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Mensaje  Sigel Sáb Jun 29 2019, 19:13

¿Qué le gustaban a los biocibernéticos? Se preguntó Sadora mientras se vestía frente al espejo. ¿Los vestidos vaporosos que, gracias a una afortunada brisa, dejaban al descubierto zonas del cuerpo de una chica que no debería enseñar en público o los más ajustados que hacían trabajar la imaginación entre los chicos? De ser lo primero, Sadora tenía un vestido verde precioso con dibujos de girasoles en la falda; generoso escote y espalda al descubierto. La falda era bastante larga, ese era el problema. ¿Dónde estaban los brujos de viento cuándo se les necesitaba? Se mordió el labio y giró la cabeza hacia la ventana. Rezó a Freya para que durante esa mañana apareciera la afortuna brisa de viento. Otra opción, si es que la Diosa no escuchaba sus plegarias, era escoger el vestido ajustado. Éste era color crema y Sadora lo combina con un corsé del mismo color que hacía resaltar sus mejores rasgos de mujer. Sostuvo el segundo vestido con las dos manos durante varios minutos. Le dio un par de vueltas y acabó tirándolo a la cama. ¡Descartado! Pasaría un calor horroroso con aquel vestido puesto. ¿Quién había dicho que para enamorar a un chico había que sufrir? Lo mejor sería ir desnuda, entonces Cenintos no tendría más remedio que fijarse en ella; aunque solo fuera para detenerla.

Terminó escogiendo una holgada camiseta de color crema y una falda corta que le llegaba hasta las rodillas. Simple, pero eficaz. Reusó de ponerse rompa interior; no la necesitaba para enamorar a Cenintos. Además, si el cibernético acababa poniéndole las manos encima, solo molestaría. Entre las muchas funciones de Cenintos, Sadora dudaba que se encontrase la de desabrochar sujetadores. Era muy torpe a la hora de manipular engranajes pequeños.

Por si el maquillaje, la ropa y sus encantos de mujer no fueran suficientes, Sadora contaba con un arma secreta heredara de su madre: la receta de una poción de amor. Los cibernéticos no notaban el sabor de las bebidas, pero Cenintos, un galán donde los haya, aceptaría tomarse una copa de vino si era con una bella dama. Sadora apartó a un lado el maquillaje de la cómoda y utilizó el mueble como improvisado laboratorio de alquimia. Fabricó una poción de amor y la mezcló con un exquisito vino de uva morada; el más caro que pudo comprar.

Imaginó qué haría Cenin después de beber el vino envenenado. ¿La besaría? ¿A qué sabrían los labios de un cibernético? Serían dulces como los labios de cualquier otro hombre, pero también firmes y decididos como el hierro. ¡Qué beso! Sería el mejor de su vida. Sadora se descubrió frente al espejo mordiéndose el labio inferior. Su mano izquierda descendía lentamente por su cintura como si estuviera guiando la mano de un amante invisible.

Con todo listo, fue al barrio que Cenin custodiaba. El cibernético era miembro de la Guardia de Lunargenta. Un hombre tan grande y fuerte como él no podría dedicarse a otra cosa que no fuera a luchar por la paz de la ciudad. Además de guapo, era amable y honesto. Siempre tenía una palabra bonita para la gente de Lunargenta. Eso fue por lo que se enamoró de él.

El nombre real de Cenin era Soldado 122. Pero Sadora era una chica demasiado nerviosa como para pronunciar su nombre entero, así que lo redujo a Cenintos y si tenía mucha prisa (porque una alegre brisa de viento le levantase la falda o porque gustaba de beber una copa de vino), le llamaba Cenin. En un día tan especial como hoy, el primer día de su futuro noviazgo (en cuanto beba), Sadora se esforzó, sin mucho éxito, por pronunciar el nombre completo.

—Muy buenos días, Cientidos — cogió la punta de las faldas y se presentó con la reverencia que tanto había ensañado en casa.

—Mejores días, señorita Sadora sin apellido. ¿En qué puedo servirla? ¿Necesita mis servicios? — Sí, claro que sí. Necesitaba todos sus servicios. TO-DOS.

—Solo quería invitar a nuestro valiente guardia a una copa de vino. Es lo mínimo que puedo hacer por agradecer el trabajo que ustedes hacen. Por primera vez, estoy a salvo en Lunargenta. Parece que todos los delincuentes se han marchado a Lagarto y se han llevado con ellos las ratas y la magia negra. ¿No crees? — risa nerviosa —. Lo que quiero decir es que cuando te veo pasear por estas calles, me siento segura, Cenin. Quiero darte las gracias y mi papá siempre decía que si quieres a alguien has de invitarlo a beber. Con una copa será suficiente.

Se sentaron en el suelo pavimentado, a un lado de la calle para no molestar a los transeúntes. Sadora sacó la botella y dos copas de cristal de su mochila. Lo tenía todo preparado. Llenó las copas por la mitad. Ella bebió primero y miró a Cenintos a los ojos. El embrujo de la poción solo hizo que enamorarla todavía más, nada grave. Cenintos hizo lo propio: cogió la copa de vino que Sadora le ofreció, olió el brebaje, removió la copa para observar el buen color del vino y bebió con los ojos cerrados. ¡¿POR QUÉ CERRÓ LOS OJOS?! ¡ESO NO VALE!

Una chica gritó en la calle y Cenin abrió los ojos cuando su cabeza apuntaba en la dirección de los gritos. No pasó nada grave. La chica se había asustado de una rata que pasó por su lado. Sadora deseó que hubiera pasado algo grave.

Cenintos se levantó del suelo y fue asistir a la chica. La cogió del brazo y le dijo las palabras bonitas que habría querido que le dijera a ella.

—¿Algún cibernético le ha dicho que tiene unos ojos preciosos? Espero ser el primero, mi señora — Sadora no puedo escuchar gran parte de la conversación entre ellos dos, pero si aquel piropo. Era precioso.

La chica rodeó el cuello de Cenin con los brazos. Por supuesto, ella no era ninguna tonta. Un hombre guapo se acababa de plantar delante de sus narices. ¡Sería tonta si no le diera un beso!

—Como le bese…. Las ratas sería el menor de sus problemas.

Lo peor era que Sadora conocía a la chica. Era una preciosa de Sandorai. Su nombre completo era Anffaren Yamwidh; pero Sadora, que aparte de no contar más arriba de diez tampoco sabía pronunciar los nombres élficos, humanizó el nombre de Anffaren como Anren. Y sí, era guapísima. La chica más guapa de toda Lunargenta y, quizás, de toda Aerandir.

—Ramera de Sandorai — dijo Sadora en voz baja —. No le beses…. No….

Le besó. Fue él quién se impulsó hacia los labios de la elfa, pero Anren no hizo nada por apartarse. Ella, según el juicio de Sadora, tenía toda la culpa.

Sadora rompió la copa de cristal contra la acera. En su mano quedó un fragmento puntiagudo como un cuchillo. Podría matarla. Sí, entonces el efecto de la poción desaparecería. Volvería a envenenar a Cenintos. La botella de vino estaba casi llena. La próxima vez, procuraría que Cenin bebiese con los ojos cerrados y no mirase a ninguna otra que no fuera a ella.

Se levantó de la acera y caminó muy despacio. Apretaba con tanta fuerza el trozo de cristal que se estaba cortando la palma de la mano. No le importó. La sangre sería, imaginaba ella, un edulcorante adicional para la poción de amor. Los vampiros la llevaban utilizando desde hacía siglos.

Cuando estuvo lo suficientemente de la pareja de recién enamorados (OS ODIO) clavó el cristal en la espalda de Anren.

_____________________

* Bienvenido al desamor: estás paseando por las calles de Lunargenta, algo cotidiano. Ves a una chica loca clavar un pedazo de cristal en la espalda de una elfa. En este turno deberás: impedir que Sadora acabe matando a la Anren e investigar qué ha sucedido. Para ello, podrás utilizar a los npcs como te vengan en gana: te relatarán, cada uno desde su punto de vista, que ha ocurrido. Para simplificar, tu deber en este primer turno es poner orden.
Opcionalmente: puedes elegir entre curar o no la herida de la elfa. Esto solo se podrá hacer en caso de tener una especialización centrada en las artes curativas o utilizando un objeto de tu inventario. Las heridas de Anren son profundas, la habilidad racial de los elfos, manos sanadoras, no será suficiente.
Requisitos:
La acción transcurre durante el día. Los vampiros no podrán participar en este tema a no ser que tengan un objeto que les permita resistir la luz solar.

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Mensaje  Invitado Dom Jul 07 2019, 23:34

Nada como un día agradable para pasear por Lunargenta, y nada como llenar la tripa en un día agradable. Chimar y Canel recorren las calles y no están solos, llevan varios panes dulces en el bolso utilitario más grande del genio.

Lo prometido es deuda peque, tus recompensas atrasadas por salvarme el trasero.

Gracias hermano “dice con la boca bastante llena”.

¿Qué se puede decir?, es un genio y nada se le olvida… especialmente cuando se trata de comida. Si bien algunas veces puede dar la impresión de que esta ignorando cosas, suele ser un mecanismo de protección contra preguntas tontas.

Maquiavelo ha progresado mucho desde que termino en orfandad, los días de robar para comer quedaron muy atrás. Sigue realizando actividades de carterista de vez en cuando claro pero es solo para mantener la práctica.

Ahora puede comprar sus antojos, vivir en la otra mitad. El libre juego del comercio es bastante útil si sabes cómo manejarlo… en caso contrario siempre puede mangar lo que desee pero ya no es tan pertinente.

Por desgracia no todo son rosas en Lunargenta, incluso en un buen día. Pronto ambos niños se topan con cierta confusión que escala a algo violento rápido, no se puede caminar dos pasos en la capital sin encontrar un muerto.


Justo cuando estamos comiendo… típico “dice mientras guarda su aperitivo y cierra el bolso”.

Una nativa de la ciudad apuñala a cierta elfa sin razón aparente, el ataque es focalizado aunque mantiene su brutalidad. Por suerte un biocibernético logra desarmar a la mujer haciendo gala de su fuerza.

En primera fila se encuentran ambos enanos, un poco helados por los acontecimientos. Técnicamente este tipo de cosas no deberían ocurrir los fines de  semana, para eso están la amplia gama de días laborables.

Chim hace un amago por seguir su camino pero la mirada que le pone Canel lo detiene, menudo enano moralista. Es curioso que haya desarrollado tanta afinidad por la gente si tenemos en cuenta que no suelen notar su presencia.


Bien “se sacude las migajas de pan” veamos que tenemos.

Aunque al principio el bio trata de detenerle, no es que tenga muchas opciones. Se enfrenta al ataque verbal de una mujer homicida alterada que no deja de gritar algo sobre amor verdadero y dioses saben que.

Por otro lado la elfa comienza a perder la adrenalina que mantiene su mente consciente, preludio de una muerte rápida. A medida que se forma un circulo de curiosos y alguien grita para que vengan más guardias,  Maquiavelo trona sus dedos.


Que nadie me interrumpa.

Ante un atento Canel, el genio hace su mejor numerito de medico estabilizando al paciente. Ya tenía conocimientos extensos de anatomía antes de quedar huérfano y ahora prácticamente es cirujano con todo lo que ha vivido, es por eso que ni se inmuta con una escena que haría vomitar a cualquier niño.

Con la herida descubierta de cristales, viene siendo tiempo de darle paso a la ciencia para que haga su magia. En condiciones normales la mujer estaría condenada sin la aparición de un sanador pero es su día de suerte.

El pequeño inventor utiliza su solución cicatrizante para intentar detener la hemorragia, aplica una buena cantidad del compuesto. Debería sellar el daño y darle una oportunidad aunque siempre existe el elemento suerte.


Bien “se limpia la sangre con un pedazo de tela” ¿Alguien puede decirme de que va todo esto?

Parece… difícil de entender hermano.

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Mensaje  Sigel Lun Jul 08 2019, 20:07

Sadora se encogió de hombros. No sabía qué decir. La idea de darse la vuelta y salir corriendo resultaba más tentadora de lo que le gustaría reconocer. Si no lo hacía, era porque no quería dejar a Cenintos con la ramera de Sandorai. Debió haberla matado, eso hubiera salvado a Cenin del embrujo que ella misma creó. Si los niños no se hubieran entrometido, la ramera de Sandorai estaría en el suelo. Cenintos cumpliría su deber: la esposaría y la llevaría en prisión. Entonces, Sadora le daría la poción. ¿Cómo? Los detalles no importaban demasiado. Era una chica muy imaginativa, seguro que se le ocurriría alguna manera. Cenintos bebería y abriría la celda. Le daría las gracias a Sadora por haberle salvado de la ramera de Sandorai y se enamoraría de ella. La besaría como le había besado en sueños tantísimas veces. Un plan perfecto. Un plan que hubiera salido a las mil maravillas de no ser por esos dos.

—Fuera… — susurró Sadora en un tono de voz apenas inaudible —, lo estáis haciendo mal. Ella tiene que… — no se atrevía a decir la palabra “morir” igual que no se atrevía a decir el nombre de la elfa. —. Dormir no basta. Tiene que… y tiene que ser ahora.

—Mi más sincero agradecimiento, jóvenes humanos. Habría perdido a mi amada de no ser por ustedes. — Cenin hablaba más acelerado que la habitual, no parecía él. Quizás fuera un efecto secundario del veneno, supuso Sadora. — Nos hemos conocimos hace unos minutos. Conocía su nombre. Conozco el nombre de todos los habitantes de Lunargenta. Pero nunca la vi la he visto hoy: hermosa, bella, majestuosa…. ¿Saben a lo que me refiero? Tenerla entre mis brazos se vuelve casi una necesidad.

—No, Cenin tú no quieres….

Sadora se tapó la boca antes de decir nada. Por poco confesó que había envenenado a un soldado de la guardia de Lunargenta. Un delito, por todas las de la ley. Aunque la causa fuera buena (y Sadora creía que su causa era la mejor), no estaría exenta de varías días de calabozo. Incluso podrían ejecutarla. La ley estaba hecha para obedecerla y el soldado Cenintos se encargaría, personalmente, se encargaría de que así fuera. A su lado estaría la ramera de Sandorai. Tendría una mano en la cintura del cibernético. Miraría con rabia a Sadora sin decir nada y apretaría los glúteos de Cenin para hacerla sufrir.

¡No, no, no! No pienses esas cosas. La viva imaginación de Sadora le daba una mala pasada. Era hora de ser realista, por mucho que le costase.

—Chico, te diré la verdad: alguien — y ese alguien era evidente que era ella aunque no lo decía en voz alta — ha envenado a Cenin con una poción de amor. Los cibernéticos como él, hechos para ser soldados, no pueden enamorarse. Pero él lo ha hecho. La poción le obliga. Quería… salvarle. Sí, eso quería hacer. ¿Es un delito sanar a un guardia de una maldición? Mataría a una inocente, pero a cambio salvaría una vida. Deberían darme una medalla por ello.

Cenintos se arrodilló junto a la elfa y los chicos. Besó la cabeza de la elfa y le susurró que se recuperase pronto. El guardia estaba al borde de las lágrimas. Sadora nunca lo había visto llorar; hasta entonces, pensó que los cibernéticos carecían de glándulas lagrimales. La humana sintió pena por el cibernético. Calló de rodillas al suelo. Su posición sería la misma que adoptaría de estar encerrada en una celda.

—No crea una palabra de lo que dice esa mujer. Está loca. Ya ha visto lo que ha hecho. Ha sido horrible. Si no hubieran estado delante, quizás la hubieran… — el falso amor de Cenintos impedía que dijera la misma palabra que Sadora temía pronunciar. — Cuando esto acabe, le pondré mis esposas y le llevaré al calabozo. Me ocuparé que mañana, por estas horas, la cabeza de la mujer humana esté en una cesta.

_____________________

* Chimar Tienes varias opciones para resolver este tema, no te preocupes por usar a los npcs. Están para ese motivo, para que los disfrutes:
Con respecto a Sadora: puedes dejarla libre o capturarla y llevarla prisión.
Con respecto al soldado 122: puedes intentar sanarlo de una manera menos egoísta de la que Sadora propone, dejar que viva su amor con Anffaren Yamwidh. Se resume en: confesar que ha sido envenenado o mentirle para que sea feliz.
Respecto a Anffaren Yamwidh: matar a la elfa para sanar a Cenintos o dejar que viva su amor libre con Cenintos
Tienes varias variantes, como puedes observar. No es fácil escoger una sola opción.
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Mensaje  Invitado Mar Jul 09 2019, 08:17

La mujer homicida se muestra errática… el burro hablando de orejas. En cierto modo cuando apuñalas a alguien por la espalda y retuerces el arma, algo malo va con tu mente diciéndolo de una manera amable.

Chim debe retroceder algunos pasos cada cierto tiempo por miedo a que la fémina humana se le suelte al bio, según dicen cuando se le agarra el gusto al asesinato es difícil volver a tener una perspectiva normalita.

Por otro lado, el elemento elfo se recupera bien. Esto hace que Maquiavelo sonría con una mezcla de emociones, arrogancia y tranquilidad para ser exactos. Incluso el joven Canel cambia su rostro serio a uno más sereno.

Una victoria para los chicos buenos, contrario lo que mucha gente piensa el joven inventor no siente gusto por las muertes… que muchas veces deba recurrir al bajo arte del homicidio en defensa propia para salir bien parado es otra cosa.

Entonces vienen las explicaciones y tal como lo vaticino Canel al principio, resultan confusas. Dejando de lado a la chica loca, el bio enamorado resulta una visión aún más desconcertante para alguien tan conocedor de la especie como Maquiavelo.


No sabía que los bios podían enamorarse…

La unidad “como suelen referirse a ellos mismos” con más libertades en su pensamiento que ha conocido sin duda es Zero, por obvias razones no barajea mucho el rango del amor afectuoso o las relaciones amorosas interpersonales.

No debería poder enamorarme pero… es confuso “su mirada se pierde varios instantes” aunque asi es el amor, ¿Verdad?

Chimar arquea una ceja, tiene doce años y el tema nunca ha despertado mucho interés en su persona. Por un momento se plantea preguntarle a Canel pero cuando mira la cara que le pone desiste completamente.

Claro que aún falta una revelación, una bastante perturbadora sin duda. Parece que alguien con mucho tiempo libre enveneno al bio usando cierta pasión de amor… y ese alguien es claramente la propia homicida.


A veces… los adultos me dan miedo.

“Canel asiente varias veces”.

Es claro que Cenintos quiere vengarse de la humana por su reciente amor, pero tal manifestación no es muy justa que digamos teniendo en cuenta la información recibida, eso sin mencionar que la elfa parece sentir algo por el metálico también… desconcertante.

El niño inventor pasa entonces a cerrar sus ojos, también deja de prestarle atención a los argumentos que sueltan todas las partes. Encontrar una solución a esta situación es mucho más difícil que luchar contra un dragón.


Cenin “baja la mirada” lo que dice la lo… la señorita es verdad, fuiste afectado por una poción, es obvio “se aclara la garganta” pero es la primera vez que sientes esto, está en tus manos si quieres continuarlo o no, yo… “baja la mirada” mi padre decía que el cariño aparece de maneras curiosas y en lugares insospechados, pero cuando se manifiesta debe cuidarse.

“El pequeño hechicero mira a su hermano de forma peculiar, viéndose reflejado por algunos instantes en las palabras del inventor”.

Señorita “dice ahora mirando a la mujer que inicio todo” no se debe forzar el cariño, es malo “expresa con solemnidad” si bien no comprendo mucho de que se trata, sé que es malo pues se siente mal “deja escapar una ligera mueca irónica infantil” te dejaremos ir “le pega una mirada de mando al bio” por dos razones, la dama elfa no murió y puede que algo bueno salga de todo esto “ahora pone un rostro severo” no molestes a esta pareja de nuevo o dejare que los frijoles se encarguen de ti, ¿Entendido?... sé que puedes encontrar una pareja de manera convencional, incluso otro bio “forma una mueca graciosa” muchos de ellos son iguales jeje.
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Mensaje  Sigel Sáb Jul 13 2019, 17:58

El soldado 122 rodeó las manos de la elfa con las suyas. Que estuviera mirando los ojos cerrados de Anffaren Yamwidh, prestaba toda su atención a comprender las palabras del joven humano. ¿Envenenado? Al sistema del cibernético le resultaba difícil asimilar la idea quizá porque esperaba que el organismo pudiera depurar cualquier producto químico. Por alguna razón, inducida por la poción, era más fácil creer que estaba enamorado que envenenado.

Cuando el chico terminó de hablar, dio un beso a las manos de Anffaren Yamwidh. Ella comenzó a abrir los ojos muy lentamente.

—Está en mis manos… — repitió las palabras del joven humano ofreciéndolas un sentido literal (los cibernéticos desconocen el uso de las metáforas) —, creo que lo entiendo. Sí, lo entiendo. Tu padre es un hombre muy sabio. El amor aparece de muchas formas.

Para la última frase, Anffaren recuperó la conciencia. Dio un vistazo atrás, donde el joven humano hablaba con Sadora. El cibernético pudo escuchar gran parte de la conversación debido a las mejoras de su organismo. El joven humano perdonó a Sadora y la propuso huir antes de que apareciesen los guardias de la zona y la llevasen a los calabozos. Hubo una advertencia final: no molestes a la pareja.

—¿Qué ha pasado, cien veintidós?  — Anffaren se deshizo del agarre del soldado y llevó su mano derecha al lugar donde Sadora la había apuñalado. —Siento como si un pájaro me hubiera taladrado la espalda en busca de un insecto jugoso.

—El joven humano te ha salvado la vida. Nos ha salvado a ambos. Si te llego a perder, me hubiera desconectado —acarició la mejilla de la elfa —. Has sufrido un accidente. Un pájaro, sí. El humano lo ha espantado — los cibernéticos no estaban programados para mentir, pero los enamoradas tal vez sí lo estuvieran.

El efecto de la poción de Sadora fue difuminando. El soldado 122 tomaba su consciencia taciturna a medida que el amor se fue evaporando. Anffaren seguía amando al cibernético como Sadora lo hubiera amado. El soldado 122 repetía en voz alta los consejos del joven humano, los había guardado en su almacén de datos, por tal de intentar comprender lo que le sucedía. Está en tus manos quieres continuarlo o no. Está en tus manos. En estos últimos meses, el soldado 122 tuvo en sus manos la cintura, los pechos y la cara de Anffaren. Disfrutó de cada una de las noches en las que todavía era víctima del veneno. En la actualidad, se aferraba a un pedazo de sábana e intentaba recordar cómo se sentía estando enamorado (envenenado). El amor aparece de la forma más insospechable. El joven humano no le advirtió que también podía desaparecer.

_____________________

* Chimar: Chimar tiene corazón, ¿quién lo iba a creer? El soldado 122 y Anffaren han disfrutado de su amor el tiempo que ha durado el efecto de la poción. Cuando ésta ha finalizado, el cibernético ha vuelto a ser una persona sin sentimientos.
Recompensas:
* +2 ptos de experiencia en función de la calidad del texto.
* +3 ptos de experiencia en función de la originalidad del usuario.
* 5 ptos totales de experiencia
Obsequio:
Bendición de Anffaren Yamwidh: pergamino donde está escrito un hechizo de la elfa. Al leerlo en voz, produce un efecto vigorizante sobre ti y un aliado más, os curará del cansancio. El efecto se considera de calidad común. El pergamino solo se podrá leer una vez en un único tema, luego de esto, perderá su función.

Consecuencia:
Amor efímero: en el próximo tema interpretativo que participes te encontrarás a la pareja. El efecto de la poción ha pasado. Deberás dar un cierre a la historia que se ha dejado abierta. Lo dejo en tus manos. Juega con los personajes como más te guste.
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