El mineral secreto [Desafíos: Un mundo sin sueños]
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El mineral secreto [Desafíos: Un mundo sin sueños]
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El mineral secreto
11 días antes del colapso: Arenal de Roilkat
Habían pasado un par de días desde que aquella expedición salió de Roilkat hacia el Arenal, hacía un punto en específico que no les habían señalado y que solamente lo sabrían una vez que llegaran. Desde luego, se trataba de un lugar muy especial y muy secreto, pues era el único punto en todo Aerandir en donde se podía encontrar el misterioso y extraño mineral que había dado vida al ente conocido como el Oráculo.
Luego de un largo y tedioso viaje, finalmente estaban frente a una misteriosa cueva entre unas rocas salientes del arenal que estaban cerca de absolutamente nada; era difícil tener un punto de referencia para encontrar aquella ubicación -Espero que ustedes también tengan estómagos resistentes- les dijo Signin, una joven y adorable elfa de cabellos azules y voz muy suave, que los había acompañado en el viaje y que era una de las personas de confianza de Belov.
Además, gracias a él, el grupo contaba no solo con la compañía de la hermosa elfa, sino también con algunos martillos, cinceles y una intrigante pastilla laxante de medio metro, objeto que Belov no dijo para qué era.
En fin, omitiendo detalles menores, el grupo llegaría a una apestosa cueva que se dibujaba hacia las profundidades de la tierra. Inicialmente, las paredes y suelo se verían resecos y rugosos, pero, a medida que se adentraban, el suelo comenzaba a mostrarse húmedo, al punto de que, luego de caminar un rato, el agua les llegaba casi hasta las rodillas.
No se distraigan. Entre más pronto lleguemos, más pronto saldremos- dijo Signi con una amable y despreocupada sonrisa -Allá- señaló hacia una de las paredes que mostraba un hermoso e hipnotizante brillo azulado. Se dirigió de prisa y dio un par de golpes a una de las piedras de cristal que iluminaban todo el lugar sin problemas -Sacaremos un par de cristales, no más. Con eso será más que suficiente- advirtió la elfa, aunque resultaba curioso que, habiendo tantos como podían verse, no intentaran llevarse tantos como fuera posible. Un material tan raro seguramente tendría un costo muy elevado para alguien con buenos contactos.
El trabajo parecía sencillo, simplemente arrancar una piedra de una pared y largarse. Pero algo pintaba mal: aunque Signi se mostraba calmada, no dejaba de vigilar el piso, y si los demás ponían atención, notarían que no eran los únicos ahí, pues algo se movía sigiloso bajo el nivel del agua.
∞ Bienvenidos a la que pareciera ser la más fácil de las misiones encomendadas por Belov. Se trata simplemente de entrar a una cueva en busca de un par de rocas brillantes, pero quizá deban tener cuidado de dónde se están metiendo.
∞ Los cristales brillantes tienen un gran valor monetario. Solo se necesitan un par de ellos, pero podrían arrancar un poco más; nadie jamás ha muerto por dejarse llevar por su ambición, ¿o sí?
∞ Pueden preguntarle a Signi lo que necesiten saber. Si ella tiene la información que necesitan, se las hará saber en la próxima respuesta del master, aunque solo responderá preguntas referentes a ese lugar.
∞ Este desafío se deberá resolver en un par de rondas. Si logran cumplir la misión con éxito, recibirán 5 px y 200 aeros. Pero si fallan, no todo estará perdido: en ese caso recibirán un funeral con honores.
Luego de un largo y tedioso viaje, finalmente estaban frente a una misteriosa cueva entre unas rocas salientes del arenal que estaban cerca de absolutamente nada; era difícil tener un punto de referencia para encontrar aquella ubicación -Espero que ustedes también tengan estómagos resistentes- les dijo Signin, una joven y adorable elfa de cabellos azules y voz muy suave, que los había acompañado en el viaje y que era una de las personas de confianza de Belov.
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Además, gracias a él, el grupo contaba no solo con la compañía de la hermosa elfa, sino también con algunos martillos, cinceles y una intrigante pastilla laxante de medio metro, objeto que Belov no dijo para qué era.
En fin, omitiendo detalles menores, el grupo llegaría a una apestosa cueva que se dibujaba hacia las profundidades de la tierra. Inicialmente, las paredes y suelo se verían resecos y rugosos, pero, a medida que se adentraban, el suelo comenzaba a mostrarse húmedo, al punto de que, luego de caminar un rato, el agua les llegaba casi hasta las rodillas.
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No se distraigan. Entre más pronto lleguemos, más pronto saldremos- dijo Signi con una amable y despreocupada sonrisa -Allá- señaló hacia una de las paredes que mostraba un hermoso e hipnotizante brillo azulado. Se dirigió de prisa y dio un par de golpes a una de las piedras de cristal que iluminaban todo el lugar sin problemas -Sacaremos un par de cristales, no más. Con eso será más que suficiente- advirtió la elfa, aunque resultaba curioso que, habiendo tantos como podían verse, no intentaran llevarse tantos como fuera posible. Un material tan raro seguramente tendría un costo muy elevado para alguien con buenos contactos.
El trabajo parecía sencillo, simplemente arrancar una piedra de una pared y largarse. Pero algo pintaba mal: aunque Signi se mostraba calmada, no dejaba de vigilar el piso, y si los demás ponían atención, notarían que no eran los únicos ahí, pues algo se movía sigiloso bajo el nivel del agua.
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∞ Bienvenidos a la que pareciera ser la más fácil de las misiones encomendadas por Belov. Se trata simplemente de entrar a una cueva en busca de un par de rocas brillantes, pero quizá deban tener cuidado de dónde se están metiendo.
∞ Los cristales brillantes tienen un gran valor monetario. Solo se necesitan un par de ellos, pero podrían arrancar un poco más; nadie jamás ha muerto por dejarse llevar por su ambición, ¿o sí?
∞ Pueden preguntarle a Signi lo que necesiten saber. Si ella tiene la información que necesitan, se las hará saber en la próxima respuesta del master, aunque solo responderá preguntas referentes a ese lugar.
∞ Este desafío se deberá resolver en un par de rondas. Si logran cumplir la misión con éxito, recibirán 5 px y 200 aeros. Pero si fallan, no todo estará perdido: en ese caso recibirán un funeral con honores.
Ansur
Master
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Re: El mineral secreto [Desafíos: Un mundo sin sueños]
Durante el viaje se había mostrado frío y tosco con sus compañeros de viaje. Lo hacía inintencionadamente y cuando se daba cuenta de ello y pensaba en reconducir la situación se irritaba más. Y todo era culpa del número cuarenta y dos. Le molestaba que sus voces le interrumpieran la cuenta mental de los pasos, que se reiniciaba cada vez que llegaba al número cuarenta y dos. Le molestaba que no supiera nada más de aquel maldito número. Le molestaba no saber cómo casi se había ahogado en el agua cuando sólo había estado mirando un espejo. Un espejo que, por cierto, le había transportado, o no, a un lugar frío, húmedo y de un gris plomizo que arrancaba toda energía vital del cuerpo de una persona. Gruñó por cuadragésimo segunda vez, o eso le pareció.
- Treinta, treinta y uno, treinta y dos, treinta y tres, treinta y cuatro, treinta y cinco, treinta y seis, treinta y siete, treinta y ocho, treinta y nueve, cuarenta, cuarenta y uno y cuarenta y dos. Un, dos, tres, cuatro, cinco, seis...- murmuró mientras volvía a sumirse en su mundo.
El mundo, a ojos de Sango, se había tornado en un lugar oscuro, lleno de peligros que iban más allá de su comprensión. Pero no era eso lo que más le fascinaba de esa visión. Que hubiera gente capaz de desenvolverse en ese mundo, ascender sin mirar a quién pisaban, a quién maldecían o a quién dejaban atrás era algo que no era capaz de comprender. Incluso en su estado actual, aquel pensamiento aparecía fugaz entre el treinta y uno y el treinta y dos o entre el siete y el ocho.
- El mundo se va a la mierda y no hacemos más que inventar formas para joderlo del todo- Sango quiso escupir pero se abstuvo de hacerlo. Ante todo había que sobrevivir y arreglar el mundo-. Este mundo y...- se detuvo y miró al cielo-. Que los Dioses, cuando nos quieran llevar a su lado, nos pillen con las armas en la mano. Brindaremos con ellos.
Echó un rápido vistazo a la compañía que habían formado. Algunos de los que se habían unido, supieron rápidamente lo que implicaba adentrarse en el Arenal. Fueron los más listos, dieron la vuelta a tiempo de volver a Roilkat, a la seguridad que ofrecía la comodidad de una ciudad. Otros, dieron la vuelta a mitad de camino, los que fueron demasiado osados y confiados para dar la vuelta al principio y demasiado cobardes para afrontar el destino último. Y allí, caminando tras una elfa, iban ellos.
Ah sí, la elfa. De vez en cuando, clavaba sus ojos en su espalda y se preguntaba por qué la estaba siguiendo, no sólo él sino también sus compañeros. Pero preguntarle a ellos significaba salir de la rueda del número cuarenta y dos, algo que en su cabeza era inaceptable. Volvió, una vez más, la cabeza hacia sus compañeros y se preguntó si ellos también estarían bajo la influencia del número cuarenta y dos.
Y entre pensamientos, pasos y numerosos cuarenta y dos, llegaron a la ubicación que la elfa, por cierto, conocía a la perfección. La única preocupación de aquella mujer era el olor de la cueva y no hacer ruido. Ben asintió a sus indicaciones y se puso tras ella, con una mano posada en las paredes del pozo que descendía lentamente. Su última experiencia bajo tierra, bueno, sus experiencias bajo tierra no habían acabado bien y aquella, seguramente, tampoco lo haría. Sango empuñó hacha y escudo.
La belleza de la cueva se mostró súbita ante él. Los cristales reflejaban la tenue luz que provenía de un lugar desconocido. En las paredes, las ondas del agua se reflejaban y se movían creando sinuosas formas que amenazaban su cordura. Ben no pudo más que abrir la boca y memorizar todo aquello. Pero las palabras de la elfa le sacaron de su asombro.
- ¿Cómo dices? ¿Un par de cristales? ¿Acaso no has aprendido nada de la noche de los espejos?- Sango se acercó a ella-. No, sí que eres consciente, incluso puede que partícipe de todo el caos. ¿Y este lugar? No, un par no, cogeremos cuarenta y dos cristales.
Y Sango movió intencionadamente la cabeza del hacha para que captar la atención de los ojos de la elfa. Quiso avanzar hacia ella pero un roce en su pierna y el súbito silencio que se hizo en la cueva hicieron que se quedara pegado en el sitio en el que estaba. Miró a la elfa.
¿Dónde nos has metido, elfa?- pensó-.
- Treinta, treinta y uno, treinta y dos, treinta y tres, treinta y cuatro, treinta y cinco, treinta y seis, treinta y siete, treinta y ocho, treinta y nueve, cuarenta, cuarenta y uno y cuarenta y dos. Un, dos, tres, cuatro, cinco, seis...- murmuró mientras volvía a sumirse en su mundo.
El mundo, a ojos de Sango, se había tornado en un lugar oscuro, lleno de peligros que iban más allá de su comprensión. Pero no era eso lo que más le fascinaba de esa visión. Que hubiera gente capaz de desenvolverse en ese mundo, ascender sin mirar a quién pisaban, a quién maldecían o a quién dejaban atrás era algo que no era capaz de comprender. Incluso en su estado actual, aquel pensamiento aparecía fugaz entre el treinta y uno y el treinta y dos o entre el siete y el ocho.
- El mundo se va a la mierda y no hacemos más que inventar formas para joderlo del todo- Sango quiso escupir pero se abstuvo de hacerlo. Ante todo había que sobrevivir y arreglar el mundo-. Este mundo y...- se detuvo y miró al cielo-. Que los Dioses, cuando nos quieran llevar a su lado, nos pillen con las armas en la mano. Brindaremos con ellos.
Echó un rápido vistazo a la compañía que habían formado. Algunos de los que se habían unido, supieron rápidamente lo que implicaba adentrarse en el Arenal. Fueron los más listos, dieron la vuelta a tiempo de volver a Roilkat, a la seguridad que ofrecía la comodidad de una ciudad. Otros, dieron la vuelta a mitad de camino, los que fueron demasiado osados y confiados para dar la vuelta al principio y demasiado cobardes para afrontar el destino último. Y allí, caminando tras una elfa, iban ellos.
Ah sí, la elfa. De vez en cuando, clavaba sus ojos en su espalda y se preguntaba por qué la estaba siguiendo, no sólo él sino también sus compañeros. Pero preguntarle a ellos significaba salir de la rueda del número cuarenta y dos, algo que en su cabeza era inaceptable. Volvió, una vez más, la cabeza hacia sus compañeros y se preguntó si ellos también estarían bajo la influencia del número cuarenta y dos.
Y entre pensamientos, pasos y numerosos cuarenta y dos, llegaron a la ubicación que la elfa, por cierto, conocía a la perfección. La única preocupación de aquella mujer era el olor de la cueva y no hacer ruido. Ben asintió a sus indicaciones y se puso tras ella, con una mano posada en las paredes del pozo que descendía lentamente. Su última experiencia bajo tierra, bueno, sus experiencias bajo tierra no habían acabado bien y aquella, seguramente, tampoco lo haría. Sango empuñó hacha y escudo.
La belleza de la cueva se mostró súbita ante él. Los cristales reflejaban la tenue luz que provenía de un lugar desconocido. En las paredes, las ondas del agua se reflejaban y se movían creando sinuosas formas que amenazaban su cordura. Ben no pudo más que abrir la boca y memorizar todo aquello. Pero las palabras de la elfa le sacaron de su asombro.
- ¿Cómo dices? ¿Un par de cristales? ¿Acaso no has aprendido nada de la noche de los espejos?- Sango se acercó a ella-. No, sí que eres consciente, incluso puede que partícipe de todo el caos. ¿Y este lugar? No, un par no, cogeremos cuarenta y dos cristales.
Y Sango movió intencionadamente la cabeza del hacha para que captar la atención de los ojos de la elfa. Quiso avanzar hacia ella pero un roce en su pierna y el súbito silencio que se hizo en la cueva hicieron que se quedara pegado en el sitio en el que estaba. Miró a la elfa.
¿Dónde nos has metido, elfa?- pensó-.
El número cuarenta y dos: Debido a la inexplicable experiencia vivida por Sango en la noche de los espejos locos, este está bajo la influencia del número cuarenta y dos. Todo lo que hace sigue un patrón en el que el número cuarenta y dos es el eje de sus acciones y fuente de sus pensamientos. Aparte, está bastante irritado por no encontrar una explicación lógica a todo lo vivido y por eso en este tema va a ser bastante insociable.
-Nótese que todas las intervenciones de Sango tienen cuarenta y dos palabras.-
Me autoimpongo una especie de maldición en la que todo gira al rededor del número 42, ¿por qué? Creo que es narrativamente correcto que Sango se vuelva un poco loco al no ser capaz de explicar todo lo vivido en Roilkat.
Sango
Héroe de Aerandir
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Re: El mineral secreto [Desafíos: Un mundo sin sueños]
Roilkat estaba de celebración, un nuevo héroe se había alzado liberando a todos los prisioneros del domo y alejando el mal que se había cernido en la plaza donde se situaba el esperado evento montado por el niño Belov. No era humano, no era brujo, ni siquiera un dragón proveniente de las frías tierras de Dundarak. Un hombre-rana había reunido el valor suficiente para plantar batalla a la malvada criatura que maquinó todo aquel evento de la desgracia oculto. | La Balada de Frosk |
"Frosk el Grande" le llamaban, casi el sobrenombre de un mismísimo monarca. La gente lo saludaba por la calle, le hacían vítores y alababan a su héroe allá por donde pasara. Sin duda, las gentes de Roilkat le había cogido cariño a Frosk, cosa que a la rana le agradaba sobremanera.
Frosk, junto a Bluto y Erika, decidió enlistarse en la expedición cuyo objetivo era reparar el Espejo del Oráculo del domo. Sería otra buena experiencia que recoger en su diario, además de que su fama no haría más que crecer. Su salida de la ciudad, acompañado del bio-cibernético y la dragona de rubios cabellos, además de los demás expedicionarios, fue legendaria; multitud de gentes de Roilkat se agolpaban en la avenida principal para despedir la expedición, deseando suerte a los integrantes de esta.
La empresa de la expedición había generado mucho interés y expectación; el héroe de Roilkat estaba en ella, y además de todo lo que ofreció el domo durante el evento, el Espejo del Oráculo era de lo más demandado, y su reparación iba en consonancia con el deseo del populacho.
Frosk se sentía henchido de orgullo, su caminar era firme y alegre, su braceo enérgico y su rostro mostraba una sonrisa que no se le había desdibujado desde que salió a la calle y vio cómo estaba de animada la gente. Bluto caminaba a su lado sorprendido, más que por la situación, por cómo la gente era capaz de mostrar sentimientos tan efusivos y alegres. Erika, por su parte, sí que sentía el asombro por todo lo acontecido. No solo a Frosk le habían nombrado como héroe, sino que además tanto Bluto como ella misma habían recibido también halagos y vítores por su actuación en el domo.
La dragona de rubios cabellos bajó la cabeza, sintiéndose culpable por tanta admiración. ¿De verdad ella era merecedora de eso? No había hecho nada...
-------------------------------Fin de la música-------------------------------
La expedición llevó al trío compuesto por la rana, el gigante de metal y la joven dragona a una especie de cueva dentro del Arenal de Roilkat. Frosk descubrió que este lugar no le sentaba bien a su piel, la cual se secaba y necesitaba hidratarse constantemente. Por suerte, Bluto cargaba con una mochila bien grande a su espalda que contenía la suficiente agua en recipientes hechos de cuero a los que llamaba "cantimplora" para combatir la deshidratación.
En cuanto la elfa nombró la palabra "estómago", la rana se llevó una mano a su barriga y notó cómo esta se empezaba a quejar. No había comido nada desde el desayuno, y de eso ya hacía demasiadas horas.
-No mucho...-Respondió haciendo referencia a la comida.-¿Me das algo, compañero?-Se refirió a Bluto.
-¡Ni hablar!-Intervino Erika.-¡No comeremos nada hasta la hora del almuerzo! Siempre nos quedamos sin comida porque te lo comes todo.-Dijo frunciendo el ceño.
-¡Pero tengo hambre!-Protestó tan indignado que hinchó su saco vocal dos veces seguidas.
-¡Tienes gula!-Le señaló indicriminadamente.
-¿Croac?-Miró hacia todos lados, incluso a sí mismo palpándose todo el torso.-¿Eso se come?
Erika no respondió a eso, simplemente soltó un suspiro y un quejido y se fue para estar más cerca de la elfa y los otros expedicionarios. El anfibio miró entonces al gigante de metal, contrariado.
-¿Croac?-Se abrió de manos, demostrando una clara incógnita ante lo que había pasado.
-Será mejor que hagamos caso a la señorita Erika, señor Frosk.-El bio-cibernético desvió brevemente su mirada hacia la dragona, ahora unos metros más lejos de ellos. Luego, la devolvió al anfibio.-Quién sabe si necesitaremos más energía más adelante.
La expedición se adentró en la cueva, que resultaba ser más profunda de lo que parecía. Y mucho más húmeda también, con incluso aguas subterráneas por la zona. Eso a Frosk le iba a venir bien.
En cuanto el agua le llegó hasta las rodillas, Frosk, al ser el más bajo de toda la expedición, se zambulló de cuerpo entero para refrescarse por completo y estar en un terreno que le resultaba más cómodo que el arenal de la superficie.
Un hombre acusó a la elfa de saber algo más que ellos no, además de también involucrarla con todo el caos que se vivió aquel día.
-Ella no hizo nada.-Respondió.-Fue una criatura sin rostro que adoptó el rostro del hombre de cabellos blancos.-Casi tenía pesadillas con aquel extraño ser sacado de cuentos infantiles para asustar a los niños incautos para que no se alejen más de lo debido de sus padres durante la noche.-¿Cuarenta y dos?-Preguntó Erika al hombre, el cual refutó la idea de la elfa de tan solo sacar dos piezas de minerales de allí. En ese momento, se acordó que el Espejo del Oráculo también decía ese número cuando alguien ajeno le preguntaba cosas.-Puede tener sentido.-Se llevó una mano a la barbilla, pensativa.
De pronto, Frosk salió del agua en su pequeño buceo de superficie alterado y salpicando a todos los que estaban a su alrededor, incluida Erika que mostró un severo rostro de molestia.
-¡MALDITA RANA!-Le chilló.
-¡Hay una criatura!-Se subió a las espaldas del gigante de metal.-¡Hay algo nadando por ahí!-Señaló al agua.
-Seguramente sea fauna local que se ha sentido invadido por nosotros.-Examinó el agua en su superficie por si veía algo. Acto seguido, miró a la elfa de nombre Signi haciendo unos chirridos internos-Si me permiten, yo podría ir a sacar esos minerales sin problemas. Si la criatura, o las criaturas, me muerden no me harán daño por mi revestimiento de metal.
-Yo podría ir también.-Hinchó su saco vocal, convencido mientras seguía subido a los hombros de Bluto.
En cuanto la elfa nombró la palabra "estómago", la rana se llevó una mano a su barriga y notó cómo esta se empezaba a quejar. No había comido nada desde el desayuno, y de eso ya hacía demasiadas horas.
-No mucho...-Respondió haciendo referencia a la comida.-¿Me das algo, compañero?-Se refirió a Bluto.
-¡Ni hablar!-Intervino Erika.-¡No comeremos nada hasta la hora del almuerzo! Siempre nos quedamos sin comida porque te lo comes todo.-Dijo frunciendo el ceño.
-¡Pero tengo hambre!-Protestó tan indignado que hinchó su saco vocal dos veces seguidas.
-¡Tienes gula!-Le señaló indicriminadamente.
-¿Croac?-Miró hacia todos lados, incluso a sí mismo palpándose todo el torso.-¿Eso se come?
Erika no respondió a eso, simplemente soltó un suspiro y un quejido y se fue para estar más cerca de la elfa y los otros expedicionarios. El anfibio miró entonces al gigante de metal, contrariado.
-¿Croac?-Se abrió de manos, demostrando una clara incógnita ante lo que había pasado.
-Será mejor que hagamos caso a la señorita Erika, señor Frosk.-El bio-cibernético desvió brevemente su mirada hacia la dragona, ahora unos metros más lejos de ellos. Luego, la devolvió al anfibio.-Quién sabe si necesitaremos más energía más adelante.
La expedición se adentró en la cueva, que resultaba ser más profunda de lo que parecía. Y mucho más húmeda también, con incluso aguas subterráneas por la zona. Eso a Frosk le iba a venir bien.
En cuanto el agua le llegó hasta las rodillas, Frosk, al ser el más bajo de toda la expedición, se zambulló de cuerpo entero para refrescarse por completo y estar en un terreno que le resultaba más cómodo que el arenal de la superficie.
Un hombre acusó a la elfa de saber algo más que ellos no, además de también involucrarla con todo el caos que se vivió aquel día.
-Ella no hizo nada.-Respondió.-Fue una criatura sin rostro que adoptó el rostro del hombre de cabellos blancos.-Casi tenía pesadillas con aquel extraño ser sacado de cuentos infantiles para asustar a los niños incautos para que no se alejen más de lo debido de sus padres durante la noche.-¿Cuarenta y dos?-Preguntó Erika al hombre, el cual refutó la idea de la elfa de tan solo sacar dos piezas de minerales de allí. En ese momento, se acordó que el Espejo del Oráculo también decía ese número cuando alguien ajeno le preguntaba cosas.-Puede tener sentido.-Se llevó una mano a la barbilla, pensativa.
De pronto, Frosk salió del agua en su pequeño buceo de superficie alterado y salpicando a todos los que estaban a su alrededor, incluida Erika que mostró un severo rostro de molestia.
-¡MALDITA RANA!-Le chilló.
-¡Hay una criatura!-Se subió a las espaldas del gigante de metal.-¡Hay algo nadando por ahí!-Señaló al agua.
-Seguramente sea fauna local que se ha sentido invadido por nosotros.-Examinó el agua en su superficie por si veía algo. Acto seguido, miró a la elfa de nombre Signi haciendo unos chirridos internos-Si me permiten, yo podría ir a sacar esos minerales sin problemas. Si la criatura, o las criaturas, me muerden no me harán daño por mi revestimiento de metal.
-Yo podría ir también.-Hinchó su saco vocal, convencido mientras seguía subido a los hombros de Bluto.
Frosk
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Re: El mineral secreto [Desafíos: Un mundo sin sueños]
Iori miró con exasperación evidente al héroe de Aerandir. Dentro de aquel lugar, las voces de sus compañeros reverberaban de forma extraña. Sango, con el cual había compartido camino ya en una ocasión pasada se opuso a la indicación de la elfa. Iori no iba a ser, a aquellas alturas de la película sospechosa de tener en alta estima a los elfos. No pocas veces había pensado que las orejas de Signi estarían mejor separadas de su cabeza.
O mejor. Perforadas por unas afiladas puntas de hierro. Como habían hecho con "ella".
Sin embargo, no dejaba que el recientemente estrenado odio hacia esa raza nublase su juicio. Al menos, no demasiado. Si eran dos cristales, debían de ser dos. Y ni uno más. Miró clavando los ojos azules al humano, creyendo reconocer en él un matiz en el brillo que le recordaba, quizá, a la locura febril que reflejaba en los suyos propios.
- Es evidente que no hace falta una gran inteligencia para ser merecedor de un epíteto tan asombroso como el tuyo - lanzó de forma mordaz. - Dos necesitamos, dos llevaremos. - Alzó la mano derecha, extendiendo un par de falanges hacia el techo del lugar frente al hombre. - ¿Ves? fácil - concluyó esbozando una sonrisa que nada de alegre tenía.
Fue entonces cuando percibió que él se había quedado congelado, pareciendo percibir algo que a ella se le había escapado. La mestiza dirigió su vista ahora hacia el lugar, centrándose en la zona que pisaban con sus pies, cubierta de agua y con poca visibilidad. En mal momento había perdido el control frente aquel espejo. Alto precio había pagado, teniendo que enrolarse en aquella tarea. Y saboreando la derrota en la boca de una forma especial, ya que no había obtenido respuesta de ningún tipo a su desesperada pregunta.
Ladeó la vista para buscar a sus otros adorables compañeros de aventuras. Sí, por supuesto, no podía olvidarse de Frosk "el Grande". Meneó la cabeza, todavía incrédula. Entre el humano y el hombre rana, Iori no se creía qué tipo de pecado debía de haber compartido en otra vida como para merecerse la tortura de su compañía. Almas excelsas, dispuesta a todo por cumplir con lo que consideraban correcto. Con la idea que ellos tenían de lo que era el deber y el honor.
Hacía un tiempo, Iori los hubiera admirado, sin duda.
En aquel momento en cambio, la mestiza solo aborrecía la retorcida caricatura que el buenismo que emanaban representaba en su mente. En cuanto a la dragona, casi estuvo a punto de sentir lástima por la presencia de una muchacha tan joven en aquella expedición. Casi.
Sobre el ser llamado Bluto, no tenía nada más que añadir excepto la indiferencia más absoluta, siendo como era un miembro de los habitantes que se había encontrado morando dentro del Edén. Había tenido ración de biocibernéticos suficiente para llenar tres vidas, según sus cálculos, y tiempo en compañía de todos ellos que no pensaba soportar por más tiempo.
Asintió a la proposición de ambos para bucear en las aguas para analizar el terreno. Si se encontraban de golpe con algo suficientemente grande y que tuviese la boca abierta, no podría darle a ella más igual.
- No dudéis en avisar si encontráis algo - los animó con evidente faltade ganas de insuflar valor en ellos. Pasó de largo y acercándose hacia dónde estaba la elfa señaló el cristal azul que ella había golpeado. - Esto entonces ¿no? - extrajo una menuda navaja del interior de su alforja, y sin perder más tiempo golpeó con la técnica que usaba para abrir a la mitad los troncos secos durante el otoño para hacer acopio de leña.
Uno.
Dos.
Los golpes aunque fuertes, sonaban delicados y rítmicos, mientras la mestiza extraída dos buenos fragmentos. La superficie era suave y, por algún motivo, a pesar de estar en aquel frío lugar parecían templados al tacto. Los movió frente a sus ojos, fijándose en la iridiscencia que reflejaba en la escasa luz.
- Listo - zanjó antes de deslizarlos al interior de su bolsa mirando con una sardónica sonrisa a Signi. - Me piro - añadió parcamente, y se puso en movimiento sin aguardar ni un instante. Ahora podría arreglar el espejo. Y, ansiaba que así, aquel maldito objeto le diese la pista que necesitaba para ponerse en camino.
Para poder encontrar a los asesinos de Eithelen y Ayla.
O mejor. Perforadas por unas afiladas puntas de hierro. Como habían hecho con "ella".
Sin embargo, no dejaba que el recientemente estrenado odio hacia esa raza nublase su juicio. Al menos, no demasiado. Si eran dos cristales, debían de ser dos. Y ni uno más. Miró clavando los ojos azules al humano, creyendo reconocer en él un matiz en el brillo que le recordaba, quizá, a la locura febril que reflejaba en los suyos propios.
- Es evidente que no hace falta una gran inteligencia para ser merecedor de un epíteto tan asombroso como el tuyo - lanzó de forma mordaz. - Dos necesitamos, dos llevaremos. - Alzó la mano derecha, extendiendo un par de falanges hacia el techo del lugar frente al hombre. - ¿Ves? fácil - concluyó esbozando una sonrisa que nada de alegre tenía.
Fue entonces cuando percibió que él se había quedado congelado, pareciendo percibir algo que a ella se le había escapado. La mestiza dirigió su vista ahora hacia el lugar, centrándose en la zona que pisaban con sus pies, cubierta de agua y con poca visibilidad. En mal momento había perdido el control frente aquel espejo. Alto precio había pagado, teniendo que enrolarse en aquella tarea. Y saboreando la derrota en la boca de una forma especial, ya que no había obtenido respuesta de ningún tipo a su desesperada pregunta.
Ladeó la vista para buscar a sus otros adorables compañeros de aventuras. Sí, por supuesto, no podía olvidarse de Frosk "el Grande". Meneó la cabeza, todavía incrédula. Entre el humano y el hombre rana, Iori no se creía qué tipo de pecado debía de haber compartido en otra vida como para merecerse la tortura de su compañía. Almas excelsas, dispuesta a todo por cumplir con lo que consideraban correcto. Con la idea que ellos tenían de lo que era el deber y el honor.
Hacía un tiempo, Iori los hubiera admirado, sin duda.
En aquel momento en cambio, la mestiza solo aborrecía la retorcida caricatura que el buenismo que emanaban representaba en su mente. En cuanto a la dragona, casi estuvo a punto de sentir lástima por la presencia de una muchacha tan joven en aquella expedición. Casi.
Sobre el ser llamado Bluto, no tenía nada más que añadir excepto la indiferencia más absoluta, siendo como era un miembro de los habitantes que se había encontrado morando dentro del Edén. Había tenido ración de biocibernéticos suficiente para llenar tres vidas, según sus cálculos, y tiempo en compañía de todos ellos que no pensaba soportar por más tiempo.
Asintió a la proposición de ambos para bucear en las aguas para analizar el terreno. Si se encontraban de golpe con algo suficientemente grande y que tuviese la boca abierta, no podría darle a ella más igual.
- No dudéis en avisar si encontráis algo - los animó con evidente faltade ganas de insuflar valor en ellos. Pasó de largo y acercándose hacia dónde estaba la elfa señaló el cristal azul que ella había golpeado. - Esto entonces ¿no? - extrajo una menuda navaja del interior de su alforja, y sin perder más tiempo golpeó con la técnica que usaba para abrir a la mitad los troncos secos durante el otoño para hacer acopio de leña.
Uno.
Dos.
Los golpes aunque fuertes, sonaban delicados y rítmicos, mientras la mestiza extraída dos buenos fragmentos. La superficie era suave y, por algún motivo, a pesar de estar en aquel frío lugar parecían templados al tacto. Los movió frente a sus ojos, fijándose en la iridiscencia que reflejaba en la escasa luz.
- Listo - zanjó antes de deslizarlos al interior de su bolsa mirando con una sardónica sonrisa a Signi. - Me piro - añadió parcamente, y se puso en movimiento sin aguardar ni un instante. Ahora podría arreglar el espejo. Y, ansiaba que así, aquel maldito objeto le diese la pista que necesitaba para ponerse en camino.
Para poder encontrar a los asesinos de Eithelen y Ayla.
Última edición por Iori Li el Miér 12 Abr - 16:56, editado 1 vez (Razón : corrección de un desliz gordo MUY GORDO)
Iori Li
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Re: El mineral secreto [Desafíos: Un mundo sin sueños]
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La salida secreta
11 días antes del colapso: Arenal de Roilkat
El equipo de valientes aventureros había conseguido rápidamente su cometido. Un par de cristales era todo lo que necesitaban para cumplir con el misterioso encargo, un trabajo que, de momento, resultaba demasiado sencillo, misteriosamente sencillo, al menos hasta que dos de los presentes notaron que algo había en el agua, deslizándose casi al ras del suelo.
Si prestaban mucha atención a la advertencia de Frosk, podrían ver cómo una silueta larga se deslizaba bajo la superficie, causando un tenue pero visible oleaje. Aquella tarea les había tomado menos de cuatro minutos, pero en el quinto comenzarían a notar algo mucho más preocupante que esa cosa que les acechaba bajo el agua, y es que precisamente aquello que pisaban... no era exactamente agua.
Una vez que tomaron los dos cristales, la cueva entera se sacudió con fuerza y un abrupto sonido llegó desde la entrada -Muy bien, hemos terminado- dijo Signi mientras tomaba la enorme pastilla y la partía en cuatro pedazos más pequeños -No saldremos por donde entramos, la salida está en esa dirección- Señaló hacia el interior de la cueva mientras dejaba caer al agua uno de los pedazos de la pastilla y el líquido bajo sus pies comenzaba a burbujear.
Dense prisa, solo tendremos un par de minutos para salir- explicó la elfa en un tono calmado. Aquello era algo que había hecho antes, varias veces, así que para ella no suponía un misterio lo que iba a suceder a continuación, aunque tampoco terminaba de explicarlo por completo -No se queden atrás, pero tampoco se muevan bruscamente- advirtió mientras caminaba soltando uno a uno los pedazos de la pastilla, que comenzaban a deshacerse en el líquido del piso.
En unos instantes el líquido en el piso parecía una especie de ácido corrosivo, no tan fuerte si estaban en movimiento, pero, si estaban quietos, devoraba lentamente la piel -Muy bien, ahora sí, corran- dijo Signi mientras se preparaba para correr. Pero no todos lograrían hacerlo. Algo había rozado un par de veces la pierna de sango, y en una tercera ocasión no se conformó con rozar, sino que su pie fue sujetado con fuerza.
Afortunadamente, el humano no tendría difícil liberarse de los brillantes tentáculos de aquella espeluznante cosa que emergió de aquel líquido que los rodeaba. La criatura era una especie de parásito gigante sin ojos, pero lleno de tentáculos de un color parecido al de los cristales que decoraban las paredes; no medía más que un metro de alto, pero su piel gruesa y acorazada los hacía difíciles de matar si se atacaba desde atrás.
Los tentáculos, por el contrario, eran bastante blandos y fáciles de cortar, pero si lo intentaban podría ser peor la situación -¿Qué esperan? Vamos, no se detengan a pelear con esas cosas, cortarles sus tentáculos hará que segreguen un poderoso ácido, y el resto de su cuerpo es difícil de atravesar- advirtió la elfa mientras lanzaba los últimos pedazos de pastilla hacia diferentes lugares de aquel líquido que cada vez se volvía más caliente y burbujeante -Síganme, de prisa- Intentó correr, pero la cueva entera pareció sacudirse y moverse.
A pesar de todo, la elfa no parecía tan preocupada como debería estar alguien que no hubiese enfrentado antes esa situación. Algo sabía que no les estaba diciendo, pero, por desgracia, no era el momento indicado para pedir explicaciones. La elfa se levantó y comenzó a marchar hacia el interior de la cueva, adentrándose en las entrañas tenuemente iluminadas por la luz azul de los cristales.
∞ Una parte de la misión ha sido completada: han entrado a la cueva y conseguido los cristales. Pero la salida no va a ser tan sencilla. Signi sabe cosas que no les está diciendo. Quizá ella considera que no necesitan saberlas, o quizá no debe revelar información clasificada para por órdenes de su jefe Belov.
∞ En este turno simplemente tendrán que seguir a Signi para adentrarse en las entrañas de la cueva para llegar a la salida. En el camino notarán que el líquido bajo sus pues se vuelve cada vez más caliente y burbujeante, aunque no los dañará… por ahora
∞ El misterioso líquido se ha vuelto hostil para los enormes parásitos azulados, y estos comenzarán a salir aleatoriamente a lo largo de su camino. Sus tentáculos son pegajosos, pero no muy difíciles de cortar. Solo deben evitar que los rodeen porque serán cada vez más.
Si prestaban mucha atención a la advertencia de Frosk, podrían ver cómo una silueta larga se deslizaba bajo la superficie, causando un tenue pero visible oleaje. Aquella tarea les había tomado menos de cuatro minutos, pero en el quinto comenzarían a notar algo mucho más preocupante que esa cosa que les acechaba bajo el agua, y es que precisamente aquello que pisaban... no era exactamente agua.
Una vez que tomaron los dos cristales, la cueva entera se sacudió con fuerza y un abrupto sonido llegó desde la entrada -Muy bien, hemos terminado- dijo Signi mientras tomaba la enorme pastilla y la partía en cuatro pedazos más pequeños -No saldremos por donde entramos, la salida está en esa dirección- Señaló hacia el interior de la cueva mientras dejaba caer al agua uno de los pedazos de la pastilla y el líquido bajo sus pies comenzaba a burbujear.
Dense prisa, solo tendremos un par de minutos para salir- explicó la elfa en un tono calmado. Aquello era algo que había hecho antes, varias veces, así que para ella no suponía un misterio lo que iba a suceder a continuación, aunque tampoco terminaba de explicarlo por completo -No se queden atrás, pero tampoco se muevan bruscamente- advirtió mientras caminaba soltando uno a uno los pedazos de la pastilla, que comenzaban a deshacerse en el líquido del piso.
En unos instantes el líquido en el piso parecía una especie de ácido corrosivo, no tan fuerte si estaban en movimiento, pero, si estaban quietos, devoraba lentamente la piel -Muy bien, ahora sí, corran- dijo Signi mientras se preparaba para correr. Pero no todos lograrían hacerlo. Algo había rozado un par de veces la pierna de sango, y en una tercera ocasión no se conformó con rozar, sino que su pie fue sujetado con fuerza.
Afortunadamente, el humano no tendría difícil liberarse de los brillantes tentáculos de aquella espeluznante cosa que emergió de aquel líquido que los rodeaba. La criatura era una especie de parásito gigante sin ojos, pero lleno de tentáculos de un color parecido al de los cristales que decoraban las paredes; no medía más que un metro de alto, pero su piel gruesa y acorazada los hacía difíciles de matar si se atacaba desde atrás.
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Los tentáculos, por el contrario, eran bastante blandos y fáciles de cortar, pero si lo intentaban podría ser peor la situación -¿Qué esperan? Vamos, no se detengan a pelear con esas cosas, cortarles sus tentáculos hará que segreguen un poderoso ácido, y el resto de su cuerpo es difícil de atravesar- advirtió la elfa mientras lanzaba los últimos pedazos de pastilla hacia diferentes lugares de aquel líquido que cada vez se volvía más caliente y burbujeante -Síganme, de prisa- Intentó correr, pero la cueva entera pareció sacudirse y moverse.
A pesar de todo, la elfa no parecía tan preocupada como debería estar alguien que no hubiese enfrentado antes esa situación. Algo sabía que no les estaba diciendo, pero, por desgracia, no era el momento indicado para pedir explicaciones. La elfa se levantó y comenzó a marchar hacia el interior de la cueva, adentrándose en las entrañas tenuemente iluminadas por la luz azul de los cristales.
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∞ Una parte de la misión ha sido completada: han entrado a la cueva y conseguido los cristales. Pero la salida no va a ser tan sencilla. Signi sabe cosas que no les está diciendo. Quizá ella considera que no necesitan saberlas, o quizá no debe revelar información clasificada para por órdenes de su jefe Belov.
∞ En este turno simplemente tendrán que seguir a Signi para adentrarse en las entrañas de la cueva para llegar a la salida. En el camino notarán que el líquido bajo sus pues se vuelve cada vez más caliente y burbujeante, aunque no los dañará… por ahora
∞ El misterioso líquido se ha vuelto hostil para los enormes parásitos azulados, y estos comenzarán a salir aleatoriamente a lo largo de su camino. Sus tentáculos son pegajosos, pero no muy difíciles de cortar. Solo deben evitar que los rodeen porque serán cada vez más.
Ansur
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Re: El mineral secreto [Desafíos: Un mundo sin sueños]
Se sentía completamente ignorado. Su advertencia sobre los cuarenta y dos cristales había sido, simplemente, una forma de intentar llenar el silencio de aquella cueva. Un intento vacío para advertir a sus compañeros de que debían seguir su consejo. Un intento, que se había quedado en eso, en intento. Y ahora, la cueva tembló bajo sus pies. Y él no pudo evitar sonreír.
Era una sonrisa de victoria amarga. Una sonrisa que auguraba momentos difíciles. Una sonrisa en la que se sabía vencedor, en la que por coger tan solo dos cristales, se meterían en problemas con las criaturas que moraban bajo el agua. Sí. Una sonrisa que gritaba "os lo dije". Pero no había tiempo para aquello. Debía hacer entrar en razón a su compañeros.
Sin embargo, mientras él se regodeaba en su victoria, la elfa se había ocupado de actuar con gran agilidad, lanzando órdenes e indicaciones mientras se desenvolvía con gran pericia en aquel entorno, sus piernas no le respondían. Miró hacia el agua y antes de que esta hubiera empezado a burbujear, Ben distinguió una figura que le apresaba. Con ayuda del escudo, golpeó en dirección al agua, impactando a un escaso medio palmo por debajo de la superficie con una criatura. Repitió la operación hasta que pudo moverse y cuando se acercó a una pared, vio emerger al primero de ellos. Y tras él emergieron más de aquellas criaturas. ¿Dónde los habían metido?
Sango, que se había quedado inmóvil, sintió que de rodillas hacia abajo, la temperatura subía peligrosamente. Al mirar hacia abajo, las burbujas explotaban en todas partes y decidió que lo más sensato era moverse. Sin embargo, sentía la inmensa necesidad de no abandonar su idea: llevarse cuarenta y dos cristales y aquellas criaturas se lo estaban impidiendo. Su necesidad febril de satisfacer una necesidad superior a él que provenía del número cuarenta y dos hizo que se pagara su frustración con una de aquellas criaturas.
Se abalanzó contra la que le había retenido y la golpeó con el hacha. Tentáculos volaron con los tres primeros impactos, de cus cuerpo brotaba la sangre que le cayó sobre varias partes del cuerpo, afectando, principalmente, la mano que empuñaba el hacha. Gritó de dolor y se echó hacia atrás para ser atrapado por otra criatura. Se agitó rápidamente para deshacerse de su abrazo. Un rápido vistazo le bastó para ver que el cerco sobre él se cerraba. Cogió impulso y decidió cargar contra la criatura que tenía frente a él y seguir a sus compañeros que se adentraban en el interior de la cueva. Gracias al peso de la armadura y la inercia del movimiento, consiguió derribar a una de esas criaturas pero ambos acabaron bajo el agua. Sango se levantó tan rápido como pudo y salió tras sus compañeros, ignorando que sentía un gran deseo de quitarse la armadura debido al calor que sentía. Guardó el hacha para poder apoyarse en la pared con más facilidad y avanzó.
Fue esquivando las criaturas que habían emergido bajo el agua y que aún lo seguían haciendo. Y lo peor de todo es que iban en dirección contraria a la que deberían haber tomado. ¿Por qué seguían a aquella elfa? Los cristales iluminaban su camino y no pudo resistirse a golpear la pared y coger los cristales que quedaron sueltos. Se irían con cuarenta y dos cristales. Guardó los cristales, eran trozos pequeños, en uno de los bolsillos de la capa y para su sorpresa su mano se topó con otro objeto. Lo sacó y mientras avanzaba, sus ojos se posaban brevemente sobre él. Asintió.
- Que los Dioses nos guarden en el oscuro camino que la elfa nos ha hecho tomar. Más que una vía de escape parece el camino al Reino de Hela. Decidme, regalo de las videntes, ¿cuáles son las intenciones de la elfa Signi?
Apretó con fuerza el artilugio y frente a él surgieron tres criaturas que se retorcían unas con otras. Echó un rápido vistazo tas él y descubrió que allí por donde había pasado, y donde la vista le permitía, los seres con los cientos de tentáculos se contaban por decenas.
Guardó de nuevo el oráculo y volvió a empuñar el hacha para ayudarse a esquivar el bloqueo. En algún punto de su cabeza, mientras golpeaba los tentáculos y se ayudaba del escudo para empujar a una de sus criaturas, se sometía a juicio a la elfa. Sí. De alguna manera debía pagar por aquella trampa en la que les habían metido.
Era una sonrisa de victoria amarga. Una sonrisa que auguraba momentos difíciles. Una sonrisa en la que se sabía vencedor, en la que por coger tan solo dos cristales, se meterían en problemas con las criaturas que moraban bajo el agua. Sí. Una sonrisa que gritaba "os lo dije". Pero no había tiempo para aquello. Debía hacer entrar en razón a su compañeros.
Sin embargo, mientras él se regodeaba en su victoria, la elfa se había ocupado de actuar con gran agilidad, lanzando órdenes e indicaciones mientras se desenvolvía con gran pericia en aquel entorno, sus piernas no le respondían. Miró hacia el agua y antes de que esta hubiera empezado a burbujear, Ben distinguió una figura que le apresaba. Con ayuda del escudo, golpeó en dirección al agua, impactando a un escaso medio palmo por debajo de la superficie con una criatura. Repitió la operación hasta que pudo moverse y cuando se acercó a una pared, vio emerger al primero de ellos. Y tras él emergieron más de aquellas criaturas. ¿Dónde los habían metido?
Sango, que se había quedado inmóvil, sintió que de rodillas hacia abajo, la temperatura subía peligrosamente. Al mirar hacia abajo, las burbujas explotaban en todas partes y decidió que lo más sensato era moverse. Sin embargo, sentía la inmensa necesidad de no abandonar su idea: llevarse cuarenta y dos cristales y aquellas criaturas se lo estaban impidiendo. Su necesidad febril de satisfacer una necesidad superior a él que provenía del número cuarenta y dos hizo que se pagara su frustración con una de aquellas criaturas.
Se abalanzó contra la que le había retenido y la golpeó con el hacha. Tentáculos volaron con los tres primeros impactos, de cus cuerpo brotaba la sangre que le cayó sobre varias partes del cuerpo, afectando, principalmente, la mano que empuñaba el hacha. Gritó de dolor y se echó hacia atrás para ser atrapado por otra criatura. Se agitó rápidamente para deshacerse de su abrazo. Un rápido vistazo le bastó para ver que el cerco sobre él se cerraba. Cogió impulso y decidió cargar contra la criatura que tenía frente a él y seguir a sus compañeros que se adentraban en el interior de la cueva. Gracias al peso de la armadura y la inercia del movimiento, consiguió derribar a una de esas criaturas pero ambos acabaron bajo el agua. Sango se levantó tan rápido como pudo y salió tras sus compañeros, ignorando que sentía un gran deseo de quitarse la armadura debido al calor que sentía. Guardó el hacha para poder apoyarse en la pared con más facilidad y avanzó.
Fue esquivando las criaturas que habían emergido bajo el agua y que aún lo seguían haciendo. Y lo peor de todo es que iban en dirección contraria a la que deberían haber tomado. ¿Por qué seguían a aquella elfa? Los cristales iluminaban su camino y no pudo resistirse a golpear la pared y coger los cristales que quedaron sueltos. Se irían con cuarenta y dos cristales. Guardó los cristales, eran trozos pequeños, en uno de los bolsillos de la capa y para su sorpresa su mano se topó con otro objeto. Lo sacó y mientras avanzaba, sus ojos se posaban brevemente sobre él. Asintió.
- Que los Dioses nos guarden en el oscuro camino que la elfa nos ha hecho tomar. Más que una vía de escape parece el camino al Reino de Hela. Decidme, regalo de las videntes, ¿cuáles son las intenciones de la elfa Signi?
Apretó con fuerza el artilugio y frente a él surgieron tres criaturas que se retorcían unas con otras. Echó un rápido vistazo tas él y descubrió que allí por donde había pasado, y donde la vista le permitía, los seres con los cientos de tentáculos se contaban por decenas.
Guardó de nuevo el oráculo y volvió a empuñar el hacha para ayudarse a esquivar el bloqueo. En algún punto de su cabeza, mientras golpeaba los tentáculos y se ayudaba del escudo para empujar a una de sus criaturas, se sometía a juicio a la elfa. Sí. De alguna manera debía pagar por aquella trampa en la que les habían metido.
El número cuarenta y dos: Debido a la inexplicable experiencia vivida por Sango en la noche de los espejos locos, este está bajo la influencia del número cuarenta y dos. Todo lo que hace sigue un patrón en el que el número cuarenta y dos es el eje de sus acciones y fuente de sus pensamientos. Aparte, está bastante irritado por no encontrar una explicación lógica a todo lo vivido y por eso en este tema va a ser bastante insociable.
Uso el objeto Oráculo de bolsillo. Quedarían 2/3 usos.
Resumen: Sango sigue loco. Está frustrado al sentirse ignorado y no conseguir los cuarenta y dos cristales. Se enfrenta con una de las criaturas y sufre las consecuencias de cortar tentáculos. Por cabezonería se lleva un par más de cristales. Usa el oráculo para descubrir, si los Dioses tienen a bien, algo más de la elfa Signi. Siguiendo con el tono de la maldición autoimpuesta, no interactúo con los compañeros Iori y Frosk.
Sango
Héroe de Aerandir
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Re: El mineral secreto [Desafíos: Un mundo sin sueños]
Con la intervención de otra integrante de la expedición; una mujer castaña oscura de ojos azules, tanto Frosk, a hombros de Bluto, como Erika se la quedaron mirando con desdén. La rana, apoyando un codo en la cabeza del bio-cibernético para sujetarse la cabeza, hinchó su saco vocal con cierta pereza.
-Podrías haber hecho eso antes, croac.
-Sí.-Asintió, cruzada de brazos.
De pronto, un temblor se hizo notar en toda la cueva, sacudiéndola con fuerza y dificultando la estabilidad de los presentes. Frosk y Erika miraron asustados hacia todos lados, mientras que Bluto se hizo firme en el suelo y miraba al agua, donde aparte del agitamiento por el temblor, nadaba la misteriosa silueta alargada.
-¿¡Otro lado!?-Preguntó alterada Erika a las indicaciones de Signi. No tenía mucho sentido adentrarse más en la cueva con esos temblores, pues podían quedar sepultados.
-¡Croac! ¡Será mejor que le hagamos caso, ella ha venido más de una vez aquí!
La dragona se rubios cabellos se quedó mirando dubitativa hacia el camino por el que habían venido. No era nada lógica esa decisión, pero qué sabría ella, si tan solo era una niña y no tenía experiencia en nada. Su único logro había sido escapar de casa con la espada de su padre a cuestas. Y desde ahí, tan solo ha estado metiéndose en líos. Para ella, lo mejor sería callar y obedecer.
La elfa encargada de la expedición les ordenó que no hicieran movimientos bruscos y que la siguieran. Eso hicieron, pero el nerviosismo era latente en ellos, incluso en Bluto quien no paraba de mirar al agua notando que había demasiadas siluetas en esta como para tratarse de algún efecto óptico o algo parecido.
-La composición del agua ha cambiado.-Un chirrido sonó en su cabeza. Frosk y Erika miraron el agua, que parecía más densa, empezando a hacer burbujas por algunas zonas.-...esto no es agua. No del todo.-Concluyó.
Signi entonces dio el aviso de que era el momento de correr. Del agua empezaron a salir criaturas parecidas a gusanos gigantes con muchos tentáculos en la parte frontal de su cuerpo. Una imagen muy asquerosa a ojos de Erika pero curiosamente apetecible para Frosk. En otro momento, quizás se hubiese detenido a cazar a aquellas cosas para ver a qué sabían.
Aquel deseo del hombre-rana se diluyó en cuanto Signi mencionó qué pasaba cuándo cortaban los tentáculos de aquellos seres, además de que su contraparte era dura como una coraza.
Una de las criaturas agarró a uno de los miembros de la expedición. Era el hombre que quería llevarse cuarenta y dos cristales. Pareció deshacerse de la criatura con aparente facilidad, aunque fue presa de la advertencia que Signi momentos antes proyectó: ácido salido de sus tentáclos. Dos criaturas más emergieron del agua para intentar apresar también al hombre del cuarenta y dos. Frosk, cuando Bluto pasó por al lado del hombre, empleó su espada para ejecutar un tajo a una de las criaturas y, aunque el ataque impactó en su coraza, pudo desestabilizarla para dar margen al hombre del cuarenta y dos para escapar. La otra criatura seguiría siendo un problema, por lo que Frosk, como pudo, se medio volteó para lanzar su lengua y pegarla sobre la coraza de dicha criatura [1] . Acto seguido, tiró hacia el lado contrario con su cabeza para mandar volando a varios metros al gusano y así despejarle el camino al hombre.
Bluto, por su parte, siguiendo la carrera en todo momento, agarró a Erika con su brazo izquierdo y la cargó con este ofreciéndole un agarre firme y seguro bajo su axila. También hizo lo mismo con Signi con el brazo opuesto al ver que esta se había caído y apenas se había levantado y echado a correr. La orden era salir de allí a toda prisa y sus impulsos naturales le hacían estar pendientes de todo aquel que corriera un excesivo peligro, y los tres que cargaba eran los más vulnerables visto lo visto.
-¡Vamos!-Le indicó Frosk a Bluto señalándole el camino que la elfa Signi les había marcado.
La carrera del gigante de metal no se había detenido en ningún momento, y pisaba tan fuerte que parecían que los temblores los estaba provocando él mismo. Erika, preocupada, esperaba que la elfa tuviera razón y no los mandara a todos a una muerte segura.
_________________________________________________________________________
Off:
-Habilidad usada [1] --> Lengüetazo [2 usos]: Frosk posee la capacidad de usar su larga lengua para poder adherirse a ciertas superficies difíciles de alcanzar o abalanzarse hacia enemigos a modo de embestida.
Frosk
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Re: El mineral secreto [Desafíos: Un mundo sin sueños]
Apenas tuvo tiempo de chapotear un par de pasos, ajena a la cueva y a sus compañeros, cuando el sonido abrupto proveniente de la entrada y el temblor de la cueva la puso en estado de máxima alerta. No iba a ser tan fácil, pensó de forma sombría. Nunca era tan fácil...
Miró a la elfa y su técnica de la pastilla fabulosa, enarcando una ceja. Se arrepintió en aquel momento de no haberla interrogado más durante la travesía, preocupada en exceso por controlar las ansias de herirse a ella misma que latían en su interior. Evitando con todo el control de su mente revivir los recuerdos sobre la tortura que había conducido a Ayla a su muerte.
Lo único que la consoló fue que Signi sabía exactamente qué era lo que estaba haciendo.
Cuando el agua que cubría sus piernas comenzó a producir una sensación de quemazón bajo la ropa, la mestiza supo que era el momento de hacer caso ciego a las palabras de la elfa. Ya hablaría con ella en otro momento. O no.
Ignorando a sus compañeros por completo, sin preocuparse del ser que atacó a Sango, se lanzó hacia al dirección que ella había indicado sin dudar. Esquivar a aquellos seres y correr era lo único que podía hacer en aquel instante. Y aunque el valeroso héroe de Aerandir estaba en problemas, ella no estaba dispuesta a afrontarlos por él. Frosk el Grande sería ayuda suficiente.
Detrás de Bluto, el cual aún cargado parecía tener un vigor sobrehumano para continuar a la carrera, Iori salió disparada detrás de él, intentando no alejarse demasiado de su estela.
No precisaba a ninguno de ellos, únicamente a sus propias piernas para poder llevar aquellos dos cristales a su destino final.
Miró a la elfa y su técnica de la pastilla fabulosa, enarcando una ceja. Se arrepintió en aquel momento de no haberla interrogado más durante la travesía, preocupada en exceso por controlar las ansias de herirse a ella misma que latían en su interior. Evitando con todo el control de su mente revivir los recuerdos sobre la tortura que había conducido a Ayla a su muerte.
Lo único que la consoló fue que Signi sabía exactamente qué era lo que estaba haciendo.
Cuando el agua que cubría sus piernas comenzó a producir una sensación de quemazón bajo la ropa, la mestiza supo que era el momento de hacer caso ciego a las palabras de la elfa. Ya hablaría con ella en otro momento. O no.
Ignorando a sus compañeros por completo, sin preocuparse del ser que atacó a Sango, se lanzó hacia al dirección que ella había indicado sin dudar. Esquivar a aquellos seres y correr era lo único que podía hacer en aquel instante. Y aunque el valeroso héroe de Aerandir estaba en problemas, ella no estaba dispuesta a afrontarlos por él. Frosk el Grande sería ayuda suficiente.
Detrás de Bluto, el cual aún cargado parecía tener un vigor sobrehumano para continuar a la carrera, Iori salió disparada detrás de él, intentando no alejarse demasiado de su estela.
No precisaba a ninguno de ellos, únicamente a sus propias piernas para poder llevar aquellos dos cristales a su destino final.
Iori Li
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Re: El mineral secreto [Desafíos: Un mundo sin sueños]
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Pero salieron, al menos
11 días antes del colapso: Arenal de Roilkat
La cueva se comportaba de manera extraña, a medida que avanzaban hacia las profundidades de aquel lugar, a ratos parecía que las paredes de la cueva se comprimían haciéndose más angostas y luego sin más, se alejaban repentinamente haciendo que el lugar pareciera más grande de lo que era realmente.
En medio del caos, un alocado Sango optó por cortar algunos tentáculos que se cayeron al piso retorciéndose mientras la zona cortada de aquel asqueroso animal comenzaba a lanzar chorros de una sustancia corrosiva, una distracción a la que tendrían que estar muy atentos, lo suficiente para no notar que algunos de los pequeños tentáculos cortados se infiltraron sigilosos bajo las ropas de Sango.
Por su parte, Frosk el grande y su equipo de valientes camaradas hicieron lo que cualquier héroe habría hecho en un caso como ese, escapar por sus vidas, a la guía de Signi se escabulleron hasta las escabrosas y malolientes profundidades de aquella cueva hasta que finalmente llegaron a lo que parecía un callejón sin salida.
Aquel camino terminaba en una especie de lago revuelto en líquidos de diferentes colores y texturas, sumado a algunos esqueletos de distintos tamaños en lenta descomposición, la situación no pintaba nada bien pero Signi se mostraba aún tranquila, a la espera de algo hasta que -¿Pero qué has hecho?- dijo la elfa al notar que algo extraño formándose dentro de Sango.
La pregunta de la elfa habría podido tener algún efecto en Sango de no ser porque la respuesta del espejo ante su pregunta, consiguió sobreponerse inesperadamente con un nuevo y rotundo -Cuarenta y dos- Aunque para Sango aquella podría ser una respuesta que le habría gustado saber mucho antes. A pesar de todo, ninguno tendría tiempo para reaccionar, pues los pedazos de la pastilla gigante comenzaron a surtir efecto finalmente.
Signi se acercó de prisa a Iori, quien tenía en su poder el par de cristales que eran su motivo de estar ahí, y de quien no pensaba separarse por nada del mundo. Sango y Frosk junto al resto del grupo tendrían que agruparse como pudieran al ver que se les venía encima una ola de aquel apestoso y burbujeante líquido que los sumergió sin remedio en un torbellino de olores y colores hasta que tras un largo y a la vez breve recorrido salieron disparados a gran velocidad.
De no ser por la masa gelatinosa que los envolvía, la caída habría resultado una tragedia, pero por suerte lograron aterrizar a salvo, aunque no juntos. Para cuando pudieron recuperarse, no había rastro de la elfa ni de los cristales que habían ido a buscar. Lo que sí pudieron ver fue un enorme gusano de las arenas revolcándose estrepitosamente y luego enterrándose nuevamente bajo el arenal.
∞ Y al final, esta historia nos deja dos grandes enseñanzas: la primera es que no deben confiar en elfas de cabello azul, porque todos sabemos que el azul no es un tono de cabello natural, y, si esconde su color de cabello, seguro esconde más cosas; la segunda enseñanza es que si tienen preguntas interesantes, deben hacerlas en la primera ronda del desafío, para la segunda puede ser demasiado tarde. (Una tercera sería no golpear los espejos, porque se rompen, y sí, te lo digo a ti, Iori).
∞ Como habrán notado, la cueva no era del todo una cueva, el agua no era del todo agua, la elfa quizás no era del todo una elfa y quizás alguno de ustedes no sea del todo ya uno de ustedes. Han conseguido salir de la «cueva» de una manera muy poco ortodoxa pero efectiva, aunque Signi se ha dado a la fuga con los dos cristales que Iori logró tomar.
∞ Pero no todo es malo, al menos tienen salud, y sus vidas, incluso Sango tiene más que su propia vida, hay una pequeña larva de parásito que irá creciendo dentro de su organismo y lo afectará su cerebro haciéndolo alucinar y escalando su Aritmomanía a una Eisoptrofobia conspiranoica.
Eisoptrofobia conspiranoica: Por alguna razón que no entiendes, o quizás sí… Sentirás una poderosa aversión a verte reflejado en algunos espejos y algo en tu interior te hará querer romperlos. Esta condición terminará cuando hayas roto exactamente 42 espejos.
∞ De momento, Iori y Frosk han salido ilesos, aunque tendrán que elegir entre darse a la fuga o volver con Belov para explicarle que Signi los engañó a todos. Tendrán tiempo para pensar, hasta que comience la siguiente ronda de desafíos. Cada opción es válida y llevará a resultados diferentes. Por su buen desempeño reciben todos 5 puntos de experiencia, 300 aeros y un poco de Arcilla Intestinal.
Arcilla intestinal [Consumible]: Una misteriosa y pegajosa masa que puede servir como un poderoso pegamento. Dos superficies unidas por esta sustancia permanecerán inseparablemente unidas por un turno. Pero cuidado, si se expone al fuego puede causar una poderosa explosión.
∞ Gracias por participar, dense un baño y estén atentos a la siguiente ronda de desafíos, pues sus acciones en este tema tendrán consecuencias.
En medio del caos, un alocado Sango optó por cortar algunos tentáculos que se cayeron al piso retorciéndose mientras la zona cortada de aquel asqueroso animal comenzaba a lanzar chorros de una sustancia corrosiva, una distracción a la que tendrían que estar muy atentos, lo suficiente para no notar que algunos de los pequeños tentáculos cortados se infiltraron sigilosos bajo las ropas de Sango.
Por su parte, Frosk el grande y su equipo de valientes camaradas hicieron lo que cualquier héroe habría hecho en un caso como ese, escapar por sus vidas, a la guía de Signi se escabulleron hasta las escabrosas y malolientes profundidades de aquella cueva hasta que finalmente llegaron a lo que parecía un callejón sin salida.
Aquel camino terminaba en una especie de lago revuelto en líquidos de diferentes colores y texturas, sumado a algunos esqueletos de distintos tamaños en lenta descomposición, la situación no pintaba nada bien pero Signi se mostraba aún tranquila, a la espera de algo hasta que -¿Pero qué has hecho?- dijo la elfa al notar que algo extraño formándose dentro de Sango.
La pregunta de la elfa habría podido tener algún efecto en Sango de no ser porque la respuesta del espejo ante su pregunta, consiguió sobreponerse inesperadamente con un nuevo y rotundo -Cuarenta y dos- Aunque para Sango aquella podría ser una respuesta que le habría gustado saber mucho antes. A pesar de todo, ninguno tendría tiempo para reaccionar, pues los pedazos de la pastilla gigante comenzaron a surtir efecto finalmente.
Signi se acercó de prisa a Iori, quien tenía en su poder el par de cristales que eran su motivo de estar ahí, y de quien no pensaba separarse por nada del mundo. Sango y Frosk junto al resto del grupo tendrían que agruparse como pudieran al ver que se les venía encima una ola de aquel apestoso y burbujeante líquido que los sumergió sin remedio en un torbellino de olores y colores hasta que tras un largo y a la vez breve recorrido salieron disparados a gran velocidad.
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De no ser por la masa gelatinosa que los envolvía, la caída habría resultado una tragedia, pero por suerte lograron aterrizar a salvo, aunque no juntos. Para cuando pudieron recuperarse, no había rastro de la elfa ni de los cristales que habían ido a buscar. Lo que sí pudieron ver fue un enorme gusano de las arenas revolcándose estrepitosamente y luego enterrándose nuevamente bajo el arenal.
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∞ Y al final, esta historia nos deja dos grandes enseñanzas: la primera es que no deben confiar en elfas de cabello azul, porque todos sabemos que el azul no es un tono de cabello natural, y, si esconde su color de cabello, seguro esconde más cosas; la segunda enseñanza es que si tienen preguntas interesantes, deben hacerlas en la primera ronda del desafío, para la segunda puede ser demasiado tarde. (Una tercera sería no golpear los espejos, porque se rompen, y sí, te lo digo a ti, Iori).
∞ Como habrán notado, la cueva no era del todo una cueva, el agua no era del todo agua, la elfa quizás no era del todo una elfa y quizás alguno de ustedes no sea del todo ya uno de ustedes. Han conseguido salir de la «cueva» de una manera muy poco ortodoxa pero efectiva, aunque Signi se ha dado a la fuga con los dos cristales que Iori logró tomar.
∞ Pero no todo es malo, al menos tienen salud, y sus vidas, incluso Sango tiene más que su propia vida, hay una pequeña larva de parásito que irá creciendo dentro de su organismo y lo afectará su cerebro haciéndolo alucinar y escalando su Aritmomanía a una Eisoptrofobia conspiranoica.
Eisoptrofobia conspiranoica: Por alguna razón que no entiendes, o quizás sí… Sentirás una poderosa aversión a verte reflejado en algunos espejos y algo en tu interior te hará querer romperlos. Esta condición terminará cuando hayas roto exactamente 42 espejos.
∞ De momento, Iori y Frosk han salido ilesos, aunque tendrán que elegir entre darse a la fuga o volver con Belov para explicarle que Signi los engañó a todos. Tendrán tiempo para pensar, hasta que comience la siguiente ronda de desafíos. Cada opción es válida y llevará a resultados diferentes. Por su buen desempeño reciben todos 5 puntos de experiencia, 300 aeros y un poco de Arcilla Intestinal.
Arcilla intestinal [Consumible]: Una misteriosa y pegajosa masa que puede servir como un poderoso pegamento. Dos superficies unidas por esta sustancia permanecerán inseparablemente unidas por un turno. Pero cuidado, si se expone al fuego puede causar una poderosa explosión.
∞ Gracias por participar, dense un baño y estén atentos a la siguiente ronda de desafíos, pues sus acciones en este tema tendrán consecuencias.
Ansur
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