Razas: Los dragones

Después de que los magos se fuesen por su lado, los humanos sufrieron una segunda escisión cuando una parte de ellos, no satisfecha con el estilo de vida que estaban tomando sus compañeros, que cada vez se alejaba más de las antiguas religiones, decidieron viajar a las montañas y establecer su hogar allí para estar más cerca de los adorados Dragones.

Allí construyeron templos donde poder orar a sus Dioses, viviendo ellos mismos en humildes cabañas o incluso en las cuevas. Todo su estilo de vida se basaba en la austeridad para demostrarles a los dragones su entrega.

Pasaron muchos años antes de que los Dragones decidieran contestar a sus plegarias. Se habían sentido muy decepcionados con los que otrora fueron su raza favorita al detectar el orgullo y la ambición que había en ellos y ahora les costaba confiar en aquellos humanos que decían servirlos, pero finalmente su entrega y dedicación acabó por conmoverlos. De este modo, los Dragones se pusieron en contacto con ellos y les comunicaron que sus actos habían tenido la virtud de hacerles recobrar la fe en su raza, y que a partir de ese momento podían considerar esas montañas como su hogar permanente.

A partir de ese día los humanos se auto-impusieron la tarea de cuidar de los Dragones, así como la de intentar expandir de nuevo su religión, formándose así dos castas: Los monjes, que actuarían como misioneros de su religión, y los caballeros-dragón, quienes protegerían las montañas con sus propias vidas, ya que no eran pocos los que intentaban encontrar el hogar de los dragones creyendo que poseían enormes tesoros ocultos.

Pasaron las generaciones y los Dragones, sorprendidos y agradecidos por el trabajo que realizaban aquellos humanos en su nombre, decidieron que había llegado la hora de premiar su enorme esfuerzo. Todos los Dragones, excepto el de la Luz, dieron de beber a los humanos de su sangre, otorgándoles sus bendiciones. Desde ese momento, cambiaron para siempre. Aunque sus cuerpos humanos seguían siendo iguales, habían ganado el poder de convertirse en pequeños dragones a voluntad. A partir de entonces fueron conocidos como los caballeros dragón o, con el tiempo, simplemente dragones.

Hará unos quince años, la paz interna de la sociedad dracónica se vio alterada por un golpe de estado. El Consejo de Sabios, organismo por el cual se regía el mundo dragón, fue derrocado por el autoproclamado Rey de los dragones, un belicoso caballero dragón llamado Rigobert Dahl-Gunderssen, que asesinó a los consejeros sumiendo a Dundarak en una dictadura. Aunque murió poco después, su tío logró conservar el poder, coronándose como Rigobert II. El nieto de éste, Rigobert III, trató de llevar su gobierno más allá de las fronteras de los Reinos del Norte. Tras la batalla de Sandorai por el Árbol Madre, que supuso la muerte del joven rey y la desaparición de su única heredera, se volvió a reorganizar el Consejo de Sabios, llamando a los más ancianos y sabios dragones, así como a los más fieros. Aún Dundarak se recupera del mandato de los usurpadores y de las largas tragedias que acontecieron durante su reinado. 

Si bien no son inmortales, pueden vivir durante mucho tiempo, unos 300 años. Esto, sumado al aislamiento en que viven por estar en las montañas, ha hecho que su cultura sea muy peculiar. Viven alejados de la tecnología y su estilo de vida es humilde y centrado en las tradiciones. Son conocidos por su sabiduría y su actitud reflexiva.

Se organizan en torno a clanes familiares, cada uno liderada por un jefe de familia que puede ser hombre o mujer.

Aquellas familias ligadas a los antiguos monjes siguen intentando expandir su religión por Aerandir. Intentan encontrar mediante la meditación y la reflexión la armonía perfecta entre su forma humana y su forma dragón. Están entre los más sabios del mundo.

Las familias ligadas a los antiguos protectores de los dragones suelen guiar sus vidas en torno al honor. Siguen las antiguas enseñanzas guerreras con un estricto código de virtudes. Prefieren usar regularmente la forma humana, pues creen que la forma de dragón es un regalo tan precioso que no debe ser malgastado.

Hay también familias que creen que los dragones representan la perfección y que su camino es buscar la armonía con los elementos. Estas familias suelen favorecer la búsqueda personal del camino a la iluminación, sin marcar demasiado el camino para sus jóvenes, ya que cada quien debe encontrar por sí mismo la armonía con su elemento afín.  Promueven el uso de la forma de dragón pues creen que es la forma más perfecta.

Lo que caracteriza a esta raza es su habilidad para transformarse en dragones de hasta 4 metros de largo (desde la nariz a la punta de la cola), algo que les otorga varias ventajas en combate, principalmente por su fuerza y resistencia, aunque reduce su agilidad y velocidad de combate. Puede volar en forma de dragón, además de tolerar muy bien las inclemencias del clima, lo que les permite viajar varios kilómetros antes de requerir descanso (sin llevar carga).

Cabe destacar que en su forma de dragón no pueden hablar, además, la ropa que llevan no se adapta automáticamente a la transformación.

Estas ventajas no significan que su única manera de combatir sea por medio de esta apariencia, ya que, si bien en su forma humana tienen un cuerpo con las mismas ventajas y limitaciones que un humano común, la longevidad y el desarrollo de miles de años de técnicas de combate les hace guerreros temibles si están especializados en ellas.

Las especializaciones típicas de un hombre-dragón están dadas por el camino de los caballeros-dragón, soldados entrenados en el combate en forma humana, y el de los dragones elementales, quienes se enfocan en pelear por medio de su apariencia de bestia y el poder sobre los elementos que esto otorga, aunque se ha oído de dragones que utilizan transformaciones parciales de su cuerpo para pelear.

Cada dragón está ligado a un elemento al nacer, que depende de la sangre bebida por su antepasado según línea materna y puede ser uno entre cuatro: Fuego, Aire, Agua o Tierra. Pero solo podrán convocarlo aquellos que durante su vida hayan trabajado en su desarrollo. El elemento se hereda de la madre, sin importar el que posea el padre, de modo que no existen híbridos elementales ni puede un dragón cambiar su elemento.

Rasgo: Poseo afinidad al elemento [fuego|agua|aire|tierra] (elegir 1) heredada de mi madre.:
Habilidades:

• Habitante de los Cielos: Puedo volar en forma de dragón.
  
• Aliento Elemental: Puedo lanzar mi elemento afín desde mis entrañas en forma de dragón.
  
• Don Ancestral: [Mágica, 2 usos] Puedo convertirme en un dragón de hasta 4 metros (nariz a punta de la cola), lo que aumenta considerablemente mi resistencia. Puedo volver a forma humana a voluntad.