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Mensaje  Fehu Sáb Jul 18 2020, 21:38

El grajo abrió las alas, como si se estirase, dio un par de aleteos, volvió a plegarlas y regresó a su posición anterior. Más allá de seguirla con la mirada cada vez que se movía por la habitación, era el único movimiento que Atreyu le había visto hacer desde que se había posado en su ventana.

Le habría inquietado más esa conducta si no estuviera demasiado ocupada tratando de reponerse. Sabía que pronto vendrían a buscarla, los preparativos ya estaban en marcha y ella debía comenzar el ritual. No se sentía con fuerzas.

Suspiró, sentada sobre el borde de la cama, se pasó una mano por la cabeza y se encontró con otro mechón de reseco cabello gris en la mano. La buena noticia era que, después del ritual que estaba a punto de realizar, probablemente no tendría que volver a preocuparse por el pelo. La mala noticia, que la caída de pelo era la parte menos dolorosa.

Tras su demostración a la llegada de Neled Elenu, había sentido crecer el tatuaje de su espalda como si le estuviesen grabando a fuego cada pluma de cada ala. A duras penas había logrado permanecer derecha en el trono, pero, al llegar al hogar, pudo confirmar con sus propios ojos que el diseño de las alas había llegado hasta la parte trasera de sus hombros. Pronto, se extendería también por sus brazos.

Atreyu se levantó, caminó hasta la ventana, sacó el brazo y soltó el mechón de pelo, dejando que se lo llevase el viento. Al hacerlo, se fijó en una porción de su muñeca que se estaba pelando. Sin poder evitarlo, tomó un trozo de la reseca piel con su otra mano y tiró. Despacio, al principio, pero entonces, el grajo graznó y la sorpresa le hizo arrancarse un trozo mayor del que había previsto. Tuvo que morderse los labios para no gritar por el escozor.

Miró al grajo y éste salió volando, hacia la torre y más allá. Atreyu lo siguió con la vista, hasta que un desplegar de alas de la dragona lo ocultó por un instante y ya no volvió a su campo de visión.

Está todo listo.

Atreyu se volvió al oír la voz. La mirada culpable de Aubree le indicó que había estado mirando su espalda antes de decidirse a hablar.

Ahora mismo voy —respondió.


La Nowo Khan caminaba tratando de apoyarse lo menos posible en su bastón. A su paso lento, solemne, los elfos y humanos con los que se cruzaba detenían su ajetreado ir y venir para dedicarle un respetuoso saludo. Ella les devolvía una inclinación de cabeza, animándolos a seguir con lo que estaban haciendo. No podían permitirse perder ni un momento pues, sin duda, las noticias acerca del nuevo paradero de las Alas ya habrían llegado a oídos indebidos.

Bajo Nytt Tre, la esperaba un grupo abrumadoramente pequeño. No eran muchos los que tenían la capacidad que el ritual requería, sólo elfos. Todos la recibieron con una reverencia y le abrieron paso para que se situara frente al tronco del gran árbol, donde daría comienzo el ritual.

Las palabras sobraban. Alguien le pasó una pala a la Nowo Khan y tomó su báculo. La Nowo Khan clavó la pala en tierra y retiró un terrón. Después, se alejó unos pasos y retiró otro terrón. Los demás la siguieron, regando los hoyos con el agua que habían hecho traer desde Sandorai. Ella fue repitiendo el proceso una y otra vez, hasta cerrar un amplio círculo en torno al árbol del templo. Alguien tomó la pala de sus manos y puso en ellas un cuenco con semillas y ella recorrió el círculo una vez más, depositando una semilla en cada hoyo. Los demás la siguieron, tapando los hoyos y dibujando los glifos. Cuando todo estuvo en orden, llegó el momento de la oración.

Atreyu deseó que aquello fuera suficiente.

__________________

Te doy la bienvenida, mortal, a Nytt Hus, hogar de una parte del clan Sondve, Neled Elenu y los habitantes humanos de la antigua Villaserrín. Como puedes leer aquí ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]), la Nowo Khan se ha hecho recientemente con un objeto del 19, las alas de la difunta Sonagashira, y teme, con razón, que el Hombre Muerto envíe a alguno de sus discípulos a arrebatárselo. Ahora mismo, esas alas son su única oportunidad de sanar los bosques de Midgar, que antaño formaron parte indivisible de los bosques de Sandorai. Como imaginarás, no permitirá que nadie se lleve esas alas.

Tu objetivo en este turno será describir los preparativos para la defensa de Nytt Hus. No sabes quién va a atacar, no sabes cuándo, cómo o por dónde, por lo que deberás asegurarte de que las defensas de la aldea sean efectivas y versátiles (tienes un mapa de la aldea en el informe, no dudes en utilizarlo para tu estrategia). Por cierto, con respecto al cuándo, cómo y por dónde de más arriba, tira una runa.

Sólo si eres elfo con una especialización mágica (camino del custodio, la animación o la naturaleza, preferentemente) podrás ayudar también con el ritual descrito al final del texto. Se trata de una invocación, la Nowo Khan pretende convocar un grupo de Dvinyantas ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]) para que ayuden a proteger la aldea. Si la ayudas en esto, puedes ampliar lo descrito con tantos detalles como creas oportunos (siempre que no contradigan el texto de la ficha). Tirarás una segunda runa que, unida a tu narración y tus habilidades, ayudará a determinar el número de Dvinyantas que lográis invocar.

EDICIÓN: Al abrirse el desafío para dos usuarios, en este turno, podéis repartiros los dos objetivos que aparecen o participar en ambos. En el primer caso, cada una tirará la runa correspondiente a la parte en la que participe. En el segundo caso, ambas tiraréis ambas runas (las tendré en cuenta todas).
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Mensaje  Valyria Jue Jul 30 2020, 22:21

-¡Alto!- gritó una voz, mucho más temprano de lo que habría esperado, pero obedeció. -Alza las manos.- entonces lo vio. No un cazador, buscando comida, no, un guerrero. Y no estaba solo. Los elfos se acercaron, con las armas listas, pero no abiertamente hostiles, los arcos sin tensar, las espadas en sus fundas.

Había estado retrasando ese momento, por dudas, pero ya era hora, así que se había armado de valor, solo para encontrarse… más de lo que esperaba… Aunque fuera una desconocida para ellos, ese nivel de alerta, a esa distancia, era exagerado.

-Quítate la máscara.- Ah, el momento de la verdad. Valyria empezó a mover una mano, muy, muy lentamente.

-Mantened la calma, no pasa nada, veáis lo que veáis…- poniéndose la mano en la cara y sacándose su confiable máscara…. E inmediatamente tenía una espada en su cuello y al menos tres flechas apuntándola. -¿Qué diablos os acabo de decir?- no los culpaba realmente, pero realmente quería suspirar. Hizo una pequeña mariposa de luz, que se posó en su oreja, aleteando suavemente. -¿Podría un constructo necromantico usar luz?- la espada se había pegado algo más de lo que era cómodo, y un hilillo de sangre empezó a teñirle la armadura. -¿Sangraría? Curad la herida, la luz debería hacerme daño si estuviera muerta, ¿cierto?- alguien a su espalda la toco, y la herida sanó. Bien, pequeñas victorias, ahora era la hora de la verdad, la parte difícil. Pero se quedó en silencio, esperando.

-¿Quién eres? ¿Por qué luces…así?- picó finalmente uno.

-Todos habréis oído lo que pasó en Sandorai, ¿cierto? ¿Cómo los jinetes fueron repelidos? Un pequeño grupo quiso ir más allá, exterminarlos hasta el último hombre. Pero… cuando no hubo más, el portal se cerró.- no enteramente cierto, pero casi, solo había quedado uno. -Nada vivo podía volver a este plano así que tuvimos que… improvisar, pagar un precio. Mi aspecto, mi presencia… Por eso no me recordáis.- ¿la creían? No, en absoluto, pero había estado practicando. No este discurso no, más bien… tanteando la maldición, sus límites. Miró las caras de los integrantes, hasta reconocer uno. Era uno de los hombres de Tharnil. Volvería a eso luego.

-Cuando liberasteis Nytt Hus, los humanos fueron salvados, a pesar de que el dragón los había estado cazando sin piedad. ¿Recordáis porque? Es raro, ¿no? Y alguien vivía en el segundo piso de Nytt Tre, con Atreyu, la tercera puerta a la derecha. Y sin embargo, puedo ver en vuestras caras que ni siquiera recordabais esa habitación hasta que la mencioné. Y seguro que habéis visto cartas, correspondencia, hasta edictos, firmados por alguien cuyo nombre no reconocéis. Raro, ¿no?-
y solo entonces, tras sembrar la duda, atacó al pobre subordinado de ese irritante elfo. -Y tú estabas cuando Tharnil fue atacado por el gremio de asesinos, cuando desvelamos la verdad sobre Örome. ¿Recuerdas algo sobre eso?- no, no lo hacía, porque el asesino era Rauko, por lo que aún sería más confuso, pero si recordaria el desenlace, y eso jugaba a su favor.

Y podía verlo. Los tenía. Tan confusos, cuestionándose todo lo que sabían, intentando encontrar más lagunas, tan difícil de hacer salvo que alguien te apuntara exactamente en la dirección correcta. -Tengo una bolsita en mi armadura, quítamela y ve a buscar a Tharnil. Debería recordarme si se la tira a la cara.- y notó varios elfos acercar sus manos, buscando en su armadura. -Eso, no es una bolsa.- reprimió con voz helada al culpable, que retiró el brazo como si se hubiera electrocutado. Pero finalmente la encontraron, y uno marchó, mientras esperaba incómodamente, los elfos estaban más relajados, pero eso no significaba que no estuviera en peligro.




Finalmente, reconoció al hombre que llegó acompañado de su esbirro. -Valyria.- dijo Tharnil.

-Tharnil.- contestó ella, igual de escueta. Las armas bajaron, al menos, sus posturas relajadas.

-Nos preparamos para la guerra, un ataque es inminente.- ya se había fijado en ese pequeño detalle con todas esas armas apuntándola. -Nuestra Nowo Kahn necesita a su aprendiz.- El y ella… nunca se habían llevado bien. En absoluto. Se había esperado que la tolerara porque necesitaban a todos los soldados posibles, pero… la manera como había dicho eso… No era un “oh, qué fuerte te has hecho, estará encantada de tenerte” no. -Acompañadla al sitio del ritual, es una custodio.-

Y prácticamente corrió hacia el pueblo, seguida de sus escoltas. Ignoró las miradas a medida que se acercaba, nada que ver con su aspecto, ahora que volvía a tener la máscara. Gente afilando armas, elfos intentando generar barricadas comandando a los árboles (de manera muy pobre, tenía que decir), unos pocos comiendo algo allí donde podían, otros practicando varios movimientos sobre las barcas, como si esperaran tener que luchar en el río. En ese momento, dejó atrás a sus escoltas, simplemente caminando sobre el agua en la línea más recta hacia el templo. Habían hecho lo que habían podido para guiarla, pero aunque fuera en un lugar perdido del bosque, se habría dado cuenta, sentía la… presencia, la presión, del ritual.

De camino, se había preguntado qué clase de enemigo necesitaría todas esas preparaciones, cuando se tenía un terrorífico dragón vegetal para hacerte el trabajo sucio, pero ahora que veía a su maestra poniendo semillas para el ritual, no tenía claro de que… pudiera. Atreyu lucia…. No había forma fina de decirlo, lucia hecha mierda, como si fuera a caer muerta en cualquier momento.

Y eso la molestaba tanto, tantísimo… pero no era solo culpa de su maestra, no? Si no se acordaba de ella, si no tenía nadie en que depender, de repente con el peso extra de su posición de diplomática, con lo horrible que era en ello… -Cuando todo esto acabe, tu y yo vamos a tener una charla sobre delegar responsabilidades…- se limitó a decir, resistiendo la tentación de atizarle la cabeza con el arco. -Tu, cuelga eso bien alto.- le dijo a un elfo que no parecía estar participando en el ritual, simplemente haciendo de guardia. Lucía algo confuso sobre porque tenía que colgar un atrapa sueños, pero obedeció igualmente. Solo entonces, dedicó su atención al gran, gigantesco, mágicamente pulsante elefante en la habitación.

Era un ritual, por lo que era horrible. Estaban hechos casi por definición para que hasta un niño pudiera colaborar, si tenía poder mágico, pero eso implicaba cierta…perdida de eficiencia, de finura. En ese caso en concreto, parecía que el requisito era algo más estricto, por lo que no era tan ineficiente como creía.

Pero ese preciso ritual… ella lo había estudiado, por más egoístas motivos, y no pensaba pedir ayuda a nadie para ello, por lo que no tardó demasiado en hacerse una idea, en dejar que su percepción se expandiera hacia los árboles.

Fundamentalmente diferente a sus espíritus, pero técnicamente lo mismo. El ritual sobornaba a los árboles, abocando ingentes cantidades de poder que fluían como un río, en formas… naturales para los espíritus. Eso daba un constructo de larga duración y poder similar al que podría conseguir ella con sus métodos…pero el poder necesario era… insultante, como intentar reventar un dique añadiendo más y más agua.

Ella no confiaba en la buena voluntad de sus espíritus, pero más importante, los suyos no tenían formas predefinidas, ni siquiera preferidas la mayoría de las veces. No, si su maestra se centraba en convencer lo que la rodeaba para que la ayudara, ella… creaba cuerpos.

¿Y no era conveniente eso ahora mismo? Mientras cavaba un nuevo agujero, pensando en aprovechar la poca agua de Sandorai que quedaba, vio que una de las formas no parecía… asentarse, encajar correctamente, y fallaría… así extendió su voluntad y la deshizo, dejando la energía donde estaba, para que volviera a formarse en un segundo intento. Cavó el agujero, puso una semilla directamente de Sandorai y puso el agua, tapando el agujero y trazando el glifo. No era nada en especial, un árbol frutal, pero el simbolismo era importante en esas cosas. Mientras daba la vuelta, sintió uno de los constructos, de los más pequeños, comparado al resto al menos, seguía siendo tan grande como algunas de las ratas de Lunargenta, así que casi tan grande que un perro. Su forma no era adecuada para su tamaño, así que la alteró un poco en su mente, añadiéndole guadañas como una mantis, y reforzando articulaciones para que fuera mucho, mucho más ágil de lo que se suponía que era.

Y finalmente llegó el momento de la verdad. Había guardado esa semilla para ella misma pero…

Nytt Hus no era su hogar. No estrictamente. Tenía demasiados vínculos con Lunargenta, demasiados conocidos allí… pero se había esforzado para que fuera el hogar de mucha gente, y cuando los años pasaran, no pensaba arrepentirse por no haber hecho todo lo que podía.

Así que sacó la semilla de Oblivion, que le recordaba vagamente a una pequeña piña, pero de piñones puntiagudos. Recordaba lo…tristes, desesperados, que habían estado los espíritus allí… solo podía suponer que los árboles eran similares, sino peor. -Creo que tu plano se recuperara, con el tiempo. Y ya sé que seguramente no te importa demasiado lo que nos pasa aquí… pero… por favor, ayúdame a que lo que os paso, no vuelva a pasar.- apretó, fuerte, la semilla pinchándole la mano y haciéndola sangrar un poco. Había… poder en los gestos, y a falta de grandes y ancestrales tradiciones, si había una siquiera para pedir ayuda a árboles extraplanares, sangre dada por voluntad propia era un sustituto decente. Dejó caer la semilla en el agujero, mezclando agua de Sandorai con agua de Oblivion. Técnicamente el mismo sitio, pero en dos planos diferentes. Simbolismo, gestos… Esperaba que funcionara.

Y con un suspiró, siguió su trabajo, ajustando formas, una armadura en diagonal aquí, para desviar golpes, un cuerpo ligeramente más felino, para mayor movilidad a cuatro patas, garras serradas, como sierras…

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Mensaje  Tyr Jue Jul 30 2020, 22:21

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Mensaje  Aylizz Wendell Lun Ago 03 2020, 21:22

Tras abandonar Urd, retomó el camino a Midgar. Eran varias las aldeas de las que había oído hablar situadas en aquel bosque, asentamientos que desde el ataque al sagrado Sandorai habían abierto sus puertas a los elfos refugiados que buscaban rehacer sus vidas en la zona del oeste que algún día habrían albergado la prosperidad de generaciones pasadas. Después de varios días a pie, río abajo, y algunas noches sin dormir por la necesidad de mantenerse alerta en los lugares que parecían sacados de las peores pesadillas, llegó a Nytt Hus. Ya había escuchado nombrar aquella aldea antes, aunque no sabía mucho más... El recibimiento fue algo que no hubiera imaginado. Tras cumplir con los protocolos, identificándose y explicando los motivos de su llegada a varios escalafones de la guardia, se personó ante la máxima diligente de la aldea, presentándosela como la Nowo Khan. La sacerdotisa la recibió de forma amable, dedicándola palabras amables y de aliento a modo de bienvenida, obteniendo así el permiso para quedarse el tiempo que considerase necesario, pero debía ser un activo para la aldea durante el tiempo que permaneciese en ella, algo a lo que se comprometió firmemente.

El día de su llegada, uno de los guardias centinelas la facilitó hospedaje, presentándola en una pequeña casa de huéspedes situada nada más traspasar las puertas principales, donde se encargaban de recibir a los recién recogidos. Allí pasó las primeras semanas, realizando encargos y tareas a cambio de una cama y tres comidas calientes al día, mostrando siempre una actitud servicial y atenta. El hogar pertenecía a una familia de varias generaciones de posaderos que se había visto obligada, como tantos, a abandonar su pueblo y comenzar de nuevo, habiendo construido aquel funcional refugio cuando se comenzaban a levantar los cimientos de aquella aldea. La matriarca, ya entrada en la centena, dirigía aquella hospedería de manera firme, aunque acogedora. La mayoría de los trabajos que realizaba los ordenaba ella, solía mandarla al mercado a por la compra del día, al río a hacer la colada y la limpieza de las habitaciones cuando los demás viajeros las dejasen. Esos días la dieron la oportunidad empezar a conocer aquella tierra y sus gentes, llegadas de todas partes y ahora estrechando nuevos lazos. Allí se encontró con algo impensable... Elfos y humanos conviviendo. De alguna manera, lo habían conseguido... Nueva casa, definitivamente el nombre describía a la perfección el aura que desprendía aquel lugar.

La relación con los Norenill fue cercana desde el primer momento, era habitual que la amenizasen los descansos con espontáneas charlas o la invitaran a compartir la cena tras cerrar el comedor. Una de aquellas noches, tras una agradable velada de intercambio de experiencias y anécdotas vitales, una de las nietas quiso saber más acerca de la nueva. Aylizz explicó con pocas palabras la marcha de su casa y lo que se encontró a su regreso, recién acabada la guerra. Por alguna razón se le hacía fácil hablar de aquello, se sentía acogida y comprendida, sin réplicas ni juicios. El padre de la joven le habló entonces de los huertos de la ciudad, orientándola a buscar trabajo en ellos, siempre hacían falta manos para los cultivos. Con su especial habilidad no le fue difícil entrar como refuerzo en una de las copas-huerto cercana al río, desde allí podía verse el mercado en la otra orilla y el bullicio de cada día... Podía pasarse horas observando aquel rincón en mitad del bosque desde lo alto, incluso le alcanzaba la vista para divisar la posada donde, hasta el momento, seguía albergada. Y un poco más allá... Las puertas de Nytt. Se veían pequeñas desde arriba...

(...)

Allí se encontraba aquel día. Para la mayoría, parecía uno como cualquiera. En los caminos que recorría cada mañana desde el hospedaje hasta el trabajo se había cruzado con los mismos que de costumbre, aunque a medida que se acercaba al centro de la ciudad la crispación se hacía más notable, pudiendo advertir que algo estaba ocurriendo cuando cruzó cerca del Nytt Te, donde algunos murmuraban con preocupación mientras andaban de un lado a otro, aceleradamente. No fue hasta medio día cuando un portavoz de la sacerdotisa hizo público un comunicado que instaba a los habitantes a prepararse ante la espera de un ataque inminente. No se dieron muchos más detalles, tan sólo las instrucciones a seguir ante la amenaza, pero el mensaje se hizo llegar a todos los extremos del territorio. Lejos de desatarse la histeria entre los ciudadanos, se mostró un civismo que mostraba la evidencia de que todos, quien más o quien menos, habían vivido una experiencia parecida a aquella. Aunque aquella serenidad, en gran medida nacía de la promesa de que la Nowo Khan los protegería. Ella siguió las indicaciones que le fueron dadas y acudió a la casa de los Norelin para ayudar a empacar sus pertenencias y las de los que aun se encontraban alojados allí, se había dado la orden de desalojar a los residentes de las afueras y abrir los silos para usarlos como refugios. Una vez dejado el equipaje junto a las improvisadas camas, se personó en la plaza donde habían instado a todos aquellos ciudadanos dispuestos y con capacidades de colaborar. El lugar estaba abarrotado, incluso los que aun no podían ser llamados jóvenes y muchos de los que hacía tiempo que dejaron de serlo se ofrecían para servir. -Se fortificarán todos los accesos. Tú, ayudarás a cargar carros en el lado del río.- Los guardias se encargaron de repartir los cometidos, ¿cargar carros? Era evidente que aquel lince no se había preocupado en mirarla, seguro que sería mucho más útil en alguna tarea que requiriese físico... Pero no había tiempo para réplicas. Asintió y con presteza se dirigió a su puesto.

Había perdido la cuenta de las carretas que habían ido y venido cuando un guardia se apareció a caballo con novedades. La guardiana de Nytt Hus requería la ayuda de todos los elfos que tuvieran la capacidad manipular el maná de la tierra, de alguna forma. Aylizz tragó saliva -Yo puedo- afirmó, adelantándose hacia él, tratando de aparentar firmeza y ocultando su nerviosismo. El vestido de armadura guardó silencio un instante y la miró con firmeza -¿Estás segura, jovencita?- Ella frunció el ceño, lo cierto es que no, tan sólo lo había conseguido un par de veces, aun no sabía del todo cómo... Pero si había una posibilidad de lograrlo, debía cumplir y ofrecerse -Si, lo estoy.- puntualizó, está vez con convicción. Fue escoltada hasta el templo donde se unió al grupo convocado y uno de los altos cargos de la corte les explicó lo que estaba a punto de llevarse a cabo. ¿Dvinyantas? Aquellos seres protagonizaban innumerables leyendas de su raza, criaturas protectoras de los bosques que acudían en la ayuda de aquellos que los invocaban. La angustia empezó a pesarle en el pecho y el corazón se le aceleró, apenas se fijó en los demás allí presentes, ¿a caso ella...? Controlar raíces o brotar pequeñas flores era una cosa pero aquello... En aquel instante supo que se había metido de lleno en algo que le quedaba demasiado grande, pero ya era tarde, debía tratar de ser útil y estar a la altura.

Todas sus vacilaciones se paralizaron cuando el portón de aquella recepción se abrió y se pudo diferenciar la figura de la sacerdotisa. La observó bajar las escaleras, analizó su postura, sus andares, su expresión... No parecía la misma que la había recibido hacía unas semanas. En silencio, le fue dada una pequeña jarrita de plata llena de agua. Se limitó a mantener la calma y a imitar a los demás, tal como habían explicado. Regó uno por uno los agujeros que después enterró, aquellas semillas rezumaban energía mágica, más de la que hasta el momento había sentido proceder de cualquier ente natural. Se agachó sobre el primer hoyo, tan sólo con rozar la tierra su piel se erizó, respiró profundamente y se concentró en trazar los glifos indicados.

---

Lanzo las dos runas, primera para las defensas y segunda para el ritual.

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Mensaje  Tyr Lun Ago 03 2020, 21:22

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Mensaje  Fehu Miér Sep 23 2020, 18:27

Éxito.

Las enormes formas que se dibujaban en torno Nytt Tre eran, en algunos casos, muy poco ortodoxas, pero no había duda de su naturaleza. No todas las semillas habían dado sus frutos, pero nadie esperaba que fuera el caso. Casi una decena de Ancianos, con su gran tamaño y resistencia, eran una protección que hasta en Árbol Madre resultaría envidiable.

Atreyu se dio cuenta de que había estado conteniendo el aliento cuando sintió que lo expulsaba en un suspiro de alivio. O quizá de cansancio. Alguien volvió a depositar el báculo en su mano y, con un tremendo esfuerzo, lo alzó hacia lo alto, a modo de saludo a aquellos gigantescos seres que acababan de crear. Id, proteged Nytt Hus, les transmitió sin palabras.

Como pastores, los invocadores se encaminaron al exterior de la aldea, guiando a los Ancianos a sus puestos, distribuidos por el perímetro del poblado. La Nowo Khan, sin embargo, se volvió hacia el gran árbol. Atreyu consideró la escala que ascendía al Templo con una aprensión que esperaba no se mostrara en su semblante. No debían verla caer, no en medio del pueblo, no cuando se preparaban para un ataque.

Dio un paso tambaleante, firmemente a ferrada a su bastón. Algo llamó su atención y se volvió de nuevo. Una nube de polvo. ¿Pero qué…? ¿Valyria? No recordaba haberla visto en una temporada, tampoco haberla echado en falta. Extraño, pero era bueno tenerla cerca de nuevo. Sonrió, llevando una mano al hombro de la chica, en parte como saludo, en parte como un segundo punto de apoyo.

Estás aquí, muchacha. —Su voz sonó más frágil de lo que esperaba, pero el tono era afable—. Ven, sube conmigo.Ayúdame a no caer.


Tres enormes Dvinyantas caminaron en pos de Aylizz hacia el norte del pueblo. Cruzaron el río sin dificultad y se distribuyeron siguiendo las órdenes de la elfa. Entre las casas de los humanos, junto al linde del bosque, se acantonaban los soldados y más allá, entre los árboles, se ocultaban los vigías.

No se habían dispuesto barreras defensivas por el norte y el oeste, como sí lo habían hecho en el sur y el este, puesto que el ancho río ofrecía una barrera natural. Los humanos que no estuvieran en condiciones de luchar habían sido trasladados hacia el interior de Nytt Hus y los dos únicos pasos a través del río serían levantados en cuanto se diera la alarma.

Nadie esperaba de Aylizz que se quedara de aquel lado del río, con el ejército. Los Ancianos sabían cuál era su misión y la cumplirían sin necesidad de vigilancia por parte de aquellos que los habían traído a la vida. Sin embargo, antes de que tuviera ocasión de regresar sobre sus pasos, un sonido como el de un rugido distante y cercano a la vez retumbó en sus oídos.

El toque de varios cuernos se oyó entonces, procedente del bosque, pero aquel aviso no tardó en desvanecerse bajo el pesado estruendo de lo que sólo podía corresponder a una avalancha, sólo que, en lugar de derrumbarse, las rocas surgieron del suelo, en medio de un temblor que hizo caer a todo aquel que estuviera en los alrededores del río, y ascendieron unas sobre otras.

En apenas un respiro, mucho antes de que el estrépito dejara de retumbar en los oídos de los presentes, un enorme talud de sólida piedra, más del doble de alto que el más alto de los Dvnyantas que habían cruzado el río con la elfa, se había levantado en la otra orilla, entre ellos y el centro del pueblo. Unas sombras surcaron el cielo, provenientes del bosque. Algunos soldados tuvieron el aplomo de hacer cantar sus arcos, pero los dragones volaban alto y sus escamas eran duras.

Al otro lado del muro, reinaba el caos antes, incluso, de que aparecieran los dragones. Miraran en la dirección que mirasen el enorme muro de roca dominaba el horizonte. Algunos de los que habían caído con el temblor intentaron levantarse para volver a caer al tropezar con los que permanecían en el suelo. Los niños lloraban al percibir el miedo de los adultos a pesar de los desesperados intentos de sus madres de calmarlos. Cuando media docena de dragones apareció volando por encima del muro, empezó la alocada carrera. Todos buscaban protegerse bajo los árboles de los proyectiles de roca y hielo que les llovían del cielo.

Otro bramido y la dragona de la Nowo Khan, su protectora, llegó volando desde su torre. Se lanzó sin miramientos sobre una de aquellas bestias. Las dos rodaron en el aire, entre gruñidos y mordiscos, hasta que un tercer dragón se lanzó sobre la dragona de la rosa negra, en ayuda de su camarada. El grupo de tres figuras se perdió al otro lado del muro.

Los demás dragones bajaron a tierra. Uno de ellos se transformó apenas tocó el suelo. Era un hombre alto y de hombros recios. Llevaba una armadura de escamas metálicas de un color terroso similar a las escamas que lucía en su forma de dragón. De su casco surgía un largo penacho, como una crin de color anaranjado y de su cinto colgaban una maciza espada y un largo cuchillo. Un pequeño grajo se posó en su hombro mientras se encaminaba, sin vacilación, hacia el gran árbol central. Tras él, aparecieron otras dos figuras humanas, ambas armadas y con armadura, que siguieron sus pasos mientras un cuarto, aún en forma de dragón, mantenía a raya al resto. Aún se oían a lo lejos los temibles rugidos de las otras tres fieras.


En lo alto de Nytt Tre, Atreyu apenas había logrado alzarse de nuevo tras haber sido derrumbada por el terremoto. Se aferraba a su bastón como si fuera lo único que la mantuviera en pie. Y quizá lo fuera. Dirigió una rápida mirada más allá del trono que dominaba la sala, a las refulgentes alas que adornaban su respaldo. Guardaban la esperanza de su pueblo y debía protegerlas a cualquier precio.

Traedme las Alas —ordenó, pues no confiaba en la capacidad de sus piernas para cruzar el corto trecho que las separaba.

Las dos sacerdotisas que se encontraban en la sala se miraron con nerviosismo.

¿Estáis segura? Es peligroso.

La Nowo Khan le asestó una severa mirada a la que había hablado mientras su compañera buscaba los ojos de Valyria, como pidiendo su apoyo. Ante la vacilación de ambas elfas, la propia Atreyu apretó los dientes y dio un paso al frente, hacia el trono. La base del bastón resbaló en el suelo y la Nowo Khan cayó de bruces.


__________________

Muy buenas, mis queridas elfas. Ante todo, os pido perdón por el retraso a la hora de responderos, espero poder llevar lo que queda de forma un poco más fluida.

Es evidente que la cosa ha ido bastante bien en lo referente a la invocación. Teniendo en cuenta vuestras especializaciones y que las dos habéis participado en el ritual (junto con el truquito de Valyria) casi ni habría hecho falta la runa, pero además ha sido buena, así que, de lujo. La suerte no ha acompañado tanto en el otro aspecto. Veremos cómo os las arregláis con ello. Os listo en orden de participación, pero podéis responder a este turno en el orden en que mejor os venga.

Valyria: Mala suerte, estás en el centro del pandemonium, lejos del ejército y los Ancianos que con tanto mimo contribuiste a despertar. Como bien dijiste tú misma, Atreyu está hecha mierda, difícilmente podrá darte algo más que ánimos, y su dragona tiene en su plato más de lo que puede tragar. Debes arreglártelas para resistir. Además, tienes en tus manos una importante decisión: ¿te arriesgarás a utilizar las Alas de Sonagashira?

Aylizz: Tuviste mejor suerte que tu compañera con respecto al ataque, si no te mueves de donde te encuentras, estarás a salvo de daños. Incluso aunque los atacantes decidieran dar una pasadita por el exterior del enorme muro que encierra el centro de la aldea, tienes a los Dvinyanta y al ejército del clan Sondve para protegerte. A ti te dejo otra decisión: quedarte a salvo donde estás o buscar la forma de que el ejército llegue al interior de Nytt Hus a tiempo de evitar el desastre.
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Mensaje  Valyria Vie Sep 25 2020, 12:05

No pudo evitar hincharse de orgullo cuando vio las formas alzarse. Tantos, tantísimos… y había sido gracias a ella.

Es decir, había participado un montón de gente, pero necesitaba eso, así que iba a asumir que había sido gracias a ella y apuntarlo en su lista de éxitos. Con tantos, estaba chupado, ni Sandorai tenía esa cantidad, estaba segura, pasara lo que pasara, seria pan comido. Y con ese problema solucionado, quedaba el otro. Se quedó a una distancia prudencial mientras una mujer le devolvía el bastón a Atreyu y cuando no miraba, se acercó haciendo algo más ruido del habitual y le espolvoreo la cara, esperando unos segundos a ver si alguien le disparaba una flecha por atacar a su líder.

Seguía viva, y también Atreyu, que por fin la reconoció, apoyándose discretamente en su hombro. Dioses, lucía tan cansada, pero en su mirada solo había un poco de confusión. Ni preguntas, ni reproches por no estar allí, solo alegría y calidez. La acercó un poco con un abrazo de lado, sujetándola un poco más y empezaron a ascender poco a poco los escalones.

Y entonces todo se fue a la mierda, como ya era costumbre en su vida. El terremoto era malo, derrumbándola junto Atreyu en un amasijo de brazos y piernas, y los sonidos de su dragona de rosas negras pintaban aún peor, por lo que cuando se aseguró de que su mentora estaba de pie, fue a echar un ojo, justo a tiempo de ver a la dragona cayendo más allá del muro. Muro que no estaba allí antes, por cierto. Podía hacerse una idea del plan del enemigo, entrar y salir rápido, después de robar el objeto, con una fuerza de elite. Según lo bueno que fuera el geomante, ni siquiera necesitaban un ejército fuera entreteniendo al resto de los soldados. Miró hacia arriba, esperando que derrumbaran el techo y entrarán a la sala del trono en cualquier momento…pero no, parecía que aterrizaban delante, en una muestra de poder. Eran… cuatro. No muchos, pero si uno podía alzar ese pedazo de muro, la cosa sería complicada, especialmente con los presentes debilitados por el ritual.

Y entonces su maestra se desplomó.

Valyria se quedó allí, mirando, sin reaccionar, su mirada poco a poco dirigiéndose a las Alas, para luego volver a Atreyu, pensando. Sus pies por fin se movieron, silenciosos por el suelo, hacia la mujer. Y pensar que los primeros días había considerado seriamente asesinarla. En su defensa, no había causado la mejor impresión, con toda esa destrucción y las muertes indiscriminadas. Se arrodilló junto a la elfa, y la giró para que estuviera cara al techo. Puede que fuera culpa suya. Que todo lo que tocara acabara reducido a cenizas. Su aldea, el árbol madre, y ahora Nytt Hus. Tres de cuatro era un porcentaje bastante condenatorio, cualquier día de estos el Rey de Lunargenta resultaría ser un no-muerto que quería destruir la ciudad, era cuestión de tiempo. Le quitó un mechón de pelo de la cara, poniéndole las manos sobre el pecho, demasiado similar a preparar un muerto para un entierro para su gusto, pero era necesario. Le puso el amuleto entre las manos y se las cerró. Estaba bastante segura de que tenía que usarlo ella misma o no funcionaria.

Todo a lo que tenía aprecio acababa destruido o calcinado, y ahora estaba atrapada entre cuatro dragones muy cabreados y lo que querían, con su maestra fuera de circulación, sola. Una parte de su mente le decía que la respuesta normal era… ¿desesperación? Sin duda algún tipo de pánico, como el que veía en las caras de esas sacerdotisas, rezando, esperando la caridad de alguna entidad que no comprendían.

Y sin embargo… ella no sentía nada de eso, ni siquiera tristeza al ver a lo más parecido que había tenido a una madre en décadas en el suelo, sufriendo para respirar. No, nada de eso que las historias describían como un miedo helador.

Su sangre estaba hirviendo de rabia.

Se quitó la armadura, su ligereza permitiendo que se la removiera en un movimiento fluido, y un par de cortes de cuchillo dejaron dos aperturas en su espalda. ¿Se pensaban que iba a arrodillarse entre lágrimas y dejar que la pisotearan? ¿Rezando a algún dios abstracto, para que se dignara a ofrecerle protección, como una persona dándole una miguita de pan a una hormiga? Eso no funcionaba. Pero no pasaba nada, era una custodio.

Podía obligarles a mirar.

-No sé mucho de vosotras y vuestros hermanos.- dijo, acariciando las alas mientras las removía de encima del trono. –Pero lo que he oído… no creo que seáis simples herramientas, creo que queréis ser utilizadas. Y vais a hacerlo lo mejor que podáis, o sino… - bueno, nunca había compartido la adoración que tenían los elfos locales, y seguro que podía encontrar algún volcán o fosa oceánica sin mucho esfuerzo. Acercó las alas a su espalda. –Ahora, como os engAHG.- Eso dolía, dolía muchísimo, como si su espalda estuviera en llamas, pero cuando dio un bote de la sorpresa, una de las alas tumbó un jarrón de un espasmo. Y unos segundos más tarde, pudo comprobar que sí, funcionaban como si fueran sus propias alas. Era una sensación extraña, pero tampoco del todo desagradable, podía acostumbrarse... -Ah, ¿así empieza?- ¿Iba a frenarla eso? En absoluto.

Y allí estaban ese par de sacerdotisas, mirándola con una mezcla de horror y admiración, aun de rodillas. Dioses, ni las conocía y ya las odiaba. -¿Qué? ¿Pensabais hacerlo vosotras?- ni siquiera escuchó su respuesta, empezando a andar y forzandolas a apartarse de su camino o ser arrolladas. Por supuesto que no se habrían atrevido, rezando en vez de hacer algo al respecto, pero alguien tenía que hacerlo, y otro lo haría mal. ¿Qué era una maldición más? Ni siquiera existía, técnicamente. Algun dia, su mera presencia bastaría para que ningun idiota volviera a intentar algo así, pero mientras tanto, tendría que usar todo lo que tuviera a mano.

Las alas eran el Plan A, Atreyu recuperándose lo suficiente… el C, no tenía mucha esperanza en ello. Ya tenía un plan para el B, pero… Su cabeza seguía pensando, sugiriendo ideas. Ella vivía, o al menos pasaba muchísimo tiempo en Lunargenta, y en su vida había visto al rey, ni siquiera lo reconocería si lo tuviese delante. ¿Qué posibilidad había de que esos dragones hubieran visto a su líder? Su pelo, con la maldición era casi plateado, mientras que el de Atreyu era más cercano a un tono ceniciento, pero con la capucha de la capa, la máscara… Y desde luego no la iban a recordar a ella, por una vez eso era bueno. Si...puede que funcionara, era una garantía, por si todos sus planes fallaban, para... minimizar las pérdidas. Se agachó, recogiendo el bastón. El látigo no serviría de nada contra alguien con armadura igualmente, puede que un bastonazo funcionara mejor y un arco contra cuatro dragones… más bien lo usaría poco si decidían atacar a la vez.

Empezó a bajar los escalones, poco a poco, intentando corregir… todo realmente, su postura, su actitud, su tono de voz, tenía un papel qué hacer. -¿Cómo funcionáis exactamente pequeñas? ¿Ilusión? ¿O como los vampiros?- Obviamente, las alas no respondieron, y tampoco estaba segura de cuál de ambas versiones la beneficiaria más, aunque tendría que apostar porque su actitud misteriosa fuera lo suficiente atractiva, si dependia de lo mucho que mostrara, tendría problemas aunque fuera medio desnuda por culpa de la maldición.

Ah, y casi se olvida del Plan B.

Sed mis oídos, en el silencio del bosque
Sed mi nariz, en el frenesí de la caza
Sed mi boca, en la carne de mi presa
Sed mis ojos, en la negra noche.
Sed mi piel, en el frío Invierno.




Pequeñas motas de luz aparecieron a su alrededor, formando una bandada de cuervos, posados sobre ella. Rebuscó en su armadura y le mostró un único frasco a uno.

No le hizo mucha gracia que le diera fuego alquímico, podía sentirlo. –Venga ya, no tienes por qué morirte, puedes hacer un vuelo rasante o algo…- podía notar su mirada clavándose en ella, con suspicacia, a pesar de estar literalmente sobre su cabeza. –Te daré dos, no, CINCO mazorcas de ese maíz dulce cuando vuelva a Lunargenta. Enteras para ti solito.- El cuerpo de luz tomó la botella con una patita e hizo un saludo militar, jurando morir por su reina y el maíz prometido. No pudo evitar esbozar una sonrisa, recuperándose rápidamente. Ella era altiva, orgullosa, una líder.

Y finalmente, el momento de la verdad, la puerta estaba a unos pocos metros, y tenía que interpretar el papel de Atreyu, por suerte, también era una custodio.

-Yo llamo vuestro nombre con el rugido del trueno
La memoria de una gloria ancestral, un reino pleno
Con Dientes y Garras, alzaros.
El suelo retumba, esperándoos
El viento aúlla, trayendo el hedor del hierro
La tierra, sedienta, probara pronto las lluvias de Otoño.
-



Atrás habían quedado los adorables y esponjosos gatitos. Sus invocaciones resonaban con sus emociones, y el resultado eran formas más alargadas, angulares y con demasiados dientes para ser consideradas anguilas o serpientes. Ni siquiera eran doradas, asumiendo un tono más plateado, más espectral, abriendo y cerrando la boca con chasquidos, deseosos de desgarrar a quien hubiera desatado la ira de su invocadora. En otro momento, su corazón se habría derretido ante tal preocupación hacia su persona.

¿Ahora? Ahora era Atreyu Santya, Nowo Khan del clan Sondve y esos invitados se someterían o morirían. –Banbaro.- susurró, nada más salir de la puerta, y la tierra se agrupó en la figura de un gran jabalí. Tres invocaciones y su invocadora contra cuatro dragones, ese era el plan B.  Se paró ante los asaltantes, el bastón repiqueteando con cada paso, su máscara cubriendo las peores partes de la maldición. Con suerte, solo la verían como muy pálida, y eso era bueno ¿no? Le daba un aire misterioso y etéreo. Por si la máscara, el pelo plateado, los cuervos y las morenas espectrales no bastaban.

–Habéis asaltado a mi pueblo, atacado a mi dragona…- empezó, su tono gélido, su pose lo más altiva y elegante que pudo, sus cuervos alzándose al aire con un dramático batir de alas, rondando la zona como buitres. –Pero aún no es demasiado tarde, soy misericordiosa, y Nytt Hus es un hogar para todos.- extendió las alas, imbuyéndolas de poder y esperando que funcionara. –Abandonar a vuestros falsos líderes y arrodillaros ante mí, aceptadme como vuestra señora, servid bajo mi mando.- Realmente, podría haber pasado menos tiempo preparando el plan B y más pensando su discurso, pero tendría que bastar.


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Mensaje  Aylizz Wendell Sáb Oct 03 2020, 16:49

Observó las figuras nacidas de la tierra alzarse alrededor de todos los presentes, le costó creer que hubiera sido capaz dar vida a invocaciones de tal tamaño, incluso por un instante se quedó pasmada ante la imagen de los protectores elevándose varios metros por encima de las cabezas de los invocadores, inmóviles. El resto de invocadores, al igual que ella, aguardaban en silencio, a la espera de nuevas instrucciones. No le hicieron falta muchas palabras a la Nowo Khan, el cometido estaba claro, aquella recóndita aldea tenía que convertirse en una fortaleza, aunque aun no sabía de qué o de quién debían protegerla.

Los guardianes comenzaron a avanzar al momento en que los elfos a los que estaban ligados lo hicieron y los tres ancianos nacidos de sus semillas quedaron junto a ella a la espera de reacción, ¿cómo se suponía que manejaría a aquellas criaturas? ¿Debía hablarlas? ¿La imitarían? Sin duda, los conocimientos que manejaba sobre control de la tierra y magia elemental distaban mucho de aquello. Fue rápida en advertir que no había habido cruces de palabras entre los otros, simplemente se habían limitado a disponerse en sus puestos, mientras ella seguía ahí, parada, desubicada. Tomó aire, recuperando la firmeza, ya no había otro camino que no fuera el de proteger aquel lugar y a las gentes que en las últimas semanas habían hecho de ella una más en sus calles, ahora debía cumplir entre sus filas. Finalmente, avanzó hasta el exterior del templo y para su sorpresa, los Dvinyantas hicieron lo propio. Los examinó sin aligerar el paso, los tres levantaban varios metros del suelo, dos caminaban a cada uno de sus lados, sus formas no eran del todo definidas pero presentaban un aspecto fornido en la parte superior del tronco y sus piernas lucían firmes a cada paso. El que se encontraba a su espalda, por otro lado, era algo más corto de altura aunque su corpulencia era notoria en todo su conjunto.

Una ojeada a los alrededores fue suficiente para localizar dónde se habían focalizado las defensas, centradas en las zonas pobladas que quedaban más alejadas del río. Sin duda, era lo más sensato, aquel lugar parecía estratégicamente dispuesto y la aldea había crecido hacia el interior, usando el río y los árboles más bastos como aliados para proteger los exteriores. Sin embargo... Había escuchado tantas vivencias de boca de supervivientes de la reciente batalla en Sandorai, que ahora se prestaban a proteger lo que esperaban que fuese el punto de partida para una nueva vida, que una sensación de duda la removió por dentro. El Gran Árbol había vivido protegido durante siglos en el corazón del bosque y aun así había llegado el día en que aparecieron fuerzas capaces de sortear todas sus protecciones... Y en Nytt era sonado que la respetada Atreyu vivía preocupada por que los rescoldos de la batalla llegaran hasta allí... Por primera vez tuvo la corazonada de que ni el bosque sería ya un lugar seguro. Dirigió entonces a los guardianes hacia el norte, pensando que no estaría de más prestar sus refuerzos a los soldados apostados en aquella zona, al fin y al cabo, disponían de otros ocho gigantes apostados en primera línea de la defensa. Ella podría dirigir los suyos desde la altura, tendía una visión más clara del terreno y además... Se consideraba más útil quitándose del medio, una menos por la que tener que preocuparse de proteger, los enfrentamientos directos mejor dejarselos a los que portan armas y se envuelven en acero. Cruzó el río, tan sólo para presentar sus apoyos ante la guardia y ubicar a los ancianos donde fueran más convenientes. Apenas tuvieron tiempo de explicarla la estrategia e informarla de dónde se encontraban apostados los vigías, sería bueno tenerlos avistados también desde las copas, los puentes estaban a punto de ser levantados y debía posicionarse.

Los planes estaban hechos y los avisos de los centinelas se hicieron sonar por todo Nytt Hus, fuera lo que fuese la amenaza, había llegado. El ambiente se tensó al instante, los que aun quedaban rezagados tomaron posiciones y Aylizz se dirigió hacia el último puente que quedaba habilitado, pero antes de poder llegar siquiera la orilla para empezar a cruzarlo la tierra comenzó a temblar. El suelo se abrió a escasos de sus pies, una grieta se ensanchó y de las profundidades comenzó a alzarse un muro que dividía el río en dos, destrozando el paso que aun no había sido levantado, aislando al ejército, a los vigilantes del bosque, las invocaciones y a ella, sitiando la aldea y dejándolos fuera del muro que, en pocos segundos, había dejado inaccesible el lugar... Fue imposible para la elfa mantener el tipo ante el estruendo, cayó al suelo siendo incapaz de no ceder ante los azotes continuados del firme, que no pararon hasta que la barrera dejó de crecer, ¿habría sido una maniobra más de la Nowo Khan? ¿La defensa definitiva al escuchar las alertas de los cuernos? Aquella posibilidad se esfumó al instante, el cielo se nubló y sobre ellos bestias aladas surgieron de los adentros del bosque, elevándose sobre las copas y traspasando el muro de roca. Desde allí podían escucharse los gritos y el rugir de los dragones, podía sentirse el miedo y el caos a pesar de la contrastada clama que vivían allí fuera. Todos los ataques iban directos al interior. Todos se quedaron absortos, los arqueros más desesperados malgastaron sus flechas apuntando al cielo en un inútil intento por derribar algún enemigo escamado, pero la mayoría contemplaba inmóvil la terrible escena.

Los dvinyantas se recogieron hacia su invocadora, quedándose en pie frente a ella, como si esperasen nuevas órdenes. Algunos de los guardias más cercanos la dirigieron también su atención, aunque estos no tan confiados. Qué esperan que haga yo... Trató de despejar su atormentada cabeza y rebajar su pulso, no podía entrar en pánico, pero la histeria se trataba de abrir camino en ella. Alzó la vista hacia arriba, hasta donde acababa la inmensa construcción rocosa. Algunas copas de los árboles del interior llegaban a sobresalir por encima, pero no lo suficiente para llegar desde las de aquel lado, ni siquiera desde las más altas, no obstante los más ágiles lo intentaron, terminando por precipitarse de nuevo al suelo sin éxito... Otros trataron de improvisar ganchos de asalto, atando piedras pesadas en el extremo de lianas que arrancaban del los árboles, aunque ninguna lo suficiente larga para llegar arriba. Pero aquello le dio una idea. Fijó su atención en el más alto de los ancianos -¡Súbeme!- La invocación obedeció, la sostuvo con suavidad en su irregular mano y elevó el brazo todo lo que daba de largo. No era suficiente, aun faltaban varios metros para que ella llegase al borde. Se tomó un instante para pensar, ahora sí que todas las miradas estaban puestas en ella, para terminar por deslizarse por el brazo hasta llegar al hombro del guardián, indicándole que apoyase la palma que antes la sostenía sobre el talud.

-Puede que esto te duela amigo... Pero tengo que intentarlo...- Posó sus manos sobre el cuerpo de ramas entrecruzadas y focalizó su energía sobre ellas, dibujando en su mente la imagen clara de lo que trataba de conseguir. El anciano se mantuvo firme, pero al cabo de unos minutos comenzaron a resquebrajarse las uniones de sus miembros. Bramidos y alaridos quejicosos sonaron desde sus entrañas, pero no desistió, se quedó inmóvil para absorber la magia que su invocadora le prestaba y finalmente logró hacer que su brazo respondiese a las plegarias.* El hombro se desencajó de su unión y redujo su anchura, al tiempo que alargaba la extremidad, lo mismo ocurrió después con los nudos que formaban la muñeca. -Vamos... Sólo un poco más...- Finalmente, las pequeñas y débiles ramas que hacían de dedos se estiraron hasta ser tan finas que no sabría determinarse la fuerza que aguantarían. Aun no llegaban a tocar el extremo, pero la distancia era suficiente para que la elfa pudiera llegar si lograba sostenerse en la escalada.

Logró llegar al borde hasta sobrepasar lo mínimo para ver sobre la roca. Seis dragones asolaban el pueblo, avanzando directos hacia el templo, entre la población aterrorizada que corría de un lado a otro, sin pararse siquiera para atender a los caídos, obviando los cuerpos sin vida que dejaban las bestias a su paso. Todo pasaba muy rápido. Sin saber cuándo, una séptima figura surcó los cielos para batirse en una lucha aérea con dos de los atacantes. Los rugidos ensordecedores de las tres figuras se abalanzaron sobre la muralla y cayeron en los extremos del bosque, tan cerca de ellos que podían sentir la dureza de los golpes bestiales desde allí. Aylizz siguió absorta la lucha hasta que rompieron el suelo -¡Ayudadla!- Los dos dvinyantas que quedaban a sus pies reaccionaron al instante, dirigiéndose hacia los caídos que arrasaban el bosque en el que ahora peleaban, dispuestos a cargar contra ellos. Los soldados, dudosos, se mantuvieron a distancia, dejando ver en sus expresiones la incertidumbre ante el combate que presenciaban.

-¡¿Estás loca?! ¡Son dragones!- la increpó uno de los armados con lanza y escudo.
-¡Sí, lo sé. Pero una está de nuestra parte! ¡¿Adivina quienes serán los siguientes si la derriban?!.- Respondió sin importarla la experiencia o el rango que representaban los galones incrustados en la armadura de aquel soldado, mientras se descolgaba por el cuerpo del gran árbol animado que aun sostenía la pared. Al momento de posar sus pies de nuevo en el suelo, se dirigió directa hacia él. -Por favor... Dentro hay cuatro que tratan de hacerse con Nytt Tre. Tal vez pueda daros un acceso, pero necesito algo de tiempo. Tratad de mantenerlos a raya. Por favor...
-¡Ni habl...
-¡Sólo son humanos! Su cuerpo es bestial, pero piensan como humanos. Se nos llena la boca alardeando de que somos mejores que ellos, ¡bien! Estemos a la altura.- Clavó su mirada desafiante en el elfo que si quisiera podría quitarla del medio de un simple empujón. El soldado se serenó un instante.
-No pienso permitir el suicidio de mis hombres. Trataremos de contenerlos pero si se vuelven contra nosotros, si nos atacan, si ponen siquiera su vista en nosotros, nos replegamos. ¿Entendido?- El envuelto en armadura, ya entrado en la madurez, la apuntó fijamente con su dedo índice, en un alarde de superioridad.
-Pues que no puedan veros.- Fue lo último que dijo antes de apartar con dejadez aquella mano acusadora.

Los guardias se desplegaron entre los árboles, arqueros en las ramas y lanceros en los troncos trataban de dar cobertura a las bestias amigas, poniéndoselo más difícil a los dos enemigos dragón. Aylizz, mientras tanto retrocedió hasta el guardián que quedaba a su mando. El gigante bajó su vista hacia la elfa que ya parecía notar su energía agotarse, aunque ella no fuese consciente, las invocaciones nacían de su magia, era de esperar que cuanto más las mantuviese en uso más débil se encontraría. Se apoyó en una de las largas piernas del anciano y tomó aliento, debía aguantar. Tal vez... Tan sólo necesitaba recuperar algo de poder y debía hacerlo rápido, con alargar el otro brazo sería suficiente para que los demás pudiesen cruzar al otro lado y no podía pararse a descansar lo suficiente. Sólo con pensar en hacer volver al segundo de los Dvinyantas más esbeltos éste se presentó a su encuentro, sería mejor mantener al más robusto en pie. Lo hizo agacharse frente a ella, aun postrado sobre sus rodillas era enorme. Posó sus manos sobre él, pero esta vez canalizó la energía a la contra. Debía absorber su energía, tres eran demasiado para ella... Por los dioses, que con dos fuera suficiente para salvarse. -Lo has hecho bien, guardián.- El anciano arrodillado perdió color, fuerza y aunque mantuvo su tamaño, quedó inmóvil, inerte. Ella, por el contrario, se irguió más recuperada. No tenía tiempo de trepar otra vez hasta los hombros, así que repitió la primera plegaria desde abajo y aunque tardó más que la primera vez, logró darles dos brazos enraizados al muro por los que escalar hasta arriba.

Los soldados fueron abandonando la lucha dracónica escalonadamente, aunque sin perder más tiempo y a los pocos minutos tan sólo la tercera invocación y la dragona se quedaron solos ante los casi derrotados atacantes. El que dirigía a los elfos fue el último en llegar a arriba -¡Dijiste que había cuatro dragones! ¡Desde aquí veo sólo uno!- Aylizz, agotada, lo miró desde abajo, entre respiraciones forzadas.
-¡Habrán llegado al templo! Está bien... Vale... ¡Trataré de distraerlo desde aquí, lo alejaré de los árboles! Espero que puedas terminar esto sola... Hizo volver al último de los guardianes, lo dirigió hacia el extremo más sureste del muro que el alcance de su control sobre la criatura permitió y el anciano comenzó a golpear con fuerza la roca. Era imposible que lograse atravesarla, pero nunca fue su plan. Sólo esperaba mantener el aliento lo suficiente para que los atronadores golpes en la roca desviaran la atención del dragón que custodiaba el corazón de Nytt.
---

Uso de especialidad: control de la naturaleza.
Como no he actualizado mis habilidades todavía y el evento empezó antes del cambio, voy a mantener el sistema antiguo el resto del tema. Espero que sirva, je.
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Abre las alas [Evento Objetos del 19] Empty Re: Abre las alas [Evento Objetos del 19]

Mensaje  Fehu Jue Nov 12 2020, 20:51

Garuk Estoril avanzó con paso decidido hacia el gran árbol. Ni siquiera miró a los lados para comprobar que los otros dos lo seguían. Todos conocían su cometido, habían preparado la incursión al detalle. Olver y Livia mantendrían a buen recaudo a esa aberración que habían dado en llamar dragona y Yukiro se bastaba sola para mantener a raya a los civiles que habían quedado dentro de los límites del talud. Los otros tres solo tenían que entrar en el árbol, hacerse con las Alas y salir volando, antes de que nadie tuviera tiempo de reaccionar.

Gracias a Shu, sabían que la mayor amenaza en el interior de la barrera estaría debilitada tras el ritual de aquel día, por lo que no era probable que encontraran resistencia. De todas formas, Garuk llevó instintivamente la mano al pomo de la espada cuando percibió un movimiento en la entrada del templo. Y entonces, la vio.

Su pie se detuvo en el aire durante una fracción de segundo antes de terminar el paso y pararse en el sitio. Tardó un instante en darse cuenta de que estaba conteniendo el aliento. Lo soltó lentamente y volvió a inspirar, despacio, sin apartar la vista de la mujer que se alzaba ante él. Altiva, poderosa; era la imagen más bella que había visto en toda su vida.

Obedezco y sirvo, mi señora —dijo.

¿Lo había dicho? No, aquella no era su voz. Tampoco era él el que se había adelantado para hincar la rodilla ante la Nowo Khan. ¿Era realmente la Nowo Khan? Garek sacudió ligeramente la cabeza para despejar las ideas. Había visto a la Nowo Khan a través de los ojos de Shu, pero las aves no veían el mundo del mismo modo que las personas; no siempre era fácil distinguir los detalles. Aún así, aquella mujer parecía tan… saludable. Él le había advertido acerca del efecto que podían tener las Alas: la belleza. ¿Era posible que se viera de ese modo porque era parte de su propio ideal? ¿Y los cuervos, y aquellas figuras espectrales? ¿Serían también parte de la ilusión?

Sintió un rebullir a su lado y volvió la vista hacia Naeff. Esperaba no haber tenido él mismo esa expresión de idiota en la cara. Parecía estar luchando consigo mismo, quizá considerando doblar la rodilla, como la estúpida de Saete. Garuk dejó escapar el aire con fuerza, un breve sonido de advertencia, sin llegar a un gruñido. Naeff fijó la mirada en la de él un instante antes de bajar los ojos avergonzado. Enseguida alzó la vista de nuevo, otra vez el soldado.

Bien, habría que hacer un pequeño ajuste de planes. Si no podían tomar las Alas sin más de aquel ridículo templo, tendrían que cortárselas a la infortunada elfa. Sólo sería un pequeño retraso, aunque iba a ser una pena tener que malograr algo tan hermoso. Sacó el cuchillo del cinto con la mano libre y oyó el sonido de la espada de Naeff al desenvainarse. Saete también lo oyó. La mujer era rápida; en un único y fluido movimiento, se había puesto en pie y los enfrentaba a ambos, las dos espadas cortas desenvainadas.

No seas estúpida, Saete —dijo Garuk con fastidio—. Esto es a lo que hemos venido.

No le pondréis la mano encima —dijo ella, terca como sólo una mujer podía serlo.

En aquel momento, se oyó un fuerte golpe en la lejanía. ¿Tan rápido se había organizado el ejército? Daba igual, tardarían horas en echar abajo a golpes la barrera que había creado. En cualquier caso, debía darse prisa y estar preparado.

Un leve encogimiento de hombro era señal suficiente para Shu, que salió volando al momento. Iría a vigilar el muro, por si acaso. La mirada de Saete se desvió momentáneamente hacia el grajo y Garuk se lanzó hacia delante, armado sólo con el cuchillo. Como era de esperar, la mujer lo esquivó, sin dejarse sorprender, pero no pudo devolverle el ataque porque la espada de Naeff llegó justo detrás. Buen soldado, Naeff. Sin parar en ningún momento su avance, siguió su camino hacia la Nowo Khan.

Esquivó al jabalí por los pelos. ¿De dónde diablos había salido? Los quejidos a su espalda le indicaron que Naeff y Saete no habían sido tan rápidos. Perfecto, con Saete ocupada, sólo tenía que agarrar a la maldita elfa y salir de allí. Con ella al hombro, si hacía falta. Y entonces, todo se complicó.

Tan pronto alzó la mano hacia la Nowo Khan, aquellas figuras espectrales se lanzaron a por él. ¡No eran ilusiones! Hincaban los afilados dientes allá donde podían. La armadura lo protegía en gran medida, pero los jodidos bichos buscaban las partes expuestas. Alzó el brazo libre para protegerse el rostro y los ojos con ayuda del guantelete y se dedicó a asestar puñaladas a toda figura que se acercaba.

Fue entonces cuando le llegó el aviso de Shu. Hizo un esfuerzo entre finta y finta para dividir su percepción y vio a través de los ojos del grajo. El ave volaba a distancia suficiente para ofrecerle una imagen panorámica del pueblo. ¿Cómo se las había arreglado el ejército para entrar? El muro permanecía intacto, pero ellos estaban dentro, acercándose al gran árbol.

Vio a Yukiro correr hacia ellos desde un extremo del pueblo. ¿Dónde diablos estaba para no haberlos visto llegar? Sabía que no era la más inteligente de sus hombres, pero también que haría lo posible por retener a esos soldados. Sobre todo, cuando se perdiese en el frenesí de la batalla. Era una dragona de sangre caliente, Yukiro, pero no duraría mucho contra tantos.

Garek se separó del ave y volvió de nuevo toda su atención a su propio combate. Debía acabar rápido, no le quedaba tiempo. Oyó el ronco gemido de Naeff y el sordo sonido de su cuerpo al caer en la tierra y se volvió a tiempo de ver a Saete acercándose a él. Había perdido una de sus espadas y cojeaba visiblemente, pero la había visto luchar suficientes veces como para saber que seguía siendo un rival peligroso. ¡Y aún tenía encima esas cosas!

Así que optó por la única solución sensata: soltó el cuchillo y se transformó. Antes de que el arma golpeara contra el suelo, se había vuelto sobre sí mismo para arremeter con la cola. El cuerpo de Saete voló como un muñeco de trapo, golpeó contra el gran árbol y cayó al suelo en una postura extraña. No se levantó.

Garek se volvió para encararse a la Nowo Khan. Sus espectros seguían intentando hincarle el diente, pero en su forma de dragón, las escamas lo protegían… hasta que les dio por lanzarse a por las alas. Se revolvió de nuevo y vio acercarse a un grupo de soldados. Se acabó, se dijo. La misión había fracasado, era hora de retirarse. Si es que aún podía.

Buscó un hueco y se lanzó a la carga. Unas cuantas zancadas y se impulsó con las alas, una vez, otra. Sintió un dolor agudo cuando una flecha atravesó una de sus membranas, pero siguió ascendiendo, trazando una curva en el aire y torciendo el cuerpo para dificultarles la puntería. Dejó atrás a los espectros, pero notó algunas flechas más rebotar contra su piel. El ala derecha le dolía, pero siguió avanzando.

Miró abajo y vio el cuerpo de Yukiro agitándose torpemente en el suelo. Otra que tampoco volvería a levantarse, pensó con rabia. Tendría que haber sido una incursión rápida, ¿en qué momento se había torcido todo?

Al cruzar el muro, vio el cuerpo de Olver, también derribado. Livia aún se batía con aquel engendro, pero se movía con torpeza y esa cosa parecía tenerla atrapada en tierra. Pues bien, no le llevaría a Él un fracaso absoluto. Planeó en círculo sobre la posición de ambas contrincantes. Abrió la boca y liberó toda su rabia y frustración hasta que las dos figuras quedaron sepultadas en piedra. Hasta siempre, Livia. Tu sacrificio será recordado.


__________________

Y llegamos al final. Ambas habéis hecho un gran trabajo, sólo lamento que mi tardanza en responder haya ralentizado el proceso.

Aylizz: Has conseguido reconducir al ejército al interior de la villa, dándoles una lección sobre valor y perseverancia en el proceso.  Te has ganado el respeto del clan Sondve. Así como su amistad, si tenemos también en cuenta la aventura vivida en Urd con Falathar. Independientemente del destino que haya alcanzado a tu clan y tu familia tras los sucesos acontecidos en Árbol Madre, debes saber que siempre podrás contar con un hogar y una cálida bienvenida en Nytt Hus.

Tu trabajo aquí ha concluido por el momento, pero serás más que bienvenida si decides prestar tu apoyo a cualquiera de las facciones en la tercera fase.

Valyria: Sin duda, eres una mujer de recursos aunque, sinceramente, no sé qué pensar de que el plan A fuera, precisamente, el que te coloca en el centro del peligro. Al ponerte las Alas de Sonagashira, éstas pasan a formar parte intrínseca de tu cuerpo. Cortarte las alas será tan doloroso o más de lo que lo ha sido incorporarlas a tu físico (la propia Sonagashira murió desangrada cuando se las arrancaron a ella). Por otra parte, quién sabe lo que ocurrirá si el objeto es destruido mientras sigue formando parte de ti, pero dudo mucho que sea agradable. En cualquier caso, será decisión tuya si prefieres arrancártelas antes de entregarlas a una de las facciones en juego o prefieres llevarlas puestas en la tercera fase del Evento.

Hasta que te liberes de las alas, cualquiera que te mire verá en ti su propio ideal de belleza. Cómo reaccionen a ello, dependerá de la importancia que cada quien le otorgue a la hermosura. Si quedara tiempo para ello, tu también empezarías a desarrollar ciertas manías como consecuencia de llevarlas. Pero tiempo es lo que menos queda, el Hombre Muerto se acerca. Lo que significa que debes tomar una decisión ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]).

El plan C no ha funcionado (tu amuleto tampoco perderá una carga). Atreyu está muy débil, pero vive. Con algo de reposo, podrá levantarse de nuevo. Su maldición está relacionada con el uso que hace de su magia; no empeorará a menos que siga empeñándose en usarla. Tal vez el empleo de los objetos en sanar el bosque logre borrar los pecados de la Nowo Khan y acabar con su maldición. Por otro lado, quizá prefieras mirar por ti misma ahora que prácticamente eres uno de esos objetos…

Ambas: Ha sido un placer leeros. A las dos. La recompensa de 5 xp y 50 aeros está más que merecida.
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