Ostrara: La fiesta de los colores [Evento social]

　　Mientras que parecía chocar con todos los espinos, abrojos y flores que encontraba, el Salque parecía cada vez más lejos de su mano. Se resbalaba poco a poco por las hojas de su cabeza. Taelan no sabía si aguantaría mucho más sujetándolo. El final definitivo de la captura, fue cuando el Salque se metió por debajo de una gran piedra. El pobre Taelan apenas pudo decir "¡No!" porque su boca tenía una rosa abierta. Se estrelló con fuerza y notó cómo le bajaba la sangre por la nariz. Todo su cuerpo estaba magullado y lleno de heridas de cortes y punzadas. No se movió por miedo a sentir más dolor. Sin embargo... notó una presión en su cabello, como una mano que lo agarraba. Una fuerza tiró de él y lo sacó de entre las flores. La imagen debía ser casi un cuadro, Taelan lleno de heridas y cortes por partes de la cara, con la nariz sangrando y una rosa abierta en la boca, que escupió soltando el aire para que cayera al suelo.

　　-Esto... ¿Hola? -miró a la joven a los ojos con su cara sangrante- ¿No tendrás un pañuelo por casualidad? ¿Verdad?

　　Intentaría detener la hemorragia de la nariz con lo que pudiera conseguir, mientras pensaba en su encuentro con el brujo. Al menos con esta chica iba a conocer a alguien más, porque lo cierto es que al entrar se había sentido muy perdido. Miró a la chica que no conocía mientras se sentaba dolorido en la misma piedra donde se había chocado. Comenzó a sacarse con una mano las espinas que tenía clavadas por el cuerpo, haciendo gestos de dolor.

　　-No me he presentado, disculpa. Soy Taelan, Taelan Guerrero -suspiró antes de seguir-. Regento una taberna en Lunargenta, es una herencia familiar, puedo decir. Me invitaron a este sitio y aquí estoy ¿Y tú?

　　Escuchaba a la chica mientras se sacaba las espinas por el cuerpo y pensaba en lo que acababa de ocurrir. Definitivamente, no había sido un buen plan seguir a aquel Salque Tera, sin embargo, la recompensa todos decían que valía la pena. En ese momento, algo pareció pasarle por la cabeza, pero prefirió seguir escuchando a la chica mientras preparaba en su cabeza bien aquel plan. Después de un rato, estuvo algo mejor, pero tendría difíciles curas cuando tuviera que echar algo en los cortes para no infectarse. De todas formas eran superficiales.

　　Recordó en ese instante algo, el momento en el que encontró el Salque Tera ¿No había estado huyendo de un dragón? Miró a la chica alarmado.

　　-Ten cuidado, te juro por mi vida que he visto a un dragón por allí -señaló el lugar donde había dejado la guiterna-, no sé si serán algún tipo de mascota de Vera, pero tener a seres tan temibles sueltos... es peligroso.

　　Pensó detenidamente en lo que acababa de decir, luego se retractó porque sabía que se había equivocado.

　　-Aunque también es cierto que todas las mañanas rezo al Dragón de la Luz, como tradición familiar ¿Cómo voy a dar culto y adoración a un ser que temo? Sería bastante hipócrita de mi parte.

　　El plan que estaba preparando se hizo más palpable en su cabeza, por lo que hizo señas a la chica para que se acercara. Necesitaba susurrarle lo que se le acababa de ocurrir. Su venganza sería tan grande que ese bicho no volvería a reírse jamás en su cara.  

　　-Escucha... -diría susurrando-, he venido siguiendo a un Salque Tera, y como habrás visto no salí muy bien parado. Pero... si te fijaste, la patata con patas esa, se metió debajo de la piedra en la que estoy sentado y... curiosamente no la he visto salir. Llevo un rato escuchando ruidos debajo de ella, y sospecho que puede haber otra. Podemos hacer el negocio del día, levantamos la piedra y habrá uno para ti y otro para mí... pero debemos ser rápidos.

　　Se levantó poco a poco sin hacer ruido, se puso a un lado de la roca, asegurándose de que seguía escuchándose el ruido de esos dos vegetales moviéndose debajo. Le hizo a Ingela el gesto de silencio con el dedo en los labios, y se colocó a un lado de la roca. La agarró por un lado y esperó a que ella estuviera en el otro. Luego tiró con fuerza y, al quitarla, estaban los dos Salque Tera peleándose por quedarse el sitio. Los dos siguieron hasta que uno de ellos se detuvo y miró hacia arriba.

　　-Oh, oh.... -dijo una.

　　Taelan saltó, evidentemente, a por la papa que se le había escapado de las manos, dejando la otra para Ingela. Esta vez esperaba que no se le escapara de las manos...

　–¿Por qué las hermanas Blume están corriendo por el jardín? –me preguntó Beyza al regresar.

　–Jasmin quiere recuperar el dibujo que supuestamente una salque tera le robó a Gardenia –expliqué mientras seguía trabajando en mi segunda gran obra de arte artístico– y Gardenia intenta convencer a su hermana de que no lo haga.

　Beyza las observó, inexpresiva como siempre. Mi mirada, sin embargo, se desvió hacia su nueva pulsera; esta, hecha de flores coloridas, destacaba demasiado en la vestimenta negra de la pálida vampiresa.

　–¿Y eso? –dije, señalando con un dedo su accesorio.

　–Un premio por encontrar una flor que Vera, al parecer, desconocía. –Se quitó la pulsera y me la lanzó. La atrapé en el aire–. Toma, considéralo un pago adicional por tener que tolerar el comportamiento infantil de mis compañeras. Dentro de un rato podrás canjear el brazalete por algo más útil y valioso, o eso dicen. Y si le muestras tus… –miró mi fiel retrato de Zelas. Una de sus cejas pareció sacudirse– «dibujos» a Vera, conseguirás otro par de brazaletes.

　–¿A ti no te interesa ese algo útil y valioso?

　–No me interesan estos juegos y sus recompensas. Solo vine para cumplir mi misión. Ya lo hice, así que volveré enseguida con la ama Azaril para iniciar mi siguiente misión o entrenar.

　Me detuve por un instante antes de seguir con la pintura.

　–¿Solo vives yendo de misión en misión o entrenando? Vamos, no viene mal distraerse de vez en cuando –sugerí, mostrándole una leve sonrisa que desapareció ante la aún inexpresiva cara de Beyza.

　–Distracciones, no son más que impedimentos que pueden omitirse. Todo lo que no me ayude en mi misión debe ser descartado para poder conseguir el resultado más óptimo.

　Hice una mueca.

　–Supongo –dije–, pero eres una persona, no una máquina, ¿cierto? Es demasiado para una persona vivir únicamente sirviendo a un solo propósito. Incluso yo no puedo dedicarme a… cierta tarea si no tengo descansos, o el agotamiento mental me mataría, ¿sabes?

　–Soy capaz de ser fiel a mi función; muchos años de entrenamiento me permitieron serlo. Si tú no puedes dedicarte a tu tarea, es porque nunca le diste el valor suficiente para entrenarte y ser capaz vivir para cumplirla.

　Fruncí el ceño, incómodo, reflexionando sobre hasta qué punto ella podría tener razón, y no me gustaba la línea de pensamiento en la que estaba encaminándome. Hyro diría que ella estaba mal, Xana estaría en un punto medio, pero yo, en el fondo, sentía que estaba haciendo algo mal al no darlo todo para servir a mis ideales.

　Finalmente, en vez de seguir mortificándome innecesariamente, preferí dejar de pensar en aquello; mejores temas hay para ponerme a filosofar tonterías.

　–Vale, entonces… –Me detuve al notar que Beyza ya se había alejado para arrastrar a las hermanas Blume de vuelta a su campamento, sin siquiera despedirse de mí, del adorable elfo que tan amablemente les había hecho gratis un favor a cambio de aeros… Bueno, al menos Jasmin, a lo lejos, levantó una mano y la sacudió como despedida, aunque luego tropezó y cayó sobre su trasero, ganándose un reproche de Gardenia–. En fin –suspiré–, seguiré con lo mío.

　Observé mi nuevo dibujo. Enarqué una ceja. «En mi mente se veía mejor», pensé, sintiendo que le faltaban detalles importantes. Quería mejorarlo, pero, además de no saber cómo hacerlo exactamente, ya había durado más tiempo del previsto en aquel lugar. Debía prepararme para volver a donde me esperaba Xana.

Mi intento de hacer a Christelle Glassneth con su traje de marinera, estilo chibi: