Negocios marítimos [Privado - Tatsuya] [+18] [Cerrado]
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Negocios marítimos [Privado - Tatsuya] [+18] [Cerrado]
Hacía ya un tiempo que no pasaba por Beltrexus, y muchísimo menos por sus costas, realmente tenía algo de miedo de Cazón, no titubearía en intentar matarme. Pero con suerte no lo vería hoy, igual, solía pasar sus días en altamar. Estaba aquí porque tenía que hablar con alguien importante, [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] así que me dirigí a su negocio, el cual como de costumbre estaba rodeado de guardias armados hasta los dientes, Par Pardon no confiaba en todo el mundo, así que mientras les explicaba a los guardias quién era, me quitaron mi sable y pusieron sus espadas contra mí, hasta que me llevaron con Fitzgerald.
En cuanto me vio, se sorprendió. -Santos cacareos, a quién tenemos por aquí, eh, una sorpresa genuinamente auténtica, pensaba que habías muerto, muchachos, déjenlo, puedo confiar en él.- Así dijo y sus guardias tan acostumbrados a escuchar esa palabras procedieron a entregarme mi sable y me dejaron libre, salieron y nos dejaron a Par Pardon y a mí solos. -No has cambiado nada, quizás te haya crecido la cresta un poco. Si sabes que genuino y auténtico, es lo mismo, ¿no? Realmente sigues siendo el mismo.-
Dio un par de pasos dirigiéndose a mí. -Lo siento, me gusta la retórica. Pensé que habías muerto Tobias, ¿Qué has hecho con tu vida?- Era el mejor ave en cuanto a los negocios, pero estoy seguro que no el mejor en cuando a palabras. -Después de dejar la tripulación del terror, me he estado dedicando a conseguir mi propia tripulación.- Alzó sus brazos e hizo una expresión de alegría. -Qué bueno que dejaste a esos locos, ¿y como te va en esa travesía de la tripulación?- Me encojí de hombros y suspiré. -Nada bien, no tengo barco, ni nadie que me acompañe, por eso vengo ante ti, ¿será que me echas una mano?-
El gallo comenzó a moverse y sobar sus lóbulos cerca del pico, pensó y pensó un poco más. -Escucha Tobias, la vaina está jodida últimamente, no estoy haciéndole favores a nadie, aunque los conozca durante años, pero puedo ofrecerte un trato, si llevas una carga hasta Isla Tortuga te ayudaré en tu búsqueda.-
Me senté un momento y le dije - Está bien, pero luego del trabajo voy a querer dos de tus mejores piratas trabajando para mí, lo del barco lo resolveré yo, ¿qué hay en la dichosa carga por cierto?
-Eso es algo que no puedo decirte.- Dijo el gallo que procedió a pasar al otro lado de la mesa. -Lo que sí puedo decirte, es que tendrás que encontrarte con un pirata, al cual le entregarás la caja, es una caja muy pesada y grande, te prohíbo que veas el contenido, necesito que esa carga llegue mañana, sé que en el mar estará a salvo contigo, pero tendrás que conseguir un acompañante que te proteja en tierra hasta que llegues con mi pirata. Tiene que ser alguien bueno, desgraciadamente no tengo muchos amigos en Isla Tortuga últimamente.
Mierda, realmente me puso una tarea difícil. Ciertamente no me quedó más que extender mi mano y aceptar su trato.
-Bien, te daré un pequeño navío, tienes una hora para conseguir a alguien que te ayude.
Después de unos minutos me hallaba en un bar, buscando a quién podía convencer de acompañarme, nadie parecía buen candidato para acompañarme, hasta que por la puerta entró un espadachín con el cabello largo, se veía como un guerrero nato, alma tan fría como el acero que portaba, pocas veces había visto la mirada que llevaba ese tipo, una mirada dispuesta a matar a cualquiera, y seguramente por dinero, perfecto.
Me acerqué a él y le dije. -Te pagaré para que me protejas mientras llevo una caja, viajaremos un día por el mar y tendrás que escoltarme hasta que entregue la carga, después de eso volveremos a Beltrexus, y te quedarás todo el botín.
Me miró raro un momento, parecía confundido y entrecerró un poco los ojos. -Botín, eso también es dinero.
En cuanto me vio, se sorprendió. -Santos cacareos, a quién tenemos por aquí, eh, una sorpresa genuinamente auténtica, pensaba que habías muerto, muchachos, déjenlo, puedo confiar en él.- Así dijo y sus guardias tan acostumbrados a escuchar esa palabras procedieron a entregarme mi sable y me dejaron libre, salieron y nos dejaron a Par Pardon y a mí solos. -No has cambiado nada, quizás te haya crecido la cresta un poco. Si sabes que genuino y auténtico, es lo mismo, ¿no? Realmente sigues siendo el mismo.-
Dio un par de pasos dirigiéndose a mí. -Lo siento, me gusta la retórica. Pensé que habías muerto Tobias, ¿Qué has hecho con tu vida?- Era el mejor ave en cuanto a los negocios, pero estoy seguro que no el mejor en cuando a palabras. -Después de dejar la tripulación del terror, me he estado dedicando a conseguir mi propia tripulación.- Alzó sus brazos e hizo una expresión de alegría. -Qué bueno que dejaste a esos locos, ¿y como te va en esa travesía de la tripulación?- Me encojí de hombros y suspiré. -Nada bien, no tengo barco, ni nadie que me acompañe, por eso vengo ante ti, ¿será que me echas una mano?-
El gallo comenzó a moverse y sobar sus lóbulos cerca del pico, pensó y pensó un poco más. -Escucha Tobias, la vaina está jodida últimamente, no estoy haciéndole favores a nadie, aunque los conozca durante años, pero puedo ofrecerte un trato, si llevas una carga hasta Isla Tortuga te ayudaré en tu búsqueda.-
Me senté un momento y le dije - Está bien, pero luego del trabajo voy a querer dos de tus mejores piratas trabajando para mí, lo del barco lo resolveré yo, ¿qué hay en la dichosa carga por cierto?
-Eso es algo que no puedo decirte.- Dijo el gallo que procedió a pasar al otro lado de la mesa. -Lo que sí puedo decirte, es que tendrás que encontrarte con un pirata, al cual le entregarás la caja, es una caja muy pesada y grande, te prohíbo que veas el contenido, necesito que esa carga llegue mañana, sé que en el mar estará a salvo contigo, pero tendrás que conseguir un acompañante que te proteja en tierra hasta que llegues con mi pirata. Tiene que ser alguien bueno, desgraciadamente no tengo muchos amigos en Isla Tortuga últimamente.
Mierda, realmente me puso una tarea difícil. Ciertamente no me quedó más que extender mi mano y aceptar su trato.
-Bien, te daré un pequeño navío, tienes una hora para conseguir a alguien que te ayude.
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Después de unos minutos me hallaba en un bar, buscando a quién podía convencer de acompañarme, nadie parecía buen candidato para acompañarme, hasta que por la puerta entró un espadachín con el cabello largo, se veía como un guerrero nato, alma tan fría como el acero que portaba, pocas veces había visto la mirada que llevaba ese tipo, una mirada dispuesta a matar a cualquiera, y seguramente por dinero, perfecto.
Me acerqué a él y le dije. -Te pagaré para que me protejas mientras llevo una caja, viajaremos un día por el mar y tendrás que escoltarme hasta que entregue la carga, después de eso volveremos a Beltrexus, y te quedarás todo el botín.
Me miró raro un momento, parecía confundido y entrecerró un poco los ojos. -Botín, eso también es dinero.
Última edición por Tobias Pharra el Lun Oct 07 2019, 05:18, editado 2 veces
Tobias Pharra
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Re: Negocios marítimos [Privado - Tatsuya] [+18] [Cerrado]
Me paseé por la avenida principal del mercado de Beltrexus, jugando con la última moneda que quedaba en mi bolsillo. No me había ido demasiado bien la última semana, desde que quedé atrapado en el archipiélago: los trabajos como mercenario escaseaban, dada la alta seguridad de la que ahora gozaba la villa, y junto a eso, nadie quería contratar a un mugriento mercenario con un record de más de dos semanas sin bañarse y que viajaba con un kimono. Para sobrevivir, tuve que golpear al limosnero de la esquina para conseguir la suficiente calderilla para comer. Sin remordimientos, claro está.
Escuché, entre murmuros en el tumulto de la avenida principal, sobre el rumor de unos "piratas" que habían venido a la isla a hacer contrabando, saquear aldeas pesqueras -probablemente si intentaran saquear Kanpai, acabarían con la mitad de la tripulación bajo el mar junto al barco-, secuestrar mujeres... cosas de marineros, al fin y al cabo. A mi experiencia, todo lo anterior era posible, pero también lo era que pudiera convencer a alguno de ellos para que me llevara en su tripulación de regreso al continente. El detalle era: ¿cómo se suponía que identificase a un pirata?
Resulta que no hacía falta buscar demasiado.
Una fuente de información mejor que cualquier tablón es un bar medianamente concurrido, -eso probablemente porque ni siquiera sé leer-. Si iba a encontrar a un pirata, el mejor punto de partida era por allí. Aún con mi austeridad, entré al local con un aire de soberbia, acariciando el único Aero que guardaba, y me senté en la barra. Ordené la birra más barata que tenían, a lo que el encargado de turno me miró de arriba a abajo con algo de pena y me sirvió un cuerno de cerveza bien espumosa. Me guiñó el ojo, y me regresó la moneda.
-Este viene de parte de la casa, colega. - me dijo el mozo con una sonrisa. - Las muchachas pueden ofrecerte un baño, si así lo deseas.
-No necesito tu compasión, amigo. Estoy bien como estoy. - corté en seco.
Con un gesto de desagrado, el encargado se volteó y atendió a otro cliente. Me quedé un rato escuchando las conversaciones a mi alrededor, que en su mayoría trataban sobre pedos, mujeres y comida. Por suerte, entre todo el bullicio, conseguí diferenciar una conversación sobre el tema de mi interés:
-...Algo deben tenerse entre manos esos mamarrachos. - afirmó un hombre con una voz áspera - Los he visto pasearse por los puertos de la ciudad, como si fueran dueños de la ciudad. ¡Ja! Que tan siquiera lo intenten. Seguro que los magos del Hekshold los enviarían de regreso a la península de un ventarrón.
-Los magos del Hekshold solo hacen dos cosas al día: leen libros, y se follan entre ellos. A veces hasta hacen las dos a la vez. No creo que movieran ni un dedo si ocurriera. - respondió su acompañante.
-¡Pardiez! ¡Ten algo de fe! Si no, seguro que yo mismo podría encargarme de ellos. Los vi de reojo, y no parecían la gran cosa. Tenías que ver a su capitán: ¡un pardillo de piel azul! - soltó una sonora carcajada - Era feo de cojones. Si ya de por sí los negros lo son... y hablando de eso: ¡mesero! ¿dónde están las jarras que ordené hace cinco minutos?
«Un pardillo de piel azul, paseándose por los muelles de Lunargenta. Ya sé por dónde buscar.», dije antes de levantarme. Para mi sorpresa, no tuve que esforzarme demasiado en buscar al peculiar capitán: lo tenía justo a mis espaldas. Se dirigió a mí espontáneamente en cuanto vio mi rostro, a lo que me mostré confundido, pues me tomó fuera de base, además de que hablaba con excesiva rapidez. En resumen, me ofrecía un pago por hacer cierto trabajo en Isla Tortuga.
-Claro que sé lo que es un botín, idiota. Soy mercenario, no un mozo de cuadra. - ladré - Mi nombre es Tatsuya. Deberás saber que mis servicios no son baratos, pero valen la pena. Pagas por calidad. - culminé extendiéndole la mano para estrecharla.
Escuché, entre murmuros en el tumulto de la avenida principal, sobre el rumor de unos "piratas" que habían venido a la isla a hacer contrabando, saquear aldeas pesqueras -probablemente si intentaran saquear Kanpai, acabarían con la mitad de la tripulación bajo el mar junto al barco-, secuestrar mujeres... cosas de marineros, al fin y al cabo. A mi experiencia, todo lo anterior era posible, pero también lo era que pudiera convencer a alguno de ellos para que me llevara en su tripulación de regreso al continente. El detalle era: ¿cómo se suponía que identificase a un pirata?
Resulta que no hacía falta buscar demasiado.
Una fuente de información mejor que cualquier tablón es un bar medianamente concurrido, -eso probablemente porque ni siquiera sé leer-. Si iba a encontrar a un pirata, el mejor punto de partida era por allí. Aún con mi austeridad, entré al local con un aire de soberbia, acariciando el único Aero que guardaba, y me senté en la barra. Ordené la birra más barata que tenían, a lo que el encargado de turno me miró de arriba a abajo con algo de pena y me sirvió un cuerno de cerveza bien espumosa. Me guiñó el ojo, y me regresó la moneda.
-Este viene de parte de la casa, colega. - me dijo el mozo con una sonrisa. - Las muchachas pueden ofrecerte un baño, si así lo deseas.
-No necesito tu compasión, amigo. Estoy bien como estoy. - corté en seco.
Con un gesto de desagrado, el encargado se volteó y atendió a otro cliente. Me quedé un rato escuchando las conversaciones a mi alrededor, que en su mayoría trataban sobre pedos, mujeres y comida. Por suerte, entre todo el bullicio, conseguí diferenciar una conversación sobre el tema de mi interés:
-...Algo deben tenerse entre manos esos mamarrachos. - afirmó un hombre con una voz áspera - Los he visto pasearse por los puertos de la ciudad, como si fueran dueños de la ciudad. ¡Ja! Que tan siquiera lo intenten. Seguro que los magos del Hekshold los enviarían de regreso a la península de un ventarrón.
-Los magos del Hekshold solo hacen dos cosas al día: leen libros, y se follan entre ellos. A veces hasta hacen las dos a la vez. No creo que movieran ni un dedo si ocurriera. - respondió su acompañante.
-¡Pardiez! ¡Ten algo de fe! Si no, seguro que yo mismo podría encargarme de ellos. Los vi de reojo, y no parecían la gran cosa. Tenías que ver a su capitán: ¡un pardillo de piel azul! - soltó una sonora carcajada - Era feo de cojones. Si ya de por sí los negros lo son... y hablando de eso: ¡mesero! ¿dónde están las jarras que ordené hace cinco minutos?
«Un pardillo de piel azul, paseándose por los muelles de Lunargenta. Ya sé por dónde buscar.», dije antes de levantarme. Para mi sorpresa, no tuve que esforzarme demasiado en buscar al peculiar capitán: lo tenía justo a mis espaldas. Se dirigió a mí espontáneamente en cuanto vio mi rostro, a lo que me mostré confundido, pues me tomó fuera de base, además de que hablaba con excesiva rapidez. En resumen, me ofrecía un pago por hacer cierto trabajo en Isla Tortuga.
-Claro que sé lo que es un botín, idiota. Soy mercenario, no un mozo de cuadra. - ladré - Mi nombre es Tatsuya. Deberás saber que mis servicios no son baratos, pero valen la pena. Pagas por calidad. - culminé extendiéndole la mano para estrecharla.
Última edición por Tatsuya Suō el Jue Sep 19 2019, 18:46, editado 1 vez
Tatsuya Suō
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Re: Negocios marítimos [Privado - Tatsuya] [+18] [Cerrado]
— Bien, bien, tranquilo, Tatsuya. — Dije con aires de candidez. — Es que no pareces ser de por aquí. Soy Tobias Pharra. — Esas fueron mis palabras mientras me acercaba al espadachín para estrechar su mano, pude oler el hedor que desprendía desde todo su ser. — Huele a mierda, al menos se adapta rápido. — Al rozar su mano contra la mía hice demostración de mi fuerza, haciendo un apretón que fue una oda ante la vanidosa masculinidad, esperando que él actuara igual.
— Sí, la calidad vale el precio totalmente, este trabajo es simple. — Seguía mi discurso mientras lo llevaba fuera del bar. — Tenemos que viajar por mar hasta Isla Tortuga, digo, tampoco puedes ir por tierra hasta allá. Una vez ahí tenemos que sacar del barco una caja, y tú me tendrás que proteger hasta que la entregue. — Caminé hacia el puerto donde nos estaría esperando Par Pardon. — Después de eso, tendrás tu paga, si vives claro está, y te traeré de vuelta a Beltrexus, o te llevaré a cualquier de Aerandir si me terminas cayendo bien. — Saqué de mi chaqueta una bolsa en la que guardaba un par de aeros para este tipo de situación, se la enseñé un instante, y la volví a guardar.
Una vez en el puerto, ahí nos esperaba Par Pardon, con los brazos cruzados y una cara de alterado, estaba acompañado de un par de piratas que no vale la pena retratar, me acerqué a él. — ¿Qué pasó? ¿Te toca poner los huevos?— Le dije mientras, revisaba el navío. A simple vista se veía la caja, una caja como de la mitad de mi tamaño, sobretodo se veía pesada.
— Las cosas están mal, todo empeora. Ahora tienes aún menos tiempo, mira, mis subordinados trazaron esta ruta, sé que es un poco peligrosa, pero... — Dejó de hablar, en cuanto me acerqué al mapa, y me fijé en la trayectoria supe dos cosas.
Los subordinados de Fitzgerald no eran buenos artistas, eso seguro, por otra parte, tendríamos que pasar por el alijo de anclas para llegar más rápido, estaríamos en Isla Tortuga para el anochecer.
— ¿Este imprevisto a qué se debe? — Vociferé un poco molesto y preocupado.
— Tranquilo, simplemente tendrás que entregar más rápido la caja, nada serio, el alijo de anclas últimamente está más calmado, además llevas contigo a un espadachín por lo que veo. — Me decía mientras hacía algunos ademanes juguetones para convencerme.
El alijo de anclas era una parte cercana a Isla Tortuga donde algunos barcos se anclaban para marcar su territorio, esperaba que no fuera un problema. Procedí a acercarme a Tatsuya y explicarle.
— Cuando pasemos por aquí. — Le di el mapa marcado con un poco de tinta de pulpo que tenía guardada.
— Tendrás que estar muy alerta, aunque no creo que pase nada. — Me di la vuelta y me subí al pequeño bote, ice las velas, me moví a proa para tomar el timón y moví a estribor en dirección a Isla Tortuga.
- Apretón:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
— Sí, la calidad vale el precio totalmente, este trabajo es simple. — Seguía mi discurso mientras lo llevaba fuera del bar. — Tenemos que viajar por mar hasta Isla Tortuga, digo, tampoco puedes ir por tierra hasta allá. Una vez ahí tenemos que sacar del barco una caja, y tú me tendrás que proteger hasta que la entregue. — Caminé hacia el puerto donde nos estaría esperando Par Pardon. — Después de eso, tendrás tu paga, si vives claro está, y te traeré de vuelta a Beltrexus, o te llevaré a cualquier de Aerandir si me terminas cayendo bien. — Saqué de mi chaqueta una bolsa en la que guardaba un par de aeros para este tipo de situación, se la enseñé un instante, y la volví a guardar.
[...]
Una vez en el puerto, ahí nos esperaba Par Pardon, con los brazos cruzados y una cara de alterado, estaba acompañado de un par de piratas que no vale la pena retratar, me acerqué a él. — ¿Qué pasó? ¿Te toca poner los huevos?— Le dije mientras, revisaba el navío. A simple vista se veía la caja, una caja como de la mitad de mi tamaño, sobretodo se veía pesada.
— Las cosas están mal, todo empeora. Ahora tienes aún menos tiempo, mira, mis subordinados trazaron esta ruta, sé que es un poco peligrosa, pero... — Dejó de hablar, en cuanto me acerqué al mapa, y me fijé en la trayectoria supe dos cosas.
- Mapa:
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Los subordinados de Fitzgerald no eran buenos artistas, eso seguro, por otra parte, tendríamos que pasar por el alijo de anclas para llegar más rápido, estaríamos en Isla Tortuga para el anochecer.
— ¿Este imprevisto a qué se debe? — Vociferé un poco molesto y preocupado.
— Tranquilo, simplemente tendrás que entregar más rápido la caja, nada serio, el alijo de anclas últimamente está más calmado, además llevas contigo a un espadachín por lo que veo. — Me decía mientras hacía algunos ademanes juguetones para convencerme.
El alijo de anclas era una parte cercana a Isla Tortuga donde algunos barcos se anclaban para marcar su territorio, esperaba que no fuera un problema. Procedí a acercarme a Tatsuya y explicarle.
— Cuando pasemos por aquí. — Le di el mapa marcado con un poco de tinta de pulpo que tenía guardada.
- Mapa:
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— Tendrás que estar muy alerta, aunque no creo que pase nada. — Me di la vuelta y me subí al pequeño bote, ice las velas, me moví a proa para tomar el timón y moví a estribor en dirección a Isla Tortuga.
Tobias Pharra
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Re: Negocios marítimos [Privado - Tatsuya] [+18] [Cerrado]
—Soy nacido y criado aquí, en las islas Illidenses. No debes de ser un "hombre de los mares" si no puedes reconocer un brujo a simple vista. — enarqué una ceja ante la afirmación del presunto pirata. Se presentó como "Tobias Pharra". El capitán estrechó mi mano con vigor, a lo que yo respondí con una demostración semejante, sobresaliendo mi bíceps en el proceso. — Por cierto, ¿se dice "Farra" o "Parra"? — inquirí mientras lo acompañaba al exterior del bar, donde me ponía al tanto de la situación: un viaje a Isla Tortuga a entregar una mercancía, cosas de cualquier trabajo marítimo. Me decepcioné un poco, ya que esperaba algo más... extravagante — En mi trabajo nada es fácil. Serán doscientos Aeros... y me llevarás de vuelta a Verisar. — concluí y lo seguí hacia el puerto.
A nuestra llegada, nos recibió un hombre-gallo que, por sus cacareos, se veía visiblemente alterado. El patrón y él conversaron brevemente sobre los términos del trabajo: ahora teníamos que llegar aún más rápido. Tobias se mostró algo molesto ante el imprevisto, a lo que nos aseguraron que no era nada de lo que preocuparse. Mientras continuaban conversando sobre nimiedades, le eché un vistazo al cargamento que debíamos entregar: una caja de madera algo alta y pesada. Ya que el pirata afirmó que lo acompañaría por tierra en la isla, lo último que quería era lidiar con el peso del objeto.
—¡Eh, Parra! Más te vale llevarte a un marinero adicional para que cargue el paquete. Soy mercenario, no mula de carga. — le dije con un tono socarrón.
—¡Quiquiriqui! ¡¿Quién te crees para decirle qué hacer?! ¡Te diriges a un capitán, así que dirígete con más respeto! — vociferó Par Pardon, expulsando gotas de saliva en el proceso. Como respuesta, tan solo me encogí de hombros.
Tobias inspeccionó un mapa de la ruta, y seguidamente se me acercó para mostrarme un punto en específico donde señaló que "debía ir alerta". «Haré lo posible, pero te advierto que lo mío no es el mar.», repliqué. El hombre no le prestó atención a mis palabras y abordó el barco. Me volví al gallo para hacerle un corte de manga y seguí a Tobias a la proa, donde se dirigió a su tripulación para dar órdenes y tomó el timón para partir a la isla.
El capitán parecía un navegante más que decente: su carisma y seguridad sobre el mar eran, probablemente, fruto de la experiencia. Sus subordinados obedecían sin rechistar, cada vez que vociferaba: "¡icen las velas! ¡lancen las mallas! ¡corten las cuerdas!". Puede que pareciera más tonto que las piedras, pero tenía un talento innato para su oficio. Casi como yo, se podría decir.
Conforme pasaron las horas, decidí sacarle conversación al pirata:
—¿No crees que hay algo sospechoso en todo esto? Cuando los planes cambian de imprevisto, a última hora, es que algo va mal. — le comenté desde el umbral de la experiencia — En cualquier caso, ¿qué se supone que sea este... "alijo de anclas"? ¿Un sitio para hacer fiestas piratas?
Uno de los marineros que limpiaba el suelo de la proa alzó su mirada y me miró sorprendido, como si hubiera cometido un crimen con tan solo preguntar eso:
—¡¿No sabes qué es el alijo de anclas?! ¡Por las tetas del mar! ¡Capitán! ¿En qué estaba pensando al contratar a un hombre que apenas y conoce el océano?
—No sé mucho sobre navegar, pero desde luego que sé sobre arrojar hombres por la borda. No me provoques. — respondí irritado.
Si iba a recibir una respuesta coherente, sería de parte de mi contratador. Por los momentos, permanecería en silencio.
[...]
A nuestra llegada, nos recibió un hombre-gallo que, por sus cacareos, se veía visiblemente alterado. El patrón y él conversaron brevemente sobre los términos del trabajo: ahora teníamos que llegar aún más rápido. Tobias se mostró algo molesto ante el imprevisto, a lo que nos aseguraron que no era nada de lo que preocuparse. Mientras continuaban conversando sobre nimiedades, le eché un vistazo al cargamento que debíamos entregar: una caja de madera algo alta y pesada. Ya que el pirata afirmó que lo acompañaría por tierra en la isla, lo último que quería era lidiar con el peso del objeto.
—¡Eh, Parra! Más te vale llevarte a un marinero adicional para que cargue el paquete. Soy mercenario, no mula de carga. — le dije con un tono socarrón.
—¡Quiquiriqui! ¡¿Quién te crees para decirle qué hacer?! ¡Te diriges a un capitán, así que dirígete con más respeto! — vociferó Par Pardon, expulsando gotas de saliva en el proceso. Como respuesta, tan solo me encogí de hombros.
Tobias inspeccionó un mapa de la ruta, y seguidamente se me acercó para mostrarme un punto en específico donde señaló que "debía ir alerta". «Haré lo posible, pero te advierto que lo mío no es el mar.», repliqué. El hombre no le prestó atención a mis palabras y abordó el barco. Me volví al gallo para hacerle un corte de manga y seguí a Tobias a la proa, donde se dirigió a su tripulación para dar órdenes y tomó el timón para partir a la isla.
El capitán parecía un navegante más que decente: su carisma y seguridad sobre el mar eran, probablemente, fruto de la experiencia. Sus subordinados obedecían sin rechistar, cada vez que vociferaba: "¡icen las velas! ¡lancen las mallas! ¡corten las cuerdas!". Puede que pareciera más tonto que las piedras, pero tenía un talento innato para su oficio. Casi como yo, se podría decir.
Conforme pasaron las horas, decidí sacarle conversación al pirata:
—¿No crees que hay algo sospechoso en todo esto? Cuando los planes cambian de imprevisto, a última hora, es que algo va mal. — le comenté desde el umbral de la experiencia — En cualquier caso, ¿qué se supone que sea este... "alijo de anclas"? ¿Un sitio para hacer fiestas piratas?
Uno de los marineros que limpiaba el suelo de la proa alzó su mirada y me miró sorprendido, como si hubiera cometido un crimen con tan solo preguntar eso:
—¡¿No sabes qué es el alijo de anclas?! ¡Por las tetas del mar! ¡Capitán! ¿En qué estaba pensando al contratar a un hombre que apenas y conoce el océano?
—No sé mucho sobre navegar, pero desde luego que sé sobre arrojar hombres por la borda. No me provoques. — respondí irritado.
Si iba a recibir una respuesta coherente, sería de parte de mi contratador. Por los momentos, permanecería en silencio.
Tatsuya Suō
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Re: Negocios marítimos [Privado - Tatsuya] [+18] [Cerrado]
— ¡Mejor cállate! Más viven los perros en el mar que los que subestiman a la gente. — Respondí ante el pirata que le hablaba a Tatsuya. — El alijo de anclas es donde piratas que no han podido asentarse en tierra por diferentes razones pasan sus días. Por un tiempo se dedicaron a asaltar a los barcos que pasaran cerca de Isla Tortuga. — Esas fueron mis palabras hacia el espadachín mientras me sentaba en uno de los barandales del barco. — En los océanos la marea cambia abruptamente. El truco de un buen pirata es saber domar la marea. — Así terminaba con su pregunta sobre el imprevisto.
Pasaron un par de horas, el sol ya estaba cayendo por el abismo al que los mortales llaman horizonte. Poco a poco se apagan los rayos de luz haciendo inminente la llegaba del lúgubre anochecer. En el paisaje se podía ver la luna relevando a la gran estrella de su guardia.
— Ya estamos cerca. — Dije mientras me movía hacía popa. — Seerf, vete al carajo. — Lo que en cualquier otro lugar de Aerandir se consideraría un insulto, en los mares era la forma de decirle al marinero más desgraciado que subiera al mástil más alto para obtener una mejor visibilidad, en este caso la mesana.
— Muy bien señor brujo. — Dije dirigiéndome a Tatsuya. — Este es el momento donde usted tendrá que contarme qué tipo de habilidades tiene.
— ¡Tres barcos capitán! Es el alijo de anclas, estamos a media milla marina de ellos. — Seerf tenía una buena vista.
— ¡Atentos marineros! Tendremos que pasar rápido, guardia a babor y a toda vela hacia la costa. — Ordenaba a la tripulación y volvía ante Tatsuya. — Sé que no es hombre de mar, pero espero que pueda ayudar. — Me movía a babor, me quité la chaqueta y me lancé por la borda.
El agua me rodeaba completamente, dejaba que la afinidad con mi elemento se completara, transformándome en dragón. La libertad de estar en el agua era uno de los mejores placeres, nadé al lado del barco y utilicé mis fuerzas para poner las mareas a nuestro favor y hacer que el barco fuera más rápido.
---------------
Primero utilizo mi racial y luego hago uso de mi maestría en control de agua.
[...]
Pasaron un par de horas, el sol ya estaba cayendo por el abismo al que los mortales llaman horizonte. Poco a poco se apagan los rayos de luz haciendo inminente la llegaba del lúgubre anochecer. En el paisaje se podía ver la luna relevando a la gran estrella de su guardia.
— Ya estamos cerca. — Dije mientras me movía hacía popa. — Seerf, vete al carajo. — Lo que en cualquier otro lugar de Aerandir se consideraría un insulto, en los mares era la forma de decirle al marinero más desgraciado que subiera al mástil más alto para obtener una mejor visibilidad, en este caso la mesana.
— Muy bien señor brujo. — Dije dirigiéndome a Tatsuya. — Este es el momento donde usted tendrá que contarme qué tipo de habilidades tiene.
— ¡Tres barcos capitán! Es el alijo de anclas, estamos a media milla marina de ellos. — Seerf tenía una buena vista.
— ¡Atentos marineros! Tendremos que pasar rápido, guardia a babor y a toda vela hacia la costa. — Ordenaba a la tripulación y volvía ante Tatsuya. — Sé que no es hombre de mar, pero espero que pueda ayudar. — Me movía a babor, me quité la chaqueta y me lancé por la borda.
El agua me rodeaba completamente, dejaba que la afinidad con mi elemento se completara, transformándome en dragón. La libertad de estar en el agua era uno de los mejores placeres, nadé al lado del barco y utilicé mis fuerzas para poner las mareas a nuestro favor y hacer que el barco fuera más rápido.
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Primero utilizo mi racial y luego hago uso de mi maestría en control de agua.
Tobias Pharra
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Re: Negocios marítimos [Privado - Tatsuya] [+18] [Cerrado]
—Todo eso suena más "piratesco" que llevar un cargamento de una isla a otra. — le sonreí burlonamente al capitán cuando me explicó qué era el "alijo de anclas". — Ustedes creen en un Dios de la marea, ¿no? ¿"Domar la marea" no contaría como controlar a un Dios?
Sin mucho más que conversar, me dirigí a mis aposentos y reposé sobre un duro camastro, reflexionando sobre los hechos recientes en el archipiélago Illidense. Una cierta sensación de remordimiento me invadía cada vez que imaginaba la misma escena: yo matando a mi padre. Por describirlo, era algo similar a cuando hice lo mismo con mi hermano: un aire gélido recorría mi cuerpo, y sus silbidos resonaban en mis oídos durante horas, llenándome de culpa. Supongo que los marineros lo llamarían "aquilón".
Mi viejo siempre quiso algo mejor para mí. Puede que nunca llegara a ser un lord, pero seguía siendo hijo de Akira Suou, y era un miembro respetado de su clan. ¿Valió la pena tirar todo eso por la borda, para satisfacer la envidia que crecía dentro de mí? Ver todo lo que siguió luego de matar a Genichiro dejaba claro que no, y sin embargo, en el momento en que lo hice sentí un placer inimaginable... solo por unos segundos, luego la cosa fue distinta. De ese momento en adelante, seguí matando a personas por dinero y por la satisfacción que me generaba atravesar corazones con mi katana. Era una forma maravillosa de escapar de la culpa, y ya que los buenos mercenarios no viven demasiado, ya de paso me daría un encontronazo con la tumba. Y aquí estaba, ocho años después, aún de una pieza, con más cicatrices que arrugas, y con otro familiar asesinado por mis propias manos.
Antes de morir, él no me miró con ojos de odio, sino de compasión. No me detestó, ni cuando maté a su heredero, ni cuando hice lo mismo con él. Por el contrario, me animó a cambiar y ser diferente... el problema es que todavía no sé cómo hacerlo. Solo conozco un estilo de vida: la sangre, el dinero y las mujeres.
Debí quedarme dormido sin darme cuenta. Para el momento en que abrí los ojos, el sol descendía por poniente y los primeros tonos granate que anunciaban la noche teñían el cielo. Emergí de mis aposentos, y busqué al capitán Tobias, quien seguía en proa, con las manos en el timón y ordenándole a uno de sus tripulantes que "se fuera al carajo". Sonreí, creyendo que era un insulto, hasta que vi al muchacho trepar un mástil bastante prominente hasta llegar a la cima. «Eso sí que es irse al carajo...», musité. Tobias se volvió a mí con un tono respetuoso, preguntándome sobre mis competencias.
—Además de ser espadachín, controlo el viento. — le respondí mientras acariciaba el mango de mi espada— No soy particularmente bueno con la magia, pero me las arreglo para perfeccionar mi propio estilo. Te sorprendería ver lo versátil que llega a ser una espada con las herramientas adecuadas.
Me vi interrumpido por el subordinado de Tobias, que gritó desde la mesana que estábamos por llegar al alijo de anclas. En respuesta, el capitán se volvió a su tripulación y les ordenó agruparse hacia la izquierda... ¿o fue a la derecha? Nunca me quedaron demasiado claros los conceptos de "babor" y "estribor".
—Me aseguraré de que no pongan pie sobre el barco. — le respondí antes de que se lanzara por la borda. Me asomé, apoyándome del barandal, y no pude verlo flotar. ¿No sabía nadar? Sería demasiado estúpido que un marinero no pudiera hacerlo. De repente, el barco comenzó a sacudirse entre ráfagas de altas olas, que chocaban contra la popa y salpicaban en todas las direcciones. Ahora lo entendía... Tobias controlaba el agua.
Me sujeté de un mástil, luchando contra los tambaleos del navío. Por su parte, el resto de pasajeros no parecían en lo absoluto incomodados. Por el contrario, se mantenían firmes en uno de los costados, esperando las órdenes de su capitán. El barco se movía a toda velocidad en dirección a la isla, propulsado por la marea, que nos aproximaba al territorio enemigo, donde yacían tres naves aguardando nuestra llegada. En cuanto traspasamos su línea de fuego, varios cañonazos salieron disparados desde las lombardas. Ninguno de ellos impactó, pues no anticiparon nuestra velocidad.
A la segunda ráfaga, uno de los proyectiles impactó en la bóveda, llenándola de agua y frenando en gran medida los movimientos del barco. Quedamos varados en la mitad del alijo de anclas, rodeados por el enemigo, mientras nos hundíamos progresivamente en el mar. El más grande de los navíos, cuya bandera ondeaba con el blasón de dos mujeres follando, se nos acercaba con la intención de abordarnos. «Y una mierda nos van a abordar», murmuré mientras canalizaba el éter a través de silbidos.
Los vientos acudieron a mis silbidos, retransmitiéndolos por el aire y condensándose alrededor de la nave, para empujarla en dirección a la isla... y a otra embarcación que estaba atravesada. El sonido gélido de los vientos de invierno resonó en los alrededores, sacudiendo las velas violentamente y, junto con la acción de las olas, nos propulsó a la velocidad de un tiburón en el mar. Pude ver a algunos piratas gritar y lanzarse por la borda, a excepción del capitán, quien se quedó en el medio, mirando fijamente, mientras nuestro barco rompía a la mitad el suyo y se lo llevaba a él de por medio.
Off rol: Utilizo mi especialización, que me permite el control de viento -aunque no de forma perfecta- para empujar el barco
Sin mucho más que conversar, me dirigí a mis aposentos y reposé sobre un duro camastro, reflexionando sobre los hechos recientes en el archipiélago Illidense. Una cierta sensación de remordimiento me invadía cada vez que imaginaba la misma escena: yo matando a mi padre. Por describirlo, era algo similar a cuando hice lo mismo con mi hermano: un aire gélido recorría mi cuerpo, y sus silbidos resonaban en mis oídos durante horas, llenándome de culpa. Supongo que los marineros lo llamarían "aquilón".
Mi viejo siempre quiso algo mejor para mí. Puede que nunca llegara a ser un lord, pero seguía siendo hijo de Akira Suou, y era un miembro respetado de su clan. ¿Valió la pena tirar todo eso por la borda, para satisfacer la envidia que crecía dentro de mí? Ver todo lo que siguió luego de matar a Genichiro dejaba claro que no, y sin embargo, en el momento en que lo hice sentí un placer inimaginable... solo por unos segundos, luego la cosa fue distinta. De ese momento en adelante, seguí matando a personas por dinero y por la satisfacción que me generaba atravesar corazones con mi katana. Era una forma maravillosa de escapar de la culpa, y ya que los buenos mercenarios no viven demasiado, ya de paso me daría un encontronazo con la tumba. Y aquí estaba, ocho años después, aún de una pieza, con más cicatrices que arrugas, y con otro familiar asesinado por mis propias manos.
Antes de morir, él no me miró con ojos de odio, sino de compasión. No me detestó, ni cuando maté a su heredero, ni cuando hice lo mismo con él. Por el contrario, me animó a cambiar y ser diferente... el problema es que todavía no sé cómo hacerlo. Solo conozco un estilo de vida: la sangre, el dinero y las mujeres.
[...]
Debí quedarme dormido sin darme cuenta. Para el momento en que abrí los ojos, el sol descendía por poniente y los primeros tonos granate que anunciaban la noche teñían el cielo. Emergí de mis aposentos, y busqué al capitán Tobias, quien seguía en proa, con las manos en el timón y ordenándole a uno de sus tripulantes que "se fuera al carajo". Sonreí, creyendo que era un insulto, hasta que vi al muchacho trepar un mástil bastante prominente hasta llegar a la cima. «Eso sí que es irse al carajo...», musité. Tobias se volvió a mí con un tono respetuoso, preguntándome sobre mis competencias.
—Además de ser espadachín, controlo el viento. — le respondí mientras acariciaba el mango de mi espada— No soy particularmente bueno con la magia, pero me las arreglo para perfeccionar mi propio estilo. Te sorprendería ver lo versátil que llega a ser una espada con las herramientas adecuadas.
Me vi interrumpido por el subordinado de Tobias, que gritó desde la mesana que estábamos por llegar al alijo de anclas. En respuesta, el capitán se volvió a su tripulación y les ordenó agruparse hacia la izquierda... ¿o fue a la derecha? Nunca me quedaron demasiado claros los conceptos de "babor" y "estribor".
—Me aseguraré de que no pongan pie sobre el barco. — le respondí antes de que se lanzara por la borda. Me asomé, apoyándome del barandal, y no pude verlo flotar. ¿No sabía nadar? Sería demasiado estúpido que un marinero no pudiera hacerlo. De repente, el barco comenzó a sacudirse entre ráfagas de altas olas, que chocaban contra la popa y salpicaban en todas las direcciones. Ahora lo entendía... Tobias controlaba el agua.
Me sujeté de un mástil, luchando contra los tambaleos del navío. Por su parte, el resto de pasajeros no parecían en lo absoluto incomodados. Por el contrario, se mantenían firmes en uno de los costados, esperando las órdenes de su capitán. El barco se movía a toda velocidad en dirección a la isla, propulsado por la marea, que nos aproximaba al territorio enemigo, donde yacían tres naves aguardando nuestra llegada. En cuanto traspasamos su línea de fuego, varios cañonazos salieron disparados desde las lombardas. Ninguno de ellos impactó, pues no anticiparon nuestra velocidad.
A la segunda ráfaga, uno de los proyectiles impactó en la bóveda, llenándola de agua y frenando en gran medida los movimientos del barco. Quedamos varados en la mitad del alijo de anclas, rodeados por el enemigo, mientras nos hundíamos progresivamente en el mar. El más grande de los navíos, cuya bandera ondeaba con el blasón de dos mujeres follando, se nos acercaba con la intención de abordarnos. «Y una mierda nos van a abordar», murmuré mientras canalizaba el éter a través de silbidos.
Los vientos acudieron a mis silbidos, retransmitiéndolos por el aire y condensándose alrededor de la nave, para empujarla en dirección a la isla... y a otra embarcación que estaba atravesada. El sonido gélido de los vientos de invierno resonó en los alrededores, sacudiendo las velas violentamente y, junto con la acción de las olas, nos propulsó a la velocidad de un tiburón en el mar. Pude ver a algunos piratas gritar y lanzarse por la borda, a excepción del capitán, quien se quedó en el medio, mirando fijamente, mientras nuestro barco rompía a la mitad el suyo y se lo llevaba a él de por medio.
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Off rol: Utilizo mi especialización, que me permite el control de viento -aunque no de forma perfecta- para empujar el barco
Tatsuya Suō
Experto
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Nivel de PJ : : 1
Re: Negocios marítimos [Privado - Tatsuya] [+18] [Cerrado]
Ahora el barco se movía violentamente rápido, tanto así que me era difícil mantener el ritmo, el brujo dijo que controlaba el viento, supuse que nos habían impulsado ráfagas de viento gracias a las velas. Poco después sentí un estruendo. Nuestro barco había roto por la mitad a otro que estaba en el medio del trayecto. Podía ver como las partes del barco se sumergían y los marineros que saltaron del barco caían en el agua y difícilmente nadaban por la rápida marea, pasé por el lado de uno de ellos y como no tenía intenciones de gastar mis energías en matar, seguramente se habría llevado el susto de su vida.
Mientras nos alejábamos del peligro, aproveché para revisar el barco, nos habían impactado en la bóveda, de no reparar eso, nos quedaríamos sin barco para regresar, poco nos tardamos en llegar la costa, a la velocidad que íbamos habríamos dado la vuelta a Aerandir en 7 días. Me aseguré de mover el barco hasta la costa, dejándolo parado, saqué el agua de él, volví a mi forma humana y salí del agua.
Subí al bote otra vez, donde la tripulación esperaba mis órdenes. — Recojan las velas, bajen la caja y desembarquen, quiero que arreglen ese hueco antes de que vuelva. — Me dirigí ante Tatsuya un momento. — Buen truco el de las velas. Pero aquí es donde se pone difícil la cosa. — Dije mientras tomaba la caja que había dejado uno de los marineros. — Mierda, sí que pesa, esto lo llevaré yo, como te podrás haber dado cuenta, no soy muy útil en tierra, así que ondea tu espada junto con el viento y esas cosas de brujo. — Continúe mi camino tomando la caja con las dos manos.
Isla Tortuga no era muy grande, así que solamente teníamos que caminar un poco entre los árboles hasta encontrar un campamento donde estaría la gente de Par Pardon esperándonos. Una pregunta invadía mi mente desde que zarpamos y sobretodo ahora más. ¿Qué hay en la puta caja? ¿Y por qué pesa tanto?
Estando en el pequeño bosque, no se tardaron el poner las cosas feas, se oían pasos por la izquierda, y algunos árboles crujir por la derecha. — Tatsuya, desenvaina, aquí ninguna visita es amigable. — Solté la caja para transformarme en dragón, innatamente llevé burbujas de agua hacía mis branquias. Mientras eso pasaba, de los árboles bajaban tres piratas con ropas azules, uno parecía un zorro, otro un humano, y el otro un... ¿Toro? El trío más raro que había visto.
— Te dije que tuvieras cuidado, ya nos descubrieron. — Decía el humano, mientras le daba un golpe en la nuca al toro. Era muy valiente al hacer eso.
— Espera, estos no son. — Dijo el zorro, apuntó al otro lado. — Allí están.
Del otro lado había dos piratas, uno un poco mal herido y el otro cargaba con él. En cuanto oyó al zorro, dejó a su compañero un momento en el suelo, y se posicionó entre unos árboles, lanzó un hacha que viajó bastante rápido y se hundió en el pecho del animal, chilló del dolor y el zorro cayó.
Presenciábamos un enfrentamiento en el bosque, el problema era que estábamos en el medio de él. Teníamos que elegir un bando antes de que alguno arremetiese contra nosotros.
Mientras nos alejábamos del peligro, aproveché para revisar el barco, nos habían impactado en la bóveda, de no reparar eso, nos quedaríamos sin barco para regresar, poco nos tardamos en llegar la costa, a la velocidad que íbamos habríamos dado la vuelta a Aerandir en 7 días. Me aseguré de mover el barco hasta la costa, dejándolo parado, saqué el agua de él, volví a mi forma humana y salí del agua.
Subí al bote otra vez, donde la tripulación esperaba mis órdenes. — Recojan las velas, bajen la caja y desembarquen, quiero que arreglen ese hueco antes de que vuelva. — Me dirigí ante Tatsuya un momento. — Buen truco el de las velas. Pero aquí es donde se pone difícil la cosa. — Dije mientras tomaba la caja que había dejado uno de los marineros. — Mierda, sí que pesa, esto lo llevaré yo, como te podrás haber dado cuenta, no soy muy útil en tierra, así que ondea tu espada junto con el viento y esas cosas de brujo. — Continúe mi camino tomando la caja con las dos manos.
Isla Tortuga no era muy grande, así que solamente teníamos que caminar un poco entre los árboles hasta encontrar un campamento donde estaría la gente de Par Pardon esperándonos. Una pregunta invadía mi mente desde que zarpamos y sobretodo ahora más. ¿Qué hay en la puta caja? ¿Y por qué pesa tanto?
Estando en el pequeño bosque, no se tardaron el poner las cosas feas, se oían pasos por la izquierda, y algunos árboles crujir por la derecha. — Tatsuya, desenvaina, aquí ninguna visita es amigable. — Solté la caja para transformarme en dragón, innatamente llevé burbujas de agua hacía mis branquias. Mientras eso pasaba, de los árboles bajaban tres piratas con ropas azules, uno parecía un zorro, otro un humano, y el otro un... ¿Toro? El trío más raro que había visto.
— Te dije que tuvieras cuidado, ya nos descubrieron. — Decía el humano, mientras le daba un golpe en la nuca al toro. Era muy valiente al hacer eso.
— Espera, estos no son. — Dijo el zorro, apuntó al otro lado. — Allí están.
Del otro lado había dos piratas, uno un poco mal herido y el otro cargaba con él. En cuanto oyó al zorro, dejó a su compañero un momento en el suelo, y se posicionó entre unos árboles, lanzó un hacha que viajó bastante rápido y se hundió en el pecho del animal, chilló del dolor y el zorro cayó.
Presenciábamos un enfrentamiento en el bosque, el problema era que estábamos en el medio de él. Teníamos que elegir un bando antes de que alguno arremetiese contra nosotros.
Tobias Pharra
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Re: Negocios marítimos [Privado - Tatsuya] [+18] [Cerrado]
La acción motriz de la marea y el viento nos llevaron a la isla a suficiente velocidad como para atravesarla de extremo a extremo. Me sentí intimidado por los próximos minutos, intentando controlar la dirección del viento para detenernos, pero las piernas empezaban a pesarme y el éter fluía cada vez más débil dentro de mí. Por suerte, Tobias venía con frenos incorporados y nos ancló gentilmente en un banco de arena. Descendí por uno de los botes auxiliares con ayuda de los tripulantes, que soltaban la cuerda de una polea, y toqué tierra para recibir al capitán, quien recuperaba su forma humana, dejando entrever branquias en su cuello, que se cerraban rápidamente. Entrecerré los ojos, preguntándome cuál podría ser el origen de tal abominación: ¿un hombre-pez? ¿Era tan siquiera posible?
Me rasqué el mentón, examinando los daños de la nave: la bodega ahora era observable desde el exterior, a través de un cráter en cuyo interior yacían tres balas de cañón. La superficie de la proa fue biselada por el impacto y algunos fragmentos de madera del barandal colgaban a sus extremos. Pelé los ojos, confundido, cuando Tobias le ordenó a su tripulación el "arreglar el hueco antes de que volviera". ¡Tan siquiera pensar que el barco pudiera volver a navegar era una tontería!
Sea como fuere, a continuación tomó nuestro cargamento y decidió llevarla el mismo, a lo que enarqué una ceja.
—Creí que los capitanes le pedían a sus subordinados hasta hacerles el "favorcito" cuando se sienten solos. — dije con una sonrisa socarrona, levantando el tono de voz en la palabra "favor" — No te preocupes, te tengo cubierto. De cualquier forma, no podría robarme la caja ni aunque lo quisiera. — hice una pausa para sopesar mis palabras — Creo que... deberías usar alguno de tus poderes para robarte una de las embarcaciones del alijo de anclas. Dudo que tus hombres puedan reparar el "problemita" de la bodega pronto.
Nos adentramos en la espesura del bosque, a lo que me limité a seguir los pasos del patrón. Era mi primera experiencia en la isla y no era demasiado distinta de pasear por cualquier playa en el culo del mundo: muchos mosquitos, calor, el olor a sal, sonidos raros entre los arbustos y el agobiante chillido de las gaviotas.
Para nuestra sorpresa, el pintoresco trío de un humano, un zorro y un turo emergió de la copa de un árbol. Ya que podían ser una amenaza, mi compañero adoptó su forma de... ¿dragón? No sabría cómo describirlo. Tenía el rostro de uno, pero su cuerpo era alargado y carecía de alas, como una serpiente gigante. El problema residía ahora en cómo se iba a mover... o quizás solo quería unirse a la fiesta de animales.
«Es un poquito corto de mente el pobre» — concluí en mi voz interior.
Los desconocidos nos señalaron, y en respuesta sujeté el mango de mi espada, colocando mi pierna derecha hacia atrás para adoptar mi postura de combate. El humano dijo algo sobre "haber sido descubiertos", a lo que el zorro lo negó, dirigiendo su mirada a un segundo grupo de personas, esta vez dos piratas, estando uno de ellos malherido. Sin saber cómo, empezó el combate, y el hombre-zorro acabó por ser la primera baja. Chasqueé la lengua y desenvainé mi katana, acompañada por su silbido característico.
¡Tobias! Llévate la caja a un sitio seguro. Yo me encargo de esto. — le instigué con autoridad, incluso si estaba bajo sus órdenes.
Ladeé la cabeza al notar que los "contrarios" apenas y nos prestaron atención. El humano y el toro, furiosos por la muerte de su amigo, se abalanzaron vehementemente sobre el pobre diablo que arrojó el hacha. Ya que estaba desarmado, este se limitó a huir, lo cual no resultó muy efectivo: el toro cargó con sus cuernos y atravesó su abdomen, alzándolo y golpeándolo una y otra vez contra la arena hasta tapizarla con el color rojizo de la sangre y algunas vísceras que se deslizaban sobre el suelo. Por su parte, el humano tomó el hacha del cadáver de su amigo y decapitó al pirata malherido. La batalla fue tan rápida que apenas y tuve tiempo de reaccionar.
—¡Tú! ¡Sí, tú! ¡El barbudo! — el toro me señaló con sus cuernos, de los que colgaba el torso de su víctima — ¿Qué es esa caja que llevas contigo?
—¿Que acaso eres idiota, Taurón? — irrumpió el humano — ¡A ti qué te importa lo que lleva! Lo matas y te lo robas. ¡Listo!
—Pero... el jefe dijo que estábamos buscando una caja similar. ¿No será eso a lo que se refería? — respondió la bestia con una voz grave y desconcertada.
—¡Ah, sí! ¡Mierda! Casi lo había olvidado. ¡¿Por qué no me lo recordaste, imbécil?! ¡Ya sabes que tengo mala memoria!
Y siguieron discutiendo entre sí, ignorando mi presencia. Hice un gesto como si me limara las uñas con el filo de la katana y las soplé, a manera de mofa. El hombre-bestia, al verlo, expulsó una nube de vapor por sus nariz.
—¿Qué me ves, caraculo? — inquirí con el ceño fruncido — Mira que yo no desperdicio la buena carne restregándola en la arena. Apuesto a que contigo podría hacer un asado para toda la tripulación.
El bruto no lo pensó dos veces: restregó sus pezuñas en la tierra y tomó un impulso en mi dirección, cargando con todas sus fuerzas. Alcé mi espada, cerré los ojos, e inhalé fervientemente. Sentí el aire llenar mis pulmones y el éter fluir a través de mi cuerpo, hasta las yemas de mis dedos. Desde allí, una corriente de viento rodeó el filo de mi espada y se condensó en su periferia como un aura(1). Abrí los ojos y la bestia estaba justo frente a mí. Me moví con la ligereza de una hoja sobre el viento y con la rapidez de los colibríes, deslizando el acero del arma por el torso de la bestia. Esta mugió y retrocedió entre chillidos pavorosos, tratando de huir de mis garras. «Curioso cómo se invierten las tornas...», mascullé al arrojar mi espada y penetrar su cuello.
—¡Olé! — exclamé con una reverencia al ver su cuerpo caer.
Al espabilar, no pude ver ni al humano ni a Tobías. ¿Estarían peleando? ¿Dónde?
Off rol: (1) Hago uso de la habilidad "Filo de Suõ
Ou"
Me rasqué el mentón, examinando los daños de la nave: la bodega ahora era observable desde el exterior, a través de un cráter en cuyo interior yacían tres balas de cañón. La superficie de la proa fue biselada por el impacto y algunos fragmentos de madera del barandal colgaban a sus extremos. Pelé los ojos, confundido, cuando Tobias le ordenó a su tripulación el "arreglar el hueco antes de que volviera". ¡Tan siquiera pensar que el barco pudiera volver a navegar era una tontería!
Sea como fuere, a continuación tomó nuestro cargamento y decidió llevarla el mismo, a lo que enarqué una ceja.
—Creí que los capitanes le pedían a sus subordinados hasta hacerles el "favorcito" cuando se sienten solos. — dije con una sonrisa socarrona, levantando el tono de voz en la palabra "favor" — No te preocupes, te tengo cubierto. De cualquier forma, no podría robarme la caja ni aunque lo quisiera. — hice una pausa para sopesar mis palabras — Creo que... deberías usar alguno de tus poderes para robarte una de las embarcaciones del alijo de anclas. Dudo que tus hombres puedan reparar el "problemita" de la bodega pronto.
Nos adentramos en la espesura del bosque, a lo que me limité a seguir los pasos del patrón. Era mi primera experiencia en la isla y no era demasiado distinta de pasear por cualquier playa en el culo del mundo: muchos mosquitos, calor, el olor a sal, sonidos raros entre los arbustos y el agobiante chillido de las gaviotas.
Para nuestra sorpresa, el pintoresco trío de un humano, un zorro y un turo emergió de la copa de un árbol. Ya que podían ser una amenaza, mi compañero adoptó su forma de... ¿dragón? No sabría cómo describirlo. Tenía el rostro de uno, pero su cuerpo era alargado y carecía de alas, como una serpiente gigante. El problema residía ahora en cómo se iba a mover... o quizás solo quería unirse a la fiesta de animales.
«Es un poquito corto de mente el pobre» — concluí en mi voz interior.
Los desconocidos nos señalaron, y en respuesta sujeté el mango de mi espada, colocando mi pierna derecha hacia atrás para adoptar mi postura de combate. El humano dijo algo sobre "haber sido descubiertos", a lo que el zorro lo negó, dirigiendo su mirada a un segundo grupo de personas, esta vez dos piratas, estando uno de ellos malherido. Sin saber cómo, empezó el combate, y el hombre-zorro acabó por ser la primera baja. Chasqueé la lengua y desenvainé mi katana, acompañada por su silbido característico.
¡Tobias! Llévate la caja a un sitio seguro. Yo me encargo de esto. — le instigué con autoridad, incluso si estaba bajo sus órdenes.
Ladeé la cabeza al notar que los "contrarios" apenas y nos prestaron atención. El humano y el toro, furiosos por la muerte de su amigo, se abalanzaron vehementemente sobre el pobre diablo que arrojó el hacha. Ya que estaba desarmado, este se limitó a huir, lo cual no resultó muy efectivo: el toro cargó con sus cuernos y atravesó su abdomen, alzándolo y golpeándolo una y otra vez contra la arena hasta tapizarla con el color rojizo de la sangre y algunas vísceras que se deslizaban sobre el suelo. Por su parte, el humano tomó el hacha del cadáver de su amigo y decapitó al pirata malherido. La batalla fue tan rápida que apenas y tuve tiempo de reaccionar.
—¡Tú! ¡Sí, tú! ¡El barbudo! — el toro me señaló con sus cuernos, de los que colgaba el torso de su víctima — ¿Qué es esa caja que llevas contigo?
—¿Que acaso eres idiota, Taurón? — irrumpió el humano — ¡A ti qué te importa lo que lleva! Lo matas y te lo robas. ¡Listo!
—Pero... el jefe dijo que estábamos buscando una caja similar. ¿No será eso a lo que se refería? — respondió la bestia con una voz grave y desconcertada.
—¡Ah, sí! ¡Mierda! Casi lo había olvidado. ¡¿Por qué no me lo recordaste, imbécil?! ¡Ya sabes que tengo mala memoria!
Y siguieron discutiendo entre sí, ignorando mi presencia. Hice un gesto como si me limara las uñas con el filo de la katana y las soplé, a manera de mofa. El hombre-bestia, al verlo, expulsó una nube de vapor por sus nariz.
—¿Qué me ves, caraculo? — inquirí con el ceño fruncido — Mira que yo no desperdicio la buena carne restregándola en la arena. Apuesto a que contigo podría hacer un asado para toda la tripulación.
El bruto no lo pensó dos veces: restregó sus pezuñas en la tierra y tomó un impulso en mi dirección, cargando con todas sus fuerzas. Alcé mi espada, cerré los ojos, e inhalé fervientemente. Sentí el aire llenar mis pulmones y el éter fluir a través de mi cuerpo, hasta las yemas de mis dedos. Desde allí, una corriente de viento rodeó el filo de mi espada y se condensó en su periferia como un aura(1). Abrí los ojos y la bestia estaba justo frente a mí. Me moví con la ligereza de una hoja sobre el viento y con la rapidez de los colibríes, deslizando el acero del arma por el torso de la bestia. Esta mugió y retrocedió entre chillidos pavorosos, tratando de huir de mis garras. «Curioso cómo se invierten las tornas...», mascullé al arrojar mi espada y penetrar su cuello.
—¡Olé! — exclamé con una reverencia al ver su cuerpo caer.
Al espabilar, no pude ver ni al humano ni a Tobías. ¿Estarían peleando? ¿Dónde?
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Última edición por Tatsuya Suō el Dom Sep 22 2019, 15:00, editado 2 veces
Tatsuya Suō
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Re: Negocios marítimos [Privado - Tatsuya] [+18] [Cerrado]
No hizo falta escoger un bando, el hombre-toro se abalanzó sobre el humano en una arremetida que hizo estruendo entre los arboles. Atravesó su pecho y lo masacró, dejando lo poco de lo que quedó del humano en el piso. Mató a su herido compañero y se dirigió a Tatsuya.
Discutía con el brujo, luego con su compañero, luego con el brujo otra vez. El toro era muy agresivo, cargó contra Tatsuya, mientras trataba de ver ese combate, el compañero del toro pasó al lado mío, al principio pensé que querría atacarme, pero fue más listo que eso. Era un brujo, y usó sus poderes telekineticos para mover la caja, la puso encima de él y comenzó a correr. Ya estaba en la forma dragón, seguirlo no iba a ser fácil, igual lo intenté.
Pronto escuché un golpe, como si alguien cayera contra el piso, no me había equivocado el brujo era muy hábil con la espada, parecía que el toro había caído, un Tatsuya no pesaría tanto, ¿verdad? Yo seguía al otro brujo. — Cómo corre el hijo de puta. — Se alejaba muy rápido y para mí era difícil serpentear, volver a mi forma humana iba a hacer que me tardara más. Luego de unos minutos de persecución ya me estaba dejando a atrás. — Mierda. — De pronto, yo era más rápido, o ¿él más lento? Sí, él más lento, parece que el brujo estaba cansado, todo eso había sido un sprint.
Desde lejos podía ver como poco a poco disminuía su ritmo, pronto comencé a ver la caja tambalearse. Unos segundos después el brujo se detuvo, intentó tomar aire, pero sus habilidades físicas y mentales le habían fallado. La caja cayó sobre él, aplastándolo y aplanándolo en la tierra. Su piel se rasgó producto de sus huesos rotos, el peso de la caja destruyó todos su órganos y desde los restos lo de que se podría llamar su cuerpo, una violenta ráfaga de sangre salió y sus carnes y órganos se esparcieron por todo el panorama, pintando la tierra, los árboles y el monte cercano de rojo. Incluso un poco llegó a mi cara — Mieeeeeeerda Jimmy, no quiero ni pensar en eso. — Jimmy no era alguien que conociese, solo era una expresión.
Luego de ver la brutal escena, sí volví a mi forma humana, me acerqué a la caja para agarrarla, se resbaló un momento por toda la sangre que había en ella, se había roto un poco la caja por debajo, le di vuelta y se podía ver el contenido en ella, un brillo color dorado cubría mi rostro. — Vaya, así que eso era. — Volví a poner la madera rota en su sitio y se cerró casi por completo la caja.
Cuando regresé a ver lo que sucedía a mi alrededor, una flecha pasó cerca de mi pie, volteé y había un pirata en un árbol.
— Jefe, venga. — Decía mientras me apuntaba.
De los árboles cubiertos de rojo se descubría la figura de un hombre con un parche, un sombrero e iba con el pecho descubierto.
— Mira nada más lo que nos ha traído la marea.
Discutía con el brujo, luego con su compañero, luego con el brujo otra vez. El toro era muy agresivo, cargó contra Tatsuya, mientras trataba de ver ese combate, el compañero del toro pasó al lado mío, al principio pensé que querría atacarme, pero fue más listo que eso. Era un brujo, y usó sus poderes telekineticos para mover la caja, la puso encima de él y comenzó a correr. Ya estaba en la forma dragón, seguirlo no iba a ser fácil, igual lo intenté.
Pronto escuché un golpe, como si alguien cayera contra el piso, no me había equivocado el brujo era muy hábil con la espada, parecía que el toro había caído, un Tatsuya no pesaría tanto, ¿verdad? Yo seguía al otro brujo. — Cómo corre el hijo de puta. — Se alejaba muy rápido y para mí era difícil serpentear, volver a mi forma humana iba a hacer que me tardara más. Luego de unos minutos de persecución ya me estaba dejando a atrás. — Mierda. — De pronto, yo era más rápido, o ¿él más lento? Sí, él más lento, parece que el brujo estaba cansado, todo eso había sido un sprint.
Desde lejos podía ver como poco a poco disminuía su ritmo, pronto comencé a ver la caja tambalearse. Unos segundos después el brujo se detuvo, intentó tomar aire, pero sus habilidades físicas y mentales le habían fallado. La caja cayó sobre él, aplastándolo y aplanándolo en la tierra. Su piel se rasgó producto de sus huesos rotos, el peso de la caja destruyó todos su órganos y desde los restos lo de que se podría llamar su cuerpo, una violenta ráfaga de sangre salió y sus carnes y órganos se esparcieron por todo el panorama, pintando la tierra, los árboles y el monte cercano de rojo. Incluso un poco llegó a mi cara — Mieeeeeeerda Jimmy, no quiero ni pensar en eso. — Jimmy no era alguien que conociese, solo era una expresión.
Luego de ver la brutal escena, sí volví a mi forma humana, me acerqué a la caja para agarrarla, se resbaló un momento por toda la sangre que había en ella, se había roto un poco la caja por debajo, le di vuelta y se podía ver el contenido en ella, un brillo color dorado cubría mi rostro. — Vaya, así que eso era. — Volví a poner la madera rota en su sitio y se cerró casi por completo la caja.
Cuando regresé a ver lo que sucedía a mi alrededor, una flecha pasó cerca de mi pie, volteé y había un pirata en un árbol.
— Jefe, venga. — Decía mientras me apuntaba.
De los árboles cubiertos de rojo se descubría la figura de un hombre con un parche, un sombrero e iba con el pecho descubierto.
— Mira nada más lo que nos ha traído la marea.
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Tobias Pharra
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—¡Parra! ¡Parra! — voceé, arrastrando los pies por la arena — ¡¿Dónde te has metido?!.
En definitiva, el muy cabrón se había desvanecido. A tal punto, ya me imaginaba que habría escapado con el botín de la caja, y yo seguía caminando en línea recta como idiota, esperando recibir una señal. Me detuve, y conseguí distinguir en el suelo la silueta de una enorme serpiente, zigzagueando en dirección a unos arbustos. Seguí el rastro, y eventualmente me conseguí con el infame capitán y la caja embadurnada en sangre, en cuyo interior rutilaba una luz dorada. No conseguí ver qué había en su interior, pues Tobías se interponía en medio. Sin embargo, pude notar su reacción: no parecía sorprendido, lo cual oscurecía aún más el enigma. Finalmente cubrió el orificio del cargamento y se reincorporó cuando una flecha cayó a centímetros de sus pies. Alcé la vista a una de las palmeras, de donde colgaba un arquero que apuntaba con su segundo proyectil a la cabeza de Parra. Me oculté tras unos arbustos, escuchando la emergente conversación:
—¡Mira nada más lo que nos trajo la marea! — exclamó una voz desconocida — ¿Acaso eres un perrito? No, claro que no. ¡Eres un dragoncito! Y sin embargo, le lames los pies al viejo verde de Pal Pardon.
»Me temo que estás muy lejos de tu hogar, querido. Lo de ustedes es el frío de Dundarak; alta mar le pertenece a los verdaderos hombres. — hizo una breve pausa, supongo que para inspeccionar al dragón — ... Sin embargo, eres bastante buen mozo. Eso no lo puedo negar. Sería un desperdicio matarte, así que seré directo contigo: me entregas ese cargamento que tienes, y te marchas. Tu vida no merece la estúpida apuesta de Pal Pardon, créeme.
¿Apuesta? ¿Pal Pardon? No supe a qué se refería, pero si algo era seguro, es que sin cargamento no había paga. Impulsado por el dinero, me escabullí entre los arbustos, haciendo a la brisa silbar para enmudecer mis pasos. El arquero de la palmera era el problema primordial, así que me aproximé sigilosamente a su posición y acaricié su tronco: era delgado, pero también resistente. Tendría que canalizar bastante éter en mi espada para atravesarlo.
En concordancia, inhalé profundamente, permitiendo al aire llenar mis pulmones. En cuanto la hoja estuvo lista, retrocedí dos pasos, espacié mis piernas y asesté un tajo firme que tumbó el árbol. No hizo falta rematar al pirata, ya que murió con la caída. Por su parte, el "jefe" interrumpió su conversación con Parra para voltearse y encontrarse con su hombre muerto. Su expresión mordaz no cambió en lo más mínimo. Por lo contrario, sonrió de manera arrogante, abriendo sus brazos en un gesto provocativo:
—Mátame si puedes, brujito. — declaró con su voz fanfarrona.
Su forma de provocarme me crispó los nervios y las venas se me marcaron en la frente. ¡Solo yo podía ser el maldito fanfarrón! Sin pensarlo dos veces, cargué al ataque contra el hombre, que evadió cada uno de mis tajos con gracia, aún a pesar de la velocidad aumentada del filo de Suou. Su flexibilidad era casi inhumana; predecía cada uno de mis movimientos como si yo fuera un libro abierto. Bailoteaba a mi alrededor, se deslizaba bajo el filo de mi katana cuando golpeaba horizontalmente e incluso me toreaba con una risita petulante. Conforme seguía el combate, mi sangre ardía dentro de mis venas, deseosa por bañarme en la agonía de aquél hideputa. Cuando las cosas se tornaron serias, desenvainó su espada y nuestros aceros resonaron al chocar entre sí, destellando bajo el ardiente sol. El constante uso del éter me extenuó físicamente, por lo que se me dificultaba evadir sus cortes, que eran rápidos y certeros. En contraparte, decidí adoptar la postura defensiva de paraguas: punto hacia el suelo, pomo hacia el cielo, para bloquear sus ataques sin romper el borde precioso de Rompejuramentos.
La batalla transcurrió por varios minutos, donde su sable se deslizaba por el ángulo inclinado de mi espada, sin que ninguno de los dos consiguiera hacerle daño al otro. Eventualmente cambiamos de escenario a la orilla del mar, donde el agua nos cubría hasta la cintura. Hice acopio del ingenio por el que soy conocido, utilizando el borde precioso de Rompejuramentos para levantar algo de agua marina y vertirla en su rostro, cegándolo momentáneamente.
¡Bingo!
Aproveché la apertura en su defensa y di un brinco para darle el golpe de gracia. En realidad, quien abrió su defensa fui yo, y el mozo aprovechó la oportunidad para rajarme de lado a lado el pecho. El dolor fue tal, que aullé y dejé caer mi arma al mar. Pudo rajarme un pulmón, pero por suerte invoqué una corriente de aire que me hizo retroceder, zafándome del ataque mortal.
—Parece que los guerreros del clan Suou son tan fuertes como se dice. Me gusta eso. — graznó el pirata, permitiéndome vislumbrar su ojo derecho al descubierto. Su color era completamente distinto al izquierdo: tenía un color ámbar, y su pupila una forma de equis. Este se contorsionaba erráticamente hacia todas las direcciones — Me presento. Yo soy Arkael Leclaire, aunque prefiero mi apodo de pirata: "El ojo e' pepa".
—¿El ojo e' pepa? — esbocé una risotada — Ustedes los piratas son bastante ingeniosos con sus nombres.
—No es primera vez que conozco a un miembro de tu clan. Genichiro Suou alguna vez viajó en mi navío, dirección a Beltrexus. Adivina cuál era su apodo: ¡el tira-china! Te lo aseguro, mis hombres pueden ser idiotas para todo, menos para eso. — su ojo se detuvo fijamente en mi dirección y me sentí invadido, como si examinasen mi alma — ¿Qué es esto que percibo? ¿Culpa? ¿Tristeza?
Un escalofrío recorrió mi espina dorsal, como consecuencia a sus preguntas. ¿Podía ver a través de mi alma?
—Sed de sangre. Eso es lo que percibes.. — gruñí — Yo maté a Genichiro con mis propias manos, de la misma forma que planeo hacer contigo.
—Era un gran guerrero, igual que tú. Podría decir que la diferencia entre nuestros niveles es casi milimétrica...
— hizo una breve pausa, y aseveró el tono — Por apenas milímetros, habrás perdido este combate.
Enterré mis manos en el agua y silbé, expulsando el éter desde las yemas de mis dedos y conectándolas mediante finos filamentos de aire a Rompejuramentos, envolviéndola por una capa de aire que le confirió fuerza centrífuga. Esta giró alrededor de mi adversario, formando un espiral y finalmente un remolino que lo atrapó en una violenta corriente, arrastrándolo hacia su centro, donde yacía mi espada en constante rotación. Me regocijé al vislumbrar el terror en su rostro y sus intentos por nadar a contracorriente, antes de entrar en contacto con la hoja de acero y ser picado en pedacitos.
En definitiva, el muy cabrón se había desvanecido. A tal punto, ya me imaginaba que habría escapado con el botín de la caja, y yo seguía caminando en línea recta como idiota, esperando recibir una señal. Me detuve, y conseguí distinguir en el suelo la silueta de una enorme serpiente, zigzagueando en dirección a unos arbustos. Seguí el rastro, y eventualmente me conseguí con el infame capitán y la caja embadurnada en sangre, en cuyo interior rutilaba una luz dorada. No conseguí ver qué había en su interior, pues Tobías se interponía en medio. Sin embargo, pude notar su reacción: no parecía sorprendido, lo cual oscurecía aún más el enigma. Finalmente cubrió el orificio del cargamento y se reincorporó cuando una flecha cayó a centímetros de sus pies. Alcé la vista a una de las palmeras, de donde colgaba un arquero que apuntaba con su segundo proyectil a la cabeza de Parra. Me oculté tras unos arbustos, escuchando la emergente conversación:
—¡Mira nada más lo que nos trajo la marea! — exclamó una voz desconocida — ¿Acaso eres un perrito? No, claro que no. ¡Eres un dragoncito! Y sin embargo, le lames los pies al viejo verde de Pal Pardon.
»Me temo que estás muy lejos de tu hogar, querido. Lo de ustedes es el frío de Dundarak; alta mar le pertenece a los verdaderos hombres. — hizo una breve pausa, supongo que para inspeccionar al dragón — ... Sin embargo, eres bastante buen mozo. Eso no lo puedo negar. Sería un desperdicio matarte, así que seré directo contigo: me entregas ese cargamento que tienes, y te marchas. Tu vida no merece la estúpida apuesta de Pal Pardon, créeme.
¿Apuesta? ¿Pal Pardon? No supe a qué se refería, pero si algo era seguro, es que sin cargamento no había paga. Impulsado por el dinero, me escabullí entre los arbustos, haciendo a la brisa silbar para enmudecer mis pasos. El arquero de la palmera era el problema primordial, así que me aproximé sigilosamente a su posición y acaricié su tronco: era delgado, pero también resistente. Tendría que canalizar bastante éter en mi espada para atravesarlo.
En concordancia, inhalé profundamente, permitiendo al aire llenar mis pulmones. En cuanto la hoja estuvo lista, retrocedí dos pasos, espacié mis piernas y asesté un tajo firme que tumbó el árbol. No hizo falta rematar al pirata, ya que murió con la caída. Por su parte, el "jefe" interrumpió su conversación con Parra para voltearse y encontrarse con su hombre muerto. Su expresión mordaz no cambió en lo más mínimo. Por lo contrario, sonrió de manera arrogante, abriendo sus brazos en un gesto provocativo:
—Mátame si puedes, brujito. — declaró con su voz fanfarrona.
Su forma de provocarme me crispó los nervios y las venas se me marcaron en la frente. ¡Solo yo podía ser el maldito fanfarrón! Sin pensarlo dos veces, cargué al ataque contra el hombre, que evadió cada uno de mis tajos con gracia, aún a pesar de la velocidad aumentada del filo de Suou. Su flexibilidad era casi inhumana; predecía cada uno de mis movimientos como si yo fuera un libro abierto. Bailoteaba a mi alrededor, se deslizaba bajo el filo de mi katana cuando golpeaba horizontalmente e incluso me toreaba con una risita petulante. Conforme seguía el combate, mi sangre ardía dentro de mis venas, deseosa por bañarme en la agonía de aquél hideputa. Cuando las cosas se tornaron serias, desenvainó su espada y nuestros aceros resonaron al chocar entre sí, destellando bajo el ardiente sol. El constante uso del éter me extenuó físicamente, por lo que se me dificultaba evadir sus cortes, que eran rápidos y certeros. En contraparte, decidí adoptar la postura defensiva de paraguas: punto hacia el suelo, pomo hacia el cielo, para bloquear sus ataques sin romper el borde precioso de Rompejuramentos.
La batalla transcurrió por varios minutos, donde su sable se deslizaba por el ángulo inclinado de mi espada, sin que ninguno de los dos consiguiera hacerle daño al otro. Eventualmente cambiamos de escenario a la orilla del mar, donde el agua nos cubría hasta la cintura. Hice acopio del ingenio por el que soy conocido, utilizando el borde precioso de Rompejuramentos para levantar algo de agua marina y vertirla en su rostro, cegándolo momentáneamente.
¡Bingo!
Aproveché la apertura en su defensa y di un brinco para darle el golpe de gracia. En realidad, quien abrió su defensa fui yo, y el mozo aprovechó la oportunidad para rajarme de lado a lado el pecho. El dolor fue tal, que aullé y dejé caer mi arma al mar. Pudo rajarme un pulmón, pero por suerte invoqué una corriente de aire que me hizo retroceder, zafándome del ataque mortal.
—Parece que los guerreros del clan Suou son tan fuertes como se dice. Me gusta eso. — graznó el pirata, permitiéndome vislumbrar su ojo derecho al descubierto. Su color era completamente distinto al izquierdo: tenía un color ámbar, y su pupila una forma de equis. Este se contorsionaba erráticamente hacia todas las direcciones — Me presento. Yo soy Arkael Leclaire, aunque prefiero mi apodo de pirata: "El ojo e' pepa".
—¿El ojo e' pepa? — esbocé una risotada — Ustedes los piratas son bastante ingeniosos con sus nombres.
—No es primera vez que conozco a un miembro de tu clan. Genichiro Suou alguna vez viajó en mi navío, dirección a Beltrexus. Adivina cuál era su apodo: ¡el tira-china! Te lo aseguro, mis hombres pueden ser idiotas para todo, menos para eso. — su ojo se detuvo fijamente en mi dirección y me sentí invadido, como si examinasen mi alma — ¿Qué es esto que percibo? ¿Culpa? ¿Tristeza?
Un escalofrío recorrió mi espina dorsal, como consecuencia a sus preguntas. ¿Podía ver a través de mi alma?
—Sed de sangre. Eso es lo que percibes.. — gruñí — Yo maté a Genichiro con mis propias manos, de la misma forma que planeo hacer contigo.
—Era un gran guerrero, igual que tú. Podría decir que la diferencia entre nuestros niveles es casi milimétrica...
— hizo una breve pausa, y aseveró el tono — Por apenas milímetros, habrás perdido este combate.
Enterré mis manos en el agua y silbé, expulsando el éter desde las yemas de mis dedos y conectándolas mediante finos filamentos de aire a Rompejuramentos, envolviéndola por una capa de aire que le confirió fuerza centrífuga. Esta giró alrededor de mi adversario, formando un espiral y finalmente un remolino que lo atrapó en una violenta corriente, arrastrándolo hacia su centro, donde yacía mi espada en constante rotación. Me regocijé al vislumbrar el terror en su rostro y sus intentos por nadar a contracorriente, antes de entrar en contacto con la hoja de acero y ser picado en pedacitos.
Tatsuya Suō
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Re: Negocios marítimos [Privado - Tatsuya] [+18] [Cerrado]
La palmera en la que estaba aquel hombre del arco cayó. — Tatsuya. — Me dije, mientras su cuerpo pronosticaba un encuentro salvaje con el piso, de sus manos salió una flecha, viajó por el aire de manera ágil y por azar de los dioses se depósito en el cráneo de un pobre loro, lo estampó contra un árbol y lo manchó de sangre. El karma funcionó como siempre, y el pirata se estrelló contra el piso; muriendo.
Antes de eso, el tuerto tonto, me estaba haciendo enojar mucho, hablando sobre como altamar le pertenecía a los hombres de verdad y tal y cuál. No tardó en discutir con el brujo, el cual, obviamente estaba molesto, salió de entre los arbustos y arremetió contra él. — Tatsuya no tiene oportunidades. — Pensé al ver cómo el tuerto esquivaba todos los ataques del espadachín y se mofaba de aquello, pronto comenzaron un duelo de espadas, que era difícil de seguir de lo rápidos que eran. Tatsuya se defendía y el otro seguía atacando sin parar, traté de seguirlo, pero ni de lejos llegaría, el peso de la caja y la velocidad que tenían. Tatsuya se acercó al mar — ¡Es un genio el hombre! — Exclamé, sabía que ahí podría ayudarlo, aunque no hizo falta...
Acabó pronto con él, alguno de sus trucos de brujo de viento. Un vórtice de sangre salió de donde se encontraba el contrincante de Tatsuya.
— ¡OH DIOS MÍO! Mataron a Arkael, hijos de puta. — Se oyó una voz cerca de mí. — Los mataré a todos, y empezaré por ti. — Me volteé y el de la amenaza me apuntaba. Podía ver al hombre-bestia, era una especie de anfibio creo, con escamas y aletas, era curioso que respirara en tierra.
Solté la caja. — Nuestro combate será legendario. — Dije exaltado, el hombre-bestia parecía más rápido que yo, pero no dudaba en poder derrotarlo con facilidad. Saltó hacia mi y me dio con su lanza en la pierna, sangré un poco, no logró clavarme ni nada, solo me cortó. — Fiu. — Suspiré y me fui corriendo al agua mientras me convertía en dragón, necesitaba ganar esa ventaja.
— Jajajaja, qué tonto eres, a mí me dicen el pescao' nado más rápido que cualquiera. — Me siguió, corriendo. Terminé de transformarme y serpentee hasta hundirme en el agua. — Ah carajo, este también es otro pescao'. — Él hizo un salto como de dos metros y se zambulló en el agua. Era cierto, nadaba más rápido que cualquiera, pero yo iba a valerme de mi fuerza.
Se impulso rápido hacia mí, demasiado rápido, de un momento a otro ya me había hecho dos heridas con su lanza y ni siquiera pude alcanzarlo con mi cola o con mis dientes, intentaba eludirlo esperando que se cansara más rápido que yo, volvió contra mí está vez apuntaba a mi cabeza, pude esquivarlo, pero se pegó a mi espalda con su mano, cosa de la que no me di cuenta hasta que lanzó su arma contra mí, me dio en lo que en términos de anatomía humana sería una pierna, sería difícil moverme y estaba sangrando.
Rápidamente se despegó de mi, y volvió a tomar su lanza. — Malparido, es demasiado rápido. — Se alejó, y ahora venía hacia mí. — ¡Pero yo puedo predecirlo! — Él no conocía mi capacidad para controlar el agua, y creo que tampoco se lo esperaría, sabía que vendría hacía mi cara, cerré los ojos, y el éter empezó a fluir desde dentro, cerré la boca por completo y comencé a expulsar agua de mis entrañas, dentro de mi mandíbula se acumulaba una presión inmensa, tanta que apenas podía aguantarla, incluso podía sentir el éter pasando por mis entrañas y acumulando ahí con una gran intensidad, quemaba del poder.
Cuando se acercó el pescao', abrí los ojos, mostrando una luz azul en ellos, abrí la boca y se desató una fuerza enorme, como una explosión, el chorro chocó con el pecho del pez, sacándolo del agua. Fuera del mar se pudo ver una torre de agua que lanzó al pez por los aires. — Este es el momento. — Con las pocas fuerzas que me quedaban junto con mi control de agua me impulsé para saltar.
Salí del agua y ahí estaba el pez, inmóvil ante mi ataque, no podría moverse en el aire, así que me preparé, abrí mi boca para morderlo. El pez no era ningún tonto, trató de clavarme su lanza, creí que era mi fin, pero estaba algo noqueado por el choque de agua, no pudo si quiera mover la lanza. Ya era mi presa, ahora su torso se encontraba entre mis dientes, los encajé en su piel y presioné con todas mis fuerzas. Lo desgarraba y él, inmutable solo sangraba, comencé a agitarme de lado a lado con furia para que perdiera toda la sangre posible.
Poco después, se rompió el cuerpo del pez, se desprendieron dos partes de él, sus brazos y cabeza y del otro lado la cintura y sus piernas. Por mi cuello corría sangre y el mar cerca de mí se teñía de rojo. Antes de calmarme festejé mi victoria con un rugido.
Antes de eso, el tuerto tonto, me estaba haciendo enojar mucho, hablando sobre como altamar le pertenecía a los hombres de verdad y tal y cuál. No tardó en discutir con el brujo, el cual, obviamente estaba molesto, salió de entre los arbustos y arremetió contra él. — Tatsuya no tiene oportunidades. — Pensé al ver cómo el tuerto esquivaba todos los ataques del espadachín y se mofaba de aquello, pronto comenzaron un duelo de espadas, que era difícil de seguir de lo rápidos que eran. Tatsuya se defendía y el otro seguía atacando sin parar, traté de seguirlo, pero ni de lejos llegaría, el peso de la caja y la velocidad que tenían. Tatsuya se acercó al mar — ¡Es un genio el hombre! — Exclamé, sabía que ahí podría ayudarlo, aunque no hizo falta...
Acabó pronto con él, alguno de sus trucos de brujo de viento. Un vórtice de sangre salió de donde se encontraba el contrincante de Tatsuya.
— ¡OH DIOS MÍO! Mataron a Arkael, hijos de puta. — Se oyó una voz cerca de mí. — Los mataré a todos, y empezaré por ti. — Me volteé y el de la amenaza me apuntaba. Podía ver al hombre-bestia, era una especie de anfibio creo, con escamas y aletas, era curioso que respirara en tierra.
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Solté la caja. — Nuestro combate será legendario. — Dije exaltado, el hombre-bestia parecía más rápido que yo, pero no dudaba en poder derrotarlo con facilidad. Saltó hacia mi y me dio con su lanza en la pierna, sangré un poco, no logró clavarme ni nada, solo me cortó. — Fiu. — Suspiré y me fui corriendo al agua mientras me convertía en dragón, necesitaba ganar esa ventaja.
— Jajajaja, qué tonto eres, a mí me dicen el pescao' nado más rápido que cualquiera. — Me siguió, corriendo. Terminé de transformarme y serpentee hasta hundirme en el agua. — Ah carajo, este también es otro pescao'. — Él hizo un salto como de dos metros y se zambulló en el agua. Era cierto, nadaba más rápido que cualquiera, pero yo iba a valerme de mi fuerza.
Se impulso rápido hacia mí, demasiado rápido, de un momento a otro ya me había hecho dos heridas con su lanza y ni siquiera pude alcanzarlo con mi cola o con mis dientes, intentaba eludirlo esperando que se cansara más rápido que yo, volvió contra mí está vez apuntaba a mi cabeza, pude esquivarlo, pero se pegó a mi espalda con su mano, cosa de la que no me di cuenta hasta que lanzó su arma contra mí, me dio en lo que en términos de anatomía humana sería una pierna, sería difícil moverme y estaba sangrando.
Rápidamente se despegó de mi, y volvió a tomar su lanza. — Malparido, es demasiado rápido. — Se alejó, y ahora venía hacia mí. — ¡Pero yo puedo predecirlo! — Él no conocía mi capacidad para controlar el agua, y creo que tampoco se lo esperaría, sabía que vendría hacía mi cara, cerré los ojos, y el éter empezó a fluir desde dentro, cerré la boca por completo y comencé a expulsar agua de mis entrañas, dentro de mi mandíbula se acumulaba una presión inmensa, tanta que apenas podía aguantarla, incluso podía sentir el éter pasando por mis entrañas y acumulando ahí con una gran intensidad, quemaba del poder.
Cuando se acercó el pescao', abrí los ojos, mostrando una luz azul en ellos, abrí la boca y se desató una fuerza enorme, como una explosión, el chorro chocó con el pecho del pez, sacándolo del agua. Fuera del mar se pudo ver una torre de agua que lanzó al pez por los aires. — Este es el momento. — Con las pocas fuerzas que me quedaban junto con mi control de agua me impulsé para saltar.
Salí del agua y ahí estaba el pez, inmóvil ante mi ataque, no podría moverse en el aire, así que me preparé, abrí mi boca para morderlo. El pez no era ningún tonto, trató de clavarme su lanza, creí que era mi fin, pero estaba algo noqueado por el choque de agua, no pudo si quiera mover la lanza. Ya era mi presa, ahora su torso se encontraba entre mis dientes, los encajé en su piel y presioné con todas mis fuerzas. Lo desgarraba y él, inmutable solo sangraba, comencé a agitarme de lado a lado con furia para que perdiera toda la sangre posible.
Poco después, se rompió el cuerpo del pez, se desprendieron dos partes de él, sus brazos y cabeza y del otro lado la cintura y sus piernas. Por mi cuello corría sangre y el mar cerca de mí se teñía de rojo. Antes de calmarme festejé mi victoria con un rugido.
- Sonido del rugido.:
Off: ''Suscribete Godzilla lo haría'' XDD. HD btw
Tobias Pharra
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Re: Negocios marítimos [Privado - Tatsuya] [+18] [Cerrado]
Mi visión se tornó borrosa, y mis sentidos se fueron apagando poco a poco. Escuchaba vagamente, como ecos lejanos, un chapoteo en el agua y un estruendoso rugido. Me supuse que sería Tobías, que estaba peleando contra alguien o algo. «Tengo que proteger el cargamento...», murmuré mientras cojeaba hacia la playa. Apenas y podría mantener los ojos entreabiertos, pues los párpados me pesaban. Algo de sangre brotaba desde mis encías y parte de mi nariz, y se disolvía en el agua marina; tales eran los efectos de usar en exceso el éter. «Debo llegar... debo llegar... debo llegar... »
Espontáneamente, sentí un fuerte golpe en mis rodillas, que me hizo desequilibrar y caer en seco sobre la arena húmeda. El agua llegaba hasta mi cuello, y por acción de un reflejo, desvié mi cara hacia el cielo, para evitar ahogarme. Allí lo vi... el conocido rostro de Arkael, de una sola pieza. ¿Cómo? Si lo había picado a pedacitos hacía nada. Tenía que ser un delirio por el agotamiento, o... no, no podía serlo. Apenas y tardé en descubrirlo cuando golpeó mi nuca y hundió mi cabeza en el agua, haciéndome tragarla en el acto. Forcejeé brevemente para escaparme del agarre, pero era imposible. Su fuerza era bestial, y en su agarre había una profunda ira. Mis pulmones ardían en profunda agonía, mientras mis ojos se cerraban paulatinamente...
Hasta que sentí que me tiraron el pelo, y mi cabeza emergió del agua. Chillé, y vomité en el acto el agua marina que tragué. A mi lado, el pirata me observaba con una sonrisa macabra, lamiéndose los labios para denotar su éxtasis:
—¡Sé lo que te estás preguntando? ¡¿Cómo puedo estar vivo?! ¡Si me picaste en pedacitos hace casi nada! — el hombre podría articular su cuerpo de forma errática, contorsionándolo y torciéndolo de formas que normalmente serían imposibles. Lo más macabro, es que giró su cabeza con un "crack", como si de un disco se tratase — Eso es simple: no puedo morir, porque ni siquiera soy real. Para ser brujito, eres un poco tontito. ¿Tu papito nunca te enseñó a diferenciar el éter? Soy una ilusión; nada más.
—Vete... a... la mierda. — reuní mis últimas fuerzas para escupirle en la cara. En respuesta, me pateó con vehemencia, rompiendo una de mis muelas.
—Has perdido, Suou. Me llevaré tu cargamento, y tu jefe no estará muy contento con ello. — hizo una pausa para observarme. Sentí su instinto asesino penetrar a través de su alma: aquél pirata no era un chiste, estaba sediento de sangre. Supuse que por su mente pasaban mil y una formas de ejecutarme, y de todas ellas, escogió la clemencia. — Decidí no matarte por respeto a tu hermano. No vale de nada, porque tú mismo lo mataste, pero conociéndolo, él te habría perdonado si tuviera la oportunidad. Respeté mucho a Genichiro, y por eso es que sigues vivo. Recuérdalo.
Me arrastró y me arrojó sobre la arena, deshidratado y bajo el ardiente sol de la costa. Mi cabeza palpitaba mientras lo veía acercarse hacia la caja, tomarla y llevarla hasta su barco. Quise gritar el nombre de Tobías, para que hiciera algo al respecto, pero apenas y podía respirar. Habíamos perdido.
Espontáneamente, sentí un fuerte golpe en mis rodillas, que me hizo desequilibrar y caer en seco sobre la arena húmeda. El agua llegaba hasta mi cuello, y por acción de un reflejo, desvié mi cara hacia el cielo, para evitar ahogarme. Allí lo vi... el conocido rostro de Arkael, de una sola pieza. ¿Cómo? Si lo había picado a pedacitos hacía nada. Tenía que ser un delirio por el agotamiento, o... no, no podía serlo. Apenas y tardé en descubrirlo cuando golpeó mi nuca y hundió mi cabeza en el agua, haciéndome tragarla en el acto. Forcejeé brevemente para escaparme del agarre, pero era imposible. Su fuerza era bestial, y en su agarre había una profunda ira. Mis pulmones ardían en profunda agonía, mientras mis ojos se cerraban paulatinamente...
Hasta que sentí que me tiraron el pelo, y mi cabeza emergió del agua. Chillé, y vomité en el acto el agua marina que tragué. A mi lado, el pirata me observaba con una sonrisa macabra, lamiéndose los labios para denotar su éxtasis:
—¡Sé lo que te estás preguntando? ¡¿Cómo puedo estar vivo?! ¡Si me picaste en pedacitos hace casi nada! — el hombre podría articular su cuerpo de forma errática, contorsionándolo y torciéndolo de formas que normalmente serían imposibles. Lo más macabro, es que giró su cabeza con un "crack", como si de un disco se tratase — Eso es simple: no puedo morir, porque ni siquiera soy real. Para ser brujito, eres un poco tontito. ¿Tu papito nunca te enseñó a diferenciar el éter? Soy una ilusión; nada más.
—Vete... a... la mierda. — reuní mis últimas fuerzas para escupirle en la cara. En respuesta, me pateó con vehemencia, rompiendo una de mis muelas.
—Has perdido, Suou. Me llevaré tu cargamento, y tu jefe no estará muy contento con ello. — hizo una pausa para observarme. Sentí su instinto asesino penetrar a través de su alma: aquél pirata no era un chiste, estaba sediento de sangre. Supuse que por su mente pasaban mil y una formas de ejecutarme, y de todas ellas, escogió la clemencia. — Decidí no matarte por respeto a tu hermano. No vale de nada, porque tú mismo lo mataste, pero conociéndolo, él te habría perdonado si tuviera la oportunidad. Respeté mucho a Genichiro, y por eso es que sigues vivo. Recuérdalo.
Me arrastró y me arrojó sobre la arena, deshidratado y bajo el ardiente sol de la costa. Mi cabeza palpitaba mientras lo veía acercarse hacia la caja, tomarla y llevarla hasta su barco. Quise gritar el nombre de Tobías, para que hiciera algo al respecto, pero apenas y podía respirar. Habíamos perdido.
Tatsuya Suō
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Re: Negocios marítimos [Privado - Tatsuya] [+18] [Cerrado]
Habíamos ganado, pero la victoria no se podía sentir en el aire... Algo andaba mal, miré hacia Tatsuya, quien ahora estaba en el piso casi muerto. «¿Qué? ¿Cómo? ¿Por el uso del éter?» Pero pronto, se postró ante mí aquel tipo que peleaba contra Tatsuya, ondeaba su espada.
— Ven acá dragoncito, llegó tu hora. — Me hacia señas para salir del agua. Estaba jodido, solo tenía fuerzas para hacer un ataque, y tenía que ser uno bueno. Se adentro en las aguas, y solo hizo falta nadar un poco para morderlo en el costado. — Oh, no no no, objetivo equivocado. — Me volteé y ahí estaba el pirata, riéndose de mí. No era que el brujo había fallado en matarlo, este tipo tenía poderes que yo no podía comprender. Ya no podía mantener mi forma dragón.
— Ahora nos muestra su verdadera cara. — Se acercó a mí, y clavó su arma en mi estómago, estaba tan cansado que no pude hacer nada. — Muere lagartija. — El hombre se fue lentamente, mientras otro igual a él, tomaba la caja. — Te dejaré morir aquí como un animal.
Todo estaba perdido, no podíamos seguir luchando, habíamos perdido la caja. Un fuerte ardor recorría mi cuerpo para luego pasar a ser un frío intenso, mi vida, se desvanecía y del otro lado, estaba Tatsuya tendido en la playa, ya no podía oír las olas, tampoco podía ver bien, solo vi como una mano se extendió hacia mí. Serían... las val algo... lleva... dome... al... ¿cielo?
Mi cuerpo se sentía un poco tenso.
Abrí los ojos, me encontraba en una especie de choza, un pequeño rayo de luz se asomaba por una especie de ventana. «Ya es de día.» Me dije, me levante y traté de recordar qué había pasado, aquel pirata nos había derrotado... Me comenzó a doler la herida. — Ugrh. — Mire mis heridas y tenía un par de vendas hechas con hojas, apenas podía moverme.
Pronto entró por la puerta una mujer blanca de cabello negro y blanco, con pinturas en la cara. — Parece que despertaste, ¿te sientes bien? — Se acercó para inspeccionar mis heridas. — Estabas en la costa muy malherido. — Me dijo mientras me miraba preocupada.
Caminó un par de pasos extendió su mano y tomó un vaso, mientras hacía eso una corriente de agua iba al vaso llenándolo, se giro hacia mí ofreciéndome el agua. — Soy Ondina Skarsgård. Soy lo que algunos llamarían tensai de agua, pero yo manifiesto mis poderes por la gracia de los dioses. — Tomé el vaso y bebí. — Tú debes ser el Jörmundgandr, cure tus heridas luego de ver aquella batalla.
«¿El Jörmundgandr?» Había oído historias de ese monstruo, una serpiente gigante, cuesta creer que me confundan con eso. Pero esta mujer me había ayudado por eso. — Hay tantas historias sobre ti Jörmundgandr, algunas dicen que acabarás con los dioses, otras creen que puedes luchar a su lado, y algunos cuantos, que ascenderás como un Dios.
— Mi nombre es Tobias Pharra. No creo ser ningún Dios. — La mirada de Ondina cambió. — ¿Qué dices? Te vi peleando tomando la forma de un gran monstruo marino.
— Eso es lo que hacen algunos dragones. — Ondina se mantuvo en silencio unos instantes. — No eres un dragón común, veo en ti la gracia de los dioses Jörmundgandr, el destino aguarda cosas grandes para ti. — Fue camino a la salida. — ¿No viste un espadachín tirado en la costa?
Me preocupaba cual seria el paradero del brujo. «Espero que Tatsuya no esté muerto.»
— Ven acá dragoncito, llegó tu hora. — Me hacia señas para salir del agua. Estaba jodido, solo tenía fuerzas para hacer un ataque, y tenía que ser uno bueno. Se adentro en las aguas, y solo hizo falta nadar un poco para morderlo en el costado. — Oh, no no no, objetivo equivocado. — Me volteé y ahí estaba el pirata, riéndose de mí. No era que el brujo había fallado en matarlo, este tipo tenía poderes que yo no podía comprender. Ya no podía mantener mi forma dragón.
— Ahora nos muestra su verdadera cara. — Se acercó a mí, y clavó su arma en mi estómago, estaba tan cansado que no pude hacer nada. — Muere lagartija. — El hombre se fue lentamente, mientras otro igual a él, tomaba la caja. — Te dejaré morir aquí como un animal.
Todo estaba perdido, no podíamos seguir luchando, habíamos perdido la caja. Un fuerte ardor recorría mi cuerpo para luego pasar a ser un frío intenso, mi vida, se desvanecía y del otro lado, estaba Tatsuya tendido en la playa, ya no podía oír las olas, tampoco podía ver bien, solo vi como una mano se extendió hacia mí. Serían... las val algo... lleva... dome... al... ¿cielo?
[...]
Mi cuerpo se sentía un poco tenso.
Abrí los ojos, me encontraba en una especie de choza, un pequeño rayo de luz se asomaba por una especie de ventana. «Ya es de día.» Me dije, me levante y traté de recordar qué había pasado, aquel pirata nos había derrotado... Me comenzó a doler la herida. — Ugrh. — Mire mis heridas y tenía un par de vendas hechas con hojas, apenas podía moverme.
Pronto entró por la puerta una mujer blanca de cabello negro y blanco, con pinturas en la cara. — Parece que despertaste, ¿te sientes bien? — Se acercó para inspeccionar mis heridas. — Estabas en la costa muy malherido. — Me dijo mientras me miraba preocupada.
Caminó un par de pasos extendió su mano y tomó un vaso, mientras hacía eso una corriente de agua iba al vaso llenándolo, se giro hacia mí ofreciéndome el agua. — Soy Ondina Skarsgård. Soy lo que algunos llamarían tensai de agua, pero yo manifiesto mis poderes por la gracia de los dioses. — Tomé el vaso y bebí. — Tú debes ser el Jörmundgandr, cure tus heridas luego de ver aquella batalla.
«¿El Jörmundgandr?» Había oído historias de ese monstruo, una serpiente gigante, cuesta creer que me confundan con eso. Pero esta mujer me había ayudado por eso. — Hay tantas historias sobre ti Jörmundgandr, algunas dicen que acabarás con los dioses, otras creen que puedes luchar a su lado, y algunos cuantos, que ascenderás como un Dios.
— Mi nombre es Tobias Pharra. No creo ser ningún Dios. — La mirada de Ondina cambió. — ¿Qué dices? Te vi peleando tomando la forma de un gran monstruo marino.
— Eso es lo que hacen algunos dragones. — Ondina se mantuvo en silencio unos instantes. — No eres un dragón común, veo en ti la gracia de los dioses Jörmundgandr, el destino aguarda cosas grandes para ti. — Fue camino a la salida. — ¿No viste un espadachín tirado en la costa?
Me preocupaba cual seria el paradero del brujo. «Espero que Tatsuya no esté muerto.»
Tobias Pharra
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Re: Negocios marítimos [Privado - Tatsuya] [+18] [Cerrado]
Las nubes grises se aglomeraron alrededor de la playa, tiñendo el archipiélago con matices lúgubres y melancólicas. Seguido a esto, vino una gélida tormenta, congelándome hasta el punto que dejé de sentir los dedos. Al menos ya no tendría que preocuparme por la deshidratación: con algo de esfuerzo, me di la vuelta para colocarme boca arriba y abrí la boca, a fin de tomar algo de agua. Al terminar, divisé a unos pocos metros de mí, lo que para mis cansados ojos eran kilómetros, a un Tobías destrozado sobre la orilla. ¿Probablemente el mejor depredador de los mares, derrotado en su propio territorio? Parecía un chiste de mal gusto, pero no había demasiado que hacer contra un hombre que regresaba de la muerte constantemente.
Mis párpados pesaban cada vez más. Traté de regular mi respiración, inhalando profundamente, para reunir el poco éter que me sobraba en mis pulmones y mantenerme con vida. Apreté con mis manos la arena a mis lados, desesperado por aferrarme a la vida. Nunca supe por qué siempre fui tan determinado por sobrevivir, si en la vida del mercenario esa clase de cosas ocurren a menudo.
«Le tengo miedo a lo que me depara después de la muerte» concluí internamente.
Cuando mi respiración se hizo más débil y dejaba de sentir, viendo mi vida desvanecerse, pude ver unas manos acercándose a mí. ¿Una alucinación? ¿Serían la mismísima muerte, viniendo a reclamar mi alma? En ese momento, mi mente no tenía espacio para el optimismo, así que lo último que me atreví a pensar... es que me había salvado, una vez más.
La luz del sol golpeó la pequeña ranura de mis ojos entreabiertos, generándome un ligero escozor. Por los momentos mi visión se reducía a pequeñas manchas en una especie de... ¿habitación? Recordaba de manera confusa lo que había pasado antes, y aún tenía la duda de si había llegado al infierno, o si de alguna forma me había zafado de la muerte, una vez más.
Conforme mis ojos cobraron nitidez, vi a una mujer de tez blanca con una cabellera entremezclada entre hebras de pelo canosas en la punta y oscuras desde la raíz. No conseguí detallar el resto de su rostro, muchos menos su cuerpo, ya que mis sentidos despertaban paulatinamente. Seguido de mi visión, lo segundo que noté fueron molestias por todo mi cuerpo, que acrecentaron hasta convertirse en dolor, al inspeccionarme noté que estaba cubierto de vendas... y que de mi boca sobresalía un embudo.
—Orina de dragón... uñas de bruja... lengua de vaca. — la áspera voz de la mujer despertó mi tercer sentido — Esos son los ingredientes de la poción.
Al principio no comprendí demasiado bien de qué estaba hablando, pero en cuanto se acercó a mí con un vaso lleno de líquido amarillento con evidentes intenciones de vertirlo sobre mi boca, entré en pánico y me sacudí pese al dolor de mis extremidades. Por suerte, detuve el acto de la mujer.
—¿Ya despertaste? Los efectos de la poción deben de sentarte bien. — me dijo mientras dejaba la jarra sobre una mesa a mi lado — ¿Cuántos dedos ves aquí? — levantó tres manchas de color carne.
—¿Tresh? — balbuceé.
—O la recuperación va más lenta de lo esperado, o este hombre es un completo imbécil. Anotado. — hizo una pausa para garabatear algo sobre una hoja — Cuéntame qué sabes sobre el Jörmungadr. — reposó su pluma una vez más sobre la hoja, a la expectativa de anotar mis palabras.
—¿Jomun... qué?
—¡Jömungadr! ¡La serpiente del mundo! — exclamó visiblemente irritada — ¿Viajaste todo este tiempo con un Dios, y ni siquiera lo sabías?
—¿Te refieres a Tobías? Es un dragoncito cualquiera, con un cuerpo algo extraño. Nada que ver con un Dios.
—¡Björn! — voceó una voz desconocida desde la esquina de la habitación.
A este sí que lo pude ver con mayor claridad: un hombre bestia muy alto, de piel escamosa y lengua de lagartija me miraba fijamente con sus angostas pupilas.
—Calma, Björn. Claramente no sabe de lo que está hablando. — replicó la muchacha al volverse al lagarto — Tengo que ir a cuidar del Jörmungadr. Vendré luego a ver cómo siguen tus heridas.
La dama hizo una breve reverencia y se dirigió al umbral de la puerta, deteniéndose cuando le pedí que se detuviera, a escasos metros de cruzarla.
—¿Qué sabes del hombre que nos atacó?
—No alcancé a verlo, pero tuvo que ser alguien muy fuerte si consiguió derrotar a un Dios. — dijo brevemente antes de marcharse.
Mis párpados pesaban cada vez más. Traté de regular mi respiración, inhalando profundamente, para reunir el poco éter que me sobraba en mis pulmones y mantenerme con vida. Apreté con mis manos la arena a mis lados, desesperado por aferrarme a la vida. Nunca supe por qué siempre fui tan determinado por sobrevivir, si en la vida del mercenario esa clase de cosas ocurren a menudo.
«Le tengo miedo a lo que me depara después de la muerte» concluí internamente.
Cuando mi respiración se hizo más débil y dejaba de sentir, viendo mi vida desvanecerse, pude ver unas manos acercándose a mí. ¿Una alucinación? ¿Serían la mismísima muerte, viniendo a reclamar mi alma? En ese momento, mi mente no tenía espacio para el optimismo, así que lo último que me atreví a pensar... es que me había salvado, una vez más.
[...]
La luz del sol golpeó la pequeña ranura de mis ojos entreabiertos, generándome un ligero escozor. Por los momentos mi visión se reducía a pequeñas manchas en una especie de... ¿habitación? Recordaba de manera confusa lo que había pasado antes, y aún tenía la duda de si había llegado al infierno, o si de alguna forma me había zafado de la muerte, una vez más.
Conforme mis ojos cobraron nitidez, vi a una mujer de tez blanca con una cabellera entremezclada entre hebras de pelo canosas en la punta y oscuras desde la raíz. No conseguí detallar el resto de su rostro, muchos menos su cuerpo, ya que mis sentidos despertaban paulatinamente. Seguido de mi visión, lo segundo que noté fueron molestias por todo mi cuerpo, que acrecentaron hasta convertirse en dolor, al inspeccionarme noté que estaba cubierto de vendas... y que de mi boca sobresalía un embudo.
—Orina de dragón... uñas de bruja... lengua de vaca. — la áspera voz de la mujer despertó mi tercer sentido — Esos son los ingredientes de la poción.
Al principio no comprendí demasiado bien de qué estaba hablando, pero en cuanto se acercó a mí con un vaso lleno de líquido amarillento con evidentes intenciones de vertirlo sobre mi boca, entré en pánico y me sacudí pese al dolor de mis extremidades. Por suerte, detuve el acto de la mujer.
—¿Ya despertaste? Los efectos de la poción deben de sentarte bien. — me dijo mientras dejaba la jarra sobre una mesa a mi lado — ¿Cuántos dedos ves aquí? — levantó tres manchas de color carne.
—¿Tresh? — balbuceé.
—O la recuperación va más lenta de lo esperado, o este hombre es un completo imbécil. Anotado. — hizo una pausa para garabatear algo sobre una hoja — Cuéntame qué sabes sobre el Jörmungadr. — reposó su pluma una vez más sobre la hoja, a la expectativa de anotar mis palabras.
—¿Jomun... qué?
—¡Jömungadr! ¡La serpiente del mundo! — exclamó visiblemente irritada — ¿Viajaste todo este tiempo con un Dios, y ni siquiera lo sabías?
—¿Te refieres a Tobías? Es un dragoncito cualquiera, con un cuerpo algo extraño. Nada que ver con un Dios.
—¡Björn! — voceó una voz desconocida desde la esquina de la habitación.
A este sí que lo pude ver con mayor claridad: un hombre bestia muy alto, de piel escamosa y lengua de lagartija me miraba fijamente con sus angostas pupilas.
—Calma, Björn. Claramente no sabe de lo que está hablando. — replicó la muchacha al volverse al lagarto — Tengo que ir a cuidar del Jörmungadr. Vendré luego a ver cómo siguen tus heridas.
La dama hizo una breve reverencia y se dirigió al umbral de la puerta, deteniéndose cuando le pedí que se detuviera, a escasos metros de cruzarla.
—¿Qué sabes del hombre que nos atacó?
—No alcancé a verlo, pero tuvo que ser alguien muy fuerte si consiguió derrotar a un Dios. — dijo brevemente antes de marcharse.
Tatsuya Suō
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Re: Negocios marítimos [Privado - Tatsuya] [+18] [Cerrado]
La bruja volvió ante mí. — Ah, ¿el imbécil aquel? Imagínate, viajó y peleó contigo, y nunca se dio cuenta de que eras un Dios. — La mujer seguía totalmente convencida de que yo sería una especie de Dios, mientras mi cara de confusión volvía a hacerse más grande.
Suspiré. — Ya te dije, no soy ningún Dios.
Ondina se volvió a mí. — ¿No has pensando que tienes un gran potencial dentro de ti. Que estás en ese mundo para ser algo más que un simple hombre?
La verdad, no tenía una buena respuesta para esa pregunta, por suerte, no tendría que responder parecía una pregunta que solo me dejaría pensando. Mientras tanto podía recuperarme de mis heridas. No me preocupaba una forma de volver a las islas ni nada, pero tenía cierto trato con Tatsuya, y no podía dejarlo por aquí tirado. Mucho menos con esta bruja un poco loca.
— Este ungüento se llama saliva de trol. — Ondina se acercaba a mí con una sustancia naranja que parecía arder como el mismo fuego. — Al principio duele un poco, pero sana muy bien, ven. — Lo puso sobre mis heridas y dolía, dolía incluso más que aquellas puñaladas, pero el dolor se fue rápido, aunque una pequeña lagrima salió de mi ojo, me empezaba a sentir mejor. Me recosté
— Mañana ya estarás como nuevo Jörmundgandr. — Ondina ahora sí se iba definitivamente.
— Tobias Pharra es mi nombre. — La bruja sonrió entre una pequeña risa. — Está bien, Toby, recuperate.
Quizás esta bruja sería una buena aliada, sobretodo si es tan devota, el siguiente paso sería salir de puta isla tortuga. La forma más fácil sería robar un barco, así llevaría a Tatsuya también y por lo menos no llegaría con las manos vacías ante Par Pardon si por suerte el barco tenía algo importante. Tenía que preocuparme más por las heridas que por otra cosa, aún así volvió a mí aquel pensamiento. «El Jörmundgandr.» Lo más probable es que no fuera tal cosa, no era hijo de un Dios, ni una serpiente que envolvía al mundo. «¿Sería capaz de llegar a ser un Dios?»
Suspiré. — Ya te dije, no soy ningún Dios.
Ondina se volvió a mí. — ¿No has pensando que tienes un gran potencial dentro de ti. Que estás en ese mundo para ser algo más que un simple hombre?
La verdad, no tenía una buena respuesta para esa pregunta, por suerte, no tendría que responder parecía una pregunta que solo me dejaría pensando. Mientras tanto podía recuperarme de mis heridas. No me preocupaba una forma de volver a las islas ni nada, pero tenía cierto trato con Tatsuya, y no podía dejarlo por aquí tirado. Mucho menos con esta bruja un poco loca.
— Este ungüento se llama saliva de trol. — Ondina se acercaba a mí con una sustancia naranja que parecía arder como el mismo fuego. — Al principio duele un poco, pero sana muy bien, ven. — Lo puso sobre mis heridas y dolía, dolía incluso más que aquellas puñaladas, pero el dolor se fue rápido, aunque una pequeña lagrima salió de mi ojo, me empezaba a sentir mejor. Me recosté
— Mañana ya estarás como nuevo Jörmundgandr. — Ondina ahora sí se iba definitivamente.
— Tobias Pharra es mi nombre. — La bruja sonrió entre una pequeña risa. — Está bien, Toby, recuperate.
Quizás esta bruja sería una buena aliada, sobretodo si es tan devota, el siguiente paso sería salir de puta isla tortuga. La forma más fácil sería robar un barco, así llevaría a Tatsuya también y por lo menos no llegaría con las manos vacías ante Par Pardon si por suerte el barco tenía algo importante. Tenía que preocuparme más por las heridas que por otra cosa, aún así volvió a mí aquel pensamiento. «El Jörmundgandr.» Lo más probable es que no fuera tal cosa, no era hijo de un Dios, ni una serpiente que envolvía al mundo. «¿Sería capaz de llegar a ser un Dios?»
Tobias Pharra
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Re: Negocios marítimos [Privado - Tatsuya] [+18] [Cerrado]
«Otro trabajo a medias... la suerte no parece estar de mi lado», musité. Resultaba irónico cómo últimamente me jactaba de ser uno de los mejores mercenarios del archipiélago Illidense, pero que de alguna manera nunca pudiera terminar una misión... probablemente debido a mi mala suerte. Esta vez, todo se redujo en un injusto combate contra un brujo ilusionista.
Desde que comencé mi periodo de recuperación, no pude parar de pensar en aquél pirata y su ojo errático. ¿Cómo podía ser tan veloz? Era casi como si se anticipara a cada uno de mis movimientos. Aún más importante, ¿qué habría dentro del cargamento? ¿Armas? ¿Dinero? La única forma de saberlo sería preguntarle a Pal Pardon... el pobre gallo histérico. Ya podía irme imaginando la mueca que haría y los cacareos que soltaría al saber que fallamos en nuestro objetivo. Bastante patético, sí, pero en nuestra defensa podía explicar que estábamos en desventaja.
—¡Skög! — exclamó mi reptiliano compañero de habitación. No me había quitado el ojo de encima desde que desperté. — ¡Skög! ¡Skóg!
—¿Qué quieres? ¿No ves que estoy tratando de tomar la siesta? — dije con una voz somnolienta.
—Me está avisando que es la hora de cambiarte los vendajes. — la voz de la bruja cortó en seco los llamados del hombre-bestia — Ahora, sé bueno y ponte de espaldas.
Obedecí a sus indicaciones, pese al dolor. De cuando en cuando desconfiaba de los motivos de la mujer. A fin de cuentas, no habíamos hecho nada por ella, y seguía insistiendo en curarnos. Era una mujer necia, empeñada de alguna forma en que Tobías era una especie de "Dios". Casi me partí el culo de risa cuando lo escuché por primera vez, y aún en momentos posteriores me daba un leve cosquilleo en el estómago. Al menos era una gran ventaja de la que podíamos sacar partido.
—¿Tú... tienes algún barco? — inquirí.
—¿Un barco? ¿Para qué? — la mujer enarcó una ceja.
—Necesitamos volver a las islas Illidenses. Tob--- quiero decir, Jormongadorne tiene un par de asuntos pendientes por los Dioses de ese lado del mundo.
—¡Ah! En ese caso, deberían robar uno.
Sonreí maliciosamente y asentí, aprobando rotundamente su plan. La próxima vez que saliera de esa cabaña, sería mejor armado... y listo para robar un barco pirata.
Desde que comencé mi periodo de recuperación, no pude parar de pensar en aquél pirata y su ojo errático. ¿Cómo podía ser tan veloz? Era casi como si se anticipara a cada uno de mis movimientos. Aún más importante, ¿qué habría dentro del cargamento? ¿Armas? ¿Dinero? La única forma de saberlo sería preguntarle a Pal Pardon... el pobre gallo histérico. Ya podía irme imaginando la mueca que haría y los cacareos que soltaría al saber que fallamos en nuestro objetivo. Bastante patético, sí, pero en nuestra defensa podía explicar que estábamos en desventaja.
—¡Skög! — exclamó mi reptiliano compañero de habitación. No me había quitado el ojo de encima desde que desperté. — ¡Skög! ¡Skóg!
—¿Qué quieres? ¿No ves que estoy tratando de tomar la siesta? — dije con una voz somnolienta.
—Me está avisando que es la hora de cambiarte los vendajes. — la voz de la bruja cortó en seco los llamados del hombre-bestia — Ahora, sé bueno y ponte de espaldas.
Obedecí a sus indicaciones, pese al dolor. De cuando en cuando desconfiaba de los motivos de la mujer. A fin de cuentas, no habíamos hecho nada por ella, y seguía insistiendo en curarnos. Era una mujer necia, empeñada de alguna forma en que Tobías era una especie de "Dios". Casi me partí el culo de risa cuando lo escuché por primera vez, y aún en momentos posteriores me daba un leve cosquilleo en el estómago. Al menos era una gran ventaja de la que podíamos sacar partido.
—¿Tú... tienes algún barco? — inquirí.
—¿Un barco? ¿Para qué? — la mujer enarcó una ceja.
—Necesitamos volver a las islas Illidenses. Tob--- quiero decir, Jormongadorne tiene un par de asuntos pendientes por los Dioses de ese lado del mundo.
—¡Ah! En ese caso, deberían robar uno.
Sonreí maliciosamente y asentí, aprobando rotundamente su plan. La próxima vez que saliera de esa cabaña, sería mejor armado... y listo para robar un barco pirata.
Tatsuya Suō
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