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Mensaje  Nahir Dom 13 Oct - 0:51

Nahir andaba a paso ligero por aquel camino que tanto conocía, apenas unos metros la separaban ya de su casa. Su mano aún sujetaba el collar con el cuerno roto que le había regalado a adivina, lo apretaba, tanto que incluso le había daño, pero parecía no importarle. Caminaba intentando no pensar en nada, apenas pestañeaba, sus ojos se sentían cansados y secos, había sido un día agotador, pero dudaba de que pudiese conciliar el sueño después de lo ocurrido unas horas atrás.

Dejó la mano apoyada en la puerta unos segundos antes de abrirla, respirando hondo. La puerta de madera hizo su peculiar chirrido al abrirse, haciendo que su madre volviese la cabeza desde la mesa para ver quién era. La mujer sonrió ampliamente, levantándose para recibir a su hija con los brazos abiertos. Nahir cerró la puerta a sus espaldas y corrió a abrazar a su madre, rompiendo a llorar como una niña pequeña.

- Hija, ¿qué sucede?
Nahir enterró la cara en el cuello de la mujer, soltando todo lo que tenía dentro.

- Vamos, me estas poniendo nerviosa…- la madre apartó con cuidado a su hija, percatándose entonces de las manchas de sangre en su cuerpo. - Nahir, ¿Qué ha pasado? ¿Te encuentras bien?
La bruja asintió con la cabeza, se sentía realmente mal, y ya no solo físicamente, pero no quería preocupar a su madre.

- Vamos a limpiar esas manchas, quítate la ropa, vamos. – dijo la madre con dulzura, ayudando a su hija con el bolso. Aún tenía mil preguntas que hacerle a su hija, pero podían esperar.


Nahir cayó agotada en su lecho, durmiéndose casi al instante. En sueños volvía de nuevo a aquella habitación, podía escuchar sus pasos acercándose en la oscuridad. Se despertaba en medio de la noche, sudando y con la respiración acelerada, mirando a los lados para asegurarse de que estaba en casa, a salvo.



Los dos días siguientes se los pasó en casa con su madre, ayudándola en las tareas del hogar. Esta insistía en que saliese a la cuidad a dar una vuelta o al menos a que le tocase el aire, pero Nahir prefería quedarse en casa. Su hija aun no le había contado que le había sucedido en todo aquel tiempo que estuvo fuera, pero no quiso insistir, sabía que cuando ella estuviese preparada se lo contaría todo, pero las heridas de muñecas y tobillos que intentaba ocultarle la tenían con el corazón en un puño.

- ¿Me pasas el queso?

- Claro.

Alguien picó a la puerta, interrumpiendo la cena. La madre de Nahir la miró a los ojos, preocupada. La bruja se encogió de hombros y se levantó para ver de quien se trataba.

- Murielle…- su mano se posó instintivamente sobre el collar, que aún no se había quitado.

- Necesito de tu ayuda, es importante.

- ¿Qué sucede?

- Te lo cuento por el camino, no hay más tiempo que perder…

- Nahir, ¿quién es? – preguntó su madre moviendo la cabeza para poder ver de quien se trataba.

- Es…- volvió la cabeza para poder contestar a su madre -… es una amiga.

- Oh, entonces invítala a cenar.

- No tenemos tiempo…- le susurró la adivina a la bruja.
Nahir asintió con la cabeza.

- Dame un momento.
La morena entro en casa para ponerse la parte de arriba del vestido, dejando la puerta abierta. La madre se asomó para examinar a la adivina.

- ¿Te vas?

- Si. – Nahir le plantó un beso a su madre en la frente.

- ¿Os guardo postre?

- No, tranquila, cómetelo todo. Después no vemos.

- Vale…- la seguía con la mirada- Tened cuidado. !Oh, y vuelve cuando quieras, estas invitada! - dijo con una encantadora sonrisa mirando a la adivina. Esta se limitó a asentir con la cabeza.


Nahir la seguía sin decir nada, parecía tener prisa. Se adentraron en las calles de la cuidad, era de noche y empezaba a llover, por lo que no había mucha gente.

- ¿A dónde vamos? – preguntó la bruja rompiendo el silencio.

- Al faro. Pero antes tengo que hacer una cosa.

Pararon delante de lo que parecía un taller, aunque estaba cerrado. La adivina picó a la puerta un par de veces y esperó. La puerta se abrió.

- Espera aquí, salgo enseguida.
Nahir asintió con la cabeza, apoyando la espalda en la fachada.
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Mensaje  Kendovlah Dom 13 Oct - 2:25

Por fin había logrado entrar en la academia. Para su sorpresa la trampa de Yagaba no fue impedimento y el combate final contra esta fue prueba más que suficiente para su entrada. Habían pasado ya algunas semanas de aquello. El brujo se concentro los primeros días en conocer el lugar, horario de clases y esas cosas. Escuchó sobre el trabajo de campo que había dejado la falsa prueba, por más que quiso asistir por alguna razón sospechosa le negaron acercarse al lugar y el maestro Rutherford le advirtió que no estudiase la magia negra de momento. Como era de suponer para el túnica naranja aquello fue en cierto modo una desilusión, pero se conformo con la idea de que aún era muy pronto para ser el nuevo chico problemático de Hekshold.

Kendovlah había pasado demasiado tiempo en el colegio y al tener su trabajo cerca de la ciudad era normal que pasara entre su taller, la ciudad y la academia de vez en cuando. La creciente epidemia de la que se hablaba de vez en cuando era algo que le tenía sin mucho cuidado, sus píes exigían movimiento y no era quien para objetar. Su vida se había vuelto algo tranquila desde que dio su primer paso en aquel monumento al conocimiento y los estudios mágicos.

La ciudad le vino bien. Compró algunos materiales para su taller. No había tenido mucho tiempo para dedicarse a sus oficios y en la academia se centraba más en los libros de hechizos y estudios que otra cosa. También recientemente había logrado adquirir una nueva habilidad y el colegio le daba el espacio suficiente para practicarla sin tener que preocuparse por la seguridad de quienes le rodeaban.

Actualmente estaban en un taller modesto. El primero que había visitado tras abandonar la casa donde creció con sus padres. De vez en cuando le gustaba volver ahí y hacía tiempo que no se ponía al día con el amigo herrero de su padre. Kendovlah se paso casi toda la tarde contando al hombre de sus viajes mientras este atendía a sus clientes o pasaban el rato para comer algo.

-Antaño tu padre hacía alarde por tus logros con la magia, la caza y la herrería. Has crecido mucho-. Dijo con cierto tono nostálgico que el túnica naranja pudo compartir. Hace tiempo que todo solo trataba de su madre, pero su padre también le había dejado muchas cosas útiles. -Aún quedan más aventuras por contar para que alardee donde sea que se encuentre-. Aventuro anticipando un futuro no muy lejano. No había prisa por apurar las cosas, ya había conseguido mucho en tan poco tiempo.

Tomo su jarra de cerveza y la puerta de la vieja herrería sonó una vez más. Bebió y su mirada se dirigió a la chica que era atendida por el hombre. Sus ojos le parecieron de lo más curioso. Calzaban con la descripción de los infectados, pero esto le pareció una coincidencia. Desconocía la verdadera naturaleza de dicha epidemia.

-Más clientela, al parecer. Aunque ya paso la hora de cierre-. Le dijo al hombre mientras sacaba de su mochila unos pergaminos en blanco y comenzaba a dibujar runas para sellarlos. Unos tres de momento y volvió a beber. “Con la calavera no es que necesite más” Pensó para si para volver a centrarse en su cerveza. Ya casi era hora de volver a la forja tensai. Tenía bastante trabajo que hacer ahí.

-No le hagas caso, por favor pasa y veamos lo que se te ofrece. Aún no es tan tarde-. Dijo algo confiado y dejo a la chica entrar en el local.

__

Off:

El pnj y su taller son de relleno en la historia de mi brujo. Como mencione a Nahir, puede ser herrero y algo más a elección de ustedes. Lo presto para la historia
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Mensaje  Demian Sáb 2 Nov - 3:15


La piedra se levantó con cuidado desde el suelo, como si fuera un trozo de madera puesto en el agua, hasta quedarse quieta a unos diez centímetros.

Eso es, así... mantenla allí –instruye Demian al otro chico, el de cabello claro y mirada de completa concentración–, sólo imagina el Éter en ca...

No alcanza a terminar la frase. La piedra de pronto sale a toda velocidad, como un proyectil, hasta chocar con una cerca de madera, donde queda incrustada.

Ah, demonios, no puedo Dem, no puedo –se queja el chico, dejándose caer hasta quedar sentado en el suelo. Hay frustración en su mirada, ojos que se humedecen, a pesar de los intentos por retener aquel impulso.

No entiendo cómo puedes hacer hechizos t-tan poderosos cuando se trata de romper cosas y te cuesta tanto hacer cosas tan simples, Narfi –comenta Demian, suspirando.

No lo sé –contesta Narfi, abrazando sus rodillas–. Supongo que sólo sirvo para quebrar cosas.

Demian le da una fuerte palmada en la espalda, una que seguro dejará marca por un rato. Es una suerte que el chico lleve una túnica del Hekshold.

¡Hey! ¿por qué has hecho eso? –se queja el niño. No debe pasar de los once años.

Demian se encoge de hombros.

Porque p-pa-pareces una niña quejándote tanto –le dice con una sonrisa burlesca.

¡Y tú tartamudeas como un ganzo! –contesta Narfi, primero con una mirada de enojo, luego una pequeña risita.

Ambos se ríen con volumen suficiente para captar una mirada de reproche de una anciana que camina con una cesta de mimbre con productos en su costado. La mujer mueve su cabeza a modo de reproche y sigue su camino.

Mira, ese de allí, lo vi hace un par de días en el Hekshold –dice Narfi de la nada, apuntando a un muchacho que entra a un taller–. Estoy seguro que lo presentaron como uno de los nuevos. Deberíamos saludarlo.

Si por saludarlo te refieres a gastarle una broma, cuenta conmigo.

Narfi parece que va a protestar por un momento, pero luego una mirada traviesa se dibuja en su rostro expresivo. No se necesitan más palabras, ambos se ponen de pie y se acercan al lugar, que parece una herrería.

En la zona parecen haber algunas tiendas y puestos de mercado. No hay mucho movimiento, sino que parece que allí se abastecen personas de los alrededores, como la señora de antes. En uno de los puestos venden alimentos, algunas verduras, leche y huevos.

Pregúntale algo a la dueña –indica Demian.

Narfi traga saliva. Es un chico alegre y sociable, pero a veces es tímido. Su experiencia siendo rechazado por los demás por sus constantes errores no le ha hecho tener demasiada confianza en su capacidad de agradar.

Hola, señora –dice finalmente–. ¿Cómo le ha ido hoy con las ventas?

¿Eh? ¿quieres comprar algo?

No, no, sólo quería saber de su bella vida –continúa el chico con una sonrisa exagerada.

Si no fueras del Hekshold diría que quieres robar algo, pero supongo que los estudiantes como tú, que tienen de todo en su castillo, a veces sienten curiosidad por la gente que no tenemos tanta suerte –contesta ella con tono amargo.

Oh, lo siento, no sabía que usted tuviera mala suerte –intenta arreglar Narfi. No logra cambiar el rostro de la mujer.

¡Bah!, fuera de aquí, ya debería haber cerrado esto hace media hora, pero no he logrado vender lo suficiente. Vete a molestar a otra persona.

Narfi baja la cabeza y se retira apenado. Ya puede agregar otra cosa a la lista de cosas que es malo haciendo. No es bueno causando distracciones ni charla casual.

Se encuentra pronto con Demian, que sonríe. Muestra el bolso en su costado a Narfi. Allí hay unos huevos de gallina.

Vamos –dice sonriendo.

Narfi, algo confundido, le sigue. No le cuesta demasiado comprender que Demian ha aprovechado la distracción para robar. Aquello le sorprende, pues de lo que le conoce sabe que no se queda corto de Aeros, pero no dice nada.

¡Shh! en silencio –le indica Demian cuando ya llegan a la entrada del taller, al tiempo que le pasa dos huevos.

Con un movimiento de su mano, Demian causa que una ilusión haga parecer ese lugar como si estuviera más oscuro, permitiendo que entren en modo sigiloso.

A la cuenta de tres le lanzamos los huevos –dice Demian con una sonrisa pícara–. Uno...

No logra terminar el conteo. Los huevos que tenía Narfi acaban saltando como proyectiles en dirección aleatoria. El pobre pequeño mira aterrado lo que acaba de hacer.


[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


(*) Siento mucho la enorme tardanza. Estuve tan ocupado con asuntos de talleres y profesiones que mi actividad rolera llegó a un mínimo muy bajo. Narfi es un PNJ de otra historia asociada al Hekshold que he querido incluir en este tema. Es un aprendiz del Hekshold que tiene un gran problema, tiene una especie de mala suerte crónica y todo lo que intenta le sale mal. En este momento hay dos huevos que acaban de ser lanzados por su telekinesis a toda velocidad. Son libres de recibir alguno o simplemente relatar que se estrellan contra la muralla o algo.

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Mensaje  Nahir Mar 5 Nov - 13:20

La adivina entro en el local invitada por el dueño, cerrando la puerta tras de sí. Había escuchado perfectamente al otro hombre, pero ignoró sus palabras, incluso ignoró su persona, se aproximó a la mesa que hacía de mostrador y esperó a que el dueño se acercase lo suficiente como para poder hablar con un poco de privacidad.
No era mucho lo que necesitaba, pero el estado de la adivina no era compatible con las prisas. La mujer tuvo que apoyar el hombro en una de las estanterías, era como si aquel taller empezase a dar vueltas, toda la zona alrededor de su ojo enfermo ardía cada vez más, seguramente a causa de la fiebre. Le costaba hablar y los escalofríos se apoderaban de su cuerpo.

Nahir movía los pies de manera nerviosa, Murielle estaba tardando mucho. Repetía una y otra vez la conversación que había tenido con la adivina, intentando descifrar algo de información, pero el reencuentro con la mujer afloraba los sentimientos del pasado acontecimiento en su casa. La bruja tragó saliva costosamente, su corazón empezó a acelerarse al recordar toda aquella sangre. Sacudió la cabeza intentando espantar aquellos pensamientos, no era el momento, Murielle la necesitaba.
Utilizó la pared para impulsarse y separarse de la misma, empezando a caminar alrededor del taller. Frunció el ceño al ver la entrada sumida en la oscuridad, se llevó un puño a la cara y restregó sus ojos. Enfocó la vista, esperando volver a ver la entrada iluminada, pero no fue así. No podían haber cerrado el taller, Murielle aún estaba dentro, estaba segura de que no había salido.
Se aproximó a paso rápido y seguro hasta la entrada.



- ¿Entonces no necesita nada más?
La adivina negó con la cabeza lentamente, como si aquel movimiento le requiriese un gran esfuerzo.
- Entonces serán…- el dueño del taller enmudeció, confundido, a notar el repentino cambio de iluminación de la sala.

Uno de los huevos pasó rozando a la adivina e impactó en el mostrador, manchando algunos de los papeles que había en este. La mujer dio un paso atrás, sin saber muy bien que estaba sucediendo. El herrero se apresuró en encender un candil.

- ¿Pero qué demonios está pasando aquí?

Con la luz adicional se podía ver que un huevo más había volado hasta impactar en la jarra de cerveza del brujo, rompiéndose al momento.

Nahir entró en el taller, confundida, mirando a cada una de las personas que había allí dentro, no entendía lo que estaba pasando.

- Murielle…

- Nos vamos. – le interrumpió la adivina caminando hacia ella.
La bruja siguió a la mujer fuera del taller, parecía enfadada.

- No hay tiempo para estas tonterías…- murmuraba para sí misma, intentando disimular el leve cojeo.

Nahir continuaba sin saber que había pasado, pero no le importaba. Se fue acercando a la adivina cada vez más, percatándose de su estado. No la conocía muy bien, pero sabía que no le pediría ayuda así como así. Se colocó a su lado y entrelazó su brazo con el de ella, para que pudiese apoyarse y andar mejor. La adivina miró a la bruja con una mezcla de sorpresa y vergüenza, pero se topó con la sonrisa tranquilizadora de Nahir.

- Dime, ¿Dónde vamos?

- Al Faro de Sevindel…
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Mensaje  Kendovlah Mar 5 Nov - 20:55

Observó el movimiento de la mujer tras cerrar la puerta. Tenía cierto aíre de misterio que invitaba la curiosidad del joven brujo a seguir observando mientras levantaba nuevamente su jarra de cerveza y le daba un último trago. No le sorprendió su actitud aunque si se molestó un poco al no recibir algún tipo de respuesta. Cabía destacar que su bienvenida no había sido de lo más cordial, pero podía sumarle un punto más a su mala suerte con las mujeres. De todas formas, aquello no era de gran importancia.

Tenía cosas que hacer aún, la forja tensai requería su presencia. Había pasado demasiado tiempo fuera y seguro que al llegar siendo muy optimista podría encontrar algún pedido que le hiciera ponerse a trabajar lo suficiente como para despejar su mente de los estudios y el encierro.

Levanto su jarra de cerveza con su brazo derecho una vez más. El liquido frío y amargo estaba fluyendo por su garganta una vez más cuando siente un ligero dolor en su brazo, comenzó a recordar y sentirse inquieto. “¿Un aviso y en tierra firme?” Pensó para si mismo, era posible concluyo mirando de nuevo a la joven de aire misterioso cuando se disponía a cerrar el trato con su amigo. Su instinto aventurero estaba a flor de piel sin darse cuenta.

Notó un leve cambio en la iluminación del taller. Se levantó curioso mientras su mano izquierda empuñaba el mango de su espada. El amigo de Kendo notó el gesto y lanzó una mirada fulminante, pero no hubo tiempo de reproche cuando los dos huevos salieron volando al parecer de la nada. Vio como el primero impactó en el mostrador y el segundo en su jarra de cerveza llegando a manchar la túnica naranja con la clara. Aunque fuese solo un poco era lo suficiente para que el brujo comenzará a sospechar y pensar.

Un nuevo personaje entró en la sala, una mujer. No pudo evitar sentir un leve cosquilleo en su estómago y el rubor en sus mejillas al ver la piel morena y los rasgos faciales junto a los ojos verdes. Sin duda algo exótico incluso en Beltrexus. Sus palabras le dieron a entender que se había quedado afuera esperando a la misteriosa Murielle cuando sintió los impactos.

Se cruzaron las miradas entre Kendovlah y Nahir cuando el primero intenta mirar hacía otro lado levantando la mano derecha para rascarse la cabeza con su indice algo nervioso. Se había quedado sin palabras y sin darse cuenta se disponía nuevamente a beber su cerveza cuando recuerda que había sido estropeado por alguna especie de broma al parecer. Pero, ¿de quién?

La mente del brujo comenzó a recopilar información mientras que con su mano apretaba más fuerte el mango de su acero, normalmente el gesto significaría que estaba apunto de atacar, pero simplemente se estaba concentrando en lo que sabía. -Kendo, ayudas a buscar al bromista-. Esuchó decir al herrero, pero ya era tarde para eso. Una vez que se ponía a pensar así solo una conclusión podía detenerlo.

-Dos mujeres jóvenes-. Como de costumbre empezó a pensar en voz alta, tratando de recordar un detalle. -El faro Savindel, un bromista desconocido...-. Abrió los ojos y miró hacía Murielle. Había algo en esa chica, también se interesaba por su acompañante claro. Llegado a este plano decidió que era más interesante que encontrar al bromista, pero no podía dejarlo pasar así sin más.

Suspiró y junto las yemas de sus dedos frente a su pecho, una esfera en llamas comenzó a levantarse. Poco a poco se vio que no se trataba de una simple bola de fuego sino una calavera envuelta en llamas la comenzó a iluminar la zona por donde flotaba.* Con esto y el candil del herrero la iluminación era aún mejor que cuando empezó la ilución, pero la calavera seguía siendo mejor. Se concentró y la calavera comenzó a responder a la voluntad del mago moviéndose por el taller.

-Oye amigo, espero que no planees quemar mi taller-. Dijo el herrero con bastante preocupación. A pesar de vivir en la ciudad de magos solo había permitido a Brinnah usar magia cerca de él pues lo desconocido siempre causaba miedo para la gente normal.

El centinela en llamas siguió vigilando mientras alumbraba su ruta y el pequeño Nafir fue descubierto. Al verlo con más detalle Kendovlah pudo comprender que también era de Hekshold. -Bien, eso resuelve un misterio-. Dijo aún pensativo. -Me debes una cerveza y una disculpa, pero eso será luego. Ahora...-. Tragó una larga bocanada de aire y el centinela volvió a moverse según los deseos de su invocador hasta quedar levitando en círculos al rededor de Nahir y Murielle.

Hace que la calavera quede frente a Nahir y después la eleva por los cielos para hacerla explotar dejando algunos fuegos artificiales tras la explosión en conjunto con las llamas. -Bastante útil, ¿no creen?-. Se atrevió a decir un sonriente Kendovlah llegando calmadamente por detrás de las mujeres. -Al menos dejen ayudar. Ya saben, para compensar la broma de mi compañero. Ah, lo olvidaba. Soy, Kendovlah-. Terminó de hablar y tras tanta cháchara por fin presentándose.

Off:

*: Kendovlah usa habilidad master centinela. Primero para revelar ubicación de nafir y segundo, en un intento de sorprender a Nahir y Murielle. Al explotar la calavera no se mantiene para el próximo turno.
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Mensaje  Demian Mar 5 Nov - 22:35


Lo siento –dijo Narfi de inmediato al ser descubierto, dibujando ojitos de cachorro en su rostro.

Instintivamente, Demian había llevado su mano al pomo de su daga, mientras preparaba su magia para un eventual combate. No es que tuviera realmente una razón para sospechar de tal desarrollo de eventos, pero más valía ser precavido.

Emergió desde las sombras luego de Narfi. No iba a dejar al pequeño experto en destrozos cargar con la culpa, aunque aquel estudiante parecía no haberse tomado realmente a pecho el asunto y se disponía a seguir a unas mujeres.

Bueno, eso significa que es... –no terminó la frase.

Narfi había partido detrás de aquel sujeto al que no conocían más que por haberlo divisado en el Hekshold. Demian se llevó una mano al rostro, no entendía qué buscaba el joven brujo con ello, pero ya no sacaba nada con intentar adivinarlo. No le quedó más remedio que seguirlo.

Llegó junto a ellos cuando Kendovlah acababa de presentarse, mientras un animado Narfi se paraba a su lado.

Yo soy Narfi –dijo entusiasta–. Estudio en el Hekshold –agregó.

Tomó entonces un poco de aire, mientras una sonrisa de ojos saltones brillaba en su juvenil rostro.

¿Sabían que en el Hekshold hay una torre que se rompió? yo estaba allí, fue horrible. Unos brujos malos tenían una especie de maldición o trampa, o quizás eran encantamientos raros, pero no como esos que tiene Demian en su armadura mágica, sino por toooodo el lugar. Y no era un lugar pequeño, todo ese taller cabría allí dentro.

Dio unos pasitos al lado de Kendovlah, quizás sólo para tomar un poco más de aire.

¿Sabían que hay más Éter en una gota de sangre de persona que en una roca de una tonelada? yo no lo sabía, me lo enseñó el profesor Rutherford ayer. Los antiguos brujos creían que las personas habíamos nacido desde el Éter, pero ahora dicen que se encontraron unas pinturas antiguas y que venimos de algo así como del hoyo de un meteoro. ¿Pueden creerlo? quizás el cometa que explotó hace poco traía más gente. ¿Creen que si así fuera esa pobre gente murió y nosotros no lo supimos?

Nerfi miró a las personas frente a él. Primero asintió, como confirmando que lo que decía no era mentira, pero luego pareció sentir vergüenza y sus cachetes se tornaron ligeramente rosados.

¿Les dije que me llamo Narfi? hola, soy Narfi, con N de la última letra de Myrddin, la casa del Hekshold a la que pertenezco –continuó nervioso.

Demian –dijo una voz más seria, acompañada de un rostro completamente neutral. El joven brujo entraba en escena por detrás de su amigo, casi sin hacer ruido alguno al pisar.

Sí, él es Demian. ¿Sabían que tiene un muñeco que habla?, pero habla de verdad, camina y hasta cocina, ¡es genial! pero se quedó con Rena, que es una chica muy simpática que no tiene un brazo, pero que fabrica máquinas que no se imaginan... cierto, Demian, escuché que estas personas necesitan ayuda. ¿Podemos ayudarlos? vamos, quiero ayudarles, por lo de los huevos.

Narfi miró con ojos inquietos al brujo ilusionista, alternando entre él y las personas a las que no conocía.

Si lo que necesitan no requiere de tanto tiempo ni es dinero, s-supongo que podemos ayudarlos –contesta Demian, encogiéndose de hombros.

Pues, ya está, vamos a ayudarlos, y ni siquiera les vamos a cobrar por el servicio –dice Narfi radiante de alegría.


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Mensaje  Nahir Jue 14 Nov - 2:37

Podía escuchar al muchacho hablar, es más, era imposible no escucharle, era como si cada una de las palabras impactasen en su cabeza como flechas, y no eran pocas que digamos. Hablaba por los codos, nunca había escuchado una presentación tan larga. Al parecer, los dos niños y el agradable hombre del taller se prestaban en ayudarles: no tenía tiempo para convencerles de que era una mala idea. Paró en seco, parando la marcha de todo el grupo, incluida Nahir.



La bruja caminaba al lado de la adivina, podía nota como su paso apresurado cada vez era más lento, las fuerzas de Murielle parecían menguar a cada paso que daba. La bruja frunció el ceño al escuchar al hombre del talle, que les ofrecía su ayuda, le pareció extraño que la mujer no dijese nada, pero ella no sería la que se negase. Entonces Narfi empezó a hablar, Nahir volvió ligeramente la cabeza, sin parar la marcha, para fijarse que dos niños las estaban siguiendo también, uno hablaba mucho, el otro apenas dijo su nombre. La morena sintió una punzada de dolor en el estómago, miró de golpe a Murielle, no creía que aquello fuese seguro para unos pequeños.
La adivina tiró de su brazo, haciéndole parar también a ella, cuando esta paró en seco para girarse sobre sus propios talones.

- Podéis venir, pero nada de hablar. – sus ojos estaban fijos en el pequeño Nafir.

Se llevó una mano a la frente, tapándose ligeramente el ojo enfermo, la mueca que vino después delataba su malestar. Se quedó unos instantes así, parada, con la cabeza gacha, sin decir nada.
Nahir inclinó un poco el cuerpo para poder mirarla mejor. Alzó ambas manos, una sujetó su muñeca con cariño, apartando la mano de Murielle de su propia cara, después colocó la mano que le quedaba libre en el mismo sitio, empezando a enfriar la zona para que el dolor disminuyese. 1
La adivina se dejó hacer sin decir nada. Abrió los ojos cuando se sintió mejor.

- Sigamos, ya estamos cerca… - el dolor quizás había disminuido, pero parecía que se iba a romper a cada paso que daba.

La morena aprovecho la pausa parta examinar a sus nuevos compañeros. Le asustaba la presencia de los dos pequeños, y más al no saber que es lo que les deparaba la misión de Murielle. Nahir siempre había sido una persona muy sobreprotectora con los mas pequeños. Se llevó la mano a la parte baja del vientre.

- Yo soy Nahir, y ella es Murielle. – volvió la cabeza para ver que la adivina ya había ganado unos metros de distancia. Quería decirle algo al brujo sobre lo de la calavera y la explosión de color, incluso su mirada se posó sobre la de él para hablarle, terminó por carraspear y dejarlo estar. – Será mejor que continuemos… - dijo antes de reprender la marcha.

Dio un par de zancadas para alcanzar a la mujer.

- ¿Es seguro que nos acompañen?

- Cuantos más seamos, más sencillo será. Además, ya estaba escrito.


El Faro de Sevindel se alzaba unos metros por delante de ellos, después de un camino estrecho con el mar a ambos lados. Cada vez llovía más, o el fuerte aire que se había levantado daba aquella sensación. Las olas rompían con fuerza en las rocas que quedaban a los pies del camino, dando la impresión de que te iban a engullir de un momento a otro.
La adivina se paró antes de entra a dicho camino.

- Veis esos hombres de ahí… - señalaba al frente con el dedo índice, aprovechando la parada para sentarse en una roca. – Esos son los aprendices de Ban Ord, están protegiendo la entrada al faro, que es donde debemos entrar.

Nahir miró a los chicos, después al brujo. Solo había un camino de acceso al faro, sin contar el agua, que había quedado más que descartado por el fuerte oleaje.

- ¿Alguna sugerencia?


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Mensaje  Kendovlah Jue 14 Nov - 19:43

Sonrió satisfecho cuando reanudaron la marcha habiendo llegado a un acuerdo y asintió ante la orden de Murielle, aunque iba dirigida al pequeño Narfi. Sinceramente le había exasperado un poco la larga cháchara del niño pero suponía que algo natural para un sabelotodo de su edad.

Miro a Demian antes de continuar, había algo en el chico. Supuso que era otro de esos casos como Chimar y Cannel, quizás hasta se conocían. Sería curioso pero ya había repetido compañeros de aventura, ¿por qué no encontrarse con conocidos de esto? Aunque no podía darlo por sentado aún, la experiencia le decía que debía darles la oportunidad y más importante cobrar su cerveza al terminar la supuesta aventura.

La lluvia estaba creciendo, solo esperaba no tener que pelear en campo abierto. Imaginando que se trataban de un grupo de brujos a pesar de jugar de local estarían en desventaja. Estrategias de combate simples, podían detener a unos cuantos a distancia pero sin contar con mucho poder no podrían hacer nada para detener los más fuertes que dependían de la fuerza bruta.

Escuchó el nombre de las mujeres pero mantuvo silencio. Murielle seguía siendo un gran misterio y parecía llevar cierto peso sobre sus hombros que la agotaban gradualmente.  “¿Ya estaba escrito?” Pensó citándola mientras se acercaban al terreno del faro. ¿Qué clase de profecía era esa o era un timo para evitar más conversación inútil?. Sea cual fuese la respuesta correcta ya se había ofrecido a ayudar y no era de los que dejaban a sus compañeros atrás.

Entonces Murielle comenzó a hablar. Kendovlah por su parte miró a lo alto del faro. Unas luces extrañas de diversos colores y tonalidades oscuras se podían apreciar a la distancia. Aquello no le daba para nada buena espina, además de eso estaban los hombres del tal Ban Ord. No podían, más bien no debían meterse en territorio desconocido de forma frontal. Tampoco sabían lo que esperaba adentro.

-Vamos allá, primero-. Sugirió apuntando una roca grande no muy lejana. Ahí podrían ocultarse del campo visual de los porteros. El túnica naranja se llevo  la una mano al mentón en pose pensativa. Usar un señuelo era una opción, pero también podían entrar sin pelear. Solo estaba formando posibles escenarios, pero le faltaban datos para poder adelantarse a los hechos.

-No tiene pinta de que nos dejarán pasar por las buenas, tampoco sabemos lo que ocurre ahí dentro-. Demandó información sonando mucho más serio que antes. -Prometí ayudar pero necesitamos acordar un plan. Para eso necesito saber nuestro arsenal disponible y lo que nos espera ahí adentro. También hay cierta posibilidad de que la puerta no fuese la única entrada existente-. Terminó mirando a cada uno de los presentes.
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Mensaje  Demian Sáb 16 Nov - 1:49


Por supuesto, nada de hablar –contesta Narfi, poniendo una expresión seria.

Los siguientes momentos cambia rápidamente el peso de su cuerpo de una pierna a otra, algo incómodo. Demian ya le conoce un poco y sabe que sí es capaz de quedarse callado, pero el hecho de que le indique que debe hacerlo le causa estrés.

Hola Nah... –contesta cuando ellas se presentan, pero rápidamente se lleva las manos a la boca, tan fuerte que genera un ruido similar a una cachetada.

Emprenden el camino, mientras la lluvia se asegura de que sus ropas queden estilando por completo. Ni a Demian ni a Narfi parece importarles mucho este detalle de todos modos.

¿Qué hago si quiero ir al baño? –pregunta de pronto el menor de los niños brujos, intentando susurrar, aunque de todas maneras resulta algo más ruidoso de lo que planeaba.

Nadie lo notará con esta lluvia –contesta Demian. Narfi parece querer protestar, pero se contiene. La advertencia de no hablar flota sobre su cabeza.

Pronto llegan a un faro, custodiado por algunos hombres. Se menciona a un tal Ban Ord, pero Demian no le conoce ni tiene información alguna de su persona. No es como si le interesara profundamente, de todos modos. Los mayores comentan sobre la necesidad de burlar ese inconveniente.

Demian mira con cuidado. La lluvia es siempre una buena cortina y la llegada de la noche les otorga excelentes oportunidades para optar por el sigilo, en vez de los enfrentamientos.

¿Ven esa ventana? –pregunta Demian en un susurro, detrás de la roca indicada por Kendovlah–Voy a lanzar una cuerda desde allí.

El ilusionista da un paso, entonces, y su figura parece desvanecerse en el aire, dejando una imagen difusamente fantasmal en su lugar. Narfi da unos suaves aplausos emocionado.(1)

Me encanta ese hechizo –dice alegre, pero luego se tapa la boca.

En tanto, Demian se encuentra ahora en lo que parece una bodega. Sólo hay cajas allí, y polvo, mucho polvo. Se ve que esa habitación no es muy concurrida. Tras asegurarse de que nadie le esté observando, se asoma prudentemente a la ventana y saca un poco de cuerda de sus pertenencias, soltando por la ventana un extremo y amarrando el otro a un pilar.

En tanto, Narfi parece concentrado. Ya ha visto a Demian antes usar el teletransporte y realmente quiere aprender a hacer lo mismo. Cierra sus ojos, concentrando el Éter en su interior. Mira a una de las ventanas, poniendo todo su deseo en estar allí, en que su cuerpo sea mágicamente transportado a ese lugar.

Por un momento puede sentir que el Éter está respondiendo a su llamado.

Entonces la ventana estalla. No es simplemente que se rompiera como si la lluvia y el viento hubieran hecho ceder algo, sino que revienta como si un enorme golpe le hubiera dado con todo. El pequeño, poniéndose de pronto muy pálido, se asoma desde detrás de la roca.

¡LO SIENTO! –grita a todo pulmón a los guardias–, de verdad no quise hacerlo, sólo estaba... sólo estaba jugando, por aquí, sí, jugando, completamente solo, no hay nadie más conmigo. Sólo jugaba, en serio, es normal que los niños jueguen. El profesor Rutherford dice que el cerebro de los niños crece cuando juegan, en serio. Por cierto, ¡qué faro más bonito, está genial!



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(1) Demian ha usado: Paso del Espectro, para teletransportarse hacia la torre.

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Mensaje  Nahir Dom 24 Nov - 19:32


Nahir asentía, escuchando al brujo. Necesitaban saber con que disponían y que es lo que se iban a encontrar para poder proceder de un modo u otro. Miró a Murielle de reojo, parecía que le costaba recuperar el aliento, aunque intentaba, sin éxito, parecer bien.
Vuelve a centrarse en la conversación sobre el plan de actuación cuando habla uno de los niños, Nahir lo mira a los ojos, y lo evita, pero lo examina de arriba abajo, aquel no parecía un niño normal. Se quedó asombrada cuando este desaparecer del lugar.
Su mirada corrió hacía la ventana que el chico había señalado anteriormente y, sin poder evitarlo, sonríe al ver la cuerda. Pero aquella sonrisa duró poco. No supo como había pasado, pero la ventana estalló, causando un estruendo que sobresaltó a la bruja, que se había llevado las manos a la boca para no hacer ruido.

- No...- susurra casi imperceptible cuando el niño grita, claramente en un tono que descubría su posición.

Nahir se llevó una mano al entrecejo, ahí donde empezaba el tabique de su nariz, y presionó el hueso con el índice y el pulgar. Murielle empezó a maldecir por lo bajo, colocando las manos en la roca para poder levantarse con la espalda lo suficientemente encordaba como para que la piedra aun le sirviese de escondite.
La adivina le tendió una mano a Nahir y empezó a tirar de ella, aprovechando que todos los ojos ahora estaban puestos en el niño, para poder acercarse a la ventana, estaría rota, pero se podría subir igualmente por ella.
La bruja la siguió hasta llegar a la zona en cuestión, dudaba que por su estado, la adivina pudiese trepar por la cuerda ella sola. Miró atrás, no podían dejar al niño ahí solo, debían pensar alguna cosa para que puede escapar o llegar al interior del faro por otro lado.

-Están por todas partes, saben que estamos aquí.

-Vamos, hay que subir, ¿crees que vas a poder?

-Si, claro...- cogió la cuerda con ambas manos y utilizó un poco de fuerza para tirar su cuerpo hacía arriba y poner los pies contra la pared, para poder subir más fácilmente.

Nahir pudo notar como sus brazos temblaran, temía que en cualquier momento aquella fuerza se escurriese y terminase por caer en el suelo, así que colocó ambas manos en su trasero, empujando todo lo que pudo el cuerpo de la adivina hacía arriba. Seguramente aquella ayuda no le gustase, pero ambas sabían que era más que necesario.
El tiempo restante, hasta que Murielle legó al alfeizar de la ventana, se le hizo eterno, miraba hacía atrás, donde se suponía que estaban los hombres de Ban Ord, miraba a la adivina, que parecía no avanzar nada, miraba al pequeño Nafir, intentando pensar en algo para que saliese de aquel lío.
Murielle se sentó cuando llegó arriba, dejando caer, pesadamente, primero una pierna, después la otra. Por unos instantes Nahir no vio nada.

-Vamos, te toca...

La bruja asintió antes de agarrarse a la cuerda y empezar a ascender. Se consideraba una persona ágil, pero el ascenso se le hizo un poco pesado, aunque cabía decir que llevaba unos días un poco constipada.
Cuando llegó arriba y se aseguró de que la adivina estaba bien, miró por la ventana, esperando ver al brujo.

- Tenemos que ir a buscar a Ban Ord, no hay tiempo que perder...

-Pero Kendovlah y Nafir aun están abajo... - instintivamente aun susurraban, como si alguien pudiese oírlas.

-Ellos sabrán llagar, no te preocupes... - la adivina abrió la puerta con cuidado. Justo delante de ellos había una escalera, se asomó para asegurarse de que no hubiese nadie por abajo, antes de empezar a ascender por ellas. -Están por todas partes, no deberían estar aquí... esto debe parar...- parecía que no se lo estaba diciendo a nadie en particular, como si hablase para ella misma.
La bruja se mordió le labio inferior echando un último vistazo a la ventana, esperando ver aparecer, en un último intento, al brujo y al niño, antes de salir tras la adivina.

-¿Que vas a hacer? - le preguntó a Demian cuando pasó por su lado, girando un poco el cuerpo para poder mirarle.


Apenas debería haber subido un piso cuando se encontró a la adivina sentada en las escaleras, con el puño en la boca, aguantando las ganas de toser. Tenía los ojos húmedos, parecía muy cansada.

- No sabemos que encontraremos ahí arriba. Pero Ban Ord es muy poderoso. Hay que acabar lo que él empezó, deben irse todos, este no es su lugar...

- ¿Todos?

- Si, los espíritus.
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Mensaje  Kendovlah Lun 25 Nov - 0:08

El grupo de turno podía decir que era algo apresurado. Natural que no consiguieran actuar en conjunto siendo el primer trabajo. Tendría que improvisar alguna estrategia que mantuviesen todas las piezas en el tablero.

Tres de los cinco presentes habían conseguido entrar en la torre por la entrada abierta por Demian. Una jugada bastante inteligente o lo había sido hasta que el pequeño Narfi intentó imitar a su amigo. Maldijo la suerte y sus códigos de conducta que requerirían una pronta revisión pues no era de los que dejaban a sus compañeros atrás y menos si estos podían resultar heridos o apenas sabía quienes eran.

Tendría que enfrentarse con Narfi a los magos que guardaban la puerta para entrar al faro. Aunque la urgencia mayor era ver el jaque al rey.

-Más vale peón que llega al final del tablero-. Dijo en voz baja mirando la escena del pequeño Narfi. Viendo lo apurada que había estado Murielle dudaba que Nahir fuera a detenerla y no podía asegurar si Demian fuese a prestar ayuda en la encrucijada menor siendo que servía más en la principal.

Se sentó en la tierra húmeda con las piernas cruzadas mientras desenvainaba su acero y lo dejaba sobre el suelo. Saco una pluma mágica y tinta con la cual dibujo una runa de calor sobre la hoja mientras elegía la palabra para activar la técnica. *

-Caballo-. Dijo mientras comenzaba a avanzar hacía los guardias manteniendo su espada colgando en una mano. El acero poco a poco comenzaba a generar el calor deseado. -A torre-. Agregó una vez a un lado de Narfi. -Lo siento señores, pero esto no es un intercambio de piezas. A dos de un jaque-. Dijo confiado. Claramente las palabras del túnica naranja alarmaron a los sujetos mientras el vapor comenzaba a emanar de la espada del brujo producto de la técnica usada.

Toma el hombro del pequeño y lo invita a retroceder lo suficiente. En esto saca de su bolsillo y abre un pergamino explosivo mientras los brujos comenzaban a preparar su ataque. El nivel no era muy superior si requerían de ese tiempo por lo que el túnica naranja simplemente arrojó el pergamino hacía ellos buscando una explosión limpia en el rostro y a quema ropa. *

-Si eso no los aturde tendremos que forzar nuestra entrada, pequeño-. Termina de decir al niño preparándose para un posible combate frontal o entrar por la puerta principal.

Off:

*Kendovlah usa kit de arcano regular para aplicar técnica de arcanos (trasto encantado) sobre su espada pobre.
*Usa pergamino explosivo sobre los guardias.
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Mensaje  Demian Mar 26 Nov - 4:16


De alguna manera, Demian sabe de inmediato que ha sido obra de Narfi cuando escucha el estallido de la ventana. El joven brujo tiene un talento especial para hacer explotar cosas, lo malo es que ese talento no parece nunca responder a las intenciones reales del aprendiz.

Demian quiere ayudarle con la magia, hacer que deje de temerle a su propio poder y que pueda canalizarlo, pero el pobre no la tiene fácil.

Pronto las mujeres del grupo llegan a través de la ventana, aunque sin Narfi ni Kendovlah. Demian suspira.

Las alcanzo en un momento –dice, asomándose por la ventana.

El escenario no es el mejor, para nada. Narfi y Kendovlah parecen hacerle frente a los guardias. El último luce dispuesto a luchar y hasta hace uso de algún tipo de pergamino explosivo.

Había una vez... –comienza a relatar al aire, sacando un libro de su bolso, un libro de páginas en blanco, el que abre frente a sí–... una torre embrujada. Había sido construida sobre un cementerio de antiguos guerreros caídos en una vieja batalla, sin dejar descansar esos viejos huesos en p-p-paz. Estos espíritus malditos se levantan cada año, cuando se cumple el aniversario de su muerte, para cobrar venganza contra todo aquel que parezca un soldado.(1)

Mientras tanto, Narfi da un agudo y nervioso gritito cuando la primera de las manos esqueléticas emerge del piso. No es la única, pronto es todo un grupo de esqueletos que abandona el subsuelo. Algunos portan armas, escudos u otra indumentaria de guerra.

Es... es... esto.... s-s-s... señor, sssss... ¡son fantasmas! –intenta decir un aterrado Narfi a Kendovlah, apuntando a su alrededor.

Los esqueletos, sin embargo, se giran para mirar a los guardias, y comienzan a avanzar hacia ellos. Narfi no sabe qué pensar, ni qué decir, aunque un aire de alivio cruza su conciencia al percatarse que ninguna intenta atacarle.

¡Qué horror! –exclama. Y en efecto es un horror, aunque más que para Narfi, para los pobres guardias, que ahora no sólo enfrentan a un brujo, sino a un grupo de esqueletos que se abalanzan sobre ellos en un macabro despliegue.

Narfi da un par de vueltas sobre sí mismo, nervioso, aferrándose luego a la túnica de Kendovlah. No se atreve a usar su magia, no quiere causar más problemas.

Al diablo cualquier intento de pasar desapercibidos –comenta para sí mismo Demian, mientras cierra su libro.



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(1) Demian usa su habilidad: Historias de Fantasmas, para crear una horda de esqueletos ilusorios. Estos esqueletos son cuasi-reales, es decir, aunque son ilusorios, pueden causar daño real e interactuar con la realidad.

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Mensaje  Nahir Lun 9 Dic - 10:58

- ¿Espíritus?

- Si,  Ban Ord los está trayendo del otro lado, esta… abriendo las puertas. Puede parecer difícil de creer, pero, hay que pararle. – su respiración se entrecortaba al hablar.
Apoyó una mano en la pared y la otra en el mismo escalón en el que estaba sentada, intentando levantarse, pero sus fuerzas ya no daban para tanto.

- Vamos, entonces hay que…- la bruja extendió ambas manos, dejándolas frente a Murielle para que las tomase y pudiese ayudarle a levantarse. La adivina hizo caso omiso a ese gesto, como si no lo hubiese visto, y continuaba intentándolo por su cuenta. Nahir se había callado a media frase, ahora miraba a la mujer con una ceja alzada. – Oh, Murielle, no es el momento de hacerse la digna, y menos conmigo.

La mujer hizo una mueca, no le gustaba que la viesen tan indefensa, pero tenía razón, no era el momento de perder tiempo, así que aceptó sus manos y con la ayuda de la bruja se pudo levantar del suelo. Nahir colocó el brazo de la adivina por encima de sus hombros, abrazándola por la cintura con el brazo que le quedaba más cerca.

- Hay que subir un poco más.

- Gracias…

- No me las des aun, seguro que subir cuatro escaleras no va a ser lo más complicado…
La adivina no pudo evitar dejar escapar una sonrisilla de complicidad, que la bruja no tardó en devolverle.



¿Cuán alto era aquel estúpido faro?
Tenían la sensación de llevar subiendo escaleras una eternidad, la bruja podía notar como una gota de sudor caía por su frente.

- ¿Podemos hacer una parada?

- Claro.- por su aspecto, estaba sorprendida de que la adivina aun se mantuviese en pie.

Nahir dejó con cuidado a la mujer apoyada en la pared. Un par de escalones más arriba había una pequeña ventana, así que se acercó para asomarse y comprobar si sus compañeros de campaña estaban bien. Estaban a cierta altura, y la verdad que no se podía ver gran cosa, y la lluvia no ayudaba. Se apartó de un salto de la ventana al escuchar unos pasos que bajaban rápidos por las escaleras.

- Baja alguien…- susurró la bruja acercándose a la adivina. Las iban a descubrir, ahí no había ningún sitio donde poder esconderse. Solo le quedaba la opción de defenderse, aunque con mujer en aquel estado iba a ser difícil.

Se colocó frente a Murielle, con las piernas ligeramente flexionadas y las manos preparadas para atacar, pero no hizo falta.
Un hombre pasó por delante de ellas, corriendo, escaleras abajo. Era más bien bajito, con el pelo por los hombros y una camisa de lino muy sucia. La bruja lo siguió con los ojos, incrédula. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué no las había atacado? Cuando este desapareció, Nahir miró a Murielle, esta alzó las cejas.

- ¿Tú también lo has visto?

- ¿Cómo que si lo he visto? Claro, ha pasado por delante de nosotras.

- Nahir…

- Quieres decir que estaba…

- Si.

- ¿Y porque yo he podido verlo?

- Eso quiere decir que se ha acabado el descanso. Hay que darse prisa.

Nahir asintió con la cabeza, un poco confundida con lo que acababa de pasar. Cogió a la adivina utilizando el mismo método anterior.

- Murielle… ¿no crees que deberías quedarte aquí?

- No.

- Pero estas muy débil…

- No, debo hacerlo.
No discutiría más con la adivina, sabía que por más que insistiese no cedería.

Le dolía la cabeza, pero no era un dolor de cabeza normal, le dolía únicamente toda la zona alrededor del ojo derecho, como si se hubiese dado un golpe. Escalón a escalón, aquel dolor iba aumentando, tanto incluso que en un momento tuvo que cerrar el ojo, como si incluso la poca luz que había ahí le molestase.

Se podía ver el fin de la escalera, y la puerta de madera que, cerrada, les indicaba que habían llegado a su destino. Se podían escuchar gritos al otro lado de la puerta, aquello hizo que el bello del cuerpo de la bruja se erizase. ¿Eran los espíritus los que gritaban?

- Deberíamos esperar a los chicos.

- No sabemos cuánto tardarán.

- Pero tú misma has dicho, no sabemos lo que vamos a encontrar, creo que debe…

La adivina se soltó del abrazo de la bruja y se lanzó contra la puerta, abriéndola bruscamente.
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Mensaje  Kendovlah Lun 9 Dic - 19:01

La espada del túnica naranja comenzaba a brillar en un tono rojo vivo. Había alcanzado el punto deseado y con el tiempo que pasaban bajo la lluvia la neblina de vapor que generaba se condensaba haciéndola cada vez mayor. Sin embargo, este no fue el hecho que dejo medio atónito al brujo.

El pergamino había surtido efecto no solo dejando unas cuantas heridas en el rostro de los guardias, pero también haciéndoles retroceder lo suficiente como para darle tiempo de surgir a la horda de esqueletos. Kendovlah en aquel entonces no sabía que eran ilusiones, por lo que se puso por delante de Narfi con su espada empuñada por ambas manos.

Al ver una mano esquelética comenzar a alzarse por instinto clava su espada ardiente en esta viendo como desaparecía. Se esfumaba sin más. -¿Ilusiones?-. Preguntó algo sorprendido al recordar unas tantas que ya había visto y ninguna con el nivel de estas. Se mantuvo en guardia por mera costumbre pero la horda no había sido convocada para atacarles. Pudo comprobarlo cuando acabaron con los guardias y se quedaban ahí parados esperando ordenes de su convocador.

-Pasaré primero, si ves que es seguro sígueme-. Dijo tragando saliva y luego de un suspiro comienza a correr entre la horda para llegar a la puerta principal, pero al abrirla queda paralizado del miedo y no precisamente por las criaturas ilusorias. Una persona con rasgos propios le había atravesado para salir corriendo de la torre. Aquello tenía que ser... Recordó su aventura con Havok y recibió un escalofrío que le congeló todo el cuerpo.

-Esto no puede ser bueno-. Apenas tenía un hilo de voz mientras calculaba las posibilidades pero solo había una y era algo realmente malo para un muerto escapar como si estuviese reviviendo el momento que dejo aquel mundo.

Había que seguir, temía por las mujeres que seguramente habían seguido avanzando. Las ilusiones ya no eran un peligro o al menos eso pensaba.

Corrió al ver que no había nada más aunque aún con ese escalofrío recorriendo por todo su cuerpo. Tanto había sido que podía sentir el calor emanar por su espada bastante cerca. -Luz-. Dice y de esta comienza a emitirse tal elemento que funcionaba ahora a modo de candelabro. Ya no habían pasado desapercibidos y siempre era mejor ver por donde pasaban.

-Seguro que no imagino cosas esta vez-. Comenta conforme subía por la torre. No solo había sido uno el que se había atravesado en su camino (tampoco era el primero que veía, pero eso en otra historia pasada), sino que algunos cuantos más comenzaban a bajar con frecuencia mayor como si hubiesen estado encerrado con un demente que realmente podía hacerles daño. Temió de pronto por el alma de sus padres y esperaba realmente no encontrarlas en el camino. Ni mucho menos arriba.

Se detuvo de golpe al menos un piso más abajo de donde estaban las brujas. Necesitaba recobrar un poco el aliento, pero parecía que los fantasmas no se tomaron de forma amigable aquel descanso pues se puso en guardia como quien estaba dispuesto para luchar. Al menos eran unos tres y se abalanzaban sobre el túnica naranja. -Oh joder, estos no tiene miedo-. Cambio la pose a una más confiable con su mano izquierda libre y comenzaba a envolverla en fuego.

-¿Ahora cómo matar algo que ya esta muerto?-. Preguntó en tono irónico, no pretendía gastar su única habilidad disponible de momento por lo que tendría que pensar en algo y pronto.

Off:

-Kendovlah activa encantamiento toque de luz de su espada junto al efecto anterior de trastos encantados.
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Mensaje  Demian Jue 26 Dic - 2:07


Demian da un último vistazo a la entrada, antes de volver hacia las escaleras. No parece como si los chicos más abajo estuvieran en problemas. Entre sus fantasmas y Kendovlah, los guardias no parecían dar problema.

El joven brujo aún se preguntaba qué podría hacer Narfi frente a un combate real. El aprendiz de hechicero ciertamente tenía potencial en la magia, pero a menudo la usaba mal. Aún así, estaba seguro que éste haría algo interesante un día de estos, provista la suficiente motivación.

Vio pasar una figura escaleras abajo, ante lo que rápidamente se refugió tras una puerta. No pudo mirarle mucho, así que supuso que se trataba simplemente de algún otro guardia. Nada con lo que no pudieran lidiar más abajo, pensó.

Aunque era evidente que la sorpresa y el sigilo ya no estaban de su lado, así que un ya no era la hora de las sutilezas.

Hora del espectáculo –dice para sí, dibujando una sonrisa torcida en su rostro.

Se sienta en un peldaño, abriendo nuevamente su libro, el de las páginas en blanco.

Los guerreros fantasmales no sólo emergían de la tierra –dijo, como si hablara ante una interesada audiencia–. Su sed de venganza era insaciable e iban a acabar no sólo con soldados, sino que también con aq-q-quel que se alzara como el soberano de esa torre y sus secuaces. El odio y el dolor los habían alimentado y fortalecido por generaciones y llegaba la hora de poder dar su última batalla y descansar en paz.

Al instante, figuras fantasmales comenzaron a emerger también de las paredes de la torre. Parecían cadáveres de soldados, antiguos, deteriorados y secos. Subían por las escaleras, buscando a su objetivo, el dueño o líder en esa torre maldita.

Más abajo, Narfi iniciaba, asustado, el ascenso por las escaleras. No sabía ni qué hacer, ni por qué subía, pero allí estaba, junto a Kendovlah, viendo seres capaces de atravesar personas y soldados fantasmales salir de las paredes.

¿Hay algo normal aquí? –preguntó.

Aún así, aún a pesar de una prudente cuota de miedo, de nerviosismo ante lo desconocido y de inexperiencia, el chico seguía y mostraba coraje. En su interior tenía un enorme deseo de aventura.

He visto antes a Demian usar conjuros en que aparecen fantasmas y cosas terroríficas, puede que esto sea obra de él –comenta a su compañero temporal.

Demian, en tanto, subía y se acercaba a las mujeres, primero acelerando, luego reduciendo la velocidad y aumentando la alerta y el sigilo. A pesar de que contaba ahora con la fuerza de choque de sus ilusiones, prefería mantener el cuidado y buscar una posición ventajosa para un eventual ataque. Además, no sabía realmente a quién se enfrentaba.



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(*) El hechizo de Demian para invocar fantasmas sigue en efecto esta ronda.

Mil disculpas por mi tardanza.

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Mensaje  Nahir Lun 13 Ene - 10:47

Nahir suspiró, abriendo a boca para reprocharle algo a la adivina, pero enmudeció. De las mismas paredes del faro empezaron a aparecer más espíritus, y pasando por el lado de la bruja como si no estuviese entorpeciendo el camino, estos seguían el camino que había hecho un instante antes la adivina.
Miró a ambos lados, sentía frío, como si alguien hubiese abierto una ventana a sus espaldas y la corriente chocase contra su cuerpo. Movió los labios, pero de nuevo las palabras no nacieron. Se levantó con cuidado, apoyando una de las manos en el último escalón, como si aquellas criaturas que pasaban a su lado le hiciesen perder el equilibrio.


Murielle, tras abrir la puerta, consiguió dar un par de pasos hacía el interior de la habitación, y como esperaba, ahí estaba Ban Ord. La habitación empezaba a llenarse de espíritus, le dolía la cabeza, le dolían los ojos, le dolía aquello… se llevó las manos a la frente y se dejó caer de rodillas, acompañándolo todo con un grito agudo y seco. Había que parar a aquel hombre.


Nahir, alertada por el grito de su amiga, entró en la sala. Era más pequeña de lo que la bruja se había imaginado, en el extremo opuesto a la puerta había una mesa repleta de ingredientes, papeles, objetos… la verdad es que era algo difícil de distinguir desde donde se encontraba la bruja, en circunstancias normales no hubiese sido un problema, pero los muchos espíritus que había en el interior de aquella sala creaban la sensación de niebla en la habitación.

Ban Ord estaba de pie, frente a Murielle, aun arrodillada en el suelo. El hombre había enredado sus dedos en el pelo de la adivina, arrancando una mueca de dolor en el rostro de esta mientras tiraba de ella hacía arriba. La adivina, desprovista de fuerzas, se veía incapaz de levantarse.
Nahir alzó una mano e inmediatamente un chorro de agua impactó en el brujo, ahí donde debían estar sus costillas. El hombre gruñó, mirando a la bruja, y como si aquel ruido hubiese sido una orden, algunos de los espíritus de la sala se volvieron hacía ella. Estos se lanzaban sobre la mujer, traspasándola. Era como si la estuviesen cortando con pequeñas dagas, sentía punzadas de dolor por todo su cuerpo. Su propia sangre empezó a manchar y humedecer la ropa, haciendo que se le pegase a la piel. Movía los brazos, como si aquello pudiese espantar a los espíritus, claramente sin resultados favorables.

Bon Ord tiraba más del cabello de la adivina, y como esta no había colocado los pies para andar, empezó a arrastrarla por la habitación, llevándola hasta la misma mesa en que había estado realizando sus conjuros. Murielle apenas tenía fuerzas para gemir. El hombre hablaba, pero Nahir no pudo entender lo que estaba diciendo. Alzó una mano, acariciando la mejilla de la adivina, esbozando una sonrisa que podía helar la sangre.

Nahir colocó ambas manos sobre su cabeza, con los dedos muy separados, concentrándose en hacer un escudo para que los espíritus no la atacasen. Una berrera de agua se arremolinó a su alrededor, haciendo que el dolor cesase. Abrió los ojos lentamente, como si no terminase de estar segura de que aquello hubiese funcionado, pero así fue, al menos por el momento.

- ¡Murielle!

Ban Ord miró a Nahir, negando con la cabeza. Tiró a la adivina a un lado, entre la pared y la mesa.

- No te muevas de ahí…- dijo en un tomo entre divertido y amenazador, empezando a andar hacía la bruja.

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Mensaje  Kendovlah Mar 14 Ene - 9:22

La escena se había transformado de la nada en un caos poco entendible para Kendovlah.. Mientras tanto,  sus ojos algo cansados y cabreados miraban al fantasma que le había cerrado el paso. Más espectros comenzaron a emerger de las paredes y poco a poco quedaron en vueltos en una colisión fantasmal sin precedentes a ojos del túnica naranja.

El rival que tenía enfrente también chocó con uno de los espectros y comenzaron una batalla a muerte de poca relevancia para el brujo. El motivo de esto respondía a las palabras de su joven acompañante. Entendió que podían aprovechar el caos para acelerar el paso hacía la sima de la torre.

Debía ser precavido, después de todo estaban presenciando una guerra entre fantasmas e ilusiones. La sensación de atravesar un fantasma había descubierto que era poco agradable y mucho menos quería quedarse atrapado entre el fuego cruzado por los ataques de las ilusiones.

Su mano libre bajo casi en peso muerto quedando al costado de su muslo mientras mantenía la espada en alto. Trago una bocanada de aíre y concentrando su magia logra formar un escudo de fuego. Este era lo suficientemente grande para cubrir puntos vitales de él y su compañero, pero el atacante solo se vería envuelto en llamas mientras que el arma podría atravesar con facilidad. Kendovlah entendía que era un escudo poco efectivo y en cierto sentido un arma de doble filo, pero ayudaría como distracción y haría dudar al enemigo. O eso era lo que esperaba.

-Un ilusionista bastante hábil-. Respondió sin mucha sorpresa, pues no era el primero de temprana edad que conocía.  -Sigamos, nos esperan arriba- . Su poca experiencia ya entendía lo que sucedía. Tenía esa sensación y necesitaba ver todas las piezas en el tablero.

El correr de Kendovlah se veía entorpecido de vez en cuando. Quería evitar atravesar el centenar de fantasmas que corrían tras haber escuchado la alarma contra intrusos. Tarea bastante difícil pues el lugar era angosto y no era muy hábil en tareas físicas.

Algo había cambiado, la primera vez que atravesó un fantasma no le había hecho daño físico. Ahora sentía moretones en algunas partes del cuerpo y podía sentir la sangre corriendo en los muslos y partes del brazo que se habían quedado atrás al momento de esquivar.

El sigilo de Demian fue bastante bueno, no pudo advertir si lo había adelantado o seguía escondido cuando llegaron a la sala donde estaban las brujas. Para su desagrado, la sensación de hace un rato había sido certera. Instinto puro de aventurero que comenzaba a forjarse a base de golpes y algún que otro corte.

Llega en el momento justo cuando Ban Ord avanzaba hacia Nahir y pudo ver con algo de dificultad a Murielle tendida sobre la mesa. No le agradaba para nada lo que veía y no había que ser muy listo para entender que su nueva amiga estaba en apuros. Claro, todo ser vivo en la torre lo estaba como la cosa siguiera descontrolándose. Había que detener esa locura de algún modo.

A pesar del esfuerzo que significaba mantenerse en píe logró recordar su pelea con Yagaba. Tenía más compañeros disponibles para luchar que en aquel entonces y ahora una espada que desprendía un calor que ya le hacía sudar la mano. Eso sin olvidar el escudo de fuego que decidió apagar. Necesitaba pasar a la ofensiva y ya. Había llegado la hora de dar el primer jaque.

Imitando la batalla recordada, lanza su brazo hacía atrás y al llevarlo adelante suelta la espada a modo proyectil. Esta pasa rozando los pelos del adversario, pero se detiene a medio trayecto entre este y la pared a su espalda. La telequinesis había hecho lo suyo, pero no acababa ahí. Giro la mano que había soltado el acero y que repite la acción con el filo apuntando hacía el enemigo.

La distracción ya estaba creada, solo quedaba el ataque y esperar el de sus compañeros.

Su otra mano también se giró en el aíre y unas cuantas llamas comenzaron a salir disparadas por la sala. Más de alguna debía acertar en el blanco o hacerlo esquivar mientras esperaba el momento de usar la espada.

Esta vez no había amenaza verbal, solo el deseo de acabar pronto con aquella locura.

Off:

1- Kendo emplea especialización tensai de fuego.
2- Uso de la telequinesis con su espada. Cabe destacar que esta aún mantiene los efectos de trastos encantado y toque de luz. Queda mantenida para el siguiente turno.
3- Uso de habilidad nivel 0: ascuas.
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Mensaje  Demian Jue 16 Ene - 19:21


Tras llegar al piso superior, Demian inmediatamente se escondió junto a unas cajas. La distracción de Nahir combatiendo, los fantasmas y todo el caos habían servido de buena cobertura. Desde allí contempló lo que pasaba, decidiendo sobre su siguiente paso a seguir.

¿Debo matarlo? se preguntó. La verdad es que no parecía especialmente protegido ni resistente. El agua le había causado daño y estaba concentrado en la mujer. Pronto la presencia de Kendovlah se sumó al encuentro. Era tan simple como usar la teletransportación y clavarle una daga. No se daría cuenta de qué le había matado hasta que fuese muy tarde.

Casi podía saborear la sangre, de sólo imaginarlo.

Lo detenía el hecho de que no sabía realmente por qué intentaría matarle. Sí, estaba haciendo un hechizo que parecía peligroso, pero ¿no había él mismo hechizos similares? No consideraba eso un motivo para matar a alguien. Atrás habían quedado los tiempos en que se dejaba llevar por su sed de sangre.

Sintió el paso de un fantasma a través de él y maldijo para sí. Esas cosas eran capaces de causar daño, un daño que parecía completamente real, no una mera ilusión, además de un frío sobrecogedor.

¿Se podría tratar de fantasmas reales? se preguntó, pero inmediatamente descartó la idea. Él mismo usaba ilusiones para crear fantasmas muy convincentes, así que seguro este sujeto usaba algo similar, pensó.

En ese instante, detrás de Kendovlah, entró en escena también Narfi, quien dio un gritito cuando una de esas cosas pasó a través de su ser. El jovencito, sin saber realmente qué hacer, se encogió detrás del hombre. Por un momento pareció querer usar su magia, mas no lo concretó, dudó de sí mismo, sabiendo que la última vez (y muchas anteriores) que lo había hecho las cosas habían salido mal.

¿Quién es ese? –preguntó el pequeño en un grito.

Demian maldijo para sí. Aún no sabía si realmente había un motivo para atacarle a matar, pero al menos sí tenía motivo para detenerle y obtener más información. Ese hechizo no era meramente decorativo y sus aliados corrían peligro.

Emergió de su escondite, estirando su mano hacia el sujeto, pero luego desviándola hacia un lado, indicando con su dedo algo, aunque en ese lugar sólo había un muro.

¡Allí, mira! –dijo.

Lo cierto es que era más que un mero gesto, no era sólo una distracción vacía. Su magia ilusoria estaba actuando en toda su potencia en ese instante.

Llamaba a ese hechizo "viendo fantasmas", muy apropiado para aquel momento. Éste causaba en su víctima la imagen de un ser muy querido bajo un grave peligro, así como una compulsión mental imperativa de correr a ese lugar a socorrerle.(1)

Demian no sabía qué vería el hombre, pero sabía que se vería obligado a dejar de hacer lo que estaba haciendo.



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(1) Demian ha usado su habilidad: Viendo Fantasmas. Ésta crea una ilusión en la mente del objetivo de un ser muy querido en peligro, pero además le obliga a correr a socorrerle. Dejo abierto el resultado para que interpreten si y cómo le afecta, ya que no es un PNJ que conozca.

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Mensaje  Nahir Jue 30 Ene - 12:24

Lo miraba a los ojos, parecía decidido, parecía saber exactamente de qué manera quería matar a aquella estúpida bruja que había interrumpido su trabajo. Nahir tragó saliva, intentando pensar, tenía que hacer algo, y debía hacerlo ya. El hombre estaba cada vez más cerca. Pero entonces sus ojos dejan de mirarla para perderse en algo más lejano. La bruja no se detiene a averiguar de qué se trataba, sino que se arrastra por el suelo hasta llegar a la mesa donde estaba la adivina.

- Murielle…- gimió al ver el estado de la bruja, esta respiraba costosamente, emitiendo silbidos.

La adivina volvió la cabeza para mirarla, el ojo enfermo con aquello estaba cerrado y el otro apenas se mantenía abierto.

- Quédate aquí, vamos a…- la mano de su amiga agarró su propio brazo, haciéndola callar en mitad de la frase.

- No, yo quiero…. Debe hacerlo…. Yo

- Pero estas… - la adivina apretó un poco más la mano, para hacerla callar de nuevo, y eso hizo Nahir, callar. Era imposible hacer cambiar de idea a aquella mujer, pero el estado en el que estaba… la bruja dudaba que pudiese enfrentarse a Ban Ord. –De acuerdo…- volvió la cabeza para evaluar la situación. Sintió una punzada de alivio al ver a Kendo en la sala, enfrentándose al conjurador, aquello les daba más tiempo para poder pensar algo.

Ayudó a la adivina a colocarse bien, apoyando su espalda en la pared. El grito del pequeño Nafir le erizó todo el bello del cuerpo. Había sido una mala idea dejar que les acompañasen, aquel no era un lugar nada seguro para dos niños, ni para los demás, en realidad.
Se acercó a la mesa, intentando buscar algo, algo que pudiesen utilizar, algo con lo que… un libro. Había un libro abierto, muchas letras y anotaciones, parecía importante. Lo cogió y se lo tendió a la adivina, abierto por la misma página que lo estaba antes.

- Aquí tiene que salir algo con lo que podamos deshacer todo esto, ¿no? – apoyó el libro en el regazo de su amiga, para que pudiese ir buscando algo en lo que ellos detenían a Bon Ord.

Lo que vino después trascurrió rápido.
El conjurador alzó ambas manos al cielo, al principio parecía que o había ocurrido nada, hasta que uno de los fantasmas de la sala empezó a atacarles con una espada, espada que cortaba y dañaba como las de verdad. *
El conjurador, distraído por Demian, siguió con la mirada donde el pequeño le había señalado. Sus brazos descendieron de golpe, su entrecejo se frunció, sus labios se apretaron.
Abrió la boca, como si fuese a hablar, pero en su lugar salió corriendo hacía donde el ilusionista había señalado. El hombre parecía preocupado, aterrado. ¿Qué estaba sucediendo?

- ¡Kendo! – no recordaba el nombre completo, pero estaba casi segura que era algo así.

El fantasma de la espada corría directamente hacía él. La bruja juntó las manos, creando una esfera de agua que después congeló y lanzó hacía el fantasma, esperando que aquello ayudase. **

- ¿Murielle, has encontrado algo?
Se les acababa el tiempo.





_______________________________________________


* Ban Ord Utiliza Encantar arma: grupo, de la escuela de conjuración:
El brujo puede encantar y crear varias armas a la vez para los miembros de su equipo, hasta un máximo de 5 armas. Por cada arma que cree, éstas serán, proporcionalmente, menos poderosas.
Duración 2 turnos.
Enfriamiento 5

** Nahir Utiliza especialización Escuela tensai:  Brujos tradicionales que se especializan en un elemento específico, pudiendo acceder a formas incluso más avanzadas del mismo. Es capaz de crear el elemento en cuestión o manipularlo a partir de su presencia en el ambiente. Agua ->Hielo
Maestría: Control de agua
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Mensaje  Kendovlah Jue 30 Ene - 21:13

Tendría que plantearse sus códigos de conducta, no había duda en ello. Los desafíos eran cada vez mayores y jugar al héroe sin razón aparente comenzaba a jugarle en contra. El dolor por los moretones le hizo tambalear y perder el efecto de la telequinesis sobre su espada cuando las llamas salieron disparadas. Lamentablemente el cansancio no solo afecto la telequinesis sino que al parecer también su puntería.

Las llamas asestaron contra los fantasmas que estaban en la habitación, algunos parecían arder mientras salían de esta. No podía afirmar si el fuego les había hecho daño pero si que los había asustado suficiente como para correr sin atravesar a ninguno de los seres vivos.

Al parecer algunos muertos podían recordar el dolor que podían haber sentido estando vivos o no eran conscientes aún de su muerte. Algo para estudiar a futuro; similitudes entre draugrs y fantasmas. Sin duda un tópico interesante o lo sería de no ser porque debía centrarse en sobrevivir una vez más.

Escucha el grito del pequeño Narfi, pero entonces la aparición de Demian hace algo más que sorprenderle. De algún modo también logra distraer y sacar de la batalla al brujo, aunque sea por algunos segundos, pero este había conseguido su conjuro antes de la intromisión.

Había cometido un error al aventurarse a un jaque mate seguro. Si, las piezas estaban todas en su lugar, pero habían llegado en tiempos distintos y pensar con claridad se le hacía difícil. No conocía el arsenal de sus compañeros y no podía dar ordenes en esta situación. Tendría que actuar a la antigua, no era momento para crear planes. Tendría que adaptarse y ponerse al frente. -Joder, siempre tienen complicarlo-. Maldice en voz alta cuando escucha la voz de Nahir dirigiéndose a él.

Vio al fantasma que se le acercaba, pero no había tiempo de reaccionar estando de rodillas. Tendría que levantarse y planear algo. No daba el tiempo para eso, y sin embargo, el hechizo de Nahir al parecer había revelado un efecto positivo digno de estudio. Al menos para ellos pues había conseguido congelarlo. Aunque dudaba que el efecto durase mucho y fuese permanente. Más valía no correr riesgos.

Volvió a usar la telequinesis para traer de vuelta su espada ardiente. La empuño con su mano izquierda y clavo el acero donde debía haber estado su corazón cuando aún vivía. Dudaba que tanto podrían sentir sus nuevos sujetos de estudio, pero esperaba un resultado similar al de su habilidad de ascuas cuando el calor de la espada comenzaba a derretir el hielo y mellar aún más la espada.

No había tiempo para comprobar resultados, aún quedaba ocuparse del jefe final que al parecer aún seguía distraído. Chequeó su estado de éter y con alivio pudo comprobar que su otra habilidad volvía a estar disponible para el siguiente ataque.

-Bien, vuelven los fuegos artificiales-. Dijo con cierto tono irónico tras la comprobación. -No se ustedes, pero esto debe acabar. Necesito un descanso. ¿Nos ponemos serios de una vez?-. Preguntó a sus compañeros de turno mientras miraba al enemigo amenazante, comenzando a juntar el éter en su mano libre.

Off:

-Kendo vuelve a emplear la telequinesis con su espada.
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Mensaje  Demian Vie 31 Ene - 1:57


¡Dame una ayuda, intento no matarte! –exclamó Demian un tanto frustrado, tras ver la espada atacar a Kendovlah.

No quería llegar y matarle, pero se lo estaba poniendo difícil al no darse cuenta de su inminente derrota.

Lamentablemente iba a tener que recurrir a métodos más drásticos. No podía permitir que esa cosa filosa llegara donde Narfi, que estaba junto al otro brujo.

Si juegas con fantasmas... –dice dando un paso al frente y mostrando una de sus manos–, te quemarás como fantasma.

¡Eso no tiene sentido! –se oyó un grito más atrás, de la juvenil voz de Narfi.

Demian se dio vuelta y le miró con reproche.

¡Oye!, ¿no que estabas en problemas? –le recrimina al más pequeño.

Sí, pero los fantasmas no se queman –replica el otro, bastante convencido.

¡Diablos, déjame parecer interesante! –responde Demian, mientras unas llamas verdosas se acumulan en su mano–¡Los míos sí lo hacen!

Se gira entonces y apunta con la palma al hombre, que parecía recién volviendo en sí de lo absurdo de lo que acababa de hacer.

Tres llamas salieron flotando, como fantasmas, desde el chico. Llamas que no parecían demasiado interesantes al principio, sólo flotaban en un patrón extraño. Lo interesante vino cuando se adhirieron al hombre.(1)

Fuego fatuo –dijo Demian, como explicándole –. No son llamas normales, son llamas que quemarán tu alma ped-dazo a pedazo, trocito a trocito, hasta que no quede nada de ti.

El fuego fatuo se cree que son almas errantes –intervino Narfi una vez más.

Como decía... el fuego fatuo te consumirá y no hay nada que puedas hacer. Sólo lo apagaré si te rindes de una buena vez.

La mirada de Demian, a pesar del intercambio con Narfi, era seria, mortal. Adquiría esa mirada cada vez que usaba sus trucos más crueles, aquellas que torturaban a sus víctimas.

Ríndete y cesará –repitió.



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(1) Demian ha usado su habilidad Ignis Fatuus, que adhiere fuego fantasmal ilusorio hasta a 3 víctimas, o concentrado en una. Este fuego le creará la sensación de estar quemándose vivo, pero no causa daños físicos reales. Es una experiencia horrible, muy dolorosa y debilitante, una verdadera tortura.

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Mensaje  Nahir Vie 7 Feb - 18:17

Tras lazar la bola de hielo, y rezándole a todos los dioses para que fuese de utilidad, la bruja giró hacia su amiga, colocándose a su lado prácticamente de un salto.

- Vamos, tiene que haber algo con lo que poder…

La adivina colocó el dedo índice sobre una de las paginas, sobre una de las muchas líneas.

- Creo que esto revertirá… - hizo una pequeña pausa, que utilizó para llenar sus pulmones de aire con una costosa inhalación. – Esto. – resumió la mujer, visiblemente agotada.
Nahir se colocó a su lado, ayudándola a sujetar el libro.
La adivina empezó a leer, lenta y arrastrando las silabas. La bruja, mirando intermitentemente a la adivina y el libro, movía los labios, como si aquello pudiese ayudar a su amiga.

Miró a Kendo. Miró a Demian. Miró a Narfi. Miró a Murielle.
Ojalá tuviesen más tiempo.
Nahir empezó a leer junto a la adivina, acompasada a su ritmo, ayudándola a acabar las frases y guiando con el dedo, ya que la mano de esta había ido perdiendo fuerzas, y ahora apenas acariciaba los últimos centímetros de la hoja. La voz de la adivina se fue apagando poco a poco, tan lentamente que al principio la bruja no se percató de que estaba leyendo sola. La adivina apoyó la cabeza en su hombro, cerrando los ojos, había demasiada gente ahí dentro, necesitaba descansar…
La voz de Nahir se fue alzando más y más, mientras, se iba creando una sombra a sus pies, un circulo negro. Los espíritus empezaron a sentirse atraídos, involuntariamente, hacía allí, siendo arrastrados como si la sombra fuese una enorme aspiradora.

Un aullido de Ban Ord la obligó a girar la cabeza. El brujo estaba en el suelo, de rodillas, con las manos en la cabeza, gritaba de dolor. Una especie de fuego verde lo envolvía. Los ojos de la morena se abrieron como platos, estuvo a punto de dejar el libro a un lado, cuando la mano de la adivina se posó en su muñeca.

- Sigue…
Nahir asintió, reanudando por donde lo había dejado, esperando que sus compañeros se las pudiesen apañar solos, que a juzgar lo que acababa de ver, no les hacía nada de ayuda.

Continuó leyendo.
La presión que ejercía la mano de su amiga aminoró al escuchar de nuevo su voz. Una voz que empezó a tambalearse a medida que los espíritus eran absorbidos por el agujero negro. Estos, para desaparecer en aquel pozo de oscuridad, tenían que atravesar a la bruja. Era un dolor que no había sentido nunca.
Apretaba los dientes y cerraba los ojos con fuerza, arrugando el entrecejo y la nariz. Quería parar, quería que todo eso terminase, pero no podía hacerlo. Continúo repitiendo aquellas palabras, que ya parecía saber de memoria, intentando contener los gemidos de dolor que escapaban de lo más dentro de su cuerpo.
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Mensaje  Kendovlah Dom 9 Feb - 3:48

Kendovlah escucha atónito las palabras del pequeño Demian. Sinceramente, no era el momento adecuado para plantearse el hecho de que el malo fuese bueno ni de estudiar lo que estaba haciendo. Por más preguntas que se hubiese formulado anteriormente. Entendía la postura en parte, pero ya se había acostumbrado a matar al enemigo cuando era necesario. Muchas veces no había otra salida y dudaba de que esta lo fuera.

Desactivo los encantamientos de su espada y una vez esta volvió a temperatura normal la enfundo, sentándose con las piernas cruzadas en el suelo. Una mano estirada en lo alto indicaba que estaba por hacer uno de sus hechizos. La muñeca estaba empuñada por su otra mano mientras cerraba los ojos y hacía un esfuerzo para concentrar su éter.

La situación le había superado. Su paciencia estaba por estallar, pero a diferencia su éter estaba listo.

Poco a poco unos ojos negros como la noche comenzaron a salir de la mano del túnica naranja. Pronto estos se volverían una calavera envuelta por llamas rojas y ardientes.

Abrió los ojos para comprobar que su hechizo había resultado y como era de esperar, lo hizo. Mientras tanto veía a las chicas recitar unas palabras de un libro extraño. Supuso que podía confiar más con el plan que tenían en mente, aunque aún no se explicaba del todo como habían llegado ahí. El enemigo de turno era innecesario, podía sacar respuestas de Murielle. De alguna forma adivinaba que toda esta locura giraba en torno a ella.

-Bien, Demian-. Dijo notándose el tono molesto al mirarlo con severidad mientras la calavera flotaba peligrosamente sobre el brujo enemigo. -Más te vale explicarte. Este sujeto se ha vuelto loco por algo y lo más importante, no nos daría una segunda oportunidad. ¿Por qué nosotros deberíamos?-. Le reprimió sin contenerse. Simplemente no lo entendía y esperaba que la razón fuese buena, pues de esta dependía si recibía ayuda o no.

-Si la respuesta no me gusta, haré que mi calavera explote y lo prenda en llamas. Hablo en serio-. Esta vez fue una amenaza. Le molestaba mucho aquella situación y no era el momento de ponerse a discutir. Cualquier descuido podría significar la muerte para cualquiera de los presentes.

Off:

-Kendovlah activa su habilidad de centinela y la mantiene para el siguiente turno.
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Mensaje  Demian Dom 22 Mar - 2:55


Demian miró a Kendovlah con seriedad por unos instantes, mientras su rostro impasible hacía poco por reflejar el afluente de pensamientos que cruzaban por su cabeza.

¿Se necesita una razón para no matar? –dijo primero en voz baja.

Luego levantó su rostro, encarando los ojos de su interlocutor.

Vale la pena aquí destacar, querido lector, que Demian es un chico que nunca mira a la gente a los ojos. No es que activamente lo evite, sino más bien es algo que ocurre de manera natural, como si no hubiera nada en el rostro de los otros que le despierte interés. Pero no nos desviemos.

Podría matar a ese sujeto en este mismo instante... –dice elevando un poco el tono de su voz–, ¡demonios!, podría asesinarte a ti si así quisiera, y ni siquiera me verías venir.

Un despliegue de sombras ilusorias emergieron del chico, oscureciendo el lugar.

Fui entrenado para matar desde que tengo memoria, soy bueno en ello –dice nuevamente en un tono más bajo–, conozco cada lugar donde clavar una daga y causar una hemorragia d-d-descontrolada, conozco de torturas y tormentos que ni te imaginas y tengo la magia para llevarlos a cabo.

Narfi se acerca silenciosamente a Demian. Hay una cierta preocupación en su mirada. Ver al callado y pragmático chico confesarse en medio de una batalla no es una faceta que esté acostumbrado a presenciar.

¿Sabes que aún no conozco una sensación más agradable que la sangre caliente bañando mis manos? –añade, molesto, no con Kendovlah, sino consigo mismo.

Las sombras se alargaron, llenando el piso, y de ellas emergieron fantasmas, fantasmas ilusorios. Su aspecto era, sin embargo, muy real, cada uno tomado de la imagen de una de las víctimas de Demian a lo largo de su carrera, justo en el momento de dejar el mundo. La mayoría presentaba una herida de daga sangrando profusamente.

Pero personas como los Gorriones, o como Narfi, me han enseñado que no es necesario matar para lograr las cosas –sentenció–. Y que vale la pena intentar primero otras alternativas.

Las sombras se acortaron luego, arremolinándose alrededor de Demian. Figuras fantasmales lo rodearon, gritando, llorando, gimiendo en desesperación, mientras asumía una posición de combate.

Dos dagas flotaron hasta posarse en sus manos.

Así que dime... ¿cuál debe ser mi siguiente movimiento?


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Mensaje  Nahir Miér 25 Mar - 19:05

No podía escuchar nada de lo que estaba sucediendo a su alrededor, apenas podía oír sus propias palabras por encima de los quejidos que emitían los fantasmas al ser devorados por el agujero negro. Cada uno de aquellos gritos de dolor y desesperación entraban en la cabeza de la bruja, chocando con fuerza contra sus tímpanos, taponando sus oídos y amenazando con estallar su cerebro. El dolor era horroroso.
Dejó caer el libro, no es que lo tirase, simplemente sus manos dejaron de tener la fuerza suficiente para sostenerlo. Su voz se iba apagando por momentos, intentando hacer acopio de las pocas fuerzas que sentía que le quedaban para poder continuar. Se llevó las manos a la cabeza, intentando concentrar su éter para bajar la temperatura de las mismas y así poder aliviar, aunque fuse solo un poco, el dolor de cabeza.

Y tal y como llegaron, los gritos, los lamentos y el dolor, desaparecieron. Enmudeció, mirando a su alrededor. ¿Ya estaba? ¿Lo hacían conseguido?
Se tomó unos instantes, tenía el pulso acelerado, podía sentir como si el corazón fuese a salirle disparado del pecho. Dejó escapar un largo suspiro y giró un poco el cuerpo para buscar a la adivina.
Murielle estaba con los ojos cerrados y la cabeza apoyada en la pared, y, como si le hubiese leído el pensamiento a la bruja, abrió los ojos para encontrar con los de la morena. No dijo nada, pero no hacía falta. Estaba cansada y débil, necesitaba descansar.

Nahir buscó entonces a sus compañeros, para encontrarse el panorama cambiado. ¿Qué bicho les había picado a estos dos?
Ban Ord continuaba tirado en el suelo, lamentándose de dolor por aquellas extrañas llamas que lo envolvían, mientras Kendo y Demian parecía estar… ¿discutiendo?
Ambos parecían estar en posición de combate.

- ¿Se puede saber que estáis haciendo? – intentó decir de la manera más calmada posible, pero una pizca de enfado salpicó sus palabras.
Se levantó de un salto, miró a Ban Ord y después a sus compañeros, alzando los hombros y los brazos, ladeando ligueramente la cabeza. No sabía cuánto tiempo más podría mantener fuera de combate al brujo, pero debían actuar cuanto antes, no era momento para esas cosas.

- Bueno, no me interesa. Parad. – ordenó, dando un paso hacía el brujo. – Deberíamos atarlo, y hacer algo con ese libro, quemarlo, llevárnoslo... pero no deberíamos dejarlo aquí. Kendo, ayúdame. Demian, baja esas dagas. Recordad a lo que hemos venido. – parecía una madre regañando a sus dos hijos. – Narfi, vigila a Murielle. – sé quedó mirándolos, uno a uno, esperando a que reaccionasen.
___________________________

ENTUMECER
Especialización: Tensai de Agua
La bruja puede enfriar una zona de su cuerpo, eliminando la percepción del dolor en ese lugar, aunque a cambio puede perder movilidad, dependiendo de la zona afectada. Puede usarse con otras personas tocando la zona que se desea entumecer, pudiendo causar los mismos efectos secundarios.
Enfriamiento: 3 turnos
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