Al final del camino sin ley [Privado][+18][Cerrado]
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Al final del camino sin ley [Privado][+18][Cerrado]
El trayecto había sido largo, y cansado, pero ameno. Por lo menos no habíamos hecho un tramo corriendo, aunque dudaba que el sujeto que nos había precedido tuviese el aguante para hacerse semejante túnel a la misma velocidad a la que lo habíamos ido a marcharse.
A medida que nos acercábamos a la luz, y podía volver a advertir la silueta de mi compañera, también volvieron los sonidos ajenos a nosotras.
Una voz ahora conocida hacía relación de los anteriores sucesos, con notable alarma y tropezándose entre sus palabras para gluglutear como un pavo.
— Te digo que eran unas salvajes, con cuernos y fuerza! Hay que bajar al puerto y pagarle a un par de matones antes de que nos roben toda la mercancía.
—Eso sale mucho dinero, nos armamos tú yo con unos garrotes. ¿No dijiste que eran dos mozuelas? Pues les damos una buena tunda, quizás hasta si las asustamos un poco se porten bien.—Su voz sonaba con asquerosa lascivia. Había oído a muchos hombres hacer ese tipo de comentarios, y, aunque jamás los había visto realizar sus amenazas como para comprender del todo que entrañaban, no tenía ninguna prisa por cambiarlo
—Bonifacio no ha vuelto, le dieron bien fuerte en la cabeza y no lo escuche correr, a saber que le habrán hecho!.— La vocecilla del hombre bestia sonaba alarmada y asustada, poco dispuesta a seguir a su compañero.
—¡Bah! Eres un cobarde. A ese patán gigantón no lo pueden dos mocosas, seguro que les está dando un viaje que no van a poder ni andar, habrá que llegar rápido si queremos que les quede algo de fuerza para nosotros.
La conversación me hizo sentir rara y desagradable, como si me hubiesen vertido encima una sustancia viscosa y pestilente. Entre las escamas que cubrían mi cuerpo humanoide salieron algunas púas y se erizaron, haciendo agujeros en las perneras de mi pantalón y la espalda y los brazos de la camisa de lino. Deje la caja delante de la puerta y me pegué a la pared, cerca del umbral, de modo que cuando la abrieran quedara oculta por el marco y las tinieblas, dispuesta a emboscarlos y aprovechar el factor sorpresa, si esos dos sujetos pensaban que podrían ir a buscarnos para hacernos vete-tú-a-saber-qué les iba a salir terriblemente mal.
A medida que nos acercábamos a la luz, y podía volver a advertir la silueta de mi compañera, también volvieron los sonidos ajenos a nosotras.
Una voz ahora conocida hacía relación de los anteriores sucesos, con notable alarma y tropezándose entre sus palabras para gluglutear como un pavo.
— Te digo que eran unas salvajes, con cuernos y fuerza! Hay que bajar al puerto y pagarle a un par de matones antes de que nos roben toda la mercancía.
—Eso sale mucho dinero, nos armamos tú yo con unos garrotes. ¿No dijiste que eran dos mozuelas? Pues les damos una buena tunda, quizás hasta si las asustamos un poco se porten bien.—Su voz sonaba con asquerosa lascivia. Había oído a muchos hombres hacer ese tipo de comentarios, y, aunque jamás los había visto realizar sus amenazas como para comprender del todo que entrañaban, no tenía ninguna prisa por cambiarlo
—Bonifacio no ha vuelto, le dieron bien fuerte en la cabeza y no lo escuche correr, a saber que le habrán hecho!.— La vocecilla del hombre bestia sonaba alarmada y asustada, poco dispuesta a seguir a su compañero.
—¡Bah! Eres un cobarde. A ese patán gigantón no lo pueden dos mocosas, seguro que les está dando un viaje que no van a poder ni andar, habrá que llegar rápido si queremos que les quede algo de fuerza para nosotros.
La conversación me hizo sentir rara y desagradable, como si me hubiesen vertido encima una sustancia viscosa y pestilente. Entre las escamas que cubrían mi cuerpo humanoide salieron algunas púas y se erizaron, haciendo agujeros en las perneras de mi pantalón y la espalda y los brazos de la camisa de lino. Deje la caja delante de la puerta y me pegué a la pared, cerca del umbral, de modo que cuando la abrieran quedara oculta por el marco y las tinieblas, dispuesta a emboscarlos y aprovechar el factor sorpresa, si esos dos sujetos pensaban que podrían ir a buscarnos para hacernos vete-tú-a-saber-qué les iba a salir terriblemente mal.
Última edición por Arygos Valnor el Jue 17 Nov 2022, 12:36, editado 2 veces
Arygos Valnor
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Re: Al final del camino sin ley [Privado][+18][Cerrado]
Había sido una caminata amena, me había acostumbrado al andar solitario, estar de nuevo con uno de los míos era más que reconfortante, al punto que, aunque el viaje había durará unas cuantas horas, lo sentí extremadamente corto.
- ¿Crees que hayan sido lo suficientemente listos para contratar más gente? – pregunte al acercarnos a la luz y antes de recibir una respuesta de Arygos, se escuchó la voz del par de idiotas.
El pelón parecía haber comprendido que no se nos debía subestimar, no obstante, seguía faltándonos el respeto al insistir que debíamos ser enfrentadas, por otro lado, el otro individuo, sea quien sea, el solo escuchar su voz, me inspiraba a tumbar la puerta de una patada y cortarlo en pedazos.
Nunca he presenciado actos tan repugnantes, pero si había escuchado ser descritas con detalles por guerreros que invitamos para aprender de sus técnicas marciales; mi clan estuvo cerca de usar esas técnicas para romper la moral enemiga y doblegarlos más fácilmente, pero se descartó, ya que implicaba mucho esfuerzo y se arriesgaba no solo a tomar una posición vulnerable, sino que además podía provocar el efecto contrario, siempre era más efectivo arrancarles algún miembro o incluso torturar públicamente a una figura de autoridad subversiva.
Me contuve puesto que no quería dar la impresión de impaciente frente a la sabia dragona que me acompañaba, pero en cuanto vi como sacaba sus espinas, preparándose para el combate, lo comprendí, ese estúpido debía pagar.
No obstante, ella no se lanzó al ataque, así que seguro esperaba que fueran tan idiotas como el anterior, confiando en su sabiduría, deje la bolsa en el suelo y me dirigí al costado de la puerta, de tal manera que cuando la abrieran yo quedara oculta por la misma.
La puerta finalmente se abrió.
- ¡Eso es lo que te asusto! – un hombre de figura muy gorda salió por la puerta, tenía un par de ojos saltones, con un gran iris horizontal y ubicados un poco más al costado de lo habitual, además tenía unas manos rechonchas y cortas, lo que contrastaba con sus piernas híper musculadas; tras ver a Arygos soltó una fuerte carcajada que sonaba más como una serie de croas, para acto seguido sacar una larga lengua desde su rechoncha y aplanada cabeza- muéstrame que tienes bebé.
Su anormal lengua era fugaz y con un solo movimiento le arranco la camisa a la otra dragona, dejándole unos minúsculos retazos que se quedaron clavados en las espinas de la misma; estaba decidido tal ofensa debía pagarse con sangre, cargue con velocidad a su espalda, pero la criatura giró por separado unos de sus ojos.
No esperaba me detectara y por eso no pude pegarle, no porque lo esquivara, era imposible que lo lograra, sino porque me contraataco, sin cambiar de posición, movió su pierna derecha y como si se tratara de un caballo me pego una poderosa patada en todo mi vientre, lanzándome a través de la puerta y cayendo delante del pelón.
- ¿Crees que hayan sido lo suficientemente listos para contratar más gente? – pregunte al acercarnos a la luz y antes de recibir una respuesta de Arygos, se escuchó la voz del par de idiotas.
El pelón parecía haber comprendido que no se nos debía subestimar, no obstante, seguía faltándonos el respeto al insistir que debíamos ser enfrentadas, por otro lado, el otro individuo, sea quien sea, el solo escuchar su voz, me inspiraba a tumbar la puerta de una patada y cortarlo en pedazos.
Nunca he presenciado actos tan repugnantes, pero si había escuchado ser descritas con detalles por guerreros que invitamos para aprender de sus técnicas marciales; mi clan estuvo cerca de usar esas técnicas para romper la moral enemiga y doblegarlos más fácilmente, pero se descartó, ya que implicaba mucho esfuerzo y se arriesgaba no solo a tomar una posición vulnerable, sino que además podía provocar el efecto contrario, siempre era más efectivo arrancarles algún miembro o incluso torturar públicamente a una figura de autoridad subversiva.
Me contuve puesto que no quería dar la impresión de impaciente frente a la sabia dragona que me acompañaba, pero en cuanto vi como sacaba sus espinas, preparándose para el combate, lo comprendí, ese estúpido debía pagar.
No obstante, ella no se lanzó al ataque, así que seguro esperaba que fueran tan idiotas como el anterior, confiando en su sabiduría, deje la bolsa en el suelo y me dirigí al costado de la puerta, de tal manera que cuando la abrieran yo quedara oculta por la misma.
La puerta finalmente se abrió.
- ¡Eso es lo que te asusto! – un hombre de figura muy gorda salió por la puerta, tenía un par de ojos saltones, con un gran iris horizontal y ubicados un poco más al costado de lo habitual, además tenía unas manos rechonchas y cortas, lo que contrastaba con sus piernas híper musculadas; tras ver a Arygos soltó una fuerte carcajada que sonaba más como una serie de croas, para acto seguido sacar una larga lengua desde su rechoncha y aplanada cabeza- muéstrame que tienes bebé.
Su anormal lengua era fugaz y con un solo movimiento le arranco la camisa a la otra dragona, dejándole unos minúsculos retazos que se quedaron clavados en las espinas de la misma; estaba decidido tal ofensa debía pagarse con sangre, cargue con velocidad a su espalda, pero la criatura giró por separado unos de sus ojos.
No esperaba me detectara y por eso no pude pegarle, no porque lo esquivara, era imposible que lo lograra, sino porque me contraataco, sin cambiar de posición, movió su pierna derecha y como si se tratara de un caballo me pego una poderosa patada en todo mi vientre, lanzándome a través de la puerta y cayendo delante del pelón.
Akapalotl
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Re: Al final del camino sin ley [Privado][+18][Cerrado]
Negué ante la pregunta de mi compañera. No sonaba como si el hombre pavo hubiese llegado mucho antes que nosotras, seguramente habría corrido hasta tomar un buen trecho de ventaja y después había seguido a pie, ya que la conversación no parecía haber empezado hacía demasiado rato.
La puerta se abrió, y la luz del otro lado, mucho más intensa que el triste farol que había asumido, baño con su fuerza el pasillo, revelando nuestro escondite. Un horripilante hombre escuerzo, de grotescas piernas y oronda barriga, se personó como el dueño de la voz lasciva.
Intenté recular cuando vi ese látigo rosado que tenía por lengua acercarse a mi persona, pero estaba acorralada contra la pared, y el hombre termino por arrancarme las ropas y mascarlas. Esperaba que le gustara el sabor a sudor de su compañero, porque la camisa no estaba precisamente muy limpia cuando me la había agenciado.
La otra dragona vino en mi auxilio, pero el hombre sapo se la sacó de encima de una patada, y la hizo volar hacia el interior de la bodega a la que desembocaba el túnel.
Quería ayudarla, pero el truhan me cortaba el paso, y en ese momento, yo misma me encontraba en apuros.
El garrote se estrelló violentamente contra la pared de piedra, a escasos centímetros de mí, donde un segundo antes se había encontrado mi cabeza. La fuerza del golpe hizo que este rebotase y el arma saliese volando.
El hombre sapo dio un paso atrás y se agarró del marco de la puerta para no desestabilizarse, momento que aproveche para morderle el antebrazo.
El sabor metálico de la sangre tenía un tinte desagradable, poco habitual, y contuve las ganas de soltarle. El gritó, y profirió una ristra colorida de insultos hacia mi persona y mi estirpe, agarrándome del pelo y jalando hacia atrás dolorosamente. En respuesta, mordí más fuerte, dejando que mi dentadura se volviera más prominente, y que el resto de mis dientes crecieran y se afilaran.
Volé. Mi mandíbula de cerro del todo, y un pedazo de su insidiosa carne quedo dentro de mi boca. La mano con la que me asía de la melena logró echarme hacia atrás, y salí despedida hacia la oscuridad del túnel. Mi cuerpo blando rodó sobre la agreste superficie del suelo.
La puerta se abrió, y la luz del otro lado, mucho más intensa que el triste farol que había asumido, baño con su fuerza el pasillo, revelando nuestro escondite. Un horripilante hombre escuerzo, de grotescas piernas y oronda barriga, se personó como el dueño de la voz lasciva.
Intenté recular cuando vi ese látigo rosado que tenía por lengua acercarse a mi persona, pero estaba acorralada contra la pared, y el hombre termino por arrancarme las ropas y mascarlas. Esperaba que le gustara el sabor a sudor de su compañero, porque la camisa no estaba precisamente muy limpia cuando me la había agenciado.
La otra dragona vino en mi auxilio, pero el hombre sapo se la sacó de encima de una patada, y la hizo volar hacia el interior de la bodega a la que desembocaba el túnel.
Quería ayudarla, pero el truhan me cortaba el paso, y en ese momento, yo misma me encontraba en apuros.
El garrote se estrelló violentamente contra la pared de piedra, a escasos centímetros de mí, donde un segundo antes se había encontrado mi cabeza. La fuerza del golpe hizo que este rebotase y el arma saliese volando.
El hombre sapo dio un paso atrás y se agarró del marco de la puerta para no desestabilizarse, momento que aproveche para morderle el antebrazo.
El sabor metálico de la sangre tenía un tinte desagradable, poco habitual, y contuve las ganas de soltarle. El gritó, y profirió una ristra colorida de insultos hacia mi persona y mi estirpe, agarrándome del pelo y jalando hacia atrás dolorosamente. En respuesta, mordí más fuerte, dejando que mi dentadura se volviera más prominente, y que el resto de mis dientes crecieran y se afilaran.
Volé. Mi mandíbula de cerro del todo, y un pedazo de su insidiosa carne quedo dentro de mi boca. La mano con la que me asía de la melena logró echarme hacia atrás, y salí despedida hacia la oscuridad del túnel. Mi cuerpo blando rodó sobre la agreste superficie del suelo.
Arygos Valnor
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Re: Al final del camino sin ley [Privado][+18][Cerrado]
- Tu sabor me excita – dijo el hombre sapo, con su asquerosa voz, tras saborear un poco la ropa recién arrancada, no supe que más paso, lo siguiente que note era al hombre pavo corriendo a tomar mi espada.
Para aumentar puntos a mi humillación, el golpe me había dejado sin aire, y había soltado mi espada en el interior de la cueva y ahora el pelon la sujetaba; no sabía si era por su cansancio o simplemente su mal estado físico, pero se notaba que le costaba cargar mi arma, ni hablar de moverla.
Inhale con fuerza para luego exhalar con furia, me aproxime al idiota que manchaba mi empuñadura con sus asquerosas manos, pensaba solo dejarle con una lección, pero había profanado mi arma, y debía pagar.
Mientras me aproximaba sentí como el hombre sapo desequilibrado cayó, sujetándose en la puerta; en medio de su retroceso empujo a su compañero, este no pudo mantenerse de pie y dio pequeños saltos para finalmente caer, encajándose mi espada en su pierna.
-maldita sea duele, duele – empezó a gritar el hombre pavo, con un tono gutural.
Me le aproxime despacio, ignorando la pelea que había tras de mí, luego le arranque mi espada de su pierna, la sangre comenzó a brotar con un tono tan rojo como el de mi furia.
-piedad, piedad – empezó a rogar el hombrecillo, a lo que respondí levantando mi espada.
No sé qué clase de deidad tendrá de su lado, pero mi atención fue robada al ver a la otra dragona rodar por el suelo, me gire rápidamente al mismo tiempo que el hombre sapo de manera estúpida me enroscaba el vientre con su lengua.
- ¡Maaldieaoiata puuyutaaauaoa! – grito con furia y de manera casi inentendible cuando le corte su lengua de un tajo.
- Explícame en que momento pensaste que esto sería útil – le dije al quitarme su asquerosa y pegajosa lengua de mi cintura.
Para aumentar puntos a mi humillación, el golpe me había dejado sin aire, y había soltado mi espada en el interior de la cueva y ahora el pelon la sujetaba; no sabía si era por su cansancio o simplemente su mal estado físico, pero se notaba que le costaba cargar mi arma, ni hablar de moverla.
Inhale con fuerza para luego exhalar con furia, me aproxime al idiota que manchaba mi empuñadura con sus asquerosas manos, pensaba solo dejarle con una lección, pero había profanado mi arma, y debía pagar.
Mientras me aproximaba sentí como el hombre sapo desequilibrado cayó, sujetándose en la puerta; en medio de su retroceso empujo a su compañero, este no pudo mantenerse de pie y dio pequeños saltos para finalmente caer, encajándose mi espada en su pierna.
-maldita sea duele, duele – empezó a gritar el hombre pavo, con un tono gutural.
Me le aproxime despacio, ignorando la pelea que había tras de mí, luego le arranque mi espada de su pierna, la sangre comenzó a brotar con un tono tan rojo como el de mi furia.
-piedad, piedad – empezó a rogar el hombrecillo, a lo que respondí levantando mi espada.
No sé qué clase de deidad tendrá de su lado, pero mi atención fue robada al ver a la otra dragona rodar por el suelo, me gire rápidamente al mismo tiempo que el hombre sapo de manera estúpida me enroscaba el vientre con su lengua.
- ¡Maaldieaoiata puuyutaaauaoa! – grito con furia y de manera casi inentendible cuando le corte su lengua de un tajo.
- Explícame en que momento pensaste que esto sería útil – le dije al quitarme su asquerosa y pegajosa lengua de mi cintura.
Akapalotl
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Re: Al final del camino sin ley [Privado][+18][Cerrado]
En vez de aventurarse a las tinieblas para perseguirme, el rollizo maleante se dio la vuelta hacia mi compañera. ¡Craso error creer que podía dejarme fuera de juego con tan poco, me habían dado tundas mucho peores! Me puse en pie, y salte trepándome a su espalda, clavando mis garras en su cuerpo, blando por los excesos, y al tiempo que el acero de la otra dragona caía con la sentencia del silencio, le arranque un pedazo de cuello de un bocado.
La sangre emergió abundantemente de la carótida seccionada, bañando mi rostro y tiñendo la camisa del escuerzo de un intenso y oscuro carmesí. El hombre gritó y gimió ahogadamente, abriendo la boca de forma grotesca para no atragantarse con su propia sangre, mientras un pedazo de lengua se sacudía como el gusano de un anzuelo. Su otra mitad chapoteaba en un charco de sangre, como la cola de una lagartija recién arrancada.
La presteza con la que la sangre abandonaba su cuerpo hizo que le fallaran las fuerzas. Sus poderosas piernas se doblaron, e hincó las rodillas. Use mi cuerpo para desestabilizarlo hacia adelante, hasta que cayó con la cara contra el pavimento, y, agarrándole del pelo como él había hecho conmigo, empecé a hacer rebotar su cara contra la piedra. Mis fuerzas no eran muchas, pues mi cuerpo humanoide era menudo, pero lo que no tenía en músculos lo compensaba con gran entusiasmo.
Mientras repetía ese rítmico movimiento de rebote, alce la vista buscando a mi compañera.
—¿Te encuentras bien?.-Pregunté con dificultad, con las facciones distorsionadas por mis monstruosos dientes.
El hombre pavo, que había respirado aliviado al ver como su compañero enrollaba la lengua sobre Akapalotl palideció al contemplar, con horror, el desenlace de su compañero. El olor del orín se mezcló con el de la sangre mientras cojeaba intentando llegar a las escaleras, dejando un reguero rojo y acuoso tras de sí. Solté una mezcla entre un siseo y un rugido de advertencia, pobre en potencia comparado con lo que era capaz de emitir en mi forma dracónica, y señalé en la dirección del cobarde hombre bestia para advertir a mi compañera de su intento de escape.
La sangre emergió abundantemente de la carótida seccionada, bañando mi rostro y tiñendo la camisa del escuerzo de un intenso y oscuro carmesí. El hombre gritó y gimió ahogadamente, abriendo la boca de forma grotesca para no atragantarse con su propia sangre, mientras un pedazo de lengua se sacudía como el gusano de un anzuelo. Su otra mitad chapoteaba en un charco de sangre, como la cola de una lagartija recién arrancada.
La presteza con la que la sangre abandonaba su cuerpo hizo que le fallaran las fuerzas. Sus poderosas piernas se doblaron, e hincó las rodillas. Use mi cuerpo para desestabilizarlo hacia adelante, hasta que cayó con la cara contra el pavimento, y, agarrándole del pelo como él había hecho conmigo, empecé a hacer rebotar su cara contra la piedra. Mis fuerzas no eran muchas, pues mi cuerpo humanoide era menudo, pero lo que no tenía en músculos lo compensaba con gran entusiasmo.
Mientras repetía ese rítmico movimiento de rebote, alce la vista buscando a mi compañera.
—¿Te encuentras bien?.-Pregunté con dificultad, con las facciones distorsionadas por mis monstruosos dientes.
El hombre pavo, que había respirado aliviado al ver como su compañero enrollaba la lengua sobre Akapalotl palideció al contemplar, con horror, el desenlace de su compañero. El olor del orín se mezcló con el de la sangre mientras cojeaba intentando llegar a las escaleras, dejando un reguero rojo y acuoso tras de sí. Solté una mezcla entre un siseo y un rugido de advertencia, pobre en potencia comparado con lo que era capaz de emitir en mi forma dracónica, y señalé en la dirección del cobarde hombre bestia para advertir a mi compañera de su intento de escape.
Arygos Valnor
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Re: Al final del camino sin ley [Privado][+18][Cerrado]
Su forma de luchar me dejo sin palabras, era bestial, casi como si estuviera en su forma de dragón delante mío, por su parte el pelón empezó a ejecutar su escape arrastrando su pierna malherida, podía seguirlo, pero no lo haría, tenía la oportunidad de ver como peleaba aquella dragona que era una con su elemento; y a decir verdad estaba perpleja, no había elegancia en su combate, era violencia pura.
“calma en los momentos de paz, furiosa en los momentos de guerra”
Era sin duda un ser que manejaba bien sus emociones, no dejo despegar su furia hasta que llegó el momento de hacerlo.
- Si lo estoy - afirmé rápidamente mientras observaba el camino de orín y sangre que había formado el hombre pavo, respondí al siseo de mi acompañante acercándome al animal, que desesperadamente intentaba cruzar el marco de la puerta, lo tomé del cuello y con un tirón lo avente al costado de mi nueva amiga.
- Piedad por favor, no me maten, yo no les hecho nada – dijo mientras se arrastraba en el suelo intentando retroceder
- Tu irrespeto a los dragones es suficiente para condenarte a muerte, una muerte larga y dolorosa – me detuve para quedar al lado de Arygos – ¿tu estas bien? – le pregunté ignorando al pelón, el cual rompía en llanto.
- Oh poderosas criaturas, perdonen mi insolencia, no sabía lo que hacía, por favor, perdónenme y me asegurare de venerar a los suyos, por favor perdónenme, permítanme demostrarles mi arrepentimiento – saco de su pantalón un pergamino – esta es la copia de un tesoro elfico escondido en esta región, acepten este tesoro como muestra de mi arrepentimiento, de aquí en más seré en pregonero del respeto hacia su raza – continúo hablando entre lágrimas.
Yo solo suspire enojada, mire a Arygos esperando que diría con su gran sabiduría, puede que ella viera algo que yo no.
“calma en los momentos de paz, furiosa en los momentos de guerra”
Era sin duda un ser que manejaba bien sus emociones, no dejo despegar su furia hasta que llegó el momento de hacerlo.
- Si lo estoy - afirmé rápidamente mientras observaba el camino de orín y sangre que había formado el hombre pavo, respondí al siseo de mi acompañante acercándome al animal, que desesperadamente intentaba cruzar el marco de la puerta, lo tomé del cuello y con un tirón lo avente al costado de mi nueva amiga.
- Piedad por favor, no me maten, yo no les hecho nada – dijo mientras se arrastraba en el suelo intentando retroceder
- Tu irrespeto a los dragones es suficiente para condenarte a muerte, una muerte larga y dolorosa – me detuve para quedar al lado de Arygos – ¿tu estas bien? – le pregunté ignorando al pelón, el cual rompía en llanto.
- Oh poderosas criaturas, perdonen mi insolencia, no sabía lo que hacía, por favor, perdónenme y me asegurare de venerar a los suyos, por favor perdónenme, permítanme demostrarles mi arrepentimiento – saco de su pantalón un pergamino – esta es la copia de un tesoro elfico escondido en esta región, acepten este tesoro como muestra de mi arrepentimiento, de aquí en más seré en pregonero del respeto hacia su raza – continúo hablando entre lágrimas.
Yo solo suspire enojada, mire a Arygos esperando que diría con su gran sabiduría, puede que ella viera algo que yo no.
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Re: Al final del camino sin ley [Privado][+18][Cerrado]
Mi nueva compañera hizo gala de una sorprendente fuerza, eso, o el hombre bestia era sorprendentemente liviano. Quizás tenía los huesos huecos, como los pájaros, tenía claramente cosas de pájaro.
—¿Yo?.— Mire hacia abajo y me percaté que seguía martilleando el suelo con la cara del hombre sapo. Sus facciones se habían distorsionado tanto por los golpes, que costaba discernir donde terminaba la nariz y empezaba la boca. Los ojos no se veían con la hinchazón de los golpes, aunque no creía que fuera a necesitarlos, el hombre estaba muerto.— Estoy bien, solo sucia.— Me limpie la mango ensangrentada en la espalda de la camisa del cuerpo sobre el que me hallaba agazapada.
El espectáculo que ofrecía el calvito era desagradable, aunque tenía razón. Su compañero había intentando matarme, pero él había huido rápidamente, se rendía y ofrecía a nuestra suerte ahora. Lo cierto es que no parecía peligroso. Víctor siempre hablaba de las segundas oportunidades, de la redención de la gente… Y nos ofrecía el mapa de un tesoro elfico.
Me alcé de donde estaba y me incline hacia el tembloroso sujeto. —¿Qué tesoro?¿De dónde sacaste el mapa? ¿Es muy viejo? ¿En qué parte está escondido? ¿Por qué hay un tesoro elfico escondido en territorio humano?.
El sujeto, abrumado por la cantidad de preguntas, pero con los ojos vidriosos de lágrimas y una expresión de alivio inconfundible, emitió un glugluteo ridículo y empezó a responder con todo el orden del que fue capaz. — N-no sé qué tesoro… Pero es un tesoro, no tengan duda.— Se apuró en afirmar con un convencimiento que parecía genuino. -El mapa no es viejo, lo hizo un mercenario hace poco, lo perseguían… glugluglu… lo perseguían unos elfos, así que enterró el tesoro y huyo para darles esquinazo… pero se quedó sin hombres y no pudo volver a por el botín.— Me ofreció el mapa. Me sequé las manos contra el abdomen, dejando una coloración rosada sobre las escamas de mi vientre, y tomé el papel.— Lo gane en una timba en una taberna hace poco, ¡Pero te juro que es auténtico!.— Siguió con voz trémula.
-Oh... suena razonable.- Admiti, y volvi al tunel, rodeando el orondo cadaver que ahora se encontraba en medio de un lago rojizo y pegajoso, hasta llegar a la caja con botellines y guarde allí el mapa.- Te haré una copia, o podemos ir juntas pronto.- Le ofrecí a mi compñaera.
—¿Yo?.— Mire hacia abajo y me percaté que seguía martilleando el suelo con la cara del hombre sapo. Sus facciones se habían distorsionado tanto por los golpes, que costaba discernir donde terminaba la nariz y empezaba la boca. Los ojos no se veían con la hinchazón de los golpes, aunque no creía que fuera a necesitarlos, el hombre estaba muerto.— Estoy bien, solo sucia.— Me limpie la mango ensangrentada en la espalda de la camisa del cuerpo sobre el que me hallaba agazapada.
El espectáculo que ofrecía el calvito era desagradable, aunque tenía razón. Su compañero había intentando matarme, pero él había huido rápidamente, se rendía y ofrecía a nuestra suerte ahora. Lo cierto es que no parecía peligroso. Víctor siempre hablaba de las segundas oportunidades, de la redención de la gente… Y nos ofrecía el mapa de un tesoro elfico.
Me alcé de donde estaba y me incline hacia el tembloroso sujeto. —¿Qué tesoro?¿De dónde sacaste el mapa? ¿Es muy viejo? ¿En qué parte está escondido? ¿Por qué hay un tesoro elfico escondido en territorio humano?.
El sujeto, abrumado por la cantidad de preguntas, pero con los ojos vidriosos de lágrimas y una expresión de alivio inconfundible, emitió un glugluteo ridículo y empezó a responder con todo el orden del que fue capaz. — N-no sé qué tesoro… Pero es un tesoro, no tengan duda.— Se apuró en afirmar con un convencimiento que parecía genuino. -El mapa no es viejo, lo hizo un mercenario hace poco, lo perseguían… glugluglu… lo perseguían unos elfos, así que enterró el tesoro y huyo para darles esquinazo… pero se quedó sin hombres y no pudo volver a por el botín.— Me ofreció el mapa. Me sequé las manos contra el abdomen, dejando una coloración rosada sobre las escamas de mi vientre, y tomé el papel.— Lo gane en una timba en una taberna hace poco, ¡Pero te juro que es auténtico!.— Siguió con voz trémula.
-Oh... suena razonable.- Admiti, y volvi al tunel, rodeando el orondo cadaver que ahora se encontraba en medio de un lago rojizo y pegajoso, hasta llegar a la caja con botellines y guarde allí el mapa.- Te haré una copia, o podemos ir juntas pronto.- Le ofrecí a mi compñaera.
Arygos Valnor
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Re: Al final del camino sin ley [Privado][+18][Cerrado]
Observe de nuevo más sabiduría, con mis ojos aun con la llama del combate en ellos, aunque me costó entender más el significado oculto de sus acciones, creo que lo comprendí. Servía mejor tener alguien que profesara el poder de nuestra raza, que ayudara a que el sur fuera un poco menos ignorante.
- Me encantaría que fuéramos juntas – respondí, asintiendo con mi cabeza, al parecer había pasado sus pruebas, me tomaría como aprendiz. Acto seguido recogí la bolsa con especias y me dirigí finalmente a la salida del túnel.
El mapa seguramente era falso, así el pelón creyera realmente en su autenticidad; la historia de su obtención tenia simplemente demasiados agujeros. “un tesoro elfico en estas tierras” imposible. Finalmente pasamos el marco de la puerta, lo que teníamos era una habitación maltrecha, con una puerta al otro lado.
Llena de polvo, tierra y lodo, tenía unos cuantos barriles rotos y vacíos, sin embargo, ese lugar pareció pulcro, ya que al abrir la otra puerta nos encontramos delante de lo que parecía una cloaca; el fétido aroma me hizo retroceder, mire sin poder esconder mi asco a mi acompañante, señalándole lo que nos esperaba adelante.
La cloaca tenía un ángulo muy pequeño, pero lo suficientemente grande para notar cual era el arriba y el abajo, de igual manera las aguas negras con todo tipo de contenido se encargaban de indicarlo igualmente, hacia la parte superior había unos pequeños rastros de luz, muy escasos, hacia abajo se escuchaba el agua cayendo, como si hubiera una especie de grada demasiado alta.
- Me encantaría que fuéramos juntas – respondí, asintiendo con mi cabeza, al parecer había pasado sus pruebas, me tomaría como aprendiz. Acto seguido recogí la bolsa con especias y me dirigí finalmente a la salida del túnel.
El mapa seguramente era falso, así el pelón creyera realmente en su autenticidad; la historia de su obtención tenia simplemente demasiados agujeros. “un tesoro elfico en estas tierras” imposible. Finalmente pasamos el marco de la puerta, lo que teníamos era una habitación maltrecha, con una puerta al otro lado.
Llena de polvo, tierra y lodo, tenía unos cuantos barriles rotos y vacíos, sin embargo, ese lugar pareció pulcro, ya que al abrir la otra puerta nos encontramos delante de lo que parecía una cloaca; el fétido aroma me hizo retroceder, mire sin poder esconder mi asco a mi acompañante, señalándole lo que nos esperaba adelante.
La cloaca tenía un ángulo muy pequeño, pero lo suficientemente grande para notar cual era el arriba y el abajo, de igual manera las aguas negras con todo tipo de contenido se encargaban de indicarlo igualmente, hacia la parte superior había unos pequeños rastros de luz, muy escasos, hacia abajo se escuchaba el agua cayendo, como si hubiera una especie de grada demasiado alta.
Akapalotl
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Re: Al final del camino sin ley [Privado][+18][Cerrado]
Con el mapa a buen recaudo, mi feo morral improvisado cargado hasta los topes, y unas ganas tremendas de salir de aquel lugar, seguí Akapalotl hasta que nos topamos con las alcantarillas.
"Menudo montón de mierda…"En todos los sentidos. Suspire, y volví atrás, agarrando al hombre calvito de la muñeca y semi arrastrándolo conmigo. Él cojeaba, y no olía mucho mejor que las alcantarillas, pero debía de conocer la salida más cercana, porque los barriles y cajas eran muy grandes como para que los movieran cómodamente por esos túneles durante mucho rato.
—¿Por dónde se sale?.— Le exigí al sujeto. Él señalo con el dedo, ganchudo y de piel descascarada, hacía una escalera de piedra, húmeda y resbaladiza. Lo solté para que se quedase allí o nos siguiera, y encabecé la marcha.
Tras un corto ascenso, una puerta enrejada de metal permitía ver al otro lado un callejón bañado con la plateada luz de la luna. La cerradura estaba rota, pero acomodada de una forma en la que pareciese intacta si no se le prestaba especial atención.
La verja chirrió y salí a la calle, respirando profundamente el aire de la ciudad, buscando algo puro y limpio. Pero lo que me saludo fue una cacofonía de olores repugnante. Sudor, caldo de pollo, comida pasada, orines y deshechos de curtidurías. Habíamos salido por un lugar mal mantenido de la ciudad, donde las callejuelas eran estrechas y estaban mal iluminadas, los charcos entre el empedrado del suelo eran fruto de los borrachos y una llovizna tan fina que no llegaba a limpiarlos. Los vecinos perezosos que tiraban sus deshechos por la ventana, y las ratas correteaban entre la basura apilada en los rincones.
"Menudo montón de mierda…"En todos los sentidos. Suspire, y volví atrás, agarrando al hombre calvito de la muñeca y semi arrastrándolo conmigo. Él cojeaba, y no olía mucho mejor que las alcantarillas, pero debía de conocer la salida más cercana, porque los barriles y cajas eran muy grandes como para que los movieran cómodamente por esos túneles durante mucho rato.
—¿Por dónde se sale?.— Le exigí al sujeto. Él señalo con el dedo, ganchudo y de piel descascarada, hacía una escalera de piedra, húmeda y resbaladiza. Lo solté para que se quedase allí o nos siguiera, y encabecé la marcha.
Tras un corto ascenso, una puerta enrejada de metal permitía ver al otro lado un callejón bañado con la plateada luz de la luna. La cerradura estaba rota, pero acomodada de una forma en la que pareciese intacta si no se le prestaba especial atención.
La verja chirrió y salí a la calle, respirando profundamente el aire de la ciudad, buscando algo puro y limpio. Pero lo que me saludo fue una cacofonía de olores repugnante. Sudor, caldo de pollo, comida pasada, orines y deshechos de curtidurías. Habíamos salido por un lugar mal mantenido de la ciudad, donde las callejuelas eran estrechas y estaban mal iluminadas, los charcos entre el empedrado del suelo eran fruto de los borrachos y una llovizna tan fina que no llegaba a limpiarlos. Los vecinos perezosos que tiraban sus deshechos por la ventana, y las ratas correteaban entre la basura apilada en los rincones.
Arygos Valnor
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Re: Al final del camino sin ley [Privado][+18][Cerrado]
Agradecí hasta al último de los dragones ancestrales, de que mis botas no me sorprendieran con algún agujero, pasé las asquerosas aguas sépticas sin que estas ingresaran a mi calzado, salimos, y nos encontrábamos en un sitio igual de pintoresco, con la luna rompiendo en el horizonte, lo cual indicaba que nuestra travesía había sido mucho más larga de lo que pensaba.
- Las ciudades humanas son simplemente repugnantes – agregué torciendo la nariz y girándome a ver a mi acompañante – mañana buscaremos un mercado donde poder vender esto – le mostré el saco de especias a la dragona - por ahora podríamos parar en alguna cantina o posada y ver el mapa del tesoro – sabía que, aunque seguro seria falso, ella lo habría tomado por alguna razón; seguramente planeaba observarme con algún tipo de reto cognitivo.
“es imposible que alguien de su nivel crea que es verdadero”
Caminamos por un par de minutos por las derruidas calles de la ciudad, las cuales poco a poco parecían menos una cloaca y más una…. Bueno una cloaca un poco más limpia; los humanos se giraban a vernos, aunque sus ojos se enfocaban más en mi acompañante; estaba acostumbrada a que me miren por mis cuernos, pero el llamativo cuerpo de Arygos básicamente me volvía invisible.
Aun así, no bajaba mi guardia, sabía que los humanos eran supersticiosos, hacen estupideces como usar huesos de dragón para sus pociones, o simplemente atacan por miedo a nuestra poderosa raza, no obstante, ese no parecía el caso. Podría ser que, al ser una ciudad grande, sean un poco menos incultos.
“¿puede que sean ligeramente civilizados?”
No, no podía ser así, son sureños, seguro esperaban algún momento de debilidad para atacarnos.
Akapalotl
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Re: Al final del camino sin ley [Privado][+18][Cerrado]
—Oh, te acompaño para asegurarme de que consigas cobijo, pero yo tengo en donde volver.— Pensar en el torreón del séptimo círculo me llenaba de una calidez enternecedora. Pese al tiempo que hacía que consideraba aquello mi hogar, seguía asombrándome de su existencia, y de formar parte de aquello.
Perdida en esos pensamientos, y siguiendo ciegamente a Akapalotl, tardé un par de manzanas en percatarme de las curiosas miradas que me dedicaban los pocos transeúntes y mendigos que nos cruzábamos. —Oh… mierda...-Murmure, al ver mi reflejo en un escaparate. Como saliéramos de los suburbios para meternos en una avenida de esa guisa, tendríamos problemas.
—Dame un momento.— Le pedí a la muchacha, y me interné en un oscuro y estrecho callejón que parecía vacío. Desate la cuerda y la tela de arpillera, me envolví en ella y lo ate por varias partes con la larga cuerda que había usado de correa. Me miré satisfecha, tapaba todo lo que tenía que tapar, y me podía mover. Además, la áspera tela no se transparentaba aunque se humedeciera.
Escondí la cola, las escamas, las púas e incluso los cuernos, para no llamar de más la atención, y salí del callejón. Me busqué en las vidrieras de las tiendas. La muchacha que me devolvió la mirada en el oscuro cristal parecía una humana común y corriente.
—Podemos ir al puerto, allá siempre hay tabernas baratas. ¿Llevas aéreos?.-Baje la vista hacia mi cajita, tenia botellas, quizás podia cambiar la mercancia por comida y bebida para la muchacha. -Siguemé.-Indiqué, dando un par de pasitos rapidos para encabezar la marcha, y empece a guiarla en ese bosque de piedra y madera muerta.
Perdida en esos pensamientos, y siguiendo ciegamente a Akapalotl, tardé un par de manzanas en percatarme de las curiosas miradas que me dedicaban los pocos transeúntes y mendigos que nos cruzábamos. —Oh… mierda...-Murmure, al ver mi reflejo en un escaparate. Como saliéramos de los suburbios para meternos en una avenida de esa guisa, tendríamos problemas.
—Dame un momento.— Le pedí a la muchacha, y me interné en un oscuro y estrecho callejón que parecía vacío. Desate la cuerda y la tela de arpillera, me envolví en ella y lo ate por varias partes con la larga cuerda que había usado de correa. Me miré satisfecha, tapaba todo lo que tenía que tapar, y me podía mover. Además, la áspera tela no se transparentaba aunque se humedeciera.
Escondí la cola, las escamas, las púas e incluso los cuernos, para no llamar de más la atención, y salí del callejón. Me busqué en las vidrieras de las tiendas. La muchacha que me devolvió la mirada en el oscuro cristal parecía una humana común y corriente.
—Podemos ir al puerto, allá siempre hay tabernas baratas. ¿Llevas aéreos?.-Baje la vista hacia mi cajita, tenia botellas, quizás podia cambiar la mercancia por comida y bebida para la muchacha. -Siguemé.-Indiqué, dando un par de pasitos rapidos para encabezar la marcha, y empece a guiarla en ese bosque de piedra y madera muerta.
- Traje improvisado de Arygos:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Arygos Valnor
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Re: Al final del camino sin ley [Privado][+18][Cerrado]
Espere como me había pedido, la calle de la ciudad tenía más actividad de la que me esperaba, teniendo en cuenta la hora, algunos fisgones se detenían e intentaban mirar al interior del callejón, donde recibían un cálido.
- Se te perdió algo – que llegaba en conjunto con una mirada furiosa, al punto que seguían rápidamente su camino – eso pensé – agregaba con un tono despectivo, mientras observaba como algún otro idiota intentaba mirar.
Finalmente salió, me resulto un poco difícil reconocerla, había escondido hasta sus cuernos; eso ultimo me hizo soltar un ligero respiro, no lograba entender por qué debía esconder completamente su orgullosa raza; yo creía que bastaría con esconder la cola y las espinas, pero los cuernos.
“debe haber algún significado que me estoy perdiendo”
Ahí lo entendí, puede que ella intente ver si la sigo ciegamente, seguro es otra prueba.
- ¿Oh, ya has estado en este cuchitril? – agregue levantando ligeramente mi ceja, tras escuchar y seguir su recomendación.
Tras unos minutos de calles cloacales llegamos al puerto, el cual no tenía una atmosfera mejor, había un fuerte aroma a orín, generado seguro por el incontable número de ebrios que no paraban de mirarnos, para mi desdén, no lo hacían con pavor ni respeto.
- Busquemos un sitio tranquilo - dije mientras con mi mirada iracunda lograba alejar a alguno que otro marinero.
- Se te perdió algo – que llegaba en conjunto con una mirada furiosa, al punto que seguían rápidamente su camino – eso pensé – agregaba con un tono despectivo, mientras observaba como algún otro idiota intentaba mirar.
Finalmente salió, me resulto un poco difícil reconocerla, había escondido hasta sus cuernos; eso ultimo me hizo soltar un ligero respiro, no lograba entender por qué debía esconder completamente su orgullosa raza; yo creía que bastaría con esconder la cola y las espinas, pero los cuernos.
“debe haber algún significado que me estoy perdiendo”
Ahí lo entendí, puede que ella intente ver si la sigo ciegamente, seguro es otra prueba.
- ¿Oh, ya has estado en este cuchitril? – agregue levantando ligeramente mi ceja, tras escuchar y seguir su recomendación.
Tras unos minutos de calles cloacales llegamos al puerto, el cual no tenía una atmosfera mejor, había un fuerte aroma a orín, generado seguro por el incontable número de ebrios que no paraban de mirarnos, para mi desdén, no lo hacían con pavor ni respeto.
- Busquemos un sitio tranquilo - dije mientras con mi mirada iracunda lograba alejar a alguno que otro marinero.
Akapalotl
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Re: Al final del camino sin ley [Privado][+18][Cerrado]
Vulwfar era la ciudad más cercana a la torre, por eso la había reconocido al instante.
Los edificios, mayormente de piedra, se erguían oscurecidos por la llovizna. La mayoría de ellos tenían las ventanas cerradas, con los cortavientos de las mismas, húmedos y emblanquecidos por el salitre del aire, silbaban.
Llegamos a la última hilera de casas delante del puerto, y nos dio la bienvenida el mar. Entre las olas negras, serpenteaban los muelles, y entre estos, enromes leviatanes de madera, dormían con las velas plegadas.
Me conocía esa parte de la ciudad mejor que ninguna otra, porque era de las pocas en donde podía comprar comida fresca que satisficiera mis gustos. Pero a esa hora los pescadores nocturnos aún no habían vuelto, y los demás seguían en sus catres.
Tardamos unos pocos minutos en llegar a una posada pequeña y antigua. De su fachada colgaba un cartel con una jarra de la que salían dos peces con pinta de hallarse ebrios, lo que se acentuaba por el chirriante bamboleo del mismo, colgando de un poste por un par de cadenas llenas de herrumbre.
—Se llama El Bacalao Beodo.— Le expliqué a mi compañera, empujando la puerta para descubrir el interior del local.
Era una posada pequeña, en la planta baja donde nos hallábamos había un salón iluminado por una chimenea sencilla. Las paredes tenían multitud de seres de mar convertidos en trofeos, redes de pesca y decoraciones marinas. Varias mesas redondas se encontraban esparcidas de forma caótica, con taburetes hechos con restos de barriles. Tras la barra, una señora gorda con cara poco afable limpiaba con un trapo mugriento un pichel.
—Grenda!.-Saludé con la mano a la mujer, que me devolvió el saludo con una desdentada sonrisa. Un par de borrachuzos levantaron la vista de sus mesas, pero pronto volvieron a sus cartas y sus cervezas.
—Aquí no nos molestarán.— le prometí a mi compañera, guiándola hacia una mesa rinconera y tomando asiento.— A veces le traigo a Grenda lo que me sobra de la caza. Es una persona decente, no te cobrará de más y tienen habitaciones en los pisos de arriba.
Los edificios, mayormente de piedra, se erguían oscurecidos por la llovizna. La mayoría de ellos tenían las ventanas cerradas, con los cortavientos de las mismas, húmedos y emblanquecidos por el salitre del aire, silbaban.
Llegamos a la última hilera de casas delante del puerto, y nos dio la bienvenida el mar. Entre las olas negras, serpenteaban los muelles, y entre estos, enromes leviatanes de madera, dormían con las velas plegadas.
Me conocía esa parte de la ciudad mejor que ninguna otra, porque era de las pocas en donde podía comprar comida fresca que satisficiera mis gustos. Pero a esa hora los pescadores nocturnos aún no habían vuelto, y los demás seguían en sus catres.
Tardamos unos pocos minutos en llegar a una posada pequeña y antigua. De su fachada colgaba un cartel con una jarra de la que salían dos peces con pinta de hallarse ebrios, lo que se acentuaba por el chirriante bamboleo del mismo, colgando de un poste por un par de cadenas llenas de herrumbre.
—Se llama El Bacalao Beodo.— Le expliqué a mi compañera, empujando la puerta para descubrir el interior del local.
Era una posada pequeña, en la planta baja donde nos hallábamos había un salón iluminado por una chimenea sencilla. Las paredes tenían multitud de seres de mar convertidos en trofeos, redes de pesca y decoraciones marinas. Varias mesas redondas se encontraban esparcidas de forma caótica, con taburetes hechos con restos de barriles. Tras la barra, una señora gorda con cara poco afable limpiaba con un trapo mugriento un pichel.
—Grenda!.-Saludé con la mano a la mujer, que me devolvió el saludo con una desdentada sonrisa. Un par de borrachuzos levantaron la vista de sus mesas, pero pronto volvieron a sus cartas y sus cervezas.
—Aquí no nos molestarán.— le prometí a mi compañera, guiándola hacia una mesa rinconera y tomando asiento.— A veces le traigo a Grenda lo que me sobra de la caza. Es una persona decente, no te cobrará de más y tienen habitaciones en los pisos de arriba.
Arygos Valnor
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Re: Al final del camino sin ley [Privado][+18][Cerrado]
Seguí con paso firme a mi nueva amiga, no era desconocedora de las grandes ciudades, pero tampoco me sentía muy a gusto, en mi clan siempre hablan sobre los asesinos ocultos, gente entrenada al igual que nosotros en un arte marcial, pero el de ellos carecían de honor y virtud, eran seres despreciables con tácticas rastreras para eliminar al enemigo; esas criaturas tenían estas ciudades como sus cubiles y por mucho tiempo me enseñaron que eran nuestro punto débil.
No obstante, tenía delante de mí a otra dragona, una maestra que caminaba con tranquilidad por asquerosos caminos llenos de orín y ratas. Tendrá alguna técnica que le permite detectar a sus enemigos, “seguro usa su vínculo con el agua para sentir el sudor de las personas y percatarse de su posición sin verlas, si yo pudiera con el aire….”
No pude terminar la idea, habíamos llegado a una pintoresca cantina, la idea de unos peces ebrios me soltó una ligera risa, que pasó casi desapercibida debido a la mala atmosfera que producía mi ceño fruncido.
Con mis ojos seguí los distintos detalles de la habitación, pare por un momento frente a los curiosos trofeos, me recordaban a mi casa, aunque no nuestros trofeos no eran peces, el saludo sin honores por parte de Arygos, junto a la respuesta sin reverencia de la posadera, me generaron una ligera intriga que aumento con las palabras de la dragona.
- Acaso, dices es seguro ¿porque la cantinera es una dragona? – me gire y vi que había más comensales, si era una dragona y no lo mostraba, sería que quería mantener su anonimato, una acción que no podía entender, pero no pensaba incordiar a uno de los míos – olvida la pregunta, a ver, veamos a donde nos lleva ese mapa.
No obstante, tenía delante de mí a otra dragona, una maestra que caminaba con tranquilidad por asquerosos caminos llenos de orín y ratas. Tendrá alguna técnica que le permite detectar a sus enemigos, “seguro usa su vínculo con el agua para sentir el sudor de las personas y percatarse de su posición sin verlas, si yo pudiera con el aire….”
No pude terminar la idea, habíamos llegado a una pintoresca cantina, la idea de unos peces ebrios me soltó una ligera risa, que pasó casi desapercibida debido a la mala atmosfera que producía mi ceño fruncido.
Con mis ojos seguí los distintos detalles de la habitación, pare por un momento frente a los curiosos trofeos, me recordaban a mi casa, aunque no nuestros trofeos no eran peces, el saludo sin honores por parte de Arygos, junto a la respuesta sin reverencia de la posadera, me generaron una ligera intriga que aumento con las palabras de la dragona.
- Acaso, dices es seguro ¿porque la cantinera es una dragona? – me gire y vi que había más comensales, si era una dragona y no lo mostraba, sería que quería mantener su anonimato, una acción que no podía entender, pero no pensaba incordiar a uno de los míos – olvida la pregunta, a ver, veamos a donde nos lleva ese mapa.
Akapalotl
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Re: Al final del camino sin ley [Privado][+18][Cerrado]
La dragona aprecia desconfiar de todo, y observar a su alrededor con una curiosidad que me sorprendió para alguien quien creía que se había criado en ciudades, y rodeada de gente. Aunque era visiblemente más mayor que yo, me daba la sensación contraria.
—No, no es una dragona.— Negué con la cabeza mientras sacaba el mapa de entre los pliegues del improvisado vestido, y lo extendía en la mesa, evitando las partes más pegajosas de la misma.— Pero vengo seguido, le traigo la caza que me sobra, y si algún borracho me molesta ella le atiza con el rodillo.— Intenté tranquilizarla.
Acomodé el mapa de forma que la parte sur del mismo estuviese más cerca de nosotras, y el norte apuntara a la barra. Sobre el papel, un trazo desigual marcaba algunos puntos de referencia. Una silueta ahuevada coronaba el documento, cerca de esta, un circulo formado por pequeñas rallas discontinuas precedía una larga línea, que caía por el margen izquierdo una línea sinuosa, que se curvaba en una amplia panza, surcando el trozo inferior del papel, y se unía con él esté tras combarse hacia adentro en una C cerrada. Al este del mapa había un garabato con forma de pata de pollo. Lo más llamativo era sin duda una cruz rodeada de unos dibujos rudimentarios, de lo que me pareció reconocer como susurros de imbar.
Levanté la vista del papel cuando Grenda se nos acercó. Tenía unos rasgos pintorescos, había tantos detalles particulares en su rostro que resultaba sumamente entretenido intentar de advertirlos todos. Llamaba en especial la atención su nariz, ganchuda y bulbosa, llena de manchas de sol, y grandes lunares vellosos. Bajo ella, un par de pelos retorcidos me habían descubierto que las mujeres humanas, cuando llegaban a viejas, podían crecer bigotes, y la hacían parecerse a un bagre. Tenía los ojos aceitunados, rodeados de tantas pequeñas arrugas que le apergaminaban los parpados.
Me sonrió con calidez, lo que no hacía su sonrisa menos fea. Los dientes que le quedaban, que no eran muchos, estaban amarillentos y carcomidos. Entre ellos había uno que bailaba, y siempre que la veía lo buscaba con los ojos, para asegurarme que siguiera en su sitio, aferrado a sus blanquecinas encías salpicadas de sarro.
—Lo siento cielo, no me queda nada crudo.— Se disculpó, y pasó su trapo por la mesa para adecentarla, evitando cuidadosamente nuestro mapa para no arrugarlo.
—No pasa nada.— le devolví la sonrisa.— Necesito una habitación para ella, no tiene donde quedarse. ¿Aún tengo crédito?.— Esa palabra me la había enseñado ella, y era una forma rápida de hacer referencia a nuestro arreglo, yo le traía restos de mis presas cuando eran muy grandes, y a cambio podía venir a comer si estaba por la ciudad, o hacer uso de la taberna. Ella llevaba las cuentas, y yo nunca pedía verlas.
—Sí, aún tienes, y si falta, nos arreglaremos.-barrio el aire con el trapo, restándole importancia al asunto, y lo enganchó en su mandil.-¿Qué más puedo hacer por tu amiga?
Mira a Akapalotl.
—¿Tienes hambre?
—No, no es una dragona.— Negué con la cabeza mientras sacaba el mapa de entre los pliegues del improvisado vestido, y lo extendía en la mesa, evitando las partes más pegajosas de la misma.— Pero vengo seguido, le traigo la caza que me sobra, y si algún borracho me molesta ella le atiza con el rodillo.— Intenté tranquilizarla.
Acomodé el mapa de forma que la parte sur del mismo estuviese más cerca de nosotras, y el norte apuntara a la barra. Sobre el papel, un trazo desigual marcaba algunos puntos de referencia. Una silueta ahuevada coronaba el documento, cerca de esta, un circulo formado por pequeñas rallas discontinuas precedía una larga línea, que caía por el margen izquierdo una línea sinuosa, que se curvaba en una amplia panza, surcando el trozo inferior del papel, y se unía con él esté tras combarse hacia adentro en una C cerrada. Al este del mapa había un garabato con forma de pata de pollo. Lo más llamativo era sin duda una cruz rodeada de unos dibujos rudimentarios, de lo que me pareció reconocer como susurros de imbar.
Levanté la vista del papel cuando Grenda se nos acercó. Tenía unos rasgos pintorescos, había tantos detalles particulares en su rostro que resultaba sumamente entretenido intentar de advertirlos todos. Llamaba en especial la atención su nariz, ganchuda y bulbosa, llena de manchas de sol, y grandes lunares vellosos. Bajo ella, un par de pelos retorcidos me habían descubierto que las mujeres humanas, cuando llegaban a viejas, podían crecer bigotes, y la hacían parecerse a un bagre. Tenía los ojos aceitunados, rodeados de tantas pequeñas arrugas que le apergaminaban los parpados.
Me sonrió con calidez, lo que no hacía su sonrisa menos fea. Los dientes que le quedaban, que no eran muchos, estaban amarillentos y carcomidos. Entre ellos había uno que bailaba, y siempre que la veía lo buscaba con los ojos, para asegurarme que siguiera en su sitio, aferrado a sus blanquecinas encías salpicadas de sarro.
—Lo siento cielo, no me queda nada crudo.— Se disculpó, y pasó su trapo por la mesa para adecentarla, evitando cuidadosamente nuestro mapa para no arrugarlo.
—No pasa nada.— le devolví la sonrisa.— Necesito una habitación para ella, no tiene donde quedarse. ¿Aún tengo crédito?.— Esa palabra me la había enseñado ella, y era una forma rápida de hacer referencia a nuestro arreglo, yo le traía restos de mis presas cuando eran muy grandes, y a cambio podía venir a comer si estaba por la ciudad, o hacer uso de la taberna. Ella llevaba las cuentas, y yo nunca pedía verlas.
—Sí, aún tienes, y si falta, nos arreglaremos.-barrio el aire con el trapo, restándole importancia al asunto, y lo enganchó en su mandil.-¿Qué más puedo hacer por tu amiga?
Mira a Akapalotl.
—¿Tienes hambre?
- mapa:
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Arygos Valnor
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Re: Al final del camino sin ley [Privado][+18][Cerrado]
Los murmullos de las personas llenaban el ambiente cálido y apagado de la taberna, cuyas velas se esforzaban en combatir la poderosa penumbra que abrazaba la creciente noche, los comensales mantenían sus conversaciones banales, esperando que se perdieran en el mar de charlas del establecimiento.
- Ya veo – mire de reojo a la posadera, mientras atendía a un borracho que se encontraba casi durmiendo en la barra.
Mi mirada empezó a escrudiñar hasta el último detalle, los pintorescos dibujos me provocaron una leve sonrisa, incluso había una cruz, yo suponía que era la clásica X de los cuentos, el símbolo que marcaba donde estaba el susodicho tesoro.
“no podría ser más obvio que es falso”
- No he estado en esta área antes - dije mientras intentaba adivinar que significaban aquellos detalles – pero puede ser que la cruz marque el tesoro- me incliné ligeramente, hablando sin prudencia sobre el contenido del mismo, mientras Arygos dialogaba con aquel esperpento de mujer.
Finalmente, cuando me dirigieron la palabra me gire y la observe, mis ojos normalmente buscarían rastros de debilidad y peligros potenciales, pero al haber sido marcada como una persona confiable, gracias a mi acompañante, mi mirada se detuvo en sus detalles faciales, su aspecto me recordaba los cuentos sobre las brujas de las montañas, seres que bajaban en las noches más oscuras y secuestraban en con saco a los niños que anduvieran por las calles.
- Yo… - el choque de ideas había nublado por unos instantes mi mente, para luego continuar – algo con carne - dije finalmente, para acto seguido corregirme al recordar donde estábamos – o pescado, lo que salga más económico.
El prospecto de bruja, movió ligeramente la cabeza como afirmando, para luego mirar de nuevo a Arygos con calidez, y antes de que se marchara agregue.
- Y de casualidad, ¿tiene un mapa de la región? – mi voz ya había retomado su tono habitual, al igual que mi semblante, el cual lanzo un ligero resoplido a su respuesta.
- Tenemos comida y habitaciones, si quieres mapas te sugiero ir a ver al cartógrafo mañana – dicho esto la mujer se retiró, no sin antes, con un único gesto de su regordeta mano, espantar a un borracho que se había aproximado.
- Necesitan un mapa – un hombrecillo de baja estatura se había colado al muro defensivo de la señora del lugar, ocupando ahora el lugar donde estaba antes ella.
El pequeño ser movió su ridículamente grande sombrero para permitirnos ver su rostro, tenía una larga nariz de la cual brotaban como hierbas fuera de control dos gruesos mechones, que alcanzaban a tapar levemente sus delgados y saltones labios, que tenían un tono marrón muerto, al igual que su ojerosa mirada; aunque su aspecto era cuanto menos curioso, sus ropajes eran más sobrios, una camisa de lino café, un pantalón largo sujetado por un lo que parecía un cinto de cuero beige, mismo color que poseían que sus largos zapatos, que me indicaban a simple vista que calzaba casi el doble que yo.
- Si es así, les puedo ayudar, claro por una pequeña comisión – dijo forzando su voz el pequeño ser, cuyas orejas largas y humanoides, solo pude notar cuando termino por quitarse el sombrero, el cual sujeto con una larga cola prensil. El curioso ser se empino para intentar ver el mapa del tesoro con más detalle, pero rápidamente lo volví a enroscar y dirigí mi mirada a Arygos, para luego preguntar con un tono amenazante.
- cómo demonios sabes que es – me detuve un segundo para luego agregar – esto no es un mapa a un tesoro, es una carta privada.
El hombrecillo realizo una sonrisa simiesca para luego, mirar de reojo hacia atrás, asegurándose que aun podía hablar con calma.
- Hable más suave señorita, no todos tiene sus toscos oídos – dijo mientras movía sus grandes orejas, para luego continuar - permítanme presentarme, soy Irineo, comerciante de la zona y amigo del mejor cartógrafo de la ciudad, el cual lamentablemente se encuentra de viaje ampliando un atlas del mundo, no obstante, yo tengo acceso completo a sus obras, y con gusto las compartiré con ustedes si me hacen parte de tan divertida misión – su voz era alegre y amigable, con un ligero tono forzado, casi imperceptible.
El ser volvió a ver de reojo, siempre atento a la ubicación de la posadera.
- Ya veo – mire de reojo a la posadera, mientras atendía a un borracho que se encontraba casi durmiendo en la barra.
Mi mirada empezó a escrudiñar hasta el último detalle, los pintorescos dibujos me provocaron una leve sonrisa, incluso había una cruz, yo suponía que era la clásica X de los cuentos, el símbolo que marcaba donde estaba el susodicho tesoro.
“no podría ser más obvio que es falso”
- No he estado en esta área antes - dije mientras intentaba adivinar que significaban aquellos detalles – pero puede ser que la cruz marque el tesoro- me incliné ligeramente, hablando sin prudencia sobre el contenido del mismo, mientras Arygos dialogaba con aquel esperpento de mujer.
Finalmente, cuando me dirigieron la palabra me gire y la observe, mis ojos normalmente buscarían rastros de debilidad y peligros potenciales, pero al haber sido marcada como una persona confiable, gracias a mi acompañante, mi mirada se detuvo en sus detalles faciales, su aspecto me recordaba los cuentos sobre las brujas de las montañas, seres que bajaban en las noches más oscuras y secuestraban en con saco a los niños que anduvieran por las calles.
- Yo… - el choque de ideas había nublado por unos instantes mi mente, para luego continuar – algo con carne - dije finalmente, para acto seguido corregirme al recordar donde estábamos – o pescado, lo que salga más económico.
El prospecto de bruja, movió ligeramente la cabeza como afirmando, para luego mirar de nuevo a Arygos con calidez, y antes de que se marchara agregue.
- Y de casualidad, ¿tiene un mapa de la región? – mi voz ya había retomado su tono habitual, al igual que mi semblante, el cual lanzo un ligero resoplido a su respuesta.
- Tenemos comida y habitaciones, si quieres mapas te sugiero ir a ver al cartógrafo mañana – dicho esto la mujer se retiró, no sin antes, con un único gesto de su regordeta mano, espantar a un borracho que se había aproximado.
- Necesitan un mapa – un hombrecillo de baja estatura se había colado al muro defensivo de la señora del lugar, ocupando ahora el lugar donde estaba antes ella.
El pequeño ser movió su ridículamente grande sombrero para permitirnos ver su rostro, tenía una larga nariz de la cual brotaban como hierbas fuera de control dos gruesos mechones, que alcanzaban a tapar levemente sus delgados y saltones labios, que tenían un tono marrón muerto, al igual que su ojerosa mirada; aunque su aspecto era cuanto menos curioso, sus ropajes eran más sobrios, una camisa de lino café, un pantalón largo sujetado por un lo que parecía un cinto de cuero beige, mismo color que poseían que sus largos zapatos, que me indicaban a simple vista que calzaba casi el doble que yo.
- Si es así, les puedo ayudar, claro por una pequeña comisión – dijo forzando su voz el pequeño ser, cuyas orejas largas y humanoides, solo pude notar cuando termino por quitarse el sombrero, el cual sujeto con una larga cola prensil. El curioso ser se empino para intentar ver el mapa del tesoro con más detalle, pero rápidamente lo volví a enroscar y dirigí mi mirada a Arygos, para luego preguntar con un tono amenazante.
- cómo demonios sabes que es – me detuve un segundo para luego agregar – esto no es un mapa a un tesoro, es una carta privada.
El hombrecillo realizo una sonrisa simiesca para luego, mirar de reojo hacia atrás, asegurándose que aun podía hablar con calma.
- Hable más suave señorita, no todos tiene sus toscos oídos – dijo mientras movía sus grandes orejas, para luego continuar - permítanme presentarme, soy Irineo, comerciante de la zona y amigo del mejor cartógrafo de la ciudad, el cual lamentablemente se encuentra de viaje ampliando un atlas del mundo, no obstante, yo tengo acceso completo a sus obras, y con gusto las compartiré con ustedes si me hacen parte de tan divertida misión – su voz era alegre y amigable, con un ligero tono forzado, casi imperceptible.
El ser volvió a ver de reojo, siempre atento a la ubicación de la posadera.
Akapalotl
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Re: Al final del camino sin ley [Privado][+18][Cerrado]
Sonreí con ligereza cuando la dragona se autocorrigió. Su tono me recordó a mis hermanos pequeños cuando pedían algo sin pensar y se corregían rápidamente para no ser una molestia. — Carne está bien.— Le aclaré a la posadera, que asintió mientras se alejaba. Su figura desapareció en la puerta que llevaba a las cocinas.
El sujeto que se nos acercó tenía un no-sé-que en su aspecto, que me daba repelús, y no me intrigaba o resultaba particular pero interesante como la mayoría de sus coetáneos. Además, había estado escuchando a hurtadillas, rasgo que había podido observar, mayormente, en la gente con la que no me interesaba juntarme.
—No nos interesa.— Sentencié con firmeza.
—Pero señoritas…-Empezó a decir de nuevo, para lanzarnos otra perorata, seguro, pero le interrumpí.
—Me conozco la zona, y dispongo de mi propia biblioteca con mapas.— Seguro que entre los archivos del séptimo círculo teníamos suficientes documentos como para orientarnos fácilmente con el mapa. Por otro lado, después de haber viajado durante tantos años por el continente, yo misma me hacía una burda idea de por donde empezar a buscar.
— ¡Oh, pero no van a tener la misma calidad! Piensen en todo el tiempo que podrían ahorrarse.— El hombre mono intentó tomar asiento en uno de los barriletes limpios que hacian de sillas para nuestra mesa, pero lo empujé con el pie, le mostré mis dientes romos y sisee. Por desgracia, con mi forma actual mi bufido sonó como el de un gato arisco, careciendo del aire intimidante que quería conseguir.
El hombre bestia cayó de culo al suelo. Su sonrisa se quebró un segundo, pero no tardó en retomar la compostura. Se puso en pie, y se sacudió el pantalón para quitarse la porquería de las posaderas.
— Un detalle puede ser la diferencia entre que encuentren o no su tesoro.— Nos susurró, intentando tentarnos, con una complicidad que solo logró repelerme más.
El sujeto que se nos acercó tenía un no-sé-que en su aspecto, que me daba repelús, y no me intrigaba o resultaba particular pero interesante como la mayoría de sus coetáneos. Además, había estado escuchando a hurtadillas, rasgo que había podido observar, mayormente, en la gente con la que no me interesaba juntarme.
—No nos interesa.— Sentencié con firmeza.
—Pero señoritas…-Empezó a decir de nuevo, para lanzarnos otra perorata, seguro, pero le interrumpí.
—Me conozco la zona, y dispongo de mi propia biblioteca con mapas.— Seguro que entre los archivos del séptimo círculo teníamos suficientes documentos como para orientarnos fácilmente con el mapa. Por otro lado, después de haber viajado durante tantos años por el continente, yo misma me hacía una burda idea de por donde empezar a buscar.
— ¡Oh, pero no van a tener la misma calidad! Piensen en todo el tiempo que podrían ahorrarse.— El hombre mono intentó tomar asiento en uno de los barriletes limpios que hacian de sillas para nuestra mesa, pero lo empujé con el pie, le mostré mis dientes romos y sisee. Por desgracia, con mi forma actual mi bufido sonó como el de un gato arisco, careciendo del aire intimidante que quería conseguir.
El hombre bestia cayó de culo al suelo. Su sonrisa se quebró un segundo, pero no tardó en retomar la compostura. Se puso en pie, y se sacudió el pantalón para quitarse la porquería de las posaderas.
— Un detalle puede ser la diferencia entre que encuentren o no su tesoro.— Nos susurró, intentando tentarnos, con una complicidad que solo logró repelerme más.
Arygos Valnor
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Re: Al final del camino sin ley [Privado][+18][Cerrado]
Intercambiaba mi mirada entre el diminuto fulano y la dragona, que parecía no querer nada con aquel sujeto, al igual que yo, por lo cual una ligera sonrisa se formó en la comisura de mis labios, cuando cayó de esa forma tan ridícula, no obstante, el primate insistía.
- Ella ya dijo que no – Vocifere dando un manotazo a la mesa, y levantándome ligeramente de mi silla, mi cabello se agito con una furia tan intensa como el ardor de mi mirada, el hombrecillo de apariencia simiesca, dio un pequeño y divertido salto hacia atrás, mientras levantaba las manos pidiendo calma.
- Vamos señoritas no se sulfuren, miren, estaré aquí cerca, si cambian de parecer solo acérquense a mi mesa o incluso pueden buscarme en el barrio de los mercaderes- el hombrecillo miro de soslayo como se acercaba la tabernera, por lo cual rápidamente retrocedió a la mesa.
- Crees que deberíamos buscar un sitio más privado, ese orejudo seguro escuchara todo lo que planeemos – antes de que pudiera recibir una respuesta la “bruja” había traído un único plato, en él había un trozo de carne ligeramente quemada en los bordes, por su parte el resto estaba con una muy buena contextura y un color que aumento la salivación de en mi boca.
Había perdido la cuenta de cuantos días llevaba sin comer un buen trozo de carne, era algo costoso y los trabajos habían sido cuanto menos pobres, pero no debía pensar más en eso, aquí tenía delante mío un jugoso trozo de carne y mi acompañante, nada.
- ¿Tú no comerás? – pregunte torpemente al mismo tiempo que procesaba las diferentes frases que ella había mencionado – espera, cuando tu decías que comías lo que cazabas, ¿era literal?
Levante groseramente mi ceja, no disimulaba ni un poco el chock que estaba teniendo, mi familia no cazaba, al menos no por comer, el trabajo de cazar ciervos venados y demás era cuanto menos, indigno de las fuerzas armadas.
- Ella ya dijo que no – Vocifere dando un manotazo a la mesa, y levantándome ligeramente de mi silla, mi cabello se agito con una furia tan intensa como el ardor de mi mirada, el hombrecillo de apariencia simiesca, dio un pequeño y divertido salto hacia atrás, mientras levantaba las manos pidiendo calma.
- Vamos señoritas no se sulfuren, miren, estaré aquí cerca, si cambian de parecer solo acérquense a mi mesa o incluso pueden buscarme en el barrio de los mercaderes- el hombrecillo miro de soslayo como se acercaba la tabernera, por lo cual rápidamente retrocedió a la mesa.
- Crees que deberíamos buscar un sitio más privado, ese orejudo seguro escuchara todo lo que planeemos – antes de que pudiera recibir una respuesta la “bruja” había traído un único plato, en él había un trozo de carne ligeramente quemada en los bordes, por su parte el resto estaba con una muy buena contextura y un color que aumento la salivación de en mi boca.
Había perdido la cuenta de cuantos días llevaba sin comer un buen trozo de carne, era algo costoso y los trabajos habían sido cuanto menos pobres, pero no debía pensar más en eso, aquí tenía delante mío un jugoso trozo de carne y mi acompañante, nada.
- ¿Tú no comerás? – pregunte torpemente al mismo tiempo que procesaba las diferentes frases que ella había mencionado – espera, cuando tu decías que comías lo que cazabas, ¿era literal?
Levante groseramente mi ceja, no disimulaba ni un poco el chock que estaba teniendo, mi familia no cazaba, al menos no por comer, el trabajo de cazar ciervos venados y demás era cuanto menos, indigno de las fuerzas armadas.
Akapalotl
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Re: Al final del camino sin ley [Privado][+18][Cerrado]
Pegué un respingo ante el exabrupto de mi compañera. La caja de madera tembló y el repiqueteo de los cristales chocar entre sí resonaron como una advertencia. Aceré que la caja a mi persona, para sacarla de la mesa si la chica volvía a sulfurarse, y revisé, con alivio, que las pequeñas botellitas, y sus curiosas etiquetas, seguían intactas.
Por suerte aquello fue suficiente para que el hombre mono siniestro nos dejara en paz. Se fue a su mesa, sentándose con una proximidad que no me gustaba, y con las orejas paradas ostentosamente, buscando espiar nuestra conversación.
—Lo mejor será que lo revisemos en la biblioteca del séptimo círculo.— La invite, finalmente, apartando mis reservas. Era una muchacha particular, pero de evidente buena voluntad. Solo parecía algo perdida con las convenciones sureñas. —Después te explicaré como llegar.-Tomé el mapa, lo enrollé, y lo guarde entre los pliegues del mi improvisado vestido.
No pude evitar arrugar la nariz cuando el plato de comida para Akapalotl tocó la mesa. Grenda, que ya se conocía mis hábitos, me dedico una gesto de compasión y volvió hacia la barra, para seguir atendiendo a los borrachuzos autóctonos del local.
Mi mirada pasó a la caja, con una fijeza innecesaria, evitando mirar a la dragona, comer con toda la discreción de la que fui capaz, y conteniendo, como mejor pude, mi gesto de asco. El olor a carne cocida se me pegaba repugnantemente en la parte trasera de la nariz, de modo que casi podía paladearla.
—Yo no como de eso.— Respondí, gastando todo el aire que le quedaba a mis pulmones. Tuve que volver a inhalar, y con aquello, contener mi cuerpo, que amenazaba con curvarse con una arcada.— Literal.-Asentí.— Prefiero mi comida… viva.— Dude en aclarar, no quería revolverle el estómago mientras comía, y era consciente que para la mayoría mis hábitos alimentarios eran tan repulsivos como para mí los suyos.
Por suerte aquello fue suficiente para que el hombre mono siniestro nos dejara en paz. Se fue a su mesa, sentándose con una proximidad que no me gustaba, y con las orejas paradas ostentosamente, buscando espiar nuestra conversación.
—Lo mejor será que lo revisemos en la biblioteca del séptimo círculo.— La invite, finalmente, apartando mis reservas. Era una muchacha particular, pero de evidente buena voluntad. Solo parecía algo perdida con las convenciones sureñas. —Después te explicaré como llegar.-Tomé el mapa, lo enrollé, y lo guarde entre los pliegues del mi improvisado vestido.
No pude evitar arrugar la nariz cuando el plato de comida para Akapalotl tocó la mesa. Grenda, que ya se conocía mis hábitos, me dedico una gesto de compasión y volvió hacia la barra, para seguir atendiendo a los borrachuzos autóctonos del local.
Mi mirada pasó a la caja, con una fijeza innecesaria, evitando mirar a la dragona, comer con toda la discreción de la que fui capaz, y conteniendo, como mejor pude, mi gesto de asco. El olor a carne cocida se me pegaba repugnantemente en la parte trasera de la nariz, de modo que casi podía paladearla.
—Yo no como de eso.— Respondí, gastando todo el aire que le quedaba a mis pulmones. Tuve que volver a inhalar, y con aquello, contener mi cuerpo, que amenazaba con curvarse con una arcada.— Literal.-Asentí.— Prefiero mi comida… viva.— Dude en aclarar, no quería revolverle el estómago mientras comía, y era consciente que para la mayoría mis hábitos alimentarios eran tan repulsivos como para mí los suyos.
Arygos Valnor
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Re: Al final del camino sin ley [Privado][+18][Cerrado]
Tras realizar mi pregunta le mire fijamente, por lo cual, me fue imposible no notar su expresión de asco, nunca había visto a alguien reaccionar así ante un trozo de carne roja, tan jugosa y con un aroma intenso de esos que sientes que te pueden hacer volar.
Fue solo tras escuchar su respuesta que me dispuse a comer.
- ¿Viva? – intentaba comprender lo que intentaba decir con eso mientras le daba un poderoso mordisco al pedazo de carne que estaba delante de mis narices, la suave textura del área bien cocinada, chocaba en mis papilas con los trozos quemados del borde.
Masque un par de veces, mientras intentaba imaginarle con una red pescando, pulpos y comiéndoles en el acto.
- ¿Te los comes crudos entonces? – dio otro mordisco a la masa de proteínas y energía que tenía delante mío, esta vez no había partes quemadas, por lo que pude saborear los condimentos, no sé si para otros paladares sería igual, pero mi falta de costumbre con los mismos, me hacía torcer ligeramente la cara, el sabor era cuanto menos intenso – a mi… - pause al recibir otro impulso de sabor – a mí me enseñaron que la comida cocinada es más fácil de digerir
Pare para dar otro bocado lleno de sabor y tras mascarlo levemente procedí.
- Así, puedes pasar menos tiempo descansando y regresar al entrenamiento más rápido – volví a pausar, para comer otro trozo, este hacia parte completamente del área quemada, por lo cual sentí un gustito a carbón – además, creo que eso te enferma, o al menos recuerdo historias de dragones que enfermaban por comer carne cruda, además, ¿Cómo haces con las escamas y las espinas?
Dije mientras me imaginaba a Arygos sacando del mar algún pescado y tragándoselo inmediatamente.
Fue solo tras escuchar su respuesta que me dispuse a comer.
- ¿Viva? – intentaba comprender lo que intentaba decir con eso mientras le daba un poderoso mordisco al pedazo de carne que estaba delante de mis narices, la suave textura del área bien cocinada, chocaba en mis papilas con los trozos quemados del borde.
Masque un par de veces, mientras intentaba imaginarle con una red pescando, pulpos y comiéndoles en el acto.
- ¿Te los comes crudos entonces? – dio otro mordisco a la masa de proteínas y energía que tenía delante mío, esta vez no había partes quemadas, por lo que pude saborear los condimentos, no sé si para otros paladares sería igual, pero mi falta de costumbre con los mismos, me hacía torcer ligeramente la cara, el sabor era cuanto menos intenso – a mi… - pause al recibir otro impulso de sabor – a mí me enseñaron que la comida cocinada es más fácil de digerir
Pare para dar otro bocado lleno de sabor y tras mascarlo levemente procedí.
- Así, puedes pasar menos tiempo descansando y regresar al entrenamiento más rápido – volví a pausar, para comer otro trozo, este hacia parte completamente del área quemada, por lo cual sentí un gustito a carbón – además, creo que eso te enferma, o al menos recuerdo historias de dragones que enfermaban por comer carne cruda, además, ¿Cómo haces con las escamas y las espinas?
Dije mientras me imaginaba a Arygos sacando del mar algún pescado y tragándoselo inmediatamente.
Akapalotl
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Re: Al final del camino sin ley [Privado][+18][Cerrado]
Me alivió ver que mi explicación no le quitaba el apetito. Sensación fugaz, porque cuando cortó la carne, el olor se volvió más prominente. Me forcé en respirar por la boca, para notar menos los olores, pero estos seguían pegándose con vehemencia a mi paladar.
Había aprendido a tolerarlo lo suficiente como para poder entrar en las tabernas y pernoctar en ellas cuando era necesario, pero tener a alguien comiendo a tan poca distancia todavía se me hacía difícil de digerir.
—Vivas.-Reafirme.— Sí… Si son pequeños de un bocado preferentemente.
Asentí ante su razonamiento, cuando me había visto atrapada en mi cuerpo humano había tenido sendos problemas a la hora de alimentarme.— No es problemático mientras uno se mantenga en forma de dragón.— Apoye los codos sobre la mesa, y el rostro sobre las manos, usándolas discretamente para bloquear el olor.
Una fugaz sonrisa cruzó mi rostro cuando me percate de la pieza del puzle que le faltaba a la muchacha. —Mi clan apenas pasa tiempo en forma humana, en el norte estamos años sin hacerlo, la abuela Theragon lleva un decalustro sin hacerlo por lo menos.— Entorne la mirada, intentando vanamente recordar su segunda faz.
—Las espinas y las escamas no son un problema, las digiero. Algunos huesos o pelajes gruesos tengo que regurgitarlos.— Me aparte de la mesa e incline en la silla, de modo que pudiera ver mi torso, y acomode la diestra encima del vientre.— Se hace presión aquí, por a dentro, y vas subiendo para expulsarlos.— Seguí la trayectoria hasta mi garganta, intentando ilustrar mis palabras lo mejor posible. Se sentía algo extraño, como explicarle a alguien, como respirar profundamente, pero me recordé a mi misma que para ella debía de ser una excentricidad.
—Los animales muy grandes no los como enteros.
El pequeño hombre mono de la mesa del costado se arrepintió de estar parando la oreja a nuestra conversación, su rostro había palidecido, y su frente se hallaba perlada de sudor frío. Tenía los labios muy apretados entre sí, y pude percibir como se encorvaba y cubría el rostro, conteniendo una arcada.
Había aprendido a tolerarlo lo suficiente como para poder entrar en las tabernas y pernoctar en ellas cuando era necesario, pero tener a alguien comiendo a tan poca distancia todavía se me hacía difícil de digerir.
—Vivas.-Reafirme.— Sí… Si son pequeños de un bocado preferentemente.
Asentí ante su razonamiento, cuando me había visto atrapada en mi cuerpo humano había tenido sendos problemas a la hora de alimentarme.— No es problemático mientras uno se mantenga en forma de dragón.— Apoye los codos sobre la mesa, y el rostro sobre las manos, usándolas discretamente para bloquear el olor.
Una fugaz sonrisa cruzó mi rostro cuando me percate de la pieza del puzle que le faltaba a la muchacha. —Mi clan apenas pasa tiempo en forma humana, en el norte estamos años sin hacerlo, la abuela Theragon lleva un decalustro sin hacerlo por lo menos.— Entorne la mirada, intentando vanamente recordar su segunda faz.
—Las espinas y las escamas no son un problema, las digiero. Algunos huesos o pelajes gruesos tengo que regurgitarlos.— Me aparte de la mesa e incline en la silla, de modo que pudiera ver mi torso, y acomode la diestra encima del vientre.— Se hace presión aquí, por a dentro, y vas subiendo para expulsarlos.— Seguí la trayectoria hasta mi garganta, intentando ilustrar mis palabras lo mejor posible. Se sentía algo extraño, como explicarle a alguien, como respirar profundamente, pero me recordé a mi misma que para ella debía de ser una excentricidad.
—Los animales muy grandes no los como enteros.
El pequeño hombre mono de la mesa del costado se arrepintió de estar parando la oreja a nuestra conversación, su rostro había palidecido, y su frente se hallaba perlada de sudor frío. Tenía los labios muy apretados entre sí, y pude percibir como se encorvaba y cubría el rostro, conteniendo una arcada.
Arygos Valnor
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Re: Al final del camino sin ley [Privado][+18][Cerrado]
Entre mis dudas no pude evitar ver los gestos de desagrado de Arygos hacia mi comida, sus caras me hicieron reducir mi velocidad de ingesta, no obstante, seguía manteniendo un buen tiempo, mi familia no se avergonzaría del mismo.
Mientras tomaba el ultimo trozo que quedaba, escuche su observación, “come en forma de dragón”, hasta donde yo recordaba esa forma requiere más alimento para mantenerse, por eso mi familia no tiende a emplearla fuera de combate, no obstante, aun si ese no fuera el caso, nunca se me hubiera ocurrido ensuciar la magnánima forma del dragón para hacer algo tan simple como cazar.
Aún no había terminado de procesar aquella idea cuando escuche un segundo detalle, mi mente se detuvo por un instante, no había contado con la posibilidad de que ella viviera toda su vida en forma de dragón, eso explicaba su afinidad, es una maestra volando porque ha vivido con alas toda su vida; como si quiera era posible, el espacio necesario para vivir permanente en esa forma debería ser enorme, acaso su familia tenía tierras tan amplias, o capaz no eran tantos.
“¿sabrá manejar armas o su maestría se basa solo en la forma dragón?”
Mi mente estaba anonadada, al punto que no preste mucha atención a su explicación del método para vomitar, puede que si hubiera estado concentrada estaría ligeramente asqueada, pero no, más allá de seguir su diestra sobre su vientre, yo estaba viendo un ser que es uno con su forma dragón, intentando explicarme algo que seguramente debe ser rutina para ella, como para mí era el caminar.
Pase unos segundos en silencio, me había equivocado, a medias, no era una guerrera con gran sabiduría, al menos no como lo había imaginado cuando la vi, lo que tenía ante mí era una maestra en el dominio de la forma dragón.
- En mi familia – finalmente hable, tras haber organizado un poco mis ideas – vivimos con formas pequeñas, es más fácil sobrevivir así, en la región donde habitábamos no había mucha fauna, además si todos hubiéramos estado en forma de dragón, simplemente no hubiera habido espacio, veras los …
Antes de decir el nombre de mi clan mire alrededor, incluyendo al pequeño simio que parecía esforzarse por no escucharnos; el no parecía ser una amenaza, pero no podía descartar que algún fanático del consejo me escuchara.
- Mi familia entrenaba el combate con armas honorables, el vínculo con el aire y de ultimo la fuerza brutal de la forma de dragón – quede en silencio, intentando definir si lo que estaba por decir se podría considerar una traición, tras desencantarme por un “no” proseguí – creo que no dominamos bien ese último aspecto, la forma de dragón para nosotros significa poder en bruto nada más, no como en tu familia.
Me recosté tras decir esa última frase, intentando tomar las fuerzas necesarias para acabar, mi mirada se había vuelto nerviosa, al igual que mi voz.
- No me malinterpretes, considero que el arte marcial de mi familia es espléndido, pero mi formación no había terminado cuando – volví a mirar alrededor, para acto seguido continuar – cuando los eliminaron a todos.
Mi mirada se posó en el plato en el que me habían servido aquel trozo de carne, este se había terminado de enfriar, pero aun así todavía mantenía el aroma del platillo que minutos atrás tenía encima.
- Cuando acabemos con esto del – me quede en silencio, ya había cometido el error de decir “tesoro” una vez, no lo haría de nuevo – mapa, me podrías enseñar un poco sobre la forma de dragón, no espero comenzar a comer carne cruda, pero si me gustaría ser como tú al volar, una con nuestro elemento.
Termine con una voz cada vez mas nerviosa y entrecortada, no sabia que esperar, acababa de conocerla y aunque sentía que podía confiar en ella, no le había demostrado nada para que ella confiara en mi, es mas le estaba pidiendo que me instruyera en sus secretos familiares.
Mientras tomaba el ultimo trozo que quedaba, escuche su observación, “come en forma de dragón”, hasta donde yo recordaba esa forma requiere más alimento para mantenerse, por eso mi familia no tiende a emplearla fuera de combate, no obstante, aun si ese no fuera el caso, nunca se me hubiera ocurrido ensuciar la magnánima forma del dragón para hacer algo tan simple como cazar.
Aún no había terminado de procesar aquella idea cuando escuche un segundo detalle, mi mente se detuvo por un instante, no había contado con la posibilidad de que ella viviera toda su vida en forma de dragón, eso explicaba su afinidad, es una maestra volando porque ha vivido con alas toda su vida; como si quiera era posible, el espacio necesario para vivir permanente en esa forma debería ser enorme, acaso su familia tenía tierras tan amplias, o capaz no eran tantos.
“¿sabrá manejar armas o su maestría se basa solo en la forma dragón?”
Mi mente estaba anonadada, al punto que no preste mucha atención a su explicación del método para vomitar, puede que si hubiera estado concentrada estaría ligeramente asqueada, pero no, más allá de seguir su diestra sobre su vientre, yo estaba viendo un ser que es uno con su forma dragón, intentando explicarme algo que seguramente debe ser rutina para ella, como para mí era el caminar.
Pase unos segundos en silencio, me había equivocado, a medias, no era una guerrera con gran sabiduría, al menos no como lo había imaginado cuando la vi, lo que tenía ante mí era una maestra en el dominio de la forma dragón.
- En mi familia – finalmente hable, tras haber organizado un poco mis ideas – vivimos con formas pequeñas, es más fácil sobrevivir así, en la región donde habitábamos no había mucha fauna, además si todos hubiéramos estado en forma de dragón, simplemente no hubiera habido espacio, veras los …
Antes de decir el nombre de mi clan mire alrededor, incluyendo al pequeño simio que parecía esforzarse por no escucharnos; el no parecía ser una amenaza, pero no podía descartar que algún fanático del consejo me escuchara.
- Mi familia entrenaba el combate con armas honorables, el vínculo con el aire y de ultimo la fuerza brutal de la forma de dragón – quede en silencio, intentando definir si lo que estaba por decir se podría considerar una traición, tras desencantarme por un “no” proseguí – creo que no dominamos bien ese último aspecto, la forma de dragón para nosotros significa poder en bruto nada más, no como en tu familia.
Me recosté tras decir esa última frase, intentando tomar las fuerzas necesarias para acabar, mi mirada se había vuelto nerviosa, al igual que mi voz.
- No me malinterpretes, considero que el arte marcial de mi familia es espléndido, pero mi formación no había terminado cuando – volví a mirar alrededor, para acto seguido continuar – cuando los eliminaron a todos.
Mi mirada se posó en el plato en el que me habían servido aquel trozo de carne, este se había terminado de enfriar, pero aun así todavía mantenía el aroma del platillo que minutos atrás tenía encima.
- Cuando acabemos con esto del – me quede en silencio, ya había cometido el error de decir “tesoro” una vez, no lo haría de nuevo – mapa, me podrías enseñar un poco sobre la forma de dragón, no espero comenzar a comer carne cruda, pero si me gustaría ser como tú al volar, una con nuestro elemento.
Termine con una voz cada vez mas nerviosa y entrecortada, no sabia que esperar, acababa de conocerla y aunque sentía que podía confiar en ella, no le había demostrado nada para que ella confiara en mi, es mas le estaba pidiendo que me instruyera en sus secretos familiares.
Akapalotl
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Re: Al final del camino sin ley [Privado][+18][Cerrado]
Asentí ante su explicación. La mayoría de mi especie vivían de esa triste manera. Muchos preferían tener vidas sencillas, vivir por la hoz o por la espada, con la protección de sus murallas y sus guardias, envueltos en ese manto blando y frágil de carne.
Contenta en poder compartir sobre mi crianza y familia con alguien que parecía bien predispuesta, y que no nos juzgaba como salvajes, me distrajo un poco del estropicio que habían hecho con la carne y me insto a responderle con detalle.
—En mi familia entendemos que nuestra forma de dragón es un regalo de los dioses, que nos acerca a lo divino y que ese fue el propósito detrás de dicha bendición. Por eso, tan pronto como podemos tomar nuestra verdadera forma, lo hacemos, y solo en raras ocasiones estamos así. -Me señalé a mi misma con la mirada.— Para nosotros volar, cazar o rugir son más naturales que hablar o caminar en dos patas.— Me sonreí con nostalgia, acordándome de esos tiempos plácidos en las montañas.
—Las montañas son grandes, mi familia ocupa un buen trecho de la sierra, cazamos tanto en tierra, como en el aire o en el agua, y con eso hay comida suficiente para todos. Nunca hemos pasado hambre. Tampoco tenemos problemas de espacio, pues nuestras cuevas son enormes, y mis primos afines a la tierra podrían ayudar de necesitar expandirlas.
No le replique nada cuando alabó el arte de su familia, aunque para mí estuviese al mismo nivel que el arte marcial de cualquiera otro soldado o guerrero de las diversas naciones que había visitado.
— Nunca he enseñado a nadie que no este tan… sincronizado con su cuerpo como nosotros.— Dudé ante su oferta. Era tentador poder esparcir nuestras creencias, acercar a otros de los nuestros hacia un propósito superior, pero al mismo tiempo solo había enseñado a volar a mis hermanos más pequeños, que no tenían siquiera memoria de haber sido humanos en algún momento.
—No sé si serías capaz.-Me mordí el labio inferior.— Aprendí sobre esta forma al no poder adoptar la otra. Para poder volar como nosotros, deberías congraciarte con tú yo que es un dragón, olvidarte del resto durante un tiempo hasta que lo naturalices. Eso significa dormir, respirar, comer y vivir como un dragón.
Contenta en poder compartir sobre mi crianza y familia con alguien que parecía bien predispuesta, y que no nos juzgaba como salvajes, me distrajo un poco del estropicio que habían hecho con la carne y me insto a responderle con detalle.
—En mi familia entendemos que nuestra forma de dragón es un regalo de los dioses, que nos acerca a lo divino y que ese fue el propósito detrás de dicha bendición. Por eso, tan pronto como podemos tomar nuestra verdadera forma, lo hacemos, y solo en raras ocasiones estamos así. -Me señalé a mi misma con la mirada.— Para nosotros volar, cazar o rugir son más naturales que hablar o caminar en dos patas.— Me sonreí con nostalgia, acordándome de esos tiempos plácidos en las montañas.
—Las montañas son grandes, mi familia ocupa un buen trecho de la sierra, cazamos tanto en tierra, como en el aire o en el agua, y con eso hay comida suficiente para todos. Nunca hemos pasado hambre. Tampoco tenemos problemas de espacio, pues nuestras cuevas son enormes, y mis primos afines a la tierra podrían ayudar de necesitar expandirlas.
No le replique nada cuando alabó el arte de su familia, aunque para mí estuviese al mismo nivel que el arte marcial de cualquiera otro soldado o guerrero de las diversas naciones que había visitado.
— Nunca he enseñado a nadie que no este tan… sincronizado con su cuerpo como nosotros.— Dudé ante su oferta. Era tentador poder esparcir nuestras creencias, acercar a otros de los nuestros hacia un propósito superior, pero al mismo tiempo solo había enseñado a volar a mis hermanos más pequeños, que no tenían siquiera memoria de haber sido humanos en algún momento.
—No sé si serías capaz.-Me mordí el labio inferior.— Aprendí sobre esta forma al no poder adoptar la otra. Para poder volar como nosotros, deberías congraciarte con tú yo que es un dragón, olvidarte del resto durante un tiempo hasta que lo naturalices. Eso significa dormir, respirar, comer y vivir como un dragón.
Arygos Valnor
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Re: Al final del camino sin ley [Privado][+18][Cerrado]
Mientras me describía la amplitud de los territorios de caza de su familia, no podía evitar pensar en el desperdicio de tener tanto espacio improductivo, seguro si el consejo hubiera ampliado las zonas de cultivos a esas áreas, no hubiera ocurrido la hambruna que nos agobio.
“puede que no sean tierras fértiles”
Eso podría ser una opción, la otra es que sean un linaje aristocrático con nexos con el consejo, había descartado esa opción, pero era mejor salir completamente de dudas. Me preparaba para preguntarle al respecto, pero su “No sé, si serias capaz” termino desviando mi atención.
Mis ojos carmesíes evitaron el contacto directo con la mirada de Arygos, mientras mi rostro se torcía levemente, me sentía insultada, pero en parte entendía lo que decía; al avanzar su frase mi rostro se fue relajando, al punto de demostrar emoción, ante lo que parecía un futuro reto.
- Ya he pasado noches en mi forma de dragón, es mucho más seguro dormir a la intemperie en con esa apariencia que con esta – di uso pequeños y juguetones golpes con mis dedos a la mesa, para luego continuar – en cuanto a comer como dragón, me resulta muy extraña la idea y por vivir, no logro entender que quieres decir.
Tras finalizar me gire, el lugar había estado desocupándose ligeramente y aquellos que aún se quedaban entraban cada vez a un estado de ebriedad más profundo; en cuanto al mono, parece que el relato de Arygos le había espantado, ya que no lo podía ver por ningún lado.
- Podrías intentar, claro si no te resulta imposible – continúe con una voz baja pero emocionada, si lograba que ella me enseñara, capaz podría lograr dominar el rayo, tal y como hacían los mejores guerreros – los de mi linaje lo damos todo en el entrenamiento, así que no creas que daré un paso atrás, así me toque comer pescado crudo – esto último no lo dije con un tono tan emocionado, es más sonaba ligeramente asqueado.
“puede que no sean tierras fértiles”
Eso podría ser una opción, la otra es que sean un linaje aristocrático con nexos con el consejo, había descartado esa opción, pero era mejor salir completamente de dudas. Me preparaba para preguntarle al respecto, pero su “No sé, si serias capaz” termino desviando mi atención.
Mis ojos carmesíes evitaron el contacto directo con la mirada de Arygos, mientras mi rostro se torcía levemente, me sentía insultada, pero en parte entendía lo que decía; al avanzar su frase mi rostro se fue relajando, al punto de demostrar emoción, ante lo que parecía un futuro reto.
- Ya he pasado noches en mi forma de dragón, es mucho más seguro dormir a la intemperie en con esa apariencia que con esta – di uso pequeños y juguetones golpes con mis dedos a la mesa, para luego continuar – en cuanto a comer como dragón, me resulta muy extraña la idea y por vivir, no logro entender que quieres decir.
Tras finalizar me gire, el lugar había estado desocupándose ligeramente y aquellos que aún se quedaban entraban cada vez a un estado de ebriedad más profundo; en cuanto al mono, parece que el relato de Arygos le había espantado, ya que no lo podía ver por ningún lado.
- Podrías intentar, claro si no te resulta imposible – continúe con una voz baja pero emocionada, si lograba que ella me enseñara, capaz podría lograr dominar el rayo, tal y como hacían los mejores guerreros – los de mi linaje lo damos todo en el entrenamiento, así que no creas que daré un paso atrás, así me toque comer pescado crudo – esto último no lo dije con un tono tan emocionado, es más sonaba ligeramente asqueado.
Akapalotl
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Re: Al final del camino sin ley [Privado][+18][Cerrado]
Entorne la mirada, meditando la mejor forma de hacerle entender mi punto. Una cosa era transformarse esporádicamente, en momentos de conveniencia, la otra no hacerlo posibilidad. Yo me sentía igual de confiada que ella hasta que ese maldición me había encerrado en mi cuerpo humano por semanas. Fruncí los labios, frustrada por no encontrar las palabras correctas.
—Me refiero a no tomar la forma humana, para nada. Hacer todo como dragón, como los divinos. Si estás dispuesta a intentarlo, yo lo estoy de guiarte. Pero si retomas tu forma humana, lo tomaré como una rendición. — Su emoción era contagiosa, pero al mismo tiempo, se me antojaba algo ingenua. — Piénsalo bien, y dame una respuesta más adelante. Por ahora nuestras formas actuales nos serán más útiles.— Golpeé con la mano mi pecho, en el que estaba oculto el mapa.
Los comensales habían abandonado casi por completo el salón, retirándose a sus propias habitaciones. Otros dormían sobre las mesas, o en las sillas, acercándose tanto como podían al fuego, que crepitaba moribundo.
—Al este de donde nos encontramos, hay una torre cuadrada, fortificada con un foso y un puente levadizo. Está sola apartada de todo, así que no te será difícil de encontrar. Ven a visitarme, y si eres respetuosa con todos sus habitantes, serás bien recibida.— Me puse en pie, y le hice una seña a la tabernera para que le diera a Akapalotl la llave de su habitación, era tarde y seguro que agradecería el descanso. — No hay prisa alguna, así que si tienes cosas que atender en la ciudad no es un problema.— Le dedique una sonrisa con afán de tranquilizarla.
La mira fijamente, y luego parpadee con lentitud, dejando los ojos cerrados durante un par de segundos, un gesto amistoso de despedida, menos formal que una inclinación, y no tan cercano como un cabezazo o un roce.
—Descansa.— Me encaminé con la puerta, pero me detuve antes de cruzar el umbral, y me obligué a despedirla con la mano, como hacían los suyos.
Una vez fuera de la ciudad armé un petate con la manta de arpillera y la cuerda, encerrando el mapa dentro de la caja, y la caja dentro del fardo. Volví a mi forma draconiana, lo tomé con el hocico, y alcé el vuelo.
El viaje de regreso fue tranquilo y rápido, puesto que los cielos se hallaban calmados tras la tormenta. La luna se veía en pleno esplendor, junto con todas sus estrellas. Apenas si quedaba alguna nube en el cielo.
Para cuando vi mi hogar, ya empezaba a amanecer, y el sueño amenazaba con vencerme.
—Me refiero a no tomar la forma humana, para nada. Hacer todo como dragón, como los divinos. Si estás dispuesta a intentarlo, yo lo estoy de guiarte. Pero si retomas tu forma humana, lo tomaré como una rendición. — Su emoción era contagiosa, pero al mismo tiempo, se me antojaba algo ingenua. — Piénsalo bien, y dame una respuesta más adelante. Por ahora nuestras formas actuales nos serán más útiles.— Golpeé con la mano mi pecho, en el que estaba oculto el mapa.
Los comensales habían abandonado casi por completo el salón, retirándose a sus propias habitaciones. Otros dormían sobre las mesas, o en las sillas, acercándose tanto como podían al fuego, que crepitaba moribundo.
—Al este de donde nos encontramos, hay una torre cuadrada, fortificada con un foso y un puente levadizo. Está sola apartada de todo, así que no te será difícil de encontrar. Ven a visitarme, y si eres respetuosa con todos sus habitantes, serás bien recibida.— Me puse en pie, y le hice una seña a la tabernera para que le diera a Akapalotl la llave de su habitación, era tarde y seguro que agradecería el descanso. — No hay prisa alguna, así que si tienes cosas que atender en la ciudad no es un problema.— Le dedique una sonrisa con afán de tranquilizarla.
La mira fijamente, y luego parpadee con lentitud, dejando los ojos cerrados durante un par de segundos, un gesto amistoso de despedida, menos formal que una inclinación, y no tan cercano como un cabezazo o un roce.
—Descansa.— Me encaminé con la puerta, pero me detuve antes de cruzar el umbral, y me obligué a despedirla con la mano, como hacían los suyos.
Una vez fuera de la ciudad armé un petate con la manta de arpillera y la cuerda, encerrando el mapa dentro de la caja, y la caja dentro del fardo. Volví a mi forma draconiana, lo tomé con el hocico, y alcé el vuelo.
El viaje de regreso fue tranquilo y rápido, puesto que los cielos se hallaban calmados tras la tormenta. La luna se veía en pleno esplendor, junto con todas sus estrellas. Apenas si quedaba alguna nube en el cielo.
Para cuando vi mi hogar, ya empezaba a amanecer, y el sueño amenazaba con vencerme.
Arygos Valnor
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