Con o sin ti [Privado]
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Con o sin ti [Privado]
Llevaba un buen rato siguiendo a Taliesin callada y sin decir nada. Aún tenía el cofre bien pegado a su pecho para que, por si por causas del destino a alguien le daba por aparecer, no se lo quitara. No era una novedad que aquello rozaba la obsesión, pero era simplemente inevitable. Y no solo para ella, Taliesin debería comprenderla. No parecía ser el caso en esa ocasión.
Jamás lo había visto así, y ante la impresión de conocer su faceta más "oscura", Helena quedó muda y la introversión se apoderó de ella.
No tardaría en amanecer, pero aún estaba oscuro. Hacía ya varios minutos que la Rhodes tan solo seguía en su visión a una figura negra mezclada con un entorno aún más oscuro. ¿A dónde estaban yendo? No lo sabía. ¿Qué pasaría con Greg? Tampoco tenía respuesta.
La sangre ajena tanto en su mano izquierda, como en la cara y en la propia ropa empezaba a secarse.
Estaba cansada. Muy cansada.
-Hoy estás insoportable.-Le dijo a la figura a la que seguía, o bien podía ser el mismo Taliesin o una ilusión de su propia mente, ya que literalmente no veía nada más allá de un par de pasos-¿Me vas a decir ya qué te pasa?
Esperaba que le respondiera de buena gana, porque si no era así, no iba a tratar con la irascibilidad de nadie, ni aunque fuese de Taliesin.
Seguía con la capucha bajada. Eso siempre le daba algo más de confianza, al menos en su anterior vida como una simple asesina que aceptaba contratos al azar y se entregaba al mejor postor, antes de Ciudad Lagarto.
Se acordó de Ciudad Lagarto y la inesperada cómoda vida que allí llevó. Comparándola con la que ahora tenía, y en la situación en la que se encontraba, no podía asegurar si había hecho un cambio a mejor, y el hecho de no estar sucia o manchada tan solo de sangre acrecentaba ese pensamiento.
Poco a poco, iban dejando el bosque para pasar a un claro de hierba alta.
-¿No pensarás ir por ahí, verdad?-Preguntó, esperando que la respuesta fuese negativa-...odio la hierba alta.-Se quejó sin exclamar demasiado para no alterar al vampiro.
Jamás lo había visto así, y ante la impresión de conocer su faceta más "oscura", Helena quedó muda y la introversión se apoderó de ella.
No tardaría en amanecer, pero aún estaba oscuro. Hacía ya varios minutos que la Rhodes tan solo seguía en su visión a una figura negra mezclada con un entorno aún más oscuro. ¿A dónde estaban yendo? No lo sabía. ¿Qué pasaría con Greg? Tampoco tenía respuesta.
La sangre ajena tanto en su mano izquierda, como en la cara y en la propia ropa empezaba a secarse.
Estaba cansada. Muy cansada.
-Hoy estás insoportable.-Le dijo a la figura a la que seguía, o bien podía ser el mismo Taliesin o una ilusión de su propia mente, ya que literalmente no veía nada más allá de un par de pasos-¿Me vas a decir ya qué te pasa?
Esperaba que le respondiera de buena gana, porque si no era así, no iba a tratar con la irascibilidad de nadie, ni aunque fuese de Taliesin.
Seguía con la capucha bajada. Eso siempre le daba algo más de confianza, al menos en su anterior vida como una simple asesina que aceptaba contratos al azar y se entregaba al mejor postor, antes de Ciudad Lagarto.
Se acordó de Ciudad Lagarto y la inesperada cómoda vida que allí llevó. Comparándola con la que ahora tenía, y en la situación en la que se encontraba, no podía asegurar si había hecho un cambio a mejor, y el hecho de no estar sucia o manchada tan solo de sangre acrecentaba ese pensamiento.
Poco a poco, iban dejando el bosque para pasar a un claro de hierba alta.
-¿No pensarás ir por ahí, verdad?-Preguntó, esperando que la respuesta fuese negativa-...odio la hierba alta.-Se quejó sin exclamar demasiado para no alterar al vampiro.
Helena Rhodes
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Re: Con o sin ti [Privado]
¿Qué era exactamente justo para Helena?
A Taliesin le hervía la sangre. Su juicio estaba nublado, el alchol había neutralizado su habitual autocontrol, y Helena había elegido las palabras adecuadas para terminar de empujarlo a aquel estado furibundo. El vampiro era un hombre que callaba y tragaba casi todo lo que le molestaba; que inspiraba aire y sonreía, o que daba la espalda simplemente a aquello que intentaba hacer mella en su ánimo. Su enfado, cuando salía a la luz, solía hacerlo de la mano de una sensación de impotencia e injusticia, o propiciado por el alcohol. Y en aquella ocasión, ambos factores se combinaban.
"Déjame en paz" pensó cuando comprobó, después de bastante tiempo, que ella seguía tras él.
- No me sigas - dijo en su lugar, brusco, pero al menos haciendo un primer filtro a lo que verdaderamente deseaba decir.
Pero quizás Helena no tenía mucha opción. Después de todo, aún era noche oscura, no tenían luz, y sólo Taliesin podría haber sabido qué camino tomar. Sin embargo, el vampiro no estaba yendo en ninguna dirección que el conociera más que, en su intención, lejos de Helena. Y eso último no estaba funcionando.
Cuando ella le habló, no fue para reconciliar la situación, vistas sus palabras. Taliesin soltó una carcajada burlona, y negó con la cabeza con incredulidad. Se detuvo y se volteó hacia Helena, demotrándole, si es que ella podía verlo, su asombro ante la acusación de ella.
- Tienes un problema con tu actitud - le echó en cara, con tono elevado; sonreía un poco, pero de manera agresiva -. Lamento que todo el mundo gire en torno a tí, ¡debe ser horrible!
Volvió a darle la espalda y siguió caminando. ¿Dónde diantres estaban? Dado que no lograba dar esquinazo a la bruja, comenzó al menos a intentar ver a dónde iba. Algo que no era fácil, por el momento, ni lo sería hasta que no bajara el alcohol en su sangre. Además, el comentario de Helena no parecía querer irse de su cabeza, y aunque el vampiro intentó olvidarlo, no pudo. Una y otra vez venía aquella pregunta para distraerlo y provocarlo. "Qué te pasa".
- Te voy a decir qué me pasa - informó, deteniéndose otra vez, volviendo a girarse hacia ella. Levantó un dedo y abrió la boca, aspirando aire que al final contuvo -. Mejor aún. Dime tú qué me pasa.
Justo tras él se iniciaba un campo abierto. No había ningún motivo que Taliesin conociera por el que debieran ir por allí, pero la forma en que Helena puso en duda su decisión lo provocó. Volvió a echarse andar con intención de cruzarlo, confiando en que ella haría lo mismo a regañadientes o se alejaría. Ambas opciones le parecían igual de bien. Al comenzar a caminar, siguió hablando, tras haberle dado un tiempo a Helena para que respondiera, o no, su pregunta.
- Las acciones tienen consecuencias, Helena. No puedes tratarme mal y ponerme en peligro y esperar que yo te lo perdone todo. ¿Qué no he hecho como tú me has pedido? ¿Crees que a mí me va a hacer gracia pretender que me prometo con alguien?
A Taliesin le hervía la sangre. Su juicio estaba nublado, el alchol había neutralizado su habitual autocontrol, y Helena había elegido las palabras adecuadas para terminar de empujarlo a aquel estado furibundo. El vampiro era un hombre que callaba y tragaba casi todo lo que le molestaba; que inspiraba aire y sonreía, o que daba la espalda simplemente a aquello que intentaba hacer mella en su ánimo. Su enfado, cuando salía a la luz, solía hacerlo de la mano de una sensación de impotencia e injusticia, o propiciado por el alcohol. Y en aquella ocasión, ambos factores se combinaban.
"Déjame en paz" pensó cuando comprobó, después de bastante tiempo, que ella seguía tras él.
- No me sigas - dijo en su lugar, brusco, pero al menos haciendo un primer filtro a lo que verdaderamente deseaba decir.
Pero quizás Helena no tenía mucha opción. Después de todo, aún era noche oscura, no tenían luz, y sólo Taliesin podría haber sabido qué camino tomar. Sin embargo, el vampiro no estaba yendo en ninguna dirección que el conociera más que, en su intención, lejos de Helena. Y eso último no estaba funcionando.
Cuando ella le habló, no fue para reconciliar la situación, vistas sus palabras. Taliesin soltó una carcajada burlona, y negó con la cabeza con incredulidad. Se detuvo y se volteó hacia Helena, demotrándole, si es que ella podía verlo, su asombro ante la acusación de ella.
- Tienes un problema con tu actitud - le echó en cara, con tono elevado; sonreía un poco, pero de manera agresiva -. Lamento que todo el mundo gire en torno a tí, ¡debe ser horrible!
Volvió a darle la espalda y siguió caminando. ¿Dónde diantres estaban? Dado que no lograba dar esquinazo a la bruja, comenzó al menos a intentar ver a dónde iba. Algo que no era fácil, por el momento, ni lo sería hasta que no bajara el alcohol en su sangre. Además, el comentario de Helena no parecía querer irse de su cabeza, y aunque el vampiro intentó olvidarlo, no pudo. Una y otra vez venía aquella pregunta para distraerlo y provocarlo. "Qué te pasa".
- Te voy a decir qué me pasa - informó, deteniéndose otra vez, volviendo a girarse hacia ella. Levantó un dedo y abrió la boca, aspirando aire que al final contuvo -. Mejor aún. Dime tú qué me pasa.
Justo tras él se iniciaba un campo abierto. No había ningún motivo que Taliesin conociera por el que debieran ir por allí, pero la forma en que Helena puso en duda su decisión lo provocó. Volvió a echarse andar con intención de cruzarlo, confiando en que ella haría lo mismo a regañadientes o se alejaría. Ambas opciones le parecían igual de bien. Al comenzar a caminar, siguió hablando, tras haberle dado un tiempo a Helena para que respondiera, o no, su pregunta.
- Las acciones tienen consecuencias, Helena. No puedes tratarme mal y ponerme en peligro y esperar que yo te lo perdone todo. ¿Qué no he hecho como tú me has pedido? ¿Crees que a mí me va a hacer gracia pretender que me prometo con alguien?
Taliesin Skatha
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Re: Con o sin ti [Privado]
No se amilanó en ningún momento cuando el vampiro se volteó y se mostró tan alterado mientras se reía de aquella forma burlona y agresiva. Ella frunció el ceño y, aunque la diferencia de altura entre ambos era evidente, sacó pecho y miró de frente a los ojos ajenos.
No dijo nada, simplemente escuchó lo que Taliesin tenía que decir. Cuando este se volteó, ella apretó la mandíbula conteniéndose. En el pasado, hubiese soltado algún improperio.
Cuando el vampiro se volteó por segunda vez, ella volvió a adquirir la misma actitud que en la primera.
-¡Dime lo que me tengas que decir sin contenerte!-Le exigió cuando el Skatha levantó su dedo y se contuvo.-¿Que qué te pasa?-Preguntó-¿QUE QUÉ TE PASA?-Alzó su tono de voz-¡YO TE HE HECHO ESA PREGUNTA, NO-TE-ESCONDAS!-Le exclamó mientras le daba toquecitos con su dedo índice en el pecho.
Taliesin no respondió a ello, simplemente echó a andar por el campo de hierba alta en el que Helena segundos antes había pedido no cruzar. Esto la bruja lo tomó como una provocación y su irritamiento aumentaba. Quería estar serena, intentar comprender qué le pasaba a su compañero de viaje, pero estaba empezando a ser demasiado insoportable, mucho más que lo que la propia Rhodes se consideraba a sí misma.
En cuanto el vampiro soltó su última frase, la bruja volvió a apretar el agarre del cofre en su pecho, como si alguien hubiese amenazado con quitárselo.
-Hemos recuperado esto, es lo que importa...-Dijo relajando su tono de voz, con cierta culpabilidad. Pero esa relajación se cortó de raíz en cuanto Taliesin mencionó sobre el prometimiento que habían fingido tener. No pudo evitar fruncir su ceño, molesta.-¿Eso es todo?-Se detuvo-¿Por eso estás molesto?-Suspiró, ¿En qué estaba pensando?-¿Acaso te importa lo que los demás piensen de ti? Eres imbécil.... ¡ERES... ERES TREMENDAMENTE IMBÉCIL E IDIOTA!-Eso había sonado muy hipócrita, pues a pesar de que ella aparentaba que nunca le importaba, en el fondo sí que lo hacía. Tenía muchos más adjetivos y calificativos, no tan educados, para transmitir lo que pensaba, aunque el enrojecimiento de su rostro y su agitada voz ya era más que suficiente para demostrar qué pensaba.
Se contuvo. No supo cómo, pero lo hizo.
Tenía claro que, a partir de ahí, no iba a seguirlo más. Si se perdía por el bosque, iba a ser su problema, tanto para ella como para él.
-...creía que eras más maduro, Tali...-Torció el gesto-Si no estás preparado ni dispuesto a librarte por todos los medios de esto...-Se refería al cofre y, por ende, a lo que había en su interior-...será mejor que ni lo intentes.
Se volteó, aunque no echó a andar.
-Aún estás a tiempo de volver y contarles a todos que era mentira. A mí me da igual.
Y tras decir eso, sin más, echó a andar en la dirección contraria que tomó Taliesin.
No dijo nada, simplemente escuchó lo que Taliesin tenía que decir. Cuando este se volteó, ella apretó la mandíbula conteniéndose. En el pasado, hubiese soltado algún improperio.
Cuando el vampiro se volteó por segunda vez, ella volvió a adquirir la misma actitud que en la primera.
-¡Dime lo que me tengas que decir sin contenerte!-Le exigió cuando el Skatha levantó su dedo y se contuvo.-¿Que qué te pasa?-Preguntó-¿QUE QUÉ TE PASA?-Alzó su tono de voz-¡YO TE HE HECHO ESA PREGUNTA, NO-TE-ESCONDAS!-Le exclamó mientras le daba toquecitos con su dedo índice en el pecho.
Taliesin no respondió a ello, simplemente echó a andar por el campo de hierba alta en el que Helena segundos antes había pedido no cruzar. Esto la bruja lo tomó como una provocación y su irritamiento aumentaba. Quería estar serena, intentar comprender qué le pasaba a su compañero de viaje, pero estaba empezando a ser demasiado insoportable, mucho más que lo que la propia Rhodes se consideraba a sí misma.
En cuanto el vampiro soltó su última frase, la bruja volvió a apretar el agarre del cofre en su pecho, como si alguien hubiese amenazado con quitárselo.
-Hemos recuperado esto, es lo que importa...-Dijo relajando su tono de voz, con cierta culpabilidad. Pero esa relajación se cortó de raíz en cuanto Taliesin mencionó sobre el prometimiento que habían fingido tener. No pudo evitar fruncir su ceño, molesta.-¿Eso es todo?-Se detuvo-¿Por eso estás molesto?-Suspiró, ¿En qué estaba pensando?-¿Acaso te importa lo que los demás piensen de ti? Eres imbécil.... ¡ERES... ERES TREMENDAMENTE IMBÉCIL E IDIOTA!-Eso había sonado muy hipócrita, pues a pesar de que ella aparentaba que nunca le importaba, en el fondo sí que lo hacía. Tenía muchos más adjetivos y calificativos, no tan educados, para transmitir lo que pensaba, aunque el enrojecimiento de su rostro y su agitada voz ya era más que suficiente para demostrar qué pensaba.
Se contuvo. No supo cómo, pero lo hizo.
Tenía claro que, a partir de ahí, no iba a seguirlo más. Si se perdía por el bosque, iba a ser su problema, tanto para ella como para él.
-...creía que eras más maduro, Tali...-Torció el gesto-Si no estás preparado ni dispuesto a librarte por todos los medios de esto...-Se refería al cofre y, por ende, a lo que había en su interior-...será mejor que ni lo intentes.
Se volteó, aunque no echó a andar.
-Aún estás a tiempo de volver y contarles a todos que era mentira. A mí me da igual.
Y tras decir eso, sin más, echó a andar en la dirección contraria que tomó Taliesin.
Helena Rhodes
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Re: Con o sin ti [Privado]
Helena se aferró al cofre y eso hizo que Taliesin la odiara por tenerlo. En medio de todo aquel enfado, era difícil darse cuenta de que su maldición seguía presente, pero así era. El hecho de que ella estuviera guardando la moneda recién obtenida, en medio de todo aquel desacuerdo, echaba leña al fuego. Taliesin tuvo el deseo de quitárselo.
Pero las palabras de la bruja devolvieron su atención a la conversación actual. Soltó otra carcajada despreciativa y aún más incrédula que la anterior. No podía evitar reaccionar de aquella manera, con risas y sonrisas falsas y agresivas. Apenas se reconocía a sí mismo, pero esto no lo escandalizaba, ni hizo nada por recuperar el control.
- Te he dicho varias cosas y sólo te has fijado en esa. Estoy molesto porque das cosas por sentado; pides a los demás sin dar tú nada a cambio. Estoy enfadado - recalcó, elevando el tono - porque te he defendido delante de gente a la que ni conozco, y ahora mismo sí, me siento increíblemente IMBÉCIL por hacer eso.
Retomó la misma palabra que ella había usado en su contra. Hubo un momento de enfado contenido en silencio, por parte de ambos. Ella actuaba como si Taliesin la hubiera decepcionado increíblemente. ¿Era aquello justo?
- Quizás no me conoces como crees - respondió con frialdad.
No intentó pararla. Se dio la vuelta y echó a andar cuando vio que ella hacía lo mismo. No sentía satisfacción por haber conseguido al fin que lo dejara tranquilo; pero tampoco sentía remordimiento, preocupación o pena. En la inmediatez, era todo enfado.
Caminó por la hierba alta hasta la mitad del claro. No reconocía nada, porque nunca antes había estado por esos parajes. Aprovechando que se encontraba en un claro, miró al cielo y reconoció algunas estrellas que le permitieron orientarse. Dada la posición de la casa de Matt respecto a Ciudad Lagarto, y teniendo en cuenta que no se habían alejado mucho, determinó más o menos la dirección en la que tenía que andar. Bajó la cabeza y se puso a ello, con el ceño fruncido y murmurando su enfado.
Estaba metido en sus pensamientos cuando escuchó un ruido cercano. Un animal pequeño, alguna clase de roedor, huyó de él, y al seguirlo con la mirada Taliesin vislumbró un camino entre los árboles que si no se le habría pasado por alto. Aquello era una afortunada coincidencia; pues los caminos siempre conducen a algún lugar.
Aquel en concreto no parecía muy transitado, según descubrió al llegar a él, a juzgar por su estado. Miró a ambos lados para intentar determinar qué dirección tomar. Había vuelto a perder el norte, así que sacó la brújula que apuntaba a las monedas malditas que aún estaban por encontrar, y decidió ir en el sentido que esta le indicaba.
Y fue entonces, al doblar un recodo, cuando se topó con una figura en el camino.
Pero las palabras de la bruja devolvieron su atención a la conversación actual. Soltó otra carcajada despreciativa y aún más incrédula que la anterior. No podía evitar reaccionar de aquella manera, con risas y sonrisas falsas y agresivas. Apenas se reconocía a sí mismo, pero esto no lo escandalizaba, ni hizo nada por recuperar el control.
- Te he dicho varias cosas y sólo te has fijado en esa. Estoy molesto porque das cosas por sentado; pides a los demás sin dar tú nada a cambio. Estoy enfadado - recalcó, elevando el tono - porque te he defendido delante de gente a la que ni conozco, y ahora mismo sí, me siento increíblemente IMBÉCIL por hacer eso.
Retomó la misma palabra que ella había usado en su contra. Hubo un momento de enfado contenido en silencio, por parte de ambos. Ella actuaba como si Taliesin la hubiera decepcionado increíblemente. ¿Era aquello justo?
- Quizás no me conoces como crees - respondió con frialdad.
No intentó pararla. Se dio la vuelta y echó a andar cuando vio que ella hacía lo mismo. No sentía satisfacción por haber conseguido al fin que lo dejara tranquilo; pero tampoco sentía remordimiento, preocupación o pena. En la inmediatez, era todo enfado.
Caminó por la hierba alta hasta la mitad del claro. No reconocía nada, porque nunca antes había estado por esos parajes. Aprovechando que se encontraba en un claro, miró al cielo y reconoció algunas estrellas que le permitieron orientarse. Dada la posición de la casa de Matt respecto a Ciudad Lagarto, y teniendo en cuenta que no se habían alejado mucho, determinó más o menos la dirección en la que tenía que andar. Bajó la cabeza y se puso a ello, con el ceño fruncido y murmurando su enfado.
Estaba metido en sus pensamientos cuando escuchó un ruido cercano. Un animal pequeño, alguna clase de roedor, huyó de él, y al seguirlo con la mirada Taliesin vislumbró un camino entre los árboles que si no se le habría pasado por alto. Aquello era una afortunada coincidencia; pues los caminos siempre conducen a algún lugar.
Aquel en concreto no parecía muy transitado, según descubrió al llegar a él, a juzgar por su estado. Miró a ambos lados para intentar determinar qué dirección tomar. Había vuelto a perder el norte, así que sacó la brújula que apuntaba a las monedas malditas que aún estaban por encontrar, y decidió ir en el sentido que esta le indicaba.
Y fue entonces, al doblar un recodo, cuando se topó con una figura en el camino.
Taliesin Skatha
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Re: Con o sin ti [Privado]
El camino que Helena tomó la llevó por atravesar prácticamente la totalidad del bosque que había recorrido siguiendo quién sabe cuánto tiempo a Taliesin. Se fijaba a los lados para ver si se topaba con algún sendero que hubiera pasado por alto, pero parecía estar en mitad de la nada, lo cual la desesperaba.
En aquel momento supo que había sido error el separarse de su compañero de viaje, ya que él poseía una excelente visión nocturna y ella... simplemente rezaba por no caer en un agujero perdido de la mano de los dioses y acabar sus días con el cuello partido y perdida.
También tenía cierto temor a encontrarse con alguna bestia que diera la casualidad de que había salido justo aquella noche y por esa zona de caza. A los humanos, brujos o incluso dragones se podría enfrentar con relativa facilidad, pero las bestias eran otro cantar.
En un momento cualquiera de su camino, se detuvo. Sostener el cofre empezaba a hartarla, por lo que decidió coger el medallón que este guardaba y colocárselo en el cuello como correspondía. Hecho esto, notó cómo un cierto pitido muy agudo casi le estalla la cabeza, pero fue pasajero, lo suficiente para sorprenderla pero no asustarla. Quizás era la propia sugestión al estar cansada.
Tiró el cofre a un lado y siguió hacia adelante.
Al fin pudo dar con un pequeño sendero. No sabía dónde lo llevaría, pero no tenía otra mejor opción que recorrerlo.
No tardó en encontrarse de frente con una figura a la que no pudo esquivar por mucho que quisiera, ya que cuando notó su presencia en su campo de visión era demasiado tarde. Era Taliesin, el menos mal de los males, aunque al verlo pocos sentimientos positivos fueron los que la embargaron. Se detuvo y lo miró con frialdad, haciendo un mohín con su boca.
-¡Hmpf!-Fue todo lo que soltó en forma de suspiro rencoroso.
Sin más pasó de él y si era necesario hasta le daría un empujón con su hombro si este no se apartaba del sitio por el que ella iba a pasar.
Cuando lo sobrepasó, se detuvo un instante. Quería mirar hacia atrás para ver qué es lo que él había hecho; si había seguido sin más o la miraba, pero finalmente su orgullo hizo acto de presencia y siguió la caminata con soberbia.
Si Taliesin había venido por ahí, seguramente ese sendero diese hacia el campo de hierba alta. Debería buscar una alternativa para no acabar en el mismo sitio.
En un momento dado del recorrido de aquel sendero, se desvió sin más hacia un lado, aunque no lo recorriera ningún camino, ya que por el que iba parecía no tener desviación alguna. Habían pasado unos diez minutos desde que se encontró con Taliesin, pero aún caminaba con pasos firmes, fuertes y soberbios, como si alguien (o el propio Taliesin) la estuviera vigilando. No podía permitirse el lujo de quedar por debajo en su competición moral.
Recorrió una larga cuesta abajo rodeada de árboles, arbustos y piedras de todos los tamaños. El paisaje siempre era el mismo, no parecía haber nada destacable ni relevante más que naturaleza y soledad.
Al finalizar la bajada, una gran piedra estaba apostada a los pies de aquella ladera, y justo enfrente de esta otro sendero que recorría los pies de la ladera en llano. La bruja se subió encima de esta piedra y, desde ahí, intentó vislumbrar algo que le diese indicios de... algo.
Se cruzó de brazos y se quedó varios minutos ahí. No vio mucho. Al momento de querer bajarse, pero sin hacerlo, pudo escuchar cómo unos pasos se acercaban por el sendero que había debajo de aquella piedra. Si tenía suerte, sería algún transeúnte desconocido que le podría indicar por dónde ir... en plena noche.
En aquel momento supo que había sido error el separarse de su compañero de viaje, ya que él poseía una excelente visión nocturna y ella... simplemente rezaba por no caer en un agujero perdido de la mano de los dioses y acabar sus días con el cuello partido y perdida.
También tenía cierto temor a encontrarse con alguna bestia que diera la casualidad de que había salido justo aquella noche y por esa zona de caza. A los humanos, brujos o incluso dragones se podría enfrentar con relativa facilidad, pero las bestias eran otro cantar.
En un momento cualquiera de su camino, se detuvo. Sostener el cofre empezaba a hartarla, por lo que decidió coger el medallón que este guardaba y colocárselo en el cuello como correspondía. Hecho esto, notó cómo un cierto pitido muy agudo casi le estalla la cabeza, pero fue pasajero, lo suficiente para sorprenderla pero no asustarla. Quizás era la propia sugestión al estar cansada.
Tiró el cofre a un lado y siguió hacia adelante.
Al fin pudo dar con un pequeño sendero. No sabía dónde lo llevaría, pero no tenía otra mejor opción que recorrerlo.
No tardó en encontrarse de frente con una figura a la que no pudo esquivar por mucho que quisiera, ya que cuando notó su presencia en su campo de visión era demasiado tarde. Era Taliesin, el menos mal de los males, aunque al verlo pocos sentimientos positivos fueron los que la embargaron. Se detuvo y lo miró con frialdad, haciendo un mohín con su boca.
-¡Hmpf!-Fue todo lo que soltó en forma de suspiro rencoroso.
Sin más pasó de él y si era necesario hasta le daría un empujón con su hombro si este no se apartaba del sitio por el que ella iba a pasar.
Cuando lo sobrepasó, se detuvo un instante. Quería mirar hacia atrás para ver qué es lo que él había hecho; si había seguido sin más o la miraba, pero finalmente su orgullo hizo acto de presencia y siguió la caminata con soberbia.
Si Taliesin había venido por ahí, seguramente ese sendero diese hacia el campo de hierba alta. Debería buscar una alternativa para no acabar en el mismo sitio.
En un momento dado del recorrido de aquel sendero, se desvió sin más hacia un lado, aunque no lo recorriera ningún camino, ya que por el que iba parecía no tener desviación alguna. Habían pasado unos diez minutos desde que se encontró con Taliesin, pero aún caminaba con pasos firmes, fuertes y soberbios, como si alguien (o el propio Taliesin) la estuviera vigilando. No podía permitirse el lujo de quedar por debajo en su competición moral.
Recorrió una larga cuesta abajo rodeada de árboles, arbustos y piedras de todos los tamaños. El paisaje siempre era el mismo, no parecía haber nada destacable ni relevante más que naturaleza y soledad.
Al finalizar la bajada, una gran piedra estaba apostada a los pies de aquella ladera, y justo enfrente de esta otro sendero que recorría los pies de la ladera en llano. La bruja se subió encima de esta piedra y, desde ahí, intentó vislumbrar algo que le diese indicios de... algo.
Se cruzó de brazos y se quedó varios minutos ahí. No vio mucho. Al momento de querer bajarse, pero sin hacerlo, pudo escuchar cómo unos pasos se acercaban por el sendero que había debajo de aquella piedra. Si tenía suerte, sería algún transeúnte desconocido que le podría indicar por dónde ir... en plena noche.
Helena Rhodes
Honorable
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Re: Con o sin ti [Privado]
Se paró en seco. Era Helena.
Maldita coincidencia.
Pero no llegó a haber un encuentro formal; no sólo ella no deceleró su ritmo, sino que con un suspiro rencoroso pasó de largo, dándole incluso un empujón cuando él no se apartó expresamente por ella. Taliesin se giró hacia ella, incrédulo otra vez; y es que la bruja no dejaba de sorprenderlo en lo rencorosa y parcial que era.
- ¡Vas en la dirección equivocada! - Le llegó a gritar, si bien en un tono poco amable; aunque en realidad no sabía si esto era cierto.
Ella ni siquiera se giró, así que Taliesin determinó que se las apañaría sola, y siguió caminando. Dobló el recodo en el que se había topado con Helena, y de esta forma la pudo perder de vista casi inmediatamente.
A su alrededor todo estaba en calma, y caminar con pasos acelerados y furiosos sirvió para que comenzara a desfogarse. Seguía pensando que él tenía razón, que Helena bien le debía una disculpa. Y seguía enfadado por ello. Pero al menos pudo empezar a ordenar sus ideas, y encontrar algo de estabilidad dentro de su malhumor.
Cuando quiso darse cuenta, llegó a una encrucijada. Miró a los dos caminos que se extendían ante él, a izquierda y derecha. Como era de esperar, no había signo alguno que indicara a dónde se dirigía cada uno, y tenían un aspecto más o menos equivalente. Taliesin eligió uno al azar y comenzó a andar hacia el de la izquierda.
Entonces pasó algo extraño. Se escuchó un fuerte crujido y un árbol cayó unos diez metros por delante de él, bloqueando el camino que iba a tomar. Taliesin se quedó petrificado y dio un par de pasos hacia atrás. El silencio invadió el bosque en cuanto el árbol caído quedó inmóvil, trayendo consigo una sensación inquietante. Aún sería fácil pasar por encima del árbol caído, o rodearlo, pero algo de aquello le dio muy mala espina. Tuvo la sensación de que alguien lo observaba, y miró a su alrededor casi esperando ver al que había causado la caída del árbol.
Con cautela, corrigió su curso y tomó el camino de la derecha.
Continuó avanzando por el mismo durante una decena de minutos. Miraba a su espalda de cuando en cuando, casi con la sensación de estar huyendo de algo, pero no escuchó nada que indicara que lo seguían. "Si un árbol cae en mitad de un bosque y no hay nadie para verlo...", pensaba en aquello para intentar distraerse de lo que comenzaba a parecerle una paranoia.
Al fin, llegó a los pies de una ladera. El camino que seguía circundía a una piedra, y sobre ella vio a alguien...
A Helena.
Se detuvo y frunció el ceño, aunque ella probablemente no sería capaz de ver su rostro con demasiado detalle. Dos veces no podían ser una coincidencia.
- ¿Otra vez? ¿Me estás siguiendo?
Maldita coincidencia.
Pero no llegó a haber un encuentro formal; no sólo ella no deceleró su ritmo, sino que con un suspiro rencoroso pasó de largo, dándole incluso un empujón cuando él no se apartó expresamente por ella. Taliesin se giró hacia ella, incrédulo otra vez; y es que la bruja no dejaba de sorprenderlo en lo rencorosa y parcial que era.
- ¡Vas en la dirección equivocada! - Le llegó a gritar, si bien en un tono poco amable; aunque en realidad no sabía si esto era cierto.
Ella ni siquiera se giró, así que Taliesin determinó que se las apañaría sola, y siguió caminando. Dobló el recodo en el que se había topado con Helena, y de esta forma la pudo perder de vista casi inmediatamente.
A su alrededor todo estaba en calma, y caminar con pasos acelerados y furiosos sirvió para que comenzara a desfogarse. Seguía pensando que él tenía razón, que Helena bien le debía una disculpa. Y seguía enfadado por ello. Pero al menos pudo empezar a ordenar sus ideas, y encontrar algo de estabilidad dentro de su malhumor.
Cuando quiso darse cuenta, llegó a una encrucijada. Miró a los dos caminos que se extendían ante él, a izquierda y derecha. Como era de esperar, no había signo alguno que indicara a dónde se dirigía cada uno, y tenían un aspecto más o menos equivalente. Taliesin eligió uno al azar y comenzó a andar hacia el de la izquierda.
Entonces pasó algo extraño. Se escuchó un fuerte crujido y un árbol cayó unos diez metros por delante de él, bloqueando el camino que iba a tomar. Taliesin se quedó petrificado y dio un par de pasos hacia atrás. El silencio invadió el bosque en cuanto el árbol caído quedó inmóvil, trayendo consigo una sensación inquietante. Aún sería fácil pasar por encima del árbol caído, o rodearlo, pero algo de aquello le dio muy mala espina. Tuvo la sensación de que alguien lo observaba, y miró a su alrededor casi esperando ver al que había causado la caída del árbol.
Con cautela, corrigió su curso y tomó el camino de la derecha.
Continuó avanzando por el mismo durante una decena de minutos. Miraba a su espalda de cuando en cuando, casi con la sensación de estar huyendo de algo, pero no escuchó nada que indicara que lo seguían. "Si un árbol cae en mitad de un bosque y no hay nadie para verlo...", pensaba en aquello para intentar distraerse de lo que comenzaba a parecerle una paranoia.
Al fin, llegó a los pies de una ladera. El camino que seguía circundía a una piedra, y sobre ella vio a alguien...
A Helena.
Se detuvo y frunció el ceño, aunque ella probablemente no sería capaz de ver su rostro con demasiado detalle. Dos veces no podían ser una coincidencia.
- ¿Otra vez? ¿Me estás siguiendo?
Taliesin Skatha
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Re: Con o sin ti [Privado]
Cruzada de brazos, rió de forma sarcástica y burlona ante las palabras de Taliesin. El enfado prácticamente había desaparecido a excepción de cierta molestia y rencor que aún guardaba por el comportamiento de este. Ahora imperaban su orgullo y egocentrismo.
-Tú eres el que no paras de aparecer, no me hagas reír.-De un saltó, bajó de la piedra teniendo cuidado. Acto seguido, puso las manos cerradas en puño sobre sus caderas, demostrando aquella risa prepotente que la caracterizaba.-Parece que no puedes evitar querer estar conmigo, querido.
Se acercó a Taliesin para poder ver mejor su rostro en plena oscuridad.
-¿Te has calmado o sigues histérico?-Examinó bien los gestos del vampiro.-Parece que estás tan perdido como yo. A mí no me engañas.-Se cruzó de brazos, convencida.
Levantó un brazo a media altura y extendió su palma, mostrando una señal de "alto", por si a Taliesin se le ocurría interrumpirla.
-Sigo molesta contigo. Hasta que no te disculpes por tus modales no te dirigiré la palabra.-Dijo con soberbia.-También debo admitir que...-Mientras hablaba, se llevó una mano al cuello para toquetear el medallón, pero se percató de que ya no estaba. Eso la alertó.-...¿Y el medallón?-Asustada y con un vuelco en el corazón, se registró una vez más el cuello pero no hubo suerte.
Se volteó rápidamente hacia atrás para ver si se le había caído cuando saltó de aquella piedra, pero estaba muy oscuro.
-¿¡Lo ves!?-Preguntó a su compañero.-Mierda, mierda, mierda...-Repetía mientras se acercaba apresurada a la piedra e intentaba ver si había caído por algún lado.
¿Se lo habría quitado Taliesin? Era imposible, en ningún momento se había acercado lo suficiente para ello. Además, era un medallón que se colgaba del cuello, no un saco de monedas pegado al zurrón ni nada por el estilo, se habría dado cuenta de sobra.
Intranquila, empezó a buscar una y otra vez por los mismos posibles sitios.
Su respiración empezó a agitarse de tal manera que le estaba entrando ansiedad. Debía encontrarlo más pronto que tarde.
-Tú eres el que no paras de aparecer, no me hagas reír.-De un saltó, bajó de la piedra teniendo cuidado. Acto seguido, puso las manos cerradas en puño sobre sus caderas, demostrando aquella risa prepotente que la caracterizaba.-Parece que no puedes evitar querer estar conmigo, querido.
Se acercó a Taliesin para poder ver mejor su rostro en plena oscuridad.
-¿Te has calmado o sigues histérico?-Examinó bien los gestos del vampiro.-Parece que estás tan perdido como yo. A mí no me engañas.-Se cruzó de brazos, convencida.
Levantó un brazo a media altura y extendió su palma, mostrando una señal de "alto", por si a Taliesin se le ocurría interrumpirla.
-Sigo molesta contigo. Hasta que no te disculpes por tus modales no te dirigiré la palabra.-Dijo con soberbia.-También debo admitir que...-Mientras hablaba, se llevó una mano al cuello para toquetear el medallón, pero se percató de que ya no estaba. Eso la alertó.-...¿Y el medallón?-Asustada y con un vuelco en el corazón, se registró una vez más el cuello pero no hubo suerte.
Se volteó rápidamente hacia atrás para ver si se le había caído cuando saltó de aquella piedra, pero estaba muy oscuro.
-¿¡Lo ves!?-Preguntó a su compañero.-Mierda, mierda, mierda...-Repetía mientras se acercaba apresurada a la piedra e intentaba ver si había caído por algún lado.
¿Se lo habría quitado Taliesin? Era imposible, en ningún momento se había acercado lo suficiente para ello. Además, era un medallón que se colgaba del cuello, no un saco de monedas pegado al zurrón ni nada por el estilo, se habría dado cuenta de sobra.
Intranquila, empezó a buscar una y otra vez por los mismos posibles sitios.
Su respiración empezó a agitarse de tal manera que le estaba entrando ansiedad. Debía encontrarlo más pronto que tarde.
Helena Rhodes
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Re: Con o sin ti [Privado]
Helena tenía un don a la hora de elegir palabras, si es que lo que quería era provocar más a Taliesin. Sus comentarios mordaces y jocosos fueron respondidos con una fría tensión por parte del vampiro. ¡Si era ella quien le había seguido a él, para empezar! Pero consiguió no rebatir lo que le decía. No serviría de nada. Había recuperado la calma suficiente como para ser consciente de eso.
Sin embargo, la bruja no fue a provocarlo una única vez. Insistió otra vez en que él estaba histérico, e histérico implicaba que no había un motivo para ello. Era evidente que Helena jamás haría un esfuerzo por entender el modo de pensar y los sentimientos de cualquier ser vivo que no fuera ella misma. Su empatía terminaba en su ombligo.
Y ya el tercer toque de gracia fue decir que ella seguía molesta con él, amenazando con retirarle la palabra. Aquello terminó de diezmar los esfuerzos que el vampiro había hecho por recuperar la compostura.
- Vale - dijo Taliesin; y esta era la única palabra que pretendía decir antes de dar media vuelta e irse.
Pero Helena debió tomarlo como el inicio de una interrupción, porque levantó la mano para hacerlo callar. Taliesin sintió como si ya con esto le explotara la cabeza. ¿Acaso el mundo había dejado de tener sentido? Aquello se había alejado mucho del concepto de justicia, y ahora dejaba atrás al de "coherencia". Se quedó ahí porque ya no tenía ni sentido marcharse; esperando que Helena terminara su soliloquio mientras él intentaba controlar el enfado que volvía a desatarse en su interior.
Fue entonces cuando ella se dio cuenta del problema.
Aquella vuelta de tuerca inesperada habría hecho que Taliesin se riera, si no fuera por la gravedad del asunto. El medallón era algo que los concernía a ambos, y por ello mismo se alarmó por su desaparición.
- ¿Lo has perdido? - Preguntó acusatorio, eligiendo las palabras a sabiendas de que hacían lo contrario de infundir calma; exactamente igual que Helena se había quedado a gusto a base de provocar el enfado de Taliesin. Y algo dentro de él, ansioso por cobrarse algo de venganza, prosiguió: -. Quizás si no estuvieras tan histérica, te fijarías en el momento en el que pierdes una cosa tan importante. Querida.
Helena a penas vería en la oscuridad, con lo que sus esfuerzos por intentar dar con el objeto eran casi irrelevantes. Taliesin inspeccionó la zona porque no tenía más remedio. Si hubiera sido un efecto personal de Helena, quizás habría exigido que ella se disculpara primero.
- ¿Por dónde has venido? Vamos a tener que desandar tus pasos - su tono de voz seguía transmitiendo molestia con aquel asunto.
Pero era prácticamente imposible volver a encontrar el camino exacto por el que había venido. Siendo que todo el escenario a su alrededor se parecía - incontables árboles y arbustos todos iguales -, y que Helena había ido campo a través, tardarían horas en dar con un simple medallón caído al suelo. Horas de las que no disponían. Taliesin resopló y elevó ambas manos como preguntando: ¿y ahora qué?
Fue entonces cuando vio un movimiento en el bosque, en la dirección en la que el camino continuaba según Taliesin había llegado. Al mirarlo con atención, vio una luz titilar entre los árboles. Sorprendido, agarró el brazo de Helena para llamar su atención y señaló hacia allá para que ella también se fijara. Parecía que había alguien allí.
Sin embargo, la bruja no fue a provocarlo una única vez. Insistió otra vez en que él estaba histérico, e histérico implicaba que no había un motivo para ello. Era evidente que Helena jamás haría un esfuerzo por entender el modo de pensar y los sentimientos de cualquier ser vivo que no fuera ella misma. Su empatía terminaba en su ombligo.
Y ya el tercer toque de gracia fue decir que ella seguía molesta con él, amenazando con retirarle la palabra. Aquello terminó de diezmar los esfuerzos que el vampiro había hecho por recuperar la compostura.
- Vale - dijo Taliesin; y esta era la única palabra que pretendía decir antes de dar media vuelta e irse.
Pero Helena debió tomarlo como el inicio de una interrupción, porque levantó la mano para hacerlo callar. Taliesin sintió como si ya con esto le explotara la cabeza. ¿Acaso el mundo había dejado de tener sentido? Aquello se había alejado mucho del concepto de justicia, y ahora dejaba atrás al de "coherencia". Se quedó ahí porque ya no tenía ni sentido marcharse; esperando que Helena terminara su soliloquio mientras él intentaba controlar el enfado que volvía a desatarse en su interior.
Fue entonces cuando ella se dio cuenta del problema.
Aquella vuelta de tuerca inesperada habría hecho que Taliesin se riera, si no fuera por la gravedad del asunto. El medallón era algo que los concernía a ambos, y por ello mismo se alarmó por su desaparición.
- ¿Lo has perdido? - Preguntó acusatorio, eligiendo las palabras a sabiendas de que hacían lo contrario de infundir calma; exactamente igual que Helena se había quedado a gusto a base de provocar el enfado de Taliesin. Y algo dentro de él, ansioso por cobrarse algo de venganza, prosiguió: -. Quizás si no estuvieras tan histérica, te fijarías en el momento en el que pierdes una cosa tan importante. Querida.
Helena a penas vería en la oscuridad, con lo que sus esfuerzos por intentar dar con el objeto eran casi irrelevantes. Taliesin inspeccionó la zona porque no tenía más remedio. Si hubiera sido un efecto personal de Helena, quizás habría exigido que ella se disculpara primero.
- ¿Por dónde has venido? Vamos a tener que desandar tus pasos - su tono de voz seguía transmitiendo molestia con aquel asunto.
Pero era prácticamente imposible volver a encontrar el camino exacto por el que había venido. Siendo que todo el escenario a su alrededor se parecía - incontables árboles y arbustos todos iguales -, y que Helena había ido campo a través, tardarían horas en dar con un simple medallón caído al suelo. Horas de las que no disponían. Taliesin resopló y elevó ambas manos como preguntando: ¿y ahora qué?
Fue entonces cuando vio un movimiento en el bosque, en la dirección en la que el camino continuaba según Taliesin había llegado. Al mirarlo con atención, vio una luz titilar entre los árboles. Sorprendido, agarró el brazo de Helena para llamar su atención y señaló hacia allá para que ella también se fijara. Parecía que había alguien allí.
Taliesin Skatha
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Re: Con o sin ti [Privado]
-Quizás si no estuvieras tan histérica, te fijarías en el momento en el que pierdes una cosa tan importante. Querida.
Aquella frase estaba cargada de resentimiento y venganza, se podía notar.
La bruja paró por un momento su búsqueda y le lanzó una mirada fría y asesina al vampiro. Si la cara era el reflejo del alma, la de Helena podía mostrar lo corrompida que esta última estaba.
Estaba segura de que si el objeto no tuviese ninguna relevancia para Taliesin, este siquiera se habría molestado en ayudarla a buscar. Vio claro que nadie se libraba de ser un avaricioso, egoísta y aprovechado, al final todos acaban barriendo para casa, es un denominador común en las distintas razas que pueblan Aerandir.
No contestó a la última pregunta que el vampiro le lanzó. Con resquemor y rencor, siguió buscando por ella misma sin apoyarse en él.
Aunque sí que oyó sus palabras, y quizás tuviese razón. Quizás debería de volver sobre sus propios pasos para ver si se le había caído, aunque era prácticamente imposible. La única posibilidad remotamente lógica era en el salto, pero eso significaría que estaría por allí cerca, y Taliesin no dijo nada al respecto.
Un acto de aclarar sus ideas y dejar de buscar como una loca, se detuvo firme, aunque preocupada. Entonces notó el agarre de Taliesin. Se volteó hacia él para quedar frente a frente a sus oscuros y ambarinos ojos.
-¿Lo tienes?-Preguntó desconfiada, pasándole por un segundo la idea de que quizás lo habría encontrado y escondido para darle alguna especie de escarmiento.
Pero no parecía ser nada de eso. El vampiro señaló hacia unos árboles. En estos, parecía que unas luces titilaban.
-...¿Luciérnagas?-Dijo enfocando la mirada todo lo que podía.
Enseguida notó que no se trataban de luciérnagas. Era algo más, como si una presencia estuviese allí.
De pronto, pudo ver cómo en una rama muerta de uno de esos árboles estaba enganchado el medallón. Tras dejar escapar un aliento de exclamación y sin salir de su sorpresa, echó a correr hacia allí.
Al llegar y, antes de cogerlo, las luces desaparecieron y el medallón enganchado en la rama muerta a la altura de Helena resultó ser una simple rama muerta a la altura de Helena. ¿Obsesión e ilusión óptica? ¿Alucinación producto del mal descanso que llevaba encima?
Sea como fuere, suspiró frustrada y arrancó la rama con rabia para posteriormente lanzarla con brusquedad al suelo.
Entonces escuchó una risilla juguetona en el ambiente. Se volteó hacia la posición de Taliesin y lo miró con desagrado y enojo.
-¡¿Te estás riendo de mí?!-Se acercó a él de forma agresiva-¡¿Te hace gracia?!-Presionó uno de sus dedos índice contra su pecho-¡Te voy a decir una cosa "señor Gracioso": ni en mil vidas me prometería con un estúpido, imbécil e histérico hombre de poca monta como tú!-Sus ojos ardían en ira y su yugular se podía notar hinchada.-Chu.. ¡¡¡AGGHH!!-Gritó, histérica y alejándose de él.
Aquella frase estaba cargada de resentimiento y venganza, se podía notar.
La bruja paró por un momento su búsqueda y le lanzó una mirada fría y asesina al vampiro. Si la cara era el reflejo del alma, la de Helena podía mostrar lo corrompida que esta última estaba.
Estaba segura de que si el objeto no tuviese ninguna relevancia para Taliesin, este siquiera se habría molestado en ayudarla a buscar. Vio claro que nadie se libraba de ser un avaricioso, egoísta y aprovechado, al final todos acaban barriendo para casa, es un denominador común en las distintas razas que pueblan Aerandir.
No contestó a la última pregunta que el vampiro le lanzó. Con resquemor y rencor, siguió buscando por ella misma sin apoyarse en él.
Aunque sí que oyó sus palabras, y quizás tuviese razón. Quizás debería de volver sobre sus propios pasos para ver si se le había caído, aunque era prácticamente imposible. La única posibilidad remotamente lógica era en el salto, pero eso significaría que estaría por allí cerca, y Taliesin no dijo nada al respecto.
Un acto de aclarar sus ideas y dejar de buscar como una loca, se detuvo firme, aunque preocupada. Entonces notó el agarre de Taliesin. Se volteó hacia él para quedar frente a frente a sus oscuros y ambarinos ojos.
-¿Lo tienes?-Preguntó desconfiada, pasándole por un segundo la idea de que quizás lo habría encontrado y escondido para darle alguna especie de escarmiento.
Pero no parecía ser nada de eso. El vampiro señaló hacia unos árboles. En estos, parecía que unas luces titilaban.
-...¿Luciérnagas?-Dijo enfocando la mirada todo lo que podía.
Enseguida notó que no se trataban de luciérnagas. Era algo más, como si una presencia estuviese allí.
De pronto, pudo ver cómo en una rama muerta de uno de esos árboles estaba enganchado el medallón. Tras dejar escapar un aliento de exclamación y sin salir de su sorpresa, echó a correr hacia allí.
Al llegar y, antes de cogerlo, las luces desaparecieron y el medallón enganchado en la rama muerta a la altura de Helena resultó ser una simple rama muerta a la altura de Helena. ¿Obsesión e ilusión óptica? ¿Alucinación producto del mal descanso que llevaba encima?
Sea como fuere, suspiró frustrada y arrancó la rama con rabia para posteriormente lanzarla con brusquedad al suelo.
Entonces escuchó una risilla juguetona en el ambiente. Se volteó hacia la posición de Taliesin y lo miró con desagrado y enojo.
-¡¿Te estás riendo de mí?!-Se acercó a él de forma agresiva-¡¿Te hace gracia?!-Presionó uno de sus dedos índice contra su pecho-¡Te voy a decir una cosa "señor Gracioso": ni en mil vidas me prometería con un estúpido, imbécil e histérico hombre de poca monta como tú!-Sus ojos ardían en ira y su yugular se podía notar hinchada.-Chu.. ¡¡¡AGGHH!!-Gritó, histérica y alejándose de él.
Helena Rhodes
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Re: Con o sin ti [Privado]
La mirada asesina de Helena evidenció que aquella frase había cuplido su cometido. Taliesin sintió una oleada de satisfacción por lograr ejercer algo de venganza, que fue seguida muy rápidamente por una resaca de vergüenza. ¿Realmente estaba cayendo en un juego tan bajo y sucio? ¿De qué le servía intentar herir a otra persona? Darse cuenta de lo que estaba haciendo fue como una jarra de agua helada que lo ayudó a despejarse. No inmediatamente, pero sí poco a poco mientras buscaba la moneda y reflexionaba sobre su propia actitud. En cierto grado, además, ya había satisfecho su pequeño deseo de venganza, y por tanto no tenía tanto sentido que siguiera buscando provocar a la bruja.
Helena salió corriendo hacia aquellas luces, y el vampiro la siguió. Aquella visión en medio de la oscuridad apartaba toda otra consideración, al menos durante unos segundos. Pero al llegar, las luces habían desaparecido, sin dejar rastro ni ninguna otra pista. Taliesin permaneció en silencio mientras la bruja soltaba una exclamación frustrada. Quizás era un buen momento para intentar destensar el ambiente.
- Oye, Helena - comenzó, con intentión de encontrar las palabras para hacer las paces y dejar todo aquel desagradable asunto atrás, tuviera razón quien la tuviera - ...
Pero antes de decir nada más, se escuchó una risilla. Taliesin se quedó alerta, extrañado; y más aún cuando Helena se volteó hacia él.
- Nno - balbuceó tontamente, sin apenas ocasión para defenderse cuando la bruja lo señaló acusadora. Pero las siguientes palabras hicieron que su gesto de sorpresa volviera a transformarse en unos labios fruncidos. No sólo su expresión, sino su cuerpo entero pareció helarse y tensarse -... Si esos son los apelativos que me reservas, me alegro de que me lo hayas dicho claramente.
Más aún: quería recordarle que había sido ella, no él, quien había iniciado el uso de aquel calificativo de prometido. Había mil formas de justificar su presencia en Ciudad Lagarto sin tener que recurrir a aquella excusa tan absurda e irrelevante. ¿Pero para qué aclararlo? Ella debía saberlo perfectamente. Y si no lo sabía, entonces la bruja realmente creía que el mundo giraba sólo en torno a ella misma.
- Quizás mañana podríamos revisar nuestros planes - propuso con un tono helado. Al hablar Helena se había erguido como para hacer frente a aquellos golpes verbales, y ahora mantuvo esa tensión en su cuerpo y gesto -. Creo que cubriríamos más terreno si nos separaramos en dos grupos.
Pero mientras tanto, aún tenían que encontrar el medallón. Taliesin tenía ganas de elegir una dirección al azar y comenzar a andar hacia allá con tal de ponerse en movimiento, pero sólo Helena sabía dónde podía haber perdido la moneda. Y estaba la cuestión de aquella risa que había provocado aquel último ataque; pero el vampiro no sentía deseos de esclarecer aquel punto, por mucho que fuera información importante. Y su estado anímico le impedía llegar a ninguna conclusión al respecto.
- Dime por dónde puede haberse caído.
Pero al mirarla otra vez, vio que llevaba puesto el medallón. Se quedó perplejo, sin aire; y en un parpadeo más el medallón había vuelto a desaparecer de su cuello. Taliesin tuvo que inspirar y expirar muy lentamente para controlar el ataque de malhumor que sintió extenderse por todo su cuerpo.
- Esto no tiene ninguna gracia. No sé por qué este tipo de broma te parece divertida. Si querías dejar claro lo que piensas de mí, no te hacía falta buscar una excusa. Ya lo he entendido: soy un imbécil y un estúpido, un hombre de poca monta que no podría ver a través de la ilusión de una gran hechicera como tú.
Porque la conclusión a la que llegó fue que Helena había sido la que había escondido el medallón, volviéndoselo a poner ahora como una forma de recochineo. Una bruja podría haber creado la ilusión de una risa, y de la desaparición de una pequeña moneda. Todo el pánico había sido pretendido, y él como siempre había sido un imbécil.
- Lamento que hayas tenido que verte involucrada conmigo, mancharte los zapatos y hasta pretender, por un periodo corto pero horripilante, que estabas condenada a estar prometida. Se ve que te tocó muchísimo el orgullo ese detalle, ya que ha salido a la luz varias veces. Te puedo asegurar, si esto te hace sentir más segura y tranquila, que no tengo tal pretensión contigo; que absurdamente estaba intentando ser "un amigo"; y que lamento no haberme dado cuenta antes de que tu intelecto estaba tan por encima del mío.
Helena salió corriendo hacia aquellas luces, y el vampiro la siguió. Aquella visión en medio de la oscuridad apartaba toda otra consideración, al menos durante unos segundos. Pero al llegar, las luces habían desaparecido, sin dejar rastro ni ninguna otra pista. Taliesin permaneció en silencio mientras la bruja soltaba una exclamación frustrada. Quizás era un buen momento para intentar destensar el ambiente.
- Oye, Helena - comenzó, con intentión de encontrar las palabras para hacer las paces y dejar todo aquel desagradable asunto atrás, tuviera razón quien la tuviera - ...
Pero antes de decir nada más, se escuchó una risilla. Taliesin se quedó alerta, extrañado; y más aún cuando Helena se volteó hacia él.
- Nno - balbuceó tontamente, sin apenas ocasión para defenderse cuando la bruja lo señaló acusadora. Pero las siguientes palabras hicieron que su gesto de sorpresa volviera a transformarse en unos labios fruncidos. No sólo su expresión, sino su cuerpo entero pareció helarse y tensarse -... Si esos son los apelativos que me reservas, me alegro de que me lo hayas dicho claramente.
Más aún: quería recordarle que había sido ella, no él, quien había iniciado el uso de aquel calificativo de prometido. Había mil formas de justificar su presencia en Ciudad Lagarto sin tener que recurrir a aquella excusa tan absurda e irrelevante. ¿Pero para qué aclararlo? Ella debía saberlo perfectamente. Y si no lo sabía, entonces la bruja realmente creía que el mundo giraba sólo en torno a ella misma.
- Quizás mañana podríamos revisar nuestros planes - propuso con un tono helado. Al hablar Helena se había erguido como para hacer frente a aquellos golpes verbales, y ahora mantuvo esa tensión en su cuerpo y gesto -. Creo que cubriríamos más terreno si nos separaramos en dos grupos.
Pero mientras tanto, aún tenían que encontrar el medallón. Taliesin tenía ganas de elegir una dirección al azar y comenzar a andar hacia allá con tal de ponerse en movimiento, pero sólo Helena sabía dónde podía haber perdido la moneda. Y estaba la cuestión de aquella risa que había provocado aquel último ataque; pero el vampiro no sentía deseos de esclarecer aquel punto, por mucho que fuera información importante. Y su estado anímico le impedía llegar a ninguna conclusión al respecto.
- Dime por dónde puede haberse caído.
Pero al mirarla otra vez, vio que llevaba puesto el medallón. Se quedó perplejo, sin aire; y en un parpadeo más el medallón había vuelto a desaparecer de su cuello. Taliesin tuvo que inspirar y expirar muy lentamente para controlar el ataque de malhumor que sintió extenderse por todo su cuerpo.
- Esto no tiene ninguna gracia. No sé por qué este tipo de broma te parece divertida. Si querías dejar claro lo que piensas de mí, no te hacía falta buscar una excusa. Ya lo he entendido: soy un imbécil y un estúpido, un hombre de poca monta que no podría ver a través de la ilusión de una gran hechicera como tú.
Porque la conclusión a la que llegó fue que Helena había sido la que había escondido el medallón, volviéndoselo a poner ahora como una forma de recochineo. Una bruja podría haber creado la ilusión de una risa, y de la desaparición de una pequeña moneda. Todo el pánico había sido pretendido, y él como siempre había sido un imbécil.
- Lamento que hayas tenido que verte involucrada conmigo, mancharte los zapatos y hasta pretender, por un periodo corto pero horripilante, que estabas condenada a estar prometida. Se ve que te tocó muchísimo el orgullo ese detalle, ya que ha salido a la luz varias veces. Te puedo asegurar, si esto te hace sentir más segura y tranquila, que no tengo tal pretensión contigo; que absurdamente estaba intentando ser "un amigo"; y que lamento no haberme dado cuenta antes de que tu intelecto estaba tan por encima del mío.
Taliesin Skatha
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Re: Con o sin ti [Privado]
Por un momento, le achantó la idea de tener que viajar separada de nuevo ante la empresa que debían zanjar ambos de forma tajante. No podían dejarlo más a la espera, o lo hacían lo más pronto posible o probablemente caería en un pozo de desesperación, con mil maldiciones a su espalda.
Quizás aquellas situaciones en las que se había visto envuelta eran un castigo divino. Los dioses se habían fijado en ella y sus actos, y habían emitido su veredicto. La muerte no era, aún, un final lo suficientemente proporcional para todo lo que había hecho.
-...no lo sé.-Contestó en un efímero suspiro-No me lo he tocado desde que me lo puse, al separarnos.-Dijo en referencia al medallón.
Por un momento sintió cierta vergüenza por cómo había acabado todo. Quizás lo mejor era hacer un esfuerzo titánico por tragarse su orgullo y dar a torcer su brazo para llegar a una fructífera reconciliación.
-Yo...-Pero Taliesin la cortó. Parecía que había visto algo que no le gustaba, y allí no había nada ni nadie más que ella, por lo que la causa debía ser la rubia.
Ante las siguientes palabras del vampiro, la bruja frunció su ceño y su malhumor volvió, seguido de un sentimiento de orgullo herido por haberse mostrado tan reticente a hacer las paces durante un momento. Ahora tenía claro que no merecía la pena.
-¿De qué estás hablando?-Sintió cómo su corazón se encogió en un puño, le estaba tocando demasiado la moral.-¡Escúchame!-Ahora era su turno de hablar-¿Te crees muy erudito, sabio o inteligente? ¡Pues déjame decirte que el mundo real te viene muy grande!-Le tocó con el dedo índice en su pecho, de forma acusadora-¡No sé de qué vas!-Dijo en un arrebato de frustración e incomprensión.-¡POR SUPUESTO QUE TODO MI MUNDO GIRA SOBRE MÍ!-Se puso un poco de puntillas para intentar igualar la altura entre ambos y quedar prácticamente cara a cara.-¡Prefiero eso mil veces a ser un bobo que ni siquiera sabe qué hacer con su vida!
Tras ese último improperio, se hizo un contundente silencio, como si todo le bosque estuviese expectante para ver cómo continuaba aquel intercambio de reproches. Helena se quedó mirando los ojos de Taliesin para ver qué respuesta ofrecía este mientras respiraba de forma pesada, con rasgos evidentes de su enfado corriéndole por las venas. Tenía muchas ganas de soltarle un puñetazo a la cara de tal magnitud que el de Greg en la fiesta parecería lanzado por un bebé.
Entonces, la Rhodes sintió algo a su espalda, como si una acumulación de éter se formara. Luego de eso, escuchó otra risa, la misma de antes, pero esta vez sí que pudo distinguirla mejor; era infantil y divertida.
Con gran agilidad y rapidez sacó la Daga de Luna Invernal de su faja y la lanzó casi a ciegas a su espalda, girándose en el proceso. El arma helada se clavó en la hierba, pero con ella había algo más; el medallón.
Sin más, se acercó hasta allí y recogió ambas cosas. Extrañada, miró hacia derecha e izquierda.
-No estamos solos...-Dijo dirigiéndose a Taliesin.
Quizás aquellas situaciones en las que se había visto envuelta eran un castigo divino. Los dioses se habían fijado en ella y sus actos, y habían emitido su veredicto. La muerte no era, aún, un final lo suficientemente proporcional para todo lo que había hecho.
-...no lo sé.-Contestó en un efímero suspiro-No me lo he tocado desde que me lo puse, al separarnos.-Dijo en referencia al medallón.
Por un momento sintió cierta vergüenza por cómo había acabado todo. Quizás lo mejor era hacer un esfuerzo titánico por tragarse su orgullo y dar a torcer su brazo para llegar a una fructífera reconciliación.
-Yo...-Pero Taliesin la cortó. Parecía que había visto algo que no le gustaba, y allí no había nada ni nadie más que ella, por lo que la causa debía ser la rubia.
Ante las siguientes palabras del vampiro, la bruja frunció su ceño y su malhumor volvió, seguido de un sentimiento de orgullo herido por haberse mostrado tan reticente a hacer las paces durante un momento. Ahora tenía claro que no merecía la pena.
-¿De qué estás hablando?-Sintió cómo su corazón se encogió en un puño, le estaba tocando demasiado la moral.-¡Escúchame!-Ahora era su turno de hablar-¿Te crees muy erudito, sabio o inteligente? ¡Pues déjame decirte que el mundo real te viene muy grande!-Le tocó con el dedo índice en su pecho, de forma acusadora-¡No sé de qué vas!-Dijo en un arrebato de frustración e incomprensión.-¡POR SUPUESTO QUE TODO MI MUNDO GIRA SOBRE MÍ!-Se puso un poco de puntillas para intentar igualar la altura entre ambos y quedar prácticamente cara a cara.-¡Prefiero eso mil veces a ser un bobo que ni siquiera sabe qué hacer con su vida!
Tras ese último improperio, se hizo un contundente silencio, como si todo le bosque estuviese expectante para ver cómo continuaba aquel intercambio de reproches. Helena se quedó mirando los ojos de Taliesin para ver qué respuesta ofrecía este mientras respiraba de forma pesada, con rasgos evidentes de su enfado corriéndole por las venas. Tenía muchas ganas de soltarle un puñetazo a la cara de tal magnitud que el de Greg en la fiesta parecería lanzado por un bebé.
Entonces, la Rhodes sintió algo a su espalda, como si una acumulación de éter se formara. Luego de eso, escuchó otra risa, la misma de antes, pero esta vez sí que pudo distinguirla mejor; era infantil y divertida.
Con gran agilidad y rapidez sacó la Daga de Luna Invernal de su faja y la lanzó casi a ciegas a su espalda, girándose en el proceso. El arma helada se clavó en la hierba, pero con ella había algo más; el medallón.
Sin más, se acercó hasta allí y recogió ambas cosas. Extrañada, miró hacia derecha e izquierda.
-No estamos solos...-Dijo dirigiéndose a Taliesin.
Helena Rhodes
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Re: Con o sin ti [Privado]
Se enrocó completamente al escuchar el arrebato de Helena, y físicamente esto quedó evidenciado cuando se cruzó de brazos. En primer lugar, estaba confuso: aquella era una reacción inesperada y exagerada si la bruja estaba mintiendo. Helena no era tan buena actriz como para pretender estar dejándose llevar de aquella manera. Pero la posibilidad de haberse equivocado en sus suposiciones se mantuvo acallada, porque por encima de todo estaba ofendido. Cada palabra que Helena decía estaba destinada a aumentar la brecha entre ambos, y apelaba a su emoción más que a su raciocinio.
- Mi vida tiene un objetivo y hago todo lo que puedo por alcanzarlo. Eres tú la que parece perdida y sin rumbo - contraatacó, frío -. O quizás tus objetivos me son completamente opacos; ya ha quedado claro que te guardas más opiniones de las que haces públicas. No lo sé. No me importa.
El silencio entre ambos se volvió pesado e intenso. Estaban físicamente cara a cara, pero emocionalmente muy lejos el uno del otro, y ahora no parecía que ninguno quisiera saltar la brecha para intentar remediarlo. Taliesin le mantuvo la mirada a Helena con una forma de enfado muy diferente de la que demostraba ella: igual de furiosa en el fondo, pero aparentemente más controlada y fría, más altiva que arrebatada.
La tensión no parecía poder deshacerse, pero fue interrumpida por una risa como la que habían escuchado antes. Helena lanzó una daga, y esta quedó clavada en el suelo junto al medallón. La pequeña interrupción recalcó dos cosas de nuevo para Taliesin; la primera, que si Helena estaba pretendiendo estaba llegando a límites improbables para hacer como que había perdido y reencontrado el medallón. ¿Realmente algo de aquello tenía sentido? Y la segunda la expresó en voz alta.
- Es la misma risa de antes. Cuando me acusaste de reírme de ti.
La última frase era a mitad un recordatorio acusatorio, pero hizo girar sus propios engranajes. Miró a Helena, visiblemente confuso, esperando encontrar en ella alguna reacción similar a la que estaba teniendo él. Y así era.
No, no estaban solos. Ya lo se lo había indicado antes aquella luz que los había llevado hasta allí, pero habían estado demasiado enfrascados en su desacuerdo. Miró alrededor buscando un movimiento, un sonido más. Algo correteó por las hierbas altas al lado del camino, y Taliesin lo siguió con la mirada hasta perderlo.
- ¿Tienes el medallón? - Preguntó, en un tono bajo que evidenció por comparación lo alto que se habían estado discutiendo.
Si era así, era el momento de salir de allí.
Antes de que llegaran a tomar ninguna acción, una luz se encendió en el camino a lo lejos, una bola flotante que comenzó a acercarse muy poco a poco sin producir el más mínimo sonido. Varias más se encendieron, una trás la otra, a los lados del camino, y de la misma manera comenzaron a aproximarse a ellos. Parecía como si los estuvieran rodeando, y haciéndoselo saber al mismo tiempo. Sólo un camino parecía estar libre de aquellas luces; como si por error lo hubieran dejado sin cubrir, o al contrario, muy intencionadamente estuvieran intentando guiarlos hacia él.
- Mi vida tiene un objetivo y hago todo lo que puedo por alcanzarlo. Eres tú la que parece perdida y sin rumbo - contraatacó, frío -. O quizás tus objetivos me son completamente opacos; ya ha quedado claro que te guardas más opiniones de las que haces públicas. No lo sé. No me importa.
El silencio entre ambos se volvió pesado e intenso. Estaban físicamente cara a cara, pero emocionalmente muy lejos el uno del otro, y ahora no parecía que ninguno quisiera saltar la brecha para intentar remediarlo. Taliesin le mantuvo la mirada a Helena con una forma de enfado muy diferente de la que demostraba ella: igual de furiosa en el fondo, pero aparentemente más controlada y fría, más altiva que arrebatada.
La tensión no parecía poder deshacerse, pero fue interrumpida por una risa como la que habían escuchado antes. Helena lanzó una daga, y esta quedó clavada en el suelo junto al medallón. La pequeña interrupción recalcó dos cosas de nuevo para Taliesin; la primera, que si Helena estaba pretendiendo estaba llegando a límites improbables para hacer como que había perdido y reencontrado el medallón. ¿Realmente algo de aquello tenía sentido? Y la segunda la expresó en voz alta.
- Es la misma risa de antes. Cuando me acusaste de reírme de ti.
La última frase era a mitad un recordatorio acusatorio, pero hizo girar sus propios engranajes. Miró a Helena, visiblemente confuso, esperando encontrar en ella alguna reacción similar a la que estaba teniendo él. Y así era.
No, no estaban solos. Ya lo se lo había indicado antes aquella luz que los había llevado hasta allí, pero habían estado demasiado enfrascados en su desacuerdo. Miró alrededor buscando un movimiento, un sonido más. Algo correteó por las hierbas altas al lado del camino, y Taliesin lo siguió con la mirada hasta perderlo.
- ¿Tienes el medallón? - Preguntó, en un tono bajo que evidenció por comparación lo alto que se habían estado discutiendo.
Si era así, era el momento de salir de allí.
Antes de que llegaran a tomar ninguna acción, una luz se encendió en el camino a lo lejos, una bola flotante que comenzó a acercarse muy poco a poco sin producir el más mínimo sonido. Varias más se encendieron, una trás la otra, a los lados del camino, y de la misma manera comenzaron a aproximarse a ellos. Parecía como si los estuvieran rodeando, y haciéndoselo saber al mismo tiempo. Sólo un camino parecía estar libre de aquellas luces; como si por error lo hubieran dejado sin cubrir, o al contrario, muy intencionadamente estuvieran intentando guiarlos hacia él.
Taliesin Skatha
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Re: Con o sin ti [Privado]
La bruja abandonó la posición de cuclillas en la que se encontraba y volvió a ponerse completamente de pie, viendo así el repentino espectáculo de luces al que le seguía una melodía y unos tarareos sacados de un típico cuento folclórico al que dichos orbes parecían seguir en una danza. Extrañada, la Rhodes observó con curiosidad los orbes de luz, pero si se quedaba demasiado tiempo con la mirada puesta la cegaban, por lo que no podía ver exactamente de que se trataba. | Fondo |
Se percató de la "salida" que los orbes dejaban en torno al círcuclo que habían formado alrededor de ella y el vampiro. Apresurada se encaminó hacia allí.
Una vez salió, se apresuró todavía más, llegando poco a poco a literalmente correr, dejando atrás a las luces. No se fijó en si Taliesin la había seguido, pero no le daba buena espina aquella situación. Fijó su vista al frente y notó que, por más que corría, nunca avanzaba como tal, siempre se quedaba estática en el mismo sitio. Miró de nuevo hacia atrás y ya no habían luces, y el paisaje había cambiado. En cambio, cuando miraba hacia adelante notaba que nunca llegaba a sobrepasar un árbol en específico que estaba a poco más de cincuenta metros.
Se detuvo para ver si Taliesin la estaba siguiendo, pero antes de voltearse sintió el rugido de un oso desde un arbusto cercano que hizo que pegara un bote asustada. Llevó su atención hasta el origen del sonido y pudo ver efectivamente cómo un oso salía de entre aquellos arbustos y se abalanzaba sobre ella. Se quedó paralizada dejando tan solo sus brazos como única defensa, pero antes de que el oso pudiese tocarla, este se desvaneció en el aire como si de simple humo se tratara, lo que dejó sorprendida a la bruja, al mismo tiempo que confusa.
De nuevo, escuchó el tarareo:
— Dum dum dum deee, Dum dum deee... ¡Dee!
Risillas acompañaron a eso, escuchándose detrás de ella. Helena se volteó sobre sus talones y no vio nada más que bosque. De pronto, notó un temblor sobre sus pies; la tierra estaba abriéndose, y trozos de esta caían a un profundo vacío. La Rhodes iba a echar a correr, pero antes de poder siquiera dar un paso, el suelo bajo sus pies sufrió el mismo destino que había presenciado con las otras porciones del terreno.
Helena gritó mientras caía. Las risas infantiles volvieron a escucharse.
Al llegar a un suelo inexistente y transparente, con todo rodeado de negro, la bruja cayó como si de una pluma se tratara; estaba inconsciente. Al reposar la totalidad de su cuerpo en firme se despertó de nuevo. Algo asustada, miró hacia todos lados alzando la parte superior de tu tronco del suelo. Pudo ver entonces a Taliesin a su lado.
También estaba inconsciente. Le llamó con un par de leves empujones para que despertara.
— Sois sujetos realmente desconcertantes jejejeje -Dijeron muchas voces a la vez como si de una se tratara— Os habéis encontrado con un destino terrible, gracias a eso no podemos maldeciros. Habéis armado gran escándalo en nuestro bosque e íbamos a daros una lección, lástima que la magia a la que estáis sujetos sea tan posesiva jejeje.
Helena entonces se puso en pie, mirando hacia todos lados, expectante.
Helena Rhodes
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Re: Con o sin ti [Privado]
El vampiro observó los orbes de luz que se acercaban lentamente hacia ellos. Recordó el árbol que había caído en mitad del camino y lo había llevado hasta Helena antes; y de la misma manera, volvió a sentir que lo estaban llevando hacia una nueva trampa. La bruja susurró que debían salir, pero Taliesin le hizo un gesto para pedirle que se quedara donde estaba. El vampiro permaneció inmóvil, buscando alguna debilidad en la red de orbes frente a él...
Cuando quiso darse cuenta, Helena se había ido corriendo. Los orbes se agitaron, y uno de ellos se lanzó hacia delante a una velocidad inusitada. En un instante, estaba justo a la altura de los ojos de Taliesin: el vampiro se encontró cara a cara con una criatura pequeña envuelta en luz, que se rió y chasqueó los dedos. El suelo se abrió bajo sus pies y se sintió caer.
En la negrura que siguió, soñó con la profundidad del mar. Un bramido gutural surgía de una fosa oceánica, amenazador e imperante. Pero no era una advertencia sino una llamada, que lo envolvía y definía como suyo, y que lo llevaba hacia aquella oscuridad... Cada vez más y más cerca...
Lo siguiente de lo que fue consciente fueron los empujones que le dio Helena para despertarlo. Volvió a la realidad de golpe, con una breve exclamación, y al llenar sus pulmones de aire fue como si sacara todo el agua salada de la profundidad del mar. Su mente estaba abotargada como si despertara de un profundo sueño, y tardó largos segundos en poder comprender qué estaba pasando. Recordaba aún, vividas y casi reales, las imágenes que había visto.
Pero la realidad volvió pronto a él: el cumpleaños del virrey, cómo Helena le había revelado lo que realmente pensaba de él, y los orbes luminosos en el bosque. Se puso en pie a tiempo para escuchar lo que le decían. Supo inmediatamente que se referían a lo que los esperaba en la fosa oceánica. Aquello no le hizo sentir más a salvo.
- Dejadnos ir entonces - pidió -. Saldremos del bosque.
- Saldréis cuando nosotros lo queramos - y se rieron con una risa aguda, multiples voces que se hacían eco las unas a las otras -. Es nuestro bosque, y pensamos que aún nos podéis entretener. ¡Entretenednos un poco más! Y entonces os dejaremos ir.
Se escucharon otra vez aquellas múltiples risas.
- Lamento que todo el mundo gire en torno a tí, ¡debe ser horrible! Quizás si no estuvieras tan histérica, te fijarías en el momento en el que pierdes una cosa tan importante.
Taliesin se quedó muy inmóvil y confuso. Él no había abierto la boca, pero de alguna manera se acababa de escuchar a sí mismo repitiendo aquellas palabras que ya había dicho antes.
- ¡Te voy a decir una cosa "señor Gracioso": ni en mil vidas me prometería con un estúpido, imbécil e histérico hombre de poca monta como tú!
El vampiro miró a Helena, nuevamente ofendido por aquellas palabras que escuchaba por segunda vez. Sintió que apretaba la mandíbula y los puños, y por un momento hasta olvidó a aquellos seres que los rodeaban. Todas las risas volvieron a resonar, y entonces los orbes se apagaron. Los dejaron en una oscuridad en la que solo brillaba una luna sobre ellos, pero no se veía más que negrura a su alrededor.
- Eres verdaderamente insufrible - dejó escapar Taliesin sin poder evitarlo.
- ¡Insufrible! - Se escucharon las voces, pero no se vieron los orbes -. ¡Insufrible, verdaderamente! ¿Quién es el peor de los dos? ¿Y si sólo dejamos ir a uno, y el otro se queda aquí con nosotros? ¿Cuál de los dos se quedaría? ¿Cómo se decidirá quién se queda?
Cuando quiso darse cuenta, Helena se había ido corriendo. Los orbes se agitaron, y uno de ellos se lanzó hacia delante a una velocidad inusitada. En un instante, estaba justo a la altura de los ojos de Taliesin: el vampiro se encontró cara a cara con una criatura pequeña envuelta en luz, que se rió y chasqueó los dedos. El suelo se abrió bajo sus pies y se sintió caer.
En la negrura que siguió, soñó con la profundidad del mar. Un bramido gutural surgía de una fosa oceánica, amenazador e imperante. Pero no era una advertencia sino una llamada, que lo envolvía y definía como suyo, y que lo llevaba hacia aquella oscuridad... Cada vez más y más cerca...
Lo siguiente de lo que fue consciente fueron los empujones que le dio Helena para despertarlo. Volvió a la realidad de golpe, con una breve exclamación, y al llenar sus pulmones de aire fue como si sacara todo el agua salada de la profundidad del mar. Su mente estaba abotargada como si despertara de un profundo sueño, y tardó largos segundos en poder comprender qué estaba pasando. Recordaba aún, vividas y casi reales, las imágenes que había visto.
Pero la realidad volvió pronto a él: el cumpleaños del virrey, cómo Helena le había revelado lo que realmente pensaba de él, y los orbes luminosos en el bosque. Se puso en pie a tiempo para escuchar lo que le decían. Supo inmediatamente que se referían a lo que los esperaba en la fosa oceánica. Aquello no le hizo sentir más a salvo.
- Dejadnos ir entonces - pidió -. Saldremos del bosque.
- Saldréis cuando nosotros lo queramos - y se rieron con una risa aguda, multiples voces que se hacían eco las unas a las otras -. Es nuestro bosque, y pensamos que aún nos podéis entretener. ¡Entretenednos un poco más! Y entonces os dejaremos ir.
Se escucharon otra vez aquellas múltiples risas.
- Lamento que todo el mundo gire en torno a tí, ¡debe ser horrible! Quizás si no estuvieras tan histérica, te fijarías en el momento en el que pierdes una cosa tan importante.
Taliesin se quedó muy inmóvil y confuso. Él no había abierto la boca, pero de alguna manera se acababa de escuchar a sí mismo repitiendo aquellas palabras que ya había dicho antes.
- ¡Te voy a decir una cosa "señor Gracioso": ni en mil vidas me prometería con un estúpido, imbécil e histérico hombre de poca monta como tú!
El vampiro miró a Helena, nuevamente ofendido por aquellas palabras que escuchaba por segunda vez. Sintió que apretaba la mandíbula y los puños, y por un momento hasta olvidó a aquellos seres que los rodeaban. Todas las risas volvieron a resonar, y entonces los orbes se apagaron. Los dejaron en una oscuridad en la que solo brillaba una luna sobre ellos, pero no se veía más que negrura a su alrededor.
- Eres verdaderamente insufrible - dejó escapar Taliesin sin poder evitarlo.
- ¡Insufrible! - Se escucharon las voces, pero no se vieron los orbes -. ¡Insufrible, verdaderamente! ¿Quién es el peor de los dos? ¿Y si sólo dejamos ir a uno, y el otro se queda aquí con nosotros? ¿Cuál de los dos se quedaría? ¿Cómo se decidirá quién se queda?
Taliesin Skatha
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Re: Con o sin ti [Privado]
-¡Escuchad!-Se adelantó un solo pero firme paso-¡Dejadnos salir de aquí o lo lamentaréis!-Dijo molesta y enojada. No iba a ser el hazmerreír de aquellos seres, mágicos o no.
-Lamento que todo el mundo gire en torno a tí, ¡debe ser horrible! Quizás si no estuvieras tan histérica, te fijarías en el momento en el que pierdes una cosa tan importante.
¿Iba dirigido a ella? Sonó como una voz real, pero era exactamente lo que Taliesin había dicho minutos atrás.
Lo miró y él estaba tan sorprendido como ella.
-¡Te voy a decir una cosa "señor Gracioso": ni en mil vidas me prometería con un estúpido, imbécil e histérico hombre de poca monta como tú!
Era su voz ahora la que sonaba, pero no sus labios los que se movían. Sin duda se trataba de una de las malas pasadas de aquellos seres. Podrían ser espíritus del bosque juguetones de los que se cuentan en las historias infantiles y por los que nunca jamás un niño debe ir solo al bosque (o un adulto).
Apretó los puños, un poco avergonzada. No quiso mirar al vampiro, aunque este sí que la miraba. Se podía imaginar que ofendido y molesto.
Helena quería dejarlo pasar y no hacer nada ni comentar al respecto. Centraba su atención en la nada que la rodeaba, intentando de forma inútil ver algo. Hasta que Taliesin le dijo "insufrible". Ahí, la bruja sí que desvió su mirada hacia el vampiro.
Frunció el ceño y se mostró molesta, pero no le dijo nada. Estaba aceptando la situación y resignándose ante aquella acusación. No le salió decir nada, no quería abrir aún más la brecha que había entre ambos. Las voces entonces empezaron a reírse y debatieron a quién dejarían marchar. En ese momento a la Rhodes le daba igual tanto irse como quedarse, no tenía ganas de nada.
Las voces callaron, no volvieron a escucharse en los minutos posteriores.
Helena optó por sentarse juntando las rodillas, dando la espalda a Taliesin. Así se quedó durante horas, o al menos eso le pareció.
En un momento, optó por tumbarse de lado, también con las rodillas recogidas y rodeándolas con los brazos, siempre dando la espalda al vampiro. No quería ni mirarle ni saber qué estaba haciendo o pensando.
Poco a poco, el cansancio que llevaba arrastrando y el sueño pudieron con ella, que a pesar de luchar contra la caída de sus párpados, perdió inevitablemente la batalla, quedándose dormida. No supo distinguir cuánto tiempo se quedó así, tampoco es que soñara nada en particular. Para ella tan solo fue un abrir y cerrar de ojos bastante reparador.
Tras cerciorarse de que estaba en el mismo sitio y que no había sido un mal sueño, se reincorporó sentada y sin querer y por mera curiosidad observó su alrededor, buscando inconscientemente a Taliesin.
-Realmente no pensaba eso...-Dijo en cuanto lo visualizó, con un tono apenado que se reflejaba también en su rostro.-...a veces se me calienta la boca y suelto cosas dañinas sin sentido, tan solo para protegerme... soy horrible, despreciable e insufrible, lo sé.-Hizo una breve pausa-No tengo disculpa.-Agachó la mirada, arrepentida.
-Lamento que todo el mundo gire en torno a tí, ¡debe ser horrible! Quizás si no estuvieras tan histérica, te fijarías en el momento en el que pierdes una cosa tan importante.
¿Iba dirigido a ella? Sonó como una voz real, pero era exactamente lo que Taliesin había dicho minutos atrás.
Lo miró y él estaba tan sorprendido como ella.
-¡Te voy a decir una cosa "señor Gracioso": ni en mil vidas me prometería con un estúpido, imbécil e histérico hombre de poca monta como tú!
Era su voz ahora la que sonaba, pero no sus labios los que se movían. Sin duda se trataba de una de las malas pasadas de aquellos seres. Podrían ser espíritus del bosque juguetones de los que se cuentan en las historias infantiles y por los que nunca jamás un niño debe ir solo al bosque (o un adulto).
Apretó los puños, un poco avergonzada. No quiso mirar al vampiro, aunque este sí que la miraba. Se podía imaginar que ofendido y molesto.
Helena quería dejarlo pasar y no hacer nada ni comentar al respecto. Centraba su atención en la nada que la rodeaba, intentando de forma inútil ver algo. Hasta que Taliesin le dijo "insufrible". Ahí, la bruja sí que desvió su mirada hacia el vampiro.
Frunció el ceño y se mostró molesta, pero no le dijo nada. Estaba aceptando la situación y resignándose ante aquella acusación. No le salió decir nada, no quería abrir aún más la brecha que había entre ambos. Las voces entonces empezaron a reírse y debatieron a quién dejarían marchar. En ese momento a la Rhodes le daba igual tanto irse como quedarse, no tenía ganas de nada.
Las voces callaron, no volvieron a escucharse en los minutos posteriores.
Helena optó por sentarse juntando las rodillas, dando la espalda a Taliesin. Así se quedó durante horas, o al menos eso le pareció.
En un momento, optó por tumbarse de lado, también con las rodillas recogidas y rodeándolas con los brazos, siempre dando la espalda al vampiro. No quería ni mirarle ni saber qué estaba haciendo o pensando.
Poco a poco, el cansancio que llevaba arrastrando y el sueño pudieron con ella, que a pesar de luchar contra la caída de sus párpados, perdió inevitablemente la batalla, quedándose dormida. No supo distinguir cuánto tiempo se quedó así, tampoco es que soñara nada en particular. Para ella tan solo fue un abrir y cerrar de ojos bastante reparador.
Tras cerciorarse de que estaba en el mismo sitio y que no había sido un mal sueño, se reincorporó sentada y sin querer y por mera curiosidad observó su alrededor, buscando inconscientemente a Taliesin.
-Realmente no pensaba eso...-Dijo en cuanto lo visualizó, con un tono apenado que se reflejaba también en su rostro.-...a veces se me calienta la boca y suelto cosas dañinas sin sentido, tan solo para protegerme... soy horrible, despreciable e insufrible, lo sé.-Hizo una breve pausa-No tengo disculpa.-Agachó la mirada, arrepentida.
Helena Rhodes
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Re: Con o sin ti [Privado]
Helena no contestó. Taliesin se quedó frío y en silencio, con su enfado dando vueltas dentro de su pecho pero sin volver a salir. Que la bruja no contestara fue, probablemente, para mejor. No la volvió a interpelar, tampoco cuando ella le dio la espalda para sentarse a esperar en el suelo.
Al cabo de un rato en silencio, el vampiro hizo lo mismo, dándole la espalda a Helena igual que ella había hecho. Internamente sentía que aún no era su hora de dormir, pero en la calma y la oscuridad que había quedado cuando aquellos seres se habían retraído, no había nada más que hacer que rendirse ante el cansancio. Se sentía inesperadamente agotado. Al poco de haber considerado la posibilidad de descansar un rato, ya se había quedado dormido.
Se despertó después de lo que parecieron horas. Al incorporarse, vio a Helena durmiendo cerca. Se sentó con las piernas cruzadas y esperó, pensando, reordenando, analizando. Incluso después del sueño, se sentía dolido. Pero se daba cuenta de que se había equivocado en muchas suposiciones de lo que había pasado la noche anterior. La bruja no había esconcido el medallón. No había sido una excusa para decirle todo aquello. Y sin embargo, sí que era cierto que lo había tratado con desprecio y sí que era probablemente cierto que todo lo que le había dicho que pensaba de él era sentido y real.
Helena no tardó mucho más en moverse e incorporarse. Taliesin se giró hacia ella, y los ojos de ambos se encontraron. Le trajo una mezcla de sentimientos, entre los cuales inseguridad.
No pudo creerla cuando ella dijo que no pensaba lo que dijo. "Está siendo amable. Me tiene pena", concluyó. Le dolió en el orgullo. Bajó la mirada a sus manos, colocadas sobre sus piernas cruzadas, y apretó la mandíbula mientras pensaba. El silencio pesó durante unos largos segundos.
Debía admitir que aquello era lo más cercano a una disculpa que alguna vez hubiera escuchado de boca de Helena. Sabía que le habría costado decir algo así, y que fuera o no verdad que pensaba de él que era un estúpido, sí que era cierto que se arrepentía de haberlo dicho. De repente, ya no le parecía tan grave que la bruja dudara de su intelecto, con tal de que no lo tratara con desprecio; y lo que estaba haciendo ahora era todo lo contrario de despreciativo. Podía vivir con que lo trataran de tonto; él no sentía que fuera cierto.
- Tienes disculpa. Basta con decir "lo siento" - dejó escapar el aire de sus pulmones y se atrevió a levantar la mirada -. Yo también lo siento. Tendría que haberlo hablado en lugar de dejar que el enfado me manipulara. No eres insufrible; hasta ahora has sido una buena compañera de viaje. Sé que volver a Ciudad Lagarto te trajo sentimientos encontrados y debería haber sido más comprensivo con eso.
Se quedó en silencio un momento. Dudando si decir algo más o dejarlo en eso. Comenzó a hablar otra vez, algo más rápido para asegurarse de no perder convicción a mitad.
- Si realmente opinas que soy un estúpido... Estás en tu derecho - concluyó, mirándola a los ojos para transmitir su sinceridad -. No me importa. Pero me gustaría que nos tratemos con respeto y, mientras viajemos juntos, nos tomemos en cuenta en las decisiones que tomamos.
Al cabo de un rato en silencio, el vampiro hizo lo mismo, dándole la espalda a Helena igual que ella había hecho. Internamente sentía que aún no era su hora de dormir, pero en la calma y la oscuridad que había quedado cuando aquellos seres se habían retraído, no había nada más que hacer que rendirse ante el cansancio. Se sentía inesperadamente agotado. Al poco de haber considerado la posibilidad de descansar un rato, ya se había quedado dormido.
Se despertó después de lo que parecieron horas. Al incorporarse, vio a Helena durmiendo cerca. Se sentó con las piernas cruzadas y esperó, pensando, reordenando, analizando. Incluso después del sueño, se sentía dolido. Pero se daba cuenta de que se había equivocado en muchas suposiciones de lo que había pasado la noche anterior. La bruja no había esconcido el medallón. No había sido una excusa para decirle todo aquello. Y sin embargo, sí que era cierto que lo había tratado con desprecio y sí que era probablemente cierto que todo lo que le había dicho que pensaba de él era sentido y real.
Helena no tardó mucho más en moverse e incorporarse. Taliesin se giró hacia ella, y los ojos de ambos se encontraron. Le trajo una mezcla de sentimientos, entre los cuales inseguridad.
No pudo creerla cuando ella dijo que no pensaba lo que dijo. "Está siendo amable. Me tiene pena", concluyó. Le dolió en el orgullo. Bajó la mirada a sus manos, colocadas sobre sus piernas cruzadas, y apretó la mandíbula mientras pensaba. El silencio pesó durante unos largos segundos.
Debía admitir que aquello era lo más cercano a una disculpa que alguna vez hubiera escuchado de boca de Helena. Sabía que le habría costado decir algo así, y que fuera o no verdad que pensaba de él que era un estúpido, sí que era cierto que se arrepentía de haberlo dicho. De repente, ya no le parecía tan grave que la bruja dudara de su intelecto, con tal de que no lo tratara con desprecio; y lo que estaba haciendo ahora era todo lo contrario de despreciativo. Podía vivir con que lo trataran de tonto; él no sentía que fuera cierto.
- Tienes disculpa. Basta con decir "lo siento" - dejó escapar el aire de sus pulmones y se atrevió a levantar la mirada -. Yo también lo siento. Tendría que haberlo hablado en lugar de dejar que el enfado me manipulara. No eres insufrible; hasta ahora has sido una buena compañera de viaje. Sé que volver a Ciudad Lagarto te trajo sentimientos encontrados y debería haber sido más comprensivo con eso.
Se quedó en silencio un momento. Dudando si decir algo más o dejarlo en eso. Comenzó a hablar otra vez, algo más rápido para asegurarse de no perder convicción a mitad.
- Si realmente opinas que soy un estúpido... Estás en tu derecho - concluyó, mirándola a los ojos para transmitir su sinceridad -. No me importa. Pero me gustaría que nos tratemos con respeto y, mientras viajemos juntos, nos tomemos en cuenta en las decisiones que tomamos.
Taliesin Skatha
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Re: Con o sin ti [Privado]
Ante la reacción positiva de Taliesin, la bruja se quitó de encima un gran peso, uno con el que estaba cargando desde la fiesta del virrey de Ciudad Lagarto, el cual se sentía asfixiante. Esta sensación le causó el sentir incluso un nudo en el estómago. Por suerte, todo desapareció, aunque no sin dejar rastro, aún sentía cierta incomodidad, pero era soportable y suponía que se desvanecería con el tiempo.
El vampiro también se disculpó por su parte.
-Ni hablar.-Negó, aún sentada y llevándose las rodillas al pecho para rodearlas con los brazos-Soy insufrible; mucho. Lo que es raro es que aún sigas aquí y no me hayas dejado.-Se encogió de hombros. Ella lo habría hecho sin dudarlo.-Tampoco soy buena compañera de viaje. Solo doy problemas y siempre estoy a la línea del asesinato-Se llevó una mano a la frente, le dolía un poco.-...consciente o no. Y lo que más me asusta es que me da igual...-Suspiró, resignada-No soy buena persona, Tali. Simplemente actúo por conveniencias e intereses, caiga quien caiga.-Se pausó un momento, retomando el hilo de lo que el vampiro dijo.-Ciudad Lagarto acrecentó eso.-En concreto, Matthew Owens.
Se quedó callada en primera instancia ante las últimas palabras de su compañero, no sabiendo muy bien qué decir, o si siquiera era correcto comentar algo al respecto.
Torció el gesto y balbuceó un poco antes de romper a hablar.
-Realmente eres un estúpido...-Sonrió con afecto-...pero me gustaría ser como tú. Pero el mundo está en mi contra, y los malditos dioses no paran de interponerse en mi camino...-Suspiró al mismo tiempo que se llevaba de nuevo una mano a la cabeza, el dolor iba en aumento, quizás era la falta de sueño. Eso esperaba al menos.-Te puedo prometer que, a partir de ahora, jamás te faltaré el respeto y tomaré tus decisiones muy en cuenta.-Asintió, sincera.
Poco a poco, el fondo negro que les rodeaba iba adquiriendo una tenue luz. Tras breves miradas a este y al vampiro, Helena pudo discernir que ambos se encontraban de nuevo en mitad del bosque, sentados. Por un momento dudó de que si lo que había pasado fue un mero sueño o de verdad ocurrió. Suerte que ahí estaba Taliesin para corroborarlo.
Se puso en pie y echó un vistazo a su alrededor. No sentía perturbaciones extrañas en el éter, tan solo el fluir de este en la naturaleza y una agradable brisa que lo acompañaba.
Lo que sí que había cambiado es el color del cielo, pues la falta de color de la noche iba dando a un tono azulado oscuro que vaticinaba la venida del amanecer. A esto se le sumó el trinar de los pájaros que se despertaban para recibir al nuevo día. Demasiado pronto, en opinión de Helena, pues claramente aún era de noche, pero la naturaleza era sabia hasta para eso.
Miró una vez más a Taliesin y le ofreció levantarse.
El vampiro también se disculpó por su parte.
-Ni hablar.-Negó, aún sentada y llevándose las rodillas al pecho para rodearlas con los brazos-Soy insufrible; mucho. Lo que es raro es que aún sigas aquí y no me hayas dejado.-Se encogió de hombros. Ella lo habría hecho sin dudarlo.-Tampoco soy buena compañera de viaje. Solo doy problemas y siempre estoy a la línea del asesinato-Se llevó una mano a la frente, le dolía un poco.-...consciente o no. Y lo que más me asusta es que me da igual...-Suspiró, resignada-No soy buena persona, Tali. Simplemente actúo por conveniencias e intereses, caiga quien caiga.-Se pausó un momento, retomando el hilo de lo que el vampiro dijo.-Ciudad Lagarto acrecentó eso.-En concreto, Matthew Owens.
Se quedó callada en primera instancia ante las últimas palabras de su compañero, no sabiendo muy bien qué decir, o si siquiera era correcto comentar algo al respecto.
Torció el gesto y balbuceó un poco antes de romper a hablar.
-Realmente eres un estúpido...-Sonrió con afecto-...pero me gustaría ser como tú. Pero el mundo está en mi contra, y los malditos dioses no paran de interponerse en mi camino...-Suspiró al mismo tiempo que se llevaba de nuevo una mano a la cabeza, el dolor iba en aumento, quizás era la falta de sueño. Eso esperaba al menos.-Te puedo prometer que, a partir de ahora, jamás te faltaré el respeto y tomaré tus decisiones muy en cuenta.-Asintió, sincera.
Poco a poco, el fondo negro que les rodeaba iba adquiriendo una tenue luz. Tras breves miradas a este y al vampiro, Helena pudo discernir que ambos se encontraban de nuevo en mitad del bosque, sentados. Por un momento dudó de que si lo que había pasado fue un mero sueño o de verdad ocurrió. Suerte que ahí estaba Taliesin para corroborarlo.
Se puso en pie y echó un vistazo a su alrededor. No sentía perturbaciones extrañas en el éter, tan solo el fluir de este en la naturaleza y una agradable brisa que lo acompañaba.
Lo que sí que había cambiado es el color del cielo, pues la falta de color de la noche iba dando a un tono azulado oscuro que vaticinaba la venida del amanecer. A esto se le sumó el trinar de los pájaros que se despertaban para recibir al nuevo día. Demasiado pronto, en opinión de Helena, pues claramente aún era de noche, pero la naturaleza era sabia hasta para eso.
Miró una vez más a Taliesin y le ofreció levantarse.
Helena Rhodes
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Re: Con o sin ti [Privado]
Consideró en silencio las palabras de Helena. ¿Dejarla? Le sorprendió la elección de aquel verbo, pero no tuvo tiempo de pensarlo demasiado. Tampoco tenía una respuesta inmediata que darle a eso; nada que saliera del corazón como un "no voy a dejarte", porque no se conocían lo suficiente como para sentir algo así. Pero quizás, después de aquel breve episodio que parecía haber estado cerca de separarlos para siempre, se comprendían un poco más el uno al otro. Ella siguió hablando, y él siguió escuchando.
- Ser consciente de lo que quieres corregir es el primer paso - dijo simplemente, en un tono bajo.
Si Helena quería convertirse en mejor persona, él pensaba que podría.
Que lo volviera a llamar estúpido, si bien con aquel tono cariñoso, casi llegó a causar que el ambiente se enfriara de nuevo. El resto de la frase mitigó la tensión que el vampiro había vuelto a comenzar a aunar. La bruja era compleja, y no tenía mucha empatía; Taliesin estaba cada vez más convencido de ello. Aquello no significaba, sin embargo, que él debiera permitirle todo. Como, quizás, había estado haciendo hasta la noche anterior, en Ciudad Lagarto, cuando al fin había tenido ocasión de soltarle su enfado.
- Te tomo la palabra - respondió a su promesa, más serio y menos afable que ella.
Pasaron unos segundos, y entonces sí, Taliesin le sonrió de vuelta.
Y con aquello, volvían a estar en el bosque. Como si aquellos seres hubieran estado esperando que ambos sonrieran para al fin liberarlos. Casi parecía que todo hubiera sido un sueño, pero todo el camino que habían recorrido para llegar a aquella conclusión estaba demasiado presente y real.
Helena se levantó y le ofreció la mano. Taliesin la tomó para ponerse en pie.
- Ser consciente de lo que quieres corregir es el primer paso - dijo simplemente, en un tono bajo.
Si Helena quería convertirse en mejor persona, él pensaba que podría.
Que lo volviera a llamar estúpido, si bien con aquel tono cariñoso, casi llegó a causar que el ambiente se enfriara de nuevo. El resto de la frase mitigó la tensión que el vampiro había vuelto a comenzar a aunar. La bruja era compleja, y no tenía mucha empatía; Taliesin estaba cada vez más convencido de ello. Aquello no significaba, sin embargo, que él debiera permitirle todo. Como, quizás, había estado haciendo hasta la noche anterior, en Ciudad Lagarto, cuando al fin había tenido ocasión de soltarle su enfado.
- Te tomo la palabra - respondió a su promesa, más serio y menos afable que ella.
Pasaron unos segundos, y entonces sí, Taliesin le sonrió de vuelta.
Y con aquello, volvían a estar en el bosque. Como si aquellos seres hubieran estado esperando que ambos sonrieran para al fin liberarlos. Casi parecía que todo hubiera sido un sueño, pero todo el camino que habían recorrido para llegar a aquella conclusión estaba demasiado presente y real.
Helena se levantó y le ofreció la mano. Taliesin la tomó para ponerse en pie.
Taliesin Skatha
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