Veneno Caótico [solitario]
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Veneno Caótico [solitario]
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La manecilla minutera del reloj por fin alcanzó la cumbre en la esfera dorada, indicando con un simple gesto que el día había llegado a su media noche.
Caoimhe repasó todos y cada uno de los tomos frente a ella sin estar muy segura de querer abrir sus páginas. Como un niño contemplando un juguete nuevo desde la admiración que le da el expositor que lo protege.
Solo que no había cristal entre sus manos y aquella portada curtida en cuero rojo intenso.
No iba a fingir que le había tomado poco finalmente hacerse con aquel manuscrito. Lo cierto es que ni siquiera Axel y Hugo sabían cuánto de ella misma había vertido en aquellas páginas. El saber que había pagado por ellos mucho más que el valor que seguramente valiesen era un secreto que prefería mantener lejos de ojos curiosos.
La persona que los había encargado, por supuesto, estaba dispuesta a pagar el triple de lo que ella había hecho, y por lo tango, Caoimhe tenía exactamente dos horas para decidir si aquellos libros merecían la pena romper tan suculento trato.
Acarició al fin el lomo del primero, las hojas se deslizaron bajo sus dedos con la elegancia de sus propios movimientos y su mirada, en un principio distraída pareció sumergirse poco a poco en la lectura de aquel tomo hasta verse envuelta en un sin fin de palabras que captaban su atención de manera magnética.
Su sed despierta y focalizada en la lectura. Las manecillas del reloj avanzando a la par que los capítulos de aquel libro.
De cuando en cuando, Caoimhe emitía un resoplido de incredulidad. Pasaba hojas hacia delante y hacia atrás y finalmente cuando la hoja volvió a ser cuero su expresión era más frustrada que al inicio de su lectura.
Las palabras de agolpaban frente a ella y tras una segunda lectura rápid, Caoimhe había decidido que aquel libro no satisfaceros finalmente el objetivo inicial por el que había pasado 5 noches en el desierto de Dundarak.
No. Aquel libro captó su atención lo suficiente como para cuestionarse el trueque que estaba apunto de finalizar
La vampiresa finalmente rebuscó entre el desorden de los jarritos de sangre en su cajón buscando el pertinente; Un trato era al fin y al cabo un trato.
Lo movió varias veces observando cómo el contenido de la sangre se volteaba sobre sí y se arremolinaba con cada movimiento. Tentándola a saber su historia.
Una historia que jamas conocería.
La manecilla del reloj alcanzó finalmente las 2 y su invitada se personificó en su despacho a la hora acordada.
Tras formalidades y preguntas amplias. Caoimhe acercó el recipiente de la sangre de aquella niña con un gesto de profunda decepción.
Se había asegurado que el primer tomo que acababa de leer ocupaba el lugar en su cajón que la botellita había dejado;
-Siento no haber encontrado el primer tomo, como acordamos. El incendio de la mansión Dulfony fue algo inesperado y triste- mintió Caoimhe
- Pero… por tus palabras en la carta Vitto pensó que… pensó que quizás tuvieses la primera edición de…
-Lo siento mucho, me temo que lo he podido cumplir lo que acordamos y por ello le devuelvo tu fianza.- Caoimhe acercó el botecito de sangre a aquella mujer y se concentró en el segundo ejemplar de aquella serie de libros.
La mujer lo agarró con desprecio:- Esto no era parte del trato.- dijo finalmente- VItto no va a estar muy contento.
-Remítele mis más sinceras disculpas y reitérale que esto no afecta a nada del resto de nuestros negocios. Estoy segura que...-
La mujer tomó el segundo tomo dejando el tercero en la mesa sin dejar terminar de hablar a la vampiresa
-Yo estoy segura que tendrás noticias de VItto muy pronto,- ańadió saliendo del establecimiento apresuradamente.
Cuando se hubo marchado finalmente, Caoimhe agarró el tercer tomo frente a ella con las mariposas en el estómago dispuesta a seguir leyendo.
Su expresión pasó a desesperanzada al notar los símbolos raros en las hojas de aquel libro.
Frustrada comprobó que aquel no era el caso en el tomo que VItto quería y que ella acababa de leer.
Entendió pues que el libro que aquella mujer acababa de llevarse y que pertenecía a su socio era la leyenda y clave para entender el tercer tomo.
Supuso que había demorado lo suficiente una visita a Sacrestic y que si quería satisfacer su necesidad de conocimiento sobre su demonio y de donde provenía debía al fin personificarse en la antigua ciudad maldita.
Caoimhe
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Re: Veneno Caótico [solitario]
Cada paso fue un suplicio.
Jared la tomó de la muñeca como si fuese un objeto, instándola a avanzar cuando parte de ella tan solo necesitaba quedarse bajo aquellas piedras. ¿Acaso ya lo estaba?
Sorprendentemente no tardaron mucho en alcanzar la entrada de aquel pasadizo. La mujer de piel morena parecía disfrutar el paseo. Su aura circulando alrededor de la de Zagreus. O 'Samael. O quien quiera que fuese aquel desconocido.
Se deshizo del agarre de Jared con rabia y avanzó hasta la puerta principal de aquella mansión ahora en situación de desperfecto. Las palabras del vampiro en su cabeza: 'Objeto de estudio' 'Experimento'. ¿Acaso era aquello? ¿Había sido aquella su intención desde el momento mismo en el que compartió el aire de Beltrexus con aquel extraño.
Tampoco podía negar que la había estado observando lo suficiente como para entender que rendirse y perder no era nunca una opción en su cabeza. ¿Bajos mundos? La ira se despertaba en ella ante la apreciación de aquel desconocido sobre sus tareas. Si tan solo pudiese mostrarle todo lo que había alcanzado... su continua mejora gracias a aquellos tratos. Como se había hecho a si misma y... Bah. Aquello no serviría de nada al fin y al cabo. Zagreus se creía en control de la situación y en la mente de Caoimhe el tan solo lo tenía porque ella se lo había donado. 'Había confiado'
No estaba segura como la hacía sentir aquello: Al fin y al cabo su sangre también le había aportado a ella información sobre el hombre
Aquello debía ser una broma macabra. La ponzoña de la sed quemando las venas periféricas de sus manos y extendiéndose de manera progresiva a sus brazos, sus hombros, su cuello.
La voz del vampiro lo suficientemente cerca de ella como para inhalar su éter la sobresaltó por un segundo, frenando sus pasos casi cuando ya estaba fuera de aquella mansión.
Cerró sus ojos, como si su mente acariciase cada una de las palabras que aquel hombre le dedicó a modo de despedida, pero el hechizo de su voz se deshizo con sus últimas sílabas.
'En deuda conmigo'
Se giró hacia él con el gesto grave, los ojos muy abiertos y el corazón latiendo inundado por la ponzoña que al fin había llegado hasta su pecho. El hombre se había puesto su mejor semblante de héroe y durante una milésima de segundo, el tiempo suficiente como para entender lo que aquello significaba, Caoimhe deseó que Zagreus hubiese mantenido su alma de villano.
Estaba acostumbrada a lidiar con el conflicto. Se desenvolvía entre las sombras del mismo de manera ignata. Su demonio tan solo era digno de aquello al fin y al cabo.
La gratitud, sin embargo, era algo distinto. Un terreno inhóspito. Nuevo. Complejo.
Durante ese segundo en cuestión Caoimhe entendió que tras la media sonrisa de aquel vampiro no se albergaba la necesidad de gratitud, sin embargo.Aquello la hizo relajar sus hombros.
No. Aquel hombre buscaba una ventaja. Estaba segura de que estaba acostumbrado a controlar cualquier tipo de situación. Un beneficio que mantuviese a 'su experimento' vivo y bajo su yugo. La voz del vampiro pronunciando su nombre de nuevo en su cabeza ahora inundada por la sed. Quería disipar de aquel rostro esa sonrisa. Demostrarle a Zagreus que era ella quién tenía el control de su futuro.Morder su cuello y dejar que la sangre inundase de rojo aquella escena como un acto macabra que al fin cerrase... aquellos ojos iridiscentes.
Tragó saliva, de pronto consciente que el hombre esperaba una respuesta.
-Suerte con tu cruzada- dijo simplemente refiriéndose a la información del libro que Zagreus quería saber, mientras bajaba las escaleras de aquel lugar - Y con...- recordó la información que extrajo del vínculo momentáneo con la sangre de aquel vampiro y vaciló un poco en sus palabras- y con tus pergaminos, por supuesto- Aquello había sido atrevido. Pero tampoco le importaba demasiado. Para aquel entonces la osadía era la mejor de sus preocupaciones.
Tan solo deseo que Anar guíe tus pasos- Sonrío, consciente de su ataque camuflado e imaginando la piel pálida de Zagreus implosionando con el mero reflejo del rey sol en ella.
Un vacío camuflado de diversión inundó sus pulmones y cuando se hizo una con la noche, pareció al fin dejar la sed enterrada en los ojos de aquel vampiro.
Jared la tomó de la muñeca como si fuese un objeto, instándola a avanzar cuando parte de ella tan solo necesitaba quedarse bajo aquellas piedras. ¿Acaso ya lo estaba?
Sorprendentemente no tardaron mucho en alcanzar la entrada de aquel pasadizo. La mujer de piel morena parecía disfrutar el paseo. Su aura circulando alrededor de la de Zagreus. O 'Samael. O quien quiera que fuese aquel desconocido.
Se deshizo del agarre de Jared con rabia y avanzó hasta la puerta principal de aquella mansión ahora en situación de desperfecto. Las palabras del vampiro en su cabeza: 'Objeto de estudio' 'Experimento'. ¿Acaso era aquello? ¿Había sido aquella su intención desde el momento mismo en el que compartió el aire de Beltrexus con aquel extraño.
Tampoco podía negar que la había estado observando lo suficiente como para entender que rendirse y perder no era nunca una opción en su cabeza. ¿Bajos mundos? La ira se despertaba en ella ante la apreciación de aquel desconocido sobre sus tareas. Si tan solo pudiese mostrarle todo lo que había alcanzado... su continua mejora gracias a aquellos tratos. Como se había hecho a si misma y... Bah. Aquello no serviría de nada al fin y al cabo. Zagreus se creía en control de la situación y en la mente de Caoimhe el tan solo lo tenía porque ella se lo había donado. 'Había confiado'
No estaba segura como la hacía sentir aquello: Al fin y al cabo su sangre también le había aportado a ella información sobre el hombre
Aquello debía ser una broma macabra. La ponzoña de la sed quemando las venas periféricas de sus manos y extendiéndose de manera progresiva a sus brazos, sus hombros, su cuello.
La voz del vampiro lo suficientemente cerca de ella como para inhalar su éter la sobresaltó por un segundo, frenando sus pasos casi cuando ya estaba fuera de aquella mansión.
Cerró sus ojos, como si su mente acariciase cada una de las palabras que aquel hombre le dedicó a modo de despedida, pero el hechizo de su voz se deshizo con sus últimas sílabas.
'En deuda conmigo'
Se giró hacia él con el gesto grave, los ojos muy abiertos y el corazón latiendo inundado por la ponzoña que al fin había llegado hasta su pecho. El hombre se había puesto su mejor semblante de héroe y durante una milésima de segundo, el tiempo suficiente como para entender lo que aquello significaba, Caoimhe deseó que Zagreus hubiese mantenido su alma de villano.
Estaba acostumbrada a lidiar con el conflicto. Se desenvolvía entre las sombras del mismo de manera ignata. Su demonio tan solo era digno de aquello al fin y al cabo.
La gratitud, sin embargo, era algo distinto. Un terreno inhóspito. Nuevo. Complejo.
Durante ese segundo en cuestión Caoimhe entendió que tras la media sonrisa de aquel vampiro no se albergaba la necesidad de gratitud, sin embargo.Aquello la hizo relajar sus hombros.
No. Aquel hombre buscaba una ventaja. Estaba segura de que estaba acostumbrado a controlar cualquier tipo de situación. Un beneficio que mantuviese a 'su experimento' vivo y bajo su yugo. La voz del vampiro pronunciando su nombre de nuevo en su cabeza ahora inundada por la sed. Quería disipar de aquel rostro esa sonrisa. Demostrarle a Zagreus que era ella quién tenía el control de su futuro.Morder su cuello y dejar que la sangre inundase de rojo aquella escena como un acto macabra que al fin cerrase... aquellos ojos iridiscentes.
Tragó saliva, de pronto consciente que el hombre esperaba una respuesta.
-Suerte con tu cruzada- dijo simplemente refiriéndose a la información del libro que Zagreus quería saber, mientras bajaba las escaleras de aquel lugar - Y con...- recordó la información que extrajo del vínculo momentáneo con la sangre de aquel vampiro y vaciló un poco en sus palabras- y con tus pergaminos, por supuesto- Aquello había sido atrevido. Pero tampoco le importaba demasiado. Para aquel entonces la osadía era la mejor de sus preocupaciones.
Tan solo deseo que Anar guíe tus pasos- Sonrío, consciente de su ataque camuflado e imaginando la piel pálida de Zagreus implosionando con el mero reflejo del rey sol en ella.
Un vacío camuflado de diversión inundó sus pulmones y cuando se hizo una con la noche, pareció al fin dejar la sed enterrada en los ojos de aquel vampiro.
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Caoimhe
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Re: Veneno Caótico [solitario]
Edificio en ruinas. ? Aparente biblioteca- Algún lugar de Basoldia
Entrecerró los ojos de manera refleja.
Caoimhe no se había dado cuenta pero llevaba más de dos horas teniendo que reajustar su visión a la oscuridad progresiva en la que se había envuelto la habitación que ocupaba.
Para cualquier otra persona que no fuese de su naturaleza, la vela casi consumida a unos metros de ella tan solo ayudaría a definir las figuras toscas en la sala que ocupaba. Los perfiles de las paredes forradas con estanterías que curvadas por el peso de los libros daban calidez a la sala. Apenas dos mesas escuetas con sillas rudimentarias de madera algo vencidas por el paso del tiempo.
Para ella, sin embargo la oscuridad solemne que la envolvía no era más que otro atributo en su ambiente, apenas percatándose del tiempo que llevaba en aquel lugar. Ni de las horas que sumadas a las del día anterior posiblemente acumulasen mucho más que las horas de sueño en las últimas dos semanas.
Pasó la página de manera distraída y dejó escapar un suspiro de molestia mientras revisaba línea tras línea, párrafo tras párrafo hasta descubrir de nuevo… nada.
Su frustración estaba alcanzando un nivel poco recomendado. Por una parte había dedicado demasiado tiempo, esfuerzo y recursos a conseguir aquel tomo como para dejarlo a un lado y desistir en su hazaña de entenderlo. Además de las pocas palabras que había conseguido descifrar, alguna que otra habían formado trazos lo suficientemente familiares como para ignorarlas.
Hizo un pequeño borrón en uno de los pergaminos que había estado anotando con ideas o palabras que le servían de tal y cual tomo cuya pilas acumulada a un lado de su mesa. Su frustración distrayendo el trazo de la última sílaba haciendo que la tinta emborronase aún más su caligrafía. Suspiró de nuevo e hizo una pelota con el pergamino mientras susurraba una blasfemia que tan solo había oído pronunciar a marineros.
Alguien que no era ella carraspeó y sus mejillas se tintaron rosadas de manera automática.
Alzó la cabeza tan solo un minuto. En parte para aliviar la tensión de su cuello, en parte para clarificar las ideas confusas que había estado acumulando en su mente tras la lectura acelerada de la página anterior.
La presencia de un cuerpo en la única puerta de entrada la sorprendió de manera leve. Su sorpresa, sin embargo, redimida al identificar al hombre que depositaba libros en las estanterías como el bibliotecario.
No tardó mucho en ignorarlo y en volver su atención a la pila de libros a su lado. Jugueteó con uno de sus mechones sin saber si volver a pasearse por las estanterías o buscar de nuevo… lo que sea que buscaba en los libros que ya había leído.
El sonido sordo de un tomo pesado justo al otro lado de dónde miraba la estartó y de nuevo otra blasfemia, esta vez algo menor escape de sus labios.
-Por la sangre de Vladimir…- dijo observando al hombre en su senectud que había interrumpido su lectura.- Pensé que una de las premisas de una biblioteca era el… silencio.- dijo componiendo de nuevo su postura, que había estado algo curvada mientras leía el tomo anterior.
-Lo es- respondió el hombre con voz ronca- Pero llevas 3 días sentada ahí, sin pico de cortisol en tus venas… pensé que te vendría bien activar tu sistema simpático- El hombre sonrió de manera lozana y un aura de gentileza inundó el espacio que lo rodeaba.
Aquello calmó de manera inmediata a Caoimhe.
-Esperaba que la adrenalina fuese por encontrar lo que busco al fin… Si llego a saber que los tomos de esta biblioteca son copias de copias de otras más famosas no me molesto en recorrerme media Aerandir buscando este lugar recóndito- dijo Caoimhe, apartando al fin y de manera tosca el libro y los apuntes frente a ella.
La cara del librero pareció cambiar a un gesto serio y casi dolido durante una milésima de segundo.
-Me refiero...- dijo Caoimhe dándose cuenta de que quizás sus palabras no habían sido lo más apropiadas- a que no entiendo qué tiene de especial este lugar. Se supone que contiene los tomos que han sido denegados por el resto de bibliotecas por cuestiones morales o decencia mental, fisica o pública… hasta ahora tan solo he encontrado más de lo mismo.
El hombre abrió su boca durante un segundo y Caoimhe lo interrumpió con rapidez.
-‘Sapere Aude’- dijo Caoimhe y aquello hizo sonreir al hombre- Lo se. Lo he leído con esta 10000 veces en los marcos de todas las puertas de este edificio. No veo la valentía en algo inexistente.- Se levantó al fin algo molesta y volvió a juguetear con el mechón de su cabello que estorbaba en su cara.
-Podríamos empezar con… ‘invenire’- dijo el hombre y sus ojos se movieron de manera distintiva hasta el tomo que había puesto en la mesa de la que Caoimhe acababa de levantarse.
La chica lo miró por un segundo,con los brazos cruzados bajo su pecho, decidiendo si la ayuda de aquel desconocido era necesaria y lo más importante, analizando la razón por la que creía saber lo que buscaba.
Acto seguido caminó los dos o tres pasos que la separaban de la mesa aún con los brazos cruzados y ojeó el título del libro:
‘Legado temprano de Habakhuk: Las primeras 12 tribus y 3 clanes apócrifos’
Caoimhe volvió a mirar al hombre de soslayo con una mirada algo molesta.
-No tengo tiempo para leer el árbol familiar de un Dios muerto- dijo Caoimhe con una nota de curiosidad, sin embargo en su voz y aún contemplando la portada oscura y gastada de aquel tomo.
-Pues deberías. Siempre hay que empezar por algo- dijo el hombre y se alejó de la vampiresa con la parsimonia de alguien sin prisa.-Avísame cuando termines. Tengo algunas sugerencias que quizás podrían serte útiles… aunque estaría bien que primero definieses aquello que te apetece encontrar… y lo que prefieres no buscar.- dijo. Alcanzó otro tomo de una estantería cercana y se sentó en una mesa no muy lejos de Caoimhe.
La vampiresa lo observó durante unos segundos y después descruzó los brazos. Acarició de manera distraída las letras de aquel tomo. El brillo dorado reflejando la luz de la única vela cerca de ella y recordándole a los…
Abrió la tapa en un intento de apartar la linea de pensamiento a la que la estaba llevando aquello y con notó la letra cursiva y ordenada de una dedicatoria en la bajoportada de aquel libro.
‘K:
Para que nunca olvides que no solo de sangre subsiste tu sed.’
Tragó saliva.
Giró su cabeza hasta el hombre que acababa de acercarle aquel tomo. Su mirada seguía clavada en ella y la expresión de la chica, enmudecida debió servir de desencadenante de una sonrisa amplia en los labios ancianos de aquel hombre.
‘De nada’ pareció querer decirle.
Caoimhe aún no imaginaba la amplitud del agradecimiento que iba a comenzar a profesarle.
Caoimhe
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Re: Veneno Caótico [solitario]
Mordió con desgana la manzana mientras sus ojos devoraban con avidez otra de las lineas del tomo frente a ella. Marcó con su dedo índice aquella palabra que le resultó interesante y que, a pesar de estar escrita en la misma tipografía pulcra que el resto de la página, parecía resaltar en el aluvión de trazos que componían aquel párrafo en particular.
El sabor dulce inundaba su boca y apuntó en el pergamino arrugado a su izquierda los mismos trazos que había estado mirando hasta hacía cinco segundos.
-¿Y bien?- dijo la voz anciana del hombre. Caoimhe se había acostumbrado tanto a su presencia que sus pasos equilibrados alrededor de la sala se habían convertido en sonido blanco.
-¿mmm?- dijo distraída, pasando la página a la vez que jugueteaba con la esquina de la misma, sin levantar la mirada hasta el que sabía, era Magnus.
-¿Alguna información nueva desde anoche?- dijo el hombre acercándose con cuidado y moviendo de manera ordenada los pergaminos donde Caoimhe había estado anotando palabras.
-Oh.. muchísima- dijo Caoimhe distraída pero dedicando una mirada de soslayo al anciano, quien suspiró de manera profunda. La vampiresa captó un deje de molestia en aquel gesto y sonrió entre divertida y confiada- No estoy, sin embargo muy segura acerca del momento exacto en el que los Los Bathory comenzaron a dejar de ser queridos en Cotplice. Según este libro la sangre de la condesa - Caoimhe alzó el tomo desperdigando algún que otro papel emborronado en su acción y aclaró su garganta para comenzar a leer- 'Está a la par de nuestro Dios. Ella y él comparten el vinculo sacro de lo que hace a los vampiros únicos a pesar de su ascendencia profana.'-
Caoimhe arrugó la nariz de manera pensativa. Y Magnus interrumpió su pensamiento de nuevo:
-Pensé que no te interesaba conocer el árbol familiar de tu Dios.- dijo el hombre sentándose finalmente en la mesa donde se había posicionado la chica y fijando sus ojos en la última palabra que ella había escrito.
Caoimhe se levantó, en parte algo incómoda por la circunstancia, en parte porque necesitaba estirar las piernas.
-Yo no tengo Dios- dijo deshaciendo la trenza que había ordenado su cabello hasta aquel momento, como preparándose para finalizar su día de trabajo. Acarició sus sienes de manera autómata intentando apartar el dolor de cabeza incipiente- Además... tampoco esque esté centrándome en las historias y habladurías de ese libro de relatos- dijo y apuntó a la lista de palabras en el pergamino en la mano del hombre- Mi objetivo es otro.
-Ya veo..- dijo Magnus acercando sus ojos de manera peligrosa a la tinta aun mojada en los pergaminos-
Caoimhe sonrió de manera autosuficiente al sentir como había captado el interés del hombre con aquello. Las dos palabras coincidentes eran sin duda una señal de que estaba por buen camino.
-Tan solo dos- dijo el hombre, rompiendo su burbuja- No creo que pueda crear un abecedario basado en solo dos palabras- Caoimhe dejó caer su cabello a un lado, con gesto de molestia y un silencio que guardaba la derrota de entender que lo que decía el hombre era cierto.
Pausó sus pasos a medio camino entre la figura del anciano y el pasillo que la llevaba de vuelta a su dormitorio.
-Además, creo que... deberías empezar a pensar en escribirle- dijo el hombre, con cierta timidez en su voz, como si fuese un susurro.
Caoimhe se giró de manera abrupta y arrancó de la mano de Magnus el pergamino con las palabras escritas de su puño y letra.
El dolor se había apoderado de manera completa de su cabeza y estaba segura que su descanso iba a estar surcado ahora de pesadillas.
El sabor dulce inundaba su boca y apuntó en el pergamino arrugado a su izquierda los mismos trazos que había estado mirando hasta hacía cinco segundos.
-¿Y bien?- dijo la voz anciana del hombre. Caoimhe se había acostumbrado tanto a su presencia que sus pasos equilibrados alrededor de la sala se habían convertido en sonido blanco.
-¿mmm?- dijo distraída, pasando la página a la vez que jugueteaba con la esquina de la misma, sin levantar la mirada hasta el que sabía, era Magnus.
-¿Alguna información nueva desde anoche?- dijo el hombre acercándose con cuidado y moviendo de manera ordenada los pergaminos donde Caoimhe había estado anotando palabras.
-Oh.. muchísima- dijo Caoimhe distraída pero dedicando una mirada de soslayo al anciano, quien suspiró de manera profunda. La vampiresa captó un deje de molestia en aquel gesto y sonrió entre divertida y confiada- No estoy, sin embargo muy segura acerca del momento exacto en el que los Los Bathory comenzaron a dejar de ser queridos en Cotplice. Según este libro la sangre de la condesa - Caoimhe alzó el tomo desperdigando algún que otro papel emborronado en su acción y aclaró su garganta para comenzar a leer- 'Está a la par de nuestro Dios. Ella y él comparten el vinculo sacro de lo que hace a los vampiros únicos a pesar de su ascendencia profana.'-
Caoimhe arrugó la nariz de manera pensativa. Y Magnus interrumpió su pensamiento de nuevo:
-Pensé que no te interesaba conocer el árbol familiar de tu Dios.- dijo el hombre sentándose finalmente en la mesa donde se había posicionado la chica y fijando sus ojos en la última palabra que ella había escrito.
Caoimhe se levantó, en parte algo incómoda por la circunstancia, en parte porque necesitaba estirar las piernas.
-Yo no tengo Dios- dijo deshaciendo la trenza que había ordenado su cabello hasta aquel momento, como preparándose para finalizar su día de trabajo. Acarició sus sienes de manera autómata intentando apartar el dolor de cabeza incipiente- Además... tampoco esque esté centrándome en las historias y habladurías de ese libro de relatos- dijo y apuntó a la lista de palabras en el pergamino en la mano del hombre- Mi objetivo es otro.
-Ya veo..- dijo Magnus acercando sus ojos de manera peligrosa a la tinta aun mojada en los pergaminos-
Caoimhe sonrió de manera autosuficiente al sentir como había captado el interés del hombre con aquello. Las dos palabras coincidentes eran sin duda una señal de que estaba por buen camino.
-Tan solo dos- dijo el hombre, rompiendo su burbuja- No creo que pueda crear un abecedario basado en solo dos palabras- Caoimhe dejó caer su cabello a un lado, con gesto de molestia y un silencio que guardaba la derrota de entender que lo que decía el hombre era cierto.
Pausó sus pasos a medio camino entre la figura del anciano y el pasillo que la llevaba de vuelta a su dormitorio.
-Además, creo que... deberías empezar a pensar en escribirle- dijo el hombre, con cierta timidez en su voz, como si fuese un susurro.
Caoimhe se giró de manera abrupta y arrancó de la mano de Magnus el pergamino con las palabras escritas de su puño y letra.
El dolor se había apoderado de manera completa de su cabeza y estaba segura que su descanso iba a estar surcado ahora de pesadillas.
Caoimhe
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Re: Veneno Caótico [solitario]
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-Pareces cansada- El caminar paulatino de las dos figuras pareció detenerse en un punto arbitrario de aquel callejón oscuro.
Las sombras de ambas mujeres, solitarias hasta aquel momento habían comenzado a unirse con las de otros transeúntes de manera más y más común a medida que alcanzaban la calle central de Beltrexus.
Gaia compuso un gesto preocupado en el que arrugó su barbilla y sus ojos parecieron reflejar una lucidez poco común en su cara mientras alzaba su mano para alcanzar el rostro de su hija y acariciarla desde la mejilla hasta la oreja a través de los mechones ondulados del cabello de la misma…
Aquel momento de lucidez en los ojos de su madre no paso desapercibido a la vampiresa. Caoimhe sabía que la verdaderamente de Gaia solía estar perdida en lo que sea que fuese que había traumado su niñez. En su juventud, su madre había sabido ser la mejor compañera de juegos posible, pues aquel quiebro en su personalidad convertía situaciones macabras en fantasía. A medida que había ido creciendo, sin embargo, Caoimhe había entendido los motivos por los que se había criado prácticamente con su padre y con el tiempo, aprendió a apreciar cualquier esbozo de cordura que Gaia pudiese donarle. Por mínimo que fuese.
Quizás fue su conmoción por aquel estímulo inesperado lo que hizo que deshiciese su fachada de tozudez y ‘alegría’ y revelase parcialmente tan solo un poco de como se sentía en realidad.
-Seguramente sea porque lo estoy… no se me acostumbro a dormir con luz fuera de mi persiana. Ya sabes que siempre fui bastante quisquillosa a la hora de dejarme llevar por morfeo - dijo cerrando los ojos al contacto de la mano cálida de Gaia sobre su rostro- Pero… ¿Qué otra opción tengo? No hay descanso para los malditos, ¿Cierto?
Gaia sonrió de manera sincera y separó sus labios para hablar casi en un susurro.
-A veces me pregunto en qué momento decidiste que esta era tu batalla.- dijo la mujer con una ternura poco común- Otras veces me siento culpable por dejarte librarla - añadió.
Caoimhe se mordió el labio inferior y apartó la mirada de su madre. Hacía bastante que la mujer no estrechaba la brecha entre ambas lo suficiente como para que Caoimhe se preguntase siquiera si su madre entendía su soledad.
A decir verdad, quizás aquella fuese la primera vez que ella se había sentido sola en mucho, mucho tiempo. Y por toda respuesta le dedicó un silencio.
Cuando se sintió lo suficientemente valiente como para contestarle, la vampiresa vio como los ojos de su madre se encontraban con la luna y de nuevo su expresión cambiaba al oblivio misterioso que solía mostrar en su locura.
-Luna… mi dulce, dulce Luna- dijo y ocultó un suspiro casi irritado de Caoimhe. Apenas dos minutos
había durado aquella vez. No tenía mucha esperanza de que aquello cambiase en el futuro próximo,
pero sin duda cada vez que regresaba, su ausencia parecía más densa como consecuencia. Como si
su mente intentase castigarla por recobrar la cordura.
Caoimhe se apartó de Gaia.
-Dos más dos siempre son cuatro, Excepto cuando son 5 o 6 veces 8.- dijo la bruja agarrándose las manos frente a ella misma, como si aquello zanjase una cuestión que llevaba días en su mente
- Por eso digo que es necesario andarse por los cerros de Úbeda. ¿Te he contado, ya que he pedido una nueva remesa de zapatos? Estoy segura de que los recibiremos pronto.
Gaia comenzó a avanzar los metros que las separaban del prostíbulo
La mayor parte de las chicas están entusiasmadas- dijo guiando los pasos de una taciturna Caoimhe-
Y no es para menos… estrenar zapatos es siempre algo para festejar. He estado pensando, de hecho
que cuando lleguen lo celebraremos por todo lo alto- La bruja se giró sobre sí misma, como si
acabase de terminar un paso de ballet espontáneo-
Invitaremos a todos los lores de la calle hilandera. – Se llevó la mano a la barbilla- ¿Quizás también a todos los de la calle Cuna.- Dejó de mostrar la expresión dubitativa para llenarse de certitud.- A veces pienso que nos espían ¿Sabes? No puede ser que yo te mire y tú me veas, pero cuando tú me ves no siempre te estoy mirando. –
Terminó aquella frase y se giró para entrar en el prostíbulo, golpeando de manera sutil el pequeño bolso que cargaba la bruja y haciendo chocar de manera sonora su contenido. Caoimhe la siguió con los ojos hasta que se perdió
-Nos vemos pronto mam…- susurró casi de manera imperceptible Caoimhe mientras buscaba con su mano él
causante del estruendo.
Cuando finalmente encontró lo que buscaba la pequeña cajita de música la sorprendió. Apenas habían pasado unas semanas desde que encontró aquel objeto en establecimientos del ojo, pero tantas cosas habían pasado desde entonces que el tiempo se relativizó de tal manera que hizo sentir a la chica cada uno de sus años.
Caminó jugueteando con el objeto en sus manos. En su recorrido se cruzó con varias figuras familiares, la mayoría de las personas lo suficientemente aterradas de que Caoimhe las percibiese y recordase sus deudas como para pararse a saludarlas.
Ninguna de ellas, sin embargo, eran el compendio de carne y sangre con el que Caoimhe esperaba encontrarse.
Cruzó la plaza centras mientras observaba como las dos figuras sentadas en uno de los bancos de hierro fundido murmuraban al verla acercarse y ambos se apresuraban a desaparecer. La vampiresa los reconoció bien:
Moritz y Humberg. Ambos parientes cercanos. Ambos mucho más que parientes. La vampiresa se había encargado de darles un lugar seguro donde… conocerse mejor a cambio de ciertas informaciones sobre el dueño del museo central.
Por supuesto esos lugares habían sido rotatorios hasta el momento en el que ambos pudieron dejar de entregarle información jugosa que le interesase. Después de aquello sus tratos se habían vuelto meras transacciones monetarias. A Caoimhe no le extrañaba que quisiesen evitarla.
Pero sabía que si ambos estaban allí el señor Igmaed no podía estar muy…
Sonrió de manera maquiavélica y se acercó a uno de los arbustos cercanos.
-Minie… Maniee…. Mú- dijo moviendo según que ramas bajas con sus pies mientras pronunciaba aquellas palabras.
En el tercer zarandeo, Caoimhe apreció como una figura se movía del fondo del arbusto al exterior.
-Aw… Señor Igmaed… ¡Menuda coincidencia encontrarlo aquí esta noche! Justo ahora que lo estaba buscando.
El hombre se adecentó sus pantalones y quitó algunas ramitas del pelo largo y blanco que caía sobre sus hombros.
-Dejémonos de nimiedades, Caoimhe… ambos sabemos que nada es una coincidencia cuando se trata de ti- El hombre salió finalmente del arbusto y caminó de manera desinteresada en dirección opuesta por la que había desaparecidos las otras dos figuras.
-Mmm… Cualquiera diría que no te alegras de verme- dijo la chica. No dio tiempo a contestar y volvió a hablar- Cuán distinto de la última vez que nos vimos… ¿Cierto?
El hombre apresuró su paso, balbuceando nervioso. Caoimhe lo siguió.
-No te preocupes, no vengo a juzgarte. Ambos Moritz y Humberg seguramente hayan encontrado cobijo en una de las galerías de los jardines del ayuntamiento, por si te interesa seguir con tú.. ritual.
El hombre la miró azorado y enrojecido, pero giro su caminar hacia el lugar que le había indicado, molesto.
-Tan solo necesito que me digas algo a cambio.
El caminar del hombre se paró en seco y un resoplido inundó la noche, como si el individuo baremase la situación y lo que obtenía de la misma.
-No te preocupes si estás muy apresurado- dijo Caoimhe, fingiendo cambiar la dirección de sus pasos. Estoy segura de que puedo esperarte a que acabes en tu casa. Son casi las 12… si bien recuerdo tu mujer suele sufrir de insomnio ¿No? Espero que el té que te vendí siga haciendo el efecto extensor que me pediste… si no, siempre puedo preguntarle yo misma- dijo, su amplia sonrisa mostrando una dentadura perfecta.
-… Que sea rápido - dijo finalmente el hombre.
Por supuesto- añadió Caoimhe- No es mi intención interrumpir tu diversión…- Puso la caja de música en la mano de Igmaed. Este la miró sorprendido y no tardó mucho en sopesarla en sus manos abriendo y cerrando la tapa. Tras unos minutos habló con voz ronca.
-No tengo idea de lo que significa el símbolo… pero el objeto en sí no es tan
antiguo. Si acaso unos… Mmm ¿100 años? Sin duda algo más reciente de lo que sueles encargarme.
Diría que es porcelana mezclada con metal precioso. Sin duda demasiado pequeño para
pertenecer a un adulto… un juguete quizás, más que un objeto de uso diario. En condiciones… mmm
no muy óptimas pero parece una pieza única o poco replicada… estoy seguro que podrías sacar un
buen pellizco por él aún…
Caoimhe agarró el objeto de las manos del hombre y se dispuso a guardarlo en su bolso.
-Curioso que justo me traigas eso, Cao, justo ahora
-¿Mmm?- dijo la vampiresa, sin prestar mucha atención
-¿Acaso no has oído? ¿Dónde has estado? Hace exactamente unas dos semanas tuvimos ciertos problemas con la mercancía proveniente de Oeste… ya sabes, nada del otro mundo. Solo un loco buscando objetos que decía le habían robado en alta mar. Estoy casi seguro que describió una caja de música muy parecida a esa. El chico parecía lo suficientemente enfurecido como para pagar una buena cantidad de aeros para recuperarla. Eso entre otros objetos bastante particulares… una viola de nogal… un guante de metal forjado… qué sé yo. Quizás y tengas una pequeña fortuna en tus manos.
Caoimhe frunció el ceno de manera molesta. Sabía exactamente quién era el loco de los muelles. Aunque no creía que pudiese ser tan atrevido como para venir a buscarla justo allí.
-No sé… Igmead. Si fuese tu no creería a cualquier hombre loco que hablase de cantidades en zona de prostitutas. Creo que serías más feliz así-
Le guiñó un ojo y vio como el hombre desaparecía en busca de su ración de perversidad nocturna.
Caoimhe
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