[Cerrado] Agucar, el secreto del agua de arroz [Libre]
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[Cerrado] Agucar, el secreto del agua de arroz [Libre]
Destino sostenía en sus manos el pequeño cartel que le habían dado para el trabajo, el rostro de la víctima apenas mostraba los ojos, pues la barba le cubría casi toda la cara, era algo terrible en caso que el objetivo hubiera decidido afeitarse, pero el elfo esperaba que no fuera el caso, la recompensa era buena, muy buena, y los motivos no es que importaran mucho, alguien necesitaba que el hombre muriera y había pagado por adelantado, no hacía falta más.
El viaje desde Dundarak había sido rápido gracias al caballo que el elfo había comprado recientemente, sin embargo al entrar al pequeño asentamiento prefirió dejarlo a resguardo en un establo por un par de días, pues esperaba no llamar mucho la atención y pasar desapercibido tanto como pudiera.
Caminó lentamente por el pequeño pueblo cuyas características geográficas lo hacían un lugar de paso para los viajeros, donde podían adquirir provisiones y descansar, o desde luego como era en este caso, un perfecto escondite para fugitivos que quisieran esconderse y sentirse a salvo sin levantar demasiadas sospechas.
Un conjunto de posadas y tabernas competían con rudeza por quedarse con los clientes que entraban al pueblo y entre ellas destacaba una peculiar debido a uno de los servicios que ofrecían, pues según rumores, había un maestro arcano que por un precio nada moderado garantizaba un completo cambio de identidad.
Ese es el lugar- Dijo el elfo al llegar a una taberna llamada “Agucar”, porque claro, todo malote que se respetara tenía que ir a ese sitio, el pelinegro avanzó hasta la puerta y la empujó con fuerza para demostrar poder a los presentes, tristemente la puerta golpeó contra la pared y regresó con fuerza haciendo que el elfo necesitara protegerse con el brazo para evitar ser golpeado.
Eso pudo haber salido mejor- Murmuró de mala gana mientras avanzaba hacia un rincón, tomó una mesa solitaria hasta el momento y se dedicó a examinar a los presentes donde, al menos hasta ahora, no parecía estar el sujeto al que buscaba, ni tampoco el que ofrecía los cambios de identidad.
El lugar estaba a poco menos de la mitad de su capacidad, muestra de la competencia existente en el asentamiento o de los pocos visitantes en dicha temporada, pero era algo bueno, sería más fácil encontrar al objetivo, en el bar había un hombre gordo con una barba que le colgaba hasta el ombligo, decorada con trozos de comida vieja y rastros de sangre coagulada, también había otro grupo de 3 sujetos de mala cara y muchas cicatrices que susurraban entre ellos señalando a los lados como si buscaran alguna víctima.
El encargado de la taberna por su parte era un hombre tuerto, o al menos era lo que indicaba su parche en el ojo derecho, llevaba los brazos descubiertos tal vez para mostrar fuerza e intimidar en caso que fuera necesario poner orden en alguna rencilla, los demás habían sido un poco más esporádicos, entrando y saliendo a momentos del lugar. El elfo se mantenía atento examinando todo antes de iniciar cualquier acción.
El viaje desde Dundarak había sido rápido gracias al caballo que el elfo había comprado recientemente, sin embargo al entrar al pequeño asentamiento prefirió dejarlo a resguardo en un establo por un par de días, pues esperaba no llamar mucho la atención y pasar desapercibido tanto como pudiera.
Caminó lentamente por el pequeño pueblo cuyas características geográficas lo hacían un lugar de paso para los viajeros, donde podían adquirir provisiones y descansar, o desde luego como era en este caso, un perfecto escondite para fugitivos que quisieran esconderse y sentirse a salvo sin levantar demasiadas sospechas.
Un conjunto de posadas y tabernas competían con rudeza por quedarse con los clientes que entraban al pueblo y entre ellas destacaba una peculiar debido a uno de los servicios que ofrecían, pues según rumores, había un maestro arcano que por un precio nada moderado garantizaba un completo cambio de identidad.
Ese es el lugar- Dijo el elfo al llegar a una taberna llamada “Agucar”, porque claro, todo malote que se respetara tenía que ir a ese sitio, el pelinegro avanzó hasta la puerta y la empujó con fuerza para demostrar poder a los presentes, tristemente la puerta golpeó contra la pared y regresó con fuerza haciendo que el elfo necesitara protegerse con el brazo para evitar ser golpeado.
Eso pudo haber salido mejor- Murmuró de mala gana mientras avanzaba hacia un rincón, tomó una mesa solitaria hasta el momento y se dedicó a examinar a los presentes donde, al menos hasta ahora, no parecía estar el sujeto al que buscaba, ni tampoco el que ofrecía los cambios de identidad.
El lugar estaba a poco menos de la mitad de su capacidad, muestra de la competencia existente en el asentamiento o de los pocos visitantes en dicha temporada, pero era algo bueno, sería más fácil encontrar al objetivo, en el bar había un hombre gordo con una barba que le colgaba hasta el ombligo, decorada con trozos de comida vieja y rastros de sangre coagulada, también había otro grupo de 3 sujetos de mala cara y muchas cicatrices que susurraban entre ellos señalando a los lados como si buscaran alguna víctima.
El encargado de la taberna por su parte era un hombre tuerto, o al menos era lo que indicaba su parche en el ojo derecho, llevaba los brazos descubiertos tal vez para mostrar fuerza e intimidar en caso que fuera necesario poner orden en alguna rencilla, los demás habían sido un poco más esporádicos, entrando y saliendo a momentos del lugar. El elfo se mantenía atento examinando todo antes de iniciar cualquier acción.
Última edición por Destino el Dom Mayo 30 2021, 23:08, editado 1 vez
Destino
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Re: [Cerrado] Agucar, el secreto del agua de arroz [Libre]
La lluvia pesada que acaecía en aquellos instantes era motivo suficiente como para que cualquiera buscase algún tipo de refugio, sea cual fuese e incluso en una taberna de mala muerte llamada Agucar, su cartel de madera ya desgastado por el tiempo e inclemencias hacía que este se meciera y chirriara debido a los vientos que solían soplar por la cercanía de las estepas. El viaje había sido más arduo de lo que Rel había imaginado, llevaba días descendiendo por los Macizos del norte en solitario con a penas descansos, aún con provisiones por suerte, pero estos escaseaban en su morral junto a unas cuantas monedas llamadas Aeros, monedas valiosas con las que podría comerciar en un inicio en otros poblados similar al suyo aunque no comprendía muy bien el motivo ¿Qué hacía la gente entonces con aquellas monedas? Eran trozos de metal al fin y al cabo, pero si con ello era capaz de conseguir alimentos era suficiente de momento, la caza no sería ningún problema, pero ciertamente las presas escaseaban y para ser sinceros... Rel tenía cierta ilusión de su primera compra por pequeña que fuese.
Y así fue como la mujer atravesó las puertas de dicho lugar, alargando una de sus manos, la cual no sostenía su preciado báculo, presentándose en forma de garra recubierta de escamas verdes y empujó con suavidad para acceder a tan lúgubre tugurio. Rápidamente Rel ocultó su siniestra dentro de su húmeda túnica, las telas que portaba no eran de la mejor calidad pero si exóticas a la vista y suficientes como para ataviar por completo a la mujer que lo portaba. Sus ojos se abrieron de par en par observando el interior y aquellos quienes se encontraban dentro y un silencio sepulcral se recreó durante unos instantes, quizás el mero hecho de que alguien accediera a la taberna fuese motivo como para analizar por unos instantes al recién llegado con suspicacia en un inicio, el ambiente hizo que la mujer se detuviese en seco y tensase en su lugar mientras sostenía su báculo con fuerza hasta que finalmente cada quien regresó a sus intereses personales, suficiente como para que Rel suspirase y se deshinchase, pero no del todo, los lugartenientes no era que brillasen por su apariencia amistosa.
- Que los Antiguos provean... - Pronunció en un susurro procurando no importunar el escenario una vez se aproximó a la barra donde se encontraba el tabernero o eso le pareció, el mismo mantenía un gesto aseverado que no mostraba alterarse lo más mínimo, exceptuando al saludo de la mujer con el que expresó su extrañeza alzando una ceja, de ese modo sus arrugas marcadas debido a la edad se desfiguraron un tanto para poder recrear tal mínimo gesto.
- ¿Eh? ¿Qué dices niña? - Gruñó el mismo haciendo bailar su gran bigote poblado y desordenado. La sonrisa de Rel se desdibujó lentamente carraspeando para aclararse, mirando de izquierda a derecha con cierto nerviosismo y repetir a su interlocutor, pero tan solo le dio tiempo a tomar aire antes de que el mismo le interrumpiese.
- Mira... - El hombre ofreció a la mujer un tono de voz más confidencial para ambos, se hubiera inclinado hacia ella de haber podido, pero la altura de la mujer en comparación con la suya propia le hacía imposible tal acción, por lo cual ambos papeles se intercambiaron haciendo que la discípulo lo hiciera al notar tal cambio de entonación.
- No pareces de por aquí, te aconsejo que pidas rápido y te marches lo antes posible. - Una explicación escueta pero que cualquiera comprendería a la primera, lo cierto es que entró en el primer lugar que avistó y desde luego que el consejo parecía bien dado y fiable una vez que echó un rápido vistazo de soslayo sobre su hombro. Sólo necesitaba guarecerse de la lluvia por un tiempo pero si aquel hombre decía que no era buena idea quedarse allí mismo sería por algo.
- Oh, ehm... Gratitud... Sólo descansaré unos instantes ¿Disponéis de alimentos para largas travesías? - Y como si nada y de piedras se tratasen Rel comenzó a mirar de los Aeros que disponía y a la vista de cualquiera que estuviera presente, abriendo una de sus bolsas para tal fin mientras esta tintineaba con cada movimiento, lo que provocó un nuevo foco de miradas ante la escena y que el tabernero rodase sus ojos en blanco mientras negaba con la cabeza, dejando lo que estuviese haciendo con algo de hastío.
- Aguarda un momento anda. - Y tras ello, desapareció por una de las puertas que se presentaba tras él, su gran cuerpo pequeño pero robusto se giró para marcharse con movimientos algo toscos hacia lo que parecía ser un almacén, lo que Rel pudo vislumbrar desde su posición. Mientras tanto aguardó al regreso próximo del tabernero, no debería de tardar demasiado en algo tan simple.
El Ensoñador
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Re: [Cerrado] Agucar, el secreto del agua de arroz [Libre]
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La aventura en el norte había sido interesante, y vagar para regresar a Ciudad Lagarto no era mala, idea. Al principio pensaba en subir a un barco y ver si llegaba con mayor rapidez, pero cuando lo pensó, no tenía realmente prisas por llegar. Claro estaba su cama, su casa, la pestilencia, y buena comida. Pero, ¿era algo que deseara? ¿El vivir anclada a un hogar solo por el hecho de la comodidad? Aún era joven para ser humana y al verse entre elfos sentía que su vida era un suspiro. Dejo al destino el momento y se fue por tierra en una carreta hacia Dundarak, Tal vez por eso Alex no estaba tan entusiasmado por comprar la casa. Saboreo el bocado de manzana mientras veía la estepa fría, la carreta hacia un leve bamboleo mientras llegaba al pueblo, al parecer era un punto de llegada y partida por la cantidad de posadas que ahí se asentaban. Había pagado parte de su viaje ofreciéndose como guarda, realmente no había habido muchas dificultades y le había dado tiempo de mirar con atención el orbe apagada de Ilvor. Sería interesante toparlo y ver como lograba manipular masas. Pero eso sería para otra ocasión.
-Agucar.-Susurro tras despedirse de la caravana, tras agitar sus ganchos y envainarlos. La capa que había robado en el refugio de la torre le sirvió para ocultar su cabello celeste y evitar la lluvia en lo que iba hacia la taberna. Evito correr. Daba igual si caminaba o corría no iba a evitar empaparse, pero si podía evitar caerse y matarse con sus propias armas. Algo que veías común en Ciudad Lagarto. Las puertas se bamboleaba alguien llevaba poco que había entrado y ciertamente esas puertas no le gustaban, desenfundo los ganchos cuando se acercó y atrapando la hoja izquierda la jalo hacia el exterior mientras con el otro gancho hacia el interior, giro sobre si misma al momento que entraba denotando que si alguien quería emboscar tras las puertas, gratis no iba a salir.
-¡Llego la diversión!- dijo con su melódica voz y girando sus peculiares armas y llamando totalmente la atención de los presentes eso le facilito la tarea. Los miro a todos de cabo a rabo en la habitación y su memoria los guardo por la eternidad. Su forma teatral de ser, tenía un motivo. Si alguien se levantaba sabría de donde, con solo mirar sobre el hombro podría evitar el golpe. Con una sonrisa llena de suficiencia fue a la barra donde una figura muy alta parecía incomoda por deber ajustarse y acomodarse en la barra, se apoyó contra está mirando a la imponente criatura. El encargado no estaba así que espero a que regresara mientras veía el resto. Parecía que estaban esperando que algo estallara.-¡Eh tabernero si me oye, le encargo un buen licor!
Grito apoyandoce en la barra y asomandoce, de modo casi juguetón y sin alcanzar el piso al ver si topaba al tabernero. -Hola. afuera hay un chaparrón.- Sonrió sacandoce la capucha y dejando ver su carencia de color.
Última edición por Christelle Glassneth el Dom Oct 18 2020, 08:11, editado 1 vez
Christelle Glassneth
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Re: [Cerrado] Agucar, el secreto del agua de arroz [Libre]
Gelga me mando con Kulma, Kulma con Irene, Irene con Antonia y ella me mandó a los reinos del norte, aun poblado en las llanuras, al peor de los peores bares de mala muerte.
Nunca imagine que fuera tan complicado conseguir aunque sea una Flor de Nirana, eran tan extrañas, tan tenebrosas y de orígenes tan oscuros, que no podía considerarse una planta más del jardín, o tener una huerta de ellas. Una flor de los confines del abismo era hasta mitológica si se quisiera. Al menos yo, nunca había visto una antes, y por los rumores y cantos que escuche, parecía ser el tipo de planta que necesitaba.
El camino fue largo, pero el mar siempre acortaba distancias para los que sabíamos nadar. No fue nada sencillo pero al final de la semana, siguiendo los rumores y consejos de Antonia, di a parar en Agucar una estrepitosa noche de tormenta.
Entre al bar cubierto por mi toga oscura y la capucha puesta, en el sitio, muchos elegían esta moda poco singular para verse más tenebrosos, aunque era de las tradiciones más comunes ocultarse bajo una capa y esconder el rostro. Pedí un trago y quede expectante en un rincón desde temprano.
Una buena botella de aguardiente desapareció entre mis labios durante la dulce espera. Solo mantenía el perfil bajo, no buscaba llamar la atención, y no lo hacía, tenía un objetivo y según la mujer que me aconsejo, sabría que era él cuando lo viera, un hombre despampanante que resaltaba del resto por sus finos rasgos casi amanerados y pulidos sin marca alguna, su larga y sedosa melena oscura y ojos profundos como la noche de luna llena. Una descripción bastante poética si se me permitía opinar, pero sí que resaltaría alguien con esas características en este sitio, los rostro de los clientes, lejos de parecer tallados por los Celestiales, eran uno más salvajes y desgastados por las garras del frio que otros, "gente de por aquí" pensé al verlos "Como haría ese tal Mimosa para sostener un rostro que no se magulle en la estepa con estas bajas temperaturas?" estar inquieto me llevaba a hacerme preguntas "un alquimista... seguro... con una crema rejuvenecedora todas las mañanas, no cabe duda".
Muchas personas entraron y salieron, hasta que uno en particular, poco sutil apareció en el escenario de la noche. Torpe ciertamente pero con un rostro tan bello como relataba la mujer que me guió. Seguro se trataba de él: Mimosa.
Se acomodó solo en una mesa, solitario, pero resaltaba entre las pocas personas en el lugar. Aguardé unos instantes, la segunda botella que bebía de aguardiente ya estaba por la mitad, al igual que mi juicio y sentido común. Tenía resistencia a los etílicos, pero no había cenado nada, tras la primera botella, todo había comenzado a verse más bonito.
Me levante de donde estaba y con mi botella en mano me senté a su lado colocándola en la mesa.
- Cuánto por tu paquete?? Mimossa? – le dije sugerente y acercándome para soltar las palabras en un sutil susurro.
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[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]AntoniaMimosa te probará Sabio...
Tu solo mantente firme y sugerente, insiste en que quieres su paquete y él, al final te lo dará.
Pero no lo escuchaste de mí.
Tu solo mantente firme y sugerente, insiste en que quieres su paquete y él, al final te lo dará.
Pero no lo escuchaste de mí.
Nunca imagine que fuera tan complicado conseguir aunque sea una Flor de Nirana, eran tan extrañas, tan tenebrosas y de orígenes tan oscuros, que no podía considerarse una planta más del jardín, o tener una huerta de ellas. Una flor de los confines del abismo era hasta mitológica si se quisiera. Al menos yo, nunca había visto una antes, y por los rumores y cantos que escuche, parecía ser el tipo de planta que necesitaba.
El camino fue largo, pero el mar siempre acortaba distancias para los que sabíamos nadar. No fue nada sencillo pero al final de la semana, siguiendo los rumores y consejos de Antonia, di a parar en Agucar una estrepitosa noche de tormenta.
Entre al bar cubierto por mi toga oscura y la capucha puesta, en el sitio, muchos elegían esta moda poco singular para verse más tenebrosos, aunque era de las tradiciones más comunes ocultarse bajo una capa y esconder el rostro. Pedí un trago y quede expectante en un rincón desde temprano.
Una buena botella de aguardiente desapareció entre mis labios durante la dulce espera. Solo mantenía el perfil bajo, no buscaba llamar la atención, y no lo hacía, tenía un objetivo y según la mujer que me aconsejo, sabría que era él cuando lo viera, un hombre despampanante que resaltaba del resto por sus finos rasgos casi amanerados y pulidos sin marca alguna, su larga y sedosa melena oscura y ojos profundos como la noche de luna llena. Una descripción bastante poética si se me permitía opinar, pero sí que resaltaría alguien con esas características en este sitio, los rostro de los clientes, lejos de parecer tallados por los Celestiales, eran uno más salvajes y desgastados por las garras del frio que otros, "gente de por aquí" pensé al verlos "Como haría ese tal Mimosa para sostener un rostro que no se magulle en la estepa con estas bajas temperaturas?" estar inquieto me llevaba a hacerme preguntas "un alquimista... seguro... con una crema rejuvenecedora todas las mañanas, no cabe duda".
Muchas personas entraron y salieron, hasta que uno en particular, poco sutil apareció en el escenario de la noche. Torpe ciertamente pero con un rostro tan bello como relataba la mujer que me guió. Seguro se trataba de él: Mimosa.
Se acomodó solo en una mesa, solitario, pero resaltaba entre las pocas personas en el lugar. Aguardé unos instantes, la segunda botella que bebía de aguardiente ya estaba por la mitad, al igual que mi juicio y sentido común. Tenía resistencia a los etílicos, pero no había cenado nada, tras la primera botella, todo había comenzado a verse más bonito.
Me levante de donde estaba y con mi botella en mano me senté a su lado colocándola en la mesa.
- Cuánto por tu paquete?? Mimossa? – le dije sugerente y acercándome para soltar las palabras en un sutil susurro.
off: interactuo con Destino(?
Sauron Guardgris
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Re: [Cerrado] Agucar, el secreto del agua de arroz [Libre]
El tiempo pasaba despacio en la faena de vigilancia del elfo, en espera de aquel sujeto que debería aparecer en algún momento, aunque a fin de cuentas, el pensar que entraría a ese lugar era tan solo una mera suposición, y el solo pensar en un posible error de cálculos hacía que el pelinegro levantara la vista a la puerta o intentara ver a través de las ventanas tan ferozmente ornamentadas por la humedad.
Fue entonces, en uno de los paseos que la vista del elfo dedicaba a examinar la entrada, cuando esa cosa ingresó al lugar, su cuerpo estaba casi completamente ataviado, dificultando saber si se trataba de un hombre o una mujer, o un troll a juzgar por el tamaño pero fuera lo que fuera, parecía no tener idea del lugar en que se había metido.
Su voz parecía de mujer, cosa que fue confirmada por el encargado de aquel lugar -Hará que la maten- murmuró el pelinegro de mala gana y con algo de remordimiento, pues si bien, era un asesino, no le gustaba cuando alguien se aprovechaba de alguna víctima fácil, estaba a punto de levantarse cuando la puerta de abrió de una manera nada elegante, dejando entrar a una mujer un tanto… llamativa, por decirlo de alguna manera no ofensiva.
Por si algo de aquello fuera poco, la mujer avanzó hacia la barra donde se encontraba la otra para entablar una conversación de lo más peculiar -De acuerdo, corrección, harán que las maten- Añadió antes de colocar ambas manos sobre la mesa con los dedos cruzados entre ellas. Para el elfo la escena era como ver un par de conejos pidiendo techo y comida en medio de una jauría de lobos.
Destino sabía que se arrepentiría luego pero se decidió a, cuando menos, sacarlas a salvo de ese lugar pero alguien interrumpió su plan, evitando que siquiera lograra levantarse de la silla, otro de los sujetos que estaban en el lugar y que había estado escudriñando a todos hacía buen rato, se acercó al elfo de manera demandante y segura para pedirle el “paquete”.
El pelinegro intentó sonreír una y hasta dos veces, pero solo consiguió arrojar una escueta sonrisa torcida que resistiéndose, volvía a su estado original de desconcierto -¿Paquete?- preguntó para confirmar mientras lanzaba una mirada a las mujeres en la barra para luego devolver la atención al rubio en espera de una confirmación de intenciones, llevó una mano a su cintura donde había colocado su espada al sentarse, apretó el mango y echó otro vistazo al lugar para asegurarse que la entrada del rubio no era una distracción para una trampa.
Aunque de momento no parecía hostil, aunque sí un poco invasivo -Destino no sabe de qué “paquete” hablas- aclaró mientras intentaba disimular su cara de circunstancia, y es que aquello lo había dejado a tal punto de desconcierto que incluso comenzaba a aparecerle un tic nervioso en el ojo izquierdo. Fue entonces cuando la mente del elfo se iluminó por completo, ahora lo entendía claramente, el paquete era la víctima, el trabajo, el objetivo, y este sujeto quería asesinarlo en lugar del pelinegro -El paquete no está en venta, y perderás tus manos si intentas tomarlo a la fuerza- Amenazó haciendo sonar el filo de su espada contra el piso.
Fue entonces, en uno de los paseos que la vista del elfo dedicaba a examinar la entrada, cuando esa cosa ingresó al lugar, su cuerpo estaba casi completamente ataviado, dificultando saber si se trataba de un hombre o una mujer, o un troll a juzgar por el tamaño pero fuera lo que fuera, parecía no tener idea del lugar en que se había metido.
Su voz parecía de mujer, cosa que fue confirmada por el encargado de aquel lugar -Hará que la maten- murmuró el pelinegro de mala gana y con algo de remordimiento, pues si bien, era un asesino, no le gustaba cuando alguien se aprovechaba de alguna víctima fácil, estaba a punto de levantarse cuando la puerta de abrió de una manera nada elegante, dejando entrar a una mujer un tanto… llamativa, por decirlo de alguna manera no ofensiva.
Por si algo de aquello fuera poco, la mujer avanzó hacia la barra donde se encontraba la otra para entablar una conversación de lo más peculiar -De acuerdo, corrección, harán que las maten- Añadió antes de colocar ambas manos sobre la mesa con los dedos cruzados entre ellas. Para el elfo la escena era como ver un par de conejos pidiendo techo y comida en medio de una jauría de lobos.
Destino sabía que se arrepentiría luego pero se decidió a, cuando menos, sacarlas a salvo de ese lugar pero alguien interrumpió su plan, evitando que siquiera lograra levantarse de la silla, otro de los sujetos que estaban en el lugar y que había estado escudriñando a todos hacía buen rato, se acercó al elfo de manera demandante y segura para pedirle el “paquete”.
El pelinegro intentó sonreír una y hasta dos veces, pero solo consiguió arrojar una escueta sonrisa torcida que resistiéndose, volvía a su estado original de desconcierto -¿Paquete?- preguntó para confirmar mientras lanzaba una mirada a las mujeres en la barra para luego devolver la atención al rubio en espera de una confirmación de intenciones, llevó una mano a su cintura donde había colocado su espada al sentarse, apretó el mango y echó otro vistazo al lugar para asegurarse que la entrada del rubio no era una distracción para una trampa.
Aunque de momento no parecía hostil, aunque sí un poco invasivo -Destino no sabe de qué “paquete” hablas- aclaró mientras intentaba disimular su cara de circunstancia, y es que aquello lo había dejado a tal punto de desconcierto que incluso comenzaba a aparecerle un tic nervioso en el ojo izquierdo. Fue entonces cuando la mente del elfo se iluminó por completo, ahora lo entendía claramente, el paquete era la víctima, el trabajo, el objetivo, y este sujeto quería asesinarlo en lugar del pelinegro -El paquete no está en venta, y perderás tus manos si intentas tomarlo a la fuerza- Amenazó haciendo sonar el filo de su espada contra el piso.
Destino
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Re: [Cerrado] Agucar, el secreto del agua de arroz [Libre]
Agucar no era una taberna cualquiera, no una que se precie de las mencionadas comunes, aquellas que ocupan desde un ambiente relajado con bardos entonando sonatas hasta bulliciosas voces alzadas en festejos y alcohol. Oh ingenuo que se adentrase, pues rumores envolvían a la mencionada como sombras serpenteantes y los secretos que ocultaba eran posible escudriñarlos si formabas parte de sus peligrosas gentes, era un axioma de los lugareños pero pocas veces para los viandantes y viajeros casuales, el desconocimiento no les eximía y la desdicha comenzaba una vez accedían...
La discípulo dio un respingo en su asiento nada más escuchar a la mujer que exclamó llegar, Rel tornó para verla aún oculta de forma parcial gracias a su túnica, sostenía sus telas siempre con fuerza haciendo uso de su siniestra mientras su báculo descansaba en uno de sus antebrazos flexionado y descansando sobre la barra. Su diestra humana sostenía aún una pequeña bolsa algo abultada que de inmediato cerró con un cordel rojo al sentir a la humana junto a ella.
Perpleja, sus orbes la siguieron en toda su estela hasta que se situó con elegancia a su lado con total confianza, un contraste destacado si comparamos a los presentes y su peculiar aura de peligrosidad eclipsada bajo un velo de misterio. No cabía duda de que la joven hizo gala de su destreza y habilidades empuñando sus particulares ganchos, no como exhibición simple, sino como advertencia. Esto pudo apreciarlo, sin embargo los labios quebrados de la mujer Dragón dibujaron una amplia sonrisa como respuesta previa antes de pronunciarse con suavidad y misticismo.
- Vuestros cabellos parecen finas hebras tejidas con la misma nieve de las cumbres... - Rel no pareció en un principio pensar en lo que ha dicho, más bien expuso su fascinación hacia la mujer al ver algo que sus ojos jamás contemplaron, por unos instantes esta se dejó llevar por su momentáneo interés que corrige con un carraspeo y asentimiento mostrando disculpa.
- Bienhallada seáis... - Continuó cuidando sus palabras en un apenas audible susurro tan solo para ambas. Como era de esperar el tabernero regresó al cabo de unos escasos minutos tras el grito proferido por la humana, entre sus manos o más bien en una bolsa de tela desgastada y deshilachada que mostraba abierta, se encontraban varios trozos de carne deshidratada, pocas piezas pero suficientes como pequeña ración de viaje.
- No gritéis maldita sea. - Musitó con voz grave y entre dientes dejando el producto encima de la barra frente a Rel antes de dirigirse a la segunda muchacha perlada. Su único ojo se detuvo unos segundos en analizarla de arriba abajo mientras que el otro se mantenía oculto bajo un parche de tela negra, el ceño se mantuvo fruncido en un inicio y como mucho tiempo atrás se acostumbró a mantener frente a extranjeros.
- Buen Licor ¿Hm? Te recomiendo este mismo. - Señaló tras de sí con su dedo pulgar indicando una estantería algo elevada con algunos licores expuestos, en cuestión señalaba a una botella glauca con una etiqueta que rezaba el nombre de "Mente en Blanco" algunos voluptuosos barriles también se podían apreciar a ver, de los cuales en aquellos instantes hacía uso el hombre para abastecer a la clientela habitual. De hecho la misma y con ojos invasivos, se centraban en la barra del tabernero y a quienes lo ocupaban.
- Eh, Joel ¿Hemos escuchado diversión? ¿Has contratado a esa chica para nosotros? - El trío reunido en una de las mesas rugió entre carcajadas y menciones ásperas en aprobación. Joel, el revelado nombre del viejo tabernero gruñó de nuevo sin hacer mención a la provocación, procurando regresar a su negocio y retomar la venta con las mujeres, pero una vez más el increpador volvió a alzar su voz.
- Si quieres ese Licor, vas a tener que jugar a un juego antes, un pequeño reto que tenemos por aquí en Agucar ¿Te sientes valiente de hacerlo? - Aquel mantenía una sonrisa socarrona mientras de entre sus labios sostenía una especie de pipa con algo de tabaco en su interior que humeaba añadiéndose al ambiente enviciado de la taberna, al menos era algo a destacar que no fueran sus oscuras ropas y unas cuantas cicatrices que atravesaban su rostro.
- ¿O alguien más se atreve? - Repitió hacia el resto de la clientela e incluso inquirió tal mención al hombre de la gran barba y al par de individuos sentados juntos, un elfo y otro hombre más que desde un principio se mantuvieron vigilantes y distantes para no llamar la atención... O eso pensaban.
- Ya estamos de nuevo. - Susurró Joel mientras indicaba a Rel los Aeros correspondientes a su compra, apoyando y deslizando con un dedo hacia sí mismo algunas monedas. La mujer Dragón no dudó del precio y disfrutó de esa acción tan simple mientras recogía sus piezas de carne secas dentro de aquella bolsa, disimulaba su entusiasmo lo mejor que podía, no prestando demasiada atención en un inicio a lo que acontecía en ese instante.
El Ensoñador
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Re: [Cerrado] Agucar, el secreto del agua de arroz [Libre]
Las tabernas de ese ambiente eran algo que solía alimentarla, la podredumbre, los intercambios de mala muerte. Eran su escenario favorito, era como si oyera gritar a esas almas por un show que le gustaba plasmar. Donde de un momento a otro podían pasar de ver sobre los hombros a envainar espadas, lanzar pociones y hacer acrobacias por el mero hecho de salir vivos. Ese era el ambiente donde se sentía reinar y respiro un par de veces bien hondo como si eso alimentara su ser y enervara la sangre en sus venas.
Christelle sonrió amplia y ladinamente cuando la mujer a su lado, con ese porte imponente y misterioso exhalo un amasijo de palabras. Inclinó su suave cuerpo hacia esta con un aire coqueto.- ¿Eso es acaso una propuesta indecorosa?- Y con un carraspeo esta se alejó un poco. Upss, cubrió un poco sus labios con la diestra mientras se quejaba el tabernero y le señalaba una botella a la que solo vio la etiqueta y se contuvo de gruñir por señalar una etiqueta que no sabía interpretar.
-Me oíste así que vale.- Sonrío la peliblanca con suficiencia, pero fue interrumpida de nuevo y dirigió su gélida mirada a los parlanchines. Bueno algún defecto debía tener la albina y respondió levantando un dedo medio allá a donde insinuaban que estaba contratada. Si aceptaba trabajos pero seguro a ellos no les gustaría el resultado. –Jum un juego.- Bien pudo ignorarlos, bien pudo solo pagar el precio de esa tentadora botella, y la verdad, no es que quisera ese licor en especial, nadie, absolutamente nadie le diría que podía o no hacer, el que lo había hecho termino con su corazón en sus manos, y en general así terminaban todos de una manera u otra. –Si ustedes lo juegan entonces no se necesitar ser tan valiente. Asi que si acepto. Yo la gran Glass de Ciudad Lagarto acepto el reto.
“Para ser ladrona llamas demasiado la atención ¿sabías?” Alguna vez le habían dicho, pero ella no era una ladrona, era una asesina que como buena mercenaria aceptaba la versatilidad de los empleos. Además solía ser bastante fluctuante en cuanto a carácter. Y sin Alex que le sujetara la correar se volvía un tanto más impertinente. Y recibía casi cualquier “regaño” con burla. Podía hacerlo. “¿Y si te matan?” “Bueno ya me tocaba”. Cinismo, si en toda la regla. Más valía aprovechar esa inyección de adrenalina en sus venas. Con sus palabras giro sobre sus tobillos alzando los brazos como una atracción de circo, en el prostíbulo habría algunos aplausos, pero ahí solo estaba el denso ambiente que se distorsionaba con su irreverencia, sus sonrisas coquetas y sus ojos gélidos. No tenía a su compinche de toda la vida, pero en esa situación posiblemente no le habría animado, ahora se preguntaba si alguno de los presentes haría algo a su favor o en contra. Como fuera la situación le estaba dando gracia. El par de una esquina parecían ajenos, pero cuando ella entro no había dos personas en esa mesa, había alguien con ese elfo, un nuevo. Uhh una reunión.
-Bien, no sé de qué va este reto, pero son uno dos tres, contra mí. –Dijo con un pícaro ademan de mano señalando a la mesa y luego poniendo ambas manos en sus pálidas mejillas y apretando los labios en un dramático beso.- Que bueno que no estamos en un lugar donde se pida justicia ¿no? –Y así como quien no quería la cosa entre ademanes y palabras estaba a dos metros de la mesa con las manos en sus caderas.
Christelle sonrió amplia y ladinamente cuando la mujer a su lado, con ese porte imponente y misterioso exhalo un amasijo de palabras. Inclinó su suave cuerpo hacia esta con un aire coqueto.- ¿Eso es acaso una propuesta indecorosa?- Y con un carraspeo esta se alejó un poco. Upss, cubrió un poco sus labios con la diestra mientras se quejaba el tabernero y le señalaba una botella a la que solo vio la etiqueta y se contuvo de gruñir por señalar una etiqueta que no sabía interpretar.
-Me oíste así que vale.- Sonrío la peliblanca con suficiencia, pero fue interrumpida de nuevo y dirigió su gélida mirada a los parlanchines. Bueno algún defecto debía tener la albina y respondió levantando un dedo medio allá a donde insinuaban que estaba contratada. Si aceptaba trabajos pero seguro a ellos no les gustaría el resultado. –Jum un juego.- Bien pudo ignorarlos, bien pudo solo pagar el precio de esa tentadora botella, y la verdad, no es que quisera ese licor en especial, nadie, absolutamente nadie le diría que podía o no hacer, el que lo había hecho termino con su corazón en sus manos, y en general así terminaban todos de una manera u otra. –Si ustedes lo juegan entonces no se necesitar ser tan valiente. Asi que si acepto. Yo la gran Glass de Ciudad Lagarto acepto el reto.
“Para ser ladrona llamas demasiado la atención ¿sabías?” Alguna vez le habían dicho, pero ella no era una ladrona, era una asesina que como buena mercenaria aceptaba la versatilidad de los empleos. Además solía ser bastante fluctuante en cuanto a carácter. Y sin Alex que le sujetara la correar se volvía un tanto más impertinente. Y recibía casi cualquier “regaño” con burla. Podía hacerlo. “¿Y si te matan?” “Bueno ya me tocaba”. Cinismo, si en toda la regla. Más valía aprovechar esa inyección de adrenalina en sus venas. Con sus palabras giro sobre sus tobillos alzando los brazos como una atracción de circo, en el prostíbulo habría algunos aplausos, pero ahí solo estaba el denso ambiente que se distorsionaba con su irreverencia, sus sonrisas coquetas y sus ojos gélidos. No tenía a su compinche de toda la vida, pero en esa situación posiblemente no le habría animado, ahora se preguntaba si alguno de los presentes haría algo a su favor o en contra. Como fuera la situación le estaba dando gracia. El par de una esquina parecían ajenos, pero cuando ella entro no había dos personas en esa mesa, había alguien con ese elfo, un nuevo. Uhh una reunión.
-Bien, no sé de qué va este reto, pero son uno dos tres, contra mí. –Dijo con un pícaro ademan de mano señalando a la mesa y luego poniendo ambas manos en sus pálidas mejillas y apretando los labios en un dramático beso.- Que bueno que no estamos en un lugar donde se pida justicia ¿no? –Y así como quien no quería la cosa entre ademanes y palabras estaba a dos metros de la mesa con las manos en sus caderas.
Christelle Glassneth
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Re: [Cerrado] Agucar, el secreto del agua de arroz [Libre]
Gracioso fue escuchar como esta persona a mi lado se refería en tercer tiempo al destino, por qué mencionar así algo tan abstracto como si de un sujeto se tratara o acaso seguíamos hablando en código?, eso debía ser, de eso se trataba, si no estás charla carecería de sentido completamente, pero quien era yo, en mi poco estado de ebriedad para juzgar eso. La gente de este lugar parecía ser peligrosa pero no desquiciada, mucho menos loca, aun que eran solo suposiciones.
Suponiendo que eso ya estaba en clave…. Ahora sólo debía tratar de descifrar a qué se refería con “destino”. Tal vez tenía que especificar más lo que quería, quizás no eran mis intenciones las únicas que recibiría durante la noche y necesitaba discernir entre un cliente u otro pero recordé que Antonia no había mencionado nada de eso, porque tenía que ser tan complicado, porque no solo valía de pedirle que me dé la maldita planta y listo, detestaba que las personas de moral dudosa se hicieran los interesantes con tantas reglas absurdas, tenían o no en verdad intenciones de concretar un negocio? Las personas coherentes, lejos estábamos de entender a los de bajo intelecto, mucho menos a los delincuentes.
El alcohol que había bebido fue subiendo lentamente a la cabeza, yo no quería pelear con nadie, pero este hombre ya estaba haciendo alarde de la violencia en sus actos, con el chirrido del metal y sus palabras altaneras, mi ansiedad solo sumaba a la incomodidad, no tenía todos los patitos en fila como para analizar demasiado las cosas.
En un suspiro ahogado me eche para atrás, casi al punto de hamacarme en la silla colocando las manos sobre la mesa para evitar caer. Cerré y abrí los ojos con fuerza y mire a otros lados algo precavido, él tampoco estaba concentrado en lo que le decía de todas maneras.
- Mimosa... ajjj... aquí nadie quiere nada por la fuerza... – atisbé a decir y trate de calmarme enfocándome en mi objetivo mientras colocaba una mano en el cuello para rascar la sensación de urticaria a raíz de la incertidumbre que me generaban mis acciones - te pagare cuanto me pidas, solo deseo tu paqu- no termine de hablar que una voz resonó a mis espaldas interrumpiéndome “ya nadie puede sostener una conversación amena, ni en un simple bar” y no pude evitar girarme, la curiosidad picaba muy fácil con niños justicieros y pacíficos como yo, más cuando se trataba de hermosas señoritas como la Loreley que alzo la voz.
- Discúlpame un instante – dije entre susurros arrastrados y volví al muchacho de pálida tés y lleve una mano cerca de su rostro mostrándole un dedo para acallar sus labios de manera impulsiva y repentina – ya vuelvo - me puse de pie.
Todo se movía muy despacio, pero aún conservaba los sentidos como para caminar derecho por las sendas de la vida hasta donde la luz blanca me llamaba "no... no es justo tres contra uno..." Me acerque donde la mujer de brillante falta de color, bellísima hija de los Celestiales con ese inmaculado resplandor que el alcohol en mis venas me mostraban como un halo divino en la penumbra del lugar. - Claro que no, pero la invitación era abierta... y me gustaría jugar también.
Suponiendo que eso ya estaba en clave…. Ahora sólo debía tratar de descifrar a qué se refería con “destino”. Tal vez tenía que especificar más lo que quería, quizás no eran mis intenciones las únicas que recibiría durante la noche y necesitaba discernir entre un cliente u otro pero recordé que Antonia no había mencionado nada de eso, porque tenía que ser tan complicado, porque no solo valía de pedirle que me dé la maldita planta y listo, detestaba que las personas de moral dudosa se hicieran los interesantes con tantas reglas absurdas, tenían o no en verdad intenciones de concretar un negocio? Las personas coherentes, lejos estábamos de entender a los de bajo intelecto, mucho menos a los delincuentes.
El alcohol que había bebido fue subiendo lentamente a la cabeza, yo no quería pelear con nadie, pero este hombre ya estaba haciendo alarde de la violencia en sus actos, con el chirrido del metal y sus palabras altaneras, mi ansiedad solo sumaba a la incomodidad, no tenía todos los patitos en fila como para analizar demasiado las cosas.
En un suspiro ahogado me eche para atrás, casi al punto de hamacarme en la silla colocando las manos sobre la mesa para evitar caer. Cerré y abrí los ojos con fuerza y mire a otros lados algo precavido, él tampoco estaba concentrado en lo que le decía de todas maneras.
- Mimosa... ajjj... aquí nadie quiere nada por la fuerza... – atisbé a decir y trate de calmarme enfocándome en mi objetivo mientras colocaba una mano en el cuello para rascar la sensación de urticaria a raíz de la incertidumbre que me generaban mis acciones - te pagare cuanto me pidas, solo deseo tu paqu- no termine de hablar que una voz resonó a mis espaldas interrumpiéndome “ya nadie puede sostener una conversación amena, ni en un simple bar” y no pude evitar girarme, la curiosidad picaba muy fácil con niños justicieros y pacíficos como yo, más cuando se trataba de hermosas señoritas como la Loreley que alzo la voz.
- Discúlpame un instante – dije entre susurros arrastrados y volví al muchacho de pálida tés y lleve una mano cerca de su rostro mostrándole un dedo para acallar sus labios de manera impulsiva y repentina – ya vuelvo - me puse de pie.
Todo se movía muy despacio, pero aún conservaba los sentidos como para caminar derecho por las sendas de la vida hasta donde la luz blanca me llamaba "no... no es justo tres contra uno..." Me acerque donde la mujer de brillante falta de color, bellísima hija de los Celestiales con ese inmaculado resplandor que el alcohol en mis venas me mostraban como un halo divino en la penumbra del lugar. - Claro que no, pero la invitación era abierta... y me gustaría jugar también.
Sauron Guardgris
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Re: [Cerrado] Agucar, el secreto del agua de arroz [Libre]
Aquella situación comenzaba a resultar bastante incómoda para el elfo, quien aún seguía intentando encontrarle un sentido claro a aquella inquietante situación. Por si fuera poco la escena parecía estar a punto de convertirse en un desnalgue de golpes y violencia ante las nuevas circunstancias. El pelinegro bajó la guardia ante las palabras del rubio pues ciertamente no parecía querer llevarse nada por la fuerza pero aunque quisiera, no tendría nada qué llevarse, el objetivo no estaba en el lugar y al paso que iban, ni siquiera iba a llegar. Porque claro, nadie que escapara del peligro se metería en un lugar donde al parecer todos estaban en peligro.
Y es que en ese lugar no solo parecían estar en peligro constante, sino que parecían caminar hacia el peligro despreocupadamente, todos llegaban con un cartel en la frente que decía: “Por favor, Mátenme”. Y Por si fuera poco, aquellas chicas de la barra no hacían más que empeorar la situación aunque al pelinegro le resultó llamativo que la albina dijera ser de Ciudad Lagarto, puso mala cara al recordar al infame Lazid, esa vil y traidora lagartija asquerosa…
El rubio del paquete fue el primero en levantarse para ayudar a la chica de plateados cabellos que parecía estar invitando al desastre, algo que evidentemente no iba a terminar bien, así que considerando las circunstancias, una amiga del lagarto, un extraño que buscaba un paquete, y una mujer despistada que seguro la mataban antes que se diera cuenta, Destino hizo lo que cualquier valiente y astuto guerrero haría, se levantó despacio apoyando su espada en el piso para mostrarse amenazante y comenzó a caminar hacia la salida.
A fin de cuentas, le importaban tres pepinos aquellas desconocidas y el rubio, aunque tristemente su plan fue interrumpido al ver que quien ahora cruzaba la puerta para entrar al lugar era nada menos que su objetivo. Los ojos azules del pelinegro se enfocaron con malicia en su objetivo delatando sus intenciones y haciendo que su víctima echara a correr, cosa que no habría sido problema, el elfo era más veloz, pero el problema era la otra persona.
Una masa de músculos y violencia cruzó la puerta impidiendo el paso a Destino que se estrelló contra su pecho -Parece que he llegado justo a tiempo para la diversión- Sin pensarlo siquiera se aprovechó de los más de 2 metros de altura y su intimidante musculatura para agarrar por un brazo a Destino como si no fuera más que un mueble y lanzarlo hacia la barra sin ningún esfuerzo.
¿Y bien? Señoritas, no tengo toda la noche ¿a quién golpeo primero?- el elfo hizo gala de todo su dominio del éter, el conocimiento de su cuerpo y su sentido de la propiocepción para usar su telequinesis y reducir la fuerza de su caída. Desde luego y como era de esperarse, no funcionó porque no era un brujo y no tenía telequinesis -Malditos brujos- Alcanzó a decir antes de golpear con su espalda la pared donde reposaba una colección de botellas que se vinieron al piso.
Para cuando consiguió levantarse y asomar la cabeza, al otro lado de la barra se había formado un desfile de objetos volando en todas direcciones, se agachó para evitar la pata de una silla rota y miró hacia la salida, si no conseguía dejar pronto ese lugar su objetivo se le iba a escapar, pero llegar a la entrada no parecía ser nada fácil con semejante trifulca.
Y es que en ese lugar no solo parecían estar en peligro constante, sino que parecían caminar hacia el peligro despreocupadamente, todos llegaban con un cartel en la frente que decía: “Por favor, Mátenme”. Y Por si fuera poco, aquellas chicas de la barra no hacían más que empeorar la situación aunque al pelinegro le resultó llamativo que la albina dijera ser de Ciudad Lagarto, puso mala cara al recordar al infame Lazid, esa vil y traidora lagartija asquerosa…
El rubio del paquete fue el primero en levantarse para ayudar a la chica de plateados cabellos que parecía estar invitando al desastre, algo que evidentemente no iba a terminar bien, así que considerando las circunstancias, una amiga del lagarto, un extraño que buscaba un paquete, y una mujer despistada que seguro la mataban antes que se diera cuenta, Destino hizo lo que cualquier valiente y astuto guerrero haría, se levantó despacio apoyando su espada en el piso para mostrarse amenazante y comenzó a caminar hacia la salida.
A fin de cuentas, le importaban tres pepinos aquellas desconocidas y el rubio, aunque tristemente su plan fue interrumpido al ver que quien ahora cruzaba la puerta para entrar al lugar era nada menos que su objetivo. Los ojos azules del pelinegro se enfocaron con malicia en su objetivo delatando sus intenciones y haciendo que su víctima echara a correr, cosa que no habría sido problema, el elfo era más veloz, pero el problema era la otra persona.
Una masa de músculos y violencia cruzó la puerta impidiendo el paso a Destino que se estrelló contra su pecho -Parece que he llegado justo a tiempo para la diversión- Sin pensarlo siquiera se aprovechó de los más de 2 metros de altura y su intimidante musculatura para agarrar por un brazo a Destino como si no fuera más que un mueble y lanzarlo hacia la barra sin ningún esfuerzo.
¿Y bien? Señoritas, no tengo toda la noche ¿a quién golpeo primero?- el elfo hizo gala de todo su dominio del éter, el conocimiento de su cuerpo y su sentido de la propiocepción para usar su telequinesis y reducir la fuerza de su caída. Desde luego y como era de esperarse, no funcionó porque no era un brujo y no tenía telequinesis -Malditos brujos- Alcanzó a decir antes de golpear con su espalda la pared donde reposaba una colección de botellas que se vinieron al piso.
Para cuando consiguió levantarse y asomar la cabeza, al otro lado de la barra se había formado un desfile de objetos volando en todas direcciones, se agachó para evitar la pata de una silla rota y miró hacia la salida, si no conseguía dejar pronto ese lugar su objetivo se le iba a escapar, pero llegar a la entrada no parecía ser nada fácil con semejante trifulca.
Destino
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Re: [Cerrado] Agucar, el secreto del agua de arroz [Libre]
- ¿Indecorosa...?- Ladeó el rostro extrañada por las palabras de la mujer albina, hasta que se percató de lo que realmente quiso sugerir con ello de una forma indirecta, la mujer dragón alzó ambas manos mostrando sus palmas en señal de negativa gentil mientras las agitaba de forma sutil, apreciándose que una de ellas, su siniestra, se mostraba en forma de garra reptiliana, con suavidad quiso explicarse con cortesía en un tono que invitaba a la calma.
- Me habéis mal interpretado gentil dama...- El verbo de la mujer resultaba armonioso pese a usar el susurro para transmitir su verdad, Rel no tenía por costumbre mentir, no había motivo en ello cuando se trataba de una acción inocente como la de alabar un atributo como era la pigmentación de la susodicha, no obstante no era del todo seguro si con esa aclaración había resuelto el posible malentendido que la discípulo pensó haber creado.
De todas formas y a partir de este punto, Rel se mantuvo un poco al margen enfocándose en la transacción de Joel y su pequeño negocio de carne seca, pero una vez finalizado, juntó sus Aeros y alimentos a buen recaudo. La mujer retornó su foco de atención ante el increpador que retó a la mujer cercana a ella y a un segundo sujeto, parecía un muchacho joven de cabellos cortos y dorados. Sonrió para sus adentros por unos instantes, sin duda le recordaban a los Dragones Bakthut y Bakshe, aquellos custodios de la Luna y el Sol que hacían mención los textos antiguos y leyendas de los mismos.
Una comparativa fugaz que pronto desapareció al presenciar en tan solo unos segundos, como uno de los presentes, un elfo que se encontraba sentando junto aquel hombre rubio anteriormente mencionado, se estrelló de forma violenta contra la estantería de Licores, haciendo que estos se precipitasen al suelo ante la atónita mirada de Joel, este dirigió una mirada fulminante contra aquel hombre de gran tamaño, pero no hubo réplica alguna, quizás fuese lo bastante inteligente como para saber que no era muy buena idea, simplemente apretó su mandíbula regresando a los protagonistas que estaban cerca de la barra.
- Ya os había dicho que os marcharais maldita sea, estáis en una ratonera y no quiero saber nada. - Desde luego Joel no parecía de buen humor tras lo sucedido y posiblemente lo que estaba a punto de ocurrir. Rel desde su posición tuvo suerte de no ser arrastrada por el cuerpo de aquel elfo una vez estuvo en trayectoria contra el mueble, todo sucedió rápido y de refilón que su mirada atónita y perpleja flotaba tanto en el individuo que las amenazaba como en el actual que poco a poco se incorporaba tras la barra.
- ¿Os encontráis b-...? - A penas tuvo tiempo de terminar su pregunta, llevada por la preocupación y extender una de sus manos humanas frente al caído para prestar ayuda, al advertir que parte del inmobiliario del tabernero entre otros objetos varios eran lanzados contra los presentes, Rel tuvo la justa reacción como para esconderse detrás la de barra y evitar los posibles proyectiles, para su tamaño la mujer mostraba una gran agilidad y rápida reacción pero una vez a cubierto, apoyó su espalda contra la improvisada barricada abrazando a su bastón contra su pecho, se mostraba confusa y tensa sin entender qué sucedía o el motivo.
- ¿P-por qué nos ataca ese hombre? - La incógnita iba dirigida a los más cercanos a la mujer, pero no para Joel el tabernero, quien había desaparecido tras la puerta de sus almacenes cerrando la puerta con llave tras de sí, parece que el mismo no se lo pensó dos veces una vez comenzó todo el desastre y seguramente que no sería la primera vez que hiciera uso de tal escondite y zona segura para él.
Desde la mesa donde los tres individuos habían decidido sentarse juntos como observadores, uno de ellos, el increpador, chasqueó la lengua en fastidio haciendo un ademán con su barbilla hacia sus compañeros mientras se levantaba de esta junto a sus camaradas, más no intervenían aún, pero quizás para los más observadores, si eran capaces de apreciarlo bajo todo aquel caos que sucedía, se apreciaba como cada uno apoyaban sus manos por encima de unas dagas duales que se mantenían dentro de sus fundas. Este grupo de tres extraños compartían similitud en cuanto a vestimentas, parecían humanos a simple vista con todas esas cicatrices y marcas en sus rostros pero únicamente uno de ellos, era el portavoz o quien sostenía la batuta, a quien hemos llamado anteriormente como el increpador.
- Me parece a mí que la diversión de Agucar acaba de comenzar, una pena, pero de alguna forma habrá que pagar los desperfectos que habéis ocasionado.- Comentó con sorna dejando que el hombre de dos metros, aquel que parecía haberse vuelto loco, se desquitase con lo que podía alcanzar.
- Hemos querido ser amables pero llegados a este punto podemos solucionarlo de un modo interesante... Me encantan los juegos así que os propondré otro.- Realizó una nueva pausa mientras se procuraba algo más de tabaco en su ya estropeada pipa sin preocuparse mucho o aparentar estarlo.
- Veo que sois cuatro pequeñas alimañas ajenas a Agucar, no os hemos visto antes y tampoco es que me importe, pero cuatro entran... Y tres salen.- Una vez explicándose retornó su pipa a sus labios inspirando a través de la pequeña boquilla, una vez hecho profirió una risa nasal mientras expulsaba parte del humo por su nariz.
- Poneros de acuerdo y elegid a uno, no me importa cual, es sencillo y os evitáis problemas, pensadlo. Uno y podréis salir vivos e ilesos de Agucar...
El Ensoñador
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Re: [Cerrado] Agucar, el secreto del agua de arroz [Libre]
Dio un poco con la actitud suave y cortes porte. Le dio ternura. Pero bueno otros asuntos le atañeron y sus anfitriones parecían algo para entretenerse en lo que pasaba la lluvia y podía conseguir un caballo para seguir su viaje. Y quién lo diría que ser pequeña, descolorida y atractiva tenía sus ventajas.
La muñeca de porcelana había logrado un pequeño frente para el juego. Claro que sus mañas eran muchas ya, y el trío no le parecía un verdadero reto, miro por el rabillo al elfo pelinegro que se levantaba en pavorosa huida, y su gesto, o esos movimientos, ella los conocía. El cazador encontrando a su presa y su presa escurriéndose como el agua entre los dedos, solo basto ese instante y ese tipo huidizo y cobarde quedo grabado en su memoria perfecta, especialmente sus botas, pero quien importaba ahora era el elfo que salía despedido hacia ella y el rubio Y en lo que cualquiera diría que la peliblanca se había dejado caer, la verdad es que había hecho un Split perfecto y volviendo a unir las piernas pareció estar cómodamente sentada en el suelo.
Exhalo un agudo chillido y ahí si se dejó caer, una silla paso muy cerca, para quien iba no tenía idea, y ¿señoritas? Bueno si había dos en el lugar, y una competía en estatura con el Goliat ese. Tomo la mano del rubio, después de todo estaba ahí en medio de una trifulca sin deberla ni temerla. –A la barra mi príncipe- Le grito la albina que desenvainando sus ganchos tras soltar la mano del rubio miro todo, diablos el mapa cambiaba a cada instante y corriendo hacia una de las mesas vacías con el gancho atrapo la botella con una vela que fungía de decoración, giro sobre su eje y la lanzo al gigantón. Con algo de vértigo corrió hacia la barra, de ventaja su memoria la abrazaba y solo se dio un tope en la cadera que dolió como el demonio y que soltando un gancho cuando estuvo parapetada se sobo con algunas lágrimas en los ojos- y Ahí ya estaban la dama de gentiles palabras el elfo volador, y miro buscando dos cosas, su botella blanca y al rubio.
Señalo al par, a ella extendió el meñique, y luego el pulgar. –Paro, si entramos seis, contando al que huyó, acaso era amigo de estos? –Dijo más para sí, y luego la vio, su botella, extendió la mano pero lo único que obtuvo fue la boca de esta, el resto estaba derramado en el elfo y ella miraba con estupor los prístinos y blancos cristalitos.-Ahhh no no yo quería probarlo… Ahh, voto por el gigantón, ahora me debe la botella.- Dijo con indignación, pero miro al grupo. Por alguna razón sintió que no se prestarían mucho al juego.
La muñeca de porcelana había logrado un pequeño frente para el juego. Claro que sus mañas eran muchas ya, y el trío no le parecía un verdadero reto, miro por el rabillo al elfo pelinegro que se levantaba en pavorosa huida, y su gesto, o esos movimientos, ella los conocía. El cazador encontrando a su presa y su presa escurriéndose como el agua entre los dedos, solo basto ese instante y ese tipo huidizo y cobarde quedo grabado en su memoria perfecta, especialmente sus botas, pero quien importaba ahora era el elfo que salía despedido hacia ella y el rubio Y en lo que cualquiera diría que la peliblanca se había dejado caer, la verdad es que había hecho un Split perfecto y volviendo a unir las piernas pareció estar cómodamente sentada en el suelo.
Exhalo un agudo chillido y ahí si se dejó caer, una silla paso muy cerca, para quien iba no tenía idea, y ¿señoritas? Bueno si había dos en el lugar, y una competía en estatura con el Goliat ese. Tomo la mano del rubio, después de todo estaba ahí en medio de una trifulca sin deberla ni temerla. –A la barra mi príncipe- Le grito la albina que desenvainando sus ganchos tras soltar la mano del rubio miro todo, diablos el mapa cambiaba a cada instante y corriendo hacia una de las mesas vacías con el gancho atrapo la botella con una vela que fungía de decoración, giro sobre su eje y la lanzo al gigantón. Con algo de vértigo corrió hacia la barra, de ventaja su memoria la abrazaba y solo se dio un tope en la cadera que dolió como el demonio y que soltando un gancho cuando estuvo parapetada se sobo con algunas lágrimas en los ojos- y Ahí ya estaban la dama de gentiles palabras el elfo volador, y miro buscando dos cosas, su botella blanca y al rubio.
Señalo al par, a ella extendió el meñique, y luego el pulgar. –Paro, si entramos seis, contando al que huyó, acaso era amigo de estos? –Dijo más para sí, y luego la vio, su botella, extendió la mano pero lo único que obtuvo fue la boca de esta, el resto estaba derramado en el elfo y ella miraba con estupor los prístinos y blancos cristalitos.-Ahhh no no yo quería probarlo… Ahh, voto por el gigantón, ahora me debe la botella.- Dijo con indignación, pero miro al grupo. Por alguna razón sintió que no se prestarían mucho al juego.
Christelle Glassneth
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Re: [Cerrado] Agucar, el secreto del agua de arroz [Libre]
Tras el arrebato de "Mimosa" y su vuelo por los aires, ya había quedado en el suelo recibiendo un golpe por su parte, desligaba culpas tras ver al enorme caballero que había propiciado su vuelo y tratando de no perder el hilo de la situación me había recuperado de la mano de la niña brillante. Obediente, subí a la barra y pase al otro lado, ahora parecía amigo de todo el grupo tras la barra y eso pronto se convirtió en un problema.
-Perfecto! - Tomaron la palabras de la albina como "reto aceptado", se pusieron de pie rápidamente y des sus fundas desenvainaron las dagas.
- Espera Bro... yo no me meto... - uno de ellos, es que más lejos se acomodaba, mostró rápidamente la hilacha y como buen cobarde que prefería mantenerse a distancia de la situación, se hecho para atrás - Peleen con el grandote, yo... paso esta vez.
El increpador, incrédulo a las palabras de su compañero abrió los ojos grandes clavándole la vista e hizo un gesto mirando al tercero. Un corte profundo contra el brazo de este le arranco un grito desde lo profundo de su garganta y cayó al suelo cubriéndose. Su segundo secuaz reacciono tan pronto lo escucho sacando se cuchillo para recuperarlo.
- Arrástrate a la salida maldita cucaracha. - Luego volvió a girar hacia nosotros.
Ahora si nos las veríamos negras con ellos, mis prácticas y creencias me permitían solo usar la violencia en defensa propia y agotando instancias, pero la brecha que separaba las opciones era demasiado delgada y fina como para que pudiese discernir.
Llamarlos al orden por deseo de los Celestiales no era una opción, solo los alteraría y mu juicio estaba suficientemente nublado como para justificar la mala toma de decisiones.
Imitando a la muchacha, agarre una botella cualquiera de aquí detrás se la arroje al grandote, para luego acarrar otra y tirársela a los de las dagas. Era una licorería, tenía barias botellas y vasos, me tomaría un rato agotar proyectiles contra ellos.
Podía enfrentaros cuerpo a cuerpo, mi fuerza ya era bastante considerable si precedía una transformación, y siempre podría cambiar de forma para pelear, pero esto era más divertido; efectivamente tenía el juicio nublado.
- Por los Grandísimos Celestiales! - en un llamado de lucha tome uno de los vasos y lo arroje tras un vaso anterior, quizás no era el daño que esperaban recibir pero al menos los mantenía a raya, pronto el joven de la mesa se alteró de no poder tomar distancia e imito nuestros ataques tirándonos lo que tenía en su mesa, estrellando otra botella contra la pared y generando una lluvia de vidrio y bebida sobre nosotros.
-Perfecto! - Tomaron la palabras de la albina como "reto aceptado", se pusieron de pie rápidamente y des sus fundas desenvainaron las dagas.
- Espera Bro... yo no me meto... - uno de ellos, es que más lejos se acomodaba, mostró rápidamente la hilacha y como buen cobarde que prefería mantenerse a distancia de la situación, se hecho para atrás - Peleen con el grandote, yo... paso esta vez.
El increpador, incrédulo a las palabras de su compañero abrió los ojos grandes clavándole la vista e hizo un gesto mirando al tercero. Un corte profundo contra el brazo de este le arranco un grito desde lo profundo de su garganta y cayó al suelo cubriéndose. Su segundo secuaz reacciono tan pronto lo escucho sacando se cuchillo para recuperarlo.
- Arrástrate a la salida maldita cucaracha. - Luego volvió a girar hacia nosotros.
Ahora si nos las veríamos negras con ellos, mis prácticas y creencias me permitían solo usar la violencia en defensa propia y agotando instancias, pero la brecha que separaba las opciones era demasiado delgada y fina como para que pudiese discernir.
Llamarlos al orden por deseo de los Celestiales no era una opción, solo los alteraría y mu juicio estaba suficientemente nublado como para justificar la mala toma de decisiones.
Imitando a la muchacha, agarre una botella cualquiera de aquí detrás se la arroje al grandote, para luego acarrar otra y tirársela a los de las dagas. Era una licorería, tenía barias botellas y vasos, me tomaría un rato agotar proyectiles contra ellos.
Podía enfrentaros cuerpo a cuerpo, mi fuerza ya era bastante considerable si precedía una transformación, y siempre podría cambiar de forma para pelear, pero esto era más divertido; efectivamente tenía el juicio nublado.
- Por los Grandísimos Celestiales! - en un llamado de lucha tome uno de los vasos y lo arroje tras un vaso anterior, quizás no era el daño que esperaban recibir pero al menos los mantenía a raya, pronto el joven de la mesa se alteró de no poder tomar distancia e imito nuestros ataques tirándonos lo que tenía en su mesa, estrellando otra botella contra la pared y generando una lluvia de vidrio y bebida sobre nosotros.
Sauron Guardgris
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Re: [Cerrado] Agucar, el secreto del agua de arroz [Libre]
Vasos iban y botellas venían, desfilando en todas direcciones y bañando de licor todo aquello que se encontraba cerca y desde luego, a este punto Destino se encontraba completamente cubierto de licor y con cara de querer matar a todos de manera gratuita y muy dolorosa, comenzando con el rubio que en su búsqueda del “Paquete” lo había distraído demasiado tiempo.
Fue entonces cuando una oferta les ofreció la oportunidad de salir de ahí, la posibilidad de dejar uno atrás para librarse del problema era una oportunidad única que el pelinegro no pensaba desaprovechar, se miraron unos a otros y los objetos dejaron de volar por todo el lugar, se encontraban en el ojo de la tormenta y debían ser muy astutos en su decisión, desde luego a Destino le daba igual dejar a cualquiera, pero siendo la peliblanca de ciudad lagarto, posiblemente amiga de Lazid, parecía ser la candidata ideal.
Aunque antes que pudiera señalarla, la chica hizo una jugada completamente inesperada, señalando al fugitivo y al grandote como sus amigos cosa que nadie parecía creer de momento pues se echaron a reír -¿Dices que son amigos de Martina?- Señaló al grandote -Martina no tiene amigos, es como un animal, esa cosa ni sentimientos tiene- El elfo analizó la situación y las posibilidades, efectivamente Martina no era su amigo, pero al parecer tampoco lo era del resto de la taberna.
La espada tiene un encantamiento- El elfo señaló su arma que tras el viaje que le regalaron, se había quedado en el piso a los pies del enorme recién llegado -Solo Destino o sus amigos pueden sostenerla, cualquier otro que lo intente recibirá daño- Aquello no era cierto, claro que no, pero nadie lo sabía. Martina que parecía no ser tan inteligente como debería, se agachó para sostener el arma, consiguiendo levantarla sin problemas.
Otro instante de silencio abrumó todo el lugar, al parecer el plan había funcionado a medias, parecían haber sembrado la duda de ser amigos de Martina -Lo, lo lamento, Martina, no sabíamos que eran tus amigos- Dijo el hombre un poco nervioso porque ninguno tendría intenciones de enfrentarse a semejante coloso -¡Que no son mis amigos!- Dijo Martina acercando la punta de su espada a un desafortunado que tenía cerca, haciendo que el arma emitiera una descarga eléctrica al contacto, lo cual hizo parecer que realmente el arma dañaría a quienes no fueran amigos de su dueño.
Entonces, dicho eso y aclarado el asunto- Destino apoyó una mano sobre la barra para saltar al otro lado y caminar hacia la espada que Martina había dejado caer sin saber cómo liberarse de las acusaciones -Por favor, no sean muy duros con él- Suplicó destino mientras avanzaba hacia la salida manteniendo siempre la distancia con respecto a la acusada.
Ciertamente la jugada había resultado bastante ingeniosa y con ello, la peliblanca se había ganado (por ahora) el respeto del asesino. Destino abrió la puerta y dirigió la vista a la dragona y la peliblanca… incluso también al fulano del “paquete” invitándolos discretamente con la mirada a abandonar el lugar, no porque le importara la seguridad de todos, sino para mantener la mentira -Esperen un momento…- Dijo alguien al fondo de la sala -¿Cómo es que…?- Destino no se quedó a escuchar el final de esa pregunta y abandonó el lugar antes que fuera demasiado tarde.
[1] La espada no tiene ese encantamiento que Destino menciona, pero sí tiene uno para hacer daño de electricidad con el filo, una suerte que Martina no la haya tomado por la hoja en lugar del mango... Fue entonces cuando una oferta les ofreció la oportunidad de salir de ahí, la posibilidad de dejar uno atrás para librarse del problema era una oportunidad única que el pelinegro no pensaba desaprovechar, se miraron unos a otros y los objetos dejaron de volar por todo el lugar, se encontraban en el ojo de la tormenta y debían ser muy astutos en su decisión, desde luego a Destino le daba igual dejar a cualquiera, pero siendo la peliblanca de ciudad lagarto, posiblemente amiga de Lazid, parecía ser la candidata ideal.
Aunque antes que pudiera señalarla, la chica hizo una jugada completamente inesperada, señalando al fugitivo y al grandote como sus amigos cosa que nadie parecía creer de momento pues se echaron a reír -¿Dices que son amigos de Martina?- Señaló al grandote -Martina no tiene amigos, es como un animal, esa cosa ni sentimientos tiene- El elfo analizó la situación y las posibilidades, efectivamente Martina no era su amigo, pero al parecer tampoco lo era del resto de la taberna.
La espada tiene un encantamiento- El elfo señaló su arma que tras el viaje que le regalaron, se había quedado en el piso a los pies del enorme recién llegado -Solo Destino o sus amigos pueden sostenerla, cualquier otro que lo intente recibirá daño- Aquello no era cierto, claro que no, pero nadie lo sabía. Martina que parecía no ser tan inteligente como debería, se agachó para sostener el arma, consiguiendo levantarla sin problemas.
Otro instante de silencio abrumó todo el lugar, al parecer el plan había funcionado a medias, parecían haber sembrado la duda de ser amigos de Martina -Lo, lo lamento, Martina, no sabíamos que eran tus amigos- Dijo el hombre un poco nervioso porque ninguno tendría intenciones de enfrentarse a semejante coloso -¡Que no son mis amigos!- Dijo Martina acercando la punta de su espada a un desafortunado que tenía cerca, haciendo que el arma emitiera una descarga eléctrica al contacto, lo cual hizo parecer que realmente el arma dañaría a quienes no fueran amigos de su dueño.
Entonces, dicho eso y aclarado el asunto- Destino apoyó una mano sobre la barra para saltar al otro lado y caminar hacia la espada que Martina había dejado caer sin saber cómo liberarse de las acusaciones -Por favor, no sean muy duros con él- Suplicó destino mientras avanzaba hacia la salida manteniendo siempre la distancia con respecto a la acusada.
Ciertamente la jugada había resultado bastante ingeniosa y con ello, la peliblanca se había ganado (por ahora) el respeto del asesino. Destino abrió la puerta y dirigió la vista a la dragona y la peliblanca… incluso también al fulano del “paquete” invitándolos discretamente con la mirada a abandonar el lugar, no porque le importara la seguridad de todos, sino para mantener la mentira -Esperen un momento…- Dijo alguien al fondo de la sala -¿Cómo es que…?- Destino no se quedó a escuchar el final de esa pregunta y abandonó el lugar antes que fuera demasiado tarde.
Destino
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Re: [Cerrado] Agucar, el secreto del agua de arroz [Libre]
Rel se mantuvo en todo momento tras la barra, encogiéndose en sí misma sin comprender el motivo de la reyerta que se estaba formando tras la barricada improvisada, de vez en cuando se podía escuchar a Joel gritar barbaridades tras su escondite, supuestamente advirtiendo que su preciado local estaba siendo destrozado por su clientela, tanto su género como mobiliario eran víctimas de las acometidas que un bando y otro se propinaban. El ruido y la tensión eran insoportables para la discípulo, quien temblaba desde su posición sin osar moverse, mas no invadida por el miedo, sino por un mal extraño y palpitar en su pecho. Sus ojos estaban muy abiertos junto a unas pupilas contraídas, mirando un punto concreto del suelo, a los tablones de madera desgastada que conformaban este, sus labios se abrían y cerraban constantemente intentando pronunciarse, pero tan solo era audible un leve murmullo de ellos.
- Basta... Por favor... Basta... Deteneros... - Pronto su ruego fue escuchado y el confrontamiento se detuvo de forma súbita, no entendía muy bien cómo había sucedido, pero tras asomarse con cautela pudo al menos ver el resultado final de aquel escenario ahora en calma ante ella, pues jamás había sido testigo de tal violencia. Uno de ellos se hallaba herido en el suelo, dejando bajo él un pequeño charco de su propia sangre fresca que aún emanaba y recorría por todo su brazo debido a la profundidad de la acometida que había sufrido, es por ello que intentaba hacer presión para impedir que se agravase su situación. Otro, el hombre de considerable altura, tenía varios cortes y quemaduras a causa de las botellas, vasos y entre otros objetos lanzados a este, casi era un milagro que el local de Joel no hubiera terminado ardiendo. Al menos parecía que todo había terminado, pero la duda seguía en suspensión debido a quien era amigo de quien, no estarían a salvo si no abandonaban enseguida aquel tugurio y ante la invitación de Destino, Rel asintió en silencio incorporándose con ayuda de su preciado báculo, siguiendo al gentil hacia la salida sin mirar a nadie de los que se encontraban dentro.
- ¡¿Y quién va a pagar todo esto?! - Más gritos enfurecidos eran proferidos por un Joel indignado, unos tan altos y tan claros que podían escucharse incluso sin salir de donde se estaba ocultando, el miedo le impedía asomarse pero su estado anímico le impulsaba a exigir lo que le correspondía. Rel se detuvo un momento antes de atravesar las puertas de salida que daban al exterior de Agucar, mirando de soslayo y tras ello tornándose mientras rebuscaba entre sus bolsas. No estaba muy segura cual sería el precio por todo lo que había sucedido, pero procuró dejar unos cuantos y generosos Aeros encima del mostrador. A juzgar por las carcajadas que el increpador estaba alzando seguramente era algo ridículo.
- Maldita sea... Y yo que esperaba un juego amistoso e interesante. Anda, largaros de una vez, no quiero tener problemas con Ciudad Lagarto y sus gentes. - Al grupo les indicó, con una de sus dagas ya preparadas en su diestra, las puertas de salida de la taberna. Mantenía aún un porte despreocupado pero preparado para en cualquier momento regresar a la carga junto a los suyos, a pesar del herido que arrastraban.
La discípulo abandonó Agucar por fin, al menos de momento y agradecida por el desenlace del incidente. La lluvia había amainado notablemente, unos pocos chubascos adornaban el cielo nocturno pero con la suficiente claridad como para admirar las estrellas que lo componen. Desde luego nunca volvería a aquel lugar...
El Ensoñador
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Re: [Cerrado] Agucar, el secreto del agua de arroz [Libre]
-WUJUUUUUUUU.- Grito la albina cuando el rubio comenzó una serie de lanzadas de todo lo que tenía cerca, se sintió como en casa y no pudo evitar qurer imitarlo un par de veces aunque su brazo no era tan bueno para lanzar objetos tan pesados, ella era de dagas, agujas, sus ganchos. Pero como dicen, “a donde fueres haz lo que vieres” excepto ser buen samaritano en la mayoría de las veces, eso nunca traía nada bueno. –Yaiii- soltó en un jadeo y se encogió cuando una botella se dirigía a ellos y sintió los pedacitos de vidrio caer cerca, haciendo que se agitara de forma similar a un perro para sacudirse cualquier trozo. Entonces todo se calmó tras su señalamiento. Y el elfo dictó algo sobre un hechizo sobre la forja de la espada. Pero más allá de que la jugada contra Martina… Mierda no podía evitar ahora mirar al gigantón con traje blanco pegado a cada fibra de su cuerpo, solo sacado de quien sabe donde por Matthew y una corona de margaritas de pétalos amarillos sobre su cabeza… Pero capto la idea al vuelo y girando como siempre sus ganchos los enfundo en sus caderas y con “saltitos” traviesos se dirigió a la salida, pensó en lanzar un chascarrillo, pero no quería arruinar la dramática salida de Agucar. Lanzo un beso al trio y a Martina guiñándole un ojo con mucha coquetería, espero a que saliera el último de sus compañeros y le hizo un corazón con las manos.Nunca olvidaria esa cara, como sus neuronas parecian explotar por que no alcanzaba a entender que diablos estaba pasando. Panacea.
-Propongo poner pies en polvorosa, antes de que la cortina se caiga y decidan unirse a cazarnos. Y para sacarnos de encima a Martina, ¿porque no capturamos a su pequeño amigo?- Sonrió hacia el elfo, él que se había visto interesado en el furtivo hombrecillo.
Entonces miro el letrero del lugar, AGUCAR. Eso pensó que decían los símbolos escritos en él. Era tal como habían descrito en las historias y moría de ganas por volver algún día. Por suerte, la lluvia había amainado y no tardo en ver el suelo la lluvia alejaba a los curiosos de las calles, al no ser empedradas tenían lodo por todos lados, y las huellas de un bajito, o bueno bajito a comparación de Martina (para Chris medio mundo era más alto que ella) se alejaban de forma desordenada, las toco y sin más fue tras el difuso rastro. Y así era como se metía en líos, tenía curiosidad de por qué era protegido por semejante mole y por qué un elfo (otro) se interesaba por el personaje.
Christelle Glassneth
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Re: [Cerrado] Agucar, el secreto del agua de arroz [Libre]
El cielo estrellado y serenos les recibió, las estrellas no se veían porque acababa de llover y seguía nublado, pero seguramente estaban ahí, en algún lugar. El pelinegro salió acompañado por las dos mujeres, dejando atrás al otro sujeto y desde luego a Martina, que aún no terminaba de asimilar lo que había ocurrido.
No hay tiempo que perder- Dijo el elfo a las chicas -Pónganse a salvo, salgan de este lugar para que no les hagan daño- Miró a la peliblanca de Ciudad Lagarto -A ti sí deberían hacerte daño, y a todos los que sirven al pequeño lagarto- Dijo con profundo rencor antes de intentar separarse del grupo y continuar su camino por su cuenta pero al parecer no sería tan sencillo.
No pudo evitar notar que desde su salida de Agucar, muchos se les quedaban mirando sospechosamente, miró por un instante a la peliblanca que se comportaba como si le divirtiera el peligro, y a la otra mujer que se comportara como si peligrara al divertirse -Tal vez sea buena idea que no se separen, al menos hasta dejar este lugar- y es que si bien parecían haber dejado atrás a los matones de Agucar, ese enanín al que ahora perseguía parecía haber preparado el terreno para no dejarlos salir ilesos.
Se detuvo e hizo señas a las mujeres para que se detuvieran con él -No miren hacia los lados, parece que planean una emboscada- Bajó levemente la mirada y giró la cabeza levemente a un lado a donde se encontraba un par de caballos que parecían ser una buena opción para salir de allí.
Hay que tomar los caballos para salir, no hagan movimientos bruscos- Dijo el elfo mientras avanzaba de medio lado muy lentamente hasta donde estaban estos animales atados. Aunque al parecer se encontrarían con dos problemas, el primero de ellos sería acercarse a los caballos sin asustarlos para poder montarlos, pero también debería poder desatarlos y liberarlos de prisa, antes que aquellos quienes ya los estaban rodeando acechantes se lanzaran sobre ellos.
Y por si esto fuera poco, el enano apareció cómodamente en la puerta del local donde se encontraban atadas las monturas solamente para provocar al pelinegro que desde luego, reaccionó lleno de odio y se acercó decidido a matarlo y olvidando todo el plan -No no no, amiguito, eso no sería muy inteligente- Dijo el descarado fugitivo mientras se cruzaba de brazos recostado a la puerta y señalaba con la mirada a los alrededores donde algunos matones observaban mal escondidos y apuntando con sus arcos.
Tú y tu grupo no debieron venir a buscarme- Dijo sonriendo victorioso -Ellas no están con Destino- Respondió el elfo en tono serio -Déjenlas ir, y tal vez Destino considere dejarlos con vida- Dijo en voz alta -¿Y arriesgarme a que vuelvan con ayuda? No he escapado tanto por ser confiado- Dijo sintiéndose victorioso.
El elfo podría lanzarse sobre el pequeño objetivo, estaba a su alcance y podría matarlo, pero eso dejaría expuestas a las mujeres que nada tenían que ver en el problema, no podía permitir que les pasara algo, a la peliblanca sí, pero no a ambas, así que era momento de ser precavido e inteligente.
[1] Creo que ya esperamos mucho rato a Saurón =( No hay tiempo que perder- Dijo el elfo a las chicas -Pónganse a salvo, salgan de este lugar para que no les hagan daño- Miró a la peliblanca de Ciudad Lagarto -A ti sí deberían hacerte daño, y a todos los que sirven al pequeño lagarto- Dijo con profundo rencor antes de intentar separarse del grupo y continuar su camino por su cuenta pero al parecer no sería tan sencillo.
No pudo evitar notar que desde su salida de Agucar, muchos se les quedaban mirando sospechosamente, miró por un instante a la peliblanca que se comportaba como si le divirtiera el peligro, y a la otra mujer que se comportara como si peligrara al divertirse -Tal vez sea buena idea que no se separen, al menos hasta dejar este lugar- y es que si bien parecían haber dejado atrás a los matones de Agucar, ese enanín al que ahora perseguía parecía haber preparado el terreno para no dejarlos salir ilesos.
Se detuvo e hizo señas a las mujeres para que se detuvieran con él -No miren hacia los lados, parece que planean una emboscada- Bajó levemente la mirada y giró la cabeza levemente a un lado a donde se encontraba un par de caballos que parecían ser una buena opción para salir de allí.
Hay que tomar los caballos para salir, no hagan movimientos bruscos- Dijo el elfo mientras avanzaba de medio lado muy lentamente hasta donde estaban estos animales atados. Aunque al parecer se encontrarían con dos problemas, el primero de ellos sería acercarse a los caballos sin asustarlos para poder montarlos, pero también debería poder desatarlos y liberarlos de prisa, antes que aquellos quienes ya los estaban rodeando acechantes se lanzaran sobre ellos.
Y por si esto fuera poco, el enano apareció cómodamente en la puerta del local donde se encontraban atadas las monturas solamente para provocar al pelinegro que desde luego, reaccionó lleno de odio y se acercó decidido a matarlo y olvidando todo el plan -No no no, amiguito, eso no sería muy inteligente- Dijo el descarado fugitivo mientras se cruzaba de brazos recostado a la puerta y señalaba con la mirada a los alrededores donde algunos matones observaban mal escondidos y apuntando con sus arcos.
Tú y tu grupo no debieron venir a buscarme- Dijo sonriendo victorioso -Ellas no están con Destino- Respondió el elfo en tono serio -Déjenlas ir, y tal vez Destino considere dejarlos con vida- Dijo en voz alta -¿Y arriesgarme a que vuelvan con ayuda? No he escapado tanto por ser confiado- Dijo sintiéndose victorioso.
El elfo podría lanzarse sobre el pequeño objetivo, estaba a su alcance y podría matarlo, pero eso dejaría expuestas a las mujeres que nada tenían que ver en el problema, no podía permitir que les pasara algo, a la peliblanca sí, pero no a ambas, así que era momento de ser precavido e inteligente.
Destino
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Re: [Cerrado] Agucar, el secreto del agua de arroz [Libre]
Entre vaso y vaso arrojado una botella había llegado a mis manos y antes de arrojarla, bebí el contenido del interior, un sabor fuerte y agrio muy diferente al agua ardiente llegó hasta mi garganta... meh.
Arrojé la botella también y pronto un suceso de hechos comenzaron a ocurrir a nuestro alrededor, en un simple parpadeo de ojos, quienes eran mis aliados ahora no estaban, se habían escabullido por algún lado siguiendo indicaciones.
-No... Mimosa... - me sentí algo triste por un segundo y estaba al borde de llorar pero en instantes me molesté y la necesidad de lágrimas había desaparecido, luego unos gritos que no entendía me despistaron y me olvide porque estaba triste.
El alcohol había subido demasiado rápido hasta mi cabeza y me impedía pensar con claridad, por lo que seguí allí en busca de acción desmesurada. El efecto del rayo dejo a Martina algo atontado pero pronto pudo ponerse de pie nuevamente aun que se lo notaba tan ido como a mí.
Sin mucha lógica sujete otra botella y sin desperdiciar la oportunidad de sorber de la misma, la sujete y se la arroje a la gran mole que luchaba con su percepción del espacio. No fue de mis mejores ideas. Se giró hacia mí y me convertí en su objetivo, levanto su gran mano y me apunto intentando quedar estático por un instante.
- Tú no eres mi amigo. - dijo mientras se acomodaba para embestir contra mí. El mensaje era claro, y yo no estaba en condiciones de pensar que me convenía, ya me habían abandonado y ahora era el centro de atención. No me echaría para atrás.
Subí a la barra tomando una botella detrás de mí, colocando mis dientes en la tapa para abrirla de un mordisco y dándole un sorbo profundo para luego arrojarla; estaba completamente ebrio y ni siquiera me detenía a pensar la fortuna de dinero que cubrirían los gastos ocasionados, cuando el gran mastodonte vino sobre mi lo recibí expectante para luego transformarme y cambiar de forma, en solo segundos cada plaqueta de mi piel muto por hermosas escamas celestes tornasoladas que cambiaban su tamaño para recibir mi cuerpo uniformemente, los ojos se tornaron amarillos y cada hueso en mi cuerpo se deformo para crear la estructura que la forma humana escondía. Otra mala idea... No entraba cómodamente en esté lugar, mi larga cola se escurrió entre mesas y sillas volteando un par en su camino. El techo estaba más bajo de lo que había imaginado y si bien le cause una gran impresión a Martina no planeaba rendirse ni estando atontado, no se quería rendir ni lo otros tampoco. Sentí puntazos de cuchillos contra mi piel, tan suaves y ligeros como picaduras de mosquitos, ya no podría comunicarme con ellos, pero necesitaba salir de allí. Empuje al grandulón contra la parte de adelante y usándolo de escudo arremetí contra la puerta frontal, generando un umbral un poco mayor tirando piedras y madera abajo.
El humo y el polvo nos acompañaron, la gran estructura edilicia resistió formidablemente pues no tenía columnas centrales en el acceso, pero la pequeña puerta de madera era ahora el marco que rodeaba a mi contrincante quien quedo noqueado contra el suelo.
Un rugido alarmante salió desde lo más profundo de mis pulmones... Ahora estaba afuera y sentía como la humedad rezagada de la lluvia se pegaba por mi cuerpo dándome paz.
Ningún matón me siguió afuera y creí que hasta allí seria mi aventura pero entonces me acordé de las hierbas que buscaba...
"Mimosa.." aun mareado y desorientado giré la vista buscándolos, había personas muy parecidas, muchos puntos y manchas negros, marrones y naranjas, como encontraría al elfo así, pensé en cambiar de forma entonces pero más adelante un ser de prendas blancas inmaculadas llamo mi atención como faro de luz.
- Ahí están!!! Chicoooosss!!! Esperenmeee!!! - les grite y me abalance donde la luz blanca de Christelle olvidando que en mi forma dragón quizás no entenderían mis palabras y solo escucharan rugidos inexplicables.
- Gaooohhhhh! (interprétese rugir de dragón)
_____Arrojé la botella también y pronto un suceso de hechos comenzaron a ocurrir a nuestro alrededor, en un simple parpadeo de ojos, quienes eran mis aliados ahora no estaban, se habían escabullido por algún lado siguiendo indicaciones.
-No... Mimosa... - me sentí algo triste por un segundo y estaba al borde de llorar pero en instantes me molesté y la necesidad de lágrimas había desaparecido, luego unos gritos que no entendía me despistaron y me olvide porque estaba triste.
El alcohol había subido demasiado rápido hasta mi cabeza y me impedía pensar con claridad, por lo que seguí allí en busca de acción desmesurada. El efecto del rayo dejo a Martina algo atontado pero pronto pudo ponerse de pie nuevamente aun que se lo notaba tan ido como a mí.
Sin mucha lógica sujete otra botella y sin desperdiciar la oportunidad de sorber de la misma, la sujete y se la arroje a la gran mole que luchaba con su percepción del espacio. No fue de mis mejores ideas. Se giró hacia mí y me convertí en su objetivo, levanto su gran mano y me apunto intentando quedar estático por un instante.
- Tú no eres mi amigo. - dijo mientras se acomodaba para embestir contra mí. El mensaje era claro, y yo no estaba en condiciones de pensar que me convenía, ya me habían abandonado y ahora era el centro de atención. No me echaría para atrás.
Subí a la barra tomando una botella detrás de mí, colocando mis dientes en la tapa para abrirla de un mordisco y dándole un sorbo profundo para luego arrojarla; estaba completamente ebrio y ni siquiera me detenía a pensar la fortuna de dinero que cubrirían los gastos ocasionados, cuando el gran mastodonte vino sobre mi lo recibí expectante para luego transformarme y cambiar de forma, en solo segundos cada plaqueta de mi piel muto por hermosas escamas celestes tornasoladas que cambiaban su tamaño para recibir mi cuerpo uniformemente, los ojos se tornaron amarillos y cada hueso en mi cuerpo se deformo para crear la estructura que la forma humana escondía. Otra mala idea... No entraba cómodamente en esté lugar, mi larga cola se escurrió entre mesas y sillas volteando un par en su camino. El techo estaba más bajo de lo que había imaginado y si bien le cause una gran impresión a Martina no planeaba rendirse ni estando atontado, no se quería rendir ni lo otros tampoco. Sentí puntazos de cuchillos contra mi piel, tan suaves y ligeros como picaduras de mosquitos, ya no podría comunicarme con ellos, pero necesitaba salir de allí. Empuje al grandulón contra la parte de adelante y usándolo de escudo arremetí contra la puerta frontal, generando un umbral un poco mayor tirando piedras y madera abajo.
El humo y el polvo nos acompañaron, la gran estructura edilicia resistió formidablemente pues no tenía columnas centrales en el acceso, pero la pequeña puerta de madera era ahora el marco que rodeaba a mi contrincante quien quedo noqueado contra el suelo.
Un rugido alarmante salió desde lo más profundo de mis pulmones... Ahora estaba afuera y sentía como la humedad rezagada de la lluvia se pegaba por mi cuerpo dándome paz.
Ningún matón me siguió afuera y creí que hasta allí seria mi aventura pero entonces me acordé de las hierbas que buscaba...
"Mimosa.." aun mareado y desorientado giré la vista buscándolos, había personas muy parecidas, muchos puntos y manchas negros, marrones y naranjas, como encontraría al elfo así, pensé en cambiar de forma entonces pero más adelante un ser de prendas blancas inmaculadas llamo mi atención como faro de luz.
- Ahí están!!! Chicoooosss!!! Esperenmeee!!! - les grite y me abalance donde la luz blanca de Christelle olvidando que en mi forma dragón quizás no entenderían mis palabras y solo escucharan rugidos inexplicables.
- Gaooohhhhh! (interprétese rugir de dragón)
Transformación a dragón.
Sauron Guardgris
Honorable
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Re: [Cerrado] Agucar, el secreto del agua de arroz [Libre]
Cuando toda esperanza parecía indicar que iban a lograr escapar, es cuando realmente Rel se percató que tal deseo estaba un poco más lejos de ser alcanzado, pues en el exterior de Agucar les aguardaban unos cuantos matones acompañando a un enfurecido enano que bloqueaba la puerta de acceso a los establos para poder acceder a una montura de las muchas que allí habían en su interior y que salvaguardaban de la intemperie. Desde luego el objetivo de aquel llamado Destino no se hizo esperar y ante una posición bastante tranquila mientras descansaba todo su peso apoyándose contra la entrada de la misma, el fugitivo amenazó a todo el grupo siendo apoyado por quienes poco a poco comenzaban a rodear a los aventureros mientras que otros prepararon sus arcos rudimentarios para en cualquier momento y señal del susodicho disparasen contra ellos.
Rel se mantuvo cerca de los inesperados acompañantes en esta situación, confundida ante tan inesperados y consecutivos actos violentos, pues jamás sus ojos habían sido testigos de tanto odio y animadversión que desencadenasen en unas nuevas reyertas y amenazas y hela aquí de nuevo ante una nueva situación de desconcierto. La mujer dragón temblequeaba con levedad mientras posaba sus ojos en cada individuo que les asediaba, al menos aquellos que desde su posición podía determinar sin osar moverse demasiado o mostrar un brusco hacer que provocase la liberación e inicio del ataque por parte de sus enemigos, la discípulo se aferraba a su bastón con fuerza estrechándolo junto a su pecho, la tensión de sus músculos era acrecentado a sabiendas del posible final en el cual estaban a punto de enfrentarse. Rel tragó con fuerza, haciendo acopio de todo el valor que pudo reunir en dichos instantes y se irguió en toda su altura para intentar pronunciarse y ofrecer su voz cantarina en un llamado a la calma.
- Creo... Creo que se trata de un lamentable malentendido, tan sólo deseamos abandonar este lugar si nos lo permiten. - Obviamente la mujer desconocía las intenciones del gentil Destino, ya que su labor sí trataba de dar caza a este prófugo de la justicia, mas por parte de Rel simplemente era alguien que estaba en el lugar y momento inadecuado para su desafortunada suerte.
- Os ruego buen señor, pues mi labor como enviada de los Antiguos no casaría jamás con intentar hacer daño alguno a nadie de los aquí presentes, no derramemos sangre y que cada quien escoja su sendero y en paz prosiga su hacer. - Tras las sinceras palabras de la mujer dragón se escucharon algunos murmullos entre los hombres reunidos ante su extraño habla y transmitir, no desistiendo en sus posiciones de combate pero en un inicio la incertidumbre quedó plasmado en su buen juicio, que pronto se recobró con algunas carcajadas leves y jocosos comentarios que a penas pudieron ser audibles para la decepcionada mujer. Aquellos hombres no parecían atender a razones o a las pacíficas opciones de la heraldo, que al menos para ella, eran una fácil elección pero el poder y la maldad lamentablemente no podían extinguirse sin más.
De pronto, un estruendo y alarido gargantuesco se hizo presente cuando un gran dragón de proporciones colosales emergió del interior de Agucar destrozando parcialmente la estructura de la cual estaba conformada la taberna del pobre Joel, elevando algo de polvo junto a los escombros de piedra y madera que se amontonaban y caían sin remedio alguno. Desde luego eso hizo llamar la atención de unos atónitos presentes, siendo testigos de la presencia de una una sierpe azulada a la vez que se aproximaba con un rugido poderoso. Muchos arqueros ante el miedo y sorpresa dirigieron su foco de atención hacia a un Sauron transformado, disparando proyectiles contra este sin pensar demasiado en sus acciones guiadas por el horror, otros en cambio huyeron despavoridos junto a los pueblerinos quienes poco a poco corrían la voz alertando a sus vecinos y conocidos "¡Un Dragón nos ataca!" "¡Socorro!" "¡Alerta! ¡Despertad!" entre otros griteríos que poco a poco se extendían por la villa.
Momento que Rel aprovechó y comenzó a canalizar su don ayudándose con su bastón de mano, su ojo ambarino emitió un leve brillo fulgurante pero oculto parcialmente gracias a su capucha a la vez que este se clavaba en el fugitivo enano, no tardando en susurrar algunas retahílas y evocar un sortilegio en dirección a este. Un torrente de voz es proferido por la mujer dragón, provocando irremediablemente la acción de varios en llevar las manos a sus oídos e intentar no caer en un desvanecimiento debido al mareo que podrían sentir, pues dentro de sus cabezas retumbaría con fuerza la Voz del Ensoñador emitida.
*Voz del Ensoñador: Dura dos turnos. Las personas situadas a unos 10 metros de distancia sentirían desequilibrio, mareos, confusión e incluso desmayo en los peores casos (en este último, personajes de niveles muy bajos o npcs que no dispongan de nivel) En este ejemplo algunos matones terminan aturdidos, otros desmayados etc, por parte de los personajes roleadlo como veáis ^^
Rel se mantuvo cerca de los inesperados acompañantes en esta situación, confundida ante tan inesperados y consecutivos actos violentos, pues jamás sus ojos habían sido testigos de tanto odio y animadversión que desencadenasen en unas nuevas reyertas y amenazas y hela aquí de nuevo ante una nueva situación de desconcierto. La mujer dragón temblequeaba con levedad mientras posaba sus ojos en cada individuo que les asediaba, al menos aquellos que desde su posición podía determinar sin osar moverse demasiado o mostrar un brusco hacer que provocase la liberación e inicio del ataque por parte de sus enemigos, la discípulo se aferraba a su bastón con fuerza estrechándolo junto a su pecho, la tensión de sus músculos era acrecentado a sabiendas del posible final en el cual estaban a punto de enfrentarse. Rel tragó con fuerza, haciendo acopio de todo el valor que pudo reunir en dichos instantes y se irguió en toda su altura para intentar pronunciarse y ofrecer su voz cantarina en un llamado a la calma.
- Creo... Creo que se trata de un lamentable malentendido, tan sólo deseamos abandonar este lugar si nos lo permiten. - Obviamente la mujer desconocía las intenciones del gentil Destino, ya que su labor sí trataba de dar caza a este prófugo de la justicia, mas por parte de Rel simplemente era alguien que estaba en el lugar y momento inadecuado para su desafortunada suerte.
- Os ruego buen señor, pues mi labor como enviada de los Antiguos no casaría jamás con intentar hacer daño alguno a nadie de los aquí presentes, no derramemos sangre y que cada quien escoja su sendero y en paz prosiga su hacer. - Tras las sinceras palabras de la mujer dragón se escucharon algunos murmullos entre los hombres reunidos ante su extraño habla y transmitir, no desistiendo en sus posiciones de combate pero en un inicio la incertidumbre quedó plasmado en su buen juicio, que pronto se recobró con algunas carcajadas leves y jocosos comentarios que a penas pudieron ser audibles para la decepcionada mujer. Aquellos hombres no parecían atender a razones o a las pacíficas opciones de la heraldo, que al menos para ella, eran una fácil elección pero el poder y la maldad lamentablemente no podían extinguirse sin más.
De pronto, un estruendo y alarido gargantuesco se hizo presente cuando un gran dragón de proporciones colosales emergió del interior de Agucar destrozando parcialmente la estructura de la cual estaba conformada la taberna del pobre Joel, elevando algo de polvo junto a los escombros de piedra y madera que se amontonaban y caían sin remedio alguno. Desde luego eso hizo llamar la atención de unos atónitos presentes, siendo testigos de la presencia de una una sierpe azulada a la vez que se aproximaba con un rugido poderoso. Muchos arqueros ante el miedo y sorpresa dirigieron su foco de atención hacia a un Sauron transformado, disparando proyectiles contra este sin pensar demasiado en sus acciones guiadas por el horror, otros en cambio huyeron despavoridos junto a los pueblerinos quienes poco a poco corrían la voz alertando a sus vecinos y conocidos "¡Un Dragón nos ataca!" "¡Socorro!" "¡Alerta! ¡Despertad!" entre otros griteríos que poco a poco se extendían por la villa.
Momento que Rel aprovechó y comenzó a canalizar su don ayudándose con su bastón de mano, su ojo ambarino emitió un leve brillo fulgurante pero oculto parcialmente gracias a su capucha a la vez que este se clavaba en el fugitivo enano, no tardando en susurrar algunas retahílas y evocar un sortilegio en dirección a este. Un torrente de voz es proferido por la mujer dragón, provocando irremediablemente la acción de varios en llevar las manos a sus oídos e intentar no caer en un desvanecimiento debido al mareo que podrían sentir, pues dentro de sus cabezas retumbaría con fuerza la Voz del Ensoñador emitida.
*Voz del Ensoñador: Dura dos turnos. Las personas situadas a unos 10 metros de distancia sentirían desequilibrio, mareos, confusión e incluso desmayo en los peores casos (en este último, personajes de niveles muy bajos o npcs que no dispongan de nivel) En este ejemplo algunos matones terminan aturdidos, otros desmayados etc, por parte de los personajes roleadlo como veáis ^^
El Ensoñador
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Re: [Cerrado] Agucar, el secreto del agua de arroz [Libre]
El pelinegro observaba con atención hacia los diferentes frentes, claramente su objetivo se encontraba muy muy cerca, y al mismo tiempo, tan lejos, apretó los puños, lleno de frustración mientras que su objetivo dibujaba una pícara sonrisa al saberse intocable, al menos de momento. Y la situación se había mantenido igual de tensa de no ser porque la alta mujer decidió mediar para calmar la situación, una situación que de hecho resultaba bastante desfavorable.
Aunque su intención era buena, aquellos sujetos no nos dejarían ir sin más, todos ellos sabían que las mujeres eran inocentes, pero al mismo tiempo, ellas eran lo que mantenía controlado al elfo a quien parecían importarle, lo que las convertía en una garantía de obediencia y sometimiento.
Fue entonces cuando la distracción que necesitaban llegó en la forma de un estruendoso dragón que captó rápidamente la atención de todos. Era el momento, Destino supo de inmediato que no tendría otra oportunidad y se preparó tomando su espada y flexionando sus piernas para lanzar una estocada, pero algo no andaba bien.
El fugitivo intentó escapar de prisa, pero tras desaparecer hacia el interior del local donde se encontraba, un golpe muy fuerte delató que se había desplomado al piso. Destino intentó correr tras él, pero tuvo que detenerse tras un par de pasos al sentir que todo le daba vueltas. La espada del pelinegro se clavó en el piso para usarla como bastón improvisado y mantener el equilibrio ante los que estaba sucediendo, pero al mirar a los alrededores, pudo notar que además de no ser el único afectado, no era quien se había llevado la peor parte.
Casi todo el escenario había sido prácticamente limpiado, y solo unas pocas amenazas habían conseguido mantenerse en pie, aunque sin muchas posibilidades de atacar. Destino aprovechó la confusión y usó su espada para cortar las riendas de un par de caballos, acercó uno a la peliblanca para darle la oportunidad de escapar de prisa mientras él tomaba el otro.
Con algo de esfuerzo se subió a la bestia y antes de ordenarle que corriera, se detuvo frente a la misteriosa mujer -Vamos, de prisa- Le ofreció la mano para ayudarla a subir al caballo y escapar juntos. Tal vez no había conseguido su objetivo y la presa quedaría libre, pero al menos podrían salir todos ilesos de aquella compleja situación.
Luego de ayudar a la mujer a subir, si esta decidía acompañarle, el elfo comenzaría una vertiginosa fuga abandonando el pueblo. Atrás quedaba la recompensa y los peligros, tal vez alguna venganza y algún peligro futuro, pero al menos de momento sería cuestión de tiempo para ponerse a salvo todos… Todos menos el dragón, aunque si era listo, seguro también habría aprovechado la distracción para salir de allí volando.
Aunque su intención era buena, aquellos sujetos no nos dejarían ir sin más, todos ellos sabían que las mujeres eran inocentes, pero al mismo tiempo, ellas eran lo que mantenía controlado al elfo a quien parecían importarle, lo que las convertía en una garantía de obediencia y sometimiento.
Fue entonces cuando la distracción que necesitaban llegó en la forma de un estruendoso dragón que captó rápidamente la atención de todos. Era el momento, Destino supo de inmediato que no tendría otra oportunidad y se preparó tomando su espada y flexionando sus piernas para lanzar una estocada, pero algo no andaba bien.
El fugitivo intentó escapar de prisa, pero tras desaparecer hacia el interior del local donde se encontraba, un golpe muy fuerte delató que se había desplomado al piso. Destino intentó correr tras él, pero tuvo que detenerse tras un par de pasos al sentir que todo le daba vueltas. La espada del pelinegro se clavó en el piso para usarla como bastón improvisado y mantener el equilibrio ante los que estaba sucediendo, pero al mirar a los alrededores, pudo notar que además de no ser el único afectado, no era quien se había llevado la peor parte.
Casi todo el escenario había sido prácticamente limpiado, y solo unas pocas amenazas habían conseguido mantenerse en pie, aunque sin muchas posibilidades de atacar. Destino aprovechó la confusión y usó su espada para cortar las riendas de un par de caballos, acercó uno a la peliblanca para darle la oportunidad de escapar de prisa mientras él tomaba el otro.
Con algo de esfuerzo se subió a la bestia y antes de ordenarle que corriera, se detuvo frente a la misteriosa mujer -Vamos, de prisa- Le ofreció la mano para ayudarla a subir al caballo y escapar juntos. Tal vez no había conseguido su objetivo y la presa quedaría libre, pero al menos podrían salir todos ilesos de aquella compleja situación.
Luego de ayudar a la mujer a subir, si esta decidía acompañarle, el elfo comenzaría una vertiginosa fuga abandonando el pueblo. Atrás quedaba la recompensa y los peligros, tal vez alguna venganza y algún peligro futuro, pero al menos de momento sería cuestión de tiempo para ponerse a salvo todos… Todos menos el dragón, aunque si era listo, seguro también habría aprovechado la distracción para salir de allí volando.
Destino
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Re: [Cerrado] Agucar, el secreto del agua de arroz [Libre]
Agucar y sus inmediaciones quedaron envueltas en un torbellino de locura y caos estrepitoso, donde la confusión quedaba desperdigada sin control alguno, esparciéndose mediante gritos de ayuda y otros quizás en amenaza hacia aquellos jinetes que intentaban alejarse y terminaron por separarse en caminos bifurcados. También hay que añadir la presencia del gran Dragón resurgido en mitad del gentío, una poderosa criatura que ni bien ni mal hizo su papel como elemento disuasorio ¿Quién no tendría temor al toparse con uno? Aunque era cuestión de tiempo que las alarmas de los habitantes fueran dadas debido a ello y que el foco de atención fuera este en concreto, véase para intentar abatirlo, huir o procurar salvaguardar lo poco que tenía esta humilde pero peligrosa villa.
Rel dudaba de unas intenciones hostiles de su allegado, quizás un intento de protegerse y salir de allí como los extranjeros era lo que se proponía, aún desde la parte de atrás de la montura junto al gentil llamado Destino, era capaz de ver la majestuosa silueta del Dragón intentando abrirse paso entre aquellos quienes intentaban interponerse con antorchas en mano y proyectiles varios, fútil intento de avasallar al gargantuesco ser pues muchos de ellos denotaban desvanecimientos, pérdida de concentración y temblores en sus extremidades debido al grito que el Ensoñador había emitido hacia quienes les habían rodeado, por desgracia no fueron los únicos en ser afectados por la voz que la discípulo proyectó.
- ¿Estáis bien? - El corcel oscuro que compartían se alejó raudo siguiendo las órdenes que las espuelas le acometía su actual dueño, el trote pesado de este y el viento azotando sus rostros hacían que la voz de Rel quedase en un casi un inaudible murmullo.
- ... Lamento si daño os he causado, mas descuidad, el efecto se terminará pronto y... ¿Hm? Creo que no nos siguen estimado. - Desde su posición no es que pudiera anunciar mucho de lo que sucedía tras ellos, pero era cierto que ante la división del grupo y el destacado problema con el Dragón, precisamente ambos no formaban ya parte de aquel agro enemigo.
- ¿Dónde nos dirigimos? No reconozco estos lugares con exactitud me temo, aunque debo deciros q- ¡Uh! - La Dragón se sostuvo del jinete con ambas garras procurando no dañar a este entre algún vaivén que el caballo ofrecería, inestabilidades ante un trote irregular que hicieron a Rel casi caerse de la montura en un intento porque su capucha no se desajustara de su habitual lugar.
- Q-que tengo una misión divina entre manos... Debo seguir los caminos del Sur. - Se intentó explicar nuevamente. Y cierto era, pues era una enviada de su pueblo encaminada a los territorios exteriores en pos de predicar la palabra de los Antiguos, lo que no esperaba era un nivel de agresividad como aquel, un primero contacto que hizo a la mujer sopesar y estar aún más alerta en los próximos y venideros encuentros futuros.
El Ensoñador
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Re: [Cerrado] Agucar, el secreto del agua de arroz [Libre]
Galoparon ambos viajeros, un par de desconocidos, atrapados por eventos fortuitos en medio de una situación que por poco se les escapa de las manos, el asesino se lamentaba aún de haber dejado escapar a la presa, al menos por ahora, pero al menos estaba seguro que, considerando las circunstancias, había hecho lo correcto para mantenerse con vida, sacando de ahí a la mujer que parecía no saber en qué terrible lugar había ido a parar.
Así es, ¿Tú estás bien?- Preguntó el elfo en tono serio pero con cierto tono protector, a pesar de que la dragona había demostrado que tenía recursos de sobra para defenderse, incluso del mismo elfo -No te preocupes, lo que sea que haya sido eso, creó una buena oportunidad para salir vivos de ese lugar- Respondió intentando calmar la preocupación de la chica.
El elfo, de hecho, se dirigía al norte cuando la mujer le preguntó la ruta, apretando el abdomen al sentir el pinchazo de las garras casi perforando la piel -Descuida, justo al sur es el curso actual- Dijo con seguridad mientras giraba discretamente las riendas para cambiar de rumbo hacia el sur -Hay unas posadas, no muy lejos de acá, un poco más seguras- Le dijo manteniendo la mirada al frente, tal vez verificando que fuera en la dirección correcta.
¿Una misión?- Preguntó con cierta curiosidad -¿En qué consiste tu misión?- Añadió luego. Siendo él, alguien que pasaba la vida de una misión a otra, le resultaba curioso saber cuál podría ser la misión de aquella persona -¿Qué eres?- Añadió luego. La sociedad de los dragones le resultaba al elfo ciertamente interesante y organizada.
Y no es que el pelinegro fuera muy dado a las conversaciones, pero, dado que no había nada mejor qué hacer y el camino hacia las posadas era un poco largo, tal vez lo mejor fuera conocer un poco acerca de aquella intrigante mujer y su misteriosa misión. De igual modo, deberían darse prisa pues la noche no tardaría en caer, y en aquellos parajes el frío era un problema para quienes no estaban acostumbrados.
A medida que se alejaban de aquel terrible pueblo, el frío comenzaba a volverse una verdadera molestia, haciendo que el elfo tuviera que frotarse las manos más de una vez para evitar esa terrible sensación de dedos congelados, y es que sentía que se le iban a caer uno por uno, o peor, todos a la vez -¿Es normal para ti tanto frío?- Preguntó, siendo los dragones del norte, seguramente estarían más que adaptados a las bajas temperaturas, aunque aquello era solo una suposición, no es que conociera tantos dragones de todos modos.
Así es, ¿Tú estás bien?- Preguntó el elfo en tono serio pero con cierto tono protector, a pesar de que la dragona había demostrado que tenía recursos de sobra para defenderse, incluso del mismo elfo -No te preocupes, lo que sea que haya sido eso, creó una buena oportunidad para salir vivos de ese lugar- Respondió intentando calmar la preocupación de la chica.
El elfo, de hecho, se dirigía al norte cuando la mujer le preguntó la ruta, apretando el abdomen al sentir el pinchazo de las garras casi perforando la piel -Descuida, justo al sur es el curso actual- Dijo con seguridad mientras giraba discretamente las riendas para cambiar de rumbo hacia el sur -Hay unas posadas, no muy lejos de acá, un poco más seguras- Le dijo manteniendo la mirada al frente, tal vez verificando que fuera en la dirección correcta.
¿Una misión?- Preguntó con cierta curiosidad -¿En qué consiste tu misión?- Añadió luego. Siendo él, alguien que pasaba la vida de una misión a otra, le resultaba curioso saber cuál podría ser la misión de aquella persona -¿Qué eres?- Añadió luego. La sociedad de los dragones le resultaba al elfo ciertamente interesante y organizada.
Y no es que el pelinegro fuera muy dado a las conversaciones, pero, dado que no había nada mejor qué hacer y el camino hacia las posadas era un poco largo, tal vez lo mejor fuera conocer un poco acerca de aquella intrigante mujer y su misteriosa misión. De igual modo, deberían darse prisa pues la noche no tardaría en caer, y en aquellos parajes el frío era un problema para quienes no estaban acostumbrados.
A medida que se alejaban de aquel terrible pueblo, el frío comenzaba a volverse una verdadera molestia, haciendo que el elfo tuviera que frotarse las manos más de una vez para evitar esa terrible sensación de dedos congelados, y es que sentía que se le iban a caer uno por uno, o peor, todos a la vez -¿Es normal para ti tanto frío?- Preguntó, siendo los dragones del norte, seguramente estarían más que adaptados a las bajas temperaturas, aunque aquello era solo una suposición, no es que conociera tantos dragones de todos modos.
Destino
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Re: [Cerrado] Agucar, el secreto del agua de arroz [Libre]
Los leves temblores y la respiración entrecortada que presentaba Destino fue algo que la discípulo pudo sentir al hallarse sostenida tras sus espaldas. Ciertamente en el Norte las temperaturas descendían de forma alarmante y dependiendo del lugar la humedad agravaba determinadas afecciones, pues el mismo llegaba a entumecer y a contraer a aquellos no acostumbrados a este clima tan agresivo. Rel en cambio no parecía quejarse o mostrar molestias por ello, pues al fin y al cabo los Odæi residían en los picos más altos de los Reinos del Norte, alejados de toda civilización y únicamente conectados a ellos mediante sus preciados escritos antiguos en devoción a sus dioses. Simplemente aplicaban una austeridad sincera y los ropajes que la mujer Dragón portaba no eran precisamente ostentosos, sino que estaban fabricados con el único objetivo de cubrir el cuerpo de su portador y proteger a este frente a las inclemencias posibles.
- Para nosotros es algo normal, en los llanos de hecho las temperaturas son mucho más estables. - Explicó profiriendo una suave risotada, eclipsando un poco con este gesto su estado nervioso por los acontecimientos acaecidos hace escasos instantes, intentado transmitir calma y serenidad.
- Mi hogar se encuentra en lo alto de las montañas del Norte, creo que allí os sorprenderíais pues a la intemperie de los territorios el frío actúa de una forma más despiadada con cualquiera que los ascienda. Quizás ya nos hayamos habituado a ello a lo largo de los años. - Y porque desde su tierna infancia no había conocido otra cosa, es cuestión de adaptabilidad, aunque Rel si había visto como los Venerables, aquellos más ancianos del poblado, se adentraban en solitario a las zonas más peligrosas sin portar provisiones, ellos en solitario frente a la crueldad del clima y luego regresaban ilesos tras días de plena entrega y rezos, algo habitual y muy admirable para ella.
- Soy un Ensoñador estimado, tengo el divino deber de portar y extender la palabra de nuestros dioses, es por ello que mi camino comenzó hace pocos días pues descendí desde mi hogar a la pequeña villa de donde no hemos tenido otro remedio que huir. Es una pena que no haya podido hablar con ellos, desconocía que tuviéramos unos vecinos tan agresivos. - Los caminos gradualmente perdían su definir debido a la escasa luz que el atardecer les ofrecía, indicando pues así que el astro rey estaba a punto de ocultarse totalmente, dando paso a la fase media lunar de Bakthut quien con un poco de suerte proyectaría sus rayos plateados en lugar de los a penas cálidos brazos de Bakshel, suficiente para guiarse hasta el siguiente objetivo siguiendo el sendero Sur.
La aldea de Vogis era un asentamiento un poco más amplio y diverso que el anterior visitado, poblado principalmente por Dragones y Humanos en menor número entre otras razas variadas que casualmente se dejaban ver por allí, ya que se hallaba situado entre la misma ciudad principal de Dundarak y las montañas límite de la región. Vogis se encontraba sobre el sendero que ambos protagonistas pisaban, llegando a este cruce muy transitado entre las comarcas existentes, por lo que existía en la población cierta actividad comercial entre ellas. Este humilde asentamiento estaba rodeado de una empalizada con puertas cerradas y guardadas por centinelas al caer la noche para evitar problemas originados en las salvajes tierras circundantes ya que ocasionalmente algún osado de la zona colindante podría ocasionar problemas. Y es ahí donde ambos, el gentil Destino y el Ensoñador llegaron a estos grandes portones clausurados junto a dos guardas Dragones observándoles de arriba abajo.
- Alto ahí... ¿Qué os trae a Vogis extranjeros? - Preguntó uno de ellos, aparentemente se asemejaban a dos muros infranqueables, sin oportunidad de apartarse hasta que su pregunta fuera respondida.
El Ensoñador
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Re: [Cerrado] Agucar, el secreto del agua de arroz [Libre]
Un escalofrío se hizo presente en el cuerpo del elfo al escuchar que la mujer estaba adaptada a temperaturas mucho más frías, aunque no dejaba de resultarle llamativa la posibilidad de usar el frío de ambiente como arma contra oponentes. Continuó escuchando atentamente a medida que el corcel avanzaba hacia el siguiente poblado que seguramente sería más tranquilo y seguro.
Ensoñador- Repitió en voz baja intentando memorizarlo, era un término que no había escuchado antes, pero con suerte no sería la última vez que lo hiciera -Aerandir es un lugar bastante agresivo si no tienes cuidado- Le advirtió a la mujer que parecía resultar un poco ingenua con sus expectativas acerca del territorio al que se aventuraba.
El sendero se hizo corto gracias a la amena charla que se mantenía con aquella misteriosa mujer de afiladas garras -Falta poco para llegar al siguiente poblado- Advirtió el pelinegro al divisar en la distancia los altos límites que cercaban el pequeño pueblo -Es una noble misión, ojalá tus dioses no te abandonen en ella- Dijo el elfo, que a pesar de pertenecer a una raza muy creyente en diversas deidades, había perdido poco a poco la certeza de que estos seres existieran realmente.
El caballo lucía un poco cansado, y es que no había sido un viaje sencillo llevar a un par de pesados viajeros luego de la carrera inicial, la bestia parecía anhelar un descanso con toda su fuerza de voluntad y el ver el pueblo hizo que el mismo relinchara y se apresurara a llegar sin prestar atención a lo que sus tripulantes desearan -Muy bien, calma, calma muchacho, despacio y con cuidado- Dijo el pelinegro al caballo mientras halaba las riendas atrás para intentar calmarlo pero la bestia continuaba imparable aunque ciertamente, con cuidado.
No tardaron en llegar a la entrada del pueblo donde finalmente Destino logró detener al caballo frente a aquellos imponentes guardianes que los interrogaban acerca de los motivos de su visita -Refugio, descanso y alimento- Dijo el elfo en pocas palabras para explicar las razones que los habían traído hasta acá, si algo había aprendido en sus recientes aventuras era no decir más de lo que le preguntaban -El caballo está hambriento y cansado, al igual que estos viajeros- Dijo mientras se señalaba a sí mismo y a la mujer.
Aunque el pelinegro tenía prisa, tal vez incluso él podría entrar al pueblo a tomar un descanso antes de continuar con su viaje hacia las inclementes tierras del norte -Seguramente aquí estarás bien- Dijo a la mujer mientras le ofrecía la mano para bajar del caballo en caso que los guardianes les solicitaran bajar del animal para alguna revisión rutinaria -Solo evita ser tan confiada, presta atención a los detalles de tu entorno y mantente alerta- Le advirtió antes de volverse hacia los dos vigías del pueblo y alzar sus manos en señal de paz para aceptar las revisiones que resultaran necesarias.
Ensoñador- Repitió en voz baja intentando memorizarlo, era un término que no había escuchado antes, pero con suerte no sería la última vez que lo hiciera -Aerandir es un lugar bastante agresivo si no tienes cuidado- Le advirtió a la mujer que parecía resultar un poco ingenua con sus expectativas acerca del territorio al que se aventuraba.
El sendero se hizo corto gracias a la amena charla que se mantenía con aquella misteriosa mujer de afiladas garras -Falta poco para llegar al siguiente poblado- Advirtió el pelinegro al divisar en la distancia los altos límites que cercaban el pequeño pueblo -Es una noble misión, ojalá tus dioses no te abandonen en ella- Dijo el elfo, que a pesar de pertenecer a una raza muy creyente en diversas deidades, había perdido poco a poco la certeza de que estos seres existieran realmente.
El caballo lucía un poco cansado, y es que no había sido un viaje sencillo llevar a un par de pesados viajeros luego de la carrera inicial, la bestia parecía anhelar un descanso con toda su fuerza de voluntad y el ver el pueblo hizo que el mismo relinchara y se apresurara a llegar sin prestar atención a lo que sus tripulantes desearan -Muy bien, calma, calma muchacho, despacio y con cuidado- Dijo el pelinegro al caballo mientras halaba las riendas atrás para intentar calmarlo pero la bestia continuaba imparable aunque ciertamente, con cuidado.
No tardaron en llegar a la entrada del pueblo donde finalmente Destino logró detener al caballo frente a aquellos imponentes guardianes que los interrogaban acerca de los motivos de su visita -Refugio, descanso y alimento- Dijo el elfo en pocas palabras para explicar las razones que los habían traído hasta acá, si algo había aprendido en sus recientes aventuras era no decir más de lo que le preguntaban -El caballo está hambriento y cansado, al igual que estos viajeros- Dijo mientras se señalaba a sí mismo y a la mujer.
Aunque el pelinegro tenía prisa, tal vez incluso él podría entrar al pueblo a tomar un descanso antes de continuar con su viaje hacia las inclementes tierras del norte -Seguramente aquí estarás bien- Dijo a la mujer mientras le ofrecía la mano para bajar del caballo en caso que los guardianes les solicitaran bajar del animal para alguna revisión rutinaria -Solo evita ser tan confiada, presta atención a los detalles de tu entorno y mantente alerta- Le advirtió antes de volverse hacia los dos vigías del pueblo y alzar sus manos en señal de paz para aceptar las revisiones que resultaran necesarias.
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Re: [Cerrado] Agucar, el secreto del agua de arroz [Libre]
Aquella pregunta imperativa se parecía más a una realizada por mera rutina sin inspección a excepción de un barrido visual rápido, uno que acompañando a las escuetas palabras de Destino fueron más que suficientes como para cederles el paso y apartarse un poco estos centinelas, quedando un libre acceso y estrecho camino al interior de Vogis. Pocas antorchas iluminaban el camino nocturno, desvelando los pocos comercios cerrados debido a las altas horas que serían a excepción de un par de posadas, tan ruidosas que incluso se escuchaba algún tipo de barullo en su interior, un contraste con el exterior lúgubre y silencioso, roto de vez en cuando por la conversación de estos dos aventureros y el sonido de los cascos del corcel que iba con ellos.
- Tendré en buena consideración vuestros consejos, aunque no sé cómo dirigirme hacia vos. - Rel se detuvo al lado de una de estas tabernas abarrotadas, girándose hacia Destino para ser capaz de verle junto a uno de estos focos que proveían luminosidad a las calles, al menos para ser capaz de determinar al detalle los rasgos de su compañero de viaje y huida.
- ¿Puedo saber el nombre de este gentil Elfo que me ayudó de forma desinteresada? Los dioses parecen haber obrado una vez más y me han permitido continuar, siempre gracias a las voluntades de sus hijos. - La mujer sonreía abiertamente hacia este mostrando su gratitud, ambas manos, garras mejor dicho, se habían entrelazado apoyando estas sobre su propio plexo a modo sentido, exteriorizando así su enorme deuda.
- Permitidme pues noble gentil, antes de que nuestros caminos se bifurquen, otorgaros la bendición de los Antiguos en vuestra persona, que sus ojos no parpadeen cuando os vigilen desde lo alto, que sus estrellas brillen intensamente iluminando vuestro sendero y que prospero sea el porvenir futuro que os depara. - La discípulo, de poder ejecutar tal acción, tomaría ambas manos de su compañero para estrecharlas con firmeza entre las suyas, clausurando sus ojos y entonando una serie de retahílas en favor de aquel Elfo haciendo uso de su lengua madre y que los Dragones eran conocedores de ella. Unas oraciones sinceras que procuraron ser una bendición para los caminos venideros de Destino.
"Oh Gammir, noble y primero de los Dragones, proyectad vuestra buenaventura y luz sobre vuestro hijo, que la oscuridad se aparte no llegando jamás para alcanzarle. Haced fuerte su mente, que posea una determinación férrea, haced fuerte su alma, que esta jamás se quiebre siendo única y fuerte sea su espíritu para que su esencia infinita no se extinga. Es mi deseo a este noble ser quien me acompaña, vuestro designio, honorables Antiguos, será mi última palabra."
Obviamente si Destino no es conocedor de la lengua de los Dragones no podría saber de qué trata dichas palabras entonadas por la mujer, que una vez finalizadas, Rel soltó con gentileza las manos del asesino.
- Quizás... Esta taberna sea un lugar más acogedor que el anterior, si prisa no tenéis permitidme ofreceros alguna bebida reconfortante mientras vuestro corcel descansa ¿Qué os parece?. - Una invitación surgida de imprevisto, quizás no estaría mal un pequeño descanso tras la situación en Agucar, de hecho la mujer Dragón parecía interesada en mantener aún a su nuevo conocido, pues este había sido su primer encuentro con un Elfo. Sus ojos le miraban con curiosidad bajo la capucha que la misma portaba esperando saber su decisión.
El Ensoñador
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Re: [Cerrado] Agucar, el secreto del agua de arroz [Libre]
Pese a todo, y aunque seguramente les mantendrían vigilados, los vigías de la puerta dejaron entrar a los viajeros, tal vez porque se veían bastante cansados, o tal vez porque el cielo arremolinado anunciaba una inminente tormenta y no sería seguro andar a la deriva en aquellas heladas tierras. Destino avanzó caminando, llevando por las riendas al corcel que iba despacio, cansado y hambriento luego de la vertiginosa fuga, aunque seguramente no extrañaba a sus antiguos dueños.
El pelinegro miraba con atención a los alrededores analizando el entorno que al menos hasta ahora, parecía seguro, muy diferente en comparación con el lugar del que venían. Las antorchas luchaban contra la brisa de la futura tormenta que amenazaba con apagarlas cada vez con más fuerza -Destino- Dijo el pelinegro llevando la mano izquierda a su pecho para señalarse -¿Y a ti cómo te llaman? Emisaria de los antiguos- Preguntó con curiosidad.
El argumento de que el pelinegro le había ayudado movido por alguna deidad superior parecía improbable pero no descartable, haciendo dudar al asesino por unos instantes -Sin duda, debes elegir con más cuidado los lugares que visites- Dijo con media sonrisa, permitiéndose un instante para relajarse y disfrutar de una extraña, pero agradable compañía.
Hace tiempo, Destino conoció a una joven dragona, que se mantenía siempre en forma de dragón, o incluso en forma humana mantenía rasgos físicos de su raza- Dijo mientras recordaba a la pequeña Arygos a la que no veía hace mucho -Principalmente su cola- Tras esto dio un vistazo a la parte de atrás de la mujer en busca de una cola dracónica.
Este parece un buen lugar para descansar- Dijo señalándole un lugar a la mujer al tiempo que dejaba al caballo cerca de un pequeño bebedero donde algunos otros corceles permanecían amarrados -Muchas gracias, algo de ayuda mística no estará mal para continuar el viaje- Agradeció al escuchar la bendición de la dragona, aunque no entendía nada de lo que ésta decía.
Destino debe partir pronto antes que llegue la tormenta- Dijo para escapar a la invitación aunque justo terminando se precipitaron las primeras gotas de una lluvia que se hizo más y más salvaje en apenas unos instantes, haciendo que los viajeros tuvieran que correr al interior del local para no terminar empapados -Al parecer, ya es tarde, tal vez tus dioses han querido posponer la partida- Bromeó en un intento de chiste que de hecho, era bastante malo -Un trago no estará mal- Dijo finalmente aceptando la invitación.
El pelinegro miraba con atención a los alrededores analizando el entorno que al menos hasta ahora, parecía seguro, muy diferente en comparación con el lugar del que venían. Las antorchas luchaban contra la brisa de la futura tormenta que amenazaba con apagarlas cada vez con más fuerza -Destino- Dijo el pelinegro llevando la mano izquierda a su pecho para señalarse -¿Y a ti cómo te llaman? Emisaria de los antiguos- Preguntó con curiosidad.
El argumento de que el pelinegro le había ayudado movido por alguna deidad superior parecía improbable pero no descartable, haciendo dudar al asesino por unos instantes -Sin duda, debes elegir con más cuidado los lugares que visites- Dijo con media sonrisa, permitiéndose un instante para relajarse y disfrutar de una extraña, pero agradable compañía.
Hace tiempo, Destino conoció a una joven dragona, que se mantenía siempre en forma de dragón, o incluso en forma humana mantenía rasgos físicos de su raza- Dijo mientras recordaba a la pequeña Arygos a la que no veía hace mucho -Principalmente su cola- Tras esto dio un vistazo a la parte de atrás de la mujer en busca de una cola dracónica.
Este parece un buen lugar para descansar- Dijo señalándole un lugar a la mujer al tiempo que dejaba al caballo cerca de un pequeño bebedero donde algunos otros corceles permanecían amarrados -Muchas gracias, algo de ayuda mística no estará mal para continuar el viaje- Agradeció al escuchar la bendición de la dragona, aunque no entendía nada de lo que ésta decía.
Destino debe partir pronto antes que llegue la tormenta- Dijo para escapar a la invitación aunque justo terminando se precipitaron las primeras gotas de una lluvia que se hizo más y más salvaje en apenas unos instantes, haciendo que los viajeros tuvieran que correr al interior del local para no terminar empapados -Al parecer, ya es tarde, tal vez tus dioses han querido posponer la partida- Bromeó en un intento de chiste que de hecho, era bastante malo -Un trago no estará mal- Dijo finalmente aceptando la invitación.
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