Postulantes aquí [Libre] [4/4] [Cerrado]
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Oh, los piratas. Esta gente tan peculiar. Llenan sus jarras de ron, le echan sal al limón y el sol los guía en el exterior. Pero lo más habitual en su comportamiento, es la manera en la creen en la fortuna (en todas sus formas). En este caso, nos centraremos en la suerte.
Mientras Tobias se encontraba siendo escoltado por los guardias de Matt. Pensaba en como la fortuna le había sonreído y mucho mejor que a los otros podía decir. Al azul no le importaba demasiado servirle a un Virrey, ni meterse en la política. El núcleo de su plan era conseguir una alianza favorable, en esta situación poco le importa lo que obtenga Matt a cambio. Si él obtiene lo que quiere.
Aquí es donde viene lo importante. ¿A dónde van las ambiciones del pirata? ¿La riqueza? ¿El poder? Esos solo eran medios para su verdadero objetivo, la gloria. Podrá parecer poco, pero este es solo el primer paso. Mientras los guardias lo llevaban hacía el barco. Solo podía pensar una cosa, y era que Ciudad Lagarto tenía un lago. Y ya... Conocía eso de primera mano «¿en qué estaría pensando Matt con todo esto? ¿A quién se le ocurre poner un barco en un lago? Parece que el Virrey está más loco de lo que creía.» Lo cierto, es que de alguna forma tendría que ingeniárselas.
Unos momentos más tarde, le dijo a los guardias que lo esperaran un pequeño instante. Se acercó a un comerciante de ropas, y entre regateo y amenazas de muerte, terminó consiguiendo unas cómodas ropas para continuar el viaje. Justo ahí, recordó al elfo, aquel que con pasos ágiles no pudo seguir la vista. Quizás porque estaba más concentrado en sus cosas. Tobias no sabía si Mefisto había dicho o hecho algo lo suficientemente loco para hacer enojar a Matt, o cuáles eran los motivos de su captura. Ante todo, Tobias era un entrépito.
— ¿Alguna idea de por qué el Virrey querría a un elfo atado en un calabozo? — Ninguno de los guardias respondió, ni un solo sonido. El dragón entecerró los ojos un poco. — A todo esto, ¿Qué hace Matt con sus prisioneros? — Dijo inclinándose levemente a uno de los guardias. Tobias no era un experto, pero sabía como manejar a la gente para sus propósitos, podía ver algo que para no muchos no sería tan obvio. Así que compartió un par de monedas con el guerrero.
— Owens consigue lo que quiere, a como de lugar. Es confuso y nunca se sabe lo que realmente quiere. Si los mandó a pelear contra quince Kags, ¿qué crees que le esperará a ese elfo? Hará lo que le plazca, solo por el mero gusto.
Sin duda. Matt era alguien extraño y eso era importante saberlo. Aunque fuera por meras opiniones de unos soldados. Una vez llegaron al lago, un barco de mástiles grandes, ornamentos rimbombantes y madera extremadamente trabajada se posaba en la tranquila agua de ahí. Se podía decir que ha sido cuidado y pulido con mucha dedicación en las últimas horas. Todo se veía espectacularmente impecable. Nada que ver con un barco pirata. Sorprendido y un poco cautivado, no podía dejar de fantasear sobre lo que haría esa bestia de barco en su poder. Horas más tarde el sol había bajado y la llegada del Virrey se estaba haciendo esperar demasiado.
Mientras Tobias se encontraba siendo escoltado por los guardias de Matt. Pensaba en como la fortuna le había sonreído y mucho mejor que a los otros podía decir. Al azul no le importaba demasiado servirle a un Virrey, ni meterse en la política. El núcleo de su plan era conseguir una alianza favorable, en esta situación poco le importa lo que obtenga Matt a cambio. Si él obtiene lo que quiere.
Aquí es donde viene lo importante. ¿A dónde van las ambiciones del pirata? ¿La riqueza? ¿El poder? Esos solo eran medios para su verdadero objetivo, la gloria. Podrá parecer poco, pero este es solo el primer paso. Mientras los guardias lo llevaban hacía el barco. Solo podía pensar una cosa, y era que Ciudad Lagarto tenía un lago. Y ya... Conocía eso de primera mano «¿en qué estaría pensando Matt con todo esto? ¿A quién se le ocurre poner un barco en un lago? Parece que el Virrey está más loco de lo que creía.» Lo cierto, es que de alguna forma tendría que ingeniárselas.
Unos momentos más tarde, le dijo a los guardias que lo esperaran un pequeño instante. Se acercó a un comerciante de ropas, y entre regateo y amenazas de muerte, terminó consiguiendo unas cómodas ropas para continuar el viaje. Justo ahí, recordó al elfo, aquel que con pasos ágiles no pudo seguir la vista. Quizás porque estaba más concentrado en sus cosas. Tobias no sabía si Mefisto había dicho o hecho algo lo suficientemente loco para hacer enojar a Matt, o cuáles eran los motivos de su captura. Ante todo, Tobias era un entrépito.
— ¿Alguna idea de por qué el Virrey querría a un elfo atado en un calabozo? — Ninguno de los guardias respondió, ni un solo sonido. El dragón entecerró los ojos un poco. — A todo esto, ¿Qué hace Matt con sus prisioneros? — Dijo inclinándose levemente a uno de los guardias. Tobias no era un experto, pero sabía como manejar a la gente para sus propósitos, podía ver algo que para no muchos no sería tan obvio. Así que compartió un par de monedas con el guerrero.
— Owens consigue lo que quiere, a como de lugar. Es confuso y nunca se sabe lo que realmente quiere. Si los mandó a pelear contra quince Kags, ¿qué crees que le esperará a ese elfo? Hará lo que le plazca, solo por el mero gusto.
Sin duda. Matt era alguien extraño y eso era importante saberlo. Aunque fuera por meras opiniones de unos soldados. Una vez llegaron al lago, un barco de mástiles grandes, ornamentos rimbombantes y madera extremadamente trabajada se posaba en la tranquila agua de ahí. Se podía decir que ha sido cuidado y pulido con mucha dedicación en las últimas horas. Todo se veía espectacularmente impecable. Nada que ver con un barco pirata. Sorprendido y un poco cautivado, no podía dejar de fantasear sobre lo que haría esa bestia de barco en su poder. Horas más tarde el sol había bajado y la llegada del Virrey se estaba haciendo esperar demasiado.
Tobias Pharra
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Re: Postulantes aquí [Libre] [4/4] [Cerrado]
Me detuve a escuchar atentamente a Matt, que había empezado a hablarnos a todos. Aunque los kags que restaban no salieron de mi visión periférica. Lo que menos quería era que me tomaran desprevenido.
Asentí, reconociendo los agradecimientos del virrey. Había sido divertido, pero podríamos haber muerto. Claro que, no hubiese sido divertido si no hubiese sido el caso.
Oculté una risita ante la violenta reacción de Brenda. No podía culparla, debió ser muy estresante para ella, todo el asunto de estar al borde de que te arranquen una extremidad un montón de perros raros. Gajes del oficio, suponía, si el trabajo estaba relacionado con Matthew.
Con un chasquido de dedos anunció una nueva etapa de aquella reunión estrambótica. La limpieza, si me atrevía a nombrarla. Un puñado de hombres armados entraron a la arena: Hombres curtidos en combate, si sus cicatrices, físico y forma de llevarse eran de confianza. Claro que, no eran caballeros de élite ni mucho —mucho— menos, pero cualquier hombre armado es un peligro en potencia. ¿Y varios hombres armados?
Owens ordenó a un par a que se llevaran al grandulón azul a otro sitio. Ante esto, me puse visiblemente tenso, y mis ojos empezaron a saltar entre los guerreros restantes y el virrey. Matthew me vio directamente a los ojos, y tras un par de elogios anunció lo que me temía.
Sólo bastó un gesto, y los hombres empezaron a acercarse. Retrocedí lentamente, evaluando la situación. El pánico subió hasta mi rostro, alertando a los matones y provocando que empezaran a correr. Hice lo que pude para escapar, pero la diferencia numérica y el cansancio fueron demasiado. Mi escape fue frustrado, y lograron someterme.
No dejé de forcejear, vociferando quejas e insultos con cada exhalación. Esto los agravó, ganándome varios golpes que dejarían marca. En algún punto de la disputa había perdido mi sombrero, y tras la paliza, sin más que hacer, me rendí.
Me sostuvieron de los brazos entre dos, llevándome fuera de la arena. Cabizbajo, visiblemente derrotado. No estaba seguro de qué haría Matthew Owens conmigo, ni qué me depararía el futuro en Ciudad Lagarto.
Mi cabello escondía mi rostro, y con ello la leve sonrisa que apenas pude contener tras los resultados de aquello.
No estaba seguro de muchas cosas en ese momento, pero tenía una idea general. De lo que sí tenía certeza, pero, es que Matthew estaba equivocado. Lo aprendería tiempo después. Sí hubo un ganador en ese concurso:
Yo.
Asentí, reconociendo los agradecimientos del virrey. Había sido divertido, pero podríamos haber muerto. Claro que, no hubiese sido divertido si no hubiese sido el caso.
Oculté una risita ante la violenta reacción de Brenda. No podía culparla, debió ser muy estresante para ella, todo el asunto de estar al borde de que te arranquen una extremidad un montón de perros raros. Gajes del oficio, suponía, si el trabajo estaba relacionado con Matthew.
Con un chasquido de dedos anunció una nueva etapa de aquella reunión estrambótica. La limpieza, si me atrevía a nombrarla. Un puñado de hombres armados entraron a la arena: Hombres curtidos en combate, si sus cicatrices, físico y forma de llevarse eran de confianza. Claro que, no eran caballeros de élite ni mucho —mucho— menos, pero cualquier hombre armado es un peligro en potencia. ¿Y varios hombres armados?
Owens ordenó a un par a que se llevaran al grandulón azul a otro sitio. Ante esto, me puse visiblemente tenso, y mis ojos empezaron a saltar entre los guerreros restantes y el virrey. Matthew me vio directamente a los ojos, y tras un par de elogios anunció lo que me temía.
Sólo bastó un gesto, y los hombres empezaron a acercarse. Retrocedí lentamente, evaluando la situación. El pánico subió hasta mi rostro, alertando a los matones y provocando que empezaran a correr. Hice lo que pude para escapar, pero la diferencia numérica y el cansancio fueron demasiado. Mi escape fue frustrado, y lograron someterme.
No dejé de forcejear, vociferando quejas e insultos con cada exhalación. Esto los agravó, ganándome varios golpes que dejarían marca. En algún punto de la disputa había perdido mi sombrero, y tras la paliza, sin más que hacer, me rendí.
Me sostuvieron de los brazos entre dos, llevándome fuera de la arena. Cabizbajo, visiblemente derrotado. No estaba seguro de qué haría Matthew Owens conmigo, ni qué me depararía el futuro en Ciudad Lagarto.
Mi cabello escondía mi rostro, y con ello la leve sonrisa que apenas pude contener tras los resultados de aquello.
No estaba seguro de muchas cosas en ese momento, pero tenía una idea general. De lo que sí tenía certeza, pero, es que Matthew estaba equivocado. Lo aprendería tiempo después. Sí hubo un ganador en ese concurso:
Yo.
Mefisto
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Re: Postulantes aquí [Libre] [4/4] [Cerrado]
Gaia observó con astucia como Matthew organizaba a los postulantes para aquel puesto que sabían que no iba a ser cubierto de manera organizada. Brenda se adecentaba cuando apenas tenía tiempo para satisfacer los deseos estrambóticos de Owens. La mujer se llevó la mano al mandil y sacó algún que otro pergamino donde comenzó a anotar las respuesta de Pharra, a una velocidad bastante impresionante de ver. De cuando en cuando perfeccionaba una media sonrisa y a Gaia le dio la impresión de que conocía tanto a Owens que estaba anotando lo menos irrelevante de todo lo que aquel hombre azul había dicho.
A veces, Luna, mi dulce luna a veces me pregunto quién es más cínico, si Owens o Brenda
Por toda respuesta Gaia carcajeó de manera profunda e inesperada, terminando la risa de una manera casi tan drástica como empezó y una vez finalizada, llevó su mano a su cabello desquitando una pluma que había quedado enrevesada entre ellos. La chica encontró aquello fascinante y mientras los hombres de Owens entraban en la habitación a llevarse a Mefisto, ella la agarró y la observó concienzudamente.
-¿Quién sabe de donde ha venido? y lo más importante... ¿Hacia dónde irá? Imagino que será de un pájaro... o puede que quizás sea de alguien de las tierras de Roilkat. Una vez conocía un pirata que traficaba con deseos y nubes y decía que cada pluma de su cuerpo valía el triple si era él el que te la regalaba- rió examinando aquella pluma insistente-Tiene colores pardos.. y parece que hace años que no vive en su cuerpo, ¿No crees? - miró a todos los presentes como si estuviese manteniendo una conversación con ellos y aquello fuese pertinente-Me pregunto si se siente sola. Me pregunto si sabe que es lo suficientemente especial como para ser única, pero a la vez... tan solo una pluma.-
Compuso un gesto triste y la contuvo en sus manos por un segundo.
Brenda por un momento se percató de aquello y aliviada se apresuró a quitarle la pluma de las manos de Gaia.La bruja la miró confundida y Brenda esbozó una risa nerviosa y tiñó sus mejillas de rosado.
-Siempre llevo una de repuesto...- dijo nerviosa- Nunca se sabe cuánto va a hacerme escribir Owens- le dijo a Gaia en el oido.
-Lo se- le respondió Gaia como si eso fuese lo más natural del mundo- Pero sería mas eficaz si transportases al animal que te las da. Así no te quedas sin ninguna y..... bueno siempre es bueno hablar con alguien, ¿Verdad? - dijo de nuevo la chica, esta vez en su cabeza se dirigía a Luna y se quedó mirando a la nada por un segundo.
Oh Luna, mi dulce dulce Luna... pero tu... siempre me tienes a mi,
Gaia sonrió complacida.
Escuchó entonces que Matt se dirigía a ella. Su rostro se iluminó por un segundo, pero el tono condescendiente del hombre, su gesto pausado y sus palabras casi... dulces y forzadas a hacerla sentir cómoda erizaron los vellos de detrás de su nuca.
Hemos escuchado esas palabras antes, Luna mi dulce Luna. Todos empiezan así mi dulce Luna... ya lo hicieron aquella vez cuando fingieron que nos llevaban al arrozal. Y la vez que nos pusieron las cadenas. No Luna... mi dulce, dulce Luna. Owens sabe nuestro secreto. Y ya sabes que pasa cuando todos lo saben.
Gaia entro en pánico. Comenzó a respirar de manera rápida y a buscar una escapatoria a un peligro que no estaba allí pero que ella percibía como real. Miró a los demás postulantes. Pharra parecía los suficientemente fuerte como para protegerla. Pero ella ya había estado con hombres grandes y fuertes... y ninguno parecía tener la intención de hacerlo sin un pago a cambio.
Miró a Mefisto, rodeado de hombres que lo llevaban fuera de la arena. Cabizbajo, derrotado. Gaia sabía que los hombres que habían perdido la esperanza eran los más propensos a mostrar piedad, así que sabía cual iba a ser su decisión.
Corrió rápida y veloz hasta donde iba Mefisto. Tan rápida y súbita fue su huida que ninguno de los hombres de Owens se la esperaba. Gaia saltó al alcanzar a Mefisto u se abrazó a él, como si de una cria de panda o cualquier otro animal se tratase, aupándose sobre el hombre y asiéndolo en un abrazo fuerte cerrando los ojos e intentando que aquel elfo le sirviese de barrera. Como agarrada a una rama que llevaban en volandas. Una mochila más en el cuerpo de Mefisto.
-Sus orejas son lo suficientemente grandes como para los dos- dijo la bruja, temblando de miedo y a punto de llorar.
A veces, Luna, mi dulce luna a veces me pregunto quién es más cínico, si Owens o Brenda
Por toda respuesta Gaia carcajeó de manera profunda e inesperada, terminando la risa de una manera casi tan drástica como empezó y una vez finalizada, llevó su mano a su cabello desquitando una pluma que había quedado enrevesada entre ellos. La chica encontró aquello fascinante y mientras los hombres de Owens entraban en la habitación a llevarse a Mefisto, ella la agarró y la observó concienzudamente.
-¿Quién sabe de donde ha venido? y lo más importante... ¿Hacia dónde irá? Imagino que será de un pájaro... o puede que quizás sea de alguien de las tierras de Roilkat. Una vez conocía un pirata que traficaba con deseos y nubes y decía que cada pluma de su cuerpo valía el triple si era él el que te la regalaba- rió examinando aquella pluma insistente-Tiene colores pardos.. y parece que hace años que no vive en su cuerpo, ¿No crees? - miró a todos los presentes como si estuviese manteniendo una conversación con ellos y aquello fuese pertinente-Me pregunto si se siente sola. Me pregunto si sabe que es lo suficientemente especial como para ser única, pero a la vez... tan solo una pluma.-
Compuso un gesto triste y la contuvo en sus manos por un segundo.
Brenda por un momento se percató de aquello y aliviada se apresuró a quitarle la pluma de las manos de Gaia.La bruja la miró confundida y Brenda esbozó una risa nerviosa y tiñó sus mejillas de rosado.
-Siempre llevo una de repuesto...- dijo nerviosa- Nunca se sabe cuánto va a hacerme escribir Owens- le dijo a Gaia en el oido.
-Lo se- le respondió Gaia como si eso fuese lo más natural del mundo- Pero sería mas eficaz si transportases al animal que te las da. Así no te quedas sin ninguna y..... bueno siempre es bueno hablar con alguien, ¿Verdad? - dijo de nuevo la chica, esta vez en su cabeza se dirigía a Luna y se quedó mirando a la nada por un segundo.
Oh Luna, mi dulce dulce Luna... pero tu... siempre me tienes a mi,
Gaia sonrió complacida.
Escuchó entonces que Matt se dirigía a ella. Su rostro se iluminó por un segundo, pero el tono condescendiente del hombre, su gesto pausado y sus palabras casi... dulces y forzadas a hacerla sentir cómoda erizaron los vellos de detrás de su nuca.
Hemos escuchado esas palabras antes, Luna mi dulce Luna. Todos empiezan así mi dulce Luna... ya lo hicieron aquella vez cuando fingieron que nos llevaban al arrozal. Y la vez que nos pusieron las cadenas. No Luna... mi dulce, dulce Luna. Owens sabe nuestro secreto. Y ya sabes que pasa cuando todos lo saben.
Gaia entro en pánico. Comenzó a respirar de manera rápida y a buscar una escapatoria a un peligro que no estaba allí pero que ella percibía como real. Miró a los demás postulantes. Pharra parecía los suficientemente fuerte como para protegerla. Pero ella ya había estado con hombres grandes y fuertes... y ninguno parecía tener la intención de hacerlo sin un pago a cambio.
Miró a Mefisto, rodeado de hombres que lo llevaban fuera de la arena. Cabizbajo, derrotado. Gaia sabía que los hombres que habían perdido la esperanza eran los más propensos a mostrar piedad, así que sabía cual iba a ser su decisión.
Corrió rápida y veloz hasta donde iba Mefisto. Tan rápida y súbita fue su huida que ninguno de los hombres de Owens se la esperaba. Gaia saltó al alcanzar a Mefisto u se abrazó a él, como si de una cria de panda o cualquier otro animal se tratase, aupándose sobre el hombre y asiéndolo en un abrazo fuerte cerrando los ojos e intentando que aquel elfo le sirviese de barrera. Como agarrada a una rama que llevaban en volandas. Una mochila más en el cuerpo de Mefisto.
-Sus orejas son lo suficientemente grandes como para los dos- dijo la bruja, temblando de miedo y a punto de llorar.
Gaia
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Re: Postulantes aquí [Libre] [4/4] [Cerrado]
Matthew entrelazó los dedos y friccionó las manos, limpiando las palmas de restos de tierra y arena, con eso parecía quedar finalizada la jornada, vio cómo los hombres se llevaban al dragón y como otros tantos reducían a Mefisto. En líneas generales estaba bastante satisfecho sobre cómo habían salido las cosas, siempre se podía mejorar, pero considerando que había improvisado prácticamente todo, era un final más que adecuado.
Todo salía bien hasta que... Claro, con Gaia nunca podía saberse qué sucedería a continuación, ahora parecía haber entrado en uno de sus ataques de paranoia. Matt suspiró y se refregó los ojos, con cansancio, no quería lastimar a la hechicera, le parecía una muchachita muy dulce, pero el Virrey odiaba que le dijeran que no y más cuando era en público.
-Gaia... Cariño... No hagamos esto más complicado - Se había agarrado a Mefisto y no parecía haber manera de que lo soltara, los matones al mando de Matthew lo miraban en busca de instrucciones de cómo seguir, y Owens se volteó hacía Brenda - ¿Querida puedes hacer algo con ella? - La enana parecía llevarse un poco mejor con ella, quizás se le ocurriera qué hacer.
-¿Qué quieres que haga? - Suspiró y bajó su cuaderno de notas - Gaia, ese elfo tiene que irse, Matt lo necesita para otras cosas ¿Por que no vienes conmigo? Podríamos.... - A Brenda se le agotaban las ideas - Ver... ¿Zapatos? - La enana no tenía idea de sí a Gaia le gustaba o sí los odiaba, pero sabía que siempre hablaba de eso, con un poco de suerte lograba distraerla.
-Bien, perfecto, me alegra que se estén entendiendo - Les hizo una señal a los hombres que seguían sosteniendo al elfo - Ponganlo en una de las jaulas medianas y cuelguenlo en la sala de la tienda. Quiero tenerlo allí para la hora del té - Aplaudió como un niño emocionado - Hablaremos de tantas cosas divertidas, será como una reunión de chicas -
Como ya todo estaba solucionado, Matthew se dio la vuelta y fue hacía la salida de la arena, había llegado solo y se iba solo, en resumen, nada de lo que había hecho esa tarde había servido de algo. Era lógico ¿Por qué esperaba que fuera distinto? No estaba intentando reemplazar un puesto, sino a una persona, y eso sería mucho más difícil.
“Pero no imposible”
Eso lo sabía de sobra, ya había vivido lo suficiente como para saber que los amores así de rápido como llegaban se iban, y que lo que en el presente parecía una desgracia en el futuro no era más que un recuerdo. Pensando en todas esas cosas, mirándo el cielo con muy poco interés, regresó de a poco a su casa fuera de la ciudad.
Esa misma noche cuando se estaba preparando para acostarse, ritual que podía llevarle varias horas, sintió que algo se le había olvidado. Pero se encogió de hombros y siguió poniéndose su pijama, tarde o temprano lo recordaría ¿O no?
Todo salía bien hasta que... Claro, con Gaia nunca podía saberse qué sucedería a continuación, ahora parecía haber entrado en uno de sus ataques de paranoia. Matt suspiró y se refregó los ojos, con cansancio, no quería lastimar a la hechicera, le parecía una muchachita muy dulce, pero el Virrey odiaba que le dijeran que no y más cuando era en público.
-Gaia... Cariño... No hagamos esto más complicado - Se había agarrado a Mefisto y no parecía haber manera de que lo soltara, los matones al mando de Matthew lo miraban en busca de instrucciones de cómo seguir, y Owens se volteó hacía Brenda - ¿Querida puedes hacer algo con ella? - La enana parecía llevarse un poco mejor con ella, quizás se le ocurriera qué hacer.
-¿Qué quieres que haga? - Suspiró y bajó su cuaderno de notas - Gaia, ese elfo tiene que irse, Matt lo necesita para otras cosas ¿Por que no vienes conmigo? Podríamos.... - A Brenda se le agotaban las ideas - Ver... ¿Zapatos? - La enana no tenía idea de sí a Gaia le gustaba o sí los odiaba, pero sabía que siempre hablaba de eso, con un poco de suerte lograba distraerla.
-Bien, perfecto, me alegra que se estén entendiendo - Les hizo una señal a los hombres que seguían sosteniendo al elfo - Ponganlo en una de las jaulas medianas y cuelguenlo en la sala de la tienda. Quiero tenerlo allí para la hora del té - Aplaudió como un niño emocionado - Hablaremos de tantas cosas divertidas, será como una reunión de chicas -
Como ya todo estaba solucionado, Matthew se dio la vuelta y fue hacía la salida de la arena, había llegado solo y se iba solo, en resumen, nada de lo que había hecho esa tarde había servido de algo. Era lógico ¿Por qué esperaba que fuera distinto? No estaba intentando reemplazar un puesto, sino a una persona, y eso sería mucho más difícil.
“Pero no imposible”
Eso lo sabía de sobra, ya había vivido lo suficiente como para saber que los amores así de rápido como llegaban se iban, y que lo que en el presente parecía una desgracia en el futuro no era más que un recuerdo. Pensando en todas esas cosas, mirándo el cielo con muy poco interés, regresó de a poco a su casa fuera de la ciudad.
Esa misma noche cuando se estaba preparando para acostarse, ritual que podía llevarle varias horas, sintió que algo se le había olvidado. Pero se encogió de hombros y siguió poniéndose su pijama, tarde o temprano lo recordaría ¿O no?
Matthew Owens
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Re: Postulantes aquí [Libre] [4/4] [Cerrado]
El cielo rojizo, el viento soplando lento y el sol apunto de ser consumido por el horizonte. La tarde, estaba acabando, sin rastros del Virrey. El pirata había pasado ya un par de horas esperando, pacientemente aunque pueda sonar raro. Mientras jugaba a las cartas con los soldados, ciertamente se había ganado algo de su amistad.
No pasó mucho tiempo hasta que Tobias comenzó a tener algunas preguntas. — ¿Qué se supone qué está esperando Matt? ¿Hacer una entrada dramática? — Uno de ellos, Mauro ladeó la cabeza, pensativo. Podría ser algo propio de Matt. — Es posible, que se haya retractado, no eres el primero al que le ofrece el barco. Más bien, pienso que Matt no tiene planeado hacer nada con él.
Soltó una carcajada, el pirata pensó que estaba jugándole una broma o diciendo alguna estupidez. — JAJAJAJA ¿Lo dices en serio? ¿Qué clase de Virrey es este? — Heran, el otro, suspiró. — Se nota que no conoces a Matt, es todo lo que no esperarías de un ''virrey''.
Tobias se levantó, visiblemente irritado. — Entonces, no tengo más opción que llevarme este barco. — Un pequeño silencio y unas miradas de los guardias después. — Sabes que no lo permitiremos. ¿Además cómo lo sacarás?
— ¿Se ven en las capacidades de detenerme? — Los veía por encima del hombro, siendo considerablemente más alto y musculoso.
— No te emociones, está anclado al fondo del lago. — Obviamente la situación no estaba a favor del dragón, pero era lo suficientemente terco como para no darse cuenta. Luego de un tiempo de meditar las posibilidades, golpeó la mesa. — Exijo ver al Virrey. Ustedes me llevarán a él. De la manera buena, o de la manera mala. — Las amenazas y engaños no eran nada nuevo en Tobias y aún tenía muchas cosas que discutir con Matthew.
Luego de convencerlos de ayudarlo, el pirata se encontraba en marcha hacia las puertas de la morada del virrey.
No pasó mucho tiempo hasta que Tobias comenzó a tener algunas preguntas. — ¿Qué se supone qué está esperando Matt? ¿Hacer una entrada dramática? — Uno de ellos, Mauro ladeó la cabeza, pensativo. Podría ser algo propio de Matt. — Es posible, que se haya retractado, no eres el primero al que le ofrece el barco. Más bien, pienso que Matt no tiene planeado hacer nada con él.
Soltó una carcajada, el pirata pensó que estaba jugándole una broma o diciendo alguna estupidez. — JAJAJAJA ¿Lo dices en serio? ¿Qué clase de Virrey es este? — Heran, el otro, suspiró. — Se nota que no conoces a Matt, es todo lo que no esperarías de un ''virrey''.
Tobias se levantó, visiblemente irritado. — Entonces, no tengo más opción que llevarme este barco. — Un pequeño silencio y unas miradas de los guardias después. — Sabes que no lo permitiremos. ¿Además cómo lo sacarás?
— ¿Se ven en las capacidades de detenerme? — Los veía por encima del hombro, siendo considerablemente más alto y musculoso.
— No te emociones, está anclado al fondo del lago. — Obviamente la situación no estaba a favor del dragón, pero era lo suficientemente terco como para no darse cuenta. Luego de un tiempo de meditar las posibilidades, golpeó la mesa. — Exijo ver al Virrey. Ustedes me llevarán a él. De la manera buena, o de la manera mala. — Las amenazas y engaños no eran nada nuevo en Tobias y aún tenía muchas cosas que discutir con Matthew.
Luego de convencerlos de ayudarlo, el pirata se encontraba en marcha hacia las puertas de la morada del virrey.
Tobias Pharra
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Re: Postulantes aquí [Libre] [4/4] [Cerrado]
No esperaba aquél desarrollo de los acontecimientos.
Pharra. Su melodía era una que oía en muchas personas; una de ambición, de empujar a un lado los obstáculos que se atravesaran en su camino. Era una melodía simple, con intentos de ser grandiosa, pero que se me antojaba sumamente aburrida.
Matthew Owens. En él oía deseo... no, ¿capricho?
Oía poder. Autoridad. Pero no la fortaleza resguardada por leales soldados, no, no. Era algo más delicado, más frágil. El balance de las cartas, a manos de un prestidigitador.
Pero había tanto más, estaba seguro. ¿En qué dirección iría esa canción? Debía averiguar más, debía escucharla hasta memorizar cada pasaje, cada instrumento, cada nota. Poder contemplar su alma y entonces darme cuenta de qué es lo que viene, de qué es lo que va.
Sólo basta con saber qué es lo que un hombre quiere, y así el juego estará a medio terminar.
La melodía de Gaia, por otra parte, era algo más... etérea. Para el pedrusco marino de Pharra, para el filo bailarín de Owens, la melodía de Gaia era el baile de las sombras ante una vela débil. Un ritmo que se me escapaba, una dirección que no daba propósitos.
¿Qué instrumentos la habrían marcado? ¿Cuáles caminos habría atravesado para llegar hasta allí?
Todo eso es lo que me preguntaba al verla acercarse a mí. Se me subió encima como lo haría un infante, visiblemente aterrada. Mantuve mi acto de caballero derrotado.
«¿Mis orejas? ¿Las de... Matthew? ¿Quiénes dos?» pensé. Aguanté un suspiro, y en su lugar respondí en voz baja.
—Todo va a estar bien mi niña. —moví la cabeza suavemente, a falta de libertad en los brazos, hasta hacer contacto con la suya— Es mala idea correr de un depredador si estás entre sus garras. Coraje. Llegará el momento.
Dejé que mi cabeza volviera a caer, como si hablar me hubiese significado un esfuerzo monumental. Presté especial atención a las palabras de Matthew.
«¿Jaula? ¿Reunión de chicas?»
No es lo que esperaba. Pero aquello...
Aquello funcionaría también.
Pharra. Su melodía era una que oía en muchas personas; una de ambición, de empujar a un lado los obstáculos que se atravesaran en su camino. Era una melodía simple, con intentos de ser grandiosa, pero que se me antojaba sumamente aburrida.
Matthew Owens. En él oía deseo... no, ¿capricho?
Oía poder. Autoridad. Pero no la fortaleza resguardada por leales soldados, no, no. Era algo más delicado, más frágil. El balance de las cartas, a manos de un prestidigitador.
Pero había tanto más, estaba seguro. ¿En qué dirección iría esa canción? Debía averiguar más, debía escucharla hasta memorizar cada pasaje, cada instrumento, cada nota. Poder contemplar su alma y entonces darme cuenta de qué es lo que viene, de qué es lo que va.
Sólo basta con saber qué es lo que un hombre quiere, y así el juego estará a medio terminar.
La melodía de Gaia, por otra parte, era algo más... etérea. Para el pedrusco marino de Pharra, para el filo bailarín de Owens, la melodía de Gaia era el baile de las sombras ante una vela débil. Un ritmo que se me escapaba, una dirección que no daba propósitos.
¿Qué instrumentos la habrían marcado? ¿Cuáles caminos habría atravesado para llegar hasta allí?
Todo eso es lo que me preguntaba al verla acercarse a mí. Se me subió encima como lo haría un infante, visiblemente aterrada. Mantuve mi acto de caballero derrotado.
«¿Mis orejas? ¿Las de... Matthew? ¿Quiénes dos?» pensé. Aguanté un suspiro, y en su lugar respondí en voz baja.
—Todo va a estar bien mi niña. —moví la cabeza suavemente, a falta de libertad en los brazos, hasta hacer contacto con la suya— Es mala idea correr de un depredador si estás entre sus garras. Coraje. Llegará el momento.
Dejé que mi cabeza volviera a caer, como si hablar me hubiese significado un esfuerzo monumental. Presté especial atención a las palabras de Matthew.
«¿Jaula? ¿Reunión de chicas?»
No es lo que esperaba. Pero aquello...
Aquello funcionaría también.
Mefisto
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Re: Postulantes aquí [Libre] [4/4] [Cerrado]
Los guardias miraban a Matthew y de nuevo al elfo y a la chica como si esperasen la orden certera que les daba permiso para deshacer aquel abrazo. Gaia temía que aquello fuese a suceder más pronto que tarde y se asía a Mefisto casi con mas fuerza a medida que los minutos pasaban. Brenda y Matt la contemplaban mientras ella, por primera vez desde que entró en aquel arenal intentaba enmudecer a Luna.
En su lugar llenó su mente de las palabras dóciles que el elfo le dirigió casi en un susurro. La bruja lo miró como intentando decidir si debía o no hacerle caso y después le dirigió una sonrisa cálida.
-Los barrotes de la jaula no son barrera lo suficientemente impasible como para contener una mente libre- dijo. Sentenciando algo que se había estado preguntando. Como despedida le atusó las cejas y se bajó de él poco a poco.
Pequeña y dulce Luna. Mi Luna. Enjaularte con el elfo quizás sería castigo demasiado duro para el hombre, sobre todo si él supiese lo que a ambas nos gusta mancharnos las manos de sangre.
Gaia sacudió su cabeza y la palabra zapatos resonó en ella. Alzó su mirada y se encontró con la mirada suplicante de Brenda. Gaia sabía que si no iba con ella Matt iba a estar molestándola con tal o cual manera de hacerla ir. Y también sabía lo ocupada que normalmente estaba Brenda de 4 a 9 de la tarde. No quería darle más quehaceres. La mujer ya tenía cierta edad y aunque Matt se esforzase en no querer verlo, casi arrastraba los pies al final del día. Por supuesto que le hacían faltas nuevos zapatos.
-Tan solo porque es un favor personal- dijo la chica acercándose y agarrándole la mano a Brenda. Cuando pasó junto a Matt en su camino aceleró su carrera como un niño que huye de un juego inventado-Dime una cosa, Brenda. ¿Crees que Matt deja sus zapatos de manera ordenada al lado de su cama antes de irse a dormir?- Preguntó curiosa como en un susurro mientras caminaban- ]Yo a veces pienso que no usa nunca los mismos. Tiene un hombre contratado tan solo para que le gaste las suelas y los horme para que parezcan usados- Se llevó el dedo a la barbilla-Otros días pienso que no se los quita para dormir. - Esto lo dijo al oido de Brenda como si estuviese diciendo algo tremendamente acusador.- Es muy incómodo dormir con zapatos.... Por eso se levanta de tan mal humor.- Le dedicó una sonrisa muy rápida a Matt que acabó en un gesto de miedo cuando recordó la escena de minutos atrás.
Para cuando alcanzaron las puertas que los llevaban fuera de la arena, Gaia se había medio olvidado de todo lo que había pasado hacía unos minutos e iba dando pequeños saltitos agarrada de la mano de Brenda mientras le hacía una lista enorme de las cosas que había comido alguna vez y que le habían producido dolor de estómago comparándolas con las que nunca había comido y creía que lo harían.
Cuando llegó a la puerta se giró y buscó con la mirada a Mefisto:
-Buen vuelo, pajarillo- dijo- Tan solo... abre tus alas- le guiñó un ojo y se fue.
En su lugar llenó su mente de las palabras dóciles que el elfo le dirigió casi en un susurro. La bruja lo miró como intentando decidir si debía o no hacerle caso y después le dirigió una sonrisa cálida.
-Los barrotes de la jaula no son barrera lo suficientemente impasible como para contener una mente libre- dijo. Sentenciando algo que se había estado preguntando. Como despedida le atusó las cejas y se bajó de él poco a poco.
Pequeña y dulce Luna. Mi Luna. Enjaularte con el elfo quizás sería castigo demasiado duro para el hombre, sobre todo si él supiese lo que a ambas nos gusta mancharnos las manos de sangre.
Gaia sacudió su cabeza y la palabra zapatos resonó en ella. Alzó su mirada y se encontró con la mirada suplicante de Brenda. Gaia sabía que si no iba con ella Matt iba a estar molestándola con tal o cual manera de hacerla ir. Y también sabía lo ocupada que normalmente estaba Brenda de 4 a 9 de la tarde. No quería darle más quehaceres. La mujer ya tenía cierta edad y aunque Matt se esforzase en no querer verlo, casi arrastraba los pies al final del día. Por supuesto que le hacían faltas nuevos zapatos.
-Tan solo porque es un favor personal- dijo la chica acercándose y agarrándole la mano a Brenda. Cuando pasó junto a Matt en su camino aceleró su carrera como un niño que huye de un juego inventado-Dime una cosa, Brenda. ¿Crees que Matt deja sus zapatos de manera ordenada al lado de su cama antes de irse a dormir?- Preguntó curiosa como en un susurro mientras caminaban- ]Yo a veces pienso que no usa nunca los mismos. Tiene un hombre contratado tan solo para que le gaste las suelas y los horme para que parezcan usados- Se llevó el dedo a la barbilla-Otros días pienso que no se los quita para dormir. - Esto lo dijo al oido de Brenda como si estuviese diciendo algo tremendamente acusador.- Es muy incómodo dormir con zapatos.... Por eso se levanta de tan mal humor.- Le dedicó una sonrisa muy rápida a Matt que acabó en un gesto de miedo cuando recordó la escena de minutos atrás.
Para cuando alcanzaron las puertas que los llevaban fuera de la arena, Gaia se había medio olvidado de todo lo que había pasado hacía unos minutos e iba dando pequeños saltitos agarrada de la mano de Brenda mientras le hacía una lista enorme de las cosas que había comido alguna vez y que le habían producido dolor de estómago comparándolas con las que nunca había comido y creía que lo harían.
Cuando llegó a la puerta se giró y buscó con la mirada a Mefisto:
-Buen vuelo, pajarillo- dijo- Tan solo... abre tus alas- le guiñó un ojo y se fue.
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Gaia
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