Telaraña de Pasión y Lujuria [Libre] [4/3]
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Telaraña de Pasión y Lujuria [Libre] [4/3]
Los pasos aceleraban con impaciencia, la tensión en sus manos aumentaba y la resequedad de sus bocas hacía que se volvieran intranquilos. La luz de la luna se había ocultado hacia varias horas y la llama de la antorcha era la única guía de la noche.
- ¡Deprisa maldita sea! - se quejaba el más grande y barbudo del par – ¡No dejaré que nadie se lleve el premio esta noche!
- ¿Como quieres que me apresure si apenas veo lo que tengo a un metro de distancia? - se quejaba el que lo seguía, intentando guiarse en los bosques sin encontrar el norte - ¡Y a ti que se te ocurre venir cuando ni la luna se puede ver!
- ¿Acaso quieres perd--?
Por mirarlo mientras hablaba, no notó cuándo su pie se enganchó en algo que casi lo hace tropezar. Cuando la antorcha iluminó el problema, notaron cómo un hilo grueso y pegajoso se adhirió al pie del sujeto grande.
- … está aquí.
Por los nervios, el acompañante dio unos pasos atrás solo para toparse con algo detrás… o más bien, con alguien. Dos manos femeninas comenzaron lentamente a rodear al más joven, atrayendo y pegando su cuerpo con el de ella, dándose cuenta de cómo sus atributos femeninos se pegaban a su espalda más y más. En una situación normal, actos involuntarios hubieran delatado sus emociones, pero su rostro más bien mostraba miedo cuando dos patas de araña del mismo tamaño de los brazos de la mujer se hundieron levemente en la carne de su torso, como si estuviera probando la suavidad de la carne antes de alimentarse.
E igual de congelado estaba el rostro del sujeto más grande, quien con la débil iluminación de la antorcha no podía distinguir más allá de las extremidades de la criatura. Más podía ver sus ocho ojos color escarlata iluminados de forma innatural, observandolo con una sonrisa que no necesitaba ver para saber que estaba ahí.
- Bienvenidos… a mi telaraña…
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Era una de esas noches primaverales que no parecían querer despegarse del recientemente acabado invierno, y en su manto helado humedecía la noche con una ligera lluvia. Algunos aprovechaban para salvaguardarse bajo el abrazo de una chimenea o de una cálida cama, pero aquellos eran lujos que no podías darte el gusto de tener cuando, bajo este mismo manto húmedo, sucedían situaciones que requerían a un detective, un lechuzoso detective.
La señorita que atendía en aquella noche se acercó a mi mesa, manteniendo ese perfil tan clásico que encontrabas en las tabernas: buenamoza y joven, conocedora del oficio y con el respeto suficiente para que las manos indiscretas se mantuvieran en su lugar.
- ¿Va a querer algo de beber, señor?
- ¿Que opciones tengo?
- Puede decir que Si o puede decir que No.
No pude evitar mirarla de reojo al decirme esas palabras, y después de pensar por unos momentos, asentí. No tardó en traerme un pequeño vaso de perada, con un delicioso sabor que acusaba la madera en donde había añejado.
La noche era lenta y la taberna medio llena, sin mucho movimiento. Es quizás por eso que su entrada dirigió las miradas de todos en el lugar. Cada vez que nos separabamos, la eternidad parecía dominar el tiempo y los minutos se sentían años, pero ahí estaba, justo como la había dejado antes de separarnos, con ese rostro tan delicado y hermoso, con ese cuerpo que podía derretir el queso que estaba al otro lado de la taberna, y con esos pechos que parecían decir... “¡Hey! ¡Mirenme, estamos aquí!”. Era la clase de mujer que te hacía arrodillarte y decir "¡Gracias dioses por hacerme hombre!".
- ¿Otra vez distraído, detective?
- La noche es joven como nuestros cuerpos, mi querida ayudante… pero el alma se añeja como el licor.
- Tomaré en cuenta esas palabras mientras sus ojos sigan viendo mi escote.
Había algo en esa actitud de quedarse con la última palabra que me encantaba de ella. Más allá de sus grises ojos, sus cabellos levemente más grises, o su piel… algo menos gris, su personalidad te pegaba más fuerte que una cachetada de una prostituta que se enoja cuando la llevas a la iglesia.
- Han habido reportes de incidentes fuera del pueblo – tendió su mano para entregarme un papel que estaba en el tablón de anuncios hasta hace poco. No era el único, muchos parecían indicar el mismo trabajo, aunque eran de distintos autores… o cómo pronto descubriríamos, autoras – Las historias son siempre las mismas: una pareja de hombres sale a los bosques, vuelven magullados, golpeados y sin dinero encima.
- Huele a una banda de ladrones – la pipa encendió y saboreé su sabor mientras leía el anuncio.
- Pues, es ahí donde se vuelve más confuso, detective – apoyándose en el respaldo de la silla, se cruzó de brazos y su mirada seria y pensativa se dirigió a mis ojos – Las víctimas son siempre las mismas: los hombres que salen a buscar a estos ladrones.
- Hmmm… eso si es extraño – esta vez mi mirada se dirigió a sus ojos. A sus ojos reales – ¿Algún perfil en común de quienes pusieron los anuncios?
- Eso lo desconozco, detective.
Apagando la pipa para saborear su sabor en otra ocasión, mis garras encontraron la madera del piso y lentamente me llevaron hasta la salida de la taberna. La lluvia, aunque ligera y poco intensa, ya había dejado que el barro y algunas pozas se mostrara en las calles de aquel pobre pueblo.
- Al parecer nos espera una larga noche, mi querida ayudante…
Aunque el destino caprichoso no quiso que alcanzara a dar un par de pasos en falso, pues una engañosa posa que parecía de pocos centímetros en realidad era algo más de medio metro, haciéndome caer y quedar empapado hasta debajo de mi cuello. Apenas pude salir, una sacudida sacó una buena parte del agua, pero ahora tanto mis plumas como mi traje se encontraban completamente empapados. Acuclillandose a mi lado y sacando un pañuelo que no serviría para todo mi cuerpo, sacó el barro de mi cara y traje.
- … al parecer será bastante larga.
A diferencia mía, mi asistente se encontraba intacta de agua gracias a su sombrilla. Supongo que, cuando eres vampiro, la elegancia venía incorporada en tu mente.
Offtopic: La apariencia de Agatha es [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], aunque Hoots la ve [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
- ¡Deprisa maldita sea! - se quejaba el más grande y barbudo del par – ¡No dejaré que nadie se lleve el premio esta noche!
- ¿Como quieres que me apresure si apenas veo lo que tengo a un metro de distancia? - se quejaba el que lo seguía, intentando guiarse en los bosques sin encontrar el norte - ¡Y a ti que se te ocurre venir cuando ni la luna se puede ver!
- ¿Acaso quieres perd--?
Por mirarlo mientras hablaba, no notó cuándo su pie se enganchó en algo que casi lo hace tropezar. Cuando la antorcha iluminó el problema, notaron cómo un hilo grueso y pegajoso se adhirió al pie del sujeto grande.
- … está aquí.
Por los nervios, el acompañante dio unos pasos atrás solo para toparse con algo detrás… o más bien, con alguien. Dos manos femeninas comenzaron lentamente a rodear al más joven, atrayendo y pegando su cuerpo con el de ella, dándose cuenta de cómo sus atributos femeninos se pegaban a su espalda más y más. En una situación normal, actos involuntarios hubieran delatado sus emociones, pero su rostro más bien mostraba miedo cuando dos patas de araña del mismo tamaño de los brazos de la mujer se hundieron levemente en la carne de su torso, como si estuviera probando la suavidad de la carne antes de alimentarse.
E igual de congelado estaba el rostro del sujeto más grande, quien con la débil iluminación de la antorcha no podía distinguir más allá de las extremidades de la criatura. Más podía ver sus ocho ojos color escarlata iluminados de forma innatural, observandolo con una sonrisa que no necesitaba ver para saber que estaba ahí.
- Bienvenidos… a mi telaraña…
Expediente Detectivesco #1: Telaraña de Pasión y Lujuria
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Era una de esas noches primaverales que no parecían querer despegarse del recientemente acabado invierno, y en su manto helado humedecía la noche con una ligera lluvia. Algunos aprovechaban para salvaguardarse bajo el abrazo de una chimenea o de una cálida cama, pero aquellos eran lujos que no podías darte el gusto de tener cuando, bajo este mismo manto húmedo, sucedían situaciones que requerían a un detective, un lechuzoso detective.
La señorita que atendía en aquella noche se acercó a mi mesa, manteniendo ese perfil tan clásico que encontrabas en las tabernas: buenamoza y joven, conocedora del oficio y con el respeto suficiente para que las manos indiscretas se mantuvieran en su lugar.
- ¿Va a querer algo de beber, señor?
- ¿Que opciones tengo?
- Puede decir que Si o puede decir que No.
No pude evitar mirarla de reojo al decirme esas palabras, y después de pensar por unos momentos, asentí. No tardó en traerme un pequeño vaso de perada, con un delicioso sabor que acusaba la madera en donde había añejado.
La noche era lenta y la taberna medio llena, sin mucho movimiento. Es quizás por eso que su entrada dirigió las miradas de todos en el lugar. Cada vez que nos separabamos, la eternidad parecía dominar el tiempo y los minutos se sentían años, pero ahí estaba, justo como la había dejado antes de separarnos, con ese rostro tan delicado y hermoso, con ese cuerpo que podía derretir el queso que estaba al otro lado de la taberna, y con esos pechos que parecían decir... “¡Hey! ¡Mirenme, estamos aquí!”. Era la clase de mujer que te hacía arrodillarte y decir "¡Gracias dioses por hacerme hombre!".
- ¿Otra vez distraído, detective?
- La noche es joven como nuestros cuerpos, mi querida ayudante… pero el alma se añeja como el licor.
- Tomaré en cuenta esas palabras mientras sus ojos sigan viendo mi escote.
Había algo en esa actitud de quedarse con la última palabra que me encantaba de ella. Más allá de sus grises ojos, sus cabellos levemente más grises, o su piel… algo menos gris, su personalidad te pegaba más fuerte que una cachetada de una prostituta que se enoja cuando la llevas a la iglesia.
- Han habido reportes de incidentes fuera del pueblo – tendió su mano para entregarme un papel que estaba en el tablón de anuncios hasta hace poco. No era el único, muchos parecían indicar el mismo trabajo, aunque eran de distintos autores… o cómo pronto descubriríamos, autoras – Las historias son siempre las mismas: una pareja de hombres sale a los bosques, vuelven magullados, golpeados y sin dinero encima.
- Huele a una banda de ladrones – la pipa encendió y saboreé su sabor mientras leía el anuncio.
- Pues, es ahí donde se vuelve más confuso, detective – apoyándose en el respaldo de la silla, se cruzó de brazos y su mirada seria y pensativa se dirigió a mis ojos – Las víctimas son siempre las mismas: los hombres que salen a buscar a estos ladrones.
- Hmmm… eso si es extraño – esta vez mi mirada se dirigió a sus ojos. A sus ojos reales – ¿Algún perfil en común de quienes pusieron los anuncios?
- Eso lo desconozco, detective.
Apagando la pipa para saborear su sabor en otra ocasión, mis garras encontraron la madera del piso y lentamente me llevaron hasta la salida de la taberna. La lluvia, aunque ligera y poco intensa, ya había dejado que el barro y algunas pozas se mostrara en las calles de aquel pobre pueblo.
- Al parecer nos espera una larga noche, mi querida ayudante…
Aunque el destino caprichoso no quiso que alcanzara a dar un par de pasos en falso, pues una engañosa posa que parecía de pocos centímetros en realidad era algo más de medio metro, haciéndome caer y quedar empapado hasta debajo de mi cuello. Apenas pude salir, una sacudida sacó una buena parte del agua, pero ahora tanto mis plumas como mi traje se encontraban completamente empapados. Acuclillandose a mi lado y sacando un pañuelo que no serviría para todo mi cuerpo, sacó el barro de mi cara y traje.
- … al parecer será bastante larga.
A diferencia mía, mi asistente se encontraba intacta de agua gracias a su sombrilla. Supongo que, cuando eres vampiro, la elegancia venía incorporada en tu mente.
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Última edición por Detective Hoots el Miér Jun 03 2020, 02:05, editado 2 veces
Detective Hoots
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Re: Telaraña de Pasión y Lujuria [Libre] [4/3]
No tenía nada que perder, me encontraba en el bosque del archipiélago illidense, ¿A donde había dado a parar esta vez? sabía que algo venía pues ningún viaje que había emprendido hasta el momento era tranquilo.
Normalmente no entraba a los bares y esta vez fue la excepción,a pesar de la experiencia aquella en Verisar tenía ganas de tomar algo y el vino que mis iguales producían en el bosque de Sandorai no solo era excepcional sino también su grado alcohólico que no me caía nada bien, entre todos los presentes observaba con detenimiento a un sujeto de plumas entre marrones y negras, que vestía un traje y su altura era un poco arrebatada.
Observé lo que pidió y como conversaba con la mesera, ni siquiera me imaginaba que se pedía en esta clase de lugares y agua no era la primera opción, por lo qué cuando la azafata pasó por mi costado le susurré que me trajera lo mismo que pedía el sujeto que llevaba aquella vestimenta tan "formal".
Me distraje observando a mi alrededor, las antorchas que daban luz al lugar, las personas que no se exhibían como marginales sino que más bien y extrañamente sabían comportarse, pero cuando volví a desviar mi mirada al hombre de plumas este ya no estaba solo, esta acompañado y vaya que compañía.
Si que es grande - Pensé al verla de perfil llevando la mirada a sus pechos.
Pero reconocí aquello que la mujer le entregaba al plumífero amigo y me concentré en ellos, enfoncando mi vista hacia su dirección sin importarme ser observado por los demás, si bien no lo detallé parecía ser una misión o anuncio del tablón que generalmente estaban hechos con materiales similares.
El búho saltó y parecía retirarse de la taberna, al darme cuenta que no dejaba nada en la mesa para saldar la cuenta decidí hacer lo mismo, no sin antes asomarme en una de las ventanas notando como caía al suelo empapándose por un pozo que al parecer no había notado, no pude evitar reírme a través del ajimez.
Sería el mejor momento de intervenir en la escena, salí de la taberna y quité la capa que cubrían mis hombros, estando frente a la mujer con sombrilla y cabello castaño le sonreí para dirigirme al hombrecito.
Puede cubrirse con esto - Comenté estirando el manto hacia su dirección como un gesto.
Si bien no lo hago por nada quiero acompañarlos, no pude evitar ver la hoja y creo o estoy seguro de que irán en busca de algo o alguien - Finalicé observando al sujeto con la mano aún tendida en su dirección esperando que notara que mi ayuda era a cambio de que me dejaran acompañarlos, tal vez mi aparición era prematura pero la noche solía ser inclemente.
Normalmente no entraba a los bares y esta vez fue la excepción,a pesar de la experiencia aquella en Verisar tenía ganas de tomar algo y el vino que mis iguales producían en el bosque de Sandorai no solo era excepcional sino también su grado alcohólico que no me caía nada bien, entre todos los presentes observaba con detenimiento a un sujeto de plumas entre marrones y negras, que vestía un traje y su altura era un poco arrebatada.
Observé lo que pidió y como conversaba con la mesera, ni siquiera me imaginaba que se pedía en esta clase de lugares y agua no era la primera opción, por lo qué cuando la azafata pasó por mi costado le susurré que me trajera lo mismo que pedía el sujeto que llevaba aquella vestimenta tan "formal".
Me distraje observando a mi alrededor, las antorchas que daban luz al lugar, las personas que no se exhibían como marginales sino que más bien y extrañamente sabían comportarse, pero cuando volví a desviar mi mirada al hombre de plumas este ya no estaba solo, esta acompañado y vaya que compañía.
Si que es grande - Pensé al verla de perfil llevando la mirada a sus pechos.
Pero reconocí aquello que la mujer le entregaba al plumífero amigo y me concentré en ellos, enfoncando mi vista hacia su dirección sin importarme ser observado por los demás, si bien no lo detallé parecía ser una misión o anuncio del tablón que generalmente estaban hechos con materiales similares.
El búho saltó y parecía retirarse de la taberna, al darme cuenta que no dejaba nada en la mesa para saldar la cuenta decidí hacer lo mismo, no sin antes asomarme en una de las ventanas notando como caía al suelo empapándose por un pozo que al parecer no había notado, no pude evitar reírme a través del ajimez.
Sería el mejor momento de intervenir en la escena, salí de la taberna y quité la capa que cubrían mis hombros, estando frente a la mujer con sombrilla y cabello castaño le sonreí para dirigirme al hombrecito.
Puede cubrirse con esto - Comenté estirando el manto hacia su dirección como un gesto.
Si bien no lo hago por nada quiero acompañarlos, no pude evitar ver la hoja y creo o estoy seguro de que irán en busca de algo o alguien - Finalicé observando al sujeto con la mano aún tendida en su dirección esperando que notara que mi ayuda era a cambio de que me dejaran acompañarlos, tal vez mi aparición era prematura pero la noche solía ser inclemente.
Última edición por Saintus L Spell el Miér Jun 03 2020, 01:14, editado 1 vez
Saintus L Spell
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Re: Telaraña de Pasión y Lujuria [Libre] [4/3]
Las tabernas y sus habitantes son un ecosistema delicado. Como flores, las tabernas se abren por el continente, exhalando dulces y atractivos aromas que llaman a la fauna local, los cuales depositan el dinero para su crecimiento, junto con sus fluidos corporales de distintos tipos. Están los pequeños insectos, bebedores ocasionales después de cada ardua jornada, los perniciosos clientes habituales, borrachos sin otra labor que beber, y los transeúntes que desaparecen en el polvo del camino. Toda una colección de fauna que ayuda a mantener el delicado equilibrio socioeconómico de pueblos, villas y ciudades. Desgraciadamente, a veces aparecen criaturas que se dedican a devorar todos los recursos del lugar.
La puerta de la taberna se abrió con un estallido dramático, porque siempre lo hacen cuando uno de los protagonistas de una historia entra en sus salones. Es parte de la narrativa, ¿saben?. Incluso cayó un potente rayo que delimito su contorno contra la liviana luz del interior. Todo muy misterioso. La figura era pequeña y vestía de negro. Un negro profundo, casi como si alguien hubiera cogido un pedazo de la tormentosa noche y se la hubiese pegado a un ser hecho de barro, solamente roto por el chasquido de luz de un enorme puro. La delicada candela centraba la vista en otro horror, un rostro hecho de nudos de madera y vejez, en los que dos ojos brillantes descansaban. Ojos de hierro, en los que aun brillaban las chispas de la forja.
Con un paso, las garras del tenebroso ambiente la soltaron, abandonándola al sesgo de las velas y aceites que alumbraban el pequeño local. Aunque poco sirvió, porque el hábito pronto se asentó entre las sombras que configuraban las luces. La madera crujió bajo unas enormes botas, retumbando y cortando los ritmos de conversaciones según la entidad se habría paso hacia una silla. Coincidentemente, estaba justo al lado que la del plumífero detective. Que sorprendente.
La camarera pronto se deslizó, en gestos que hablaban de costumbre, y exhibió una sonrisa bañada en la falsedad que todo aquel que trabaja al público aprende a exhalar. Labios extendidos, ojos muertos y una voz servil y sensual- ¿Qué desea?
Una potente corriente de humo y ceniza salió de sus labios. Un torrente que olía a hierbas, lugares cerrados y misterios. Finalmente, la mujer habló- Quiero tres vasos de aguardiente de cerezo, dos de whisky de Laverita, un chupito de verdeantel y…una taza de té para combinarlo todo. Rojo. -Había una potente diferencia entre ambas voces. Si la de la joven era una campanilla, la de la anciana era una campana siendo golpeada con muy mala leche, con alguien gritando “HACEDME CASO DE UNA PUTA VEZ”. Sus palabras estaban bañadas en la autoridad de alguien que sabe que la gente debe de hacerle caso, tanto si quieren o no.- Ah…y no se te ocurra traerme garrafón o mezclarme el licor…-Los ojos de la señora se clavaban como dos ascuas en los de la joven, haciéndole temblar ligeramente. Era una amenaza para nada implícita, era pura agresión- O atente a las consecuencias -digo, al fin, quitándose un poco el cuello de su uniforme, mostrando el inicio de su pecho, para aliviarse de la humedad del exterior, y las cubiertas de su cabeza, dejando paso a una melena corta, bañada en risos plateados.
Mientras esperaba, la mujer simplemente se quedó observando a la masa de clientes que ocupaban el pequeño local, en esa siniestra y terrible noche. Algunos jugaban a las cartas, otros perdían la mirada en el pecho de cierta mujer y algunos simplemente se quedaban mirando a la nada. A esos la anciana les guiño un ojo, lo cual espantó a algunos. La camarera llegó con las copas, joyas brillantes en frascos de madera que habían visto tiempos mejores. Según la joven los ponía en la mesa, la bebida desaparecía con un rápido y fluido movimiento. Un par de monedas resonaron en la mesa, mientras la anciana observaba al grupo en la lluvia. Se levantó y se dirigió a ellos- No se que cojones tenéis pensado hacer en plena llovizna, pero estoy segura de que, lo que sea, no va a suceder mientras caen espadas del cielo…
La puerta de la taberna se abrió con un estallido dramático, porque siempre lo hacen cuando uno de los protagonistas de una historia entra en sus salones. Es parte de la narrativa, ¿saben?. Incluso cayó un potente rayo que delimito su contorno contra la liviana luz del interior. Todo muy misterioso. La figura era pequeña y vestía de negro. Un negro profundo, casi como si alguien hubiera cogido un pedazo de la tormentosa noche y se la hubiese pegado a un ser hecho de barro, solamente roto por el chasquido de luz de un enorme puro. La delicada candela centraba la vista en otro horror, un rostro hecho de nudos de madera y vejez, en los que dos ojos brillantes descansaban. Ojos de hierro, en los que aun brillaban las chispas de la forja.
Con un paso, las garras del tenebroso ambiente la soltaron, abandonándola al sesgo de las velas y aceites que alumbraban el pequeño local. Aunque poco sirvió, porque el hábito pronto se asentó entre las sombras que configuraban las luces. La madera crujió bajo unas enormes botas, retumbando y cortando los ritmos de conversaciones según la entidad se habría paso hacia una silla. Coincidentemente, estaba justo al lado que la del plumífero detective. Que sorprendente.
La camarera pronto se deslizó, en gestos que hablaban de costumbre, y exhibió una sonrisa bañada en la falsedad que todo aquel que trabaja al público aprende a exhalar. Labios extendidos, ojos muertos y una voz servil y sensual- ¿Qué desea?
Una potente corriente de humo y ceniza salió de sus labios. Un torrente que olía a hierbas, lugares cerrados y misterios. Finalmente, la mujer habló- Quiero tres vasos de aguardiente de cerezo, dos de whisky de Laverita, un chupito de verdeantel y…una taza de té para combinarlo todo. Rojo. -Había una potente diferencia entre ambas voces. Si la de la joven era una campanilla, la de la anciana era una campana siendo golpeada con muy mala leche, con alguien gritando “HACEDME CASO DE UNA PUTA VEZ”. Sus palabras estaban bañadas en la autoridad de alguien que sabe que la gente debe de hacerle caso, tanto si quieren o no.- Ah…y no se te ocurra traerme garrafón o mezclarme el licor…-Los ojos de la señora se clavaban como dos ascuas en los de la joven, haciéndole temblar ligeramente. Era una amenaza para nada implícita, era pura agresión- O atente a las consecuencias -digo, al fin, quitándose un poco el cuello de su uniforme, mostrando el inicio de su pecho, para aliviarse de la humedad del exterior, y las cubiertas de su cabeza, dejando paso a una melena corta, bañada en risos plateados.
Mientras esperaba, la mujer simplemente se quedó observando a la masa de clientes que ocupaban el pequeño local, en esa siniestra y terrible noche. Algunos jugaban a las cartas, otros perdían la mirada en el pecho de cierta mujer y algunos simplemente se quedaban mirando a la nada. A esos la anciana les guiño un ojo, lo cual espantó a algunos. La camarera llegó con las copas, joyas brillantes en frascos de madera que habían visto tiempos mejores. Según la joven los ponía en la mesa, la bebida desaparecía con un rápido y fluido movimiento. Un par de monedas resonaron en la mesa, mientras la anciana observaba al grupo en la lluvia. Se levantó y se dirigió a ellos- No se que cojones tenéis pensado hacer en plena llovizna, pero estoy segura de que, lo que sea, no va a suceder mientras caen espadas del cielo…
Niun de Usbisne
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Re: Telaraña de Pasión y Lujuria [Libre] [4/3]
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¿Por qué estoy aquí? Cierto, tropecé con una mujerzuela y termine en los Archipiélago Illidense del bosque, ahora la lluvia empapa todo mi cuerpo y la noche oscurece todo a mi alrededor, que buena fortuna. Se esfumaban los pensamientos al paso de que caía un trueno a los alrededores devastando todo a su paso por otro lado la lluvia era delicada como te estuvieran rozando con una suave y delicada mano por el rostro, las gotas no caían como piedras sino como plumas que erizaban cada centímetro de mi piel.
El camino de la oscuridad me dejo vagando por un rato largo acompañado por la lluvia que no me abandona en ningún momento, dejando finalmente entre las luces y el sonido de una melodía hermosa como si fuera la fragancia para atraer cualquier tipo de presa, sin duda alguna hizo que entrara en aquel lugar que por fortuna era un bar en medio de un bosque, seguramente ahora si tenía una buena fortuna o mis plegarias habían sido escuchadas por los dioses.
Escurrí mi ropaje dejando caer tobos de agua en la madera mojando todo aquel lugar por donde caminaba, tome asiento dejando que el agua siguiera escurriéndose por mis pantalones y dejando la silla humedecida, no tardo los segundos cuando la mesera sensualmente se posó a mi lado y con la voz angelical se dirigió hacia mí: ¿Qué desea tomar esta noche, viejo? - ¿Viejo? Tengo la fuerza para hacerte revivir entre las triste noches y seguro más centímetros que tu esposo o novio que tengas, pero solo quiero un vaso de ron. – Dije dejando caer mi mirada en su figura y dejando escapar una leve sonrisa encantadora hacia la joven que se retiró algo enfunda por mi comentario seguro escupiría el trago ante de traérmelo.
Así como la noche era larga dejo que mis oídos se dejaran caer en la conversación que tenía un ave con otra hermosa mujer sobre los casos de una desapariciones de hombres que se escabullían en las oscuras noches del bosque y al salir el sol no había algún rastro de ellos, el mismo formalmente tomo los documentos y voleteando hasta la puerta pero como si fuera una comedia de suspenso termino por caer en algún pequeño poso dejando todo su plumaje cubierto de lodo y lluvia.
Esto fue un bing de lotería para hacer que notara que Saintus también estaba en esa taberna y que salió disparado como una flecha directo al detective para poderse incluir en la investigación incluso auto invitándose como todo un crio ayudar sin saber los peligros que conllevarían ese trabajo o lo que podría pasarle en la oscura noche.
Pero algo más también llamó mi atención, cuando la puerta se abrió de estallido dejando ver una figura a través de la luz del trueno que le acompaño en una entrada muy de película, una mujer pequeña, jorobada tal vez, con un cigarrillo entre los dedos arrugados por el pasar de los años y una cara tan moldeada que en vez de dar ternura daba miedo incluso mala espina. Se sentó a unos centímetros de mi puesto, la chica tampoco espero para hacerle la misma pregunta a la vieja como me la hizo a mí al llegar, esta dejo escapar el humo entre sus labios reseco hasta el rostro de la mujer siendo muy pesada dándole un pedido extenso y largo con un tono de autoridad que derrochaba en cada palabra, sin más la chica ante de entregarle sus tragos dejo mi vaso de ron en la mesa. No pude esperar mas por lo sediento que me encontraba que de un sorbo deje ingresar todo ese licor por mi garganta y que se asentara como un fuego en mi esófago, para ver como la misteriosa mujer también se dejó llevar por el chismo y salió de aquella taberna para irse al lado del pájaro y de Saintus.
Si ellos no tienen nada que perder, yo tampoco. Lo que hizo levantarme de la mesa y caminar fuera del lugar hasta llegar detrás de la vieja y soltar un leve suspiro ante de desencadenar toda mis palabras; La vieja tiene razón, pero en la lluvia de espada existen los escudos, que seguro somos nosotros, Cierto Saintus.
Sajin W
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Re: Telaraña de Pasión y Lujuria [Libre] [4/3]
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Como un humano con suficiente dinero para arrendar todo el prostíbulo élfico por una noche, ahí se encontraban empapadas mis ropas a un costado del techo de la entrada de la taberna. Por un momento pensé que tendría que resolver este caso en la indecencia de la desnudez de un hombre bestia, pero la solución a ello no tardó en llegar, en la forma de una capa que ocultó mi plumífera desnudez, gracias a un sujeto que pareció escuchar lo que discutíamos previamente.
- Oh… se lo agradezco, estimado… - como cualquier presentación de hombre a hombre, dejé que presentara su nombre, mientras me colocaba la prenda que al poco tiempo me di cuenta de lo larga que era para mi. Iba a terminar completamente empapada hasta que Agatha la acomodó e hizo un nudo alrededor de mi panza, quedando como un saco elegante.
Antes de poder presentarle mi nombre, una mujer con años encim--
- Auch, pero…
Mi asistente me había dado un codazo junto con una mirada que decía “no vayas por ahí”. Pero la señora poseía años encim--
- Auch…
… una mujer con experiencia y sabiduría, aunque no pude evitarme qué haría en un lugar tan de mala muerte como aquel, pero por lo visto no fue algo que haya encontrado. Mi asistente me observaba con unos ojos como si la verdad no la eludiera, pero aquello solo significaba que jugaría al juego de eludir conmigo. Aquello era parte de un juego que me gustaba, pero algo me decía que la paciencia sería mucho más fina con más de dos personas en este relato.
- Pues…
No alcancé a responder sobre su metáfora cuando un tercer protagonista llegara a la escena del lugar. Y al parecer, por la forma en que hablaba, conocía al elfo que regaló su capa para mantenerme. Y sin esperar, había ofrecido tanto su voluntad como su escudo (y espero que no sea metafórico como la lluvia de espadas).
- Pues, aun con llovizna, el crimen es el que decide no dar tregua – mi asistente le entregó a cada uno los papeles que, aun cuando eran escritos por distintas personas, el contenido era el mismo – Al parecer hay alguien afuera, abatiendo hombres por dinero y dejándolos tirados a su suerte – extrañaba el tener mi pipa cuando necesitaba explicar cosas, pero el pozo arruinó mis nocturnos deseos por el momento – Si consideran ayudarme, pueden conversar con la mujer del herrero, quien dejó una de las notas en el tablón.
Fue entonces cuando una idea golpeó mi cabeza más rápido que pirata borracho al que le habían mencionado a su madre para cosas indecorosas.
- Mi dama, siento que nuestro encuentro ha sido del todo menos coincidencia, y por ello le solicito si me acompaña a interrogar a la mujer del granjero atacado anoche en los bosques.
Se podía sentir lo difícil de la tarea: un montón de hombres que salían por la noche, los rescataban golpeados y sin dinero. Las pistas eran vagas e inciertas, muchos de los sujetos se rehusaban a dar testimonios, quizás por el trauma generado por la pelea, quizás porque vieron algo que no debieron ver, solo los dioses sabían. Pero mi instinto me decía que estos encuentros no eran mera coincidencia, aunque la falta de experticia en investigaciones me decía que tendría que estar al tanto de las pistas y testimonios de la gente, sino me perdería de algo valioso que nos llevaría a--
- Auch, pero…
- Alex, ¿que dijimos sobre sobreexponer?
- … ¿quien carajos es Alex?
Y sin volver a mencionarlo comenzó su andar tan elegante, haciendo movimientos sutiles pero visibles para cualquier hombre que se dignara de serlo. No sé por qué me llamaba Alex cada vez que comenzaba a pensar demasiado y centrarme en los detalles del caso o mi vida, pero si eso me permitía verla de espalda mientras se alejaba de mi, podía llamarme Rigoberto si lo deseaba.
Como un humano con suficiente dinero para arrendar todo el prostíbulo élfico por una noche, ahí se encontraban empapadas mis ropas a un costado del techo de la entrada de la taberna. Por un momento pensé que tendría que resolver este caso en la indecencia de la desnudez de un hombre bestia, pero la solución a ello no tardó en llegar, en la forma de una capa que ocultó mi plumífera desnudez, gracias a un sujeto que pareció escuchar lo que discutíamos previamente.
- Oh… se lo agradezco, estimado… - como cualquier presentación de hombre a hombre, dejé que presentara su nombre, mientras me colocaba la prenda que al poco tiempo me di cuenta de lo larga que era para mi. Iba a terminar completamente empapada hasta que Agatha la acomodó e hizo un nudo alrededor de mi panza, quedando como un saco elegante.
Antes de poder presentarle mi nombre, una mujer con años encim--
- Auch, pero…
Mi asistente me había dado un codazo junto con una mirada que decía “no vayas por ahí”. Pero la señora poseía años encim--
- Auch…
… una mujer con experiencia y sabiduría, aunque no pude evitarme qué haría en un lugar tan de mala muerte como aquel, pero por lo visto no fue algo que haya encontrado. Mi asistente me observaba con unos ojos como si la verdad no la eludiera, pero aquello solo significaba que jugaría al juego de eludir conmigo. Aquello era parte de un juego que me gustaba, pero algo me decía que la paciencia sería mucho más fina con más de dos personas en este relato.
- Pues…
No alcancé a responder sobre su metáfora cuando un tercer protagonista llegara a la escena del lugar. Y al parecer, por la forma en que hablaba, conocía al elfo que regaló su capa para mantenerme. Y sin esperar, había ofrecido tanto su voluntad como su escudo (y espero que no sea metafórico como la lluvia de espadas).
- Pues, aun con llovizna, el crimen es el que decide no dar tregua – mi asistente le entregó a cada uno los papeles que, aun cuando eran escritos por distintas personas, el contenido era el mismo – Al parecer hay alguien afuera, abatiendo hombres por dinero y dejándolos tirados a su suerte – extrañaba el tener mi pipa cuando necesitaba explicar cosas, pero el pozo arruinó mis nocturnos deseos por el momento – Si consideran ayudarme, pueden conversar con la mujer del herrero, quien dejó una de las notas en el tablón.
Fue entonces cuando una idea golpeó mi cabeza más rápido que pirata borracho al que le habían mencionado a su madre para cosas indecorosas.
- Mi dama, siento que nuestro encuentro ha sido del todo menos coincidencia, y por ello le solicito si me acompaña a interrogar a la mujer del granjero atacado anoche en los bosques.
Se podía sentir lo difícil de la tarea: un montón de hombres que salían por la noche, los rescataban golpeados y sin dinero. Las pistas eran vagas e inciertas, muchos de los sujetos se rehusaban a dar testimonios, quizás por el trauma generado por la pelea, quizás porque vieron algo que no debieron ver, solo los dioses sabían. Pero mi instinto me decía que estos encuentros no eran mera coincidencia, aunque la falta de experticia en investigaciones me decía que tendría que estar al tanto de las pistas y testimonios de la gente, sino me perdería de algo valioso que nos llevaría a--
- Auch, pero…
- Alex, ¿que dijimos sobre sobreexponer?
- … ¿quien carajos es Alex?
Y sin volver a mencionarlo comenzó su andar tan elegante, haciendo movimientos sutiles pero visibles para cualquier hombre que se dignara de serlo. No sé por qué me llamaba Alex cada vez que comenzaba a pensar demasiado y centrarme en los detalles del caso o mi vida, pero si eso me permitía verla de espalda mientras se alejaba de mi, podía llamarme Rigoberto si lo deseaba.
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Re: Telaraña de Pasión y Lujuria [Libre] [4/3]
Eramos muchos y parió la abuela, al encuentro en la lluvia se unió una mujer de avanzada edad arrugada como una pasa, pero ya sabía yo que los que tenían ese aspecto algo ocultaban y por si fuera poco el otro anciano, mi compañero de tantas aventuras apareció.
El hombre-bestia resultó ser bastante agradable, más de lo que rezaba su apariencia, pues parecía ser un sujeto de esos interesantes que solían mirar a los demás por encima del hombro al tener la verdad en sus manos.
Aquella capa serviría para cubrir tal vez a dos sujetos como él, pero todo se solucionó con un nudo que formó la dama de los melones Vaya forma de llevar una capa - Comenté guiñándole un ojo a la chica que acompañaba al tipo de las gafas, mientras que volteando a ver a la mujer de 8mil años no pude callar.
En alguna otra vida fuiste una mierda de persona o lo eres ahora, porque con ese aspecto.. La vida te ha molido a palos, y si así estás de arrugada, no me quiero imaginar aquello -
Una carcajada se escapó junto con el comentario.
Parece que era el más joven de los tres, en esta aventura tendría que andar con pañales en vez de empuñar un arma.
Tomé el papel pero no me di el tiempo de leerlo, era más auditivo y quería un resumen de lo que se necesitaba en aquél momento, la lechuza hablaba sobre conversar con la mujer de un herrero pero no tenía ni la más mínima intención de moverme a menos de que fuese en grupo, si alguien tenía que buscar información que sea la anciana o Sajin.
La llovizna no cesaba, a pesar de que no era fuerte comenzaba a ser molesta.
Mantenía mis orejas cubiertas con mi cabello como de costumbre, cambié de lugar y me acerqué a Sajin para observarle y encestar en una de sus costillas un leve golpe, ya que en la ultima aventura en la que coincidimos este había quedado malherido.
¿Viste a la señora?
Le pregunté por lo bajo mientras la miraba de reojo, inspiraba incertidumbre y daba más miedo que cualquiera de los asesinos con los que alguna vez me había enfrentado.
Saintus L Spell
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Re: Telaraña de Pasión y Lujuria [Libre] [4/3]
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