Prisioneros del destino [Privado] [Cerrado]
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Prisioneros del destino [Privado] [Cerrado]
El fuego da vida, su calor genera una sensación confortable, su crepitar hace que el silencio no sea incómodo. El simple hecho de observar la danza de una llama puede ser el acto más relajante del mundo. El fuego a veces es asociado con el valor, ¿Y cómo no hacerlo? Una fuerte llamarada puede eliminar cualquier miedo, ayuda a sobreponerse a situaciones críticas. La voluntad de mantener encendida una llama también es importante. Un buen fuego arderá largo tiempo, uno débil tan solo crepitará en una ascua efímera.
Pero, a veces hay que tener cuidado con el fuego, pues abusar de su uso puede llegar a devorarte por completo.
Alward estaba frente a una hoguera, con su mirada perdida en la llama. Sentado tan solo en la seca tierra. Su postura era alicaída y cansada. De vez en cuando, su mirada se apartaba de la llama para posarse en el suelo, su rostro entonces se escondía ante el mundo, quizás avergonzado... quizás derrotado.
Había logrado llevar a Sashenka a un lugar seguro, habían pasado ya algunos días. Las personas que llevaban aquel aserradero acogieron a ambos Guardias. Por suerte, una curandera de un poblado cercano fue avisada y acudió al auxilio de la dragona. Aquello era mejor que nada, pero las posibilidades de salir de esa no eran demasiado altas para la dragona; una contusión en la cabeza y una herida de flecha que era sospechosa de contener líquido venenoso no eran datos demasiados esperanzadores.
Por su parte, él estaba en buenas condiciones, más allá de alguna que otra herida superficial. Incluso le habían dado ropa nueva con la que reemplazar a la jironada que llevaba, ropas que le hacían verse como todo un campesino.
Detrás suya se encontraba un pequeño cobertizo donde se guardaban las herramientas del lugar. Había sido un refugio improvisado para atender a la Dozorova.
Alward tenía una dura decisión ante sí, una que se había estado gestando días atrás, y cuando alguien encuentra dudas en su cometido debe detenerse y pensar qué está haciendo, por qué, y dónde se encuentra con respecto a su objetivo. Tenía una buena vida, después de todo, estaba donde quería, pero la sombra de las Sierpes era demasiado alargada y no podía escapar de su amenaza. Tampoco podía hacer la vista gorda ante los acontecimientos que presenció. Poco a poco, todo el asunto se fue tornando a algo personal...
Tomó una pequeña ramita que había por el suelo y la dejó a medio camino entre el fuego y su cuerpo. Sintió cómo este le daba calor a su mano. ¿Qué haría? ¿Seguiría avivando la llama o la dejaría extinguirse?
Pero, a veces hay que tener cuidado con el fuego, pues abusar de su uso puede llegar a devorarte por completo.
Alward estaba frente a una hoguera, con su mirada perdida en la llama. Sentado tan solo en la seca tierra. Su postura era alicaída y cansada. De vez en cuando, su mirada se apartaba de la llama para posarse en el suelo, su rostro entonces se escondía ante el mundo, quizás avergonzado... quizás derrotado.
Había logrado llevar a Sashenka a un lugar seguro, habían pasado ya algunos días. Las personas que llevaban aquel aserradero acogieron a ambos Guardias. Por suerte, una curandera de un poblado cercano fue avisada y acudió al auxilio de la dragona. Aquello era mejor que nada, pero las posibilidades de salir de esa no eran demasiado altas para la dragona; una contusión en la cabeza y una herida de flecha que era sospechosa de contener líquido venenoso no eran datos demasiados esperanzadores.
Por su parte, él estaba en buenas condiciones, más allá de alguna que otra herida superficial. Incluso le habían dado ropa nueva con la que reemplazar a la jironada que llevaba, ropas que le hacían verse como todo un campesino.
Detrás suya se encontraba un pequeño cobertizo donde se guardaban las herramientas del lugar. Había sido un refugio improvisado para atender a la Dozorova.
Alward tenía una dura decisión ante sí, una que se había estado gestando días atrás, y cuando alguien encuentra dudas en su cometido debe detenerse y pensar qué está haciendo, por qué, y dónde se encuentra con respecto a su objetivo. Tenía una buena vida, después de todo, estaba donde quería, pero la sombra de las Sierpes era demasiado alargada y no podía escapar de su amenaza. Tampoco podía hacer la vista gorda ante los acontecimientos que presenció. Poco a poco, todo el asunto se fue tornando a algo personal...
Tomó una pequeña ramita que había por el suelo y la dejó a medio camino entre el fuego y su cuerpo. Sintió cómo este le daba calor a su mano. ¿Qué haría? ¿Seguiría avivando la llama o la dejaría extinguirse?
Última edición por Alward Sevna el Miér 22 Abr 2020, 11:32, editado 1 vez
Alward Sevna
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Re: Prisioneros del destino [Privado] [Cerrado]
Los últimos días de la dragona habían transcurrido entre sueños, pesadillas, delirios y unos pocos momentos de lucidez que le permitían articular alguna que otra palabra como “agua” o “frío”, cosas mínimas para manifestar lo que le faltaba. Se sentía extraño para una mujer tan autosuficiente el pasar a ser tan dependiente, por lo general era una muchacha fuerte y saludable, no podía recordar cuándo había sido la última vez que se había enfermado.
En algún momento, Sasha no era capaz de diferenciar si fue durante un sueño o si estaba hablando con alguien en la vida real, pudo recuperar un momento de su niñez, quizás por la similitud de la situación de desamparo. Había tenido una gripe muy fuerte, y los médicos estaban preocupados de sí sobreviviría, en realidad, decían que era un resfrío porque tenía síntomas parecidos, pero lo cierto era que no estaban seguros de que enfermedad era.
Fueron días largos y muy angustiantes para la familia, hasta que finalmente la dragona recuperó la salud, de un día para el otro, sin aparente explicación.
En este caso no sería tan sencillo, las heridas que se había hecho tardarían en sanar, y además tenían que encontrar cual era el veneno que se había introducido en su torrente sanguíneo por medio de la flecha. Sin saber qué tipo de toxina era, no podían comenzar a hacer una cura. De todos modos, la curandera que habían conseguido era muy buena y pasaba una vez por día para ver cómo evolucionaba Sashenka.
La dragona no parecía especialmente preocupada por su propio bienestar, más bien estaba angustiada porque hacía varios días que la misión se había terminado y aún no había podido ir a la Guardia a informar los resultados. Era obvio que para cuando llegaran no encontrarían más que ruinas en la cueva, seguramente no quedaría nada para poder seguir un rastro.
En cierto modo, sentía que había fallado otra vez.
-... ¿Alward? - Tenía la voz rasposa, muy distinta a su imponente tono habitual, eso le molestaba pero no podía hacer nada al respecto. Estaba recostada en una camilla improvisada, la habían tapado con varias mantas porque los primeros días era incapaz de mantener el calor corporal. Tenía vendada la pierna, ambos brazos y parte de la cabeza, además de tener menjunjes de hierbas en distintos cortes y moretones distribuidos por el cuerpo.
Por pura terquedad quería sentarse en la cama, pero se había dado cuenta que sería imposible hacerlo sola, le gustara o no, tendría que pedirle ayuda al Humano. Además de todo lo ya mencionado, tenía un corte en el labio que le hacía doler cada vez que hablaba, las primeras veces que había intentado comunicarse la herida se había abierto y había comenzado a sangrar de nuevo. Pero ahora parecía estar lo suficientemente cerrada como para poder decir cosas pausadas.
-Alward... ¿Me ayudas? - Extendió una mano cuando el hombre estuvo cerca para agarrarse a él.
En algún momento, Sasha no era capaz de diferenciar si fue durante un sueño o si estaba hablando con alguien en la vida real, pudo recuperar un momento de su niñez, quizás por la similitud de la situación de desamparo. Había tenido una gripe muy fuerte, y los médicos estaban preocupados de sí sobreviviría, en realidad, decían que era un resfrío porque tenía síntomas parecidos, pero lo cierto era que no estaban seguros de que enfermedad era.
Fueron días largos y muy angustiantes para la familia, hasta que finalmente la dragona recuperó la salud, de un día para el otro, sin aparente explicación.
En este caso no sería tan sencillo, las heridas que se había hecho tardarían en sanar, y además tenían que encontrar cual era el veneno que se había introducido en su torrente sanguíneo por medio de la flecha. Sin saber qué tipo de toxina era, no podían comenzar a hacer una cura. De todos modos, la curandera que habían conseguido era muy buena y pasaba una vez por día para ver cómo evolucionaba Sashenka.
La dragona no parecía especialmente preocupada por su propio bienestar, más bien estaba angustiada porque hacía varios días que la misión se había terminado y aún no había podido ir a la Guardia a informar los resultados. Era obvio que para cuando llegaran no encontrarían más que ruinas en la cueva, seguramente no quedaría nada para poder seguir un rastro.
En cierto modo, sentía que había fallado otra vez.
-... ¿Alward? - Tenía la voz rasposa, muy distinta a su imponente tono habitual, eso le molestaba pero no podía hacer nada al respecto. Estaba recostada en una camilla improvisada, la habían tapado con varias mantas porque los primeros días era incapaz de mantener el calor corporal. Tenía vendada la pierna, ambos brazos y parte de la cabeza, además de tener menjunjes de hierbas en distintos cortes y moretones distribuidos por el cuerpo.
Por pura terquedad quería sentarse en la cama, pero se había dado cuenta que sería imposible hacerlo sola, le gustara o no, tendría que pedirle ayuda al Humano. Además de todo lo ya mencionado, tenía un corte en el labio que le hacía doler cada vez que hablaba, las primeras veces que había intentado comunicarse la herida se había abierto y había comenzado a sangrar de nuevo. Pero ahora parecía estar lo suficientemente cerrada como para poder decir cosas pausadas.
-Alward... ¿Me ayudas? - Extendió una mano cuando el hombre estuvo cerca para agarrarse a él.
Sashenka Dozorova
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Re: Prisioneros del destino [Privado] [Cerrado]
Tiró la ramita y se puso en pie. Tras eso, dio media vuelta y se encaminó al interior del cobertizo donde estaba Sashenka. Allí también estaban sus cosas, y las horas muertas como esa hacían los días demasiado largos. Tenía que buscar algo con lo que entretenerse, quizás entre sus pertenencias lo encontrara.
La dragona seguía dormida, o al menos no consciente. El castaño fue directo hacia una mesa donde descansaba su zurrón y, a un lado, la pequeña escultura de madera con forma de dragón que lo había guiado hacia ese lugar, antes rebosante de vida y ahora con una apariencia inerte. Era una lástima no tener allí sus espadas, ya que al menos podría practicar algo de esgrima mientras tanto. Pensó en buscar algún palo o herramienta que los dueños del lugar no necesitaran y ponerse a ello, sería una buena de hacer pasar el tiempo, además de que le mantendría en forma. No sabía cuántos días estarían así. También pensó que quizás debería echar una mano en el aserradero y de esa forma pagar un poco de los servicios que le habían prestado. Lo que sí les prometió con seguridad era que hablaría con algún superior para que mandase un pequeño destacamento de Guardias para vigilar aquel lugar como agradecimiento.
Sacó el medallón de los Stellazios y el libro que relataba todos y cada una de las historias y cuentos que se conocían sobre estos. Se detuvo a mirar el primero, había una poca y mala iluminación, no tenía el vivaz brillo que presentaba cuando el sol le daba de lleno. En cuanto al segundo objeto, pensó que quizás su estancia allí sería una buena excusa para volver a leerlo desde el principio.
Entonces se despertó Sasha, y debido a lo inesperado de la situación, el Sevna se volteó rápidamente y dejó caer el medallón al suelo. Fue lo más rápido que pudo a atender a su compañera.
-Estoy aquí.-Dijo con una voz tranquilizadora.
Pedía ayuda en un acto claro de querer sentarse sobre la cama. Era una locura en su estado, podrían reabrirse sus heridas, y ni siquiera se atrevía a mirar su pierna, mucho menos sería capaz de cerrar la herida si esta se abría. Era una zona muy delicada, ya lo avisó la curandera, así que negó con la cabeza y agarró suavemente la mano ajena con las suyas propias, negando con la cabeza y medio arrodillándose.
-Ni hablar. Debes guardar un estricto reposo.-Sabía que esto no sería del agrado de una guerrera como ella, así que la miró con seriedad a los ojos, acompañado de un tono amistoso-¿Quieres volver cuanto antes a la batalla? Pues debes de seguir mis indicaciones.-Sonrió de medio lado-Es una orden, recluta.
Soltó su mano y volvió a erguirse. Daba igual qué opinara, lo importante era que se recuperase cuanto antes.
-Sé que no es fácil tu situación. Una vez me hirieron de gravedad en el torso.-Se subió un poco la camisa para mostrar la herida, tenía una gran cicatriz en la zona del torso delantero cercana al lateral izquierdo de este-Fue una mujer, durante una revuelta en Roilkat. Era la primera vez que sentí la muerte de tan cerca...-Se bajó la camisa, y fue en busca de una silla para acercarla a la cama y así poder sentarse.-Yo en aquella época era mercenario, de eso hace ya casi tres años...-Alzó la mirada para hacer una cuenta en su mente para ver si estaba en lo correcto, acto seguido, volvió a bajar la mirada hacia la dragona-Me contrataron para obligar a abdicar al tirano Roiland, no el que gobierna ahora, sino su padre.-Explicó-Perdió la confianza de muchos y era un escollo para la el devenir de la Guerra contra los vampiros. Además, su odio a los Nórgedos impedía una alianza que luego vino bien para recuperar la capital.-Se pausó unos segundos, pensó que contarle aquella historia la entretendría-Un amigo y yo nos abrimos paso para abrir las puertas de estas para que así las tropas "rebeldes" pudiesen entrar y capturar al Lord. Aquella mujer me pilló en el patio de la mansión, a mi amigo lo pilló otro caballero. Luchamos hasta casi la muerte, aunque ella me dejó esta herida-Se palpó el torso.-Yo la dejé prácticamente a falta del golpe de gracia, pero mi amigo logró derrotar a su oponente y abrir las puertas...-Sonrió-Entonces, la dejé escapar. Ya no tenía sentido seguir luchando, habíamos ganado.-Se pausó de nuevo, haciendo fugazmente memoria de aquel día-Entonces, cuando ella huyó, me senté junto a mi amigo. Ambos estábamos apostados en las murallas de la mansión, cansados y heridos de gravedad... pero reíamos. Aunque casi muero, recuerdo aquel momento con nostalgia... es complicado de explicar.-Se rascó detrás de la cabeza, teniendo emociones contradictorias.
Cuando el relato terminó, una pregunta se cruzó por su mente. Era una pregunta básica que todo aquel que empuñe un arma debe preguntarse, y estaba seguro de que Sashenka tendría su respuesta.
-¿Puedo preguntarte algo?-Se calló unos segundos-¿Por qué luchas? ¿Cuál es el motivo que te hace empuñar un arma? Nadie pone su vida en riesgo por nada, y tú pareces tener siempre un objetivo en mente cuando luchas.
La dragona seguía dormida, o al menos no consciente. El castaño fue directo hacia una mesa donde descansaba su zurrón y, a un lado, la pequeña escultura de madera con forma de dragón que lo había guiado hacia ese lugar, antes rebosante de vida y ahora con una apariencia inerte. Era una lástima no tener allí sus espadas, ya que al menos podría practicar algo de esgrima mientras tanto. Pensó en buscar algún palo o herramienta que los dueños del lugar no necesitaran y ponerse a ello, sería una buena de hacer pasar el tiempo, además de que le mantendría en forma. No sabía cuántos días estarían así. También pensó que quizás debería echar una mano en el aserradero y de esa forma pagar un poco de los servicios que le habían prestado. Lo que sí les prometió con seguridad era que hablaría con algún superior para que mandase un pequeño destacamento de Guardias para vigilar aquel lugar como agradecimiento.
Sacó el medallón de los Stellazios y el libro que relataba todos y cada una de las historias y cuentos que se conocían sobre estos. Se detuvo a mirar el primero, había una poca y mala iluminación, no tenía el vivaz brillo que presentaba cuando el sol le daba de lleno. En cuanto al segundo objeto, pensó que quizás su estancia allí sería una buena excusa para volver a leerlo desde el principio.
Entonces se despertó Sasha, y debido a lo inesperado de la situación, el Sevna se volteó rápidamente y dejó caer el medallón al suelo. Fue lo más rápido que pudo a atender a su compañera.
-Estoy aquí.-Dijo con una voz tranquilizadora.
Pedía ayuda en un acto claro de querer sentarse sobre la cama. Era una locura en su estado, podrían reabrirse sus heridas, y ni siquiera se atrevía a mirar su pierna, mucho menos sería capaz de cerrar la herida si esta se abría. Era una zona muy delicada, ya lo avisó la curandera, así que negó con la cabeza y agarró suavemente la mano ajena con las suyas propias, negando con la cabeza y medio arrodillándose.
-Ni hablar. Debes guardar un estricto reposo.-Sabía que esto no sería del agrado de una guerrera como ella, así que la miró con seriedad a los ojos, acompañado de un tono amistoso-¿Quieres volver cuanto antes a la batalla? Pues debes de seguir mis indicaciones.-Sonrió de medio lado-Es una orden, recluta.
Soltó su mano y volvió a erguirse. Daba igual qué opinara, lo importante era que se recuperase cuanto antes.
-Sé que no es fácil tu situación. Una vez me hirieron de gravedad en el torso.-Se subió un poco la camisa para mostrar la herida, tenía una gran cicatriz en la zona del torso delantero cercana al lateral izquierdo de este-Fue una mujer, durante una revuelta en Roilkat. Era la primera vez que sentí la muerte de tan cerca...-Se bajó la camisa, y fue en busca de una silla para acercarla a la cama y así poder sentarse.-Yo en aquella época era mercenario, de eso hace ya casi tres años...-Alzó la mirada para hacer una cuenta en su mente para ver si estaba en lo correcto, acto seguido, volvió a bajar la mirada hacia la dragona-Me contrataron para obligar a abdicar al tirano Roiland, no el que gobierna ahora, sino su padre.-Explicó-Perdió la confianza de muchos y era un escollo para la el devenir de la Guerra contra los vampiros. Además, su odio a los Nórgedos impedía una alianza que luego vino bien para recuperar la capital.-Se pausó unos segundos, pensó que contarle aquella historia la entretendría-Un amigo y yo nos abrimos paso para abrir las puertas de estas para que así las tropas "rebeldes" pudiesen entrar y capturar al Lord. Aquella mujer me pilló en el patio de la mansión, a mi amigo lo pilló otro caballero. Luchamos hasta casi la muerte, aunque ella me dejó esta herida-Se palpó el torso.-Yo la dejé prácticamente a falta del golpe de gracia, pero mi amigo logró derrotar a su oponente y abrir las puertas...-Sonrió-Entonces, la dejé escapar. Ya no tenía sentido seguir luchando, habíamos ganado.-Se pausó de nuevo, haciendo fugazmente memoria de aquel día-Entonces, cuando ella huyó, me senté junto a mi amigo. Ambos estábamos apostados en las murallas de la mansión, cansados y heridos de gravedad... pero reíamos. Aunque casi muero, recuerdo aquel momento con nostalgia... es complicado de explicar.-Se rascó detrás de la cabeza, teniendo emociones contradictorias.
Cuando el relato terminó, una pregunta se cruzó por su mente. Era una pregunta básica que todo aquel que empuñe un arma debe preguntarse, y estaba seguro de que Sashenka tendría su respuesta.
-¿Puedo preguntarte algo?-Se calló unos segundos-¿Por qué luchas? ¿Cuál es el motivo que te hace empuñar un arma? Nadie pone su vida en riesgo por nada, y tú pareces tener siempre un objetivo en mente cuando luchas.
Alward Sevna
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Re: Prisioneros del destino [Privado] [Cerrado]
Que el Humano se negara a ayudarla a levantarse claramente no le causó ninguna gracia a Sasha, frunció el ceño y apretó los labios, no era una persona que dijera insultos, pero en ese momento tuvo muchas ganas de decirlo. Molestarse la hizo sentir mareada y al final le tuvo que dar la razón, no podía mantenerse sentada, era una realidad vergonzosa pero una realidad al fin. Así que dejó caer el brazo con resignación, y cuando Alward la miró con seriedad para que haga caso, la dragona giró la cabeza hacia el lado opuesto, sin querer darle la razón.
-Como ordenes - Internamente se recriminó a sí misma el ser incapaz de aceptar el gesto del Guardia sin enojarse.
Escuchó la historia de Alward en silencio, no conocía nada de la vida del Caballero antes de que se conocieran en la Guardia. Se había enterados de algunos datos sueltos, como que tenía una hermana, que tenía amigos con los que se juntaba, y un maestro que le había enseñado a pelear. Suponía que tenía orígenes humildes, pero no tenía datos de sus padres o de alguien relacionado a su infancia.
-¿Estuviste involucrado en la batalla de Roiland también? - Estaba sorprendida y admirada - Sólo me enteré de lo que ocurrió porque los bardos venían al pueblo a contar las novedades en el Sur. Es impresionante - Estaba asombrada, pero en el fondo también sentía envidia, Alward no era tanto más grande que ella, y ya había logrado cosechar una buena cantidad de logros - Yo solo cometo un error tras otro - La sobreexigencia de la dragona era como una voz dentro de su cabeza que se empecinaba en mostrarle todo aquello que hacía mal.
Le hubiese gustado poder replicar eso, o al menos pararse derecha, levantar la frente y decir con seguridad que de ahora en más sería distinto. Pero siquiera podía hacer alarde de semejante orgullo...Siquiera podía comer sin ayuda de un tercero. Frunció el ceño, su sangre comenzaba a hervir, estaba tan furiosa consigo misma.
Por eso cuando Alward hizo una pregunta tan distinta a lo que venían hablando durante unos segundos se sintió desconcertada. Hizo un gesto de sorpresa, luego su mirada pareció vaciarse por un segundo.
-¿Por qué lucho? - Pestañeó un par de veces y regresó a la normalidad - Ya te lo he dicho, lucho por la justicia, para que este mundo sea un poco más justo día a día - Lo decía en tono de obviedad. Con dificultad levantó una mano y se acomodó la venda de la cabeza porque le molestaba - Valoro mi vida y no la voy a desperdiciar en cosas superficiales como conseguir un marido, tener hijos y morir siendo una anciana. Yo voy a hacer la diferencia en estas tierras, haré un mundo más justo con mis propias manos - Y cerró el puño en un intento por ponerle algo más de energía a sus palabras.
Suspiró cansada, el solo hecho de hablar ya parecía un esfuerzo enorme.
-Como ordenes - Internamente se recriminó a sí misma el ser incapaz de aceptar el gesto del Guardia sin enojarse.
Escuchó la historia de Alward en silencio, no conocía nada de la vida del Caballero antes de que se conocieran en la Guardia. Se había enterados de algunos datos sueltos, como que tenía una hermana, que tenía amigos con los que se juntaba, y un maestro que le había enseñado a pelear. Suponía que tenía orígenes humildes, pero no tenía datos de sus padres o de alguien relacionado a su infancia.
-¿Estuviste involucrado en la batalla de Roiland también? - Estaba sorprendida y admirada - Sólo me enteré de lo que ocurrió porque los bardos venían al pueblo a contar las novedades en el Sur. Es impresionante - Estaba asombrada, pero en el fondo también sentía envidia, Alward no era tanto más grande que ella, y ya había logrado cosechar una buena cantidad de logros - Yo solo cometo un error tras otro - La sobreexigencia de la dragona era como una voz dentro de su cabeza que se empecinaba en mostrarle todo aquello que hacía mal.
Le hubiese gustado poder replicar eso, o al menos pararse derecha, levantar la frente y decir con seguridad que de ahora en más sería distinto. Pero siquiera podía hacer alarde de semejante orgullo...Siquiera podía comer sin ayuda de un tercero. Frunció el ceño, su sangre comenzaba a hervir, estaba tan furiosa consigo misma.
Por eso cuando Alward hizo una pregunta tan distinta a lo que venían hablando durante unos segundos se sintió desconcertada. Hizo un gesto de sorpresa, luego su mirada pareció vaciarse por un segundo.
-¿Por qué lucho? - Pestañeó un par de veces y regresó a la normalidad - Ya te lo he dicho, lucho por la justicia, para que este mundo sea un poco más justo día a día - Lo decía en tono de obviedad. Con dificultad levantó una mano y se acomodó la venda de la cabeza porque le molestaba - Valoro mi vida y no la voy a desperdiciar en cosas superficiales como conseguir un marido, tener hijos y morir siendo una anciana. Yo voy a hacer la diferencia en estas tierras, haré un mundo más justo con mis propias manos - Y cerró el puño en un intento por ponerle algo más de energía a sus palabras.
Suspiró cansada, el solo hecho de hablar ya parecía un esfuerzo enorme.
Sashenka Dozorova
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Re: Prisioneros del destino [Privado] [Cerrado]
-Esa es la motivación, no el motivo...-Replicó con un tono suave, aunque se calló enseguida. Quizás Sashenka no quería contar su motivo, no iba a obligarla.-Yo lucho también por hacer este mundo más justo, pero el motivo que me lleva a ello se basa en proteger lo que más quiero en él; mi hermana, mis amigos, mi tierra, nuestra cultura, sus valores...-Hizo un gesto con la mano indicando un "etcétera".
Se reacomodó en la silla. Quizás habían entrado en una conversación más profunda de lo que el humano había querido, pero no tenía ningún reparo en continuar.
-Aunque, siento que todo eso me ha llevado a crear más caos y desgracias; mis padres murieron por proteger unas cuantas vidas que me eran ajenas, mis amigos también murieron por seguir obcecado con la idea, y ahora... tú casi mueres por arrastrarte en ese objetivo.-Se sentía culpable, no lo escondía-Todo esto me hace pensar: "¿Seguir vale la pena?" "¿Llegará el día en el que se acaben mis problemas?"-Suspiró, resignado-Supongo que, en la vida real, un solo hombre no puede cargar con el mundo a sus espaldas y salvarlo...
Miró a Sashenka, como si ella misma, en esencia, fuese un reflejo de su pasado.
-¿Quieres un consejo? No te obsesiones. Te lo he dicho alguna que otra vez, pero ahora te lo digo con ejemplos y experiencias: no te obsesiones, porque puede llevarte a perder mucho más de lo que puedes ganar.
Él no era de los que se escucharían a sí mismo, haría caso omiso a sus palabras y seguiría de pie frente a todo aquello que se interpusiera en su objetivo... pero él no tenía solución, sentía que si paraba en ese momento, su honor y su alma caerían en desgracia, y la cobardía era algo inaceptable. Por otro lado, Sashenka pensaba que tenía salvación, que su situación daba pie a una reestructuración de sus ideas para seguir el verdadero camino correcto, sin grandes pérdidas. No le decía que abandonara su objetivo, sino que lo puliera.
-Tú aún puedes salvarte...-Se puso en pie y estiró sus brazos, se sentían agarrotados. Acto seguido, soltó un gran suspiro, como si descargara toda la tensión acumulada.-¿Tienes hambre?-Preguntó, cambiando totalmente de tema.
Se reacomodó en la silla. Quizás habían entrado en una conversación más profunda de lo que el humano había querido, pero no tenía ningún reparo en continuar.
-Aunque, siento que todo eso me ha llevado a crear más caos y desgracias; mis padres murieron por proteger unas cuantas vidas que me eran ajenas, mis amigos también murieron por seguir obcecado con la idea, y ahora... tú casi mueres por arrastrarte en ese objetivo.-Se sentía culpable, no lo escondía-Todo esto me hace pensar: "¿Seguir vale la pena?" "¿Llegará el día en el que se acaben mis problemas?"-Suspiró, resignado-Supongo que, en la vida real, un solo hombre no puede cargar con el mundo a sus espaldas y salvarlo...
Miró a Sashenka, como si ella misma, en esencia, fuese un reflejo de su pasado.
-¿Quieres un consejo? No te obsesiones. Te lo he dicho alguna que otra vez, pero ahora te lo digo con ejemplos y experiencias: no te obsesiones, porque puede llevarte a perder mucho más de lo que puedes ganar.
Él no era de los que se escucharían a sí mismo, haría caso omiso a sus palabras y seguiría de pie frente a todo aquello que se interpusiera en su objetivo... pero él no tenía solución, sentía que si paraba en ese momento, su honor y su alma caerían en desgracia, y la cobardía era algo inaceptable. Por otro lado, Sashenka pensaba que tenía salvación, que su situación daba pie a una reestructuración de sus ideas para seguir el verdadero camino correcto, sin grandes pérdidas. No le decía que abandonara su objetivo, sino que lo puliera.
-Tú aún puedes salvarte...-Se puso en pie y estiró sus brazos, se sentían agarrotados. Acto seguido, soltó un gran suspiro, como si descargara toda la tensión acumulada.-¿Tienes hambre?-Preguntó, cambiando totalmente de tema.
Alward Sevna
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Re: Prisioneros del destino [Privado] [Cerrado]
Alward estaba haciendo una distinción que la dragona no entendía, frunció el ceño no tanto por enojo, sino porque estaba haciendo un esfuerzo por pensar. Pero no había forma, desde la perspectiva de Sashenka, el Humano estaba divagando, dándole más vueltas de las necesarias a un asunto que era muy sencillo.
-El hacer un mundo más justo es la motivación y el motivo, no hay diferencia entre uno u otro - Afirmó con seguridad - Entiendo que quieras ponerlo en cosas más terrenales como familia y amigos. Yo no necesito esas cosas, porque el buscar que la ley se cumpla es un justificativo por sí mismo - Se quedó mirándolo a los ojos para verificar sí lo había entendido.
Pero por sus palabras siguientes Sasha entendió que estaban en líneas de pensamiento muy diferentes. Una parte de ella supuso que lo que quería era descargarse, así que lo dejó hablar hasta que se desahogara, viéndolo así, la dragona tuvo recuerdos de varias veces que lo había visto con ese mismo gesto, en alguno de los momentos que lograba despertarse.
-Nunca pensé que fuera posible ser tan egocéntrico - Dijo Sasha en cuanto el Humano terminó de hablar, su gesto era serio y su tono frío - ¿Acaso crees que todo gira a tu alrededor? ¿Que las personas no pueden tomar sus propias decisiones? - Levantó un dedo y lo señaló directamente al rostro - No se te ocurra volver a insinuar que las consecuencias de mis actos tienen algo que ver contigo, me quitas toda la responsabilidad y haces ver como si mi existencia no fuera más que una extensión de la tuya - Estaba tan enojada que sentía que sus heridas iban a explotar - Es también una falta de respeto a la memoria de quienes murieron. Las personas eligen, y son las únicas responsables de las consecuencias - Suspiró cansada, se sentía mareada de nuevo - Es... Por eso... Que la justicia debe... Juzgar a todos por igual -
Había usado toda su energía en argumentar, levantó el brazo sano y lo apoyó en su frente, no estaba segura pero parecía que hasta había subido su temperatura. Está vez se quedó en silencio varios minutos, no porque no quisiera seguir discutiendo, sino porque no le daban las fuerzas para más.
-¿Que no me obsesione? ¿Salvarme? No tienes idea... No sabes... De lo que hablas - Contestó de modo entrecortado, respirando fuerte y haciendo una pausa antes de cada palabra - No hay... Nada que yo pueda... Perder. Y sí... Lo hubiera... Valdría la pena perderlo en nombre de la Justicia -
Cerró los ojos, escuchó que Alward preguntaba algo sobre comida, lo cierto es que la dragona sentía algo de apetito, pero entre el mareo y los escalofríos no creía que fuera capaz de alimentarse por sí misma.
-Come si quieres - Levantó la manta para taparse hasta el cuello - Yo debería seguir descansando hasta que llegue la curandera - Iban a retarla si se enteraban que había estado discutiendo.
-El hacer un mundo más justo es la motivación y el motivo, no hay diferencia entre uno u otro - Afirmó con seguridad - Entiendo que quieras ponerlo en cosas más terrenales como familia y amigos. Yo no necesito esas cosas, porque el buscar que la ley se cumpla es un justificativo por sí mismo - Se quedó mirándolo a los ojos para verificar sí lo había entendido.
Pero por sus palabras siguientes Sasha entendió que estaban en líneas de pensamiento muy diferentes. Una parte de ella supuso que lo que quería era descargarse, así que lo dejó hablar hasta que se desahogara, viéndolo así, la dragona tuvo recuerdos de varias veces que lo había visto con ese mismo gesto, en alguno de los momentos que lograba despertarse.
-Nunca pensé que fuera posible ser tan egocéntrico - Dijo Sasha en cuanto el Humano terminó de hablar, su gesto era serio y su tono frío - ¿Acaso crees que todo gira a tu alrededor? ¿Que las personas no pueden tomar sus propias decisiones? - Levantó un dedo y lo señaló directamente al rostro - No se te ocurra volver a insinuar que las consecuencias de mis actos tienen algo que ver contigo, me quitas toda la responsabilidad y haces ver como si mi existencia no fuera más que una extensión de la tuya - Estaba tan enojada que sentía que sus heridas iban a explotar - Es también una falta de respeto a la memoria de quienes murieron. Las personas eligen, y son las únicas responsables de las consecuencias - Suspiró cansada, se sentía mareada de nuevo - Es... Por eso... Que la justicia debe... Juzgar a todos por igual -
Había usado toda su energía en argumentar, levantó el brazo sano y lo apoyó en su frente, no estaba segura pero parecía que hasta había subido su temperatura. Está vez se quedó en silencio varios minutos, no porque no quisiera seguir discutiendo, sino porque no le daban las fuerzas para más.
-¿Que no me obsesione? ¿Salvarme? No tienes idea... No sabes... De lo que hablas - Contestó de modo entrecortado, respirando fuerte y haciendo una pausa antes de cada palabra - No hay... Nada que yo pueda... Perder. Y sí... Lo hubiera... Valdría la pena perderlo en nombre de la Justicia -
Cerró los ojos, escuchó que Alward preguntaba algo sobre comida, lo cierto es que la dragona sentía algo de apetito, pero entre el mareo y los escalofríos no creía que fuera capaz de alimentarse por sí misma.
-Come si quieres - Levantó la manta para taparse hasta el cuello - Yo debería seguir descansando hasta que llegue la curandera - Iban a retarla si se enteraban que había estado discutiendo.
Sashenka Dozorova
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Re: Prisioneros del destino [Privado] [Cerrado]
¿De verdad era un egocéntrico? ¿Así lo veían después de todo lo que había hecho? No era la primera que se lo decía, y no sería la última. Tan solo quería protegerlos, mantenerlos fuera del peligro, contar con ellos cuando fuese estrictamente necesario... pero poco a poco lo iban dejando de lado. Nadie entendía sus deseos, y finalmente aquel que aspiraba a ser un héroe de forma paulatina estaba ganando odio entre quienes deberían ser sus aliados. En aquel momento, nada más cruzar el umbral que daba al exterior tomó una decisión: seguiría en este camino solo y jamás involucraría a ningún tercero. La muerte que le esperaba durante este sendero iba a ser más honrosa que el acabar sus días loco y desquiciado, lamentándose por sus errores y los ajenos.
Se podría pensar que el mundo no estaba preparado para ser salvado, que cada una de las almas que lo pueblan necesitan sentirse protagonistas dentro de sus historias, necesitan sacrificarse y ser sacrificados por el camino que ellos mismos desean recorrer; tanto aquellos que luchan por la justicia, los que tan solo ansían ver caos y destrucción a su alrededor, o aquellos que tan solo pasan por la vida para divertirse y caer rendidos a los placeres de sus deseos más personales. Todos y cada uno de ellos son protagonistas de sus propias historias, las cuales Alward debería respetar a partir de ahora, pero siempre con la intención de proteger a todos y cada uno de ellos de los males del propio mundo.
Entonces, en su camino a por algo de comer, se encontró de nuevo con la hoguera y se quedó unos segundos de pie, observando su llama. Era hermosa, y presentaba un ambiente acogedor a su alrededor, pero tenía que apagarla, no iba a estar allí fuera por mucho tiempo más, prefería hacerle compañía a la dragona.
Cuando el Sevna volvió con un cuenco de comida, el cual contenía un caldo con unos garbanzos y algo verde con forma vegetal que no llegaba a distinguir muy bien qué era, se sentó de espaldas a una de las paredes, en el propio suelo. Las sillas que había por el lugar eran viejas e incómodas, y daban la sensación de romperse en cualquier momento. Estaba más cómodo sin duda en el suelo... Sashenka estaba callada, y él no quería hablar, en aquel momento, aquel lugar parecía el mismo lecho del mundo, dominado por el silencio y un ambiente decadente.
Tomó unas cuantas cucharadas de su plato, y al ver que todo estaba tan tenso decidió romper el silencio. Dejó la cuchara de madera hundirse en el caldo y alzó la mirada hacia la cama donde la Dozorova reposaba
-Nunca busques hacer algo heróico o importante.-Tomó aire para aguantar cualquier otro reproche de la dragona y, acto seguido, dejó sus pulmones vacíos-Busca siempre el ayudar a los demás, pues eso es lo que hará que la gente te recuerde, incluso después de tu muerte.-Calló unos segundos y suspiró, desganado-...es un consejo que me habría venido bien saber un par de años atrás.-Miró con el ceño un poco fruncido hacia la dragona-O lo tomas, o lo dejas.
En ese momento, alguien tocó a la puerta; esta estaba abierta, pero aún así por educación de no irrumpir de forma abrupta hizo notarse. Era la curandera; una muchacha joven y de aspecto lozano, seguramente otra alma inspirada por el deseo de querer ayudar a desconocidos. Las veces que había venido se presentaba como una chica amable y comprensiva, y había dado esperanzas de que Sashenka con el suficiente reposo podría volver a ponerse en pie.
-¿Están ocupados?
-Para nada.-Negó con la cabeza y se puso en pie para mantener un protocolo, sosteniendo por supuesto su comida-P-puedo esperar fuera mientras...
Se podría pensar que el mundo no estaba preparado para ser salvado, que cada una de las almas que lo pueblan necesitan sentirse protagonistas dentro de sus historias, necesitan sacrificarse y ser sacrificados por el camino que ellos mismos desean recorrer; tanto aquellos que luchan por la justicia, los que tan solo ansían ver caos y destrucción a su alrededor, o aquellos que tan solo pasan por la vida para divertirse y caer rendidos a los placeres de sus deseos más personales. Todos y cada uno de ellos son protagonistas de sus propias historias, las cuales Alward debería respetar a partir de ahora, pero siempre con la intención de proteger a todos y cada uno de ellos de los males del propio mundo.
Entonces, en su camino a por algo de comer, se encontró de nuevo con la hoguera y se quedó unos segundos de pie, observando su llama. Era hermosa, y presentaba un ambiente acogedor a su alrededor, pero tenía que apagarla, no iba a estar allí fuera por mucho tiempo más, prefería hacerle compañía a la dragona.
Cuando el Sevna volvió con un cuenco de comida, el cual contenía un caldo con unos garbanzos y algo verde con forma vegetal que no llegaba a distinguir muy bien qué era, se sentó de espaldas a una de las paredes, en el propio suelo. Las sillas que había por el lugar eran viejas e incómodas, y daban la sensación de romperse en cualquier momento. Estaba más cómodo sin duda en el suelo... Sashenka estaba callada, y él no quería hablar, en aquel momento, aquel lugar parecía el mismo lecho del mundo, dominado por el silencio y un ambiente decadente.
Tomó unas cuantas cucharadas de su plato, y al ver que todo estaba tan tenso decidió romper el silencio. Dejó la cuchara de madera hundirse en el caldo y alzó la mirada hacia la cama donde la Dozorova reposaba
-Nunca busques hacer algo heróico o importante.-Tomó aire para aguantar cualquier otro reproche de la dragona y, acto seguido, dejó sus pulmones vacíos-Busca siempre el ayudar a los demás, pues eso es lo que hará que la gente te recuerde, incluso después de tu muerte.-Calló unos segundos y suspiró, desganado-...es un consejo que me habría venido bien saber un par de años atrás.-Miró con el ceño un poco fruncido hacia la dragona-O lo tomas, o lo dejas.
En ese momento, alguien tocó a la puerta; esta estaba abierta, pero aún así por educación de no irrumpir de forma abrupta hizo notarse. Era la curandera; una muchacha joven y de aspecto lozano, seguramente otra alma inspirada por el deseo de querer ayudar a desconocidos. Las veces que había venido se presentaba como una chica amable y comprensiva, y había dado esperanzas de que Sashenka con el suficiente reposo podría volver a ponerse en pie.
-¿Están ocupados?
-Para nada.-Negó con la cabeza y se puso en pie para mantener un protocolo, sosteniendo por supuesto su comida-P-puedo esperar fuera mientras...
Alward Sevna
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Re: Prisioneros del destino [Privado] [Cerrado]
Escuchó como el caballero se iba de la habitación, aparentemente la conversación había finalizado, ya sea porque Alward se hubiese quedado pensando, o porque había logrado molestarlo, la cuestión es que allí quedaban al descubierto sus diferencias. El Humano lo hacía por un sentido de heroísmo, la idea de crear un mundo mejor para sus seres queridos, el poder salvarlos y verlos vivir felices. Sashenka lo hacía por el simple hecho de que la justicia debía prevalecer, no le importaba sí de manera indirecta había gente allegada a ella que se veía beneficiada o perjudicada.
Y esa idea... Esa mentalidad podía rastrearse hasta muy atrás, cuando era tan solo una niña. Sasha no podía asegurar cuando había sido el día exacto, simplemente ese pensamiento se había abierto paso en su mente y había echado raíz hasta volverse la idea central de su existencia.
Entonces Alward regresó y se sentó junto a la dragona, con la espalda apoyada contra la misma pared sobre la que descansaba el cabezal de su cama improvisada. Sasha lo miro de reojo, pero no dijo nada, ahora que sentía el olor de la comida parecía que el hambre se agudizaba.
-No necesito que nadie me recuerde, no busco el reconocimiento de la gente, busco sentirme satisfecha con mis propios logros. El mayor deshonor sería morir antes de haber logrado que este mundo sea puro y justo, ese sí sería un motivo para sentir tristeza - No quería discutir con Alward, estaba hasta cierto punto agradecida porque sin su ayuda sus comienzos en la Guardia habrían sido mucho más difíciles, además, la había elegido como su compañera en esa misión, pudiendo llevar a personas con mucha más experiencia. Pero es que simplemente se sentía insultada a nivel profesional, como si él fuera responsable por algo que le correspondía únicamente a ella - Sí esas son las únicas dos opciones, entonces lo dejo -
Por suerte alguien tocó a la puerta, por que el ambiente era tan denso que podía cortarse con una tijera. Era la mujer que se había encargado de las heridas de Sasha, una persona amable, la dragona había decidido que cuando saliera de allí enviaría una nota a sus padres para que le ofrecieran algún tipo de recompensa monetaria.
-No estamos ocupados, por favor, pase - Contestó también Sasha.
-¿Cumpliste con el reposo tal como te lo pedí? - La mujer se había dado cuenta rápidamente que la dragona era del tipo de persona que no podía quedarse quieta mucho tiempo, y había sido especialmente insistente en que debía quedarse en la cama.
-Sí, no me he movido de aquí - Su labio había vuelto a sangrar luego de la discusión, la curandera miró la herida con ojo crítico - Es que estuvimos hablando -
-Será mejor que salgas un momento, tendré que quitarle todas las vendas - Eso significaba que Sasha estaría desnuda - Pero quédate cerca por favor, por si surge alguna complicación y necesito de tu ayuda -
En cuanto Alward salió, la curandera empezó a sacar lentamente y con mucho cuidado cada una de las vendas que cubrían el cuerpo de la dragona.
Y esa idea... Esa mentalidad podía rastrearse hasta muy atrás, cuando era tan solo una niña. Sasha no podía asegurar cuando había sido el día exacto, simplemente ese pensamiento se había abierto paso en su mente y había echado raíz hasta volverse la idea central de su existencia.
Entonces Alward regresó y se sentó junto a la dragona, con la espalda apoyada contra la misma pared sobre la que descansaba el cabezal de su cama improvisada. Sasha lo miro de reojo, pero no dijo nada, ahora que sentía el olor de la comida parecía que el hambre se agudizaba.
-No necesito que nadie me recuerde, no busco el reconocimiento de la gente, busco sentirme satisfecha con mis propios logros. El mayor deshonor sería morir antes de haber logrado que este mundo sea puro y justo, ese sí sería un motivo para sentir tristeza - No quería discutir con Alward, estaba hasta cierto punto agradecida porque sin su ayuda sus comienzos en la Guardia habrían sido mucho más difíciles, además, la había elegido como su compañera en esa misión, pudiendo llevar a personas con mucha más experiencia. Pero es que simplemente se sentía insultada a nivel profesional, como si él fuera responsable por algo que le correspondía únicamente a ella - Sí esas son las únicas dos opciones, entonces lo dejo -
Por suerte alguien tocó a la puerta, por que el ambiente era tan denso que podía cortarse con una tijera. Era la mujer que se había encargado de las heridas de Sasha, una persona amable, la dragona había decidido que cuando saliera de allí enviaría una nota a sus padres para que le ofrecieran algún tipo de recompensa monetaria.
-No estamos ocupados, por favor, pase - Contestó también Sasha.
-¿Cumpliste con el reposo tal como te lo pedí? - La mujer se había dado cuenta rápidamente que la dragona era del tipo de persona que no podía quedarse quieta mucho tiempo, y había sido especialmente insistente en que debía quedarse en la cama.
-Sí, no me he movido de aquí - Su labio había vuelto a sangrar luego de la discusión, la curandera miró la herida con ojo crítico - Es que estuvimos hablando -
-Será mejor que salgas un momento, tendré que quitarle todas las vendas - Eso significaba que Sasha estaría desnuda - Pero quédate cerca por favor, por si surge alguna complicación y necesito de tu ayuda -
En cuanto Alward salió, la curandera empezó a sacar lentamente y con mucho cuidado cada una de las vendas que cubrían el cuerpo de la dragona.
Sashenka Dozorova
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Re: Prisioneros del destino [Privado] [Cerrado]
Llevaba demasiados días sin llevar un arma a su espalda o estar enfundado en una armadura. Se había acostumbrado de tal forma a la vida militar que le costaba vivir una alejada de aquel mundo. La estancia en ese aserradero era lo más parecido a una vida normal; difícil, pero tranquila... ya había acabado de comer y había dejado el cuenco y el cucharon a un lado de un poste cercano mientras se limitaba a reflexionar.
Daba gracias a que Rischer le hubiese enseñado a escribir en su día, pues había tenido que mandar misivas a la Guardia dando las explicaciones necesarias e informando del estado de Sashenka y el suyo propio. Probablemente le caería alguna sanción disciplinaria por haber emprendido una misión extraoficial sin haber tenido el visto bueno de su superior más inmediato, pero realmente eso no era lo que más le preocupaba. La información que tenía sobre las Sierpes cada vez apuntaba hacia algo más peligroso y enorme, mucho más de lo que en un primer momento pensaba. No era la primera vez que le pedía a la Guardia investigar a fondo el asunto, siempre recibiendo una respuesta confusa y que estaba lejos de ser concluyente, la cual le obligaba a esperar y olvidarse de ello. Por algún motivo, se negaban a ir más allá, y aquello no le daba buena espina al Sevna, al cual no le había quedado más remedio que seguir hacia adelante en esa cruzada sin un apoyo oficial.
En sus manos estaba una última misiva a medio escribir, había escrito la introducción y poco más. Esta iba dirigida a Sasha, era una forma de despedirse, un "hasta luego", o al menos eso esperaba... ni siquiera estaba seguro de terminarla.
Entonces, la curandera salió. El castaño alzó la vista para mirarla, pues esta se acercó a él.
-Sigue bien, dentro de lo grave que son sus heridas... Ya puede volver al interior, Señor Caballero
El Sevna no podía distinguir si realmente eso eran buenas o malas noticias, así que asintió sin más.
-Hago todo cuanto puedo con lo tengo, pero... me temo que no es del todo suficiente-Torció el gesto, preocupada-Quizás deban ir a Lunargenta, allí contarán con más medios que aquí...
-Le agradezco todo cuanto está haciendo-Asintió con un tono afable-En cuanto Sashenka mejore, me encargaré de llevarla hasta la capital.
-Sería lo mejor.-Con un simple gesto a modo de asentimiento, se despidió de la conversación.
Alward guardó la carta a medio escribir y desvió la mirada hacia el cobertizo. Conociendo a la dragona, seguramente estuviese intentando de alguna forma ponerse en pie, lo mejor sería volver al interior y vigilarla para que no hiciese nada fuera del protocolo médico.
-¿Seguro que no tienes hambre?-Volvió a insistir en cuanto cruzó el umbral.
Daba gracias a que Rischer le hubiese enseñado a escribir en su día, pues había tenido que mandar misivas a la Guardia dando las explicaciones necesarias e informando del estado de Sashenka y el suyo propio. Probablemente le caería alguna sanción disciplinaria por haber emprendido una misión extraoficial sin haber tenido el visto bueno de su superior más inmediato, pero realmente eso no era lo que más le preocupaba. La información que tenía sobre las Sierpes cada vez apuntaba hacia algo más peligroso y enorme, mucho más de lo que en un primer momento pensaba. No era la primera vez que le pedía a la Guardia investigar a fondo el asunto, siempre recibiendo una respuesta confusa y que estaba lejos de ser concluyente, la cual le obligaba a esperar y olvidarse de ello. Por algún motivo, se negaban a ir más allá, y aquello no le daba buena espina al Sevna, al cual no le había quedado más remedio que seguir hacia adelante en esa cruzada sin un apoyo oficial.
En sus manos estaba una última misiva a medio escribir, había escrito la introducción y poco más. Esta iba dirigida a Sasha, era una forma de despedirse, un "hasta luego", o al menos eso esperaba... ni siquiera estaba seguro de terminarla.
Entonces, la curandera salió. El castaño alzó la vista para mirarla, pues esta se acercó a él.
-Sigue bien, dentro de lo grave que son sus heridas... Ya puede volver al interior, Señor Caballero
El Sevna no podía distinguir si realmente eso eran buenas o malas noticias, así que asintió sin más.
-Hago todo cuanto puedo con lo tengo, pero... me temo que no es del todo suficiente-Torció el gesto, preocupada-Quizás deban ir a Lunargenta, allí contarán con más medios que aquí...
-Le agradezco todo cuanto está haciendo-Asintió con un tono afable-En cuanto Sashenka mejore, me encargaré de llevarla hasta la capital.
-Sería lo mejor.-Con un simple gesto a modo de asentimiento, se despidió de la conversación.
Alward guardó la carta a medio escribir y desvió la mirada hacia el cobertizo. Conociendo a la dragona, seguramente estuviese intentando de alguna forma ponerse en pie, lo mejor sería volver al interior y vigilarla para que no hiciese nada fuera del protocolo médico.
-¿Seguro que no tienes hambre?-Volvió a insistir en cuanto cruzó el umbral.
Alward Sevna
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Re: Prisioneros del destino [Privado] [Cerrado]
Era un proceso lento y doloroso al cual Sasha no terminaba de acostumbrarse, con mucha paciencia la curandera iba quitando los vendajes, enrollándolos sobre sí mismos y dejándolos a un lado para más tarde en su casa limpiarlos, hervirlos y tenerlos listos para el día siguiente. La parte más desagradable era cuando llegaba a sitios donde la piel y la sangre se habían pegado a la tela y retirarla implicaba tirar de una herida aún abierta y por más que la mujer lo hacía con mucho cuidado no había manera de evitar el dolor.
El labio seguía sangrando, así que la curandera sacó un paño nuevo y limpio el rostro de la dragona.
-No sé qué tipo de charla podría justificar que vuelvas a lastimarte, pero deberías evitarlo -
-Fue solo... una cuestión de diferencia de opiniones - Respondió con tono neutro.
-Parece un joven bondadoso, estaba muy preocupado cuando llegó aquí contigo en brazos -
-Ciertamente es un hombre de bien - Las palabras no parecían hacer mella en la dura coraza de Sashenka.
No utilizaría la palabra “bondadoso” porque estaba tiznada de cierto grado de cariño que no parecía correcto expresar dadas las circunstancias. El resto del proceso de curación continuó en silencio, la curandera terminó de sacar todas las vendas, luego limpió las heridas con agua tibia, olía a plantas que Sasha no reconocía, pero era notable como apaciguaba su dolor.
-Es todo por hoy - Dijo en cuanto terminó - Otra vez, debes quedarte quieta y... No más discusiones -
-... Sí - Respondió la dragona, apartando la mirada.
Cuando Alward entró Sashenka estaba sentada en la cama, las sospechas del humano eran correctas, sí de ella dependiera ya se habría levantado, pero nuevamente el cuerpo le ponía un límite a su testarudez.
-Sí, sí tengo hambre... - Por más que le disgustara, tenía que tragarse su orgullo y permitir que Alward la ayude “Sino nunca me curaré, y no podré regresar a la Guardia” era lo que pensaba la dragona - Pero mi brazo... Lo dificulta un poco - Comer un alimento tan líquido haciendo equilibrio con una mano lastimada no parecía buena idea - Creía que hoy me quitarían ese vendaje, por eso no te dije nada antes. Pero parece que aún no está listo -
Balbuceó un poco antes de poder formular la oración de modo correcto y audible.
-Ayúdame, por favor - Bajó la mirada, pero se arrepintió en seguida ¡No había de qué avergonzarse! Admitir que uno necesitaba ayuda no era algo malo. Así que levantó el mentón nuevamente - Y perdoname si te respondí de modo algo... Brusco - Negó con la cabeza y lo miro a los ojos - Pero no me retracto del contenido de mis palabras -
El labio seguía sangrando, así que la curandera sacó un paño nuevo y limpio el rostro de la dragona.
-No sé qué tipo de charla podría justificar que vuelvas a lastimarte, pero deberías evitarlo -
-Fue solo... una cuestión de diferencia de opiniones - Respondió con tono neutro.
-Parece un joven bondadoso, estaba muy preocupado cuando llegó aquí contigo en brazos -
-Ciertamente es un hombre de bien - Las palabras no parecían hacer mella en la dura coraza de Sashenka.
No utilizaría la palabra “bondadoso” porque estaba tiznada de cierto grado de cariño que no parecía correcto expresar dadas las circunstancias. El resto del proceso de curación continuó en silencio, la curandera terminó de sacar todas las vendas, luego limpió las heridas con agua tibia, olía a plantas que Sasha no reconocía, pero era notable como apaciguaba su dolor.
-Es todo por hoy - Dijo en cuanto terminó - Otra vez, debes quedarte quieta y... No más discusiones -
-... Sí - Respondió la dragona, apartando la mirada.
Cuando Alward entró Sashenka estaba sentada en la cama, las sospechas del humano eran correctas, sí de ella dependiera ya se habría levantado, pero nuevamente el cuerpo le ponía un límite a su testarudez.
-Sí, sí tengo hambre... - Por más que le disgustara, tenía que tragarse su orgullo y permitir que Alward la ayude “Sino nunca me curaré, y no podré regresar a la Guardia” era lo que pensaba la dragona - Pero mi brazo... Lo dificulta un poco - Comer un alimento tan líquido haciendo equilibrio con una mano lastimada no parecía buena idea - Creía que hoy me quitarían ese vendaje, por eso no te dije nada antes. Pero parece que aún no está listo -
Balbuceó un poco antes de poder formular la oración de modo correcto y audible.
-Ayúdame, por favor - Bajó la mirada, pero se arrepintió en seguida ¡No había de qué avergonzarse! Admitir que uno necesitaba ayuda no era algo malo. Así que levantó el mentón nuevamente - Y perdoname si te respondí de modo algo... Brusco - Negó con la cabeza y lo miro a los ojos - Pero no me retracto del contenido de mis palabras -
Sashenka Dozorova
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Re: Prisioneros del destino [Privado] [Cerrado]
Se llevó una sorpresa, no por el hecho de que Sashenka quisiera desobedecer de forma inmediata las recomendaciones de la curandera, sino por la rapidez con la que lo había hecho. No habían pasado más de cinco minutos y ya estaba ella sola sentada en la cama. Sin duda esa chica tenía una gran fortaleza, aunque por otro lado, eso le conllevaba una testarudez que no sabía medir.
-Puedes reírte todo lo que quieras, pero me da asco la sangre.-No le abroncó ni nada, sabía que era como una niña pequeña y rebelde, cuanto más se enfrentase a ella de forma directa, peor sería-Así que, como se te abran las heridas, no pienso cosértelas.-Bromeó-...aunque, por otro lado, si esta es una táctica para que te vea desnuda... es original, no cabe duda.-Rió sutilmente de forma sarcástica y se acercó a ella clavando una rodilla en el suelo-Hmmm...-Observó el brazo del cual se quejaba-Las heridas requieren un buen tiempo de regeneración, no esperes que a los días de haberte estrellado como hizo la Piedra de Odín estés tan fresca como una lechuga.
Entonces la dragona balbuceó unas palabras tan inteligibles que el humano no llegó a comprender muy bien si se trataba de algo dirigido a él o simplemente un pensamiento en voz alta. La miró extrañado, entonces está volvió a articular una frase, esta vez dejando claro el contenido de esta; le pedía ayuda para comer.
-Claro.-Asintió, como dando por sentado que lo haría incluso si no se lo hubiera pedido.
Pero había algo más, la recluta bajó la mirada y ofreció una disculpa para con el Sevna por lo antes sucedido. El castaño torció el gesto y negó con la cabeza, quitándole importancia. Aunque la dragona dejó en claro que seguía pensando lo mismo.
-Es tu opinión.-Se encogió de hombros. No iba a negar que le molestó, pero era un pensamiento legítimo, al igual que el propio Alward tenía los suyos propios, que los compartiera o no ya era otro debate.-Yo me disculpo por insistirte...-Se quedó mirando a los ojos de la Dozorova con carácter recíproco.
Entonces, un silencio especial, carente de tensión y cargado de reconciliación sobrevoló el ambiente. Muchos pensamientos empezaron a cruzarse por su mente, demasiados, sentimientos contradictorios empezaban a embriagarle, y de pronto, sin apartarle la mirada, el Sevna agarró con cuidado las manos ajenas y las juntó. Acto seguido, como saliendo de un pequeño trance momentáneo, volvió a articular palabras.
-...voy a traerte comida.-Asintió, como confirmando sus palabras y volviendo a la realidad del presente.
Y, sin más volvió a salirse del cobertizo. ¿Cuántas veces había hecho eso desde que estaba allí? Más de las que se puedan contar con una mano, seguro.
Pasados varios minutos, volvió con otro cuenco de comida con exactamente los mismos ingredientes que el que había traído antes.
-Es una suerte que la mujer del dueño de este sitio sea tan generosa...-En una mano llevaba el cuenco, y en otra el cucharón-Ha preparado una olla tan grande que, según ella, "como no te recuperes, te vas a enterar"-soltó una risilla. Acto seguido, se sentó en la silla que estaba junto a la cama.-La última vez que le di de comer a alguien, tenía... unos ocho años. Fue a mi hermana, ella tenía tan solo uno.-Si es que los cálculos no le fallaban, acordarse de eso le hizo sentir nostálgico.-Y no fue una gran experiencia, mi hermana siempre ha sido muy delicada para comer. Para ser pobre, tiene el estómago de una reina...-Bromeó-Espero que te guste este guisado, aunque no te voy a mentir, sabe un poco a rayos...-Dijo soltando una última sonrisilla de compromiso.
-Puedes reírte todo lo que quieras, pero me da asco la sangre.-No le abroncó ni nada, sabía que era como una niña pequeña y rebelde, cuanto más se enfrentase a ella de forma directa, peor sería-Así que, como se te abran las heridas, no pienso cosértelas.-Bromeó-...aunque, por otro lado, si esta es una táctica para que te vea desnuda... es original, no cabe duda.-Rió sutilmente de forma sarcástica y se acercó a ella clavando una rodilla en el suelo-Hmmm...-Observó el brazo del cual se quejaba-Las heridas requieren un buen tiempo de regeneración, no esperes que a los días de haberte estrellado como hizo la Piedra de Odín estés tan fresca como una lechuga.
Entonces la dragona balbuceó unas palabras tan inteligibles que el humano no llegó a comprender muy bien si se trataba de algo dirigido a él o simplemente un pensamiento en voz alta. La miró extrañado, entonces está volvió a articular una frase, esta vez dejando claro el contenido de esta; le pedía ayuda para comer.
-Claro.-Asintió, como dando por sentado que lo haría incluso si no se lo hubiera pedido.
Pero había algo más, la recluta bajó la mirada y ofreció una disculpa para con el Sevna por lo antes sucedido. El castaño torció el gesto y negó con la cabeza, quitándole importancia. Aunque la dragona dejó en claro que seguía pensando lo mismo.
-Es tu opinión.-Se encogió de hombros. No iba a negar que le molestó, pero era un pensamiento legítimo, al igual que el propio Alward tenía los suyos propios, que los compartiera o no ya era otro debate.-Yo me disculpo por insistirte...-Se quedó mirando a los ojos de la Dozorova con carácter recíproco.
Entonces, un silencio especial, carente de tensión y cargado de reconciliación sobrevoló el ambiente. Muchos pensamientos empezaron a cruzarse por su mente, demasiados, sentimientos contradictorios empezaban a embriagarle, y de pronto, sin apartarle la mirada, el Sevna agarró con cuidado las manos ajenas y las juntó. Acto seguido, como saliendo de un pequeño trance momentáneo, volvió a articular palabras.
-...voy a traerte comida.-Asintió, como confirmando sus palabras y volviendo a la realidad del presente.
Y, sin más volvió a salirse del cobertizo. ¿Cuántas veces había hecho eso desde que estaba allí? Más de las que se puedan contar con una mano, seguro.
Pasados varios minutos, volvió con otro cuenco de comida con exactamente los mismos ingredientes que el que había traído antes.
-Es una suerte que la mujer del dueño de este sitio sea tan generosa...-En una mano llevaba el cuenco, y en otra el cucharón-Ha preparado una olla tan grande que, según ella, "como no te recuperes, te vas a enterar"-soltó una risilla. Acto seguido, se sentó en la silla que estaba junto a la cama.-La última vez que le di de comer a alguien, tenía... unos ocho años. Fue a mi hermana, ella tenía tan solo uno.-Si es que los cálculos no le fallaban, acordarse de eso le hizo sentir nostálgico.-Y no fue una gran experiencia, mi hermana siempre ha sido muy delicada para comer. Para ser pobre, tiene el estómago de una reina...-Bromeó-Espero que te guste este guisado, aunque no te voy a mentir, sabe un poco a rayos...-Dijo soltando una última sonrisilla de compromiso.
Alward Sevna
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Re: Prisioneros del destino [Privado] [Cerrado]
Se sorprendió cuando escuchó que Alward sentía cierta aprensión hacia la sangre, sobre todo porque en el trabajo que había elegido la sangre corría constantemente. La dragona supuso que sería sólo cuando tenía que curar una herida, o al entrar en contacto directo sin estar en el fragor de la batalla. A Sasha, en cambio, no le causaba impresión, era una característica que tenía desde pequeña el poder mantener la frialdad en situaciones que lo ameritaban.
-¿Una técnica para...? - Abrió grandes los ojos y su expresión fue todo un espectáculo, pasó de la sorpresa al enojo y finalmente a la vergüenza en cuestión de segundos - ¿P-Porque querría... hacer algo así? Eres un idiota, Alward Sevna - No sabía cómo responder a ese tipo de chanzas tan confianzudas. Había visto a los y las reclutas hablando en ese tipo de tono, pero jamás había encontrado la manera de poder entrar en ese ritmo, simplemente no había sido educada para hablar de esa forma. Se aclaró la garganta antes de contestar - No es necesario que se curen todas, con que estén lo suficientemente bien como para poder montar ya será suficiente -
Se sentía mejor ahora que ambos se habían disculpado, Sashenka podría tolerar que pensaran diferente, pero no le hubiese gustado el que la relación quedara tensa por algo así. Se quedarón mirándose a los ojos en silencio, estaban a una altura parecida ya que el Humano había apoyado una rodilla en el piso. Sasha estaba seria, mas no enojada, siempre le había parecido que “perderse en los ojos del otro” era una frase tonta, pero en ese instante sintió que entendía a qué se referían.
El gesto de agarrarle la mano sumado a las palabras rompió con el hechizo.
-Sí... Está bien... - Apartó la mirada, seguía estando un poco colorada. Así que cuando Alward salió de la habitación levantó la mano sana y la apoyó en sus mejillas, en un intento por bajar el rubor.
Sí había sentido algo o no en ese momento era irrelevante, la Dragona sabía que el estar enferma o lastimada, dependiendo de alguien, era un elemento que podía confundir a las personas y hacerlas creer que allí habían emociones que eran solo fantasía. Se obligó a sí misma a calmarse, respirar profundo y para cuando el Guardia regresó a la habitación Sasha ya volvía a tener su semblante sereno de siempre.
-Es una Señora muy amable, todos aquí lo son. Me aseguraré de que sean recompensados como corresponde - Se apartó el cabello suelto hacia uno de los lados para que no le molestara mientras comía - Seguro podré comportarme mejor que una niña de un año - Sonrió de medio lado para señalar que era una broma - Veremos si es peor que la comida que sirven en el cuartel - La Guardia no servía exactamente lo que se podría considerar comida de lujo.
Adelantó un poco el rostro y abrió la boca, a la espera de que Alward acercara la cuchara, el primer bocado fue difícil de pasar, pero una vez que se acostumbró al sabor fue más sencillo, intentaba comer del costado que no tenía la herida en el labio para que la sal de la comida no le hiciera arder. Como tenía que masticar muy lentamente el almuerzo tomo un buen tiempo...
-Es suficiente - Dijo mientras levantaba la mano para alejar el plato - No creo que pueda comer un solo bocado más - Sonrió - Eres muy amable conmigo -
-¿Una técnica para...? - Abrió grandes los ojos y su expresión fue todo un espectáculo, pasó de la sorpresa al enojo y finalmente a la vergüenza en cuestión de segundos - ¿P-Porque querría... hacer algo así? Eres un idiota, Alward Sevna - No sabía cómo responder a ese tipo de chanzas tan confianzudas. Había visto a los y las reclutas hablando en ese tipo de tono, pero jamás había encontrado la manera de poder entrar en ese ritmo, simplemente no había sido educada para hablar de esa forma. Se aclaró la garganta antes de contestar - No es necesario que se curen todas, con que estén lo suficientemente bien como para poder montar ya será suficiente -
Se sentía mejor ahora que ambos se habían disculpado, Sashenka podría tolerar que pensaran diferente, pero no le hubiese gustado el que la relación quedara tensa por algo así. Se quedarón mirándose a los ojos en silencio, estaban a una altura parecida ya que el Humano había apoyado una rodilla en el piso. Sasha estaba seria, mas no enojada, siempre le había parecido que “perderse en los ojos del otro” era una frase tonta, pero en ese instante sintió que entendía a qué se referían.
El gesto de agarrarle la mano sumado a las palabras rompió con el hechizo.
-Sí... Está bien... - Apartó la mirada, seguía estando un poco colorada. Así que cuando Alward salió de la habitación levantó la mano sana y la apoyó en sus mejillas, en un intento por bajar el rubor.
Sí había sentido algo o no en ese momento era irrelevante, la Dragona sabía que el estar enferma o lastimada, dependiendo de alguien, era un elemento que podía confundir a las personas y hacerlas creer que allí habían emociones que eran solo fantasía. Se obligó a sí misma a calmarse, respirar profundo y para cuando el Guardia regresó a la habitación Sasha ya volvía a tener su semblante sereno de siempre.
-Es una Señora muy amable, todos aquí lo son. Me aseguraré de que sean recompensados como corresponde - Se apartó el cabello suelto hacia uno de los lados para que no le molestara mientras comía - Seguro podré comportarme mejor que una niña de un año - Sonrió de medio lado para señalar que era una broma - Veremos si es peor que la comida que sirven en el cuartel - La Guardia no servía exactamente lo que se podría considerar comida de lujo.
Adelantó un poco el rostro y abrió la boca, a la espera de que Alward acercara la cuchara, el primer bocado fue difícil de pasar, pero una vez que se acostumbró al sabor fue más sencillo, intentaba comer del costado que no tenía la herida en el labio para que la sal de la comida no le hiciera arder. Como tenía que masticar muy lentamente el almuerzo tomo un buen tiempo...
-Es suficiente - Dijo mientras levantaba la mano para alejar el plato - No creo que pueda comer un solo bocado más - Sonrió - Eres muy amable conmigo -
Sashenka Dozorova
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A pesar de la advertencia de Alward sobre el sabor de la comida, y su primera toma de contacto poco agradable con esta, Sashenka comió con ganas unas cuantas cucharadas del cocido. El humano siempre intentaba tener el mayor cuidado posible, ya que la herida del labio podría abrirse, o si algún resto de comida le rozaba sentiría molestia.
Cuando la dragona estuvo llena, se lo hizo saber. Alward posó el cuenco entre sus piernas y la miró.
-Sir Alward Sevna para servirle en lo que necesite, mi "Dama Guerrera"-Asintió a modo de reverencia, mezclando un tono solemne con uno sarcástico.
Tras un tiempo prolongado, Sashenka pudo poco a poco recuperarse de sus heridas, y aunque aún estaba lejos de reincorporarse al servicio de la Guardia, al menos podía estar en más sitios y hacer más cosas que en la cama del cobertizo. Cuando Alward lo vio necesario, hizo un informe a su superior más inmediato, contándole que llevaría a la Dozorova de vuelta a la capital. El Sevna también le envió un escrito a su amigo Cid, dueño del rancho en el que ahora vivía, para que pedirle el favor de que se pasase a recogerlos.
Y así, el esperado día en el que al fin se marcharían del lugar llegó. Habían estado tanto tiempo allí que tenía la cuenta de días perdida. El Sevna ayudó bastante en el aserradero, era una forma de agradecerles y pagarles por todo lo que habían hecho a los dueños del lugar, que esperaban en la entrada del lugar junto al carro de Cid; un carro de madera tirado por dos caballos, el cual estaba repleto de heno.
Con cuidado, Alward ayudó a Sashenka a bajar las escaleras que separaban los cimientos del cobertizo del exterior. Debía tener especial cuidado en ese aspecto, ya que sus rodillas habían sufrido mucho, y el volverlas activas de forma repentina podría dar lugar a una recaída mucho más severa.
Una vez en suelo firme, el Sevna soltó a la dragona con suma precaución.
-¿Puedes seguir tú?-Le preguntó no porque no quisiera ayudarla, sino porque sabía que ella querría intentar llegar hasta el carro por su propio pie, aunque no por ello dejaría de vigilarla un solo segundo.
Al llegar al carro, allí les esperaban los dueños del lugar: una mujer rubia de aspecto maduro pero fuerte, capaz de llevar por sí misma el aserradero sin problemas, también habían dos hombres, uno de más edad y toda su cara cubierta de una espesa barba marrón y otro de cuerpo escuálido que había recién salido de la pubertad; eran el marido y el hijo de la primera mencionada.
-Es hora de marcharnos, gracias por todo-Asintió a modo de agradecimiento.
-Es lo menos que podíamos hacer por la Guardia, hijo-Comentó el hombre, un autoproclamado "patriota" que luchó en la Guerra para liberar Lunargenta de los vampiros. Había hecho buenas migas con Alward-Si necesitáis algo más, no dudéis en pedirlo.-Se ofreció con un tono afable.
-Esperamos que vuestro viaje sea plácido y que Sashenka se recupere del todo-Dijo la mujer, ofreciendo así sus mejores deseos a ambos.-Os he preparado algo para el viaje...-Miró a su hijo, el cual sostenía una cesta tapada con un trapo para que los insectos no se colasen.
-Mi madre ha estado preparando esto desde antes que amaneciera, espero que os guste-Le entregó la cesta al Sevna.
-Son víveres para vuestro viaje, no es nada del otro mundo, pero al menos no pasaréis hambre.-Dijo con un tono humilde
-¡Gracias!-Asintió de nuevo, agradeciendo el gesto con una sonrisa.
Alward dejó que Sasha se despidiese como viese conveniente, así que se acercó al carro. Apoyado en una de las ruedas traseras, de brazos cruzados y con una espiga de trigo (elemento característico en él), estaba Cid.
-Me alegra verte, Alward.-Hizo un saludo amigable colocando dos dedos en la frente mientras mascullaba la espiga-No sé cómo te las arreglas, pero siempre estás al borde de la muerte.
-Pff, ¿Y dónde estaría la diversión entonces?-Bromeó mientras llevaba la cesta hacia el asiento del conductor.-¿Cómo está Luna?
-Echa una furia.-Sonrió de medio lado.
El castaño suspiró, como mentalizándose de que tendría que aguantar algún que otro reproche y sermón de parte de su hermana pequeña.
-...se parece demasiado a mi madre.-Sonrió de forma falsa, ya que no quería enfrentarse a su hermana. Acto seguido le puso una mano en el hombro a su amigo-También me alegro de verte, Cid.
El rubio sonrió de forma afable y le guiñó un ojo.
Cuando la dragona estuvo llena, se lo hizo saber. Alward posó el cuenco entre sus piernas y la miró.
-Sir Alward Sevna para servirle en lo que necesite, mi "Dama Guerrera"-Asintió a modo de reverencia, mezclando un tono solemne con uno sarcástico.
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Tras un tiempo prolongado, Sashenka pudo poco a poco recuperarse de sus heridas, y aunque aún estaba lejos de reincorporarse al servicio de la Guardia, al menos podía estar en más sitios y hacer más cosas que en la cama del cobertizo. Cuando Alward lo vio necesario, hizo un informe a su superior más inmediato, contándole que llevaría a la Dozorova de vuelta a la capital. El Sevna también le envió un escrito a su amigo Cid, dueño del rancho en el que ahora vivía, para que pedirle el favor de que se pasase a recogerlos.
Y así, el esperado día en el que al fin se marcharían del lugar llegó. Habían estado tanto tiempo allí que tenía la cuenta de días perdida. El Sevna ayudó bastante en el aserradero, era una forma de agradecerles y pagarles por todo lo que habían hecho a los dueños del lugar, que esperaban en la entrada del lugar junto al carro de Cid; un carro de madera tirado por dos caballos, el cual estaba repleto de heno.
Con cuidado, Alward ayudó a Sashenka a bajar las escaleras que separaban los cimientos del cobertizo del exterior. Debía tener especial cuidado en ese aspecto, ya que sus rodillas habían sufrido mucho, y el volverlas activas de forma repentina podría dar lugar a una recaída mucho más severa.
Una vez en suelo firme, el Sevna soltó a la dragona con suma precaución.
-¿Puedes seguir tú?-Le preguntó no porque no quisiera ayudarla, sino porque sabía que ella querría intentar llegar hasta el carro por su propio pie, aunque no por ello dejaría de vigilarla un solo segundo.
Al llegar al carro, allí les esperaban los dueños del lugar: una mujer rubia de aspecto maduro pero fuerte, capaz de llevar por sí misma el aserradero sin problemas, también habían dos hombres, uno de más edad y toda su cara cubierta de una espesa barba marrón y otro de cuerpo escuálido que había recién salido de la pubertad; eran el marido y el hijo de la primera mencionada.
-Es hora de marcharnos, gracias por todo-Asintió a modo de agradecimiento.
-Es lo menos que podíamos hacer por la Guardia, hijo-Comentó el hombre, un autoproclamado "patriota" que luchó en la Guerra para liberar Lunargenta de los vampiros. Había hecho buenas migas con Alward-Si necesitáis algo más, no dudéis en pedirlo.-Se ofreció con un tono afable.
-Esperamos que vuestro viaje sea plácido y que Sashenka se recupere del todo-Dijo la mujer, ofreciendo así sus mejores deseos a ambos.-Os he preparado algo para el viaje...-Miró a su hijo, el cual sostenía una cesta tapada con un trapo para que los insectos no se colasen.
-Mi madre ha estado preparando esto desde antes que amaneciera, espero que os guste-Le entregó la cesta al Sevna.
-Son víveres para vuestro viaje, no es nada del otro mundo, pero al menos no pasaréis hambre.-Dijo con un tono humilde
-¡Gracias!-Asintió de nuevo, agradeciendo el gesto con una sonrisa.
Alward dejó que Sasha se despidiese como viese conveniente, así que se acercó al carro. Apoyado en una de las ruedas traseras, de brazos cruzados y con una espiga de trigo (elemento característico en él), estaba Cid.
-Me alegra verte, Alward.-Hizo un saludo amigable colocando dos dedos en la frente mientras mascullaba la espiga-No sé cómo te las arreglas, pero siempre estás al borde de la muerte.
-Pff, ¿Y dónde estaría la diversión entonces?-Bromeó mientras llevaba la cesta hacia el asiento del conductor.-¿Cómo está Luna?
-Echa una furia.-Sonrió de medio lado.
El castaño suspiró, como mentalizándose de que tendría que aguantar algún que otro reproche y sermón de parte de su hermana pequeña.
-...se parece demasiado a mi madre.-Sonrió de forma falsa, ya que no quería enfrentarse a su hermana. Acto seguido le puso una mano en el hombro a su amigo-También me alegro de verte, Cid.
El rubio sonrió de forma afable y le guiñó un ojo.
- Cid:
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Alward Sevna
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Al final el tiempo que Sasha tuvo que estar en reposo fue mucho más prolongado de lo que había esperado, y muchísimo más de lo que habría deseado. En las semanas finales el lograr que la dragona se quedara quieta era casi imposible, en cuanto le quitaban las vendas de alguna parte del cuerpo insistía en comenzar a entrenar y Alward tuvo que utilizar todos sus recursos verbales y físicos para obligarla a quedarse quieta.
El Humano había demostrado tener mucha paciencia, por más que Sasha se enojaba al principio, al final del día siempre terminaba reconociendo que tenía razón.
Así que cuando Alward le ofreció ayuda para caminar hasta el carro la dragona ya no se quejó ni intentó contradecirlo, había aceptado finalmente que era necesario que la ayudaran en esa ocasión, y que quizás en un futuro la situación sería a la inversa y ella tendría la oportunidad de devolverle el favor. Pasó un brazo por arriba de los hombros del humano, y apoyó la mano libre en su pecho, las rodillas le temblaban mientras daba los primeros pasos, pero a medida que avanzaban iba tomando fuerza.
-Un poco más - Respondió cuando Alward preguntó sí podía seguir sola - Quiero... Estar segura que no voy a caerme - Sólo necesitó algunos metros más y luego le hizo una señal para que de a poco la soltara.
Caminó con dificultad, pero lentamente se acercó al carro. El estar en esa condición le dolía en el orgullo, ella siempre había tenido una excelente condición física, y una muy buena salud en general. Ahora sentía todos sus músculos débiles y agarrotados, sabía que necesitaría entrenar muchísimo sí pretendía recuperar el estado en el que se encontraba antes de todo eso...
Una vez que Alward terminó de despedirse era el turno de Sasha, aunque le hubiese gustado poder hacer una reverencia, sus heridas no la dejaban siquiera estar de pie mucho tiempo. Así que tuvo que conformarse con agarrar las manos de cada uno de ellos por turnos y hacer una profunda inclinación con la cabeza.
-En verdad les estoy muy agradecida por todos los cuidados y atención que tuvieron para con nosotros, pero especialmente por haberme ayudado a recuperarme. Sin ustedes quizás no estaría ahora en este mundo - No quería que sonara tan dramático, así que levantó la cabeza y sonrió - Sabrán de mí en cuanto esté completamente recuperada. Lo prometo -
Luego de eso el carro comenzó a moverse, y lentamente la humilde vivienda que había sido su hogar durante tantas semanas se fue volvieron cada vez más y más pequeña hasta que sólo fue un punto en el horizonte. Aún así la dragona se quedó con la mirada perdida durante un buen rato.
-Agradezco que hayas venido, Cid - El hombre era amigo de Alward, pero Sasha lo había visto en un par de oportunidades cuando habían ido a entrenar a su granja - ¿Cuánto crees que demoremos en llegar? - Hablaba con gesto serio, regresando a las maneras habituales de la Sashenka Dozorova que todos conocían.
El Humano había demostrado tener mucha paciencia, por más que Sasha se enojaba al principio, al final del día siempre terminaba reconociendo que tenía razón.
Así que cuando Alward le ofreció ayuda para caminar hasta el carro la dragona ya no se quejó ni intentó contradecirlo, había aceptado finalmente que era necesario que la ayudaran en esa ocasión, y que quizás en un futuro la situación sería a la inversa y ella tendría la oportunidad de devolverle el favor. Pasó un brazo por arriba de los hombros del humano, y apoyó la mano libre en su pecho, las rodillas le temblaban mientras daba los primeros pasos, pero a medida que avanzaban iba tomando fuerza.
-Un poco más - Respondió cuando Alward preguntó sí podía seguir sola - Quiero... Estar segura que no voy a caerme - Sólo necesitó algunos metros más y luego le hizo una señal para que de a poco la soltara.
Caminó con dificultad, pero lentamente se acercó al carro. El estar en esa condición le dolía en el orgullo, ella siempre había tenido una excelente condición física, y una muy buena salud en general. Ahora sentía todos sus músculos débiles y agarrotados, sabía que necesitaría entrenar muchísimo sí pretendía recuperar el estado en el que se encontraba antes de todo eso...
Una vez que Alward terminó de despedirse era el turno de Sasha, aunque le hubiese gustado poder hacer una reverencia, sus heridas no la dejaban siquiera estar de pie mucho tiempo. Así que tuvo que conformarse con agarrar las manos de cada uno de ellos por turnos y hacer una profunda inclinación con la cabeza.
-En verdad les estoy muy agradecida por todos los cuidados y atención que tuvieron para con nosotros, pero especialmente por haberme ayudado a recuperarme. Sin ustedes quizás no estaría ahora en este mundo - No quería que sonara tan dramático, así que levantó la cabeza y sonrió - Sabrán de mí en cuanto esté completamente recuperada. Lo prometo -
Luego de eso el carro comenzó a moverse, y lentamente la humilde vivienda que había sido su hogar durante tantas semanas se fue volvieron cada vez más y más pequeña hasta que sólo fue un punto en el horizonte. Aún así la dragona se quedó con la mirada perdida durante un buen rato.
-Agradezco que hayas venido, Cid - El hombre era amigo de Alward, pero Sasha lo había visto en un par de oportunidades cuando habían ido a entrenar a su granja - ¿Cuánto crees que demoremos en llegar? - Hablaba con gesto serio, regresando a las maneras habituales de la Sashenka Dozorova que todos conocían.
Sashenka Dozorova
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Cid, sin en ningún momento soltar las riendas, giró su cuello para asentir ante las palabras de agradecimiento de la dragona.
-No es nada, señorita. Para eso están los amigos.-Ante la siguiente pregunta de la Dozorova, el campesino masculló la espiga y la movió de un lado a otro de su boca, pensativo.-Quizás podamos llegar hoy.
Alward hasta ese entonces había estado distraído, en sus manos sostenía la carta que le había estado escribiendo a Sashenka, la cual había terminado días atrás. Era curioso, la tenía ahí y ni siquiera podía decirle todo aquello que había escrito de su propia boca. Quizás era miedo o el hecho de protegerse tanto a sí mismo como a la propia Sasha.
El contenido de la carta era el siguiente:
La miraba una y otra vez, pero había algo que no le convencía. La idea que en un principio había tenido en la cabeza no se había plasmado en el papel, y decir todo eso de la nada, después de lo que habían pasado, sería demasiado chocante. Cada vez estaba menos convencido de entregar esa carta, así que en un arrebato de de dejadez, la soltó y el viento la arrastró lejos de él, llevándola hasta un lado del camino, hacia el barro, olvidada. Tenía que hacer otro escrito, uno menos sentimental y más pragmático, uno que mantuviese a ambos a salvo, tanto por su bien como para el de la propia Sashenka.
Cid lo miró de reojo.
-¿Qué has soltado?
-Palabras de un necio.-Desvió su atención hacia Sashenka-¿Estás cómoda?-Calló para escuchar la respuesta de la dragona-Más vale que te recuperes del todo, o nunca podrás alcanzarme. Ya sabes, ¡Como te apresures en tu recuperación y la hagas mal, volverás a recaer y la brecha que hay entre tú y yo se hará enorme!-Dijo con un tono bromista, mientras le guiñaba un ojo.
-¿Es alguna especie de competición?
Alward negó con la cabeza.
-¡Sasha será una importante Guardia, hará gestas increíbles y siempre luchará en nombre de la justicia!-Acompañó sus palabras con gestos que las hicieran más grandilocuentes-...pero, para ello, ¡Primero tiene que vencerme a mí!-Sonrió enseñando la totalidad de sus dientes, de nuevo utilizando su tono bromista.
Cid rió de forma afable, Alward también le acompañó, pendiente de la reacción de la Dozorova. Sentía que, quizás no la vería en mucho tiempo, esa sensación de inquietud le invadía poco a poco, pero no quería estar triste o melancólico, no al menos delante de ella.
-No es nada, señorita. Para eso están los amigos.-Ante la siguiente pregunta de la Dozorova, el campesino masculló la espiga y la movió de un lado a otro de su boca, pensativo.-Quizás podamos llegar hoy.
Alward hasta ese entonces había estado distraído, en sus manos sostenía la carta que le había estado escribiendo a Sashenka, la cual había terminado días atrás. Era curioso, la tenía ahí y ni siquiera podía decirle todo aquello que había escrito de su propia boca. Quizás era miedo o el hecho de protegerse tanto a sí mismo como a la propia Sasha.
El contenido de la carta era el siguiente:
- Carta:
- "Sasha, debo comunicarte mi ausencia. He ido a cumplir una tarea que tengo pendiente para conmigo y mi honor. Nadie ajeno a esto puede acompañarme, no más peligros y no más actos inconscientes. Porque sí, puedo hacer como si nada y no actuar, seguramente así viva una vida igual de feliz, pero no siempre compensa tener felicidad a tener plenitud.
Desde hace un tiempo, me gustaría decirte algo, no he encontrado el valor necesario para decírtelo, y supongo que de alguna forma debes enterarte. Dicen que hay palabras que son apropiadas, igual que hay personas que no lo saben y son así.
Creo que siento algo dentro de mí con respecto a ti, ojalá pudiese decírtelo sin tapujos, pero ni yo mismo estoy del todo seguro. Sería bonito si nuestra situación fuese diferente, pero no sé cómo te lo tomarías, ya que ni viéndolo bien es la manera para verte a ti.
Reviento, porque a veces ni yo me entiendo; ¿Cómo voy a entender esto? Además, nunca te entendí ni a ti... Antes de hacer lo que va a destrozarnos, prefiero salvarme y hacerme a mí."
La miraba una y otra vez, pero había algo que no le convencía. La idea que en un principio había tenido en la cabeza no se había plasmado en el papel, y decir todo eso de la nada, después de lo que habían pasado, sería demasiado chocante. Cada vez estaba menos convencido de entregar esa carta, así que en un arrebato de de dejadez, la soltó y el viento la arrastró lejos de él, llevándola hasta un lado del camino, hacia el barro, olvidada. Tenía que hacer otro escrito, uno menos sentimental y más pragmático, uno que mantuviese a ambos a salvo, tanto por su bien como para el de la propia Sashenka.
Cid lo miró de reojo.
-¿Qué has soltado?
-Palabras de un necio.-Desvió su atención hacia Sashenka-¿Estás cómoda?-Calló para escuchar la respuesta de la dragona-Más vale que te recuperes del todo, o nunca podrás alcanzarme. Ya sabes, ¡Como te apresures en tu recuperación y la hagas mal, volverás a recaer y la brecha que hay entre tú y yo se hará enorme!-Dijo con un tono bromista, mientras le guiñaba un ojo.
-¿Es alguna especie de competición?
Alward negó con la cabeza.
-¡Sasha será una importante Guardia, hará gestas increíbles y siempre luchará en nombre de la justicia!-Acompañó sus palabras con gestos que las hicieran más grandilocuentes-...pero, para ello, ¡Primero tiene que vencerme a mí!-Sonrió enseñando la totalidad de sus dientes, de nuevo utilizando su tono bromista.
Cid rió de forma afable, Alward también le acompañó, pendiente de la reacción de la Dozorova. Sentía que, quizás no la vería en mucho tiempo, esa sensación de inquietud le invadía poco a poco, pero no quería estar triste o melancólico, no al menos delante de ella.
Alward Sevna
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Re: Prisioneros del destino [Privado] [Cerrado]
Asintió en respuesta a las palabras de Cid y luego se acomodó en la carreta, disponiéndose a aguantar varias horas de incesante traqueteo. Alrededor sólo se veía vegetación, el perfil de algunos cerros a lo lejos, en verdad había sido una suerte que encontraran esa pequeña cabaña tan alejada de la civilización. Sasha no recordaba nada de ese momento, sus últimos recuerdos eran de ella golpeándose contra las ramas de unos árboles, y luego el rostro de Alward cuando la levantó.
“-Parece un joven bondadoso, estaba muy preocupado cuando llegó aquí contigo en brazos -”
Recordó las palabras de la curandera, en el momento se hizo la desentendida, pero la imagen se había quedado grabada en su mente. En ese momento, entre medio del dolor y la confusión, en su interior sintió una inmensa alegría cuando había visto que Alward estaba bien, que no le había pasado nada en la caída.
-¿Estás cómoda?- Las palabras llegaron de repente, Sashenka siquiera se había dado cuenta que el Humano la había estado mirando.
-Sí, los golpes del carro hacen que las heridas se tensen, pero ya había previsto que sería así - Apoyó la mano en alguno de los sitios que aún estaban vendados - Creo que estaré bien - Frunció el ceño cuando escuchó las siguientes palabras del Humano. Aunque seguramente ya se conocían lo suficiente como para que se diera cuenta que era un enojo fingido, que simplemente le estaba siguiendo el juego - Solo espera y lo verás, mientras tu estas perdiendo el tiempo en las tabernas yo estaré entrenando, me recuperaré en seguida y te venceré -
Era una apuesta personal que se había impuesto entre ambos desde el primer día en que se conocieron, cuando Alward la había arrojado al piso sin dificultad alguna, y Sasha no tuvo más opción que admitir que la disparidad entre sus fuerzas era demasiada. Desde entonces habían entrenado cientos de veces juntos, pero la dragona jamás había logrado siquiera darle un golpe con suficiente contundencia.
-Sí ese es mi único obstáculo entonces no tendré dificultad alguna para lograr llegar a mi meta - Levantó el mentón y lo miró directo a los ojos con orgullo y decisión - De ninguna manera te dejaré estar por delante para siempre -
Se cruzó de brazos y miró en otra dirección... Pero de manera discreta sonreía.
“-Parece un joven bondadoso, estaba muy preocupado cuando llegó aquí contigo en brazos -”
Recordó las palabras de la curandera, en el momento se hizo la desentendida, pero la imagen se había quedado grabada en su mente. En ese momento, entre medio del dolor y la confusión, en su interior sintió una inmensa alegría cuando había visto que Alward estaba bien, que no le había pasado nada en la caída.
-¿Estás cómoda?- Las palabras llegaron de repente, Sashenka siquiera se había dado cuenta que el Humano la había estado mirando.
-Sí, los golpes del carro hacen que las heridas se tensen, pero ya había previsto que sería así - Apoyó la mano en alguno de los sitios que aún estaban vendados - Creo que estaré bien - Frunció el ceño cuando escuchó las siguientes palabras del Humano. Aunque seguramente ya se conocían lo suficiente como para que se diera cuenta que era un enojo fingido, que simplemente le estaba siguiendo el juego - Solo espera y lo verás, mientras tu estas perdiendo el tiempo en las tabernas yo estaré entrenando, me recuperaré en seguida y te venceré -
Era una apuesta personal que se había impuesto entre ambos desde el primer día en que se conocieron, cuando Alward la había arrojado al piso sin dificultad alguna, y Sasha no tuvo más opción que admitir que la disparidad entre sus fuerzas era demasiada. Desde entonces habían entrenado cientos de veces juntos, pero la dragona jamás había logrado siquiera darle un golpe con suficiente contundencia.
-Sí ese es mi único obstáculo entonces no tendré dificultad alguna para lograr llegar a mi meta - Levantó el mentón y lo miró directo a los ojos con orgullo y decisión - De ninguna manera te dejaré estar por delante para siempre -
Se cruzó de brazos y miró en otra dirección... Pero de manera discreta sonreía.
Sashenka Dozorova
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