Tarde, mal y a rastras [Privado]
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Tarde, mal y a rastras [Privado]
No había mejor forma de conocerse a uno mismo que realizando un viaje a lo mochilero por el mundo. El tiempo a solas y el depender solo de uno mismo para casi todo, te permite conocer tus cualidades y límites. Entre muchas otras cosas, lo que Blaze estaría por descubrir, es que debería haber prestado más atención en el cole en la clase de orientación.
Su viaje le había deparado aventurarse en las estepas nevadas. Sabedor era de lo intransitable de la ruta que estaba por comenzar, pero con escasez de provisiones era el camino más rápido hacia el siguiente foco de población en el mapa desde donde se encontraba. Anduvo y anduvo y nada le detuvo, ni las ventiscas que se acontecían con asombrosa asiduidad ni el vaho gélido que helaba sus huesos y paralizaba casi por completo sus movimientos.
Se sucedían los días y el paisaje no parecía cambiar ni un ápice. Aquellas montañas que había cogido como punto de referencia no parecían estar más próximas que el día anterior. Su tez comenzaba a asemejarse a la tierra por la que pisaba. Comenzaba a darse cuenta del tremendo error que había supuesto intentar cruzar aquella llanura a pie.
Aún así, sacó fuerzas de flaqueza. Debía llegar a aquellas montañas como fuere para buscar un lugar a refugio de la intemperie y las corrientes de aire donde poder encender una hoguera para evitar la hipotermia que no tardaría mucho en sufrir a este paso.
Finalmente al cabo de unas horas llegó a la falda de la montaña pero no tardo mucho en desplomarse al suelo fruto del cansancio y el frío. Tras varios minutos inconsciente, despertó de lo que el creía que era el fin de su andadura por este mundo. Parecía que el destino le brindaba una segunda oportunidad… o quizá quería verle sufrir intentando cumplir su meta pues tras unos segundos en los que apenas consiguió avanzar un par de metros casi arrastrándose por el suelo, volvió a quedar inconsciente. Jamás imaginó que moriría de esa forma. El campo de batalla siempre había sido su vida y en el pensaba que esta llegaría a su fin.
Cuando por fin y contra todo pronóstico consiguió abrir una vez más los ojos, se percató de que ya no se encontraba en aquel infierno helado. En cambio parecía estar en alguna especie de cabaña hecha con madera. ¿Cómo demonios había llegado allí?.
Su viaje le había deparado aventurarse en las estepas nevadas. Sabedor era de lo intransitable de la ruta que estaba por comenzar, pero con escasez de provisiones era el camino más rápido hacia el siguiente foco de población en el mapa desde donde se encontraba. Anduvo y anduvo y nada le detuvo, ni las ventiscas que se acontecían con asombrosa asiduidad ni el vaho gélido que helaba sus huesos y paralizaba casi por completo sus movimientos.
Se sucedían los días y el paisaje no parecía cambiar ni un ápice. Aquellas montañas que había cogido como punto de referencia no parecían estar más próximas que el día anterior. Su tez comenzaba a asemejarse a la tierra por la que pisaba. Comenzaba a darse cuenta del tremendo error que había supuesto intentar cruzar aquella llanura a pie.
Aún así, sacó fuerzas de flaqueza. Debía llegar a aquellas montañas como fuere para buscar un lugar a refugio de la intemperie y las corrientes de aire donde poder encender una hoguera para evitar la hipotermia que no tardaría mucho en sufrir a este paso.
Finalmente al cabo de unas horas llegó a la falda de la montaña pero no tardo mucho en desplomarse al suelo fruto del cansancio y el frío. Tras varios minutos inconsciente, despertó de lo que el creía que era el fin de su andadura por este mundo. Parecía que el destino le brindaba una segunda oportunidad… o quizá quería verle sufrir intentando cumplir su meta pues tras unos segundos en los que apenas consiguió avanzar un par de metros casi arrastrándose por el suelo, volvió a quedar inconsciente. Jamás imaginó que moriría de esa forma. El campo de batalla siempre había sido su vida y en el pensaba que esta llegaría a su fin.
Cuando por fin y contra todo pronóstico consiguió abrir una vez más los ojos, se percató de que ya no se encontraba en aquel infierno helado. En cambio parecía estar en alguna especie de cabaña hecha con madera. ¿Cómo demonios había llegado allí?.
Raion Blaze
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Re: Tarde, mal y a rastras [Privado]
Los paseos por la nieve nunca eran un problema para el pecho lobo de Axel, de hecho le ayudaban a aclarar sus ideas y pensar con mayor claridad. De vez en cuando hacía este tipo de escapadas en absoluta soledad, convirtiéndose en otro de sus retiros espirituales. La blanca nieve, sumada a la ventisca, hacían un camuflaje perfecto para el pelaje del hombre lobo. Recorría la senda hacia las montañas sin prisa pero sin pausa,
De pronto, unos extraños sonidos llamaron su atención, sacándolo de lleno de los pensamientos en los que estaba sumergido. Reconocía esos quejidos y no auguraban nada bueno. Con unas rápidas zancadas se dirigió al lugar donde provenían y se puso a peinar la zona. Tras un buen rato buscando, por fin dio con el foco. Antes de nada, decidió volver a su forma humana para no asustar a los animalillos. Una liebre parecía estar malherida y sus gazapos la rodeaban intentando que se recuperase. La situación no tenía buena pinta, pero no veía ninguna herida externa. - Tranquila, te pondré a salvo junto a tus crías. Le dijo a la libre que solo pudo dirigirle una mirada cómplice mientras agitaba sus bigotes casi sin fuerza.
Como pudo recogió a toda la familia en brazos, acomodándola en su regazo intentando conservar el mayor calor posible. Lo más importante ahora era encontrar un refugio, la noche caería pronto y la ventisca cada vez era más fuerte. Después de una larga caminata, las barbas de Axel se había convertido casi en estalactitas, la nieve cubría su rostro y el frío apretaba, pero se encontraba perfectamente. Si que es verdad que en su forma lupina estaría más cómodo, pero no se le ocurría como transportar a sus nuevos amigos de una forma más segura. Estaba más preocupado por ellos, que por él mismo en ese momento.
Parecía que finalmente sus plegarías habían sido escuchadas. En una pequeña colina, podía ver como una chimenea emanaba una buena cantidad de humo. Sabía que cerca había un pueblo, pero quizás sería demasiado tarde. Así que puso pies en polvorosa hacia esa señal de hollín. Cuando finalmente estuvo delante de la cabaña, con un trabajo de carpintería impecable todo sea dicho, golpeó la puerta reiteradamente. - ¡¿Hola?! ¿¡Hay alguien en casa!? Gritaba mientras continuaba con su aporreo constante. Sabía que no eran formas, pero no era el momento para marbetes, solo esperaba no recibir un hachazo en mitad de la cabeza de pronto.
De pronto, unos extraños sonidos llamaron su atención, sacándolo de lleno de los pensamientos en los que estaba sumergido. Reconocía esos quejidos y no auguraban nada bueno. Con unas rápidas zancadas se dirigió al lugar donde provenían y se puso a peinar la zona. Tras un buen rato buscando, por fin dio con el foco. Antes de nada, decidió volver a su forma humana para no asustar a los animalillos. Una liebre parecía estar malherida y sus gazapos la rodeaban intentando que se recuperase. La situación no tenía buena pinta, pero no veía ninguna herida externa. - Tranquila, te pondré a salvo junto a tus crías. Le dijo a la libre que solo pudo dirigirle una mirada cómplice mientras agitaba sus bigotes casi sin fuerza.
Como pudo recogió a toda la familia en brazos, acomodándola en su regazo intentando conservar el mayor calor posible. Lo más importante ahora era encontrar un refugio, la noche caería pronto y la ventisca cada vez era más fuerte. Después de una larga caminata, las barbas de Axel se había convertido casi en estalactitas, la nieve cubría su rostro y el frío apretaba, pero se encontraba perfectamente. Si que es verdad que en su forma lupina estaría más cómodo, pero no se le ocurría como transportar a sus nuevos amigos de una forma más segura. Estaba más preocupado por ellos, que por él mismo en ese momento.
Parecía que finalmente sus plegarías habían sido escuchadas. En una pequeña colina, podía ver como una chimenea emanaba una buena cantidad de humo. Sabía que cerca había un pueblo, pero quizás sería demasiado tarde. Así que puso pies en polvorosa hacia esa señal de hollín. Cuando finalmente estuvo delante de la cabaña, con un trabajo de carpintería impecable todo sea dicho, golpeó la puerta reiteradamente. - ¡¿Hola?! ¿¡Hay alguien en casa!? Gritaba mientras continuaba con su aporreo constante. Sabía que no eran formas, pero no era el momento para marbetes, solo esperaba no recibir un hachazo en mitad de la cabeza de pronto.
Axel Svensson
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Re: Tarde, mal y a rastras [Privado]
Tirado en aquella cama de cuestionable comodidad, poco a poco comenzó a abrir los ojos y a recobrar la conciencia. Lo primero que vio fue la cabeza de un oso con las fauces totalmente abiertas como si fuera a arrancarle la cabeza de un solo mordisco. Con un vertiginoso movimiento causado por el acto reflejo de protegerse de aquella mala bestia, se irguió en el lecho sobre el que yacía hasta que se cercioró de que aquella mortal amenaza no era más que una cabeza disecada y colgada en el peor lugar posible para causar un infarto a todo aquel que tuviera la desgracia de amanecer en aquel catre. Se llevó sus manos a la cara como gesto de alivio mientras soltaba una pequeña risa por lo cómico de la situación y el gran ridículo que habría hecho de no estar solo.
Una vez superada esa intensísima experiencia cercana a la muerte, pronto comenzó a pensar con claridad. Lo último que recordaba era estar tirado en la nieve. No tenía ni idea de cómo había llegado allí. Echo un rápido vistazo a la estancia donde se encontraba, en busca de alguna pista que le refrescara la memoria o que al menos le ayudara a intuir lo que había ocurrido o donde estaba. El cuarto estaba prácticamente vacío a excepción de una clásica lámpara de aceite sobre una vieja cómoda ligeramente podrida por la humedad. En las paredes, tan solo un par de cuadros pintados al oleo de una mujer joven, aparte de ya mencionado nuestro amigo el oso.
Cuando por fin consideró que estaba completamente espabilado y todas las neuronas habían vuelto a su sitio, se puso en pie y avanzó hacia la siguiente estancia siguiendo con su misión detectivesca. Con paso cauteloso, avanzó hasta el centro de la sala, la cual era bastante diminuta ya con a penas cuatro pasos podías de un extremo al otro de esta. De repente, su atención fue llamada por una rústica pero bien apreciada chimenea en un rincón de la misma a la cual se aproximó y acercó sus manos para sentir el calor que emanaba de esta lo que parecía todo un lujo tras haber deambulado durante largos días y larguísimas noches por la fría estepa nevada. Asímismo, en el rincón opuesto de la habitación pudo ver sus pertenencias, básicamente su armadura y su mandoble.
De su regocijo le sacó un molesto ruido provocado por la apertura de la puerta que daba al hogar. Era de suponer que estaba a punto de conocer a su salvador y dueño de aquel hogar. Cargado con un cubo de agua, apareció un hombre ni joven ni mayor, debía rondar la cuarentena de edad, de baja estatura, un gran bigote y pintas de campesino aparentemente incapaz de cargar con Blaze inconsciente y llevarlo hasta su humilde morada.
Por fin has despertado. Empezaba a creer que nunca lo harías. Dijo con un tono amable, incluso afectuoso se podría decir, el que parecía ser su anfitrión. Siéntate y te preparé un té, ya verás cómo hace que te encuentres mejor en un santiamén. Blaze estaba confuso y estupefacto a partes iguales. No era habitual encontrarse con una persona tan amable.
A penas Blaze se puso a preparar el brebaje cuando alguien comenzó a golpear la puerta como si la vida le fuera en ello. Por la expresión del hombre, Blaze notó la sorpresa en su rostro por lo que era lógico pensar que aquel hombre no esperaba visita. Blaze se levantó y se acercó lentamente a la silla para coger su mandoble por si se trataba de un extraño con malas intenciones.
Cuál fue su sorpresa que cuando se abrió la puerta, apareció Axel ni más ni menos, su viejo conocido el licántropo pervertido. ¿Cuáles eran las posibilidades de encontrarse con Axel en una cabaña dejada de la mano de Dios en el culo del mundo? ¿A-Axel? ¿Eres realmente tú?.
Una vez superada esa intensísima experiencia cercana a la muerte, pronto comenzó a pensar con claridad. Lo último que recordaba era estar tirado en la nieve. No tenía ni idea de cómo había llegado allí. Echo un rápido vistazo a la estancia donde se encontraba, en busca de alguna pista que le refrescara la memoria o que al menos le ayudara a intuir lo que había ocurrido o donde estaba. El cuarto estaba prácticamente vacío a excepción de una clásica lámpara de aceite sobre una vieja cómoda ligeramente podrida por la humedad. En las paredes, tan solo un par de cuadros pintados al oleo de una mujer joven, aparte de ya mencionado nuestro amigo el oso.
Cuando por fin consideró que estaba completamente espabilado y todas las neuronas habían vuelto a su sitio, se puso en pie y avanzó hacia la siguiente estancia siguiendo con su misión detectivesca. Con paso cauteloso, avanzó hasta el centro de la sala, la cual era bastante diminuta ya con a penas cuatro pasos podías de un extremo al otro de esta. De repente, su atención fue llamada por una rústica pero bien apreciada chimenea en un rincón de la misma a la cual se aproximó y acercó sus manos para sentir el calor que emanaba de esta lo que parecía todo un lujo tras haber deambulado durante largos días y larguísimas noches por la fría estepa nevada. Asímismo, en el rincón opuesto de la habitación pudo ver sus pertenencias, básicamente su armadura y su mandoble.
De su regocijo le sacó un molesto ruido provocado por la apertura de la puerta que daba al hogar. Era de suponer que estaba a punto de conocer a su salvador y dueño de aquel hogar. Cargado con un cubo de agua, apareció un hombre ni joven ni mayor, debía rondar la cuarentena de edad, de baja estatura, un gran bigote y pintas de campesino aparentemente incapaz de cargar con Blaze inconsciente y llevarlo hasta su humilde morada.
Por fin has despertado. Empezaba a creer que nunca lo harías. Dijo con un tono amable, incluso afectuoso se podría decir, el que parecía ser su anfitrión. Siéntate y te preparé un té, ya verás cómo hace que te encuentres mejor en un santiamén. Blaze estaba confuso y estupefacto a partes iguales. No era habitual encontrarse con una persona tan amable.
A penas Blaze se puso a preparar el brebaje cuando alguien comenzó a golpear la puerta como si la vida le fuera en ello. Por la expresión del hombre, Blaze notó la sorpresa en su rostro por lo que era lógico pensar que aquel hombre no esperaba visita. Blaze se levantó y se acercó lentamente a la silla para coger su mandoble por si se trataba de un extraño con malas intenciones.
Cuál fue su sorpresa que cuando se abrió la puerta, apareció Axel ni más ni menos, su viejo conocido el licántropo pervertido. ¿Cuáles eran las posibilidades de encontrarse con Axel en una cabaña dejada de la mano de Dios en el culo del mundo? ¿A-Axel? ¿Eres realmente tú?.
Raion Blaze
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Re: Tarde, mal y a rastras [Privado]
La espera se hacía eterna, era obvio que había alguien allí dentro y a juzgar por las pisadas de la entrada había salido no hace mucho. Siguió aporreando la puerta un rato más hasta que esta por fin decidió a abrirse. Un hombre de mediana edad, un poco más joven que Axel estaba en su interior, esperando en el umbral de la entrada. - Caballero, si me disculpa. Dijo mientras sacudía sus pies antes de pasar al interior para sorpresa de su accidentado y por sorpresa anfitrión.
La casa tenía una temperatura perfecta, lo que denotaba su buen hacer arquitectónico y que la chiminea funcionaba a pleno rendimiento. Una voz conocida pronunció su nombre y llamó su atención tan solo unos instantes. - Oh señor Blaze, hola. Se pronuncio mientras observaba el interior del lugar como si estuviera buscando algo. Una alfombra que parecía ser de piel de oso se encontraba al pie de la chimenea. - Servirá. ¿Como usted por estos parajes tan insólitos? Preguntaba mientras se agachaba y enrollaba la alfombra, haciendo una especie de nido donde depositaria a la familia feliz de liebres.
Ignorando casi por completo a los allí presentes siguió con su lista de tareas. De una alacena cogió un par de vegetales y no sin darles antes un mordisco los depositó junto a la cabeza de la madre liebre. - Siento las formas, pero estos pequeñajos necesitaban ayuda. Se volvió con un cuenco, hurtó nuevamente un poco de agua que parecía recién cogida de un cubo y terminó de hacer la madriguera perfecta para los animales. La madre empezó a reaccionar poco a poco y tímidamente empezó a mordisquear los vegetales. A cada bocado parecía recobrar un poco las fuerzas, quizás ese era el problema, se había excedido alimentando a sus crías y en esas condiciones climáticas era difícil encontrar alimento fresco.
- No se preocupe, le pagaré por las molestias. Sentenció mientras miraba fijamente al pobre hombre que no entendía nada de lo que estaba ocurriendo en el interior de su hogar. En ese momento Axel se acercó a su viejo amigo y secándose las manos en su taparrabos le tendió la mano. - ¡Cuanto tiempo! Desde que lidiamos con aquel vampiro que no sabemos nada de ti. Al parecer las palabras habían calado más en el dueño de la casa, lo cual aquella información le había parecido muy interesante y hasta provechosa.
- Disculpen... ¿No serán mercenarios por casualidad? Dijo el hombre interrumpiendo el reencuentro de las dos viejas glorias. - Si es así, quizás tenga un trato que proponerles. Bueno no yo, sino las buenas gentes de este nuestro poblado. Su atención fue captada, parecía que necesitaban ayuda, pero Axel no era demasiado bueno resolviendo problemas, más bien todo lo contrario. Pero conociendo al bueno de Blaze seguro que iban de cabeza hacia una nueva aventura.
La casa tenía una temperatura perfecta, lo que denotaba su buen hacer arquitectónico y que la chiminea funcionaba a pleno rendimiento. Una voz conocida pronunció su nombre y llamó su atención tan solo unos instantes. - Oh señor Blaze, hola. Se pronuncio mientras observaba el interior del lugar como si estuviera buscando algo. Una alfombra que parecía ser de piel de oso se encontraba al pie de la chimenea. - Servirá. ¿Como usted por estos parajes tan insólitos? Preguntaba mientras se agachaba y enrollaba la alfombra, haciendo una especie de nido donde depositaria a la familia feliz de liebres.
Ignorando casi por completo a los allí presentes siguió con su lista de tareas. De una alacena cogió un par de vegetales y no sin darles antes un mordisco los depositó junto a la cabeza de la madre liebre. - Siento las formas, pero estos pequeñajos necesitaban ayuda. Se volvió con un cuenco, hurtó nuevamente un poco de agua que parecía recién cogida de un cubo y terminó de hacer la madriguera perfecta para los animales. La madre empezó a reaccionar poco a poco y tímidamente empezó a mordisquear los vegetales. A cada bocado parecía recobrar un poco las fuerzas, quizás ese era el problema, se había excedido alimentando a sus crías y en esas condiciones climáticas era difícil encontrar alimento fresco.
- No se preocupe, le pagaré por las molestias. Sentenció mientras miraba fijamente al pobre hombre que no entendía nada de lo que estaba ocurriendo en el interior de su hogar. En ese momento Axel se acercó a su viejo amigo y secándose las manos en su taparrabos le tendió la mano. - ¡Cuanto tiempo! Desde que lidiamos con aquel vampiro que no sabemos nada de ti. Al parecer las palabras habían calado más en el dueño de la casa, lo cual aquella información le había parecido muy interesante y hasta provechosa.
- Disculpen... ¿No serán mercenarios por casualidad? Dijo el hombre interrumpiendo el reencuentro de las dos viejas glorias. - Si es así, quizás tenga un trato que proponerles. Bueno no yo, sino las buenas gentes de este nuestro poblado. Su atención fue captada, parecía que necesitaban ayuda, pero Axel no era demasiado bueno resolviendo problemas, más bien todo lo contrario. Pero conociendo al bueno de Blaze seguro que iban de cabeza hacia una nueva aventura.
Axel Svensson
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Re: Tarde, mal y a rastras [Privado]
Blaze se sorprendió de las formas en las que Axel irrumpió en el lugar. Entró como un rayo en la choza prescindiendo total y completamente del común y mundialmente conocido protocolo de pedir permiso al dueño del hogar para hacerlo. Y es que Axel tenía una personalidad un tanto pintoresca y el don de ser en todo momento educado incluso en situaciones de allanamiento de morada como aquella. Si de algo podía presumir su amigo el lobo es de poseer una educación exquisita. La verdad es que Blaze agradecía tener a alguien a quien pudiera llamar amigo y que mantuviera un mínimo de civismo y buenos modales en aquel anárquico y violento mundo aunque a veces actuará como un majara.
Parecía que su ímpetu se debía al deficiente estado anímico de las criaturitas del señor que portaba en su regazo la las cuales buscaba el calor de un refugio desesperadamente cual adalid de la madre Gaia.
Cuando finalmente consideró que sus nuevas mascotas se encontraban a salvo, el espíritu de Greta Thunberg concluyó su técnica de posesión y salió del cuerpo de Axel el cual al fin advirtió la presencia de Blaze.
Cuanto tiempo! Desde que lidiamos con aquel vampiro que no sabemos nada de ti.
Lo mismo digo mi viejo amigo. Le dimos su merecido a aquel mal nacido. Y es que su combate contra aquel maléfico ser fue digno de convertirse en el cantar de gesta más épico jamás compuesto. Pero esa es una historia para otro momento. Veo que no has cambiado un ápice. Dijo en un tono algo burlón pero amistoso mientras miraba a los animales que había traído consigo.
Debido a esta conversación, su anfitrión dedujo que sus huéspedes debían ser mercenarios, no se equivocaba, y les ofreció llevar a cabo una misión.
Durante los últimos años, en este pueblo se han dado desapariciones de lo más inusuales pero en los dos últimos meses ha aumentado la frecuencia con la que ocurría y por más que le insistamos al alcalde de que mande a sus hombres o que ofrezca una recompensa, nuestras peticiones caen en saco roto. El hombre hizo una pausa dramática y a pesar de que intentaba mantener la compostura, no pudo evitar que se le hiciera un nudo en la garganta al decir La semana pasada llegó el turno de mi hija... No puedo ofrecerles mucho dinero, pero les estaré eternamente agradecido si consiguen encontrarla. Ella es todo lo que tengo y ahora que no está…
La penumbra se apoderó de aquel buen hombre impidiéndole seguir hablando de su hija desaparecida. Ante aquella situación, Blaze no podía negarse a prestarle su ayuda al hombre que literalmente le había salvado la vida y estaba convencido de que podría contar con la ayuda de su amigo Axel.
No se preocupe. Encontraremos a su hija. Díganos si tiene alguna pista o sabe de algún lugar por el que comenzar a investigar.
Parecía que su ímpetu se debía al deficiente estado anímico de las criaturitas del señor que portaba en su regazo la las cuales buscaba el calor de un refugio desesperadamente cual adalid de la madre Gaia.
Cuando finalmente consideró que sus nuevas mascotas se encontraban a salvo, el espíritu de Greta Thunberg concluyó su técnica de posesión y salió del cuerpo de Axel el cual al fin advirtió la presencia de Blaze.
Cuanto tiempo! Desde que lidiamos con aquel vampiro que no sabemos nada de ti.
Lo mismo digo mi viejo amigo. Le dimos su merecido a aquel mal nacido. Y es que su combate contra aquel maléfico ser fue digno de convertirse en el cantar de gesta más épico jamás compuesto. Pero esa es una historia para otro momento. Veo que no has cambiado un ápice. Dijo en un tono algo burlón pero amistoso mientras miraba a los animales que había traído consigo.
Debido a esta conversación, su anfitrión dedujo que sus huéspedes debían ser mercenarios, no se equivocaba, y les ofreció llevar a cabo una misión.
Durante los últimos años, en este pueblo se han dado desapariciones de lo más inusuales pero en los dos últimos meses ha aumentado la frecuencia con la que ocurría y por más que le insistamos al alcalde de que mande a sus hombres o que ofrezca una recompensa, nuestras peticiones caen en saco roto. El hombre hizo una pausa dramática y a pesar de que intentaba mantener la compostura, no pudo evitar que se le hiciera un nudo en la garganta al decir La semana pasada llegó el turno de mi hija... No puedo ofrecerles mucho dinero, pero les estaré eternamente agradecido si consiguen encontrarla. Ella es todo lo que tengo y ahora que no está…
La penumbra se apoderó de aquel buen hombre impidiéndole seguir hablando de su hija desaparecida. Ante aquella situación, Blaze no podía negarse a prestarle su ayuda al hombre que literalmente le había salvado la vida y estaba convencido de que podría contar con la ayuda de su amigo Axel.
No se preocupe. Encontraremos a su hija. Díganos si tiene alguna pista o sabe de algún lugar por el que comenzar a investigar.
Raion Blaze
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Re: Tarde, mal y a rastras [Privado]
Se alegraba de haberse encontrando con una cara conocida, seguramente sin su presencia, el allanamiento habría sido bastante más complicado. Ahora que tenía algo más de tiempo para fijarse en aquel hogar, la decoración no era del todo de su gusto, esperaba que la piel del oso y la cabeza que colgaba en lo alto de la chimenea fuesen al menos del mismo animal. Otra de las cosas que llamaba su atención era la cantidad de mobiliario y demás para tratarse de la cabaña de un solo hombre, más adelante entendería el por qué.
Mientras dialogaban sobre los problemas que asolaban al pueblo, Axel le daba otro vistazo a la pequeña familia de liebres. Los pequeños gazapos estaban siendo amamantados mientras la madre se quedaba plácidamente dormida, guiada por el cansancio y el calor que allí reinaba.
- Durante los últimos años, en este pueblo se han dado desapariciones de lo más inusuales pero en los dos últimos meses ha aumentado la frecuencia con la que ocurría y por más que le insistamos al alcalde de que mande a sus hombres o que ofrezca una recompensa, nuestras peticiones caen en saco roto. El hombre hizo una pausa dramática y a pesar de que intentaba mantener la compostura, no pudo evitar que se le hiciera un nudo en la garganta al decir - La semana pasada llegó el turno de mi hija... No puedo ofrecerles mucho dinero, pero les estaré eternamente agradecido si consiguen encontrarla. Ella es todo lo que tengo y ahora que no está…
El dolor de aquel pobre hombre era palpable, incluso su voz rompiéndose que quizás pasaría inadvertido para otras criaturas, no había caído en saco roto debido al buen oído del lobo. Parecía sincero. Y para el bueno de Blaze no había pasado por alto ese hecho, o quizás era su forma de pagar la estancia, pero no tardó en ofrecer su ayuda. - No se preocupe. Encontraremos a su hija. Díganos si tiene alguna pista o sabe de algún lugar por el que comenzar a investigar. Dijo el guerrero con férrea determinación.
Axel continuaba mientras tanto examinando el lugar. - Por casualidad no tendrá una prenda de ropa o algún objeto que perteneciese a su hija, ¿Verdad? Preguntó al aire retoricamente. Tan solo necesitaba su olor para comenzar el rastreo. - No le prometo nada, pero podría seguir su rastro si es medianamente reciente. La tormenta dificultará las cosas, pero creo que tenemos opciones. Dijo con una sonrisa cómplice, intentando animar al hombre.
Sinceramente no sabía donde se estaba metiendo, pero era muy difícil para él negar ayuda a un necesitado. Además, su amigo allí presente parecía haber tomado ya una decisión. Si había problemas en los que la fuerza fuera necesaria y como última opción, tenía las espaldas cubiertas. Si en todo caso se tratara de alguna bestia o animal salvaje, quizás habría alguna solución más pacífica. - Eso si, le pido por favor que cuide de esos mientras no estamos. Decía mientras señalaba a las liebres. - Y ahora, cuéntenos todo lo que pueda ser de ayuda. Sentenció mientras cogía una silla y se sentaba del revés, apoyando sus brazos y mentón en el respaldo.
Mientras dialogaban sobre los problemas que asolaban al pueblo, Axel le daba otro vistazo a la pequeña familia de liebres. Los pequeños gazapos estaban siendo amamantados mientras la madre se quedaba plácidamente dormida, guiada por el cansancio y el calor que allí reinaba.
- Durante los últimos años, en este pueblo se han dado desapariciones de lo más inusuales pero en los dos últimos meses ha aumentado la frecuencia con la que ocurría y por más que le insistamos al alcalde de que mande a sus hombres o que ofrezca una recompensa, nuestras peticiones caen en saco roto. El hombre hizo una pausa dramática y a pesar de que intentaba mantener la compostura, no pudo evitar que se le hiciera un nudo en la garganta al decir - La semana pasada llegó el turno de mi hija... No puedo ofrecerles mucho dinero, pero les estaré eternamente agradecido si consiguen encontrarla. Ella es todo lo que tengo y ahora que no está…
El dolor de aquel pobre hombre era palpable, incluso su voz rompiéndose que quizás pasaría inadvertido para otras criaturas, no había caído en saco roto debido al buen oído del lobo. Parecía sincero. Y para el bueno de Blaze no había pasado por alto ese hecho, o quizás era su forma de pagar la estancia, pero no tardó en ofrecer su ayuda. - No se preocupe. Encontraremos a su hija. Díganos si tiene alguna pista o sabe de algún lugar por el que comenzar a investigar. Dijo el guerrero con férrea determinación.
Axel continuaba mientras tanto examinando el lugar. - Por casualidad no tendrá una prenda de ropa o algún objeto que perteneciese a su hija, ¿Verdad? Preguntó al aire retoricamente. Tan solo necesitaba su olor para comenzar el rastreo. - No le prometo nada, pero podría seguir su rastro si es medianamente reciente. La tormenta dificultará las cosas, pero creo que tenemos opciones. Dijo con una sonrisa cómplice, intentando animar al hombre.
Sinceramente no sabía donde se estaba metiendo, pero era muy difícil para él negar ayuda a un necesitado. Además, su amigo allí presente parecía haber tomado ya una decisión. Si había problemas en los que la fuerza fuera necesaria y como última opción, tenía las espaldas cubiertas. Si en todo caso se tratara de alguna bestia o animal salvaje, quizás habría alguna solución más pacífica. - Eso si, le pido por favor que cuide de esos mientras no estamos. Decía mientras señalaba a las liebres. - Y ahora, cuéntenos todo lo que pueda ser de ayuda. Sentenció mientras cogía una silla y se sentaba del revés, apoyando sus brazos y mentón en el respaldo.
Axel Svensson
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Re: Tarde, mal y a rastras [Privado]
Sabía que Axel no le decepcionaría y se sumaría al encargo pro bono por su carácter altruista y a que gracias a aquel hombre había conseguido dar cobijo y alimento a sus necesitados amigos.
Axel no tardó en ponerse manos a la obra y le pidió al hombre alguna prenda de su desaparecida hija para hacer lo mejor que sabía hacer: rastrear. Y es que su fino olfato lupino y su vínculo con la naturaleza le convertían en un aliado valiosísimo en misiones de reconocimiento y búsqueda de objetivos.
Ciertamente no tengo mucha información que ofrecerles. Dijo con un tono apenado de derrota pues Blaze pudo intuir que el hombre ya había intentado encontrar a su hija desaparecida sin éxito. Podrían preguntar al tabernero y al alcalde. Su hermana y su hijo fueron los últimos en desaparecer antes de mi hija. Quizá ellos tengan pistas recientes.
Yo iré a interrogar a esos dos. Tú ya sabes que hacer. Nos reuniremos aquí cuando caiga el sol para compartir lo que hayamos descubierto. Ten cuidado y no hagas ninguna locura solo. Le dijo a Axel mientras se enfundaba en su armadura y cogía su mandoble.
Como se llama Sir? Preguntó mientras abría la puerta de la cabaña. Harold y mi hija Laila. Antes de volver a aquel paraje blanco que le esperaba tras aquella puerta, Blaze se acercó con paso firme y dejó caer su mano sobre el hombro de Harold. Confíe en nosotros, Harold. Por un momento Harold parecía haber recobrado algo de la esperanza de reencontrarse con su hija que había perdido casi por completo.
Afortunadamente aquella cabaña se encontraba en un punto bastante elevado desde el que se podía ver el pueblo casi al completo por lo que pudo distinguir con claridad lo que parecía ser a todos rasgos la taberna a la cual puso rumbo de inmediato.
Axel no tardó en ponerse manos a la obra y le pidió al hombre alguna prenda de su desaparecida hija para hacer lo mejor que sabía hacer: rastrear. Y es que su fino olfato lupino y su vínculo con la naturaleza le convertían en un aliado valiosísimo en misiones de reconocimiento y búsqueda de objetivos.
Ciertamente no tengo mucha información que ofrecerles. Dijo con un tono apenado de derrota pues Blaze pudo intuir que el hombre ya había intentado encontrar a su hija desaparecida sin éxito. Podrían preguntar al tabernero y al alcalde. Su hermana y su hijo fueron los últimos en desaparecer antes de mi hija. Quizá ellos tengan pistas recientes.
Yo iré a interrogar a esos dos. Tú ya sabes que hacer. Nos reuniremos aquí cuando caiga el sol para compartir lo que hayamos descubierto. Ten cuidado y no hagas ninguna locura solo. Le dijo a Axel mientras se enfundaba en su armadura y cogía su mandoble.
Como se llama Sir? Preguntó mientras abría la puerta de la cabaña. Harold y mi hija Laila. Antes de volver a aquel paraje blanco que le esperaba tras aquella puerta, Blaze se acercó con paso firme y dejó caer su mano sobre el hombro de Harold. Confíe en nosotros, Harold. Por un momento Harold parecía haber recobrado algo de la esperanza de reencontrarse con su hija que había perdido casi por completo.
Afortunadamente aquella cabaña se encontraba en un punto bastante elevado desde el que se podía ver el pueblo casi al completo por lo que pudo distinguir con claridad lo que parecía ser a todos rasgos la taberna a la cual puso rumbo de inmediato.
Raion Blaze
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Re: Tarde, mal y a rastras [Privado]
Axel esperó pacientemente a que los dos hombretones terminaran su charla. Parecía que no tenían demasiada información de lo que estaba sucediendo, algo bastante extraño debido a las múltiples desapariciones que habían sucedido recientemente. De pronto Blaze cargó su pesada armadura y se dirigió hacia él. -Yo iré a interrogar a esos dos. Tú ya sabes que hacer. Nos reuniremos aquí cuando caiga el sol para compartir lo que hayamos descubierto. Ten cuidado y no hagas ninguna locura solo. Le dijo sin dar oportunidad a reproches mientras se colocaba la armadura y salía de la cabaña. Axel no pudo más que encogerse de hombros, se veía que los hábitos de pertenecer a la guardia nunca se olvidan.
Mientras tanto el dueño de la cabaña rebuscaba en los cajones sin descanso. Después de un buen rato sacó un bonito y colorido fular. - Creo que esto es lo que más suele llevar consigo. Fue un regalo de su madre... Axel se acercó y olisqueó aquella prenda durante unos segundos. - Esto servirá, haré todo lo que esté en mi mano por encontrarla. Dijo mientras ponía una mano en el hombro del hombre mientras asentía. Era hora de ponerse en marcha, así que salió de aquella cabaña con la seguridad de que nada le distaría de su encomienda. Una extraña sombra recorrió el cielo. - ¡Anda mira, un búho nival! Sacudió su cabeza pensando que debía centrarse.
El cambio en la sensación térmica después de haber estado en aquel calentito lugar, fue bastante brusco, pero nada que no pudiera soportar el lupino. Lo primero que debía de hacer era dejar el pueblo atrás, no se podía transformar en mitad del mismo o una cantidad ingente de pueblerinos intentarían agujerearlo. Así que con paso ligero caminó entre las casas del mismo, parecía un asentamiento medianamente reciente debido a la falta de construcciones entre los hogares. De pronto el ruido del gentío llamó su atención, parecía provenir de un granero de gran tamaño.
Su curiosidad le hizo caminar como una polilla al fuego hasta aquel gigantesco lugar. La gente vitoreaba sin cesar y reía. Parecía algún tipo de espectáculo, así que se abrió paso tímidamente hasta ver lo que ocurría en el centro. Axel presenció horrorizado el dantesco espectáculo. En una especie de ring, azuzaban a dos gallos para que se pelearan entre ellos y llegó justo a tiempo para ver como el claro vencedor, acababa con la vida de su rival. La maldad intrínseca del ser humano parecía no tener límites.
Ante aquella injusticia, el hombro lobo no podía hacer nada, parecía que casi todo el pueblo estaba encantando con el sangriento espectáculo. De pronto, en lo más profundo del lugar, visualizó unas cuantas celdas de madera apiladas, todas ellas con gallos dentro. Parecían lo suficientemente alejadas y a las espaldas de los allí presentes como para poder hacer algo. Axel miró a los lados sin parecer nada sospechoso y poco a poco se fue acercando hasta aquellos pobre animales enjaulados, tenía que liberarlos como fuere.
Mientras tanto el dueño de la cabaña rebuscaba en los cajones sin descanso. Después de un buen rato sacó un bonito y colorido fular. - Creo que esto es lo que más suele llevar consigo. Fue un regalo de su madre... Axel se acercó y olisqueó aquella prenda durante unos segundos. - Esto servirá, haré todo lo que esté en mi mano por encontrarla. Dijo mientras ponía una mano en el hombro del hombre mientras asentía. Era hora de ponerse en marcha, así que salió de aquella cabaña con la seguridad de que nada le distaría de su encomienda. Una extraña sombra recorrió el cielo. - ¡Anda mira, un búho nival! Sacudió su cabeza pensando que debía centrarse.
El cambio en la sensación térmica después de haber estado en aquel calentito lugar, fue bastante brusco, pero nada que no pudiera soportar el lupino. Lo primero que debía de hacer era dejar el pueblo atrás, no se podía transformar en mitad del mismo o una cantidad ingente de pueblerinos intentarían agujerearlo. Así que con paso ligero caminó entre las casas del mismo, parecía un asentamiento medianamente reciente debido a la falta de construcciones entre los hogares. De pronto el ruido del gentío llamó su atención, parecía provenir de un granero de gran tamaño.
Su curiosidad le hizo caminar como una polilla al fuego hasta aquel gigantesco lugar. La gente vitoreaba sin cesar y reía. Parecía algún tipo de espectáculo, así que se abrió paso tímidamente hasta ver lo que ocurría en el centro. Axel presenció horrorizado el dantesco espectáculo. En una especie de ring, azuzaban a dos gallos para que se pelearan entre ellos y llegó justo a tiempo para ver como el claro vencedor, acababa con la vida de su rival. La maldad intrínseca del ser humano parecía no tener límites.
Ante aquella injusticia, el hombro lobo no podía hacer nada, parecía que casi todo el pueblo estaba encantando con el sangriento espectáculo. De pronto, en lo más profundo del lugar, visualizó unas cuantas celdas de madera apiladas, todas ellas con gallos dentro. Parecían lo suficientemente alejadas y a las espaldas de los allí presentes como para poder hacer algo. Axel miró a los lados sin parecer nada sospechoso y poco a poco se fue acercando hasta aquellos pobre animales enjaulados, tenía que liberarlos como fuere.
Axel Svensson
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Re: Tarde, mal y a rastras [Privado]
La fuerte ventisca y la baja, bajísima temperatura, provocó que Blaze acelerara paulatinamente la marcha con el paso del tiempo pues no veía el momento de ampararse bajo el techo de la taberna. Al entrar recibió un fuerte, aunque placentero, golpe de calor, y no era para menos, pues la sala contaba con la friolera, o en este caso calurosa, de cuatro grandes chimeneas, una en cada esquina de la misma.
Sabiendo que el tiempo corría en su contra para el éxito de la misión, se dirigió sin contemplaciones a la barra para hablar con el tabernero cuya hermana había desaparecido en las mismas y desconocidas circunstancias que la hija de Harold. Me llamo Rai… Su presentación fue interrumpida por un hombre del cual lo único destacable era un bigote imperial denso y negro como el carbón en el cual comenzaban a denotarse las canas fruto de la edad cuyas puntas eran tan prolongadas que casi alcanzaban a hacer contacto con los lóbulos de sus orejas Cerveza Mas que pedir, ordenó el hombre en un tono casi dictatorial En seguida, Alcalde. Respondió el tabernero mientras corría a por el brebaje como si su vida dependiera de ello.
Blaze pensó que era su día de suerte, podría interrogar a ambos a la vez. Por segunda vez, insistió Me llamo Raion Blaze, soy amigo de Harold. Intento ayudarle a encontrar a su hija desaparecida. Me consta que ustedes han pasado por la misma situación que él. Lo lamento mucho, debe ser difícil. Me gustaría ayudarles a ustedes también así que, por favor, díganme todo lo que crean que puede ser de utilidad. Cualquier detalle por tonto que parezca puede ser importante.
El joven tabernero pareció alegrarse de que alguien estuviera dispuesto a ayudarles pero antes de que pudiera siquiera articular palabra, el Alcalde se adelantó apresuradamente a responder Nuestros problemas los solucionamos nosotros. No necesitamos ayuda de nadie. Replicó en un tono rudo mientras lanzaba una mirada al tabernero que parecía decir que le prohibía hablar del tema. Entre las virtudes de Blaze no se encontraba la paciencia y a pesar de que se moría de ganas por partirle la cara allí mismo, se armó de paciencia y volvió a intentarlo aunque esta vez en un tono algo menos educado y mas desafiante Harold dice que usted y sus hombres no han hecho ningún avance en todos estos años. Quizá me necesiten. Blaze esperaba que Alcalde picara ante aquella sutil provocación y le dijera algo nimiamente revelador pero el susodicho era mas bien terco. En esta ocasión, el hombre miró fijamente a Blaze y en un tono incluso más grosero y cortante que el anterior respondió No queremos su ayuda. Puede ir en paz, forastero. El énfasis que puso en la palabra forastero y el tono despectivo que usó para ello daba a entender que Blaze había sido educadamente invitado a abandonar el pueblo.
Estaba claro que el Alcalde no estaba dispuesto a hablar. La cuestión era porque. Simplemente era un cabezón orgulloso y maleducado o es que a caso tenía algo que esconder. Fuera como fuere, Blaze no tenía intención abandonar esa pista tan fácilmente. Esperaría a que el Alcalde abandonase la taberna para seguirle y mantener una conversación mas privada y, seguramente, menos civilizada.
Sabiendo que el tiempo corría en su contra para el éxito de la misión, se dirigió sin contemplaciones a la barra para hablar con el tabernero cuya hermana había desaparecido en las mismas y desconocidas circunstancias que la hija de Harold. Me llamo Rai… Su presentación fue interrumpida por un hombre del cual lo único destacable era un bigote imperial denso y negro como el carbón en el cual comenzaban a denotarse las canas fruto de la edad cuyas puntas eran tan prolongadas que casi alcanzaban a hacer contacto con los lóbulos de sus orejas Cerveza Mas que pedir, ordenó el hombre en un tono casi dictatorial En seguida, Alcalde. Respondió el tabernero mientras corría a por el brebaje como si su vida dependiera de ello.
Blaze pensó que era su día de suerte, podría interrogar a ambos a la vez. Por segunda vez, insistió Me llamo Raion Blaze, soy amigo de Harold. Intento ayudarle a encontrar a su hija desaparecida. Me consta que ustedes han pasado por la misma situación que él. Lo lamento mucho, debe ser difícil. Me gustaría ayudarles a ustedes también así que, por favor, díganme todo lo que crean que puede ser de utilidad. Cualquier detalle por tonto que parezca puede ser importante.
El joven tabernero pareció alegrarse de que alguien estuviera dispuesto a ayudarles pero antes de que pudiera siquiera articular palabra, el Alcalde se adelantó apresuradamente a responder Nuestros problemas los solucionamos nosotros. No necesitamos ayuda de nadie. Replicó en un tono rudo mientras lanzaba una mirada al tabernero que parecía decir que le prohibía hablar del tema. Entre las virtudes de Blaze no se encontraba la paciencia y a pesar de que se moría de ganas por partirle la cara allí mismo, se armó de paciencia y volvió a intentarlo aunque esta vez en un tono algo menos educado y mas desafiante Harold dice que usted y sus hombres no han hecho ningún avance en todos estos años. Quizá me necesiten. Blaze esperaba que Alcalde picara ante aquella sutil provocación y le dijera algo nimiamente revelador pero el susodicho era mas bien terco. En esta ocasión, el hombre miró fijamente a Blaze y en un tono incluso más grosero y cortante que el anterior respondió No queremos su ayuda. Puede ir en paz, forastero. El énfasis que puso en la palabra forastero y el tono despectivo que usó para ello daba a entender que Blaze había sido educadamente invitado a abandonar el pueblo.
Estaba claro que el Alcalde no estaba dispuesto a hablar. La cuestión era porque. Simplemente era un cabezón orgulloso y maleducado o es que a caso tenía algo que esconder. Fuera como fuere, Blaze no tenía intención abandonar esa pista tan fácilmente. Esperaría a que el Alcalde abandonase la taberna para seguirle y mantener una conversación mas privada y, seguramente, menos civilizada.
Raion Blaze
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Re: Tarde, mal y a rastras [Privado]
Las habilidades de infiltración de Axel deberían ponerse a prueba. La verdad es que no era muy complicado debido al ruido que el gentío estaba generando ante aquel brutal espectáculo. Cuando todos estuvieran ensimismados viendo la sanguinolenta batalla, se colaría por detrás donde estaban todas las jaulas. Una vez allí pensaría como proceder, pero no podía dejar que esos animales siguieran allí de ninguna de las maneras.
Dando pasos laterales fue rodeando el circulo que conformaba el público. Un poco más apartados, parecían estar los organizadores del evento, pero parecían demasiado ocupados viendo como iba todo y sobretodo, contando la gran cantidad de aeros que llenaban sus manos. Estos se encontraban justo delante de las jaulas, pero las brillantes monedas parecían una distracción más que suficiente. Con un veloz y grácil movimiento accedió al lugar donde se encontraba la cárcel avícola improvisada. Se cercioró de que los presentes no se percataran de su presencia antes de seguir.
Una vez hecho esto, el hombre lobo se acercó a las jaulas para ver el estado de los animales. La mayoría estaban bien, pero otros parecían muertos en vida, hasta parecía que la muerte hubiera sido una solución más digna. Los cierres de las pequeñas jaulas estaban hechos con cordel, girado múltiples veces alrededor del pestillo. Si quería hacer un trabajo limpio necesitaba algo para cortar esos cordeles y terminar lo antes posible. Así que se puso a rebuscar y encontró lo que estaba buscando. El armamento que le colocaban a los gallos en sus espolones, iba a ser lo que les salvara en esta ocasión.
Se acercó al montículo de pajareras y antes de empezar a soltarlos fue mi conciso en sus palabras. - No hagáis ni un solo ruido, sino estaremos en un buen lío. Susurró a las aves antes de ponerse manos a la obra. En menos que canta un gallo, había liberado a todos aquellos animales, incluso dos que apenas podían sostenerse en pie, eran cargados por Axel, que haciendo de líder de la banda les ordenó. - Seguidme. En silencio.
Después de una inspección rápida de la parte trasera del granero, pudo ver una tabla más quebradiza que el resto. Sujetó la misma y con un par de vaivenes consiguió arrancarla, creando así la salida perfecta. Primero dejó salir a todos los gallos al exterior, para después colar a los dos malheridos por el hueco. Ahora tocaba lo más difícil, que Axel se colase por tal hueco. Gracias a su gran flexibilidad y porque no decirlo a su tipito de adonis, con un par de movimientos estaba de nuevo en la nieve. Las aves miraron atrás de nuevo agradeciendo el gesto al licántropo, incluso los que parecían estar tan mal, habían sacado fuerzas de flaqueza y se perdían junto al resto en la mitad de la noche. Después del pulcro trabajo, no pudo más que despedir a sus nuevos y libres amigos con la mano.
Por un momento se había olvidado de su misión, pero no había tiempo que perder, quizás habían vidas en juego. Apresuró el paso atravesando el pueblo, llegó hasta una casa que parecía más lujosa que el resto y le pareció reconocer la fragancia de la muchacha desaparecida, pero ya no estaba allí, puesto que el rastro seguía camino a las montañas. Cuando se vio lo suficientemente seguro y alejado, Axel cambió de forma y empezó a olisquear el entorno. El rastro aunque ya débil, parecía llevar sin lugar a dudas a un frondoso bosque al pie de la montaña. Al menos ya tenía una dirección que seguir, así que se puso en marcha y forzó sus cuatro patas al máximo para llegar cuanto antes.
Dando pasos laterales fue rodeando el circulo que conformaba el público. Un poco más apartados, parecían estar los organizadores del evento, pero parecían demasiado ocupados viendo como iba todo y sobretodo, contando la gran cantidad de aeros que llenaban sus manos. Estos se encontraban justo delante de las jaulas, pero las brillantes monedas parecían una distracción más que suficiente. Con un veloz y grácil movimiento accedió al lugar donde se encontraba la cárcel avícola improvisada. Se cercioró de que los presentes no se percataran de su presencia antes de seguir.
Una vez hecho esto, el hombre lobo se acercó a las jaulas para ver el estado de los animales. La mayoría estaban bien, pero otros parecían muertos en vida, hasta parecía que la muerte hubiera sido una solución más digna. Los cierres de las pequeñas jaulas estaban hechos con cordel, girado múltiples veces alrededor del pestillo. Si quería hacer un trabajo limpio necesitaba algo para cortar esos cordeles y terminar lo antes posible. Así que se puso a rebuscar y encontró lo que estaba buscando. El armamento que le colocaban a los gallos en sus espolones, iba a ser lo que les salvara en esta ocasión.
Se acercó al montículo de pajareras y antes de empezar a soltarlos fue mi conciso en sus palabras. - No hagáis ni un solo ruido, sino estaremos en un buen lío. Susurró a las aves antes de ponerse manos a la obra. En menos que canta un gallo, había liberado a todos aquellos animales, incluso dos que apenas podían sostenerse en pie, eran cargados por Axel, que haciendo de líder de la banda les ordenó. - Seguidme. En silencio.
Después de una inspección rápida de la parte trasera del granero, pudo ver una tabla más quebradiza que el resto. Sujetó la misma y con un par de vaivenes consiguió arrancarla, creando así la salida perfecta. Primero dejó salir a todos los gallos al exterior, para después colar a los dos malheridos por el hueco. Ahora tocaba lo más difícil, que Axel se colase por tal hueco. Gracias a su gran flexibilidad y porque no decirlo a su tipito de adonis, con un par de movimientos estaba de nuevo en la nieve. Las aves miraron atrás de nuevo agradeciendo el gesto al licántropo, incluso los que parecían estar tan mal, habían sacado fuerzas de flaqueza y se perdían junto al resto en la mitad de la noche. Después del pulcro trabajo, no pudo más que despedir a sus nuevos y libres amigos con la mano.
Por un momento se había olvidado de su misión, pero no había tiempo que perder, quizás habían vidas en juego. Apresuró el paso atravesando el pueblo, llegó hasta una casa que parecía más lujosa que el resto y le pareció reconocer la fragancia de la muchacha desaparecida, pero ya no estaba allí, puesto que el rastro seguía camino a las montañas. Cuando se vio lo suficientemente seguro y alejado, Axel cambió de forma y empezó a olisquear el entorno. El rastro aunque ya débil, parecía llevar sin lugar a dudas a un frondoso bosque al pie de la montaña. Al menos ya tenía una dirección que seguir, así que se puso en marcha y forzó sus cuatro patas al máximo para llegar cuanto antes.
Axel Svensson
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Re: Tarde, mal y a rastras [Privado]
Blaze seguía a su objetivo desde una distancia prudencial para evitar ser descubierto guiándose por el surco que iba dejando tras de sí al caminar en la gruesa capa de nieve que se alzaba casi a la altura de las rodillas. La ventisca complicaba el contacto visual pues aunque fuera a escasos metros, toda figura se volvía de inmediato borrosa e indistinguible siendo a penas capaz de mantener los ojos abiertos y la vista al frente.
No tardó mucho en llegar a su destino. La estela en la nieve que iba dejando su presa tras de si finalizaba donde empezaban unas escaleras que guiaban a una puerta de una cabaña, la más grande que había visto del pueblo hasta ese momento. Era de suponer, que se encontraba frente a la casa del Alcalde y que este ya había penetrado en esta. Blaze consiguió abrir la puerta y adentrarse en la morada sin ser visto ni oído cual espía maestro experto en infiltraciones. Justo delante suya de espaldas a él, se encontraba el Alcalde frente a su lecho, arrodillado con la cabeza baja y murmurando Perdonadme mis dioses porque he pecado…
Blaze dejó caer todo el peso de su espada sobre el suelo quedando clavada la punta de esta en la fría madera mientras posaba ambos manos sobre la empuñadura. Puedes confesarte ante mí El Alcalde rápidamente se volteó y levantó de un salto presa de la sorpresa. Se dice que la cara es el espejo del alma y a juzgar por su cara, su alma albergaba pena y culpa a partes iguales. Es obvio que ocultas algo. O empiezas a hablar o mi espada pasará a estar clavada en otro sitio Amenazó Blaze mientras señalaba con su dedo al Alcalde. Está bien, está bien Por fin dijo el hombre cediendo su voluntad terca mientras se sentaba, mas bien se dejaba caer, en el lecho sobre el que antes rezaba.
Unos años después de nacer nuestro hijo Adrien, mi mujer murió de una enfermedad para la que no hallamos cura. El año pasado, cuando mi hijo cumplió los diez años, comenzó a tener los mismos síntomas que su madre. Un día apareció un elfo en el pueblo que aseguraba poder curar a mi hijo... y lo hizo pero solo temporalmente. Dijo que cada cierto tiempo, debería volver para sanarle otra vez y evitar que la enfermedad regresase siempre y cuando yo le proporcionase chicas jóvenes y sanas con las que, según sus palabras, “pudiera divertirse”. Al principio me negué y al cabo de unos meses Adrien empeoró y fue entonces cuando el elfo volvió y me repitió la oferta. Estaba desesperado así que acepté y cumplí con mi parte del trato secuestrando mujeres para él y encubriéndolo todo. Pero llegó un momento que ya no lo soporté mas y rompí con nuestro acuerdo y ahora se ha llevado también a mi hijo no sé si por venganza o chantaje.
La situación era peor de lo que jamás habría podido imaginar. Aquellas personas no habían desparecido porque se hubieran perdido o hubieran abandonado el pueblo… estaban cautivas en manos de un elfo-mago psicópata para hacer quien sabe que con ellas. El tiempo apremiaba, esas personas necesitaban ser rescatadas antes de que fuera demasiado tarde. Blaze le pidió al Alcalde que le indicara en el mapa donde se encontraba el lugar donde le entregaba las victimas al elfo.
Regresó lo más rápido que le permitía las condiciones climatológicas y el terreno a la cabaña de Harold para compartir la información que había obtenido con Axel para idear un plan e ir a por ese elfo juntos.
No tardó mucho en llegar a su destino. La estela en la nieve que iba dejando su presa tras de si finalizaba donde empezaban unas escaleras que guiaban a una puerta de una cabaña, la más grande que había visto del pueblo hasta ese momento. Era de suponer, que se encontraba frente a la casa del Alcalde y que este ya había penetrado en esta. Blaze consiguió abrir la puerta y adentrarse en la morada sin ser visto ni oído cual espía maestro experto en infiltraciones. Justo delante suya de espaldas a él, se encontraba el Alcalde frente a su lecho, arrodillado con la cabeza baja y murmurando Perdonadme mis dioses porque he pecado…
Blaze dejó caer todo el peso de su espada sobre el suelo quedando clavada la punta de esta en la fría madera mientras posaba ambos manos sobre la empuñadura. Puedes confesarte ante mí El Alcalde rápidamente se volteó y levantó de un salto presa de la sorpresa. Se dice que la cara es el espejo del alma y a juzgar por su cara, su alma albergaba pena y culpa a partes iguales. Es obvio que ocultas algo. O empiezas a hablar o mi espada pasará a estar clavada en otro sitio Amenazó Blaze mientras señalaba con su dedo al Alcalde. Está bien, está bien Por fin dijo el hombre cediendo su voluntad terca mientras se sentaba, mas bien se dejaba caer, en el lecho sobre el que antes rezaba.
Unos años después de nacer nuestro hijo Adrien, mi mujer murió de una enfermedad para la que no hallamos cura. El año pasado, cuando mi hijo cumplió los diez años, comenzó a tener los mismos síntomas que su madre. Un día apareció un elfo en el pueblo que aseguraba poder curar a mi hijo... y lo hizo pero solo temporalmente. Dijo que cada cierto tiempo, debería volver para sanarle otra vez y evitar que la enfermedad regresase siempre y cuando yo le proporcionase chicas jóvenes y sanas con las que, según sus palabras, “pudiera divertirse”. Al principio me negué y al cabo de unos meses Adrien empeoró y fue entonces cuando el elfo volvió y me repitió la oferta. Estaba desesperado así que acepté y cumplí con mi parte del trato secuestrando mujeres para él y encubriéndolo todo. Pero llegó un momento que ya no lo soporté mas y rompí con nuestro acuerdo y ahora se ha llevado también a mi hijo no sé si por venganza o chantaje.
La situación era peor de lo que jamás habría podido imaginar. Aquellas personas no habían desparecido porque se hubieran perdido o hubieran abandonado el pueblo… estaban cautivas en manos de un elfo-mago psicópata para hacer quien sabe que con ellas. El tiempo apremiaba, esas personas necesitaban ser rescatadas antes de que fuera demasiado tarde. Blaze le pidió al Alcalde que le indicara en el mapa donde se encontraba el lugar donde le entregaba las victimas al elfo.
Regresó lo más rápido que le permitía las condiciones climatológicas y el terreno a la cabaña de Harold para compartir la información que había obtenido con Axel para idear un plan e ir a por ese elfo juntos.
Última edición por Raion Blaze el Miér Jul 29 2020, 17:50, editado 1 vez
Raion Blaze
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Re: Tarde, mal y a rastras [Privado]
Axel continuaba siguiendo el cada vez más efímero rastro de la muchacha. La larga caminata lo había hecho perderse entre los frondosos árboles que conformaban el lugar, con sus ramas cubiertas por la nieve, apenas dejaban el paso de la luz lunar. Había estado en lugares lúgubres y tétricos, pero este se llevaba la palma. Además por una extraña razón, cada vez se iba haciendo más patente un olor a miedo y sangre.
En otras ocasiones, habría afirmado que se trataba de un grupo de cazadores o incluso otros licántropos peinando la zona, pero la cantidad de miedo que impregnaba el lugar, estaba lejos de ser normal. El rastro lo llevó hasta la misma falda de la montaña, a un lugar donde la roca había sido labrada creando lo que parecía ser una cueva. Antes de internarse o curiosear, decidió volver a su forma humana, le era más sencillo ir con pies de plomo a dos patas.
Con el máximo sigilo, comenzó a internarse en las profundidades de aquella gruta. Era profunda, pero no lo suficiente como para no discernir una luz en la parte más profunda de la misma. Según se acercaba, iba asegurándose de tener cada vez más cautela si cabe, ser descubierto en aquel lugar podría resultar fatal. Cuando estaba a unos cuantos metros, pudo escuchar la voz de un hombre canturreando y lo que parecían ser sollozos, no se distinguían demasiado bien a esa distancia, pero estaba claro que provenían de fuentes distintas.
Cuando llegó al lugar, Axel se asomó con cuidado y lo que allí vio le dejó sin habla. Lo que parecía ser una habitación, estaba rodeado de celdas, en las cuales parecían sobrevivir con dificultades múltiples féminas. Por suerte o por desgracia, no podía distinguir demasiado bien el contenido de las mismas, pero lo que estaba ocurriendo allí estaba bastante lejos de ser normal. La cantarina voz parecía provenir de el único ser libre de aquel lugar, que portaba una larga túnica negra con capucha. El pánico que allí se respiraba era insoportable, pero entre ese olor, el licántropo pudo percibir claramente la fragancia de la hija de Harold.
El solo no podía proceder en aquella situación, además le daba más miedo la bronca del bueno de Rai si hacía locuras, que el propio peligro al que se expondría. Así que estaba claro como debía operar. Volvería al pueblo en busca de ayuda y pondría fin a la custodia de todas aquellas muchachas. Repitió la operación de vuelta, haciendo el mínimo ruido posible. Cuando por fin estuvo fuera empezó a apurar el paso, no había tiempo que perder, hasta que escuchó un lastimero quejido.
Axel se aproximó al lugar con cuidado y cuando llegó allí la estampa era bastante fea. Un zorro rojo había caído en un pequeño cepo. La sangre de la pata del animal, había teñido la nieve, así que parecía muy reciente. El hombre lobo se aproximó despacio mientras el zorro le gruñía y ponía sus orejas hacia atrás amenazante. - Tranquilo amigo, te ayudaré. Al escucharle el zorro se tranquilizó y pudo abrir el cepo. Después con cuidado tocó la pierna del animal. - Parece una rotura limpia, no tendrás problemas si no la fuerzas en unos días. De pronto las facciones del animal cambiaron por completo y salió corriendo ignorando su pata rota.
Sin tener idea de lo que acababa de ocurrir, Axel sintió una presencia a sus espaldas, pero antes de que pudiera hacer nada, un duro golpe impactó directo en su sien. Esto hizo que perdiera el conocimiento de inmediato y su cuerpo de rodillas hasta ese entonces, se desplomase sobre la blanca nieve.
En otras ocasiones, habría afirmado que se trataba de un grupo de cazadores o incluso otros licántropos peinando la zona, pero la cantidad de miedo que impregnaba el lugar, estaba lejos de ser normal. El rastro lo llevó hasta la misma falda de la montaña, a un lugar donde la roca había sido labrada creando lo que parecía ser una cueva. Antes de internarse o curiosear, decidió volver a su forma humana, le era más sencillo ir con pies de plomo a dos patas.
Con el máximo sigilo, comenzó a internarse en las profundidades de aquella gruta. Era profunda, pero no lo suficiente como para no discernir una luz en la parte más profunda de la misma. Según se acercaba, iba asegurándose de tener cada vez más cautela si cabe, ser descubierto en aquel lugar podría resultar fatal. Cuando estaba a unos cuantos metros, pudo escuchar la voz de un hombre canturreando y lo que parecían ser sollozos, no se distinguían demasiado bien a esa distancia, pero estaba claro que provenían de fuentes distintas.
Cuando llegó al lugar, Axel se asomó con cuidado y lo que allí vio le dejó sin habla. Lo que parecía ser una habitación, estaba rodeado de celdas, en las cuales parecían sobrevivir con dificultades múltiples féminas. Por suerte o por desgracia, no podía distinguir demasiado bien el contenido de las mismas, pero lo que estaba ocurriendo allí estaba bastante lejos de ser normal. La cantarina voz parecía provenir de el único ser libre de aquel lugar, que portaba una larga túnica negra con capucha. El pánico que allí se respiraba era insoportable, pero entre ese olor, el licántropo pudo percibir claramente la fragancia de la hija de Harold.
El solo no podía proceder en aquella situación, además le daba más miedo la bronca del bueno de Rai si hacía locuras, que el propio peligro al que se expondría. Así que estaba claro como debía operar. Volvería al pueblo en busca de ayuda y pondría fin a la custodia de todas aquellas muchachas. Repitió la operación de vuelta, haciendo el mínimo ruido posible. Cuando por fin estuvo fuera empezó a apurar el paso, no había tiempo que perder, hasta que escuchó un lastimero quejido.
Axel se aproximó al lugar con cuidado y cuando llegó allí la estampa era bastante fea. Un zorro rojo había caído en un pequeño cepo. La sangre de la pata del animal, había teñido la nieve, así que parecía muy reciente. El hombre lobo se aproximó despacio mientras el zorro le gruñía y ponía sus orejas hacia atrás amenazante. - Tranquilo amigo, te ayudaré. Al escucharle el zorro se tranquilizó y pudo abrir el cepo. Después con cuidado tocó la pierna del animal. - Parece una rotura limpia, no tendrás problemas si no la fuerzas en unos días. De pronto las facciones del animal cambiaron por completo y salió corriendo ignorando su pata rota.
Sin tener idea de lo que acababa de ocurrir, Axel sintió una presencia a sus espaldas, pero antes de que pudiera hacer nada, un duro golpe impactó directo en su sien. Esto hizo que perdiera el conocimiento de inmediato y su cuerpo de rodillas hasta ese entonces, se desplomase sobre la blanca nieve.
Axel Svensson
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Re: Tarde, mal y a rastras [Privado]
El sol había caído hace horas y la luna se alzaba resplandeciendo a su máxima capacidad… y Axel aún no había regresado a la cabaña de Harold que ambos habían establecido como punto de reencuentro. Axel no era un imprudente y no parecía de los que solía improvisar saltándose a la ligera el plan que el equipo había trazado. Convencido de que su peludo amigo estaba en apuros, puso rumbo a la guarida del elfo con la esperanza de encontrarse por el camino con su amigo sano y salvo.
Su camino atravesaba un frondoso bosque que de no contar con las indicaciones que le había dado el Alcalde, le habría resultado muy complicado encontrar la salida. Quizá Axel se hubiera perdido en aquel laberinto aunque era una posibilidad muy remota dado que como animal que era, sabía orientarse y desenvolverse en entornos como ese, sobre todo si había dado con el rastro de Laila. No, era imposible que Axel se hubiese perdido.
Por fin atravesó el bosque y era hora de explorar la montaña. De camino a la entrada de la cueva se encontró con una mancha de sangre en el suelo esperando que no fuera la de Axel. Sin ninguna evidencia de que su amigo andara por los alrededores ni forma humana de buscarlo, no tenía más opción que seguir adelante con la misión él solo.
Mientras se adentraba y avanzaba con cautela por aquella oscura y fría madriguera, se le formó un nudo en el estómago. No sabía cómo explicarlo, pero tenía una horrible sensación. Era como si supiera que lo que iba a encontrar allí dentro sería la máxima expresión de lo siniestro. Aunque por el momento no parecía haber ningún peligro, decidió desenvainar su mandoble aunque solo fuera por sentirse más seguro. De repente el silencio se quebró con los tenues lamentos que provenían del fondo de la cueva pero que hacían eco con sus paredes y resonaban por toda ella provocando que un escalofrío recorriera su espina dorsal.
Sin embargo, esto lejos de detenerle, hizo que acelerara el paso. De repente el pavor se transformó en arrojo. Alguien, quizá Axel, necesitaba desesperadamente su ayuda de inmediato. No era momento para ser presa del miedo ni andarse con chiquitas. Prescindiendo total y absolutamente del sigilo con el que había avanzado hasta el momento, corrió lo más rápido que pudo hasta el origen de aquellos sollozos.
Su carrera le llevó al centro de una sala repleta de celdas donde múltiples personas estaban encerradas, entre ellas Axel y el resto de desaparecidos del pueblo incluyendo a Laila. La mayoría de las cautivas eran mujeres las cuales habían sido cruelmente torturadas e incluso mutiladas. Axel, eh Axel. Despierta. Susurró Blaze mientras introducía su brazo por una rendija de la jaula para zarandear a su amigo con la esperanza de que despertara.
Por desgracia, en mitad de sus intentos por que su amigo recobrara la conciencia, algo le agarró y le lanzó por los aires varios metros. Al erguirse, pudo ver frente a si lo que parecía ser un golem de arcilla que debía superar los dos metros de altura. De repente, el elfo emergió de entre las sombras de una de las esquinas de la sala donde se hallaba oculto ¡Vaya! Dos visitas en un mismo día. Me siento halagado. Dijo refiriéndose al cautivo Axel. Por suerte o por desgracia para ti, no formarás parte de mi colección. A diferencia del resto, tú pareces un guerrero, dejarte con vida podría ser problemático. Lo mejor será acabar contigo directamente y evitar problemas en el futuro. Acto seguido el golem embistió a Blaze con una velocidad impropia de una criatura de sus características. Sorprendido y sin tiempo de reacción, Blaze salió despedido, otra vez, impactando fuertemente contra la pared. El golem se aproximó a Blaze estando esté aún tirado en el suelo. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, Blaze agarró su mandoble y lo clavó en el cuello de la criatura… o esa era la intención pues la punta de la espada no consiguió atravesar la piel/coraza de su enemigo. Tras su fallido ataque, Blaze cambió de estrategia. Si no se le podía cortar, lo golpearía con fuerza en un punto débil para destrozarlo.
El golem volvió a la carga, esta vez con un gancho de derechas. Blaze lo esquivó rodando hacia delante y aprovechando el impulso, golpeó con todas sus fuerzas con la empuñadura del mandoble la rodilla del golem haciendo esta añicos provocando que el golem se desplomara al suelo. Sin perder ni un segundo, aprovechó la incapacidad momentánea del golem para moverse para aproximarse al ahora indefenso elfo y colocar la hoja de la espada en su cuello.
Deshaz tu invocación A lo que el elfo respondió con un chasquido de dedos que hizo que el golem se convirtiera en polvo. Y ahora, sánalos Dijo Blaze refiriéndose a las personas cautivas Las sanaré solo si luego marcho libre. Trato hecho. Así pues el elfo sanó a todas y cada una de sus víctimas sin que la hoja de la espada de Blaze se separará de su garganta ni por un instante recordándole que ante cualquier intento de escapar o atacar, pondría fin a su vida en menos de lo que se tarda en pestañear. Tras unos breves minutos, parecía que el elfo ya había finalizado su labor ¿Ya están todas completamente sanas? Si. He cumplido con mi parte del trato, así que ahora me marcharé como habíamos acor- Antes de que el elfo pudiera terminar la frase, Blaze lo decapitó. Bajo ningún concepto dejaría a aquel monstruo libre para que repitiera en otro lugar las atrocidades que había cometido allí.
Era hora de llevar a aquellas pobres chicas, y chico, con sus familias.
Su camino atravesaba un frondoso bosque que de no contar con las indicaciones que le había dado el Alcalde, le habría resultado muy complicado encontrar la salida. Quizá Axel se hubiera perdido en aquel laberinto aunque era una posibilidad muy remota dado que como animal que era, sabía orientarse y desenvolverse en entornos como ese, sobre todo si había dado con el rastro de Laila. No, era imposible que Axel se hubiese perdido.
Por fin atravesó el bosque y era hora de explorar la montaña. De camino a la entrada de la cueva se encontró con una mancha de sangre en el suelo esperando que no fuera la de Axel. Sin ninguna evidencia de que su amigo andara por los alrededores ni forma humana de buscarlo, no tenía más opción que seguir adelante con la misión él solo.
Mientras se adentraba y avanzaba con cautela por aquella oscura y fría madriguera, se le formó un nudo en el estómago. No sabía cómo explicarlo, pero tenía una horrible sensación. Era como si supiera que lo que iba a encontrar allí dentro sería la máxima expresión de lo siniestro. Aunque por el momento no parecía haber ningún peligro, decidió desenvainar su mandoble aunque solo fuera por sentirse más seguro. De repente el silencio se quebró con los tenues lamentos que provenían del fondo de la cueva pero que hacían eco con sus paredes y resonaban por toda ella provocando que un escalofrío recorriera su espina dorsal.
Sin embargo, esto lejos de detenerle, hizo que acelerara el paso. De repente el pavor se transformó en arrojo. Alguien, quizá Axel, necesitaba desesperadamente su ayuda de inmediato. No era momento para ser presa del miedo ni andarse con chiquitas. Prescindiendo total y absolutamente del sigilo con el que había avanzado hasta el momento, corrió lo más rápido que pudo hasta el origen de aquellos sollozos.
Su carrera le llevó al centro de una sala repleta de celdas donde múltiples personas estaban encerradas, entre ellas Axel y el resto de desaparecidos del pueblo incluyendo a Laila. La mayoría de las cautivas eran mujeres las cuales habían sido cruelmente torturadas e incluso mutiladas. Axel, eh Axel. Despierta. Susurró Blaze mientras introducía su brazo por una rendija de la jaula para zarandear a su amigo con la esperanza de que despertara.
Por desgracia, en mitad de sus intentos por que su amigo recobrara la conciencia, algo le agarró y le lanzó por los aires varios metros. Al erguirse, pudo ver frente a si lo que parecía ser un golem de arcilla que debía superar los dos metros de altura. De repente, el elfo emergió de entre las sombras de una de las esquinas de la sala donde se hallaba oculto ¡Vaya! Dos visitas en un mismo día. Me siento halagado. Dijo refiriéndose al cautivo Axel. Por suerte o por desgracia para ti, no formarás parte de mi colección. A diferencia del resto, tú pareces un guerrero, dejarte con vida podría ser problemático. Lo mejor será acabar contigo directamente y evitar problemas en el futuro. Acto seguido el golem embistió a Blaze con una velocidad impropia de una criatura de sus características. Sorprendido y sin tiempo de reacción, Blaze salió despedido, otra vez, impactando fuertemente contra la pared. El golem se aproximó a Blaze estando esté aún tirado en el suelo. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, Blaze agarró su mandoble y lo clavó en el cuello de la criatura… o esa era la intención pues la punta de la espada no consiguió atravesar la piel/coraza de su enemigo. Tras su fallido ataque, Blaze cambió de estrategia. Si no se le podía cortar, lo golpearía con fuerza en un punto débil para destrozarlo.
El golem volvió a la carga, esta vez con un gancho de derechas. Blaze lo esquivó rodando hacia delante y aprovechando el impulso, golpeó con todas sus fuerzas con la empuñadura del mandoble la rodilla del golem haciendo esta añicos provocando que el golem se desplomara al suelo. Sin perder ni un segundo, aprovechó la incapacidad momentánea del golem para moverse para aproximarse al ahora indefenso elfo y colocar la hoja de la espada en su cuello.
Deshaz tu invocación A lo que el elfo respondió con un chasquido de dedos que hizo que el golem se convirtiera en polvo. Y ahora, sánalos Dijo Blaze refiriéndose a las personas cautivas Las sanaré solo si luego marcho libre. Trato hecho. Así pues el elfo sanó a todas y cada una de sus víctimas sin que la hoja de la espada de Blaze se separará de su garganta ni por un instante recordándole que ante cualquier intento de escapar o atacar, pondría fin a su vida en menos de lo que se tarda en pestañear. Tras unos breves minutos, parecía que el elfo ya había finalizado su labor ¿Ya están todas completamente sanas? Si. He cumplido con mi parte del trato, así que ahora me marcharé como habíamos acor- Antes de que el elfo pudiera terminar la frase, Blaze lo decapitó. Bajo ningún concepto dejaría a aquel monstruo libre para que repitiera en otro lugar las atrocidades que había cometido allí.
Era hora de llevar a aquellas pobres chicas, y chico, con sus familias.
Última edición por Raion Blaze el Miér Jul 29 2020, 18:00, editado 1 vez
Raion Blaze
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Re: Tarde, mal y a rastras [Privado]
Mientras se debatía entre el mundo terrenal y el de los sueños, Axel entreabrió los ojos durante unos instantes. - ¿Por qué se mueve todo?... Dijo mientras el bosque daba vueltas a su alrededor, a la par que un enorme gollem lo arrastraba de una pierna. - Cinco minutos más... Pronunció antes de desplomar su cabeza nuevamente, con una gigantesca sonrisa en los labios.
Si arrastrarle por todo el bosque no era suficiente, cuando llegaron a la cueva la historia empeoró bastante. Sin cuidado alguno, lo pasaban entre las grutas golpeándole sin pena contra todo rastro rocoso allí presente. Cuando por fin llegaron a la gran sala, el elfo que iba capitaneando la marcha, abrió una celda. Ante un simple gesto, el gollem de arcilla lanzó al interior de la misma al maltrecho hombre lobo. Un sonoro ruido metálico resonó por la gruta cuando la puerta fue sellada. Si lo llega a escuchar, esto le habría traído muy malos recuerdos de pasadas vivencias, por suerte estaba soñando con una bonita cala en la costa.
De pronto, alguien intentaba despertarlo de su cálido sueño. - Axel, eh Axel. Despierta. Escuchaba en la lejanía, mientras se giraba hacia el otro lado. - Todavía no han pasado los cinco min... La frase fue interrumpida por un sonoro golpe. Axel se puso de pie como pudo con su magullado cuerpo y con un dolor de cabeza terrible. Examinó la sala y pudo ver a su buen amigo Raion, dando buena cuenta de aquel gollem del demonio. - ¡Vamos! Dale duro, ya lo tienes. Dirigía la situación desde la celda. Al no ser un ser vivo como tal, se estaba desquitando ante aquel ente. - Tranquilas chicas, estaremos libres en un santiamén. Les dijo tranquilizándolas, mientras miraban horrorizadas la escena.
En ese momento, el ávido guerrero recibió otro golpe del gollem estampándolo contra la pared. Axel no pudo más que entrecerrar los ojos con una mueca de dolor. - Bueno, pensándolo bien no se está tan mal aquí dentro. Que hay de comer mañana chicas. Dijo perdiendo toda esperanza de victoria. Pero de pronto se dieron vuelta las tornas, el gollem en el suelo y su amigo apoyando la hoja de su espada en el cuello del elfo malhechor. - ¡Bravo machote! ¡Siempre confié! Sentenció mientras aplaudía emocionado.
El siguiente movimiento, fue liberarlos a todos de su prisión y poco a poco el elfo fue sanando a todas las muchachas, gracias a un trato que había realizado con el caballero y su espada. Cuando por fin terminaron y Axel era el último por recibir tratamiento, este se negó gentilmente. - No gracias, estoy... Antes de terminar la frase, la cabeza del elfo rodaba por la cueva. Un chillido sordo escapó del hombre lobo que veía entre asombro y terror a su compañero.
Todos salieron de allí para encaminarse hacia el pueblo, Axel parecía algo alicaído y más callado de lo normal, pero continuaba la marcha con los demás. Creía entender el porque de aquella acción, aquel tipo era realmente malo, pero... ¿No todo el mundo merece una segunda oportunidad? Quizás comenzaba a comprender que no todo era tan feliz como pensaba, no siempre había una solución razonablemente buena para todos los problemas. Pensativo, caminaba pesadamente sobre la nieve, absorto en sus propios pensamientos.
Si arrastrarle por todo el bosque no era suficiente, cuando llegaron a la cueva la historia empeoró bastante. Sin cuidado alguno, lo pasaban entre las grutas golpeándole sin pena contra todo rastro rocoso allí presente. Cuando por fin llegaron a la gran sala, el elfo que iba capitaneando la marcha, abrió una celda. Ante un simple gesto, el gollem de arcilla lanzó al interior de la misma al maltrecho hombre lobo. Un sonoro ruido metálico resonó por la gruta cuando la puerta fue sellada. Si lo llega a escuchar, esto le habría traído muy malos recuerdos de pasadas vivencias, por suerte estaba soñando con una bonita cala en la costa.
De pronto, alguien intentaba despertarlo de su cálido sueño. - Axel, eh Axel. Despierta. Escuchaba en la lejanía, mientras se giraba hacia el otro lado. - Todavía no han pasado los cinco min... La frase fue interrumpida por un sonoro golpe. Axel se puso de pie como pudo con su magullado cuerpo y con un dolor de cabeza terrible. Examinó la sala y pudo ver a su buen amigo Raion, dando buena cuenta de aquel gollem del demonio. - ¡Vamos! Dale duro, ya lo tienes. Dirigía la situación desde la celda. Al no ser un ser vivo como tal, se estaba desquitando ante aquel ente. - Tranquilas chicas, estaremos libres en un santiamén. Les dijo tranquilizándolas, mientras miraban horrorizadas la escena.
En ese momento, el ávido guerrero recibió otro golpe del gollem estampándolo contra la pared. Axel no pudo más que entrecerrar los ojos con una mueca de dolor. - Bueno, pensándolo bien no se está tan mal aquí dentro. Que hay de comer mañana chicas. Dijo perdiendo toda esperanza de victoria. Pero de pronto se dieron vuelta las tornas, el gollem en el suelo y su amigo apoyando la hoja de su espada en el cuello del elfo malhechor. - ¡Bravo machote! ¡Siempre confié! Sentenció mientras aplaudía emocionado.
El siguiente movimiento, fue liberarlos a todos de su prisión y poco a poco el elfo fue sanando a todas las muchachas, gracias a un trato que había realizado con el caballero y su espada. Cuando por fin terminaron y Axel era el último por recibir tratamiento, este se negó gentilmente. - No gracias, estoy... Antes de terminar la frase, la cabeza del elfo rodaba por la cueva. Un chillido sordo escapó del hombre lobo que veía entre asombro y terror a su compañero.
Todos salieron de allí para encaminarse hacia el pueblo, Axel parecía algo alicaído y más callado de lo normal, pero continuaba la marcha con los demás. Creía entender el porque de aquella acción, aquel tipo era realmente malo, pero... ¿No todo el mundo merece una segunda oportunidad? Quizás comenzaba a comprender que no todo era tan feliz como pensaba, no siempre había una solución razonablemente buena para todos los problemas. Pensativo, caminaba pesadamente sobre la nieve, absorto en sus propios pensamientos.
Axel Svensson
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Re: Tarde, mal y a rastras [Privado]
Con el enemigo derrotado y las chicas sanas y salvas, la adrenalina del momento desapareció y cayó sobre una rodilla mientras llevaba su mano a la zona derecha de su torso a la altura de las costillas causado por un punzante dolor temiendo tener algún hueso fracturado por la embestida de aquel golem. Tras un minuto de descanso, se puso de nuevo en pie y se acercó a comprobar que todas las chicas pudieran moverse. Sin embargo y a pesar de que el elfo hubiera curado sus heridas, Laila, la hija de Harold, parecía estar muy débil y apenas podía sostenerse en pie así que Blaze la cargó en brazos e iniciaron su viaje de regreso al pueblo.
Ya habían recorrido aproximadamente la mitad del trayecto pero Axel no había dicho ni una sola palabra todavía. Toda esa jovialidad que le caracterizaba parecía haber desaparecido para estar sumergido en sus propios pensamientos. Blaze podía intuir lo que rondaba por la cabeza de su amigo a juzgar por la reacción de este al presenciar la decapitación del elfo. Era la decisión correcta. Dijo con convicción Blaze dirigiéndose a Axel dando por hecho que sabía a lo que se estaba refiriendo. Si le hubiera dejado escapar y volviese a hacer lo que ha hecho aquí, jamás me lo perdonaría sabiendo que lo podría haber evitado. A pesar de su explicación, Axel seguía pensativo y Blaze prosiguió con su discurso para hacer ver a su amigo la realidad del mundo en el que vivían o quizá solo intentaba autojustificarse por su falta de clemencia, la línea era muy delgada. Hay personas malas que jamás cambiarán porque no desean cambiar porque así es como son y disfrutan siendo así. El mundo está mejor sin esas personas.
Durante la travesía de vuelta al pueblo, el grupo tuvo que hacer varios altos en el camino dado el bajo estado anímico de la mayoría de sus integrantes lo que provocó que pasaran un par de días en aquel bosque.
Cuando por fin llegaron al pueblo, un tumulto de gente se aglutinaba en la entrada, entre ellos Harold el cual recibió a Blaze y Axel a gritos ¡Sabía que lo conseguiríais! Al parecer Harold había reunido a todos los familiares de los desaparecidos para reencontrarse cuando regresaran al pueblo. La fe que había depositado aquel buen hombre y el resto de habitantes de aquel pueblo en ellos dos era digno de admirar.
Tras muchos abrazos, besos, lágrimas de alegría y agradecimientos parecía que la historia llegaba a su fin y cada uno seguiría su camino aunque algo le decía que volvería a encontrarse en el futuro con su peludo amigo para compartir otra trepidante aventura.
Ya habían recorrido aproximadamente la mitad del trayecto pero Axel no había dicho ni una sola palabra todavía. Toda esa jovialidad que le caracterizaba parecía haber desaparecido para estar sumergido en sus propios pensamientos. Blaze podía intuir lo que rondaba por la cabeza de su amigo a juzgar por la reacción de este al presenciar la decapitación del elfo. Era la decisión correcta. Dijo con convicción Blaze dirigiéndose a Axel dando por hecho que sabía a lo que se estaba refiriendo. Si le hubiera dejado escapar y volviese a hacer lo que ha hecho aquí, jamás me lo perdonaría sabiendo que lo podría haber evitado. A pesar de su explicación, Axel seguía pensativo y Blaze prosiguió con su discurso para hacer ver a su amigo la realidad del mundo en el que vivían o quizá solo intentaba autojustificarse por su falta de clemencia, la línea era muy delgada. Hay personas malas que jamás cambiarán porque no desean cambiar porque así es como son y disfrutan siendo así. El mundo está mejor sin esas personas.
Durante la travesía de vuelta al pueblo, el grupo tuvo que hacer varios altos en el camino dado el bajo estado anímico de la mayoría de sus integrantes lo que provocó que pasaran un par de días en aquel bosque.
Cuando por fin llegaron al pueblo, un tumulto de gente se aglutinaba en la entrada, entre ellos Harold el cual recibió a Blaze y Axel a gritos ¡Sabía que lo conseguiríais! Al parecer Harold había reunido a todos los familiares de los desaparecidos para reencontrarse cuando regresaran al pueblo. La fe que había depositado aquel buen hombre y el resto de habitantes de aquel pueblo en ellos dos era digno de admirar.
Tras muchos abrazos, besos, lágrimas de alegría y agradecimientos parecía que la historia llegaba a su fin y cada uno seguiría su camino aunque algo le decía que volvería a encontrarse en el futuro con su peludo amigo para compartir otra trepidante aventura.
Raion Blaze
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Re: Tarde, mal y a rastras [Privado]
En mitad de la travesía su amigo se percató de su bajo estado anímico, pero sus palabras, lejos de tranquilizarle solo hacían que traer más dudas a su mente. Quizás eran él y su estilo de vida que llevaba predicando años los que estaban equivocados. Fuere a donde fuere siempre había gestos de violencia y de una forma u otra casi todo el mundo parecía acatar esa realidad como la "correcta". Algo dentro de él le decía que quizás era tiempo de cambio, pero en su interior promulgaban sus más antiguas enseñanzas.
Las múltiples paradas para descansar les habían hecho retrasarse enormemente, pero gracias a eso el licántropo tuvo más tiempo para pensar. Las cortas charlas con las chicas a las que intentaba animar, parece que le estaban haciendo bien. La capacidad de sobreponerse y tras haber pasado por todo eso, seguir luchando, le había dejado una férrea convicción. Quizás no pudiera cambiar el mundo, pero no dejaría que el mundo lo cambiase. Todas las criaturas tienen derecho a ser feliz, a vivir una vida larga y plena, pese a todas las trabas que se encuentren en el camino.
Cuando por fin llegaron al pueblo, tras lo que parecían haber sido dos días de travesía, los familiares de las desaparecidas les recibieron con los brazos abiertos. Entre lágrimas de emoción y abrazos, comenzó un festejo con la intención de durar toda la noche. Mientras lo celebraban, Axel pudo ver algo moverse entre la maleza y se acercó con cierta curiosidad. Se alejó unos pocos metros del poblado y se adentró en esa pequeña fraga. Su sorpresa fue mayor cuando se encontró con los gallos que había liberado días atrás. Al parecer no parecían muy contentos y se les veía algo frágiles.
- ¿Que ocurre, no parecéis tener muy buena cara? Ante la pregunta, los gallos comenzaron a cacarear. - Entiendo. Como no se me había ocurrido antes. No os preocupéis os ayudaré. Un momento. Dicho esto, se alejó de las aves volviendo al pueblo. En su búsqueda se encontró a Harold que parecía muy agradecido a la par que un poco perjudicado.- ¡¿Axel, quieres un poco de estofado de liebre?! No le hizo falta atar cabos para darse cuenta del asesinato que aquel hombre había perpetrado. El sentimiento de culpabilidad era palpable, si no los hubiera dejado allí, quizás estarían vivos. Con una sonrisa forzada y un gesto de negación con las manos, el licántropo salió del paso.
Poco después encontró lo que estaba buscando, apoyado en el costado de una casa, había varios costales de lo que parecía ser grano de maíz. No tenía ni idea de cuanto podía costar, pero dejó una buena cantidad de aeros en uno de los sacos, para proceder a llevarse uno. Con la carga al hombro, Axel cruzó de nuevo la fiesta, encontrándose con el poderoso Blaze. - ¡Rai! Pensaba que no te encontraría, aunque ya somos expertos en no despedirnos. Debo partir, espero verte pronto, cuídate amigo. Después de un buen apretón de manos, deshizo el camino hasta donde se encontraban las aves.
- Listo, tengo suficiente alimento para el viaje, creo... os llevaré hasta unas bonitas praderas que no estén cubiertas por la nieva. ¡Vamos! Y como si del flautista de hamelin se tratara, pero esta vez con gallos, Axel y su ejercito de aves desaparecieron en el horizonte. Esperaba tener comida para el viaje, sino habría que improvisar, eso era lo importante, seguir caminando.
-------
Off: Utilizo mi habilidad Argot Animal, para comunicarme con las aves.
• Habilidad de nivel 0
Argot animal [Rasgo] : Puede comunicarse con los animales, incluso estando en forma humana.
Las múltiples paradas para descansar les habían hecho retrasarse enormemente, pero gracias a eso el licántropo tuvo más tiempo para pensar. Las cortas charlas con las chicas a las que intentaba animar, parece que le estaban haciendo bien. La capacidad de sobreponerse y tras haber pasado por todo eso, seguir luchando, le había dejado una férrea convicción. Quizás no pudiera cambiar el mundo, pero no dejaría que el mundo lo cambiase. Todas las criaturas tienen derecho a ser feliz, a vivir una vida larga y plena, pese a todas las trabas que se encuentren en el camino.
Cuando por fin llegaron al pueblo, tras lo que parecían haber sido dos días de travesía, los familiares de las desaparecidas les recibieron con los brazos abiertos. Entre lágrimas de emoción y abrazos, comenzó un festejo con la intención de durar toda la noche. Mientras lo celebraban, Axel pudo ver algo moverse entre la maleza y se acercó con cierta curiosidad. Se alejó unos pocos metros del poblado y se adentró en esa pequeña fraga. Su sorpresa fue mayor cuando se encontró con los gallos que había liberado días atrás. Al parecer no parecían muy contentos y se les veía algo frágiles.
- ¿Que ocurre, no parecéis tener muy buena cara? Ante la pregunta, los gallos comenzaron a cacarear. - Entiendo. Como no se me había ocurrido antes. No os preocupéis os ayudaré. Un momento. Dicho esto, se alejó de las aves volviendo al pueblo. En su búsqueda se encontró a Harold que parecía muy agradecido a la par que un poco perjudicado.- ¡¿Axel, quieres un poco de estofado de liebre?! No le hizo falta atar cabos para darse cuenta del asesinato que aquel hombre había perpetrado. El sentimiento de culpabilidad era palpable, si no los hubiera dejado allí, quizás estarían vivos. Con una sonrisa forzada y un gesto de negación con las manos, el licántropo salió del paso.
Poco después encontró lo que estaba buscando, apoyado en el costado de una casa, había varios costales de lo que parecía ser grano de maíz. No tenía ni idea de cuanto podía costar, pero dejó una buena cantidad de aeros en uno de los sacos, para proceder a llevarse uno. Con la carga al hombro, Axel cruzó de nuevo la fiesta, encontrándose con el poderoso Blaze. - ¡Rai! Pensaba que no te encontraría, aunque ya somos expertos en no despedirnos. Debo partir, espero verte pronto, cuídate amigo. Después de un buen apretón de manos, deshizo el camino hasta donde se encontraban las aves.
- Listo, tengo suficiente alimento para el viaje, creo... os llevaré hasta unas bonitas praderas que no estén cubiertas por la nieva. ¡Vamos! Y como si del flautista de hamelin se tratara, pero esta vez con gallos, Axel y su ejercito de aves desaparecieron en el horizonte. Esperaba tener comida para el viaje, sino habría que improvisar, eso era lo importante, seguir caminando.
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