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[Zona de Culto] Prueba de las Minas Oscuras

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Mensaje  Sigel Vie 03 Ago 2018, 15:45



Prueba de las Minas Oscuras



Las Minas Oscura es un lugar amenazante y terrorífico. Nadie debería adentrarse al lugar. Innumerables criaturas habitan su interior. Las viejas y podridas vigas de seguridad se desploman haciendo precipitar cámaras enteras. Los carriles están oxidados, la mayoría no aguantaría el peso de una persona. No es un lugar seguro y, sin embargo, la entrada está abierta.
Son muchos los adolescentes que acuden a Las Minas Oscuras para demostrar su valor como hombres. Entran como niños, débiles e indefensos. Si logran sobrevivir durante un día completo a los peligros de Las Minas Oscuras, emergerán como hombres y mujeres de gran valor.
Para cumplir la prueba, deben entrar desnudos, sin comida y sin bebida a la primera hora de la mañana. Completamente vulnerables. En el interior de Las Minas están los víveres necesarios para sobrevivir: animales que cazar, la ropa de los antiguos mineros que perecieron en el lugar, pequeñas humedades donde extraer agua… Para encontrar aquello que le permitan sobrevivir, deberán adentrarse hasta la profundidad, lo que significa enfrentarse directamente a los peligros de Las Minas Oscuras.

Información
1. Este apartado es para rezar, hacer sacrificios, plegarias y ofrendas a los dioses, a cambio de que ellos te den suerte. Por tanto, aquí se lanzarán las runas, pero se hará a petición de un máster y on rol.
2. Al ser on rol, se deberán cumplir todas las normas en cuanto a los posts: ortografía, número de líneas…
3. No se podrán hacer posts off rol para lanzar las runas.
4. No se podrá rolear entre usuarios.
5. La dinámica es la misma que en “Suerte oficial de temas aleatorios”: uno escribe su post y lanza runas. La única diferencia será que se deberá hacer en on rol, mostrando respetos a los dioses a los que pides suerte.
6. Se puede elegir el lugar de culto para que se adapte mejor a las creencias del personaje, los másters lo tendrán en cuenta a la hora de mandarte a hablar con los dioses.

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[Zona de Culto] Prueba de las Minas Oscuras  Empty Re: [Zona de Culto] Prueba de las Minas Oscuras

Mensaje  Anders Jue 31 Oct 2019, 02:37

Era esa desagradable época del año.

En todos lados, incluso el más inapropiado de ellos, todo empezaba a tratarse de los muertos. Que había que preparar un ritual para protegerte de aquella noche. De los muertos. No necesitaba una fecha dedicada especialmente a recordármelo, no lo había olvidado. Aunque quisiera.

Corrí mi mano por encima de mi boca, limpiando la sangre que se me escapaba de una esquina de ella. Después pasé ambas manos por mi ropa, intentando disimular su sucio y sus arrugas.

Estaba ahí por varias razones, todas con el mismo punto en común: escape.

Escapar de fantasmas del pasado que temía se volviera del presente. Escapar de mis últimos problemas. Y… escapar de la elección, a este punto no era una hecha por obtener recompensas, sino evitar los castigos.

¿Cuál, cuál de todos los Dioses?

Vi al cielo, tapándome la cara y cerrando débilmente un ojo al brillo del sol comenzando su descenso para ocultarse. Costaba negar la existencia de Anar, si ahí estaba, igual de inclemente que siempre. Costaba negar la de Isil cuando la había visto tan sólo la noche pasada, y pronto me dejaría verla de nuevo. Y costaba negar la de Imbar, si, casi siempre, me estaba rodeando.

Pero era lo mismo para todos los demás, no podía ir a cara de un humano y decirle que Thor no existía si cualquier tormenta podía hablar sobre mi palabra.

Suspiré pesadamente mientras bajaba la mirada lentamente, observando la entrada a las minas. No había oído cosas buenas del lugar, según, en su profundidad estaba llena de peligros; pero de ninguna había oído su nombre.

Esperé varios segundos en silencio frente a la oscuridad que tenía por entrada, distrayéndome cuanto sentí una gota golpeándome el rostro. Vi al cielo y el pequeño roció que comenzaba. Cada gota era grande y pesada, pronto se volvería todo un diluvio.

No me moví incluso cuando ocurrió, dejando que me emparara hasta que simplemente me cansé de estar parado y me moví a un árbol cercano a recostarme y cubrirme con mi golem. Jugué con la tierra vuelta barro, viendo al suelo. Cada tanto me corría por la mente la idea de que debería pedirle al Árbol Madre; pero…

La rama del árbol bajo el que estaba cedió, cayendo fuertemente a un lado sobre un charco, ensuciándome un poco. Volteé lentamente hacia donde había caído, viendo mi reflejo en el agua. Sonreí débilmente, llevándome una mano a la oreja para acariciarla entre mi pulgar y mi índice, antes de suspirar y parar de sonreír.

Pasé la noche entera en vela, y a primera hora de la mañana, me levanté. La lluvia había parado hace unas horas. Caminé otra vez la entrada de la mina y llene mis pulmones de aire, antes de llevarme las manos a la cintura para soltar mi cinturón, dejándolo caer con mi hacha. Empecé a desnudarme, primero la túnica, después los pantalones y finalmente las botas. Doblé todo, acomodando mis pertenencias cuidadosamente una al lado de la otra.

Contemplé por varios segundos a la masa a la que me gustaba llamar “golem”, cuando ni bien animado estaba, y al hacha que me gustaba llamar “arma”, cuando ni bien la sabía usar. Puse ambas cosas a los lados de la ropa por haberme acompañado tanto tiempo, y corté mi flujo de éter a la arcilla, dejándola como lo que… simplemente era.

Me adentré en el lugar en ese estado, cruzando bastante rápido un brazo sobre mi pecho por el frío. Aunque tuviese una vista ligeramente privilegiada, en la oscuridad, de nada servía. Pasé de preguntarme cuanto tiempo pasaría antes de que terminase de asustarme y me diera vuelta y saliera, a cuánto tiempo me llevaría encontrarme uno de esos peligros.

No me preocupaba tanto si la mina me mataba o no. Sólo quería… esa inspiración que tenía el resto. La inspiración para tratar vivir, y estar bien si no lo hacía.

Escuchar el eco de una gota caer sobre un charco me paralizó por completo. Incluso había detenido mi propia respiración, pasé varios segundos inmóvil, antes de suspirar. «Cobarde».

Seguí avanzando, levantando mis manos. ¿O las había levantado? En la absoluta oscuridad,  no estaba seguro. Cuando pensaba, no sabía si en realidad estaba hablando. Me pregunté, ¿era así como se sentía estar muerto?

Luego de... un tiempo. Un tiempo. Luego de un tiempo, escuché el crujir de algo bajo más pies. Intenté ignorarlo, excepto por la molestia que ahora sentía a cada paso izquierdo posterior a ese. Poco andar después di con algo de luz, estaría… quien sabe cuántos metros más adelante.

Avancé hacia ella, exhalando y sintiendo un escalofrío recorrerme todo el pecho. A más me acercaba a ella más podía diferenciar de que se trataba, una carroza vieja, destrozada... con una pica en el interior de la carreta, de la que estaba atado un guante de cuero en el índice. El guante brillaba, iluminando los alrededores, mostrando los restos de un esqueleto.

—me acerque más, observando dentro del carro. Estaba cubierto a telarañas. La ropa que parecía llevar el esqueleto encima estaba más que podrida, y el guante… «Este dibujo es… ¿una runa…?» pensé al tomarlo, intentando ver a través del molesto brillo que producía.

La luz que emitía el guante bastaba para ver que la mina se extendía varios metros más allá. Quizá no tenía fin. Quizá, y ya estaba perdido. Me mordí el labio inferior, volviendo a romperme inadvertidamente la esquina, sangrando de allí de nuevo.

Sólo me quedaba suponer que si realmente esperaba recibir inspiración alguna para tratar de vivir, tendría que vivir primero. Eso, o estaba evitando a la muerte por miedo, clásico yo.

Tomé la pica cuidadosamente, limpiándola de la telaraña. Giré la muñeca sosteniendo la pica, y viendo su oxidado filo. Pesaba más que mi hacha en particular. Pero serviría. Era un solo día… un solo día. Si realmente había agua y animales que cazar, los encontraría.

No sé quién eres —empecé a hablar y andar de nuevo—. O… si hay alguien aquí… —suspiré, aceptando que bien podría estar hablando solo—. Pero no sé rezar… —vi a los lados, observando más huesos y cosas tiradas—. No realmente. Tampoco es que pueda… en el Árbol Madre sólo rezan los elfos. Puros. Y…

Agité suavemente el brazo un lado, hasta que la punta de la pica rebotó con una pared, al menos para acompañarme a mí mismo con ruido.

El resto… ¿no me agrada? —baje la mirada, optando por decir eso y no “los odio”—. Permiten… piden sacrificios —volví a golpear suavemente—. ¿Para qué les sirve a los dioses sacrificios? ¿Hay algo especial en sesos fuera de su lugar de lo qué no me he enterado?

Deje de caminar.

Y los semi-elfos no… no tenemos dioses —esbocé una mueca—. Sospecho que es porque no nos hemos puesto de acuerdo suficientes en un buen nombre para el primero —reí a mi propia broma, no sólo. Acompañado por el eco.

Luego de murmurar, o puede que pensar, “maldita sea”, continúe caminando, escuchando leves gotas caer. ¿De dónde?

¿…Estaba llorando?

Maldita sea.

Después de lo que se sintió como una hora más de andar por el dolor de mis piernas, me detuve, tirando al suelo un montón de trapos que había recogido en el camino, los que lucían en “mejor” estado para sentarme exhausto. Deje caer la pica con el guante brillando a un lado y suspiré, viendo algunas blanquecinas paredes a mi alrededor, e indicios de construcciones con madera. En algunas paredes había… marcas de manos, sí. No estaba seguro si habían sacado pinturas con las locuras que hacían los alquimistas de aplastar un montón de matas todas verdes y sacar rojo.

Me pase la mano por el pecho hasta el hombro, removiendo pequeños caminos de sangre que me habían dejado las gotas que habían caído de mi boca. También me limpie de allí con el pulgar, y me quede viendo mi dedo, apenas ensangrentado.

¿De verdad no había otra manera de agradar a nadie sin tener que sacrificar algo más? Vi hacia la pica, tomándola y viéndome la mano. La apoyé firmemente del suelo y alcé el arma.

Sólo quiero…

Baje la pica, golpeando. En el espacio entre dos de mis dedos. Suspiré, lanzando lejos y atrás la pica para quedarme otra vez bajo el manto de oscuridad que no me dejaba ver nada.

Un poco de ayuda… me da igual de quien sea si no pide otra vida que no sea la mía.  Luego de eso… podrás enseñarte tu rostro.

El sonido de algo más interrumpió mi plegaria. Al ver de reojo hacia donde el camino continuaba de entre la oscuridad había un par de patas con garras asomándose hacia dentro de la luz. Vi atrás, lo lejos que había caído la pica, y, por la baba deslizándose de esos dientes…

Mi ayuda no vendría.

[…]

Horas después salí del lugar al haber cumplido el día. Más pálido de lo normal, con los ojos enrojecidos, los labios secos. Cojeando de una pierna, con los pies destrozados de picaduras de insectos. Un cuarteto de cicatrices adornándome un costado y otras nuevas añadidas a mis brazos.

Tosí débilmente, cerrando los ojos por lo molesta que ahora se me hacía la luz del sol tras tanto tiempo en lo oscuro. Baje la mirada, rascándome un ojo y buscando dónde había dejado mi ropa y mi arma.

No se sentía como si hubiese cumplido con nadie… ni siquiera conmigo. Alcancé por las prendas y me las puse lentamente, no pudiendo evitar sentir todo lo adolorido que estaba. Colgué el hacha de mi cinturón; toqué a mi golem y empecé a andar para que me siguiera.

…De la misma forma que lo habían hecho las huellas de sangre que había arrastrado conmigo desde adentro. Sin nadie a quien rezarle, en cambio, pagué la que les debía a lo que me había salvado entonces y me ayudó a aguantar allí dentro.

La pica de aquel minero muerto, y las ropas de decenas más de ellos. Golpeé a paredes, y algunas rocas, una y otra vez para ayudarlos un poco con el trabajo que dejaron pendiente. Quizá habían sido decenas, quizá centenas de pequeñas piedras que me esperaba fueran sal, abandonadas al lado de cada uno de ellos como agradecimiento. No sabía si eran de ellos; pero no resistí en un impulso algo infantil de marcar que había estado en el lugar pegar mi palma bañada de mi sangre a una de las paredes, esperando que el resto de las marcas fuesen de ellos.

Para el más amable, el que me había prestado su pica, le deje compañía para toda la vida. Un nuevo amigo.

En tiempo, junto a él, también descansarían los huesos de ese animal muerto…

Mientras me retiraba vi atrás como acostumbraba, para asegurarme de que me estuviera siguiendo mi golem. Era irónico. Odiaba eso, haber heredado el regalo de luz por el costo que representaba, ni animar ni curar de forma normal como un maldito elfo más podía.

Pero esa misma luz, vida, también había ayudado a salvarme. Esperé que el golem me alcanzará y lo cargué, apretando los dientes para aguantarme.

Gracias, ma.
Anders
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