La Alegría de Los Canijos[Libre/Día][4/4]
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La Alegría de Los Canijos[Libre/Día][4/4]
La compañía circense de Los Canijos había decidido hacer una parada en Lunargenta. No había ciudad que la necesitara más y Los Canijos estaban un poco desesperados por algunas monedas. Al ser funambulistas y nómadas sabían por dónde moverse, evitando las zonas conflictivas, viajando a las más fructíferas donde hubiera el ánimo correcto para que la gente visitara las carpas y participara en los puestos, pero no siempre los aeros eran su motor, a veces pasaban allí donde creían que un poco de diversión mundana sería bienvenida. Lunargenta era el lugar perfecto para ello.
Algunos de los integrantes del grupo estaban ya dispersos por la plaza, algunos montados en largas piernas de madera, otros haciendo malabares y paseando a los animales amaestrados capaces de hacer cabriolas y bailes, acompañados por un flautista que animaba los alrededores y una belleza que informaba de la disposición de las carpas en el exterior de la ciudad donde había mucho más espacio para reírse y disfrutar. Este pequeño destacamento de artistas funcionaba de reclamo, centrándose sobre todo en los niños y niñas que, por lo general, eran capaces de conquistar con pucheros y ojitos a sus familiares para que les enviasen a la zona del asentamiento.
Porthia era uno de aquellos que funcionaba como reclamo, caminando sobre una plancha de madera suspendida entre los hombros de dos inmensos hombres bestia que sujetaban el peso de la mujer sobre la barra sin apenas pestañear, ellos iban caminando mientras Porthia permanecía en pie sobre la estrecha plancha, moviéndose de un lado a otro de ella como si estuviera en el propio suelo. Olvidadas sus ropas oscuras, Porthia vestía de rojo vibrante y marrón desteñido, salpicada por un millar de cascabeles que llamaban aun más la atención cada vez que fingía desequilibrarse al dar un paso u otro.
Algunos de los integrantes del grupo estaban ya dispersos por la plaza, algunos montados en largas piernas de madera, otros haciendo malabares y paseando a los animales amaestrados capaces de hacer cabriolas y bailes, acompañados por un flautista que animaba los alrededores y una belleza que informaba de la disposición de las carpas en el exterior de la ciudad donde había mucho más espacio para reírse y disfrutar. Este pequeño destacamento de artistas funcionaba de reclamo, centrándose sobre todo en los niños y niñas que, por lo general, eran capaces de conquistar con pucheros y ojitos a sus familiares para que les enviasen a la zona del asentamiento.
Porthia era uno de aquellos que funcionaba como reclamo, caminando sobre una plancha de madera suspendida entre los hombros de dos inmensos hombres bestia que sujetaban el peso de la mujer sobre la barra sin apenas pestañear, ellos iban caminando mientras Porthia permanecía en pie sobre la estrecha plancha, moviéndose de un lado a otro de ella como si estuviera en el propio suelo. Olvidadas sus ropas oscuras, Porthia vestía de rojo vibrante y marrón desteñido, salpicada por un millar de cascabeles que llamaban aun más la atención cada vez que fingía desequilibrarse al dar un paso u otro.
Última edición por Porthia el Jue 06 Ene 2022, 13:18, editado 2 veces
Porthia
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Re: La Alegría de Los Canijos[Libre/Día][4/4]
-No que te digo que la mejor parte del asunto es cuando se termina-
-Viejo ni siquiera te conozco yo solo pasaba por acá para ir al baño-
-No entiendo, entonces el policía sabia que asuntos internos le tendía una trampa-
-como sea, yo necesito mear-
Exclamo el hombre antes de dejar a un confundido Nero preguntándose si había leído bien aquel libro, entonces después de terminarse su trago noto que lo que estaba leyendo era en realidad un manual para armar mesas, al parecer se había inventado toda una historia en su estado de ebriedad que parecía ser mucho mas interesante que el libro aquel de las mesas, viendo que no le quedaba mas por beber se acerco a la barra y pidió una botella para llevar, luego de pagarla salió a la calle solo para notar una gran algarabía.
Música, una bailarina exótica sobre un plataforma improvisada en los hombros de unos gigantes hombres bestias y unos cuantos acróbatas conformaban una variopinta caravana que hipnotizaba a cualquier baboso ingenuo al que pudieran atrapar, Nero siendo el borracho inútil que era, cayo redondito y mientras le daba un sorbo a su botella se unió alegre a la caravana mientras esperaba a ver que resultaría de todo ello.
-Viejo ni siquiera te conozco yo solo pasaba por acá para ir al baño-
-No entiendo, entonces el policía sabia que asuntos internos le tendía una trampa-
-como sea, yo necesito mear-
Exclamo el hombre antes de dejar a un confundido Nero preguntándose si había leído bien aquel libro, entonces después de terminarse su trago noto que lo que estaba leyendo era en realidad un manual para armar mesas, al parecer se había inventado toda una historia en su estado de ebriedad que parecía ser mucho mas interesante que el libro aquel de las mesas, viendo que no le quedaba mas por beber se acerco a la barra y pidió una botella para llevar, luego de pagarla salió a la calle solo para notar una gran algarabía.
Música, una bailarina exótica sobre un plataforma improvisada en los hombros de unos gigantes hombres bestias y unos cuantos acróbatas conformaban una variopinta caravana que hipnotizaba a cualquier baboso ingenuo al que pudieran atrapar, Nero siendo el borracho inútil que era, cayo redondito y mientras le daba un sorbo a su botella se unió alegre a la caravana mientras esperaba a ver que resultaría de todo ello.
Nero Crimson
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Re: La Alegría de Los Canijos[Libre/Día][4/4]
Hacía unos cuantos días, Eberus había oído en una taberna sobre una ciudad enorme y llena de lujos, un buen destino para alguien que, como él, necesitaba una apertura de miras en cuanto a la forma de afrontar la nueva vida que quería llevar a cabo. Además, según su experiencia como viajero, aunque corta, había aprendido que el conocer nuevos lugares te puede enseñar mucho. - Hace tiempo leí en un libro sobre una incomparable ciudad continental, cerca de mi isla. Seguro que se refieren a Lunargenta - pensó, imaginándose a sí mismo en aquella gran población. - Tendré que acostumbrarme a la muchedumbre, así que no me vendrá mal tampoco en ese asp... ¡un momento! Cuanto mayor es la multitud, más rápido me podré camuflar entre la gente -. Poco a poco, la idea le iba convenciendo más.
Así que allí se encontraba, en la calle principal de Lunargenta tras abandonar el barco que le trajo hasta la ciudad. - Estultos ciudadanos... si hay algo que he aprendido de los sitios grandes es que te hacen prestar más atención a sus encantos arquitectónicos y sus apetecibles puestos mercantiles que a tus pertenencias... y a su vez que tus pertenencias estén más atentas a viajar a bolsillos ajenos que a mantenerse en los tuyos propios -. Tras dar unos cuantos pasos por aquella vistosa calle, avistó un extraño grupo de personas en una gran plaza haciendo una especie de espectáculo que no había visto jamás. Extrañado y con cara de no entender nada, se tuvo que acercar para observar aquello. - Pero, ¿así es como se divierte la gente aquí o algo? - pensó Eberus, tras apoyarse en una pared de piedra cercana. Poco a poco fue entendiendo la dificultad de lo que hacían aquellos curiosos seres... e incluso le dio cierta envidia. - ¿Qué hace la gente tan absorta en lo que hacen estos tontos? Pardiez... qué escándalo. Si seguro que en realidad a todos les está dando pena cómo intentan ganarse el pan a costa de hacer el ridículo con esos... también ridículos aparatos. ¡Vaya ridiculez! -.
A causa de ello, a Eberus le surgieron unas ganas increíbles de sabotear la mencionada función. Además, había notado que la música que salía de la flauta de aquella persona le estaba penetrando los oídos como si se tratara de un pajaro carpintero. Seguro que aquella melodía estaba guiando de alguna manera las acciones de los actores. Así que se concentró y se dispuso a imaginar la más horrible de las melodías para insertarla en la mente del flautista y así perturbar a todo aquel que la oyera. Tras observar el resultado de aquella travesura no pudo evitar, como de costumbre, dejar escapar esa risa suya característica que parecía imitar a una tetera. Eso sí, intentando disimularla para pasar desapercibido... aunque no era tarea fácil ocultar esa extraña risa.
Así que allí se encontraba, en la calle principal de Lunargenta tras abandonar el barco que le trajo hasta la ciudad. - Estultos ciudadanos... si hay algo que he aprendido de los sitios grandes es que te hacen prestar más atención a sus encantos arquitectónicos y sus apetecibles puestos mercantiles que a tus pertenencias... y a su vez que tus pertenencias estén más atentas a viajar a bolsillos ajenos que a mantenerse en los tuyos propios -. Tras dar unos cuantos pasos por aquella vistosa calle, avistó un extraño grupo de personas en una gran plaza haciendo una especie de espectáculo que no había visto jamás. Extrañado y con cara de no entender nada, se tuvo que acercar para observar aquello. - Pero, ¿así es como se divierte la gente aquí o algo? - pensó Eberus, tras apoyarse en una pared de piedra cercana. Poco a poco fue entendiendo la dificultad de lo que hacían aquellos curiosos seres... e incluso le dio cierta envidia. - ¿Qué hace la gente tan absorta en lo que hacen estos tontos? Pardiez... qué escándalo. Si seguro que en realidad a todos les está dando pena cómo intentan ganarse el pan a costa de hacer el ridículo con esos... también ridículos aparatos. ¡Vaya ridiculez! -.
A causa de ello, a Eberus le surgieron unas ganas increíbles de sabotear la mencionada función. Además, había notado que la música que salía de la flauta de aquella persona le estaba penetrando los oídos como si se tratara de un pajaro carpintero. Seguro que aquella melodía estaba guiando de alguna manera las acciones de los actores. Así que se concentró y se dispuso a imaginar la más horrible de las melodías para insertarla en la mente del flautista y así perturbar a todo aquel que la oyera. Tras observar el resultado de aquella travesura no pudo evitar, como de costumbre, dejar escapar esa risa suya característica que parecía imitar a una tetera. Eso sí, intentando disimularla para pasar desapercibido... aunque no era tarea fácil ocultar esa extraña risa.
Eberus travieso:
- Spoiler:
Eberus
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Re: La Alegría de Los Canijos[Libre/Día][4/4]
Había decidió pasar por las afueras de Lunargenta después de dejar Cedralada, alguien le menciono una especie de circo y un gran prestidigitador. Tenía la impresión de tener un vago recuerdo de esta situación, pero no lograba saber el que, esperaba que su otro yo estuviera más informado, pero como el desgraciado aun no le hablaba tendría que esperar y ver.
Un flautista que animaba los alrededores capto brevemente su atención, pero quedó atrapado al ver a la mujer de vestido rojo sobre los hombros de aquel hombre bestia, giro su cabeza de forma extraña observándola.
No sabía si era el vestido rojo, los cascabeles, el hombre bestia, su equilibrio pero hizo que el otro despertara, era como sentir un par de ojos dentro de ti mismo no tenía la mejor idea de cómo describirlo. No era esa sensación de tranquilidad que sentía con su tía o hermana, era como un desafío, no estaba seguro del que, pero el otro tenía un interés en esta chica y probablemente no debía ser nada bueno.
Qué curioso grupo de gente, se preguntó si habría alguno de los suyos entre este grupo, la idea de encontrar alguno le llenaba de emoción, una cara familiar ojala.
Apretó los dientes girándose hacia donde el flautista, que espantoso ruido era aquel, eso le había erizad en mal forma todos los cabellos de la cabeza.
Quizás no había sido buena idea venir a un lugar con tanta gente sin su provisión especial de carne, más ahora que dos cosas que habían puesto en alerta al otro.
Destruir, diversión y comer no era la mejor idea con la que el otro había despertado. Tampoco el enojo que estaba sintiendo al escuchar tal espanto de música. Quizás aún se lograría hacer un control de daños si el otro no se acercaba más a la superficie o no estaría vetado de la ciudad por una vida, aunque quizás no sería tan malo.
-Deberías dejarme salir a jugar-
-Ahora no es el mejor momento-
-Saldré en algún momento pronto quieras o no-
-Hay demasiada gente, debemos ser normales-
--Es noche de Monstruos-
Si ir a ciudades grandes no era lo mejor para alguien que hablaba con su otra personalidad, siempre terminaba siendo tachado de loco.
Un flautista que animaba los alrededores capto brevemente su atención, pero quedó atrapado al ver a la mujer de vestido rojo sobre los hombros de aquel hombre bestia, giro su cabeza de forma extraña observándola.
No sabía si era el vestido rojo, los cascabeles, el hombre bestia, su equilibrio pero hizo que el otro despertara, era como sentir un par de ojos dentro de ti mismo no tenía la mejor idea de cómo describirlo. No era esa sensación de tranquilidad que sentía con su tía o hermana, era como un desafío, no estaba seguro del que, pero el otro tenía un interés en esta chica y probablemente no debía ser nada bueno.
Qué curioso grupo de gente, se preguntó si habría alguno de los suyos entre este grupo, la idea de encontrar alguno le llenaba de emoción, una cara familiar ojala.
Apretó los dientes girándose hacia donde el flautista, que espantoso ruido era aquel, eso le había erizad en mal forma todos los cabellos de la cabeza.
Quizás no había sido buena idea venir a un lugar con tanta gente sin su provisión especial de carne, más ahora que dos cosas que habían puesto en alerta al otro.
Destruir, diversión y comer no era la mejor idea con la que el otro había despertado. Tampoco el enojo que estaba sintiendo al escuchar tal espanto de música. Quizás aún se lograría hacer un control de daños si el otro no se acercaba más a la superficie o no estaría vetado de la ciudad por una vida, aunque quizás no sería tan malo.
-Deberías dejarme salir a jugar-
-Ahora no es el mejor momento-
-Saldré en algún momento pronto quieras o no-
-Hay demasiada gente, debemos ser normales-
--Es noche de Monstruos-
Si ir a ciudades grandes no era lo mejor para alguien que hablaba con su otra personalidad, siempre terminaba siendo tachado de loco.
Alexander Kraz
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Re: La Alegría de Los Canijos[Libre/Día][4/4]
Los Canijos integraban a cualquiera que quisiera unirse a ellos, por eso sus habilidades eran tan variadas y sus razas tan variopintas, la mayoría era gente de bien que deseaban una vida sencilla, que no sentían que pertenecieran a ningún bando o pensamiento más allá del de la paz y la comodidad que daba una gran familia, se protegían entre ellos, se guardaban secretos y pasaban hambre y frío juntos. Por supuesto que había ovejas negras, como la propia Porthia, pero eso era algo que mantenían en el anonimato, nadie quería que la mala fama de unos pocos cerrase las puertas de los artistas, se quedarían pronto sin recursos de ser así.
Por eso mismo no hacían asco a los que se unían a la algarabía, acompañaban al tumulto no pocos interesados en la diversión, algunos de lejos, otros participando activamente. Desde su posición aventajada sobre la plancha de madera, Porthia podía ver a casi todo el mundo pero ni siquiera alguien tan atento como ella podía estar al loro del todo, tal vez fue ese el motivo de que el sonido desgarrados y poco ortodoxo que salió del experto flautista le pilló tan desprevenida como a todos los demás. Los hombres bestia, que tenían un oído mucho más fino que el resto, se pararon en seco y giraron las cabezas como si intentasen huir del doloroso sonido, lo que desequilibró a la joven que estuvo a punto de caer de la barra, no fue el caso, puesto que después de un balanceo incómodo de su cuerpo supo equilibrarlo rápidamente antes de acabar con los pies en la tierra. Escuchó risas aquí y allá, no le gustó demasiado, esos errores podían costar el sustento de Los Canijos y eso significaba pasar más hambre de lo que estaban acostumbrados.
Antes de que Porthia sacara a la luz su capacidad para soltar improperios un juglar ataviado de vivos colores amarillos y naranjas fingía con mucha exageración una bronca al pobre flautista, arrebatándole el instrumento y golpeándole con él, haciéndole saltar cómicamente y dando vueltas alrededor de la plaza y del resto de la compañía, como si fueran el gato y el ratón. Aquello despertó grandes risas e hicieron creer que estaba todo planeado, algo ni de lejos real, pero ¿Qué clase de artistas serían si no supieran improvisar? Desde luego eran mejores que Porthia que se ponía con dificultad en pie sobre la barra y los hombres bestia se centraron en no hacer movimientos bruscos para que la chica no se hiciera daño.
Porthia miró con suspicacia a su alrededor, buscando algo que le llamase la atención. Por un momento se encontró con los ojos fijos de un desconocido mirándola fijamente, por algún motivo le pareció perturbador, pero había tanto perturbado en los sitios menos imaginados que no podía decir que le llamase tanto la atención.
Después de unos minutos más de espectáculos y de griterío, la compañía empezó a desfilar por las calles, animando a la gente a que los siguieran, guiándolos hacia las carpas montadas en el exterior.
Por eso mismo no hacían asco a los que se unían a la algarabía, acompañaban al tumulto no pocos interesados en la diversión, algunos de lejos, otros participando activamente. Desde su posición aventajada sobre la plancha de madera, Porthia podía ver a casi todo el mundo pero ni siquiera alguien tan atento como ella podía estar al loro del todo, tal vez fue ese el motivo de que el sonido desgarrados y poco ortodoxo que salió del experto flautista le pilló tan desprevenida como a todos los demás. Los hombres bestia, que tenían un oído mucho más fino que el resto, se pararon en seco y giraron las cabezas como si intentasen huir del doloroso sonido, lo que desequilibró a la joven que estuvo a punto de caer de la barra, no fue el caso, puesto que después de un balanceo incómodo de su cuerpo supo equilibrarlo rápidamente antes de acabar con los pies en la tierra. Escuchó risas aquí y allá, no le gustó demasiado, esos errores podían costar el sustento de Los Canijos y eso significaba pasar más hambre de lo que estaban acostumbrados.
Antes de que Porthia sacara a la luz su capacidad para soltar improperios un juglar ataviado de vivos colores amarillos y naranjas fingía con mucha exageración una bronca al pobre flautista, arrebatándole el instrumento y golpeándole con él, haciéndole saltar cómicamente y dando vueltas alrededor de la plaza y del resto de la compañía, como si fueran el gato y el ratón. Aquello despertó grandes risas e hicieron creer que estaba todo planeado, algo ni de lejos real, pero ¿Qué clase de artistas serían si no supieran improvisar? Desde luego eran mejores que Porthia que se ponía con dificultad en pie sobre la barra y los hombres bestia se centraron en no hacer movimientos bruscos para que la chica no se hiciera daño.
Porthia miró con suspicacia a su alrededor, buscando algo que le llamase la atención. Por un momento se encontró con los ojos fijos de un desconocido mirándola fijamente, por algún motivo le pareció perturbador, pero había tanto perturbado en los sitios menos imaginados que no podía decir que le llamase tanto la atención.
Después de unos minutos más de espectáculos y de griterío, la compañía empezó a desfilar por las calles, animando a la gente a que los siguieran, guiándolos hacia las carpas montadas en el exterior.
Porthia
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Re: La Alegría de Los Canijos[Libre/Día][4/4]
Nero se había unido al jolgorio bailando y dando vueltas con mucho animo al ritmo del flautista, todo era risas, todo era alegría, al menos hasta que el flautista cambio súbitamente la alegre tonada que venia trayendo por algo mas desafinado y horripilante, el dragón al igual que la mayoría de los presentes se llevo las manos a los oídos, cosa que lamento inmediatamente al ver como la botella que sostenía firmemente comenzaba a derramar parte de aquel liquido, rápidamente se lanzo al piso con la esperanza de atrapar algo de su preciado néctar, siendo precavido y manteniendo el brazo que sostenía la botella en alto, apenas y alcanzo a rozar con sus labios aquel liquido tan preciado para el.
Se quedo unos momentos en el piso lamentando aquel chorro de licor que escapo de su prisión de vidrio, como si un ser querido se le hubiera muerto, acto seguido ahogo el sentimiento en un largo sorbo, puesto que ahora debía beber por el caído(?) -Valía la pena el intento.... Si, siempre- se dijo a si mismo mientras se levantaba con dificultad e intentaba que no volviera a ocurrir otra tragedia similar, al parecer la caravana ya había conseguido salir del exabrupto y ahora guiaban a todo el mundo hacia unas carpas donde se prometía ocurriría el verdadero espectáculo.
Cuando procedía a seguir a las masas Nero noto como su fallido intento de rescate había causado algo de daño colateral, puesto que la cadena con cuchillas que tenia la mala costumbre de llevar enrollada en uno de sus brazos, había como era de esperarse, clavado algunas de sus hojas en su brazo el cual ahora sangraba levemente, siendo un tramite ya conocido, separo las hojas de su brazo con cuidado y roció un poco de licor en sus heridas, sin tomarse la molestia siquiera de cambiar el arma a una posición menos peligrosa, simplemente siguió caminando junto a la caravana como si nada hubiera pasado.
Se quedo unos momentos en el piso lamentando aquel chorro de licor que escapo de su prisión de vidrio, como si un ser querido se le hubiera muerto, acto seguido ahogo el sentimiento en un largo sorbo, puesto que ahora debía beber por el caído(?) -Valía la pena el intento.... Si, siempre- se dijo a si mismo mientras se levantaba con dificultad e intentaba que no volviera a ocurrir otra tragedia similar, al parecer la caravana ya había conseguido salir del exabrupto y ahora guiaban a todo el mundo hacia unas carpas donde se prometía ocurriría el verdadero espectáculo.
Cuando procedía a seguir a las masas Nero noto como su fallido intento de rescate había causado algo de daño colateral, puesto que la cadena con cuchillas que tenia la mala costumbre de llevar enrollada en uno de sus brazos, había como era de esperarse, clavado algunas de sus hojas en su brazo el cual ahora sangraba levemente, siendo un tramite ya conocido, separo las hojas de su brazo con cuidado y roció un poco de licor en sus heridas, sin tomarse la molestia siquiera de cambiar el arma a una posición menos peligrosa, simplemente siguió caminando junto a la caravana como si nada hubiera pasado.
Nero Crimson
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Re: La Alegría de Los Canijos[Libre/Día][4/4]
Tras su intento de sabotaje, Eberus vio cómo aquellos circenses se acabaron saliendo con la suya. Pasó de reirse a mostrarse boquiabierto e inconforme con cómo habían improvisado para salvar la situación. - No les quito mérito, estos chicos tienen talento - pensó Eberus, algo resignado pero satisfecho por otro lado, porque la travesura ya estaba hecha, y se había echado unas risas.
Poco después, aquellos artistas se fueron encaminando hacia algún lugar. Eberus, paranóico y a causa de su falta de información sobre lo que son unos funambulistas, se puso a elucubrar sobre si era posible que hubiesen ido a avisar disimuladamente a las autoridades sobre un uso indebido de la magia, o sobre si irían a por algún poderoso matón para ir en su busca... Acostumbrado a su caótica vida en Isla Tortuga, estos enrevesados pensamientos se podían considerar deformación profesional.
Por si a caso, de una manera disimulada partió a paso ligero por una calle diferente a la de aquellos artistas, aunque no en una dirección opuesta porque según su experiencia huir en la dirección opuesta siempre es la opción más sospechosa, y la primera que es investigada. Siguió caminando atento por las calles de Lunargenta hasta llegar al exterior de la ciudad, donde pudo ver unas carpas que no sabía qué hacían allí, pero le pareció un lugar bonito para sentarse a meditar.
Eberus eligió un pequeño prado no muy lejano de las carpas, con numerosas plantas y un árbol bajo el que se sentó para meditar. Al cabo de un rato sentía cómo el éter que observaba en ese lugar fluía por el aire, por la hierba, por las flores y luego por él mismo. Después de unos minutos meditando, se dio cuenta de un detalle que nunca se había parado a pensar. - Si el éter de estas plantas que estoy observando es capaz de fluir por todo el ambiente existente, como todo el éter, ¿será posible que la manipulación de las plantas sirva para crear algún tipo de... no sé... material, bebida, u otra cosa que concentre las propiedades de su éter y tenga algún tipo de efecto mágico? ¿Será esto aquello que llaman "alquimia"? - Podría parecer que Eberus no había salido nunca de su cueva al no conocer exáctamente lo que es la alquimia, pero el único contacto que había tenido con este arte a lo largo de su vida fue en algún libro que tenía en su hogar en Isla Tortuga, y aún así no le había prestado mucha atención. Las plantas no le llamaban demasiado la atención, como todo lo bonito en general.
Y de esta manera le surgió la gran idea a Eberus de adentrarse en el estudio de la alquimia. Sabía que tendría que sacrificar tiempo de partes importantes de su vida para dedicarse a ello, pero de todas maneras sabe el conocimiento es una cosa que siempre llenará su alma.
Poco después, aquellos artistas se fueron encaminando hacia algún lugar. Eberus, paranóico y a causa de su falta de información sobre lo que son unos funambulistas, se puso a elucubrar sobre si era posible que hubiesen ido a avisar disimuladamente a las autoridades sobre un uso indebido de la magia, o sobre si irían a por algún poderoso matón para ir en su busca... Acostumbrado a su caótica vida en Isla Tortuga, estos enrevesados pensamientos se podían considerar deformación profesional.
Por si a caso, de una manera disimulada partió a paso ligero por una calle diferente a la de aquellos artistas, aunque no en una dirección opuesta porque según su experiencia huir en la dirección opuesta siempre es la opción más sospechosa, y la primera que es investigada. Siguió caminando atento por las calles de Lunargenta hasta llegar al exterior de la ciudad, donde pudo ver unas carpas que no sabía qué hacían allí, pero le pareció un lugar bonito para sentarse a meditar.
Eberus eligió un pequeño prado no muy lejano de las carpas, con numerosas plantas y un árbol bajo el que se sentó para meditar. Al cabo de un rato sentía cómo el éter que observaba en ese lugar fluía por el aire, por la hierba, por las flores y luego por él mismo. Después de unos minutos meditando, se dio cuenta de un detalle que nunca se había parado a pensar. - Si el éter de estas plantas que estoy observando es capaz de fluir por todo el ambiente existente, como todo el éter, ¿será posible que la manipulación de las plantas sirva para crear algún tipo de... no sé... material, bebida, u otra cosa que concentre las propiedades de su éter y tenga algún tipo de efecto mágico? ¿Será esto aquello que llaman "alquimia"? - Podría parecer que Eberus no había salido nunca de su cueva al no conocer exáctamente lo que es la alquimia, pero el único contacto que había tenido con este arte a lo largo de su vida fue en algún libro que tenía en su hogar en Isla Tortuga, y aún así no le había prestado mucha atención. Las plantas no le llamaban demasiado la atención, como todo lo bonito en general.
Y de esta manera le surgió la gran idea a Eberus de adentrarse en el estudio de la alquimia. Sabía que tendría que sacrificar tiempo de partes importantes de su vida para dedicarse a ello, pero de todas maneras sabe el conocimiento es una cosa que siempre llenará su alma.
Eberus
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Re: La Alegría de Los Canijos[Libre/Día][4/4]
Por suerte habían detenido ese espantoso ruido antes de que pasara algo grave…como que le cortara la garganta a ese hombre por destrozarle los oídos. Parecía que era parte del show, aunque no estaba del todo seguro.
Las risas volvieron y después de un rato la gente se dirigió a las enormes carpas, espero a que la gente avanzara antes de decidirse a seguirlos.
Noche de monstruos…. No auguraba nada bueno para los demás, sobre todo con el hambre que tenía. Tenía la ligera impresión que su otro yo imaginaba el sabor de la gente solo con verla, por suerte aún tenían algo de moral, era lo único que controlaba un poco si no probablemente bandidos no fueran su única fuente de su dieta especial. O eso quería pensar.
Se limpió el hilo de saliva que se escapó por una orilla de su boca, debía dejar de pensar en su alimento humano.
-Discreción, normales-
-Y que le dirás a la chica o a alguien cuando te diga que los miras como si pudieras comértelos- escucho al otro decirle. Claramente esas personas pensarían todo muy sexual, cuando probablemente el mismo junto con el otro estaría pensando en la mejor forma de cortarlos, prepararlos, comerlos y hacerlo rendir.
Sacudió la cabeza ignorando ambos comentarios.
-un desliz era todo lo que se necesitaba. - Resistiría de alguna forma, así que reanudo la marcha siguiendo a la multitud de lejos.
A poco camino de la carpa detecto una mancha de sangre en el suelo, tuvo que resistir la tentación de inclinarse pasar un dedo y probarla, el otro probablemente la lamería directo del piso, pero aún tenía algo de fuerza de voluntad para evitarlo. Al final fingió que se agachaba a recoger algunas cosas antes de pasar su dedo por la sangre, observo su dedo bañado en rojo, paso saliva y se recordó que este era su dedo solo con un poco de sangre.
Sin importarle quien le viera lo lamio y saboreo como si de degustar un vino se tratara, tenía un sabor diferente, no estaba seguro el que era una combinación de entre humano y algo más. No importaba de momento.
Por lo que al final se adentró a la carpa junto con los demás personas siguiendo la música y la diversión, mientras su otra parte esperaba ayudar con esa diversión.
Las risas volvieron y después de un rato la gente se dirigió a las enormes carpas, espero a que la gente avanzara antes de decidirse a seguirlos.
Noche de monstruos…. No auguraba nada bueno para los demás, sobre todo con el hambre que tenía. Tenía la ligera impresión que su otro yo imaginaba el sabor de la gente solo con verla, por suerte aún tenían algo de moral, era lo único que controlaba un poco si no probablemente bandidos no fueran su única fuente de su dieta especial. O eso quería pensar.
Se limpió el hilo de saliva que se escapó por una orilla de su boca, debía dejar de pensar en su alimento humano.
-Discreción, normales-
-Y que le dirás a la chica o a alguien cuando te diga que los miras como si pudieras comértelos- escucho al otro decirle. Claramente esas personas pensarían todo muy sexual, cuando probablemente el mismo junto con el otro estaría pensando en la mejor forma de cortarlos, prepararlos, comerlos y hacerlo rendir.
Sacudió la cabeza ignorando ambos comentarios.
-un desliz era todo lo que se necesitaba. - Resistiría de alguna forma, así que reanudo la marcha siguiendo a la multitud de lejos.
A poco camino de la carpa detecto una mancha de sangre en el suelo, tuvo que resistir la tentación de inclinarse pasar un dedo y probarla, el otro probablemente la lamería directo del piso, pero aún tenía algo de fuerza de voluntad para evitarlo. Al final fingió que se agachaba a recoger algunas cosas antes de pasar su dedo por la sangre, observo su dedo bañado en rojo, paso saliva y se recordó que este era su dedo solo con un poco de sangre.
Sin importarle quien le viera lo lamio y saboreo como si de degustar un vino se tratara, tenía un sabor diferente, no estaba seguro el que era una combinación de entre humano y algo más. No importaba de momento.
Por lo que al final se adentró a la carpa junto con los demás personas siguiendo la música y la diversión, mientras su otra parte esperaba ayudar con esa diversión.
Alexander Kraz
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Re: La Alegría de Los Canijos[Libre/Día][4/4]
No había poca gente siguiendo a los cebos de Los Canijos, la mayoría familias, al ser por la mañana se evitaban mucho borracho o eso querían creer, además los espectáculos estaban más enfocados al tipo de gente matinal, que no había tenido tiempo para perder la vergüenza en las posadas, de modo que cuando llegaron a la carpa, había varios de los suyos saltando y haciendo malabares sobre todo, acompañado con más instrumentos, más música, una voz profunda, potente y que estaba acostumbrada a ser proyectada resonó incluso por encima de todo el ruido.- Hombres y mujeres, niños y niñas de todas las edades y razas os presentamos...¡Los Canijos!- Al momento los funambulistas gritaron con alegría como si fueran ellos los que estuvieran alegres de verles. Y es que en parte así era, tenían que sobrevivir otro mes.- No se pierdan al gran Meikhan, el hombre bestia ¡Más hombre bestia que jamás se haya visto! Si las señoras tienen curiosidad..¡Pregunten a la Dama del Pasado y del Futuro!- El hombre empezó a indicar diferentes atracciones, en las que se incluían actividades de todo tipo.
Los cebos se habían ido desperdigando, atrayendo a la gente a uno y a otro lado, cada carpa montada tenía su puestecito, algunas cosas eran de venta de cosas de lo más irrisorias y por un precio igualmente irrisorio, colgantes que auguraban buena ventura, jabones hechos a mano, hierbas secas de diferente naturaleza..Incluso una bebida que ellos mismos elaboraban. En las carpas más grandes era donde había espectáculos y la mayoría eran de libre acceso pero no todos, los más curiosos estaban en el interior del recinto más grande por el que había que pagar, donde se sucedían los espectáculos más importantes.
Cada uno de Los Canijos tenía muy claro cuál era su aportación y los cebos habían cumplido con la suya hasta tener que ir a buscar a la próxima ronda de polillas, como ella solía llamar a los clientes potenciales. En su caso, tendría un número más adelante en la carpa principal, pero por el momento se bajó de los hombros de los hombresbestia, a una de ellos incluso le dio un golpecito en el brazo con camaradería y se dispuso a descansar y de paso a observar, una de las cosas que más le gustaba hacer.
Los cebos se habían ido desperdigando, atrayendo a la gente a uno y a otro lado, cada carpa montada tenía su puestecito, algunas cosas eran de venta de cosas de lo más irrisorias y por un precio igualmente irrisorio, colgantes que auguraban buena ventura, jabones hechos a mano, hierbas secas de diferente naturaleza..Incluso una bebida que ellos mismos elaboraban. En las carpas más grandes era donde había espectáculos y la mayoría eran de libre acceso pero no todos, los más curiosos estaban en el interior del recinto más grande por el que había que pagar, donde se sucedían los espectáculos más importantes.
Cada uno de Los Canijos tenía muy claro cuál era su aportación y los cebos habían cumplido con la suya hasta tener que ir a buscar a la próxima ronda de polillas, como ella solía llamar a los clientes potenciales. En su caso, tendría un número más adelante en la carpa principal, pero por el momento se bajó de los hombros de los hombresbestia, a una de ellos incluso le dio un golpecito en el brazo con camaradería y se dispuso a descansar y de paso a observar, una de las cosas que más le gustaba hacer.
- Spoiler:
- Podéis inventaros lo que queráis de los puestos, participar en alguno, entrar en la carpa más grande..O liarla parda xD Eso al gusto.
Porthia
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Re: La Alegría de Los Canijos[Libre/Día][4/4]
-Tú-
-¿Yo?-
-Si tú, pareciera que tienes un dolor muy grande el cual quieres ahogar en licor-
-¿Co-Cómo puedes saberlo?-
En aquel momento todo lo malo que le había ocurrido a Nero paso por su cabeza, su dura infancia en el desierto, el haber asesinado a su propia madre, el ser buscado en distintos lugares por culpa de los desastres que cometía cuando no tenia control de si mismo cuando se transformaba en dragón, las noches frías donde no tenia lugar para dormir, los días donde no tenia nada para comer, el incidente con Mina, el problema con los Contchudos y un sin fin de cosas que intentaba ahogar en la profundidad de la botella, entonces la voz de la señora le interrumpió el tren de pensamientos en el que se había sumido.
-Si, estas sangrando de tu brazo... ¿Por qué llevas esa arma de aquella forma? se ve super impráctico-
-Oh, es la costumbre, no se preocupe por eso, ¿Eres una adivina o algo así?-
-Algo así, pero si tuviera que adivinar... Diría que lo que buscas se encuentra en aquella carpa de allá-
-Vamos, seré borracho pero no soy estúpido, enserio eso es lo mejor que puedes hacer-
-Tenemos nuestra propia mezcla de licor-
-Por los Dioses!, eres una adivina de verdad!-
-Deberías hacer que te revisen el brazo..-
-Una adivina de verdad!-
Señalo el borracho ignorando las ultimas palabras de la señora, su atención ahora estaba enfocada en aquel licor que hacían los viajeros, si algo daba por sentado era que de seguro era fuerte, ante lo cual estaba dispuesto a gastar los pocos aeros que tenia por una botella de algo fuerte puesto que su botella estaba por vaciarse debido al accidente anterior, termino de beber el contenido de la botella y la lanzo sin cuidado para hacer espacio en su mano para lo que seria su nueva botella de alcohol(?).
-¿Yo?-
-Si tú, pareciera que tienes un dolor muy grande el cual quieres ahogar en licor-
-¿Co-Cómo puedes saberlo?-
En aquel momento todo lo malo que le había ocurrido a Nero paso por su cabeza, su dura infancia en el desierto, el haber asesinado a su propia madre, el ser buscado en distintos lugares por culpa de los desastres que cometía cuando no tenia control de si mismo cuando se transformaba en dragón, las noches frías donde no tenia lugar para dormir, los días donde no tenia nada para comer, el incidente con Mina, el problema con los Contchudos y un sin fin de cosas que intentaba ahogar en la profundidad de la botella, entonces la voz de la señora le interrumpió el tren de pensamientos en el que se había sumido.
-Si, estas sangrando de tu brazo... ¿Por qué llevas esa arma de aquella forma? se ve super impráctico-
-Oh, es la costumbre, no se preocupe por eso, ¿Eres una adivina o algo así?-
-Algo así, pero si tuviera que adivinar... Diría que lo que buscas se encuentra en aquella carpa de allá-
-Vamos, seré borracho pero no soy estúpido, enserio eso es lo mejor que puedes hacer-
-Tenemos nuestra propia mezcla de licor-
-Por los Dioses!, eres una adivina de verdad!-
-Deberías hacer que te revisen el brazo..-
-Una adivina de verdad!-
Señalo el borracho ignorando las ultimas palabras de la señora, su atención ahora estaba enfocada en aquel licor que hacían los viajeros, si algo daba por sentado era que de seguro era fuerte, ante lo cual estaba dispuesto a gastar los pocos aeros que tenia por una botella de algo fuerte puesto que su botella estaba por vaciarse debido al accidente anterior, termino de beber el contenido de la botella y la lanzo sin cuidado para hacer espacio en su mano para lo que seria su nueva botella de alcohol(?).
Nero Crimson
Borracho de Aerandir
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Re: La Alegría de Los Canijos[Libre/Día][4/4]
El trance en el que se hallaba inmerso Eberus no era ni medio normal. Ese prado... esas flores... ese hipnótico éter que envolvía cada centímetro de aquel lugar... simplemente irresistible para la mente del brujo, que encontraba en sí mismo la paz y la armonía en ese momento mágico.
Visto desde fuera, se podía ver a un señor con ropas oscuras y capucha puesta sentado en un colorido prado y cuyo rostro mostraba una expresión propia del que estuviera observando frente a él el más alucinante de los acontecimientos. En ese momento no estaba centrado en mantener una expresión facial medianamente normal, desde luego.
A pesar de que el ruido en el ambiente no era demasiado tranquilo, hasta ahora Eberus había podido mantener su trance. Ni si quiera se había inmutado cuando llegaron a las carpas los artistas que había visto antes en la plaza, y de los que estaba huyendo. Sin embargo, ese ruido se intensificó de repente. Se escucharon unos alegres gritos desde una de las carpas y el brujo notó como su tranquilidad se perturbó ligeramente, pero lo suficiente como para sentir una intensa rabia. - ¡Aaarghhh! ¡Mierda! ¡¿Cerrarán la boca en algún momento ese grupillo de cabrones?! ¡Ya me han perturbado mi pausa épica, leches! - exclamó. Así solía llamar Eberus a su sagrado momento de meditación diario, que para él se trataba de todo un viaje por las profundidades de su subconsciente.
Sin parar de refunfuñar y con intenciones de cantarles las cuarenta a aquellos inocentes funámbulos, se encaminó hacia las carpas grandes y entró a la que más cerca se encontraba. Eberus no tenía aún ni idea de lo que era un espectáculo circense ni de lo que significaba todo aquello que estaba montado, y solo los veía como un estorbo para su meditación de brujo. En el interior de la carpa, se encontró con que unos corpulentos y enormes hombres bestia no le dejaron acceder si no cumplía con una condición.
- ¡Eh! ¡¿Por qué me paráis?! ¿A caso no está entrando ya todo el mundo? ¡Quitame las manos de encima! -
- Señor, para entrar ha de pagar. Si no entra no paga. Dinero o fuera, lo siento. -
- ¡¿Pero qué es esto?! ¡Si no quiero comprar nada! ¡¿Cómo os atrevéis a pedirme dinero por querer pisar el suelo que cubren estas roñosas telas?! ¡¡¡Por las barbas de mi abuelo!!! ¡Pero si encima sois vosotros quienes estáis molestando a la gente que quiere estar tranquila aquí! -
Bastó con una simple mano de un hombre bestia para empujar con suavidad a Eberus hacia fuera de la carpa, quien de una manera cómica para los demás trataba de avanzar hacia el interior, sin lograrlo ni lo más mínimo. Parecía tratarse de una situación similar a la del flautista, ya que a partir de un conflicto real comenzaron a surgir risas y aplausos, como si todos los que habían acudido a divertirse con los espectáculos circenses se tomasen esta ridícula escena como una función más.
Visto desde fuera, se podía ver a un señor con ropas oscuras y capucha puesta sentado en un colorido prado y cuyo rostro mostraba una expresión propia del que estuviera observando frente a él el más alucinante de los acontecimientos. En ese momento no estaba centrado en mantener una expresión facial medianamente normal, desde luego.
A pesar de que el ruido en el ambiente no era demasiado tranquilo, hasta ahora Eberus había podido mantener su trance. Ni si quiera se había inmutado cuando llegaron a las carpas los artistas que había visto antes en la plaza, y de los que estaba huyendo. Sin embargo, ese ruido se intensificó de repente. Se escucharon unos alegres gritos desde una de las carpas y el brujo notó como su tranquilidad se perturbó ligeramente, pero lo suficiente como para sentir una intensa rabia. - ¡Aaarghhh! ¡Mierda! ¡¿Cerrarán la boca en algún momento ese grupillo de cabrones?! ¡Ya me han perturbado mi pausa épica, leches! - exclamó. Así solía llamar Eberus a su sagrado momento de meditación diario, que para él se trataba de todo un viaje por las profundidades de su subconsciente.
Sin parar de refunfuñar y con intenciones de cantarles las cuarenta a aquellos inocentes funámbulos, se encaminó hacia las carpas grandes y entró a la que más cerca se encontraba. Eberus no tenía aún ni idea de lo que era un espectáculo circense ni de lo que significaba todo aquello que estaba montado, y solo los veía como un estorbo para su meditación de brujo. En el interior de la carpa, se encontró con que unos corpulentos y enormes hombres bestia no le dejaron acceder si no cumplía con una condición.
- ¡Eh! ¡¿Por qué me paráis?! ¿A caso no está entrando ya todo el mundo? ¡Quitame las manos de encima! -
- Señor, para entrar ha de pagar. Si no entra no paga. Dinero o fuera, lo siento. -
- ¡¿Pero qué es esto?! ¡Si no quiero comprar nada! ¡¿Cómo os atrevéis a pedirme dinero por querer pisar el suelo que cubren estas roñosas telas?! ¡¡¡Por las barbas de mi abuelo!!! ¡Pero si encima sois vosotros quienes estáis molestando a la gente que quiere estar tranquila aquí! -
Bastó con una simple mano de un hombre bestia para empujar con suavidad a Eberus hacia fuera de la carpa, quien de una manera cómica para los demás trataba de avanzar hacia el interior, sin lograrlo ni lo más mínimo. Parecía tratarse de una situación similar a la del flautista, ya que a partir de un conflicto real comenzaron a surgir risas y aplausos, como si todos los que habían acudido a divertirse con los espectáculos circenses se tomasen esta ridícula escena como una función más.
Eberus
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Re: La Alegría de Los Canijos[Libre/Día][4/4]
Todo alrededor era interesante, de seguro esta era una vida algo divertida, viajar de lugar en lugar montando espectáculos, o eso pensaba brevemente quizás había días de hambre o complicados, pero de alguna forma le recordaba a la alegría de sus propias caravanas.
Pero pensar en días pasados le daba un terrible dolor de cabeza, el dolor de cabeza ponía a su otra parte más cerca de la libertad junto con el enojo o el hambre que era situaciones que evitaba a toda costa. La ventaja de niños alrededor detendría un poco al monstruo pero si de verdad tenía hambre o enojo los niños solo terminarían votados alrededor, vivos probablemente pero no sin algún trauma.
Todo era tan nostálgico, las risas, la algarabía que había entre la gente, la diversión era una combinación de su peregrinación con los viajes, lo mejor de ambos mundos o eso pensaba Alexander, el otro prefería un poco más la sangre, la masacre, la vida del caníbal viajero, el infundir temor entre otras cosas. Por suerte solo existían dos de ellos o era uno solo. Discutir consigo mismo y su otra parte era muy confuso, si eran dos el Alexander y el otro. Lo importante es que su mente era muy poco espacio para compartir con un tercer ente por lo que estaba agradecido de solo ser ellos.
Venían aquí por la emoción de conocer otros pres digitadores otros timadores de talento como su familia, podría ver algunas trucos sencillos mientras caminaba entre la gente pero nada que le asombrara, esperaba que hubiera alguien mejor o más digno para compartir destrezas, quizás un compañero nuevo de viaje.
No, lo del compañero de viaje no sería buena idea, después de dejar Cedralada con los cuatro dedos de un muerto, salió cual bandido sin despedirse de sus nuevos amigos acordó que lo mejor era solo tener compañeros de viajes cortos por si tenía algún desliz, debía evitar esa idea de hacer amigos, pero era un hecho que si intentaba recuperar o integrarse alguna caravana tendría que tener un gran control sobre su otra hambre o seguir hurtando partes de cadáveres.
Por alguna extraña razón siempre que se encontraba con demasiada gente su tren de pensamientos se desviaba a cosas al azar, quizás era el problema de tener dos personalidades en un cuerpo, pero ya era algo con lo que trabajaría más delante.
Se reconecto con el ruido de alrededor al escuchar sobre la dama pasado y futuro.
-Un adivino- eso era una gran idea, los adivinos habían sido buenos guías de ambos de sus abuelos y podría servirle de guía para sus próximos pasos, lo ideal sería buscar a esa dama…aunque el mismo no fuera una señora curiosa como llamaba el otro hombre.
-Concentrémonos, necesitamos probar esa bebida, dos conseguir comida, los colgantes no suenan mal, algo de golosinas, visitar a la señora del pasado y merodear si esas deben ser tus prioridades- se repitió Alexander, hablar solo no debería ser tan excéntrico entre tanta gente o eso esperaba, sobre todo cuando su otra yo no contestaba.
Aún tenía algunos aeros extras del pueblo anterior que podría gastar con todo gusto en algunas de esas cosas. La pregunta será ¿Por dónde comenzaría?
Estaba caminando en rumbo a la carpa donde venían el alcohol cuando un imprudente arrojo una botella que le ha pasado volando por la cabeza por los pelos que lo esquivo, el hombre a su derecha no tuvo tanta suerte.
-¿Oye amigo estas bien?- quien era el para desaprovechar esta situación tan beneficiosa.- –Eso ha salido de la nada-
Se ofreció a ayudar al hombre a levantarse, sus amigos que venían de tras de él no paraban de reírse por la mala suerte de su acompañante. Por lo cual aprovecho para levantar al joven, era pronto para intentar revisarlo sobre todo con tantas miradas, pero algo se haría su don podría aprovecharse en cualquier momento.
-Muchas gracias- menciono el golpeado. – Ojala mis amigos dejaran de reírse para ayudarme ellos mismos- se quejó mientras se sacudía al levantarse –Por favor déjame invitarte un trago como agradecimiento.-
-No quiero incomodar-
-Por favor al menos uno por tu ayuda-
-Ya que insisten solo uno, después de todo yo mismo me dirigía hacia allá-
Por lo que acompaño al grupo adentro de la carpa del alcohol, había algo de gente ahí reunida. El joven que había resultado golpeado rápidamente pidió una ronda de bebida para degustar. Al llegar el alcohol brindo en agradecimiento y se terminó en más rápido de lo que llego.
Era una bebida fuerte, de esas que te calentarían en las más frías de la noche. Tomo una segunda ronda de alcohol con el hombre y sus amigos que parecían felices de emborracharse y parecían tener suficiente dinero para hacerlo aposta, por lo que aprovecho su distracción para encargar dos botellas para llevar, las guardo en su mochila y dejo un par de monedas para cooperación sabiendo que probablemente serian insuficientes pero para entonces ya sería tarde cuando se dieran cuenta. Se despidió rápidamente del hombre y sus amigos agradeciendo los tragos que compartieron, incluso uno de ellos le devolvió las monedas diciendo que no era necesario para dos tragos vasos apenas que se cruzaron.
Decidió no discutirle, después de todo no vieron las botellas que se embolso en la distracción de la gente, agradecido de ahí salió a su siguiente destino.
El siguiente destino fue una carpa pequeña con jabones, se entretuvo revisando, oliendo y preguntando por las propiedades de los mismos, no es que fuera quisquilloso pero cuando podía tomar un baño le gustaba disfrutarlo al final compro tres barritas pequeñas con las monedas que le habían devuelto, la señora insistió que era demasiado pero olían tan exquisito que no iba a permitir que no las aceptara después de todo el mismo lo “consiguió con sus artimañas en el pueblo anterior” y no era quien para no ayudar a otros como él. Ahora que ese sería otro tema si se tratara de sus otras monedas.
Compro unos cuantos amuletos de fortuna, unos cuantos para regalar por si hacia nuevos amigos…bueno por si los necesitaba, otros para el mismo, quien sabe podría revenderlos más delante si necesitaba dinero.
Estaba tan entretenido entre los puestos revisando todo, que saco de forma natural uno de sus manjares para le quedaba y se lo comía tal cual golosina ignorando si la demás gente notaba que era una especie de dedo.
La carpa de la vidente estaba cerca de las carpas grandes pero había un gran alboroto hacia el otro lado por algo de comida extraña y asquerosa que la gente tenía que pagar por comer, si comía todo no pagabas si no comías la ración pagabas doble.
No sabía de qué se trataba esta triquiñuela pero él no desaprovechaba nada de oportunidades valiosas. Por lo que la vidente tendría que esperar solo un poco más. Cuando se acercó al alboroto pudo ver que se trataba de un platillo que quizás aquí no era común algo de viseras con ojos de animales bañado en sangre y picoso si su nariz no le engañaba.
La gente de alrededor hacia caras desde sorpresa a asco, algunos tenía que salir corriendo por la impresión. El plato humeaba se veía tan calientito que no dudo en sentarse dejar la cantidad de dinero indicada en la mesa y esperar a que le sirvieran.
Como podría la gente ignorar esta comida de dioses, su madre se la hacía con una ligera variedad de ingredientes cuando enfermaba, estaba seguro que aquí no encontraría partes humanas pero, podía notar que era en base el mismo platillo.
No dejo que le explicaran las reglas, no le importaba si sabía cómo olía le pagaría de su dinero personal de ser necesario, no iba escatimar en comer algo que le recordara su madre, su infancia, su casa. Sentía como sus ojos se llenaban de humedad con el primer bocado, el sabor era tan parecido que se llenó de nostalgia su corazón mientras comía, era como reconciliar a ambas partes de él mientras se alimentaba, en este momento estaban increíblemente en sintonía solo disfrutando un simple plato de ojos con viseras en color rojo y picante.
Como explicarle a estos pobres de mente que le veían comer con asco y extrañeza que este platillo le recordaba los días más fríos y la mirada de su madre que le calentaba el alma, así que no le importo, incluso alguien se ofreció a pagar otro plato por tal de verle comer como un poseído el manjar de los dioses, aunque estaba seguro que solo eral morbo de ver el rojo escurriendo de su cara, pero que carajos era comida gratis y estaba gloriosa. Ojos, corazón, tripas, cocidos en su propia sangre con lo que sea picante que le pusieron, como la gente no apreciaba esta delicia estaba más allá de él, pero gustoso pago los cuatro platos que se comió sin permitirles decir que no al respecto. Sería una gran ofensa no pagar por comida tan deliciosa.
Así bañado un poco de caldo, salió contento con la barriga llena en busca de la adivina, este era sin duda un gran día. La fila para ver a la mujer era enorme, por lo que quizás lo mejor sería intentar después de ver otro show probablemente habría menos gente.
Fue a la carpa principal la cual parecía tener un costo extra, no importaba aun quedaban monedas extra y todo aquí le ponía de buenas a ambos, o de igual forma podría recuperarse en su siguiente pueblo. Ignoro a al hombre que los hombres bestia sacaban de la carpa, pago su entrada y decidió acomodarse en la filas de en medio para poder apreciar bien cualquier espectáculo que fueran a montar.
Pero pensar en días pasados le daba un terrible dolor de cabeza, el dolor de cabeza ponía a su otra parte más cerca de la libertad junto con el enojo o el hambre que era situaciones que evitaba a toda costa. La ventaja de niños alrededor detendría un poco al monstruo pero si de verdad tenía hambre o enojo los niños solo terminarían votados alrededor, vivos probablemente pero no sin algún trauma.
Todo era tan nostálgico, las risas, la algarabía que había entre la gente, la diversión era una combinación de su peregrinación con los viajes, lo mejor de ambos mundos o eso pensaba Alexander, el otro prefería un poco más la sangre, la masacre, la vida del caníbal viajero, el infundir temor entre otras cosas. Por suerte solo existían dos de ellos o era uno solo. Discutir consigo mismo y su otra parte era muy confuso, si eran dos el Alexander y el otro. Lo importante es que su mente era muy poco espacio para compartir con un tercer ente por lo que estaba agradecido de solo ser ellos.
Venían aquí por la emoción de conocer otros pres digitadores otros timadores de talento como su familia, podría ver algunas trucos sencillos mientras caminaba entre la gente pero nada que le asombrara, esperaba que hubiera alguien mejor o más digno para compartir destrezas, quizás un compañero nuevo de viaje.
No, lo del compañero de viaje no sería buena idea, después de dejar Cedralada con los cuatro dedos de un muerto, salió cual bandido sin despedirse de sus nuevos amigos acordó que lo mejor era solo tener compañeros de viajes cortos por si tenía algún desliz, debía evitar esa idea de hacer amigos, pero era un hecho que si intentaba recuperar o integrarse alguna caravana tendría que tener un gran control sobre su otra hambre o seguir hurtando partes de cadáveres.
Por alguna extraña razón siempre que se encontraba con demasiada gente su tren de pensamientos se desviaba a cosas al azar, quizás era el problema de tener dos personalidades en un cuerpo, pero ya era algo con lo que trabajaría más delante.
Se reconecto con el ruido de alrededor al escuchar sobre la dama pasado y futuro.
-Un adivino- eso era una gran idea, los adivinos habían sido buenos guías de ambos de sus abuelos y podría servirle de guía para sus próximos pasos, lo ideal sería buscar a esa dama…aunque el mismo no fuera una señora curiosa como llamaba el otro hombre.
-Concentrémonos, necesitamos probar esa bebida, dos conseguir comida, los colgantes no suenan mal, algo de golosinas, visitar a la señora del pasado y merodear si esas deben ser tus prioridades- se repitió Alexander, hablar solo no debería ser tan excéntrico entre tanta gente o eso esperaba, sobre todo cuando su otra yo no contestaba.
Aún tenía algunos aeros extras del pueblo anterior que podría gastar con todo gusto en algunas de esas cosas. La pregunta será ¿Por dónde comenzaría?
Estaba caminando en rumbo a la carpa donde venían el alcohol cuando un imprudente arrojo una botella que le ha pasado volando por la cabeza por los pelos que lo esquivo, el hombre a su derecha no tuvo tanta suerte.
-¿Oye amigo estas bien?- quien era el para desaprovechar esta situación tan beneficiosa.- –Eso ha salido de la nada-
Se ofreció a ayudar al hombre a levantarse, sus amigos que venían de tras de él no paraban de reírse por la mala suerte de su acompañante. Por lo cual aprovecho para levantar al joven, era pronto para intentar revisarlo sobre todo con tantas miradas, pero algo se haría su don podría aprovecharse en cualquier momento.
-Muchas gracias- menciono el golpeado. – Ojala mis amigos dejaran de reírse para ayudarme ellos mismos- se quejó mientras se sacudía al levantarse –Por favor déjame invitarte un trago como agradecimiento.-
-No quiero incomodar-
-Por favor al menos uno por tu ayuda-
-Ya que insisten solo uno, después de todo yo mismo me dirigía hacia allá-
Por lo que acompaño al grupo adentro de la carpa del alcohol, había algo de gente ahí reunida. El joven que había resultado golpeado rápidamente pidió una ronda de bebida para degustar. Al llegar el alcohol brindo en agradecimiento y se terminó en más rápido de lo que llego.
Era una bebida fuerte, de esas que te calentarían en las más frías de la noche. Tomo una segunda ronda de alcohol con el hombre y sus amigos que parecían felices de emborracharse y parecían tener suficiente dinero para hacerlo aposta, por lo que aprovecho su distracción para encargar dos botellas para llevar, las guardo en su mochila y dejo un par de monedas para cooperación sabiendo que probablemente serian insuficientes pero para entonces ya sería tarde cuando se dieran cuenta. Se despidió rápidamente del hombre y sus amigos agradeciendo los tragos que compartieron, incluso uno de ellos le devolvió las monedas diciendo que no era necesario para dos tragos vasos apenas que se cruzaron.
Decidió no discutirle, después de todo no vieron las botellas que se embolso en la distracción de la gente, agradecido de ahí salió a su siguiente destino.
El siguiente destino fue una carpa pequeña con jabones, se entretuvo revisando, oliendo y preguntando por las propiedades de los mismos, no es que fuera quisquilloso pero cuando podía tomar un baño le gustaba disfrutarlo al final compro tres barritas pequeñas con las monedas que le habían devuelto, la señora insistió que era demasiado pero olían tan exquisito que no iba a permitir que no las aceptara después de todo el mismo lo “consiguió con sus artimañas en el pueblo anterior” y no era quien para no ayudar a otros como él. Ahora que ese sería otro tema si se tratara de sus otras monedas.
Compro unos cuantos amuletos de fortuna, unos cuantos para regalar por si hacia nuevos amigos…bueno por si los necesitaba, otros para el mismo, quien sabe podría revenderlos más delante si necesitaba dinero.
Estaba tan entretenido entre los puestos revisando todo, que saco de forma natural uno de sus manjares para le quedaba y se lo comía tal cual golosina ignorando si la demás gente notaba que era una especie de dedo.
La carpa de la vidente estaba cerca de las carpas grandes pero había un gran alboroto hacia el otro lado por algo de comida extraña y asquerosa que la gente tenía que pagar por comer, si comía todo no pagabas si no comías la ración pagabas doble.
No sabía de qué se trataba esta triquiñuela pero él no desaprovechaba nada de oportunidades valiosas. Por lo que la vidente tendría que esperar solo un poco más. Cuando se acercó al alboroto pudo ver que se trataba de un platillo que quizás aquí no era común algo de viseras con ojos de animales bañado en sangre y picoso si su nariz no le engañaba.
La gente de alrededor hacia caras desde sorpresa a asco, algunos tenía que salir corriendo por la impresión. El plato humeaba se veía tan calientito que no dudo en sentarse dejar la cantidad de dinero indicada en la mesa y esperar a que le sirvieran.
Como podría la gente ignorar esta comida de dioses, su madre se la hacía con una ligera variedad de ingredientes cuando enfermaba, estaba seguro que aquí no encontraría partes humanas pero, podía notar que era en base el mismo platillo.
No dejo que le explicaran las reglas, no le importaba si sabía cómo olía le pagaría de su dinero personal de ser necesario, no iba escatimar en comer algo que le recordara su madre, su infancia, su casa. Sentía como sus ojos se llenaban de humedad con el primer bocado, el sabor era tan parecido que se llenó de nostalgia su corazón mientras comía, era como reconciliar a ambas partes de él mientras se alimentaba, en este momento estaban increíblemente en sintonía solo disfrutando un simple plato de ojos con viseras en color rojo y picante.
Como explicarle a estos pobres de mente que le veían comer con asco y extrañeza que este platillo le recordaba los días más fríos y la mirada de su madre que le calentaba el alma, así que no le importo, incluso alguien se ofreció a pagar otro plato por tal de verle comer como un poseído el manjar de los dioses, aunque estaba seguro que solo eral morbo de ver el rojo escurriendo de su cara, pero que carajos era comida gratis y estaba gloriosa. Ojos, corazón, tripas, cocidos en su propia sangre con lo que sea picante que le pusieron, como la gente no apreciaba esta delicia estaba más allá de él, pero gustoso pago los cuatro platos que se comió sin permitirles decir que no al respecto. Sería una gran ofensa no pagar por comida tan deliciosa.
Así bañado un poco de caldo, salió contento con la barriga llena en busca de la adivina, este era sin duda un gran día. La fila para ver a la mujer era enorme, por lo que quizás lo mejor sería intentar después de ver otro show probablemente habría menos gente.
Fue a la carpa principal la cual parecía tener un costo extra, no importaba aun quedaban monedas extra y todo aquí le ponía de buenas a ambos, o de igual forma podría recuperarse en su siguiente pueblo. Ignoro a al hombre que los hombres bestia sacaban de la carpa, pago su entrada y decidió acomodarse en la filas de en medio para poder apreciar bien cualquier espectáculo que fueran a montar.
Alexander Kraz
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Re: La Alegría de Los Canijos[Libre/Día][4/4]
Desde donde estaba podía ver bastante bien el tránsito de la gente. Todos los puestos estaban distribuidos entre los miembros de una familia, de esa manera podían controlarse unos a otros y notar en seguida si faltaba alguien y los que no tenían a quién pertenecer se juntaban en carpas contiguas, de esa manera mantenían cierta vigilancia y protección ante desconocidos. Ella lo tenía algo más difícil porque prefería estar sola y tenía la sospecha de que nadie le echaría de menos si terminara por desaparecer, tal vez por el número en la carpa principal, pero se encargarían de sustituirla en seguida.
Una de las adivinas guió a un joven hacia la cantina, le vio lanzar una botella hacia atrás con lo que ya vendría bebido. Aquello interesó a Porthia, que le dio un último mordisco a la fruta que tenía en la mano y se dirigió hacia allí. Lo bueno que tenían los borrachos era lo fácil que era robarles, por lo general nunca tenía problemas con ellos y sería su última parada en un día normal, pero quería vigilar primero, así que esperó en una esquina mirando al desconocido. La gente se acercó a hablarle, a ella también le causaba curiosidad el por qué de esas armas, solo que dejó la curiosidad a un lado en pos de la avaricia y se acercó como quien se interesaba por la conversación. Apenas vio un brillo interesante entre los pliegues de su ropa y eso que tampoco llevaba tanta. Le bastó ese momento para quitárselo de encima, esperaba que no pesara demasiado para que no fuera tan descarado y después de despedirse de alguien conocido, disimulando, se alejó de la posada improvisada contemplando su nueva adquisición. Parecía una especie de medalla y frunció el ceño, ¿Tendría algo de valor?
Hubo un momento de bastante movimiento en la carpa donde se hacía el concurso de comida, al parecer alguien estaba dando de qué hablar y se acercó, poniéndose de puntillas para intentar vislumbrar algo, observó a alguien que parecía de lo más feliz pegándose un atracón, bueno, desde luego pocas cosas había mejores que tener la barriga llena. Sonrió divertida, porque el hombre parecía de lo más cómodo comiendo sobras animales que por lo general la gente no tocaría ni con un palo, pero él parecía disfrutarlo genuinamente. Le siguió con la mirada, justo cuando se desvió hacia la carpa de los jabones, ese tenía aeros para gastar, se lo apuntó en la memoria porque no mucho más tarde fue hasta la carpa principal, donde hubo otro pequeño revuelo por culpa de alguien que intentaba colarse. Había mucho viajero que no entendía las normas de las atracciones principales, pero al menos se alegró de que no se iniciase una trifulca real, porque Los Canijos eran gente de paz y repudiaban la violencia.
Porthia dejó de vigilar la entrada de la carpa principal y fue por la parte trasera, algunas personas la apresuraron para llegar, normalmente siempre llegaba tarde a todas las presentaciones y a nadie le molestaba pero esta vez la carpa parecía un hormiguero y dentro estaba el showman presentando un grupo de contorsionistas, malabaristas y bailarines que amenizaban el interludio entre un espectáculo y otro. Mientras tanto, estaba preparado ya su espectáculo, se tuvo que cambiar de traje, este también tenía colores vivos pero era de tirantes lo que le permitía tener libertad de movimientos y los pantalones se ajustaban perfectamente. El showman señaló en dirección a Porthia cuando ella dio la señal de que todo estaba bien.- ¡Damas y Caballeros, os presentamos al Susurro de Seda!- Se iluminó la parte del poste donde la chica estaba encima, saludando, delante de ella una cuerda que parecía no tenía fin hasta llegar al siguiente poste. Sin nada más que eso.
Una de las adivinas guió a un joven hacia la cantina, le vio lanzar una botella hacia atrás con lo que ya vendría bebido. Aquello interesó a Porthia, que le dio un último mordisco a la fruta que tenía en la mano y se dirigió hacia allí. Lo bueno que tenían los borrachos era lo fácil que era robarles, por lo general nunca tenía problemas con ellos y sería su última parada en un día normal, pero quería vigilar primero, así que esperó en una esquina mirando al desconocido. La gente se acercó a hablarle, a ella también le causaba curiosidad el por qué de esas armas, solo que dejó la curiosidad a un lado en pos de la avaricia y se acercó como quien se interesaba por la conversación. Apenas vio un brillo interesante entre los pliegues de su ropa y eso que tampoco llevaba tanta. Le bastó ese momento para quitárselo de encima, esperaba que no pesara demasiado para que no fuera tan descarado y después de despedirse de alguien conocido, disimulando, se alejó de la posada improvisada contemplando su nueva adquisición. Parecía una especie de medalla y frunció el ceño, ¿Tendría algo de valor?
Hubo un momento de bastante movimiento en la carpa donde se hacía el concurso de comida, al parecer alguien estaba dando de qué hablar y se acercó, poniéndose de puntillas para intentar vislumbrar algo, observó a alguien que parecía de lo más feliz pegándose un atracón, bueno, desde luego pocas cosas había mejores que tener la barriga llena. Sonrió divertida, porque el hombre parecía de lo más cómodo comiendo sobras animales que por lo general la gente no tocaría ni con un palo, pero él parecía disfrutarlo genuinamente. Le siguió con la mirada, justo cuando se desvió hacia la carpa de los jabones, ese tenía aeros para gastar, se lo apuntó en la memoria porque no mucho más tarde fue hasta la carpa principal, donde hubo otro pequeño revuelo por culpa de alguien que intentaba colarse. Había mucho viajero que no entendía las normas de las atracciones principales, pero al menos se alegró de que no se iniciase una trifulca real, porque Los Canijos eran gente de paz y repudiaban la violencia.
Porthia dejó de vigilar la entrada de la carpa principal y fue por la parte trasera, algunas personas la apresuraron para llegar, normalmente siempre llegaba tarde a todas las presentaciones y a nadie le molestaba pero esta vez la carpa parecía un hormiguero y dentro estaba el showman presentando un grupo de contorsionistas, malabaristas y bailarines que amenizaban el interludio entre un espectáculo y otro. Mientras tanto, estaba preparado ya su espectáculo, se tuvo que cambiar de traje, este también tenía colores vivos pero era de tirantes lo que le permitía tener libertad de movimientos y los pantalones se ajustaban perfectamente. El showman señaló en dirección a Porthia cuando ella dio la señal de que todo estaba bien.- ¡Damas y Caballeros, os presentamos al Susurro de Seda!- Se iluminó la parte del poste donde la chica estaba encima, saludando, delante de ella una cuerda que parecía no tenía fin hasta llegar al siguiente poste. Sin nada más que eso.
- Habilidad usada:
Requisar: Al pasar muy cerca de una persona aplico mi destreza para tomar un objeto que pueda llevar en una mano. No aplica a Objetos Ligados al Éter y si la víctima es un PJ solo pierde el objeto durante el tema.
Porthia
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Re: La Alegría de Los Canijos[Libre/Día][4/4]
-Hmmm eso se sintió raro- exclamo mientras sentía un extraño revoltijo de tripas, luego de sujetarse la barriga como si de algo terrible hubiera pasado, luego de liberar un sonoro pedo todo volvió a la normalidad, sin embargo, ahora sentía que le faltaba algo, pero aquello se lo atribuyo al pedo que había soltado recién, por lo cual camino tranquilamente hasta el lugar donde vendían aquel licor casero.
-Buen día, por favor bríndeme un trago de su tan aclamado licor casero- exclamo el dragón al momento que entraba a la carpa que la adivina le había indicado.
-Por supuesto joven, seguro alguien como usted sabrá apreciar este buen brebaje- exclamo el hombre bestia, mitad hombre - mitad Guanaco al momento de servirle una copa de madera con el brebaje.
Nero lo probo y hizo que el liquido recorriera cada rincón de su boca, tenia un sabor bastante peculiar y cuando iba a tragarse el contenido el ocurrente hombre guanaco menciono que había fermentado los contenidos con su propia saliva, aquello le hizo escupir el contenido de lo que tenia su boca y el hombre guanaco agradeció el gesto puesto que lo vio a modo de cumplido, -Suele pasar con todos- señalo sin importancia mientras el mismo escupía en un recipiente, -llevare la botella, gracias- señalo el borracho al momento que pagaba con los pocos aeros que tenia, entonces noto que algo le faltaba... Había desperdiciado un trago!, al escupir la muestra había faltado a los principios anteriormente mostrados hacia el alcohol, luego recordó que era un borracho que hacia cosas sin sentido y salió de la tienda con su nueva botella de licor de saliva de guanaco y otras cosas.
Nero vio a un hombre comiendo con anhelo un plato de tripas, ojos y un sin fin de cosas mas cubiertas de sangre y se alegro de ver gente que fuera tan feliz con lo poco, -Provecho!- exclamo mientras pasaba por ahí y se dirigía a la carpa mas grande cuando noto a otro que estaba siendo empujado y sacado afuera de la tienda como a el le habían hecho en muchas ocasiones, le dio un sorbo a su botella y se planto al lado del hombre que seguía gritando y reclamando, -No hay necesidad de tanto griterío, páguese 2 entradas para ver el espectáculo- le señalo el borracho al imponente hombre bestia quien dejo de empujar al hombre, Nero le brindo una amable sonrisa -y tú relájate y disfruta el espectáculo- señalo mientras le daba unas palmaditas en el hombro y sin mas avanzaba al interior para ver el gran espectáculo.
OFF: le pago la entrada a Eberus y le di ánimos a Alexander(?)
PD: Lamento la demora estaba de vacaciones
-Buen día, por favor bríndeme un trago de su tan aclamado licor casero- exclamo el dragón al momento que entraba a la carpa que la adivina le había indicado.
-Por supuesto joven, seguro alguien como usted sabrá apreciar este buen brebaje- exclamo el hombre bestia, mitad hombre - mitad Guanaco al momento de servirle una copa de madera con el brebaje.
Nero lo probo y hizo que el liquido recorriera cada rincón de su boca, tenia un sabor bastante peculiar y cuando iba a tragarse el contenido el ocurrente hombre guanaco menciono que había fermentado los contenidos con su propia saliva, aquello le hizo escupir el contenido de lo que tenia su boca y el hombre guanaco agradeció el gesto puesto que lo vio a modo de cumplido, -Suele pasar con todos- señalo sin importancia mientras el mismo escupía en un recipiente, -llevare la botella, gracias- señalo el borracho al momento que pagaba con los pocos aeros que tenia, entonces noto que algo le faltaba... Había desperdiciado un trago!, al escupir la muestra había faltado a los principios anteriormente mostrados hacia el alcohol, luego recordó que era un borracho que hacia cosas sin sentido y salió de la tienda con su nueva botella de licor de saliva de guanaco y otras cosas.
Nero vio a un hombre comiendo con anhelo un plato de tripas, ojos y un sin fin de cosas mas cubiertas de sangre y se alegro de ver gente que fuera tan feliz con lo poco, -Provecho!- exclamo mientras pasaba por ahí y se dirigía a la carpa mas grande cuando noto a otro que estaba siendo empujado y sacado afuera de la tienda como a el le habían hecho en muchas ocasiones, le dio un sorbo a su botella y se planto al lado del hombre que seguía gritando y reclamando, -No hay necesidad de tanto griterío, páguese 2 entradas para ver el espectáculo- le señalo el borracho al imponente hombre bestia quien dejo de empujar al hombre, Nero le brindo una amable sonrisa -y tú relájate y disfruta el espectáculo- señalo mientras le daba unas palmaditas en el hombro y sin mas avanzaba al interior para ver el gran espectáculo.
OFF: le pago la entrada a Eberus y le di ánimos a Alexander(?)
PD: Lamento la demora estaba de vacaciones
Nero Crimson
Borracho de Aerandir
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Re: La Alegría de Los Canijos[Libre/Día][4/4]
Finalmente, gracias a un imponente hombre que parecía ser también una bestia, Eberus pudo entrar a la carpa principal.
- Pero, o sea que... ¿de verdad se paga para entrar ahí? Yo, de verdad, no lo entiendo... ¿A caso este lugar posee una especie de aura mágica única, o algo así? - dijo el brujo, honrando a su falta de modales sin mostrar ningún ápice de agradecimiento a aquel hombre.
Aún agitado, a medida que iban caminando hacia el interior de la carpa, Eberus iba mirando a todas partes, tratando de ver algo que le diese alguna pista de en qué tipo de lugar se encontraba. A lo lejos pudo ver a una joven mujer subida a una barra. El brujo no entendía nada.
- Pero, pero... ¿qué clase de lugar es este? ¿Ya están otra vez con los juegitos estos y los espectáculos lamentables que nadie entiende? Desde luego esta ciudad no hay quien la entienda - exclamó el brujo, esperando obtener alguna explicación de lo que estaba sucediendo por parte del generoso hombre que le ayudó antes, aunque realmente no le importase demasiado la explicación.
Eberus, cuya vida desde pequeño había girado en torno al crímen no sangriento (la mayoría de los casos), nunca se había imaginado un tipo de vida en la que la gente no estuviera siempre alerta, planeando golpes y explorando zonas en las que poder obtener un buen botín. Todo le resultaba extraño en la cultura de las personas que vivían en una sociedad civilizada, con preocupaciones totalmente diferentes a las suyas, con intereses por el entretenimiento y el ocio. Básicamente, su ocio consistía en beber y su entretenimiento en robar una vez había bebido.
Por otro lado, la gran complejidad de las grandes ciudades le fascinaba y, en el fondo, y aunque no lo parezca, sentía una gran curiosidad por conocer y entender todas estas rarezas.
- Pero, o sea que... ¿de verdad se paga para entrar ahí? Yo, de verdad, no lo entiendo... ¿A caso este lugar posee una especie de aura mágica única, o algo así? - dijo el brujo, honrando a su falta de modales sin mostrar ningún ápice de agradecimiento a aquel hombre.
Aún agitado, a medida que iban caminando hacia el interior de la carpa, Eberus iba mirando a todas partes, tratando de ver algo que le diese alguna pista de en qué tipo de lugar se encontraba. A lo lejos pudo ver a una joven mujer subida a una barra. El brujo no entendía nada.
- Pero, pero... ¿qué clase de lugar es este? ¿Ya están otra vez con los juegitos estos y los espectáculos lamentables que nadie entiende? Desde luego esta ciudad no hay quien la entienda - exclamó el brujo, esperando obtener alguna explicación de lo que estaba sucediendo por parte del generoso hombre que le ayudó antes, aunque realmente no le importase demasiado la explicación.
Eberus, cuya vida desde pequeño había girado en torno al crímen no sangriento (la mayoría de los casos), nunca se había imaginado un tipo de vida en la que la gente no estuviera siempre alerta, planeando golpes y explorando zonas en las que poder obtener un buen botín. Todo le resultaba extraño en la cultura de las personas que vivían en una sociedad civilizada, con preocupaciones totalmente diferentes a las suyas, con intereses por el entretenimiento y el ocio. Básicamente, su ocio consistía en beber y su entretenimiento en robar una vez había bebido.
Por otro lado, la gran complejidad de las grandes ciudades le fascinaba y, en el fondo, y aunque no lo parezca, sentía una gran curiosidad por conocer y entender todas estas rarezas.
Eberus
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Re: La Alegría de Los Canijos[Libre/Día][4/4]
Probablemente entro demasiado temprano a la carpa principal, quizás aun con esperar a su turno con la adivina habría logrado llegar a tiempo para ver algún show interesante. Si bien los malabaristas y los contorsionistas eran interesantes, le hacía considerar nuevas formas de torturas al ver como sus cuerpos podían doblarse. Pero el baile, el baile es algo que no hacían los Kraz más que en sus días de fiesta, era íntimo, era tan privado que los Kraz no bailaban fuera de sus tierras tendría que ser algo especial o mágico para que eso sucediera o si lo hacían era donde nadie más que su familia directa o algún otro miembro de su gente pudiera verles , incluso recordaba rumores de gente muriendo por evitar bailar, que se podía hacer así de rara fue su gente.
En ocasiones pensaba que solo era que sus recuerdos estaban mal y era una mentira de su madre para salvarle del enojo de Khorn.
Se preguntaba por qué estaba divagando de nuevo, este lugar le ponía en todo tipo de humor, feliz, ansioso, exaltado, melancólico, etc. ¿Sería acaso el ambiente? Pero aun con eso, tenía un algo que le hacía querer esperar a observar un poco más, no importando el vaivén de emociones que estaba sintiendo.
Sus pensamientos volvieron al presente cuando vio entrar a la carpa al borracho de antes seguido del hombre extraño que los hombres bestia intentaban evitar que entrara sin pagar. Les vio caminar buscando un lugar para sentarse, que fue justo unas gradas debajo de él, podría ser que el atrajera gente extraña o este hecho era meramente al azar.
Desde aquí alcanzaba a escuchar al hombre extraño preguntarle al borracho sobre ese lugar, resignado y por metiche de que hubiera alguien aún más raro que él mismo decidió acercarse, bajando hasta quedar en los asientos detrás de aquel par.
-claro que se paga es obvio que es su medio de sustento- le menciono – El mundo es un lugar oscuro lleno de monstruos que acosan de día y de noche mira que yo sé de eso. Esto es una distracción de la rutina para la gente de aquí, algo novedoso y agradable que pueden compartir, relajarse, divertirse, reír, esa es la magia de este lugar. No le busques lógica no la tiene solo disfruta del lugar.-
Guardo silencio para observar a la chica que estaba encima, que pensaba hacer con esa cuerda que parecía no tenía fin hasta llegar al siguiente poste. La música parecía que cambiaba de apoco, la carpa parecía iluminarse diferente, quería voltear a investigar si era un truco hecho con espejos, pero estaba totalmente concentrado en la chica, entre el deseo de que cayera de esa altura para conseguir comida gratis para el viaje y otra parte de él que no podía dejar de mirarle, estaba seguro que era la chica de antes.
En ocasiones pensaba que solo era que sus recuerdos estaban mal y era una mentira de su madre para salvarle del enojo de Khorn.
Se preguntaba por qué estaba divagando de nuevo, este lugar le ponía en todo tipo de humor, feliz, ansioso, exaltado, melancólico, etc. ¿Sería acaso el ambiente? Pero aun con eso, tenía un algo que le hacía querer esperar a observar un poco más, no importando el vaivén de emociones que estaba sintiendo.
Sus pensamientos volvieron al presente cuando vio entrar a la carpa al borracho de antes seguido del hombre extraño que los hombres bestia intentaban evitar que entrara sin pagar. Les vio caminar buscando un lugar para sentarse, que fue justo unas gradas debajo de él, podría ser que el atrajera gente extraña o este hecho era meramente al azar.
Desde aquí alcanzaba a escuchar al hombre extraño preguntarle al borracho sobre ese lugar, resignado y por metiche de que hubiera alguien aún más raro que él mismo decidió acercarse, bajando hasta quedar en los asientos detrás de aquel par.
-claro que se paga es obvio que es su medio de sustento- le menciono – El mundo es un lugar oscuro lleno de monstruos que acosan de día y de noche mira que yo sé de eso. Esto es una distracción de la rutina para la gente de aquí, algo novedoso y agradable que pueden compartir, relajarse, divertirse, reír, esa es la magia de este lugar. No le busques lógica no la tiene solo disfruta del lugar.-
Guardo silencio para observar a la chica que estaba encima, que pensaba hacer con esa cuerda que parecía no tenía fin hasta llegar al siguiente poste. La música parecía que cambiaba de apoco, la carpa parecía iluminarse diferente, quería voltear a investigar si era un truco hecho con espejos, pero estaba totalmente concentrado en la chica, entre el deseo de que cayera de esa altura para conseguir comida gratis para el viaje y otra parte de él que no podía dejar de mirarle, estaba seguro que era la chica de antes.
Alexander Kraz
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Re: La Alegría de Los Canijos[Libre/Día][4/4]
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