Matanzas y desgracias [Minievento, SCA]
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Matanzas y desgracias [Minievento, SCA]
-Las Tres Zarpas...- repitió Oshu, rascándose el hocico. -No son ninguno de los que conozco, ¿no?- preguntó. Syl negó con la cabeza, y el hombre perro suspiró. -Con suerte atenderán a razones.-
-Mejor prepararse para en caso de que no.- respondió Syl desde una rama sobre nosotros. Miró alrededor con su ballesta en alto, aún alerta. -Si obedecen a Halliman, mejor no arriesgarnos.-
-Bueno, pero no sabemos si es cierto... ¿verdad?- inquirió el hombre perro, mirándome a mi.
-Vin y Bena traicionaron a uno de los "reyes" para ayudarme. No veo por qué decidirían seguir a uno del que ya saben que es peor.- dije, cruzándome de hombros. -Si tienen contacto de algún tipo, puede ser porque les está intentando controlar con su bastón.- añadí, examinando mi guantelete metálico. Chasqueé los dedos, y mi mano se envolvió de electricidad. -Así que no vayáis a matar.-
-Dice "no vayais a matar", pero si toca a alguien con eso les da un ataque...- comentó el otro hombre perro, suspirando. -¿Y a que esperamos?-
-He invitado a algunas personas para que nos acompañen.- dije, volviendo a chasquear los dedos para desactivar las runas. -Si solo vamos gente de la Caza, parecerá que me hago pasar por otro rey.-
-Si quieres evitar eso, creo que la corona no ayuda.- intervino Syl, divertido. Chasqueé la lengua. Durante unos segundos, se hizo algo de silencio. La proximidad al pantano hacía de aquel área algo desagradable para el olfato, pero era el único punto cerca del camino donde podría encontrarme con los invitados. Desde allí, iríamos al norte a buscar al trío. Pero a decir verdad, era un terreno peligroso. Sería mejor tener cuidado, por eso traía un grupo algo más grande de lo que estaba acostumbrado.
-¿...Nunca lo has pensado?- preguntó Oshu. -El... intentar tener algo así. Conseguir el trono, o algo así. Uno de ellos.- Le miré, frunciendo el ceño. ¿Que iba yo a hacer como rey?
...Muchas cosas, a decir verdad. Probablemente acabaría con el sistema de títulos de la nobleza. Cambiaría por completo la guardia, protegería mejor al pueblo. Tenía ideas, pero no era algo que me correspondiese.
-La idea es matar al rey, no reemplazarlo por uno peor.- respondí, quitándole importancia con un gesto. -Además... ya estoy demasiado involucrado con otras cosas. La Logía, el Hekshold... Los Centinelas. Y los Nómadas.- expliqué. -Lo ideal sería no ser parcial, y ya es difícil.-
-Precisamente por eso.- replicó. -Tienes presencia en las islas, en el norte, entre los Nórgedos, en Roilkat y el resto de la peninsula.- añadió, levantando un dedo con cada uno. -Estás involucrado con algunas de las personas más poderosas del mundo, mayormente de forma positiva, y conoces las mayores amenazas: los Jinetes y los objetos del 19. Puedes luchar contra ambos, tienes muchos aliados y un séquito de gente de confianza. ¿No es mejor tener un rey que... hace algo?- preguntó. -Además, ibas a liderar Áruent, ¿no?-
Tensé la mandíbula. El hecho de que eso tuviese sentido no me gustaba. Era tentador, en varias formas. Pero finalmente, sacudí la cabeza.
-Le prometí a Syl que tendríamos una vida tranquila, una vez acabase con los Jinetes.- dije, cruzándome de brazos.
Los dos hombres bestia se miraron, y empezaron a reír con ganas. Les miré, frunciendo el ceño y abriendo la boca.
-Es demasiado adorable.- dijo Syl. Bajó de un salto y me abrazó, a pesar de mi cara de pocos amigos. -Pero en serio, te he visto "estar tranquilo". Me conformo con unas semanas de vez en cuando en el bosque.- dijo, guiñándome un ojo. -Sé que no aguantas más que eso sin enfrentarte a gigantes o abominaciones, igualmente.-
-Quiere decir que él también se aburriría. Le has enganchado a la adrenalina.- dijo Oshu. Syl chasqueó la lengua, imitando como lo hacía yo.
-¿Yo? Jamás.- replicó, fingiendo indignación. -Pero si, puedes intentar ser rey si quieres. Mientras no te envenenen o algo.- añadió de forma completamente casual.
Como si no fuera nada del otro mundo. Suspiré, derrotado.
-Bueno. ¿Lunargenta o Dundarak?- pregunté. Mis dos congéneres respondieron a la vez. Syl dijo "Lunargenta", y Oshu dijo "Dundarak".
-Rigobert está pidiendo un asesinato a gritos.- dijo Oshu.
-Siegfried lleva pidiendolo como una década.- repuso el felino. -Y es donde se necesita más.-
-Si quita a Rigobert, puede evitar otra guerra por Lunargenta. Porque la habrá.- Tensé la mandíbula. Era cierto, aquello daba mala espina. Parecía tener mucha sed de poder, y hasta la Logía parecía intentar competir con él.
-Considéralo luego. Se acerca alguien.- dijo Syl. Miré a la dirección que señalaba. Bien, tendríamos tiempo. Solo tendría que ponerlos al día en cuanto llegasen.
¡Bienvenidos, elfos! (Y quizás Catherine)
Siento el largo de dialogo, planeo hacer de este tema algo especial para Asher. No es obligatorio, pero si queréis, podeis leeros el tema de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] para entender un poco más de que trata todo esto. No os preocupéis, os daré una explicación resumida en la siguiente ronda.
Niniel está invitada con seguridad (Podemos hacer como que lo hablé personalmente contigo en Midsommar, o como te venga mejor). Anders puede venir invitado o toparse con la escena de casualidad.
-Mejor prepararse para en caso de que no.- respondió Syl desde una rama sobre nosotros. Miró alrededor con su ballesta en alto, aún alerta. -Si obedecen a Halliman, mejor no arriesgarnos.-
-Bueno, pero no sabemos si es cierto... ¿verdad?- inquirió el hombre perro, mirándome a mi.
-Vin y Bena traicionaron a uno de los "reyes" para ayudarme. No veo por qué decidirían seguir a uno del que ya saben que es peor.- dije, cruzándome de hombros. -Si tienen contacto de algún tipo, puede ser porque les está intentando controlar con su bastón.- añadí, examinando mi guantelete metálico. Chasqueé los dedos, y mi mano se envolvió de electricidad. -Así que no vayáis a matar.-
-Dice "no vayais a matar", pero si toca a alguien con eso les da un ataque...- comentó el otro hombre perro, suspirando. -¿Y a que esperamos?-
-He invitado a algunas personas para que nos acompañen.- dije, volviendo a chasquear los dedos para desactivar las runas. -Si solo vamos gente de la Caza, parecerá que me hago pasar por otro rey.-
-Si quieres evitar eso, creo que la corona no ayuda.- intervino Syl, divertido. Chasqueé la lengua. Durante unos segundos, se hizo algo de silencio. La proximidad al pantano hacía de aquel área algo desagradable para el olfato, pero era el único punto cerca del camino donde podría encontrarme con los invitados. Desde allí, iríamos al norte a buscar al trío. Pero a decir verdad, era un terreno peligroso. Sería mejor tener cuidado, por eso traía un grupo algo más grande de lo que estaba acostumbrado.
-¿...Nunca lo has pensado?- preguntó Oshu. -El... intentar tener algo así. Conseguir el trono, o algo así. Uno de ellos.- Le miré, frunciendo el ceño. ¿Que iba yo a hacer como rey?
...Muchas cosas, a decir verdad. Probablemente acabaría con el sistema de títulos de la nobleza. Cambiaría por completo la guardia, protegería mejor al pueblo. Tenía ideas, pero no era algo que me correspondiese.
-La idea es matar al rey, no reemplazarlo por uno peor.- respondí, quitándole importancia con un gesto. -Además... ya estoy demasiado involucrado con otras cosas. La Logía, el Hekshold... Los Centinelas. Y los Nómadas.- expliqué. -Lo ideal sería no ser parcial, y ya es difícil.-
-Precisamente por eso.- replicó. -Tienes presencia en las islas, en el norte, entre los Nórgedos, en Roilkat y el resto de la peninsula.- añadió, levantando un dedo con cada uno. -Estás involucrado con algunas de las personas más poderosas del mundo, mayormente de forma positiva, y conoces las mayores amenazas: los Jinetes y los objetos del 19. Puedes luchar contra ambos, tienes muchos aliados y un séquito de gente de confianza. ¿No es mejor tener un rey que... hace algo?- preguntó. -Además, ibas a liderar Áruent, ¿no?-
Tensé la mandíbula. El hecho de que eso tuviese sentido no me gustaba. Era tentador, en varias formas. Pero finalmente, sacudí la cabeza.
-Le prometí a Syl que tendríamos una vida tranquila, una vez acabase con los Jinetes.- dije, cruzándome de brazos.
Los dos hombres bestia se miraron, y empezaron a reír con ganas. Les miré, frunciendo el ceño y abriendo la boca.
-Es demasiado adorable.- dijo Syl. Bajó de un salto y me abrazó, a pesar de mi cara de pocos amigos. -Pero en serio, te he visto "estar tranquilo". Me conformo con unas semanas de vez en cuando en el bosque.- dijo, guiñándome un ojo. -Sé que no aguantas más que eso sin enfrentarte a gigantes o abominaciones, igualmente.-
-Quiere decir que él también se aburriría. Le has enganchado a la adrenalina.- dijo Oshu. Syl chasqueó la lengua, imitando como lo hacía yo.
-¿Yo? Jamás.- replicó, fingiendo indignación. -Pero si, puedes intentar ser rey si quieres. Mientras no te envenenen o algo.- añadió de forma completamente casual.
Como si no fuera nada del otro mundo. Suspiré, derrotado.
-Bueno. ¿Lunargenta o Dundarak?- pregunté. Mis dos congéneres respondieron a la vez. Syl dijo "Lunargenta", y Oshu dijo "Dundarak".
-Rigobert está pidiendo un asesinato a gritos.- dijo Oshu.
-Siegfried lleva pidiendolo como una década.- repuso el felino. -Y es donde se necesita más.-
-Si quita a Rigobert, puede evitar otra guerra por Lunargenta. Porque la habrá.- Tensé la mandíbula. Era cierto, aquello daba mala espina. Parecía tener mucha sed de poder, y hasta la Logía parecía intentar competir con él.
-Considéralo luego. Se acerca alguien.- dijo Syl. Miré a la dirección que señalaba. Bien, tendríamos tiempo. Solo tendría que ponerlos al día en cuanto llegasen.
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¡Bienvenidos, elfos! (Y quizás Catherine)
Siento el largo de dialogo, planeo hacer de este tema algo especial para Asher. No es obligatorio, pero si queréis, podeis leeros el tema de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] para entender un poco más de que trata todo esto. No os preocupéis, os daré una explicación resumida en la siguiente ronda.
Niniel está invitada con seguridad (Podemos hacer como que lo hablé personalmente contigo en Midsommar, o como te venga mejor). Anders puede venir invitado o toparse con la escena de casualidad.
Asher Daregan
Aerandiano de honor
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Re: Matanzas y desgracias [Minievento, SCA]
Había pasado poco desde el fiasco que resultó ser el "Midsommar". No tuve tiempo de regresar a Lunargenta, o más bien fuerzas. Opté por moverme hasta Vulwulfar. Estaba cerca, y ellos estaban cerca del agua a su vez, cosa que era justo la que quería en ese momento, honestamente, considerando que había oído rumores de que el festival había ardido en múltiples partes.
La ciudad era algo ajetreada, pero no era ninguna sorpresa conociendo que tenía comercio con elfos y licántropos. Me tome un par de días para reposar y probar comer pescado, mejor aquí que en Lunargenta, aunque quizás eran cosas mías, poniéndome en una mentalidad de "viven de la pesca, así que obviamente, aquí los pescados son mejores".
En uno de los días que me paseaba por la calle mordiendo un pescado frito enrollado en un papel, un ave descendió como un halcón, ojos en el blanco. Me arrancó el pescado con el pico y cuando intenté reaccionar para seguirla, vi como dejo caer algo, un papel; pero no mi papel. Corrí rápidamente para intentar atajarlo, intento que se vio frustrado por los movimientos tan irregulares que tenía gracias al aire. Vi al cielo, bufando algo molesto mientras observaba al ave perderse a la distancia.
Desvié mis ojos al piso y caminé hasta donde había caído la...
¿Carta?
Por la forma en la que estaba doblada... y que estuviera en un envoltorio. Y eso era... una runa. La reconocía, era la misma que Asher me había enseñado a dibujar sobre las piedras. Me lleve una mano al cuello para acariciarmelo y tome la carta, retirándome a otro lugar por pena, a ojos de los demás era alguien que había tomado una carta del piso porque sí.
Eran las instrucciones más horribles que jamás había recibido, y yo vivía de recibir instrucciones. Lo cual... pensándolo ahora... no me ponía muy orgulloso.
Le di vuelta a la carta, revisando que no tuviese nada más. Que fuese tan corto podría hacerlo parecer una mentira, pero la verdad es que si era un bromista, haber adivinado mi nombre en el poco tiempo que había estado en la ciudad, y usar el nombre de un Centinela para una broma, y saber la runa... negué con la cabeza, totalmente imposible.
Lo gracioso es que aún creyendo con total firmeza que fuese Asher, no sabía para que el de todas las personas me convocaría para cualquier cosa. Pero hasta yo podía determinar que si alguien así estaba llamándome, e incluso en lo corto de la carta se había tomado la delicadeza de escribir "trae tu equipo" que eran tres palabras más, que era, increíblemente, cerca de un quinto del contenido total de la carta; es porque no era para nada que envolviese mis increíbles habilidades matemáticas.
En fin, si podía ayudar a un conocido confiable como fuese, lo haría, no es que fuese un tipo ocupado de todas maneras y tuviese algo mejor que hacer. ¿Qué? ¿Cargar cajas?
Al siguiente amanecer, temprano, quizás demasiado temprano porque el sol no había salido, me preparaba para partir. El día anterior había preguntado un poco, y además de obtener varios "¿Por qué en tu sano juicio querrías ir allí?" también obtuve varios "no está tan lejos", pero no me confiaba de mí mismo y pensaba que terminaría perdido y llegaría tarde.
Juiciosamente prepare mi equipo.
—Listo —dije, cargando a mi golem, y con el hacha en mi cinturón.
Ya, eso era todo. Justo como mi primer encuentro con el hombre lobo. Y el segundo. Ya casi podía escuchar el suspiro de decepción. Subí los hombros y finalmente partí, en mi salida compré varias sardinas freídas a los mercaderes más tempranos, las envolví bien en papel y las metí dentro de mi golem. Ahora fuera de la ciudad, en rumbo al pantano y... lo que sea que resguardara en ese lugar.
El viaje prácticamente me hizo rozar constante el bosque de Sandorai sin entrar a el. Estaba más lejos de lo que la gente me había comentado, la verdad, lo suficiente como para gastarme un buen pedazo de energía tan solo andando. Por suerte había partido a buena hora, así que no me estaba forzando mucho, e iba mascando en las sardinas cada tanto. El incremento en mosquitos indicaba que empezaba a aproximarme al pantano, aunque claramente seguía lejos de el.
En el camino me cruce con un par de elfos, al parecer mercaderes que venían de Sandorai.
—Oh. ¡Oigan! Hey, hola, gracias por detenerse —dije algo apurado aproximándome a ellos—. ¿Saben hacia donde está el pant...
Antes de poder terminar de hablar ya uno estaba apuntando, indicándome direcciones. Asentí en agradecimiento y le puse una sardina en la mano, dejándolo con una expresión atónita en la cara. Seguí mi camino.
A los minutos estaba llegando al lugar. Al principio era difícil distinguir las figuras, y algo preocupante, eran tres. Hasta donde recordaba, el hombre de confianza (y un poco más) de Asher era Syl, y el amable hombre lagarto... él no peleaba, y se quedaba en Dundarak cuidando el taller. A más me acercaba las siluetas más podía reconocer la de Syl, bueno, casi seguro era Syl, esa cola, y las orejas...
Aceleré el paso, finalmente llegando con ellos. En cercanía noté que los acompañaba un hombre perro, de pelaje blanco. Lucía similar al Centinela, en cierto modo.
—¡Hola! —dije, terminando de correr lo que faltaba. Me detuve frente a ellos, jadeando una pizca para recuperarme. No fui disimulado en ver al hombre perro de pelaje blanco, no le conocía. Estiré la mano hacia él para saludarlo—. No... ¿llego tarde, no? —negué con la cabeza—. Más bien —saqué la carta, volviéndola a leer y viendo a Asher— ¿...Pasó algo malo?
Quizás sólo eran los mosquitos. Quizás era la sensación que provocaba el trío de hombres bestia. Quizás era la entrada al pantano... pero en el lugar había algo que me estaba empezando a provocar mala espina.
La ciudad era algo ajetreada, pero no era ninguna sorpresa conociendo que tenía comercio con elfos y licántropos. Me tome un par de días para reposar y probar comer pescado, mejor aquí que en Lunargenta, aunque quizás eran cosas mías, poniéndome en una mentalidad de "viven de la pesca, así que obviamente, aquí los pescados son mejores".
En uno de los días que me paseaba por la calle mordiendo un pescado frito enrollado en un papel, un ave descendió como un halcón, ojos en el blanco. Me arrancó el pescado con el pico y cuando intenté reaccionar para seguirla, vi como dejo caer algo, un papel; pero no mi papel. Corrí rápidamente para intentar atajarlo, intento que se vio frustrado por los movimientos tan irregulares que tenía gracias al aire. Vi al cielo, bufando algo molesto mientras observaba al ave perderse a la distancia.
Desvié mis ojos al piso y caminé hasta donde había caído la...
¿Carta?
Por la forma en la que estaba doblada... y que estuviera en un envoltorio. Y eso era... una runa. La reconocía, era la misma que Asher me había enseñado a dibujar sobre las piedras. Me lleve una mano al cuello para acariciarmelo y tome la carta, retirándome a otro lugar por pena, a ojos de los demás era alguien que había tomado una carta del piso porque sí.
"Anders, ven al pantano. Lo encontraras al sur de la Cueva del Río. Trae tu equipo."
— AD.Eran las instrucciones más horribles que jamás había recibido, y yo vivía de recibir instrucciones. Lo cual... pensándolo ahora... no me ponía muy orgulloso.
Le di vuelta a la carta, revisando que no tuviese nada más. Que fuese tan corto podría hacerlo parecer una mentira, pero la verdad es que si era un bromista, haber adivinado mi nombre en el poco tiempo que había estado en la ciudad, y usar el nombre de un Centinela para una broma, y saber la runa... negué con la cabeza, totalmente imposible.
Lo gracioso es que aún creyendo con total firmeza que fuese Asher, no sabía para que el de todas las personas me convocaría para cualquier cosa. Pero hasta yo podía determinar que si alguien así estaba llamándome, e incluso en lo corto de la carta se había tomado la delicadeza de escribir "trae tu equipo" que eran tres palabras más, que era, increíblemente, cerca de un quinto del contenido total de la carta; es porque no era para nada que envolviese mis increíbles habilidades matemáticas.
En fin, si podía ayudar a un conocido confiable como fuese, lo haría, no es que fuese un tipo ocupado de todas maneras y tuviese algo mejor que hacer. ¿Qué? ¿Cargar cajas?
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Al siguiente amanecer, temprano, quizás demasiado temprano porque el sol no había salido, me preparaba para partir. El día anterior había preguntado un poco, y además de obtener varios "¿Por qué en tu sano juicio querrías ir allí?" también obtuve varios "no está tan lejos", pero no me confiaba de mí mismo y pensaba que terminaría perdido y llegaría tarde.
Juiciosamente prepare mi equipo.
—Listo —dije, cargando a mi golem, y con el hacha en mi cinturón.
Ya, eso era todo. Justo como mi primer encuentro con el hombre lobo. Y el segundo. Ya casi podía escuchar el suspiro de decepción. Subí los hombros y finalmente partí, en mi salida compré varias sardinas freídas a los mercaderes más tempranos, las envolví bien en papel y las metí dentro de mi golem. Ahora fuera de la ciudad, en rumbo al pantano y... lo que sea que resguardara en ese lugar.
El viaje prácticamente me hizo rozar constante el bosque de Sandorai sin entrar a el. Estaba más lejos de lo que la gente me había comentado, la verdad, lo suficiente como para gastarme un buen pedazo de energía tan solo andando. Por suerte había partido a buena hora, así que no me estaba forzando mucho, e iba mascando en las sardinas cada tanto. El incremento en mosquitos indicaba que empezaba a aproximarme al pantano, aunque claramente seguía lejos de el.
En el camino me cruce con un par de elfos, al parecer mercaderes que venían de Sandorai.
—Oh. ¡Oigan! Hey, hola, gracias por detenerse —dije algo apurado aproximándome a ellos—. ¿Saben hacia donde está el pant...
Antes de poder terminar de hablar ya uno estaba apuntando, indicándome direcciones. Asentí en agradecimiento y le puse una sardina en la mano, dejándolo con una expresión atónita en la cara. Seguí mi camino.
[...]
A los minutos estaba llegando al lugar. Al principio era difícil distinguir las figuras, y algo preocupante, eran tres. Hasta donde recordaba, el hombre de confianza (y un poco más) de Asher era Syl, y el amable hombre lagarto... él no peleaba, y se quedaba en Dundarak cuidando el taller. A más me acercaba las siluetas más podía reconocer la de Syl, bueno, casi seguro era Syl, esa cola, y las orejas...
Aceleré el paso, finalmente llegando con ellos. En cercanía noté que los acompañaba un hombre perro, de pelaje blanco. Lucía similar al Centinela, en cierto modo.
—¡Hola! —dije, terminando de correr lo que faltaba. Me detuve frente a ellos, jadeando una pizca para recuperarme. No fui disimulado en ver al hombre perro de pelaje blanco, no le conocía. Estiré la mano hacia él para saludarlo—. No... ¿llego tarde, no? —negué con la cabeza—. Más bien —saqué la carta, volviéndola a leer y viendo a Asher— ¿...Pasó algo malo?
Quizás sólo eran los mosquitos. Quizás era la sensación que provocaba el trío de hombres bestia. Quizás era la entrada al pantano... pero en el lugar había algo que me estaba empezando a provocar mala espina.
Anders
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Re: Matanzas y desgracias [Minievento, SCA]
-Ahora entiendo por qué ese par de elfos nos advirtieron de que este lugar no era un buen "destino para un alta sacerdotisa".- Comentó Catherine arrugando la nariz de manera exagerada al sentir en sus propias carnes la primera de las brisas cargadas con el hediondo perfume del pantano que llegaba desde el norte. -Deberíamos haberles hecho caso, no creo que esto vaya a mejorar de aquí en adelante.- Añadió de forma jocosa, y sin poder evitar reirse a pesar de que como mujer bestia sin duda ella tendría muchos más problemas con el olor que Níniel.
-Estaré bien, y si fuese insoportable siempre puedo preparar algo para contrarrestarlo con alquimia. Además, puede que no lo parezca, pero no eres la única que ha tenido que realizar trabajos en las catacumbas de Lunargenta. No soy de esas elfas "tan remilgadas".- Respondió la peliblanca conociendo a su hermana y sabiendo con qué intenciones la advertía sobre los fuertes olores del pantano. Ser como hermanas no la libraba de sus puyas, de hecho a menudo era todo lo contrario. La felina la miró y amplió su sonrisa.
-De todos modos, ¿le debemos algo a ese perro? A mi todo eso de esos objetos malditos me suena a historias que se le cuentan a los niños para asustarlos. Por no mencionar que siempre que vamos a ayudar a uno de tus amigos acabamos de mierda hasta el cuello.- Quiso saber la pelirroja, que sin duda no mostraría tantos reparos si al final del trabajo hubiese una buena bolsa de aeros esperándola.
-No creo que sea ninguna invención. De hecho el relato que nos contó Asher me recordó a algo que estuve investigando por mi cuenta hace un tiempo. Aunque no pude llegar a nada. Es un hilo del que creo que debemos tirar, y reportar al Gran Inquisidor en cuanto averigüemos algo.- Fueron las decididas palabras de la sacerdotisa, que sin duda hubiese seguido aquellas pistas incluso de no ser oficial de la Logia, y ahora que lo era, con más motivos aún. Objetos como aquellos no debían de estar o caer en malas manos. A saber de cuántas de las desgracias que azotaban Aerandir estaban detrás.
-Entonces hicimos bien en prepararnos. Porque si todo eso que dijo es verdad, esto se puede poner feo.- Aseveró la gata palmeando las bolsas que cargaba su montura, y señalando también las que cargaba el blanco upelero de su hermana. No parecía tener miedo a pesar de sus palabras, solo parecía sentir resignación.
-Los guerreros victoriosos primero ganan y después van a la guerra, mientras que los guerreros vencidos primero van a la guerra y después buscan ganar.- Respondió la peliblanca con una frase que había leído en un libro y del cual había decidido aplicar mucha de su filosofía. Catherine la miró como si hubiese dicho algo sin sentido, pero no dijo nada, solo por si acaso. Otra filosofía perfectamente válida.
-Ya hemos llegado. Tu amigo y algunos más están ahí delante.- Advertiría la felina pocos minutos después, y antes de que los giros y regiros del camino permitieran a sus ojos de elfa confirmar que estaba en lo cierto. Parecía que el centinela del norte había decidido contar con un grupo mayor en aquella ocasión que en otras anteriores en las que ya habían trabajado juntos. Conociéndolo no lo hubiese hecho de no haberlo considerado necesario, lo que le servía de indicativo a la elfa para confirmar la dificultad de la tarea que tendrían por delante. Aquello no iba a ser tan sencillo con el "persigue a la ardilla" al que tantas veces había jugado de niña.
Ambas jóvenes apuraron el paso de sus monturas hasta llegar a la altura del resto del grupo ya reunido, saludaron con la mano como gesto de paz, y, solo a escasos metros de ellos, desmontaron, acercándose hasta Asher y examinando a los desconocidos que le acompañaban, entre los cuales para sus sorpresa había un elfo. No era nada común encontrarse con un hermano fuera de Sandorai o Vulwulfar, y que este pareciera conocer a Asher lo hacía una situación que a Níniel se le antojaba más extraña aún. Extraña y de lo más curiosa.
-Vaya, con tantos hombres bestia por aquí una se siente casi como en casa.- Se jactó Catherine mientras elevaba la vista para ver a Syl en aquella rama en la que montaba guardia. Para alguien que no la conociera tal vez aquellas palabras le llevarían a preguntar sobre el hogar de la pelirroja, pero lo cierto era que la gata nació y creció en Lunargenta antes de ser esclavizada y entrenada como ladrona y asesina. Simplemente estaba burlándose. Su casa solo era el lugar donde pudiera estar con su hermana. Ningún lazo la unía a los hombres bestia, ni a su cultura ni a su territorio.
-Mi nombre es Níniel, del clan Thenidiel, alta encantadora de la Logia.- Lo del clan lo dijo más para el otro elfo que para el hombre bestia desconocido. -Me acompaña mi hermana Catherine. Nos uniremos a esta operación en nombre de la Logia. Es un placer.- Se introdujo a sí misma y a la felina pelirroja, muy poco dada a la etiqueta. -De camino hacia aquí dos comerciantes nos dijeron que otro elfo había tomado este mismo camino antes que nosotras, pero no pensé que la coincidencia fuese a pasar de ese punto.- Añadió esbozando una leve sonrisa.
-¿Esperamos a alguién más?- Preguntaría una vez hechas las presentaciones.
-Estaré bien, y si fuese insoportable siempre puedo preparar algo para contrarrestarlo con alquimia. Además, puede que no lo parezca, pero no eres la única que ha tenido que realizar trabajos en las catacumbas de Lunargenta. No soy de esas elfas "tan remilgadas".- Respondió la peliblanca conociendo a su hermana y sabiendo con qué intenciones la advertía sobre los fuertes olores del pantano. Ser como hermanas no la libraba de sus puyas, de hecho a menudo era todo lo contrario. La felina la miró y amplió su sonrisa.
-De todos modos, ¿le debemos algo a ese perro? A mi todo eso de esos objetos malditos me suena a historias que se le cuentan a los niños para asustarlos. Por no mencionar que siempre que vamos a ayudar a uno de tus amigos acabamos de mierda hasta el cuello.- Quiso saber la pelirroja, que sin duda no mostraría tantos reparos si al final del trabajo hubiese una buena bolsa de aeros esperándola.
-No creo que sea ninguna invención. De hecho el relato que nos contó Asher me recordó a algo que estuve investigando por mi cuenta hace un tiempo. Aunque no pude llegar a nada. Es un hilo del que creo que debemos tirar, y reportar al Gran Inquisidor en cuanto averigüemos algo.- Fueron las decididas palabras de la sacerdotisa, que sin duda hubiese seguido aquellas pistas incluso de no ser oficial de la Logia, y ahora que lo era, con más motivos aún. Objetos como aquellos no debían de estar o caer en malas manos. A saber de cuántas de las desgracias que azotaban Aerandir estaban detrás.
-Entonces hicimos bien en prepararnos. Porque si todo eso que dijo es verdad, esto se puede poner feo.- Aseveró la gata palmeando las bolsas que cargaba su montura, y señalando también las que cargaba el blanco upelero de su hermana. No parecía tener miedo a pesar de sus palabras, solo parecía sentir resignación.
-Los guerreros victoriosos primero ganan y después van a la guerra, mientras que los guerreros vencidos primero van a la guerra y después buscan ganar.- Respondió la peliblanca con una frase que había leído en un libro y del cual había decidido aplicar mucha de su filosofía. Catherine la miró como si hubiese dicho algo sin sentido, pero no dijo nada, solo por si acaso. Otra filosofía perfectamente válida.
-Ya hemos llegado. Tu amigo y algunos más están ahí delante.- Advertiría la felina pocos minutos después, y antes de que los giros y regiros del camino permitieran a sus ojos de elfa confirmar que estaba en lo cierto. Parecía que el centinela del norte había decidido contar con un grupo mayor en aquella ocasión que en otras anteriores en las que ya habían trabajado juntos. Conociéndolo no lo hubiese hecho de no haberlo considerado necesario, lo que le servía de indicativo a la elfa para confirmar la dificultad de la tarea que tendrían por delante. Aquello no iba a ser tan sencillo con el "persigue a la ardilla" al que tantas veces había jugado de niña.
Ambas jóvenes apuraron el paso de sus monturas hasta llegar a la altura del resto del grupo ya reunido, saludaron con la mano como gesto de paz, y, solo a escasos metros de ellos, desmontaron, acercándose hasta Asher y examinando a los desconocidos que le acompañaban, entre los cuales para sus sorpresa había un elfo. No era nada común encontrarse con un hermano fuera de Sandorai o Vulwulfar, y que este pareciera conocer a Asher lo hacía una situación que a Níniel se le antojaba más extraña aún. Extraña y de lo más curiosa.
-Vaya, con tantos hombres bestia por aquí una se siente casi como en casa.- Se jactó Catherine mientras elevaba la vista para ver a Syl en aquella rama en la que montaba guardia. Para alguien que no la conociera tal vez aquellas palabras le llevarían a preguntar sobre el hogar de la pelirroja, pero lo cierto era que la gata nació y creció en Lunargenta antes de ser esclavizada y entrenada como ladrona y asesina. Simplemente estaba burlándose. Su casa solo era el lugar donde pudiera estar con su hermana. Ningún lazo la unía a los hombres bestia, ni a su cultura ni a su territorio.
-Mi nombre es Níniel, del clan Thenidiel, alta encantadora de la Logia.- Lo del clan lo dijo más para el otro elfo que para el hombre bestia desconocido. -Me acompaña mi hermana Catherine. Nos uniremos a esta operación en nombre de la Logia. Es un placer.- Se introdujo a sí misma y a la felina pelirroja, muy poco dada a la etiqueta. -De camino hacia aquí dos comerciantes nos dijeron que otro elfo había tomado este mismo camino antes que nosotras, pero no pensé que la coincidencia fuese a pasar de ese punto.- Añadió esbozando una leve sonrisa.
-¿Esperamos a alguién más?- Preguntaría una vez hechas las presentaciones.
Níniel Thenidiel
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Re: Matanzas y desgracias [Minievento, SCA]
-Lo explicaré en cuanto llegue el resto.- dije. Abrí el libro de cubierta blanca, preparando algunas runas para la travesía. [1] Solo necesitaba un momento para asegurarme de que las páginas estaban listas. No tuve que esperar mucho después de eso. Niniel y Catherine llegaron poco después. No pasó desapercibido el hecho de que venían como parte de la Logía. No cambiaba nada realmente, pero no estaba del todo cómodo con la naturaleza restrictiva de la organización, incluso si técnicamente, pertenecía a ella. En otras circunstancias, era posible que tuviese conflictos con ellos, después de todo.
-No, somos todos.- dije. -Será mejor que me explique primero.- Tomé aire. Aquello sería extenso. -Hace casi dos años, Syl y yo nos despertamos en un territorio en los bosques del este, lejos de donde habíamos acampado. Una voz nos explicó que seríamos parte de una "Gran Caza". Como luego descubrí, esto fue parte de un conflicto entre dos portadores de los objetos malditos. Había cuarenta hombres bestia en total. Intentaron que nos matásemos entre nosotros.- expliqué, apoyándome en el árbol con los brazos cruzados. -La mayoría, incluyéndome, nos negamos a ello. Fue allí donde conocimos a Oshu. Uno de los portadores responsables de todo esto era Nate Halliman, un hombre rana con un bastón que parece controlar emociones.-
-Muchos de los hombres bestia sobrevivieron. Entre ellos, Bena, Gron y Vin. Los tres nos ayudaron en su momento. Pero al parecer, los pájaros dicen que tienen contacto con Halliman.- dije, apretando el puño. -Quiero hablar con ellos para ver si es cierto. Dudo que se uniesen a él después de todo. El problema es que parecen estar eludiéndome. Sé que se esconden en alguna parte del pantano, y han estado siendo algo avariciosos. Sé de una bruja que no vive lejos de aquí, creo que podría ayudarnos. Si les sacamos de su escondrijo, podemos forzar una conversación. - añadí. Aunque no me gustaba llegar a cosas así, era necesario. -No les causéis ningún daño que no podamos arreglar. La idea es dejarlos sin escapatoria antes de que intenten nada.-
Cada uno tenia parte en ese plan. Syl y Catherine eran lo suficientemente rápidos y sigilosos como para tener a dos del trío bajo control, antes incluso de que suponiesen una amenaza. Oshu y yo podríamos ocuparnos del tercero, o de cualquier imprevisto. Niniel era un apoyo poderoso, capaz de lidiar con cualquier problema o daño que surgiese en cualquiera de los dos bandos. Y Anders...
Bueno, Anders era el cebo, pero no hacía falta decirlo por el momento. Hacia falta alguien que no estuviese vinculado a la Caza, y que pareciese una presa fácil.
-En cualquier caso, el pantano es peligroso. Es mejor movernos en grupo. Si surge algo, podremos lidiar con ello rápidamente.- dije.
Aseguré las vendas en torno a las zonas expuestas de mis brazos antes de ponernos en marcha. Tenía varias heridas abiertas desde aquel encuentro en el Midsommar, y algunas eran profundas. Estaba claro que me había forzado demasiado al llevar aquel poder a los extremos. Syl se puso furioso en cuanto lo supo, y aún tenía aquella mirada indescifrable cuando me veía ajustar las vendas.
Suspiré. Picaban. Sería mejor que no estuviese allí mucho tiempo, o se infectarían.
-¿Tenéis alguna pregunta? Si no, podemos movernos ya.-
-¿Por qué sigues protegiendo a Bosne?- preguntó Oshu, para mi sorpresa. -No lo has mencionado, y no lo entiendo.- Tensé la mandíbula. -Si me preguntas, es tan culpable como Halliman.- continuó. Dejé escapar un ligero gruñido.
-Es... distinto.- dije, girando la mirada.
-No lo es.- replicó Syl. -Sólo le puso fin cuando Halliman escapó. Dejó que llegase a aquello.-
-Eso... no importa más. Ya no tiene el frasco, así que da lo mismo. Los culpables son los objetos, no los portadores.- defendí, tensándome inconscientemente. Bajé las orejas. ¿A qué venía eso? El felino intercambió una mirada con Oshu.
-¿Entonces deberíamos perdonar a Halliman si pierde el bastón?- preguntó este. Me quedé en silencio. No tenía una respuesta para eso.
Bueno, no exactamente. Tenía una, pero no era coherente con esa lógica. La respuesta era "no", pero no la pronuncié.
[1] Preparados objetos Limitados: Runa Territorio y Runa Altura
-No, somos todos.- dije. -Será mejor que me explique primero.- Tomé aire. Aquello sería extenso. -Hace casi dos años, Syl y yo nos despertamos en un territorio en los bosques del este, lejos de donde habíamos acampado. Una voz nos explicó que seríamos parte de una "Gran Caza". Como luego descubrí, esto fue parte de un conflicto entre dos portadores de los objetos malditos. Había cuarenta hombres bestia en total. Intentaron que nos matásemos entre nosotros.- expliqué, apoyándome en el árbol con los brazos cruzados. -La mayoría, incluyéndome, nos negamos a ello. Fue allí donde conocimos a Oshu. Uno de los portadores responsables de todo esto era Nate Halliman, un hombre rana con un bastón que parece controlar emociones.-
-Muchos de los hombres bestia sobrevivieron. Entre ellos, Bena, Gron y Vin. Los tres nos ayudaron en su momento. Pero al parecer, los pájaros dicen que tienen contacto con Halliman.- dije, apretando el puño. -Quiero hablar con ellos para ver si es cierto. Dudo que se uniesen a él después de todo. El problema es que parecen estar eludiéndome. Sé que se esconden en alguna parte del pantano, y han estado siendo algo avariciosos. Sé de una bruja que no vive lejos de aquí, creo que podría ayudarnos. Si les sacamos de su escondrijo, podemos forzar una conversación. - añadí. Aunque no me gustaba llegar a cosas así, era necesario. -No les causéis ningún daño que no podamos arreglar. La idea es dejarlos sin escapatoria antes de que intenten nada.-
Cada uno tenia parte en ese plan. Syl y Catherine eran lo suficientemente rápidos y sigilosos como para tener a dos del trío bajo control, antes incluso de que suponiesen una amenaza. Oshu y yo podríamos ocuparnos del tercero, o de cualquier imprevisto. Niniel era un apoyo poderoso, capaz de lidiar con cualquier problema o daño que surgiese en cualquiera de los dos bandos. Y Anders...
Bueno, Anders era el cebo, pero no hacía falta decirlo por el momento. Hacia falta alguien que no estuviese vinculado a la Caza, y que pareciese una presa fácil.
-En cualquier caso, el pantano es peligroso. Es mejor movernos en grupo. Si surge algo, podremos lidiar con ello rápidamente.- dije.
Aseguré las vendas en torno a las zonas expuestas de mis brazos antes de ponernos en marcha. Tenía varias heridas abiertas desde aquel encuentro en el Midsommar, y algunas eran profundas. Estaba claro que me había forzado demasiado al llevar aquel poder a los extremos. Syl se puso furioso en cuanto lo supo, y aún tenía aquella mirada indescifrable cuando me veía ajustar las vendas.
Suspiré. Picaban. Sería mejor que no estuviese allí mucho tiempo, o se infectarían.
-¿Tenéis alguna pregunta? Si no, podemos movernos ya.-
-¿Por qué sigues protegiendo a Bosne?- preguntó Oshu, para mi sorpresa. -No lo has mencionado, y no lo entiendo.- Tensé la mandíbula. -Si me preguntas, es tan culpable como Halliman.- continuó. Dejé escapar un ligero gruñido.
-Es... distinto.- dije, girando la mirada.
-No lo es.- replicó Syl. -Sólo le puso fin cuando Halliman escapó. Dejó que llegase a aquello.-
-Eso... no importa más. Ya no tiene el frasco, así que da lo mismo. Los culpables son los objetos, no los portadores.- defendí, tensándome inconscientemente. Bajé las orejas. ¿A qué venía eso? El felino intercambió una mirada con Oshu.
-¿Entonces deberíamos perdonar a Halliman si pierde el bastón?- preguntó este. Me quedé en silencio. No tenía una respuesta para eso.
Bueno, no exactamente. Tenía una, pero no era coherente con esa lógica. La respuesta era "no", pero no la pronuncié.
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[1] Preparados objetos Limitados: Runa Territorio y Runa Altura
Asher Daregan
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Re: Matanzas y desgracias [Minievento, SCA]
Asentí al hombre bestia cuando dijo que se esperaría cuando llegase "el resto". En otras palabras, había más gente. Permanecí en silencio mientras el arcanista sacaba su libro y pasaba páginas, estaría preparando cosas... pensé en hablarle más a Syl al hombre perro mientras tanto, pero este último no lucía del tipo amistoso. Tampoco esperaba que lo fuese, visto que teníamos segundos conociéndonos.
Empecé a tararear en voz baja al no poder hablar, como una manera de relajarme.
Pasado poco tiempo después llego lo que en mi mente era "el resto" de la compañia, un par de mujeres, una con una túnica blanca y de pelos blancos, acompañada por una mujer gatuna con una armadura de cuero. Incluso tenían un upelero blanco y un... no tenía idea de que rayos era eso en lo que venía la mujer bestia. No se me pasó la bolsa tan grande que traían, al parecer sólo yo tenía por preparar equipo agarrar un hacha oxidada.
—Hola —me limité a responder ante su presentación, antes de notar lo alta que era. La elfa, cosa que terminé por confirmar en cuanto hizo mención de un Clan, por otro lado... ¿La Logia? se me escapaba que era, pero como lo del estatus de Centinela de Asher hace tiempo, quizás era más fácil no preguntar por ahora—. Soy Anders —la parte de que no tenía un clan, y en realidad era un semi-elfo, eso me lo salté.
Alcé una ceja viendo a Catherine cuando decidió llamarla "hermana". Podía significar que le tenía tanta confianza y aprecio como guardaban (algunos) elfos entre sí mismos, o era uno de esos casos raros de magia, visto las cosas que me tocaba ver cuando estaba en cualquier lugar cercano al Centinela, no se me hacía lejana la posibilidad de que existiera un hechizo para cambiar la raza de alguien.
Tan sólo sonreí de vuelta a la mención de los comerciantes para comprarme tiempo; Thinidiel, clan Thinidiel, me sonaba... cruce los brazos, viendo el bastón que portaba la alta sacerdotisa mientras rebuscaba en mis recuerdos. Doble la cabeza atrás y chasqueé los dedos, los que se asentaban, o asentaron; no conocía su situación actual, cerca del lago en el valle. Generalmente se podía dar con el templo si seguías el río al norte.
—¿Donde los dragones gemelos? —le pregunté por asegurarme—. No sé si llegue a entra al hogar de tu Clan, pero creo que una vez me atendió una curandera del sitio... —me lleve una mano a la quijada, intentando hacer memoria de eso.
Cuando escuché a Asher de nuevo deje de darle vueltas, estaba ofreciendo lo pedido: una explicación.
Todo empezó bastante comprensible, hace dos años, él y Syl despertándose en los bosques del este... ¿lejos de donde habían acampado? Una voz les explicó una cosa, algo de una caza, sonaba como un evento más, de meterse a un bosque y traer al animal más grande.
...Y luego dijo objetos malditos, cuarenta hombres bestia y un intento de que se matasen entre todos. Efectivamente sonaba como una "Gran Caza"; sin embargo no del tipo que me había imaginado. Desvié la mirada al hombre perro conformé lo mencionaba, y fue cuando cayeron en mí las implicaciones de "la mayoría", habían algunos que sí estaban matando. No era un porque sí y ya, pero de lo que había entendido, es porque "una voz" se los había dicho.
Me lleve una mano a la frente, corriendola por mi pelo mientras escuchaba atónito; más por confusión que por otra cosa, la historia.
—Eso suena... mal —en realidad no estaba seguro de qué decir. ¿QUÉ decías luego de escuchar todo eso y no entender la mitad?—. Pero estás diciendo que Nate Hall... ¿Halliman? Como sea, el hombre rana, es responsable, ¿no? Y... tiene un bastón que controla emociones... —eso último lo dije frunciendo el ceño, entrecerrando un poco los ojos, ¿Brujería...? No. Lo más similar vendría a ser los vampiros señores de la voz, pero no era una magia que viniese de objetos.
Espera. Había dicho objeto maldito.
Me rasqué la cabeza, ir tras tres hombres bestia que fueron compañeros de Asher, pero ahora parecían tener contacto con el tipo que fue responsable o al menos en parte de lo que ahora estaba traduciendo como una mera matanza dentro de mi cabeza, y lo evitaban...
Solté un largo y pesado suspiro. No entendía bien todavía nada de esto; pero una cosa era segura, Asher parecía el tipo que nunca mentía, ya fuese porque directamente no lo necesitaba, o porque tenía completa fe en sus capacidades de hacer alguna cosa. Además, nadie en su sano juicio tendría la audacia de inventarse todo esto.
Las miradas serias de Syl y Oshu complementaban esa creencia, aunque para como yo descubriría, y el Centinela también, su seriedad no era sólo por el recuento de los eventos, sino porque Asher se había saltado a algo. O alguien. Miré al hombre bestia, y me pareció que era la primera vez que lo había visto evitar los ojos de alguien.
Es decir, yo tampoco había pasado tanto tiempo con él como para que eso fuese muy significativo... pero de todas maneras, tenía ese tipo de impresión. Syl increíblemente parecía estar del lado de Oshu y no de Asher. Tragué algo de saliva, viendo las cosas tensarse y ni habíamos empezado a poner pie en el pantano. Pensándolo más detenidamente, un día despertarte lejos de tu campamento, con otros 37 hombres bestia, y que algo les diga que se maten entre sí, y algunos obedecieran...
Quizás sólo fue una página más en las vidas de esos tres, pero sonaba más horrible que toda mi vida hasta el momento.
—No... no entiendo bien, lo siento —dije, con un suspiro y viendo al suelo—, no voy a pedir que se explique otra vez ni nada así para no perder tiempo, sólo una cosa... ¿Portadores de los objetos malditos? ¿Qué objetos? El bastón... ¿es uno, supongo? ¿Y cómo es un objeto culpable de nada? Es, es como si alguien usa una espada para cortar a, no sé, otro, es la persona, ¿no?
Empecé a tararear en voz baja al no poder hablar, como una manera de relajarme.
Pasado poco tiempo después llego lo que en mi mente era "el resto" de la compañia, un par de mujeres, una con una túnica blanca y de pelos blancos, acompañada por una mujer gatuna con una armadura de cuero. Incluso tenían un upelero blanco y un... no tenía idea de que rayos era eso en lo que venía la mujer bestia. No se me pasó la bolsa tan grande que traían, al parecer sólo yo tenía por preparar equipo agarrar un hacha oxidada.
—Hola —me limité a responder ante su presentación, antes de notar lo alta que era. La elfa, cosa que terminé por confirmar en cuanto hizo mención de un Clan, por otro lado... ¿La Logia? se me escapaba que era, pero como lo del estatus de Centinela de Asher hace tiempo, quizás era más fácil no preguntar por ahora—. Soy Anders —la parte de que no tenía un clan, y en realidad era un semi-elfo, eso me lo salté.
Alcé una ceja viendo a Catherine cuando decidió llamarla "hermana". Podía significar que le tenía tanta confianza y aprecio como guardaban (algunos) elfos entre sí mismos, o era uno de esos casos raros de magia, visto las cosas que me tocaba ver cuando estaba en cualquier lugar cercano al Centinela, no se me hacía lejana la posibilidad de que existiera un hechizo para cambiar la raza de alguien.
Tan sólo sonreí de vuelta a la mención de los comerciantes para comprarme tiempo; Thinidiel, clan Thinidiel, me sonaba... cruce los brazos, viendo el bastón que portaba la alta sacerdotisa mientras rebuscaba en mis recuerdos. Doble la cabeza atrás y chasqueé los dedos, los que se asentaban, o asentaron; no conocía su situación actual, cerca del lago en el valle. Generalmente se podía dar con el templo si seguías el río al norte.
—¿Donde los dragones gemelos? —le pregunté por asegurarme—. No sé si llegue a entra al hogar de tu Clan, pero creo que una vez me atendió una curandera del sitio... —me lleve una mano a la quijada, intentando hacer memoria de eso.
Cuando escuché a Asher de nuevo deje de darle vueltas, estaba ofreciendo lo pedido: una explicación.
Todo empezó bastante comprensible, hace dos años, él y Syl despertándose en los bosques del este... ¿lejos de donde habían acampado? Una voz les explicó una cosa, algo de una caza, sonaba como un evento más, de meterse a un bosque y traer al animal más grande.
...Y luego dijo objetos malditos, cuarenta hombres bestia y un intento de que se matasen entre todos. Efectivamente sonaba como una "Gran Caza"; sin embargo no del tipo que me había imaginado. Desvié la mirada al hombre perro conformé lo mencionaba, y fue cuando cayeron en mí las implicaciones de "la mayoría", habían algunos que sí estaban matando. No era un porque sí y ya, pero de lo que había entendido, es porque "una voz" se los había dicho.
Me lleve una mano a la frente, corriendola por mi pelo mientras escuchaba atónito; más por confusión que por otra cosa, la historia.
—Eso suena... mal —en realidad no estaba seguro de qué decir. ¿QUÉ decías luego de escuchar todo eso y no entender la mitad?—. Pero estás diciendo que Nate Hall... ¿Halliman? Como sea, el hombre rana, es responsable, ¿no? Y... tiene un bastón que controla emociones... —eso último lo dije frunciendo el ceño, entrecerrando un poco los ojos, ¿Brujería...? No. Lo más similar vendría a ser los vampiros señores de la voz, pero no era una magia que viniese de objetos.
Espera. Había dicho objeto maldito.
Me rasqué la cabeza, ir tras tres hombres bestia que fueron compañeros de Asher, pero ahora parecían tener contacto con el tipo que fue responsable o al menos en parte de lo que ahora estaba traduciendo como una mera matanza dentro de mi cabeza, y lo evitaban...
Solté un largo y pesado suspiro. No entendía bien todavía nada de esto; pero una cosa era segura, Asher parecía el tipo que nunca mentía, ya fuese porque directamente no lo necesitaba, o porque tenía completa fe en sus capacidades de hacer alguna cosa. Además, nadie en su sano juicio tendría la audacia de inventarse todo esto.
Las miradas serias de Syl y Oshu complementaban esa creencia, aunque para como yo descubriría, y el Centinela también, su seriedad no era sólo por el recuento de los eventos, sino porque Asher se había saltado a algo. O alguien. Miré al hombre bestia, y me pareció que era la primera vez que lo había visto evitar los ojos de alguien.
Es decir, yo tampoco había pasado tanto tiempo con él como para que eso fuese muy significativo... pero de todas maneras, tenía ese tipo de impresión. Syl increíblemente parecía estar del lado de Oshu y no de Asher. Tragué algo de saliva, viendo las cosas tensarse y ni habíamos empezado a poner pie en el pantano. Pensándolo más detenidamente, un día despertarte lejos de tu campamento, con otros 37 hombres bestia, y que algo les diga que se maten entre sí, y algunos obedecieran...
Quizás sólo fue una página más en las vidas de esos tres, pero sonaba más horrible que toda mi vida hasta el momento.
—No... no entiendo bien, lo siento —dije, con un suspiro y viendo al suelo—, no voy a pedir que se explique otra vez ni nada así para no perder tiempo, sólo una cosa... ¿Portadores de los objetos malditos? ¿Qué objetos? El bastón... ¿es uno, supongo? ¿Y cómo es un objeto culpable de nada? Es, es como si alguien usa una espada para cortar a, no sé, otro, es la persona, ¿no?
Anders
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Re: Matanzas y desgracias [Minievento, SCA]
Era evidente que Asher no les estaba dando el informe completo sobre los antecedentes que habían llevado a aquella situación, así como que tampoco les estaba contando todo lo que sabía sobre el asunto de los objetos malditos... pero era comprensible. Parecía algo realmente truculento y casi más personal para él y sus compañeros que una tarea a realizar como centinela del norte o miembro de cualquier otra organización, como la Logia. Los demás estaban allí para ayudarle, si así querían, y nada más. Solo necesitaban saber lo justo para no bajar la guardia y hacer su parte. Tal vez incluso el hombre bestia pensara que cuanto menos supieran mejor para ellos, pues resultaba cada vez más patente el peligro que rodeaba a todo lo relacionado con dichos artefactos.
Con razón que Níniel hubiese acudido como representante de la Logia había causado en el perro un mohín de disgusto. Incluso aunque la elfa no tuviera ninguna intención de tomar el mando...por el momento.
-Aunque solo sea información sin confirmar merece la pena comprobarlo. Especialmente si confías en esos "pajaros".- dijo la joven evidéntemente englobando la red de información de Asher al completo bajo tan ambiguo término. Incluso con las lagunas y omisiones de su interlocutor, su tarea estaba clara, y ayudaría a sus propósitos también, por lo que no dudó en asentir con seguridad confirmando estar de acuerdo. A su lado, el elfo de nombre Anders no parecía tener tan clara la situación, a juzgar por sus reacciones. Tal vez Asher no había tenido ocasión de hablar con él como si hiciese con ella tras lo ocurrido con aquellos sectarios en Verisar. O tal vez simplemente era que acababa de salir del bosque y necesitaba tiempo para digerir tales revelaciones, mientras que a la ya curtida Níniel podías hablarle de toda clase de artefactos y no la sacarías de la rutina.
-Lamentablemente para ellos tenemos a Níniel...- Se jactó Catherine esbozando una media sonrisa feroz y golpeando su palma izquierda con su puño derecho, denotando que por ende podrían sacudir a aquellos hombres bestia tanto como quisieran y luego remendarlos.
Sin embargo, y a pesar de la firmeza del asentimiento de la elfa y de la seguridad que demostraba la gata, Níniel tenía algunas cuestiones que hacer antes de entrar en materia e ir a hablar con la antes mencionada bruja, por lo que no quiso desaprovechar el ofrecimiento de Asher a responder a cualquier pregunta que tuvieran sus nuevos aliados. Aunque tendría que esperar su turno, pues no era la única.
Algunas de las preguntas que le lanzaron, las de Oshu más concretamente, no tardaron en generar una gran tensión claramente perceptible que no tardó en extenderse al resto del grupo. Aquello confirmaba que el perro no les había contado todo, y que todo aquello tenía un evidente cáliz personal. Tal vez incluso mayor del que Níniel creía.
-Yo tenía una cuestión, y ahora son dos. Bueno tres. La primera es sobre esos tres. Si los conocéis bien seguro que podéis hablarnos de ellos y decirnos sus puntos fuertes y débiles.- hizo una leve pausa. -La segunda es si lo que acaba de pasar, sobre ese tal Bosne, va a suponer un problema para nuestra tarea.- Inquirió la joven.
-La tercera es sí quiéres que atienda tus heridas. Veo que aún te resientes de ellas.- Terminó de decir la peliblanca. El hombre bestia había preferido apañárselas solo con ellas tras su último encuentro, pero viendo la tarea que tenían por delante, bien podría ser un orgulloso lujo que podría salirle demasiado caro. Aquellas tierras no tenían precisamente fama de contar con el ambiente más puro y el agua más cristalina de Aerandir.
Con razón que Níniel hubiese acudido como representante de la Logia había causado en el perro un mohín de disgusto. Incluso aunque la elfa no tuviera ninguna intención de tomar el mando...por el momento.
-Aunque solo sea información sin confirmar merece la pena comprobarlo. Especialmente si confías en esos "pajaros".- dijo la joven evidéntemente englobando la red de información de Asher al completo bajo tan ambiguo término. Incluso con las lagunas y omisiones de su interlocutor, su tarea estaba clara, y ayudaría a sus propósitos también, por lo que no dudó en asentir con seguridad confirmando estar de acuerdo. A su lado, el elfo de nombre Anders no parecía tener tan clara la situación, a juzgar por sus reacciones. Tal vez Asher no había tenido ocasión de hablar con él como si hiciese con ella tras lo ocurrido con aquellos sectarios en Verisar. O tal vez simplemente era que acababa de salir del bosque y necesitaba tiempo para digerir tales revelaciones, mientras que a la ya curtida Níniel podías hablarle de toda clase de artefactos y no la sacarías de la rutina.
-Lamentablemente para ellos tenemos a Níniel...- Se jactó Catherine esbozando una media sonrisa feroz y golpeando su palma izquierda con su puño derecho, denotando que por ende podrían sacudir a aquellos hombres bestia tanto como quisieran y luego remendarlos.
Sin embargo, y a pesar de la firmeza del asentimiento de la elfa y de la seguridad que demostraba la gata, Níniel tenía algunas cuestiones que hacer antes de entrar en materia e ir a hablar con la antes mencionada bruja, por lo que no quiso desaprovechar el ofrecimiento de Asher a responder a cualquier pregunta que tuvieran sus nuevos aliados. Aunque tendría que esperar su turno, pues no era la única.
Algunas de las preguntas que le lanzaron, las de Oshu más concretamente, no tardaron en generar una gran tensión claramente perceptible que no tardó en extenderse al resto del grupo. Aquello confirmaba que el perro no les había contado todo, y que todo aquello tenía un evidente cáliz personal. Tal vez incluso mayor del que Níniel creía.
-Yo tenía una cuestión, y ahora son dos. Bueno tres. La primera es sobre esos tres. Si los conocéis bien seguro que podéis hablarnos de ellos y decirnos sus puntos fuertes y débiles.- hizo una leve pausa. -La segunda es si lo que acaba de pasar, sobre ese tal Bosne, va a suponer un problema para nuestra tarea.- Inquirió la joven.
-La tercera es sí quiéres que atienda tus heridas. Veo que aún te resientes de ellas.- Terminó de decir la peliblanca. El hombre bestia había preferido apañárselas solo con ellas tras su último encuentro, pero viendo la tarea que tenían por delante, bien podría ser un orgulloso lujo que podría salirle demasiado caro. Aquellas tierras no tenían precisamente fama de contar con el ambiente más puro y el agua más cristalina de Aerandir.
Níniel Thenidiel
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Re: Matanzas y desgracias [Minievento, SCA]
Más preguntas. Era justo, era algo complicado. Empecé por Anders.
-19 objetos malditos, nada similares a un encantamiento normal. Cada uno tiene propiedades mágicas casi inimitables, pero todos influyen en su portador. Les vuelven locos. Hacen que se obsesionen con ellos, intenten conseguir más... dejan de ser ellos mismos.- resumí. -Por eso es peligroso tenerlos.- Tomé aire. Después venían las preguntas de Niniel, todas ellas importantes.
-Bosne no supondrá ningún problema.- aseguré. Apreciaba el pragmatismo que mostraba la elfa. -Simplemente, es alguien que estuvo en la caza, ofreció una comunidad para hombres bestia. Ni yo ni los que buscamos aceptamos, pero tampoco es alguien hostil.- Mis compañeros no dijeron nada al respecto. No era mentira, después de todo.
-Sobre lo otro, Vin y Bena parecían muy cercanos. Quizás sean pareja. Ambos son felinos, aunque Vin parece algo más humano. No es demasiado fuerte, parece ser más bien de sigilo, quizás con algún arma corta. Si le pillamos desprevenido, no tiene muchas oportunidades. Bena tiene más experiencia con arcos.- expliqué, haciendo memoria. -Es posible que uno intente salvar al otro. Mejor retenerlos a la vez.-
-Gron parecía ser alquimista. Creo que le vi lanzar un ácido o algo así.- añadió Oshu. Solo le habíamos visto al final, por lo que era difícil de decir. -En combinación, una emboscada de los tres puede ser peligrosa.- apuntó.
Finalmente, suspiré. Niniel se había ofrecido a sanarme, y por mucho que me mereciese las heridas, no tenía ganas de enfermar de nuevo. A saber que clase de insectos abundaban en ese sitio. Empecé a desenrollar las vendas, revelando unas heridas bastante claras, aún con un rojo brillante bien marcado. Las heridas eran profundas. Tenían que serlo: habían salido de dentro a fuera, no al revés. Honestamente, aún dolían, pero no había querido curarlas aún como recordatorio.
Bueno, tenia la memoria suficientemente fresca. Extendí los brazos, agradecido de que la mujer se hubiese ofrecido.
-Gracias.- suspiré, mientras se ocupaba de aquello. Ni Syl ni Oshu dijeron nada al respecto, pero su expresión parecía relajada. Probablemente, también apreciaban el tener una sanadora de tal renombre cerca, y el hecho de que pudiese lidiar con heridas como aquellas.
La presión y debilidad que sentía se desvanecieron rápidamente. Aguanté pacientemente, observando el proceso, hasta que Niniel retiró sus manos. Me froté los brazos, aliviado. Mucho, mucho mejor. Sonreí.
-Gracias de nuevo, Niniel. Ahora... vamos a ello, ¿hmm?- dije, asegurándome de que todos estuviesen listos. -Vamos a sortear el agua, donde podamos. No me sorprendería si hubiese sanguijuelas o algo peor.- expliqué. Si bien podíamos usar barreras de algún tipo para cruzar, era mejor reservarlas para cuando lo necesitasemos.
Y con aquello, comenzamos a avanzar. El paso era desagradable, pero nada del otro mundo. Por la mayor parte, no tuvimos problemas para sortear la ciénaga, pero en algún momento... el olor nauseabundo se volvió ¿dulce? Contemplé los alrededores con mis otros ojos, tratando de detectar el éter mientras le hacía un gesto a Syl para que hiciese lo mismo con su capucha.
-Nada de sangre fría.- dijo, haciendo énfasis en lo último. Aquello no iba a funcionar contra muchas de las criaturas del pantano. Por mi parte, si vi algo. Tanto en el aire como más adelante.
-Magia cerca, hacia allí. Pueden ser ilusiones.- advertí al resto. Era... extraño. No era tan similar al éter de Demian, pero tampoco se asemejaba a ningún elemento. Hice aparecer Eclipse en mi mano. -Poneos en guardia.-
La magia proviene de una Manshari Bouta [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Tratará de seducir a alguno de nosotros con su magia. Incluso con la advertencia, es posible que lo consiga en cierta medida. Lo dejo a vuestra interpretación, aunque los personajes con Sabiduría alta deberían poder aguantar.
Si lo preferís, podéis tirar runa en [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] para intentar resistir, a vuestra elección.
-19 objetos malditos, nada similares a un encantamiento normal. Cada uno tiene propiedades mágicas casi inimitables, pero todos influyen en su portador. Les vuelven locos. Hacen que se obsesionen con ellos, intenten conseguir más... dejan de ser ellos mismos.- resumí. -Por eso es peligroso tenerlos.- Tomé aire. Después venían las preguntas de Niniel, todas ellas importantes.
-Bosne no supondrá ningún problema.- aseguré. Apreciaba el pragmatismo que mostraba la elfa. -Simplemente, es alguien que estuvo en la caza, ofreció una comunidad para hombres bestia. Ni yo ni los que buscamos aceptamos, pero tampoco es alguien hostil.- Mis compañeros no dijeron nada al respecto. No era mentira, después de todo.
-Sobre lo otro, Vin y Bena parecían muy cercanos. Quizás sean pareja. Ambos son felinos, aunque Vin parece algo más humano. No es demasiado fuerte, parece ser más bien de sigilo, quizás con algún arma corta. Si le pillamos desprevenido, no tiene muchas oportunidades. Bena tiene más experiencia con arcos.- expliqué, haciendo memoria. -Es posible que uno intente salvar al otro. Mejor retenerlos a la vez.-
-Gron parecía ser alquimista. Creo que le vi lanzar un ácido o algo así.- añadió Oshu. Solo le habíamos visto al final, por lo que era difícil de decir. -En combinación, una emboscada de los tres puede ser peligrosa.- apuntó.
Finalmente, suspiré. Niniel se había ofrecido a sanarme, y por mucho que me mereciese las heridas, no tenía ganas de enfermar de nuevo. A saber que clase de insectos abundaban en ese sitio. Empecé a desenrollar las vendas, revelando unas heridas bastante claras, aún con un rojo brillante bien marcado. Las heridas eran profundas. Tenían que serlo: habían salido de dentro a fuera, no al revés. Honestamente, aún dolían, pero no había querido curarlas aún como recordatorio.
Bueno, tenia la memoria suficientemente fresca. Extendí los brazos, agradecido de que la mujer se hubiese ofrecido.
-Gracias.- suspiré, mientras se ocupaba de aquello. Ni Syl ni Oshu dijeron nada al respecto, pero su expresión parecía relajada. Probablemente, también apreciaban el tener una sanadora de tal renombre cerca, y el hecho de que pudiese lidiar con heridas como aquellas.
La presión y debilidad que sentía se desvanecieron rápidamente. Aguanté pacientemente, observando el proceso, hasta que Niniel retiró sus manos. Me froté los brazos, aliviado. Mucho, mucho mejor. Sonreí.
-Gracias de nuevo, Niniel. Ahora... vamos a ello, ¿hmm?- dije, asegurándome de que todos estuviesen listos. -Vamos a sortear el agua, donde podamos. No me sorprendería si hubiese sanguijuelas o algo peor.- expliqué. Si bien podíamos usar barreras de algún tipo para cruzar, era mejor reservarlas para cuando lo necesitasemos.
Y con aquello, comenzamos a avanzar. El paso era desagradable, pero nada del otro mundo. Por la mayor parte, no tuvimos problemas para sortear la ciénaga, pero en algún momento... el olor nauseabundo se volvió ¿dulce? Contemplé los alrededores con mis otros ojos, tratando de detectar el éter mientras le hacía un gesto a Syl para que hiciese lo mismo con su capucha.
-Nada de sangre fría.- dijo, haciendo énfasis en lo último. Aquello no iba a funcionar contra muchas de las criaturas del pantano. Por mi parte, si vi algo. Tanto en el aire como más adelante.
-Magia cerca, hacia allí. Pueden ser ilusiones.- advertí al resto. Era... extraño. No era tan similar al éter de Demian, pero tampoco se asemejaba a ningún elemento. Hice aparecer Eclipse en mi mano. -Poneos en guardia.-
_________________________________________
La magia proviene de una Manshari Bouta [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Tratará de seducir a alguno de nosotros con su magia. Incluso con la advertencia, es posible que lo consiga en cierta medida. Lo dejo a vuestra interpretación, aunque los personajes con Sabiduría alta deberían poder aguantar.
Si lo preferís, podéis tirar runa en [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] para intentar resistir, a vuestra elección.
Asher Daregan
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Re: Matanzas y desgracias [Minievento, SCA]
Giré la cabeza hacia la peliblanca en cuanto empezó a enumerar la cantidad de preguntas que tenía. A la mención de los puntos fuertes y débiles chasqueé la lengua, abriendo un poco más los ojos. Me había absorbido mucho en lo confuso del asunto que me había olvidado del peligro inmediato.
...Eso quería pensar, al menos. Más probable era que simplemente no me pasó por la cabeza por ser así. Siempre resultaba el menos avispado en todo grupo. Me rasqué la cabeza mientras ella seguía preguntando, y me di una rápida palmada sobre el brazo. Algún mosquito.
Cuando el hombre bestia empezó a explicar lo miré a la cara. 19 objetos malditos que vuelven locos a los portadores... claro, «tú nunca puedes estar en algo remotamente normal, ¿no?» sonreí al Centinela, asintiendo a la explicación y prestando atención a las que ofrecía a Niniel. A la adición de Oshu suspiré levemente, viendo mi golem. No me hacía ilusión enfrentar un alquimista, y menos uno que parecía usar ácidos.
No es que supiera que efectos horribles tendría eso en el ser animado. Pero justamente, la idea era no tener que saberlo.
—Menos mal que... —iba a apuntar que con tantos de ellos aquí, sería imposible que se les pasará por alto el olor de tres figuras nuevas. Inhalé un poco. Por supuesto, el olor del pantano iba a dificultar, si es que no imposibilitar, eso—. ...No iba a decir nada.
Alcé ambas cejas al ver las heridas de Asher más de cerca cuando estiró los brazos. Lucían serias y vivas. Eso iba a tardar un poco de curar.
—Qué —murmuré al ver la velocidad con que las heridas cerraban.
Me agache lentamente para cargar al golem, aunque sin parar de ver. No desconocía que del clan Thenidiel hubiesen buenas sacerdotisas, pero esto era absurdo, tenía que ser lo más rápido que había visto en la vida. Abracé al golem suavemente, sacando una de las tres sardinas enrolladas que restaban para comer algo. Ni siquiera parecía estarse esforzando mucho o nada, todo con naturalidad. Algo de todos los días.
Maestro arc-uh, alta encantadora de La Logia... lo que fuese eso último.
Ahora entendía que había querido decir la mujer gatuna. No la tenían para pegarles, la tenían para pegarles, curarlos, y volverles a pegar. Esbocé una sonrisa ante la pequeña crueldad del asunto, bajando la cabeza apenado por encontrar gracia en ello.
—Er... seguro —confirmé a la partida de salida, haciendo ningún esfuerzo en ocultar la impresión—. ¿Alguien quiere? —pregunté, señalando las sardinas y viendo las caras del resto.
Nos hicimos pasó a través de la ciénaga, o lo que era mismo decir en mi caso, seguí el camino por donde veía al resto avanzar. Lo encontré un poco más complicado en ciertos puntos, a veces dando resbalones por la tierra mojada, pero nunca llegaba al suelo por suerte. Después fue que note que no sé que esperaba intentando comparar mi equilibrio al de, no sé, un hombre gato ágil entre los suyos.
Moría por hablar o decir algo, pero imagine que todos estaban callados por la seriedad de la situación, y porque quizás hablar no era un lujo cuando sepodía recibir un ataque de cualquier parte...
Podía mencionar que el olor era horrendo, pero no vi productividad en quejarme de ello. Yo tenía que ser de los menos afectados por el olor ahí junto a Niniel, el resto... bueno, ellos debían estarlo pasando peor. Lentamente empezó a volverse agradable, así que no me moleste en respirar poco, sino inhalar con fuerza una vez.
Y me tapé la nariz rápidamente al pensar que estaría oliendo un veneno del alquimista aquel. Si lo pensabas, aunque fuese una mísera vez, no era natural que el olor del pantano fuese agradable a ningún punto. Las palabras de Syl y Asher no hicieron más que confirmar la sospecha, aunque ahora me picaba la curiosidad. ¿Todo en el mundo "tenía" magia? ¿O sólo lo qué la sabía usar? ¿Asher veía... todo?
¿La alquimia contaba cómo magia?
Sacudí la cabeza para concentrarme, si eran las personas que buscabamos... ¿Emboscada, había dicho Oshu? Me cubrí los brazos y parte del pecho con el golem, endureciéndolo. Quedaban áreas al descubierto, pero no había dado con forma de taparme los costados, codos, hombros y básicamente cualquier punto de flexión sin hacer el movimiento imposible. Saqué mi hacha, viendo en la dirección general que advirtió Asher.
—Oh, espera... ¿Ilusiones? —ladeé la cabeza. Asher había mencionado una bruja que no vivía lejos del punto de partida y que podría ayudarnos. Y algunos brujos usaban ilusiones.
Obviamente era ella.
Me aventuré un poco adelante, sintiéndome un poquito responsable de hacerlo por decir que había hecho algo y no estaba de invitado y ya, tomando en cuenta que Asher, bueno, tiraba explosiones de las manos, Niniel era así de buena curando, y Syl a efectos prácticos casi que se teletransportaba... la verdad, no me extrañaba pensar que en realidad pudiera, visto lo rápido que se podía mover. En fin, que todos ahí eran impresionantes de una forma u otra, y que si no hacía esto quizás terminaría haciendo nada. No podía hablar por la chica gatuna ni Oshu, pero iba a apostar a que también lo eran.
Tampoco había ido con el guardia completamente abajo, estaba siendo relativamente cauteloso. Atravesé unas pocas matas cortándolas con el hacha y vi... nada. Al menos no directamente. Un pequeño sollozo me alcanzó el oído y busqué con la mirada, dando con la figura de una mujer, moviéndose débilmente. De forma algo extraña, parecía haberse caído sobre el fango y estar intentando alejarse del agua estancada.
Pestañeé un par de veces visualizándola mejor, por el movimiento tan impar tenía que estar malherida. Y ese era el sonido de un llanto. Iba a voltear atrás para ver al resto, pero... joder, me estaba costando dejar de verla. Al final no me molesté en voltear y sólo empecé a dirigirme a ella. Normalmente la gente llorando se veía... poco graciosa, ¿pero esta? Si esa era la bruja, wow. ¿Por qué había alguien tan sexy viviendo en un pantano, de verdad?
...Eso quería pensar, al menos. Más probable era que simplemente no me pasó por la cabeza por ser así. Siempre resultaba el menos avispado en todo grupo. Me rasqué la cabeza mientras ella seguía preguntando, y me di una rápida palmada sobre el brazo. Algún mosquito.
Cuando el hombre bestia empezó a explicar lo miré a la cara. 19 objetos malditos que vuelven locos a los portadores... claro, «tú nunca puedes estar en algo remotamente normal, ¿no?» sonreí al Centinela, asintiendo a la explicación y prestando atención a las que ofrecía a Niniel. A la adición de Oshu suspiré levemente, viendo mi golem. No me hacía ilusión enfrentar un alquimista, y menos uno que parecía usar ácidos.
No es que supiera que efectos horribles tendría eso en el ser animado. Pero justamente, la idea era no tener que saberlo.
—Menos mal que... —iba a apuntar que con tantos de ellos aquí, sería imposible que se les pasará por alto el olor de tres figuras nuevas. Inhalé un poco. Por supuesto, el olor del pantano iba a dificultar, si es que no imposibilitar, eso—. ...No iba a decir nada.
Alcé ambas cejas al ver las heridas de Asher más de cerca cuando estiró los brazos. Lucían serias y vivas. Eso iba a tardar un poco de curar.
—Qué —murmuré al ver la velocidad con que las heridas cerraban.
Me agache lentamente para cargar al golem, aunque sin parar de ver. No desconocía que del clan Thenidiel hubiesen buenas sacerdotisas, pero esto era absurdo, tenía que ser lo más rápido que había visto en la vida. Abracé al golem suavemente, sacando una de las tres sardinas enrolladas que restaban para comer algo. Ni siquiera parecía estarse esforzando mucho o nada, todo con naturalidad. Algo de todos los días.
Maestro arc-uh, alta encantadora de La Logia... lo que fuese eso último.
Ahora entendía que había querido decir la mujer gatuna. No la tenían para pegarles, la tenían para pegarles, curarlos, y volverles a pegar. Esbocé una sonrisa ante la pequeña crueldad del asunto, bajando la cabeza apenado por encontrar gracia en ello.
—Er... seguro —confirmé a la partida de salida, haciendo ningún esfuerzo en ocultar la impresión—. ¿Alguien quiere? —pregunté, señalando las sardinas y viendo las caras del resto.
Nos hicimos pasó a través de la ciénaga, o lo que era mismo decir en mi caso, seguí el camino por donde veía al resto avanzar. Lo encontré un poco más complicado en ciertos puntos, a veces dando resbalones por la tierra mojada, pero nunca llegaba al suelo por suerte. Después fue que note que no sé que esperaba intentando comparar mi equilibrio al de, no sé, un hombre gato ágil entre los suyos.
Moría por hablar o decir algo, pero imagine que todos estaban callados por la seriedad de la situación, y porque quizás hablar no era un lujo cuando sepodía recibir un ataque de cualquier parte...
Podía mencionar que el olor era horrendo, pero no vi productividad en quejarme de ello. Yo tenía que ser de los menos afectados por el olor ahí junto a Niniel, el resto... bueno, ellos debían estarlo pasando peor. Lentamente empezó a volverse agradable, así que no me moleste en respirar poco, sino inhalar con fuerza una vez.
Y me tapé la nariz rápidamente al pensar que estaría oliendo un veneno del alquimista aquel. Si lo pensabas, aunque fuese una mísera vez, no era natural que el olor del pantano fuese agradable a ningún punto. Las palabras de Syl y Asher no hicieron más que confirmar la sospecha, aunque ahora me picaba la curiosidad. ¿Todo en el mundo "tenía" magia? ¿O sólo lo qué la sabía usar? ¿Asher veía... todo?
¿La alquimia contaba cómo magia?
Sacudí la cabeza para concentrarme, si eran las personas que buscabamos... ¿Emboscada, había dicho Oshu? Me cubrí los brazos y parte del pecho con el golem, endureciéndolo. Quedaban áreas al descubierto, pero no había dado con forma de taparme los costados, codos, hombros y básicamente cualquier punto de flexión sin hacer el movimiento imposible. Saqué mi hacha, viendo en la dirección general que advirtió Asher.
—Oh, espera... ¿Ilusiones? —ladeé la cabeza. Asher había mencionado una bruja que no vivía lejos del punto de partida y que podría ayudarnos. Y algunos brujos usaban ilusiones.
Obviamente era ella.
Me aventuré un poco adelante, sintiéndome un poquito responsable de hacerlo por decir que había hecho algo y no estaba de invitado y ya, tomando en cuenta que Asher, bueno, tiraba explosiones de las manos, Niniel era así de buena curando, y Syl a efectos prácticos casi que se teletransportaba... la verdad, no me extrañaba pensar que en realidad pudiera, visto lo rápido que se podía mover. En fin, que todos ahí eran impresionantes de una forma u otra, y que si no hacía esto quizás terminaría haciendo nada. No podía hablar por la chica gatuna ni Oshu, pero iba a apostar a que también lo eran.
Tampoco había ido con el guardia completamente abajo, estaba siendo relativamente cauteloso. Atravesé unas pocas matas cortándolas con el hacha y vi... nada. Al menos no directamente. Un pequeño sollozo me alcanzó el oído y busqué con la mirada, dando con la figura de una mujer, moviéndose débilmente. De forma algo extraña, parecía haberse caído sobre el fango y estar intentando alejarse del agua estancada.
Pestañeé un par de veces visualizándola mejor, por el movimiento tan impar tenía que estar malherida. Y ese era el sonido de un llanto. Iba a voltear atrás para ver al resto, pero... joder, me estaba costando dejar de verla. Al final no me molesté en voltear y sólo empecé a dirigirme a ella. Normalmente la gente llorando se veía... poco graciosa, ¿pero esta? Si esa era la bruja, wow. ¿Por qué había alguien tan sexy viviendo en un pantano, de verdad?
Anders
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Re: Matanzas y desgracias [Minievento, SCA]
-Será rápido.- Aseveró Níniel acercándose más a Asher y colocando sus manos sobre sus brazos, iniciando la curación a la par que una cálida y relajante luz dorada iluminaba tenuemente sus palmas. Enseguida, las marcas rojas comenzarían a cerrarse ante los ojos de los allí presentes hasta desaparecer por completo al cabo de unos breves instantes, eliminando las molestias y los riesgos de infección como si tales heridas nunca se hubiesen producido. Y esta vez sin dejar marca alguna, ya que a diferencia de Syl, Asher no había manifestado interés en mantener cicatrices de recuerdo.
-Sí, esto ya está. podemos ponernos en marcha de inmediato.- asintió la joven tras finalizar el tratamiento, permitiéndose solo un momento para tomar un par de cosas de las alforjas de su upelero y pedirle en élfico que aguardará allí. A un par de pasos de ella Catherine afianzó las correas de sus guantes de combate y desplegó las garras de ambas manos a modo de ritual de preparación. Ella no necesitaba nada más.
-Vamos a por esa bruja.- secundó la felina. Aunque no tardó mucho en centrar más su atención en el pescado que el elfo les ofrecía, no dudando en tomar uno de ellos antes de que nadie pudiera adelantarse, devorándolo con fruición. -No está mal. Tú también vienes preparado elfo.- Fue su agradecimiento. Tendiendo inmediatamente de nuevo una mano, pidiendo más. Realmente era un misterio dónde metía aquella gata todo lo que comía, con lo pequeña que era.
Ya en marcha, y sin duda más lentos de lo que muchos querrían, el grupo se adentró más y más en el pantano, denotando que, si el camino solo llegaba hasta aquel punto donde habían dejado sus monturas, era por una muy buena razón. Desde aquel punto en adelante las charcas y ciénagas resultaban tan predominantes que difícilmente habría ingeniero capaz de construir nada sobre ellas, y los juncos y raíces nudosas estaban por doquier. En algunos puntos el barro parecía casi succionar hacia abajo las botas de Níniel, hasta el punto de resultar trabajoso sacarlas para dar el siguiente paso. Y el olor por otro lado no ayudaba a aliviar el esfuerzo extra que aquel avance requería...Por lo que las zonas más o menos secas, cuando podían permitírselas, eran todo un alivio para la peliblanca.
Catherine por su parte no parecía tener problema alguno con aquel terreno. Era un portento físico con unas piernas tan fuertes que no parecían notar el barro. Incluso saltaba por encima de raíces y troncos de árbol medio podridos con la soltura con la que un el elfo forestal recorrería Sandorai. De no haber sido por su ayuda, la sacerdotisa sin duda habría terminado ralentizando al grupo más de lo que hubiese podido permitirse sin deshacerse en disculpas.
Llevaban ya un rato de marcha, y estaban ya totalmente inmersos en el pantano, cuando Asher instó al grupo a detenerse ante un cambio, al principio sútil, que se percibía en el ambiente. No era un simple descanso, tampoco ningún sonido alertándoles de un peligro inmediato o de la cercanía de alguno o varios de sus objetivos, pues las orejas de Catherine no denotaban tal cosa...Era una especie de olor dulzón, como con el que algunos negocios de alto copete agasajaban a sus clientes. Algo que no tenía mucho sentido estando donde estaban. ¿Tenía algo que ver con la bruja? ¿Estaban cerca de su casa?
Níniel miró en la dirección en la que Asher señalaba y asintió al poder confirmar aquello que decía sentir. De algún modo el hombre bestia había sido capaz de detectar la concentración de éter que allí había, e incluso de comprender en gran medida la naturaleza de la misma sin error. ¿Cómo lo hacía? La peliblanca se fijó más en su compañero y leyó el flujo de éter de sus runas, comprendiendo que aquella debía de ser la respuesta, aunque no lograba entender las marcas en sí mismas.
Resultaba de lo más interesante, aunque aquel no era el momento para cumplidos ni preguntas. Fuese quién fuese el causante de aquella acumulación de éter estaba activando una magia poderosa que no podían subestimar. ante la certeza de aquello la joven comenzó a acumular éter, aprestando su bastón ante ella. Catherine, colocándose protectoramente ante la peliblanca también bajó su perfil y tensó sus músculos, lista para atacar...o correr. No obstante buena parte de su aplomo comenzó a tambalearse al escuchar la palabra "ilusiones".
-Mierda...¿por qué siempre tienen que ser ilusiones?- se lamentó a sabiendas de que para ella suponían todo un problema. No abandonó su posición defensiva, pero sí retrocedió un paso para acercarse más a Nín. Ni que decir tiene que en su foro interno aprobó que fuera el elfo el que se adelantara a los demás. Daba por hecho que, al ser elfo, no tendría problemas lidiando con ilusiones, aunque lo cierto es que tampoco es que le preocupara mucho que no fuera el caso. Echaría de menos sus reservas de sardinas si la cosa iba mal, eso sí.
-Ten cuidado.- Se preocupó más Níniel, avanzando muy despacio tras Anders en un intento por mantenerlo permanentemente a la vista mientras se adelantaba. Al menor signo de peligro usaría su magia para protegerlo. O lo potenciaría de ser necesario. Apartó con su bastón unos juncos, usando el resto para seguir oculta.
Fue en ese momento cuando la vio.
-¿Pero qué?- No pudo evitar proferir al ver el origen de aquella magia. Se trataba de una extraña planta, o al menos parte de ella. Una especie de lengua con espinas se agitaba serpenteante sobre el suelo, como si se contonease mirando de algún modo, si es que tal cosa era posible, hacia Anders. Su sonido al moverse resultaba desagradable en gran medida...Y lo más extraño era que el elfo no parecía percibir la amenaza.
-No des un paso más Anders.- Trató de advertir la joven al elfo al darse cuenta de que había caído bajo el influjo de la ilusión conjurada por aquella extraña planta. A saber qué estaba viendo, pero por su cara debía de ser algo de lo más agradable. -Es una trampa, usa ilusiones como señuelo.- Ató cabos rápidamente la sacerdotisa. El elfo no parecía escucharla, o quizá sí y pensaba que se había vuelto loca o que estaba ciega.
Iba a lanzarse tras el elfo, para detener su avance de algún modo, cuando Catherine pasó a su lado salivando y desabrochándose los guantes. Dejándolos caer al suelo y acercándose peligrosamente a la planta. Murmuraba algo sobre un gran festín de carne asada y, por mucho que Níniel le gritara, tampoco parecía oírla.
-Maldita sea.- Espetó la elfa mirando hacia atrás, pero finalmente decidida a hacer algo por su propia cuenta antes de que ocurriera una desgracia. -Liberalos de la ilusión, ¡Ahora!- Gritó mientras la felina se encontraba ya peligrosamente cerca de aquella lengua. Y en ese momento, del extremo de su bastón, una diminuta figura alada de pura luz salió disparada directamente contra la parte visible de aquel ser, golpeándola con fuerza y haciendo que, del suelo, el resto de la planta se mostrara, cerrando sus tallos como si de las mandíbulas de un depredador se tratasen sobre el pequeño ser de luz.
Casi de inmediato la criatura comenzó a agitarse y a emitir sonidos estridentes. Parecía que había mordido más de lo que podía tragar en aquella ocasión. Apenas unos instantes después la flor volvió a abrirse. La lengua se agitaba furibunda, y una serie de látigos repletos de espinas parecían tratar de azotar a la diminuta hada, que volaba entre ellos clavando una y otra vez su lanza del tamaño de una aguja sobre su enemiga, derramando cada vez más y más de la savia de aquella cosa.
OFF: Níniel usa este turno a su espíritu guardián.-Sí, esto ya está. podemos ponernos en marcha de inmediato.- asintió la joven tras finalizar el tratamiento, permitiéndose solo un momento para tomar un par de cosas de las alforjas de su upelero y pedirle en élfico que aguardará allí. A un par de pasos de ella Catherine afianzó las correas de sus guantes de combate y desplegó las garras de ambas manos a modo de ritual de preparación. Ella no necesitaba nada más.
-Vamos a por esa bruja.- secundó la felina. Aunque no tardó mucho en centrar más su atención en el pescado que el elfo les ofrecía, no dudando en tomar uno de ellos antes de que nadie pudiera adelantarse, devorándolo con fruición. -No está mal. Tú también vienes preparado elfo.- Fue su agradecimiento. Tendiendo inmediatamente de nuevo una mano, pidiendo más. Realmente era un misterio dónde metía aquella gata todo lo que comía, con lo pequeña que era.
Ya en marcha, y sin duda más lentos de lo que muchos querrían, el grupo se adentró más y más en el pantano, denotando que, si el camino solo llegaba hasta aquel punto donde habían dejado sus monturas, era por una muy buena razón. Desde aquel punto en adelante las charcas y ciénagas resultaban tan predominantes que difícilmente habría ingeniero capaz de construir nada sobre ellas, y los juncos y raíces nudosas estaban por doquier. En algunos puntos el barro parecía casi succionar hacia abajo las botas de Níniel, hasta el punto de resultar trabajoso sacarlas para dar el siguiente paso. Y el olor por otro lado no ayudaba a aliviar el esfuerzo extra que aquel avance requería...Por lo que las zonas más o menos secas, cuando podían permitírselas, eran todo un alivio para la peliblanca.
Catherine por su parte no parecía tener problema alguno con aquel terreno. Era un portento físico con unas piernas tan fuertes que no parecían notar el barro. Incluso saltaba por encima de raíces y troncos de árbol medio podridos con la soltura con la que un el elfo forestal recorrería Sandorai. De no haber sido por su ayuda, la sacerdotisa sin duda habría terminado ralentizando al grupo más de lo que hubiese podido permitirse sin deshacerse en disculpas.
Llevaban ya un rato de marcha, y estaban ya totalmente inmersos en el pantano, cuando Asher instó al grupo a detenerse ante un cambio, al principio sútil, que se percibía en el ambiente. No era un simple descanso, tampoco ningún sonido alertándoles de un peligro inmediato o de la cercanía de alguno o varios de sus objetivos, pues las orejas de Catherine no denotaban tal cosa...Era una especie de olor dulzón, como con el que algunos negocios de alto copete agasajaban a sus clientes. Algo que no tenía mucho sentido estando donde estaban. ¿Tenía algo que ver con la bruja? ¿Estaban cerca de su casa?
Níniel miró en la dirección en la que Asher señalaba y asintió al poder confirmar aquello que decía sentir. De algún modo el hombre bestia había sido capaz de detectar la concentración de éter que allí había, e incluso de comprender en gran medida la naturaleza de la misma sin error. ¿Cómo lo hacía? La peliblanca se fijó más en su compañero y leyó el flujo de éter de sus runas, comprendiendo que aquella debía de ser la respuesta, aunque no lograba entender las marcas en sí mismas.
Resultaba de lo más interesante, aunque aquel no era el momento para cumplidos ni preguntas. Fuese quién fuese el causante de aquella acumulación de éter estaba activando una magia poderosa que no podían subestimar. ante la certeza de aquello la joven comenzó a acumular éter, aprestando su bastón ante ella. Catherine, colocándose protectoramente ante la peliblanca también bajó su perfil y tensó sus músculos, lista para atacar...o correr. No obstante buena parte de su aplomo comenzó a tambalearse al escuchar la palabra "ilusiones".
-Mierda...¿por qué siempre tienen que ser ilusiones?- se lamentó a sabiendas de que para ella suponían todo un problema. No abandonó su posición defensiva, pero sí retrocedió un paso para acercarse más a Nín. Ni que decir tiene que en su foro interno aprobó que fuera el elfo el que se adelantara a los demás. Daba por hecho que, al ser elfo, no tendría problemas lidiando con ilusiones, aunque lo cierto es que tampoco es que le preocupara mucho que no fuera el caso. Echaría de menos sus reservas de sardinas si la cosa iba mal, eso sí.
-Ten cuidado.- Se preocupó más Níniel, avanzando muy despacio tras Anders en un intento por mantenerlo permanentemente a la vista mientras se adelantaba. Al menor signo de peligro usaría su magia para protegerlo. O lo potenciaría de ser necesario. Apartó con su bastón unos juncos, usando el resto para seguir oculta.
Fue en ese momento cuando la vio.
-¿Pero qué?- No pudo evitar proferir al ver el origen de aquella magia. Se trataba de una extraña planta, o al menos parte de ella. Una especie de lengua con espinas se agitaba serpenteante sobre el suelo, como si se contonease mirando de algún modo, si es que tal cosa era posible, hacia Anders. Su sonido al moverse resultaba desagradable en gran medida...Y lo más extraño era que el elfo no parecía percibir la amenaza.
-No des un paso más Anders.- Trató de advertir la joven al elfo al darse cuenta de que había caído bajo el influjo de la ilusión conjurada por aquella extraña planta. A saber qué estaba viendo, pero por su cara debía de ser algo de lo más agradable. -Es una trampa, usa ilusiones como señuelo.- Ató cabos rápidamente la sacerdotisa. El elfo no parecía escucharla, o quizá sí y pensaba que se había vuelto loca o que estaba ciega.
Iba a lanzarse tras el elfo, para detener su avance de algún modo, cuando Catherine pasó a su lado salivando y desabrochándose los guantes. Dejándolos caer al suelo y acercándose peligrosamente a la planta. Murmuraba algo sobre un gran festín de carne asada y, por mucho que Níniel le gritara, tampoco parecía oírla.
-Maldita sea.- Espetó la elfa mirando hacia atrás, pero finalmente decidida a hacer algo por su propia cuenta antes de que ocurriera una desgracia. -Liberalos de la ilusión, ¡Ahora!- Gritó mientras la felina se encontraba ya peligrosamente cerca de aquella lengua. Y en ese momento, del extremo de su bastón, una diminuta figura alada de pura luz salió disparada directamente contra la parte visible de aquel ser, golpeándola con fuerza y haciendo que, del suelo, el resto de la planta se mostrara, cerrando sus tallos como si de las mandíbulas de un depredador se tratasen sobre el pequeño ser de luz.
Casi de inmediato la criatura comenzó a agitarse y a emitir sonidos estridentes. Parecía que había mordido más de lo que podía tragar en aquella ocasión. Apenas unos instantes después la flor volvió a abrirse. La lengua se agitaba furibunda, y una serie de látigos repletos de espinas parecían tratar de azotar a la diminuta hada, que volaba entre ellos clavando una y otra vez su lanza del tamaño de una aguja sobre su enemiga, derramando cada vez más y más de la savia de aquella cosa.
Níniel Thenidiel
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Re: Matanzas y desgracias [Minievento, SCA]
La advertencia no pareció tener mucho efecto. O más bien, solo dos de mis compañeros pudieron resistir el hechizo. Oshu se acercó lentamente, olisqueando el aire. Parecía que le había afectado más por la nariz que por los ojos. Syl, por su parte, parecía dudar. Su lenguaje corporal parecía confuso, pero no se acercó. Su ballesta estaba lista. Miró alrededor antes de prepararse.
-Hay alguien más cerca.- advirtió.
-Oshu, maldita sea.- gruñí. El hombre perro se estaba acercando al mismo ritmo que Anders.
Y entonces, un enorme estruendo sacudió el pantano. Aquella criatura de luz que Niniel había convocado en el Midsommar se lanzó contra la planta, atacándola de forma sorprendentemente eficiente. Afortunadamente, aquello pareció liberar el hechizo parcialmente. Oshu reaccionó, tomando a Anders por el brazo para darle un fuerte tirón y retroceder con él, justo a tiempo para evitar que uno de los látigos de espinas se lanzase contra ellos.
-¡Dejadla en paz!- dijo una voz. Un hombre apareció de entre los árboles, corriendo directamente hacia Oshu con un pesado martillo de guerra en mano. Afortunadamente, el hombre bestia tuvo tiempo suficiente para desenfundar sus cimitarras y esquivar el ataque del bruto. Parecía un lunático, a juzgar por su expresión. -¡Dejad en paz a mi moza!-
-Syl, céntrate en la planta.- dije, mientras las runas de mi cuerpo comenzaban a brillar. En apenas un parpadeo, aparecí al lado de aquel tipo, [1] alzando mi pierna para asestarle una poderosa patada en la cabeza que lo derribó, mandándole unos metros por el aire y haciendo que rodase por el suelo, dando tumbos hasta frenar. ¿Que demonios era eso de "su moza"?
Para mi sorpresa, el tipo se levantó. Era grande, más o menos de mi tamaño. Los golpes que se había dado habían hecho que su frente sangrase, aunque ahora que lo miraba, quizás no tuviese nada importante dentro de su cabeza.
-No interfieras.- dije, volviendo a invocar a Eclipse. -Estas plantas te han hechizado.-
-¡No! ¡No lo harían!- aseguró. -¡Siempre están aquí cuando voy a verlas, y las amo! ¡No dejaré que las mates!- gritó, agitado.
-Oshu, ¿crees que está hechizado, o simplemente es idiota?- pregunté, en voz más baja.
-A mi se me fue en cuanto la planta hizo... eso.- dijo. En aquellos instantes, una lanza de fuego puro impactó en el centro de la flor, prendiéndola en llamas. Sin duda, debía haber sido obra de Syl. [2] El hombre lunático dejó escapar una exclamación de horror, y buscó al responsable con ira en la mirada.
Un temblor sacudió la tierra en varios puntos. Del suelo, empezaron a brotar plantas y zarzas, creciendo y tomando forma rápidamente mientras lo inundaban todo de aquel polen dulce.
Ah, por eso hablaba en plural. Había más. Para cuando la primera terminó de arder y acabó reducida a cenizas, tres nuevas plantas con dientes habían surgido, lanzando lianas y zarzas como si fuesen látigos. Una de ellas se enrolló en torno a mi pierna y comenzó a tirar, pero Oshu la cortó con sus cimitarras sin dificultad antes de que pudiese levantarme.
-Esto puede ser un problema.- dijo mi compañero.
Syl saltó entre los árboles, evitando las plantas venenosas que crecían por el tronco e intentaban envolverlo. Podía esquivarlos sin problemas, deslizándose a través de la naturaleza a velocidad vertiginosa, pero necesitaba tiempo para disparar.
-Oshu, Anders, encargaos del idiota.- dije. Tenía formas de encargarme de aquellas cosas, después de todo.
Me lancé a por la más cercana, abriéndome paso entre las redes de espinas que se formaban e intentaban detenerme. Apenas llegaban a ser aplastadas bajo mi armadura. Arrojé mi espada a la "mujer" central, que por sus movimientos, bien podría tratarse de cualquier otra cosa. Eclipse se hundió en su torso, aunque dudaba de que fuese realmente lo que la controlaba. Matarla con aquello no era mi objetivo, después de todo.
Mi garra se iluminó con un tono anaranjado.[3] Extendí la mano, y una conflagración salió de la palma, incinerando y carbonizando todo rastro de la planta a su paso. Cuando mi arma volvió a mi mano, lo hizo envuelta en fuego. El mismo fuego se extendió por mi armadura y mi cuerpo, protegiéndome como una segunda piel. Las llamas que me rodeaban brillaban con fuerza.
No tendrían ninguna posibilidad.
[1] Habilidad: Impulsopatada
[2] Habilidad de Syl: Impacto Crítico y Objeto: Quimera
[1] Habilidades: Estallido y Absorber
-Hay alguien más cerca.- advirtió.
-Oshu, maldita sea.- gruñí. El hombre perro se estaba acercando al mismo ritmo que Anders.
Y entonces, un enorme estruendo sacudió el pantano. Aquella criatura de luz que Niniel había convocado en el Midsommar se lanzó contra la planta, atacándola de forma sorprendentemente eficiente. Afortunadamente, aquello pareció liberar el hechizo parcialmente. Oshu reaccionó, tomando a Anders por el brazo para darle un fuerte tirón y retroceder con él, justo a tiempo para evitar que uno de los látigos de espinas se lanzase contra ellos.
-¡Dejadla en paz!- dijo una voz. Un hombre apareció de entre los árboles, corriendo directamente hacia Oshu con un pesado martillo de guerra en mano. Afortunadamente, el hombre bestia tuvo tiempo suficiente para desenfundar sus cimitarras y esquivar el ataque del bruto. Parecía un lunático, a juzgar por su expresión. -¡Dejad en paz a mi moza!-
-Syl, céntrate en la planta.- dije, mientras las runas de mi cuerpo comenzaban a brillar. En apenas un parpadeo, aparecí al lado de aquel tipo, [1] alzando mi pierna para asestarle una poderosa patada en la cabeza que lo derribó, mandándole unos metros por el aire y haciendo que rodase por el suelo, dando tumbos hasta frenar. ¿Que demonios era eso de "su moza"?
Para mi sorpresa, el tipo se levantó. Era grande, más o menos de mi tamaño. Los golpes que se había dado habían hecho que su frente sangrase, aunque ahora que lo miraba, quizás no tuviese nada importante dentro de su cabeza.
-No interfieras.- dije, volviendo a invocar a Eclipse. -Estas plantas te han hechizado.-
-¡No! ¡No lo harían!- aseguró. -¡Siempre están aquí cuando voy a verlas, y las amo! ¡No dejaré que las mates!- gritó, agitado.
-Oshu, ¿crees que está hechizado, o simplemente es idiota?- pregunté, en voz más baja.
-A mi se me fue en cuanto la planta hizo... eso.- dijo. En aquellos instantes, una lanza de fuego puro impactó en el centro de la flor, prendiéndola en llamas. Sin duda, debía haber sido obra de Syl. [2] El hombre lunático dejó escapar una exclamación de horror, y buscó al responsable con ira en la mirada.
Un temblor sacudió la tierra en varios puntos. Del suelo, empezaron a brotar plantas y zarzas, creciendo y tomando forma rápidamente mientras lo inundaban todo de aquel polen dulce.
Ah, por eso hablaba en plural. Había más. Para cuando la primera terminó de arder y acabó reducida a cenizas, tres nuevas plantas con dientes habían surgido, lanzando lianas y zarzas como si fuesen látigos. Una de ellas se enrolló en torno a mi pierna y comenzó a tirar, pero Oshu la cortó con sus cimitarras sin dificultad antes de que pudiese levantarme.
-Esto puede ser un problema.- dijo mi compañero.
Syl saltó entre los árboles, evitando las plantas venenosas que crecían por el tronco e intentaban envolverlo. Podía esquivarlos sin problemas, deslizándose a través de la naturaleza a velocidad vertiginosa, pero necesitaba tiempo para disparar.
-Oshu, Anders, encargaos del idiota.- dije. Tenía formas de encargarme de aquellas cosas, después de todo.
Me lancé a por la más cercana, abriéndome paso entre las redes de espinas que se formaban e intentaban detenerme. Apenas llegaban a ser aplastadas bajo mi armadura. Arrojé mi espada a la "mujer" central, que por sus movimientos, bien podría tratarse de cualquier otra cosa. Eclipse se hundió en su torso, aunque dudaba de que fuese realmente lo que la controlaba. Matarla con aquello no era mi objetivo, después de todo.
Mi garra se iluminó con un tono anaranjado.[3] Extendí la mano, y una conflagración salió de la palma, incinerando y carbonizando todo rastro de la planta a su paso. Cuando mi arma volvió a mi mano, lo hizo envuelta en fuego. El mismo fuego se extendió por mi armadura y mi cuerpo, protegiéndome como una segunda piel. Las llamas que me rodeaban brillaban con fuerza.
No tendrían ninguna posibilidad.
__________________________________
[1] Habilidad: Impulso
[2] Habilidad de Syl: Impacto Crítico y Objeto: Quimera
[1] Habilidades: Estallido y Absorber
Asher Daregan
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Re: Matanzas y desgracias [Minievento, SCA]
"-No des un paso más Anders.-"
Y en rebeldía, lo di. No porque quisiera, claro... bueno, eso se podía debatir, si quería, pero no por las razones que creía querer. La ilusión ya se había asentado con demasiada fuerza, era como estar borracho, o como haber recibido uno de esos puñetazos que te voltean la cabeza bien fuerte. Sabes y no sabes que y quienes están ahí, las palabras las escuchas; no las procesas.
Cuando empezó el feroz asalto del pequeño ser de luz sobre la criatura los sonidos violentos y movimientos irregulares bastaron para despertarme. Parcialmente.—¿Ahh? —pregunté confuso, viendo rápido a mis alrededores.
Catherine estaba pocos pasos al frente, apenas pude notar que tenía sus guantes a medio sacar, y por lo que parecía correr por un lado, estaba... ¿babeando?
En un pestañeó veía la lengua agitándose. En otro, a una mujer convulsionando. Di un par de pasos más, esta vez no tanto por sentirme atraído hacia ella sino por la pura confusión absoluta de, «¿qué rayos le pasa?».
Al recibir un jalón de Oshu hacia atrás perdí el equilibrio momentáneamente, pasando a verlo a él para sostenerme de su brazo y no terminar en el suelo. Romper la línea de visión hacia la planta terminó de soltarme, suficiente para poder pensar en mi estupidez promedio al menos, que era la suficiente para decirme "no te acerques a eso" al ver el latigazo que casi me alcanzaba.
—G-Gracias —dije con un gesto de la cabeza al hombre perro, mientras palabras y recuerdos ignorados se asentaban—. ¡Y a ti, Niniel!
Justo en ese instante escuché un grito. Vi hacia los árboles, y como un hombre cargaba hacia nosotros con un martillo. Fue una suerte que el ataque fuese dirigido hacia Oshu más que a mí, o no me hubiese dado tiempo de esquivar. Mi reacción habría sido unos varios segundos tarde, cosa fácilmente comprobable en que cuando Oshu ya había desenvainado y esquivado, yo apenas iniciaba movimiento para alejarme del hombre.
—¿Moza? —alcé una ceja sacando el hacha—. ¿Quién? ¿Quién eres?
—¡Lubos-! —y antes de que pudiese terminar de hablar, Asher apareció entre él y yo, clavándole una patada.
Seguí con la mirada el cuerpo a medida que rodaba. No esperaba que fuese a ponerse de pie hasta que lo hizo, e incluso viéndolo de pie todavía y con la frente ensangrentada dudaba que en realidad pudiese luchar todavía. La advertencia del hombre bestia, la replica del salvaje, y la respuesta que Oshu le daba a Asher...
Atentaba contra mi conocimiento. ¿Esas cosas en un pantano? ¿No eran solo del bosque? Vi hacia la planta, justo para el instante en que una lanza llameante la atravesaba. En mis ojos seguía siendo una mujer, pero ahora era capaz de discernir en cuestión la falta de extremidades y los látigos. Solo mientras las llamas terminaban de tragársela, claro. Esbocé una sonrisa lánguida, «no puede ser».
Si podía ser, eran plagas peores de lo que pensaba si podían vivir también en pantanos.. No había solo esa, sino tres más, todas agitando sus látigos de una vez. Intenté cortar una que me ataco, pero solo fue como empujarla, apenas y habría sentido el corte. Asentí a la instrucción del Centinela, en mi caso definitivamente no podría contra una de ellas.
—¡Son Mansharis! ¡No vean directamente al señuelo o el hechizo es casi inescapable! ¡Centrarse el tallo está bien! ¡Los pétalos tienen toxinas, no los toq— —gritaba para alertar al resto; aunque fuese horriblemente irónico porque era a mí el que habían salvado, y que al parecer el hechizo en realidad no estaba afectando a la mayoría. Más fuerza de voluntad, o quien sabe qué.
—¿Cómo qué qué dijiste? —gruñó, interrumpiendo. Había estado persiguiendo inútilmente a Syl y después sufriendo por no saber si atacar a Asher, Niniel o Catherine. Finalmente se había decidido: por mí y Oshu—. ¿¡Aaaw, aaw!? —empezó a correr en nuestra dirección, alzando su mazo—. ¡No decirles putas!
Hice una mueca confusa, ese hablar no era un asunto de las ilusiones de las Manshari. ¿Demasiado tiempo solo, quizás?
Me hice a un lado saltando en una dirección opuesta a Oshu. Bien que el hombre perro podría manejarse solo contra este sujeto, viendo la velocidad con la que le marcó tres cortes, uno en la pierna, uno en el costado, y uno en el hombro. Lubos portaba armadura para las piernas en la forma de pantalones gruesos de cuero y una coraza decente, pero los brazos estaban al descubierto. Gruñó ante el corte, apretando los dientes furioso y agitando la cabeza, parecía que en cualquier momento le iba a estallar. Agarró con fuerza el largo mango de su martillo y dio un golpe hacia Oshu.
El perro se apartó ágilmente, si bien intentó contraatacar en el mismo movimiento, su cimitarra fue lanzada lejos al impactar con el martillo. Cuando Lobus iba a devolver el movimiento para golpear de izquierda a derecha golpeé primero con el golem endurecido en la forma de un escudo en su pierna, arruinando su equilibrio y por ello, el golpe se desviase.
Lo único lamentable es que por muy estúpido que pareciera, claramente estaba versado en combate. Dejo correr el mango hacia abajo por sus manos y golpeo hacia atrás con la punta del mismo sobre mi escudo, con suficiente fuerza para empujarme atrás, y que el mismo impactó empujase el martillo hacia adelante de nuevo, chocando contra la cimitarra de Oshu a suficiente tiempo como para cambiar el corte que iba a su cuello hacia la mejilla. Agarré un puñado de barro al caer y me levante rápidamente, saltando sobre la espalda de Lubos para abrazarlo del cuello y aplastarle el barro en la cara, echó un brazo atrás agarrandome de la ropa y me lanzó adelante, sin ver, esperando que impactase sobre Oshu.
Acto seguido levantó el martillo al escuchar el impacto de la caída, pretendiendo dar un golpe salvaje a ciegas. El arma se cayó de sus manos cuando estuvo alzada... y ya que estabamos, sus manos se habían caído también, cercenadas por la cimitarra de Oshu.
El grito de dolor del hombre fue desgarrador; pero eso de ninguna forma detuvo a Oshu. El hombre bestia se impulsó, dándole una patada para derribarlo sobre su culo. Suspiré aliviado desde el suelo donde estaba tirado, viendo de cabeza todo, al verlo saltar pensé que iba a ponerle fin. Seguramente no había decidido eso porque parecía estar bajo efecto de las plantas, cosa que no era culpa suya, y sin manos... bueno, no podía hacer gran cosa, además, estaría pensando lo mismo que yo, «Niniel puede curar». ¿Verdad?
Rodé para ponerme de pie y corrí a buscar la espada que le había sido arrancada al hombre bestia para devolvérsela. El olor a quemado y el humo me inundaban la nariz, pero no iba a tomar el riesgo de voltear y caer bajo el hechizo de una planta una vez más.
Y en rebeldía, lo di. No porque quisiera, claro... bueno, eso se podía debatir, si quería, pero no por las razones que creía querer. La ilusión ya se había asentado con demasiada fuerza, era como estar borracho, o como haber recibido uno de esos puñetazos que te voltean la cabeza bien fuerte. Sabes y no sabes que y quienes están ahí, las palabras las escuchas; no las procesas.
Cuando empezó el feroz asalto del pequeño ser de luz sobre la criatura los sonidos violentos y movimientos irregulares bastaron para despertarme. Parcialmente.—¿Ahh? —pregunté confuso, viendo rápido a mis alrededores.
Catherine estaba pocos pasos al frente, apenas pude notar que tenía sus guantes a medio sacar, y por lo que parecía correr por un lado, estaba... ¿babeando?
En un pestañeó veía la lengua agitándose. En otro, a una mujer convulsionando. Di un par de pasos más, esta vez no tanto por sentirme atraído hacia ella sino por la pura confusión absoluta de, «¿qué rayos le pasa?».
Al recibir un jalón de Oshu hacia atrás perdí el equilibrio momentáneamente, pasando a verlo a él para sostenerme de su brazo y no terminar en el suelo. Romper la línea de visión hacia la planta terminó de soltarme, suficiente para poder pensar en mi estupidez promedio al menos, que era la suficiente para decirme "no te acerques a eso" al ver el latigazo que casi me alcanzaba.
—G-Gracias —dije con un gesto de la cabeza al hombre perro, mientras palabras y recuerdos ignorados se asentaban—. ¡Y a ti, Niniel!
Justo en ese instante escuché un grito. Vi hacia los árboles, y como un hombre cargaba hacia nosotros con un martillo. Fue una suerte que el ataque fuese dirigido hacia Oshu más que a mí, o no me hubiese dado tiempo de esquivar. Mi reacción habría sido unos varios segundos tarde, cosa fácilmente comprobable en que cuando Oshu ya había desenvainado y esquivado, yo apenas iniciaba movimiento para alejarme del hombre.
—¿Moza? —alcé una ceja sacando el hacha—. ¿Quién? ¿Quién eres?
—¡Lubos-! —y antes de que pudiese terminar de hablar, Asher apareció entre él y yo, clavándole una patada.
Seguí con la mirada el cuerpo a medida que rodaba. No esperaba que fuese a ponerse de pie hasta que lo hizo, e incluso viéndolo de pie todavía y con la frente ensangrentada dudaba que en realidad pudiese luchar todavía. La advertencia del hombre bestia, la replica del salvaje, y la respuesta que Oshu le daba a Asher...
Atentaba contra mi conocimiento. ¿Esas cosas en un pantano? ¿No eran solo del bosque? Vi hacia la planta, justo para el instante en que una lanza llameante la atravesaba. En mis ojos seguía siendo una mujer, pero ahora era capaz de discernir en cuestión la falta de extremidades y los látigos. Solo mientras las llamas terminaban de tragársela, claro. Esbocé una sonrisa lánguida, «no puede ser».
Si podía ser, eran plagas peores de lo que pensaba si podían vivir también en pantanos.. No había solo esa, sino tres más, todas agitando sus látigos de una vez. Intenté cortar una que me ataco, pero solo fue como empujarla, apenas y habría sentido el corte. Asentí a la instrucción del Centinela, en mi caso definitivamente no podría contra una de ellas.
—¡Son Mansharis! ¡No vean directamente al señuelo o el hechizo es casi inescapable! ¡Centrarse el tallo está bien! ¡Los pétalos tienen toxinas, no los toq— —gritaba para alertar al resto; aunque fuese horriblemente irónico porque era a mí el que habían salvado, y que al parecer el hechizo en realidad no estaba afectando a la mayoría. Más fuerza de voluntad, o quien sabe qué.
—¿Cómo qué qué dijiste? —gruñó, interrumpiendo. Había estado persiguiendo inútilmente a Syl y después sufriendo por no saber si atacar a Asher, Niniel o Catherine. Finalmente se había decidido: por mí y Oshu—. ¿¡Aaaw, aaw!? —empezó a correr en nuestra dirección, alzando su mazo—. ¡No decirles putas!
Hice una mueca confusa, ese hablar no era un asunto de las ilusiones de las Manshari. ¿Demasiado tiempo solo, quizás?
Me hice a un lado saltando en una dirección opuesta a Oshu. Bien que el hombre perro podría manejarse solo contra este sujeto, viendo la velocidad con la que le marcó tres cortes, uno en la pierna, uno en el costado, y uno en el hombro. Lubos portaba armadura para las piernas en la forma de pantalones gruesos de cuero y una coraza decente, pero los brazos estaban al descubierto. Gruñó ante el corte, apretando los dientes furioso y agitando la cabeza, parecía que en cualquier momento le iba a estallar. Agarró con fuerza el largo mango de su martillo y dio un golpe hacia Oshu.
El perro se apartó ágilmente, si bien intentó contraatacar en el mismo movimiento, su cimitarra fue lanzada lejos al impactar con el martillo. Cuando Lobus iba a devolver el movimiento para golpear de izquierda a derecha golpeé primero con el golem endurecido en la forma de un escudo en su pierna, arruinando su equilibrio y por ello, el golpe se desviase.
Lo único lamentable es que por muy estúpido que pareciera, claramente estaba versado en combate. Dejo correr el mango hacia abajo por sus manos y golpeo hacia atrás con la punta del mismo sobre mi escudo, con suficiente fuerza para empujarme atrás, y que el mismo impactó empujase el martillo hacia adelante de nuevo, chocando contra la cimitarra de Oshu a suficiente tiempo como para cambiar el corte que iba a su cuello hacia la mejilla. Agarré un puñado de barro al caer y me levante rápidamente, saltando sobre la espalda de Lubos para abrazarlo del cuello y aplastarle el barro en la cara, echó un brazo atrás agarrandome de la ropa y me lanzó adelante, sin ver, esperando que impactase sobre Oshu.
Acto seguido levantó el martillo al escuchar el impacto de la caída, pretendiendo dar un golpe salvaje a ciegas. El arma se cayó de sus manos cuando estuvo alzada... y ya que estabamos, sus manos se habían caído también, cercenadas por la cimitarra de Oshu.
El grito de dolor del hombre fue desgarrador; pero eso de ninguna forma detuvo a Oshu. El hombre bestia se impulsó, dándole una patada para derribarlo sobre su culo. Suspiré aliviado desde el suelo donde estaba tirado, viendo de cabeza todo, al verlo saltar pensé que iba a ponerle fin. Seguramente no había decidido eso porque parecía estar bajo efecto de las plantas, cosa que no era culpa suya, y sin manos... bueno, no podía hacer gran cosa, además, estaría pensando lo mismo que yo, «Niniel puede curar». ¿Verdad?
Rodé para ponerme de pie y corrí a buscar la espada que le había sido arrancada al hombre bestia para devolvérsela. El olor a quemado y el humo me inundaban la nariz, pero no iba a tomar el riesgo de voltear y caer bajo el hechizo de una planta una vez más.
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Uso a Oshu con permiso de Asher.
Anders
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Re: Matanzas y desgracias [Minievento, SCA]
En qué mal momento había decidido Catherine caer bajo el pernicioso efecto de aquella planta. Y es que de haberse mantenido firme junto a la elfa, todo habría sido, sin lugar a dudas, mucho más sencillo gracias a sus sentidos superdesarrollados. Podría haberles advertido de la presencia de aquel gigantón con cara de simple que se lanzó contra ellos martillo de guerra en mano y con intenciones claramente homicidas, aunque con motivaciones mucho menos obvias. También podría haber sabido que no había una única de aquellas cosas allí, si no hasta tres más esperando su momento para activarse cual inteligentemente pensada trampa. Trampa en la que habían terminado cayendo a pesar de haber percibido el éter de sus ilusiones. Lo cual era...bueno, algo digno de omitirse en futuros relatos sobre aquella aventura.
En cualquier caso de poco servía lamentarse. Los dioses barajan, y tú juegas las cartas. Solo podían hacer una cosa ya. Demostrarles a aquellas cosas que no podían haber escogido peor a sus presas. Y con Oshu y Anders ocupándose de aquella mole bobalicona, y Asher y Syl de dos de las Mansharis, pues así las había llamado el elfo, Níniel no podía quedarse de brazos cruzados.
-Ya has oído Cath, evita mirar directamente a esa lengua central.- Convino con una aún confundida felina a la que aún le costaba entender completamente la situación. Y es que por mucho que la primera ilusión se hubiese disipado, en esos momentos tenían que lidiar con otras tres fuentes para la misma tratando de colarse en sus mentes a través de sus sentidos. -Y no respires.- Añadió la peliblanca logrando que su hermana la mirase con cara de circunstancias. Evidentemente la elfa tenía un plan para aquello.
Levantó su bastón y de inmediato apareció sobre ambas una película protectora de luz pura que las cubría por completo[3], y que tomó la forma de un armadura de diseño dracónido sobre el cuerpo de ambas. Aquella armadura las aislaría de aquel polen dulzón, evitando con ello sufrir sus efectos, al tiempo que las protegía como una armadura de los látigos venenosos que tan insidiosos enemigos usaban contra el grupo al percibir que sus ilusiones no lograban su propósito.
-Mucho mejor...- Tomó aire la pelirroja antes de centrar su mirada en la planta más cercana y mirarla con auténtico odio. En parte la odiaba por la amenaza que suponía, claro, pero también se sentía estúpida por haberse creído que podía haber todo un banquete de carnes selectas en mitad de aquel pantano. Además, y aunque en esos momentos era consciente del engaño, volvía a tener hambre. Alguien tenía que pagar por todo ello. Cerró los ojos.
-Quédate atrás, Nín.- Pidió sin abrir los ojos, cercenando uno de aquellos látigos con sus garras antes de la golpeara en el rostro y deteniendo un segundo con la mano, agarrándolo y retorciéndolo sabedora de que el veneno no podría llegar a ella a través de dos capas de armadura. Dio un tirón y arrancó aquella parte de la planta causando que profiriera algo parecido a un chillido. -Así que sientes dolor...tanto mejor.- Dijo con una sonrisa feroz antes de agacharse como un resorte y lanzarse a por ella [1] con ambas garras desplegadas. Impactando contra ella con tanta fuerza como para agitar sus raíces y ensartando su flor con ambas manos, atravesándola y despedazándola al abrir sus brazos hacia fuera antes de que los tallos se cerraran. Saltando hacia arriba varios metros y evitando ser atrapada por estos.
Herida y perdiendo abundante savia las fauces no tardaron en empezar a abrirse, aunque lentamente mientras el par de látigos que le quedaban se volvían locos y se agitaban frenéticos, momento que la gata, tras aterrizar elegantemente, aprovechó para despedazarlos también.
-Y ahora tú.- Dijo entonces, dirigiendo su mirada de ojos cerrados hacia la planta restante, que continuaba tratando de hechizar a todo el mundo con su polen y sus contoneos, así como de atacarlos con sus espinas venenosas. Nada de eso funcionaba ya con la felina, que cortó dos zarcillos más sin detener su avance. -Te voy a convertir en un cesto trenzado para mi hermana.- Amplió su feroz sonrisa y se preparó para lanzarse contra la última enemiga.
A unos metros de allí, la lucha contra el gigantón también había concluido, con triunfo para el grupo del centinela del norte. La victoria era suya, aunque Níniel dudaba que aquella situación tuviera nada que ver con la misión que les había llevado hasta allí. Tal vez aquel humano que les había atacado sin previo aviso supiera algo no obstante...Aunque no le había parecido la persona más espabilada de Aerandir precisamente por lo poco que había dicho...Además aquellas heridas no eran ningún arañazo. Solo su formidable resistencia debía de haber evitado que se desmayara por el dolor y la pérdida de sangre.
-¿Estáis todos bien? ¿No os han alcanzado con sus espinas?- Se interesó la sacerdotisa, consciente de que incluso un pequeño arañazo de aquellas plantas debía de ser tratado rápidamente antes de que el veneno se extendiera. Aún a pesar de haber preguntado revisó a los demás incluso antes de recibir respuesta, al menos superficialmente. Especialmente a Anders, al que llegó a ver golpeado en el suelo. La integridad del atacante fue la última en ser revisada por la joven.
-Puedo cerrar sus heridas y evitar que muera, pero sus manos...Llevaría horas reimplantarlas..- dijo señalando con la mirada a sus manos amputadas, que aún se hallaban aferrando aquel enorme martillo de guerra de forma grotesca. -...días para hacerlas volver a crecer.- Añadió mirando a Asher y comenzando a aplicar su sanación sobre los muñones demostrando que no necesitaba imponer sus manos para sanar a alguien[2]. Al menos mientras las heridas se cerraban, los gritos de aquel sujeto cesaron. Podrían interrogarle a gusto.
-Un corte limpio.- Admiró Cath la obra de Oshu levantando aquel martillo y comprobando su peso. Era casi más grande que ella. -Eh, mira Oshu.- Quiso llamar la atención del hombre bestia la felina entonces. Cualquiera que se girara podría ver como la inagotable gata había levantado el dedo corazón de ambas manos cercenadas del humano. Y parecía encontrarlo tremendamente divertido.
En cualquier caso de poco servía lamentarse. Los dioses barajan, y tú juegas las cartas. Solo podían hacer una cosa ya. Demostrarles a aquellas cosas que no podían haber escogido peor a sus presas. Y con Oshu y Anders ocupándose de aquella mole bobalicona, y Asher y Syl de dos de las Mansharis, pues así las había llamado el elfo, Níniel no podía quedarse de brazos cruzados.
-Ya has oído Cath, evita mirar directamente a esa lengua central.- Convino con una aún confundida felina a la que aún le costaba entender completamente la situación. Y es que por mucho que la primera ilusión se hubiese disipado, en esos momentos tenían que lidiar con otras tres fuentes para la misma tratando de colarse en sus mentes a través de sus sentidos. -Y no respires.- Añadió la peliblanca logrando que su hermana la mirase con cara de circunstancias. Evidentemente la elfa tenía un plan para aquello.
Levantó su bastón y de inmediato apareció sobre ambas una película protectora de luz pura que las cubría por completo[3], y que tomó la forma de un armadura de diseño dracónido sobre el cuerpo de ambas. Aquella armadura las aislaría de aquel polen dulzón, evitando con ello sufrir sus efectos, al tiempo que las protegía como una armadura de los látigos venenosos que tan insidiosos enemigos usaban contra el grupo al percibir que sus ilusiones no lograban su propósito.
-Mucho mejor...- Tomó aire la pelirroja antes de centrar su mirada en la planta más cercana y mirarla con auténtico odio. En parte la odiaba por la amenaza que suponía, claro, pero también se sentía estúpida por haberse creído que podía haber todo un banquete de carnes selectas en mitad de aquel pantano. Además, y aunque en esos momentos era consciente del engaño, volvía a tener hambre. Alguien tenía que pagar por todo ello. Cerró los ojos.
-Quédate atrás, Nín.- Pidió sin abrir los ojos, cercenando uno de aquellos látigos con sus garras antes de la golpeara en el rostro y deteniendo un segundo con la mano, agarrándolo y retorciéndolo sabedora de que el veneno no podría llegar a ella a través de dos capas de armadura. Dio un tirón y arrancó aquella parte de la planta causando que profiriera algo parecido a un chillido. -Así que sientes dolor...tanto mejor.- Dijo con una sonrisa feroz antes de agacharse como un resorte y lanzarse a por ella [1] con ambas garras desplegadas. Impactando contra ella con tanta fuerza como para agitar sus raíces y ensartando su flor con ambas manos, atravesándola y despedazándola al abrir sus brazos hacia fuera antes de que los tallos se cerraran. Saltando hacia arriba varios metros y evitando ser atrapada por estos.
Herida y perdiendo abundante savia las fauces no tardaron en empezar a abrirse, aunque lentamente mientras el par de látigos que le quedaban se volvían locos y se agitaban frenéticos, momento que la gata, tras aterrizar elegantemente, aprovechó para despedazarlos también.
-Y ahora tú.- Dijo entonces, dirigiendo su mirada de ojos cerrados hacia la planta restante, que continuaba tratando de hechizar a todo el mundo con su polen y sus contoneos, así como de atacarlos con sus espinas venenosas. Nada de eso funcionaba ya con la felina, que cortó dos zarcillos más sin detener su avance. -Te voy a convertir en un cesto trenzado para mi hermana.- Amplió su feroz sonrisa y se preparó para lanzarse contra la última enemiga.
A unos metros de allí, la lucha contra el gigantón también había concluido, con triunfo para el grupo del centinela del norte. La victoria era suya, aunque Níniel dudaba que aquella situación tuviera nada que ver con la misión que les había llevado hasta allí. Tal vez aquel humano que les había atacado sin previo aviso supiera algo no obstante...Aunque no le había parecido la persona más espabilada de Aerandir precisamente por lo poco que había dicho...Además aquellas heridas no eran ningún arañazo. Solo su formidable resistencia debía de haber evitado que se desmayara por el dolor y la pérdida de sangre.
-¿Estáis todos bien? ¿No os han alcanzado con sus espinas?- Se interesó la sacerdotisa, consciente de que incluso un pequeño arañazo de aquellas plantas debía de ser tratado rápidamente antes de que el veneno se extendiera. Aún a pesar de haber preguntado revisó a los demás incluso antes de recibir respuesta, al menos superficialmente. Especialmente a Anders, al que llegó a ver golpeado en el suelo. La integridad del atacante fue la última en ser revisada por la joven.
-Puedo cerrar sus heridas y evitar que muera, pero sus manos...Llevaría horas reimplantarlas..- dijo señalando con la mirada a sus manos amputadas, que aún se hallaban aferrando aquel enorme martillo de guerra de forma grotesca. -...días para hacerlas volver a crecer.- Añadió mirando a Asher y comenzando a aplicar su sanación sobre los muñones demostrando que no necesitaba imponer sus manos para sanar a alguien[2]. Al menos mientras las heridas se cerraban, los gritos de aquel sujeto cesaron. Podrían interrogarle a gusto.
-Un corte limpio.- Admiró Cath la obra de Oshu levantando aquel martillo y comprobando su peso. Era casi más grande que ella. -Eh, mira Oshu.- Quiso llamar la atención del hombre bestia la felina entonces. Cualquiera que se girara podría ver como la inagotable gata había levantado el dedo corazón de ambas manos cercenadas del humano. Y parecía encontrarlo tremendamente divertido.
[1] Catherine usa su habilidad "Ataque relámpago".
[2] Níniel usa su maestría "Plegaria"
[3] Níniel usa su habilidad "Abrazo de Isil.
Níniel Thenidiel
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Re: Matanzas y desgracias [Minievento, SCA]
-Estoy bien. Solo han tocado la armadura.- aseguré. Con las llamas, poco iban a poder hacer. Syl saltó de entre los árboles, respirando de forma algo agitada. No debía haber tenido mucho descanso, pero tampoco parecía herido.
Oshu tomó la espada que Anders había recuperado, para luego acercarse y limpiar ambas hojas en la ropa del humano al que se había enfrentado. Cuando la felina captó su atención, negó con la cabeza y tomó aire, sin llegar a molestarse en reprimir su sonrisa.
-No te las quedes como trofeo. Se pudren rápidamente.- advirtió. -...Lo sé por su culpa.- acusó, señalándome.
Me centré en el atacante. El hombre estaba llorando y gritando de dolor en el suelo, incapaz de hacer nada. Aunque dejó de gritar en cuanto Niniel le curó, no parecía haberse olvidado de las pérdidas, tanto de sus manos como de sus... "mozas".
-¿Que sabes de Halliman?- pregunté, acercando mi espada ligeramente a su cuello. No había nada que perder por preguntar, después de todo.-
-¡Y... Lub-luboo... auuuuugh!- balbuceó. Intentó decir algo más. O gruñir algo, no estaba demasiado seguro.
No parecía que fuese a ser útil. Apenas había entendido nada de lo que había dicho antes, mucho menos iba a entender entre sus sollozos incoherentes.
Casi daba lástima. Aunque había acabado mejor de lo que habría hecho si no hubiesemos intervenido.
-Pérdida de tiempo.- mascullé, cerrando los ojos. Al menos nadie parecía haber salido mal parado ante la "sorpresa". Las llamas que me rodeaban se calmaron un poco, reduciéndose hasta cubrirme solo parcialmente. Respondía a la energía que usaba, después de todo. Si procuraba no cansarme, podía mantenerlas un rato más. -Mejor que nos movamos antes de que salgan más.-
Y tras eso, continuamos el trayecto. Con mi suerte, aquel no sería el último obstáculo con el que nos encontrásemos. Por el momento, tuve que andar con cuidado para que las llamas no alcanzasen a más vegetación, aunque con toda la humedad del lugar, era poco probable que cualquier fuego se extendiese mucho.
Contra todo pronóstico, nada intentó matarnos por el momento. No pasó mucho tiempo hasta que empecé a vislumbrar un rastro de éter... bastante intenso. No era elemental, ni ilusorio... no se parecía a cualquier otro que hubiese visto hasta el momento, pero era increíblemente claro.
-Esa bruja es fuerte. Y mucho. No me extrañaría si pudiese enfrentarse a un maestro del Hekshold, o a Fireheart.- expliqué. Era una declaración bastante fuerte para no haberla visto en persona, pero pocas veces había visto individuos capaces de reunir tal cantidad de magia. -Esperemos que esté cuerda...-
Nos aproximamos a la cabaña. No era gran cosa, a primera vista, pero uno nunca sabía que había en la casa de un brujo poderoso. Gracias a mi insistencia, Oshu se acercó a llamar a la puerta, para luego alejarse y dejarme hablar. Casi al instante, la puerta se abrió, revelando a una mujer anciana, extremadamente arrugada y portando un bastón de madera del que se apoyaba.
-Anabela Draga.- dije, haciendo un gesto de cabeza. -No venimos a molestar más de lo necesario. Tengo entendido que sabes algo de tres hombres bestia. ¿Las Tres Zarpas?- pregunté.
-Tres zarpas, si...- dijo, saliendo de su cabaña. -Tres que debería cortar, si me preguntas. Siempre molestandome, siempre intentando robarme... ¡me fui al pantano por algo, y aun así!- refunfuñó. -¿Y a que vienes? ¿Vienes a matarlos? Dime que sí, alguien debe hacer limpieza...- añadió, para luego dejar escapar una enervante risa.
-No creo que eso sea necesario.- repliqué. -Sólo queremos hablar con ellos.-
-¿Hablar entre compañeros, Asher Daregan?- preguntó. Me tensé ligeramente. -No creas que puedes engañarme llevando un par de elfos contigo. Tus amiguitos me han hablado de ti. Todos los bestias sois iguales... ¡Ladrones, igual que ellos!- escupió la anciana.
Empezaba a parecer que aquello no iba a resolverse con una agradable conversación.
-¿Quereis mi tesoro? ¡Tomadlo! ¡Todo vuestro!- exclamó, alzando su bastón mientras reía de forma maníaca. Un portal se abrió por encima de su cabeza, apuntando directamente hacia nosotros. Y una lluvia de pequeñas monedas doradas salió de este, cada una disparada a la velocidad de una flecha.
Recibir tan solo una de ellas dolería. Aguantar eso durante unos segundos podía ser serio.
La parte buena era que estaba preparado. El libro blanco que llevaba a la cintura se iluminó, activando una de las runas preparadas y desplegando una barrera a nuestro alrededor para detener la ráfaga antes de que esta nos alcanzase. [1]
Desafortunadamente, no eran solo monedas. Lentamente, un pesado cofre empezó a salir del portal, y en cuanto este lo atravesó del todo, salió disparado a la misma velocidad que los demás proyectiles. En cuanto tocó la barrera, se detuvo en el aire... y el escudo se resquebrajó, para luego estallar con una explosión eléctrica. El sonido de las monedas aterrizando a nuestro alrededor se hizo evidente, pero no parecía que el asalto fuese a terminar sin más.
-Suficientes negociaciones.- gruñí, agarrando con fuerza a Eclipse. El fuego que me rodeaba se concentró en la espada a medida que la alzaba... y lanzaba una devastadora oleada de fuego, [2] escupiendo una abrasadora llamarada hacia la mujer que convertía todo lo que tocaba en cenizas.
Reaccionó a tiempo. Un enorme escudo dorado salió del suelo, interponiéndose entre la mujer y el fuego, y redirigiendo las llamas a los lados. Para cuando acabó, su escudo no era más que un montículo a medio derretir, pero la mujer estaba intacta. No iba a ser tan fácil.
Lamento la demora. Estaré algo lento durante unas semanas, pero intentaré postear aquí para no haceros esperar demasiado.
Anabela Draga es una bruja de nivel 9 con maestria en conjuración. En especifico, invoca cualquier cosa cualquier persona consideraría de alto valor: objetos de oro, piedras preciosas, etc. También puede usar portales molestos.
Anders, puedes seguir usando a Oshu como veas.
[1] Objeto Limitado: Runa Territorio
[2] Habilidad: Liberación (sacrifica el elemento absorbido)
Oshu tomó la espada que Anders había recuperado, para luego acercarse y limpiar ambas hojas en la ropa del humano al que se había enfrentado. Cuando la felina captó su atención, negó con la cabeza y tomó aire, sin llegar a molestarse en reprimir su sonrisa.
-No te las quedes como trofeo. Se pudren rápidamente.- advirtió. -...Lo sé por su culpa.- acusó, señalándome.
Me centré en el atacante. El hombre estaba llorando y gritando de dolor en el suelo, incapaz de hacer nada. Aunque dejó de gritar en cuanto Niniel le curó, no parecía haberse olvidado de las pérdidas, tanto de sus manos como de sus... "mozas".
-¿Que sabes de Halliman?- pregunté, acercando mi espada ligeramente a su cuello. No había nada que perder por preguntar, después de todo.-
-¡Y... Lub-luboo... auuuuugh!- balbuceó. Intentó decir algo más. O gruñir algo, no estaba demasiado seguro.
No parecía que fuese a ser útil. Apenas había entendido nada de lo que había dicho antes, mucho menos iba a entender entre sus sollozos incoherentes.
Casi daba lástima. Aunque había acabado mejor de lo que habría hecho si no hubiesemos intervenido.
-Pérdida de tiempo.- mascullé, cerrando los ojos. Al menos nadie parecía haber salido mal parado ante la "sorpresa". Las llamas que me rodeaban se calmaron un poco, reduciéndose hasta cubrirme solo parcialmente. Respondía a la energía que usaba, después de todo. Si procuraba no cansarme, podía mantenerlas un rato más. -Mejor que nos movamos antes de que salgan más.-
Y tras eso, continuamos el trayecto. Con mi suerte, aquel no sería el último obstáculo con el que nos encontrásemos. Por el momento, tuve que andar con cuidado para que las llamas no alcanzasen a más vegetación, aunque con toda la humedad del lugar, era poco probable que cualquier fuego se extendiese mucho.
Contra todo pronóstico, nada intentó matarnos por el momento. No pasó mucho tiempo hasta que empecé a vislumbrar un rastro de éter... bastante intenso. No era elemental, ni ilusorio... no se parecía a cualquier otro que hubiese visto hasta el momento, pero era increíblemente claro.
-Esa bruja es fuerte. Y mucho. No me extrañaría si pudiese enfrentarse a un maestro del Hekshold, o a Fireheart.- expliqué. Era una declaración bastante fuerte para no haberla visto en persona, pero pocas veces había visto individuos capaces de reunir tal cantidad de magia. -Esperemos que esté cuerda...-
Nos aproximamos a la cabaña. No era gran cosa, a primera vista, pero uno nunca sabía que había en la casa de un brujo poderoso. Gracias a mi insistencia, Oshu se acercó a llamar a la puerta, para luego alejarse y dejarme hablar. Casi al instante, la puerta se abrió, revelando a una mujer anciana, extremadamente arrugada y portando un bastón de madera del que se apoyaba.
-Anabela Draga.- dije, haciendo un gesto de cabeza. -No venimos a molestar más de lo necesario. Tengo entendido que sabes algo de tres hombres bestia. ¿Las Tres Zarpas?- pregunté.
-Tres zarpas, si...- dijo, saliendo de su cabaña. -Tres que debería cortar, si me preguntas. Siempre molestandome, siempre intentando robarme... ¡me fui al pantano por algo, y aun así!- refunfuñó. -¿Y a que vienes? ¿Vienes a matarlos? Dime que sí, alguien debe hacer limpieza...- añadió, para luego dejar escapar una enervante risa.
-No creo que eso sea necesario.- repliqué. -Sólo queremos hablar con ellos.-
-¿Hablar entre compañeros, Asher Daregan?- preguntó. Me tensé ligeramente. -No creas que puedes engañarme llevando un par de elfos contigo. Tus amiguitos me han hablado de ti. Todos los bestias sois iguales... ¡Ladrones, igual que ellos!- escupió la anciana.
Empezaba a parecer que aquello no iba a resolverse con una agradable conversación.
-¿Quereis mi tesoro? ¡Tomadlo! ¡Todo vuestro!- exclamó, alzando su bastón mientras reía de forma maníaca. Un portal se abrió por encima de su cabeza, apuntando directamente hacia nosotros. Y una lluvia de pequeñas monedas doradas salió de este, cada una disparada a la velocidad de una flecha.
Recibir tan solo una de ellas dolería. Aguantar eso durante unos segundos podía ser serio.
La parte buena era que estaba preparado. El libro blanco que llevaba a la cintura se iluminó, activando una de las runas preparadas y desplegando una barrera a nuestro alrededor para detener la ráfaga antes de que esta nos alcanzase. [1]
Desafortunadamente, no eran solo monedas. Lentamente, un pesado cofre empezó a salir del portal, y en cuanto este lo atravesó del todo, salió disparado a la misma velocidad que los demás proyectiles. En cuanto tocó la barrera, se detuvo en el aire... y el escudo se resquebrajó, para luego estallar con una explosión eléctrica. El sonido de las monedas aterrizando a nuestro alrededor se hizo evidente, pero no parecía que el asalto fuese a terminar sin más.
-Suficientes negociaciones.- gruñí, agarrando con fuerza a Eclipse. El fuego que me rodeaba se concentró en la espada a medida que la alzaba... y lanzaba una devastadora oleada de fuego, [2] escupiendo una abrasadora llamarada hacia la mujer que convertía todo lo que tocaba en cenizas.
Reaccionó a tiempo. Un enorme escudo dorado salió del suelo, interponiéndose entre la mujer y el fuego, y redirigiendo las llamas a los lados. Para cuando acabó, su escudo no era más que un montículo a medio derretir, pero la mujer estaba intacta. No iba a ser tan fácil.
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Lamento la demora. Estaré algo lento durante unas semanas, pero intentaré postear aquí para no haceros esperar demasiado.
Anabela Draga es una bruja de nivel 9 con maestria en conjuración. En especifico, invoca cualquier cosa cualquier persona consideraría de alto valor: objetos de oro, piedras preciosas, etc. También puede usar portales molestos.
Anders, puedes seguir usando a Oshu como veas.
[1] Objeto Limitado: Runa Territorio
[2] Habilidad: Liberación (sacrifica el elemento absorbido)
Asher Daregan
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Re: Matanzas y desgracias [Minievento, SCA]
—E-Estoy bien —le sonreí a la sacerdotisa cuando se acercó a chequear. Es decir, no estaba perfecto, me dolía una pizca la espalda baja y tenía algunos raspones, pero me daba pena quejarme—, no es nada —me lleve las manos por debajo de la ropa donde sentía cierto ardor, haciendo mi propia imposición de manos.
Al ver las heridas de ¿Lubo? empezar a cerrar alcé las cejas, antes de volver a mi expresión neutral. Miré de reojo a Niniel, me estaba sirviendo bastante empezar a suponer cosas entre impresionantes y exageradas de la gente con la que me encontraba e iba a tener razón o estar cerca de sus capacidades reales.
«A ver... hmm...» dije para mí mismo, encontrando algo difícil imaginarme que podían hacer realmente, incluso a través de exageraciones. Me encogí de hombros con los ojos cerrados, abriéndolos para darme vuelta hacia Catherine al escuchar su voz. Abrí la boca atónito al ver lo que estaba haciendo.
...Y después intenté contener un poco mi risa. Mórbido, pero gracioso. Aparté la mirada apenado del hombre por eso, pena de haberme reído, no de sus manos... aunque ahora que pensaba eso, también me hacía sentir un poco mal, había sido tan víctima de las Manshari como lo habría sido yo de no ser por el resto.
—Siento eso, Lubo. Fue por tu bien —intenté explicar al hombre, recibiendo un gruñido incomprensible de respuesta. Suspiré viéndome una mano, sintiendo envidia de la sacerdotisa por un momento. Lleve los ojos al golem y negué suavemente con la cabeza—. Difícilmente habrá más, se reproducen con esporas y por esas lianas se agarran a otras cosas con fuerza, muchas veces terminan matando otras plantas sin querer. Ya encuentro raro que haya tantas, an cerca... y en un pantano.
Claro, esto no significaba absolutamente nada, teníamos que seguirnos moviendo fuese por una razón u otra. Cuando el grupo empezó a avanzar volteé atrás. En teoría permanecían los cuerpos que había destrozado... ¿Catherine? Si, parecía obra de la gata, Asher y Syl habían ido por incineración. Me acerqué hacia uno de los cadáveres de... ¿las plantas dejaban 'cadáveres'? Bueno, lo que fuese. Cubrí mis manos con el golem en forma de guantes gruesos, y con algo de esfuerzo y el hacha, corte unos pocos pétalos de las plantas hasta tener un puñado. Entonces me di vuelta y corrí tras el grupo para alcanzarlos y evitar quedarme solo.
—¿Y qué dices qué hacen para vivir, Niniel? Ni tú ni tu hermana lucen como mercenarias… eso y que no sé si lo de ser alta encantadora sea un trabajo que pague —comenté aburrido durante el camino.
No pasó mucho tiempo de caminata antes de que Asher hablase. Di un respingo en cuanto lo hizo, iba concentrado en mis alrededores, preocupado de que hubiesen pasado minutos sin que nada saltase a matarnos. Normalmente uno no se preocupaba por esas cosas, pero el pantano daba una sensación que ayudaba a creer en ello. Eso y los tres que estábamos buscando, por supuesto.
Que el hombre bestia declarase a alguien "fuerte" era una señal de alarma por sí misma. Iba a sacar mi hacha, pero la mano de Oshu me detuvo, me tomó un par de segundos más notar que el arcanista se estaba acercando que Asher iba, de hecho, a hablar. Tener a alguien con un hacha atrás en mano no debía dar la imagen más amable del mundo, por oxidada que estuviera.
En cuanto la anciana empezó a alzar la voz miré a Oshu, quien ya tenía espadas afuera. Supuse que todos entendíamos que esto no iba a ir tan bien como charlar con la mujer y ya. Junte las manos, cambiando la forma del golem de unos guantes a una especie de piel de placas a lo largo del brazo y parte del torso, cuello y cara, como el caparazón de un armadillo. Tomé el hacha con mi otra mano y me puse en guardia.
La cual baje al ver el portal. Ladeé la cabeza, nunca había visto uno, así que me resultaba terriblemente curioso, ¿qué dijo qué era, bruja, no? ¿Qué era este tipo de magia?
Abrí los ojos como platos al ver una moneda asomarse del portal. Y luego otra, y otra, y otra, todas disparadas como un enjambre hacia nosotros. Me escondí detrás del escudo innecesariamente, pues una barrera se formó alrededor, la miré curioso por unos instantes antes de que me vinieran pequeños recuerdos del taller de Asher, se me hacía familiar algún comentario del tipo, pero la verdad es que no estaba seguro. Al volver la mirada había un cofre enorme disparándose contra la barrera, por un momento pareció seguro... hasta que estalló, monedas haciendo una mala imitación del ruido de la lluvia. Por un momento no me expliqué como una sola señora iba a competir contra seis... bueno, cinco... por sí sola.
Y luego la vi, ilesa. Sonreí para mí mismo y salí corriendo a un lado para evitar ser un blanco estático para las monedas. Oshu fue muchísimo más furtivo por su pura velocidad, saltando en una dirección opuesta a la mía al verme, ocultándose unos instantes para volver dudoso apuntarle y saliendo de un árbol en carrera hacia la anciana.
Una risita siniestra escapó de la boca de la mujer al vernos.
—¡Muy veloz, mereces un precio! —exclamó, tocando el montículo derretido con su bastón.
Oshu ya estaba sobre ella para ese instante, dando un corte hacia la anciana. Su cimitarra impactó contra otro. Uno de oro, sostenido por un brazo de oro, que empezaba a tomar la forma de un Oshu de oro… una escultura exacta de sí mismo. Para cuando el hombre perro reaccionó a lo que acababa de ocurrir, el Oshu de oro descendía su segunda cimitarra, alcanzando con un muy ligero corte al hombre perro y obligándolo a retroceder.
—Podría decir que vales tu peso en oro —añadió con tono irónico, meneando su bastón. Se formó una especie de sarcófago de oro detrás de ella, al cual se introdujo y cerró antes de bajar por un portal más y desaparecer, esquivando ataques en el proceso.
Como si eso no bastase, el portal de antes siguió disparando monedas a la vez que otro se formaba a espalda de todos, disparándose cristales afilados de este. Esas me tomaron desprevenido, clavándose en áreas estaba a medio cubrir por mi intento de armadura y alcanzando áreas que no, dejando pequeños cortes, a excepción de uno que se me clavo a medias en el hombro. Inevitablemente se me escaparon quejas de dolor al sentir los impactos e intente acomodarme hacia ese portal, pero entonces fui víctima de las monedas, añadiendo moretones a mi creciente lista de heridas.
La risa de la anciana se escuchó ante eso, revelando su posición para los afinados oídos de los hombres bestia. No es que el resto no nos enterásemos en cuanto empezó a hablar.
—Niña, qué bonita. En mi juventud yo también estaba guapa, pero nunca recibí nada por ello. ¡Ten! —dijo, alzando su bastón y golpeando el suelo con el. Debajo hubo un brote de cristal, que empezó a crecer y alargarse como un creciente camino de cristales cada vez más grandes y afilados hacia Niniel.
Mientras tanto, Oshu peleaba ferozmente contra su copia. El problema es que la escultura lo empataba a la perfección, solo que claro, a cada ligero corte que se añadía, al de oro, siendo de oro, le daba igual. A Oshu, no tanto. Que el portal del que se disparaban monedas—que ahora empezaba a hacerse más pequeño y cerrar—ni el de cristales lo apuntaban servían como indicación de que Anabela no estaba haciendo caso al hombre perro, sabiéndolo ocupado. Me moví cuidadosamente por intentando evitar llamar la atención, y salté sobre la escultura, golpeándola con el hacha. La verdad, mi arma sólo rebotó, y juro que se agrieto un poquito más. Al menos, pareció concentrarse en mi por unos instantes, momento en el que Oshu dio un corte en X en la pierna de la escultura, alcanzando un poco más de la mitad de la profundidad.
Los cortes de la escultura se entorpecieron por el impacto un momento, suficiente como para que no me alcanzara con sus cimitarras. Oshu jalaba sus espadas, intentando sacarlas del cuerpo del ser mientras yo saltaba a un lado, proporcionando un hachazo a la cara de la estatua, que tuvo el mismo efecto que antes.
Gruñí al ver lo útil que resultaban mis ataques sobre aquello y me alejé unos pasos atrás, la escultura intentó seguirme, pero los jalones de Oshu a sus espadas arrastraban la pierna de la misma atrás, impidiéndoselo. Por lo mismo la escultura empuñó una de sus cimitarras al revés e intento apuñalar al hombre perro a la reversa, obligándolo a soltar ambas armas y alejarse de un salto también. Debía ser frustrante no poder clavarle un mordisco y ya.
—Oshu, ¡qué Lubo no lancé tu espada! —dije con impetú. El hombre perro me miró, visiblemente confuso. Cambié la forma del golem a un largo mazo que sostuve en la mano izquierda y cargué contra la escultura, momento en que Oshu entendió que pretendía.
En cuanto entré en rango la escultura no perdió tiempo e intento cortar con el arma que aún empuñaba al frente. Bajé la cabeza, esquivando, literalmente, por los pelos que si alcanzó y vi caer danzando por el viento. En mi movimiento giré dando un hachazo para atrapar el arma de la escultura en la barba de mi hacha y empujarla a un lado a medida que terminaba de girar y golpeaba con toda la energía de la vuelta la punta que sobresalía de la cimitirra de Oshu. El hombre perro ya se encontraba sosteniendo el mango de la misma, y tiró al mismo tiempo del impactó, logrando liberarla y pasando a asaltar con un corte con toda su fuerza, terminando de segar la pierna de la escultura, haciéndola caer al suelo y liberando su otra cimitarra. Atravesé el mazo sobre el pecho de la misma para hacer resistencia y Oshu cruzó sus espadas sobre el cuello de la misma, cortando la cabeza, momento en que la copia se desplomó y quedo inerte en el suelo.
Al ver las heridas de ¿Lubo? empezar a cerrar alcé las cejas, antes de volver a mi expresión neutral. Miré de reojo a Niniel, me estaba sirviendo bastante empezar a suponer cosas entre impresionantes y exageradas de la gente con la que me encontraba e iba a tener razón o estar cerca de sus capacidades reales.
«A ver... hmm...» dije para mí mismo, encontrando algo difícil imaginarme que podían hacer realmente, incluso a través de exageraciones. Me encogí de hombros con los ojos cerrados, abriéndolos para darme vuelta hacia Catherine al escuchar su voz. Abrí la boca atónito al ver lo que estaba haciendo.
...Y después intenté contener un poco mi risa. Mórbido, pero gracioso. Aparté la mirada apenado del hombre por eso, pena de haberme reído, no de sus manos... aunque ahora que pensaba eso, también me hacía sentir un poco mal, había sido tan víctima de las Manshari como lo habría sido yo de no ser por el resto.
—Siento eso, Lubo. Fue por tu bien —intenté explicar al hombre, recibiendo un gruñido incomprensible de respuesta. Suspiré viéndome una mano, sintiendo envidia de la sacerdotisa por un momento. Lleve los ojos al golem y negué suavemente con la cabeza—. Difícilmente habrá más, se reproducen con esporas y por esas lianas se agarran a otras cosas con fuerza, muchas veces terminan matando otras plantas sin querer. Ya encuentro raro que haya tantas, an cerca... y en un pantano.
Claro, esto no significaba absolutamente nada, teníamos que seguirnos moviendo fuese por una razón u otra. Cuando el grupo empezó a avanzar volteé atrás. En teoría permanecían los cuerpos que había destrozado... ¿Catherine? Si, parecía obra de la gata, Asher y Syl habían ido por incineración. Me acerqué hacia uno de los cadáveres de... ¿las plantas dejaban 'cadáveres'? Bueno, lo que fuese. Cubrí mis manos con el golem en forma de guantes gruesos, y con algo de esfuerzo y el hacha, corte unos pocos pétalos de las plantas hasta tener un puñado. Entonces me di vuelta y corrí tras el grupo para alcanzarlos y evitar quedarme solo.
—¿Y qué dices qué hacen para vivir, Niniel? Ni tú ni tu hermana lucen como mercenarias… eso y que no sé si lo de ser alta encantadora sea un trabajo que pague —comenté aburrido durante el camino.
No pasó mucho tiempo de caminata antes de que Asher hablase. Di un respingo en cuanto lo hizo, iba concentrado en mis alrededores, preocupado de que hubiesen pasado minutos sin que nada saltase a matarnos. Normalmente uno no se preocupaba por esas cosas, pero el pantano daba una sensación que ayudaba a creer en ello. Eso y los tres que estábamos buscando, por supuesto.
Que el hombre bestia declarase a alguien "fuerte" era una señal de alarma por sí misma. Iba a sacar mi hacha, pero la mano de Oshu me detuvo, me tomó un par de segundos más notar que el arcanista se estaba acercando que Asher iba, de hecho, a hablar. Tener a alguien con un hacha atrás en mano no debía dar la imagen más amable del mundo, por oxidada que estuviera.
En cuanto la anciana empezó a alzar la voz miré a Oshu, quien ya tenía espadas afuera. Supuse que todos entendíamos que esto no iba a ir tan bien como charlar con la mujer y ya. Junte las manos, cambiando la forma del golem de unos guantes a una especie de piel de placas a lo largo del brazo y parte del torso, cuello y cara, como el caparazón de un armadillo. Tomé el hacha con mi otra mano y me puse en guardia.
La cual baje al ver el portal. Ladeé la cabeza, nunca había visto uno, así que me resultaba terriblemente curioso, ¿qué dijo qué era, bruja, no? ¿Qué era este tipo de magia?
Abrí los ojos como platos al ver una moneda asomarse del portal. Y luego otra, y otra, y otra, todas disparadas como un enjambre hacia nosotros. Me escondí detrás del escudo innecesariamente, pues una barrera se formó alrededor, la miré curioso por unos instantes antes de que me vinieran pequeños recuerdos del taller de Asher, se me hacía familiar algún comentario del tipo, pero la verdad es que no estaba seguro. Al volver la mirada había un cofre enorme disparándose contra la barrera, por un momento pareció seguro... hasta que estalló, monedas haciendo una mala imitación del ruido de la lluvia. Por un momento no me expliqué como una sola señora iba a competir contra seis... bueno, cinco... por sí sola.
Y luego la vi, ilesa. Sonreí para mí mismo y salí corriendo a un lado para evitar ser un blanco estático para las monedas. Oshu fue muchísimo más furtivo por su pura velocidad, saltando en una dirección opuesta a la mía al verme, ocultándose unos instantes para volver dudoso apuntarle y saliendo de un árbol en carrera hacia la anciana.
Una risita siniestra escapó de la boca de la mujer al vernos.
—¡Muy veloz, mereces un precio! —exclamó, tocando el montículo derretido con su bastón.
Oshu ya estaba sobre ella para ese instante, dando un corte hacia la anciana. Su cimitarra impactó contra otro. Uno de oro, sostenido por un brazo de oro, que empezaba a tomar la forma de un Oshu de oro… una escultura exacta de sí mismo. Para cuando el hombre perro reaccionó a lo que acababa de ocurrir, el Oshu de oro descendía su segunda cimitarra, alcanzando con un muy ligero corte al hombre perro y obligándolo a retroceder.
—Podría decir que vales tu peso en oro —añadió con tono irónico, meneando su bastón. Se formó una especie de sarcófago de oro detrás de ella, al cual se introdujo y cerró antes de bajar por un portal más y desaparecer, esquivando ataques en el proceso.
Como si eso no bastase, el portal de antes siguió disparando monedas a la vez que otro se formaba a espalda de todos, disparándose cristales afilados de este. Esas me tomaron desprevenido, clavándose en áreas estaba a medio cubrir por mi intento de armadura y alcanzando áreas que no, dejando pequeños cortes, a excepción de uno que se me clavo a medias en el hombro. Inevitablemente se me escaparon quejas de dolor al sentir los impactos e intente acomodarme hacia ese portal, pero entonces fui víctima de las monedas, añadiendo moretones a mi creciente lista de heridas.
La risa de la anciana se escuchó ante eso, revelando su posición para los afinados oídos de los hombres bestia. No es que el resto no nos enterásemos en cuanto empezó a hablar.
—Niña, qué bonita. En mi juventud yo también estaba guapa, pero nunca recibí nada por ello. ¡Ten! —dijo, alzando su bastón y golpeando el suelo con el. Debajo hubo un brote de cristal, que empezó a crecer y alargarse como un creciente camino de cristales cada vez más grandes y afilados hacia Niniel.
Mientras tanto, Oshu peleaba ferozmente contra su copia. El problema es que la escultura lo empataba a la perfección, solo que claro, a cada ligero corte que se añadía, al de oro, siendo de oro, le daba igual. A Oshu, no tanto. Que el portal del que se disparaban monedas—que ahora empezaba a hacerse más pequeño y cerrar—ni el de cristales lo apuntaban servían como indicación de que Anabela no estaba haciendo caso al hombre perro, sabiéndolo ocupado. Me moví cuidadosamente por intentando evitar llamar la atención, y salté sobre la escultura, golpeándola con el hacha. La verdad, mi arma sólo rebotó, y juro que se agrieto un poquito más. Al menos, pareció concentrarse en mi por unos instantes, momento en el que Oshu dio un corte en X en la pierna de la escultura, alcanzando un poco más de la mitad de la profundidad.
Los cortes de la escultura se entorpecieron por el impacto un momento, suficiente como para que no me alcanzara con sus cimitarras. Oshu jalaba sus espadas, intentando sacarlas del cuerpo del ser mientras yo saltaba a un lado, proporcionando un hachazo a la cara de la estatua, que tuvo el mismo efecto que antes.
Gruñí al ver lo útil que resultaban mis ataques sobre aquello y me alejé unos pasos atrás, la escultura intentó seguirme, pero los jalones de Oshu a sus espadas arrastraban la pierna de la misma atrás, impidiéndoselo. Por lo mismo la escultura empuñó una de sus cimitarras al revés e intento apuñalar al hombre perro a la reversa, obligándolo a soltar ambas armas y alejarse de un salto también. Debía ser frustrante no poder clavarle un mordisco y ya.
—Oshu, ¡qué Lubo no lancé tu espada! —dije con impetú. El hombre perro me miró, visiblemente confuso. Cambié la forma del golem a un largo mazo que sostuve en la mano izquierda y cargué contra la escultura, momento en que Oshu entendió que pretendía.
En cuanto entré en rango la escultura no perdió tiempo e intento cortar con el arma que aún empuñaba al frente. Bajé la cabeza, esquivando, literalmente, por los pelos que si alcanzó y vi caer danzando por el viento. En mi movimiento giré dando un hachazo para atrapar el arma de la escultura en la barba de mi hacha y empujarla a un lado a medida que terminaba de girar y golpeaba con toda la energía de la vuelta la punta que sobresalía de la cimitirra de Oshu. El hombre perro ya se encontraba sosteniendo el mango de la misma, y tiró al mismo tiempo del impactó, logrando liberarla y pasando a asaltar con un corte con toda su fuerza, terminando de segar la pierna de la escultura, haciéndola caer al suelo y liberando su otra cimitarra. Atravesé el mazo sobre el pecho de la misma para hacer resistencia y Oshu cruzó sus espadas sobre el cuello de la misma, cortando la cabeza, momento en que la copia se desplomó y quedo inerte en el suelo.
Última edición por Anders el Miér Oct 16 2019, 18:48, editado 1 vez (Razón : Código de color incorrecto)
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Re: Matanzas y desgracias [Minievento, SCA]
Ante aquella muestra de humor por parte de la felina, Níniel no dudó en reprender a su hermana con la mirada como si de una niña pequeña se tratara, instándola a poner fin a su...¿Era profanación si el dueño de aquellas manos no estaba muerto? Bueno, a aquel gesto de más que evidente mal gusto. Catherine borró la sonrisa de su boca de inmediato ante la reprimenda y no tardó en arrojar la pesada arma a un lado, descartando quedársela o si quiera usarla durante aquella misión al no encajar para nada con su estilo de combate, basado en la velocidad y la precisión y no en la fuerza bruta, por mucho que no estuviera falta de ella. Además era un arma de escasa calidad como para que mereciera la pena cargar con ella y vendérsela a nadie.
-Supongo que era mucho esperar que fuese a "echarnos una mano".- Volvió a bromear al quedar claro que, tal y como ya sospechaba Níniel, aquel hombre no tenía nada que ver con su misión. Tanto él como aquellas plantas solo habían sido un encuentro fortuito, uno de los tantos peligros que sin duda abundaban en aquel pantano, y tal vez no el último con el que tendrían que lidiar. Lugares como aquel atraían fenómenos y criaturas extrañas. -Lo siento...se me ha escapado.- se apresuró a diculparse no obstante la pelirroja a sabiendas de que aquel nuevo comentario supondría una nueva regañina.
-Si "Lubo" se porta bien y vuelve al pueblo más cercano podré ocuparme de devolverle sus manos a nuestro regreso.- Añadiría la peliblanca a la preocupación de Anders por el gigantón, ignorando la última chanza de Catherine. Ciertamente ahora que las mansharis ya no estaban y viéndolo allí en el suelo resultaba difícil no compadecerse de él, por mucho que casi esparciera los sesos del grupo por medio pantano con su gran martillo apenas instantes antes. -Debería poder llegar por su cuenta.- Sentenció la joven convencida de que igual que parecía habérselas apañado para no acabar devorado por aquellas plantas debería poder regresar aún a pesar de sus muñones.
-Sí. Preferiría haber acabado aquí antes de que anochezca.- Secundó entonces la elfa a Asher comenzando a seguirle nuevamente. Y es que no solo podría ser especialmente peligroso permanecer en aquella parte del pantano, aunque según Anders al menos no debería de haber más de aquellas cosas, si no que de retrasarse más acabarían teniendo que seguir en plena noche, algo que solamente les aportaría problemas.
-Se me da bien cazar de noche. Pero cuánto más tiempo estemos aquí más difícil será quitarme este olor del pelaje.- Intervino la gata siguiendo también al hombre-bestia. Reanudando la no demasiado alegre marcha por tan complicado terreno.
-Pues...la verdad es que a menudo podría encajar en la descripción de una mercenaria, aunque supongo que prefiero el término, aventurera. Y desde luego la Logia otorga un sueldo y cubre muchas de mis necesidades- Comenzó a explicar la sacerdotisa ante el interés de Anders. -Cuando la Logia me da un respiro ayudo en el hospital de Lunargenta o en el sanatorio de Vulwulfar, o hago trabajos realizados con mis conocimiento de alquimia, medicina y sanación élfica. Con todo lo que está ocurriendo en Aerandir si algo nunca falta, ya sea en un hospital o en el campo de batalla, es una sanadora.- Relató.
-Sí, y no veas lo que los nobles de la ciudad pagan por una poción para que se le levante la...- La elfa le dio una colleja a la felina y esta dejó la frase inconclusa, sacando la lengua de manera juguetona.
-¿Tu también eres alquimista? Sabes mucho de esas "Mansharis". Yo nunca las había visto.- Preguntaría a continuación, devolviendo el interés recibido. También le hubiese preguntado por su clan, pues no había pasado desapercibido para la joven que había optado por omitir el nombre del mismo al presentarse, aunque precisamente por ese hecho sabía que preguntar sobre aquello podría no ser correcto. Desde luego si era un desterrado no lo parecía.
-Lo que realmente quiero saber es si estas cosas valen buen dinero.- Se interesaría más Catherine sacando un puñado de esos pétalos espinosos de manshari que al igual que el elfo había recogido para su hermana.
-Me interesa más estudiarlos que venderlos, Cath. Siempre es interesante trabajar con ingredientes desconocidos. Aprender sobre sus propiedades y efectos...-
-Ganar grandes bolsas de oro con pociones que pocos o nadie más saben hacer...- Añadió la felina siempre llevando la conversación hacia sus temas preferidos.
Tal vez el lugar y la situación no fuesen los más indicados para mantener una conversación distendida, pero ciertamente Níniel agradeció poder hablar de esas cosas con alguien de su misma raza. Por extraño que resultara desde que abandonase su aldea natal por primera vez, aunque regresaba puntualmente a la misma, se había relacionado y había trabado amistad con más brujos que elfos. Si le hubiesen dicho que eso iba a pasar durante la celebración de su dieciocho cumpleaños, se hubiese reído a carcajadas por lo gracioso de la broma.
En cualquier caso, la mayor parte del trayecto transcurrió en el silencio y vigilancia que la situación ameritaba, aunque gracias a los dioses no sufrieron más percances durante su camino a la cabaña de la bruja. Tuvieron que dar algún rodeo para evitar alguna que otra masa de agua o cúmulo de gases de aspecto especialmente problemático, y en algunas zonas el barro les llegaba casi hasta la altura de las rodillas dificultando su avance, pero podía decirse que lograron alcanzar su primer objetivo sin más contratiempos.
Cómo iban a saber en ese momento que la anciana bruja iba a darles todos los que no habían sufrido hasta ese momento juntos. Y con alguno más de propina.
-Señora, disculpe si la hemos importunado pero, realmente no es necesario recurrir a la violencia. Si nuestra intención ya era no usarla ni tan siquiera con esas "tres garras" de no ser estrictamente necesario imagínese con usted.- Trató de apaciguarla la joven una vez que la conversación se torció, casi de inmediato cabría decir, y comenzó a conjurar algún tipo de magia que la peliblanca nunca había visto ni percibido sobre sus cabezas.
-Tengo un mal presentimiento.- Dijo preparada para usar su magia, tratando de calcular si su armadura de luz sería suficiente o no para lo que fuera que la anciana había conjurado contra ellos. Ni un millón de años se hubiese imaginado que fuese a comenzar a llover oro. Ni siquiera se le había pasado por la cabeza que las palabras de la bruja sobre darles su tesoro pudiesen ser tan literales, hasta que las primeras monedas comenzaron a brotar del portal y se precipitaron hacia ellos con la velocidad de un proyectil
-¿Pero qué? ¿Oro?- Espetó Catherine evidentemente creyendo que se trataba de una nueva ilusión y levantando sus manos instintivamente para protegerse de los impactos. Impactos que uno tras otro comenzaron a arrancar chispazos allí donde las monedas comenzaron a golpear como granizo sobre la barrera que Asher, preparado para un ataque, había levantado. Las monedas no paraban de caer, decenas, cientos. Todas ellas aeros de oro tan bien hechos que engañarían incluso a un oficial de la moneda de Lunargenta. De hecho...No eran una mera ilusión, ni siquiera una materializada.
-Si fuese real ataría a esa vieja en el sótano de casa hasta que pudiese nadar en aeros.- Propuso la pelirroja observando en todas direcciones, viendo como solo la barrera evitaba que fueran golpeados y como a su alrededor comenzaba a amontonarse el oro que creía ilusorio. Si la barrera cedía...
-No es una ilusión.- Explicó la peliblanca trazando un plan para contraatacar. Gracias a Asher parecía tenía tiempo para ello.
-¿Es real?. ¿Todo este oro es real? Vaya...A esta no le cortéis las manos, a no ser que no las necesite.- Instó la gata justo en el momento en el que del portal comenzó a brotar un pesado cofre y este salió disparado hacia la barrera, haciéndola pedazos y causando que la lluvia de monedas, así como todas las que ya estaban en el suelo, salieran volando en todas direcciones. Níniel aprovechó el momento para saltar hacia atrás y colocarse fuera del radio de la lluvia de monedas, Catherine también, aunque más rápido, pero Asher aprovechó el momento para atacar con un fuerte ataque de fuego, que por desgracia no tuvo éxito.
-Y ahora una montaña de oro...Esta vieja cada vez me cae mejor.- Dijo Catherine mientras se preparaba para lanzarse contra la anciana. No obstante Oshu sería el primero en golpear...o al menos en intentarlo. Su ataque igual que el de Asher fue bloqueado por la montaña de oro, aunque esta vez con el preciado metal tomando la forma del propio hombre-bestia para detener sus golpes y lanzar los propios tanto contra él como contra Anders.
No solo conjuraba objetos en cantidades masivas...también podía animar aquello que conjuraba...Y las malas noticias no acababan ahí. Podía moverse ella misma a través de los portales usando un sarcófago de oro y abrir más de un portal a la vez...su dominio del éter era asombroso.
-Cuidado Nín.- Advirtió la felina apartándola justo a tiempo de un nuevo portal a su espalda del que comenzaron a salir disparados hermosos y peligrosos cristales tallados. ¿Es que aquella bruja no tenía límites? Parecía que no, pues casi de inmediato conjuró un nuevo cristal, esta vez bajo los pies de la peliblanca, con toda la intención de empalarla al hacer crecer aquel objeto directamente contra su pecho. Nuevamente la velocidad de reacción de la gata evitó que fuese alcanzada, aunque esta vez el cristal golpeó a la pelirroja en sus brazos en X, donde su armadura de luz y sus guantes reforzados lograron detener el impacto y quebrar el cristal.
-Auch...eso ha dolido vieja arpía...- Se quejó la felina ubicando a su enemiga y lanzándose a por ella a toda velocidad. Más por desgracia Draga volvió a desaparecer en su sarcófago antes de poder alcanzarla.
-Desde luego no es su primer combate.- Tuvo que valorar Níniel al ver como aquella anciana parecía saber cómo contrarrestar todo lo que le lanzaban, e incluso dividir sus esfuerzos para no verse superada. Evitaba ataques físicos simplemente usando sus portales para moverse, animaba enemigos de oro y ante ataques a distancia le bastaba con protegerse con barreras...Todo ello mientras les atacaba constantemente y desde cualquier punto a placer.
-Tampoco es la primera vez que yo me enfrento a una bruja...- Se auto animó entonces la sacerdotisa, elevando su éter, bendiciéndose a sí misma con un gran aumento de sus capacidades mágicas[1] y clavando su ahora fulgurante mirada aguamarina en el lugar donde percibía el éter de la bruja. Sin duda Anabela también había percibido el aumento en Níniel, pues la miró con una mezcla de curiosidad y duda, pensando en si debía volver a atacarla de inmediato. Por desgracia para ella a pesar de su poder tenía demasiados frentes que atender. Asher y Syl no debían ser ignorados, y su Oshu dorado comenzaba a verse superado por el original y el elfo...Atacar a uno bien podía crear una apertura para otro, y ella ya no era tan joven como antaño.
-Vamos Cath.- Instó la elfa a su hermana, que se lanzó nuevamente a por la bruja a toda velocidad, desplegando sus garras capaces de atravesar hasta las armaduras. Por supuesto aquel ataque no era más que una distracción más para mantenerla ocupada.
Como era de esperar la anciana volvió a usar sus portales para moverse, justo como Níniel quería. Mientras lo hacía, la joven conjuró dos esferas de luz que comenzaron a flotar a su alrededor sin efecto aparente [2]. Tan pronto como la bruja reapareció y abría su sarcófago en su nueva posición, la peliblanca miró justo en su dirección, muy sencilla de detectar debido a todo el poder que estaba usando la bruja, y comenzó a tomar dicho poder para ella. No una, ni dos, sino hasta tres veces [3]. Para alguien sin percepción del éter podría parecer que Anabela sencillamente se había quedado parada y que parecía debilitarse por momentos, como si el cansancio por fin la hubiese alcanzado. Pero para aquellos sensibles sería evidente como la luz parecía abandonar su cuerpo, absorbido por Níniel, cuyo poder aumentaría más y más.
Una vez desprovista de su éter, sus portales se cerraban y desaparecían, y su sarcófago cayó al suelo desprovisto de magia. Respirando con dificultad y sabiéndose derrotada la anciana dejó caer su bastón y trató de hacer un gesto de rendición, pidiéndole a la elfa que se detuviera. Sin su magia, alguien tan mayor como ella sin duda podría morir fácilmente por el síndrome de abstinencia mágica, y lo sabía.
-Supongo que ahora sí responderás a las preguntas del centinela...Podías haberte ahorrado el espectáculo. Pero nadie me hace nunca caso siendo amable.- Dijo la joven. Incluso su voz sonaba alterada debido a todo el poder absorbido. Sus ojos fulguraban en gran medida. La anciana asintió rápidamente.
-Y ahora tu oro es mio...Digo, nuestro. Y si te niegas, Níniel se enfadará...Y no quieres verla enfadada te lo aseguro.- Exigió de paso la felina. Mientras, Níniel decidió dejar a la bruja con Asher y atender las heridas de los demás. Con todo aquel poder, sus heridas desaparecerían en un parpadeo, incluso la del hombro de Anders.
-Supongo que era mucho esperar que fuese a "echarnos una mano".- Volvió a bromear al quedar claro que, tal y como ya sospechaba Níniel, aquel hombre no tenía nada que ver con su misión. Tanto él como aquellas plantas solo habían sido un encuentro fortuito, uno de los tantos peligros que sin duda abundaban en aquel pantano, y tal vez no el último con el que tendrían que lidiar. Lugares como aquel atraían fenómenos y criaturas extrañas. -Lo siento...se me ha escapado.- se apresuró a diculparse no obstante la pelirroja a sabiendas de que aquel nuevo comentario supondría una nueva regañina.
-Si "Lubo" se porta bien y vuelve al pueblo más cercano podré ocuparme de devolverle sus manos a nuestro regreso.- Añadiría la peliblanca a la preocupación de Anders por el gigantón, ignorando la última chanza de Catherine. Ciertamente ahora que las mansharis ya no estaban y viéndolo allí en el suelo resultaba difícil no compadecerse de él, por mucho que casi esparciera los sesos del grupo por medio pantano con su gran martillo apenas instantes antes. -Debería poder llegar por su cuenta.- Sentenció la joven convencida de que igual que parecía habérselas apañado para no acabar devorado por aquellas plantas debería poder regresar aún a pesar de sus muñones.
-Sí. Preferiría haber acabado aquí antes de que anochezca.- Secundó entonces la elfa a Asher comenzando a seguirle nuevamente. Y es que no solo podría ser especialmente peligroso permanecer en aquella parte del pantano, aunque según Anders al menos no debería de haber más de aquellas cosas, si no que de retrasarse más acabarían teniendo que seguir en plena noche, algo que solamente les aportaría problemas.
-Se me da bien cazar de noche. Pero cuánto más tiempo estemos aquí más difícil será quitarme este olor del pelaje.- Intervino la gata siguiendo también al hombre-bestia. Reanudando la no demasiado alegre marcha por tan complicado terreno.
-Pues...la verdad es que a menudo podría encajar en la descripción de una mercenaria, aunque supongo que prefiero el término, aventurera. Y desde luego la Logia otorga un sueldo y cubre muchas de mis necesidades- Comenzó a explicar la sacerdotisa ante el interés de Anders. -Cuando la Logia me da un respiro ayudo en el hospital de Lunargenta o en el sanatorio de Vulwulfar, o hago trabajos realizados con mis conocimiento de alquimia, medicina y sanación élfica. Con todo lo que está ocurriendo en Aerandir si algo nunca falta, ya sea en un hospital o en el campo de batalla, es una sanadora.- Relató.
-Sí, y no veas lo que los nobles de la ciudad pagan por una poción para que se le levante la...- La elfa le dio una colleja a la felina y esta dejó la frase inconclusa, sacando la lengua de manera juguetona.
-¿Tu también eres alquimista? Sabes mucho de esas "Mansharis". Yo nunca las había visto.- Preguntaría a continuación, devolviendo el interés recibido. También le hubiese preguntado por su clan, pues no había pasado desapercibido para la joven que había optado por omitir el nombre del mismo al presentarse, aunque precisamente por ese hecho sabía que preguntar sobre aquello podría no ser correcto. Desde luego si era un desterrado no lo parecía.
-Lo que realmente quiero saber es si estas cosas valen buen dinero.- Se interesaría más Catherine sacando un puñado de esos pétalos espinosos de manshari que al igual que el elfo había recogido para su hermana.
-Me interesa más estudiarlos que venderlos, Cath. Siempre es interesante trabajar con ingredientes desconocidos. Aprender sobre sus propiedades y efectos...-
-Ganar grandes bolsas de oro con pociones que pocos o nadie más saben hacer...- Añadió la felina siempre llevando la conversación hacia sus temas preferidos.
Tal vez el lugar y la situación no fuesen los más indicados para mantener una conversación distendida, pero ciertamente Níniel agradeció poder hablar de esas cosas con alguien de su misma raza. Por extraño que resultara desde que abandonase su aldea natal por primera vez, aunque regresaba puntualmente a la misma, se había relacionado y había trabado amistad con más brujos que elfos. Si le hubiesen dicho que eso iba a pasar durante la celebración de su dieciocho cumpleaños, se hubiese reído a carcajadas por lo gracioso de la broma.
En cualquier caso, la mayor parte del trayecto transcurrió en el silencio y vigilancia que la situación ameritaba, aunque gracias a los dioses no sufrieron más percances durante su camino a la cabaña de la bruja. Tuvieron que dar algún rodeo para evitar alguna que otra masa de agua o cúmulo de gases de aspecto especialmente problemático, y en algunas zonas el barro les llegaba casi hasta la altura de las rodillas dificultando su avance, pero podía decirse que lograron alcanzar su primer objetivo sin más contratiempos.
Cómo iban a saber en ese momento que la anciana bruja iba a darles todos los que no habían sufrido hasta ese momento juntos. Y con alguno más de propina.
-Señora, disculpe si la hemos importunado pero, realmente no es necesario recurrir a la violencia. Si nuestra intención ya era no usarla ni tan siquiera con esas "tres garras" de no ser estrictamente necesario imagínese con usted.- Trató de apaciguarla la joven una vez que la conversación se torció, casi de inmediato cabría decir, y comenzó a conjurar algún tipo de magia que la peliblanca nunca había visto ni percibido sobre sus cabezas.
-Tengo un mal presentimiento.- Dijo preparada para usar su magia, tratando de calcular si su armadura de luz sería suficiente o no para lo que fuera que la anciana había conjurado contra ellos. Ni un millón de años se hubiese imaginado que fuese a comenzar a llover oro. Ni siquiera se le había pasado por la cabeza que las palabras de la bruja sobre darles su tesoro pudiesen ser tan literales, hasta que las primeras monedas comenzaron a brotar del portal y se precipitaron hacia ellos con la velocidad de un proyectil
-¿Pero qué? ¿Oro?- Espetó Catherine evidentemente creyendo que se trataba de una nueva ilusión y levantando sus manos instintivamente para protegerse de los impactos. Impactos que uno tras otro comenzaron a arrancar chispazos allí donde las monedas comenzaron a golpear como granizo sobre la barrera que Asher, preparado para un ataque, había levantado. Las monedas no paraban de caer, decenas, cientos. Todas ellas aeros de oro tan bien hechos que engañarían incluso a un oficial de la moneda de Lunargenta. De hecho...No eran una mera ilusión, ni siquiera una materializada.
-Si fuese real ataría a esa vieja en el sótano de casa hasta que pudiese nadar en aeros.- Propuso la pelirroja observando en todas direcciones, viendo como solo la barrera evitaba que fueran golpeados y como a su alrededor comenzaba a amontonarse el oro que creía ilusorio. Si la barrera cedía...
-No es una ilusión.- Explicó la peliblanca trazando un plan para contraatacar. Gracias a Asher parecía tenía tiempo para ello.
-¿Es real?. ¿Todo este oro es real? Vaya...A esta no le cortéis las manos, a no ser que no las necesite.- Instó la gata justo en el momento en el que del portal comenzó a brotar un pesado cofre y este salió disparado hacia la barrera, haciéndola pedazos y causando que la lluvia de monedas, así como todas las que ya estaban en el suelo, salieran volando en todas direcciones. Níniel aprovechó el momento para saltar hacia atrás y colocarse fuera del radio de la lluvia de monedas, Catherine también, aunque más rápido, pero Asher aprovechó el momento para atacar con un fuerte ataque de fuego, que por desgracia no tuvo éxito.
-Y ahora una montaña de oro...Esta vieja cada vez me cae mejor.- Dijo Catherine mientras se preparaba para lanzarse contra la anciana. No obstante Oshu sería el primero en golpear...o al menos en intentarlo. Su ataque igual que el de Asher fue bloqueado por la montaña de oro, aunque esta vez con el preciado metal tomando la forma del propio hombre-bestia para detener sus golpes y lanzar los propios tanto contra él como contra Anders.
No solo conjuraba objetos en cantidades masivas...también podía animar aquello que conjuraba...Y las malas noticias no acababan ahí. Podía moverse ella misma a través de los portales usando un sarcófago de oro y abrir más de un portal a la vez...su dominio del éter era asombroso.
-Cuidado Nín.- Advirtió la felina apartándola justo a tiempo de un nuevo portal a su espalda del que comenzaron a salir disparados hermosos y peligrosos cristales tallados. ¿Es que aquella bruja no tenía límites? Parecía que no, pues casi de inmediato conjuró un nuevo cristal, esta vez bajo los pies de la peliblanca, con toda la intención de empalarla al hacer crecer aquel objeto directamente contra su pecho. Nuevamente la velocidad de reacción de la gata evitó que fuese alcanzada, aunque esta vez el cristal golpeó a la pelirroja en sus brazos en X, donde su armadura de luz y sus guantes reforzados lograron detener el impacto y quebrar el cristal.
-Auch...eso ha dolido vieja arpía...- Se quejó la felina ubicando a su enemiga y lanzándose a por ella a toda velocidad. Más por desgracia Draga volvió a desaparecer en su sarcófago antes de poder alcanzarla.
-Desde luego no es su primer combate.- Tuvo que valorar Níniel al ver como aquella anciana parecía saber cómo contrarrestar todo lo que le lanzaban, e incluso dividir sus esfuerzos para no verse superada. Evitaba ataques físicos simplemente usando sus portales para moverse, animaba enemigos de oro y ante ataques a distancia le bastaba con protegerse con barreras...Todo ello mientras les atacaba constantemente y desde cualquier punto a placer.
-Tampoco es la primera vez que yo me enfrento a una bruja...- Se auto animó entonces la sacerdotisa, elevando su éter, bendiciéndose a sí misma con un gran aumento de sus capacidades mágicas[1] y clavando su ahora fulgurante mirada aguamarina en el lugar donde percibía el éter de la bruja. Sin duda Anabela también había percibido el aumento en Níniel, pues la miró con una mezcla de curiosidad y duda, pensando en si debía volver a atacarla de inmediato. Por desgracia para ella a pesar de su poder tenía demasiados frentes que atender. Asher y Syl no debían ser ignorados, y su Oshu dorado comenzaba a verse superado por el original y el elfo...Atacar a uno bien podía crear una apertura para otro, y ella ya no era tan joven como antaño.
-Vamos Cath.- Instó la elfa a su hermana, que se lanzó nuevamente a por la bruja a toda velocidad, desplegando sus garras capaces de atravesar hasta las armaduras. Por supuesto aquel ataque no era más que una distracción más para mantenerla ocupada.
Como era de esperar la anciana volvió a usar sus portales para moverse, justo como Níniel quería. Mientras lo hacía, la joven conjuró dos esferas de luz que comenzaron a flotar a su alrededor sin efecto aparente [2]. Tan pronto como la bruja reapareció y abría su sarcófago en su nueva posición, la peliblanca miró justo en su dirección, muy sencilla de detectar debido a todo el poder que estaba usando la bruja, y comenzó a tomar dicho poder para ella. No una, ni dos, sino hasta tres veces [3]. Para alguien sin percepción del éter podría parecer que Anabela sencillamente se había quedado parada y que parecía debilitarse por momentos, como si el cansancio por fin la hubiese alcanzado. Pero para aquellos sensibles sería evidente como la luz parecía abandonar su cuerpo, absorbido por Níniel, cuyo poder aumentaría más y más.
Una vez desprovista de su éter, sus portales se cerraban y desaparecían, y su sarcófago cayó al suelo desprovisto de magia. Respirando con dificultad y sabiéndose derrotada la anciana dejó caer su bastón y trató de hacer un gesto de rendición, pidiéndole a la elfa que se detuviera. Sin su magia, alguien tan mayor como ella sin duda podría morir fácilmente por el síndrome de abstinencia mágica, y lo sabía.
-Supongo que ahora sí responderás a las preguntas del centinela...Podías haberte ahorrado el espectáculo. Pero nadie me hace nunca caso siendo amable.- Dijo la joven. Incluso su voz sonaba alterada debido a todo el poder absorbido. Sus ojos fulguraban en gran medida. La anciana asintió rápidamente.
-Y ahora tu oro es mio...Digo, nuestro. Y si te niegas, Níniel se enfadará...Y no quieres verla enfadada te lo aseguro.- Exigió de paso la felina. Mientras, Níniel decidió dejar a la bruja con Asher y atender las heridas de los demás. Con todo aquel poder, sus heridas desaparecerían en un parpadeo, incluso la del hombro de Anders.
OFF: 1,2, 3: Habilidades Intelecto arcano, Furia de Anar y Aspirx3.
Níniel Thenidiel
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Re: Matanzas y desgracias [Minievento, SCA]
Syl apuntó desde el tejado de la cabaña, preparandose para hundirle un agujero en la nuca a la bruja. Pero Anabela Draga no era un oponente sencillo. Con tan solo un giro, un rayo salió de su dedo índice, impactando en la ballesta del felino y volviendola temporalmente de oro, cuerda incluida. En ese estado, el arma no podía disparar. El felino gruñó, desplegando la cuchilla de su brazal para saltar contra la mujer.
Otro portal apareció delante de él, interceptando su salto. En lugar de lanzar nada, el agujero le transportó hacia arriba, mandándolo por los aires... hasta que empezó a caer. El gato giró en el aire, envolviéndose con su capa y conviertiéndose en una nube de humo negro. [1] Tenía que volver al combate.
Por mi parte... estaba ocupado, aunque de forma distinta. El suelo a mi alrededor estaba cubierto por un círculo arcano, dibujado rápidamente. Si aquello era lo que pensaba, podía ponerle fin. Dos pilares de roca, creados por mis mismas runas, me estaban sirviendo de cobertura. [2] Gracias a los demás, la bruja estaba demasiado ocupada como para hacer caso a lo que estuviese haciendo.
Y finalmente, terminé con el último glifo.
Al mismo tiempo, los ataques parecieron perder potencia. Rodeé el improvisado muro de roca, observando lo que ocurría. Niniel había absorbido su magia de alguna forma, y esta parecía... ¿rendirse?
Al menos, hasta que Catherine habló, amenazando a la anciana y asegurando que todo el oro sería ahora nuestro.
-¡Ja! ¡Ja, ja, ja!- se carcajeó la anciana, mirando tan solo a Catherine. Toda pretensión de rendirse o parecer débil desapareció de su rostro. -¡Lo sabía! Todos iguales...-
El bastón flotó, elevándose a sus manos de nuevo. Aunque su poder mágico parecía haberse reducido, aún tenía una cantidad considerable, quizás algo menos de la mitad. Lo que significaba que aún tenía trucos. Con un chasquido de dedos, dos portales aparecieron en el aire, uno encima de otro. Otro cofre, esta vez más pequeño, salió del portal superior, cayendo al que estaba debajo... y volviendo a aparecer del primero.
-Oh, no.- musité, volviendo al círculo de glifos que había dibujado apresuradamente. El cofre cayó, y volvió a caer, yendo más rápido con cada segundo que pasaba mientras la anciana reía. Con un último chasquido de dedos, otro portal apareció bajo ella y la mujer desapareció.
Al mismo tiempo, el portal superior cambió de lugar, apuntando directamente hacia Niniel y Catherine. El cofre salió disparado a una velocidad prohibitiva.
Y entonces, alcancé las runas, colocando mis manos sobre ellas. Tomaron efecto, y el cofre se detuvo en el aire, cayendo inerte al suelo como si lo hubiesen soltado. Todo lo demás empezó a desaparecer. Los aeros, los tesoros, incluso su cabaña, todo era conjurado. Sin la presencia de la anciana para mantener su hechizo, los glifos surtieron efecto, y todo rastro de que la mujer había vivido allí se desvaneció en el aire. Bueno, todo menos una cosa.
El último cofre que había arrojado seguía allí. Un vistazo con mis otros ojos reveló que era real: no era conjurado, ni lo eran las cosas de su interior. Me aproximé con curiosidad. Había... una cantidad bastante decente. Joyas de oro y piedras preciosas, aeros suficientes para comprar una mansión, brazaletes y adornos...
Oshu silbó a mi espalda, impresionado.
-Esto es real.- avisé. -Quizás... Hmm. Si las Tres Zarpas iban tras este tesoro, quizás podamos usarlo para atraerlos.- comenté.
-Después de recolocar parte de él, quieres decir.- sonrió el hombre perro. Chasqueé la lengua, pero no le reprimí. Había suficiente para todos, después de todo. -Veamos... podemos llegar a 200 por cabeza fácilmente.- calculó, sopesando las monedas.
El repartir las riquezas no llevó mucho tiempo. Como mínimo, aquello levantó un poco los espíritus. Encontrasemos o no lo que buscábamos, aquello no había sido en vano. Tras llenar un poco nuestros monederos, aún quedaba la parte más lujosa del tesoro.
-Se me ocurre que podríamos hacer que alguien se pase con las joyas puestas y a la vista, mientras el resto tiende una emboscada.- sugerí. Colocarnos entre los árboles junto al pantano y esperar no sería dificil. El olor de ese sitio taparía cualquier rastro fácilmente.
-No podemos ser ninguno de los tres.- intervino Syl. -Nos conocen. Es posible que también sepan de Niniel, también.- avisó.
-Y Catherine sería mejor como parte de la emboscada, además de que no parece precisamente indefensa.- añadí. Eso nos dejaba con tan solo un candidato. Varias miradas se clavaron en Anders. -Bueno, entonces... ¿Como prefieres hacer esto?- pregunté, empujando el cofre ligeramente hacia el elfo.-
[1] Objeto: Eco
[2] Objeto Limitado: Runa Altura
Otro portal apareció delante de él, interceptando su salto. En lugar de lanzar nada, el agujero le transportó hacia arriba, mandándolo por los aires... hasta que empezó a caer. El gato giró en el aire, envolviéndose con su capa y conviertiéndose en una nube de humo negro. [1] Tenía que volver al combate.
Por mi parte... estaba ocupado, aunque de forma distinta. El suelo a mi alrededor estaba cubierto por un círculo arcano, dibujado rápidamente. Si aquello era lo que pensaba, podía ponerle fin. Dos pilares de roca, creados por mis mismas runas, me estaban sirviendo de cobertura. [2] Gracias a los demás, la bruja estaba demasiado ocupada como para hacer caso a lo que estuviese haciendo.
Y finalmente, terminé con el último glifo.
Al mismo tiempo, los ataques parecieron perder potencia. Rodeé el improvisado muro de roca, observando lo que ocurría. Niniel había absorbido su magia de alguna forma, y esta parecía... ¿rendirse?
Al menos, hasta que Catherine habló, amenazando a la anciana y asegurando que todo el oro sería ahora nuestro.
-¡Ja! ¡Ja, ja, ja!- se carcajeó la anciana, mirando tan solo a Catherine. Toda pretensión de rendirse o parecer débil desapareció de su rostro. -¡Lo sabía! Todos iguales...-
El bastón flotó, elevándose a sus manos de nuevo. Aunque su poder mágico parecía haberse reducido, aún tenía una cantidad considerable, quizás algo menos de la mitad. Lo que significaba que aún tenía trucos. Con un chasquido de dedos, dos portales aparecieron en el aire, uno encima de otro. Otro cofre, esta vez más pequeño, salió del portal superior, cayendo al que estaba debajo... y volviendo a aparecer del primero.
-Oh, no.- musité, volviendo al círculo de glifos que había dibujado apresuradamente. El cofre cayó, y volvió a caer, yendo más rápido con cada segundo que pasaba mientras la anciana reía. Con un último chasquido de dedos, otro portal apareció bajo ella y la mujer desapareció.
Al mismo tiempo, el portal superior cambió de lugar, apuntando directamente hacia Niniel y Catherine. El cofre salió disparado a una velocidad prohibitiva.
Y entonces, alcancé las runas, colocando mis manos sobre ellas. Tomaron efecto, y el cofre se detuvo en el aire, cayendo inerte al suelo como si lo hubiesen soltado. Todo lo demás empezó a desaparecer. Los aeros, los tesoros, incluso su cabaña, todo era conjurado. Sin la presencia de la anciana para mantener su hechizo, los glifos surtieron efecto, y todo rastro de que la mujer había vivido allí se desvaneció en el aire. Bueno, todo menos una cosa.
El último cofre que había arrojado seguía allí. Un vistazo con mis otros ojos reveló que era real: no era conjurado, ni lo eran las cosas de su interior. Me aproximé con curiosidad. Había... una cantidad bastante decente. Joyas de oro y piedras preciosas, aeros suficientes para comprar una mansión, brazaletes y adornos...
Oshu silbó a mi espalda, impresionado.
-Esto es real.- avisé. -Quizás... Hmm. Si las Tres Zarpas iban tras este tesoro, quizás podamos usarlo para atraerlos.- comenté.
-Después de recolocar parte de él, quieres decir.- sonrió el hombre perro. Chasqueé la lengua, pero no le reprimí. Había suficiente para todos, después de todo. -Veamos... podemos llegar a 200 por cabeza fácilmente.- calculó, sopesando las monedas.
El repartir las riquezas no llevó mucho tiempo. Como mínimo, aquello levantó un poco los espíritus. Encontrasemos o no lo que buscábamos, aquello no había sido en vano. Tras llenar un poco nuestros monederos, aún quedaba la parte más lujosa del tesoro.
-Se me ocurre que podríamos hacer que alguien se pase con las joyas puestas y a la vista, mientras el resto tiende una emboscada.- sugerí. Colocarnos entre los árboles junto al pantano y esperar no sería dificil. El olor de ese sitio taparía cualquier rastro fácilmente.
-No podemos ser ninguno de los tres.- intervino Syl. -Nos conocen. Es posible que también sepan de Niniel, también.- avisó.
-Y Catherine sería mejor como parte de la emboscada, además de que no parece precisamente indefensa.- añadí. Eso nos dejaba con tan solo un candidato. Varias miradas se clavaron en Anders. -Bueno, entonces... ¿Como prefieres hacer esto?- pregunté, empujando el cofre ligeramente hacia el elfo.-
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[1] Objeto: Eco
[2] Objeto Limitado: Runa Altura
Asher Daregan
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Re: Matanzas y desgracias [Minievento, SCA]
Asentí, llevándome la punta del índice a la boca ante las explicaciones de la elfa. Desvié los ojos hacia un lado mientras hablaba, tanto en consideración de lo que decía tanto como para asegurarme de que nada iba a saltarme encima, no desde ese flanco al menos.
Quizá todos mis años en Sandorai me habían proporcionado una percepción muy equivocada sobre sanadores, el lugar era hogar de elfos, después de todo, así que no era ninguna proeza encontrarse uno. La proeza era no hacerlo. Sonreí y suspiré, considerando si tal vez no habría sido mejor intentar aprender más sobre sanación a ver si así tenía una vida más fácil; aunque nadie me decía que la alta sanadora lo fuese, sobretodo por el asunto de la Logia dándole “un respiro”.
Ante otro de los oportunos comentarios de Catherine le sonreí un poco, volteando la cabeza a otro lado para evitar recibir las collejas que obtenía de respuesta de su hermana.
—¿Alq-pff-jajaja- ¡ja! —cerré la mano, haciendo del índice un puño junto al resto de los dedos para intentar contener a poco éxito mi risa sobre eso—. No, apenas sé cocinar. Me tomaría bien más de la mitad de mi vida en aprender eso, demasiados elementos… —hice un gesto con la mano, como echando un poco de aire—. Es sólo por el tiempo que pasé en Sandorai, ¿son nativas del lugar? Era el único lugar donde las había visto, al menos. He escuchado cosas de distintas tribus élficas, algunas las cazan, otros… no sé que hacen.
Al escuchar a Catherine volteé a verla, abriendo los ojos ligeramente al notar el puñado que había tomado. Iba a preguntarme en cual momento; pero si no me equivocaba, ella se había cargado una de esas sola, o cerca. Acerqué mi propia toma hacia la mano de la felina, dejándola caer sobre su puñado.
—También recogí algunas suponiendo que tu hermana era alquimista, sino, podía venderlo después —me encogí de hombros sonriendo—, tienen veneno, creo que son para paralizantes o algo así.
Me había dejado un poco al suelo luego de ver como se había detenido el asalto de Draga. Me lleve una mano al hombro para retirar el cristal, gimoteando en voz baja del dolor con los dientes apretados al retirarlo de un jalón. Aplasté mi mano allí cuidadosamente, empezando a emitir luz para curarme. Después me encargaría de los otros cortes menores y moretones.
Eso pretendía hacer, al menos. Sentí un éter ajeno, uno de alguna forma “violento”, invadirme un poco y cerrar las heridas en un abrir y cerrar de ojos. Suspiré aliviado, el arcanista no podría haber escogido mejor persona para todo este embrollo.
Abrí la boca listo para agradecer a la mujer, antes de escuchar la risa de Draga y voltear, observando su bastón elevándose más allá de sus manos y como se formaban dos portales. Me puse de pie listo para ir hacia ella; aunque no me moví del lugar, observando la posición de estos para poder esquivar lo que fuese a lanzarnos.
…Cosa que no podría hacer con los portales así. Enarqué una ceja, viendo confuso como un cofre caía de uno a otro, para volver a caer. Me tomó varias vueltas comprender que estaba pasando, y no sería dulce.
Antes de poder advertir nada uno de los portales desapareció y sentí un frío recorrerme la espina, haciéndome consciente del sudor que tenía ubicado en ella. Volteé atrás, esperando otro asalto sorpresa a mis espaldas; pero no había nada. Para bien. Volteando de nuevo al frente fue que noté apenas algo raro cerca de Niniel y Catherine. Cuando devolví los ojos allí, sería tarde, era el portal.
No habría tenido tiempo de advertirles siquiera. Seguí con los ojos como el cofre se disparó, pero mi mirada se fue de largo, posada sobre las mujeres. «¿…?» devolví la mirada hacia donde estaba el portal, con el cofre estático en el aire, segundos antes de caer. El impacto resonó en el suelo, momento en que empecé a voltear a los lados, faltaba Draga, y ahora que revisaba mejor… ¿por allí no estaba su hogar?
Ante el silbido de Oshu me concentré en el perro. Lucía relajado, a espaldas del arcanista. No sabía qué había pasado; pero encontraba obvio quien había sido el responsable. Aún así me acerqué a Catherine y Niniel para verificar el estado de ambas, y agradecer de todas maneras por atender mis heridas.
—¿Uhm? —pregunté, viendo hacia Asher—. ¿Qué cosa es rea… oh —callé, notando también que entre todo lo de Draga, el cofre había permanecido.
No quise acercarme, sintiendo como que en cierto modo estaría robando a la anciana, por mucho que el pobre cofre rebosara a reventar. Tampoco tuve que hacerlo, por la propuesta de Oshu. Reí en voz baja al ver la cara de Asher, poco a poco empezaba a discernir un poquito detalles pequeños de sus expresiones, a diferencia de Syl, que seguía siendo como jugar cartas contra uno de esos genios de taberna que no parecen tener músculos faciales.
Me acerqué algo escéptico a recibir los aeros. No es que no quisiera, solamente me estaba planteando dilemas morales tontos que a nadie le importarían mucho allí. Había hecho cosas peores en mi vida, creo. Supongo.
No podría alegrarme, igual. Estábamos lejos de terminar, era más bien el comienzo de todo esto.
Escuché el plan de Asher tranquilamente, cada vez menos tranquilo según se reducían las opciones. Cuando las miradas se clavaron en mi tuve un pequeño respingo. Tras unos segundos de silencio, viendo como el arcanista movía el cofre disimuladamente en mi dirección alcé un dedo.
—¿Dices qué parezco in… —vi a Catherine, y su equipo, y también tuve las imágenes mentales del cadáver de la Manshari a la que se había cargado. Y después vi al resto—. …Sí, no puedo argumentar contra esa lógica
Suspiré rendido, metiendo las manos en el cofre y viendo lo que había.
Pasados pocos minutos lucía como alguien que Siegfried mismo envidiaría: cubierto con una pequeña corona de oro, con los brazos cargados de brazaletes que me quedaban y brazaletes que no me quedaban, con tres collares distintos, un montón de adornos y anillos, joyas sostenidas en las manos… y luego estaba mi golem, que lucía casi igual, sólo que más ridículo, porque por su consistencia ‘gelatinosa’ simplemente tenía joyas, aeros, y cosas clavadas dentro de sí mismo.
Para ese punto me habían dejado solo. Avanzaba no con cuidado porque quisiera, sino porque todo ese maldito dinero pesaba, caminé por el pantano cuidadosamente, sin un rumbo fijo, tan sólo evitando las áreas pantanosas para no ser todavía más pesado. Me cansé bastante pronto de llevar todo el peso, lucía como que podía desmayarme en cualquier momento.
Como la presa perfecta para un grupo de ladrones.
Desde un árbol lejano observaba una tigresa, camuflada en el lugar como solo los hombres bestia sabían camuflarse. Sostenía un arco en manos, aunque aún no tensaba ninguna flecha, esperando.
Entre esos mismos árboles emergió de las sombras un hombre pantera, posando su mano sobre el hombro de la tigresa, acariciándole el cuello con el palmar de la mano.
—Vin —se limitó a decir, en su típica forma seria.
—Está bien —dijo, bajando su mano y posicionándose junto a ella—. Está posicionada, está yendo directo a ella.
—¿Donde está Gron?
Antes de que el hombre pantera pudiese responder se escuchó la fuerte risa de un simio, que hizo a la tigresa llevarse una mano al entrecejo y negar con la cabeza. Apuntó su arco, tensándolo, y observando la escena: yo, de cabeza y amarrado por una serie de cuerdas que no solo apresaron mis pies, sino que de alguna manera habían terminado atando más de medio cuerpo.
Ni siquiera yo estaba muy seguro de que había pasado, y mucho menos ahora, que el hombre orangután jugaba balanceándome de un lado a otro haciendo caer el montón de aeros que llevaba encima, algunas joyas, la corona, piezas de oro…
—¡Sexta captura esta semana! —celebró—. Es como mi número de la suerte. Mi número, ¿entiendes? —rió de su propio chiste, empujándome una vez más para seguirme balanceando—. ¿Hm? —se agachó y saltó atrás ágil al notar al golem, tocando cuidadosamente con palo—. ¿Qué es esto?
La tigresa gruñó desde su posición, presenciando al orangután perder el tiempo en vez de arrebatar todo de una vez. Si bien ella ni Vin tenían razones para considerarme una amenaza, porque simplemente no lo era, como mínimo tenían un protocolo. Ella y Vin, al menos.
El hombre pantera se hizo otra vez hacia la oscuridad de varios árboles y desapareció, había mejores lugares de los que observar, más cercanos. Sólo por si acaso podía hacer algo de cabeza y atado.
Quizá todos mis años en Sandorai me habían proporcionado una percepción muy equivocada sobre sanadores, el lugar era hogar de elfos, después de todo, así que no era ninguna proeza encontrarse uno. La proeza era no hacerlo. Sonreí y suspiré, considerando si tal vez no habría sido mejor intentar aprender más sobre sanación a ver si así tenía una vida más fácil; aunque nadie me decía que la alta sanadora lo fuese, sobretodo por el asunto de la Logia dándole “un respiro”.
Ante otro de los oportunos comentarios de Catherine le sonreí un poco, volteando la cabeza a otro lado para evitar recibir las collejas que obtenía de respuesta de su hermana.
—¿Alq-pff-jajaja- ¡ja! —cerré la mano, haciendo del índice un puño junto al resto de los dedos para intentar contener a poco éxito mi risa sobre eso—. No, apenas sé cocinar. Me tomaría bien más de la mitad de mi vida en aprender eso, demasiados elementos… —hice un gesto con la mano, como echando un poco de aire—. Es sólo por el tiempo que pasé en Sandorai, ¿son nativas del lugar? Era el único lugar donde las había visto, al menos. He escuchado cosas de distintas tribus élficas, algunas las cazan, otros… no sé que hacen.
Al escuchar a Catherine volteé a verla, abriendo los ojos ligeramente al notar el puñado que había tomado. Iba a preguntarme en cual momento; pero si no me equivocaba, ella se había cargado una de esas sola, o cerca. Acerqué mi propia toma hacia la mano de la felina, dejándola caer sobre su puñado.
—También recogí algunas suponiendo que tu hermana era alquimista, sino, podía venderlo después —me encogí de hombros sonriendo—, tienen veneno, creo que son para paralizantes o algo así.
[…]
Me había dejado un poco al suelo luego de ver como se había detenido el asalto de Draga. Me lleve una mano al hombro para retirar el cristal, gimoteando en voz baja del dolor con los dientes apretados al retirarlo de un jalón. Aplasté mi mano allí cuidadosamente, empezando a emitir luz para curarme. Después me encargaría de los otros cortes menores y moretones.
Eso pretendía hacer, al menos. Sentí un éter ajeno, uno de alguna forma “violento”, invadirme un poco y cerrar las heridas en un abrir y cerrar de ojos. Suspiré aliviado, el arcanista no podría haber escogido mejor persona para todo este embrollo.
Abrí la boca listo para agradecer a la mujer, antes de escuchar la risa de Draga y voltear, observando su bastón elevándose más allá de sus manos y como se formaban dos portales. Me puse de pie listo para ir hacia ella; aunque no me moví del lugar, observando la posición de estos para poder esquivar lo que fuese a lanzarnos.
…Cosa que no podría hacer con los portales así. Enarqué una ceja, viendo confuso como un cofre caía de uno a otro, para volver a caer. Me tomó varias vueltas comprender que estaba pasando, y no sería dulce.
Antes de poder advertir nada uno de los portales desapareció y sentí un frío recorrerme la espina, haciéndome consciente del sudor que tenía ubicado en ella. Volteé atrás, esperando otro asalto sorpresa a mis espaldas; pero no había nada. Para bien. Volteando de nuevo al frente fue que noté apenas algo raro cerca de Niniel y Catherine. Cuando devolví los ojos allí, sería tarde, era el portal.
No habría tenido tiempo de advertirles siquiera. Seguí con los ojos como el cofre se disparó, pero mi mirada se fue de largo, posada sobre las mujeres. «¿…?» devolví la mirada hacia donde estaba el portal, con el cofre estático en el aire, segundos antes de caer. El impacto resonó en el suelo, momento en que empecé a voltear a los lados, faltaba Draga, y ahora que revisaba mejor… ¿por allí no estaba su hogar?
Ante el silbido de Oshu me concentré en el perro. Lucía relajado, a espaldas del arcanista. No sabía qué había pasado; pero encontraba obvio quien había sido el responsable. Aún así me acerqué a Catherine y Niniel para verificar el estado de ambas, y agradecer de todas maneras por atender mis heridas.
—¿Uhm? —pregunté, viendo hacia Asher—. ¿Qué cosa es rea… oh —callé, notando también que entre todo lo de Draga, el cofre había permanecido.
No quise acercarme, sintiendo como que en cierto modo estaría robando a la anciana, por mucho que el pobre cofre rebosara a reventar. Tampoco tuve que hacerlo, por la propuesta de Oshu. Reí en voz baja al ver la cara de Asher, poco a poco empezaba a discernir un poquito detalles pequeños de sus expresiones, a diferencia de Syl, que seguía siendo como jugar cartas contra uno de esos genios de taberna que no parecen tener músculos faciales.
Me acerqué algo escéptico a recibir los aeros. No es que no quisiera, solamente me estaba planteando dilemas morales tontos que a nadie le importarían mucho allí. Había hecho cosas peores en mi vida, creo. Supongo.
No podría alegrarme, igual. Estábamos lejos de terminar, era más bien el comienzo de todo esto.
Escuché el plan de Asher tranquilamente, cada vez menos tranquilo según se reducían las opciones. Cuando las miradas se clavaron en mi tuve un pequeño respingo. Tras unos segundos de silencio, viendo como el arcanista movía el cofre disimuladamente en mi dirección alcé un dedo.
—¿Dices qué parezco in… —vi a Catherine, y su equipo, y también tuve las imágenes mentales del cadáver de la Manshari a la que se había cargado. Y después vi al resto—. …Sí, no puedo argumentar contra esa lógica
Suspiré rendido, metiendo las manos en el cofre y viendo lo que había.
Pasados pocos minutos lucía como alguien que Siegfried mismo envidiaría: cubierto con una pequeña corona de oro, con los brazos cargados de brazaletes que me quedaban y brazaletes que no me quedaban, con tres collares distintos, un montón de adornos y anillos, joyas sostenidas en las manos… y luego estaba mi golem, que lucía casi igual, sólo que más ridículo, porque por su consistencia ‘gelatinosa’ simplemente tenía joyas, aeros, y cosas clavadas dentro de sí mismo.
Para ese punto me habían dejado solo. Avanzaba no con cuidado porque quisiera, sino porque todo ese maldito dinero pesaba, caminé por el pantano cuidadosamente, sin un rumbo fijo, tan sólo evitando las áreas pantanosas para no ser todavía más pesado. Me cansé bastante pronto de llevar todo el peso, lucía como que podía desmayarme en cualquier momento.
Como la presa perfecta para un grupo de ladrones.
Desde un árbol lejano observaba una tigresa, camuflada en el lugar como solo los hombres bestia sabían camuflarse. Sostenía un arco en manos, aunque aún no tensaba ninguna flecha, esperando.
Entre esos mismos árboles emergió de las sombras un hombre pantera, posando su mano sobre el hombro de la tigresa, acariciándole el cuello con el palmar de la mano.
—Vin —se limitó a decir, en su típica forma seria.
—Está bien —dijo, bajando su mano y posicionándose junto a ella—. Está posicionada, está yendo directo a ella.
—¿Donde está Gron?
Antes de que el hombre pantera pudiese responder se escuchó la fuerte risa de un simio, que hizo a la tigresa llevarse una mano al entrecejo y negar con la cabeza. Apuntó su arco, tensándolo, y observando la escena: yo, de cabeza y amarrado por una serie de cuerdas que no solo apresaron mis pies, sino que de alguna manera habían terminado atando más de medio cuerpo.
Ni siquiera yo estaba muy seguro de que había pasado, y mucho menos ahora, que el hombre orangután jugaba balanceándome de un lado a otro haciendo caer el montón de aeros que llevaba encima, algunas joyas, la corona, piezas de oro…
—¡Sexta captura esta semana! —celebró—. Es como mi número de la suerte. Mi número, ¿entiendes? —rió de su propio chiste, empujándome una vez más para seguirme balanceando—. ¿Hm? —se agachó y saltó atrás ágil al notar al golem, tocando cuidadosamente con palo—. ¿Qué es esto?
La tigresa gruñó desde su posición, presenciando al orangután perder el tiempo en vez de arrebatar todo de una vez. Si bien ella ni Vin tenían razones para considerarme una amenaza, porque simplemente no lo era, como mínimo tenían un protocolo. Ella y Vin, al menos.
El hombre pantera se hizo otra vez hacia la oscuridad de varios árboles y desapareció, había mejores lugares de los que observar, más cercanos. Sólo por si acaso podía hacer algo de cabeza y atado.
Anders
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Re: Matanzas y desgracias [Minievento, SCA]
Privada de su poder mágico aquella anciana no era ya una amenaza, e incluso el resto de sus trucos comenzaron a perder fuerza, haciendo que su casa, así como el gran tesoro que había arrojado contra ellos a modo de arma, comenzaran a desdibujarse, a no ser tan perfectas. Algo que interesó en gran medida a la peliblanca, pues nunca había visto aquel tipo de magia funcionando a ese nivel de ese modo. Incluso estuvo a punto de proferir un sonidito de admiración y de satisfacción, al sentir que había aprendido algo más gracias a aquella bruja.
-Que interesante.- Susurró tras haber sanado la herida de Anders con apenas una simple mirada, y tomando una de las monedas del suelo y centrándose en ella. Aquella era real, mezclada entre otras muchas que no. Una estrategia de combate sin duda perfeccionada durante años para abrumar a sus enemigos.
-¿De qué te ríes ahora? Llegamos de buenas para preguntarte por unos criminales y tratas de matarnos. Evidentemente que nos debes una gran compensación, abuela.- Discutía Catherine con la anciana a su espalda, algo que hizo que la peliblanca girara la cabeza para ver por qué su rival derrotada seguía negándose a colaborar. ¿Realmente iba a tener que dejar de ser amable con ella? ¿No podía sencillamente ayudarles y ya?
Pronto se hizo patente que no.
Níniel soltó un suspiro y se giró lentamente para encarar a Draga al verla recuperar su bastón y prepararse para un nuevo ataque. Catherine retrocedió de un salto y se mantuvo a la defensiva, asegurándose de colocarse en una posición desde la que poder proteger a su hermana, y desde la que su hermana pudiera protegerla a ella.
-Así que aún te quedaba todo este poder...- Tuvo que aceptar la sacerdotisa mirando su técnica con curiosidad. Era evidente su intención, y también que pensaba compensar su actual falta de poder con una superposición de técnicas menos exigentes pero con una buena sinergía entre ellas. Era una gran bruja. Si tan solo dejase de ser tan cabezota... -Es inútil. Si no has podido vencernos con todo tu poder, ¿qué crees que vas a hacer con el que te queda?- Trató de detenerla, sin éxito.
Entonces la bruja liberó su ataque y se dispuso a huir mediante otro portal y esta vez no reaparecer, denotando que ni siquiera hacía aquello para ganar. Era como si quisiera darles una lección a ellas dos... y evidentemente Níniel fue su objetivo principal. La peliblanca tenía su escudo preparado, por lo que los intentos de la anciana habrían sido en vano de todos modos, pero ni siquiera llegó a necesitar de su más firme defensa, pues Asher no se había quedado de brazos cruzados durante todo ese tiempo y demostró ser capaz de anular su ataque, haciendo que aquel cofre cayera sin representar peligro alguno ni para Níniel ni para Catherine.
-Estamos bien, no te preocupes Anders.- Tranquilizó entonces la joven al elfo, antes de agradecerle a Asher por la ayuda y confirmar su nula intención de ir tras la bruja. Parecía que a falta de información, habían obtenido ya cuanto necesitaban para proseguir.
-¿Dónde se ha metido esa vieja? Un momento. ¿Dónde está todo mi oro? Maldita bruja...Vuelve aquí y dame mi maldito oro.- Bramó molesta Catherine, girándose hacia su hermana evidentemente queriendo una respuesta. Al fin y al cabo la elfa había dicho que aquel oro era real.
-Me engañó...Solo parte lo era.- Se encogió de hombros la peliblanca lanzándole aquella moneda a la felina, que la miró decepcionada para a continuación morderla, como si aquello pudiese garantizar que no desaparecería. Aquello la habría dejado de un humor de perros durante el resto de la misión, de no haber sido aplacada por la parte real del tesoro de Anabella Draga, así como de la decisión de ser repartido equitativamente entre los presentes, a excepción de la parte que necesitarían como cebo para las tres zarpas si decidían seguir el plan del centinela.
-Se atrapan más moscas con miel que con hiel.- Estuvo de acuerdo la peliblanca con el plan. Aunque Catherine insistió en que una vez que atraparan a aquellos individuos debían repartirse el resto del botín, exigiendo una tiara engemada como parte no negociable de aquella futura repartición. Aseguraba que los rubiés hacían juego con sus ojos, y era cierto.
-No te preocupes, no estaremos lejos. En cuanto revelen su posición caeremos sobre ellos.- Animó al "voluntario" para pasearse por el pantano con el rescate de un rey encima. Evitó hacer referencia a su habilidad para curar heridas, pues pensó que lo que menos necesitaba Anders en aquel momento era pensar en que saldría lastimado, por muy buenos que fuesen los remiendos posteriores de la sacerdotisa.
Níniel y Catherine seguían al elfo desde cierta distancia. Ciertamente no parecía que tuviesen que preocuparse mucho por el olor para tender aquella trampa, y ya que ambas portaban armaduras más bien ligeras, tampoco del ruido o de la movilidad. Solo tenían que estar muy atentas a su entorno y aprovechar bien los árboles, rocas y plantas a su disposición para no ser vistas, así como no acercarse demasiado al cebo. El resto estaba en menos de Anders, y su buen juicio a la hora de no llevar sus pasos hasta zonas demasiado abiertas donde no pudiesen seguirle.
Para Níniel aquello era como jugar a las escondidas en Sandorai, aunque con un fondo infinitamente peor. No podía decirse que fuese la mejor en ello, pero creía poder mantenerse oculta decentemente. Catherine por su lado parecía enteramente en su elemento, como un sigiloso y ágil felino al acecho, con sus finísimos sentidos alerta ante cualquier cosa anómala o señal de peligro. Incluso Níniel, que estaba a su lado tenía que girarse para mirarla a menudo, pues ni a tan corta distancia la escuchaba.
Y entonces ocurrió.
De repente Anders acabó boca abajo colgado de unas ramas, y tras unos arbustos surgió un hombre bestia, muy poco sigiloso de hecho, más que alegre por el éxito de su trampa. Una trampa realmente buena había que reconocer, pues no solo había dejado colgando al elfo como si de un jamón se tratara por una pierna, lo había dejado atado y bien atado.
Níniel se mordió el labio para evitar soltar ruido alguno y se preparó para salir y ayudar a su compañero, mas se detuvo en el último momento, pues su presa no era solo una, eran tres. Salir en ese momento sin duda daría ventaja a los otros dos, que no debían de estar muy lejos si actuaban como grupo. Incluso podría hacerles escapar y poner en peligro la misión del centinela. Necesitaban toda la información posible, y por ende a los tres.
Le hizo una señal con la mano a Catherine para que aguardara también, y ambas observaron. Aquel orangután parecía divertirse balanceando a Anders, pero al menos por el momento no parecía querer hacerle daño.
-Allí.- Susurró Catherine señalando a otro árbol cercano. Níniel observó sin ver nada y miró interrogante a su hermana. La pelirroja asintió con firmeza y se señaló las orejas. Había escuchado algo y la elfa no dudo en darle veracidad y asentir igualmente, comenzando a moverse tan silenciosamente como pudo tras su hermana. Buscando ambas reducir distancia con aquel árbol y observarlo desde una distancia menor.
No fue hasta no haberse acercado bastante más que Níniel fue capaz de distinguir la figura de una criatura humanoide y felina entre las ramas, y aún así estaba bastante segura de que, de tener ojos de humana, le hubiese sido casi imposible hacerlo. Habilidades de sigilo y pelaje oscuro...debía de tratarse de Vin, el hombre-pantera. ¿Estaría la tigresa con él? De ser así Níniel no la veía, y por los gestos compartidos con su hermana, ella tampoco. Aquello era bueno y malo a la vez. Bueno porque sería más fácil ocuparse de uno solo. Malo porque eso significaba que no tenían localizada a la arquera del grupo...
Níniel pensó en un plan y entonces se decidió a actuar. Tal vez los demás hubiesen localizado a la tigresa, pero en el caso de que no fuese así...aquello debería funcionar. Le transmitió a Catherine su plan mediante gestos, que por suerte nadie más debería estar viendo o se moriría de la risa, e instó a su hermana a avanzar. Solo ella era lo bastante sigilosa como para continuar acercándose sin ser detectada.
La felina llegó hasta debajo del hombre pantera y observó la disposición de las ramas entre ellos por un instante. Entonces se agazapó, doblando sus poderosas piernas y, sin advertencia alguna, saltó contra él con una feroz sonrisa dibujada en el rostro [1]. El hombre pantera reaccionó rápido y se giró, preparado para saltar a su vez y ganar distancia ante algo inesperado, pero difícilmente hubiese podido imaginar que aquello que le había alarmado y puesto en guardia era una mujer felina pelirroja lanzándose contra él. Logró saltar, pero Catherine reaccionó rápido y se propulsó en el tronco del árbol para seguirlo, alcanzándolo antes de tocar el suelo y logrando golpearlo con fuerza contra la tierra, mientras que ella apenas si se hizo daño al haber amortiguado el golpe con el cuerpo de su presa.
Los instintos del hombre pantera estaban muy bien afilados. Le dolía, pero sabía que debía hacer algo, y rápido. En un instante tenía sus dagas en las manos y buscó apuñalar a aquella atacante que había logrado pillarle desprevenido. Un buen intento, pero que no funcionó contra Catherine, que bloqueó los brazos de Vin con las manos antes de que subieran demasiado y a continuación le dio un poderoso rodillazo en sus partes nobles. Ante aquello, incluso el asesino más silencioso se convertía en el más ruidoso.
La felina sonrió más. -Lo siento. Pero mi hermana insistió en que debía hacerte gritar.- Dijo. Y era cierto. Porque si tal y como sabía, pantera y tigresa eran uña y carne. La arquera no podría permanecer más tiempo oculta ante aquello.
La siguiente parte del plan estaba clara. Níniel ya corría hasta su hermana. Y levantó su esfera protectora alrededor para evitar que nadie acudiera a ayudar al dolorido Vin, o tratara de clavarles una flecha en la espalda.[2]
-Que interesante.- Susurró tras haber sanado la herida de Anders con apenas una simple mirada, y tomando una de las monedas del suelo y centrándose en ella. Aquella era real, mezclada entre otras muchas que no. Una estrategia de combate sin duda perfeccionada durante años para abrumar a sus enemigos.
-¿De qué te ríes ahora? Llegamos de buenas para preguntarte por unos criminales y tratas de matarnos. Evidentemente que nos debes una gran compensación, abuela.- Discutía Catherine con la anciana a su espalda, algo que hizo que la peliblanca girara la cabeza para ver por qué su rival derrotada seguía negándose a colaborar. ¿Realmente iba a tener que dejar de ser amable con ella? ¿No podía sencillamente ayudarles y ya?
Pronto se hizo patente que no.
Níniel soltó un suspiro y se giró lentamente para encarar a Draga al verla recuperar su bastón y prepararse para un nuevo ataque. Catherine retrocedió de un salto y se mantuvo a la defensiva, asegurándose de colocarse en una posición desde la que poder proteger a su hermana, y desde la que su hermana pudiera protegerla a ella.
-Así que aún te quedaba todo este poder...- Tuvo que aceptar la sacerdotisa mirando su técnica con curiosidad. Era evidente su intención, y también que pensaba compensar su actual falta de poder con una superposición de técnicas menos exigentes pero con una buena sinergía entre ellas. Era una gran bruja. Si tan solo dejase de ser tan cabezota... -Es inútil. Si no has podido vencernos con todo tu poder, ¿qué crees que vas a hacer con el que te queda?- Trató de detenerla, sin éxito.
Entonces la bruja liberó su ataque y se dispuso a huir mediante otro portal y esta vez no reaparecer, denotando que ni siquiera hacía aquello para ganar. Era como si quisiera darles una lección a ellas dos... y evidentemente Níniel fue su objetivo principal. La peliblanca tenía su escudo preparado, por lo que los intentos de la anciana habrían sido en vano de todos modos, pero ni siquiera llegó a necesitar de su más firme defensa, pues Asher no se había quedado de brazos cruzados durante todo ese tiempo y demostró ser capaz de anular su ataque, haciendo que aquel cofre cayera sin representar peligro alguno ni para Níniel ni para Catherine.
-Estamos bien, no te preocupes Anders.- Tranquilizó entonces la joven al elfo, antes de agradecerle a Asher por la ayuda y confirmar su nula intención de ir tras la bruja. Parecía que a falta de información, habían obtenido ya cuanto necesitaban para proseguir.
-¿Dónde se ha metido esa vieja? Un momento. ¿Dónde está todo mi oro? Maldita bruja...Vuelve aquí y dame mi maldito oro.- Bramó molesta Catherine, girándose hacia su hermana evidentemente queriendo una respuesta. Al fin y al cabo la elfa había dicho que aquel oro era real.
-Me engañó...Solo parte lo era.- Se encogió de hombros la peliblanca lanzándole aquella moneda a la felina, que la miró decepcionada para a continuación morderla, como si aquello pudiese garantizar que no desaparecería. Aquello la habría dejado de un humor de perros durante el resto de la misión, de no haber sido aplacada por la parte real del tesoro de Anabella Draga, así como de la decisión de ser repartido equitativamente entre los presentes, a excepción de la parte que necesitarían como cebo para las tres zarpas si decidían seguir el plan del centinela.
-Se atrapan más moscas con miel que con hiel.- Estuvo de acuerdo la peliblanca con el plan. Aunque Catherine insistió en que una vez que atraparan a aquellos individuos debían repartirse el resto del botín, exigiendo una tiara engemada como parte no negociable de aquella futura repartición. Aseguraba que los rubiés hacían juego con sus ojos, y era cierto.
-No te preocupes, no estaremos lejos. En cuanto revelen su posición caeremos sobre ellos.- Animó al "voluntario" para pasearse por el pantano con el rescate de un rey encima. Evitó hacer referencia a su habilidad para curar heridas, pues pensó que lo que menos necesitaba Anders en aquel momento era pensar en que saldría lastimado, por muy buenos que fuesen los remiendos posteriores de la sacerdotisa.
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Níniel y Catherine seguían al elfo desde cierta distancia. Ciertamente no parecía que tuviesen que preocuparse mucho por el olor para tender aquella trampa, y ya que ambas portaban armaduras más bien ligeras, tampoco del ruido o de la movilidad. Solo tenían que estar muy atentas a su entorno y aprovechar bien los árboles, rocas y plantas a su disposición para no ser vistas, así como no acercarse demasiado al cebo. El resto estaba en menos de Anders, y su buen juicio a la hora de no llevar sus pasos hasta zonas demasiado abiertas donde no pudiesen seguirle.
Para Níniel aquello era como jugar a las escondidas en Sandorai, aunque con un fondo infinitamente peor. No podía decirse que fuese la mejor en ello, pero creía poder mantenerse oculta decentemente. Catherine por su lado parecía enteramente en su elemento, como un sigiloso y ágil felino al acecho, con sus finísimos sentidos alerta ante cualquier cosa anómala o señal de peligro. Incluso Níniel, que estaba a su lado tenía que girarse para mirarla a menudo, pues ni a tan corta distancia la escuchaba.
Y entonces ocurrió.
De repente Anders acabó boca abajo colgado de unas ramas, y tras unos arbustos surgió un hombre bestia, muy poco sigiloso de hecho, más que alegre por el éxito de su trampa. Una trampa realmente buena había que reconocer, pues no solo había dejado colgando al elfo como si de un jamón se tratara por una pierna, lo había dejado atado y bien atado.
Níniel se mordió el labio para evitar soltar ruido alguno y se preparó para salir y ayudar a su compañero, mas se detuvo en el último momento, pues su presa no era solo una, eran tres. Salir en ese momento sin duda daría ventaja a los otros dos, que no debían de estar muy lejos si actuaban como grupo. Incluso podría hacerles escapar y poner en peligro la misión del centinela. Necesitaban toda la información posible, y por ende a los tres.
Le hizo una señal con la mano a Catherine para que aguardara también, y ambas observaron. Aquel orangután parecía divertirse balanceando a Anders, pero al menos por el momento no parecía querer hacerle daño.
-Allí.- Susurró Catherine señalando a otro árbol cercano. Níniel observó sin ver nada y miró interrogante a su hermana. La pelirroja asintió con firmeza y se señaló las orejas. Había escuchado algo y la elfa no dudo en darle veracidad y asentir igualmente, comenzando a moverse tan silenciosamente como pudo tras su hermana. Buscando ambas reducir distancia con aquel árbol y observarlo desde una distancia menor.
No fue hasta no haberse acercado bastante más que Níniel fue capaz de distinguir la figura de una criatura humanoide y felina entre las ramas, y aún así estaba bastante segura de que, de tener ojos de humana, le hubiese sido casi imposible hacerlo. Habilidades de sigilo y pelaje oscuro...debía de tratarse de Vin, el hombre-pantera. ¿Estaría la tigresa con él? De ser así Níniel no la veía, y por los gestos compartidos con su hermana, ella tampoco. Aquello era bueno y malo a la vez. Bueno porque sería más fácil ocuparse de uno solo. Malo porque eso significaba que no tenían localizada a la arquera del grupo...
Níniel pensó en un plan y entonces se decidió a actuar. Tal vez los demás hubiesen localizado a la tigresa, pero en el caso de que no fuese así...aquello debería funcionar. Le transmitió a Catherine su plan mediante gestos, que por suerte nadie más debería estar viendo o se moriría de la risa, e instó a su hermana a avanzar. Solo ella era lo bastante sigilosa como para continuar acercándose sin ser detectada.
La felina llegó hasta debajo del hombre pantera y observó la disposición de las ramas entre ellos por un instante. Entonces se agazapó, doblando sus poderosas piernas y, sin advertencia alguna, saltó contra él con una feroz sonrisa dibujada en el rostro [1]. El hombre pantera reaccionó rápido y se giró, preparado para saltar a su vez y ganar distancia ante algo inesperado, pero difícilmente hubiese podido imaginar que aquello que le había alarmado y puesto en guardia era una mujer felina pelirroja lanzándose contra él. Logró saltar, pero Catherine reaccionó rápido y se propulsó en el tronco del árbol para seguirlo, alcanzándolo antes de tocar el suelo y logrando golpearlo con fuerza contra la tierra, mientras que ella apenas si se hizo daño al haber amortiguado el golpe con el cuerpo de su presa.
Los instintos del hombre pantera estaban muy bien afilados. Le dolía, pero sabía que debía hacer algo, y rápido. En un instante tenía sus dagas en las manos y buscó apuñalar a aquella atacante que había logrado pillarle desprevenido. Un buen intento, pero que no funcionó contra Catherine, que bloqueó los brazos de Vin con las manos antes de que subieran demasiado y a continuación le dio un poderoso rodillazo en sus partes nobles. Ante aquello, incluso el asesino más silencioso se convertía en el más ruidoso.
La felina sonrió más. -Lo siento. Pero mi hermana insistió en que debía hacerte gritar.- Dijo. Y era cierto. Porque si tal y como sabía, pantera y tigresa eran uña y carne. La arquera no podría permanecer más tiempo oculta ante aquello.
La siguiente parte del plan estaba clara. Níniel ya corría hasta su hermana. Y levantó su esfera protectora alrededor para evitar que nadie acudiera a ayudar al dolorido Vin, o tratara de clavarles una flecha en la espalda.[2]
OFF: 1: Catherine usa su habilidad asalto relámpago. 2 Níniel usa su habilidad santuario.
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
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Re: Matanzas y desgracias [Minievento, SCA]
Oshu seguía el camino de Syl por el suelo.
El felino se movía con una naturalidad sorprendente por los árboles, trepando y saltando entre ellos sin que las ramas se meciesen lo más mínimo. Iba tan rápido como el hombre perro corría, y parecía incluso capaz de acelerar más si lo necesitaba.
Tenía los ojos clavados en una dirección. Y cuando llegó el momento, se detuvo, haciendole una señal a Oshu.
Siguiendo las instrucciones de su compañero, el espadachín frenó, atento a cualquier movimiento. Olía algo, cerca. Algo camuflado. Una segunda señal de Syl le apuntó en la dirección adecuada. Tardó unos momentos en distinguir a la tigresa: había camuflado su armadura y pelaje. Llevaba su arco, y tenía una flecha tensada. Por fortuna, no les estaba mirando, aunque tampoco llegaba a estar de espaldas.
Lenta, muy lentamente, desenfundó ambas espadas. Su objetivo estaba por encima de él, pero el plan era que Syl le obligase a bajar. El arbalista se movió con igual cuidado, apuntando su ballesta sin llegar a disparar, como si esperase algo.
Y entonces, un grito masculino. La tigresa se giró, disparando una flecha que impactó en una burbuja de luz. Al mismo tiempo, Syl disparó, lanzando un cristal de hielo en forma de virote. Instintivamente, la mujer se apartó, pero el disparo no iba hacia ella. La rama sobre la que estaba de pie empezó a caer, y solo se dio cuenta demasiado tarde.
Inevitablemente, la felina cayó, momento que Oshu aprovechó para lanzarse contra ella. Con un rápido movimiento de sus espadas, partió la madera del arco por la mitad, apuntando una de sus armas contra el cuello de la mujer.
-Un placer verte de nuevo.- dijo el hombre perro.
La felina fue a responder con sus dagas. Pero el pinchazo que notó en su hombro la detuvo. Alzó la mirada. Syl estaba a su espalda, con la hoja de su guantelete extendida... y goteando de un líquido que también se encontraba en su hombro. El cuerpo de la mujer se tensó, o lo habría hecho si pudiese.
Con Bena paralizada y Vin bajo control, solo quedaba uno de los tres.
Fue una trampa verdaderamente impresionante. Apenas aparté la mirada un instante, y cuando me di cuenta, Anders estaba cabeza abajo. Aunque a decir verdad, parecía la clase de cosa que le pasaba a menudo.
Tuve que mantenerme a unos cuantos metros, acechando al elfo. Mi armadura era la más pesada del grupo, y nos enfrentábamos a gente de mi raza, después de todo. Tenia que tener cuidado si esperaba llegar a algo. Por fortuna, el orangután parecía bastante entretenido. Aceleré el paso, tomando movimientos rápidos pero breves, hasta encontrarme a tan solo un árbol de distancia.
Un grito a mis espaldas hizo que perdiese la concentración un instante. El orangután se giró. Maldije entre dientes. Ahora o nunca. Salí de mi escondite y lancé la runa que portaba en la mano izquierda, una piedra imbuida con electricidad.
El orangután golpeó el proyectil con su vara, rompiendolo sin dificultad. Normalmente, eso sería seguido de una descarga eléctrica. Pero al parecer, había venido preparado.
No hubo destello. Aquel palo debía estar encantado, o aislado de alguna forma. La cara del orangután se contrajo en una mueca.
-No he venido a mataros.- aseguré.
-¡Oh! ¿Que es esto, una emboscada amistosa?- dijo el simio. -No vamos a arriesgarnos.- declaró. Estaba claro que no le iba a convencer con palabras. Era algo tarde para la diplomacia. Avancé en carrera, lanzándome hacia el con con la garra metálica por delante.
Pero el mono era ágil. Retrocedió de un salto, e incluso cuando mi asalto continuaba, evitaba que llegase a tocarle con cualquiera de mis manos. Una desventaja de no usar a Eclipse: mi alcance era bajo, casi nulo. Pero le estaba haciendo retroceder. Cuando su espalda chocó contra un árbol, el simio saltó, apoyandose encima de aquella vara con un equilibrio impresionante.
Pero no el suficiente. Alcé una patada contra el palo, tirándolo al suelo. Con un chillido, Gron cayó al suelo, momento que aproveché para cerrar mi garra en torno a su brazo. Una descarga eléctrica recorrió su cuerpo, y el simio quedó inmovilizado.
Tras reunir a las Tres Zarpas, cortamos la cuerda que sostenía a Anders. Los tres habían acabado con heridas relativamente menores, y nuestro bando estaba ileso. Rodeados, atados e inmovilizados, no tenían forma de evadirnos.
Y al fin, podíamos hablar.
-Como he dicho, no tengo pensado mataros.- declaré, poniéndome en cuclillas a unos pasos del grupo. -Por eso no he usado esto.- Invoqué a Eclipse en mi mano, durante apenas un segundo, para luego hacerla desaparecer sin más. -Pero he oído ciertas cosas, y me gustaría saber si es cierto. Si decís la verdad... curaremos vuestras heridas, y podréis llevaros las joyas de Anabela.- añadí, señalando a Anders con un gesto.
Esperaba que me equivocase. Incluso si estaban de parte de Haliman... no estaba seguro de si hacer algo al respecto. Suspiré.
-Y... no os molesteis en intentar engañarnos. Niniel es una de las mejores alquimistas de Aerandir. Tiene un suero que os hará decir la verdad, y no es realmente agradable.- dije. Lo último era un farol, por supuesto. Pero sonaba lo suficientemente convincente para usarlo. -Así que preferiria no malgastarlo en esto. Por lo que...-
-He oído que mantenéis contacto con Haliman. Quiero saber si es cierto. Y si lo es, ¿por qué? Sabeis perfectamente que la Caza fue culpa suya.- declaré. Sacudí la cabeza. -Necesito información sobre él. Quiero destruir los objetos del 19. Es la única forma de parar esto. Si sabéis donde está, necesito saberlo.-
No lejos de nosotros, Syl descansaba con su ballesta aún en guardia. Oshu miraba a los capturados, esperando oír una respuesta.
El felino se movía con una naturalidad sorprendente por los árboles, trepando y saltando entre ellos sin que las ramas se meciesen lo más mínimo. Iba tan rápido como el hombre perro corría, y parecía incluso capaz de acelerar más si lo necesitaba.
Tenía los ojos clavados en una dirección. Y cuando llegó el momento, se detuvo, haciendole una señal a Oshu.
Siguiendo las instrucciones de su compañero, el espadachín frenó, atento a cualquier movimiento. Olía algo, cerca. Algo camuflado. Una segunda señal de Syl le apuntó en la dirección adecuada. Tardó unos momentos en distinguir a la tigresa: había camuflado su armadura y pelaje. Llevaba su arco, y tenía una flecha tensada. Por fortuna, no les estaba mirando, aunque tampoco llegaba a estar de espaldas.
Lenta, muy lentamente, desenfundó ambas espadas. Su objetivo estaba por encima de él, pero el plan era que Syl le obligase a bajar. El arbalista se movió con igual cuidado, apuntando su ballesta sin llegar a disparar, como si esperase algo.
Y entonces, un grito masculino. La tigresa se giró, disparando una flecha que impactó en una burbuja de luz. Al mismo tiempo, Syl disparó, lanzando un cristal de hielo en forma de virote. Instintivamente, la mujer se apartó, pero el disparo no iba hacia ella. La rama sobre la que estaba de pie empezó a caer, y solo se dio cuenta demasiado tarde.
Inevitablemente, la felina cayó, momento que Oshu aprovechó para lanzarse contra ella. Con un rápido movimiento de sus espadas, partió la madera del arco por la mitad, apuntando una de sus armas contra el cuello de la mujer.
-Un placer verte de nuevo.- dijo el hombre perro.
La felina fue a responder con sus dagas. Pero el pinchazo que notó en su hombro la detuvo. Alzó la mirada. Syl estaba a su espalda, con la hoja de su guantelete extendida... y goteando de un líquido que también se encontraba en su hombro. El cuerpo de la mujer se tensó, o lo habría hecho si pudiese.
Con Bena paralizada y Vin bajo control, solo quedaba uno de los tres.
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Fue una trampa verdaderamente impresionante. Apenas aparté la mirada un instante, y cuando me di cuenta, Anders estaba cabeza abajo. Aunque a decir verdad, parecía la clase de cosa que le pasaba a menudo.
Tuve que mantenerme a unos cuantos metros, acechando al elfo. Mi armadura era la más pesada del grupo, y nos enfrentábamos a gente de mi raza, después de todo. Tenia que tener cuidado si esperaba llegar a algo. Por fortuna, el orangután parecía bastante entretenido. Aceleré el paso, tomando movimientos rápidos pero breves, hasta encontrarme a tan solo un árbol de distancia.
Un grito a mis espaldas hizo que perdiese la concentración un instante. El orangután se giró. Maldije entre dientes. Ahora o nunca. Salí de mi escondite y lancé la runa que portaba en la mano izquierda, una piedra imbuida con electricidad.
El orangután golpeó el proyectil con su vara, rompiendolo sin dificultad. Normalmente, eso sería seguido de una descarga eléctrica. Pero al parecer, había venido preparado.
No hubo destello. Aquel palo debía estar encantado, o aislado de alguna forma. La cara del orangután se contrajo en una mueca.
-No he venido a mataros.- aseguré.
-¡Oh! ¿Que es esto, una emboscada amistosa?- dijo el simio. -No vamos a arriesgarnos.- declaró. Estaba claro que no le iba a convencer con palabras. Era algo tarde para la diplomacia. Avancé en carrera, lanzándome hacia el con con la garra metálica por delante.
Pero el mono era ágil. Retrocedió de un salto, e incluso cuando mi asalto continuaba, evitaba que llegase a tocarle con cualquiera de mis manos. Una desventaja de no usar a Eclipse: mi alcance era bajo, casi nulo. Pero le estaba haciendo retroceder. Cuando su espalda chocó contra un árbol, el simio saltó, apoyandose encima de aquella vara con un equilibrio impresionante.
Pero no el suficiente. Alcé una patada contra el palo, tirándolo al suelo. Con un chillido, Gron cayó al suelo, momento que aproveché para cerrar mi garra en torno a su brazo. Una descarga eléctrica recorrió su cuerpo, y el simio quedó inmovilizado.
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Tras reunir a las Tres Zarpas, cortamos la cuerda que sostenía a Anders. Los tres habían acabado con heridas relativamente menores, y nuestro bando estaba ileso. Rodeados, atados e inmovilizados, no tenían forma de evadirnos.
Y al fin, podíamos hablar.
-Como he dicho, no tengo pensado mataros.- declaré, poniéndome en cuclillas a unos pasos del grupo. -Por eso no he usado esto.- Invoqué a Eclipse en mi mano, durante apenas un segundo, para luego hacerla desaparecer sin más. -Pero he oído ciertas cosas, y me gustaría saber si es cierto. Si decís la verdad... curaremos vuestras heridas, y podréis llevaros las joyas de Anabela.- añadí, señalando a Anders con un gesto.
Esperaba que me equivocase. Incluso si estaban de parte de Haliman... no estaba seguro de si hacer algo al respecto. Suspiré.
-Y... no os molesteis en intentar engañarnos. Niniel es una de las mejores alquimistas de Aerandir. Tiene un suero que os hará decir la verdad, y no es realmente agradable.- dije. Lo último era un farol, por supuesto. Pero sonaba lo suficientemente convincente para usarlo. -Así que preferiria no malgastarlo en esto. Por lo que...-
-He oído que mantenéis contacto con Haliman. Quiero saber si es cierto. Y si lo es, ¿por qué? Sabeis perfectamente que la Caza fue culpa suya.- declaré. Sacudí la cabeza. -Necesito información sobre él. Quiero destruir los objetos del 19. Es la única forma de parar esto. Si sabéis donde está, necesito saberlo.-
No lejos de nosotros, Syl descansaba con su ballesta aún en guardia. Oshu miraba a los capturados, esperando oír una respuesta.
Asher Daregan
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Re: Matanzas y desgracias [Minievento, SCA]
—No realmente, o sea, y—cuando intentaba responder el simio me puso la mano en la cara, balanceándome más.
Estaban dándome ganas de vomitar. Y de golpearlo. Y mareo. Más que estar de cabeza, resultaba un poco desesperante no poder ver absolutamente nada de mis alrededores por el movimiento. No tenía desconfianza en las habilidades de nadie en el grupo, excepto las mías; pero si iban a tener que acercarse a un hombre simio, que estaba a menos de dos o tres pasos de mí, la situación se ponía...
«Peluda» sonreí para mí mismo a medida que la cuerda iba parando de moverse.
—¿Hush? ¿De qué te ríes? —preguntó, tocándome el pecho con su bastón.
—Nada... nada, de tu... de tu chiste —aseguré, pestañeando suavemente. No lucía muy convencido de que realmente lo hubiese entendido. Al ver abajo a mi golem hice un movimiento de cabeza y volví a ver al simio—. Es un guardián de arcilla.
—Elfo.
—También soy carpintero —le dije sonriendo e intentando ver hacia arriba, agitándome como un gusano—. ¿Cómo hiciste esto? Es impresionante, estoy intentando repasarlo mentalmente, pero sólo recuerdo que algo me alzó, y caí, y luego algo me hizo girar... y... —entrecerré los ojos, confundiéndome por sólo repasarlo.
Gron se infló un poco, orgulloso, apoyando su bastón del suelo.
—Como si fuera a decirte —bufó entre risas—. Tanto dinero encima y aprecias una buena trampa, ¡me agradas! Deberían haber más tontos como tú.
—Gracias —dije, ignorando parte de su comentario.
Aunque estaba distraído un poquito, no era suficiente. Incluso mientras llevaba la conversación e iba levantando cosas con sus pies, lanzándolas a otro lado para acumularlas, parecía pendiente de sus alrededores. Al ver pequeñas hojitas moviéndose supuse que sería alguien. ¿Syl? Era muy sigiloso. O Catherine.
—¿Cómo crees qué se siente tener una cola?
Gron dejo lo que estaba levantando para verme. Me encogí de hombros.
Cuando parecía que iba a responder ambos nos alarmamos por un grito, con el orangután dándose vuelta. Haber hecho esa pregunta incómoda para nada. Por suerte mis esperanzas fueron respondidas al ver a Asher saltar, lanzando una runa.
No funcionó. Al ver al orangután algo tensado observando al perro intenté mover mi golem hacia él, al ver la velocidad con la que se movía cuando no lo estaba cargando o tocando directamente…
Suspiré, negando con la cabeza por intentar meter una tortuga a seguir a un simio y un lobo.
La pelea empezó fugaz, fue fugaz, y terminó—quizá algo literalmente por la aparente descarga que le había proporcionado el arcanista—fugaz. No me pareció correcto ni siquiera celebrar al ver eso, ni tampoco al ver como el resto empezaba a llegar con las otras dos “Zarpas”, como les había llamado la bruja. Igual, me costaba no alegrarme al saber que todo parecía haber ido bien y ninguno de nosotros estaba lastimado, y que los otros dos tenían heridas mínimas.
—Grac—apenas un segundo antes, quizá menos de un segundo de ver el movimiento del arma de uno de mis compañeros dirigirse a la cuerda, entendí las implicaciones de ello.
Con la cara. Al caer al suelo.
«…Bien, hay un herido entre nosotros» pensé mientras me sacaba las cuerdas de encima, para levantarme riendo en voz baja y acariciarme levemente la cara.
Saludé con una mano cuando Asher me señaló con un gesto. No quedaba mucho más que hacer. No estaba seguro de cuanto inmiscuirme en eso, o bueno, cuanto me iban a dejar inmiscuirme, parecía algo muy personal entre hombres bestia y gente capaz. Me mantuve levemente alejado, no tanto como lo haría Syl, sólo un poco más apartado que Oshu, oyendo.
Ante la mención de que Niniel era una de las mejores alquimistas del mundo sólo esbocé media sonrisa, «¿Por qué no me extraña?». Parecía que se había encargado de reunir sólo lo mejor de lo mejor para esto, y a mí. Entrecerré los ojos con una mueca, empezando a sospechar de que no había resultado una casualidad que todos los demás eran conocidos por las Zarpas.
Antes de llegar a alguna conclusión volví la mirada a la sacerdotisa, esta vez con más duda con la mención de un "suero de la verdad". Hubiese podido meter la pata con muchísima fuerza por el arrebato de curiosidad que me dio de preguntarle “¿puedes hacer eso en serio?”; pero me contuve.
Seguí en silencio escuchando a Asher, respirando suavemente al verlo relativamente tranquilo mientras les preguntaba al trío. Había algo agradable en verlo hablar las cosas.
Me di vuelta y me puse a recoger las cosas de la bruja en un pequeño saco para ahorrarles eso después al trío, aprovechando también de curiosear un poco alrededor del árbol para buscar cuerdas o mecanismos de la trampa de Gron.
Estaban dándome ganas de vomitar. Y de golpearlo. Y mareo. Más que estar de cabeza, resultaba un poco desesperante no poder ver absolutamente nada de mis alrededores por el movimiento. No tenía desconfianza en las habilidades de nadie en el grupo, excepto las mías; pero si iban a tener que acercarse a un hombre simio, que estaba a menos de dos o tres pasos de mí, la situación se ponía...
«Peluda» sonreí para mí mismo a medida que la cuerda iba parando de moverse.
—¿Hush? ¿De qué te ríes? —preguntó, tocándome el pecho con su bastón.
—Nada... nada, de tu... de tu chiste —aseguré, pestañeando suavemente. No lucía muy convencido de que realmente lo hubiese entendido. Al ver abajo a mi golem hice un movimiento de cabeza y volví a ver al simio—. Es un guardián de arcilla.
—Elfo.
—También soy carpintero —le dije sonriendo e intentando ver hacia arriba, agitándome como un gusano—. ¿Cómo hiciste esto? Es impresionante, estoy intentando repasarlo mentalmente, pero sólo recuerdo que algo me alzó, y caí, y luego algo me hizo girar... y... —entrecerré los ojos, confundiéndome por sólo repasarlo.
Gron se infló un poco, orgulloso, apoyando su bastón del suelo.
—Como si fuera a decirte —bufó entre risas—. Tanto dinero encima y aprecias una buena trampa, ¡me agradas! Deberían haber más tontos como tú.
—Gracias —dije, ignorando parte de su comentario.
Aunque estaba distraído un poquito, no era suficiente. Incluso mientras llevaba la conversación e iba levantando cosas con sus pies, lanzándolas a otro lado para acumularlas, parecía pendiente de sus alrededores. Al ver pequeñas hojitas moviéndose supuse que sería alguien. ¿Syl? Era muy sigiloso. O Catherine.
—¿Cómo crees qué se siente tener una cola?
Gron dejo lo que estaba levantando para verme. Me encogí de hombros.
Cuando parecía que iba a responder ambos nos alarmamos por un grito, con el orangután dándose vuelta. Haber hecho esa pregunta incómoda para nada. Por suerte mis esperanzas fueron respondidas al ver a Asher saltar, lanzando una runa.
No funcionó. Al ver al orangután algo tensado observando al perro intenté mover mi golem hacia él, al ver la velocidad con la que se movía cuando no lo estaba cargando o tocando directamente…
Suspiré, negando con la cabeza por intentar meter una tortuga a seguir a un simio y un lobo.
La pelea empezó fugaz, fue fugaz, y terminó—quizá algo literalmente por la aparente descarga que le había proporcionado el arcanista—fugaz. No me pareció correcto ni siquiera celebrar al ver eso, ni tampoco al ver como el resto empezaba a llegar con las otras dos “Zarpas”, como les había llamado la bruja. Igual, me costaba no alegrarme al saber que todo parecía haber ido bien y ninguno de nosotros estaba lastimado, y que los otros dos tenían heridas mínimas.
—Grac—apenas un segundo antes, quizá menos de un segundo de ver el movimiento del arma de uno de mis compañeros dirigirse a la cuerda, entendí las implicaciones de ello.
Con la cara. Al caer al suelo.
«…Bien, hay un herido entre nosotros» pensé mientras me sacaba las cuerdas de encima, para levantarme riendo en voz baja y acariciarme levemente la cara.
Saludé con una mano cuando Asher me señaló con un gesto. No quedaba mucho más que hacer. No estaba seguro de cuanto inmiscuirme en eso, o bueno, cuanto me iban a dejar inmiscuirme, parecía algo muy personal entre hombres bestia y gente capaz. Me mantuve levemente alejado, no tanto como lo haría Syl, sólo un poco más apartado que Oshu, oyendo.
Ante la mención de que Niniel era una de las mejores alquimistas del mundo sólo esbocé media sonrisa, «¿Por qué no me extraña?». Parecía que se había encargado de reunir sólo lo mejor de lo mejor para esto, y a mí. Entrecerré los ojos con una mueca, empezando a sospechar de que no había resultado una casualidad que todos los demás eran conocidos por las Zarpas.
Antes de llegar a alguna conclusión volví la mirada a la sacerdotisa, esta vez con más duda con la mención de un "suero de la verdad". Hubiese podido meter la pata con muchísima fuerza por el arrebato de curiosidad que me dio de preguntarle “¿puedes hacer eso en serio?”; pero me contuve.
Seguí en silencio escuchando a Asher, respirando suavemente al verlo relativamente tranquilo mientras les preguntaba al trío. Había algo agradable en verlo hablar las cosas.
Me di vuelta y me puse a recoger las cosas de la bruja en un pequeño saco para ahorrarles eso después al trío, aprovechando también de curiosear un poco alrededor del árbol para buscar cuerdas o mecanismos de la trampa de Gron.
Anders
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Re: Matanzas y desgracias [Minievento, SCA]
Tal y como estaba previsto, apenas unos segundos después de haber golpeado a la pantera y asegurarse de que profiriera un gran alarido de dolor, un proyectil voló directamente contra Catherine, golpeando contra la barrera de Níniel y delatando la posición de la tercera integrante de aquel grupo de bandidos dedicado al poco noble arte de asaltar caminos. Se trataba de un árbol no demasiado distante y con una muy buena posición de disparo sobre la zona de la trampa, algo de lo más profesional. Un viajero o grupo de ellos difícilmente hubiese tenido posibilidad alguna de salir bien parado de tan bien preparado ataque, pero en aquella ocasión las tornas habían cambiado y los emboscadores habían sido emboscados.
-Y con ese hacen tres.- Sentenció Níniel tras ver el éxito del resto de sus compañeros. -Levántalo, llevemoslo ante Asher.- Pidió entonces, tras un breve momento para asegurarse de que las tres garras no hubiesen encontrado un cuarto o quinto integrante del que no estuvieran informados. Echando un vistazo alrededor y comprobando desde la seguridad de su santuario que no se producían más ataques o movimientos.
-Ummm, va a pasar un rato antes de que este pueda decir algo coherente.- Bromeó la felina aparentemente orgullosa de su preciso y potente golpe incapacitador. Quitándose de encima de Vin tras desarmarlo y revisar concienzudamente cada rincón de su cuerpo para asegurarse de que no llevara nada más. Guardando en sus propios bolsillos y cinto cualquier cosa que encontrase. Podría decirse que sabía por experiencia lo necesario que era hacer todo aquello con esa clase de personas. Si disfrutó durante el proceso al encontrar a la pantera atractiva en modo alguno o sencillamente disfrutaba de su victoria...resultaba imposible de decir.
-Vamos, camina. No te quejes tanto. Si eres un buen chico y nos dices lo que queremos saber seguro que podremos volver a dejarte los cataplines en su sitio. Aunque por otro lado, si no lo haces...- Amenazó antes de arrojarlo al suelo junto a los demás para ser atado. Bena la miró con cara de muy pocos amigos.
-¿Estás bien? Parece que no te hizo nada.- se interesó la joven por Anders, especialmente por su abrupta liberación de la trampa.Aunque no parecía herido, como mucho algo rasguñado, nada de lo que él mismo no pudiera ocuparse si le llegara a molestar.
Sin tiempo que perder, Asher sometió a la poca receptiva banda a sus preguntas. Por sus palabras y tono parecía no creer que aquellos tres hubiesen decidido trabajar para aquel tal Haliman a causa de su pasado, pero que al menos sí tendrían información valiosa para el centinela sobre todo aquel asunto de los objetos malditos. Durante el interrogatorio la peliblanca permanecería relativamente cerca, con Catherine a su lado, y no dudaría en asentir para secundar las amenazas de Daregan relacionadas con sus capacidades alquímicas. Ni siquiera tuvo que impostar para ello, pues realmente podía hacer tal poción, y también una variante que obligaba a quien la ingería a mentir siempre.
Quien no estuvo tan de acuerdo con sus palabras fue Catherine, que evidentemente no pudo evitar una mueca de disgusto al ver como el centinela le ofrecía a aquellos tipos "su" botín. No llegó a decir nada pues Níniel lo evitó con una mirada que su hermana supo comprender, pero no pensaba renunciar a tales tesoros tan fácilmente. Sencillamente una vez que obtuvieran las respuestas necesarias podrían volver al pantano si querían, pero con las manos vacías y dando las gracias. Al fin y al cabo solo eran unos asalta caminos.
-Y con ese hacen tres.- Sentenció Níniel tras ver el éxito del resto de sus compañeros. -Levántalo, llevemoslo ante Asher.- Pidió entonces, tras un breve momento para asegurarse de que las tres garras no hubiesen encontrado un cuarto o quinto integrante del que no estuvieran informados. Echando un vistazo alrededor y comprobando desde la seguridad de su santuario que no se producían más ataques o movimientos.
-Ummm, va a pasar un rato antes de que este pueda decir algo coherente.- Bromeó la felina aparentemente orgullosa de su preciso y potente golpe incapacitador. Quitándose de encima de Vin tras desarmarlo y revisar concienzudamente cada rincón de su cuerpo para asegurarse de que no llevara nada más. Guardando en sus propios bolsillos y cinto cualquier cosa que encontrase. Podría decirse que sabía por experiencia lo necesario que era hacer todo aquello con esa clase de personas. Si disfrutó durante el proceso al encontrar a la pantera atractiva en modo alguno o sencillamente disfrutaba de su victoria...resultaba imposible de decir.
-Vamos, camina. No te quejes tanto. Si eres un buen chico y nos dices lo que queremos saber seguro que podremos volver a dejarte los cataplines en su sitio. Aunque por otro lado, si no lo haces...- Amenazó antes de arrojarlo al suelo junto a los demás para ser atado. Bena la miró con cara de muy pocos amigos.
-¿Estás bien? Parece que no te hizo nada.- se interesó la joven por Anders, especialmente por su abrupta liberación de la trampa.Aunque no parecía herido, como mucho algo rasguñado, nada de lo que él mismo no pudiera ocuparse si le llegara a molestar.
Sin tiempo que perder, Asher sometió a la poca receptiva banda a sus preguntas. Por sus palabras y tono parecía no creer que aquellos tres hubiesen decidido trabajar para aquel tal Haliman a causa de su pasado, pero que al menos sí tendrían información valiosa para el centinela sobre todo aquel asunto de los objetos malditos. Durante el interrogatorio la peliblanca permanecería relativamente cerca, con Catherine a su lado, y no dudaría en asentir para secundar las amenazas de Daregan relacionadas con sus capacidades alquímicas. Ni siquiera tuvo que impostar para ello, pues realmente podía hacer tal poción, y también una variante que obligaba a quien la ingería a mentir siempre.
Quien no estuvo tan de acuerdo con sus palabras fue Catherine, que evidentemente no pudo evitar una mueca de disgusto al ver como el centinela le ofrecía a aquellos tipos "su" botín. No llegó a decir nada pues Níniel lo evitó con una mirada que su hermana supo comprender, pero no pensaba renunciar a tales tesoros tan fácilmente. Sencillamente una vez que obtuvieran las respuestas necesarias podrían volver al pantano si querían, pero con las manos vacías y dando las gracias. Al fin y al cabo solo eran unos asalta caminos.
Níniel Thenidiel
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Re: Matanzas y desgracias [Minievento, SCA]
Matanzas y desgracias
Pequeñas victorias:
* Tras una breve resistencia, especialmente por parte de Bena, Gron relata todo cuanto Las Tres Zarpas saben sobre Nate Halliman. Lo han visto en el pantano. El hombre sapo se ha construido una casa similar a la que confeccionó durante La Gran Casa. Vin y Brena reconocieron que quisieron colarse y robarle el bastón mientras todavía dormía, pero, una vez se acercaron, huyeron despavoridos. El lugar causa una terrible sensación de malestar. En diversas ocasiones, han pillado pequeños grupos dirigiéndose hacia allí. Nadie vuelve. Bena añade: pertenecen a las líneas del Hombre Muerto, lo sabemos porque conseguimos atracar a uno de esos grupos. Tenían sellos distintivos de esa orden. Vin termina la confesión describiendo el bastón de Nate Halliman. Dado a sus habilidades de sigilo, es el único que consiguió acercarse lo suficiente para ver el bastón. No se parece a cómo era la última vez. Antes parecía un palo de madera que podría haber sido extraído de una herramienta de campo. Ahora, es el cayado de refinado de un alto brujo.
* Bena, Gron y Vin hablan larga y tendido con vosotros. Compartís historias y sanáis las heridas que les habéis causado. ¿Sin rencores? Les dais la mano. Sin rencores.
* Descubrís que El Hombre Muerto está interesado en Nate Halliman. Él lo está combatiendo con técnicas oscuras. No tenéis forma de saberlo, pero esto se enlaza con el tema [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] en el cual Nate alentaba a un ejército organizado por El Hombre Muerto a que se enfrente contra Jason Bosne con la intención de esperar a que ambos se maten entre ellos y recoger los trofeos de interés de los cadáveres que deje la batalla. Para su desgracia, su plan fracasó, Jason Bosne salió victorioso. Nate Halliman tuvo que cobijarse de La Factoría y de El Hombre Muerto.
* Descubrís que alguien ha manipulado el sistema de correos aéreos. No tenéis sospecha de quién ha podido ser, aunque podéis haceros vuestras propias sospechas.
Consecuencias: (se observarán más detalladamente en futuros temas)
* Las Tres Zarpas se alejarán del pantano. Se mostraran como aliados la próxima vez que os crucéis con ellos.
* Le habéis dado motivos a Anabela Draga de protestar contra los centinelas. Ella es una bruja rencorosa.
* Obtenéis información sobre la posición y el estado del bastón sonriente, el objeto del 19. Podéis compartir esta información con los grupos en los que tengáis relación (véase gremios como la Logia o La Guardia, El Hekshold, La Factoría e incluso al mismísimo Hombre Muerto…). Poseéis una información muy valiosa, sabed bien qué hacer con ella y si pedir algo a cambio. Tenéis la opción de obrar de manera individual, aunque, yo os aconsejo, que os pongáis de acuerdo por privado y organizad una interesante estrategia. Os dejo las preguntas que yo me haría antes de tomar una decisión. ¿Quién tiene el suficiente armamento para vencer a Halliman? ¿Quién no caería en la corrupción del cayado? ¿Queremos hacer el bien o el mal?
Recompensas:
* 12 puntos de experiencia
* 200 aeros.
Sigel
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