La noche de los 9 deseos [Evento social]
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La noche de los 9 deseos [Evento social]
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Si pudieras pedir un deseo...
La lluvia de estrellas había hecho que mucha gente se reuniera en las afueras de Lunargenta para contemplar ese hermoso espectáculo que se repetía apenas cada decena de años, y de alguna manera se habían ido formando pequeños grupos de personas disfrazadas alrededor de algunas fogatas improvisadas, en las que los conocidos se reunían a contarse historias de terror y tratar de asustarse unos a otros de manera inocente.
Fue entonces cuando ella apareció. Había salido de la nada. Nadie la vio llegar. De pronto, solo estaba ahí, y actuaba como si siempre hubiese estado en ese lugar. ¿Habían estado tan despistados? De cualquier manera, su aspecto tétrico y misterioso se tomó a la ligera, aprovechando su imagen para darle un ambiente más lúgubre a la noche y al lugar.
Aunque la misteriosa mujer, que se hacía llamar “La Bruja de Oniria”, se acercaba a algunos de los grupos a escuchar las historias de terror que contaban. Al final, se acercaba tétricamente para susurrarle al oído a algunos afortunados y les ofrecía comprarles sus miedos y pesadillas. Sus palabras eran apenas murmullos inentendibles, pero, por alguna razón, aquel al que estaban dirigidos sí podía entender perfectamente lo que decía.
Inicialmente la tomaron como un chiste, y más de uno vio la oportunidad de hacerse con algo de dinero fácil contándole sus miedos para cobrar un puñado de aeros. Aquello parecía no tener mucho sentido, pero ¿quién somos para juzgar los fetiches de las mujeres misteriosas que se aparecen sin invitación en noches tenebrosas? Vamos, nada podría salir mal.
Mientras tanto, los más entusiastas se preparaban para un ritual que muchos podían presenciar apenas un par de veces en la vida, y consistía en escribir un deseo en un pedazo de papel y lanzarlo a una fogata en el momento en que comenzara la lluvia de estrellas, una tradición sin ningún sentido, pero que servía para llenar de esperanza las vidas de personas que habían venido saltando de un desastre a otro. Era momento de tener algo de felicidad.
Nadie sabía el momento exacto en que aquello sucedería, por lo que estar atentos al cielo era indispensable. Algunos incluso hacían guardias para vigilar la cúpula celeste, atentos para dar el aviso a los presentes. Y al menos a ratos funcionaba, pues por momentos aparecían varias estrellas fugaces que desaparecían de prisa, dando muy poco tiempo a los presentes para lanzar sus deseos a las fogatas.
∞ Bienvenidos a un evento divertido y tranquilo en el que, esta vez, estarán a salvo, no habrá explosiones ni peligros. Se trata de una tradición inocente en una noche inusual, que consiste en escribir un deseo en un pedazo de papel y lanzarlo a cualquiera de las fogatas cercanas en el momento en que comience la lluvia de estrellas.
∞ Si deseas tomar ventaja y probar suerte con algunos momentos efímeros en que aparecen algunas estrellas prematuras deberás lanzar una runa y obtener la mejor suerte. Aunque no te preocupes, si no lo consigues al primer intento, podrás volver a intentarlo en tu siguiente turno, tantas veces como quieras. Según la leyenda, solo los primeros nueve deseos se suelen hacer realidad.
∞ Por otro lado, quienes quieran un poco de dinero fácil, pueden vender sus miedos y pesadillas a La Bruja de Oniria. Para ello, simplemente deben contar una historia a través de la voz de sus personajes y, a cambio, obtendrán 50 aeros de parte de la bruja (solo una vez).
∞ Pero eso no es todo. Cada personaje podrá emitir un voto por alguna de las historias que se hayan contado. No tienes que dar el voto en tu primera respuesta, puedes esperar un poco a que haya varias historias para elegir la más tétrica, la más original o, simplemente, la que más te guste. La historia ganadora obtendrá una recompensa adicional por parte de La Bruja de Oniria.
∞ Por último, un detalle que no debe pasar desapercibido, es que pueden ir disfrazados. Llevar un disfraz otorgará automáticamente al personaje una mejora de runa, que puede ser usada una sola vez para mejorar una runa buena a muy buena.
∞ Este evento estará abierto hasta el 13 de noviembre. Pueden entrar múltiples cuentas. No hay orden de posteo, pero un mismo usuario no deberá postear dos veces seguidas.
Fue entonces cuando ella apareció. Había salido de la nada. Nadie la vio llegar. De pronto, solo estaba ahí, y actuaba como si siempre hubiese estado en ese lugar. ¿Habían estado tan despistados? De cualquier manera, su aspecto tétrico y misterioso se tomó a la ligera, aprovechando su imagen para darle un ambiente más lúgubre a la noche y al lugar.
Aunque la misteriosa mujer, que se hacía llamar “La Bruja de Oniria”, se acercaba a algunos de los grupos a escuchar las historias de terror que contaban. Al final, se acercaba tétricamente para susurrarle al oído a algunos afortunados y les ofrecía comprarles sus miedos y pesadillas. Sus palabras eran apenas murmullos inentendibles, pero, por alguna razón, aquel al que estaban dirigidos sí podía entender perfectamente lo que decía.
- La Bruja de Oniria:
Inicialmente la tomaron como un chiste, y más de uno vio la oportunidad de hacerse con algo de dinero fácil contándole sus miedos para cobrar un puñado de aeros. Aquello parecía no tener mucho sentido, pero ¿quién somos para juzgar los fetiches de las mujeres misteriosas que se aparecen sin invitación en noches tenebrosas? Vamos, nada podría salir mal.
Mientras tanto, los más entusiastas se preparaban para un ritual que muchos podían presenciar apenas un par de veces en la vida, y consistía en escribir un deseo en un pedazo de papel y lanzarlo a una fogata en el momento en que comenzara la lluvia de estrellas, una tradición sin ningún sentido, pero que servía para llenar de esperanza las vidas de personas que habían venido saltando de un desastre a otro. Era momento de tener algo de felicidad.
Nadie sabía el momento exacto en que aquello sucedería, por lo que estar atentos al cielo era indispensable. Algunos incluso hacían guardias para vigilar la cúpula celeste, atentos para dar el aviso a los presentes. Y al menos a ratos funcionaba, pues por momentos aparecían varias estrellas fugaces que desaparecían de prisa, dando muy poco tiempo a los presentes para lanzar sus deseos a las fogatas.
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∞ Bienvenidos a un evento divertido y tranquilo en el que, esta vez, estarán a salvo, no habrá explosiones ni peligros. Se trata de una tradición inocente en una noche inusual, que consiste en escribir un deseo en un pedazo de papel y lanzarlo a cualquiera de las fogatas cercanas en el momento en que comience la lluvia de estrellas.
∞ Si deseas tomar ventaja y probar suerte con algunos momentos efímeros en que aparecen algunas estrellas prematuras deberás lanzar una runa y obtener la mejor suerte. Aunque no te preocupes, si no lo consigues al primer intento, podrás volver a intentarlo en tu siguiente turno, tantas veces como quieras. Según la leyenda, solo los primeros nueve deseos se suelen hacer realidad.
∞ Por otro lado, quienes quieran un poco de dinero fácil, pueden vender sus miedos y pesadillas a La Bruja de Oniria. Para ello, simplemente deben contar una historia a través de la voz de sus personajes y, a cambio, obtendrán 50 aeros de parte de la bruja (solo una vez).
∞ Pero eso no es todo. Cada personaje podrá emitir un voto por alguna de las historias que se hayan contado. No tienes que dar el voto en tu primera respuesta, puedes esperar un poco a que haya varias historias para elegir la más tétrica, la más original o, simplemente, la que más te guste. La historia ganadora obtendrá una recompensa adicional por parte de La Bruja de Oniria.
∞ Por último, un detalle que no debe pasar desapercibido, es que pueden ir disfrazados. Llevar un disfraz otorgará automáticamente al personaje una mejora de runa, que puede ser usada una sola vez para mejorar una runa buena a muy buena.
∞ Este evento estará abierto hasta el 13 de noviembre. Pueden entrar múltiples cuentas. No hay orden de posteo, pero un mismo usuario no deberá postear dos veces seguidas.
Ansur
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Re: La noche de los 9 deseos [Evento social]
- ¿Y para ti qué es el miedo, Selena?
- ¿El miedo? ¿Qué mierda de preguntas haces, brujo? - contestó, extrañada.
- Joder, para una vez que quiero hablar contigo de algo existencial y profundo...
Ambos se miraron con una expresión de entre asco y extrañeza. Luego, soltaron una carcajada a la misma vez.
- Por los Dioses, sí que te afecta la cerveza, brujo. Pues, ¿sabes lo que es para mí el miedo? Mejor dicho, ¿sabes lo que me da más miedo?
- Dime, dime.
Selena hizo una pausa dramática para darle más peso a sus siguientes palabras. - Los eunucos.
Eberus soltó una carcajada de las suyas, con sonido de tetera, mientras que ella permanecía seria. O más bien, intentando aguantar la risa.
- No, joder, en serio. Piénsalo. Imagínate cómo sería el mundo si todos los hombres tuvieran la verga cortada. Sería terrorífico.
- Pero, ¿terrorífico para el mundo? ¿O para ti? - preguntó insinuante, con ironía.
Selena vació la jarra de cerveza de un trago, y se levantó posándola con firmeza en la mesa de la taberna. - Para tu madre, brujo - y tras guiñarle el ojo en un tono burlesco a Eberus, se dirigió hacia la salida de la taberna. - Vamos, el sol se está poniendo.
A Eberus le había hecho gracia, pero ya empezaba a maquinar en su cabeza cómo se la devolvería a su compañera. Sin embargo, en ese momento debían apresurarse. Ambos salieron de la taberna y se subieron a lomos de Morkvind, para subir hacia el cielo y partir hacia las afueras de la capital, donde habían planeado ir a reírse de las tradiciones y las absurdas creencias de la gente que se había reunido allí.
Cuando llegaron a la zona en cuestión, incluso desde arriba ya podían ver numerosas hogueras encendidas en una zona bastante amplia, donde grupos de personas inocentes se reunían para pedir deseos y disfrutar de una noche tradicional.
Descendieron y comenzaron a pasear por la zona a lomos de su corcel. - Mira, una de las tuyas - dijo gesticulando con la cabeza hacia donde había visto a una mujer encapuchada que emanaba éter. Al mirar, Eberus vio cómo aquella mujer se iba acercando misteriosamente a cada persona dentro de un grupillo. Parecía que les ofrecía algo a cada uno. Qué extraño.
A Eberus le causó curiosidad, y ambos bajaron al suelo para unirse al grupo y enterarse de lo que ocurría allí. - Hola. Oye, ¿qué hacéis aquí? - le preguntó a uno de los hombres del grupo.
Instantáneamente, la bruja apareció detrás de él de manera inesperada y le contestó ella misma.
- Pasar un buen rato. Hola, soy La Bruja de Oniria. He visto que te has acercado con curiosidad. ¿Quieres unirte a nosotros? Si nos cuentas tus miedos y pesadillas, quizás te recompense con un puñado de aeros - le ofreció con voz susurrante, cerca de la oreja.
Eberus sintió un ligero escalofrío. No se esperaba para nada aquella aparición. Pero, ¿había escuchado aeros? Efectivamente. - Será un placer entonces, señorita - contestó con una sutil reverencia. - Selena, podrías contar lo de los eunucos - bromeó.
Sólo tenía que inventarse una historia terrorífica y entrar al centro del círculo que formaban para contarla. No sería difícil para él, un brujo cuya manera favorita de influencia hacia los demás era a través del miedo. ¿Por qué, sino, escogería a un morador del viento como montura?
______- ¿El miedo? ¿Qué mierda de preguntas haces, brujo? - contestó, extrañada.
- Joder, para una vez que quiero hablar contigo de algo existencial y profundo...
Ambos se miraron con una expresión de entre asco y extrañeza. Luego, soltaron una carcajada a la misma vez.
- Por los Dioses, sí que te afecta la cerveza, brujo. Pues, ¿sabes lo que es para mí el miedo? Mejor dicho, ¿sabes lo que me da más miedo?
- Dime, dime.
Selena hizo una pausa dramática para darle más peso a sus siguientes palabras. - Los eunucos.
Eberus soltó una carcajada de las suyas, con sonido de tetera, mientras que ella permanecía seria. O más bien, intentando aguantar la risa.
- No, joder, en serio. Piénsalo. Imagínate cómo sería el mundo si todos los hombres tuvieran la verga cortada. Sería terrorífico.
- Pero, ¿terrorífico para el mundo? ¿O para ti? - preguntó insinuante, con ironía.
Selena vació la jarra de cerveza de un trago, y se levantó posándola con firmeza en la mesa de la taberna. - Para tu madre, brujo - y tras guiñarle el ojo en un tono burlesco a Eberus, se dirigió hacia la salida de la taberna. - Vamos, el sol se está poniendo.
A Eberus le había hecho gracia, pero ya empezaba a maquinar en su cabeza cómo se la devolvería a su compañera. Sin embargo, en ese momento debían apresurarse. Ambos salieron de la taberna y se subieron a lomos de Morkvind, para subir hacia el cielo y partir hacia las afueras de la capital, donde habían planeado ir a reírse de las tradiciones y las absurdas creencias de la gente que se había reunido allí.
Cuando llegaron a la zona en cuestión, incluso desde arriba ya podían ver numerosas hogueras encendidas en una zona bastante amplia, donde grupos de personas inocentes se reunían para pedir deseos y disfrutar de una noche tradicional.
Descendieron y comenzaron a pasear por la zona a lomos de su corcel. - Mira, una de las tuyas - dijo gesticulando con la cabeza hacia donde había visto a una mujer encapuchada que emanaba éter. Al mirar, Eberus vio cómo aquella mujer se iba acercando misteriosamente a cada persona dentro de un grupillo. Parecía que les ofrecía algo a cada uno. Qué extraño.
A Eberus le causó curiosidad, y ambos bajaron al suelo para unirse al grupo y enterarse de lo que ocurría allí. - Hola. Oye, ¿qué hacéis aquí? - le preguntó a uno de los hombres del grupo.
Instantáneamente, la bruja apareció detrás de él de manera inesperada y le contestó ella misma.
- Pasar un buen rato. Hola, soy La Bruja de Oniria. He visto que te has acercado con curiosidad. ¿Quieres unirte a nosotros? Si nos cuentas tus miedos y pesadillas, quizás te recompense con un puñado de aeros - le ofreció con voz susurrante, cerca de la oreja.
Eberus sintió un ligero escalofrío. No se esperaba para nada aquella aparición. Pero, ¿había escuchado aeros? Efectivamente. - Será un placer entonces, señorita - contestó con una sutil reverencia. - Selena, podrías contar lo de los eunucos - bromeó.
Sólo tenía que inventarse una historia terrorífica y entrar al centro del círculo que formaban para contarla. No sería difícil para él, un brujo cuya manera favorita de influencia hacia los demás era a través del miedo. ¿Por qué, sino, escogería a un morador del viento como montura?
OFF: Qué maravilloso, hace poco se me ocurrió un rol sobre historias de terror, y mágicamente lo habéis hecho realidad jajaja. Cómo lo voy a gosar! <3
Eberus
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Re: La noche de los 9 deseos [Evento social]
No solía ir acompañado más allá de Katrina ni se integraba en grupos desde hacía bastante tiempo. Pero aquella noche era diferente; especialmente fría, además. Se decía que la fina capa que separaba el mundo de los muertos con el de los vivos era permeable durante esa época del año, y la vampiresa estaba anotando mucha afluencia de éter descontrolada. Además, Alward, como campesino que había sido durante toda su infancia, se sabía historias escalofriantes que no sabía muy bien si eran reales o simplemente para asustar a niños. Había visto muchas cosas en los últimos años, y si tuviese que decidirse, escogería la primera opción.
Y allí se encontraba, rodeado de personas que, por diversas causas, habían decidido agruparse para pasar la noche juntos. No había dado su verdadero nombre, por precaución. Por suerte, bajo el pseudónimo de Zydan (y con su máscara puesta), había sido aceptado.
Katrina se acercó con un trozo de papel en una mano y un carboncillo en la otra. Alward, que hasta entonces había estado absorto en sus propios pensamientos mirando a la bóveda celeste, que aquella noche se presentaba con sus mejores y más relucientes galas en forma de estrellas brillantes, de todos los tamaños e intensidades, y nebulosas apreciables a simple vista.
El espadachín encapuchado bajó su mirada hacia la vampiresa.
-¿Has decidido seguir la tradición?
La peliblanca lo miró, dubitativa y curiosa.
-En mi aldea natal solíamos hacerlo.-Estaba sentado en un tocón de uno de los árboles que habían servido para hacer la fogata enorme que presidía el campamento.-...los pocos afortunados que podían.-Saber exactamente dónde y cuándo iba a ocurrir una lluvia de estrellas no era algo que un simple campesino conociera. Normalmente, las noticias se extendían desde Lunargenta. Los más eruditos compartían esa información, y a los paisanos de Alward les gustaban las estrellas casi tanto como a él.
-¿Has visto una lluvia de estrellas antes?-La voz mágica de la vampiresa se proyectó en la mente del Sevna, el cual asintió ante su pregunta.-¿Y pediste un deseo?
La respuesta del humano volvió a ser afirmativa.
-Pedí entrar en la Guardia.
La vampiresa esbozó una sonrisa.
-Deseo concedido.-Dijo con una voz que sonaba cálida y entrañable por todos los espacios de la mente del enmascarado.
Alward asintió de nuevo y sonrió afable, aunque solo se pudo ver desde fuera cómo achinaba un poco los ojos.
Acto seguido, la peliblanca le extendió un trozo de papel en blanco y el carboncillo con el que ella había escrito su deseo.
-¿Vas a pedir alguno?
Vaciló durante un momento, pero agarró el trozo de papel y el carboncillo y escribió apenas una frase corta.
-¿Se puede decir lo que has pedido?-Preguntó, curiosa.
En el momento en el que Alward iba a responder, una figura se dejó ver unos pasos más atrás de Katrina. El Sevna enfocó su mirada, extrañado. La vampiresa se dio la vuelta, también extrañada. Era aquella extraña mujer que había aparecido para intercambiar historias por dinero (una extraña forma de pasar el tiempo). Pero no cualquier tipo de historia, tenía que ser un relato que despertara los mayores miedos en una persona. El Sevna era una persona lleno de ellos, para suerte de la extraña mujer.
-¿Quieres compartir una historia, viajero?
Alward la miró de arriba a abajo, su piel, sus ropajes, sus ojos... daban respeto del malo; del que pone la piel de gallina y penetra en tus peores pesadillas. ¿Quién sería realmente? ¿Por qué se había molestado en ir por los campos de Verisar recopilando historias?
Katrina intentó colarse en su mente. Fue rechazada al instante, como si algo inmaterial la empujara, obligándola incluso a dar un paso atrás para no perder el equilibrio. Seguidamente, una sensación de escalofrío y miedo irracional la invadió. Tensó sus músculos e hizo un mohín con sus labios tratando de resistirse a aquellas sensaciones.
Alward apoyó sus codos en las rodillas y juntó sus manos, pensativo. Iba a darle lo que quería, sería una buena forma de pasar el tiempo. Inspiró y comenzó a relatar.
-El mayor miedo que puede tener una persona, sin lugar a dudas es el olvido.-Dijo enfatizando en la última palabra.-Campesinos, soldados, generales, monarcas, sacerdotes... da igual, el olvido hace que todo quede devorado por la nada y el vacío. Incluso si las fuerzas oscuras de este mundo son olvidadas, todo lo que hayan hecho no habrá servido para nada. Los tiranos y aquellos que han encabezado los peligros que han puesto en jaque al mundo, ¿Qué eran lo que más querían? ¿A qué se aferraban? A crear una obra que perdurara, que se les recordara como artífices de un hecho que cambió el mundo; que nadie les olvidase.-Inquirió.-Yo no soy diferente a ellos...-Dijo en un tono de voz más bajo-¿Y si todo lo que estoy haciendo no sirve al final para nada?-Se preguntó mirando a los que, por curiosidad, se habían acercado para escuchar su historia. Quizás atraídos por el mismo relato, o más probablemente, por la misteriosa mujer.-Tanto esfuerzo, tantas guerras, tanta lucha, tanta muerte, tanta tragedia... ¿Para nada? ¿La mayoría gente seguirá viviendo una vida mediocre y pobre? ¿Seguirán habiendo malvados que se aprovechen de los débiles y quieran arrasar con todo lo bueno conocido? ¿La injusticia es el orden natural de las cosas realmente?-Hacía preguntas sin parar, todas lógicas a su juicio.-Si te olvidan, no existes. Nunca lo has hecho, y nunca lo harás. La nada es lo que más puede temer una persona.
Hizo un barrido con su mirada a todos los presentes. No sabía si se estaba desviando del tema o quizás era una reflexión demasiado profunda y que a nadie le importaba. Esperaba que no fuese así.
-Hubo una vez, hace tanto tiempo que quizás nada de lo que hay hoy en el mundo es parecido a lo que existía en aquella época, gente que admiraba a las estrellas como nosotros lo estamos haciendo hoy.-Alzó su mirada brevemente para observar las constelaciones. Hoy todos estaban presentes allá arriba, no podían perderse el espectáculo de una lluvia de estrellas. Eso le transmitió paz. ¿Lo estarían observando a él también?-Las fuerzas de la Oscuridad asolaban las tierras, y amenazaban con consumir todo el mundo, apagar el sol y apoderarse de toda luz existente en todos los reinos. Querían imponer su ley, y estaban hartos de andar subyugados y relegados al margen de toda la existencia.-Irguió su espalda, mientras continuaba la explicación.-Es una historia de héroes y dioses que se salvaron, no solo su mundo y sus creaciones, sino a ellos mismos también.-Explicó-Los héroes consiguieron derrotar a la temible Oscuridad, salvaron el mundo y repartieron las enseñanzas y lecciones de los dioses por el mundo para que una barbaridad así no volviese a repetirse, y si se daba ese caso, que estuviesen preparados para combatir la fuerza destructora y consumidora de mundos que suponía dicha amenaza.-Hizo una breve pausa dramática.-Fueron olvidados.-Dijo con una voz algo lúgubre-Ni siquiera sus nombres perduraron.-Calló durante unos segundos, barriendo de nuevo con la mirada a todos los presentes.-Ya sabéis los males que invaden al mundo a día de hoy: corrupción, guerras, hambrunas, epidemias, fuerzas invasoras de otros planos... ¿Y si es solo el comienzo? ¿Y si las señales del regreso de la Oscuridad son estas? Nadie va a estar preparado...-Dijo, lamentándose-Y, oh, por los dioses... esta vez podría ser la definitiva: Vamos a ser olvidados.
Cuando pareció haber acabado, bajó la mirada al suelo, y casi en un susurró remató:
-Que los dioses sean piadosos.
Y allí se encontraba, rodeado de personas que, por diversas causas, habían decidido agruparse para pasar la noche juntos. No había dado su verdadero nombre, por precaución. Por suerte, bajo el pseudónimo de Zydan (y con su máscara puesta), había sido aceptado.
Katrina se acercó con un trozo de papel en una mano y un carboncillo en la otra. Alward, que hasta entonces había estado absorto en sus propios pensamientos mirando a la bóveda celeste, que aquella noche se presentaba con sus mejores y más relucientes galas en forma de estrellas brillantes, de todos los tamaños e intensidades, y nebulosas apreciables a simple vista.
El espadachín encapuchado bajó su mirada hacia la vampiresa.
-¿Has decidido seguir la tradición?
La peliblanca lo miró, dubitativa y curiosa.
-En mi aldea natal solíamos hacerlo.-Estaba sentado en un tocón de uno de los árboles que habían servido para hacer la fogata enorme que presidía el campamento.-...los pocos afortunados que podían.-Saber exactamente dónde y cuándo iba a ocurrir una lluvia de estrellas no era algo que un simple campesino conociera. Normalmente, las noticias se extendían desde Lunargenta. Los más eruditos compartían esa información, y a los paisanos de Alward les gustaban las estrellas casi tanto como a él.
-¿Has visto una lluvia de estrellas antes?-La voz mágica de la vampiresa se proyectó en la mente del Sevna, el cual asintió ante su pregunta.-¿Y pediste un deseo?
La respuesta del humano volvió a ser afirmativa.
-Pedí entrar en la Guardia.
La vampiresa esbozó una sonrisa.
-Deseo concedido.-Dijo con una voz que sonaba cálida y entrañable por todos los espacios de la mente del enmascarado.
Alward asintió de nuevo y sonrió afable, aunque solo se pudo ver desde fuera cómo achinaba un poco los ojos.
Acto seguido, la peliblanca le extendió un trozo de papel en blanco y el carboncillo con el que ella había escrito su deseo.
-¿Vas a pedir alguno?
Vaciló durante un momento, pero agarró el trozo de papel y el carboncillo y escribió apenas una frase corta.
-¿Se puede decir lo que has pedido?-Preguntó, curiosa.
En el momento en el que Alward iba a responder, una figura se dejó ver unos pasos más atrás de Katrina. El Sevna enfocó su mirada, extrañado. La vampiresa se dio la vuelta, también extrañada. Era aquella extraña mujer que había aparecido para intercambiar historias por dinero (una extraña forma de pasar el tiempo). Pero no cualquier tipo de historia, tenía que ser un relato que despertara los mayores miedos en una persona. El Sevna era una persona lleno de ellos, para suerte de la extraña mujer.
-¿Quieres compartir una historia, viajero?
Alward la miró de arriba a abajo, su piel, sus ropajes, sus ojos... daban respeto del malo; del que pone la piel de gallina y penetra en tus peores pesadillas. ¿Quién sería realmente? ¿Por qué se había molestado en ir por los campos de Verisar recopilando historias?
Katrina intentó colarse en su mente. Fue rechazada al instante, como si algo inmaterial la empujara, obligándola incluso a dar un paso atrás para no perder el equilibrio. Seguidamente, una sensación de escalofrío y miedo irracional la invadió. Tensó sus músculos e hizo un mohín con sus labios tratando de resistirse a aquellas sensaciones.
Alward apoyó sus codos en las rodillas y juntó sus manos, pensativo. Iba a darle lo que quería, sería una buena forma de pasar el tiempo. Inspiró y comenzó a relatar.
-El mayor miedo que puede tener una persona, sin lugar a dudas es el olvido.-Dijo enfatizando en la última palabra.-Campesinos, soldados, generales, monarcas, sacerdotes... da igual, el olvido hace que todo quede devorado por la nada y el vacío. Incluso si las fuerzas oscuras de este mundo son olvidadas, todo lo que hayan hecho no habrá servido para nada. Los tiranos y aquellos que han encabezado los peligros que han puesto en jaque al mundo, ¿Qué eran lo que más querían? ¿A qué se aferraban? A crear una obra que perdurara, que se les recordara como artífices de un hecho que cambió el mundo; que nadie les olvidase.-Inquirió.-Yo no soy diferente a ellos...-Dijo en un tono de voz más bajo-¿Y si todo lo que estoy haciendo no sirve al final para nada?-Se preguntó mirando a los que, por curiosidad, se habían acercado para escuchar su historia. Quizás atraídos por el mismo relato, o más probablemente, por la misteriosa mujer.-Tanto esfuerzo, tantas guerras, tanta lucha, tanta muerte, tanta tragedia... ¿Para nada? ¿La mayoría gente seguirá viviendo una vida mediocre y pobre? ¿Seguirán habiendo malvados que se aprovechen de los débiles y quieran arrasar con todo lo bueno conocido? ¿La injusticia es el orden natural de las cosas realmente?-Hacía preguntas sin parar, todas lógicas a su juicio.-Si te olvidan, no existes. Nunca lo has hecho, y nunca lo harás. La nada es lo que más puede temer una persona.
Hizo un barrido con su mirada a todos los presentes. No sabía si se estaba desviando del tema o quizás era una reflexión demasiado profunda y que a nadie le importaba. Esperaba que no fuese así.
-Hubo una vez, hace tanto tiempo que quizás nada de lo que hay hoy en el mundo es parecido a lo que existía en aquella época, gente que admiraba a las estrellas como nosotros lo estamos haciendo hoy.-Alzó su mirada brevemente para observar las constelaciones. Hoy todos estaban presentes allá arriba, no podían perderse el espectáculo de una lluvia de estrellas. Eso le transmitió paz. ¿Lo estarían observando a él también?-Las fuerzas de la Oscuridad asolaban las tierras, y amenazaban con consumir todo el mundo, apagar el sol y apoderarse de toda luz existente en todos los reinos. Querían imponer su ley, y estaban hartos de andar subyugados y relegados al margen de toda la existencia.-Irguió su espalda, mientras continuaba la explicación.-Es una historia de héroes y dioses que se salvaron, no solo su mundo y sus creaciones, sino a ellos mismos también.-Explicó-Los héroes consiguieron derrotar a la temible Oscuridad, salvaron el mundo y repartieron las enseñanzas y lecciones de los dioses por el mundo para que una barbaridad así no volviese a repetirse, y si se daba ese caso, que estuviesen preparados para combatir la fuerza destructora y consumidora de mundos que suponía dicha amenaza.-Hizo una breve pausa dramática.-Fueron olvidados.-Dijo con una voz algo lúgubre-Ni siquiera sus nombres perduraron.-Calló durante unos segundos, barriendo de nuevo con la mirada a todos los presentes.-Ya sabéis los males que invaden al mundo a día de hoy: corrupción, guerras, hambrunas, epidemias, fuerzas invasoras de otros planos... ¿Y si es solo el comienzo? ¿Y si las señales del regreso de la Oscuridad son estas? Nadie va a estar preparado...-Dijo, lamentándose-Y, oh, por los dioses... esta vez podría ser la definitiva: Vamos a ser olvidados.
Cuando pareció haber acabado, bajó la mirada al suelo, y casi en un susurró remató:
-Que los dioses sean piadosos.
Alward Sevna
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Re: La noche de los 9 deseos [Evento social]
Unos ansiosos golpes en la puerta de su habitación sobresaltaron a la cuerva, que tras pasar toda la mañana en los bosques cazando, estaba terminando de asearse para bajar a almorzar. - ¡Ava! ¡Soy yo, ábreme! - la inconfundible voz de la búfala llegó desde el otro lado, con lo que no le quedo más remedio que dejar de secarse el pelo para dejarla entrar. - Hola Raiza. - la saludó, percatándose de inmediato de lo emocionada que estaba la híbrida.
- Menos mal que te encuentro, vine a buscarte hace un rato pero Nadia me dijo que habías salido. - comenzó a hablar, entrando en el modesto cuarto como un torbellino. - Bueno, aquí estoy, ¿qué ocurre? - se interesó la morena, echando mano nuevamente la toalla con que intentaba retirar la humedad de su negra melena. - No me digas que no lo sabes, se espera una lluvia de estrellas para esta noche, solo pasa una vez cada diez años, ¡tenemos que ir! - contestó rápidamente, empezando a recoger algunas de las pertenencias de su amiga.
- Espera, ¿por qué tanta prisa? Aún faltan horas y yo ni siquiera he comido aún. - protestó Ava al verla. - ¿Por qué va a ser? Debemos prepararnos, no hay tiempo que perder. - insistió ella, y en cuanto consideró que ya tenía lo necesario, entregó los objetos a la alada y tomándola de los hombros la hizo girar para empujarla suavemente hacia la puerta. - Eh, Raiza espera, ¡al menos deja que coja a Segadora y me ponga la armadura! - pidió, aunque en vano.
- De eso nada, créeme, a donde vamos no sería más que un estorbo, vamooss, te lo explicaré todo mientras comemos en la taberna. - se negó la mujer bestia, sacándola de la estancia para llevarla al piso de abajo. Una vez allí, y con un plato del famoso guiso casero de Nadia delante, la búfala le habló sobre la tradición que rodeaba aquella noche en particular, en que muchos se reunían en torno a las fogatas para compartir historias de terror y pedir deseos a las estrellas.
- Ya entiendo, pero sigo sin saber a qué viene tanto apuro, deja que suba a por el resto de mis cosas y luego podremos ir a las afueras. - propuso la Midgardiana, incómoda por haber salido solo con la muda de ropa que solía llevar debajo de Blackwall y sus cuchillos. - Ya te dije que eso solo sería una molestia, venga, termina de comer, tenemos mucho que hacer antes de que caiga la noche. - rechazó la curtidora, sin dar más detalles hasta que salieron del local para encaminarse a la zona comercial.
Tras recorrer un par de calles, Raiza se detuvo ante uno de los negocios, que ofrecía todo tipo de ropas, aunque el producto estrella para la fecha eran los disfraces. - No puede ser. - musitó la morena, intuyendo las intenciones de su acompañante. - Entremos. - la instó, sonriendo ampliamente y tirando de su brazo para que pasase al interior.
Dentro, el propietario, un artesano algo mayor ya, las recibió amablemente, ofreciéndose a ayudarlas en cuanto necesitasen antes de dejarlas mirar libremente los trajes que había preparado para la ocasión.
- Creo que me probaré este, ¿qué dices Ava? ¿has visto alguno que te guste? - preguntó Raiza, pero la cuerva ni siquiera había mostrado interés por las prendas. - No pienso disfrazarme. - soltó sin más, para disgusto de su amiga. - ¿Cómo que no? Es parte de la tradición, la gente suele ponerse estas cosas. - replicó ella, sin darse por vencida a la primera de cambio. - ¿Qué importa lo que lleve puesto? Vamos a ver la lluvia de estrellas… no necesito esto. - concluyó, y aunque la búfala trató de convencerla por todos los medios, finalmente tuvo que abandonar la idea.
- Bueno, entonces elige un conjunto de ropa, concédeme eso al menos ¿quieres? - pidió, señalando la otra zona de la tienda, donde se encontraba la ropa normal. - No prometo nada. - fue lo único que dijo la alada antes de dirigirse hacia aquella parte.
Los ambarinos ojos de la mujer recorrieron las estanterías y los también los modelos que colgaban, deteniéndose sobre uno en concreto, cuyo contraste de colores y forma consiguió llamar su atención. - ¿Te gusta? - la voz del anciano a su espalda hizo que se sobresaltase, pero una vez vio que se trataba de él, recuperó la calma. - Sí. - respondió, y sin que tuviese que decir nada más, el hombre se adelantó para tomar las prendas y tendérselas. - Entonces deberías probártelo, no te preocupes por las alas, lo adaptaré para que puedas llevarlo cómodamente. - la tranquilizó el experimentado tejedor, que ya había creado cosas para hombres bestia de casi todo tipo.
Ava asintió con la cabeza e hizo lo que le indicaba, aunque ciertamente no podría saber cómo le quedaría del todo hasta que se hubiesen hecho los arreglos pertinentes. - ¿Y bien? ¿quieres que te lo ajuste? - preguntó el viejo en cuanto salió del probador. - Sí, por favor. - musitó la morena, dejando que el hombre echase un vistazo al punto en que le nacían las plumíferas extremidades para tomar medidas y trasladarlas al conjunto. - Muy bien, no tardaré mucho, puedes venir a recogerlo en una hora. - comentó, pasando al interior del taller, donde tenía todas sus herramientas de costura.
- Parece que al final has encontrado algo, me alegro. - intervino la híbrida, que ya tenía su disfraz. - Dejemos que trabaje tranquilo. - añadió poco después, llevándose a la alada a dar un paseo por el resto de comercios.
Un rato más tarde regresaron para terminar de hacer sus compras, y tras dar las gracias al amable tejedor, volvieron a las calles. - Vayamos a mi taller, allí podremos prepararnos. - sugirió Raiza, realmente animada. - No hace falta ir tan lejos, podríamos cambiarnos en la posada. - propuso Ava, provocando que su acompañante la mirase con cierta desconfianza. - Ni hablar, serías capaz de hacerme el lío y ponerte la armadura. - le recriminó, y la Midgardiana no pudo replicar nada, tenía razón.
En cuanto estuvieron listas para acudir a la lluvia de estrellas, ambas dejaron atrás los muros de la ciudad para dirigirse a las afueras, donde ya se congregaban algunos grupos en torno a las fogatas.
Imitando al resto, encendieron su propia hoguera y se sentaron en torno al fuego, alzando la vista al cielo de cuando en cuando. - Bien, escribamos nuestros deseos. - habló la curtidora, que llevaba consigo varios trozos de pergamino y un par de carboncillos. Aquello no les llevó demasiado, ya que tenían bastante claro lo que querían pedir. - Ya está, ahora a vigilar para que no se nos pase el momento… ¿qué has escrito en tu papel? - se interesó, clavando la mirada sobre la cuerva.
- Es un secreto. - susurró ella, pues su deseo era tan simple que la avergonzaba decirlo en voz alta. Ava solo soñaba con llevar una vida normal, lejos de la sombra de Celene. - Pues yo pido olvidar a Robert de una vez, espero que me lo cumplan. - reveló Raiza, sin perder la sonrisa a pesar de lo que había sufrido por aquel humano.
Que su amiga tocase aquel tema hizo sentir mal a la joven, ella siempre se mostraba abierta y dispuesta a compartir sus sentimientos, mientras la alada seguía resistiéndose a hablar de lo que la atormentaba. ¿Habría llegado el momento de contarle el motivo por el que había abandonado su hogar?
- Algo te perturba, puedo sentirlo… cuéntamelo y yo te quitaré ese peso de los hombros. - susurró una voz, junto al oído de la cuerva. La repentina aparición de la extraña consiguió alterarlas a ambas, pues no la habían oído acercarse hasta que la tuvieron justo detrás. - Soy la Bruja de Oniria, compartid conmigo vuestros más profundos temores. - se presentó, invitándolas a hablar y desahogarse con ella.
Ava y Raiza se miraron sin saber qué hacer, preguntándose si sería buena idea revelar algo tan íntimo a una desconocida.
- Menos mal que te encuentro, vine a buscarte hace un rato pero Nadia me dijo que habías salido. - comenzó a hablar, entrando en el modesto cuarto como un torbellino. - Bueno, aquí estoy, ¿qué ocurre? - se interesó la morena, echando mano nuevamente la toalla con que intentaba retirar la humedad de su negra melena. - No me digas que no lo sabes, se espera una lluvia de estrellas para esta noche, solo pasa una vez cada diez años, ¡tenemos que ir! - contestó rápidamente, empezando a recoger algunas de las pertenencias de su amiga.
- Espera, ¿por qué tanta prisa? Aún faltan horas y yo ni siquiera he comido aún. - protestó Ava al verla. - ¿Por qué va a ser? Debemos prepararnos, no hay tiempo que perder. - insistió ella, y en cuanto consideró que ya tenía lo necesario, entregó los objetos a la alada y tomándola de los hombros la hizo girar para empujarla suavemente hacia la puerta. - Eh, Raiza espera, ¡al menos deja que coja a Segadora y me ponga la armadura! - pidió, aunque en vano.
- De eso nada, créeme, a donde vamos no sería más que un estorbo, vamooss, te lo explicaré todo mientras comemos en la taberna. - se negó la mujer bestia, sacándola de la estancia para llevarla al piso de abajo. Una vez allí, y con un plato del famoso guiso casero de Nadia delante, la búfala le habló sobre la tradición que rodeaba aquella noche en particular, en que muchos se reunían en torno a las fogatas para compartir historias de terror y pedir deseos a las estrellas.
- Ya entiendo, pero sigo sin saber a qué viene tanto apuro, deja que suba a por el resto de mis cosas y luego podremos ir a las afueras. - propuso la Midgardiana, incómoda por haber salido solo con la muda de ropa que solía llevar debajo de Blackwall y sus cuchillos. - Ya te dije que eso solo sería una molestia, venga, termina de comer, tenemos mucho que hacer antes de que caiga la noche. - rechazó la curtidora, sin dar más detalles hasta que salieron del local para encaminarse a la zona comercial.
Tras recorrer un par de calles, Raiza se detuvo ante uno de los negocios, que ofrecía todo tipo de ropas, aunque el producto estrella para la fecha eran los disfraces. - No puede ser. - musitó la morena, intuyendo las intenciones de su acompañante. - Entremos. - la instó, sonriendo ampliamente y tirando de su brazo para que pasase al interior.
Dentro, el propietario, un artesano algo mayor ya, las recibió amablemente, ofreciéndose a ayudarlas en cuanto necesitasen antes de dejarlas mirar libremente los trajes que había preparado para la ocasión.
- Creo que me probaré este, ¿qué dices Ava? ¿has visto alguno que te guste? - preguntó Raiza, pero la cuerva ni siquiera había mostrado interés por las prendas. - No pienso disfrazarme. - soltó sin más, para disgusto de su amiga. - ¿Cómo que no? Es parte de la tradición, la gente suele ponerse estas cosas. - replicó ella, sin darse por vencida a la primera de cambio. - ¿Qué importa lo que lleve puesto? Vamos a ver la lluvia de estrellas… no necesito esto. - concluyó, y aunque la búfala trató de convencerla por todos los medios, finalmente tuvo que abandonar la idea.
- Bueno, entonces elige un conjunto de ropa, concédeme eso al menos ¿quieres? - pidió, señalando la otra zona de la tienda, donde se encontraba la ropa normal. - No prometo nada. - fue lo único que dijo la alada antes de dirigirse hacia aquella parte.
Los ambarinos ojos de la mujer recorrieron las estanterías y los también los modelos que colgaban, deteniéndose sobre uno en concreto, cuyo contraste de colores y forma consiguió llamar su atención. - ¿Te gusta? - la voz del anciano a su espalda hizo que se sobresaltase, pero una vez vio que se trataba de él, recuperó la calma. - Sí. - respondió, y sin que tuviese que decir nada más, el hombre se adelantó para tomar las prendas y tendérselas. - Entonces deberías probártelo, no te preocupes por las alas, lo adaptaré para que puedas llevarlo cómodamente. - la tranquilizó el experimentado tejedor, que ya había creado cosas para hombres bestia de casi todo tipo.
Ava asintió con la cabeza e hizo lo que le indicaba, aunque ciertamente no podría saber cómo le quedaría del todo hasta que se hubiesen hecho los arreglos pertinentes. - ¿Y bien? ¿quieres que te lo ajuste? - preguntó el viejo en cuanto salió del probador. - Sí, por favor. - musitó la morena, dejando que el hombre echase un vistazo al punto en que le nacían las plumíferas extremidades para tomar medidas y trasladarlas al conjunto. - Muy bien, no tardaré mucho, puedes venir a recogerlo en una hora. - comentó, pasando al interior del taller, donde tenía todas sus herramientas de costura.
- Parece que al final has encontrado algo, me alegro. - intervino la híbrida, que ya tenía su disfraz. - Dejemos que trabaje tranquilo. - añadió poco después, llevándose a la alada a dar un paseo por el resto de comercios.
Un rato más tarde regresaron para terminar de hacer sus compras, y tras dar las gracias al amable tejedor, volvieron a las calles. - Vayamos a mi taller, allí podremos prepararnos. - sugirió Raiza, realmente animada. - No hace falta ir tan lejos, podríamos cambiarnos en la posada. - propuso Ava, provocando que su acompañante la mirase con cierta desconfianza. - Ni hablar, serías capaz de hacerme el lío y ponerte la armadura. - le recriminó, y la Midgardiana no pudo replicar nada, tenía razón.
En cuanto estuvieron listas para acudir a la lluvia de estrellas, ambas dejaron atrás los muros de la ciudad para dirigirse a las afueras, donde ya se congregaban algunos grupos en torno a las fogatas.
Imitando al resto, encendieron su propia hoguera y se sentaron en torno al fuego, alzando la vista al cielo de cuando en cuando. - Bien, escribamos nuestros deseos. - habló la curtidora, que llevaba consigo varios trozos de pergamino y un par de carboncillos. Aquello no les llevó demasiado, ya que tenían bastante claro lo que querían pedir. - Ya está, ahora a vigilar para que no se nos pase el momento… ¿qué has escrito en tu papel? - se interesó, clavando la mirada sobre la cuerva.
- Es un secreto. - susurró ella, pues su deseo era tan simple que la avergonzaba decirlo en voz alta. Ava solo soñaba con llevar una vida normal, lejos de la sombra de Celene. - Pues yo pido olvidar a Robert de una vez, espero que me lo cumplan. - reveló Raiza, sin perder la sonrisa a pesar de lo que había sufrido por aquel humano.
Que su amiga tocase aquel tema hizo sentir mal a la joven, ella siempre se mostraba abierta y dispuesta a compartir sus sentimientos, mientras la alada seguía resistiéndose a hablar de lo que la atormentaba. ¿Habría llegado el momento de contarle el motivo por el que había abandonado su hogar?
- Algo te perturba, puedo sentirlo… cuéntamelo y yo te quitaré ese peso de los hombros. - susurró una voz, junto al oído de la cuerva. La repentina aparición de la extraña consiguió alterarlas a ambas, pues no la habían oído acercarse hasta que la tuvieron justo detrás. - Soy la Bruja de Oniria, compartid conmigo vuestros más profundos temores. - se presentó, invitándolas a hablar y desahogarse con ella.
Ava y Raiza se miraron sin saber qué hacer, preguntándose si sería buena idea revelar algo tan íntimo a una desconocida.
- Atuendos:
- Raiza y su disfraz
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Ava Kenrith
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Re: La noche de los 9 deseos [Evento social]
Lunargenta
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Las tierras del oeste quedaron atrás tras un largo pero interesante viaje. Al fin me sentía a gusta al volver a la península, extrañaba el aroma, su gente y la vista.
Como fuera nuestro camino nos llevó a ese peculiar sitio en el que algo se celebraba, parecía que los dioses querían compensar semejante susto en el norte - o al menos así lo percibía.
El ambiente era curioso, había fogatas por do quier y tiendas en las que podías comprar lo que parecía ser disfraces, me invadía la curiosidad de saber qué era todo eso por lo que me acerqué a unas de las personas que allí estaban, llevaba una mascara de lo que parecía era un dragón.
- Disculpa ¿Qué se celebra esta noche? - Miré curiosa.
- Lluvia de estrellas señorita, muchos también nos vestimos para la ocasión. Se dice que puedes escribir un deseo y pedirselo a las estrellas. - Explicó. Meleis y yo nos miramos con cierto dejo de asombro. - Si también quiere vestirse, en esa tienda de allá ofrecen disfraces a muy buen precio. - Agregó.
Sonreí y negué levemente con la cabeza, si tenía que disfrazarme, lo haría con algo mío y me ahorraría el dinero en el proceso. Además cabía la posibilidad de que aquello llamara la atención puede que la suerte me bendijera y lograra vender algo.
- Dame a Bomull, iré a cambiarme. Aparta un lugar en alguna de las fogatas no será difícil hallarte. - Le dije mientras tomaba a mi ya no tan pequeño gomejo, que cada día parecía crecer y engordar más. Pero seguía igual de adorable y consentido. Además era bastante dócil y Meleis sí que había sabido volverlo obediente sabrán los dioses cómo.
No me había olvidado de Gaegel y estaba segura de que me había leído la mente por lo que lo miré de reojo. - Cuida de que no haya algún fisgón mientras me cambio detrás de esa tienda. - Con una mano sostenía a Bomull, con la otra hurgaba en el interior de mi bolso sacando el enrollado disfraz mientras mis pasos iban a esa dirección. Luciría con orgullo mi mayor creación hasta ahora.
Mientras tanto, Meleis había ido a una de las fogatas, había suficiente espacio para Gaegel y yo. - Buenas noches, si no les molesta. ¿Puedo apartar dos lugares? Mis compañeros vienen en camino. - Dijo al grupo que allí estaba con su típica amabilidad.
No pasó mucho tiempo, luego de me hubiera cambiado y posiblemente cuidado de fisgones en el área cuando tras divisar a mi hermano en una minuciosa busqueda de personas altas. Fui hacia la fogata donde para mi sorpresa había una cara muy familiar, nada más y nada menos que Eberus. Sonreí de medio lado, recordar los acontecimientos de hace poco era gratificante, pero por ahora estaba enfocada en el negocio de promocionar mi mercancía en compañía de mi gomejo. - Buenas noches... Es una hermosa velada al parecer. Escuché que los deseos se cumplen. ¿Es cierto?- Saludé y hablé un poco con aquel grupo.
Había una persona inusual, que una vez que me senté se acercó susurrante a mi oído. - Saludos viajera, soy la Bruja de Oniria. Veo que ta has unido a nosotros. Es una noche de deseos pero el ambiente es propicio para las pesadillas. Cuéntanos una historia y serás recompensada. - La palabra recompensa había nublado todo lo demás. ¿Una historia? Tenía cientos de ellas pero me limitaría a hacer lo que pedía, era mejor no tentar a la suerte.
Meleis no había escuchado, parecía ocupado en querer escribir algú deseo pues se le veía muy concentrado con un pedazo de pergamino en mano y una pluma en otra.
Mi cabeza maquinaba, y tomándome el atrevimiento me aclaré la voz. - Si no les molesta este fuego me hace recordar un cuento. Ya ustedes podrán creerlo o no, pero les puedo asegurar que lo que yo vi fue ta real que aún se me pone la piel de gallina. - Con Bomull en mi regazo y una voz grave, profunda y cierto aire seductor mi historia comenzó.
- Yiska... Jamás olvidaré ese nombre. Sucedió hace diez años, en un lugar que no mencionaré, pero las fuerzas de la oscuridad parecían tener un gusto en esta zona, yo no lo creí hasta que lo vi. Era una aldea pequeña, peligrosa y llena de enigmas por doquier. Recuerdo que me hospedaba en una cabaña, una familia de humanos, muy numerosa, me había dado cobijo a cambio de trabajo. Aquella noche celebraban el aniversario de su abuela, el miembro más anciano de la familia. Pensaran que mi historia se enfoca en ella, pero no...
La historia se centra en la hija menor de ella y su cuñada, esposa de uno de los mayores. La música sonaba y luego tras un golpe en seco todo cesó. En el suelo yacían ambas mujeres totalmente desmayadas. El aire se sintió pesado, no sabía cómo describirlo pero algo no estaba bien. Rápidamente ambas fueron llevadas a una de la habitaciones, todas tenían camas grandes de paja, las recostaron allí.
Me ofrecí en brindarles ayuda y velar por su sueño hasta que despertaran, seguramente pensaron que el alcohol se les había subido. Aceptaron y la fiesta continuó mientras allí estaba ahora yo sentada. Pensé en colocar paños húmedos en sus frentes y me levanté dando la espalda. La esposa del hijo mayor abrió los ojos, pero no eran suyos, eran rojos. Acto seguido fue la hija menor quien los abrió luego... sin embargo a diferencia de la primera ella parecía estar normal, salvo porque era incapaz de moverse y respiraba agitada, algo alguna fuerza le impedía levantarse y hablar... Yo era sólo una joven, pero al escuchar el jadeo por parte de la hija menor me giré, pensé en ir en su auxilio pero una fuerza me retuvo, y al igual que ella tampoco podía pronunciar palabra alguna.
Por otro lado, las cosas se pusieron raras con la mujer esposa del hijo mayor, sus facciones se volvieron toscas y el ambiente era mas denso que nunca. Su sonrisa macabra te helaba la sangre, yo solo podía mirar. Su cuello giró tal cuál búho y comenzó a levitar hablando en un lenguaje extraño, antiguo...
Yiska Shaitán , Yiska Shaitán , Yiska Shaitán , Yiska Shaitán ... era el nombre que repetía con una voz que no era de ella. Sabía que yo no estaba ebria, no había bebido tanto como para delirar hasta ese punto. Reía y balbuceaba una y otra vez y miraba a la hija menor, tenía un particular interés en ella. - "Tú eres mejor recipiente, tu energía pura es como un imán para mí"- Dijo la cosa que se hacía llamar Yiska...
La hija menor seguía muda, yo por mi parte sin poder moverme, pero algo cambió en el panorama y el vapor comenzó a salir de la tal Yiska antes de que se retorciera y cayera de la cama. Solo éramos nosotras tres, pues la música era tan fuerte que difícilmente podían escuchar semejante alboroto. Me desmayé en ese momento y no supe de mí.
Desperté un par de días después. La hija menor estaba a un lado de mi cama. Su cabeza estaba gacha, parecía cansada. Cuando me levanté se disculpó una y otra vez conmigo apenada por lo sucedido. Yo quería una explicación pues aún sentía un miedo irracional a mi alrededor.
Me contó que comenzó a rezar a los dioses, ofreciendo su espíritu para libera al mal que invadía a su cuñada. Rezó tan intensamente que acudieron a su llamado y aceptaron su ofrenda. Era un demonio que había poseído a su cuñada pero al parecer la "energía espiritual" - como me la describió- era más rica en ella. Cuando ocurrió mi desmayó se disculpó pues parte de mi energía mágica se había visto absorbida por este acontecimiento...
No fui más a ese poblado... pero les puedo asegurar que los demonios son reales y tienen un particular gusto por las almas humanas. - Guardé silencio. Mi historia había terminado.
Como fuera nuestro camino nos llevó a ese peculiar sitio en el que algo se celebraba, parecía que los dioses querían compensar semejante susto en el norte - o al menos así lo percibía.
El ambiente era curioso, había fogatas por do quier y tiendas en las que podías comprar lo que parecía ser disfraces, me invadía la curiosidad de saber qué era todo eso por lo que me acerqué a unas de las personas que allí estaban, llevaba una mascara de lo que parecía era un dragón.
- Disculpa ¿Qué se celebra esta noche? - Miré curiosa.
- Lluvia de estrellas señorita, muchos también nos vestimos para la ocasión. Se dice que puedes escribir un deseo y pedirselo a las estrellas. - Explicó. Meleis y yo nos miramos con cierto dejo de asombro. - Si también quiere vestirse, en esa tienda de allá ofrecen disfraces a muy buen precio. - Agregó.
Sonreí y negué levemente con la cabeza, si tenía que disfrazarme, lo haría con algo mío y me ahorraría el dinero en el proceso. Además cabía la posibilidad de que aquello llamara la atención puede que la suerte me bendijera y lograra vender algo.
- Dame a Bomull, iré a cambiarme. Aparta un lugar en alguna de las fogatas no será difícil hallarte. - Le dije mientras tomaba a mi ya no tan pequeño gomejo, que cada día parecía crecer y engordar más. Pero seguía igual de adorable y consentido. Además era bastante dócil y Meleis sí que había sabido volverlo obediente sabrán los dioses cómo.
No me había olvidado de Gaegel y estaba segura de que me había leído la mente por lo que lo miré de reojo. - Cuida de que no haya algún fisgón mientras me cambio detrás de esa tienda. - Con una mano sostenía a Bomull, con la otra hurgaba en el interior de mi bolso sacando el enrollado disfraz mientras mis pasos iban a esa dirección. Luciría con orgullo mi mayor creación hasta ahora.
Mientras tanto, Meleis había ido a una de las fogatas, había suficiente espacio para Gaegel y yo. - Buenas noches, si no les molesta. ¿Puedo apartar dos lugares? Mis compañeros vienen en camino. - Dijo al grupo que allí estaba con su típica amabilidad.
No pasó mucho tiempo, luego de me hubiera cambiado y posiblemente cuidado de fisgones en el área cuando tras divisar a mi hermano en una minuciosa busqueda de personas altas. Fui hacia la fogata donde para mi sorpresa había una cara muy familiar, nada más y nada menos que Eberus. Sonreí de medio lado, recordar los acontecimientos de hace poco era gratificante, pero por ahora estaba enfocada en el negocio de promocionar mi mercancía en compañía de mi gomejo. - Buenas noches... Es una hermosa velada al parecer. Escuché que los deseos se cumplen. ¿Es cierto?- Saludé y hablé un poco con aquel grupo.
Había una persona inusual, que una vez que me senté se acercó susurrante a mi oído. - Saludos viajera, soy la Bruja de Oniria. Veo que ta has unido a nosotros. Es una noche de deseos pero el ambiente es propicio para las pesadillas. Cuéntanos una historia y serás recompensada. - La palabra recompensa había nublado todo lo demás. ¿Una historia? Tenía cientos de ellas pero me limitaría a hacer lo que pedía, era mejor no tentar a la suerte.
Meleis no había escuchado, parecía ocupado en querer escribir algú deseo pues se le veía muy concentrado con un pedazo de pergamino en mano y una pluma en otra.
Mi cabeza maquinaba, y tomándome el atrevimiento me aclaré la voz. - Si no les molesta este fuego me hace recordar un cuento. Ya ustedes podrán creerlo o no, pero les puedo asegurar que lo que yo vi fue ta real que aún se me pone la piel de gallina. - Con Bomull en mi regazo y una voz grave, profunda y cierto aire seductor mi historia comenzó.
- Yiska... Jamás olvidaré ese nombre. Sucedió hace diez años, en un lugar que no mencionaré, pero las fuerzas de la oscuridad parecían tener un gusto en esta zona, yo no lo creí hasta que lo vi. Era una aldea pequeña, peligrosa y llena de enigmas por doquier. Recuerdo que me hospedaba en una cabaña, una familia de humanos, muy numerosa, me había dado cobijo a cambio de trabajo. Aquella noche celebraban el aniversario de su abuela, el miembro más anciano de la familia. Pensaran que mi historia se enfoca en ella, pero no...
La historia se centra en la hija menor de ella y su cuñada, esposa de uno de los mayores. La música sonaba y luego tras un golpe en seco todo cesó. En el suelo yacían ambas mujeres totalmente desmayadas. El aire se sintió pesado, no sabía cómo describirlo pero algo no estaba bien. Rápidamente ambas fueron llevadas a una de la habitaciones, todas tenían camas grandes de paja, las recostaron allí.
Me ofrecí en brindarles ayuda y velar por su sueño hasta que despertaran, seguramente pensaron que el alcohol se les había subido. Aceptaron y la fiesta continuó mientras allí estaba ahora yo sentada. Pensé en colocar paños húmedos en sus frentes y me levanté dando la espalda. La esposa del hijo mayor abrió los ojos, pero no eran suyos, eran rojos. Acto seguido fue la hija menor quien los abrió luego... sin embargo a diferencia de la primera ella parecía estar normal, salvo porque era incapaz de moverse y respiraba agitada, algo alguna fuerza le impedía levantarse y hablar... Yo era sólo una joven, pero al escuchar el jadeo por parte de la hija menor me giré, pensé en ir en su auxilio pero una fuerza me retuvo, y al igual que ella tampoco podía pronunciar palabra alguna.
Por otro lado, las cosas se pusieron raras con la mujer esposa del hijo mayor, sus facciones se volvieron toscas y el ambiente era mas denso que nunca. Su sonrisa macabra te helaba la sangre, yo solo podía mirar. Su cuello giró tal cuál búho y comenzó a levitar hablando en un lenguaje extraño, antiguo...
Yiska Shaitán , Yiska Shaitán , Yiska Shaitán , Yiska Shaitán ... era el nombre que repetía con una voz que no era de ella. Sabía que yo no estaba ebria, no había bebido tanto como para delirar hasta ese punto. Reía y balbuceaba una y otra vez y miraba a la hija menor, tenía un particular interés en ella. - "Tú eres mejor recipiente, tu energía pura es como un imán para mí"- Dijo la cosa que se hacía llamar Yiska...
La hija menor seguía muda, yo por mi parte sin poder moverme, pero algo cambió en el panorama y el vapor comenzó a salir de la tal Yiska antes de que se retorciera y cayera de la cama. Solo éramos nosotras tres, pues la música era tan fuerte que difícilmente podían escuchar semejante alboroto. Me desmayé en ese momento y no supe de mí.
Desperté un par de días después. La hija menor estaba a un lado de mi cama. Su cabeza estaba gacha, parecía cansada. Cuando me levanté se disculpó una y otra vez conmigo apenada por lo sucedido. Yo quería una explicación pues aún sentía un miedo irracional a mi alrededor.
Me contó que comenzó a rezar a los dioses, ofreciendo su espíritu para libera al mal que invadía a su cuñada. Rezó tan intensamente que acudieron a su llamado y aceptaron su ofrenda. Era un demonio que había poseído a su cuñada pero al parecer la "energía espiritual" - como me la describió- era más rica en ella. Cuando ocurrió mi desmayó se disculpó pues parte de mi energía mágica se había visto absorbida por este acontecimiento...
No fui más a ese poblado... pero les puedo asegurar que los demonios son reales y tienen un particular gusto por las almas humanas. - Guardé silencio. Mi historia había terminado.
- Off:
- Outfit
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Disfraz de Gomejo [Ropas comunes pobres]: No están pensadas para protección en batalla, sino para abrigar y vestir. Al ser de calidad Pobre su estética es deficiente.
- Inventario:
- Collar de Zafiro [Encantamiento Pudor] - Cuello
- Pieza Metalica - Pecho lado izquierdo.
- Armadura Ligera Normal [Debajo del Disfraz]
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Látigo [Arma Flexible Superior - Encantamiento Castigo de Piedra] - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura. [2]
- Kit de Curtiduría Inferior - Bolso
- Bomull (Cría de Gomejo)
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Re: La noche de los 9 deseos [Evento social]
Luego de tomar el camino con "vista panorámica". Logramos llegar a Verisar. De los sitios que he visitado. Esta región del continente era la que más suelo frecuentar. Conozco la mayoría de los caminos, por lo que no me pierdo fácilmente por aquí. En nuestro viaje logramos llegar a lo que parecía otra festividad. Era muy curioso cómo habíamos pasado de un lugar a otro y encontrándonos festividades en proceso. No lo voy a negar, a mi me gusta celebrar. Es una buena excusa para alzar mi cerveza por una razón más que mi propio gusto por el alcohol.
Mera le preguntó a alguien que estaba vestido de forma peculiar. Parecía que celebraban una lluvia de estrellas. Esos acontecimientos siempre eran grandiosos. Además la gente tenía una tradición de pedir un deseo con la intención de que las estrellas lo cumplieran. - Eso suena fenomenal. - Dije con una amplia sonrisa. Además de indicarnos de un lugar donde podíamos comprar prendas a un buen precio. Ahora que recordaba. Yo le había pedido a Mera que fabricara unas ropas peculiares que tenían forma de gomejo. Por lo que no gastaría aeros en eso y bien podía gastarlos en alcohol.
La mujer parecía tener la misma idea que yo, por lo que le pidió a Meleis que cuidara de su gomejo. Acto seguido también me pidió que cuidara ya que ella se iba a cambiar y no quería tener mirones. - Bien. Yo me encargo de eso. - Dicho eso fuimos a la parte trasera de la tienda en donde se vistió para la ocasión. Luego de eso ahora fui yo quien se puso el traje de gomejo. Al salir de allí iba un hombre con una canasta de frutas y verduras, y me encargué de tomar una zanahoria sin que se diera cuenta para comenzar a comerla despacio y sin ninguna prisa.
Caminamos hasta llegar a donde había una fogata. Allí estaba Meleis, quien se había encargado de apartar algunos lugares para nosotros. Entre los presentes, logré divisar a Eberus, el cual hablaba con una mujer, aunque no lograba escuchar nada de lo que discutían, en fin. Ya habrá oportunidad de hablar con el. En eso, una extraña mujer se acercó a nosotros, su semblante era tétrico, aunque imaginaba que la idea era mantener la sintonía de los disfraces. Hizo una propuesta con Mera sobre relatar una historia.
Ella terminó aceptando y comenzó a relatar una historia de uno de sus viajes. Mientras ella hablaba, yo le daba uno que otro mordisco a la zanahoria. La historia de mi acompañante me sumergió por completo en su narración, y sin darme cuenta, cuando ella terminó de hablar, ya no tenía zanahoria que mordisquear. Al término de su relato, la bruja rio levemente con un tono macabro. - Puede estar segura que, a pesar del escepticismo de los demás. Este mundo está lleno de cosas sobrenaturales que la mayoría no está dispuesta en comprender.
Luego de eso, esa bruja posó su mirada en mi. - ¿Y tú muchacho?... Puedo ver por tus ojos que también has visto cosas más allá de la comprensión. Anda, que también serás recompensado. - Al escucharla decir aquello, no pude evitar tragar algo de saliva. De un momento a otro una serie de imágenes pasaron por mi cabeza. - Pues así es. - Reí levemente.
Todo esto pasó hace aproximadamente unos ocho o nueve años atrás. Me había unido a un grupo de cazadores de bestias salvajes que destruyen el ganado y los cultivos de los humanos. No lo voy a negar que al principio ese trabajo me pareció muy divertido, ya que el ambiente de trabajo era muy entretenido entre el jefe y los colegas. En uno de los trabajos nos explicaron que una granja era constantemente atacada por un enorme lobo, por lo que nos pusimos en marcha y le dimos caza. En una noche logramos encontrarnos con esa bestia. Era sorprendentemente ágil, ya que no podíamos golpearla. Pero por suerte nuestro jefe logró clavarle una flecha en llamas en una de las patas del lobo, lo cual lo alteró un poco haciendo que huyera de nosotros.
No podíamos dejar las cosas inconclusas, por lo que lo perseguimos por un buen tiempo hasta que entró en una propiedad enorme. Eso nos preocupó, y decidimos alertar a las personas que vivían allí. Golpeamos la puerta principal y luego de un rato un hombre de avanzada edad nos recibió. Allí comenzamos hablar con el de la situación. El dijo que no había escuchado nada, y que de haber una bestia, no se iría, ya que allí tenía todas sus posesiones, por lo que decidimos entrar a la propiedad para cuidar a ese hombre.
La casa por fuera parecía muy modesta, pero por dentro estaba llena de lujos. Objetos de gran valor, piedras preciosas y metales valiosos. Comprendíamos un poco la razón por la cual no deseaba abandonar su hogar, ya que alguien más podía intentar robarle. Aunque mientras hablábamos con el hombre, me di cuenta que una de sus manos tenía vendajes, y que sangraba. La situación allí fue que cambió por completo. Ese hombre comenzó a transformarse primero en un enorme oso, y luego en una criatura con alas de murcielago. Sus patas inferiores eran de cabra, y sus manos eran enormes, y la cabeza... - No pude evitarlo y me rasqué la nuca. - Nunca en mi vida había visto algo similar.
De un momento a otro, con sus enormes y afiladas garras había partido en dos a uno de mis compañeros, y comió la cabeza al jefe. En ese instante mis manos temblaban. Mi espada se me había caído del miedo. Y lo único que atiné a hacer fue salir por una de las ventanas y convirtiéndome en lobo, hui tan rápido como mis patas me lo permitieron. - Dije mientras mis manos estaban aferradas a mis rodillas. - Nunca, en toda mi vida había tenido tanto miedo como esa noche... El solo recordarlo hace que me hiele la sangre. - Dije suspirando profundamente. - Eso ocurrió un poco al sur de la cueva del río... De la gente que vive cerca de allí supe que a esa criatura se hacía llamar Naa'Lorg. Pero desde ese entonces no he vuelto a escuchar ese nombre salir de otra persona que no sea yo. - Dije riendo con ligero nerviosismo.
Mera le preguntó a alguien que estaba vestido de forma peculiar. Parecía que celebraban una lluvia de estrellas. Esos acontecimientos siempre eran grandiosos. Además la gente tenía una tradición de pedir un deseo con la intención de que las estrellas lo cumplieran. - Eso suena fenomenal. - Dije con una amplia sonrisa. Además de indicarnos de un lugar donde podíamos comprar prendas a un buen precio. Ahora que recordaba. Yo le había pedido a Mera que fabricara unas ropas peculiares que tenían forma de gomejo. Por lo que no gastaría aeros en eso y bien podía gastarlos en alcohol.
La mujer parecía tener la misma idea que yo, por lo que le pidió a Meleis que cuidara de su gomejo. Acto seguido también me pidió que cuidara ya que ella se iba a cambiar y no quería tener mirones. - Bien. Yo me encargo de eso. - Dicho eso fuimos a la parte trasera de la tienda en donde se vistió para la ocasión. Luego de eso ahora fui yo quien se puso el traje de gomejo. Al salir de allí iba un hombre con una canasta de frutas y verduras, y me encargué de tomar una zanahoria sin que se diera cuenta para comenzar a comerla despacio y sin ninguna prisa.
Caminamos hasta llegar a donde había una fogata. Allí estaba Meleis, quien se había encargado de apartar algunos lugares para nosotros. Entre los presentes, logré divisar a Eberus, el cual hablaba con una mujer, aunque no lograba escuchar nada de lo que discutían, en fin. Ya habrá oportunidad de hablar con el. En eso, una extraña mujer se acercó a nosotros, su semblante era tétrico, aunque imaginaba que la idea era mantener la sintonía de los disfraces. Hizo una propuesta con Mera sobre relatar una historia.
Ella terminó aceptando y comenzó a relatar una historia de uno de sus viajes. Mientras ella hablaba, yo le daba uno que otro mordisco a la zanahoria. La historia de mi acompañante me sumergió por completo en su narración, y sin darme cuenta, cuando ella terminó de hablar, ya no tenía zanahoria que mordisquear. Al término de su relato, la bruja rio levemente con un tono macabro. - Puede estar segura que, a pesar del escepticismo de los demás. Este mundo está lleno de cosas sobrenaturales que la mayoría no está dispuesta en comprender.
Luego de eso, esa bruja posó su mirada en mi. - ¿Y tú muchacho?... Puedo ver por tus ojos que también has visto cosas más allá de la comprensión. Anda, que también serás recompensado. - Al escucharla decir aquello, no pude evitar tragar algo de saliva. De un momento a otro una serie de imágenes pasaron por mi cabeza. - Pues así es. - Reí levemente.
Todo esto pasó hace aproximadamente unos ocho o nueve años atrás. Me había unido a un grupo de cazadores de bestias salvajes que destruyen el ganado y los cultivos de los humanos. No lo voy a negar que al principio ese trabajo me pareció muy divertido, ya que el ambiente de trabajo era muy entretenido entre el jefe y los colegas. En uno de los trabajos nos explicaron que una granja era constantemente atacada por un enorme lobo, por lo que nos pusimos en marcha y le dimos caza. En una noche logramos encontrarnos con esa bestia. Era sorprendentemente ágil, ya que no podíamos golpearla. Pero por suerte nuestro jefe logró clavarle una flecha en llamas en una de las patas del lobo, lo cual lo alteró un poco haciendo que huyera de nosotros.
No podíamos dejar las cosas inconclusas, por lo que lo perseguimos por un buen tiempo hasta que entró en una propiedad enorme. Eso nos preocupó, y decidimos alertar a las personas que vivían allí. Golpeamos la puerta principal y luego de un rato un hombre de avanzada edad nos recibió. Allí comenzamos hablar con el de la situación. El dijo que no había escuchado nada, y que de haber una bestia, no se iría, ya que allí tenía todas sus posesiones, por lo que decidimos entrar a la propiedad para cuidar a ese hombre.
La casa por fuera parecía muy modesta, pero por dentro estaba llena de lujos. Objetos de gran valor, piedras preciosas y metales valiosos. Comprendíamos un poco la razón por la cual no deseaba abandonar su hogar, ya que alguien más podía intentar robarle. Aunque mientras hablábamos con el hombre, me di cuenta que una de sus manos tenía vendajes, y que sangraba. La situación allí fue que cambió por completo. Ese hombre comenzó a transformarse primero en un enorme oso, y luego en una criatura con alas de murcielago. Sus patas inferiores eran de cabra, y sus manos eran enormes, y la cabeza... - No pude evitarlo y me rasqué la nuca. - Nunca en mi vida había visto algo similar.
De un momento a otro, con sus enormes y afiladas garras había partido en dos a uno de mis compañeros, y comió la cabeza al jefe. En ese instante mis manos temblaban. Mi espada se me había caído del miedo. Y lo único que atiné a hacer fue salir por una de las ventanas y convirtiéndome en lobo, hui tan rápido como mis patas me lo permitieron. - Dije mientras mis manos estaban aferradas a mis rodillas. - Nunca, en toda mi vida había tenido tanto miedo como esa noche... El solo recordarlo hace que me hiele la sangre. - Dije suspirando profundamente. - Eso ocurrió un poco al sur de la cueva del río... De la gente que vive cerca de allí supe que a esa criatura se hacía llamar Naa'Lorg. Pero desde ese entonces no he vuelto a escuchar ese nombre salir de otra persona que no sea yo. - Dije riendo con ligero nerviosismo.
- Disfraz:
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Disfraz de Gomejo: [Ropas comunes pobres] No están pensadas para protección en batalla, sino para abrigar y vestir. Al ser de calidad Pobre su estética es deficiente.
Gaegel
Lobo Renegado
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Re: La noche de los 9 deseos [Evento social]
Finalmente llegaron a Lunargenta, con motivo de descanso, para luego seguir y acudir a los puertos para zarpar rumbo a su siguiente destino. Sin embargo, han agregado un par de días a la agenda su avance, para acudir a un evento que, por error, mencionó él mismo. Y fue un error pues, muy a pesar de su leal obediencia, no siempre colocaba muros a sus deseos. Causando que, lo único de lo que escuchara de ella, por un largo rato, fuera su insistencia de acudir y tomarse esos días adicionales. Pues una lluvia de estrellas, sonaba en definitiva, como una experiencia imperdible.
Un poco antes de que la noche cubriera el terreno, había acudido al mercado a comprar un poco de fruta. Pero ahí mismo, el tendero le brindó la información, que el vampiro no le había dado, y la idea de usar un vestuario inusual, era más que atractiva. -¿Sabe dónde puedo encontrar un disfraz adecuado?- El hombre entrado en años, asintió. -Al final de esta calle, hay un pequeño local de prendas artesanales, a veces la muchacha tiene vestuarios curiosos. Pero, si buscas más variedad, en el campo fuera de la ciudad, verás que venden mucho más.- Le recibió el pago por las uvas, e hizo ademán de despedida, mientras sonriente atendió a un hombre encapuchado.
Camino apresurada, imaginando que clase de disfraces serían, de qué podrían caracterizar los asistentes al lugar. Cuando llegó al puesto indicado, una regordeta mujer de no más de cuarenta años, con cabello castaño, se encontraba haciendo unas costuras a lo que parecía ser un blusón. Alzó la vista, y casi como si supiera a qué venía le dijo: -Tengo ropa especial aquí, querida.- Se levantó y fue por una canasta, bastante grande localizada debajo de su mesa de ventas. Posó la misma, sobre dicha mesa, dejando el contenido a la vista. Le mostró unos cuantos, pero no tardó en ver el mejor diseño, con el que tuvo una idea. -No quiero pensar que fantasía ha cruzado por tu mente, jovencita.- Dijo inclinando su cuerpo hacia su dirección, y una sonrisa acompañada de una mirada de complicidad. No pudo evitar la confusión, imaginando de qué podría hablar. Revisó al fondo de la canasta, y le mostró una máscara y una diadema con un acabado de madera y pelaje. -Puedes complementarlo con ésto. No cuento con muchos, pero esque en el último festival hace años, no tuve mucha concurrencia.- La bruja tomó una de las opciones, sonriendo con la cutre referencia que representaba el disfraz armado.
_____________
Abrió la puerta del cuarto en renta, no había planeado el asunto de usar disfraz, pero era una sensación nueva que le llenó de energía. Ya no podía esperar, pero una vez dentro tenía que hacer el menor ruido, se cambió las prendas con mucha cautela, ya que el cuarto estaba completamente cerrado y cubierto las rendijas de la ventana, no quería despertar al vampiro, y cuánto mucho, bajo la puerta entraba un hilo de luz.
Acarició la prenda ya sobre su piel, esperaba que diera el mensaje correcto a su señor, y diera esa apariencia que buscaba, aunque en algunas partes no era muy decente debido a la mezcla de textiles, cosa que le importaba más bien poco. Su cabello lo dividió en dos largas trenzas y colocó la máscara sobre su rostro, entrelazando los listones detrás de su cabeza. Había atado sus zapatos nuevos, que adquirió porque los vio justo al regreso, a medio camino en un taller pequeño. Todo a tientas, que acostumbrar la vista a la oscuridad, incluso con el hilo de luz bajo la puerta, era más bien complicado, así que aunque quisiera contemplarse al espejo no había mucho que lograra observar pues en aquella esquina, donde un espejo algo maltratado, no llegaba ni ápice de luz. En eso estaba cuando, la voz grave del vampiro, la sobresaltó, pues permanecía distraída. Cuando giró ya estaba de pie, la silueta de su alta figura, frente a ella. Su expresión era un poco más seria ahora, sólo que cubierta por la máscara. -¿Qué le parece mi traje?.- Lo peor que podría pasar sería que se enojara, así que corrió el riesgo, pero la naturaleza sádica e irónica, que él poseía, tomarían seguramente el humor que sugería la bruja.
Seguramente él tendría que tener su momento de privacidad, que ella no se tomaba nunca, para hacer sus asuntos antes de acudir al festival. No hubo necesidad de decir nada al respecto. Con una clara sonrisa satisfecha, dirigió el rumbo hacia la puerta, al encontrar el pestillo y abrir, la luz de velas en el pasillo le recordó mirarse al espejo, que ahora brindaba una visión más clara de sí misma, se admiró así en su traje de cordero y salió de ahí, con un poco de prisa. -Le estaré esperando en el evento, mi señor.
_________________
No fue la única recorriendo el trayecto entre la ciudad y el campo próximo, caminando muy cerca de algunas personas con ropas de lo más primorosas y unas más con apariencia lúgubre. Las fogatas tomaron mayor dimensión cuando estuvo en el sitio, había un ambiente muy acogedor, misterioso quizás. Hoy nadie era como en cada día. O al menos la mayoría. Por alguna razón, se imaginó que su amo se negaría a tomar fachada alguna, desilusionada por la idea.
El ambiente variaba de un traje a otro, el propio no estaba pensado para asustar, si no para sugerir un mensaje, dirigido a su señor. Le agradaba la sensación de la máscara, un efecto similar a su usual velo, pero con un misterio mayor. Misterio que percibía en los que, como ella, cubrían sus rostros, algunos incluso escondiendo detrás de ellas, sus miradas. Recorrió unos puestos pequeños, entre ellos el de quien se dedicaba a los vestuarios de evento, al parecer con mayor éxito que la mujer del mercado.
Mientras caminaba, en el terreno destinado para la observación del firmamento, pensó que tal vez había excedido sus límites. Quizá ésta actividad, molestaría al vampiro y habría alguna consecuencia. Constantemente pensando en que sería apartada del camino, con cruel frialdad.
Unos jóvenes cuchicheaban, y reían tímidamente en una mesita, que en su superficie se posaban pergaminos y unas cuantas plumas en tintas. Se acercó curiosa. Al asomar ahí, el tendero dejó un momento de lado a la pareja, atendiendo así a la joven Itzamaray. En realidad no era una tienda, según dijo, la tradición indicaba la pedida de deseos y los pobladores compartian material para permitir a los visitantes contagiarse de la misma. Éste era un concepto nuevo, que en realidad no estaba del todo convencida de hacer. Ante la persistencia del hombre que, genuinamente transmitía en palabras la trascendencia o importancia de seguir esta tradición, ejerció sobre la joven. Haciendo de lado su temor a parecer una tonta frente a su amo, a puño escribió el deseo, al menos tres trozos de pergamino, contenían el mismo deseo. Hizo unos dobleces, y los sostuvo en su mano derecha.
Debía dejar caer uno de ellos, en cuanto las estrellas descendieran. Así su deseo sería escuchado, y quizás se cumpliría. Suspiró profundamente, pensando en ¿quién podría escucharla? ¿Dioses? ¿Demonios que usan trajes de dioses dadivosos? Considerar la veracidad de su información, era un poco ingenuo de su parte, una parte que deseaba que tuviera razón.
El terreno, parte de los campos, era amplio y con un aroma perfumado, mezcla de la siembra en la cercanía, la madera consumiéndose en las hogueras y una suma de los perfumes o aceites que los mismos presentes. A veces los aromas, se grababan con firmeza, evocando las emociones vividas cuando se volviese a percibir dicha esencia.
Con los trozos de papel aún en su mano, caminó entre algunos grupos que se colocaban alrededor de sus pequeñas o grandes fogatas. Se percató de personas que en solitario se recostaban mirando al cielo, un poco alejados de los demás asistentes. En algunos grupos se escucharon cuentos de fantasmas, otros hablaban de sus experiencias en aventuras con demonios o bestias, quienes mantenían su rostro visible, expresaban asombro, miedo o indiferencia.
-Entonces... ¡Abrió sus enormes fauces! Emitiendo un rugido que retumbó en cada pared del templo, el suelo también vibró ante aquella bestial presencia... Ahí, cuando todo quedó en silencio, y la bestia observaba a los pocos soldados vivos... Haciendo gala de una velocidad que no esperábamos, atacó. Avanzó de frente y con una clara lujuria por devorar carne fresca, hasta el primer soldado... De un mordisco feroz, arrancó la mitad de su cráneo y, así después...- Algo más robó su atención, pues era como si respiraran justo al lado de su oído izquierdo, ahora se hizo consciente de que, una carga de éter pareciera recorrer por el lugar, moviéndose como una brisa. Al girar el rostro no vió a nadie más, si no los asistentes que charlaban en las fogatas de los lados.
En uno de los fuegos, le pareció ver a una joven con unas características similares a la alada chica de ojos ambarinos, estrechó los párpados, enfocando mejor los detalles, pero no estaba tan segura, al fin de cuentas había muchos personificando una amplia gama de criaturas. Podría sólo ser muy parecida.
Una vez más la respiración tan cerca, pero ahora pareció decir algo, llamándola, y ahora entendió una frase: -Búscame, te escucharé atentamente. Búscame, que soy La Bruja de Oniria. Cuéntame aquello que atormenta tus noches.- ¿La Bruja de Oniria? Pensó, y se preguntó si era un tipo de broma del lugar, por la ocasión. Alguna clase de hechizo especial, para crear esta atmósfera de intriga. Una figura esbelta y ataviada de un halo místico, se encontraba al fondo del camino de hogueras. Parecía mirarla fijamente, pensando que era la fuente del hechizo, caminó hacia ella. El viento trajo desde esa dirección, un aroma a flores... A flores en descomposición, madera húmeda y... Desapareció de la vista. Como si las sombras hubiesen devorado su figura. Confundida, miró a los costados, sin éxito. ¿Qué le estaba sucediendo? Creyó que podría ser el humo de algun tipo de madera en las fogatas, lo que le causó esa visión. Frustrada entonces, se dio media vuelta, y cuando avanzó unos metros escuchó a una mujer contar algo sobre demonios. Se interesó, y sintiendo la familiaridad que se respiraba en este espacio de peculiar misterio, llegó hasta ahí la mujer de cabello platino había sido la que contaba la aquella experiencia demoníaca, y a ella le siguió una voz, invitando a un hombre a proseguir con éste ritual de historias y vivencias.*(1)
El hombre castaño *(2) dio inicio a compartir una experiencia con un monstruo, dio su pecho un sobresalto, al cruzar mirada con los profundos ojos de la mujer que había invitado a iniciar el relato, ya su voz le había parecido extrañamente familiar. Después de aquel intercambio de cuentos, cuyo final, le recordó el miedo a la muerte. No importa que poderoso y fuerte seas, el miedo es algo inevitable. Pero, ¿tendremos miedo a morir, o más bien al dolor, de una muerte como la descrita en su relato?
-Habla, muchacha, ya me has encontrado, quiero escucharte a tí también. Ven.- Por una razón, que no se explicaba, obedeció. Junto a ella, un par de personas se movieron un poco para que ella se sentara, pero prefirió solo colocarse entre ellas de pie. El fuego revoloteaba reflejado en sus ojos.
-No hay pesadillas que me atormenten... No tengo historias del pasado con bestias o fantasmas, ni demonios. El terror sólo lo he visto provocado por personas. Conozco leyendas, he leído muchas de ellas y escuchado también. Así que relataré aquella que, creo yo, retrata la belleza de la muerte.- Alzó las manos, y señaló con ambas palmas hacia arriba, en dirección al fuego. -El fuego no purifica, lo hace la tierra. Miren por favor las llamas, escuchen bien, el mal está atrapado en él. Hace tiempo, cuentan, vivía un par de hermanas, hijas del líder de una aldea antigua. Ambas eran benditas con la belleza más sublime que se hubiera visto en una fémina. La menor, de nombre Utz-colel, fue rechazada por su familia y gran parte del pueblo, pues despertaba pasiones en cada hombre que compartía camino, charla o miradas. Ella no se guardaba su deseo, muchos solteros durmieron en su cama, en una cabaña pequeña y adornada con flores rojas y negras, velas cuya luz parecía un manto estelar en la noche.
Xtabay, la hermana mayor, una belleza cegadora, pero siempre cubierta de recatadas prendas, era seria y educada. Obediente con su padre y querida por las pobladoras, acudía a su templo en las mañanas, por la tarde costuraba vestidos para ella, en las noches miraba por su ventana, y podía encontrar a su hermana caminando al templo que a esas horas vacío se encontraba. Una noche, curiosa de la razón de aquellas visitas nocturnas, salió a hurtadillas de casa, a seguir a su hermana.
-Utz-colel, no deberías venir al templo. Es noche ya.- Dijo por lo bajo.
Xtabay, se había colocado tras su hermana, con las manos en jarras y mueca de fastidio. No existía en el mundo, alguien que odiara más que a Utz-colel.
La menor hermana, continuó con su cometido, traía flores de su patio, y pequeñas velas. Las colocaba a lo largo de la entrada al templo, donde yacían los restos de sus difuntos.
-Mi querida hermana, mi bella hermana. Traigo regalos a mis amigos, prometí recordarlos y cuidar de ellos, pues sus almas ya no están en estas tierras que cubren sus huesos.- Dijo con una voz que rayaba en el susurro.
-Ya están muertos, no es necesario. Sólo traían mal aspecto al mundo, viejos y enfermos, moribundos y abandonados. No te entiendo, Utz-colel.- Dijo Xtabay con una voz serpentina, y palabras que parecen veneno. El veneno de la malicia.
-¿Olvidas que servir es vivir? Los dioses no vendrán aquí a llorar tu muerte, no limpiarán tu cuerpo para darle descanso, somos nosotros los mortales, quienes debemos honrrar, los cuerpos que los dioses nos han regalado para vivir.- Utz-colel, con una mirada melancolíca, colocaba los arreglos que con sus manos, había creado, entrelazando bellas flores para regalar a sus muertos. Y comenzó a cantar por lo bajo, su voz destilaba júbilo y añoranza.
Itzamaray suspiró suavemente, y guardó unos segundos de silencio, preparando su garganta para sumergir a quién la escuchara, aún más en el sentir de la leyenda.
Un poco antes de que la noche cubriera el terreno, había acudido al mercado a comprar un poco de fruta. Pero ahí mismo, el tendero le brindó la información, que el vampiro no le había dado, y la idea de usar un vestuario inusual, era más que atractiva. -¿Sabe dónde puedo encontrar un disfraz adecuado?- El hombre entrado en años, asintió. -Al final de esta calle, hay un pequeño local de prendas artesanales, a veces la muchacha tiene vestuarios curiosos. Pero, si buscas más variedad, en el campo fuera de la ciudad, verás que venden mucho más.- Le recibió el pago por las uvas, e hizo ademán de despedida, mientras sonriente atendió a un hombre encapuchado.
Camino apresurada, imaginando que clase de disfraces serían, de qué podrían caracterizar los asistentes al lugar. Cuando llegó al puesto indicado, una regordeta mujer de no más de cuarenta años, con cabello castaño, se encontraba haciendo unas costuras a lo que parecía ser un blusón. Alzó la vista, y casi como si supiera a qué venía le dijo: -Tengo ropa especial aquí, querida.- Se levantó y fue por una canasta, bastante grande localizada debajo de su mesa de ventas. Posó la misma, sobre dicha mesa, dejando el contenido a la vista. Le mostró unos cuantos, pero no tardó en ver el mejor diseño, con el que tuvo una idea. -No quiero pensar que fantasía ha cruzado por tu mente, jovencita.- Dijo inclinando su cuerpo hacia su dirección, y una sonrisa acompañada de una mirada de complicidad. No pudo evitar la confusión, imaginando de qué podría hablar. Revisó al fondo de la canasta, y le mostró una máscara y una diadema con un acabado de madera y pelaje. -Puedes complementarlo con ésto. No cuento con muchos, pero esque en el último festival hace años, no tuve mucha concurrencia.- La bruja tomó una de las opciones, sonriendo con la cutre referencia que representaba el disfraz armado.
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Abrió la puerta del cuarto en renta, no había planeado el asunto de usar disfraz, pero era una sensación nueva que le llenó de energía. Ya no podía esperar, pero una vez dentro tenía que hacer el menor ruido, se cambió las prendas con mucha cautela, ya que el cuarto estaba completamente cerrado y cubierto las rendijas de la ventana, no quería despertar al vampiro, y cuánto mucho, bajo la puerta entraba un hilo de luz.
Acarició la prenda ya sobre su piel, esperaba que diera el mensaje correcto a su señor, y diera esa apariencia que buscaba, aunque en algunas partes no era muy decente debido a la mezcla de textiles, cosa que le importaba más bien poco. Su cabello lo dividió en dos largas trenzas y colocó la máscara sobre su rostro, entrelazando los listones detrás de su cabeza. Había atado sus zapatos nuevos, que adquirió porque los vio justo al regreso, a medio camino en un taller pequeño. Todo a tientas, que acostumbrar la vista a la oscuridad, incluso con el hilo de luz bajo la puerta, era más bien complicado, así que aunque quisiera contemplarse al espejo no había mucho que lograra observar pues en aquella esquina, donde un espejo algo maltratado, no llegaba ni ápice de luz. En eso estaba cuando, la voz grave del vampiro, la sobresaltó, pues permanecía distraída. Cuando giró ya estaba de pie, la silueta de su alta figura, frente a ella. Su expresión era un poco más seria ahora, sólo que cubierta por la máscara. -¿Qué le parece mi traje?.- Lo peor que podría pasar sería que se enojara, así que corrió el riesgo, pero la naturaleza sádica e irónica, que él poseía, tomarían seguramente el humor que sugería la bruja.
Seguramente él tendría que tener su momento de privacidad, que ella no se tomaba nunca, para hacer sus asuntos antes de acudir al festival. No hubo necesidad de decir nada al respecto. Con una clara sonrisa satisfecha, dirigió el rumbo hacia la puerta, al encontrar el pestillo y abrir, la luz de velas en el pasillo le recordó mirarse al espejo, que ahora brindaba una visión más clara de sí misma, se admiró así en su traje de cordero y salió de ahí, con un poco de prisa. -Le estaré esperando en el evento, mi señor.
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No fue la única recorriendo el trayecto entre la ciudad y el campo próximo, caminando muy cerca de algunas personas con ropas de lo más primorosas y unas más con apariencia lúgubre. Las fogatas tomaron mayor dimensión cuando estuvo en el sitio, había un ambiente muy acogedor, misterioso quizás. Hoy nadie era como en cada día. O al menos la mayoría. Por alguna razón, se imaginó que su amo se negaría a tomar fachada alguna, desilusionada por la idea.
El ambiente variaba de un traje a otro, el propio no estaba pensado para asustar, si no para sugerir un mensaje, dirigido a su señor. Le agradaba la sensación de la máscara, un efecto similar a su usual velo, pero con un misterio mayor. Misterio que percibía en los que, como ella, cubrían sus rostros, algunos incluso escondiendo detrás de ellas, sus miradas. Recorrió unos puestos pequeños, entre ellos el de quien se dedicaba a los vestuarios de evento, al parecer con mayor éxito que la mujer del mercado.
Mientras caminaba, en el terreno destinado para la observación del firmamento, pensó que tal vez había excedido sus límites. Quizá ésta actividad, molestaría al vampiro y habría alguna consecuencia. Constantemente pensando en que sería apartada del camino, con cruel frialdad.
Unos jóvenes cuchicheaban, y reían tímidamente en una mesita, que en su superficie se posaban pergaminos y unas cuantas plumas en tintas. Se acercó curiosa. Al asomar ahí, el tendero dejó un momento de lado a la pareja, atendiendo así a la joven Itzamaray. En realidad no era una tienda, según dijo, la tradición indicaba la pedida de deseos y los pobladores compartian material para permitir a los visitantes contagiarse de la misma. Éste era un concepto nuevo, que en realidad no estaba del todo convencida de hacer. Ante la persistencia del hombre que, genuinamente transmitía en palabras la trascendencia o importancia de seguir esta tradición, ejerció sobre la joven. Haciendo de lado su temor a parecer una tonta frente a su amo, a puño escribió el deseo, al menos tres trozos de pergamino, contenían el mismo deseo. Hizo unos dobleces, y los sostuvo en su mano derecha.
Debía dejar caer uno de ellos, en cuanto las estrellas descendieran. Así su deseo sería escuchado, y quizás se cumpliría. Suspiró profundamente, pensando en ¿quién podría escucharla? ¿Dioses? ¿Demonios que usan trajes de dioses dadivosos? Considerar la veracidad de su información, era un poco ingenuo de su parte, una parte que deseaba que tuviera razón.
El terreno, parte de los campos, era amplio y con un aroma perfumado, mezcla de la siembra en la cercanía, la madera consumiéndose en las hogueras y una suma de los perfumes o aceites que los mismos presentes. A veces los aromas, se grababan con firmeza, evocando las emociones vividas cuando se volviese a percibir dicha esencia.
Con los trozos de papel aún en su mano, caminó entre algunos grupos que se colocaban alrededor de sus pequeñas o grandes fogatas. Se percató de personas que en solitario se recostaban mirando al cielo, un poco alejados de los demás asistentes. En algunos grupos se escucharon cuentos de fantasmas, otros hablaban de sus experiencias en aventuras con demonios o bestias, quienes mantenían su rostro visible, expresaban asombro, miedo o indiferencia.
-Entonces... ¡Abrió sus enormes fauces! Emitiendo un rugido que retumbó en cada pared del templo, el suelo también vibró ante aquella bestial presencia... Ahí, cuando todo quedó en silencio, y la bestia observaba a los pocos soldados vivos... Haciendo gala de una velocidad que no esperábamos, atacó. Avanzó de frente y con una clara lujuria por devorar carne fresca, hasta el primer soldado... De un mordisco feroz, arrancó la mitad de su cráneo y, así después...- Algo más robó su atención, pues era como si respiraran justo al lado de su oído izquierdo, ahora se hizo consciente de que, una carga de éter pareciera recorrer por el lugar, moviéndose como una brisa. Al girar el rostro no vió a nadie más, si no los asistentes que charlaban en las fogatas de los lados.
En uno de los fuegos, le pareció ver a una joven con unas características similares a la alada chica de ojos ambarinos, estrechó los párpados, enfocando mejor los detalles, pero no estaba tan segura, al fin de cuentas había muchos personificando una amplia gama de criaturas. Podría sólo ser muy parecida.
Una vez más la respiración tan cerca, pero ahora pareció decir algo, llamándola, y ahora entendió una frase: -Búscame, te escucharé atentamente. Búscame, que soy La Bruja de Oniria. Cuéntame aquello que atormenta tus noches.- ¿La Bruja de Oniria? Pensó, y se preguntó si era un tipo de broma del lugar, por la ocasión. Alguna clase de hechizo especial, para crear esta atmósfera de intriga. Una figura esbelta y ataviada de un halo místico, se encontraba al fondo del camino de hogueras. Parecía mirarla fijamente, pensando que era la fuente del hechizo, caminó hacia ella. El viento trajo desde esa dirección, un aroma a flores... A flores en descomposición, madera húmeda y... Desapareció de la vista. Como si las sombras hubiesen devorado su figura. Confundida, miró a los costados, sin éxito. ¿Qué le estaba sucediendo? Creyó que podría ser el humo de algun tipo de madera en las fogatas, lo que le causó esa visión. Frustrada entonces, se dio media vuelta, y cuando avanzó unos metros escuchó a una mujer contar algo sobre demonios. Se interesó, y sintiendo la familiaridad que se respiraba en este espacio de peculiar misterio, llegó hasta ahí la mujer de cabello platino había sido la que contaba la aquella experiencia demoníaca, y a ella le siguió una voz, invitando a un hombre a proseguir con éste ritual de historias y vivencias.*(1)
El hombre castaño *(2) dio inicio a compartir una experiencia con un monstruo, dio su pecho un sobresalto, al cruzar mirada con los profundos ojos de la mujer que había invitado a iniciar el relato, ya su voz le había parecido extrañamente familiar. Después de aquel intercambio de cuentos, cuyo final, le recordó el miedo a la muerte. No importa que poderoso y fuerte seas, el miedo es algo inevitable. Pero, ¿tendremos miedo a morir, o más bien al dolor, de una muerte como la descrita en su relato?
-Habla, muchacha, ya me has encontrado, quiero escucharte a tí también. Ven.- Por una razón, que no se explicaba, obedeció. Junto a ella, un par de personas se movieron un poco para que ella se sentara, pero prefirió solo colocarse entre ellas de pie. El fuego revoloteaba reflejado en sus ojos.
-No hay pesadillas que me atormenten... No tengo historias del pasado con bestias o fantasmas, ni demonios. El terror sólo lo he visto provocado por personas. Conozco leyendas, he leído muchas de ellas y escuchado también. Así que relataré aquella que, creo yo, retrata la belleza de la muerte.- Alzó las manos, y señaló con ambas palmas hacia arriba, en dirección al fuego. -El fuego no purifica, lo hace la tierra. Miren por favor las llamas, escuchen bien, el mal está atrapado en él. Hace tiempo, cuentan, vivía un par de hermanas, hijas del líder de una aldea antigua. Ambas eran benditas con la belleza más sublime que se hubiera visto en una fémina. La menor, de nombre Utz-colel, fue rechazada por su familia y gran parte del pueblo, pues despertaba pasiones en cada hombre que compartía camino, charla o miradas. Ella no se guardaba su deseo, muchos solteros durmieron en su cama, en una cabaña pequeña y adornada con flores rojas y negras, velas cuya luz parecía un manto estelar en la noche.
Xtabay, la hermana mayor, una belleza cegadora, pero siempre cubierta de recatadas prendas, era seria y educada. Obediente con su padre y querida por las pobladoras, acudía a su templo en las mañanas, por la tarde costuraba vestidos para ella, en las noches miraba por su ventana, y podía encontrar a su hermana caminando al templo que a esas horas vacío se encontraba. Una noche, curiosa de la razón de aquellas visitas nocturnas, salió a hurtadillas de casa, a seguir a su hermana.
-Utz-colel, no deberías venir al templo. Es noche ya.- Dijo por lo bajo.
Xtabay, se había colocado tras su hermana, con las manos en jarras y mueca de fastidio. No existía en el mundo, alguien que odiara más que a Utz-colel.
La menor hermana, continuó con su cometido, traía flores de su patio, y pequeñas velas. Las colocaba a lo largo de la entrada al templo, donde yacían los restos de sus difuntos.
-Mi querida hermana, mi bella hermana. Traigo regalos a mis amigos, prometí recordarlos y cuidar de ellos, pues sus almas ya no están en estas tierras que cubren sus huesos.- Dijo con una voz que rayaba en el susurro.
-Ya están muertos, no es necesario. Sólo traían mal aspecto al mundo, viejos y enfermos, moribundos y abandonados. No te entiendo, Utz-colel.- Dijo Xtabay con una voz serpentina, y palabras que parecen veneno. El veneno de la malicia.
-¿Olvidas que servir es vivir? Los dioses no vendrán aquí a llorar tu muerte, no limpiarán tu cuerpo para darle descanso, somos nosotros los mortales, quienes debemos honrrar, los cuerpos que los dioses nos han regalado para vivir.- Utz-colel, con una mirada melancolíca, colocaba los arreglos que con sus manos, había creado, entrelazando bellas flores para regalar a sus muertos. Y comenzó a cantar por lo bajo, su voz destilaba júbilo y añoranza.
Itzamaray suspiró suavemente, y guardó unos segundos de silencio, preparando su garganta para sumergir a quién la escuchara, aún más en el sentir de la leyenda.
- Spoiler:
"Niña, cuando yo muera
No llores sobre mi tumba
Toca sones alegres, mamá
Cántame La Sandunga
Toca el Bejuco de Oro
La flor de todos los sones
Canta La Martiniana, mamá
Que alegra los corazones
No me llores, no, no me llores no
Porque si lloras yo peno
En cambio si tú me cantas
Yo siempre vivo, yo nunca muero
En cambio si tú me cantas
Yo siempre vivo, yo nunca muero
Si quieres que no te olvide
Si quieres que te recuerde
Toca sones alegres, mamá
Música que no muere
No me llores, no, no me llores no
Porque si lloras yo peno
En cambio si tú me cantas,
Yo siempre vivo, yo nunca muero
En cambio si tú me cantas
Yo siempre vivo, yo nunca muero"
No llores sobre mi tumba
Toca sones alegres, mamá
Cántame La Sandunga
Toca el Bejuco de Oro
La flor de todos los sones
Canta La Martiniana, mamá
Que alegra los corazones
No me llores, no, no me llores no
Porque si lloras yo peno
En cambio si tú me cantas
Yo siempre vivo, yo nunca muero
En cambio si tú me cantas
Yo siempre vivo, yo nunca muero
Si quieres que no te olvide
Si quieres que te recuerde
Toca sones alegres, mamá
Música que no muere
No me llores, no, no me llores no
Porque si lloras yo peno
En cambio si tú me cantas,
Yo siempre vivo, yo nunca muero
En cambio si tú me cantas
Yo siempre vivo, yo nunca muero"
Xtabay, en su enojo por la nula comprensión de aquel ciego amor a la muerte. Se volvió a casa, pensando, que su hermana morirá sola y sin nadie que lamente el hecho.
Un día, Utz-colel, tomaba un baño en el río, pareciendo un espíritu del agua, mientras tarareaba una canción, cuando fue abordada por un joven. Kabah era su nombre, el joven apuesto y de familia decente, entró desnudo al agua. Él siempre había estado enamorado de la muchacha, pero su familia consideró a Utz-colel como una escoria para la sociedad. Cuando se encontraron se devoraron con besos y caricias, se unieron como almas destinadas. Pero no sabían entonces, que una serpiente los observaba en la maleza.
Esa noche, Utz-colel, después de su ritual cotidiano, se encontró a su hermana en el camino, quien le regaló un ramo de flores. Eran flores de color azul, parecían brillantes y frescas, pues era el aniversario de su nacimiento. Ambas jóvenes charlaron a la luz de la luna, de sus padres, quienes la habían despreciado por impura. Xtabay, abrazo tiernamente a su pequeña hermana, y se fue.
Durante la madrugada, aquel regalo precioso, mientras ella dormia, se marchitó. Parecieron volverse humo, un humo negro que inundó los pulmones de la bella joven...
Una cruel hechicera, que llena de envidia y odio, envenenaba a los horribles pobres y enfermos que encontraba. Y ahora usaba sus artimañas para desterrar definitivamente a su único obstáculo para llegar a Kabah.
Días y noches dieron cobijo al pueblo, y nadie había visto a la melancólica Utz-colel. Intrigado el joven Kabah, acudió, en compañía de preocupados ancianos enfermos, que ya no recibían visitas matutinas de la joven, hasta su cabaña retirada, dentro de la selva. En el camino, mientras más avanzaban, percibían un encantador aroma a flores, las mismas flores negras y rojas que ella sembraba, parecían desprender un perfume tan intenso como nunca antes.
Tal fue la angustia del joven, que una daga atravesó su corazón, pues pasaron dias de dolor, después de haber encontrado su hermoso cuerpo sin vida, pero insólito era, que de ella brotaban las flores, y parecía que su carne se convertía lentamente en pétalos de las mismas. Él mismo había enterrado su cuerpo, en medio de la selva, junto a la cabaña, pues el resto del pueblo desprecio tener aquel cadáver en su templo.
Xtabay lloraba en la tumba del hombre que juraba amar tanto cómo para matar a su propia sangre. Ningún hombre nunca deseó a Xtabay como deseaban a su hermana, ningún poblador la apreciaba más alla de su belleza aparente, hablando de ella a escondidas. Cegada por la vil envidia, aspiró sus propios venenos, jurando que, si aquella impura se convertía en flores perfumadas, su cuerpo sería el jardín más prolifero y hermoso jamás visto, y se reuniría el pueblo entero a respirar su increíble perfume.
Cuán errada estaba aquella dama, pues no sucedieron más que una noche y par de horas, antes de ser encontrada en su habitación, rodeada de artefactos con los que hacía sufrir a quien fuese objeto de su desprecio. Pero no todo era aquello, pues de su carne nacieron flores deformes, con un color opaco y llenas de espinas. Pero aquel olor, el mismo que atrajo a sus padres a irrumpir en su dormitorio. Se descomponía tan deprisa, que mover su cuerpo resultaba imposible. Entonces eligieron quemarlo, quemar su cuerpo pues la tierra parecía rechazarla. Las llamas emitieron fuertes gritos, llantos y lamentos.
Se dice que el fuego contiene el corazón de Xtabay, un corazón podrido. Pero su historia no termina aquí.
Los dioses no dieron el descanso a la odiosa mujer, fue condenada a tomar la forma que albergaba su alma, en las noches se podía un hombre solo, encontrar una bella mujer de largo cabello castaño, sentada a orillas del largos, rios o playas. Xtabay, en vida, nunca disfrutó la calidez de una pasión desmedida, y frustrada recorre pueblos lejanos, llamando a hombres a poseerla para que, teniendo sus cuerpos tan cerca en el agua, se transforma en una enorme serpiente negra, cubierta de plumaje en vez de escamas, con fauces tan fuertes como las de un oso gigante, y un olor a podredumbre que marea a quien lo percibe. Y entonces los devora a bocados, manchando las aguas de rojo, y cortando el silencio con dolor.
La bruja dijo aquello, mientras moviendo sus manos en dirección al cielo, evocando el poder del éter alrededor, y recurriendo a sus rasgos mágicos, pues deseaba dar un aire de terror al relato, logró invocar una fantasmal serpiente con aquellas características relatadas, descender del cielo y rodear a los presentes sin que éstos pudieran sentirla al pasar entre ellos, hasta que pareció introducirse en las llamas, liberando un grito de dolor desgarrador.*(3)
Pero.. Los dioses habian recibido antes, claro está, a Utz-colel. Ella no deseaba entrar al descanso eterno, pidió a los dioses, le permitiera cuidar de los muertos, pues su promesa no debía ser rota. Y así el dios de la muerte, quien había visto a la joven procurar a todo aquel que pereciera, concedió aquel desinteresado deseo. Se cuenta que, quien escuche cantar a Utz-colel, su canción de descanso, debería recibir con agrado la visita de la muerte, pues le espera la vida eterna, y en la tumba de los enfermos, los débiles y los olvidados, lleva flores de su jardín, y velas que brillan como estrellas.
Temo a los hombres, las mujeres, los niños. Las bestias matarán, las bestias atacarán, es su naturaleza. Y su naturaleza es incorruptible. Pero, nuestra naturaleza sí lo es, deberíamos temer a hermanos y padres...
Cuando levantó la vista de las llamas, un par de ojos dorados brillaban intensamente detrás de la Bruja de Oniria, varios metros detrás, observándola en las sombras, fijamente a los ojos. Se estremeció.
-Amo.- Dijo, y entonces salió del círculo. Apresurada por llegar hasta donde él.
____________________________Un día, Utz-colel, tomaba un baño en el río, pareciendo un espíritu del agua, mientras tarareaba una canción, cuando fue abordada por un joven. Kabah era su nombre, el joven apuesto y de familia decente, entró desnudo al agua. Él siempre había estado enamorado de la muchacha, pero su familia consideró a Utz-colel como una escoria para la sociedad. Cuando se encontraron se devoraron con besos y caricias, se unieron como almas destinadas. Pero no sabían entonces, que una serpiente los observaba en la maleza.
Esa noche, Utz-colel, después de su ritual cotidiano, se encontró a su hermana en el camino, quien le regaló un ramo de flores. Eran flores de color azul, parecían brillantes y frescas, pues era el aniversario de su nacimiento. Ambas jóvenes charlaron a la luz de la luna, de sus padres, quienes la habían despreciado por impura. Xtabay, abrazo tiernamente a su pequeña hermana, y se fue.
Durante la madrugada, aquel regalo precioso, mientras ella dormia, se marchitó. Parecieron volverse humo, un humo negro que inundó los pulmones de la bella joven...
Una cruel hechicera, que llena de envidia y odio, envenenaba a los horribles pobres y enfermos que encontraba. Y ahora usaba sus artimañas para desterrar definitivamente a su único obstáculo para llegar a Kabah.
Días y noches dieron cobijo al pueblo, y nadie había visto a la melancólica Utz-colel. Intrigado el joven Kabah, acudió, en compañía de preocupados ancianos enfermos, que ya no recibían visitas matutinas de la joven, hasta su cabaña retirada, dentro de la selva. En el camino, mientras más avanzaban, percibían un encantador aroma a flores, las mismas flores negras y rojas que ella sembraba, parecían desprender un perfume tan intenso como nunca antes.
Tal fue la angustia del joven, que una daga atravesó su corazón, pues pasaron dias de dolor, después de haber encontrado su hermoso cuerpo sin vida, pero insólito era, que de ella brotaban las flores, y parecía que su carne se convertía lentamente en pétalos de las mismas. Él mismo había enterrado su cuerpo, en medio de la selva, junto a la cabaña, pues el resto del pueblo desprecio tener aquel cadáver en su templo.
Xtabay lloraba en la tumba del hombre que juraba amar tanto cómo para matar a su propia sangre. Ningún hombre nunca deseó a Xtabay como deseaban a su hermana, ningún poblador la apreciaba más alla de su belleza aparente, hablando de ella a escondidas. Cegada por la vil envidia, aspiró sus propios venenos, jurando que, si aquella impura se convertía en flores perfumadas, su cuerpo sería el jardín más prolifero y hermoso jamás visto, y se reuniría el pueblo entero a respirar su increíble perfume.
Cuán errada estaba aquella dama, pues no sucedieron más que una noche y par de horas, antes de ser encontrada en su habitación, rodeada de artefactos con los que hacía sufrir a quien fuese objeto de su desprecio. Pero no todo era aquello, pues de su carne nacieron flores deformes, con un color opaco y llenas de espinas. Pero aquel olor, el mismo que atrajo a sus padres a irrumpir en su dormitorio. Se descomponía tan deprisa, que mover su cuerpo resultaba imposible. Entonces eligieron quemarlo, quemar su cuerpo pues la tierra parecía rechazarla. Las llamas emitieron fuertes gritos, llantos y lamentos.
Se dice que el fuego contiene el corazón de Xtabay, un corazón podrido. Pero su historia no termina aquí.
Los dioses no dieron el descanso a la odiosa mujer, fue condenada a tomar la forma que albergaba su alma, en las noches se podía un hombre solo, encontrar una bella mujer de largo cabello castaño, sentada a orillas del largos, rios o playas. Xtabay, en vida, nunca disfrutó la calidez de una pasión desmedida, y frustrada recorre pueblos lejanos, llamando a hombres a poseerla para que, teniendo sus cuerpos tan cerca en el agua, se transforma en una enorme serpiente negra, cubierta de plumaje en vez de escamas, con fauces tan fuertes como las de un oso gigante, y un olor a podredumbre que marea a quien lo percibe. Y entonces los devora a bocados, manchando las aguas de rojo, y cortando el silencio con dolor.
La bruja dijo aquello, mientras moviendo sus manos en dirección al cielo, evocando el poder del éter alrededor, y recurriendo a sus rasgos mágicos, pues deseaba dar un aire de terror al relato, logró invocar una fantasmal serpiente con aquellas características relatadas, descender del cielo y rodear a los presentes sin que éstos pudieran sentirla al pasar entre ellos, hasta que pareció introducirse en las llamas, liberando un grito de dolor desgarrador.*(3)
Pero.. Los dioses habian recibido antes, claro está, a Utz-colel. Ella no deseaba entrar al descanso eterno, pidió a los dioses, le permitiera cuidar de los muertos, pues su promesa no debía ser rota. Y así el dios de la muerte, quien había visto a la joven procurar a todo aquel que pereciera, concedió aquel desinteresado deseo. Se cuenta que, quien escuche cantar a Utz-colel, su canción de descanso, debería recibir con agrado la visita de la muerte, pues le espera la vida eterna, y en la tumba de los enfermos, los débiles y los olvidados, lleva flores de su jardín, y velas que brillan como estrellas.
Temo a los hombres, las mujeres, los niños. Las bestias matarán, las bestias atacarán, es su naturaleza. Y su naturaleza es incorruptible. Pero, nuestra naturaleza sí lo es, deberíamos temer a hermanos y padres...
Cuando levantó la vista de las llamas, un par de ojos dorados brillaban intensamente detrás de la Bruja de Oniria, varios metros detrás, observándola en las sombras, fijamente a los ojos. Se estremeció.
-Amo.- Dijo, y entonces salió del círculo. Apresurada por llegar hasta donde él.
____________________________
*(1) Se integra al grupo donde se encuentra Meraxxes.
*(2) Cuenta Gaegel su historia.
*(3) Uso de habilidad, y rasgo 2 y 3, para dar ambiente.
Disfraz de cordero
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Itzamaray
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Re: La noche de los 9 deseos [Evento social]
Hace ya varios años, siendo yo aún un simple humano, recuerdo haber presenciado la famosa “lluvia de estrellas” que cada década impresionaba Lunargenta. Un espectáculo astronómico que invitaba a cientos de visitantes de todo el continente a las festividades que se realizaban aquella noche.
Muchos asociaban aquel evento con supersticiones y leyendas, convirtiendo casi que, en tradición, algunas costumbres que rayaban en lo irracional. Disfrazarse con temáticas tenebrosas propias de las fiestas de Samhain; o inclusive el rito de pedir deseos en fuego, confiando que una estrella a millones de años luz tuviera alguna clase de repercusión sobre la patética vida de un insignificante humano en un planeta desdeñable. Incluso, llamarla estrella sería un desacierto, al final de cuentas no lo son, el término adecuado sería meteorito, pero de poco servía discutir con los Ignorantes.
Acompañado de la joven maga, nuestro trayecto pasaba por la capital del continente, por lo que no sería necesario desviarnos para asistir al espectáculo. Al final de cuentas, la lluvia de estrellas correspondía un evento que atraía mi curiosidad y fascinación. Ahora que había podido compartir con Corvo y su atracción por la astronomía, el tópico me resultaba incluso más atractivo, por lo que asistir a la festividad era prácticamente una obligación. Incluso si tenía que llevar un estúpido disfraz o lidiar con los deseos y paranoias de la gente, porque sí, muchos consideraban que eran señales del final de los tiempos y las “estrellas” caerían del cielo… Y ciertamente mentira no era, muchos meteoritos se precipitan sobre la tierra, pero ya sería absurdo considerar que lo harían justo en ese momento y en ese lugar…
Itzamaray se mostraba sumamente emocionada por participar de aquel evento. Y si bien mi reacción podría ser un tanto distante, yo también quería ver el espectáculo en el firmamento. Inclusive, ya tenía un atuendo para las festividades, aún cargaba una máscara que hace mucho había utilizado en Sacrestic, y me resultaba en sumo estética e interesante.
Cuando el sol hacía su último acto del día, la maga empezó a cambiarse entre las sombras para colocarse su nuevo atuendo. Me resultaba hasta tierno la ignorancia de la joven que desconocía mi capacidad para ver en la oscuridad. Procuré ignorarla mientras apartado en la habitación me alistaba.
Con que un cordero – resalté su disfraz mientras me aproximaba con mi máscara (1) ya puesta. – Supongo que a veces nuestras máscaras hablan mucho de nosotros, al final de cuenta algunos dicen que incluso la personalidad es solo una máscara más (2) ¿Entonces que estaría atrás? – señalé con soberbia mi comentario con aires de profundidad. Recalcando en parte el hecho de tratarse de un lobo y un cordero, a veces la casualidad sonreía con picardía.
La maga impaciente se adelantó al evento mientras yo terminaba de prepararme para acompañarla. Aun los rayos de la estrella mayor quemaban el terreno, por lo que debía esperar paciente que todo rastro del sol desapareciera. Igualmente, las estrellas tardarían en verse ya cuando el manto de la noche acariciara el cielo.
Caminé entre la multitud que acudía a la festividad. Varios con disfraces pintorescos esperaban pacientes el espectáculo de las estrellas fugaces. Los grupos se reunían en círculos alrededor de fogatas para tirar sus pergaminos con sus deseos.
Vi a la maga acercarse a un círculo vistoso donde unos sujetos con disfraces de gomejo resaltaban. No entendía la elección de aquello, los gomejos solo servían para ser pateados. Y si su intención era intimidar o asustar lo estaban haciendo muy mal. Sin embargo, prefería ver eso a ver alguien disfrazado de “Vampiro”, ya había declarado que si veía a alguien en esa posición me encargaría de mostrarle como son los vampiros de verdad.
Al acercarme entre las sombras escuché el relato de la joven maga que con magia adornaba su historia, causando gran impresión entre los presentes. Una anciana lideraba aquel grupo y su apariencia llamaba profundamente la atención. Cuando la maga terminó su cuento, se dirigió hacia mí, que salía lentamente de las sombras y me aproximaba a la luz del fuego.
Permanecí de pie, y tomando ahora el foco de atención, la anciana se dirigió a mí.
Oh, y tú… ¿Cuáles son tus miedos?
Su pregunta me incomodo y fruncí el ceño al oírla. – No le temo a nada ni nadie. – dije de forma contundente con voz grave. En mis adentros la idea de temer a algo había sido reprimida en lo más profundo de mi inconsciente. Pero en el fondo sabía que mis miedos existían, por más que tratase de ocultarlos, por más que aparentase ser irrompible, infranqueable… invencible.
Jo, qué dichoso, aunque me recuerdas una historia que escuché hace un rato. Quizás el olvido sea tu peor enemigo.
El atrevimiento de la anciana me irritó, y antes de que le respondiera, se adelantó para apaciguar la situación. - Pero que sabría una simple vieja senil – dijo con un especial tono sombrío que avivaba las sospechas sobre las intenciones de aquella figura que llamaban la Bruja de Oniria. – Adelante lobo, si eres capaz de contar una historia de terror a la altura, seguramente los hilos del destino te lo recompensarán, al final esta noche no se centra solo de estrellas fugaces, se trata de miedos y anhelos.
Permanecí de pie fuera del círculo, aclaré mi garganta y tras unos breves segundos pensando que podría relatar, me crucé de brazos y mirando las flamas danzantes de la fogata inicié mi narración.
Monstruos… fantasmas… la muerte… Nada de eso inspira temor como lo que yo les traigo, no es un cuento o una leyenda… una historia o una anécdota; se trata de una profecía. Hace años leí sobre las predicciones de una mujer del continente. Antes de mí, de ti o incluso me atrevería decir a que antes de ti Bruja de Oniria…
Esta pitonisa se llamó Cassandra Damus, una humana ciega al mundo de nosotros, pero que era capaz de ver lo que vendría. Murió hace cientos de años, y en vida fue poco alabada, ninguna de sus profecías se cumplió. Pero hoy podemos ver en retrospectiva y darnos cuenta de que todo había sido cierto. Las grandes guerras y catástrofes, los reyes y sus muertes. Todo fue acertado.
Y se preguntarán, que hace un sujeto contándonos sobre las visiones de una profeta muerta, eso no da miedo… Bueno, resulta que Cassandra tuvo una última profecía dentro de los documentos que se recopilaron. No se trata de un evento en particular, sino de un mundo distinto, un mundo futuro.
Dejé que el silencio sentenciara mis palabras, que cada uno de los presentes dispusiera de su atención a mi discurso empapado de una posible verdad lejana.
Pasados siglos, incluso milenios, el mundo no será como lo vivimos hoy en día. Los cambios revolucionarán el día a día, y el avance será nuestra perdición. Un mundo de monotonía será nuestro mayor enemigo, atrás quedaron los días de monstruos y fantasmas, el miedo vendrá del sempiterno recordar de lo efímero e inútil de la existencia. Reducida a una prisión de unas pocas pulgadas, que, en nuestras manos, brindará el alcance de toda la información del mundo en nuestras palmas, pero incluso así, serán los días más oscuros para el conocimiento.
Ya no habrá bestias o vampiros, el éter no importará y la inmortalidad del elfo perecerá. Lo único que prevalece es el humano, el hombre como sinónimo de incompetencia. Los políticos serán más corruptos, el ignorante tendrá mayor poder, lo ficticio será lo real, y valdrá más la apariencia y la aceptación del público, que tu identidad propia.
Sé que están escépticos, sé que es difícil de imaginar, pero al final dudo que Cassandra se equivoque, por lo que disfruten estos días, aunque sean los últimos, disfruten sus monstruos y fantasmas, porque en el futuro, el mundo será otro. Y ustedes, e incluso yo, no estaremos ahí para presenciar el ocaso de la humanidad. Donde la naturaleza muere a manos del capricho humano, donde el tiempo se prostituye a costa de poder obtener riquezas que no podrás disfrutar, donde nosotros agradeceremos ser el pasado y convertirnos en los “dragones y vampiros” de sus historias que serán la única salida de su realidad insulsa. La fantasía como el camino a lidiar con la ansiedad, la opción a usar como higiene mental.
Me detuve mientras la cara de varios presentes permanecía sin comprender mi relato, algunos se reían y acusaban de ser un chiste mi historia, pero en los ojos de varios el terror aparecía camuflándose con el alivio de que se trataba del mañana y no del hoy.
________________________Muchos asociaban aquel evento con supersticiones y leyendas, convirtiendo casi que, en tradición, algunas costumbres que rayaban en lo irracional. Disfrazarse con temáticas tenebrosas propias de las fiestas de Samhain; o inclusive el rito de pedir deseos en fuego, confiando que una estrella a millones de años luz tuviera alguna clase de repercusión sobre la patética vida de un insignificante humano en un planeta desdeñable. Incluso, llamarla estrella sería un desacierto, al final de cuentas no lo son, el término adecuado sería meteorito, pero de poco servía discutir con los Ignorantes.
Acompañado de la joven maga, nuestro trayecto pasaba por la capital del continente, por lo que no sería necesario desviarnos para asistir al espectáculo. Al final de cuentas, la lluvia de estrellas correspondía un evento que atraía mi curiosidad y fascinación. Ahora que había podido compartir con Corvo y su atracción por la astronomía, el tópico me resultaba incluso más atractivo, por lo que asistir a la festividad era prácticamente una obligación. Incluso si tenía que llevar un estúpido disfraz o lidiar con los deseos y paranoias de la gente, porque sí, muchos consideraban que eran señales del final de los tiempos y las “estrellas” caerían del cielo… Y ciertamente mentira no era, muchos meteoritos se precipitan sobre la tierra, pero ya sería absurdo considerar que lo harían justo en ese momento y en ese lugar…
Itzamaray se mostraba sumamente emocionada por participar de aquel evento. Y si bien mi reacción podría ser un tanto distante, yo también quería ver el espectáculo en el firmamento. Inclusive, ya tenía un atuendo para las festividades, aún cargaba una máscara que hace mucho había utilizado en Sacrestic, y me resultaba en sumo estética e interesante.
Cuando el sol hacía su último acto del día, la maga empezó a cambiarse entre las sombras para colocarse su nuevo atuendo. Me resultaba hasta tierno la ignorancia de la joven que desconocía mi capacidad para ver en la oscuridad. Procuré ignorarla mientras apartado en la habitación me alistaba.
Con que un cordero – resalté su disfraz mientras me aproximaba con mi máscara (1) ya puesta. – Supongo que a veces nuestras máscaras hablan mucho de nosotros, al final de cuenta algunos dicen que incluso la personalidad es solo una máscara más (2) ¿Entonces que estaría atrás? – señalé con soberbia mi comentario con aires de profundidad. Recalcando en parte el hecho de tratarse de un lobo y un cordero, a veces la casualidad sonreía con picardía.
La maga impaciente se adelantó al evento mientras yo terminaba de prepararme para acompañarla. Aun los rayos de la estrella mayor quemaban el terreno, por lo que debía esperar paciente que todo rastro del sol desapareciera. Igualmente, las estrellas tardarían en verse ya cuando el manto de la noche acariciara el cielo.
[…]
Caminé entre la multitud que acudía a la festividad. Varios con disfraces pintorescos esperaban pacientes el espectáculo de las estrellas fugaces. Los grupos se reunían en círculos alrededor de fogatas para tirar sus pergaminos con sus deseos.
Vi a la maga acercarse a un círculo vistoso donde unos sujetos con disfraces de gomejo resaltaban. No entendía la elección de aquello, los gomejos solo servían para ser pateados. Y si su intención era intimidar o asustar lo estaban haciendo muy mal. Sin embargo, prefería ver eso a ver alguien disfrazado de “Vampiro”, ya había declarado que si veía a alguien en esa posición me encargaría de mostrarle como son los vampiros de verdad.
Al acercarme entre las sombras escuché el relato de la joven maga que con magia adornaba su historia, causando gran impresión entre los presentes. Una anciana lideraba aquel grupo y su apariencia llamaba profundamente la atención. Cuando la maga terminó su cuento, se dirigió hacia mí, que salía lentamente de las sombras y me aproximaba a la luz del fuego.
Permanecí de pie, y tomando ahora el foco de atención, la anciana se dirigió a mí.
Oh, y tú… ¿Cuáles son tus miedos?
Su pregunta me incomodo y fruncí el ceño al oírla. – No le temo a nada ni nadie. – dije de forma contundente con voz grave. En mis adentros la idea de temer a algo había sido reprimida en lo más profundo de mi inconsciente. Pero en el fondo sabía que mis miedos existían, por más que tratase de ocultarlos, por más que aparentase ser irrompible, infranqueable… invencible.
Jo, qué dichoso, aunque me recuerdas una historia que escuché hace un rato. Quizás el olvido sea tu peor enemigo.
El atrevimiento de la anciana me irritó, y antes de que le respondiera, se adelantó para apaciguar la situación. - Pero que sabría una simple vieja senil – dijo con un especial tono sombrío que avivaba las sospechas sobre las intenciones de aquella figura que llamaban la Bruja de Oniria. – Adelante lobo, si eres capaz de contar una historia de terror a la altura, seguramente los hilos del destino te lo recompensarán, al final esta noche no se centra solo de estrellas fugaces, se trata de miedos y anhelos.
Permanecí de pie fuera del círculo, aclaré mi garganta y tras unos breves segundos pensando que podría relatar, me crucé de brazos y mirando las flamas danzantes de la fogata inicié mi narración.
Monstruos… fantasmas… la muerte… Nada de eso inspira temor como lo que yo les traigo, no es un cuento o una leyenda… una historia o una anécdota; se trata de una profecía. Hace años leí sobre las predicciones de una mujer del continente. Antes de mí, de ti o incluso me atrevería decir a que antes de ti Bruja de Oniria…
Esta pitonisa se llamó Cassandra Damus, una humana ciega al mundo de nosotros, pero que era capaz de ver lo que vendría. Murió hace cientos de años, y en vida fue poco alabada, ninguna de sus profecías se cumplió. Pero hoy podemos ver en retrospectiva y darnos cuenta de que todo había sido cierto. Las grandes guerras y catástrofes, los reyes y sus muertes. Todo fue acertado.
Y se preguntarán, que hace un sujeto contándonos sobre las visiones de una profeta muerta, eso no da miedo… Bueno, resulta que Cassandra tuvo una última profecía dentro de los documentos que se recopilaron. No se trata de un evento en particular, sino de un mundo distinto, un mundo futuro.
Dejé que el silencio sentenciara mis palabras, que cada uno de los presentes dispusiera de su atención a mi discurso empapado de una posible verdad lejana.
Pasados siglos, incluso milenios, el mundo no será como lo vivimos hoy en día. Los cambios revolucionarán el día a día, y el avance será nuestra perdición. Un mundo de monotonía será nuestro mayor enemigo, atrás quedaron los días de monstruos y fantasmas, el miedo vendrá del sempiterno recordar de lo efímero e inútil de la existencia. Reducida a una prisión de unas pocas pulgadas, que, en nuestras manos, brindará el alcance de toda la información del mundo en nuestras palmas, pero incluso así, serán los días más oscuros para el conocimiento.
Ya no habrá bestias o vampiros, el éter no importará y la inmortalidad del elfo perecerá. Lo único que prevalece es el humano, el hombre como sinónimo de incompetencia. Los políticos serán más corruptos, el ignorante tendrá mayor poder, lo ficticio será lo real, y valdrá más la apariencia y la aceptación del público, que tu identidad propia.
Sé que están escépticos, sé que es difícil de imaginar, pero al final dudo que Cassandra se equivoque, por lo que disfruten estos días, aunque sean los últimos, disfruten sus monstruos y fantasmas, porque en el futuro, el mundo será otro. Y ustedes, e incluso yo, no estaremos ahí para presenciar el ocaso de la humanidad. Donde la naturaleza muere a manos del capricho humano, donde el tiempo se prostituye a costa de poder obtener riquezas que no podrás disfrutar, donde nosotros agradeceremos ser el pasado y convertirnos en los “dragones y vampiros” de sus historias que serán la única salida de su realidad insulsa. La fantasía como el camino a lidiar con la ansiedad, la opción a usar como higiene mental.
Me detuve mientras la cara de varios presentes permanecía sin comprender mi relato, algunos se reían y acusaban de ser un chiste mi historia, pero en los ojos de varios el terror aparecía camuflándose con el alivio de que se trataba del mañana y no del hoy.
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(1) Máscara utilizada en mi primer rol terminado en el foro:
(2): Etimología de la palabra.
- Máscara de Zagreus:
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Voy al evento con Itzamaray.
Zagreus
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Re: La noche de los 9 deseos [Evento social]
La estación de lluvias les dio un respiro, al menos por aquella noche. Se decía que lloverían estrellas, y que estas tenían el don de conceder deseos formulados en un determinado instante. No era algo descabellado, teniendo en cuenta los últimos acontecimientos: Edén, la debacle de sus camaradas, los rumores de destrucción en el Oeste, el caos intentando apoderarse del mundo.
Echó el brazo hacia atrás y cogió una rama para lanzarla al fuego. Luego, miró al cielo estrellado que se extendía ante sus ojos, infinito, plagado de estrellas como flores sobre un prado verde en primavera. Suspiró. Era una visión que transportaba la mente a lugares que hacían creer que vivían en un mundo perfecto.
Tesenia Frumvig, antigua curandera del Arenal, reconvertida en científica ávida de conocimientos, estaba instalando un aparato para observar el cielo nocturno con más detalle.
- ¿Cómo va eso, Tes? ¿Te apañas?
- Pues... No sabría decirte, Sango- gruñó. Sango giró la cabeza hacia ella y sonrió.- Aún tengo que regular las lentes y pensé que me iba a llevar menos, la verdad. Debí pedir ayuda cuando compré este trasto.
- Ánimo- la mujer le dedicó una mirada de odio y Sango volvió a centrarse en el cielo.
Alrededor de la hoguera había más gente, distribuidas en pequeños grupos que también se habían acercado a contemplar la lluvia de estrellas. Susurros, murmullos y risas cómplices. Un hombre decidió, entonces, contar una historia con un trágico final para una persona que decía conocer. Esa persona había entrado en una mina y encontró un montón de mineral valioso ya extraído. Resultó ser una mina de kobolds. Encontraron los restos del tipo a la entrada de una cueva, desmembrado y con una piedra de carbón en la boca.
- Ay, ¿por qué tiene que haber tanto mal en el mundo?
- Quizá sea necesario. No, no, deja que me explique- Sango torció su mirada hacia el hombre que buscó las palabras antes de empezar a hablar.- Para que exista el bien debe existir el mal. Y es algo que no podemos evitar. Vale, puedes entender el mal como un tipo con un arma que viene a atacarte, pero el mal, realmente, tiene muchas y variadas formas. El hambre, por ejemplo, es una manifestación del mal. Comemos para eliminar ese "efecto" negativo que hay sobre nosotros, por tanto comer podríamos entenderlo como una acción del bien.
- ¿Y los que comen de más?
- Un ejemplo de cómo algo que en principio es bueno, se puede convertir en algo malo. Y no necesariamente uno es consciente de ello.
- Pero entonces, ¿cómo se puede distinguir el bien del mal?
Hubo un silencio alrededor de la hoguera. Esa era una pregunta realmente terrorífica. Una pregunta que no tenía un fácil respuesta y si la había sería objeto de discusiones y debates que durarían largos días y serían tratados en salones donde las más grandes mentes expondrían sus puntos de vista mientras no llegaban a algún tipo de consenso.
- No. El bien y el mal solo uno puede decidir dónde está el límite- intervino Tesenia.- Cada persona tiene unas creencias y sobre ellas construye su vida. Luego hay elementos externos que moldean, lentamente, el ser. Elementos, por cierto, en ocasiones, oscuros, ocultos, y cuando uno quiere darse cuenta es demasiado tarde y está amenazando a una persona por conseguir un par de monedas.
Sango clavó sus ojos sobre ella. Se había acercado al fuego con los puños cerrados y una expresión de rabia contenida. Ben conocía parte de la historia y no pudo más que sentir lástima por ella. Una curandera, obligada a abandonar su labor; manipulada hasta el extremo de cuestionar sus propias creencias; convertida entonces, en sacerdotisa de un extraño culto que buscaba el fin del mundo y ahora...
- Por eso es importante tener cerca a familiares y amigos. Escucharles, compartir, aceptar que te corrijan... Aceptar que uno nunca tiene la verdad absoluta sobre las cosas. La reflexión es necesaria, tanto para granjeros y agricultores como para señores y reyes. Escuchar a los que te quieren es, en mi opinión, fundamental.
Sus puños se habían relajado y ahora tenía una mirada triste que clavaba en el suelo. Suspiró lentamente y sin esperar respuesta, volvió con su artefacto. Ben se levantó del tronco que le servía de asiento y se acercó al fuego para calentar las manos.
- Uno debe actuar de acuerdo a sus creencias. Hacer lo que considere bueno para los suyos. Al final es lo que importa. Cuando llegue nuestra hora, serán los Dioses quienes juzguen si hemos hecho bien o mal, tal es el poder que poseen: poder distinguir el bien del mal. Cosa que nosotros nunca podremos alcanzar a ver.
Sacudió las manos cuando estas entraron en calor y volvió a sus sitio.
- Bueno ya está bien, dejemos el bien y el mal para otro momento. Esta es una noche hermosa como para estropearla con debates que no conducen a ninguna parte- hizo una pausa para observar a su alrededor.- Es una noche para contemplar el cielo y contar historias, ¿alguien se anima?
- ¿Qué clase de historias?- preguntó un chico que se sentaba junto a los que parecían sus padres. Ben calculó que tendría unos doce o trece inviernos.
- Sueños, pesadillas... Y a cambio...
Un escalofrío recorrió a Sango al escuchar una voz a su espalda. Se levantó de repente y se giró para observar que tras él no había nadie. Al girarse las cabezas estaban fijas en él con expresiones incrédulas. Sango levantó las manos e hizo un gesto para quitarle importancia. Sin embargo, en la mirada del chico había algo más porque él había escuchado lo mismo.
Ben sacudió la cabeza y recuperó su asiento, aún en guardia por lo que había sucedido. Su cabeza se giró hacia la bruja que no parecía haber advertido presencia alguna ya que seguía ocupada.
- No sé por qué, pero creo que esta noche no formularé deseo alguno- se convirtió en el foco de atención. Ben se encogió de hombros.- Eden está muy cerca.
Primero una voz, luego otra y de repente, unos discutían con otros sobre la veracidad de las palabras y el temor que acababa de infundir Sango en sus corazones. Un pensamiento repentino se le pasó por la cabeza: el verdadero debate no era el bien y el mal, sino el orden y el caos. Detrás del chico, Ben advirtió una sombra moverse.
En su cabeza sonó una risa aguda.
Echó el brazo hacia atrás y cogió una rama para lanzarla al fuego. Luego, miró al cielo estrellado que se extendía ante sus ojos, infinito, plagado de estrellas como flores sobre un prado verde en primavera. Suspiró. Era una visión que transportaba la mente a lugares que hacían creer que vivían en un mundo perfecto.
Tesenia Frumvig, antigua curandera del Arenal, reconvertida en científica ávida de conocimientos, estaba instalando un aparato para observar el cielo nocturno con más detalle.
- ¿Cómo va eso, Tes? ¿Te apañas?
- Pues... No sabría decirte, Sango- gruñó. Sango giró la cabeza hacia ella y sonrió.- Aún tengo que regular las lentes y pensé que me iba a llevar menos, la verdad. Debí pedir ayuda cuando compré este trasto.
- Ánimo- la mujer le dedicó una mirada de odio y Sango volvió a centrarse en el cielo.
Alrededor de la hoguera había más gente, distribuidas en pequeños grupos que también se habían acercado a contemplar la lluvia de estrellas. Susurros, murmullos y risas cómplices. Un hombre decidió, entonces, contar una historia con un trágico final para una persona que decía conocer. Esa persona había entrado en una mina y encontró un montón de mineral valioso ya extraído. Resultó ser una mina de kobolds. Encontraron los restos del tipo a la entrada de una cueva, desmembrado y con una piedra de carbón en la boca.
- Ay, ¿por qué tiene que haber tanto mal en el mundo?
- Quizá sea necesario. No, no, deja que me explique- Sango torció su mirada hacia el hombre que buscó las palabras antes de empezar a hablar.- Para que exista el bien debe existir el mal. Y es algo que no podemos evitar. Vale, puedes entender el mal como un tipo con un arma que viene a atacarte, pero el mal, realmente, tiene muchas y variadas formas. El hambre, por ejemplo, es una manifestación del mal. Comemos para eliminar ese "efecto" negativo que hay sobre nosotros, por tanto comer podríamos entenderlo como una acción del bien.
- ¿Y los que comen de más?
- Un ejemplo de cómo algo que en principio es bueno, se puede convertir en algo malo. Y no necesariamente uno es consciente de ello.
- Pero entonces, ¿cómo se puede distinguir el bien del mal?
Hubo un silencio alrededor de la hoguera. Esa era una pregunta realmente terrorífica. Una pregunta que no tenía un fácil respuesta y si la había sería objeto de discusiones y debates que durarían largos días y serían tratados en salones donde las más grandes mentes expondrían sus puntos de vista mientras no llegaban a algún tipo de consenso.
- No. El bien y el mal solo uno puede decidir dónde está el límite- intervino Tesenia.- Cada persona tiene unas creencias y sobre ellas construye su vida. Luego hay elementos externos que moldean, lentamente, el ser. Elementos, por cierto, en ocasiones, oscuros, ocultos, y cuando uno quiere darse cuenta es demasiado tarde y está amenazando a una persona por conseguir un par de monedas.
Sango clavó sus ojos sobre ella. Se había acercado al fuego con los puños cerrados y una expresión de rabia contenida. Ben conocía parte de la historia y no pudo más que sentir lástima por ella. Una curandera, obligada a abandonar su labor; manipulada hasta el extremo de cuestionar sus propias creencias; convertida entonces, en sacerdotisa de un extraño culto que buscaba el fin del mundo y ahora...
- Por eso es importante tener cerca a familiares y amigos. Escucharles, compartir, aceptar que te corrijan... Aceptar que uno nunca tiene la verdad absoluta sobre las cosas. La reflexión es necesaria, tanto para granjeros y agricultores como para señores y reyes. Escuchar a los que te quieren es, en mi opinión, fundamental.
Sus puños se habían relajado y ahora tenía una mirada triste que clavaba en el suelo. Suspiró lentamente y sin esperar respuesta, volvió con su artefacto. Ben se levantó del tronco que le servía de asiento y se acercó al fuego para calentar las manos.
- Uno debe actuar de acuerdo a sus creencias. Hacer lo que considere bueno para los suyos. Al final es lo que importa. Cuando llegue nuestra hora, serán los Dioses quienes juzguen si hemos hecho bien o mal, tal es el poder que poseen: poder distinguir el bien del mal. Cosa que nosotros nunca podremos alcanzar a ver.
Sacudió las manos cuando estas entraron en calor y volvió a sus sitio.
- Bueno ya está bien, dejemos el bien y el mal para otro momento. Esta es una noche hermosa como para estropearla con debates que no conducen a ninguna parte- hizo una pausa para observar a su alrededor.- Es una noche para contemplar el cielo y contar historias, ¿alguien se anima?
- ¿Qué clase de historias?- preguntó un chico que se sentaba junto a los que parecían sus padres. Ben calculó que tendría unos doce o trece inviernos.
- Sueños, pesadillas... Y a cambio...
Un escalofrío recorrió a Sango al escuchar una voz a su espalda. Se levantó de repente y se giró para observar que tras él no había nadie. Al girarse las cabezas estaban fijas en él con expresiones incrédulas. Sango levantó las manos e hizo un gesto para quitarle importancia. Sin embargo, en la mirada del chico había algo más porque él había escuchado lo mismo.
Ben sacudió la cabeza y recuperó su asiento, aún en guardia por lo que había sucedido. Su cabeza se giró hacia la bruja que no parecía haber advertido presencia alguna ya que seguía ocupada.
- No sé por qué, pero creo que esta noche no formularé deseo alguno- se convirtió en el foco de atención. Ben se encogió de hombros.- Eden está muy cerca.
Primero una voz, luego otra y de repente, unos discutían con otros sobre la veracidad de las palabras y el temor que acababa de infundir Sango en sus corazones. Un pensamiento repentino se le pasó por la cabeza: el verdadero debate no era el bien y el mal, sino el orden y el caos. Detrás del chico, Ben advirtió una sombra moverse.
En su cabeza sonó una risa aguda.
Sango
Héroe de Aerandir
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Re: La noche de los 9 deseos [Evento social]
Como había llegado, no lo sabia, hacia adonde iría, no quería saber... El borracho disfrazado de gomejo con botella de licor en mano serpenteaba por las fogatas escuchando diferentes historias y mitos acerca de que aquella noche deseos habrían de cumplirse para aquellos afortunados, el borracho incrédulo se acerco a una fogata aparentemente vacía.
-Entonces solo escribo en un papel lo que quiero y ya?-
-Asi es gomejo-
El borracho disfrazado se sobresalto y por un segundo casi dejo caer un poco del preciado elixir que llevaba, sin embargo, sus reflejos fueron mas rápidos y alcanzo a atrapar con su mano lo que había salido de la botella para posteriormente llevárselo a la boca, fue entonces que la extraña mujer sonriendo le hablo de nueva cuenta.
-Creo que ya se lo que desearas-
-Oh de seguro, digo, es bastante obvio ¿acaso no es eso lo que todos deseamos en realidad?-
Nero seco su mano en su disfraz y apoyo su botella en una piedra donde habían papeles, plumas y tinta para que todos pudieran pedir su deseo, el borracho de manera escueta simplemente escribió "Amor" y lanzo el papel a la fogata.
-Debías esperar a que comenzara la lluvia de estrellas-
-a-
-Bueno, te interesa ganar unos aeros rápidos-
-Me tientas, dime que debo hacer-
-Cuéntame una historia de terror, tus miedos o pesadillas recurrentes-
-¿Y me pagaras por eso?-
-50 aeros-
-Khalamet era la palabra con la que los Nórgedos describían a la creatura que les solía atacar de vez en cuando, yo era muy pequeño en ese tiempo y no lograba comprender del todo las historias que me contaban, pero se resume en algo mas o menos asi.
Fue una noche de luna carmesí, todo parecía ser una noche mas en el arenal de Roilkat, los Nórgedos celebraban algo que desconozco, algunos bailaban alrededor de una fogata no muy diferente a esta, muchas personas replicaban lo mismo en las diferentes fogatas y campamentos que los Nórgedos tenían en el desierto, fue entonces que el caos se desato en el primer campamento, un grito desolador al cual la mayoría de los miembros atendieron con urgencia, muchos contemplaron la escena con horror, otro grito proveniente del campamento cercano el cual probablemente había sufrido el mismo horrible destino, el cual se repitió conforme los gritos de horror se multiplicaban en las diferentes carpas, los Nórgedos lo describían como lo mas atroz que habían visto y eso que han visto muchas cosas-
El borracho se quedo en silencio por unos momentos, como si fuera victima de una especie de síndrome post traumático.
-¿Pero que paso?, ¿Qué vieron en las carpas que les hacia gritar?-
-No fue lo que vieron, sino lo que ya no veían... Todo, literalmente todas las reservas de alcohol habían desaparecido, no había siquiera una gota de vino o licor, era terrible, de ahí que le llamaran Khalamet que en la lengua de los Nórgedos significa calamidad, lo peor es que no fue algo que solo ocurriera una vez, ocurrió en múltiples ocasiones, los Nórgedos no sabían que hacer para detenerlo, era terrible-
-¿Y que pasaba si no tenían licor?-
-Oh, entonces aparecía un dragón y mataba a mucha gente y causaba grandes estragos, pero eso no es importante, esa creatura lograba llevarse todo el alcohol sin que nadie se diera cuenta!, eso si que es horripilante-
La mujer suspiro decepcionada y le dio los aeros al gomejo borracho, para luego irse de allí sintiéndose estafada.
-Entonces solo escribo en un papel lo que quiero y ya?-
-Asi es gomejo-
El borracho disfrazado se sobresalto y por un segundo casi dejo caer un poco del preciado elixir que llevaba, sin embargo, sus reflejos fueron mas rápidos y alcanzo a atrapar con su mano lo que había salido de la botella para posteriormente llevárselo a la boca, fue entonces que la extraña mujer sonriendo le hablo de nueva cuenta.
-Creo que ya se lo que desearas-
-Oh de seguro, digo, es bastante obvio ¿acaso no es eso lo que todos deseamos en realidad?-
Nero seco su mano en su disfraz y apoyo su botella en una piedra donde habían papeles, plumas y tinta para que todos pudieran pedir su deseo, el borracho de manera escueta simplemente escribió "Amor" y lanzo el papel a la fogata.
-Debías esperar a que comenzara la lluvia de estrellas-
-a-
-Bueno, te interesa ganar unos aeros rápidos-
-Me tientas, dime que debo hacer-
-Cuéntame una historia de terror, tus miedos o pesadillas recurrentes-
-¿Y me pagaras por eso?-
-50 aeros-
-Khalamet era la palabra con la que los Nórgedos describían a la creatura que les solía atacar de vez en cuando, yo era muy pequeño en ese tiempo y no lograba comprender del todo las historias que me contaban, pero se resume en algo mas o menos asi.
Fue una noche de luna carmesí, todo parecía ser una noche mas en el arenal de Roilkat, los Nórgedos celebraban algo que desconozco, algunos bailaban alrededor de una fogata no muy diferente a esta, muchas personas replicaban lo mismo en las diferentes fogatas y campamentos que los Nórgedos tenían en el desierto, fue entonces que el caos se desato en el primer campamento, un grito desolador al cual la mayoría de los miembros atendieron con urgencia, muchos contemplaron la escena con horror, otro grito proveniente del campamento cercano el cual probablemente había sufrido el mismo horrible destino, el cual se repitió conforme los gritos de horror se multiplicaban en las diferentes carpas, los Nórgedos lo describían como lo mas atroz que habían visto y eso que han visto muchas cosas-
El borracho se quedo en silencio por unos momentos, como si fuera victima de una especie de síndrome post traumático.
-¿Pero que paso?, ¿Qué vieron en las carpas que les hacia gritar?-
-No fue lo que vieron, sino lo que ya no veían... Todo, literalmente todas las reservas de alcohol habían desaparecido, no había siquiera una gota de vino o licor, era terrible, de ahí que le llamaran Khalamet que en la lengua de los Nórgedos significa calamidad, lo peor es que no fue algo que solo ocurriera una vez, ocurrió en múltiples ocasiones, los Nórgedos no sabían que hacer para detenerlo, era terrible-
-¿Y que pasaba si no tenían licor?-
-Oh, entonces aparecía un dragón y mataba a mucha gente y causaba grandes estragos, pero eso no es importante, esa creatura lograba llevarse todo el alcohol sin que nadie se diera cuenta!, eso si que es horripilante-
La mujer suspiro decepcionada y le dio los aeros al gomejo borracho, para luego irse de allí sintiéndose estafada.
Nero Crimson
Borracho de Aerandir
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Re: La noche de los 9 deseos [Evento social]
El miembro 'Nero Crimson' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: La noche de los 9 deseos [Evento social]
Al rodear a los reunidos y llegar hasta el vampiro, la Bruja de Oniria le hizo una seña desde su posición, y ella se acercó inclinada, para recibir de su pálida mano un puñado de aeros acompañados de una demacrada sonrisa cómplice. Itzamaray, sonrió de medio lado y agradeció sin hacer preguntas, pues la misteriosa bruja de inmediato invitó al vampiro a participar, mismo que al parecer no tenía muchas ansias por hacerlo. Sin embargo cuando accedió, ella se quedó en su posición en cuclillas, mirando hacia arriba, intrigada por lo que saldría de sus labios.
Conforme él iba relatando una historia pasada, sentía una extraña aprehensión, y cuando llegó el final de la misma se convirtió en un desconsuelo... No podía imaginar un mundo así sin que se desolara por completo. Al mismo tiempo fué apreciable saber que sus conceptos de tragedia podrían compartirse bastante. En ese pensamiento aún se encontraba, cuando al ver al cielo notó un grupo pequeño de estrellas, no demasiado contiguas, así que volvió la vista detrás, al fuego. Levantó la mano y arrojó uno de sus papeles que contenían un simple deseo, y cerró la distancia usando su magia para asegurarse de que se quemase.
Mientras el papel se consumía, meditó un poco más las historias, maravillada a veces con lo diferente que era la realidad para unos y otros. Complacida en escuchar una historia de su amo, se levantó y se colocó de puntillas para, en un susurro, sugerirle que aprovechara las solitarias estrellas que caían a la aparente nada, en caso de que hubiera hecho sus deseos en papel. Y seguido de ello, la Bruja de Oniria hizo una seña con la mano al vampiro y le ofreció un pago por haber accedido a su petición de unirse a la actividad.
La joven bruja se fué alejando del grupo, mientras danzaba y cantaba por lo bajo la misma letra que les compartió con la leyenda, buscando un lugar más tranquilo para disfrutar del espectáculo en una fogata alejada de los demás. En definitiva acudir al lugar, era la mejor decisión, incluso habría insistido si se desviaran del camino. Esperaba con entusiasmo la caída de las estrellas, lo cuál le recordó a su hermana Anayatzin, pues los nombres de ambas era inspirados en éstas luces lejanas sobre el manto nocturno.
Así recordó tantas historias y leyendas de su cultura original. De donde venían las raíces de su familia aunque su progenitor no se sintiera orgulloso de ellas. Ahí cayó el peso de lo que era el destino de su viaje, la misión que ella se había impuesto para cortar lazos con ese pasado, y pretende conectar con su raíz verdadera. Estando ahí, a unos pasos yacía un viejo que parecía dormir sobre sus rodillas, sentado junto a una hoguera pequeña, se sentó en el otro extremo también. Con sus deseos en mano esperando que su amo se uniera para darle privacidad para hacer la quema de deseos. Mientras cantaba una [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], una de tantas cosas aprendidas gracias a su abuelo.
Conforme él iba relatando una historia pasada, sentía una extraña aprehensión, y cuando llegó el final de la misma se convirtió en un desconsuelo... No podía imaginar un mundo así sin que se desolara por completo. Al mismo tiempo fué apreciable saber que sus conceptos de tragedia podrían compartirse bastante. En ese pensamiento aún se encontraba, cuando al ver al cielo notó un grupo pequeño de estrellas, no demasiado contiguas, así que volvió la vista detrás, al fuego. Levantó la mano y arrojó uno de sus papeles que contenían un simple deseo, y cerró la distancia usando su magia para asegurarse de que se quemase.
Mientras el papel se consumía, meditó un poco más las historias, maravillada a veces con lo diferente que era la realidad para unos y otros. Complacida en escuchar una historia de su amo, se levantó y se colocó de puntillas para, en un susurro, sugerirle que aprovechara las solitarias estrellas que caían a la aparente nada, en caso de que hubiera hecho sus deseos en papel. Y seguido de ello, la Bruja de Oniria hizo una seña con la mano al vampiro y le ofreció un pago por haber accedido a su petición de unirse a la actividad.
La joven bruja se fué alejando del grupo, mientras danzaba y cantaba por lo bajo la misma letra que les compartió con la leyenda, buscando un lugar más tranquilo para disfrutar del espectáculo en una fogata alejada de los demás. En definitiva acudir al lugar, era la mejor decisión, incluso habría insistido si se desviaran del camino. Esperaba con entusiasmo la caída de las estrellas, lo cuál le recordó a su hermana Anayatzin, pues los nombres de ambas era inspirados en éstas luces lejanas sobre el manto nocturno.
Así recordó tantas historias y leyendas de su cultura original. De donde venían las raíces de su familia aunque su progenitor no se sintiera orgulloso de ellas. Ahí cayó el peso de lo que era el destino de su viaje, la misión que ella se había impuesto para cortar lazos con ese pasado, y pretende conectar con su raíz verdadera. Estando ahí, a unos pasos yacía un viejo que parecía dormir sobre sus rodillas, sentado junto a una hoguera pequeña, se sentó en el otro extremo también. Con sus deseos en mano esperando que su amo se uniera para darle privacidad para hacer la quema de deseos. Mientras cantaba una [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], una de tantas cosas aprendidas gracias a su abuelo.
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Off, voto por la dura realidad del horror que representa la humanidad, la historia de Zagreus
Última edición por Itzamaray el Dom Nov 13 2022, 07:50, editado 1 vez
Itzamaray
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Re: La noche de los 9 deseos [Evento social]
El miembro 'Itzamaray' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: La noche de los 9 deseos [Evento social]
El traje prestado atraía miradas de extrañeza por donde Valeria pasaba. Probablemente, no eran muchos los que estaban familiarizados con las vestimentas que las ricashembras de las Islas distinguían a sus criadas. Y tal vez fuera buena cosa para dichas empleadas, puesto que aquí en la Península, el tiempo estaba un tanto más fresco que en su lugar de orígen. La pobre muchacha a la que su señora había obligado a viajar al norte con semejante atuendo no debió de pasarlo demasiado bien hasta que logró cambiarlo por otra cosa. O puede que lo olvidara a propósito, con la esperanza de que su empleadora la compensara con algo más apropiado a la latitud en que se encontraban.
En cualquier caso, Valeria no entendía las cejas alzadas, teniendo en cuenta que había visto gente, personas adultas, vestidas con réplicas de apropiado tamaño del curioso pijama con orejas que había dado en vestir Libnik últimamente. Debía reconocer que el pequeño dnomovói lucía un tanto entrañable con la suave piel y las orejillas peludas, pero jamás hubiera pensado que algo así podía ponerse de moda en Verisar. Por otro lado, seguro que la gente del pijama ni se inmutaba con el frío aire nocturno.
Valeria no sabía en qué momento se produciría la tan esperada lluvia de estrellas, solo que ocurriría esa noche. Por esa razón, había decidido esperarla donde todo el mundo parecía haberse reunido. Desde luego, era más seguro que salir al campo por su cuenta en mitad de la noche y encender una hoguera solitaria que atrajera a todos los maleantes de la zona.
Así que se acercó discretamente a una de las hogueras donde los aldeanos y algunos otros viajeros habían comenzado a reunirse y, más pendiente del cielo que de sus vecinos, dejó que la conversación siguiera su curso como si ella no estuviera. Bien apretado en su mano, llevaba un fragmento de papel con unas palabras escritas que lanzaría al fuego a la primera señal de una estrella fugaz.
Una voz triste, sin esperanza, lo distrajo. Hablaba del olvido, que a todos llega, de la inutilidad de cualquier esfuerzo si, finalmente, todo se olvida, todo vuelve, nada funciona. Sintiendo un escalofrío en su nuca, Valeria buscó el origen de aquella voz, que acabó por atribuir a un hombre enmascarado. Tenía todo el aspecto de un soldado, tal vez un mercenario.
Quiso desdeñar sus palabras como el producto de la desilusión, tras vaya usted a saber cuántas batallas defendiendo intereses ajenos, una vida que, a fin de cuentas, nada deja atrás salvo muerte y soledad. Sin embargo, la inquietud que había removido en su interior se negaba a desaparecer. No solo no escuchó una palabra de las demás historias que en torno a aquella hoguera se estaban contando, sino que su mirada se apartaba del cielo a cada rato, yendo a dar de nuevo con la perturbadora máscara. Finalmente, decidió alejarse, buscar otra hoguera lejos de aquel hombre y el lúgubre ambiente que había creado.
—¿Ya te marchas? —dijo entonces la mujer que había estado invitando a todo el mundo a pintar la noche de color tan tétrico.
Valeria la observó por un momento, sopesándola, y sintió una mirada similar bajo la capucha con que la mujer cubría su cabeza.
—. ¿No tienes miedos que compartir? —invitó de nuevo la autoproclamada bruja.
Como si fuera a compartir sus miedos con una desconocida. Una desconocida de cuyo poder Valeria nada sabía. Consideró dejarla con la palabra en la boca, pero entonces volvió a su mente la idea del olvido. Hay cosas que no deberían olvidarse, pero ¿quién quedaba para darles voz? Espoleada por aquel impulso, Valeria retrocedió de nuevo hacia el círculo en torno a la hoguera.
—¿Quieres oír hablar de miedo? —comenzó. Se detuvo un instante, como esperando una respuesta que solo el silencio respondió—. Imagina que un día un brujo hace un conjuro con más poder que cabeza. Y, entonces, en una aldea al azar, muy lejos de donde el brujo se encuentra, algo sucede. Imagina que la fuente de la que todo el pueblo bebe se dota de repente del poder de la Vida. De aquel momento en adelante, los aldeanos jamás envejecerían, jamás se verían afectados por las dolencias y enfermedades que a todo el resto del mundo acaban acechando.
»Maravilloso, ¿verdad? Solo que tú y yo sabemos que la magia siempre tiene un costo. Los aldeanos no solo dejan de envejecer, sino que se vuelven más jóvenes. En poco tiempo, la pequeña aldea se puebla de niños. ¿Quién no quiere volver a la infancia? Un paraíso en la tierra, ¿no crees?
»Pero, entonces, unos hombres poderosos llegan a la aldea y descubren la Fuente de la Juventud. ¿Qué harán los aldeanos? ¿Qué poder tienen para defender lo suyo? Solo son niños, nada pueden hacer contra un grupo de hombres y mujeres que se creen con derecho a tomar lo que quieren, porque pueden.
»Y así, los niños están destinados a ver cómo son otros los que toman las decisiones, son otros los que comienzan conflictos, son otros los que toman, dan y vuelven a tomar. Eternamente jóvenes, pero sin ningún control sobre sus propias vidas. Ya no son suyas. Son niños y nadie los toma en serio. A nadie les preocupan.
»Los hombres y mujeres discuten, pelean a su alrededor, y ellos nada pueden hacer para evitarlo. Solo están allí, esperando. Esperando que alguien los mire, que alguien les pregunte, que alguien decida devolverles el poder que les arrebataron.
»Pero nadie lo hace. Muy al contrario. Un buen día, alguien decide que esos niños sobran, que son una aberración. Y vuelan las espadas, corren los niños, pero nada pueden hacer para escapar de su destino.
»Porque son niños. ¿Qué van a hacer?
----------
OFF: Hago mención a la intervención de Alward y, ya que se puede votar por una historia, voto por la de Itzamaray, me ganó con la banda sonora.
Lanzo runa para ver si mi “disfraz” y la suerte me acompañan.
- traje de sirvienta de otro rol que aprovecho como disfraz:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
En cualquier caso, Valeria no entendía las cejas alzadas, teniendo en cuenta que había visto gente, personas adultas, vestidas con réplicas de apropiado tamaño del curioso pijama con orejas que había dado en vestir Libnik últimamente. Debía reconocer que el pequeño dnomovói lucía un tanto entrañable con la suave piel y las orejillas peludas, pero jamás hubiera pensado que algo así podía ponerse de moda en Verisar. Por otro lado, seguro que la gente del pijama ni se inmutaba con el frío aire nocturno.
Valeria no sabía en qué momento se produciría la tan esperada lluvia de estrellas, solo que ocurriría esa noche. Por esa razón, había decidido esperarla donde todo el mundo parecía haberse reunido. Desde luego, era más seguro que salir al campo por su cuenta en mitad de la noche y encender una hoguera solitaria que atrajera a todos los maleantes de la zona.
Así que se acercó discretamente a una de las hogueras donde los aldeanos y algunos otros viajeros habían comenzado a reunirse y, más pendiente del cielo que de sus vecinos, dejó que la conversación siguiera su curso como si ella no estuviera. Bien apretado en su mano, llevaba un fragmento de papel con unas palabras escritas que lanzaría al fuego a la primera señal de una estrella fugaz.
Una voz triste, sin esperanza, lo distrajo. Hablaba del olvido, que a todos llega, de la inutilidad de cualquier esfuerzo si, finalmente, todo se olvida, todo vuelve, nada funciona. Sintiendo un escalofrío en su nuca, Valeria buscó el origen de aquella voz, que acabó por atribuir a un hombre enmascarado. Tenía todo el aspecto de un soldado, tal vez un mercenario.
Quiso desdeñar sus palabras como el producto de la desilusión, tras vaya usted a saber cuántas batallas defendiendo intereses ajenos, una vida que, a fin de cuentas, nada deja atrás salvo muerte y soledad. Sin embargo, la inquietud que había removido en su interior se negaba a desaparecer. No solo no escuchó una palabra de las demás historias que en torno a aquella hoguera se estaban contando, sino que su mirada se apartaba del cielo a cada rato, yendo a dar de nuevo con la perturbadora máscara. Finalmente, decidió alejarse, buscar otra hoguera lejos de aquel hombre y el lúgubre ambiente que había creado.
—¿Ya te marchas? —dijo entonces la mujer que había estado invitando a todo el mundo a pintar la noche de color tan tétrico.
Valeria la observó por un momento, sopesándola, y sintió una mirada similar bajo la capucha con que la mujer cubría su cabeza.
—. ¿No tienes miedos que compartir? —invitó de nuevo la autoproclamada bruja.
Como si fuera a compartir sus miedos con una desconocida. Una desconocida de cuyo poder Valeria nada sabía. Consideró dejarla con la palabra en la boca, pero entonces volvió a su mente la idea del olvido. Hay cosas que no deberían olvidarse, pero ¿quién quedaba para darles voz? Espoleada por aquel impulso, Valeria retrocedió de nuevo hacia el círculo en torno a la hoguera.
—¿Quieres oír hablar de miedo? —comenzó. Se detuvo un instante, como esperando una respuesta que solo el silencio respondió—. Imagina que un día un brujo hace un conjuro con más poder que cabeza. Y, entonces, en una aldea al azar, muy lejos de donde el brujo se encuentra, algo sucede. Imagina que la fuente de la que todo el pueblo bebe se dota de repente del poder de la Vida. De aquel momento en adelante, los aldeanos jamás envejecerían, jamás se verían afectados por las dolencias y enfermedades que a todo el resto del mundo acaban acechando.
»Maravilloso, ¿verdad? Solo que tú y yo sabemos que la magia siempre tiene un costo. Los aldeanos no solo dejan de envejecer, sino que se vuelven más jóvenes. En poco tiempo, la pequeña aldea se puebla de niños. ¿Quién no quiere volver a la infancia? Un paraíso en la tierra, ¿no crees?
»Pero, entonces, unos hombres poderosos llegan a la aldea y descubren la Fuente de la Juventud. ¿Qué harán los aldeanos? ¿Qué poder tienen para defender lo suyo? Solo son niños, nada pueden hacer contra un grupo de hombres y mujeres que se creen con derecho a tomar lo que quieren, porque pueden.
»Y así, los niños están destinados a ver cómo son otros los que toman las decisiones, son otros los que comienzan conflictos, son otros los que toman, dan y vuelven a tomar. Eternamente jóvenes, pero sin ningún control sobre sus propias vidas. Ya no son suyas. Son niños y nadie los toma en serio. A nadie les preocupan.
»Los hombres y mujeres discuten, pelean a su alrededor, y ellos nada pueden hacer para evitarlo. Solo están allí, esperando. Esperando que alguien los mire, que alguien les pregunte, que alguien decida devolverles el poder que les arrebataron.
»Pero nadie lo hace. Muy al contrario. Un buen día, alguien decide que esos niños sobran, que son una aberración. Y vuelan las espadas, corren los niños, pero nada pueden hacer para escapar de su destino.
»Porque son niños. ¿Qué van a hacer?
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OFF: Hago mención a la intervención de Alward y, ya que se puede votar por una historia, voto por la de Itzamaray, me ganó con la banda sonora.
Lanzo runa para ver si mi “disfraz” y la suerte me acompañan.
Reike
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Re: La noche de los 9 deseos [Evento social]
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Tyr
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Re: La noche de los 9 deseos [Evento social]
Me aparté de la multitud tras recibir el pago de la bruja que se alimentaba del terror de los visitantes y sus historias. La maga parecía eufórica y en sus danzas fue alejándose del grupo, dándome cierto espacio para meditar.
Aproveché la soledad para caminar por el festival reflexionando sobre los trozos de pergamino en blanco que traía en mis bolsillos, había visto a Itzma quemar el suyo y jugar a "adivinar su deseo" me entretuvo algunos minutos. Era una mujer fácil de leer y predecir.
Tomé un descanso sentándome en un tronco caído un poco apartado de la multitud, de las fogatas y festividades. Saqué varios trozos de papel y asegurándome que nadie fisgoneaba mi posición, empecé a pensar que escribir en el pergamino para quemarlo. No quería que nadie creyese que creía en esas supersticiones absurdas, y evidentemente mis deseos más profundos solo eran cuestión de tiempo de ser realidades. Pero incluso apelando a mi raciocinio, una fuerza dentro de mí empujaba a quemar esos escritos.
Cerré los ojos un instante dejando que mi cerebro aventajado aislara los estímulos externos. Concentrándome en mis más deseados anhelos. Jugué con mi mano izquierda buscando los trozos de papel en mi capa, hasta poder tomar uno de los varios que traía conmigo.
Abrí los ojos, las estrellas comenzaban a tomar el protagonismo de aquella noche. Y al encontrar mi mirada con el papel, ya tenía claro que pedir. Miré el dorso de la mano que sujetaba el pequeño rectángulo de bordes rasgados, el tatuaje de Gnosis. En mi otra mano un remolino tenue de partículas de sangre se iba aglomerando para crear un hilo de líquido carmesí en mi palma, con suavidad cerré mi puño haciendo que mis dedos se empaparan con el rojo de la sangre. Durante los pocos segundos que llevaba sentado en el tronco, ya me había paseado por todas las áreas que deseaba potenciar. Ya tenía claro que colocar como primer deseo.
Con la uña afilada del dedo índice de mi mano derecha, empecé a escribir en el papel con sangre. Solo quedaba esperar si alguna estrella prematura actuaria en la quema de ese primer deseo.
_____________________________Aproveché la soledad para caminar por el festival reflexionando sobre los trozos de pergamino en blanco que traía en mis bolsillos, había visto a Itzma quemar el suyo y jugar a "adivinar su deseo" me entretuvo algunos minutos. Era una mujer fácil de leer y predecir.
Tomé un descanso sentándome en un tronco caído un poco apartado de la multitud, de las fogatas y festividades. Saqué varios trozos de papel y asegurándome que nadie fisgoneaba mi posición, empecé a pensar que escribir en el pergamino para quemarlo. No quería que nadie creyese que creía en esas supersticiones absurdas, y evidentemente mis deseos más profundos solo eran cuestión de tiempo de ser realidades. Pero incluso apelando a mi raciocinio, una fuerza dentro de mí empujaba a quemar esos escritos.
Cerré los ojos un instante dejando que mi cerebro aventajado aislara los estímulos externos. Concentrándome en mis más deseados anhelos. Jugué con mi mano izquierda buscando los trozos de papel en mi capa, hasta poder tomar uno de los varios que traía conmigo.
Abrí los ojos, las estrellas comenzaban a tomar el protagonismo de aquella noche. Y al encontrar mi mirada con el papel, ya tenía claro que pedir. Miré el dorso de la mano que sujetaba el pequeño rectángulo de bordes rasgados, el tatuaje de Gnosis. En mi otra mano un remolino tenue de partículas de sangre se iba aglomerando para crear un hilo de líquido carmesí en mi palma, con suavidad cerré mi puño haciendo que mis dedos se empaparan con el rojo de la sangre. Durante los pocos segundos que llevaba sentado en el tronco, ya me había paseado por todas las áreas que deseaba potenciar. Ya tenía claro que colocar como primer deseo.
Con la uña afilada del dedo índice de mi mano derecha, empecé a escribir en el papel con sangre. Solo quedaba esperar si alguna estrella prematura actuaria en la quema de ese primer deseo.
Off
Hago tirada a ver si alguna estrella se asoma.
Voto (de momento) por los cuentos de Alward e Itzamaray. Si, dos, y si eso implica una maldición que así sea.
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Re: La noche de los 9 deseos [Evento social]
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Tyr
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Re: La noche de los 9 deseos [Evento social]
Se levantó para estirar las piernas. La discusión se disipó casi en el mismo momento que había empezado. Orden y caos. Caos y orden. Equilibrio perpetuo. Sus ojos se posaron en Tesenia que observaba el cielo desde el aparato con las lentes de aumento. Ben decidió alejarse unos pasos de allí, lejos del fuego.
Sus ojos se volvieron al cielo. Las estrellas temblaban allí donde posaba los ojos, ofreciendo una imagen tan bella que era capaz de apaciguar el corazón más atormentado. Las estrellas formaban dibujos, señales que los Dioses habían dejado allí, para ellos: Nidhogg, el carro, Dáinn, Duneyrr... Todas ellas, a veces difíciles de observar, contaban historias. De lo que fue y será. Sí. Porque su destino, el destino de todos los mortales estaba escrito y no había en el mundo forma alguna de averiguar qué les aguardaba. Solo aquellos que fueran bendecidos, serían capaces de intuir la forma y los giros que había tomado uno de los muchos hilos del tapiz.
- Historias de oscuridad y héroes antiguos;- una voz a su espalda le sacó de sus pensamientos- demonios, que una vez habitaron este mundo y que no lo han abandonado completamente;- ahora sonó frente a él- hombres capaces de transformarse en criaturas imposibles y destruirlo todo a su paso;- a su lado- cantos de envidia que corrompen a tu especie y los convierte en criaturas engañosas y mortíferas, criaturas que los mismos Dioses detestan;- al otro lado- antiguas profecías que hablan de la caída de las más grandes civilizaciones de este mundo- frente a él apareció una mujer.- El temor a perder un brebaje capaz de apaciguar daragones- aspiró lentamente, alzando la cabeza hacia él.- Un deseo mal formulado o más bien, mal ejecutado. ¿Por siempre joven? Temor, pesadilla... dime, Héroe de Aerandir, ¿a qué le teme un guerrero?
Sango, que se quedó observando las estrellas mientras la mujer jugaba con su voz, bajó lentamente la mirada hacia ella, que estaba frente a él, ataviada con una túnica oscura que escondía su cuerpo e incluso parte de su cabeza gracias a una capucha. Sus ojos brillaban, no con la luz de las estrellas sino con una luz irreal, como su presencia en realidad, ya que no la había escuchado acercarse.
- La mala educación es incompatible con mantener una conversación normal.
Los labios de la mujer se estiraron y dejaron entrever una hilera de blanco dientes, como perlas. Ladeó la cabeza y mechones de pelo cayeron sobre su rostro.
- Además,- continuó Sango- ¿Qué clase de persona se acerca en silencio por la noche? ¿Qué clase de persona pregunta por miedos y temores y, además, juega con hechicería para proyectar su voz de tal manera que no se sepa dónde está realmente?
- Me temes, entonces- la cabeza se había inclinado hacia delante, parecía que miraba al suelo, pero, entre el pelo que caía de su cabeza, pudo ver sus ojos clavados en él.- No, no a mi- alzó una mano- lo que represento para ti.
- ¿Y qué representas para mi?
- Lo desconocido. Saber cómo puedo estar aquí y tú- hizo un gesto con una mano- ver como muevo los labios y sin embargo escuchar un voz tras de ti- ladeó la cabeza sin cambiar de orientación.- Sí, los ojos no miente. Se dice que son el espejo del alma. Puede que lo sean...
Ben no apartó en ningún momento su mirada de la mujer, que se alzaba ante él pese a que su voz lo hiciera tras él. Su respiración se había agitado con el truco. Un truco que él consideró como una pequeña muestra del poder que poseía la mujer. Una demostración de lo que podía ocurrir. Tragó saliva.
- Puede que tengas razón. El poder en manos irresponsables es algo a tener en cuenta- dijo en un tono desafiante.- Le temo a muchas cosas, pero no te responderé. Intuyo algo oscuro en ti. ¿A qué le temes tú, hechicera?
La mujer, pareció sorprendida por la pregunta. Sorprendida pero también ofendida. Sango no tuvo tiempo de reaccionar y todo a su alrededor se oscureció y la bruja quedó resaltada en el fondo oscuro. Le sonreía.
- No sabes lo que dices, humano. Una vida de humano no serviría para explicar lo que es el temor. Una cabeza humana no sería capaz de soportar, ni tan siquiera, echar un vistazo a lo que de verdad es el miedo y no esas historias que se cuentan al rededor del fuego... ¿por qué contar esas historias si las verdaderas protagonistas son las estrellas? Humano insignificante, déjame que te muestre una pequeña parte del temor.
La bruja se desvaneció, para dejar que la oscuridad calara hondo en Sango, que intuía miles de formas moviéndose a su alrededor. De pronto, un fogonazo a lo lejos. Agitación en la oscuridad. Otro fogonazo y entonces caos en forma de batalla. Luz y oscuridad. Fogonazos y grandes velos oscuros mezclándose en un remolino sin fin.
- Oh sí, ¿sabes lo qué es? Que vas a saber. Pero esta batalla dio paso a otra cosa.
Ahora, a su alrededor, el entorno cambió. Al fondo, una casa, con ruido de fiesta en el interior y un movimiento que Sango intuyó como peligroso. Una plegaria y el demonio salió expulsado de la casa. Una forma casi etérea que ahora clavaba sus ojos en él. Le enseñó los dientes y caminó hacia él. Extendió los brazos hacia los lados. El terror se apoderó de Sango que, sin poder gritar ni moverse, vio como en el último instante una figura, humana, discutía con el demonio y lo expulsaba. Sin embargo, este rápidamente se transformó, primero, en oso al que le siguió una transformación en una criatura enorme, con alas. Abrió la boca y engulló a Sango.
Unas risas de mujer sonaron mientras Ben caía al vacío. Cuando llegó al fondo, una mujer le miraba esbozando una sonrisa arrebatadora. Cuando se levantó, la blusa que le cubría, cayó al suelo. Dio un paso hacia él y un fuego se prendió tras ella. A medida que avanzaba hacia él, el fuego cobró más intensidad y la mujer fue sufriendo un cambio terrible: la piel se despegaba de los músculos y caía al suelo, alimentando las llamas por las que caminaba. Luego trozos de carne, caían desechos y dejaban a la vista huesos. Ben solo podía mirar el corazón de la mujer, de un color tan antinatural que absorbía toda su atención hasta el punto de que no fue consciente de que la mujer, cuando estuvo a punto de tocarle, cayó desecha al suelo.
A lo lejos, y sin que tuviera tiempo para reaccionar, restos de elfos, dragones, hombres bestias, licántropos, brujos y vampiros cayeron del cielo, oscuro, para seguir alimentando las llamas que consumía ciudades y paisajes por igual. Y entonces, de improvisto, un dragón emergió de entre las llamas para avanzar hacia él.
- ¿Sabes lo que quiere? Oh, es verdad, no puedes hablar.
Las llamas habían llegado hasta él. El calor insoportable hizo que la respiración de Sango se acelerara y un grito ahogado le consumió cuando la boca del dragón se abalanzó, abierta, sobre él.
Una fuerza le expulsó hacia arriba y respiró aire fresco mientras braceaba hacia hasta alcanzar suelo firme. Al salir del agua, pudo ver que sus padres estaban a punto de ser colgados. A su lado, la bruja. Señaló al frente y gritó que ella era una bruja, la auténtica causante de lo que acusaban a sus padres. Un tipo le pegó una colleja y le dijo "calla, niño". Pero Sango siguió gritando. Y entonces, un puñal y la promesa de acabar con su vida. El hombre alzó el puñal y...
Sango recuperó el control. La noche estrellada volvió a aparece, las voces, alegres, alrededor de las fogatas sonó en algún lugar. Se descubrió tirado en el suelo, contemplando la noche y con el cuerpo revuelto por todo lo que acababa de vivir. Unos pasos se escucharon acercarse rápidamente.
- ¡Sango! ¡Sango!- Sango sintió alivio, al fin llegaba la ayuda.- ¿Qué...? ¿Qué haces aquí tirado?
- La bruja- acertó a decir Sango- la bruja.
- ¿Qué bruja, Sango? Te estaba buscando, anda, ven, te quiero enseñar cómo funciona "el aparato", como lo tú lo llamas. Verás, venga, vamos.
Sango se llevó las manos al pecho y respiró profundamente. La visión del cielo estrellado se vio interrumpida por la cara de la bruja que estaba en pie a su lado. Le sonreía. Ben permaneció inmóvil y al cabo de un rato, cuando sus miradas llevaban un buen rato fijas el uno en el otro, preguntó.
- ¿Eres real?
La bruja se echó hacia atrás y rio con ganas. Ben se incorporó, perdiendo de vista a la mujer un breve instante, lo justo para que esta desapareciera. Ben abrió los ojos. Seguía escuchando las risas, pero no veía a la mujer. Voces desde las hogueras. Las primeras estrellas empezaron a recorrer el cielo.
Se dejó caer de nuevo al frio suelo y fijó su vista en un punto brillante y en la estela que esta dejaba tras de sí.
Voto por la historia de Itzmaray.
Sus ojos se volvieron al cielo. Las estrellas temblaban allí donde posaba los ojos, ofreciendo una imagen tan bella que era capaz de apaciguar el corazón más atormentado. Las estrellas formaban dibujos, señales que los Dioses habían dejado allí, para ellos: Nidhogg, el carro, Dáinn, Duneyrr... Todas ellas, a veces difíciles de observar, contaban historias. De lo que fue y será. Sí. Porque su destino, el destino de todos los mortales estaba escrito y no había en el mundo forma alguna de averiguar qué les aguardaba. Solo aquellos que fueran bendecidos, serían capaces de intuir la forma y los giros que había tomado uno de los muchos hilos del tapiz.
- Historias de oscuridad y héroes antiguos;- una voz a su espalda le sacó de sus pensamientos- demonios, que una vez habitaron este mundo y que no lo han abandonado completamente;- ahora sonó frente a él- hombres capaces de transformarse en criaturas imposibles y destruirlo todo a su paso;- a su lado- cantos de envidia que corrompen a tu especie y los convierte en criaturas engañosas y mortíferas, criaturas que los mismos Dioses detestan;- al otro lado- antiguas profecías que hablan de la caída de las más grandes civilizaciones de este mundo- frente a él apareció una mujer.- El temor a perder un brebaje capaz de apaciguar daragones- aspiró lentamente, alzando la cabeza hacia él.- Un deseo mal formulado o más bien, mal ejecutado. ¿Por siempre joven? Temor, pesadilla... dime, Héroe de Aerandir, ¿a qué le teme un guerrero?
Sango, que se quedó observando las estrellas mientras la mujer jugaba con su voz, bajó lentamente la mirada hacia ella, que estaba frente a él, ataviada con una túnica oscura que escondía su cuerpo e incluso parte de su cabeza gracias a una capucha. Sus ojos brillaban, no con la luz de las estrellas sino con una luz irreal, como su presencia en realidad, ya que no la había escuchado acercarse.
- La mala educación es incompatible con mantener una conversación normal.
Los labios de la mujer se estiraron y dejaron entrever una hilera de blanco dientes, como perlas. Ladeó la cabeza y mechones de pelo cayeron sobre su rostro.
- Además,- continuó Sango- ¿Qué clase de persona se acerca en silencio por la noche? ¿Qué clase de persona pregunta por miedos y temores y, además, juega con hechicería para proyectar su voz de tal manera que no se sepa dónde está realmente?
- Me temes, entonces- la cabeza se había inclinado hacia delante, parecía que miraba al suelo, pero, entre el pelo que caía de su cabeza, pudo ver sus ojos clavados en él.- No, no a mi- alzó una mano- lo que represento para ti.
- ¿Y qué representas para mi?
- Lo desconocido. Saber cómo puedo estar aquí y tú- hizo un gesto con una mano- ver como muevo los labios y sin embargo escuchar un voz tras de ti- ladeó la cabeza sin cambiar de orientación.- Sí, los ojos no miente. Se dice que son el espejo del alma. Puede que lo sean...
Ben no apartó en ningún momento su mirada de la mujer, que se alzaba ante él pese a que su voz lo hiciera tras él. Su respiración se había agitado con el truco. Un truco que él consideró como una pequeña muestra del poder que poseía la mujer. Una demostración de lo que podía ocurrir. Tragó saliva.
- Puede que tengas razón. El poder en manos irresponsables es algo a tener en cuenta- dijo en un tono desafiante.- Le temo a muchas cosas, pero no te responderé. Intuyo algo oscuro en ti. ¿A qué le temes tú, hechicera?
La mujer, pareció sorprendida por la pregunta. Sorprendida pero también ofendida. Sango no tuvo tiempo de reaccionar y todo a su alrededor se oscureció y la bruja quedó resaltada en el fondo oscuro. Le sonreía.
- No sabes lo que dices, humano. Una vida de humano no serviría para explicar lo que es el temor. Una cabeza humana no sería capaz de soportar, ni tan siquiera, echar un vistazo a lo que de verdad es el miedo y no esas historias que se cuentan al rededor del fuego... ¿por qué contar esas historias si las verdaderas protagonistas son las estrellas? Humano insignificante, déjame que te muestre una pequeña parte del temor.
La bruja se desvaneció, para dejar que la oscuridad calara hondo en Sango, que intuía miles de formas moviéndose a su alrededor. De pronto, un fogonazo a lo lejos. Agitación en la oscuridad. Otro fogonazo y entonces caos en forma de batalla. Luz y oscuridad. Fogonazos y grandes velos oscuros mezclándose en un remolino sin fin.
- Oh sí, ¿sabes lo qué es? Que vas a saber. Pero esta batalla dio paso a otra cosa.
Ahora, a su alrededor, el entorno cambió. Al fondo, una casa, con ruido de fiesta en el interior y un movimiento que Sango intuyó como peligroso. Una plegaria y el demonio salió expulsado de la casa. Una forma casi etérea que ahora clavaba sus ojos en él. Le enseñó los dientes y caminó hacia él. Extendió los brazos hacia los lados. El terror se apoderó de Sango que, sin poder gritar ni moverse, vio como en el último instante una figura, humana, discutía con el demonio y lo expulsaba. Sin embargo, este rápidamente se transformó, primero, en oso al que le siguió una transformación en una criatura enorme, con alas. Abrió la boca y engulló a Sango.
Unas risas de mujer sonaron mientras Ben caía al vacío. Cuando llegó al fondo, una mujer le miraba esbozando una sonrisa arrebatadora. Cuando se levantó, la blusa que le cubría, cayó al suelo. Dio un paso hacia él y un fuego se prendió tras ella. A medida que avanzaba hacia él, el fuego cobró más intensidad y la mujer fue sufriendo un cambio terrible: la piel se despegaba de los músculos y caía al suelo, alimentando las llamas por las que caminaba. Luego trozos de carne, caían desechos y dejaban a la vista huesos. Ben solo podía mirar el corazón de la mujer, de un color tan antinatural que absorbía toda su atención hasta el punto de que no fue consciente de que la mujer, cuando estuvo a punto de tocarle, cayó desecha al suelo.
A lo lejos, y sin que tuviera tiempo para reaccionar, restos de elfos, dragones, hombres bestias, licántropos, brujos y vampiros cayeron del cielo, oscuro, para seguir alimentando las llamas que consumía ciudades y paisajes por igual. Y entonces, de improvisto, un dragón emergió de entre las llamas para avanzar hacia él.
- ¿Sabes lo que quiere? Oh, es verdad, no puedes hablar.
Las llamas habían llegado hasta él. El calor insoportable hizo que la respiración de Sango se acelerara y un grito ahogado le consumió cuando la boca del dragón se abalanzó, abierta, sobre él.
Una fuerza le expulsó hacia arriba y respiró aire fresco mientras braceaba hacia hasta alcanzar suelo firme. Al salir del agua, pudo ver que sus padres estaban a punto de ser colgados. A su lado, la bruja. Señaló al frente y gritó que ella era una bruja, la auténtica causante de lo que acusaban a sus padres. Un tipo le pegó una colleja y le dijo "calla, niño". Pero Sango siguió gritando. Y entonces, un puñal y la promesa de acabar con su vida. El hombre alzó el puñal y...
Sango recuperó el control. La noche estrellada volvió a aparece, las voces, alegres, alrededor de las fogatas sonó en algún lugar. Se descubrió tirado en el suelo, contemplando la noche y con el cuerpo revuelto por todo lo que acababa de vivir. Unos pasos se escucharon acercarse rápidamente.
- ¡Sango! ¡Sango!- Sango sintió alivio, al fin llegaba la ayuda.- ¿Qué...? ¿Qué haces aquí tirado?
- La bruja- acertó a decir Sango- la bruja.
- ¿Qué bruja, Sango? Te estaba buscando, anda, ven, te quiero enseñar cómo funciona "el aparato", como lo tú lo llamas. Verás, venga, vamos.
Sango se llevó las manos al pecho y respiró profundamente. La visión del cielo estrellado se vio interrumpida por la cara de la bruja que estaba en pie a su lado. Le sonreía. Ben permaneció inmóvil y al cabo de un rato, cuando sus miradas llevaban un buen rato fijas el uno en el otro, preguntó.
- ¿Eres real?
La bruja se echó hacia atrás y rio con ganas. Ben se incorporó, perdiendo de vista a la mujer un breve instante, lo justo para que esta desapareciera. Ben abrió los ojos. Seguía escuchando las risas, pero no veía a la mujer. Voces desde las hogueras. Las primeras estrellas empezaron a recorrer el cielo.
Se dejó caer de nuevo al frio suelo y fijó su vista en un punto brillante y en la estela que esta dejaba tras de sí.
Voto por la historia de Itzmaray.
Sango
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Re: La noche de los 9 deseos [Evento social]
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Una bruja, pesadillas, deseos...
¿Qué podría salir mal?
Vamos, Terric, repara tus deseos eh, no querrás que se te escape la oportunidad- Dijo una madre a su pequeño que escribía de prisa en un pequeño papel -No, por favor, dile a las estrellas que me esperen- Suplicó el chico, a lo que su madre simplemente sonrió y le dio un par de palmaditas en la espalda -Por qué lleva ese nombre- Preguntó curioso dejando de escribir, a lo que su madre suspiró mientras buscaba la manera correcta de contar la historia -Cuenta una leyenda que algún ser antiguo dio un regalo a Aerandir, y consistía en 9 deseos, uno por cada una de las principales razas dominantes- El niño sonrió emocionado aunque luego frunció el ceño es hizo una pequeña pausa para contar con los dedos.
Pero, si son solo ocho razas ¿Acaso ese señor no sabía contar?- Dijo el pequeño un poco extrañado antes de volver a contar con sus dedos, para asegurarse que no fuera él, el que no supiera contar -Sí sabía, pero según la leyenda, una de las razas intentó adueñarse de todos los deseos, sin dejar nada para nadie más, al darse cuenta, hubo una terrible batalla en la que esta supuesta raza terminó desterrada al olvido, atrapados en una prisión más allá de los límites de este mundo- Explicó la madre con voz de suspenso.
¿Y a qué prisión fueron desterrados?- Preguntó el pequeño -Pues, fueron desterrados a un lugar donde se van… ¡los niños que hacen demasiadas preguntas!- Con aquella reveladora frase la madre se lanzó sobre el pequeño con una lluvia de cosquillas hasta que finalmente llegó el momento que todos esperaban -Vamos, va a comenzar- Dijo la madre dirigiendo la vista al cielo.
Y en efecto, finalmente el momento llegaba y poco a poco todos comenzaban a dirigir la mirada al cielo que comenzaba a pintarse con líneas de colores en una hermosa lluvia de estrellas fugaces que apenas duraban unos segundos, pero que eran más que suficientes para maravillar a los presentes. Terric no perdió tiempo y tomando la mano de su madre corrió hasta la fogata más cercana para arrojar su deseo, uno bastante simple y tierno: que su madre no se separara de él.
Mientras tanto, La Bruja de Oniria había recolectado una buena colección de historias de terror, miró a todos aquellos que por unas monedas había contribuido a fortalecer su poder y sonrió con malicia. Desde sus pies, su cuerpo comenzó a transformarse en un denso humo negro hasta desaparecer por completo, a cambio este humo se fue esparciendo por todo el lugar mientras los presentes se encontraban distraídos mirando al cielo.
Aunque algunos notaron la humareda, no hubo tiempo para advertir, y en tan solo un parpadeo la lluvia de estrellas acabó -¿Mamá? ¿A dónde fuiste?- Dijo el pequeño Terric mirando su mano vacía y luego buscando a su madre sin encontrarla por ningún lado. Pero no sería el único que experimentara cómo su deseo parecía haberse cumplido a la inversa, aunque pronto el miedo por la ausencia de su madre, lo llevó a notar una situación, su entrepierna estaba húmeda y sus piernas se calentaban de prisa y al llevar las manos a su entrepierna notó que algo faltaba allí abajo.
Un tétrico silencio se adueñó del lugar mientras los presentes, un poco confundidos intentaban comprender lo que sucedía, algunos de los deseos que habían pedido a las estrellas, se cumplían invertidos, como si las estrellas decidieran jugarles una mala pasada y darles justo lo contrario de lo deseado, pero aquello no era lo peor, porque claro, si hay un Ansur de por medio, siempre puede empeorar.
En medio de la noche, un leve susurro llegó a los oídos de los presentes, una canción se escuchaba ténuemente a lo lejos, y a la vez muy cerca, la melodía se metía en el subconsciente de aquellos que la escuchaban y se quedaba sonando de manera hipnótica mientras ella hacía su entrada.
Una mujer hermosa caminaba lentamente acercándose a los presentes con una belleza que atrapaba en un sutil encanto a los presentes y los hacía desearla y querer poseerla, algo que en principio podría no resultar una amenaza, al menos hasta que el deseo se convirtiera en un problema -Te amo, te deseo, mi diosa- Dijo un hombre que caminaba hacia ella hipnotizado, aunque no lograría llegar a ella -Aléjate de ella, es mi diosa, es mía- Dijo otro hombre colérico que se acercó furioso y golpeó al primero con una piedra hasta abrirle el cráneo.
Aquello no tardaría en salirse de control, aquellos que deseaban a la hermosa mujer se acercaban mientras trataban de evitar que otros la alcanzaran primero, los que caían al piso muertos comenzaban a pudrirse rápidamente y se convertían en amasijos de rosas azules, al tiempo que quienes seguían de pie tarareaban la pegajosa canción “En cambio si tú me cantas… Yo siempre vivo, yo nunca muero”.
∞ Si algo hemos aprendido es que el 13 es un número de mal augurio, y con la segunda parte del evento llega la verdadera fiesta de sangre y muerte. Una historia ha salido ganadora y las estrellas la han hecho realidad, una amenaza hay surgido de las historias y el secreto para combatirla se encuentra en la misma historia contada por Itzamaray.
∞ La Bruja de Oniria se ha ido, pero les ha dejado este tétrico regalo, sin embargo, no es la única amenaza que tendrán sobre ustedes, pues algunos de sus deseos se verán invertidos y hechos realidad durante un par de turnos, también se ha añadido una condición adicional, escalofriante a más no poder, y es que por cortesía de Selena y Eberus, ahora todos los caballeros presentes serán eunucos hasta el final del evento.
∞ El tiempo de contar historias ha pasado, porque ahora forman parte de una de ellas, será una dura tarea detener a aquella hermosa mujer, pues los más cercanos a ella la cuidarán a punto de dar sus vidas por ella para protegerla, lo que hará bastante difícil poder acercarse, por otro lado, quedarse sin hacer nada solo hará que más y más víctimas se vayan sumando a su bitácora de muertes.
∞ Esta segunda parte del evento durará hasta el 19 de noviembre y de igual modo, pueden postear cuantas veces quieran, en cualquier orden siempre que una misma persona no postee dos veces seguidas. Diviértanse.
Pero, si son solo ocho razas ¿Acaso ese señor no sabía contar?- Dijo el pequeño un poco extrañado antes de volver a contar con sus dedos, para asegurarse que no fuera él, el que no supiera contar -Sí sabía, pero según la leyenda, una de las razas intentó adueñarse de todos los deseos, sin dejar nada para nadie más, al darse cuenta, hubo una terrible batalla en la que esta supuesta raza terminó desterrada al olvido, atrapados en una prisión más allá de los límites de este mundo- Explicó la madre con voz de suspenso.
¿Y a qué prisión fueron desterrados?- Preguntó el pequeño -Pues, fueron desterrados a un lugar donde se van… ¡los niños que hacen demasiadas preguntas!- Con aquella reveladora frase la madre se lanzó sobre el pequeño con una lluvia de cosquillas hasta que finalmente llegó el momento que todos esperaban -Vamos, va a comenzar- Dijo la madre dirigiendo la vista al cielo.
Y en efecto, finalmente el momento llegaba y poco a poco todos comenzaban a dirigir la mirada al cielo que comenzaba a pintarse con líneas de colores en una hermosa lluvia de estrellas fugaces que apenas duraban unos segundos, pero que eran más que suficientes para maravillar a los presentes. Terric no perdió tiempo y tomando la mano de su madre corrió hasta la fogata más cercana para arrojar su deseo, uno bastante simple y tierno: que su madre no se separara de él.
Mientras tanto, La Bruja de Oniria había recolectado una buena colección de historias de terror, miró a todos aquellos que por unas monedas había contribuido a fortalecer su poder y sonrió con malicia. Desde sus pies, su cuerpo comenzó a transformarse en un denso humo negro hasta desaparecer por completo, a cambio este humo se fue esparciendo por todo el lugar mientras los presentes se encontraban distraídos mirando al cielo.
Aunque algunos notaron la humareda, no hubo tiempo para advertir, y en tan solo un parpadeo la lluvia de estrellas acabó -¿Mamá? ¿A dónde fuiste?- Dijo el pequeño Terric mirando su mano vacía y luego buscando a su madre sin encontrarla por ningún lado. Pero no sería el único que experimentara cómo su deseo parecía haberse cumplido a la inversa, aunque pronto el miedo por la ausencia de su madre, lo llevó a notar una situación, su entrepierna estaba húmeda y sus piernas se calentaban de prisa y al llevar las manos a su entrepierna notó que algo faltaba allí abajo.
Un tétrico silencio se adueñó del lugar mientras los presentes, un poco confundidos intentaban comprender lo que sucedía, algunos de los deseos que habían pedido a las estrellas, se cumplían invertidos, como si las estrellas decidieran jugarles una mala pasada y darles justo lo contrario de lo deseado, pero aquello no era lo peor, porque claro, si hay un Ansur de por medio, siempre puede empeorar.
En medio de la noche, un leve susurro llegó a los oídos de los presentes, una canción se escuchaba ténuemente a lo lejos, y a la vez muy cerca, la melodía se metía en el subconsciente de aquellos que la escuchaban y se quedaba sonando de manera hipnótica mientras ella hacía su entrada.
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Una mujer hermosa caminaba lentamente acercándose a los presentes con una belleza que atrapaba en un sutil encanto a los presentes y los hacía desearla y querer poseerla, algo que en principio podría no resultar una amenaza, al menos hasta que el deseo se convirtiera en un problema -Te amo, te deseo, mi diosa- Dijo un hombre que caminaba hacia ella hipnotizado, aunque no lograría llegar a ella -Aléjate de ella, es mi diosa, es mía- Dijo otro hombre colérico que se acercó furioso y golpeó al primero con una piedra hasta abrirle el cráneo.
Aquello no tardaría en salirse de control, aquellos que deseaban a la hermosa mujer se acercaban mientras trataban de evitar que otros la alcanzaran primero, los que caían al piso muertos comenzaban a pudrirse rápidamente y se convertían en amasijos de rosas azules, al tiempo que quienes seguían de pie tarareaban la pegajosa canción “En cambio si tú me cantas… Yo siempre vivo, yo nunca muero”.
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∞ Si algo hemos aprendido es que el 13 es un número de mal augurio, y con la segunda parte del evento llega la verdadera fiesta de sangre y muerte. Una historia ha salido ganadora y las estrellas la han hecho realidad, una amenaza hay surgido de las historias y el secreto para combatirla se encuentra en la misma historia contada por Itzamaray.
∞ La Bruja de Oniria se ha ido, pero les ha dejado este tétrico regalo, sin embargo, no es la única amenaza que tendrán sobre ustedes, pues algunos de sus deseos se verán invertidos y hechos realidad durante un par de turnos, también se ha añadido una condición adicional, escalofriante a más no poder, y es que por cortesía de Selena y Eberus, ahora todos los caballeros presentes serán eunucos hasta el final del evento.
∞ El tiempo de contar historias ha pasado, porque ahora forman parte de una de ellas, será una dura tarea detener a aquella hermosa mujer, pues los más cercanos a ella la cuidarán a punto de dar sus vidas por ella para protegerla, lo que hará bastante difícil poder acercarse, por otro lado, quedarse sin hacer nada solo hará que más y más víctimas se vayan sumando a su bitácora de muertes.
∞ Esta segunda parte del evento durará hasta el 19 de noviembre y de igual modo, pueden postear cuantas veces quieran, en cualquier orden siempre que una misma persona no postee dos veces seguidas. Diviértanse.
Ansur
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Re: La noche de los 9 deseos [Evento social]
Justo cuando terminaba de cantar, el anciano habló con aquella raposa voz y que le recordó a la de su abuelo. -Espero no coloques el peso de tu destino en deseos, que los dioses tal vez ignoren.- La bruja lo miró, la luz de la mediana hoguera hacía que parecieran verdaderas gemas que adornan la máscara. Dudó en responder, y seguramente fue la familiaridad de su tono de voz, lo que la motivó a sentirse, digamos, en confianza. -El único que lleva nuestro destino a cuestas, es el Señor de la Muerte. Aunque... Supongo que los demás dioses pueden ser una guía ¿no? - No negaría que, la idea de un grupo de dioses egoístas observan desde donde quiera, y juegan con el curso de los sucesos para bien y seguramente mucho más para mal. A pesar de ello, una esperanza de que en realidad, fueran guías sabias, cuya intervención va mucho más de la mano con brindar voluntad, espíritu, o temple.
-Después de tantos años de vida, comienzo a creer en historias que antaño decían los ancianos de la comunidad- Los cansados ojos del hombre, parecieron haber sido opacados por una sombra, como si el fuego, por unos instantes, ya no reflejase luz sobre ellos. -Narraciones que, de forma contundente, dejaban claro la crueldad de entidades a quienes llamamos dioses, seres que habitan mundos que visitan a través de puertas mágicas. Incluso que dominan cientos o miles de ellos. El miedo es su alimento. Ese miedo que sentimos, ante aquello que no conocemos, creemos temer a cosas absurdas como fantasmas o animales salvajes. Incluso he llegado a pensar en demonios, seres malignos, cuyo poder radica en la crueldad y malicia de nuestros pensamientos. Los dioses son, pequeña, seres cuyo poder sobrepasa nuestra comprensión, tan inmensos que nuestra simple existencia podría parar abruptamente con un sólo pensamiento proveniente de su inmensidad. Seres cuyo poder se limita únicamente ante los poderes superiores de otro de su especie. Pueden reinar los sueños, las mentes, alterar lo que creemos real. El caos es el epítome de su poder, y se dice que de entre ellos sólo uno lo domina, y es quien reina entre aquellas entidades tras las sombras de la oscuridad de lo que creemos es la noche.- Al sonreír, había un aire siniestro en su rostro.
La joven bruja se quedó en silencio. Mirando hacia el cielo una vez más, quizá sus ancestros tenían razón después de todo, adorando a dioses que según ellos representan lo esencial de la existencia, la muerte, la fertilidad, la naturaleza, los elementos, el caos... Cayó en cuenta de aquella coincidencia, pero no era precisamente miedo lo que provocó esa iluminación, más bien un motivo. Al volver la vista, el anciano ya no estaba. Miró alrededor y no pudo encontrarlo de nuevo. Hasta el momento la noche había sido demasiado bella, llena de preguntas que quizás nunca serán resueltas, historias que alimentaron su imaginario, y golpes de realidad dignos de horror.
Recostó la espalda sobre el pasto, recostada por completo, con sus manos sobre su vientre. Contempló así la noche, con las voces de los asistentes mientras contaban sus leyendas o experiencias, esperando la vuelta de su señor. En ese momento el cielo parecía un juego de luces, aquellos cuerpos de luz que iluminaban y dejaban una estela a su paso, inundaron de prisa, las observó extasiada. Aunque el tiempo fue breve, le pareció casi un acto celestial, ¿los dioses harían estos regalos? ¿Son regalos realmente?
De un momento a otro, le dio la impresión de que el silencio se apoderó del terreno. Y había un ambiente diferente, no se movió, apreció un poco aquella quietud, la cuál orilló a la bruja a reflexionar sobre la posible inutilidad de pedir deseos, idea que probablemente estaba ahora algo influenciada por la breve conversación con aquél hombre mayor. Pero había una voz, que fue quebrando el silencio, incluso juraría que el fuego ya no parecía hacer sonido alguno al consumir la madera. Se encontró tarareando la canción de Utz-colel nuevamente, pero entonces entendió que no era su voz, no era ella misma quien cantaba a sus propios oídos. Un vuelco al pecho le obligó a incorporarse de inmediato, poniéndose de pie, curiosa de quién le cantaba, ¿podría ser de nuevo la Bruja de Oniria? La voz no era la misma, o no estaba del todo segura.
Al ser consciente de su entorno, las cosas parecieron cambiar drásticamente. Una noche de cuentos, era ahora gritos, golpes y... Era caos. No pudo evitar mirar hacia donde antes se encontró el anciano, las coincidencias podían ser temibles a veces.
Atraída por la curiosidad innata de sí, caminó cautelosa hacia el origen de dicho caos, y estando más cerca vió hombres en desesperación total, con una expresión de deseo que no entendía. O quizás sí. Claro que conocía ese deseo que parece no tener freno alguno, que por momentos es como si poseyera el cuerpo, pero definitivamente no la mente, o no a éste punto. Sus ojos se abrieron con impresión, había al frente flores, rosas de color azul, cómo zafiros emergiendo de cuerpos descomponiendose. Cuando pudo ver al frente, se encontró con el origen de aquel deseo, pero sólo eran hombres... Una mujer con un aura fúnebre, como si surgiera de un cuento de terror. Diría que era un disfraz, pero ya a estas alturas más bien pensó que estaban frente a una entidad. Demonio, bruja, diosa, entidad de mundos, ninguna parecía ser ella y a la vez parecía ser todas.
No comprendía el origen de aquella mujer, de no ser porque activamente atendió a lo que tarareaban varios de los hombres. Se retiró la máscara y la dejó caer. Le daba la impresión de que necesitaba ver ampliamente lo que acontecía. Hombres de diferentes razas, luchando a muerte por alcanzar el mismo objetivo, muertes horribles, con una melodía que reconoció como la misma que ella había compartido. Y ahí se preguntó si ésto tenía que ver con ella, pero ella no tenía tal poder y jamás antes hubiera invocado algo "bello", mucho menos sin ser intencional.
Un blade de agua helada, fue lo que sintió cuando echó cuenta de que los hombres eran quienes reaccionaban de forma enajenada. Hombres... Markov... Miraba de un lado a otro, era alto pero había muchos de su estatura o más, dificultando su visión inferior. Rodeó las fogatas, pero entre aquel caos no veía a su señor por ninguna parte. Un golpe de miedo la abrumó. -Amo, ¿Markov? No, no, no.- Cayó sobre su trasero al chocar con uno de los hombres que se dirigía con euforia hacia la entidad femenina, pero no se preocupaba ahora de nada, levantándose de prisa y con un sentido de urgencia elevado. Se vio obligada a empujar algunos de ellos que parecían más desorientados, para poder ver mejor y encontrar a quien locamente buscaba. -Markov... ZAGREUS. ¿Dónde está, dónde?-
El temor de que él cayera en aquel frenesí de lujuria y algo terrible le sucediera, perforaba su pecho y un par de lágrimas ante la desesperanza, caían sobre sus mejillas. Sorteando el caos, tanto como podía lo vió. -Mi señor...- Más lágrimas caían, entre el alivio de verlo en pie aún y el temor de si estaría o no bajo el mismo efecto. Tuvo que correr hacia él, con la intención de averiguarlo.
-Después de tantos años de vida, comienzo a creer en historias que antaño decían los ancianos de la comunidad- Los cansados ojos del hombre, parecieron haber sido opacados por una sombra, como si el fuego, por unos instantes, ya no reflejase luz sobre ellos. -Narraciones que, de forma contundente, dejaban claro la crueldad de entidades a quienes llamamos dioses, seres que habitan mundos que visitan a través de puertas mágicas. Incluso que dominan cientos o miles de ellos. El miedo es su alimento. Ese miedo que sentimos, ante aquello que no conocemos, creemos temer a cosas absurdas como fantasmas o animales salvajes. Incluso he llegado a pensar en demonios, seres malignos, cuyo poder radica en la crueldad y malicia de nuestros pensamientos. Los dioses son, pequeña, seres cuyo poder sobrepasa nuestra comprensión, tan inmensos que nuestra simple existencia podría parar abruptamente con un sólo pensamiento proveniente de su inmensidad. Seres cuyo poder se limita únicamente ante los poderes superiores de otro de su especie. Pueden reinar los sueños, las mentes, alterar lo que creemos real. El caos es el epítome de su poder, y se dice que de entre ellos sólo uno lo domina, y es quien reina entre aquellas entidades tras las sombras de la oscuridad de lo que creemos es la noche.- Al sonreír, había un aire siniestro en su rostro.
La joven bruja se quedó en silencio. Mirando hacia el cielo una vez más, quizá sus ancestros tenían razón después de todo, adorando a dioses que según ellos representan lo esencial de la existencia, la muerte, la fertilidad, la naturaleza, los elementos, el caos... Cayó en cuenta de aquella coincidencia, pero no era precisamente miedo lo que provocó esa iluminación, más bien un motivo. Al volver la vista, el anciano ya no estaba. Miró alrededor y no pudo encontrarlo de nuevo. Hasta el momento la noche había sido demasiado bella, llena de preguntas que quizás nunca serán resueltas, historias que alimentaron su imaginario, y golpes de realidad dignos de horror.
Recostó la espalda sobre el pasto, recostada por completo, con sus manos sobre su vientre. Contempló así la noche, con las voces de los asistentes mientras contaban sus leyendas o experiencias, esperando la vuelta de su señor. En ese momento el cielo parecía un juego de luces, aquellos cuerpos de luz que iluminaban y dejaban una estela a su paso, inundaron de prisa, las observó extasiada. Aunque el tiempo fue breve, le pareció casi un acto celestial, ¿los dioses harían estos regalos? ¿Son regalos realmente?
De un momento a otro, le dio la impresión de que el silencio se apoderó del terreno. Y había un ambiente diferente, no se movió, apreció un poco aquella quietud, la cuál orilló a la bruja a reflexionar sobre la posible inutilidad de pedir deseos, idea que probablemente estaba ahora algo influenciada por la breve conversación con aquél hombre mayor. Pero había una voz, que fue quebrando el silencio, incluso juraría que el fuego ya no parecía hacer sonido alguno al consumir la madera. Se encontró tarareando la canción de Utz-colel nuevamente, pero entonces entendió que no era su voz, no era ella misma quien cantaba a sus propios oídos. Un vuelco al pecho le obligó a incorporarse de inmediato, poniéndose de pie, curiosa de quién le cantaba, ¿podría ser de nuevo la Bruja de Oniria? La voz no era la misma, o no estaba del todo segura.
Al ser consciente de su entorno, las cosas parecieron cambiar drásticamente. Una noche de cuentos, era ahora gritos, golpes y... Era caos. No pudo evitar mirar hacia donde antes se encontró el anciano, las coincidencias podían ser temibles a veces.
Atraída por la curiosidad innata de sí, caminó cautelosa hacia el origen de dicho caos, y estando más cerca vió hombres en desesperación total, con una expresión de deseo que no entendía. O quizás sí. Claro que conocía ese deseo que parece no tener freno alguno, que por momentos es como si poseyera el cuerpo, pero definitivamente no la mente, o no a éste punto. Sus ojos se abrieron con impresión, había al frente flores, rosas de color azul, cómo zafiros emergiendo de cuerpos descomponiendose. Cuando pudo ver al frente, se encontró con el origen de aquel deseo, pero sólo eran hombres... Una mujer con un aura fúnebre, como si surgiera de un cuento de terror. Diría que era un disfraz, pero ya a estas alturas más bien pensó que estaban frente a una entidad. Demonio, bruja, diosa, entidad de mundos, ninguna parecía ser ella y a la vez parecía ser todas.
No comprendía el origen de aquella mujer, de no ser porque activamente atendió a lo que tarareaban varios de los hombres. Se retiró la máscara y la dejó caer. Le daba la impresión de que necesitaba ver ampliamente lo que acontecía. Hombres de diferentes razas, luchando a muerte por alcanzar el mismo objetivo, muertes horribles, con una melodía que reconoció como la misma que ella había compartido. Y ahí se preguntó si ésto tenía que ver con ella, pero ella no tenía tal poder y jamás antes hubiera invocado algo "bello", mucho menos sin ser intencional.
Un blade de agua helada, fue lo que sintió cuando echó cuenta de que los hombres eran quienes reaccionaban de forma enajenada. Hombres... Markov... Miraba de un lado a otro, era alto pero había muchos de su estatura o más, dificultando su visión inferior. Rodeó las fogatas, pero entre aquel caos no veía a su señor por ninguna parte. Un golpe de miedo la abrumó. -Amo, ¿Markov? No, no, no.- Cayó sobre su trasero al chocar con uno de los hombres que se dirigía con euforia hacia la entidad femenina, pero no se preocupaba ahora de nada, levantándose de prisa y con un sentido de urgencia elevado. Se vio obligada a empujar algunos de ellos que parecían más desorientados, para poder ver mejor y encontrar a quien locamente buscaba. -Markov... ZAGREUS. ¿Dónde está, dónde?-
El temor de que él cayera en aquel frenesí de lujuria y algo terrible le sucediera, perforaba su pecho y un par de lágrimas ante la desesperanza, caían sobre sus mejillas. Sorteando el caos, tanto como podía lo vió. -Mi señor...- Más lágrimas caían, entre el alivio de verlo en pie aún y el temor de si estaría o no bajo el mismo efecto. Tuvo que correr hacia él, con la intención de averiguarlo.
Itzamaray
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Re: La noche de los 9 deseos [Evento social]
La atención no tardó en diluirse en cuanto Alward contó su historia. A algunos les había gustado, a otros les había resultado indiferente. Fuese como fuese, no le importaba. Se había sentido con la inspiración de haber teñido por unos momentos de terror la noche, un terror más indirecto y sutil, pero para él, igual de poderoso.
Katrina se sentó a su lado, el tocón era lo suficiente grande como para que ambos cupieran. El frío tacto de la madera húmeda no era agradable, pero era mejor que sentarse en la tierra o el césped.
Echó su tronco un poco hacia adelante y miró al Sevna.
-¿Se puede entonces revelar qué se ha pedido?-Volvió a hacer la pregunta que había quedado interrumpida tras la aparición de la bruja.
El enmascarado se encogió de hombros.
-Hay gente que piensa que trae mala suerte, otra, sin embargo, cree todo lo contrario.-La miró directamente.-Yo creo que no pasa nada. No es como si aquellos que designen la fortuna les importase mucho que fueses contando tus propios deseos.
- Wind Scene:
Katrina, meditabunda, desvió su atención hacia el frente. Acto seguido, alzó su mirada a los cielos. Parecía que el momento que estaba esperando había llegado. Nerviosa, se bajó del tocón en un solo movimiento y le indicó a Alward que la acompañara, con un gesto con la mano. El humano la siguió.
Se acercaron a la hoguera más cercana. La vampiresa agarró con fuerza el trozo de papel en el que estaba escrito su deseo. Alward no se esperaba que ella creyese en cosas así, por lo que la miró esbozando una sonrisa mientras ella perdía su mirada en el fuego. Estaba indecisa, ¿Y si al final era todo una mentira? Ante esa indecisión, el Sevna le posó una mano sobre el hombro y apretó su agarre de forma paternal. La vampiresa giró el cuello para mirarlo, y este le hizo una indicación con la cabeza para que procediera. Quitó la mano sobre el hombro, y Katrina dio un paso al frente echando su deseo al fuego. Las llamas devoraron el papelillo donde, con un sencillo carboncillo, había escrito lo que más anhelaba.
Se quedó mirando, de nuevo, las llamas con la mirada perdida. Alward entonces procedió a hacer lo mismo que ella. Al ver que este había finalmente escrito su deseo, lo miró y le esbozó una sonrisa. Acto seguido, giró todo su cuerpo para estar frente a frente con el enmascarado.
-Gracias, Alward.-Proyectó su voz mágica cerrando los ojos, transmitiendo serenidad dentro de la mente ajena.
-¿P-por qué?-Avergonzado, se puso en jarras y acto seguido se llevó una de sus manos detrás de la cabeza, rascándose. La máscara y la capucha hacía que ese gesto de acto reflejo que él tenía cuando se ponía algo nervioso no se viera tan ridículo como cuando no las tenía.
-Por todo.-Abrió los ojos.-Por rescatarme, por no dejarme sola y por hacerme pensar por mí misma.
-De nada.-Volvió a poner los brazos en jarras, esbozando una sonrisa tras su máscara.
-Mi familia.-Dijo, repentinamente.-Quiero volver a ver a mi familia... si es que siguen con vida.
De primeras, el enmascarado se quedó mirándola en silencio. Acto seguido, asintió.
-¿No te acuerdas de ellos?
La vampiresa negó con la cabeza.
-Sé que tenía un padre y una madre. Me acuerdo de momentos muy puntuales, pero no de sus caras. Ni tampoco de cómo me separé de ellos y acabé con Erik.
Alward bajó las manos y tomó aire.
-Los buscaremos.-Dijo trasmitiéndole seguridad y confianza.-Te lo prometo.
- Silencio:
- Silencio.
Un leve pero persistente dolor de cabeza le atravesó de un extremo a otro de esta. Después de eso, sintió como si le estuvieran martilleando la cabeza. Era sutil, nada de lo que preocuparse, pero le molestaba.
Cerró los ojos y se masajeó las sienes.
-...creo que necesito descansar.-Abrió los ojos y se encontró a Katrina mirándole extrañada, con el ceño fruncido y en una postura tensa.
-¿Quién eres?
Alward se quedó unos segundos sin saber qué responder. Lo primero que pensó fue que había oído mal, o quizás la peliblanca estuviera gastándole una broma (aunque no era mucho de eso).
-...-Carraspeó.-Voy a buscar a Epons y...
-Lárgate-Le interrumpió.
De pronto, el Sevna pudo notar cómo el dolor de cabeza se hacía más fuerte y las palabras de Katrina se convertían en un poderoso arma que le sacudió su subconsciente y le hizo caer hacia atrás sentado. No se movió. La vampiresa, con una última mirada hostil, se dio media vuelta y se fue.
Nunca había sufrido los poderes de Katrina. Eran algo a tener en cuenta, mucho más inesperado que un ataque físico y que deja el cuerpo con una extraña sensación de terror, dolor de cabeza y parálisis.
Algo pasaba, y definitivamente sus sospechas se confirmaron cuando vio que se estaba montando revuelo a pocos metros de donde él estaba. Echó otra mirada hacia donde se había ido su compañera. No iría muy lejos... esperaba ¿Quizás algo le había sentado mal de lo que dijo? ¿Se estaba perdiendo algo que no sabía?
Se puso en pie, aún con el dolor de cabeza y con una sensación de tener una voz que no era la suya canturreándole una canción a la que no lograba encontrarle el sentido, como si estuviese soñando. No era la primera vez que tenía una experiencia paranormal u onírica, pero todo parecía muy real y casi no le había dado tiempo a cambiar de conversación cuando su realidad pareció transformarse en otra distinta.
Se dirigió hacia donde más revuelo había. Conforme se acercaba (al principio tambaleándose por los efectos de la voz de Katrina), sintió una vibración en su pecho. Una luz debajo de toda la ropa y la armadura se hizo notar. Era su colgante, el que le regaló su compañera cuando la rescató, vibraba como hacía tiempo que no lo veía hacer, y brillaba con una intensidad casi cegadora para el que estableciera contacto visual directo con el objeto.
El Sevna agarró con fuerza el accesorio y cerró los ojos.
-Alward...-Oyó de pronto, en la lejanía, pero con fuerza. Como si el viento trajese esa voz desde muy lejos.-...espero que estés bien...
Sintió un gran tirón emocional, como si de pronto todas sus emociones negativas fueran arrastradas fuera de su cuerpo y un montón de emociones cargadas de energía y vitalidad le penetraran sin control y agolpadas [1]. Tal fue el shock, que acabó cayendo de rodillas. Tomó una profunda inspiración. Parecía que el dolor de cabeza había desaparecido, y la canción también.
Dio un puñetazo en la tierra húmeda, con rabia. Abrió los ojos mirando al frente, tan furioso que sus ojos parecían inyectados en sangre. Veía lo que estaba pasando, y quién era la culpable de aquello.
Se dirigió hacia aquella mujer. Con paso firme y contundente. Muchos intentaron evitarlo, ya que todos parecían querer llegar hasta ella, en una locura colectiva que se convertía en fanatismo. Aunque Alward los sorteó a todos y los apartó con facilidad, no eran mucho más fuertes que él, y no dudó en intimidar a aquellos que usaban la fuerza bruta dándoles de su propia medicina.
Finalmente, llegó hasta una distancia prudencial, lo bastante cerca como para que pudiera oírle.
-¡Demonio!-Llamó su atención-¡No permitiré que mancilles este día estrellado con tus deseos malignos!-Entonces, desenvainó ambas espadas que colgaban de su espalda formando una equis. Vaerdi en la diestra, Nattehimlen en la zurda. Activó los encantamientos de ambas haciendo una floritura con cada una. La primera primera se envolvió en llamas, que quemó la mano de un hombre que intentó arrebatársela pensando que el enmascarado estaba desprevenido, y la segunda fue recorrida en toda su hoja por unas chispas electrizantes que hicieron retroceder a unos cuantos hombres enloquecidos que empezaban a rodearlo. Acto seguido, apuntó con esta última con un tono amenazador a la demonio.-¡En nombre de los Nacidos de las Estrellas, haré que pagues por esto!
De pronto, otra luz brilló en su interior. Esta tenía un brillo más tenue y amarillento que la anterior, pero también se hacía notar debajo de sus ropajes y la armadura [2].
Cambió de postura, alzó a Vaerdi y de esta salieron proyectiles de fuego con la forma de ojos de lobo que dirigió contra la demonio. Todos y cada uno de ellos explotaron a la voluntad de Alward para así hacer el mayor daño posible a esa criatura y, de paso, borrarla de la faz de la tierra. Aunque, por experiencia sabía que quizás eso no bastara para acabar con una criatura así. Pero al menos daba una muestra de su poder y quizás conseguiría disuadir la voluntad de los hostiles a su favor.
No parecía ser ese el caso. Todos los hombres enloquecidos de su alrededor se abalanzaron contra él en cuanto vieron qué había hecho. Parecían querer dar su vida (y así lo preferían) antes de que su "diosa" sufriera algún daño. Y Alward se había pasado en eso, demasiado.
El Sevna apretó su mandíbula y se dispuso a defenderse. "Son inocentes", pensó. "No puedo hacerles daño. Pero tampoco puedo dejar que hagan daño...". Frustrado, encaró como pudo aquella pelea en la que de repente se había visto envuelto, intentando hacer el menor daño posible a sus enemigos, y recurriendo siempre a incapacitar como pena máxima.
Off:
-Objeto usado [1]: Tifón de Voluntad. Mientras Alward tenga puesto este collar, podrá escuchar esporádicamente los pensamientos de su hermana, lo cual podría darle la certeza de que ella sigue con vida, pero además, y gracias al añadido de la vampira, se han sumado otras dos características especiales:
1. Escuchar a su hermana aumentará la voluntad de Alward, llenándolo de vigor y haciéndolo muy resistente a técnicas de control mental e intimidación.
2. Cada vez que logre escuchar la voz de su hermana podrá saber en qué dirección se encuentra, aunque no sabrá la distancia a la que se encuentra.
-Objeto usado [2]: Colgante de escarcha. El poseedor del cristal podrá utilizar una habilidad mágica a su elección de cualquiera de los personajes que participaron en el ritual del elfo Thanedir. Uso la habilidad de Nivel 4 de Vincent Calhoun (Ojos de Lobo).
Como no pude votar (T_T), doy mi voto simbólico a Itzamaray. (Que, por cierto, gracias por meternos en este lío e_e).
No me puedo creer que Ansur nos haya estropeado una noche estrellada, estoy ahora mismo con el corazón roto... ¡Ahora nadie podrá contemplar las constelaciones y las historias que encierran! Maldita sea T_T. Hay que matar a ese demonio-diosa-bruja-cosa, se lo merece.
Sobre el tema de la banda sonora. Estaba escribiendo con esa música de fondo, ¡Espero que os transmita la emoción y la ternura que a mí me transmitió escribir esa parte del post!
Alward Sevna
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Re: La noche de los 9 deseos [Evento social]
- Lo siento bruja, no tengo ninguna pesadilla que compartir contigo. - habló Raiza, rompiendo el pesado silencio que se había instalado en torno a la hoguera. Aquello no era del todo cierto, pues en el fondo temía no ser capaz de pasar página tras su fracaso amoroso o que de conseguirlo, otro hombre volviese a romperle el corazón, pero aquel no era el tipo de historias que buscaba la extraña mujer.
- ¿Y tú querida? ¿a qué le tienes miedo? - se interesó la hechicera, desviando la mirada hacia la cuerva. - No… no quiero ser grosera pero... no creo que sea algo para contar a una desconocida. - respondió con lentitud, sin querer ofender a la hechicera. - Es una pena… supongo que no tengo nada que hacer aquí entonces. - soltó, despidiéndose de ambas para acercarse a otra de las fogatas, donde con suerte estarían más dispuestos a charlar con ella.
- Eso ha sido de lo más incómodo ¿eh? - comentó la búfala, inclinándose hacia atrás y apoyándose en los brazos para poder ver mejor el estrellado cielo. - Sí… - musitó la morena, que todavía daba vueltas a lo que estaba pensando antes de que las interrumpiesen. - Raiza… nos conocemos desde hace ya algún tiempo… tú siempre has sido abierta conmigo, creo que va siendo hora de que haga lo mismo. - dijo en voz baja, clavando los brillantes ojos en las crepitantes llamas.
- No abandoné mi hogar en Midgard únicamente porque quisiese ver mundo, sino porque ya no podía seguir viviendo allí… - confesó, trayendo a su mente los recuerdos de su último año en la aldea. - Pero para que lo entiendas tengo que remontarme algo más atrás, a cuando era una adolescente… - siguió, situando su relato en el punto en que Celene lo había arruinado todo.
- Nunca te he hablado de mi madre porque ella fue la culpable, engañó a mi padre durante años con otros miembros del pueblo, y no contenta con eso, cuando la descubrí intentó convencerme de que me acostase con uno de sus amantes… - en aquel punto tuvo que parar, invadida por una mezcla entre la rabia y el más profundo asco. - Yo solo era una chiquilla y la persona que se suponía que debía protegerme hacía todo lo contrario… - continuó poco después, cerrando los puños con fuerza.
Raiza la observaba con tristeza, quería decirle que no tenía que hablar de ello si le dolía, pero también sabía que compartir su historia podría ayudarla a desahogarse y pasar página.
- Como era de esperar discutimos, y en cuanto mi padre regresó del taller le conté lo que había pasado. Él no dudó en echarla de casa y dimos el tema por zanjado, creyendo que las acciones de esa fulana ya no nos afectarían… pero estábamos equivocados. - la voz de la morena se fue apagando conforme llegaba al final de la frase. - Su mala fama se había extendido por la aldea, y en cuanto terminé de desarrollarme algunos miembros comenzaron a mirarme con otros ojos… - reveló, tras una breve pausa. - Ellos esperaban que siguiese sus pasos, que fuese una libertina como ella… y después de un tiempo, limitarse a mirar ya no les parecía suficiente. - el ceño de la joven se arrugó al recordar aquella época.
- Llegaron los comentarios e insinuaciones, provocando que para defenderme, mi padre acabase metido en varias peleas… Fue entonces cuando decidí que tenía que marcharme por el bien de los dos, ya estaba harta… no quería seguir soportando aquellos insultos… así que me preparé y dejé el pueblo con la esperanza de encontrar un lugar en que pudiese llevar una vida tranquila, lejos de la sombra de esa miserable. - terminó de relatar, elevando la vista hacia su amiga.
- Por desgracia aún no he podido olvidar las palabras que me dijo la última vez que la vi, ella aseguraba que ningún hombre sería capaz de ver más allá de la apariencia, que cuantos se acercasen a mí lo harían por el físico y que me convertiría en un mero objeto de deseo, temo que pueda tener razón. - se abrió, demostrando el nivel de confianza que tenían. - Ava, ¡tu madre es una completa estúpida! - exclamó la de cabellos castaños, consiguiendo sobresaltarla. - ¿Cómo se le ocurre decirle algo así a su hija? Maldita enferma. - siguió insultándola, visiblemente enfadada.
La alada no esperaba una reacción tan fuerte por su parte, así que se quedó observándola con la sorpresa grabada en el rostro. - Si llega a cruzarse en mi camino me encargaré de darle su merecido. - soltó, más seria que de costumbre. - Tranquila, con un poco de suerte no volveré a verla nunca más. - intervino Ava para calmarla, levantando el trozo de pergamino en que estaba escrito su deseo, dando a entender que ese era su contenido. - ¡Eso es! ¡Mandémoslos al cuerno! A Robert y a tu madre. - dijo, echando un vistazo al cielo para comprobar que las estrellas ya estaban cayendo. - ¡Ahora, tíralo al fuego! - instó, arrojando el suyo a toda prisa, cosa que la Midgardiana hizo instantes después.
Las llamas hicieron el resto, pero la humilde petición del par de mujeres bestia no iba a ser escuchada, todo lo contrario.
Un oscuro humo llegó hasta el lugar donde estaban, seguido de las voces y gritos de un grupo de hombres, que desesperadamente intentaban alcanzar la silueta de una mujer. - ¿Qué está pasando? - preguntó la híbrida, viendo como aquellos sujetos empezaban a pelear por la recién llegada, llegando a matarse entre ellos solo para eliminar la competencia. - Se han vuelto locos. - susurró la cuerva, pero todo empeoró cuando los cadáveres de los caídos se pudrieron ante los ojos de los presentes, para dar paso a decenas de rosas azules.
- Magia… seguro que lo está provocando ella. - dijo, señalando a la extraña, pero gracias a la terquedad de Raiza, no tenía armas con las que ayudar. - Lo siento. - se disculpó la búfala al ver el reproche en los ambarinos ojos de su compañera. - Tiene que haber algo que pueda hacer. - caviló, abriendo su bolso y revolviendo el interior en busca de cualquier cosa útil. - Puedo probar con esto… - susurró, en cuanto sus dedos sostuvieron el colgante que había conseguido durante el día de la Alianza.
- ¡Vamos! - exclamó, echando a correr hacia el origen del problema, pero no pudieron acercarse tanto como les gustaría por culpa del tumulto de enamorados. - Espérame aquí. - pidió, apartándose un par de metros para desplegar las negras alas y alzarse en el aire. Gracias a su ventaja en las alturas, la joven pudo situarse casi encima de la peligrosa mujer, y entonces vio como uno de los asistentes intentaba atacarla, viéndose rápidamente rodeado por aquellos que estaban bajo su influjo.
Centrando su atención sobre él, apretó el colgante dentro del puño y orientó ambas manos en su dirección, con la intención de que una delgada barrera mágica lo recubriese, dándole algo de protección extra. [1] No era mucho, pero si aquello ayudaba a marcar la diferencia en el combate Ava dejaría de sentirse inútil, así que buscó otros posibles luchadores a los que transmitir aquella bendición.
Mientras tanto, en el suelo, Raiza observó con horror la escena al reconocer a Robert entre los hechizados por el encanto de la fémina, y antes de que pudiese darse cuenta ya estaba corriendo hacia el humano, atrapando uno de sus brazos para tirar de él y alejarlo del peligro. - No, no vayas Rob, ¡te matarán! - chilló, pero el campesino ni siquiera reaccionó, no veía más allá de aquella a la que llamaban “diosa”.
Off: Como voy desarmada utilizo el Colgante de escarcha para recrear la habilidad de nivel 1 de Níniel (Iba a copiar la de nivel 4 de Vince pero no quiero repetir así que me quedo de apoyo)
Abrazo de Isil Maestro: Níniel bendice a uno o más objetivos (aumentando la efectividad en el primer caso) con una película protectora sobre el cuerpo o cuerpos, dándoles protección mágica contra el daño, como si contaran con una armadura adicional. Además la película impide que traspasen sustancias nocivas suspendidas en el aire y mitiga sensaciones térmicas adversas.
En principio como de momento solo está luchando Alward la oriento hacia él, pero ya que se puede aplicar a uno o varios sujetos si alguien más quiere recibir la bendición es libre de hacerlo.
- ¿Y tú querida? ¿a qué le tienes miedo? - se interesó la hechicera, desviando la mirada hacia la cuerva. - No… no quiero ser grosera pero... no creo que sea algo para contar a una desconocida. - respondió con lentitud, sin querer ofender a la hechicera. - Es una pena… supongo que no tengo nada que hacer aquí entonces. - soltó, despidiéndose de ambas para acercarse a otra de las fogatas, donde con suerte estarían más dispuestos a charlar con ella.
- Eso ha sido de lo más incómodo ¿eh? - comentó la búfala, inclinándose hacia atrás y apoyándose en los brazos para poder ver mejor el estrellado cielo. - Sí… - musitó la morena, que todavía daba vueltas a lo que estaba pensando antes de que las interrumpiesen. - Raiza… nos conocemos desde hace ya algún tiempo… tú siempre has sido abierta conmigo, creo que va siendo hora de que haga lo mismo. - dijo en voz baja, clavando los brillantes ojos en las crepitantes llamas.
- No abandoné mi hogar en Midgard únicamente porque quisiese ver mundo, sino porque ya no podía seguir viviendo allí… - confesó, trayendo a su mente los recuerdos de su último año en la aldea. - Pero para que lo entiendas tengo que remontarme algo más atrás, a cuando era una adolescente… - siguió, situando su relato en el punto en que Celene lo había arruinado todo.
- Nunca te he hablado de mi madre porque ella fue la culpable, engañó a mi padre durante años con otros miembros del pueblo, y no contenta con eso, cuando la descubrí intentó convencerme de que me acostase con uno de sus amantes… - en aquel punto tuvo que parar, invadida por una mezcla entre la rabia y el más profundo asco. - Yo solo era una chiquilla y la persona que se suponía que debía protegerme hacía todo lo contrario… - continuó poco después, cerrando los puños con fuerza.
Raiza la observaba con tristeza, quería decirle que no tenía que hablar de ello si le dolía, pero también sabía que compartir su historia podría ayudarla a desahogarse y pasar página.
- Como era de esperar discutimos, y en cuanto mi padre regresó del taller le conté lo que había pasado. Él no dudó en echarla de casa y dimos el tema por zanjado, creyendo que las acciones de esa fulana ya no nos afectarían… pero estábamos equivocados. - la voz de la morena se fue apagando conforme llegaba al final de la frase. - Su mala fama se había extendido por la aldea, y en cuanto terminé de desarrollarme algunos miembros comenzaron a mirarme con otros ojos… - reveló, tras una breve pausa. - Ellos esperaban que siguiese sus pasos, que fuese una libertina como ella… y después de un tiempo, limitarse a mirar ya no les parecía suficiente. - el ceño de la joven se arrugó al recordar aquella época.
- Llegaron los comentarios e insinuaciones, provocando que para defenderme, mi padre acabase metido en varias peleas… Fue entonces cuando decidí que tenía que marcharme por el bien de los dos, ya estaba harta… no quería seguir soportando aquellos insultos… así que me preparé y dejé el pueblo con la esperanza de encontrar un lugar en que pudiese llevar una vida tranquila, lejos de la sombra de esa miserable. - terminó de relatar, elevando la vista hacia su amiga.
- Por desgracia aún no he podido olvidar las palabras que me dijo la última vez que la vi, ella aseguraba que ningún hombre sería capaz de ver más allá de la apariencia, que cuantos se acercasen a mí lo harían por el físico y que me convertiría en un mero objeto de deseo, temo que pueda tener razón. - se abrió, demostrando el nivel de confianza que tenían. - Ava, ¡tu madre es una completa estúpida! - exclamó la de cabellos castaños, consiguiendo sobresaltarla. - ¿Cómo se le ocurre decirle algo así a su hija? Maldita enferma. - siguió insultándola, visiblemente enfadada.
La alada no esperaba una reacción tan fuerte por su parte, así que se quedó observándola con la sorpresa grabada en el rostro. - Si llega a cruzarse en mi camino me encargaré de darle su merecido. - soltó, más seria que de costumbre. - Tranquila, con un poco de suerte no volveré a verla nunca más. - intervino Ava para calmarla, levantando el trozo de pergamino en que estaba escrito su deseo, dando a entender que ese era su contenido. - ¡Eso es! ¡Mandémoslos al cuerno! A Robert y a tu madre. - dijo, echando un vistazo al cielo para comprobar que las estrellas ya estaban cayendo. - ¡Ahora, tíralo al fuego! - instó, arrojando el suyo a toda prisa, cosa que la Midgardiana hizo instantes después.
Las llamas hicieron el resto, pero la humilde petición del par de mujeres bestia no iba a ser escuchada, todo lo contrario.
Un oscuro humo llegó hasta el lugar donde estaban, seguido de las voces y gritos de un grupo de hombres, que desesperadamente intentaban alcanzar la silueta de una mujer. - ¿Qué está pasando? - preguntó la híbrida, viendo como aquellos sujetos empezaban a pelear por la recién llegada, llegando a matarse entre ellos solo para eliminar la competencia. - Se han vuelto locos. - susurró la cuerva, pero todo empeoró cuando los cadáveres de los caídos se pudrieron ante los ojos de los presentes, para dar paso a decenas de rosas azules.
- Magia… seguro que lo está provocando ella. - dijo, señalando a la extraña, pero gracias a la terquedad de Raiza, no tenía armas con las que ayudar. - Lo siento. - se disculpó la búfala al ver el reproche en los ambarinos ojos de su compañera. - Tiene que haber algo que pueda hacer. - caviló, abriendo su bolso y revolviendo el interior en busca de cualquier cosa útil. - Puedo probar con esto… - susurró, en cuanto sus dedos sostuvieron el colgante que había conseguido durante el día de la Alianza.
- ¡Vamos! - exclamó, echando a correr hacia el origen del problema, pero no pudieron acercarse tanto como les gustaría por culpa del tumulto de enamorados. - Espérame aquí. - pidió, apartándose un par de metros para desplegar las negras alas y alzarse en el aire. Gracias a su ventaja en las alturas, la joven pudo situarse casi encima de la peligrosa mujer, y entonces vio como uno de los asistentes intentaba atacarla, viéndose rápidamente rodeado por aquellos que estaban bajo su influjo.
Centrando su atención sobre él, apretó el colgante dentro del puño y orientó ambas manos en su dirección, con la intención de que una delgada barrera mágica lo recubriese, dándole algo de protección extra. [1] No era mucho, pero si aquello ayudaba a marcar la diferencia en el combate Ava dejaría de sentirse inútil, así que buscó otros posibles luchadores a los que transmitir aquella bendición.
Mientras tanto, en el suelo, Raiza observó con horror la escena al reconocer a Robert entre los hechizados por el encanto de la fémina, y antes de que pudiese darse cuenta ya estaba corriendo hacia el humano, atrapando uno de sus brazos para tirar de él y alejarlo del peligro. - No, no vayas Rob, ¡te matarán! - chilló, pero el campesino ni siquiera reaccionó, no veía más allá de aquella a la que llamaban “diosa”.
Off: Como voy desarmada utilizo el Colgante de escarcha para recrear la habilidad de nivel 1 de Níniel (Iba a copiar la de nivel 4 de Vince pero no quiero repetir así que me quedo de apoyo)
Abrazo de Isil Maestro: Níniel bendice a uno o más objetivos (aumentando la efectividad en el primer caso) con una película protectora sobre el cuerpo o cuerpos, dándoles protección mágica contra el daño, como si contaran con una armadura adicional. Además la película impide que traspasen sustancias nocivas suspendidas en el aire y mitiga sensaciones térmicas adversas.
En principio como de momento solo está luchando Alward la oriento hacia él, pero ya que se puede aplicar a uno o varios sujetos si alguien más quiere recibir la bendición es libre de hacerlo.
Ava Kenrith
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Re: La noche de los 9 deseos [Evento social]
Tras de mí, en aquella misma fogata, Gaegel contó su historia seguido de una pequeña - en todo sentido - joven que francamente me cautivó con la suya. Meleis a mi lado escuchaba con atención, miraba a los presentes que poco a poco se reunían a nuestro alrededor.
Cuando acabaron sus relatos cada uno de ellos se fue alejando, yo la verdad me sentía bastante decepcionada. - Buu... pensé que vendería disfraces y solo estoy escuchando historias tontas. - Resoplé con pesadez.
- No todo es dinero, hermana. Además tu también contaste historias. - Me sonrió Meleis que miraba la fogata.
- En primera me ofrecieron algo a cambio y en segunda vuelve a decirme eso del "dinero" cuando no tengamos para comprar provisiones. Bueno tu eres virgen ¿no? Siempre puedo intentar venderte al mejor postor. - Bromeé con malicia viendo como su tez pasaba de blanco a rojo en un parpadeo. No pude evitar reír a carcajadas.
- Bueno dame ese papel que ahora sí voy a escribir un ... - Deseo, era la palabra que me faltó decir cuando todo el lugar se convirtió en un caos.
Gritos, llantos, miedo... tinieblas. Era como si las pesadillas cobraran vida. Me levanté inmediatamente de donde estaba y mi primer impulso fue meter a Bomull en la bolsa como medida de protección. - ¿Qué carajos pasa aquí? - Pensé en voz alta mirando a mi alrededor, a pesar de ser de noche había suficiente luz en las fogatas como para tener una idea clara de lo que sucedía.
Esto era como una especie de Dundarak solo que si las explosiones y por esta vez al menos sentía que podía hacer algo para salvarme, claro que esa fue la primera idea antes de escuchar el llanto de los niños a mi alrededor, asustados. El más cercano, y a la vez lejano desde mi posición, llamaba una y otra vez a su madre.
- Esto me pasa por ser tan blanda ... - Pensé en mi mente. Inmediatamente, mi vista fue de inmediato a Gaegel y Meleis, este último parecía algo impactado por alguna razón desconocida para mí, pero no había tiempo que perder y ponerse en marcha. - Hay que sacar a los niños de aquí pero ya. Meleis, necesito velocidad y tu puedes dármela. Encárgate de trazarme un camino con tu aliento acuático. Gaegel, cubre mi espalda. ¡Qué esperan! ¡Muévanse! - Ordené ignorante de lo que podría haberles sucedido. Después de todos no parecían estar heridos.
Meleis espabiló y corrió hacia el frente dando un salto en la medida que su forma cambiaba a la de un azulado dragón. (1) Su rugido se hizo notar y no tardó en hacer lo que le pedí desde una altura prudencial. Pronto el suelo no tardó en verse trazado por un camino totalmente mojado en el que no la pensé para impulsarme y correr. (2 y 3)
Llevaba mi arma en la siniestra, dispuesta a incapacitar a cualquier cosa que se me atravesara. Mi prioridad era sacar a los niños de ahí, y tomando en cuenta que no era precisamente una diestra guerrera era lo mejor que podía hacer.
- ¡Mamá! - Los lloriqueos eran más intensos. Allí estaba el pequeño en un estado de nervios en medio de aquel caos desatado por aquella pesadilla.
Llegué al primer niño, esperaba que no se asustara más de la cuenta al verme con el disfraz, me miró un poco extrañado . Me agaché , confiaba en que Gaegel tenía sus métodos para cubrirme, pero miraba hacia los lados por si las dudas. - Hola pequeño valiente. - Dije tratando de calmarlo.
- No encuentro a mi mamá...- Sollozaba y temblaba de miedo.
- Descuida. La buscaré por ti, pero primero ¿Quieres ayudarme a sacar a mi amigo? - Abrí la bolsa con un gomejo bien enrrollado ahí, ignorante de lo que ocurría a su alrededor. - Es bastante miedoso y pesado. Mi amigo allá arriba... - Señalé hacia donde sobrevolaba Meleis expulsando chorros de agua hacia arriba para que siguieran mojando todo tratando de no apagar todas las fogatas. - ... nos ayudará a salir y ayudar a más niños como tú. Y mi otro amigo me ayudará a hallar a tu mamá. ¿Cómo te llamas? - Le sonreí cálidamente.
El niño miró al gomejo con aire curioso y luego mi disfraz, eso hasta cierto punto le dio algo más de confianza. - T...terric, señorita. - Dijo con timidez. - Bueno, Terric. ¿Quieres ayudarme? - Pregunté a nueva cuenta recibiendo esta vez un afirmación de su parte. Con este ya tenía al primer pequeño rescatado. Lo cargué y grité hacia arriba. - Meleis, traza una senda a la colina y vuelve, gruñe si encuentras más niños. - Escuché un rugido, era su modo de avisar que había entendido, por lo que comenzó a trazarme el camino.(4) Sin más, volví a impulsarme.(5) Había trabajo que hacer y vidas que salvar.
Cuando acabaron sus relatos cada uno de ellos se fue alejando, yo la verdad me sentía bastante decepcionada. - Buu... pensé que vendería disfraces y solo estoy escuchando historias tontas. - Resoplé con pesadez.
- No todo es dinero, hermana. Además tu también contaste historias. - Me sonrió Meleis que miraba la fogata.
- En primera me ofrecieron algo a cambio y en segunda vuelve a decirme eso del "dinero" cuando no tengamos para comprar provisiones. Bueno tu eres virgen ¿no? Siempre puedo intentar venderte al mejor postor. - Bromeé con malicia viendo como su tez pasaba de blanco a rojo en un parpadeo. No pude evitar reír a carcajadas.
- Bueno dame ese papel que ahora sí voy a escribir un ... - Deseo, era la palabra que me faltó decir cuando todo el lugar se convirtió en un caos.
Gritos, llantos, miedo... tinieblas. Era como si las pesadillas cobraran vida. Me levanté inmediatamente de donde estaba y mi primer impulso fue meter a Bomull en la bolsa como medida de protección. - ¿Qué carajos pasa aquí? - Pensé en voz alta mirando a mi alrededor, a pesar de ser de noche había suficiente luz en las fogatas como para tener una idea clara de lo que sucedía.
Esto era como una especie de Dundarak solo que si las explosiones y por esta vez al menos sentía que podía hacer algo para salvarme, claro que esa fue la primera idea antes de escuchar el llanto de los niños a mi alrededor, asustados. El más cercano, y a la vez lejano desde mi posición, llamaba una y otra vez a su madre.
- Esto me pasa por ser tan blanda ... - Pensé en mi mente. Inmediatamente, mi vista fue de inmediato a Gaegel y Meleis, este último parecía algo impactado por alguna razón desconocida para mí, pero no había tiempo que perder y ponerse en marcha. - Hay que sacar a los niños de aquí pero ya. Meleis, necesito velocidad y tu puedes dármela. Encárgate de trazarme un camino con tu aliento acuático. Gaegel, cubre mi espalda. ¡Qué esperan! ¡Muévanse! - Ordené ignorante de lo que podría haberles sucedido. Después de todos no parecían estar heridos.
Meleis espabiló y corrió hacia el frente dando un salto en la medida que su forma cambiaba a la de un azulado dragón. (1) Su rugido se hizo notar y no tardó en hacer lo que le pedí desde una altura prudencial. Pronto el suelo no tardó en verse trazado por un camino totalmente mojado en el que no la pensé para impulsarme y correr. (2 y 3)
Llevaba mi arma en la siniestra, dispuesta a incapacitar a cualquier cosa que se me atravesara. Mi prioridad era sacar a los niños de ahí, y tomando en cuenta que no era precisamente una diestra guerrera era lo mejor que podía hacer.
- ¡Mamá! - Los lloriqueos eran más intensos. Allí estaba el pequeño en un estado de nervios en medio de aquel caos desatado por aquella pesadilla.
Llegué al primer niño, esperaba que no se asustara más de la cuenta al verme con el disfraz, me miró un poco extrañado . Me agaché , confiaba en que Gaegel tenía sus métodos para cubrirme, pero miraba hacia los lados por si las dudas. - Hola pequeño valiente. - Dije tratando de calmarlo.
- No encuentro a mi mamá...- Sollozaba y temblaba de miedo.
- Descuida. La buscaré por ti, pero primero ¿Quieres ayudarme a sacar a mi amigo? - Abrí la bolsa con un gomejo bien enrrollado ahí, ignorante de lo que ocurría a su alrededor. - Es bastante miedoso y pesado. Mi amigo allá arriba... - Señalé hacia donde sobrevolaba Meleis expulsando chorros de agua hacia arriba para que siguieran mojando todo tratando de no apagar todas las fogatas. - ... nos ayudará a salir y ayudar a más niños como tú. Y mi otro amigo me ayudará a hallar a tu mamá. ¿Cómo te llamas? - Le sonreí cálidamente.
El niño miró al gomejo con aire curioso y luego mi disfraz, eso hasta cierto punto le dio algo más de confianza. - T...terric, señorita. - Dijo con timidez. - Bueno, Terric. ¿Quieres ayudarme? - Pregunté a nueva cuenta recibiendo esta vez un afirmación de su parte. Con este ya tenía al primer pequeño rescatado. Lo cargué y grité hacia arriba. - Meleis, traza una senda a la colina y vuelve, gruñe si encuentras más niños. - Escuché un rugido, era su modo de avisar que había entendido, por lo que comenzó a trazarme el camino.(4) Sin más, volví a impulsarme.(5) Había trabajo que hacer y vidas que salvar.
- Off:
- Outfit
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Disfraz de Gomejo [Ropas comunes pobres]: No están pensadas para protección en batalla, sino para abrigar y vestir. Al ser de calidad Pobre su estética es deficiente.- (1) [Meleis] Don Ancestral: [Mágica, 2 usos] Puedo convertirme en un dragón de hasta 4 metros (nariz a punta de la cola), lo que aumenta considerablemente mi resistencia. Puedo volver a forma humana a voluntad. [Equipado con Armadura de Fieras Ligera y encantamiento Pudor. Ver [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] ]
- (2 y 4) [Meleis] Aliento elemental: Puedo lanzar mi elemento afín desde mis entrañas en forma de dragón. (Elemento agua)
- (3 y 5) [Meraxes] Sé como el agua: [Pasiva] Mientras haya agua bajo mis pies, puedo deslizarme por esta con agilidad y usarla para impulsarme.
- Inventario:
- Collar de Zafiro [Encantamiento Pudor] - Cuello
- Pieza Metalica - Pecho lado izquierdo.
- Armadura Ligera Normal [Debajo del Disfraz]
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Látigo [Arma Flexible Superior - Encantamiento Castigo de Piedra] - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura. [2]
- Kit de Curtiduría Inferior - Bolso
- Bomull (Cría de Gomejo)
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Re: La noche de los 9 deseos [Evento social]
Luego de contar mi historia, la siguiente en narrar su historia fue una jovencita. Una gran historia debo acotar. Por lo que miraba a la muchacha atentamente con mis brazos cruzados. Al termino fue hacia un hombre con un disfraz de lobo, el cual hizo que me causó curiosidad, haciendo que sonriera levemente dado a que sus vestimentas eran un complemento el uno del otro, por así decirlo si quieres dejar en claro que esa jovencita es la "presa" y aquel hombre el "cazador".
Una vez que las historias terminaron, Mera parecía decepcionada al no haber vendido nada. Meleis trató de animarla, pero ella lo amenazó diciéndole que si nos quedábamos sin fondos ella terminaría por vender su virginidad, al escuchar aquello reí por lo bajo mientras miraba aquella escena. - No necesitas decir nada Meleis, con esa cara ya lo dijiste todo. - Dije riendo levemente.
Acto seguido, Mera se disponía a realizar la tradición de los deseos cuando de pronto el ambiente se volvió caótico. ¿Qué pasaba? La verdad no lo sabía. Pero estaba consciente de que teníamos que movernos. Los recuerdos del festival de Dundarak volvían a mi cabeza, y no deseaba lidiar con eso otra vez. Pero fue cuando se escucharon los llantos de los niños cuando la actitud de Mera cambió, y de inmediato comenzó a lanzar órdenes tanto a Meleis como a mí, por lo que asentí levemente.
Iba detrás de ella, pero era difícil seguirle el paso cuando ella se mueve utilizando el agua a su favor. - Carajo. - De vez en cuando daba algunos manotazos y codazos para mantener a raya a la gente que parecía como enloquecida. - ¿Por qué están como enloquecidos? No tenía ni la más mínima idea.
Por fin había alcanzado a Mera y seguía repartiendo empujones y codazos a diestra y siniestra hasta que llegué con ellos. El niño parecía mucho más tranquilo. - Mera, dame un momento, ahora regreso. - Dije mientras corría hacia la parte trasera de una tienda. Debía de moverme más rápido, y en la forma humana no bastaba, pero tampoco quería arruinar el atuendo que Mera había hecho, esto podría hacerla enojar cuando la situación se calme, por lo que me deshice de mi ropa, con excepción de mi armadura. Aunque al quedar sin ropa me di cuenta que algo faltaba en mi. - ¿Dónde están? ¿Dónde carajos están? - Decía mientras me toqueteaba en la zona donde debería estar mi virilidad. - ¡Por los dioses! ¿Qué rayos pasó? - Estaba en shock emocional en ese momento. Me habían quitado mi hombría. Pero me di unas cachetadas para espabilar. Debía de centrarme en salvar a esos niños, por lo que terminé cambiando de forma. (1)
Una vez que terminé, volví hacia donde estaba Mera y el niño, y le hice una seña a mi acompañante para que subiera en mi lomo al niño. Lo primordial era sacar a los niños y mantenerlos a salvo
OFF:
1.- Forma de Lobo: [2 usos] Puedo convertirme en un peligroso y feroz lobo huargo. Puedo volver a forma humana a voluntad. [1er. Uso]
Una vez que las historias terminaron, Mera parecía decepcionada al no haber vendido nada. Meleis trató de animarla, pero ella lo amenazó diciéndole que si nos quedábamos sin fondos ella terminaría por vender su virginidad, al escuchar aquello reí por lo bajo mientras miraba aquella escena. - No necesitas decir nada Meleis, con esa cara ya lo dijiste todo. - Dije riendo levemente.
Acto seguido, Mera se disponía a realizar la tradición de los deseos cuando de pronto el ambiente se volvió caótico. ¿Qué pasaba? La verdad no lo sabía. Pero estaba consciente de que teníamos que movernos. Los recuerdos del festival de Dundarak volvían a mi cabeza, y no deseaba lidiar con eso otra vez. Pero fue cuando se escucharon los llantos de los niños cuando la actitud de Mera cambió, y de inmediato comenzó a lanzar órdenes tanto a Meleis como a mí, por lo que asentí levemente.
Iba detrás de ella, pero era difícil seguirle el paso cuando ella se mueve utilizando el agua a su favor. - Carajo. - De vez en cuando daba algunos manotazos y codazos para mantener a raya a la gente que parecía como enloquecida. - ¿Por qué están como enloquecidos? No tenía ni la más mínima idea.
Por fin había alcanzado a Mera y seguía repartiendo empujones y codazos a diestra y siniestra hasta que llegué con ellos. El niño parecía mucho más tranquilo. - Mera, dame un momento, ahora regreso. - Dije mientras corría hacia la parte trasera de una tienda. Debía de moverme más rápido, y en la forma humana no bastaba, pero tampoco quería arruinar el atuendo que Mera había hecho, esto podría hacerla enojar cuando la situación se calme, por lo que me deshice de mi ropa, con excepción de mi armadura. Aunque al quedar sin ropa me di cuenta que algo faltaba en mi. - ¿Dónde están? ¿Dónde carajos están? - Decía mientras me toqueteaba en la zona donde debería estar mi virilidad. - ¡Por los dioses! ¿Qué rayos pasó? - Estaba en shock emocional en ese momento. Me habían quitado mi hombría. Pero me di unas cachetadas para espabilar. Debía de centrarme en salvar a esos niños, por lo que terminé cambiando de forma. (1)
Una vez que terminé, volví hacia donde estaba Mera y el niño, y le hice una seña a mi acompañante para que subiera en mi lomo al niño. Lo primordial era sacar a los niños y mantenerlos a salvo
OFF:
1.- Forma de Lobo: [2 usos] Puedo convertirme en un peligroso y feroz lobo huargo. Puedo volver a forma humana a voluntad. [1er. Uso]
- Apariencia de lobo huargo:
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Re: La noche de los 9 deseos [Evento social]
Selena sonrió con una ligera hilaridad por el comentario de Eberus. - Venga, anda, invéntate alguna historia, que eres bueno en eso - le respondió con un sarcasmo amistoso.
- ¿Inventar? Yo solo creo realidades. Y lo sabes - respondió el brujo. - Si no, dime: ¿qué es la realidad? - preguntó, dando a entender con su tono que cualquier respuesta que le diera ella, no sería válida o le serviría para reafirmarse a sí mismo.
- La realidad es que... a mí, esa bruja me da mala espina - dijo, tras un cambio repentino de opinión. Mientras Eberus hablaba, ella se había quedado mirando a la bruja, y pensando en lo extraña que le había parecido. - ¿Quién en su sano juicio va por ahí ofreciendo dinero para que personas aleatorias se pongan a contar historias? Encima historias de miedo.
- Selena... ¿eso que veo en tus ojos es miedo?
- ¿Miedo? Ya te dije qué es lo único que me aterra a mí. Pero, en serio. Creo que deberíamos ir a otro lado. ¿Qué te crees? ¿Que esa bruja es una animadora de eventos y que paga a la gente para que todos nos lo pasemos mejor? No nos conviene involucrarnos con una jodida bruja loca. Yo, por lo menos, ya tengo suficiente con uno.
Eberus, se la quedó mirando fijamente, con seriedad. Por un lado, Selena le había hecho pensar en lo de la bruja. Y por otro lado, le había vacilado. - ¿Sabes qué?
- Qué.
- Eres la única puta elfa a la que no mataría por decirme estas cosas - le dijo con firmeza y el dedo índice levantado, aunque sin llegar a mostrar enfado. De hecho, hasta se podía leer entre líneas que, en el fondo, apreciaba esos comentarios viperinos. Acto seguido, caminó hacia Morkvind, alejándose del grupo de la bruja y las pesadillas. Selena le había convencido.
Ella le siguió mostrando orgullo en su rostro, pero sin dejar de tener vigilada a la bruja. - Bueno, pues habrá que buscar otra manera de ganar esos aeros que ahora no me dará esa bruja. ¿Ideas? - dijo Eberus algo resignado, mientras subía a lomos de Morkvind, que se había agachado para sus montadores.
Ambos comenzaron entonces a recorrer la zona sobre su corcel, fijándose en la gente que miraba al cielo, y riéndose de sus supersticiones. De vez en cuando, Eberus creaba ilusiones para diversión de ambos. La ilusión estelar de la noche, y nunca mejor dicho, fue una con la que hacía aparecer una estrella fugaz, que en lugar de llevar un rumbo normal se precipitaba con delicadeza hacia la tierra, y acababa explotando en un tenue y elegante destello de luz, pero acompañado con el sonido de una flatulencia. A veces, el brujo era un artista en lo suyo.
Pero justo en ese momento, otra fuerza oscura saboteadora de la ilusión de la gente se unió al evento. O quizás siempre había estado allí. Eberus, fue consciente de esa fuerza del mal cuando, en uno de los pasos de Morkvind, notó que, precisamente, dejaba de notar algo en la entrepierna. - ¿Eh? ¿Qué? ¿Y mi verga? - Selena, sin entender qué estaba ocurriendo, comenzó a reír como loca.
- ¿Qué diantres dices, brujo?
- ¡Me cago en los Dioses y en la puta virgen de los cristianos!
- ¡Qué ocurre, Eberus! Yo no te la voy a buscar, si es lo que estás insinuando.
- ¡Joder! ¡Ha desaparecido! - con brusquedad bajó de su montura e introdujo su mano en su entrepierna, comprobando con certeza que sus genitales habían desaparecido.
Selena, que ya había desconfiado de la bruja, miró hacia atrás intentando encontrarla. Pero ya no quedaba nada de ella. Y eso la mosqueó aún más. - Eberus, ¿hablas en serio?
- ¡¿Quieres verlo?! - exclamó enfurecido.
- No, no, gracias. Te creo - dijo aún algo incrédula. Pero al ver cómo numerosas personas allí presentes comenzaban a mostrar comportamientos similares, entró en estado de alerta. Bajó de la montura y se puso al lado de Eberus observando a su alrededor.
- ¿Qué diantres está ocurriendo?
Eberus, no podía expresar palabra alguna. Estaba aturdido, y su respiración visiblemente acelerada. De repente, se había convertido en un eunuco. Y con la misma inmediatez, un canto de naturaleza arrolladoramente atractiva parecía querer adueñarse de sus pensamientos.
- ¿Inventar? Yo solo creo realidades. Y lo sabes - respondió el brujo. - Si no, dime: ¿qué es la realidad? - preguntó, dando a entender con su tono que cualquier respuesta que le diera ella, no sería válida o le serviría para reafirmarse a sí mismo.
- La realidad es que... a mí, esa bruja me da mala espina - dijo, tras un cambio repentino de opinión. Mientras Eberus hablaba, ella se había quedado mirando a la bruja, y pensando en lo extraña que le había parecido. - ¿Quién en su sano juicio va por ahí ofreciendo dinero para que personas aleatorias se pongan a contar historias? Encima historias de miedo.
- Selena... ¿eso que veo en tus ojos es miedo?
- ¿Miedo? Ya te dije qué es lo único que me aterra a mí. Pero, en serio. Creo que deberíamos ir a otro lado. ¿Qué te crees? ¿Que esa bruja es una animadora de eventos y que paga a la gente para que todos nos lo pasemos mejor? No nos conviene involucrarnos con una jodida bruja loca. Yo, por lo menos, ya tengo suficiente con uno.
Eberus, se la quedó mirando fijamente, con seriedad. Por un lado, Selena le había hecho pensar en lo de la bruja. Y por otro lado, le había vacilado. - ¿Sabes qué?
- Qué.
- Eres la única puta elfa a la que no mataría por decirme estas cosas - le dijo con firmeza y el dedo índice levantado, aunque sin llegar a mostrar enfado. De hecho, hasta se podía leer entre líneas que, en el fondo, apreciaba esos comentarios viperinos. Acto seguido, caminó hacia Morkvind, alejándose del grupo de la bruja y las pesadillas. Selena le había convencido.
Ella le siguió mostrando orgullo en su rostro, pero sin dejar de tener vigilada a la bruja. - Bueno, pues habrá que buscar otra manera de ganar esos aeros que ahora no me dará esa bruja. ¿Ideas? - dijo Eberus algo resignado, mientras subía a lomos de Morkvind, que se había agachado para sus montadores.
Ambos comenzaron entonces a recorrer la zona sobre su corcel, fijándose en la gente que miraba al cielo, y riéndose de sus supersticiones. De vez en cuando, Eberus creaba ilusiones para diversión de ambos. La ilusión estelar de la noche, y nunca mejor dicho, fue una con la que hacía aparecer una estrella fugaz, que en lugar de llevar un rumbo normal se precipitaba con delicadeza hacia la tierra, y acababa explotando en un tenue y elegante destello de luz, pero acompañado con el sonido de una flatulencia. A veces, el brujo era un artista en lo suyo.
- Arte abstracto:
Pero justo en ese momento, otra fuerza oscura saboteadora de la ilusión de la gente se unió al evento. O quizás siempre había estado allí. Eberus, fue consciente de esa fuerza del mal cuando, en uno de los pasos de Morkvind, notó que, precisamente, dejaba de notar algo en la entrepierna. - ¿Eh? ¿Qué? ¿Y mi verga? - Selena, sin entender qué estaba ocurriendo, comenzó a reír como loca.
- ¿Qué diantres dices, brujo?
- ¡Me cago en los Dioses y en la puta virgen de los cristianos!
- ¡Qué ocurre, Eberus! Yo no te la voy a buscar, si es lo que estás insinuando.
- ¡Joder! ¡Ha desaparecido! - con brusquedad bajó de su montura e introdujo su mano en su entrepierna, comprobando con certeza que sus genitales habían desaparecido.
Selena, que ya había desconfiado de la bruja, miró hacia atrás intentando encontrarla. Pero ya no quedaba nada de ella. Y eso la mosqueó aún más. - Eberus, ¿hablas en serio?
- ¡¿Quieres verlo?! - exclamó enfurecido.
- No, no, gracias. Te creo - dijo aún algo incrédula. Pero al ver cómo numerosas personas allí presentes comenzaban a mostrar comportamientos similares, entró en estado de alerta. Bajó de la montura y se puso al lado de Eberus observando a su alrededor.
- ¿Qué diantres está ocurriendo?
Eberus, no podía expresar palabra alguna. Estaba aturdido, y su respiración visiblemente acelerada. De repente, se había convertido en un eunuco. Y con la misma inmediatez, un canto de naturaleza arrolladoramente atractiva parecía querer adueñarse de sus pensamientos.
Eberus
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