La Flor Inerte [Alquimia]

La luz del farol advertía que Cohen se encontraba laborando en su taller. La noche era fría, pero volver a la Flor Inerte ya formaba una tradición de mis visitas a la capital del oeste. Esta vez mi encuentro con el vampiro sería distinto, no venía solo. Dante, junto a su cuervo Kvasir, acompañaban mi trayecto por Sacrestic. Una orden de Gnosis que no me terminaba de agradar, pero sin caer en discusiones el humano debía equiparse con los mejores artículos alquímicos del continente, por lo que visitar la Flor Inerte era una parada obligatoria más allá de mi estima por Cohen.

Saludos Cohen – avisé al llegar al mostrador, el humano y el cuervo se mantuvieron alejados tras la orden mía que advertía lo peligroso y desquiciado que podía ser el vampiro. Una jugarreta para que los prejuicios de Dante no incomodaran la transacción.

Esta vez necesito algunas cosas para mí “socio” – dije levantando las cejas para enfatizar la ironía de mis comentarios. – Resulta que él no es capaz de ver en la noche y creo que mis artefactos de ingeniería, si bien pueden ser de utilidad, son un tanto llamativos y me interesa que el ave de plumas negras también sea capaz de ver en la oscuridad. Diseñar unos lentes tan pequeños sería complejo. ¿Tus pociones y elixires funcionan en animales también?

Kwah – advirtió el cuervo con angustia ante la posibilidad de ser parte de mis planes.

Pensativo viendo los frascos y recipientes alquímicos del recibidor, me interesé por uno que no reconocía de mis anteriores visitas. - ¿Qué hace aquel “suero de Pym”?, ¿nuevas recetas? – tras oír la respuesta del alquimista, aquel nuevo elixir abría posibilidades para Kvasir, ya que no le veía utilidad para ser usado por mí o Dante. – Interesante, también querré uno de esos.

¿Tienes venenos? - dijo Dante desde la entrada del taller interrumpiendo la conversación con el vampiro.

Miré al humano de forma desafiante tras omitir mi instrucción de mantenerse callado, no hice comentario, dejé que Cohen mostrara su arsenal de venenos y el humano eligiera el más adecuado. Me irritaba, pero sabía que el fin justificaba los medios, y si yo debía tolerar aquella compañía para beneficiar la cruzada de Gnosis, así sería.

Un leve tintineo le dio la bienvenida al local. Era la primera vez que pisaba aquel lugar, pero las indicaciones habían sido claras: si el farol estaba encendido, Cohen estaría dentro. La pulcra estancia estaba tenuemente iluminada, y el vampiro tardó poco en aparecer para recibirlo.

- Buenas noches –lo saludó, con una media sonrisa en los labios- Espero no molestar –dando un par de pasos más, se acercó hasta su interlocutor- He venido a por aquello de lo que hablamos.

No sabía que había pasado por su cabeza cuando le preguntó al vampiro si conocía cómo realizar aquel brebaje en específico. Tampoco sabía muy bien por qué se lo había encargado… o quizás si, pero se negaba a dirigir sus pensamientos en aquella dirección justo en aquel momento. Una vez lo tuviese, ya decidiría que era lo que iba a hacer con ello.

- Además de eso voy a necesitar un par de cosas más. He oído que produces Pesadilla embotellada y Toque Paralizante. Voy a necesitar un vial de cada uno, si es posible claro –esperó a que el vampiro le contestase, antes de añadir- Me harán falta en el norte. Me marcho un par de días, así que esto, además de una visita de negocios, es una despedida.

Su tiempo en Sacrestic Ville había llegado a su fin y aquel probablemente sería su último encuentro en mucho tiempo.

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Había postpuesto lo suficiente aquel pequeño recado.

La vampiresa no estaba muy segura de como o cuando había pasado de una cómoda y rutinaria vida a una continua encadenación de eventos donde su vida o la de otros parecían estar en peligro.  Beltrexus había pasado a ser su segunda residencia, derrotada por cualquier posada cuya cama fuese lo suficinetemente cómoda y sus cortinas lo suficientemente gruesas como para bloquear en su totalidad la luz del sol.

Aquello aún ahora la turbaba.

La luz del sol.

¿Cómo intentar superarse día a día con la consciencia constante de su vulnerabilidad? Sabía que había remedios. y que de quererlo de verdad siempre podría hacerse con cualquier cachivache que le permitiese al fin vencer la luz de la luna al menos por unas horas. Pero aquello sería una derrota, y algo en ella le decía que había tenido las suficientes por al menos los siguientes tres meses.

Por ello y porque quería intentar tener un as bajo la manga siempre que fuese posible. Caoimhe se decidió a adentrarse al único taller que parecía encendido en aquella noche oscura de final de siglo.

A medida que caminaba hacia la calle que llevaba a la tienda, Caoimhe dedicó varios segundos a imaginar el tipo de dueño que vertía sus horas en un trabajo tan duro como aquel. Ella misma había perdido días y noches por cultivar una clientela relevante en su tienda de préstamos, y sabía por experiencia que aquel que mantuviese su trabajo hasta aquellas horas tenía en la cabeza algún plan ambicioso más allá del dinero. Pues ella misma lo había hecho.

Tampoco le gustaba malgastar su dinero. Pero no era la primera vez que había escuchado hablar sobre aquel emplazamiento.

Cruzar la puerta que separaba al lugar de la calle silenciosa fue una experiencia de olores y colores. El lugar: organizado, limpio y poco silencioso se encontraba vacío en aquel momento.

Por supuesto nada ajeno a Caoimhe, quien había pasado algunos días observando la clientela de aquel vendedor así como los objetos que vendía. Nada personal. por supuesto: gajes del oficio.


Cuando finalmente se acercó a la zona donde la tienda había ubicado la dependencia del servidor para clientes, Caoimhe se dejó caer de manera parcial sobre la barra improvisada del tendero jugueteando con uno de sus cabellos desordenados mientras fingía observar los distintos objetos de la vitrina.

-Buenas noches. - dijo de manera distraida-  Necesito una esencia de dulces sueños, un perfume de Freya y una de pesadilla embotellada- Sonrió al vendedor culminando su atención en el y finalmente posicionándose de manera erguida tras el mostrador

-Además de la información exacta sobre el lugar exacto en el que adquieres estos botecitos- la chica señaló a unos jarritos pequeños parecidos a los de perfume con una especie de pompón y una etiqueta curtida en el cristal- Son del tamaño exacto para..- aclaró su garganta-Una mujer nunca puede tener los suficientes jarros, ¿verdad? y estos son ideales. - rió de manera seca,  pero su sonrisa no se transfirió a sus ojos.

Se estaba quedando sin recipientes para la sangre de sus clientes. Necesitaba que la cualidades de los mismos fuesen de una complexión y composición particular para aislar cualquier olor de aquella esencia y no tentar su sed. Quizás aquellos botecitos podrían ser una buena opción.

La luz del candil indicó que Caoimhe estaba de suerte.

A pesar de haber pasado los últimos días lo suficientemente cerca de Cohen como para compartir objetivos en común. lo cierto era que Caoimhe aún no había aprendido a entender su rutina y el hecho de encontrar la luz de su establecimiento encendida le hizo preguntarse si quizás el vampiro era tan adicto al trabajo como ella misma.

Lo cierto es que no era una sorpresa para nadie que la vida en Sacrestic comenzase al caer la noche. Sin embargo y en aquella ocasión. Caoimhe  se alegró de que las calles de aquella ciudad se encontrasen lo suficientemente vacías en las últimas horas como para hacer que no se cruzase con nadie en su camino a su objetivo. El jardín parecía estar lo suficientemente cuidado como para ignorar el hecho de que posiblemente la mayoría de las plantes que contenía fueran usadas para las pociones que el vampiro elaboraba, y por lo tanto, potencialmente venenosas.

Los vapores de la creación de sus pociones y elixires recibió a Caoimhe cuando la vampiresa alcanzó al fin la estancia principal. No veīa, sin embargo lugar de trabajo por lo que entendió que el humo casi invisible que se esparcía en la sala debía haberse colado a través de otro lugar e imaginó el grosor del trabajo del vampiro, sobre todo en aquellos tiempos en particular.


Caoimhe se acercó al mostrador donde observó con interés parte de la oferta de su compañero de clan. Estaba segura que había ampliado su mercancía desde la última vez que fue, antes incluso de haber compartido los secretos del ojo. Aquello la alegró: Siempre era beneficioso tener a alguien parcialmente cercano que supiese realizar una poción de recuperación.


Tras ojear la mercancía varias veces, la vampiresa se dirigió a Cohen con su pedido.

-Creo que va siendo hora de que me haga con una poción de salud diluida... Llevo postponiendolo el tiempo suficiente como para obtener una cicatriz bastante fea... Y.. Oh si... por supuesto.- dijo de manera pausada- No veo la hora de usar  algo de tu  Filo venenoso en mi juguete nuevo - dijo sonriendo de manera maliciosa, con el nombre y apellido de la persona en la que quería usarlo en mente.


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off:


Compro una poción de salud y  un Filo venenoso, porfi please.