Vigilados y marcados [Privado][CERRADO]
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Vigilados y marcados [Privado][CERRADO]
Rodeados. Así se encontraban Alward y Katrina en uno de los caminos secundarios que llevaban hacia Ciudad Lagarto. No quisieron tomar la ruta más rápida y principal para asegurarse de que no se encontraban con ningún contratiempo, uno que exactamente les había venido de frente. Estaban vigilados y también marcados, ahora lo sabían con total certeza.
Alward estaba montado en su inseparable yegua; Epons, mientras que Katrina lo estaba encima del caballo que el castaño tomó prestado de Matthew Owens.
El caballero soltó un suspiro, resignado. Les rodeaban unos ocho encapuchados, todos armados con espadas. Eran mera milicia, pero no debía subestimarlos.
Ambos se bajaron de sus monturas y observaron con cautela su alrededor. Katrina iba encapuchada con una caperuza blanca, pero Alward llevaba todo su rostro al descubierto.
-Sierpes-Dijo Katrina usando su maestría en la voz solamente en la mente del Sevna, ya que su mudez no le permitía hablar con naturalidad.
Alward no respondió, simplemente se limitó a seguir recorriendo con la mirada a aquellos encapuchados, con el cuerpo un poco tenso. Estos últimos, de pronto dieron a la vez un paso al frente. Era bastante siniestro ver cómo, de alguna forma, estaban todos conectados y sincronizados.
El castaño desenvainó sus dos espadas, las cuales estaban cruzadas en su espalda, acto seguido, tanto él como la vampiresa le dieron una cachetada en la parte trasera del lomo a las monturas para que saliesen corriendo. Estas, desbocadas, relincharon y empezaron el galope. Esto hizo que el círculo perfecto que habían formado los encapuchados se rompiera, lo cual aprovechó Katrina para emitir con su voz mágica un chillido desgarrador que perforó la mente de todos los encapuchados [1].
Esto lo aprovechó Alward para abalanzarse sobre los hostiles antes de que estos pudiesen reaccionar. Derribó fácilmente a tres, ya que el chillido de Katrina les había dejado aturdidos. Pero al llegar al cuarto, su estocada con su arma zurda; la Espada de la Guardia, fue repelida por el arma rival. Entonces optó por dar un tajo con Værdi; su arma diestra, aprovechando así la inercia que llevaba. El arma se clavó en el hombro del espadachín. Esto lo desestabilizó un poco, entonces el Sevna dio un estocazo con su arma zurda en el estómago del enemigo para así acabar con él. Uno menos, quedaban otros cuatro.
Estos últimos se reposicionaron y se recuperaron del aturdimiento causado por el "ataque" de la vampiresa peliblanca.
Ahora sí, llevaron la iniciativa ofensiva y se abalanzaron los cuatro a la vez sobre el caballero. Alward, como pudo, se defendió en todos sus flancos con certeros esquives o anteponiendo sus armas a los golpes. Tenía que dar las gracias que era rápido de reflejos, o seguramente aquello hubiese sido su perdición. Katrina no sabía luchar demasiado bien, por lo que debía de posicionarse a una distancia segura mientras intentaba colarse en la mente de los hostiles para drenar sus fuerzas o moral con palabras bien escogidas.
Pareció que la ayuda de la peliblanca estaba dando sus frutos, ya que los encapuchados perdían destreza con sus armas y sus habilidades se vieron mermadas. En un momento en el que dos de los hostiles atacaron a Alward por los lados, este se adelantó y dio un sutil paso hacia atrás, que hizo que ambos encapuchados se ensartaran con las armas de su respectivos aliados. Dos menos.
Uno de los enemigos que quedaban se abalanzó hacia el Sevna sin pensarlo, el castaño hizo una finta hacia un lado y lo esquivó, no sin antes propinarle un buen tajo bajo en la cadera con una de sus armas. Acto seguido, giró sobre su propio eje y se encaró contra el último de los hostiles para repeler con sus dos espadas un fortísimo tajo. El encapuchado quedó desestabilizado, y Alward no tuvo piedad con él. Acabó ensartándolo con sus dos espadas, dando el final al combate...
-¡Cuidado!-Alertó Katrina
Unas pisadas que hacían temblar la propia tierra fueron notorias, para cuando Alward se volteó para ver qué las causaba, ya era demasiado tarde para esquivar el ataque de un enfurecido troll que embistió al Sevna, por suerte, antes de ser golpeado, pudo activar las runas de su armadura, que impidieron que el humano saliese volando por los aires. En vez de eso, fue empujado violentamente varios metros con los pies en la tierra y dejando profundas marcas en el húmedo terreno. Su trayectoria fue detenida en seco por un árbol en el que impactó de espaldas. Podría haber corrido una peor suerte, pero aun así el golpe lo sintió de una forma brutal [1].
El caballero cayó de rodillas, y apoyó sus brazos en el suelo con gestos de dolor. Sentía cómo le faltaba el aire, y por más que quisiese dar bocanadas para llenar sus pulmones, estos estaban paralizados.
-...a-aléjate...-Le ordenó a su acompañante con una voz ahogada.
______________________________________________________________________
Off:
-Habilidad de Katrina usada: Chillido Siniestro [1]
-Runa de armadura usada: Fortaleza Inamovible [1]
Alward estaba montado en su inseparable yegua; Epons, mientras que Katrina lo estaba encima del caballo que el castaño tomó prestado de Matthew Owens.
El caballero soltó un suspiro, resignado. Les rodeaban unos ocho encapuchados, todos armados con espadas. Eran mera milicia, pero no debía subestimarlos.
Ambos se bajaron de sus monturas y observaron con cautela su alrededor. Katrina iba encapuchada con una caperuza blanca, pero Alward llevaba todo su rostro al descubierto.
-Sierpes-Dijo Katrina usando su maestría en la voz solamente en la mente del Sevna, ya que su mudez no le permitía hablar con naturalidad.
Alward no respondió, simplemente se limitó a seguir recorriendo con la mirada a aquellos encapuchados, con el cuerpo un poco tenso. Estos últimos, de pronto dieron a la vez un paso al frente. Era bastante siniestro ver cómo, de alguna forma, estaban todos conectados y sincronizados.
El castaño desenvainó sus dos espadas, las cuales estaban cruzadas en su espalda, acto seguido, tanto él como la vampiresa le dieron una cachetada en la parte trasera del lomo a las monturas para que saliesen corriendo. Estas, desbocadas, relincharon y empezaron el galope. Esto hizo que el círculo perfecto que habían formado los encapuchados se rompiera, lo cual aprovechó Katrina para emitir con su voz mágica un chillido desgarrador que perforó la mente de todos los encapuchados [1].
Esto lo aprovechó Alward para abalanzarse sobre los hostiles antes de que estos pudiesen reaccionar. Derribó fácilmente a tres, ya que el chillido de Katrina les había dejado aturdidos. Pero al llegar al cuarto, su estocada con su arma zurda; la Espada de la Guardia, fue repelida por el arma rival. Entonces optó por dar un tajo con Værdi; su arma diestra, aprovechando así la inercia que llevaba. El arma se clavó en el hombro del espadachín. Esto lo desestabilizó un poco, entonces el Sevna dio un estocazo con su arma zurda en el estómago del enemigo para así acabar con él. Uno menos, quedaban otros cuatro.
Estos últimos se reposicionaron y se recuperaron del aturdimiento causado por el "ataque" de la vampiresa peliblanca.
Ahora sí, llevaron la iniciativa ofensiva y se abalanzaron los cuatro a la vez sobre el caballero. Alward, como pudo, se defendió en todos sus flancos con certeros esquives o anteponiendo sus armas a los golpes. Tenía que dar las gracias que era rápido de reflejos, o seguramente aquello hubiese sido su perdición. Katrina no sabía luchar demasiado bien, por lo que debía de posicionarse a una distancia segura mientras intentaba colarse en la mente de los hostiles para drenar sus fuerzas o moral con palabras bien escogidas.
Pareció que la ayuda de la peliblanca estaba dando sus frutos, ya que los encapuchados perdían destreza con sus armas y sus habilidades se vieron mermadas. En un momento en el que dos de los hostiles atacaron a Alward por los lados, este se adelantó y dio un sutil paso hacia atrás, que hizo que ambos encapuchados se ensartaran con las armas de su respectivos aliados. Dos menos.
Uno de los enemigos que quedaban se abalanzó hacia el Sevna sin pensarlo, el castaño hizo una finta hacia un lado y lo esquivó, no sin antes propinarle un buen tajo bajo en la cadera con una de sus armas. Acto seguido, giró sobre su propio eje y se encaró contra el último de los hostiles para repeler con sus dos espadas un fortísimo tajo. El encapuchado quedó desestabilizado, y Alward no tuvo piedad con él. Acabó ensartándolo con sus dos espadas, dando el final al combate...
-¡Cuidado!-Alertó Katrina
Unas pisadas que hacían temblar la propia tierra fueron notorias, para cuando Alward se volteó para ver qué las causaba, ya era demasiado tarde para esquivar el ataque de un enfurecido troll que embistió al Sevna, por suerte, antes de ser golpeado, pudo activar las runas de su armadura, que impidieron que el humano saliese volando por los aires. En vez de eso, fue empujado violentamente varios metros con los pies en la tierra y dejando profundas marcas en el húmedo terreno. Su trayectoria fue detenida en seco por un árbol en el que impactó de espaldas. Podría haber corrido una peor suerte, pero aun así el golpe lo sintió de una forma brutal [1].
El caballero cayó de rodillas, y apoyó sus brazos en el suelo con gestos de dolor. Sentía cómo le faltaba el aire, y por más que quisiese dar bocanadas para llenar sus pulmones, estos estaban paralizados.
-...a-aléjate...-Le ordenó a su acompañante con una voz ahogada.
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-Habilidad de Katrina usada: Chillido Siniestro [1]
-Runa de armadura usada: Fortaleza Inamovible [1]
Alward Sevna
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Re: Vigilados y marcados [Privado][CERRADO]
No le gustaba un pelo aquella zona y allí volvía a estar, sin rumbo alguno. Los recuerdos de Vulwulfar aún la rondaban pero no tenía del todo claro su siguiente paso. Se había dejado llevar, sin más...aunque pensó en que habría sido mejor tener lo mismo que la última vez: un caballo.
Ya que en ese momento no lo tenía y había andado bastante se paró, un poco alejada del camino porque sabía lo que había por allí. Bandidos, ladrones y malas gentes...junto ancianas que intentaban pegar con lechugas y otro tipo de hortalizas. Una parte de ella se rió de forma sincera y otra pensó amargamente en cómo había sido su último viaje, aventura, como quisiera llamarlo.
Allí parada, se deslizó por una cuesta que tenía el camino hacia abajo y sus botas se llenaron de humedad y algo de hierba verde que lo adornaba todo. Parecía que había llovido hace poco, por lo que estaba casi todo humedecido pero el día se mantenía aún sin ninguna gota de agua. ''Y que así sea, que no llueva'', pensó mientras andaba alejada del principal camino de tierra.
Tenía muy claro los peligros que allí la esperaban y por un lado, cierta esperanza de encontrar algún tipo de respuesta. Si bien se había despejado bastante de la que consideraba su obligación principal, había entendido que tendría tiempo de hacer todo y ahora tocaba conseguir lo que no logró anteriormente allí.
Esperaba que no todos los habitantes de aquellos extensos campos fuesen ladrones o gente con malicia. También habría granjeros, personas normales y humildes que labraban el campo y se ganaban la vida de forma honrada.
Tenía la disparatada idea de encontrar a algún granjero que la ayudara en su causa, que le señalara alguien que pudiera tener información sobre su pueblo. ¿Por qué no? Todo era posible, cosas más raras se había encontrado durante toda su vida...aún más desde que comenzó esas andanzas. Además, la esperanza era lo único que podía mantener.
Los campos, la hierba y el ambiente parecía un paisaje completamente distinto si no iba a caballo y algo en ella se planteó seriamente buscar un compañero equino. Eso si, seguía considerando como correcta su decisión de haber dejado en libertad aquel caballo de tiro de el mercader.
Y como si de las más divinas casualidades se tratara, escuchó el relinchar de lo que pensaba que eran dos de esas criaturas...giró medio cuerpo y vio cómo iban galopando a toda prisa por el camino principal.
Recordó otros tantos momentos en los que, entrenando a aquellos majestuosos animales salían corriendo o se asustaban de algo, incluso advertían de algún peligro a sus dueños, corrió a ellos y se interpuso en el camino.
No era tan rápida ni robusta como uno, que resultó ser una yegua marrón claro a la que levantó las manos y agarró como pudo las riendas. Le fue verdaderamente difícil pues, si pensaba que el caballo de tiro que fue su compañero temporalmente era fuerte...esto era completamente distinto.
La yegua relinchó, levantó sus patas delanteras por un momento y ella susurró palabras en élfico, palabras que significaban: ''Calma'', ''Tranquila'' o ''Todo está bien'', cuyo objetivo no era otro más que no la tirara al suelo de una coz y la dejara malherida.
Pero aquello era más extraño todavía pues, cuando logró calmar a la criatura vio que estaba relativamente bien criada, sus arreos limpios y...se había escapado a galope limpio el otro caballo.
No le dio tiempo siquiera a reaccionar, buscar alguna señal de su dueño o dueña alrededor cuando notó una leve vibración en el suelo. Fue muy leve sí, pero eso fue suficiente para saber que algo no iba bien...y la mejor opción que tenía para averiguarlo era esa yegua.
Así, se montó de un salto en su grupa y, ajustando su cuerpo a la montura, la arreó con medido cuidado hacia donde pensaba que venía ese ruido.
Por supuesto no fue tan sencillo, pues el animal no reaccionó del todo bien y comenzó a moverse de forma que quería tirarla al suelo, pero susurró unas cuantas de sus palabras élficas, se echó hacia delante y, acariciando su blanca crin de la cabeza, ella decidió darle una oportunidad a la mujer que intentaba dirigirla.
Las zancadas que daba esa yegua eran increíbles...''Hecha para ser rápida y fuerte'', pensó. Aunque sus pensamientos se concentraron en otra cosa que vio después. Su gran vista le permitía ver más allá que los humanos normales y el animal reaccionó de mala manera al notar su inquietud.
Se bajó de ella entendiendo sus señales y la dejó ir, pues supuso que quien estaba en apuros era su dueño que se encontraba más allá y no estaba solo, lo que parecía una mujer le acompañaba...y ambos estaban metidos en un buen problema.
Un troll de varios metros se alzaba imponente ante ellos y había embestido al hombre. La elfa corría rauda en su ayuda y no podía evitar preguntarse cómo había sobrevivido a semejante embestida, pero no era momento de preguntarse nada, tenía que ayudarles.
''¿Y si es un brujo?'', la duda la asaltó en plena carrera mientras observaba las marcas que había dejado en el suelo hasta ''chocar'' contra un árbol...y paró en seco.
Se debatía mentalmente entre si ayudar a alguien que podría ser un brujo o no. Claro que el troll tenía mejores planes para ellos y estaba preparando un golpe mortal de nuevo, avanzando hacia él sin tiempo de respiro.
Eso fue lo único que bastó para convencerla, pues preparó su arco y flecha y en menos de quince segundos el proyectil volaba en dirección al troll.
La flecha impactó contra una de las horribles verrugas que cubrían su piel y explotó de una forma tan horrible que la criatura paró...polvo alrededor de sus pies señalaba cuánto pesaba al parar y, en menos que cantaba un gallo, ya estaba cargando contra ella.
Ya que en ese momento no lo tenía y había andado bastante se paró, un poco alejada del camino porque sabía lo que había por allí. Bandidos, ladrones y malas gentes...junto ancianas que intentaban pegar con lechugas y otro tipo de hortalizas. Una parte de ella se rió de forma sincera y otra pensó amargamente en cómo había sido su último viaje, aventura, como quisiera llamarlo.
Allí parada, se deslizó por una cuesta que tenía el camino hacia abajo y sus botas se llenaron de humedad y algo de hierba verde que lo adornaba todo. Parecía que había llovido hace poco, por lo que estaba casi todo humedecido pero el día se mantenía aún sin ninguna gota de agua. ''Y que así sea, que no llueva'', pensó mientras andaba alejada del principal camino de tierra.
Tenía muy claro los peligros que allí la esperaban y por un lado, cierta esperanza de encontrar algún tipo de respuesta. Si bien se había despejado bastante de la que consideraba su obligación principal, había entendido que tendría tiempo de hacer todo y ahora tocaba conseguir lo que no logró anteriormente allí.
Esperaba que no todos los habitantes de aquellos extensos campos fuesen ladrones o gente con malicia. También habría granjeros, personas normales y humildes que labraban el campo y se ganaban la vida de forma honrada.
Tenía la disparatada idea de encontrar a algún granjero que la ayudara en su causa, que le señalara alguien que pudiera tener información sobre su pueblo. ¿Por qué no? Todo era posible, cosas más raras se había encontrado durante toda su vida...aún más desde que comenzó esas andanzas. Además, la esperanza era lo único que podía mantener.
Los campos, la hierba y el ambiente parecía un paisaje completamente distinto si no iba a caballo y algo en ella se planteó seriamente buscar un compañero equino. Eso si, seguía considerando como correcta su decisión de haber dejado en libertad aquel caballo de tiro de el mercader.
Y como si de las más divinas casualidades se tratara, escuchó el relinchar de lo que pensaba que eran dos de esas criaturas...giró medio cuerpo y vio cómo iban galopando a toda prisa por el camino principal.
Recordó otros tantos momentos en los que, entrenando a aquellos majestuosos animales salían corriendo o se asustaban de algo, incluso advertían de algún peligro a sus dueños, corrió a ellos y se interpuso en el camino.
No era tan rápida ni robusta como uno, que resultó ser una yegua marrón claro a la que levantó las manos y agarró como pudo las riendas. Le fue verdaderamente difícil pues, si pensaba que el caballo de tiro que fue su compañero temporalmente era fuerte...esto era completamente distinto.
La yegua relinchó, levantó sus patas delanteras por un momento y ella susurró palabras en élfico, palabras que significaban: ''Calma'', ''Tranquila'' o ''Todo está bien'', cuyo objetivo no era otro más que no la tirara al suelo de una coz y la dejara malherida.
Pero aquello era más extraño todavía pues, cuando logró calmar a la criatura vio que estaba relativamente bien criada, sus arreos limpios y...se había escapado a galope limpio el otro caballo.
No le dio tiempo siquiera a reaccionar, buscar alguna señal de su dueño o dueña alrededor cuando notó una leve vibración en el suelo. Fue muy leve sí, pero eso fue suficiente para saber que algo no iba bien...y la mejor opción que tenía para averiguarlo era esa yegua.
Así, se montó de un salto en su grupa y, ajustando su cuerpo a la montura, la arreó con medido cuidado hacia donde pensaba que venía ese ruido.
Por supuesto no fue tan sencillo, pues el animal no reaccionó del todo bien y comenzó a moverse de forma que quería tirarla al suelo, pero susurró unas cuantas de sus palabras élficas, se echó hacia delante y, acariciando su blanca crin de la cabeza, ella decidió darle una oportunidad a la mujer que intentaba dirigirla.
Las zancadas que daba esa yegua eran increíbles...''Hecha para ser rápida y fuerte'', pensó. Aunque sus pensamientos se concentraron en otra cosa que vio después. Su gran vista le permitía ver más allá que los humanos normales y el animal reaccionó de mala manera al notar su inquietud.
Se bajó de ella entendiendo sus señales y la dejó ir, pues supuso que quien estaba en apuros era su dueño que se encontraba más allá y no estaba solo, lo que parecía una mujer le acompañaba...y ambos estaban metidos en un buen problema.
Un troll de varios metros se alzaba imponente ante ellos y había embestido al hombre. La elfa corría rauda en su ayuda y no podía evitar preguntarse cómo había sobrevivido a semejante embestida, pero no era momento de preguntarse nada, tenía que ayudarles.
''¿Y si es un brujo?'', la duda la asaltó en plena carrera mientras observaba las marcas que había dejado en el suelo hasta ''chocar'' contra un árbol...y paró en seco.
Se debatía mentalmente entre si ayudar a alguien que podría ser un brujo o no. Claro que el troll tenía mejores planes para ellos y estaba preparando un golpe mortal de nuevo, avanzando hacia él sin tiempo de respiro.
Eso fue lo único que bastó para convencerla, pues preparó su arco y flecha y en menos de quince segundos el proyectil volaba en dirección al troll.
La flecha impactó contra una de las horribles verrugas que cubrían su piel y explotó de una forma tan horrible que la criatura paró...polvo alrededor de sus pies señalaba cuánto pesaba al parar y, en menos que cantaba un gallo, ya estaba cargando contra ella.
Yenna
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Re: Vigilados y marcados [Privado][CERRADO]
Aún intentaba ponerse en pie cuando notó que los titánicos pasos del troll se detuvieron por una fracción de segundos en la que, por puro instinto, aún a gatas, se golpeó el pecho tantas veces como pudo, intentando recuperar la facultad de poder llevar aire a través de sus pulmones. Con agonía, pudo lograrlo justo cuando las pisadas del hostil volvieron a hacer retumbar la tierra.
Miró al frente, esta vez el monstruo había tomado un rumbo diferente, se encaró con una tercera persona que allí apareció, aparte de la vampiresa y el propio humano; una elfa.
-¡Debes levantarte, Alward!-Le arengaba Katrina desde el otro punto del campo de batalla, lo más alejada posible de un choque directo con el troll-¡Vamos, te has enfrentado a cosas mucho peores!
Si se lo proponía, aún podía darle alcance al troll e interponerse en su trayectoria. Sin pensarlo un segundo más, agarró sus dos armas, que reposaban en el suelo, y pegó una gran zancada hacia adelante, la cual encadenó una carrera en velocidad impresionante, tanto que ni parecía ser un mero humano. El Sevna notaba como su corazón bombeaba una cantidad asombrosa de sangre hacia sus piernas, y estas respondían con la mayor eficiencia posible, y la más alta a la que jamás había llegado [1].
En mitad de la carrera, activó las runas de sus armas. Værdi se prendió en fuego y la hoja de la Espada de la Guardia fue recorrida por numerosas chispas amenazantes.
Pudo alcanzar al troll a escasos metros de que este le diese alcance a la extraña arquera. Le asestó un rápido corte en una de sus piernas, a la altura de la rodilla con el arma chispeante. Esto paralizó al hostil. Luego, con una hábil finta, se colocó entre el troll y la inesperada salvadora. Ella le había proporcionado algo de tiempo para recuperarse, prácticamente podía decirse que lo había salvado. Debía devolverle el favor.
Justo en ese momento le clavó con una certera estocada el arma chispeante en la barriga al hostil, eso lo dejaría aturdido durante más tiempo. Aunque, para su sorpresa, este se llevó una de sus enormes manos a la empuñadura de la espada para sacársela.
Alward dio un par de pasos hacia atrás, instando a la elfa a hacer lo mismo mientras la agarraba de un brazo, para que no pudiesen ser golpeados por el troll.
-Dispárale en la rodilla-Le dijo a la arquera sin dejar de prestar atención al amenazante troll-Haz que no pueda mantenerse en pie
Dicho esto, se volvió a adelantar unos pasos mientras hacía un par de florituras con su espada llameante, esperando a que la elfa le hiciera caso.
El troll se sacó la espada del estómago y la tiró hacia un lado. Furioso, rugió hacia los dos combatientes con los ojos inyectados en sangre, por no hablar de que esta empezaba a fluir por todo su torso.
Confiando en que la extraña seguiría su orden, empezó a correr hacia el hostil, pero antes de llegar a él, fintó hacia un lado y le dio un asombroso esquive para cualquier brutal ataque este pudiese propinar. En un abrir y cerrar de ojos, el humano se colocó detrás del enemigo. En cuanto cayese al suelo, aprovecharía para darle el golpe de gracia.
______________________________________________________________________
Off:
Habilidad usada: -Trance [1]. Eso, sumado a la arenga realizada con la maestría de voz de Katrina hacen que Alward supere las capacidades de un formidable guerrero humano normal y corriente.
Miró al frente, esta vez el monstruo había tomado un rumbo diferente, se encaró con una tercera persona que allí apareció, aparte de la vampiresa y el propio humano; una elfa.
-¡Debes levantarte, Alward!-Le arengaba Katrina desde el otro punto del campo de batalla, lo más alejada posible de un choque directo con el troll-¡Vamos, te has enfrentado a cosas mucho peores!
Si se lo proponía, aún podía darle alcance al troll e interponerse en su trayectoria. Sin pensarlo un segundo más, agarró sus dos armas, que reposaban en el suelo, y pegó una gran zancada hacia adelante, la cual encadenó una carrera en velocidad impresionante, tanto que ni parecía ser un mero humano. El Sevna notaba como su corazón bombeaba una cantidad asombrosa de sangre hacia sus piernas, y estas respondían con la mayor eficiencia posible, y la más alta a la que jamás había llegado [1].
En mitad de la carrera, activó las runas de sus armas. Værdi se prendió en fuego y la hoja de la Espada de la Guardia fue recorrida por numerosas chispas amenazantes.
Pudo alcanzar al troll a escasos metros de que este le diese alcance a la extraña arquera. Le asestó un rápido corte en una de sus piernas, a la altura de la rodilla con el arma chispeante. Esto paralizó al hostil. Luego, con una hábil finta, se colocó entre el troll y la inesperada salvadora. Ella le había proporcionado algo de tiempo para recuperarse, prácticamente podía decirse que lo había salvado. Debía devolverle el favor.
Justo en ese momento le clavó con una certera estocada el arma chispeante en la barriga al hostil, eso lo dejaría aturdido durante más tiempo. Aunque, para su sorpresa, este se llevó una de sus enormes manos a la empuñadura de la espada para sacársela.
Alward dio un par de pasos hacia atrás, instando a la elfa a hacer lo mismo mientras la agarraba de un brazo, para que no pudiesen ser golpeados por el troll.
-Dispárale en la rodilla-Le dijo a la arquera sin dejar de prestar atención al amenazante troll-Haz que no pueda mantenerse en pie
Dicho esto, se volvió a adelantar unos pasos mientras hacía un par de florituras con su espada llameante, esperando a que la elfa le hiciera caso.
El troll se sacó la espada del estómago y la tiró hacia un lado. Furioso, rugió hacia los dos combatientes con los ojos inyectados en sangre, por no hablar de que esta empezaba a fluir por todo su torso.
Confiando en que la extraña seguiría su orden, empezó a correr hacia el hostil, pero antes de llegar a él, fintó hacia un lado y le dio un asombroso esquive para cualquier brutal ataque este pudiese propinar. En un abrir y cerrar de ojos, el humano se colocó detrás del enemigo. En cuanto cayese al suelo, aprovecharía para darle el golpe de gracia.
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Off:
Habilidad usada: -Trance [1]. Eso, sumado a la arenga realizada con la maestría de voz de Katrina hacen que Alward supere las capacidades de un formidable guerrero humano normal y corriente.
Alward Sevna
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Re: Vigilados y marcados [Privado][CERRADO]
El polvo que levantaba cada paso de el troll era completamente exagerado, pues debía pesar mucho más de lo que pensaba y la poca hierba que había alrededor estaba siendo tan maltratada que tardaría más de lo normal en crecer.
La elfa miraba en su dirección como si fuese lo más extraño que había visto jamás y, aunque ya había lanzado una flecha hacia semejante criatura, no estaba segura de hacia dónde debería lanzar la siguiente.
-¡Debes levantarte, Alward! -Gritó quien le acompañaba, que ahora sabía que se trataba de una mujer aunque iba encapuchada. ''¿Será su mujer?'', fue una pregunta fugaz en su cabeza que desapareció al instante, justo cuando se percató de que había algo extraño en su acompañante que insufló fuerzas en el tal ''Alward''.
Eso fue como el colmo de los colmos, pues él, que parecía humano, se levantó después de golpear su pecho varias veces como para recuperar el aire y, como si fuese sacado de alguna historia o tuviera la velocidad o movimiento sobrenatural de un vampiro, saltó hacia delante y tomó una velocidad insospechada.
A la misma vez que el hombre corría de tal forma, ella tuvo que moverse rápida en dirección contraria a la del troll, tenía que correr porque un segundo de distracción bastaría para alcanzarla...y no creía que fuese a tener las mismas habilidades para sobrevivir que él.
Tuvo que mirar a Alward en mitad de su carrera pues, aunque el troll era relativamente lento, uno de sus brazos bastaría para lanzarla por los aires y le podía la curiosidad sobre su próximo ataque.
Ambas de sus armas tomaron aptitudes distintas, una se prendió en fuego y la otra en chispas. Era lo más raro que había visto nunca pues un brujo habitualmente usaría sus propias manos, incluso algún tipo de varita, vara o bastón...pero no unas espadas.
Así, mientras respiraba rápido y continuaba moviéndose para esquivar al ser que la perseguía, el hombre asestó un golpe tan rápido en una de las piernas del troll que apenas logró distinguirlo. ''Es una velocidad sobrehumana...'', pensaba para si.
Dio un ''salto'' hacia atrás para aprovechar la distancia que ahora tenía gracias a aquel guerrero que la agarraba y, por un instante de mirarle a los ojos, supo que no tenía ningún tipo de miedo y estaba concentrado en su tarea: eliminar la amenaza.
-Dispárale en la rodilla.
Su voz sonaba firme y directa y, como si fuese una orden recibida de su época en la guardia, la elfa tomó su arco y, con puntería, dirigió la flecha hasta la rodilla contraria, donde aún nada le había hecho daño.
Cuando la punta de la flecha penetró en la piel del troll, éste paró totalmente en seco y sus piernas comenzaron a ceder. En un principio parecía que no iba a ser suficiente, pero segundos después se desplomó sobre sus rodillas y la sangre que manaba de su torso ahora bajaba hasta sus piernas. Ni siquiera era de color rojo, era de un color verde oscuro que parecía gelatinoso.
-¡Ahora! -Gritó ella, su respiración estaba acelerada por la carrera y la criatura estaba ahora a un tiro perfecto para ella y a un golpe mortal para él.
Preparó otra flecha en su arco y el troll emitió un sonido gutural, venía de lo más hondo de su ser...pero ni siquiera eso era suficiente como apiadarse de algo así, si es que intentaba darles pena.
Las piernas de la elfa estaban posicionadas perfectamente, acorde a su postura con el arco, estaba más que preparada para efectuar el tiro que iría directo a su cabeza...si Alward fallaba en su tarea, que lo dudaba.
Pero justo cuando pensó que la situación estaba completamente controlada y que sería fácil derribar al troll, éste se echó hacia delante y, deslizando una de sus doloridas y enormes rodillas por el suelo, la golpeó con tal fuerza que salió disparada varios metros más lejos de allí.
Su arco voló por los aires al igual que ella y quedó en el suelo, un pequeño rastro había durante el poco que había sido arrastrada al caer. El golpe sonó seco y la elfa no se movió, sus ojos estaban cerrados.
La elfa miraba en su dirección como si fuese lo más extraño que había visto jamás y, aunque ya había lanzado una flecha hacia semejante criatura, no estaba segura de hacia dónde debería lanzar la siguiente.
-¡Debes levantarte, Alward! -Gritó quien le acompañaba, que ahora sabía que se trataba de una mujer aunque iba encapuchada. ''¿Será su mujer?'', fue una pregunta fugaz en su cabeza que desapareció al instante, justo cuando se percató de que había algo extraño en su acompañante que insufló fuerzas en el tal ''Alward''.
Eso fue como el colmo de los colmos, pues él, que parecía humano, se levantó después de golpear su pecho varias veces como para recuperar el aire y, como si fuese sacado de alguna historia o tuviera la velocidad o movimiento sobrenatural de un vampiro, saltó hacia delante y tomó una velocidad insospechada.
A la misma vez que el hombre corría de tal forma, ella tuvo que moverse rápida en dirección contraria a la del troll, tenía que correr porque un segundo de distracción bastaría para alcanzarla...y no creía que fuese a tener las mismas habilidades para sobrevivir que él.
Tuvo que mirar a Alward en mitad de su carrera pues, aunque el troll era relativamente lento, uno de sus brazos bastaría para lanzarla por los aires y le podía la curiosidad sobre su próximo ataque.
Ambas de sus armas tomaron aptitudes distintas, una se prendió en fuego y la otra en chispas. Era lo más raro que había visto nunca pues un brujo habitualmente usaría sus propias manos, incluso algún tipo de varita, vara o bastón...pero no unas espadas.
Así, mientras respiraba rápido y continuaba moviéndose para esquivar al ser que la perseguía, el hombre asestó un golpe tan rápido en una de las piernas del troll que apenas logró distinguirlo. ''Es una velocidad sobrehumana...'', pensaba para si.
Dio un ''salto'' hacia atrás para aprovechar la distancia que ahora tenía gracias a aquel guerrero que la agarraba y, por un instante de mirarle a los ojos, supo que no tenía ningún tipo de miedo y estaba concentrado en su tarea: eliminar la amenaza.
-Dispárale en la rodilla.
Su voz sonaba firme y directa y, como si fuese una orden recibida de su época en la guardia, la elfa tomó su arco y, con puntería, dirigió la flecha hasta la rodilla contraria, donde aún nada le había hecho daño.
Cuando la punta de la flecha penetró en la piel del troll, éste paró totalmente en seco y sus piernas comenzaron a ceder. En un principio parecía que no iba a ser suficiente, pero segundos después se desplomó sobre sus rodillas y la sangre que manaba de su torso ahora bajaba hasta sus piernas. Ni siquiera era de color rojo, era de un color verde oscuro que parecía gelatinoso.
-¡Ahora! -Gritó ella, su respiración estaba acelerada por la carrera y la criatura estaba ahora a un tiro perfecto para ella y a un golpe mortal para él.
Preparó otra flecha en su arco y el troll emitió un sonido gutural, venía de lo más hondo de su ser...pero ni siquiera eso era suficiente como apiadarse de algo así, si es que intentaba darles pena.
Las piernas de la elfa estaban posicionadas perfectamente, acorde a su postura con el arco, estaba más que preparada para efectuar el tiro que iría directo a su cabeza...si Alward fallaba en su tarea, que lo dudaba.
Pero justo cuando pensó que la situación estaba completamente controlada y que sería fácil derribar al troll, éste se echó hacia delante y, deslizando una de sus doloridas y enormes rodillas por el suelo, la golpeó con tal fuerza que salió disparada varios metros más lejos de allí.
Su arco voló por los aires al igual que ella y quedó en el suelo, un pequeño rastro había durante el poco que había sido arrastrada al caer. El golpe sonó seco y la elfa no se movió, sus ojos estaban cerrados.
Yenna
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El grito de la elfa fue la señal que necesitó Alward para abalanzarse contra la espalda del trol. La flecha de la arquera lo hizo caer, y así el humano pudo acceder con mayor facilidad a su cabeza, a la cual le clavó ambas espadas en un juego de luces, chispas y llamaradas espectacular.
Pero, había surgido un imprevisto, un movimiento por azar, una casualidad devastadora; en la agonía del trol, este con sus manazas propinó un fuerte golpe a la arquera, que al no esperárselo (y no tener ninguna armadura adecuada que le protegiese de ello) salió disparada contra un árbol cercano. Al impactar en él, la mujer cayó sin poder reincorporarse de nuevo.
Sorprendido por aquello, el Sevna ni siquiera prestó atención a que tenía que sacar sus espadas del abatido trol; fue en ayuda de la arquera. Aún respiraba, así que el golpe no había sido fatal, eso lo alivió un poco, pero... ¿Y ahora qué? La recogió entre sus brazos y miró a Katrina, la cual se acercó también curiosa por el estado de la extraña salvadora.
-...creo que está bien...-Miró hacia todos lados, buscando un buen sitio donde poner a descansar a la elfa. No parecía haber ninguno bueno por allí, por lo que volvió su atención a su compañera peliblanca de nuevo-Tenemos que cuidarla hasta que despierte
-¿Y si no lo hace?-Manifestó su voz mágica en la mente del caballero, parecía un poco preocupada, quizás aún le duraba el shock de lo sucedido anteriormente. Acto seguido, señaló hacia el trol-Por cierto, se te han olvidado las armas
Sea como fuere, estaban demasiado lejos de ninguna posada de paso o poblado en el que dejar a la elfa, así que tendrían que hacerse cargo de ella. Alward encontró un pequeño riachuelo bastante apartado del camino entre mucha vegetación, y un hueco de tierra en el que se formaba una especie de abrigo natural en el que podían descansar. Le llevó una media hora encontrar aquel sitio, pero al menos estaba lo suficientemente escondido como para no ser asaltados por bandidos, u otro trol...
Katrina fue a buscar su caballo (o más bien el de Matthew Owens). Alward dejó a Epons fuera del abrigo que les daba cobijo, al lado del riachulo, donde podría reponer energías bebiendo o comiendo aquello que se encontrara por ahí.
Hacía frío y la humedad era notable, por lo que Alward encendió una hoguera que le diese calor a la extraña arquera. Normalmente, en esas condiciones habría sido complicado encender un fuego, pero por suerte tenía a Værdi con él.
-...las armas no valen solo para pelear...-murmuró con cierto sarcasmo.
Pensó también que la elfa tendría hambre o sed después de despertar, así que, de su zurrón, sacó una vela rosa a la que también prendió fuego. Dejó caer la cera de esa vela en la tierra y de esta empezaron a salir numerosas frutas maduras y un riachuelo que corría desde el interior del abrigo hasta la otra corriente de agua, que sí que era natural. En el riachuelo creado por la vela no corría agua, si no un vino especiado muy delicioso y famoso en Lunargenta que a Alward le gustaba mucho. Siempre que tenía alguna oportunidad de beberlo, no dudaba en pedírselo. Esperaba que fuese del agrado de la elfa [1].
Después de dejarlo todo preparado, tan solo se sentó en el otro extremo donde estaba la elfa aún con los ojos cerrados. Agarró un palo y empezó a mover el fuego para jugar con él y así mantenerlo encendido. De vez en cuando, miraba de reojo a la mujer, tenía unas extrañas marcas o dibujos en su rostro, pero aún así era... era inexplicablemente hermosa, quizás la mujer más hermosa que jamás hubiese visto. Sin quererlo, se quedó varios segundos hipnotizado, hasta que se percató de ello y, ruborizado apartó la mirada hacia el fuego. Sería el colmo que después de todo, lo primero que aquella chica viese al despertar fuese a un extraño mirándola embelesado.
________________________________________________________________
Off: -Objeto usado: Vela de sangre:La cera derretida de la llama es capaz de renovar un terreno muerto. Si estás hambriento, escaso de comida y bebida; puedes encender la vela y dejar caer la cera al suelo. Se formará un microvalle con diminutas frutas y un pequeño río (de tu bebida favorita) de apenas un sorbo [1].
Pero, había surgido un imprevisto, un movimiento por azar, una casualidad devastadora; en la agonía del trol, este con sus manazas propinó un fuerte golpe a la arquera, que al no esperárselo (y no tener ninguna armadura adecuada que le protegiese de ello) salió disparada contra un árbol cercano. Al impactar en él, la mujer cayó sin poder reincorporarse de nuevo.
Sorprendido por aquello, el Sevna ni siquiera prestó atención a que tenía que sacar sus espadas del abatido trol; fue en ayuda de la arquera. Aún respiraba, así que el golpe no había sido fatal, eso lo alivió un poco, pero... ¿Y ahora qué? La recogió entre sus brazos y miró a Katrina, la cual se acercó también curiosa por el estado de la extraña salvadora.
-...creo que está bien...-Miró hacia todos lados, buscando un buen sitio donde poner a descansar a la elfa. No parecía haber ninguno bueno por allí, por lo que volvió su atención a su compañera peliblanca de nuevo-Tenemos que cuidarla hasta que despierte
-¿Y si no lo hace?-Manifestó su voz mágica en la mente del caballero, parecía un poco preocupada, quizás aún le duraba el shock de lo sucedido anteriormente. Acto seguido, señaló hacia el trol-Por cierto, se te han olvidado las armas
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Sea como fuere, estaban demasiado lejos de ninguna posada de paso o poblado en el que dejar a la elfa, así que tendrían que hacerse cargo de ella. Alward encontró un pequeño riachuelo bastante apartado del camino entre mucha vegetación, y un hueco de tierra en el que se formaba una especie de abrigo natural en el que podían descansar. Le llevó una media hora encontrar aquel sitio, pero al menos estaba lo suficientemente escondido como para no ser asaltados por bandidos, u otro trol...
Katrina fue a buscar su caballo (o más bien el de Matthew Owens). Alward dejó a Epons fuera del abrigo que les daba cobijo, al lado del riachulo, donde podría reponer energías bebiendo o comiendo aquello que se encontrara por ahí.
Hacía frío y la humedad era notable, por lo que Alward encendió una hoguera que le diese calor a la extraña arquera. Normalmente, en esas condiciones habría sido complicado encender un fuego, pero por suerte tenía a Værdi con él.
-...las armas no valen solo para pelear...-murmuró con cierto sarcasmo.
Pensó también que la elfa tendría hambre o sed después de despertar, así que, de su zurrón, sacó una vela rosa a la que también prendió fuego. Dejó caer la cera de esa vela en la tierra y de esta empezaron a salir numerosas frutas maduras y un riachuelo que corría desde el interior del abrigo hasta la otra corriente de agua, que sí que era natural. En el riachuelo creado por la vela no corría agua, si no un vino especiado muy delicioso y famoso en Lunargenta que a Alward le gustaba mucho. Siempre que tenía alguna oportunidad de beberlo, no dudaba en pedírselo. Esperaba que fuese del agrado de la elfa [1].
Después de dejarlo todo preparado, tan solo se sentó en el otro extremo donde estaba la elfa aún con los ojos cerrados. Agarró un palo y empezó a mover el fuego para jugar con él y así mantenerlo encendido. De vez en cuando, miraba de reojo a la mujer, tenía unas extrañas marcas o dibujos en su rostro, pero aún así era... era inexplicablemente hermosa, quizás la mujer más hermosa que jamás hubiese visto. Sin quererlo, se quedó varios segundos hipnotizado, hasta que se percató de ello y, ruborizado apartó la mirada hacia el fuego. Sería el colmo que después de todo, lo primero que aquella chica viese al despertar fuese a un extraño mirándola embelesado.
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Off: -Objeto usado: Vela de sangre:La cera derretida de la llama es capaz de renovar un terreno muerto. Si estás hambriento, escaso de comida y bebida; puedes encender la vela y dejar caer la cera al suelo. Se formará un microvalle con diminutas frutas y un pequeño río (de tu bebida favorita) de apenas un sorbo [1].
Alward Sevna
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En cuanto voló por los aires y aterrizó, notó un fuerte dolor en la espalda y el pecho, se había quedado sin aire y era difícil mantener los ojos abiertos. Simplemente dejó que se cerraran y perdió la consciencia.
Notó algo ciertamente cómodo y sintió que abría los ojos pero cuando lo hizo no veía más que oscuridad...hasta que alguien se presentó delante de ella. No podía ser otra persona que su madre, con su largo cabello ondeando con un viento que ella no sentía, estaban en la completa oscuridad.
La mujer esbozó una sonrisa y la elfa se preguntó cuántas veces en su vida había visto a su madre de esa forma, dándole fuerzas cuando más lo necesitaba, cuando estaba herida.
Pero no sentía siquiera que pudiese pensar, era una sensación extraña. Era como sentir que flotaba en una nube, una sensación desconocida y poco agradable a la misma vez. Ella siempre había querido tener los pies en el suelo.
Su madre alzó una mano en su dirección y un aura extraña comenzó a rodearla, parecía que empezaba a brillar de alguna forma y esa luz comenzó a ''tragarse'' la oscuridad que reinaba alrededor...tan bello y a la vez tan extraño.
Yenna quería tomar su mano pero era incapaz de hacerlo, se sentía incorpórea de alguna forma y en cierto momento sentía que sus ''relativos ojos'' se cerraban y esta vez no veía oscuridad, solamente luz.
Abrió los ojos y esta vez sí sintió su cuerpo, aunque por una milésima de segundo maldijo mentalmente no estar en el ''mundo'' del que acababa de venir. Allí se sentía cerca de su madre aunque lejos de la realidad y aquí simplemente sentía un dolor punzante en la espalda.
Lo primero que vio fueron las llamas de un fuego revoloteando y escapándose en el aire para luego desaparecer sin más. Parpadeó unas cuantas veces ya que esa claridad le molestó por un momento y después intentó moverse.
-Pf...¿qué ha pasado? -Murmuró en un tono muy bajo.
Se incorporó sujetándose la espalda como podía con una de las manos y apoyándose en otra, para llevarse una sorpresa aún más agradable: no estaba sola.
Mentalmente y en silencio repasó sus pasos hasta llegar hasta allí. Estaba en los Campos de Verisar otra vez, allí se encontró con una yegua mientras intentaba no meterse en problemas por el camino principal y después, se encontró con una pareja (un hombre y una mujer) que luchaban contra un troll, o más bien un troll había aparecido para luchar contra ellos.
Entonces intentó ayudarles aún a pesar de sus dudas sobre si él era un brujo y, al parecer, esa inmunda criatura la había golpeado tan fuerte que había chocado contra algo duro y perdió la consciencia.
-¿Tú me has traído hasta aquí? -Le miró directamente a los ojos y entonces pudo fijarse en cómo era realmente.
Llevaba un atuendo que dejaba más que claro que era un guerrero y mentalmente recordaba cómo sobrevivió al mismo ataque del que ella no había escapado tan ''entera''.
Sus ojos eran marrones del mismo color que su cabello, tenía una barba marcada y relativamente bien cuidada. No sabía decir exactamente qué edad tenía pero parecía joven, maduro y desde luego guapo. Podría decirse que todo su aspecto en conjunto era encantador, atractivo por decirlo de algún modo.
-...gracias -Terminó por decir en cuanto dejó de mirarle, era demasiado descarado...aún más si recordaba que una mujer iba con él- ¿Dónde está tu acompañante? ¿No le habrá pasado algo? -Intentó levantarse pero estaba claro que no podía.
Fue entonces y mientras esperaba su respuesta cuando se percató de lo que había a su lado. Jamás había visto nada semejante: un pequeño riachuelo rojizo parecía brotar del suelo y junto a éste, había una gran variedad de frutas maduras que tenían una pinta tan buena que no sabría cuál elegir.
-¿Esto...cómo lo has hecho? -Sus ojos estaban abiertos más de lo normal y observaba la escena maravillada, eso sí que era magia, era imposible que no lo fuese- ¿Eres un...? -No terminó de formular la pregunta cuando su estómago rugió de una manera tan ruidosa que tuvo que callarse y aceptar el hecho de que, fuese brujo o no, aquello tenía una pinta estupenda y necesitaba comer para recuperarse.
Colocándose de forma más cómoda, tomó una manzana roja que se veía tan deliciosa como sabía y se la comió en apenas minutos. Después tomó otra pieza de fruta y notó que su estómago y su cuerpo se recuperaban un poco al sentir comida...y probó más tarde de ese vino que corría para mezclarse con el riachuelo de agua natural. Estaba tan rico y tenía tantos matices en su sabor que no pudo evitar sonreír y dar las gracias por aquello.
Notó algo ciertamente cómodo y sintió que abría los ojos pero cuando lo hizo no veía más que oscuridad...hasta que alguien se presentó delante de ella. No podía ser otra persona que su madre, con su largo cabello ondeando con un viento que ella no sentía, estaban en la completa oscuridad.
La mujer esbozó una sonrisa y la elfa se preguntó cuántas veces en su vida había visto a su madre de esa forma, dándole fuerzas cuando más lo necesitaba, cuando estaba herida.
Pero no sentía siquiera que pudiese pensar, era una sensación extraña. Era como sentir que flotaba en una nube, una sensación desconocida y poco agradable a la misma vez. Ella siempre había querido tener los pies en el suelo.
Su madre alzó una mano en su dirección y un aura extraña comenzó a rodearla, parecía que empezaba a brillar de alguna forma y esa luz comenzó a ''tragarse'' la oscuridad que reinaba alrededor...tan bello y a la vez tan extraño.
Yenna quería tomar su mano pero era incapaz de hacerlo, se sentía incorpórea de alguna forma y en cierto momento sentía que sus ''relativos ojos'' se cerraban y esta vez no veía oscuridad, solamente luz.
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Abrió los ojos y esta vez sí sintió su cuerpo, aunque por una milésima de segundo maldijo mentalmente no estar en el ''mundo'' del que acababa de venir. Allí se sentía cerca de su madre aunque lejos de la realidad y aquí simplemente sentía un dolor punzante en la espalda.
Lo primero que vio fueron las llamas de un fuego revoloteando y escapándose en el aire para luego desaparecer sin más. Parpadeó unas cuantas veces ya que esa claridad le molestó por un momento y después intentó moverse.
-Pf...¿qué ha pasado? -Murmuró en un tono muy bajo.
Se incorporó sujetándose la espalda como podía con una de las manos y apoyándose en otra, para llevarse una sorpresa aún más agradable: no estaba sola.
Mentalmente y en silencio repasó sus pasos hasta llegar hasta allí. Estaba en los Campos de Verisar otra vez, allí se encontró con una yegua mientras intentaba no meterse en problemas por el camino principal y después, se encontró con una pareja (un hombre y una mujer) que luchaban contra un troll, o más bien un troll había aparecido para luchar contra ellos.
Entonces intentó ayudarles aún a pesar de sus dudas sobre si él era un brujo y, al parecer, esa inmunda criatura la había golpeado tan fuerte que había chocado contra algo duro y perdió la consciencia.
-¿Tú me has traído hasta aquí? -Le miró directamente a los ojos y entonces pudo fijarse en cómo era realmente.
Llevaba un atuendo que dejaba más que claro que era un guerrero y mentalmente recordaba cómo sobrevivió al mismo ataque del que ella no había escapado tan ''entera''.
Sus ojos eran marrones del mismo color que su cabello, tenía una barba marcada y relativamente bien cuidada. No sabía decir exactamente qué edad tenía pero parecía joven, maduro y desde luego guapo. Podría decirse que todo su aspecto en conjunto era encantador, atractivo por decirlo de algún modo.
-...gracias -Terminó por decir en cuanto dejó de mirarle, era demasiado descarado...aún más si recordaba que una mujer iba con él- ¿Dónde está tu acompañante? ¿No le habrá pasado algo? -Intentó levantarse pero estaba claro que no podía.
Fue entonces y mientras esperaba su respuesta cuando se percató de lo que había a su lado. Jamás había visto nada semejante: un pequeño riachuelo rojizo parecía brotar del suelo y junto a éste, había una gran variedad de frutas maduras que tenían una pinta tan buena que no sabría cuál elegir.
-¿Esto...cómo lo has hecho? -Sus ojos estaban abiertos más de lo normal y observaba la escena maravillada, eso sí que era magia, era imposible que no lo fuese- ¿Eres un...? -No terminó de formular la pregunta cuando su estómago rugió de una manera tan ruidosa que tuvo que callarse y aceptar el hecho de que, fuese brujo o no, aquello tenía una pinta estupenda y necesitaba comer para recuperarse.
Colocándose de forma más cómoda, tomó una manzana roja que se veía tan deliciosa como sabía y se la comió en apenas minutos. Después tomó otra pieza de fruta y notó que su estómago y su cuerpo se recuperaban un poco al sentir comida...y probó más tarde de ese vino que corría para mezclarse con el riachuelo de agua natural. Estaba tan rico y tenía tantos matices en su sabor que no pudo evitar sonreír y dar las gracias por aquello.
Yenna
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Las horas pasaban y el día avanzaba. Realmente, Alward no pudo distinguir cuánto tiempo llevaba allí, y la escasa luz que el manto encapotado en el cielo dejaba pasar tampoco aclaraba muy bien en qué momento del día se encontraban. Miró hacia la entrada del abrigo, Katrina estaba ya tardando demasiado... ¿O no? ¿Era el momento para preocuparse?
Fue en esas cavilaciones cuando despertó la elfa. El caballero entonces centró su atención en ella.
-Empezaba a preguntarme si despertarías alguna vez-Comentó con cierto sarcasmo. Acto seguido, asintió ante la primera pregunta de la arquera-Me ha costado encontrar un lugar donde poder pasar la noche sin estar tan expuestos.-Por inercia, llevó su mirada de nuevo hacia la entrada, desde donde podía ver a Epons bebiendo del riachuelo natural-Este parece un buen sitio-Ahora, la miró con más detalle mientras se reincorporaba-¿Estás entera? ¿Te duele algo?-Preguntó, ya que el golpe que se había llevado fue bastante aparatoso.
Notó como la elfa lo miraba más de lo normal. Ciertamente, se sintió algo incómodo y un leve rubor pudo notarse en sus mejillas. Para mantener la compostura, carraspeó y agarró el palo que antes le servía para avivar el fuego. Jugó un poco con él, mientras miraba de reojo a la rubia.
-...N-no hay de qué-Respondió al agradecimiento. Acto seguido, le preguntó por Katrina. Preocupado, llevó de nuevo su mirada hacia la entrada-Su caballo se desbocó, y a saber dónde anda. Necesitamos que vuelva para poder continuar nuestro viaje, o si no tardaremos bastante más de lo que deberíamos.-Comentó
La elfa entonces intentó levantarse, y el Sevna de nuevo depositó su atención en esta.
-Por hoy, es mejor que no intentes moverte mucho... Si mañana sigues igual, te acompañaremos hasta el sitio poblado más cercano, te lo prometo.-Ni por asomo iba a abandonar a alguien que estaba necesitada de ayuda.
La mujer se percató de la creación de la Vela de Sangre; todas aquellas frutas y ese delicioso riachuelo. Alward esbozó una sonrisa.
-Come y bebe cuanto quieras. Es lo menos que puedo hacer por ti, ya que si no hubieses aparecido, probablemente ese trol me hubiese hecho papilla
Miró extrañado a la mujer, estaba insinuando algo, pero... ¿El qué? Tenía cierto temblor en su voz y miedo de que Alward fuese...
-¿Un brujo?-La eterna rivalidad entre ambas razas la delataba. Negó con la cabeza-Solo soy un simple humano-Dejó el palo en el suelo y vio cómo poco importaba en realidad su respuesta, ya que la pobre chica tenía bastante hambre después de lo que había pasado.
Mientras su salvadora comía, él se puso en pie y se desabrochó las fundas de sus espadas que llevaba cruzadas a la espalda. Las dejó en el suelo y estiró sus extremidades, llevaba tanto tiempo sentado que se sentía agarrotado. También estaba un poco cansado, y a juzgar por la escasez de luz, parecía que al final sí que iban a pasar allí la noche.
Acto seguido, se acercó a la elfa y se sentó a su lado.
-Hay... algo que quiero preguntarte-Dijo, de pronto-Epons no acepta otro jinete que no sea yo-Miró brevemente hacia la yegua, la cual seguía fuera del abrigo con naturalidad-¿Cómo lograste que te dejara montarla?-De pronto, se acordó de algo; no se habían presentado-Por cierto, soy Alward. Sir Alward Sevna, caballero de Verisar-Dijo con suma formalidad
Fue en esas cavilaciones cuando despertó la elfa. El caballero entonces centró su atención en ella.
-Empezaba a preguntarme si despertarías alguna vez-Comentó con cierto sarcasmo. Acto seguido, asintió ante la primera pregunta de la arquera-Me ha costado encontrar un lugar donde poder pasar la noche sin estar tan expuestos.-Por inercia, llevó su mirada de nuevo hacia la entrada, desde donde podía ver a Epons bebiendo del riachuelo natural-Este parece un buen sitio-Ahora, la miró con más detalle mientras se reincorporaba-¿Estás entera? ¿Te duele algo?-Preguntó, ya que el golpe que se había llevado fue bastante aparatoso.
Notó como la elfa lo miraba más de lo normal. Ciertamente, se sintió algo incómodo y un leve rubor pudo notarse en sus mejillas. Para mantener la compostura, carraspeó y agarró el palo que antes le servía para avivar el fuego. Jugó un poco con él, mientras miraba de reojo a la rubia.
-...N-no hay de qué-Respondió al agradecimiento. Acto seguido, le preguntó por Katrina. Preocupado, llevó de nuevo su mirada hacia la entrada-Su caballo se desbocó, y a saber dónde anda. Necesitamos que vuelva para poder continuar nuestro viaje, o si no tardaremos bastante más de lo que deberíamos.-Comentó
La elfa entonces intentó levantarse, y el Sevna de nuevo depositó su atención en esta.
-Por hoy, es mejor que no intentes moverte mucho... Si mañana sigues igual, te acompañaremos hasta el sitio poblado más cercano, te lo prometo.-Ni por asomo iba a abandonar a alguien que estaba necesitada de ayuda.
La mujer se percató de la creación de la Vela de Sangre; todas aquellas frutas y ese delicioso riachuelo. Alward esbozó una sonrisa.
-Come y bebe cuanto quieras. Es lo menos que puedo hacer por ti, ya que si no hubieses aparecido, probablemente ese trol me hubiese hecho papilla
Miró extrañado a la mujer, estaba insinuando algo, pero... ¿El qué? Tenía cierto temblor en su voz y miedo de que Alward fuese...
-¿Un brujo?-La eterna rivalidad entre ambas razas la delataba. Negó con la cabeza-Solo soy un simple humano-Dejó el palo en el suelo y vio cómo poco importaba en realidad su respuesta, ya que la pobre chica tenía bastante hambre después de lo que había pasado.
Mientras su salvadora comía, él se puso en pie y se desabrochó las fundas de sus espadas que llevaba cruzadas a la espalda. Las dejó en el suelo y estiró sus extremidades, llevaba tanto tiempo sentado que se sentía agarrotado. También estaba un poco cansado, y a juzgar por la escasez de luz, parecía que al final sí que iban a pasar allí la noche.
Acto seguido, se acercó a la elfa y se sentó a su lado.
-Hay... algo que quiero preguntarte-Dijo, de pronto-Epons no acepta otro jinete que no sea yo-Miró brevemente hacia la yegua, la cual seguía fuera del abrigo con naturalidad-¿Cómo lograste que te dejara montarla?-De pronto, se acordó de algo; no se habían presentado-Por cierto, soy Alward. Sir Alward Sevna, caballero de Verisar-Dijo con suma formalidad
Alward Sevna
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Podía observar un leve rubor en sus mejillas que la distrajo por un momento pero sin más continuó comiendo, no sin antes sorprenderse porque soltara la espadas. Entonces se dio cuenta de que tal vez de nuevo había confiado de más en alguien que no conocía, ¿pero cómo no hacerlo? La había llevado hasta allí y decía que él y su compañera la acompañarían a un sitio ''más seguro'' si lo necesitara.
No se había percatado hasta entonces de que estaban en un sitio bien resguardados y que apenas había corriente de viento allí. Pero seguía dándole vueltas al tema anterior. Tal vez a veces era demasiado confiada pero no era tan crédula como parecía. Siempre se fijaba en todo lo que podía y alguna vez que otra desconfiaba de más; no era este el caso, ¿cómo desconfiar de alguien así?
No parecía tener malas intenciones con ella, pero tampoco tenía muy claro cómo un ''simple humano'' dicho por él mismo, había conseguido sobrevivir al impresionante golpe que le propinó el troll y seguir en pie. A su misma vez, también había creado aquella especie de ''festín'' que tanto le estaba gustando y cuyas frutas y vino tomó hasta que estuvo saciada.
Entonces se sentó a su lado y por algún motivo que no entendió, su corazón palpitó de tal forma que se llevó la mano al pecho, ''¿Será por el golpe?'', no notaba que le doliese nada por esa zona, era más la espalda...que ni siquiera podía moverse libremente ya que si intentaba levantarse en aquel momento, sentiría simplemente una especie de dolor que parecería que se separaba esa parte del cuerpo.
-¿Preguntarme? -Su voz sonaba incrédula, como si alguien no tuviera la posibilidad ni el interés necesario para tener que preguntarle algo precisamente a ella- Oh...se llama Epons -Asintió para sí misma al escuchar su nombre y lo consideró más que adecuado para la yegua. Se preguntó también porqué ni siquiera había dado algún nombre a aquel caballo negro que la acompañó un tiempo. Tal vez porque tuvo la sensación de que si le daba un nombre se encariñaría demasiado- Aunque al principio tenía miedo de que me fuese a tirar... -Recordó mentalmente cómo se resistió un poco pero acabó cediendo- La intenté tranquilizar con algunas palabras en mi idioma natal -Colocó una gran sonrisa en sus labios y le miró- Es una buena yegua, los animales son muy listos, tal vez ella sintiese que venía algún peligro...créeme, las pisadas del troll podían notarse hasta donde estábamos nosotras -Obviamente el ''nosotras'' iba por la criatura, a la cual desvió su mirada y admiró.
Era robusta y su crin tenía un color blanco hermoso, le recordaba en cierta manera al caballo de su padre, Crindorada. Aunque sólo se parecían en cierto modo en el color, la actitud de la yegua ante el peligro había sido sorprendente y el enterarse de que la había dejado montar ''sólo a ella'' era aún más extraño.
Crindorada en su lugar no tenía tanto músculo dedicado a ser fuerte, ellos entrenaban y criaban a sus caballos para ser rápidos...los más rápidos que hubiera, los caballos élficos. Pero hacía muchísimo tiempo que no montaba a un animal así y les estaba cogiendo cierto cariño a los que eran así, más bastos, fuertes...y a su vez tenían una actitud completamente distinta.
-¿Sir? -Se le escapó la alegría de repente pues había recordado qué paso no muy lejos de allí, en Vulwulfar, la última vez que se encontró con una especie de noble que se merecía de todo (lo malo) menos un título- Yo soy Yenna -Mentalmente se dijo a sí misma que le llamaría ''Alward'', tal y como le había escuchado llamarle a su compañera.
Con una mano, desabrochó el peto de cuero que tenía puesto y dejó al descubierto lo que llevaba ''interiormente'', que no era más que la misma tela verde que recubría otras partes de su indumentaria. Tomó una gran bocanada de aire y dejó de pensar en cosas negativas. Al contrario, recordó algo que le había resultado realmente inesperado:
-Yo también tengo algo que preguntarte -Con una media sonrisa, regresó la atención a él- ¿Cómo un simple humano consigue hacer todo esto? Sobrevivir a un troll...y esa fruta...el vino -Le miró, expectante. Casi tenía claro que no era un brujo pero necesitaba aprender, saber cómo había logrado todo eso.
No se había percatado hasta entonces de que estaban en un sitio bien resguardados y que apenas había corriente de viento allí. Pero seguía dándole vueltas al tema anterior. Tal vez a veces era demasiado confiada pero no era tan crédula como parecía. Siempre se fijaba en todo lo que podía y alguna vez que otra desconfiaba de más; no era este el caso, ¿cómo desconfiar de alguien así?
No parecía tener malas intenciones con ella, pero tampoco tenía muy claro cómo un ''simple humano'' dicho por él mismo, había conseguido sobrevivir al impresionante golpe que le propinó el troll y seguir en pie. A su misma vez, también había creado aquella especie de ''festín'' que tanto le estaba gustando y cuyas frutas y vino tomó hasta que estuvo saciada.
Entonces se sentó a su lado y por algún motivo que no entendió, su corazón palpitó de tal forma que se llevó la mano al pecho, ''¿Será por el golpe?'', no notaba que le doliese nada por esa zona, era más la espalda...que ni siquiera podía moverse libremente ya que si intentaba levantarse en aquel momento, sentiría simplemente una especie de dolor que parecería que se separaba esa parte del cuerpo.
-¿Preguntarme? -Su voz sonaba incrédula, como si alguien no tuviera la posibilidad ni el interés necesario para tener que preguntarle algo precisamente a ella- Oh...se llama Epons -Asintió para sí misma al escuchar su nombre y lo consideró más que adecuado para la yegua. Se preguntó también porqué ni siquiera había dado algún nombre a aquel caballo negro que la acompañó un tiempo. Tal vez porque tuvo la sensación de que si le daba un nombre se encariñaría demasiado- Aunque al principio tenía miedo de que me fuese a tirar... -Recordó mentalmente cómo se resistió un poco pero acabó cediendo- La intenté tranquilizar con algunas palabras en mi idioma natal -Colocó una gran sonrisa en sus labios y le miró- Es una buena yegua, los animales son muy listos, tal vez ella sintiese que venía algún peligro...créeme, las pisadas del troll podían notarse hasta donde estábamos nosotras -Obviamente el ''nosotras'' iba por la criatura, a la cual desvió su mirada y admiró.
Era robusta y su crin tenía un color blanco hermoso, le recordaba en cierta manera al caballo de su padre, Crindorada. Aunque sólo se parecían en cierto modo en el color, la actitud de la yegua ante el peligro había sido sorprendente y el enterarse de que la había dejado montar ''sólo a ella'' era aún más extraño.
Crindorada en su lugar no tenía tanto músculo dedicado a ser fuerte, ellos entrenaban y criaban a sus caballos para ser rápidos...los más rápidos que hubiera, los caballos élficos. Pero hacía muchísimo tiempo que no montaba a un animal así y les estaba cogiendo cierto cariño a los que eran así, más bastos, fuertes...y a su vez tenían una actitud completamente distinta.
-¿Sir? -Se le escapó la alegría de repente pues había recordado qué paso no muy lejos de allí, en Vulwulfar, la última vez que se encontró con una especie de noble que se merecía de todo (lo malo) menos un título- Yo soy Yenna -Mentalmente se dijo a sí misma que le llamaría ''Alward'', tal y como le había escuchado llamarle a su compañera.
Con una mano, desabrochó el peto de cuero que tenía puesto y dejó al descubierto lo que llevaba ''interiormente'', que no era más que la misma tela verde que recubría otras partes de su indumentaria. Tomó una gran bocanada de aire y dejó de pensar en cosas negativas. Al contrario, recordó algo que le había resultado realmente inesperado:
-Yo también tengo algo que preguntarte -Con una media sonrisa, regresó la atención a él- ¿Cómo un simple humano consigue hacer todo esto? Sobrevivir a un troll...y esa fruta...el vino -Le miró, expectante. Casi tenía claro que no era un brujo pero necesitaba aprender, saber cómo había logrado todo eso.
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Re: Vigilados y marcados [Privado][CERRADO]
Con suma atención, oyó lo que la elfa tenía que decir.
El idioma élfico fue quizás lo que tranquilizó a la yegua. Después de todo, esa raza siempre ha tenido una conexión especial con la naturaleza. Recordaba que la equina también le permitía alguna que otra cosa a Rischer cuando este estaba cerca. Encajaba.
-Yenna...-Así se llamaba-Bonito nombre. Me gusta-Dijo dibujando una sutil sonrisa en sus labios.
Luego de aquello, se presentó un insesperado silencio, en el que la elfa se quitó el peto de cuero para estar seguramente más cómoda. Y después de todo, le aliviaría en sus dolores. Alward se iba a poner en pie y quizás marcharse hacia la entrada, para vigilar y estar un rato con su yegua, todo para que Yenna no se sintiese incómoda y tuviese su momento de privacidad. Pero, entonces la elfa saltó con otra pregunta.
-Bueno...-Empezó a sopesar su respuesta, realmente no era algo que pudiera hacer todo el mundo, eso lo sabía, pero la vida de Alward no era como la de un humano normal y corriente.
Se puso finalmente en pie y se alejó de ella un par de pasos, acto seguido tensó su pose y los pliegues de su armadura, en los adornos de sus brazos y torso empezaron a brillar con un tono dorado que iluminó casi por completo el lugar en el que estaban. Tras eso, miró a la elfa con una sonrisa divertida.
-¡Runas!-Se miró su propio cuerpo, admirando así el gran aspecto que esa armadura en ese momento brillante le daba, se sentía bastante bien. Después, devolvió su mirada a Yenna-Las espadas también tienen sus respectivas runas-Comentó, desactivando el encantamiento de su armadura, haciendo que el brillo en esta se apagase.
Acto seguido, empezó a rebuscar en su zurrón sin decir nada, y de este sacó otra vela igual a la que anteriormente había utilizado para generar toda aquella comida.
-Y esto con respecto a las frutas y el vino.-Se acercó a ella y se agachó de rodillas-Es un objeto "máaagico"-Dijo haciendo énfasis en la palabra "mágico" para darle un tono de misterio sarcástico-Si se quema, su cera al caer en cualquier terreno genera todo lo que has visto. El riachuelo es mi bebida favorita. Perdón por no ser la tuya, debería haberte preguntado-Bromeó, ya que la elfa estaba inconsciente cuando él hizo eso.
Tras eso, se puso en pie y estiró sus brazos, llevaba demasiado tiempo sentado, si no en un sitio, en otro. Necesitaba también estirar las piernas.
-Voy a ver cómo está Epons, te dejaré a solas. Necesitarás aclarar tu mente después de todo-Dijo con una sonrisa gentil mientras se encaminaba hacia la salida de aquel lugar.
El idioma élfico fue quizás lo que tranquilizó a la yegua. Después de todo, esa raza siempre ha tenido una conexión especial con la naturaleza. Recordaba que la equina también le permitía alguna que otra cosa a Rischer cuando este estaba cerca. Encajaba.
-Yenna...-Así se llamaba-Bonito nombre. Me gusta-Dijo dibujando una sutil sonrisa en sus labios.
Luego de aquello, se presentó un insesperado silencio, en el que la elfa se quitó el peto de cuero para estar seguramente más cómoda. Y después de todo, le aliviaría en sus dolores. Alward se iba a poner en pie y quizás marcharse hacia la entrada, para vigilar y estar un rato con su yegua, todo para que Yenna no se sintiese incómoda y tuviese su momento de privacidad. Pero, entonces la elfa saltó con otra pregunta.
-Bueno...-Empezó a sopesar su respuesta, realmente no era algo que pudiera hacer todo el mundo, eso lo sabía, pero la vida de Alward no era como la de un humano normal y corriente.
Se puso finalmente en pie y se alejó de ella un par de pasos, acto seguido tensó su pose y los pliegues de su armadura, en los adornos de sus brazos y torso empezaron a brillar con un tono dorado que iluminó casi por completo el lugar en el que estaban. Tras eso, miró a la elfa con una sonrisa divertida.
-¡Runas!-Se miró su propio cuerpo, admirando así el gran aspecto que esa armadura en ese momento brillante le daba, se sentía bastante bien. Después, devolvió su mirada a Yenna-Las espadas también tienen sus respectivas runas-Comentó, desactivando el encantamiento de su armadura, haciendo que el brillo en esta se apagase.
Acto seguido, empezó a rebuscar en su zurrón sin decir nada, y de este sacó otra vela igual a la que anteriormente había utilizado para generar toda aquella comida.
-Y esto con respecto a las frutas y el vino.-Se acercó a ella y se agachó de rodillas-Es un objeto "máaagico"-Dijo haciendo énfasis en la palabra "mágico" para darle un tono de misterio sarcástico-Si se quema, su cera al caer en cualquier terreno genera todo lo que has visto. El riachuelo es mi bebida favorita. Perdón por no ser la tuya, debería haberte preguntado-Bromeó, ya que la elfa estaba inconsciente cuando él hizo eso.
Tras eso, se puso en pie y estiró sus brazos, llevaba demasiado tiempo sentado, si no en un sitio, en otro. Necesitaba también estirar las piernas.
-Voy a ver cómo está Epons, te dejaré a solas. Necesitarás aclarar tu mente después de todo-Dijo con una sonrisa gentil mientras se encaminaba hacia la salida de aquel lugar.
Alward Sevna
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Re: Vigilados y marcados [Privado][CERRADO]
TEMA CERRADO POR ABANDONO
Reivy Abadder
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