En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
Ese pueblo le ponía el cabello de la nuca en punta, no le gustaba la idea de dejar a el chico que ahora sabía se llamaba Ilvor Lam, y que ese lugar lo conocía más bien poco debido a que ahí solían llevar mercancía sus padres; el ambiente era tenso con los elfos, al menos eso noto desde el primer momento, y entre miradas de recelo, molestia y algunas que sabía incitaban mas al humano a bajezas de deshonra.
Aún así Ilvor insistió, no sería una carga, y ella solo atino a decirle que no lo era, y que si veía algún signo de lo que había pasado antes, no mirara atrás y se fuera de ahí hacia los bosques de Sandorai, tras lo pasado y no ignorante de como había actuado la gente ante ella, tomo razón a las palabras del elfo estricto, lamentaba su decisión por el chico, pero de corazón esperaba que los dioses le bendijeran tras haber tratado con ella y si la desgracia acaecía en el pueblo ese, él pudiera escapar había mas pueblos prósperos ahí que podrían acogerlo, y así siguió hacia la alcaldía cuando los centinelas la detuvieron no del mejor modo:
-¿Te has perdido preciosa?- pregunta uno- El bosque queda al sur- y se ríe, la elfa alzo las manos a la altura de su pecho mostrando estar "desarmada".
-Y Dundarak queda al norte, así que no estoy perdida, por tanto no requiero su compañía. Con permiso- Aclaro tranquila pero con un muy mal presentimiento y evadiendolos, humanos, pocos quitaban el estigma que se les tenía entre los elfos.
-El alcalde está dentro- informa el hombre que no había hablado, algo molesto con su compañero - Pero debes dejar las armas aquí
-No gracias, cambie de opinión, solo, estén alerta ayer atacaron una aldea vecina, yo solo acompañe a un sobreviviente acá.-Fueron sus palabras escuetas, directas y sin ánimos de tratar más con ellos, no estaría en una habitación sola y rodeada de humanos y desarmada, mala idea por donde la viera, sin mas prefirió dar unos pasos atrás sin perderlos de vista y después dar media vuelta con un grito grácil, con esos movimientos ligeros y elegantes propios de su especie.
Solo había algo que podía necesitar de ese lugar, papel y tinta y eso fue lo que busco, se mordía la lengua con ganas de gritar e irse de ahí, había visitado un par de pueblos antes, pero era la primera vez que lo hacía sola, y eso la puso a pensar que seriamente le tenía miedo a las reacciones humanas, ese recelo, esa sensación de rechazo.
Se paro en seco y estirandoce se sacudió un poco, "Adiós miedo" se dijo, y disparo otro montón de miradas que reprobaran ese comportamiento. Las ignoro por todo lo alto y se acerco al puesto de una joven que era de las pocas personas en ese lugar que podría decir no eran desagradables, hasta le sonrió cuando le pago un par de aeros por la tinta y el montón de hojas de papel que había acomodado en un pulcro paquete envuelto que abrazo como si abrazara la civilización. Se paro en una banca cercana y se disponía a escribir cuando algo le puso frío el estomago, había caído un pedacito de papel con unas palabras escritas con rapidez
"Vilkairnush.
Arun Halber"
-Vilka que?- Repitió, y en un suspiro había metido la tinta, cuidadosamente en la bolsa al igual que sus amadas hojas, troto a donde había estado la joven, y no estaba... ¡No habían pasado ni quince minutos! y no estaba ni el polvo, ok, muy bien, la cara anonadada de la elfa paso a la pensativa, un templo, ahí sabrían idiomas y alguien podría traducirle eso y posible hasta se toparía con alguno de sus compañeros. -Muy bien, no entres en pánico, alejate de cosas punzo cortantes, de personas raras... ammm- Pensó en Mefisto y ... Ok descartar eso- Seguro solo me están diciendo que me largue, que soy demasiado bella para este lugar.- Se dijo modo de broma y fue al templo, viendoce en la penosa necesidad de preguntar a una mujer mayor que primero escupió el suelo a sus pies antes de medio señalar a donde estaría el susodicho lugar. -Paciencia Aradia, son prejuicios y la tierra ya la reclama como abono.- Dijo cuando estuvo bien lejos, no fuera a ser tísica la doña.
En el templo no le fue mejor, -Pero, por favor, solo un momento. Bueno ¿ha visto a otros elfos hoy?- Suplico la joven pidiendo que viera la nota, y tras ese frustrado intento, la sonriente sacerdotisa le dijo que si pero no sabia por donde se había ido y así le pide que se vaya ya que tiene demasiado que hacer apenas mira lo que pone la nota.
Se froto los ojos, cansada con hambre, y ahora con una nota rara, sin un misero traductor o diccionario. Con las manos en la nuca camino un rato esperando toparse con alguno de sus compañeros con la ahora autoimpuesta misión de llegar al puente que conectaba con el lado norte de la aldea, iban ir al norte así que, ahí les esperaría.
-Fugit irreparabile tempos
Gaudeamus igitur aeternums
Dumsumus
Eritis sicut dii
Felix culpa felix culpa
Canturreaba mientras daba sus pasos y al terminar dio un giro, volviendo a repetir el verso.
************
traduccion del verso :p
El tiempo irreparable huye
Alegrémos, pues, mientras somos jóvenes
Seréis como dioses
Bendita culpa
Aún así Ilvor insistió, no sería una carga, y ella solo atino a decirle que no lo era, y que si veía algún signo de lo que había pasado antes, no mirara atrás y se fuera de ahí hacia los bosques de Sandorai, tras lo pasado y no ignorante de como había actuado la gente ante ella, tomo razón a las palabras del elfo estricto, lamentaba su decisión por el chico, pero de corazón esperaba que los dioses le bendijeran tras haber tratado con ella y si la desgracia acaecía en el pueblo ese, él pudiera escapar había mas pueblos prósperos ahí que podrían acogerlo, y así siguió hacia la alcaldía cuando los centinelas la detuvieron no del mejor modo:
-¿Te has perdido preciosa?- pregunta uno- El bosque queda al sur- y se ríe, la elfa alzo las manos a la altura de su pecho mostrando estar "desarmada".
-Y Dundarak queda al norte, así que no estoy perdida, por tanto no requiero su compañía. Con permiso- Aclaro tranquila pero con un muy mal presentimiento y evadiendolos, humanos, pocos quitaban el estigma que se les tenía entre los elfos.
-El alcalde está dentro- informa el hombre que no había hablado, algo molesto con su compañero - Pero debes dejar las armas aquí
-No gracias, cambie de opinión, solo, estén alerta ayer atacaron una aldea vecina, yo solo acompañe a un sobreviviente acá.-Fueron sus palabras escuetas, directas y sin ánimos de tratar más con ellos, no estaría en una habitación sola y rodeada de humanos y desarmada, mala idea por donde la viera, sin mas prefirió dar unos pasos atrás sin perderlos de vista y después dar media vuelta con un grito grácil, con esos movimientos ligeros y elegantes propios de su especie.
Solo había algo que podía necesitar de ese lugar, papel y tinta y eso fue lo que busco, se mordía la lengua con ganas de gritar e irse de ahí, había visitado un par de pueblos antes, pero era la primera vez que lo hacía sola, y eso la puso a pensar que seriamente le tenía miedo a las reacciones humanas, ese recelo, esa sensación de rechazo.
Se paro en seco y estirandoce se sacudió un poco, "Adiós miedo" se dijo, y disparo otro montón de miradas que reprobaran ese comportamiento. Las ignoro por todo lo alto y se acerco al puesto de una joven que era de las pocas personas en ese lugar que podría decir no eran desagradables, hasta le sonrió cuando le pago un par de aeros por la tinta y el montón de hojas de papel que había acomodado en un pulcro paquete envuelto que abrazo como si abrazara la civilización. Se paro en una banca cercana y se disponía a escribir cuando algo le puso frío el estomago, había caído un pedacito de papel con unas palabras escritas con rapidez
"Vilkairnush.
Arun Halber"
-Vilka que?- Repitió, y en un suspiro había metido la tinta, cuidadosamente en la bolsa al igual que sus amadas hojas, troto a donde había estado la joven, y no estaba... ¡No habían pasado ni quince minutos! y no estaba ni el polvo, ok, muy bien, la cara anonadada de la elfa paso a la pensativa, un templo, ahí sabrían idiomas y alguien podría traducirle eso y posible hasta se toparía con alguno de sus compañeros. -Muy bien, no entres en pánico, alejate de cosas punzo cortantes, de personas raras... ammm- Pensó en Mefisto y ... Ok descartar eso- Seguro solo me están diciendo que me largue, que soy demasiado bella para este lugar.- Se dijo modo de broma y fue al templo, viendoce en la penosa necesidad de preguntar a una mujer mayor que primero escupió el suelo a sus pies antes de medio señalar a donde estaría el susodicho lugar. -Paciencia Aradia, son prejuicios y la tierra ya la reclama como abono.- Dijo cuando estuvo bien lejos, no fuera a ser tísica la doña.
En el templo no le fue mejor, -Pero, por favor, solo un momento. Bueno ¿ha visto a otros elfos hoy?- Suplico la joven pidiendo que viera la nota, y tras ese frustrado intento, la sonriente sacerdotisa le dijo que si pero no sabia por donde se había ido y así le pide que se vaya ya que tiene demasiado que hacer apenas mira lo que pone la nota.
Se froto los ojos, cansada con hambre, y ahora con una nota rara, sin un misero traductor o diccionario. Con las manos en la nuca camino un rato esperando toparse con alguno de sus compañeros con la ahora autoimpuesta misión de llegar al puente que conectaba con el lado norte de la aldea, iban ir al norte así que, ahí les esperaría.
-Fugit irreparabile tempos
Gaudeamus igitur aeternums
Dumsumus
Eritis sicut dii
Felix culpa felix culpa
Canturreaba mientras daba sus pasos y al terminar dio un giro, volviendo a repetir el verso.
************
traduccion del verso :p
El tiempo irreparable huye
Alegrémos, pues, mientras somos jóvenes
Seréis como dioses
Bendita culpa
Aradia Hazelmere
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
Con cada paso que daba hacia el interior del pueblo se sentía más y más incómoda, no solo por el hecho de que la observaran sino por el silencio que se instalaba allá donde iba, cosa que desgraciadamente duraba poco y daba paso a los molestos cuchicheos. - Es como si volviese a estar en Midgar. - pensó, haciendo cuanto podía para ignorar a los lugareños y centrarse en su objetivo.
- ¿Qué se le ha perdido aquí a esa pájara? - susurró una mujer con tono despectivo, cruzándose de brazos mientras la seguía con la mirada. - No lo sé, pero se ve bastante bonita. - contestó su marido sin pensar, y el golpe que recibió por ello resonó en buena parte de la calle, llamando la atención de sus vecinos más cercanos.
Ava no quiso darse la vuelta para saber qué había pasado, sospechaba que tendría algo que ver con ella y prefería no comprobarlo.
- El cuartel debe ser ese edificio del fondo. - musitó para sí, tras reconocer el inconfundible sonido del acero al chocar, los reclutas debían estar entrenando en la parte trasera.
Estaba en lo cierto, un simple rodeo le mostró lo que se podría considerar un campo de prácticas, lugar que estaba dividido entre la arena en que luchaban los espadachines y otra zona apartada dotada de dianas y muñecos de paja para el tiro con arco.
Algunos de los presentes detuvieron su entrenamiento al verla pasar, unos con expresión de desconfianza y otros limitándose a mirarla, no todos los días veían a una mujer bestia, mucho menos a una tan agraciada.
Dejar atrás aquella parte del cuartel supuso un alivio para la cuerva, pero la mala cara con que la recibieron los guardias de la entrada consiguió que volviese a sentirse incómoda. - Bu… buenos dí… días. - saludó por cortesía, percibiendo al instante un ligero cambio en el hombre que mostraba mayor interés por ella. - Me… me gustaría ha…hablar con la persona al mando. - expuso, distrayéndose con los detalles del uniforme del individuo para no tartamudear más.
- ¿Tú también? - replicó el vigilante. - No eres la primera que pasa por aquí, ¿tú sí quieres entrar a ver al alcalde? - le preguntó, dejándola algo confundida. - ¿El… el alcalde? Pen…pensaba que habría un capitán de la guardia. - respondió la Midgardiana, y sus palabras parecieron colmar la paciencia del otro soldado. - No digas tonterías. - intervino bastante molesto, mirando severamente a su compañero mientras lo corregía. - Puedes hablar con nuestra líder si lo deseas. - le ofreció, a lo que la muchacha se limitó a asentir con la cabeza.
- Bien, sígueme. - indicó a continuación, momento en que la morena echó la vista atrás con cierto nerviosismo. No se sentía a gusto en aquel sitio, pero las cosas cambiaron en cuanto descubrió que no estaba sola. Mefisto la había seguido a cierta distancia, y su presencia sería suficiente para darle algo de seguridad, así como para corroborar lo que tenía que decir acerca del pueblo arrasado.
Alzando una mano para llamar su atención, Ava hizo un gesto al elfo para que la acompañase, esperando frente a la puerta unos segundos antes de entrar en el cuartel.
Una vez dentro los ambarinos ojos de la alada pudieron comprobar que a pesar de tratarse de una modesta aldea, tenían bastantes recursos. El pasillo estaba ricamente decorado con armas ornamentales, escudos, cuadros y alguna que otra medalla enmarcada, lo que daba a entender que algún miembro del cuerpo, ya fuera presente o pasado, debía ser importante.
- Espera aquí, iré a anunciarte. - dijo el guardia, parando bruscamente delante de una de las habitaciones. Obediente, la cazadora aguardó sin moverse mientras el hombre desaparecía tras la puerta para avisar a su capitana, y allí se quedó hasta que le dieron paso a la sala.
- Buenos días, me han dicho que quiere hablar conmigo. - la recibió la mujer, desde detrás de su escritorio. - Buenos días, así es… tengo que contarle algo importante, algo que podría afectar a su pueblo si no actúan de inmediato. - contestó, dando gracias porque fuese una fémina, eso le facilitaría mucho las cosas y haría que su relato sonase más creíble.
- Vengo de otro asentamiento que no queda lejos de aquí, los trolls lo han arrasado y han acabado con sus habitantes. - reveló, omitiendo la parte del demonio de humo para que no la tachasen de loca nada más llegar, primero tenía que ganarse la confianza de las autoridades, luego los pondría al tanto de los detalles más oscuros de aquella terrible masacre.
- ¿Qué se le ha perdido aquí a esa pájara? - susurró una mujer con tono despectivo, cruzándose de brazos mientras la seguía con la mirada. - No lo sé, pero se ve bastante bonita. - contestó su marido sin pensar, y el golpe que recibió por ello resonó en buena parte de la calle, llamando la atención de sus vecinos más cercanos.
Ava no quiso darse la vuelta para saber qué había pasado, sospechaba que tendría algo que ver con ella y prefería no comprobarlo.
- El cuartel debe ser ese edificio del fondo. - musitó para sí, tras reconocer el inconfundible sonido del acero al chocar, los reclutas debían estar entrenando en la parte trasera.
Estaba en lo cierto, un simple rodeo le mostró lo que se podría considerar un campo de prácticas, lugar que estaba dividido entre la arena en que luchaban los espadachines y otra zona apartada dotada de dianas y muñecos de paja para el tiro con arco.
Algunos de los presentes detuvieron su entrenamiento al verla pasar, unos con expresión de desconfianza y otros limitándose a mirarla, no todos los días veían a una mujer bestia, mucho menos a una tan agraciada.
Dejar atrás aquella parte del cuartel supuso un alivio para la cuerva, pero la mala cara con que la recibieron los guardias de la entrada consiguió que volviese a sentirse incómoda. - Bu… buenos dí… días. - saludó por cortesía, percibiendo al instante un ligero cambio en el hombre que mostraba mayor interés por ella. - Me… me gustaría ha…hablar con la persona al mando. - expuso, distrayéndose con los detalles del uniforme del individuo para no tartamudear más.
- ¿Tú también? - replicó el vigilante. - No eres la primera que pasa por aquí, ¿tú sí quieres entrar a ver al alcalde? - le preguntó, dejándola algo confundida. - ¿El… el alcalde? Pen…pensaba que habría un capitán de la guardia. - respondió la Midgardiana, y sus palabras parecieron colmar la paciencia del otro soldado. - No digas tonterías. - intervino bastante molesto, mirando severamente a su compañero mientras lo corregía. - Puedes hablar con nuestra líder si lo deseas. - le ofreció, a lo que la muchacha se limitó a asentir con la cabeza.
- Bien, sígueme. - indicó a continuación, momento en que la morena echó la vista atrás con cierto nerviosismo. No se sentía a gusto en aquel sitio, pero las cosas cambiaron en cuanto descubrió que no estaba sola. Mefisto la había seguido a cierta distancia, y su presencia sería suficiente para darle algo de seguridad, así como para corroborar lo que tenía que decir acerca del pueblo arrasado.
Alzando una mano para llamar su atención, Ava hizo un gesto al elfo para que la acompañase, esperando frente a la puerta unos segundos antes de entrar en el cuartel.
Una vez dentro los ambarinos ojos de la alada pudieron comprobar que a pesar de tratarse de una modesta aldea, tenían bastantes recursos. El pasillo estaba ricamente decorado con armas ornamentales, escudos, cuadros y alguna que otra medalla enmarcada, lo que daba a entender que algún miembro del cuerpo, ya fuera presente o pasado, debía ser importante.
- Espera aquí, iré a anunciarte. - dijo el guardia, parando bruscamente delante de una de las habitaciones. Obediente, la cazadora aguardó sin moverse mientras el hombre desaparecía tras la puerta para avisar a su capitana, y allí se quedó hasta que le dieron paso a la sala.
- Buenos días, me han dicho que quiere hablar conmigo. - la recibió la mujer, desde detrás de su escritorio. - Buenos días, así es… tengo que contarle algo importante, algo que podría afectar a su pueblo si no actúan de inmediato. - contestó, dando gracias porque fuese una fémina, eso le facilitaría mucho las cosas y haría que su relato sonase más creíble.
- Vengo de otro asentamiento que no queda lejos de aquí, los trolls lo han arrasado y han acabado con sus habitantes. - reveló, omitiendo la parte del demonio de humo para que no la tachasen de loca nada más llegar, primero tenía que ganarse la confianza de las autoridades, luego los pondría al tanto de los detalles más oscuros de aquella terrible masacre.
Ava Kenrith
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
Me movía por aquellas calles por obra única de pies e instinto, como una polilla inconsciente fijada sólo en seguir aquellas oscuras alas; Mi mente estaba perdida en lo profundo de propios murmullos y divagaciones, en un intento de dar respuesta a las circunstancias insólitas que había presenciado el día anterior.
O al menos eso hacía, hasta que los murmullos en la calle apagaron los murmullos en mi cabeza y me arrastraron de vuelta a la realidad. Me encontré entonces rodeado de miradas de rechazo y prejuicio, evidencia casi palpable de que no éramos bienvenidos. Aquellos ojos eran como lluvia fría, salpicando en los rasgos de la alada y manchándome a mí en el proceso. Me sentía como un animalito siendo acechado. Era raro. Muy raro.
Aquello me dio otra pieza con la que trabajar.
Ese pueblo estaba lleno de racistas, o renegaban fuertemente a los extranjeros. O estaban más involucrados en los incidentes de lo que yo esperaba, o quizás algo más...
Seguí caminando con una sonrisa en la cara, sin descuidar mis alrededores desde entonces.
—Hmm...
Aceleré un poco el paso en el momento en que Ava se acercó a los dos guardias —temiendo que mi asistencia pueda ser requerida—, pero fui sorprendido por un gesto de mano y un par de reflejos dorados. Aceleré un poco más el paso, y saludé inclinando la cabeza.
Mis ojos no se despegaron del guardia que nos guiaba, hasta que nos detuvimos y entró en la siguiente habitación.
Ava, hasta donde podía hacerme un perfil, era alguien recta. Temía que su altruismo diera pie a provecho ajeno, así que sin mucho tiempo para un plan de acción, opté por darle una advertencia breve, sólo por si acaso.
—No confíes en nada. —le susurré a mi compañera, sin despegar los ojos de la puerta ni borrar mi sonrisa.
Tras unos momentos volvió el guardia a darnos permiso de pasar. Le señalé a la alada que pasase primero, con un gesto de manos, y entré después que ella.
—No sé quiénes sois, ni de dónde habéis llegado —respondió a las palabras de Ava—. Tal vez debería arrestaros ahora mismo, pues bien podríais ser vosotros los causantes de ello, y llegáis aquí pidiendo recompensa por la información.
No era amable. Aunque realmente no esperaba algo muy distinto.
—Lo mejor para vosotros es seguir al norte, o al este, y dejarnos tranquilos.
...Era igual de repelente que el resto de personas que nos habíamos encontrado en ese sitio.
—Mis saludos primeramente, señorita. —hice una reverencia más sutil de lo usual, en son de ser tomado en serio—Me llamo Eledar.
Me erguí, y cambié mi sonrisa por un rostro igual de afable pero menos burlón.
—Mi camarada aquí, como puede ver —señalé a Ava con un gesto de mano—, es incapaz de herir a una mosca por voluntad propia. —tomé de la mano a la alada, como probando mi punto con su reacción de rechazo— Mucho menos emplearía artimañas como la que insinúa, para afectar negativamente a una aldea llena de gente trabajadora e inocente como la suya. —acompañé mi última frase con gestos de mano, haciendo énfasis en la imposibilidad del asunto.
Me callé por un momento, observando con cautela las reacciones de la mujer. Y no necesitaba cautela para eso, era muy obvio: Estaba mosqueadísima.
—Además de eso, ¿anunciar peligro para que refuercen sus defensas? Eso sería contraproducente para aquellos que busquen malograr a los suyos. —me aclaré la garganta, disimulando el pequeño desvío de mi acto— A lo que quiero llegar: No somos más que viajeros que tuvieron un encuentro desafortunado. Sólo buscamos evitar que otros tengan tal destino.
...Pero no puedo defender al elfo de espada, pues ni lo conozco ni me ha dado razones para confiar en él. —intenté empujar su preocupación a otro lado, sin mucho éxito.
—¡Basta! —exclamó levantándose bruscamente. Contuve el impulso de alejarme— No pretendo comprender la mente de un elfo y una.... criatura —aseveró con desagrado— Se os ha permitido el paso, juzgarlo como un privilegio. Dormid en la posada si lo deseáis, e iros lo más pronto posible. No queremos problemas del exterior.
—Agradecemos profundamente su hospitalidad, y lamentamos los inconvenientes. —respondí con mi más sincera seriedad fingida, inclinando un poco la cabeza en muestra de respeto y agradecimiento. Le lancé un vistazo a Ava, instigándola a dejar sola a la capitana.
Y la mujer no se sentó, puños aún en la mesa, hasta que salí de su oficina.
—Problemas del exterior es lo que tendrán. —me susurré, mientras me habría paso por el pasillo y recuperaba mi cálida sonrisa.
*Siempre dispuesto a editar, si algo está fuera de lugar.
O al menos eso hacía, hasta que los murmullos en la calle apagaron los murmullos en mi cabeza y me arrastraron de vuelta a la realidad. Me encontré entonces rodeado de miradas de rechazo y prejuicio, evidencia casi palpable de que no éramos bienvenidos. Aquellos ojos eran como lluvia fría, salpicando en los rasgos de la alada y manchándome a mí en el proceso. Me sentía como un animalito siendo acechado. Era raro. Muy raro.
Aquello me dio otra pieza con la que trabajar.
Ese pueblo estaba lleno de racistas, o renegaban fuertemente a los extranjeros. O estaban más involucrados en los incidentes de lo que yo esperaba, o quizás algo más...
Seguí caminando con una sonrisa en la cara, sin descuidar mis alrededores desde entonces.
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—Hmm...
Aceleré un poco el paso en el momento en que Ava se acercó a los dos guardias —temiendo que mi asistencia pueda ser requerida—, pero fui sorprendido por un gesto de mano y un par de reflejos dorados. Aceleré un poco más el paso, y saludé inclinando la cabeza.
Mis ojos no se despegaron del guardia que nos guiaba, hasta que nos detuvimos y entró en la siguiente habitación.
Ava, hasta donde podía hacerme un perfil, era alguien recta. Temía que su altruismo diera pie a provecho ajeno, así que sin mucho tiempo para un plan de acción, opté por darle una advertencia breve, sólo por si acaso.
—No confíes en nada. —le susurré a mi compañera, sin despegar los ojos de la puerta ni borrar mi sonrisa.
Tras unos momentos volvió el guardia a darnos permiso de pasar. Le señalé a la alada que pasase primero, con un gesto de manos, y entré después que ella.
—No sé quiénes sois, ni de dónde habéis llegado —respondió a las palabras de Ava—. Tal vez debería arrestaros ahora mismo, pues bien podríais ser vosotros los causantes de ello, y llegáis aquí pidiendo recompensa por la información.
No era amable. Aunque realmente no esperaba algo muy distinto.
—Lo mejor para vosotros es seguir al norte, o al este, y dejarnos tranquilos.
...Era igual de repelente que el resto de personas que nos habíamos encontrado en ese sitio.
—Mis saludos primeramente, señorita. —hice una reverencia más sutil de lo usual, en son de ser tomado en serio—Me llamo Eledar.
Me erguí, y cambié mi sonrisa por un rostro igual de afable pero menos burlón.
—Mi camarada aquí, como puede ver —señalé a Ava con un gesto de mano—, es incapaz de herir a una mosca por voluntad propia. —tomé de la mano a la alada, como probando mi punto con su reacción de rechazo— Mucho menos emplearía artimañas como la que insinúa, para afectar negativamente a una aldea llena de gente trabajadora e inocente como la suya. —acompañé mi última frase con gestos de mano, haciendo énfasis en la imposibilidad del asunto.
Me callé por un momento, observando con cautela las reacciones de la mujer. Y no necesitaba cautela para eso, era muy obvio: Estaba mosqueadísima.
—Además de eso, ¿anunciar peligro para que refuercen sus defensas? Eso sería contraproducente para aquellos que busquen malograr a los suyos. —me aclaré la garganta, disimulando el pequeño desvío de mi acto— A lo que quiero llegar: No somos más que viajeros que tuvieron un encuentro desafortunado. Sólo buscamos evitar que otros tengan tal destino.
...Pero no puedo defender al elfo de espada, pues ni lo conozco ni me ha dado razones para confiar en él. —intenté empujar su preocupación a otro lado, sin mucho éxito.
—¡Basta! —exclamó levantándose bruscamente. Contuve el impulso de alejarme— No pretendo comprender la mente de un elfo y una.... criatura —aseveró con desagrado— Se os ha permitido el paso, juzgarlo como un privilegio. Dormid en la posada si lo deseáis, e iros lo más pronto posible. No queremos problemas del exterior.
—Agradecemos profundamente su hospitalidad, y lamentamos los inconvenientes. —respondí con mi más sincera seriedad fingida, inclinando un poco la cabeza en muestra de respeto y agradecimiento. Le lancé un vistazo a Ava, instigándola a dejar sola a la capitana.
Y la mujer no se sentó, puños aún en la mesa, hasta que salí de su oficina.
—Problemas del exterior es lo que tendrán. —me susurré, mientras me habría paso por el pasillo y recuperaba mi cálida sonrisa.
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*Siempre dispuesto a editar, si algo está fuera de lugar.
Mefisto
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
TURNO 7
Nousis había dejado partir a aquel cachorro humano, mas hallarse en un poblamiento de ésta raza y ser ademán vilipendiado aumentaban su ira y frustración. Miró alrededor, asegurándose de haber perdido al resto de su extraño grupo. Esperaba que los Elfos sobreviviesen a la hostilidad aldeana, su sangre era preciosa para un adecuado futuro. No obstante, sabía bien que incluso entre los suyos, había criaturas de tendencias egoístas y suicidas, gentes que abandonaban la patria y se amoldaban de tal forma al exterior, que sus grandes dones quedaban moribundos ante la impureza exterior. Por completo desconocía qué pasos habrían llevado a quienes había conocido el día anterior a salir de Sandorai. Y un pensamiento cruzó su mente y le estremeció. ¿Y si eran traidores? Se maldijo por no pensarlo antes, ofuscado con los sucesivos acontecimientos que habían tenido lugar. Pudo haber estado ayudando a escapar a gentes que tal vez merecieran la muerte. Miró preocupado, con unos ojos fríos como el hierro bajo la nevada, hacia un lado. Cabía dentro de lo posible que sus caminos no volviesen a cruzarse. Debía utilizar aquellos días como un regalo, para conocer qué se proponían esos Elfos y si era necesario, asesinarlos por Sandorai.
Deambuló por Alreiven hasta toparse con las puertas de un pequeño templo de bella factura, planta circular, rodeada de columnas con visos de cierta antigüedad. Nousis alzó una ceja, adoptando un semblante de descortés incredulidad. Subió en rápidos pasos la escalinata, cuando una sacerdotisa enfundada en una sonrisa completamente impuesta le interrumpió el paso.
-Tus dioses no viven aquí, Elfo- espetó con voz tranquila, siempre sonriendo.
-¿Qué conoces tú de mis dioses, tú, a quien la muerte ya está reclamando?- el rostro de la anciana se crispó en un rictus de ira, que pronto controló.
-Falsos ídolos de una religión muerta- atacó con un veneno que dio en el blanco. Nousis sintió removerse sus entrañas ante el insulto. Desenvainó y jugueteó con su afilada arma, realizando algunas filigranas de muñeca. Precisaba templar el ánimo o la asesinaría allí mismo, y la idea de la conversación pendiente con los Elfos se perdería sin remedio debiendo huir a toda prisa de Alreiven.
-Bárbaro, pero no estúpido- indicó la sacerdotisa, con un mohín que indicaba que conocía de manera aproximada aquello que se encontraba en la mente del Elfo. Este sonrió como un lobo ante la cercanía de una pieza tras tres días sin comer. La mujer dio un paso atrás.
-¿Qué está ocurriendo en la zona?- Preguntó entonces a bocajarro- Este pueblo es demasiado estúpido incluso para vuestra raza. No puedo evitar relacionaros con lo ocurrido en la aldea de la que hemos llegado.
-No sé de qué estás hablando. El sur está demasiado cerca del bosque de los demonios de largas orejas. Tal vez los tuyos se los hayan llevado para vuestros rituales demoníacos- Nousis subió presuroso los pocos pasos que le separaban de la clériga. Envainó, y dijo con voz tan calmada que rezumaba odio en cada sílaba:
-Juro que antes de que todo esto acabe, por el Sol y mi sangre, que aplastaré tu cabeza como recuerdo- y volvió por donde había venido.
[...]
Ava y Mefisto salieron del cuartel sin aparentemente haber conseguido objetivo alguno, más allá de constatar el extraño estado de alerta que reinaba en el pequeño pueblo. Nadie les dirigía una mirada amistosa, tan sólo curiosidad y un odio alarmante. Y la sensación de que siempre les habían seguido era inquietante… y jamás se deshacía, como un humo al que se intenta espantar con la mano, recomponiéndose una y otra vez.
Nada mas salir ambos compañeros de las dependencias del cuartel, la capitana Aldakoa volvió a tomar asiento. El hombre que había sonreído a Mefisto hizo acto de presencia, apoyándose en la pared opuesta a donde el escritorio principal se encontraba
.
-Tal vez mañana se hayan ido, y todo continuará bien- comentó la líder de las tropas, casi para sí. El joven rió ante tal afirmación.
-No hace falta ser demasiado inteligente para saber que ocurre algo. Los aldeanos son estúpidos, y muestran su arrogancia sin el menor rebozo, capitana. Si supieran nuestros planes, ya se los habrían escupido a los extranjeros creyéndose invencibles. Los mataré ésta noche. No podemos perder tiempo. Necesitamos varios encargos más.
-¿Órdenes de Vilkarnush?- quiso saber ella, con un deje extraño en la voz.
-Si mañana al anochecer continúan en Alreiven, todo puede venirse abajo. No es posible cerrar a tales alturas el paso e Adulhail.
-Hazlo pues- aceptó la capitana. Y el sicario, sonriendo, abandonó el lugar.
[...]
Aradia había decidido no entrar en el ayuntamiento, y nada apenas había logrado de las extrañas sacerdotisas del templo del pueblo. Errabunda, avanzó por las calles, esperando encontrar alguno de sus nuevos compañeros, fuera quien fuera. Sin embargo, poco atenta al trasiego de la calle, un caminante encapuchado chocó levemente con la elfa, sobresaltándola, y aprovechándose de ello, susurró rápidamente:
- Ve hacia el este. El lago. Quedan dos días- y continuó su camino con mayor rapidez, perdiéndose entre las callejuelas de Alreiven, como si nunca hubiese estado ahí.
Nousis Indirel
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
Luego de separarse del grupo variopinto, Kosir recorre las calles de la pintoresca aldea. Pronto nota una aversión bastante patente hacia su persona, sin duda la figura de extranjero no es bien recibida.
Ya el muchacho sabe identificar muy bien las señales de desprecio que tienen en el exterior, suelen ser manifestaciones cobardes de puerta cerrada que cuando se encuentran una figura fuerte pasan a desmoronarse.
Podrán decir muchas cosas de la hospitalidad de bosque negro, pero nadie agrede de formas tan patéticas a un exterior. En caso de que ocurra un altercado, el golpe viene de frente como los dioses mandan.
La aldea comienza a asquear bastante al pelirrojo quien decide culminar sus asuntos rápido para no dispensar justos tajos en todas direcciones, después de todo sería mal visto con una aldea aniquilada a pocos kilómetros.
En cierto punto un grupo de jóvenes decide probar suerte con el pequeño bárbaro, graso error. Tienen más o menos su edad aunque menos cicatrices, también destaca que son más altos para perturbación del brumoso.
Me parece una excelente idea.
Algo que espeta cuando esta tan cerca del cabecilla que puede sentir su aliento, acto seguido le da un cabezazo que resuena. Obviamente los compañeros del personaje se lanzan a pelear poco después.
Kosir recibe un golpe en el rostro que le hace voltear la cara, claro que luego mira a la fuente con una sonrisa aterradora complementada por cierto hilillo de sangre. Lo siguiente para ese paleto es atravesar la ventada que se cerró hace instantes.
Al ver que dos de sus amigos con más físicos son vencidos tan rápido, parte del grupo comienza a vacilar. Toman una distancia prudente y ya no lanzan ataques a ciegas, el tiempo entre las ofensivas también baja mucho.
Vamos chicos, no pierdan tan rápido, quiero divertirme.
Uno de los jóvenes matones se come la punta y avanza, por su valentía se lleva una patada en las pelotas que lo deja viendo el cielo. Esto ocasiona una deserción considerable en la masa de enemigos.
Ahora vas a ver “dice el último que queda mientras agita con miedo una tosca navaja”.
La pequeña maquina guerrera se sorprende bastante al notar quien le amenaza, es bastante joven y prácticamente de su mismo tamaño. Se ríe por lo bajo y hace un gesto para que su enemigo embista, incluso suelta algunas bravuconadas para incitarle.
Muéstrame lo que tienes.
Empujado por la ira, el chico pueblerino se lanza en carga. Tira algunos tajos al aire aunque muy imprecisos, cuando logra acercarse el ataque es bloqueado por Kosir quien responde con su mejor puñetazo noqueador.
Primero “toma la navaja y la acerca al cuello del joven” domina los puños, luego “arroja el arma y la deja incrustada en una pared cercana” prueba con los filos.
Acto seguido desaparece, después de todo son muchachos que no han superado su ritual de adultez. Aprendieron la lección y ahora lo pensaran dos veces antes de meterse con alguien desconocido.
Varios minutos después el pelirrojo atestigua algo, un personaje molesta a la dagenle que conoce. Avanza para intervenir pero al final la propia persona desiste y sale corriendo a buena velocidad… menuda gente.
Este pueblo tiene la misma hospitalidad que una guarida de oso, ¿Estas bien?
Ya el muchacho sabe identificar muy bien las señales de desprecio que tienen en el exterior, suelen ser manifestaciones cobardes de puerta cerrada que cuando se encuentran una figura fuerte pasan a desmoronarse.
Podrán decir muchas cosas de la hospitalidad de bosque negro, pero nadie agrede de formas tan patéticas a un exterior. En caso de que ocurra un altercado, el golpe viene de frente como los dioses mandan.
La aldea comienza a asquear bastante al pelirrojo quien decide culminar sus asuntos rápido para no dispensar justos tajos en todas direcciones, después de todo sería mal visto con una aldea aniquilada a pocos kilómetros.
En cierto punto un grupo de jóvenes decide probar suerte con el pequeño bárbaro, graso error. Tienen más o menos su edad aunque menos cicatrices, también destaca que son más altos para perturbación del brumoso.
Me parece una excelente idea.
Algo que espeta cuando esta tan cerca del cabecilla que puede sentir su aliento, acto seguido le da un cabezazo que resuena. Obviamente los compañeros del personaje se lanzan a pelear poco después.
Kosir recibe un golpe en el rostro que le hace voltear la cara, claro que luego mira a la fuente con una sonrisa aterradora complementada por cierto hilillo de sangre. Lo siguiente para ese paleto es atravesar la ventada que se cerró hace instantes.
Al ver que dos de sus amigos con más físicos son vencidos tan rápido, parte del grupo comienza a vacilar. Toman una distancia prudente y ya no lanzan ataques a ciegas, el tiempo entre las ofensivas también baja mucho.
Vamos chicos, no pierdan tan rápido, quiero divertirme.
Uno de los jóvenes matones se come la punta y avanza, por su valentía se lleva una patada en las pelotas que lo deja viendo el cielo. Esto ocasiona una deserción considerable en la masa de enemigos.
Ahora vas a ver “dice el último que queda mientras agita con miedo una tosca navaja”.
La pequeña maquina guerrera se sorprende bastante al notar quien le amenaza, es bastante joven y prácticamente de su mismo tamaño. Se ríe por lo bajo y hace un gesto para que su enemigo embista, incluso suelta algunas bravuconadas para incitarle.
Muéstrame lo que tienes.
Empujado por la ira, el chico pueblerino se lanza en carga. Tira algunos tajos al aire aunque muy imprecisos, cuando logra acercarse el ataque es bloqueado por Kosir quien responde con su mejor puñetazo noqueador.
Primero “toma la navaja y la acerca al cuello del joven” domina los puños, luego “arroja el arma y la deja incrustada en una pared cercana” prueba con los filos.
Acto seguido desaparece, después de todo son muchachos que no han superado su ritual de adultez. Aprendieron la lección y ahora lo pensaran dos veces antes de meterse con alguien desconocido.
Varios minutos después el pelirrojo atestigua algo, un personaje molesta a la dagenle que conoce. Avanza para intervenir pero al final la propia persona desiste y sale corriendo a buena velocidad… menuda gente.
Este pueblo tiene la misma hospitalidad que una guarida de oso, ¿Estas bien?
Kosir
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
Ese lugar comenzaba a estresarle no, lo que sigue, algo se escapaba pero que era, no lo sabía, por eso se escapaba y ese tipo dándole una indicación tan vaga y de tan mala espina junto con la tía de la nota… La Marca, estaba por sacar el pedazo de piel, pero mejor lo evito, y entonces una voz familiar le quita un peso del corazón.-Gracias a los dioses, Kosir. Si si lo estoy, solo… Hay que ver salir de aquí, podrías ayudarme a buscar a Ilvor, el chico de la aldea de ayer, nos separamos, y tengo un muy mal presentimiento. Nos vemos en una hora en la taberna ¿si?, Por mi cuenta va la botella de vino.
Esperando su ayuda beso su mejilla a modo de agradecimiento, y regreso sobre sus pasos al ayuntamiento, esperando ver a alguno de los guardias que parecían dispuesto a hablar con incentivos adecuados, y como con cierta molestia ver que doblaron la guardia y cambiaron a los anteriores, al parecer los dioses le dirigían a otras partes, ¿cómo, por el amor de los dioses, perdías a una mujer cuervo y a dos elfos? No tenía idea, pero entre búsqueda y búsqueda y mirando el lugar noto algo que le helo la sangre y le dio prisa a su búsqueda de Ilvor y los compañeros, el símbolo lo noto como si resplandeciera la luna en el cielo... pintado pequeñito en una casa cercana al cuartel, en los muros de una casa aristocrática y fijándoce muy muy bien, en el puesto de quien le dio información en el mercado, camuflado en el toldo del puesto.
-Que los dioses nos amparen.- Musito y fue hacia el cuartel, era el único lugar al que no había ido antes, y seguramente ya no era la mejor idea al ver el ayuntamiento pero era peor omitir esa opción. Mirando lo mas posible de momento el símbolo no se veía por alla lo cual le dio cierto alivio, no tanto los molestos, en todo sentido, guardias de la entrada.
–Ya hay suficiente escoria.
“Escoria su progenitora” pensó y de verdad que no pudo contener su lengua cuando quiso educadamente solicitar entrar.- ¿A más? Supongo que no pueden con ustedes mismos.-Se tapó la boca con las manos, le había salido del alma tras pasar todo ese rato en ese lugar como bien había dicho Kosir, más hostil que guarida de oso.
-LA CAPITANA NO QUIERE SABER NADA. MAÑANA DEBERÉIS ABANDONAR ALREIVEN
Hay mierda se dijo a sí misma y se reprochó el no haberse acompañado de Kosir, o de alguien más “por eso no deben dejarme sola” pensó para sí pero no se fue sin dar su última pelea, a frases claro
-Solo quiero saber si han visto a un chico como de 15 años, un poco más bajito que yo, de cabello corto castaño, no es de este lugar.
- Último aviso criatura. Vete a la posada y mañana abandona el pueblo
- Es un amigo, obvio que me iré pero no sin él.
Y después mudos como las piedras mismas,
-Si se....¡BAUGLIR! -Sentencio alzando la mano y sin darles la espalda me alejo bastante cabreada a la condenada posada que más parece ser el lugar amable de retener a indeseados, y respirar hondo antes de entrar mirando el lugar casi vacío a no ser por un trio de encapuchados, que le dan mala espina y sobandoce los brazos como si quisiera entrar en calor se sentó algo retirado pidiendo un vaso de agua caliente, tomando un consejo anterior de no confiar, y siendo el lugar ideal para llevar a cabo tal idea miro al otro que entraba y respiro aliviada, no lo había encontrado pero al menos ya por fin se topaba con alguien conocido, ahora a esperar a Kosir y ver cómo diablos dar con Mefisto y la otra chica.
Nousis alzo una ceja al verla. No sonríe pero suaviza el gesto
-Heru!- Formal y sonriente, algo bueno tenía de ir a dichosa posada tras recibir su agua caliente, y al ver su gesto se puso algo más seria. -¿No le ha ido bien?
- No demasiado- responde- este pueblo está lleno de inútiles que no merecen ayuda alguna.
-Ni que lo diga- suspiro y le hecho una mirada furtiva al trio encapuchado- He perdido a Ilvor. Dioses tengo una horrible sensación de haberlo traído a la boca del lobo, encontré a Kosir y le pedí que me ayudara a buscarlo, si algo les pasa…
Nou mira alrededor, y suspira disgustado- ¿Has averiguado algo?- No parece que realmente le interese- Quizá debería irme antes de anochecer
- Estamos obligados a irnos mañana supongo al alba, digamos que me lie con alguien del cuartel, -le paso el papelito .- Me recomendaron ir al lago en dos días, que es lo que se tarde en llegar allá, no confió de ir sola...
El Elfo observa a la peque frunciendo el ceño -¿Irnos mañana? Cuéntamelo todo, despacio
Avergonzada esconde la cara en las manos y luego le ve con las mejillas rojas.-No entre a la alcaldía, me pedían mis armas, no estaré con humanos sola en una habitación, sin forma de defenderme –Comenzó a hablar en su lengua madre despacio y bajando algo la voz- como no les encontraba por ningún lado compre algunas cosas, papel y tinta para ser específica, y esa nota venia en ello, y quien me lo vendió fue como si se hubiera desaparecido en el aire -Saco de su mochila unos saquitos y una hoja de papel y tomo de los saquitos pellizcos de hojas secas aromáticas y las mezclo en la hoja.-Fui al templo, pensando que ahí podrían informarme del símbolo, o del idioma de esa nota, la mujer ni siquiera vio el papel y me cerró la puerta en las narices, pero note... que ese símbolo esta en muchos edificios de este lugar, escondido.
Una insinuación de media sonrisa de aprobación cruza el rostro de Nousis al comentar lo de las armas
-Un vendedor que desaparece- enumera- la sacerdotisa que no ha dado información
-Aumentaron la seguridad en el ayuntamiento, dos hombres más y rotaron a los que estaban antes, y una mujer supongo la encargada, no da información de donde puede estar un chico ajeno a su pueblo. –Termina de enumerar la joven, tapando el vaso dejando que las hierbas impregnen el agua con su sabor.
-Están pasado cosas extrañas. Este pueblo sin duda está relacionado con lo que hemos sufrido en la aldea destruida. Pero no se en qué
-¿Cómo es que podemos ser tan distintos?- Masculla mirando las hojas trituradas- Los brujos también manejan la magia pero son tan... destructivos... ¿que no se supone su raza es la misma? ¿humanos y humanos? –La joven mostraba frustración y contradicción en su rostro viendo como parecía a los humanos destruirse entre sí.
-Nosotros somos la sublimación de la raza primigenia- explica en el idioma materno- Los brujos, lo peor que ha surgido de los humanos, corruptos de por sí- el tono apenas varía, suave- Esperemos que esto no haya sido cosa de brujería.
Lo mira anonadada y bastante sorprendida-¿Acaso lo dudas? – al reaccionar a sus palabras se pone rojísima al hablarle de tu y se tapa la boca"
Bebe un trago, de forma delicada, de la infusión que pidió nada más entrar y le acaban de traer
-Siempre queda la esperanza. Matar brujos es una necesidad. Pero no me gusta arriesgar sangre de mi pueblo
- ¿Que otra raza usa magia de esa forma? no lo dudo, su sangre es valiosa. -Musita jugando con el vapor del agua que comienza a oler a violetas, menta y manzanilla- Hasta los renegados de nuestra raza son sanadores... vi a uno usar un arco de luz para sanar...
-¿Para destruir?- pregunta, en un tono sosegado- En otras razas, depende de cada persona. Exceptuando los vampiros, no hay otra raza tan generalmente malvada como los brujos. Ni dragones, humanos o bestias
-Los que nos arrebataron nuestros asentamientos y cortaron las hojas de nuestros valiosos árboles-Musito como un mantra- Muchos de mi clan han caído ante ellos, por suerte somos mucho- Sonrió amargamente mientras soplaba a su perfumada infusión y le ofrecía un sorbo.-Sería un honor que probara esta mezcla.-Miro a los hombre con la guardia bien alta.-
-Te han educado bien- asiente- Tal vez deberíamos buscar al otro elfo e irnos de éste lugar
-Le suplico, ayúdeme a buscar a Ilvor, mi alma se siente atormentada de haberle ayudado solo para venir a otro tormento. Sé que es solo un humano y si este pueblo será arrasado que lo sea, al parecer merecido lo tienen.
Parece dudar, dando un par de sorbos a la bebida, le entiende.
- ¿A dónde cree que allá ido Mefisto? –Miro la joven de soslayo a los encapuchados, sospechosos pero, bueno cualquiera lo parecería en ese lugar. Sin embargo su cabecita ya maquinaba algo, por la forma que tomaban sus ropajes estaban armados, y bastante.
-No lo sé- contesta mirando hacia la puerta, tras observar a los encapuchados- Vayamos a dar una vuelta por el pueblo, y quizá nos topemos con tu muchacho humano
Entonces le miro recordando algo.- Por cierto, no me ha dicho su nombre- Musito inquistoria con una sonrisa, algo traviesa tomando en cuenta que había decidido seguir lo que ella le llamaba impulso de idiotez, algo similar a lo que había pasado con un troll y termino entendiendo que ella no era un buen péndulo.
-Nousis, del clan Índirel- dice sacando dos pequeñas monedas para pagar lo tomado, y levantándose
-Indirel, perdona por lo que hare, eres libre de salir corriendo- Dijo ella antes de actuar preparando en sus dedos la energía que requería, sintiendo como era canalizada de cada punto de su ser mientras se levanta y guardando sus cosas con cuidado, respirar hondo y formando un pequeño lente entre sus dedos índice y medio hace el gesto como si espantara una mosca, una mosca que parecía más una voluta de luz que salió disparada y golpeo la pata de uno de los encapuchados rompiéndola.
Él alza las cejas, sorprendido ya levantado
-Clam Hazelmere, los sanadores,- Musita esperando la reacción de los hombres, esperando que con la caída pueda ver detalles de estos, sus armas, alguna marca, y claro anticipando una reacción violenta con la mano en la cadera. Los encapuchados se levantaron de golpe, desenvainando, y mirando hacia los elfos, aunque no aciertan a comprender qué ha ocurrido. Una extraña calma reina en la estancia.
Ella miro sus armas, a los hombres, sus detalles y los miro con gesto de sorpresa -¿estáis bien? –Y entonces vio que no erraba en sus sospechas uno portaba el símbolo en un costado, difícil de verlo y se alegró de su suerte pues parecía que al ver a una elfa hermosa, sin ánimo de lucha, mascullaron algo entre sí y salieron de la posada, soltando insultos por lo bajo, ella no cabía de alegría parecía haber dado con algo y sonrió con cierta malicia- Eh! tiene vino!? –Pidio al tabernero que se acercaba a su pobre silla y miraba la pata rota diciendo algo de la baja calidad.- Haru del clan indirel, tenemos a quienes buscamos.
-¿Dónde has encontrado eso?- quiere saber él, en un tono un poquito más duro, pero no amenazante- ¿Como funciona?
-Es una senda de nuestras artes, mi tía me lo enseñaba, para que pudiera defenderme en el campo de batalla, asumiendo que fuera enviada a él en un futuro. Canalizas la luz la haces sólida, y tienes eso.-Dice muy feliz, y luego baja el ánimo al palpar la dureza en su voz-La verdad pensé que nos iban a atacar..
Nou esboza un gesto sin comprometerse a nada
-Disculpe, por eso le dije que.. ellos son de los que atacaron la otra aldea, sus armas y esa marca lo muestran –Dijo trabandoce la lengua, como cuando se rompe algo valioso y con las palabras se busca aminorar el daño.
-Eso no es asunto mío- señala con un tono suave, sin ser cortante- Las aldeas humanas no son mi prioridad, Hazelmere
-Atacaron las afueras de Sandorai, un pueblo de alianza al bosque... y aparte una manada de trolls venidos de quien sabe dónde, no se usted, pero no puedo darme el lujo de ignorar que pudieron haber atacado algún asentamiento de nuestra raza.- Tomo la botella de vino que acercaba el tabernero y tras dejar un par de aeros salio de la posada bastante agitada, con el trago de vino se armó de valor para seguirlos con los ojos llorosos y bufando en lengua madre. más que nada mascullando que sus logros para saber si hay alguien por ahí del ataque no parecen ser de importancia mas que para ella en lengua madre.
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Bauglir: represor
Habilidad de nivel 0: Lente Convergente: Crea un halo de energía que converge en un rayo no letal, capaz de empujar al oponente, puede realizar daños significativos
Esperando su ayuda beso su mejilla a modo de agradecimiento, y regreso sobre sus pasos al ayuntamiento, esperando ver a alguno de los guardias que parecían dispuesto a hablar con incentivos adecuados, y como con cierta molestia ver que doblaron la guardia y cambiaron a los anteriores, al parecer los dioses le dirigían a otras partes, ¿cómo, por el amor de los dioses, perdías a una mujer cuervo y a dos elfos? No tenía idea, pero entre búsqueda y búsqueda y mirando el lugar noto algo que le helo la sangre y le dio prisa a su búsqueda de Ilvor y los compañeros, el símbolo lo noto como si resplandeciera la luna en el cielo... pintado pequeñito en una casa cercana al cuartel, en los muros de una casa aristocrática y fijándoce muy muy bien, en el puesto de quien le dio información en el mercado, camuflado en el toldo del puesto.
-Que los dioses nos amparen.- Musito y fue hacia el cuartel, era el único lugar al que no había ido antes, y seguramente ya no era la mejor idea al ver el ayuntamiento pero era peor omitir esa opción. Mirando lo mas posible de momento el símbolo no se veía por alla lo cual le dio cierto alivio, no tanto los molestos, en todo sentido, guardias de la entrada.
–Ya hay suficiente escoria.
“Escoria su progenitora” pensó y de verdad que no pudo contener su lengua cuando quiso educadamente solicitar entrar.- ¿A más? Supongo que no pueden con ustedes mismos.-Se tapó la boca con las manos, le había salido del alma tras pasar todo ese rato en ese lugar como bien había dicho Kosir, más hostil que guarida de oso.
-LA CAPITANA NO QUIERE SABER NADA. MAÑANA DEBERÉIS ABANDONAR ALREIVEN
Hay mierda se dijo a sí misma y se reprochó el no haberse acompañado de Kosir, o de alguien más “por eso no deben dejarme sola” pensó para sí pero no se fue sin dar su última pelea, a frases claro
-Solo quiero saber si han visto a un chico como de 15 años, un poco más bajito que yo, de cabello corto castaño, no es de este lugar.
- Último aviso criatura. Vete a la posada y mañana abandona el pueblo
- Es un amigo, obvio que me iré pero no sin él.
Y después mudos como las piedras mismas,
-Si se....¡BAUGLIR! -Sentencio alzando la mano y sin darles la espalda me alejo bastante cabreada a la condenada posada que más parece ser el lugar amable de retener a indeseados, y respirar hondo antes de entrar mirando el lugar casi vacío a no ser por un trio de encapuchados, que le dan mala espina y sobandoce los brazos como si quisiera entrar en calor se sentó algo retirado pidiendo un vaso de agua caliente, tomando un consejo anterior de no confiar, y siendo el lugar ideal para llevar a cabo tal idea miro al otro que entraba y respiro aliviada, no lo había encontrado pero al menos ya por fin se topaba con alguien conocido, ahora a esperar a Kosir y ver cómo diablos dar con Mefisto y la otra chica.
Nousis alzo una ceja al verla. No sonríe pero suaviza el gesto
-Heru!- Formal y sonriente, algo bueno tenía de ir a dichosa posada tras recibir su agua caliente, y al ver su gesto se puso algo más seria. -¿No le ha ido bien?
- No demasiado- responde- este pueblo está lleno de inútiles que no merecen ayuda alguna.
-Ni que lo diga- suspiro y le hecho una mirada furtiva al trio encapuchado- He perdido a Ilvor. Dioses tengo una horrible sensación de haberlo traído a la boca del lobo, encontré a Kosir y le pedí que me ayudara a buscarlo, si algo les pasa…
Nou mira alrededor, y suspira disgustado- ¿Has averiguado algo?- No parece que realmente le interese- Quizá debería irme antes de anochecer
- Estamos obligados a irnos mañana supongo al alba, digamos que me lie con alguien del cuartel, -le paso el papelito .- Me recomendaron ir al lago en dos días, que es lo que se tarde en llegar allá, no confió de ir sola...
El Elfo observa a la peque frunciendo el ceño -¿Irnos mañana? Cuéntamelo todo, despacio
Avergonzada esconde la cara en las manos y luego le ve con las mejillas rojas.-No entre a la alcaldía, me pedían mis armas, no estaré con humanos sola en una habitación, sin forma de defenderme –Comenzó a hablar en su lengua madre despacio y bajando algo la voz- como no les encontraba por ningún lado compre algunas cosas, papel y tinta para ser específica, y esa nota venia en ello, y quien me lo vendió fue como si se hubiera desaparecido en el aire -Saco de su mochila unos saquitos y una hoja de papel y tomo de los saquitos pellizcos de hojas secas aromáticas y las mezclo en la hoja.-Fui al templo, pensando que ahí podrían informarme del símbolo, o del idioma de esa nota, la mujer ni siquiera vio el papel y me cerró la puerta en las narices, pero note... que ese símbolo esta en muchos edificios de este lugar, escondido.
Una insinuación de media sonrisa de aprobación cruza el rostro de Nousis al comentar lo de las armas
-Un vendedor que desaparece- enumera- la sacerdotisa que no ha dado información
-Aumentaron la seguridad en el ayuntamiento, dos hombres más y rotaron a los que estaban antes, y una mujer supongo la encargada, no da información de donde puede estar un chico ajeno a su pueblo. –Termina de enumerar la joven, tapando el vaso dejando que las hierbas impregnen el agua con su sabor.
-Están pasado cosas extrañas. Este pueblo sin duda está relacionado con lo que hemos sufrido en la aldea destruida. Pero no se en qué
-¿Cómo es que podemos ser tan distintos?- Masculla mirando las hojas trituradas- Los brujos también manejan la magia pero son tan... destructivos... ¿que no se supone su raza es la misma? ¿humanos y humanos? –La joven mostraba frustración y contradicción en su rostro viendo como parecía a los humanos destruirse entre sí.
-Nosotros somos la sublimación de la raza primigenia- explica en el idioma materno- Los brujos, lo peor que ha surgido de los humanos, corruptos de por sí- el tono apenas varía, suave- Esperemos que esto no haya sido cosa de brujería.
Lo mira anonadada y bastante sorprendida-¿Acaso lo dudas? – al reaccionar a sus palabras se pone rojísima al hablarle de tu y se tapa la boca"
Bebe un trago, de forma delicada, de la infusión que pidió nada más entrar y le acaban de traer
-Siempre queda la esperanza. Matar brujos es una necesidad. Pero no me gusta arriesgar sangre de mi pueblo
- ¿Que otra raza usa magia de esa forma? no lo dudo, su sangre es valiosa. -Musita jugando con el vapor del agua que comienza a oler a violetas, menta y manzanilla- Hasta los renegados de nuestra raza son sanadores... vi a uno usar un arco de luz para sanar...
-¿Para destruir?- pregunta, en un tono sosegado- En otras razas, depende de cada persona. Exceptuando los vampiros, no hay otra raza tan generalmente malvada como los brujos. Ni dragones, humanos o bestias
-Los que nos arrebataron nuestros asentamientos y cortaron las hojas de nuestros valiosos árboles-Musito como un mantra- Muchos de mi clan han caído ante ellos, por suerte somos mucho- Sonrió amargamente mientras soplaba a su perfumada infusión y le ofrecía un sorbo.-Sería un honor que probara esta mezcla.-Miro a los hombre con la guardia bien alta.-
-Te han educado bien- asiente- Tal vez deberíamos buscar al otro elfo e irnos de éste lugar
-Le suplico, ayúdeme a buscar a Ilvor, mi alma se siente atormentada de haberle ayudado solo para venir a otro tormento. Sé que es solo un humano y si este pueblo será arrasado que lo sea, al parecer merecido lo tienen.
Parece dudar, dando un par de sorbos a la bebida, le entiende.
- ¿A dónde cree que allá ido Mefisto? –Miro la joven de soslayo a los encapuchados, sospechosos pero, bueno cualquiera lo parecería en ese lugar. Sin embargo su cabecita ya maquinaba algo, por la forma que tomaban sus ropajes estaban armados, y bastante.
-No lo sé- contesta mirando hacia la puerta, tras observar a los encapuchados- Vayamos a dar una vuelta por el pueblo, y quizá nos topemos con tu muchacho humano
Entonces le miro recordando algo.- Por cierto, no me ha dicho su nombre- Musito inquistoria con una sonrisa, algo traviesa tomando en cuenta que había decidido seguir lo que ella le llamaba impulso de idiotez, algo similar a lo que había pasado con un troll y termino entendiendo que ella no era un buen péndulo.
-Nousis, del clan Índirel- dice sacando dos pequeñas monedas para pagar lo tomado, y levantándose
-Indirel, perdona por lo que hare, eres libre de salir corriendo- Dijo ella antes de actuar preparando en sus dedos la energía que requería, sintiendo como era canalizada de cada punto de su ser mientras se levanta y guardando sus cosas con cuidado, respirar hondo y formando un pequeño lente entre sus dedos índice y medio hace el gesto como si espantara una mosca, una mosca que parecía más una voluta de luz que salió disparada y golpeo la pata de uno de los encapuchados rompiéndola.
Él alza las cejas, sorprendido ya levantado
-Clam Hazelmere, los sanadores,- Musita esperando la reacción de los hombres, esperando que con la caída pueda ver detalles de estos, sus armas, alguna marca, y claro anticipando una reacción violenta con la mano en la cadera. Los encapuchados se levantaron de golpe, desenvainando, y mirando hacia los elfos, aunque no aciertan a comprender qué ha ocurrido. Una extraña calma reina en la estancia.
Ella miro sus armas, a los hombres, sus detalles y los miro con gesto de sorpresa -¿estáis bien? –Y entonces vio que no erraba en sus sospechas uno portaba el símbolo en un costado, difícil de verlo y se alegró de su suerte pues parecía que al ver a una elfa hermosa, sin ánimo de lucha, mascullaron algo entre sí y salieron de la posada, soltando insultos por lo bajo, ella no cabía de alegría parecía haber dado con algo y sonrió con cierta malicia- Eh! tiene vino!? –Pidio al tabernero que se acercaba a su pobre silla y miraba la pata rota diciendo algo de la baja calidad.- Haru del clan indirel, tenemos a quienes buscamos.
-¿Dónde has encontrado eso?- quiere saber él, en un tono un poquito más duro, pero no amenazante- ¿Como funciona?
-Es una senda de nuestras artes, mi tía me lo enseñaba, para que pudiera defenderme en el campo de batalla, asumiendo que fuera enviada a él en un futuro. Canalizas la luz la haces sólida, y tienes eso.-Dice muy feliz, y luego baja el ánimo al palpar la dureza en su voz-La verdad pensé que nos iban a atacar..
Nou esboza un gesto sin comprometerse a nada
-Disculpe, por eso le dije que.. ellos son de los que atacaron la otra aldea, sus armas y esa marca lo muestran –Dijo trabandoce la lengua, como cuando se rompe algo valioso y con las palabras se busca aminorar el daño.
-Eso no es asunto mío- señala con un tono suave, sin ser cortante- Las aldeas humanas no son mi prioridad, Hazelmere
-Atacaron las afueras de Sandorai, un pueblo de alianza al bosque... y aparte una manada de trolls venidos de quien sabe dónde, no se usted, pero no puedo darme el lujo de ignorar que pudieron haber atacado algún asentamiento de nuestra raza.- Tomo la botella de vino que acercaba el tabernero y tras dejar un par de aeros salio de la posada bastante agitada, con el trago de vino se armó de valor para seguirlos con los ojos llorosos y bufando en lengua madre. más que nada mascullando que sus logros para saber si hay alguien por ahí del ataque no parecen ser de importancia mas que para ella en lengua madre.
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Bauglir: represor
Habilidad de nivel 0: Lente Convergente: Crea un halo de energía que converge en un rayo no letal, capaz de empujar al oponente, puede realizar daños significativos
Aradia Hazelmere
Honorable
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
La confusión de adueñó del rostro de la joven en cuanto la capitana respondió de mal modo a su aviso, amenazándolos con arrestarlos con el pretexto de que podían ser ellos los culpables de la supuesta masacre. - ¿Qué? ¡Pero qué estupidez es esa! - pensó la cuerva, apretando los puños y conteniendo el impulso de dar un golpe en el escritorio de la mujer.
¿Qué criminal en su sano juicio iría a confesar sus fechorías al primer cuartel que se encontrase en el camino? Ninguno, pero en vez de tener en consideración las terribles noticias que traía, aquella gente estaba tan ciega que prefería poner en entredicho su relato y librarse de ellos, instándolos a dejar Alreiven y seguir hacia en otra dirección.
Antes de que pudiese replicar algo Mefisto se hizo cargo de la situación, con un tono mucho más educado del que ella iba a emplear, así que, sin querer malograr el intento de su compañero, se mantuvo en silencio mientras ambos conversaban.
Lo que no esperaba era que el elfo tomase su mano, contacto al que reaccionó por instinto, liberándose de su agarre con cierta brusquedad y bajando la vista al suelo, avergonzada. Al menos él tenía una vaga idea de su problema con los hombres, así que su rechazo no le sorprendería tanto como a un desconocido, es más, la intención del moreno era demostrar que debido a su carácter no podía ser la causante de lo que había pasado en la aldea.
Ninguno de los dos tenía malicia, su presencia allí lo dejaba claro, pero desgraciadamente nada de lo que dijo el hijo de los bosques convenció a la capitana, quien saltó de su silla para “invitarlos” a marcharse de allí lo antes posible, refiriéndose a ellos despectivamente por sus orígenes, detalle que estuvo a punto de hacer saltar a la Midgardiana.
Pero ¿quién se creía que era para tratarlos así? Su comportamiento distaba mucho del que la mujer bestia había visto en los soldados de Lunargenta, ¿se debería a lo lejos que estaban de la ciudad? ¿era el aislamiento la causa de que todos los habitantes de Alreiven se mostrasen tan antipáticos con los visitantes?
Sin intención de rendirse, ya que la seguridad de mucha gente estaba en juego, Ava ignoró las ofensas que se habían hecho hacia su persona y se preparó para volver a intervenir, para apelar a la razón de aquella guerrera, pero Mefisto se le adelantó, dando por terminado el encuentro y despidiéndose.
Aquello no se lo esperaba, pero una simple mirada del elfo le dio a entender que ya no tenían nada más que hacer allí, que no lograrían que los tomasen en serio… era hora de irse.
Algo alicaída, la muchacha decidió seguir a su compañero hacia el exterior. - Si esta gente muere será por su culpa. - pensó, echando un último vistazo a quien debía velar por la paz en aquel pueblo perdido de la manos de los ases.
Un nuevo aluvión de miradas los recibió en la calle, muchas de desprecio y desconfianza mientras otras simplemente mostraban curiosidad, nadie se acercó a ellos, nadie quiso tener un gesto amable con aquel par de recién llegados, el mensaje estaba claro, no eran bien recibidos.
¿Merecía la pena preocuparse por el futuro de esas personas? Algunos habrían respondido que no, que si no aceptaban la ayuda desinteresada que se les ofrecía pues que se las apañasen solos, pero la cuerva era diferente, siempre estaba dispuesta a asistir a otros, aunque no se lo mereciesen.
- ¿Qué… qué podemos hacer ahora? - preguntó en voz baja, para que solo pudiese escucharla Mefisto. - ¿Cre…crees que el alcalde nos hará caso? - continuó, pero después de ver el ambiente que se respiraba en el pueblo no parecía probable. - No, seguramente no… - susurró, empezando a andar hacia la posada que había visto de camino al cuartel, aunque vista la “hospitalidad” de los habitantes no creía posible que les dejasen hospedarse allí.
- Será mejor que busquemos al resto, puede que hayan tenido más suerte. - sugirió al poco, guardando para sí la segunda parte de la frase, que al menos si se mantenían unidos podrían hacer frente a un posible ataque por parte de los lugareños.
Las habilidades de Kosir para el combate lo habían convertido en un acompañante muy valioso, y aunque aún no había visto pelear a ninguno de los elfos lo mejor que podían hacer era permanecer juntos, pero para eso primero debía encontrarlos.
Afortunadamente para la joven, esto no iba a costarle tanto como había imaginado.
Cuando ya podía distinguir la posada a lo lejos, un grupo de hombres de aspecto sospechoso salió de local para perderse en las callejuelas de Alreiven, y solo unos instantes después, Aradia hizo lo mismo, siguiendo a los extraños. - ¡Mira! Es… es Aradia, vayamos con ella. - propuso Ava, acelerando el paso para alcanzar a la elfa.
- Aradia, espera. - la llamó sin apenas elevar la voz en cuanto la tuvo a escasos metros de distancia, para no estropearle el plan. - ¿Qué ocurre? ¿has averiguado algo? - le preguntó al verla un tanto alterada.
¿Qué criminal en su sano juicio iría a confesar sus fechorías al primer cuartel que se encontrase en el camino? Ninguno, pero en vez de tener en consideración las terribles noticias que traía, aquella gente estaba tan ciega que prefería poner en entredicho su relato y librarse de ellos, instándolos a dejar Alreiven y seguir hacia en otra dirección.
Antes de que pudiese replicar algo Mefisto se hizo cargo de la situación, con un tono mucho más educado del que ella iba a emplear, así que, sin querer malograr el intento de su compañero, se mantuvo en silencio mientras ambos conversaban.
Lo que no esperaba era que el elfo tomase su mano, contacto al que reaccionó por instinto, liberándose de su agarre con cierta brusquedad y bajando la vista al suelo, avergonzada. Al menos él tenía una vaga idea de su problema con los hombres, así que su rechazo no le sorprendería tanto como a un desconocido, es más, la intención del moreno era demostrar que debido a su carácter no podía ser la causante de lo que había pasado en la aldea.
Ninguno de los dos tenía malicia, su presencia allí lo dejaba claro, pero desgraciadamente nada de lo que dijo el hijo de los bosques convenció a la capitana, quien saltó de su silla para “invitarlos” a marcharse de allí lo antes posible, refiriéndose a ellos despectivamente por sus orígenes, detalle que estuvo a punto de hacer saltar a la Midgardiana.
Pero ¿quién se creía que era para tratarlos así? Su comportamiento distaba mucho del que la mujer bestia había visto en los soldados de Lunargenta, ¿se debería a lo lejos que estaban de la ciudad? ¿era el aislamiento la causa de que todos los habitantes de Alreiven se mostrasen tan antipáticos con los visitantes?
Sin intención de rendirse, ya que la seguridad de mucha gente estaba en juego, Ava ignoró las ofensas que se habían hecho hacia su persona y se preparó para volver a intervenir, para apelar a la razón de aquella guerrera, pero Mefisto se le adelantó, dando por terminado el encuentro y despidiéndose.
Aquello no se lo esperaba, pero una simple mirada del elfo le dio a entender que ya no tenían nada más que hacer allí, que no lograrían que los tomasen en serio… era hora de irse.
Algo alicaída, la muchacha decidió seguir a su compañero hacia el exterior. - Si esta gente muere será por su culpa. - pensó, echando un último vistazo a quien debía velar por la paz en aquel pueblo perdido de la manos de los ases.
Un nuevo aluvión de miradas los recibió en la calle, muchas de desprecio y desconfianza mientras otras simplemente mostraban curiosidad, nadie se acercó a ellos, nadie quiso tener un gesto amable con aquel par de recién llegados, el mensaje estaba claro, no eran bien recibidos.
¿Merecía la pena preocuparse por el futuro de esas personas? Algunos habrían respondido que no, que si no aceptaban la ayuda desinteresada que se les ofrecía pues que se las apañasen solos, pero la cuerva era diferente, siempre estaba dispuesta a asistir a otros, aunque no se lo mereciesen.
- ¿Qué… qué podemos hacer ahora? - preguntó en voz baja, para que solo pudiese escucharla Mefisto. - ¿Cre…crees que el alcalde nos hará caso? - continuó, pero después de ver el ambiente que se respiraba en el pueblo no parecía probable. - No, seguramente no… - susurró, empezando a andar hacia la posada que había visto de camino al cuartel, aunque vista la “hospitalidad” de los habitantes no creía posible que les dejasen hospedarse allí.
- Será mejor que busquemos al resto, puede que hayan tenido más suerte. - sugirió al poco, guardando para sí la segunda parte de la frase, que al menos si se mantenían unidos podrían hacer frente a un posible ataque por parte de los lugareños.
Las habilidades de Kosir para el combate lo habían convertido en un acompañante muy valioso, y aunque aún no había visto pelear a ninguno de los elfos lo mejor que podían hacer era permanecer juntos, pero para eso primero debía encontrarlos.
Afortunadamente para la joven, esto no iba a costarle tanto como había imaginado.
Cuando ya podía distinguir la posada a lo lejos, un grupo de hombres de aspecto sospechoso salió de local para perderse en las callejuelas de Alreiven, y solo unos instantes después, Aradia hizo lo mismo, siguiendo a los extraños. - ¡Mira! Es… es Aradia, vayamos con ella. - propuso Ava, acelerando el paso para alcanzar a la elfa.
- Aradia, espera. - la llamó sin apenas elevar la voz en cuanto la tuvo a escasos metros de distancia, para no estropearle el plan. - ¿Qué ocurre? ¿has averiguado algo? - le preguntó al verla un tanto alterada.
Ava Kenrith
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
Seguido por Ava, me abrí paso hacia el exterior. Ahí esperaba uno de los guardias que estaban afuera, viéndonos con una sonrisa en el rostro. No mostraba hostilidad, pero todo en ese lugar era sospechoso, y él no era la excepción.
"Los tenemos vigilados"
¿Es eso, acaso? Jodidos idiotas...
Le guiñé un ojo al hombre, buscando una reacción. Simplemente ensanchó su sonrisa y siguió observándonos, hasta que salimos del edificio. ¿Esperaba para entrar a la habitación, quizás? No podía decirlo con seguridad. Quizás sólo cuidaba a la mujer, no hubiésemos intentado matarla o algo.
Lo que sí podía decir con seguridad, es que caminar por esas calles era incómodo como pocas cosas llegan a serlo. Esta vez caminaba junto a Ava, dispuesto a conversar sobre lo que ocurría. La alada parecía desanimada, reacción natural por la forma en que sus buenas intenciones habían sido recibidas.
"¿Qué… qué podemos hacer ahora?" preguntó.
Aún tenía intenciones de ayudarles, parecía. Tenía una forma optimista de ver el mundo, una intención pura y encantadora. Infantil.
No la condenaba, pero sabía que esa forma de ser le causaría muchas dificultades a la larga. Sentía empatía por ella... ¿pena, quizá?
No lo sé.
No sé muchas cosas.
—Honestamente, creo que los trolls serán el último de nuestros problemas. —respondí finalmente, con una sonrisa adornando mi rostro de preocupación— Algo increíblemente sospechoso ocurre en este lugar, la calma antes de la tormenta. —confesé lo obvio, bajando la voz como lo hizo ella— Y nosotros somos barquitos flotando en el centro de la vorágine por venir.
"Será mejor que busquemos al resto, puede que hayan tenido más suerte."
Asentí. No conocía a ninguno de ellos, pero habíamos huido de un ataque en masa, de forma relativamente respetable. Es una experiencia que nos acercaba más a la alianza, en un entorno donde cualquiera puede saltar a apuñalarnos, en cualquier momento.
A lo lejos, la posada que nos comentó la mujer temperamental. Y, como caprichos del destino, pudimos ver a una Aradia, que salió del establecimiento tras un grupito de hombres que parecían pedir a gritos "SOSPECHEN DE MÍ, SOY ALGUIEN QUE NO TRAMA ALGO BUENO"
Suspiré, e igualé la velocidad de Ava. Eché un vistazo a nuestra espalda, atento a no ser llevados a una emboscada.
Antes de quedarnos en la posada, claro. Porque era evidente que algo nos iba a pasar ahí, si es que nos quedábamos en el lugar, y si siquiera alcanzábamos la noche vivos.
"Los tenemos vigilados"
¿Es eso, acaso? Jodidos idiotas...
Le guiñé un ojo al hombre, buscando una reacción. Simplemente ensanchó su sonrisa y siguió observándonos, hasta que salimos del edificio. ¿Esperaba para entrar a la habitación, quizás? No podía decirlo con seguridad. Quizás sólo cuidaba a la mujer, no hubiésemos intentado matarla o algo.
Lo que sí podía decir con seguridad, es que caminar por esas calles era incómodo como pocas cosas llegan a serlo. Esta vez caminaba junto a Ava, dispuesto a conversar sobre lo que ocurría. La alada parecía desanimada, reacción natural por la forma en que sus buenas intenciones habían sido recibidas.
"¿Qué… qué podemos hacer ahora?" preguntó.
Aún tenía intenciones de ayudarles, parecía. Tenía una forma optimista de ver el mundo, una intención pura y encantadora. Infantil.
No la condenaba, pero sabía que esa forma de ser le causaría muchas dificultades a la larga. Sentía empatía por ella... ¿pena, quizá?
No lo sé.
No sé muchas cosas.
—Honestamente, creo que los trolls serán el último de nuestros problemas. —respondí finalmente, con una sonrisa adornando mi rostro de preocupación— Algo increíblemente sospechoso ocurre en este lugar, la calma antes de la tormenta. —confesé lo obvio, bajando la voz como lo hizo ella— Y nosotros somos barquitos flotando en el centro de la vorágine por venir.
"Será mejor que busquemos al resto, puede que hayan tenido más suerte."
Asentí. No conocía a ninguno de ellos, pero habíamos huido de un ataque en masa, de forma relativamente respetable. Es una experiencia que nos acercaba más a la alianza, en un entorno donde cualquiera puede saltar a apuñalarnos, en cualquier momento.
A lo lejos, la posada que nos comentó la mujer temperamental. Y, como caprichos del destino, pudimos ver a una Aradia, que salió del establecimiento tras un grupito de hombres que parecían pedir a gritos "SOSPECHEN DE MÍ, SOY ALGUIEN QUE NO TRAMA ALGO BUENO"
Suspiré, e igualé la velocidad de Ava. Eché un vistazo a nuestra espalda, atento a no ser llevados a una emboscada.
Antes de quedarnos en la posada, claro. Porque era evidente que algo nos iba a pasar ahí, si es que nos quedábamos en el lugar, y si siquiera alcanzábamos la noche vivos.
Mefisto
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
TURNO 8
Escasas horas faltaban. Todo parecía encresparse, como un viento marítimo subiendo en intensidad, azuzado por pequeños puntos, afluentes de un río de extraño odio reflejado en cada faz.
Nousis no salió tras Aradia. Lentamente, caviló con cuidado en cuanto había ocurrido. Las marcas que la joven elfa había relacionado con la matanza de la aldea anterior evidenciaban a las claras que algo oscuro ocurría en Alreiven. También lo que él mismo había descubierto, iniciando el extraño complot en el que todos se habían visto envueltos. Demonios o espíritus, rostros quemados, trolls controlados casi sin la menor duda, unas cien personas asesinadas con un solo superviviente. Bufando de disgusto, se levantó. Si había magia de por medio, quien estuviera detrás de tantas acciones tal vez tendría en su poder un artefacto que el Elfo necesitaba con una urgencia que sólo él parecía entender. Elfos como los Nemaniel se limitaban a tratar con extranjeros como iguales. Nousis sabía que la verdad se hallaba en negociar con el enemigo de rodillas. Salvo con los brujos. El Mal debía ser erradicado.
Salió por la puerta, alzando las cejas en gesto de descortés desconcierto, al notar que curiosamente la caterva de curiosos personajes que había conocido en la aldea se habían reunido. Encogiéndose de hombros, con un andar pausado acostumbrado a ser espejo de la elegancia de su raza, se acercó a ellos. Miró alrededor, y en un tono poco elevado, los ojos clavados en los hombres que habían abandonado la taberna antes que ellos, que iban alejándose progresivamente, se dirigió al resto hablando deprisa, constatando que nadie cerca podía escucharle más que el grupo.
-Aradia ha descubierto una conexión entre la aldea arrasada y éste lugar. El odio que muestran puede ser bastante más que estúpidos prejuicios humanos. Sería más seguro abandonar el poblado- y contrariamente se puso en marcha siguiendo con prudencia a su objetivo, finalizando sus palabras ya dándoles la espalda- Esto podría superarnos.
Su cabello realizó un gracioso movimiento a causa del viento, que sumado a la hora del día, hubiese quedado perfecto para el final del capítulo de un cuento que comienza su etapa más oscura.
Los tres desconocidos continuaron su camino, deteniéndose unos minutos antes en la plaza del ayuntamiento, y el Elfo se escondió detrás de un esquina de una las pequeñas casas que rodeaban el mercado. Ojeando con cuidado, comprobó cómo se dirigían a los guardias que custodiaban el edificio, los mismos que habían atendido tan extrañamente a Aradia, y uno de ellos continuó el camino junto a los recién llegados. Nousis alzó su capucha por simple instinto, y continuó siguiendo a aquellos humanos que cada vez lo intrigaban más.
Dejaron atrás el centro del pueblo, cruzando el puente hasta llegar a la sala de guardias, justo por donde habían entrado los forasteros antes de desperdigarse por Alreiven para reunir la escasa información que pudieron lograr. Sin embargo, éstos no se detuvieron ahí para sorpresa del Elfo, quien rodeó la última casa, viendo cómo se alejaban en dirección oeste.
Salió del pueblo, mas tras dar unos cuantos pasos, fue interpelado por los guardias, conminándole a detenerse.
-Me voy de aquí- explicó- Es lo que se me ha aconsejado desde que he puesto un pie en vuestro asqueroso pueblo. ¿Ahora tenéis también problemas con ello?
El grito del centinela, por desgracia, alertó tanto a los extraños que Nousis había perseguido como a otro grupo de guerreros que había esquivado para abandonar Alreiven.
-¡¡CORRE!!- Le gritó el soldado que se les había unido en el ayuntamiento, alarmado- ¡Informa de que debemos adelantar todo lo antes posible! ¡VETE!
Nousis se llevó los dedos de la mano izquierda a la frente y desenvainó ágilmente. Parecía que los dioses deseaban ponerle a prueba. La misión se había complicado.
Nousis Indirel
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
Medio día buscando y ahora todos se aglomeraban, “de no haberle pedido ese favor a Kosir” pensó la elfa mientras desviaba la mirada hacia la pareja y volvía a lo suyo. Se detuvo un momento solo para ocultarse, y seguir con la mirada al trío, estaba algo cegada por mil molestias y la botella que tenía en mano se le antojo un estorbo así que la guardo en la mochila, manos libres Kisu disponible. Y agradeció que Nousis explicara sus hallazgos "¡Genial había logrado algo!"
Los guardias que le daban mala espina seguían dando mala leche, más cuando se incorporó uno de ellos al grupo, si alguien podía decirle donde estaba Ilvor seguro sería alguno de ellos. Aradia se desvió un poco para con señas a Ava y Mefisto les pedía silencio y en un momento, Nousis se adelantó mientras le hacía al mimo y este no dio unos pasos fuera cuando fue rodeado y uno salía por patas al bosque. Bueno a menos que uno volara y fuera tras él, de momento lo único que se podría hacer ella era dar apoyo a su congénere.
Desenvaino su cadena y se acercó sigilosa mientras se centraban en Nou y entonces extendiendo la cadena que contaba con la hoja ancha la lanzo directamente a la espalda del guardia más cercano cual azote de látigo que se encajó en la carne atorándose en esta por las hojas abiertas de la navaja tirando suavemente sabiendo que un tirón más fuerte y fácil podría presumir de romper un par de costillas.-O nos dejan ir por las buenas, o por las malas.
Sentencio bastante fría, no podía verlos como alguien, solo como alguna clase de parásito que merecía el viaje hacia el olvido por sus atrocidades. No espero respuesta cuando jalo hacia si la cadena para arrancarla de donde se había atorado y girando sobre su eje abría el abanico del otro extremo de la cadena para volver a atacar al herido ahora con la punta aguda que perforaba la carne, algo que noto es que la carne humana era mucho más suave que la de un trol “Eso facilitará las cosas”.
Lo único que podría requerir de ellos eran dos cosas, el por qué y la ubicación de Ilvor. Al menos para ella entre este encuentro y la ida al lago solo había un paso y aunque se ensuciara las manos con esos remedos de seres vivos con gusto lo haría, le punzaba su código como curandera, pero… “Ellos no son trigo limpio, no fue un accidente, no habrá un juicio”. –Solo son humanos- Susurro manteniendo la cadena doble girando grácilmente a modo de defensa y estado de alerta a un ataque.
Los guardias que le daban mala espina seguían dando mala leche, más cuando se incorporó uno de ellos al grupo, si alguien podía decirle donde estaba Ilvor seguro sería alguno de ellos. Aradia se desvió un poco para con señas a Ava y Mefisto les pedía silencio y en un momento, Nousis se adelantó mientras le hacía al mimo y este no dio unos pasos fuera cuando fue rodeado y uno salía por patas al bosque. Bueno a menos que uno volara y fuera tras él, de momento lo único que se podría hacer ella era dar apoyo a su congénere.
Desenvaino su cadena y se acercó sigilosa mientras se centraban en Nou y entonces extendiendo la cadena que contaba con la hoja ancha la lanzo directamente a la espalda del guardia más cercano cual azote de látigo que se encajó en la carne atorándose en esta por las hojas abiertas de la navaja tirando suavemente sabiendo que un tirón más fuerte y fácil podría presumir de romper un par de costillas.-O nos dejan ir por las buenas, o por las malas.
Sentencio bastante fría, no podía verlos como alguien, solo como alguna clase de parásito que merecía el viaje hacia el olvido por sus atrocidades. No espero respuesta cuando jalo hacia si la cadena para arrancarla de donde se había atorado y girando sobre su eje abría el abanico del otro extremo de la cadena para volver a atacar al herido ahora con la punta aguda que perforaba la carne, algo que noto es que la carne humana era mucho más suave que la de un trol “Eso facilitará las cosas”.
Lo único que podría requerir de ellos eran dos cosas, el por qué y la ubicación de Ilvor. Al menos para ella entre este encuentro y la ida al lago solo había un paso y aunque se ensuciara las manos con esos remedos de seres vivos con gusto lo haría, le punzaba su código como curandera, pero… “Ellos no son trigo limpio, no fue un accidente, no habrá un juicio”. –Solo son humanos- Susurro manteniendo la cadena doble girando grácilmente a modo de defensa y estado de alerta a un ataque.
Aradia Hazelmere
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
Kosir se limita a asentir cuando escucha la petición de su aliada dagenle, es una causa relativamente justa la de buscar al muchacho y evitar que los paletos del pueblo le causen daño cobardemente.
Al final ambos elementos se separan pero pactan reunirse en la posada del pueblo, el único lugar que no parece tenerle manía a los extranjeros. Menudo sitio más molesto y menuda gente más idiota.
En cierto modo, el muchacho salvaje tiene ideas extrañas sobre qué tipo de futuro se merecen los aldeanos de tan poco hospitalario lugar. En este punto, una matanza extraña como la del pueblo vecino seria castigo divino.
La pequeña maquina guerrera medita todo esto mientras recorre las calles, claramente se gana muchas malas miradas y es que resalta más que un pacifista en bosque negro… agenciándose la misma mala imagen de uno.
Eventualmente se encuentra frente a frente con uno de los milicianos paletos del pueblo. Este no pierde la oportunidad de gritar varias sandeces, algo que le trae una idea pertinente al foco de sus insultos.
Con un rostro malicioso, el pelirrojo se acerca al personaje. Este último se queda desafiante pero cuando siente una mano en las pelotas no puede sino reaccionar con sorpresa, luego viene el apretón y la cosa cambia.
El muchacho forastero, ¿Dónde está?
Miser… “grita al sentir una apretón más fuerte”.
Habla o te quedaras sin descendencia.
No le toma mucho al individuo pobremente disciplinado ceder, canta como un pájaro. Informa a su pequeño agresor que se llevaron al chico a las afueras para acabar con él, esto hace que Kosir estalle en ira.
¡Más te vale que siga vivo o volveré y acabare con este pueblucho de débiles!
Acto seguido, le destroza el rostro con tres cabezazos, suficiente para mandarlo a dormir una temporada. Tiene suerte de que no sienta la necesidad de derramar su sangre, más que todo para no perder tiempo.
Sin vacilar inicia la carrera y es que no necesita más detalles, deben estar en una de las secciones aledañas al camino de salida. No se detiene por nada e incluso termina llevándose a varios aldeanos por el medio.
No conoce al joven en problemas pero poco le importa, la acción es tan cobarde que debe ser detenida. Algunos minutos después arriba al sitio, lo siguiente para él es utilizar sus habilidades de rastreador salvaje.
Pilla un rastro y lo sigue, no tarda en aparecer frente a los dos sujetos que tienen a su objetivo. El muchacho corriente se encuentra noqueado por un golpe pero sigue respirando, la intervención de Kosir es lo único que detiene su ejecución a punta de espada.
El habitante de bosque negro equipa su mandoble y luego lo reclina para atrás, después le utiliza como arma arrojadiza para acabar con la vida del ejecutor principal. Su aliado trata de sacar el arma del cinto pero el miedo que ostenta se lo impide.
Aprovechando la torpeza del único elemento enemigo en pie, el pelirrojo avanza con un puñal de piedra en mano. No tarda en atinarle el cuello con numerosas ataques, se mancha de sangre mientras el bastardo muere por hemorragia masiva.
Idiotas “toma un poco del espeso líquido rojo y se mancha la cara de pasada como si fuera pintura de guerra”.
Una vez el peligro desaparece, pasa a revisar al jovenzuelo. Este golpeado pero sigue vivo, podrá contar la historia frente a la familia que forje en un futuro. Con una delicadeza casi impropia, Kosir se dispone despertarle recurriendo a algunas palmadas en el rostro.
Arriba, ya paso.
Al final ambos elementos se separan pero pactan reunirse en la posada del pueblo, el único lugar que no parece tenerle manía a los extranjeros. Menudo sitio más molesto y menuda gente más idiota.
En cierto modo, el muchacho salvaje tiene ideas extrañas sobre qué tipo de futuro se merecen los aldeanos de tan poco hospitalario lugar. En este punto, una matanza extraña como la del pueblo vecino seria castigo divino.
La pequeña maquina guerrera medita todo esto mientras recorre las calles, claramente se gana muchas malas miradas y es que resalta más que un pacifista en bosque negro… agenciándose la misma mala imagen de uno.
Eventualmente se encuentra frente a frente con uno de los milicianos paletos del pueblo. Este no pierde la oportunidad de gritar varias sandeces, algo que le trae una idea pertinente al foco de sus insultos.
Con un rostro malicioso, el pelirrojo se acerca al personaje. Este último se queda desafiante pero cuando siente una mano en las pelotas no puede sino reaccionar con sorpresa, luego viene el apretón y la cosa cambia.
El muchacho forastero, ¿Dónde está?
Miser… “grita al sentir una apretón más fuerte”.
Habla o te quedaras sin descendencia.
No le toma mucho al individuo pobremente disciplinado ceder, canta como un pájaro. Informa a su pequeño agresor que se llevaron al chico a las afueras para acabar con él, esto hace que Kosir estalle en ira.
¡Más te vale que siga vivo o volveré y acabare con este pueblucho de débiles!
Acto seguido, le destroza el rostro con tres cabezazos, suficiente para mandarlo a dormir una temporada. Tiene suerte de que no sienta la necesidad de derramar su sangre, más que todo para no perder tiempo.
Sin vacilar inicia la carrera y es que no necesita más detalles, deben estar en una de las secciones aledañas al camino de salida. No se detiene por nada e incluso termina llevándose a varios aldeanos por el medio.
No conoce al joven en problemas pero poco le importa, la acción es tan cobarde que debe ser detenida. Algunos minutos después arriba al sitio, lo siguiente para él es utilizar sus habilidades de rastreador salvaje.
Pilla un rastro y lo sigue, no tarda en aparecer frente a los dos sujetos que tienen a su objetivo. El muchacho corriente se encuentra noqueado por un golpe pero sigue respirando, la intervención de Kosir es lo único que detiene su ejecución a punta de espada.
El habitante de bosque negro equipa su mandoble y luego lo reclina para atrás, después le utiliza como arma arrojadiza para acabar con la vida del ejecutor principal. Su aliado trata de sacar el arma del cinto pero el miedo que ostenta se lo impide.
Aprovechando la torpeza del único elemento enemigo en pie, el pelirrojo avanza con un puñal de piedra en mano. No tarda en atinarle el cuello con numerosas ataques, se mancha de sangre mientras el bastardo muere por hemorragia masiva.
Idiotas “toma un poco del espeso líquido rojo y se mancha la cara de pasada como si fuera pintura de guerra”.
Una vez el peligro desaparece, pasa a revisar al jovenzuelo. Este golpeado pero sigue vivo, podrá contar la historia frente a la familia que forje en un futuro. Con una delicadeza casi impropia, Kosir se dispone despertarle recurriendo a algunas palmadas en el rostro.
Arriba, ya paso.
Kosir
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
Antes de que Aradia tuviese ocasión de responder a las preguntas de la cuerva, el elfo de las ruinas abandonó la taberna para unirse a ellos, adelantándose a su congénere y revelando a los recién llegados que la joven había encontrado una conexión entre la aldea arrasada y Alreiven.
- ¿U…una conexión? - balbuceó intrigada, pero desafortunadamente ninguno de los hijos de Sandorai se detuvo a explicarle los detalles de la relación que unía ambos lugares.
Seguir y vigilar a los sospechosos individuos que acababan de dejar el local era más importante, o así lo creyeron ambos ya que hicieron todo lo posible para no perderlos de vista.
En silencio, y cuidando que sus pasos no la delatasen, la Midgardiana se mantuvo a la retaguardia del grupo, donde era menos probable que la viesen, pero algo le decía que no tardarían en descubrirlos, el pueblo estaba lleno de ojos y todos los miraban con desconfianza… en cuanto uno de los aldeanos se diese cuenta de lo que estaba ocurriendo los demás se les echarían encima como perros salvajes.
- Esto no me gusta, es demasiado arriesgado. - pensó, tratando de no quedarse atrás mientras se aseguraba de que nadie los estuviese espiando.
Los cuchicheos y comentarios habían dejado bien claro que no eran bienvenidos, eso sin contar las amenazas y malos modales con que los había recibido la capitana del cuartel, así que resultaba fácil adivinar lo que pasaría si estallaba un conflicto, todo Alreiven se levantaría contra los forasteros y podrían acabar muy mal…
Con esa preocupación en mente, la morena siguió a sus acompañantes a través de la plaza y luego hacia el puente por el que habían llegado apenas un rato antes, pero sus pasos no se detuvieron ahí, los misteriosos hombres continuaron hacia el oeste, y ellos también.
Nada más salir del pueblo los guardias dieron el alto a que los lideraba, enviando a la alada mensajes contradictorios… por un lado no los querían allí, lo habían demostrado abiertamente, pero ahora tampoco les dejaban marcharse por las buenas… entonces ¿qué pretendían?
- ¿Es que no se fían de nosotros? ¿creen que hemos tenido algo que ver con el ataque al pueblo vecino y quieren retenernos? No tiene sentido. - susurró Ava, ladeando ligeramente la cabeza mientras analizaba con la mirada a los soldados.
- ¿Tanto les cuesta ver que venimos a ayudar? - se preguntó interiormente, pero no le dio tiempo a hacer o decir nada para apaciguar los ánimos, el vigilante alertó a los demás con unas palabras de lo más intrigantes y en cuestión de segundos aquello se convirtió en una pelea.
Ni Aradia ni el elfo de las ruinas se lo pensaron dos veces, ambos desenvainaron sus armas y se prepararon para entrar en combate, pero ella no estaba allí para luchar, esa no había sido su intención en ningún momento, solo quería prevenir a la gente de la zona para evitar otra catástrofe… pero quizá ese no fuese el deseo de los espíritus.
- ¿Qué debo hacer? - murmuró, dirigiendo sus ambarinos ojos hacia el mensajero que iba a toda prisa hacia el centro de Alreiven para avisar al resto.
Detenerlo parecía la mejor opción para reducir la cantidad de oponentes a batir, pero con la armadura encima la cuerva no estaba en posición de darle alcance, así que solo quedaba una alternativa, ocuparse de los defensores que les cortaban el paso para largarse lo antes posible, dejando a los campesinos a merced de los trolls.
Sin embargo, fiel a su deseo de no hacer más daño del necesario a aquellos hombres, cosa a la que si parecían dispuestos sus compañeros, no buscó a Segadora… en vez de eso avanzó con paso firme hacia el enemigo más cercano, abordándolo desde un lateral para propinarle un contundente puñetazo en el costado, seguido de otro que fue directo a la sien.
Aturdido a causa del golpe, la morena solo tuvo que darle una patada en la parte posterior de la rodilla para que cayese al suelo, aparentemente inconsciente y aunque no lo creyese, con mucha más suerte que los que estaban enfrentando al par de elfos.
- Uno menos. - susurró para sí, girándose hacia los que quedaban en pie para elegir estratégicamente a su siguiente objetivo.
- ¿U…una conexión? - balbuceó intrigada, pero desafortunadamente ninguno de los hijos de Sandorai se detuvo a explicarle los detalles de la relación que unía ambos lugares.
Seguir y vigilar a los sospechosos individuos que acababan de dejar el local era más importante, o así lo creyeron ambos ya que hicieron todo lo posible para no perderlos de vista.
En silencio, y cuidando que sus pasos no la delatasen, la Midgardiana se mantuvo a la retaguardia del grupo, donde era menos probable que la viesen, pero algo le decía que no tardarían en descubrirlos, el pueblo estaba lleno de ojos y todos los miraban con desconfianza… en cuanto uno de los aldeanos se diese cuenta de lo que estaba ocurriendo los demás se les echarían encima como perros salvajes.
- Esto no me gusta, es demasiado arriesgado. - pensó, tratando de no quedarse atrás mientras se aseguraba de que nadie los estuviese espiando.
Los cuchicheos y comentarios habían dejado bien claro que no eran bienvenidos, eso sin contar las amenazas y malos modales con que los había recibido la capitana del cuartel, así que resultaba fácil adivinar lo que pasaría si estallaba un conflicto, todo Alreiven se levantaría contra los forasteros y podrían acabar muy mal…
Con esa preocupación en mente, la morena siguió a sus acompañantes a través de la plaza y luego hacia el puente por el que habían llegado apenas un rato antes, pero sus pasos no se detuvieron ahí, los misteriosos hombres continuaron hacia el oeste, y ellos también.
Nada más salir del pueblo los guardias dieron el alto a que los lideraba, enviando a la alada mensajes contradictorios… por un lado no los querían allí, lo habían demostrado abiertamente, pero ahora tampoco les dejaban marcharse por las buenas… entonces ¿qué pretendían?
- ¿Es que no se fían de nosotros? ¿creen que hemos tenido algo que ver con el ataque al pueblo vecino y quieren retenernos? No tiene sentido. - susurró Ava, ladeando ligeramente la cabeza mientras analizaba con la mirada a los soldados.
- ¿Tanto les cuesta ver que venimos a ayudar? - se preguntó interiormente, pero no le dio tiempo a hacer o decir nada para apaciguar los ánimos, el vigilante alertó a los demás con unas palabras de lo más intrigantes y en cuestión de segundos aquello se convirtió en una pelea.
Ni Aradia ni el elfo de las ruinas se lo pensaron dos veces, ambos desenvainaron sus armas y se prepararon para entrar en combate, pero ella no estaba allí para luchar, esa no había sido su intención en ningún momento, solo quería prevenir a la gente de la zona para evitar otra catástrofe… pero quizá ese no fuese el deseo de los espíritus.
- ¿Qué debo hacer? - murmuró, dirigiendo sus ambarinos ojos hacia el mensajero que iba a toda prisa hacia el centro de Alreiven para avisar al resto.
Detenerlo parecía la mejor opción para reducir la cantidad de oponentes a batir, pero con la armadura encima la cuerva no estaba en posición de darle alcance, así que solo quedaba una alternativa, ocuparse de los defensores que les cortaban el paso para largarse lo antes posible, dejando a los campesinos a merced de los trolls.
Sin embargo, fiel a su deseo de no hacer más daño del necesario a aquellos hombres, cosa a la que si parecían dispuestos sus compañeros, no buscó a Segadora… en vez de eso avanzó con paso firme hacia el enemigo más cercano, abordándolo desde un lateral para propinarle un contundente puñetazo en el costado, seguido de otro que fue directo a la sien.
Aturdido a causa del golpe, la morena solo tuvo que darle una patada en la parte posterior de la rodilla para que cayese al suelo, aparentemente inconsciente y aunque no lo creyese, con mucha más suerte que los que estaban enfrentando al par de elfos.
- Uno menos. - susurró para sí, girándose hacia los que quedaban en pie para elegir estratégicamente a su siguiente objetivo.
Ava Kenrith
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TURNO 9
Sólo tuvo tiempo suficiente para pasear la vista un único instante, antes de que el centinela se le echase encima. Y el Elfo alzó una ceja, componiendo un gesto de cierta incredulidad, mucho más adecuado para una conversación intrascendente que para una situación donde iba a correr la sangre. Volteó su elegante espada sobre su muñeca diestra y con medio paso de su pierna izquierda hacia atrás y a un lado, esquivó sin dificultad el precario intento del humano de alancearle. Éste se recompuso rápidamente, lo que dijo suficiente de alguien que sin duda estaría acostumbrado a detener a borrachos y pequeños maleantes de los caminos, y no a luchadores experimentados. Su armadura, fabricada en cuero, tan sólo le cubría el torso, al igual que a sus compañeros, por lo que pese a buscar cubrirse tras el broquel, Nousis logró esquivar el segundo lanzazo, y acercándose más a su oponente, tras un giro sobre sí mismo, cortó al infeliz a la altura del muslo. Éste dio un alarido, y llevándose la mano al horrible tajo, cayó a tierra con un duro golpe. El Elfo se acercó a él despacio, con una mirada donde la compasión más cercana distaba a varios mundos de distancia. El humano trató de detener lo inevitable alzando una mano, el cuerpo tembloroso, con unos ojos que rezumaban terror y sólo pedían piedad.
Nousis colocó una rodilla en el suelo, y agarró la espada, clavándosela en plena garganta. El arma atravesó carne y sangre, y los gritos del desdichado se detuvieron como si nunca hubiesen rasgado el aire. El líquido vital salpicó, creando en poco tiempo un charco en torno al centinela, quien murió con los ojos abiertos, mirando a su enemigo como si no hubiese creído ser capaz de perder la vida en aquella situación.
El asesino lo observó sin conmiseración alguna, de la misma forma que se le dirige la vista a un animal peligroso que ha sido sacrificado. Podía haber vivido unas décadas más formando parte de ese pueblo de incultos y estúpidos aldeanos. Ahora nunca podría volver a caminar entre los suyos, por una decisión sin sentido.
Miró alrededor, constatando que no había luchado solo. Tanto la joven elfa como la criatura alada habían intervenido en el combate, pues tres humanos además del cadáver que él mismo había dejado jalonaban el suelo delante de la puerta de la aldea.
Recordando a los muertos en la cercanía de los dólmenes, dos días atrás, y a lo encontrado en la aldea arrasada, registró al humano, dejando el resto de los cadáveres a sus momentáneas aliadas. Nada. Alzó la vista, y notando que el humano que había huido distaba apenas media milla dada la rapidez a la que se había desarrollado el combate, no se lo pensó dos veces y corrió ligero y decidido hacia el último enemigo. ¿Por qué se embarcaba en aquello hasta la médula, cuando había decidido no ayudar a la aldea? Porque no se trataba ya de salvar aldeanos humanos. La tozudez y la maldad de aquellas criaturas le impelían a acabar con todos ellos. Su alma pedía sangre de los Hombres. Le habían querido matar sin motivo, y descubriera o no lo que había ocurrido esos días, conexiones o problemas de la región, quitaría la vida a todos y cada uno de los que formaban parte del complot que había pretendido acabar con él como un mero hilo suelto en toda la extraña trama.
Alternando carrera y paso rápido, fue poco a poco ganando terreno al último desconocido. En algo más de media hora ya le había dado caza, y el humano se dio la vuelta desesperado, con mayor tranquilidad cuando vio que sólo le había alcanzado uno de los extraños enemigos. Sus órdenes eran claras, y si se enfrentaba al Elfo, podía dar al traste con todo. No obstante no parecía quedarle más remedio. Se detuvo con ambas espadas cortas frente a su rival, quien dejó de correr para adoptar un paso suave, desenvainando nuevamente. Pasó una mano por el cabello, esbozando una sonrisa de evidente superioridad. Aparentaba el summun de la arrogancia.
-¿Te sientes preparado para dejar aquí la vida?- inquirió Nousis, volteando su arma nuevamente en la muñeca. El desprecio enfureció al humano, quien sin embargo, mantuvo sus nervios bajo control.
-No tenemos por qué luchar aquí. Eres un extranjero y yo tengo asuntos que atender. Tú y tus amigos podéis abandonar Alreiven y olvidar todo esto. No os buscaremos.
-¿Os?- sonrió el Elfo- ¿Quiénes sois? ¿Qué pretendéis?- Pero el humano sacudió la cabeza.
-Déjame ir en paz- pidió el hombre con tranquilidad- Lo que ocurra en la región no es problema tuyo, elfo. ¿Me equivoco?- Su oyente se encogió de hombros, con una sonrisa más fría que los ríos de montaña.
-Intentasteis matarme – explicó, por toda duda- Me es indiferente cuanto hagáis entre vosotros. Los humanos sólo traéis corrupción y malicia. Pero habéis errado. Y ahora quiero la cabeza de tu líder. Deseaba irme de ese asqueroso pueblo, y me habéis tratado de asesinar. No puede quedar así.
-¿Esperas entrar en la guarida, y matar a Vilkairnush, elfo arrogante?- rió el humano- ¿Así sin más, tu sólo? ¿Acaso crees que somos una banda de ladrones? ¡¡SOMOS CENTENARES!!- gritó enfurecido, cambiando el rostro por completo- ¡Y LO PRIMERO QUE TOMAREMOS SERÁ ÉSTA REGIÓN!
-Estupendo- replicó Nousis- Dime pues donde está Vilkairnush. Tengo bastante prisa. Los humanos me provocáis dolor a la vista.
-¿Vas a ir tu solo?- inquirió el otro.
-¿Ves acaso mis miles de tropas acompañándome? No hagas preguntas estúpidas.
El hombre de Alreiven compuso una sonrisa muy semejante a la del Elfo antes de responder.
-Paso de Adulhail. Una gruta escondida y vigilada que continúa bajo tierra bajo el gran lago. Es impenetrable.
-¿Y tengo que creerte?- apuntó Nousis colocándose en guardia. Su oponente hizo lo mismo, y los espadazos resonaron raudos, hasta que una profunda incisión apareció en el costado del humano, de una profundidad de un palmo. El extranjero lo escuchó respirar sus últimos estertores, acuclillado delante de él, mientras registraba sus ropas, hallando un curioso mapa con claras indicaciones.
-Vaya- expresó el Elfo, hablando a un ser ya cadáver, con un tono que evidenciaba una nula importancia- habías dicho la verdad.
Nousis Indirel
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
Solo una vez antes de ese momento se había visto con la necesidad de desahogar la frustración que sentía en su ser. Al primero lo mato sin temple y por la espalda el solo hecho de recordar la aldea aledaña le enfriaba la sangre, su arma no era común y mientras cortaba igual inmovilizaba a quien quisiera acercarse por el vaivén de las cuchillas en las cadenas. Mala idea tuvo el segundo cuando se le ocurrió detenerla y sentir en la carne las puntas que sobresalían de la cadena antes de la punta y que ella tiro sin dejar de hacer girar a la cadena hermana, y recordando la espada corta que se había agenciado de los agresores de la aldea bajo su agarre hasta el anillo de unión del arma soltando lanzando el otro extremo de esta hacia el hombre dejando así su mano libre y como si fuera el tiro del caballo, saco la espada y se dejó ir contra el cuello del hombre apoyando el filo en su cuello.
-¿A dónde y quién es el responsable?
-¿A qué te refieres...? - pregunta nervioso
-¿A dónde llevan a los que secuestran?
-¡Déjame en paz!- dice mirando a un lado de forma nerviosa, una chica le había doblegado, pero eran elfos, no podías juzgarlos ¿o sí?- ¿Por qué te interesa?-ella sonrió un poco soltando algo de aire en un bufido y puso la espada en su ojo, él solo subió las manos como si eso lo hiciera indefenso, ella tenía sus motivos y ese ser no tenía por qué saberlos, algo proyectaba su mirada que empezó a cantar -¡A las grutas bajo el lago! Déjame ir. Déjame ir!
Desvió la mirada un momento mordiéndose el labio y pensó que tal vez… Mejor lo confirmaba -¿Las espadas que usan todas tienen el mismo efecto?
-¿Cómo?- Decía el guardia y no sabía por qué pero la paciencia que solía mostrar casi infinita pues encontraba su fin y notaba que ese tope la hacía irascible “Hay que saber manejarla” fue el consejo sobre la ira… Bueno otro día lo haría, en ese momento tenía prisa.
- El que les borré las caras a los que hiere –El gesto de “no sé qué dices” del humano fue la gota, y casi sentía que le tembló el labio, entonces respiro, sintió como todo en su interior se asentaba y la sangre se helaba en sus venas, las palabras salieron frías, calmas y directas como los golpes de su cadena.- ¿Qué es lo que buscan lograr? Prometo será mi última pregunta
Sabía de lo que hablaba, su gesto de desafío lo decía todo y eso saco de ella una fibra que se agregaba a la ira, pero no era la tormenta, los ojos de ella eran como hielo mientras lo oía y su voz se volvió acero.
-¿Me dejarás ir?
-Lo prometo- El hombre puso una sonrisa nerviosa.
-Nuestro ejército se encuentra bajo el lago. Mañana tomaremos Alreiven. Toda la comarca será nuestra. Los Elfos no saldréis de vuestro maldito bosque.
La elfa bajo la espada y le sonrió con frialdad y apuñalándole dónde está la boca del estómago y jalando la cadena para zafarla del brazo- Dije que lo iba a dejar ir, nunca dije a donde. – Musito sacando la espada y tras el movimiento de envaine limpio la sangre y haciendo lo mismo con la cadena salió tras Nousis.
-¿A dónde y quién es el responsable?
-¿A qué te refieres...? - pregunta nervioso
-¿A dónde llevan a los que secuestran?
-¡Déjame en paz!- dice mirando a un lado de forma nerviosa, una chica le había doblegado, pero eran elfos, no podías juzgarlos ¿o sí?- ¿Por qué te interesa?-ella sonrió un poco soltando algo de aire en un bufido y puso la espada en su ojo, él solo subió las manos como si eso lo hiciera indefenso, ella tenía sus motivos y ese ser no tenía por qué saberlos, algo proyectaba su mirada que empezó a cantar -¡A las grutas bajo el lago! Déjame ir. Déjame ir!
Desvió la mirada un momento mordiéndose el labio y pensó que tal vez… Mejor lo confirmaba -¿Las espadas que usan todas tienen el mismo efecto?
-¿Cómo?- Decía el guardia y no sabía por qué pero la paciencia que solía mostrar casi infinita pues encontraba su fin y notaba que ese tope la hacía irascible “Hay que saber manejarla” fue el consejo sobre la ira… Bueno otro día lo haría, en ese momento tenía prisa.
- El que les borré las caras a los que hiere –El gesto de “no sé qué dices” del humano fue la gota, y casi sentía que le tembló el labio, entonces respiro, sintió como todo en su interior se asentaba y la sangre se helaba en sus venas, las palabras salieron frías, calmas y directas como los golpes de su cadena.- ¿Qué es lo que buscan lograr? Prometo será mi última pregunta
Sabía de lo que hablaba, su gesto de desafío lo decía todo y eso saco de ella una fibra que se agregaba a la ira, pero no era la tormenta, los ojos de ella eran como hielo mientras lo oía y su voz se volvió acero.
-¿Me dejarás ir?
-Lo prometo- El hombre puso una sonrisa nerviosa.
-Nuestro ejército se encuentra bajo el lago. Mañana tomaremos Alreiven. Toda la comarca será nuestra. Los Elfos no saldréis de vuestro maldito bosque.
La elfa bajo la espada y le sonrió con frialdad y apuñalándole dónde está la boca del estómago y jalando la cadena para zafarla del brazo- Dije que lo iba a dejar ir, nunca dije a donde. – Musito sacando la espada y tras el movimiento de envaine limpio la sangre y haciendo lo mismo con la cadena salió tras Nousis.
Aradia Hazelmere
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
TURNO 10
No miró atrás.
Aquello se había vuelto personal. Podrían haberle dejado irse, pero habían decidido exterminar a todos loa desconocidos. Perfecto. No le importaban lo más mínimo el Elfo que no habían vuelto a ver, sin duda un exiliado que en absoluto guardaba las virtudes del reino de los bosques, el pequeño humano sangriento que bien podría encontrarse armando una carnicería en Alreiven o cualquier otra parte de la región, o la fémina alada que había conocido en las ruinas. No necesitaba compañeros. Llevaba cuatro años viajando solo, y ésta vez no seria diferente. Se sabía lo bastante inteligente para idear una estrategia y terminar de una vez con los planes de los patéticos humanos que buscaban conquistar la comarca. Él era un Elfo, no era ello asunto baladí. Podría idear algo.
O eso pensaba.
Miró por fin volvió la vista, cuando asombrado, comprobó que la joven aún le seguía como un fiel cachorro. ¿La batalla había terminado? Sintió una punzada de culpabilidad al haber primado su orgullo sobre la seguridad de la muchacha. Tampoco habría esperado que llegase tan lejos. ¿Qué la impulsaba a seguir adelante? Sin embargo, sonrió, como un maestro orgulloso ante un alumno especialmente destacado. Y se detuvo con los brazos en jarras y en agradable gesto aún prendido de los labios.
-¿Qué haces aquí?- preguntó, con una evidente amabilidad, pese a la urgente situación.
-Escuche que había sucedido algo aquí, no sabía la magnitud.- respondió, encogiéndose de hombros con una sonrisa infantil. Nousis miró al cielo un instante.
-Esto es peligroso. Demasiado. Al parecer un ejército humano acampa bajo el gran lago. No pretendo salvar a los humanos, pero puede resultar problemático para los nuestros. Si en verdad es un auténtico ejército… Deberías regresar.
Su oyente apenas se impresionó ante sus comentarios.
-Ya estamos aquí, si no se inmutan para destruirse entre ellos, nada les impide que intenten destruirnos. Esto se debe cortar de raíz.
Nousis suspiró, observándola con detenimiento. Era joven sí, pero era cierto que había dado ciertas pruebas de determinación y de valor. No podía obligarla a marcharse si no era por la fuerza, y no estaba dispuesto a tal cosa.
-Es tu decisión- aceptó, borrándose su sonrisa.
-Ellos quieren arrsar con el pueblo, no pude sacar más información… me da escalofríos el solo hecho de pensar qué clase de magia usan para hacer la clase de daño que han hecho... No puedo quedarme con los brazos cruzados ante algo así, y esperar a que lleguen a nuestro hogar -Su mirada se volvió gélida cuando se mordió el labio, pensativa. El elfo continuó avanzando, delante de ella. Sólo una sombra en sus ojos permitía reconocer que en su mente se afianzaba la posibilidad de no regresar.
Durante todo el día y parte del siguiente, continuaron caminando por las hermosas llanuras de aquella parte del continente, siempre con el lago como final de un extraño viaje, que había empezado de la manera más insólita posible. Las breves conversaciones, y el clima apacible, componían una senda que más parecía indicar un sencillo viaje por ocio y placer que la última etapa de una trama de magia y sangre.
Sin embargo, no encontraron ninguna cueva, ninguna gruta. Ninguna abertura en la roca que pudiese llevarles bajo la inmensa mole hídrica que se extendía antes ambos Elfos. Sólo los restos de un antiguo poblado, justo al lado del mar, y algunas pequeñas tumbas, cuyas lápidas no se alzaban sobre el suelo, sino que se encontraban a ras del mismo, incrustadas en la tierra. Era una paraje hermoso, sin ningún rastro de enemigos, y Nousis apretó los dientes.
¿Les habrían engañado aquellos humanos tan cerca de su muerte?
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________________________________
off: Kosir y Ava. Gracias por participar en ésta aventura. Los 8 posts para puntos de exp los tenéis, además de haber participado en mi primer rol. A vuestros pjs por supuesto no les ha ocurrido nada, sencillamente no nos habéis encontrado o habéis decidido ir por otra senda. Tal vez volvamos a rolear juntos en otra partida, quien sabe. Un saludo.
Nousis Indirel
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
Los golpes se sucedieron durante varios minutos, en los que sus compañeros, peleando mucho más en serio que ella, no dudaron en arrebatar la vida a algunos de los enemigos, cosa que terminó poniendo a la cuerva en un dilema, ¿estaban haciendo lo correcto? ¿era aquel el modo de solucionar las cosas?
- ¿No sería más útil dejarlos con vida para sacarles información y aclarar todo este misterio? - se preguntó, mientras saltaba lateralmente para esquivar el ataque de un nuevo oponente, un simple humano que poco tardó en acabar como sus cómplices, tendido sobre la tierra y sumido en el profundo sueño que la morena le había inducido al golpearle la cabeza.
Para entonces, el par de elfos ya se habían deshecho de sus contrincantes, y tras registrar sus pertenencias, ponían rumbo hacia alguna parte del bosque para continuar su búsqueda de respuestas, pero en vez de seguirlos, Ava se quedó en el sitio, observando la escena y negando con la cabeza.
- Ir por ahí matando a diestro y siniestro no es lo mío, intentaré ayudar de otra manera. - susurró, dando por terminado su camino junto a los hijos de Sandorai para buscar su propia senda, aunque con ello corriese el riesgo de no averiguar nunca lo que estaba ocurriendo allí.
Y así, la Midgardiana decidió volver sobre sus pasos e investigar el asunto a su manera, pero tras unas horas de infructuosa búsqueda, no tuvo más remedio que desistir y regresar a Lunargenta.
Ya que no han dado más margen de tiempo pongo este minipost para sacar a Ava del tema de la mejor manera posible y sin dejarla colgada.
- ¿No sería más útil dejarlos con vida para sacarles información y aclarar todo este misterio? - se preguntó, mientras saltaba lateralmente para esquivar el ataque de un nuevo oponente, un simple humano que poco tardó en acabar como sus cómplices, tendido sobre la tierra y sumido en el profundo sueño que la morena le había inducido al golpearle la cabeza.
Para entonces, el par de elfos ya se habían deshecho de sus contrincantes, y tras registrar sus pertenencias, ponían rumbo hacia alguna parte del bosque para continuar su búsqueda de respuestas, pero en vez de seguirlos, Ava se quedó en el sitio, observando la escena y negando con la cabeza.
- Ir por ahí matando a diestro y siniestro no es lo mío, intentaré ayudar de otra manera. - susurró, dando por terminado su camino junto a los hijos de Sandorai para buscar su propia senda, aunque con ello corriese el riesgo de no averiguar nunca lo que estaba ocurriendo allí.
Y así, la Midgardiana decidió volver sobre sus pasos e investigar el asunto a su manera, pero tras unas horas de infructuosa búsqueda, no tuvo más remedio que desistir y regresar a Lunargenta.
Ya que no han dado más margen de tiempo pongo este minipost para sacar a Ava del tema de la mejor manera posible y sin dejarla colgada.
Ava Kenrith
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
La mujer cuervo parecía ajena a lo que pasaba y a sus palabras giro los ojos, no importaba que le dijera estaba temiendo que sufriera de sordera selectiva y prefirió evitar gastar saliva con ella, la elfa no sabía nada de historia sobre los hombre bestia pero sabía la propia y si estaba en su mano no permitiría una nueva intrusión en su hogar a manos de esos brujos. A las palabras de la cuerva se encogió de hombros y siguió su camino, ver a Nousis fue cierto alivio y tras un breve intercambio de palabras prosiguieron.
Los dos días de viaje al lago bien podrían pasar por una pareja de elfos sin más, como si lo ocurrido unos días antes no hubiera pasado y solo siguieran un viaje solitario pero al llegar solo vislumbraba un descampado y con premura se dirigió a las tumbas, pensando que la entrada a las grutas pudiera disimularse en tal lugar, pero se le escapaba a la vista la entrada a tal hasta que Nousis soltó un quejido después de escucharse un clack bajo sus pies se notó una trampa cercana a los cimientos y entre ambos dieron con lo que parecía la entrada a la gruta. La elfa se sentía descorazonada, y con un dejo de esperanza ante el hallazgo, ante él ella se sentía minúscula y se pasaba el momento pensando cómo ser más eficiente.
-Deberías dar la vuelta e irte- repite serio esa frase amainaba el ánimo de la joven que suspiro y evito mirarlo.
-Sé que no soy lo mejor en materia útil, pero no quiero dejarte solo ante quien sabe que, creo que puedo ser buena mínimo para llamar la atención de lo que sea que venga y darte tiempo para salvar el día. –Sin verla el elfo siguió adelante
-Gracias. Ojalá salgamos con vida
-Hey que en sanaciones y demás si soy bastante buena se arremanga la falda y va tras él- Con un ánimo reformado y esperando que lo que haya abajo no sea tan pesadillesco como podría imaginar.
El ambiente es húmedo, y las paredes parecen arcilla. El túnel va bajando bastante, con un pequeño desnivel que va acentuándose, el aire va enrareciéndose y antes de que se pierda la luz, unas antorchas indican, por fin, presencia de vida en aquel laberinto subterráneo a intervalos regulares el camino entonces se dividió izquierda y derecha. Él extendió la mano, al parecer ella decidiría y viendo de mala gana el camino, observando ambos lados se para frente a la izquierda con las manos en jarra temiendo lo peor mirando a Nousis.
-¿Supongo que dirás que nos separemos y que aún tengo chance de darme vuelta e ir por patas a esperarte afuera no?
Él sonríe, sin decir palabra, se sintió como a las aves que son arrojadas del nido en la llamada de la naturaleza para volar y suspira temiendo que adivina lo que vendrá y va hacia la izquierda con esperanza de oír sus pasos atrás de ella, eso sí cuidando donde pisa y tratando de no tocar muro dado el flechazo que ya había recibió Nousis. El camino parecía eterno avanzando con cuidado, girando a la derecha y luego a la izquierda, durante un lapso de tiempo. Sus pasos resuenan. El ambiente cada vez es más claustrofóbico."¿Dónde está el supuesto ejército?" pensaba ella, esperando de algún modo una emboscada, alguna señal.
-¿Los brujos pueden distorsionar espacio? -musita abrazándose por el espacio cerrado y apretando el paso mira al techo, los espacios cerrados no le gustaban, después de todo se había criado en campo abierto, árboles, aire, naturaleza.- tal vez escogí mal...
Se cayó de golpe al ver que finalmente, una puerta de madera aparece entre ambos viajeros y el resto del pasillo, ella se pegó a la puerta pero el silencio tras esta es absoluto de momento, por lo que con la mano en la cadera y ambos flanqueándola abrieron la pesada puerta, ciertamente se preparaba para lo peor, pero lo peor era una emboscada, un cuarto lleno de soldados como afirmaban y no... Una tumba... no no podía llamarse así, parecía el mortuario de una guerra, solo lo diferenciaban la veintena de altares con cadáveres sobre ellos y la sangre corriendo lenta y viscosa por canaletas hacia el suelo, se quedó helada un momento con un nudo en la garganta y la mano en la garganta cuando se acercó a los altares y veía signos del mismo perpetrador, cadáveres sin rostro, miro las canaletas y como si no quisieran desperdiciar gota, estas se dirigían a un pozo pequeño hundido en el suelo y que despedía un olor que revolvía el estómago, estaba segura que ni su madre podría tolerar tal hedor, aunque podía apostar a que ella no se pondría en una situación así, ¿o sí?
Su mirada se heló por un momento, analizaba la situación como pocas veces, repelía esa forma de ser obtenida directamente de sus padres y hermanos mayores, la muerte solo era un acompañante más en la vida del sanador y los cadáveres podían gritar mucho si se les permitía hacerlo. Miro con atención los cuerpos, su tiempo de muerte variaba desde un día hasta una hora, no debían estar lejos. Se cubrió la boca tras revisar el rigor de uno de los cadáveres y dejo un rastro de sangre en sus mejillas.
- Estoy acostumbrada a la muerte pero...- niega con la cabeza y va hacia el pozo y hundiendo la espada la espada corta en la sangre como si buscara algo ahí- Llevan poco muertos, si no hubiéramos parado en la noche tal vez...-
-Tal vez hubiésemos terminado del mismo modo- termina el elfo, serio- salgamos de aquí.
La elfa le miro, su corazón se sentía como al vuelo, bajaba subía, y entonces sintió como si algo le apretara estrujándolo, hacía mucho había sentido algo así y había logrado evadirlo y cortar lo que ella llamaba raíces en su corazón ante el dolor, sin embargo no lo había extirpado, se había quedado ahí y se había alimentado rodeándole y en ese momento sentía que le ahogaba. No podía entender cómo se podía hacer tanto daño a otros. Pero esa era la historia de los brujos, habían usurpado el manejo del éter para torcerlo y violentar con ello a la naturaleza.
Los dos días de viaje al lago bien podrían pasar por una pareja de elfos sin más, como si lo ocurrido unos días antes no hubiera pasado y solo siguieran un viaje solitario pero al llegar solo vislumbraba un descampado y con premura se dirigió a las tumbas, pensando que la entrada a las grutas pudiera disimularse en tal lugar, pero se le escapaba a la vista la entrada a tal hasta que Nousis soltó un quejido después de escucharse un clack bajo sus pies se notó una trampa cercana a los cimientos y entre ambos dieron con lo que parecía la entrada a la gruta. La elfa se sentía descorazonada, y con un dejo de esperanza ante el hallazgo, ante él ella se sentía minúscula y se pasaba el momento pensando cómo ser más eficiente.
-Deberías dar la vuelta e irte- repite serio esa frase amainaba el ánimo de la joven que suspiro y evito mirarlo.
-Sé que no soy lo mejor en materia útil, pero no quiero dejarte solo ante quien sabe que, creo que puedo ser buena mínimo para llamar la atención de lo que sea que venga y darte tiempo para salvar el día. –Sin verla el elfo siguió adelante
-Gracias. Ojalá salgamos con vida
-Hey que en sanaciones y demás si soy bastante buena se arremanga la falda y va tras él- Con un ánimo reformado y esperando que lo que haya abajo no sea tan pesadillesco como podría imaginar.
El ambiente es húmedo, y las paredes parecen arcilla. El túnel va bajando bastante, con un pequeño desnivel que va acentuándose, el aire va enrareciéndose y antes de que se pierda la luz, unas antorchas indican, por fin, presencia de vida en aquel laberinto subterráneo a intervalos regulares el camino entonces se dividió izquierda y derecha. Él extendió la mano, al parecer ella decidiría y viendo de mala gana el camino, observando ambos lados se para frente a la izquierda con las manos en jarra temiendo lo peor mirando a Nousis.
-¿Supongo que dirás que nos separemos y que aún tengo chance de darme vuelta e ir por patas a esperarte afuera no?
Él sonríe, sin decir palabra, se sintió como a las aves que son arrojadas del nido en la llamada de la naturaleza para volar y suspira temiendo que adivina lo que vendrá y va hacia la izquierda con esperanza de oír sus pasos atrás de ella, eso sí cuidando donde pisa y tratando de no tocar muro dado el flechazo que ya había recibió Nousis. El camino parecía eterno avanzando con cuidado, girando a la derecha y luego a la izquierda, durante un lapso de tiempo. Sus pasos resuenan. El ambiente cada vez es más claustrofóbico."¿Dónde está el supuesto ejército?" pensaba ella, esperando de algún modo una emboscada, alguna señal.
-¿Los brujos pueden distorsionar espacio? -musita abrazándose por el espacio cerrado y apretando el paso mira al techo, los espacios cerrados no le gustaban, después de todo se había criado en campo abierto, árboles, aire, naturaleza.- tal vez escogí mal...
Se cayó de golpe al ver que finalmente, una puerta de madera aparece entre ambos viajeros y el resto del pasillo, ella se pegó a la puerta pero el silencio tras esta es absoluto de momento, por lo que con la mano en la cadera y ambos flanqueándola abrieron la pesada puerta, ciertamente se preparaba para lo peor, pero lo peor era una emboscada, un cuarto lleno de soldados como afirmaban y no... Una tumba... no no podía llamarse así, parecía el mortuario de una guerra, solo lo diferenciaban la veintena de altares con cadáveres sobre ellos y la sangre corriendo lenta y viscosa por canaletas hacia el suelo, se quedó helada un momento con un nudo en la garganta y la mano en la garganta cuando se acercó a los altares y veía signos del mismo perpetrador, cadáveres sin rostro, miro las canaletas y como si no quisieran desperdiciar gota, estas se dirigían a un pozo pequeño hundido en el suelo y que despedía un olor que revolvía el estómago, estaba segura que ni su madre podría tolerar tal hedor, aunque podía apostar a que ella no se pondría en una situación así, ¿o sí?
Su mirada se heló por un momento, analizaba la situación como pocas veces, repelía esa forma de ser obtenida directamente de sus padres y hermanos mayores, la muerte solo era un acompañante más en la vida del sanador y los cadáveres podían gritar mucho si se les permitía hacerlo. Miro con atención los cuerpos, su tiempo de muerte variaba desde un día hasta una hora, no debían estar lejos. Se cubrió la boca tras revisar el rigor de uno de los cadáveres y dejo un rastro de sangre en sus mejillas.
- Estoy acostumbrada a la muerte pero...- niega con la cabeza y va hacia el pozo y hundiendo la espada la espada corta en la sangre como si buscara algo ahí- Llevan poco muertos, si no hubiéramos parado en la noche tal vez...-
-Tal vez hubiésemos terminado del mismo modo- termina el elfo, serio- salgamos de aquí.
La elfa le miro, su corazón se sentía como al vuelo, bajaba subía, y entonces sintió como si algo le apretara estrujándolo, hacía mucho había sentido algo así y había logrado evadirlo y cortar lo que ella llamaba raíces en su corazón ante el dolor, sin embargo no lo había extirpado, se había quedado ahí y se había alimentado rodeándole y en ese momento sentía que le ahogaba. No podía entender cómo se podía hacer tanto daño a otros. Pero esa era la historia de los brujos, habían usurpado el manejo del éter para torcerlo y violentar con ello a la naturaleza.
Aradia Hazelmere
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
TURNO 11
Ningún ruido. Nada. Tal vez el olor se alejaba, evitando la sensación que impelía al vómito, pero la ausencia de enemigos resultaba perturbadora. Tomaron el camino a su derecha, sin poder avanzar. Una recia puerta les impidió el paso, cuya cerradura dejaba entrever que se trataba de una sala a todas luces importante. Nousis suspiró, pasando las yemas de los dedos por la dura entrada, y bajando la cabeza un instante, y se giró, con una sonrisa de disculpa hacia Aradia.
Continuaron unos cien pasos, sólo para encontrar un saliente de la gruta con docenas de cajas almacenadas. El lugar olía a víveres almacenados con esmero, y no era complejo deducir que se trataba de uno de los almacenes del subterráneo. Era la primera imagen que confirmaba la presencia de un buen número de personas cerca de allí. Aunque continuaban sin aparecer por parte alguna. Las ideas que nacieron del Elfo era a cada cual más tétrica.
El camino aún continuaba fácil de seguir. Avanzaban a través de pasillos y estancias excavados en el suelo quien podría decir hacía cuanto tiempo, toscamente, a diferencia de la sala de los cadáveres. Todo ello daba la impresión de dos momentos de construcción diferentes. Un primero donde se habían labrado los túneles subterráneos, quizá sin mayor objetivo que comunicar rutas bajo la tierra. Y un segundo, dedicado a ampliar y geometrizar espacios concretos. Tal era la deducción de Nousis sobre lo que estaba viendo paso tras paso.
A derecha e izquierda, en grutas sin salida, volvían a parecer cajas, y unos pequeños corrales que hacían de precarias granjas de animales de no demasiado tamaño. El Elfo se extrañó de ello. La comida de éstos debía llegar del exterior. ¿Por qué nadie estaba cuidándolos? Deseó volver atrás. Nada era normal allí, pero su orgullo estaba dictando sus actos. Debía matar al responsable.
Arribaron tras una larga marcha a una nueva parte de las extensas cavernas, mejor trabajada, de rectos ángulos, con esquinas en forma de L perfectamente visible. Y hallaron dos nuevos cadáveres, aún con las armas sujetas, sin rostro, una sola herida. Nousis desenvainó, antes de acercarse. Muertos. El Elfo tuvo la sensación de estar caminando justo en el subsuelo de un cementerio. Aradia miró asombrada aquel despliegue de muerte.
-Rayos aquí no puedo usar bien mi cadena. ¿Qué magia hace eso?- inquirió, tratando de buscar algún rastro que le diese una mínima respuesta. Nousis no la molestó en tal quehacer. Sólo sonrió. Los difuntos parecían señalar el buen camino.
La sala siguiente era, o había sido, una sala de control de la guardia. Apenas había espacio para cinco personas. Unas precarias sillas y un armario para una o dos armaduras ligeras. En la pequeña mesa, un trozo de queso y algo de pan indicaban una comida producida no hacía demasiado tiempo.
Todo aquel entramado de túneles se asemejaba interminable. Habían vuelto a pasillos bastos, poco elaborados, como realizados por animales más que por seres de cierto ingenio. Nousis procuraba preceder a Aradia, aún con la espada envainada para andar más deprisa. Llegaron a un nuevo cruce. Y él se detuvo pensativo. Una nueva decisión. Aradia decidió, tomarían el camino derecho.
Tres cadáveres más. Mismos rasgos. Mismas muertes. Diseminados por los pasillos, sin haber tenido en apariencia voluntad alguna de luchar, como si hubiesen caído fulminados mientras recorrían por rutina los tétricos pasillos. El Elfo ni siquiera se detuvo ya en ellos. Todo se le antojaba demasiado odioso y repetitivo.
Y llegó el sonido. Voces. Pasos. Comentarios que detuvieron en seco a ambos intrusos, que les hicieron desenvainar y pisar con extremo cuidado. Pegados a la pared, avanzaron hacia la puerta entreabierta. Era posible que sus vidas terminasen donde nadie iba a saberlo jamás.
-Deberíamos irnos de aquí- rezongó uno de ellos- Ya apenas quedamos.
-Nadie podría haber sabido que esas bestias rondaban por estos lugares, o que aún existían. El líder sabrá sacarnos de ésta- rebatió otro.
-Solo han muerto ochenta y cuatro, por supuesto- ironizó una tercera voz- Seguro que terminar con otros doce por un hechizo consigue cambiarlo todo.
-¡CIERRA LA BOCA!- rugió el segundo. Y eso fue todo. Los hombres y la mujer callaron, volviendo a sus asuntos.
Nousis dirigió una mirada a Aradia. Con la sorpresa, podrían contra tres humanos. Esbozó una sonrisa de disculpa y desenvainó con lentitud y evitando lo mayor posible el sonido. Asomó la cabeza un instante, para evaluar la situación.
Si. En efecto era tres. Dos protegidos con armadura de malla y uno con sencillo cuero. Sus armas mejoraban lo visto en los centinelas de Alreiven, portando espadas, lanzas y hachas. Exhaló el aire aliviado. No se veían armas a distancia. Cosa natural en un subterráneo. Asintió a su compañera y se lanzó corriendo contra el más cercano.
Sin detenerse, aún con el brazo dolorido, hizo acopio de todas sus fuerzas para que su acero se introdujese en el músculo, chocando contra una de las costillas del humano. Su hombro sufrió el esfuerzo, al tiempo que el enemigo caía al suelo, traspasado y buscando inútilmente detener la tremenda hemorragia con los dedos desnudos.
Mientras Aradia se enfrentaba a otro de los oponentes, el espadachín golpeaba su acero contra la nada, evitando como podía el ágil hacha enemiga. Un pequeño broquel protegía el brazo donde sujetaba una pica, tratando de ensartar al Elfo cuando el tajo de su arma principal fallaba. Nousis, sin escudo y armado tan sólo con su fina espada, se encontraba a la defensiva. Echó un vistazo, aliviado de ver cómo Aradia tenía a su enemigo sometido. Volvió la vista su problema inmediato. Escuchó algunas palabras inconexas, pero le era imposible atender a nada más que al filo que buscaba destrozar su carne.
La fortuna de un ataque errado permitió al Elfo atenazar la pica del humano entre su costado y su brazo, y acercándose a él, trató de detener la fuerza de éste, mano a mano, evitando que el hacha bajase hasta sí. No obstante, su herida y la mayor complexión física rival lo echaron los tierra, logrando pese a ello un corte en el muslo, que conllevó un seco y rápido grito. Miró el guerrero con odio al hijo del bosque quien esbozó una sonrisa y con una mano libre, le hizo el gesto de acercarse, en una impresionante muestra de arrogancia.
El oponente de Aradia estaba en el suelo, con las manos ocultando su rostro. Y Nousis se sintió orgulloso de la miembro de su raza. Se estaba revelando como un buen apoyo en todo aquello. Y más aún cuando su cadena limitó el movimiento del humano, quien perdió la concentración, sintiendo cómo la espada élfica se abría paso a través de la parte baja de su estómago, no cubierta por la armadura que protegía su torso. Cayó al suelo con estrépito, ladeando la cabeza.
Respiraba, buscando calmarse, cuando Aradia se acercó a él y le habló con la cortesía y respeto que solía mostrarle, algo que divertía y halagaba al espadachín.
-No lo maté.- Musitó mirando al otro liberando su cadena. Volviéndola a envainar, tomó el arma del agresor y señalo al inconsciente- Haru, usted decide si lo mato o nos pueda ser útil, no son capaces de decir mucho la verdad.
El aludido sacudió al humano, comprobando que no guardase arma alguna. Con la espada en su garganta, éste no hizo ademán alguno de intentar escapa. La situación era demasiado clara.
-Cuéntanoslo todo- ordenó con suavidad- Todo este subterráneo. Alreiven. Las aldeas de los alrededores. Vilkairnush- se encogió de hombros- O te torturaremos. Durarás lo que tardes en gritar.
Miró a ambos Elfos como si fuese lo más abominable que había presenciado jamás. Sus opciones eran extremadamente limitadas.
-Éramos casi doscientos- reveló- Las autoridades del pueblo siempre han estado con nosotros. Toda ésta comarca iba a ser nuestra. No podían hacernos frente. Exterminamos Airnar por negarse a entregarnos tributo. Pero vuestra llegada hizo que todo debiera precipitarse. Si Sandorai u otros reinos se entrometían seríamos aplastados. Fallaron en Alreiven al quitaros de en medio. Malditos inútiles- escupió a un lado crispándose su rostro por el dolor de la última herida recibida por parte de Aradia- Aún así, habríais sido exterminados. Vilkairnush continúa con las ofrendas. Apenas quedamos doce tras la inundación y la brujería… Todo está perdido- su rostro aparentaba un odio infinito. -Al menos la bestia sembrará la muerte. Huid, si queréis salvar la vida. Tal vez no os alcance, pero espero os destroce, demonios.
-Sabes, entre los elfos hay algunos que ganan el exilio, algunas veces por alguna trivialidad, negarse a un matrimonio, ir contra los ideales de su clan.-Musitaba Aradia con los ojos algo vacíos y mirando al hombre sacando la daga y acercándose a él mirando el filo del arma- Otras, por asesinar a alguien y no tener pruebas en contra... Para saber quiénes son y evitarlos, o matarlos- enterró el filo de la daga bajo el ojo del hombro una herida profunda pero no mortal.-Llevan una marca en el rostro imposible de borrar, vosotros no merecéis una marca, merecéis que vuestras almas sean atadas a un árbol seco y sufrir los golpes de las hachas y el calor del fuego.
-No tienes derecho a juzgarme, perra del bosque- replicó él tras un cruel alarido de pura agonía.
-En otro momento, sanaría tus heridas, procuraría tu bien y te entregaría para ser juzgados, pero los humanos son tan cerdos entre ellos que te dejarían libre y cometerías más atrocidades, no. No soy juez, soy verdugo.- Terminó, degollando al infeliz y alejándose un poco, como si le costase volver a tranquilizarse. Nousis la miró con el ceño fruncido, valorando sus últimas intervenciones. Estaba comenzando a preocuparse por la joven. Matar humanos no era importante. Hacerlo sin la correspondiente madurez podría destruirla. Él tenía un propósito y décadas de conocimiento. Si ella se volvía de un fanatismo sin atadura alguna, pronto perdería su vida en alguna acción irresponsable.
-Algo más oscuro y peligroso que los humanos se esconde aquí. Además de media docena de ellos, quien sabe qué más nos encontraremos. No dejes que estos animales te descentren- explica- son prescindibles sí, pero nuestra raza valora la bondad. No debemos ser impulsivos. No faltarán motivos para asesinar Humanos.
Aradia se descompuso un poco tras las palabras de su compañero- .-No, no puedo creer con que facilidad hablan de exterminar a otros, no, deberian existir seres así. Y yo...- finalizó sacudiéndose las manos y las restregó en sus faldas-¿Los dioses me perdonaran por esto?
-Debes entender- comentó Nousis, sin mirarla, con los ojos paseando por la estancia- Donde están los auténticos enemigos. Buscar tu propósito. Y siempre, defender a los nuestros.
Y con esas palabras, ambos continuaron avanzando, internándose aún más en aquellos túneles.
Nousis Indirel
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
Caminaron un tanto más sintiendo el lugar casi interminable, llegando a otra gruta, donde se ven armas, armaduras de cuero, todas amontonadas como para unas veinte personas que nadie vigila. Y entonces escuchan un temblor Nou separa los brazos, como si temiese perder el equilibrio, pero pasa mientras que Aradia estiraba los brazos y como si fuera a dar un salto de baile posando una rodilla en el suelo y la mano contraria para guardar el equilibrio aun temblando por lo ocurrido hacia unos momentos. Nou miró preocupado alrededor y por la sacudida unas lanzas se caen con estrépito. El lugar seguía dándole mala espina, afloraba lo peor de su ser. Y tras unos cuarenta pasos, un grupo de cuatro guerreros hacían presencia, los elfos se sorprendieron al verlos ahí por lo que se escabulleron para no ser vistos. Su superior, tras desenvainar, parecía pensar si sería mejor luchar o tratar de huir y ella solo giro los ojos tan alejada de sí.
-¿Todo el día sin encontrar a nadie vivo y en unos momentos tenemos a 7 de tirón?- Se quejó la joven en un murmullo y puso más atención al temblor desenvainando la cadena preparándose para el peor de los casos, estaba aprendiendo a pasos agigantados que el mundo podía comerla en un instante. Se asomó viendo que el cuarteto se dirigía a donde ellos habían estado y rezo que si la bestia de la que habían oído antes estaba cerca que ellos fueran su carnada. Y por lo que medio entendió de sus peroratas era que estaba patrullando, eran al parecer ya tan pocos que no se habían percatado de esa mínima intrusión.
Puso algo más de atención mientras Nousis vigilaba y se adelantaba en el pasillo, el grupo parecía tenso discutiendo acerca de la región y de las acciones de Vilkairnush; ese nombre ese nombre; quien les ordenó vigilar los fríos pasillos y ellos simplemente ya o estaban tan cómodos con sus indicaciones. Por fin respiro tranquila cuando el cuarteto dio vuelta en el pasillo y desaparecía de su vista. Y volvíamos al viacrucis, el topo que había hecho esa estructura se había esmerado en dar buen uso a cada espacio posible y casi podía apostar a que el lugar se extendía tanto porque eran una suerte de espiral subidas y bajadas apenas perceptibles, algo similar al templo de Anar. Y apenas ese pensamiento le recorrió el cerebro se toparon con una puerta más y entreabierta, se sintió tan ajena a sus dioses en ese subterráneo, como si la carencia de aire fresco y la luz del sol y esa sensación de que algo iba tremendamente mal interfiriera con su vínculo a la luz que les caracterizaba como raza.
–Anar dame fuerza- Susurro en una queda plegaria plagada de súplica. Me adelante sintiendo que su propia existencia en ese momento era menor a la del elfo que le acompañaba. -Yo me asomo ¿me cubres?- entonces volvió a suplicar a cada uno de los dioses y lo que vio la dejo perpleja. Sangre... Cuerpos empalados en las paredes... sin rostros, con unas aberturas en el pecho. Un rezo se extiendo hasta sus oídos, inidentificable una lengua que desconocía y le calaba en el alma como un peso. Vio una puerta al fondo, y junto a mesa dos figuras que le forzaron a entrecerró los ojos para distinguirlas un ¿humano? Adulto de largos cabellos plata y…. la imagen que le recrudeció el corazón sintiendo que se le encogía y apretó los dientes y la madera de la puerta hasta enrojecer la yema de sus dedos… Ilvor. Perfectamente equipado.
-Hemos recorrido todo el subterráneo, e incluso hemos despertado a esa criatura- escuchas a Ilvor- Y ni rastro de la espada de Vad-Herym, maestro.
-El ritual ha sido dominado- anuncio el otro- El control de los trolls lo ha demostrado aprendiz. La pérdida de nuestros seguidores no es excesiva. Pronto lograremos reunir un mayor número. –
Ilvor calló un instante antes de proseguir- Los forasteros han sido un problema. No tuve ocasión de acabar con ellos ni en Alreiven ni en la aldea que devastamos.
-Ya están muertos. O se han ido. No prestes atención al pasado, joven. El futuro será nuestro.
-Lo voy a hacer trizas- Musito con una voz cargada de veneno, mirando de soslayo a Nousis tratando de descifrar su semblante, este suspiro.
- Terminemos con esto- dice desenvainando y adentrándose en la estancia. El olor a sangre y muerte invadió su garganta y nariz haciéndola sentir nauseabunda especialmente al ver a algunos elfos en las paredes, casi todos los sacrificios eran humanos.
Vilkairnush como ahora identificaba al brujo, se giró, sonriendo. Mirando a Ilvor un momento- Parece que estaba equivocado. Aún quedan los restos.
Ilvor empuña dos espadas cortas y avanza dos pasos- Continúe maestro. Yo me encargaré-
Apenas puso atención al mocoso cuando vio con espanto que pasaba con el desdichado que tenía en ese momento el brujo y de este sale un espíritu, que abre al desdichado, y se aloja en una extraña columna. Trato de no estremecerse y vomitar al ver algo tan antinatural y se concentró en el chico con la mirada vacía retomando algunas palabras en un viaje anterior y la guía de Nousis unos momentos antes –Vas a pagarlo.-Dijo al joven.
Ilvor sonrió mirando a la elfa con cierto desdén y cinismo -Morirías tarde o temprano. Eres demasiado confiada
-Seria idiota preguntarte nada, solo sé que yo saldré de este agujero y tú no- Declro confiada Aradia tomo la cadena donde iniciaban las pinchas de la punta angosta de la cadena y manteniendo la parte ancha de esta libre comenzó a azotar hacia el mosalvete que en ese momento le hacía arder la sangre escuchando como se cortaba el aire entre cada azote y el tintineo de la cadena.
Rápidamente, Ilvor esquivaba la cadena, acercándose demasiado la chica soltó un siseo ante un ligero corte en el brazo. El chico se movía ágil, sin dejar esa sonrisa sádica y socarrona que la hacían actuar con ira. “¿Maldita sea por qué?” se quejaba ella contrariada por lo que veía, por la simpleza con la que extinguían vidas. Se centró en usar la cadena cómo látigo de una mano sujetando el inicio de las puntas de su cadena cómo mango mientras el otro extremo era azotado al quedar en esa posición al momento de él esquivarla, aprovecho ese momento y extendió su mano libre hacia él y una esfera de luz intensa fue disparada a su rostro, la versión concentrada y disipada de la usada en una pobre silla, al contacto quemaría como una baldazo de agua hirviendo, pero el la evito en gran medida con una acrobacia, esquivando a duras penas el segundo ataque, quemándose muy por encima un costado. Abre bastante los ojos pero sigue sonriendo, ella solo quería quitarle esa sonrisa y el brillo de los ojos, “ANAR POR FAVOR” se quejó de su malograda suerte., y vio por el rabillo del ojo al otro par ambos quietos como en un duelo de miradas a unos cuantos pasos de ellos.
-Tsk- frunció el ceño y molesta consigo misma por no medir mejor su tiro, y poderlo lograr le costaría bastante más especialmente al sentirse tan mermada ante la situación, giro la cadena del extremo más corto sintiendo las punzadas de la herida zumbarle en los oídos pues a girar ese extremo la iba recorriendo hasta quedar la cadena a mitad de un lado y otro, girando después ambos extremos disimulando el cansancio implicado en el disparo fallido y volver a cargar contra el crío. Y si la cosa no se podía poner peor una luz hizo cerrar los ojos a los presentes, y Nousis salió disparado contra la pared del fondo con un fuerte golpe y Vilkairnush con una mano extendida hacia el elfo y otra tocando la oscura columna irradiaba una luz que por más extraño que se viera era oscura y titilante.
-¡¡NO!!-Exhalo la joven al ver el brillo de la hoja demasiado cerca del rostro pues Ilvor había aprovechado la distracción y casi le hacía ver su suerte a una mejilla al parecer igual de cegado por el brillo inesperado. Aprovecho el impulso de haberlo esquivado aun sintiendo lucecitas en los ojos, -Nou- menciono preocupada por su compañero y volviendo el gesto normal en su mirada como si saliera de un trance y como si fuera un péndulo balancear la parte superior del cuerpo al dar un paso atrás y con el arco de las piernas abierto para mantener el equilibrio -merd- musitó y como había hecho anteriormente contra Ilvor soltó el extremo ancho de la cadena para usarla de nuevo como un látigo medianamente convencional haciendo que incrementará el rango de distancia del arma para dirigirla al brazo extendido del brujo y prevenir otro ataque a Nous y todo salió tremendamente mal pues Ilvor conecto una patada en su estómago ahogándola y lanzándole hacia atrás, y el ataque repelido por el brujo, lanzando su onda hacia la cadena y cayendo en seco al suelo cual muñeca de trapo; agradeció el empuje del otro o seguro habría recibido todo el rebote del látigo; acto seguido volvió su ataque hacia Nou, De nuevo golpeado contra la pared. Solo alcanzó a ver el hilo de sangre que recorría la comisura de los labios de su superior y sintió alivio de ver que lograba esquivar un tercer ataque. El suelo tembló y con el cimbro su ser comenzándose a sentir no mal, lo que seguía, todo quedo en pausa Nou también se había quedado inmóvil e Ilvor miró aterrado a Vilkairnush, como pudo y sintiendo una nausea tal que le agolpaba la saliva en las mejillas corrió hacia Nousis antes de caer de rodillas sintiendo todo lo malo que había hecho, que había pensado, que había querido hacer. Imágenes en su mente, historias de su vida haciéndola aferrarse la cabeza y negando entre lágrimas.
- ¿Os gusta el hechizo?- Rio el mago- Experimentaréis lo que han sufrido los aldeanos. La parte oscura de vuestras almas saliendo de vuestros cuerpos con vida. Moriréis sufriendo el mal que habéis realizado
Ilvor echa espuma por la boca, pero consiguió dar unos pasos y salir de la estancia por la otra puerta, pero el dolor de los elfos fue más fuerte como si centrara esa energía sobre ellos.
Aradia trato de ver a Nousis apenas entendiendo al brujo, su mirada era diferente y pareciera alimentarse de su propio dolor para tenerse más firme que ella al tener una rodilla en tierra, mirando al suelo, y el mundo se volvió borroso de nuevo pues el brujo la había vuelto a atacar y sintió el sabor acerado de la sangre en su boca, y una desconexión con su cuerpo al borde de la inconsciencia solo con fuerza para aferrar su cadena y sollozar en silencio por el hecho de sentir la incertidumbre.
Oyo el grito de Nousis, asumiendo que este sentía un dolor atroz y agradeció a cada uno de sus dioses al reconocer un peculiar sonido la columna comenzaba a resquebrajarse
-¡¡NO!- gritó Vilkairnush- ¡¡NO!!
Una onda expansiva chocó contra cada centímetro de la sala las paredes temblaron, los espíritus escaparon traspasando el techo y unas piedras cayeron sobre todos. Se encogió un poco para evitar ser golpeada e ir hacia la salida cuando la presión y el dolor remitieron casi por completo, al menos en ella dejaba un remanso entre la náusea y el pesar. Nousis se dirigió hacia el mago, y tomándolo del brazo, le grito a Aradia para salir de allí. Sintió mirándolo y noto que el brazo del enemigo estaba una posición extraña, como si una piedra le hubiese partido el hombro, desplazándoselo, evito verlo al sentir una ola de escalofríos recorrer su piel, un marcado recuerdo del hechizo que les habían lanzado y temiendo lo peor de dejarlo solo aunque resintiendo serle una carga salió por el umbral por el que se había escabullido el otro.
Al salir, el golpe de aire fresco la devolvió a sí misma y se alejó lo más que pudo del lugar con las rodillas temblándole y respiro el aire fresco, miro alrededor con cierta esperanza pero Ilvor ha desaparecido y Vilkairnush gimió y miro a sus oponentes con un profundo odio, una parte de ella reclamaba a Nousis el haberlo sacado del lugar. Especialmente al oírle pero su mente se embotaba conforme sentía que dejaba atrás el enrarecido ambiente de los túneles.
-Yo... iba a dominar los Baldíos.... tenía que haber sido.... rey
Ella negó ante la locura del brujo y reafirmo su despecho nato hacia estos mirándolo con náusea aunque eso último también lo atribuía a su límite temiendo también otro temblor o la aparición de la bestia que había oído comentar de los soldados restantes, Nou se dejó caer en la hierba, respirando con dificultad, cuando una explosión se sintió a sus pies, y cerca de ellos, el subsuelo se hundía. Ella se dejó caer de rodillas al suelo con verdadero alivio y apenada miro Nousis. -Lo siento –Musito y él la miro sin permitirle descifrar su gesto.
-Hemos tenido suerte- musito sin un apice de victoria en la voz.
-Tú sabias algo de esto?- Susurro la joven abrazándose pensando en el hechizo que les habían lanzado y como este miraba perdido en su locura todo su “trabajo” ceer al peso del lago.
-Yo sólo le buscaba a él- señalo al brujo malherido con la espada. Se acerca al humano y le realizó un corte en la cara con la punta de la espada- ¿Qué buscabais aquí?
-Eso... da igual- Dijo el brujo aprentado los dientes- no estaba. La información no era correcta. Ilvor la encontrará antes que vosotros
-¿Dónde? –exigía Nousis mirando con desprecio al brujo aunque sin moverse mirando alrededor
El mago sonrió aún más, y Nousis le clava la mano al suelo con la espada. El grito de dolor resuena en toda la llanura.
-¿Donde?- repite él
-Ese antro de ladrones... de asesinos... Los escritos de las paredes no dejaron duda alguna. Hoy es llamada Ciudad Lagarto...- dijo antes de volver a gritar para aliviar el dolor.
-¿Ciudad Lagarto?- le sonaba de algo, tapándose los oídos miró a Nousis y cuando se le atraviesa por la mente detenerlo de forma permanente... el ruido del mago en sus oídos le recordó la sensación del hechizo haciéndola girar al otro lado, el grito espectral de hacía unos días en la aldea y todos los horrores del subterráneo y sin poderlo evitar devolvió los pocos alimentos que había ingerido ese día entre temblores y escalofríos. Con vergüenza sintió la mirada de Nousis en su nuca y escucho el inconfundible sonido del acero abriendo la carne y el estertor peculiar de la garganta abierta buscando aire y ahogándose con su propia sangre.
- Si el muchacho se entromete, será necesario hacer justicia- Ella asintió con otra oleada de arcadas acompañadas de vacío, y respirando hondo recuperaba algo la compostura girándose y limpiándose los labios con la manga.- ¿Qué harás ahora?- te pregunta
No quiso aceptarlo pero sintió verdadero alivio al oír el estertor del brujo y miro a Nousis.- Iré a lagarto, había oído algo de ella y es posible que encuentre a alguien ahí, además me siento culpable de que ese chico este vivo...-
Él asintió, como aceptando un comentario lógico. Al parecer, sus caminos aún no se separarían
off: Uso de habilidad nivel 0 lente convergente
-¿Todo el día sin encontrar a nadie vivo y en unos momentos tenemos a 7 de tirón?- Se quejó la joven en un murmullo y puso más atención al temblor desenvainando la cadena preparándose para el peor de los casos, estaba aprendiendo a pasos agigantados que el mundo podía comerla en un instante. Se asomó viendo que el cuarteto se dirigía a donde ellos habían estado y rezo que si la bestia de la que habían oído antes estaba cerca que ellos fueran su carnada. Y por lo que medio entendió de sus peroratas era que estaba patrullando, eran al parecer ya tan pocos que no se habían percatado de esa mínima intrusión.
Puso algo más de atención mientras Nousis vigilaba y se adelantaba en el pasillo, el grupo parecía tenso discutiendo acerca de la región y de las acciones de Vilkairnush; ese nombre ese nombre; quien les ordenó vigilar los fríos pasillos y ellos simplemente ya o estaban tan cómodos con sus indicaciones. Por fin respiro tranquila cuando el cuarteto dio vuelta en el pasillo y desaparecía de su vista. Y volvíamos al viacrucis, el topo que había hecho esa estructura se había esmerado en dar buen uso a cada espacio posible y casi podía apostar a que el lugar se extendía tanto porque eran una suerte de espiral subidas y bajadas apenas perceptibles, algo similar al templo de Anar. Y apenas ese pensamiento le recorrió el cerebro se toparon con una puerta más y entreabierta, se sintió tan ajena a sus dioses en ese subterráneo, como si la carencia de aire fresco y la luz del sol y esa sensación de que algo iba tremendamente mal interfiriera con su vínculo a la luz que les caracterizaba como raza.
–Anar dame fuerza- Susurro en una queda plegaria plagada de súplica. Me adelante sintiendo que su propia existencia en ese momento era menor a la del elfo que le acompañaba. -Yo me asomo ¿me cubres?- entonces volvió a suplicar a cada uno de los dioses y lo que vio la dejo perpleja. Sangre... Cuerpos empalados en las paredes... sin rostros, con unas aberturas en el pecho. Un rezo se extiendo hasta sus oídos, inidentificable una lengua que desconocía y le calaba en el alma como un peso. Vio una puerta al fondo, y junto a mesa dos figuras que le forzaron a entrecerró los ojos para distinguirlas un ¿humano? Adulto de largos cabellos plata y…. la imagen que le recrudeció el corazón sintiendo que se le encogía y apretó los dientes y la madera de la puerta hasta enrojecer la yema de sus dedos… Ilvor. Perfectamente equipado.
-Hemos recorrido todo el subterráneo, e incluso hemos despertado a esa criatura- escuchas a Ilvor- Y ni rastro de la espada de Vad-Herym, maestro.
-El ritual ha sido dominado- anuncio el otro- El control de los trolls lo ha demostrado aprendiz. La pérdida de nuestros seguidores no es excesiva. Pronto lograremos reunir un mayor número. –
Ilvor calló un instante antes de proseguir- Los forasteros han sido un problema. No tuve ocasión de acabar con ellos ni en Alreiven ni en la aldea que devastamos.
-Ya están muertos. O se han ido. No prestes atención al pasado, joven. El futuro será nuestro.
-Lo voy a hacer trizas- Musito con una voz cargada de veneno, mirando de soslayo a Nousis tratando de descifrar su semblante, este suspiro.
- Terminemos con esto- dice desenvainando y adentrándose en la estancia. El olor a sangre y muerte invadió su garganta y nariz haciéndola sentir nauseabunda especialmente al ver a algunos elfos en las paredes, casi todos los sacrificios eran humanos.
- Vilkairnush:
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Vilkairnush como ahora identificaba al brujo, se giró, sonriendo. Mirando a Ilvor un momento- Parece que estaba equivocado. Aún quedan los restos.
Ilvor empuña dos espadas cortas y avanza dos pasos- Continúe maestro. Yo me encargaré-
Apenas puso atención al mocoso cuando vio con espanto que pasaba con el desdichado que tenía en ese momento el brujo y de este sale un espíritu, que abre al desdichado, y se aloja en una extraña columna. Trato de no estremecerse y vomitar al ver algo tan antinatural y se concentró en el chico con la mirada vacía retomando algunas palabras en un viaje anterior y la guía de Nousis unos momentos antes –Vas a pagarlo.-Dijo al joven.
Ilvor sonrió mirando a la elfa con cierto desdén y cinismo -Morirías tarde o temprano. Eres demasiado confiada
-Seria idiota preguntarte nada, solo sé que yo saldré de este agujero y tú no- Declro confiada Aradia tomo la cadena donde iniciaban las pinchas de la punta angosta de la cadena y manteniendo la parte ancha de esta libre comenzó a azotar hacia el mosalvete que en ese momento le hacía arder la sangre escuchando como se cortaba el aire entre cada azote y el tintineo de la cadena.
Rápidamente, Ilvor esquivaba la cadena, acercándose demasiado la chica soltó un siseo ante un ligero corte en el brazo. El chico se movía ágil, sin dejar esa sonrisa sádica y socarrona que la hacían actuar con ira. “¿Maldita sea por qué?” se quejaba ella contrariada por lo que veía, por la simpleza con la que extinguían vidas. Se centró en usar la cadena cómo látigo de una mano sujetando el inicio de las puntas de su cadena cómo mango mientras el otro extremo era azotado al quedar en esa posición al momento de él esquivarla, aprovecho ese momento y extendió su mano libre hacia él y una esfera de luz intensa fue disparada a su rostro, la versión concentrada y disipada de la usada en una pobre silla, al contacto quemaría como una baldazo de agua hirviendo, pero el la evito en gran medida con una acrobacia, esquivando a duras penas el segundo ataque, quemándose muy por encima un costado. Abre bastante los ojos pero sigue sonriendo, ella solo quería quitarle esa sonrisa y el brillo de los ojos, “ANAR POR FAVOR” se quejó de su malograda suerte., y vio por el rabillo del ojo al otro par ambos quietos como en un duelo de miradas a unos cuantos pasos de ellos.
-Tsk- frunció el ceño y molesta consigo misma por no medir mejor su tiro, y poderlo lograr le costaría bastante más especialmente al sentirse tan mermada ante la situación, giro la cadena del extremo más corto sintiendo las punzadas de la herida zumbarle en los oídos pues a girar ese extremo la iba recorriendo hasta quedar la cadena a mitad de un lado y otro, girando después ambos extremos disimulando el cansancio implicado en el disparo fallido y volver a cargar contra el crío. Y si la cosa no se podía poner peor una luz hizo cerrar los ojos a los presentes, y Nousis salió disparado contra la pared del fondo con un fuerte golpe y Vilkairnush con una mano extendida hacia el elfo y otra tocando la oscura columna irradiaba una luz que por más extraño que se viera era oscura y titilante.
-¡¡NO!!-Exhalo la joven al ver el brillo de la hoja demasiado cerca del rostro pues Ilvor había aprovechado la distracción y casi le hacía ver su suerte a una mejilla al parecer igual de cegado por el brillo inesperado. Aprovecho el impulso de haberlo esquivado aun sintiendo lucecitas en los ojos, -Nou- menciono preocupada por su compañero y volviendo el gesto normal en su mirada como si saliera de un trance y como si fuera un péndulo balancear la parte superior del cuerpo al dar un paso atrás y con el arco de las piernas abierto para mantener el equilibrio -merd- musitó y como había hecho anteriormente contra Ilvor soltó el extremo ancho de la cadena para usarla de nuevo como un látigo medianamente convencional haciendo que incrementará el rango de distancia del arma para dirigirla al brazo extendido del brujo y prevenir otro ataque a Nous y todo salió tremendamente mal pues Ilvor conecto una patada en su estómago ahogándola y lanzándole hacia atrás, y el ataque repelido por el brujo, lanzando su onda hacia la cadena y cayendo en seco al suelo cual muñeca de trapo; agradeció el empuje del otro o seguro habría recibido todo el rebote del látigo; acto seguido volvió su ataque hacia Nou, De nuevo golpeado contra la pared. Solo alcanzó a ver el hilo de sangre que recorría la comisura de los labios de su superior y sintió alivio de ver que lograba esquivar un tercer ataque. El suelo tembló y con el cimbro su ser comenzándose a sentir no mal, lo que seguía, todo quedo en pausa Nou también se había quedado inmóvil e Ilvor miró aterrado a Vilkairnush, como pudo y sintiendo una nausea tal que le agolpaba la saliva en las mejillas corrió hacia Nousis antes de caer de rodillas sintiendo todo lo malo que había hecho, que había pensado, que había querido hacer. Imágenes en su mente, historias de su vida haciéndola aferrarse la cabeza y negando entre lágrimas.
- ¿Os gusta el hechizo?- Rio el mago- Experimentaréis lo que han sufrido los aldeanos. La parte oscura de vuestras almas saliendo de vuestros cuerpos con vida. Moriréis sufriendo el mal que habéis realizado
Ilvor echa espuma por la boca, pero consiguió dar unos pasos y salir de la estancia por la otra puerta, pero el dolor de los elfos fue más fuerte como si centrara esa energía sobre ellos.
Aradia trato de ver a Nousis apenas entendiendo al brujo, su mirada era diferente y pareciera alimentarse de su propio dolor para tenerse más firme que ella al tener una rodilla en tierra, mirando al suelo, y el mundo se volvió borroso de nuevo pues el brujo la había vuelto a atacar y sintió el sabor acerado de la sangre en su boca, y una desconexión con su cuerpo al borde de la inconsciencia solo con fuerza para aferrar su cadena y sollozar en silencio por el hecho de sentir la incertidumbre.
Oyo el grito de Nousis, asumiendo que este sentía un dolor atroz y agradeció a cada uno de sus dioses al reconocer un peculiar sonido la columna comenzaba a resquebrajarse
-¡¡NO!- gritó Vilkairnush- ¡¡NO!!
Una onda expansiva chocó contra cada centímetro de la sala las paredes temblaron, los espíritus escaparon traspasando el techo y unas piedras cayeron sobre todos. Se encogió un poco para evitar ser golpeada e ir hacia la salida cuando la presión y el dolor remitieron casi por completo, al menos en ella dejaba un remanso entre la náusea y el pesar. Nousis se dirigió hacia el mago, y tomándolo del brazo, le grito a Aradia para salir de allí. Sintió mirándolo y noto que el brazo del enemigo estaba una posición extraña, como si una piedra le hubiese partido el hombro, desplazándoselo, evito verlo al sentir una ola de escalofríos recorrer su piel, un marcado recuerdo del hechizo que les habían lanzado y temiendo lo peor de dejarlo solo aunque resintiendo serle una carga salió por el umbral por el que se había escabullido el otro.
Al salir, el golpe de aire fresco la devolvió a sí misma y se alejó lo más que pudo del lugar con las rodillas temblándole y respiro el aire fresco, miro alrededor con cierta esperanza pero Ilvor ha desaparecido y Vilkairnush gimió y miro a sus oponentes con un profundo odio, una parte de ella reclamaba a Nousis el haberlo sacado del lugar. Especialmente al oírle pero su mente se embotaba conforme sentía que dejaba atrás el enrarecido ambiente de los túneles.
-Yo... iba a dominar los Baldíos.... tenía que haber sido.... rey
Ella negó ante la locura del brujo y reafirmo su despecho nato hacia estos mirándolo con náusea aunque eso último también lo atribuía a su límite temiendo también otro temblor o la aparición de la bestia que había oído comentar de los soldados restantes, Nou se dejó caer en la hierba, respirando con dificultad, cuando una explosión se sintió a sus pies, y cerca de ellos, el subsuelo se hundía. Ella se dejó caer de rodillas al suelo con verdadero alivio y apenada miro Nousis. -Lo siento –Musito y él la miro sin permitirle descifrar su gesto.
-Hemos tenido suerte- musito sin un apice de victoria en la voz.
-Tú sabias algo de esto?- Susurro la joven abrazándose pensando en el hechizo que les habían lanzado y como este miraba perdido en su locura todo su “trabajo” ceer al peso del lago.
-Yo sólo le buscaba a él- señalo al brujo malherido con la espada. Se acerca al humano y le realizó un corte en la cara con la punta de la espada- ¿Qué buscabais aquí?
-Eso... da igual- Dijo el brujo aprentado los dientes- no estaba. La información no era correcta. Ilvor la encontrará antes que vosotros
-¿Dónde? –exigía Nousis mirando con desprecio al brujo aunque sin moverse mirando alrededor
El mago sonrió aún más, y Nousis le clava la mano al suelo con la espada. El grito de dolor resuena en toda la llanura.
-¿Donde?- repite él
-Ese antro de ladrones... de asesinos... Los escritos de las paredes no dejaron duda alguna. Hoy es llamada Ciudad Lagarto...- dijo antes de volver a gritar para aliviar el dolor.
-¿Ciudad Lagarto?- le sonaba de algo, tapándose los oídos miró a Nousis y cuando se le atraviesa por la mente detenerlo de forma permanente... el ruido del mago en sus oídos le recordó la sensación del hechizo haciéndola girar al otro lado, el grito espectral de hacía unos días en la aldea y todos los horrores del subterráneo y sin poderlo evitar devolvió los pocos alimentos que había ingerido ese día entre temblores y escalofríos. Con vergüenza sintió la mirada de Nousis en su nuca y escucho el inconfundible sonido del acero abriendo la carne y el estertor peculiar de la garganta abierta buscando aire y ahogándose con su propia sangre.
- Si el muchacho se entromete, será necesario hacer justicia- Ella asintió con otra oleada de arcadas acompañadas de vacío, y respirando hondo recuperaba algo la compostura girándose y limpiándose los labios con la manga.- ¿Qué harás ahora?- te pregunta
No quiso aceptarlo pero sintió verdadero alivio al oír el estertor del brujo y miro a Nousis.- Iré a lagarto, había oído algo de ella y es posible que encuentre a alguien ahí, además me siento culpable de que ese chico este vivo...-
Él asintió, como aceptando un comentario lógico. Al parecer, sus caminos aún no se separarían
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Aradia Hazelmere
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