El demonio de Verisar (Iori Li & Anastasia Boisson) [Trama Global Objetos Malditos]
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El demonio de Verisar (Iori Li & Anastasia Boisson) [Trama Global Objetos Malditos]
El mensajero llegó casi sin aliento mientras Áddila ultimaba algunos detalles de intendencia con Biden, uno de sus subalternos. Era evidente que no había escatimado energías a la hora de personarse ante ella, señal inequívoca de que el mensaje era urgente.
—Habla —ordenó, cortando al instante la conversación con Biden.
—Ha entrado —anunció el hombre con dificultad—. El demonio, la… la mujer de la que nos avisó Asland.
—¿Por dónde? ¿Cómo? —preguntó Áddila recelosa.
—Fue vista en el sector Daeg. Dejó inconsciente a un guardia y luego se volatilizó como el humo. La están buscando por todo el sector.
—No es suficiente —dijo la capitana—, quiero a los sectores Ethel y Ac buscando también y que pongan sobre aviso a los sectores Ing y Ac, por si apareciera por allí. Que redoblen la guardia por el lado del Edén.
—¿En los cinco sectores, capitana?
—En los cinco. Y fortifiquen también la guardia exterior.
—¿Por qué la exterior? —preguntó Biden.
—Si sale, podría intentar entrar de nuevo por otro sector. Solo estaríamos posponiendo el problema.
—¿Algo más? —preguntó el mensajero, reuniendo sus energías para partir de nuevo.
—Sí. La prioridad no es capturarla, sino impedir que llegue al Edén. ¿Me explico?
El mensajero asintió solemne, se explicaba perfectamente. Saludó con energía y salió corriendo a entregar las órdenes. Áddila lo siguió con la mirada durante un instante. Finalmente, se volvió hacia Biden, que la observaba con sus documentos aún en la mano.
—Puedes encargarte solo del resto —le dijo—. Ya me presentarás el informe en otro momento.
El hombre saludó y se alejó. La capitana tomó su lanza, extendió sus alas y, con un potente salto, ascendió al cielo.
En otra zona del campamento, Sanders, Allegra y Vick conformaban una de las partidas de búsqueda que peinaban el sector en busca de la intrusa.
—¿Vosotros os tragáis esa historia? —preguntó Vick mientras se acercaban a una de las secciones de voluntarios—. Lo de que se esfumó sin más. Yo creo que alguien se durmió en el trabajo y luego aprovechó la historia del demonio para escaquearse de responsabilidades.
—Quizá no sea más que una bruja —apuntó Allegra.
—¿Nada más que una bruja, eh? —dijo Sanders, el mayor del grupo, con un toque de mofa—. Como si fuera poca cosa. Yo estuve en Lirio, con los brujos del Hekshold, y te digo que esa gente no es normal.
Como para enfatizar su afirmación, el soldado se estremeció visiblemente. Abrió la boca para expandir su anécdota, pero fue interrumpido por Vick, que se detuvo de pronto señalando al frente. Tres figuras se alzaban no muy lejos de su camino, junto a la parte trasera de una tienda. En un instante, las armas estuvieron dispuestas: dos ballestas y una espada.
—¡Eh, vosotros! —demandó la rasgada voz de Sanders—. Nombre y razón de la reunión. Y las manos donde pueda verlas.
Iori: ¿Querías alejarte de los elfos? No podías haber elegido mejor, dada la historia reciente de Anastasia. Veremos qué tal se te dan los brujos. El turno lo abres tú, ya que en tus manos está delatar o encubrir a Anastasia, ella tendrá que actuar en función de tu decisión. ¿Acompañarás a estos dos extraños en su misión de rescate? Probablemente tengan la capacidad de ayudarte a salir del campamento de una pieza, jabones variados y todo. Otra cosa será lo que os encontréis al llegar a destino. Por otro lado, aún estás a tiempo de unirte a una de las otras misiones. Tic toc.
Anastasia: Tanto si Iori está contigo como contra ti, esconderte hasta que “todo explote” no es una opción. Bastante explotas tú solita, que has puesto a medio campamento en alerta. Si quieres rescatar a Rachel el momento es ahora, antes de que “todo explote” y la tomen por el enemigo, gracias a NIA. Busca una salida del campamento, preferiblemente por el lado contrario al que entraste. Dependiendo de lo que me cuentes, veremos a qué te toca enfrentarte a la hora de entrar al Edén. Tienes una breve descripción y un pequeño plano del lugar [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Hazte a la idea de que todo eso está cercado por la gente de la Guardia. A cierta distancia, para evitar proyectiles maliciosos.
—Habla —ordenó, cortando al instante la conversación con Biden.
—Ha entrado —anunció el hombre con dificultad—. El demonio, la… la mujer de la que nos avisó Asland.
—¿Por dónde? ¿Cómo? —preguntó Áddila recelosa.
—Fue vista en el sector Daeg. Dejó inconsciente a un guardia y luego se volatilizó como el humo. La están buscando por todo el sector.
—No es suficiente —dijo la capitana—, quiero a los sectores Ethel y Ac buscando también y que pongan sobre aviso a los sectores Ing y Ac, por si apareciera por allí. Que redoblen la guardia por el lado del Edén.
—¿En los cinco sectores, capitana?
—En los cinco. Y fortifiquen también la guardia exterior.
—¿Por qué la exterior? —preguntó Biden.
—Si sale, podría intentar entrar de nuevo por otro sector. Solo estaríamos posponiendo el problema.
—¿Algo más? —preguntó el mensajero, reuniendo sus energías para partir de nuevo.
—Sí. La prioridad no es capturarla, sino impedir que llegue al Edén. ¿Me explico?
El mensajero asintió solemne, se explicaba perfectamente. Saludó con energía y salió corriendo a entregar las órdenes. Áddila lo siguió con la mirada durante un instante. Finalmente, se volvió hacia Biden, que la observaba con sus documentos aún en la mano.
—Puedes encargarte solo del resto —le dijo—. Ya me presentarás el informe en otro momento.
El hombre saludó y se alejó. La capitana tomó su lanza, extendió sus alas y, con un potente salto, ascendió al cielo.
En otra zona del campamento, Sanders, Allegra y Vick conformaban una de las partidas de búsqueda que peinaban el sector en busca de la intrusa.
—¿Vosotros os tragáis esa historia? —preguntó Vick mientras se acercaban a una de las secciones de voluntarios—. Lo de que se esfumó sin más. Yo creo que alguien se durmió en el trabajo y luego aprovechó la historia del demonio para escaquearse de responsabilidades.
—Quizá no sea más que una bruja —apuntó Allegra.
—¿Nada más que una bruja, eh? —dijo Sanders, el mayor del grupo, con un toque de mofa—. Como si fuera poca cosa. Yo estuve en Lirio, con los brujos del Hekshold, y te digo que esa gente no es normal.
Como para enfatizar su afirmación, el soldado se estremeció visiblemente. Abrió la boca para expandir su anécdota, pero fue interrumpido por Vick, que se detuvo de pronto señalando al frente. Tres figuras se alzaban no muy lejos de su camino, junto a la parte trasera de una tienda. En un instante, las armas estuvieron dispuestas: dos ballestas y una espada.
—¡Eh, vosotros! —demandó la rasgada voz de Sanders—. Nombre y razón de la reunión. Y las manos donde pueda verlas.
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Iori: ¿Querías alejarte de los elfos? No podías haber elegido mejor, dada la historia reciente de Anastasia. Veremos qué tal se te dan los brujos. El turno lo abres tú, ya que en tus manos está delatar o encubrir a Anastasia, ella tendrá que actuar en función de tu decisión. ¿Acompañarás a estos dos extraños en su misión de rescate? Probablemente tengan la capacidad de ayudarte a salir del campamento de una pieza, jabones variados y todo. Otra cosa será lo que os encontréis al llegar a destino. Por otro lado, aún estás a tiempo de unirte a una de las otras misiones. Tic toc.
Anastasia: Tanto si Iori está contigo como contra ti, esconderte hasta que “todo explote” no es una opción. Bastante explotas tú solita, que has puesto a medio campamento en alerta. Si quieres rescatar a Rachel el momento es ahora, antes de que “todo explote” y la tomen por el enemigo, gracias a NIA. Busca una salida del campamento, preferiblemente por el lado contrario al que entraste. Dependiendo de lo que me cuentes, veremos a qué te toca enfrentarte a la hora de entrar al Edén. Tienes una breve descripción y un pequeño plano del lugar [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Hazte a la idea de que todo eso está cercado por la gente de la Guardia. A cierta distancia, para evitar proyectiles maliciosos.
Fehu
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Re: El demonio de Verisar (Iori Li & Anastasia Boisson) [Trama Global Objetos Malditos]
¿La hermana de un amigo? Iori meditó durante un segundo en el tipo de relación que tendrían esas personas como para meterse de lleno en la boca del lobo. Por la apariencia de la mujer no parecía disponer de suficiente poder como para internarse allí sola, y sin embargo la calma con la que hablaba mientras lanzaba la manzana hacia atrás le hizo recordar a Iori que las cosas no suelen ser lo que parecen.
La noche se animó con la aparición súbita de un hombre a su charla. La oscuridad no le permitía analizar bien su aspecto, al igual que con la mujer pero se adivinaba en él una vida experimentada y autosuficiente. Juzgando por sus palabras y por sus armas. Se conocían. Y se sintió entonces como el elemento que sobraba en la conversación entre los dos desconocidos.
Comenzaba a recular para regresar al cálido sueño cuando el hombre se presentó. Jules. - Iori - añadió unicamente sin poder evitar esbozar una leve sonrisa hacia él. La conversación siguió haciéndola por algún motivo ser parte de ella. Jules hablaba directo hacia Ania, pero volvía los ojos hacia ella para asegurarse de que seguía la novela.
Éter, elfos, brujos. Una mujer llamada Rachel y su alterego, NIA, y una maldición que recaía sobre la mujer llamada Ania. El ofrecimiento vino a ella como un vendaval abriendo la puerta de casa. Sin haberlo visto venir.
Los ojos azules se abrieron mucho mientras sus cejas se enarcaban en un gesto de contrariedad. Querían salir del campamento para poder continuar su avance hacia Edén. Eso lo entendía. Pero no comprendía qué haría ella acompañándolos. Excepto que como ayuda necesitasen a alguien que pudiese cortarle el pescuezo a un pollo, guisar un suculento plato o lavar la ropa hasta dejarla reluciente.
Tres figuras aparecieron, dirigiéndose a ellos con voz dura. Parecía una partida de búsqueda del intruso que hacía unos minutos había alertado a todo el campamento. Había más ambiente allí que en algunos de los festivales de las aldeas que Iori frecuentaba desde su juventud. - Servicio de cocinas e intendencia básica. De esta tienda - señaló dando un paso al frente. Se situó delante de Jules y Ania, y con su actitud podía parecer que hablaba en nombre de los tres cuando, en realidad la única que pertenecía a esos datos era ella. - Los gritos de alarma han sido una sorpresa - añadió mirando a los tres de forma alternativa sin saber exactamente cómo reaccionar.
Si Jules y Ania querían salir de allí, Iori podría guiarlos con facilidad. Conocía un paso. Pero lo primero era alejar ojos curiosos de ellos.
La noche se animó con la aparición súbita de un hombre a su charla. La oscuridad no le permitía analizar bien su aspecto, al igual que con la mujer pero se adivinaba en él una vida experimentada y autosuficiente. Juzgando por sus palabras y por sus armas. Se conocían. Y se sintió entonces como el elemento que sobraba en la conversación entre los dos desconocidos.
Comenzaba a recular para regresar al cálido sueño cuando el hombre se presentó. Jules. - Iori - añadió unicamente sin poder evitar esbozar una leve sonrisa hacia él. La conversación siguió haciéndola por algún motivo ser parte de ella. Jules hablaba directo hacia Ania, pero volvía los ojos hacia ella para asegurarse de que seguía la novela.
Éter, elfos, brujos. Una mujer llamada Rachel y su alterego, NIA, y una maldición que recaía sobre la mujer llamada Ania. El ofrecimiento vino a ella como un vendaval abriendo la puerta de casa. Sin haberlo visto venir.
Los ojos azules se abrieron mucho mientras sus cejas se enarcaban en un gesto de contrariedad. Querían salir del campamento para poder continuar su avance hacia Edén. Eso lo entendía. Pero no comprendía qué haría ella acompañándolos. Excepto que como ayuda necesitasen a alguien que pudiese cortarle el pescuezo a un pollo, guisar un suculento plato o lavar la ropa hasta dejarla reluciente.
Tres figuras aparecieron, dirigiéndose a ellos con voz dura. Parecía una partida de búsqueda del intruso que hacía unos minutos había alertado a todo el campamento. Había más ambiente allí que en algunos de los festivales de las aldeas que Iori frecuentaba desde su juventud. - Servicio de cocinas e intendencia básica. De esta tienda - señaló dando un paso al frente. Se situó delante de Jules y Ania, y con su actitud podía parecer que hablaba en nombre de los tres cuando, en realidad la única que pertenecía a esos datos era ella. - Los gritos de alarma han sido una sorpresa - añadió mirando a los tres de forma alternativa sin saber exactamente cómo reaccionar.
Si Jules y Ania querían salir de allí, Iori podría guiarlos con facilidad. Conocía un paso. Pero lo primero era alejar ojos curiosos de ellos.
Iori Li
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Re: El demonio de Verisar (Iori Li & Anastasia Boisson) [Trama Global Objetos Malditos]
Aborrecía que Jules diera tantos detalles de nuestra misión a una completa desconocida. Todavía no sabíamos si nos iba a traicionar. Y, para ser sincera, a esas alturas de mi vida me fiaba de poca gente. Yo sólo quería que me dijera cómo escapar del campamento y que se largara de allí. Pero Jules parecía empeñado en que la tal Iori podía ayudarnos en algo más.
Todas mis dudas acerca de su fidelidad quedarían disipadas en cuanto un trío de guardias nos sorprendió en la tienda con un tono agresivo. Me llevé las manos a la cartuchera, preparada para disparar si era preciso. Pero no hizo falta pues rápidamente nuestra compañera humana intervino por nosotros.
El gesto de Iori, de jugarse el pescuezo por encubrir a dos completos desconocidos, era muy loable por su parte. Pero… ¿Cocineros? ¿En serio Jules y yo teníamos pinta de cocineros? ¿Sería porque la ballesta pesada a mi espalda, que emanaba un aura negra, se confundía con una pata de jamón ahumada? ¿Tal vez porque las granadas del cinturón parecían botes donde guardaba las especias? ¿O porque la gabardina negra de mi compañero era, en realidad, un delantal de cocina?
Jules tiró de dotes interpretativas, como otras tantas veces, y completó el comentario de Iori.
-Exacto. – Dijo, haciéndose el enfadado. - ¿Sabéis lo difícil que es preparar comida para medio campamento entre tres personas? ¡Dejadnos en paz e id a hacer vuestro trabajo! – Dijo, echándose para adelante para espantarlos.
Pero la estupidez de los guardias nunca dejaba de sorprenderme. Fuera por el motivo que fuera, aquello pareció colar. Y el grupito, por los pelos, nos dejó en paz. Jules resopló tranquilo, puso las manos en la cadera y se dio la vuelta hacia nosotros.
-¿Has cocinado alguna vez? – Me preguntó Jules. Me llevé la mano al pecho y con la mano le hice un gesto de negación mirando a otro lado. Casi hasta me sentí ofendida por la duda. – Vale, pero… ¿Y si no fuera una cuestión de dinero? Quiero decir, que no pudieras pagarle a tu mayordomo porque ha enfermado.
-Le pago a otro para que me vaya a por la cena. – Jules suspiró. – Siempre es una cuestión de dinero. – Entonces, comencé a caminar, volviendo a centrar mi atención en Iori.
Jules, por su parte, suspiró ante mi comentario. Luego tomó a la humana del hombro y se dirigió a ella de una manera muy amable. - Iori, te agradezco mucho que te hayas jugado el cuello por mi hermana, y sin conocernos de nada. – Le dijo de manera sentida. Atravesando su mirada con sus ojos azules.
También había pasado desapercibido la sonrisita que le había dedicado instantes antes. Hacía tiempo que Jules y yo no teníamos nada. Y, sí, era principalmente por culpa mía. Pero ello no quería decir que me resquemara bastante que enviara ojitos a otra mujer. Di un paso al frente del grupo, no sin antes dedicarle a la susodicha una miradita, de esas que sirven para marcar territorio entre mujeres.
¡Agh! ¿Qué más daba? En cuanto llegáramos al otro lado del río, Iori nos dejaría tranquilos. -Andando. Rachel no se rescatará sola. - comencé a andar. Teníamos que llegar antes de que la Guardia o El Edén se lanzasen al ataque, entonces todo sería más caótico.
El camino que seguimos estaba lo suficientemente apartado, lejos de donde habíamos montado el revuelo. Todo estaba vallado por la guardia. El acceso más factible parecía a través del río Donr. Sí, también tenía verjas, pero era una zona menos protegida al encontrarse el agua al otro lado. Incluso para la guardia era bien conocida la pésima relación de los componentes de los biocibernéticos y el agua. El Edén estaba justo al otro lado.
Para mí, atravesar una valla y un río no resultaba problema alguno, pero para Jules sí podía ser un problema. Tomé de mis bolsos una pequeña esferita que había conseguido en el templo de Anar, tomé una ballesta pistola del cinturón de Jules y la pegué a uno de sus virotes. Mientras preparaba todo para pasar, era el momento de decirle ciao a nuestra cocinerita favorita... – Aquí nos dividimos, querida. Gracias por tu ayuda. – Le dije rápidamente y más por compromiso que por otra cosa. Me arrodillé y comencé a poner a punto mis trastos.
Pero Jules parecía emperrado en invitar a Iori a nuestra aventura. – Espera, ¿no querrás dejarla aquí, verdad? ¡Después de lo que ha hecho por nosotros! Podrían atacarla.
Aún con una rodilla anclada en el suelo, me di la vuelta, visiblemente molesta. - Ya le he dado las gracias por ello. – Aclaré, en no muy buenos tonos. – Esto no es una broma, Jules. ¿Crees que en El Edén nos recibirán con los brazos abiertos? No tiene pinta de saber defenderse. Y nosotros no podemos estar pendientes de ella. – Me di la vuelta, hice girar la ballesta con destreza en mi mano sobre el gatillo y se devolví con el Orbe de Anar a Jules. – Pasas tú. Ella debe volver al campamento. Estará más segura allí. Y no te atrevas a discutírmelo. Es una orden. - Con apenas un tiro certero podría atravesar la valla y el río. Él sabía cómo.
En ese momento, me convertía en humo y atravesaba la verja, rumbo al otro lado del río, ya en El Edén, aunque aún a tiro de posibles guardianes de uno u otro bando. Allí esperaba materializarme sin ser vista, esperando a que el brujo llegara.
Atrás, Jules no pareció muy contento con la respuesta. – Una orden… Claro, maestra cazadora. – Rechistó. para sí mismo, sin que yo lo escuchara para su fortuna. Como siempre hacía con otra tanta gente que nos ayudaba. Se encariñaba de ellos y los invitaba a unirse. Y eso casi nos había causado más de un disgusto alguna que otra vez. – Tengo un presentimiento de que la necesitaremos dentro... - Se dijo a sí mismo.
El brujo tomó la ballesta. Apuntó por encima de la verja, rumbo a la costa donde me había materializado yo. Pero, antes de hacerlo, miró a Iori. – Iori, si crees que estás más segura con nosotros que en el campamento, la decisión no es de Ania… - Le tendió la mano libre. Si la tomaba, el Orbe de Anar la transportaría a ella también. Y ya no habría marcha atrás. - … es tuya.
Con o sin ella, Jules dispararía. Lo primero, siempre, era Rachel.
Narro el camino pues entiendo que debo describirlo y que Iori acepta guiarnos por lo que parece en su post. Para que Jules (y Iori, si quiere ella) entren al Edén, utilizo Orbe de Anar: [Consumible] arroja este orbe. Al chocar revienta e inmediatamente eres transportada al lugar donde se rompió. Ideal para escapar.
Todas mis dudas acerca de su fidelidad quedarían disipadas en cuanto un trío de guardias nos sorprendió en la tienda con un tono agresivo. Me llevé las manos a la cartuchera, preparada para disparar si era preciso. Pero no hizo falta pues rápidamente nuestra compañera humana intervino por nosotros.
El gesto de Iori, de jugarse el pescuezo por encubrir a dos completos desconocidos, era muy loable por su parte. Pero… ¿Cocineros? ¿En serio Jules y yo teníamos pinta de cocineros? ¿Sería porque la ballesta pesada a mi espalda, que emanaba un aura negra, se confundía con una pata de jamón ahumada? ¿Tal vez porque las granadas del cinturón parecían botes donde guardaba las especias? ¿O porque la gabardina negra de mi compañero era, en realidad, un delantal de cocina?
Jules tiró de dotes interpretativas, como otras tantas veces, y completó el comentario de Iori.
-Exacto. – Dijo, haciéndose el enfadado. - ¿Sabéis lo difícil que es preparar comida para medio campamento entre tres personas? ¡Dejadnos en paz e id a hacer vuestro trabajo! – Dijo, echándose para adelante para espantarlos.
Pero la estupidez de los guardias nunca dejaba de sorprenderme. Fuera por el motivo que fuera, aquello pareció colar. Y el grupito, por los pelos, nos dejó en paz. Jules resopló tranquilo, puso las manos en la cadera y se dio la vuelta hacia nosotros.
-¿Has cocinado alguna vez? – Me preguntó Jules. Me llevé la mano al pecho y con la mano le hice un gesto de negación mirando a otro lado. Casi hasta me sentí ofendida por la duda. – Vale, pero… ¿Y si no fuera una cuestión de dinero? Quiero decir, que no pudieras pagarle a tu mayordomo porque ha enfermado.
-Le pago a otro para que me vaya a por la cena. – Jules suspiró. – Siempre es una cuestión de dinero. – Entonces, comencé a caminar, volviendo a centrar mi atención en Iori.
Jules, por su parte, suspiró ante mi comentario. Luego tomó a la humana del hombro y se dirigió a ella de una manera muy amable. - Iori, te agradezco mucho que te hayas jugado el cuello por mi hermana, y sin conocernos de nada. – Le dijo de manera sentida. Atravesando su mirada con sus ojos azules.
También había pasado desapercibido la sonrisita que le había dedicado instantes antes. Hacía tiempo que Jules y yo no teníamos nada. Y, sí, era principalmente por culpa mía. Pero ello no quería decir que me resquemara bastante que enviara ojitos a otra mujer. Di un paso al frente del grupo, no sin antes dedicarle a la susodicha una miradita, de esas que sirven para marcar territorio entre mujeres.
¡Agh! ¿Qué más daba? En cuanto llegáramos al otro lado del río, Iori nos dejaría tranquilos. -Andando. Rachel no se rescatará sola. - comencé a andar. Teníamos que llegar antes de que la Guardia o El Edén se lanzasen al ataque, entonces todo sería más caótico.
El camino que seguimos estaba lo suficientemente apartado, lejos de donde habíamos montado el revuelo. Todo estaba vallado por la guardia. El acceso más factible parecía a través del río Donr. Sí, también tenía verjas, pero era una zona menos protegida al encontrarse el agua al otro lado. Incluso para la guardia era bien conocida la pésima relación de los componentes de los biocibernéticos y el agua. El Edén estaba justo al otro lado.
Para mí, atravesar una valla y un río no resultaba problema alguno, pero para Jules sí podía ser un problema. Tomé de mis bolsos una pequeña esferita que había conseguido en el templo de Anar, tomé una ballesta pistola del cinturón de Jules y la pegué a uno de sus virotes. Mientras preparaba todo para pasar, era el momento de decirle ciao a nuestra cocinerita favorita... – Aquí nos dividimos, querida. Gracias por tu ayuda. – Le dije rápidamente y más por compromiso que por otra cosa. Me arrodillé y comencé a poner a punto mis trastos.
Pero Jules parecía emperrado en invitar a Iori a nuestra aventura. – Espera, ¿no querrás dejarla aquí, verdad? ¡Después de lo que ha hecho por nosotros! Podrían atacarla.
Aún con una rodilla anclada en el suelo, me di la vuelta, visiblemente molesta. - Ya le he dado las gracias por ello. – Aclaré, en no muy buenos tonos. – Esto no es una broma, Jules. ¿Crees que en El Edén nos recibirán con los brazos abiertos? No tiene pinta de saber defenderse. Y nosotros no podemos estar pendientes de ella. – Me di la vuelta, hice girar la ballesta con destreza en mi mano sobre el gatillo y se devolví con el Orbe de Anar a Jules. – Pasas tú. Ella debe volver al campamento. Estará más segura allí. Y no te atrevas a discutírmelo. Es una orden. - Con apenas un tiro certero podría atravesar la valla y el río. Él sabía cómo.
En ese momento, me convertía en humo y atravesaba la verja, rumbo al otro lado del río, ya en El Edén, aunque aún a tiro de posibles guardianes de uno u otro bando. Allí esperaba materializarme sin ser vista, esperando a que el brujo llegara.
Atrás, Jules no pareció muy contento con la respuesta. – Una orden… Claro, maestra cazadora. – Rechistó. para sí mismo, sin que yo lo escuchara para su fortuna. Como siempre hacía con otra tanta gente que nos ayudaba. Se encariñaba de ellos y los invitaba a unirse. Y eso casi nos había causado más de un disgusto alguna que otra vez. – Tengo un presentimiento de que la necesitaremos dentro... - Se dijo a sí mismo.
El brujo tomó la ballesta. Apuntó por encima de la verja, rumbo a la costa donde me había materializado yo. Pero, antes de hacerlo, miró a Iori. – Iori, si crees que estás más segura con nosotros que en el campamento, la decisión no es de Ania… - Le tendió la mano libre. Si la tomaba, el Orbe de Anar la transportaría a ella también. Y ya no habría marcha atrás. - … es tuya.
Con o sin ella, Jules dispararía. Lo primero, siempre, era Rachel.
Narro el camino pues entiendo que debo describirlo y que Iori acepta guiarnos por lo que parece en su post. Para que Jules (y Iori, si quiere ella) entren al Edén, utilizo Orbe de Anar: [Consumible] arroja este orbe. Al chocar revienta e inmediatamente eres transportada al lugar donde se rompió. Ideal para escapar.
Anastasia Boisson
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Re: El demonio de Verisar (Iori Li & Anastasia Boisson) [Trama Global Objetos Malditos]
Cuando Jules y Ania comenzaron a hablar sobre si la mujer cocinaba por si misma, Iori estuvo tentada de levantar la mano para presentarse voluntaria. La cocina era una tarea que le agradaba profundamente, y si ello implicada aún por encima recibir un cierto salario, le parecía una idea redonda.
La timidez de su mano comenzando a moverse hacia arriba murió cuando Jules se giró hacia ella para agrecerle. La dejó por un instante desorientada, tragando la leve ilusión que se había hecho en sus fantasías. Cocinar para muchas personas la estresaba. Esos días que llevaba en el campamento la habían frustrado con el poco tiempo y escaso mimo que le podía dedicar a la faena. Si Ania era la mujer noble que parecía y, mejor aún, con dinero suficiente, estaría más que encantada de seguirla al Edén ida y vuelta a cambio de un puesto en sus fogones.
La mirada azul del hombre le resultó cálida, con esa chispa de brillo divertida que tenía en la mirada. Por inercia la humana sonrió, formando en las comisuras un tipo de expresión que se podía traducir entre las diversas razas como una promesa de invitación. Una invitación de carne y calor. Por la forma en la que Ania la miró después, a la morena le quedó claro que aquel era territorio vedado. Y un revolcón, aunque fuese con un hombre como Jules, no valía lo que podría valer una posible promesa futura de trabajo como cocinera.
Sacudió la cabeza y haciéndoles un gesto, la muchacha guio el camino por la ruta que conocía hasta la zona del río. Con una agilidad de quien tiene sobre los hombros acumulados años de experiencia, Ania comenzó a arreglar sus bártulos de una forma que Iori no podía entender. Entrecerró los ojos intentando afinar el enfoque en la penumbra, cuando Jules inició la conversación. ¿Ella? ¿Con ellos?
Sabía de sobra que Ania no quería.
La parte de que no sabía defenderse le dolió un poco en su ego, pero aunque era cierto en parte, los días de aventura con los elfos la habían dotado de cierta resistencia física y mental a campañas como aquella. Más movida por llevarle la contraria que por hacer caso al lógico comentario de Ania, algo en Iori se movió dentro de ella en forma de reto. Una resolución estaba tomando forma en su mente cuando la sorpresa del cuerpo desvanecido de la mujer la hizo dar un paso atrás. - ¿¡Cómo!? -
Entonces entendió que ella era la intrusa a la que buscaban.
Su corazón comenzó a bombear a trompicones pensando de forma desordenada que se había metido en un problema. Fue la voz de Jules la que consiguió arrancar los ojos de Iori de la figura en la que Ania se había convertido de nuevo al otro lado del río. - Dioses...- susurró notando los latidos del corazón atenazando su garganta. Brujos.
Al menos ella. No estaba segura de que Jules lo fuese también. Una curiosa pareja que parecía estar decidida a ir a sacar a una tal Rachel del caos que sería el Edén cuando comenzase la contienda. La confusión de la mente de Iori, una idea comenzó a dominar sobre las demás, siendo la respuesta que necesitaba alta y clara en su cabeza. - Iré con vosotros - acertó a decir con decisión mientras tomaba la mano libre que él le ofrecía.
El calor humano la hizo sonreír mientras pensaba que, ojalá con todo aquello consiguiese un trabajo como cocinera para Ania.
La timidez de su mano comenzando a moverse hacia arriba murió cuando Jules se giró hacia ella para agrecerle. La dejó por un instante desorientada, tragando la leve ilusión que se había hecho en sus fantasías. Cocinar para muchas personas la estresaba. Esos días que llevaba en el campamento la habían frustrado con el poco tiempo y escaso mimo que le podía dedicar a la faena. Si Ania era la mujer noble que parecía y, mejor aún, con dinero suficiente, estaría más que encantada de seguirla al Edén ida y vuelta a cambio de un puesto en sus fogones.
La mirada azul del hombre le resultó cálida, con esa chispa de brillo divertida que tenía en la mirada. Por inercia la humana sonrió, formando en las comisuras un tipo de expresión que se podía traducir entre las diversas razas como una promesa de invitación. Una invitación de carne y calor. Por la forma en la que Ania la miró después, a la morena le quedó claro que aquel era territorio vedado. Y un revolcón, aunque fuese con un hombre como Jules, no valía lo que podría valer una posible promesa futura de trabajo como cocinera.
Sacudió la cabeza y haciéndoles un gesto, la muchacha guio el camino por la ruta que conocía hasta la zona del río. Con una agilidad de quien tiene sobre los hombros acumulados años de experiencia, Ania comenzó a arreglar sus bártulos de una forma que Iori no podía entender. Entrecerró los ojos intentando afinar el enfoque en la penumbra, cuando Jules inició la conversación. ¿Ella? ¿Con ellos?
Sabía de sobra que Ania no quería.
La parte de que no sabía defenderse le dolió un poco en su ego, pero aunque era cierto en parte, los días de aventura con los elfos la habían dotado de cierta resistencia física y mental a campañas como aquella. Más movida por llevarle la contraria que por hacer caso al lógico comentario de Ania, algo en Iori se movió dentro de ella en forma de reto. Una resolución estaba tomando forma en su mente cuando la sorpresa del cuerpo desvanecido de la mujer la hizo dar un paso atrás. - ¿¡Cómo!? -
Entonces entendió que ella era la intrusa a la que buscaban.
Su corazón comenzó a bombear a trompicones pensando de forma desordenada que se había metido en un problema. Fue la voz de Jules la que consiguió arrancar los ojos de Iori de la figura en la que Ania se había convertido de nuevo al otro lado del río. - Dioses...- susurró notando los latidos del corazón atenazando su garganta. Brujos.
Al menos ella. No estaba segura de que Jules lo fuese también. Una curiosa pareja que parecía estar decidida a ir a sacar a una tal Rachel del caos que sería el Edén cuando comenzase la contienda. La confusión de la mente de Iori, una idea comenzó a dominar sobre las demás, siendo la respuesta que necesitaba alta y clara en su cabeza. - Iré con vosotros - acertó a decir con decisión mientras tomaba la mano libre que él le ofrecía.
El calor humano la hizo sonreír mientras pensaba que, ojalá con todo aquello consiguiese un trabajo como cocinera para Ania.
Iori Li
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Re: El demonio de Verisar (Iori Li & Anastasia Boisson) [Trama Global Objetos Malditos]
El disparo de Jules fue certero, no podía ser de otro modo, y casi en el mismo instante que Iori depositó su mano en la de él, ambos fueron transportados al otro lado del río Donr. El viaje había sido más breve y rápido de lo que le habría gustado a Áddila, cuyos guardias seguían buscando con ojos incrédulos a una mujer que se transformaba en humo en medio de un triste crepúsculo.
Del lado del Edén, también había cierto ajetreo. Quizá fuera por eso que nadie había dado aún la voz de alarma, si es que los bio-cibernéticos necesitaban dar voces. Podía palparse en el aire que algo se estaba preparando, aunque ninguno de los individuos habría la boca para comunicarse. Todos parecían saber lo que se esperaba de ellos. Algo que, fuera lo que fuese, parecía requerir su presencia en la otra parte del complejo.
Pero no es esto lo que importa a nuestros héroes, ¿no es así? Han venido a encontrar a Rachel y solo a Rachel, después de todo. ¿Cómo averiguar cuál de las retorcidas galerías forradas de metal les llevaría a su destino? ¿Sería la que estaba guardada por el trío de luberus? ¿O aquella a cuya entrada se retorcía esa especie de gorila con plumas?
Siempre podían pararse a pedir indicaciones. Después de todo, NIA andaba buscando brujos y el camino hacia NIA apuntaba también a Rachel.
Como veis, no tengo mucho que contaros aquí (prefiero que me lo contéis vosotras), pero sí quería intervenir antes de que os hiciérais el tema solitas. Habéis llegado al Edén, una pequeña urbe de construcciones metálicas y desiguales.
La mayoría de sus habitantes parece estar reuniéndose en un área concreta del complejo. Esto no debería preocuparos (a no ser que os preocupe), después de todo, si todos van al mismo sitio, más fácil tendréis el esquivarlos, ¿cierto? A no ser, claro, que queráis que os vean, eso ya os lo dejo a vosotras.
Vuestro objetivo en este turno ya lo ha resumido Anastasia en su post: buscar a Rachel. ¿Dónde? Os he dejado unas pocas opciones, pero siempre podéis pensar en otra distinta. De lo que me contéis dependerá lo que acabéis encontrando. Un post cada una, en el orden que prefiráis.
Aquí podéis ver lo que son los luberus ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]). El gorila con plumas lo dejo a vuestra imaginación.
Del lado del Edén, también había cierto ajetreo. Quizá fuera por eso que nadie había dado aún la voz de alarma, si es que los bio-cibernéticos necesitaban dar voces. Podía palparse en el aire que algo se estaba preparando, aunque ninguno de los individuos habría la boca para comunicarse. Todos parecían saber lo que se esperaba de ellos. Algo que, fuera lo que fuese, parecía requerir su presencia en la otra parte del complejo.
Pero no es esto lo que importa a nuestros héroes, ¿no es así? Han venido a encontrar a Rachel y solo a Rachel, después de todo. ¿Cómo averiguar cuál de las retorcidas galerías forradas de metal les llevaría a su destino? ¿Sería la que estaba guardada por el trío de luberus? ¿O aquella a cuya entrada se retorcía esa especie de gorila con plumas?
Siempre podían pararse a pedir indicaciones. Después de todo, NIA andaba buscando brujos y el camino hacia NIA apuntaba también a Rachel.
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Como veis, no tengo mucho que contaros aquí (prefiero que me lo contéis vosotras), pero sí quería intervenir antes de que os hiciérais el tema solitas. Habéis llegado al Edén, una pequeña urbe de construcciones metálicas y desiguales.
La mayoría de sus habitantes parece estar reuniéndose en un área concreta del complejo. Esto no debería preocuparos (a no ser que os preocupe), después de todo, si todos van al mismo sitio, más fácil tendréis el esquivarlos, ¿cierto? A no ser, claro, que queráis que os vean, eso ya os lo dejo a vosotras.
Vuestro objetivo en este turno ya lo ha resumido Anastasia en su post: buscar a Rachel. ¿Dónde? Os he dejado unas pocas opciones, pero siempre podéis pensar en otra distinta. De lo que me contéis dependerá lo que acabéis encontrando. Un post cada una, en el orden que prefiráis.
Aquí podéis ver lo que son los luberus ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]). El gorila con plumas lo dejo a vuestra imaginación.
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Re: El demonio de Verisar (Iori Li & Anastasia Boisson) [Trama Global Objetos Malditos]
Al final la cocinera venía con nosotros.
Suspiré y caminé hacia mi compañero. Me crucé de brazos y miré a ambos con un rostro serio e imponente. Pero principalmente a él, principal responsable - ¿Por qué la has traído? ¡Esto no es ninguna broma! Ahí dentro vamos a tener problemas. – Le abronqué.
Aquello fue el inicio de una breve discusión.
-Venga, Huri. ¡No tenemos cocinero en el Palacio! Lázarus está muy mayor ya. - Comentó el brujo.
-¡Oh, nunca te vi tan interesado en encontrarme un cocinero hasta ahora! - Me crucé de brazos y reí irónica. - A mí no me la das, Jules. Sé lo que te traes entre manos.
-¡Eh! ¿Qué insinúas, Boisson? ¡Maldita sea, no! - Juro que lo quería matar. - Yo sólo digo que deberías darle la jubilación al bueno de Lázarus. ¿Cuántos años lleva trabajando para tu familia? ¡Si ya era viejo en los cuadros en los que tu difunta madre era una cría!
-Sólo tiene noventa años. Aún puede dar mucho de sí. - Protesté.
-¡Claro! Aún puede dar su dentadura postiza a la sopa en Samhain. - Estiró los brazos. - Págale una jubilación, por dios. El señor lo merece.
– Agh cállate ya. - Luego miré a Iori, sentenciante. - Si salimos de esta, hablaremos. – Dije seria. Luego me di la vuelta para continuar el camino al interior de la ciudad robótica. Alcé la mano y chasqueé los dedos. – Andando.
No había tiempo que perder, de modo que nos infiltramos por uno de esos intrincados canelones repletos de aceite y otras sustancias extrañas. Desde luego, mis botas de ligero tacón no constituían el calzado más óptimo para un acceso sigiloso en tuberías metálicas, pero lo cierto es que no parecía haber nadie ahí ya que lo que era la ciudad, se encontraba como hundida. Desde un punto alto, donde el metal se encontraba corroído, había una pequeña abertura de acceso. Me asomé y con la mano hice un gesto a Jules y Iori para que se asomaran. Había un salto de unos veinte metros, que si bien para mí no resultaría un problema para mí, sí que lo sería para mis compañeros.
En efecto, el Edén era una considerablemente grande ciudad de metal, rodeada cientos de pasillos estrechos y muy enrevesados. Sus habitantes eran principalmente criaturas metálicas carentes de todo tipo de vida.
-¿Ves a Rachel? – Preguntó Jules, observando desde la distancia.
-No. - Encontrar a la peloseta en aquel lugar tan poblado era poco menos que misión imposible.
“Invisibles” desde nuestra posición elevada, pudimos ver cómo todos comenzaron a dejar sus quehaceres para dirigirse a una zona. Como si algo en su cerebro de hojalata les hubiese dado la orden. - ¡Se mueven! ¿A dónde van?
Puse los ojos en blanco. - ¿A ver un partido de balóncabeza? ¿Cómo diablos quieres que lo sepa, Jules? – Protesté mirándolo molesta.
-No sé, Ania. El cerebro del grupo eres tú. Yo sólo pongo el músculo. Y Iori, la sal y la pimienta. – Se quejó él también. – En cualquier caso, seguro que van a donde está todo el meollo. Hay que bajar. - Luego señaló en dirección a una tubería que había cerca, de entre las muchas posibilidades que había. – Podemos, no, debemos, ir por ahí.
Sí, estaba señalando a un gorila con plumas que parecía hacer de guardián de una tubería.
-¿Por qué por ahí?
-¡Porque hay un gorila! – Exclamó llevándose las manos a la sien. - Tú y yo sabemos mejor que nadie que los gorilas guardan puertas a los sitios importantes. ¿Cuántas guaridas de vampiros hemos asaltado con gorilas protegiendo su entrada?
-Ugh, sí. Pero son otro tipo de gorila. – Recordé examinando a la criatura. Viendo cómo podíamos sobrepasarla.
-¡Esa es la clave, Anastasia! – Gritó lanzándome las pistolas. - Piensa como si fueras Rachel. Si le pides que coloque un gorila que guarde una entrada, es exactamente el gorila que habría escogido ella.
Definitivamente, sí, Rachel era demasiado literal. - Hmm. Te lo compro.
-Vale. Pues ahora sólo hay que pensar cómo pasarlo. – Se llevó la mano al labio, pensativo. – Hmm. Me temo que con este no nos va a valer con pasarle unos aeros por debajo, así que habrá que elaborar un meticuloso y sigiloso plan de acce…
-Fuego a discreción. – Interrumpí, descargando la ballesta pesada.
-A sus órdenes, maestra Boisson.
Jules y yo nos levantamos. Él por la derecha y yo por la izquierda. Desenfundamos las ballestas pesadas a la vez, ideales para un combate en poco espacio y ante un adversario tan grande. Miramos a la criatura, caminamos hacia ella al mismo paso y comenzamos a disparar virotes tan rápido como podíamos. Yo con mi mirada impasible de ceño fruncido, y Jules divirtiéndose mientras bailaba con la cabeza. Fuera como fuera, el animal emitió un gutural grito que retumbó en todo el Edén. Descubrió que venir recto por la tubería contra dos tipos disparando a bocajarro desde la cadera contra él era poco menos que un suicidio, así que intentó huir. Pero nada pudo hacer para parar la lluvia de virotes que se le estaba viniendo encima.
Cuando la criatura cayó muerta al suelo, guardé mi arma y con la misma cara de pocos amigos, continué mi camino hacia El Edén. Jules se puso en cuclillas para examinar el estado de la criatura.
-Eh, Iori. ¿No necesitarás un colador nuevo en la cocina? Tamaño gigante. – Comentó el brujo.
Suspiré y caminé hacia mi compañero. Me crucé de brazos y miré a ambos con un rostro serio e imponente. Pero principalmente a él, principal responsable - ¿Por qué la has traído? ¡Esto no es ninguna broma! Ahí dentro vamos a tener problemas. – Le abronqué.
Aquello fue el inicio de una breve discusión.
-Venga, Huri. ¡No tenemos cocinero en el Palacio! Lázarus está muy mayor ya. - Comentó el brujo.
-¡Oh, nunca te vi tan interesado en encontrarme un cocinero hasta ahora! - Me crucé de brazos y reí irónica. - A mí no me la das, Jules. Sé lo que te traes entre manos.
-¡Eh! ¿Qué insinúas, Boisson? ¡Maldita sea, no! - Juro que lo quería matar. - Yo sólo digo que deberías darle la jubilación al bueno de Lázarus. ¿Cuántos años lleva trabajando para tu familia? ¡Si ya era viejo en los cuadros en los que tu difunta madre era una cría!
-Sólo tiene noventa años. Aún puede dar mucho de sí. - Protesté.
-¡Claro! Aún puede dar su dentadura postiza a la sopa en Samhain. - Estiró los brazos. - Págale una jubilación, por dios. El señor lo merece.
– Agh cállate ya. - Luego miré a Iori, sentenciante. - Si salimos de esta, hablaremos. – Dije seria. Luego me di la vuelta para continuar el camino al interior de la ciudad robótica. Alcé la mano y chasqueé los dedos. – Andando.
No había tiempo que perder, de modo que nos infiltramos por uno de esos intrincados canelones repletos de aceite y otras sustancias extrañas. Desde luego, mis botas de ligero tacón no constituían el calzado más óptimo para un acceso sigiloso en tuberías metálicas, pero lo cierto es que no parecía haber nadie ahí ya que lo que era la ciudad, se encontraba como hundida. Desde un punto alto, donde el metal se encontraba corroído, había una pequeña abertura de acceso. Me asomé y con la mano hice un gesto a Jules y Iori para que se asomaran. Había un salto de unos veinte metros, que si bien para mí no resultaría un problema para mí, sí que lo sería para mis compañeros.
En efecto, el Edén era una considerablemente grande ciudad de metal, rodeada cientos de pasillos estrechos y muy enrevesados. Sus habitantes eran principalmente criaturas metálicas carentes de todo tipo de vida.
-¿Ves a Rachel? – Preguntó Jules, observando desde la distancia.
-No. - Encontrar a la peloseta en aquel lugar tan poblado era poco menos que misión imposible.
“Invisibles” desde nuestra posición elevada, pudimos ver cómo todos comenzaron a dejar sus quehaceres para dirigirse a una zona. Como si algo en su cerebro de hojalata les hubiese dado la orden. - ¡Se mueven! ¿A dónde van?
Puse los ojos en blanco. - ¿A ver un partido de balóncabeza? ¿Cómo diablos quieres que lo sepa, Jules? – Protesté mirándolo molesta.
-No sé, Ania. El cerebro del grupo eres tú. Yo sólo pongo el músculo. Y Iori, la sal y la pimienta. – Se quejó él también. – En cualquier caso, seguro que van a donde está todo el meollo. Hay que bajar. - Luego señaló en dirección a una tubería que había cerca, de entre las muchas posibilidades que había. – Podemos, no, debemos, ir por ahí.
Sí, estaba señalando a un gorila con plumas que parecía hacer de guardián de una tubería.
-¿Por qué por ahí?
-¡Porque hay un gorila! – Exclamó llevándose las manos a la sien. - Tú y yo sabemos mejor que nadie que los gorilas guardan puertas a los sitios importantes. ¿Cuántas guaridas de vampiros hemos asaltado con gorilas protegiendo su entrada?
-Ugh, sí. Pero son otro tipo de gorila. – Recordé examinando a la criatura. Viendo cómo podíamos sobrepasarla.
-¡Esa es la clave, Anastasia! – Gritó lanzándome las pistolas. - Piensa como si fueras Rachel. Si le pides que coloque un gorila que guarde una entrada, es exactamente el gorila que habría escogido ella.
Definitivamente, sí, Rachel era demasiado literal. - Hmm. Te lo compro.
-Vale. Pues ahora sólo hay que pensar cómo pasarlo. – Se llevó la mano al labio, pensativo. – Hmm. Me temo que con este no nos va a valer con pasarle unos aeros por debajo, así que habrá que elaborar un meticuloso y sigiloso plan de acce…
-Fuego a discreción. – Interrumpí, descargando la ballesta pesada.
-A sus órdenes, maestra Boisson.
Jules y yo nos levantamos. Él por la derecha y yo por la izquierda. Desenfundamos las ballestas pesadas a la vez, ideales para un combate en poco espacio y ante un adversario tan grande. Miramos a la criatura, caminamos hacia ella al mismo paso y comenzamos a disparar virotes tan rápido como podíamos. Yo con mi mirada impasible de ceño fruncido, y Jules divirtiéndose mientras bailaba con la cabeza. Fuera como fuera, el animal emitió un gutural grito que retumbó en todo el Edén. Descubrió que venir recto por la tubería contra dos tipos disparando a bocajarro desde la cadera contra él era poco menos que un suicidio, así que intentó huir. Pero nada pudo hacer para parar la lluvia de virotes que se le estaba viniendo encima.
Cuando la criatura cayó muerta al suelo, guardé mi arma y con la misma cara de pocos amigos, continué mi camino hacia El Edén. Jules se puso en cuclillas para examinar el estado de la criatura.
-Eh, Iori. ¿No necesitarás un colador nuevo en la cocina? Tamaño gigante. – Comentó el brujo.
Habilidades: Marca de la cazadora + Ráfaga de virotes
Off: Jules y Huri te siguen a donde nos lleves Iori. ¡Encuentra a Rachelita!
Anastasia Boisson
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Re: El demonio de Verisar (Iori Li & Anastasia Boisson) [Trama Global Objetos Malditos]
Intentó prestar atención a la conversación de sus compañeros mientras trataba de asentar el estómago. Aquella forma de cruzar a la otra orilla la había dejado sin resuello. Manteniéndose firme sobre ambos pies en la tierra, la sospecha de una certeza anidó como un insecto en el fondo de su cabeza. Quizá el trabajo no compensase el riesgo. Lazarus, cocinero y Palacio fueron las palabras con las que prefirió quedarse para simplificar la verdad de todo aquello.
Una misión que sin duda le quedaba grande.
Lo supo nada más seguir los pasos de ambos de camino al Edén. Avanzó, escaló y se deslizó por unos serpenteantes caminos en la gran ciudad de metal. El tamaño y el tipo de construcción que se extendía hasta donde alcanzaba la vista la dejaron con la boca abierta. Ni Baslodia, ni Lunargenta, ni la norteña Dundarak se comparaban a aquella gran mole. Lo que se percibía desde el exterior del lugar no era nada en comparación con lo que había una vez ponías los pies dentro.
Se decía que allí se encontraba una de las cárceles más seguras de todo Aerandir, y Iori no estaba segura de si era en aquel lugar en donde se encontraba la tal Rachel. Se agazapó tras los dos mientras los escuchaba debatir sobre los pasos a seguir. Querían cruzar por aquella entrada. Y a Iori la pinta que tenía la criatura no le gustaba en absoluto. Jamás había visto nada así. Extendió la mano para llamar la atención de Jules pero no consiguió rozarlo. Ambos se lanzaron hacia delante desplegando con rapidez sus ballestas.
El ataque fue rápido y efectivo. La enorme criatura pareció vacilar inicialmente entre plantarles cara, y luego pretender escapar. Su gutural grito se escuchó a la redonda y la humana se mordió el labio. Si querían pasar desapercibidos, esa no era la manera. Los virotes se clavaron con profundidad en el cuerpo, haciendo que la sangre saliese de forma profusa hasta conducir al animal al suelo. Ania no se detuvo ni un segundo mientras que Jules se agachaba observando el cuerpo tendido en el suelo. - Indícame si me equivoco, ¿No queríais pasar desapercibidos? - Inquirió avanzando con la tensión llenando sus piernas hasta permanecer de pie al lado del hombre.
Suspiró frunciendo con desagrado el ceño, ante el olor corporal que emanaba de aquella criatura y retrocedió unos cuantos pasos, avanzando detrás de la mujer. - Desde luego que mis habilidades físicas no son las vuestras, pero se me da bien estar sin ser detectada. Soy silenciosa y... - miró de reojo el calzado con ligero tacón que llevaba su futurible jefa. - es difícil que me perciban. - Sin esperar a que le llevasen la contraria, ajustó la alforja y el bastón que portaba en la espalda y caminó a paso ligero para hacer de avanzadilla.
Caminó por la tubería, ligeramente inclinada hacia delante, intentando agudizar mucho sus sentidos. Apenas escuchaba el suave golpe que daban los pasos de sus compañeros tras ella y decidió concentrarse en cualquier indicio a su frente que pudiera servirles de aviso. La boca se fue ensanchando de manera que les permitió caminar completamente derechos sin que sus cabezas rozasen contra el techo, y las paredes parecían encontrarse en mejores condiciones a cada metro.
Una luz.
Más brillante y diáfana que parecía arrojar claridad sobre un ensanchamiento del conducto. Una sala. Iori se agazapó y alzó la mano deteniendo a sus compañeros tras ella. No se escuchaba nada y asomando con mucho cuidado la cabeza observó que aquel lugaer parecía una especie de cruce de caminos. El pasillo en el que se encontraban desembocaba en un paso intermedio en el que se distinguían tres aberturas de tamaños similares. - Dos avanzan rectas, la tercera de allí parece seguir un camino descendente - añadió señalando la que tenía sobre su hombro. - ¿Sabéis qué tipo de trabajo está desempeñando esa mujer a la que estáis buscando aquí? - se aventuró a preguntar esperando no perder puntos en su futuro contrato laboral. Esperaba que Ania no encontrase aquella pregunta demasiado intrusiva.
Fue entonces cuando escucharon, el eco de nuevas pisadas justo en el camino que ellos acababan de recorrer para llegar allí. - Tenemos compañía. - murmuró notando como el temor del encuentro conducía su mano de forma rauda hacia el bastón colgado a su espalda.
Una misión que sin duda le quedaba grande.
Lo supo nada más seguir los pasos de ambos de camino al Edén. Avanzó, escaló y se deslizó por unos serpenteantes caminos en la gran ciudad de metal. El tamaño y el tipo de construcción que se extendía hasta donde alcanzaba la vista la dejaron con la boca abierta. Ni Baslodia, ni Lunargenta, ni la norteña Dundarak se comparaban a aquella gran mole. Lo que se percibía desde el exterior del lugar no era nada en comparación con lo que había una vez ponías los pies dentro.
Se decía que allí se encontraba una de las cárceles más seguras de todo Aerandir, y Iori no estaba segura de si era en aquel lugar en donde se encontraba la tal Rachel. Se agazapó tras los dos mientras los escuchaba debatir sobre los pasos a seguir. Querían cruzar por aquella entrada. Y a Iori la pinta que tenía la criatura no le gustaba en absoluto. Jamás había visto nada así. Extendió la mano para llamar la atención de Jules pero no consiguió rozarlo. Ambos se lanzaron hacia delante desplegando con rapidez sus ballestas.
El ataque fue rápido y efectivo. La enorme criatura pareció vacilar inicialmente entre plantarles cara, y luego pretender escapar. Su gutural grito se escuchó a la redonda y la humana se mordió el labio. Si querían pasar desapercibidos, esa no era la manera. Los virotes se clavaron con profundidad en el cuerpo, haciendo que la sangre saliese de forma profusa hasta conducir al animal al suelo. Ania no se detuvo ni un segundo mientras que Jules se agachaba observando el cuerpo tendido en el suelo. - Indícame si me equivoco, ¿No queríais pasar desapercibidos? - Inquirió avanzando con la tensión llenando sus piernas hasta permanecer de pie al lado del hombre.
Suspiró frunciendo con desagrado el ceño, ante el olor corporal que emanaba de aquella criatura y retrocedió unos cuantos pasos, avanzando detrás de la mujer. - Desde luego que mis habilidades físicas no son las vuestras, pero se me da bien estar sin ser detectada. Soy silenciosa y... - miró de reojo el calzado con ligero tacón que llevaba su futurible jefa. - es difícil que me perciban. - Sin esperar a que le llevasen la contraria, ajustó la alforja y el bastón que portaba en la espalda y caminó a paso ligero para hacer de avanzadilla.
Caminó por la tubería, ligeramente inclinada hacia delante, intentando agudizar mucho sus sentidos. Apenas escuchaba el suave golpe que daban los pasos de sus compañeros tras ella y decidió concentrarse en cualquier indicio a su frente que pudiera servirles de aviso. La boca se fue ensanchando de manera que les permitió caminar completamente derechos sin que sus cabezas rozasen contra el techo, y las paredes parecían encontrarse en mejores condiciones a cada metro.
Una luz.
Más brillante y diáfana que parecía arrojar claridad sobre un ensanchamiento del conducto. Una sala. Iori se agazapó y alzó la mano deteniendo a sus compañeros tras ella. No se escuchaba nada y asomando con mucho cuidado la cabeza observó que aquel lugaer parecía una especie de cruce de caminos. El pasillo en el que se encontraban desembocaba en un paso intermedio en el que se distinguían tres aberturas de tamaños similares. - Dos avanzan rectas, la tercera de allí parece seguir un camino descendente - añadió señalando la que tenía sobre su hombro. - ¿Sabéis qué tipo de trabajo está desempeñando esa mujer a la que estáis buscando aquí? - se aventuró a preguntar esperando no perder puntos en su futuro contrato laboral. Esperaba que Ania no encontrase aquella pregunta demasiado intrusiva.
Fue entonces cuando escucharon, el eco de nuevas pisadas justo en el camino que ellos acababan de recorrer para llegar allí. - Tenemos compañía. - murmuró notando como el temor del encuentro conducía su mano de forma rauda hacia el bastón colgado a su espalda.
Iori Li
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Re: El demonio de Verisar (Iori Li & Anastasia Boisson) [Trama Global Objetos Malditos]
Iori se había vuelto hacia las pisadas que se acercaban por su espalda, pero no era de ahí de donde venía el peligro. Una vez en el cruce de caminos, los tres intrusos se encontraron en el punto de encuentro de cuatro pulsos eléctricos que llegaron simultáneamente. No tuvieron nada que hacer.
A cierta distancia de ellos, NIA había detenido sus pasos mientras se tomaba un momento para disfrutar de las sensaciones que la corriente eléctrica provocaba en su cuerpo. Cuando su respiración comenzó a normalizarse y las piernas le respondieron de nuevo, continuó su camino como si nada hubiera pasado.
Para cuando llegó a la altura de sus intrusos, ya se habían acercado varios de sus hermanos. Cierto que ella había predicho dos intrusos, no tres, pero habían accedido por el paso indicado. Por tanto, quedaron a la espera de sus órdenes.
NIA caminó entre los tres cuerpos, se agachó frente a la desconocida y puso el lector que APP-Bel había instalado en su muñeca frente a su rostro. La lectura no fue tan clara como otras veces y los rasgos de la mujer no se correspondían del todo, pero ¿a quién iba a creer, a un radar biomecánico altamente avanzado o a unos simples ojos biológicos?
A una orden muda, sus hermanos se llevaron los cuerpos inconscientes: los brujos en una dirección, la elfa en otra.
¡Enhorabuena, habéis encontrado a Rachel! O, más bien, NIA os ha encontrado. Vuestra aventura continúa [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
A cierta distancia de ellos, NIA había detenido sus pasos mientras se tomaba un momento para disfrutar de las sensaciones que la corriente eléctrica provocaba en su cuerpo. Cuando su respiración comenzó a normalizarse y las piernas le respondieron de nuevo, continuó su camino como si nada hubiera pasado.
Para cuando llegó a la altura de sus intrusos, ya se habían acercado varios de sus hermanos. Cierto que ella había predicho dos intrusos, no tres, pero habían accedido por el paso indicado. Por tanto, quedaron a la espera de sus órdenes.
NIA caminó entre los tres cuerpos, se agachó frente a la desconocida y puso el lector que APP-Bel había instalado en su muñeca frente a su rostro. La lectura no fue tan clara como otras veces y los rasgos de la mujer no se correspondían del todo, pero ¿a quién iba a creer, a un radar biomecánico altamente avanzado o a unos simples ojos biológicos?
A una orden muda, sus hermanos se llevaron los cuerpos inconscientes: los brujos en una dirección, la elfa en otra.
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