Vientos del sur [Privado]
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Vientos del sur [Privado]
Aunque no le había resultado nada fácil, Gertrude llevó su vida hacia adelante tras la muerte de su esposo. Tenía que rehacer todo desde el principio, y eso suponía trabajar con el sudor de su frente en una Lunargenta siempre ofrecedora de oportunidades.
Realizaba sus labores casi de sol a sol en la Posada Estrella, alternándose entre lavar los platos y servir en las mesas. Su intención era la de volver a regentar por su cuenta una posada. Con la maña suficiente siquiera tendría que buscarse un nuevo local, tan solo con ganarse el respeto y confianza de la dueña del lugar en el que ahora trabajaba quizás bastara.
Pero todo el mundo necesitaba un descanso, y ella aprovechaba cada día en cada crepúsculo para hacerlo.
Le gustaba pasar el único par de horas que tenía de descanso en toda la jornada fuera de las murallas de la ciudad, en la colina coronada por una encina donde solía pasar las tardes con Rischer cuando no eran simplemente más que dos jóvenes enamorados. Desde allí podía verse la puerta principal de la ciudad y el camino que a esta entraba, con todo el paisaje bañado con el color anaranjado de la tarde.
Con una cesta llena de manzanas, simplemente pasaba allí las dos horas sentadas y observándolo todo, desde los transeúntes, tanto civiles, militares o mercaderes, a kis animales, ya fuese ganado o aves, o simplemente el mecerse de la hierba y árboles al son del viento.
No tuvo la oportunidad de probar el primer bocado, cuando una extraña voz distorsionada tras una máscara la asaltó.
-Me encantaba sentarme aquí y merendar las manzanas que nos traías después de nuestros entrenamientos.
Gertrude desvió su atención hacia la figura enmascarada que se le había presentado a su lado. Para que esta no se asustase o alterara, el encapuchado la tranquilizó levantando las manos con cuidado y haciendo gestos de tranquilidad. A pesar de ello, la intranquilidad se apoderó de la mujer.
Para que confiase totalmente en él, Alward descubrió medio rostro quitándose la máscara, pero enseguida volvió a ponérsela, ya que, aunque estaban en un lugar apartado, no dejaban de estar frente a, quizás, la ciudad más poblada del mundo.
-A-Alward...-Abrió los ojos como platos-Eres tú... de verdad que eres...
El enmascarado la detuvo con un gesto, pues parecía que el tiempo le era oro.
-Estoy bien, pero no puedo quedarme mucho tiempo a charlar.-Dijo con un tono sosegado-Necesito encontrar a Ivens
-¿Ivens?-Preguntó haciendo tiempo para reaccionar a la pregunta ajena-Hace mucho que no le veo. Creo que se fue al norte, a Dundarak.
-Ya veo.-Dijo con un tono un poco disgustado, seguido de un suspiro. Parecía que eso le complicaba un poco las cosas.
-¿Por qué quieres verle?-Se puso en pie-¡Me tienes que contar qué te ha pasado! Todos decían que habías...-
De nuevo, el Sevna la cortó.
-Lo siento, pero no puedo perder demasiado tiempo. Cuando regrese lo sabrás todo, por ahora duerme.
-¿...Dormir...?-Preguntó, extrañada.
De pronto, Gertrude notó cómo alguien desde atrás le posaba una mano sobre su hombro. Antes de poder girarse, escuchó una voz en su cabeza, tan melodiosa e hipnotizante que se quedó estática y en calma.
-Debes dormir.-Susurró Katrina con un aspecto diferente al suyo; con el cabello corto más allá de los hombros, negro azabache y unos ojos tan grandes y azules que parecían reflejar diamantes.-Cuando te levantes, recordarás esto como un borroso y difuso sueño, pero que eso no te perturbe, pues te sentirás llena de dicha. [1].
Sin más, y como si de un desmayó se tratara, Gertrude hizo el acto de caer desplomada al suelo. Pero Katrina la agarró para que aquello no ocurriese y la dejó tendida con suavidad en la cómoda y fresca hierba.
Alward miraba a la que había sido una de sus mejores amigas con disgusto, pero era lo que debía hacerse. No podía ponerla en peligro, no al menos de momento, ya que ni siquiera era capaz de protegerse él.
Días después, Alward llegó a Dundarak, o al menos a su extensión territorial. Aún quedaba para llegar a la ciudad, pero se podía ver a lo lejos a los pies de las montañas que componían el Macizo Nevado. El frío del norte caló en los huesos de Alward, aunque por suerte parte de su efecto era disipado por los ropajes que llevaba, cosa que le pasaba factura en el sur, donde el calor era insoportable.
Iba a lomos de Epons, junto a Katrina, a un paso relajado.
Esta última se había quedado mirando a la enorme ciudad de los dragones, que se alzaba en la lejanía, con una mirad preocupada y descompuesta, pues la última vez que estuvo en el norte lo pasó verdaderamente mal. Aunque Alward la rescató de su turbia vida, aún las secuelas de lo vivido le rondaban por la cabeza.
-Tranquila.-Notaba a su compañera algo más intranquila de lo normal, y había supuesto el por qué-Nadie más te hará daño aquí.
La vampiresa asintió sutilmente, aunque realmente aquello tan solo eran palabras que de poco servirían.
De pronto, pudieron notar temblores en la tierra. Estaban pasando cerca de una granja, y dicha perturbación parecía provenir del interior de un molino por el que cruzaba un riachuelo. Tanto el humano como la vampiresa se miraron extrañados.
El primero hizo detenerse a la montura y ambos se quedaron observando más tiempo el molino. Parecía que los temblores se acercaban. Alward fijó su mirada por si veía algo extraño, aunque no parecía ser el caso.
De pronto, todo el molino fue atravesado brutalmente por una bestia que medía tanto como este. Las piedras que componían la edificación salieron volando, y Alward espoleó a Epons para que se pusiese al galope de forma instantánea y así evitar la lluvia de enormes bloques de piedra.
Se salvaron al menos de tres bloques, pero un cuarto se estrelló justo en el camino que recorría la yegua, lo que la hizo pararse en seco y ponerse sobre sus cuartos traseros, tirando así a Alward y Katrina al suelo. El primero ayudó a la segunda a ponerse en pie.
-¡Saca a Epons de aquí!-Le ordenó
-¿Y tú qué?
-¡¡Le distraeré!!
Entonces, Alward se giró hacia la criatura, que seguía correteando por los alrededores, perseguida por dos caballos más con sus respectivos jinetes. Ahora estaba claro el por qué de dichos temblores.
Todo allí era demasiado extraño, la criatura resultaba ser una especie de trol con perneras y casco, como si de una especie de imitación caballero andante se tratase. Además de eso, uno de los dos jinetes que le perseguían sí que parecía ser un caballero como tal, o al menos iba enfundado en una armadura que decía a gritos pertenecer al ejército de Dundarak. Al otro jinete lo reconoció Alward al instante, pues no se trataba de otro de aquel a quien buscaba; su amigo Ivens Espesat, ataviado con sus ropajes de tela, característicos de los brujos del Hekshold.
A todo eso, Katrina seguía aún allí, y Epons corría por la granja desbocada.
-¡Ve a por Epons!-Volvió a repetirle con gestos vehementes a la peliblanca, ahora pelinegra.
________________________________________________________________Realizaba sus labores casi de sol a sol en la Posada Estrella, alternándose entre lavar los platos y servir en las mesas. Su intención era la de volver a regentar por su cuenta una posada. Con la maña suficiente siquiera tendría que buscarse un nuevo local, tan solo con ganarse el respeto y confianza de la dueña del lugar en el que ahora trabajaba quizás bastara.
Pero todo el mundo necesitaba un descanso, y ella aprovechaba cada día en cada crepúsculo para hacerlo.
Le gustaba pasar el único par de horas que tenía de descanso en toda la jornada fuera de las murallas de la ciudad, en la colina coronada por una encina donde solía pasar las tardes con Rischer cuando no eran simplemente más que dos jóvenes enamorados. Desde allí podía verse la puerta principal de la ciudad y el camino que a esta entraba, con todo el paisaje bañado con el color anaranjado de la tarde.
Con una cesta llena de manzanas, simplemente pasaba allí las dos horas sentadas y observándolo todo, desde los transeúntes, tanto civiles, militares o mercaderes, a kis animales, ya fuese ganado o aves, o simplemente el mecerse de la hierba y árboles al son del viento.
No tuvo la oportunidad de probar el primer bocado, cuando una extraña voz distorsionada tras una máscara la asaltó.
-Me encantaba sentarme aquí y merendar las manzanas que nos traías después de nuestros entrenamientos.
Gertrude desvió su atención hacia la figura enmascarada que se le había presentado a su lado. Para que esta no se asustase o alterara, el encapuchado la tranquilizó levantando las manos con cuidado y haciendo gestos de tranquilidad. A pesar de ello, la intranquilidad se apoderó de la mujer.
Para que confiase totalmente en él, Alward descubrió medio rostro quitándose la máscara, pero enseguida volvió a ponérsela, ya que, aunque estaban en un lugar apartado, no dejaban de estar frente a, quizás, la ciudad más poblada del mundo.
-A-Alward...-Abrió los ojos como platos-Eres tú... de verdad que eres...
El enmascarado la detuvo con un gesto, pues parecía que el tiempo le era oro.
-Estoy bien, pero no puedo quedarme mucho tiempo a charlar.-Dijo con un tono sosegado-Necesito encontrar a Ivens
-¿Ivens?-Preguntó haciendo tiempo para reaccionar a la pregunta ajena-Hace mucho que no le veo. Creo que se fue al norte, a Dundarak.
-Ya veo.-Dijo con un tono un poco disgustado, seguido de un suspiro. Parecía que eso le complicaba un poco las cosas.
-¿Por qué quieres verle?-Se puso en pie-¡Me tienes que contar qué te ha pasado! Todos decían que habías...-
De nuevo, el Sevna la cortó.
-Lo siento, pero no puedo perder demasiado tiempo. Cuando regrese lo sabrás todo, por ahora duerme.
-¿...Dormir...?-Preguntó, extrañada.
De pronto, Gertrude notó cómo alguien desde atrás le posaba una mano sobre su hombro. Antes de poder girarse, escuchó una voz en su cabeza, tan melodiosa e hipnotizante que se quedó estática y en calma.
-Debes dormir.-Susurró Katrina con un aspecto diferente al suyo; con el cabello corto más allá de los hombros, negro azabache y unos ojos tan grandes y azules que parecían reflejar diamantes.-Cuando te levantes, recordarás esto como un borroso y difuso sueño, pero que eso no te perturbe, pues te sentirás llena de dicha. [1].
Sin más, y como si de un desmayó se tratara, Gertrude hizo el acto de caer desplomada al suelo. Pero Katrina la agarró para que aquello no ocurriese y la dejó tendida con suavidad en la cómoda y fresca hierba.
Alward miraba a la que había sido una de sus mejores amigas con disgusto, pero era lo que debía hacerse. No podía ponerla en peligro, no al menos de momento, ya que ni siquiera era capaz de protegerse él.
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Días después, Alward llegó a Dundarak, o al menos a su extensión territorial. Aún quedaba para llegar a la ciudad, pero se podía ver a lo lejos a los pies de las montañas que componían el Macizo Nevado. El frío del norte caló en los huesos de Alward, aunque por suerte parte de su efecto era disipado por los ropajes que llevaba, cosa que le pasaba factura en el sur, donde el calor era insoportable.
Iba a lomos de Epons, junto a Katrina, a un paso relajado.
Esta última se había quedado mirando a la enorme ciudad de los dragones, que se alzaba en la lejanía, con una mirad preocupada y descompuesta, pues la última vez que estuvo en el norte lo pasó verdaderamente mal. Aunque Alward la rescató de su turbia vida, aún las secuelas de lo vivido le rondaban por la cabeza.
-Tranquila.-Notaba a su compañera algo más intranquila de lo normal, y había supuesto el por qué-Nadie más te hará daño aquí.
La vampiresa asintió sutilmente, aunque realmente aquello tan solo eran palabras que de poco servirían.
De pronto, pudieron notar temblores en la tierra. Estaban pasando cerca de una granja, y dicha perturbación parecía provenir del interior de un molino por el que cruzaba un riachuelo. Tanto el humano como la vampiresa se miraron extrañados.
El primero hizo detenerse a la montura y ambos se quedaron observando más tiempo el molino. Parecía que los temblores se acercaban. Alward fijó su mirada por si veía algo extraño, aunque no parecía ser el caso.
De pronto, todo el molino fue atravesado brutalmente por una bestia que medía tanto como este. Las piedras que componían la edificación salieron volando, y Alward espoleó a Epons para que se pusiese al galope de forma instantánea y así evitar la lluvia de enormes bloques de piedra.
Se salvaron al menos de tres bloques, pero un cuarto se estrelló justo en el camino que recorría la yegua, lo que la hizo pararse en seco y ponerse sobre sus cuartos traseros, tirando así a Alward y Katrina al suelo. El primero ayudó a la segunda a ponerse en pie.
-¡Saca a Epons de aquí!-Le ordenó
-¿Y tú qué?
-¡¡Le distraeré!!
Entonces, Alward se giró hacia la criatura, que seguía correteando por los alrededores, perseguida por dos caballos más con sus respectivos jinetes. Ahora estaba claro el por qué de dichos temblores.
Todo allí era demasiado extraño, la criatura resultaba ser una especie de trol con perneras y casco, como si de una especie de imitación caballero andante se tratase. Además de eso, uno de los dos jinetes que le perseguían sí que parecía ser un caballero como tal, o al menos iba enfundado en una armadura que decía a gritos pertenecer al ejército de Dundarak. Al otro jinete lo reconoció Alward al instante, pues no se trataba de otro de aquel a quien buscaba; su amigo Ivens Espesat, ataviado con sus ropajes de tela, característicos de los brujos del Hekshold.
A todo eso, Katrina seguía aún allí, y Epons corría por la granja desbocada.
-¡Ve a por Epons!-Volvió a repetirle con gestos vehementes a la peliblanca, ahora pelinegra.
Off:
-Habilidad usada: Memento [1]
- Trol Caballero:
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- Caballero:
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- Ivens:
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Alward Sevna
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Re: Vientos del sur [Privado]
Cuando estaba en la Guardia el proceso de vestirse era rápido y sencillo, simplemente era levantarse, agarrar el pantalón y la camisa que guardaba dobladas bajo su almohada, para que al levantarse estuvieran sin arrugas y como medida preventiva que no se las arruinaran malintencionados, ponerse ambas prendas, las botas y listo. Era una vestimenta simple y práctica para el día a día, con eso podía entrenar, limpiar, hacer encargos, presentarse ante sus superiores o ir a hacer cualquier tipo de tarea.
En cambio, cuando estaba en casa...
Estaban por llegar casi a la hora y aún no estaba lista. La primera parte la habían gastado mientras otras personas decidían por ella el tipo de ropa que debería llevar, luego de una larga discusión al menos logró que se respetara su deseo de no poner una cola al vestido que le resultaría sumamente incómoda y además, a su entender, era exagerado solo para una cena. Pero tuvo que ceder ante el deseo de su madre de llevar capa y complejos arreglos florales bordados.
Sashenka había logrado evadir sus “obligaciones sociales” durante bastantes días, pero había veces que simplemente tenía que dar el brazo a torcer sí no quería terminar siendo directamente repudiada por su familia. Había aceptado ir al menos a dos cenas y una merienda de media tarde, y a cambio la dejaban entrenar por la mañana, parecía ser un intercambio justo.
Claro que el decir que aceptaba ir a una cena no significaba nada más que eso para Sasha, cumplir con la etiqueta mínima y necesaria, quedarse lo justo y llegada la hora pedir disculpas inventar algún motivo urgente y retirarse. Podía suponer que sus padres tenían motivos ocultos para elegir esa comida y esa familia en particular, teniendo tan pocas oportunidades de lograr presentar a su hija, y claro, Sashenka se enteró casi cuando estaba por salir, escuchando murmurar a unas sirvientas, que el hijo mayor de la familia que iba a ejercer de anfitriones estaba aún soltero y que la reunión en sí era una especie de presentación para que el muchacho supiera entre las chicas que podía elegir.
Aún sabiendo eso, la Dozorova ya había dado su palabra, así que tendría que tolerar todo ese asunto y cumplir lo más rápido posible con su obligación. Subió al carro con el emblema de la familia, ataviada con su bello vestido y acompañada de otras dos damas ya que ninguna muchacha de bien iba a una fiesta sin supervisión. Sasha fue casi todo el camino con su gesto neutro, mirando por la ventana mientras su mente se perdía en otros asuntos, cuando algo llamó su atención.
Dos jinetes pasaron muy rápidamente por al lado del carro, uno de ellos con la armadura del ejército y otro que no llevaba más que lo puesto. Iban demasiado rápido y luego de unos metros se desviaron del camino, eso tenía pinta de ser en verdad urgente. La curiosidad de Sasha pudo más, abrió la ventanita que comunicaba con la parte del carro donde iba el cochero.
-Siga a esos dos - Su tono autoritario era bien conocido por todos los sirvientes de la residencia Dozorova. Aún así parecía que dudaba, las mujeres que hacían de damas de compañía querían decir algo - Es una orden directa, siga a esos dos jinetes o me transformaré en dragón y los seguiré por mis propios medios -
No había forma de negarse cuando Sashenka decidía algo, así que el carro dio un giro para seguir a los hombres a caballo. De allí en más el viaje fue mucho más accidentado ya que no había camino, y en más de una oportunidad parecía que las ruedas iban a romperse. Pero resistieron, y el lujoso carro llegó a la escena con Sasha asomando medio cuerpo por una de las ventanas, su perfecto peinado se había desordenado por el viento, pero a la dragona no le importaba, acaba de ver qué era lo que perseguían los dos jinetes y eso resultaba mucho más preocupante que un tonto peinado o un vestido roto.
-Maldición, no traje mi lanza - Dijo Sashenka, sin apartar los ojos del enorme troll.
En cambio, cuando estaba en casa...
Estaban por llegar casi a la hora y aún no estaba lista. La primera parte la habían gastado mientras otras personas decidían por ella el tipo de ropa que debería llevar, luego de una larga discusión al menos logró que se respetara su deseo de no poner una cola al vestido que le resultaría sumamente incómoda y además, a su entender, era exagerado solo para una cena. Pero tuvo que ceder ante el deseo de su madre de llevar capa y complejos arreglos florales bordados.
Sashenka había logrado evadir sus “obligaciones sociales” durante bastantes días, pero había veces que simplemente tenía que dar el brazo a torcer sí no quería terminar siendo directamente repudiada por su familia. Había aceptado ir al menos a dos cenas y una merienda de media tarde, y a cambio la dejaban entrenar por la mañana, parecía ser un intercambio justo.
Claro que el decir que aceptaba ir a una cena no significaba nada más que eso para Sasha, cumplir con la etiqueta mínima y necesaria, quedarse lo justo y llegada la hora pedir disculpas inventar algún motivo urgente y retirarse. Podía suponer que sus padres tenían motivos ocultos para elegir esa comida y esa familia en particular, teniendo tan pocas oportunidades de lograr presentar a su hija, y claro, Sashenka se enteró casi cuando estaba por salir, escuchando murmurar a unas sirvientas, que el hijo mayor de la familia que iba a ejercer de anfitriones estaba aún soltero y que la reunión en sí era una especie de presentación para que el muchacho supiera entre las chicas que podía elegir.
Aún sabiendo eso, la Dozorova ya había dado su palabra, así que tendría que tolerar todo ese asunto y cumplir lo más rápido posible con su obligación. Subió al carro con el emblema de la familia, ataviada con su bello vestido y acompañada de otras dos damas ya que ninguna muchacha de bien iba a una fiesta sin supervisión. Sasha fue casi todo el camino con su gesto neutro, mirando por la ventana mientras su mente se perdía en otros asuntos, cuando algo llamó su atención.
Dos jinetes pasaron muy rápidamente por al lado del carro, uno de ellos con la armadura del ejército y otro que no llevaba más que lo puesto. Iban demasiado rápido y luego de unos metros se desviaron del camino, eso tenía pinta de ser en verdad urgente. La curiosidad de Sasha pudo más, abrió la ventanita que comunicaba con la parte del carro donde iba el cochero.
-Siga a esos dos - Su tono autoritario era bien conocido por todos los sirvientes de la residencia Dozorova. Aún así parecía que dudaba, las mujeres que hacían de damas de compañía querían decir algo - Es una orden directa, siga a esos dos jinetes o me transformaré en dragón y los seguiré por mis propios medios -
No había forma de negarse cuando Sashenka decidía algo, así que el carro dio un giro para seguir a los hombres a caballo. De allí en más el viaje fue mucho más accidentado ya que no había camino, y en más de una oportunidad parecía que las ruedas iban a romperse. Pero resistieron, y el lujoso carro llegó a la escena con Sasha asomando medio cuerpo por una de las ventanas, su perfecto peinado se había desordenado por el viento, pero a la dragona no le importaba, acaba de ver qué era lo que perseguían los dos jinetes y eso resultaba mucho más preocupante que un tonto peinado o un vestido roto.
-Maldición, no traje mi lanza - Dijo Sashenka, sin apartar los ojos del enorme troll.
- Vestido de Sasha:
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Sashenka Dozorova
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Re: Vientos del sur [Privado]
Katrina marchó para atrapar a la yegua y tranquilizarla, todo ello contando con que tenía que salir de allí ilesa. De eso tendría que encargarse Alward, fuese como fuese.
El Sevna tomó una gran bocanada de aire al mismo tiempo que cerraba los ojos. Con ello logró mentalizarse. Acto seguido, expulsó el aire y se llevó sus manos a las respectivas empuñaduras de sus dos armas. Era el momento de poder reivindicarse, su primer encuentro hostil tras salir de la clínica de Go'el.
Por su parte, el trol entró en contacto directo con los dos jinetes que le perseguían. Tan solo bastó un brutal y sonoro golpe de sus puños contra el suelo para desestabilizar al caballero de su montura y que cayese así al suelo, como les había pasado a Alward y Katrina.
Acto seguido, el trol siguió en su ofensiva, esta vez enfocándose tan solo en el caballero. Pero antes de que pudiese arremeter contra él con algún golpe contundente, o simplemente echándose encima suya para aplastarlo, Ivens, aún encima de su montura, conjuró un hechizo acuático a modo de un chorro de agua que salió desde su bastón con la suficiente intensidad y fuerza como para que la hostil criatura hiciese una negativa en cuanto a su ofensiva y retrocediese tres pasos para poder equilibrarse.
Eso ni mucho menos detuvo al trol. Al contrario, lo enfureció más.
No dudó en volver a arremeter, esta vez contra el brujo.
Ahí fue cuando Alward hizo acto de presencia, más que por su propio control de acciones, por instinto. Atravesó en carrera la posición que quedaba entre ambos hombres y se adelantó lo suficiente, armas en mano; Nattehimlen con su aspecto eléctrico y Værdi con la hoja rodeada de amenazantes llamas [1] [2].
El trol tardó un segundo en reaccionar, pero eso no le impidió llevar ahora la ofensiva contra el Sevna. Lanzó un contundente puñetazo que Alward detuvo con sus armas cruzadas. Del choque entre ambas hojas y el golpe del enemigo salieron multitud de combinaciones de chispas y pequeñas llamaradas.
Algunas partes de los trozos de tela de la armadura del Sevna se hicieron jirones, y ciertas partes metálicas como la máscara o el pecho se cubrieron de una fina capa de hollín.
El trol, por su parte, se quemó el puño entero, pero no pareció importarle, ya que ni siquiera soltó un gemido de molestia.
Pasaron dos segundos sin que nadie allí reaccionase. Alward recuperaba el aliento, sorprendido por la gran integridad que mostraba aquella criatura. Parecía ir directo a hacer sangre, dándole igual qué se llevara por medio, incluso si él mismo resultaba dañado.
El Sevna sintió miedo. Exactamente la misma sensación que experimentó antes de ser lanzado por aquel acantilado...
Ese miedo llevó a la parálisis. Notó cómo su corazón se encogía en un vuelco. Manos y pies empezaron a sudar, quería salir de allí corriendo. Pero era demasiado tarde, ya que el otro puño de aquella criatura ya estaba siendo lanzado contra él.
Entonces tan solo le recorrió un pensamiento: protegerse. Activó las runas de su armadura y recibió así el brutal golpe en todo el pecho. Gracias a la combinación de runa y armadura la mayor parte del impacto fue absorbida, pero el golpe dolió mucho. Incluso le arrastró unos pasos hacia atrás dejando la marca en línea de sus botas en la tierra [3].
Tras eso, hincó una rodilla en el suelo junto a su mirada, y soltó sus espadas. Seguía paralizado, incapaz de manejar la situación.
Al levantar cabeza pudo ver cómo el caballero se había recompuesto para darle batalla al trol, aunque de poco sirvió, ya que con un simple barrido de un brazo lo golpeó y lo hizo volar pocos metros hacia un lado. No fue un golpe demasiado contundente, pero igualmente se sintió doloroso.
El enmascarado agachó de nuevo la cabeza. su respiración era agitada y sus pulsaciones aceleradas. Sentía cómo poco a poco el mundo exterior poco le iba importando, adquiriendo más importancia su interior.
______________________________________________________________________
Off: -Runa de Nattehimlen activada: Arma Eléctrica [1]
-Runa de Værdi activada; Arma de Fuego [2]
-Runa de armadura activada: Fortaleza Inamovible [3]
Alward Sevna
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Re: Vientos del sur [Privado]
Mientras la carreta se acercaba a toda velocidad Sashenka intentaba pensar una estrategía o al menos ALGO que pudiera hacer en una situación semejante sin su armadura, ni sus armas y vestida más bien como para una fiesta. Además de los dos jinetes que estaba siguiendo, había más personas, pero estaban muy lejos y no lograba verlos bien.
-Rodee a la bestia, no se acerque o asustará a los caballos y tiraran el carro - Le dio instrucciones al chofer quien cambió enseguida de rumbo para hacer un círculo mucho más amplio.
-Esto es una locura, una completa locura - Decía una de las damas que había sido asignada para acompañar a Sasha.
-Vamos a morir - Era lo único que se le entendía a la otra, mientras lloraba desconsoladamente.
La Dozorova no les prestaba atención, su mirada estaba fija en un punto en concreto ¿En el troll? No, en un jinete enmascarado que realizaba ataques con dos armas “Parece... El estilo de Alward” podía reconocer con facilidad ese modo de pelear porque habían pasado largas tardes practicando juntos. Pero que se moviera parecido no significaba que fuera el Humano que ella creía, muchos otros podían tener ese mismo estilo.
-Voy a saltar del carro, ustedes aléjense - Nuevamente no les estaba pidiendo permiso, de hecho, ya había abierto la puerta del vehículo y se estaba sacando los zapatos ya que sólo serían una molestia - Busquen guardias, sí es que hay alguna patrulla por la zona - Y dicho eso aprovecho un momento que el carro bajó la velocidad porque había un pozo y saltó.
Ya no tenía a sus acompañantes asignadas, y sin los zapatos podía correr mucho más cómoda, pero seguía con el problema de no tener un arma. Al costado de un granero vio varias herramientas, agarró un rastrillo y rompió el mango golpeándolo contra su pierna. No era ni por asomo parecido a una lanza, pero era mejor que ir con las manos vacías.
El sujeto enmascarado estaba de rodillas ¿Qué le había pasado? ¿Un golpe quizás? Pero no estaba sangrando, y un puñetazo del troll debería haberlo hecho puré. Sasha no entendía la situación pero tampoco importaba, las explicaciones quedarían para más tarde, ahora debían enfocarse en acabar con el monstruo.
Los otros dos guerreros estaban en plena batalla, golpeando y retrocediendo, atacando y esquivando ¿Como podría serles de ayuda Sashenka sí sólo contaba con un palo? La dragona frunció el ceño, de ninguna manera se iba a dejar ganar sólo por tener algo de desventaja. Llegó sin previo aviso hasta los pies de la bestia, y girando su improvisada arma golpeó el piso haciendo que vibrara a su alrededor.
De esa forma el enemigo se desestabilizó, esperaba poder darle alguna oportunidad a los otros tres guerreros para que pudieran atacar en algún punto débil.
-Rodee a la bestia, no se acerque o asustará a los caballos y tiraran el carro - Le dio instrucciones al chofer quien cambió enseguida de rumbo para hacer un círculo mucho más amplio.
-Esto es una locura, una completa locura - Decía una de las damas que había sido asignada para acompañar a Sasha.
-Vamos a morir - Era lo único que se le entendía a la otra, mientras lloraba desconsoladamente.
La Dozorova no les prestaba atención, su mirada estaba fija en un punto en concreto ¿En el troll? No, en un jinete enmascarado que realizaba ataques con dos armas “Parece... El estilo de Alward” podía reconocer con facilidad ese modo de pelear porque habían pasado largas tardes practicando juntos. Pero que se moviera parecido no significaba que fuera el Humano que ella creía, muchos otros podían tener ese mismo estilo.
-Voy a saltar del carro, ustedes aléjense - Nuevamente no les estaba pidiendo permiso, de hecho, ya había abierto la puerta del vehículo y se estaba sacando los zapatos ya que sólo serían una molestia - Busquen guardias, sí es que hay alguna patrulla por la zona - Y dicho eso aprovecho un momento que el carro bajó la velocidad porque había un pozo y saltó.
Ya no tenía a sus acompañantes asignadas, y sin los zapatos podía correr mucho más cómoda, pero seguía con el problema de no tener un arma. Al costado de un granero vio varias herramientas, agarró un rastrillo y rompió el mango golpeándolo contra su pierna. No era ni por asomo parecido a una lanza, pero era mejor que ir con las manos vacías.
El sujeto enmascarado estaba de rodillas ¿Qué le había pasado? ¿Un golpe quizás? Pero no estaba sangrando, y un puñetazo del troll debería haberlo hecho puré. Sasha no entendía la situación pero tampoco importaba, las explicaciones quedarían para más tarde, ahora debían enfocarse en acabar con el monstruo.
Los otros dos guerreros estaban en plena batalla, golpeando y retrocediendo, atacando y esquivando ¿Como podría serles de ayuda Sashenka sí sólo contaba con un palo? La dragona frunció el ceño, de ninguna manera se iba a dejar ganar sólo por tener algo de desventaja. Llegó sin previo aviso hasta los pies de la bestia, y girando su improvisada arma golpeó el piso haciendo que vibrara a su alrededor.
De esa forma el enemigo se desestabilizó, esperaba poder darle alguna oportunidad a los otros tres guerreros para que pudieran atacar en algún punto débil.
Sashenka Dozorova
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Re: Vientos del sur [Privado]
Alward notó un temblor en la tierra que le hizo despertar de su ensimismamiento y echar una fugaz mirada de atención a lo que ocurría a su alrededor; una nueva aliada parecía haberse unido a la pelea, y los hilos del destino quisieron que esa nueva aparición fuese más que de sobra conocida para el enmascarado, aunque quizás nunca la había visto ataviada de aquella manera.
La ofensiva de Sashenka desestabilizó al trol, y un ataque de agua a propulsión en uno de los hombros de este por parte del brujo hizo que el hostil quedara totalmente derribado.
El caballero perteneciente al ejército de Dundarak, que no cejó en ningún momento en su empeño de darle guerra al trol, se dispuso a darle el golpe de gracia alzando su espada al cielo nuboso. Toda la escena cobró un sentido de épica típica de las historias de caballeros que se relatan a los niños. Tan solo faltaba ajusticiar al malhechor, pero en el momento de ejecutar ese movimiento, el trol, resistiéndose a su destino, recobró su compostura y de un respingo se puso en pie, amenazando así la posición del caballero, que quedó totalmente paralizado ante la situación reversada.
Antes de que el trol pudiese causar daño alguno, el Sevna disparó su gancho a uno de sus brazos, enganchando el arpón en este de forma que atravesara la carne y luchó a pulso para desestabilizarlo. No lo logró del todo, pero al menos le dio una ventana de oportunidad al caballero para que finalmente ejecutara su golpe de gracia sobre este, haciendo que el combate acabase en ese preciso momento [1].
Todo el ruido de la pelea quedó en nada en cuanto el cuerpo del trol tocó el suelo, inerte.
Alward recogió su gancho y miró francamente al caballero, el cual asintió ante el enmascarado como una forma de agradecer su aportación en la pelea.
-¿Por qué?-Era una pregunta que englobaba a muchas cosas, como por ejemplo por qué el trol iba ataviado como si de una mofa a un caballero andante se tratase, o por qué iban persiguiéndolo.
-Gracias por habernos ayudado, noble amigo...-Espero unos segundos a que el propio Alward diese pie a presentarse, pero eso no iba a ocurrir.-Y gracias también a la señorita...-Ahora esperaba lo mismo de Sashenka.
-¿Por qué os perseguía un trol?-Preguntó ahora más directo, aprovechando que el brujo también se había acercado. Iba a ser complicado desvelar su identidad a su amigo con tanta gente alrededor.
-...es una larga historia.-Dijo sin querer decir mucho más al respecto.
¿En qué se habría visto envuelto Ivens? Si seguía ejerciendo como mercenario, desde luego lo acontecido no era para nada un contrato rutinario.
Alward no quería desviar demasiado la mirada hacia Sashenka. Cada vez que lo hacía sentía cómo su corazón se saltaba un latido. Debía mostrarse firme e indiferente. Era un inconveniente haberse encontrado con ella justo allí y en ese momento.
La ofensiva de Sashenka desestabilizó al trol, y un ataque de agua a propulsión en uno de los hombros de este por parte del brujo hizo que el hostil quedara totalmente derribado.
El caballero perteneciente al ejército de Dundarak, que no cejó en ningún momento en su empeño de darle guerra al trol, se dispuso a darle el golpe de gracia alzando su espada al cielo nuboso. Toda la escena cobró un sentido de épica típica de las historias de caballeros que se relatan a los niños. Tan solo faltaba ajusticiar al malhechor, pero en el momento de ejecutar ese movimiento, el trol, resistiéndose a su destino, recobró su compostura y de un respingo se puso en pie, amenazando así la posición del caballero, que quedó totalmente paralizado ante la situación reversada.
Antes de que el trol pudiese causar daño alguno, el Sevna disparó su gancho a uno de sus brazos, enganchando el arpón en este de forma que atravesara la carne y luchó a pulso para desestabilizarlo. No lo logró del todo, pero al menos le dio una ventana de oportunidad al caballero para que finalmente ejecutara su golpe de gracia sobre este, haciendo que el combate acabase en ese preciso momento [1].
Todo el ruido de la pelea quedó en nada en cuanto el cuerpo del trol tocó el suelo, inerte.
Alward recogió su gancho y miró francamente al caballero, el cual asintió ante el enmascarado como una forma de agradecer su aportación en la pelea.
-¿Por qué?-Era una pregunta que englobaba a muchas cosas, como por ejemplo por qué el trol iba ataviado como si de una mofa a un caballero andante se tratase, o por qué iban persiguiéndolo.
-Gracias por habernos ayudado, noble amigo...-Espero unos segundos a que el propio Alward diese pie a presentarse, pero eso no iba a ocurrir.-Y gracias también a la señorita...-Ahora esperaba lo mismo de Sashenka.
-¿Por qué os perseguía un trol?-Preguntó ahora más directo, aprovechando que el brujo también se había acercado. Iba a ser complicado desvelar su identidad a su amigo con tanta gente alrededor.
-...es una larga historia.-Dijo sin querer decir mucho más al respecto.
¿En qué se habría visto envuelto Ivens? Si seguía ejerciendo como mercenario, desde luego lo acontecido no era para nada un contrato rutinario.
Alward no quería desviar demasiado la mirada hacia Sashenka. Cada vez que lo hacía sentía cómo su corazón se saltaba un latido. Debía mostrarse firme e indiferente. Era un inconveniente haberse encontrado con ella justo allí y en ese momento.
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Off: -Arma usada: Gancho [1]
Alward Sevna
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No podía hacer mucho más, en cuanto sintió la onda de energía recorriendo sus brazos para pasar al bastón y de allí a la tierra, dio un salto hacía atrás y comenzó a retroceder, dejando así espacio a los distintos guerreros para que acabaran con el trabajo. Se quedó ligeramente reclinada, mirando el final de la pelea, era frustrante el sólo estar allí sin participar, además, sintió que su respiración se agitó “Y sólo por haber corrido un poco” pensó indignada y avergonzada de si misma “Se acabo, desde mañana volveré a entrenar como lo hacía en el cuartel. No puedo regresar estando en semejante estado físico” apretó la mandíbula.
La bestia finalmente cayó, herida en múltiples sitios producto de los diversos ataques. Sashenka se puso en pie y se quedó mirando la situación a unos pasos de distancia, también tenía muchas preguntas ¿Por qué una criatura como esa aparecía en esa zona? Si bien no era la parte más poblada de los alrededores, era una ruta de tránsito habitual, y habían varias casas de campesinos a poca distancia.
-No es normal que ese tipo de seres anden por estas zonas – Miro los restos del Troll – Y mucho menos ataviados de esa forma – Llevaba una especie de protección o “armadura”, los Trolls eran demasiado rudimentarios como para poder crear ese tipo de cosas, y no había ninguna persona que necesitara una armadura tan grande por lo que no podría haberla robado – Alguien la hizo específicamente para esta bestia – Llegó a la conclusión la guerrera – Soy Sashenka Dozorova, única hija y heredera de la Familia Dozorova – Si alguno de los presentes era un dragón tenía que saber de lo que hablaba.
Aunque partes de su vestido estaban rotos o sucios, y aunque su peinado se había desarmado por completo, seguía manteniendo esa postura firme y orgullosa que la caracterizaba. Miró por turnos a cada uno de los presentes, esperando algún tipo de explicación, y no pareciera que fuera a marcharse hasta que la obtuviera.
-Creo que pueden esforzarse en hacer un aceptable resumen de dicha historia – Dijo la dragona, implacable – Una bestia como esta suelta por aquí podría haber lastimado a muchas personas. Si ustedes no tienen nada que ver y tan solo intentaban detenerla, entonces no tienen nada que temer. Pero quien sea responsable de liberar semejante peligro, debe ser juzgado como corresponde ante la ley –
Quien la conociera seguramente sabría entrever que Sashenka acababa de entrar en uno de sus ciclos de “búsqueda de justicia a como diera lugar”, el único momento de quitársela de encima sería dándole respuestas adecuadas… O dejándola inconsciente.
Se escuchó un carro que se acercaba, era el transporte que anteriormente había estado llevando a la Dozorova a su cena no deseada. Sasha los vio acercarse y un gesto de desagrado se dibujo en su rostro, suspiró y se llevó ambas manos al pelo para desarmarse lo que quedaba de su complejo peinado.
La bestia finalmente cayó, herida en múltiples sitios producto de los diversos ataques. Sashenka se puso en pie y se quedó mirando la situación a unos pasos de distancia, también tenía muchas preguntas ¿Por qué una criatura como esa aparecía en esa zona? Si bien no era la parte más poblada de los alrededores, era una ruta de tránsito habitual, y habían varias casas de campesinos a poca distancia.
-No es normal que ese tipo de seres anden por estas zonas – Miro los restos del Troll – Y mucho menos ataviados de esa forma – Llevaba una especie de protección o “armadura”, los Trolls eran demasiado rudimentarios como para poder crear ese tipo de cosas, y no había ninguna persona que necesitara una armadura tan grande por lo que no podría haberla robado – Alguien la hizo específicamente para esta bestia – Llegó a la conclusión la guerrera – Soy Sashenka Dozorova, única hija y heredera de la Familia Dozorova – Si alguno de los presentes era un dragón tenía que saber de lo que hablaba.
Aunque partes de su vestido estaban rotos o sucios, y aunque su peinado se había desarmado por completo, seguía manteniendo esa postura firme y orgullosa que la caracterizaba. Miró por turnos a cada uno de los presentes, esperando algún tipo de explicación, y no pareciera que fuera a marcharse hasta que la obtuviera.
-Creo que pueden esforzarse en hacer un aceptable resumen de dicha historia – Dijo la dragona, implacable – Una bestia como esta suelta por aquí podría haber lastimado a muchas personas. Si ustedes no tienen nada que ver y tan solo intentaban detenerla, entonces no tienen nada que temer. Pero quien sea responsable de liberar semejante peligro, debe ser juzgado como corresponde ante la ley –
Quien la conociera seguramente sabría entrever que Sashenka acababa de entrar en uno de sus ciclos de “búsqueda de justicia a como diera lugar”, el único momento de quitársela de encima sería dándole respuestas adecuadas… O dejándola inconsciente.
Se escuchó un carro que se acercaba, era el transporte que anteriormente había estado llevando a la Dozorova a su cena no deseada. Sasha los vio acercarse y un gesto de desagrado se dibujo en su rostro, suspiró y se llevó ambas manos al pelo para desarmarse lo que quedaba de su complejo peinado.
Sashenka Dozorova
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