En busca del hielo perdido [+18] [Libre] [Noche] [TEMA CERRADO]
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En busca del hielo perdido [+18] [Libre] [Noche] [TEMA CERRADO]
Su primera vez en tierras frías y no se le había ocurrido que, igual, necesitaba alguna que otra capa extra. El frío le calaba hasta los mismos huesos, pero eso no le impediría seguir su camino. Necesitaba contemplar con sus propios ojos lo que le ofrecía la naturaleza de esa zona y eso era más importante que cualquier entumecimiento temporal.
Cada vez estaba más cerca de los Reinos del Norte, pero aún le quedaban unas horas. Pensaba en dónde hacer una parada para tomar algo de refrigerio cuando escuchó un tropel. Casi había llegado a la gran estepa que daba paso a la llanura, pero algunos árboles de la zona vampírica la cobijaban entre las sombras.
Comenzó a trepar por uno de ellos para poder ver la escena desde una zona más segura y tranquila, aprovechando para comer y así tener algo de entretenimiento. De primeras, esperaba ver a un grupo de vampiros discutiendo o cazando, por lo que su sorpresa fue mayúscula al contemplar a tres humanos. ¿Tan tontos eran como para adentrarse solos allí? Se concentró, cerrando los ojos, para ver si sentía algún tipo de magia en ellos, pero no conseguía captar nada.
¿Y si eran licántropos? Lo dudaba, en zona de malditos… No tendría mucho sentido a menos que fuese un ajuste de cuentas, pero no podía cerrar puertas a nada. Se mantuvo lo más quieta que pudo mientras analizaba las acciones de aquellas curiosas criaturas.
—Ya estamos lo suficiente cerca, he cumplido. Ahora, vámonos —comentaba uno de ellos, claramente asustado—. No sé cómo cojones me he dejado convencer de esto, es una puta locura.
—Eres un llorica. ¿Acaso estás muerto? Pues ya está.
Eywas sonrió ante tal afirmación. Ahora no, pero es posible que lo estuviera en breve. Antes, debía asegurarse.
—No tiene gracia, gilipollas. ¿Qué pasa si ahora aparecen los chupasangres? ¿Te vas a quedar a pelear?
—¡Por supuesto! —comentó el más musculoso, blandiendo un hacha como si de una competición se tratase—. Podría con esa gente casi sin pestañear.
Pobre iluso.
—Bueno, sí, los dos sois maravillosos. ¿Podemos irnos ya? Aquí hace un frío del carajo.
El tercero no parecía posicionarse, simplemente giró sobre sus pies y comenzó a andar en dirección al lago. Posiblemente llegasen allí cruzando el río en alguna canoa o algo por el estilo. Poco le importaba a la bruja: el caso es que allí estaban.
El que había comenzado la conversación también se posicionó para seguir a su compañero, pero el armario con forma de hombre le detuvo cogiéndolo del antebrazo.
—¿Sabes por qué quería traerte aquí?
¿Una confesión? Eywas se movió sin hacer ruido, echando el cuerpo hacia delante para poder escuchar mejor una conversación que había bajado su tono. Esto se ponía tremendamente interesante de pronto.
—¿Porque querías intentar demostrar que soy un débil que no vale para nada? Ya llevamos años igual, Pirie, es momento de pasar página. Somos adultos y…
—Mason Carter.
De pronto, se hizo el silencio. ¿Quién era la tal Mason? O el tal. La mujer no lo sabía, pero el más bajo de los dos se tensó de golpe e intentó alejarse, pero Pirie apretó el agarre.
—Me estás haciendo daño. Además, no entiendo qué tiene que ver en todo esto.
—Ah, ¿no lo entiendes? —. Apretó aún más el agarre y la piel del humano enclenque se arrugó bajo su presión—. Es mía. Pero eso no te ha impedido acostarte con ella en plena calle.
Con mueca de dolor, intentó explicarse, pero no le dio opción. Pirie levantó la mano libre y clavó el hacha directamente en su cabeza, justo sobre el ojo izquierdo. La expresión del menudo se quedó completamente congelada, los ojos se volvieron hacia arriba y en ese momento fue cuando lo soltó. El pequeño cuerpo tembló, se tambaleó y cayó de bruces contra el suelo salpicado con pequeños copos y montoncitos de nieve. Acto seguido, Pirie puso un pie sobre su hombre y tiró del hacha para sacarla, llevándose consigo una gran cantidad de sangre y haciendo que brotase desde el orificio, espesa y roja.
Eywas fue la que se tensó entonces. Sangre. En territorio vampírico. MUY mala idea. No tardó ni dos segundos en encaramarse aún más al árbol para poder estar más alta. Era consciente de que no sería capaz de correr más rápido que un vampiro y mucho menos matarlo si se encontraba en estado de frenesí devorador. No había coincidido nunca con ninguno, pero prefería seguir así por el momento.
¡Debió haberlos matado ella misma! Inútiles humanos y sus ínfulas de importancia. Esperaba que cualquier criatura viniera a rebanarle el pescuezo a aquel inútil de Pirie. Solo esperaba que aquel incidente no la retrasase demasiado en su camino hacia la llanura. No se iba a ir de ahí sin ver esa flor, ni por unos humanos, ni por unos vampiros ni por un poco de sangre derramada por una estúpida escena de celos sin medida. Esperaría el tiempo prudencial para ver si habían llamado la atención y se iría sin más. No necesitaba esto ahora, ya tendría tiempo de dramas cuando regresase a zonas donde pudiera sentirse los dedos de los pies.
Cada vez estaba más cerca de los Reinos del Norte, pero aún le quedaban unas horas. Pensaba en dónde hacer una parada para tomar algo de refrigerio cuando escuchó un tropel. Casi había llegado a la gran estepa que daba paso a la llanura, pero algunos árboles de la zona vampírica la cobijaban entre las sombras.
Comenzó a trepar por uno de ellos para poder ver la escena desde una zona más segura y tranquila, aprovechando para comer y así tener algo de entretenimiento. De primeras, esperaba ver a un grupo de vampiros discutiendo o cazando, por lo que su sorpresa fue mayúscula al contemplar a tres humanos. ¿Tan tontos eran como para adentrarse solos allí? Se concentró, cerrando los ojos, para ver si sentía algún tipo de magia en ellos, pero no conseguía captar nada.
¿Y si eran licántropos? Lo dudaba, en zona de malditos… No tendría mucho sentido a menos que fuese un ajuste de cuentas, pero no podía cerrar puertas a nada. Se mantuvo lo más quieta que pudo mientras analizaba las acciones de aquellas curiosas criaturas.
—Ya estamos lo suficiente cerca, he cumplido. Ahora, vámonos —comentaba uno de ellos, claramente asustado—. No sé cómo cojones me he dejado convencer de esto, es una puta locura.
—Eres un llorica. ¿Acaso estás muerto? Pues ya está.
Eywas sonrió ante tal afirmación. Ahora no, pero es posible que lo estuviera en breve. Antes, debía asegurarse.
—No tiene gracia, gilipollas. ¿Qué pasa si ahora aparecen los chupasangres? ¿Te vas a quedar a pelear?
—¡Por supuesto! —comentó el más musculoso, blandiendo un hacha como si de una competición se tratase—. Podría con esa gente casi sin pestañear.
Pobre iluso.
—Bueno, sí, los dos sois maravillosos. ¿Podemos irnos ya? Aquí hace un frío del carajo.
El tercero no parecía posicionarse, simplemente giró sobre sus pies y comenzó a andar en dirección al lago. Posiblemente llegasen allí cruzando el río en alguna canoa o algo por el estilo. Poco le importaba a la bruja: el caso es que allí estaban.
El que había comenzado la conversación también se posicionó para seguir a su compañero, pero el armario con forma de hombre le detuvo cogiéndolo del antebrazo.
—¿Sabes por qué quería traerte aquí?
¿Una confesión? Eywas se movió sin hacer ruido, echando el cuerpo hacia delante para poder escuchar mejor una conversación que había bajado su tono. Esto se ponía tremendamente interesante de pronto.
—¿Porque querías intentar demostrar que soy un débil que no vale para nada? Ya llevamos años igual, Pirie, es momento de pasar página. Somos adultos y…
—Mason Carter.
De pronto, se hizo el silencio. ¿Quién era la tal Mason? O el tal. La mujer no lo sabía, pero el más bajo de los dos se tensó de golpe e intentó alejarse, pero Pirie apretó el agarre.
—Me estás haciendo daño. Además, no entiendo qué tiene que ver en todo esto.
—Ah, ¿no lo entiendes? —. Apretó aún más el agarre y la piel del humano enclenque se arrugó bajo su presión—. Es mía. Pero eso no te ha impedido acostarte con ella en plena calle.
Con mueca de dolor, intentó explicarse, pero no le dio opción. Pirie levantó la mano libre y clavó el hacha directamente en su cabeza, justo sobre el ojo izquierdo. La expresión del menudo se quedó completamente congelada, los ojos se volvieron hacia arriba y en ese momento fue cuando lo soltó. El pequeño cuerpo tembló, se tambaleó y cayó de bruces contra el suelo salpicado con pequeños copos y montoncitos de nieve. Acto seguido, Pirie puso un pie sobre su hombre y tiró del hacha para sacarla, llevándose consigo una gran cantidad de sangre y haciendo que brotase desde el orificio, espesa y roja.
Eywas fue la que se tensó entonces. Sangre. En territorio vampírico. MUY mala idea. No tardó ni dos segundos en encaramarse aún más al árbol para poder estar más alta. Era consciente de que no sería capaz de correr más rápido que un vampiro y mucho menos matarlo si se encontraba en estado de frenesí devorador. No había coincidido nunca con ninguno, pero prefería seguir así por el momento.
¡Debió haberlos matado ella misma! Inútiles humanos y sus ínfulas de importancia. Esperaba que cualquier criatura viniera a rebanarle el pescuezo a aquel inútil de Pirie. Solo esperaba que aquel incidente no la retrasase demasiado en su camino hacia la llanura. No se iba a ir de ahí sin ver esa flor, ni por unos humanos, ni por unos vampiros ni por un poco de sangre derramada por una estúpida escena de celos sin medida. Esperaría el tiempo prudencial para ver si habían llamado la atención y se iría sin más. No necesitaba esto ahora, ya tendría tiempo de dramas cuando regresase a zonas donde pudiera sentirse los dedos de los pies.
Última edición por Eywas el Jue Feb 29, 2024 9:20 pm, editado 2 veces
Eywas
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Re: En busca del hielo perdido [+18] [Libre] [Noche] [TEMA CERRADO]
Helena desconocía por qué, pero ella siempre había aguantado muy bien el frío. Aun así, en aquel territorio que se alzaba desde las estepas hasta la mismísima Dundarak de los dragones las temperaturas caían hasta una sensación térmica demasiado fría para la bruja de agua.
La Rhodes, con su maldición, había perdido dos cosas: la capacidad para congelar el agua y el control de sí misma cuando el estrés le rebasaba. Es por ello que se encontraba en las frías tierras norteñas, a modo de aclimatación. Nada mejor para recuperar dicho don que estando en un sitio donde el agua se congela.
Quizás la causa de sus males radicaba concretamente en la ansiedad, por lo que, siguiendo los consejos de un viejo amigo suyo, tendría que controlarla a través de la meditación.
Por otro lado, debía seguir con su principal objetivo erudito; dominar la escuela tensai del agua por su cuenta; profesando la apostatía. Tenía que encontrar un tal "Espejo de Sapius", pagar un precio por él. También se le mencionó que un lobo vestido de pastor le indicaría el camino... o quizás no. Un acertijo lleno de metáforas y dobles sentidos donde nada es lo que parece. Llevaba varios días dándole vueltas, desde que partió de Roilkat, y no había llegado a ninguna conclusión. Así que solo le quedaba meditar y aprender a relajarse de cara al gran Lago del Oeste.
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Una buena forma de mantenerse concentrada en el momento presente era la de invocar una burbuja perfectamente redondeada que contuviera a su vez una masa de agua en calma, a modo de minúsculo mar. Si lograba mantener tanto la burbuja como el pequeño mar en calma, es que estaba haciendo un buen trabajo. Todo eso lo hacía con los ojos cerrados mientras mantenía una respiración relajada.
De buenas a primeras, notó una perturbación en el ambiente. Una acumulación de éter antinatural, lo cual significaba que algún ser portador de éter estaba cerca.
Abrió los ojos y la burbuja estalló, y todo el mar que había dentro cayó al suelo, mojando la porción de orilla del lago en la que se encontraba Helena. Se puso en pie girando un poco su eje hacia un lado, desde el cual provenía la perturbación. Fue entonces cuando vio dos figuras a una distancia de poco más de cincuenta metros. Se acercaban a ella, y una primera impresión de los desconocidos que se llevó es que no eran congéneres suyos, ya que estaban bastante lejos de cualquier asentamiento brujo.
Helena tensó su postura, y cuando se acercaron apenas a más de diez metros, ambos se detuvieron y observaron a la bruja rubia. Eran un hombre y una mujer con ropajes oscuros, pálidos y ambos con el pelo negro. Cantaban desde lejos su origen vampírico, y el éter que los envolvía estaba muy concentrado, por lo que deducía que eran más poderosos que la media común de los de su raza.
-Sigamos.-Dijo el hombre a su compañera mientras no le quitaba la mirada de encima a Helena.
La mujer asintió y ambos continuaron su camino con la intención de sortear a la bruja, pero antes de rebasarla, el hombre volvió a hablar.
-¿No habrás visto por aquí a tres humanos?
La Rhodes giró su eje para mirar a la pareja y se llevó una sola mano para descansarla sobre su cintura.
-No.-Respondió Helena a la vez que negaba con la cabeza.
El vampiro hizo un mohín con su boca y asintió. Acto seguido, siguió su camino mientras la Rhodes observaba a la extraña pareja perderse más allá del lago.
Helena Rhodes
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Re: En busca del hielo perdido [+18] [Libre] [Noche] [TEMA CERRADO]
58 días desde el Oblivion
Aunque el invierno había llegado a su fin unos días antes, el frío invernal tardaría aún semanas en dejar la zona norteña.
Golosina avanzaba en dirección a Dundarak, aunque no recordaba la razón por la que lo hacía. Estaba segura de que al llegar allí, recordaría la causa de su misión. Si no, en ciudades grandes, siempre había pobres almas a las que ayudar.
Caminaba abriéndose paso sobre la nieve, con la cabeza ladeada a la izquierda, contemplando el entorno con atención. Mientras lo hacía, comprobaba que todos sus sistemas interiores estuvieran preparados y en perfecto estado y cuándo comprobó que era así, sonrió haciendo que su boca adoptara la forma de una excéntrica mueca.
Mientras caminaba veloz, dirección al este, distinguió una oscura mancha negra en el horizonte que captó toda su atención. Mientras se acercaba, la silueta de ésta crecía y cuándo la biocibernética se percató de que se trataba de una persona herida, corrió velozmente hacia ella con intención de socorrer.
Cuándo llegó al punto indicado, encontró a un joven chico de bellas facciones. Vestía de ropajes oscuros, aunque su prenda superior estaba claramente ensagrentada. La nieve a su alrededor se había vuelto rojiza, por lo que estaba claramente herido.
[ALERTA: HERIDA MODERADA]
―¡Joven! ¿Se encuentra bien? ¿Puede oírme?
Le bastó unos segundos, con evidente falta de respuesta por parte del chico, para descubrir que estaba inconsciente.
La biocibernética procedió a analizar su equipaje. Tenía algunas cosas, pero no recordaba cuándo las había conseguido ni para qué servían. Por lo que no sabía si eran beneficiosas o perjudiciales para el joven.
Frustrada, la única solución era buscar un poblado cercano: cargar con el cuerpo del chico herido hasta él y esperar que algún curandero lograse sanar la herida del chico.
[ACTIVANDO SISTEMA DE UBICACIÓN]
[BUSCANDO NÚCLEOS DE POBLACIÓN]
[BUSCANDO NÚCLEOS DE POBLACIÓN]
Tras unos segundos de análisis, sus sistemas le alertaron de que existía un poblado a unos 4 kilómetros de su posición, rumbo noreste. Efferkög.
―Te llevaré hasta Efferkög, amigo.
Mientras cargaba el peso del chico sobre sus fuertes brazos, divisó que alrededor del joven no había huellas. Al contemplar de nuevo su herida vio un trozo de flecha incrustado en su cuerpo.
―¡Vaya! Ibas volando…
Emprendió la marcha a paso ligero, mientras sus mecanismos internos se ponían de nuevo en marcha.
[ACTIVANDO RADAR]
Unos segundos más tarde, se percató de que su radar detectaba a varias personas al sur de su posición, el más cercano exactamente a 78,47 metros. [1]
A medida que pasaban los segundos, la distancia parecía ir reduciéndose.
___________________________________________
[1] Uso de la habilidad Radar (2 usos): Activo un radar que, por unos pocos segundos, me permite saber la ubicación exacta de cualquier objeto o criatura que emita calor en un radio de 100 metros. Primer Uso.
Golosina
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Re: En busca del hielo perdido [+18] [Libre] [Noche] [TEMA CERRADO]
Ya solo me quedaba coger una de las plantas que me había encargado Oromë, y aunque se nos había resistido, Teufel me había asegurado que podríamos encontrarla por esta zona, en las orillas del lago. Y aunque me estaba costando más de lo que esperaba localizarlas al final estaba consiguiendo suficientes ejemplares para la dragona. Tras la recolección tiré una piedra al lago para ver si atraía la atención de la nutria para irnos. No la vi llegar hasta que emergió del agua a mi lado y me agarró para arrastrarme al lago.
- ¿Eso era necesario?- Comenté a mi compañera mientras me salía del lago y me escurría la ropa.
- Has tardado demasiado poco, no me has dejado disfrutar del lago como merecía.
- ¿Y no era más fácil decirme que nos quedásemos más tiempo?
- En mi tierra no hacemos eso. Pero hubieras dicho que no. No sé que te pasa con esta zona pero no te quedas quieto. ¿No deberías estar tranquilo en territorio de los tuyos?
- No sé si sentirme insultado de que digas que son los míos. Además, ahora es territorio humano, te recuerdo que lo conquistaron después de que esos ineptos tratasen de conquistar todo el continente y saliera mal.
- Espera, ¿hueles eso?- Me interrumpió Teufel girándose hacia el bosque.
Olfateé el aire y me pareció notar el olor de la sangre recién derramada.
- Ahora que lo dices lo noto, si. ¿Crees que deberíamos echar un ojo?
- Mejor sorprenderles nosotros que al revés.-
Nos acercamos intentando pasar desapercibidos, hasta que encontramos el lugar del que provenía ese aroma, resultaron un humano con un hacha y un segundo humano muerto en un pequeño claro. Le hice señales a Teufel para que les rodeara, quien se puso a cuatro patas y se metió entre los arbustos dando saltitos, y entonces me coloqué el escudo en el brazo izquierdo y me adentré en el claro.
- ¿No te han dicho ya que es mala idea derramar sangre en estas tierras?- Le comenté mientras le sonreía enseñando los colmillos. El gesto no era voluntario, pero el olor del cuerpo despertaba en mi cosas que no me hacían demasiada ilusión, aunque al menos ya iba bien alimentado después de haberme bebido un corzo la noche anterior.
- No me dais miedo. Y me vienes muy bien, mataste a mi amigo y yo llegué tarde para salvarle pero al menos pude vengarle.
Le miré con escepticismo mientras me descolgaba la lanza de la espalda, pero cuando cargó hacia mi gritando ya desistí de intentar razonar con alguien tan corto de entendederas y me incliné por matarlo rápido antes de que atrajera a toda criatura viviente de la zona con sus berridos.
- Deberías considerar un favor lo que te voy a hacer, te iría mucho peor si te encuentran otros. Aunque podrías decirme de donde vienes, igual puedo ganarme una recompensa por encontrar al asesino del canijo.- Le fui respondiendo mientras esquivaba sus golpes o los iba desviando con el escudo, esperando que se cansara un poco para poder empañarlo.
- ¿Eso era necesario?- Comenté a mi compañera mientras me salía del lago y me escurría la ropa.
- Has tardado demasiado poco, no me has dejado disfrutar del lago como merecía.
- ¿Y no era más fácil decirme que nos quedásemos más tiempo?
- En mi tierra no hacemos eso. Pero hubieras dicho que no. No sé que te pasa con esta zona pero no te quedas quieto. ¿No deberías estar tranquilo en territorio de los tuyos?
- No sé si sentirme insultado de que digas que son los míos. Además, ahora es territorio humano, te recuerdo que lo conquistaron después de que esos ineptos tratasen de conquistar todo el continente y saliera mal.
- Espera, ¿hueles eso?- Me interrumpió Teufel girándose hacia el bosque.
Olfateé el aire y me pareció notar el olor de la sangre recién derramada.
- Ahora que lo dices lo noto, si. ¿Crees que deberíamos echar un ojo?
- Mejor sorprenderles nosotros que al revés.-
Nos acercamos intentando pasar desapercibidos, hasta que encontramos el lugar del que provenía ese aroma, resultaron un humano con un hacha y un segundo humano muerto en un pequeño claro. Le hice señales a Teufel para que les rodeara, quien se puso a cuatro patas y se metió entre los arbustos dando saltitos, y entonces me coloqué el escudo en el brazo izquierdo y me adentré en el claro.
- ¿No te han dicho ya que es mala idea derramar sangre en estas tierras?- Le comenté mientras le sonreía enseñando los colmillos. El gesto no era voluntario, pero el olor del cuerpo despertaba en mi cosas que no me hacían demasiada ilusión, aunque al menos ya iba bien alimentado después de haberme bebido un corzo la noche anterior.
- No me dais miedo. Y me vienes muy bien, mataste a mi amigo y yo llegué tarde para salvarle pero al menos pude vengarle.
Le miré con escepticismo mientras me descolgaba la lanza de la espalda, pero cuando cargó hacia mi gritando ya desistí de intentar razonar con alguien tan corto de entendederas y me incliné por matarlo rápido antes de que atrajera a toda criatura viviente de la zona con sus berridos.
- Deberías considerar un favor lo que te voy a hacer, te iría mucho peor si te encuentran otros. Aunque podrías decirme de donde vienes, igual puedo ganarme una recompensa por encontrar al asesino del canijo.- Le fui respondiendo mientras esquivaba sus golpes o los iba desviando con el escudo, esperando que se cansara un poco para poder empañarlo.
Corlys Glokta
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Re: En busca del hielo perdido [+18] [Libre] [Noche] [TEMA CERRADO]
Como era de esperar, no tardaron en aparecer seres de la noche que se acercaban por diferentes frentes. Eywas se movió lo suficiente como para no hacer ruido, pero para poder ver a las dos figuras que parecían acercarse a la escena. Sin embargo, algo les llamó la atención y frenaron en seco.
—¿Has oído eso?
La bruja se quedó completamente quieta. ¿La habían oído? No entendía que no se referían a ella hasta que también escuchó un chapoteo lejano. Alargó el cuello, intentando sortear la frondosa arboleda para visualizar el lago desde allí, pero era imposible. Tensó la mandíbula: no quería moverse, pero el espectáculo que iban a formar esos dos vampiros con el humano de la canoa seguro que era digno de admirar.
Finalmente, se mantuvo en su posición. Estimaba demasiado su vida como para ser detectada en ese preciso momento. Una pena no ver el derramamiento de sangre, pero seguro que tendría más ocasiones.
Sin peligro a la vista, se relajó un poco, dejándose caer en la rama donde se encontraba con sumo cuidado y lentitud. Observaba con cautela al humano que seguía vivo mientras limpiaba su hacha con un trapo que llevaba anudado a la cintura. Debían ser o cazadores o taladores, porque carniceros… bueno, era otra posibilidad. Qué importaba si dudaba que su existencia durase demasiado tiempo.
Una curva apareció en sus labios, una media sonrisa irónica. Había acertado: otro vampiro entraba en escena. Decidió que era momento de ver el espectáculo en todo su esplendor, así que se agarró con su diestra a la rama que tenía sobre su cabeza y que la ayudaría a inclinarse un poco para ver mejor.
De pronto, el corazón le dio un vuelco: un rayo de pelo atravesó la escena para ponerse detrás del loco con el hacha. Un híbrido. Mierda. Bajó la mirada para intentar romper lo que estaba naciendo en su interior y maldijo sin pronunciar palabra. Para su desgracia, ese don de conectar con los animales también solía afectarle con esa rara mezcla de raza que convivía en Aerandir. Le frustraba mucho no ser capaz de controlarlo del todo y no poder elegir con qué animales ocurría, pero por naturaleza le nacía el sentir cierta conexión.
Aspiró con fuerza el aroma que el árbol le ofrecía, cerrando los ojos para intentar centrar su atención en el humano o en el vampiro, no en la mujer bestia. Para cuando recuperó más o menos la calma se mantuvo quieta observando el baile que ya habían empezado ambos. Definitivamente, el humano era un inepto por pensar que podría, aunque claro… tras la guerra, todos lo pensaban.
Jamás se le pasó por la cabeza tomar partido, no era su guerra, por mucho que intentasen convencerla de ello por todas partes. A ella los vampiros no le habían hecho nada, no le habían quitado su casa, no habían matado a su familia, eran simples criaturas que poblaban el mundo, sin más.
Por desgracia, se movieron demasiado y salieron de su campo de visión. Estaba tan concentrada en ver lo que ocurría que no se dio cuenta de la cantidad de peso que ponía en la rama hasta que esta se resquebrajó y cayó. Su cuerpo se tambaleó hacia delante, pero consiguió agarrarse al tronco antes de que fuese demasiado tarde y se estampase contra el suelo, pero la rama no tuvo tanta suerte y fue dando tumbos contra sus hermanas hasta dar en el suelo.
—… Mierda…
A pesar de que fue un susurro, era consciente de que acababa de delatar su posición. No quería dar ningún tipo de paso en falso, así que no se movió. Se mantuvo abrazada al tronco, rezando para que no la metieran en ninguno de los frentes que tenían abiertos. Eso le pasaba por cotilla. Pegó con la frente en el tronco y decidió que su mejor opción era simplemente esperar, ya decidiría su táctica cuando viese si realmente habían sido conscientes de su presencia o si, por el contrario, estaban todos tan centrados en sus cosas que la obviaron, lo cual la haría tremendamente feliz.
—¿Has oído eso?
La bruja se quedó completamente quieta. ¿La habían oído? No entendía que no se referían a ella hasta que también escuchó un chapoteo lejano. Alargó el cuello, intentando sortear la frondosa arboleda para visualizar el lago desde allí, pero era imposible. Tensó la mandíbula: no quería moverse, pero el espectáculo que iban a formar esos dos vampiros con el humano de la canoa seguro que era digno de admirar.
Finalmente, se mantuvo en su posición. Estimaba demasiado su vida como para ser detectada en ese preciso momento. Una pena no ver el derramamiento de sangre, pero seguro que tendría más ocasiones.
Sin peligro a la vista, se relajó un poco, dejándose caer en la rama donde se encontraba con sumo cuidado y lentitud. Observaba con cautela al humano que seguía vivo mientras limpiaba su hacha con un trapo que llevaba anudado a la cintura. Debían ser o cazadores o taladores, porque carniceros… bueno, era otra posibilidad. Qué importaba si dudaba que su existencia durase demasiado tiempo.
Una curva apareció en sus labios, una media sonrisa irónica. Había acertado: otro vampiro entraba en escena. Decidió que era momento de ver el espectáculo en todo su esplendor, así que se agarró con su diestra a la rama que tenía sobre su cabeza y que la ayudaría a inclinarse un poco para ver mejor.
De pronto, el corazón le dio un vuelco: un rayo de pelo atravesó la escena para ponerse detrás del loco con el hacha. Un híbrido. Mierda. Bajó la mirada para intentar romper lo que estaba naciendo en su interior y maldijo sin pronunciar palabra. Para su desgracia, ese don de conectar con los animales también solía afectarle con esa rara mezcla de raza que convivía en Aerandir. Le frustraba mucho no ser capaz de controlarlo del todo y no poder elegir con qué animales ocurría, pero por naturaleza le nacía el sentir cierta conexión.
Aspiró con fuerza el aroma que el árbol le ofrecía, cerrando los ojos para intentar centrar su atención en el humano o en el vampiro, no en la mujer bestia. Para cuando recuperó más o menos la calma se mantuvo quieta observando el baile que ya habían empezado ambos. Definitivamente, el humano era un inepto por pensar que podría, aunque claro… tras la guerra, todos lo pensaban.
Jamás se le pasó por la cabeza tomar partido, no era su guerra, por mucho que intentasen convencerla de ello por todas partes. A ella los vampiros no le habían hecho nada, no le habían quitado su casa, no habían matado a su familia, eran simples criaturas que poblaban el mundo, sin más.
Por desgracia, se movieron demasiado y salieron de su campo de visión. Estaba tan concentrada en ver lo que ocurría que no se dio cuenta de la cantidad de peso que ponía en la rama hasta que esta se resquebrajó y cayó. Su cuerpo se tambaleó hacia delante, pero consiguió agarrarse al tronco antes de que fuese demasiado tarde y se estampase contra el suelo, pero la rama no tuvo tanta suerte y fue dando tumbos contra sus hermanas hasta dar en el suelo.
—… Mierda…
A pesar de que fue un susurro, era consciente de que acababa de delatar su posición. No quería dar ningún tipo de paso en falso, así que no se movió. Se mantuvo abrazada al tronco, rezando para que no la metieran en ninguno de los frentes que tenían abiertos. Eso le pasaba por cotilla. Pegó con la frente en el tronco y decidió que su mejor opción era simplemente esperar, ya decidiría su táctica cuando viese si realmente habían sido conscientes de su presencia o si, por el contrario, estaban todos tan centrados en sus cosas que la obviaron, lo cual la haría tremendamente feliz.
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Re: En busca del hielo perdido [+18] [Libre] [Noche] [TEMA CERRADO]
-¿Acaso te has perdido?-La voz de Helena se sentiría escuchada por la bruja a la que se le había caído una rama en la cabeza.
La Rhodes estaba de brazos cruzados, con la mirada fija en la rama en la que aún se situaba su congénere intentando pasar desapercibida.
-¿Bruja?-Preguntó, ya que tan solo un congénere suyo sería tan idiota como para andar espiando causas ajenas sin tener nada que ver ni sacar beneficio alguno, puesto que los dragones eran demasiado independientes y orgullosos para inmiscuirse en nada de eso, y los vampiros eran demasiado buenos en el sigilo, al menos desde su experiencia. Soltó una risilla, divertida.-Probablemente ya nos hayan visto. Baja de ahí.-No lo sabía con certeza, pero le divertía fastidiar el elemento sorpresa de aquella mujer.
Sin esperar a la mujer del árbol, empezó a caminar para salir de aquella maleza y encontrarse con los grupos en conflicto. Había mucha sangre derramada, dos cadáveres, un hombrecillo temblando, una mujer bestia con forma de nutria y otro hombre más imponentes de negros ropajes y cabellera blanquecina casi brillante. No distinguía muy bien si se trataba de un rubio platino o de un blanco sucio.
Sin darle tiempo a pronunciar palabra alguna, los otros dos vampiros con los que se encontró momentos antes de llegar, cuando meditaba frente al lago, hicieron también acto de presencia en el lugar. Cautelosos y territoriales, miraron a todos los presentes.
-Esas eran nuestras presas.-Le indicó al hombre de negros ropajes, probablemente otro vampiro por la forma de vestir y su porte mostrado, eran realmente reconocibles para Helena.
Los vampiros, por lo general, eran territoriales, y en los últimos años con la invasión humana a sus tierras se habían vuelto mucho más. Además, eso les había provocado un sentimiento de resentimiento y de sed de venganza que no solo pagaban con los humanos, sino con cualquiera que osara penetrar en tierras que consideraban suya. Estaban en el límite con el territorio de los dragones, pero aun así reclamaban aquel lugar como suyo, y la prueba estaba en aquellos dos individuos llegados casi al mismo tiempo que la Rhodes.
-A mí no me miréis, yo no tengo nada que ver.-Se defendió de las miradas indiscretas de los dos vampiros recién llegados. Vestían de forma elegante ahora que se había percatado, mucho más que el ser de la noche que se encontraba allí en primer lugar.-Dejad de mirarme así.-Frunció el ceño, algo molesta.
-¡Tú eres tan culpable como ellos de invadir nuestras tierras!-Señaló la vampiresa en especial a los humanos, tanto a los cadáveres como al que aún vivía.
Helena se cruzó de brazos, retadora.
-Solo estoy de paso.-Respondió.-No os conviene hacerme enfadar.-Hizo un mohín con su boca.
-No tiene por qué haber más derramamiento de sangre innecesario si él nos entrega a nuestras presas.-Señaló al vampiro de claros cabellos.
Entonces, durante un instante, todos miraron a dicho hombre esperando para ver qué respondía. Helena, por su parte, aún de brazos cruzados, se hacía a la idea de que un conflicto estallara y tensó todo su cuerpo, lista para actuar.
Helena Rhodes
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Re: En busca del hielo perdido [+18] [Libre] [Noche] [TEMA CERRADO]
Golosina cargaba con el cuerpo del chico, que continuaba inconsciente. De vez en cuando, la biocibernética miraba a su espalda, para comprobar si lograba detectar la presencia de aquellas personas que habían aparecido en su radar unos minutos antes.
De momento, ambos continuaban solos en aquella fría estepa. Efferkög estaba aún a mucha distancia, por lo que decidió acelerar el paso bajo la luz de la luna.
A medida de que avanzaba, sintió cómo el chico comenzaba a moverse sobre su cuerpo, cada vez de forma más alterada, hasta que pareció despertar, reptando cómo una serpiente intentando liberarse.
―Tranquilo, te llevo hacia Efferkög, el pueblo más cercano para que curen tus heridas.
―¡No! ¡Efferkög no! ―dijo, con voz débil.
Golosina paró de inmediato y totalmente rígida, sin mover ni un ápice de su cuerpo, comenzó a analizar la situación.
Un joven herido, personas que le perseguían, el pueblo más cercano parecía hostil, al menos el chico no quería ir allí.
Cuándo le llegaron los resultados del radar, su cuerpo se tensó rápidamente, volviéndose rápidamente a su espalda.
Dos cuerpos estaban a 28 metros de distancia de ella, pero a simple vista, no los localizaba. No había árboles, ni arbustos, ni ningún tipo de obstáculo que le impidiera ver. La luz de la luna se reflejaba demasiado bien sobre la tierra cómo para no poder distinguir a personas a esa distancia. Sin embargo, estaban allí.
El radar también localizó a un grupo numeroso de personas a 82 metros hacia el sur. Con la esperanza de que uno de ellos tuviese conocimientos médicos, productos alquímicos que permitieran salvar la vida del chaval o algún tipo de magia sanadora, cambió su dirección al sur con la esperanza de que alguno de ellos lo encontraran. [1]
Cuándo iba más o menos a mitad de camino, Golosina percibió un extraño sonido tras ella. Fue entonces cuándo al alzar la vista, vio a dos dragones sobrevolando la zona, a muy pocos metros de distancia, que parecían observarla con gran detenimiento.
Su cuerpo se tensó, preparada, para actuar rápidamente si era necesario.
[1] Uso de la habilidad Radar (2 usos): Activo un radar que, por unos pocos segundos, me permite saber la ubicación exacta de cualquier objeto o criatura que emita calor en un radio de 100 metros. Segundo Uso.
De momento, ambos continuaban solos en aquella fría estepa. Efferkög estaba aún a mucha distancia, por lo que decidió acelerar el paso bajo la luz de la luna.
A medida de que avanzaba, sintió cómo el chico comenzaba a moverse sobre su cuerpo, cada vez de forma más alterada, hasta que pareció despertar, reptando cómo una serpiente intentando liberarse.
―Tranquilo, te llevo hacia Efferkög, el pueblo más cercano para que curen tus heridas.
―¡No! ¡Efferkög no! ―dijo, con voz débil.
Golosina paró de inmediato y totalmente rígida, sin mover ni un ápice de su cuerpo, comenzó a analizar la situación.
Un joven herido, personas que le perseguían, el pueblo más cercano parecía hostil, al menos el chico no quería ir allí.
[ACTIVANDO RADAR]
Cuándo le llegaron los resultados del radar, su cuerpo se tensó rápidamente, volviéndose rápidamente a su espalda.
Dos cuerpos estaban a 28 metros de distancia de ella, pero a simple vista, no los localizaba. No había árboles, ni arbustos, ni ningún tipo de obstáculo que le impidiera ver. La luz de la luna se reflejaba demasiado bien sobre la tierra cómo para no poder distinguir a personas a esa distancia. Sin embargo, estaban allí.
El radar también localizó a un grupo numeroso de personas a 82 metros hacia el sur. Con la esperanza de que uno de ellos tuviese conocimientos médicos, productos alquímicos que permitieran salvar la vida del chaval o algún tipo de magia sanadora, cambió su dirección al sur con la esperanza de que alguno de ellos lo encontraran. [1]
Cuándo iba más o menos a mitad de camino, Golosina percibió un extraño sonido tras ella. Fue entonces cuándo al alzar la vista, vio a dos dragones sobrevolando la zona, a muy pocos metros de distancia, que parecían observarla con gran detenimiento.
[PREPARADO SISTEMA DE GASES]
Su cuerpo se tensó, preparada, para actuar rápidamente si era necesario.
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[1] Uso de la habilidad Radar (2 usos): Activo un radar que, por unos pocos segundos, me permite saber la ubicación exacta de cualquier objeto o criatura que emita calor en un radio de 100 metros. Segundo Uso.
Golosina
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Re: En busca del hielo perdido [+18] [Libre] [Noche] [TEMA CERRADO]
El hombre del hacha cargaba contra mi como una bestia, y yo me permitía seguir retrocediendo esperando hasta que se cansara. No era el guerrero más hábil que había visto y los humanos carecían de las habilidades que teníamos otros para ayudarnos en este tipo de situaciones. Cuando noté que sus golpes iban volviéndose más torpes dejé de retroceder y puse el escudo para que su hachazo se desviara hacia un árbol, el arma no llegó a clavarse, pero me permitió suficiente margen como para clavarle la lanza en una pierna. Mi oponente soltó un nuevo grito y atacó de nuevo. El hacha cortó el aire sobre mi cabeza, mientras que yo me agachaba y le hacía un corte en la otra pierna. El hombre volvió a lanzarse contra mi, pero no logró dar dos pasos antes de ceder bajo su propio peso y caer al suelo.
- ¿Qué ha pasado? Los has matado.- Dijo entonces otra voz masculina detrás de mi.
Me giré para ver que ocurría y atisbé a otro hombre intentando sacar su arma, pero antes de que llegase a desenvainar o siquiera pudiéramos decir algo, una bola de pelo salió de los arbustos y lo derribó. Y fue una suerte, porque en ese momento vi de refilón el destello metálico del hacha, teniendo el tiempo justo para saltar hacia atrás y darle un lanzazo en el pecho.
- Mierda, esto no ha salido como quería.- No había pensado cuando le di el golpe definitivo, y ahora me iba a quedar sin forma de cobrar por él.- No estaba muerto hasta que has intervenido tú. Se había cargado al otro tipo, y ahora no tengo forma de demostrarlo. ¿Estás orgulloso de tu gran logro?- Increpé al tercer humano, que seguía derribado y con una mujer nutria sobre él.- En fin, buen trabajo Teufel. ¿Pero qué hacemos ahora con él?
- ¿Y si lo matamos?
- Nah, no merece la pena. Quítale las armas y suéltalo. Si se va, vive, si intenta algo... bueno, una oportunidad ya es suficiente.
Mientras Teufel soltaba al temeroso hombrecillo, una mujer apareció entre los arbustos. Me quedé mirándola con hastío, confiando en que no fuera también amiga de alguno de los muertos. Pero sin que ninguno de los dos dijésemos nada, aparecieron dos vampiros, que no tardaron ni un segundo en mostrar esa petulancia que me hacía comprender porque todo el mundo nos odiaba.
Por el lado bueno, la mujer recién llegada no tenía nada que ver con ninguno de los presentes, y por sorprendente que me resultara, tenía aún menos ganas de lidiar con esta gente que yo. Por el lado malo, esos vampiros y su ego arrollador consideraban esto su territorio y se les veía totalmente dispuestos a enfrentarse a cualquiera que lo invadiera. Su petición de llevarse a los humanos a cambio de dejarnos en paz se podría considerar generosa. el problema estaba en que nada me hacía cometer estupideces más fuerte que ver a ineptos dando órdenes, y mi compañera parecía más interesada en una pelea que en la resolución pacífica.
- No sé. No he visto nada que dijera que esto es vuestro territorio. Pero bueno, igual se me ha pasado. ¿Tu lo has visto, Teufel?
- No, nada.
- Ya ves. Nosotros no hemos visto nada, ella está de paso y no parece que lo viera... tenéis que mejorar estas cosas. Pero bueno, podéis quedaros los muertos, no me aportan nada. Aunque confío en que ninguno espere que se lo vaya a llevar. Y respecto al otro... Siendo realistas no me sirve de nada tampoco y no es que me preocupe demasiado lo que le hagáis.- Me acerqué hacia el humano asustado y le agarré del hombro.- Pero resulta no me gusta hacerle el trabajo a otros a cambio de nada, y menos a unos cretinos. Así que si lo queréis, cazadlo vosotros.- Solté al humano, que salió corriendo inmediatamente, y me quedé mirando a los otros vampiros con una sonrisa de absoluto desprecio.
- ¿Qué ha pasado? Los has matado.- Dijo entonces otra voz masculina detrás de mi.
Me giré para ver que ocurría y atisbé a otro hombre intentando sacar su arma, pero antes de que llegase a desenvainar o siquiera pudiéramos decir algo, una bola de pelo salió de los arbustos y lo derribó. Y fue una suerte, porque en ese momento vi de refilón el destello metálico del hacha, teniendo el tiempo justo para saltar hacia atrás y darle un lanzazo en el pecho.
- Mierda, esto no ha salido como quería.- No había pensado cuando le di el golpe definitivo, y ahora me iba a quedar sin forma de cobrar por él.- No estaba muerto hasta que has intervenido tú. Se había cargado al otro tipo, y ahora no tengo forma de demostrarlo. ¿Estás orgulloso de tu gran logro?- Increpé al tercer humano, que seguía derribado y con una mujer nutria sobre él.- En fin, buen trabajo Teufel. ¿Pero qué hacemos ahora con él?
- ¿Y si lo matamos?
- Nah, no merece la pena. Quítale las armas y suéltalo. Si se va, vive, si intenta algo... bueno, una oportunidad ya es suficiente.
Mientras Teufel soltaba al temeroso hombrecillo, una mujer apareció entre los arbustos. Me quedé mirándola con hastío, confiando en que no fuera también amiga de alguno de los muertos. Pero sin que ninguno de los dos dijésemos nada, aparecieron dos vampiros, que no tardaron ni un segundo en mostrar esa petulancia que me hacía comprender porque todo el mundo nos odiaba.
Por el lado bueno, la mujer recién llegada no tenía nada que ver con ninguno de los presentes, y por sorprendente que me resultara, tenía aún menos ganas de lidiar con esta gente que yo. Por el lado malo, esos vampiros y su ego arrollador consideraban esto su territorio y se les veía totalmente dispuestos a enfrentarse a cualquiera que lo invadiera. Su petición de llevarse a los humanos a cambio de dejarnos en paz se podría considerar generosa. el problema estaba en que nada me hacía cometer estupideces más fuerte que ver a ineptos dando órdenes, y mi compañera parecía más interesada en una pelea que en la resolución pacífica.
- No sé. No he visto nada que dijera que esto es vuestro territorio. Pero bueno, igual se me ha pasado. ¿Tu lo has visto, Teufel?
- No, nada.
- Ya ves. Nosotros no hemos visto nada, ella está de paso y no parece que lo viera... tenéis que mejorar estas cosas. Pero bueno, podéis quedaros los muertos, no me aportan nada. Aunque confío en que ninguno espere que se lo vaya a llevar. Y respecto al otro... Siendo realistas no me sirve de nada tampoco y no es que me preocupe demasiado lo que le hagáis.- Me acerqué hacia el humano asustado y le agarré del hombro.- Pero resulta no me gusta hacerle el trabajo a otros a cambio de nada, y menos a unos cretinos. Así que si lo queréis, cazadlo vosotros.- Solté al humano, que salió corriendo inmediatamente, y me quedé mirando a los otros vampiros con una sonrisa de absoluto desprecio.
Corlys Glokta
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Re: En busca del hielo perdido [+18] [Libre] [Noche] [TEMA CERRADO]
Suspiró al escuchar las palabras de aquella mujer. Le echó un vistazo, tenía pinta de ser como ella, pero nunca podía estar segura del todo. De todas formas, tampoco la veía con intención de ser una amenaza, por lo que se relajó y separó el cuerpo del tronco para volver a sentirse en la rama, con los pies colgando.
—No, sí y… -comentó mientras sopesaba la posible respuesta a su última petición. Sonrió de lado observando cómo la mujer se daba la vuelta para seguir su paseo— creo que me quedaré por aquí igualmente. Pero gracias por el ofrecimiento.
No tenía intención de bajar a menos que fuese necesario. Ella no la había atacado, los vampiros estaban a lo suyo y, al menos por ahora, la mujer nutria no parecía haber sentido la conexión. Mejor, no sabía cómo lidiaría al tener que hacer contacto directo con alguien como ella.
Volvió la vista de nuevo al improvisado campo de batalla, donde contempló que el hombre rubio seguía en su improvisado baile con el tal Pirie, al que, momentáneamente, se unió el que previamente había desaparecido. Podría haber sido una reunión amena de no ser por las armas, los improperios del acompañante de la mujer nutria y toda la sangre. Para Eywas era todo un espectáculo digno de disfrutar.
Apoyó las manos a ambos lados de sus caderas, sobre la rama en la que se encontraba, y observó con detenimiento la escena. Se estaba poniendo interesante la noche. Al parecer, algunos vampiros irrumpieron con la chorrada de sus tierras y de que les pertenecían justo cuando todo se ponía más interesante. La bruja nunca había entendido ese afán por luchar, mucho menos por algo como un pedazo de terreno. Posiblemente porque ella nunca hubiera experimentado en su propia carne el realmente pertenecer a un lugar, pero tampoco era algo que le quitase el sueño.
Miró con atención a la mujer que le había hablado, cómo le contestaba a los vampiros y sonrió ampliamente. Le estaba empezando a caer bien y estaba deseando ver a qué se refería con lo de que no les convenía enfadarla. También le divertía la actitud del rubio. Desde luego, de haber sido aquello un debate, le habría dado la razón: no tenían justificación para intentar apremiarles de esa forma.
—Qué pocos modales… -dijo en voz baja sin poder aguantarse el comentario.
Sintió un pequeño tirón, lo que significaba que había más animales cerca de donde se encontraba. Un Muy Od Raan apareció saltando del árbol más próximo y se apoyó en el hombro de Eywas, rodeándole el cuello con su cola y observando también la lucha de forma atenta. La bruja le dedicó una sonrisa y le rascó bajo la barbilla.
—Me parece que no es buena idea que te acerques mucho. Ahí abajo presiento que se va a formar una masacre en cualquier momento y tienes el pelo demasiado bonito como para que se te manche de sangre.
El animal se dejó rascar y recostó el cuerpo allí mismo, mirando atento todo lo que pasaba. La bruja le imitó y observó que los vampiros que querían gresca no pensaban quedarse de brazos cruzados.
¿Debía acercarse? Pensó durante unos segundos, pero pronto descartó la idea. No conocía a ninguno de los presentes y su misión allí no era tener una pelea por algo insignificante a sus ojos, así que, por el momento, se mantendría al margen. Solo lamentaba no tener alguna bebida caliente como acompañamiento a una noche que se haría larga.
—No, sí y… -comentó mientras sopesaba la posible respuesta a su última petición. Sonrió de lado observando cómo la mujer se daba la vuelta para seguir su paseo— creo que me quedaré por aquí igualmente. Pero gracias por el ofrecimiento.
No tenía intención de bajar a menos que fuese necesario. Ella no la había atacado, los vampiros estaban a lo suyo y, al menos por ahora, la mujer nutria no parecía haber sentido la conexión. Mejor, no sabía cómo lidiaría al tener que hacer contacto directo con alguien como ella.
Volvió la vista de nuevo al improvisado campo de batalla, donde contempló que el hombre rubio seguía en su improvisado baile con el tal Pirie, al que, momentáneamente, se unió el que previamente había desaparecido. Podría haber sido una reunión amena de no ser por las armas, los improperios del acompañante de la mujer nutria y toda la sangre. Para Eywas era todo un espectáculo digno de disfrutar.
Apoyó las manos a ambos lados de sus caderas, sobre la rama en la que se encontraba, y observó con detenimiento la escena. Se estaba poniendo interesante la noche. Al parecer, algunos vampiros irrumpieron con la chorrada de sus tierras y de que les pertenecían justo cuando todo se ponía más interesante. La bruja nunca había entendido ese afán por luchar, mucho menos por algo como un pedazo de terreno. Posiblemente porque ella nunca hubiera experimentado en su propia carne el realmente pertenecer a un lugar, pero tampoco era algo que le quitase el sueño.
Miró con atención a la mujer que le había hablado, cómo le contestaba a los vampiros y sonrió ampliamente. Le estaba empezando a caer bien y estaba deseando ver a qué se refería con lo de que no les convenía enfadarla. También le divertía la actitud del rubio. Desde luego, de haber sido aquello un debate, le habría dado la razón: no tenían justificación para intentar apremiarles de esa forma.
—Qué pocos modales… -dijo en voz baja sin poder aguantarse el comentario.
Sintió un pequeño tirón, lo que significaba que había más animales cerca de donde se encontraba. Un Muy Od Raan apareció saltando del árbol más próximo y se apoyó en el hombro de Eywas, rodeándole el cuello con su cola y observando también la lucha de forma atenta. La bruja le dedicó una sonrisa y le rascó bajo la barbilla.
—Me parece que no es buena idea que te acerques mucho. Ahí abajo presiento que se va a formar una masacre en cualquier momento y tienes el pelo demasiado bonito como para que se te manche de sangre.
El animal se dejó rascar y recostó el cuerpo allí mismo, mirando atento todo lo que pasaba. La bruja le imitó y observó que los vampiros que querían gresca no pensaban quedarse de brazos cruzados.
¿Debía acercarse? Pensó durante unos segundos, pero pronto descartó la idea. No conocía a ninguno de los presentes y su misión allí no era tener una pelea por algo insignificante a sus ojos, así que, por el momento, se mantendría al margen. Solo lamentaba no tener alguna bebida caliente como acompañamiento a una noche que se haría larga.
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Re: En busca del hielo perdido [+18] [Libre] [Noche] [TEMA CERRADO]
Una mirada de desprecio por parte del vampiro hostil se clavó en la de su congénere rubio.
-Gente como tú es la que ha permitido que los humanos se hagan con lo que es nuestro.-Apretó los dientes, sintiendo un profundo odio.
-Nos estás acusando de algo en lo que ni siquiera formamos parte.-Cruzada de brazos y con el ceño fruncido, siguió observando la escena desde una distancia prudencial.-...al menos yo.-Se encogió de hombros.
Helena se llevó otra mirada de desprecio, esta vez por parte de los dos recién llegados hostiles.
Cuando el rubio soltó a la presa que reclamaban sus congéneres, el hombre le hizo una señal con la cabeza a su compañera, que no dudó en salir corriendo tras esta con una velocidad vertiginosa, casi como si se fundiera entre las sombras de la noche, las cuales empezaban a ser cada vez más densas y dejaban poca visibilidad, lo cual era un peligro para aquellos cuyos ojos no estaban adaptados a esa situación.
El vampiro hostil, sin embargo, se acercó hasta los dos cadáveres. Uno lo aupó a un hombro, el otro simplemente lo agarró de la ropa con intención de ir arrastrándolo por el suelo.
-Algún día volveremos a ser respetados.-Dijo en general, con la mirada puesta en el humano que arrastraba.-Y entonces cada brujo y humano que osó levantarse en armas contra nosotros lo pagará caro.-Llevó su mirada hasta Helena para luego acabar posándola en su congénere rubio.
-La política me es indiferente. Suerte con tu guerra.-Dijo a modo de desafío, queriendo quedar por encima del vampiro.
-Nadie es indiferente en una guerra.-Respondió, más sereno de lo que Helena se esperaba.-Al final, todos nos vemos afectados tarde o temprano...
Helena no respondió nada más, pero se quedó mirando con crudeza cómo el ser de la noche se alejaba del lugar e iba en la dirección por donde se había ido su compañera.
Tras eso, miró tanto al vampiro de claros cabellos como a la mujer bestia que le acompañaba sin mostrar ninguna clase de gesto amistoso con las facciones de su rostro.
Se acercó a ellos.
-Últimamente las cosas están bastante tensas con los de tu especie.-Le dijo al vampiro.-¿Puedes decirme por qué? ¿Acaso ya os habéis hartado de tanta invasión humana?-Expulsó aire por la nariz con hastío.-Esto me complicará las cosas. Necesito moverme por el mundo con libertad, y si empieza una guerra no podré hacerlo.
Torció el gesto, claramente la situación era preocupante. Había oído rumores de que los vampiros iban a reaccionar, que estaban reuniendo fuerzas y aliados para ello, pero eso se hablaba desde hacía ya más de dos o tres años, cuando la Guerra de Lunargenta recién acabó. La diferencia con el momento presente era que esos rumores eran cada vez más frecuente, y cada semana que pasaba añadían más información y contexto a la situación.
-En fin, tengo que seguir mi camino.-Miró a su alrededor, percatándose de que estaba realmente oscuro, y en el cielo no se veía ni un atisbo de luz. La noche la había caído por completo.-...aunque debería descansar.
-Gente como tú es la que ha permitido que los humanos se hagan con lo que es nuestro.-Apretó los dientes, sintiendo un profundo odio.
-Nos estás acusando de algo en lo que ni siquiera formamos parte.-Cruzada de brazos y con el ceño fruncido, siguió observando la escena desde una distancia prudencial.-...al menos yo.-Se encogió de hombros.
Helena se llevó otra mirada de desprecio, esta vez por parte de los dos recién llegados hostiles.
Cuando el rubio soltó a la presa que reclamaban sus congéneres, el hombre le hizo una señal con la cabeza a su compañera, que no dudó en salir corriendo tras esta con una velocidad vertiginosa, casi como si se fundiera entre las sombras de la noche, las cuales empezaban a ser cada vez más densas y dejaban poca visibilidad, lo cual era un peligro para aquellos cuyos ojos no estaban adaptados a esa situación.
El vampiro hostil, sin embargo, se acercó hasta los dos cadáveres. Uno lo aupó a un hombro, el otro simplemente lo agarró de la ropa con intención de ir arrastrándolo por el suelo.
-Algún día volveremos a ser respetados.-Dijo en general, con la mirada puesta en el humano que arrastraba.-Y entonces cada brujo y humano que osó levantarse en armas contra nosotros lo pagará caro.-Llevó su mirada hasta Helena para luego acabar posándola en su congénere rubio.
-La política me es indiferente. Suerte con tu guerra.-Dijo a modo de desafío, queriendo quedar por encima del vampiro.
-Nadie es indiferente en una guerra.-Respondió, más sereno de lo que Helena se esperaba.-Al final, todos nos vemos afectados tarde o temprano...
Helena no respondió nada más, pero se quedó mirando con crudeza cómo el ser de la noche se alejaba del lugar e iba en la dirección por donde se había ido su compañera.
Tras eso, miró tanto al vampiro de claros cabellos como a la mujer bestia que le acompañaba sin mostrar ninguna clase de gesto amistoso con las facciones de su rostro.
Se acercó a ellos.
-Últimamente las cosas están bastante tensas con los de tu especie.-Le dijo al vampiro.-¿Puedes decirme por qué? ¿Acaso ya os habéis hartado de tanta invasión humana?-Expulsó aire por la nariz con hastío.-Esto me complicará las cosas. Necesito moverme por el mundo con libertad, y si empieza una guerra no podré hacerlo.
Torció el gesto, claramente la situación era preocupante. Había oído rumores de que los vampiros iban a reaccionar, que estaban reuniendo fuerzas y aliados para ello, pero eso se hablaba desde hacía ya más de dos o tres años, cuando la Guerra de Lunargenta recién acabó. La diferencia con el momento presente era que esos rumores eran cada vez más frecuente, y cada semana que pasaba añadían más información y contexto a la situación.
-En fin, tengo que seguir mi camino.-Miró a su alrededor, percatándose de que estaba realmente oscuro, y en el cielo no se veía ni un atisbo de luz. La noche la había caído por completo.-...aunque debería descansar.
Helena Rhodes
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Re: En busca del hielo perdido [+18] [Libre] [Noche] [TEMA CERRADO]
Golosina avanzaba veloz. Continuaba cargando con el peso del joven dragón herido. Sobre ella, los dos dragones sobrevolaban en círculos. Estos le dejaban clara su presencia, aunque la biocibernética no lograba comprender cuales eran las intenciones de los mismos.
Su proceso de análisis interior quedó interrumpido cuándo un hombre apareció de la oscuridad de la noche corriendo en su dirección.
―¡Ayuda! Ellos quie…
Ninguna palabra salió de su boca, pues una poderosa ráfaga de tierra cayó del cielo, aplastando el cuerpo del hombre con gracia facilidad.
Golosina quedó impactada ante aquel acontecimiento. Ladeó su cabeza a la derecha e intentó procesar lo ocurrido, mientras alzaba su vista hacia el cielo.
Inmediatamente después, una mujer apareció durante unos breves segundos ante ella, aunque luego, desapareció de su vista. ¿Realmente había estado allí o había sido una imagen provocada por el impacto de haber visto a ese hombre morir aplastado ante sus ojos?
El chico herido se movió entre sus brazos, recordándole a la biocibernética la urgencia de intentar buscar ayuda para socorrer al joven.
Aceleró el paso, en la dirección en la que su radar había detectado la presencia de personas. Mientras caminaba, la situación se repetía: los dragones danzaban sobre ella y además, se unía la sensación de que Golosina estaba siendo observada, aunque no lograba ver por quién.
Al llegar al punto indicado, encontró allí a un pequeño grupo de personas, dos mujeres, un hombre y una nutria hermosa, que formaban un grupo a una distancia prudencial.
―¿Pueden ayudarme? ―les gritó― ¿Alguno de vosotros sabe…?
Golosina quedó sin habla, completamente paralizada, cuándo notó el calor del fuego a su alrededor. Un círculo de fuego la rodeó por completo, no permitiendo que aquellas personas se acercaran al joven dragón.
Dragón Amarillento-Dorado: Dragón de Tierra.
Dragón Anaranjado-Cobrizo: Dragón de Fuego.
Mujer Vampiresa: Señora de la Voz con Ofuscación.
Su proceso de análisis interior quedó interrumpido cuándo un hombre apareció de la oscuridad de la noche corriendo en su dirección.
―¡Ayuda! Ellos quie…
Ninguna palabra salió de su boca, pues una poderosa ráfaga de tierra cayó del cielo, aplastando el cuerpo del hombre con gracia facilidad.
Golosina quedó impactada ante aquel acontecimiento. Ladeó su cabeza a la derecha e intentó procesar lo ocurrido, mientras alzaba su vista hacia el cielo.
Inmediatamente después, una mujer apareció durante unos breves segundos ante ella, aunque luego, desapareció de su vista. ¿Realmente había estado allí o había sido una imagen provocada por el impacto de haber visto a ese hombre morir aplastado ante sus ojos?
El chico herido se movió entre sus brazos, recordándole a la biocibernética la urgencia de intentar buscar ayuda para socorrer al joven.
Aceleró el paso, en la dirección en la que su radar había detectado la presencia de personas. Mientras caminaba, la situación se repetía: los dragones danzaban sobre ella y además, se unía la sensación de que Golosina estaba siendo observada, aunque no lograba ver por quién.
Al llegar al punto indicado, encontró allí a un pequeño grupo de personas, dos mujeres, un hombre y una nutria hermosa, que formaban un grupo a una distancia prudencial.
―¿Pueden ayudarme? ―les gritó― ¿Alguno de vosotros sabe…?
Golosina quedó sin habla, completamente paralizada, cuándo notó el calor del fuego a su alrededor. Un círculo de fuego la rodeó por completo, no permitiendo que aquellas personas se acercaran al joven dragón.
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Dragón Amarillento-Dorado: Dragón de Tierra.
Dragón Anaranjado-Cobrizo: Dragón de Fuego.
Mujer Vampiresa: Señora de la Voz con Ofuscación.
Golosina
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Re: En busca del hielo perdido [+18] [Libre] [Noche] [TEMA CERRADO]
El vampiro no parecía contento con mi respuesta y no perdió la oportunidad de culparme de su derrota contra los humanos mientras seguía supurando desprecio, al que la recién llegada respondía con una magnífica indiferencia.
- No sé. Yo diría que fue por vuestra tremenda decisión de intentar conquistar el continente aprovechando una enfermedad creyéndose que podrían mantenerlo una vez pasara. Yo me he limitado a mantenerme al margen y tratar de que no me quemen por compartir maldición con vosotros.- Le respondí manteniendo mi expresión de desprecio y ligera diversión ante la situación.
El vampiro me miró con un aún más evidente desagrado si era posible, pero al menos se dignó a recoger esos cadáveres que tanto le interesaban y mandó a su compañera a buscar al humano que yo había liberado. Tras eso soltó una nueva proclama y comenzó una breve discusión con la otra mujer. Aprovechando que estaban distraídos me giré hacia Teufel, que estaba oteando el horizonte mientras movía las orejas, y la susurré.
- ¿Qué te pasa? ¿No hemos acabado aún?
- Estaba notando algo raro, pero creo que ya está. Mira arriba en el árbol.- Me indicó el árbol en cuestión con un movimiento de cabeza.
Al levantar la mirada vi a una muchacha encaramada en un árbol junto a un animalillo que parecía estar entretenida viendo el espectáculo que teníamos allí montado. Me quedé mirando un momento, pero viendo que el vampiro se iba ya y la otra mujer venía hacia nosotros decidí no hacer nada por el momento.
- A parte de que nunca han sido el pueblo más amable parece que ya se han saturado de estar ocupados. Y por lo que he visto parece que esta vez ya van en serio. Hace poco hubo una fuga de la prisión más importante de los Reinos del Oeste.- Puede ser que yo hubiera estado involucrado en todo ese asunto, pero igual era mejor no mencionar esos detalles mientras no fuese necesario.- Así que si tienes sitios a los que ir recomendaría que lo hagas rápido y te alejes de esta zona.
No tardó en demostrarse que el plan de la mujer de descansar no iba a ser posible, pues de entre los árboles surgió una biocibernética corriendo con un herido en brazos. Pero antes de que pudiera pedirnos ayuda con su herido cayó un chorro de fuego del cielo que los encerró en un círculo de llamas. En cuanto vi el fuego retrocedí para alejarme lo máximo posible.
- Lo siento, pero no sé como ayudarte. Y de todas formas, prefiero mantenerme alejado de cualquier cosa que pueda reducirme a cenizas.- Entonces me pareció un buen momento para intentar desviar la atención hacia otro lado y la nutria me había dado un buen objetivo para hacerlo.- ¿Y tú qué opinas, chica del árbol? ¿Puedes bajar y ayudar a esta pobre gente?
Podía notar la incredulidad de Teufel ante mi estrategia de distracción, pero ya había tenido malas experiencias con fuego recientemente, y prefería que fuese cualquier otro quien tuviera que lidiar con esa parte.
- No sé. Yo diría que fue por vuestra tremenda decisión de intentar conquistar el continente aprovechando una enfermedad creyéndose que podrían mantenerlo una vez pasara. Yo me he limitado a mantenerme al margen y tratar de que no me quemen por compartir maldición con vosotros.- Le respondí manteniendo mi expresión de desprecio y ligera diversión ante la situación.
El vampiro me miró con un aún más evidente desagrado si era posible, pero al menos se dignó a recoger esos cadáveres que tanto le interesaban y mandó a su compañera a buscar al humano que yo había liberado. Tras eso soltó una nueva proclama y comenzó una breve discusión con la otra mujer. Aprovechando que estaban distraídos me giré hacia Teufel, que estaba oteando el horizonte mientras movía las orejas, y la susurré.
- ¿Qué te pasa? ¿No hemos acabado aún?
- Estaba notando algo raro, pero creo que ya está. Mira arriba en el árbol.- Me indicó el árbol en cuestión con un movimiento de cabeza.
Al levantar la mirada vi a una muchacha encaramada en un árbol junto a un animalillo que parecía estar entretenida viendo el espectáculo que teníamos allí montado. Me quedé mirando un momento, pero viendo que el vampiro se iba ya y la otra mujer venía hacia nosotros decidí no hacer nada por el momento.
- A parte de que nunca han sido el pueblo más amable parece que ya se han saturado de estar ocupados. Y por lo que he visto parece que esta vez ya van en serio. Hace poco hubo una fuga de la prisión más importante de los Reinos del Oeste.- Puede ser que yo hubiera estado involucrado en todo ese asunto, pero igual era mejor no mencionar esos detalles mientras no fuese necesario.- Así que si tienes sitios a los que ir recomendaría que lo hagas rápido y te alejes de esta zona.
No tardó en demostrarse que el plan de la mujer de descansar no iba a ser posible, pues de entre los árboles surgió una biocibernética corriendo con un herido en brazos. Pero antes de que pudiera pedirnos ayuda con su herido cayó un chorro de fuego del cielo que los encerró en un círculo de llamas. En cuanto vi el fuego retrocedí para alejarme lo máximo posible.
- Lo siento, pero no sé como ayudarte. Y de todas formas, prefiero mantenerme alejado de cualquier cosa que pueda reducirme a cenizas.- Entonces me pareció un buen momento para intentar desviar la atención hacia otro lado y la nutria me había dado un buen objetivo para hacerlo.- ¿Y tú qué opinas, chica del árbol? ¿Puedes bajar y ayudar a esta pobre gente?
Podía notar la incredulidad de Teufel ante mi estrategia de distracción, pero ya había tenido malas experiencias con fuego recientemente, y prefería que fuese cualquier otro quien tuviera que lidiar con esa parte.
Corlys Glokta
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Re: En busca del hielo perdido [+18] [Libre] [Noche] [TEMA CERRADO]
Al parecer, los vampiros no estaban de acuerdo con nada ni nadie que no opinase como ellos. Estaba claro que el hacer amigos no era precisamente su punto fuerte, algo irónico teniendo en cuenta cómo se alimentaban (o eso pensaba la bruja). De igual manera, todas las expectativas de poder ver un espectáculo de lucha libre se desvanecieron en el momento en que esos seres comenzaron a alejarse. Una auténtica pena.
Las conversaciones sobre política territorial la aburrían soberanamente, así que la bruja había terminado por recostarse contra el tronco mientras interactuaba con más bichitos del bosque que se habían reunido a su alrededor, todos de pequeño tamaño, que también observaban con curiosidad las escenas de alrededor. Todo iba bien hasta que se escuchó un estruendo a lo lejos y todos se pusieron alerta, ella incluida que despegó la espalda del tronco y miró en dirección al ruido.
Entornó los ojos, intentando ver más allá de la arboleda, pero con esa oscuridad no era capaz de distinguir nada a tanta distancia. El único indicio, además del ruido, de que ocurría algo era la actitud inquieta de los animales que se alejaron o escondieron a toda prisa. Eywas sopesó durante unos segundos el bajar, pero hasta no saber qué estaba ocurriendo no se quería arriesgar. Volvió la vista hacia la bruja y el vampiro, que seguían de cháchara, justo para cruzarse de lleno con la de la nutria. Su semblante se ensombreció al instante. Fuese lo que fuese lo que venía, de poco le iba a servir seguir en las alturas.
Toda duda se disipó en el momento en que llegó corriendo aquella mujer con lo que parecía ser un crío en brazos. Justo en el momento en que sus pies tocaron el suelo, dejando atrás la seguridad de las ramas, el fuego comenzó a rodear a la muchacha de oscura tez y Eywas tuvo que ponerse el brazo delante de la cara para aplacar el calor y el fogonazo de luz que por poco le desconfigura las córneas. Fue en ese momento en que escuchó la voz del vampiro, casi como una reclamación.
—¿Tú estabas más cerca primero y soy yo la que debe ayudar? La caballerosidad vampírica brilla por su ausencia.
La ironía era evidente en su voz, pero tampoco esperaba que alguien como él entendiese su tipo de humor. Tampoco le interesaba mucho, así que se centró en ver cómo se podría sortear aquello.
Miró al cielo, observando las sombras de dos dragones que sobrevolaban el lugar con bastantes ganas de desquitarse o con la mujer que acababa de llegar o con el chaval. En cualquiera de los dos casos, a la bruja le parecía bastante ruin que atacasen así cuando el chico estaba claramente moribundo.
Observó entonces a su alrededor, buscando alguna manera de sacarlos de aquel círculo infernal en el que se habían envuelto. Sonrió ante la ironía de que su única idea factible era volver a los árboles. Sacó un trozo de tela raída de la bolsa que llevaba colgada, ajustó bien la misma para que no cayese y miró directamente a la bruja y, después, a la mujer nutria, ignorando por completo al vampiro.
—Si me echáis una mano, igual hasta conseguimos salir sin demasiados rasguños de aquí. Todos —comentó incluyendo a la mujer del niño y al niño en sí.
Se centró entonces en la mujer nutria. No le gustaba hacer eso, pero teniendo en cuenta lo raro de la situación igual hasta era conveniente. Se concentró en los ojos de la bestia, dejando fluir aquel poder que le emanaba de dentro y quitando la barrera que había puesto minutos atrás. Su intención no era controlarla —tampoco hubiera podido, no era tan poderosa aún—, pero sí intentar que sintiese cierta empatía y la ayudase para no terminar muertas [1].
—Creo que lo mejor que podemos hacer es sacarles de ahí, ponerles a salvo y preocuparnos después por los dragones. Dado que no parece que ninguno de vosotros controle el agua, la opción más viable es colgarse de esa rama y subirlos. Si me ayudas, podremos llegar sin quemarnos. ¿Te importaría?
Dicho esto, y esperando que hubiese dado resultado el pequeño “embrujo”, observó a la bruja mientras se ataba el trozo de tela alrededor de la cara para tapar nariz y boca. El humo nunca era bueno, fuese la raza que fuese.
—Vendría bien mantenerles ocupados mientras tanto —dijo en referencia a los dragones—. Dado que has conseguido encontrarme y sentirme antes que yo a ti, puedo intuir que tu poder es grande, al menos más que el mío [2]. ¿Podrías echarme una mano? Puedo intentarlo sola, pero aprecio mi vida y no creo que sea demasiado parón en tu trayecto echar un cable a unas pobres víctimas de lo que quiera que sea que haya pasado. Además, así podrás descansar mucho más a gusto, el cansancio ayuda a dormir mejor.
Eywas no sabía que esa mujer era una bruja, pero sí que poseía poder de alguna manera, así que servir le serviría igual siendo una raza u otra.
Si no la ayudaban, lo intentaría igualmente, pero sabía que sería algo casi imposible. Al parecer su camino sí que se iba a tener que ralentizar un poco después de todo.
————————————————
Uso de talentos:
[1] Antrozoología.
Uso de habilidad:
[2] Habilidad de nivel 0: Deducción
Las conversaciones sobre política territorial la aburrían soberanamente, así que la bruja había terminado por recostarse contra el tronco mientras interactuaba con más bichitos del bosque que se habían reunido a su alrededor, todos de pequeño tamaño, que también observaban con curiosidad las escenas de alrededor. Todo iba bien hasta que se escuchó un estruendo a lo lejos y todos se pusieron alerta, ella incluida que despegó la espalda del tronco y miró en dirección al ruido.
Entornó los ojos, intentando ver más allá de la arboleda, pero con esa oscuridad no era capaz de distinguir nada a tanta distancia. El único indicio, además del ruido, de que ocurría algo era la actitud inquieta de los animales que se alejaron o escondieron a toda prisa. Eywas sopesó durante unos segundos el bajar, pero hasta no saber qué estaba ocurriendo no se quería arriesgar. Volvió la vista hacia la bruja y el vampiro, que seguían de cháchara, justo para cruzarse de lleno con la de la nutria. Su semblante se ensombreció al instante. Fuese lo que fuese lo que venía, de poco le iba a servir seguir en las alturas.
Toda duda se disipó en el momento en que llegó corriendo aquella mujer con lo que parecía ser un crío en brazos. Justo en el momento en que sus pies tocaron el suelo, dejando atrás la seguridad de las ramas, el fuego comenzó a rodear a la muchacha de oscura tez y Eywas tuvo que ponerse el brazo delante de la cara para aplacar el calor y el fogonazo de luz que por poco le desconfigura las córneas. Fue en ese momento en que escuchó la voz del vampiro, casi como una reclamación.
—¿Tú estabas más cerca primero y soy yo la que debe ayudar? La caballerosidad vampírica brilla por su ausencia.
La ironía era evidente en su voz, pero tampoco esperaba que alguien como él entendiese su tipo de humor. Tampoco le interesaba mucho, así que se centró en ver cómo se podría sortear aquello.
Miró al cielo, observando las sombras de dos dragones que sobrevolaban el lugar con bastantes ganas de desquitarse o con la mujer que acababa de llegar o con el chaval. En cualquiera de los dos casos, a la bruja le parecía bastante ruin que atacasen así cuando el chico estaba claramente moribundo.
Observó entonces a su alrededor, buscando alguna manera de sacarlos de aquel círculo infernal en el que se habían envuelto. Sonrió ante la ironía de que su única idea factible era volver a los árboles. Sacó un trozo de tela raída de la bolsa que llevaba colgada, ajustó bien la misma para que no cayese y miró directamente a la bruja y, después, a la mujer nutria, ignorando por completo al vampiro.
—Si me echáis una mano, igual hasta conseguimos salir sin demasiados rasguños de aquí. Todos —comentó incluyendo a la mujer del niño y al niño en sí.
Se centró entonces en la mujer nutria. No le gustaba hacer eso, pero teniendo en cuenta lo raro de la situación igual hasta era conveniente. Se concentró en los ojos de la bestia, dejando fluir aquel poder que le emanaba de dentro y quitando la barrera que había puesto minutos atrás. Su intención no era controlarla —tampoco hubiera podido, no era tan poderosa aún—, pero sí intentar que sintiese cierta empatía y la ayudase para no terminar muertas [1].
—Creo que lo mejor que podemos hacer es sacarles de ahí, ponerles a salvo y preocuparnos después por los dragones. Dado que no parece que ninguno de vosotros controle el agua, la opción más viable es colgarse de esa rama y subirlos. Si me ayudas, podremos llegar sin quemarnos. ¿Te importaría?
Dicho esto, y esperando que hubiese dado resultado el pequeño “embrujo”, observó a la bruja mientras se ataba el trozo de tela alrededor de la cara para tapar nariz y boca. El humo nunca era bueno, fuese la raza que fuese.
—Vendría bien mantenerles ocupados mientras tanto —dijo en referencia a los dragones—. Dado que has conseguido encontrarme y sentirme antes que yo a ti, puedo intuir que tu poder es grande, al menos más que el mío [2]. ¿Podrías echarme una mano? Puedo intentarlo sola, pero aprecio mi vida y no creo que sea demasiado parón en tu trayecto echar un cable a unas pobres víctimas de lo que quiera que sea que haya pasado. Además, así podrás descansar mucho más a gusto, el cansancio ayuda a dormir mejor.
Eywas no sabía que esa mujer era una bruja, pero sí que poseía poder de alguna manera, así que servir le serviría igual siendo una raza u otra.
Si no la ayudaban, lo intentaría igualmente, pero sabía que sería algo casi imposible. Al parecer su camino sí que se iba a tener que ralentizar un poco después de todo.
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Uso de talentos:
[1] Antrozoología.
Uso de habilidad:
[2] Habilidad de nivel 0: Deducción
Eywas
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Re: En busca del hielo perdido [+18] [Libre] [Noche] [TEMA CERRADO]
Helena levantó una mano a media altura con la palma extendida, indicando un "alto" en toda la palabrería que estaba soltando la mujer de cabellos castaños. Acto seguido, cerró los ojos y suspiró para volver a abrirlos y encontrar su mirada con la de la castaña.
-Hablas demasiado y piensas poco.
¿De verdad había dicho eso? Sin lugar a dudas, eso era lo que más le decían en Hekshold. Quizás con otros matices, y quizás también ella no se mostrase tan benevolente como la castaña, pero sí que se podría aplicar casi la misma analogía.
De nuevo, le indicó que esperase y se encaró al círculo de fuego en el que estaban atrapados los dos individuos recién llegados. No sabía qué, por qué ni cómo, pero por alguna razón aquellos dragones danzaban como cuervos esperando a que cayera su presa. Una presa que habían atrapado en el fuego.
Plantó bien sus pies sobre la tierra, y no despegó su vista del fuego hasta que, tras inspirar aire y oxigenar todo su cuerpo, cerró los ojos y empezó a arremolinar el éter a su alrededor para que fluyera por todo su cuerpo. El propósito era sencillo: alzar aguas tan frías e imponentes que evaporaran el círculo ígneo [1].
Y así sucedió; estiró las palmas de sus manos a cuarenta y cinco grados de su cuerpo y, como si hicieran un gran esfuerzo con un peso descomunal, las alzó para con ello levantar de la misma tierra un anillo que absorbió todo el terreno le fuego y lo evaporó. Acto seguido, y de un rápido gesto, Helena bajó los brazos y la masa acuática volvió a adentrarse en la tierra como si jamás hubiera estado ahí, liberando así a los dos individuos que habían quedado prisioneros.
Helena, después de aquello, levantó la mirada hacia el cielo para ver qué hacían a continuación los dos dragones, preparándose para la peor y no bajando la guardia.
-Hablas demasiado y piensas poco.
¿De verdad había dicho eso? Sin lugar a dudas, eso era lo que más le decían en Hekshold. Quizás con otros matices, y quizás también ella no se mostrase tan benevolente como la castaña, pero sí que se podría aplicar casi la misma analogía.
De nuevo, le indicó que esperase y se encaró al círculo de fuego en el que estaban atrapados los dos individuos recién llegados. No sabía qué, por qué ni cómo, pero por alguna razón aquellos dragones danzaban como cuervos esperando a que cayera su presa. Una presa que habían atrapado en el fuego.
Plantó bien sus pies sobre la tierra, y no despegó su vista del fuego hasta que, tras inspirar aire y oxigenar todo su cuerpo, cerró los ojos y empezó a arremolinar el éter a su alrededor para que fluyera por todo su cuerpo. El propósito era sencillo: alzar aguas tan frías e imponentes que evaporaran el círculo ígneo [1].
Y así sucedió; estiró las palmas de sus manos a cuarenta y cinco grados de su cuerpo y, como si hicieran un gran esfuerzo con un peso descomunal, las alzó para con ello levantar de la misma tierra un anillo que absorbió todo el terreno le fuego y lo evaporó. Acto seguido, y de un rápido gesto, Helena bajó los brazos y la masa acuática volvió a adentrarse en la tierra como si jamás hubiera estado ahí, liberando así a los dos individuos que habían quedado prisioneros.
Helena, después de aquello, levantó la mirada hacia el cielo para ver qué hacían a continuación los dos dragones, preparándose para la peor y no bajando la guardia.
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Off:
-Habilidad usada [1] --> Alzar las aguas: Helena es capaz de elevar una gran cantidad de masa de agua para crear un muro de agua que bloquea o desvía ataques enemigos durante un turno.
Helena Rhodes
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Re: En busca del hielo perdido [+18] [Libre] [Noche] [TEMA CERRADO]
Golosina observaba con atención cómo aquel pintoresco grupo de extraños afrontaba esa situación. A su alrededor, el círculo de fuego provocaba un calor intenso y la biocibernética se lamentó entonces de no poder parpadear.
Para proteger su vista, y además sus cuerpos, echó al chico en el suelo y lo cubrió, echándose sobre él.
Tras un minuto de indecisión, un alto muro de agua brotó del suelo, elevándose con fuerza y altura, haciendo que el fuego a su alrededor hubiera parecido un espejismo momentáneo, si no fuera porque los dos dragones continuaban allí.
―¿Alguien conoce alguna técnica de primeros auxilios? Este joven mozo, de largas pestañas, está herido y necesita ayuda… no sé si podrá resistir mucho más…
La sangre del chico continuaba brotando por la herida y sus labios, ligeramente enrojecidos, que tenía alguna herida importante que provocaba que mezclara sangre y saliva en su boca.
Acercándose al grupo, portando al joven entre sus fuertes brazos biocibernéticos, Golosina depositó al joven en el centro del grupo.
―¿Alguna pócima? ¿Algo que al menos le haga calmar el dolor? Cualquier…
En ese momento, el dragón amarillento bajó hasta el suelo y colocándose a unos metros de distancia, se transformó velozmente hasta su forma humana. Era una mujer de unos cincuenta años, de pelo cobrizo y ojos oscuros de maldad. Contemplaba al grupo, con una pícara sonrisa en los labios.
―Devolvednos a nuestra presa y mi compañera no os quemará vivos a todos. Traigan al chico y nada os sucederá. Él es un prófugo de la justicia, un condenado en las minas del cadalso. Vivirá eternamente para trabajar… o morirá esta noche… ahora, junto a vosotros…
Golosina intentó analizar la situación. Si defendía al joven, podría poner en riesgo al resto de aquel grupo de inocentes. Si lo entregaba, al chico le esperaba sin duda una muerte segura. Si intentaba atacar a esa mujer, la mujer dragón de fuego que los observaba desde las alturas, podría quemarles a todos. ¿Cómo podrían salir de esa complicada situación?
―Si vuestro deseo es que el joven trabaje, deberíais dejar que curemos sus heridas. Así, garantizaremos que se encuentre en las mejores condiciones para trabajar…
Golosina intentaba ganar algo de tiempo, mientras sus sistemas internos continuaban analizando aquel problema.
#cc9933: Mujer dragón de tierra.
Para proteger su vista, y además sus cuerpos, echó al chico en el suelo y lo cubrió, echándose sobre él.
Tras un minuto de indecisión, un alto muro de agua brotó del suelo, elevándose con fuerza y altura, haciendo que el fuego a su alrededor hubiera parecido un espejismo momentáneo, si no fuera porque los dos dragones continuaban allí.
―¿Alguien conoce alguna técnica de primeros auxilios? Este joven mozo, de largas pestañas, está herido y necesita ayuda… no sé si podrá resistir mucho más…
La sangre del chico continuaba brotando por la herida y sus labios, ligeramente enrojecidos, que tenía alguna herida importante que provocaba que mezclara sangre y saliva en su boca.
Acercándose al grupo, portando al joven entre sus fuertes brazos biocibernéticos, Golosina depositó al joven en el centro del grupo.
―¿Alguna pócima? ¿Algo que al menos le haga calmar el dolor? Cualquier…
En ese momento, el dragón amarillento bajó hasta el suelo y colocándose a unos metros de distancia, se transformó velozmente hasta su forma humana. Era una mujer de unos cincuenta años, de pelo cobrizo y ojos oscuros de maldad. Contemplaba al grupo, con una pícara sonrisa en los labios.
―Devolvednos a nuestra presa y mi compañera no os quemará vivos a todos. Traigan al chico y nada os sucederá. Él es un prófugo de la justicia, un condenado en las minas del cadalso. Vivirá eternamente para trabajar… o morirá esta noche… ahora, junto a vosotros…
Golosina intentó analizar la situación. Si defendía al joven, podría poner en riesgo al resto de aquel grupo de inocentes. Si lo entregaba, al chico le esperaba sin duda una muerte segura. Si intentaba atacar a esa mujer, la mujer dragón de fuego que los observaba desde las alturas, podría quemarles a todos. ¿Cómo podrían salir de esa complicada situación?
―Si vuestro deseo es que el joven trabaje, deberíais dejar que curemos sus heridas. Así, garantizaremos que se encuentre en las mejores condiciones para trabajar…
Golosina intentaba ganar algo de tiempo, mientras sus sistemas internos continuaban analizando aquel problema.
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#cc9933: Mujer dragón de tierra.
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Re: En busca del hielo perdido [+18] [Libre] [Noche] [TEMA CERRADO]
La muchacha del árbol bajó y lo primero que hizo fue quejarse de mi escasa colaboración, que no iba a decir que la faltara razón, pero tampoco es que me importase demasiado lo que pudiese pensar de mi.
- Podría decir que la caballerosidad vampírica acaba donde empieza el fuego. Aunque en mi caso es más bien que nunca he tenido de eso.- La respondí encogiéndome de hombros.
Tras eso hubo un momento raro en el que se quedó mirando fijamente a Teufel para pedirla ayuda para sacar a la mujer extraña y el herido del círculo de fuego. No esperaba que la nutria fuese a mostrar demasiada compasión, pero de alguna forma consiguió convencerla porque se acercó hasta ella.
- Bien, dime el plan.
Pero no hizo falta ningún plan porque la rubia demostró ser una bruja de agua y apagó los fuegos sin demasiada dificultad. Lo que parecía más problemático era poder sanar al chico, y por lo que a mi respectaba, iban a conseguir poca ayuda.
- A mi no me mires, lo único que podría hacer para ayudarle sería convertirle, y no creo que nadie quiera eso.
Pero por si no tuviésemos suficiente con todo eso, uno de los dragones bajó al suelo y se transformó en una señora que nos volvió a hacer una oferta similar a los vampiros cretinos de antes. Darle a su presa o morir todos. No tenía demasiadas ganas de meterme en problemas con bastardos capaces de escupir fuego, pero tampoco tenía demasiada tolerancia a este tipo de gente, y contar con una bruja de agua en nuestro equipo era lo poco que necesitaba para inclinar la balanza hacia el lado de la violencia.
- ¿Hay alguna razón por la que no entren más que capullos?
Aprovechando que la chica rara estaba hablando con la dragona me giré hacia la bruja para hablarla sin que pudieran oirme los recién llegados.
- Esta gente no me aporta ninguna confianza y tú pareces la persona con más criterio de los presentes.- «Lo que tiene preocupantemente poco mérito, pero ese es otro asunto.»- Así que bueno, dejo a tu buen juicio que hacer, siempre que te queden más trucos como para poder gestionarte al de arriba hay opciones.- De haber tenido más tiempo me hubiera gustado poder alargarme un poco más, pero el discurso de la muchacha extraña se estaba terminando.- En fin, si quieres optar por esa opción solo haz alguna señal.
E intentando disimular lo que acababa de decir, me uní al argumento de la chica extraña a favor de que dejasen tratar a ese chico, aunque más que porque me importara nada lo que le sucediera al chico era porque de alguna forma habíamos acabado totalmente metidos en un problema que no nos competía en absoluto y solo quería ganar tiempo para que el resto hiciera lo que estuvieran intentando.
- No la falta razón, si queréis llevároslo a trabajar deberíais dejar que lo curase. Si no queréis hacer eso es mejor que lo matéis ya y os ahorráis tener que llevar un peso muerto de vuelta, literalmente.- Mientras hablaba iba intentando utilizar el encanto vampírico[1], que aunque no se me diera demasiado bien por el poco uso que le daba, esperaba que al menos sirviera para que la mujer se centrara en mi.- Pero estaría bien que si vais a llevar la justicia no fueseis amenazando a todo lo que os encontréis solamente por haberse cruzado con vuestro objetivo, suele ser poco productivo a la hora de ganarse amistades.- «Alguna noche aprenderás a callarte en vez de seguir irritando al personal, pero supongo que este no va a ser esa noche.»- Simplemente lo digo como consejo, en su época estuve en la guardia y eso nunca sale bien. Bueno, no tenéis más que ver lo bien que está funcionando la represión a los vampiros aquí al lado. Pero haced lo que queráis.
Cada palabra que decía estaba más convencido de que aumentaba las ganas de atacarme de esa mujer, pero enfadarla podía tener la ventaja de que no se fijara en que yo estaba también esperando a ver que decidía la bruja para canalizar mi sangre y arrojar mi lanza contra su pecho.
- Podría decir que la caballerosidad vampírica acaba donde empieza el fuego. Aunque en mi caso es más bien que nunca he tenido de eso.- La respondí encogiéndome de hombros.
Tras eso hubo un momento raro en el que se quedó mirando fijamente a Teufel para pedirla ayuda para sacar a la mujer extraña y el herido del círculo de fuego. No esperaba que la nutria fuese a mostrar demasiada compasión, pero de alguna forma consiguió convencerla porque se acercó hasta ella.
- Bien, dime el plan.
Pero no hizo falta ningún plan porque la rubia demostró ser una bruja de agua y apagó los fuegos sin demasiada dificultad. Lo que parecía más problemático era poder sanar al chico, y por lo que a mi respectaba, iban a conseguir poca ayuda.
- A mi no me mires, lo único que podría hacer para ayudarle sería convertirle, y no creo que nadie quiera eso.
Pero por si no tuviésemos suficiente con todo eso, uno de los dragones bajó al suelo y se transformó en una señora que nos volvió a hacer una oferta similar a los vampiros cretinos de antes. Darle a su presa o morir todos. No tenía demasiadas ganas de meterme en problemas con bastardos capaces de escupir fuego, pero tampoco tenía demasiada tolerancia a este tipo de gente, y contar con una bruja de agua en nuestro equipo era lo poco que necesitaba para inclinar la balanza hacia el lado de la violencia.
- ¿Hay alguna razón por la que no entren más que capullos?
Aprovechando que la chica rara estaba hablando con la dragona me giré hacia la bruja para hablarla sin que pudieran oirme los recién llegados.
- Esta gente no me aporta ninguna confianza y tú pareces la persona con más criterio de los presentes.- «Lo que tiene preocupantemente poco mérito, pero ese es otro asunto.»- Así que bueno, dejo a tu buen juicio que hacer, siempre que te queden más trucos como para poder gestionarte al de arriba hay opciones.- De haber tenido más tiempo me hubiera gustado poder alargarme un poco más, pero el discurso de la muchacha extraña se estaba terminando.- En fin, si quieres optar por esa opción solo haz alguna señal.
E intentando disimular lo que acababa de decir, me uní al argumento de la chica extraña a favor de que dejasen tratar a ese chico, aunque más que porque me importara nada lo que le sucediera al chico era porque de alguna forma habíamos acabado totalmente metidos en un problema que no nos competía en absoluto y solo quería ganar tiempo para que el resto hiciera lo que estuvieran intentando.
- No la falta razón, si queréis llevároslo a trabajar deberíais dejar que lo curase. Si no queréis hacer eso es mejor que lo matéis ya y os ahorráis tener que llevar un peso muerto de vuelta, literalmente.- Mientras hablaba iba intentando utilizar el encanto vampírico[1], que aunque no se me diera demasiado bien por el poco uso que le daba, esperaba que al menos sirviera para que la mujer se centrara en mi.- Pero estaría bien que si vais a llevar la justicia no fueseis amenazando a todo lo que os encontréis solamente por haberse cruzado con vuestro objetivo, suele ser poco productivo a la hora de ganarse amistades.- «Alguna noche aprenderás a callarte en vez de seguir irritando al personal, pero supongo que este no va a ser esa noche.»- Simplemente lo digo como consejo, en su época estuve en la guardia y eso nunca sale bien. Bueno, no tenéis más que ver lo bien que está funcionando la represión a los vampiros aquí al lado. Pero haced lo que queráis.
Cada palabra que decía estaba más convencido de que aumentaba las ganas de atacarme de esa mujer, pero enfadarla podía tener la ventaja de que no se fijara en que yo estaba también esperando a ver que decidía la bruja para canalizar mi sangre y arrojar mi lanza contra su pecho.
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[1] Presencia Vampírica: [Mágica] Puedo alterar la percepción de los demás sobre mí, haciéndoles verme más aterrador o atractivo, sin que sepan por qué.
Corlys Glokta
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Re: En busca del hielo perdido [+18] [Libre] [Noche] [TEMA CERRADO]
Eywas era una persona bastante independiente. Empezó a serlo en cuanto se percató de que las personas rara vez miran más allá de su propio ombligo, y no era que eso le preocupase en lo más absoluto, simplemente tenía otro tipo de preferencias. Era mucho más sencillo no tener que dar explicaciones de ningún tipo y mucho menos tener que pasar por el engorro de pedir ayuda, como acababa de pasar, porque podían darse situaciones poco deseadas.
Observaba cómo la mujer nutria se acercaba a ella y le sonrió. A pesar del pañuelo que se había puesto su expresión era igual de visible que si no lo llevase: cada vez que sonreía, los cachetes se le subían y sus ojos se tapaban ligeramente. Estaba casi lista para explicarle su idea cuando la otra bruja la interrumpió para, a mirada de Eywas, alardear de sus propios poderes.
Ante tal acción no pudo más que respirar hondo, volver a quitarse el paño de la cara y sonreír de lado mientras lo guardaba.
«O quizás es que no soy tan arrogante como para esperar a que casi maten a dos personas para demostrar mis grandiosos poderes» fue lo que estuvo a punto de decir, pero luego se percató de que no merecía siquiera la pena. Ya era suficiente con estar envuelta en algo que no le hacía la más mínima gracia como para también ponerse a discutir con alguien a quien ni conocía, ni quería conocer.
Fue entonces cuando escuchó hablar a la mujer que traía en brazos al herido. Observaba de reojo a la todopoderosa esperando que fuese ella la que decidiese hablar. No se molestaría en pensar de nuevo una alternativa cuando parecía que aquella mujer tenía las cosas bajo control y pensaba, según ella, el triple de rápido. Se cruzó de brazos alternando la vista entre unos y otros justo antes de apartarse al ver cómo caía la dragona ante ellos.
Lo más sensato que se le ocurrió fue eso, retroceder unos metros, dejar espacio suficiente como para que, si la dragona decidía volver a prenderse fuego, no le alcanzasen las llamas. Le daba pena el crío, pero no pensaba arriesgar su vida a lo tonto cuando estaba claro que la única afición de los allí presentes era atraer problemas. No estaba de acuerdo con eso de matarlos a todos simplemente porque aquella mujer hubiese cogido a un niño que pensaban que era de su propiedad, pero eran demasiadas voces hablando a la vez, era mejor no entrar al trapo.
Observó entonces al vampiro o licántropo, algo así debía ser dado su comentarios acerca de la transformación. En ambos casos, la cosa estaba más o menos igualada para la bruja.
—Pues igual no es tan mala idea eso de transformarle después de todo.
Fue más un comentario sarcástico que una sugerencia, lo que decidieran no era asunto suyo. Sobre todo después de escuchar que parecían tenerlo todo bajo control; mejor, si podía evitar meterse sería el mayor logro del día. Aunque le hizo gracia: bajo su punto de vista, todos parecían querer o creer ser los más poderosos, o querer salir de allí por patas, pero, aún así, buscar una excusa para luchar en lugar de para huir sin más. Ella, por supuesto, no era ni de lejos poderosa, pero ese tipo de actitudes le sacaban siempre una risotada. Se contuvo por mera educación y porque era mejor no cabrear a la dragona que acababa de entrar en escena.
Esa era su idea, aguantarse, pero con el último comentario del vampiro no pudo evitar que se le escapara la risa durante una fracción de segundo. Se llevó la mano a la boca antes de mascullar un rápido «Perdón». Le parecía todo tan absurdo que se limitaría a observar hasta que fuera estrictamente necesario hacer otra cosa.
Observaba cómo la mujer nutria se acercaba a ella y le sonrió. A pesar del pañuelo que se había puesto su expresión era igual de visible que si no lo llevase: cada vez que sonreía, los cachetes se le subían y sus ojos se tapaban ligeramente. Estaba casi lista para explicarle su idea cuando la otra bruja la interrumpió para, a mirada de Eywas, alardear de sus propios poderes.
Ante tal acción no pudo más que respirar hondo, volver a quitarse el paño de la cara y sonreír de lado mientras lo guardaba.
«O quizás es que no soy tan arrogante como para esperar a que casi maten a dos personas para demostrar mis grandiosos poderes» fue lo que estuvo a punto de decir, pero luego se percató de que no merecía siquiera la pena. Ya era suficiente con estar envuelta en algo que no le hacía la más mínima gracia como para también ponerse a discutir con alguien a quien ni conocía, ni quería conocer.
Fue entonces cuando escuchó hablar a la mujer que traía en brazos al herido. Observaba de reojo a la todopoderosa esperando que fuese ella la que decidiese hablar. No se molestaría en pensar de nuevo una alternativa cuando parecía que aquella mujer tenía las cosas bajo control y pensaba, según ella, el triple de rápido. Se cruzó de brazos alternando la vista entre unos y otros justo antes de apartarse al ver cómo caía la dragona ante ellos.
Lo más sensato que se le ocurrió fue eso, retroceder unos metros, dejar espacio suficiente como para que, si la dragona decidía volver a prenderse fuego, no le alcanzasen las llamas. Le daba pena el crío, pero no pensaba arriesgar su vida a lo tonto cuando estaba claro que la única afición de los allí presentes era atraer problemas. No estaba de acuerdo con eso de matarlos a todos simplemente porque aquella mujer hubiese cogido a un niño que pensaban que era de su propiedad, pero eran demasiadas voces hablando a la vez, era mejor no entrar al trapo.
Observó entonces al vampiro o licántropo, algo así debía ser dado su comentarios acerca de la transformación. En ambos casos, la cosa estaba más o menos igualada para la bruja.
—Pues igual no es tan mala idea eso de transformarle después de todo.
Fue más un comentario sarcástico que una sugerencia, lo que decidieran no era asunto suyo. Sobre todo después de escuchar que parecían tenerlo todo bajo control; mejor, si podía evitar meterse sería el mayor logro del día. Aunque le hizo gracia: bajo su punto de vista, todos parecían querer o creer ser los más poderosos, o querer salir de allí por patas, pero, aún así, buscar una excusa para luchar en lugar de para huir sin más. Ella, por supuesto, no era ni de lejos poderosa, pero ese tipo de actitudes le sacaban siempre una risotada. Se contuvo por mera educación y porque era mejor no cabrear a la dragona que acababa de entrar en escena.
Esa era su idea, aguantarse, pero con el último comentario del vampiro no pudo evitar que se le escapara la risa durante una fracción de segundo. Se llevó la mano a la boca antes de mascullar un rápido «Perdón». Le parecía todo tan absurdo que se limitaría a observar hasta que fuera estrictamente necesario hacer otra cosa.
Eywas
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Re: En busca del hielo perdido [+18] [Libre] [Noche] [TEMA CERRADO]
Ante lo que el hombre de cabellos claros le dijo, Helena simplemente le correspondió con una ceja alzada mostrando casi condescendencia. No era asunto suyo encargarse de nadie, ni siquiera sabía por qué había intervenido apagando el círculo de fuego. Todo ese asunto le estaba empezando a dar pereza y tenía ganas de irse de allí y dejar atrás todo aquel absurdo espectáculo que tan repentinamente se había formado delante de sus narices, todo ello sin mencionar la intervención de una mujer de tez oscura y movimientos extraños que parecía preocupada en demasía por el estado de quien antes se encontraba atrapado en el círculo de fuego.
-Estoy de acuerdo.-Añadió Helena a la propuesta del hombre de curar al individuo o simplemente matarlo levantando la mano como si pidiera permiso para expresar dicha opinión. El punto era hacer algo, no estar dando vueltas sin sentido a un asunto que a ella le daba exactamente igual.
La mujer que había estado subida al árbol de pronto hizo su aparición dándose a conocer y dio su punto de vista, o al menos soltó un comentario con claros tintes sarcásticos. O al menos eso le parecía a Helena.
-También estoy de acuerdo.-Se cruzó de brazos y revoleó los ojos, con cierta desidia.
Como veía que todos daban su punto de vista y nadie hacia nada realmente, la Rhodes acabó por estirar los brazos hacia arriba. Esto la dragona lo tomó como un acto de principio de violencia, por lo que tensó su cuerpo, lista para enfrentar con lo que sea que hiciera la bruja de rubios cabellos. Pero nada más lejos de la realidad, Helena simplemente se estiró, bostezando y mostrando clara indiferencia ante la situación.
-Puedes hacer lo que quieras.-Terminó su desperezo y miró directamente a la dragona.-Pero como vuelvas a amenazarme, no me quedará más remedio que pisotear esa carita tan bonita.-Le guiñó un ojo mostrando un tono de voz pasivo-agresivo.
-Estoy de acuerdo.-Añadió Helena a la propuesta del hombre de curar al individuo o simplemente matarlo levantando la mano como si pidiera permiso para expresar dicha opinión. El punto era hacer algo, no estar dando vueltas sin sentido a un asunto que a ella le daba exactamente igual.
La mujer que había estado subida al árbol de pronto hizo su aparición dándose a conocer y dio su punto de vista, o al menos soltó un comentario con claros tintes sarcásticos. O al menos eso le parecía a Helena.
-También estoy de acuerdo.-Se cruzó de brazos y revoleó los ojos, con cierta desidia.
Como veía que todos daban su punto de vista y nadie hacia nada realmente, la Rhodes acabó por estirar los brazos hacia arriba. Esto la dragona lo tomó como un acto de principio de violencia, por lo que tensó su cuerpo, lista para enfrentar con lo que sea que hiciera la bruja de rubios cabellos. Pero nada más lejos de la realidad, Helena simplemente se estiró, bostezando y mostrando clara indiferencia ante la situación.
-Puedes hacer lo que quieras.-Terminó su desperezo y miró directamente a la dragona.-Pero como vuelvas a amenazarme, no me quedará más remedio que pisotear esa carita tan bonita.-Le guiñó un ojo mostrando un tono de voz pasivo-agresivo.
Helena Rhodes
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Re: En busca del hielo perdido [+18] [Libre] [Noche] [TEMA CERRADO]
Golosina escuchó los comentarios indiferentes de aquellas personas. ¿Con qué clase de gente se había topado? ¿Todos eran así en el frío norte? ¿Dejarían morir al chico por miedo a enfrentarse a esos dragones?
Decepcionada por la pésima condición humanística de todos aquellos desconocidos, la biocibernética ladeó la cabeza a la izquierda, en dirección al suelo, claramente triste. Deseó poder contar con algún objeto que ayudara a sanar las heridas del joven de bonitas pestañas… pero le era imposible. Tampoco veía una abierta actitud de esas personas a ayudarles… Estaba sola ante esta situación.
―¡De ninguna manera vamos a consentir que lo convirtáis! Debemos llevarnos al chico…
Cuándo Golosina dirigió su mirada hacia la mujer dragona que había descendido hasta el suelo, vio cómo una afilada arma atravesaba su cuerpo, cruzando su abdomen desde su espalda, haciendo que soltara un fuerte alarido de terror.
Durante unos segundos, la silueta de una mujer apareció tras ella, una figura algo translúcida, que tras iniciar el ataque, volvió a desaparecer, retirando velozmente el arma de aquel cuerpo. [1]
La dragona herida cayó a escasos metros de Golosina y del cuerpo herido del joven de bonitas pestañas, mientras gritaba de dolor, viendo cómo su vida parecía llegar a su fin. Su cuerpo se desangraba mucho más rápido que el del joven y el sonido de unos pasos invisibles se alejaban de allí…
En los cielos, la dragona de fuego profirió un fuerte alarido bestial y de su boca, comenzó a salir potentes ráfagas de fuego en la dirección en la que podría haber huido la atacante. El suelo comenzó a arder rápidamente, provocando un ligero incendio en la zona.
Asombrada y asustada por esos acontecimientos, Golosina portó de nuevo al chico sobre su cuerpo y comenzó a correr, intentando salvaguardarlo de nuevo.
Quizás aquella distracción le daría un poco de tiempo… Efferkög debía encontrarse a una corta distancia. Estaría a apenas un kilómetro al noreste.
Golosina se sentía con fuerzas para cargar al chico hasta allí e intentar buscar a alguien que sí pudiera y quisiera contribuir a salvar la vida del joven.
Cómo no esperaba gran ayuda de aquel grupo de mustios desconocidos, la biocibernética emprendió la huida tan rápidamente cómo obedecían sus piernas, dejando al grupo atrás.
[1] Aludo a la mujer vampiresa de los turnos anteriores, con talento de Ofuscación:
Ofuscación: Permite al vampiro ocultar su presencia ante los demás, tras escuchar su voz, influyendo en sus mentes para que le ignoren.
Decepcionada por la pésima condición humanística de todos aquellos desconocidos, la biocibernética ladeó la cabeza a la izquierda, en dirección al suelo, claramente triste. Deseó poder contar con algún objeto que ayudara a sanar las heridas del joven de bonitas pestañas… pero le era imposible. Tampoco veía una abierta actitud de esas personas a ayudarles… Estaba sola ante esta situación.
―¡De ninguna manera vamos a consentir que lo convirtáis! Debemos llevarnos al chico…
Cuándo Golosina dirigió su mirada hacia la mujer dragona que había descendido hasta el suelo, vio cómo una afilada arma atravesaba su cuerpo, cruzando su abdomen desde su espalda, haciendo que soltara un fuerte alarido de terror.
Durante unos segundos, la silueta de una mujer apareció tras ella, una figura algo translúcida, que tras iniciar el ataque, volvió a desaparecer, retirando velozmente el arma de aquel cuerpo. [1]
La dragona herida cayó a escasos metros de Golosina y del cuerpo herido del joven de bonitas pestañas, mientras gritaba de dolor, viendo cómo su vida parecía llegar a su fin. Su cuerpo se desangraba mucho más rápido que el del joven y el sonido de unos pasos invisibles se alejaban de allí…
En los cielos, la dragona de fuego profirió un fuerte alarido bestial y de su boca, comenzó a salir potentes ráfagas de fuego en la dirección en la que podría haber huido la atacante. El suelo comenzó a arder rápidamente, provocando un ligero incendio en la zona.
Asombrada y asustada por esos acontecimientos, Golosina portó de nuevo al chico sobre su cuerpo y comenzó a correr, intentando salvaguardarlo de nuevo.
Quizás aquella distracción le daría un poco de tiempo… Efferkög debía encontrarse a una corta distancia. Estaría a apenas un kilómetro al noreste.
Golosina se sentía con fuerzas para cargar al chico hasta allí e intentar buscar a alguien que sí pudiera y quisiera contribuir a salvar la vida del joven.
Cómo no esperaba gran ayuda de aquel grupo de mustios desconocidos, la biocibernética emprendió la huida tan rápidamente cómo obedecían sus piernas, dejando al grupo atrás.
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[1] Aludo a la mujer vampiresa de los turnos anteriores, con talento de Ofuscación:
Ofuscación: Permite al vampiro ocultar su presencia ante los demás, tras escuchar su voz, influyendo en sus mentes para que le ignoren.
Golosina
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Re: En busca del hielo perdido [+18] [Libre] [Noche] [TEMA CERRADO]
Me sorprendió la buena acogida que estaba teniendo la idea de convertir al herido ese, aunque viendo que la bruja de agua se había mostrado igual de voluntariosa para matarlo, probablemente le importaba más o menos como a mi lo que le ocurriera. Por desgracia, la tipa extraña se negó exaltada.
Y aunque podía admitir que mi forma de convencer a la dragona de dejarnos tranquila no estaba siendo demasiado útil, seguro que iba mejor que el que la apuñalasen a traición uno de los cretinos vampíricos. Seguramente en otras circunstancias, el chorro de sangre saliendo de su cuerpo me hubiera complicado controlarme para no ir a beber como si fuera una fuente en el desierto, pero había algunos problemas más acuciantes. Porque para sorpresa de nadie, su compañera en el cielo empezó a lanzar llamaradas contra nosotros con un resultado igualmente evidente, que el bosque empezara a arder.
- ¡Felicidades imbécil! Espero que disfrutes convertirte en un cadáver humeante, porque dudo que puedas correr más que un incendio o que seas la primera vampira ignífuga.- Iba gritando a la invisible asesina mientras me alejaba yo también de las llamas que caían del cielo.- Bueno, no me importaría no volver a veros, pero si queremos vivir igual está bien colaborar para que no nos den fuego. Porque no dudo que seas buena, pero es más fácil encender incendios que apagarlos y los brujos no suelen tener magia infinita. Así que igual es buen plan asegurarnos de que no vuelva a encender nada.- Me callé cuando un chorro de fuego cayó a unos metros prendiendo fuego a otro árbol y haciéndome saltar en dirección contraria de forma ridícula.- Bueno, yo que sé, haced lo que os parezca. Teufel, si la cosa va a peor intentamos juntarnos en el lago.
Y tras decir eso seguí alejándome, porque el fuego era algo que me costaba afrontar en general, y ahora mismo tampoco estaba demasiado motivado para acercarme mientras pudiera no hacerlo. En vista de que la vampira había desaparecido y la loca y su herido se habían marchado centré mi atención en el dragón. Y entre fijarme en el lagarto escupe fuegos y en no acabar en llamas no me di cuenta de por donde andaba, lo que me llevó a estar a punto de caerme por tropezarme con el hacha del humano muerto. Cuando retomé el equilibrio ya se me había ocurrido una idea, pero más me valía hacerlo rápido, antes de que el dragón reduje aún más la zona transitable, así que confiaría en que mis compañeras se encargarán de que no nos matase durante unos momentos más.
Canalicé mi sangre para reforzarme[1], cogí el hacha y avancé rápidamente buscando un buen ángulo y aprovechar que descendía demasiado cuando nos disparaba. Al fin encontré un claro que me dejó en buena posición, y haciendo acopio de toda la fuerza que me daban mis poderes arrojé el hacha contra su ala derecha, lo que,unido a la velocidad con la que ya se lanzaba el dragón, consiguió hacerle un agujero en la membrana y romperle uno de los dedos del ala, desestabilizándola y haciendo que se precipitara contra los árboles. Lamentablemente, no cayó con tanta fuerza como para reventarse, así que ahora en vez de tener un lagarto volador escupefuego, solo teníamos un lagarto escupefuego en tierra.
Y aunque podía admitir que mi forma de convencer a la dragona de dejarnos tranquila no estaba siendo demasiado útil, seguro que iba mejor que el que la apuñalasen a traición uno de los cretinos vampíricos. Seguramente en otras circunstancias, el chorro de sangre saliendo de su cuerpo me hubiera complicado controlarme para no ir a beber como si fuera una fuente en el desierto, pero había algunos problemas más acuciantes. Porque para sorpresa de nadie, su compañera en el cielo empezó a lanzar llamaradas contra nosotros con un resultado igualmente evidente, que el bosque empezara a arder.
- ¡Felicidades imbécil! Espero que disfrutes convertirte en un cadáver humeante, porque dudo que puedas correr más que un incendio o que seas la primera vampira ignífuga.- Iba gritando a la invisible asesina mientras me alejaba yo también de las llamas que caían del cielo.- Bueno, no me importaría no volver a veros, pero si queremos vivir igual está bien colaborar para que no nos den fuego. Porque no dudo que seas buena, pero es más fácil encender incendios que apagarlos y los brujos no suelen tener magia infinita. Así que igual es buen plan asegurarnos de que no vuelva a encender nada.- Me callé cuando un chorro de fuego cayó a unos metros prendiendo fuego a otro árbol y haciéndome saltar en dirección contraria de forma ridícula.- Bueno, yo que sé, haced lo que os parezca. Teufel, si la cosa va a peor intentamos juntarnos en el lago.
Y tras decir eso seguí alejándome, porque el fuego era algo que me costaba afrontar en general, y ahora mismo tampoco estaba demasiado motivado para acercarme mientras pudiera no hacerlo. En vista de que la vampira había desaparecido y la loca y su herido se habían marchado centré mi atención en el dragón. Y entre fijarme en el lagarto escupe fuegos y en no acabar en llamas no me di cuenta de por donde andaba, lo que me llevó a estar a punto de caerme por tropezarme con el hacha del humano muerto. Cuando retomé el equilibrio ya se me había ocurrido una idea, pero más me valía hacerlo rápido, antes de que el dragón reduje aún más la zona transitable, así que confiaría en que mis compañeras se encargarán de que no nos matase durante unos momentos más.
Canalicé mi sangre para reforzarme[1], cogí el hacha y avancé rápidamente buscando un buen ángulo y aprovechar que descendía demasiado cuando nos disparaba. Al fin encontré un claro que me dejó en buena posición, y haciendo acopio de toda la fuerza que me daban mis poderes arrojé el hacha contra su ala derecha, lo que,unido a la velocidad con la que ya se lanzaba el dragón, consiguió hacerle un agujero en la membrana y romperle uno de los dedos del ala, desestabilizándola y haciendo que se precipitara contra los árboles. Lamentablemente, no cayó con tanta fuerza como para reventarse, así que ahora en vez de tener un lagarto volador escupefuego, solo teníamos un lagarto escupefuego en tierra.
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[1] Nivel 0: Potencia de sangre: [Mágica, 2 Usos] Utiliza la sangre ingerida para aumentar su fuerza y agilidad, causando un mayor daño físico durante un turno. Gasto primer uso.
Corlys Glokta
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Re: En busca del hielo perdido [+18] [Libre] [Noche] [TEMA CERRADO]
La situación la estaba exasperando: ¿de dónde había salido esa gente? Lo que comenzó como un intento por llegar a ver una de las flores más raras de todo Aerandir había derivado en una escena entre cómica, absurda y tremendamente inexplicable. Aunque a Eywas tampoco le estaban dando ganas de buscarle explicación.
—Bueno, un placer. Ya me contaréis si el chaval muere.
«O no» pensó mientras se giraba por completo y emprendía de nuevo el camino hacia las montañas. No tenía ninguna necesidad de seguir allí y esa gente cada vez le parecía más rara; jamás era buena señal estar rodeada de personas raras, porque te terminaban arrastrando y… Eywas suspiró profundamente y alzó la cabeza a la vez que ponía los ojos en blanco cuando escuchó el alarido que dio la dragona.
Antes de girarse ya sabía que habían comenzado a pelearse, pero no esperaba ver a esa mujer muerta. Apenas tuvo tiempo de divisar al vampiro que lo había hecho. Desde luego, muy listo no parecía. Quería evitar verse de nuevo involucrada, pero el que aún volaba comenzó a echar escupitajos y uno de ellos fue a parar tan cerca de la bruja que no le quedó más remedio que saltar y rodar por el suelo unos metros, quedando boca arriba. Se incorporó ligeramente y retrocedió, ayudándose de los talones, clavándolos en la tierra para impulsarse hacia atrás. Otra bola de fuego fue directa a uno de los árboles que tenía cerca y tuvo el tiempo justo de agachar la cabeza, pero pudo oler cómo le habían quemado unos cuantos mechones. Suerte que no fue cerca del cráneo.
—Bueno, ya está bien la broma.
Se levantó y fue hasta donde estaba la bruja del agua, hasta las narices de la situación.
—¿Te sería mucha molestia apagar esto para que, por lo menos, pare la masacre que puede llegar a ser para este bosque? Ya que te la pela tanto todo, al menos echa un cable en esto y luego cada uno podrá seguir con su vida.
Se apartó antes de que pudiera siquiera contestarle. Le traía sin cuidado lo que fuese a decirle aquella mujer, estaba más preocupada por todo lo que esos incendios provocaban en el lugar. ¿De qué narices le iba a servir estudiar toda aquella fauna si se la iban a cargar entre un puñado de idiotas? La mejor opción, igualmente y entre que la chica decidía o no ayudar, era distraer al bicho, así que hizo lo primero que le vino a la cabeza.
Se acercó con cuidado hasta el cuerpo sin vida de la compañera dragona que había caído momentos antes y comenzó a cortarle el cuello con la daga que siempre la acompañaba. Conocía lo suficiente de anatomía como para saber que entre los huesos hay almohadillas que podría cortar con eso, así que no se lo pensó mucho. Una vez cortada la cabeza y habiéndose puesto un poco perdida con su sangre, la dejó en el suelo para después hacerla levitar. Lo hizo de manera algo lenta, pero segura, y, cuando estaba lo suficiente alto como para que el dragón volador la viese, la multiplicó. Intentaba aprovechar el desconcierto del dragón de ver dos cabezas colgantes en lugar de una para distraerlo durante un rato y que dejase de lanzar fuego, al menos hacia los árboles. [1]
Fue en ese momento de distracción cuando observó la manera en que el ala era atravesada y el animal caía. Dejó de forma automática de centrarse en la cabeza y esta se precipitó contra el suelo, escuchándose rebotar al estamparse y algunos fluidos salir disparados. Todavía le costaba hacer esas cosas con delicadeza. No esperaba ver al enorme dragón caer de esa manera, pero le hizo aún menos gracia el enfado que se reflejó en los ojos de la bestia, que volvió a escupir fuego, ahora a pie de calle.
Eywas corrió de nuevo para esquivarlo, aproximándose al lago. No pensaba quedarse allí si la cosa iba a más y no era imbécil: no tenía el poder suficiente como para poder salvar un bosque en llamas de un dragón cabreado por cosas que ni siquiera había causado ella. También vio cómo la tal Teufel parecía tener la misma idea que ella de acercarse al agua, muy sabio por su parte. La observó mientras corrían cerca.
—Tienes pinta de ser la más inteligente de por aquí. Se supone que sois medio acuáticos, ¿se te ocurre algo para poder apagar este estropicio e intentar salvar lo máximo posible? ¿Sabéis hacer algún truco con agua o algo por el estilo?
¿Había, acaso, muchas más opciones llegados a ese punto? Lo dudaba enormemente. No sabía pelear y su nivel de magia era mucho menor que el de cualquier brujo de su edad, así que lo más sensato era correr por su vida y resguardarse lo antes posible.
————
[1] Uso de la habilidad Telequinesis (levitar objetos ligeros a velocidades moderadas) y del talento Ilusión (genera ilusiones).
—Bueno, un placer. Ya me contaréis si el chaval muere.
«O no» pensó mientras se giraba por completo y emprendía de nuevo el camino hacia las montañas. No tenía ninguna necesidad de seguir allí y esa gente cada vez le parecía más rara; jamás era buena señal estar rodeada de personas raras, porque te terminaban arrastrando y… Eywas suspiró profundamente y alzó la cabeza a la vez que ponía los ojos en blanco cuando escuchó el alarido que dio la dragona.
Antes de girarse ya sabía que habían comenzado a pelearse, pero no esperaba ver a esa mujer muerta. Apenas tuvo tiempo de divisar al vampiro que lo había hecho. Desde luego, muy listo no parecía. Quería evitar verse de nuevo involucrada, pero el que aún volaba comenzó a echar escupitajos y uno de ellos fue a parar tan cerca de la bruja que no le quedó más remedio que saltar y rodar por el suelo unos metros, quedando boca arriba. Se incorporó ligeramente y retrocedió, ayudándose de los talones, clavándolos en la tierra para impulsarse hacia atrás. Otra bola de fuego fue directa a uno de los árboles que tenía cerca y tuvo el tiempo justo de agachar la cabeza, pero pudo oler cómo le habían quemado unos cuantos mechones. Suerte que no fue cerca del cráneo.
—Bueno, ya está bien la broma.
Se levantó y fue hasta donde estaba la bruja del agua, hasta las narices de la situación.
—¿Te sería mucha molestia apagar esto para que, por lo menos, pare la masacre que puede llegar a ser para este bosque? Ya que te la pela tanto todo, al menos echa un cable en esto y luego cada uno podrá seguir con su vida.
Se apartó antes de que pudiera siquiera contestarle. Le traía sin cuidado lo que fuese a decirle aquella mujer, estaba más preocupada por todo lo que esos incendios provocaban en el lugar. ¿De qué narices le iba a servir estudiar toda aquella fauna si se la iban a cargar entre un puñado de idiotas? La mejor opción, igualmente y entre que la chica decidía o no ayudar, era distraer al bicho, así que hizo lo primero que le vino a la cabeza.
Se acercó con cuidado hasta el cuerpo sin vida de la compañera dragona que había caído momentos antes y comenzó a cortarle el cuello con la daga que siempre la acompañaba. Conocía lo suficiente de anatomía como para saber que entre los huesos hay almohadillas que podría cortar con eso, así que no se lo pensó mucho. Una vez cortada la cabeza y habiéndose puesto un poco perdida con su sangre, la dejó en el suelo para después hacerla levitar. Lo hizo de manera algo lenta, pero segura, y, cuando estaba lo suficiente alto como para que el dragón volador la viese, la multiplicó. Intentaba aprovechar el desconcierto del dragón de ver dos cabezas colgantes en lugar de una para distraerlo durante un rato y que dejase de lanzar fuego, al menos hacia los árboles. [1]
Fue en ese momento de distracción cuando observó la manera en que el ala era atravesada y el animal caía. Dejó de forma automática de centrarse en la cabeza y esta se precipitó contra el suelo, escuchándose rebotar al estamparse y algunos fluidos salir disparados. Todavía le costaba hacer esas cosas con delicadeza. No esperaba ver al enorme dragón caer de esa manera, pero le hizo aún menos gracia el enfado que se reflejó en los ojos de la bestia, que volvió a escupir fuego, ahora a pie de calle.
Eywas corrió de nuevo para esquivarlo, aproximándose al lago. No pensaba quedarse allí si la cosa iba a más y no era imbécil: no tenía el poder suficiente como para poder salvar un bosque en llamas de un dragón cabreado por cosas que ni siquiera había causado ella. También vio cómo la tal Teufel parecía tener la misma idea que ella de acercarse al agua, muy sabio por su parte. La observó mientras corrían cerca.
—Tienes pinta de ser la más inteligente de por aquí. Se supone que sois medio acuáticos, ¿se te ocurre algo para poder apagar este estropicio e intentar salvar lo máximo posible? ¿Sabéis hacer algún truco con agua o algo por el estilo?
¿Había, acaso, muchas más opciones llegados a ese punto? Lo dudaba enormemente. No sabía pelear y su nivel de magia era mucho menor que el de cualquier brujo de su edad, así que lo más sensato era correr por su vida y resguardarse lo antes posible.
————
[1] Uso de la habilidad Telequinesis (levitar objetos ligeros a velocidades moderadas) y del talento Ilusión (genera ilusiones).
Eywas
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Re: En busca del hielo perdido [+18] [Libre] [Noche] [TEMA CERRADO]
Helena observó con asombro cómo la situación se tornaba cada vez más caótica y peligrosa. Aunque en un principio se mostraba distante e indiferente con la situación, la peligrosidad había llegado a cotas demasiado elevadas y parecía que el resto de los allí presentes no estaban muy por la labor de contribuir a rebajarla, aunque era la menos indicada para quejarse de ello. La Rhodes nunca habría imaginado que terminaría en medio de una confrontación entre una dragona, vampiros y humanos con un incendio propagándose rápidamente cuando llegó al frío norte.
Cuando Eywas se acercó a ella, pidiendo ayuda para apagar el fuego, Helena sintió una mezcla de preocupación y determinación. Su elemento, el agua, podría ser de gran utilidad para controlar las llamas y salvar el bosque, y su propia vida, que era al fin y al cbao lo que más al preocupaba. Sin pensárselo más, respiró hondo y se concentró en su magia. Extendió sus manos hacia el lago cercano y murmuró palabras antiguas y poderosas, tal y como decían en los libros que leía, pues estas palabras podían ayudar a canalizar mejor el control del éter.
Las aguas del lago cercano comenzaron a agitarse y elevarse en forma de columnas más allá de las copas de los grandes árboles que la rodeaban. Era sin duda una suerte que aquel enorme lago estuviese cerca. Helena canalizó la energía del agua hacia el incendio, creando una especie de muralla de agua que intentaba contener las llamas. Aunque el fuego seguía propagándose en algunos lugares, Helena continuó esforzándose para mantener el control [1].
"Mantén la calma, mantén la calma", se decía a sí misma, concentrándose en su hechizo y así reducir su estrés. Sin embargo, el estruendo de un rugido del dragón la hizo temblar por un momento, pero se mantuvo firme.
-¡Sería de gran ayuda que lo contuvierais y no huyeseis!-Vociferó en relación a lo que suponían las llamaradas del dragón desde tierra.
Las columnas de agua danzaban y chocaban contra las llamas, tratando de enfriarlas y extinguirlas. Helena luchaba contra la furia del fuego y la ira del dragón, mientras intentaba mantenerse enfocada en su tarea. El sudor resbalaba por su frente y sus manos temblaban con el esfuerzo, pero no se detuvo.
Mientras seguía lidiando con el incendio, Helena miró hacia el cielo para ver cómo la nutria y la mujer castaña se alejaban corriendo hacia el lago. Apretó la mandíbula y frunció el ceño. Ella también tendría que escapar si no quería acabar chamuscada al final.
El fuego finalmente comenzó a ceder, pero Helena sabía que aún tenía que estar alerta. El dragón aún estaba allí, y no podía bajar la guardia. Respiró aliviada cuando el incendio se redujo a pequeñas brasas, pero no se permitió relajarse por completo. Sin más, se dirigió al lago por donde habían ido las dos féminas que vio antes.
-¡Gracias por haberme dejado sola!-Les recriminó en cuanto las encontró.
"Está claro que no puedo confiar en nadie.", pensó mientras las miraba con condescendencia.
Ahora, ¿Qué haría? ¿Seguiría su camino y olvidaría aquella situación o, por el contrario, seguiría allí intentando involucrarse en lo que fuese que estaba sucediendo, ya que no sabía a donde habían ido a parar la mujer de tez oscura ni el hombre pálido de rubios cabellos.
-No hay nada que me retenga aquí. Debería seguir mi camino.-Dijo con suma indiferencia y tratando de esconder su ira en el interior de su mente.
Cuando Eywas se acercó a ella, pidiendo ayuda para apagar el fuego, Helena sintió una mezcla de preocupación y determinación. Su elemento, el agua, podría ser de gran utilidad para controlar las llamas y salvar el bosque, y su propia vida, que era al fin y al cbao lo que más al preocupaba. Sin pensárselo más, respiró hondo y se concentró en su magia. Extendió sus manos hacia el lago cercano y murmuró palabras antiguas y poderosas, tal y como decían en los libros que leía, pues estas palabras podían ayudar a canalizar mejor el control del éter.
Las aguas del lago cercano comenzaron a agitarse y elevarse en forma de columnas más allá de las copas de los grandes árboles que la rodeaban. Era sin duda una suerte que aquel enorme lago estuviese cerca. Helena canalizó la energía del agua hacia el incendio, creando una especie de muralla de agua que intentaba contener las llamas. Aunque el fuego seguía propagándose en algunos lugares, Helena continuó esforzándose para mantener el control [1].
"Mantén la calma, mantén la calma", se decía a sí misma, concentrándose en su hechizo y así reducir su estrés. Sin embargo, el estruendo de un rugido del dragón la hizo temblar por un momento, pero se mantuvo firme.
-¡Sería de gran ayuda que lo contuvierais y no huyeseis!-Vociferó en relación a lo que suponían las llamaradas del dragón desde tierra.
Las columnas de agua danzaban y chocaban contra las llamas, tratando de enfriarlas y extinguirlas. Helena luchaba contra la furia del fuego y la ira del dragón, mientras intentaba mantenerse enfocada en su tarea. El sudor resbalaba por su frente y sus manos temblaban con el esfuerzo, pero no se detuvo.
Mientras seguía lidiando con el incendio, Helena miró hacia el cielo para ver cómo la nutria y la mujer castaña se alejaban corriendo hacia el lago. Apretó la mandíbula y frunció el ceño. Ella también tendría que escapar si no quería acabar chamuscada al final.
El fuego finalmente comenzó a ceder, pero Helena sabía que aún tenía que estar alerta. El dragón aún estaba allí, y no podía bajar la guardia. Respiró aliviada cuando el incendio se redujo a pequeñas brasas, pero no se permitió relajarse por completo. Sin más, se dirigió al lago por donde habían ido las dos féminas que vio antes.
-¡Gracias por haberme dejado sola!-Les recriminó en cuanto las encontró.
"Está claro que no puedo confiar en nadie.", pensó mientras las miraba con condescendencia.
Ahora, ¿Qué haría? ¿Seguiría su camino y olvidaría aquella situación o, por el contrario, seguiría allí intentando involucrarse en lo que fuese que estaba sucediendo, ya que no sabía a donde habían ido a parar la mujer de tez oscura ni el hombre pálido de rubios cabellos.
-No hay nada que me retenga aquí. Debería seguir mi camino.-Dijo con suma indiferencia y tratando de esconder su ira en el interior de su mente.
_____________________________________________________________
Off:
-Habilidad usada [1]: Alzar las aguas: Helena es capaz de elevar una gran cantidad de masa de agua para crear un muro de agua que bloquea o desvía ataques enemigos durante un turno.
Helena Rhodes
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Re: En busca del hielo perdido [+18] [Libre] [Noche] [TEMA CERRADO]
Golosina estaba enfadada, decepcionada y triste y cargaba con el joven herido de las bonitas pestañas con la única ilusión de llegar hasta el cercano pueblo de Efferkög.
A su espalda, parecía estar provocándose el caos absoluto, pero la biocibernética estaba empeñada en dejarles atrás. Su única misión ahora mismo era poner a salvo al chico y que recibiera la sanación adecuada.
Caminó varios metros más, hasta que alcanzó a ver las pequeñas casas del pueblo norteño, gracias a sus anteojos nocturnos que le permitían ver en la oscuridad con cierta nitidez, aunque todo de un intenso color rojo.
―Pronto llegaremos allí y estarás sano y salvo, corderito.
Fue entonces cuándo un tremendo estruendo sonó, un poderoso ruido que la biocibernética no había escuchado jamás. Al volver la vista atrás, vio demasiadas cosas.
Por un lado, el conjunto de árboles dónde había dejado a esos desconsiderables desconocidos ardía. La dragona de fuego había sido gravemente herida y estaba incendiando los alrededores. Pero nada de aquello era lo peor. Ni siquiera grave con lo otro…
De las altas montañas, una potente avalancha de nieve descendía rápida hacia abajo, un alud de gigantescas proporciones y de brillante color blanco, arrasaba con todo a su paso, aproximándose rápidamente hasta su posición.
La biocibernética corrió a velocidad máxima hacia el pueblo. Efferkög parecía un lugar seguro al que huir, pues parecía quedar fuera de la trayectoria del alud. Sin embargo, dudaba mucho sobre si le daría tiempo de llegar hasta allí… o no…
A su espalda, parecía estar provocándose el caos absoluto, pero la biocibernética estaba empeñada en dejarles atrás. Su única misión ahora mismo era poner a salvo al chico y que recibiera la sanación adecuada.
Caminó varios metros más, hasta que alcanzó a ver las pequeñas casas del pueblo norteño, gracias a sus anteojos nocturnos que le permitían ver en la oscuridad con cierta nitidez, aunque todo de un intenso color rojo.
―Pronto llegaremos allí y estarás sano y salvo, corderito.
Fue entonces cuándo un tremendo estruendo sonó, un poderoso ruido que la biocibernética no había escuchado jamás. Al volver la vista atrás, vio demasiadas cosas.
Por un lado, el conjunto de árboles dónde había dejado a esos desconsiderables desconocidos ardía. La dragona de fuego había sido gravemente herida y estaba incendiando los alrededores. Pero nada de aquello era lo peor. Ni siquiera grave con lo otro…
De las altas montañas, una potente avalancha de nieve descendía rápida hacia abajo, un alud de gigantescas proporciones y de brillante color blanco, arrasaba con todo a su paso, aproximándose rápidamente hasta su posición.
[ALERTA: AVALANCHA. PELIGRO DE MUERTE. CORRA]
La biocibernética corrió a velocidad máxima hacia el pueblo. Efferkög parecía un lugar seguro al que huir, pues parecía quedar fuera de la trayectoria del alud. Sin embargo, dudaba mucho sobre si le daría tiempo de llegar hasta allí… o no…
[ALERTA: DOS MINUTOS PARA CHOQUE FRONTAL CON EL ALUD. CORRA MÁS]
Golosina
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Re: En busca del hielo perdido [+18] [Libre] [Noche] [TEMA CERRADO]
El dragón cayó, y la gente empezó a actuar, aunque lo de actuar era relativo, porque la bruja morena se dio a la fuga junto a mi compañera, mientras la rubia intentaba apagar las llamas, o al menos controlarlas. Por mi parte, tampoco podía quejarme demasiado, porque después de haber derribado al dragón mis fuerza me abandonaron y fui yo quien cayó al suelo cual saco de coles. La perspectiva estaba bastante fea, pues la bruja no podría contener a esa cosa eternamente, y si estuviera un poco más enérgico, seguramente podría aprovechar sus esfuerzos para acabar con esa cosa entre los dos, pero no era capaz ni de mantenerme sobre mis piernas.
Entre la frustración y el agotamiento, percibí un delicioso olor viniendo de no muy lejos, y recordé a la dragona a la que había matado la otra vampira. Lo que me faltaba de energía lo suplió la sed y repté hasta el cadáver, ahora decapitado. Suponía que me habría perdido algo, pero tampoco importaba, igual no estaba en el mejor estado para poder beber, pero busqué los vasos que más sangre estaban manando y empecé a drenar el cuerpo. Mientras recuperaba mis fuerzas y degustaba la suculenta sangre de dragón, me di cuenta de que ya había vuelto a romper mi objetivo de no beber humanoides. Y eso que iba bastante bien y llevaba ya una buena racha, aunque bueno, dado que estaban intentando matarme, podía decir que no contaba.
Afortunadamente, la mujer se quedó seca, porque estaba tan concentrado en volver a disfrutar sangre que no fuese de ganado que no había escuchado el estruendo procedente de la montaña. Al notar que se venía un alud salí corriendo sin dudarlo un segundo. Maldiciendo la mala fortuna, volví a canalizar mi sangre[1] para poder huir mejor y avancé sin saber siquiera hacia donde estaba yendo. Solo sabía que estaba yendo en dirección contraria a la avalancha de nieve y me intentaba alejar hacia los lados esperando lograr desviarme lo suficiente de su trayecto.
Mientras corría me estampé contra algo a pesar de que aparentemente estaba despejado el camino, pero al ver aparecer en el suelo unos metros más adelante a la vampira que había provocado todo este problema entendí la situación.
- No hombre, no. Tu otra vez no.- Pero ni siquiera me detuve y continué corriendo. Sea lo lo que fuese lo que se trajera esa mujer entre manos, estaba mucho más abajo en mi lista de prioridades que no ser aplastado por la nieve. Además, parecía aturdida por el golpe que acababa de meterla involuntariamente y no creía que fuese a molestarme para escapar. Tampoco iba a negar que esperaba que la aplastase la avalancha por el lío en que nos había metido, pero dudaba que se fuera a dejar matar tan fácilmente, y yo no iba a mover un dedo para darle un empujón en ninguna de las dos direcciones.
Entre la frustración y el agotamiento, percibí un delicioso olor viniendo de no muy lejos, y recordé a la dragona a la que había matado la otra vampira. Lo que me faltaba de energía lo suplió la sed y repté hasta el cadáver, ahora decapitado. Suponía que me habría perdido algo, pero tampoco importaba, igual no estaba en el mejor estado para poder beber, pero busqué los vasos que más sangre estaban manando y empecé a drenar el cuerpo. Mientras recuperaba mis fuerzas y degustaba la suculenta sangre de dragón, me di cuenta de que ya había vuelto a romper mi objetivo de no beber humanoides. Y eso que iba bastante bien y llevaba ya una buena racha, aunque bueno, dado que estaban intentando matarme, podía decir que no contaba.
Afortunadamente, la mujer se quedó seca, porque estaba tan concentrado en volver a disfrutar sangre que no fuese de ganado que no había escuchado el estruendo procedente de la montaña. Al notar que se venía un alud salí corriendo sin dudarlo un segundo. Maldiciendo la mala fortuna, volví a canalizar mi sangre[1] para poder huir mejor y avancé sin saber siquiera hacia donde estaba yendo. Solo sabía que estaba yendo en dirección contraria a la avalancha de nieve y me intentaba alejar hacia los lados esperando lograr desviarme lo suficiente de su trayecto.
Mientras corría me estampé contra algo a pesar de que aparentemente estaba despejado el camino, pero al ver aparecer en el suelo unos metros más adelante a la vampira que había provocado todo este problema entendí la situación.
- No hombre, no. Tu otra vez no.- Pero ni siquiera me detuve y continué corriendo. Sea lo lo que fuese lo que se trajera esa mujer entre manos, estaba mucho más abajo en mi lista de prioridades que no ser aplastado por la nieve. Además, parecía aturdida por el golpe que acababa de meterla involuntariamente y no creía que fuese a molestarme para escapar. Tampoco iba a negar que esperaba que la aplastase la avalancha por el lío en que nos había metido, pero dudaba que se fuera a dejar matar tan fácilmente, y yo no iba a mover un dedo para darle un empujón en ninguna de las dos direcciones.
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[1] Nivel 0: Potencia de sangre: [Mágica, 2 Usos] Utiliza la sangre ingerida para aumentar su fuerza y agilidad, causando un mayor daño físico durante un turno. Gasto segundo uso.
Corlys Glokta
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Re: En busca del hielo perdido [+18] [Libre] [Noche] [TEMA CERRADO]
A causa de una extraña anomalía espacio temporal, Golosina no podía estar allí, pues había muerto días antes en el Campamento de los niños Engendros. Su cuerpo comenzó a desmaterializarse allí mismo, dividiéndose en innumerables partículas de éter. El joven dragón de hermosas pestañas cayó al suelo al no estar sostenido por nadie y conservó la vida hasta que el alud que descendía montaña abajo lo sepultaba en nieve, muriendo aplastado por ella poco después.
Golosina
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