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Las alas del amor [Privado, Ruru]

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Mensaje  Gerrit Nephgerd Miér Jul 31 2019, 17:26

Era una noche de oscura sin luna. Ambulaba por las calles de Beltrechus con cuerno de cuero en la mano. Bebía pequeños sorbos de manera intermitente. Si el contenido fuera únicamente alcohol, lo bebería de un soplo, no dejaría ni gota y regresaría tan ricamente a casa donde me esperarían dos más como éste. El alcohol era un buen sedante, de los más eficaces y variados que los alquimistas de Aerandir lograron descubrir. Tenía para elegir, de todos los sabores y de todos los colores. Secos como el whisky y la ginebra o dulzones como el ron y la sidra. Con espuma o sin espuma, con gas o sin gas. A gusto del consumidor. No hacía mucho tiempo, quise probarlos todos y, por un tiempo, consiguieron borrar las huellas de sangre y dolor que dejaba mis pies. El alcohol funcionaba como una especie de amuleto que contrarrestaba la maldición que mis propios recuerdos me tenían reservados. La chica del rostro cambiante (Eyre), Talisa y su familia, Keira Bravery, Samhain, Walter Nephgerd (papá) y todas personas que había abusado de ellas dejaban de gritarme. Después de beber, mis sueños eran sosegados y vacíos. No había ninguna cama y encima de ella no se encontraba ninguna chica, que bien podía tener trece años y ser demasiado grande para su edad o veinte y ser algo pequeña, en posición fetal y llorando como si acabase de nacer. Era en el día siguiente en el que aparecía. Me despertaba una alucinación, producto de la resaca y de la magia de la chica. Estaba en frente de mí. Su entrepierna quedaba a nivel de mi cabeza recostada. Estaba sangrando por las heridas que le causé. Me miraba como nunca imaginé que me vería ninguna mujer, me juzgaba como yo lo hacía frente al espejo. El alcohol era un buen sedante, de los mejores. Sin embargo, la resaca posterior lograba intensificar el sentimiento de culpa que deseaba olvidar.

Encontré, por mera casualidad en la ciudad de Baslodia, una pócima de amorttenina que al mezclarlas con las piernas de mujer de Val (Reike), obtenía las propiedades que deseaba. La mañana que pasé junto a Val me despertó el perfume que emanaba su cabello. Besé el hombro de la bruja. Sonreía, después de mucho tiempo, me levanté con resaca y sonriendo.

De vuelta a Beltrechus, investigué más sobre el veneno de amorttenina. Una pequeña dosis podía hacer que el individuo se enamorase de la persona que tenía en frente. Sinteticé una pequeña dosis del veneno. Me encerré en mi dormitorio, asegurándome que estaría solo, y di un pequeño trago. En mi caso, la amorttenina me hizo recordar a Val. Suspiré su nombre como si ella estuviera encima de mí. Me quité la ropa y me acosté en la cama. Llegué a sentirla con la misma veracidad con la que podía sentir a la chica del rostro cambiante (Eyre) en las alucinaciones. Soñé con Val, la otra chica se había esfumado por completo. Envenenado, solo quedaba Val.

Descubrí que el alcohol conseguía atenuar las propiedades de la amorttenina. No me enamoraba al instante de la persona que tenía en frente, sino que creía ver a la persona que quería que estuviera conmigo. Llené una bolsa, como las que se utilizaban en el té, con hojas de amortenina machacadas y la introduje en mi cuerno de cuero. Pedía a las tabernas locales que sirviesen cerveza de mi propio cuerno, no de una jarra. No me reprocharon, quizá porque pensasen que se trataba de una mala costumbre por mi parte. Calentaba ligeramente el contenido del cuerno utilizando mi propia magia, la gusta cantidad para disolver la amorttenina en el alcohol. Bebía dando pequeños sorbos que se parecían a besos.

Realizaba mis enseres diarios en la ciudad, comprar comida y amorttenina, con el cuerno de cuero en una mano y la cabeza de Talisa en la otra. En mi cinturón portaba a Suuri y a mi espalda, sujetos por un arnés, un hacha pesada y un escudo. Tenía las pintas que se esperaba de un bárbaro humano. Los brujos me observaban como si no perteneciera a las islas. Les devolvía la mirada de disgusto con una sonrisa socarrona y una burlona reverencia. No quieras molestar a un hombre enamorado. Decían mis ojos.

Visité los mejores y peores comercios de Beltrechus buscando los productos más baratos. No encontré los que se ajustaban a mi presupuesto. Debía elegir entre comprar comida o comprar amorttenina. La elección fue más sencilla de lo que cabría esperar. Compré dos bolsitas de amorttenina para fabricar más pociones de la droga que me había vuelto adicto. Introduje las dos bolsitas en la boca de Talisa para que los curiosos no pudieran saber lo que llevo encima. Todavía me quedaba unos pocos aeros para rellenar el cuerno de cuero del hidromiel de una taberna barata.

Al salir de la tienda de especies, me senté en el bordillo. Con telequinesis, como si estuviera pescando con un hilo invisible, extraje la bolsita con la amorttenina del cuerno de cuero casi vacío; quedaban, como mucho, cuatro pequeños sorbos. Saqué una de las bolsitas nuevas de amorttenina de la cabeza de Talisa y arranqué una hoja, la introduje en la bolsita vieja. Dejé la bolsita nueva en su sitio, con cuidado que la celosa Talisa no me mordiese. Tenía la vieja sobre la palma de mi mano izquierda, con el puño derecho la fui machacando con cuidado. Solo los adictos y los enamorados tenían tanta cura en sus acciones y yo, en aquel entonces, pertenecía a ambos bandos.
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Mensaje  Ruru Lepidoptera Jue Ago 01 2019, 00:19


¿Niños insecto? No creo haber escuchado nada, aún así….¡Ah! Creo que hace tiempo hubo rumores….Pero….


El frutero le habló casualmente a la mujer encapuchada, sin parecer especialmente molesto o agradable. La mujer encapuchada escribía con una tiza sobre el mostrador, preguntando cosas al frutero quien se tomaba la molestia de responder por la cadencia de clientes ¡De hecho era su última clienta del día! Esa encapuchada muda fue lo suficientemente amable de comprarle la poca fruta que le quedaba por vender y estaba demasiado madura para ser vendida al día siguiente ¡Por supuesto que no le importaba responder preguntas mientras lo recogía todo! ¡Faltaría más!


Gracias por su tiempo. Pase una buena noche, ojala su establecimiento venda mañana mucho también...


Dejando esas palabras escritas detrás, Ruru, la mujer encapuchada, se retiró con un leve inclinamiento de cortesía. Su búsqueda le llevó a quedarse un tiempo más en las Islas, incluso cuando el rastro que encontró hará una semana resultó ser false decidió quedarse para asegurar que el rastro fuera falso. Antes de que se diera cuenta ya se había vuelto medianamente familiar con los habitantes vendedores de la ciudad ¡Principalmente con el frutero! Dado que la dieta de Ruru involucra fruta muy madura, justamente la que casi nadie deseaba comprar, siempre le compraba su fruta más madura ¡Incluso podía usarla para hacer su miel-brebaje del cual se alimentan sus mariposas!


Abandonando el establecimiento una vez más, Ruru comenzó a planificar su marcha del as islas, no parecía que le rastro fuera verdadero o al menos no había dado con nueva información en una buen rato ¡Parecía que otra vez más había fracasado! Era algo deprimente pero Ruru no se permitía a si misma estar deprimida o cansada ¡Debía emplear cada fracción de ella en encontrar a esos niños insecto!


Ese tipo ¿Cuánto lleva ahí? Es jodidamente espeluznante….


¿Deberíamos llamar a alguien que se lo lleve? No me termina de hacer gracia….


Gracias a sus antenas y su aguda audición, la mariposa detectó el cuchicheo de una pareja que miraba despectivamente a cierto hombre con la mirada perdida ¿Estaba borracho? No su mirada estaba debatiéndose entre lo real y lo ficticio, como si estuviera desconectado con al realidad ¿Estaba drogado? Drogado y borracho. Todos parecían asqueados y molestos pero Ruru parecía más bien curiosa e indiferente ¿Que le llevó a ese hombre acabar así? No es como si fuera su problema y tampoco se sentía especialmente triste por el brujo, sencillamente se preguntaba qué le llevó a ese estado.


Debería volver a la posada


Se dijo a sí misma mientras apartaba su mirada del drogado brujo que también parecía estar moviéndose a otro lugar. La posada que eligió Ruru era una ni muy cara ni muy barata, un edificio de 3 plantas con cuartos lo suficientemente cómodos para pasar varias noches agradables pero lo suficientemente simple para no ser caro, también tenían una gran taberna en el cual era fácil recolectar información. Ruru sentía que hizo una buena elección al elegir ese lugar como posada.


¡Oh! Señorita Ruru ¿Otra vez viene a pasar la noche? ¡Ven, siéntate! ¿Hidromiel verdad? ¡Te prepararé la jarra más dulce y sabrosa del a noche!


En cuanto el tabernero y dueño de la posada la vio, una amplia sonrisa apareció en su rostro. Ruru había dejado bastante dinero, era educada y a diferencia de los borrachos que beben y prácticamente se quedaban dormidos en las mesas ella tenía un mínimo de estilo ¿Que mejor clienta que ella? Incluso si su apariencia era algo….peculiar, como clienta era lo mejor que podía pedir.


En cuanto una jarra de hidromiel llegó ante ella, con un leve cabeceo agradeció silenciosamente al tabernero, quien de buen humor se fue a atender a otros clientes. Dando leves sorbos, movió sus azules-moradas mullidas antenas para captar cualquier conversación del lugar sin prestar real atención a sus alrededores.
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Mensaje  Gerrit Nephgerd Jue Ago 01 2019, 20:05

Noté la mirada de algunos brujos clavadas en mi espalda. Hablaban en voz baja, fuera lo que fuera lo que estuvieran cuchicheando, no sería nada bueno. Cerré los ojos un par de segundos e hice por ignorarles. Me sentí extraño, tranquilo. Sería verdad que el amor cambia a las personas. En circunstancias diferentes, si no estuviera drogado por la amorttenina, me habría levantado del bordillo y les habría presentado a mi buena amiga Suuri. Mucho gusto en conoceros, un par de besos. Perdonad a mi amiga, es muy fogoso. Me habría burlado de ellos mientras se examinaban los cardenales que Suuri les habría causado. Los más débiles, los que tenían un cráneo menos resistente que el resto, no habrían caído redondos por el beso de mi martillo. ¡Lo qué hacía el amor! Me reiría con la boca abierta. Los chicos pierden la cabeza por Suuri. ¡Lo que hacía el amor! Esta vez, me reía de mí mismo y sin abrir la boca por estar más pendiente de machacar unas flores de lo que estuvieran diciendo de mí una pandilla de curiosos. ¡Lo que hacía el amor! He perdido la cabeza por Val.

Me levanté, dando la espalda a los aldeanos. Levanté una humareda de polvo para que no pudieran ver cómo me escondía la bolsita de amorttenina recién preparada en el bolsillo del pantalón. Cuánto menos viesen, mejor para mí. Recogí la cabeza de Talisa con las dos manos y se susurré unas palabras en secreto. Pongámonos en marcha.

Caminé siguiendo el ruido de la ciudad, donde más ruido había eran donde se encontraban las mejores tabernas. Bebí el último sorbo de hidromiel envenenado y limpié el interior del cuerno con un trozo de tela que saqué del bolsillo. Rasqué con fuerza para limpiar todo rastro y aroma de la amorttenina del interior. Pensé en la posibilidad de que el tabernero reconociera el olor del veneno y preguntase para quién era el cuerno mientras que, con una mano libre, llamase la atención de un puñado de guardias que frecuentaban el lugar. La verdad, que el veneno era para consumo propio, sonaría como una mentira. ¿A quién pretendes engañar? Insistiría el tabernero. Eran preguntas que evitaba a toda costa. Refregué bien el cuerno. Escupí dentro y escampé la saliva con el trapo. Un brujo elemental de agua lo tendría más fácil.

Encontré una posada de buena reputación, frecuentada, en su mayoría, por extranjeros que decidían pasar unos días en las islas illidenses. Vestían con mejores pintas que las mías.

Me senté en uno de los taburetes de la barra. Llamé al tabernero con una mano mientras que con la otra desataba el cuerno de vino de mi cinturón.

—Hidromiel — dije secamente a la vez que le daba el cuerno —, el más barato que tenga.

El hombre tomó el cuerno de vino y echó un ojo al interior. Dijo cuánto costaría llenarlo, unos pocos aeros menos de los que me quedaban. Le di la bolsa entera y le dije que se quedase con el resto. Era una buena forma de asegurarse que no escupiría en el cuerno después de servir la bebida.

—Acepto su dinero, pero con la condición que vaya a beber a otro lugar.

Asentí con la cabeza, era justo el plan que tenía.

El tabernero se giró emitiendo un sonido seco de disgusto, como un perro defendiendo su comida. Llenó el cuerno del tonel que tenía detrás. Esperé apoyado en la barra a que terminase. Movía los dedos de forma automática como si estuviera tocando las teclas de una pianola, estaba ansioso por beber de nuevo y reencontrarme con Val.

—Aquí tiene y qué tenga un buen día — dijo el tabernero evitando hablar conmigo más de lo necesario.

Arranqué el cuerno de cuerno de las manos del tabernero utilizando la magia telequinética.

—Lo tendré, le aseguro que lo tendré — le contesté con una sonrisa.

Fuera, sacaría la bolsita con las hojas de amorttenina machada sin que nadie me viera. Caminé deprisa, manteniendo en el aire el cuerno de cuero a la distancia de un palmo de mi cabeza. Pensé en cuan probable sería que el tabernero llamase a la guardia una vez abandonase a la tabernera. No había hecho nada malo ni tampoco tenía intención de hacerlo, mientras bebiese de mi cuerno de vino no haría nada considerablemente malo. Sin embargo, mis pintas y mi manera de actuar anunciaban lo contrario. Le había dado una buena propina, mayor de la comúnmente aceptada, no tendría razón para llamar a nadie y, aun así, estaba convencido de que acabaría haciéndolo. Estaba tan embutido en mis pensamientos y tan falto de una dosis de hidromiel envenenado por amorttenina que no me fije en la mujer que tenía delante. Tropecé con ella. Ambos caímos al suelo. El cuerno también cayó, derramando todo el hidromiel.

Me quedé pasmado unos segundos sin saber qué hacer. Por un momento, creí ver a la mujer del rostro cambiante, a Keira, a Aaliz y a Samhain delante de mí burlándose de mí. Me agaché y recogí el cuerno. Todo el contenido estaba escampado en la sombra y el cuerno se había roto por un lateral. Me giré hacia la mujer que me había hecho tropezar (no busques un culpable, la culpa es solo tuya).

—Espero una disculpa, señora, y que tenga lo suficientes aeros para pagarme un nuevo cuerno, con el hidromiel incluido —suerte que no había perdido la preciada amorttenina.  

No hice nada malo, cosa rara en mí. Examinaba el cuerno partido con las dos manos. Ni siquiera hacia ademán de empuñar a Suuri. Estaba enamorado, había perdido la cabeza por Val y la amorttenina.

Talisa quedaba a mi lado, en el suelo, tenía la boca abierta enseñando todos sus dientes de hierro y ambas bolsas de amorttenina. Como estaba fijándome en la chica encapuchada, no me fijé en la cabeza de metal.
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Mensaje  Ruru Lepidoptera Jue Ago 01 2019, 22:36


La noche avanzó tranquila y sin máximos contratiempos, las charlas que en la taberna sucedían eran simples y fácilmente predecibles; Rumores, ofertas de trabajo, historia de aventuras exageradas y charlas sobre alguna batallita del pasado. Nada que a Ruru le importe especialmente o pueda sacar información valiosa.


Parece que en verdad no había nada en las islas ¿huh?


Una leve sensación de decepción se filtró por su pecho pero enseguida lo anuló con su fuerza de voluntad ¡No podía permitirse deprimirse, aún había otros rastros que seguir! Había pagado esa noche y otra más, los utilizaría para preparar un barco de vuelta al continente y abastecerse correctamente, con ese pensamiento la mariposa se dispuso a acabar su bebida para ir a dormir a su cuarto…..o eso planeaba.


¡Click!


Fue tan repentino que la mariposa chirrió en confusión y sorpresa, antes de que se diera cuenta ya se encontraba contra el suelo ¡ Y totalmente empapada de hidromiel! La pegajosa sensación acompañada del dulce aroma a miel por su cuerpo le hizo comprender que fue totalmente rociada en el brebaje del tipo que la tiró así como su propia bebida.


¡Mis alas!


Para una mariposa, lo peor que podía pasar era que sus alas fueran ensuciadas o dañadas ¡Eran el orgullo y la mayor herramienta de una mujer-mariposa! Podía cambiar sus escamas y limpiarlas poco a poco pero el proceso sería lento y progresivo, mantendría sus extremidades aéreas inutilizables por una buen temporada. Nerviosamente las movió para asegurar su correcta respuesta y poder ver si estaban húmedas y sucias en alguna parte.


Menos mal ¡Están en perfecto estado!


Suspirando aliviada, Ruru alcanzó a ver como el hermoso brillo azulado-lila de sus enormes alas estaban en perfecto estado sin rastros de líquido o rotas en alguna parte ¡Era un gran alivio! Sus alas eran su mayor orgullo, que fueran dañadas sería un insulto a ella como mujer insecto ¡Era lo único que no podría tolerar aparte de un insulto a su gente!


El hombre....¿Se encontrará bien?



Una vez Ruru comprobó que su estado era bueno, finalmente se arrodillo y clavó sus grandes ojos de insecto al hombre que la empujó un tanto preocupada de que fuera herido durante la caída ¡Lo reconoció enseguida! Era el extraño hombre borracho y drogado de la plaza, parecía molesto a pesar de que fue él quien empujó a Ruru y los hizo caer a ambos. El tabernero, quien vio todo, bramó furioso;


¡Insolente! ¡Fuiste tu el que la empujó! ¡Largo de mi taberna antes de que llame a la guardia, jodido drogata!


Algunos detuvieron sus bebida y charlas para ver el espectáculo curiosamente, algunos riendo y otros indiferentes. Ruru odiaba las miradas clavadas sobre ella, se sentía incómoda con estas, así que alzó una mano para calmar al tabernero y escribió rápidamente;


"No se preocupe, señor. Estoy bien. Por otro lado, lamento el desperdicio de su bebida y las molestias ¿Podría ponerlo en mi cuenta y traerle al caballero otra bebida? También le agradecería que más tarde subiera algo de agua tibia a mi cuarto."


El tabernero, quien leyó eso, parecía frustrado y con ganas de decir algo incluso si ya no lucía tan furioso, suspirando y mirando con odio a Gerrit se retiró a cumplir el pedido de la mujer. Ruru suspiró aliviada de ver que que logró aplacar la ira del tabernero, enseguida miró al brujo desconocido mientras pensaba.


¿Sabrá leer? En primer lugar, incluso si sabe leer dudo que pueda hacerlo con lo borracho y perdido que está…..Por intentarlo no pierdo nada


No sabía si era lo más adecuado pero decidió que incluso si el otro no podía siquiera leer de lo perdido que estaba, con su actitud ya daría a entender que tenía buenas intenciones. Rápidamente escribió en el suelo, donde le hombre pudiera leerlo fácilmente;


Pagaré por sus bebida y su cuerno ¿Se hizo daño en alguna parte?


La frase era lo más sencilla y fácil de entender que logró pensar ¿Le entendería aún así? Por si acaso, la mujer tomó la postura más afable y poco “amenazante” que pudo mientras le ofrecía una mano para que el borracho brujo pudiera ponerse de pie mas fácilmente. Ruru odiaba los conflictos, deseaba que todo acabara de la forma más pacífica y sin líos posibles tanto para ella, como para la taberna y el brujo drogado ¡Evitaría cualquier conflicto incluso si para ello debía usar su monedero! De todas formas, como mercenaria que era, el dinero no le faltaba.


Notando que la pequeña capucha que usaba a modo de capa estaba cada vez más pegajosa e inutilizable, la mariposa tomó la iniciativa de quitarla y colgarla en su cinturón incluso si eso revelaba su apariencia de mujer mariposa en todo su esplendor ¡No es como si los frecuente de la taberna y el tabernero no lo supieran! Y de todas formas estaba por regresar a su cuarto.


En cuanto el tabernero regresó con una bebida de hidromiel y el brujo volvía a estar en pie, Ruru puso las sillas altas caídas de vuelta en su lugar y dejó la jarra que antes albergaba su bebida de vuelta en la barra, luego, sin dudarlo, pagó por su propia bebida, las del desconocido y por el agua tibia, dejando unas monedas separadas, dejó otra pequeña cifra para que el brujo se pudiera comprar un cuerno de calidad medianamente buena ¡Realmente caro todo en conjunto! Menos mal que tendía a ser una mujer ahorradora que solo gastaba dinero en cosas que necesitaba verdaderamente, sino estaría en aprietos de conseguir un barco que la llevara de vuelta al continente.


Lamento la mala noche, caballeros. Si me perdonan, me retiraré. Buenas noches


Escribiendo rápidamente esas palabras, Ruru dio media vuelta para subir las escaleras que daba a los cuartos. El tabernero miró entre curioso, sorprendido y admirado a la mujer que se retiraba silenciosamente ¡Acababa de ver algo extremadamente raro pero fascinante! La mujer insecto acababa de bajar su cabeza y pagar injustamente por las bebidas de un desconocido borracho y drogado que por si fuera poco la trató realmente mal, en una circunstancia normal sería una escena lamentable que dejaría mal parada a Ruru como una mujer de carácter pobre que acababa de ser intimidada ¡Pero por alguna razón no se sentía así! Todo el despliegue de tranquilidad, elegancia y compostura de la mujer insecto hacía parecer totalmente lo contrario; Ruru parecía una caballera educada y compuesta de un un cuento de hadas perdonando la falta de respeto de un plebeyo arrogante que osaba intentar intimidarla sin mucho resultado. Una imagen realmente extraña y curiosa, incluso los que no pudieron notar todo el intercambio por la mudez de Ruru sentían que la única que salió bien parada de esa fue la mujer insecto por la atmósfera que la situación dejó ¡Algo totalmente irrazonable e increíble! El tabernero sonrió con ironía levemente mientras mandaba a su hija menor que subiera agua tibia al cuarto de Ruru.


Por su parte, en las escaleras que daban al segundo piso, Ruru solo quería ir a su cuarto, esperar al agua tibia para limpiar su cuerpo y ropas, dormir y prepararse para irse de la islas en dos noches ¡Prácticamente ya se olvidó de lo ocurrido en la taberna y del maleducado hombre! No era particularmente rencorosa ni hacía una montaña de un grano de arena, siempre y cuando sus alas estuvieran bien y no insultaran a su gente podía dejar pasar las ofensas hacía ella por el bien de no provocar un conflicto en la taberna ¡Aunque la historia hubiera sido diferente si sus alas hubieran sido dañadas durante la caída! En ese momento hubiera arrastrado al brujo afuera del establecimiento para darle una lección a base de espadazo limpio ¡Menos mal que eso no sucedió!

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Mensaje  Gerrit Nephgerd Vie Ago 02 2019, 12:31

La chica con la que me tropecé se dirigió al tabernero, si le dijo algo sobra, cosa que estaba convencido de que había hecho, no fui capaz de escucharlo. Me quedé en el suelo observando la espalda de la mujer tapada por su par de alas de insecto a la espera de poder escuchar un nombre con el que me identificase por algún nombre: el asqueroso, el adicto, el brujo del suelo, el que apesta a hidromiel…  tenía donde elegir, la mayoría insultos. Sin embargo, no alcancé a escuchar a la chica. El tabernero, en su contra, no dejaba de bramar palabrotas que serían más propias de los humanos que de los brujos. Saludé al hombre con la mano emulando, de forma satírica, el gesto de respeto que los soldados tenían con sus superiores. Qué te jodan a ti. Dije sin hablar, como creía que debía de estar haciendo la chica insecto.

Todavía estando en el suelo, la chica insecto vino a mí. Escribió en el suelo un par de frases que eran más educadas que de lo que pudiera haber esperado. Las leí dubitativo. Ladeé la cabeza como un animal confuso. ¿Por qué no era capaz de hablarme a la cara si me tenía justo en frente? Porque todo lo que tenía que decir ya se lo dijo al tabernero sin que yo pudiera escucharla, me respondí mentalmente.

Acepté su mano a regañadientes. Los aeros los acepté de buen agrado. Conté las monedas e hice un cálculo rápido de lo que podría comprarme con ese dinero. Daba para un cuerno de cuero nuevo, lo podría llenarlo por dos veces de hidromiel y todavía sobraría unas monedas con las que podría comprarme comida o, lo que acabaría haciendo, una bolsita de amorttenina.

—Solo unos pequeños rasguños, pero estoy bien — no lo estaba, había perdido la cabeza —. El cuerno me costó veinte aeros y creo que ya sabes el precio de la bebida — lo último lo dije señalando a la dirección con la que había estado hablando con el tabernero.

No le pregunté si ella se había hecho daño, no me interesaba en lo más mínimo.  

La chica se quitó la capucha mostrando un rostro que limitaba entre la belleza y la monstruosidad. Su cabeza era la de un insecto, con todo lo que ello convenía. Tenía un par de ojos grandes con millares de puntos que harían la función de pupilas para una persona normal. Su voz, la que creía que me había ocultado, debía ser estridente y molesta como si un montón de ratas corriesen por encima de un montón de cristales rotos o, quizá, fuera tan bella como el canto de una sirena con alas de mariposa. Las facciones de la chica me confundían. Las mariposas eran consideradas criaturas bellas, si a ello se le sumaba el cuerpo de una joven mujer, la mezcla debería resultar atractiva. Debía ser la mujer más bella que jamás había visto, pero no lo era. Sentí rechazo, verdadera aversión hacia ella, y a la vez un sentimiento de infantil curiosidad, como un niño que insiste en meter la mano dentro de la chimenea a pesar de que sus padres le han avisado que se quemaría.  

Vino el tabernero con una bandeja con dos jarras de hidromiel. Una era que la mujer me había tirado, la otra era la que portaba en las manos y dejó caer. El tabernero insistió por cobrar solamente la primera bebida, a la segunda invitaba la casa. ¿Qué fue lo que le dijo en la barra para que ahora le estuviera invitando a hidromiel?

Tomé la jarra que a mí me correspondía y bebí pequeños sorbos desganados mientras la mujer recogía las sillas y las mesas que había tirado con su torpeza. Delante de tantas personas, no me atrevía a sacar la amorttenina del bolsillo. No me importaba que me viesen envenenarme tanto como me asustaba equivocarme con la dosis y echar más de la que necesitaba. Como no podía apartar la vista de la chica mariposa por la curiosidad que me generaba, sería de ella de quien me acabaría obsesionando. ¡Qué desagradable! Sus labios sabrían a azúcar y a fruta podrida y sus alas me incomodarían cuando quisiera abrazarla.

Dejé la jarra de hidromiel, tan solo habiendo bebido un par de sorbos, encima de la mesa que la chica mariposa acababa de plantar y salí de la taberna. Coge el dinero que has ganado y vete, me repetía, no tienes nada que hacer aquí. Mi consciencia hacía la función del padre que renegaba a su hijo por meter la mano dentro de la chimenea. Ya fuera, eché un vistazo a las ventanas del edificio. Era de día, por lo que suponía que las que estaban habitadas tendrían las cortinas abiertas para que dejase pasar la luz sol. Paseé por el contorno del edificio, encontré, en la parte trasera, la ventana que correspondía a la habitación de la mujer mariposa. Era inconfundible, podía reconocer sus alas y la forma de su cráneo a kilómetros de distancia.

¡Tienes los bolsillos de aeros inmerecidos! Compra el cuerno, pan y leche. ¡Vete de una vez! No, todavía no. Primero he de meter la mano en el fuego.

Recogí un par de piedrecitas del suelo. Miré a en derredor asegurando que nadie me estuviera viendo. Lancé las piedrecitas al cristal de la ventana como lo haría un joven enamorado (he perdido la puta cabeza por culpa de Val y la amorttenina), tan solo faltaba cambiar la cabeza de Talisa por un laúd y cantar una canción de amor.

—¡Eh, chica! — dije con la voz lo suficiente alta para que pudiera escucharme, pero sin ser excesiva ni llamar la atención de los aldeanos que estuvieran paseando por las calles colindantes — Solo quiero saber cómo te llamas. — solo quiero meter la mano en la chimenea — Dime tu nombre. — arrugué los labios a la vez que lanzaba la piedra más grande, la que más ruido haría, de las que había recogido del suelo — ¿Quién eres y por qué has pagado por mi cuerno?

Cada vez, diría una pregunta nueva. Quería escuchar su voz, comprobar si era estridente como se suponía que sonaban las cucarachas o dulce como las mariposas. Le preguntaría por sus alas, por cómo veía el mundo con esos ojos, por las dificultades de encontrar un casco a su medida… Cuando se pasase los efectos de la amorttenina le preguntaría sobre lo que le habría dicho al tabernero mientras yo estaba en el suelo, por la razón por la que no me había hablado directamente cuando estábamos en la taberna y metería todo mi cuerpo dentro de la metafórica chimenea quemándome por completo.
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Las alas del amor [Privado, Ruru] Empty Re: Las alas del amor [Privado, Ruru]

Mensaje  Ruru Lepidoptera Sáb Ago 03 2019, 00:46


En cuanto Ruru llegó a su cuarto se sentó en la única silla de madera totalmente cansada ¡Solo quería una noche tranquila! Pero en su lugar tuvo todo lo contrario ¡Solo quería limpiarse y dormir un rato! No estaba especialmente molesta con el drogadicto, después de todo; Nadie se entregaba a las drogas por una razón bonita. Tal vez lo estuviera generalizando, peor Ruru quería pensar que ese hombre pasó por varias situaciones para acabar de esa forma y la reacción de la gente tampoco ayudaba para que el hombre sentara cabeza.


Es de mal gusto apalear a una persona que ya está lo suficientemente mal….



Eso era lo que Ruru pensaba. No era una mujer especialmente benevolente o virtuosa, no sentía ni pena ni ansias de ayudar a ese hombre pero tampoco veía necesario tratarlo como una plaga o humillarlo. Una vez su madre adoptiva, la antigua reina de la colmena, le dijo; “Hija, tu alma gentil y tu sentido de la justicia son tu mayor virtud como persona, pero tu curiosidad y tu manía de meterte en donde no te llaman te meten en líos innecesarios. Especialmente porque tiendes a mezclar tus defectos con tus virtudes.” Ciertamente, tenía razón en todos los aspectos, especialmente en lo último.


*toc toc*


El suave golpecito de unas manos tocando la puerta con los nudillos hizo que Ruru saliera de sus pensamientos. Parecía que le traían el agua tibia que pidió. en cuanto abrió la puerta de madera una niña de entre 13 o 14 años apareció sosteniendo un balde de agua casi tan grande como ella.


¡El agua que pidió, señorita!


Ruru tomó el agua de los frágiles brazos de la niña y con un gesto de la cabeza le agradeció. A su marcha, educadamente, la joven cerró la puerta por Ruru mientras ella dejaba el balde sobre el escritorio de madera. Entonces de inmediato se quitó su traje de cuero y piezas metálicas para poder limpiar su cuerpo.


El cuerpo de una mujer-mariposa era molesto en muchos sentidos. Las extremidades eran similares a las de un humano pero, como si de un maniquí se tratara, estaba articulada pro piezas. Ruru tenía especial cuidado en limpiar las articulaciones, su “piel” era más bien una armadura natural; Un exoesqueleto azul hielo con toques lilas azulados, eran sin duda un color extraño y hermoso. Para la gente de Ruru, los hombre-insecto, era una belleza de primera categoría por la hermosura de los colores de su coraza, pero principalmente por sus alas.


Una vez terminó de lavar su cuerpo y ponerse ropas más cómodas, Ruru extendió sus alas para empezar a limpiarlas y acicalarse. Sus alas fueron la razón por la que Ruru fue aclamada como la mujer más hermosa entre los hombre-insecto, su belleza fue reconocida hasta en otras colmenas, y en su momento, las proposiciones de matrimonio le llovían de todas partes. Los patrones en las alas de Ruru eran únicas y jamás antes fueron vistas entre las mariposas al igual que el despliegue de tonalidades azuladas-moradas en estas ¡De hecho nunca antes se había visto una variedad de cuatro alas así antes! Ruru creció con constantes recordatorios de lo única y especial que era, como era probable que ninguna mujer-mariposa como ella volvería a aparecer.



Aunque eso ya no importa….



Su belleza sólo era reconocible para los de su especie, nadie más podía percibirlo. Cuando su colmena fue destruida un golpe de realidad golpeó en la cara a la ingenua Ruru también, incluso si su gente la veían con ojos favorables Aerandir no lo haría. Comprendió entonces que significaba ser perteneciente a una  de las subclases más raras de los hombre-bestia y no tener casi nada de humano.


¿Pero dejó que eso le afectase? No, no lo hizo ¿Por virtud? ¿Por adaptación? No, más bien fue porque estaba demasiado obsesionada con encontrar a los niños que jamás se permitió a si misma sentirse mal o herida por ser tratada como una abominación al igual que tampoco se permitió sanar las heridas que la destrucción de su colmena provocó, seguían abiertas y sangrantes pero su portadora se negaba a prestarles atención.



Después de todo, si me permitiese descansar ¿Tendría luego las suficientes fuerzas para levantarme? Esta bien si me rompo luego de que los niños estén a salvo y pueda darles a todos un hogar en condiciones pero hasta entonces….Yo….



El repentino golpe de una piedra contra su ventana hizo que Ruru saliera nuevamente de sus pensamientos, dejando el cepillo especial con el que acicalaba sus alas sobre la cama, se aproximó al a ventana y sin abrirla miró a quien estaba lanzando piedras contra esta. Era el hombre de la taberna



Pensé que pagué ya por su bebida y por su cuerno…..



Abriendo la ventana, Ruru pacientemente escuchó lo que ese hombre quería esta vez, más por curiosidad que por nada. El hombre le preguntó por su nombre y la razón por la cual decidió ceder ante sus peticiones, Ruru ladeó la cabeza algo confusa ¿Golpeó la ventana solo por eso? cualquier otra mujer lo hubiera encontrado molesto, pero a Ruru solo le despertó más curiosidad y confusión que nada ¡Que hombre más extraño! ¿Era así por el efecto de la droga o en verdad era así? Pensó unos segundos que hacer ¿Sería problemático si le dice su nombre? Aunque dudaba siquiera que la recordase una vez la borrachera y el efecto de las drogas acabase……


Sonriendo levemente -Aunque dudaba que el brujo pudiera siquiera apreciar la sonrisa de una mujer-insecto-, la mujer se giró para tomar un block de notas y escribir rápidamente con un lápiz rústico la contestación a sus preguntas;


"Mi nombre es Ruru Lepidoptera. Pague por tu cuerno porque no quería provocar problemas para todos con una discusión."


Sencillo, conciso y sincero, tal y como Ruru hacía las cosas, sin demasiadas florituras y vueltas innecesarias. Estaba por arrugar la nota y lanzarla al brujo pero finalmente se detuvo y escribió algo más abajo.


"¿Puedo saber tu nombre?"


Ruru entonces, en lugar de lanzarle el papel al brujo desde la ventana decidió hacer algo más drástico. Guardó la arrugada hoja en el bolsillo de su pantalón y literalmente saltó por la ventana. Sin muestras de temor o nerviosismo, Ruru disfruto del momento de no sentir nada similar a un suelo estable bajo sus pies ¿Cuánto tiempo hace que no extiende las alas? ¡Desde hace prácticamente una semana! A pesar de que era una mariposa, una hija del viento, hacía tiempo que no disfrutaba de sentir la brisa en las altura ¡Entonces démosle un espectáculo que aquel perdido brujo jamás olvidará!


¡.....!


En el punto más álgido de su salto, justo antes de comenzar a caer, Ruru extendió sus grandes y hermosas alas. Su figura tapaba el Sol mañanero y proyectaba una sombra que cubría totalmente al hombre, Ruru no pudo evitar sonreír ante ello. Las alas de Ruru sin extender eran lo suficientemente largas y anchas como para parecer un manto que prácticamente rozaban el suelo ¡Sus alas extendidas eran enormes! Tanto que casi parecían irreales, 4 alas con una cola larga y grácil que se ondeaba gentilmente con el viento. El patrón de alas de Ruru siempre fue alabado como el más hermoso entre los hombre-insecto ¡Merecía esos halagos de sobra! Las alas superiores eran de un lila claro rozando el púrpura, con patrones pardos y una extraña forma más similar a alas de un pájaro que a las de una mariposa, las inferiores eran de un bonito azul cielo con toques morados la larga cola revelaba tonos marinos ¡Pero lo más místico de todo era como éstas brillaban! Como si de un cielo estrellado se tratara, las alas parecían poseer un brillo propio casi mágico; Era como ver un universo entero dentro de las alas de Ruru. Solo podía ser descrito de una forma; Hermoso.


Apenas con dos gráciles aleteos de sus alas, Ruru logró estabilizar su caída perfectamente y aterrizar con la elegancia y gracia de una verdadera reina mariposa justo en frente del brujo. Manteniendo su sonrisa, satisfecha, Ruru le extendió la hoja de papel al desconocido brujo ¡Había disfrutado cada segundo de ese corto vuelo! Debido a una vieja herida Ruru no podía volar demasiado, si quería que sus alas se recuperaran, sólo podía planear y no forzarlas más que eso ¡Pero eso no impedía que a veces cediera ante su naturaleza! Estaba en su sangre amar el cielo y la brisa, no nació precisamente para pisar la tierra.


Visiblemente de buen humor, Ruru esperó la contestación del hombre ¿Porque se sentía tan curiosa sobre la identidad del extraño tira-piedras? No se sentía especialmente mal por él, tampoco le agradaba o tenía una buena impresión ¡Nisiquiera le parecía en lo más mínimo atractivo! Simplemente quería saber más de él. Tal y como cierta maestra y reina de los insectos dijo una vez; “Tu alma gentil y tu sentido de la justicia son tu mayor virtud como persona, pero tu curiosidad y tu manía de meterte en donde no te llaman te meten en líos innecesarios. Especialmente porque tiendes a mezclar tus defectos con tus virtudes.” Y qué razón tenía en ello.

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Las alas del amor [Privado, Ruru] Empty Re: Las alas del amor [Privado, Ruru]

Mensaje  Gerrit Nephgerd Sáb Ago 03 2019, 17:22

Abrió tímidamente la ventana. Los brazos y las alas de la mariposa parecían estar bañados del polvo mágico que desprenden las hadas al volar. Quizás las chicas mariposas sean una especie de hadas gigantes, me dije. Hadas monstruosas con zapatos negros con ojos en vez de cabeza. El cuerpo, sin embargo, pertenecía a las jóvenes muchachas de Aerandir. Las hadas, al menos con las que yo me había topado, no estaban tan bien dotadas como lo estaba la mujer mariposa. Las ligeras escamas que recubrían la piel de la chica hacían resaltar sus atributos femeninos. Los hombres insectos debían considerarla una auténtica belleza, pensé a mis adentros sin apartar la vista de las alas mojadas. Los hombres de verdad, sentirían repugnancia y rechazo, era lo que yo sentía. Tal vez, si con una mochila en la cabeza, la cosa cambiaría. Levanté el pulgar e hice la prueba: tapé la cabeza de la mariposa. Sí, así estaba mucho mejor.

La chica puso sus dos manos en la barandilla de la ventana. Su cabeza emergió por la ventana como si fuera la cabeza de una tortuga y, por un momento, pensé que iba a recitar una caterva de conjuros, maldiciones propias de las hadas del bosque. Dejé la cabeza de Talisa en el suelo y me crucé de brazos. Me inflé como un gallo avalentonado. Creía que el veneno de amorttenina me había (hecho perder la cabeza por amor) concedido inmunidad frente a todo tipo de hechizos y maldiciones.

La mariposa no pronunció palabra alguna. Siguió arrastrando su cuerpo hacia fuera de la ventana hasta que no quedó nada donde sostenerse. Di un paso involuntario hacia delante y abrí mis manos como si pretendiera cogerla en brazos a la vez que convocaba una suave brisa que pensaba que sostendrían en el aire y me daría tiempo suficiente para colocarme debajo de ella antes de que terminase de caer.

Desplegó sus alas de mariposa al completo. El sol traspasaba sus alas traslucidas haciendo que el campo quedase inundando por sombras de colores azules y lilas. Quedé tan impresionado que perdí el control del hechizo de viento. Éste pasó por el lado izquierdo de la chica sin llegar a tocarla. Se me cruzó la idea de sacar la lengua y recoger el agua (el polvo de hada) que la mariposa desprendía al agitar las alas.  

Planeó hasta quedarse delante de mí. A medida que descendía, las sombras azules y lilas desaparecían de mi alrededor. Me di cuenta que todavía tenía los brazos tendidos, no los había recogido tras el fallido rescate. Crucé los brazos avergonzado tanto por haber creído que la chica sería capaz de tirarse al vacío como por pensar que me iba a hechizar con maldiciones del bosque.

La chica sonreía de una manera extraña, no había visto a ninguna otra mujer sonreír de aquella manera. No sonreía como Keira Bravery, cuya sonrisa dejaba entrever un sentimiento de inmundo desprecio, tampoco como Aaliz que, pese a conocer mi vida pasada y probar en su carne que el presente no era diferente, me sonreía como si estuviera viendo un mundo de ilusiones respecto a mi persona y, definitivamente, no se parecía en nada a la sonrisa de Val que pedía, suplicaba y exigía que siguiéramos en la cama por unos minutos más, unas horas o unos días; el tiempo no le importaba. La chica mariposa me regalaba una sonrisa impersonal, podría dedicar aquella sonrisa a cualquier persona, sin importar que portase una cabeza de metal cercenada al lado y apestase a alcohol barato. Era una sonrisa natural y, pese a sus deformes facciones, muy humana.

Tenía una nota en la mano y me la ofreció como si fuera un presente de su tierra de insectos. La recogí con las dos manos. La leí dos veces en voz baja, la tercera fue en voz alta. Imité una de las voces las cuales deduje que tendría la chica, como todavía me duraba la fascinación por verla planear, ésta fue la voz cantarina de sirena.

—Mi nombre es Ruru Lepidoptera. Pagué por tu cuerno porque no quería provocar problemas para todos con una discusión — mi tono era casi una burla —. Muy considerado por tu parte — añadí con mi voz natural —. ¿Puedo saber tu nombre? — ladeé la cabeza —. ¿Puedo saber tu nombre? — repetí — ¿Tú qué crees? ¿Puedes saber mí nombre? ¿Si te lo digo me contestarás con unas gracias y una bendición de tu tierra? Plácidos días y uvas maduras ¿Qué te parece esa? Tengo una mejor — le di un golpeé al pecho con un par de dedos, sin pretender hacerla ningún daño —:  bienhalladas sean las moscas porque vuestra serán las heces de vaca.

Estaba desvariando. Me llevé una mano en la cabeza e hice acopio de explicarme mejor. No podía hacerlo mientras siguiera enfadado por la chica mariposa por la estúpida razón que quería escuchar su voz. Habló con el encargado de la taberna (creía que lo había hecho), quizá le hubiera sonreído de la misma forma que a mí me sonreía. Podía aceptar que me ignorase, es más, de hacerlo le daría gracias por ello. Pero no lo hice, prestó un fingido interés por mí adjuntando una deshonesta cortesía mediante palabras escritas. ¿Se hizo daño en alguna parte? ¿Puedo saber tú nombre? Si el honor fuera cierto, hablaría conmigo. Me prestaría atención y no me daría la espalda para esfumarse por las escaleras que le llevarían a su cuarto. Ahora, tenía la atención que ansiaba, me la dedicó con su vuelo y sus polvos de hada. Ella continuaba burlándose de mí tratándome con una sonrisa impersonal y buenas palabras escritas.

Extraje la bolsita de amorttenina machada del bolsillo del pantalón y me lo llevé a la nariz. Aspiré el aroma dulzón. Al instante, me sentí calmado y sosegado. De pronto, que la chica no me hablase con palabras no me pareció tan preocupante. Hablé lentamente, sin ningún reparo a la hora de explicar los pensamientos que había tenido durante el tiempo en que los efectos de la amorttenina habían desaparecido.

—Estas notas con las que me hablas son molestas — mi tono de voz no se parecía en nada al anterior —, insultantes. Estás escuchando mi voz, lo justo es que yo también pueda escuchar la tuya. Allí adentro, te vi hablar con el tabernero. Después, viniste a mí, preguntaste cómo estoy con una educación que echaste a perder en cuanto me diste la espalda sin mencionar palabra alguna. Quiero saber por qué lo haces, por qué no quieres hablar conmigo.

Por primera vez, y quizá promovido por los efectos de la amorttenina, vi a la chica y a la mariposa como una misma persona, no como a dos diferentes, la criatura fea y la mujer hermosa. La vi como debían mirarla los hombres insectos de su raza, como lo que era realmente.

—Puedes saber mi nombre — dije muy lentamente —, Gerrit Nephgerd.

Le dije mi nombre verdadero, no el apodo por el que me hacía llamar, Neph. Guardé la droga en el bolsillo. Al aspirarla directamente consumía una dosis mucho más grande que al diluirla en alcohol.
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Mensaje  Ruru Lepidoptera Lun Ago 05 2019, 23:08



¿...?


Ruru observó un tanto confusa al brujo que ahora sabía se llamaba Gerrit, no recordaba haber hecho nada descortés hacia su persona ¿Porque se burlaba de sus palabras entonces? ¿Tal vez le desagrada que una mariposa humanoide le hablase? De vuelta en la taberna, por un segundo le pareció ver desprecio en sus ojos ¡Aunque en esos momentos estaba más centrada en apaciguar el ambiente como para procesarlo! No es como si realmente se sintiera afectada por ello, le habían dicho cosas peores y su burla era casi una palmadita en su hombro comparado a otras cosas pero le preocupaba que sin querer hubiera forzado una conversación con alguien que no lo deseaba.


¿Tal vez….? ¡Ah! Diablos ¿Como no me di cuenta antes? ¡Que descortés y maleducado de mi parte


la gente daba por hecho rápidamente que es muda por su natural silencio, por el hecho de que  escribía en vez de usar la voz todos siempre entendían rápidamente que no podía hablar ¡Pero de hecho el brujo no se dio cuenta! Según el resentimiento y burla en la mirada de Gerrit podía entender que confundió sus intenciones al escribir ¿Tal vez pensaba que no quería dirigirle la palabra? ¿Que le despreciaba? ¡Aunque no era nada de eso! La mujer-mariposa bajó la cabeza ligeramente arrepentida, sin querer hizo sentirse despreciada a una persona ¡Un verdadero error de su parte!


Lo siento, mi garganta no-...


Enseguida empezó a escribir pero se detuvo de inmediato, recordando que Gerrit parecía descontento precisamente con las notas, Ruru en vez de intentar explicarse por escrito procedió a su otra forma de comunicación; Señales. Con suavidad acarició su propia garganta y como pudo explicó su situación; No era que no quisiera hablar, es que no podía. Una vez terminó de dejarlo claro, Ruru bajó levemente su cabeza en señal de disculpa ¡Realmente no quería provocar semejante malentendido! Hizo una nota mental de jamás volver a usar la escritura con el brujo y solo utilizar señas.


La verdad es que Ruru solo quería saber más del brujo por curiosidad, la misma que se tiene cuando se le habla a un nuevo compañero de clases del cual no sabes nada pero te llama la atención. La mujer-insecto nunca le gustó hacer lo que a ella no le gusta que le hagan, por eso jamás discrimina a alguien por sus elecciones o por raza ¡Prefería ver con sus propios ojos la naturaleza de uno! Por eso eligió aproximarse a Gerrit incluso dando todas las pintas de alguien peligroso o inconveniente, simplemente quería saber que tipo de persona era ¡No quería hacerle sentir insultado o menospreciado!


Esto no fue una buena idea ¿Debería retirarme? Probablemente sea lo mejor, parece descontento con mi presencia y tampoco es agradable de mi parte forzar una conversación ¡Solo terminaré por provocar incomodidad y más mal entendidos!


La mariposa siempre trataba de escoger la opción que más respetase su propia dignidad y la del otro, procurando siempre ser cortés y educada; Si su curiosidad era una fuente de incomodidad y molestia al brujo Gerrit entonces se guardaría su curiosidad y se retiraría.


Dando una inclinación de disculpas para mostrar su arrepentimiento sobre el mal entendido, Ruru señaló con un dedo la posada y a sí misma para dar entender que regresaría de inmediato a esta, luego bajó su cabeza en señal de despedida respetuosa y se giró dispuesta a irse con un deje arrepentimiento y desánimo incluso cuando su andar aún mostraba dignidad y belleza propias de una reina.

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Mensaje  Gerrit Nephgerd Miér Ago 07 2019, 17:59

Ruru Lepidoptera parecía encogerse por momentos. De pronto, la vi pequeña, insignificante en comparación con la mariposa que se había mantenido en el aire con las alas extendidas a pocos metros por encima de mi cabeza. Pequeña y frágil. Tuve miedo de alargar los brazos y sentir como sus alas se deshacían en mis manos como sus fueran las hojas de un árbol muerto. El cuerpo de la mariposa no quedaba atrás. El exoesqueleto de insecto, formado por estilizados anillos dorsales, tenía el tacto y el perfume de una piel de mujer. Ver a Ruru Lepidoptera con la cabeza baja en un gesto de disculpa delante de mí, me hizo recordar a otras mujeres que estuvieron en la misma posición. Comprobé lo frágiles que eran con mis propias manos. Abrí la puerta de la habitación donde la chica del Hekshold (pequeña, muy pequeña) se escondía, empujé a Aaliz a la cama e hice lo que creía que me había estado pidiendo, cogí las manos de Keira Bravery y sentí como se deshacían como si fueran las hojas de un árbol muerto o las alas de una mariposa. Ruru Lepidoptera me asustó. Di un paso atrás, sin apartar la vista de la cabeza de la mariposa. Quise alejarme de sus alas. Cuanto más lejos me encontrase de ellas, más posibilidades tendría de adormecer la parte de mí que se resistía a los efectos de la amorttenina, esa parte que Valeria (Reike) consiguió sosegar utilizando sus largas piernas y sus redondos pechos.

Extrajo una segunda carta del bolsillo de su pantalón y escribió unas cortas palabras, un llanto, me imaginé. Si se resistía a hablarme a la cara, también podía hacerlo con las lágrimas. Esta vez, no me mostró el contenido de la carta. Escondió el papel de vuelta al bolsillo. Puso sus manos sobre la garganta e hizo un gesto como si se hubiera atragantado con un hueso de carne. ¿Qué pieza de carne cabría por aquella diminuta boca? Ninguno, me respondí mentalmente. La única carne con la que podría haberse atragantado sería la de su propia lengua.

—¿Eres... muda?  — recuperé el paso que había cedido —. Muda… — repetí intrigado, quería saber más sobre ella —, por eso escribes, porque eres muda. — me llevé una mano en la cabeza —. Pero… te vi hablar con el posadero. ¿Te vi o creí verlo? A veces creo ver cosas que no son reales — de nuevo, el veneno hablaba por mí —, quizá porque me gustaría que lo fueran y así utilizarlas para excusar mi comportamiento. Si no hubiera creído que estabas hablando con aquel hombre, no hubiera tirado piedras a tu ventana — la amorttenina todavía me hizo decir una última frase —. Martillo en mano.

Ruru Lepidoptera pasaría a formar parte de una lista de chicas frágiles y pequeñas que, por una ilusión fruto de la paranoia y la culpabilidad que me acarreaba por crímenes pasados, habían acabado en el suelo, llorando porque no sabrían qué iba a ser de ellas. Las alas serían cenizas y el exoesqueleto en forma de anillos dorsales se teñiría de un rojo oscuro, suponiendo que la sangre de la mujer mariposa era del mismo color que la humana. Habría metido la mano dentro de la chimenea y descubierto que me gustaba.

Por mucho que incrementase la dosis de la amorttenina, había pensamientos que no podía callar. El veneno hacía que fuera dócil como un corderito y sincero como un elfo de Sandorai, pero los ataques de ira permanecían en mi subconsciente. Aprovechaban cualquiera excusa, por pobre que fuera, para hacerse notar. El veneno iba a más. Combinaba la ira con la atracción sexual. Ruru, tras haber pasado por las etapas de monstruo y mujer, me parecía la sirena del mundo de los insectos. Una bruja le arrebató la voz, como aquel cuento infantil.

Solté la cabeza de Talisa e introduje, de forma apurada, ambas manos en los bolsillos del pantalón. No recordaba dónde lo había metido. Saqué la bolsita de amorttenina que había inalado antes. Vacilé entre varias opciones: aspirar de nuevo el embriagador aroma o ponerla delante de las narices de Ruru Lepidoptera (frágil y pequeña) como hice con Aaliz, la magia haría el resto. Terminé por abrir la mano y dejarla que se cayese al suelo. Pisé la bolsita con la punta del pie como si estuviera apagando una brizna de fuego. Tenía la sensación que, si daba un trago más del veneno de amorttenina, perdería el control. Ruru probaría los efectos más inmediatos. Luego, iría a buscar a Val.

Ruru Lepidoptera se dio la vuelta de regreso a la taberna. Caminaba con los andares que se podría esperar de una doncella, contoneaba sus piernas como si con ellas fuera capaces de doblegar a toda una legión de hombres insectos a sus pies. Es una sirena que ha perdido la voz, me repetí, pero que ha aprendido nuevas técnicas para utilizar su embrujo: el polvo de hada que esparcía con las alas y el contonear de sus caderas de mariposa.

—¡Eh, espera! ¡ Lepidoptera, espera!

Recogí la cabeza de Talisa con una mano como si fuera una bola pesada y fui tras la mujer mariposa. Puse la mano quedaba libre sobre el hombro de la mariposa para hacerla girar. Ahora que la tenía delante no sabía qué quería decirle.

La mandíbula de Talisa cedió, dejando ver la bolsita de amorttenina nueva, la que había comprado en la tienda de especies. La bolsita que eché al suelo era la que había estado en el cuerno de vino. ¡La había olvidado!

—¿Te duele? Me refiero a la garganta. ¿Te hicieron daño? — ¿cambiaste la voz por un par de alas lilas? — Puedo devolvérselo — Suuri, atado a mi cinturón, centelleó —, puedo hacer que sientan tres veces más daño del que te hicieron — ladeé la cabeza en un gesto vacilante —. También puedo hacer que te sientas mejor.

La bolsita de amorttenina flotó del interior de la boca de Talisa a mi mano.

—Mi buena amiga conoce unas hierbas que te harán sentir mejor. Pon una de las hojas en el paladar y deja que se deshagan. Te olvidarás de todos los dolores — pero recordarás la pena y te enamorarás del primer monstruo que tengas delante.
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Las alas del amor [Privado, Ruru] Empty Re: Las alas del amor [Privado, Ruru]

Mensaje  Ruru Lepidoptera Jue Ago 08 2019, 16:22


Ruru se giró lentamente en cuanto notó el firme agarre en su hombro, si hubiera sido piel normal probablemente le hubiera dolido pero para causar dolor en ella había como mínimo que agrietar su exoesqueleto que, aunque no era lo más duro y firme que había, si era algo bastante sólido y resistente que resistía fácilmente un agarre como ese. Un poco confusa, Ruru primero miró la mano que fácilmente abarcaba todo su hombro y luego clavó su vista en los ojos de Gerrit como si preguntara porque la había detenido.



¿Tendrá algo más que decirme? Pensé que no le agrado ¿Tal vez le disgustó que fuera la primera en irme? Ahora que lo pienso, algo así ya sucedió…...Al final tuve que recurrir a la violencia en aquel momento



La joven mariposa recordó cierta noche en un campamento junto a otros mercenarios, el empleador pidió que limpiaran la zona de animales y bestias pues planeaban construir la morada de un noble en esa zona. Ruru se alistó más que nada porque escuchó de un rumor en la zona que podía llevar a un niño, aunque también lo hizo porque necesitaba el dinero para financiar sus viajes ¡Esa misión terminó por ser una verdadera molestia! los otros mercenarios que se alistaron junto a ella fueron bastante más que descorteses con ella, no les agradaba su aspecto y tampoco el hecho de que fuera una mujer ¡Durante la cacería uno incluso le lanzó una flecha a propósito! Las cosas se caldearon durante la noche, furiosos con la indiferencia de Ruru, uno de ellos agarró con fuerza el hombro de ella y trató de empujarla al suelo con claras malas intenciones ¡Obviamente, eso fue más de lo que Ruru esta dispuesta a permitir! Logró someter a los mercenarios fácilmente y con los empleadores como testigos la mujer salió bien parada del altercado. Ruru no podía evitar encontrar cierto parecido, no creía que el brujo fuera a intentar golpearlo o someterla pero tampoco creía que fuera con buenas intenciones después de lo visto; Era como ir solo por una carretera y sentir una persona te agarra del hombro, no esperas lo peor pero tampoco esperas anda bueno así que te pones alerta.


....


La mariposa escuchó atentamente lo que el brujo tenía que decir, su mirada era una serena y atenta que decía fácilmente como de seriamente se tomaba las palabras ajenas. En cuanto terminó de escuchar lo que tenía que decir el hombre, Ruru ladeó su cabeza claramente confusa ¿Qué diablos? ¿Se perdió algo de camino a la taberna?


Estoy bastante segura de que no le agrado ¿Me equivoqué? ¿Tal vez..? ¡No! Estoy segura de que en la taberna me estaba observando con repudio


Permaneció unos segundos con un rostro problemático, su exoesqueleto le impedía hacer expresiones faciales pero su mirada y cuerpo revelaban una clara desorientación y confusión ¡El brujo le había dejado totalmente descolocada! En cuanto recuperó la compostura, la mariposa suspiró levemente.


Recordando que el hombre aún tenía su mano en el hombro, decidió ir por partes. Con un gesto natural que no era amable ni molesto puso su mano sobre la del brujo y la empujó levemente para decirle que la retirara, no era un rechazo, era más bien una forma de decir “No hace falta que sostengas mi hombro, no pienso irme a ningún lado”. Terminó de voltearse para encarar del todo a Gerrit, era claramente más baja que él pero la postura compuesta y recta de Ruru hacía parecer que sus tamaños fueran bastante similares.


Seguramente cree que alguien hirió mis cuerdas vocales ¿Si hablo en mi lengua quitará esa idea de su mente? Aunque no sé si es mejor dejarle escuchar mi voz o que piense que alguien cortó mis cuerdas vocales, poca gente puede encontrar mi lengua agradable


los chirridos de un insecto seguían siendo eso, chirridos, incluso si la voz de Ruru era bastante agradable de escuchar para los suyos dudaba que lo fuera para otras personas. Finalmente, decidió que de todas formas ya estaba acostumbrada al rechazo ¡Y si el brujo intentaba ponerse violento siempre podía desenvainar su espada! Aunque realmente detestaba la violencia, si era necesario, recurrirá a ella.


Tengo que hacerle entender, pero parece realmente nublado por las drogas. Aunque parece que su mirada está un poco más clara ahora, sigue habiendo algo de…..¿Qué debería hacer para que me entienda? No puede entender mi lengua, tampoco escribir y las señas se quedarán cortas….


Hacerse entender era difícil y una fuente de problemas para la mujer-mariposa, sabía la lengua y podía hablarla perfectamente pero no era capaz de pronunciarlas ¿No era eso peor que ser muda o no saber la lengua? Ruru más de una vez se preguntó de pequeña porque estudiaban una lengua que ni siquiera podía hablar, finalmente comprendió porque al estar en la situación en la que está pero lo cierto es que seguía siendo frustrante ¿Porque no podía hablar a pesar de que sabía la lengua a la perfección?


En vez de quejarme debo sobreponerme y seguir adelante


Eso es lo que Ruru se decía cada vez que la frustración y tristeza llenaba su pecho, un viejo “hechizo” que le ayudaba a seguir aún cuando el cansancio se acumulaba dentro de ella. Siempre que quería comunicarse pero no podía recordaba todas esas emociones que por lo general mantenía a raya en pos de sus deberes, no es como si fuera a llorar o a rendirse, pero era inevitable no poder ocultar esas emociones en su mirada. Finalmente, tras quedar sumida en sus pensamientos unos instantes, eligió una forma buena en la que poder comunicarse tras recordar algo, una escena de cuando tenía 8 años; Una razón por la cual no debía rendirse.

……………………
……………..
……..
.


Esa noche en la colmena era especial, una que solo pasaba cada poco; Visitantes de más allá de la colmena. Atacados por unos bandidos, se refugiaron en las cuevas que conformaban la colmena con tan mala suerte que terminaron por perderse en el laberíntico lugar. Debido a la falta de oxígeno y sus heridas cayeron finalmente pero afortunadamente unos guardias los encontraron y ayudaron.


Incluso si la naturaleza de los hombre-insectos era tímida y propensa a no desear ser molestados eso no significaba que fueran hostiles, si encontraban personas extraviadas en su colmena les ayudarán con amabilidad y hospitalidad. Fue lo mismo con estos viajeros que resultaron ser artistas ambulantes, se les dio un buen trato e incluso se les ofreció una vivienda temporal en la que pudieran recuperarse rápidamente. Con el tiempo, cuando ya se preparaban para abandonar la colmena y regresar a sus viajes por Aerandir, los artistas como agradecimiento les ofrecieron a los hombre-insecto un espectáculo.


Los hombres-insecto, como cualquier persona, amaban las fiestas así que ese espectáculo terminó por volverse un acontecimiento que felizmente acompañaron con un gran banquete para toda la colmena y los visitantes. La misma reina asistió junto a todas sus ayudantes para celebrar, Ruru no fue una excepción. Aún recuerda a los artistas ambulantes, eran un grupo de unos 9 o 10 personas de todas las razas posibles que iban desde acróbatas e ilusionistas a bailarines y cantantes, pero había alguien que Ruru no podía olvidar; La cantante y bailarina, Erina.


Ella tenía entre 30 y 35 años, una hermosa mujer-bestia ave envuelta en plumas de todos los colores posibles. Su figura era esbelta y llena de gracia, su plumaje carmesí adornado con una larga cola arco iris daba la impresión de una hermosa llama efímera bailando al son del viento ¡Ruru jamás vio algo tan hermoso! Era su primera vez viendo a humanos, elfos, brujos y hombres-bestia pero ella le dejó una profunda impresión, Ruru quería decírselo así que se aproximó a ella y animadamente le hablo:


¡Click! ¡Click, click! Click~


Ruru chirrió mientras se paraba en frente de la mujer ave que la miraba atentamente, obviamente sin comprender ni una sola palabra de lo que la pequeña niña mariposa le estaba diciendo. Ruru tardó un poco en darse cuenta, lo hizo al ver la confusión en los ojos de Erina, por primera vez comprendió las diferencias raciales que compartía con los demás; No podía entender ni darse entender con los demás que no fueran su gente. La mujer acarició la cabeza de la pequeña niña con gentileza pero un pequeño vacío en el pecho de Ruru se formó; ¿No se le permitía estar junto a nadie que no fuera como ella?


Ruru ¿Que sucede? Pareces triste….


“No es nada, señora. Es solo que…..¿Porque estudio la lengua común? De todas formas no puedo pronunciarlas y…...No pueden entender lo que digo incluso si lo intento...


Algún día lo entenderás, Ruru. Llegado el momento lo verás….


La reina acarició la cabeza de la desanimada Ruru y gentilmente la sentó en su regazo, incluso entre las mujeres-insecto más poderosas y fuertes, la reina de la colmena de aquellos momentos destacaba por ser superior en todos los aspectos; fuerte, poderosa y decidida. Una mujer-mantis que al igual que Ruru solo podía hablar la lengua de los insectos y aquella que eligió a Ruru como su sucesora y la tomó prácticamente como una hija.


Oh, parece que cantarán un última canción antes de retirarse a descansar ¡Sin duda la voz de esa mujer-ave es preciosa! Es como oír a un diosa bajar….


Desde donde estaban, Ruru pudo ver perfectamente a la misma mujer ave con quien quiso hablar, una sensación de tristeza se esparció por su pecho al verla tan cerca pero tan lejos ¿No era una clara división? El mundo de Ruru se reducía a la colmena y era feliz en esta, pero el mundo de Erina era infinito como el cielo, aquel que Ruru solo podía ver desde una gran abertura en una de las cuevas.


Esta canción es...


Una gentil voz sacó a Ruru de sus cavilaciones, era alta y firme pero tan sutil como el viento mismo, su voz iba acompañado de un suave baile. Aquello que cantaba no podía ser entendido por la niña que apenas comenzaba a aprender la lengua común pero algo de esta el atrapó, algo que llenó su corazón de algo desconocido ¿Que era lo que esa hermosa voz le transmitía? antes de que se diera cuenta, los ojos de Erina y Ruru se cruzaron para jamás volver a separarse, era como si le estuvieran conversando con su mirada como si sus corazones se hubieran unido a uno solo.


¿Que canción estaba cantando?


Preguntó Ruru a su mucama antes de dormirse, después de la fiesta. La mujer-cigarra la miró y con una sonrisa le explicó que la canción trataba de una vieja historia, un cuento de hace muchísimo tiempo; Un niño elfo noble, criado toda su vida en el árbol madre, un día es secuestrado y separado de su familia. El bravo niño logró huir de sus captores pero se pierde en un espeso y hostil bosque, cansado y maltratado, pierde la consciencia pensando que ya jamás despertará pero es rescatado por una joven bruja que vive sola en ese sitio. La bruja odiaba a los elfos pero era incapaz de dejar morir a un niño incluso si este era un elfo, le salvó y cuidó, incluso cuando el niño mostraba abiertamente su rechazo a los brujos, hasta que finalmente le niño pudo recuperarse y regresar a salvo junto a su familia. La historia debería haber acabado ahí pero el niño, incapaz de olvidara esa extraña bruja, regresaba una y otra vez para verla cada vez que podía, por su lado, la bruja que odiaba a los elfos no podía evitar preocuparse por el pequeño cada vez más. El tiempo pasó y el corazón de ambos comenzaron a juntarse y preocuparse por el otro incluso cuando ambos no deseaban aceptarlo y seguían atacándose con palabra hirientes ¡Pero el tiempo es cruel! El elfo creció y se volvió un hermoso joven destinado a una larga vida pero al bruja creció para marchitarse lentamente hasta que su vista, oído y boca dejaron de funcionar…...La muerte de ella era inminente. El elfo se lamentó al lado de ella, solo pudo darse cuenta de que tan preciada era ella cuando sus palabras ya no podían alcanzarla, solo podía sujetar su mano mientras lloraba desconsoladamente. Pero entonces ella abrió sus viejos y cansados ojos para mirarle, no podía verle pero sabía que estaba ahí, apretó la mano del joven y le sonrió dulcemente; Incluso sin palabras, ambos sabían los sentimientos del otro, sus corazones eran finalmente uno. Y así, mirándose sin hablar, solo con sus manos juntas, se dedicaron sus últimos minutos juntos.


si una mariposa pudiera llorar, Ruru lo hubiera hecho. Esa canción que las unió, esa mirada y esa gentil caricia ¿Era así todo este tiempo? Esa canción, aquella que cantó tras su fatídico intento de comunicarse ¿Era para ella? Al igual que en esa historia ¿Sus corazones podían juntarse incluso sin hablar? Incluso si el cielo de un ave era infinito y el de una mariposa era pequeño, seguían bajo el mismo cielo ¿Verdad? El mismo Sol y las mismas estrellas las unían. Al entenderlo Ruru abrazó su almohada y lloró sin lágrimas, el vacío en su corazón seguía ahí pero una extraña sensación cálida lo inundó”


……………………….
………………….
…………..
…….
..
.


Había pasado una década de aquello, ya no recordaba siquiera la cara de esa mujer ave pero el significado de su voz perdura firmemente en Ruru. Tal vez, de no ser por aquella hermosa ave, jamás hubiera podido aprender a aceptar su situación e incluso, sin ella, podría haber acabado por odiar el mundo. Tal vez, incluso si ella era torpe, podía hacer que ese brujo cobarde y perdido pudiera entenderla también, al igual que hizo Erina con ella aquella noche.


No odio a nadie, tampoco le deseo dolor a nadie. Aquello que verdaderamente deseo és...


Ruru extendió su mano hacía lo que Gerrit le ofreció, Ruru sabía perfectamente que era. Empujando de la droga levemente, ella comenzó a entonar la familiar melodía de aquella noche, aquella que la mariposa jamás podrá olvidar. la voz de Ruru era claramente inhumana incluso si era suave y dulce como el canto de un cigarra, podía entenderse que provenía de una mujer incluso si se notaba que esta era definitivamente imposible de emitir para una mínimamente humana. Aún así, su entonación era cuidadosa y respetaba el ritmo y significado de la canción original; Sutil, tímida pero cargada de cariño el mismo que la bruja y el elfo sentían, aquellos sentimientos que al final pudieron compartir.


Ruru miró hacía los ojos de Gerrit ¿Entendía aquel brujo lo que quería decir con aquello? ¿Los sentimientos de ella como individuo? No odiaba a nadie por no poder hablar, tampoco odiaba aquellos que la rechazaron e incluso, tampoco odiaba al destino que le quitó de la forma más cruel posible aquello que le era precioso. Incluso si era doloroso y cada vez estaba más y más cansada, Ruru jamás se hundiría, tampoco dejaría que aquellas cosas que la atormentan y persiguen la detengan ¡Porque es una reina y porque es aquello que la hace ser quien es! Esa era la voluntad de Ruru y sus sentimientos.


No soy una débil mariposa destinada a quemarse, soy Ruru Lepidoptera e incluso sin palabras y con tu mente perdida te haré entenderlo


No era una declaración solo para Gerrit, sino también para la misma Ruru. Incluso si en aquellos momentos vivía al filo de quemarse y querer tirarlo todo por la borda, ese no era su destino; Su deber y su voluntad eran vivir para volver a hacer nacer de nuevo su colmena.
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Mensaje  Gerrit Nephgerd Miér Ago 14 2019, 14:48

La chica mariposa puso sus manos de insecto sobre la mía. Se quedó un rato en esta posición mirándome a los ojos, como si estuviera escarbando en la masa gris que hay detrás de mis ojos, buscando la respuesta a las preguntas que quizás se estuviera haciendo. ¿Quién es este hombre y por qué no me deja empezar? ¿Por qué pasa del enfado a la amabilidad en cuestión de segundos? ¿Por qué lleva la cabeza de una estatúa con él? ¿De dónde ha sacado ese martillo? ¿Qué ha hecho el infeliz para verse en esa situación? Sentí el impulso de abrir la mano derecha, la que Ruru Lepidoptera sujetaba con sus manitas de insecto, dejar caer la bolsita de amorttenina al suelo y abofetear a la mujer mariposa. ¡Cállate! ¡Sal de mi cabeza, no hay nada que te pueda interesar! ¡Largo de aquí!

Apreté el puño con fuerza, como si eso bastase para contener al viejo Gerrit que quería silenciar con la amorttenina. La mujer mariposa debió darse cuenta. Con un ligero empujón, apartó mi mano hacia mi pecho. Sus ojos seguían clavados en los míos, pero lejos de intentar buscar el mal que ejercer, lo ignoraba. Las buenas acciones eclipsaban a las buenas. Socorrí a Keira Bravery cuando quedó ciega. ¿Qué más daba si la bruja había resultado ser una zorra desagradecida que en lugar de hablar sobre lo que le sucede se dedicaba a encerrarse en el baño y llorar a lágrima tendida? Para los ojos de Ruru, era el brujo que encontró a la chica detrás de unos cubos de basura en un callejón cualquiera, escondida para que nadie la viera. Llovía, el agua nos mojaba a ambos. Le di la mano y la sostuve en brazos. Le lleva a una posada y me preocupé que la habitación, que yo pagué, estuviera conectada directamente con la chimenea central. El calor del fuego le hizo bien. El calor de la intimidad le sintió mejor.

Ruru Lepidoptera entonó una melodía. Su voz era la de la sirena, mariposa en vez de pez, que había imaginado. Tenía cuerdas vocales con las que cantar y, quizá, también tuviera una lengua con la que besar. ¿Entonces por qué no quería hablar con palabras? Era una pregunta que preferí evitar. Metí la bolsa de la amorttenina en el bolsillo del pantalón. Acerqué la mano a la cabeza de Ruru y le acaricié detrás de la oreja, como si estuviera recogiendo la melena de una chica cualquiera. El pelo le molestará al cantar, pensé. ¿Qué pelo? Sonreí como imbécil que no sabía qué estaba diciendo.

—Es precioso — le dije en voz baja con tal de no interrumpir su canto.

Cuando terminó, hablé con mayor claridad.

—¿Conoces otras canciones?  — ladeé la cabeza con gesto vacilante, ahora era yo quién estaba analizando a la mujer — ¿Por qué no cantas más a menudo? He conocido doncellas con menos sentido musical que el tuyo y, aun así, fueron capaces de enamorar a sus pretendientes.

Di un pequeño sobresaltó. Sin darme cuenta, estaba hablando con Ruru como si me pudiera responder mediante la palabra a las preguntas que le estaba haciendo. Tal vez, de forma inconsciente, era lo que pretendía: obligarla a que hablase o, por lo menos, a que siguiera cantando hasta que yo dijera basta.

—Espera un segundo, creo que por aquí debo tener algo con lo que puedas….

Encontré el papiro donde había escrito la lista de la compra. El papel era del color del bosque en otoño. Dejaba motas amarillas en los dedos al cogerlo y parecía deshacerse (como las alas de la mariposa) al tacto. Encima de los productos alimentarios había escrito algunas mezclas para probar al laboratorio y las propiedades que creía que podrían resultar. La receta de la poción de amor, confeccionado principalmente con amorttenina, quedaba sumergida en notas desordenadas: hogaza de pan, frutas de temporada, leche y queso.

—Puedes escribir aquí, no me importa — di la vuelta al papiro antes de que Ruru pudiera leer la receta de la poción de amor y descubrir las propiedades de la amorttenina (y mis intenciones con ella) —. En la otra parte solo pone tonterías, recetas de comida y listas de ingredientes.  

La parte trasera del papiro estaba limpia, hice ademán de dársela a Ruru para que contestase, pero me contuve en el último momento. Me sentí avergonzado. Después de que me hubiese dedicado una canción con voz de sirena, darle un papel de mala calidad sería rebajarla a una posición que ella no merecía, la posición en la que yo me encontraba.

En Aerandir, el papel blanco era un privilegio reservado para los nobles de alta cuna y algunos, muy pocos, burgueses adinerados. Hubo un tiempo en el que los Nephgerd’s pertenecíamos al segundo grupo. Recordaba a Walter Nephgerd (padre y capullo) anotando las cuentas de la empresa en hojas de papel blanco que luego mandaba a encuadernar. Era papel de calidad, la tinta no se transparentaba en el reverso de la hoja ni dejaba manchurrones negros imposibles de limpiar. La humedad no ennegrecía el papel y por muchas vueltas que les dieses no conseguía arrugarlo. Murió el perro y se acabó la rabia. Murió el capullo y se acabaron las hojas. No era un privilegio que le tuviera cuenta. Samhain, quien para entonces ya lo consideraba maestro y amigo, solía decir que los gruesos libros del Hekshold contaban las vivencias que él experimentaba. ¿Qué diferencia había entre un papel blanco y otro del color de serrín si en ambos ponían lo mismo? ¿Qué diferencia había? El Gerrit de doce años contestó sin pensar: ninguna. Samhain se limpiaba el culo con los libros escritos en papel blanco que encontrábamos en nuestros asaltos, era una de las muchas formas que tenía para humillar a la alta sociedad.

Las cartas que Ruru utilizaba era lo más parecido al papel de Walter Nephgerd que había visto en mucho tiempo. Samhain las habría quemado y era muy posible que si no me encontrase bajo los efectos de la amorttenina yo también lo hubiera hecho.

—Lo siento… es un mal papel, no puedo dártelo — tenía el papiro sobre mi pecho —. Te dejará las manos amarillas y, te lo advierto, no hay jabón que quite las manchas — le enseñé mis manos sucias y reí alegre.

He encontrado una mujer para que te cante nanas y te quedes dormido, me dije mentalmente, su hechizo es tan eficaz como la entrepierna de Valeria (Reike). No la pierdas.
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Mensaje  Ruru Lepidoptera Dom Ago 18 2019, 20:32

Las acciones de Gerrit no hacían más que confundirla y a su vez llamaban su atención ¿Que le sucedió a ese brujo? ¿Porque a ratos parecía cuerdo y luego se perdía en extrañas acciones? Ruru jamás tuvo contacto con las drogas ni mucho menos una persona que las consuma, vivió cuidada, mimada y bajo la tutela de una colmena que la colmó siempre de amor y disciplina e incluso cuando comenzó su búsqueda nunca llegó a tener contacto alguna vez ¿O tal vez estaba subestimando al brujo? Dio por hecho que cada unas de sus acciones venía dirigida por sus pensamientos verdaderos intoxicado por lo que sea que consuma ¿Pero tal vez el brujo que escuchaba atentamente su canto era el verdadero Gerrit? No había forma de que pudiera saberlo.


Una vez acabó su melodía, Ruru sintió como el hombre acariciaba el costado de su antena como si tuviera alguna clase de melena que echar hacia atrás ¡Eso realmente la sorprendió! Ruru no estaba acostumbrada a ser tocada con tanta facilidad, únicamente la reina de la colmena ya fallecida y su amigo de la infancia también muerto  podían tocarla libremente de esa forma tan familiar. Por mero reflejo Ruru se puso algo tensa e intentó alejarse nerviosamente, no se supone que una reina sea tocada tan fácilmente ¿Verdad? Aunque extrañamente, no encontró hostilidad en el toque sobre su lisa y dura mejilla e incluso lo encontró algo agradable, no se debe de ser tocada tan fácilmente por otros, especialmente si se trata de un hombre que acaba de conocer. Mostrándose algo más tímida, Ruru se alejó un poco solo por si acaso ¿Cuánto hace que alguien la tocó sin malas intenciones o incluso lo hizo sin alguna clase de intención escondida? Normalmente la gente solo intenta golpearla o someterla, no es como si en su camino no hubiera conocido gente buena y gentil que la ayudó pero esa misma amabilidad era distante y educada, diferente a lo que Ruru perdió hace tiempo e inevitablemente echa de menos.


Debería poner algo mas de distancia


Hacían falta más que una caricia y palabras dulces para camelar a Ruru, incluso si en el fondo no era más que una ingenua y carente de experiencia adolescente, seguía habiéndose criado para mantenerse firme y compuesta ¡Se necesitaría más para que Ruru bajase la guardia! Incluso si realmente encontraba interesante al hombre y quería saber sobre él no olvidará que sigue siendo un hombre desconocido de fuerza desconocida, no podía ser demasiado confiada y luego lamentarse por su ingenuidad.


Gerrit siguió hablándole e incluso le ofreció papel para que pudiera escribir y comunicarse correctamente con él ¿No que le molestaba que escribiera? Ruru no pudo evitar pensar que Gerrit cambiada de opinión demasiado rápido, no era especialmente molesto pero la confundía bastante. Sin pensarlo mucho aceptó el pergamino amarillento, no es la primera vez que tiene contacto con este y sabe perfectamente como mancha las yemas de los dedos ¡Aunque a Ruru realmente no le importa! Como buen insecto, mudaba la capa externa de su exoesqueleto cada cierto tiempo así que las manchas amarillas no duraban demasiado, tarde o temprano se borraban y volvía a recuperar el lindo tono azulado pálido usual. Negando con un gesto más alegre pero igualmente educado, tomó el papel de buen humor ¡Es la primera vez que alguien tomaba la delantera en querer hablar con ella! Rara vez alguien intenta comenzar una conversación por su cuenta, eso le hacía feliz incluso si quería ocultarlo.


Sé varias canciones más aunque lamentablemente, me temo que eres el único que encuentra mi voz agradable, por lo general todos la encuentran desagradable


Escribió esas palabras con el lápiz rústico que tomó prestado de la posada, no tenía reparos en admitir que su voz solo era agradable para su gente y pocos más incluso si le hacía sentir un poco triste. Ella no eligió tener solo la capacidad de hablar solo con su gente, si fuera por ella le gustaría ser capaz de usar ambas.


Mi garganta no puede hablar la lengua común, solo puedo hablar la lengua de mi gente; Los hombre-insecto. Si intentara hablar me temo que sería desagradable para ti, solo los míos la encuentras de su agrado.


Acariciando nuevamente su garganta, Ruru explicó mejor porque no podía hablar. El hombre parecía estar bien con su apariencia pero dudaba que su voz fuera lo mismo, incluso la gente más agradable y abierta de mente no puede evitar mostrar al menos un poco de desagrado cuando escuchan su voz por primera vez, odiaba cuando la gente se sentía incómoda por ella así que antes de que se diera cuenta se volvió realmente silenciosa a pesar de que en la colmena era alguien que adoraba hablar y era muy comunicativa con todos.
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Mensaje  Gerrit Nephgerd Miér Sep 04 2019, 12:29

Disimulando, me incliné hacia delante para ver qué hacía Ruru con el papel desgastado. Lo lógico fuera que estuviera escribiendo, era lo que parecía. Tenía un lápiz de carboncillo en la mano y sujetaba el papel con una mano para mantenerlo plano y que no le dificulte la escritura. Sin embargo, deseaba que arrugase el papel y lo tirase al suelo, que me diese un motivo para empuñar a Suuri y comportarme como se suponía que debía hacerlo. Ruru Lepidoptera era una criatura extraña, como un ciervo con un solo cuerno o un conejo con dos cabezas. Los cazadores cazaban a esa clase de criaturas y colgaban sus cabezas encima de la repisa de la chimenea a modo de trofeo. En mi caso, coleccionaba sangre y lágrimas en las suelas de mis botas. Formaba parte de mi naturaleza, de lo que Samhain me había convertido. Era un cazador que no podía renunciar a su oficio puesto que se moriría de hambre. Un hambre que no se sacia con ninguna clase de comida conocida, sino con excusas que me dieran la oportunidad de tomar a Suuri. Con que Ruru Lepidoptera arrugase el papiro que le había ofrecido, lo tirase al suelo, y sacase uno limpio y caro de su bolso; sería suficiente.

Apreté la mandíbula a medida que la mano de Ruru que sujetaba el lápiz iba recorriendo líneas finas en el papel. Los efectos de la amorttenina aparecían y desaparecían de forma alternativa. Consumir la planta de forma directa había sido una idea nefasta. Era como estar tapando a un perro rabioso con una manta. Lo podrías esconder por unos segundos, pero cuando el perro consiguiera escapar, estaría más enfadado que al principio. Se lanzaría a atacar, a la primera persona que viera, sin tomar en cuenta que fuera el que le había tapado con la manta o era un simple desgraciado que pasaba por ahí.

Nota mental: investigar en el laboratorio una forma de tratar la amorttenina para evitar el efecto secundario. Mientras tanto, debía de mantener la cabeza fría. No lanzar piedras en las habitaciones de chicas ni perseguirlas por la calle. Qué fácil era decirlo.

Ruru Lepidoptera me cedió el papiro una vez terminó de escribir. Lo leí varias veces antes de contestar, buscando la excusa, una palabra por encima de otra o una frase que se pudiera entender como una falta de respeto. Era muy consciente de lo que estaba haciendo. Pasaba el dedo índice por encima de las letras para marcar la lectura. Paraba cada vez que creía encontrar lo que buscaba, lo celebraba con una vacua sonrisa que se desvanecía en una segunda lectura, cuando me daba cuenta que me lo había inventado. La nota no contenía una sola falta de respeto ni nada que pudiera malinterpretar. Eran palabras de agradecimiento, por escuchar su canción y haberle dicho que me gustaba su tono de voz. La chica mariposa explicaba que había toda una comunidad, aunque no utilizó esa palabra, de gente como ella, mariposas y mariposas. Tenían sus propias costumbres, canciones e incluso idioma. Me rasqué la cabeza, dubitativo al leer esa última parte. ¿Idioma? Hasta donde yo sabía, los únicos idiomas vigentes en Aerandir era la común, la élfica y la vieja lengua de los dragones, el cual estaba cada vez más en desuso. La idea de un grupo de mariposos hablando entre chirridos me parecía de lo más ridícula. No llegaba a ser la ofensa que buscaba, pero sí risible. No pude evitar soltar una larga carcajada.

La chica mariposa volvió a pasar su mano derecha por la garganta, como había hecho en un principio, pero con el contexto de la carta.

—¿Y cómo es que habláis entre vosotros? ¿Con los dientes superiores apretados en los labios? — puse los dientes en esa posición y emití una serie de ruidos con la boca. — ¡Es cierto que suena mal! — alargué la mano hacia la mariposa sin llegar a tocarla, para llamar su atención — ¿Y dónde está la ciudad de los insectos? Recorrí todas estas islas con mi maestro — si no hay ningún elfo por los alrededores es gracias a nosotros, no lo dije en voz alta —, conozco muy bien el lugar y jamás he visto una ciudad de insectos ni nada parecido. Ni mucho menos he oído hablar de vosotros y de vuestro idioma.

El cazador se había dado cuenta que no existía un único conejo de dos cabezas, sino que había una madriguera repleta de conejos bicéfalos.

—Quiero conocerlos a los hombres insectos — me cruce de brazos, plantando mi autoridad —, puedes llamarlo curiosidad científica. Poseo una biblioteca — realmente era un laboratorio de alquimia — no muy lejos de aquí. Colecciono todo clase de información que sea útil para las generaciones venideras — recetas de pociones y venenos —. Las nuevas generaciones deben escuchar de las ciudades-insecto — procuraba que mi sonrisa pareciera sincera y confiable.  
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Mensaje  Ruru Lepidoptera Vie Sep 06 2019, 11:32



Ruru ya estaba lo suficientemente confusa y nerviosa con el extraño comportamiento junto al el intento de acercamiento del brujo a ella. Ella siempre adoptó una mentalidad y emociones neutrales para evitar tener un mal juicio, pero esta vez se dejó llevar por la curiosidad y la inexperiencia, parece ser que las consecuencias amenazaban a llegar ¿Porque de repente el brujo que parecía no sentir desagrado por ella comenzaba a actuar de esa forma? ¿Porque de repente la trataba de menos? Era obvio mirado objetivamente, era algo lógico y totalmente obvio pero para la joven mariposa, ingenua e inexperta le era complicado de entender ¡No podía entender que había caído en una tela de araña! Afortunadamente pareciera que aún puede liberarse de esta, si lo hacía bien.


Ahora que lo pienso, Arian un día me contó algo similar….


Arian era el nombre de su mejor amigo desde la infancia y el hijo biológico de la difunta antigua reina, un explorador que viajaba para recolectar información sobre el continente y el estado actual de este. Para Ruru, una princesa en formamiento que no podía abandonar la colmena, las historias que traía de regreso eran el bien más preciado ¡Aún recuerda como la sentaba en su regazo y le explicaba historias del exterior mientras comían miel y frutos recién recolectado! Arian era más humano que insecto, un hombre mantis asertivo y afable que siempre la trató como a su hermana menor a pesar de que tenían todas las papeletas para odiarse. Un día le explicó cómo era la naturaleza de algunos hombres y cómo, al ser una reina, debía cuidarse de ellos; “Escucha, hermanita mía; Debes de alejarte de las arañas que a veces se esconden entre las personas. Su telaraña está tejida en palabras y acciones suaves que te reconfortan, adormeciendo cual veneno. cuando te tienen entre sus patas y has bajado la guardia mostraran sus colmillos, puede que parezcan inofensivos, seductores e incluso preciosos pero siguen siendo colmillos afilados cargadas de un potente veneno. Te harán creer que eres bella, la mujer más preciosa de toda Aerandir y que eres querida, pero la verdad es que es solo el efecto del veneno. Con sus patas te sostendrá con fuerza, sin poder huir, con sus colmillos sacará hasta la última gota de ti misma, voluntad, amor propio e incluso tus lágrimas. Mi curiosa e inocente hermanita, nunca permitas que la telaraña de las palabras y el veneno del afecto fácil penetren en ti y terminen por llevarse todo de ti, si ves una araña, aléjate de ella.


Hay una araña frente a mi, hermano….


Pensó ella mientras veía los intoxicados ojos del brujo, era ingenua pero no tonta; no toleraba faltas de respeto hacia ella y su gente. Hizo un gesto con la cabeza como si negara, pero no era como los anteriores gestos suaves y cordiales que la dotaban de un aura accesible y afable, eran autoritarios y más seguros de sí misma, era obvio que cambió su postura hacia él. Ahora estaba actuando imponiendo una clara barrera entre él y ella, demostrando que ya no seguiría revoloteando al son de sus palabras y acciones.


De pequeña las arañas le daban miedo, una reacción natural a la cadena alimenticia, pero al crecer les perdió el miedo al darse cuenta de que el filo de su espada podía romper sus colmillos pero jamás olvidó las palabras de Arian “Su telaraña está tejida en palabras y acciones suaves, sus colmillos parecen inofensivos, seductores e incluso hermosos, su veneno te hará sentir hermosa y querida y sus patas jamás te dejarán escapar incluso si lo deseas” ¿Que podía hacer el filo de su espada contra las palabras, las acciones y la manipulación? No era violenta, odiaba la violencia y prefería evitarlo incluso si amaba desde el fondo de su alma la esgrima ¿Que podía hacer si una araña había mostrado sus colmillos y su veneno frente a ella, buscando el momento indicado para arriconarla con sus patas? La respuesta era clara para ella…..


Click~ click click click.....


Ruru chirrió con serenidad, como si estuviera hablando con tranquilidad a un amigo cercano, pero había el deje de una señora sabia y segura de sí misma, como una reina veterana hablando con su doncella mas cercana. Ver una araña frente a ella le recordó que que era un reina, una bastante orgullosa y digna que no se dejaba pasar por arriba del hombro tan fácilmente. Escribió en el papel el significado del chirrido que ella emitió, ignorando cualquier cara o palabra con el que Gerrit pudiera protestar, aquellos que conformaban su lengua:


Esta es la lengua de mi gente, un pueblo sencillo que rechaza la cercanía de otros por razones obvias. Somos tranquilos, afables y trabajadores; solo queremos vivir y que nos dejen vivir pero cuando tenemos que tomar las armas, lo hacemos. No puedo decirte donde vivimos para proteger nuestro estilo de vida tranquilo, lo siento. Aún así, te diré esto; Somos seres orgullosos y dignos, especialmente su reina.


Le entregó la nota con educación, cada movimiento era cuidadoso y perfecto, como si estuviera tratando con un quisquilloso noble y no con un hombre drogadicto en estado de abstinencia. Una vez entregada, la mujer ofreció una inclinación a modo de despedida educada y se retiró, esta vez sin detenerse a cualquier palabra o acción de Gerrit. La respuesta era obvia; La forma más fácil de tratar con esas astutas arañas era bastante más sencilla de lo que parece. Si su telaraña eran las palabras y acciones entonces la dignidad y la sabiduría eran el filo con el que romperlo, si sus colmillos eran engañosos entonces los rompería con su disciplina y compostura, si el veneno penetraba en ella entonces su autoestima y seguridad en ella misma sería el antídoto que la despertaría ¿Y que había de las fuertes patas que querían apresarla y quitarle toda su valía como persona y mujer? Que lo intentara si así lo deseaba, pero no toleraría una falta de respeto hacia ella; Primero debía de pasar sobre el filo de su espada.


Aún así...


Ruru apretó el mango de su espada mientras alcanzaba la puerta principal de la posada, no como si planease empuñarla, sino como si estuviera corroborando que estuviera ahí. Ruru era una mujer de mente abierta, respetuosa y tranquila, nunca mostraría su espada a nadie que no lo mereciera o le buscara las cosquillas primero, cosa que era bastante complicada dada su naturaleza pacifista y serena…….Solo había una forma de hacerla enfadar de hecho; Burlarse de su gente y su cultura. Para ella la colmena era sagrada: Su orgullo, su dignidad, su honor, su deber y su espíritu, burlarse de ella era como insultar cada fibra de lo que ella era ¡Algo que jamás toleraría! Pero era una reina, no una barbara sin cerebro, si tuviera que sacar su espada por todos los insultos que tuvo que escuchar sobre su gente ya habría cortado a una gran porción de los mercenarios con los que trabajó. Como reina debía mantenerse cuerda por muy frustrante y molesto que fuera, porque sus acciones eran el reflejo del pueblo de los hombre-insecto.

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Mensaje  Gerrit Nephgerd Vie Sep 20 2019, 21:11

Ruru Lepidoptera se dio la última nota y se marchó antes de que pudiera levantar la cabeza, después de leerla. Caminaba con pasa seguro, como un guardia acostumbrado a patrullar con las calles con los quijotes ceñidos a la cintura y la mano derecha anclada en la empuñadura de la espada. Me di cuenta que, en todo este tiempo, no le había preguntado a qué se dedicaba. Bien podría trabajar como miembro de la guardia de su ciudadela secreta de bichos o, quizás, como escolta de alguna persona de interés. Lo cierto era que no me interesaba. Obtuve lo que quería de ella: que me hablase con su auténtica voz de insecto. Descubrí que no era como me la imaginaba y, a la vez, era tal como esperaba que fuera. Su chirrido se acercaba más al ruido que hacían los grillos al verano que al canto de sirena, pero, aun así, era hermoso a su manera. Poseía el ritmo de una epopeya, bañada en ligeros matices picantes tan secretos como la ubicación de la villabicho.  

Abrí la boca, sin pensar en qué decir, dispuesto a soltarle las más grandes palabrotas illidenses, aquellas que una mujer bestia (mariposa) no habría escuchado jamás. Me detuve a tiempo, con la garganta en posición de entonar la primera palabrota. ¿Qué ganaría insultando? Sería igual de efectivo que insultar a una guerrera cuya batalla libra en la otra punta de Aerandir. Me ignoraría. Seguiría caminando, con sus pasos firmes y monótonos. Para más inri, cabía la posibilidad que perdiese lo que había ganado. Si la llegaba a enfadar, tal como pretendía hacer, podría gritarme en su idioma. El tono musical que había utilizado para entonar su canción y el sonido de su voz natural se distorsionarían en una voz tan aguada que podría romper los cristales de la ventana cercanas. Esta tercera voz sería la que perduraría en mi memoria, no las dos anteriores. Perduraría tanto tiempo como las palabrotas que fuera a decirle.

Fui lo bastante inteligente como para dar la espalda de la mujer mariposa. Al dejar de verla, mis ideas comenzaron a aclararse. Me hice un listado mental de los quehaceres que tenía pendientes. Había ido a la ciudad a por comida, pan, huevos y leche, y amorttenina. Como buen alquimista que me considero, compré solo la hierba. Tenía muchos encargos por realizar.

Revisé los bolsillos del pantalón buscando el listado de la compra. No lo encontré. ¿Se lo llevó Ruru? Estuve a punto de girarme y preguntarle. Era la excusa perfecta para volver a hablar con ella. Si me contestaba de malas formas o se decantaba por ignorarme, le pediría a Suuri que hablase en mi lugar. Por fortuna para ella (para mí), encontré la nota en el suelo. Ruru la había utilizado para comunicarse por medio de sus notas. Debí dejarla caer después de haberla leído. Me encogí de hombros sin darle mayor importancia y recogí la carta. Antes de leer el listado y recuperar mis labores diarias, leí por curiosidad lo que Ruru había escrito. Hablaba sobre las canciones que sabía y como la gente de Aerandir, se referiría a los no-insectos, le parecía desagradable su tono de voz.

Arrugué el papel. Lo mantuve en mis manos, hecho una pelota, mientras me decidía a qué hacer con él. Habíamos tenido una conversación agradable, la primera que tenía en mucho tiempo. Tuve que estar bajo los efectos de la amorttenina para ser medianamente simpático con una persona. ¿Y de qué me había servido? Cuando los efectos se diluyeron volví a ser Gerrit que acostumbraba a ser. Un brujo brutal y egoísta que nunca está feliz con lo que tiene. La situación empeoró cuando consumí una dosis más elevada de amorttenina. La brutalidad se entremezclaba con un estado de ensoñación en lo que nada que sucedía a mí alrededor parecía tener ningún efecto. Podría decir cualquier cosa y comportarme de cualquier manera que todo seguiría igual. Incluso, llegué a pensar que podría golpear la cabeza de Ruru con mi martillo y ella no moriría, ni siquiera le haría una brecha. Todo seguiría igual en el mundo de fantasía. Cada acción tiene su reacción, a no ser que consumas amorttenina.

La lista de la compra comenzó a deshacerse entre mis dedos. Era un papel de mala calidad, el más barato del mercado. Lo estaba apretando, sin darme cuenta, con la suficiente fuerza como para hacerlo trizas. Era una buena metáfora sobre lo que había hecho durante la conversación con Ruru Lepidoptera: apretarla hasta hacerla trizas.
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Mensaje  Ruru Lepidoptera Sáb Sep 21 2019, 20:59


Ruru abrió la puerta de la posada, sentía la mirada del brujo en su espalda pero hasta el final no se giró para verlo, ni siquiera cuando se medio giró para cerrar la puerta de la posada tras su entrada. Los borrachos, aventureros y mercenarios parecieron sorprendidos de verla entrar aún cuando hace no mucho se la vio subir por las escaleras, la siguieron con la cabeza unos segundos hasta que uno por uno regresaron a lo que estaba haciendo.


Encerrada en sus pensamientos, Ruru notó las miradas sobre ella ¿Porque se sentía tan molesta? No es como si estuviera “enfadada” pero había un leve sensación de molestia en su pecho que no dejaba de perdurar, y no era por los insultos del brujo ¿Que era? No se sentía decepcionada, tampoco sorprendida o confusa ¿Que era entonces? Suspirando, Ruru subió de nuevo las escaleras y regresó a su cuarto.


Click


Un leve chirrido de sorpresa escapó de la garganta de la joven mariposa en cuanto entró al cuarto; Estaba llenos de mariposas….Sus mariposas para ser más exactos. En cuanto las pequeñas criaturas notaron a Ruru estas la rodearon afectuosamente.


¿Intentáis apaciguarme? Estoy bien, gracias...


Hablando en su idioma, Ruru extendió sus brazos un poco y replegó levemente sus alas para permitir que sus pequeñas aliadas pudieran posarse sobre ella. Acabó con mariposas de todas las clases posibles sobre ella, sus antenas bailaban; Incluso si nadie podía, Ruru podía escuchar y entender sus vocecitas.


No esté asustada, mi mariposa ¡La protegeremos sin importar que!


¡Seguro que esa araña fue aterradora! ¿verdad? ¡Si vuelve a intentar atrapar a mi reina, iré personalmente a hacerle pagar ¡Anímese mi señorita!


Escuchando las voces de las mariposas Ruru finalmente comprendió la procedencia de la molestia; Estaba asustada. Al igual que una mariposa que logró liberarse de una telaraña con una araña a apenas un milímetro de ella, estaba asustada de lo que acababa de vivir ¿Que hubiera pasado si la araña hubiera clavado sus colmillos? Ruru era un mujer que desde pequeña se le enseñó a ser segura de si misma, y bajo una situación normal lo era, pero era imposible que su carácter, teniendo apenas 19 años, estuviera realmente estable bajo cualquier circunstancia; No dejaba de ser solo una niña obligándose a si misma a ser reina.


Si no fuera porque mostró sus colores demasiado pronto…...No, no es que lo hiciera aposta; La droga le impidió actuar como debería, si hubiera estado en sus cabales ¿Que hubiera pasado?


Un escalofrío cruzó su espalda, no quería volverá ver a ese hombre si era posible. Sentándose sobre la cama, las mariposas revolotearon y se posaron nuevamente, esta vez más distribuidas ahora que contaban con la cama. Hacía mucho que no se sentía así….No, es mentira; De echo siempre a sido así. Siempre cargaba con una inquietante sensación de miedo e incertidumbre que lograba encerrar en la profundidad de su corazón para evitar fracasar en su misión….pero…..Por primera vez en mucho tiempo fue incapaz de tomarlo y encerrarlo en lo profundo de su corazón, en donde no le estorbara.


Parece que aún le tengo miedo a las arañas, hermano….


Durante el resto del día, Ruru no se movió del lugar, dejando que la presencia de sus amigas y su propia capacidad de adaptación le ayudara a detener el leve temblor en su cuerpo. Se sentía como si fuera aquella pequeña niña al que su hermano sostuvo entre sus cálidos brazos y su amable regazo, salvo que su hermano ya no estaba ahí para abrazarla con la misma gentileza de antaño.
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