Cacería nocturna [Privado][Noche]
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Cacería nocturna [Privado][Noche]
Por mí se va a la ciudad del llanto; por mí se va al eterno dolor; por mí se va hacia la raza condenada; la justicia animó a mi sublime arquitecto; me hizo la divina potestad, la suprema sabiduría y el primer amor. Antes que yo no hubo nada creado, a excepción de lo eterno, y yo duro eternamente. ¡Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza! Vi escritas estas palabras con caracteres negros en el dintel de una puerta, por lo cual exclamé:
- Maestro, el sentido de estas palabras me causa pena.
Y él, como hombre lleno de prudencia me contestó:
- Conviene abandonar aquí todo temor; conviene que aquí termine toda cobardía. Hemos llegado al lugar donde te he dicho que verías a la dolorida gente, que ha perdido el bien de la inteligencia. (1)
- Maestro, el sentido de estas palabras me causa pena.
Y él, como hombre lleno de prudencia me contestó:
- Conviene abandonar aquí todo temor; conviene que aquí termine toda cobardía. Hemos llegado al lugar donde te he dicho que verías a la dolorida gente, que ha perdido el bien de la inteligencia. (1)
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“Vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza” – repetí en un susurro el texto que leía mientras contemplaba la imagen que acompañaba la página.
Sin duda, aquel sitio que representaban como el “infierno” en aquellas páginas sería un paraje despreciable y tormentoso, ¿un lugar donde la gente ha perdido la inteligencia?, oh, entonces ya me he topado con muchos que se han escapado de allí.
Llevaba ya varias noches en Beltrexus, y debo admitir que mi recibimiento fue bastante movido en aquella ciudad de magos (2); así que ahora necesitaba un respiro, por lo que me dispuse a pasear por la ciudad durante la madrugada, leyendo un libro que inicié hace unos días y que me había atrapado en su lectura.
Mientras caminaba reflexionando cada canto que iba leyendo, maravillado de la habilidad del escritor, iba observando las calles y rincones de aquella ciudad. Si bien mis lecturas solían ser dirigidas a aprender nuevos conocimientos, las novelas y tragedias representaban mi pasatiempo favorito, me hipnotizaban. Por ello, aunque podía ver bien mientras me arropaba la noche estrellada y algunas antorchas iluminaban los caminos de Beltrexus, en ocasiones absorto por la lectura me tropezaba con algún transeúnte que me respondía enojado.
La noche estaba tranquila, pero mi lectura se vio interrumpida por una resequedad en mi boca que poco a poco se iba acrecentando. Tenía sed, estaba hambriento. Ya habían pasado varios días desde la última gota de sangre que había consumido, generalmente la estricta dieta de mi raza no me obstaculizaba mis viajes, solía poder disfrutar de noches llenas de vitalidad sin necesidad de ceder ante la gula, muchos vampiros se desesperaban cuando estaban hambrientos e incluso otros intentaban alimentarse con animales, aunque esto no fuera rentable, la sangre humana era única en cuanto a nutrientes (aunque las otras razas también tenían su encanto).
Estaba decidido, sería una noche de caza, mientras seguiría con mi lectura.
Para buscar una presa sin hacer un despropósito que me metiera en problemas, primero debía ubicar un sitio en donde conseguir incautos que no pudieran defenderse y que al día siguiente no armaran un alboroto. Eso de entrar a las casas y aprovechar a la gente mientras duerme era un proceso engorroso, en las ciudades, ya que no se cuenta con los espacios y tiempo necesario para darse un banquete, lo ideal es ubicar una víctima y arremeter rápidamente, no hace falta mancharse las manos de sangre, sería desperdiciar la comida…
En mi experiencia, los mejores lugares para cazar en las ciudades eran las tabernas y burdeles, la gente mientras estuviese ebria era más fácil abordar, además, al despertarse achacaban todas sus molestias a la resaca. Y en el caso de pasarme con la dosis, entiéndase que no sobreviviría el sujeto, nadie solía extrañar a los que frecuentaban este tipo de sitios. Por lo que nadie se detenía siquiera a determinar las causas de la muerte.
Tras varios minutos caminando, llegué a las puertas de lo que parecía un prostíbulo, en Beltrexus había varios. No conocía a la gente de aquella ciudad y contemplando que estaba repleta de magos y gente con dominio sobre el éter, era prudente primero esperar y analizar la calaña que ingresaba y salía del establecimiento. Dentro los clientes estarían concentrados en sus asuntos, así que yo esperaría afuera, leyendo mi libro mientras estudio aquellos que salen extasiados de su visita al burdel.
Aquella calle tenía algunos callejones con las edificaciones contiguas que podrían ser utilizadas para mi plan, si bien ya era entrada la noche, aun existían varios transeúntes que caminaban por aquel sitio, me senté en un banco a unos cuantos metros del local procurando no llamar la atención, la cacería daría inicio. Mientras, volví abrir mi libro.
Considerar vuestro origen. No fuisteis formados para vivir como brutos, sino para seguir la virtud y el conocimiento. (1) - Sonreía al identificarme con la tragedia que leía en voz baja.
____________Sin duda, aquel sitio que representaban como el “infierno” en aquellas páginas sería un paraje despreciable y tormentoso, ¿un lugar donde la gente ha perdido la inteligencia?, oh, entonces ya me he topado con muchos que se han escapado de allí.
Llevaba ya varias noches en Beltrexus, y debo admitir que mi recibimiento fue bastante movido en aquella ciudad de magos (2); así que ahora necesitaba un respiro, por lo que me dispuse a pasear por la ciudad durante la madrugada, leyendo un libro que inicié hace unos días y que me había atrapado en su lectura.
Mientras caminaba reflexionando cada canto que iba leyendo, maravillado de la habilidad del escritor, iba observando las calles y rincones de aquella ciudad. Si bien mis lecturas solían ser dirigidas a aprender nuevos conocimientos, las novelas y tragedias representaban mi pasatiempo favorito, me hipnotizaban. Por ello, aunque podía ver bien mientras me arropaba la noche estrellada y algunas antorchas iluminaban los caminos de Beltrexus, en ocasiones absorto por la lectura me tropezaba con algún transeúnte que me respondía enojado.
La noche estaba tranquila, pero mi lectura se vio interrumpida por una resequedad en mi boca que poco a poco se iba acrecentando. Tenía sed, estaba hambriento. Ya habían pasado varios días desde la última gota de sangre que había consumido, generalmente la estricta dieta de mi raza no me obstaculizaba mis viajes, solía poder disfrutar de noches llenas de vitalidad sin necesidad de ceder ante la gula, muchos vampiros se desesperaban cuando estaban hambrientos e incluso otros intentaban alimentarse con animales, aunque esto no fuera rentable, la sangre humana era única en cuanto a nutrientes (aunque las otras razas también tenían su encanto).
Estaba decidido, sería una noche de caza, mientras seguiría con mi lectura.
Para buscar una presa sin hacer un despropósito que me metiera en problemas, primero debía ubicar un sitio en donde conseguir incautos que no pudieran defenderse y que al día siguiente no armaran un alboroto. Eso de entrar a las casas y aprovechar a la gente mientras duerme era un proceso engorroso, en las ciudades, ya que no se cuenta con los espacios y tiempo necesario para darse un banquete, lo ideal es ubicar una víctima y arremeter rápidamente, no hace falta mancharse las manos de sangre, sería desperdiciar la comida…
En mi experiencia, los mejores lugares para cazar en las ciudades eran las tabernas y burdeles, la gente mientras estuviese ebria era más fácil abordar, además, al despertarse achacaban todas sus molestias a la resaca. Y en el caso de pasarme con la dosis, entiéndase que no sobreviviría el sujeto, nadie solía extrañar a los que frecuentaban este tipo de sitios. Por lo que nadie se detenía siquiera a determinar las causas de la muerte.
Tras varios minutos caminando, llegué a las puertas de lo que parecía un prostíbulo, en Beltrexus había varios. No conocía a la gente de aquella ciudad y contemplando que estaba repleta de magos y gente con dominio sobre el éter, era prudente primero esperar y analizar la calaña que ingresaba y salía del establecimiento. Dentro los clientes estarían concentrados en sus asuntos, así que yo esperaría afuera, leyendo mi libro mientras estudio aquellos que salen extasiados de su visita al burdel.
Aquella calle tenía algunos callejones con las edificaciones contiguas que podrían ser utilizadas para mi plan, si bien ya era entrada la noche, aun existían varios transeúntes que caminaban por aquel sitio, me senté en un banco a unos cuantos metros del local procurando no llamar la atención, la cacería daría inicio. Mientras, volví abrir mi libro.
Considerar vuestro origen. No fuisteis formados para vivir como brutos, sino para seguir la virtud y el conocimiento. (1) - Sonreía al identificarme con la tragedia que leía en voz baja.
Off
(1): La Divina Comedia de Dante Alighieri
(2): Rol: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Zagreus
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Re: Cacería nocturna [Privado][Noche]
La quietud en su cabeza. El sonido único de su respiración acompasada. De los tímidos movimientos de sus dedos desplazándose de un lugar a otro dejando el aura misma de tranquilidad tras ellos.
Su cabello se había por fin asentado y flotaba a ambos lados de sus mejillas. Podía notar la leve caricia de los mismos recordándole que aún sentía. Que no era piedra fría más allá de sus colmillos. Se mordió el labio como para asegurarse que aún seguían ahí, inflando su pecho mientras jugaba de manera tentativa con el hecho de inundar sus pulmones con el agua que la rodeaba. Y acabarlo todo. Desaparecer. Hacer añicos aquella vida oscura.
Pero como siempre, el latir arrítmico de su corazón que ahora era lo único que inundaba sus oídos le recordó que quizás seguramente el agua no acabaría con ella. Que el demonio dentro de si misma rugiría con más fuerza. Exhaló todo el aire de sus pulmones y a su alrededor pequeñas burbujas de agua alborotaron de nuevo su cabello dejando en su pecho la sensación de vacío. Abrió sus ojos por un instante ansiando elongar aquella sensación. Sintiendo por fin la sed que normalmente mantenía en un plano profundo de su mente y fantaseando con dejarla tomar control de toda ella. Aferrándose ligeramente a los últimos segundos de aquella sensación e imaginándose a si misma dejando aquel lugar, aún sin vestir y convertirse en el monstruo que era. Pero debía respirar.
Sacó por fin la cabeza de la bañera de metal fundido en la que se encontraba.El aire que aspiró la recibió con el frío de una habitación vacía y en el momento justo en el que sus oídos se llenaron del gentío típico del lugar donde se encontraba a la par de los gemidos de la habitación contigua deseó no haber sucumbido a su mínima humanidad y volver a sumergirse. Pero el agua había comenzado a tornarse fría y los retazos de lavanda y almizcle con los que había adornado su piel parecían haber perecido en sus pies.
Aquello la hizo sonreir tímidamente, como si de un cruel símil se tratase. La luz de la luna llena estaba al fin alta en el cielo y una leve brisa movía las cortinas de su habitación. Por un segundo envidió la quietud de la calle en la que se encontraba aquel prostíbulo y que contrastaba con el interior del mismo.
Salió de la bañera de manera apresurada, como si de pronto algo la hubiese molestado dejando un reguero de agua tíbia perfumada tras ella. Contempló la sombra de su figura en la cortina antes de comenzar a vestirse. Estaba segura de que la sangre de moribundos no era tan efectiva como la de su propia caza y en las últimas semanas la sed era más dificil de controlar. Pasó su mano por sus prominentes clavículas como constatando su pensamiento. Sacudió su cabeza devolviendo aquel pensamiento al fondo mismo de su mente.
Tenía negocios que atender, y por mucho que apreciase a su madre, no quería pasar en aquel prostíbulo un minuto más de lo necesario. Se vistió de manera distraída focalizando su mirada en el objeto envuelto en un pañuelo carmesí sobre su tocador. Obvió adecentarse el pelo e ignorando las gotas de agua que aún caían en su espalda, se acercó al mismo y lo tomó entre sus manos desenvolviéndolo: Frente a ella y a medida que abría el pañuelo, se desveló un pequeño trozo de lo que parecía una piedra pulida grisácea. A simple vista, el ojo no docto lo hubiese podido confundir con un espécimen fino de granito tratado, O quizás una creación humana parecida al acero pero en piedra.
Caoimhe, sin embargo, sabía perfectamente que aquello no era granito, sino piedra de Luna. Jugueteó con ella unos segundos en sus manos como comprobando su grosor y peso y mientras lo hacía se dirigió al balcón de su habitación tan solo cerrado por la cortina translucida en la que se había contemplado no hacía ni 10 minutos.
Salió al mismo y la leve brisa la recibió como dándole la bienvenida. Contempló un momento las estrellas sobre si misma.
Había estado esperando una noche tranquila como aquella durante al menos un par de semanas. Una sonrisa agració de nuevo sus labios carnosos y la chica posicionó la piedra entre su ojo azul y la luna, a modo de catalejo. Pestañeó un par de veces acomodando su mirada al bloqueo inicial de aquella piedra a su visión hasta que poco a poco la imagen nítida y clara de la luna fue visible en sus ojos. Blanca y grisácea como la propia piedra. Oscura y solitaria. Impasible e intrigante.
-oh... mi dulce luna- Una voz conocida la sorprendió por detrás.
Su madre había entrado en la habitación y la observaba con una expresión entre contrariada y curiosa. Caoimhe se apresuró a guardar la piedra envuelta en su pañuelo en su escote. Y carraspeó un segundo mientras fingía acomodarse el vestido.
-¿Está esperando?- dijo cruzando a su madre camino a la puerta.
La mujer le agarró uno de los brazos parándola en su camino y sus miradas se cruzaron.
-Lo que sea que buscas del conde, créeme, no estoy segura que valga la pena nada de lo que te pide- dijo y un gesto de preocupación cruzó su rostro, comúnmente despreocupado- Ese señor.. tiene gustos extremos. No estoy segura qué buscas tú en él, pero estoy casi segura del motivo por el que él ha accedido a encontrarse contigo. No me gustaría tener que lamentar el hecho de haber organizado el encuentro. - añadió, retirando un mechón de los ojos de Caoimhe.
-No es mi primer rodeo- Dijo Caoimhe deshaciéndose del agarre de su madre y abriendo al fin la puerta. La mujer murmuró algo que ella no escuchó
Sabía que aquel hombre poseía la piedra sol, o de obsidion, hermana de la que ahora mismo resguardaba cerca de su corazón. Tan solo tendría que encontrar el precio justo por el que el conde estaba dispuesto a venderse.
-O dejarse comer- dijo una vocecilla divertida en lo más profundo de su mente.
Sonrió de manera amplia mientras retiraba la cortina de terciopelo que revelaba el asiento particular de su futuro cliente.
Su cabello se había por fin asentado y flotaba a ambos lados de sus mejillas. Podía notar la leve caricia de los mismos recordándole que aún sentía. Que no era piedra fría más allá de sus colmillos. Se mordió el labio como para asegurarse que aún seguían ahí, inflando su pecho mientras jugaba de manera tentativa con el hecho de inundar sus pulmones con el agua que la rodeaba. Y acabarlo todo. Desaparecer. Hacer añicos aquella vida oscura.
Pero como siempre, el latir arrítmico de su corazón que ahora era lo único que inundaba sus oídos le recordó que quizás seguramente el agua no acabaría con ella. Que el demonio dentro de si misma rugiría con más fuerza. Exhaló todo el aire de sus pulmones y a su alrededor pequeñas burbujas de agua alborotaron de nuevo su cabello dejando en su pecho la sensación de vacío. Abrió sus ojos por un instante ansiando elongar aquella sensación. Sintiendo por fin la sed que normalmente mantenía en un plano profundo de su mente y fantaseando con dejarla tomar control de toda ella. Aferrándose ligeramente a los últimos segundos de aquella sensación e imaginándose a si misma dejando aquel lugar, aún sin vestir y convertirse en el monstruo que era. Pero debía respirar.
Sacó por fin la cabeza de la bañera de metal fundido en la que se encontraba.El aire que aspiró la recibió con el frío de una habitación vacía y en el momento justo en el que sus oídos se llenaron del gentío típico del lugar donde se encontraba a la par de los gemidos de la habitación contigua deseó no haber sucumbido a su mínima humanidad y volver a sumergirse. Pero el agua había comenzado a tornarse fría y los retazos de lavanda y almizcle con los que había adornado su piel parecían haber perecido en sus pies.
Aquello la hizo sonreir tímidamente, como si de un cruel símil se tratase. La luz de la luna llena estaba al fin alta en el cielo y una leve brisa movía las cortinas de su habitación. Por un segundo envidió la quietud de la calle en la que se encontraba aquel prostíbulo y que contrastaba con el interior del mismo.
Salió de la bañera de manera apresurada, como si de pronto algo la hubiese molestado dejando un reguero de agua tíbia perfumada tras ella. Contempló la sombra de su figura en la cortina antes de comenzar a vestirse. Estaba segura de que la sangre de moribundos no era tan efectiva como la de su propia caza y en las últimas semanas la sed era más dificil de controlar. Pasó su mano por sus prominentes clavículas como constatando su pensamiento. Sacudió su cabeza devolviendo aquel pensamiento al fondo mismo de su mente.
Tenía negocios que atender, y por mucho que apreciase a su madre, no quería pasar en aquel prostíbulo un minuto más de lo necesario. Se vistió de manera distraída focalizando su mirada en el objeto envuelto en un pañuelo carmesí sobre su tocador. Obvió adecentarse el pelo e ignorando las gotas de agua que aún caían en su espalda, se acercó al mismo y lo tomó entre sus manos desenvolviéndolo: Frente a ella y a medida que abría el pañuelo, se desveló un pequeño trozo de lo que parecía una piedra pulida grisácea. A simple vista, el ojo no docto lo hubiese podido confundir con un espécimen fino de granito tratado, O quizás una creación humana parecida al acero pero en piedra.
Caoimhe, sin embargo, sabía perfectamente que aquello no era granito, sino piedra de Luna. Jugueteó con ella unos segundos en sus manos como comprobando su grosor y peso y mientras lo hacía se dirigió al balcón de su habitación tan solo cerrado por la cortina translucida en la que se había contemplado no hacía ni 10 minutos.
Salió al mismo y la leve brisa la recibió como dándole la bienvenida. Contempló un momento las estrellas sobre si misma.
Había estado esperando una noche tranquila como aquella durante al menos un par de semanas. Una sonrisa agració de nuevo sus labios carnosos y la chica posicionó la piedra entre su ojo azul y la luna, a modo de catalejo. Pestañeó un par de veces acomodando su mirada al bloqueo inicial de aquella piedra a su visión hasta que poco a poco la imagen nítida y clara de la luna fue visible en sus ojos. Blanca y grisácea como la propia piedra. Oscura y solitaria. Impasible e intrigante.
-oh... mi dulce luna- Una voz conocida la sorprendió por detrás.
Su madre había entrado en la habitación y la observaba con una expresión entre contrariada y curiosa. Caoimhe se apresuró a guardar la piedra envuelta en su pañuelo en su escote. Y carraspeó un segundo mientras fingía acomodarse el vestido.
-¿Está esperando?- dijo cruzando a su madre camino a la puerta.
La mujer le agarró uno de los brazos parándola en su camino y sus miradas se cruzaron.
-Lo que sea que buscas del conde, créeme, no estoy segura que valga la pena nada de lo que te pide- dijo y un gesto de preocupación cruzó su rostro, comúnmente despreocupado- Ese señor.. tiene gustos extremos. No estoy segura qué buscas tú en él, pero estoy casi segura del motivo por el que él ha accedido a encontrarse contigo. No me gustaría tener que lamentar el hecho de haber organizado el encuentro. - añadió, retirando un mechón de los ojos de Caoimhe.
-No es mi primer rodeo- Dijo Caoimhe deshaciéndose del agarre de su madre y abriendo al fin la puerta. La mujer murmuró algo que ella no escuchó
Sabía que aquel hombre poseía la piedra sol, o de obsidion, hermana de la que ahora mismo resguardaba cerca de su corazón. Tan solo tendría que encontrar el precio justo por el que el conde estaba dispuesto a venderse.
-O dejarse comer- dijo una vocecilla divertida en lo más profundo de su mente.
Sonrió de manera amplia mientras retiraba la cortina de terciopelo que revelaba el asiento particular de su futuro cliente.
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Caoimhe
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Re: Cacería nocturna [Privado][Noche]
La noche estrellada avanzaba y mientras la luna hacía su viaje para llegar al cenit, la cantidad de caminantes fue disminuyendo considerablemente por aquellas calles. Algunos hombres salían y entraban al burdel, si bien la mayoría en su travesía erótica actuaban de forma precavida e incluso paranoica, no se percataban de mi presencia a la distancia.
En mi pensamiento criticaba aquellos sujetos que, motivados por sus deseos más primitivos, caían presa de la lujuria e incurrían en aquellas prácticas moralmente cuestionables, ya que era evidente que la mayoría de los que acudían a aquel establecimiento iban a escondidas, infieles que buscaban el satisfacer su libido a costa de alguien que no recordaría su rostro ni nombre a la mañana siguiente. Mientras en sus penas, sus parejas dormían ignorantes de las fechorías de aquellos hombres.
No es que aquella situación me produjera un rechazo desde lo emocional, no me interesaba en lo absoluto los sentimientos de aquellas mujeres a causa de las traiciones de sus hombres dominados por su Ello. Lo que me incomodaba era algo más general, la idea de cómo el humano se dejaba someter por caprichos tan banales, sin duda el calor de una mujer tenía un efecto cautivador, pero la existencia de establecimientos que comercializaran el sexo de una manera mecánica, cosificando al individuo, a fin de propiciar unos minutos de placer me hacía cuestionar (aún más de lo que ya lo hacía) el potencial de la humanidad. Era necesario hacer un cambio, pero para ello necesitaba poder.
Comprendí que a tal clase de martirio los lujuriosos eran condenados, que la razón somete al deseo.
Detuve mi lectura y alcé la vista al prostíbulo, reflexioné aquellas líneas con los pensamientos que había cosechado mientras observaba los hombres que entraban y salían de aquel recinto. Me fascinaba la capacidad de poder evidenciar mis ideas en aquellas páginas, me reconfortaba el hecho de saber que existía gente digna de admiración como el escritor de aquella obra.
Mientras divagaba en mis ideas, una brisa helada arremetió contra los pocos que seguíamos en aquella calle, el frío causaba que de mi respiración saliera un poco de vaho. Con el viento mis ropas se agitaron y algunos mechones de mi cabellera empezaron una danza sincopada con la ráfaga de aire que sacudía a los noctámbulos que deambulaban por las calles de la ciudad.
Las lámparas titilaban con los vientos que azotaban la noche, retomé la lectura, aún no había divisado a una presa adecuada, en la última hora habían salido del burdel al menos 4 sujetos, un hombre obeso que seguramente sufriría del colesterol y los triglicéridos en su sangre, simplemente desagradable; otro hombre se marchó decaído, raquítico y casi sin fuerzas, por su apariencia estaría enfermo, probablemente portador de una infección de trasmisión sexual, pobres prostitutas lo que tenían que soportar… Otro descarte para mi plan alimenticio; El tercer hombre que vi parecía un mago, se desplazaba con cautela y sus finas ropas evidenciaban que venía de la Academia, seguramente su sangre calificaba para mis gustos, pero no valdría la pena lidiar con una amenaza que pudiera defenderse, necesitaba a un incauto que no diera lucha. Por último, un sujeto que salió acompañado de dos mujeres que de manera actuada lo adulaban, al parecer había pedido un servicio particular de esos costosos que te permiten hacer las fantasías y perversiones más bizarras, y en el caso de aquel pobre desgraciado seguro el simple hecho de que se fijaran en él ya sería suficiente para pagar una cantidad importante de aeros. No valía la pena lidiar con un grupo, aunque prefería la sangre de las damas, tendría que seguir esperando a la presa adecuada.
Al retomar mi lectura, un poco decepcionado de las opciones de caza, me detuve unos segundos tratando de reubicarme por donde me había quedado, la memoria de trabajo y un breve repaso de las primeras líneas me sirvió para percatarme que ya había terminado la página. Tras la breve interrupción, me dispuse a dar vuelta a la hoja, pero apenas tomé la esquina del papel sentí un leve pinchazo en mi dedo índice. Fruncí el ceño y acerqué mi mano al rostro, vi como lentamente una gota de sangre se iba formando de la pequeña cortada.
Con mucha atención observaban el líquido rojo, por su propio peso la pequeña gota se deslizaba ayudada de la propia gravedad unos pocos centímetros por mi dedo. Nuevamente, la sed apareció, intentaba fútilmente remojar mis labios con la lengua, las grietas de los mismos evidenciaban su resequedad.
Una sensación pastosa en mi boca fue acompañada con un aumento de mi frecuencia cardiaca, mi cuerpo ya pedía actuar. Ante la incomodidad causada por la sed metí mi dedo cortado entre mis labios como si quisiera darle un beso a mi falange herida, con sutileza lamí el pequeño corte saboreando mi sangre. Un sabor metálico me recordó las ventajas de la hematofagia, necesitaba más, ya era momento de no ser tan exigente con mi objetivo y tomar un poco de la ambrosía sanguínea, mi régimen alimentario no era tan malo como lo pintaban las otras razas, y menos se trataba de una aberración, sencillamente era un gusto adquirido para un paladar refinado.
Cerré mi libro decidido a poner manos a la obra, ahora era prioridad conseguir al menos un aperitivo, por lo que guardé con cuidado dentro de un bolsillo de mi vestimenta la obra y me levanté de mi asiento.
Apenas me puse en marcha a la entrada del burdel a fin de interceptar al próximo cliente, un sujeto salió del local balanceándose, respiraba con dificultad denotando que el cardio lo había complicado más de lo que podía soportar. Con un camino zigzagueante se desplazó varios metros en mi dirección.
Al pasar por mi costado, un fuerte olor a licor y sudor perforó mi nariz, si bien en otras circunstancias un sujeto así no era digno de ser parte de mi menú, en aquellas circunstancias debía flexibilizar mis requisitos y proceder al menos empapar mi garganta con sangre fresca.
El sujeto no se percató siquiera de mi presencia mientras cantaba una canción muy desafinada.
Reconocía aquella canción, admito que era pegajosa e incluso agradable, pero resultaba una blasfemia en la boca de aquel borracho, giré para seguir al sujeto mientras continuaba con su paso errático y un hipo que interrumpía frecuentemente su cantar.
Se desvió a los pocos metros por una callejuela al costado del prostíbulo, posiblemente podría ser un atajo a su casa, aunque yo tenía una segunda hipótesis más factible para su nuevo rumbo.
Esperé mientras se adelantaba en aquel callejón oscuro hasta que casi al final del edificio se detuvo para orinar, era justo lo que esperaba, luego de las relaciones el cuerpo utiliza ese mecanismo para limpiar el organismo, si a eso le sumamos el consumo de alcohol, tarde o temprano tendría que miccionar y seguramente estaría varios segundos en aquella labor.
Me adentré en el callejón y esperé que acabara, al terminar tras luchar con sus pantalones mientras su tambaleo complicaba hasta las tareas más sencillas, empezó a maldecir su torpeza – Carajo *hip*, seguro fue Gertrudis que me cambió mis pantalones *hip* no consigo la bragueta – el pobre idiota no sabía que tenía sus pantalones al revés.
Tras su lucha con sus vestiduras se giró, y tras ver mi figura estática, cubierta por la noche, obstaculizando su camino, la primera rección de aquel hombre fue caminar hacia atrás.
Tú, tú, ¿Quién eres tú? – Dijo mientras en su escape errático se tropezaba con cajas y contenedores que parecían ser de la basura del burdel.
Puse mi dedo en mis labios indicando que era necesario hacer silencio, el hombre en su miedo cayó al piso y ahora solo lloraba desconociendo su final, arrepintiéndose de sus pecados morales.
No lo volveré a hacer, te lo ruego, no me mates, no lastimaré otra vez a Gertrudis.
Silencio – sentencié. El escándalo que armaba podría ser escuchado en las habitaciones de los edificios próximos o incluso en el burdel. Debía hincarle los dientes a aquel desgraciado y tomar un poco de sangre, mi paciencia se agotaba.
____________En mi pensamiento criticaba aquellos sujetos que, motivados por sus deseos más primitivos, caían presa de la lujuria e incurrían en aquellas prácticas moralmente cuestionables, ya que era evidente que la mayoría de los que acudían a aquel establecimiento iban a escondidas, infieles que buscaban el satisfacer su libido a costa de alguien que no recordaría su rostro ni nombre a la mañana siguiente. Mientras en sus penas, sus parejas dormían ignorantes de las fechorías de aquellos hombres.
No es que aquella situación me produjera un rechazo desde lo emocional, no me interesaba en lo absoluto los sentimientos de aquellas mujeres a causa de las traiciones de sus hombres dominados por su Ello. Lo que me incomodaba era algo más general, la idea de cómo el humano se dejaba someter por caprichos tan banales, sin duda el calor de una mujer tenía un efecto cautivador, pero la existencia de establecimientos que comercializaran el sexo de una manera mecánica, cosificando al individuo, a fin de propiciar unos minutos de placer me hacía cuestionar (aún más de lo que ya lo hacía) el potencial de la humanidad. Era necesario hacer un cambio, pero para ello necesitaba poder.
Comprendí que a tal clase de martirio los lujuriosos eran condenados, que la razón somete al deseo.
Detuve mi lectura y alcé la vista al prostíbulo, reflexioné aquellas líneas con los pensamientos que había cosechado mientras observaba los hombres que entraban y salían de aquel recinto. Me fascinaba la capacidad de poder evidenciar mis ideas en aquellas páginas, me reconfortaba el hecho de saber que existía gente digna de admiración como el escritor de aquella obra.
Mientras divagaba en mis ideas, una brisa helada arremetió contra los pocos que seguíamos en aquella calle, el frío causaba que de mi respiración saliera un poco de vaho. Con el viento mis ropas se agitaron y algunos mechones de mi cabellera empezaron una danza sincopada con la ráfaga de aire que sacudía a los noctámbulos que deambulaban por las calles de la ciudad.
Las lámparas titilaban con los vientos que azotaban la noche, retomé la lectura, aún no había divisado a una presa adecuada, en la última hora habían salido del burdel al menos 4 sujetos, un hombre obeso que seguramente sufriría del colesterol y los triglicéridos en su sangre, simplemente desagradable; otro hombre se marchó decaído, raquítico y casi sin fuerzas, por su apariencia estaría enfermo, probablemente portador de una infección de trasmisión sexual, pobres prostitutas lo que tenían que soportar… Otro descarte para mi plan alimenticio; El tercer hombre que vi parecía un mago, se desplazaba con cautela y sus finas ropas evidenciaban que venía de la Academia, seguramente su sangre calificaba para mis gustos, pero no valdría la pena lidiar con una amenaza que pudiera defenderse, necesitaba a un incauto que no diera lucha. Por último, un sujeto que salió acompañado de dos mujeres que de manera actuada lo adulaban, al parecer había pedido un servicio particular de esos costosos que te permiten hacer las fantasías y perversiones más bizarras, y en el caso de aquel pobre desgraciado seguro el simple hecho de que se fijaran en él ya sería suficiente para pagar una cantidad importante de aeros. No valía la pena lidiar con un grupo, aunque prefería la sangre de las damas, tendría que seguir esperando a la presa adecuada.
Al retomar mi lectura, un poco decepcionado de las opciones de caza, me detuve unos segundos tratando de reubicarme por donde me había quedado, la memoria de trabajo y un breve repaso de las primeras líneas me sirvió para percatarme que ya había terminado la página. Tras la breve interrupción, me dispuse a dar vuelta a la hoja, pero apenas tomé la esquina del papel sentí un leve pinchazo en mi dedo índice. Fruncí el ceño y acerqué mi mano al rostro, vi como lentamente una gota de sangre se iba formando de la pequeña cortada.
Con mucha atención observaban el líquido rojo, por su propio peso la pequeña gota se deslizaba ayudada de la propia gravedad unos pocos centímetros por mi dedo. Nuevamente, la sed apareció, intentaba fútilmente remojar mis labios con la lengua, las grietas de los mismos evidenciaban su resequedad.
Una sensación pastosa en mi boca fue acompañada con un aumento de mi frecuencia cardiaca, mi cuerpo ya pedía actuar. Ante la incomodidad causada por la sed metí mi dedo cortado entre mis labios como si quisiera darle un beso a mi falange herida, con sutileza lamí el pequeño corte saboreando mi sangre. Un sabor metálico me recordó las ventajas de la hematofagia, necesitaba más, ya era momento de no ser tan exigente con mi objetivo y tomar un poco de la ambrosía sanguínea, mi régimen alimentario no era tan malo como lo pintaban las otras razas, y menos se trataba de una aberración, sencillamente era un gusto adquirido para un paladar refinado.
Cerré mi libro decidido a poner manos a la obra, ahora era prioridad conseguir al menos un aperitivo, por lo que guardé con cuidado dentro de un bolsillo de mi vestimenta la obra y me levanté de mi asiento.
Apenas me puse en marcha a la entrada del burdel a fin de interceptar al próximo cliente, un sujeto salió del local balanceándose, respiraba con dificultad denotando que el cardio lo había complicado más de lo que podía soportar. Con un camino zigzagueante se desplazó varios metros en mi dirección.
Al pasar por mi costado, un fuerte olor a licor y sudor perforó mi nariz, si bien en otras circunstancias un sujeto así no era digno de ser parte de mi menú, en aquellas circunstancias debía flexibilizar mis requisitos y proceder al menos empapar mi garganta con sangre fresca.
El sujeto no se percató siquiera de mi presencia mientras cantaba una canción muy desafinada.
Sandman, estoy tan solo
No tengo a nadie a quien llamar mío
Por favor, encienda su rayo mágico
Sr. Sandman, tráeme un sueño (1)
No tengo a nadie a quien llamar mío
Por favor, encienda su rayo mágico
Sr. Sandman, tráeme un sueño (1)
Reconocía aquella canción, admito que era pegajosa e incluso agradable, pero resultaba una blasfemia en la boca de aquel borracho, giré para seguir al sujeto mientras continuaba con su paso errático y un hipo que interrumpía frecuentemente su cantar.
Se desvió a los pocos metros por una callejuela al costado del prostíbulo, posiblemente podría ser un atajo a su casa, aunque yo tenía una segunda hipótesis más factible para su nuevo rumbo.
Esperé mientras se adelantaba en aquel callejón oscuro hasta que casi al final del edificio se detuvo para orinar, era justo lo que esperaba, luego de las relaciones el cuerpo utiliza ese mecanismo para limpiar el organismo, si a eso le sumamos el consumo de alcohol, tarde o temprano tendría que miccionar y seguramente estaría varios segundos en aquella labor.
Me adentré en el callejón y esperé que acabara, al terminar tras luchar con sus pantalones mientras su tambaleo complicaba hasta las tareas más sencillas, empezó a maldecir su torpeza – Carajo *hip*, seguro fue Gertrudis que me cambió mis pantalones *hip* no consigo la bragueta – el pobre idiota no sabía que tenía sus pantalones al revés.
Tras su lucha con sus vestiduras se giró, y tras ver mi figura estática, cubierta por la noche, obstaculizando su camino, la primera rección de aquel hombre fue caminar hacia atrás.
Tú, tú, ¿Quién eres tú? – Dijo mientras en su escape errático se tropezaba con cajas y contenedores que parecían ser de la basura del burdel.
Puse mi dedo en mis labios indicando que era necesario hacer silencio, el hombre en su miedo cayó al piso y ahora solo lloraba desconociendo su final, arrepintiéndose de sus pecados morales.
No lo volveré a hacer, te lo ruego, no me mates, no lastimaré otra vez a Gertrudis.
Silencio – sentencié. El escándalo que armaba podría ser escuchado en las habitaciones de los edificios próximos o incluso en el burdel. Debía hincarle los dientes a aquel desgraciado y tomar un poco de sangre, mi paciencia se agotaba.
Off
(1) Mr. Sandman de The Chordettes, letra en español
Zagreus
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Re: Cacería nocturna [Privado][Noche]
Los dientes blancos de la figura en el sofá mullido frente a ella parecía reflejar la luz de la única vela en la habitación. El claro-oscuro de la estancia dejaba adivinar la sombras que componían la figura central: El hombre había dejado a un lado un sombrero. Cruzaba sus piernas y se recostó acomodándose en su asiento en el momento justo en el que Caoimhe apareció por el arco central en las paredes.
Caoimhe había contagiado el gesto a las facciones de aquel hombre, pero una vez conseguido el efecto relajador de sus sonrisas compartidas, la vampiresa relajó la curva en sus labios y fingió servirse algo de vino de una botella cercana al sillón que habían preparado para ella. Aquello, por supuesto tan solo le tomó unos minutos; Los suficientes para analizar al hombre: No había comprado la tela de sus ropajes en la plaza de aquella ciudad. El brillo inicial en sus zapatos indicaba que o bien tenía a alguien que se encargaba de pulirlos a diario, o no los había llevado desde hacía mucho. Olía a una mezcla de hoja de limón y una sustancia parecida a las sobras del coñac en una copa reseca.
-A decir verdad, pensé que ibas a hacerme esperar un poco más, ya sabes, por eso de que la espera crea tensión.- Comenzò el hombre mientras alzaba la copa que tenía en su mano izquierda.
-mmm- musitó- lo dices como si te hubiese alegrado el malgastar tu tiempo esperándome.- añadió Caoimhe mientras se acercaba al hombre y su asiento. Rozó su copa levemente con la alzada del desconocido y se llevó el líquido a sus labios, fingiendo sorber- Por suerte para ambos se el valor de tu tiempo... Pero más importante, entiendo el precio del mío- continuó y se acomodó en el asiento haciendo lo posible por nivelarse a aquel hombre. Cruzando sus piernas del mismo modo que él lo había hecho.- Así que espero que esto no nos lleve mucho.
Caoimhe había lidiado muchas veces con individuos como aquel: Usaban su estatus social y poder para amedrentar a las personas y sacar provecho. Se defendían bien en situaciones donde las interacciones tenían como objetivo establecer que él llevaba las riendas de la conversación.
El lenguaje no verbal de Caoimhe retaba al hombre. Sus palabras mostraban docilidad. Pero no insurrección.
-Así que ese es el único motivo por el que me has citado aquí, imagino. Quieres que te venda mi tiempo.- dijo el hombre acabando su copa
- No exactamente tu tiempo...Pero empiezas a entenderme- dijo y fingió sorber algo de su copa de nuevo.
Se hizo el silencio. El hombre se levantó con la excusa de servirse algo más de alcohol. La cercanía a la luz hizo que la vampiresa pudiese tener una visión más cercana a las facciones de Conde. Debía tener unos 35 años. Su pelo había comenzado a surcarse por canas y llevaba un bigote cuidado y un afeitado pulcro. Tenía arrugas en la comisura de sus labios y para error de Caoimhe, parecía que la sonrisa suspicaz que pensó había compartido con el al entrar resultó ser tan solo el gesto base de aquel desconocido.
-Y... dígame, Caoimhe. ¿qué precio piensas pagar a cambio de la piedra Sol?- dijo reclinándose en el brazo del sillón donde se sentaba la vampiresa.
Caoimhe no fingió que aquello le sorprendió. Aquel hombre era poderoso. Tenía el dinero suficiente como para que la madame principal de aquel prostíbulo aceptase organizarle un encuentro con su hija. Sin embargo no pudo sentirse molesta al saber que quizás estaba perdiendo facultades. Solía ser una persona reservada y discreta. Quizás la continua sed en la que vivía sumida en las últimas semanas la estaba perjudicando. No estaba segura como había descubierto aquel hombre sus intenciones, pero no podía negar que no contaba con ello, y que la ponía en desventaja.
Sorbió esta vez de manera real de su copa e vino. El líquido le mojó la garganta recordándole que aquello no era sangre. El demonio dentro de ella protestó y pareció despertarse en el momento en el que el líquido tocó sus labios.
-Si conoce lo que necesito me sorprende que no imagine lo que no estoy dispuesta a ofrecer- dijo alejándose de manera disimulada de Conde, que se había situado peligrosamente cerca a ella.
-Ah... pero es mucho más divertido imaginar lo que sí estarías dispuesta a ofrecer- El hombre tomó la libertad de posicionar un dedo en la comisura del labio de la chica. Lo movió lentamente de ahí a su barbilla y comenzó a bajar hasta el cuello.
Caoimhe agarró su mano de manera violenta parando el recorrido de la misma a la altura de la oreja.
-Por favor. No insultes el esfuerzo que pongo en mi trabajo. Imagino que no he causado una revuelta en media Beltrexus por conseguir mis objetos y tesoros a cambio de sexo. Como consumidor frecuente de los servicios de mi madre y sus trabajadoras, se que entiendes que los trabajos sexuales no son tan escandalosos por aquí- dijo molesta y con la sed pronunciándose más y más. Se levantó del sillón y alejó de aquel hombre con la excusa de servirse más vino en la copa, que aún tenía casi entera.
-Ah bueno... la gente habla mucho. Y me has citado en un prostíbulo. Uno tan solo puede asumir que.. además ten por seguro que tu pago sería un regalo en vez de...- Conde había caminado hacia ella y de nuevo se tomó la libertad de agarrar a Caoimhe por la cintura. Se estaba acercando demasiado. Casi podía respirar el olor nauseabundo a limón y coñac.
Conde sobrepasó el espacio personal. Caoimhe casi podía escuchar el latir del corazón de aquel depravado. Sus sentidos se agudizaron. La sed la envolvió. Aspiró lentamente para intentar calmarse pero aquel hombre casi estaba encima suyo. Tan solo tenía que apoyar sus colmillos en su cuello y satisfacer así las ideas demoníacas que estaban envolviendo su cabeza.
-GUS,PEDAZO DE CARNE CON PATAS- Una voz femenina interrumpió la sala. Abriendo la cortina que había oscurecido la estancia hasta entonces.- Oh... Lo siento... Lo siento... esta sala no se suele... Perdón. Estoy buscando a Gus. ¿Lo habéis visto? El jodido borracho me ha pagado con monedas de chocolate. Después de pegarme como a una mula común y dejarme la cara roja y llena de moretones... te juro que... si lo pillo yo...-
Gertrudis salió de la habitación voceando buscando al tal Gus.
Caoimhe inspeccionó la situación en la que se encontraba. Había estado a punto de matar a aquel hombre en el establecimiento de su madre. A simple vista de todos. No podía imaginar las repercusiones de aquello. Casi adivinaba a los vecinos quemándo su casa y expulsandola de Beltrexus, la ciudad de los brujos para siempre. Sus tesoros hechos añicos. Sus objetos destrozados.
Apartó de un empujón a Conde de su cintura. Dejó la copa de vino a un lado y se apresuró a caminar por donde había entrado.
-Me temo que no vamos a poder llegar a un acuerdo- dijo la chica.
-Pero... No puedes dejarme así. No ahora.- continuó el hombre intentando agarrarla de nuevo.
-Siento haberte hecho perder el tiempo- le dijo y puso en la mano de aquel hombre un par de monedas doradas.-
Conde miró su pago con los ojos muy abiertos. El gesto se le torció y lanzó el vaso de cristal que sostenía con la otra mano al suelo, haciéndolo añicos.
-¿Me has tomado por una de estas alimañas? Regresa aquí ahora mismo pedazo de...-
Caoimhe agarró su capa de viaje y huyó de aquel lugar. El hombre apresurado, siguiéndola. Aumentó su paso acelerada. Podía escuchar como aquel hombre daba indicaciones a personas que guardaban la habitación y la insultaba a partes iguales, blasfemando sobre como iba a someterla y hacerla añicos tras acabar. Como iba a desfigurar sus ojos dispares hasta que ambos quedasen del mismo color y... mucho mas.
El aire de la calle era lo suficientemente frío como para erizarle la piel. Había subestimado a aquel hombre, y al poder que tenía en Beltrexus. No estaba muy segura de como iba a deshacer aquella situación pero conociendo a Conde dudaba mucho que no fuese capaz de seguirla a su casa y perpetuar así sus amenazas. Debía esconderse, al menos por aquella noche. Debía hacerse una con las sombras. Giró en la primera callejuela oscura que encontró, escuchando la voz de Conde apresurada mientras la seguía.
Caminó un par de pasos y con la respiración apresurada se perdió en la oscuridad apoyando su espalda contra la pared. Cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad su gesto cambió del miedo a la sorpresa: Frente a ella el desconocido al que había visto hacía unos días en la plaza de aquel lugar parecía agarrar a un hombre borracho. Por su insistencia en hablar sobre Gertrudis imaginó que era Gus. Su pantalones aún a medio poner y algo mojados.
-Oh... - dijo Caoimhe sonrojándose- Perdón.No fue mi intención molestar. No quería ser... tan solo me estaban persiguiendo pero yo les puedo dejar intimid...-
La vampiresa leyó entonces el rostro de Gus, atemorizado y casi aliviado de haberla visto aparecer. Enmudeció y abandonó su intento de marcharse, obnubilada e interseada por aquello que estaba pasando.Su mirada se desvió entonces hasta el desconocido; Conocía demasiado bien aquel gesto como para obviarlo, pues ella también tenía sed.
Caoimhe había contagiado el gesto a las facciones de aquel hombre, pero una vez conseguido el efecto relajador de sus sonrisas compartidas, la vampiresa relajó la curva en sus labios y fingió servirse algo de vino de una botella cercana al sillón que habían preparado para ella. Aquello, por supuesto tan solo le tomó unos minutos; Los suficientes para analizar al hombre: No había comprado la tela de sus ropajes en la plaza de aquella ciudad. El brillo inicial en sus zapatos indicaba que o bien tenía a alguien que se encargaba de pulirlos a diario, o no los había llevado desde hacía mucho. Olía a una mezcla de hoja de limón y una sustancia parecida a las sobras del coñac en una copa reseca.
-A decir verdad, pensé que ibas a hacerme esperar un poco más, ya sabes, por eso de que la espera crea tensión.- Comenzò el hombre mientras alzaba la copa que tenía en su mano izquierda.
-mmm- musitó- lo dices como si te hubiese alegrado el malgastar tu tiempo esperándome.- añadió Caoimhe mientras se acercaba al hombre y su asiento. Rozó su copa levemente con la alzada del desconocido y se llevó el líquido a sus labios, fingiendo sorber- Por suerte para ambos se el valor de tu tiempo... Pero más importante, entiendo el precio del mío- continuó y se acomodó en el asiento haciendo lo posible por nivelarse a aquel hombre. Cruzando sus piernas del mismo modo que él lo había hecho.- Así que espero que esto no nos lleve mucho.
Caoimhe había lidiado muchas veces con individuos como aquel: Usaban su estatus social y poder para amedrentar a las personas y sacar provecho. Se defendían bien en situaciones donde las interacciones tenían como objetivo establecer que él llevaba las riendas de la conversación.
El lenguaje no verbal de Caoimhe retaba al hombre. Sus palabras mostraban docilidad. Pero no insurrección.
-Así que ese es el único motivo por el que me has citado aquí, imagino. Quieres que te venda mi tiempo.- dijo el hombre acabando su copa
- No exactamente tu tiempo...Pero empiezas a entenderme- dijo y fingió sorber algo de su copa de nuevo.
Se hizo el silencio. El hombre se levantó con la excusa de servirse algo más de alcohol. La cercanía a la luz hizo que la vampiresa pudiese tener una visión más cercana a las facciones de Conde. Debía tener unos 35 años. Su pelo había comenzado a surcarse por canas y llevaba un bigote cuidado y un afeitado pulcro. Tenía arrugas en la comisura de sus labios y para error de Caoimhe, parecía que la sonrisa suspicaz que pensó había compartido con el al entrar resultó ser tan solo el gesto base de aquel desconocido.
-Y... dígame, Caoimhe. ¿qué precio piensas pagar a cambio de la piedra Sol?- dijo reclinándose en el brazo del sillón donde se sentaba la vampiresa.
Caoimhe no fingió que aquello le sorprendió. Aquel hombre era poderoso. Tenía el dinero suficiente como para que la madame principal de aquel prostíbulo aceptase organizarle un encuentro con su hija. Sin embargo no pudo sentirse molesta al saber que quizás estaba perdiendo facultades. Solía ser una persona reservada y discreta. Quizás la continua sed en la que vivía sumida en las últimas semanas la estaba perjudicando. No estaba segura como había descubierto aquel hombre sus intenciones, pero no podía negar que no contaba con ello, y que la ponía en desventaja.
Sorbió esta vez de manera real de su copa e vino. El líquido le mojó la garganta recordándole que aquello no era sangre. El demonio dentro de ella protestó y pareció despertarse en el momento en el que el líquido tocó sus labios.
-Si conoce lo que necesito me sorprende que no imagine lo que no estoy dispuesta a ofrecer- dijo alejándose de manera disimulada de Conde, que se había situado peligrosamente cerca a ella.
-Ah... pero es mucho más divertido imaginar lo que sí estarías dispuesta a ofrecer- El hombre tomó la libertad de posicionar un dedo en la comisura del labio de la chica. Lo movió lentamente de ahí a su barbilla y comenzó a bajar hasta el cuello.
Caoimhe agarró su mano de manera violenta parando el recorrido de la misma a la altura de la oreja.
-Por favor. No insultes el esfuerzo que pongo en mi trabajo. Imagino que no he causado una revuelta en media Beltrexus por conseguir mis objetos y tesoros a cambio de sexo. Como consumidor frecuente de los servicios de mi madre y sus trabajadoras, se que entiendes que los trabajos sexuales no son tan escandalosos por aquí- dijo molesta y con la sed pronunciándose más y más. Se levantó del sillón y alejó de aquel hombre con la excusa de servirse más vino en la copa, que aún tenía casi entera.
-Ah bueno... la gente habla mucho. Y me has citado en un prostíbulo. Uno tan solo puede asumir que.. además ten por seguro que tu pago sería un regalo en vez de...- Conde había caminado hacia ella y de nuevo se tomó la libertad de agarrar a Caoimhe por la cintura. Se estaba acercando demasiado. Casi podía respirar el olor nauseabundo a limón y coñac.
Conde sobrepasó el espacio personal. Caoimhe casi podía escuchar el latir del corazón de aquel depravado. Sus sentidos se agudizaron. La sed la envolvió. Aspiró lentamente para intentar calmarse pero aquel hombre casi estaba encima suyo. Tan solo tenía que apoyar sus colmillos en su cuello y satisfacer así las ideas demoníacas que estaban envolviendo su cabeza.
-GUS,PEDAZO DE CARNE CON PATAS- Una voz femenina interrumpió la sala. Abriendo la cortina que había oscurecido la estancia hasta entonces.- Oh... Lo siento... Lo siento... esta sala no se suele... Perdón. Estoy buscando a Gus. ¿Lo habéis visto? El jodido borracho me ha pagado con monedas de chocolate. Después de pegarme como a una mula común y dejarme la cara roja y llena de moretones... te juro que... si lo pillo yo...-
Gertrudis salió de la habitación voceando buscando al tal Gus.
Caoimhe inspeccionó la situación en la que se encontraba. Había estado a punto de matar a aquel hombre en el establecimiento de su madre. A simple vista de todos. No podía imaginar las repercusiones de aquello. Casi adivinaba a los vecinos quemándo su casa y expulsandola de Beltrexus, la ciudad de los brujos para siempre. Sus tesoros hechos añicos. Sus objetos destrozados.
Apartó de un empujón a Conde de su cintura. Dejó la copa de vino a un lado y se apresuró a caminar por donde había entrado.
-Me temo que no vamos a poder llegar a un acuerdo- dijo la chica.
-Pero... No puedes dejarme así. No ahora.- continuó el hombre intentando agarrarla de nuevo.
-Siento haberte hecho perder el tiempo- le dijo y puso en la mano de aquel hombre un par de monedas doradas.-
Conde miró su pago con los ojos muy abiertos. El gesto se le torció y lanzó el vaso de cristal que sostenía con la otra mano al suelo, haciéndolo añicos.
-¿Me has tomado por una de estas alimañas? Regresa aquí ahora mismo pedazo de...-
Caoimhe agarró su capa de viaje y huyó de aquel lugar. El hombre apresurado, siguiéndola. Aumentó su paso acelerada. Podía escuchar como aquel hombre daba indicaciones a personas que guardaban la habitación y la insultaba a partes iguales, blasfemando sobre como iba a someterla y hacerla añicos tras acabar. Como iba a desfigurar sus ojos dispares hasta que ambos quedasen del mismo color y... mucho mas.
El aire de la calle era lo suficientemente frío como para erizarle la piel. Había subestimado a aquel hombre, y al poder que tenía en Beltrexus. No estaba muy segura de como iba a deshacer aquella situación pero conociendo a Conde dudaba mucho que no fuese capaz de seguirla a su casa y perpetuar así sus amenazas. Debía esconderse, al menos por aquella noche. Debía hacerse una con las sombras. Giró en la primera callejuela oscura que encontró, escuchando la voz de Conde apresurada mientras la seguía.
Caminó un par de pasos y con la respiración apresurada se perdió en la oscuridad apoyando su espalda contra la pared. Cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad su gesto cambió del miedo a la sorpresa: Frente a ella el desconocido al que había visto hacía unos días en la plaza de aquel lugar parecía agarrar a un hombre borracho. Por su insistencia en hablar sobre Gertrudis imaginó que era Gus. Su pantalones aún a medio poner y algo mojados.
-Oh... - dijo Caoimhe sonrojándose- Perdón.No fue mi intención molestar. No quería ser... tan solo me estaban persiguiendo pero yo les puedo dejar intimid...-
La vampiresa leyó entonces el rostro de Gus, atemorizado y casi aliviado de haberla visto aparecer. Enmudeció y abandonó su intento de marcharse, obnubilada e interseada por aquello que estaba pasando.Su mirada se desvió entonces hasta el desconocido; Conocía demasiado bien aquel gesto como para obviarlo, pues ella también tenía sed.
Caoimhe
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Re: Cacería nocturna [Privado][Noche]
La noche velaba mis actos, me sentía protegido por el aura del cementerio de luces titilantes que llamábamos estrellas. Una ráfaga de viento frío descendía por las paredes de aquel callejón, silbando una tenue melodía con la fricción de algunos metales a su paso. El silencio característico de aquella hora solo era turbado por los quejidos de aquel hombre, que de forma abrupta se había desprendido de cualquier rastro de embriaguez en su conducta.
Tomé aquel patán ebrio por su camisa, torpemente abotonada y con manchas, sus mecanismos de defensa más primitivos habían colapsado su sistema nervioso periférico. Las especies avanzadas afrontan la ansiedad generalmente mediante una respuesta de lucha o huida. Luego de un procesamiento efímero de las posibilidades, el cerebro es capaz de calcular las probabilidades de eficacia en la respuesta, aunque generalmente el cuerpo de aquellos más precavidos suele subestimar dicha capacidad por lo que el correr es la alternativa lógica, escape y evitación… No obstante, existe una tercera posibilidad, una alternativa que carece prácticamente de cualquier oportunidad supervivencia, ya que al final de cuentas la ansiedad y el miedo nos ayudan a lidiar con la muerte y la incertidumbre. Y este sujeto, un desperdicio humano, reaccionó así, se paralizó.
El humano completamente inmóvil se había logrado callar. En sus ojos se notaba como por dentro quería gritar, pero incluso con sus fauces completamente abiertas no era capaz de producir sonido alguno, la impotencia lo horrorizaba más aún que mi propia presencia. Su mente, colapsada por el pánico, había cedido cualquier atisbo de vida, se preparaba para lidiar con la penumbra sempiterna.
Mi intención no era matarlo, por el contrario, solo quería empapar mi garganta con el líquido rojo a fin de buscar una presa más digna de estar en mi menú. Era una noche para alimentarme, y aquel desafortunado solo era un aperitivo, un abrebocas para calmar las ansias producidas por la necesidad de ingerir sangre fresca.
Mi objetivo era clavar mis dientes en su cuello, que, aunque cliché, era el lugar más práctico cuando la ropa y la premura obstaculizaban el banquete. La sangre abunda por las arterias y venas que riegan la cabeza, pero por lo mismo, para aquellos vampiros inexpertos o incapaces de controlar su voracidad, implicaba una tentación que generalmente acababa con la vida de la fuente de sangre. Tonto aquel que vacía un estanque porque tiene sed.
A los pocos centímetros, mientras me aproximaba decido a su garganta, vi como sus pupilas se alejaban de mí y se dirigían a mis espaldas, a la entrada del callejón. Su parálisis desapareció, permitiéndole volver a quejarse, en un inicio incapaz de formular palabras, pero sus gemidos y alaridos eran suficiente para alertar a cualquiera. Me detuve estudiando su cambio abrupto en su comportamiento, ahora se resistía toscamente tratando de sujetar débilmente mis manos que lo tomaban por sus vestiduras. Algo le había devuelto la esperanza, mientras recobraba su instinto de supervivencia empezó a pronunciar el nombre de Gertrudis, al parecer la prostituta que lo había atendido previamente.
Una voz femenina se escuchó en aquel callejón, ya no estábamos solos, giré lentamente mi cabeza para verificar a la intrusa, conocer quien había interferido con mi comida.
El hombre se sentía aliviado al poder ver, a duras penas en ese callejón oscuro, aquella mujer, yo por mi parte, no tuve problema para reconocer en la oscuridad que se trataba de la prestamista de la ciudad, Caoimhe, según me había indicado Mileto.
Parte de aquel aprieto se había originado por menospreciar el análisis inherente de mí actuar, subestimar la situación y no conducirme desde una estrategia controlada. Por lo que en el imprevisto debía calmar aquella adrenalina.
Respiré pausadamente.
El tiempo parecía congelarse, era tensa la situación en aquel estrecho espacio, el hombre que sería mi aperitivo se sentía salvado por la mujer. Por lo que debía estudiar todas las posibilidades, procurando no perder mi presa y considerando la posible amenaza que representaba la prestamista.
Una mirada fugaz, casi involuntaria, me invitó a ver los techos de los edificios cercanos, buscaba los guardaespaldas de la mujer que antes habían causado estragos con sus arcos en el taller de Raigan.
No alcancé a ver nadie sospechoso, lo único que desentonaba en la calle principal frente al burdel era los gritos de unos sujetos que no se lograban distinguir con certeza. El ruido se mezclaba con el relinchar de un par de caballos que estaban situados cerca del prostíbulo. Seguramente el alboroto con los animales era causado por la intención de preparar atropelladamente la calesa ostentosa que los equinos tiraban. Lo más probable es que se trataría del vehículo de algún cliente con dinero de aquel establecimiento que por alguna razón estaba apresurado por marcharse, al parecer atendían toda clase de estratos en aquel burdel.
Ignorando aquel alboroto del cual en teoría éramos ajenos, ya que el callejón nos protegía en su negrura, continué con mi análisis de la situación que se presentaba. Disponía de varias opciones:
La primera, directa y sencilla, sería confrontarla físicamente. Anteriormente, en nuestro primer encuentro, había podido detallarla con detenimiento cuando asistíamos al traductor herido. Estando en esta ocasión ambos de pie, era más sencillo compararnos, delgada, mucho más baja que yo en altura, no supondría mucho problema si me abalanzaba sobre ella en aquel espacio estrecho. Sabía que posiblemente tendría un cuchillo escondido en su pantorrilla, pero la velocidad de un ataque frontal no le permitiría reaccionar. Capaz podría aprovechar para clavar mis colmillos en su delicado cuello.
Un plan que parecía perfecto, pero que a la vez era el más inadecuado. Que no hubiese visto a los guardaespaldas de aquella mujer no significaba que no estuviesen cerca. Desconocía la capacidad de la mujer ante mí, subestimar al enemigo es un error común en aquellos que se precipitan en la estrategia. Y es un error que generalmente se paga caro. Confío plenamente en mi poder, pero me fio más de mi intelecto, por lo que actuar precavido en todos los escenarios es la respuesta más inteligente.
Escapar igualmente sería una posibilidad, correr y desvanecerme por aquel oscuro callejón, seguramente me permitiría ganar tiempo para perderme en los rincones de Beltrexus, pero me quedaría sin alimento, además de que huir teniendo posibilidades de ganar sería una decisión estúpida. Y más con aquella mujer que posiblemente me reconocía.
La otra alternativa era aprovecharme del borracho, era evidente que su travesía por el prostíbulo no había sido la más tranquila. Jugar al héroe y castigar aquel humano insignificante podría ser una coartada aceptable. El justiciero sería un papel válido, vilipendiar al humano a razón de su estado sería fácil. Me garantizaría soslayar cualquier duda sobre mis intenciones macabras e incluso ganarme el favor de los perjudicados por aquel hombre.
Una opción que rápidamente descarté. No me interesaba en lo absoluto entrometerme en los asuntos de aquel tipejo y de su paso por el burdel. Haciendo eso seguramente me quedaría sin la sangre que al fin y al cabo era por lo que me encontraba en aquella posición. No podía permitir ello.
Por lo que actué por la alternativa que se adecua a mi personalidad, decir la verdad. Soy superior a cualquier valoración moral que puedan hacer los humanos, por lo que mentir sencillamente no es parte de mí. Soy mejor, por lo que no debía caer en los juicios morales de los seres inferiores, no tiene sentido alguno encubrir la verdad.
Con fuerza arrastré al hombre para ponerme de frente a la prestamista, el pobre ahora arrodillado entre yo y la mujer se daba cuenta de que no permitiría que me interrumpiera. Coloqué mi otra mano disimuladamente cerca de cintura, allí con un movimiento veloz podía desenfundar mi daga, al igual que acceder a mi bolsa de provisiones, donde guardaba una poción que me libraría de cualquier percance con aquella mujer de ojos díscolos.
Saludos… Caoimhe
El sujeto enmudeció al escuchar que conocía, al menos de nombre, aquella mujer.
No tienes de que preocuparte, solo me interrumpiste mientras me preparaba para mojar mi garganta. – Sonreí mostrando mis caninos afilados ya preparados para empaparse de rojo – No lo mataré, este tipo me da asco, solo quiero un abrebocas.
El sujeto quedó pálido al oír mis palabras, asumo que sabiendo mi naturaleza maldita no tendría escapatoria. Quizás viviría, pero no le quitaba el hecho de estar a los pies de un monstruo.
Tomé aquel patán ebrio por su camisa, torpemente abotonada y con manchas, sus mecanismos de defensa más primitivos habían colapsado su sistema nervioso periférico. Las especies avanzadas afrontan la ansiedad generalmente mediante una respuesta de lucha o huida. Luego de un procesamiento efímero de las posibilidades, el cerebro es capaz de calcular las probabilidades de eficacia en la respuesta, aunque generalmente el cuerpo de aquellos más precavidos suele subestimar dicha capacidad por lo que el correr es la alternativa lógica, escape y evitación… No obstante, existe una tercera posibilidad, una alternativa que carece prácticamente de cualquier oportunidad supervivencia, ya que al final de cuentas la ansiedad y el miedo nos ayudan a lidiar con la muerte y la incertidumbre. Y este sujeto, un desperdicio humano, reaccionó así, se paralizó.
El humano completamente inmóvil se había logrado callar. En sus ojos se notaba como por dentro quería gritar, pero incluso con sus fauces completamente abiertas no era capaz de producir sonido alguno, la impotencia lo horrorizaba más aún que mi propia presencia. Su mente, colapsada por el pánico, había cedido cualquier atisbo de vida, se preparaba para lidiar con la penumbra sempiterna.
Mi intención no era matarlo, por el contrario, solo quería empapar mi garganta con el líquido rojo a fin de buscar una presa más digna de estar en mi menú. Era una noche para alimentarme, y aquel desafortunado solo era un aperitivo, un abrebocas para calmar las ansias producidas por la necesidad de ingerir sangre fresca.
Mi objetivo era clavar mis dientes en su cuello, que, aunque cliché, era el lugar más práctico cuando la ropa y la premura obstaculizaban el banquete. La sangre abunda por las arterias y venas que riegan la cabeza, pero por lo mismo, para aquellos vampiros inexpertos o incapaces de controlar su voracidad, implicaba una tentación que generalmente acababa con la vida de la fuente de sangre. Tonto aquel que vacía un estanque porque tiene sed.
A los pocos centímetros, mientras me aproximaba decido a su garganta, vi como sus pupilas se alejaban de mí y se dirigían a mis espaldas, a la entrada del callejón. Su parálisis desapareció, permitiéndole volver a quejarse, en un inicio incapaz de formular palabras, pero sus gemidos y alaridos eran suficiente para alertar a cualquiera. Me detuve estudiando su cambio abrupto en su comportamiento, ahora se resistía toscamente tratando de sujetar débilmente mis manos que lo tomaban por sus vestiduras. Algo le había devuelto la esperanza, mientras recobraba su instinto de supervivencia empezó a pronunciar el nombre de Gertrudis, al parecer la prostituta que lo había atendido previamente.
Una voz femenina se escuchó en aquel callejón, ya no estábamos solos, giré lentamente mi cabeza para verificar a la intrusa, conocer quien había interferido con mi comida.
El hombre se sentía aliviado al poder ver, a duras penas en ese callejón oscuro, aquella mujer, yo por mi parte, no tuve problema para reconocer en la oscuridad que se trataba de la prestamista de la ciudad, Caoimhe, según me había indicado Mileto.
Parte de aquel aprieto se había originado por menospreciar el análisis inherente de mí actuar, subestimar la situación y no conducirme desde una estrategia controlada. Por lo que en el imprevisto debía calmar aquella adrenalina.
Respiré pausadamente.
El tiempo parecía congelarse, era tensa la situación en aquel estrecho espacio, el hombre que sería mi aperitivo se sentía salvado por la mujer. Por lo que debía estudiar todas las posibilidades, procurando no perder mi presa y considerando la posible amenaza que representaba la prestamista.
Una mirada fugaz, casi involuntaria, me invitó a ver los techos de los edificios cercanos, buscaba los guardaespaldas de la mujer que antes habían causado estragos con sus arcos en el taller de Raigan.
No alcancé a ver nadie sospechoso, lo único que desentonaba en la calle principal frente al burdel era los gritos de unos sujetos que no se lograban distinguir con certeza. El ruido se mezclaba con el relinchar de un par de caballos que estaban situados cerca del prostíbulo. Seguramente el alboroto con los animales era causado por la intención de preparar atropelladamente la calesa ostentosa que los equinos tiraban. Lo más probable es que se trataría del vehículo de algún cliente con dinero de aquel establecimiento que por alguna razón estaba apresurado por marcharse, al parecer atendían toda clase de estratos en aquel burdel.
Ignorando aquel alboroto del cual en teoría éramos ajenos, ya que el callejón nos protegía en su negrura, continué con mi análisis de la situación que se presentaba. Disponía de varias opciones:
La primera, directa y sencilla, sería confrontarla físicamente. Anteriormente, en nuestro primer encuentro, había podido detallarla con detenimiento cuando asistíamos al traductor herido. Estando en esta ocasión ambos de pie, era más sencillo compararnos, delgada, mucho más baja que yo en altura, no supondría mucho problema si me abalanzaba sobre ella en aquel espacio estrecho. Sabía que posiblemente tendría un cuchillo escondido en su pantorrilla, pero la velocidad de un ataque frontal no le permitiría reaccionar. Capaz podría aprovechar para clavar mis colmillos en su delicado cuello.
Un plan que parecía perfecto, pero que a la vez era el más inadecuado. Que no hubiese visto a los guardaespaldas de aquella mujer no significaba que no estuviesen cerca. Desconocía la capacidad de la mujer ante mí, subestimar al enemigo es un error común en aquellos que se precipitan en la estrategia. Y es un error que generalmente se paga caro. Confío plenamente en mi poder, pero me fio más de mi intelecto, por lo que actuar precavido en todos los escenarios es la respuesta más inteligente.
Escapar igualmente sería una posibilidad, correr y desvanecerme por aquel oscuro callejón, seguramente me permitiría ganar tiempo para perderme en los rincones de Beltrexus, pero me quedaría sin alimento, además de que huir teniendo posibilidades de ganar sería una decisión estúpida. Y más con aquella mujer que posiblemente me reconocía.
La otra alternativa era aprovecharme del borracho, era evidente que su travesía por el prostíbulo no había sido la más tranquila. Jugar al héroe y castigar aquel humano insignificante podría ser una coartada aceptable. El justiciero sería un papel válido, vilipendiar al humano a razón de su estado sería fácil. Me garantizaría soslayar cualquier duda sobre mis intenciones macabras e incluso ganarme el favor de los perjudicados por aquel hombre.
Una opción que rápidamente descarté. No me interesaba en lo absoluto entrometerme en los asuntos de aquel tipejo y de su paso por el burdel. Haciendo eso seguramente me quedaría sin la sangre que al fin y al cabo era por lo que me encontraba en aquella posición. No podía permitir ello.
Por lo que actué por la alternativa que se adecua a mi personalidad, decir la verdad. Soy superior a cualquier valoración moral que puedan hacer los humanos, por lo que mentir sencillamente no es parte de mí. Soy mejor, por lo que no debía caer en los juicios morales de los seres inferiores, no tiene sentido alguno encubrir la verdad.
Con fuerza arrastré al hombre para ponerme de frente a la prestamista, el pobre ahora arrodillado entre yo y la mujer se daba cuenta de que no permitiría que me interrumpiera. Coloqué mi otra mano disimuladamente cerca de cintura, allí con un movimiento veloz podía desenfundar mi daga, al igual que acceder a mi bolsa de provisiones, donde guardaba una poción que me libraría de cualquier percance con aquella mujer de ojos díscolos.
Saludos… Caoimhe
El sujeto enmudeció al escuchar que conocía, al menos de nombre, aquella mujer.
No tienes de que preocuparte, solo me interrumpiste mientras me preparaba para mojar mi garganta. – Sonreí mostrando mis caninos afilados ya preparados para empaparse de rojo – No lo mataré, este tipo me da asco, solo quiero un abrebocas.
El sujeto quedó pálido al oír mis palabras, asumo que sabiendo mi naturaleza maldita no tendría escapatoria. Quizás viviría, pero no le quitaba el hecho de estar a los pies de un monstruo.
Zagreus
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Re: Cacería nocturna [Privado][Noche]
Tragó saliva, intentando buscar las palabras exactas con las que interrumpir aquella escena. Gus se movía de cuando en cuando pero su color había palidecido y la mano apretando el pecho del desconocido debía estar ocluyendo la posibilidad de respirar del borracho.
El hedor a alcohol de su aliento era ahora muy notable en el aire ocupando el mínimo espacio entre las dos paredes y los cuerpos entre ellas llenando aquel callejón.
El opresor de Gus la observó durante unos minutos mientras ella misma analizaba la escena. Aquel hombre le causaba una mezcla de curiosidad y recelo.Además de rencor. Por un lado, no podía obviar el último encuentro junto con Mileto en el que no acabó de aprender su nombre.
Beltrexus era una ciudad bastante activa y el movimiento de ir y venir de turistas y forasteros no era algo único y extraño. Sin embargo, la mayor parte de los turistas y forasteros llegaban a la ciudad con un objetivo en mente y apenas se quedaban más de una noche para explorarla. Aquel hombre llevaba varias deambulando por aquí y por allá, sin un objetivo aparente. Aquello era lo que la inquietaba.
Caoimhe deseó por un segundo hacerse una con la mente de aquel hombre y entender que estaba pensando. Las posibilidades eran múltiples y más de una la ponía en riesgo directo teniendo en cuenta la superioridad fisica de Zagreus y la embriaguez de Gus. Retrocedió un paso de manera espontánea, buscando con ambas manos la pared tras ella. Jugando con la idea de que aquel desconocido quizás decidiese cambiar la sangre de Gus por la suya propia.
Casi se había olvidado que ella misma podría unirse al destrozo de aquella presa, que cada vez parecía mas pálido y se movía menos.
¿Debería pues haber corrido de vuelta por donde vino? Al desconocido no parecía importarle que Caoimhe fuese testigo de como acababa posiblemente con la vida de Gus a pesar de que sus labios habían constantado lo contrario.
Ah… pero ella sabía que mentir no era una ofensa si con ello se conseguía calmar la sed. Permaneció ahí, por unos minutos más jugando con la curiosidad morbida de seguir observando.Nunca antes había observado cazar a otro demonio. El mero hecho de saber que iba a suceder minutos después de que Zagreus inmovlizase a Gus la hizo sentir incómoda. Como si estuviese observando algo que no debía ver. Como si el momento justo de clavar los colmillos en aquel cuello indefenso fuese único entre la presa y su opresor, y ella estuviese de más.
Por un segundo inspiró hondo casi esperando la información que iba a llegar a su mente n el momento justo en el que los colmillos de Zagreus perforasen la yugular de Gus. Si duda no serian sus labios los que se tiñesen de rojo, pero si atractiva era la idea de alimentarse, la doble tentación en su caso venia acompañaba de la información que obtenía al hacerlo. El conocimiento intimo de su victima. Con suerte algún recuerdo que le indicase quien era y enriqueciese su biblioteca de información.
Lamió de manera disimulada sus labios y se topo con los ojos sin esperanza de aquel borracho. Su propia mirada interrumpida por el sonido de los pasos señal inequívoca de que Conde estaba cerca de aquella callejuela. A la merced de atreverse a girar por ella y descubrir…
Tenía que actuar.
Dio de nuevo un paso hacia delante acercándose a las dos figuras. Lo suficiente como para jugar con la tentadora idea de robar aquel tentempié al desconocido y arriesgarse de que su identidad fuese publica en Beltrexus.
Gruñó levemente molesta por no dejarse llevar por aquella opción. Agarró de manera firme el mentón del desconocido y lo separo levemente de Gus, con calma.
-Para. ¿Es que no lo ves?-dijo intentando alejarlo como pudo de Gus e interponiéndose entre él y Zagreus.- Este pobre individuo apenas se tiene en pie. Estoy segura que ha acabado con la mayor parte de ron del prostíbulo y buena parte de la ginebra. ¿Qué crees que te pasará a ti al ingerir su sangre? Acabas de decir que vas a dejarlo vivir… ¿Crees que el alcohol de su sangre en tu organismo te va a hacer más diestro en una batalla contra el? ¿O contra mí? - Sugirió, armándose de nuevo de valor, altiva.- ¿Qué honor hay en acabar con una víctima en este estado? Ni siquiera orgullo.- finalizó
Era consciente que aquella bestia bien podía aceptar aquello como una ofrenda de su cuello en lugar de Gus. Caoimhe no se había alimentado nunca de alguien de su misma raza. Dudaba incluso si era posible hacerlo. Casi le divirtió pensar que la misma ponzoña que había causado el despertar de su demonio interno pudiese matarla.
Fijó sus ojos en los del desconocido intentando leer de nuevo sus pensamientos. Aun jugando con la idea de acabar con sus dudas y obtener información de el mordiéndolo ella misma.
-Y si… te propongo una víctima más valiosa. Alguien con sangre… ¿azul?- Sonrió siendo consciente de sus palabras.
Estaba segura que Gus había tomado lo suficiente como para tomar aquel encuentro como un mal sueño de resaca. Si lo dejaba marchar se aseguraría de poner alguna moneda de oro en su bolsillo, para empoderar la idea de pesadilla.
Escuchó pasos acercándose y su atención se volvió irremediablemente al lugar de donde provenían los mismos, casi como si aquella situación hubiese pasado a formar parte de un segundo plano.
Volvió a morderse el labio, nerviosa llevando su mirada de Zagreus a los pasos que cada vez se oían más fuerte.
Quizás si Zagreus accedía a acabar con Conde podría hacerse con la piedra Sol de manera mucho más fácil de lo que había pensado. Sin apenas esfuerzo alguno por su parte.
Los pasos se acercaban y esta vez venían acompañados de murmullos que estaba segura eran gritos al otro lado de la distancia que separaba a los tres de Conde.
Obviamente ella participaría de aquel plan; Estaba segura que la sangre de Conde poseía información valiosa y sería buen aderezo para su colección. Además tanto jugar con comida le había dado hambre. O mejor dicho sed, y al contrario que el desconocido ella no quería emborracharse por medio de sangre ajena.
-Maldita hija de puta- Conde rió como si aquello le hubiese hecho más gracia de lo que había sido en su cabeza- No creas que la oscuridad va a protegerte de mi. Se perfectamente que tus matones están en asuntos ajenos a ti esta noche. ¿Cómo crees que van a encontrarte en un par de horas cuando por fin me haya cansado de ti? JÁ… ofrecerme dinero a mi.., como una simple.. como un mero plebeyo. Te juro que no quedará de ti mas que tu ropa.- dijo
Caoimhe volvió a mirar a Zagreus pero esta vez no había reto en su mirada. Ni su actitud era altiva. Conde acababa de desvelar que de hecho ella si estaba sola y sin refuerzos aquella noche. Por un segundo y dándose cuenta de que aún se encontraba obstaculizando la trayectoria entre un vampiro sediento y su presa,
Caoimhe comenzó a entender que Conde podría ser el menor de sus problemas.
Un repiqueteo de metal sobre la piedra de las paredes que componían aquel callejón estrecho hizo pensar en una espada a tientas buscando su objetivo.
- ¿Y… bien?.- continuó Caoimhe, lanzándo quizás una sugerencia de ayuda que camufló como un reto.- ¿Vas a alcoholizarte o a saciar tu sed?
El hedor a alcohol de su aliento era ahora muy notable en el aire ocupando el mínimo espacio entre las dos paredes y los cuerpos entre ellas llenando aquel callejón.
El opresor de Gus la observó durante unos minutos mientras ella misma analizaba la escena. Aquel hombre le causaba una mezcla de curiosidad y recelo.Además de rencor. Por un lado, no podía obviar el último encuentro junto con Mileto en el que no acabó de aprender su nombre.
Beltrexus era una ciudad bastante activa y el movimiento de ir y venir de turistas y forasteros no era algo único y extraño. Sin embargo, la mayor parte de los turistas y forasteros llegaban a la ciudad con un objetivo en mente y apenas se quedaban más de una noche para explorarla. Aquel hombre llevaba varias deambulando por aquí y por allá, sin un objetivo aparente. Aquello era lo que la inquietaba.
Caoimhe deseó por un segundo hacerse una con la mente de aquel hombre y entender que estaba pensando. Las posibilidades eran múltiples y más de una la ponía en riesgo directo teniendo en cuenta la superioridad fisica de Zagreus y la embriaguez de Gus. Retrocedió un paso de manera espontánea, buscando con ambas manos la pared tras ella. Jugando con la idea de que aquel desconocido quizás decidiese cambiar la sangre de Gus por la suya propia.
Casi se había olvidado que ella misma podría unirse al destrozo de aquella presa, que cada vez parecía mas pálido y se movía menos.
¿Debería pues haber corrido de vuelta por donde vino? Al desconocido no parecía importarle que Caoimhe fuese testigo de como acababa posiblemente con la vida de Gus a pesar de que sus labios habían constantado lo contrario.
Ah… pero ella sabía que mentir no era una ofensa si con ello se conseguía calmar la sed. Permaneció ahí, por unos minutos más jugando con la curiosidad morbida de seguir observando.Nunca antes había observado cazar a otro demonio. El mero hecho de saber que iba a suceder minutos después de que Zagreus inmovlizase a Gus la hizo sentir incómoda. Como si estuviese observando algo que no debía ver. Como si el momento justo de clavar los colmillos en aquel cuello indefenso fuese único entre la presa y su opresor, y ella estuviese de más.
Por un segundo inspiró hondo casi esperando la información que iba a llegar a su mente n el momento justo en el que los colmillos de Zagreus perforasen la yugular de Gus. Si duda no serian sus labios los que se tiñesen de rojo, pero si atractiva era la idea de alimentarse, la doble tentación en su caso venia acompañaba de la información que obtenía al hacerlo. El conocimiento intimo de su victima. Con suerte algún recuerdo que le indicase quien era y enriqueciese su biblioteca de información.
Lamió de manera disimulada sus labios y se topo con los ojos sin esperanza de aquel borracho. Su propia mirada interrumpida por el sonido de los pasos señal inequívoca de que Conde estaba cerca de aquella callejuela. A la merced de atreverse a girar por ella y descubrir…
Tenía que actuar.
Dio de nuevo un paso hacia delante acercándose a las dos figuras. Lo suficiente como para jugar con la tentadora idea de robar aquel tentempié al desconocido y arriesgarse de que su identidad fuese publica en Beltrexus.
Gruñó levemente molesta por no dejarse llevar por aquella opción. Agarró de manera firme el mentón del desconocido y lo separo levemente de Gus, con calma.
-Para. ¿Es que no lo ves?-dijo intentando alejarlo como pudo de Gus e interponiéndose entre él y Zagreus.- Este pobre individuo apenas se tiene en pie. Estoy segura que ha acabado con la mayor parte de ron del prostíbulo y buena parte de la ginebra. ¿Qué crees que te pasará a ti al ingerir su sangre? Acabas de decir que vas a dejarlo vivir… ¿Crees que el alcohol de su sangre en tu organismo te va a hacer más diestro en una batalla contra el? ¿O contra mí? - Sugirió, armándose de nuevo de valor, altiva.- ¿Qué honor hay en acabar con una víctima en este estado? Ni siquiera orgullo.- finalizó
Era consciente que aquella bestia bien podía aceptar aquello como una ofrenda de su cuello en lugar de Gus. Caoimhe no se había alimentado nunca de alguien de su misma raza. Dudaba incluso si era posible hacerlo. Casi le divirtió pensar que la misma ponzoña que había causado el despertar de su demonio interno pudiese matarla.
Fijó sus ojos en los del desconocido intentando leer de nuevo sus pensamientos. Aun jugando con la idea de acabar con sus dudas y obtener información de el mordiéndolo ella misma.
-Y si… te propongo una víctima más valiosa. Alguien con sangre… ¿azul?- Sonrió siendo consciente de sus palabras.
Estaba segura que Gus había tomado lo suficiente como para tomar aquel encuentro como un mal sueño de resaca. Si lo dejaba marchar se aseguraría de poner alguna moneda de oro en su bolsillo, para empoderar la idea de pesadilla.
Escuchó pasos acercándose y su atención se volvió irremediablemente al lugar de donde provenían los mismos, casi como si aquella situación hubiese pasado a formar parte de un segundo plano.
Volvió a morderse el labio, nerviosa llevando su mirada de Zagreus a los pasos que cada vez se oían más fuerte.
Quizás si Zagreus accedía a acabar con Conde podría hacerse con la piedra Sol de manera mucho más fácil de lo que había pensado. Sin apenas esfuerzo alguno por su parte.
Los pasos se acercaban y esta vez venían acompañados de murmullos que estaba segura eran gritos al otro lado de la distancia que separaba a los tres de Conde.
Obviamente ella participaría de aquel plan; Estaba segura que la sangre de Conde poseía información valiosa y sería buen aderezo para su colección. Además tanto jugar con comida le había dado hambre. O mejor dicho sed, y al contrario que el desconocido ella no quería emborracharse por medio de sangre ajena.
-Maldita hija de puta- Conde rió como si aquello le hubiese hecho más gracia de lo que había sido en su cabeza- No creas que la oscuridad va a protegerte de mi. Se perfectamente que tus matones están en asuntos ajenos a ti esta noche. ¿Cómo crees que van a encontrarte en un par de horas cuando por fin me haya cansado de ti? JÁ… ofrecerme dinero a mi.., como una simple.. como un mero plebeyo. Te juro que no quedará de ti mas que tu ropa.- dijo
Caoimhe volvió a mirar a Zagreus pero esta vez no había reto en su mirada. Ni su actitud era altiva. Conde acababa de desvelar que de hecho ella si estaba sola y sin refuerzos aquella noche. Por un segundo y dándose cuenta de que aún se encontraba obstaculizando la trayectoria entre un vampiro sediento y su presa,
Caoimhe comenzó a entender que Conde podría ser el menor de sus problemas.
Un repiqueteo de metal sobre la piedra de las paredes que componían aquel callejón estrecho hizo pensar en una espada a tientas buscando su objetivo.
- ¿Y… bien?.- continuó Caoimhe, lanzándo quizás una sugerencia de ayuda que camufló como un reto.- ¿Vas a alcoholizarte o a saciar tu sed?
Caoimhe
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Re: Cacería nocturna [Privado][Noche]
La tensa situación con la prestamista se amenizó cuando dio un paso atrás, quizás dándome a entender su arrepentimiento o temor de mis palabras con respecto a lo que me proponía hacer con aquel borracho. Prácticamente, una invitación a que continuara en mis asuntos.
El tiempo se hacía denso, lo que eran segundos parecían horas, Caoimhe miraba. Era incómodo comer con observadores, alimentarse era un ritual íntimo, o por lo menos para mí lo era. El beber sangre fresca no era comparable con un almuerzo humano o con el destripar de un animal después de una cacería en el bosque. No, si bien la hematofagia en ocasiones podía tomarse como una maldición, ya que para sobrevivir era una dieta obligatoria, los beneficios de la sangre son abrumadores, incluso aves y mamíferos incurrían de forma facultativa en chupar el líquido vital.
El poder someter a una víctima y alimentarte con su sangre implicaba un rasgo de superioridad evidente. La dominancia racial era clara, los no vampiros solo sirven como ganado para propiciar la existencia de un ente mayor, nosotros, los vampiros.
Ya decidido en continuar en mi labor, incluso con los ojos pesados de la mujer sobre mí, abrí mi boca para iniciar la flebotomía con mis dientes. Mis caninos afilados penetraron el cuello del borracho y de forma inmediata sentí el líquido tibio mojar mi boca. La ansiedad por beber se veía satisfecha.
El primer impacto fue el sabor metálico de aquel líquido que prontamente se veía afectado por los efectos del alcohol. Por desgracia, cuando se toma una bebida alcohólica, esta atraviesa el esófago y llega al estómago donde en un 10-20% aproximado pasa directamente a la sangre. Era sangre, pero su gusto no se adecuaba a mis expectativas. Se sentía como comer un platillo con exceso de condimentos o con el típico sabor a chamuscado de algo que se quemó.
No obstante, sin haber siquiera podido tragar el primer sorbo de sangre, la mujer se atrevió a separarme de mi presa. ¿Quién coño se ha creído? Guardé silenció mientras ella justificaba su imprudencia, mantuve el ceño fruncido, mis músculos se tensaron y apreté mis puños, no toleraría la insolencia de aquella mujer que interrumpía mi ritual.
Sus excusas me parecían vacías, estaba al tanto que este sujeto no era digno de mi menú, pero había sido claro, solo era un aperitivo, un abrebocas para saciar la necesidad de tomar sangre. Ya tendría tiempo para buscar alguien digno.
Estaba preparado para abalanzarme ante la mujer, el hombre un tanto sedado, apenas se resistía, se había resignado a su destino. Pero antes de soltar al borracho y someter a la prestamista, ella dijo algo que me sacó de quicio…
“¿Qué honor hay en acabar con una víctima en este estado? Ni siquiera orgullo.” … sus palabras retumbaron como campanadas en mi cabeza, ¿Honor? Mi sangre hervía ante la ignorancia de aquella mujer, hablaba como si se tratase de algo personal, como si mis actos se basaran en las convicciones moralistas de los humanos. ¿Orgullo?, ¿en serio cuestionas mi orgullo? Pensé, mi rabia se hizo evidente en mi rostro, podía tolerar ofensas, pero no era aceptable un ataque a mi ego. Obviamente, me sentía orgulloso de cada cosa que hacía, ¿Cómo se atreve a cuestionarme?
Respiré, mi intención era mostrar una actitud sosegada, aunque mi siguiente movimiento posiblemente sería una arremetida violenta. El borracho se quejaba ante mi agarre que había aumentado en fuerza tras las provocaciones de la prestamista.
Con la mano que mantenía libre me limpié una gota de sangre que se corría por mi barbilla. - ¿Disculpa? – tenía una oportunidad para retractarse.
Caoimhe habló, hizo una oferta que me invitó a arquear una ceja, pero seguía mi molestia ante el atrevimiento de ella.
En eso, los ruidos de un hombre que se adentraba en el callejón se hicieron notorios, sus groserías evidenciaban que estaba tras la mujer y afirmaba que la prestamista estaba sola. Otro intruso que molestaría mi cena. Quizás de él es de quien hablaba la Caoimhe, ya entendía su intención.
Debía encargarme de aquel sujeto que vociferaba insultos y balanceaba su espada como bastón en la oscuridad. Estaba aún a varios metros, sus ojos tardarían algunos segundos en acostumbrarse a la negrura del callejón, por lo que teníamos poco tiempo para intentar algo.
Solté al borracho que huyo despavorido tumbando objetos a su paso, estruendo que alarmó al perseguidor de la mujer.Deja de correr furcia, ya te tengo.– el hombre apresuró su marcha, pero su paso seguía inseguro ante su visión limitada tras tropezarse con algunas cajas.
El borracho se había marchado y el hombre continuaba acercándose, ya era momento de avanzar. Me adelanté para colocarme al lado de la mujer. Mirándola por debajo del hombro me dirigí a ella con un tono que evidenciaba mi disgusto– Ya hablaré contigo cuando termine.
Ya te veo– dijo el hombre que veía mi silueta con esfuerzo, confundiéndola con la de la mujer que buscaba.
Aún podíamos tratar de salir de aquel callejón por la parte de atrás por donde corrió el borracho, pero mi enojo se transformó en determinación, no sabía quién era aquel hombre que amenazaba a la mujer, no me importaba. Solo sabía que iba a sufrir, estaba decidido en hacerlo sufrir.
Saqué de un pequeño bolsillo un frasco que le había comprado a Cohen tiempo atrás (1). No respires – ordené a la mujer en un tono apenas audible, pero lo suficiente claro como para que entendiera leyendo mis labios la directriz.
Caminé unos pocos pasos en sentido del hombre que ya estaba sobre nosotros. Abrí el frasco del cual salió una especie de gas que se elevó como una pequeña nube negra. Ya el hombre estaba a un metro de mí, por lo que se detuvo al ver confundido mi figura que poco a poco evidenciaba que no era la persona que buscaba.
Antes de que pudiera siquiera reaccionar, soplé aquella nube y posterior mantuve la respiración. El gas entró en contacto con su rostro, causándole una tos como reflejo del veneno que ingresaba en su organismo… Ahora sufriría.
El hombre abrumado por la sorpresa empezó a rascarse los ojos, su espada cayó al suelo y en su tambaleo se chocaba con las paredes de aquel pequeño callejón.
La pesadilla había comenzado…
Cayó al suelo y empezó a retorcerse, sus ojos se tornaron completamente blancos y las venas de sus sienes se marcaron en su frente, palpitaban de forma veloz mientras un sudor frío lo empampaba. Un grito desgarrador salió a todo pulmón del hombre que ahora yacía en el suelo revolcándose.
El veneno era eficaz, capaz de detener a cualquier ser, el mismo provocaba en el usuario alucinaciones con sus peores temores, el cerebro traicionaba a quien entraba en contacto con la Pesadilla embotellada convirtiendo los terrores más retorcidos del inconsciente en la realidad de la persona.
Cada quien tenía una visión distinta, pero lo que no había dudas es que el pánico era más poderoso que cualquier otro medio, soñar con monstruos, con fobias, con aquellas inseguridades más retorcidas de la psique era suficiente para arrastrar y arrancar la humanidad de cualquiera y ceder.
Los gritos del hombre eran oídos en la cercanía, se escuchaba como si fuese expuesto al desprendimiento de la piel viva en un desollamiento, como si fuera parte de las prácticas más brutales de los norteños con sus águilas de sangre. Como si el peor día de su vida fuese revivido una y otra vez.
El efecto pasaría al cabo de un rato, el veneno ya se había disipado del aire, así que ya pude volver a respirar.
Debemos salir de aquí por atrás, aún debo comer y quiero que me aclares todo. – Dije con un tono amenazante a la mujer, dándole a entender que ella conocía la ciudad y que era necesario buscar un sitio al que huir. Posiblemente, buscarían al hombre que lloraba desconsoladamente en el suelo, era ciego, pero en su mente veía lo más oscuro.
Agarré al hombre y me dispuse a arrastrarlo, a duras penas se logró levantar entre quejas y gritos, podía caminar mientras lo guiaba con fuerza. Lo callé colocando mi mano sobre su boca, era difícil calmar sus gritos, pero era necesario dejar de llamar la atención.
¡Avanza!
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(1) Pesadilla Embotellada [Veneno, Limitado, 1 Uso] Líquido grisáceo oscuro que parece gas atrapado. Al contacto con el aire se levanta una nube negra, que al ser aspirada causará alucinaciones de los temores más profundos de la persona por un turno. Comprado en [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
El tiempo se hacía denso, lo que eran segundos parecían horas, Caoimhe miraba. Era incómodo comer con observadores, alimentarse era un ritual íntimo, o por lo menos para mí lo era. El beber sangre fresca no era comparable con un almuerzo humano o con el destripar de un animal después de una cacería en el bosque. No, si bien la hematofagia en ocasiones podía tomarse como una maldición, ya que para sobrevivir era una dieta obligatoria, los beneficios de la sangre son abrumadores, incluso aves y mamíferos incurrían de forma facultativa en chupar el líquido vital.
El poder someter a una víctima y alimentarte con su sangre implicaba un rasgo de superioridad evidente. La dominancia racial era clara, los no vampiros solo sirven como ganado para propiciar la existencia de un ente mayor, nosotros, los vampiros.
Ya decidido en continuar en mi labor, incluso con los ojos pesados de la mujer sobre mí, abrí mi boca para iniciar la flebotomía con mis dientes. Mis caninos afilados penetraron el cuello del borracho y de forma inmediata sentí el líquido tibio mojar mi boca. La ansiedad por beber se veía satisfecha.
El primer impacto fue el sabor metálico de aquel líquido que prontamente se veía afectado por los efectos del alcohol. Por desgracia, cuando se toma una bebida alcohólica, esta atraviesa el esófago y llega al estómago donde en un 10-20% aproximado pasa directamente a la sangre. Era sangre, pero su gusto no se adecuaba a mis expectativas. Se sentía como comer un platillo con exceso de condimentos o con el típico sabor a chamuscado de algo que se quemó.
No obstante, sin haber siquiera podido tragar el primer sorbo de sangre, la mujer se atrevió a separarme de mi presa. ¿Quién coño se ha creído? Guardé silenció mientras ella justificaba su imprudencia, mantuve el ceño fruncido, mis músculos se tensaron y apreté mis puños, no toleraría la insolencia de aquella mujer que interrumpía mi ritual.
Sus excusas me parecían vacías, estaba al tanto que este sujeto no era digno de mi menú, pero había sido claro, solo era un aperitivo, un abrebocas para saciar la necesidad de tomar sangre. Ya tendría tiempo para buscar alguien digno.
Estaba preparado para abalanzarme ante la mujer, el hombre un tanto sedado, apenas se resistía, se había resignado a su destino. Pero antes de soltar al borracho y someter a la prestamista, ella dijo algo que me sacó de quicio…
“¿Qué honor hay en acabar con una víctima en este estado? Ni siquiera orgullo.” … sus palabras retumbaron como campanadas en mi cabeza, ¿Honor? Mi sangre hervía ante la ignorancia de aquella mujer, hablaba como si se tratase de algo personal, como si mis actos se basaran en las convicciones moralistas de los humanos. ¿Orgullo?, ¿en serio cuestionas mi orgullo? Pensé, mi rabia se hizo evidente en mi rostro, podía tolerar ofensas, pero no era aceptable un ataque a mi ego. Obviamente, me sentía orgulloso de cada cosa que hacía, ¿Cómo se atreve a cuestionarme?
Respiré, mi intención era mostrar una actitud sosegada, aunque mi siguiente movimiento posiblemente sería una arremetida violenta. El borracho se quejaba ante mi agarre que había aumentado en fuerza tras las provocaciones de la prestamista.
Con la mano que mantenía libre me limpié una gota de sangre que se corría por mi barbilla. - ¿Disculpa? – tenía una oportunidad para retractarse.
Caoimhe habló, hizo una oferta que me invitó a arquear una ceja, pero seguía mi molestia ante el atrevimiento de ella.
En eso, los ruidos de un hombre que se adentraba en el callejón se hicieron notorios, sus groserías evidenciaban que estaba tras la mujer y afirmaba que la prestamista estaba sola. Otro intruso que molestaría mi cena. Quizás de él es de quien hablaba la Caoimhe, ya entendía su intención.
Debía encargarme de aquel sujeto que vociferaba insultos y balanceaba su espada como bastón en la oscuridad. Estaba aún a varios metros, sus ojos tardarían algunos segundos en acostumbrarse a la negrura del callejón, por lo que teníamos poco tiempo para intentar algo.
Solté al borracho que huyo despavorido tumbando objetos a su paso, estruendo que alarmó al perseguidor de la mujer.Deja de correr furcia, ya te tengo.– el hombre apresuró su marcha, pero su paso seguía inseguro ante su visión limitada tras tropezarse con algunas cajas.
El borracho se había marchado y el hombre continuaba acercándose, ya era momento de avanzar. Me adelanté para colocarme al lado de la mujer. Mirándola por debajo del hombro me dirigí a ella con un tono que evidenciaba mi disgusto– Ya hablaré contigo cuando termine.
Ya te veo– dijo el hombre que veía mi silueta con esfuerzo, confundiéndola con la de la mujer que buscaba.
Aún podíamos tratar de salir de aquel callejón por la parte de atrás por donde corrió el borracho, pero mi enojo se transformó en determinación, no sabía quién era aquel hombre que amenazaba a la mujer, no me importaba. Solo sabía que iba a sufrir, estaba decidido en hacerlo sufrir.
Saqué de un pequeño bolsillo un frasco que le había comprado a Cohen tiempo atrás (1). No respires – ordené a la mujer en un tono apenas audible, pero lo suficiente claro como para que entendiera leyendo mis labios la directriz.
Caminé unos pocos pasos en sentido del hombre que ya estaba sobre nosotros. Abrí el frasco del cual salió una especie de gas que se elevó como una pequeña nube negra. Ya el hombre estaba a un metro de mí, por lo que se detuvo al ver confundido mi figura que poco a poco evidenciaba que no era la persona que buscaba.
Antes de que pudiera siquiera reaccionar, soplé aquella nube y posterior mantuve la respiración. El gas entró en contacto con su rostro, causándole una tos como reflejo del veneno que ingresaba en su organismo… Ahora sufriría.
El hombre abrumado por la sorpresa empezó a rascarse los ojos, su espada cayó al suelo y en su tambaleo se chocaba con las paredes de aquel pequeño callejón.
La pesadilla había comenzado…
Cayó al suelo y empezó a retorcerse, sus ojos se tornaron completamente blancos y las venas de sus sienes se marcaron en su frente, palpitaban de forma veloz mientras un sudor frío lo empampaba. Un grito desgarrador salió a todo pulmón del hombre que ahora yacía en el suelo revolcándose.
El veneno era eficaz, capaz de detener a cualquier ser, el mismo provocaba en el usuario alucinaciones con sus peores temores, el cerebro traicionaba a quien entraba en contacto con la Pesadilla embotellada convirtiendo los terrores más retorcidos del inconsciente en la realidad de la persona.
Cada quien tenía una visión distinta, pero lo que no había dudas es que el pánico era más poderoso que cualquier otro medio, soñar con monstruos, con fobias, con aquellas inseguridades más retorcidas de la psique era suficiente para arrastrar y arrancar la humanidad de cualquiera y ceder.
Los gritos del hombre eran oídos en la cercanía, se escuchaba como si fuese expuesto al desprendimiento de la piel viva en un desollamiento, como si fuera parte de las prácticas más brutales de los norteños con sus águilas de sangre. Como si el peor día de su vida fuese revivido una y otra vez.
El efecto pasaría al cabo de un rato, el veneno ya se había disipado del aire, así que ya pude volver a respirar.
Debemos salir de aquí por atrás, aún debo comer y quiero que me aclares todo. – Dije con un tono amenazante a la mujer, dándole a entender que ella conocía la ciudad y que era necesario buscar un sitio al que huir. Posiblemente, buscarían al hombre que lloraba desconsoladamente en el suelo, era ciego, pero en su mente veía lo más oscuro.
Agarré al hombre y me dispuse a arrastrarlo, a duras penas se logró levantar entre quejas y gritos, podía caminar mientras lo guiaba con fuerza. Lo callé colocando mi mano sobre su boca, era difícil calmar sus gritos, pero era necesario dejar de llamar la atención.
¡Avanza!
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(1) Pesadilla Embotellada [Veneno, Limitado, 1 Uso] Líquido grisáceo oscuro que parece gas atrapado. Al contacto con el aire se levanta una nube negra, que al ser aspirada causará alucinaciones de los temores más profundos de la persona por un turno. Comprado en [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Zagreus
Honorable
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Re: Cacería nocturna [Privado][Noche]
Fue cuestión de un segundo. Milésimas quizás.
La actitud sosegada de aquel vampiro se tornó inquieta, descontrolada. ¿Cuestionada? Dejó atrás lo comedido. El demonio también vivía en él después de todo y le tomo a la chica casi la misma cantidad de tiempo que tomó al hombre en darse cuenta de que Caoimhe le había lanzado u órdago en un momento un tanto incómodo, en darse cuenta de la atracción inmensa que albergaba su visión externa de aquel demonio. Pero a diferencia de en su caso... aquello no era vulnerabilidad. Sí,intimidad pero.. furia.
El hombre la apartó con la promesa de una conversación a posteriori. La chica no podía creer su suerte y aún recomponiéndose mientras escuchaba a Conde casi abalanzarse sobre ellos no pudo evitar verse envuelta en la curiosidad que conllevaba la promesa de la sangre. La simplicidad del alimento. El ver de manera imparcial el demonio en otro que no era ella y sentirse... ¿orgullosa? de no ser la única maldita. Por muy egoísta que aquello sonase en su cabeza.
Casi no atinó a entender a que se refería su acompañante improvisado con la orden de que no respirase. En cualquier otro momento hubiese cuestionado aquella falta de modales obligándola a dejar de insuflar aire en sus pulmones. Pero había algo en el hecho de que Zagreus había perdido su sosiego habitual que la llamaba a obedecer, simple y llanamente.
Así lo hizo.
La visión de Conde fue un espectáculo: La nube oscura que Zagreus había liberado se adentró en el hombre y lo hizo caer mientras la palidez se apoderaba de su piel y las venas se marcaban en sus sienes. El hombre se esforzaba de manera visualmente aterradora por respirar acompasadamente, sin embargo sus ojos blancos por el veneno parecía estar librando una batalla entre el miedo propio y la realidad. Sus gemidos al principio secos se volvieron alaridos y finalmente gritos de terror.
Caoimhe pareció de pronto percatarse de la sonoridad de los mismos pero Zagreus se le adelantó a tapar su boca y ahogarlos.La vampiresa casi podía ver la línea de pensamientos que pasaba por la cabeza del vampiro: Necesitaban salir de aquel lugar antes de que sus gritos alertasen al resto de personas.
Pero aquel no había sido su plan. En su cabeza el demonio de Zagreus no hubiese esperado a atacar a Conde en cualquier otro lugar. En su mente el vampiro hubiese acabado con la vida de aquel energúmeno allí mismo. Se hubiese desecho de cualquier moralidad y simplemente saciado su sed.
Aquello sin duda cambiaba un poco el plan de Caoimhe. En aquel momento ella era tan culpable o más como aquel desconocido de los males de Conde y lejos de poder dejarlo a ser culpado, como pensaba hacer inicialmente, ella estaba sumida en la misma discordia que él. El hombre la miró como buscando una guía mientras elegía hacia donde dirigir sus pasos. Su voz aún estaba tintada de furia.
Caoimhe se arremangó el vestido de manera prudente y agarró las piernas de Conde para facilitar el trayecto de ambos a través de las calles estrechas. Conde pataleó de manera incesante en un principio pero la chica anudó los cordones de sus zapatos conteniendo a ambas piernas con toda la fuerza que pudo otorgar al nudo de cierre y aquello pareció contenerlo.
-Izquierda en unos metros- comenzó a guiar a Zagreus a la cabeza de aquella procesión improvisada.- Ahora.. de nuevo hacia la izquierda.- Caminaron mas de diez minutos por una calle que parecía estrecharse más y más a medida que avanzaban a través de ella.
Los pasos de las dos figuras eran decididos pero enlentecidos por los gruñidos de Conde. Caoimhe estaba sumida en el estrés de la situación. Siguió guiando al hombre de manera autómata y no fue hasta que llegaron al final de la calle estrecha, el momento en el que las paredes de las casas colindantes casi tocaban ambos sus hombros al pasar, cuando se dio cuenta de hasta donde los había guiado.
Suspiró de manera disimulada. Llevaba sin pisar la antigua casa de su padre posiblemente desde que el hombre murió. La bestia en ella nunca se había sentido digna de volver a los retazos de su humanidad perdida y había hecho hogar de su tienda. Cuestionó por un segundo la urgencia de la situación: ¿Era el peligro de ser encontrados lo suficientemente inminente como para arriesgar a que dos desconocidos se entremezclasen con sus atesorados recuerdos? Y lo más importante... No sabía cuánta información contenía aquel hogar. Y para ella la información lo era todo.
Los pasos tras ellos resolvieron sus dudas.
-A la derecha aquí- dijo forzando un giro brusco a una casa destartalada con las ventanas selladas y poco iluminada.
Se llevó un dedo a los labios indicando a Zagreus que se mantuviese en silencio mientras ella buscaba en el suelo un punto en concreto. Una piedra en particular lo suficientemente suelta como para...
Bingo.
Movió de manera apresurada aquel adoquín y como el engranaje de un reloj o un puzzle mecánico el resto de piedras que componían el metro justo que separaba aquella casa con la pared del callejón comenzó a moverse y abrir un pequeño hueco sobre si mismo.
Unos escalones apenas visibles por la luz de la luna comenzaron a atisbarse en el hueco, marcados aquí y allá con una red de telarañas.
Caoimhe se apresuró a deshacerlas ignorando el nudo en su pecho que había reemplazado su sed desde el momento justo en el que encontró el mecanismo de entrada al sótano de su padre. Suspiró de nuevo y miró a Zagreus por un segundo, como retándolo a hacer un comentario cualquiera, notando el demonio mismo dentro de ella dispuesto a lanzarse a su cuello si aquello ocurría. Sintiéndose vulnerable.
No tardó mucho en de nuevo agarrar las piernas de Conde que parecía haber entrado en un duermevela liviano del que tan solo salía de cuando en cuando para intentar zafarse de los brazos de ambos de manera poco exitosa.
Bajaron con prontitud los 6 u 8 escalones que separaban la estancia de la calle. Caoimhe se apresuró a activar el mecanismo tras ellos que cerraba la entrada justo en el momento exacto en el que Zagreus y el cuerpo de Conde hubieron pasado a través de los escalones.
Tan solo cuando estuvo segura de que estaban lo suficientemente centrados en la estancia oscura dejó caer las piernas del hombre al suelo creando un sonido sordo y levantando una espesa capa de polvo a su alrededor. Tardó unos minutos en calmar su respiración apresurada y calmar sus hombros doloridos. Conde seguía gritando, pero Caoimhe sabía por experiencia propia que su padre se había asegurado de que nadie escuchaba los negocios que llevaba acabo en su sótano.
Sus ojos se había acostumbrado a la oscuridad y bien sabía la chica que la naturaleza de los ojos de Zagreus también le permitían ver la estancia llena de cachivaches extraños, volúmenes de libros antiguos y tarros llenos de sustancias aquí y allá. Todos dispuestos de manera desordenada y todos cubiertos de la misma capa de polvo y abandono. Agarró un trozo de tela y no sin dificultad lo puso alrededor de la boca de Conde para acallar los insultos e improperios que salían de ella.
De pronto Caoimhe se percató de donde estaba y sintió la ponzoña de la culpa acumulándose de nuevo en su pecho. Lo disimuló bien, sin embargo buscando alguna vela con la que iluminar la estancia.
No tenía ni idea de lo que aquel desconocido estaba pensando. Ella tan solo deseaba que acabase con el devenir y la vida de Conde de manera pronta y exitosa. Le dejase el mínimo de sangre para componer su propia ganancia y... se marchase. Cada segundo que aquel hombre pasase allí era un viaje sin permiso a su historia. No podía arriesgarse aquello.
Encendió dos velas de manera estratégica iluminando el centro de la estancia donde se encontraban pero dejando en sombras el resto de enseres de la habitación.
Notaba la densidad de la situación casi con el mismo peso que había notado las piernas de Conde en sus hombros. Se aclaró la garganta antes de hablar.
-Gracias.- dijo dirigiendoe a Zagreus pero sin mirarlo. - Bueno... por... ayudarme a atrapar a Conde.- continuó.Dudó por un segundo si mentir acerca de las razones por las que Conde la perseguía. No estaba segura de si aquel desconocido entendería sus quehaceres inocentes en un prostíbulo así que se limitó a dar información generalizada- Este hombre lleva atemorizando a las trabajadoras de mi madre durante meses. No solo eso... ha herido de manera profusa a varias y no sabemos exactamente lo qué le hizo a otra pero lleva semanas sin poder andar- añadió.
De nuevo el silencio tan solo interrumpido por los gruñidos de Conde.
¿Y ahora qué? ¿Simplemente se abalanzaría sobre él y saciaría su sed con la sangre de aquel engendro o... acaso tenía un ritual específico? ¿Algo que ella ignoraba? La sed había vuelto a su garganta. La figura en el suelo la tentaba. Tenía miedo de que si Zagreus no acababa con aquel engendro, su demonio la obligase a hacerlo a ella misma. Y si aquello llegaba a acontecer no estaba muy segura de que le importase demasiado tener espectadores. Al fin y al cabo ella tenía la ventaja de saber exactamente cómo escapar de aquella prisión improvisada.
La actitud sosegada de aquel vampiro se tornó inquieta, descontrolada. ¿Cuestionada? Dejó atrás lo comedido. El demonio también vivía en él después de todo y le tomo a la chica casi la misma cantidad de tiempo que tomó al hombre en darse cuenta de que Caoimhe le había lanzado u órdago en un momento un tanto incómodo, en darse cuenta de la atracción inmensa que albergaba su visión externa de aquel demonio. Pero a diferencia de en su caso... aquello no era vulnerabilidad. Sí,intimidad pero.. furia.
El hombre la apartó con la promesa de una conversación a posteriori. La chica no podía creer su suerte y aún recomponiéndose mientras escuchaba a Conde casi abalanzarse sobre ellos no pudo evitar verse envuelta en la curiosidad que conllevaba la promesa de la sangre. La simplicidad del alimento. El ver de manera imparcial el demonio en otro que no era ella y sentirse... ¿orgullosa? de no ser la única maldita. Por muy egoísta que aquello sonase en su cabeza.
Casi no atinó a entender a que se refería su acompañante improvisado con la orden de que no respirase. En cualquier otro momento hubiese cuestionado aquella falta de modales obligándola a dejar de insuflar aire en sus pulmones. Pero había algo en el hecho de que Zagreus había perdido su sosiego habitual que la llamaba a obedecer, simple y llanamente.
Así lo hizo.
La visión de Conde fue un espectáculo: La nube oscura que Zagreus había liberado se adentró en el hombre y lo hizo caer mientras la palidez se apoderaba de su piel y las venas se marcaban en sus sienes. El hombre se esforzaba de manera visualmente aterradora por respirar acompasadamente, sin embargo sus ojos blancos por el veneno parecía estar librando una batalla entre el miedo propio y la realidad. Sus gemidos al principio secos se volvieron alaridos y finalmente gritos de terror.
Caoimhe pareció de pronto percatarse de la sonoridad de los mismos pero Zagreus se le adelantó a tapar su boca y ahogarlos.La vampiresa casi podía ver la línea de pensamientos que pasaba por la cabeza del vampiro: Necesitaban salir de aquel lugar antes de que sus gritos alertasen al resto de personas.
Pero aquel no había sido su plan. En su cabeza el demonio de Zagreus no hubiese esperado a atacar a Conde en cualquier otro lugar. En su mente el vampiro hubiese acabado con la vida de aquel energúmeno allí mismo. Se hubiese desecho de cualquier moralidad y simplemente saciado su sed.
Aquello sin duda cambiaba un poco el plan de Caoimhe. En aquel momento ella era tan culpable o más como aquel desconocido de los males de Conde y lejos de poder dejarlo a ser culpado, como pensaba hacer inicialmente, ella estaba sumida en la misma discordia que él. El hombre la miró como buscando una guía mientras elegía hacia donde dirigir sus pasos. Su voz aún estaba tintada de furia.
Caoimhe se arremangó el vestido de manera prudente y agarró las piernas de Conde para facilitar el trayecto de ambos a través de las calles estrechas. Conde pataleó de manera incesante en un principio pero la chica anudó los cordones de sus zapatos conteniendo a ambas piernas con toda la fuerza que pudo otorgar al nudo de cierre y aquello pareció contenerlo.
-Izquierda en unos metros- comenzó a guiar a Zagreus a la cabeza de aquella procesión improvisada.- Ahora.. de nuevo hacia la izquierda.- Caminaron mas de diez minutos por una calle que parecía estrecharse más y más a medida que avanzaban a través de ella.
Los pasos de las dos figuras eran decididos pero enlentecidos por los gruñidos de Conde. Caoimhe estaba sumida en el estrés de la situación. Siguió guiando al hombre de manera autómata y no fue hasta que llegaron al final de la calle estrecha, el momento en el que las paredes de las casas colindantes casi tocaban ambos sus hombros al pasar, cuando se dio cuenta de hasta donde los había guiado.
Suspiró de manera disimulada. Llevaba sin pisar la antigua casa de su padre posiblemente desde que el hombre murió. La bestia en ella nunca se había sentido digna de volver a los retazos de su humanidad perdida y había hecho hogar de su tienda. Cuestionó por un segundo la urgencia de la situación: ¿Era el peligro de ser encontrados lo suficientemente inminente como para arriesgar a que dos desconocidos se entremezclasen con sus atesorados recuerdos? Y lo más importante... No sabía cuánta información contenía aquel hogar. Y para ella la información lo era todo.
Los pasos tras ellos resolvieron sus dudas.
-A la derecha aquí- dijo forzando un giro brusco a una casa destartalada con las ventanas selladas y poco iluminada.
Se llevó un dedo a los labios indicando a Zagreus que se mantuviese en silencio mientras ella buscaba en el suelo un punto en concreto. Una piedra en particular lo suficientemente suelta como para...
Bingo.
Movió de manera apresurada aquel adoquín y como el engranaje de un reloj o un puzzle mecánico el resto de piedras que componían el metro justo que separaba aquella casa con la pared del callejón comenzó a moverse y abrir un pequeño hueco sobre si mismo.
Unos escalones apenas visibles por la luz de la luna comenzaron a atisbarse en el hueco, marcados aquí y allá con una red de telarañas.
Caoimhe se apresuró a deshacerlas ignorando el nudo en su pecho que había reemplazado su sed desde el momento justo en el que encontró el mecanismo de entrada al sótano de su padre. Suspiró de nuevo y miró a Zagreus por un segundo, como retándolo a hacer un comentario cualquiera, notando el demonio mismo dentro de ella dispuesto a lanzarse a su cuello si aquello ocurría. Sintiéndose vulnerable.
No tardó mucho en de nuevo agarrar las piernas de Conde que parecía haber entrado en un duermevela liviano del que tan solo salía de cuando en cuando para intentar zafarse de los brazos de ambos de manera poco exitosa.
Bajaron con prontitud los 6 u 8 escalones que separaban la estancia de la calle. Caoimhe se apresuró a activar el mecanismo tras ellos que cerraba la entrada justo en el momento exacto en el que Zagreus y el cuerpo de Conde hubieron pasado a través de los escalones.
Tan solo cuando estuvo segura de que estaban lo suficientemente centrados en la estancia oscura dejó caer las piernas del hombre al suelo creando un sonido sordo y levantando una espesa capa de polvo a su alrededor. Tardó unos minutos en calmar su respiración apresurada y calmar sus hombros doloridos. Conde seguía gritando, pero Caoimhe sabía por experiencia propia que su padre se había asegurado de que nadie escuchaba los negocios que llevaba acabo en su sótano.
Sus ojos se había acostumbrado a la oscuridad y bien sabía la chica que la naturaleza de los ojos de Zagreus también le permitían ver la estancia llena de cachivaches extraños, volúmenes de libros antiguos y tarros llenos de sustancias aquí y allá. Todos dispuestos de manera desordenada y todos cubiertos de la misma capa de polvo y abandono. Agarró un trozo de tela y no sin dificultad lo puso alrededor de la boca de Conde para acallar los insultos e improperios que salían de ella.
De pronto Caoimhe se percató de donde estaba y sintió la ponzoña de la culpa acumulándose de nuevo en su pecho. Lo disimuló bien, sin embargo buscando alguna vela con la que iluminar la estancia.
No tenía ni idea de lo que aquel desconocido estaba pensando. Ella tan solo deseaba que acabase con el devenir y la vida de Conde de manera pronta y exitosa. Le dejase el mínimo de sangre para componer su propia ganancia y... se marchase. Cada segundo que aquel hombre pasase allí era un viaje sin permiso a su historia. No podía arriesgarse aquello.
Encendió dos velas de manera estratégica iluminando el centro de la estancia donde se encontraban pero dejando en sombras el resto de enseres de la habitación.
Notaba la densidad de la situación casi con el mismo peso que había notado las piernas de Conde en sus hombros. Se aclaró la garganta antes de hablar.
-Gracias.- dijo dirigiendoe a Zagreus pero sin mirarlo. - Bueno... por... ayudarme a atrapar a Conde.- continuó.Dudó por un segundo si mentir acerca de las razones por las que Conde la perseguía. No estaba segura de si aquel desconocido entendería sus quehaceres inocentes en un prostíbulo así que se limitó a dar información generalizada- Este hombre lleva atemorizando a las trabajadoras de mi madre durante meses. No solo eso... ha herido de manera profusa a varias y no sabemos exactamente lo qué le hizo a otra pero lleva semanas sin poder andar- añadió.
De nuevo el silencio tan solo interrumpido por los gruñidos de Conde.
¿Y ahora qué? ¿Simplemente se abalanzaría sobre él y saciaría su sed con la sangre de aquel engendro o... acaso tenía un ritual específico? ¿Algo que ella ignoraba? La sed había vuelto a su garganta. La figura en el suelo la tentaba. Tenía miedo de que si Zagreus no acababa con aquel engendro, su demonio la obligase a hacerlo a ella misma. Y si aquello llegaba a acontecer no estaba muy segura de que le importase demasiado tener espectadores. Al fin y al cabo ella tenía la ventaja de saber exactamente cómo escapar de aquella prisión improvisada.
Caoimhe
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Re: Cacería nocturna [Privado][Noche]
La prestamista se dispuso a ayudar a cargar al hombre que se agitaba con agresividad, víctima de sus miedos. Si bien procuré callar los gritos y quejidos del humano, en su inicio fueron suficiente para alertar a los seguidores de aquel sujeto, que pronto empezaron a llamarlo y dirigirse a nuestra posición. Debíamos apresurarnos ante tal persecución.
Tras varios minutos transitando callejuelas angostas, llegamos a un sitio que parecía no tener salida. La mujer tras una breve búsqueda en el suelo, dio con la activación de un mecanismo que nos permitió entrar a una estancia a unos metros bajo tierra. Dentro, tras cerrar la entrada a las escaleras por donde descendimos, Caoimhe dejó caer al humano, dando a entender que aquí ya no había salida y estábamos fuera del peligro de los hombres que continuaban siguiendo nuestro rastro.
Solté al humano que en el suelo continuaba retorciendo con espasmos y conductas propias de alguna condición paroxística. La mujer lo silenció con un trozo de tela, el pobre hombre ya con la voz casi desagarrada por sus quejas, ya no era una amenaza. El efecto de la pesadilla aún tardaría unos 10 minutos en disiparse, y con ello se daría cuenta de que la realidad no era mucho más agradable que el terror de sus visiones.
Crucé mis brazos y empecé a observar con detenimiento aquel lugar, mi sed y mi rabia se habían aplacado por la persecución, seguía enojado y hambriento, pero consiente de que debía medir mis pasos. Estábamos encerrados, ¿acaso vendrían los secuaces de la prestamista? Bien podría tratarse de una guarida, era obvio que no era una vivienda, ya que el lugar parecía no recibir visitas desde hace mucho, objetos polvorientos y telarañas avisaban que se trataba de un sitio inhabitado, aunque la mujer se desplazaba con soltura en sus paredes, dando a entender que conocía aquella estancia. Aspecto que aumentaba mis sospechas.
Por mi cabeza trascurrían varias preguntas, ¿cómo podría salir de aquel sitio sin conocer el mecanismo?, me tomaría un rato buscar una alternativa. ¿Habría otra salida?, ¿tendría que colaborar con la mujer?, o en tal caso…
Caoimhe preparó unas velas para iluminar la habitación y realizó una disculpa, me mantuve callado. Luego continuó hablando sobre el Conde:
“Este hombre lleva atemorizando a las trabajadoras de mi madre durante meses. No solo eso... ha herido de manera profusa a varias y no sabemos exactamente lo que le hizo a otra, pero lleva semanas sin poder andar”
Con mi mano peiné mis cabellos cenicientos hacia atrás, volví la mirada hacia ella y respondí – No me importa en absoluto los pecados de este hombre, no soy ningún héroe - Mientras en mis labios una sonrisa sarcástica acompañaba mi comentario, quería ser claro en mis intenciones, aquel sujeto solo era alimento, no me interesaba en lo más mínimo los problemas por los que seguía a la mujer.
La tensión en el ambiente era casi palpable, los minutos pasaban mientras seguía analizando la situación.
Curioso… - dije mientras llevaba mi mano al mentón para acariciar mi barbilla, una manía que hacía de manera inconsciente cuando me concentraba para pensar. – Te noto impaciente… - dije con pausas largas entre mis palabras, con un tono controlado y sosegado. Tras la respuesta de la mujer, miré al Conde. Sus movimientos se habían calmado a causa del cansancio, sus fuerzas ya eran débiles, pelear contras los miedos más profundos era una proeza importante y si bien apenas llevaba no más de 15 minutos, el tiempo en las pesadillas parece infinito. – Si bien ya el efecto está por pasar, para que el veneno salga de su torrente sanguíneo debe transcurrir al menos media hora… Así que tendré que esperar para alimentarme. – En mi rostro el ceño se hacía evidente, si bien quería permanecer calmado era obvio que me molestaba la imprudencia de la mujer. En mi cabeza la idea de cortar su garganta sumaba puntos, pero la racionalidad me detenía dando muestras de que en aquel espacio no tenía garantías de nada, podría alimentarme, si, pero quien quitaba que al final fuera una trampa el atraerme a ese sitio…
Mientras me debatía que hacer, un pensamiento recorrió mi mente. Se sentía como si hubiese resuelto un problema, como si las piezas calzaran. En mi mente una hipótesis se había formulado tal cual revelación. Me reí triunfante – Curioso… - mis palabras enigmáticas molestarían a cualquiera, pero debía mostrar que mi suposición era fundamentada. Caminé unos pasos alrededor de las velas con sus flamas estáticas por la ausencia de ventilación, proyectando así una sombra definida en las paredes y estanterías.
No es muy común que los humanos incautos se queden absortos cuando ven a un ser como yo. Sé de antemano que me quieres manipular para lidiar con tus problemas – dije dando una pequeña patada al Conde – pero incluso así... - tomé una pequeña pausa - No me suelo equivocar, y es profundamente llamativo que no huyeras despavorida al verme con aquel borracho, por aquí los vampiros no son muy comunes luego de lo de… bueno supongo que siendo nativa de Beltrexus lo sabes…
Sin siquiera dar espacio a que respondiera, empecé a subirme la manga de mi brazo izquierdo mientras continuaba mi declaración – Incluso con la luna en nuestras cabezas, no tuviste ningún problema para sortear los obstáculos de los callejones que transitamos para llegar aquí… siquiera para encontrar las velas que ahora iluminan esta estancia dudaste por un segundo, incluso alguien que viviera aquí tantearía entre los objetos para encontrar unas velas en esta oscuridad…
Miré fijamente a la mujer y con una de mis uñas de la mano derecha, afiladas cual garras, rasgué la piel de mi antebrazo que mantenía en alto. De la sutil cortada empezó a deslizarse sangre. El líquido rojo se encontraba con la manga remangada de mi vestimenta. Levanté el brazo de forma horizontal a la altura de mis ojos, apreté el puño haciendo que de la pequeña herida gotas cayeran al suelo como si se tratase de una cortina roja. – ¿Acaso eres humana? – dije mientras con mi lengua empapaba mis labios. Tentándola a que la sed hiciera que respondiera tal cual acto reflejo.
Dependiendo de la respuesta de la mujer actuaría, si se trataba de un ser maldito no le perdonaría entrometerse en mi cacería, pero al menos entendería sus intenciones y conducta. Por el contrario, si se trataba de una simple humana, emplearía las gotas de sangre que salían de mi brazo para emplear mi habilidad como sangromante y sorprenderla con una arremetida que no esperaría. Podría alimentarme con ella mientras esperaba se disipara el efecto del Conde.
Mientras se daba dicha escena, las pupilas dilatadas del hombre empezaban a ver nuevamente, su miedo se transformó en ira cuando vio con dificultad a la mujer. Nuevamente empezó a intentar levantarse y quitarse la tela que lo amordazaba, sus piernas y manos fallaban, la pesadilla aún no había pasado del todo, pero pronto el hombre tendría control tras el trauma vivido.
Tras varios minutos transitando callejuelas angostas, llegamos a un sitio que parecía no tener salida. La mujer tras una breve búsqueda en el suelo, dio con la activación de un mecanismo que nos permitió entrar a una estancia a unos metros bajo tierra. Dentro, tras cerrar la entrada a las escaleras por donde descendimos, Caoimhe dejó caer al humano, dando a entender que aquí ya no había salida y estábamos fuera del peligro de los hombres que continuaban siguiendo nuestro rastro.
Solté al humano que en el suelo continuaba retorciendo con espasmos y conductas propias de alguna condición paroxística. La mujer lo silenció con un trozo de tela, el pobre hombre ya con la voz casi desagarrada por sus quejas, ya no era una amenaza. El efecto de la pesadilla aún tardaría unos 10 minutos en disiparse, y con ello se daría cuenta de que la realidad no era mucho más agradable que el terror de sus visiones.
Crucé mis brazos y empecé a observar con detenimiento aquel lugar, mi sed y mi rabia se habían aplacado por la persecución, seguía enojado y hambriento, pero consiente de que debía medir mis pasos. Estábamos encerrados, ¿acaso vendrían los secuaces de la prestamista? Bien podría tratarse de una guarida, era obvio que no era una vivienda, ya que el lugar parecía no recibir visitas desde hace mucho, objetos polvorientos y telarañas avisaban que se trataba de un sitio inhabitado, aunque la mujer se desplazaba con soltura en sus paredes, dando a entender que conocía aquella estancia. Aspecto que aumentaba mis sospechas.
Por mi cabeza trascurrían varias preguntas, ¿cómo podría salir de aquel sitio sin conocer el mecanismo?, me tomaría un rato buscar una alternativa. ¿Habría otra salida?, ¿tendría que colaborar con la mujer?, o en tal caso…
Caoimhe preparó unas velas para iluminar la habitación y realizó una disculpa, me mantuve callado. Luego continuó hablando sobre el Conde:
“Este hombre lleva atemorizando a las trabajadoras de mi madre durante meses. No solo eso... ha herido de manera profusa a varias y no sabemos exactamente lo que le hizo a otra, pero lleva semanas sin poder andar”
Con mi mano peiné mis cabellos cenicientos hacia atrás, volví la mirada hacia ella y respondí – No me importa en absoluto los pecados de este hombre, no soy ningún héroe - Mientras en mis labios una sonrisa sarcástica acompañaba mi comentario, quería ser claro en mis intenciones, aquel sujeto solo era alimento, no me interesaba en lo más mínimo los problemas por los que seguía a la mujer.
La tensión en el ambiente era casi palpable, los minutos pasaban mientras seguía analizando la situación.
Curioso… - dije mientras llevaba mi mano al mentón para acariciar mi barbilla, una manía que hacía de manera inconsciente cuando me concentraba para pensar. – Te noto impaciente… - dije con pausas largas entre mis palabras, con un tono controlado y sosegado. Tras la respuesta de la mujer, miré al Conde. Sus movimientos se habían calmado a causa del cansancio, sus fuerzas ya eran débiles, pelear contras los miedos más profundos era una proeza importante y si bien apenas llevaba no más de 15 minutos, el tiempo en las pesadillas parece infinito. – Si bien ya el efecto está por pasar, para que el veneno salga de su torrente sanguíneo debe transcurrir al menos media hora… Así que tendré que esperar para alimentarme. – En mi rostro el ceño se hacía evidente, si bien quería permanecer calmado era obvio que me molestaba la imprudencia de la mujer. En mi cabeza la idea de cortar su garganta sumaba puntos, pero la racionalidad me detenía dando muestras de que en aquel espacio no tenía garantías de nada, podría alimentarme, si, pero quien quitaba que al final fuera una trampa el atraerme a ese sitio…
Mientras me debatía que hacer, un pensamiento recorrió mi mente. Se sentía como si hubiese resuelto un problema, como si las piezas calzaran. En mi mente una hipótesis se había formulado tal cual revelación. Me reí triunfante – Curioso… - mis palabras enigmáticas molestarían a cualquiera, pero debía mostrar que mi suposición era fundamentada. Caminé unos pasos alrededor de las velas con sus flamas estáticas por la ausencia de ventilación, proyectando así una sombra definida en las paredes y estanterías.
No es muy común que los humanos incautos se queden absortos cuando ven a un ser como yo. Sé de antemano que me quieres manipular para lidiar con tus problemas – dije dando una pequeña patada al Conde – pero incluso así... - tomé una pequeña pausa - No me suelo equivocar, y es profundamente llamativo que no huyeras despavorida al verme con aquel borracho, por aquí los vampiros no son muy comunes luego de lo de… bueno supongo que siendo nativa de Beltrexus lo sabes…
Sin siquiera dar espacio a que respondiera, empecé a subirme la manga de mi brazo izquierdo mientras continuaba mi declaración – Incluso con la luna en nuestras cabezas, no tuviste ningún problema para sortear los obstáculos de los callejones que transitamos para llegar aquí… siquiera para encontrar las velas que ahora iluminan esta estancia dudaste por un segundo, incluso alguien que viviera aquí tantearía entre los objetos para encontrar unas velas en esta oscuridad…
Miré fijamente a la mujer y con una de mis uñas de la mano derecha, afiladas cual garras, rasgué la piel de mi antebrazo que mantenía en alto. De la sutil cortada empezó a deslizarse sangre. El líquido rojo se encontraba con la manga remangada de mi vestimenta. Levanté el brazo de forma horizontal a la altura de mis ojos, apreté el puño haciendo que de la pequeña herida gotas cayeran al suelo como si se tratase de una cortina roja. – ¿Acaso eres humana? – dije mientras con mi lengua empapaba mis labios. Tentándola a que la sed hiciera que respondiera tal cual acto reflejo.
Dependiendo de la respuesta de la mujer actuaría, si se trataba de un ser maldito no le perdonaría entrometerse en mi cacería, pero al menos entendería sus intenciones y conducta. Por el contrario, si se trataba de una simple humana, emplearía las gotas de sangre que salían de mi brazo para emplear mi habilidad como sangromante y sorprenderla con una arremetida que no esperaría. Podría alimentarme con ella mientras esperaba se disipara el efecto del Conde.
Mientras se daba dicha escena, las pupilas dilatadas del hombre empezaban a ver nuevamente, su miedo se transformó en ira cuando vio con dificultad a la mujer. Nuevamente empezó a intentar levantarse y quitarse la tela que lo amordazaba, sus piernas y manos fallaban, la pesadilla aún no había pasado del todo, pero pronto el hombre tendría control tras el trauma vivido.
Zagreus
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Re: Cacería nocturna [Privado][Noche]
El silencio podría haber sido su mayor arma. Sin duda alguna Caoimhe había menospreciado algunos detalles de su interlocutor que quizás le hubiese convenido analaizar de manera más concienzuda.
La figura delante de ella decía no guiarse por las normas minimas de moralidad que a menudo creaban una batalla interna en su cabeza. Parecía que, a diferencia de ella, aquel vampiro había aceptado el hecho de que su demonio y él eran uno. O al menos no eran un héroe. Había perdido, a los ojos de Caoimhe toda la humanidad posible. Aquello tan solo la sumía en una mayor curiosidad.
Lo observó por unos segundos: Su sonrisa sarcástica. Su mera presencia parecía estar retándola… Como si esperase que de un momento a otro Caoimhe fuese a ponerse a rogar por la vida de aquella musaraña.
Pero Zagreus cambió su narrativa.
Caoimhe no estaba segura en que momento preciso había perdido el control de la situación. En que preciso instante se había mostrado impaciente. Cuando en aquel mínimo espacio de llegar a aquel subterráneo e iluminar la sala Zagreus había pasado de ser el observado a.. bueno: A analizarla.
No estaba segura de si le gustaba aquello.
Acomodó un poco una de las velas que la separaba de los ojos de Zagreus, aunque estaba segura que aquel acto era un acto reflejo, como medida mínima de distracción. La luz distorsionó las sombras que rodeaban a Zagreus y el hombre comenzo a hablar de nuevo.
Caoimhe trago saliva buscando mirar a cualquier otra cosa que no fuese su acompañante. Aquel hombre sabía leer las señales minuciosamente ¿Cómo lo había pasado por alto?
La chica cogió aire para responder a la primera suposicion de aquel vampiro: Qué el hombre hubiese mencionado Beltrexus le daba una salida inmediata acerca de cualquier otro tema. Pero el aire de sus pulmones apenas atinó a pronunciar un Y… y su invitado continuo lo que parecia ser un monologo.
Caoimhe alzó una ceja escuchando al hombre. Una sonrisa audaz y falsa se posó sobre sus labios. Jugó con un mechón de su cabello mientras rodeaba el cuerpo entre ambos de manera despreocupada. Pero ¿lo estaba? Cruzó las manos sobre su pecho,como si aquello supusiese una ultima barrera entre Zagreus y ella misma.
Y entonces lo vio: lo vio herirse con la tranquilidad de alguien que cree que ha ganado una batalla. Notó la mirada del hombre clavada en ella mientras su sangre empapaba sus brazos. Caoimhe sabía exactamente lo que estaba haciendo, y aún así no podía evitar actuar exactamente como aquel desconocido esperaba que lo hiciese, pues la bestia en ella llevaba demasiado sedienta.
Cerró los ojos. Su corazón latiendo fuerte dentro de su pecho. Su respiración acelerada. El demonio dentro de ella deshaciendose de la prison en la que ella misma lo habia sentenciado. Inspiró de nuevo mientras tragaba saliva de manera ineficaz intentando aplacar su sed. Algo en ella se sumió en la alegria inmensa de saciar su curiosidad más que su sed casi ronroneando:
Tan solo una gota de aquella sangre le daria la suficiente informacion de aquel hombre como para equipararse a la amenaza que el le suponia a ella. El dulce aroma de todo lo que era aquel desconocido inundando la sala. Olia a templanza. A oscuridad. Qué eran aquellas notas? ¿soledad quizás?.
NECESITABA aquella sangre.La sed ahora se mezclaba con la profunda felicidad del despertar de su demonio.
Abrió los ojos por un segundo el suficiente para ver los labios de Zagreus empapados de su propia sangre.
Aquello no era un acto cualquiera. No era un inocente rasguño. Era un aviso de guerra: La estaba provocando… y ella estaba cayendo sin poder evitarlo en aquella provocación.
Aquello fue lo último que conscientemente visualizó. Las imagenes parecieron sombras a partir de aquel momento. Sus pies parecian flotar la distancia que la separaban de el como si una fuerza invisible la obligase a acercarse a el.
Nunca había sentido su demonio con aquella intensidad. Nunca en la eternidad que estaba maldita habia permitido siquiera que la racionalidad la abandonase. La lucha interna entre lo que era y lo que quería ser había desaparecido.Le sobraba todo lo que la rodeaba: La habitacion era demasiado grande, su ropa demasiado incomoda sus zapatos no lo suficientemente rápidos, sus colmillos, afilados y listos para atacar, lo unico que importaba.
Menos de un metro la separaba de Zagreus y aún así su cuerpo menudo creía que la única distancia aceptable era ninguna y que NECESITABA alimentarse.
Siguió caminando de manera errática hasta él; casi apunto de agarrar su cintura y brazo para no dejarlo ir.. pero Conde se movió,Y el burrullo de colores que era su ropa llamo la atencion de manera momentánea de Caoimhe. Por un momento la racionalidad apeló su cordura.
Caoimhe sabía que su demonio estaba lo mas libre que habia estado nunca y que por lo tanto dudaba que pudiese controlarlo. Pero la chica aprovecho aquel momento de duda en sus acciones para cambiar el curso de sus pasos.
Se giro hasta Conde y sin pensarlo dos veces se arrodilló a su lado. El hombre gritó sabiendo lo que se le venís. Caoimhe giró sus ojos a Zagreus antes de proceder a su objetivo final. No estaba segura del momento exacto en el que sus ojos se habian plagado de lagrimas. No estaba segura de si eran de rabia, frudtración o vergüenza..
La calidez empapó su garganta sus hombros se destensaron, la sed que la había estado atormentando desde el momento mismo que tuvo consciencia de su memoria cesó. A esta le sucedieron Imágenes de la historia pasada de Conde y a medida que lo consumia. trazos de su infancia feliz aparecieron. Seguidas de su juventud mimada. y privilegiada . y luego las deshonras que había llevado a cabo con todas y cada una de las prostitutas del burdel. Algún que otro crimen que había cometido y del que se había librado de ser condenado*
No estaba segura de cuanto bebió. Ni si quedaba más sangre. En un momento exacto la rabia pareció aplacarse y la vergüenza dejó de atormentarla. Cuando ceso, Conde habia dejado de moverse hacia bastante. Su primera mirada alrededor de la sala intentó evitar el contacto con Zagreus, abochornada. Notaba como la sangre de aquel hombre empapaba parte de su propio cuello, su boca y sus manos. Vio cómo su vestido también estaba manchado del color rojo de aquel líquido que la había alimentado.
Se levantó intentando como pudo recomponerse. De nuevo sin mirar a su acompanante respondio a su pregunta.
-Lo curioso de todo esto es que bases mi humanidad en mi debilidad o fortaleza para sucumbir a.. bueno. A mi parte menos humana- Subrayó. - - Creo que empiezo a entender porqué no eres ningún héroe Añadió secándose parte de las gotas de sangre que habían salpicado su cara y que se habían mezclado con sus lágrimas anteriores.
Por un momento no reconoció aquella voz como suya. Su demonio estaba en paz con ella y habia desaparecido de su mente. Al menos por ahora. En su lugar Caoimhe se sentia sucia, corrompida. Las imaganes de la vida de aquel hombre la perseguian una y otra vez. Aquello era, sin duda la peor parte de la maldicion: El recobrar cuan humanidad le quedase despues de dejarse llevar.
Cualquier intento al que se hubiese aferrado para de apaciguar la situacion entre Zagreus y ella en un principio se había esfumado de ella. El ambiente denso ahora era resentimiento. Permanecio en silencio unos segundos mas esperando su proxima accion, pues ella ya conocia cual iba a ser su proximo objetivo.
Zagreus la habia forzado hacia la vulnerabilidad misma de ser su demonio. Habia presionado sus limites de tal manera que los habia sobrepasado con solo una accion minima, pero de manera concienzuda. El habia obtenido el beneficio de saber su mas atesorado secreto. Necesitaba equilibrar la situación.
Se acercó a él de manera decidida dispuesta a pelear si es lo que queria, aunque aun incapaz de mirarlo a los ojos.
Intento agarrar el brazo que el hombre se habia herido. Su sed se habia saciado por lo que no temia perder el control como lo hizo con anterioridad.
-Y tú… ¿ Estás orgulloso de lo que acabas de presenciar? ¿Qué tipo de bestia eres? –le dijo, enfatizando la palabra bestia mientras la inundaba con la mayor cantidad de rabia que tenia. Mientras sacaba de uno de sus bolsillos un pequeno tarrito con el que pretendia adquirir una minima cantidad de sangre del brazo del hombre y obtener asi informacion sobre el. O simplemente unirla a su colección.
— Off
*Rastro:[Magica 2 usos] Al tocar la sangre de un ser vivo Caoimhe es capaz de ganar cierto conocimiento o entendimiento sobre el mismo: Su personalidad, su historia.[/color]
La figura delante de ella decía no guiarse por las normas minimas de moralidad que a menudo creaban una batalla interna en su cabeza. Parecía que, a diferencia de ella, aquel vampiro había aceptado el hecho de que su demonio y él eran uno. O al menos no eran un héroe. Había perdido, a los ojos de Caoimhe toda la humanidad posible. Aquello tan solo la sumía en una mayor curiosidad.
Lo observó por unos segundos: Su sonrisa sarcástica. Su mera presencia parecía estar retándola… Como si esperase que de un momento a otro Caoimhe fuese a ponerse a rogar por la vida de aquella musaraña.
Pero Zagreus cambió su narrativa.
Caoimhe no estaba segura en que momento preciso había perdido el control de la situación. En que preciso instante se había mostrado impaciente. Cuando en aquel mínimo espacio de llegar a aquel subterráneo e iluminar la sala Zagreus había pasado de ser el observado a.. bueno: A analizarla.
No estaba segura de si le gustaba aquello.
Acomodó un poco una de las velas que la separaba de los ojos de Zagreus, aunque estaba segura que aquel acto era un acto reflejo, como medida mínima de distracción. La luz distorsionó las sombras que rodeaban a Zagreus y el hombre comenzo a hablar de nuevo.
Caoimhe trago saliva buscando mirar a cualquier otra cosa que no fuese su acompañante. Aquel hombre sabía leer las señales minuciosamente ¿Cómo lo había pasado por alto?
La chica cogió aire para responder a la primera suposicion de aquel vampiro: Qué el hombre hubiese mencionado Beltrexus le daba una salida inmediata acerca de cualquier otro tema. Pero el aire de sus pulmones apenas atinó a pronunciar un Y… y su invitado continuo lo que parecia ser un monologo.
Caoimhe alzó una ceja escuchando al hombre. Una sonrisa audaz y falsa se posó sobre sus labios. Jugó con un mechón de su cabello mientras rodeaba el cuerpo entre ambos de manera despreocupada. Pero ¿lo estaba? Cruzó las manos sobre su pecho,como si aquello supusiese una ultima barrera entre Zagreus y ella misma.
Y entonces lo vio: lo vio herirse con la tranquilidad de alguien que cree que ha ganado una batalla. Notó la mirada del hombre clavada en ella mientras su sangre empapaba sus brazos. Caoimhe sabía exactamente lo que estaba haciendo, y aún así no podía evitar actuar exactamente como aquel desconocido esperaba que lo hiciese, pues la bestia en ella llevaba demasiado sedienta.
Cerró los ojos. Su corazón latiendo fuerte dentro de su pecho. Su respiración acelerada. El demonio dentro de ella deshaciendose de la prison en la que ella misma lo habia sentenciado. Inspiró de nuevo mientras tragaba saliva de manera ineficaz intentando aplacar su sed. Algo en ella se sumió en la alegria inmensa de saciar su curiosidad más que su sed casi ronroneando:
Tan solo una gota de aquella sangre le daria la suficiente informacion de aquel hombre como para equipararse a la amenaza que el le suponia a ella. El dulce aroma de todo lo que era aquel desconocido inundando la sala. Olia a templanza. A oscuridad. Qué eran aquellas notas? ¿soledad quizás?.
NECESITABA aquella sangre.La sed ahora se mezclaba con la profunda felicidad del despertar de su demonio.
Abrió los ojos por un segundo el suficiente para ver los labios de Zagreus empapados de su propia sangre.
Aquello no era un acto cualquiera. No era un inocente rasguño. Era un aviso de guerra: La estaba provocando… y ella estaba cayendo sin poder evitarlo en aquella provocación.
Aquello fue lo último que conscientemente visualizó. Las imagenes parecieron sombras a partir de aquel momento. Sus pies parecian flotar la distancia que la separaban de el como si una fuerza invisible la obligase a acercarse a el.
Nunca había sentido su demonio con aquella intensidad. Nunca en la eternidad que estaba maldita habia permitido siquiera que la racionalidad la abandonase. La lucha interna entre lo que era y lo que quería ser había desaparecido.Le sobraba todo lo que la rodeaba: La habitacion era demasiado grande, su ropa demasiado incomoda sus zapatos no lo suficientemente rápidos, sus colmillos, afilados y listos para atacar, lo unico que importaba.
Menos de un metro la separaba de Zagreus y aún así su cuerpo menudo creía que la única distancia aceptable era ninguna y que NECESITABA alimentarse.
Siguió caminando de manera errática hasta él; casi apunto de agarrar su cintura y brazo para no dejarlo ir.. pero Conde se movió,Y el burrullo de colores que era su ropa llamo la atencion de manera momentánea de Caoimhe. Por un momento la racionalidad apeló su cordura.
Caoimhe sabía que su demonio estaba lo mas libre que habia estado nunca y que por lo tanto dudaba que pudiese controlarlo. Pero la chica aprovecho aquel momento de duda en sus acciones para cambiar el curso de sus pasos.
Se giro hasta Conde y sin pensarlo dos veces se arrodilló a su lado. El hombre gritó sabiendo lo que se le venís. Caoimhe giró sus ojos a Zagreus antes de proceder a su objetivo final. No estaba segura del momento exacto en el que sus ojos se habian plagado de lagrimas. No estaba segura de si eran de rabia, frudtración o vergüenza..
La calidez empapó su garganta sus hombros se destensaron, la sed que la había estado atormentando desde el momento mismo que tuvo consciencia de su memoria cesó. A esta le sucedieron Imágenes de la historia pasada de Conde y a medida que lo consumia. trazos de su infancia feliz aparecieron. Seguidas de su juventud mimada. y privilegiada . y luego las deshonras que había llevado a cabo con todas y cada una de las prostitutas del burdel. Algún que otro crimen que había cometido y del que se había librado de ser condenado*
No estaba segura de cuanto bebió. Ni si quedaba más sangre. En un momento exacto la rabia pareció aplacarse y la vergüenza dejó de atormentarla. Cuando ceso, Conde habia dejado de moverse hacia bastante. Su primera mirada alrededor de la sala intentó evitar el contacto con Zagreus, abochornada. Notaba como la sangre de aquel hombre empapaba parte de su propio cuello, su boca y sus manos. Vio cómo su vestido también estaba manchado del color rojo de aquel líquido que la había alimentado.
Se levantó intentando como pudo recomponerse. De nuevo sin mirar a su acompanante respondio a su pregunta.
-Lo curioso de todo esto es que bases mi humanidad en mi debilidad o fortaleza para sucumbir a.. bueno. A mi parte menos humana- Subrayó. - - Creo que empiezo a entender porqué no eres ningún héroe Añadió secándose parte de las gotas de sangre que habían salpicado su cara y que se habían mezclado con sus lágrimas anteriores.
Por un momento no reconoció aquella voz como suya. Su demonio estaba en paz con ella y habia desaparecido de su mente. Al menos por ahora. En su lugar Caoimhe se sentia sucia, corrompida. Las imaganes de la vida de aquel hombre la perseguian una y otra vez. Aquello era, sin duda la peor parte de la maldicion: El recobrar cuan humanidad le quedase despues de dejarse llevar.
Cualquier intento al que se hubiese aferrado para de apaciguar la situacion entre Zagreus y ella en un principio se había esfumado de ella. El ambiente denso ahora era resentimiento. Permanecio en silencio unos segundos mas esperando su proxima accion, pues ella ya conocia cual iba a ser su proximo objetivo.
Zagreus la habia forzado hacia la vulnerabilidad misma de ser su demonio. Habia presionado sus limites de tal manera que los habia sobrepasado con solo una accion minima, pero de manera concienzuda. El habia obtenido el beneficio de saber su mas atesorado secreto. Necesitaba equilibrar la situación.
Se acercó a él de manera decidida dispuesta a pelear si es lo que queria, aunque aun incapaz de mirarlo a los ojos.
Intento agarrar el brazo que el hombre se habia herido. Su sed se habia saciado por lo que no temia perder el control como lo hizo con anterioridad.
-Y tú… ¿ Estás orgulloso de lo que acabas de presenciar? ¿Qué tipo de bestia eres? –le dijo, enfatizando la palabra bestia mientras la inundaba con la mayor cantidad de rabia que tenia. Mientras sacaba de uno de sus bolsillos un pequeno tarrito con el que pretendia adquirir una minima cantidad de sangre del brazo del hombre y obtener asi informacion sobre el. O simplemente unirla a su colección.
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Caoimhe
Honorable
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Re: Cacería nocturna [Privado][Noche]
La mujer se aproximó caminando como si se tratase de un muerto en vida, con un paso tambaleante y al mismo tiempo, aunque paradójico, decidido a mi brazo sangrante. En mi boca la comisura curvaba una sonrisa victoriosa cubierta de rojo que reforzaba los pasos de Caoimhe. Sin duda ella había respondido al estímulo que había detonado, pero eso no me aseguraba el objetivo final de aquella mujer, por lo que estar precavido era la postura más idónea.
A los pocos pasos de toparse conmigo, el ruido de un Conde que recobraba la conciencia y con sus últimas fuerzas hacía un llamado de atención, fue lo suficientemente notorio para que de forma abrupta la mujer cambiara de objetivo. Al alejarse de mí, la tensión de mis músculos se relajó. Pude respirar de manera calmada, bajé mi brazo y me limpié la boca. El saborear mi propia sangre era un placebo que no traía ningún provecho, no se sentía placentero, pero ver el rostro de la prestamista al verme empapar mis labios me otorgaba una sensación de disfrute, de poder, como cuando logras que el pez tire del anzuelo, solo quedaba tirar de la caña…
La mujer arrodillada empezó a alimentarse del Conde. En mi cabeza varias ideas se enfrentaban tratando de dar respuesta a lo que veía. Seguramente, en el cerebro de aquella mujer, mientras engullía la sangre del humano una guerra similar de pensamientos y emociones la asediaban.
Mientras miraba la escena casi con morbo, conteniendo la tentación que propiciaba la idea de unirme a aquella imagen “dantesca”, como podría denominar a partir del libro que horas atrás leía. Suprimiendo la libido que causaba aquel ritual con tonos cercanos a lo lujurioso. Yo contaba los segundos, que poco a poco se convertían en minutos.
¿Cuál sería la historia de Caoimhe? Si bien era un ser maldito, al igual que yo, era evidente que éramos diferentes. Posiblemente, se trataba de una neófita recién convertida, ¿o sería algo más?
5:34…5:35…5:36… - Contaba mentalmente. Me dispuse a acercarme a la mujer cuando me aproximaba a los 6 minutos contados, pero antes de siquiera dar un paso la mujer se apartó. Soltando al Conde inmóvil en el suelo, dejando una mancha carmesí en la vestimenta de ambos. – 5 minutos, 52 segundos – susurré mientras la mujer recobraba la compostura y se levantaba.
Ya de pie la mujer con una mirada fría se dirigió a mí que continuaba con mi postura soberbia. El discurso de Caoimhe cuestionaba mi humanidad. Su figura femenina y delicada no era congruente con el tono de sus palabras, mi piel se llegó a erizar al ver a la mujer cubierta de sangre. Sin embargo, algo la delataba. En su rostro, los ojos humedecidos evidenciaban el paso reciente de lágrimas que exponían el sufrimiento de la mujer que procuraba evitar a toda costa hacer contacto visual.
Me mantuve en silencio ante las acusaciones de Caoimhe, el que calla rara vez se equivoca…
La prestamista se acercó nuevamente, esta vez con mayor firmeza, decidida a hacer alguna imprudencia. Continué en silencio, pero si bien intentaba no tomar una postura a la defensiva, sutilmente empecé a jugar con mis dedos ensangrentados de mi mano izquierda, listo para actuar de ser necesario.
Ya estando al frente, la mujer hizo un gesto intentando agarrar mi brazo herido mientras esbozaba una nueva pregunta marcada de rabia. Con sutileza me aparté y bajé la manga para cubrir mi extremidad. Siempre atento a la reacción de aquella mujer. Para su contextura lo que había bebido era suficiente para satisfacer su sed incluso por un par de días, pero quizás el éxtasis de la sangre la impulsaba a tratar de alimentarse de la mía, expuesta tal cual tentación. Solía ser mal visto que un vampiro se alimentase de otro, pero sangre es sangre independientemente de la raza…
Procuré no darle completamente la espalda a la mujer mientras me acercaba al cuerpo del Conde, quería mostrar seguridad, así que intentaba no tener que mirar de reojo a la mujer. Sus cuestionamientos se veían opacados por la amenaza, si bien mi molestia seguía presente, un sentimiento de cautela dirigía mi actuar.
Me agaché mientras volteaba el rostro del conde, miré los orificios hechos por los colmillos de la mujer, a lo que con un ligero movimiento de cabeza desaprobé. Puse los dedos en el cuello cubierto de sangre del humano y comprobé que seguía vivo, cuestión que me aliviaba.
Volteé para responder las preguntas y acusaciones hechas por la mujer, esperaba que el silencio anterior me ayudase a calmar lo tensa de la situación. Lo primero que denoté al volver mi mirada a donde estaba situado minutos atrás es que a mi paso dejé huellas con la sangre que mi pequeña herida había derramado. Si bien el corte no supondría un riesgo, la cantidad de sangre era mayor de la que estimé, dejando un pequeño charco de las gotas que habían caído.
Me levanté lentamente procurando erguirme para acentuar mi figura, resaltar mi altura para reafirmar mi posición en aquel cuarto cerrado. - ¿Qué tipo de bestia soy? … No soy ninguna bestia, no me compares con aquellos chupasangres que abundan en Sacrestic Ville. Yo soy un ser superior – dije con tono imperioso – Evidentemente tú y yo no somos iguales, tú te lamentas de ser un ser maldito por la oscuridad – dije asumiendo por las lágrimas de la mujer – mientras que yo… - hice una pequeña pausa mientras levantaba los brazos para mis costados haciendo que mi postura pareciera una especie de cruz – Yo elegí ser un vampiro, yo escogí ser poderoso, yo decidí ser un dios.
Mi megalomanía hacía que me pusiera efusivo al proyectar mi intención de recolectar el poder de Habakhuk (1), pero confiaba plenamente en mi capacidad, por lo que detenerme a cuestionar las acusaciones de la mujer era una pérdida de tiempo – Hablas mucho de la humanidad, pero ¿de qué sirve ser débil?, ¿de qué sirve ceder a la vulnerabilidad de las emociones?... Yo no soy quien debe sentirse orgulloso de lo que hiciste… - hice una pausa para fomentar que la mujer hiciera el insight pertinente para dar respuesta - quien debe estar orgullosa eres tú...
Dejé que el silencio le otorgara un peso de reflexión al momento. Aún existía la posibilidad de una confrontación, pero mi sed volvía a exclamar una queja. Debía alimentarme y la mujer no era una opción. Dirigí mi mirada nuevamente al Conde, para igualmente descartarlo del menú.
Es evidente que no tienes experiencia – dije mirando al Conde – un vampiro no suele hacer un derramamiento de sangre tan exagerado. No es necesario, mientras más pulcra la herida es más sencillo no llamar la atención y provocar problemas.
El Conde sigue vivo, y menos mal que es así… - dije resaltando en mi tono la necesidad de resolver lo sucedido sin provocar problema, necesitaba alimentarme y garantizar que mi estadía en Beltrexus no me trajese inconvenientes. Para propiciar que la intelectualización redujera el posible descontento de aquella noticia en la mujer continué en lo que parecía ser una clase sobre vampirismo. Algo que disfrutaba era demostrar mi conocimiento – Nunca bebas sangre hasta matar a la presa, el líquido vital pierde mucha de sus propiedades al tratarse de alguien ya sin pulso. Incluso los rebaños de sangre que hay en el oeste del continente requieren mantener vivo al “ganado”. – Me agaché nuevamente cerca del cuerpo inconsciente del Conde y pasé el dedo pulgar por la marca de colmillos en el cuello – Un humano contiene unos cinco litros de sangre, un vampiro podría absorber una cantidad de 0,75 litros en un poco más de 6 minutos. Eso sería alrededor de un 15% del total, y es el punto donde el organismo empieza a presentar fallas y complicaciones importantes pudiendo llegar a la muerte… Es fácil dejarse llevar, todo es cuestión de autocontrol. – dije levantándome nuevamente con una sonrisa burlesca - tranquila, tú tardaste 5 minutos, 52 segundos, así que no morirá, sencillamente estará inconsciente por varias horas y tendrá los malestares propios de su estado, además de las consecuencias de la pesadilla embotellada…
Me acerqué nuevamente a la mujer – Si quieres matar a este tipo lo harás tu sola cuando yo no esté, pero en su actual condición no puedo beber de su sangre. – Las señales de molestia en mi rostro se hacían evidentes, – Todavía tengo sed y tú ya en dos ocasiones has entorpecido mi cena, me debes un cuerpo del que pueda alimentarme. – sentencié como amenaza.
__________________________A los pocos pasos de toparse conmigo, el ruido de un Conde que recobraba la conciencia y con sus últimas fuerzas hacía un llamado de atención, fue lo suficientemente notorio para que de forma abrupta la mujer cambiara de objetivo. Al alejarse de mí, la tensión de mis músculos se relajó. Pude respirar de manera calmada, bajé mi brazo y me limpié la boca. El saborear mi propia sangre era un placebo que no traía ningún provecho, no se sentía placentero, pero ver el rostro de la prestamista al verme empapar mis labios me otorgaba una sensación de disfrute, de poder, como cuando logras que el pez tire del anzuelo, solo quedaba tirar de la caña…
La mujer arrodillada empezó a alimentarse del Conde. En mi cabeza varias ideas se enfrentaban tratando de dar respuesta a lo que veía. Seguramente, en el cerebro de aquella mujer, mientras engullía la sangre del humano una guerra similar de pensamientos y emociones la asediaban.
Mientras miraba la escena casi con morbo, conteniendo la tentación que propiciaba la idea de unirme a aquella imagen “dantesca”, como podría denominar a partir del libro que horas atrás leía. Suprimiendo la libido que causaba aquel ritual con tonos cercanos a lo lujurioso. Yo contaba los segundos, que poco a poco se convertían en minutos.
¿Cuál sería la historia de Caoimhe? Si bien era un ser maldito, al igual que yo, era evidente que éramos diferentes. Posiblemente, se trataba de una neófita recién convertida, ¿o sería algo más?
5:34…5:35…5:36… - Contaba mentalmente. Me dispuse a acercarme a la mujer cuando me aproximaba a los 6 minutos contados, pero antes de siquiera dar un paso la mujer se apartó. Soltando al Conde inmóvil en el suelo, dejando una mancha carmesí en la vestimenta de ambos. – 5 minutos, 52 segundos – susurré mientras la mujer recobraba la compostura y se levantaba.
Ya de pie la mujer con una mirada fría se dirigió a mí que continuaba con mi postura soberbia. El discurso de Caoimhe cuestionaba mi humanidad. Su figura femenina y delicada no era congruente con el tono de sus palabras, mi piel se llegó a erizar al ver a la mujer cubierta de sangre. Sin embargo, algo la delataba. En su rostro, los ojos humedecidos evidenciaban el paso reciente de lágrimas que exponían el sufrimiento de la mujer que procuraba evitar a toda costa hacer contacto visual.
Me mantuve en silencio ante las acusaciones de Caoimhe, el que calla rara vez se equivoca…
La prestamista se acercó nuevamente, esta vez con mayor firmeza, decidida a hacer alguna imprudencia. Continué en silencio, pero si bien intentaba no tomar una postura a la defensiva, sutilmente empecé a jugar con mis dedos ensangrentados de mi mano izquierda, listo para actuar de ser necesario.
Ya estando al frente, la mujer hizo un gesto intentando agarrar mi brazo herido mientras esbozaba una nueva pregunta marcada de rabia. Con sutileza me aparté y bajé la manga para cubrir mi extremidad. Siempre atento a la reacción de aquella mujer. Para su contextura lo que había bebido era suficiente para satisfacer su sed incluso por un par de días, pero quizás el éxtasis de la sangre la impulsaba a tratar de alimentarse de la mía, expuesta tal cual tentación. Solía ser mal visto que un vampiro se alimentase de otro, pero sangre es sangre independientemente de la raza…
Procuré no darle completamente la espalda a la mujer mientras me acercaba al cuerpo del Conde, quería mostrar seguridad, así que intentaba no tener que mirar de reojo a la mujer. Sus cuestionamientos se veían opacados por la amenaza, si bien mi molestia seguía presente, un sentimiento de cautela dirigía mi actuar.
Me agaché mientras volteaba el rostro del conde, miré los orificios hechos por los colmillos de la mujer, a lo que con un ligero movimiento de cabeza desaprobé. Puse los dedos en el cuello cubierto de sangre del humano y comprobé que seguía vivo, cuestión que me aliviaba.
Volteé para responder las preguntas y acusaciones hechas por la mujer, esperaba que el silencio anterior me ayudase a calmar lo tensa de la situación. Lo primero que denoté al volver mi mirada a donde estaba situado minutos atrás es que a mi paso dejé huellas con la sangre que mi pequeña herida había derramado. Si bien el corte no supondría un riesgo, la cantidad de sangre era mayor de la que estimé, dejando un pequeño charco de las gotas que habían caído.
Me levanté lentamente procurando erguirme para acentuar mi figura, resaltar mi altura para reafirmar mi posición en aquel cuarto cerrado. - ¿Qué tipo de bestia soy? … No soy ninguna bestia, no me compares con aquellos chupasangres que abundan en Sacrestic Ville. Yo soy un ser superior – dije con tono imperioso – Evidentemente tú y yo no somos iguales, tú te lamentas de ser un ser maldito por la oscuridad – dije asumiendo por las lágrimas de la mujer – mientras que yo… - hice una pequeña pausa mientras levantaba los brazos para mis costados haciendo que mi postura pareciera una especie de cruz – Yo elegí ser un vampiro, yo escogí ser poderoso, yo decidí ser un dios.
Mi megalomanía hacía que me pusiera efusivo al proyectar mi intención de recolectar el poder de Habakhuk (1), pero confiaba plenamente en mi capacidad, por lo que detenerme a cuestionar las acusaciones de la mujer era una pérdida de tiempo – Hablas mucho de la humanidad, pero ¿de qué sirve ser débil?, ¿de qué sirve ceder a la vulnerabilidad de las emociones?... Yo no soy quien debe sentirse orgulloso de lo que hiciste… - hice una pausa para fomentar que la mujer hiciera el insight pertinente para dar respuesta - quien debe estar orgullosa eres tú...
Dejé que el silencio le otorgara un peso de reflexión al momento. Aún existía la posibilidad de una confrontación, pero mi sed volvía a exclamar una queja. Debía alimentarme y la mujer no era una opción. Dirigí mi mirada nuevamente al Conde, para igualmente descartarlo del menú.
Es evidente que no tienes experiencia – dije mirando al Conde – un vampiro no suele hacer un derramamiento de sangre tan exagerado. No es necesario, mientras más pulcra la herida es más sencillo no llamar la atención y provocar problemas.
El Conde sigue vivo, y menos mal que es así… - dije resaltando en mi tono la necesidad de resolver lo sucedido sin provocar problema, necesitaba alimentarme y garantizar que mi estadía en Beltrexus no me trajese inconvenientes. Para propiciar que la intelectualización redujera el posible descontento de aquella noticia en la mujer continué en lo que parecía ser una clase sobre vampirismo. Algo que disfrutaba era demostrar mi conocimiento – Nunca bebas sangre hasta matar a la presa, el líquido vital pierde mucha de sus propiedades al tratarse de alguien ya sin pulso. Incluso los rebaños de sangre que hay en el oeste del continente requieren mantener vivo al “ganado”. – Me agaché nuevamente cerca del cuerpo inconsciente del Conde y pasé el dedo pulgar por la marca de colmillos en el cuello – Un humano contiene unos cinco litros de sangre, un vampiro podría absorber una cantidad de 0,75 litros en un poco más de 6 minutos. Eso sería alrededor de un 15% del total, y es el punto donde el organismo empieza a presentar fallas y complicaciones importantes pudiendo llegar a la muerte… Es fácil dejarse llevar, todo es cuestión de autocontrol. – dije levantándome nuevamente con una sonrisa burlesca - tranquila, tú tardaste 5 minutos, 52 segundos, así que no morirá, sencillamente estará inconsciente por varias horas y tendrá los malestares propios de su estado, además de las consecuencias de la pesadilla embotellada…
Me acerqué nuevamente a la mujer – Si quieres matar a este tipo lo harás tu sola cuando yo no esté, pero en su actual condición no puedo beber de su sangre. – Las señales de molestia en mi rostro se hacían evidentes, – Todavía tengo sed y tú ya en dos ocasiones has entorpecido mi cena, me debes un cuerpo del que pueda alimentarme. – sentencié como amenaza.
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(1): Historia de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Zagreus
Honorable
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Re: Cacería nocturna [Privado][Noche]
Una media sonrisa ocupó el rostro de Caoimhe ante la rapidez de Zagreus para esconder su brazo. No esperaba obtener una muestra de su sangre de una manera tan fácil como aquella, por lo que no le sorprendía no ser exitosa en su hazaña, pero por otro lado algo le decía que iba a tener que poner esfuerzo en conocer la historia del vampiro y que tocar su sangre no iba a bastarle.
Aquello no la hizo estar de mejor humor. Aunque le daba curiosidad entender mejor a aquel hombre en aquel momento y dado a la actitud lejana y poco interesada en ella que el hombre había tenido lo último que le apetecía era perder tiempo en conocerlo. Además su extraña habilidad era lo único que en ocasiones disfrutaba de su maldición, y ciertamente había ayudado bastante en el desarrollo de su negocio.
Se alejó de él, algo molesta las palabras del hombre acerca de los minutos que tardó en alimentarse aún resonando en su cabeza, como si la estuviese aleccionando. Como si el hecho de que aquella vez era la primera vez que se alimentaba de alguien vivo no hubiese sido lo suficiente aquella noche. Como si... esperase más de ella. ¿Quién era aquel hombre osado?
Gruñó alejándose mientras acariciaba ambos codos en un gesto que cualquiera podría interpretar como frío pero en el que intentaba reconfortarse. ¿Qué hacía allí? ¿Es que acaso no había tenido suficiente la última vez que su camino se cruzó con Zagreus? La traición de su amiga debería haberla alejado en su totalidad de cualquier ser que estuviese vivo o respirase.
...El problema era que no estaba segura de si Zagreus estaba vivo. O si respiraba a la par que resolvía sus preguntas con la notoriedad de un maestro a su pupilo. O alguien que se cree tener más conocimiento que la otra persona.
Caoimhe rió de manera sugerente e incrédula ante la afirmación del vampiro. Se había llamado Dios.
-Un dios mundano que no puede sino acatar las órdenes de su sed. Un dios que toma vidas para intentar llenar el vacío de no tener una propia. Cuéntame, extraño que aún no me dijo su nombre- pausó un segundo, agitada. - Dime ¿qué dios se lame las heridas tan solo por notar algo de calidez en su estómago?- dijo señalando al brazo que había ocultado.- No...cariño.- dijo sin pensarlo demasiado, como quién arrulla a un niño. O quien intenta convencerse a si mismo más que a los demás.- Hace tiempo que entendí que de haber dioses hubiesen acabado con nosotros el día mismo en el que nos trasformaron..
Paró un momento su discurso pues creyó atisbar un punto de.. ¿Comprensión? en las palabras de aquel extraño mientras hablaba del orgullo que debería sentir por sus acciones. Sin duda el hombre no se tomaba a la ligera su esencia. Comenzó a reportar datos y a asumir cosas de Caoimhe que... bueno, eran parcialmente verdad. En cualquier otro momento. En cualquier otra situación y si no la hubiese forzado a despertar a la parte de ella misma que más odiaba incluso... bueno incluso le hubiese parecido interesante.
Dudó si contradecirlo un segundo. pero no quiso equivocarse: Caoimhe no había nacido para odiar a nadie más que a ella misma y en aquel momento pensó que sería mejor bordear a aquel desconocido con el muro en el que se había cubierto en vez de dejarlo penetrar más de lo que ya lo había hecho aquella noche en lo que la hacía vulnerable.
Suspiró antes de hablar de nuevo, una vez el hombre hubo finalizado, usando ahora su deje de póker. Su mirada inexpresiva y las mismas facciones que usaba al completar un negocio a pesar del halo de provocación en las palabras de aquel desconocido sobre como "le debía comida". Decidió ignorarlo pues comenzaba a entender que lejos de ganar nada discutir con aquel desconocido era ser su presa. Al menos en aquel momento y al fin y al cabo eso era lo que era aquello: Un simple negocio.
Le gustase o no aquel desconocido le había ayudado a deshacerse de Conde. Su precio justo, y el pago que requería era que le otorgase otra víctima para alimentarse. Un trueque justo. A aquello si estaba acostumbrada.
Tras varios segundos con aquella expresión buscó algo en los cajones de la cómoda cercana. Sacó primero un pergamino y después una pluma tanteó con los dedos un pequeño botecito lleno de tinta, Algo reseca pero funcional. Acto seguido volvió a rebuscar en el cajón y sacó una pequeña campana de metal con varias runas grabadas a ambos lados. Por un segundo, casi imperceptible, su expresión se dejó llevar por el recuerdo, pero se recompuso sumiéndose en la concentración de lo que escribía en el papel.
Cuando terminó alzo la cabeza e indicó a Zagreus que se acercase. Lo dejo que leyese el papel, donde había escrito lo que se apresuró a decir:
-No hay muchas salidas de éste búnker. De hecho tan solo hay una que yo sepa. Y ese es precisamente el punto de este asunto. Tan solo yo puedo dejarte salir de aquí.- de nuevo sonrió pero su sonrisa no se traspasó a sus ojos- Tan solo tú puedes firmar que estas dispuesto a guardar el secreto de todo cuanto aquí ha pasado. Que si hace falta, negarás que me conoces- una punzada distrajo por un segundo a Caoimhe- Que una vez te haya mostrado la salida...- volvió a mirar al hombre porque sabía que estaba hambriento- e... indicado donde saciar tus instintos mi parte de nuestro acuerdo estará cumplida y la tuya será permanente.
Caoimhe se desplazó de manera distraída de nuevo por alrededor de Conde y se paró en el lugar exacto donde la sangre de Zagreus se había depositado en el suelo de manera aleatoria y comenzado a coagular. Sin duda aquel destrozo no era una buena muestra para su colección. Pero serviría para el objetivo de aquel contrato. Con cuidado de no tocar nada de la sangre del vampiro agarró parte de un coágulo y lo unió a la tinta que portaba en el tarrito. Lo agitó un par de veces, mezclando el contenido.
-Y bueno... si no lo haces.- le entregó el tarro y la pluma para que usase la mezcla de tinta y sangre para firmarlo- Lo sabré. - continuó. Hizo una pequeña pausa pensativa.- Puede que esta sola amenaza pueda parecerte un mal menor. Pero, créeme. Soy muy insistente. Y me tomo muy en serio mis negocios. Tengo muy pocas otras cosas que hacer aparte de asegurarme de que mis tratos se cumplan, medios para saberlo y... mucha gente interesada en que eso suceda.- sonrió de nuevo, esta vez sin el tono amenazante sino ocultando un rastro de tristeza.
-Puedes por supuesto no firmar. Puedes decidir matarme y pasar tus días con Conde en este búnker, créeme. Mi padre era muchas cosas pero sin duda era uno de los mejores brujos de Beltrexus. Quizás cuando te encuentren no seas más que lo que va a ser Conde en cuanto de las órdenes a mis amigos peludos para que acaben con él... Por supuesto no tengas prisa en leer lo que he escrito. Yo no trabajo con letras pequeñas. Ni con dobles conceptos. Ni con nada que sea otra cosa que lo que
ahí propongo. ¿Además que es tu libertad y la tripa llena a cambio de... silencio?- dijo analizándolo.
Caoimhe se esforzó por sonreir sin ser muy exitosa en el intento. Sea lo que fuese que hiciese aquel desconocido, ella ya había perdido, así que podría decirse que aquel trato tan solo apaciguaba su consciencia. Al menos hasta que el demonio tuviese de nuevo sed.
Aquello no la hizo estar de mejor humor. Aunque le daba curiosidad entender mejor a aquel hombre en aquel momento y dado a la actitud lejana y poco interesada en ella que el hombre había tenido lo último que le apetecía era perder tiempo en conocerlo. Además su extraña habilidad era lo único que en ocasiones disfrutaba de su maldición, y ciertamente había ayudado bastante en el desarrollo de su negocio.
Se alejó de él, algo molesta las palabras del hombre acerca de los minutos que tardó en alimentarse aún resonando en su cabeza, como si la estuviese aleccionando. Como si el hecho de que aquella vez era la primera vez que se alimentaba de alguien vivo no hubiese sido lo suficiente aquella noche. Como si... esperase más de ella. ¿Quién era aquel hombre osado?
Gruñó alejándose mientras acariciaba ambos codos en un gesto que cualquiera podría interpretar como frío pero en el que intentaba reconfortarse. ¿Qué hacía allí? ¿Es que acaso no había tenido suficiente la última vez que su camino se cruzó con Zagreus? La traición de su amiga debería haberla alejado en su totalidad de cualquier ser que estuviese vivo o respirase.
...El problema era que no estaba segura de si Zagreus estaba vivo. O si respiraba a la par que resolvía sus preguntas con la notoriedad de un maestro a su pupilo. O alguien que se cree tener más conocimiento que la otra persona.
Caoimhe rió de manera sugerente e incrédula ante la afirmación del vampiro. Se había llamado Dios.
-Un dios mundano que no puede sino acatar las órdenes de su sed. Un dios que toma vidas para intentar llenar el vacío de no tener una propia. Cuéntame, extraño que aún no me dijo su nombre- pausó un segundo, agitada. - Dime ¿qué dios se lame las heridas tan solo por notar algo de calidez en su estómago?- dijo señalando al brazo que había ocultado.- No...cariño.- dijo sin pensarlo demasiado, como quién arrulla a un niño. O quien intenta convencerse a si mismo más que a los demás.- Hace tiempo que entendí que de haber dioses hubiesen acabado con nosotros el día mismo en el que nos trasformaron..
Paró un momento su discurso pues creyó atisbar un punto de.. ¿Comprensión? en las palabras de aquel extraño mientras hablaba del orgullo que debería sentir por sus acciones. Sin duda el hombre no se tomaba a la ligera su esencia. Comenzó a reportar datos y a asumir cosas de Caoimhe que... bueno, eran parcialmente verdad. En cualquier otro momento. En cualquier otra situación y si no la hubiese forzado a despertar a la parte de ella misma que más odiaba incluso... bueno incluso le hubiese parecido interesante.
Dudó si contradecirlo un segundo. pero no quiso equivocarse: Caoimhe no había nacido para odiar a nadie más que a ella misma y en aquel momento pensó que sería mejor bordear a aquel desconocido con el muro en el que se había cubierto en vez de dejarlo penetrar más de lo que ya lo había hecho aquella noche en lo que la hacía vulnerable.
Suspiró antes de hablar de nuevo, una vez el hombre hubo finalizado, usando ahora su deje de póker. Su mirada inexpresiva y las mismas facciones que usaba al completar un negocio a pesar del halo de provocación en las palabras de aquel desconocido sobre como "le debía comida". Decidió ignorarlo pues comenzaba a entender que lejos de ganar nada discutir con aquel desconocido era ser su presa. Al menos en aquel momento y al fin y al cabo eso era lo que era aquello: Un simple negocio.
Le gustase o no aquel desconocido le había ayudado a deshacerse de Conde. Su precio justo, y el pago que requería era que le otorgase otra víctima para alimentarse. Un trueque justo. A aquello si estaba acostumbrada.
Tras varios segundos con aquella expresión buscó algo en los cajones de la cómoda cercana. Sacó primero un pergamino y después una pluma tanteó con los dedos un pequeño botecito lleno de tinta, Algo reseca pero funcional. Acto seguido volvió a rebuscar en el cajón y sacó una pequeña campana de metal con varias runas grabadas a ambos lados. Por un segundo, casi imperceptible, su expresión se dejó llevar por el recuerdo, pero se recompuso sumiéndose en la concentración de lo que escribía en el papel.
Cuando terminó alzo la cabeza e indicó a Zagreus que se acercase. Lo dejo que leyese el papel, donde había escrito lo que se apresuró a decir:
-No hay muchas salidas de éste búnker. De hecho tan solo hay una que yo sepa. Y ese es precisamente el punto de este asunto. Tan solo yo puedo dejarte salir de aquí.- de nuevo sonrió pero su sonrisa no se traspasó a sus ojos- Tan solo tú puedes firmar que estas dispuesto a guardar el secreto de todo cuanto aquí ha pasado. Que si hace falta, negarás que me conoces- una punzada distrajo por un segundo a Caoimhe- Que una vez te haya mostrado la salida...- volvió a mirar al hombre porque sabía que estaba hambriento- e... indicado donde saciar tus instintos mi parte de nuestro acuerdo estará cumplida y la tuya será permanente.
Caoimhe se desplazó de manera distraída de nuevo por alrededor de Conde y se paró en el lugar exacto donde la sangre de Zagreus se había depositado en el suelo de manera aleatoria y comenzado a coagular. Sin duda aquel destrozo no era una buena muestra para su colección. Pero serviría para el objetivo de aquel contrato. Con cuidado de no tocar nada de la sangre del vampiro agarró parte de un coágulo y lo unió a la tinta que portaba en el tarrito. Lo agitó un par de veces, mezclando el contenido.
-Y bueno... si no lo haces.- le entregó el tarro y la pluma para que usase la mezcla de tinta y sangre para firmarlo- Lo sabré. - continuó. Hizo una pequeña pausa pensativa.- Puede que esta sola amenaza pueda parecerte un mal menor. Pero, créeme. Soy muy insistente. Y me tomo muy en serio mis negocios. Tengo muy pocas otras cosas que hacer aparte de asegurarme de que mis tratos se cumplan, medios para saberlo y... mucha gente interesada en que eso suceda.- sonrió de nuevo, esta vez sin el tono amenazante sino ocultando un rastro de tristeza.
-Puedes por supuesto no firmar. Puedes decidir matarme y pasar tus días con Conde en este búnker, créeme. Mi padre era muchas cosas pero sin duda era uno de los mejores brujos de Beltrexus. Quizás cuando te encuentren no seas más que lo que va a ser Conde en cuanto de las órdenes a mis amigos peludos para que acaben con él... Por supuesto no tengas prisa en leer lo que he escrito. Yo no trabajo con letras pequeñas. Ni con dobles conceptos. Ni con nada que sea otra cosa que lo que
ahí propongo. ¿Además que es tu libertad y la tripa llena a cambio de... silencio?- dijo analizándolo.
Caoimhe se esforzó por sonreir sin ser muy exitosa en el intento. Sea lo que fuese que hiciese aquel desconocido, ella ya había perdido, así que podría decirse que aquel trato tan solo apaciguaba su consciencia. Al menos hasta que el demonio tuviese de nuevo sed.
Caoimhe
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Re: Cacería nocturna [Privado][Noche]
Caoimhe debatía mis comentarios sobre la “humanidad”. La mujer enfatizaba que yo no era ningún dios por ser vampiro, y hasta cierto punto tenía razón. No obstante, tenía confianza plena de que yo estaba más cerca de ello que cualquier otro. Preferí reservarme la respuesta, esperar un momento donde las emociones en aquella mujer se apaciguaran y pudiera así entender mi punto.
A los minutos, tras mi tono de amenaza solicitando sangre. La mujer se dispuso a buscar en unos cajones. En un principio no entendía el propósito de su búsqueda, aún no recibía respuesta y nuevamente la sed se asomaba en mi boca. Caoimhe continuó en su tarea en silencio, y cuando ya parecía tener todos los materiales necesarios habló.
La prestamista hizo gala de sus mañas de profesión para proponer un contrato. Firmar un papel donde se asegurase de que yo no hablaría de lo sucedido y ella se encargaría de librarme de aquella jaula de concreto y además me garantizaría alimentarme debidamente.
Mientras la mujer explicaba las condiciones del trato con tono amenazante me mantuve en silencio. Ella había preparado todo para que solo la firma diera paso a continuar con aquella noche. Parte de mí se sentía confundido, aunque procuraba mantener en mi rostro una expresión neutral, que fuese difícil de leer.
No comprendía las razones para resguardar su “secreto”, yo también ocultaba cosas, pero llegar a los extremos de hacer una cláusula de confidencialidad me parecía curioso al mismo tiempo que chistoso. Analicé detenidamente la situación, el contrato era una oportunidad de salir de aquel lugar de forma simple, no dudaba que por mis propios medios pudiera escapar de aquella estancia, pero pensando en pasar desapercibido sería complicado salir de la ciudad con la sangre de un Conde y una prestamista bien conocida en Beltrexus… Al final de cuentas, no había forma de hacer una coartada que no levantase sospechas si aquella situación se escapaba de las manos.
La mujer me entregó la pluma y un tarro con tinta mezclada con mi sangre, un detalle encantador para tratarse de una firma de vampiros. Coloqué los objetos encima de una repisa polvorienta y tomé el papel con el contrato para leerlo con calma. Caminé unos pasos alrededor de las estanterías mientras digería toda la información. Todo estaba escrito de forma clara y concreta, no había letras pequeñas, pero aun así toda esta parafernalia me parecía absurda…
Acepto…
Firmé con la Z estilizada que empleaba en mis creaciones en el Lucero del Alba. Coloqué la pluma dentro del tarro y lo puse todo junto nuevamente en la repisa. Caminé unos pasos hacia atrás cerca del cuerpo del Conde, esperando que la mujer revisara mi sello.
De forma altanera comenté – Zagreus. Mi nombre es Zagreus.
Anteriormente, había evitado responder a las preguntas sobre mi identidad, pero contemplando que ahora existía un contrato era una forma de garantizar mantener la palabra. Al fin y al cabo, mentir no estaba en mi concepción de persona.
Presumiendo que ya los ánimos de la mujer se habían calmado, me dispuse a responder sus comentarios anteriores sobre mí. Debía recalcar que al final de cuentas yo tenía razón.
Ya firmé… Aunque aún no comprendo por qué ocultar tu verdadera naturaleza, ¿qué fin tiene aparentar ser un simple e insignificante humano? – dije mientras con una pequeña patada golpeaba la pierna del Conde inconsciente en el suelo. - Dices que no soy un Dios y que si existieran hubiesen acabado con nosotros al maldecirnos – sonreí mientras la miraba con una mirada retadora – Ja – Estiré mi mano derecha en dirección a la mujer. La sangre en las prendas del Conde y alrededor en el suelo empezaban a agitarse, las partes que todavía seguían líquidas comenzaban a elevarse por el aire, como si de mi mano una fuerza ejerciera una presión para atraer aquellas partículas de líquido rojo. (1)
En mi palma abierta la sangre se unificaba en una esfera que flotaba, la misma seguía aumentando de tamaño mientras más sangre se integraba producto de la gravedad que ejercía mi habilidad. – Verás, yo no considero que yo esté maldito… - dije mirando la esfera escarlata que giraba sobre mi mano extendida. – Solo considero que soy superior al resto, tal vez tú deberías permitirte sentir que no eres un monstruo… - La esfera se rompió cuando cerré con fuerza mi puño, manchando mi mano del líquido rojo. Mientras estiraba los dedos ensangrentados comenté – ¿Por qué negar que puedes ser un Dios?
La tensión en el ambiente era densa, nuevamente quería provocar a la mujer, sí, había firmado el contrato y mantendría mi palabra. Pero dentro de mí quería detonar algo dentro de ella, ya fuera en señal de venganza por entorpecer mi viaje a la ciudad de los magos en más de una ocasión. Parte de mí quería que sufriera y que con aquel alarde de mi poder se sintiera intimidada de la capacidad de un "ser maldito"… Aunque..., quizás la presionaba de ese modo porque en el fondo sabía que aquella dama podría tener potencial si se quitaba los grilletes que la mantenían encerrada.
Saqué un trapo de tela blanca de mi vestimenta para limpiar mis manos manchadas de sangre mientras esperaba respuesta de la mujer. No tenía más que decir sobre aquel tema, la sed nuevamente me hacía perder la racionalidad, por lo que debía apresurar a la mujer para que cumpliera su parte.
Ahora, sácanos de aquí y cumple tu parte del trato, necesito saciar mi sed… Por cierto… ya te dije que no quiero problemas por este asunto – dije haciendo referencia al Conde - ¿Qué pretendes hacer con él? – tenía la idea de haber escuchado algo sobre “amigos peludos”, la idea de que el Conde desapareciera podría levantar sospechas de aquel sujeto que estuvo horas leyendo cerca del prostíbulo donde curiosamente desapreció… No obstante, el trauma de aquella noche en el humano no sería fácil de excusar a los días siguientes cuando recobrara la conciencia.
____________________________A los minutos, tras mi tono de amenaza solicitando sangre. La mujer se dispuso a buscar en unos cajones. En un principio no entendía el propósito de su búsqueda, aún no recibía respuesta y nuevamente la sed se asomaba en mi boca. Caoimhe continuó en su tarea en silencio, y cuando ya parecía tener todos los materiales necesarios habló.
La prestamista hizo gala de sus mañas de profesión para proponer un contrato. Firmar un papel donde se asegurase de que yo no hablaría de lo sucedido y ella se encargaría de librarme de aquella jaula de concreto y además me garantizaría alimentarme debidamente.
Mientras la mujer explicaba las condiciones del trato con tono amenazante me mantuve en silencio. Ella había preparado todo para que solo la firma diera paso a continuar con aquella noche. Parte de mí se sentía confundido, aunque procuraba mantener en mi rostro una expresión neutral, que fuese difícil de leer.
No comprendía las razones para resguardar su “secreto”, yo también ocultaba cosas, pero llegar a los extremos de hacer una cláusula de confidencialidad me parecía curioso al mismo tiempo que chistoso. Analicé detenidamente la situación, el contrato era una oportunidad de salir de aquel lugar de forma simple, no dudaba que por mis propios medios pudiera escapar de aquella estancia, pero pensando en pasar desapercibido sería complicado salir de la ciudad con la sangre de un Conde y una prestamista bien conocida en Beltrexus… Al final de cuentas, no había forma de hacer una coartada que no levantase sospechas si aquella situación se escapaba de las manos.
La mujer me entregó la pluma y un tarro con tinta mezclada con mi sangre, un detalle encantador para tratarse de una firma de vampiros. Coloqué los objetos encima de una repisa polvorienta y tomé el papel con el contrato para leerlo con calma. Caminé unos pasos alrededor de las estanterías mientras digería toda la información. Todo estaba escrito de forma clara y concreta, no había letras pequeñas, pero aun así toda esta parafernalia me parecía absurda…
Acepto…
Firmé con la Z estilizada que empleaba en mis creaciones en el Lucero del Alba. Coloqué la pluma dentro del tarro y lo puse todo junto nuevamente en la repisa. Caminé unos pasos hacia atrás cerca del cuerpo del Conde, esperando que la mujer revisara mi sello.
De forma altanera comenté – Zagreus. Mi nombre es Zagreus.
Anteriormente, había evitado responder a las preguntas sobre mi identidad, pero contemplando que ahora existía un contrato era una forma de garantizar mantener la palabra. Al fin y al cabo, mentir no estaba en mi concepción de persona.
Presumiendo que ya los ánimos de la mujer se habían calmado, me dispuse a responder sus comentarios anteriores sobre mí. Debía recalcar que al final de cuentas yo tenía razón.
Ya firmé… Aunque aún no comprendo por qué ocultar tu verdadera naturaleza, ¿qué fin tiene aparentar ser un simple e insignificante humano? – dije mientras con una pequeña patada golpeaba la pierna del Conde inconsciente en el suelo. - Dices que no soy un Dios y que si existieran hubiesen acabado con nosotros al maldecirnos – sonreí mientras la miraba con una mirada retadora – Ja – Estiré mi mano derecha en dirección a la mujer. La sangre en las prendas del Conde y alrededor en el suelo empezaban a agitarse, las partes que todavía seguían líquidas comenzaban a elevarse por el aire, como si de mi mano una fuerza ejerciera una presión para atraer aquellas partículas de líquido rojo. (1)
En mi palma abierta la sangre se unificaba en una esfera que flotaba, la misma seguía aumentando de tamaño mientras más sangre se integraba producto de la gravedad que ejercía mi habilidad. – Verás, yo no considero que yo esté maldito… - dije mirando la esfera escarlata que giraba sobre mi mano extendida. – Solo considero que soy superior al resto, tal vez tú deberías permitirte sentir que no eres un monstruo… - La esfera se rompió cuando cerré con fuerza mi puño, manchando mi mano del líquido rojo. Mientras estiraba los dedos ensangrentados comenté – ¿Por qué negar que puedes ser un Dios?
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La tensión en el ambiente era densa, nuevamente quería provocar a la mujer, sí, había firmado el contrato y mantendría mi palabra. Pero dentro de mí quería detonar algo dentro de ella, ya fuera en señal de venganza por entorpecer mi viaje a la ciudad de los magos en más de una ocasión. Parte de mí quería que sufriera y que con aquel alarde de mi poder se sintiera intimidada de la capacidad de un "ser maldito"… Aunque..., quizás la presionaba de ese modo porque en el fondo sabía que aquella dama podría tener potencial si se quitaba los grilletes que la mantenían encerrada.
Saqué un trapo de tela blanca de mi vestimenta para limpiar mis manos manchadas de sangre mientras esperaba respuesta de la mujer. No tenía más que decir sobre aquel tema, la sed nuevamente me hacía perder la racionalidad, por lo que debía apresurar a la mujer para que cumpliera su parte.
Ahora, sácanos de aquí y cumple tu parte del trato, necesito saciar mi sed… Por cierto… ya te dije que no quiero problemas por este asunto – dije haciendo referencia al Conde - ¿Qué pretendes hacer con él? – tenía la idea de haber escuchado algo sobre “amigos peludos”, la idea de que el Conde desapareciera podría levantar sospechas de aquel sujeto que estuvo horas leyendo cerca del prostíbulo donde curiosamente desapreció… No obstante, el trauma de aquella noche en el humano no sería fácil de excusar a los días siguientes cuando recobrara la conciencia.
Off
(1): Sangromante: Debido a la lectura de un tomo ancestral sumado a mi potencial racial como vampiro puedo tener control sobre la sangre. Siendo capaz de darle forma a la misma, manipularla a mi antojo o crear efectos positivos o debilitaciones a través del torrente sanguíneo. (Talentos y Rasgos de Zagreus)
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Re: Cacería nocturna [Privado][Noche]
Una súbita sensación de sosiego la envolvió como estimulo provocado por la el rasgar de la pluma en el pergamino frente a Zagreus y la sensación de respirar de nuevo y por primera vez la hizo componerse. Como si hubiese estado necesitando aquello desde la primera vez que se topo con aquel desconocido al principio del callejón oscuro.
Insuflo aire en los pulmones, encantada de volver a tener el control sobre su camino. Manejar sus propios hilos, y sin que Zagreus lo supiese, poseer un pequeño hilo de unión a el a modo de minúscula cantidad de sangre en la tinta de aquel contrato.
Aparto de las manos del hombre el pergamino asegurándose que lo enrollaba sobre sí. No dudaba que en el momento exacto en el que Zagreus desapareciese de su vista iba a deleitarse con el tanto de la mínima cantidad de sangre dejada sobre su trazo. Se preguntaba qué información iba a traerle aquella cantidad efímera del liquido rojo. Noto como su corazón se aceleraba y latía de manera fuerte producto de la verdadera sed que daba sentido a su personalidad y la única habilidad de aquella presencia demoniaca en ella que era bendición del mismo modo: La sed de conocimiento. En este caso, sobre aquella figura. Y el placer de obtenerlo, por mínimo que fuese, sin el explicito consentimiento de la figura que la acompañaba. Bueno... técnicamente con su consentimiento explicito.
Seguía aun molesta porque estaba segura que aquella cantidad ínfima apenas le daría para traer a ella emociones quizás medio recuerdo del chico. No era como sus pequeños frascos. Su colección a salvo en su hogar. Su manera de conectar con el resto de los que consideraban oportuno hacer un trato con ella. Pero… bastaría. Por ahora.
Apretó el pergamino en su mano mientras la voz de Zagreus llamaba de nuevo su atención apartándola de su mente y sus planes en las horas venideras
Sus palabras nacían de un conocimiento de si mismo abrupto. Aquel hombre hablaba como si amase de manera sobrehumana cada parte ridícula de ser un demonio. Enlazaba las palabras casi con amor a las mismas tan solo porque se referían a lo que lo hacían distinto y con ellas, Caoimhe se percató, aquel hombre le mostro lo que la chica había estado intuyendo, pero no había confirmado nunca por la ausencia de cercanía a los suyos:
Algunos demonios tenían poderes incluso mas perturbadores que su naturaleza. De ahí su capacidad para ‘entender’ a través de la sangre. Aquel hombre la manipulo de manera decidida torneándola en una bola entre sus manos.
Caoimhe, ahora sumida en la templanza que le daba tener un poco de control de vuelta sobre sus hombros regreso a su estado habitual de apatía y comprendió los intentos de aquel hombre por atraerla de nuevo hasta la Caoimhe que el y solo el en mucho tiempo había visto. A su vulnerabilidad.
Aquel hombre necesitaba entender el mensaje de que aquello había sido producto de las circunstancias y que lejos de ser algo que quisiese aprender de ella misma, no iba a volver a repetirse delante de el. Ni de nadie.
Sonrio ante la pregunta sobre la deidad. Se acerco al hombre y tomo la mano que el se estaba esforzando en limpiar y que había albergado la bola con la sangre de Conde hasta hacia unos segundos. La observo por un segundo repasando las líneas de manera distraída, buscando en ellas la humanidad que alguna vez había perdido. Encontró una gota de sangre y la limpio con su dedo para después soltar la mano de Zagreus.
- ¿Por qué aceptarlo? Si decidiese serlo no seria mas que otra deidad competiendo contigo, ¿no? Y ¿qué sentido tiene ser un Dios mas en un mundo de Dioses? - continuo.
Aquello era su manera de hacerle entender de nuevo que aquel no era el lugar, ni el momento de hacerse aquella pregunta. Y que el no era ni mucho menos alguien con quien le apeteciese aprender a responderla. Al fin y al cabo, lo acababa de conocer.
El vampiro de nuevo le recrimino salir de aquel lugar y solventar su sed. Se notaba alterado y Caoimhe comenzaba a comprender que tras saciar su sed y ante la visceralidad de su compañero envuelto en la suya propia, quizás tenia una ventaja sobre el que había desestimado con anterioridad. Algo en ella ronroneo, pero se mostró inalterada y comenzó a caminar indicándole a su acompañante que la siguiese.
Ignoro el tono de molestia de este y mientras señalaba a dos escalones que aparentemente llevaban a la nada, indicándole que se posicionase ahí. La chica mientras tanto repaso aquí y allá algunas de las estanterías de su padre recordando con memoria muscular el lugar exacto donde la seria de palancas escondidas aguardaban. Ninguna había usado desde hacia mas de 20 anos y en algunas el sonido inequívoco de la edad envolvía la habitación a medida que se accionaban.
-Ah sí...- saco de su bolsillo una campanita y poco a poco y atraídas por un estimulo intrínseco sonido de pasos comenzaron a aparecer alrededor de todas las paredes de la sala circular. - Voy a regalarte otro trozo de información sobre mí. Este no está incluido en nuestro contrato así que puedes hacer uso de ella como decidas- dijo de manera burlona esta vez- Si la alimaña que me maldijo hace como 20 años no lo hubiese hecho, si mi éter no hubiese sido corrompido en ese preciso momento, quizás hubiese heredado algo de las habilidades de mi padre.
Se acerco a la pared limitante con los dos escalones y la piedra fría y oscura frente a ella parecía una broma ante sus manos
-De hecho. quizás si que herede algunas. Ninguna mágica, claramente. El éter corrupto de un mago no deja rastro en la presencia vampírica, como he aprendido desde hace años. - hizo una pausa buscando el lugar exacto en el que dos de las piedras que componían el muro era apenas unos milímetros mas gruesos que el resto- Mi padre era un loco habilidoso, además de un mago bastante reconocido en Beltrexus. De hecho, a el debo agradecerle alguno de mis contactos- continuo hasta que uno de sus dedos se inserto de manera parcial en el adoquín frente a ella como si no hubiese nada más que aire-
Un estruendo paso entonces a mover parte de la roca. Caoimhe la apartase dejando tras ella un hueco lo suficientemente grande como para que una persona se metiese por el mismo. Cuando acabo animo a Zagreus a avanzar por el y ella hizo lo mismo
-Con respecto a Conde... bueno... Aacabo de avisarlas que, tras mucho tiempo sin oír su campana, su cena esta al fin servida. Apresúrate, al fin y al cabo, y como has dicho. mi Dios no quiere problemas por este asunto- hizo una leve inclinación para dejarle pasar y le sonrió de manera picara. Quizás estaba tentando su suerte. Caoimhe quería pensar que era el sentir que tenía el control de si misma de nuevo. Temía aceptar que fuese mas bien el hecho de que tenía el estómago lleno: Lo cierto es que de pronto, se sentía divertida.
Ambos salieron a la quietud de la calle que dejaron tras de si casi dos o tres horas atrás. La oscuridad era parcial y la chica podía perfectamente distinguir la figura de Zagreus frente a ella. El aire frio los recibió y los poros de la chica se enervaron ante aquel cambio de temperatura, echando de menos su capa de viaje. Observo a su compañero, estática decidiendo cuales de sus tratos era el menor problema sí. simplemente desaparecía.
-Junto a los juncos bajos del rio, dos o tres calles a la izquierda del burdel donde te encontré, justo antes de que el sol comience a atisbarse por el horizonte encontraras un cuerpo plácidamente dormido. No voy a entrar en detalles sobre porque esta ahí, como ha llegado y que es lo que me debe como para venderlo de aquella manera- dijo retando cualquier pregunta que Zagreus pudiese musitar mientras tiritaba de manera irremediable- Si mis fuentes y cálculos son certeros el alcohol en la sangre de ese hombre será ya casi imperceptible. No es la primera vez que llega a su casa con signos de violencia. No es como si a alguien le importase. De hecho, si acabases con él, estoy segura de que el mismo te lo agradecería. - continuó
Se llevo las manos a los hombros intentando mantener su temperatura Comenzó a moverse como enseñándole el camino hacia donde ir mientras hablaba, dándose cuenta de que el sol no tardaría mucho en salir.
-Disfruta de tu festín, Malebranche- dijo, en tono neutro pero distraída, buscando el lugar exacto por el que perderse de vuelta a su casa con el pergamino con la sangre de Zagreus envuelto en sus manos casi visualizando el momento exacto en el que aquella pieza parte de él, se uniese a su colección.
Insuflo aire en los pulmones, encantada de volver a tener el control sobre su camino. Manejar sus propios hilos, y sin que Zagreus lo supiese, poseer un pequeño hilo de unión a el a modo de minúscula cantidad de sangre en la tinta de aquel contrato.
Aparto de las manos del hombre el pergamino asegurándose que lo enrollaba sobre sí. No dudaba que en el momento exacto en el que Zagreus desapareciese de su vista iba a deleitarse con el tanto de la mínima cantidad de sangre dejada sobre su trazo. Se preguntaba qué información iba a traerle aquella cantidad efímera del liquido rojo. Noto como su corazón se aceleraba y latía de manera fuerte producto de la verdadera sed que daba sentido a su personalidad y la única habilidad de aquella presencia demoniaca en ella que era bendición del mismo modo: La sed de conocimiento. En este caso, sobre aquella figura. Y el placer de obtenerlo, por mínimo que fuese, sin el explicito consentimiento de la figura que la acompañaba. Bueno... técnicamente con su consentimiento explicito.
Seguía aun molesta porque estaba segura que aquella cantidad ínfima apenas le daría para traer a ella emociones quizás medio recuerdo del chico. No era como sus pequeños frascos. Su colección a salvo en su hogar. Su manera de conectar con el resto de los que consideraban oportuno hacer un trato con ella. Pero… bastaría. Por ahora.
Apretó el pergamino en su mano mientras la voz de Zagreus llamaba de nuevo su atención apartándola de su mente y sus planes en las horas venideras
Sus palabras nacían de un conocimiento de si mismo abrupto. Aquel hombre hablaba como si amase de manera sobrehumana cada parte ridícula de ser un demonio. Enlazaba las palabras casi con amor a las mismas tan solo porque se referían a lo que lo hacían distinto y con ellas, Caoimhe se percató, aquel hombre le mostro lo que la chica había estado intuyendo, pero no había confirmado nunca por la ausencia de cercanía a los suyos:
Algunos demonios tenían poderes incluso mas perturbadores que su naturaleza. De ahí su capacidad para ‘entender’ a través de la sangre. Aquel hombre la manipulo de manera decidida torneándola en una bola entre sus manos.
Caoimhe, ahora sumida en la templanza que le daba tener un poco de control de vuelta sobre sus hombros regreso a su estado habitual de apatía y comprendió los intentos de aquel hombre por atraerla de nuevo hasta la Caoimhe que el y solo el en mucho tiempo había visto. A su vulnerabilidad.
Aquel hombre necesitaba entender el mensaje de que aquello había sido producto de las circunstancias y que lejos de ser algo que quisiese aprender de ella misma, no iba a volver a repetirse delante de el. Ni de nadie.
Sonrio ante la pregunta sobre la deidad. Se acerco al hombre y tomo la mano que el se estaba esforzando en limpiar y que había albergado la bola con la sangre de Conde hasta hacia unos segundos. La observo por un segundo repasando las líneas de manera distraída, buscando en ellas la humanidad que alguna vez había perdido. Encontró una gota de sangre y la limpio con su dedo para después soltar la mano de Zagreus.
- ¿Por qué aceptarlo? Si decidiese serlo no seria mas que otra deidad competiendo contigo, ¿no? Y ¿qué sentido tiene ser un Dios mas en un mundo de Dioses? - continuo.
Aquello era su manera de hacerle entender de nuevo que aquel no era el lugar, ni el momento de hacerse aquella pregunta. Y que el no era ni mucho menos alguien con quien le apeteciese aprender a responderla. Al fin y al cabo, lo acababa de conocer.
El vampiro de nuevo le recrimino salir de aquel lugar y solventar su sed. Se notaba alterado y Caoimhe comenzaba a comprender que tras saciar su sed y ante la visceralidad de su compañero envuelto en la suya propia, quizás tenia una ventaja sobre el que había desestimado con anterioridad. Algo en ella ronroneo, pero se mostró inalterada y comenzó a caminar indicándole a su acompañante que la siguiese.
Ignoro el tono de molestia de este y mientras señalaba a dos escalones que aparentemente llevaban a la nada, indicándole que se posicionase ahí. La chica mientras tanto repaso aquí y allá algunas de las estanterías de su padre recordando con memoria muscular el lugar exacto donde la seria de palancas escondidas aguardaban. Ninguna había usado desde hacia mas de 20 anos y en algunas el sonido inequívoco de la edad envolvía la habitación a medida que se accionaban.
-Ah sí...- saco de su bolsillo una campanita y poco a poco y atraídas por un estimulo intrínseco sonido de pasos comenzaron a aparecer alrededor de todas las paredes de la sala circular. - Voy a regalarte otro trozo de información sobre mí. Este no está incluido en nuestro contrato así que puedes hacer uso de ella como decidas- dijo de manera burlona esta vez- Si la alimaña que me maldijo hace como 20 años no lo hubiese hecho, si mi éter no hubiese sido corrompido en ese preciso momento, quizás hubiese heredado algo de las habilidades de mi padre.
Se acerco a la pared limitante con los dos escalones y la piedra fría y oscura frente a ella parecía una broma ante sus manos
-De hecho. quizás si que herede algunas. Ninguna mágica, claramente. El éter corrupto de un mago no deja rastro en la presencia vampírica, como he aprendido desde hace años. - hizo una pausa buscando el lugar exacto en el que dos de las piedras que componían el muro era apenas unos milímetros mas gruesos que el resto- Mi padre era un loco habilidoso, además de un mago bastante reconocido en Beltrexus. De hecho, a el debo agradecerle alguno de mis contactos- continuo hasta que uno de sus dedos se inserto de manera parcial en el adoquín frente a ella como si no hubiese nada más que aire-
Un estruendo paso entonces a mover parte de la roca. Caoimhe la apartase dejando tras ella un hueco lo suficientemente grande como para que una persona se metiese por el mismo. Cuando acabo animo a Zagreus a avanzar por el y ella hizo lo mismo
-Con respecto a Conde... bueno... Aacabo de avisarlas que, tras mucho tiempo sin oír su campana, su cena esta al fin servida. Apresúrate, al fin y al cabo, y como has dicho. mi Dios no quiere problemas por este asunto- hizo una leve inclinación para dejarle pasar y le sonrió de manera picara. Quizás estaba tentando su suerte. Caoimhe quería pensar que era el sentir que tenía el control de si misma de nuevo. Temía aceptar que fuese mas bien el hecho de que tenía el estómago lleno: Lo cierto es que de pronto, se sentía divertida.
Ambos salieron a la quietud de la calle que dejaron tras de si casi dos o tres horas atrás. La oscuridad era parcial y la chica podía perfectamente distinguir la figura de Zagreus frente a ella. El aire frio los recibió y los poros de la chica se enervaron ante aquel cambio de temperatura, echando de menos su capa de viaje. Observo a su compañero, estática decidiendo cuales de sus tratos era el menor problema sí. simplemente desaparecía.
-Junto a los juncos bajos del rio, dos o tres calles a la izquierda del burdel donde te encontré, justo antes de que el sol comience a atisbarse por el horizonte encontraras un cuerpo plácidamente dormido. No voy a entrar en detalles sobre porque esta ahí, como ha llegado y que es lo que me debe como para venderlo de aquella manera- dijo retando cualquier pregunta que Zagreus pudiese musitar mientras tiritaba de manera irremediable- Si mis fuentes y cálculos son certeros el alcohol en la sangre de ese hombre será ya casi imperceptible. No es la primera vez que llega a su casa con signos de violencia. No es como si a alguien le importase. De hecho, si acabases con él, estoy segura de que el mismo te lo agradecería. - continuó
Se llevo las manos a los hombros intentando mantener su temperatura Comenzó a moverse como enseñándole el camino hacia donde ir mientras hablaba, dándose cuenta de que el sol no tardaría mucho en salir.
-Disfruta de tu festín, Malebranche- dijo, en tono neutro pero distraída, buscando el lugar exacto por el que perderse de vuelta a su casa con el pergamino con la sangre de Zagreus envuelto en sus manos casi visualizando el momento exacto en el que aquella pieza parte de él, se uniese a su colección.
Caoimhe
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Re: Cacería nocturna [Privado][Noche]
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Re: Cacería nocturna [Privado][Noche]
La vampiresa mostró el camino para salir de aquella estancia, dejando según sus propias palabras “la cena servida”, haciendo referencia al cuerpo del Conde que próximamente sería el festín de creaturas que agradecía no haber conocido. No hubo tiempo para quedarse a observar el espectáculo o siquiera hablar sobre aquellas “mascotas”. Caoimhe comentó aspectos sobre su padre y en todo momento resaltaba su reproche por haber sido convertida en un ser maldito y dejar atrás los dones de la magia. No quise volver a hablar sobre el mismo tema, la mujer se mantenía testaruda, negada a entender que ser vampiro no es una debilidad sino una fortaleza, pero ya aquella prestamista me daría la razón en algún momento. Lo sé...
Ya afuera Caoimhe me indicó donde podría saciar por fin mi hambre, mi percepción sobre la mujer era ambigua, en parte le tenía desprecio por todo lo vivido noches atrás con Mileto, en cierta medida ella era responsable de que el viejo traductor no me fuera útil para traducir mi pergamino del Dios vampiro, por ende mi viaje hacia la ciudad de los magos había resultado en un fracaso. Igualmente, todo el asunto con la cacería de esa noche había sido entorpecido por ella. Sin duda era una mujer irritable, pero incluso así al mostrar su verdadera cara admito que disfruté. Obviamente, mi trato con ella sería sobre la base de la cautela, y la balanza se inclinaba al lado hostil, pero tenía que convencer a aquella mujer. Sentía la necesidad de probar de que yo tenía razón. Por lo que no insistí en el conflicto con Caoimhe, le dejaría marcharse y cumpliría mi parte del trato, quizás nos volveríamos a topar en otras circunstancias donde mi sed y su impertinencia no obstaculizaran el diálogo.
Bueno, me marcharé. – dije mientras iniciaba mi marcha a la dirección dada por la mujer. Sin embargo, me detuve y realicé un último comentario. – Por cierto… si deseas beber nuevamente en esta ciudad ten cuidado. Recuerdo haber leído que hace años existía un grupo de cazadores de vampiros por Beltrexus (1), no son muchos los de nuestra raza que quedan por aquí. Quizás te serviría salir de vez en cuando de esta ciudad… - señalé sin esperar respuesta continuando mi marcha. La guerra entre los Boisson y los Harrowmont había tenido espacio hace tiempo, conocía del suceso por los noticias y rumores que escuché en su momento, aunque cabe admitir que desconocía la resolución de aquel conflicto y si hoy por hoy seguían vigentes aquellos grupos. Igualmente, los vampiros desde los acontecimientos de la capital eran mal vistos en todo el continente, así que mi advertencia era igual de válida. Sé que ella procuraría no hincar más los dientes, pero al final eso es parte de nuestra naturaleza.
Me dirigí al lugar indicado, tal como se podría esperar de la palabra de una prestamista, la información era válida. La sangre empapó mi boca y tras unos pocos segundos me sentía satisfecho. La mordedura de los vampiros tiene la facilidad de producir un pequeño analgésico en la herida que hace que el sujeto no sienta nada, por lo que aquel tipejo no se enteró de lo que sucedía mientras seguía con un sueño profundo. Viviría tras aquella noche, no obstante, la idea de la deuda con Caoimhe me llamaba la atención. Era previsible que si alguien no pagara a tiempo se las viera con los secuaces de la vampiresa, pero por qué dejar el trabajo sucio a ellos si podría alimentarse con los morosos…
Empecé a caminar para llegar al sitio donde me quedaba durante el día, la próxima noche volvería al continente, la ciudad de los magos ya no tenía nada que ofrecerme, por ahora… Con el cielo tornándose de un color rojizo apresuré el paso mientras retomaba la lectura.
"Bien puedo ver que anidas en tu propia luz, y que la desprendes por los ojos, porque cuando te ríes resplandecen; más no quién eres, ni por qué te encuentras, alma digna, en el grado de la esfera que a los hombres ocultan otros rayos." – leí en voz baja, mientras acto siguiente cerraba el libro y reflexionaba sobre la frase. - Quizás Caoimhe debería dejar la luz y ser quien es en verdad. - sonreí pícaramente mientras continuaba el trayecto.
____________________________Ya afuera Caoimhe me indicó donde podría saciar por fin mi hambre, mi percepción sobre la mujer era ambigua, en parte le tenía desprecio por todo lo vivido noches atrás con Mileto, en cierta medida ella era responsable de que el viejo traductor no me fuera útil para traducir mi pergamino del Dios vampiro, por ende mi viaje hacia la ciudad de los magos había resultado en un fracaso. Igualmente, todo el asunto con la cacería de esa noche había sido entorpecido por ella. Sin duda era una mujer irritable, pero incluso así al mostrar su verdadera cara admito que disfruté. Obviamente, mi trato con ella sería sobre la base de la cautela, y la balanza se inclinaba al lado hostil, pero tenía que convencer a aquella mujer. Sentía la necesidad de probar de que yo tenía razón. Por lo que no insistí en el conflicto con Caoimhe, le dejaría marcharse y cumpliría mi parte del trato, quizás nos volveríamos a topar en otras circunstancias donde mi sed y su impertinencia no obstaculizaran el diálogo.
Bueno, me marcharé. – dije mientras iniciaba mi marcha a la dirección dada por la mujer. Sin embargo, me detuve y realicé un último comentario. – Por cierto… si deseas beber nuevamente en esta ciudad ten cuidado. Recuerdo haber leído que hace años existía un grupo de cazadores de vampiros por Beltrexus (1), no son muchos los de nuestra raza que quedan por aquí. Quizás te serviría salir de vez en cuando de esta ciudad… - señalé sin esperar respuesta continuando mi marcha. La guerra entre los Boisson y los Harrowmont había tenido espacio hace tiempo, conocía del suceso por los noticias y rumores que escuché en su momento, aunque cabe admitir que desconocía la resolución de aquel conflicto y si hoy por hoy seguían vigentes aquellos grupos. Igualmente, los vampiros desde los acontecimientos de la capital eran mal vistos en todo el continente, así que mi advertencia era igual de válida. Sé que ella procuraría no hincar más los dientes, pero al final eso es parte de nuestra naturaleza.
Me dirigí al lugar indicado, tal como se podría esperar de la palabra de una prestamista, la información era válida. La sangre empapó mi boca y tras unos pocos segundos me sentía satisfecho. La mordedura de los vampiros tiene la facilidad de producir un pequeño analgésico en la herida que hace que el sujeto no sienta nada, por lo que aquel tipejo no se enteró de lo que sucedía mientras seguía con un sueño profundo. Viviría tras aquella noche, no obstante, la idea de la deuda con Caoimhe me llamaba la atención. Era previsible que si alguien no pagara a tiempo se las viera con los secuaces de la vampiresa, pero por qué dejar el trabajo sucio a ellos si podría alimentarse con los morosos…
Empecé a caminar para llegar al sitio donde me quedaba durante el día, la próxima noche volvería al continente, la ciudad de los magos ya no tenía nada que ofrecerme, por ahora… Con el cielo tornándose de un color rojizo apresuré el paso mientras retomaba la lectura.
"Bien puedo ver que anidas en tu propia luz, y que la desprendes por los ojos, porque cuando te ríes resplandecen; más no quién eres, ni por qué te encuentras, alma digna, en el grado de la esfera que a los hombres ocultan otros rayos." – leí en voz baja, mientras acto siguiente cerraba el libro y reflexionaba sobre la frase. - Quizás Caoimhe debería dejar la luz y ser quien es en verdad. - sonreí pícaramente mientras continuaba el trayecto.
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(1): [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Agregué esto que encontré de hace tiempo, obviamente no estaba yo en el foro aún , pero me pareció un toque curioso al menos para mencionarlo, dudo que sea algo que se pueda sacar provecho.
Realizo tirada por evento de cumpleaños para el día 13 de septiembre.
Zagreus
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Re: Cacería nocturna [Privado][Noche]
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Re: Cacería nocturna [Privado][Noche]
El minuto exacto en el que ambas presencias se despidieron pareció alargarse una eternidad: Caoimhe no sabia muy bien si decir adiós como quien despide a un desconocido o temblar su voz neutra en un deje que indicase que aquel hombre no podía, sino dejar de ser un extraño a partir de aquel momento.
Trago saliva sin saber bien que decir y el segundo se esfumo y con el sus dudas. La mezcla del aire en movimiento sumido en el aroma personal de aquel hombre la hizo entender que como ella misma, él había partido, teniendo en cuenta la dirección elegida, siguiendo sus indicaciones.
Se encapucho mientras giraba aquí y allá sumida en sus pensamientos. Casi parecía obnubilada por las últimas palabras del vampiro. El hombre se había tomado la libertad de entender que era ajena a todo el conflicto que enterraba Beltrexus. Como si aquella misma guerra no hubiese sido la venganza por la que aquel veneno corría por sus venas.
Caoimhe lo supuso inocente. Casi ingenuo. ¿Intentaba quizás alertarla? Sonrió mientras doblaba la esquina que sabia la llevaba de vuelta a su tienda. Posiblemente había más que demonio en Zagreus. Quizás no estuviese todo perdido. Quizás la próxima vez que se encontrasen su ego sediento de deidad estuviese aplacado. Volvió a sonreír, entendiendo que en algún rincón oscuro del alma de aquel vampiro había existido una mínima preocupación acerca del porvenir de la chica. Por alguna razón, por mínimo que fuese aquello la reconfortaba. Al fin y al cabo, no todos los días desataba su demonio delante de alguien.
El pergamino entre sus dedos parecía quemar con el roce sobre ellos.
Se dejo caer sobre su puerta principal con el primer rayo de sol casi apareciendo por el horizonte. La cerro con la misma llave que la había abierto y tras deshacerse de su capa de viaje subió las escaleras apresurada hasta su despacho. Desabotono su corsé a la vez que desenrollo el pergamino con la firma rojiza de Zagreus resaltando entre su propia letra perfectamente hegemónica.
Su corazón latía de manera apresurada y dudando que hacer exactamente dejo el pergamino sobre la mesa mientras abría el entramado de cajones y mecanismos que conectaba con su escondite de botecitos de sangre. Casi podía sentir la sangre creciendo dentro de ella, a pesar de saber que estaba por primera vez en mucho tiempo, saciada. Sabia sin embargo que aquella sed no era sangrienta... sino curiosa.
Los admiro por un segundo y se dejo caer en la silla, sin quitar el ojo del contrato con aquel desconocido.
Insuflo aire en sus pulmones mientras deshacía el peinado que mantenía sus cabellos semiordenados. O al menos tanto como lo estaban después de aquella noche ajetreada. Aquel simple gesto de sentirse al fin cómoda y en la quietud de su seguridad hizo que las ansias de saber que secretos iba a desvelarle el roce de su dedo con la sangre de Zagreus.
Inspiró levemente, aun sin decidirse. Llevo la mano al lugar exacto de la firma de aquel hombre y sin llegar a tocar la tinta mezclada con su sangre, trazo su nombre distraído.
El sol había salido al otro lado de las persianas oscuras de Caoimhe a pesar de que no había rayo oscuro que indicase aquello en su habitación.
El sonido acompasado de la respiración de la vampiresa, su mano, justo a un lado del pergamino frente a ella y sobre todo el silencio opaco de su mente indicaba que se había quedado, finalmente, dormida.
Caoimhe
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