Una noche para matar el tiempo [Misión][Anastasia Boisson, Bruna]
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Una noche para matar el tiempo [Misión][Anastasia Boisson, Bruna]
Una noche para matar el tiempo...
Aquellos brujos cometieron un acto terrible- Comentaba el viejo de largas barbas a los jóvenes aprendices que lo acompañaban -Y es que claro, eran tiempos diferentes, que un brujo y una elfa se casaran en secreto había sido un duro golpe y encima tenían un hijo- Negó con la cabeza -¿Y qué pasó con esos brujos?- Preguntó curioso uno de los aprendices causando un largo silencio después de su pregunta -Una maldición eliminó al primogénito de cada generación en sus familias, algunos perdieron todo intentando evitarlo- Bajó la voz al anciano mientras indicaba con las manos que se acercaran -Una devastadora y misteriosa fuerza aparecía a las pocas noches de nacido el primogénito de cada familia involucrada y lo asesinaba.
Ninguno de ellos había conseguido salvarse hasta que hace unos años, un peculiar grupo formado por una elfa, una chica bestia, un niño humano y un niño brujo consiguieron detener la maldición y salvar al pequeño Spellbound- Todos se miraron unos a otros antes de echar a reír -¿El chico raro de la casa Spellbound?- Contestaron entre carcajadas -Hay más rareza en ese niño de las que ustedes pueden ver- Respondió el anciano guardando un largo silencio.
Situado a unas cuantas calles, la antigua Mansión de los Spellbound lucía abandonada y olvidada, largas enredaderas verdes se trepaban por sus altos muros y las paredes llenas de moho verde casi al punto de desarrollar su propia fauna parecían más propias de algún mausoleo abandonado, las rejas de la puerta principal apenas se abrían ocasionalmente para que Arthur, el fiel mayordomo que había quedado a cargo del pequeño saliera a comprar las provisiones.
Una vez más, como cada jueves, Arthur había dejado la casa para ir por provisiones, disimulaba sus casi dos metros de altura y su intimidante rostro con una capa acabada en capucha que lo hacía pasar de incógnito, aunque a la vez llamaba bastante la atención. Para su desgracia, aquella tarde no sería igual que todas las otras, pues una pareja de ladronzuelos había estado acechando el lugar durante varias semanas, calculando las salidas del mayordomo y la duración de las mismas en espera de una oportunidad para hacerse con algunas rarezas que pudieran encontrar en la abandonada mansión.
Recorrieron el lugar un par de veces de manera discreta para asegurarse que no hubiera nadie cerca y comenzaron a treparse por el más bajo de los muros en la parte derecha de aquella tétrica morada que antaño había sido el hogar de una renombrada familia -Vamos Tim, date prisa- Dijo desde la calle el menor de ellos, un jovencito que no tendría más de catorce años, con una larga cabellera roja y su cara llena de pecas -No es tan sencillo como parece Zory- Dijo el mayor que ya se encontraba cual jinete sobre el muro -Ay carajo no pue- tras aquellas palabras el niño se fue hacia el otro lado escuchándose luego un fuerte golpe contra el piso seguido de unos pasos doblando la esquina.
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∞ Saludos, valientes aventureros que han osado participar en esta aventura, de momento su primera interacción en este turno será para narrar el lugar donde se encuentran y sus motivos, de momento tienen tres opciones de ingreso.
∞ Una opción es interactuando con el pequeño ladronzuelo que ha quedado solo en la calle, el cual estará nervioso y con cara de culpable, la segunda opción es tropezando en Arthur en el mercado mientras compra alimentos y la tercera es con el anciano que cuenta la historia de los Spellbound a un grupo de chicos. Si lo desean pueden dividirse para abarcar opciones diferentes, pues cada entrada otorgará información diferente que servirá para entender mejor la historia.
∞ Para participar en esta misión deben postularse antes en [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
Ninguno de ellos había conseguido salvarse hasta que hace unos años, un peculiar grupo formado por una elfa, una chica bestia, un niño humano y un niño brujo consiguieron detener la maldición y salvar al pequeño Spellbound- Todos se miraron unos a otros antes de echar a reír -¿El chico raro de la casa Spellbound?- Contestaron entre carcajadas -Hay más rareza en ese niño de las que ustedes pueden ver- Respondió el anciano guardando un largo silencio.
Situado a unas cuantas calles, la antigua Mansión de los Spellbound lucía abandonada y olvidada, largas enredaderas verdes se trepaban por sus altos muros y las paredes llenas de moho verde casi al punto de desarrollar su propia fauna parecían más propias de algún mausoleo abandonado, las rejas de la puerta principal apenas se abrían ocasionalmente para que Arthur, el fiel mayordomo que había quedado a cargo del pequeño saliera a comprar las provisiones.
Una vez más, como cada jueves, Arthur había dejado la casa para ir por provisiones, disimulaba sus casi dos metros de altura y su intimidante rostro con una capa acabada en capucha que lo hacía pasar de incógnito, aunque a la vez llamaba bastante la atención. Para su desgracia, aquella tarde no sería igual que todas las otras, pues una pareja de ladronzuelos había estado acechando el lugar durante varias semanas, calculando las salidas del mayordomo y la duración de las mismas en espera de una oportunidad para hacerse con algunas rarezas que pudieran encontrar en la abandonada mansión.
Recorrieron el lugar un par de veces de manera discreta para asegurarse que no hubiera nadie cerca y comenzaron a treparse por el más bajo de los muros en la parte derecha de aquella tétrica morada que antaño había sido el hogar de una renombrada familia -Vamos Tim, date prisa- Dijo desde la calle el menor de ellos, un jovencito que no tendría más de catorce años, con una larga cabellera roja y su cara llena de pecas -No es tan sencillo como parece Zory- Dijo el mayor que ya se encontraba cual jinete sobre el muro -Ay carajo no pue- tras aquellas palabras el niño se fue hacia el otro lado escuchándose luego un fuerte golpe contra el piso seguido de unos pasos doblando la esquina.
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Ansur
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Re: Una noche para matar el tiempo [Misión][Anastasia Boisson, Bruna]
La visita a la tierra de los brujos de Bruna había resultado, hasta el momento, mucho menos asombrosa de lo que la mujer bestia anticipaba. La ciudad de Beltrexus no resultaba muy diferente a la capital humana de Lunargenta a los ojos de la ursina, salvo algún que otro cachivache extraño exhibido en los mercados, y la preferencia en vestir con largas túnicas por los lugareños a comparación de otros lugares.
Dejando eso de lado, la ciudad resultaba bonita a los ojos de Bruna, de no ser por un defecto que compartía con otras ciudades que la ursina tuvo la fortuna de visitar, las calles eran muy angostas para el trafico de personas que se manejaba en el lugar.
Bruna no dejaba de cochar o tropezarse con los lugareños del lugar mientras exploraba la ciudad, parecía que nunca se habían movido cerca de alguien tan grande como Bruna.
Estresada por el ir y venir de la gente, la ursina decidió encaminarse a una de las zonas menos transitadas de la ciudad para tratar de relajarse un poco.
Ya había salido la luna en el cielo cuando llego a los limites de una vieja mansión abandonada. Bruna no estaba familiarizada con ese tipo de estructuras, pero hasta ella se podía dar cuenta de en que tan mal estado estaba ese viejo caserón.
Preguntándose como se vería por dentro el edificio, la ursina dio la vuelta a la gran casa buscando un lugar tranquilo en el que pasar la noche, cuando noto algo extraño.
Un niño humano que estaba observando el muro exterior de la mansión volcó la mirada hacia la mujer bestia con una obvia alarma en su rostro.
Bruna se quedo un rato observando al niño, parecía asustando, pero ella no sabia si era por algo en la mansión o por encontrarse con una enorme mujer bestia en medio de la noche en la calle. La ursina soltó un largo suspiro y se acerco al niño de la forma menos amenazante posible, incluso dejando su martillo de madera poyado sobre la pared.
Al estar a una distancia, lo bastante cerca como para que pudiesen hablar tranquilamente, y lo bastante lejos como para que el pequeño no se asustara, Bruna se agacho hasta que su rostro quedara a la altura de la cara del pequeño, más o menos, -¿te pasa algo pequeño?- le pregunto con un tono amigable -puedes decirme que te asusta, si no soy yo te puedo ayudar- agrego la mujer bestia con una gentil sonrisa en el rostro.
Dejando eso de lado, la ciudad resultaba bonita a los ojos de Bruna, de no ser por un defecto que compartía con otras ciudades que la ursina tuvo la fortuna de visitar, las calles eran muy angostas para el trafico de personas que se manejaba en el lugar.
Bruna no dejaba de cochar o tropezarse con los lugareños del lugar mientras exploraba la ciudad, parecía que nunca se habían movido cerca de alguien tan grande como Bruna.
Estresada por el ir y venir de la gente, la ursina decidió encaminarse a una de las zonas menos transitadas de la ciudad para tratar de relajarse un poco.
Ya había salido la luna en el cielo cuando llego a los limites de una vieja mansión abandonada. Bruna no estaba familiarizada con ese tipo de estructuras, pero hasta ella se podía dar cuenta de en que tan mal estado estaba ese viejo caserón.
Preguntándose como se vería por dentro el edificio, la ursina dio la vuelta a la gran casa buscando un lugar tranquilo en el que pasar la noche, cuando noto algo extraño.
Un niño humano que estaba observando el muro exterior de la mansión volcó la mirada hacia la mujer bestia con una obvia alarma en su rostro.
Bruna se quedo un rato observando al niño, parecía asustando, pero ella no sabia si era por algo en la mansión o por encontrarse con una enorme mujer bestia en medio de la noche en la calle. La ursina soltó un largo suspiro y se acerco al niño de la forma menos amenazante posible, incluso dejando su martillo de madera poyado sobre la pared.
Al estar a una distancia, lo bastante cerca como para que pudiesen hablar tranquilamente, y lo bastante lejos como para que el pequeño no se asustara, Bruna se agacho hasta que su rostro quedara a la altura de la cara del pequeño, más o menos, -¿te pasa algo pequeño?- le pregunto con un tono amigable -puedes decirme que te asusta, si no soy yo te puedo ayudar- agrego la mujer bestia con una gentil sonrisa en el rostro.
Bruna
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Re: Una noche para matar el tiempo [Misión][Anastasia Boisson, Bruna]
Tras mi paso por la mansión Boisson me quedaron claras dos cosas: Que nadie me iba a recordar a menos que utilizara los limitados polvos del recuerdo, y por consiguiente, que estaba sola en esa misión.
Mi visita a la mansión no fue en vano, pues los planos que Cassandra guardaba me permitieron descubrir la nueva ubicación de Bella era el arenal de Roilkat. Hacía ya más de un año que no veía a mi madre biológica. Nuestros caminos se habían bifurcado en el último combate en Lunargenta, cuando yo me enfrenté a Dag Thorlák y ella hacía sus quehaceres con el Hombre Muerto. Pero no tenía ni idea de qué había hecho desde entonces. Aún así, estaba convencida de que si alguien podía ayudarme a curar mi maldición era, sin lugar a dudas, ella.
Pero Beltrexus era mi hogar. Un lugar repleto de gente con amplios conocimientos de magia. ¿Habría alguien más que podría ayudarme? Cualquier información era buena. Y valía la pena pagar dos noches de posada y emplear dos días si conseguía sacar algo en claro de todo aquello.
Haciendo cábalas en una taberna, pensé en los Spellbound. Aquella histórica familia de Beltrexus eran unos habituales de las grandes fiestas de la ciudad. Pero una terrible maldición corría por sus venas. Habían hablado con los brujos más poderosos de la ciudad para eliminarla. Incluso recuerdo que mi madre, Isabella, había ido varias veces a ayudarles. Pero no sé de qué manera ni cuál era su función exactamente. A fin de cuentas, la antigua maestra cazadora era incluso más opaca que yo en sus asuntos. Una carantoña en el pelo, una sonrisa y un “¿Qué hacer despierta a estas horas? No te preocupes, mamá está bien.” era cuanta información obtenía de ella cuando regresaba.
Tenía qué descubrir qué había pasado con la maldición de los Spellbound y aprender de dicha experiencia.
En otras circunstancias, presentarse sin más en la mansión habría sido una posibilidad. Pero ahora mismo, nadie me recordaba. Debía abordar a alguien pausible para acceder. ¿Pero qué Spellbound podía invadir? Sí. Recuerdo al viejo mayordomo de la familia, Arthur, un tipo bastante rutinario. Y, sin duda, aquel jueves se encontraría dando paseos por el mercadillo de la ciudad. Así, con la mayor parte del rostro y cuerpo tapados para no dejar ni un ápice de mi piel ser vista, caminé hacia allí.
El mercado estaba bastante transitado. Pero a una cazadora no le costaba dar con su presa cuando se lo proponía. Allí lo vi, en un puesto de frutería. Me acerqué. Pronto recordé lo que había comprobado de primera mano: Era imposible que me recordara. Daba igual, pues pronto podría identificar el símbolo de los cazadores de vampiros y la B de mi cinturón. Sabría que pertenecía a la familia de los Boisson y que era una cazadora de vampiros. Me miró de reojo, pero lo cierto es que trató de apartar la vista rápidamente. No le culpo por ello, yo tampoco me habría fijado demasiado en alguien con aspecto de cadáver. Y eso que sólo me había visto la cara.
Lo cierto es que nunca me caractericé por las palabras. A mi parecer, las miradas y los gestos apropiados podían llegar a ser más expresivos que un buen discurso. Así que apoyé mis cuartos sobre el puestito y tomé una manzana, la cual comencé a mordisquear. Durante unos segundos. Hecho que no tardó en traer la atención de la tendera, del mayordomo y también de una señora de mal rostro que aguardaba turno.
-¡No te cueles, listilla! – gritaba la avinagrada. Hora de poner en práctica lo dicho, bastó una pérfida sonrisa a través de la capucha, mostrándole mi pálida pero penetrante mirada, y un movimiento recostándome permitiendo a mi pesado armamento resonar en sus sujeciones, para persuadirla de que era mejor no dirigirse a mí con hostilidad. – Dis-Disculpe.
Luego cambié mi mirada sobre el mayordomo. Mantuve mis ojos en los suyos. Él me quitó la vista, pero ya sabía que estaba por qué estaba allíl. Conseguido el objetivo, me di la vuelta y con una sonrisa, tendí la vista a la tendera. Esta era mucho más agradable, tanto en modales como a la vista, que la anterior. La miré sin complejos de mi rostro. Y con unos ojos que mezclaban picardía y poder. Intimidada, agachó la cabeza casi al instante, a medio camino entre el miedo y la curiosidad. Luego le lancé una bien alimentada bolsa de aeros que con toda seguridad cubría más que la manzana y la compra del señor Arthur. – Cóbralo todo. Y quédate el cambio. Cortesía de la Casa Boisson. – Dejé claro con una reverencia con la cabeza.
El tipo se mostró sorprendido por mi gesto. Ahora sabía que no tenía escapatoria. Me miró y yo rápidamente le devolví la mirada de sorpresa-interesada que solía poner mi madre en estas ocasiones. – Arthur, ¿verdad? – Tenía una mirada apagada. No sé si por los años o, quizás, por el miedo a quien fuera una mujer peligrosa. No tenía motivo para temer de mí, a poco que viera mis reconocibles identificativos.
Hora de investigar.
*Off: Vale, ahora ya voy rápido
Mi visita a la mansión no fue en vano, pues los planos que Cassandra guardaba me permitieron descubrir la nueva ubicación de Bella era el arenal de Roilkat. Hacía ya más de un año que no veía a mi madre biológica. Nuestros caminos se habían bifurcado en el último combate en Lunargenta, cuando yo me enfrenté a Dag Thorlák y ella hacía sus quehaceres con el Hombre Muerto. Pero no tenía ni idea de qué había hecho desde entonces. Aún así, estaba convencida de que si alguien podía ayudarme a curar mi maldición era, sin lugar a dudas, ella.
Pero Beltrexus era mi hogar. Un lugar repleto de gente con amplios conocimientos de magia. ¿Habría alguien más que podría ayudarme? Cualquier información era buena. Y valía la pena pagar dos noches de posada y emplear dos días si conseguía sacar algo en claro de todo aquello.
Haciendo cábalas en una taberna, pensé en los Spellbound. Aquella histórica familia de Beltrexus eran unos habituales de las grandes fiestas de la ciudad. Pero una terrible maldición corría por sus venas. Habían hablado con los brujos más poderosos de la ciudad para eliminarla. Incluso recuerdo que mi madre, Isabella, había ido varias veces a ayudarles. Pero no sé de qué manera ni cuál era su función exactamente. A fin de cuentas, la antigua maestra cazadora era incluso más opaca que yo en sus asuntos. Una carantoña en el pelo, una sonrisa y un “¿Qué hacer despierta a estas horas? No te preocupes, mamá está bien.” era cuanta información obtenía de ella cuando regresaba.
Tenía qué descubrir qué había pasado con la maldición de los Spellbound y aprender de dicha experiencia.
En otras circunstancias, presentarse sin más en la mansión habría sido una posibilidad. Pero ahora mismo, nadie me recordaba. Debía abordar a alguien pausible para acceder. ¿Pero qué Spellbound podía invadir? Sí. Recuerdo al viejo mayordomo de la familia, Arthur, un tipo bastante rutinario. Y, sin duda, aquel jueves se encontraría dando paseos por el mercadillo de la ciudad. Así, con la mayor parte del rostro y cuerpo tapados para no dejar ni un ápice de mi piel ser vista, caminé hacia allí.
El mercado estaba bastante transitado. Pero a una cazadora no le costaba dar con su presa cuando se lo proponía. Allí lo vi, en un puesto de frutería. Me acerqué. Pronto recordé lo que había comprobado de primera mano: Era imposible que me recordara. Daba igual, pues pronto podría identificar el símbolo de los cazadores de vampiros y la B de mi cinturón. Sabría que pertenecía a la familia de los Boisson y que era una cazadora de vampiros. Me miró de reojo, pero lo cierto es que trató de apartar la vista rápidamente. No le culpo por ello, yo tampoco me habría fijado demasiado en alguien con aspecto de cadáver. Y eso que sólo me había visto la cara.
Lo cierto es que nunca me caractericé por las palabras. A mi parecer, las miradas y los gestos apropiados podían llegar a ser más expresivos que un buen discurso. Así que apoyé mis cuartos sobre el puestito y tomé una manzana, la cual comencé a mordisquear. Durante unos segundos. Hecho que no tardó en traer la atención de la tendera, del mayordomo y también de una señora de mal rostro que aguardaba turno.
-¡No te cueles, listilla! – gritaba la avinagrada. Hora de poner en práctica lo dicho, bastó una pérfida sonrisa a través de la capucha, mostrándole mi pálida pero penetrante mirada, y un movimiento recostándome permitiendo a mi pesado armamento resonar en sus sujeciones, para persuadirla de que era mejor no dirigirse a mí con hostilidad. – Dis-Disculpe.
Luego cambié mi mirada sobre el mayordomo. Mantuve mis ojos en los suyos. Él me quitó la vista, pero ya sabía que estaba por qué estaba allíl. Conseguido el objetivo, me di la vuelta y con una sonrisa, tendí la vista a la tendera. Esta era mucho más agradable, tanto en modales como a la vista, que la anterior. La miré sin complejos de mi rostro. Y con unos ojos que mezclaban picardía y poder. Intimidada, agachó la cabeza casi al instante, a medio camino entre el miedo y la curiosidad. Luego le lancé una bien alimentada bolsa de aeros que con toda seguridad cubría más que la manzana y la compra del señor Arthur. – Cóbralo todo. Y quédate el cambio. Cortesía de la Casa Boisson. – Dejé claro con una reverencia con la cabeza.
El tipo se mostró sorprendido por mi gesto. Ahora sabía que no tenía escapatoria. Me miró y yo rápidamente le devolví la mirada de sorpresa-interesada que solía poner mi madre en estas ocasiones. – Arthur, ¿verdad? – Tenía una mirada apagada. No sé si por los años o, quizás, por el miedo a quien fuera una mujer peligrosa. No tenía motivo para temer de mí, a poco que viera mis reconocibles identificativos.
Hora de investigar.
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Anastasia Boisson
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Re: Una noche para matar el tiempo [Misión][Anastasia Boisson, Bruna]
Aquellos dos niños huérfanos que deambulaban buscando comida por las calles de Beltrexus se metían en problemas debido a su imprudencia, pero al final siempre conseguían resolverlo de alguna manera, cada uno le confiaría su vida al otro y en respuesta, cada uno reaccionaba de prisa cuando el otro estaba en problemas -No, no, señora de pelaje esponjoso- Respondió el chico casi sin querer apartar la vista del muro por donde su fiel compañero había caído al otro lado -No pasa nada, todo está bien- Rio nervioso -Siga su camino, todo está bien.
No pasó mucho tiempo antes que sus palabras fueran desmentidas por un aterrador grito que vino desde el otro lado -¡Tim!- Gritó el pequeño olvidándose de todo para comenzar a dar saltitos intentando llegar al tope del muro, ayudándose de algunas salientes o fisuras de la agrietada y vieja muralla -Ayuda, por favor- Dijo el pequeño sin apartar la vista del borde superior a donde se había aferrado con ambas manos mientras sus piernas resbalaban intentando empujarse hacia arriba.
Subir no fue fácil pero finalmente consiguió llegar a la parte superior desde donde dirigió un vistazo al patio trasero de la mansión -No está, no está- Masculló nervioso -Ayúdame a encontrarlo, por favor, es todo lo que tengo en la vida- Suplicó a la mujer bestia mientras se dejaba caer al interior del muro -Mira eso, tiene que estar por ahí- En el piso había un par de marcas peculiares, un par de pisadas que Bruna podría reconocer como no-humanas, pero tampoco similares a ningún animal que conociera. Ese chico parecía estar en más problemas de los que imaginaba.
Un veterano soldado retirado del ejército de Dundarak que había encontrado su lugar como custodio de un misterioso chico y su madre enferma era ese al que llamaban Arthur, aunque según algunos rumores, no era su nombre real. Tras sus pasos había una larga historia que mantenía en secreto y cuyo único indicio era su ligera pero evidente cojera, tal vez alguna herida de guerra había restado movilidad a su pierna izquierda y había limitado su carrera en la milicia. Detalles que no pasarían desapercibidos para la cazadora si lo observaba detalladamente, tenía el porte de un soldado aunque intentaba ocultarlo.
Recibió de manera amable el gesto de Anastasia repitiendo su apellido en el proceso -Boisson- Había escuchado algunos rumores de ese apellido, algunos buenos, algunos malos, todo de acuerdo a quien contara la historia -Gracias- Expresó en tono serio y con algo de desconfianza -Arthur, así es ¿Y tú eres?- Se presentó sin salir de su aire de desconfianza. Luego de las presentaciones un brazalete rojo en la mano de Arthur emitió un brillo que lo puso en alerta -Maldita sea, ha vuelto- Miró su pierna mala y acto seguido miró a la recién conocida -¿Puedes cazar otros monstruos además de vampiros?- Francamente esperaba que así fuera, pues no habría tiempo para arrepentimientos.
Solamente unos segundos transcurrieron luego que Arthur colocó su mano sobre Anastasia y comenzó a murmurar unas palabras en lenguas antiguas, un torbellino de sombras rodeó a ambos hasta que sus ojos no alcanzaban a ver siquiera sus propias manos. Cuando recuperaron la vista se encontraban ambos dentro de la mansión sobre un círculo de runas -Como odio esto- Dijo el guardián antes de vomitar aparatosamente.
∞ Bruna: Ahora eres parte de la aventura en el lado de los intrusos, has visto los rastros de una criatura extraña que podría ser muy peligrosa para un par de niños. Pueden seguir el rastro hasta la parte posterior de la casa en una puerta que no puede ser abierta a la fuerza. Pero un corazón tranquilo y sin malicia puede abrirla sin problemas..
∞ Anastasia: Han sido transportados al interior de la mansión, puedes controlar a Arthur para entrar a la habitación protegida, dentro encontrarán a una mujer sentada en una silla con la mirada fija a través de la ventana, la habitación luce ordenada y limpia, pero como si nadie la habitara.
∞ De momento no hay riesgo o peligro para ninguno de los dos, aprovechen estas primeras rondas para obtener información. Estén atentos a los pequeños detalles..
No pasó mucho tiempo antes que sus palabras fueran desmentidas por un aterrador grito que vino desde el otro lado -¡Tim!- Gritó el pequeño olvidándose de todo para comenzar a dar saltitos intentando llegar al tope del muro, ayudándose de algunas salientes o fisuras de la agrietada y vieja muralla -Ayuda, por favor- Dijo el pequeño sin apartar la vista del borde superior a donde se había aferrado con ambas manos mientras sus piernas resbalaban intentando empujarse hacia arriba.
Subir no fue fácil pero finalmente consiguió llegar a la parte superior desde donde dirigió un vistazo al patio trasero de la mansión -No está, no está- Masculló nervioso -Ayúdame a encontrarlo, por favor, es todo lo que tengo en la vida- Suplicó a la mujer bestia mientras se dejaba caer al interior del muro -Mira eso, tiene que estar por ahí- En el piso había un par de marcas peculiares, un par de pisadas que Bruna podría reconocer como no-humanas, pero tampoco similares a ningún animal que conociera. Ese chico parecía estar en más problemas de los que imaginaba.
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Un veterano soldado retirado del ejército de Dundarak que había encontrado su lugar como custodio de un misterioso chico y su madre enferma era ese al que llamaban Arthur, aunque según algunos rumores, no era su nombre real. Tras sus pasos había una larga historia que mantenía en secreto y cuyo único indicio era su ligera pero evidente cojera, tal vez alguna herida de guerra había restado movilidad a su pierna izquierda y había limitado su carrera en la milicia. Detalles que no pasarían desapercibidos para la cazadora si lo observaba detalladamente, tenía el porte de un soldado aunque intentaba ocultarlo.
Recibió de manera amable el gesto de Anastasia repitiendo su apellido en el proceso -Boisson- Había escuchado algunos rumores de ese apellido, algunos buenos, algunos malos, todo de acuerdo a quien contara la historia -Gracias- Expresó en tono serio y con algo de desconfianza -Arthur, así es ¿Y tú eres?- Se presentó sin salir de su aire de desconfianza. Luego de las presentaciones un brazalete rojo en la mano de Arthur emitió un brillo que lo puso en alerta -Maldita sea, ha vuelto- Miró su pierna mala y acto seguido miró a la recién conocida -¿Puedes cazar otros monstruos además de vampiros?- Francamente esperaba que así fuera, pues no habría tiempo para arrepentimientos.
Solamente unos segundos transcurrieron luego que Arthur colocó su mano sobre Anastasia y comenzó a murmurar unas palabras en lenguas antiguas, un torbellino de sombras rodeó a ambos hasta que sus ojos no alcanzaban a ver siquiera sus propias manos. Cuando recuperaron la vista se encontraban ambos dentro de la mansión sobre un círculo de runas -Como odio esto- Dijo el guardián antes de vomitar aparatosamente.
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∞ Bruna: Ahora eres parte de la aventura en el lado de los intrusos, has visto los rastros de una criatura extraña que podría ser muy peligrosa para un par de niños. Pueden seguir el rastro hasta la parte posterior de la casa en una puerta que no puede ser abierta a la fuerza. Pero un corazón tranquilo y sin malicia puede abrirla sin problemas..
∞ Anastasia: Han sido transportados al interior de la mansión, puedes controlar a Arthur para entrar a la habitación protegida, dentro encontrarán a una mujer sentada en una silla con la mirada fija a través de la ventana, la habitación luce ordenada y limpia, pero como si nadie la habitara.
∞ De momento no hay riesgo o peligro para ninguno de los dos, aprovechen estas primeras rondas para obtener información. Estén atentos a los pequeños detalles..
Ansur
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Re: Una noche para matar el tiempo [Misión][Anastasia Boisson, Bruna]
Bruna miró al pequeño con una expresión de incredulidad, para un pillo de calle el no era muy bueno a disimular sus intenciones, la ursina estaba tentada a hacer lo que el niño le pedía e irse por su lado cuando, el grito de terror del otro lado de la muralla llamó la atención de ambos.
Antes de que la mujer bestia se diera cuenta, el niño ya había subido de forma aparatosa sobre la muralla y se disponía a saltar dentro el jardín de ese caserón, posiblemente para ayudar al tal “Tim”, no sin antes rogarle ayuda a la ursina.
Bruna suspiro resignada, sabía que no podía decirle que no a la cría humana, el instinto materno era fuerte en ella, pero ¿cómo entraría ella?
Aunque el muro fuera bastante bajo, no sabía si aguantaría su peso, y con una mano agarrando su martillo se le haría más difícil de subir, Bruna suspiro de nuevo, lanzando su martillo del otro lado de la pared exclamando -¡cuidado del otro lado!- para luego realizar la misma acción aparatosa del niño antes que ella, solo que, mientras la entrada del niño humano al jardín seguramente pudo haber sido más agraciada, y seguramente más profesional, la entrada de Bruna fue la de una gigantesca bola de pelo que se deslomo del otro lado y terminó rodando sobre algunas de las flores del jardín.
Después de levantarse, luego de soltar un pequeño estornudo por los pétalos en su nariz, fue a recoger su martillo antes de echarle una mirada a las huellas que el niño le estaba señalando.
Bruna frunció el ceño al ver esas huellas, era obvio que no eran humanas, la ursina no era capaz de reconocerlas, pero algo era obvio, esto no era algo con lo cual un par de crías podían tratar -pase lo que pase, no te separes de mí- le dijo la mujer bestia al pequeño niño humano agarrando su martillo con ambas manos mientras seguía el rastro de aquella criatura extraña.
Finalmente las huellas guarion al recién formado dúo a una puerta trasera de la mansión, Bruna probaria a abrir la puerta, de no conseguirlo por las buenas, trataría de tumbarla, como ya se había acostumbrado a hacer en estas situaciones, pero esperaba no tener que llegar a eso, una entrada muy ruidosa podría poner en peligro a cualquiera de los dos niños, sabía que era mejor evitar una confrontación innecesaria con los ocupantes del lugar.
Afortunadamente, y de forma algo inesperada, la puerta se abrió sin problemas -se habrán olvidado de cerrarla al entrar- susurró la mujer bestia mientras se disponía a entrar a esa extraña mansión.
El lugar le daba una mala vibra, y estaba ansiosa de largarse de ahí después de rescatar al pequeño humano.
Antes de que la mujer bestia se diera cuenta, el niño ya había subido de forma aparatosa sobre la muralla y se disponía a saltar dentro el jardín de ese caserón, posiblemente para ayudar al tal “Tim”, no sin antes rogarle ayuda a la ursina.
Bruna suspiro resignada, sabía que no podía decirle que no a la cría humana, el instinto materno era fuerte en ella, pero ¿cómo entraría ella?
Aunque el muro fuera bastante bajo, no sabía si aguantaría su peso, y con una mano agarrando su martillo se le haría más difícil de subir, Bruna suspiro de nuevo, lanzando su martillo del otro lado de la pared exclamando -¡cuidado del otro lado!- para luego realizar la misma acción aparatosa del niño antes que ella, solo que, mientras la entrada del niño humano al jardín seguramente pudo haber sido más agraciada, y seguramente más profesional, la entrada de Bruna fue la de una gigantesca bola de pelo que se deslomo del otro lado y terminó rodando sobre algunas de las flores del jardín.
Después de levantarse, luego de soltar un pequeño estornudo por los pétalos en su nariz, fue a recoger su martillo antes de echarle una mirada a las huellas que el niño le estaba señalando.
Bruna frunció el ceño al ver esas huellas, era obvio que no eran humanas, la ursina no era capaz de reconocerlas, pero algo era obvio, esto no era algo con lo cual un par de crías podían tratar -pase lo que pase, no te separes de mí- le dijo la mujer bestia al pequeño niño humano agarrando su martillo con ambas manos mientras seguía el rastro de aquella criatura extraña.
Finalmente las huellas guarion al recién formado dúo a una puerta trasera de la mansión, Bruna probaria a abrir la puerta, de no conseguirlo por las buenas, trataría de tumbarla, como ya se había acostumbrado a hacer en estas situaciones, pero esperaba no tener que llegar a eso, una entrada muy ruidosa podría poner en peligro a cualquiera de los dos niños, sabía que era mejor evitar una confrontación innecesaria con los ocupantes del lugar.
Afortunadamente, y de forma algo inesperada, la puerta se abrió sin problemas -se habrán olvidado de cerrarla al entrar- susurró la mujer bestia mientras se disponía a entrar a esa extraña mansión.
El lugar le daba una mala vibra, y estaba ansiosa de largarse de ahí después de rescatar al pequeño humano.
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Re: Una noche para matar el tiempo [Misión][Anastasia Boisson, Bruna]
Aún me apoyaba con ambos codos sobre el mostrador, mientras mordisqueaba la manzana. Era la primera vez que veía a Arthur de cerca. Por su porte y su apariencia, parecía un hombre veterano, que había luchado en mil y un guerras. Tenía un cuerpo sorprendentemente atlético para su edad, pero cojeaba de una pierna.
Pero lo cierto es que no me interesaba lo más mínimo profundizar en su vida privada, así que no pregunté nada acerca de ello. El hombre me preguntó quién era yo. – Puedes llamarme Huracán. – dije tapándome mi boca llena con el brazo, mordisqueando la fruta. Casi no se me entendía.
No me quedaba mucho para terminar. Después podríamos proceder a profundizar acerca de la maldición. Pero algo parecía haber cambiado en el tipo, cuando el brazalete que llevaba comenzó a brillar. Dejé de comer y alcé una ceja. Aquello me llamó la atención. Arthur comenzó a ponerse nervioso y a blasfemar para, posteriormente, pedirme ayuda. ¡Genial! Ahora no habría que pedir acceso para entrar a la casa de la dichosa familia. Si bien no solía cazar vampiros, podía hacer una excepción si el bicho era de un nivel similar. ¿A qué tipo de monstruo se estaría refiriendo?
-Bueno, tengo mis tarifas. – Dije mostrando poco interés, sin mirarle, dando la vuelta a la fruta. Pegué otro mordisco. - ¿De qué estamos hablando?
El tipo no dijo nada y me tocó en el hombro. ¿Significaba aquello que aceptaba “lo que fuera”? Bueno, los Spellbound no eran pobres, precisamente. Pero por su cara de respeto, el reto parecía estar por encima de las posibilidades del veterano cojo.
Así, de pronto y tras unas palabras, aparecimos en el interior de un edificio. - Buen truco. – Dije esbozando una sonrisa mientras perdía mi vista en la sala y daba unos pasos en ellas. Siempre pensé que tener un brujo con habilidades de teletransporte en plantilla en el gremio era algo muy útil que me ahorraría mucho tiempo. Claro que se perdería una parte maravillosa de los contratos: los viajes.
El ambiente estaba cargado de una falsa sensación de tranquilidad que resultaba muy incómoda. Había una señora en una silla, a la que todavía no se le podía ver el rostro al estar mirando fíjamente a través de la ventana. Como si nadie estuviera allí. Me fijé sobre mis botas, una extraña luz emanaba de aquel círculo lleno de runas mágicas.
¿Qué implicaba aquello? Quizás una especie de ritual. ¿Íbamos a invocar una criatura, o tendría que ver algo la señora? Todo aquello era inquietante y parecía tener poco que ver con maldición. Quién sabe. Quizá no debería hable charlado con el viejo Arthur.
Pero lo cierto es que no me interesaba lo más mínimo profundizar en su vida privada, así que no pregunté nada acerca de ello. El hombre me preguntó quién era yo. – Puedes llamarme Huracán. – dije tapándome mi boca llena con el brazo, mordisqueando la fruta. Casi no se me entendía.
No me quedaba mucho para terminar. Después podríamos proceder a profundizar acerca de la maldición. Pero algo parecía haber cambiado en el tipo, cuando el brazalete que llevaba comenzó a brillar. Dejé de comer y alcé una ceja. Aquello me llamó la atención. Arthur comenzó a ponerse nervioso y a blasfemar para, posteriormente, pedirme ayuda. ¡Genial! Ahora no habría que pedir acceso para entrar a la casa de la dichosa familia. Si bien no solía cazar vampiros, podía hacer una excepción si el bicho era de un nivel similar. ¿A qué tipo de monstruo se estaría refiriendo?
-Bueno, tengo mis tarifas. – Dije mostrando poco interés, sin mirarle, dando la vuelta a la fruta. Pegué otro mordisco. - ¿De qué estamos hablando?
El tipo no dijo nada y me tocó en el hombro. ¿Significaba aquello que aceptaba “lo que fuera”? Bueno, los Spellbound no eran pobres, precisamente. Pero por su cara de respeto, el reto parecía estar por encima de las posibilidades del veterano cojo.
Así, de pronto y tras unas palabras, aparecimos en el interior de un edificio. - Buen truco. – Dije esbozando una sonrisa mientras perdía mi vista en la sala y daba unos pasos en ellas. Siempre pensé que tener un brujo con habilidades de teletransporte en plantilla en el gremio era algo muy útil que me ahorraría mucho tiempo. Claro que se perdería una parte maravillosa de los contratos: los viajes.
El ambiente estaba cargado de una falsa sensación de tranquilidad que resultaba muy incómoda. Había una señora en una silla, a la que todavía no se le podía ver el rostro al estar mirando fíjamente a través de la ventana. Como si nadie estuviera allí. Me fijé sobre mis botas, una extraña luz emanaba de aquel círculo lleno de runas mágicas.
¿Qué implicaba aquello? Quizás una especie de ritual. ¿Íbamos a invocar una criatura, o tendría que ver algo la señora? Todo aquello era inquietante y parecía tener poco que ver con maldición. Quién sabe. Quizá no debería hable charlado con el viejo Arthur.
Anastasia Boisson
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Re: Una noche para matar el tiempo [Misión][Anastasia Boisson, Bruna]
Atravesaron la puerta sin resistencia alguna, cosa que podría resultar bastante extraña tomando en cuenta el tamaño de la enorme mansión, al menos algo tenían que haberse gastado en seguridad, pero no parecía ser el caso -Tim- Dijo en un grito susurrado el niño aunque luego se daría cuenta que su grito no llegaba a ningún lado -¡Tiiim!- Gritó más fuerte en una terrible idea fruto de su desesperación e ingenuidad, con lo que seguramente pondría en alerta a los dueños de la casa.
No pasó mucho rato tras el grito para que un aura mágica y extraña se adueñara de la casa, pequeños relámpagos azules desfilaban por la casa hasta desembocar en un estruendo ahogado en una de las habitaciones del piso superior de la casa -No me separaré de ti...- Dijo antes de interrumpirse a sí mismo -¿Escuchaste eso? Hay alguien por ahí- Zory se lanzó a correr indicando a su peluda compañera que lo siguiera por las escaleras.
Se recostó a la pared el veterano guerrero luego de aquel extraño viaje -No recuerdo que hubiera una Huracán entre los Boisson- Dijo con algo de desconfianza ante el nombre -Pero si eres una de ellos, habrá oportunidad de demostrarlo- Señaló con orgullo el ostentoso lugar en que se encontraban -Si puedes con el trabajo, el dinero no será problema- Señaló a la mujer en la silla -Hace unos años, una criatura se apoderó de ella, y aunque al final lograron liberarla, jamás volvió a ser la misma- Su voz se escuchaba triste y resignado aunque luego cambió a un tono de rabia -Una criatura se ha obsesionado con ella y dice que le pertenece, que la mujer es el pago por su trabajo… Y regresa cada cierto tiempo a tomar lo que le pertenece.
Un ruido interrumpió la explicación y de inmediato Arthur se puso en guardia -Algo se acerca- Atravesó la puerta que tras un corto pasillo llevaba a las escaleras pero para su sorpresa no se trataba de la amenaza que imaginaba -¿Quiénes son ustedes? ¿Qué hacen aquí?- Alzó la voz con evidente enojo -Lo lamento, lo lamentamos, no quisimos, solo queríamos ver, y luego el muro, entonces algo se llevó a Tim, ¿ha visto a Tim? Había huellas, pero no eran de Tim, buscamos a Tim- El pequeño estaba tan nervioso que no paraba de hablar.
Rápidamente la actitud de Arthur se hizo más seria -Está aquí… Lo lamento chico, No se quién es Tim, pero seguro está muerto, vete con tu mascota o lo estarán ustedes también- Se refirió a Bruna de manera despectiva y dirigió su atención a Huracán para terminar de explicarle -Esta criatura es un usurpador, seres que roban la vitalidad y apariencia de sus víctimas- Su explicación sonaba un poco fantástica pero su actitud denotaba que se trataba de algo muy serio.
Muchos dicen que pertenecen a otro mundo y solo podían venir a través de algunos espejos, pero desde la batalla de Sandorai ha aumentado su frecuencia- Apretó los puños con rabia -La destrucción del orbe tal vez abrió otras puertas al cerrar una sola- Esto último lo dijo en un tono más bajo, pues no sabía si la cazadora y el chico con su mascota supieran la verdad acerca de eso.
¡Tim!- Gritó el niño al reconocer a su amigo -¡Estás vivo, sabía que estabas vivo!- Comenzó a correr de inmediato hacia su compañero que lucía casi inmóvil al pie de la escalera -Una cosa espantosa me arrastró, creí que me comería pero al final solo me soltó- Dijo el recién aparecido esperando reunirse con su compañero -¡Cuidado, niño estúpido! ¡No te acerques!- Gritó el guerrero Arthur haciendo el intento de correr pero deteniéndose al recordar dolorosamente que su cuerpo ya no era tan confiable como antes.
∞ Finalmente se han reunido todos en un mismo lugar, es momento de decidir su su interacción será cooperativa y amistosa para lograr el objetivo más fácil, o preferirán la discordia y el trabajo individual, cada quien es libre de elegir la manera que le parezca y enfrentarán el peligro de diferentes maneras de acuerdo a la forma en que decidan avanzar.
∞ Bruna: Dado que eres quien está más cerca de Zory, tendrás que decidir si lo dejas acercarse a su amigo o si en cambio lo detienes hasta aclarar la situación, ten en cuenta también que el pequeño es veloz y escurridizo, por lo que la velocidad con que bajes y el peso de tu cuerpo te podrían jugar en contra, haciendo que resulte difícil detener tu descenso.
∞ Anastasia: En ausencia de Bruna, los chicos logran reunirse, estarán muy cerca como para atacar a uno sin lastimar al otro, sin embargo podrás atacar bajo el riesgo de que se trate del chico real y no del usurpador del que habla Arthur, Si decides disparar tendrás que lanzar una runa para conocer la efectividad del disparo, necesitarás al menos suerte media para tener éxito.
No pasó mucho rato tras el grito para que un aura mágica y extraña se adueñara de la casa, pequeños relámpagos azules desfilaban por la casa hasta desembocar en un estruendo ahogado en una de las habitaciones del piso superior de la casa -No me separaré de ti...- Dijo antes de interrumpirse a sí mismo -¿Escuchaste eso? Hay alguien por ahí- Zory se lanzó a correr indicando a su peluda compañera que lo siguiera por las escaleras.
Se recostó a la pared el veterano guerrero luego de aquel extraño viaje -No recuerdo que hubiera una Huracán entre los Boisson- Dijo con algo de desconfianza ante el nombre -Pero si eres una de ellos, habrá oportunidad de demostrarlo- Señaló con orgullo el ostentoso lugar en que se encontraban -Si puedes con el trabajo, el dinero no será problema- Señaló a la mujer en la silla -Hace unos años, una criatura se apoderó de ella, y aunque al final lograron liberarla, jamás volvió a ser la misma- Su voz se escuchaba triste y resignado aunque luego cambió a un tono de rabia -Una criatura se ha obsesionado con ella y dice que le pertenece, que la mujer es el pago por su trabajo… Y regresa cada cierto tiempo a tomar lo que le pertenece.
Un ruido interrumpió la explicación y de inmediato Arthur se puso en guardia -Algo se acerca- Atravesó la puerta que tras un corto pasillo llevaba a las escaleras pero para su sorpresa no se trataba de la amenaza que imaginaba -¿Quiénes son ustedes? ¿Qué hacen aquí?- Alzó la voz con evidente enojo -Lo lamento, lo lamentamos, no quisimos, solo queríamos ver, y luego el muro, entonces algo se llevó a Tim, ¿ha visto a Tim? Había huellas, pero no eran de Tim, buscamos a Tim- El pequeño estaba tan nervioso que no paraba de hablar.
Rápidamente la actitud de Arthur se hizo más seria -Está aquí… Lo lamento chico, No se quién es Tim, pero seguro está muerto, vete con tu mascota o lo estarán ustedes también- Se refirió a Bruna de manera despectiva y dirigió su atención a Huracán para terminar de explicarle -Esta criatura es un usurpador, seres que roban la vitalidad y apariencia de sus víctimas- Su explicación sonaba un poco fantástica pero su actitud denotaba que se trataba de algo muy serio.
Muchos dicen que pertenecen a otro mundo y solo podían venir a través de algunos espejos, pero desde la batalla de Sandorai ha aumentado su frecuencia- Apretó los puños con rabia -La destrucción del orbe tal vez abrió otras puertas al cerrar una sola- Esto último lo dijo en un tono más bajo, pues no sabía si la cazadora y el chico con su mascota supieran la verdad acerca de eso.
¡Tim!- Gritó el niño al reconocer a su amigo -¡Estás vivo, sabía que estabas vivo!- Comenzó a correr de inmediato hacia su compañero que lucía casi inmóvil al pie de la escalera -Una cosa espantosa me arrastró, creí que me comería pero al final solo me soltó- Dijo el recién aparecido esperando reunirse con su compañero -¡Cuidado, niño estúpido! ¡No te acerques!- Gritó el guerrero Arthur haciendo el intento de correr pero deteniéndose al recordar dolorosamente que su cuerpo ya no era tan confiable como antes.
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∞ Finalmente se han reunido todos en un mismo lugar, es momento de decidir su su interacción será cooperativa y amistosa para lograr el objetivo más fácil, o preferirán la discordia y el trabajo individual, cada quien es libre de elegir la manera que le parezca y enfrentarán el peligro de diferentes maneras de acuerdo a la forma en que decidan avanzar.
∞ Bruna: Dado que eres quien está más cerca de Zory, tendrás que decidir si lo dejas acercarse a su amigo o si en cambio lo detienes hasta aclarar la situación, ten en cuenta también que el pequeño es veloz y escurridizo, por lo que la velocidad con que bajes y el peso de tu cuerpo te podrían jugar en contra, haciendo que resulte difícil detener tu descenso.
∞ Anastasia: En ausencia de Bruna, los chicos logran reunirse, estarán muy cerca como para atacar a uno sin lastimar al otro, sin embargo podrás atacar bajo el riesgo de que se trate del chico real y no del usurpador del que habla Arthur, Si decides disparar tendrás que lanzar una runa para conocer la efectividad del disparo, necesitarás al menos suerte media para tener éxito.
Ansur
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Re: Una noche para matar el tiempo [Misión][Anastasia Boisson, Bruna]
El hombre se esforzó en explicarme lo ocurrido. -Entiendo. – asentí a la información que el hombre me daba. – Un caso de posesión. He visto algo parecido otras veces. – Mantuve el rostro serio y fijo en el tipo.
Los casos a los que me refería estaban relacionados, generalmente, con vampiros con poderes de control mental. Lady Mortagglia tenía dicha capacidad. Pero las posesiones demoníacas tenían otra naturaleza que me resultaba más desconocida, y a la que me había enfrentado un menor número de veces. Por el momento parecía tener poco que ver con mi caso, pero ya que le había ofrecido mi ayuda, no podía abandonarlo así.
Poco después, sentí un extraño ruido fuera de la puerta. Un golpe fuerte. Me llevé la zurda a una de las ballestas de la mano y la desenfundé rápido antes de apuntar a la puerta. Lo cierto es que fue una decepción ver que se trataba de un crío y su mascota. - Meh… - Musité, y envié una mirada de pocos amigos a los niñatos. Luego hice rotar la ballesta sobre mi dedo en el gatillo y la enfundé de nuevo, esperando que Arthur los despachara.
Arthur no parecía conocer a los más recién llegados y los instó a salir de casa. Yo me crucé de brazos y escuché el fin de la explicación, ya olvidándome del crío y del panda. Incluso planteó la hipótesis de que esas extrañas criaturas hubieran surgido a raíz de lo sucedido con el orbe de Sandorái. Algo que sin duda, llamó mi atención y me hizo levantar ligeramente la vista. No iba a explicarle a aquel tipo todo lo relacionado con mi maldición, pero quizás pudiera aprovecharme de él para conseguir más información en mi investigación para eliminarla. Simplemente, me mantuve silenciosa, como solía hacer.
La pesada voz del crío volvió a chirriar en mis oídos. Me dieron ganas de meterle una colleja por interrumpir. Con la poca paciencia que tenía yo para con los críos…
Su intención era abrazar al nuevo infante que había aparecido por la escalera en la sala contigua. El tal Tim por el que había preguntado antes.
Aquella repentina aparición me pareció mosqueante. Pero el hecho de que Arthur instara al niño y al oso de que no se acercaran bajo ningún concepto, todavía me resulto más preocupante. Por mucho que el viejo quisiera detenerlo, ya no llegaría.
Yo, que era más joven y rápida, podía actuar. Pero mi moralidad no me permitía disparar a sangre fría a un presunto crío por el mero mal presentimiento de un yayo que es incapaz de atravesar un portal sin echar la comida. Necesitaba pruebas de facto, que me aseguraran que aquel chico verdaderamente era un demonio. Tenía recursos de sobra para derrotarlo de ser así.
Lo que sí podía era “arrestarlo” de manera provisional. Desenfundé la ballesta pesada y cambié el tipo de ataque a munición boleadora. – Apártate. – "... abuelo". Ordené a Arthur, en una voz imperativa. El chico ya estaba en la escalera junto al otro. Y no pude actuar con mayor rapidez por estar el tipo interrumpiendo la trayectoria.
Me concentré en el recién llegado y le observé. Al mismo tiempo, desenfundaba la ballesta pesada y tiraba de la palanca de cambio de munición. Optando por la opción de un disparo con una boleadora. Con ello podría retener al chico, en caso de ser inocente no recibiría daño. Y si se trataba de un demonio, probablemente trataría de escapar y, con suerte, mantenerlo retenido.
Por la proximidad de ambas víctimas, era un tiro difícil. Pero exhalé aire, tranquila, para concentrarme [1]. No quería alcanzar a su amigo también, pero Anastasia Boisson era la mejor tiradora de Aerandir. Y estaba segura de que no le heriría.
-Manifiéstate, demonio. – desafié con voz relajada, al tiempo que disparaba el gatillo y la boleadora giraba sobre su eje rumbo al crío. [2]
*Off: [1] Uso habi de nivel 1, marca de la cazadora, para aumentar mi precisión y no alcanzar al otro niño. [2] después, uso la habilidad de nivel 5 y disparo la munición boleadora para retener al niño o al demonio.
Los casos a los que me refería estaban relacionados, generalmente, con vampiros con poderes de control mental. Lady Mortagglia tenía dicha capacidad. Pero las posesiones demoníacas tenían otra naturaleza que me resultaba más desconocida, y a la que me había enfrentado un menor número de veces. Por el momento parecía tener poco que ver con mi caso, pero ya que le había ofrecido mi ayuda, no podía abandonarlo así.
Poco después, sentí un extraño ruido fuera de la puerta. Un golpe fuerte. Me llevé la zurda a una de las ballestas de la mano y la desenfundé rápido antes de apuntar a la puerta. Lo cierto es que fue una decepción ver que se trataba de un crío y su mascota. - Meh… - Musité, y envié una mirada de pocos amigos a los niñatos. Luego hice rotar la ballesta sobre mi dedo en el gatillo y la enfundé de nuevo, esperando que Arthur los despachara.
Arthur no parecía conocer a los más recién llegados y los instó a salir de casa. Yo me crucé de brazos y escuché el fin de la explicación, ya olvidándome del crío y del panda. Incluso planteó la hipótesis de que esas extrañas criaturas hubieran surgido a raíz de lo sucedido con el orbe de Sandorái. Algo que sin duda, llamó mi atención y me hizo levantar ligeramente la vista. No iba a explicarle a aquel tipo todo lo relacionado con mi maldición, pero quizás pudiera aprovecharme de él para conseguir más información en mi investigación para eliminarla. Simplemente, me mantuve silenciosa, como solía hacer.
La pesada voz del crío volvió a chirriar en mis oídos. Me dieron ganas de meterle una colleja por interrumpir. Con la poca paciencia que tenía yo para con los críos…
Su intención era abrazar al nuevo infante que había aparecido por la escalera en la sala contigua. El tal Tim por el que había preguntado antes.
Aquella repentina aparición me pareció mosqueante. Pero el hecho de que Arthur instara al niño y al oso de que no se acercaran bajo ningún concepto, todavía me resulto más preocupante. Por mucho que el viejo quisiera detenerlo, ya no llegaría.
Yo, que era más joven y rápida, podía actuar. Pero mi moralidad no me permitía disparar a sangre fría a un presunto crío por el mero mal presentimiento de un yayo que es incapaz de atravesar un portal sin echar la comida. Necesitaba pruebas de facto, que me aseguraran que aquel chico verdaderamente era un demonio. Tenía recursos de sobra para derrotarlo de ser así.
Lo que sí podía era “arrestarlo” de manera provisional. Desenfundé la ballesta pesada y cambié el tipo de ataque a munición boleadora. – Apártate. – "... abuelo". Ordené a Arthur, en una voz imperativa. El chico ya estaba en la escalera junto al otro. Y no pude actuar con mayor rapidez por estar el tipo interrumpiendo la trayectoria.
Me concentré en el recién llegado y le observé. Al mismo tiempo, desenfundaba la ballesta pesada y tiraba de la palanca de cambio de munición. Optando por la opción de un disparo con una boleadora. Con ello podría retener al chico, en caso de ser inocente no recibiría daño. Y si se trataba de un demonio, probablemente trataría de escapar y, con suerte, mantenerlo retenido.
Por la proximidad de ambas víctimas, era un tiro difícil. Pero exhalé aire, tranquila, para concentrarme [1]. No quería alcanzar a su amigo también, pero Anastasia Boisson era la mejor tiradora de Aerandir. Y estaba segura de que no le heriría.
-Manifiéstate, demonio. – desafié con voz relajada, al tiempo que disparaba el gatillo y la boleadora giraba sobre su eje rumbo al crío. [2]
*Off: [1] Uso habi de nivel 1, marca de la cazadora, para aumentar mi precisión y no alcanzar al otro niño. [2] después, uso la habilidad de nivel 5 y disparo la munición boleadora para retener al niño o al demonio.
Anastasia Boisson
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Re: Una noche para matar el tiempo [Misión][Anastasia Boisson, Bruna]
El miembro 'Anastasia Boisson' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Una noche para matar el tiempo [Misión][Anastasia Boisson, Bruna]
Arthur meditó un momento las palabras de la cazadora -Posesión no es el término adecuado, me temo- Dijo frotando su barbilla con dos dedos -¿Has oído de los suplantadores? La madre del chico fue atrapada en un espejo mientras la criatura tomaba su apariencia y se hacía pasar por ella- Aclaró aportando un poco más de luz al asunto. Lamentablemente el flujo de información fue cortado con la aparición de los intrusos y posteriormente aquel tercer chico que según el mayordomo de los Spellbound, no era lo que aparentaba ser.
No hizo falta mucho para que la cazadora reaccionara con sus formidables reflejos para lanzar un disparo que prometía ser certero. La criatura al verse descubierta intentó saltar para escapar pero su velocidad fue superada por la boleadora que se enredó en sus piernas cortándole el escape y derribándola al piso -Tim- Dijo el pequeño Zory preocupado por el otro pero esta vez no intentó correr a abrazarlo, había algo muy extraño con Tim, o con esa cosa que se parecía a Tim, tras el fuerte golpe contra el suelo su rostro se veía diferente, borroso y deforme como si un remolino en el centro de su cara devorara sus facciones dejando solo un agujero oscuro y tétrico.
Solo unos instantes bastaron para que Arthur saltara por un lado de las escalera, emitiendo un evidente quejido al caer pero disimulándolo con una apresurada carrera que acabó con una potente patada al rostro de la criatura -Esss… increíble… él… dijo que asssí sucedería- Dijo la criatura en el piso -No eres el de antes- Respondió Arthur extrañado mientras la criatura forcejaba para liberarse de la boleadora en sus piernas y se arrastraba con el piso con el fin de colocar siempre a Arthur entre ella y la cazadora de vampiros.
Ustedesss no ssserán sssufisscientesss para detenerlo- Dijo con aires de satisfacción, como si aquella situación no fuera un inconveniente en sus planes -Creessss que el chico esss tu protegido, pero mírate ¿dónde lo escondesss? Esss tu prisssionero- Una patada en eso que parecía ser la boca de la criatura la hizo callar por un momento, al parecer el comentario había dado justo en el clavo -Lo que hago es lo mejor para él, es lo que su madre querría- Se justificó aunque no era necesario hacerlo -Ah… la madre… deberíasss… cuidarla mejor- La criatura rió sonoramente satisfecha -No hasss entendido aún… sssoy una… dissstracción.
Repentinamente los ojos de Arthur se abrieron como platos evidenciando su sorpresa que fue acompañada por el sonido de cristales rotos en la habitación de la señora Spellbound, una ventana hecha trizas y tras unos segundos, el fuerte golpe de un cuerpo contra el piso evidenciaban un lamentable desastre, los ojos de Arthur se tornaron violetas y su cuerpo comenzó a cambiar, sus antebrazos y manos tomaban forma de extremidades de semidragón, usándolas para sujetar y triturar el cuello de la criatura -¡Largo, todos váyanse!- Dijo ahogado en su cólera pero muy a su pesar, no sería tan sencillo.
Muy poco duró la escena pues repentinamente el lugar se oscureció como si la noche cayera repentinamente -Nadie sssaldrá… con vida- Dijo la criatura de manera forzada -Él ha anticipado todo, dijo que esssto sssucedería… jusssto asssí- La criatura parecía confiada en lo que podía suceder o no, incluso parecía tener la certeza de que Arthur no la mataría, aunque la manera en la que mantenía la vista puesta en la cazadora y las precauciones que tomaba hacían suponer que no se sentía tan segura con respecto a la cazadora.
∞ Anastasia: Has conseguido apresar a la criatura, aunque intenta discretamente liberarse, podrás notar que con su agilidad, habría podido liberarse antes pero permanece ahí como distracción, incluso luego de admitirlo. La criatura parece tener instrucciones precisas de lo que va a ocurrir y parece señalar que trabaja para alguien más que le ha dado esas instrucciones. En este siguiente turno deberás describir algunas particuladidades nuevas del entorno: hay una especie de barrera mágica alrededor de la casa que no los dejará salir. También podrás notar que tras cruzar algunas puertas, volverás a entrar al mismo lugar. Te sugiero no pasar por algo el detalle de cuando la criatura menciona que el pequeño Spellbound es prisionero de Arthur ¿qué hay detrás de ese misterioso hombre y su manera de proteger al chico? ¿Por qué no hacerlo salir y le ayudas a cuidarlo? Eso último lo dejo a tu criterio pues, la presencia del chico puede llevar a situaciones diferentes.
∞ En cuanto al caso de Bruna, usaremos uno de los comodines anteriores, puedes atravesar una puerta y entrar al mismo lugar pero sin la presencia de la osa, también podrías añadir pequeños cambios muy leves cada vez que cruces alguna de esas puertas como alguna cortina rasgada o marcas en el piso, detalles que no pasan desapercibidos para una cazadora.
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No hizo falta mucho para que la cazadora reaccionara con sus formidables reflejos para lanzar un disparo que prometía ser certero. La criatura al verse descubierta intentó saltar para escapar pero su velocidad fue superada por la boleadora que se enredó en sus piernas cortándole el escape y derribándola al piso -Tim- Dijo el pequeño Zory preocupado por el otro pero esta vez no intentó correr a abrazarlo, había algo muy extraño con Tim, o con esa cosa que se parecía a Tim, tras el fuerte golpe contra el suelo su rostro se veía diferente, borroso y deforme como si un remolino en el centro de su cara devorara sus facciones dejando solo un agujero oscuro y tétrico.
Solo unos instantes bastaron para que Arthur saltara por un lado de las escalera, emitiendo un evidente quejido al caer pero disimulándolo con una apresurada carrera que acabó con una potente patada al rostro de la criatura -Esss… increíble… él… dijo que asssí sucedería- Dijo la criatura en el piso -No eres el de antes- Respondió Arthur extrañado mientras la criatura forcejaba para liberarse de la boleadora en sus piernas y se arrastraba con el piso con el fin de colocar siempre a Arthur entre ella y la cazadora de vampiros.
Ustedesss no ssserán sssufisscientesss para detenerlo- Dijo con aires de satisfacción, como si aquella situación no fuera un inconveniente en sus planes -Creessss que el chico esss tu protegido, pero mírate ¿dónde lo escondesss? Esss tu prisssionero- Una patada en eso que parecía ser la boca de la criatura la hizo callar por un momento, al parecer el comentario había dado justo en el clavo -Lo que hago es lo mejor para él, es lo que su madre querría- Se justificó aunque no era necesario hacerlo -Ah… la madre… deberíasss… cuidarla mejor- La criatura rió sonoramente satisfecha -No hasss entendido aún… sssoy una… dissstracción.
Repentinamente los ojos de Arthur se abrieron como platos evidenciando su sorpresa que fue acompañada por el sonido de cristales rotos en la habitación de la señora Spellbound, una ventana hecha trizas y tras unos segundos, el fuerte golpe de un cuerpo contra el piso evidenciaban un lamentable desastre, los ojos de Arthur se tornaron violetas y su cuerpo comenzó a cambiar, sus antebrazos y manos tomaban forma de extremidades de semidragón, usándolas para sujetar y triturar el cuello de la criatura -¡Largo, todos váyanse!- Dijo ahogado en su cólera pero muy a su pesar, no sería tan sencillo.
Muy poco duró la escena pues repentinamente el lugar se oscureció como si la noche cayera repentinamente -Nadie sssaldrá… con vida- Dijo la criatura de manera forzada -Él ha anticipado todo, dijo que esssto sssucedería… jusssto asssí- La criatura parecía confiada en lo que podía suceder o no, incluso parecía tener la certeza de que Arthur no la mataría, aunque la manera en la que mantenía la vista puesta en la cazadora y las precauciones que tomaba hacían suponer que no se sentía tan segura con respecto a la cazadora.
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∞ Anastasia: Has conseguido apresar a la criatura, aunque intenta discretamente liberarse, podrás notar que con su agilidad, habría podido liberarse antes pero permanece ahí como distracción, incluso luego de admitirlo. La criatura parece tener instrucciones precisas de lo que va a ocurrir y parece señalar que trabaja para alguien más que le ha dado esas instrucciones. En este siguiente turno deberás describir algunas particuladidades nuevas del entorno: hay una especie de barrera mágica alrededor de la casa que no los dejará salir. También podrás notar que tras cruzar algunas puertas, volverás a entrar al mismo lugar. Te sugiero no pasar por algo el detalle de cuando la criatura menciona que el pequeño Spellbound es prisionero de Arthur ¿qué hay detrás de ese misterioso hombre y su manera de proteger al chico? ¿Por qué no hacerlo salir y le ayudas a cuidarlo? Eso último lo dejo a tu criterio pues, la presencia del chico puede llevar a situaciones diferentes.
∞ En cuanto al caso de Bruna, usaremos uno de los comodines anteriores, puedes atravesar una puerta y entrar al mismo lugar pero sin la presencia de la osa, también podrías añadir pequeños cambios muy leves cada vez que cruces alguna de esas puertas como alguna cortina rasgada o marcas en el piso, detalles que no pasan desapercibidos para una cazadora.
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