Desaparecidos en las tinieblas [Libre]
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Desaparecidos en las tinieblas [Libre]
- Música de ambiente:
Hacía días que Alerion había desaparecido. Era habitual que marchara a cazar y volviera tras dos o tres jornadas en el bosque, pero esta vez excedía, y por mucho, el tiempo que solía tardar.. Se hicieron partidas de búsqueda y visitaron sus lugares de caza favoritos sin encontrarle. Justo cuando pensaban darle por muerto, quizá devorado por algun depredador hambriento, lo que podría ser su rastro. Lo siguieron hasta hallar una suave colina en cuya cima aún permanecían los restos de una antigua fortaleza destruida durante la segunda guerra illidense.
Lo que ocurriera allí nadie lo sabía, pues el único elfo que regresó balbuceaba, aún aterrado el nombre de aquella colina y algo sobre una densa niebla. La superstición se aferró a los corazones de los aldeanos, que se alejaban a toda prisa en cuanto la niebla descendía del Monte de Veraplata, nombrado así por lo común de sus árboles cuyos troncos se asemejaban en color a la plata.
Decían que esa niebla no era una niebla cualquiera, sino que en su interior podía sentirse la angustia de la batalla que ocurrió allí en tiempos de guerra y que algunos hasta habían visto en las noches a los guerreros lamentarse aún por la ladera entre gemidos de dolor y rabia. Algunos mas estúpidos que valientes habían ido en busca del primer grupo que salió en busca de Alerion, adentrándose también en aquella nube para no regresar.
A Corona del sol había llegado una petición de ayuda como a tantas otras aldeas de la comarca. Decían verse incapaces de investigar el fenómeno ni de arriesgar mas hombres en el rescate de los ya desaparecidos, a los que directamente daban por muertos y solo esperaban recuperar los restos o algún objeto con el que poder realizar los ritos sagrados de los entierros.
Todo aquello me causó gran curiosidad, pues si la tierra hubiera quedado realmente maldita no habría comenzado ahora, o, de ser realmente una maldición, algo debía haber ocurrido que hubiese desencadenado los sucesos. de igual modo, prefería mantenerme escéptico hasta verlo con mis propios ojos. Tras pedir permiso al Consejo de Corona del sol partí directo a la aldea.
Reposo de Isil era un pequeño asentamiento construido alrededor de un vasto árbol Estrella de Nein donde en cuya copa se encontraba la sala consistorial. Las pasarelas entre las distintas copas, asentadas y construidas orgánicamente sobre las ramas de la foresta eran de madera del Árbol de Veraplata exquisitamente tallada y decorada con motivos estelares en los que predominaban los lunares por sobre el resto. Allí descansaría en la taberna Luz de luna, donde según los carteles enviados a todas las aldeas, instaban a reunirse a quienes acudieran a la llamada.
Lo que ocurriera allí nadie lo sabía, pues el único elfo que regresó balbuceaba, aún aterrado el nombre de aquella colina y algo sobre una densa niebla. La superstición se aferró a los corazones de los aldeanos, que se alejaban a toda prisa en cuanto la niebla descendía del Monte de Veraplata, nombrado así por lo común de sus árboles cuyos troncos se asemejaban en color a la plata.
Decían que esa niebla no era una niebla cualquiera, sino que en su interior podía sentirse la angustia de la batalla que ocurrió allí en tiempos de guerra y que algunos hasta habían visto en las noches a los guerreros lamentarse aún por la ladera entre gemidos de dolor y rabia. Algunos mas estúpidos que valientes habían ido en busca del primer grupo que salió en busca de Alerion, adentrándose también en aquella nube para no regresar.
A Corona del sol había llegado una petición de ayuda como a tantas otras aldeas de la comarca. Decían verse incapaces de investigar el fenómeno ni de arriesgar mas hombres en el rescate de los ya desaparecidos, a los que directamente daban por muertos y solo esperaban recuperar los restos o algún objeto con el que poder realizar los ritos sagrados de los entierros.
Todo aquello me causó gran curiosidad, pues si la tierra hubiera quedado realmente maldita no habría comenzado ahora, o, de ser realmente una maldición, algo debía haber ocurrido que hubiese desencadenado los sucesos. de igual modo, prefería mantenerme escéptico hasta verlo con mis propios ojos. Tras pedir permiso al Consejo de Corona del sol partí directo a la aldea.
Reposo de Isil era un pequeño asentamiento construido alrededor de un vasto árbol Estrella de Nein donde en cuya copa se encontraba la sala consistorial. Las pasarelas entre las distintas copas, asentadas y construidas orgánicamente sobre las ramas de la foresta eran de madera del Árbol de Veraplata exquisitamente tallada y decorada con motivos estelares en los que predominaban los lunares por sobre el resto. Allí descansaría en la taberna Luz de luna, donde según los carteles enviados a todas las aldeas, instaban a reunirse a quienes acudieran a la llamada.
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Eleandris
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Re: Desaparecidos en las tinieblas [Libre]
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Deston se adentró en el bosque con enormes árboles milenarios que parecían tocar el cielo con sus copas imponentes. La luz del sol se filtraba a través de las hojas, creando un juego de luces y sombras que bailaba en el suelo del frondoso bosque. El aire fresco acariciaba su rostro mientras avanzaba, llenando sus pulmones con la fragancia de la vegetación y la tierra húmeda.
— Increible, respirar aire tan puro como este — Murmurro, mientras dejaba que la fragancias del bosque llegara a su nariz, pudiendo sentir todo ese gran entusiasmo al tocar estas tierras.
A medida que exploraba, Deston se encontraba con aldeas construidas en las copas de los árboles. Estas aldeas, suspendidas en lo alto, parecían sacadas de un cuento de hadas.
Las casas de madera se entrelazaban con las ramas, creando un paisaje de ensueño. Puentes colgantes conectaban las diferentes estructuras, permitiendo a sus habitantes moverse entre ellas con gracia y destreza.
Mientras caminaba serenamente, su apariencia antropomórfica de serpiente azul destacaba entre la exuberante vegetación. Su piel brillaba bajo los rayos de sol filtrados, mostrando tonos de azul profundo y relucientes escamas. Aunque su forma era inusual, su presencia se mezclaba armoniosamente con el entorno mágico.
— Escuche rumores sobre alguien que desaparecio en estas tierras, intentare encontrar mas informaciòn en alguna tienda o taberna, que de seguro habrà aca —
Deston continuaba su exploración, disfrutando de la quietud y la paz que reinaban en el bosque. El canto de los pájaros y el susurro del viento entre las hojas creaban una sinfonía natural que lo envolvía. Cada paso que daba revelaba nuevos secretos y maravillas ocultas en este bosque.
En ese momento, Deston se detuvo y cerró los ojos, sintiendo la conexión profunda con la naturaleza que lo rodeaba.
— Esta es la paz que queria conseguir en alguna tierra — los pensamientos, iban inundando cada rincon de Deston, pero se iban esfumando con el aire, al volver en sì.
Comenzó a cruzar el intrincado laberinto de puentes colgantes que formaban las calles del bosque sagrado de Sandorai. Sus pies golpeaban suavemente la madera antigua y resonante de los puentes, cada paso un eco en la quietud del anochecer.
Los elfos, seres de una belleza etérea y elegancia sin igual, se desplazaban de un lugar a otro con una gracia que parecía casi sobrenatural.
Algunos de ellos miraban a Deston con una mezcla de curiosidad y desdén, sus ojos afilados y luminosos evaluándolo con una rapidez desconcertante.
Otros, sin embargo, le miraban con una amabilidad tranquila, sus rostros suaves iluminados por la luz suave y dorada de las lámparas de aceite que colgaban de los puentes y de las casas construidas en los árboles.
— Es un poco normal los viajeros aveces pueden ser caoticos en tierras lejanas — Deston susurro asi mismo evitando decir algun comentario que digustara a los propietario de estas tierras.
Deston, sintiendo la necesidad de un lugar donde descansar y quizás recoger algunas noticias locales, se acercó a un elfo anciano que estaba sentado cerca de uno de los puentes.
— ¿Dónde puedo encontrar una taberna? — Preguntó, tratando de mantener el tono de su voz neutral y amistoso.
El elfo lo observó de arriba abajo, sus ojos centelleando con una luz insondable. Luego, con un gesto de su mano huesuda, señaló hacia el final del puente — Sigue caminando, gira a la derecha en el próximo puente — Dijo con una voz suave y melodiosa. — Verás un cartel que dice 'Taberna Luz de Luna'. Ahí podrás saciar tu sed y tal vez encontrar alguna información que te sea útil —
Deston asintió con agradecimiento, su rostro iluminado por una sonrisa de alivio. Con un último vistazo a la intrincada maraña de puentes y casas que formaban la ciudad elfica, continuó su camino hacia la Taberna Luz de Luna, con la esperanza de encontrar un poco de descanso y tal vez alguna pista que le ayudara en su viaje.
DESAPARECIDOS EN LAS TINIEBLASLibre
Deston se adentró en el bosque con enormes árboles milenarios que parecían tocar el cielo con sus copas imponentes. La luz del sol se filtraba a través de las hojas, creando un juego de luces y sombras que bailaba en el suelo del frondoso bosque. El aire fresco acariciaba su rostro mientras avanzaba, llenando sus pulmones con la fragancia de la vegetación y la tierra húmeda.
— Increible, respirar aire tan puro como este — Murmurro, mientras dejaba que la fragancias del bosque llegara a su nariz, pudiendo sentir todo ese gran entusiasmo al tocar estas tierras.
A medida que exploraba, Deston se encontraba con aldeas construidas en las copas de los árboles. Estas aldeas, suspendidas en lo alto, parecían sacadas de un cuento de hadas.
Las casas de madera se entrelazaban con las ramas, creando un paisaje de ensueño. Puentes colgantes conectaban las diferentes estructuras, permitiendo a sus habitantes moverse entre ellas con gracia y destreza.
Mientras caminaba serenamente, su apariencia antropomórfica de serpiente azul destacaba entre la exuberante vegetación. Su piel brillaba bajo los rayos de sol filtrados, mostrando tonos de azul profundo y relucientes escamas. Aunque su forma era inusual, su presencia se mezclaba armoniosamente con el entorno mágico.
— Escuche rumores sobre alguien que desaparecio en estas tierras, intentare encontrar mas informaciòn en alguna tienda o taberna, que de seguro habrà aca —
Deston continuaba su exploración, disfrutando de la quietud y la paz que reinaban en el bosque. El canto de los pájaros y el susurro del viento entre las hojas creaban una sinfonía natural que lo envolvía. Cada paso que daba revelaba nuevos secretos y maravillas ocultas en este bosque.
En ese momento, Deston se detuvo y cerró los ojos, sintiendo la conexión profunda con la naturaleza que lo rodeaba.
— Esta es la paz que queria conseguir en alguna tierra — los pensamientos, iban inundando cada rincon de Deston, pero se iban esfumando con el aire, al volver en sì.
Comenzó a cruzar el intrincado laberinto de puentes colgantes que formaban las calles del bosque sagrado de Sandorai. Sus pies golpeaban suavemente la madera antigua y resonante de los puentes, cada paso un eco en la quietud del anochecer.
Los elfos, seres de una belleza etérea y elegancia sin igual, se desplazaban de un lugar a otro con una gracia que parecía casi sobrenatural.
Algunos de ellos miraban a Deston con una mezcla de curiosidad y desdén, sus ojos afilados y luminosos evaluándolo con una rapidez desconcertante.
Otros, sin embargo, le miraban con una amabilidad tranquila, sus rostros suaves iluminados por la luz suave y dorada de las lámparas de aceite que colgaban de los puentes y de las casas construidas en los árboles.
— Es un poco normal los viajeros aveces pueden ser caoticos en tierras lejanas — Deston susurro asi mismo evitando decir algun comentario que digustara a los propietario de estas tierras.
Deston, sintiendo la necesidad de un lugar donde descansar y quizás recoger algunas noticias locales, se acercó a un elfo anciano que estaba sentado cerca de uno de los puentes.
— ¿Dónde puedo encontrar una taberna? — Preguntó, tratando de mantener el tono de su voz neutral y amistoso.
El elfo lo observó de arriba abajo, sus ojos centelleando con una luz insondable. Luego, con un gesto de su mano huesuda, señaló hacia el final del puente — Sigue caminando, gira a la derecha en el próximo puente — Dijo con una voz suave y melodiosa. — Verás un cartel que dice 'Taberna Luz de Luna'. Ahí podrás saciar tu sed y tal vez encontrar alguna información que te sea útil —
Deston asintió con agradecimiento, su rostro iluminado por una sonrisa de alivio. Con un último vistazo a la intrincada maraña de puentes y casas que formaban la ciudad elfica, continuó su camino hacia la Taberna Luz de Luna, con la esperanza de encontrar un poco de descanso y tal vez alguna pista que le ayudara en su viaje.
Deston Duskbreaker
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Re: Desaparecidos en las tinieblas [Libre]
Esperó a las afueras de la aldea élfica, atento al trasiego de gente que, atraída por aquella llamada de auxilio o quizás deseosa de aventuras, acudía al Reposo de Isil en busca de indicaciones. Numerosos elfos, procedentes de los más diversos clanes y rincones de Sandorai desfilaron por el camino que daba acceso al asentamiento desde el sur. El mismo camino que usarían los Ojosverdes de aventurarse hasta allí. Pero hasta el momento ninguno de ellos había osado poner los pies en aquella región del bosque. Parecía que los disturbios en Nytt Hus todavía pesaban sobre ellos, convirtiéndolos en indeseables a ojos de sus propios congéneres o, simplemente, dándoles una razón más para evitar participar en las gestas que no favorecían a su causa.
Le sorprendió observar, entre la muchedumbre, algún que otro hombre bestia, así como individuos de otras especies. ¿Qué se les habría perdido allí? Si la información de Cornelius era cierta, aquello afectaba solo a los elfos. Quizás ostentasen la infame idea de conseguir riquezas si se unían a aquella justa, pero Tarek, al igual que los demás elfos, sabía que aquella colina a la que pensaban enviarlos solo deparaba la muerte.
- Veo que el tiempo no ha conseguido borrar ese rictus de desazón que siempre llevas en la cara –el peliblanco alzó una ceja, mientras su interlocutor le daba un par de palmadas en la espalda.
- Y tú sigues siendo igual de encantador –le contestó, separándose del árbol en el que había estado apoyado, para darle un abrazo al hombre.
Cornelius lo miró unos instantes, de forma evaluadora, una vez se separaron. Pareció satisfecho con lo que sus ojos le mostraron.
- Lo has recuperado –comentó, con una sonrisa mientras señalaba su rostro.
- No ha sido lo único que he recuperado –le respondió Tarek, devolviéndole la sonrisa. Se giró entonces para encarar de nuevo la aldea élfica- Me sorprendió que me llamases, más aún que me pidieses que viniera hasta aquí.
- No fue una petición mía –el peliblanco lo miró entonces con expresión interrogativa. Cornelius se tomó su tiempo para rebuscar algo en uno de sus brazales, antes de extenderle al joven una nota- No sé si acudieron a sabiendas de que te alcanzaría o porque confían demasiado en mis habilidades para encontrar aquello que no desea ser encontrado.
Tarek desenvolvió la pequeña nota, en la que solo se hallaba escrito su nombre y la ubicación e al que debía acudir: el Retiro de Isil.
- Los Ojosverdes están vetados. Muchos de los fallecidos en la incursión de Nytt Hus venían de estas tierras.
- ¿Qué te hace pensar que no me lincharán nada más verme? –preguntó el joven con voz neutra. Cornelius lo observó unos instantes.
- Ya no pareces uno de ellos –comento sin más- Aun así, mantén la cabeza gacha e intenta pasar desapercibido. Uno nunca sabe donde esos desgraciados tienen hundidas sus raíces.
- ¿A qué viene todo el tumulto? –indagó, no muy seguro de qué era lo que querían que hiciese en aquel lugar.
- Han desaparecido varios de los nuestros en los alrededores del Monte de Veraplata. Las partidas que han enviado hasta ahora no han regresado. Al parecer los sucesos se han multiplicado en los últimos meses. Desean poner fin a lo que sea que allí suceda. Ve al Luz de Luna, allí os lo explicarán todo.
- No entiendo qué puedo aportar a la causa. Por qué hacerme venir hasta aquí.
- Quizás los dioses señalaron en dirección al norte, ahora que has recuperado tus habilidades –comentó Cornelius con expresión divertida- Sea como sea, ya estás aquí. Los Ojosverdes no pisaran estas tierras ni las colinas nubladas. Disfruta de tu estancia en Sandorai.
- Antes de morir… -murmuró el peliblanco con sorna.
- Extrañaba tu buen humor –comentó el elfo mayor con ironía- Ve, la reunión está a punto de comenzar.
- ¿No vas a unirte?
- Tengo mejores planes para estos días –comentó Cornelius, guiñándole un ojo- No te olvides de escribirme cuando salgas ileso de esto.
- Si salgo ileso.
- Inténtalo al menos –le respondió, antes de despedirse con un gesto de la mano y marcharse en dirección contraria a la aldea.
Tarek miró al cielo un instante, antes de dirigir de nuevo la mirada al asentamiento. Con resignación y ajustándose la capucha a la cara, se adentró en el camino, siguiendo el reguero de gente que se dirigía al interior de la pequeña urbe. No tardó demasiado en localizar la taberna, cuyo letrero presentaba un intrincado símbolo, que semejaba una luna y a través del cual se filtraba la luz, iluminando las letras que daban nombre al lugar: el Luz de Luna. Tarek se internó en el ya abarrotado lugar, con la cabeza gacha. Se situó contra la pared del fondo, cerca de la puerta. El rumor de las conversaciones delataba la expectación de los que allí se encontraban y el peliblanco se preguntó cuántos de ellos se unirían a la gesta, una vez anunciasen que iban hacia una muerte segura.
Le sorprendió observar, entre la muchedumbre, algún que otro hombre bestia, así como individuos de otras especies. ¿Qué se les habría perdido allí? Si la información de Cornelius era cierta, aquello afectaba solo a los elfos. Quizás ostentasen la infame idea de conseguir riquezas si se unían a aquella justa, pero Tarek, al igual que los demás elfos, sabía que aquella colina a la que pensaban enviarlos solo deparaba la muerte.
- Veo que el tiempo no ha conseguido borrar ese rictus de desazón que siempre llevas en la cara –el peliblanco alzó una ceja, mientras su interlocutor le daba un par de palmadas en la espalda.
- Y tú sigues siendo igual de encantador –le contestó, separándose del árbol en el que había estado apoyado, para darle un abrazo al hombre.
Cornelius lo miró unos instantes, de forma evaluadora, una vez se separaron. Pareció satisfecho con lo que sus ojos le mostraron.
- Lo has recuperado –comentó, con una sonrisa mientras señalaba su rostro.
- No ha sido lo único que he recuperado –le respondió Tarek, devolviéndole la sonrisa. Se giró entonces para encarar de nuevo la aldea élfica- Me sorprendió que me llamases, más aún que me pidieses que viniera hasta aquí.
- No fue una petición mía –el peliblanco lo miró entonces con expresión interrogativa. Cornelius se tomó su tiempo para rebuscar algo en uno de sus brazales, antes de extenderle al joven una nota- No sé si acudieron a sabiendas de que te alcanzaría o porque confían demasiado en mis habilidades para encontrar aquello que no desea ser encontrado.
Tarek desenvolvió la pequeña nota, en la que solo se hallaba escrito su nombre y la ubicación e al que debía acudir: el Retiro de Isil.
- Los Ojosverdes están vetados. Muchos de los fallecidos en la incursión de Nytt Hus venían de estas tierras.
- ¿Qué te hace pensar que no me lincharán nada más verme? –preguntó el joven con voz neutra. Cornelius lo observó unos instantes.
- Ya no pareces uno de ellos –comento sin más- Aun así, mantén la cabeza gacha e intenta pasar desapercibido. Uno nunca sabe donde esos desgraciados tienen hundidas sus raíces.
- ¿A qué viene todo el tumulto? –indagó, no muy seguro de qué era lo que querían que hiciese en aquel lugar.
- Han desaparecido varios de los nuestros en los alrededores del Monte de Veraplata. Las partidas que han enviado hasta ahora no han regresado. Al parecer los sucesos se han multiplicado en los últimos meses. Desean poner fin a lo que sea que allí suceda. Ve al Luz de Luna, allí os lo explicarán todo.
- No entiendo qué puedo aportar a la causa. Por qué hacerme venir hasta aquí.
- Quizás los dioses señalaron en dirección al norte, ahora que has recuperado tus habilidades –comentó Cornelius con expresión divertida- Sea como sea, ya estás aquí. Los Ojosverdes no pisaran estas tierras ni las colinas nubladas. Disfruta de tu estancia en Sandorai.
- Antes de morir… -murmuró el peliblanco con sorna.
- Extrañaba tu buen humor –comentó el elfo mayor con ironía- Ve, la reunión está a punto de comenzar.
- ¿No vas a unirte?
- Tengo mejores planes para estos días –comentó Cornelius, guiñándole un ojo- No te olvides de escribirme cuando salgas ileso de esto.
- Si salgo ileso.
- Inténtalo al menos –le respondió, antes de despedirse con un gesto de la mano y marcharse en dirección contraria a la aldea.
Tarek miró al cielo un instante, antes de dirigir de nuevo la mirada al asentamiento. Con resignación y ajustándose la capucha a la cara, se adentró en el camino, siguiendo el reguero de gente que se dirigía al interior de la pequeña urbe. No tardó demasiado en localizar la taberna, cuyo letrero presentaba un intrincado símbolo, que semejaba una luna y a través del cual se filtraba la luz, iluminando las letras que daban nombre al lugar: el Luz de Luna. Tarek se internó en el ya abarrotado lugar, con la cabeza gacha. Se situó contra la pared del fondo, cerca de la puerta. El rumor de las conversaciones delataba la expectación de los que allí se encontraban y el peliblanco se preguntó cuántos de ellos se unirían a la gesta, una vez anunciasen que iban hacia una muerte segura.
Tarek Inglorien
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Re: Desaparecidos en las tinieblas [Libre]
No fue muy difícil darme cuenta que con buena disposición por el trabajo se abrían muchas puertas. Al ponerme al servicio de apoyar logísticas de viajes, organizar y cumplir mandados me daba la oportunidad de desplazarme sin mucho problema, ya que hay mucha gente que necesita ayuda y se ven maravillados al escuchar que mi única condición era el traslado.
En esta oportunidad iba a viajar al bosque sagrado de Sandoria; muy reconocido por su extensa y colorida vegetación; estaba segura de que iba a encontrar paisajes bellísimos; y así fué.
El viaje se me hizo muy rápido y placentero, pues me la pasaba entre suspiros admirando lo que había a mi alrededor, incluso mientras cumplía con mis labores de realizar inventario de cargamento y organizar el cronograma de entregas de mercancía para optimizar el tiempo del personal.
Algo espectacular que tenía este encargo era que mi trabajo terminaba con el inventario y planificar la ruta de entrega; y que después de eso era libre de mis responsabilidades, así que lo aprovecharía para conocer más Sandorai y ver si me involucraba en alguna aventura interesante. Seguía teniendo aquella idea en mi cabeza de aprovechar la vida, probar nuevas experiencias y arriesgarme, así que estaba muy dispuesta a perseguir las oportunidades que salieran.
Entre las experiencias más resaltantes hasta el momento en mi visita a Sandorai es que tuve la oportunidad de compartir un poco con los elfos y admirar su formas de hacer las cosas; por otro lado tuve la maravillosa oportunidad de estar cerca de su magnífica vegetación, particularmente me impresionó muchísimo poder tener la oportunidad de estar cerca de un Pino del Eterno Amor y de un Árbol de Lágrimas, una experiencia verdaderamente inolvidable; y por supuesto también llamó mi atención la Flor de Baile, una ternura sin igual.
Por otro lado también había tenido la oportunidad de escuchar alguna que otra oferta de trabajo, petición de ayudantes y algún que otro chisme no muy interesante; pero lo que sí despertó mi atención fué la solicitud de ayuda para buscar a unos jóvenes desaparecidos y poder brindarle paz a los familiares.
Aquella invitación me pareció muy honrada y decidí acudir a la llamada.
Me preparé para la reunión con una camisa sencilla blanca, unos pantalones oscuros de tiro alto y así partí para el encuentro. Aproveché de seguir admirando los paisajes, y llegué a la taberna Luz de Luna.
- Buenas, estoy buscando información para apoyar con la búsqueda de los desaparecidos - pronuncié luego de hacer una reverencia en forma de saludo.
_____En esta oportunidad iba a viajar al bosque sagrado de Sandoria; muy reconocido por su extensa y colorida vegetación; estaba segura de que iba a encontrar paisajes bellísimos; y así fué.
El viaje se me hizo muy rápido y placentero, pues me la pasaba entre suspiros admirando lo que había a mi alrededor, incluso mientras cumplía con mis labores de realizar inventario de cargamento y organizar el cronograma de entregas de mercancía para optimizar el tiempo del personal.
Algo espectacular que tenía este encargo era que mi trabajo terminaba con el inventario y planificar la ruta de entrega; y que después de eso era libre de mis responsabilidades, así que lo aprovecharía para conocer más Sandorai y ver si me involucraba en alguna aventura interesante. Seguía teniendo aquella idea en mi cabeza de aprovechar la vida, probar nuevas experiencias y arriesgarme, así que estaba muy dispuesta a perseguir las oportunidades que salieran.
Entre las experiencias más resaltantes hasta el momento en mi visita a Sandorai es que tuve la oportunidad de compartir un poco con los elfos y admirar su formas de hacer las cosas; por otro lado tuve la maravillosa oportunidad de estar cerca de su magnífica vegetación, particularmente me impresionó muchísimo poder tener la oportunidad de estar cerca de un Pino del Eterno Amor y de un Árbol de Lágrimas, una experiencia verdaderamente inolvidable; y por supuesto también llamó mi atención la Flor de Baile, una ternura sin igual.
Por otro lado también había tenido la oportunidad de escuchar alguna que otra oferta de trabajo, petición de ayudantes y algún que otro chisme no muy interesante; pero lo que sí despertó mi atención fué la solicitud de ayuda para buscar a unos jóvenes desaparecidos y poder brindarle paz a los familiares.
Aquella invitación me pareció muy honrada y decidí acudir a la llamada.
Me preparé para la reunión con una camisa sencilla blanca, unos pantalones oscuros de tiro alto y así partí para el encuentro. Aproveché de seguir admirando los paisajes, y llegué a la taberna Luz de Luna.
- Buenas, estoy buscando información para apoyar con la búsqueda de los desaparecidos - pronuncié luego de hacer una reverencia en forma de saludo.
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- Vegetación mencionada:
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Ari Eun-Young
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Re: Desaparecidos en las tinieblas [Libre]
Sylmare, envuelta en una túnica negra, que se deslizaba como las sombras entre los bosques, caminaba con una gracia etérea propia de su linaje. Su cabello plateado, entrelazado con delicadas joyas, caía en suaves ondas sobre sus hombros, y sus ojos rojizos, profundos y llenos de determinación, reflejaban la sabiduría de alguien que había abrazado las enseñanzas de la oscuridad. Una diadema sutil adornaba su frente, recordando a aquellos que la veían de la conexión especial que mantenía con lo divino. A pesar de su elegancia, Sylmare irradiaba una presencia misteriosa. Su apariencia ocultaba la fortaleza de una guerrera y la devoción de una seguidora de Shar, la diosa de las sombras.
Sylmare ingresó a la taberna Luz de Luna con pasos silenciosos. La capucha de su túnica cubría parcialmente su rostro, permitiéndole pasar desapercibida entre los diversos personajes que poblaban el lugar. Se movía con la elegancia característica de su raza, pero su presencia no llamaba la atención.
Al acercarse al mostrador, donde la luz tenue revelaba el rastro de conversaciones y susurros, Sylmare pidió una bebida, mezclando hábilmente su voz con el murmullo constante del lugar. Mientras disfrutaba de su bebida, sus pensamientos divagaron hacia su deidad, la diosa a la que seguía con devoción. Sabía que el culto a Shar no era bien recibido por muchos, y que sus enseñanzas a menudo eran vistas con suspicacia.
En silencio, reflexionó sobre las creencias que guiaban su vida y cómo debía mantener la discreción sobre su fe. No era momento ni lugar para anunciar abiertamente sus lealtades divinas, especialmente cuando se encontraba sola y sin el respaldo de sus seguidores. La sabiduría que adquirió siguiendo aquella senda oscura y divina dictaba la importancia de actuar con cautela y revelar su verdad solo a aquellos que pudieran comprenderla.
Con esta perspectiva, Sylmare decidió ofrecer su ayuda para esclarecer el misterio de las desapariciones sin revelar la naturaleza específica de su culto. Se presentó como una experta en exploración y percepción de la oscuridad, sin mencionar directamente sus creencias divinas.
— Disculpad mi intromisión, no puedo quedarme indiferente ante las desapariciones. Soy Sylmare, y me ofrezco a acompañaros en esta expedición. Creo que nuestras sendas se cruzan por una razón y estoy dispuesta a ayudar.
Sylmare ingresó a la taberna Luz de Luna con pasos silenciosos. La capucha de su túnica cubría parcialmente su rostro, permitiéndole pasar desapercibida entre los diversos personajes que poblaban el lugar. Se movía con la elegancia característica de su raza, pero su presencia no llamaba la atención.
Al acercarse al mostrador, donde la luz tenue revelaba el rastro de conversaciones y susurros, Sylmare pidió una bebida, mezclando hábilmente su voz con el murmullo constante del lugar. Mientras disfrutaba de su bebida, sus pensamientos divagaron hacia su deidad, la diosa a la que seguía con devoción. Sabía que el culto a Shar no era bien recibido por muchos, y que sus enseñanzas a menudo eran vistas con suspicacia.
En silencio, reflexionó sobre las creencias que guiaban su vida y cómo debía mantener la discreción sobre su fe. No era momento ni lugar para anunciar abiertamente sus lealtades divinas, especialmente cuando se encontraba sola y sin el respaldo de sus seguidores. La sabiduría que adquirió siguiendo aquella senda oscura y divina dictaba la importancia de actuar con cautela y revelar su verdad solo a aquellos que pudieran comprenderla.
Con esta perspectiva, Sylmare decidió ofrecer su ayuda para esclarecer el misterio de las desapariciones sin revelar la naturaleza específica de su culto. Se presentó como una experta en exploración y percepción de la oscuridad, sin mencionar directamente sus creencias divinas.
— Disculpad mi intromisión, no puedo quedarme indiferente ante las desapariciones. Soy Sylmare, y me ofrezco a acompañaros en esta expedición. Creo que nuestras sendas se cruzan por una razón y estoy dispuesta a ayudar.
Sylmare
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Re: Desaparecidos en las tinieblas [Libre]
El pequeño poblado, que hasta la fecha casi había pasado mas por un lugar remoto al que hacer peregrinaje, ahora bullía con una afluencia de aventuraros y almas caritativas que acudían al llamado de las gentes de reposo de Isil. La taberna se encontraba atestada de ciudadanos y chismosos que arrinconados observaban con la curiosidad propia de quienes jamás habían viajado mas allá de los dominios de su aldea, maravillados y asustados a partes iguales de tanto forastero, incluso de aquellos que no lucían como ellos, y alguno incluso se atrevió desde el anonimato a insultar a algún que otro brujo.
Aquel pueblo, guiado por la sabiduría de la suma sacerdotisa del Templo Argenta, regente de Reposo de Isil, se dirigió a todos los voluntarios con agradecimientos y bendiciones a todos los presentes y sus familiares, dando el turno de palabra al alguacil, quien daría los detalles de la misión.
- Gracias a todos por venir. Como sabéis hemos sufrido varias desapariciones en los alrededores del monte de Veraplata. Desde hace tres semanas la niebla cubre y oculta la fortaleza que se encuentra en la cima durante el día, y por la noche cubre casi toda la ladera.
Hasta la fecha todo aquel que se ha adentrado en la niebla ha desaparecido sin dejar rastro. algunos aseguran escuchar gritos desde el interior de esta bruma, y ultimamente hasta los animales la evitan. El último grupo se internó hace dos noches, y solo ha regresado uno de los cinco cazadores que se internaron.
Queremos que encontréis a estos cuatro hombres, y si os es posible, alguna pertenencia significativa de aquellos que se internaron antes, pues de ellos ya no tenemos esperanza de encontrarlos con vida y sus familias anhelan darles un funeral digno que los ayude a llegar a los brazos de Ímbar.
Aquellos que se internen en Veraplata han de saber que nadie acudirá en su auxilio si fuere necesario, estarán solos en esta empresa, por tanto aquellos que lo deseen son libres de marchar ahora. -
Murmullos se extendieron por todo el salón, comenzando muchos a marcharse hasta que el grupo restante de aventureros quedaron confinados a solo tres de las mesas. Tras la estampida de "voluntarios", buscadores de fama y riquezas la mayoría, la desesperanza hizo acto de presencia en los rostros de los locales, que habían dejado de comentar para observar expectantes al último reducto de esperanza que les quedaba de encontrar a los suyos.
De la mesa en la que me encontraba, un elfo bastante joven, quizá recién alcanzada la madurez a juzgar por su impetuosidad, se levantó ofreciendose para encontrar a todos los desaparecidos. se volvió hacia los lugareños con el pecho hinchado prometiéndoles que pronto tendrían a los suyos de vuelta.
A este joven se le acercó una mujer envuelta en prendas negras, ofreciéndose a acompañarlo. - Toda ayuda es bienvenida. - Le respondería el joven de pelo castaño y ojos grises. - Cuantos mas seamos menos tardaremos en encontrarlos y traerlos de vuelta. - Con una amplia sonrisa observaba a los demás, esperando mas participaciones. otra mujer, que llegaba a la taberna acompañada de un anciano que parecía guiarla hasta el lugar, se presentaba con una reverencia, dispuesta a portar su granito de arena a la causa.
Incluso un bestial con apariencia de reptil se unía a la compañía. Los que se habían quedado, la mayoría insultantemente jóvenes, se unian con mas o menos decisión al primero. Algo en mi interior me obligaba a unirme a ellos aunque deseara investigar los sucesos por mi cuenta, pues algo me decía que por si mismos no sobrevivirían a aquello en los que tantos otros habían fracasado. Tal vez acompañarlos me arrastraría junto a ellos a ese mismo destino, pero nada me garantizaba tampoco que el resultado fuera diferente por cuenta propia.
Tres grupos de cinco integrantes se formaron, para cubrir las tres rutas de ascenso posibles hasta la cima. Reunidos todos los integrantes de cada grupo en la misma mesa comenzamos a planear la búsqueda. El de ojos plateados se presentó como cazador y aventurero y proximamente héroe, Deorlond Wolfhound. Proponía partir la mañana siguiente y comenzar el ascenso hasta el lugar donde fueron vistos por ultima vez los primeros desaparecidos.
No pude evitar mostrar mi gesto ante un plan tan precipitado y poco meditado a mi juicio. gesto que no pasó desapercibido para Deorlond ni ninguno otro en la mesa. Observé al grupo que componíamos. A Tarek ya le conocía y me aliviaba, pues sabía que era un hombre capaz, el resto, desconocidos todos. Mirando a todos en la mesa, desde Tarek hasta la mujer de rasgos orientales, pasando por deorlond y la de ojos bermellón, expuse desde dónde debíamos comenzar nuestra búsqueda.
- Sin garantías de que aún estén vivos aquellos a quienes buscamos, comenzar a buscar rastros tan antiguos es una lotería. propongo que hablemos con el que ha conseguido regresar. es una fuente muy importante de información respecto a lo que nos enfrentamos y por algún motivo no ha estado presente en esta reunión. Algo me da muy mala espina.-
Aquel pueblo, guiado por la sabiduría de la suma sacerdotisa del Templo Argenta, regente de Reposo de Isil, se dirigió a todos los voluntarios con agradecimientos y bendiciones a todos los presentes y sus familiares, dando el turno de palabra al alguacil, quien daría los detalles de la misión.
- Gracias a todos por venir. Como sabéis hemos sufrido varias desapariciones en los alrededores del monte de Veraplata. Desde hace tres semanas la niebla cubre y oculta la fortaleza que se encuentra en la cima durante el día, y por la noche cubre casi toda la ladera.
Hasta la fecha todo aquel que se ha adentrado en la niebla ha desaparecido sin dejar rastro. algunos aseguran escuchar gritos desde el interior de esta bruma, y ultimamente hasta los animales la evitan. El último grupo se internó hace dos noches, y solo ha regresado uno de los cinco cazadores que se internaron.
Queremos que encontréis a estos cuatro hombres, y si os es posible, alguna pertenencia significativa de aquellos que se internaron antes, pues de ellos ya no tenemos esperanza de encontrarlos con vida y sus familias anhelan darles un funeral digno que los ayude a llegar a los brazos de Ímbar.
Aquellos que se internen en Veraplata han de saber que nadie acudirá en su auxilio si fuere necesario, estarán solos en esta empresa, por tanto aquellos que lo deseen son libres de marchar ahora. -
Murmullos se extendieron por todo el salón, comenzando muchos a marcharse hasta que el grupo restante de aventureros quedaron confinados a solo tres de las mesas. Tras la estampida de "voluntarios", buscadores de fama y riquezas la mayoría, la desesperanza hizo acto de presencia en los rostros de los locales, que habían dejado de comentar para observar expectantes al último reducto de esperanza que les quedaba de encontrar a los suyos.
De la mesa en la que me encontraba, un elfo bastante joven, quizá recién alcanzada la madurez a juzgar por su impetuosidad, se levantó ofreciendose para encontrar a todos los desaparecidos. se volvió hacia los lugareños con el pecho hinchado prometiéndoles que pronto tendrían a los suyos de vuelta.
A este joven se le acercó una mujer envuelta en prendas negras, ofreciéndose a acompañarlo. - Toda ayuda es bienvenida. - Le respondería el joven de pelo castaño y ojos grises. - Cuantos mas seamos menos tardaremos en encontrarlos y traerlos de vuelta. - Con una amplia sonrisa observaba a los demás, esperando mas participaciones. otra mujer, que llegaba a la taberna acompañada de un anciano que parecía guiarla hasta el lugar, se presentaba con una reverencia, dispuesta a portar su granito de arena a la causa.
Incluso un bestial con apariencia de reptil se unía a la compañía. Los que se habían quedado, la mayoría insultantemente jóvenes, se unian con mas o menos decisión al primero. Algo en mi interior me obligaba a unirme a ellos aunque deseara investigar los sucesos por mi cuenta, pues algo me decía que por si mismos no sobrevivirían a aquello en los que tantos otros habían fracasado. Tal vez acompañarlos me arrastraría junto a ellos a ese mismo destino, pero nada me garantizaba tampoco que el resultado fuera diferente por cuenta propia.
Tres grupos de cinco integrantes se formaron, para cubrir las tres rutas de ascenso posibles hasta la cima. Reunidos todos los integrantes de cada grupo en la misma mesa comenzamos a planear la búsqueda. El de ojos plateados se presentó como cazador y aventurero y proximamente héroe, Deorlond Wolfhound. Proponía partir la mañana siguiente y comenzar el ascenso hasta el lugar donde fueron vistos por ultima vez los primeros desaparecidos.
No pude evitar mostrar mi gesto ante un plan tan precipitado y poco meditado a mi juicio. gesto que no pasó desapercibido para Deorlond ni ninguno otro en la mesa. Observé al grupo que componíamos. A Tarek ya le conocía y me aliviaba, pues sabía que era un hombre capaz, el resto, desconocidos todos. Mirando a todos en la mesa, desde Tarek hasta la mujer de rasgos orientales, pasando por deorlond y la de ojos bermellón, expuse desde dónde debíamos comenzar nuestra búsqueda.
- Sin garantías de que aún estén vivos aquellos a quienes buscamos, comenzar a buscar rastros tan antiguos es una lotería. propongo que hablemos con el que ha conseguido regresar. es una fuente muy importante de información respecto a lo que nos enfrentamos y por algún motivo no ha estado presente en esta reunión. Algo me da muy mala espina.-
Eleandris
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Re: Desaparecidos en las tinieblas [Libre]
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La taberna había cobrado vida, repleta de diversas figuras. Aldeanos, aventureros, seres de razas diferentes, todos congregados en un mismo lugar.
¿Qué los unía? ¿La fama, la riqueza, o simplemente la virtud de ayudar a aquellos necesitados de rescate? Cada ser tenía ambiciones y razones propias para estar allí. Deston, el reptiliano, meditaba sobre esto mientras se sentaba en una de las mesas de madera.
La multitud empezó a escasear cuando el alguacil mencionó los peligros de la empresa que se avecinaba. Muchos se retiraron, sus caras bajando, mientras que otros, atraídos en principio por la promesa de riquezas, desaparecieron al comprender el riesgo real a sus vidas. Los que quedaron eran verdaderos aventureros y guerreros de corazón... ¿o no?
Deston dirigió su mirada hacia Sylmare, la elfa guerrera con la que había luchado en los bosques. Asintió en forma de saludo. Los demás eran elfos y una mujer de rasgos orientales. Todos habían tomado la decisión de participar en la búsqueda, a pesar de las advertencias y riesgos.
Una voz clara se levantó entre todas, proponiendo que hablaran con la única persona que había conseguido regresar de la peligrosa misión. Era un punto válido, ¿por qué el superviviente no estaba presente en la reunión? ¿No quería ayudar a rescatar a sus compañeros?
Deston, con su voz ronca y clara, tomó la palabra: — Tomando su palabra, tiene razón, ¿Por qué no está el que ha regresado con vida para dar información de lo sucedido? ¿Temor? ¿O acaso volvió porque es aliado de aquello que la niebla asecha? Es mejor encontrarlo y quitarnos de duda —
Con esas palabras, Deston aclaró su posición a todos en la taberna, dejando un aire de incertidumbre y sospecha en el ambiente.
Deston, un hombre de mirada fiera y porte imponente, se alzó con solemnidad de la mesa, su armadura crujía con cada movimiento. Su voz, fuerte y retumbante, volvió a llenar el espacio: — La niebla puede ser peligrosa, pero ¿qué la hace tan peligrosa? ¿Acaso es obra de algún brujo o entidad maligna? —
Sus palabras se deslizaban por el aire con una gravedad que atrapaba la atención de todos en la taberna. En su mano, una jarra de agua de la que bebió un sorbo largo antes de continuar: — Deberíamos conseguir a alguien con conocimientos en alquimia, alguien que pueda preparar pociones contra cualquier ilusión, ya que no es una niebla natural —
Luego, tomando una pausa, su mirada se endureció: — Soy Deston, un guerrero hábil en combate y maestro en el manejo de mi fiel compañera, mi espada. Aunque pueda parecer estúpido, deseo saber los nombres de aquellos que estarán a mi lado en la batalla. Si llegase a morir, o cualquiera de ustedes, quiero poder rendir el homenaje que se merecen —
Su aclaración, en un tono final serio, resaltó la gravedad de la situación. Luego, Deston se sentó, su mirada escudriñaba a los otros aventureros en la taberna, esperando sus respuestas. Los murmullos cesaron, todos conscientes de que lo que se avecinaba era más que una simple batalla, era un encuentro con lo desconocido.
DESAPARECIDOS EN LAS TINIEBLASLibre
La taberna había cobrado vida, repleta de diversas figuras. Aldeanos, aventureros, seres de razas diferentes, todos congregados en un mismo lugar.
¿Qué los unía? ¿La fama, la riqueza, o simplemente la virtud de ayudar a aquellos necesitados de rescate? Cada ser tenía ambiciones y razones propias para estar allí. Deston, el reptiliano, meditaba sobre esto mientras se sentaba en una de las mesas de madera.
La multitud empezó a escasear cuando el alguacil mencionó los peligros de la empresa que se avecinaba. Muchos se retiraron, sus caras bajando, mientras que otros, atraídos en principio por la promesa de riquezas, desaparecieron al comprender el riesgo real a sus vidas. Los que quedaron eran verdaderos aventureros y guerreros de corazón... ¿o no?
Deston dirigió su mirada hacia Sylmare, la elfa guerrera con la que había luchado en los bosques. Asintió en forma de saludo. Los demás eran elfos y una mujer de rasgos orientales. Todos habían tomado la decisión de participar en la búsqueda, a pesar de las advertencias y riesgos.
Una voz clara se levantó entre todas, proponiendo que hablaran con la única persona que había conseguido regresar de la peligrosa misión. Era un punto válido, ¿por qué el superviviente no estaba presente en la reunión? ¿No quería ayudar a rescatar a sus compañeros?
Deston, con su voz ronca y clara, tomó la palabra: — Tomando su palabra, tiene razón, ¿Por qué no está el que ha regresado con vida para dar información de lo sucedido? ¿Temor? ¿O acaso volvió porque es aliado de aquello que la niebla asecha? Es mejor encontrarlo y quitarnos de duda —
Con esas palabras, Deston aclaró su posición a todos en la taberna, dejando un aire de incertidumbre y sospecha en el ambiente.
Deston, un hombre de mirada fiera y porte imponente, se alzó con solemnidad de la mesa, su armadura crujía con cada movimiento. Su voz, fuerte y retumbante, volvió a llenar el espacio: — La niebla puede ser peligrosa, pero ¿qué la hace tan peligrosa? ¿Acaso es obra de algún brujo o entidad maligna? —
Sus palabras se deslizaban por el aire con una gravedad que atrapaba la atención de todos en la taberna. En su mano, una jarra de agua de la que bebió un sorbo largo antes de continuar: — Deberíamos conseguir a alguien con conocimientos en alquimia, alguien que pueda preparar pociones contra cualquier ilusión, ya que no es una niebla natural —
Luego, tomando una pausa, su mirada se endureció: — Soy Deston, un guerrero hábil en combate y maestro en el manejo de mi fiel compañera, mi espada. Aunque pueda parecer estúpido, deseo saber los nombres de aquellos que estarán a mi lado en la batalla. Si llegase a morir, o cualquiera de ustedes, quiero poder rendir el homenaje que se merecen —
Su aclaración, en un tono final serio, resaltó la gravedad de la situación. Luego, Deston se sentó, su mirada escudriñaba a los otros aventureros en la taberna, esperando sus respuestas. Los murmullos cesaron, todos conscientes de que lo que se avecinaba era más que una simple batalla, era un encuentro con lo desconocido.
Deston Duskbreaker
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Re: Desaparecidos en las tinieblas [Libre]
-Pase por aquí señorita, en pocos minutos debe empezar la reunión- expresó un amable señor.
Asentí con una enorme sonrisa y me adentré en el lugar observando a los otros aventureros. Todos parecían tener sus propias peculiaridades y eso era algo que me encantaba; la idea de poder compartir con personas de distintos lugares, con distintas personalidades y habilidades era algo que definitivamente me emocionaba.
Recorrí un poco tímida el lugar para buscar un buen punto de visión; tarea que empezó a ser más sencilla cuando empezó el discurso, ya que ahora sí sabía hacía dónde poner atención.
Tras escuchar la información me surgió un poco de arrepentimiento, ya que no me sentía tan preparada y fuerte como para adentrarme a algo que ponía en riesgo mi vida de esa manera; pero supongo que eso forma parte de las aventuras, ya que le agrega una adrenalina propia del peligro.
Suspiré y me decidí a dar lo mejor de mí para sobrevivir y apoyar a mis compañeros -No estoy sola- pensé con optimismo.
De un momento a otro la taberna que al inicio estaba llena de entusiastas parecía quedarse con pocos interesados.
Entre los pocos que quedaron empezaron a surgir ideas y propuestas de cómo empezar con esta misión de rescate. Varias voces daban su opinión, y así empezó la discusión.
Estaba cerca de una de las mesas de madera y aún sin sentarme para evitar ser irrespetuosa oí a un caballero proponer la búsqueda de más información. No pude evitar asentir ya que esa idea me parecía sensata.
Lo siguiente despertó muchísimo mi curiosidad, ¿algo le daba mala espina? ¿el valiente que regresó pudiese estar involucrado? Abrí los ojos como platos de impresión al ver la desconfianza y la variedad de teorías que salían de la conversación. Al parecer el caballero, que más adelante se presentó como Deston, tenía varias ideas y sospechas, ¿sería un conocedor de este tipo de situaciones?
Aproveché unos segundos para observar a los aventureros a mi alrededor y todos parecían bastante preparados y capaces de todo ¿era yo la menos experimentada para esto? No, no; o bueno, probablemente sí, pero a eso vine, a enfrentarme a situaciones que puedan generar miedo.
-Mi nombre es Ari- pronuncié luego de la presentación de Deston -espero que ninguno salga herido- dije haciendo referencia a la mortífera suposición del caballero -Tengo sensores- hice una breve pausa -aunque realmente no los sé usar mucho-. Segundos después me acordé de otra información que pudiese servir - Ah! Y tengo implantes mecánicos en mis piernas- dije sin saber si eso pudiese ayudar.
-Por cierto, estoy más inclinada a la idea de buscar información primero antes de tomar decisiones precipitadas… pero… también me parece crucial el factor tiempo. Necesitamos la mayor cantidad de información que podamos en el menor tiempo posible. ¿Alguna idea de dónde ponerse en contacto con la persona que volvió?-
Asentí con una enorme sonrisa y me adentré en el lugar observando a los otros aventureros. Todos parecían tener sus propias peculiaridades y eso era algo que me encantaba; la idea de poder compartir con personas de distintos lugares, con distintas personalidades y habilidades era algo que definitivamente me emocionaba.
Recorrí un poco tímida el lugar para buscar un buen punto de visión; tarea que empezó a ser más sencilla cuando empezó el discurso, ya que ahora sí sabía hacía dónde poner atención.
Tras escuchar la información me surgió un poco de arrepentimiento, ya que no me sentía tan preparada y fuerte como para adentrarme a algo que ponía en riesgo mi vida de esa manera; pero supongo que eso forma parte de las aventuras, ya que le agrega una adrenalina propia del peligro.
Suspiré y me decidí a dar lo mejor de mí para sobrevivir y apoyar a mis compañeros -No estoy sola- pensé con optimismo.
De un momento a otro la taberna que al inicio estaba llena de entusiastas parecía quedarse con pocos interesados.
Entre los pocos que quedaron empezaron a surgir ideas y propuestas de cómo empezar con esta misión de rescate. Varias voces daban su opinión, y así empezó la discusión.
Estaba cerca de una de las mesas de madera y aún sin sentarme para evitar ser irrespetuosa oí a un caballero proponer la búsqueda de más información. No pude evitar asentir ya que esa idea me parecía sensata.
Lo siguiente despertó muchísimo mi curiosidad, ¿algo le daba mala espina? ¿el valiente que regresó pudiese estar involucrado? Abrí los ojos como platos de impresión al ver la desconfianza y la variedad de teorías que salían de la conversación. Al parecer el caballero, que más adelante se presentó como Deston, tenía varias ideas y sospechas, ¿sería un conocedor de este tipo de situaciones?
Aproveché unos segundos para observar a los aventureros a mi alrededor y todos parecían bastante preparados y capaces de todo ¿era yo la menos experimentada para esto? No, no; o bueno, probablemente sí, pero a eso vine, a enfrentarme a situaciones que puedan generar miedo.
-Mi nombre es Ari- pronuncié luego de la presentación de Deston -espero que ninguno salga herido- dije haciendo referencia a la mortífera suposición del caballero -Tengo sensores- hice una breve pausa -aunque realmente no los sé usar mucho-. Segundos después me acordé de otra información que pudiese servir - Ah! Y tengo implantes mecánicos en mis piernas- dije sin saber si eso pudiese ayudar.
-Por cierto, estoy más inclinada a la idea de buscar información primero antes de tomar decisiones precipitadas… pero… también me parece crucial el factor tiempo. Necesitamos la mayor cantidad de información que podamos en el menor tiempo posible. ¿Alguna idea de dónde ponerse en contacto con la persona que volvió?-
Ari Eun-Young
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Re: Desaparecidos en las tinieblas [Libre]
Si le ofreciesen una moneda por cada uno de los que habían abandonado la justa, nada más saber de los peligros que guardaba y el poco porcentaje de éxito que les auguraban, en ese momento nadaría en oro. No es que la desbandada le sorprendiese, pero los remanentes de la misma tampoco eran especialmente esperanzadores. ¿Acaso creían aquellos jóvenes, llenos de entusiasmo y fervor, que podría vencer donde guerreros más veteranos habían sucumbido? Tarek no pudo culparlos por sus esperanzas, todos las tenían en algún momento de su vida. Por desgracia, en muchos casos esa misma pretensión empedraba el camino que te llevaba a tu propia destrucción.
Los locales miraron con desasosiego al pequeño grupo restante y, al igual que el resto de los presentes, el peliblanco se acercó al centro de la sala, para ser ubicado en uno de los grupos. Sin embargo, su camino se vio interrumpido por la Sacerdotisa del Templo Argenta que, con un gesto, le indicó que lo acompañase a un rincón de la sala.
- No sabíamos si vendrías –comentó en tono bajo, para evitar oídos curiosos- Me dijeron que contactarían contigo, pero no si serían capaces de encontrarte –el joven dirigió la mirada a la sala, antes de contestar.
- Digamos que tenemos un conocido en común, que siempre es capaz de encontrarme. Pero preferiría que no se supiese –respondió, mirándola a los ojos- Temo por su suerte.
- Lo comprendo. Mis labios no revelarán una sola palabra de ello –tras unos segundos de silencio, la sacerdotisa añadió- ¿Sabes por qué has sido convocado?
- Tengo una deuda que saldar –respondió el peliblanco- Además soy prescindible.
- No ha sido esa la razón –se observaron mutuamente unos instantes, antes de que la mujer tomase de nuevo la palabra- Tenemos pocas esperanzas en esta empresa. Espero que sepas usar los dones que los dioses te han otorgado para proteger a tu pueblo –antes de que el elfo pudiese contestarle, añadió- Deberías reunirte con el resto.
Sin dirigirle una palabra más, la sacerdotisa volvió junto al alguacil, asegurando a los aldeanos que se acercaban a ella, en busca de esperanza, que los dioses habían enviado a aquellos guerreros para ayudarlos. Que debían mantener la fe, creer en que los perdidos regresarían.
Con un suspiro, el peliblanco se dirigió al grupo que le había sido asignado, entre cuyos miembros reconoció, con cierta sorpresa, un rostro conocido. Eleandris. ¿Cuánto hacía desde que sus caminos se habían cruzado en aquel campamento de niños-soldado? Le dirigió un gesto a modo de saludo, antes de tomar asiento entre el rubio elfo y un guerrero de aspecto reptiliano.
El primero en tomar la palabra fue uno de los jóvenes elfos, Deorlond Wolfhound, que había decidido unirse a la batalla para demostrar su valía. Fue el primero en hablar, el primero en proponer un plan y el primero en demostrar lo poco preparado que estaba. No debió ser el único en llegar a aquella conclusión, pues el propio Eleandris tomó el testigo, planteando un plan mucho más coherente. Deston, el nervioso e imponente hombre reptil, y una joven foránea, de nombre Ari, fueron los primeros en aceptar el cambio, ante el claro desagrado del joven Wolfhound.
- Toda información que podamos obtener antes de partir, sobre todo de alguien que logró abandonar la niebla, será una baza a nuestro favor. Tenemos que salvar a los que han desaparecido, pero dudo que morir en el intento por ir poco o nada preparados sea la idea que este consejo de emergencia tenía cuando se nos reunió aquí–dirigió las últimas palabras al joven Deorlond, que se tragó su orgullo, bajando la mirada hacia la mesa ante él- Que media docena de guerreros se presenten ante el único superviviente, quizás tampoco sea lo más… adecuado –se dirigió entonces al alguacil y la sacerdotisa- ¿Existen registros de los cambios surgidos en la niebla? ¿Se ha detectado algún tipo de fenómeno asociado?
El alguacil pareció meditar su respuesta, pero fue finalmente la sacerdotisa la que tomó la palabra.
- En el templo tenemos registros de la climatología y los eventos que suceden cada día. ¿Quizás eso podría servir?
El peliblanco asintió, antes de volverse al resto del grupo.
- Podríamos dividirnos e investigar, mientras un grupo interroga al superviviente. Deberíamos plantearnos también cómo vamos a entrar en la niebla. Si… ¿Deston? –señaló al hombre-serpiente- tiene razón, podría ser venenosa. No sabemos por qué la gente desaparece en ella. Podría ser corrosiva, alucinógena, provocar desorientación, somnolencia o simplemente ocultar algo peor. Quizás el superviviente pueda darnos una pista. Pero deberíamos plantearlos qué herramientas tenemos a nuestra disposición para no respirarla, en caso de que sea algo tóxico –meditó unos instantes, antes de añadir- Podría colocar runas en algún tipo de protección, para evitar que se filtre la niebla en el aire que respiramos, pero necesito saber a qué nos enfrentamos –se cruzó de brazos, recostándose en la silla, antes de añadir- Me llamo Tarek.
Los locales miraron con desasosiego al pequeño grupo restante y, al igual que el resto de los presentes, el peliblanco se acercó al centro de la sala, para ser ubicado en uno de los grupos. Sin embargo, su camino se vio interrumpido por la Sacerdotisa del Templo Argenta que, con un gesto, le indicó que lo acompañase a un rincón de la sala.
- No sabíamos si vendrías –comentó en tono bajo, para evitar oídos curiosos- Me dijeron que contactarían contigo, pero no si serían capaces de encontrarte –el joven dirigió la mirada a la sala, antes de contestar.
- Digamos que tenemos un conocido en común, que siempre es capaz de encontrarme. Pero preferiría que no se supiese –respondió, mirándola a los ojos- Temo por su suerte.
- Lo comprendo. Mis labios no revelarán una sola palabra de ello –tras unos segundos de silencio, la sacerdotisa añadió- ¿Sabes por qué has sido convocado?
- Tengo una deuda que saldar –respondió el peliblanco- Además soy prescindible.
- No ha sido esa la razón –se observaron mutuamente unos instantes, antes de que la mujer tomase de nuevo la palabra- Tenemos pocas esperanzas en esta empresa. Espero que sepas usar los dones que los dioses te han otorgado para proteger a tu pueblo –antes de que el elfo pudiese contestarle, añadió- Deberías reunirte con el resto.
Sin dirigirle una palabra más, la sacerdotisa volvió junto al alguacil, asegurando a los aldeanos que se acercaban a ella, en busca de esperanza, que los dioses habían enviado a aquellos guerreros para ayudarlos. Que debían mantener la fe, creer en que los perdidos regresarían.
Con un suspiro, el peliblanco se dirigió al grupo que le había sido asignado, entre cuyos miembros reconoció, con cierta sorpresa, un rostro conocido. Eleandris. ¿Cuánto hacía desde que sus caminos se habían cruzado en aquel campamento de niños-soldado? Le dirigió un gesto a modo de saludo, antes de tomar asiento entre el rubio elfo y un guerrero de aspecto reptiliano.
El primero en tomar la palabra fue uno de los jóvenes elfos, Deorlond Wolfhound, que había decidido unirse a la batalla para demostrar su valía. Fue el primero en hablar, el primero en proponer un plan y el primero en demostrar lo poco preparado que estaba. No debió ser el único en llegar a aquella conclusión, pues el propio Eleandris tomó el testigo, planteando un plan mucho más coherente. Deston, el nervioso e imponente hombre reptil, y una joven foránea, de nombre Ari, fueron los primeros en aceptar el cambio, ante el claro desagrado del joven Wolfhound.
- Toda información que podamos obtener antes de partir, sobre todo de alguien que logró abandonar la niebla, será una baza a nuestro favor. Tenemos que salvar a los que han desaparecido, pero dudo que morir en el intento por ir poco o nada preparados sea la idea que este consejo de emergencia tenía cuando se nos reunió aquí–dirigió las últimas palabras al joven Deorlond, que se tragó su orgullo, bajando la mirada hacia la mesa ante él- Que media docena de guerreros se presenten ante el único superviviente, quizás tampoco sea lo más… adecuado –se dirigió entonces al alguacil y la sacerdotisa- ¿Existen registros de los cambios surgidos en la niebla? ¿Se ha detectado algún tipo de fenómeno asociado?
El alguacil pareció meditar su respuesta, pero fue finalmente la sacerdotisa la que tomó la palabra.
- En el templo tenemos registros de la climatología y los eventos que suceden cada día. ¿Quizás eso podría servir?
El peliblanco asintió, antes de volverse al resto del grupo.
- Podríamos dividirnos e investigar, mientras un grupo interroga al superviviente. Deberíamos plantearnos también cómo vamos a entrar en la niebla. Si… ¿Deston? –señaló al hombre-serpiente- tiene razón, podría ser venenosa. No sabemos por qué la gente desaparece en ella. Podría ser corrosiva, alucinógena, provocar desorientación, somnolencia o simplemente ocultar algo peor. Quizás el superviviente pueda darnos una pista. Pero deberíamos plantearlos qué herramientas tenemos a nuestra disposición para no respirarla, en caso de que sea algo tóxico –meditó unos instantes, antes de añadir- Podría colocar runas en algún tipo de protección, para evitar que se filtre la niebla en el aire que respiramos, pero necesito saber a qué nos enfrentamos –se cruzó de brazos, recostándose en la silla, antes de añadir- Me llamo Tarek.
Tarek Inglorien
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Re: Desaparecidos en las tinieblas [Libre]
Había, por tanto, dos objetivos previos para obtener información sobre la zona, o, al menos, lo poco que supieran de lo que ocurría. lo que estaba claro era que aquello era un evento reciente, y la montaña habría sido explorada hasta hace no mucho, por lo que, aún con niebla, podría ser fácil orientarse si obteníamos los mapas adecuados. Al final no serían dos, sino tres las posibles fuentes de información si incluíamos a los cazadores y forrajeadores de la zona.
- Si nos separamos ganaremos en tiempo. Yo iré al templo y revisaré los archivos que tengan sobre el lugar para pertrecharnos adecuadamente y tal vez hallar alguna pista sobre lo que pueda ser esta extraña niebla, y no me vendría mal algo de ayuda. El resto deberíais dividiros entre interrogar a los cazadores del lugar y al superviviente. Así evitaremos abrumarlos y conseguiremos mas respuestas útiles. Nos reuniremos en esta misma mesa al caer la noche de mañana. No creo que debamos demorarnos mas. -
Expuse, impulsado por la costumbre de dirigir a mis propios soldados. Entonces me levanté para ir a descansar.
Aquella noche dormí francamente mal, inquieto por la empresa que íbamos a acometer en apenas solo un día, donde tantos otros habían fallado el miedo hacía presa de mi pecho y me arrancaba del descanso que la precaria cama del hostal donde me hospedaba ofrecía. Si bien estaba claro desde el principio que ocurría algo fuera de lo normal en aquel lugar, todo cuanto se había hablado en aquella reunión titaban de oscuro toda pincelada de esperanza de lograr nada que no fuese el final de nuestros días.
Sintiendo hormigueo en el cuerpo, desperté con las primeras luces del día. una casi imperceptible bruma iba poco a poco abandonando el burgo a medida que el sol avanzaba por el cielo, y con ella el hormigueo se iba haciendo cada vez mas tenue, hasta desaparecer casi al mismo par. Con determinación renovada partí hacia el templo para revisar los archivos.
Allí había bastante información, y de forma detallada por día, como había mencionado la sacerdotisa, pero también por estación. y aunque la bruma era habitual en lo alto de la colina desde mediados del otoño hasta casi principios del verano, nunca era tan densa ni descendía tanto la montaña. No había datos fuera de lo normal hasta que desapareció el primero de todas las víctimas.
Desde entonces podían escuchase aullidos y otro tipo de sonidos espeluznantes provenientes del interior de la tierra bañada por la bruma durante la noche. La vegetación había adoptado un tono mas azulado y los arboles y arbustos torcían sus ramas como los caminantes exhaustos bajaban su cabeza. Sin duda el origen de todo aquello era mágico, o al menos, antinatural. Y aunque normalmente la niebla solía disiparse, la ultima semana había permanecido. Era como si ganase fuerza cuanto mas tiempo pasara.
Volví a la hora acordada a aquella mesa, esperando a poner en común la información que hubiéramos recabado entre todos. Sabíamos que iba a ser una tarea complicada, pero parecía dificultarse aún mas a cada paso que dábamos, como un nudo que se apretaba más cuanto más se trataba de deshacer.
- Si nos separamos ganaremos en tiempo. Yo iré al templo y revisaré los archivos que tengan sobre el lugar para pertrecharnos adecuadamente y tal vez hallar alguna pista sobre lo que pueda ser esta extraña niebla, y no me vendría mal algo de ayuda. El resto deberíais dividiros entre interrogar a los cazadores del lugar y al superviviente. Así evitaremos abrumarlos y conseguiremos mas respuestas útiles. Nos reuniremos en esta misma mesa al caer la noche de mañana. No creo que debamos demorarnos mas. -
Expuse, impulsado por la costumbre de dirigir a mis propios soldados. Entonces me levanté para ir a descansar.
Aquella noche dormí francamente mal, inquieto por la empresa que íbamos a acometer en apenas solo un día, donde tantos otros habían fallado el miedo hacía presa de mi pecho y me arrancaba del descanso que la precaria cama del hostal donde me hospedaba ofrecía. Si bien estaba claro desde el principio que ocurría algo fuera de lo normal en aquel lugar, todo cuanto se había hablado en aquella reunión titaban de oscuro toda pincelada de esperanza de lograr nada que no fuese el final de nuestros días.
Sintiendo hormigueo en el cuerpo, desperté con las primeras luces del día. una casi imperceptible bruma iba poco a poco abandonando el burgo a medida que el sol avanzaba por el cielo, y con ella el hormigueo se iba haciendo cada vez mas tenue, hasta desaparecer casi al mismo par. Con determinación renovada partí hacia el templo para revisar los archivos.
Allí había bastante información, y de forma detallada por día, como había mencionado la sacerdotisa, pero también por estación. y aunque la bruma era habitual en lo alto de la colina desde mediados del otoño hasta casi principios del verano, nunca era tan densa ni descendía tanto la montaña. No había datos fuera de lo normal hasta que desapareció el primero de todas las víctimas.
Desde entonces podían escuchase aullidos y otro tipo de sonidos espeluznantes provenientes del interior de la tierra bañada por la bruma durante la noche. La vegetación había adoptado un tono mas azulado y los arboles y arbustos torcían sus ramas como los caminantes exhaustos bajaban su cabeza. Sin duda el origen de todo aquello era mágico, o al menos, antinatural. Y aunque normalmente la niebla solía disiparse, la ultima semana había permanecido. Era como si ganase fuerza cuanto mas tiempo pasara.
Volví a la hora acordada a aquella mesa, esperando a poner en común la información que hubiéramos recabado entre todos. Sabíamos que iba a ser una tarea complicada, pero parecía dificultarse aún mas a cada paso que dábamos, como un nudo que se apretaba más cuanto más se trataba de deshacer.
- Offrol:
- Para este turno daré algunas pautas que deberían enmarcar vuestras acciones en la medida que consideréis que afectan a vuestro post:
Aquellos que puedan sentir el éter de algún modo sentirán ese hormigueo decreciente a medida que la bruma desaparece del pueblo. Todos habrán sentido, en mayor o menos medida ese desánimo y otros sentimientos negativos a elección durante la noche.
Aquel que quiera acompañarme al templo tiene vía libre para añadir cuanto guste. Solo ha de tener en cuenta que aquellos lugares donde la niebla permanece mas tiempo parecen estar siendo consumidos.
El superviviente estará demasiado traumado para decir nada coherente. Pero si dirá que ha visto "algo". "Gentes del pasado" o "Espíritus de venganza" o tal vez las tres cosas. El qué os lo dejo a vosotros.
Los cazadores, forrajeadores y cualquier otro cuya profesión se realice en el monte serán reticentes al principio, pero estarán dispuestos a daros información sobre puntos de interés, referencias y caminos para ascender la montaña. También os dirán que hay una fortaleza abandonada que data de la época de las guerras illidenses
Eleandris
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Re: Desaparecidos en las tinieblas [Libre]
Al parecer ninguno de los que estaban reunidos en la mesa sabía con exactitud en dónde podría conseguir al sobreviviente, o al menos no habían comentado nada al respecto.
Asentí a la idea del joven que se ofrecía a investigar en templos y no se había presentado.
-¡Muy bien! ¡Vamos!- dije motivada -Iré a buscar información de los desaparecidos y del sobreviviente. Si alguno me quiere acompañar estaré aquí a primera hora en la mañana, para partir-
Me separé un momento del grupo al igual que varios, pero en vez de salir primero tenía que hacer una parada con el cantinero; tengo la hipótesis de que las personas que sirven a los demás suelen tener mucha información.
Le pregunté amablemente si sabía en dónde podría conseguir al sobreviviente, y este contestó que era mejor no abrumar más…
El comentario del cantinero resonaba en mi cabeza, pues era muy sensato de su parte. Esa noche me quedé dormida después de un largo suspiro y pensé en que teníamos que priorizar la empatía y en que probablemente era mejor empezar visitando a los familiares y amigos de los desaparecidos, a parte de que seguramente serían más fáciles de encontrar que el sobreviviente.
Al día siguiente fuí a la taberna Luz de Luna y luego partí hacía el pueblo.
Como el incidente había sido reciente habían personas dando comentarios al respecto, y en eso surgió el nombre de uno de los desaparecidos, Poldo.
Poldo era un joven grande y fuerte que estaba dispuesto a seguir a sus compañeros, ya que gracias a su buen físico tenía mucha confianza en sí mismo.
Primero iría a conversar con la familia de este chico, seguramente obtendría información de los demás desaparecidos y así podría tener idea de lo que pasaba.
Al inicio fue un poco difícil pues sus padres no tenían mucha fé en el grupo que iba de rescate y búsqueda; pero se logró conseguir el nombre y un poco de información de los demás desaparecidos.
Después de entender un poco cómo era la dinámica del grupo, ya era momento de ir a visitar a Arod. No estaba muy segura de que fuésemos a obtener mucha más información de la que ya habíamos conseguido, pero estaba dispuesta a intentar.
Fue difícil que la familia nos dejara hablar con Arod, pero se pudo cuando hicimos conciencia de que habían cuatro desaparecidos que no tuvieron la suerte de regresar.
- Sé que esto es difícil, pero, ¿podrías por favor relatarnos lo ocurrido hace tres noches, ¿cómo empezó todo? ¿cómo fue que lograste regresar?- pregunté.
____Asentí a la idea del joven que se ofrecía a investigar en templos y no se había presentado.
-¡Muy bien! ¡Vamos!- dije motivada -Iré a buscar información de los desaparecidos y del sobreviviente. Si alguno me quiere acompañar estaré aquí a primera hora en la mañana, para partir-
Me separé un momento del grupo al igual que varios, pero en vez de salir primero tenía que hacer una parada con el cantinero; tengo la hipótesis de que las personas que sirven a los demás suelen tener mucha información.
Le pregunté amablemente si sabía en dónde podría conseguir al sobreviviente, y este contestó que era mejor no abrumar más…
El comentario del cantinero resonaba en mi cabeza, pues era muy sensato de su parte. Esa noche me quedé dormida después de un largo suspiro y pensé en que teníamos que priorizar la empatía y en que probablemente era mejor empezar visitando a los familiares y amigos de los desaparecidos, a parte de que seguramente serían más fáciles de encontrar que el sobreviviente.
Al día siguiente fuí a la taberna Luz de Luna y luego partí hacía el pueblo.
Como el incidente había sido reciente habían personas dando comentarios al respecto, y en eso surgió el nombre de uno de los desaparecidos, Poldo.
Poldo era un joven grande y fuerte que estaba dispuesto a seguir a sus compañeros, ya que gracias a su buen físico tenía mucha confianza en sí mismo.
Primero iría a conversar con la familia de este chico, seguramente obtendría información de los demás desaparecidos y así podría tener idea de lo que pasaba.
Al inicio fue un poco difícil pues sus padres no tenían mucha fé en el grupo que iba de rescate y búsqueda; pero se logró conseguir el nombre y un poco de información de los demás desaparecidos.
Después de entender un poco cómo era la dinámica del grupo, ya era momento de ir a visitar a Arod. No estaba muy segura de que fuésemos a obtener mucha más información de la que ya habíamos conseguido, pero estaba dispuesta a intentar.
Fue difícil que la familia nos dejara hablar con Arod, pero se pudo cuando hicimos conciencia de que habían cuatro desaparecidos que no tuvieron la suerte de regresar.
- Sé que esto es difícil, pero, ¿podrías por favor relatarnos lo ocurrido hace tres noches, ¿cómo empezó todo? ¿cómo fue que lograste regresar?- pregunté.
Off
No agregué aún la info con respecto a que el sobreviviente vió algo, por si alguien quiere aportar algo ahí. Sino, pues haré menció en el siguiente post.
Dejé volar un poco mi imaginación para darle vida a los desaparecidos. Eleandris, si te parece bien lo dejó, sino me avisas y edito.
Info del grupo de cazadores
Poldo, grande y fuerte, joven, sin miedo, mamá y papá
Arod, veloz, joven, no quería ir, regresó y está traumado, balbucea, mamá papá y hermana
Baron, casa hogar, adulto, no quería ir, esposa y un hijo
Garrett, apoyo, joven, apoyo a la curiosidad, novia hermosa
Thalin, intrépido, adulto, curiosidad, esposa y dos hijos jovenes
Ari Eun-Young
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Re: Desaparecidos en las tinieblas [Libre]
La reunión se disolvió poco después de que Eleandris diese las últimas órdenes, sin embargo, Tarek permaneció sentado en la misma silla algún tiempo más. A su mente acudieron las palabras del otro elfo, así como las del alguacil. Aquello de lo que hablaban no era reciente, pero parecía haberse intensificado en los últimos tiempos. ¿Qué podría provocar la maldición? Nada parecía indicar que fuese algo surgido de los dones de su pueblo, pero tras su visita a la Playa de los Ancestros no pudo evitar pensar que era poco lo que sabía de las habilidades de su propia especie.
- ¿Vais a querer una habitación? –el tabernero se había acercado hasta él y lo observaba con intensidad. Tarek miró a su alrededor, solo para percatarse de que era la última persona en la posada.
- No –respondió, poniéndose en pie- Disculpad que os haya obligado a permanecer aquí hasta esta hora –el hombre negó con la cabeza, en gesto complaciente.
Con un último saludo, el peliblanco se dirigió a la puerta. Entonces el tabernero, que había comenzado a recoger las jarras y vasos de la mesa, le dedicó unas últimas palabras.
- Si prefieres el amparo de las estrellas durante la noche, quizás deberías dirigirte al norte. Aquellos que cazan, pero no forman parte de Corona del Sol, suelen acampar cerca del río. No es un lugar agradable… la niebla está demasiado cerca, pero al menos tendrás compañía.
Dedicándole un gesto de agradecimiento, Tarek abandonó la posada. Recorrió el silencioso pueblo de Corona del Sol, rumbo al norte. Un sentimiento parecido a la desesperanza pareció crecer en él, según abandonaba la parte septentrional del pueblo. Era como si los dioses hubiesen abandonado a su pueblo, alejando cualquier esperanza de redención. Era… como se había sentido al abandonar el templo de la Playa de loa Ancestros. Pronto divisó las fogatas de los forrajeadores y cazadores. Un pequeño grupo murmuraba en voz queda frente a una fogata, mientras unos cuantos individuos parecían dormitar en improvisados refugios de tela.
- ¿Hay sitio para uno más? –preguntó Tarek, señalando la fogata. Uno de los hombres asintió de forma seca, cediéndole algo de espacio sobre una gruesa raíz.
El peliblanco absorbió el fresco aire nocturno, dominado por el cantar de los grillos y otras criaturas nocturnas, con el calor de las llamas rozando su rostro.
- ¿De dónde vienes? –preguntó uno de los cazadores, dirigiéndose claramente a él.
- Del norte –contestó el joven.
- ¿De los Hazelmere? –preguntó el hombre, mirándolo con el ceño fruncido. Tarek negó.
- Mucho más al norte. Vengo de los páramos al oeste de Dundarak.
- No sabía que hubiese un grupo de los nuestros en esas tierras inhóspitas –el peliblanco se encogió de hombros, sin ganas de hablar más del tema. Dar detalles solo pondría en peligro a su familia.
- ¿Lleváis mucho en Corona del Sol? –preguntó, sin dirigirse a nadie en especial. Algunos negaron y otros asintieron. Finalmente, uno de ellos tomó la palabra.
- Algunos vinimos a probar suerte cuando Alerion desapareció –mirando sobre su hombro uno de los improvisados refugios, añadió- No todos regresamos. Otros acaban de llegar para unirse a esta nueva búsqueda.
- ¿Qué sucedió? –Tarek intentó que su voz sonase calmada, no inquisitiva.
- No lo sé, hijo –negó con la cabeza. Tras guardar silencio unos instantes, continuó- Creímos que lo encontraríamos si seguíamos…
- ¡Calla! –una mujer interrumpió sus palabras- No hables de ello. Solo traerás más mala suerte sobre nosotros. ¿Acaso no lo notas? Se respira en el aire. Es mejor no hablar de ello.
El grupo guardó un tenso silencio, en el que hasta los sonidos de la noche parecían haberse mitigado. Uno de los heridos murmuró entre sueños.
- No atravesasteis la niebla –comentó de forma parca el peliblanco. La mujer lo fulminó con la mirada.
- ¡No hables de ella!
- ¿Teméis acaso que su mención la atraiga hasta este campamento? –preguntó el joven, incrédulo- Tenía entendido que estaba constreñida a un territorio muy específico.
- Lo está –otro de los cazadores tomó la palabra, interrumpiendo la replica de la mujer- No entramos en la niebla. Nosotros no. Algunos de nuestros compañeros sin embargo no tuvieron la misma suerte.
- Cuando Alerion desapareció, Seleris envió una carta a nuestro poblado. Era el cazador más experimentado de la región. Quería ayudar, pero necesitaba que alguien cubriese su espalda.
- Pensó en nosotros. Ya sabes, cazadores. Somos capaces de rastrear cualquier cosa… o al menos eso creíamos.
- Bah –la mujer negó con la cabeza- Fue un iluso, al igual que nosotros.
- ¿Qué sucedió? –preguntó el peliblanco. Los hombres se miraron entre ellos. Probablemente era la primera vez que contaban aquel relato.
- Seleris nos guió, más allá de la niebla. Dijo que había dos formas de acceder. Tomó a la mitad del grupo y los llevó por el desfiladero al este, el Pedregal. Aquellos que cerraban la marcha dicen que los vieron desaparecer entre la niebla y que tras aquello solo alcanzaron a escuchar gritos –el hombre negó con la cabeza. Tarek lo instó a seguir, pero fue su compañero el que tomó la palabra.
- Nosotros debíamos atravesar unas cuevas. Algo más al norte se encuentra la entrada a una antigua mina. Cuentan los ancianos que estaba comunicada con la fortaleza en lo alto de la montaña, abandonada tras las guerras illidenses.
- Su interior es negro como la boca de un lobo –añadió la mujer, dejando a un lado su acritud- No nos atrevimos a adentrarnos más en ella. Los sonidos que salían de su interior… -pareció estremecerse.
- Creemos que es el único paso seguro por la montaña. Si se atraviesa, puede llegarse a la fortaleza. No sé que puede esperar al otro lado -todos parecieron negar con la cabeza- Este este sentimiento de desesperanza. Una vez llegas a la boca de la cueva…
- No puedes seguir. Algo no te permite continuar.
- Es la niebla –taciturnos guardaron silencio, mientras la noche transcurría serena y pesada sobre sus cabezas.
Tarek se despertó al frío amparo del amanecer. La fogata hacía tiempo que se había apagado, pero sintió cierta paz al poder despertar en el bosque de su infancia, libre aparentemente de cualquier amenaza. Solo la niebla que cubría aquella montaña representaba un peligro en aquel lugar. Sin embargo, la luz del día pareció contrarrestar en cierta medida aquella desazón que había sentido la noche anterior. Desperezándose, aceptó el escueto desayuno que le ofrecían. Los cazadores y forrajeadores, algo más animados que la noche anterior, le hablaron de aquella región norteña y de como aquella extraña maldición parecía haberse apoderado, poco a poco, del lugar.
Horas más tarde se dirigía hacia el templo, cuando sus pasos se cruzaron con los de Eleandris. Acompañó al elfo hasta el archivo, donde la sacerdotisa del templo los observó con ojo vigilante y actitud meditativa. Todos parecían preocupados y, tras la charla de la noche anterior, Tarek no pudo culparlos. Dando por finalizada su jornada, se dirigió, junto con el elfo rubio, a la taberna, donde habían acordado reunirse con el resto de los integrantes de aquel variopinto grupo.
- ¿Vais a querer una habitación? –el tabernero se había acercado hasta él y lo observaba con intensidad. Tarek miró a su alrededor, solo para percatarse de que era la última persona en la posada.
- No –respondió, poniéndose en pie- Disculpad que os haya obligado a permanecer aquí hasta esta hora –el hombre negó con la cabeza, en gesto complaciente.
Con un último saludo, el peliblanco se dirigió a la puerta. Entonces el tabernero, que había comenzado a recoger las jarras y vasos de la mesa, le dedicó unas últimas palabras.
- Si prefieres el amparo de las estrellas durante la noche, quizás deberías dirigirte al norte. Aquellos que cazan, pero no forman parte de Corona del Sol, suelen acampar cerca del río. No es un lugar agradable… la niebla está demasiado cerca, pero al menos tendrás compañía.
Dedicándole un gesto de agradecimiento, Tarek abandonó la posada. Recorrió el silencioso pueblo de Corona del Sol, rumbo al norte. Un sentimiento parecido a la desesperanza pareció crecer en él, según abandonaba la parte septentrional del pueblo. Era como si los dioses hubiesen abandonado a su pueblo, alejando cualquier esperanza de redención. Era… como se había sentido al abandonar el templo de la Playa de loa Ancestros. Pronto divisó las fogatas de los forrajeadores y cazadores. Un pequeño grupo murmuraba en voz queda frente a una fogata, mientras unos cuantos individuos parecían dormitar en improvisados refugios de tela.
- ¿Hay sitio para uno más? –preguntó Tarek, señalando la fogata. Uno de los hombres asintió de forma seca, cediéndole algo de espacio sobre una gruesa raíz.
El peliblanco absorbió el fresco aire nocturno, dominado por el cantar de los grillos y otras criaturas nocturnas, con el calor de las llamas rozando su rostro.
- ¿De dónde vienes? –preguntó uno de los cazadores, dirigiéndose claramente a él.
- Del norte –contestó el joven.
- ¿De los Hazelmere? –preguntó el hombre, mirándolo con el ceño fruncido. Tarek negó.
- Mucho más al norte. Vengo de los páramos al oeste de Dundarak.
- No sabía que hubiese un grupo de los nuestros en esas tierras inhóspitas –el peliblanco se encogió de hombros, sin ganas de hablar más del tema. Dar detalles solo pondría en peligro a su familia.
- ¿Lleváis mucho en Corona del Sol? –preguntó, sin dirigirse a nadie en especial. Algunos negaron y otros asintieron. Finalmente, uno de ellos tomó la palabra.
- Algunos vinimos a probar suerte cuando Alerion desapareció –mirando sobre su hombro uno de los improvisados refugios, añadió- No todos regresamos. Otros acaban de llegar para unirse a esta nueva búsqueda.
- ¿Qué sucedió? –Tarek intentó que su voz sonase calmada, no inquisitiva.
- No lo sé, hijo –negó con la cabeza. Tras guardar silencio unos instantes, continuó- Creímos que lo encontraríamos si seguíamos…
- ¡Calla! –una mujer interrumpió sus palabras- No hables de ello. Solo traerás más mala suerte sobre nosotros. ¿Acaso no lo notas? Se respira en el aire. Es mejor no hablar de ello.
El grupo guardó un tenso silencio, en el que hasta los sonidos de la noche parecían haberse mitigado. Uno de los heridos murmuró entre sueños.
- No atravesasteis la niebla –comentó de forma parca el peliblanco. La mujer lo fulminó con la mirada.
- ¡No hables de ella!
- ¿Teméis acaso que su mención la atraiga hasta este campamento? –preguntó el joven, incrédulo- Tenía entendido que estaba constreñida a un territorio muy específico.
- Lo está –otro de los cazadores tomó la palabra, interrumpiendo la replica de la mujer- No entramos en la niebla. Nosotros no. Algunos de nuestros compañeros sin embargo no tuvieron la misma suerte.
- Cuando Alerion desapareció, Seleris envió una carta a nuestro poblado. Era el cazador más experimentado de la región. Quería ayudar, pero necesitaba que alguien cubriese su espalda.
- Pensó en nosotros. Ya sabes, cazadores. Somos capaces de rastrear cualquier cosa… o al menos eso creíamos.
- Bah –la mujer negó con la cabeza- Fue un iluso, al igual que nosotros.
- ¿Qué sucedió? –preguntó el peliblanco. Los hombres se miraron entre ellos. Probablemente era la primera vez que contaban aquel relato.
- Seleris nos guió, más allá de la niebla. Dijo que había dos formas de acceder. Tomó a la mitad del grupo y los llevó por el desfiladero al este, el Pedregal. Aquellos que cerraban la marcha dicen que los vieron desaparecer entre la niebla y que tras aquello solo alcanzaron a escuchar gritos –el hombre negó con la cabeza. Tarek lo instó a seguir, pero fue su compañero el que tomó la palabra.
- Nosotros debíamos atravesar unas cuevas. Algo más al norte se encuentra la entrada a una antigua mina. Cuentan los ancianos que estaba comunicada con la fortaleza en lo alto de la montaña, abandonada tras las guerras illidenses.
- Su interior es negro como la boca de un lobo –añadió la mujer, dejando a un lado su acritud- No nos atrevimos a adentrarnos más en ella. Los sonidos que salían de su interior… -pareció estremecerse.
- Creemos que es el único paso seguro por la montaña. Si se atraviesa, puede llegarse a la fortaleza. No sé que puede esperar al otro lado -todos parecieron negar con la cabeza- Este este sentimiento de desesperanza. Una vez llegas a la boca de la cueva…
- No puedes seguir. Algo no te permite continuar.
- Es la niebla –taciturnos guardaron silencio, mientras la noche transcurría serena y pesada sobre sus cabezas.
[…]
Tarek se despertó al frío amparo del amanecer. La fogata hacía tiempo que se había apagado, pero sintió cierta paz al poder despertar en el bosque de su infancia, libre aparentemente de cualquier amenaza. Solo la niebla que cubría aquella montaña representaba un peligro en aquel lugar. Sin embargo, la luz del día pareció contrarrestar en cierta medida aquella desazón que había sentido la noche anterior. Desperezándose, aceptó el escueto desayuno que le ofrecían. Los cazadores y forrajeadores, algo más animados que la noche anterior, le hablaron de aquella región norteña y de como aquella extraña maldición parecía haberse apoderado, poco a poco, del lugar.
Horas más tarde se dirigía hacia el templo, cuando sus pasos se cruzaron con los de Eleandris. Acompañó al elfo hasta el archivo, donde la sacerdotisa del templo los observó con ojo vigilante y actitud meditativa. Todos parecían preocupados y, tras la charla de la noche anterior, Tarek no pudo culparlos. Dando por finalizada su jornada, se dirigió, junto con el elfo rubio, a la taberna, donde habían acordado reunirse con el resto de los integrantes de aquel variopinto grupo.
Tarek Inglorien
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