Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
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Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta
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Siguiendo la ancestral costumbre druídica, las penas y aflicciones se plasman en un trozo de pergamino o en una hoja de árbol, y se arrojan al fuego al saltar sobre la hoguera, dejando atrás los pesares del pasado. Este ritual tiene una segunda fase, donde se corre velozmente hacia las aguas del mar y se sumerge en ellas, buscando alejarse de aquellas penas que no se consumieron completamente en la fogata.
En el centro de la celebración, donde todas las piras están reunidas y se concentra la mayor cantidad de gente, han puesto una gran olla comunitaria, donde el cocinero personal del señor Vulwulf mezcla todos los ingredientes de todo el que quiera aportar a la sopa que se va a preparar en honor a los Vulwulf y que todos y cada uno de los asistentes podrán probar. Cuando la luna esté en el cénit de su recorrido, un representante de la familia Vulwulf probará la sopa y, con su visto bueno, bendecirá la fiesta y a su vez pedirá la bendición al propio dios Baldr para atraer la prosperidad y las buenas cosechas.
Con el solsticio de verano, los habitantes de Aerandir se preparan para celebrar el Midsummarblót, una ceremonia ancestral destinada a honrar a los dioses y buscar su bendición.
El día más largo
Con el solsticio de verano, los habitantes de Aerandir se preparan para celebrar el Midsummarblót, la festividad más importante de la rueda de la cosecha que marcaba la mitad del año agrícola. Todos los campesinos unen fuerzas para construir una impresionante cruz de madera, exquisitamente adornada con plantas y flores, creyendo que cuantas más adornos tenga, mayor sería la bendición de los dioses para una abundante cosecha. Los días previos a la celebración, las actividades cotidianas quedaban en suspenso, y una competencia amistosa surgía entre pueblos y ciudades vecinas para ver quién podría crear la cruz más magnífica y decorada. Concretamente, este año la de Vulwufar, situada en una playa cercana a la ciudad, era la que más grande era, más esplendor tenía y la que más abundante estaba siendo decorada.
La música y los cánticos regionales llenan el aire desde por la mañana, pues es un día festivo y saben que tienen el día más largo del año por delante. Siguiendo la antigua leyenda del dios Baldr, quien obsequió a los mortales con su Luz, aquellos que más flores consigan reunir y ordenarlas en una ofrenda o se las pongan en la cabeza a modo de corona recibirán su bendición, pues las flores representan la renovación y la esperanza que el dios de la Luz, el amor y la belleza ostenta. Las canciones y danzas se entrelazan alrededor de la cruz de flores, como si la magia ancestral los guiara.
El color blanco predomina en esta festividad, y todos los participantes visten túnicas y ropas impolutas, simbolizando la pureza de alma.
Un pequeño barco pesquero está atracado cerca de la orilla de la playa, cuyo bauprés embadurnado en aceite sirve de cucaña para aquellos valientes que osen aventurarse por su superficie y llegar hasta una banderola colocada al final de este. Muchos son los que lo intentan pero inevitablemente caen de bruces contra el agua. Para aquellos que lo logran, el capitán del barco tiene recompensas extraordinarias y secretas que no ha revelado a nadie.
La música y los cánticos regionales llenan el aire desde por la mañana, pues es un día festivo y saben que tienen el día más largo del año por delante. Siguiendo la antigua leyenda del dios Baldr, quien obsequió a los mortales con su Luz, aquellos que más flores consigan reunir y ordenarlas en una ofrenda o se las pongan en la cabeza a modo de corona recibirán su bendición, pues las flores representan la renovación y la esperanza que el dios de la Luz, el amor y la belleza ostenta. Las canciones y danzas se entrelazan alrededor de la cruz de flores, como si la magia ancestral los guiara.
El color blanco predomina en esta festividad, y todos los participantes visten túnicas y ropas impolutas, simbolizando la pureza de alma.
Un pequeño barco pesquero está atracado cerca de la orilla de la playa, cuyo bauprés embadurnado en aceite sirve de cucaña para aquellos valientes que osen aventurarse por su superficie y llegar hasta una banderola colocada al final de este. Muchos son los que lo intentan pero inevitablemente caen de bruces contra el agua. Para aquellos que lo logran, el capitán del barco tiene recompensas extraordinarias y secretas que no ha revelado a nadie.
La noche más corta
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En las playas de Aerandir, grandes piras de madera que parecen alzarse hacia el cielo se encienden con la puesta de sol sobre el mar, mientras se disfruta de opulentos festines de comida y bebida, y se danzan alrededor de las resplandecientes hogueras. Cada familia enciende su propia hoguera, donde prepara su cena, y luego alimenta el fuego para competir con sus vecinos, y esas hogueras familiares desempeñan un papel fundamental en la celebración. Justo cuando la luna alcanza su punto más alto a media noche, se desafía a la oscuridad saltando sobre las llamas danzantes.Siguiendo la ancestral costumbre druídica, las penas y aflicciones se plasman en un trozo de pergamino o en una hoja de árbol, y se arrojan al fuego al saltar sobre la hoguera, dejando atrás los pesares del pasado. Este ritual tiene una segunda fase, donde se corre velozmente hacia las aguas del mar y se sumerge en ellas, buscando alejarse de aquellas penas que no se consumieron completamente en la fogata.
En el centro de la celebración, donde todas las piras están reunidas y se concentra la mayor cantidad de gente, han puesto una gran olla comunitaria, donde el cocinero personal del señor Vulwulf mezcla todos los ingredientes de todo el que quiera aportar a la sopa que se va a preparar en honor a los Vulwulf y que todos y cada uno de los asistentes podrán probar. Cuando la luna esté en el cénit de su recorrido, un representante de la familia Vulwulf probará la sopa y, con su visto bueno, bendecirá la fiesta y a su vez pedirá la bendición al propio dios Baldr para atraer la prosperidad y las buenas cosechas.
Explicación y objetivos
Bienvenidos a un nuevo evento social, esta vez ambientado en el solsticio de verano, donde el día es más largo y la noche más corta. Para aquellos que recién llegáis al foro, estos eventos, que suelen celebrarse cada pocos meses, son una manera de conocer on rol a otros personajes y, en ocasiones, un buen punto de partida para comenzar alguna trama con otros personajes con los que no se ha roleado antes. Sed bienvenidos a participar.
El objetivo del evento es muy sencillo: se trata de disfrutar de la temática festiva del evento, ya sea bailando, bebiendo, jugando, recogiendo flores o todo lo que se os ocurra. Hay una peculiaridad en este evento, y es que transcurre durante dos momentos distintos; por el día y por la noche. Los que opten rolear por el día podrán pasar sin problemas a la noche pasados cinco días de la vida real desde el momento en el que se postee el evento. Los que posteen durante la noche de primeras, ya no podrán volver atrás en el tiempo.
También hay otros objetivos que, de completarlos, pueden beneficiaros de alguna u otra forma:
-Recolección de flores: Este evento gira en torno a la recolección de flores. Esta tarea puede realizarse con el fin de fabricar una corona de flores, para decorar la gran cruz apostada en la playa o para guardarla debajo de la almohada de aquella persona que os gustaría que se enamorara de vosotros, quizás si hacéis alguna de estas cosas (o todas) obtengáis el favor de Baldr. Dicen que, a más flores, más fácil es llamar la atención del dios.
-Saltar las hogueras: ¿Tenéis alguna maldición o enfermedad que queráis curar, o algún evento traumático que os gustaría subsanar de vuestra mente? Probad a quemar escritos donde detalléis qué es lo que os aflige. Quizás seáis escuchados por los dioses a la hora de saltar las hogueras.
-La cucaña: El capitán del barco fondeado cerca de la orilla os espera durante el día para ofreceros misteriosas recompensas. Quienes prueben suerte deberán lanzar dados y esperar qué es lo que el tejido de las nornas tiene deparado para vosotros. Solo con runas "Muy buenas" o "buenas" conseguiréis llegar a atrapar la banderola. Mucha suerte.
-Sopa comunitaria: ¡Echad todo tipo de objetos a la sopa! Depende de las cosas que echéis, el sabor de esta tendrá un resultado más positivo o más negativo. Por supuesto, el objeto que echéis a la sopa será eliminado de vuestro inventario. Sí, lo habéis escuchado bien, es válido cualquier objeto de vuestro inventario. Este objetivo solo está disponible durante la noche, que es cuando el cocinero personal del señor Vulwulf se dirige a la playa.
Una vez explicados los objetivos, el requisito fundamental para poder participar es tener la ficha de personaje aprobada (y la Lista de Tareas actualizada, no me seáis dejados). Se puede participar con todas las cuentas que tengas disponibles, siempre que tus personajes no roleen juntos. Como en todo evento social, no es necesario respetar los turnos de posteo siempre que haya una lógica dentro de lo que se escriba. Podéis también usar los PNJs que queráis para este evento, incluidos el capitán del barco fondeado y el cocinero personal de los Vulwulf (siempre respetando sus horarios). La única excepción radica en la familia Vulwulf, cuyo uso no está permitido en este evento.
Todo aquel que participe tendrá asegurado 10 px y 50 aeros, y para aquellos que cumplan objetivos se le irán añadiendo 2 px y 10 aeros por objetivo completado.
Este evento permanecerá abierto hasta el día 20 de agosto, y se dividirá, como mínimo, en dos fases. Esta es la primera, y la segunda comenzará el día 5 de agosto.
El objetivo del evento es muy sencillo: se trata de disfrutar de la temática festiva del evento, ya sea bailando, bebiendo, jugando, recogiendo flores o todo lo que se os ocurra. Hay una peculiaridad en este evento, y es que transcurre durante dos momentos distintos; por el día y por la noche. Los que opten rolear por el día podrán pasar sin problemas a la noche pasados cinco días de la vida real desde el momento en el que se postee el evento. Los que posteen durante la noche de primeras, ya no podrán volver atrás en el tiempo.
También hay otros objetivos que, de completarlos, pueden beneficiaros de alguna u otra forma:
-Recolección de flores: Este evento gira en torno a la recolección de flores. Esta tarea puede realizarse con el fin de fabricar una corona de flores, para decorar la gran cruz apostada en la playa o para guardarla debajo de la almohada de aquella persona que os gustaría que se enamorara de vosotros, quizás si hacéis alguna de estas cosas (o todas) obtengáis el favor de Baldr. Dicen que, a más flores, más fácil es llamar la atención del dios.
-Saltar las hogueras: ¿Tenéis alguna maldición o enfermedad que queráis curar, o algún evento traumático que os gustaría subsanar de vuestra mente? Probad a quemar escritos donde detalléis qué es lo que os aflige. Quizás seáis escuchados por los dioses a la hora de saltar las hogueras.
-La cucaña: El capitán del barco fondeado cerca de la orilla os espera durante el día para ofreceros misteriosas recompensas. Quienes prueben suerte deberán lanzar dados y esperar qué es lo que el tejido de las nornas tiene deparado para vosotros. Solo con runas "Muy buenas" o "buenas" conseguiréis llegar a atrapar la banderola. Mucha suerte.
-Sopa comunitaria: ¡Echad todo tipo de objetos a la sopa! Depende de las cosas que echéis, el sabor de esta tendrá un resultado más positivo o más negativo. Por supuesto, el objeto que echéis a la sopa será eliminado de vuestro inventario. Sí, lo habéis escuchado bien, es válido cualquier objeto de vuestro inventario. Este objetivo solo está disponible durante la noche, que es cuando el cocinero personal del señor Vulwulf se dirige a la playa.
Una vez explicados los objetivos, el requisito fundamental para poder participar es tener la ficha de personaje aprobada (y la Lista de Tareas actualizada, no me seáis dejados). Se puede participar con todas las cuentas que tengas disponibles, siempre que tus personajes no roleen juntos. Como en todo evento social, no es necesario respetar los turnos de posteo siempre que haya una lógica dentro de lo que se escriba. Podéis también usar los PNJs que queráis para este evento, incluidos el capitán del barco fondeado y el cocinero personal de los Vulwulf (siempre respetando sus horarios). La única excepción radica en la familia Vulwulf, cuyo uso no está permitido en este evento.
Todo aquel que participe tendrá asegurado 10 px y 50 aeros, y para aquellos que cumplan objetivos se le irán añadiendo 2 px y 10 aeros por objetivo completado.
Este evento permanecerá abierto hasta el día 20 de agosto, y se dividirá, como mínimo, en dos fases. Esta es la primera, y la segunda comenzará el día 5 de agosto.
Thorn
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Tenía la alforja llena de silvas lucem que había encontrado de camino a la playa. La mestiza tomaba de una en una las que precisaba, y enlazaba el tallo para ir dando forma a la corona de flores que estaba creando. En otro tiempo habría escogido con cuidado la gama cromática y la perfección de los pétalos. En esel momento, bastante hacía con concentrarse un poco en trenzar una.
Mientras avanzaba con paso lento y la vista puesta en su tarea se acordó de él.
Así había sido el momento en el que se había conocido. Hacía un año. Y parecían eones. Había colocado sobre la cabeza de Tarek Inglorien la corona de flores que había elaborado en el último Midsummarblót, sin saber en qué se convertiría él para ella.
En su castigo personal.
En su suplicio.
En el ser que la destrozaría.
Trató de recordar cómo era su vida antes de que él se cruzara por ella. Retazos sueltos, que se mezclaban con escenas de sangre y dolor.
Sonrió. Al recordar el rostro de Hans cuando se dio cuenta de que lo que le estaba sucediendo era real. Y sobre todo, que era ella quién se lo hacía. Quien ponía las manos sobre él de aquella manera.
Recordó a Sango.
Su voz la perturbó, y se apuró en alejarlo de su presente en aquel instante.
El sonido de la arena crujiendo bajo sus pies la hizo alzar la cabeza. La extensión de la playa era enorme, abarcando un litoral extenso que la vista no alcanzaba a ver en su totalidad. Aunque de día todavía, la actividad en la zona era notoria. La gente tenía ganas de la celebración que tendría como momento culmen la noche. Familias y amigos, listos para festejar.
Y ella estaba sola. Justo como quería estar.
- ¡Señorita! ¡Señorita! ¿Desea algo de beber? - llamó un muchacho joven desde detrás de un puesto ambulante.
Iori lo miró mientras anudaba con la caña de la última flor el cierre de la corona de flores. Bebería sí. Pero no tenía en aquel momento dinero para pagar por ello. Ya se las apañaría.
Lo ignoró y pasó de largo, abriéndose paso hasta la gran cruz que presidía con su enorme tamaño la playa. Faltaba todavía para terminarla, pero con la afluencia creciente de gente no tardaría en lucir llena de flores. Observó su creación, dándose cuenta que ni cuando estaba aprendiendo a hacerlas le habían salido tan mal.
Bueno, había perdido algunas de sus habilidades y había ganado otras.
Abrió la mano y contempló los pétalos que había estrujado entre los dedos. Hans había dejado de existir en aquel mundo, y sin embargo todavía tenía efecto dentro de ella. Su respiración se aceleró, y la palma se cerró de nuevo, estropeando las flores bajo su piel. El dolor seguía siendo real. No había quedado atrás, con el último aliento de aquel malnacido. Se esforzó por controlar un nuevo ataque, y alzó la vista para observar al Sol, dejando que este la cegase momentáneamente.
Cuando se alejó de la cruz, dejó a su espalda una corona medio rota a los pies de esta. Sobre las flores se mezclaban unas gotas de sangre y unas pocas lágrimas.
*Iori participa en la recolección de flores para fabricar un corona que presentará como dolorosa ofrenda a la cruz de la playa.
Mientras avanzaba con paso lento y la vista puesta en su tarea se acordó de él.
Así había sido el momento en el que se había conocido. Hacía un año. Y parecían eones. Había colocado sobre la cabeza de Tarek Inglorien la corona de flores que había elaborado en el último Midsummarblót, sin saber en qué se convertiría él para ella.
En su castigo personal.
En su suplicio.
En el ser que la destrozaría.
Trató de recordar cómo era su vida antes de que él se cruzara por ella. Retazos sueltos, que se mezclaban con escenas de sangre y dolor.
Sonrió. Al recordar el rostro de Hans cuando se dio cuenta de que lo que le estaba sucediendo era real. Y sobre todo, que era ella quién se lo hacía. Quien ponía las manos sobre él de aquella manera.
Recordó a Sango.
Su voz la perturbó, y se apuró en alejarlo de su presente en aquel instante.
El sonido de la arena crujiendo bajo sus pies la hizo alzar la cabeza. La extensión de la playa era enorme, abarcando un litoral extenso que la vista no alcanzaba a ver en su totalidad. Aunque de día todavía, la actividad en la zona era notoria. La gente tenía ganas de la celebración que tendría como momento culmen la noche. Familias y amigos, listos para festejar.
Y ella estaba sola. Justo como quería estar.
- ¡Señorita! ¡Señorita! ¿Desea algo de beber? - llamó un muchacho joven desde detrás de un puesto ambulante.
Iori lo miró mientras anudaba con la caña de la última flor el cierre de la corona de flores. Bebería sí. Pero no tenía en aquel momento dinero para pagar por ello. Ya se las apañaría.
Lo ignoró y pasó de largo, abriéndose paso hasta la gran cruz que presidía con su enorme tamaño la playa. Faltaba todavía para terminarla, pero con la afluencia creciente de gente no tardaría en lucir llena de flores. Observó su creación, dándose cuenta que ni cuando estaba aprendiendo a hacerlas le habían salido tan mal.
Bueno, había perdido algunas de sus habilidades y había ganado otras.
Abrió la mano y contempló los pétalos que había estrujado entre los dedos. Hans había dejado de existir en aquel mundo, y sin embargo todavía tenía efecto dentro de ella. Su respiración se aceleró, y la palma se cerró de nuevo, estropeando las flores bajo su piel. El dolor seguía siendo real. No había quedado atrás, con el último aliento de aquel malnacido. Se esforzó por controlar un nuevo ataque, y alzó la vista para observar al Sol, dejando que este la cegase momentáneamente.
Cuando se alejó de la cruz, dejó a su espalda una corona medio rota a los pies de esta. Sobre las flores se mezclaban unas gotas de sangre y unas pocas lágrimas.
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*Iori participa en la recolección de flores para fabricar un corona que presentará como dolorosa ofrenda a la cruz de la playa.
Iori Li
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Recuerdos vinieron a su mente; cómo recogía flores junto a su madre y su hermana en el solsticio de verano cada año, las veces que saltó las hogueras en honor a los dioses junto a sus amigos, cuántas risas, sueños y buenos momentos vivió junto a cada ser querido que había compartido con él aquella festividad que tan marcada estaba en el calendario de cualquier campesino.
Era un día de regocijo, pero para él tan solo era un día más en el que la desesperación y la ansiedad lo llevaban de la mano. El tono oscuro de sus ropajes y la máscara de hierro con expresión de enojo contrastaban por completo con las blancas vestiduras de los campesinos y demás asistentes a la festividad del Midsummarblót y sus sonrisas.
De entre la multitud, su mirada se fijó en una mujer de cabellos castaños que llevaba entre sus manos una corona trenzada con flores. No entendía de flores, pero se notaba que estaban escogidas a consciencia. Como cualquier asistente a la fiesta, la misión de aquella mujer sería la de llevar la corona de flores y danzar alrededor de la cruz adornada con flores. Quizás después de eso seguiría adornando la gran cruz con más flores... pero, para su sorpresa, no ocurrió nada de eso. La muchacha simplemente dejó caer la corona de entre sus manos, alejándose de la gran cruz en su siguiente acción.
-Te has encontrado con un destino terrible, ¿Verdad?-Dijo en un quedo susurro cuando la muchacha pasó por su lado sin apartar la vista de la gran cruz.
Estrechó los ojos, pues al admirar la gran cruz los rayos del sol se interponían en la visión. Lo que le dijo a la mujer no sabía muy bien si estaba dirigido hacia ella o hacia él mismo.
La corrupción, la maldad y la vileza se extendían a sus anchas por todo Aerandir, y nadie hacía nada por remediarlo. Nadie daba un paso adelante para acabar de una vez por todas con aquellos que se lucran del sufrimiento y buscan destruirlo todo para imponer su propia visión del mundo a costa de sacrificios de personas inocentes... Cuánta rabia e impotencia sentía Alward por todo aquello. Y ver cómo todos festejaban con tanta felicidad casi le suponía un puñal en su corazón debido al estigma que tenía sobre el prójimo.
El enmascarado apretó los puños y, en el momento en el que más fuerza ejerció contra sí mismo, bajó la mirada al suelo y abrió los ojos, como si se le hubiese venido algún tipo de iluminación cognitiva.
-¿En qué momento he caído en la Oscuridad...?-Pensó en voz alta con un leve susurro.
Era un día de regocijo, pero para él tan solo era un día más en el que la desesperación y la ansiedad lo llevaban de la mano. El tono oscuro de sus ropajes y la máscara de hierro con expresión de enojo contrastaban por completo con las blancas vestiduras de los campesinos y demás asistentes a la festividad del Midsummarblót y sus sonrisas.
De entre la multitud, su mirada se fijó en una mujer de cabellos castaños que llevaba entre sus manos una corona trenzada con flores. No entendía de flores, pero se notaba que estaban escogidas a consciencia. Como cualquier asistente a la fiesta, la misión de aquella mujer sería la de llevar la corona de flores y danzar alrededor de la cruz adornada con flores. Quizás después de eso seguiría adornando la gran cruz con más flores... pero, para su sorpresa, no ocurrió nada de eso. La muchacha simplemente dejó caer la corona de entre sus manos, alejándose de la gran cruz en su siguiente acción.
-Te has encontrado con un destino terrible, ¿Verdad?-Dijo en un quedo susurro cuando la muchacha pasó por su lado sin apartar la vista de la gran cruz.
Estrechó los ojos, pues al admirar la gran cruz los rayos del sol se interponían en la visión. Lo que le dijo a la mujer no sabía muy bien si estaba dirigido hacia ella o hacia él mismo.
La corrupción, la maldad y la vileza se extendían a sus anchas por todo Aerandir, y nadie hacía nada por remediarlo. Nadie daba un paso adelante para acabar de una vez por todas con aquellos que se lucran del sufrimiento y buscan destruirlo todo para imponer su propia visión del mundo a costa de sacrificios de personas inocentes... Cuánta rabia e impotencia sentía Alward por todo aquello. Y ver cómo todos festejaban con tanta felicidad casi le suponía un puñal en su corazón debido al estigma que tenía sobre el prójimo.
El enmascarado apretó los puños y, en el momento en el que más fuerza ejerció contra sí mismo, bajó la mirada al suelo y abrió los ojos, como si se le hubiese venido algún tipo de iluminación cognitiva.
-¿En qué momento he caído en la Oscuridad...?-Pensó en voz alta con un leve susurro.
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Off: Interactúo con Iori.
Alward Sevna
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Estaba cruzado de brazos observando a una mujer adelantar ligeramente el pie derecho mientras abría los brazos y flexionaba las rodillas. Ben comprendió que quería mantener el cuerpo lo más bajo posible para tratar de no caer. Eso, pensó, valía en otra situación, pero no para caminar por una superficie resbaladiza como era aquel palo que tenía el barco. Sus pensamientos volaron hacia la funcionalidad de aquel palo que tenía barco. ¿Será una lanza para atacar a otros barcos? Lanzó una carcajada con su ocurrencia mientras hombres, mujeres y niños que estaban a su alrededor le lanzaron una mirada curiosa. No, tiene que ver con los arreos de pesca, seguro, se dijo una vez se tranquilizó.
De repente, la mujer consiguió adelantar el pie izquierdo pero se tambaleó hacia atrás, lanzó los brazos hacia delante, el pie izquierdo resbaló y el derecho cedió. Cayó con el torso contra el palo y trató de aferrarse a él, pero fue inútil. El cuerpo giró para quedar mirando al cielo y a los pocos instantes, la mujer cayó al agua, arrancando las risas, los aplausos y los gritos emocionados de las niñas y niños que contemplaban el espectáculo. Ben esbozó una sonrisa mientras aplaudía.
El capitán del barco, llamó al siguiente para probar fortuna y Ben alzó una mano y caminó hacia él. Llevaba un rato observando el espectáculo y concluyó que no había un método para conseguir llegar hasta la bandera que colgaba del extremo del palo, dependía, en gran medida de la fortuna que uno tuviera ese día.
- Bien, bien, un hombre grande, la caída será más espectacular- el capitán guiñó un ojo al público presente que rió-. Bien, espero que estés deseoso de darte un buen chapuzón amigo mio, de momento, nadie ha conseguido la bandera-.
- Ah, no te preocupes, yo vengo por el premio a la caída más graciosa- le sonrió y le siguió por la cubierta hasta el lugar donde estaba el palo-.
- Aquí es amigo. Ten cuidado, si ves que caes, lo mejor es lanzarse al agua- le palmeó la espalda-. Que Njord te conceda una caída plácida-.
Ben sonrió al capitán. Desde luego no daba ningún tipo de ánimo. Bueno, mayor será la gloria, se dijo. Observó la resbaladiza superficie y luego echó un rápido vistazo al público que le observaba con mucha expectación. Sintió, entonces, un nerviosismo que hasta entonces nunca había experimentado. Estaba a un par de pasos de la gloria o del fracaso.
- En cualquier caso, te van a aplaudir- añadió el capitán como si le hubiera leído la mente-.
Sango respiró profundamente un par de veces y sacudió las extremidades para quitarse el nervio de encima. Sonrió y dio una palmada cuando estuvo listo.
- Venga, que no se diga que Sango no se atrevió a caminar por el palo este- dijo en voz alta para arrancar alguna palabra de ánimo y más gritos de los niños-.
Cogió impulso y se aventuró por la superficie resbaladiza.
De repente, la mujer consiguió adelantar el pie izquierdo pero se tambaleó hacia atrás, lanzó los brazos hacia delante, el pie izquierdo resbaló y el derecho cedió. Cayó con el torso contra el palo y trató de aferrarse a él, pero fue inútil. El cuerpo giró para quedar mirando al cielo y a los pocos instantes, la mujer cayó al agua, arrancando las risas, los aplausos y los gritos emocionados de las niñas y niños que contemplaban el espectáculo. Ben esbozó una sonrisa mientras aplaudía.
El capitán del barco, llamó al siguiente para probar fortuna y Ben alzó una mano y caminó hacia él. Llevaba un rato observando el espectáculo y concluyó que no había un método para conseguir llegar hasta la bandera que colgaba del extremo del palo, dependía, en gran medida de la fortuna que uno tuviera ese día.
- Bien, bien, un hombre grande, la caída será más espectacular- el capitán guiñó un ojo al público presente que rió-. Bien, espero que estés deseoso de darte un buen chapuzón amigo mio, de momento, nadie ha conseguido la bandera-.
- Ah, no te preocupes, yo vengo por el premio a la caída más graciosa- le sonrió y le siguió por la cubierta hasta el lugar donde estaba el palo-.
- Aquí es amigo. Ten cuidado, si ves que caes, lo mejor es lanzarse al agua- le palmeó la espalda-. Que Njord te conceda una caída plácida-.
Ben sonrió al capitán. Desde luego no daba ningún tipo de ánimo. Bueno, mayor será la gloria, se dijo. Observó la resbaladiza superficie y luego echó un rápido vistazo al público que le observaba con mucha expectación. Sintió, entonces, un nerviosismo que hasta entonces nunca había experimentado. Estaba a un par de pasos de la gloria o del fracaso.
- En cualquier caso, te van a aplaudir- añadió el capitán como si le hubiera leído la mente-.
Sango respiró profundamente un par de veces y sacudió las extremidades para quitarse el nervio de encima. Sonrió y dio una palmada cuando estuvo listo.
- Venga, que no se diga que Sango no se atrevió a caminar por el palo este- dijo en voz alta para arrancar alguna palabra de ánimo y más gritos de los niños-.
Cogió impulso y se aventuró por la superficie resbaladiza.
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Participo en "La cucaña". Lanzo runa. El resultado lo rolearé en la siguiente ronda.Sango
Héroe de Aerandir
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
El miembro 'Sango' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
-Vulvuf... Wulvulf... Vulwulfar... Ja a la primera como siempre- comentaría el no-elfo cuando percibió algo extraño en el ambiente, nuevamente sentía como que no estaba vestido para lo ocasión, pero se supone que las fiestas así eran para sacar a relucir prendas que no se usaban frecuentemente y entonces fue que cayo en cuenta, todos vestían de blanco, salvo por el. -Que el blanco se ensucia demasiado rápido, puta madre-
El rubio que solo llevaba un trozo de tela blanco en todo su atuendo negro se llevaba un par de miradas de desagrado al momento de pasear por el festival, pero siendo él, el tipo de persona que era, aquello era de esperarse. El rubio camino por el lugar, deteniéndose de vez en cuando para comer y beber de las delicias que se preparaban para la festividad, fue entonces que noto un barco cerca de la orilla y a unos cuantos entablados en un desafío bastante interesante.
-Pasen, atrévanse a ir por la banderilla y reclamar el tesoro-
-¿Cual es el truco?-
-Ninguno, todos saben que el bauprés esta aceitado-
-Yo no lo sabia-
-Pero ahora si, por ende no hay truco-
-Oye ¿ese no es Sango?-
-Era, ya se cayo-
Zelas se puso a reír al ver el resultado y el capitán le hizo una seña desafiante y el rubio como buen no-elfo acepto el desafío, se puso en posición y se mando a por la banderilla lo mas rápido posible.
OFF: voy por la cucaña, tiro runas y roleo el resultado en la siguiente ronda.
- Atuendo de Zelas:
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El rubio que solo llevaba un trozo de tela blanco en todo su atuendo negro se llevaba un par de miradas de desagrado al momento de pasear por el festival, pero siendo él, el tipo de persona que era, aquello era de esperarse. El rubio camino por el lugar, deteniéndose de vez en cuando para comer y beber de las delicias que se preparaban para la festividad, fue entonces que noto un barco cerca de la orilla y a unos cuantos entablados en un desafío bastante interesante.
-Pasen, atrévanse a ir por la banderilla y reclamar el tesoro-
-¿Cual es el truco?-
-Ninguno, todos saben que el bauprés esta aceitado-
-Yo no lo sabia-
-Pero ahora si, por ende no hay truco-
-Oye ¿ese no es Sango?-
-Era, ya se cayo-
Zelas se puso a reír al ver el resultado y el capitán le hizo una seña desafiante y el rubio como buen no-elfo acepto el desafío, se puso en posición y se mando a por la banderilla lo mas rápido posible.
OFF: voy por la cucaña, tiro runas y roleo el resultado en la siguiente ronda.
Zelas Hazelmere
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
El miembro 'Zelas Hazelmere' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Si pensaba en cuáles eran las últimas aventuras que había vivido, por alguna razón extraña, inexplicable y cualquier otro adjetivo que valga aquí para que sean tres, porque donde caben dos caben tres y a la tercera es la vencida, la verdad es que recordaba vagamente algunas que apenas resurgían con timidez de mi memoria poco confiable, haciendo difícil saber con certeza el orden cronológico de tales eventos. Si intentaba ver más allá de la bruma del olvido, fracasaba incluso en recordar cómo finalizaban varias de esas aventuras, como si se hubieran detenido en el tiempo.
¿Y todo eso será importante para lo que contaré ahora? Pues no, simplemente no sabía cómo empezar e improvisé con uno de mis variados desvaríos, para variar.
Lo importante es que estaba en algún lugar que no recuerdo, algo de lo que no hay que preocuparse porque no es como que suela ser relevante saber tal dato geográfico para este tipo de historias, y ahí donde estaba no paraba de pensar en estupideces mientras comía biusas y fingía que sí escuchaba con atención lo que sea que me decía una mujer que, en una clara exhibición de mal criterio, decidió, de entre todos los blancos fáciles en el lugar, pedirme ayuda a mí, aunque yo no estaba vestido de blanco, para un asunto de una cruz y flores de adorno.
Una vez que mis disparatadas cavilaciones me llevaron a una conclusión sin relación alguna con las premisas, pero, aun así, muy satisfactoria, volví a la realidad y atendí a la mujer, que no había dejado de hablar.
–… y así es como quiero que hagas crecer flores en la cruz –decía con su mirada puesta en la susodicha cruz, que se erigía a unos cuantos metros de nosotros–. Recuerda: que sea como un arcoíris de flores, empezando con rosas en la base y coronando con violetas.
–Sabes que no todos los elfos creamos plantas de la nada y esas cosas, ¿no? –contesté al fin, y la mujer clavó su mirada en mí, ceñuda, con su nariz fruncida y los brazos en jarras, es decir, con las manos en las caderas, no literalmente en jarras porque eso sería muy raro–. Oiga, no me mire así. Yo soy el que debería sentirse ofendido por sus prejuicios.
–¿Y de dónde sacaste esa fruta rara que comes?
–Yo… –Me interrumpí al reparar en la respuesta– la creé de la nada. ¡Pero eso es casualidad, no porque sea elfo! Fue porque un día, en un momento en el que no había nacido todavía, me comí unas abejas verdes y, ¡puf!, me salían biusas de entre las nalgas.
Dicho en voz alta, noté que sonaba a otro disparate si no explicaba el contexto. Demasiado tarde para lamentarlo.
–Como digas… –murmuró ella entornando los ojos. Entonces hizo un mohín y se encogió de hombros–. Bueno, no importa, yo sé dónde no me siento querida. Terminaré mi cruz sin ayuda de nadie, ya verás.
Y, con exagerada indignación, se marchó mientras le rezaba a algún dios que me castigara convirtiéndome en un chico mitad árbol. Luego se dedicó a fastidiar a otros elfos para pedirles ayuda.
¿Y todo esto sí será relevante para algo? Pues no, la verdad es que no. Pero, si lo pensamos bien, nuestras vidas mortales son irrelevantes frente al inexorable paso del tiempo, que nos hundirá en el olvido, en la paulatina pero inevitable desaparición de todo rastro de nuestra existencia. O quizás no.
Ahora sí, lo relevante, o quizás no.
Noté que no era el único rebelde o despistado que iba vestido de negro cuando todos los demás iban de blanco; Zelas estaba ahí, siendo Zelas, y aún no había muerto, probablemente porque no estábamos en Roilkat.
Demonios, saber dónde estábamos sí es un dato relevante: sirve para saber si Zelas morirá o no.
En cualquier caso, igualmente sufrió un final tragicómico y húmedo, algo que, aunque él tenía magia para casi volar y caer con estilo, no fue del todo inesperado. Se me escapó una débil carcajada y luego, contemplando el espectáculo, nació en mí el innecesario deseo de participar, también sin usar magia, para probarme a mí mismo. No podía ser un completo inútil sin mi magia, ¿cierto?
Pero era inconsciente de que la desgracia esperaba en mi futuro próximo.
O tal vez no tan próximo, considerando que trece días podían extenderse hasta la eternidad.
¿Y todo eso será importante para lo que contaré ahora? Pues no, simplemente no sabía cómo empezar e improvisé con uno de mis variados desvaríos, para variar.
Lo importante es que estaba en algún lugar que no recuerdo, algo de lo que no hay que preocuparse porque no es como que suela ser relevante saber tal dato geográfico para este tipo de historias, y ahí donde estaba no paraba de pensar en estupideces mientras comía biusas y fingía que sí escuchaba con atención lo que sea que me decía una mujer que, en una clara exhibición de mal criterio, decidió, de entre todos los blancos fáciles en el lugar, pedirme ayuda a mí, aunque yo no estaba vestido de blanco, para un asunto de una cruz y flores de adorno.
Una vez que mis disparatadas cavilaciones me llevaron a una conclusión sin relación alguna con las premisas, pero, aun así, muy satisfactoria, volví a la realidad y atendí a la mujer, que no había dejado de hablar.
–… y así es como quiero que hagas crecer flores en la cruz –decía con su mirada puesta en la susodicha cruz, que se erigía a unos cuantos metros de nosotros–. Recuerda: que sea como un arcoíris de flores, empezando con rosas en la base y coronando con violetas.
–Sabes que no todos los elfos creamos plantas de la nada y esas cosas, ¿no? –contesté al fin, y la mujer clavó su mirada en mí, ceñuda, con su nariz fruncida y los brazos en jarras, es decir, con las manos en las caderas, no literalmente en jarras porque eso sería muy raro–. Oiga, no me mire así. Yo soy el que debería sentirse ofendido por sus prejuicios.
–¿Y de dónde sacaste esa fruta rara que comes?
–Yo… –Me interrumpí al reparar en la respuesta– la creé de la nada. ¡Pero eso es casualidad, no porque sea elfo! Fue porque un día, en un momento en el que no había nacido todavía, me comí unas abejas verdes y, ¡puf!, me salían biusas de entre las nalgas.
Dicho en voz alta, noté que sonaba a otro disparate si no explicaba el contexto. Demasiado tarde para lamentarlo.
–Como digas… –murmuró ella entornando los ojos. Entonces hizo un mohín y se encogió de hombros–. Bueno, no importa, yo sé dónde no me siento querida. Terminaré mi cruz sin ayuda de nadie, ya verás.
Y, con exagerada indignación, se marchó mientras le rezaba a algún dios que me castigara convirtiéndome en un chico mitad árbol. Luego se dedicó a fastidiar a otros elfos para pedirles ayuda.
¿Y todo esto sí será relevante para algo? Pues no, la verdad es que no. Pero, si lo pensamos bien, nuestras vidas mortales son irrelevantes frente al inexorable paso del tiempo, que nos hundirá en el olvido, en la paulatina pero inevitable desaparición de todo rastro de nuestra existencia. O quizás no.
Ahora sí, lo relevante, o quizás no.
Noté que no era el único rebelde o despistado que iba vestido de negro cuando todos los demás iban de blanco; Zelas estaba ahí, siendo Zelas, y aún no había muerto, probablemente porque no estábamos en Roilkat.
Demonios, saber dónde estábamos sí es un dato relevante: sirve para saber si Zelas morirá o no.
En cualquier caso, igualmente sufrió un final tragicómico y húmedo, algo que, aunque él tenía magia para casi volar y caer con estilo, no fue del todo inesperado. Se me escapó una débil carcajada y luego, contemplando el espectáculo, nació en mí el innecesario deseo de participar, también sin usar magia, para probarme a mí mismo. No podía ser un completo inútil sin mi magia, ¿cierto?
Pero era inconsciente de que la desgracia esperaba en mi futuro próximo.
O tal vez no tan próximo, considerando que trece días podían extenderse hasta la eternidad.
(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)
Voy por la cucaña, tiro runas y roleo el resultado en la siguiente ronda.
Rauko
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
El miembro 'Rauko' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
-Este debería ser el último- La voz profunda de Axel rompió el silencio en el que las tres figuras llevaban sumidas más de tres horas.
-Llevas diciendo justo eso desde hace una hora- Hugo miró al hombre bestia y le dedicó una media sonrisa.
Axel posó su zarpa en la cadera de Hugo en un amago de empujoncito juguetón a lo que el segundo respondió con un pequeño: ‘Ey!’ y le devolvió el toquecito en el hombro deleitándose algunos segundos más de los necesarios.
Caoimhe fingió no notar el parpadeo enlentecido de Hugo y otros varios contactos a medida que ambos se pasaban los pergaminos en los que habían estado trabajando desde el comienzo de la noche. En un primer momento, la prestamista había estado tan absorta en sus propios quehaceres diarios que obvió las interacciones entre ambos. Llegó un punto, sin embargo en el que la tensión sexual entre ambas bestias era casi tangible e insostenible. Caoimhe había usado su viaje a Sacrestic como excusa para dejarles tiempo en solitario.
Su vuelta, sin embargo no había cambiado mucho aquella situación. Ambos parecían haber aceptado que eran pareja, y Caoimhe estaba conforme con que siguiesen trabajando juntos siempre y cuando no afectase al ritmo de producción de ambos y por supuesto en el ‘poder de convicción’ que ambos ejercían sobre los clientes morosos.
Los primeros días tras su vuelta Caoimhe no había notado mucha diferencia en las continuas bromas entre ambos. En alguna que otra ocasión los había pillado haciendo manitas justo antes de empezar el horario estipulado. Más de aquello, Caoimhe no podía quejarse.
Llevaban horas concentrados en los trazos pulcros de su propia escritura. Estaba segura que sus cuentas estaban al día y lo cierto es que Beltrexus siempre lograba sorprenderla con más ganancias que el resto de lugares donde solía tener negocios.
Un suspiro la sacó de su ensimismamiento.
-Agh… no vamos a avanzar mucho más esta noche- dijo poniendo el pergamino que había estado revisando en el lugar pertinente basado en el orden estipulado.- Creo que es mejor que lo dejemos aquí… Podéis marcharos.
Hugo miró a Axel de manera significativa.
-¿Qué?- dijo Caoimhe alzando sus ojos heterocromos para encontrarse con los del leopardo.
-Axel y yo hemos estado pensando que… bueno… Keeva hace dos semanas exactas que regresaste de Sacrestic- el hombre tragó saliva a la par que Caoimhe dejaba lo que estaba haciendo para focalizar su atención en él-
-Tres- corrigió Axel de manera cortante-
-Pues eso que… si pudieses palidecer estamos seguros que estarías aún más pálida-
Caoimhe compuso un gesto confuso.
-¿Desde cuándo os preocupa como de pálida es mi piel? – Preguntó la vampiresa imaginando exactamente el camino que iba a tomar la conversación a partir de aquel punto.
-Pues ciertamente, Keeva desde que tus conversaciones más interesante se han convertido en una especie de recital acerca de tal o objeto que investigar y obtener. Eso o la alternativa de un continuo repetir de la cantidad de quehaceres que necesitas que Ax y yo llevemos a cabo. A pesar de que lo hayamos discutido mil veces desde que llegaste.
-A ver… ambos sabemos que Hugo apenas sabe leer pero no es necesario que le recites todos y cada uno de los libros en los que te has estado escondiendo desde que llegas…-
Hugo dio un codazo a su pareja quien le acarició la zarpa de manera cariñosa.
Caoimhe abrió mucho los ojos, dolida.
-¿Me estais llamando aburrida?- preguntó.
-No… te estamos urgiendo a que salgas, bebas lo que sea que beben los vampiros para desquitarse, te veas envuelta en algún que otro cotilleo que podamos usar para futuros chantajes y…
-y quizás liberar un poco de endorfinas ya sabes… oxitocina natural..
La vampiresa analizó cuidadosamente las palabras de sus secuaces. No iba a negar que después de pasar casi dos semanas en Sacrestic volver a casa había sido una cura. En más de varios sentidos. La vampiresa solía limitar sus interacciones sociales a personas que se tradujese en negocio. Tampoco es que hubiese encontrado a alguien lo suficientemente… interesante como para compartir una conversación estimulante.
Tampoco iba a negar que había intentado a toda costa no pensar en el descubrimiento fruto de su interacción con Vrykolakas. El trabajo siempre era una via de escape fácil y en las últimas semanas había adquirido unas muestras de sangre cuanto menos interesante que le habían proporcionado información suculenta recién llegada de Ciudad lagarto. Un área amplia que debía explorar con mas detalle y que quizás…
Lo estaba haciendo de nuevo.
Se estaba ahogando en un mar de pensamientos que la alejaban más y más de ella misma. Suspiró entendiendo la preocupación de aquellos quienes se hacían llamar sus amigos. Relajó su postura ahora medio tumbada en el sillón carmesí donde había estado analizando sus cuentas.
-¿….y qué sugerís?- dijo considerando seriamente oferta de al menos salir de aquellas cuatro paredes.
-Pues es Midsummarblót. Además casi es perfecto… la noche más corta es la mejor excusa para irte a dormir temprano.
-¿Midsummarblót?- Caoimhe gruño desprendiéndose de cualquier ápice de interés que hubiese mostrado hacía unos segundos.
-Oh… perdón. ¿Su señora duquesa es demasiado refinada como para celebrar con los campesinos la buena recolecta de la cosecha?
-No es eso…
-¿Entonces? Ya sabes que llevan desde esta mañana bebiendo. Con suerte la mayoría de personas estarán lo suficientemente ebrios como para percatarse de tu palidez. Aunque bueno… No puedo prometerte que no actúes como una antorcha humana y reflejes cualquier rayo de luz que…
Caoimhe agarró uno de los pergaminos vacíos y lo lanzó a la cabeza de Hugo.
Este lo esquivó por poco y carcajeó. Caoimhe sonrió de manera refleja.
-Tan solo si me aseguráis que vais a dejar de hacer manitas el tiempo suficiente como para que me aburra y me marche- dijo poniendo los ojos en blanco
-Mmmm No se, Cao… ¿Has visto los bíceps de Axel? Imposible no querer toquetearlos en cada momento.
-No se… puede que últimamente los haya visto mejores.
-¿Qué? ¿Dónde? ¿Cuándo?- Axel pareció realmente molesto ante aquel comentario y su semblante pasó de molestia a curiosidad al entender lo que Caoimhe estaba sugeriendo.
La vampiresa no contestó a aquella pregunta. Salió de su habitación camino a sus aposentos para prepararse y unirse a Axel y Hugo en las festividades deMidsummarblót.
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-¿Cuándo dijisteis que Mr Einfil había dejado de comer patata asada? Creo que lo último que escuché es que ahora tan solo comía carne magra de vaca y pollo- preguntó Axel esquivando a la multitud que había aumentado de manera paulatina en los últimos 500 metros.-Verdaderamente se le nota que ha perdido peso.
-Sí… sobre todo en el bolsillo.- respondió Hugo
Las tres figuras riendo de manera natural olvidándose por un momento que no estaban solos.
Era noche abierta y una leve brisa ondulaba de manera continua tanto los cabellos de Caoimhe – que la chica había dejado sueltos tan solo adornados por una pequeña trenza paralela a la longitud de los mismos casi hasta su cadera- Y su vestido de una seda sumamente fina de color violáceo. Entallada a su busto y cintura.
Axel había bromeado sobre los efectos de la ponzoña en el atractivo de los brujos y le había preguntado si no le apetecía convertirlo para obtener los mismos tras verla salir de sus aposentos.
Caoimhe había sonreído de manera parcial y le había apretado el hombro a su amigo a modo de aprecio.
Había decorado sus ojos dispares con una fina línea ambar sobre sus párpados. No solía atraer la atención a aquello que la hacía alguien diferente pero supuso que tampoco pasaba nada por disfrazarse un poco de alguien que no era ella aquella noche.
La plaza central de la ciudad estaba adornada con distintos postes y cadenas de hierbas secas de la cosecha. El aire movía sus ramas y esparcía el olor a romero, lavanda seca y citronela por las calles sinuosas hasta llegar al lugar escogido para la celebración marcado porlas hogueras y la cruz central donde se arremolinaban la mayor parte de los viandantes.
Las estrellas iluminaban la variedad de actividades que habían escogido los campesinos para amenizar las festividades. Caoimhe se acercó a la barra y se hizo con los mismos tres cócteles para ella Hugo y Axel. Tras un leve brindis las tres figuras se sentaron a un lado de la hoguera central a escuchar con atención las historias sonorizadas de un juglar. Carcajadas interrumpían de cuando en cuando las canciones de aquel hombre y para cuando terminó su actuación Caoimhe había acabado con su primera copa.
-….. y si tengo que romperme algo que no sea la nariz, los dedos o el corazón. No imagino un mundo sin el olor de la cosecha recién cortada, los callos en las manos del trabajo bien hecho y el corazón lleno de la satisfacción de la siembra de un buen año-
El juglar continuó con su siguiente canción y Caoimhe se percató que Axel había desaparecido y reaparecido con otra bebida en sus manos y un ramo de flores secas que donó a Caoimhe.
La chica lo agarró con docilidad y envolvió su nariz con el olor de las flores frescas. No tardó mucho en terminar su segunda bebida escuchando las hazañas del juglar. Hugo rellenó su vaso por tercera vez antes de avisarla que iba a seguir a Axel a recoger algunas flores más.
Caoimhe los instó a hacerlo sin preocuparse de ella. El juglar pareció terminar su show de manera temporal y Caoimhe decidió caminar durante unos minutos alrededor de la hoguera que iluminaba la mayor parte de aquella llanura oscura.
Las llamas oscurecían las sombras a su alrededor y la vampiresa pudo ver como algunos campesinos lanzaban pequeñas notas escritas.
Se sentó en una esquina algo más vacía de bullicio y jugueteó con las flores que Axel le había regalado durante unos segundos. Su mente divagando aquí y allá. Del color ambar exacto en ciertos ojos juiciosos a la oscuridad de las calles de Sacrestic. Los secretos de sus pasadizos. La valentía de Tarek en Sandorai, el odio fundado hacia el elfo al que le salvó la vida.Su collar, aún en manos erróneas. El miedo en el balneario con Azafrán y Celeste… Todo lo vivido durante el año pasado lo recogido con esfuerzo y sembrado con ilusión. Y la sed.
Terminó su tercera copa de manera fugaz como para acallar a la sed que paulatinamente había estado despertando en su garganta. Notó como su cabeza se volvía liviana. Señal inequívoca de que el alcohol de aquella bebida estaba comenzando a hacer efecto. Aquello alegró alguna parte en particular de la chica. Su humanidad no estaba perdida del todo si dejaba que algo tan simple borrase todas las preocupaciones de su cabeza.
Dudó por un segundo si rellenar su copa por cuarta vez. Una sonrisa algo tonta se había posado en sus labios y el perder el control de si misma no era algo que entrase en sus planes de aquella noche, pero… quizás Hugo y Axel tuviesen razón. Quizás necesitaba endorfinas y.. oxitocina.
Se sonrojó entendiendo bien a lo que se referían. Se mordió el labio inferior de manera dubitativa antes de finalmente decidir que necesitaba aquella cuarta copa.
Axel y Hugo estaban sumergidos en la ociosidad de la búsqueda de flores. Caoimhe los veía de cuando en cuando abrazarse y curtir las flores que compartían en forma de corona.
A las canciones del bardo se le sumó de manera paulatina un continuo ir y venir de cuerpos cuyas sombras se fusionaban con la luz de las llamas a medida en la que saltaban sobre ellas atravesándola.
El gentío aplaudía cuando el éxito era el cúlmen del salto y abucheaban a quien fuese que acababa chamuscando parte de su cuerpo en la hoguera, entre risas y blasfemias del herido.
Buscó con los ojos una hoja seca lo suficientemente grande como para hacerle de pergamino. Rebuscó en su bolso pequeño un lápiz rudimentario y con la misma caligrafía pulcra que había estado observando la primera parte de la noche escribió una frase:
Deja que el sol guíe de nuevo mi camino
La dejó a un lado, bajo el pequeño ramillete de flores que hasta aquel momento había estado agarrando. Asegurándose de que sus letras quedaban boca abajo.
No estaba segura de que sus experimientos con las piedras de luna fuesen a resultar lo suficientemente exitosos como para hacerla de nuevo inmune al sol, pero algo en ella tan solo necesitaba sentir que no estaba maldita de manera incondicional al menos durante un dia. O dos… Era absurdo pensar que aquel fuego fuese a satisfacer sus deseos de manera inmediata pero estaba casi segura de que era el alcohol de su cuarta copa tomando el control de su cuerpo el que la sumió en la inmensa necesidad de saltar sobre las llamas.
De nuevo sonrió. Se puso de pie esperando el turno tras la última figura que había saltado, tomó impulso, y aún con la última canción del bardo en su cabeza saltó lo más alto que pudo.
La sensación de libertad inicial al sentir el aire alzando sus cabellos fue reemplazada por la adrenalina suscitada por el calor de las llamas a menos de un palmo de su cuerpo.
Cuando cayó sobre la arena, no muy lejos de las fraguas de la hoguera, giró su cabeza para ver como la hoja con la frase que había escrito se desvanecía entre las llamas.
Se quedó varios segundos en la posición semi-sentada de manera grácil en la que había aterrizado, obnubilada por el fuego y aclamando a todos los que como ella habían saltado las lenguas de fuego de aquella hoguera. .
Comenzó a tararear la última canción del juglar en un susurro pausando la melodía al ritmo de las llamas. El mar justo detrás suya, donde la mayoría de las personas que saltaban acababan su recorrido, había comenzado a parecerle una opción aceptable.
Aunque para eso aún iba a necesitar al menos una copa más.
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Off:
Caoimhe salta sobre una de las hogueras y tira parte de sus pensamientos en forma de hoja a la misma.
Caoimhe
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Vulwufar.
Temporada... (Antes de todo el pedo de los 13 días y quizá después de los niños que no son niños (?))
Temporada...
Un par de semanas antes...
Los azares del destino siempre traían consigo el hecho de que a la llegada a un cierto lugar, la víspera de un festival se acercaba. A tan solo un par de semanas, ahí estábamos, Vulwufar. Era inevitable no sonreír, después de todo aquella ciudad fue el sitio en donde aquella reunión dio inicio a lo que ahora éramos todos, un grupo de libertinos que por alguna razón tenía una misión de la que no tenía ni la menor idea salvo quien nos reunió.
Era ese tipo de celebraciones que pretendía purificar, y como dado a que mis habilidades de confección habían mejorado con la practica, que mejor forma de agradecerle a mis acompañantes que hacerles algo especial. Tras días de trabajo, mi obsequio estaba hecho, dejé un con el nombre de Ryra y Gaegel en nuestra posada. Le entregué personalmente el suyo a Meleis quien lo recibió con suma alegría, y como olvidar a mi querido Bomull, cuyo lazo blanco con piedras nacaradas lo hacían una bolita preciosa...podría decirse que estábamos listos para el tan esperado festival.
En algún punto de las celebraciones...
Aquel día en particular sentía deseos de conectar con mi elemento. Avanzaba hacia la playa dejando que el viento bailara en mis platinados cabellos y aquella suave tela que brillaba con el reflejo de las piedras nacaradas que los acompañaban. Meleis, había decidido pasear un rato llevándose a Bomull con él.
Aquel festival me hacía reflexionar sobre todo lo sucedido, especialmente las últimas aventuras. Me adentré en el mar, la sensación era sublime, el agua estaba a gusto - cualquier temperatura era agradable si eras nativo del norte - como sea fue un momento de flotar y de liberar cada tensión.
Tal vez me dejé llevar de más, y hablo en el sentido literal de la corriente, porque pronto toda esa paz se vio interrumpida por caídas, gritos y chapoteos de personas que eran lanzadas al agua. - ¿Pero qué caraj...?- Vi una silueta familiar, flotando desde donde ahora estaba, sin duda había visto a un Sango volador y cuando pensé que la cosa no podía ponerse más extraña, mi medalla comenzó a vibrar en la medida que un Zelas salvaje se dirigía directo hacia mí. ¿Cómo había llegado ahí? Ni idea, pero esa historia de nuestro encuentro tan peculiar es algo que quedaba de parte de él contar, solo puedo agregar que siempre estaría para recibirlo con sus entradas ceremoniales, por más extrañas que fuesen.
Las lanzadas cesaron brevemente para dar paso a los aplausos, alguien se había salvado del chapuzón. Sonreí ante la idea de poder participar, es decir, ya estaba mojada, si algo salía mal no me molestaría volver al agua. - Si sigues por aquí más tarde bien podremos divertirnos juntos. - Me despedí del elfo como bien acostumbrábamos con un candente beso. Yo también quería jugar con la bandera.
- Me gustaría intentarlo. - Dije una vez que llegaba toda empapada hacia el sujeto a cargo. Me miró de arria hacia abajo antes de reirse.
- La tendrás complicada, muñeca, no hay truco pero mojada como estás no prometo que te mantengas.
- No importa, si me caigo seguro mi rubio me atrapa. - Agregué confiada en que Zelas si no se había marchado estaría ahí para amortiguarme.
- Muy bien, solo porque me gusta tu espíritu de dejaré hacerlo, anda. - dijo con animosidad.
No iba a esperar más, y con un respiro profundo, y luego de estrujar un poco las pendras empapadas, me decidí a probar mi suerte.
Los azares del destino siempre traían consigo el hecho de que a la llegada a un cierto lugar, la víspera de un festival se acercaba. A tan solo un par de semanas, ahí estábamos, Vulwufar. Era inevitable no sonreír, después de todo aquella ciudad fue el sitio en donde aquella reunión dio inicio a lo que ahora éramos todos, un grupo de libertinos que por alguna razón tenía una misión de la que no tenía ni la menor idea salvo quien nos reunió.
Era ese tipo de celebraciones que pretendía purificar, y como dado a que mis habilidades de confección habían mejorado con la practica, que mejor forma de agradecerle a mis acompañantes que hacerles algo especial. Tras días de trabajo, mi obsequio estaba hecho, dejé un con el nombre de Ryra y Gaegel en nuestra posada. Le entregué personalmente el suyo a Meleis quien lo recibió con suma alegría, y como olvidar a mi querido Bomull, cuyo lazo blanco con piedras nacaradas lo hacían una bolita preciosa...podría decirse que estábamos listos para el tan esperado festival.
En algún punto de las celebraciones...
Aquel día en particular sentía deseos de conectar con mi elemento. Avanzaba hacia la playa dejando que el viento bailara en mis platinados cabellos y aquella suave tela que brillaba con el reflejo de las piedras nacaradas que los acompañaban. Meleis, había decidido pasear un rato llevándose a Bomull con él.
Aquel festival me hacía reflexionar sobre todo lo sucedido, especialmente las últimas aventuras. Me adentré en el mar, la sensación era sublime, el agua estaba a gusto - cualquier temperatura era agradable si eras nativo del norte - como sea fue un momento de flotar y de liberar cada tensión.
Tal vez me dejé llevar de más, y hablo en el sentido literal de la corriente, porque pronto toda esa paz se vio interrumpida por caídas, gritos y chapoteos de personas que eran lanzadas al agua. - ¿Pero qué caraj...?- Vi una silueta familiar, flotando desde donde ahora estaba, sin duda había visto a un Sango volador y cuando pensé que la cosa no podía ponerse más extraña, mi medalla comenzó a vibrar en la medida que un Zelas salvaje se dirigía directo hacia mí. ¿Cómo había llegado ahí? Ni idea, pero esa historia de nuestro encuentro tan peculiar es algo que quedaba de parte de él contar, solo puedo agregar que siempre estaría para recibirlo con sus entradas ceremoniales, por más extrañas que fuesen.
Las lanzadas cesaron brevemente para dar paso a los aplausos, alguien se había salvado del chapuzón. Sonreí ante la idea de poder participar, es decir, ya estaba mojada, si algo salía mal no me molestaría volver al agua. - Si sigues por aquí más tarde bien podremos divertirnos juntos. - Me despedí del elfo como bien acostumbrábamos con un candente beso. Yo también quería jugar con la bandera.
- Me gustaría intentarlo. - Dije una vez que llegaba toda empapada hacia el sujeto a cargo. Me miró de arria hacia abajo antes de reirse.
- La tendrás complicada, muñeca, no hay truco pero mojada como estás no prometo que te mantengas.
- No importa, si me caigo seguro mi rubio me atrapa. - Agregué confiada en que Zelas si no se había marchado estaría ahí para amortiguarme.
- Muy bien, solo porque me gusta tu espíritu de dejaré hacerlo, anda. - dijo con animosidad.
No iba a esperar más, y con un respiro profundo, y luego de estrujar un poco las pendras empapadas, me decidí a probar mi suerte.
- Off:
- - En el próximo post de Zelas lo dejaré controlarme a fin de que él narre los hechos de su caída.
- Aquellos que quieran interactuar con Meleis son libres de hacerlo, está paseando por ahí.
- Primer Reto: La cucaña. (Narraré mis resultados en el siguiente post)
- Inventario:
- Collar de Zafiro [Encantamiento Pudor] - Cuello
- Pieza Metálica - Pecho lado izquierdo.
- Kit de Arcanos Inferior. - Dentro de Bolso de Viajero.
- Látigo [Arma Flexible Superior - Encantamiento Castigo de Piedra] - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- Ocarina - Bolso
- Kit de Curtiduría Inferior - Bolso
- Bomull [Gomejo]
- Inventario Meleis:
- Bolso del Explorador.
- Armadura de Fieras Normal. [A. Ligera / Encantamiento Pudor]
- Poción de Salud Diluida. [Dentro del Bolso]
- Medicina multipropósito. [Dentro del Bolso]
Meraxes
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
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Tyr
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Cerca de Vulwulfar me habían llegado noticias de que se iba a celebrar un gran festival. No sabía que podía celebrarse por esas fechas, pero estaría bien ir a uno para despejarme, especialmente después del dudoso éxito que había tenido en convertirme en alguien merecedor del respeto de mi familia.
- Perdona, ¿sabes qué se está celebrando?- Le dije al primer individuo con aspecto de local que me crucé.
- Es el Midsummarblót. ¿Cómo puedes no saberlo? ¿De dónde te has escapado, niña?- Me iba a ofender porque me llamase niña, pero la cara que se le quedó al terminar la última pregunta y su forma de quedarse mirándome me convencieron de que era imbécil y no merecía la pena el enfado.
- Si, no soy de aquí. No sé si algo te lo podría haber hecho sospechar.- Le respondí mientras me señalaba los cuernos.
- Si, si, claro. Pero no pensaba que hubiera nadie que no lo conociera. Se ve que la civilización no os ha llegado al norte.
- ¿Puedes decirme de qué va al menos?- Le corté antes de que siguiera diciendo algo que me hiciera decantarme finalmente por transformarme y partirle la cara, mientras intentaba que no se me notara el tic en el ojo que me estaba dando de oír sus palabras.
- Por supuesto. Es la fiesta más importante del año. Agradecemos a Baldr las buenas cosechas y pedimos porque se repitan. Hay muchas actividades para honrar a los dioses y divertirnos. ¿En serio no se celebra en tu tierra? Normal que estéis tan poco avanzados si no sabéis agradecer a los dioses como merecen.
- Perfecto. Gracias pro la ayuda.- Respondí para seguidamente apresurarme a alejarme de él antes de que pudiera decir algo más, pero no fui lo suficientemente rápida.
- No ha sido nada. Siempre es un placer enseñar las buenas costumbres a salvajes incivilizados.
- Capullo. Imbécil racista. Paleto. Despojo humano...- Fui farfullando mientras me alejaba de él pensando en que si volvía a encontrarle me aseguraría de dejarlo colgado del árbol más alto que encontrara, a ver si su alta cultura podía salvarle de eso.
Seguía maldiciendo cuando llegué a la playa y con al enfado que llevaba ni siquiera me molesté en mirar la gente demasiado. Pero en algún momento decidí levantar la cabeza y vi la playa llena de gente vestida de blanco. Luego me miré a mi misma con mis ropas de viaje marrones y gastadas, y me sentí tremendamente desubicada. La vergüenza opacó el enfado, y mientras retrocedía para no quedarme en medio de todo pude ver mejor la fiesta. Por un lado había gente decorando con flores una cruz gigante, y aunque me sonaba bien, en estos momentos no me apetecía meterme entre tanta gente. Afortunadamente para mi, al otro lado había gente subiendo por un palo para intentar alcanzar una bandera, lo que parecía más mi tipo de entretenimiento. Justo cuando llegué vi a Meraxes, esa vendedora que me había hecho el encantamiento para poder mantener mi ropa sin destrozarla al transformarme, que había conseguido alcanzar la bandera, y me uní a los vítores celebrando su logro. Yo no contaba con poder hacerlo después de escuchar que estaba mojado a conciencia para que la gente se cayera, pero parecía divertido, y bueno, caerme al mar tampoco podía ser tan malo después de haberme pasado años recibiendo los chorros de agua a presión de mi abuela.
- Perdona, ¿sabes qué se está celebrando?- Le dije al primer individuo con aspecto de local que me crucé.
- Es el Midsummarblót. ¿Cómo puedes no saberlo? ¿De dónde te has escapado, niña?- Me iba a ofender porque me llamase niña, pero la cara que se le quedó al terminar la última pregunta y su forma de quedarse mirándome me convencieron de que era imbécil y no merecía la pena el enfado.
- Si, no soy de aquí. No sé si algo te lo podría haber hecho sospechar.- Le respondí mientras me señalaba los cuernos.
- Si, si, claro. Pero no pensaba que hubiera nadie que no lo conociera. Se ve que la civilización no os ha llegado al norte.
- ¿Puedes decirme de qué va al menos?- Le corté antes de que siguiera diciendo algo que me hiciera decantarme finalmente por transformarme y partirle la cara, mientras intentaba que no se me notara el tic en el ojo que me estaba dando de oír sus palabras.
- Por supuesto. Es la fiesta más importante del año. Agradecemos a Baldr las buenas cosechas y pedimos porque se repitan. Hay muchas actividades para honrar a los dioses y divertirnos. ¿En serio no se celebra en tu tierra? Normal que estéis tan poco avanzados si no sabéis agradecer a los dioses como merecen.
- Perfecto. Gracias pro la ayuda.- Respondí para seguidamente apresurarme a alejarme de él antes de que pudiera decir algo más, pero no fui lo suficientemente rápida.
- No ha sido nada. Siempre es un placer enseñar las buenas costumbres a salvajes incivilizados.
- Capullo. Imbécil racista. Paleto. Despojo humano...- Fui farfullando mientras me alejaba de él pensando en que si volvía a encontrarle me aseguraría de dejarlo colgado del árbol más alto que encontrara, a ver si su alta cultura podía salvarle de eso.
Seguía maldiciendo cuando llegué a la playa y con al enfado que llevaba ni siquiera me molesté en mirar la gente demasiado. Pero en algún momento decidí levantar la cabeza y vi la playa llena de gente vestida de blanco. Luego me miré a mi misma con mis ropas de viaje marrones y gastadas, y me sentí tremendamente desubicada. La vergüenza opacó el enfado, y mientras retrocedía para no quedarme en medio de todo pude ver mejor la fiesta. Por un lado había gente decorando con flores una cruz gigante, y aunque me sonaba bien, en estos momentos no me apetecía meterme entre tanta gente. Afortunadamente para mi, al otro lado había gente subiendo por un palo para intentar alcanzar una bandera, lo que parecía más mi tipo de entretenimiento. Justo cuando llegué vi a Meraxes, esa vendedora que me había hecho el encantamiento para poder mantener mi ropa sin destrozarla al transformarme, que había conseguido alcanzar la bandera, y me uní a los vítores celebrando su logro. Yo no contaba con poder hacerlo después de escuchar que estaba mojado a conciencia para que la gente se cayera, pero parecía divertido, y bueno, caerme al mar tampoco podía ser tan malo después de haberme pasado años recibiendo los chorros de agua a presión de mi abuela.
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Monza intenta llegar a la bandera en la cucaña.
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Las palabras fueron suaves, pero captaron su atención. Se detuvo y se giró, y lo vio por primera vez. No entendió cómo, cruzándose prácticamente frente con frente no había reparado antes en él. No era su altura o su corpulencia lo que lo hacían llamativo. Su ropa y la máscara detrás de la que se encontraba el rostro de aquel hombre centraban en él miradas, aunque imaginó que no era una atención deseada.
¿O sí?
Ladeó la cabeza para seguir con los ojos azules la dirección hacia la que iba la mirada del desconocido. La cruz se alzaba enorme, llenándose de flores en mitad de la arena. La corona que ella había trenzado en el camino hasta aquella playa, tirada a sus pies. ¿Fue ese gesto? ¿Fue la expresión de su cara? La mestiza adquirió entonces una practicada máscara de cinismo cuando volvió la vista hacia él.
Pudo ver la tensión que controlaba su cuerpo, y algo en ella sonrió al ver lo que parecía una lucha interna.
- Quizá siempre estuviste en ella - alentó con veneno en la voz. - Pero no te lamentes. No es un mal sitio para descansar - aseguró encogiéndose de hombros.
Oteó en torno a ellos. El número de personas que acudían a celebrar había crecido sin que ella lo hubiera notado. Decenas de personas que avanzaban en grupos animados llenaban la playa. Antes del atardecer costaría encontrar a alguien entre el gentío. Ignoró deliberadamente las estampas de familias felices. Todavía recordaba qué le había pasado ante la visión de una madre amorosa sosteniendo a su bebé contra el pecho.
Resopló. Comenzaba a ver aquel lugar como una trampa, más que como un pequeño descanso antes de comenzar su siguiente misión. Encontrar a los Ojosverdes que restaban.
- Conozco otro sitio en el que merece la pena caer - aseguró cuando entró en su rango de visión el puesto de bebidas del muchacho que había intentado captar su atención un rato antes. - ¿Te vienes? - sonrió, sabedora de que en su alforja no quedaba nada de dinero. - Invito yo -
La arena apenas crujió bajo los pies de la mestiza mientras avanzaba, sin comprobar si el enmascarado la seguía o no.
Off: Iori interactúa con Alward.
¿O sí?
Ladeó la cabeza para seguir con los ojos azules la dirección hacia la que iba la mirada del desconocido. La cruz se alzaba enorme, llenándose de flores en mitad de la arena. La corona que ella había trenzado en el camino hasta aquella playa, tirada a sus pies. ¿Fue ese gesto? ¿Fue la expresión de su cara? La mestiza adquirió entonces una practicada máscara de cinismo cuando volvió la vista hacia él.
Pudo ver la tensión que controlaba su cuerpo, y algo en ella sonrió al ver lo que parecía una lucha interna.
- Quizá siempre estuviste en ella - alentó con veneno en la voz. - Pero no te lamentes. No es un mal sitio para descansar - aseguró encogiéndose de hombros.
Oteó en torno a ellos. El número de personas que acudían a celebrar había crecido sin que ella lo hubiera notado. Decenas de personas que avanzaban en grupos animados llenaban la playa. Antes del atardecer costaría encontrar a alguien entre el gentío. Ignoró deliberadamente las estampas de familias felices. Todavía recordaba qué le había pasado ante la visión de una madre amorosa sosteniendo a su bebé contra el pecho.
Resopló. Comenzaba a ver aquel lugar como una trampa, más que como un pequeño descanso antes de comenzar su siguiente misión. Encontrar a los Ojosverdes que restaban.
- Conozco otro sitio en el que merece la pena caer - aseguró cuando entró en su rango de visión el puesto de bebidas del muchacho que había intentado captar su atención un rato antes. - ¿Te vienes? - sonrió, sabedora de que en su alforja no quedaba nada de dinero. - Invito yo -
La arena apenas crujió bajo los pies de la mestiza mientras avanzaba, sin comprobar si el enmascarado la seguía o no.
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
A la sombra de una roca en la playa descansaba Níniel. Había llegado muy pronto a la playa, ya que le habían dicho que desde temprano comenzarían los preparativos para aquel festival, pero al final se había excedido al madrugar. Apenas había nadie allí cuando llegó, y los que había no parecían relacionados con el evento, por lo que la joven decidió que se limitaría a descansar un rato, con el agradable sonido del mar de fondo y un buen libro en las manos.
Catherine lo llevaba peor. Aunque si bien disfrutaba del descanso, tirada sobre la arena de cualquier forma, la promesa de un banquete la tenía constantemente interrumpiéndolo, levantando sus orejas cada vez que escuchaba que más gente llegaba, atenta por si eran los encargados de la comida.
-Meh, otra familia montando su hoguera. Con esos cuatro palos que traen va a ser una birria que no servirá ni para cocinar sardinas.- Se dio la vuelta quedando tumbada boca arriba y bostezó ampliamente.
-Vas a mancharte el vestido. A este paso la pureza del blanco no va a llegar al medio día.- La reprendió la elfa, aunque con tono amable y alegre. Era complicado que la felina aceptara llevar un vestido en lugar de alguna prenda de cuero o su armadura, y realmente lamentaba que tuviera que cambiárselo. Le sentaba bien llevar ropa más vaporosa y liviana.
-Me preocupa más que se me meta arena en el...ya sabes. Estos vestidos son todo problemas. Si hace viento...problema, si te tumbas, problema, si te sientas, problema. Si tratas de darle una paliza a alguien...acabas enseñando las bragas hagas lo que hagas...- Se quejó la felina poniéndose en pie. Acababa de ver a un grupo amplio de personas que llegaban con mucha madera y con un par de maderos grandes. Parecía que por fin comenzarían a montar el evento.
-Puedes hacer eso, pero sin olvidarte que no llevas tu armadura.- Níniel cerró el libro y lo guardo en su bolsa, poniéndose en pie también. Ella también llevaba una túnica blanca, pero en su caso era lo que solía llevar siempre. No le causaba ninguno de la gran lista de problemas enumerados por la gata. -Acerquémonos, veamos qué podemos hacer.- sugirió la peliblanca, no tardando ambas en llegar a la altura de los recién llegados, que tomaban el lugar más prominente de la playa para comenzar a colocar sus cosas.
-Si que tenéis muchas ganas de celebración. Ese es el espíritu. No tardaremos en preparar mesas con comida pero por ahora, vamos a colocar la cruz y la madera. Necesitaremos muchas flores, cuantas más mejor. Bueno, mejor dicho, coronas de flores. Para adornar la cruz o...-La humana se sonrojó un poco.- Para colocarla bajo la almohada de alguien que quieres que se enamore de ti...O eso dicen...- Un par de humanas más se rieron, ya que parecían saber debajo de qué almohada quería colocarla la primera. Aquello la hizo sonrojar aún más
-No es eso...solo estaba informandola y...-
-Oh, ahí viene William...- La picó una de sus amigas. Y no era mentira. El susodicho William bajaba cargando con un buen fardo de madera y a pesar de ser aún temprano ya iba sin camisa. La humana se puso tan roja que Níniel pensó que estaba a punto de pasarle algo.
-Vaya con William...Yo también me pondría roja si pudiera.- El comentario desató más risas y que la humana afectada se llevara las manos a la cara en un intento de disimular su vergüenza. No obstante pronto una humana de mayor edad puso fin a todo aquello, instando a todas a comenzar a trabajar, insistiendo en la importancia de la festividad. También aconsejó a la peliblanca un buen lugar para recoger flores, y la instó a usar su habilidad como elfa para ofrendar hermosas coronas a los dioses.
Níniel aceptó su consejo y pronto estuvo en aquel cercano prado florido recogiendo flores con un cesto de mimbre que la señora le había prestado. Escogía las más adecuadas, predominantemente blancas, pero también algunas amarillas y azul claro para crear bonitas coronas. Catherine la ayudaba por lo que no tardaron en tener suficientes, y pronto las jóvenes pudieron sentarse de nuevo en la playa y comenzar a trabajar en los adornos florales.
A la sacerdotisa siempre se le habían dado bien aquellas manualidades. Catherine hacía lo que podía pero le faltaba mucha práctica para alcanzar a su hermana. Aún así trataba de aplicar los consejos que esta le daba y pronto tuvo un par de coronas de lo más resultonas. Alrededor de las jóvenes, algunas humanas hicieron un corro para trabajar junto a ellas, queriendo aprender también de la elfa y de sus trucos y consejos. Mientras trabajaban, el corrillo se lleno de risas y alegres conversaciones, con alguna que otra mención a posibles candidatos, y candidatas a obtener uno de aquellos arreglos florales bajo su almohada aquella noche.
También de canciones típicas del lugar, o del lugar de origen de alguna de las personas que hasta allí se habían acercado. Incluso Níniel se atrevió a cantar una antigua canción estival de los elfos, pero negándose cohibida a cantar otra a pesar de las peticiones del grupo. Catherine, que no conocía ninguna canción sobre flores, el verano o amoríos, cantó una canción de taberna que hizo que todos estallarán en carcajadas, especialmente por lo poco que encajaba con aquella festividad. Y aquella humana prendada del tal William, fue la más interesada en los consejos de la elfa, logrando una multicolor especialmente bonita.
El tiempo pasó rápido en aquel ambiente agradable. Y cuando la comida estuvo lista. El grupo también comió junto hasta hartarse y volver a sus labores. La hoguera más grande, tendría también más coronas que ninguna aquel año. O al menos eso se habían
propuesto.
OFF: Flores para el dios de...¿Las flores?
Catherine lo llevaba peor. Aunque si bien disfrutaba del descanso, tirada sobre la arena de cualquier forma, la promesa de un banquete la tenía constantemente interrumpiéndolo, levantando sus orejas cada vez que escuchaba que más gente llegaba, atenta por si eran los encargados de la comida.
-Meh, otra familia montando su hoguera. Con esos cuatro palos que traen va a ser una birria que no servirá ni para cocinar sardinas.- Se dio la vuelta quedando tumbada boca arriba y bostezó ampliamente.
-Vas a mancharte el vestido. A este paso la pureza del blanco no va a llegar al medio día.- La reprendió la elfa, aunque con tono amable y alegre. Era complicado que la felina aceptara llevar un vestido en lugar de alguna prenda de cuero o su armadura, y realmente lamentaba que tuviera que cambiárselo. Le sentaba bien llevar ropa más vaporosa y liviana.
-Me preocupa más que se me meta arena en el...ya sabes. Estos vestidos son todo problemas. Si hace viento...problema, si te tumbas, problema, si te sientas, problema. Si tratas de darle una paliza a alguien...acabas enseñando las bragas hagas lo que hagas...- Se quejó la felina poniéndose en pie. Acababa de ver a un grupo amplio de personas que llegaban con mucha madera y con un par de maderos grandes. Parecía que por fin comenzarían a montar el evento.
-Puedes hacer eso, pero sin olvidarte que no llevas tu armadura.- Níniel cerró el libro y lo guardo en su bolsa, poniéndose en pie también. Ella también llevaba una túnica blanca, pero en su caso era lo que solía llevar siempre. No le causaba ninguno de la gran lista de problemas enumerados por la gata. -Acerquémonos, veamos qué podemos hacer.- sugirió la peliblanca, no tardando ambas en llegar a la altura de los recién llegados, que tomaban el lugar más prominente de la playa para comenzar a colocar sus cosas.
-Si que tenéis muchas ganas de celebración. Ese es el espíritu. No tardaremos en preparar mesas con comida pero por ahora, vamos a colocar la cruz y la madera. Necesitaremos muchas flores, cuantas más mejor. Bueno, mejor dicho, coronas de flores. Para adornar la cruz o...-La humana se sonrojó un poco.- Para colocarla bajo la almohada de alguien que quieres que se enamore de ti...O eso dicen...- Un par de humanas más se rieron, ya que parecían saber debajo de qué almohada quería colocarla la primera. Aquello la hizo sonrojar aún más
-No es eso...solo estaba informandola y...-
-Oh, ahí viene William...- La picó una de sus amigas. Y no era mentira. El susodicho William bajaba cargando con un buen fardo de madera y a pesar de ser aún temprano ya iba sin camisa. La humana se puso tan roja que Níniel pensó que estaba a punto de pasarle algo.
-Vaya con William...Yo también me pondría roja si pudiera.- El comentario desató más risas y que la humana afectada se llevara las manos a la cara en un intento de disimular su vergüenza. No obstante pronto una humana de mayor edad puso fin a todo aquello, instando a todas a comenzar a trabajar, insistiendo en la importancia de la festividad. También aconsejó a la peliblanca un buen lugar para recoger flores, y la instó a usar su habilidad como elfa para ofrendar hermosas coronas a los dioses.
Níniel aceptó su consejo y pronto estuvo en aquel cercano prado florido recogiendo flores con un cesto de mimbre que la señora le había prestado. Escogía las más adecuadas, predominantemente blancas, pero también algunas amarillas y azul claro para crear bonitas coronas. Catherine la ayudaba por lo que no tardaron en tener suficientes, y pronto las jóvenes pudieron sentarse de nuevo en la playa y comenzar a trabajar en los adornos florales.
A la sacerdotisa siempre se le habían dado bien aquellas manualidades. Catherine hacía lo que podía pero le faltaba mucha práctica para alcanzar a su hermana. Aún así trataba de aplicar los consejos que esta le daba y pronto tuvo un par de coronas de lo más resultonas. Alrededor de las jóvenes, algunas humanas hicieron un corro para trabajar junto a ellas, queriendo aprender también de la elfa y de sus trucos y consejos. Mientras trabajaban, el corrillo se lleno de risas y alegres conversaciones, con alguna que otra mención a posibles candidatos, y candidatas a obtener uno de aquellos arreglos florales bajo su almohada aquella noche.
También de canciones típicas del lugar, o del lugar de origen de alguna de las personas que hasta allí se habían acercado. Incluso Níniel se atrevió a cantar una antigua canción estival de los elfos, pero negándose cohibida a cantar otra a pesar de las peticiones del grupo. Catherine, que no conocía ninguna canción sobre flores, el verano o amoríos, cantó una canción de taberna que hizo que todos estallarán en carcajadas, especialmente por lo poco que encajaba con aquella festividad. Y aquella humana prendada del tal William, fue la más interesada en los consejos de la elfa, logrando una multicolor especialmente bonita.
El tiempo pasó rápido en aquel ambiente agradable. Y cuando la comida estuvo lista. El grupo también comió junto hasta hartarse y volver a sus labores. La hoguera más grande, tendría también más coronas que ninguna aquel año. O al menos eso se habían
propuesto.
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Níniel Thenidiel
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
-Como fruta, rica rica fruta, que no tiene bichos, y que moja un poco, que puede aplastarse, y que está blandita – canturreaba. Había acabado en ese bosquecillo después de jugar en dos sitios de nidos de gente grande y tener que pegar con su palo a uno de esos bichos arrastrosos sin patas por decirle cosas feas enseñando los dientes largos. No conocía palabras en arrastroso, pero estaba seguro que fueron feas, así que le sacó la lengua cuando se fue. Todo el mundo tenía que portarse bien, menos la gente mala que era tonta y no sabía.
Fue al ayudar a un campesino asustado que Koru se enteró de una gran fiesta al lado del agua grande que sabía mal. Llevaba una cosa grande en la cabeza, y saltó sobre ella, y cuando cayeron, éste le regaló la comida que tenía en una bolsa, antes de avisarle que iba a una celezación y ponerse a correr. Koru sonrió. El grande no podía jugar con él por hacer cosas de gente grande, pero le daba su almuerzo para que siguieran siendo amigos. Levantó una mano y la agitó para darle las gracias.
Nunca había visto a tanta gente grande junta, pero parecían contentas, y aunque el sol se había escondido, había hechos muchos pequefuegos. Todo olía rico, y él rió al escuchar música de varios sitios.
Corrió hacia el agua grande, hundiendo manos y pies en esa tierra que no se podía comer y que a veces no le dejaba paticar. Mucha gente dejaba regalos en ella, y Koru cogió una piedra pequeñita, dura y de color bonito, que volvió a tirar porque no hacía nada más que cosas de piedra. También encontró un círculo de color-sol, que quiso poner en su palo pero no valía, así que también lo dejó allí.
Pero su boca se abrió todo lo que pudo. ¡¿Qué era eso?! Un palo raro y enorme con otro palo menos grande ¡y lleno de flores! ¿Cómo había llegado allí? ¿Qué era? ¿Alguien muy fuerte lo había puesto? ¿¿Esa tierra podía hacer crecer palos??
Se acercó a dos gente grande que estaban cerca pero no comían ni se movían por el ruido divertido.
-Soy Koru del bosque- señaló al palo raro- ¿Lo habéis puesto vosotros? ¿Nació de aquí? ¿Por qué tiene flores? ¿Se comen? ¿Son floresfruta del palo? ¿Se puede subir? Voy a subir para ver cosas. Habéis subido a una montaña de madera que flota? Tienen palos parecidos. ¿Os gustan las manzanas? ¿Habéis visto frutapelosas blancas? Yo tuve ojos de sol una vez, pero ya no. ¿Conocéis a una gente grande de orejas grandes y pelosol? Las tortugas no tienen dientes pero son malas, como los muchipata. ¿Ese palo grande habla? ¿Sabéis hacer ruido divertido? ¿Sois gente buena? Yo ayudé a mucha, porque sé muchas cosas.
Y corrió, subiendo al palo grande, masticando algunas flores que no era floresfruta, sólo sabían a flor normal, así que las escupió. Se sentó arriba, y escuchó a mucha gente animarle, así que les saludó. Desde allí, vio como personas saltaban encima del fuego. ¿Por qué hacían eso? El fuego hacía daño. A lo mejor no lo sabían. La gente grande sabía pocas cosas.
¡Y UNA MONTAÑA DE MADERA! Tenía que descubrir si era como la que él había visto. Si tenía manzanas, pájaros con sombrero y cosas pinchosas de gente mala. Podía haber un arquista. O Cero. De modo que puso cara de aventura, bajó del palo grande lo más rápido que pudo, y se dirigió corriendo hacia ese lugar. Pero se detuvo en seco, cuando volvió a pasar cerca de un fuego con gente saltándolo, y se acercó un momento a una pelonoche que acababa de hacerlo.
¡OJOS RAROS!
Los de Koru se abrieron hasta que no pudieron más.
-¡Tienes ojos de dos colores!- señaló- ¿Quién pintó uno? ¿Cómo se hace? Yo tuve ojosdesol, un rato. Me atacaron bichos muchipata y pájaros con gorro. ¿Puedes cambiarte de color una mano o solo un ojo? ¿Te gusta el bosque? Yo soy del bosque. Me llamo Koru, yo lo inventé porque sé muchas cosas. ¿Te gusta? ¿Te gustan los pájaros? ¿Y bichos del agua grande? No me gustan los nidos de la gente grande, huelen mal. Tú no. ¿Tienes amigos? ¿Dónde están? ¿Viste la montaña de madera? Voy allí. Ya estuve en una. ¿Conoces pelosoles?
No tardó en salir en dirección a la montaña de madera, donde vio caer al agua grande a algunos que intentaban… cosas.
-Se trata de coger esa… - empezó alguien, pero Koru vio un trapo al final de todo. Si todos lo querían tenía que hacer cosas increíbles ese trapo, se dijo yendo a por él.
_____
Molesto a Iori Li, Alward Sevna y Caoimhe.
Intento hacerme con el trapo
Última edición por Koru´Len el Lun Jul 31 2023, 14:15, editado 1 vez
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Esto es una pérdida de tiempo… - dije con desprecio al humano y su ave.
No puedo esperar que una mente tan cegada en delirios de megalomanía pueda entender este tipo de fiestas. - Señaló Dante mientras descendía una pequeña colina llena de personas con flores y sonrisas en sus rostros. - Si te da miedo que la noche sea más corta y termines quemándote, te invito a que te vayas a chupar la sangre a alguna cabra o algo, pero lejos de aquí.
Me irritaba la voz de aquel “compañero” de misiones que participaba en aquellos rituales y eventos espirituales del continente. No me interesaba aquellas muestras de ignorancia en Aerandir, para la gente como él, que se aferraban a su religión como justificación de sus penurias, aquel tipo de eventos eran formas de rendir culto, agradecer y tener un espacio de júbilo
Imbécil…
El ave de gran intelecto sobrevoló los aires viendo las distintas actividades que se realizan en aquel festival. Pero como insectos ante la luz del fuego, Dante se acercó a una pequeña hoguera sobre la arena. La gente con cantos y risas saltaba las llamas en búsqueda de purificación.
No pienso seguir en esta estupidez… - dije mientras dejaba a Dante solo en sus prácticas infantiles. Mi intención era apartarme y al menos leer un poco alejado de todo aquel circo. Teníamos cosas que hacer, pero nuevamente el humano se desviaba de sus labores por sus caprichos. - Recuerda tus deberes, Polux. - Indiqué usando su alias de Gnosis.
Dante rechazaba los intentos de socializar de los que le acercaban a él en la extensa playa, solo conversaba con su cuervo Kvasir. Estaba interesado en saltar en aquel ritual, su fe era fuerte. Quizás su religión no compartía los modos de aquellas fiestas tribales, pero su espiritualidad, y quizás desespero, lo impulsan a buscar consuelo de sus traumas.
Kvasir picoteaba el hombro del humano para poder comunicarle en su código compartido - Supongo que tu deseo es olvidar…
Supones bien - dijo Dante al ave, haciendo que varios de los presentes lo miraran con extrañeza al asumir que hablaba solo - No pierdo nada saltando las flamas de aquella hoguera, además, hay un mono simpático que anda correteando por aquí, quizás pueda tener una conversación con alguien decente.
Kwaah! - chilló el cuervo ofendido.
Obvio a excepción de ti mi amigo. Vamos, saltemos y luego quemaremos nuestras penas en el fuego.
___________________No puedo esperar que una mente tan cegada en delirios de megalomanía pueda entender este tipo de fiestas. - Señaló Dante mientras descendía una pequeña colina llena de personas con flores y sonrisas en sus rostros. - Si te da miedo que la noche sea más corta y termines quemándote, te invito a que te vayas a chupar la sangre a alguna cabra o algo, pero lejos de aquí.
Me irritaba la voz de aquel “compañero” de misiones que participaba en aquellos rituales y eventos espirituales del continente. No me interesaba aquellas muestras de ignorancia en Aerandir, para la gente como él, que se aferraban a su religión como justificación de sus penurias, aquel tipo de eventos eran formas de rendir culto, agradecer y tener un espacio de júbilo
Imbécil…
El ave de gran intelecto sobrevoló los aires viendo las distintas actividades que se realizan en aquel festival. Pero como insectos ante la luz del fuego, Dante se acercó a una pequeña hoguera sobre la arena. La gente con cantos y risas saltaba las llamas en búsqueda de purificación.
No pienso seguir en esta estupidez… - dije mientras dejaba a Dante solo en sus prácticas infantiles. Mi intención era apartarme y al menos leer un poco alejado de todo aquel circo. Teníamos cosas que hacer, pero nuevamente el humano se desviaba de sus labores por sus caprichos. - Recuerda tus deberes, Polux. - Indiqué usando su alias de Gnosis.
Dante rechazaba los intentos de socializar de los que le acercaban a él en la extensa playa, solo conversaba con su cuervo Kvasir. Estaba interesado en saltar en aquel ritual, su fe era fuerte. Quizás su religión no compartía los modos de aquellas fiestas tribales, pero su espiritualidad, y quizás desespero, lo impulsan a buscar consuelo de sus traumas.
Kvasir picoteaba el hombro del humano para poder comunicarle en su código compartido - Supongo que tu deseo es olvidar…
Supones bien - dijo Dante al ave, haciendo que varios de los presentes lo miraran con extrañeza al asumir que hablaba solo - No pierdo nada saltando las flamas de aquella hoguera, además, hay un mono simpático que anda correteando por aquí, quizás pueda tener una conversación con alguien decente.
Kwaah! - chilló el cuervo ofendido.
Obvio a excepción de ti mi amigo. Vamos, saltemos y luego quemaremos nuestras penas en el fuego.
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Dante salta la hoguera. Zagreus se aleja del festival, eso de recoger flores y hacer sopa no es lo suyo.
Zagreus
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Las palabras de la mujer traspasaron a Alward como una flecha envenenada, hiriendo su orgullo y cuestionando la esencia misma de su existencia. El guerrero enmascarado se volvió hacia ella, sus ojos castaños brillaban con una mezcla de indignación, enojo y dolor.
El Midsummarblót se desarrollaba a su alrededor, una festividad de luces y colores, pero en ese momento, todo parecía desvanecerse en la sombra de la cuestión planteada por la mujer de cabellos castaños y cuerpo escuálido.
El rumor de las olas del mar y las risas de la multitud se desvanecieron en el fondo mientras la mirada de Alward se mantenía clavada en la joven que había irrumpido en su vida con sus osadas palabras. No podía evitar sentir que aquello era una afrenta personal, una acusación directa a su valía como protector de la justicia y el bien.
-La Oscuridad no es un sitio donde mi alma pueda hallar descanso, ni siquiera es un lugar donde encontrar consuelo.-Declaró con determinación, buscando reafirmar su lealtad a la Luz en medio de la duda y el desconcierto que se habían apoderado de él.
La brisa marina agitaba el cabello castaño de la mujer, y sus ojos brillaban con una chispa desafiante, como si supiera que sus palabras habían encontrado el blanco. Ella representaba una perspectiva distinta, una visión del mundo que chocaba con la de Alward.
El guerrero enmascarado no podía evitar sentirse intrigado y, a la vez, incómodo por la audacia de la castaña. Aunque quería creer que la Oscuridad solo traía caos y malevolencia, una parte de él se preguntaba si había alguna verdad en lo que la mujer sostenía, ya que no era la primera vez que se encontraba con alguien así.
La dualidad de sus pensamientos lo perturbaba mientras miraba al horizonte luminoso por el reflejo de la luz del sol por el mar. El sentimiento de soledad se apoderó de él, sintiendo que era el único defensor de la Luz en un mundo que se tambaleaba entre la claridad y la oscuridad.
Sin embargo, en lo más profundo de su corazón, Alward sabía que debía mantenerse fiel a su propósito y sus creencias. No podía permitir que palabras ajenas lo hicieran dudar de su camino y de la justicia que había defendido con ardor durante tanto tiempo.
El Sevna bajó la mirada, ocultando su turbación tras la máscara que cubría su rostro. Aunque la confusión y la duda seguían latentes en su interior, sabía que debía encontrar la fuerza para seguir adelante, incluso en medio de la incertidumbre que lo rodeaba.
Justo en ese momento, vio apenas un par de metros separado de él, una pequeña criatura sacada de los cuentos de hadas más fantasiosos. No paraba de hacerle preguntas sin darle lugar siquiera a una respuesta. La mujer de castaños cabellos, al igual que él, se vio envuelta en esa batería de preguntas que no llevaban a ningún sitio y que carecían de sentido.
Sin más, la criatura se fue tal y como vino. Alward entonces miró a la mujer, y esta le propuso que lo acompañara a un sitio que, según ella, "merecía más la pena estar". El humano no tenía nada mejor que hacer y asintió con la cabeza. No sabía el por qué lo había hecho, pero quizás el hallar compañía en un sitio donde todos parecían pasárselo bien y celebraban el solsticio de verano a más no poder, y el hecho de él estar tan afuera de eso, lo empujaron a aceptar la oferta de la extraña que empatizaba con la Oscuridad.
La mujer guió a Alward por un camino bordeado de antorchas que conducía a la entrada de la playa, donde un agradable bullicio llenaba el aire. A medida que se acercaban, el guerrero enmascarado pudo distinguir un pequeño puesto de bebidas que desprendía un cálido resplandor por la luz de las velas que lo iluminaban. Era un lugar sencillo pero acogedor, construido con madera y adornado con ramas de flores y hojas, lo que le daba un aspecto rústico y festivo.
El joven que atendía el puesto de bebidas, de cabello cobrizo y ojos chispeantes, reconoció a la castaña y la saludó con una sonrisa amistosa. Seguramente habrían compartido algunas conversaciones previas durante la festividad.
-¡Hola! ¿Le ha entrado al final sed, señorita?-Se dirigió a la castaña. Acto seguido, miró a Alward y no pudo ocultar una expresión de extrañeza en su rostro debido a los ropajes muy contrastantes con la festividad que el enmascarado llevaba.-Un placer.-Dijo asintiendo hacia el Sevna, quien le devolvió el saludo con otro asentimiento de cabeza.-Tengo a su disposición una variedad extensa de bebidas con la que refrescarles esta calurosa festividad.
Alward asintió de nuevo, sintiéndose un tanto fuera de lugar en medio de toda aquella celebración. Pero a pesar de sus dudas, decidió relajarse.
-No tengo sed, solo acompaño a la señorita.-Mintió, pues realmente sí que tenía sed, pero no podía quitarse la máscara, y menos a plena luz del día. Incluso empezó a cuestionarse si sería buena idea interactuar demasiado con aquella mujer, quien sabe de dónde podría haber salido.
Acto seguido, el enmascarado miró a la mujer con ojos más amables que antes y achinó sus ojos, en señal de que estaba sonriendo debajo de la máscara.
Tanto Alward como la mujer que abrazaba la Oscuridad tomaron asiento. El joven le sirvió una bebida de un color dorado y burbujeante a la segunda, hecha con una mezcla de frutas y especias que resultaba deliciosa.
-Apuesto a que tiene buen sabor.-Comentó.
Mientras la mujer bebía, el guerrero enmascarado observó el bullicio a su alrededor. La playa estaba repleta de personas felices y coloridas, bailando, cantando y riendo mientras celebraban el solsticio de verano. La música llenaba el aire, tocada por un grupo de músicos talentosos que animaban la fiesta con sus melodías alegres.
A pesar de estar rodeado de tanta alegría, Alward no podía evitar sentir que algo dentro de él seguía inquieto. La presencia de aquella mujer y sus palabras aún resonaban en su mente, provocando preguntas sin respuesta y un cuestionamiento profundo sobre su propósito.
El Midsummarblót se desarrollaba a su alrededor, una festividad de luces y colores, pero en ese momento, todo parecía desvanecerse en la sombra de la cuestión planteada por la mujer de cabellos castaños y cuerpo escuálido.
El rumor de las olas del mar y las risas de la multitud se desvanecieron en el fondo mientras la mirada de Alward se mantenía clavada en la joven que había irrumpido en su vida con sus osadas palabras. No podía evitar sentir que aquello era una afrenta personal, una acusación directa a su valía como protector de la justicia y el bien.
-La Oscuridad no es un sitio donde mi alma pueda hallar descanso, ni siquiera es un lugar donde encontrar consuelo.-Declaró con determinación, buscando reafirmar su lealtad a la Luz en medio de la duda y el desconcierto que se habían apoderado de él.
La brisa marina agitaba el cabello castaño de la mujer, y sus ojos brillaban con una chispa desafiante, como si supiera que sus palabras habían encontrado el blanco. Ella representaba una perspectiva distinta, una visión del mundo que chocaba con la de Alward.
El guerrero enmascarado no podía evitar sentirse intrigado y, a la vez, incómodo por la audacia de la castaña. Aunque quería creer que la Oscuridad solo traía caos y malevolencia, una parte de él se preguntaba si había alguna verdad en lo que la mujer sostenía, ya que no era la primera vez que se encontraba con alguien así.
La dualidad de sus pensamientos lo perturbaba mientras miraba al horizonte luminoso por el reflejo de la luz del sol por el mar. El sentimiento de soledad se apoderó de él, sintiendo que era el único defensor de la Luz en un mundo que se tambaleaba entre la claridad y la oscuridad.
Sin embargo, en lo más profundo de su corazón, Alward sabía que debía mantenerse fiel a su propósito y sus creencias. No podía permitir que palabras ajenas lo hicieran dudar de su camino y de la justicia que había defendido con ardor durante tanto tiempo.
El Sevna bajó la mirada, ocultando su turbación tras la máscara que cubría su rostro. Aunque la confusión y la duda seguían latentes en su interior, sabía que debía encontrar la fuerza para seguir adelante, incluso en medio de la incertidumbre que lo rodeaba.
Justo en ese momento, vio apenas un par de metros separado de él, una pequeña criatura sacada de los cuentos de hadas más fantasiosos. No paraba de hacerle preguntas sin darle lugar siquiera a una respuesta. La mujer de castaños cabellos, al igual que él, se vio envuelta en esa batería de preguntas que no llevaban a ningún sitio y que carecían de sentido.
Sin más, la criatura se fue tal y como vino. Alward entonces miró a la mujer, y esta le propuso que lo acompañara a un sitio que, según ella, "merecía más la pena estar". El humano no tenía nada mejor que hacer y asintió con la cabeza. No sabía el por qué lo había hecho, pero quizás el hallar compañía en un sitio donde todos parecían pasárselo bien y celebraban el solsticio de verano a más no poder, y el hecho de él estar tan afuera de eso, lo empujaron a aceptar la oferta de la extraña que empatizaba con la Oscuridad.
La mujer guió a Alward por un camino bordeado de antorchas que conducía a la entrada de la playa, donde un agradable bullicio llenaba el aire. A medida que se acercaban, el guerrero enmascarado pudo distinguir un pequeño puesto de bebidas que desprendía un cálido resplandor por la luz de las velas que lo iluminaban. Era un lugar sencillo pero acogedor, construido con madera y adornado con ramas de flores y hojas, lo que le daba un aspecto rústico y festivo.
El joven que atendía el puesto de bebidas, de cabello cobrizo y ojos chispeantes, reconoció a la castaña y la saludó con una sonrisa amistosa. Seguramente habrían compartido algunas conversaciones previas durante la festividad.
-¡Hola! ¿Le ha entrado al final sed, señorita?-Se dirigió a la castaña. Acto seguido, miró a Alward y no pudo ocultar una expresión de extrañeza en su rostro debido a los ropajes muy contrastantes con la festividad que el enmascarado llevaba.-Un placer.-Dijo asintiendo hacia el Sevna, quien le devolvió el saludo con otro asentimiento de cabeza.-Tengo a su disposición una variedad extensa de bebidas con la que refrescarles esta calurosa festividad.
Alward asintió de nuevo, sintiéndose un tanto fuera de lugar en medio de toda aquella celebración. Pero a pesar de sus dudas, decidió relajarse.
-No tengo sed, solo acompaño a la señorita.-Mintió, pues realmente sí que tenía sed, pero no podía quitarse la máscara, y menos a plena luz del día. Incluso empezó a cuestionarse si sería buena idea interactuar demasiado con aquella mujer, quien sabe de dónde podría haber salido.
Acto seguido, el enmascarado miró a la mujer con ojos más amables que antes y achinó sus ojos, en señal de que estaba sonriendo debajo de la máscara.
Tanto Alward como la mujer que abrazaba la Oscuridad tomaron asiento. El joven le sirvió una bebida de un color dorado y burbujeante a la segunda, hecha con una mezcla de frutas y especias que resultaba deliciosa.
-Apuesto a que tiene buen sabor.-Comentó.
Mientras la mujer bebía, el guerrero enmascarado observó el bullicio a su alrededor. La playa estaba repleta de personas felices y coloridas, bailando, cantando y riendo mientras celebraban el solsticio de verano. La música llenaba el aire, tocada por un grupo de músicos talentosos que animaban la fiesta con sus melodías alegres.
A pesar de estar rodeado de tanta alegría, Alward no podía evitar sentir que algo dentro de él seguía inquieto. La presencia de aquella mujer y sus palabras aún resonaban en su mente, provocando preguntas sin respuesta y un cuestionamiento profundo sobre su propósito.
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Off: Recibo la molestación (?) de Koru y sigo interactuando con Iori.
Alward Sevna
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
La playa de Vulwulfar estaba llena de vida y emoción mientras se celebraba el midsommarblót, una festividad llena de color y alegría. Erika y Bluto observaban desde la orilla mientras Frosk, con sus grandes ojos amarillos brillando de emoción, se preparaba para enfrentar la cucaña atada al bauprés del pequeño barco pesquero.
La cucaña consistía en un largo poste de madera con una banderola en la parte superior. El capitán del barco prometía premios y recompensas para aquellos valientes que consiguieran recuperar la bandera. El objetivo era mantener el equilibrio y caminar por la cucaña hasta alcanzar dicha bandera, pero no era tarea fácil, especialmente por el recubrimiento de aceite que tenía la superficie del poste.
Frosk, entusiasmado por el desafío, dio un salto y se aferró a la cucaña con sus extremidades antropomórficas. Sus amigos, Erika y Bluto, animaron con entusiasmo desde la orilla.
-¡Croac!-El anfibio croó mientras intentaba mantener el equilibrio.
-¡Vamos, Frosk! ¡Tú puedes hacerlo!-Exclamó Erika, agitando los brazos con emoción.
-¡Sí, señor Frosk, solo mantenga el equilibrio!-Hizo gestos y aspavientos con sus propias extremidades y su cuerpo intentando recrear que él mismo pasaba por la cucaña.
Frosk se concentró en cada paso, moviéndose con cuidado y gracia. Aunque la cucaña resbalaba y el vaivén del barco lo movía incesantemente, él se mantenía firme y determinado. A veces daba pequeños saltitos para evitar perder el equilibrio, lo que generaba risas entre los asistentes que lo observaban.
El paisaje era encantador, con la playa bañada por la luz dorada del sol poniente. El mar se extendía infinitamente, mostrando un espectáculo de olas que rompían con suavidad en la orilla. Alrededor, se alzaban coloridas tiendas y toldos donde se vendían golosinas, artesanías y delicias locales. Los lugareños vestían trajes festivos y algunos llevaban guirnaldas de flores en el cabello, sumándose a la atmósfera alegre y festiva.
Mientras Frosk seguía avanzando por la cucaña, algunos niños intentaban imitarlo, saltando por la arena con risas y tropezones. Erika, contagiada por el ambiente festivo, se unió a ellos y comenzó a saltar con la gracia y la agilidad que había adquirido en sus viajes como aventurera junto a la rana y al bio-cibernético.
Bluto, por su parte, disfrutaba observando a sus amigos. Aunque no participaba en los juegos, su mera presencia generaba una sensación de seguridad y protección entre los asistentes.
¿Conseguiría Frosk llegar hasta el final del poste sin caerse? Algunos de los presentes hicieron comentarios sobre su naturaleza anfibia y se preguntaron si eso daba una ventaja o, por el contrario, le iba a suponer una dificultad añadida... ¿Las ranas pueden pegarse con facilidad a la superficie? Frosk de todas formas llevaba botas, pero... ¿Y si le daba por agarrase con su lengua? Eso era una inesperada incidencia que el capitán del barco no vio venir, y antes de planteárselo siquiera, el hombre-rana ya estaba encarando la cucaña al haber visto cómo un par de participantes habían conseguido llegar.
La cucaña consistía en un largo poste de madera con una banderola en la parte superior. El capitán del barco prometía premios y recompensas para aquellos valientes que consiguieran recuperar la bandera. El objetivo era mantener el equilibrio y caminar por la cucaña hasta alcanzar dicha bandera, pero no era tarea fácil, especialmente por el recubrimiento de aceite que tenía la superficie del poste.
Frosk, entusiasmado por el desafío, dio un salto y se aferró a la cucaña con sus extremidades antropomórficas. Sus amigos, Erika y Bluto, animaron con entusiasmo desde la orilla.
-¡Croac!-El anfibio croó mientras intentaba mantener el equilibrio.
-¡Vamos, Frosk! ¡Tú puedes hacerlo!-Exclamó Erika, agitando los brazos con emoción.
-¡Sí, señor Frosk, solo mantenga el equilibrio!-Hizo gestos y aspavientos con sus propias extremidades y su cuerpo intentando recrear que él mismo pasaba por la cucaña.
Frosk se concentró en cada paso, moviéndose con cuidado y gracia. Aunque la cucaña resbalaba y el vaivén del barco lo movía incesantemente, él se mantenía firme y determinado. A veces daba pequeños saltitos para evitar perder el equilibrio, lo que generaba risas entre los asistentes que lo observaban.
El paisaje era encantador, con la playa bañada por la luz dorada del sol poniente. El mar se extendía infinitamente, mostrando un espectáculo de olas que rompían con suavidad en la orilla. Alrededor, se alzaban coloridas tiendas y toldos donde se vendían golosinas, artesanías y delicias locales. Los lugareños vestían trajes festivos y algunos llevaban guirnaldas de flores en el cabello, sumándose a la atmósfera alegre y festiva.
Mientras Frosk seguía avanzando por la cucaña, algunos niños intentaban imitarlo, saltando por la arena con risas y tropezones. Erika, contagiada por el ambiente festivo, se unió a ellos y comenzó a saltar con la gracia y la agilidad que había adquirido en sus viajes como aventurera junto a la rana y al bio-cibernético.
Bluto, por su parte, disfrutaba observando a sus amigos. Aunque no participaba en los juegos, su mera presencia generaba una sensación de seguridad y protección entre los asistentes.
¿Conseguiría Frosk llegar hasta el final del poste sin caerse? Algunos de los presentes hicieron comentarios sobre su naturaleza anfibia y se preguntaron si eso daba una ventaja o, por el contrario, le iba a suponer una dificultad añadida... ¿Las ranas pueden pegarse con facilidad a la superficie? Frosk de todas formas llevaba botas, pero... ¿Y si le daba por agarrase con su lengua? Eso era una inesperada incidencia que el capitán del barco no vio venir, y antes de planteárselo siquiera, el hombre-rana ya estaba encarando la cucaña al haber visto cómo un par de participantes habían conseguido llegar.
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Off: Hago el desafío de la cucaña y, cuando caiga, lo haré encima de todos los que vinieron antes de mí, croac croac croac croac *risa malvada en idioma ranil*
Última edición por Frosk el Mar Ago 01 2023, 17:33, editado 1 vez
Frosk
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
El miembro 'Frosk' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Aquel mono llegó como una ráfaga de viento. Su presencia pasó inadvertida en un primer momento y Caoimhe tuvo que cerciorarse bien si era real y no fruto del alcohol. Tardó unos escasos minutos en entender que de hecho le hablaba a ella y casi otros dos en darse cuenta que eran sílabas en su propio idioma y no una sola frase unida por fonemas lo que graciosamente pronunciaba aquel pequeño.
Parecía divertirse. Algo en la vampira envidió: la ingenuidad y despreocupación de sus movimientos, aquí y allá mientras hablaba. Casi podía ver la velocidad de sus pensamientos. No estaba segura de la edad real de aquella criatura pero tenía espíritu infantil.
Caoimhe nunca había sido muy cercana a los niños. La vampiresa pensaba que quizás era tan solo un intento de retener un poco más su propia niñez y el tiempo en el que había sido feliz junto a su padre. Como si el dejar entrar a otro infante en su cabeza fuese a llevarse esos recuerdos. En el fondo sabía que había otra razón más macabra tras aquella 'falta de instinto maternal' como solía llamarlo su madre. Un leve vacío que no tenía nada que ver con la sed apareció en su estómago.
Sonrió ante la inocente percepción de sus ojos.
-Pues veamos... creo que nací con ellos.- intentó aderezar la contestación imitando el tono despreocupado del mono.- No he intentado pintar nada más que algunos objetos de barro de... Un gusto conocerte Koru... Paso bastante tiempo en el bosque por lo que creo que... ¿Ojos de sol? a que te refie... Bichos...Mis amigos están...
Pero era demasiado rápido. Ni siquiera repsondía una pregunta cuando el monete ya andaba en la siguiente.
Tan solo dos segundos después de haber contestado a aquel monito, este desapareció y un toquecito leve en su espalda captó su atención de nuevo.
Axel se había cansado de hacer manitas con Hugo y finalmente había regresado a comprobar que seguía por allí.
-¿Llevas aquí desde que saltaste? Te estas dando cuenta de que es una pena que la humedad de la arena manche el vestido que llevas...
-Shh... - dijo Caoimhe robándole la copa- ¿Es que no te das cuenta? Mira a tu alrededor- dijo señalando a una figura alta con un cuervo que lo seguía bastante de cerca- ¿No es maravilloso? Todos tenemos algo de lo que arrepentirnos. Algo que sanar. Algo por lo que no nos sentimos orgullosos- Caoimhe rió levantándose al fin de la arena.- ¿No te parece espléndido ver que todos somos igualmente desdichados? También necios pensando que el fuego va a concedernos nuestros estúpidos deseos. Já!- dijo
Caminó durante unos minutos
-Todo el mundo necesita creer en algo Keeva- dijo Hugo entregándole una pequeña corona de flores que habían estado construyendo a medida que el y Axel recogían flores.
-Mentira- dijo Caoimhe su humor ahora pasando a un estado molesto.- Sobre todo cuando sabemos que ... que nada de lo que hagamos puede cambiar el pasado. Y la mayoría de nuestras preocupaciones, deseos... temores viven justo en esa parte de nuestra vida.
Axel la miró algo preocupado.
-- creo que quizás no ha sido tan buena idea que...- comenzó
-Deja que te muestre.
Hacía tanto que no bebía que el alcohol había comenzado a hace mella en ella y su nivel de desinhibición había aumentado hasta el tormentoso punto de que su carácter normalmente reacio a hablar con extraños había menguado..
Caminó a duras penas a través de la arena hasta alcanzar al hombre. Una vez frente a el le sonrió de manera afable e hizo una leve reverencia cordial.
-Perdón que interrumpa vuestra candente purga.... digo agradbale velada- se corrigió- Mis amigos y yo estamos sumidos en una profunda conversación moral- dijo de manera seria pero por algún motivo entrañable- No he podido evitar que tú y tu...- Caoimhe seleccionó sus palabras antes de continuar- Loro acabáis de saltar el fuego.
Axel se llevó las manos a la cara frotándose un ojo indicando como de consternado estaba al notar que Caoimhe había llamado Loro a un cuervo.
-Teniendo en cuenta que no me conoces, Tu pasado no depende de mi, este presente que vives va a durar si acaso unos minutos más y que lo más probable es que jamás vuelvas a verme en tu futuro...Ambos podíamos constatar que somos personas seguras para revelar una porción de información que no nos inmiscuye a ninguno y el hecho de que quiera obtenerla es tan solo para demostrar una vez más a mis leones que llevo la razón- continuó señalando a sus secuales.
-Ey... ¡sin insultar!- dijo Hugo
Caoimhe sonrió, divertida sabiendo exactamente que aquella iba a ser la reacción de Hugo.
-Estipulando estas condiciones,Te propongo un trato. Mi información por la tuya ¿Qué es tan importante que necesitas que se lo lleve el fuego?
Caoimhe abrió mucho los ojos inquisitiva.
-Keeva... Creo que será mejor que vuelvas a la quietud de tus libros el pobre hombre tan solo..- Axel comenzó a disculparse.
Caoimhe giró la cara hacia el e hizo un gesto de silencio esperando la constatación de su paradigma, en parte para constatar la estupidez de todos aquellos que acudían a aquel sitio con esperanzas de cambio.
Aunque aquello no lo dijo en alto
---Parecía divertirse. Algo en la vampira envidió: la ingenuidad y despreocupación de sus movimientos, aquí y allá mientras hablaba. Casi podía ver la velocidad de sus pensamientos. No estaba segura de la edad real de aquella criatura pero tenía espíritu infantil.
Caoimhe nunca había sido muy cercana a los niños. La vampiresa pensaba que quizás era tan solo un intento de retener un poco más su propia niñez y el tiempo en el que había sido feliz junto a su padre. Como si el dejar entrar a otro infante en su cabeza fuese a llevarse esos recuerdos. En el fondo sabía que había otra razón más macabra tras aquella 'falta de instinto maternal' como solía llamarlo su madre. Un leve vacío que no tenía nada que ver con la sed apareció en su estómago.
Sonrió ante la inocente percepción de sus ojos.
-Pues veamos... creo que nací con ellos.- intentó aderezar la contestación imitando el tono despreocupado del mono.- No he intentado pintar nada más que algunos objetos de barro de... Un gusto conocerte Koru... Paso bastante tiempo en el bosque por lo que creo que... ¿Ojos de sol? a que te refie... Bichos...Mis amigos están...
Pero era demasiado rápido. Ni siquiera repsondía una pregunta cuando el monete ya andaba en la siguiente.
Tan solo dos segundos después de haber contestado a aquel monito, este desapareció y un toquecito leve en su espalda captó su atención de nuevo.
Axel se había cansado de hacer manitas con Hugo y finalmente había regresado a comprobar que seguía por allí.
-¿Llevas aquí desde que saltaste? Te estas dando cuenta de que es una pena que la humedad de la arena manche el vestido que llevas...
-Shh... - dijo Caoimhe robándole la copa- ¿Es que no te das cuenta? Mira a tu alrededor- dijo señalando a una figura alta con un cuervo que lo seguía bastante de cerca- ¿No es maravilloso? Todos tenemos algo de lo que arrepentirnos. Algo que sanar. Algo por lo que no nos sentimos orgullosos- Caoimhe rió levantándose al fin de la arena.- ¿No te parece espléndido ver que todos somos igualmente desdichados? También necios pensando que el fuego va a concedernos nuestros estúpidos deseos. Já!- dijo
Caminó durante unos minutos
-Todo el mundo necesita creer en algo Keeva- dijo Hugo entregándole una pequeña corona de flores que habían estado construyendo a medida que el y Axel recogían flores.
-Mentira- dijo Caoimhe su humor ahora pasando a un estado molesto.- Sobre todo cuando sabemos que ... que nada de lo que hagamos puede cambiar el pasado. Y la mayoría de nuestras preocupaciones, deseos... temores viven justo en esa parte de nuestra vida.
Axel la miró algo preocupado.
-- creo que quizás no ha sido tan buena idea que...- comenzó
-Deja que te muestre.
Hacía tanto que no bebía que el alcohol había comenzado a hace mella en ella y su nivel de desinhibición había aumentado hasta el tormentoso punto de que su carácter normalmente reacio a hablar con extraños había menguado..
Caminó a duras penas a través de la arena hasta alcanzar al hombre. Una vez frente a el le sonrió de manera afable e hizo una leve reverencia cordial.
-Perdón que interrumpa vuestra candente purga.... digo agradbale velada- se corrigió- Mis amigos y yo estamos sumidos en una profunda conversación moral- dijo de manera seria pero por algún motivo entrañable- No he podido evitar que tú y tu...- Caoimhe seleccionó sus palabras antes de continuar- Loro acabáis de saltar el fuego.
Axel se llevó las manos a la cara frotándose un ojo indicando como de consternado estaba al notar que Caoimhe había llamado Loro a un cuervo.
-Teniendo en cuenta que no me conoces, Tu pasado no depende de mi, este presente que vives va a durar si acaso unos minutos más y que lo más probable es que jamás vuelvas a verme en tu futuro...Ambos podíamos constatar que somos personas seguras para revelar una porción de información que no nos inmiscuye a ninguno y el hecho de que quiera obtenerla es tan solo para demostrar una vez más a mis leones que llevo la razón- continuó señalando a sus secuales.
-Ey... ¡sin insultar!- dijo Hugo
Caoimhe sonrió, divertida sabiendo exactamente que aquella iba a ser la reacción de Hugo.
-Estipulando estas condiciones,Te propongo un trato. Mi información por la tuya ¿Qué es tan importante que necesitas que se lo lleve el fuego?
Caoimhe abrió mucho los ojos inquisitiva.
-Keeva... Creo que será mejor que vuelvas a la quietud de tus libros el pobre hombre tan solo..- Axel comenzó a disculparse.
Caoimhe giró la cara hacia el e hizo un gesto de silencio esperando la constatación de su paradigma, en parte para constatar la estupidez de todos aquellos que acudían a aquel sitio con esperanzas de cambio.
Aunque aquello no lo dijo en alto
-Respondo a Koru’len interactúo con el acompañante de Zagreus.
-Mis NPC recolectan flores y le dan la corona a Caoimhe.
Caoimhe
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Durante largo tiempo, contempló las llamas desde una suave duna. La puesta de sol lo había encontrado en el mismo lugar, esperando a la muerte del día. Si ver, sus ojos grises acariciaban la superficie del océano, y cada vaivén del leve oleaje parecía acercar de nuevo al elfo uno tras otro sus fracasos de los últimos dos años.
Sí, no podía negar que había ganado en otros aspectos. Amigos, enemigos… y un conocimiento sobre sus propios pasos que quizá nunca habría conseguido, de no haber mediado para ello cada problema al que hubo de enfrentarse en ése último lapso de su vida.
Sonrió con ironía, al escuchar de varios lugares de la extensa playa fervorosas plegarias, recordando su propia fe. ¿Creía ahora en algo? “Los dioses han muerto” había pronunciado varias veces en los últimos meses. Desde su óptica castigada, ya resultaba más sencillo aceptar los sucesos como meras casualidades de un momento fortuito, antes que arrodillarse a agradecer a frías estatuas que sólo en las leyendas habían protegido a los suyos.
Sí, le gustaban las celebraciones. Eran aquellos los momentos en los que comprendía cuanto había decidido perder por unas motivaciones que nunca habría conseguido alcanzar. Durante décadas había acudido a las grandes fiestas de Árbol Madre, y las más modestas de Folnaien y los clanes en derredor. Pero en la última, sus festejos resultaban mucho menos alegres: encontrar una nueva pista, terminar un nuevo trabajo, continuar con vida.
El mundo parecía distinto, calmado, fuera de sus cauces habituales. Parecían sueños de otro mundo imágenes pasadas en contraste con la melancólica felicidad que se respiraba en esa costa de Wulwulfar. Cerca de su alejado emplazamiento unos niños humanos alzaban sus coronas de flores como estandartes de alegría. Un hombre, caminando por la orilla, acercó más a sí a su pareja, en una noche que invitaba a guardar un cuadro de tal paisaje. No le fue fácil al río de sus pensamientos certificar que sus interacciones con el sexo opuesto habían resultado en exceso accidentadas en los últimos tiempos. Neralia, Nayru y Fémur, Iori, Ferantári, Inga y Wanda, Caiomhe… Causas muy diferentes, resultados similares. Luchas, discusiones o despedidas. No siempre excluyentes entre sí.
El fuego crepitaba, y Nou se levantó, caminando hasta la orilla. Casi nadie iba armado, y él parecía una aberración contra el espíritu que se respiraba en esa festividad. Las llamas provocaban sombras que bailaban incluso cuando aquellos a quienes pertenecían tan sólo permanecían sentados, comiendo, riendo.
¿Qué podía atesorar tras 89 años? ¿Qué lo ataba en realidad más allá de su familia más cercana? Bajó la vista, descubriendo una de las coronas de flores tristemente abandonada al lado del mar. Parte de su ornato se había manchado a causa de la arena, advirtió el elfo cuando la tuvo la levantó de ésta. Algunas llegaron a desprenderse, y él la lanzó con cierta desgana al agua, perdiéndose en la oscuridad, como algunas de las ideas que inundaron su mente esos instantes.
Dudó. Dudó del camino que se había planteado, con la falta de luz abrazando cada una de sus vacilaciones. La luz del barco en el que había visto como un buen número de participantes trataban de lograr el reto propuesto ahora inundaba calma. Giró la cabeza de hombro a hombro, atisbando una solitaria hoguera que comenzaba a decrecer, abandonada quizá por una familia que ya había decidido terminar con los festejos.
Se sentó, apenas emitía calor, y el espadachín subió otra duna cercana, con la intención de tomar algunas ramas desechadas por quienes había intentado que sus fogatas fuesen algunas de las más admiradas. Hasta que descubrió una pequeña alfombra de flores escondidas tras unos matorrales. Extendió el brazo que no cargaba la madera para el fuego, y acarició dos pétalos de la más cercana. ¿Tenía sentido siquiera intentarlo? Arrancarlas para algo así resultaba necio al repasarlo con tranquilidad.
Pero el viento llegado del océano no era lo más frío que el espadachín llevaba consigo. La tristeza se reflejó en una nueva sonrisa, cuando fue componiendo una corona junto a una hoguera renacida. Tomó el trozo de pergamino que había llevado hasta allí. Dos frases y tres nombres. Y lo arrojó, en una mezcla de sentimientos, antes de levantarse de nuevo, y devolverle la mirada a la oscuridad.
La luz le acompañó hasta una de las altas cruces, donde depositó esa creación surgida de una acción irreflexiva.
Y se alejó, cansado de la compañía de sus demonios.
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Off: Recolección de flores y ofrenda
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Re: Midsummarblót - El día más largo, la noche más corta [Evento Social]
Aunque la máscara cubría su rostro, el reflejo de los ojos castaños no escondía lo que sus palabras produjeron en él. La mestiza le mantuvo la mirada, despreocupada, y pudo ver como lo que parecía en un primer momento dolor, evolucionaba a una expresión de ofensa, aunque no podía asegurarlo por la única parte de su rostro que veía.
Rio entre dientes, ante su apasionada respuesta.
Había conocido a personas con aquel tipo de inclinaciones. Esas cuestiones ideológicas nunca habían sido su fuerte. La vida de campesina que le había tocado basaba las preocupaciones diarias en asegurarse de que la cosecha crecía, que los animales no se perdían y que podías llenar lo suficiente el estómago como para sobrevivir hasta la siguiente semana. Al final del día, el cansancio era tanto que no quedaba mucha más energía para dedicar a tan elevados pensamientos.
La vida de Iori había estado siempre llena de grises, y eso había estado bien. Pero ello no evitó que pudiera sentir un punto de curiosidad por una defensa tan firme de ambos conceptos por parte de aquel desconocido.
Una pequeña bola de pelo que hablaba apareció, haciendo que los ojos azules bajaran la vista para observarlo. Hablaba con una retahíla de preguntas sin sentido que hizo que la mestiza perdiese el interés en él al instante. Se fijó en su cola, parpadeando con asombro al no ser capaz de catalogar qué tipo de ser era aquel. ¿Manzanas? claro que le gustaban las manzanas. Sabía de otra persona que también disfrutaba de ellas. O había disfrutado. Sonrió de forma extraña.
La última pregunta espoleó en ella una reflexión a la que no quería enfrentarse. ¿Buenas personas? No sabía cómo definir a una buena persona en aquel momento. Pero lo que sí sabía era qué características alejarían a alguien de esa descripción.
Ella estaba en la pila de descartas en aquel momento. Pero eso no la molestó. O no lo suficiente como para variar su ánimo.
El enmascarado la miró y a su propuesta de tomar algo, únicamente asintió. Había sido fácil. El siguiente paso sería beber a su costa hasta dejarlo a él con el pago de lo consumido.
Atravesaron la playa de camino a los puestos del festival, sorteando al creciente número de personas que había. El Sol continuaba brillando, pero hacía tiempo que había descendido de su cénit. El atardecer se alargaría mucho en aquel día del año, y aun cuando su cuerpo muriese tras la línea del mar, habría claridad durante mucho tiempo.
Se apoyó con ambos brazos en la barra y se sentó, tras haber hecho un gesto de reconocimiento al joven que servía. Recordó lo mucho que le solía gustar a ella aquella festividad. Desde que era pequeña acompañaba a toda la aldea junto a Zakath hasta la playa. Debían de caminar cerca de media hora para llegar a la costa, atravesando primero campos de cultivo y luego una zona de bosque hasta el litoral.
No le pasó por alto la mirada que el chico le lanzó a su compañero y entonces Iori reparó en qué era lo que llamaba a la gente con la que se habían cruzado la atención de él: sus ropas oscuras. La mestiza se llevó la mano al cabello y soltó el paño blanco con el que había anudado la trenza a su espalda.
- Ten. Para que te pongas algo blanco. Ya sabes, es importante seguir las tradiciones - sonrió con un punto de sorna dejando la tela a su lado sobre la barra.
El chico de cabello cobrizo los miró con interés, y aunque él no deseaba beber, Iori le hizo un gesto que había aprendido en sus últimas semanas de tabernas. Un gesto con la mano que parecía universal, y que se traducía algo así como "ponme lo más duro que tengas". Los recuerdos de sus años en la aldea comenzaban a molestarla. Sabía que en el alcohol encontraría la distracción necesaria para que quién había sido ella hasta hacía poco saliese de puntillas por la puerta trasera de su conciencia.
Mientras el joven preparaba la consumición, fuese lo que fuese que le iba a servir, los ojos azules se volvieron para mirar lo único reconocible de él. Su mirada castaña. ¿Estaba sonriendo? La mestiza sintió estupor ante aquel comportamiento. ¿Qué lo hacía esbozar aquella expresión? No le veía la boca, pero sus ojos reflejaban claramente aquel gesto. Frunció el ceño y se volvió más hacia él.
- ¿Y te resulta cómoda la vida detrás de esa máscara? Tus ojos parecen bonitos. ¿Qué es lo que buscas esconder? - lanzó sin usar ningún filtro sobre la curiosidad que él le producía. Un poco de charla insustancial no le haría ningún daño, mientras no alcanzaba el punto de borrachera que deseaba para pasar una noche tranquila durmiendo entre algún matorral. - Cubrir el rostro de esa manera no parece muy... luminoso - apuntó antes de girarse hacia el camarero.
Observó la bebida frente a ella, con un color único que nunca había visto hasta entonces. Definitivamente todo en aquella celebración era bonito y cálido. Y Iori sitió que se le revolvían un poco las tripas. Tomó el vaso y bebió un sorbo. El sabor de frutas era ligero, y el alcohol rascaba como una bola de pinchos deslizándose por su garganta hasta perderse la sensación al llegar a su estómago.
- ¿Quieres probar? - ofreció tras el comentario del hombre. - Aunque veo un pequeño problema. - señaló con la barbilla en dirección a la máscara metálica, y volvió a inclinar el vaso sobre los labios.
Vació el contenido y lo dejó de nuevo en la barra, ante los ojos abiertos del muchacho. Cualquiera podría pensar que era una mujer con experiencia en la bebida. Que sabía controlar y poseía un buen aguante. Todo lo contrario.
- Prueba con otro diferente esta vez - le pidió la segunda ronda al muchacho acercando el vaso hasta él de regreso.
El grupo de música terminó una pieza entre aplausos y arrancó al instante con otra para mantener el ritmo festivo. La mestiza miró hacia la improvisada pista de baile en medio del camino que conducía a la playa. Sus pupilas se dilataron y sintió como el apetito nacía en ella. Volvió la vista hacia el joven con seriedad.
- Dime, desconocido, ¿Qué sabes de los Ojosverdes? - Se maldijo nada más pronunciar las palabras. Se había prometido que aquel día sería un descanso. Un paréntesis. Un premio por el trabajo bien hecho.
Todavía sentía la sangre de Hans en sus manos, el tacto que tenían sus globos oculares cuando se los arrancó de las cuencas. Había cumplido la mitad de su tarea vital, y seguía viva contra todo pronóstico. Antes de ir a por los elfos podía relajarse... recargar pilas y saborear la desesperación que él le había regalado, cuando se dio cuenta de que no había forma de escapar del castigo.
Pero mirando con hambre los ojos marrones que tenía delante, se dio cuenta de que no quería esperar.
Rio entre dientes, ante su apasionada respuesta.
Había conocido a personas con aquel tipo de inclinaciones. Esas cuestiones ideológicas nunca habían sido su fuerte. La vida de campesina que le había tocado basaba las preocupaciones diarias en asegurarse de que la cosecha crecía, que los animales no se perdían y que podías llenar lo suficiente el estómago como para sobrevivir hasta la siguiente semana. Al final del día, el cansancio era tanto que no quedaba mucha más energía para dedicar a tan elevados pensamientos.
La vida de Iori había estado siempre llena de grises, y eso había estado bien. Pero ello no evitó que pudiera sentir un punto de curiosidad por una defensa tan firme de ambos conceptos por parte de aquel desconocido.
Una pequeña bola de pelo que hablaba apareció, haciendo que los ojos azules bajaran la vista para observarlo. Hablaba con una retahíla de preguntas sin sentido que hizo que la mestiza perdiese el interés en él al instante. Se fijó en su cola, parpadeando con asombro al no ser capaz de catalogar qué tipo de ser era aquel. ¿Manzanas? claro que le gustaban las manzanas. Sabía de otra persona que también disfrutaba de ellas. O había disfrutado. Sonrió de forma extraña.
La última pregunta espoleó en ella una reflexión a la que no quería enfrentarse. ¿Buenas personas? No sabía cómo definir a una buena persona en aquel momento. Pero lo que sí sabía era qué características alejarían a alguien de esa descripción.
Ella estaba en la pila de descartas en aquel momento. Pero eso no la molestó. O no lo suficiente como para variar su ánimo.
El enmascarado la miró y a su propuesta de tomar algo, únicamente asintió. Había sido fácil. El siguiente paso sería beber a su costa hasta dejarlo a él con el pago de lo consumido.
Atravesaron la playa de camino a los puestos del festival, sorteando al creciente número de personas que había. El Sol continuaba brillando, pero hacía tiempo que había descendido de su cénit. El atardecer se alargaría mucho en aquel día del año, y aun cuando su cuerpo muriese tras la línea del mar, habría claridad durante mucho tiempo.
Se apoyó con ambos brazos en la barra y se sentó, tras haber hecho un gesto de reconocimiento al joven que servía. Recordó lo mucho que le solía gustar a ella aquella festividad. Desde que era pequeña acompañaba a toda la aldea junto a Zakath hasta la playa. Debían de caminar cerca de media hora para llegar a la costa, atravesando primero campos de cultivo y luego una zona de bosque hasta el litoral.
No le pasó por alto la mirada que el chico le lanzó a su compañero y entonces Iori reparó en qué era lo que llamaba a la gente con la que se habían cruzado la atención de él: sus ropas oscuras. La mestiza se llevó la mano al cabello y soltó el paño blanco con el que había anudado la trenza a su espalda.
- Ten. Para que te pongas algo blanco. Ya sabes, es importante seguir las tradiciones - sonrió con un punto de sorna dejando la tela a su lado sobre la barra.
El chico de cabello cobrizo los miró con interés, y aunque él no deseaba beber, Iori le hizo un gesto que había aprendido en sus últimas semanas de tabernas. Un gesto con la mano que parecía universal, y que se traducía algo así como "ponme lo más duro que tengas". Los recuerdos de sus años en la aldea comenzaban a molestarla. Sabía que en el alcohol encontraría la distracción necesaria para que quién había sido ella hasta hacía poco saliese de puntillas por la puerta trasera de su conciencia.
Mientras el joven preparaba la consumición, fuese lo que fuese que le iba a servir, los ojos azules se volvieron para mirar lo único reconocible de él. Su mirada castaña. ¿Estaba sonriendo? La mestiza sintió estupor ante aquel comportamiento. ¿Qué lo hacía esbozar aquella expresión? No le veía la boca, pero sus ojos reflejaban claramente aquel gesto. Frunció el ceño y se volvió más hacia él.
- ¿Y te resulta cómoda la vida detrás de esa máscara? Tus ojos parecen bonitos. ¿Qué es lo que buscas esconder? - lanzó sin usar ningún filtro sobre la curiosidad que él le producía. Un poco de charla insustancial no le haría ningún daño, mientras no alcanzaba el punto de borrachera que deseaba para pasar una noche tranquila durmiendo entre algún matorral. - Cubrir el rostro de esa manera no parece muy... luminoso - apuntó antes de girarse hacia el camarero.
Observó la bebida frente a ella, con un color único que nunca había visto hasta entonces. Definitivamente todo en aquella celebración era bonito y cálido. Y Iori sitió que se le revolvían un poco las tripas. Tomó el vaso y bebió un sorbo. El sabor de frutas era ligero, y el alcohol rascaba como una bola de pinchos deslizándose por su garganta hasta perderse la sensación al llegar a su estómago.
- ¿Quieres probar? - ofreció tras el comentario del hombre. - Aunque veo un pequeño problema. - señaló con la barbilla en dirección a la máscara metálica, y volvió a inclinar el vaso sobre los labios.
Vació el contenido y lo dejó de nuevo en la barra, ante los ojos abiertos del muchacho. Cualquiera podría pensar que era una mujer con experiencia en la bebida. Que sabía controlar y poseía un buen aguante. Todo lo contrario.
- Prueba con otro diferente esta vez - le pidió la segunda ronda al muchacho acercando el vaso hasta él de regreso.
El grupo de música terminó una pieza entre aplausos y arrancó al instante con otra para mantener el ritmo festivo. La mestiza miró hacia la improvisada pista de baile en medio del camino que conducía a la playa. Sus pupilas se dilataron y sintió como el apetito nacía en ella. Volvió la vista hacia el joven con seriedad.
- Dime, desconocido, ¿Qué sabes de los Ojosverdes? - Se maldijo nada más pronunciar las palabras. Se había prometido que aquel día sería un descanso. Un paréntesis. Un premio por el trabajo bien hecho.
Todavía sentía la sangre de Hans en sus manos, el tacto que tenían sus globos oculares cuando se los arrancó de las cuencas. Había cumplido la mitad de su tarea vital, y seguía viva contra todo pronóstico. Antes de ir a por los elfos podía relajarse... recargar pilas y saborear la desesperación que él le había regalado, cuando se dio cuenta de que no había forma de escapar del castigo.
Pero mirando con hambre los ojos marrones que tenía delante, se dio cuenta de que no quería esperar.
Iori Li
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