, pues era la mas joven y la que mas temprano empezó a aprender las artes de su estirpe, el color de sus ojos era de un rojizo penetrante, curiosa y deseosa de ver aventuras y cosas que en su vida no había visto, sus ropajes estaban hechos de cuero negro y adornados con telas de color azul, en la parte superior llevaba un top de cuero que cubría sus pechos, pero que dejaba ver su escote, ademas de tener una peculiaridad de tener el cuello alto, en sus hombros se hallaban dos hombreras las cuales pertenecieron a su madre, en sus muñecas se podía ver dos brazaletes que se sobreponían a trozos de cuero del mismo color que su top y que hacia parecer que fueran las mangas, en la parte inferior, se hallaba un cinturón con los mismos diseños que las hombreras y brazaletes, hechos de cuero, pero coloreado de amarillo que a su vez brindaban algo de protección a sus muslos, la muchacha llevaba una falda de tela negra que pareciera estar rota en su delantera pues un trozo actuaba de tabardo mientras que el resto de la tela tapaba la parte trasera de la chica, y por encima de esta una cubierta del mismo estilo que la falda pero de tela azul. La pelirroja cubría sus piernas con dos medias de color azul que llegaban hasta las rodillas y encima de estas unas botas de cuero, diseñadas exclusivamente para ella en su hogar.

-Mmm, ¿Cuanto tiempo llevare fuera?- Se preguntaba en una tenue voz que apenas se tornaba en un susurro.

La dragona miraba el paisaje mientras viajaba junto a aquel mercader el cual decía ser un elfo, la verdad fue que cuando Shophie conoció a su compañero de viaje y este le dijo que se llamaba Ronarel y que pertenecía a la raza de los elfos, la joven dragona pensó que “elfo” era un tipo de comida pues no conocía apenas nada del mundo fuera del pueblo montañero en el cual se crió.

El elfo miro a la joven y se sonrió, aunque había visto a muchas chicas de la raza de los dragones, raramente podía observar a una joven cuya belleza destacara, el mundo era grande y el elfo se sintió agraciado de haber encontrado a una compañera que no solo hacia que sus viajes fueran menos pesados, si no que también le ayudaba con el comercio. Shophie se encontraba atrás de la carreta tirada por dos caballos bien cuidados y saludables cuando empezó a tararear una canción, una nana que su madre le cantaba de pequeña, su acompañante elfo sonrió al escucharla y le dijo:- Señorita Shophie, posee una voz suave y encantadora, ¿Por que no prueba a cantar esa canción un poco mas fuerte?, tal vez así el viaje hacia lunargenta se haga menos pesado- Menciono el elfo a la dragona la cual le sonrió y respondió: -Esta bien, pero no se queje si no le gusta la letra- Shophie le dedico una cálida sonrisa al mercader elfico y comenzó a cantar aquella nana que conocía muy bien.

Tal y como dijo el mercader, el viaje se hizo mas corto, aunque ya no había sido semanas desde que la joven pelirroja abandono su hogar, si no mas bien meses. Al llegar a un bosque la joven bajo del carro y fue allí donde se despidió del viajero mercader elfico, no si antes el entregarle un saco con dinero por la ayuda con el negocio, y varias indicaciones de como llegar a la ciudad, y tras despedirse de el Shophie comenzó su camino, camino que hizo que se detuviera al avistar un lago. Los ojos de la chica brillaron como cuando lo hacen los de un niño al que le regalas un dulce y se dispuso a ir hacia este, claramente con la intención de bañarse y tal vez jugar un rato con el agua.

En una piedra cerca del lago dejo su ropa para evitar que fuera salpicada por el agua cuando la pelirroja empezara a jugar con el agua y tras eso se metió en el lago.

-Ah, que bien sienta un baño- la joven miro hacia el cielo y se dio cuenta de que en ese momento estaba amaneciendo, miro con mirada curiosa el amanecer hasta el momento en que algo la alerto, esto fue la aparición de un individuo el cual no pareció darse cuenta de que ella estaba allí, le observo durante unos instantes antes de acercarse a el, manteniendo la distancia pues se encontraba desnuda en el agua, y a juzgar por como se veía aquel individuo aseguraba en su mente que era un macho, miro hacia el individuo que no se dio cuenta de su presencia y le dijo -Perdone, pero, ¿Que eres?- pregunto curiosa pues era la primera vez que se topaba con una raza desconocida para ella, aparte de la humana y la elfica. La joven quedo esperando respuesta de aquel ser mientras en sus mejillas se podía notar un leve color rojizo y sus manos trataba de tapar su intimades femeninas.

Tras limpiarse las manos se terminó de desnudar, cogió el jabón y se metió debajo de la pequeña cascada. El agua estaba helada, pero no se inmutó demasiado, desde pequeño había recibido todo tipo de educación y meterse en agua helada, ya fuera como método de tortura o para llegar a un objetivo, era de lo más básico. Quizás fuera por el ruido del agua o porque el manantial fuera más grande de lo que había pensado, pero presintió más que escuchó a alguien a su espalda y se giró poniéndose instintivamente en guardia, aunque nada que resultara demasiado evidente. No hizo amago de ocultar su desnudez y tampoco parecía nervioso o avergonzado, mantenía un rostro serio y tranquilo, con una actitud de indiferencia.

—Soy un hombre bestia. —Respondió mirando a la mujer con la misma actitud de calma. —Mi nombre es Ryon. —Se presentó, siguiendo los pasos que le habían enseñado para socializar de manera correcta. —Este lugar es suficiente grande para los dos, yo tan solo tardaré unos minutos en marcharme. —Aseguró, empezando a frotarse el cuerpo con el jabón, sobre todo las manos, la cara, la cabeza y las orejas, para asegurarse que eliminaba todo el tizne que se había echado.

Aunque aparentaba tranquilidad e indiferencia, continuando con su baño, los sentidos del conejo estaban completamente alerta. Le parecía extraño haberse encontrado con alguien en aquel sitio, pero debía mostrarse confiado, pues si se marchaba o si pedía a la hembra que se marchara, podría producir algún tipo de conflicto, pues evidentemente ignoraba si aquella persona tenía más razón de estar allí que él. El cuerpo del conejo era atlético, al menos así podía distinguirse mejor al pegarse su pelaje al cuerpo al mojarse. Su cola permanecía erguida, pero al estar mojada también se veía más pequeña. Y entre sus piernas se distinguía perfectamente unos genitales masculinos, con la excepción de que el pene estaba oculto, marcada la zona con una funda de piel. Tal como había dicho, solo tardó unos minutos asearse, indiferente a si ella permanecía mirándolo o no. Salió del agua y empezó a secarse con una toalla que sacó de la mochila.

Shophie se encontraba parada mientras se cubría sus intimidades avergonzada, ¿avergonzada? Esa no era la cuestión pues la joven dragona no poseía ninguna pizca de vergüenza, mas bien solo se había sobresaltado un poco, la verdad era que la pelirroja no esperaba que nadie fuera a esas horas a aquel lugar en donde se encontraban ambos seres. La muchacha se dio la vuelta, pues fue un acto reflejo cuando el ser frente a ella se puso en guardia pero que respondió a su pregunta con actitud indiferente, afirmando le a la dragona que se trataba de un hombre bestia y ademas este añadió su nombre el cual era Ryon.

-Encantada de conocerte señor hombre bestia Ryon- dijo con una vocecilla alegre, momento en el que se dio la vuelta para presentarse como es debido pero el chico conejo hablo diciéndole a la fémina que aquel lugar era lo suficientemente grande para los dos, y que el solo tardaría unos minutos, nada mas lejos de la realidad pues la joven observo como el ser de nombre Ryon se empezó a frotarse el cuerpo para quedarse limpio y mientras el hacia lo suyo la chica se presento -Mi nombre es Shophie, Shophie D.Nova, soy una dragona- Comento alegre la chica para decirle acto seguido-No te preocupes, solo me sobre salte ya que no esperaba a nadie aquí tan temprano- Tras esas palabras la pelirroja lavaba su cuerpo humano, mientras comenzaba a cantar una canción que a la vez que era sonora, estaba llena de sentimiento.

si quieres escuchar la canción:

La joven continuo cantando hasta que termino, ignorando si su acompañante medio conejo se había marchado pero, una corazonada punzante atravesó el alma de Shophie, algo no iba a ir bien si encontraban al chico conejo aquí, por obvias razones, y por que aunque no quiso preguntar, los rojizos ojos de la dragona distinguieron en el pelaje de aquel chico manchas de sangre, Shophie se acerco al chico, aun desnuda y cogió del brazo a Ryon, el chico se encontraba secando su cuerpo, pero la dragona estaba preocupada por lo que se metió en el agua abrazando la cabeza del hombre bestia contra su pecho y lo hizo justo a tiempo pues nada mas realizar esta acción, dos hombres vestidos de armadura llegaron, inspeccionaron en el lugar y miraron hacia el estanque donde se encontraba la pelirroja y oculto por el cuerpo de esta el chico conejo, un guardia voceo a la chica y le pregunta -¿Perdona Señorita, estamos persiguiendo a un sospechoso que a cometido un asesinato recientemente, ha visto algo?- La dragona ladeo la cabeza tratando de esconder el hombre bestia de ellos y le contesto al guardia -Disculpe, pero no he visto nada, salvo este estanque y algún que otro animal- la joven miro para el chico conejo y le guiño el ojo derecho, en señal de hacer que no se preocupara, mientras, el compañero del guardia fue hacia el guardia que le pregunto a la pelirroja llevando consigo las ropas de esta, Shophie miro de reojo a los guardias y les dijo -Disculpad pero podríais no manosear mi ropa?- Los guardias se disculparon y advirtieron a la chica que si veía a alguien sospechoso o con pintas raras avisara en la ciudad a los guardias, la dragona asintió y cuando estos se fueron soltó al chico y se disculpo con el -Lo siento,pero no se como explicarlo, solo sentí que estabas en peligro y actué por instinto, no te hice daño ¿no?- pregunto observando al hombre bestia, aunque no tardo en girarse y salir del agua, esconderse tras la maleza, secarse y vestirse para salir de entre esta y buscar al chico conejo, si Ryon no se había ido la dragona quería preguntarle varias cosas, ¿Por que le perseguían?, o el por que parece un conejo, de hecho de no ser por que era mas alto que un animal y se sostenía en dos piernas seguramente Shophie hubiera pensado en comérselo para calmar su hambre.

Ryon estaba algo inquieto por aquella situación, no esperaba haberse encontrado con nadie en aquel sitio, normalmente sus informadores solían encontrarle lugares seguros donde pernotar antes y después de una misión.

—Igualmente… supongo. —Murmuró, pues aunque sabía que aquella respuesta era socialmente aceptable la verdad es que hubiera preferido estar solo. —¿Una dragona? Eso está muy bien… —Respondió, mirándola durante unos segundos con más atención.

No era el primer dragón que conocía, la Orden de la Rosa estaba constituida por miembros de todas las razas y de ambos sexos. Se limitó a girar una oreja en su dirección cuando comenzó a cantar, terminando de secarse, quedándose el pelo un poco revuelto, pero también seco y pomposo, lo que hacía que sus músculos quedaran un poco más disimulados y que su cola pareciera ser como cuatro o cinco veces más grande que cuando estaba mojada. De haber estado en algún lugar más privado o discreto, Ryon se habría dedicado a cepillarse el pelaje, pero un manantial en mitad del bosque no era el lugar más apropiado para trivialidades. Cuando se disponía a ponerse la ropa limpia que le habían dejado en la mochila, la dragona se acercó a él y lo tomó de un brazo con cierta brusquedad, lo que casi le hizo reaccionar defendiéndose como tenía costumbre. Frunció el ceño con enfado al ver cierta expresión en ella y oír ruidos en el bosque que no había escuchado hasta aquel momento. Le disgustó verse arrastrado de nuevo al agua, pero guardó silencio y se mantuvo tranquilo cuando le hizo sumergirse un poco más quedando la cabeza fuera del agua, con el rostro entre sus suaves pechos. No prestó mucha atención a su improvisado escondite, pero sí a la situación con aquellos guardias. Vio el gesto que le hizo al guiñarle el ojo, él se limitó a mirarle con sus ojos azules, manteniendo el rostro serio y tranquilo. Cuando al fin los guardias se marcharon y lo soltó, se separó de ella tan tranquilo como se había mantenido durante todo aquel incidente.

—Gracias, aunque no era necesario. —Respondió saliendo de nuevo del agua, con una ligera mueca de disgusto, pensando que no iba a poder quedar tan seco como antes, pues las toallas ya estaban bastante húmedas. —No, estoy bien. —Aseguró, escurriéndose el pelaje empapado lo mejor que pudo con las manos, cogiendo de nuevo una de las toallas con una ligera mueca de disgusto.

O bien tenía un gran autocontrol o quizás no la veía atractiva, pero el chico no parecía haberse tan siquiera sonrojado, mucho menos excitado por la situación, claro que también estaba el asunto de los guardias, algo que le cortaría el royo a cualquiera. Aunque no quedó un poco húmedo, terminó de secarse lo mejor que pudo, algo que le llevaría un buen rato, por lo que quizás para cuando Shophie saliera de cambiarse, aún se lo encontraría poniéndose la ropa holgada que llevaba en el saco.

—A sido un placer, gracias por ocultarme. —Repitió echándose la mochila sobre el hombro, dándose media vuelta, dispuesto a marcharse ya.

Shophie sonrió cuando Ryon le dio las gracias pero no tardo demasiado en ponerse seria cuando logro ver a duras penas la mueca que el chico conejo hizo, ¿la hizo por la acción de la pelirroja? ¿O simplemente por que tenia que volver a secarse?, esas preguntas rondaban la cabeza de la pelirroja aunque sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz del chico cuando respondió a la pregunta que la pelirroja le hizo antes.

Shophie salio del agua para secar su cuerpo que dejaba ver que la chica no era para nada debil, si bien sus músculos no eran tan grandes y muy marcados como los de un hombre, si podía notarse que ella no era precisamente una “Dama indefensa”, No le importaba que el chico la viera desnuda pues estaba acostumbrada a cambiarse frente a personas del género opuesto terminando antes que el hombre bestia frente a ella, este le dijo que fue un placer y le dio las gracias por esconderlo, Shophie sonrió alegremente y le contesto: -No tienes que dármelas, pero me gustaria saber por que te persiguen, dijeron algo de un asesinato pero...- hizo una pausa y se quedo pensativa, no le parecía que el hombre bestia de nombre Ryon fuera una mala persona, de hecho la joven dragona tenía curiosidad sobre el, ¿Quién era en realidad? ¿Por que tenia las manchas de sangre en el pelaje? Y ¿Si es verdad que mató a alguien, fue alguien malo?, esas preguntas la pelirroja quería decirselas al chico pero sabia que seria descortés.

Observo como este se echaba una mochila cuyo contenido desconocia y empezó a marcharse, Shophie le detuvo cogiendo esa mochila y le dijo -Perdona, se que puedo parecerte una pesada pero me gustaria saber ciertas respuestas, ¿Por que tenias manchas de sangre?, ¿era verdad lo que dijeron los guardias? ¿has sido tu?- Las preguntas salieron de su boca con un tono que dejaba claro que la chica tenia cierta curiosidad por las respuestas del chico.

Ryon acababa de echarse la mochila sobre el hombro cuando ella terminó de vestirse también y se giró para mirarla con una ceja alzada. La pregunta tan directa le había pillado bastante desprevenido, no podía creer que le hubiera preguntado tan tranquilamente por qué lo estaban persiguiendo. Evidentemente no iba a contarle la verdad, pues no la conocía de nada pese a que le hubiera ayudado un poco, cosa que le hubiera dado un poco igual, pues si hubieran tratado de detenerlo podría haber huido o acabar con los guardias.

—Supongo que se tratará de un mal entendido. —Respondió con voz tranquila y segura. —Los guardias no suelen necesitar mucho para detener a alguien, basta con que los mires mal. —Dijo encogiendo los hombros.

Cuando trató de marcharse de nuevo y notó como le agarraba de la mochila, se le escapó un gruñido de fastidio, realmente le estaba costando controlarse y mantener el control, pero tratar de enfrentarse a una dragona y a una que lo tenía de cara era una locura, era bueno en su trabajo, pero porque normalmente sabía como coger a su víctima desprevenida y con la guardia baja.

—Me metí en una pelea y no, no soy un asesino. —Espetó molesto, con las orejas echadas hacia atrás con enfado y el ceño fruncido.

Mentía tan bien que hasta se creía sus propios embustes, un arte que le enseñaban desde el principio, pues un buen asesino es aquel que sabe adaptarse a cada situación y mostrarse al mundo con una cara totalmente distinta a la real.

—No deberías ser tan directa con la gente, y menos con un desconocido, podrías meterte en problemas. —Aseguró con una mueca, mientras se apartaba de ella, para que le soltara la mochila, haciendo un movimiento un tanto brusco, pero sin llegar a ser violento, solo firme. —Por último te diré que mis asuntos son cosa mía. ¿Te sentirías cómoda si yo te hiciera preguntas tan directas sobre ti? No lo creo… —Respondió por ella. —Ahora si me disculpas tengo cosas que hacer, seguro que las puertas de Lunargenta ya están abiertas. —Dijo girándose por tercera o cuarta vez, para poder seguir su camino.

Evidentemente nadie pensaría que un asesino volvería por su propio pie al lugar donde acababa de cometer varios asesinatos, pero Lunargenta era un lugar enorme y la Orden de la Rosa tenía muchos contactos en todas las esferas de la sociedad, por lo que podría realizar dos o tres trabajos más antes de verse obligado a emigrar a otra población y dejar que el tiempo enfriara el recuerdo de sus víctimas.

La dragona escuchó las primeras palabras del hombre bestia que le comentaban que los guardias te detenían solo por mirarles mal, no creía que eso fuera así pues había visto a muchos niños darle patadas a los guardias y meterse con ellos, aunque a la pelirroja le parecía que le faltaban a esos mocosos unos buenos azotes en el culo para aprender a tratar con los mayores.

El gruñido resonó en los oídos de la chica pues era evidente que el hombre bestia estaba molesto pero no había nada que Shophie pudiera hacer para evitarlo, ella tenia una naturaleza curiosa y sentía la curiosidad de este ejemplar de hombre bestia, pues aunque sabia de la existencia de estos seres nunca llego a ver uno o a hablar con el y dada que esta era una oportunidad de oro para la pelirroja no pensaba dejarla escapar, este le había contestado su pregunta y le dijo que se había metido en una pelea, la pelirroja se lo creyó al fin y al cabo ¿Que razones tendría Ryon para mentirle? O eso era lo que ella pensaba pero el chico conejo siguió hablando o más bien regañando a la pelirroja por su comportamiento a lo que Shophie respondió -Perdona si te e ofendido es solo que me pareces una persona interesante y....- la pelirroja no termino la frase pues este volvió a hablar diciéndole a la chica que sus cosas eran asunto de el, algo que la dragona no dudaba en absoluto y el chico ademas le pregunto sobre el hecho de que si a ella le gustaba que le preguntaran directamente sobre sus cosas o sobre ella pero cuando se dispuso a contestar Ryon contesto por ella diciéndole que no, seguramente no, eso la mosqueo pues a pesar de ser amable, y curiosa y muchas otras cosas no aguantaba que la interrumpieran por lo que el brazo de la pelirroja se transformó en una garra, además dos enormes alas y dos cuernos empezaron a ser visibles en cuestión de segundos, y ahora la joven frente al chico conejo era completamente distinta, no por el hecho de adoptar una forma entre dragón y humano, si no por que la manera y vocabulario de esta había cambiado completamente. -Escúchame bien cerebro de serrín, tienes las bolas para responder a preguntas por mi, ¿te crees que me conoces como para responder por mi? Me siento generosa así que te dire que me da exactamente igual que me preguntes sobre mi vida, a diferencia de ti yo no tengo nada que esconder? Me siento generosa así que te daré dos opciones, Primera Opción te reviento aquí mismo y luego te guiso, cuarta opción me invitas a cenar y olvidamos este asunto, ahora elije- Dijo la pelirroja mientras se crujió los nudillos una y otra vez y caminaba con paso firme hacia el chico conejo.

Esperaba que con el tono seco y firme que había usado sería suficiente para intimidar a la joven o al menos hacerle entender que no quería nada que ver con ella, que simplemente había sido una coincidencia su encuentro y tras un agradecimiento y una explicación, aunque fuera falsa, sería suficiente para darse por enterada, pero nada más lejos de la verdad. Una vez más, lo detuvo con sus palabras y su tozudez a seguir la conversación.

—Soy la persona más simple y normal con la que puedas encontrarte. —Respondió, echando las largas orejas hacia atrás, encogiendo los hombros. —Lo único que te llama la atención es mi aspecto, seguro que cuando hayas visto una o dos docenas de mis congéneres tu curiosidad habrá quedado satisfecha. —Trató de hacerla razonar, pues por algún motivo la notaba ofendida o molesta, cosa que no entendía.

De repente el ambiente cambió, se volvió más tenso, casi podría decir que eléctrico pues el pelaje del conejo se erizó en algunas partes, notándose sobre todo en su espesa y gran cola. Se puso alerta, casi en posición de combate al ver la transformación de la que fue testigo en la joven, pero sabía perfectamente que por muy bueno que fuera en las artes marciales no podría contra la fuerza y el poder de un dragón, o en aquel caso dragona, totalmente alerta y dispuesta a combatir, pues sin duda lo superaba en poder. Al escuchar de nuevo su voz estrechó la mirada y frunció el ceño, la sensación de peligro no hacía más que aumentar y no le gustaba, no se sentía tan indefenso desde que siendo un niño se había visto solo en aquel mundo cruel y frío.

—¿Cerebro de serrín? —Repitió estupefacto, tan sorprendido que por un segundo perdió el control de sus sentimientos, reflejándose su pasmo con total claridad en su rostro, pues no se esperaba aquel comienzo, sino que se lanzar a su cuello tratando de degollarlo. —No quiero saber… —Trató de replicarle sobre lo de preguntarle lo que quisiera, a él no le interesaba saber de su vida, pero no lo dejó hablar, siguiendo con su diatriba.

Se dispuso a abrir la boca para replicar con brusquedad y crudeza, pero entonces le soltó aquel ultimatum, que en resumen era, o la complacía en su berrinche de niña mimada o lo mataba, cosa que creía muy posible, sobre todo si terminaba de transformarse en dragona. Gruñó para sus adentros y se lamentó no tener a mano algún tipo de dardo u similar para drogarla y dejarla tirada por allí para poder largarse.

—Querrás decir segunda… —Corrigió molesto y a disgusto, no siendo la primera vez que se encontraba tan molesto con una mujer, pensando que los hombres eran más fáciles de razonar y complacer, por eso rara vez se acostaba con hembras, aparte de que las únicas que podían encontrarlo atractivo eran mujeres bestias, y no todas, o eso pensaba. —Claro, te invito a cenar… —Aceptó entonces de repente, teniendo una maravillosa idea, era primera hora de la mañana, Lunargenta era un lugar gigantesco, simplemente tenía que darle la razón y luego continuar con su vida, no era necesario que acudiera al lugar que acordaran para cenar. —¡El conejo rojo! —Exclamó el primer nombre que se le vino a la cabeza, al vérsela venir encima crujiendo los nudillos, era un lugar poco recomendable para parejas, pues aunque aparentaba ser un sitio donde tomar una buena comida y unas copas excelentes, era también un picadero, donde se iba principalmente a follar, ya fuera con miembros del mismo sexo o del contrario con los muchos de los trabajadores que regentaban el lugar. —Cenaremos y pasaremos una dulce velada. —Dijo con una falsa sonrisa perfectamente estudiaba y que sabía que resultaba encantadora, pues con ella se había ganado a más de un chico o una chica confiado que había servido para sus propósitos en alguna de sus misiones. —Al anochecer nos veremos allí, no tiene pérdida, está en la calle de los menesteres. —Explicó, esperando apaciguarla con aquello y poder seguir con su vida, después de la noche que había pasado estaba deseando llegar a su posada y echarse a dormir unas horas.