Voluntad y poder [Privado] [CEERADO]
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Voluntad y poder [Privado] [CEERADO]
Me lancé contra el gigante, esquivando el impacto del pilar de roca que utilizaba como maza y saltando sobre su mano. Mi guantelete desgarró su piel mientras me deslizaba, provocándole una pequeña herida. Otra más, sumada a la docena de cortes que cubrían el cuerpo del coloso.
Podía notar que se estaba enfadando. No importaba, lo tenía bajo control. El monstruo de piel azul intentó patearme sin mucho éxito. Era tan lento como uno esperaba de su tamaño. Me centré en la pierna que seguía en el suelo, hundiendo a Eclipse en ella, y alzando la espada hasta sacarla de nuevo en un arco. Una gran cantidad de sangre cubría la hoja, ahora cubierta por un brillo carmesí. El gigante rugió y comenzó a revolverse freneticamente. Me alejé en carrera. Era peligroso mientras no pudiese predecirlo.
A pesar de estar cegado por su ira, o quizás a causa de esto, el monstruo humanoide utilizó algo que no me esperaba. Arrojó el enorme menhir de piedra hacia mi. Esquivarlo hizo que tuviese que lanzarme al suelo, dejándome algo expuesto. Calculé el riesgo. Aún podía...
Algo me alzó de las piernas, levantándome por el aire. Había subestimado el aguante del ser. No esperaba que pudiese correr tanto con la pierna herida. Los instantes se hicieron lentos mientras el ser me hacía descender sobre la tierra bajo su mano, aplastándome. El sonido de mis costillas rompiéndose fue casi más estremecedor que el dolor. Mi mano fue al totem que llevaba en mi pecho. [1]
Tendría que tomármelo en serio.
Desaparecí de su mano, volviendo a aparecer junto a su cara con un poderoso estallido de hielo. La piel ya azulada del gigante fue cubierta de escarcha, junto a sus ojos, nariz, boca y barba. Todas las heridas que tenía desaparecieron junto al dolor, como si nunca hubiesen existido. El gigante se pasó su enorme mano por la cara, rompiendo los fragmentos de hielo para poder ver de nuevo. Pero no iba a desaprovechar aquella distracción.
En cuanto mis pies tocaron el suelo, las runas de mis piernas se iluminaron y salté, [2] con el impulso suficiente para aparecer por encima de su cabeza. Abrí la mano del guantelete, y una enorme llamarada cubrió al monstruo, incinerándolo. [3]
El impulso de la explosión me movió unos cuantos metros más. Esta vez, medí la caida, aterrizando limpiamente sin perder la vista del enemigo. El fuego había quemado su barba, cocido sus ojos y carbonizado su piel. Pero seguía vivo. Alcé a Eclipse y tomé una runa de mi bolsillo. Como había hecho tantas otras veces, rompí la piedra con la hoja de la espada, absorbiendo su éter. Una capa de electricidad cubrió el arma y mi torso, lanzando chispas a mi alrededor. [4]
Hice una floritura con la espada, girándola un par de veces. Me encantaba aquella sensación. El arma apuntó al gigante. Con un brillo cegador, una cascada de electricidad salió de la punta con un objetivo claro. El haz de luz atravesó su pecho, y una enorme descarga recorrió el cuerpo del monstruo. [5]
Finalmente, el ser se desplomó sobre el suelo, tan muerto como podía estar. La electricidad que recorría mi cuerpo se desvaneció. Suspiré, dándome la vuelta mientras Eclipse desaparecía.
Un coro de gritos y vitoreos vino desde la cima de la colina que tenía delante. Estaba apenas fuera de las murallas. Al parecer, había reunido algo de público. Sonreí. Estaba algo cansado, pero mantuve la cabeza alta. Querían un héroe, después de todo.
A decir verdad, me molestaba el hecho de tener que utilizar el totem. No había llevado armadura por un motivo. Quería hacerlo perfecto. Y a decir verdad, había estado cerca. Pero tenía que conocer más a mi enemigo. Si hubiese sido otro, cometer un error así me habría matado. Quien lo diría, oyendo los clamores. La multitud se aproximó. Algunos al gigante muerto. Otros, a mi.
-Espacio, espacio.- dije. La gente se movió a mi paso. Salvo alguien más pequeño. Un niño. Uno hombre bestia, ave de algún tipo. ¿Halcón, quizás?
-¡Lord Centinela!- dijo. Esbocé una mueca ante el mote. -¿Señor Centinela? ¿Por qué no usaste la corona? ¡Normalmente haces eso de "fyooom"! ¡Y los dejas inscon...! Inson...- Su pico hizo un movimiento extraño. Finalmente, sacudió la cabeza. -¡Les ganas! ¿Por qué no hiciste eso?
¿...De quien era ese crío? Por supuesto que el primero en darse cuenta de que me estaba limitando sería un niño. Y ni siquiera uno excesivamente avispado. Suspiré.
-No quiero depender de ella.- dije simplemente. -Tengo muchas más cosas que puedo usar, con más mérito. No soy "solo" un Centinela.- dije.
-Aaaah...- dijo. No parecía entender muy bien la respuesta, pero me miró con la misma ilusión que tenía antes. -¡Pero es genial cuando lo haces! Aunque las explosiones y los rayos también son geniales... Y, y...-
Una mano le cerró literalmente el pico. Un hombre ave le mantuvo pegado a él. Su padre, supuse.
-Lim, te he dicho que no te alejes tanto cuando estamos fuera.- Le reprimió. -Disculpa. En cuanto escuchó lo de que te encargarías del gigante, no había manera de .- me dijo, sonriendo ligeramente. Asentí. A decir verdad, solo quería irme y comer algo. Me despedí con un gesto y continué mi camino.
Incluso mientras me alejaba, el niño gritaba algo, sujeto por su muy paciente padre. Espíritus, lo que había que aguantar.
[1] Habilidad: Criogénesis
[2] Habilidad: Impulso
[3] Habilidad: Estallido
[4] Habilidad: Descarga y Absorber
[5] Habilidad: Liberación
Sentíos libres de usar a los NPCs mencionados libremente.
Podía notar que se estaba enfadando. No importaba, lo tenía bajo control. El monstruo de piel azul intentó patearme sin mucho éxito. Era tan lento como uno esperaba de su tamaño. Me centré en la pierna que seguía en el suelo, hundiendo a Eclipse en ella, y alzando la espada hasta sacarla de nuevo en un arco. Una gran cantidad de sangre cubría la hoja, ahora cubierta por un brillo carmesí. El gigante rugió y comenzó a revolverse freneticamente. Me alejé en carrera. Era peligroso mientras no pudiese predecirlo.
A pesar de estar cegado por su ira, o quizás a causa de esto, el monstruo humanoide utilizó algo que no me esperaba. Arrojó el enorme menhir de piedra hacia mi. Esquivarlo hizo que tuviese que lanzarme al suelo, dejándome algo expuesto. Calculé el riesgo. Aún podía...
Algo me alzó de las piernas, levantándome por el aire. Había subestimado el aguante del ser. No esperaba que pudiese correr tanto con la pierna herida. Los instantes se hicieron lentos mientras el ser me hacía descender sobre la tierra bajo su mano, aplastándome. El sonido de mis costillas rompiéndose fue casi más estremecedor que el dolor. Mi mano fue al totem que llevaba en mi pecho. [1]
Tendría que tomármelo en serio.
Desaparecí de su mano, volviendo a aparecer junto a su cara con un poderoso estallido de hielo. La piel ya azulada del gigante fue cubierta de escarcha, junto a sus ojos, nariz, boca y barba. Todas las heridas que tenía desaparecieron junto al dolor, como si nunca hubiesen existido. El gigante se pasó su enorme mano por la cara, rompiendo los fragmentos de hielo para poder ver de nuevo. Pero no iba a desaprovechar aquella distracción.
En cuanto mis pies tocaron el suelo, las runas de mis piernas se iluminaron y salté, [2] con el impulso suficiente para aparecer por encima de su cabeza. Abrí la mano del guantelete, y una enorme llamarada cubrió al monstruo, incinerándolo. [3]
El impulso de la explosión me movió unos cuantos metros más. Esta vez, medí la caida, aterrizando limpiamente sin perder la vista del enemigo. El fuego había quemado su barba, cocido sus ojos y carbonizado su piel. Pero seguía vivo. Alcé a Eclipse y tomé una runa de mi bolsillo. Como había hecho tantas otras veces, rompí la piedra con la hoja de la espada, absorbiendo su éter. Una capa de electricidad cubrió el arma y mi torso, lanzando chispas a mi alrededor. [4]
Hice una floritura con la espada, girándola un par de veces. Me encantaba aquella sensación. El arma apuntó al gigante. Con un brillo cegador, una cascada de electricidad salió de la punta con un objetivo claro. El haz de luz atravesó su pecho, y una enorme descarga recorrió el cuerpo del monstruo. [5]
Finalmente, el ser se desplomó sobre el suelo, tan muerto como podía estar. La electricidad que recorría mi cuerpo se desvaneció. Suspiré, dándome la vuelta mientras Eclipse desaparecía.
Un coro de gritos y vitoreos vino desde la cima de la colina que tenía delante. Estaba apenas fuera de las murallas. Al parecer, había reunido algo de público. Sonreí. Estaba algo cansado, pero mantuve la cabeza alta. Querían un héroe, después de todo.
A decir verdad, me molestaba el hecho de tener que utilizar el totem. No había llevado armadura por un motivo. Quería hacerlo perfecto. Y a decir verdad, había estado cerca. Pero tenía que conocer más a mi enemigo. Si hubiese sido otro, cometer un error así me habría matado. Quien lo diría, oyendo los clamores. La multitud se aproximó. Algunos al gigante muerto. Otros, a mi.
-Espacio, espacio.- dije. La gente se movió a mi paso. Salvo alguien más pequeño. Un niño. Uno hombre bestia, ave de algún tipo. ¿Halcón, quizás?
-¡Lord Centinela!- dijo. Esbocé una mueca ante el mote. -¿Señor Centinela? ¿Por qué no usaste la corona? ¡Normalmente haces eso de "fyooom"! ¡Y los dejas inscon...! Inson...- Su pico hizo un movimiento extraño. Finalmente, sacudió la cabeza. -¡Les ganas! ¿Por qué no hiciste eso?
¿...De quien era ese crío? Por supuesto que el primero en darse cuenta de que me estaba limitando sería un niño. Y ni siquiera uno excesivamente avispado. Suspiré.
-No quiero depender de ella.- dije simplemente. -Tengo muchas más cosas que puedo usar, con más mérito. No soy "solo" un Centinela.- dije.
-Aaaah...- dijo. No parecía entender muy bien la respuesta, pero me miró con la misma ilusión que tenía antes. -¡Pero es genial cuando lo haces! Aunque las explosiones y los rayos también son geniales... Y, y...-
Una mano le cerró literalmente el pico. Un hombre ave le mantuvo pegado a él. Su padre, supuse.
-Lim, te he dicho que no te alejes tanto cuando estamos fuera.- Le reprimió. -Disculpa. En cuanto escuchó lo de que te encargarías del gigante, no había manera de .- me dijo, sonriendo ligeramente. Asentí. A decir verdad, solo quería irme y comer algo. Me despedí con un gesto y continué mi camino.
Incluso mientras me alejaba, el niño gritaba algo, sujeto por su muy paciente padre. Espíritus, lo que había que aguantar.
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[1] Habilidad: Criogénesis
[2] Habilidad: Impulso
[3] Habilidad: Estallido
[4] Habilidad: Descarga y Absorber
[5] Habilidad: Liberación
Sentíos libres de usar a los NPCs mencionados libremente.
Asher Daregan
Aerandiano de honor
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Cantidad de envíos : : 1194
Nivel de PJ : : 10
Re: Voluntad y poder [Privado] [CEERADO]
Cuatro días. Eso había pasado desde mí llegada a Dundarak; tiempo suficiente para conocer mucho mejor gran parte de la ciudad. Aunque realmente permanecía en ella porque no tenia suficiente dinero para pagar de vuelta a Lunargenta en una sola ida, había cantidad de cosas maravillosas que hacían valer la pena estar "atrapado" en la ciudad: la altura de sus edificios, lo próspera que parecía, ver personas caminando en la noche sin miedo o preocupación en el rostro...
¡Y la nieve! Oh, la nieve. En todos mis años en Sandorai, y luego uno en Lunargenta, nunca pensé en la posibilidad de verla. Había sido lo mejor de Dundarak...
―Nieve estúpida.
Durante los dos primeros días nada más.
Había aprendido a odiarla un poquito: estaba en todos lados, hacia pisar algo difícil, el frío era intolerable si no llevabas abrigo...
Suspiré, viendo salir mi aliento helado―que ahora había perdido la emoción y gracia la primera vez―mientras caminaba por la ciudad, sin un rumbo muy específico. No era muy distinto a como vivía en Lunargenta, simplemente andar y esperar ver algo donde pareciera que se necesitaban un par de manos extras. Tan sólo que a muchos grados menos.
En el camino me llamaron la atención un par de personas, una jalaba a la otra, apuntando insistentemente hacia una calle, me parecía que daba hacia la muralla. Me detuve viéndolos seguir su ruta, y como después corría otra persona más... y otra... y otra.
Alce las cejas y vi hacia mi golem, el pobre cubierto de algo de nieve. Lo limpie con la mano y al volver la mirada al frente, más gente corría en esa dirección. Sonreí para mí mismo, no había que ser un genio para saber que algo grande pasaba.
Después de llegar al punto donde la multitud se reunía y hacerme paso entre ellos abrazando a mi golem, vi una figura peleando contra un gigante, otra cosa más que no esperaba ver en la vida. Me paralicé tan sólo viendo el tamaño del ser, mientras procesaba que su "arma" era un pilar gigante. Empecé a pensar las posibilidades que hubiese tenido de cruzarme con eso si hubiese decidido alejarme tan solo un poco de la ciudad, y luego las de sobrevivir al encuentro, sumiéndome en mi cabeza...
Un rugido me despertó de mi pequeño trance mental, devolviendome a la pelea. Solté el golem algo alarmado y me di vuelta para llamar por ayuda, o ver quien más era tan idiota como yo para bajar a ayudar.
Hesite, haciendo una mueca, confundido. La caras de todos en el lugar eran caras de... admiración, como si estuviesen frente a un espectáculo, más que la masacre que tenía que suponer pelear contra una de esas cosas. «Esto no puede ser normal en Dundarak, ¿cierto?» me pregunté, sonriendo algo nervioso al ver como incluso había quien agitaba el puño animando, y como un par hacían apuestas.
El desesperado grito de una niña pequeña me hizo voltear de nuevo, justo a tiempo para ver como el coloso estampaba espectacularmente a la figura contra el suelo. Sólo entonces me centré en ella, entrecerrando los ojos, notando quien era...
―¡Asher! ―me lleve las manos a la cabeza, notando que era el hombre lobo quien estaba cometiendo la locura de enfrentar al gigante.
Eso ayudo a que me desesperase un poco más, cuando había empezado a seguir a la multitud sabía que había problemas, pero no esperaba que fuese algo más grave que una pelea de taberna y un ego herido. Al arcanista tenía que haberle dolido hasta el alma. Titubeé moviéndome a un lado, mi cuerpo luchando por salir corriendo allá pero sin poder porque mi cabeza seguía demasiada enfocada en mirar lo que tenía al frente.
Eran pocas las veces, pero tendría que agradecerle esta a mi cabeza.
Al ver al hombre lobo desaparecer me detuve, buscándolo tan rápido como podía con los ojos. En mi vista periférica se cruzó una mano señalando hacia arriba, y al subir la mirada, efectivamente di con Asher y una cara más cubierta de hielo. No estaba haciendo el mejor de los trabajos en seguir la pelea, solo volviendo a notar que sucedía cuando el arcanista ya estaba en el aire de nuevo y tiraba una llamarada de la mano.
Entrecerré los ojos, pestañeando. ¿Hombre bestia? ¿Usando magia? Imposib-
Nada más ver arriba de nuevo por unos pocos segundos encontré al arcanista apuntando al frente con su espada, y como después de un brillo de gran magnitud y el sonido que normalmente proclamaba la llegada de un diluvio, el gigante tenía un hueco en el pecho, ardiente, y a los pocos segundos se desplomaba.
―Qu-
El estallido de vitoreos hundió mis palabras. Me quede allí parado mientras observaba a la gente correr afuera, acercándose a ambos combatientes. Las manos se me deslizaron lentamente de la cabeza como si no tuviesen fuerza, mientras intentaba martillarme en la mente que un hombre bestia se había teletransportado, lanzado una llamarada, y luego, si no me equivocaba, disparado un relámpago de su espada. ¿Lo mejor de todo? Nadie lucía realmente sorprendido, lo que me dejaba a una conclusión: «Oh Mohdr, esto aquí es normal.»
Me mantuve estático en ese sitio, repasando en más calma la pelea. Creía haber notar runas brillar en el cuerpo del hombre bestia. Sonreí, encontrando absurda la idea de que alguien escribiría runas en su propio cuerpo, «Naah...»
...
Bueno... era un arcanista experto...
Sabía donde quedaba su taller, siempre podía preguntarle. Tenía suficiente tacto para saber que luego de una pelea así y con todo ese público encima no querría hablar ahora, así que tome a mi golem y me volví a adentrar en la ciudad
Deje pasar un rato, siguiendo de lejos al hombre bestia cual fanático de segunda. Comprendí más o menos que no sólo se trataba de un muy buen arcanista sino alguna forma de figura importante en la ciudad. Deje morir el ánimo de algunas personas, y cuando lo noté todo más tranquilo, me atreví a acercarme antes de que se metiera a algún sitio.
―¡Hey! ¡Espera! ―dije corriendo hacia él agitando una mano―. Hey... eso, afuera ―dije apuntando con el pulgar atrás―. Fue muy increíble. ¿Sabes...-er. ¿Puedes usar magia?
Luego de haberme quitado eso de la cabeza, suspiré recordando los días que habían pasado desde que le había comprado y todavía no había podido irme. Lo de la pelea... bueno, hacía pensar en más peleas. Supuse que él, que se acababa de cargar un gigante, tenía que saber de lo que habría en los alrededores de Dundarak.
―Oye... ―dije, empezando a explicarme mi situación. Al terminar, tosí un poco, pensando como preguntar eso―. ¿Crees qué podrías...?... hmm... ¡Indicarme! Indicarme... ¿Qué cosas podría matar por un pago? Tiene que valer aeros, ¿no? O cualquier otro trabajo me sirve, la verdad, puedes mandarme con lo que se te ocurra ―dije, subiendo los hombros―. ...excepto sigilo.
¡Y la nieve! Oh, la nieve. En todos mis años en Sandorai, y luego uno en Lunargenta, nunca pensé en la posibilidad de verla. Había sido lo mejor de Dundarak...
―Nieve estúpida.
Durante los dos primeros días nada más.
Había aprendido a odiarla un poquito: estaba en todos lados, hacia pisar algo difícil, el frío era intolerable si no llevabas abrigo...
Suspiré, viendo salir mi aliento helado―que ahora había perdido la emoción y gracia la primera vez―mientras caminaba por la ciudad, sin un rumbo muy específico. No era muy distinto a como vivía en Lunargenta, simplemente andar y esperar ver algo donde pareciera que se necesitaban un par de manos extras. Tan sólo que a muchos grados menos.
En el camino me llamaron la atención un par de personas, una jalaba a la otra, apuntando insistentemente hacia una calle, me parecía que daba hacia la muralla. Me detuve viéndolos seguir su ruta, y como después corría otra persona más... y otra... y otra.
Alce las cejas y vi hacia mi golem, el pobre cubierto de algo de nieve. Lo limpie con la mano y al volver la mirada al frente, más gente corría en esa dirección. Sonreí para mí mismo, no había que ser un genio para saber que algo grande pasaba.
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Después de llegar al punto donde la multitud se reunía y hacerme paso entre ellos abrazando a mi golem, vi una figura peleando contra un gigante, otra cosa más que no esperaba ver en la vida. Me paralicé tan sólo viendo el tamaño del ser, mientras procesaba que su "arma" era un pilar gigante. Empecé a pensar las posibilidades que hubiese tenido de cruzarme con eso si hubiese decidido alejarme tan solo un poco de la ciudad, y luego las de sobrevivir al encuentro, sumiéndome en mi cabeza...
Un rugido me despertó de mi pequeño trance mental, devolviendome a la pelea. Solté el golem algo alarmado y me di vuelta para llamar por ayuda, o ver quien más era tan idiota como yo para bajar a ayudar.
Hesite, haciendo una mueca, confundido. La caras de todos en el lugar eran caras de... admiración, como si estuviesen frente a un espectáculo, más que la masacre que tenía que suponer pelear contra una de esas cosas. «Esto no puede ser normal en Dundarak, ¿cierto?» me pregunté, sonriendo algo nervioso al ver como incluso había quien agitaba el puño animando, y como un par hacían apuestas.
El desesperado grito de una niña pequeña me hizo voltear de nuevo, justo a tiempo para ver como el coloso estampaba espectacularmente a la figura contra el suelo. Sólo entonces me centré en ella, entrecerrando los ojos, notando quien era...
―¡Asher! ―me lleve las manos a la cabeza, notando que era el hombre lobo quien estaba cometiendo la locura de enfrentar al gigante.
Eso ayudo a que me desesperase un poco más, cuando había empezado a seguir a la multitud sabía que había problemas, pero no esperaba que fuese algo más grave que una pelea de taberna y un ego herido. Al arcanista tenía que haberle dolido hasta el alma. Titubeé moviéndome a un lado, mi cuerpo luchando por salir corriendo allá pero sin poder porque mi cabeza seguía demasiada enfocada en mirar lo que tenía al frente.
Eran pocas las veces, pero tendría que agradecerle esta a mi cabeza.
Al ver al hombre lobo desaparecer me detuve, buscándolo tan rápido como podía con los ojos. En mi vista periférica se cruzó una mano señalando hacia arriba, y al subir la mirada, efectivamente di con Asher y una cara más cubierta de hielo. No estaba haciendo el mejor de los trabajos en seguir la pelea, solo volviendo a notar que sucedía cuando el arcanista ya estaba en el aire de nuevo y tiraba una llamarada de la mano.
Entrecerré los ojos, pestañeando. ¿Hombre bestia? ¿Usando magia? Imposib-
Nada más ver arriba de nuevo por unos pocos segundos encontré al arcanista apuntando al frente con su espada, y como después de un brillo de gran magnitud y el sonido que normalmente proclamaba la llegada de un diluvio, el gigante tenía un hueco en el pecho, ardiente, y a los pocos segundos se desplomaba.
―Qu-
El estallido de vitoreos hundió mis palabras. Me quede allí parado mientras observaba a la gente correr afuera, acercándose a ambos combatientes. Las manos se me deslizaron lentamente de la cabeza como si no tuviesen fuerza, mientras intentaba martillarme en la mente que un hombre bestia se había teletransportado, lanzado una llamarada, y luego, si no me equivocaba, disparado un relámpago de su espada. ¿Lo mejor de todo? Nadie lucía realmente sorprendido, lo que me dejaba a una conclusión: «Oh Mohdr, esto aquí es normal.»
Me mantuve estático en ese sitio, repasando en más calma la pelea. Creía haber notar runas brillar en el cuerpo del hombre bestia. Sonreí, encontrando absurda la idea de que alguien escribiría runas en su propio cuerpo, «Naah...»
...
Bueno... era un arcanista experto...
Sabía donde quedaba su taller, siempre podía preguntarle. Tenía suficiente tacto para saber que luego de una pelea así y con todo ese público encima no querría hablar ahora, así que tome a mi golem y me volví a adentrar en la ciudad
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Deje pasar un rato, siguiendo de lejos al hombre bestia cual fanático de segunda. Comprendí más o menos que no sólo se trataba de un muy buen arcanista sino alguna forma de figura importante en la ciudad. Deje morir el ánimo de algunas personas, y cuando lo noté todo más tranquilo, me atreví a acercarme antes de que se metiera a algún sitio.
―¡Hey! ¡Espera! ―dije corriendo hacia él agitando una mano―. Hey... eso, afuera ―dije apuntando con el pulgar atrás―. Fue muy increíble. ¿Sabes...-er. ¿Puedes usar magia?
Luego de haberme quitado eso de la cabeza, suspiré recordando los días que habían pasado desde que le había comprado y todavía no había podido irme. Lo de la pelea... bueno, hacía pensar en más peleas. Supuse que él, que se acababa de cargar un gigante, tenía que saber de lo que habría en los alrededores de Dundarak.
―Oye... ―dije, empezando a explicarme mi situación. Al terminar, tosí un poco, pensando como preguntar eso―. ¿Crees qué podrías...?... hmm... ¡Indicarme! Indicarme... ¿Qué cosas podría matar por un pago? Tiene que valer aeros, ¿no? O cualquier otro trabajo me sirve, la verdad, puedes mandarme con lo que se te ocurra ―dije, subiendo los hombros―. ...excepto sigilo.
Anders
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Re: Voluntad y poder [Privado] [CEERADO]
Una voz conocida. Era... ese elfo, el del constructo de arcilla. Ladeé la cabeza. ¿Cuantas veces me habían preguntado lo mismo?
-Maestro arcanista.- le recordé con tono de broma. Sin embargo, lo siguiente que preguntó hizo que borrase cualquier sonrisa de mi rostro.
Me giré, agachándome y moviendo mi pierna en una patada de barrido para provocarle, como mínimo, un traspiés al elfo. Medí mi fuerza, por supuesto: no iba a romperle las piernas o algo así. Tras erguirme, le miré mostrando los dientes, con un gruñido seco.
-No me insultes, chico. Si quieres suicidarte, búscate a otro.- dije, arrugando la nariz. -Que te vendiese el pergamino no significa que seamos amigos. Incluso si lo fuera, ¿por qué iba a mandarte a hacer de mercenario?- continué, frunciendo el ceño. -Las criaturas aquí te comerían vivo. La gente también. Son dragones. ¿Crees que puedes ir con un hacha oxidada y ofrecerte a... "matar cosas por pago"?- pregunté, dándole un toque con el dorso de la mano en el pecho.
-Las piedras te ayudan a defenderte. No te convierten en una amenaza si no las usas bien... Espíritus, ¿tienes acaso una armadura?- pregunté, acercándome más. -No llevo esto para que la gente me imite, chico.- dije, señalando a la corona que yacía sobre mi cabeza. -...No me lo digas, me has tomado de mercenario a mi.-
Me aparté, suspirando y restregándome los ojos. No era la primera vez que me encontraba aquella clase de persona, pero nunca tenía muy claro que decir. Definitivamente, no era un modelo que otros debiesen seguir.
Un graznido familiar interrumpió aquel discurso. Alcé la mano, y en unos segundos, Auginn aterrizó sobre ella con un aleteo. Tenía algo entre una de sus patas. El cuervo tenía la costumbre de arrancarle mensajes a otras palomas mensajeras, a sabiendas de que traer información le ganaba recompensas.
-Los vampiros de Urd están nerviosos.- dijo el cuervo. -Atacan y roban y beben.-
Desenrollé el papel. Tal y como decía el cuervo blanco, era algo así como una petición de auxilio. Una dirigida a mi, en específico. No daban muchos detalles. Suspiré.
-¿Donde?- pregunté.
-Sir Davin, en la puerta oeste.- Esbocé una mueca.
-En ese caso, puede esperar.- dije. Aún faltaban unas horas para que anocheciese, después de todo. Y no tenía ninguna prisa. Davin era un caballero dragón leal a Rigobert con el que me había encontrado meses atrás. Si me quería ver allí, sería bajo mis propias condiciones.
Miré al chico de nuevo, maquinando algo en mi cabeza. Quizás podía solucionar ambas cosas a la vez. Sabía de sobra que esa clase de "juventud apasionada en busca de aventura" no se rendía solo si les gruñía.
-Vale, ¿quieres demostrar que puedes hacer?- pregunté, cambiando por completo el tono. Esbocé una sonrisa lupina.-Puerta oeste, dentro de... cuatro horas. Trae lo que necesites. Impresioname, y tendrás un par de lecciones del mismísimo Centinela del Norte.- aseguré.
Y con eso, me separé del semielfo, dejándolo para que hiciese sus preparativos. Si es que se presentaba, por supuesto. Me dirigí hacia la mansión de Irirgo. Aún tenía que comer. En cuanto abrí la puerta, noté un olor agradable. Fui directo a la cocina. Para mi sorpresa, Syl estaba allí, sentado con ambos pies en la silla en una postura que no podía ser cómoda.
-Oh, es mi maravilloso marido.- dije. Aquello consiguió arrancarle una sonrisa.
-¿Por qué lo dices siempre con ese tono?- preguntó, negando con la cabeza. Se levantó, dirigiéndose hacia las brasas y colgando una cacerola sobre ellas. -"Oh, es mi maravilloso marido."- repitió, imitando una voz cómicamente grave. -Ni siquiera se decir que parte suena sarcástica. Llegas tarde, por cierto.-
-¿Me estabas esperando?- pregunté. -No deberías hacer eso. Es demasiado adorable.- dije, acercándome a su espalda y apoyando mi cabeza sobre su hombro mientras le abrazaba. -Me hiere.-
-Mejor. Así llegarás más temprano la próxima vez.- replicó, avivando la cocina para recalentar la comida. Lo de la cacerola parecía pollo. Suficiente para los dos.
-¿Estáis haciendo cosas indecentes?- preguntó una voz a través de la pared. Escuché los pasos del zorro mientras bajaba las escaleras y se aproximaba. -Si es así, quiero mir... Oh.- Kothán apareció a través de la puerta, contemplando la escena con la cabeza ladeada. -Has matado algo, ¿verdad? Solo llegas de buen humor tras matar algo grande.-
Con un suspiro, me di la vuelta, y contemplé con dejadez al zorro, exagerando los movimientos. Le mantuve la mirada unos segundos, y finalmente, sonreí.
-Era un gigante de escarcha.- admití. -Le di con "Tres Elementos". Había un buen público esta vez.- dije, alcanzándole un plato a Syl y tomando asiento. -No es que lo hiciese para presumir.-
-Por supuesto que no.- respondió, imposiblemente sarcástico.
La comida fue agradable. Cuando terminamos, Syl y yo nos retiramos a nuestra habitación. Me senté sobre la alfombra, respirando profundamente. Había cosas que necesitaba meditar. Syl se mantuvo en su lado, practicando su lectura. Aún le costaba centrarse en frases demasiado largas.
Exhalé, pensando en lo que haría llegada la noche. La tarea en si no me preocupaba demasiado. Me preguntaba que haría el elfo. Si iba realmente mal, podía morir. Pero debía saber los riesgos.
Miré la estatuilla que tenía sobre un vestidor. Era un fuego constante. No recordaba su origen, pero si sabía algo respecto a ella. Las llamas de su interior no quemaban, y procedían de un núcleo sólido. Llevé la mano hasta él, y lo sentí sobre mis dedos. Tenia una calidez agradable. Reconfortante. Y tenia un olor... dulce. ¿Caramelo?
No me lo pensé demasiado. Lo llevé a mi boca. El sabor era agradable. Noté como mi cuerpo se tranquilizaba al instante, como si una carga invisible hubiese desaparecido. [1]
-Tenemos trabajo esta noche. Tráete lo que haga falta.- avisé. -Algo sobre vampiros. No espero muchos problemas, pero...- dije, encogiendome de hombros. El felino asintió.
Tras preparar los encantamientos del grimorio, [2] me acosté sobre la cama, relajándome junto al gato para lo que vendría después.
Una vez anocheció, me prepare debidamente. Esta vez, con todo mi equipo, armadura incluida. Nos detuvimos en el lugar acordado, cerca de la puerta, y busqué al elfo con la mirada. Aún había gente entrando a la ciudad, aunque no tardarían en cerrar las puertas.
[1] Usado objeto Master: Estatuilla de Brigid para eliminar la maldición "Torpeza del Humano". (Ja, ja, Sigel, tus propios objetos te traicionan.)
[2] Usados objetos Limitados: Pergaminos en Blanco superiores para hacer una Runa de Impulso y una Runa de Transporte
-Maestro arcanista.- le recordé con tono de broma. Sin embargo, lo siguiente que preguntó hizo que borrase cualquier sonrisa de mi rostro.
Me giré, agachándome y moviendo mi pierna en una patada de barrido para provocarle, como mínimo, un traspiés al elfo. Medí mi fuerza, por supuesto: no iba a romperle las piernas o algo así. Tras erguirme, le miré mostrando los dientes, con un gruñido seco.
-No me insultes, chico. Si quieres suicidarte, búscate a otro.- dije, arrugando la nariz. -Que te vendiese el pergamino no significa que seamos amigos. Incluso si lo fuera, ¿por qué iba a mandarte a hacer de mercenario?- continué, frunciendo el ceño. -Las criaturas aquí te comerían vivo. La gente también. Son dragones. ¿Crees que puedes ir con un hacha oxidada y ofrecerte a... "matar cosas por pago"?- pregunté, dándole un toque con el dorso de la mano en el pecho.
-Las piedras te ayudan a defenderte. No te convierten en una amenaza si no las usas bien... Espíritus, ¿tienes acaso una armadura?- pregunté, acercándome más. -No llevo esto para que la gente me imite, chico.- dije, señalando a la corona que yacía sobre mi cabeza. -...No me lo digas, me has tomado de mercenario a mi.-
Me aparté, suspirando y restregándome los ojos. No era la primera vez que me encontraba aquella clase de persona, pero nunca tenía muy claro que decir. Definitivamente, no era un modelo que otros debiesen seguir.
Un graznido familiar interrumpió aquel discurso. Alcé la mano, y en unos segundos, Auginn aterrizó sobre ella con un aleteo. Tenía algo entre una de sus patas. El cuervo tenía la costumbre de arrancarle mensajes a otras palomas mensajeras, a sabiendas de que traer información le ganaba recompensas.
-Los vampiros de Urd están nerviosos.- dijo el cuervo. -Atacan y roban y beben.-
Desenrollé el papel. Tal y como decía el cuervo blanco, era algo así como una petición de auxilio. Una dirigida a mi, en específico. No daban muchos detalles. Suspiré.
-¿Donde?- pregunté.
-Sir Davin, en la puerta oeste.- Esbocé una mueca.
-En ese caso, puede esperar.- dije. Aún faltaban unas horas para que anocheciese, después de todo. Y no tenía ninguna prisa. Davin era un caballero dragón leal a Rigobert con el que me había encontrado meses atrás. Si me quería ver allí, sería bajo mis propias condiciones.
Miré al chico de nuevo, maquinando algo en mi cabeza. Quizás podía solucionar ambas cosas a la vez. Sabía de sobra que esa clase de "juventud apasionada en busca de aventura" no se rendía solo si les gruñía.
-Vale, ¿quieres demostrar que puedes hacer?- pregunté, cambiando por completo el tono. Esbocé una sonrisa lupina.-Puerta oeste, dentro de... cuatro horas. Trae lo que necesites. Impresioname, y tendrás un par de lecciones del mismísimo Centinela del Norte.- aseguré.
Y con eso, me separé del semielfo, dejándolo para que hiciese sus preparativos. Si es que se presentaba, por supuesto. Me dirigí hacia la mansión de Irirgo. Aún tenía que comer. En cuanto abrí la puerta, noté un olor agradable. Fui directo a la cocina. Para mi sorpresa, Syl estaba allí, sentado con ambos pies en la silla en una postura que no podía ser cómoda.
-Oh, es mi maravilloso marido.- dije. Aquello consiguió arrancarle una sonrisa.
-¿Por qué lo dices siempre con ese tono?- preguntó, negando con la cabeza. Se levantó, dirigiéndose hacia las brasas y colgando una cacerola sobre ellas. -"Oh, es mi maravilloso marido."- repitió, imitando una voz cómicamente grave. -Ni siquiera se decir que parte suena sarcástica. Llegas tarde, por cierto.-
-¿Me estabas esperando?- pregunté. -No deberías hacer eso. Es demasiado adorable.- dije, acercándome a su espalda y apoyando mi cabeza sobre su hombro mientras le abrazaba. -Me hiere.-
-Mejor. Así llegarás más temprano la próxima vez.- replicó, avivando la cocina para recalentar la comida. Lo de la cacerola parecía pollo. Suficiente para los dos.
-¿Estáis haciendo cosas indecentes?- preguntó una voz a través de la pared. Escuché los pasos del zorro mientras bajaba las escaleras y se aproximaba. -Si es así, quiero mir... Oh.- Kothán apareció a través de la puerta, contemplando la escena con la cabeza ladeada. -Has matado algo, ¿verdad? Solo llegas de buen humor tras matar algo grande.-
Con un suspiro, me di la vuelta, y contemplé con dejadez al zorro, exagerando los movimientos. Le mantuve la mirada unos segundos, y finalmente, sonreí.
-Era un gigante de escarcha.- admití. -Le di con "Tres Elementos". Había un buen público esta vez.- dije, alcanzándole un plato a Syl y tomando asiento. -No es que lo hiciese para presumir.-
-Por supuesto que no.- respondió, imposiblemente sarcástico.
La comida fue agradable. Cuando terminamos, Syl y yo nos retiramos a nuestra habitación. Me senté sobre la alfombra, respirando profundamente. Había cosas que necesitaba meditar. Syl se mantuvo en su lado, practicando su lectura. Aún le costaba centrarse en frases demasiado largas.
Exhalé, pensando en lo que haría llegada la noche. La tarea en si no me preocupaba demasiado. Me preguntaba que haría el elfo. Si iba realmente mal, podía morir. Pero debía saber los riesgos.
Miré la estatuilla que tenía sobre un vestidor. Era un fuego constante. No recordaba su origen, pero si sabía algo respecto a ella. Las llamas de su interior no quemaban, y procedían de un núcleo sólido. Llevé la mano hasta él, y lo sentí sobre mis dedos. Tenia una calidez agradable. Reconfortante. Y tenia un olor... dulce. ¿Caramelo?
No me lo pensé demasiado. Lo llevé a mi boca. El sabor era agradable. Noté como mi cuerpo se tranquilizaba al instante, como si una carga invisible hubiese desaparecido. [1]
-Tenemos trabajo esta noche. Tráete lo que haga falta.- avisé. -Algo sobre vampiros. No espero muchos problemas, pero...- dije, encogiendome de hombros. El felino asintió.
Tras preparar los encantamientos del grimorio, [2] me acosté sobre la cama, relajándome junto al gato para lo que vendría después.
[. . .]
Una vez anocheció, me prepare debidamente. Esta vez, con todo mi equipo, armadura incluida. Nos detuvimos en el lugar acordado, cerca de la puerta, y busqué al elfo con la mirada. Aún había gente entrando a la ciudad, aunque no tardarían en cerrar las puertas.
__________________________________________
[1] Usado objeto Master: Estatuilla de Brigid para eliminar la maldición "Torpeza del Humano". (Ja, ja, Sigel, tus propios objetos te traicionan.)
[2] Usados objetos Limitados: Pergaminos en Blanco superiores para hacer una Runa de Impulso y una Runa de Transporte
Asher Daregan
Aerandiano de honor
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Re: Voluntad y poder [Privado] [CEERADO]
“Diablos….”
Uriel miró con consternación la puerta de la ciudad llena de cazadores ¿Como fue de nuevo que acabó en ese lugar? ¡Cierto, ahora lo recuerda! ¡Fue cuando le dio por usar como escondite diurno lo que pensaba era una carreta abandonada! ¡Que grande fue su sorpresa al darse cuenta que no solo no estaba abandonada, sino que era una carreta de traficantes ilegales de vete a saber qué! Escondieron al carreta para no ser descubiertos por las autoridades de la ciudad, esperando el momento propicio para pasar normalmente por la puerta, momento que desgraciadamente fue cuando Uriel dormitaba en su interior, oculto en un pequeño avuguero. Para cuando despertó la carreta estaba en marcha y entrando a la ciudad mientras su polizón contenía un grito de sorpresa y horror ¡De milagro no le vieron! ¡Menos mal que los dragones son igual de tontos que los humanos, parece ser! Solo de pensar que esos tipos sacados de una película de terror le descubrieran…..
Wuuuuuah ¿Porque siempre me meto en estos líos? M-Maestro~
Mirando nerviosamente la puerta de salida, Uriel quería abandonar la ciudad lo más rápido posible antes de que le descubrieran sin ningún tipo de pase de visitante o permisos ¡Peor aún sería si por alguna razón se enteraban de su raza! Solo imaginarlo hacían que sus ojitos marrón-miel se empañaron en lágrimas de miedo y su cuerpecito temblara sin control ¡Definitivamente debía salir de la ciudad a cualquier costo! O al menos eso planeaba…..
¿Porque hay tantos guardias y cazadores? ¡E-Esto no es remotamente normal!
Quejándose en su cabeza, Uriel miró aterrorizado a los innumerables hombres armados con el símbolo de los cazadores en sus ropas ¡Su peor pesadilla ante sus ojos! ¡Estaba encerrado en una ciudad desconocida, sin pase, lleno de cazadores y sin entender una sola cosa! El que no rompiera a llorar de desesperación era un milagro. Ni siquiera en la capital humana, Lunargenta, había tanta vigilancia o cazadores custodiando las puertas ¿Que diablos pasaba con los dragones para tener tanta seguridad?
“Huggg….Quiero volver a casa…..”
El niño finalmente se rindió con ese portón y comenzó a buscar otra salida en un dulce trote infantil que hacía parecer un niñito jugando a la exploración, quejándose en voz bajita y angustiada. En el peor de los casos esperaría en al ciudad hasta que el número de guardias decreciese ¡Y rezaría a los dioses para que no levantara sospechas hasta entonces! La verdad es que la ciudad no era el problema en si, había soluciones si rascaba su bolsillo y era paciente ¡El problema era otro completamente diferente!
El último mensaje de su maestro dejó esas palabras hará un par de noches, una orden directa de permanecer cerca pero no dentro de Dundarak hasta nuevo aviso ¡Cosa que obviamente no estaba haciendo! Su maestro siempre se las ingeniaba para saber cada cosa que su aprendiz hacía ¡CADA COSA! Solo de pensarlo al vampirito le daba un escalofrío ¿Y si su maestro le comenzaba a odiar por no cumplir las órdenes? ¿Y si dejaba de ser su maestro?¡Se quedaría solo de nuevo! Acabar como “ella” es….
¡N-No pienses en eso, Uriel! ¡Seguro que le maestro te perdonará por este fallo! B-Bien...ahora…..Supongo que si lo hago bien no tendrían porque verme ¡Probemos en al siguiente salida! Bien~
Dándose ánimos a si mismo, Uriel se forzó a recuperar su sonrisita confiada y juguetona que siempre lucía normalmente ¡Debía permanecer tranquilo y compuesto! De todas formas, según comprobó de vuelta a la carreta, los dragones eran casi tan tontos de mente como los humanos~ Siempre y cuando lo hiciera bien y no levantara sospechas no sería necesariamente descubierto.
“¡Oh! En esta no hay casi nadie~”
Una honesta feliz vocecilla salió de sus labios en cuanto vio que el siguiente portón no tenía tanta seguridad como la otra ¡Solo habían un par de guardias y cazadores semi distraídos en su conversación y observando fijamente a alguien! Parecían estar mirando a hurtadillas a un…¿Perro? ¡Oh, un hombre-bestia! ¿Perro o lobo? ¡Era bastante grande! ¿Un mercenario tal vez? Aunque parecía algo mas serio y experimentado que los que solía ver ¡Tal vez era un veterano o algo~! Uriel miró curioso durante unos segundos al hombre perro-lobo ¡Todos parecían un tanto intimidados, pero curiosamente sus ojos brillaban en admiración! Oh, incluso ese cazador de aspecto intimidante y sospechoso lo mira con total adoración ¿Sería alguien importante? ¿alguna clase de héroe de guerra?
“¡Es un centinela! Es la primera vez que veo uno ¿Qué hará aquí?”
“¿Será por ese problema..? Ya sabes, el problema con esos vampiros...”
Una pareja de señoras miraban al hombre-bestia mientras caminaban, deteniéndose unos segundo para cuchichear antes de proseguir su camino ¿Centinela? Le pareció escuchar la palabra varias veces, pero desconocía su significado. Uriel rara vez se queda mucho tiempo en un lugar y por lo general evita entablar demasiada relación con aldeas o sus habitantes ¡No sabe demasiado de lo que sucede en general en el continente! Como resultado, el término “centinela” le era poco familiar y abstracto incluso si le sonaba la palabra.
Centinela ¿huh?….¡Oh, bueno! No es mi problema~ todos parecen demasiado encandilados con ese centi-algo para notar un niño escabullirse entre las sombras~ ¡Bien! Esta es mi oportunidad~
Valiéndose de su cuerpo pequeño y de su afinidad natural con la noche y oscuridad que le otorgaba ser de la raza de los vampiros, Uriel ocultó su presencia entre las sombras mientras cruzaba la enorme puerta doble de madera y hierro ¡Pan comido! Tal y como pensaba, los tontos dragones estaban demasiado centrados en el hombre-perro como para ver al niñito escurridizo saliendo a hurtadillas en frente de sus feas caras.
¡Hurra por el centi-nosé-que-más! Ahora ¡Volvamos antes de que el maestro me descubra~!
Pensó el niño conteniendo una risita alegre entre sus labios mientras se escabulle como un gatito haciendo travesuras a espaldas de su madre bajo la protección de las sombras.
Uriel miró con consternación la puerta de la ciudad llena de cazadores ¿Como fue de nuevo que acabó en ese lugar? ¡Cierto, ahora lo recuerda! ¡Fue cuando le dio por usar como escondite diurno lo que pensaba era una carreta abandonada! ¡Que grande fue su sorpresa al darse cuenta que no solo no estaba abandonada, sino que era una carreta de traficantes ilegales de vete a saber qué! Escondieron al carreta para no ser descubiertos por las autoridades de la ciudad, esperando el momento propicio para pasar normalmente por la puerta, momento que desgraciadamente fue cuando Uriel dormitaba en su interior, oculto en un pequeño avuguero. Para cuando despertó la carreta estaba en marcha y entrando a la ciudad mientras su polizón contenía un grito de sorpresa y horror ¡De milagro no le vieron! ¡Menos mal que los dragones son igual de tontos que los humanos, parece ser! Solo de pensar que esos tipos sacados de una película de terror le descubrieran…..
Wuuuuuah ¿Porque siempre me meto en estos líos? M-Maestro~
Mirando nerviosamente la puerta de salida, Uriel quería abandonar la ciudad lo más rápido posible antes de que le descubrieran sin ningún tipo de pase de visitante o permisos ¡Peor aún sería si por alguna razón se enteraban de su raza! Solo imaginarlo hacían que sus ojitos marrón-miel se empañaron en lágrimas de miedo y su cuerpecito temblara sin control ¡Definitivamente debía salir de la ciudad a cualquier costo! O al menos eso planeaba…..
¿Porque hay tantos guardias y cazadores? ¡E-Esto no es remotamente normal!
Quejándose en su cabeza, Uriel miró aterrorizado a los innumerables hombres armados con el símbolo de los cazadores en sus ropas ¡Su peor pesadilla ante sus ojos! ¡Estaba encerrado en una ciudad desconocida, sin pase, lleno de cazadores y sin entender una sola cosa! El que no rompiera a llorar de desesperación era un milagro. Ni siquiera en la capital humana, Lunargenta, había tanta vigilancia o cazadores custodiando las puertas ¿Que diablos pasaba con los dragones para tener tanta seguridad?
“Huggg….Quiero volver a casa…..”
El niño finalmente se rindió con ese portón y comenzó a buscar otra salida en un dulce trote infantil que hacía parecer un niñito jugando a la exploración, quejándose en voz bajita y angustiada. En el peor de los casos esperaría en al ciudad hasta que el número de guardias decreciese ¡Y rezaría a los dioses para que no levantara sospechas hasta entonces! La verdad es que la ciudad no era el problema en si, había soluciones si rascaba su bolsillo y era paciente ¡El problema era otro completamente diferente!
No te acerque a la ciudad de los dragones, Dundarak. Espera en la ciudad más cercana a esta pero no entres en ella hasta nuevo aviso. Esto es una orden.
El último mensaje de su maestro dejó esas palabras hará un par de noches, una orden directa de permanecer cerca pero no dentro de Dundarak hasta nuevo aviso ¡Cosa que obviamente no estaba haciendo! Su maestro siempre se las ingeniaba para saber cada cosa que su aprendiz hacía ¡CADA COSA! Solo de pensarlo al vampirito le daba un escalofrío ¿Y si su maestro le comenzaba a odiar por no cumplir las órdenes? ¿Y si dejaba de ser su maestro?¡Se quedaría solo de nuevo! Acabar como “ella” es….
¡N-No pienses en eso, Uriel! ¡Seguro que le maestro te perdonará por este fallo! B-Bien...ahora…..Supongo que si lo hago bien no tendrían porque verme ¡Probemos en al siguiente salida! Bien~
Dándose ánimos a si mismo, Uriel se forzó a recuperar su sonrisita confiada y juguetona que siempre lucía normalmente ¡Debía permanecer tranquilo y compuesto! De todas formas, según comprobó de vuelta a la carreta, los dragones eran casi tan tontos de mente como los humanos~ Siempre y cuando lo hiciera bien y no levantara sospechas no sería necesariamente descubierto.
“¡Oh! En esta no hay casi nadie~”
Una honesta feliz vocecilla salió de sus labios en cuanto vio que el siguiente portón no tenía tanta seguridad como la otra ¡Solo habían un par de guardias y cazadores semi distraídos en su conversación y observando fijamente a alguien! Parecían estar mirando a hurtadillas a un…¿Perro? ¡Oh, un hombre-bestia! ¿Perro o lobo? ¡Era bastante grande! ¿Un mercenario tal vez? Aunque parecía algo mas serio y experimentado que los que solía ver ¡Tal vez era un veterano o algo~! Uriel miró curioso durante unos segundos al hombre perro-lobo ¡Todos parecían un tanto intimidados, pero curiosamente sus ojos brillaban en admiración! Oh, incluso ese cazador de aspecto intimidante y sospechoso lo mira con total adoración ¿Sería alguien importante? ¿alguna clase de héroe de guerra?
“¡Es un centinela! Es la primera vez que veo uno ¿Qué hará aquí?”
“¿Será por ese problema..? Ya sabes, el problema con esos vampiros...”
Una pareja de señoras miraban al hombre-bestia mientras caminaban, deteniéndose unos segundo para cuchichear antes de proseguir su camino ¿Centinela? Le pareció escuchar la palabra varias veces, pero desconocía su significado. Uriel rara vez se queda mucho tiempo en un lugar y por lo general evita entablar demasiada relación con aldeas o sus habitantes ¡No sabe demasiado de lo que sucede en general en el continente! Como resultado, el término “centinela” le era poco familiar y abstracto incluso si le sonaba la palabra.
Centinela ¿huh?….¡Oh, bueno! No es mi problema~ todos parecen demasiado encandilados con ese centi-algo para notar un niño escabullirse entre las sombras~ ¡Bien! Esta es mi oportunidad~
Valiéndose de su cuerpo pequeño y de su afinidad natural con la noche y oscuridad que le otorgaba ser de la raza de los vampiros, Uriel ocultó su presencia entre las sombras mientras cruzaba la enorme puerta doble de madera y hierro ¡Pan comido! Tal y como pensaba, los tontos dragones estaban demasiado centrados en el hombre-perro como para ver al niñito escurridizo saliendo a hurtadillas en frente de sus feas caras.
¡Hurra por el centi-nosé-que-más! Ahora ¡Volvamos antes de que el maestro me descubra~!
Pensó el niño conteniendo una risita alegre entre sus labios mientras se escabulle como un gatito haciendo travesuras a espaldas de su madre bajo la protección de las sombras.
- OFF:
- Bueno, lamento la tardanza~ Su vampiro de 90 años favorito llegó a tiempo para la fiestuqui. Quería aclarar una cosa porque soy consiente de que es algo confuso XDDD;
Todo lo que Uriel dice sin "" y en cursiva es algo que piensa pero no dice en voz alta, todo lo que esté entre unas "" y sin cursiva lo dice en en voz alta.
- Runas:
(Esto está escrito con la muy necesaria ayuda del mismo Asher~)
Runa muy buena: Asher nota la raza de Uriel, pero por alguna razón no lo menciona e incluso le ayuda.
Runa Buena: Uriel sale sin problemas de la ciudad, nadie parece haberse dado cuenta de su presencia o raza.
Runa Neutral: Asher nota la raza de Uriel.
Runa Mala: Asher nota la raza de Uriel y lo expone a los guardias. Uriel tiene un momento duro huyendo de los guardias.
Runa Muy Mala: Asher nota la raza de Uriel y lo expone a los guardias. Uriel tiene un momento duro huyendo de los guardias ¡Y de hecho lo logra! Pero cae justo en la guarida de los vampiros…..Y no parece hacerles gracia la presencia de un vampiro noble desconocido.
Uri
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Re: Voluntad y poder [Privado] [CEERADO]
El miembro 'Uri' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Voluntad y poder [Privado] [CEERADO]
Sonreí viendo al hombre bestia responder. Claro, las runas no juzgaban sangre. Quizás yo me habría impresionado de las piedras, y sobretodo el pergamino, pero para él seguramente ya eso sería un juego.
En cuanto paro de sonreír me alerte, nada más un poco. Alce ambas cejas y estuve a punto de voltear atrás, antes de verlo agacharse. No tuve ni chance a pensar "¿qué hace?" antes de verlo girando, pateando mi pierna derecha y sacándome de balance. Tensé los músculos para no caerme, pero...
Sí. La nieve estúpida. Con todo el paso apoyado en la izquierda, al intentar pisar fuerte con la derecha para recuperarme el pie patino, haciendo que cayera sobre una rodilla al suelo. Alcé la mirada viendo al hombre bestia erguirse y sonreír... menos amigablemente.
―N―alcé un dedo para argumentar en contra que no le había dicho amigo, pero pensando atrás unos segundos si le había hablado viéndolo como uno.
Bufé en voz baja, poniéndome de pie lentamente mientras escuchaba atentamente su sermón, había pasado una buena cantidad de tiempo desde el último de ellos. Al recibir el toque en el pecho baje la mirada, viendo el hacha colgada de mi cinturón. Quería bufar de nuevo, pero sólo podía suspirar. No estaba oxidada, nada más... muy muy vieja.
Al escuchar la mención de una armadura sonreí para mí mismo, aunque claramente estaba lejos de ser una sonrisa alegre. Subí la mirada en cuanto escuché la mención de "esto", buscándolo con la mirada. Ayudo bastante a que señalase con un dedo la... ¿Eso era una corona?
Entrecerré los ojos. «...¿Es un príncipe? ¿Tienen por príncipe en Dundarak a un hombre bestia? Bueno, eso explica los fans.» En cuanto preguntó si lo había tomado por mercenario balbuceé un corto "err" y sonreí nerviosamente. Le había atinado.
―Siento eso. No había visto tu cor... ―me callé al escuchar un sonoro graznido, viendo como aterrizaba un cuervo blanco sobre la mano del arcanista.
Procedí a hacer una serie de expresiones incontrolables, básicamente diciendo "¿Qué?" "¿Uh?" "¿Cómo?" y sobretodo, "¿Ese cuervo está hablando?" con el rostro al verlo conversar con Asher. En cuanto vi al arcanista mirarme por unos segundos me empezó a dar mala espina. Luego me dio todavía más cuando su sonrisa se volvió menos hostil. Me estaba empezando a subir por la espina aquella sensación de "estoy en problemas".
―Puerta oeste... cuatro horas ―repetí, para asegurarme de que no se me olvidara―. Bien ―sonreí, hasta que pidió ser impresionado. Y luego mencionará algo de lecciones del mismísimo centinela del norte.
Pestañeé un par de veces, buscando en mi memoria la palabra. No llegue a nada, mas que haber escuchado algo del estilo antes en el grupo de espectadores cuando mataba al gigante. Preguntárselo sonaba como una idea horrible en mi cabeza, fuese a reaccionar mal o algo así, por lo que opté por solo asentir y verlo irse. En el orgullo detectable en su voz al decir eso y el hecho de que estuviéramos en, bueno, el norte, razoné que tenía que estar hablando de sí mismo.
¿Pero qué era un centinela?
Miré a los lados, también tenía que preparar lo que necesi...tara...
Di un chasquido con la lengua. Mi ropa, mi hacha, las piedras. Eso era mi equipo. No podía decir que su regaño fuese injusto en esos aspectos. Me lleve las manos a la cintura, pensando en como mi última "pelea" contra vampiros había envuelto ser completamente paralizado, cortado en las piernas y después desmayarme sin poder ayudar un poco más, y eso que había ayudado, en términos numéricos, cero.
Comencé a darle al suelo con el talón suavemente, moviendo la pierna ansioso. "Los vampiros", plural, osea que eran varios. Y no sabía que rayos era Urd. E iba a ser de noche, osea que no podía contar con el sol para ninguna ventaja, y... «No,» dije sosteniéndome la pierna con ambas manos para parar. «Yo pedí por esto, ya estoy en el fuego.» No tenía nada en que basarme, pero nunca lo tenía cuando terminaba diciendo aquellas palabras:
―Me las arreglaré.
Suspiré suavemente mientras me erguía, realmente no tenía nada que preparar para dentro de cuatro horas que no fuese mi propia mente. Pero podía aprovechar este tiempo.
―Ya veo... ―dije, cerrando el pesado libro que tenía sobre la mesa.
Había parado por indicaciones en una pequeña biblioteca local, en búsqueda de qué era un "Centinela". Ahora debía pensar en la palabra con C mayúscula, no era un término para indicar a un miembro de un grupo de elite, o un mercenario muy famoso, o lo que sea. Manuscritos antiguos hablaban de leyendas, de demonios avecinándose a este mundo, y de guardianes que tenemos en el mismo.
La verdad es que el libro era todo muy críptico, pequeño, y parecía un cuento de hadas. De no ser por la fascinación de la gente con la palabra cada vez que la mencioné en preguntas, y el hecho de que acabase de hablar con alguien que se refirió a sí mismo como el Centinela del Norte, habría sido escéptico al respecto.
Me rasqué la cabeza, no es que hubiese visto nunca un demonio, pero si había oído alguna leyenda curiosa en mis tiempos en Sandorai, solo que las había tomado por eso: leyendas. Subí los hombros, devolviendo el libro a su lugar, de ninguna manera empezaba todavía a comprender el peso detrás de la palabra, y aunque le estuviese dando importancia, no era la que verdaderamente se merecía.
―Gracias ―dije, despidiéndome con una mano del bibliotecario mientras salía. El sol empezaba a caer.
Cuando llego la hora me dirigí a la puerta oeste. Jugaba con el hacha, dando suaves cortes y girando la muñeca para ir calentando. A medida que me acercaba veía más personas en la actitud de la mañana, parejas, tríos o simplemente grupos murmurando cosas sobre quien debía ser Asher. Ya había llegado entonces, mejor apurarme.
Encasqueté el hacha al cinturón y empecé a marchar al lugar, reduciendo el paso en cuanto vi unos cabellos negros, saltando al son del trote de su dueño. Era un niño pequeño que no debía tener más de unos 13 años, llevando una mochila innecesariamente grande. Bueno, eso pensé al verla la primera vez al menos, a los pocos segundos estaba sintiendo envidia porque yo tenía que cargar con todo o en las manos o en los bolsillos.
Por lo abrigado que iba y que pareciese estar jugando... ¿A las escondidas? intenté tranquilizarme, repitiéndome que esto no era Lunargenta y que aquí la gente si podía salir con algo de confianza en las noches. Suspiré, recordándome las palabras de Asher: la gente ahí eran dragones, seguramente el niño era más peligroso que yo. Como mínimo, iba mejor equipado.
Notando que me había parado a ver al muchacho me apresuré a buscar con la mirada a Asher, que también veía a sus alrededores, seguramente buscándome como yo a él. Parecía ir acompañado por un... ¿hombre bestia gato?
«No le preguntes si tiene nueve vidas, no le preguntes si tiene nueve vidas...»
Me acerqué hacia ellos, desviando la mirada otra vez hacia la última posición que había visto al chico. Arrugué la cara, viendo hacia los lados, era como si hubiese desaparecido por arte de magia.
―Uh ―dije para mí mismo, viendo al frente y deteniéndome frente a ambos hombres bestia―. H-Hey... ―salude con una mano al felino, conteniendo las ganas de preguntarle lo de las vidas porque yo tenía solamente una―. Estoy listo ―dudé un momento, viendo a Asher. ¿Le decía Asher? ¿Le decía maestro arcanista? ¿Centinela? ¿"Lord Centinela" como había oído de alguna persona?―. Vamos ―opté, claro, por no decir nada. ¡No podías fallar si no elegías!
Al estar ahí con ellos no pude evitar ojear un poco la ballesta que portaba el hombre gato, lucía como un trabajo brutal. Hice una pequeña mueca con la boca, intentando ver los patrones y separar las partes de su diseño, más por maña que por otra cosa. Negué con la cabeza, sería mejor que me concentrara esta vez, si no quería que esto saliese como todo otro rollo que hacía acompañado de gente.
«Espero los Dioses sean misericordiosos y los vampiros pocos.»
En cuanto paro de sonreír me alerte, nada más un poco. Alce ambas cejas y estuve a punto de voltear atrás, antes de verlo agacharse. No tuve ni chance a pensar "¿qué hace?" antes de verlo girando, pateando mi pierna derecha y sacándome de balance. Tensé los músculos para no caerme, pero...
Sí. La nieve estúpida. Con todo el paso apoyado en la izquierda, al intentar pisar fuerte con la derecha para recuperarme el pie patino, haciendo que cayera sobre una rodilla al suelo. Alcé la mirada viendo al hombre bestia erguirse y sonreír... menos amigablemente.
―N―alcé un dedo para argumentar en contra que no le había dicho amigo, pero pensando atrás unos segundos si le había hablado viéndolo como uno.
Bufé en voz baja, poniéndome de pie lentamente mientras escuchaba atentamente su sermón, había pasado una buena cantidad de tiempo desde el último de ellos. Al recibir el toque en el pecho baje la mirada, viendo el hacha colgada de mi cinturón. Quería bufar de nuevo, pero sólo podía suspirar. No estaba oxidada, nada más... muy muy vieja.
Al escuchar la mención de una armadura sonreí para mí mismo, aunque claramente estaba lejos de ser una sonrisa alegre. Subí la mirada en cuanto escuché la mención de "esto", buscándolo con la mirada. Ayudo bastante a que señalase con un dedo la... ¿Eso era una corona?
Entrecerré los ojos. «...¿Es un príncipe? ¿Tienen por príncipe en Dundarak a un hombre bestia? Bueno, eso explica los fans.» En cuanto preguntó si lo había tomado por mercenario balbuceé un corto "err" y sonreí nerviosamente. Le había atinado.
―Siento eso. No había visto tu cor... ―me callé al escuchar un sonoro graznido, viendo como aterrizaba un cuervo blanco sobre la mano del arcanista.
Procedí a hacer una serie de expresiones incontrolables, básicamente diciendo "¿Qué?" "¿Uh?" "¿Cómo?" y sobretodo, "¿Ese cuervo está hablando?" con el rostro al verlo conversar con Asher. En cuanto vi al arcanista mirarme por unos segundos me empezó a dar mala espina. Luego me dio todavía más cuando su sonrisa se volvió menos hostil. Me estaba empezando a subir por la espina aquella sensación de "estoy en problemas".
―Puerta oeste... cuatro horas ―repetí, para asegurarme de que no se me olvidara―. Bien ―sonreí, hasta que pidió ser impresionado. Y luego mencionará algo de lecciones del mismísimo centinela del norte.
Pestañeé un par de veces, buscando en mi memoria la palabra. No llegue a nada, mas que haber escuchado algo del estilo antes en el grupo de espectadores cuando mataba al gigante. Preguntárselo sonaba como una idea horrible en mi cabeza, fuese a reaccionar mal o algo así, por lo que opté por solo asentir y verlo irse. En el orgullo detectable en su voz al decir eso y el hecho de que estuviéramos en, bueno, el norte, razoné que tenía que estar hablando de sí mismo.
¿Pero qué era un centinela?
Miré a los lados, también tenía que preparar lo que necesi...tara...
Di un chasquido con la lengua. Mi ropa, mi hacha, las piedras. Eso era mi equipo. No podía decir que su regaño fuese injusto en esos aspectos. Me lleve las manos a la cintura, pensando en como mi última "pelea" contra vampiros había envuelto ser completamente paralizado, cortado en las piernas y después desmayarme sin poder ayudar un poco más, y eso que había ayudado, en términos numéricos, cero.
Comencé a darle al suelo con el talón suavemente, moviendo la pierna ansioso. "Los vampiros", plural, osea que eran varios. Y no sabía que rayos era Urd. E iba a ser de noche, osea que no podía contar con el sol para ninguna ventaja, y... «No,» dije sosteniéndome la pierna con ambas manos para parar. «Yo pedí por esto, ya estoy en el fuego.» No tenía nada en que basarme, pero nunca lo tenía cuando terminaba diciendo aquellas palabras:
―Me las arreglaré.
Suspiré suavemente mientras me erguía, realmente no tenía nada que preparar para dentro de cuatro horas que no fuese mi propia mente. Pero podía aprovechar este tiempo.
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―Ya veo... ―dije, cerrando el pesado libro que tenía sobre la mesa.
Había parado por indicaciones en una pequeña biblioteca local, en búsqueda de qué era un "Centinela". Ahora debía pensar en la palabra con C mayúscula, no era un término para indicar a un miembro de un grupo de elite, o un mercenario muy famoso, o lo que sea. Manuscritos antiguos hablaban de leyendas, de demonios avecinándose a este mundo, y de guardianes que tenemos en el mismo.
La verdad es que el libro era todo muy críptico, pequeño, y parecía un cuento de hadas. De no ser por la fascinación de la gente con la palabra cada vez que la mencioné en preguntas, y el hecho de que acabase de hablar con alguien que se refirió a sí mismo como el Centinela del Norte, habría sido escéptico al respecto.
Me rasqué la cabeza, no es que hubiese visto nunca un demonio, pero si había oído alguna leyenda curiosa en mis tiempos en Sandorai, solo que las había tomado por eso: leyendas. Subí los hombros, devolviendo el libro a su lugar, de ninguna manera empezaba todavía a comprender el peso detrás de la palabra, y aunque le estuviese dando importancia, no era la que verdaderamente se merecía.
―Gracias ―dije, despidiéndome con una mano del bibliotecario mientras salía. El sol empezaba a caer.
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Cuando llego la hora me dirigí a la puerta oeste. Jugaba con el hacha, dando suaves cortes y girando la muñeca para ir calentando. A medida que me acercaba veía más personas en la actitud de la mañana, parejas, tríos o simplemente grupos murmurando cosas sobre quien debía ser Asher. Ya había llegado entonces, mejor apurarme.
Encasqueté el hacha al cinturón y empecé a marchar al lugar, reduciendo el paso en cuanto vi unos cabellos negros, saltando al son del trote de su dueño. Era un niño pequeño que no debía tener más de unos 13 años, llevando una mochila innecesariamente grande. Bueno, eso pensé al verla la primera vez al menos, a los pocos segundos estaba sintiendo envidia porque yo tenía que cargar con todo o en las manos o en los bolsillos.
Por lo abrigado que iba y que pareciese estar jugando... ¿A las escondidas? intenté tranquilizarme, repitiéndome que esto no era Lunargenta y que aquí la gente si podía salir con algo de confianza en las noches. Suspiré, recordándome las palabras de Asher: la gente ahí eran dragones, seguramente el niño era más peligroso que yo. Como mínimo, iba mejor equipado.
Notando que me había parado a ver al muchacho me apresuré a buscar con la mirada a Asher, que también veía a sus alrededores, seguramente buscándome como yo a él. Parecía ir acompañado por un... ¿hombre bestia gato?
«No le preguntes si tiene nueve vidas, no le preguntes si tiene nueve vidas...»
Me acerqué hacia ellos, desviando la mirada otra vez hacia la última posición que había visto al chico. Arrugué la cara, viendo hacia los lados, era como si hubiese desaparecido por arte de magia.
―Uh ―dije para mí mismo, viendo al frente y deteniéndome frente a ambos hombres bestia―. H-Hey... ―salude con una mano al felino, conteniendo las ganas de preguntarle lo de las vidas porque yo tenía solamente una―. Estoy listo ―dudé un momento, viendo a Asher. ¿Le decía Asher? ¿Le decía maestro arcanista? ¿Centinela? ¿"Lord Centinela" como había oído de alguna persona?―. Vamos ―opté, claro, por no decir nada. ¡No podías fallar si no elegías!
Al estar ahí con ellos no pude evitar ojear un poco la ballesta que portaba el hombre gato, lucía como un trabajo brutal. Hice una pequeña mueca con la boca, intentando ver los patrones y separar las partes de su diseño, más por maña que por otra cosa. Negué con la cabeza, sería mejor que me concentrara esta vez, si no quería que esto saliese como todo otro rollo que hacía acompañado de gente.
«Espero los Dioses sean misericordiosos y los vampiros pocos.»
Anders
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Re: Voluntad y poder [Privado] [CEERADO]
Contra todo pronostico, el semielfo estaba allí. Al parecer era tan testarudo como los demás. Bueno, yo habría hecho lo mismo. Pero no parecía tener tanta ambición en su mirada, a diferencia de un más joven yo. Syl respondió a su saludo con un leve gesto de cabeza, y nos encaminamos hacia uno de los oficiales.
Davin llevaba un yelmo completo, pero de alguna forma, lograba mantener aquel aire irritante que le había llevado hasta su puesto. Su armadura era algo vistosa, con toques dorados. La conversación consecuente fue afilada, llena de insultos muy ligeramente disfrazados y gestos de desprecio por ambos lados. Lo que llegó a explicar fue aún menos elocuente de lo que había llegado a ser Auginn.
-...En resumen, que vayamos en carro y esperemos a ser atacados. ¿No sería más fácil que las caravanas se moviesen de día?- pregunté. No respondió. En su lugar, clavó su mirada en Anders. -Es mi ayudante. O aprendiz. Algo así. Viene conmigo, me hace falta.- mentí descaradamente.
Había un olor... extraño en ese lugar. No estaba seguro de qué. Pero suponía que tendría que ver con los guardias de las murallas. Al menos no tendríamos que caminar. La caravana de Davin tenía espacio suficiente para sentarnos, aunque la compañía podía ser mejor.
Pasó un largo rato de camino antes de que surgiese cualquier conversación. Para entonces, ya estaba bien entrada la noche, y Dundarak empezaba a quedar lejos.
-¿Se supone que venimos a... que, matar vampiros?- preguntó Syl.
-Investigar los ataques. Arrestar a los responsables. Matarlos si se resisten. No es complicado.- respondió Davin desde su asiento, junto al conductor del carruaje . El felino le miró con frialdad.
-Si fuese algo de lo que pudieses encargarte tú sólo, no me habrías llamado.- intervine, mirándolo de reojo. -...Ah, no fue decisión tuya, ¿verdad?- sonreí. -Eso es que quien tomase la decisión no cree que puedas hacerlo solo, ¿hmm?-
No respondió directamente a la provocación. Se mantuvo quieto unos instantes, bajo su yelmo, lo cual no afectó a mi expresión burlona.
-Por motivos que se me escapan, la capitana Friddel parece considerarte alguien capaz de servir a Dundarak. De no ser por tu comportamiento, insubordinación y falta de disciplina, casi me lo creería.- sentenció. Reí ligeramente, incorporándome en mi asiento.
-¿Insubordinación? No soy parte de ningún ejercito, peón. No tengo que responder ante tu autoridad, la de Rigobert, o la de Siegfried. Y si eligiese tomar bando en vuestras guerras absurdas, te sobrepasaría en rango.- dije, alzando la voz lo suficiente como para que toda la compañía lo oyese. -Mi trabajo es defender este territorio de amenazas externas, no servir a ningún rey.-
Si tenía alguna respuesta a aquello, prefirió no decirla. Me estiré alegremente, contando aquello como una victoria. Después miré a mis acompañantes.
-Así que... ¿qué se supone que hace el golem?- le pregunté al semielfo. -Es algo pequeño para pelear, ¿no?- Debía ser el equivalente a que te golpease un niño particularmente feo. Aunque suponía que era algo más duro y fuerte, al ser de piedra. Aun así, no era la mole de piedra que uno encontraría intimidante.
Observé a la "criatura" con mis otros ojos, percibiendo el éter que la mantenía unida. Parecía requerir de más bien poco sustento, aunque el enlace con su creador estaba claro.
-Probablemente podría encantarlo de forma temporal.- sugerí. -No duraría más de unas horas, porque esencialmente sería... endurecer el material que lo compone. O hacerlo ligeramente más receptivo.- continué, apoyando mi cabeza sobre mi mano. No tenía precisamente los materiales ideales, pero siempre llevaba algo para cosas como aquella.
De repente, Syl alzó la cabeza, como si se acordase de algo, y sacó la ballesta de su espalda. Sin embargo, no parecía estar buscando o esperando problemas. En su lugar, me presentó el arma.
-Échale un vistazo. La noto algo... rara. La he ajustado, pero no parece ser eso.- avisó.
-Mmmmh...- musité, examinando las runas de cerca. Con aquellos ojos, el éter que mantenian era muy evidente, lo suficiente como para poder decir con certeza que símbolos tenía cada una. No parecía haber problema con ninguna de las importantes. El canalizador estaba bien cuidado. Se notaba que la limpiaba a menudo. -Ah, ya veo.- Culpa mía. La runa que había inscrito hace tanto tiempo atrás se había desgastado por el roce. Me levanté, cambiándome de asiento a uno más cerca de una de los farolillos que colgaban del carro.
Rebusqué entre mis bolsillos hasta encontrar algo de tiza imbuida, y me puse a trabajar. Tan solo requería de repasar uno de los símbolos de forma insistente. Le devolví la ballesta a mi compañero y retomé mi asiento.
-Debería bastar por ahora. Pero acércala al taller mañana, podría hacer algo mejor.- aseguré.
El felino sopesó la ballesta, asintiendo ligeramente. Después, miró a Anders, y le mostró el arma, aunque sin dejar de sujetarla o ponerla a su alcance.
-...Está hecha con madera de Vaathera. Lo de abajo es un canalizador, que usa energía física para crear virotes mágicos.- explicó, mostrándose sorprendentemente sociable. Tras aquello, se volvió a recostar. Le miré, con una pregunta clara en mi cara. -...Vi como la miraba antes.- dijo, encogiéndose de hombros.
Apenas unos minutos después, el carruaje se detuvo. Me asomé. Al parecer, había un árbol en mitad del camino, bloqueando el paso. ¿Otra vez? Ni siquiera había habido vientos fuertes...
-Mira el tronco.- avisó Syl, activando las runas de su capucha para examinar la zona. -Está cortado, no roto. ¿Asher?-
-Nada aún.- dije, ya de pie. Ningún rastro evidente de éter. ¿Quizás si buscase cantidades menores?
Los soldados empezaron a desperdigarse, mientras un par de ellos se aproximaban al tronco caído. Parecían nerviosos. Davin empezó a gritar órdenes.
-Tenemos a otra caravana detrás, señor.- avisó uno de los guardias. -No sé si es la misma que salió con nosotros de Dundarak.-
Maravilloso.
Davin llevaba un yelmo completo, pero de alguna forma, lograba mantener aquel aire irritante que le había llevado hasta su puesto. Su armadura era algo vistosa, con toques dorados. La conversación consecuente fue afilada, llena de insultos muy ligeramente disfrazados y gestos de desprecio por ambos lados. Lo que llegó a explicar fue aún menos elocuente de lo que había llegado a ser Auginn.
-...En resumen, que vayamos en carro y esperemos a ser atacados. ¿No sería más fácil que las caravanas se moviesen de día?- pregunté. No respondió. En su lugar, clavó su mirada en Anders. -Es mi ayudante. O aprendiz. Algo así. Viene conmigo, me hace falta.- mentí descaradamente.
Había un olor... extraño en ese lugar. No estaba seguro de qué. Pero suponía que tendría que ver con los guardias de las murallas. Al menos no tendríamos que caminar. La caravana de Davin tenía espacio suficiente para sentarnos, aunque la compañía podía ser mejor.
Pasó un largo rato de camino antes de que surgiese cualquier conversación. Para entonces, ya estaba bien entrada la noche, y Dundarak empezaba a quedar lejos.
-¿Se supone que venimos a... que, matar vampiros?- preguntó Syl.
-Investigar los ataques. Arrestar a los responsables. Matarlos si se resisten. No es complicado.- respondió Davin desde su asiento, junto al conductor del carruaje . El felino le miró con frialdad.
-Si fuese algo de lo que pudieses encargarte tú sólo, no me habrías llamado.- intervine, mirándolo de reojo. -...Ah, no fue decisión tuya, ¿verdad?- sonreí. -Eso es que quien tomase la decisión no cree que puedas hacerlo solo, ¿hmm?-
No respondió directamente a la provocación. Se mantuvo quieto unos instantes, bajo su yelmo, lo cual no afectó a mi expresión burlona.
-Por motivos que se me escapan, la capitana Friddel parece considerarte alguien capaz de servir a Dundarak. De no ser por tu comportamiento, insubordinación y falta de disciplina, casi me lo creería.- sentenció. Reí ligeramente, incorporándome en mi asiento.
-¿Insubordinación? No soy parte de ningún ejercito, peón. No tengo que responder ante tu autoridad, la de Rigobert, o la de Siegfried. Y si eligiese tomar bando en vuestras guerras absurdas, te sobrepasaría en rango.- dije, alzando la voz lo suficiente como para que toda la compañía lo oyese. -Mi trabajo es defender este territorio de amenazas externas, no servir a ningún rey.-
Si tenía alguna respuesta a aquello, prefirió no decirla. Me estiré alegremente, contando aquello como una victoria. Después miré a mis acompañantes.
-Así que... ¿qué se supone que hace el golem?- le pregunté al semielfo. -Es algo pequeño para pelear, ¿no?- Debía ser el equivalente a que te golpease un niño particularmente feo. Aunque suponía que era algo más duro y fuerte, al ser de piedra. Aun así, no era la mole de piedra que uno encontraría intimidante.
Observé a la "criatura" con mis otros ojos, percibiendo el éter que la mantenía unida. Parecía requerir de más bien poco sustento, aunque el enlace con su creador estaba claro.
-Probablemente podría encantarlo de forma temporal.- sugerí. -No duraría más de unas horas, porque esencialmente sería... endurecer el material que lo compone. O hacerlo ligeramente más receptivo.- continué, apoyando mi cabeza sobre mi mano. No tenía precisamente los materiales ideales, pero siempre llevaba algo para cosas como aquella.
De repente, Syl alzó la cabeza, como si se acordase de algo, y sacó la ballesta de su espalda. Sin embargo, no parecía estar buscando o esperando problemas. En su lugar, me presentó el arma.
-Échale un vistazo. La noto algo... rara. La he ajustado, pero no parece ser eso.- avisó.
-Mmmmh...- musité, examinando las runas de cerca. Con aquellos ojos, el éter que mantenian era muy evidente, lo suficiente como para poder decir con certeza que símbolos tenía cada una. No parecía haber problema con ninguna de las importantes. El canalizador estaba bien cuidado. Se notaba que la limpiaba a menudo. -Ah, ya veo.- Culpa mía. La runa que había inscrito hace tanto tiempo atrás se había desgastado por el roce. Me levanté, cambiándome de asiento a uno más cerca de una de los farolillos que colgaban del carro.
Rebusqué entre mis bolsillos hasta encontrar algo de tiza imbuida, y me puse a trabajar. Tan solo requería de repasar uno de los símbolos de forma insistente. Le devolví la ballesta a mi compañero y retomé mi asiento.
-Debería bastar por ahora. Pero acércala al taller mañana, podría hacer algo mejor.- aseguré.
El felino sopesó la ballesta, asintiendo ligeramente. Después, miró a Anders, y le mostró el arma, aunque sin dejar de sujetarla o ponerla a su alcance.
-...Está hecha con madera de Vaathera. Lo de abajo es un canalizador, que usa energía física para crear virotes mágicos.- explicó, mostrándose sorprendentemente sociable. Tras aquello, se volvió a recostar. Le miré, con una pregunta clara en mi cara. -...Vi como la miraba antes.- dijo, encogiéndose de hombros.
Apenas unos minutos después, el carruaje se detuvo. Me asomé. Al parecer, había un árbol en mitad del camino, bloqueando el paso. ¿Otra vez? Ni siquiera había habido vientos fuertes...
-Mira el tronco.- avisó Syl, activando las runas de su capucha para examinar la zona. -Está cortado, no roto. ¿Asher?-
-Nada aún.- dije, ya de pie. Ningún rastro evidente de éter. ¿Quizás si buscase cantidades menores?
Los soldados empezaron a desperdigarse, mientras un par de ellos se aproximaban al tronco caído. Parecían nerviosos. Davin empezó a gritar órdenes.
-Tenemos a otra caravana detrás, señor.- avisó uno de los guardias. -No sé si es la misma que salió con nosotros de Dundarak.-
Maravilloso.
Asher Daregan
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Re: Voluntad y poder [Privado] [CEERADO]
“FufufufuahahahaHAHAHAHA ¡Ah! ¡Diablos”
En cuanto Uriel se alejó de la puerta de Dundarak y se ocultó en lo profundo del bosque lo suficiente para entender que estaba a salvo comenzó a carcajear de forma arrogante y soberbia, olvidando que hacerlo era extremadamente peligroso. En cuanto recordó al fin en donde y que está haciendo se tragó su risa rápidamente mientras tapaba su boquita con ambas de sus pequeñas manos pálidas ¡Diablos, siempre se deja llevar cuando se le sube a la cabeza! Quitó lentamente las manos de sus labios y miró a sus alrededores nerviosamente con sus ojitos abiertos como platos ¡Afortunadamente nada ni nadie le escuchó!
“Fuaaah~ Eso estuvo cerca….¡Tengo que tener más cuidado…!”
Suspirando aliviado, el infante comenzó a mirar a sus alrededores ¡Debía orientarse y regresar al pueblo de paso! Tras unos segundos, finalmente escogió un árbol alto a la par que robusto, sin siquiera dudar, lo escalo ágilmente ¡Era realmente fácil con su pequeño cuerpo infantil! En cuanto estuvo en la copa, se sentó sobre una rama de aspecto robusto y con la aguda visión nocturna propia de los vampiros empezó a buscar el camino de tierra por el que fue llevado a Dundarak.
¡Oh! Ya te vi~ ¡Bien! ¡Volvamos! Aunque mejor me escondo entre los árboles y malezas, será problemático si alguien me ve y me obliga a regresar a la ciudad pensando que estoy extraviado ¿Y si me encuentro con abusadores infantiles? ¡Peor aún! ¿Y si me encuentro con cazadores? ¡Huggg! ¡Nope! Mejor voy con cuidado y evito caminar cerca de la ruta~
Avanzando con la seguridad que le proporcionaba la familiar noche, Uriel se movió fácilmente entre la espesura hasta quedar no demasiado cerca del camino pero tampoco tan lejos de esta ¡Ahora solo debía centrarse en caminar rápidamente hacia donde se suponía que debía permanecer! Con un poco de suerte habrá recorrido gran parte de la distancia para el amanecer.
¿Hmm? ¡Ah! ¿No es ese el centi-no-sé-qué-más? ¡Y hay más personas! ¿Un gato? ¡Y un elfo! ¿Donde irán en plena noche? ¡Piden a gritos que un vampiro los ataquen!
Ladeando la cabeza con curiosidad infantil, Uriel miró la carreta atentamente unos segundos más hasta que se canso y se comenzó a moverse más rápidamente, intentando hacer el menor ruido posible ¡Si verdaderamente eran tan imbéciles como para salir en plena noche y hablando tan alto es que definitivamente subestimaban a los vampiros! De todas formas, Uriel no quería más problemas; Si se queda solo se vería inmiscuido en algo que parece realmente molesto ¡Tiene que alejarse lo suficiente para que ese problema no le salpique! En ningún momento se le pasó por la cabeza que lo mismo los imbéciles eran los vampiros por no fijarse en semejante clara trampa que suponía una carreta sola en plena noche ¡De hecho, tuvo que haberse alejado incluso más rápido! No sea que le confundan con un vampiro que cayó en la trampa~ Lastima que el orgullo y arrogancia racial de Uriel era demasiado grandes, tanto como su naturaleza ingenua e inocente ¡ La combinación perfecta para el desastre!
Uri
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Re: Voluntad y poder [Privado] [CEERADO]
Seguí a la pareja que no sabía era pareja-pareja hacia uno de los oficiales. Parecían conocerlo, por el andar relajado, si es que no algo... ¿impertinente? Uno generalmente caminaba de forma más cautelosa donde había alguien así, sobretodo si tenían buen rango.
El intercambio que prosiguió fue como ver a dos esgrimidores de la más alta clase, dando estocadas al aire, buscando el pecho o la cara del otro. Guardando distancia, dando fintas, esperando por un parry, de los que hubo varios, seguidos de ripostes. Sólo que verbalmente, claro. No estaba familiarizado con el uniforme de Dundarak, pero la armadura del sujeto "Davin", se llamaba, lucía pomposa. Era el único con toques dorados en ella entre los hombres. ¿Un capitán? ¿Buscaba imitar el oro con lo dorado en su armadura?
Lo miraba curiosamente cuando sus ojos se clavaron en mí. Le sonreí un poco, antes de borrar la sonrisa, quizás no era correcto sonreirle a oficiales. Oír a Asher mentir sólo fortaleció esa idea, haciéndome voltear a verlo. Ni siquiera estaba esforzándose en sus mentiras. "Algo así", "me hace falta". Que Davin le creyera, o le diese igual, siendo probablemente esto último, lo hacia todo más hilarante.
Me subí a la caravana que vi a Asher y Syl montarse, y comenzó el viaje. Fue horrible durante un rato, nadie decía nada, todos parecían estar en lo suyo, y honestamente, todo el espacio entre Davin y Asher lo hacía todo todavía más horrible. Casi podía ver la presión en forma física, aplastándome con sus manos los hombros y marcando mi espalda con sus garras.
Entonces, Syl habló.
«Gracias» miré al felino con una sonrisa, casi como conmovido. Obviamente esto se arruinó cuando Davin respondió de una forma muy... simplista, y Syl le vio de mala manera. Aparté la mirada, escuchando a medias a Asher sin prestar mucha atención; centrado más en que en realidad no conocía muy bien los detalles de esto tampoco. Antes había dicho que iban a... ¿Atacarnos?
Cuando paró su escaramuza contra el oficial, alcé la mirada, viéndolo. Baje la mirada a mi golem, ciertamente... lo que parecía la masa de un pan algo derretida antes de entrar a un horno no daba miedo.
—En realidad este es el tamaño del golem promedio. Casi —dije, poniendo mi mano en el aire un poco más arriba de donde mi golem llegaba para señalar el tamaño—. Aunque hay animadores que pueden hacer crecer la arcilla con magia y resultan en golems... de... un par de metros, supongo.
Pestañeé ante la mención del encanto temporal. Sonaba interesante, y la duración no parecía un problema, al menos no antes de una pelea. No es que yo pudiese pelear horas seguidas, si acaso unos buenos minutos. Me lleve una mano al pelo, pasándome la mano mientras pensaba que clase de encantos podría añadirle el hombre bestia, siendo un experto.
Observé, todavía acariciándome el pelo pensante, a Asher revisando la ballesta del felino. A mis ojos no tenía nada malo. En cuanto el arcanista soltó su "ya veo" entrecerré los ojos, como apurándome a buscar el error sin dar con él. En cuanto se levantó lo seguí con la mirada unos instantes antes de cortarla y quedarme viendo a mi golem. Deje de acariciarme yo, y lo acaricie a él. O ella. Hmm.
Me mantuve en eso hasta que la voz de Syl me llamó la atención, volteé a verlo, me enseñaba su arma, aunque de forma tan cautelosa como podría esperarme de un extraño, o un gato, y él resultaba ser ambas.
—Madera de Vaathera... y un... canalizador —ladeé la cabeza, buscando este último mientras el gato explicaba. Le sonreí un poco, antes de escucharlo explicar que me había notado viéndola antes—. Er... sí —sonreí, desviando la mirada apenado y haciendo un gesto con la mano—, siento eso. Solamente luce como un gran trabajo y nunca había tenido oportunidad de ver una ballesta de cerca, pero ya me hice una idea de sus partes. Sin el canalizador, claro.
Me pase las manos por el cuerpo, buscando algo con que anotar. Suspiré al recordar que claro, no tenía nada. Me quede viendo el hacha y vi a un lado, por la parte trasera del carruaje. Cuando nos bajáramos en Urd podría buscarme alguna rama gruesa caída, cortarla y 'escribir' con el hacha la palabra "Vaathera", eso me bastaría de recordatorio por si un día me interesaba en comprar una.
Cuando el carro se detuvo estaba muy distraído pensando cosas. Me active cuando todos en ese carruaje, obviamente, empezaron a dispersarse. No me moví del mismo, pero si me puse de pie y tomé a mi golem en brazos, escuchando a Syl, Asher y los guardias.
Dos de los guardias que se habían bajado se miraron las caras, antes de ser ordenados por el que comentó que desconocía si era la misma que había salido con ellos de Dundarak que fueran a chequear. Caminaron hacia la caravana que venía atrás, que fue reduciendo el paso para evitar arrollarlos. Eso y que el conductor preguntase directamente "¡Hey! ¿Qué pasa? ¿Por qué se detienen?" hizo lucir todo bien.
—Eh —dijo un guardia caminando hasta su lado, apuntando al frente—, hay un árbol en el camino, cortad—
Y antes de que pudiese terminar de hablar, se asomó, claro, un vampiro, hablando con la voz del conductor, como si la hubiese copiado mágicamente. Desclavo el puñal con el que había atravesado; no penetrado, el cuerpo del conductor y se abalanzó sobre el guardia que estaba hablando, degollándolo instantáneamente. Ocho vampiros más volaron fuera de ese carro.
—Señor de la Voz —mascullé viendo al degollador. Era curiosamente el mejor tipo de vampiro que conocía, por no decir el único.
Entre los otros ocho había uno con una armadura en su mayoría de cuero, en sus extremidades al menos, siendo su coraza más bien metálica. Llevaba dos espadas gemelas ya desenvainadas, y ya cubiertas de sangre. El que lucía más pomposo de todos bajo, vestido en lo que sólo podría definirse como "ropas de un noble...para un funeral". Sin armadura, sin armas. Claro, sólo hasta que agacho sobre el charco de sangre que había provocado el primero de ellos y deslizó su mano por el mismo, levantando gotas de sangre que estuvieron estáticas en el aire, justo antes de acumularse sobre sus extremidades, formando unas especies de guantes y botas de sangre endurecida, que brillaban de, duh, rojo.
Una de las chicas del grupo se llevo una mano a los ojos en cuanto ocurrió eso, como tapándose del brillo. Alzo las manos con sólo los dedos índice y medio extendidos en ellas y se cubrió de sombras, alejándose del camino para intentar esconderse, evitando una flecha que había volado desde la parte de atrás del carro donde estaba. Seguramente un arquero de los nuestros.
Y fue esa flecha la que sacó un comentario del primer vampiro en aparecer. Que, tras probar la sangre de quien recién había matado, al parecer podía hablar con su voz.
—Uy.
Entonces lo más lejano posible a una batalla campal: no había acuerdos, ni nada se había planeado, y claramente, no estaba la opción de rendirse. Matar o morir. Fantástico.
Baje del carro viendo si podía elegir mi oponente. Con la lluvia de guardias corriendo y todos entrando en lo suyo para pelear realmente no había opción y más bien me vi arrastrado a un encuentro con el tipo de las dos espadas, que casi, estaba volando hacia mi para clavarme ambas armas. Salté a un lado evitándolo, pero tan sólo las hizo correr a nivel del suelo para formar un arco con su corte.
Todavía tenía el shock y el recuerdo en mi cuerpo de un vampiro paralizándome por completo y cortándome las piernas para hacerme caer. Sí, conocía la sensación, como la primera vez que sostuve un hacha y tuve que defenderme, o que cazar algo. Miedo.
Sólo mis reflejos estaban defendiéndome entonces, aparté la cabeza atrás, esquivando por poco, muy poco, la primera espada.
Pero el truco estaba es que corriendo el filo de la primera espada por el suelo levantó un montón de nieve a mis ojos. nieve y sangre. Me entró un poco en ellos, momentos en los que empecé a pestañear y a retroceder no a ciegas pero con considerable menos visión. Un guardia me salvo, atravesando con escudo para detener dos espadazos que iban a mí, pero el guerrero nocturno se probó rápido, dando dos cortes más sobre la defensa del mismo antes de guiar un tercero igual que el primer corte, estableciendo un patrón sencillo de 1-2-1. Seguía 2, claro.
No tan claro. Seguía 3. El vampiro giro su espada apuntando abajo y con fuerza la enterró en el pie del guardia, gritándole "¡por metido!" mientras lo hacia. El hierro atravesó limpiamente hierro, cortando el pie del hombre...¿dragón? Y haciéndolo caer a un lado al no poder ya sostenerse.
Todo fue muy rápido. Ver a un hombre cayendo por ayudarme, y al vampiro guiando sus armas hacia él.
—No —dije firmemente. Aunque aún tenía algo de miedo, había atrapado su espada con el espacio que generaba la "barba" de mi hacha.
El vampiro desvió sus ojos a mi e intento liberar el arma forzosamente, girando hacia atrás para, después de liberarla, tener un corte giratorio a mi cuello. Subí la mano mientras mi golem se estiraba, acumulándose arriba, justo a tiempo para endurecerlo y detener la espada al chocar contra la arcilla. Con el vampiro de espaldas y su hacha atrapada en mi espada, subí una pierna, dándole una patada para empujarlo mientras giraba el arma, haciendo que se corriera de mala manera y se doblase un poco la muñeca intentando sacarla.
Dando una pirueta se alejo un poco más, recuperando su guardia y viéndome tan, o más fieramente de lo que yo lo veía a él. Suavicé la masa pegándola a mi brazo, y pegué el otro brazo a ese, cubriéndolos ambos antes de separarlos, momento en que la endurecí de nuevo, protegiendo mis antebrazos, y armándolos. El izquierdo estaba seccionado a los lados, arriba y abajo, como una hilera de dientes con pocos espacios entre ellos; pero bastante profundidad. El segundo terminaba en una garra algo grande, donde uno de las "uñas" individuales era el hacha, algo brotada de la arcilla.
En cuanto el vampiro hizo el más minimo paso me abalance, dando un garrazo con el brazo estirado mientras giraba. El muy infeliz había saltado, dando una vuelta en el aire. No tuve que ver arriba—no es que tuviese tiempo de hacerlo—, sabía que iba a despedazarme desde arriba. Subi el brazo izquierdo, sintiendo dos feroces cortes en el brazo. La arcilla se rompió allí donde corto porque hacer las hileras de dientes había reducido la cantidad disponible y no era una capa tan gruesa. Tenía cortes muy ligeros en el brazo. Ligeros, pero visibles.
Cuando cayó atrás me gire para intentar pegarle con el palmar de la mano derecha, bloqueo con ambas espadas y deslizo una de ellas a lo largo del guante. Lo vi hacerlo, pero no reaccioné hasta que fue tarde, saltando a un lado cuando ya había pasado del antebrazo, ahora también me decoraba una línea roja en la espalda. El corte no era profundo, ni grave, pero tenía MUCHOS problemas con estar sangrando por detrás mientras se luchaba contra vampiros.
El vampiro saltó adelante con un corte descendiente, lo alzó, subiendo la otra mano como un espejo, y giro dando un paso atrás, haciendo un corte en U. De ese paso atrás quedo con espalda hacia el carro. Salto y se empujando con los pies para dispararse como un misil; ambas espadas al frente en un intento de empalarme.
El primer corte lo evité saltando atrás a brazos abiertos, al ver el segundo venir subí ambos brazos, el derecho adelante. Chasqueé la lengua mientras su espada corría por la arcilla, me estaba interponiendo contra mí mismo.
«Cálmate».
A su corte en U intenté atravesar el brazo izquierdo, pero sólo resultó en un tercer corte al antebrazo. Lo estaba metiendo demasiado tímidamente.
Al verlo saltar e impulsarse con los pies me lo pensé. En esas fracciones de segundo. En un intento de forzarme a hacer que mi cuerpo olvidase el miedo cargué adelante también, saltando y deslizándome sobre su espalda con mi brazo derecho, girando horizontalmente sobre él. Cuando mis pies tocaron el suelo sacudí violentamente la garra, el vampiro estaba dando un corte hacia atrás, y su espada se vio despedida al impactar. Ambos notamos el sonido y una parte de nuestras posiciones se volvió obvia.
Al menos el hecho de que estábamos en rango del otro.
El guerrero nocturno se impulso con un pie desde su postura agachada a dar un corte con ambas espadas. Pisé y cargue adelante, como si estuviese tirando un gancho con la izquierda. El impactó resonó, con ambos a centímetros del otro, viéndonos mutuamente. Ambos bajamos la mirada a la vez, viendo el estado del choque: sus espadas, atrapadas en diferentes serraciones que tenía en el brazo izquierdo. Había alcanzado parte de mi piel, pero sólo ligeramente, ni siquiera había cortado aún.
Intentó alejarse, pero empuje más adelante, no iba a dejar ir sus armas ahora. Al parecer al sentirse desafiado empujo también adelante, empezando a hacerme retroceder.
—¡Tengo más fuerza!
—Y-y yo tus armas.
—Te cortaré el brazo —dijo saboreando las palabras, mientras empujaba más, corriendo sus espadas como sierras para penetrar la arcilla.
Inhalé fuertemente, no me dejaría intimidar ahora. No era sólo el orgullo de abandonar el miedo a los vampiros que me había generado el último encuentro. Era algo más. Más profundo. Más importante. Más... transcendental.
Era porque si me estaba alcanzando el brazo.
—¡No creo! —golpeé con el brazo derecho, deshaciendo parte de la arcilla en la movimiento, dejando sólo una delgada capa cubriendo mi mano, y el hacha. En la barba de la misma atrape ambas espadas, y jalé hacia atrás, entonces giré forzosamente el izquierdo, exhalando en un pequeño grito de guerra, haciendo que al estar atrapadas en diferentes puntos, la presión las quebrabá.
En cuanto las armas se quebraron quedamos destrabados. El vampiro soltó el mango de una de sus espadas, y sostuvo la que restaba firmemente, intentando apuñalarme con esa en el estómago. Baje el brazo izquierdo interceptandola, un arma sin filo no iba a penetrar así sin más mi arcilla. El hacha se me había resbalado de la mano en cuanto las espadas se quebraron, pero atrape uno de los fragmentos, apretándolo con algo de fuerza sin temor a cortarme por la capa que restaba, y se la clave en la garganta.
Cuando el vampiro cayó al suelo muerto suavice toda la masa en contacto con mi cuerpo, dejándola caer con el resto para reformar mi golem. Jadeé viendo el cuerpo tirado frente a mí, mientras el ardor del brazo y la espalda se hacían algo más aparentes. Las heridas siempre dolían más cuando la pelea había terminado.
Pero de forma tan obvia como el rugido de un vampiro más rugiendo y saltando hacía mi por mi espalda señalaba que todavía, todavía no lo había hecho.
El intercambio que prosiguió fue como ver a dos esgrimidores de la más alta clase, dando estocadas al aire, buscando el pecho o la cara del otro. Guardando distancia, dando fintas, esperando por un parry, de los que hubo varios, seguidos de ripostes. Sólo que verbalmente, claro. No estaba familiarizado con el uniforme de Dundarak, pero la armadura del sujeto "Davin", se llamaba, lucía pomposa. Era el único con toques dorados en ella entre los hombres. ¿Un capitán? ¿Buscaba imitar el oro con lo dorado en su armadura?
Lo miraba curiosamente cuando sus ojos se clavaron en mí. Le sonreí un poco, antes de borrar la sonrisa, quizás no era correcto sonreirle a oficiales. Oír a Asher mentir sólo fortaleció esa idea, haciéndome voltear a verlo. Ni siquiera estaba esforzándose en sus mentiras. "Algo así", "me hace falta". Que Davin le creyera, o le diese igual, siendo probablemente esto último, lo hacia todo más hilarante.
Me subí a la caravana que vi a Asher y Syl montarse, y comenzó el viaje. Fue horrible durante un rato, nadie decía nada, todos parecían estar en lo suyo, y honestamente, todo el espacio entre Davin y Asher lo hacía todo todavía más horrible. Casi podía ver la presión en forma física, aplastándome con sus manos los hombros y marcando mi espalda con sus garras.
Entonces, Syl habló.
«Gracias» miré al felino con una sonrisa, casi como conmovido. Obviamente esto se arruinó cuando Davin respondió de una forma muy... simplista, y Syl le vio de mala manera. Aparté la mirada, escuchando a medias a Asher sin prestar mucha atención; centrado más en que en realidad no conocía muy bien los detalles de esto tampoco. Antes había dicho que iban a... ¿Atacarnos?
Cuando paró su escaramuza contra el oficial, alcé la mirada, viéndolo. Baje la mirada a mi golem, ciertamente... lo que parecía la masa de un pan algo derretida antes de entrar a un horno no daba miedo.
—En realidad este es el tamaño del golem promedio. Casi —dije, poniendo mi mano en el aire un poco más arriba de donde mi golem llegaba para señalar el tamaño—. Aunque hay animadores que pueden hacer crecer la arcilla con magia y resultan en golems... de... un par de metros, supongo.
Pestañeé ante la mención del encanto temporal. Sonaba interesante, y la duración no parecía un problema, al menos no antes de una pelea. No es que yo pudiese pelear horas seguidas, si acaso unos buenos minutos. Me lleve una mano al pelo, pasándome la mano mientras pensaba que clase de encantos podría añadirle el hombre bestia, siendo un experto.
Observé, todavía acariciándome el pelo pensante, a Asher revisando la ballesta del felino. A mis ojos no tenía nada malo. En cuanto el arcanista soltó su "ya veo" entrecerré los ojos, como apurándome a buscar el error sin dar con él. En cuanto se levantó lo seguí con la mirada unos instantes antes de cortarla y quedarme viendo a mi golem. Deje de acariciarme yo, y lo acaricie a él. O ella. Hmm.
Me mantuve en eso hasta que la voz de Syl me llamó la atención, volteé a verlo, me enseñaba su arma, aunque de forma tan cautelosa como podría esperarme de un extraño, o un gato, y él resultaba ser ambas.
—Madera de Vaathera... y un... canalizador —ladeé la cabeza, buscando este último mientras el gato explicaba. Le sonreí un poco, antes de escucharlo explicar que me había notado viéndola antes—. Er... sí —sonreí, desviando la mirada apenado y haciendo un gesto con la mano—, siento eso. Solamente luce como un gran trabajo y nunca había tenido oportunidad de ver una ballesta de cerca, pero ya me hice una idea de sus partes. Sin el canalizador, claro.
Me pase las manos por el cuerpo, buscando algo con que anotar. Suspiré al recordar que claro, no tenía nada. Me quede viendo el hacha y vi a un lado, por la parte trasera del carruaje. Cuando nos bajáramos en Urd podría buscarme alguna rama gruesa caída, cortarla y 'escribir' con el hacha la palabra "Vaathera", eso me bastaría de recordatorio por si un día me interesaba en comprar una.
Cuando el carro se detuvo estaba muy distraído pensando cosas. Me active cuando todos en ese carruaje, obviamente, empezaron a dispersarse. No me moví del mismo, pero si me puse de pie y tomé a mi golem en brazos, escuchando a Syl, Asher y los guardias.
Dos de los guardias que se habían bajado se miraron las caras, antes de ser ordenados por el que comentó que desconocía si era la misma que había salido con ellos de Dundarak que fueran a chequear. Caminaron hacia la caravana que venía atrás, que fue reduciendo el paso para evitar arrollarlos. Eso y que el conductor preguntase directamente "¡Hey! ¿Qué pasa? ¿Por qué se detienen?" hizo lucir todo bien.
—Eh —dijo un guardia caminando hasta su lado, apuntando al frente—, hay un árbol en el camino, cortad—
Y antes de que pudiese terminar de hablar, se asomó, claro, un vampiro, hablando con la voz del conductor, como si la hubiese copiado mágicamente. Desclavo el puñal con el que había atravesado; no penetrado, el cuerpo del conductor y se abalanzó sobre el guardia que estaba hablando, degollándolo instantáneamente. Ocho vampiros más volaron fuera de ese carro.
—Señor de la Voz —mascullé viendo al degollador. Era curiosamente el mejor tipo de vampiro que conocía, por no decir el único.
Entre los otros ocho había uno con una armadura en su mayoría de cuero, en sus extremidades al menos, siendo su coraza más bien metálica. Llevaba dos espadas gemelas ya desenvainadas, y ya cubiertas de sangre. El que lucía más pomposo de todos bajo, vestido en lo que sólo podría definirse como "ropas de un noble...para un funeral". Sin armadura, sin armas. Claro, sólo hasta que agacho sobre el charco de sangre que había provocado el primero de ellos y deslizó su mano por el mismo, levantando gotas de sangre que estuvieron estáticas en el aire, justo antes de acumularse sobre sus extremidades, formando unas especies de guantes y botas de sangre endurecida, que brillaban de, duh, rojo.
Una de las chicas del grupo se llevo una mano a los ojos en cuanto ocurrió eso, como tapándose del brillo. Alzo las manos con sólo los dedos índice y medio extendidos en ellas y se cubrió de sombras, alejándose del camino para intentar esconderse, evitando una flecha que había volado desde la parte de atrás del carro donde estaba. Seguramente un arquero de los nuestros.
Y fue esa flecha la que sacó un comentario del primer vampiro en aparecer. Que, tras probar la sangre de quien recién había matado, al parecer podía hablar con su voz.
—Uy.
Entonces lo más lejano posible a una batalla campal: no había acuerdos, ni nada se había planeado, y claramente, no estaba la opción de rendirse. Matar o morir. Fantástico.
Baje del carro viendo si podía elegir mi oponente. Con la lluvia de guardias corriendo y todos entrando en lo suyo para pelear realmente no había opción y más bien me vi arrastrado a un encuentro con el tipo de las dos espadas, que casi, estaba volando hacia mi para clavarme ambas armas. Salté a un lado evitándolo, pero tan sólo las hizo correr a nivel del suelo para formar un arco con su corte.
Todavía tenía el shock y el recuerdo en mi cuerpo de un vampiro paralizándome por completo y cortándome las piernas para hacerme caer. Sí, conocía la sensación, como la primera vez que sostuve un hacha y tuve que defenderme, o que cazar algo. Miedo.
Sólo mis reflejos estaban defendiéndome entonces, aparté la cabeza atrás, esquivando por poco, muy poco, la primera espada.
Pero el truco estaba es que corriendo el filo de la primera espada por el suelo levantó un montón de nieve a mis ojos. nieve y sangre. Me entró un poco en ellos, momentos en los que empecé a pestañear y a retroceder no a ciegas pero con considerable menos visión. Un guardia me salvo, atravesando con escudo para detener dos espadazos que iban a mí, pero el guerrero nocturno se probó rápido, dando dos cortes más sobre la defensa del mismo antes de guiar un tercero igual que el primer corte, estableciendo un patrón sencillo de 1-2-1. Seguía 2, claro.
No tan claro. Seguía 3. El vampiro giro su espada apuntando abajo y con fuerza la enterró en el pie del guardia, gritándole "¡por metido!" mientras lo hacia. El hierro atravesó limpiamente hierro, cortando el pie del hombre...¿dragón? Y haciéndolo caer a un lado al no poder ya sostenerse.
Todo fue muy rápido. Ver a un hombre cayendo por ayudarme, y al vampiro guiando sus armas hacia él.
—No —dije firmemente. Aunque aún tenía algo de miedo, había atrapado su espada con el espacio que generaba la "barba" de mi hacha.
El vampiro desvió sus ojos a mi e intento liberar el arma forzosamente, girando hacia atrás para, después de liberarla, tener un corte giratorio a mi cuello. Subí la mano mientras mi golem se estiraba, acumulándose arriba, justo a tiempo para endurecerlo y detener la espada al chocar contra la arcilla. Con el vampiro de espaldas y su hacha atrapada en mi espada, subí una pierna, dándole una patada para empujarlo mientras giraba el arma, haciendo que se corriera de mala manera y se doblase un poco la muñeca intentando sacarla.
Dando una pirueta se alejo un poco más, recuperando su guardia y viéndome tan, o más fieramente de lo que yo lo veía a él. Suavicé la masa pegándola a mi brazo, y pegué el otro brazo a ese, cubriéndolos ambos antes de separarlos, momento en que la endurecí de nuevo, protegiendo mis antebrazos, y armándolos. El izquierdo estaba seccionado a los lados, arriba y abajo, como una hilera de dientes con pocos espacios entre ellos; pero bastante profundidad. El segundo terminaba en una garra algo grande, donde uno de las "uñas" individuales era el hacha, algo brotada de la arcilla.
En cuanto el vampiro hizo el más minimo paso me abalance, dando un garrazo con el brazo estirado mientras giraba. El muy infeliz había saltado, dando una vuelta en el aire. No tuve que ver arriba—no es que tuviese tiempo de hacerlo—, sabía que iba a despedazarme desde arriba. Subi el brazo izquierdo, sintiendo dos feroces cortes en el brazo. La arcilla se rompió allí donde corto porque hacer las hileras de dientes había reducido la cantidad disponible y no era una capa tan gruesa. Tenía cortes muy ligeros en el brazo. Ligeros, pero visibles.
Cuando cayó atrás me gire para intentar pegarle con el palmar de la mano derecha, bloqueo con ambas espadas y deslizo una de ellas a lo largo del guante. Lo vi hacerlo, pero no reaccioné hasta que fue tarde, saltando a un lado cuando ya había pasado del antebrazo, ahora también me decoraba una línea roja en la espalda. El corte no era profundo, ni grave, pero tenía MUCHOS problemas con estar sangrando por detrás mientras se luchaba contra vampiros.
El vampiro saltó adelante con un corte descendiente, lo alzó, subiendo la otra mano como un espejo, y giro dando un paso atrás, haciendo un corte en U. De ese paso atrás quedo con espalda hacia el carro. Salto y se empujando con los pies para dispararse como un misil; ambas espadas al frente en un intento de empalarme.
El primer corte lo evité saltando atrás a brazos abiertos, al ver el segundo venir subí ambos brazos, el derecho adelante. Chasqueé la lengua mientras su espada corría por la arcilla, me estaba interponiendo contra mí mismo.
«Cálmate».
A su corte en U intenté atravesar el brazo izquierdo, pero sólo resultó en un tercer corte al antebrazo. Lo estaba metiendo demasiado tímidamente.
Al verlo saltar e impulsarse con los pies me lo pensé. En esas fracciones de segundo. En un intento de forzarme a hacer que mi cuerpo olvidase el miedo cargué adelante también, saltando y deslizándome sobre su espalda con mi brazo derecho, girando horizontalmente sobre él. Cuando mis pies tocaron el suelo sacudí violentamente la garra, el vampiro estaba dando un corte hacia atrás, y su espada se vio despedida al impactar. Ambos notamos el sonido y una parte de nuestras posiciones se volvió obvia.
Al menos el hecho de que estábamos en rango del otro.
El guerrero nocturno se impulso con un pie desde su postura agachada a dar un corte con ambas espadas. Pisé y cargue adelante, como si estuviese tirando un gancho con la izquierda. El impactó resonó, con ambos a centímetros del otro, viéndonos mutuamente. Ambos bajamos la mirada a la vez, viendo el estado del choque: sus espadas, atrapadas en diferentes serraciones que tenía en el brazo izquierdo. Había alcanzado parte de mi piel, pero sólo ligeramente, ni siquiera había cortado aún.
Intentó alejarse, pero empuje más adelante, no iba a dejar ir sus armas ahora. Al parecer al sentirse desafiado empujo también adelante, empezando a hacerme retroceder.
—¡Tengo más fuerza!
—Y-y yo tus armas.
—Te cortaré el brazo —dijo saboreando las palabras, mientras empujaba más, corriendo sus espadas como sierras para penetrar la arcilla.
Inhalé fuertemente, no me dejaría intimidar ahora. No era sólo el orgullo de abandonar el miedo a los vampiros que me había generado el último encuentro. Era algo más. Más profundo. Más importante. Más... transcendental.
Era porque si me estaba alcanzando el brazo.
—¡No creo! —golpeé con el brazo derecho, deshaciendo parte de la arcilla en la movimiento, dejando sólo una delgada capa cubriendo mi mano, y el hacha. En la barba de la misma atrape ambas espadas, y jalé hacia atrás, entonces giré forzosamente el izquierdo, exhalando en un pequeño grito de guerra, haciendo que al estar atrapadas en diferentes puntos, la presión las quebrabá.
En cuanto las armas se quebraron quedamos destrabados. El vampiro soltó el mango de una de sus espadas, y sostuvo la que restaba firmemente, intentando apuñalarme con esa en el estómago. Baje el brazo izquierdo interceptandola, un arma sin filo no iba a penetrar así sin más mi arcilla. El hacha se me había resbalado de la mano en cuanto las espadas se quebraron, pero atrape uno de los fragmentos, apretándolo con algo de fuerza sin temor a cortarme por la capa que restaba, y se la clave en la garganta.
Cuando el vampiro cayó al suelo muerto suavice toda la masa en contacto con mi cuerpo, dejándola caer con el resto para reformar mi golem. Jadeé viendo el cuerpo tirado frente a mí, mientras el ardor del brazo y la espalda se hacían algo más aparentes. Las heridas siempre dolían más cuando la pelea había terminado.
Pero de forma tan obvia como el rugido de un vampiro más rugiendo y saltando hacía mi por mi espalda señalaba que todavía, todavía no lo había hecho.
Anders
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Re: Voluntad y poder [Privado] [CEERADO]
-...Parecen muy violentos.- suspiré, invocando a Eclipse. -Tres sangre, tres voz, dos sombra, dos inútiles sin talento. En este lado.- conté.
-Odio los de voz.- gruñó Syl. El felino pasó la mano por el canalizador de la ballesta que había mostrado, apuntando a uno de los vampiros en concreto. Una daga voló hacia él, pero se agachó a tiempo y solo llegó a incrustarse en la madera del carro. Como respuesta, el gato disparó el virote que estaba formando, un cristal ígneo que, en décimas de segundo, aumentó de tamaño hasta parecer una lanza de llamas sólidas. [1]
El proyectil atravesó el torso de un tercer vampiro: ni el que había apuntado originalmente ni el que lanzó la daga. Su cuerpo se prendió fuego casi al instante, iluminando al resto y haciéndoles retroceder de sorpresa un momento. Lanzándose a una velocidad endiablada, el felino saltó hacia el que había lanzado el proyectil, aprovechando la distracción. La cuchilla de su brazal se extendió, hundiéndose en su espalda. Tras esto, el felino levantó ligeramente el cadaver, y una onda expansiva salió de su puño, librándose del cuerpo y lanzándolo como un proyectil con una gran fuerza contra otro de los vampiros. [2] Este tuvo la suerte de esquivarlo.
Ver al felino era hipnótico. Prácticamente hacía que me quisiera casar con él de nuevo.
-No oigo explosiones. ¡Muévete, Asher!- me regañó. Salí de mi estupor, justo a tiempo para bloquear el tajo de un hacha cubierta de sangre. El dueño de esta rió como un lunático sobre mi cara, alzando la otra hacha para aprovechar que no podría bloquearla. Lamentablemente para él, si podía. Una de las runas de Eclipse se iluminó, y una copia de luz del arma se formó en mi mano izquierda. [3] Por mayor fortuna, la hoja del arma se materializó dentro de la muñeca del vampiro, anclándolo en el sitio y quemando su sangre maldita.
Con eso, despacharlo fue sencillo. Hundí a Destello en su cráneo y me saqué al tipo de encima. Fue entonces cuando vi a Anders.
Estaba... haciendo algo. Con... ¿barro? ¿arcilla? ¿su golem?
Que elfo tan raro. Mejor que le ayudase, supuse. Como mínimo, había sobrevivido un poco más de lo que esperaba. Deshice las espadas momentáneamente y llevé ambas manos a los bolsillos de mi costados, sacando dos runas distintas. Lancé la primera, y un fuerte chasquido sonó junto a la cabeza del vampiro que atacaba al semielfo. El desgraciado salió volando como si le hubiese golpeado con un martillo, siendo derribado y cayendo por el suelo. Lancé la otra piedra y cogí al vuelo, guiñándole el ojo a Anders mientras me acercaba. [4]
Volví a invocar a Destello, tendiéndole la espada de luz sólida al joven.
-Prueba con esto, chico.- dije, con un tono casi burlón. -Se usa... así.- Mi propia arma empezó a resplandecer con más fuerza, al mismo tiempo que su copia. [5] Ambas resonaron con intensidad, otorgándoles energía a los que las blandían. O al que la blandía y al elfo que la sujetaba. Con aquello, me enfrenté al vampiro que había derribado momentos atrás. Había sobrevivido, quizás algo más estúpido que antes.
No mucho, por supuesto. Estaba entre los inútiles sin talento. Ni siquiera parecía llevar armas además de sus... garras. Uñas largas. ¿Dedos afilados? Espíritus, ¿y estos les daban problemas a los dragones?
Como si fuese un animal salvaje, el vampiro se lanzó a por mi a cuatro patas. Sin pensarlo dos veces, arrojé a Eclipse contra él, hundiendo la espada bastarda en su hombro. Aquello fue suficiente para desequilibrarlo y hacerle tropezar, pero no le mató. Sin embargo, el arma se desvaneció de su hombro y se materializó de nuevo en mi mano. La arrojé de nuevo. Esta vez, fue directa al cuello. Repetí el truco una vez más, pero no llegué a arrojarla. Una cúpula de sombras cubrió mi campo de visión. Resoplé. Incluso percibiendo el éter, era difícil orientarse en aquello.
-El chuho se cree listo y fuerte...- dijo una voz femenina. Parecía moverse a mi alrededor, haciéndolo algo desorientador.
-Pero su magia es de mentira. No sabe lo que es poder...- dijo otra. Estaba haciendo lo mismo, en sentido contrario. Me quedé quieto. Podían atacar desde cualquier parte.
-¿A qué sabrá su sangre? Me pregunto si...-
-¡CIERRA LA MALDITA BOCA, MUGRIENTA CHUPARRATAS!- exclamé, irritado. Mi armadura comenzó a brillar con intensidad, despejando las sombras y revelando a dos vampiresas encandiladas por la luz repentina. [6] Golpeé a la más cercana con un derechazo directo a la cabeza, lanzándola dando tumbos por el suelo.
Resoplé. No debían quedar muchos. Syl se había puesto a ayudar a los otros guardias. Aquello sería breve.
[1] Habilidad de Syl: Impacto Crítico (combinada con Quimera)
[2] Habilidad de Syl: Onda de Choque
[3] Eclipse - Runa de Oshu (se la presto a Anders hasta el final de su siguiente turno)
[4] Objeto Limitado: Runa Impulso
[5] Eclipse - Potenciar (aumenta los atributos tanto de Asher como de Anders en un 35% un turno)
[6] Santuario
-Odio los de voz.- gruñó Syl. El felino pasó la mano por el canalizador de la ballesta que había mostrado, apuntando a uno de los vampiros en concreto. Una daga voló hacia él, pero se agachó a tiempo y solo llegó a incrustarse en la madera del carro. Como respuesta, el gato disparó el virote que estaba formando, un cristal ígneo que, en décimas de segundo, aumentó de tamaño hasta parecer una lanza de llamas sólidas. [1]
El proyectil atravesó el torso de un tercer vampiro: ni el que había apuntado originalmente ni el que lanzó la daga. Su cuerpo se prendió fuego casi al instante, iluminando al resto y haciéndoles retroceder de sorpresa un momento. Lanzándose a una velocidad endiablada, el felino saltó hacia el que había lanzado el proyectil, aprovechando la distracción. La cuchilla de su brazal se extendió, hundiéndose en su espalda. Tras esto, el felino levantó ligeramente el cadaver, y una onda expansiva salió de su puño, librándose del cuerpo y lanzándolo como un proyectil con una gran fuerza contra otro de los vampiros. [2] Este tuvo la suerte de esquivarlo.
Ver al felino era hipnótico. Prácticamente hacía que me quisiera casar con él de nuevo.
-No oigo explosiones. ¡Muévete, Asher!- me regañó. Salí de mi estupor, justo a tiempo para bloquear el tajo de un hacha cubierta de sangre. El dueño de esta rió como un lunático sobre mi cara, alzando la otra hacha para aprovechar que no podría bloquearla. Lamentablemente para él, si podía. Una de las runas de Eclipse se iluminó, y una copia de luz del arma se formó en mi mano izquierda. [3] Por mayor fortuna, la hoja del arma se materializó dentro de la muñeca del vampiro, anclándolo en el sitio y quemando su sangre maldita.
Con eso, despacharlo fue sencillo. Hundí a Destello en su cráneo y me saqué al tipo de encima. Fue entonces cuando vi a Anders.
Estaba... haciendo algo. Con... ¿barro? ¿arcilla? ¿su golem?
Que elfo tan raro. Mejor que le ayudase, supuse. Como mínimo, había sobrevivido un poco más de lo que esperaba. Deshice las espadas momentáneamente y llevé ambas manos a los bolsillos de mi costados, sacando dos runas distintas. Lancé la primera, y un fuerte chasquido sonó junto a la cabeza del vampiro que atacaba al semielfo. El desgraciado salió volando como si le hubiese golpeado con un martillo, siendo derribado y cayendo por el suelo. Lancé la otra piedra y cogí al vuelo, guiñándole el ojo a Anders mientras me acercaba. [4]
Volví a invocar a Destello, tendiéndole la espada de luz sólida al joven.
-Prueba con esto, chico.- dije, con un tono casi burlón. -Se usa... así.- Mi propia arma empezó a resplandecer con más fuerza, al mismo tiempo que su copia. [5] Ambas resonaron con intensidad, otorgándoles energía a los que las blandían. O al que la blandía y al elfo que la sujetaba. Con aquello, me enfrenté al vampiro que había derribado momentos atrás. Había sobrevivido, quizás algo más estúpido que antes.
No mucho, por supuesto. Estaba entre los inútiles sin talento. Ni siquiera parecía llevar armas además de sus... garras. Uñas largas. ¿Dedos afilados? Espíritus, ¿y estos les daban problemas a los dragones?
Como si fuese un animal salvaje, el vampiro se lanzó a por mi a cuatro patas. Sin pensarlo dos veces, arrojé a Eclipse contra él, hundiendo la espada bastarda en su hombro. Aquello fue suficiente para desequilibrarlo y hacerle tropezar, pero no le mató. Sin embargo, el arma se desvaneció de su hombro y se materializó de nuevo en mi mano. La arrojé de nuevo. Esta vez, fue directa al cuello. Repetí el truco una vez más, pero no llegué a arrojarla. Una cúpula de sombras cubrió mi campo de visión. Resoplé. Incluso percibiendo el éter, era difícil orientarse en aquello.
-El chuho se cree listo y fuerte...- dijo una voz femenina. Parecía moverse a mi alrededor, haciéndolo algo desorientador.
-Pero su magia es de mentira. No sabe lo que es poder...- dijo otra. Estaba haciendo lo mismo, en sentido contrario. Me quedé quieto. Podían atacar desde cualquier parte.
-¿A qué sabrá su sangre? Me pregunto si...-
-¡CIERRA LA MALDITA BOCA, MUGRIENTA CHUPARRATAS!- exclamé, irritado. Mi armadura comenzó a brillar con intensidad, despejando las sombras y revelando a dos vampiresas encandiladas por la luz repentina. [6] Golpeé a la más cercana con un derechazo directo a la cabeza, lanzándola dando tumbos por el suelo.
Resoplé. No debían quedar muchos. Syl se había puesto a ayudar a los otros guardias. Aquello sería breve.
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[1] Habilidad de Syl: Impacto Crítico (combinada con Quimera)
[2] Habilidad de Syl: Onda de Choque
[3] Eclipse - Runa de Oshu (se la presto a Anders hasta el final de su siguiente turno)
[4] Objeto Limitado: Runa Impulso
[5] Eclipse - Potenciar (aumenta los atributos tanto de Asher como de Anders en un 35% un turno)
[6] Santuario
Asher Daregan
Aerandiano de honor
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Re: Voluntad y poder [Privado] [CEERADO]
Uriel pensó que la noche no podía haber ido peor; Elige como escondrijo una carreta de tráfico ilegal, desobedece sin querer una orden directa de su maestro, acaba en una ciudad desconocida repleta de dragones…..¡Pero se equivocó! ¡Fue realmente ingenuo! ¡Podía salir aún peor! Sus muñecas estaban atadas de forma incómoda y dolorosa, su boca y ojos fueron tapados por telas de dudosa procedencia ¡Y lo peor es que acabó a merced de la peor raza posible, la suya propia! Solo un vampiro podía llegar a comprender hasta dónde se extendía la maldad de los vampiros ¡Estaba en un verdadero aprieto!
Ah~ ¿Porque tengo tan mala suerte? ¡Yo solo quería volver a casa! M-Maestro….¡N-No! ¡Rendirte es un NO rotundo, Uriel! ¡H-Hay que ser positivos! Estos tipos parecen no tener demasiadas luces~ Tal vez pueda ingeniárselas para escapar
El infante fue capturado cuando sin querer se topó con el vampiro explorador de lo que parecía ser un grupo conformado enteramente por vampiros. Tal vez entró en pánico o sencillamente le vio como una presa fácil pero en vez de ignorarlo comenzó a perseguirlo y atacarle con claras intenciones de atraparlo, cosa que al poco logró ¡Fue algo totalmente inevitable! Ese vampiro era la peor clase para alguien que trata de escapar; Un señor de la sombras ¡Incluso si su cuerpo era ágil y veloz no podía hacer nada contra un vampiro que literalmente puede fundirse en las sombras! Como resultado, fue capturado, atado y casi asesinado ¡Lo único que le salvó fue que se percataron de que era un vampiro a tiempo! Los vampiros podían ser seres rastreros y traicioneros pero muy rara vez encontrarías a uno que se alimenta de sangre de vampiro a propósito, generalmente, era una acción considerada repugnante y visto como canibalismo además de que el sabor de la sangre de vampiro era repugnante.
Tras entender que no podían comerse a Uriel la discusión pasó a cómo encargarse del niño, por mucha hambre que tuvieran no se rebajarían a beber sangre de su propia raza y tampoco podían dejar al niño irse así como así ¡Aunque la respuesta era obvia, la verdad! El mismo Uriel hubiera escogido matar para silenciar si estuviera en sus zapatos, incluso si eran imbéciles tarde o temprano llegarán a la misma conclusión que el infante ¡Así que recurrió a su última baza! Reveló su estatus como vampiro noble, cosa que logró el efecto deseado ¡Comenzaron a dudar seriamente en matarlo! Si algo sabía un vampiro es que debían cuidarse de los clanes, tener hambre sería la menor de las preocupaciones si le buscaban las cosquillas a un clan poderoso.
Finalmente, tras un rato de indecisión y recibir la noticia de una carreta con pinta de cena gratis de la mano del explorador, decidieron posponer la discusión hasta después de comer. Dejaron atrás al novato de turno para vigilar a Uriel, todos los demás se fueron a atacar la carreta ¡Probablemente se trata de esa con el centi-algo-más! El joven vampiro quien no parecía tener demasiada edad, como máximo 30 años desde su conversión, se quejó en voz alta de cómo el grupo lo trataba como recadero y le daban siempre la peor parte.
Uriel, por su parte, utilizó el momento para intentar aflojar las cuerdas en sus muñecas, un proceso lento pero seguro ¡Si era un vampiro debilucho como ese sin capacidades podría huir si lo hacía correctamente! Conteniendo una sonrisita alegre, Uriel pretendió estar asustado y ser dócil mientras con cuidado iba aflojando las sogas ¡Aprendes mucho con los años! Tal vez mucho de ese tiempo lo pasó recluido en la mansión de su maestro pero de sus 90 años de vida 10 los pasó prácticamente viajando por el continente, inevitablemente, incluso si su mentalidad pertenecía a un crío de 11 años, tenía muchos ases bajo la manga y la suficiente experiencia para arreglárselas en situaciones así sin problemas.
¡Bien! Ya está lo suficientemente suelto~ ¡Solo un pequeño tirón más! Jeje~ Como se esperaba de mí~ ¡No hay cuerda que se me resista!
En cuanto sintió la cuerda desgastada cediendo lo suficiente para poder quitarlas el vampirito lanzó una exclamación de victoria en su cabeza que de inmediato fue substituida por insultos cuando, de forma brusca y mal educada, el chico vampiro le obligó a ponerse en pie. El vampirito se vio obligado a sujetar sus ataduras para que el maleducado desconocido no notara que las había aflojado. Tras un buen rato de esperar en vano a sus compañeros, el vampiro decidió que iría a ver que diablos les había sucedido para que tardaran tanto, al parecer Uriel le estaba acompañando al lugar así que le sacó la venda de los ojos.
¡¿Eh~?! Ya tenía la cuerda suelta ¡Jo! Supongo que tendré que esperar a que este maldito abusador infantil se distraiga….
Quejándose molesto y decepcionado en su cabeza, Uriel se vio obligado a obedecer dócilmente al molesto y arrogante vampiro ¡No podía permitirse cometer un error! Incluso si era solo un vampiro recién convertido seguía pudiendo matar a Uriel si era provocado ¡De hecho ese novato era más peligroso que un vampiro experimentado! Tendían a perder la paciencia y se desesperaba más rápidamente que un experimentado, si debía huir debía de ser en el momento más seguro posible.
El momento no tardó en pasar, llegaron al lugar donde la carreta fue vista solo para ver la increíble vista de los amenazantes vampiros siendo totalmente sobrepasados por el centi-algo, el gato y un elfo ¡Hasta Uriel se quedó de piedra! Estaba realmente seguro de que eran alimento para vampiro ¡No se podía fiarse uno de las apariencias! El joven vampiro quedó totalmente anonadado por la vista, momento que que aprovechó Uri para empujarlo al lugar de combate utilizando el peso su cuerpecillo infantil y sus fuerzas. No era un golpe fuerte, con esas fuerzas, en una caso normal, apenas podría empujar un adulto pero el vampiro adulto bajó lo suficiente la guardia como para ser empujado sin poder hacer nada directamente hacía la carreta, exponiéndolo.
Uriel no esperó siquiera que el vampiro terminara de caer, de inmediato se recompuso y se preparó para correr mientras terminaba de deshacer las ataduras de sus manos que seguían un poco enredadas en sus enrojecidas y adoloridas muñecas. El plan del infante era bueno y su ejecución perfecta pero no contó conque no era el único que tenía una rápida reacción. Justo antes de caer, el vampiro logró alcanzar las cuerdas aún enredadas en las muñecas del infante y tirar de ellas, haciendo que Uriel cayera junto al adulto contra la carreta, exponiéndolos a ambos.
“¡Wuaaah! A-ah……¡Ah!.....¡.....!”
Con un gritito infantil cargado de sorpresa, el infante impactó contra el suelo justo al lado de su captor, enseguida se arrepintió al sentir las miradas clavadas sobre él ¡Ahora sí que la había liado parda!
Uri
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Re: Voluntad y poder [Privado] [CEERADO]
El campo de batalla era un absoluto caos, entre la oscuridad de la noche y la cantidad de gente era casi imposible saber que estaba ocurriendo que no estuviera directamente frente a uno. Y aún, lo que estaba directamente al frente, a veces no era del todo sencillo de procesar.
Esperaba que hubiese alguien que conociera de medicina, no eran cortes profundos, pero...
«!!»
Al escuchar un rugido me di vuelta, era tarde para moverse. Cerré un ojo y apreté los dientes, subiendo el brazo que menos prefería. Aparentemente el izquierdo, si mordía, que mordiese allí. Antes de que recibiera algún estímulo de tacto, tuve uno auditivo, seguido de uno visual.
El sonido de una pequeña explosión, más como un golpe bien acertado por uno de esos monjes raros, que llevaban el truco de "tengo tu nariz" a puntos exagerados cuando sus puños te tocaban la cara y repentinamente, ya no tenías nariz, pero de verdad. Después de la explosión, apenas pude ver a un lado, el cuerpo del vampiro había salido volando y ahora se deslizaba por el suelo. Al escuchar otro sonido similar, volteé alarmado en su dirección, viendo al hombre bestia pasarme por el frente, con una burla y un guiño.
—Gracias —estiré la mano, tomando la espada que me tendía. La giré un poco revisándola, ¿era un constructo de luz? ¿Esto no era una forma de magia élfica? ¿También podía usar magia de l—
"Maestro arcanista" resonó por mi cabeza. «Por supuesto».
Cuando la espada empezó a brillar con más fuerza titubee un poco, antes de apretarla sosteniéndola mejor. La de Asher brillaba exactamente igual, y ahora que me fijaba en ella, esta no vendría tanto a ser sólo un constructo como una copia. Por unos segundos sentí como si me envolviese algo cálido, pero no le presté demasiada atención distraído al ver el arcanista avanzar, no tenía la más mínima idea de como usar una espada... osea, no era un secreto como cortar cosas, pero no podía decir que tuviese la fineza de los maestros en ella. Di un par de adelante, acomodándome en un ángulo que me permitiese observar el enfrentamiento.
«¡Yo no puedo hacer eso!» vi al arcanista, luego de que enseñase la técnica de esgrima de la Escuela Asher: lanzar la espada. Varias veces. Era una violación de lo que justamente no se hacía con una espada, tanto que yo lo sabía; pero este tipo se las había arreglado para hacer tal táctica efectiva.
Sólo pude negar con la cabeza observando como el pobre vampiro caía. Cuando lo cubrieron las sombras subí la espada en guardia, aunque más de una persona que se apreciara peleando con una se quejaría de que estaba lleno de huecos. Cuando pensé en dar una pequeña estocada adelante, empezó a brillar. «Ah, con qué eran dos».
Al ver el puñetazo que se tragó una me lleve una mano a la cara. No sé porque me preocupaba, claramente él, de todas las personas, era el que menos estaba teniendo problemas en sobrevivir.
Me di vuelta, y entonces vi a Syl.
Quizás el que estaba teniendo menos problemas era él. La velocidad con la que se estaba moviendo era absurda, incluso para un gato. Estaban empezando a caer como moscas ya, pero honestamente, me ponía nervioso no hacer más nada cuando me habían confiado esta réplica de luz. Sería horrible no haber muerto por un vampiro como para que me matase un Asher ofendido.
Bajé la mano levantando parte del golem y corrí adelante, haciéndolo más duro. La magia fluyó mucho más rápido, y más, de lo que había logrado nunca. Me extrañe un poco, pero no me iba a quejar. Había formado una especie de guantelete que me cubría hasta el codo, con una serie de 'tentáculos' terminados en bolas saliendo del final, como una especie de mayal múltiple.
Ya de por sí que la espada fuese de luz parecía ser muy desmotivador para el vampiros que me veía. Era el pomposo de antes, ahora cubierto por guantes y botas más gruesas hechas de sangre, con ambos pares de piezas ahora más grandes, y el resto de su cuerpo recubierto por una fina capa de armadura sangría. No quería imaginar a cuantos guaridas habría malogrado, pero el... charco de sangre, donde estaba parado, decía "unos cuantos".
Agité el brazo hacia él, intentando golpearlo con las esferas. De una única y calculada patada ascendente el vampiro desvió todas arriba. Bajo la pierna, girando rápidamente para dar otra patada arriba de nuevo, esta vez provocando que del charco se levantase una cuchilla roja que choco contra la arcilla, cortándola y separando las esferas de su respectivo tentáculo. En cuanto empezaron a caer las esferas giró, pateando y golpeando cada una de ellas, disparándolas como proyectiles a donde estaba. Justo tras la última, cargo adelante.
Seguía siendo mi golem, así que suavice esas, dejando que impactaran contra mi pecho y endureciéndolas de nuevo allí, formando una capa que me protegió de su golpe, parcialmente. Igual me vi empujado atrás, igual perdí el aire.
Pero el brazo con el que me había golpeado ya no estaba en su lugar. Ambos vimos con igual sorpresa el miembro segado en el suelo, y después a la espada. Sabía que la luz era dañina para los vampiros, pero esto era... exagerado. Que fuese algo que había generado el arcanista seguramente ayudaba; un leve movimiento descendiente durante su carga, y ahí estaba su brazo.
El vampiro trago tanta saliva como yo, antes de enseriarse y ver la luz (je) en que le cortase el brazo: más grande corriendo el suelo. Piso fuerte absorbiendo la sangre en sus botas, bañándola de cuchillas por doquier. Estiró la pierna atrás cargándola, y pateó con fuerza.
Me pegué el antebrazo al pecho, uniendo la masa que tenía en este último a la del brazo y acumulándola toda sobre la mano, no tentáculos, no sierras, no esferas, no nada, sólo un guantelete cómicamente grande y hecho de arcilla. Quizás estaba haciendo algo como una mala imitación de lo que hacia el vampiro con la luz, pero logré salir iluso de la patada, aún cuando me vi empujado atrás y el golem se caía de mi brazo.
¿Qué había hecho el hombre bestia con las runas? ¿Estallaban empujando las cosas con una fuerza ridícula, no?
Pinché con la espada adelante para alejar al vampiro y comprarme tiempo de meter la mano en un bolsillo. Cuando desvió la espada de una patada a un lado, abriéndome, giró para proporcionar una patada giratoria. Lancé la runa contra ella. {1}
La explosión empujo su pierna atrás, incluso un poco a mí por la cercanía del punto de impacto, pero él estaba más fuera de balance. Tomando una página del libro del propio vampiro terminé de girar hacia la dirección que había pateado la espada, aprovechándome del momentum. Cuando terminé el giro, lo único que ahora estaba girando era la cabeza del vampiro.
—...Vaya —dije, viendo la espada y acercando un dedo cuidadosamente al filo. No me atreví a tocarlo—. Esta cosa es peligrosa.
—Es más peligroso girar durante una pelea. Sobretodo cerrada. Lo único más estúpido sería lanzarla —dijo un guardia cercano, que llevaba una espada.
—Pero Ash—
—¿Tú puedes hacer aparecer espadas en tus manos?
Ambos nos vimos en el incómodo silencio que suponía discutir cosas que no se debían hacer con una espada en pleno campo de batalla. Ahí note mi visión algo nublada y la debilidad corporal que tenía encima, las heridas sufridas en la pelea anterior me estaban pasando factura...
Yo y el soldado pegamos un salto ante el sonido y la imagen de un vampiro saliendo casi a espaldas, chocando contra la carreta que teníamos al lado. Sin embargo; ese no era el sonido preocupante, era la del grito de un niño. El guardia y y nos miramos a los ojos un segundo, como poniéndonos de acuerdo mentalmente, y cargamos a la posición. El guardia lanzó una veloz estocada, planeando alejar al vampiro de lo que claramente era solo un niño pequeño. Yo tenía la espada hecha de luz, así que no contaba con que ningún vampiro se me acercase voluntariamente, no mientras escondiese el hecho de que estaba herido. No quedaban demasiados. Corriendo la mirada por el campo, más bien parecían empezar a huir.
Le tendí mi mano ensangrentada al joven. Esa era sangre propia, que también me había hecho en la pelea anterior. Al notarla cubierta de rojo me apene, me la pase por el pantalón para limpiarme un poco y se la volví a ofrecer. Fijándome mejor en él, particularmente su pelo, entrecerré los ojos. ¿Era el niño del bolso?
—¿Estás bien?
Esperaba que hubiese alguien que conociera de medicina, no eran cortes profundos, pero...
«!!»
Al escuchar un rugido me di vuelta, era tarde para moverse. Cerré un ojo y apreté los dientes, subiendo el brazo que menos prefería. Aparentemente el izquierdo, si mordía, que mordiese allí. Antes de que recibiera algún estímulo de tacto, tuve uno auditivo, seguido de uno visual.
El sonido de una pequeña explosión, más como un golpe bien acertado por uno de esos monjes raros, que llevaban el truco de "tengo tu nariz" a puntos exagerados cuando sus puños te tocaban la cara y repentinamente, ya no tenías nariz, pero de verdad. Después de la explosión, apenas pude ver a un lado, el cuerpo del vampiro había salido volando y ahora se deslizaba por el suelo. Al escuchar otro sonido similar, volteé alarmado en su dirección, viendo al hombre bestia pasarme por el frente, con una burla y un guiño.
—Gracias —estiré la mano, tomando la espada que me tendía. La giré un poco revisándola, ¿era un constructo de luz? ¿Esto no era una forma de magia élfica? ¿También podía usar magia de l—
"Maestro arcanista" resonó por mi cabeza. «Por supuesto».
Cuando la espada empezó a brillar con más fuerza titubee un poco, antes de apretarla sosteniéndola mejor. La de Asher brillaba exactamente igual, y ahora que me fijaba en ella, esta no vendría tanto a ser sólo un constructo como una copia. Por unos segundos sentí como si me envolviese algo cálido, pero no le presté demasiada atención distraído al ver el arcanista avanzar, no tenía la más mínima idea de como usar una espada... osea, no era un secreto como cortar cosas, pero no podía decir que tuviese la fineza de los maestros en ella. Di un par de adelante, acomodándome en un ángulo que me permitiese observar el enfrentamiento.
«¡Yo no puedo hacer eso!» vi al arcanista, luego de que enseñase la técnica de esgrima de la Escuela Asher: lanzar la espada. Varias veces. Era una violación de lo que justamente no se hacía con una espada, tanto que yo lo sabía; pero este tipo se las había arreglado para hacer tal táctica efectiva.
Sólo pude negar con la cabeza observando como el pobre vampiro caía. Cuando lo cubrieron las sombras subí la espada en guardia, aunque más de una persona que se apreciara peleando con una se quejaría de que estaba lleno de huecos. Cuando pensé en dar una pequeña estocada adelante, empezó a brillar. «Ah, con qué eran dos».
Al ver el puñetazo que se tragó una me lleve una mano a la cara. No sé porque me preocupaba, claramente él, de todas las personas, era el que menos estaba teniendo problemas en sobrevivir.
Me di vuelta, y entonces vi a Syl.
Quizás el que estaba teniendo menos problemas era él. La velocidad con la que se estaba moviendo era absurda, incluso para un gato. Estaban empezando a caer como moscas ya, pero honestamente, me ponía nervioso no hacer más nada cuando me habían confiado esta réplica de luz. Sería horrible no haber muerto por un vampiro como para que me matase un Asher ofendido.
Bajé la mano levantando parte del golem y corrí adelante, haciéndolo más duro. La magia fluyó mucho más rápido, y más, de lo que había logrado nunca. Me extrañe un poco, pero no me iba a quejar. Había formado una especie de guantelete que me cubría hasta el codo, con una serie de 'tentáculos' terminados en bolas saliendo del final, como una especie de mayal múltiple.
Ya de por sí que la espada fuese de luz parecía ser muy desmotivador para el vampiros que me veía. Era el pomposo de antes, ahora cubierto por guantes y botas más gruesas hechas de sangre, con ambos pares de piezas ahora más grandes, y el resto de su cuerpo recubierto por una fina capa de armadura sangría. No quería imaginar a cuantos guaridas habría malogrado, pero el... charco de sangre, donde estaba parado, decía "unos cuantos".
Agité el brazo hacia él, intentando golpearlo con las esferas. De una única y calculada patada ascendente el vampiro desvió todas arriba. Bajo la pierna, girando rápidamente para dar otra patada arriba de nuevo, esta vez provocando que del charco se levantase una cuchilla roja que choco contra la arcilla, cortándola y separando las esferas de su respectivo tentáculo. En cuanto empezaron a caer las esferas giró, pateando y golpeando cada una de ellas, disparándolas como proyectiles a donde estaba. Justo tras la última, cargo adelante.
Seguía siendo mi golem, así que suavice esas, dejando que impactaran contra mi pecho y endureciéndolas de nuevo allí, formando una capa que me protegió de su golpe, parcialmente. Igual me vi empujado atrás, igual perdí el aire.
Pero el brazo con el que me había golpeado ya no estaba en su lugar. Ambos vimos con igual sorpresa el miembro segado en el suelo, y después a la espada. Sabía que la luz era dañina para los vampiros, pero esto era... exagerado. Que fuese algo que había generado el arcanista seguramente ayudaba; un leve movimiento descendiente durante su carga, y ahí estaba su brazo.
El vampiro trago tanta saliva como yo, antes de enseriarse y ver la luz (je) en que le cortase el brazo: más grande corriendo el suelo. Piso fuerte absorbiendo la sangre en sus botas, bañándola de cuchillas por doquier. Estiró la pierna atrás cargándola, y pateó con fuerza.
Me pegué el antebrazo al pecho, uniendo la masa que tenía en este último a la del brazo y acumulándola toda sobre la mano, no tentáculos, no sierras, no esferas, no nada, sólo un guantelete cómicamente grande y hecho de arcilla. Quizás estaba haciendo algo como una mala imitación de lo que hacia el vampiro con la luz, pero logré salir iluso de la patada, aún cuando me vi empujado atrás y el golem se caía de mi brazo.
¿Qué había hecho el hombre bestia con las runas? ¿Estallaban empujando las cosas con una fuerza ridícula, no?
Pinché con la espada adelante para alejar al vampiro y comprarme tiempo de meter la mano en un bolsillo. Cuando desvió la espada de una patada a un lado, abriéndome, giró para proporcionar una patada giratoria. Lancé la runa contra ella. {1}
La explosión empujo su pierna atrás, incluso un poco a mí por la cercanía del punto de impacto, pero él estaba más fuera de balance. Tomando una página del libro del propio vampiro terminé de girar hacia la dirección que había pateado la espada, aprovechándome del momentum. Cuando terminé el giro, lo único que ahora estaba girando era la cabeza del vampiro.
—...Vaya —dije, viendo la espada y acercando un dedo cuidadosamente al filo. No me atreví a tocarlo—. Esta cosa es peligrosa.
—Es más peligroso girar durante una pelea. Sobretodo cerrada. Lo único más estúpido sería lanzarla —dijo un guardia cercano, que llevaba una espada.
—Pero Ash—
—¿Tú puedes hacer aparecer espadas en tus manos?
Ambos nos vimos en el incómodo silencio que suponía discutir cosas que no se debían hacer con una espada en pleno campo de batalla. Ahí note mi visión algo nublada y la debilidad corporal que tenía encima, las heridas sufridas en la pelea anterior me estaban pasando factura...
Yo y el soldado pegamos un salto ante el sonido y la imagen de un vampiro saliendo casi a espaldas, chocando contra la carreta que teníamos al lado. Sin embargo; ese no era el sonido preocupante, era la del grito de un niño. El guardia y y nos miramos a los ojos un segundo, como poniéndonos de acuerdo mentalmente, y cargamos a la posición. El guardia lanzó una veloz estocada, planeando alejar al vampiro de lo que claramente era solo un niño pequeño. Yo tenía la espada hecha de luz, así que no contaba con que ningún vampiro se me acercase voluntariamente, no mientras escondiese el hecho de que estaba herido. No quedaban demasiados. Corriendo la mirada por el campo, más bien parecían empezar a huir.
Le tendí mi mano ensangrentada al joven. Esa era sangre propia, que también me había hecho en la pelea anterior. Al notarla cubierta de rojo me apene, me la pase por el pantalón para limpiarme un poco y se la volví a ofrecer. Fijándome mejor en él, particularmente su pelo, entrecerré los ojos. ¿Era el niño del bolso?
—¿Estás bien?
___________________________________
{1} Objeto limitado: Runa de Impulso.
Es sangre de elfo Uri, tu favorita. No te resistas (?)
Anders
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Nivel de PJ : : 2
Re: Voluntad y poder [Privado] [CEERADO]
Syl saltó hacia un vampiro, apoyando un pie sobre su pecho y el otro sobre su cabeza, para luego impulsarse de esta en un salto aún mayor. [1] Con su caída, también cayó uno de sus adversarios, con un virote clavado en el torso. No se detuvo ni un segundo, esquivando el martillo de otro de los vampiros.
Midió los segundos mientras se preparaba para saltar de nuevo, esperando a que el arma pasase de largo para lanzarse hacia su portador con la cuchilla de su brazal desplegada. El resultado, naturalmente, no fue favorable para el chupasangres.
Entre ellos y los soldados, no tardaron en acabar con el resto de los vampiros, al menos, los que no estaban huyendo. Finalmente, un clamor por parte de los soldados indicó la victoria.
-Maravilloso.- dije, sacudiendo la mano para limpiar la sangre que me había salpicado. Iba a necesitar un baño después de aquello. Bueno, no importaba. -¿Ya no me necesitais, entonces?- pregunté, haciéndole un gesto con la cabeza a Syl. Busqué a Anders con la mirada. Al parecer, estaba junto a un... ¿niño?
Un niño que se había acercado a los sonidos de conflicto entre vampiros y caballeros dragón. Claro. Un rápido vistazo con otros ojos aclaró cualquier sospecha que tuviese: ese crío era, tal y como era evidente, un vampiro más. No parecía ser abiertamente hostil, quizás por el hecho de que sus compañeros habían muerto o huido.
Dudaba de que los caballeros fuesen a tener mucha compasión solo por su apariencia. Bueno, tampoco perdía nada por acercarme.
-Sigues vivo, Anders. Buen trabajo.- dije, con un tono que seguía sonando ligeramente burlón. Al parecer no había perdido a Destello, aunque la espada de luz se empezaba a desvanecer de su mano.
-Asher.- advirtió el felino, mirando al niño. Hice un gesto con la mano, indicando que ya lo sabía y quitándole importancia.
-Bueno, ya no nos necesitan más. ¡Buena suerte con el camino de vuelta!- exclamé. Para cuando Davin empezó a replicar, ya había sacado el libro de cubierta blanca que llevaba cubierto en el cinturón. Lo abrí inmediatamente, acercándome tanto al elfo como al niño, mientras me aseguraba de que Syl estuviese cerca. Las páginas empezaron a brillar mientras leía. -Bom unol het, va fingolt koloslah rotlos wahl.- [2]
A medida que continuaba, el brillo se hizo más y más intenso, hasta que con la última palabra, la luz consumió a los cuatro, y desaparecimos del camino por completo.
Aparecimos en la trastienda de mi taller. Varias lámparas se encendieron con nuestra presencia.
-Sentaos si os sentís mareados. El teletransporte siempre es algo desorientador.- dije, alejándome del círculo arcano que estaba inscrito en el suelo. -Estamos de vuelta en Dundarak. El niño es un vampiro. De nada, por cierto, no creo que nuestros amigos fuesen a ser muy comprensivos.- dije, mirando al chico.
Realmente, no es que lo hubiese hecho por compasión. Simplemente, no veía necesidad de matar a alguien que no era una amenaza. Además, fastidiar a Davin siempre valía la pena. Syl se quedó atrás, observando con cautela al niño. No había bajado la guardia ni por un instante, ni guardado las armas.
-¿Alguna herida, Anders?-
[1] Habilidad: Trampolín
[2] Usado objeto Limitado: Runa de Transporte
Midió los segundos mientras se preparaba para saltar de nuevo, esperando a que el arma pasase de largo para lanzarse hacia su portador con la cuchilla de su brazal desplegada. El resultado, naturalmente, no fue favorable para el chupasangres.
Entre ellos y los soldados, no tardaron en acabar con el resto de los vampiros, al menos, los que no estaban huyendo. Finalmente, un clamor por parte de los soldados indicó la victoria.
-Maravilloso.- dije, sacudiendo la mano para limpiar la sangre que me había salpicado. Iba a necesitar un baño después de aquello. Bueno, no importaba. -¿Ya no me necesitais, entonces?- pregunté, haciéndole un gesto con la cabeza a Syl. Busqué a Anders con la mirada. Al parecer, estaba junto a un... ¿niño?
Un niño que se había acercado a los sonidos de conflicto entre vampiros y caballeros dragón. Claro. Un rápido vistazo con otros ojos aclaró cualquier sospecha que tuviese: ese crío era, tal y como era evidente, un vampiro más. No parecía ser abiertamente hostil, quizás por el hecho de que sus compañeros habían muerto o huido.
Dudaba de que los caballeros fuesen a tener mucha compasión solo por su apariencia. Bueno, tampoco perdía nada por acercarme.
-Sigues vivo, Anders. Buen trabajo.- dije, con un tono que seguía sonando ligeramente burlón. Al parecer no había perdido a Destello, aunque la espada de luz se empezaba a desvanecer de su mano.
-Asher.- advirtió el felino, mirando al niño. Hice un gesto con la mano, indicando que ya lo sabía y quitándole importancia.
-Bueno, ya no nos necesitan más. ¡Buena suerte con el camino de vuelta!- exclamé. Para cuando Davin empezó a replicar, ya había sacado el libro de cubierta blanca que llevaba cubierto en el cinturón. Lo abrí inmediatamente, acercándome tanto al elfo como al niño, mientras me aseguraba de que Syl estuviese cerca. Las páginas empezaron a brillar mientras leía. -Bom unol het, va fingolt koloslah rotlos wahl.- [2]
A medida que continuaba, el brillo se hizo más y más intenso, hasta que con la última palabra, la luz consumió a los cuatro, y desaparecimos del camino por completo.
[. . .]
Aparecimos en la trastienda de mi taller. Varias lámparas se encendieron con nuestra presencia.
-Sentaos si os sentís mareados. El teletransporte siempre es algo desorientador.- dije, alejándome del círculo arcano que estaba inscrito en el suelo. -Estamos de vuelta en Dundarak. El niño es un vampiro. De nada, por cierto, no creo que nuestros amigos fuesen a ser muy comprensivos.- dije, mirando al chico.
Realmente, no es que lo hubiese hecho por compasión. Simplemente, no veía necesidad de matar a alguien que no era una amenaza. Además, fastidiar a Davin siempre valía la pena. Syl se quedó atrás, observando con cautela al niño. No había bajado la guardia ni por un instante, ni guardado las armas.
-¿Alguna herida, Anders?-
___________________________________
[1] Habilidad: Trampolín
[2] Usado objeto Limitado: Runa de Transporte
Asher Daregan
Aerandiano de honor
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Re: Voluntad y poder [Privado] [CEERADO]
Uriel se quedó viendo al elfo delante de él con cara de estar muy perdido, por un segundo pensó que debía correr hacía el bosque, cosa que descartó al verse rodeado de personas claramente más fuertes que él. Lo siguiente que pensó fue hacerse el imbécil dado que parece que el elfo no se percató de su naturaleza, pero tras escuchar los gritos ahogados del (abusador infantil) joven vampiro que lo arrastró con él a esa situación se acobardó lo suficiente como para no hacerlo. Y por ultimo…….Bueno, por ultimo nada ¡No tuvo tiempo ni a pensar! Antes de que se diera cuenta tenía al lado al extraño hombre perro famoso y había sido……¿teletransportado a otro lugar? Parecía alguna especie de trastienda, estaba algo oscuro pero para Uriel era tan claro como el día gracias a sus ojos de vampiro.
“¿....? ¿Que dia-...? ¡Guhh!”
El vampirito miró confuso alrededor sin entender una sola cosa de la que estaba pasando, sabía de la existencia de los “arcanos” pero no había tenido prácticamente ningún contacto con esta practica ¡Se sentía como magia! El vampirito estaba por mirar al hombre-perro con cara de “¿Eres un perro mágico cen-....?” ¡Oh, se olvidó de la palabra! Bueno, lo importante es que Uriel no pudo hacerlo, a medio camino notó unas profundas náuseas que le hicieron taparse la boca y doblarse ligeramente, no era lo suficiente para hacerle vomitar pero si para darle un par de arcadas y sentirse como si una horda de caballos le hubieran atropellado con todas sus fuerzas.
Tras unos segundos, el infante pudo recomponerse lo suficiente para ser consciente de lo que el desconocido hombre-bestia le dijo. Su reacción fue dar un bote y mirarlo con un rostro anonadado y nervioso, exclamó infantilmente;
“¿Com-..? ¡No! ¡Eso no es lo importante! ¿¡Dundarak!? ¿¡Acabas de decir Dundarak!?”
No esperó ninguna respuesta, buscó frenéticamente la presencia de una ventana pero al ver que no había ninguna, el infante corrió hacía la única puerta del cuarto y la abrió rápidamente, sin molestarse en cerrarla en cuanto salió. No le prestó realmente atención al taller, lo que realmente le interesaba eran las ventanas, al encontrarlas y mirar a través de estas la imagen de una tranquila calle, que al ser de noche estaba vacía, le saludó. Uriel la miró como si fuera la primera vez que viera un ciudad en toda su vida, como si fuera algo realmente anómalo e imposible. Tras unos segundos finalmente pareció “reaccionar”, su rostro era equiparable al de alguien cuyos sueños y esperanzas fueron borrados de un plumazo justo en frente de sus ojos. Mirando al suelo comenzó a murmurar tristemente y de forma totalmente depresiva;
“Ya es inútil……..el amanecer está a la vuelta de la esquina…No me da tiempo a volver a salir y encontrar un escondrijo a tiempo…....El maestro va a odiarme…..”
No detuvo sus murmullos hasta que, como si aceptara el hecho de que ya nada podía hacerse, suspiró y regresó al cuarto decaído, cual cachorro que anticipa un regaño de parte de sus dueños tras hacer una trastada. Mirando al grupo, clavó sus ojos sobre Asher de forma pensativa, recordando las palabras que antes dijo; Ciertamente, si no fuera porque también se lo llevó con él habría sido cuestión de tiempo que descubrieran que era un vampiro, debía de estar agradecido por ello, pero a su vez sentía algo de resentimiento hacía él por devolverlo a la ciudad que precisamente quería dejar. Finalmente, con un tono más bien neutral pero bastante educado le dijo;
“Gracias por traerme. Mi nombre es Uriel Nova, del clan de los Nova…….Uri sencillamente está bien….Efectivamente, soy un noble vampiro Nova…..”
No estaba precisamente contento pero tampoco pretendía ser maleducado con con el hombre-bestia. Tras ofrecer la etiqueta básica de educación el vampirito se fue al rincón más oscuro, solitario y pequeño posible para sentarse, abrazar sus rodillas y mirar al infinito con absoluta depresión en total silencio. Probablemente se hubiera puesto a llorar si no fuera porque aún conserva un poco de orgullo…...Pero solo un poco.
Uri
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Re: Voluntad y poder [Privado] [CEERADO]
Ladeé la cabeza confuso al ver la falta de reacción del niño. Iba a acercarme y alzarlo por cuenta propia, pensando que simplemente estaría impactado por la situación y su cuerpo no le respondía. Me distraje al oír la voz de Asher, que todavía no dejaba el tono de burla, la pelea al final, para él, había resultado sólo un juego.
—Jaja —hice una débil y escueta mueca que apenas imitaba una sonrisa, antes de tornarse más natural y sincera—. Sí... creo que me ha ido mejor que otras veces, creo. Gracias por salvarme antes, por cierto, y gracias por el arma, te—
Había estirado el brazo para devolver el constructo de luz a su dueño, pero la espada se estaba deshaciendo. Me puse algo nervioso, pasando de ver el arma a Asher, aunque la expresión del Centinela no era de enojo, ni sorpresa, ni nada, así que... ¿la estaba deshaciendo él mismo?
Cuando desapareció por completo me vi la palma de la mano donde la sosteníamos, alzando la mirada hacia Syl; el tono que había usado para llamar a Asher diría que había enemigos todavía. Enemigos atacando, al menos.
—¿Bom uno-qué? —intenté repetir tras él, antes de que la lengua se me enredara. Por el creciente brillo subí una mano, intentando taparme un poco los ojos. Pestañeé...
Y al terminar el pestañeó la visión era distinta. Conocía el lugar, era la trastienda del...
—...E-Eh —di dos desequilibrados pasos atrás, llevándome una mano a la cabeza—, tele... teletraspor... ¿Teletransporte? —«...ya, maestro arcanista»—. Un día lo voy a ver hacer estallar una ciudad en una pasada y no voy a poder sorprenderme —murmuré para mí mismo; aunque murmurar ante hombres bestias muchas veces era igual a no haberlo hecho.
El mareo podía ser más horrible de lo que sentí al principio, por lo que terminé siguiendo el consejo y tomé asiento.
No estaba prestando mucha atención a lo que decía Asher entonces, lo de Dundarak lo habíamos notado. Y sí, el niño era un vampiro, y—¿Qué? —entoné enfocándome y viendo al pequeño.
No pude decir nada más, parecía que todo el movimiento que el, que ahora sabía era un vampirito, no había gastado antes, gastaba ahora. Lo seguí con la mirada mientras correteaba por la trastienda y luego salía del lugar, ahora era yo el que estaba muy impactado como para decir nada más. Lo que tenía de los vampiros hasta ahora eran las malas lenguas que se le daban en varios lugares, un secuestrador que me cortó las piernas, un grupo que secuestraba gente, y este último grupo al que habíamos enfrentado...
...
Negué con la cabeza suavemente, tanto para lo que me quejaba de los racistas. No podía ni iba a tomar mis experiencias para dictaminar como era alguien basado en su raza. Suspiré levemente viendo distraído hacia la puerta, decepcionando por si quiera pensar mal del joven vampiro antes de que hiciese algo malo. Aunque escuché a Asher me llevo unos instantes darme cuenta de que lo había hecho.
—¿Ah? ¡Ah! ¡Sí! Estoy bien —respondí automáticamente. Con algo más de calma para pensar comentarios posteriores, noté que esa no había sido exactamente su pregunta y que yo no estaba bien—Ah.. espera, quiero decir, no —me puse de pie—. Quiero decir... no de que no estoy bien; si, porque si tengo heridas —aclaré, puede que más para liberarme de mi propia confusión que por explicarle al centinela.
Enseñe mi brazo izquierdo, cortes ligeros, bastante. Esos me daba pena enseñarlos incluso, podría parecer que estaba lloriqueando que enseñando algo importante. También le mostré el antebrazo derecho y el corte que corría desde allí hasta mi espalda, más grave que los otros. Ahí hizo click en mi cabeza y deje ir un "oooh". Por eso seguía mareado, la pérdida de sangre, no el viaje. O ambas al menos. Asentí alegremente a resolver un misterio por el que nadie había preguntado.
—Creo que esto no califica para haberte impresionado y tener lecciones del Centinela del Norte, ¿verdad? —solté entre risas, intentando alcanzarme la espalda con las manos para ver si podía hacer algo respecto a eso con luz—. Hm... uhm... Asher, esto quizás sea insultante... ¿pero qué es exactamente un Centinela? Intenté leer en unos libros y...
Me callé en cuanto el vampiro volvió a entrar. No dije nada mientras pasaba la mirada por el lugar, antes de centrarse en Asher. Lucía tan complicado como una persona en dieta, batallando con ellos mismos al decirse que comerse ese trocito de torta no podía hacerles daño.
Fue... sorprendentemente educado, más que yo la primera vez que estuve por el taller del arcanista. Sonreí para mí mismo, como mínimo probaba que no todo vampiro era como los que me hubiese encontrado, tener una prueba andante ayudaba mucho a aceptar eso. Uriel Nova, procuraría recordar ese nombre.
...hasta que dijo que era un noble. Teníamos un niño noble vampiro con nosotros en el lugar. Esto no contaba como secuestro ni desataría la furia de un clan entero sobre nosotros, ¿verdad?
—Er... —carraspeé, viendo como se retiraba a una esquina en la forma más triste que podía. Hubiese pensado que estaría actuando, pero como pestañeaba y miraba en silencio...parecía más bien sometido.¿Abusado?—. Oye... tranquilo, tranquilo.
Deje de transmitir la poca y débil luz que era lo máximo que podía usar para curar mi espalda al notar los brazos sobre las piernas del joven, específicamente sus muñecas. Lucían enrojecidas, y ahora que recordaba... antes parecía ir tirado de ellas, cuando cayó junto al otro vampiro. Aproximé lentamente mis mano para empezar a curarlo a él, pero me detuve antes de siquiera empezar.
—¿Te puedo curar? ¿La magia élfica no te quema, no? —pregunté por si acaso, en realidad no tenía claro si la luz que teníamos por magia se equiparaba a la del sol en alguna manera; pero vistas las historias de donde venían los vampiros, y los elfos...
—Jaja —hice una débil y escueta mueca que apenas imitaba una sonrisa, antes de tornarse más natural y sincera—. Sí... creo que me ha ido mejor que otras veces, creo. Gracias por salvarme antes, por cierto, y gracias por el arma, te—
Había estirado el brazo para devolver el constructo de luz a su dueño, pero la espada se estaba deshaciendo. Me puse algo nervioso, pasando de ver el arma a Asher, aunque la expresión del Centinela no era de enojo, ni sorpresa, ni nada, así que... ¿la estaba deshaciendo él mismo?
Cuando desapareció por completo me vi la palma de la mano donde la sosteníamos, alzando la mirada hacia Syl; el tono que había usado para llamar a Asher diría que había enemigos todavía. Enemigos atacando, al menos.
—¿Bom uno-qué? —intenté repetir tras él, antes de que la lengua se me enredara. Por el creciente brillo subí una mano, intentando taparme un poco los ojos. Pestañeé...
[...]
Y al terminar el pestañeó la visión era distinta. Conocía el lugar, era la trastienda del...
—...E-Eh —di dos desequilibrados pasos atrás, llevándome una mano a la cabeza—, tele... teletraspor... ¿Teletransporte? —«...ya, maestro arcanista»—. Un día lo voy a ver hacer estallar una ciudad en una pasada y no voy a poder sorprenderme —murmuré para mí mismo; aunque murmurar ante hombres bestias muchas veces era igual a no haberlo hecho.
El mareo podía ser más horrible de lo que sentí al principio, por lo que terminé siguiendo el consejo y tomé asiento.
No estaba prestando mucha atención a lo que decía Asher entonces, lo de Dundarak lo habíamos notado. Y sí, el niño era un vampiro, y—¿Qué? —entoné enfocándome y viendo al pequeño.
No pude decir nada más, parecía que todo el movimiento que el, que ahora sabía era un vampirito, no había gastado antes, gastaba ahora. Lo seguí con la mirada mientras correteaba por la trastienda y luego salía del lugar, ahora era yo el que estaba muy impactado como para decir nada más. Lo que tenía de los vampiros hasta ahora eran las malas lenguas que se le daban en varios lugares, un secuestrador que me cortó las piernas, un grupo que secuestraba gente, y este último grupo al que habíamos enfrentado...
...
Negué con la cabeza suavemente, tanto para lo que me quejaba de los racistas. No podía ni iba a tomar mis experiencias para dictaminar como era alguien basado en su raza. Suspiré levemente viendo distraído hacia la puerta, decepcionando por si quiera pensar mal del joven vampiro antes de que hiciese algo malo. Aunque escuché a Asher me llevo unos instantes darme cuenta de que lo había hecho.
—¿Ah? ¡Ah! ¡Sí! Estoy bien —respondí automáticamente. Con algo más de calma para pensar comentarios posteriores, noté que esa no había sido exactamente su pregunta y que yo no estaba bien—Ah.. espera, quiero decir, no —me puse de pie—. Quiero decir... no de que no estoy bien; si, porque si tengo heridas —aclaré, puede que más para liberarme de mi propia confusión que por explicarle al centinela.
Enseñe mi brazo izquierdo, cortes ligeros, bastante. Esos me daba pena enseñarlos incluso, podría parecer que estaba lloriqueando que enseñando algo importante. También le mostré el antebrazo derecho y el corte que corría desde allí hasta mi espalda, más grave que los otros. Ahí hizo click en mi cabeza y deje ir un "oooh". Por eso seguía mareado, la pérdida de sangre, no el viaje. O ambas al menos. Asentí alegremente a resolver un misterio por el que nadie había preguntado.
—Creo que esto no califica para haberte impresionado y tener lecciones del Centinela del Norte, ¿verdad? —solté entre risas, intentando alcanzarme la espalda con las manos para ver si podía hacer algo respecto a eso con luz—. Hm... uhm... Asher, esto quizás sea insultante... ¿pero qué es exactamente un Centinela? Intenté leer en unos libros y...
Me callé en cuanto el vampiro volvió a entrar. No dije nada mientras pasaba la mirada por el lugar, antes de centrarse en Asher. Lucía tan complicado como una persona en dieta, batallando con ellos mismos al decirse que comerse ese trocito de torta no podía hacerles daño.
Fue... sorprendentemente educado, más que yo la primera vez que estuve por el taller del arcanista. Sonreí para mí mismo, como mínimo probaba que no todo vampiro era como los que me hubiese encontrado, tener una prueba andante ayudaba mucho a aceptar eso. Uriel Nova, procuraría recordar ese nombre.
...hasta que dijo que era un noble. Teníamos un niño noble vampiro con nosotros en el lugar. Esto no contaba como secuestro ni desataría la furia de un clan entero sobre nosotros, ¿verdad?
—Er... —carraspeé, viendo como se retiraba a una esquina en la forma más triste que podía. Hubiese pensado que estaría actuando, pero como pestañeaba y miraba en silencio...parecía más bien sometido.¿Abusado?—. Oye... tranquilo, tranquilo.
Deje de transmitir la poca y débil luz que era lo máximo que podía usar para curar mi espalda al notar los brazos sobre las piernas del joven, específicamente sus muñecas. Lucían enrojecidas, y ahora que recordaba... antes parecía ir tirado de ellas, cuando cayó junto al otro vampiro. Aproximé lentamente mis mano para empezar a curarlo a él, pero me detuve antes de siquiera empezar.
—¿Te puedo curar? ¿La magia élfica no te quema, no? —pregunté por si acaso, en realidad no tenía claro si la luz que teníamos por magia se equiparaba a la del sol en alguna manera; pero vistas las historias de donde venían los vampiros, y los elfos...
Anders
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Re: Voluntad y poder [Privado] [CEERADO]
El pequeño, Uriel, parecía educado. La parte de "noble vampiro" me hizo intercambiar una mirada con Syl y fruncir el ceño. ¿A que se refería con aquello? No es como si hubiese vampiros con títulos, sobre todo después de la guerra. La mayoría habían sido arrinconados hasta la desesperación, como aquellos a los que había dado muerte minutos atrás.
No le di demasiada importancia. El chico pareció dirigirse a una esquina, aparentemente deprimido por lo ocurrido. No se me había escapado el murmullo: quería escapar de Dundarak, pero el amanecer estaba demasiado cerca como para no correr ningún riesgo. Comprensible, a decir verdad. Aquello debía de ser un problema.
Pero era su problema. No iba a mostrarme compasivo con alguien que era probablemente más mayor que yo. Imaginaba que aquella era la típica táctica de los pocos que habían sido convertidos como niños: mostrarse infantil e indefenso para que la gente bajase la guardia. Eficaz, probablemente. No iba a negar que con un cuerpo poco desarrollado no había muchas opciones mejores.
Di algunos pasos hacia la entrada del taller, y le di la vuelta a la alfombra que estaba puesta frente a la puerta. Era la forma más simple de "desactivar" la runa del suelo. Era una medida de seguridad algo rudimentaria, pero útil. Si alguien aparte de yo mismo, Syl, o Zebun la tocaba o pasaba por encima, se llevaría una descarga seria. Por supuesto, si alguna vez se me olvidaba darle la vuelta antes de abrir... no sería un día bonito. Al menos para el cliente. Susurré la contraseña frente a la puerta, y desbloqueé la cerradura con la llave que tenía colgada al lado.
Por su parte, Syl no se relajó demasiado. La presencia del vampiro no le agradaba demasiado. Parecía esperar que en cualquier momento saltase al cuello de Anders y le dejase seco. Le llevó algunos momentos suspirar y resignarse a guardar su ballesta: sabía tan bien como yo que los vampiros estúpidos no sobrevivían mucho, y hacer algo así sería muy, muy estúpido.
-La entrada está abierta, para cuando quieras salir a buscar refugio.- expliqué. -Sé de algunas posadas en las que las ventanas tienen buen cierre. Una amiga mía es vampiresa, y suele necesitar un sitio seguro.- añadí, pensando en Eltrant y Lyn. -De momento no se ha vuelto cenizas, así que creo que le funciona.-
Dejé la Corona Astada en manos de Syl. El felino se ocuparía de mantenerla a buen recaudo. Lo cual me recordó a la pregunta de Anders. Arrastré una silla y me acerqué, sentándome un rato mientras pensaba las palabras adecuadas.
-Un Centinela es algo así como un guardián de Aerandir. Alguien que protege el mundo de amenazas externas, sin afiliación a ningún reino. Hay cuatro, y cada uno tiene su territorio: Norte, Sur, Este y Oeste.- comencé, cruzándome de brazos. -Durante bastante tiempo, nuestro objetivo ha sido lidiar contra los Jinetes Oscuros. Demonios provenientes del Oblivion, inmortales frente a los ataques de todo el mundo... salvo de los Centinelas.-
-Nuestro poder yace en unos artefactos. Reliquias, que denominan a un nuevo Centinela cuando el anterior ha muerto. La Corona Astada, el Rubí de Sangre, la Capa Albina y el Medallón Solar.- expliqué. -Sin embargo, las propias reliquias actuan como prisión para almas especialmente malignas. Los que antes han sido amenazas para el mundo. Tenerlos durante demasiado tiempo puede influir en las mentes de sus portadores.- continué, solemne. -Mi predecesora fue Amaterasu. Nunca estuvo especialmente cuerda, pero la corona no le ayudó. Mejor yo que ella, al menos-
Me quedé en silencio. Aún había aquel problema... los Jinetes Oscuros. Siempre eran los primeros en hacer su movimiento. Solo podíamos responder. Tarde o temprano... teníamos que empezar a acabar con ellos.
No le di demasiada importancia. El chico pareció dirigirse a una esquina, aparentemente deprimido por lo ocurrido. No se me había escapado el murmullo: quería escapar de Dundarak, pero el amanecer estaba demasiado cerca como para no correr ningún riesgo. Comprensible, a decir verdad. Aquello debía de ser un problema.
Pero era su problema. No iba a mostrarme compasivo con alguien que era probablemente más mayor que yo. Imaginaba que aquella era la típica táctica de los pocos que habían sido convertidos como niños: mostrarse infantil e indefenso para que la gente bajase la guardia. Eficaz, probablemente. No iba a negar que con un cuerpo poco desarrollado no había muchas opciones mejores.
Di algunos pasos hacia la entrada del taller, y le di la vuelta a la alfombra que estaba puesta frente a la puerta. Era la forma más simple de "desactivar" la runa del suelo. Era una medida de seguridad algo rudimentaria, pero útil. Si alguien aparte de yo mismo, Syl, o Zebun la tocaba o pasaba por encima, se llevaría una descarga seria. Por supuesto, si alguna vez se me olvidaba darle la vuelta antes de abrir... no sería un día bonito. Al menos para el cliente. Susurré la contraseña frente a la puerta, y desbloqueé la cerradura con la llave que tenía colgada al lado.
Por su parte, Syl no se relajó demasiado. La presencia del vampiro no le agradaba demasiado. Parecía esperar que en cualquier momento saltase al cuello de Anders y le dejase seco. Le llevó algunos momentos suspirar y resignarse a guardar su ballesta: sabía tan bien como yo que los vampiros estúpidos no sobrevivían mucho, y hacer algo así sería muy, muy estúpido.
-La entrada está abierta, para cuando quieras salir a buscar refugio.- expliqué. -Sé de algunas posadas en las que las ventanas tienen buen cierre. Una amiga mía es vampiresa, y suele necesitar un sitio seguro.- añadí, pensando en Eltrant y Lyn. -De momento no se ha vuelto cenizas, así que creo que le funciona.-
Dejé la Corona Astada en manos de Syl. El felino se ocuparía de mantenerla a buen recaudo. Lo cual me recordó a la pregunta de Anders. Arrastré una silla y me acerqué, sentándome un rato mientras pensaba las palabras adecuadas.
-Un Centinela es algo así como un guardián de Aerandir. Alguien que protege el mundo de amenazas externas, sin afiliación a ningún reino. Hay cuatro, y cada uno tiene su territorio: Norte, Sur, Este y Oeste.- comencé, cruzándome de brazos. -Durante bastante tiempo, nuestro objetivo ha sido lidiar contra los Jinetes Oscuros. Demonios provenientes del Oblivion, inmortales frente a los ataques de todo el mundo... salvo de los Centinelas.-
-Nuestro poder yace en unos artefactos. Reliquias, que denominan a un nuevo Centinela cuando el anterior ha muerto. La Corona Astada, el Rubí de Sangre, la Capa Albina y el Medallón Solar.- expliqué. -Sin embargo, las propias reliquias actuan como prisión para almas especialmente malignas. Los que antes han sido amenazas para el mundo. Tenerlos durante demasiado tiempo puede influir en las mentes de sus portadores.- continué, solemne. -Mi predecesora fue Amaterasu. Nunca estuvo especialmente cuerda, pero la corona no le ayudó. Mejor yo que ella, al menos-
Me quedé en silencio. Aún había aquel problema... los Jinetes Oscuros. Siempre eran los primeros en hacer su movimiento. Solo podíamos responder. Tarde o temprano... teníamos que empezar a acabar con ellos.
Asher Daregan
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Re: Voluntad y poder [Privado] [CEERADO]
Uriel miró al elfo con un gesto confuso y curioso. Estaba deprimido pero, dado a su naturaleza caprichosamente infantil, cambiaba de estado con suma facilidad, antes de que se diera cuenta ya estaba mirando al elfo con un gesto de vivida curiosidad infantil. El elfo frente a él era la clásica figura de un elfo “de tan bueno es tonto” ¡O al menos eso le pareció al infante! Solo dos clases de persona se mostraron amables con un vampiro; Personas fuertes o personas amables muy tontas, el elfo probablemente era la segunda. Uriel le habló en un tono abiertamente confuso:
“Lo que dijo que el señor lobo es verdad, soy un vampiro ¿Aún así vas a curarme?”
Uriel tenía un orgullo racial muy marcado y arraigado en su interior pero no era tonto, sabía la fama y la naturaleza de su raza. Incluso si su apariencia era la de un niño, muy pocos serían los que se mostraron amables con el infante sabiendo que es lo que era pero sí que había un par de ellos que se le pasa por la cabeza ¿El elfo era parte de ese pequeño grupito? El vampirito miró sus muñecas en silencio, para un vampiro no era la gran cosas y desaparecería completamente sin siquiera tratamiento….Esbozando una suave sonrisa infantil el niño le tendió las muñecas al joven elfo y con un agradecido tono respondió:
“Gracias señor elfo ¡Es usted bastante amable! Pero por su propia seguridad le recomiendo que no vuelva a ser amable con un vampiro~ ¡Algún día podría encontrar un vampiro maaaaloooo~!”
El vampirito miró con una juguetona mirada al chico, no había malicia o malas intenciones pero sí podía verse un poco de burla infantil en su sonrisa, que no ocultaba para nada sus colmillos de vampiro apropósito ¡Aunque obviamente no amenazaba a nadie! Parecía mas bien un niño jugandole una broma inocente a un adulto distraído. La gente que era como el elfo siempre le ponían de buen humor ¡De alguna forma le recordaban a “ella”! Esa mujer de sus recuerdos siempre era amable con todos a pesar de ser una vampiresa, nunca entendió su forma de pensar y actuar pero su sonrisa era preciosa, lastima que en sus últimos momentos rara vez lo hacía.
Recuperando su buen humor pero sin poder olvidar el lío en que estaba metido, el niño miró al hombre perro con un poco de timidez y precaución, no quería tentar a la suerte con la enorme figura de ese “centinela" desde que no sabía como clarificarlo. Uriel siempre fue muy sensible a la gente fuerte, podía darse cuenta rápidamente de quién era peligroso y quien no lo era rápidamente. La pareja de hombres-bestia eran fuertes, podía notarlo, los más fuertes que a encontrado de momento durante su larga travesía pero no sentía que fueran “hostiles”, parecían tener precaución de él pero tampoco notaba que tuvieran intenciones de hacerle daño a menos que hiciera algo imprudente él primero. Una parte de Uriel quería aproximarse al hombre-perro por curiosidad, siempre le interesó la gente fuerte por instinto pero su inconsciente sabiduría le alertaba que era inprudente hacerlo, que debía alejarse lo máximo posible de ese par. Finalmente, con un tono algo cohibido, se dignó a hablar:
“Si no es mucha molestia ¿Puedo preguntar por direcciones? No sé nada sobre Dundarak, esta es la primera vez que estoy aquí ¿Como llego hasta las posadas desde esta tienda?”
Uriel tendía a clasificar a las personas de distintas formas en función de su forma de actuar y acciones. El elfo de nombre desconocido se mostró bastante amigable a pesar de saber lo que era así que Uriel lo calificó de “buena persona”, pero el hombre frente a él ¿Como debería de clasificarlo? No fue malo con él pero tampoco especialmente amable, no tenía ni idea de como tratar con él ¡Y el hecho de que estuviera limitado por la mentalidad de 11 años solo lo empeoraba! Muchas decisiones, juicios o forma de tratar personas eran cosas que Uriel no las pensaba directamente, era más bien fruto de su experiencia de 90 años viviendo. Justo ahora, valorando la fuerza de los dos hombres bestia era un ejemplo; No sabía porqué o cómo pero sabía que eran fuertes, pudo darse cuenta de los riesgos de relacionarse de más con el centinela pero no de forma consciente, era de una forma totalmente inconsciente y sin ninguna maquinación ¿Pero cómo podía juzgarse a alguien que no mostró ninguna intención clara? ¡Solo podría hacerlo si su forma de juzgar personas fuera consiente! Pero con su mente de 11 años lo única conclusión a la que podía llegar era....
Lo mejor será que evite a esta persona lo máximo posible….
“Lo que dijo que el señor lobo es verdad, soy un vampiro ¿Aún así vas a curarme?”
Uriel tenía un orgullo racial muy marcado y arraigado en su interior pero no era tonto, sabía la fama y la naturaleza de su raza. Incluso si su apariencia era la de un niño, muy pocos serían los que se mostraron amables con el infante sabiendo que es lo que era pero sí que había un par de ellos que se le pasa por la cabeza ¿El elfo era parte de ese pequeño grupito? El vampirito miró sus muñecas en silencio, para un vampiro no era la gran cosas y desaparecería completamente sin siquiera tratamiento….Esbozando una suave sonrisa infantil el niño le tendió las muñecas al joven elfo y con un agradecido tono respondió:
“Gracias señor elfo ¡Es usted bastante amable! Pero por su propia seguridad le recomiendo que no vuelva a ser amable con un vampiro~ ¡Algún día podría encontrar un vampiro maaaaloooo~!”
El vampirito miró con una juguetona mirada al chico, no había malicia o malas intenciones pero sí podía verse un poco de burla infantil en su sonrisa, que no ocultaba para nada sus colmillos de vampiro apropósito ¡Aunque obviamente no amenazaba a nadie! Parecía mas bien un niño jugandole una broma inocente a un adulto distraído. La gente que era como el elfo siempre le ponían de buen humor ¡De alguna forma le recordaban a “ella”! Esa mujer de sus recuerdos siempre era amable con todos a pesar de ser una vampiresa, nunca entendió su forma de pensar y actuar pero su sonrisa era preciosa, lastima que en sus últimos momentos rara vez lo hacía.
Recuperando su buen humor pero sin poder olvidar el lío en que estaba metido, el niño miró al hombre perro con un poco de timidez y precaución, no quería tentar a la suerte con la enorme figura de ese “centinela" desde que no sabía como clarificarlo. Uriel siempre fue muy sensible a la gente fuerte, podía darse cuenta rápidamente de quién era peligroso y quien no lo era rápidamente. La pareja de hombres-bestia eran fuertes, podía notarlo, los más fuertes que a encontrado de momento durante su larga travesía pero no sentía que fueran “hostiles”, parecían tener precaución de él pero tampoco notaba que tuvieran intenciones de hacerle daño a menos que hiciera algo imprudente él primero. Una parte de Uriel quería aproximarse al hombre-perro por curiosidad, siempre le interesó la gente fuerte por instinto pero su inconsciente sabiduría le alertaba que era inprudente hacerlo, que debía alejarse lo máximo posible de ese par. Finalmente, con un tono algo cohibido, se dignó a hablar:
“Si no es mucha molestia ¿Puedo preguntar por direcciones? No sé nada sobre Dundarak, esta es la primera vez que estoy aquí ¿Como llego hasta las posadas desde esta tienda?”
Uriel tendía a clasificar a las personas de distintas formas en función de su forma de actuar y acciones. El elfo de nombre desconocido se mostró bastante amigable a pesar de saber lo que era así que Uriel lo calificó de “buena persona”, pero el hombre frente a él ¿Como debería de clasificarlo? No fue malo con él pero tampoco especialmente amable, no tenía ni idea de como tratar con él ¡Y el hecho de que estuviera limitado por la mentalidad de 11 años solo lo empeoraba! Muchas decisiones, juicios o forma de tratar personas eran cosas que Uriel no las pensaba directamente, era más bien fruto de su experiencia de 90 años viviendo. Justo ahora, valorando la fuerza de los dos hombres bestia era un ejemplo; No sabía porqué o cómo pero sabía que eran fuertes, pudo darse cuenta de los riesgos de relacionarse de más con el centinela pero no de forma consciente, era de una forma totalmente inconsciente y sin ninguna maquinación ¿Pero cómo podía juzgarse a alguien que no mostró ninguna intención clara? ¡Solo podría hacerlo si su forma de juzgar personas fuera consiente! Pero con su mente de 11 años lo única conclusión a la que podía llegar era....
Lo mejor será que evite a esta persona lo máximo posible….
Uri
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Re: Voluntad y poder [Privado] [CEERADO]
Al escuchar un par de pasos volteé, viendo a Asher salir de la trastienda. Ladeé la cabeza pensando que si lo habría ofendido, aunque por lo menos había reaccionado con indiferencia y no furia. Estaría cansado de explicarle cosas a gente que no sabía mucho, supuse.
Volteé hacia Syl, viendo que todavía mantenía su ballesta afuera. Volví a ver hacia el vampiro, y entonces de nuevo al hombre gato. Le sonreí y negué con la cabeza para que le restase importancia, si me pasaba algo por tonto me lo merecía; pero realmente no lo esperaba. Uriel no parecía salvaje, ni siquiera me daba vibras de amenaza, aunque estaba el hecho de que mis instintos estaban menos pulidos que mi arma.
Volví a ver hacia el vampirito, todavía no había dicho nada. Al ver su expresión alce una ceja, retornando con la misma confusión y curiosidad. ¿Qué tanto estaba pensando? ..¿Tenía algo en la cara?
Me puse las manos en el rostro revisando no tener nada pegado antes de escucharlo hablar. Podía entender porque preguntaría algo así, de hecho, hace pequeños instantes no me hubiese ofrecido a curarlo. Me quede callado sin decir nada, no me apetecía intentar explicarme sobre el asunto, o quizás no podía hacerlo. También creí que se negaría hasta que lo vi sonreír y estirar los brazos.
—No hay de que, Uriel —dije sin pensarlo, agarrándole las muñecas pero sin apretar, y empezando a hacer el trabajo. Me llevo unos segundos notar que me había referido a él por su nombre así sin más, aún cuando había dicho ser un noble—. Oh, uh... quiero decir, señor.... ¿señorito? vampiro —corregí.
Cuando empezó con lo de la seguridad lo vi con una sonrisa pequeña. Su tono y mirada me dejaban duda de si estaba advirtiéndome o riéndose de mi. Fuese una o la otra, seguía demostrando que no tenía nada de que preocuparme respecto a él. No muchos irían por ahí diciéndole a otro que por su propia seguridad, mejor no acercarse a los de su propia raza.
—Ta-dah. Listo —dije, apartando las manos.
Tras finalizar de curar las heridas de sus muñecas me erguí para colocarlas sobre las heridas que permanecían en mi cuerpo. La verdad era muy lento, horriblemente lento, cualquier herida que realmente valiera la pena preocuparse por eran heridas que no podía sanar. Aún así estaba agradecido de poder sanar pequeñas, siempre traía algo de alivio.
Al ver a Asher volver explicando a Uriel que podía retirarse fue que capté, habría estado desbloqueando la puerta. Era curioso que tuviese una amiga vampiresa. No pude evitar reírme levemente al comentario de las cenizas, ¿había hecho un chiste? No, lucía serio. Acababa de decir eso con total seriedad, increíble. Sonreí más.
Ver retirar la pequeña corona de su cabeza me recordó que también quería preguntar sobre aquello. «Muchas preguntas, mejor me quedo tranquilo», no llevaba la cuenta precisamente, pero sentía que le había hecho demasiadas preguntas al pobre Asher desde que lo había conocido. Con eso en mente, baje la mirada y me quede callado tendiendo mis heridas. Miré un par de veces de reojo, tanto a él como Syl, como Uriel. Asher parecía estar pensando en algo. Runas, casi seguro. Syl... lucía receloso con la corona. Chasqueé la lengua, la curiosidad picandome un poco más.
Finalmente, Uriel parecía... cauteloso, ante el hombre bestia. Estaría considerando lo que este mencionó de buscar refugio.
Estuve a punto de preguntar "¿ahora qué?" antes de ver al arcanista abrir el hocico. Nada más empezar alcé la ceja, ¿un protector del mundo? ¿De amenazas externas? Y había cuatro... más o menos lo que decía el libro. Él tenía que ser del Norte, vivía en Dundarak después de todo.
A la mención de los Jinetes Oscuros fruncí un poco el ceño. Sonaba justo como lo de los demonio. Ah, lo eran. Demonios inmortales, bufé levemente, si no era un cuento de hadas esto era lo que faltaba, porque el mundo no tenía suficiente con las cosas peligrosas que ya había en el. Oblivion... bueno, no sabía que era, pero provenían de ahí según Asher. Era un lugar, y punto, así decidí grabarmelo en la cabeza.
—¿Artefactos? —pregunté tras su mención. Empezó por mencionar una corona astada, luego un rubí, una capa, y un medallón... abrí un poco los ojos, con la imagen de la corona que Asher tenía sobre la cabeza hace instantes. ¿Esa era la reliquia?—. Suena... difícil de creer —admití tras su silencio—. Como un cuento o algún mito... pero si está escrito es por algo, supongo. Y... que estoy diciendo, acabo de ver la Corona, eh —sonreí, procesando todo para creermerlo—. El medallón suena bonito —añadí, encogiéndome de hombros.
El silencio solemne del hombre bestia y la seriedad que se hizo en su cara—si es que eso era seriedad—demostraba que no era un asunto leve de ninguna manera. Pensar que alguien que había matado a un gigante se preocupase por algún oponente era... en el momento, algo terrifico.
—Oye —empecé, temiendo un poco por la respuesta—. ¿Cuanto tiempo tienes con la... la Corona Astada, no? A tu... predecesora le afecto... pero dices que ya estaba tocada. ¿A ti no te va a volver loco ni nada del estilo? ¿Verdad?
Después de preguntar fue que consideré que quizás ni él mismo sabría la respuesta. Suspiré levemente, viendo hacia Uriel preguntando por direcciones. Se las habría ofrecido yo mismo, pero la verdad no me había memorizado la ciudad, ni un poco, sólo iba dando golpes por ahí. El vampirito no podía darse el lujo de hacer eso, así que no podía hablar. Vi hacia Asher.
—Ah —miré a Uriel de nuevo—. Si tienes problemas para cubrirte, te puedo ayudar a taparte del sol —tomé al golem, volviéndolo una especie de media cáscara y sosteniéndola sobre la cabeza del vampirito—. Así.
Volteé hacia Syl, viendo que todavía mantenía su ballesta afuera. Volví a ver hacia el vampiro, y entonces de nuevo al hombre gato. Le sonreí y negué con la cabeza para que le restase importancia, si me pasaba algo por tonto me lo merecía; pero realmente no lo esperaba. Uriel no parecía salvaje, ni siquiera me daba vibras de amenaza, aunque estaba el hecho de que mis instintos estaban menos pulidos que mi arma.
Volví a ver hacia el vampirito, todavía no había dicho nada. Al ver su expresión alce una ceja, retornando con la misma confusión y curiosidad. ¿Qué tanto estaba pensando? ..¿Tenía algo en la cara?
Me puse las manos en el rostro revisando no tener nada pegado antes de escucharlo hablar. Podía entender porque preguntaría algo así, de hecho, hace pequeños instantes no me hubiese ofrecido a curarlo. Me quede callado sin decir nada, no me apetecía intentar explicarme sobre el asunto, o quizás no podía hacerlo. También creí que se negaría hasta que lo vi sonreír y estirar los brazos.
—No hay de que, Uriel —dije sin pensarlo, agarrándole las muñecas pero sin apretar, y empezando a hacer el trabajo. Me llevo unos segundos notar que me había referido a él por su nombre así sin más, aún cuando había dicho ser un noble—. Oh, uh... quiero decir, señor.... ¿señorito? vampiro —corregí.
Cuando empezó con lo de la seguridad lo vi con una sonrisa pequeña. Su tono y mirada me dejaban duda de si estaba advirtiéndome o riéndose de mi. Fuese una o la otra, seguía demostrando que no tenía nada de que preocuparme respecto a él. No muchos irían por ahí diciéndole a otro que por su propia seguridad, mejor no acercarse a los de su propia raza.
—Ta-dah. Listo —dije, apartando las manos.
Tras finalizar de curar las heridas de sus muñecas me erguí para colocarlas sobre las heridas que permanecían en mi cuerpo. La verdad era muy lento, horriblemente lento, cualquier herida que realmente valiera la pena preocuparse por eran heridas que no podía sanar. Aún así estaba agradecido de poder sanar pequeñas, siempre traía algo de alivio.
Al ver a Asher volver explicando a Uriel que podía retirarse fue que capté, habría estado desbloqueando la puerta. Era curioso que tuviese una amiga vampiresa. No pude evitar reírme levemente al comentario de las cenizas, ¿había hecho un chiste? No, lucía serio. Acababa de decir eso con total seriedad, increíble. Sonreí más.
Ver retirar la pequeña corona de su cabeza me recordó que también quería preguntar sobre aquello. «Muchas preguntas, mejor me quedo tranquilo», no llevaba la cuenta precisamente, pero sentía que le había hecho demasiadas preguntas al pobre Asher desde que lo había conocido. Con eso en mente, baje la mirada y me quede callado tendiendo mis heridas. Miré un par de veces de reojo, tanto a él como Syl, como Uriel. Asher parecía estar pensando en algo. Runas, casi seguro. Syl... lucía receloso con la corona. Chasqueé la lengua, la curiosidad picandome un poco más.
Finalmente, Uriel parecía... cauteloso, ante el hombre bestia. Estaría considerando lo que este mencionó de buscar refugio.
Estuve a punto de preguntar "¿ahora qué?" antes de ver al arcanista abrir el hocico. Nada más empezar alcé la ceja, ¿un protector del mundo? ¿De amenazas externas? Y había cuatro... más o menos lo que decía el libro. Él tenía que ser del Norte, vivía en Dundarak después de todo.
A la mención de los Jinetes Oscuros fruncí un poco el ceño. Sonaba justo como lo de los demonio. Ah, lo eran. Demonios inmortales, bufé levemente, si no era un cuento de hadas esto era lo que faltaba, porque el mundo no tenía suficiente con las cosas peligrosas que ya había en el. Oblivion... bueno, no sabía que era, pero provenían de ahí según Asher. Era un lugar, y punto, así decidí grabarmelo en la cabeza.
—¿Artefactos? —pregunté tras su mención. Empezó por mencionar una corona astada, luego un rubí, una capa, y un medallón... abrí un poco los ojos, con la imagen de la corona que Asher tenía sobre la cabeza hace instantes. ¿Esa era la reliquia?—. Suena... difícil de creer —admití tras su silencio—. Como un cuento o algún mito... pero si está escrito es por algo, supongo. Y... que estoy diciendo, acabo de ver la Corona, eh —sonreí, procesando todo para creermerlo—. El medallón suena bonito —añadí, encogiéndome de hombros.
El silencio solemne del hombre bestia y la seriedad que se hizo en su cara—si es que eso era seriedad—demostraba que no era un asunto leve de ninguna manera. Pensar que alguien que había matado a un gigante se preocupase por algún oponente era... en el momento, algo terrifico.
—Oye —empecé, temiendo un poco por la respuesta—. ¿Cuanto tiempo tienes con la... la Corona Astada, no? A tu... predecesora le afecto... pero dices que ya estaba tocada. ¿A ti no te va a volver loco ni nada del estilo? ¿Verdad?
Después de preguntar fue que consideré que quizás ni él mismo sabría la respuesta. Suspiré levemente, viendo hacia Uriel preguntando por direcciones. Se las habría ofrecido yo mismo, pero la verdad no me había memorizado la ciudad, ni un poco, sólo iba dando golpes por ahí. El vampirito no podía darse el lujo de hacer eso, así que no podía hablar. Vi hacia Asher.
—Ah —miré a Uriel de nuevo—. Si tienes problemas para cubrirte, te puedo ayudar a taparte del sol —tomé al golem, volviéndolo una especie de media cáscara y sosteniéndola sobre la cabeza del vampirito—. Así.
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Re: Voluntad y poder [Privado] [CEERADO]
-De hecho, quizás sea mejor si te acompañamos.- dije ante la pregunta del vampiro. Syl me miró con un rostro inexpresivo. No necesitaba mucho más para mostrar desaprobación.
-¿De verdad?- preguntó.
-Es más seguro para todos.- respondí, encogiéndome de hombros. -Si lo descubre alguien, solo servirá para que se monte jaleo sin motivo.- Además, había algunas que quería preguntar. Aquello de "noble vampiro Nova" sonaba extraño. Aunque según parecía, Anders se lo había tomado muy a pecho. Señorito vampiro... Poco después, me preguntó por los efectos de la Corona Astada.
-Desde luego lo intenta.- Había pasado un tiempo con... dificultades, después de todo. Aunque últimamente, la influencia del artefacto era mucho menor. -Es por eso que...- Iba a añadir algo más al respecto, pero me contuve. No era algo que tuviese que airear. -Maestro arcanista.-
A decir verdad, aquel era el verdadero motivo por el que no usase la Corona más de lo necesario. Syl se encargaba de llevarla y ocultarla donde hiciese falta. Y yo... hacía lo posible por resistir cualquier tentación de buscarla. No había sido fácil, sobre todo al principio. Y aún sentía una ligera ansiedad al no saber donde estaba. Era algo que llevaba tiempo, pero mejoraba.
Y después hizo... lo que fuera aquello que hacía con su golem.
-¿...Qué?- pregunté, frunciendo el ceño. ¿Cubrir al vampiro del sol? ¿Con qué, una manta de arcilla? -Eres un elfo muy, muy raro.-
-Mejor que nos movamos.- dijo Syl, colocando la ballesta a su espalda. Mientras se adelantaba hacia la puerta, se aseguró de que viese su mano aún sin llegar a levantarla. Estaba haciendo una secuencia, levantando dedos rápida y sutilmente. Meñique, seguido de índice y corazón juntos, y finalmente, pulgar. Me levanté, indicando al vampiro y al elfo hacia la puerta.
Fui el primero, guiando el camino. Uriel y Anders irían después, con Syl a la retaguardia. Un orden típico de escolta: siempre había alguien vigilando a los objetivos, y alguien por delante para protegerlos o evitar huidas. No me sorprendía que quisiese usarlo con un vampiro desconocido, siendo él.
-Y... dime, Uriel.- comencé sin parar de caminar, mirándole de reojo. -¿Que es eso de los vampiros Nova? Nunca he oído hablar de ellos.- dije. -Que yo sepa, no hay muchos vampiros con títulos y tierras.- O vivos, últimamente. Sería muy raro que uno pudiese permitirse el lujo de mostrarse abiertamente, después de lo ocurrido en la guerra. Si no te linchaban los humanos, lo harían los otros vampiros. -De hecho, creo que no hay muchos grupos de vampiros activos. No eres de los Hijos de Habak, ¿verdad?-
Aquellos lunáticos podían ser peligrosos. Aunque habían recibido la ayuda de Elen, parecía haber sido más por un acuerdo que una lealtad real. Sobre todo si había sido suficiente como para que se enfrentase a la otra Centinela...
Las calles se habían vuelto silenciosas a aquellas horas de la noche. Había poca gente que pudiese molestarnos, o escuchar realmente. Me giré un instante, viendo como Syl se había colocado su capucha. Aún no bajaba la guardia.
Pero aun así, parecía una noche tranquila.
-¿De verdad?- preguntó.
-Es más seguro para todos.- respondí, encogiéndome de hombros. -Si lo descubre alguien, solo servirá para que se monte jaleo sin motivo.- Además, había algunas que quería preguntar. Aquello de "noble vampiro Nova" sonaba extraño. Aunque según parecía, Anders se lo había tomado muy a pecho. Señorito vampiro... Poco después, me preguntó por los efectos de la Corona Astada.
-Desde luego lo intenta.- Había pasado un tiempo con... dificultades, después de todo. Aunque últimamente, la influencia del artefacto era mucho menor. -Es por eso que...- Iba a añadir algo más al respecto, pero me contuve. No era algo que tuviese que airear. -Maestro arcanista.-
A decir verdad, aquel era el verdadero motivo por el que no usase la Corona más de lo necesario. Syl se encargaba de llevarla y ocultarla donde hiciese falta. Y yo... hacía lo posible por resistir cualquier tentación de buscarla. No había sido fácil, sobre todo al principio. Y aún sentía una ligera ansiedad al no saber donde estaba. Era algo que llevaba tiempo, pero mejoraba.
Y después hizo... lo que fuera aquello que hacía con su golem.
-¿...Qué?- pregunté, frunciendo el ceño. ¿Cubrir al vampiro del sol? ¿Con qué, una manta de arcilla? -Eres un elfo muy, muy raro.-
-Mejor que nos movamos.- dijo Syl, colocando la ballesta a su espalda. Mientras se adelantaba hacia la puerta, se aseguró de que viese su mano aún sin llegar a levantarla. Estaba haciendo una secuencia, levantando dedos rápida y sutilmente. Meñique, seguido de índice y corazón juntos, y finalmente, pulgar. Me levanté, indicando al vampiro y al elfo hacia la puerta.
Fui el primero, guiando el camino. Uriel y Anders irían después, con Syl a la retaguardia. Un orden típico de escolta: siempre había alguien vigilando a los objetivos, y alguien por delante para protegerlos o evitar huidas. No me sorprendía que quisiese usarlo con un vampiro desconocido, siendo él.
-Y... dime, Uriel.- comencé sin parar de caminar, mirándole de reojo. -¿Que es eso de los vampiros Nova? Nunca he oído hablar de ellos.- dije. -Que yo sepa, no hay muchos vampiros con títulos y tierras.- O vivos, últimamente. Sería muy raro que uno pudiese permitirse el lujo de mostrarse abiertamente, después de lo ocurrido en la guerra. Si no te linchaban los humanos, lo harían los otros vampiros. -De hecho, creo que no hay muchos grupos de vampiros activos. No eres de los Hijos de Habak, ¿verdad?-
Aquellos lunáticos podían ser peligrosos. Aunque habían recibido la ayuda de Elen, parecía haber sido más por un acuerdo que una lealtad real. Sobre todo si había sido suficiente como para que se enfrentase a la otra Centinela...
Las calles se habían vuelto silenciosas a aquellas horas de la noche. Había poca gente que pudiese molestarnos, o escuchar realmente. Me giré un instante, viendo como Syl se había colocado su capucha. Aún no bajaba la guardia.
Pero aun así, parecía una noche tranquila.
Asher Daregan
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Re: Voluntad y poder [Privado] [CEERADO]
El infante observó la figura del golem cubrirlo e hizo un gesto de sorpresa, se alejó unos pasitos con algo de confusión pero enseguida sus ojos se tiñeron en curiosidad infantil. Estaba en su crianza el alejarse de todo lo que no pudiera entender o pudiera dañarlo, si hubiera sido el golem de cualquier otro elfo lo hubiera evitado como la peste pero, al haber calificado de “buena persona” al elfo cuyo nombre seguía sin conocer, no parecía temerlo o rechazarlo. Correteo curiosamente a su alrededor con una amplia sonrisa juguetona, no sabía si era frágil o no, así que evitó tocarlo.
“¿Que és? ¿Que és? ¡Es como que se está derritiendo! ¿Cómo funciona? ¡Oh, oh! ¡No quiero escuchar la respuesta! Quiero descubrirlo por mi mismo Jejeje~ ¡Tiene muchas cosas interesantes, señor elfo!”
Riendo y hablando en un animado tono, el niño comenzó a escudriñar al golem de cerca. Solo se detuvo al escuchar al joven elfo referirse a él con el término “señorito”, arrugó la cara levemente con desagrado ¡No el gustaba que gente fuera de su clan le llamara así! Como hijo adoptivo de líder Nova, los vampiros dentro de esta siempre lo habían tratado con respeto y refiriéndose a él como “señorito” pero escucharlo de un elfo que no era parte de los vasallos era…...incomodo.
“Uri está bien…..De todas formas para vosotros no somos “nobles” ¡No hace falta que utilices honoríficos”
El vampirito hizo un dulce puchero infantil para demostrar su descontento, su tono era de un caprichoso infante que le decía a un adulto “no soy un niño pequeño” con molestia. Intentado dejar el tema atrás, obedeció las palabras del hombre-gato cuyo nom-....¡Ahora que lo pensaba no tenía ni la más remota idea de quién diablos eran esas tres personas! ¿Dijeron sus nombres al hablar entre ellos? Uriel estaba seguro de que el hombre-lobo se refería al elfo como “Anders”, pero no alcanzó a escuchar el del otro par por estar distraído. Pensando en si debería preguntar, el vampirito se puso a jugar con el golem que obviamente estaba ignorando totalmente al infante mientras seguía a su maestro ¡Había descubierto que la figura de barro y tierra era de hecho bastante resistente a pesar de su aspecto! Así que estaba cada dos por tres persiguiéndola, tocándola o lanzándose sobre ella juguetonamente, cual cachorro de perro con un juego amigo con el que jugar. Parecía haberle agradado mucho la figura echa en arcilla y barro.
“¿Mi familia? ¡Lo siento no puedo hablarle de eso, señor lobo! No me está permitido”
El infante se detuvo de acosar al golem en cuanto escuchó la voz de Asher, seguida de la voz de Syl. No hablaría de su clan tan abiertamente, era ingenuo pero tampoco tanto ¡Su maestro le mataría si expusiera al clan! En su lugar el vampirito añadió animadamente, mientras intentaba poner la mano dentro del golem que ya parecía estar menos “a gusto” con el infante.
“En su lugar le diré que son los vampiros nobles ¡Muy poca gente fuera de la sociedad de vampiros lo sabe~ ¡Es normal que jamás lo escuchara, señor!”
Al ver que el golem parecía estar….¿Perdiendo la paciencia con él? El vampirito dejó al final a la figura de una metro de altura tranquila para pararse no muy lejos de ella y comenzar a hablarle al hombre perro, olvidando al gato detrás de él sin querer. Su mirada no se apartaba de la figura de barro.
“Los vampiros nobles no nos regimos por leyes humanas o de otras razas, seguimos nuestro propio concepto de “nobleza”. Todo vampiro que con su fuerza, influencia y poder monetario lograse someter a su propia gente y ganarse su respeto y sumisión de por vida se considera un vampiro noble….¡Mi mae-....! ¡Mi padre adoptivo es uno de ellos! Es un vampiro entre vampiros~”
Se sabía al dedillo cómo funcionaba la “alta clase” de los vampiros, llevaba bastante parte de su vida conviviendo en esta ¡Realmente había gente de temer ahí! Su maestro siempre le advirtió que jamás hiciera contacto solo con ciertos clanes de tan peligrosos que eran ¡Luego había polos opuestos! Eran al minoría pero había clanes pequeños que eran pacíficos y no buscaban más sangre que la necesaria para comer, no eran agresivos y tendían a ser los más retraídos y ocultos, incluso ante el resto de la nobleza. Se podía ver muchas clases de vampiro entre la nobleza. Aún así, para Uriel, su maestro era el vampiro más brillante y capaz de todos con diferencia.
“Funcionan al margen de las razas y no están interesadas en nada más que manejar sus respectivos territorios y sus asuntos con otros vampiros ¡O en teoría no lo están! Algunas son un poco más codiciosas de lo que deberían~ ¡Oh! Es normal que penséis así, pero creedme; Hay más de los que pensáis~ No salen de la sede a menos que se lo ordenen, y rara vez actúan fuera del territorio vampiro...Y…...Y….hmmmm ¿Creo que ya está? ¡Es lo más básico de lo básico sobre vampiros nobles! Hmmmm ¡Creo que eso es todo! De todas formas dudo que os interese más que eso~ Jejeje~”
Habiendo terminado su explicación, el infante regresó su atención a su desgraciado amiguito de barro con una sonrisa, el golem que parecía haberse olvidado totalmente de él ¡Lástima que el infante regresó a su
“Hijos de Habak ¡Me suena! Hmmmmmm…..Hmmmmmm ¡Oh! ¡Ya me acuerdo! Mi ma-..mi padre se refirió a ellos como; “Unos hippies locos pedazo de mierda y con complejo de cristianos extremistas que deberían ser degollados y puestos en un poste en la plaza de de cada ciudad del continente” ¿Que es hippie aún así? ¡Cuando le pregunté se negó a decirme!”
De hecho la frase era más larga, más denigrante e infinitamente más violenta ¡Pero no se acordaba del todo! Solo de esa parte por tener una palabra que no comprendía. Sin parecer darse cuenta de la salvajada que acaba de decir con los labios, sonrisa y mirada de un puro e inocente niño, siguió jugando con el golem con una risita alegre. Entre risas y carcajadas divertidos el infante añadió:
“¿El señor lobo quiere saber algo más? ¡Oh! ¡Antes de eso! ¿Cuales son sus nombres? Señor lobo, señor Gato y Señor Elfo son solo provisionales~ ¡Me gustaría saber sus nombres!”
Uri
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Re: Voluntad y poder [Privado] [CEERADO]
Me centré en el hombre bestia cuando respondió al joven vampiro. No iba a reírme; pero la cara de Syl era el perfecto balance de expresión en la falta de esta. Suspiré levemente luego de la corta carcajada y vi de reojo a Asher, más serio, con su respuesta a lo de la corona.
Todo para nada. Cuando pronunció esas dos palabras sonreí al instante, volteando a otro lado para reírme mientras negaba con la cabeza. No es que no hubiese notado que acababa de ser sutil y evitó decir algo tapándolo tras una broma; pero estaba en su derecho de no querer compartir demasiado.
Por otro lado, esto me demostraba que si tenía un sentido del humor.
Cuando me dijo que era raro me encogí de hombros, sonriente.— Tú eres un hombre bestia que a efectos prácticos usa magia y un Centinela, siendo uno de los cuatro en todo el mundo, ¿y yo estoy fuera de la norma? —pregunté en tono de broma, guiñándole un ojo y desviando la mirada a Uriel. Su respuesta había sido encantadora, y de hecho me animaba un poco, visto que más de la mitad solo comentaba que mi golem realmente no calificaba para golem por el nivel tan bajo de animación—. ¿Sí? Está bien, descubrelo tu sólito, señorito, tú puedes —animé intentando adoptar un tono tierno, agachándome un poco y apoyando mis mano sobre mis rodillas.
Todo para nada. Me erguí de nuevo al instante la ver como arrugaba la cara y estallaba en una pequeña rabieta infantil, expresada más en su voz y rostro que físicamente, dando patadas y golpes como ciertos niños malcriados. Al ver que acató a lo que dijo Syl volteé hacia Asher, viéndolo levantarse, y lo seguí junto al no-señorito vampiro.
La forma en la que andábamos era un poco curiosa, como una escolta real. Algo rígido en mi opinión, viendo que era la ciudad más segura o eso decían; aunque con Uri junto a nosotros, imaginaba que la preocupación ahora serían guardias, no maleantes.
Vi hacia el cielo nocturno, en alerta de que el sol no saliese en ningún momento pronto. La risa infantil de Uri me hizo devolver la mirada atrás, parecía bastante contento con el golem. Verlo saltar sobre el de hecho me hizo caer en el dilema del ciempiés. ¿Cuanta magia ponía normalmente para qué tuviese esa cantidad específica de resistencia? ¿Y qué me siguiera siempre al mismo ritmo?
Centrarme en ello provocó pequeñas variaciones, se hizo ligeramente menos duro, y se arrastró más rápido detrás de mí, a punto de evitar la mano de Uri. Me tensé un poco y empecé a inundar mi cabeza de cualquier pensamiento menos el golem mismo, haciendo que volviera a la consistencia 'por defecto', sin embargo; todavía arrastraba algo rápido.
Al escuchar que muy poca gente sabía que eran exactamente los vampiros nobles centré mi atención mental a eso, sin dejar de andar. Mientras Uri hablaba me crucé de brazos, llevándome una a la boca pensando en lo que decía. Si me preguntaban a mí, ningún grupo elevado de una raza específica se regía por leyes de otra. Todos compartían ciertos conceptos; a veces, con nombres distintos, y otros eran ajenos a los suyos propios, o con variaciones pequeñas entre el entendimiento de cada quien. Fuerza, influencia y poder monetario.
Sonreí entre un suspiro, ¿eso no era lo qué humanos llamarían un Rey?
«Aunque...» ladeé la cabeza. Debía ser infinitamente más difícil someter a los propios y obtenerse su respeto de por vida. Algo que, definitivamente, era una de esas cosas ajenas a solo los vampiros. El padre adoptivo de Uri debía ser terriblemente poderoso, o terriblemente agradable, y honestamente, dudaba un poco de lo último.
Más allá de eso, me preguntaba que hacia la gente con tiempo infinito, viviendo cada día el doble de lentos que los demás por no poder salir al sol.
—Muy interesante, Uri —le dije al niño con una sonrisa. Verme perdido en su explicación hizo que el golem volviese a como había estado al principio cuando Uri jugaba con él, antes de que este se "hartase". Sólo deje de sonreír cuando pasó al tema de los Habak, no comentaría sobre eso.
No es que pudiera, por un par de razones. Una de ella siendo lo boquiabierto que había quedado al escuchar todo el palabrero que salió de la boca del niño. Por unos instantes lo dudé, pero lo había visto decirlo. Por alguna razón, le había costado tanto decirlo como reírse mientras jugaba, como si no supiera que acababa de decir.
...A lo mejor "hippie" no era la única palabra que desconocía.
—Anders Ahlberg —respondí al vampirito—, pero puedes decirme como tú quieras.
Todo para nada. Cuando pronunció esas dos palabras sonreí al instante, volteando a otro lado para reírme mientras negaba con la cabeza. No es que no hubiese notado que acababa de ser sutil y evitó decir algo tapándolo tras una broma; pero estaba en su derecho de no querer compartir demasiado.
Por otro lado, esto me demostraba que si tenía un sentido del humor.
Cuando me dijo que era raro me encogí de hombros, sonriente.— Tú eres un hombre bestia que a efectos prácticos usa magia y un Centinela, siendo uno de los cuatro en todo el mundo, ¿y yo estoy fuera de la norma? —pregunté en tono de broma, guiñándole un ojo y desviando la mirada a Uriel. Su respuesta había sido encantadora, y de hecho me animaba un poco, visto que más de la mitad solo comentaba que mi golem realmente no calificaba para golem por el nivel tan bajo de animación—. ¿Sí? Está bien, descubrelo tu sólito, señorito, tú puedes —animé intentando adoptar un tono tierno, agachándome un poco y apoyando mis mano sobre mis rodillas.
Todo para nada. Me erguí de nuevo al instante la ver como arrugaba la cara y estallaba en una pequeña rabieta infantil, expresada más en su voz y rostro que físicamente, dando patadas y golpes como ciertos niños malcriados. Al ver que acató a lo que dijo Syl volteé hacia Asher, viéndolo levantarse, y lo seguí junto al no-señorito vampiro.
La forma en la que andábamos era un poco curiosa, como una escolta real. Algo rígido en mi opinión, viendo que era la ciudad más segura o eso decían; aunque con Uri junto a nosotros, imaginaba que la preocupación ahora serían guardias, no maleantes.
Vi hacia el cielo nocturno, en alerta de que el sol no saliese en ningún momento pronto. La risa infantil de Uri me hizo devolver la mirada atrás, parecía bastante contento con el golem. Verlo saltar sobre el de hecho me hizo caer en el dilema del ciempiés. ¿Cuanta magia ponía normalmente para qué tuviese esa cantidad específica de resistencia? ¿Y qué me siguiera siempre al mismo ritmo?
Centrarme en ello provocó pequeñas variaciones, se hizo ligeramente menos duro, y se arrastró más rápido detrás de mí, a punto de evitar la mano de Uri. Me tensé un poco y empecé a inundar mi cabeza de cualquier pensamiento menos el golem mismo, haciendo que volviera a la consistencia 'por defecto', sin embargo; todavía arrastraba algo rápido.
Al escuchar que muy poca gente sabía que eran exactamente los vampiros nobles centré mi atención mental a eso, sin dejar de andar. Mientras Uri hablaba me crucé de brazos, llevándome una a la boca pensando en lo que decía. Si me preguntaban a mí, ningún grupo elevado de una raza específica se regía por leyes de otra. Todos compartían ciertos conceptos; a veces, con nombres distintos, y otros eran ajenos a los suyos propios, o con variaciones pequeñas entre el entendimiento de cada quien. Fuerza, influencia y poder monetario.
Sonreí entre un suspiro, ¿eso no era lo qué humanos llamarían un Rey?
«Aunque...» ladeé la cabeza. Debía ser infinitamente más difícil someter a los propios y obtenerse su respeto de por vida. Algo que, definitivamente, era una de esas cosas ajenas a solo los vampiros. El padre adoptivo de Uri debía ser terriblemente poderoso, o terriblemente agradable, y honestamente, dudaba un poco de lo último.
Más allá de eso, me preguntaba que hacia la gente con tiempo infinito, viviendo cada día el doble de lentos que los demás por no poder salir al sol.
—Muy interesante, Uri —le dije al niño con una sonrisa. Verme perdido en su explicación hizo que el golem volviese a como había estado al principio cuando Uri jugaba con él, antes de que este se "hartase". Sólo deje de sonreír cuando pasó al tema de los Habak, no comentaría sobre eso.
No es que pudiera, por un par de razones. Una de ella siendo lo boquiabierto que había quedado al escuchar todo el palabrero que salió de la boca del niño. Por unos instantes lo dudé, pero lo había visto decirlo. Por alguna razón, le había costado tanto decirlo como reírse mientras jugaba, como si no supiera que acababa de decir.
...A lo mejor "hippie" no era la única palabra que desconocía.
—Anders Ahlberg —respondí al vampirito—, pero puedes decirme como tú quieras.
Anders
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Re: Voluntad y poder [Privado] [CEERADO]
Así que no estaba con esos vampiros, después de todo. Un golpe de suerte para él, quizás.
Lo que parecía verdaderamente extraño es que mantuviese la pretensa de ser un niño inocente. Estaba hablándonos como un vampiro, al fin y al cabo. No tenía motivos para actuar realmente, y no llegaba a sonar como que estuviese mintiendo. ¿Era posible que fuese convertido recientemente?
No, no con tanta afiliación a su "familia".
-No te preocupes. Tengo formas de investigar lo que me haga falta.- aseguré. Particularmente, sobre ese tema que había intentado evitar. -Mi nombre es Asher Daregan.- Syl no ofreció el suyo. Se mantuvo en silencio, y no mucho después, llegamos a la posada que había indicado.
-Creo que aquí nos separamos.- dije. -Buena suerte, y ten cuidado. Contactaré contigo, Anders. Espera un cuervo pronto.- añadí, mirando al elfo. -Pásate por mi tienda si necesitas algo.-
Había quedado en una buena posición, después de todo. Ayudar al pequeño vampiro había valido la pena.
Sabía donde se alojaría, salvo que cambiase de idea con tan poco tiempo. Y sabía que saldría de allí al próximo anochecer. Una visión algo extraña: un niño, saliendo él solo por la noche de una posada en concreto, era como mínimo poco frecuente.
No sería muy difícil tener a Auginn alerta fuera del local. El cuervo era sumamente inteligente, después de todo. Seguir a alguien con esa descripción en concreto y memorizar el lugar donde se ocultaba no era particularmente dificil para un animal que disfrutaba averiguando secretos y contándomelos al oído a cambio de fruta y carne.
No era que planease un ataque, o algo por el estilo. Eran vampiros, necesitaban sangre para vivir... eso lo respetaba, sobre todo si no eran tan avariciosos como para llamar la atención. Pero era posible que estuviesen en mi territorio. Si alguna vez causaban problemas, tendría que saber como responder.
De vuelta al hogar, Syl parecía algo más tranquilo, aunque no dejó de mirar alrededor un par de veces a lo largo del trayecto.
-¿Que opinas de todo eso?- preguntó. -¿Algo a tener en cuenta?-
-No diría tanto. Merece la pena recordarlo, de momento, pero no creo que cause problemas por ahora.- respondí. Pasé mi mano por su hombro, manteniendolo cerca. -No te preocupes. No vi nada raro. No estaba usando su magia, por raro que suene.- dije. El felino se relajó y asintió, cerrando los ojos.
Había sido una noche larga. Merecíamos un descanso después de aquello, aunque nunca durasen demasiado.
Lo que parecía verdaderamente extraño es que mantuviese la pretensa de ser un niño inocente. Estaba hablándonos como un vampiro, al fin y al cabo. No tenía motivos para actuar realmente, y no llegaba a sonar como que estuviese mintiendo. ¿Era posible que fuese convertido recientemente?
No, no con tanta afiliación a su "familia".
-No te preocupes. Tengo formas de investigar lo que me haga falta.- aseguré. Particularmente, sobre ese tema que había intentado evitar. -Mi nombre es Asher Daregan.- Syl no ofreció el suyo. Se mantuvo en silencio, y no mucho después, llegamos a la posada que había indicado.
-Creo que aquí nos separamos.- dije. -Buena suerte, y ten cuidado. Contactaré contigo, Anders. Espera un cuervo pronto.- añadí, mirando al elfo. -Pásate por mi tienda si necesitas algo.-
Había quedado en una buena posición, después de todo. Ayudar al pequeño vampiro había valido la pena.
Sabía donde se alojaría, salvo que cambiase de idea con tan poco tiempo. Y sabía que saldría de allí al próximo anochecer. Una visión algo extraña: un niño, saliendo él solo por la noche de una posada en concreto, era como mínimo poco frecuente.
No sería muy difícil tener a Auginn alerta fuera del local. El cuervo era sumamente inteligente, después de todo. Seguir a alguien con esa descripción en concreto y memorizar el lugar donde se ocultaba no era particularmente dificil para un animal que disfrutaba averiguando secretos y contándomelos al oído a cambio de fruta y carne.
No era que planease un ataque, o algo por el estilo. Eran vampiros, necesitaban sangre para vivir... eso lo respetaba, sobre todo si no eran tan avariciosos como para llamar la atención. Pero era posible que estuviesen en mi territorio. Si alguna vez causaban problemas, tendría que saber como responder.
De vuelta al hogar, Syl parecía algo más tranquilo, aunque no dejó de mirar alrededor un par de veces a lo largo del trayecto.
-¿Que opinas de todo eso?- preguntó. -¿Algo a tener en cuenta?-
-No diría tanto. Merece la pena recordarlo, de momento, pero no creo que cause problemas por ahora.- respondí. Pasé mi mano por su hombro, manteniendolo cerca. -No te preocupes. No vi nada raro. No estaba usando su magia, por raro que suene.- dije. El felino se relajó y asintió, cerrando los ojos.
Había sido una noche larga. Merecíamos un descanso después de aquello, aunque nunca durasen demasiado.
Asher Daregan
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Re: Voluntad y poder [Privado] [CEERADO]
Asher Daregan ¡Más me vale recordarlo!
Uriel no estaba especialmente precavido del hombre-perro ya, ni tampoco le desagradó su actitud ¡Aunque tampoco podía decir que le hubiera agradado o se sintiera totalmente seguro con su presencia! El hombre-gato, del que recién se acaba de acordar por cierto, si parecía estar alerta con él ¡No respondió cuando preguntó su nombre! Pero podía entenderlo vagamente; Nunca se era lo suficientemente precavido con un vampiro.
Dejando al fin tranquilo al golpe, Uriel se giró a la pareja de hombres bestias y ofreció una educada despedida. No tenía mala impresión de la pareja de hombres-bestia, eran personas que sabía podrían matarlo fácilmente pero ya no se sentía tan incómodo como al inicio con sus presencias, después de todo parecía que no lo harían siempre y cuando Uriel no les provocara.
“Gracias por ayudarme, una vez mas ¡Les deseo una buena noche!”
Se giró al elfo en cuanto vio las dos figuras animales desaparecer por un callejón. Con una amplia alegre sonrisa imitó su despedida, tal vez más enérgica y menos cordial que la de los hombres bestia. El elfo fue de quien mejor impresión se llevó…..Bueno, el golem tuvo mucho que ver en su evaluación final ¡Pero lo importante es que Anders le agradaba! Casi le daba pena separarse del gol-¡De Anders!
“¿Se hospedará aquí también, señor Anders? Hmmmm Dudo que nos veamos al salir……¡De todas formas, me despido! Espero que nos veamos de nuevo, señor Anders~ ¡Buenas noches~!”
Haciendo un gesto levemente decepcionado, el infante comenzó a corretear hacia el portón de la posada mientras despedía con su enérgica manita al elfo, le hubiera gustado estar un poco más con el elfo pero la mañana se le echaba encima ¡Estaba realmente cansado! Tenía mucho sueño y como buen niño pequeño, se acostaba muy pronto ¡Pasó su hora de sueño por media hora! El infante estaba realmente reventado de ese día movidito.
Tal y como le dijo el hombre-perro, la posada era bastante buena como refugio para un vampiro, la cama está situada de tal forma que no estaba en contacto con la ventana, cortinas gruesas que no dejaban cruzar el Sol y lo suficientemente segura como para que nadie moleste a un vampiro durmiente ¡Era mucho mejor de lo que esperaba! Uriel hizo una nota mental de agradecerle al centinela si alguna vez volvía a verlo. Se aproximó a la ventana y mientras veía el amanecer filtrándose levemente en el horizontes cerró rápidamente las cortinas ¡Un poco más y hubiera estado en un verdadero aprieto!
“De momento dormiré….Ah~ Más me vale salir de la ciudad la próxima noche o definitivamente mi maestro me odiará...”
Lanzándose sobre la cama, el vampiro se acurruco en al cobija mientras se murmuraba estas palabras. Se durmió prácticamente a los 5 minutos.
Uri
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Re: Voluntad y poder [Privado] [CEERADO]
Me quede mirando a Syl en silencio, observando cómo evitaba dar su nombre. Ladeé la cabeza, imaginándome que el carácter desconfiado quizás estaba alimentado en parte por sus propios instintos gatunos. No me había encontrado ningún gato tonto o confiado jamás, después de todo.
O quizás solo era así. Como lo sería cualquier persona precavida.
Cuando llegamos a la posada me estiré hacia arriba y abrí los brazos a los lados, desatando toda la pereza que podría tener en mi cuerpo. Bostecé débilmente, tapándome la boca con la mano, mientras Uri se despedía de la pareja de hombres bestia.
—Está bien —respondí sin pensar. Cuando cayó en mi alcé una ceja, ¿contactar? Y con un cuervo. Bueno, igualmente no habría dicho otra cosa de haber prestado atención desde el inicio—. Hmm… de necesitar… —sonreí, haciendo un gesto con la mano—. Hay muchas cosas que me interesan en tu tienda, pero estoy quebrado. Cuando amase un poquito, me vuelvo a dar una vuelta.
Terminé por despedirme de ambos con la mano suavemente mientras se retiraban, quedándome solo con Uri. Me giré hacia él, viéndolo despedirse también de mí. De una forma un poco más… alegre, o algo así. De a momentos parecía que se estaba despidiendo más del golem que de mí; pero no podía hacer sino reírme ante eso.
—Creo que sí, Uri —asentí al pequeño, olvidando pedirle (más bien sugerirle) que no era necesario que se refiriera a mí como señor—. Yo también lo espero —añadí sonriendo y alzando una mano para despedirme. También intenté que parte de la masa del golem se enfocase en un brazo y se moviera como despedida igual, aunque el movimiento no era precisamente fluido—. ¡Cuídate cuando vayas a salir!
Eso último tuve que decirlo en voz alta para que alcanzase los oídos del joven vampiro en su pequeña carrera. Me lleve las manos por detrás de la cabeza, pensando si hacer como el niño y quedarme finalmente en ese lugar.
Estar solo repentinamente era deprimente. Y frío. Eso último se me había olvidado mientras estaba acompañado por alguna razón.
Tomé a mi golem y me decidí por entrar al lugar a los minutos, cuando el sol ya casi empezaba a asomarse. Pedí una habitación, específicamente una cuya ventana diera hacia la cara frontal del lugar, y no dormí.
Fue a la hora y tanto que me vino la idea de que estaba totalmente confundido y Uri no podía salir por razones obvias, así que sería la noche del ‘día presente’ y no la noche anterior, que ya no era noche, porque había salido el sol y...
Me puse una mano en el pelo, rascándome ante todo el asunto y como me enredé yo solo. Entonces si dormí.
Al despertar solo me retiré de la posada y me puse a buscar que hacer, al final no había cobrado lo de los vampiros, y Davin parecía el tipo de persona que no quería saber nada de Asher ni de gente relacionada al mismo por muy pequeñitos que fueran los nexos. Fue complicado encontrar alguien que necesitara un par de manos extras en el lugar, supongo que esto era lo “malo” de un sitio en buen estado, a diferencia de Lunargenta. La gente tenía sus cosas en orden.
Para la noche estaba volviendo, el plan era agarrar a Uriel de salida y acompañarlo, no le fuera a pasar nada, pero parece que no habría necesidad de eso. El cuervo blanco de Asher estaba por allí. Un cuervo que hablaba, «maestro arcanista». Tenía que probar yo esa excusa, un día.
Lo que estaba claro era que no merodeaba el lugar para hablar conmigo. ¿Estaba cuidando a Uriel? … Bueno, por como parecía ser Asher, quizá era mejor término decir “vigilando”, pero los padres vigilan a sus hijos para cuidarlos, así que me resultó suficientemente parecido. Uriel también hubiese pedido que lo acompañase si así lo hubiese deseado, considerando que no había tenido ninguna timidez en proporcionar la paliza más grande y cariñosa que nadie jamás le había dado al golem.
Estaría bien por su cuenta. Aerandir no era pequeño, mas viendo que tenía que hacer una visita por Sacrestic Ville, podía creer que tendría buen chance de encontrármelo de nuevo. Si no pronto, sería tarde.
Era bueno tener tantos años.
O quizás solo era así. Como lo sería cualquier persona precavida.
Cuando llegamos a la posada me estiré hacia arriba y abrí los brazos a los lados, desatando toda la pereza que podría tener en mi cuerpo. Bostecé débilmente, tapándome la boca con la mano, mientras Uri se despedía de la pareja de hombres bestia.
—Está bien —respondí sin pensar. Cuando cayó en mi alcé una ceja, ¿contactar? Y con un cuervo. Bueno, igualmente no habría dicho otra cosa de haber prestado atención desde el inicio—. Hmm… de necesitar… —sonreí, haciendo un gesto con la mano—. Hay muchas cosas que me interesan en tu tienda, pero estoy quebrado. Cuando amase un poquito, me vuelvo a dar una vuelta.
Terminé por despedirme de ambos con la mano suavemente mientras se retiraban, quedándome solo con Uri. Me giré hacia él, viéndolo despedirse también de mí. De una forma un poco más… alegre, o algo así. De a momentos parecía que se estaba despidiendo más del golem que de mí; pero no podía hacer sino reírme ante eso.
—Creo que sí, Uri —asentí al pequeño, olvidando pedirle (más bien sugerirle) que no era necesario que se refiriera a mí como señor—. Yo también lo espero —añadí sonriendo y alzando una mano para despedirme. También intenté que parte de la masa del golem se enfocase en un brazo y se moviera como despedida igual, aunque el movimiento no era precisamente fluido—. ¡Cuídate cuando vayas a salir!
Eso último tuve que decirlo en voz alta para que alcanzase los oídos del joven vampiro en su pequeña carrera. Me lleve las manos por detrás de la cabeza, pensando si hacer como el niño y quedarme finalmente en ese lugar.
Estar solo repentinamente era deprimente. Y frío. Eso último se me había olvidado mientras estaba acompañado por alguna razón.
Tomé a mi golem y me decidí por entrar al lugar a los minutos, cuando el sol ya casi empezaba a asomarse. Pedí una habitación, específicamente una cuya ventana diera hacia la cara frontal del lugar, y no dormí.
Fue a la hora y tanto que me vino la idea de que estaba totalmente confundido y Uri no podía salir por razones obvias, así que sería la noche del ‘día presente’ y no la noche anterior, que ya no era noche, porque había salido el sol y...
Me puse una mano en el pelo, rascándome ante todo el asunto y como me enredé yo solo. Entonces si dormí.
Al despertar solo me retiré de la posada y me puse a buscar que hacer, al final no había cobrado lo de los vampiros, y Davin parecía el tipo de persona que no quería saber nada de Asher ni de gente relacionada al mismo por muy pequeñitos que fueran los nexos. Fue complicado encontrar alguien que necesitara un par de manos extras en el lugar, supongo que esto era lo “malo” de un sitio en buen estado, a diferencia de Lunargenta. La gente tenía sus cosas en orden.
Para la noche estaba volviendo, el plan era agarrar a Uriel de salida y acompañarlo, no le fuera a pasar nada, pero parece que no habría necesidad de eso. El cuervo blanco de Asher estaba por allí. Un cuervo que hablaba, «maestro arcanista». Tenía que probar yo esa excusa, un día.
Lo que estaba claro era que no merodeaba el lugar para hablar conmigo. ¿Estaba cuidando a Uriel? … Bueno, por como parecía ser Asher, quizá era mejor término decir “vigilando”, pero los padres vigilan a sus hijos para cuidarlos, así que me resultó suficientemente parecido. Uriel también hubiese pedido que lo acompañase si así lo hubiese deseado, considerando que no había tenido ninguna timidez en proporcionar la paliza más grande y cariñosa que nadie jamás le había dado al golem.
Estaría bien por su cuenta. Aerandir no era pequeño, mas viendo que tenía que hacer una visita por Sacrestic Ville, podía creer que tendría buen chance de encontrármelo de nuevo. Si no pronto, sería tarde.
Era bueno tener tantos años.
Anders
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