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Cicatrices de guerra, el fin de los Tarmúnil [Libre][1/3][Noche][Senda de la Manía]

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Mensaje  Elen Calhoun Miér Sep 14 2022, 23:47

Cuatro días después de despertar en mitad de la nada, la pareja finalmente logró atisbar lo que había quedado de Árbol Madre tras la batalla contra los jinetes, y en silencio, avanzaron hacia el campamento que se había montado en la zona más alejada del mismo. Las secuelas del conflicto aún eran evidentes, varias áreas se habían visto afectadas durante la guerra, algunas incluso arrasadas, pero mucha gente seguía ayudando activamente para recuperar lo perdido.

Al amparo de la noche, y cubiertos con sus capas para no ser recibidos a punta de arco, el dragón y la vampira se las ingeniaron para cruzar las defensas sin que los guardias los detuviesen, y una vez dentro, rondaron por entre las casetas en busca de algún rostro familiar. - No reconozco a nadie, ¿dónde se han metido todos? - preguntó en voz baja la de cabellos cenicientos, dejando escapar un resoplido de frustración.

¿Habían llegado tarde? ¿se habrían marchado del lugar todos sus aliados? Ese temor pronto cobró fuerza, un mes era mucho tiempo, el suficiente como para que dando por acabada su labor, los héroes decidiesen ir a otra parte.

- Aún quedan unas horas para que amanezca, sigamos buscando un poco más. - instó el cazador, negándose a rendirse después del largo trayecto que habían realizado para llegar hasta allí. Elen se limitó a asentir en respuesta, echando un vistazo a cuanto los rodeaba antes de centrar su atención sobre una tienda en particular, en la que parecía reunirse bastante gente a pesar de la intempestiva hora que era.

- Probemos en esa dirección. - sugirió, señalando lo que aparentemente debía ser algo así como un comedor para los obreros y demás voluntarios. Conforme con la idea, Alister la siguió de cerca, pero antes de que pudiesen entrar a ojear a los presentes, una voz llamó la atención de ambos. - ¡Para ya bestia! - increpaba un hombre, desde detrás de la caseta a la que se dirigían.

Tras cruzar una mirada, y movidos por la curiosidad, los dos optaron por desviarse hacia el origen de la voz. - ¡Llevo un mes alimentándoos, deberías ser más agradecido! - siguió despotricando el tipo, obteniendo como respuesta un amenazador relincho. - Estoy harto de vosotros. -  masculló entre dientes, justo cuando los visitantes doblaban la esquina para encontrarlo discutiendo con un caballo, aunque no era un corcel cualquiera.

Sus crines, al igual que el resto de su cuerpo, eran negros como la noche, y exhibía un temperamento que a ojos de joven, era inconfundible. - Sombra. - susurró animada al reconocer a su montura y a la del norteño, que se encontraba ligeramente por detrás del oscuro ejemplar. - Esos caballos, ¿de dónde los ha sacado? - formuló, caminando hacia el extraño, que mantenía a los animales dentro de un improvisado establo formado por un par de vallas de madera.

- Eh… los encontré después de que acabase la contienda, ¿están interesados en comprarlos? ¡se los dejaré a buen precio! - respondió al instante, deseando librarse de los equinos cuanto antes. - Éste en particular tiene un carácter algo complicado pero los dos están sanos y estoy seguro de que les servirán. - continuó, intentando convencer a la pareja.

- ¿Cómo vas a venderme algo que ya es mío? - lo cortó la benjamina de los Calhoun, para confusión del hombre. - ¿Eh? ¿qué dices? - alcanzó a pronunciar. - Lo que has oído, ese caballo me pertenece. - informó sin perder la tranquilidad, pero a juzgar por la expresión de aquel individuo, quedaba claro que no la creía. - ¿Quieres que te lo demuestre? Hazte a un lado. - instó, avanzando hacia la valla sin esperar a que respondiese.

El tipo palideció al verla abrir el recinto, llevaba un mes alimentando a aquellas bestias y no había sido capaz de acercárseles a menos de un par de metros sin despertar la agresividad del negro corcel, pero la encapuchada iba directa hacia el animal sin un ápice de nerviosismo. - Mierda, seguro que la ataca y se me fastidia el negocio. - pensó, llevándose las manos a las sienes.

- Lo siento Sombra, te he dejado solo demasiado tiempo. - habló la criatura de la noche, aprovechando que estaba de espaldas al humano para descubrirse ligeramente el rostro. El equino la observó fijamente durante unos segundos, tras lo cual, para sorpresa de su cuidador, se acercó mansamente a la de ojos verdes. - Menos mal, temía que no me reconocieses. - musitó, alzando una mano para acariciar el cuello de su preciado compañero de viaje.

- ¿Ves? Son nuestros. - comentó, tirando de la capucha para volver a ocultar el rostro antes de girarse hacia el hombre. - Pero… pero yo los encontré, nadie los reclamó… llevo un mes cuidando de ellos. - alegó, sin resignarse a perder tanto el dinero como el tiempo que había invertido. - Tranquilo, agradecemos lo que has hecho, no te irás con las manos vacías. - dijo Elen, tomando las riendas para guiar a su montura fuera del establo.

Alister no tardó en hacer lo propio para recuperar la suya, que también se alegró de regresar junto a su dueño. - Tome, en pago por sus servicios… - indicó la señora de sombras, entregándole una bolsita de aeros. - Ahora que hemos arreglado este asunto… dice que estaba aquí cuando acabó la guerra, ¿qué puede decirnos al respecto? Venimos de lejos y buscamos algo de información sobre cómo se cerró el portal del Oblivion y el paradero de los héroes que lo hicieron. - preguntó, mostrando algunas monedas más para animar a su interlocutor.

El humano no había estado en primera línea sino como apoyo a las tropas, pero les ofreció algo de información, corroborando lo que les habían contado en la taberna del asentamiento días atrás y también uno de sus temores, que varios de los participantes no se encontraban ya en la zona. - Si queréis saber algo más deberíais preguntar a los soldados. - esas fueron las últimas palabras del individuo, que no tardó en retirarse, probablemente a gastar parte del dinero que acababa de ganar en el comedor.

- No podemos acercarnos a los soldados con esta apariencia, nos atacarían, será mejor que sigamos buscando… tiene que quedar alguien. - intervino Alister, poniéndose de nuevo en marcha en dirección a la caseta, seguido por la de cabellos cenicientos.



Off: Efectos de la maldición Olvidado en el Oblivion
- Nadie los recuerda.
- Dada su apariencia de no muertos, los guardias los atacarán si los descubren.  
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Mensaje  Elen Calhoun Miér Sep 21 2022, 13:24

Con sumo cuidado, para que sus rostros no quedasen expuestos en ningún momento, la pareja entró en el improvisado comedor y se paseó por entre las mesas, escrutando con la mirada a los presentes en busca de alguna cara conocida. - Nada, no me suena nadie. - soltó por lo bajo la señora de sombras, en cuanto alcanzaron la otra punta de la caseta. - A mí tampoco. - corroboró el cazador, debatiéndose entre la frustración y el desánimo. - Busquemos en otra parte. - propuso poco después, volviendo sobre sus pasos mientras ignoraba la sensación de sentirse observado que recorría todo su ser.

Su errático comportamiento, sumado al hecho de que fuesen encapuchados, había despertado el interés de algunos de los individuos que se encontraban en el lugar, quienes no se cortaban un pelo, mirándolos con cierto recelo y empezando a cuchichear entre ellos. - Debemos darnos prisa. - pensó Elen, al percatarse de aquel detalle.

Rápidamente, abandonaron la zona y se alejaron tanto como les fue posible, acabando frente a otra tienda de gran tamaño, dedicada a los heridos y enfermos. - ¿Crees que quedará alguien aquí? - susurró la vampira, deteniéndose en la entrada. - Después de un mes lo veo complicado… si quedan víctimas de la batalla serán aquellas que salieron peor paradas. - respondió el norteño, también en voz baja. - Pero llegados a este punto no perdemos nada por echar un vistazo. - añadió, pidiendo a los dioses que les permitiesen encontrar alguna pista de lo que había ocurrido allí, por pequeña que fuese.

Pero por desgracia, las predicciones del hijo de Dundarak se cumplieron, no hallaron allí a ningún superviviente de la guerra, sino a pacientes de accidentes que habían tenido lugar durante las reparaciones. - Es inútil, hemos llegado tarde. - se lamentó la de cabellos cenicientos, sin saber qué hacer a continuación. - ¿Dónde pueden haber acabado Huri, Asher y los demás? - preguntó con un hilo de voz, aunque no pretendía que su compañero le respondiese. Si quería llegar al fondo del asunto tenía que dar con alguno de sus aliados, solo así podría comprobar si la nueva maldición que portaban era un efecto de haber sido abandonados en el Oblivion.

Por otro lado quedaba el tema de ajustar cuentas con los traidores por supuesto, eso era algo que no olvidaría, pero debía ordenar sus prioridades, y librarse de aquel mortecino aspecto estaba la primera de la lista, más que nada para evitar conflictos innecesarios.

- Me alegra ver que ya se encuentra mejor, con suerte en un par de días podrá regresar a casa. - escuchó decir a una mujer, cuya suave y cálida voz hizo que la criatura de la noche se detuviese para girarse en su dirección. Estaba de espaldas a la pareja, pero la oscura melena que caía en cascada hasta la cintura y su complexión encajaban con la persona que le había venido a la mente. - Procure descansar, mañana volveré a visitarlo. - siguió hablando, despidiéndose del anciano al que estaba tratando para avanzar hacia la salida tras terminar su ronda nocturna.

Sin previo aviso, la benjamina de los Calhoun se apresuró a seguirla, logrando alcanzarla cuando ya se encontraba en el exterior. - ¡Eärwen! ¿eres tú verdad? - la llamó, con un leve deje de emoción en la voz. Al escuchar su nombre, la elfa se dio la vuelta para ver de quién se trataba, ladeando ligeramente la cabeza al no poder ver la cara de quien la reclamaba. - Sí, soy yo… y ¿usted es? - preguntó, sin perder la calma. - Soy Elen, Elen Calhoun, la Centinela del Sur. - reveló de inmediato, acercándose hasta quedar a apenas un metro de la sanadora. - ¿Elen Calhoun? Hmmm… me temo que no la conozco. - contestó ella, llevándose un dedo al mentón.

- Cierto… no nos recuerdan. - maldijo interiormente la señora de sombras, pero aquella joven era la primera a la que reconocía en los alrededores de Árbol Madre, no iba a rendirse así como así. - Tú me ayudaste en el pasado, curaste mi pierna cuando regresé de Isla Lunar, y no solo eso… me has apoyado en varias ocasiones. - explicó, arriesgándose a tirar de la capucha hacia atrás para que pudiese verla. - No te asustes por favor… sé lo que parece pero es producto de una maldición. - se excusó, pero la de ojos azules no pudo evitar que una mueca de sorpresa se apoderase de su rostro.

- Es terrible. - susurró, aún impresionada, pero ciertamente los no muertos no tenían el nivel de comunicación que poseía su interlocutora, detalle por el que decidió creerla. - Tiene que haber algún modo de hacer que me recuerdes. -  musitó la vampira, echando mano a su bolsa y empezando a revolver en el interior en busca de algún objeto que pudiese servirle, pero para eso tenía que ser algo que la morena ya hubiese visto antes, con lo que solo había una posibilidad.

A tientas, trató de llegar hasta el medallón solar, pero justo cuando iba a sacarlo, otro frasco salió despedido también, salvándose de acabar estampándose contra el suelo únicamente por los ágiles reflejos de la hija de Sandorai. La expresión de Eärwen cambió ligeramente al ver los grabados que había en la etiqueta del recipiente, eran antiguos y parecían pertenecer a algún antepasado de su raza. - ¿Puedes leerlo? - preguntó la de cabellos cenicientos, sin quitarle la vista de encima.

- Sí, creo que sí… pone “Polvo del recuerdo”. - respondió instantes más tarde, tendiéndoselo a su dueña. - ¿Estás segura? - quiso asegurarse la benjamina de los Calhoun, y ante el gesto de la curandera, que asintió sin dudarlo, Elen abrió el frasco y se puso un poco en la palma de la mano, para luego soplar hacia la elfa. - E… espera. - se quejó ella, cerrando los ojos y alzando las manos instintivamente para cubrirse. - Deberías avisar antes de hacer algo así. - continuó, mirándola de nuevo segundos después con el ceño levemente fruncido.

Pero aquella expresión pronto cambió, tornándose confundida, para luego volverse algo triste. - Elen, eres tú. - pronunció las palabras con lentitud, en cuanto reconoció finalmente a la mujer que tenía delante. - Ya sabes quién soy… que alivio. - soltó la criatura de la noche, al tiempo que guardaba con mucho cuidado el recipiente, consciente de lo útil que podría llegar a ser. - ¿Recuerdas a mi compañero Alister? - inquirió, señalando al dragón. - Hace unos días despertamos en mitad de la nada, no tenemos idea de dónde hemos estado desde que salimos del Oblivion, por eso necesitamos aclarar algunas dudas sobre el final de la guerra, ¿nos harías ese favor? - pidió la señora de sombras, humildemente.

- Estuve aquí durante el transcurso de la batalla, si puedo arrojar algo de luz sobre el tema lo haré encantada. - indicó la elfa, ofreciendo a la pareja una leve sonrisa.


Off: Elen utiliza el objeto: Polvo del recuerdo

Eärwen Mithrandír:
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Mensaje  Elian Jue Sep 22 2022, 19:59

La última —dijo Nimdar alzando su copa, y Elian lo imitó, con una sonrisa que preveía la respuesta de sus camaradas.

¡No seas aguafiestas, hombre! ¿Os vais a retirar tan pronto?

¡Una despedida hay que celebrarla como Isil manda! ¿Quién sabe cuándo volveremos a veros las caras por Sandorai?

Nimdar tiene un joven vástago al que dar ejemplo ahora —dijo Elian tras beber un trago de su copa.

¡A la porra el chaval! —bromeó Nimdar—. Como vuelva borracho a la tienda, los problemas los tendré con su madre.

Todos rieron y entrechocaron sus copas una vez más. Cuando, tras vaciar los recipientes, Nimdar y Elian se incorporaron para partir, los demás hicieron lo propio para despedirse.

¿Y tú qué, Elian? Tú no tienes ningún crío al que dar ejemplo. ¡Cómo vas a retirarte tan temprano!

A mí también me da miedo la madre del chaval.

Unas cuantas carcajadas, más palmadas y algunos abrazos más tarde, Elian y Nimdar abandonaban la caseta, pero no se encaminaron inmediatamente hacia sus respectivos alojamientos. Partirían hacia el norte al día siguiente y ambos deseaban despedirse a su manera de aquella tierra que los había visto nacer, si bien Nimdar apenas la había pisado un par de veces en las últimas décadas y Elian… bueno, Elian amaba su bosque a su manera, pero no podía desoír la llamada del camino. Y hacía ya varios días que el camino gritaba de nuevo su nombre.

Se acercaron primero a la Gran Avenida, desde la que podía atisbarse, a la luz de la luna, el Árbol en la lejanía. Ninguno de los dos parientes pudo evitar un suspiro de melancolía al contemplar la escena. La imponente copa del Árbol había desaparecido casi por completo y aún tardaría un tiempo en recuperar el lustre de antaño. Pero al menos, habían limpiado ya los alrededores y el tronco, aunque algo dañado, resistía firme y, lo más importante, vivo.

Los trabajos de recuperación se centraban principalmente en las raíces, la parte más importante. Tanto como una vez se extendió el amplio ramaje de Árbol Madre por el cielo de Sandorai, se extendían también sus raíces bajo tierra y eran éstas las que aportarían el vigor necesario para que el nuevo ramaje comenzara a brotar e igualase en vigor al anterior.

Así, numerosos puestos de sanadores se habían dispuesto en los alrededores del Árbol, a una gran distancia del tronco, pues amplio era el alcance de la madre de todos los árboles del bosque sagrado. Fue al pasar junto a uno de ellos que oyeron los gritos.

Era posible dirigir las raíces de una planta por donde uno quería que pasaran, sin embargo, siempre que fuera posible, debía dejar que la planta eligiera su curso, pues era ella quien mejor entendía sus propias necesidades y la mejor tierra para cubrirlas. Sin embargo, aquello entrañaba un riesgo cuando se trabajaba con raíces tan grandes: los corrimientos de tierra.

Sin perder un minuto, los dos parientes se unieron en el rescate de los accidentados, que no tardaron en llevar en volandas a la tienda enfermería más cercana.

¡Eärwen, menos mal que aún no te has ido! Éste nos ha pillado por sorpresa, todo un grupo de soldados desprevenidos. Lágoles tiene mala pinta —dijo uno de los trabajadores señalando al soldado que Nimdar y Elian cargaban.

Con cuidado de no golpearse con los tipos encapuchados que conversaban con la sanadora, ambos primos se encaminaron con su carga hacia el interior de la tienda, y la depositaron con cuidado en la camilla que les señalaron, antes dirigirse de nuevo al exterior del lugar. Ellos no eran sanadores, después de todo. Poco más podían hacer allí.


----------

OFF: Me he tomado la libertad de traerme a Lágoles porque... bueno, ¿por qué no? Se supone que vive por la zona y no es como si nos lo fuéramos a cargar.

Creo.

Nimdar es pariente y amigo de Elian. Para una referencia sobre su aspecto, [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
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Mensaje  Elen Calhoun Dom Sep 25 2022, 22:07

Con renovada esperanza, la benjamina de los Calhoun no perdió un instante, pasando a interrogar a la morena en cuanto ésta se ofreció a contarles lo que sabía acerca del desenlace de la guerra. - Mis hermanos… los otros centinelas, ¿tienes idea de si alguno reapareció cerca de Árbol Madre después de que los jinetes fuesen eliminados? - preguntó, esperando recibir alguna noticia de Anastasia o Asher. - Lo siento Elen, los únicos guardianes que intervinieron en la lucha que conozco sois tú y tu hermano Vincent… si dices que hay más… quizá también los haya olvidado. - dijo la elfa, para desilusión de la joven.

- Supongo que aunque te hablase de ellos no serviría de nada. - musitó, pasando a otra de las cuestiones que necesitaba aclarar. - Entonces háblame de los héroes que cerraron el portal al Oblivion, ¿aún siguen aquí? - prosiguió, con un tono algo más frío. Eärwen negó con la cabeza, mirando a la de cabellos cenicientos con cierta tristeza ya que ahora recordaba perfectamente la suerte que habían corrido ella y sus aliados. - No estuvo bien que os dejaran atrapados al otro lado, eso lo comprendo, pero… he visto antes ese brillo en tu mirada, no dejes que la rabia te ciegue. - comenzó a hablar, manteniendo un tono de voz muy suave.

- Si buscas venganza ten por seguro que nada bueno saldrá de todo esto, aunque lograses dar con los responsables y te enfrentases a ellos no ganarías nada… - continuó, midiendo cuidadosamente sus palabras y atenta a la reacción de su interlocutora. - ¿Que no ganaría nada? Nos condenaron a morir en territorio enemigo, así sin más… no confiaron en nosotros, no fue justo. - replicó la vampira, con gesto serio. - No digo que lo fuera, ni tampoco intento justificarlos que conste... - comentó, alzando ligeramente las manos y negando nuevamente. - Pero actuaron para salvar Árbol Madre en mitad del caos… si recurrieron a algo tan drástico seguramente fue porque no vieron otro modo de proteger a los que se quedaron defendiéndolo. - siguió, recordando aquellas terribles horas.

- Pensadlo bien, ahora estáis aquí, vivos… y a ti ya no te atormentan los jinetes, finalmente eres libre... ¿no sería mejor que dejarais ese rencor de lado para ocuparos de arreglar el mal que os aflige actualmente? - sugirió, señalándolos. El dragón y la señora de sombras callaron, cruzando una breve mirada, tras la cual Elen no tardó en tirar de su capucha para volver a cubrirse, quizá la hija del bosque tuviese razón pero olvidar algo así no era tan fácil.

Antes de que pudiese reanudar la conversación, el sonido de unos acelerados pasos puso en alerta a la criatura de la noche, que se giró poco antes de que unas figuras los alcanzasen. Los lugareños buscaban a la sanadora, y traían a varios soldados heridos, uno de ellos de mayor gravedad, tanto que tuvieron que transportarlo en volandas hasta allí. La de cabellos cenicientos torció el gesto al percibir el aroma de la sangre, se llevó una mano al rostro y retrocedió un par de pasos, no se había alimentado apropiadamente en las últimas horas y lo último que quería era dejarse llevar por la sed.

- ¿Otra vez? - inquirió la morena, visiblemente preocupada por el estado de los recién llegados. - Rápido, llevadlos dentro. - indicó, volviéndose hacia la centinela y su compañero poco después. - Lo siento Elen, debo atenderlos enseguida… ¿podéis esperar hasta que termine? - se disculpó, consciente de que la benjamina de los Calhoun se vería obligada a buscar refugio si llegaba el alba. - Claro, nos quedaremos por los alrededores. - musitó ella, y sin más, la elfa se encaminó hacia el interior de la tienda para examinar a Lágoles, el sujeto que había salido peor parado.

- ¿Estás bien? Si quieres podemos alejarnos un poco. - susurró Alister, viendo que la joven aún seguía cubriéndose a medias la nariz y la boca. - No te preocupes, esperaremos aquí… Eärwen es la primera persona conocida que nos topamos, no me iré hasta que haya acabado de hablar con ella. - dijo la vampira, tomándose su tiempo para centrarse y sobreponerse a las ganas de probar el rojizo líquido.

Mientras aguardaban su regreso, los brillantes ojos de la criatura de la noche se posaron sobre el árbol sagrado, percatándose de lo dañado que estaba a pesar de su lejanía, ya que antes lucía mucho más frondoso y grande. Ninguno de los dos tenía idea de lo que había ocurrido allí durante la guerra contra los Tarmúnil, ¿tan mal se habían puesto las cosas como para que no les quedase más remedio que abandonarlos a su suerte? Necesitaba saberlo…

Un par de hombres salieron del improvisado hospital tras cumplir con su tarea, y ya que no tenía nada mejor que hacer, la de cabellos cenicientos decidió sacarles algo de información a ellos también. - Es algo tarde para seguir trabajando, ¿están teniendo problemas con las reparaciones? - indagó, sin saber si aquellos individuos le responderían, a fin de cuentas no la conocían y además iba encapuchada. - Nosotros acabamos de llegar… ¿podríais decirnos en qué estado se encuentra Árbol Madre? - añadió, para luego quedarse en silencio.



Off: Eärwen ejerciendo de voz de la razón, puedes manejarla si lo crees necesario.
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Mensaje  Elian Vie Mar 10 2023, 19:31

¿Todo bien? —le dijo Elian a Nimdar, que se veía algo pálido al salir de la tienda.

Sí, es solo que, cuando veo a los enfermos y heridos así apiñados, siempre me acuerdo de la Epidemia. Creo que me he acostumbrado demasiado a la vida de ganadero, no es lo mismo cuando son personas, ¿sabes?

Elian asintió y le dio una palmada en el hombro, bien sabía Isil que a él tampoco le agradaban las enfermerías. Cuando ya iban a alejarse, esta vez sí, camino de las tiendas, se les acercó uno de los encapuchados que habían visto al entrar, una mujer. No se descubrió el rostro, pero parecía realmente interesada en los desperfectos tras el ataque.

Nosotros ya habíamos terminado, en realidad —dijo Nimdar—, pero en el Árbol se organizan varios turnos para no dejarlo solo, ya sabes, hasta que estén seguros de que…

De que no se va a caer, leyó Elian en su silencio. A él tampoco le agradaba la idea de manifestar en voz alta esa posibilidad.

Está vivo, por suerte —tomó el relevo de su primo—, pero sufrió grandes daños. Cuando nosotros llegamos, pocos días después de… Bueno, las grandes ramas que cayeron de la copa aún bloqueaban buena parte de los alrededores. Nos contaron que había ardido. Toda la copa, ¿imaginas?

Con semejante tamaño, debía haber sido una imagen aterradora. Elian tragó saliva mientras miraba el Árbol pelado en la distancia y Nimdar continuó hablando:

No se ve desde aquí, pero la corteza del tronco aún tiene quemaduras y grietas de los impactos de las bolas de fuego y los proyectiles. Había armamento bélico desparramado entre el ramaje.

Aún no entiendo cómo lograron traerlo hasta aquí —dijo Elian.

Subestimas el poder de convencimiento de Su Difunta Majestad —apuntó Nimdar con un toque sarcástico.

En fin, la estampa era descorazonadora, aunque los daños del tronco solo afectaban a la corteza y la copa, bueno, la pérdida es una lástima, pero podrá volver a crecer con el tiempo, a pesar de las cicatrices —continuó explicando Elian—. Lo peor estaba bajo tierra. Echaron algún tipo de gas venenoso en las raíces. Esos daños, los que no se ven, son los que más tiempo lleva sanar. Es por lo que se organizan turnos de noche.

Por suerte, la batalla terminó antes de que los daños fueran irreversibles —concluyó Nimdar—. Árbol Madre se recuperará, aunque llevará tiempo. Las vidas que se perdieron... Eso ya es otra historia.

Los dos elfos contemplaron con melancolía el Árbol, recordando mejores tiempos. Tiempos en que a su sombra florecía Namarië y sus ramas parecían dar cobijo al bosque entero. Al poco, Elian suspiró y se volvió de nuevo a la mujer que les había hablado y su acompañante.

Y ¿venís de muy lejos? —dijo—. ¿Tenéis ya dónde dormir? Árbol Madre está inhabitable, por supuesto, pero se han alzado algunas tiendas para los voluntarios por aquí cerca. ¿Habéis venido a ayudar? Lo más urgente ya está en marcha, pero aún queda trabajo de sobra por hacer.
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Mensaje  Elen Calhoun Miér Abr 12 2023, 10:54

A pesar de su sospechosa apariencia, ya que no podía descubrirse ante los extraños o éstos la terminarían confundiendo con una no muerta, los recién llegados no tuvieron reparos y respondieron de buen grado a su pregunta. Que el estado de Árbol Madre era tan delicado como para que los elfos no pudiesen dejarlo sin vigilancia la sorprendió un poco, ya había pasado más de un mes desde la batalla, ¿hasta qué punto había resultado dañado entonces?

- La copa ardió… - musitó, desviando la vista hacia el enorme símbolo de Sandorai, imaginándose la escena. Con el tamaño del árbol seguramente aquella visión habría sido una pesadilla para cuantos se encontraban cerca durante la batalla, más aún para los hijos del bosque, que veían perecer el corazón de su hogar sin remedio. Elen podía entender que ante tal panorama sucumbiesen a la desesperación, pero ¿era suficiente motivo para dar la espalda a quienes habían decidido arriesgar su vida en el otro plano para acabar con la amenaza de los jinetes de una vez por todas?

Una parte de ella se negaba a justificar que los hubiesen abandonado, pero ya que había preguntado, siguió escuchando al par de lugareños mientras ellos les explicaban que más allá de lo quemado y de las ramas que se habían desprendido, había daños en la corteza y también en las raíces.

- Sin duda los Tarmúnil lo tenían todo bien planeado a la hora de lanzar su ataque… - comentó en voz baja, convencida de que su objetivo era derribar Árbol Madre desde los mismísimos cimientos para aterrorizar a sus enemigos. Inconscientemente, llevó la diestra hacia su bolsa, en cuyo interior descansaban sus trofeos de aquella guerra, las calaveras de las armaduras de algunos de los que había matado con sus propias manos, junto con la negra tiara de Ilmerith Tarmúnil.

Recordaba perfectamente aquel enfrentamiento con el brujo en el Oblivion, casi podía notar aún el calor del fuego que los rodeaba cuando le asestó el tajo decisivo con la Matajinetes, junto con el dolor de las quemaduras que en un último acto de maldad, le había causado en el cuello, y que por suerte, ya habían sanado. ¿Cómo iba a olvidar todo el tormento que la habían hecho soportar durante años? Simplemente no podía.

Por desgracia, aquel triste capítulo de su vida la marcaría para siempre, y aunque llegase a liberarse del envenenado regalo que le habían hecho a modo de despedida, nunca volvería a ser la misma de antes.

La rabia y decepción que sentía hacia sus supuestos aliados había arraigado con fuerza en su ser, tanto que no se creía capaz de perdonarles por haber cerrado el portal, aunque haciendo caso a las palabras de Eärwen, intentaba entender mejor la situación que se había vivido en Árbol Madre.

Al escuchar al par de elfos podía hacerse una ligera idea de lo que había ocurrido allí, llegando a preguntarse cuántas vidas se habría cobrado el conflicto mientras los Centinelas combatían al otro lado y si habría algún ser querido suyo entre las bajas.

- No demasiado, venimos de un pequeño pueblo que está a una semana de viaje de aquí. - respondió, tomando como referencia el lugar en que habían despertado tras su salida del Oblivion. Por supuesto, a ellos no les había llevado tanto tiempo alcanzar su destino, poder volar les daba una ventaja de lo más útil, pero ahora que habían recuperado sus monturas volverían a los caminos, aunque no es que tuvieran un objetivo claro en mente, todavía.

- Ayudar… - intervino Alister, girando el rostro hacia su compañera, aunque no podía ver la expresión que tenía en aquel instante. - En principio vinimos para ver cómo estaba la situación en torno al árbol y buscar a unos conocidos, pero parece que se marcharon poco después de que todo terminase. - añadió, tomando la iniciativa ante el silencio de la señora de sombras. - No teníamos pensado quedarnos mucho tiempo, pero parece que Eärwen tendrá trabajo para rato, quizá nos venga bien buscar un sitio en que descansar hasta que podamos hablar con ella. - propuso, provocando que la vampira reaccionase, levantando la cabeza en su dirección.

- Tendremos que esperar a que termine de tratar a sus pacientes, y quieres hablar con ella tranquilamente ¿no es así? - inquirió, en voz baja. - Entonces será mejor que encontremos un lugar seguro antes del alba. - prosiguió, esperando que sus interlocutores no se percatasen de la naturaleza de la joven. - ¿Podríais enseñarnos esas tiendas para los voluntarios? ¿Qué tareas hay que hacer para poder hospedarse en ellas? - preguntó el dragón, notando al instante como la de cabellos cenicientos sujetaba la manga de su abrigo con sutileza.

No estaba conforme con la idea, aquella era una silenciosa forma de demostrarlo, pero si querían tener ocasión de seguir la conversación que había quedado a medias con la curandera, no les quedaba de otra. - Yo ayudaré en las reparaciones mientras tú descansas y esperas a que Eärwen quede libre. - susurró, inclinándose un poco hacia ella. Elen no dijo nada, teniendo en cuenta sus limitaciones sabía que el norteño tenía razón, pero no podía evitar preocuparse por su seguridad, ya que si se descuidaban y alguien veía sus rostros, acabarían metiéndose en problemas de nuevo.
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Mensaje  Elian Jue Abr 20 2023, 22:23

Un pueblo a una semana de aquí y no tenían idea del alcance de los daños. Después de un mes en el lugar, a Elian le costaba recordar que había lugares donde el ataque a Árbol Madre sería poco más que una anécdota, la clase de historia que contarían los buhoneros para entretener a los habitantes de las aldeas en su camino y animarlos así a dejarse algún dinero con sus productos y sus rumores.

Intervino entonces el otro viajero, algo dubitativo, o quizá protector. Era difícil interpretar su lenguaje corporal bajo las capas de viaje, pero a Elian le inquietó un poco el silencio en que se había sumido la mujer. Nimdar, por su parte, se metió enseguida en su papel de guía. O quizá le habían vuelto las prisas por volver con su esposa.

Claro, íbamos de camino cuando nos encontramos con el accidente —dijo animando a los viajeros a seguirlo—. Por cierto, yo soy Nimdar y este es mi primo Elian. ¿Y vosotros? ¿Sois amigos de la sanadora?

Se alejaron de la tienda enfermería cruzando lo que solía ser la plaza del mercado, pero en aquel momento estaba ocupado por diversos bancos de trabajo, desocupados a aquellas horas de la noche. El movimiento de personas aumentó ligeramente a medida que se acercaban a las tiendas de refugiados y voluntarios. La preocupación por el futuro de los primeros generaba un número abundante de insomnes.

Las viviendas y tiendas alrededor de Árbol Madre también sufrieron daños, lógicamente —continuaba explicando Nimdar—, pero hoy en día, el mayor volumen de trabajo tiene que ver con la gestión de los refugiados del bosque de hielo. Un área importante al norte quedó congelada poco antes del ataque al Árbol ¿sabéis? —añadió y continuó en voz más baja, para no importunar a los refugiados que pudieran cruzarse en el camino—. Dicen que lo hizo una poderosa bruja, aunque yo creo que son habladurías. La gente busca culpables y los brujos son la opción más fácil.

De cualquier manera, el lugar está inhabitable, por el momento —dijo Elian—. A menos que uno esté habituado a los fríos del norte, claro. En fin, ya hemos llegado. Voy a ver si Idris está despierta. Ella es la que se encarga de asignar las tareas y podrá daros más detalles sobre…

Antes de que Elian terminara la frase, un hombre pasó corriendo entre los cuatro, haciendo que perdiera el equilibrio de un empujón.

¡DETENEDLO! —gritó alguien detrás de ellos—. ¡EL MALNACIDO SE LLEVA MIS AHORROS!
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Mensaje  Elen Calhoun Mar Mayo 02 2023, 12:10

Enseguida, uno de los elfos tomó la iniciativa, invitando a la pareja a seguirlo hasta la zona en que se había instalado el campamento para los voluntarios y aprovechando para presentarse. - Sí, somos viejos amigos de Eärwen. - respondió Alister, aunque en su caso era más bien un simple conocido, Elen era la que tenía más relación con la elfa. Cuando llegó la hora de que fuesen ellos los que revelasen su identidad el dragón dudó unos instantes, momento en que la señora de sombras decidió intervenir.

- Yo soy Elen y él es Alister, gracias por guiarnos. - dijo con tranquilidad, ya que no quería que el par de hombres tuviesen más motivos para sospechar de ellos, bastante hacían ya con hablar tan abiertamente con un par de extraños encapuchados. Además, se suponía que nadie los recordaba, así que era de esperar que no los reconociesen por sus nombres.

En silencio, siguieron a los hijos del bosque, dejando atrás la tienda médica para poner rumbo hacia el área en que se concentraban los refugiados y trabajadores, lugar en que a pesar de la hora que era, aún quedaban muchas personas despiertas. Y mientras Nimdar les seguía poniendo al día sobre los daños y la situación de los alrededores de Árbol Madre, la vampira pudo observar el cansancio y la fatiga en los rostros de los que allí se encontraban.

Muchos tenían unas marcadas ojeras a causa de la falta de descanso, otros no podían evitar que la preocupación e incluso cierto temor se reflejase en sus caras, seguramente por la incertidumbre que envolvía el futuro de Sandorai. Pero todo eso quedó a un lado en cuanto su guía mencionó algo sobre la parte norte del bosque, que había quedado congelada poco antes de la última batalla contra los jinetes.

- Una poderosa bruja… - repitió en voz baja, trayendo a su mente la imagen de la única mujer que conocía con el poder suficiente para hacer algo así, Abbey Frost. Había visto de primera mano el alcance de la magia de la alta encantadora durante su viaje a isla volcánica así que no le costaba imaginar que fuese obra suya, la pregunta era ¿por qué lo había hecho?

Varias ideas pasaron por la cabeza de la joven, pero para que la hechicera hubiese actuado así las cosas debían haberse puesto realmente feas. - Le preguntaré a Eärwen al respecto cuando termine su trabajo. - pensó, sabiendo que seguramente la morena no sabría mucho más que sus congéneres, pero aún así intentaría averiguar más acerca de lo ocurrido en aquella zona en cuestión. - Quizá deberíamos acercarnos a ese lugar, cuando acabemos aquí. - susurró Alister inclinándose hacia ella, intuyendo que aquel enigma despertaría el interés de su compañera.

Elen asintió en respuesta, y solo un par de minutos más tarde ya habían llegado a su destino, pero justo cuando Elian se disponía a buscar a la responsable de asignar las tareas, un extraño pasó corriendo por en medio del grupo, empujándolo y provocando que perdiese el equilibrio.  Tanto el dragón como la vampira torcieron el gesto ante la brusquedad con que aquel individuo se había abierto paso entre ellos, preguntándose a qué venía tanta prisa, pero pronto sus dudas quedaron resueltas, en cuanto una voz alertó a todos los presentes de que se trataba de un ladrón.

- No es problema nuestro. - se dijo mentalmente la de cabellos cenicientos, ya que lo último que les interesaba era atraer la atención de los guardias, pero entonces cayó en la cuenta de que si no lo atrapaban, los soldados empezarían a hacer preguntas a cuantos hubiesen visto la escena y eso no les convenía. - Será mejor que me ocupe de esto antes de que las cosas se compliquen… - comentó por lo bajo, girando el rostro hacia el norteño. - Vuelvo enseguida. - indicó, dándose la vuelta para iniciar la persecución.

- ¡Espera Elen! - fue lo único que alcanzó a pronunciar el dragón, pero ya era tarde, la benjamina de los Calhoun se había echado a correr detrás de aquel sujeto, y sabía que no podía igualarla en velocidad, no con su forma humana.

La vampira, aprovechando la agilidad que su naturaleza le brindaba, esquivó los obstáculos y a los refugiados que se encontraba en el camino, pero aquella rapidez suya no tardó en exponerla. En cuanto la capucha de su capa cayó hacia atrás, tanto su cenicienta melena como su pálido y avejentado rostro quedaron al descubierto, obligándola a echar mano a las sombras para oscurecer su aura y evitar que la descubriesen.

- Debo darme prisa, lo atraparé y lo inmovilizaré… que los guardias hagan el resto. - pensó, desviándose ligeramente hacia la derecha para evadir a un pequeño grupo de trabajadores que seguían despiertos.

El ladrón, al darse cuenta de que alguien iba tras él, empezó a ponerse nervioso y aceleró, aprovechando las tiendas para tratar de dar esquinazo a su perseguidora, sin saber que de poco le valdría.

La criatura de la noche podía escuchar perfectamente sus pasos y seguir el rastro de su olor, así que anticipándose a su objetivo, buscó una ruta secundaria más corta y le salió al paso, tomándolo por sorpresa. - ¿Cómo? ¡no es posible! ¡no dejaré que me atrapen! - exclamó, girando sobre sí mismo para huir en otra dirección, pero antes de que pudiese hacerlo algo se le enredó en el tobillo y tiró de él, haciéndolo caer de bruces contra el suelo.

El criminal palideció al ver la especie de lazo sombrío que lo retenía, pero pronto las cosas empeoraron, en cuanto aquella desconocida empezó a tirar de la negra atadura, arrastrándolo hacia ella. - ¡No! ¡Suéltame! - chilló, recostándose sobre la espalda y revolviéndose tanto como le era posible, pero sin importar cuanto se resistiese, no podía liberarse. - Déjalo ya, no te valdrá de nada. - soltó la vampira, manipulando su elemento para crear otro lazo mientras se acercaba al tipo.

Ignorando sus palabras, el ladrón continuó haciendo lo posible para escapar, pero en cuanto su captora se encontró a apenas unos metros de su posición, la nueva y oscura ligadura le rodeó el torso, inmovilizándole los brazos. - ¿Pero tú quién cojones eres? ¡No es tu dinero! ¡Suéltame! - exigió, a pesar de su precaria situación. - Cierra la boca o te la cerraré yo, no quiero que armes un escándalo. - lo amenazó, dejando que viese su mortecino rostro para asustarlo.

Sin embargo, aquello fue contraproducente, ya que el extraño se dispuso a gritar aún más alto por el miedo, a lo que la criatura de la noche tuvo que reaccionar rápidamente, creando una especie de mordaza con sus sombras. - Dije que no quería escándalos, ¿qué es lo que no entiendes? - inquirió, sujetandolo por el cuello y haciendo una ligera presión con los dedos. - Lo mejor que puedes hacer ahora mismo es quedarte calladito. - añadió, viendo el terror en los ojos del hombre, detalle que inevitablemente le recordaba a sus cacerías.

Pero no iba a alimentarse de él, de hecho no quería exponer más su naturaleza de ser maldito, así que debía encontrar algo con que retenerlo hasta que los guardias llegasen.


Off: En caso de que decidan seguir a Elen y al ladrón, Alister los acompañará así que puedes manejarlo un poco.
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Mensaje  Elian Vie Ago 11 2023, 13:01

Elian se las arregló para evitar besar el suelo mediante un pronto despliegue de la antiquísima técnica de poner las manos delante. Aquello no evitó que se desplomara sobre el piso, pero al menos logró mantener su dignidad levantándose inmediatamente con todos los dientes en su sitio. Para entonces, la extraña viajera, Elen, ya había emprendido la persecución del ladronzuelo.

Esto, supongo que habría que seguirlos, ¿no? —dijo mientras se sacudía el polvo de las manos en los pantalones.

Buena idea —dijo Nimdar dándole una palmadita en la espalda—. Yo, mientras, iré a buscar a la guardia, si es que no han oído aún los gritos.

Y, con ello, emprendió un trotecillo suave en dirección a los límites del sector de refugiados, dejando la persecución a cargo de Elian y el tal Alister. ¡Isil, cómo odiaba correr! ¿Qué necesidad tenía la gente de lanzarse a la carrera como pollo sin cabeza cuando su destino no iba a moverse de sitio?

Cualquiera diría que, con su estatura, le habrían bastado un par de zancadas para sacarle la delantera a casi cualquiera a su alrededor, pero estas cosas no funcionan así. Además, los gritos de la víctima habían atraído a varios curiosos que obstaculizaban su camino entre las tiendas.

Al menos, Elian no tenía dificultades para distinguir, por encima de las cabezas del resto, el camino seguido por el ladrón, aunque la oscuridad de la noche le impedía distinguir a la mujer. Aquello lo inquietó un poco. ¿Se habría quedado atrás? ¿Le habría ocurrido algo?

Está ágil… tu amiga… ¿no? —le dijo a Alister entre jadeos mientras se colaban entre dos tiendas para tratar de atajar la trayectoria del ratero…

… y justo antes de dar de frente contra un macizo seto salido de la nada en medio del callejón. Elian rebotó contra el ramaje y hubiera caído de culo al suelo de no ser porque Alister se encontraba justo detrás. Estando así las cosas, rebotó contra el sólido pecho del encapuchado y de nuevo contra el ramaje antes de estabilizarse de nuevo.

¡Te atrapamos, bandido! —dijo una voz a sus espaldas—. ¿Creías que podías robar a unos pobres refugiados y salirte de rositas?

Son dos, Angrod —dijo otra voz.

Nosotros somos más, así que ya estáis devolviendo lo que habéis cogido si no queréis recibir otro pago en especie.

Efectivamente, en el extremo por el que habían entrado corriendo un instante antes, se había juntado un grupo de refugiados con caras de muy pocos amigos y armados, aparentemente, con lo que habían encontrado por ahí.

Paz, hermano, Angrod, ¿verdad? —dijo Elian, situándose entre la turba y el viajero con las manos desnudas a la vista—. Yo soy Elian. Nos hemos visto antes, en el comedor. Y también en la tienda de suministros.

Angrod no respondió, pero Elian percibió el reconocimiento en sus ojos, por lo que continuó hablando.

Escucha, nosotros estábamos persiguiendo al ladrón. Verás, su amiga —añadió señalando a Alister— salió detrás de él y creo…

Él no es de por aquí* —interrumpió Angrod—. ¿Por qué vas tan tapado en una noche tan agradable, forastero? Cualquiera diría que ocultas algo. ¿Nos estás ocultando algo?


Mientras tanto, Nimdar había avisado a la guardia, que ya estaban peinando la zona en busca del ladrón, y se encaminaba hacia su tienda, seguro de que Elian lo pondría al corriente cuando regresara.


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OFF: * Alusión a la racial élfica: Don Mágico: Puedo sentir el flujo del Éter, detectando a usuarios de la magia u objetos mágicos que pueda ver (sin distinguir detalles).
Angrod se da cuenta de que Alister no es un elfo y eso despierta su suspicacia.
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Mensaje  Zelas Hazelmere Mar Jul 09 2024, 21:48

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