Trabajos en cuero y madera

Y al fin, después de tantas distracciones y obligarse a no gastar más de la cuenta en otros negocios, sólo quedaba una cosa más por comprar. Tenía en la mente una imagen muy nítida de lo que buscaba, sólo faltaba saber dónde encontrarlo. No era difícil encontrar una curtiduría en Lunargenta, lo complicado sería dar con las manos adecuadas.

Caminaba entre las calles y avenidas comerciales, observando los escaparates de los puestos y negocios, convencida de que no gastaría una moneda más hasta tener su pedido, aunque no sería tarea fácil. Ensimismada en los expositores de un puesto de platería, no reparó en el artesano que trabajaba la madera varios metros más adelante, en plena calle. Tal era su despiste, que sus pasos continuaban su camino, desacompasados de su mirada, que continuaba puesta en los brazaletes, sortijas, colgantes y demás bisutería, sin otro final que el de acabar chocando con la espalda del carpintero.

—¡Mis disculpas!— exclamó al instante en que notó el contacto —Caminaba distraída, espero no haber estropeado nada.

No pudo evitar la sorpresa al reparar en los rasgos que delataban su identidad. Si bien no era el primer elfo con el que comerciaba en la capital, aun le costaba trabajo entender cómo algunos de su pueblo podían haber elegido trasladarse a la ciudad de los hombres, con todo lo que aquello suponía. Cierto era que la capital cada vez albergaba mayor diversidad, pero aun así... Negocios, claro... ¿Qué otra cosa podría ser? Tampoco era de su incumbencia. Desquitándose de pensamientos que a ningún lado la llevarían, flexionó las rodillas hasta posicionarse a la altura del artesano hasta ver de cerca el despliegue de figuras talladas que mostraba a su alrededor.

—Son bonitas— afirmó con cortesía, desengranando cada detalle con la mirada, reprimiendo los impulsos de tomar una entre las manos y toquetearla. En un momento en que levantó la vista, alcanzó a advertir un pequeño local tras él, en cuyo interior podían diferenciarse telas y pieles. —¿También trabajáis textil?— se interesó, señalando el negocio.

Antes de que él pudiera contestar, se topó con un pequeño cartel colgado a medias en la puerta, "Trabajos en cuero y madera". Notó sus mejillas enrojecerse al entender el absurdo de su pregunta antes de volverse hacia el curtidor.

—Ya... Veo que sí— comentó, esbozando una ligera sonrisa avergonzada —Buscaba quien pudiera hacerme una túnica nueva, esta está para quemar en la hoguera... Algo que me cubra al completo, pero no moleste al movimiento. Y si pudiera servir de protección sería ideal, no me veo portando una armadura, la verdad...— rio, antes de dar algún detalle más relativo a lo que quería.

Tras haber sido medida, atendió a las indicaciones del elfo, aceptando volver más tarde a recoger su encargo. Comprensible que necesitase tiempo para realizar algo así. A su regreso, antes de cerrar la venta, se probó la prenda para comprobar que todo estuviese en su lugar, quedando encantada con el resultado.

—¡Es perfecta!— afirmó cuando hubo comprobado que se ajustaba a todo lo que quería —Pienso cortarle la mano a quien ose hacerle un roto o un descosido, ¡por mínimo que sea!— sentenció con firmeza, probando la capucha, en un gesto que resultó más cómico que amenazante.

Recuperando la compostura, llevó la mano a su saquito de ahorros y sacó unos aeros, contando algunos más de los acordados.

—Treinta por la túnica y diez más para un cartel más grande.— bromeó, agradeciendo el servicio.

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Compro "Ropas Arcanas Pobres", entrego 40 aeros { 30 por los materiales y 10 porque es muy secsi soy muy maja }

Mi viaje en solitario había iniciado y los caminos se hacían cada vez mas peligrosos o lo suficientemente dificultosos como para que el simple hecho de ir a pelo sea una insensatez para los mas osados, en mi caso, era uno de esos. Los pies me mataban y la fatiga pasaba factura al fin ¡¡Pero la civilización estaba a la vista!! Así que podría descansar al fin y poder gestionar mis existencias de equipo y demás planificaciones porque estaba como cerdo fuera del corral.

Al día siguiente ya descansado es que me metería por el mercadillo para re-abastecerme mas que nada porque me faltaba provisiones y que tanto mi equipo como escudo no eran ni la sombra de lo que eran, siendo mi escudo mas un mondadientes gigante que un escudo, necesitaba otro y urgente si no quisiera que un tajo o una flecha me llegara a la yugular o me aporreen la cabeza como una nuez...de nuevo.

Mirando a nada especifico y sin rumbo fijo, mis cuencas visualizarían a algunas artesanías de madera y por simple curiosidad y aburrimiento es que me dirigí al lugar y ver de cerca la existencia del lugar. Viendo que muchas cosas y el trabajo de la misma parecería prometedor por lo que mi atención seria totalmente captada, sobre todo tomando en cuenta que la madera no era lo único que se especializaba, siendo qué, para mi sorpresa y fortuna que no había tenido antes, también trabajaba con cuero ¡Por Völundr! Bendito sea la situación- ¡Salve compañero! -Anunciaba con vigor y buenas intenciones mientras inclinaba ligeramente la cabeza y levantaba la mano derecha en son de buena voluntad y presentación.- Me intereso la existencia que tienes y pensaba en comprar un escudo ya que, el que traigo no da para mas. -No se si llamarlo escudo a este destrozado equipamiento.

Titubeaba en decirle, pero no perdía nada.- Y si de por casualidad estas especializado en armaduras, no me importaría pagar tus servicios. -Y viendo algunos elementos de sus existencias...-y algunos provisiones para mi viaje. -Ahora si toca vaciar los aeros de la bolsa, pero no iria en bolas por el mundo ni cargando todo con una cuerda y un harapo junto a un palo.



off rol: Buenas, vengo a comprar un Escudo pobre, una armadura ligera Normal y una bolsa de explorador, muchas gracias.

Debía estar lista para lo que sea que nos fuéramos a encontrar en el camino hacia la aventura. Esa gente con la que se había implicado el suicida de Zelas era peligrosa y sin duda era mejor estar preparada.

Comenzaría con lo básico, un traje que me permitiera al menos resistir, o que no se rompiera en algún intento de huida. Mis últimos encuentros tanto en Vulwulfar como en la ciudad de las ratas, ya habían dejado varios agujeros en mi ropa. Y eso, en un grupo compuesto por hombres era una distracción de grandes proporciones.

Había escuchado de un sujeto, entre los habitantes del pueblo que solía ponerse en la zona del mercado allí a pie de calle, esperaba poder dar con él. Tras unos minutos de búsqueda entre la muchedumbre esperaba que los dioses me iluminaran para así divisar a al tan mencionado viajero errante que trabaja por módicos precios accesibles para el pobre aventurero.

Me acerqué hacia él con cierta duda, rezando para mis adentros (Creo que estaba pasando demasiado tiempo con el tonto de Baltazar). Esperando haberlo encontrado. - Disculpa ¿Tu eres el curtidor del que los aldeanos hablan? Mi nombre es Merax y necesito urgentemente esto. - Saqué de mi bolsillo una pequeña lista que había hecho en la mañana con lo que requería para la posible misión suicida que me deparaba el destino, o mejor dicho Zelas.

Esperaba que ese sujeto al menos pudiera ayudarme con algo de ahí.  

Baltazar había pensado en muchas cosas cuando decidió que no iba a invertir, por el momento, en armamento que cualquiera consideraría útil. Las razones iban desde la ética hasta la simple estética, pero eran suficientes para él. Quizá no fuera muy astuto en lo que concierte a la preparación bélica. La situación en que los había envuelto Zelas lo merecía. El hecho es que, como dije, ese día decidió no invertir en armamento, sino en algo más práctico.

Mientras estaba en una taberna pasando el rato, escuchó el rumor de que cierto comerciante, con buena reputación entre viajeros por sus precios en relación con la calidad de sus productos, se había asentado cerca. Curtidor y carpintero por excelencia, decían algunos, destellando en su especialidad lo que el pelirrojo creía necesitar en ese momento. Un trago a fondo y se levantó para ir en su búsqueda. Tenía que comprobarlo.

Varios minutos después, suficiente para repasar su posible encargo, creyó dar con el sitio en cuestión... ¿y una colega? -A tu izquierda -murmuró a Meraxes antes de detenerse y aclarar su garganta. -Buen día. ¿El afamado carpintero y curtidor? - sonrió, y aprovechó el momento para ojear la mercancía... Aunque no lo fuera, sí, el lugar tenía lo que buscaba. Entonces se decidió-. Todo pinta bien. Me gusta obtener lo siguiente...

Me encontraba en un establecimiento donde daban la cerveza barata más rica de todo el poblado, o al menos la cerveza barata más rica que he probado aquí. Durante ese lapso aproveché y me hice "amigo" de unos tipos que se encontraban jugando juegos de azar. Yo no decidí participar, no tenía tanto dinero para ponerme a apostar, por lo que lo único que hacía era charlar de tonterías con este grupo de hombres, los cuales debo decir que eran muy agradables.

Nos reíamos, bebíamos y los observaba jugar. En eso uno de ellos me preguntó ante la negativa ante la idea de jugar. - ¿Y por qué no juegas con nosotros? Quizá sea tu día de suerte. - Al escucharlo reí levemente. - Si, tal vez sea mi día, pero mi economía ahora no me permite descubrirlo. Tengo pensado comprar algo de equipo para viajar, pero la mayoría de los mercaderes son muy avariciosos y no he encontrado uno que se apiade de mi.

Al escucharme, ese hombre comenzó a reír levemente. - Por eso te decía que es tu día de suerte. No debes de confiar en los mercaderes. Pero escuché que por aquí anda de paso un gran curtidor que te podría solucionar tus compras a un precio más accesible al de esos avariciosos. - Al escuchar aquello no pude evitar si no escupir de golpe la cerveza. - ¿¡Me lo dices enserio!? - El hombre, el cual ahora tenía cerveza en la cara asintió levemente y me indicó donde podría encontrarlo. Al escucharlo terminé mi cerveza de un trago y luego le besé la cabeza a ese hombre. - Sin duda me salvaste. - Rayos, no tienes que besarme. - Pagué mi cerveza y salí de aquel lugar, tratando de buscar entre las indicaciones donde se encontrara dicho curtidor.

Al llegar allí, lo encontré a el, pero no solo al curtidor que buscaba, sino también a los que serían mis acompañantes de viaje. Al verlos sonreí ampliamente y me dirigí hacia ellos. - Hola. Parece que no fui el único. - Dicho eso centré mi atención en el curtidor. - Buen día apreciable caballero. Usted debe ser en gran curtidor del que he escuchado. ¿Me gustaría saber si es posible hacerle un pequeño encargo. Necesito...

OFF:

Pedido:
- Armadura de Fieras Normal (Ligera)
- Guantes de Ladrón
- Bolso del Explorador

Sin duda alguna había quedado satisfecha con el buen trabajo hecho por ese sujeto. Rezaba a los dioses porque aún permaneciera en la ciudad, necesitaba con urgencia una nueva arma.

Veía mi látigo, estaba muy mellado y sabía que en cualquier momento sería inútil, incluso como cuerda pues el cuero ya estaba desgastado. Lo único que esperaba que fuese conservable era el mango del mismo, tenía valor sentimental, había sido lo único que había llevado conmigo pues era de mi madre, la única cosa que me permití conservar de mi pasado antes de huir de las frías tierras del norte.

Salí desde temprano, esperando poder hallarlo en el concurrido mercado, llevaba envuelto conmigo mi arma vieja con la esperanza latente. Mis orbes violeta se iluminaron al ver al sujeto, ya llevaba la armadura ligera que había confeccionado, ni decir lo cómoda que sentía y sin agujeros.- Creo que los dioses escucharon mis plegarias. - sonreí con gesto amable una vez estuve lo bastante cerca de él.

- Es un gusto verte de nuevo Elian. Espero no te moleste, pero hiciste tan buen trabajo con esto que creo que puedes ayudarme con...- desenvolví mi viejo látigo-  ...esto. Debo viajar pronto y necesito uno que sepa no se romperá si ocupo ...cazar algunas plagas. - reí levemente. - Sólo me preguntaba si podías conservar el mango. Que te digo, soy una chica sensible. - Volví a bromear.

Esperaba que no fuera demasiado atrevido de mi parte pero confiaba en que si había hecho un excelente con lo que había comprado podía confiarle lo que consideraba en esos momentos mi tesoro mas preciado.