[CERRADO] Más perdido que... (Libre, Killian)

Al haber empacado todas mis pertenencias, creía estar haciendo lo correcto pues las maravillas del mundo me esperaban como un nuevo amanecer que hace temblar y temer a las sombras en todos los rincones del mundo. Estaba maravillado, excitado por todo lo que me rodeaba y me daba cuenta de lo poquísimo que conocía el mundo.
Sin embargo, con los días el entusiasmo inicial del viaje se fue convirtiendo poco a poco en cansancio pues no lograba encontrar ninguna ciudad en la que buscar trabajo como aventurero. ¡Pero aquello sólo era una prueba más a mi ímpetu, sí señor! No dejaría que unos días de andar deambulando sin rumbo desanimasen mi corazón ni mucho menos el hecho de no conocer las tierras que pisaba desde que abandoné las tierras de mi clan.

Llegué hasta lo que parecía ser un lago muy hermoso, pero mi instinto me decía que algo no estaba bien. Probablemente en estas tierras haya seres no humanos que depredan por las noches y piden clementemente el que los mate con mi espada en nombre de la justicia, en nombre de todo lo que es justo.

Fui hacia la orilla y comencé a preparar el campamento. Me rugían las tripas, me moría de hambre, pero no podía dejar que se descubriese el hecho de que me había olvidado de hacer la cacería para la cena.

- Hmmm... esto me recuerda a los días en que pasábamos semanas sin comer en la interperie intentando cazar. Fueron días gloriosos aquellos... sí, de los mejores. - Me dije a mí mismo. Continué armando mi campamento.

Killian se comió las nueces ruidosamente y no pareció preocuparse porque pudiese haber enemigos. Soltó una respuesta que me hizo reír con ganas. -¿Te gusta el lobo a la parrilla?- Le pregunté aún riéndome. -Por lo que yo sé, esta es una zona frecuentada por licántropos. Y los licántropos nunca van solos.- Le dije ya de manera más seria.

Cuando me preguntó mi nombre y me dijo que las mujeres no están hechas para la aventura, no pude volver a reírme. Pero esta vez la carcajada fue más sarcástica. -Créeme que no te gustaría enfrentarte a algunas mujeres de las que he conocido.- Le respondí desafiante.

De repente se emocionó y me pregunto acerca de mi fuerza. -Digamos que se valerme bien por mi sola.- Le contesté de manera misteriosa. Si algo había aprendido a lo largo de los años es que nunca debes revelar mucho sobre ti mismo a cualquiera y que nunca se debía subestimar a un posible enemigo. Eran palabras que mi padre me había repetido insaciablemente cuando era niña, pero que no pude comprobar hasta muchos años y derrotas después.

Me sorprendió oírle decir que no había conocido a mujeres que luchasen, excepto las vampiresas que al parecer mataron a su familia-Parece que tenemos un pasado parecido, aunque en su caso él sabía quien era su enemigo.- Pensé recordando la noche en la que atacaron a mi clan y mataron a mi padre. No sabía quienes habían sido, podrían ser cualquiera de las razas de Aerandir y no tenía ninguna forma de descubrirlo. Había pasado ya tanto tiempo...

Me sacó de mi ensimismamiento que de repente Killian me desafiase a un combate, se había puesto a muy poca distancia de mi y sus ojos centelleaban desafiantes. Me miraba fijamente -¿Cuáles son sus intenciones?- Me pregunté. No sabía si me había visto como una amenaza o simplemente quería comprobar mi fuerza. Di un paso hacía atrás para ponerme en una posición más segura. Mi único arma era un arco y no me servía a esa distancia, antes de sacar siquiera una flecha él me alcanzaría con su espada. -De seguro soy más rápida que él, puedo intentar esquivar su golpe y asestarle yo uno.- Pensé evaluando mi situación.

Le miré a los ojos y le sonreí invitándole a que diera el primer golpe.

Offrol: que Killian salté en la dirección que voy a ir yo antes de que lo diga esta consensuado entre los dos sin problema.

Su rostro se tornó sombrío, como si el recuerdo de la batalla lo transformara. Estaba serio y me miraba fijamente, aunque su mirada parecía estar muy lejos de aquí, en un lugar del pasado. Observé comos se disponía atacar, flexionando sus rodillas para impulsarse hacia adelante y darme un golpe mientras gritaba con fuerza un grito de batalla. Esquivé su golpe pero pareció prevenirlo, porque saltó en la misma dirección que me había desplazado yo. Su movimiento me pilló por sorpresa, había subestimado sus reflejos y su rapidez. A primera vista aquel hombre no parecía tan ágil. De todas formas no me preocupé, yo seguía siendo más ágil y más veloz que él. Estando los dos frente a frente y muy cerca el uno del otro, me agaché rápidamente para asestarle un codazo en el estomago con todas mis fuerzas. Inmediatamente giré sobre mi misma agilmente hacia un lado para escapar de su alcance.   

Mi táctica pareció herirle. No quería causarle ninguna lesión grave y mucho menos la muerte, pero seguía insistiendo en pelear -¿Qué razones le motivaban a hacer eso?- Mis principios no se basaban en matar a cualquiera. Mataba a quien se lo merecía, a aquellos que su corazón estaba consumido por la oscuridad. Los motivos de Killian no los conocía, aunque algo en mi interior me decía que aunque a pesar de que era bruto y quería pelear en el fondo era bondadoso.

Enseguida se puso de nuevo a la acción, está vez gruñó y sacó un arco -¿¡También tenía un arco!?- mientras lo cargaba comenzó a correr. -No puedo ser menos- pensé mientras sacaba también mi arco y lo cargaba. Killian se subió a un árbol, pero ya estaba en mi punto de mira. Los dos con los arcos tensados y dispuestos a disparar, el desde las alturas, yo desde terreno firme.

-¿Será capaz de asestarme un golpe mortal?- Medité mientras lo miraba desafiante desde el suelo. -Oye chico, realmente no quiero hacerte daño, esto no va a acabar bien para uno de los dos.- Le advertí con voz seria. No quería matar o herir innecesariamente a alguien que no había cometido ningún crimen.

Killian seguía a la defensiva -Está firmemente decidido a matarme.- pensé. El rugido que había escapado de mi garganta cuando me golpeó al parecer es lo que le había puesto en guardia -¡Joder!- maldije. Era algo instintivo cuando me enfadaba o tenía que pelear. Al fin y al cabo formaba parte de mi naturaleza.

Guardé el arco y las flechas con sumo cuidado para que no creyese que estaba intentando atacarle confiando en que mi plan para tranquilizarle funcionaría.-Como ya te he dicho me llamo Shao Pan, aunque puedes llamarme Pan.- empecé diciéndole.-¿Qué soy? Algunos dirían que un monstruo o una bestia, pero yo prefiero el término dragón.- dije de manera cautelosa evaluando su reacción. -No estoy aquí para hacerte daño. Solo buscaba un sitio donde pasar la noche, igual que tu.- Dije señalando su campamento, del cual nos habíamos alejado en nuestra encrucijada.

Me quedé quieta, esperando su reacción e intentando parecer inofensiva. No sabía con que tipo de criaturas se había enfrentado él. Si habían sido dragones y su experiencia fue mala.... Tragué saliva y le miré fijamente aparentando más confianza de la que en realidad tenía.  

Cuando Killian se me acercó a una distancia incómoda y empezó a husmear alrededor mio, me quedé totalmente perpleja. -¿Qué se supone que está haciendo?- me pregunté a mi misma. Entonces, inesperadamente se comenzó a reír a carcajadas. Lo miré confundida mientras él negaba enérgicamente que yo fuera un dragón y se ponía a andar hacía el campamento.

Estaba sorprendida de que aquel hombre no me creyese. Cierto que nunca había dicho a nadie que era un dragón, pero me había imaginado cualquier otra reacción, excepto la que adoptó él. Que se hubiese asustado, sorprendido o huido me habría parecido más normal.

Sin moverme del sitio alcé la voz y le dije: -Puedo ser muchas cosas, ¡pero no una mentirosa!- Mientras, me transformé dando un enorme rugido en un hermoso dragón de un amarillo reluciente, casi dorado. No era el aspecto que más me gustaba de mí, además no solía adoptar esa forma. Cuando mi cuerpo adoptaba las dimensiones del dragón, sentía dolor y entumecimiento en los músculos. Cuando finalmente era un dragón de 3 metros, lo miré desde arriba esperando que no saliese huyendo ni nada por el estilo.

Desde las alturas vi a Killian que desde mi perspectiva actual parecía mucho más menudo, incluso inofensivo. Pareció quedarse sorprendido de que ahora viese un brillante dragón donde segundos antes había estado con mi apariencia humana. Cogía firmemente su espada y aunque temblaba, se acercó hasta llegar a tocarme. Di un hondo suspiro y me desplacé brevemente hacia atrás para volver a mi forma humana.

Conseguí de nuevo mi forma humana, aunque ahora sentía el cuerpo dolorido y algo cansada. -Aunque no lo parezca es doloroso- dije levantando la vista hacía Killian con la respiración aún acelerada. -Lo siento si te he asustado- dije pidiéndole perdón también con la mirada -solo quería demostrarte que o mentía- terminé de explicarle.

Me estiré dando un fuerte bostezo y me dirigí hacía el campamento que había montado antes Killian -¿Has cazado o tienes algo que podamos cocinar?- le pregunté levantando la vista hacía el cielo. Estaba oscureciendo y lo mejor que podíamos hacer era recuperar fuerzas por si a algún ser, o peor aún algún grupo de seres, se les ocurría merodear por allí. Me senté en una roca cerca del campamento y miré expectante a Killian.

Cuando Killian sacó un brazo de oso y se puso a cocinarlo arquee una ceja extrañada -¡¿Oso!?- pensé mirando como el fuego comenzaba a chamuscar el pelaje de la carne. Nunca había conocido a nadie que comiese osos. Pero eso era mejor que nada, no estaba por la labor de salir ahora a cazar.

Al parecer había abierto un dilema en la mente de Killian al transformarme en dragón. Sus ideas se habían venido abajo al comprobar que no todos los monstruos eran seres malvados. -Yo considero que hay seres bondadosos y malvados en todas las razas, hay monstruos buenos y malos, al igual que hay humanos buenos y malos.- le dije intentando aplacar su confusión. -El bien y el mal son muy relativos- dije mirándole -Mientras sientas que haces lo correcto, no tienes porque torturarte- dije sonriéndo para intentar levantarle el ánimo.

El sol se había ocultado para dar paso a la luna y las estrellas. Nos cubría una gran manto de sombras que ondulaban cerca de la fogata. El olor a carne embriagaba el ambiente abriendo el apetito. -¿Qué has venido a hacer aquí?- le pregunté volviendo a mirarle.

Detrás de nosotros quedaba el lago que ahora solo era una gran masa oscura, algo parecía chapotear insistentemente ¿Peces? pensé distraída, deseosa de pegar un bocado a aquella carne que ahora se me presentaba tremendamente deliciosa.

Killian debía de venir de algún lugar muy lejano. No entendía todas mis palabras, su forma de hablar era inconexa y sus modales eran difíciles de ver. Me preguntó por el significado de relativo. Era algo bastante complicado de explicar.     -Mmm.. veamos, relativo quiere decir que no es algo absoluto- dije mirándole creyendo que le estaba complicando más de lo que le resolvía. -Quiero decir que no se puede regir una norma universal sobre lo que es malo y lo que es bueno. El bien y el mal depende de muchas cosas, de la perspectiva de cada uno, de las circunstancias... seguí explicándole esperando que entendiese lo que quería decir.

En un abrir y cerrar de ojos se comió su trozo de carne. Yo también comencé a a pegar mordiscos al mío, aunque con mucha más delicadeza que Killian. Después de toda buena comida siempre entra sed. Killian pareció pensar lo mismo que yo y fue a levantarse para coger agua del lago. Preferiría ron. Pensé recordando el dulce sabor de la bebida.

El lago no estaba lejos de nosotros. Mientras Killian se acercaba, recordé la sensación que había tenido antes respecto al lago. Miré como Killian se ponía a orillas del lago dispuesto a coger agua. Pero algo no iba bien, me levanté alarma y fijé mi vista en la superficie del agua. El agua se ondulaba con fuerza, cada vez más intensamente. Algo no marcha bien. pensé mientras me acercaba hacía donde estaba Killian sin apartar la vista del lago. Antes de que llegase vi como unos enormes... ¿¡Brazos!? ¿¡Tentáculos!? emergían del agua con aspecto amenazador. -Cuidado!- grité a Killian esperando advertirle del peligro. Aquellas cosas iban directas hacía él. -¡Muévete! le volví a gritar corriendo hacía él.